nsectos Texto: Carlos R. Beutelspacher Ilustración: Luis Vargas Los insectos se encuentran en todas partes, desde el trópico hasta los polos, sobre la tierra, en el aire, y dentro del agua. Imagínate, ¡más de las tres cuartas partes de los animales conocidos son insectos! Después de sumar y sumar, se llegó a la conclusión de que hay más de un millón de especies repartidas por todo el mundo. Los científicos han clasificado a los insectos como artrópodos, palabra que significa "patas articuladas". Y, como los insectos son tantos, decidieron agruparlos en treinta y tres órdenes, según las características de sus miembros y órganos, que son muy variados. Veamos cómo son; tienen cabeza (A),tórax (B) y abdomen(C), y un esqueleto exterior los cubre como si fuera una armadura. En la cabeza se encuentran los ojos, la boca y dos antenas para oler, tocar y orientarse. Sus dos grandes ojos están formados por cientos de facetas. La boca es distinta de un insecto a otro, según la comida que prefieran; así, hay insectos de bocas masticadoras (1), lamedoras (2), chupadoras (3) y picadoras. Debajo de la cabeza está el tórax (B) de donde nacen las alas (al) y las patas. Muchos de los insectos alados poseen dos pares de alas, pero en algunos, como en las moscas y en los escarabajos, uno de esos pares no funciona. Las alas son membranosas y muy finas; algunas tienen escamas(esc), como las de las mariposas, o pelos muy finos, como en la polilla. En cuanto a sus patas(pa), son seis y se reparten en pares. Finalmente llegamos al abdomen (C) que se divide en varios segmentos o anillos (an). En su interior se hallan los órganos reproductores (D) y el aparato digestivo (E); algunos, como las avispas, llevan un arma muy conocida por nosotros: el aguijón. Supongamos ahora que operas a un insecto. Al abrir su cuerpo, descubrirás que también tiene su corazoncito (CO), cuya tarea es la misma que en todos los animales: la circulación. Sin embargo, el corazón de los insectos no bombea sangre, sino hemolinfa, y este líquido puede ser incoloro, verde o rojo, según la especie. El sistema nervioso está formado por ganglios (ga) que parecen bolitas de una cadena. Como los insectos no tienen pulmones, respiran por sus tráqueas (F), es decir, unos tubitos ramificados que llevan el oxígeno directamente a la hemolinfa. En cambio, los insectos acuáticos respiran igual que los peces: por medio de branquias. El aparato digestivo (D-E) como el del saltamontes se compone de boca (1), mandíbulas (2), glándulas salivales (3), esófago (4), buche (5), molleja trituradora (6), estómago (7), tubos de Malpigio (8),recto (10) y ano (9). Los insectos se reproducen con mucha facilidad. ¡Y de dos maneras, como si con una no les bastara! Algunos son ovíparos, es decir, se reproducen por huevos. Otros son ovovivíparos, que suena casi igual, pero que es distinto: el huevo se queda dentro del cuerpo de la hembra hasta que el insecto se desarrolla por completo. El número de huevos que puede poner un insecto es variable. Una mosca común, por ejemplo, llega a poner hasta novecientos. Lo más asombroso de los insectos es el proceso de cambios que experimentan en su crecimiento: la metamorfosis (M: 1-4). Ésta puede tardar días, e inclusive años en algunas especies. En general se desarrolla así: del huevecillo (1) nace una larva (2) de gran apetito. Con el tiempo, la larva va cambiando sucesivamente de piel, hasta que comienza a segregar un hilito con el que se envuelve y se adhiere a las hojas formando su capullo (3). Por fin, el insecto sale de su "escondite" transformado en ninfa, generalmente con alas. Ya en la última fase de la metamorfosis, la ninfa se convierte en adulto (4) al tomar las características de su especie. Hay tres tipos de metamorfosis, según los cambios que sufre un insecto: directa, gradual y completa. En la directa (d), la larva nacida del huevecillo es muy semejante a lo que será el insecto adulto. Lo único que cambia en su desarrollo es la piel. En el caso de la metamorfosis gradual (g), el cambio más importante sobreviene después de pasar por el estado de ninfa; las libélulas, por ejemplo, cuando son ninfas todavía no tienen alas pues las adquieren en su estado adulto. Y la metamorfosis completa (M: 1-4, véase antes) es aquélla por la cual el insecto cambia todos sus órganos y su aspecto, como ocurre con las mariposas y los escarabajos; así, de una insignificante larva que se pasea por una hojita, puede surgir una mariposa llena de colores. ¿Tendrán los pequeños insectos alguna defensa para sobrevivivr en un mundo de seres más grandes que ellos? Claro que sí, y muchas por cierto. Algunos adaptan su forma o cambian de color para confundirse entre las hojas o los troncos de los árboles. También hay insectos que muerden al ser atacados, y otros que emplean sus aguijones, como las abejas. Las hormigas rojas, si se las molesta, arrojan un ácido que irrita la piel de su enemigo. Se podría decir que los insectos comen de todo: jugo de las hojas, frutas, granos, larvas de otros insectos, carne, materia en descomposición, basura o madera. También existen insectos parásitos, ¡muy peligrosos!, que se alimentan de la sangre que chupan de los animales y del hombre, como las chinches y los piojos, que a menudo son portadores de graves enfermedades. Ciertas moscas inoculan sus huevos bajo la piel de las personas, y sus larvas se alimentan de la sangre y la piel. El apetito de algunos insectos no tiene límites, como el piojo de los libros. Una colonia de estos pequeños "hambrientos de cultura" puede almorzarse una biblioteca en un dos por tres. Y ya te deben haber platicado de las marabuntas, las temibles hormigas de África y del Amazonas; un "regimiento" de ellas es capaz de devorar un caballo vivo. Larvas, como las del "escarabajo de San Juan", se pasan tres años debajo de la tierra antes de convertirse en ninfas, y se dan verdaderos atracones de hongos y raíces. Como puedes apreciar, el mundo de los insectos da para todo. Hay insectos que son útiles para el hombre y otros decididamente dañinos. Nos prestan sus buenos servicios: la abeja con su miel, las larvas de ciertas mariposas con su seda (S), las mariquitas que destruyen a los pulgones asoladores de cosechas y tantos otros. Además, la mayoría de los insectos contribuyen al equilibrio y desarrollo de la naturaleza. Algunos participan en la polinización de las plantas(P), y otros nos sirven de alimento, como los gusanos del maguey, los chapulines y los famosos "jumiles". Nuestros antepasados aprovecharon ciertas sustancias que secretan algunos insectos. Tal es el caso del "aje" o "axin", insecto muy pequeño que produce un jugo grasoso. Con él se preparaban barnices para colorear jícaras y objetos de madera. Lo mismo sucedía con la "cochinilla del nopal", sólo que a ésta se la utilizaba para teñir telas. Las moscas, las chinches, las pulgas, la langosta, son enemigos declarados del hombre. ¿Has oído hablar de la mosca tse-tsé? Pues ella es portadora de la enfermedad del sueño. Muchos insectos, convertidos en plagas, dañan la naturaleza. Muy temido es el escarabajo de la harina que, si no se lo controla, nos puede dejar sin trigo. Para combatir esta clase de insectos dañinos, el hombre ha inventado los insecticidas. Pero los insecticidas, que fueron mortales para algunas especies, hoy sólo les causan estornudos, de manera que desde hace unos años se intenta controlar las plagas con otros insectos que se alimentan de estos insectos dañinos.