Número de registro: 21709 Novena Época Instancia: Segunda Sala

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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
Número de registro: 21709
Novena Época
Instancia: Segunda Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: Tomo XXX, Agosto de 2009
Página: 706
CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009. ENTRE LAS SUSTENTADAS POR LOS
TRIBUNALES COLEGIADOS PRIMERO, SEGUNDO Y TERCERO, TODOS DEL
DÉCIMO OCTAVO CIRCUITO.
MINISTRA PONENTE: MARGARITA BEATRIZ LUNA RAMOS.
SECRETARIA: ESTELA JASSO FIGUEROA.
CONSIDERANDO:
PRIMERO. Esta Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación es competente
para conocer y resolver la presente denuncia de contradicción de tesis, de conformidad con lo
dispuesto en los artículos 107, fracción XIII, párrafo primero, de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos; 197-A de la Ley de Amparo y 21, fracción VIII, de la Ley
Orgánica del Poder Judicial de la Federación, en relación con los puntos segundo y cuarto del
Acuerdo 5/2001, dictado por el Tribunal Pleno el veintiuno de junio de dos mil uno,
publicado en el Diario Oficial de la Federación el veintinueve del mismo mes y año, en virtud
de que las ejecutorias de las cuales deriva la denuncia, corresponden a la materia agraria, que
es una especie del género administrativo, en cuyo conocimiento está especializada esta
Segunda Sala.
SEGUNDO. La denuncia de contradicción de tesis proviene de parte legítima, toda vez que
fue realizada por la Magistrada del Tribunal Unitario Agrario del Distrito Cuarenta y Nueve,
que fue autoridad responsable y, por ende, parte en los juicios de amparo de los que derivaron
los criterios que se consideran discrepantes, de conformidad con lo dispuesto en los artículos
107, fracción XIII, párrafo primero, de la Constitución y 197-A de la Ley de Amparo.
TERCERO. A fin de estar en aptitud de determinar si existe la contradicción de tesis
denunciada y, en su caso, resolverla, es preciso tener presentes los criterios sustentados por
los órganos colegiados que la motivaron. Será necesario, además, hacer una breve referencia
de los antecedentes de dichos asuntos, para la mejor comprensión de las posturas de dichos
tribunales y con el fin de estar en mejores condiciones de analizar si existe o no contradicción
de tesis entre tales criterios interpretativos.
Mediante diversos escritos presentados ante el Tribunal Unitario Agrario del Distrito
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Cuarenta y Nueve, *****1*****, *****2*****, *****3*****, *****4***** y
*****5*****, demandaron de *****6*****: El mejor derecho para poseer los solares
urbanos ejidales, con distinta ubicación y medidas, del paraje conocido como **********;
que se confirme la posesión real y material del inmueble; se aperciba al demandado para que
se abstenga de perturbarlos en la posesión del inmueble y se ordene al Registro Agrario
Nacional la inscripción de la sentencia que se dicte en el juicio o la anotación marginal en el
folio ********** para que surta efectos en contra de terceros.
Apoyaron sus pretensiones en similares hechos y destacaron algunos, que en el año de dos
mil tres, y otros en el año de dos mil cinco, adquirieron la posesión de los solares urbanos
ejidales, por contrato de compraventa efectuado con el demandado *****6*****, quien les
pretende recoger los terrenos por no tener documento expedido por éste, siendo que el pago
fijado como precio de lotes fue cubierto en su totalidad.
Precisaron todos los actores en sus respectivas demandas que los predios forman parte de la
parcela número ********** amparada con el certificado parcelario número ********** y
que le fue enajenada al demandado por la señora *****7*****, titular de dicha parcela. Que
el demandado no efectuó el traslado de derechos ante el Registro Agrario Nacional, no dio de
baja el certificado antes mencionado, ni se expidió otro a su nombre y por tal razón solicitan
se inscriba la sentencia que se dicte, en el entendido de que los lotes se encuentran vendidos
en su totalidad.
Aportaron al juicio, entre otras pruebas, el contrato de compraventa por medio del cual
*****6***** declaró que es propietario de la parcela **********, con superficie de
********** hectáreas del poblado de ********** , que adquirió de la cesión de derechos y
contrato de compraventa efectuado con *****7***** y *****8*****, misma parcela que fue
fraccionada en lotes con diversas medidas, por la factibilidad del uso del suelo aprobada por
el Ayuntamiento de **********.
Las diversas demandas presentadas en distintos momentos, fueron radicadas en el mismo
Tribunal Unitario Agrario del Distrito Cuarenta y Nueve a las cuales correspondieron los
expedientes de juicio agrario **********, **********, **********, ********** y
**********, respectivamente.
Emplazado que fue el demandado en todos los juicios, no compareció y agotada la etapa
instructiva, el Tribunal Unitario Agrario pronunció el fallo respectivo en los asuntos
sometidos a su conocimiento en similares términos y en distintas fechas, por lo cual, bastará
referirse a cualquiera de ellos (juicio agrario **********), mismo que se emitió en los
siguientes términos:
"... no obstante que la actora diga en su capítulo de prestaciones, que el inmueble respecto del
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cual demanda la declaración que le asiste mejor derecho a poseer, se trata de un solar urbano
ejidal, lo cierto es que, se trata de tres fracciones de la parcela **********, con superficie de
********** hectáreas, amparada con el certificado parcelario número ********** del
núcleo ejidal de **********, esto es así, en atención a las argumentaciones de derecho que a
continuación se exponen. ... La acción del mejor derecho a poseer de una parcela ejidal, tiene
su base legal en los artículos 14 y 62 de la Ley Agraria. ... Luego entonces, para verter la
declaración que (sic) la actora *****3*****, le corresponde el mejor derecho a poseer la
superficie reclamada, ésta debe acreditar, en principio su calidad de ejidataria, enseguida que
es titular o que tiene derechos reconocidos sobre la superficie que reclama el mejor derecho a
poseer dentro del ejido, que debe tratarse de la totalidad de una parcela ejidal, como más
adelante se analizará. En ese entendido, el artículo 16 de la Ley Agraria, determina que la
calidad de ejidatario se acredita: I. Con el certificado de derechos agrarios expedido por
autoridad competente; II. Con el certificado parcelario o de derechos comunes; III. Con la
sentencia o resolución relativa del Tribunal Agrario. En la especie *****3*****, no aportó
ninguno de los documentos de referencia, para acreditar su calidad de ejidataria, pues apoya
su pretensión en el contrato de promesa de compraventa de quince de marzo de dos mil cinco,
por medio del cual *****6***** le enajena tres fracciones de la parcela ********** con
superficie de ********** hectáreas del poblado de **********; el cual no es suficiente para
acreditar la calidad de ejidataria, ya que al ser la ‘aceptación de ejidatarios’, una facultad
exclusiva de la asamblea de ejidatarios, de conformidad con el artículo 23, fracción II, de la
Ley Agraria, el reconocimiento de la calidad de ejidatario, no puede provenir de un convenio
celebrado entre particulares. ... De igual forma, las documentales de referencia, no son
suficientes para acreditar que la actora tiene derechos reconocidos sobre la superficie que
persigue, pues el contrato de compraventa de quince de marzo de dos mil cinco, por medio
del cual *****6***** le enajena tres fracciones de la parcela **********, con superficie de
********** hectáreas, del poblado de **********, no produce efecto jurídico alguno, al
pretender con el mismo dividir o fraccionar la parcela ejidal, contraviniendo con ello
disposiciones de orden público relativas al principio de indivisibilidad de la parcela ejidal,
por ello, aun cuando se encuentren en posesión de la fracción de parcela objeto de contrato
como se obtiene de la testimonial. ... La simple detentación de las tres fracciones de la
parcela ejidal, no le concede u otorga derecho sobre las mismas, porque la causa generadora
de su posesión contraviene el principio de indivisibilidad de parcela ejidal. ... Por otra parte,
en el supuesto inadmitido, que existiera un pronunciamiento de la asamblea de ejidatarios del
poblado que nos ocupa, que autorizó el contrato de quince de marzo de dos mil cinco, por el
que se enajenan diversas fracciones de la parcela número **********, tal determinación es
contraria a las disposiciones de orden público previstas en la Ley Agraria relativas al
principio de indivisibilidad de la parcela ejidal, ya que no existe en la legislación agraria
precepto alguno, que faculte a la asamblea ejidal para permitir la división de las superficies
parceladas o para reconocer derechos de posesión sobre fracciones de una parcela ejidal
previamente delimitada, aun cuando se alegue que los derechos aducidos para ello tengan su
origen en un acto jurídico, como lo es un contrato de compraventa cuyo objeto fue una
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fracción de parcela; de admitirse lo contrario se propiciaría que la asamblea ejidal
contribuyera a la actualización de un fraude a la ley, en virtud de que con base en las
determinaciones en que aprobara la fragmentación de las parcelas, se concretaría una
finalidad opuesta al espíritu de la Ley Agraria que se sintetiza en el principio de la
indivisibilidad de la parcela ejidal. ... No reconoció, creó, modificó o extinguió derecho ejidal
alguno. ... Se absuelve al demandado *****6***** de las pretensiones señaladas con los
incisos A) y D) de la demanda, pues si bien es cierto que de conformidad con los artículos
180 y 185, fracción V, de la Ley Agraria, se advierte que como sanción para el caso de que el
demandado no efectúe la contestación a la demanda, se le tendrá por contestada en sentido
afirmativo y por perdido el derecho de ofrecer pruebas, si no concurre a la audiencia, sanción
que le fue impuesta al demandado por ubicarse en este supuesto; el hecho de que se tenga por
contestada una demanda en sentido afirmativo implica, entre otras cosas, tener por
confesados los hechos aducidos por la actora que le son propios al demandado; empero, esa
presunción de certeza no tiene el alcance de estimar probada la acción ejercida, si no se
actualizan los presupuestos de ésta, porque es obligación del Tribunal examinar si tales
hechos acreditan la existencia de dicha acción, pues atento al principio procesal de que al
actor corresponde probar los presupuestos constitutivos de su acción y a la parte demandada
aquellos que la extingan. ..."
Inconformes con los respectivos fallos, los actores incoaron sendas demandas de amparo,
bajo los argumentos de que no se le dio el valor jurídico a su contrato de cesión de derechos,
pues al no ser cuestionado no se le debió restar alcance jurídico, y por tecnicismos jurídicos
se deja indefenso a quien por ignorancia de la ley adquiere una fracción de una unidad de
dotación ejidal.
a) El Primer Tribunal Colegiado del Décimo Octavo Circuito conoció de la resolución
dictada por el Tribunal Unitario Agrario del Distrito Cuarenta y Nueve en el Estado de
Morelos, en los juicios agrarios ********** y ********** y resolvió en similares términos
los juicios de amparo 686/2008 y 687/2008, por lo cual será suficiente hacer referencia al
último de ellos, destacando la parte considerativa.
DA. 687/2008.
"QUINTO. Los conceptos de violación son infundados. El quejoso aduce que la sentencia
reclamada es violatoria de los artículos 17 y 27 constitucionales porque: 1) Le niega la
posibilidad de poseer las fracciones de terreno que reclamó y adquirió de buena fe, y que por
ignorancia fue transmitido para fraccionarse y constituir una unidad habitacional, con la
posibilidad de perder su patrimonio por un legalismo. 2) La Ley Agraria en el artículo 87 y la
Ley General de Asentamientos Humanos en el artículo 39 prevén la posibilidad de que el
ejidatario pueda aprovechar la urbanización de sus tierras sujetándose a las leyes, de modo
que lo demandado no está fuera de contexto legal. 3) Es incongruente que si en la práctica la
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fracción de la parcela está en la zona urbana y, por ende, sea imposible el cultivo, aún se
sustente el principio de indivisibilidad de la parcela cuando ya no es productiva. 4) El
Municipio de **********, ha otorgado el cambio de uso de suelo que se traduce en dejar de
ser para uso agrícola destinándolo a uso habitacional. 5) Se le niega el derecho de ser
poseedor pese a haber aportado las pruebas necesarias además de que el demandado no
compareció a defenderse. 6) Si bien no puede reclamar al titular de la parcela, sí puede
hacerlo a quien se encuentra en su misma situación, por haber adquirido por enajenación; y.
7) Es injusto que se le deje en estado de indefensión hasta en tanto se adquiera el dominio
pleno, evitando que pueda ser desposeído en cualquier momento del bien adquirido de buena
fe y del que se ha ostentado como propietario. Se considera que no le asiste razón al
demandante de amparo, por lo siguiente: Uno de los motivos por los que la autoridad
responsable resolvió que el actor no había acreditado su acción consistió en que, de
establecerse en su favor el mejor derecho a poseer se estaría violando el principio de
indivisibilidad de la parcela, considerando que de las pruebas allegadas al juicio se advirtió
que las fracciones de terreno que reclama formaban parte de la parcela **********, del
núcleo ejidal **********. Dicha forma de resolver no se estima contraria a derecho,
considerando que la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a través de
la jurisprudencia ha establecido que dicho principio de indivisibilidad forma parte del
régimen legal agrario actual. La jurisprudencia de que se trata es la siguiente: ‘PARCELA
EJIDAL. ES INDIVISIBLE BAJO EL RÉGIMEN AGRARIO EN VIGOR.’ (se transcribe).
De dicha tesis se advierte claramente que las parcelas con las que son dotados los ejidatarios
no pueden dividirse por considerarse que en el régimen anterior a la reforma constitucional
de mil novecientos noventa y dos y con posterioridad a ésta, subsiste la necesidad de
salvaguardar el principio de que la parcela debe ser la unidad económica suficiente para dar
sustento a la familia campesina. Ahora bien, ni de dicha tesis, ni de los preceptos en que se
funda se advierte que en los casos en que la parcela esté urbanizada, excepcionalmente pueda
dividirse. Por ello es infundado el argumento del inciso 3); además de que aun cuando la
parcela, por el entorno demográfico en que se encuentre no sea ya cultivable (por haberse
urbanizado), ello no le resta la importancia que tiene como unidad económica de sustento
para la familia campesina, en tanto que fue concebida como tal por el Constituyente, y
también porque en esas circunstancias como parte de ese sustento, le provee a la clase
campesina un espacio para vivir, subsistiendo el interés de que no sea fraccionada. En cuanto
al argumento del punto 2), se estima infundado. Los artículos que cita el quejoso establecen
lo siguiente: Ley General de Asentamientos Humanos: ‘Artículo 39. Para constituir, ampliar
y delimitar la zona de urbanización ejidal y su reserva de crecimiento; así como para
regularizar la tenencia de predios en los que se hayan constituido asentamientos humanos
irregulares, la asamblea ejidal o de comuneros respectiva deberá ajustarse a las disposiciones
jurídicas locales de desarrollo urbano y a la zonificación contenida en los planes o programas
aplicables en la materia. En estos casos, se requiere la autorización del Municipio en que se
encuentre ubicado el ejido o comunidad.’. Ley Agraria: ‘Artículo 87. Cuando los terrenos de
un ejido se encuentren ubicados en el área de crecimiento de un centro de población, los
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núcleos de población ejidal podrán beneficiarse de la urbanización de sus tierras. En todo
caso, la incorporación de las tierras ejidales al desarrollo urbano deberá sujetarse a las leyes,
reglamentos y planes vigentes en materia de asentamientos humanos.’. De ambos preceptos
se advierte la posibilidad de que las tierras ejidales aprovechen la zona de urbanización que
en su caso exista, y que podrán ser incorporadas al desarrollo urbano con base en la
normatividad relativa a los asentamientos humanos. Sin embargo, de ninguno de ellos se
desprende la posibilidad de que las parcelas que correspondan al área urbana (de facto)
puedan ser fraccionadas, bajo el pretexto de que han adquirido esa condición, pues como se
ha visto, aun en esa situación la parcela continúa siendo un elemento económico de
subsistencia para la familia campesina. De ahí que no le asista razón al quejoso. En lo
referente al argumento del inciso 4), se considera infundado, no solamente por las razones
que acaban de exponerse sino también porque en el juicio agrario no existe ninguna prueba
que acredite el cambio de uso de suelo; aunado a que si bien puede haberse realizado,
tampoco tendría el efecto de permitir el fraccionamiento de la parcela por lo ya expuesto. Por
cuanto hace al argumento del punto 5), cabe mencionar que la falta de defensa del
demandado no conlleva indefectiblemente a que el Tribunal Agrario resolviera que el
demandante acreditó su acción, pues es indispensable que éste justifique sus presupuestos. El
criterio anterior ha sido sustentado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en diversas
jurisprudencias, como las que se citan a continuación: ‘ACCIÓN. ESTUDIO OFICIOSO DE
SU IMPROCEDENCIA.’ (se transcribe). ‘ACCIÓN, NECESIDAD DE SATISFACER LOS
PRESUPUESTOS DE LA.’ (se transcribe). ‘ACCIÓN. FALTA DE PRUEBA DE LA.’ (se
transcribe). Por otra parte, es cierto que el quejoso ofreció diversas pruebas para acreditar la
posesión que tiene respecto de las fracciones de terreno que reclama tales como la testimonial
y documentales; empero, debido a que la división de la parcela es indebida, no es posible que
se le reconozca un derecho que la ley no contempla. En lo que corresponde al argumento del
inciso 6), también se considera infundado porque aun admitiendo que la reclamación al
demandado fuere legítima por no ser tampoco él quien ostenta el título de ejidatario respecto
de las fracciones parcelarias, subsistiría la imposibilidad de decretar a favor del actor el mejor
derecho a poseer porque propiciaría la división que se insiste, es contraria a derecho. Las
alegaciones contenidas en el punto 7), carecen de fundamento, porque si bien la resolución
reclamada en los términos en que se dictó no constituyen a favor del accionante el mejor
derecho a poseer, también lo es que si el Tribunal Agrario estableció que en su caso cuando
se adquiera el dominio pleno podrá ejercitar sus derechos, con ello no se hace sino acatar lo
previsto por los artículos 81 y 82 de la Ley Agraria, que establecen en esencia que cuando se
adquiera ese dominio por los ejidatarios que reúnan los requisitos legales, podrán disponer de
sus parcelas y que éstas dejarán de pertenecer al régimen ejidal y, por ende, podrán
fraccionarse libremente. Para ilustrar lo anterior, se transcriben los preceptos citados:
‘Artículo 81. Cuando la mayor parte de las parcelas de un ejido hayan sido delimitadas y
asignadas a los ejidatarios en los términos del artículo 56, la asamblea, con las formalidades
previstas a tal efecto por los artículos 24 a 28 y 31 de esta ley, podrá resolver que los
ejidatarios puedan a su vez adoptar el dominio pleno sobre dichas parcelas, cumpliendo lo
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previsto por esta ley.’. ‘Artículo 82. Una vez que la asamblea hubiere adoptado la resolución
prevista en el artículo anterior, los ejidatarios interesados podrán, en el momento que lo
estimen pertinente, asumir el dominio pleno sobre sus parcelas, en cuyo caso solicitarán al
Registro Agrario Nacional que las tierras de que se trate sean dadas de baja de dicho registro,
el cual expedirá el título de propiedad respectivo, que será inscrito en el Registro Público de
la Propiedad correspondiente a la localidad. A partir de la cancelación de la inscripción
correspondiente en el Registro Agrario Nacional, las tierras dejarán de ser ejidales y quedarán
sujetas a las disposiciones del derecho común.’. En cuanto al argumento del inciso 1), este
tribunal estima que aun cuando efectivamente pudiera haber obedecido al desconocimiento
de la ley que el actor adquirió las fracciones parcelarias que reclamó, ello no le releva de
observar la normatividad vigente, ni puede estar por encima del principio de indivisibilidad a
que se refiere la jurisprudencia de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, que por cierto es obligatoria tanto para la autoridad responsable, como para este
órgano colegiado conforme al artículo 192 de la Ley de Amparo. Finalmente, cabe aclarar
que el sentido de la sentencia reclamada y de este propio fallo, no implica el reconocimiento
de que el demandado tenga mejor derecho a poseer la fracción de la parcela que defiende el
quejoso, sino únicamente que con motivo del principio de indivisibilidad de la parcela agraria
reconocido por la jurisprudencia, no es posible jurídicamente declarar que el actor tiene el
mejor derecho a poseerla. En tales condiciones, al no haberse acreditado la
inconstitucionalidad de la sentencia reclamada, lo que procede es negar el amparo solicitado."
b) El Segundo Tribunal Colegiado del Décimo Octavo Circuito que conoció en los amparos
directos 698/2008 y 726/2008 promovidos en contra de las sentencias emitidas en los juicios
agrarios ********** y ********** se pronunció en idénticos términos y, por tanto,
únicamente se inserta la parte considerativa del primero de ellos.
DA. 698/2008.
"QUINTO. Es fundado uno de los motivos de inconformidad antes transcritos, en atención a
lo siguiente: En principio, si bien es cierto que en el presente asunto puede llegar a
considerarse que opera el principio de estricto derecho, porque las partes contendientes en el
juicio agrario de origen, no se advierte que tengan el carácter de comuneros o ejidatarios, ni
tampoco aspirantes a ser titular de derechos agrarios; sin embargo, también lo es que en los
conceptos de violación se advierten motivos de inconformidad que constituyen lo que se
denomina ‘causa de pedir’, lo cual obliga a este Tribunal Colegiado a abordar el estudio de la
legalidad del fallo reclamado, en atención a dicha figura jurídica procesal. En efecto, se aduce
esencialmente que la autoridad responsable le niega al peticionario de garantías el derecho de
ser declarado mejor poseedor de la fracción de terreno en disputa, a pesar de haber aportado
las pruebas necesarias para acreditar tal derecho; además, de que el demandado jamás
compareció a defenderse y, si bien es cierto, ese derecho no puede ser debatido al titular
originario de la parcela, sí puede controvertirse con aquel que se encuentra en una situación
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similar al justiciable, ya que la parcela en controversia se adquirió por enajenación, sin que
pueda cuestionarse el principio de indivisibilidad de la misma, por tratarse de un predio que
ya no es utilizado para el cultivo. Lo anterior, permite advertir claramente la existencia de la
causa de pedir y, por ende, existe la obligación de este Tribunal Colegiado de determinar la
legalidad de la resolución reclamada, pues sobre tal aspecto resulta aplicable la jurisprudencia
emitida por la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, visible en la
página 323, Tomo VIII, correspondiente al mes de septiembre de 1998, Materia Común,
Novena Época, del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, cuyo texto dice:
‘CONCEPTOS DE VIOLACIÓN. PARA QUE SE ESTUDIEN, BASTA CON EXPRESAR
CLARAMENTE EN LA DEMANDA DE GARANTÍAS LA CAUSA DE PEDIR.’. (se
transcribe). Es fundado lo argüido por el justiciable en el sentido antes expuesto. Lo anterior
es así, en virtud de que la autoridad responsable descontextualizó la litis del juicio natural, al
arribar a la conclusión de que ninguna de las partes demostró un mejor derecho de posesión
del predio en disputa, perdiendo de vista de que se trata de un conflicto posesorio que tiene
por objeto decidir a quién de las partes contendientes le asiste mejor derecho para poseer el
bien inmueble controvertido, cuya resolución tiene la naturaleza de ser meramente
declarativa, pues solamente se decide de entre las partes en disputa (inter res), quién de ellas
tiene un mejor derecho de tal naturaleza, sin que tal declaratoria pueda tener algún efecto
constitutivo. En ese contexto, asiste razón al justiciable en cuanto afirma que la autoridad
responsable le niega el derecho a obtener la declaración de mejor derecho de posesión del
predio en disputa, pues descalifica las pruebas aportadas por el actor y aquí quejoso, entre las
cuales se encuentra el contrato de compraventa de diecinueve de octubre de dos mil tres que
celebró con el demandado *****9*****, respecto de diversos lotes de terreno que pertenecen
a la parcela **********, del certificado agrario ********** a nombre de *****7*****, bajo
la supuesta premisa de que dicha operación contractual violenta el principio de indivisibilidad
de las parcelas, pasando por alto que a través de ese juicio solamente se pretende obtener la
declaración de un mejor derecho de posesión entre las partes contratantes. En efecto, es
inexacto que el Magistrado del Tribunal Agrario responsable pretenda desconocer el alcance
y valor probatorio de un contrato traslativo de dominio de un bien sujeto al régimen ejidal o
comunal, bajo la falsa premisa de que se rompe con el principio de indivisibilidad de las
parcelas, pues independientemente de que conforme a la actual Ley Agraria subsista dicho
principio, debe decirse que cuando en un caso, como en el presente asunto, las partes
contendientes de un conflicto sobre mejor derecho de posesión, no tienen el carácter de
ejidatarios o comuneros, ni tampoco de aspirantes a ser titulares de algún derecho agrario,
debe estarse a los planteamientos de derecho cuestionados por cada una de las partes, de tal
suerte que si el demandado no compareció a juicio y el Tribunal Agrario le tuvo por
contestada la demanda en sentido afirmativo y por precluido su derecho para ofrecer pruebas,
sin hacer valer excepción alguna, no puede descalificarse la documental antes referida, por no
existir refutación alguna sobre la validez o alcance del valor probatorio de la misma. Además,
como acertadamente lo refiere el justiciable, en ningún momento se está cuestionando un
mejor derecho de posesión a la persona que aparece como titular del certificado de derechos
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agrarios que ampara los lotes que constituyen el objeto de dicha litis, sino que la referida
acción posesoria se enderezó en contra de la persona que le cedió al actor y aquí quejoso la
titularidad de los predios en disputa y, que a decir del propio peticionario de garantías, en su
escrito inicial de demanda agraria, esta última persona es la que pretende desconocer ese
derecho posesorio; de ahí que, si el Tribunal Agrario responsable tuvo por contestada la
demanda en sentido afirmativo, es obvio que deben tenerse por ciertos los hechos contenidos
en dicha demanda, sin que sea válido desconocer el contrato traslativo de dominio de tales
predios, por no existir controversia alguna sobre el alcance probatorio y validez del mismo,
sin que obste para ello, el principio de indivisibilidad de las parcelas, en virtud de que el
sujeto titular de los derechos agrarios no es parte en el juicio principal y, por ende, esa simple
declaratoria de mejor derecho de posesión solamente surte efectos entre las partes
contendientes. De otra manera, se podría llegar al extremo de declarar implícitamente la
nulidad de una cesión de derechos o un contrato traslativo de dominio, sin existir alguna
pretensión que tienda a refutar la validez de ese tipo de operaciones contractuales, bajo la
falsa premisa de que se rompe con el principio de indivisibilidad de las parcelas. En mérito de
lo anterior, lo procedente es conceder el amparo y protección de la Justicia Federal al quejoso
*****4*****, para el efecto de que la autoridad responsable deje insubsistente la resolución
reclamada, y en su lugar emita otra de conformidad con las consideraciones vertidas en la
presente ejecutoria. Dado el sentido, es innecesario el estudio de los restantes motivos de
inconformidad que hace valer el promovente, sirve de fundamento la tesis jurisprudencial
número 107, emitida por la entonces Tercera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, visible en la página 85, Tomo VI, Materia Común del Apéndice al Semanario
Judicial de la Federación 1917-2000, que es del tenor literal siguiente: ‘CONCEPTOS DE
VIOLACIÓN. ESTUDIO INNECESARIO DE LOS.’ (se transcribe)."
c) El Tercer Tribunal Colegiado del Décimo Octavo Circuito resolvió el amparo directo
administrativo 699/2008, con las consideraciones que a continuación se transcriben, y en el
cual se impugnó la sentencia dictada en el expediente agrario **********.
DA. 699/2008.
"SEXTO. Los conceptos de violación hechos valer por la quejosa resultan inoperantes por
una parte e infundados por otra, en razón de las siguientes consideraciones: Por cuestión de
método se analizará primeramente el segundo concepto de violación hecho valer por la
quejosa. Aduce la inconforme que si bien es cierto, el derecho a mejor poseer no puede ser
debatido a la titular originaria de la parcela, sí puede controvertirse con aquel que se
encuentra en una situación similar a la suscrita, ya que el demandado adquirió dicha parcela
por enajenación, por lo que es injusto que se le deje en estado de indefensión ante dicho
demandado, hasta en tanto adquiera el pleno dominio a que hace alusión la responsable.
Asimismo, manifiesta que la responsable viola los artículos 14 y 16 constitucionales, pues la
resolución que se combate carece de fundamentación y motivación, al omitir resolver
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atendiendo a los principios establecidos en el artículo 87 de la Ley Agraria, en relación con el
numeral 39 de la Ley General de Asentamientos Humanos, de los cuales se desprende que las
tierras ejidales -asentamiento humano, uso común y parcelas-, pueden ser aprovechadas para
la urbanización, sujetándolas a las leyes, reglamentos y planes vigentes, por lo que al estar las
fracciones de terreno ubicadas dentro de una zona urbana, lo que hace imposible su cultivo,
resulta incongruente que se siga sosteniendo el criterio de indivisibilidad de la parcela,
cuando ésta ya no es productiva, aunado a que el **********, ha otorgado el cambio de uso
de suelo, destinándolo a uso habitacional. Lo anterior, deviene inoperante, pues del análisis
de las constancias que obran en autos, se advierte que dichos argumentos no formaron parte
de la litis, pues la ahora quejosa, a quien demanda el mejor derecho a poseer fue a
*****6*****, y no a la que ahora dice es la titular originaria *****7*****, así como
tampoco acredita haber ofrecido prueba alguna para demostrar que la parcela **********, se
ha sustraído del régimen ejidal y, por tanto, ahora está regulada por el derecho común. Por
tanto, es incuestionable que los planteamientos formulados por la quejosa vía conceptos de
violación constituyen temas novedosos, mismos que no fueron hechos valer ante la
responsable, y de los cuales no tuvo oportunidad de pronunciarse, por lo que no pueden ser
analizados por este Tribunal Colegiado, pues de otra manera se estaría sustituyendo a la
responsable en contravención a la técnica que rige la materia de amparo, introduciendo en la
litis constitucional argumentos no controvertidos en el juicio natural; de ahí que resulten
inoperantes dichas manifestaciones. Al respecto resulta aplicable la jurisprudencia VI.2o.T.
J/2, sustentada por el Segundo Tribunal Colegiado en Materia de Trabajo del Sexto Circuito,
localizable en la página mil cuatrocientos noventa y seis, Tomo XIV, diciembre de 2001,
Novena Época, del Semanario Judicial de la Federación que establece: ‘CONCEPTOS DE
VIOLACIÓN INOPERANTES. CUANDO EL ARGUMENTO EXPUESTO EN LA
DEMANDA DE AMPARO NO SE HIZO VALER COMO DEFENSA O EXCEPCIÓN EN
EL JUICIO NATURAL.’ (se transcribe). Por otra parte, manifiesta la quejosa que violaron en
su perjuicio los artículos 17 y 27 constitucionales, toda vez que en la sentencia que se
combate, la responsable resuelve que con las pruebas aportadas por la suscrita, únicamente se
acredita que las fracciones de terreno en conflicto, forman parte de la parcela **********,
por lo que no es posible que a la suscrita le corresponda el mejor derecho a poseerlas, en
razón del principio de indivisibilidad de la parcela, principio que no está previsto en la Ley
Agraria. Lo anterior deviene infundado, pues de la sentencia reclamada se advierte que la
quejosa *****3*****, para demostrar que es a ella a quien le corresponde el mejor derecho a
poseer los tres lotes identificados con los números 25, 26 y 27, con una superficie de
doscientos metros cuadrados cada uno, localizados dentro de la parcela **********,
amparada con el certificado agrario número **********, del núcleo ejidal de **********,
ofreció los siguientes medios de convicción: A) Contrato de promesa de compraventa de
quince de marzo de dos mil cinco, celebrado por *****6***** en su calidad de vendedor y
*****3*****, en su calidad de compradora, respecto de los lotes identificados con los
números 25, 26 y 27, con una superficie de doscientos metros cuadrados cada uno,
correspondientes a la parcela **********, ubicada en el campo denominado ‘Coatetelco’,
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
perteneciente al ejido de **********, (sic) Municipio de **********. B) Constancia de
posesión de veintiocho de febrero de dos mil seis, expedida por el presidente del comisariado
ejidal y del Consejo de Vigilancia, en el cual se hace constar que la ahora quejosa
*****3*****, se encuentra en posesión quieta, pacífica y de buena fe de los tres multicitados
lotes, mismos que fueron ‘desprendidos’ de la parcela número **********. C) Copia simple
del escrito de veintidós de julio de dos mil cinco, por medio del cual el demandado
*****6*****, informa al comisariado ejidal de **********, que *****3*****, adquirió tres
lotes de la parcela **********, identificada con el certificado parcelario número
**********, a nombre de *****7*****. D) Confesional ficta a cargo del demandado
*****6*****. E) Testimonial a cargo de *****1***** y ****10******, quienes fueron
uniformes al señalar que conocen y les consta que la parcela **********, fue fraccionada, y
que la quejosa, es poseedora de los lotes marcados con los números 25, 26 y 27 de dicha
parcela. Atento a lo anterior, el Tribunal Unitario Agrario estuvo en lo correcto al estimar que
de los medios probatorios antes referidos, se concluye que la superficie ejidal de la cual la
peticionaria pretende le sea declarado el mejor derecho a poseer, no se trata de un solar
urbano como ella lo afirma en su escrito inicial de demanda, sino de fracciones de terreno que
corresponden a la parcela **********, con una superficie de **********, hectáreas,
amparada con número parcelario **********, del núcleo ejidal de ********** . Luego
entonces, para que la ahora peticionaria de garantías tenga el mejor derecho a poseer los lotes
marcados con los números 25, 26 y 27, correspondientes a la parcela identificada con el
número parcelario **********, debió primeramente acreditar con título fehaciente tener
derechos de uso y disfrute sobre la parcela, pues no basta decidir sobre el mejor derecho a la
posesión, observando sólo el disfrute fáctico de las parcelas ejidales, sino que debe quedar
debidamente acreditada la existencia de título suficiente para dar derecho a poseer. Y
segundo, y en atención al principio de indivisibilidad con la que están protegidas las parcelas
ejidales, esa titularidad sea sobre la totalidad de la misma; principio que aun cuando no está
establecido de manera expresa en la Ley Agraria, la Segunda Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, al resolver la contradicción de tesis sustentada por el Primer y Segundo
Tribunales Colegiados en Materias Administrativa y de Trabajo del Séptimo Circuito,
concluyó que los artículos 27, fracción VII, párrafo quinto, constitucional y 47 de la Ley
Agraria, se acoge de manera limitada la fusión de parcelas, permitiendo la compactación de
las mismas dentro de ciertos límites, pues en ninguno de los citados preceptos se regula la
división de la parcela, evitando así la fragmentación de la unidad, pues sigue considerando a
la parcela como la unidad económica suficiente para dar sustento a la clase campesina,
consideración que se confirma de la interpretación de los numerales 17 y 18 de la Ley
Agraria, los cuales aunque no prohíben la división parcelaria de manera directa, sí la evitan,
pues en efecto, los citados numerales establecen: ‘Artículo 17. El ejidatario tiene la facultad
de designar a quien deba sucederle en sus derechos sobre la parcela y en los demás inherentes
a su calidad de ejidatario, para lo cual bastará que el ejidatario formule una lista de sucesión
en la que consten los nombres de las personas y el orden de preferencia conforme al cual
deba hacerse la adjudicación de derechos a su fallecimiento. Para ello podrá designar al
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
cónyuge, a la concubina o concubinario en su caso, a uno de los hijos, a uno de los
ascendientes o a cualquier otra persona. La lista de sucesión deberá ser depositada en el
Registro Agrario Nacional o formalizada ante fedatario público. Con las mismas
formalidades podrá ser modificada por el propio ejidatario, en cuyo caso será válida la de
fecha posterior.’. ‘Artículo 18. Cuando el ejidatario no haya hecho designación de sucesores,
o cuando ninguno de los señalados en la lista de herederos pueda heredar por imposibilidad
material o legal, los derechos agrarios se transmitirán de acuerdo con el siguiente orden de
preferencia: I. Al cónyuge; II. A la concubina o concubinario; III. A uno de los hijos del
ejidatario; IV. A uno de sus ascendientes; y V. A cualquier otra persona de las que dependan
económicamente de él. En los casos a que se refieren las fracciones III, IV y V, si al
fallecimiento del ejidatario resultan dos o más personas con derecho a heredar, los herederos
gozarán de tres meses a partir de la muerte del ejidatario para decidir quién, de entre ellos,
conservará los derechos ejidales. En caso de que no se pusieran de acuerdo, el Tribunal
Agrario proveerá la venta de dichos derechos ejidales en subasta pública y repartirá el
producto, por partes iguales entre las personas con derecho a heredar. En caso de igualdad de
posturas en la subasta tendrá preferencia cualquiera de los herederos.’. De lo que se colige
que el ejidatario tiene la facultad de designar a quien deba sucederle en sus derechos ejidales,
pero siempre haciendo referencia a una sola persona, esto es, su cónyuge, su concubina o
concubino, etcétera, pero nunca se hace referencia a una pluralidad de herederos entre los
cuales se pueda dividir la unidad parcelaria; asimismo, el segundo precepto legal también
establece la posibilidad de que el ejidatario que no haga designación de sucesores o a que en
la lista de herederos ninguno pueda heredar, los derechos sucesorios se transmitirán de
acuerdo al orden de preferencia, pero nuevamente hace referencia a que será una sola persona
la que deba heredar, dejando de manifiesto que la parcela es indivisible, evitando así la
pulverización de las unidades agrarias existentes, de ahí que su agravio resulte infundado. Al
caso, resulta aplicable la jurisprudencia 2a./J. 46/2001, sustentada por la Segunda Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, visible en la página cuatrocientos, Tomo XIV,
octubre de dos mil uno, del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, que establece:
‘PARCELA EJIDAL. ES INDIVISIBLE BAJO EL RÉGIMEN AGRARIO EN VIGOR.’ (se
transcribe). En las relatadas consideraciones, al resultar por una parte inoperantes y por otra
infundados los conceptos de violación hechos valer por la quejosa, lo procedente es negar el
amparo y protección de la Justicia Federal solicitados."
CUARTO. A partir de los criterios reseñados se tiene que todos ellos tuvieron como origen,
juicios agrarios en los cuales el Tribunal Unitario Agrario resolvió un conflicto sobre
reconocimiento de derechos a personas ajenas al núcleo de población respecto de la fracción
o fracciones de una parcela sujeta al régimen ejidal, cuya posesión pacífica derivó del
contrato de compraventa que cada uno de los accionantes celebró, resolviendo el Tribunal
Agrario que el inmueble respecto del cual demanda la declaración sobre el mejor derecho a
poseer, no es un solar urbano ejidal, sino una parcela que tiene su base legal en los artículos
14 y 62 de la Ley Agraria.
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
Para hacer la declaración de que a los demandantes les corresponde el mejor derecho a poseer
la superficie reclamada, deben acreditar, en principio su calidad de ejidatarios, y de la
totalidad de una parcela ejidal.
Que no se acredita la calidad de ejidatarios, y el contrato de promesa de compraventa por
medio del cual *****6***** les enajena, la o las fracciones de la parcela no produce efecto
jurídico alguno, al pretender con el mismo dividir o fraccionar la parcela ejidal,
contraviniendo con ello disposiciones de orden público relativas al principio de
indivisibilidad de la parcela.
Adujo el tribunal, que en el supuesto inadmitido de que existiera un pronunciamiento de la
asamblea de ejidatarios del poblado que autorizó el contrato por el que se enajenan diversas
fracciones de la parcela, tal determinación es contraria a las disposiciones de orden público
previstas en la Ley Agraria relativas al principio de indivisibilidad de la parcela ejidal, aun
cuando se alegue que los derechos aducidos para ello tengan su origen en un acto jurídico,
como lo es un contrato de compraventa cuyo objeto fue una fracción de parcela.
Que se debe absolver al demandado de las pretensiones señaladas en la demanda, pues si bien
es cierto que de conformidad con los artículos 180 y 185, fracción V, de la Ley Agraria, se
advierte que como sanción para el caso de que el demandado no efectúe la contestación a la
demanda, se le tendrá por contestada en sentido afirmativo y por perdido el derecho de
ofrecer pruebas, si no concurre a la audiencia, esa presunción de certeza no tiene el alcance
de estimar probada la acción ejercida, si no se actualizan los presupuestos de ésta, porque es
obligación del tribunal examinar si tales hechos acreditan la existencia de dicha acción, pues
atento al principio procesal de que al actor corresponde probar los presupuestos constitutivos
de su acción y a la parte demandada aquellos que la extingan.
Los órganos colegiados a quienes les correspondió conocer del amparo promovido por los
actores en el juicio agrario, sostuvieron posturas contradictorias en relación con la
declaración judicial de reconocimiento de derechos para poseer fracciones de una parcela
ejidal inscrita en el Registro Agrario Nacional por personas ajenas al núcleo de población,
cuya posesión real y material deriva de un contrato de compraventa de una fracción del cual
solicitan su correspondiente valor, a fin de que se inscriba la sentencia en dicho registro, para
que surta efectos contra terceros, resolviendo los órganos de control constitucional de manera
diferente los juicios de amparo sometidos a su conocimiento.
En efecto, el Primer Tribunal Colegiado del Décimo Octavo Circuito resolvió que fue
ajustado a derecho que la autoridad responsable haya determinado que de establecerse a favor
del demandante el mejor derecho a poseer la fracción o fracciones de terreno que pretende, se
estaría violando el principio de indivisibilidad de la parcela.
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
Para ello atendió a lo establecido por la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, a través de la jurisprudencia de rubro: "PARCELA EJIDAL. ES INDIVISIBLE
BAJO EL RÉGIMEN AGRARIO EN VIGOR.", de cuyo contenido dijo el tribunal, se
advierte que las parcelas con las que son dotados los ejidatarios no pueden dividirse por
considerarse que en el régimen anterior a la reforma constitucional de mil novecientos
noventa y dos y con posterioridad a ésta, subsiste la necesidad de salvaguardar el principio de
que la parcela debe ser la unidad económica suficiente para dar sustento a la familia
campesina.
Por otra parte, dijo que en el juicio agrario no existe prueba alguna que acredite el cambio de
uso de suelo; aunado a que si bien puede haberse realizado, tampoco tendría el efecto de
permitir el fraccionamiento de la parcela.
Que la falta de defensa del demandado no conlleva indefectiblemente a que el Tribunal
Agrario resolviera que el demandante acreditó su acción, pues es indispensable que éste
justifique sus presupuestos.
Destacó, que es cierto que el quejoso ofreció diversas pruebas para acreditar la posesión que
tiene respecto de las fracciones de terreno que reclama tales como la testimonial y
documentales; empero, debido a que la división de la parcela es indebida, no es posible que
se le reconozca un derecho que la ley no contempla.
Aun admitiendo que la reclamación al demandado fuere legítima por no ser tampoco él quien
ostenta el título de ejidatario respecto de las fracciones parcelarias, subsistiría la
imposibilidad de decretar a favor del actor el mejor derecho a poseer porque propiciaría la
división que se insiste, es contraria a derecho.
Si el Tribunal Agrario estableció, que en su caso cuando se adquiera el dominio pleno podrá
ejercitar sus derechos, con ello no se hace sino acatar lo previsto por los artículos 81 y 82 de
la Ley Agraria, que establecen en esencia que cuando se adquiera ese dominio por los
ejidatarios que reúnan los requisitos legales, podrán disponer de sus parcelas y que éstas
dejarán de pertenecer al régimen ejidal y, por ende, podrán fraccionarse libremente.
Aun cuando efectivamente pudiera haber obedecido al desconocimiento de la ley que el actor
adquirió las fracciones parcelarias que reclamó, ello no le releva de observar la normatividad
vigente, ni puede estar por encima del principio de indivisibilidad a que se refiere la
jurisprudencia obligatoria de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
El Tercer Tribunal Colegiado del Décimo Octavo Circuito determinó que el Tribunal
Unitario Agrario estuvo en lo correcto al estimar que de los medios probatorios ofrecidos, se
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
advierte que la superficie ejidal de la cual la peticionaria pretende le sea declarado el mejor
derecho a poseer, no se trata de un solar urbano, sino de fracciones de terreno que
corresponden a la parcela amparada con número parcelario.
Luego entonces, para que la peticionaria de garantías tenga el mejor derecho a poseer los
lotes correspondientes a la parcela, debió primeramente acreditar con título fehaciente tener
derechos de uso y disfrute sobre la parcela, pues no basta decidir sobre el mejor derecho a la
posesión, observando sólo el disfrute fáctico de las parcelas ejidales, sino que debe quedar
debidamente acreditada la existencia de título suficiente para dar derecho a poseer, y
segundo, en atención al principio de indivisibilidad con el que están protegidas las parcelas
ejidales, esa titularidad sea sobre la totalidad de la misma; principio que aun cuando no está
establecido de manera expresa en la Ley Agraria, la Segunda Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, al resolver la contradicción de tesis 57/2001-SS, entre las sustentadas
por el Primer y el Segundo Tribunales Colegiados en Materias Administrativa y de Trabajo
del Séptimo Circuito, concluyó que en los artículos 27, fracción VII, párrafo quinto,
constitucional y 47 de la Ley Agraria, se acoge de manera limitada la fusión de parcelas,
permitiendo la compactación de las mismas dentro de ciertos límites, pues en ninguno de los
citados preceptos se regula la división de la parcela, evitando así la fragmentación de la
unidad, pues sigue considerando a la parcela como la unidad económica suficiente para dar
sustento a la clase campesina, consideración que se confirma de la interpretación de los
numerales 17 y 18 de la Ley Agraria, los cuales aunque no prohíben la división parcelaria de
manera directa, sí la evitan.
Por ello consideró aplicable la jurisprudencia 2a./J. 46/2001, sustentada por la Segunda Sala
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, visible en la página cuatrocientos, Tomo XIV,
octubre de dos mil uno del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, que establece:
"PARCELA EJIDAL. ES INDIVISIBLE BAJO EL RÉGIMEN AGRARIO EN VIGOR."
El Segundo Tribunal Colegiado del Décimo Octavo Circuito resolvió que opera el principio
de estricto derecho, porque no se advierte que las partes contendientes en el juicio agrario de
origen, tengan el carácter de comuneros o ejidatarios, ni tampoco aspirantes a ser titulares de
derechos agrarios.
Asiste razón al justiciable en cuanto afirma que la autoridad responsable le niega el derecho a
obtener la declaración de mejor derecho de posesión del predio en disputa, pues descalifica
las pruebas que aportó, entre las cuales se encuentra el contrato de compraventa que celebró
con el demandado, respecto de diversos lotes de terreno que pertenecen a la parcela, bajo la
supuesta premisa de que dicha operación contractual violenta el principio de indivisibilidad
de las parcelas, pasando por alto que a través de ese juicio solamente se pretende obtener la
declaración de un mejor derecho de posesión entre las partes contratantes.
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
Que es inexacto que el Magistrado del Tribunal Agrario responsable pretenda desconocer el
alcance y valor probatorio de un contrato traslativo de dominio de un bien sujeto al régimen
ejidal o comunal, bajo la falsa premisa de que se rompe con el principio de indivisibilidad de
las parcelas, pues independientemente de que conforme a la actual Ley Agraria subsista dicho
principio, debe decirse que cuando en un caso, como en el presente asunto, las partes
contendientes de un conflicto sobre mejor derecho de posesión, no tienen el carácter de
ejidatarios o comuneros, ni tampoco de aspirantes a ser titulares de algún derecho agrario,
debe estarse a los planteamientos de derecho cuestionados por cada una de las partes, de tal
suerte que si el demandado no compareció a juicio y el Tribunal Agrario le tuvo por
contestada la demanda en sentido afirmativo y por precluido su derecho para ofrecer pruebas,
sin hacer valer excepción alguna, no puede descalificarse la documental antes referida, por no
existir refutación alguna sobre la validez o alcance del valor probatorio de la misma.
Además, como acertadamente lo refiere el justiciable, en ningún momento se está
cuestionando un mejor derecho de posesión a la persona que aparece como titular del
certificado de derechos agrarios que ampara los lotes que constituyen el objeto de dicha litis,
sino que la referida acción posesoria se enderezó en contra de la persona que le cedió al actor
la titularidad de los predios en disputa y, que a decir del propio peticionario de garantías, en
su escrito inicial de demanda agraria, esta última persona es la que pretende desconocer ese
derecho posesorio; de ahí que si el Tribunal Agrario responsable tuvo por contestada la
demanda en sentido afirmativo, es obvio que deben tenerse por ciertos los hechos contenidos
en dicha demanda, sin que sea válido desconocer el contrato traslativo de dominio de tales
predios, por no existir controversia alguna sobre el alcance probatorio y validez del mismo,
sin que obste para ello, el principio de indivisibilidad de las parcelas, en virtud de que el
sujeto titular de los derechos agrarios no es parte en el juicio principal y, por ende, esa simple
declaratoria de mejor derecho de posesión solamente surte efectos entre las partes
contendientes.
De otra manera, se podría llegar al extremo de declarar implícitamente la nulidad de una
cesión de derechos o un contrato traslativo de dominio, sin existir alguna pretensión que
tienda a refutar la validez de ese tipo de operaciones contractuales, bajo la falsa premisa de
que se rompe con el principio de indivisibilidad de las parcelas.
QUINTO. De acuerdo con las anteriores premisas, y a fin de acotar el punto de contradicción,
se tomará en cuenta que las fracciones de terreno de una parcela que cuenta con registro
agrario fueron adquiridas mediante contrato de compraventa, por personas ajenas al núcleo de
población, es decir, que no son ejidatarios, comuneros o avecindados, considerando los
Tribunales Colegiados Primero y Tercero del Décimo Octavo Circuito, que el citado contrato
por medio del cual se les enajena la, o las fracciones de la parcela no produce efecto jurídico
alguno, al pretender con el mismo dividir o fraccionar la parcela ejidal, contraviniendo con
ello disposiciones de orden público relativas al principio de indivisibilidad de la parcela ejidal
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
y por no haberlo adquirido en su carácter de ejidatarios, emitiendo el Segundo Tribunal
Colegiado de ese mismo circuito lo contrario.
En ese entendido, debe concluirse que existe la contradicción de tesis denunciada y ésta
consiste en determinar si procede el reconocimiento de derechos posesorios a personas ajenas
al núcleo de una población, es decir, que no son ejidatarias ni avecindados, sobre la fracción
de una parcela inscrita en el Registro Público Agrario respecto de la cual la asamblea ejidal
no ha otorgado el dominio pleno al ejidatario sobre dicho bien para que éste pueda celebrar
actos de dominio, toda vez que la posesión derivó de un contrato de compraventa, del que
habrá de determinarse su justo valor para determinar dicho reconocimiento.
Se destaca en principio que los Tribunales Colegiados Primero y Tercero del Décimo Octavo
Circuito, para emitir el criterio que sustentaron, se apoyaron en la tesis de jurisprudencia
2a./J. 46/2001, sustentada por la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
de rubro: "PARCELA EJIDAL. ES INDIVISIBLE BAJO EL RÉGIMEN AGRARIO EN
VIGOR.", la cual derivó de la contradicción de tesis 57/2001-SS.
Para poder delimitar los alcances del principio de indivisibilidad parcelaria, se considera
conveniente hacer referencia a las consideraciones sustentadas por esta Segunda Sala al
resolver la contradicción de tesis 57/2001-SS, en sesión de cinco de octubre de dos mil uno,
por unanimidad de 4 votos, en la que se apoyan los citados tribunales, y que dio lugar a la
tesis jurisprudencial 46/2001, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta, Novena Época, Tomo XIV, octubre de 2001, página 400, que señala:
"PARCELA EJIDAL. ES INDIVISIBLE BAJO EL RÉGIMEN AGRARIO EN VIGOR. En
la exposición de motivos de la reforma del artículo 27 constitucional que se publicó en el
Diario Oficial de la Federación el seis de enero de mil novecientos noventa y dos, se señala
como un defecto que se pretende remediar, la pulverización de las unidades agrarias
existentes, proponiéndose revertir la tendencia al minifundio para propiciar que las
‘unidades’ y la pequeña propiedad puedan sustentar plenamente a sus poseedores. En relación
con el régimen parcelario, la Ley Agraria, siguiendo las reglas del párrafo quinto, fracción
VII, del artículo 27 constitucional, permite la compactación parcelaria dentro de ciertos
límites, como aparece del artículo 47, pero ni en este precepto ni en ningún otro, se regula la
división de la parcela, lo que permite considerar que el derecho positivo acogió, de manera
limitada, la fusión de parcelas (a lo que se llama compactación), pero no aceptó su división,
seguramente por subsistir la necesidad de salvaguardar el principio de que la parcela debe ser
la unidad económica suficiente para dar sustento a la familia campesina. Esta consideración
se confirma mediante el análisis de los artículos 17 y 18 de la citada Ley Agraria, que aunque
no prohíben la división parcelaria de manera directa, sí la evitan, pues el primero consigna
que el ejidatario puede designar a quien deba sucederle en sus derechos sobre la parcela, pero
siempre lo señala en singular, sea su cónyuge, su concubina o concubinario, uno de sus hijos,
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
uno de sus ascendientes u otra persona, además de que los enlistados están sujetos a un orden
preferencial, de modo que el anterior posterga a los demás, lo que confirma la consideración
de indivisibilidad. El segundo de dichos preceptos prevé la posibilidad de que el ejidatario no
haga designación de sucesores, o que ninguno de los señalados en la lista de herederos pueda
heredar por imposibilidad material o legal, y establece que en tales casos, los derechos
agrarios se transmitirán de acuerdo con el orden de preferencia, pero siempre se otorgan los
derechos sucesorios a una sola persona, siendo importante observar que en los casos en que
haya pluralidad de herederos, éstos gozarán de tres meses a partir de la muerte del ejidatario
para decidir quién, de entre ellos, conservará los derechos ejidales, pero en caso de no
ponerse de acuerdo, el Tribunal Agrario proveerá la venta de dichos derechos ejidales en
subasta pública y repartirá el producto, por partes iguales, entre las personas con derecho a
heredar, lo cual viene a reiterar el criterio de que la ley evita la división de la parcela."
De las consideraciones emitidas por esta Segunda Sala en la destacada contradicción y tesis
jurisprudencial transcrita derivan las siguientes determinaciones esenciales:
1) La anterior Ley Federal de Reforma Agraria establecía, con cierta claridad, que la parcela
era indivisible y que los únicos medios para transmitir una unidad de dotación eran la
sucesión y el procedimiento de privación de derechos agrarios y nueva adjudicación, lo que
deriva de los artículos 75 y 81 a 86 de dicha ley.
2) Por consecuencia, la enajenación de los derechos parcelarios no se encontraba regulada en
la Ley Federal de Reforma Agraria como medio de transmisión de la unidad de dotación, lo
que era acorde con el propósito que se perseguía de que se destinara al sostenimiento de un
grupo familiar, imponiéndose la obligación al ejidatario de trabajar en forma personal la
unidad de dotación o auxiliado por su familia, para así cumplir con la función social que se le
asignó de servir al sostenimiento de un grupo familiar, pues fue concebida como la extensión
mínima para asegurar la subsistencia y el mejoramiento de la clase campesina.
3) En la exposición de motivos de la reforma al artículo 27 constitucional publicada en el
Diario Oficial de la Federación el seis de enero de mil novecientos noventa y dos se señaló
como un defecto que se pretendía remediar a la pulverización de las unidades existentes,
proponiéndose revertir la tendencia al minifundio y propiciar que las "unidades" y la pequeña
propiedad puedan sustentar plenamente a sus poseedores, es decir, propiciar la compactación,
pero sin permitir la acumulación, ni tampoco la "fragmentación excesiva."
4) La compactación limitada referida en la exposición de motivos se concretó en el párrafo
quinto de la fracción VII del artículo 27 constitucional, pero no se especificó nada en esta
fracción ni en alguna otra acerca de la fragmentación de la parcela, sea moderada o excesiva.
5) En el artículo 47 de la Ley Agraria vigente, publicada en el Diario Oficial de la Federación
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
el veintiséis de febrero de mil novecientos noventa y dos, en forma acorde con el artículo 27,
fracción VII, párrafo quinto, constitucional, se permite la compactación parcelaria dentro de
ciertos límites, pero ni este precepto ni alguno otro establece o regula la división de la
parcela.
6) Deriva de lo anterior que el derecho positivo en materia agraria acogió, de manera
limitada, la fusión de parcelas (a lo que llama compactación), pero no aceptó su división,
seguramente por subsistir la necesidad de salvaguardar el principio de que la parcela debe ser
la unidad económica suficiente para dar sustento a la familia campesina.
7) La anterior conclusión se confirma con otros preceptos legales y reglamentarios que,
aunque no prohíben la división parcelaria de manera directa, sí la evitan, como son:
a. El artículo 17 de la Ley Agraria, que al establecer la facultad del ejidatario de designar a
quien deba sucederle en sus derechos sobre la parcela y en los demás inherentes a su calidad
de ejidatario, lo hace en forma singular en cuanto a la persona que ha de sucederlo, es decir,
no se prevé que varios hereden los derechos, ni mucho menos que esos varios sucesores
puedan dividirse la unidad, pues los eventuales sucesores que se enlisten están sujetos a un
orden preferencial, de modo tal que el anterior posterga a los demás.
b. El artículo 18 de la Ley Agraria, que al establecer un orden de preferencia ante la
posibilidad de que el ejidatario no haga designación de sucesores o de que los señalados en la
lista de herederos no puedan heredar por imposibilidad legal o natural, lo hace también a
favor de una sola persona y no de varias e, inclusive, para el caso en que exista pluralidad de
sujetos con derecho a heredar, dispone que gozarán de tres meses a partir de la muerte del
ejidatario para decidir quién, de entre ellos, conservará los derechos ejidales, pero en caso de
no ponerse de acuerdo, el Tribunal Agrario proveerá la venta de dichos derechos ejidales en
subasta pública y repartirá el producto, por partes iguales, entre ellos.
c. Los artículos 35 y 39 del Reglamento de la Ley Agraria en Materia de Certificación de
Derechos Ejidales y Titulación de Solares, en los que para los casos de asignación de una
misma parcela a un grupo o cuando es explotada por varios posesionarios, no establece la
división de la parcela, sino la copropiedad de ésta.
Las anteriores determinaciones de esta Segunda Sala que la llevaron a concluir que en el
derecho positivo agrario subsiste el principio de indivisibilidad de la parcela, al haber sido
intención del Constituyente Reformador, manifestada expresamente en la exposición de
motivos de la reforma al artículo 27 constitucional efectuada el seis de enero de mil
novecientos noventa y dos, evitar la pulverización de las unidades existentes y que éstas
conservaran la extensión mínima para asegurar la subsistencia de la familia campesina,
permiten, a su vez, establecer que tal principio se limita a la parcela en lo individual, como
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
unidad de dotación y fraccionamiento de este tipo de tierras del ejido hecha por la asamblea
ejidal, amparada cada una de ellas por su correspondiente certificado parcelario. Este
principio se basa en que la parcela se considera la extensión de tierra mínima para asegurar la
subsistencia del ejidatario y su familia.
En otro aspecto, para poder determinar si una vez que la asamblea ejidal ha dotado la
extensión mínima para asegurar la subsistencia del ejidatario y su familia, es necesario
establecer si dicho ejidatario puede enajenar sus derechos parcelarios a un tercero que es
ajeno al núcleo de población ejidal.
Para dilucidar el anterior cuestionamiento, se destaca que la reforma al artículo 27
constitucional, efectuada en mil novecientos noventa y dos, modificó sustancialmente el
régimen jurídico al que se encuentran sometidos los ejidos, respecto de su integración y
funcionamiento, lo cual fue materia de examen en la contradicción de tesis 113/2003-SS,
fallada por este órgano colegiado el dieciséis de enero de dos mil cuatro, en cuya ejecutoria
se hacen las siguientes determinaciones:
El artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, antes de la
reforma en comento, establecía que para conformar un ejido debía seguirse un procedimiento
de dotación; dicho procedimiento, de acuerdo con la entonces vigente, Ley Federal de
Reforma Agraria, comenzaba con la interposición de una solicitud de dotación de tierras,
bosques y aguas de parte de un núcleo de población, las cuales debían estar comprendidas
dentro de un radio de siete kilómetros, además de ser afectables.
En cuanto a los derechos del ejidatario sobre la parcela que le había sido asignada de manera
individual, así como la que le correspondiera sobre los bienes del ejido, tenían el carácter de
inalienables e inembargables, conforme al artículo 75 de la propia legislación, que señala:
"Artículo 75. Los derechos del ejidatario sobre la unidad de dotación y, en general, los que le
correspondan sobre los bienes del ejido a que pertenezca, serán inembargables, inalienables y
no podrán gravarse por ningún concepto. Son inexistentes los actos que se realicen en
contravención de este precepto."
De ahí que antes de la mencionada reforma, se prohibía la venta de parcelas en cualquiera de
sus formas, puesto que la parcela individual, inalienable y transmisible sólo por herencia, era
la forma establecida para el aprovechamiento económico, distinguiéndola de la porción
común e indivisible que servía a propósitos sociales y económicos de la comunidad de los
ejidatarios, que también contaba con los mismos atributos.
Por consiguiente, todos los bienes ejidales eran inembargables, inalienables e intransmisibles
por otros medios que no fueran los expresamente previstos por la ley, como la sucesión,
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
permuta, fusión, en los casos expresamente autorizados por la Ley Federal de Reforma
Agraria, puesto que su naturaleza era definida con base en el carácter social y público que la
Constitución reconoció en esta materia.
No obstante, la reforma aprobada en mil novecientos noventa y dos, al fijarse como objetivo
superar las restricciones del minifundio e incrementar la producción en el campo, modificó
los principios característicos del régimen a que estaban sujetos los bienes ejidales.
De esa manera, el legislador eliminó el procedimiento de dotación de tierras, aguas y
bosques, con el propósito de brindar una mayor seguridad jurídica en el campo; por lo que
decidió derogar las fracciones del artículo 27 de la Constitución que concedían a los
campesinos el derecho a solicitar esa dotación y obligaban al Estado mexicano al reparto
permanente.
A su vez, la fracción VII del mismo precepto constitucional reformado, si bien reconoce la
personalidad jurídica de los núcleos de población ejidales y comunales, y protege su
propiedad sobre la tierra, tanto para el asentamiento humano como para actividades
productivas; otorga al legislador ordinario la facultad para expedir ordenamientos que
normen el ejercicio de los derechos de los comuneros sobre la tierra y de los ejidatarios sobre
su parcela, respetando su voluntad en cuanto a las condiciones para el aprovechamiento de
los recursos productivos.
Dispone también el deber del propio legislador, de establecer procedimientos para la
asociación entre sí, de ejidatarios y comuneros con terceros, además de que puedan otorgar a
éstos el uso de sus tierras, existiendo la posibilidad de asociación con el Estado.
Ahora bien, de acuerdo con la exposición de motivos y los dictámenes aprobados por los
legisladores, esa reforma no pretendió anular la vida ejidal y comunal; por el contrario, buscó
fortalecerla, reconociendo la personalidad jurídica de los núcleos de población ejidales y
comunales, así como la protección de su propiedad sobre la tierra, tanto para el asentamiento
humano, como para actividades productivas.
Así, aunque otorga al ejidatario la facultad de asociarse, ceder el uso de sus tierras a terceros,
e incluso enajenar el área parcelada del ejido, además de prever la posibilidad de que la
asamblea ejidal otorgue al ejidatario el dominio pleno sobre su parcela; también estableció
normas que tutelan los derechos de los ejidatarios, como son los derechos de preferencia y la
exclusividad de transmisión de derechos parcelarios entre los miembros del núcleo de
población; que dentro de un mismo núcleo de población, ningún ejidatario pueda ser titular
de más tierra que la equivalente al 5 % del total de las tierras ejidales; y que, en todo caso, la
titularidad de tierras en favor de un solo ejidatario se ajuste a los límites señalados para la
pequeña propiedad.
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
Asimismo, ratificó el principio de que la asamblea general es el órgano supremo del núcleo
de población ejidal o comunal; y que el comisariado ejidal o de bienes comunales, electo
democráticamente, es el órgano de representación del ejido y el responsable de ejecutar las
resoluciones de la asamblea, conservando también el procedimiento para la restitución de
tierras, bosques y aguas a los núcleos de población.
De esa manera, el régimen de propiedad ejidal, previsto en el artículo 27, fracción VII, de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se mantiene en nuestro sistema
jurídico bajo las anteriores normas, que pretendieron asegurar la permanencia de las formas
de vida comunitaria y que se desglosan en la Ley Agraria que lo reglamenta.
El texto del invocado artículo 27, fracción VII, de la Constitución, es del siguiente tenor:
"Artículo 27. La propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del
territorio nacional, corresponde originariamente a la nación, la cual ha tenido y tiene el
derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares, constituyendo la propiedad
privada.
"...
"VII. Se reconoce la personalidad jurídica de los núcleos de población ejidales y comunales y
se protege su propiedad sobre la tierra, tanto para el asentamiento humano como para
actividades productivas.
"La ley protegerá la integridad de las tierras de los grupos indígenas.
"La ley, considerando el respeto y fortalecimiento de la vida comunitaria de los ejidos y
comunidades, protegerá la tierra para el asentamiento humano y regulará el aprovechamiento
de tierras, bosques y aguas de uso común y la provisión de acciones de fomento necesarias
para elevar el nivel de vida de sus pobladores.
"La ley, con respeto a la voluntad de los ejidatarios y comuneros para adoptar las condiciones
que más les convengan en el aprovechamiento de sus recursos productivos, regulará el
ejercicio de los derechos de los comuneros sobre la tierra y de cada ejidatario sobre su
parcela. Asimismo establecerá los procedimientos por los cuales ejidatarios y comuneros
podrán asociarse entre sí, con el Estado o con terceros y otorgar el uso de sus tierras; y,
tratándose de ejidatarios, transmitir sus derechos parcelarios entre los miembros del núcleo de
población; igualmente fijará los requisitos y procedimientos conforme a los cuales la
asamblea ejidal otorgará al ejidatario el dominio sobre su parcela. En caso de enajenación de
parcelas se respetará el derecho de preferencia que prevea la ley.
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
"Dentro de un mismo núcleo de población, ningún ejidatario podrá ser titular de más tierra
que la equivalente al 5% del total de las tierras ejidales. En todo caso, la titularidad de tierras
en favor de un solo ejidatario deberá ajustarse a los límites señalados en la fracción XV.
"La asamblea general es el órgano supremo del núcleo de población ejidal o comunal, con la
organización y funciones que la ley señale. El comisariado ejidal o de bienes comunales,
electo democráticamente en los términos de la ley, es el órgano de representación del núcleo
y el responsable de ejecutar las resoluciones de la asamblea.
"La restitución de tierras, bosques y aguas a los núcleos de población se hará en los términos
de la ley reglamentaria."
Al igual que el mencionado precepto constitucional, la Ley Agraria que entró en vigor a
partir del veintisiete de febrero de mil novecientos noventa y dos, reconoce la personalidad
jurídica y el patrimonio del ejido, en su artículo 9o., que dispone:
"Artículo 9o. Los núcleos de población ejidales o ejidos tienen personalidad jurídica y
patrimonio propio y son propietarios de las tierras que les han sido dotadas o de las que
hubieren adquirido por cualquier otro título."
Conforme a ese numeral, se entiende que las tierras que haya recibido el ejido, a través del
procedimiento de dotación o las que adquieran por cualquier título, son de su propiedad.
Por otro lado, el artículo 44 de la misma ley dispone que las tierras ejidales se dividen, por su
destino, de la siguiente manera:
a) Tierras para el asentamiento humano;
b) Tierras de uso común; y,
c) Tierras parceladas.
De igual manera, refiere que la asamblea de ejidatarios es el órgano supremo del núcleo de
población ejidal o comunal; que ésta será representada por el comisariado ejidal; y que dicha
asamblea tiene, entre otras, la facultad de determinar el destino que deben tener las tierras
ejidales, la aceptación y separación de ejidatarios, y el otorgamiento a estos últimos, del
dominio pleno sobre sus parcelas, según se advierte de los artículos 21, 22 y 23 de la propia
Ley Agraria, cuyo texto es el siguiente:
"Artículo 21. Son órganos de los ejidos:
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
"I. La asamblea;
"II. El comisariado ejidal; y
"III. El consejo de vigilancia."
"Artículo 22. El órgano supremo del ejido es la asamblea, en la que participan todos los
ejidatarios.
"El comisariado ejidal llevará un libro de registro en el que asentará los nombres y datos
básicos de identificación de los ejidatarios que integran el núcleo de población ejidal
correspondiente. La asamblea revisará los asientos que el comisariado realice conforme a lo
que dispone este párrafo."
"Artículo 23. La asamblea se reunirá por lo menos una vez cada seis meses o con mayor
frecuencia cuando así lo determine su reglamento o su costumbre. Serán de la competencia
exclusiva de la asamblea los siguientes asuntos:
"I. Formulación y modificación del reglamento interno del ejido;
"II. Aceptación y separación de ejidatarios, así como sus aportaciones;
"III. Informes del comisariado ejidal y del consejo de vigilancia, así como la elección y
remoción de sus miembros;
"IV. Cuentas o balances, aplicación de los recursos económicos del ejido y otorgamiento de
poderes y mandatos;
"V. Aprobación de los contratos y convenios que tengan por objeto el uso o disfrute por
terceros de las tierras de uso común;
"VI. Distribución de ganancias que arrojen las actividades del ejido;
"VII. Señalamiento y delimitación de las áreas necesarias para el asentamiento humano,
fundo legal y parcelas con destino específico, así como la localización y relocalización del
área de urbanización;
"VIII. Reconocimiento del parcelamiento económico o de hecho y regularización de tenencia
de posesionarios;
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
"IX. Autorización a los ejidatarios para que adopten el dominio pleno sobre sus parcelas y la
aportación de las tierras de uso común a una sociedad, en los términos del artículo 75 de esta
ley;
"X. Delimitación, asignación y destino de las tierras de uso común así como su régimen de
explotación;
"XI. División del ejido o su fusión con otros ejidos;
"XII. Terminación del régimen ejidal cuando, previo dictamen de la Procuraduría Agraria
solicitado por el núcleo de población, se determine que ya no existen las condiciones para su
permanencia;
"XIII. Conversión del régimen ejidal al régimen comunal;
"XIV. Instauración, modificación y cancelación del régimen de explotación colectiva; y
"XV. Los demás que establezca la ley y el reglamento interno del ejido."
Ahora bien, toda vez que con las reformas al artículo 27 constitucional, la intención del
legislador fue revertir el creciente minifundio y capitalizar el campo para incrementar la
productividad, la Ley Agraria en vigor en cuanto a las tierras parceladas, contiene las
siguientes disposiciones:
"Sección sexta
"De las tierras parceladas
"Artículo 76. Corresponde a los ejidatarios el derecho de aprovechamiento, uso y usufructo
de sus parcelas."
"Artículo 77. En ningún caso la asamblea ni el comisariado ejidal podrán usar, disponer o
determinar la explotación colectiva de las tierras parceladas del ejido sin el previo
consentimiento por escrito de sus titulares."
"Artículo 78. Los derechos de los ejidatarios sobre sus parcelas se acreditarán con sus
correspondientes certificados de derechos agrarios o certificados parcelarios, los cuales
ostentarán los datos básicos de identificación de la parcela. Los certificados parcelarios serán
expedidos de conformidad con lo dispuesto por el artículo 56 de esta ley.
"En su caso, la resolución correspondiente del Tribunal Agrario hará las veces de certificado
para los efectos de esta ley."
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
"Artículo 79. El ejidatario puede aprovechar su parcela directamente o conceder a otros
ejidatarios o terceros su uso o usufructo, mediante aparcería, mediería, asociación,
arrendamiento o cualquier otro acto jurídico no prohibido por la ley, sin necesidad de
autorización de la asamblea o de cualquier autoridad. Asimismo podrá aportar sus derechos
de usufructo a la formación de sociedades tanto mercantiles como civiles."
"Artículo 80. Los ejidatarios podrán enajenar sus derechos parcelarios a otros ejidatarios o
avecindados del mismo núcleo de población.
"Para la validez de la enajenación a que se refiere este artículo bastará la conformidad por
escrito de las partes ante dos testigos y la notificación que se haga al Registro Agrario
Nacional, el que deberá expedir sin demora los nuevos certificados parcelarios. Por su parte
el comisariado ejidal deberá realizar la inscripción correspondiente en el libro respectivo.
"El cónyuge y los hijos del enajenante, en ese orden, gozarán del derecho del tanto, el cual
deberán ejercer dentro de un término de treinta días naturales contados a partir de la
notificación, a cuyo vencimiento caducará tal derecho. Si no se hiciere la notificación, la
venta podrá ser anulada."
"Artículo 81. Cuando la mayor parte de las parcelas de un ejido hayan sido delimitadas y
asignadas a los ejidatarios en los términos del artículo 56, la asamblea, con las formalidades
previstas a tal efecto por los artículos 24 a 28 y 31 de esta ley, podrá resolver que los
ejidatarios puedan a su vez adoptar el dominio pleno sobre dichas parcelas, cumpliendo lo
previsto por esta ley."
"Artículo 82. Una vez que la asamblea hubiere adoptado la resolución prevista en el artículo
anterior, los ejidatarios interesados podrán, en el momento que lo estimen pertinente, asumir
el dominio pleno sobre sus parcelas, en cuyo caso solicitarán al Registro Agrario Nacional
que las tierras de que se trate sean dadas de baja de dicho registro, el cual expedirá el título de
propiedad respectivo, que será inscrito en el Registro Público de la Propiedad
correspondiente a la localidad.
"A partir de la cancelación de la inscripción correspondiente en el Registro Agrario Nacional,
las tierras dejarán de ser ejidales y quedarán sujetas a las disposiciones del derecho común."
"Artículo 83. La adopción del dominio pleno sobre las parcelas ejidales no implica cambio
alguno en la naturaleza jurídica de las demás tierras ejidales, ni significa que se altere el
régimen legal, estatutario o de organización del ejido.
"La enajenación a terceros no ejidatarios tampoco implica que el enajenante pierda su calidad
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
de ejidatario, a menos que no conserve derechos sobre otra parcela ejidal o sobre tierras de
uso común, en cuyo caso el comisariado ejidal deberá notificar la separación del ejidatario al
Registro Agrario Nacional, el cual efectuará las cancelaciones correspondientes."
"Artículo 84. En caso de la primera enajenación de parcelas sobre las que se hubiere
adoptado el dominio pleno, los familiares del enajenante, las personas que hayan trabajado
dichas parcelas por más de un año, los ejidatarios, los avecindados y el núcleo de población
ejidal, en ese orden, gozarán del derecho del tanto, el cual deberán ejercer dentro de un
término de treinta días naturales contados a partir de la notificación, a cuyo vencimiento
caducará tal derecho. Si no se hiciere la notificación, la venta podrá ser anulada.
"El comisariado ejidal y el consejo de vigilancia serán responsables de verificar que se
cumpla con esta disposición.
"La notificación hecha al comisariado, con la participación de dos testigos o ante fedatario
público, surtirá los efectos de notificación personal a quienes gocen del derecho del tanto. Al
efecto, el comisariado bajo su responsabilidad publicará de inmediato en los lugares más
visibles del ejido una relación de los bienes o derechos que se enajenan."
"Artículo 85. En caso de que se presente ejercicio simultáneo del derecho del tanto con
posturas iguales, el comisariado ejidal, ante la presencia de fedatario público, realizará un
sorteo para determinar a quién corresponde la preferencia."
"Artículo 86. La primera enajenación a personas ajenas al núcleo de población de parcelas
sobre las que se hubiere adoptado el dominio pleno, será libre de impuestos o derechos
federales para el enajenante y deberá hacerse cuando menos al precio de referencia que
establezca la Comisión de Avalúos de Bienes Nacionales o cualquier institución de crédito."
Las disposiciones anteriormente transcritas ponen de manifiesto que el legislador, buscando
reactivar la producción del campo y facilitar la inversión en él, mediante las reformas
constitucional y legal otorgó a los ejidatarios las siguientes prerrogativas:
1. Decidir las condiciones que más les convengan en el aprovechamiento de los recursos
productivos;
2. Asociarse entre sí, con el Estado o con terceros;
3. Otorgar el uso de sus tierras;
4. Transmitir sus derechos parcelarios entre los miembros del núcleo de población;
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
5. La posibilidad de que la asamblea ejidal les otorgue el dominio sobre su parcela; y,
6. El respeto de su derecho de preferencia en caso de enajenación de parcelas.
Sin embargo, el ejercicio de esas prerrogativas no comprende actos de pleno dominio sobre
sus parcelas, sino exclusivamente, el derecho de aprovechamiento, uso y disfrute, tal como lo
establece el artículo 14 de la Ley Agraria, que dice a la letra:
"Artículo 14. Corresponde a los ejidatarios el derecho de uso y disfrute sobre sus parcelas, los
derechos que el reglamento interno de cada ejido les otorgue sobre las demás tierras ejidales
y los demás que legalmente les correspondan."
Disposición que se corrobora con lo previsto en el artículo 76 de la misma ley, transcrito en
párrafos anteriores, pero que se vuelve a insertar para mayor precisión:
"Artículo 76. Corresponde a los ejidatarios el derecho de aprovechamiento, uso y usufructo
de sus parcelas."
Cabe destacar, además, que el ejercicio de ese derecho de aprovechamiento, uso y usufructo
sobre las parcelas ejidales, lo puede ejercer su titular, directamente o por conducto de otros
ejidatarios o terceros, aun sin autorización de la asamblea o de cualquier autoridad; y que su
libre ejercicio es oponible, incluso, a la asamblea y al comisariado ejidal, según puede
apreciarse de los artículos 77 y 79 de la propia ley, transcritos en líneas precedentes.
Como ya se expuso con anterioridad, las anteriores determinaciones fueron sostenidas por
esta Segunda Sala en la contradicción de tesis 113/2003-SS y sirven de sustento para reiterar
una vez más en esta contradicción de tesis que a pesar de la amplia libertad que el legislador
otorgó al ejidatario para explotar y aprovechar las parcelas que le fueron asignadas, no puede
disponer libremente de ellas, toda vez que los actos de dominio sobre esas tierras pueden
ejercerlos a su libre albedrío, hasta el momento en que la asamblea le otorgue el dominio
pleno, conforme al artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,
en concordancia con el 81 de la Ley Agraria; por lo que, en tanto ello no ocurra, la
prerrogativa que les concede el artículo 80 de la misma ley, para enajenar sus derechos sobre
las tierras parceladas que poseen, exclusivamente, pueden ejercerla, entre los ejidatarios o
avecindados del núcleo de población, previa observancia del derecho de preferencia entre los
miembros de éste; considerando que con esa limitación a los actos de dominio sobre las
tierras parceladas, el legislador pretendió proteger la vida comunitaria de los ejidos y
salvaguardar los derechos de sus miembros.
Aquí cabe precisar que el citado artículo 80 de la Ley Agraria aunque fue reformado
mediante decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación de diecisiete de abril de dos
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
mil ocho su reforma no tuvo cambios trascendentales, pues es del siguiente texto:
"Artículo 80. Los ejidatarios podrán enajenar sus derechos parcelarios a otros ejidatarios o
avecindados del mismo núcleo de población.
"Para la validez de la enajenación se requiere:
"a) La manifestación de conformidad por escrito de las partes ante dos testigos, ratificada
ante fedatario público;
"b) La notificación por escrito al cónyuge, concubina o concubinario y los hijos del
enajenante, quienes, en ese orden, gozarán del derecho del tanto, el cual deberán ejercer
dentro del término de treinta días naturales contados a partir de la notificación a cuyo
vencimiento caducará tal derecho. Será aceptable para este efecto la renuncia expresada por
escrito ante dos testigos e inscrita en el Registro Agrario Nacional, y;
"c) Dar aviso por escrito al comisariado ejidal.
"Realizada la enajenación, el Registro Agrario Nacional, procederá a inscribirla y expedirá
los nuevos certificados parcelarios, cancelando los anteriores. Por su parte, el comisariado
ejidal deberá realizar la inscripción correspondiente en el libro respectivo."
También esta Segunda Sala al resolver en sesión celebrada el veintiséis de marzo de dos mil
ocho la contradicción de tesis 12/2008-SS destacó que la cesión, compraventa o cualquier
otro acto que implique la enajenación de ese bien también constituye un acto de dominio que
no puede realizar el ejidatario, toda vez que, sobre sus parcelas, sólo tiene los derechos de uso
y aprovechamiento, aun cuando tales derechos se hubiesen asignado individualmente,
sostuvo además lo siguiente:
"... Con base a las consideraciones precedentes puede afirmarse que si un contrato de cesión
de derechos, a título oneroso o gratuito, lo mismo que la compraventa, constituyen formas de
enajenación, pues implican la alineación o transmisión de un bien o derecho mediante un acto
jurídico de distinta naturaleza; al constituir dicha enajenación un acto de dominio, sólo
pueden efectuarla los ejidatarios respecto de las tierras parceladas que se les hubieran
asignado, a favor de los miembros o avecindados del ejido; pero no de los terceros ajenos al
núcleo de población, pues ello lo podrán realizar hasta el momento en que la asamblea les
otorgue el dominio pleno de esas tierras, de conformidad con la fracción VII del artículo 27
de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en relación con el artículo 81
de la Ley Agraria, que dispone: ... Por consiguiente, si la asamblea no ha otorgado al
ejidatario el dominio pleno sobre sus parcelas, la cesión de derechos que de esas tierras
realice a favor de un tercero ajeno al núcleo de población, aun cuando sea a título gratuito, así
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
como la compraventa o cualquier otro acto que constituya una enajenación de esas tierras,
causa un perjuicio a los derechos colectivos del ejido, por afectar directamente su patrimonio
reconocido en el mencionado precepto constitucional, así como en el artículo 9o. de la Ley
Agraria; ... Así, considerando que la cesión de derechos, aun cuando sea a título gratuito, lo
mismo que la compraventa o cualquier otro acto que implique enajenación de tierras y aguas
ejidales celebrado por los ejidatarios con un tercero ajeno al núcleo ejidal, constituyen actos
de dominio, es indudable que con ellos se afectan los derechos colectivos del núcleo de
población, pues el derecho de propiedad sobre esos bienes es de naturaleza colectiva. ... En
ese tenor, considerando que los ejidatarios sólo tienen respecto de las tierras y aguas ejidales
los derechos de uso y aprovechamiento, no están facultados para celebrar respecto de ellas,
contratos de cesión de derechos, compraventa, o cualquier acto que implique su enajenación,
pues ello sólo pueden efectuarlo sobre los bienes respecto de los cuales la asamblea les haya
otorgado el dominio pleno. ..."
Esta Segunda Sala estimó que el criterio que debía regir, con carácter de jurisprudencia, es el
siguiente:
"No. Registro: 169,839
"Jurisprudencia
"Materia(s): Administrativa
"Novena Época
"Instancia: Segunda Sala
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
"Tomo: XXVII, abril de 2008
"Tesis: 2a./J. 56/2008
"Página: 594
"PARCELAS Y AGUAS EJIDALES. LA CESIÓN DE DERECHOS, COMPRAVENTA O
CUALQUIER ACTO DE ENAJENACIÓN QUE SOBRE ELLAS REALICE UN
EJIDATARIO A UN TERCERO AJENO AL NÚCLEO DE POBLACIÓN, AFECTA EL
DERECHO DE PROPIEDAD DEL EJIDO, QUE ES DE NATURALEZA COLECTIVA.
Conforme a los artículos 27, fracción VII, de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, 23, fracción IX, y 81 de la Ley Agraria, la prerrogativa que el artículo 80 de este
último ordenamiento concede a los ejidatarios para enajenar sus derechos sobre las tierras
parceladas que poseen, pueden ejercerla, exclusivamente, entre los ejidatarios o avecindados
del núcleo de población, previa observancia del derecho de preferencia en favor de los
primeros; considerando que con la limitación a los actos de dominio sobre esas tierras, se
pretendió proteger la vida comunitaria de los ejidos y salvaguardar los derechos de sus
miembros. Ahora bien, el criterio anterior es aplicable, por igualdad de razón, respecto de las
aguas ejidales, pues la cesión, compraventa o cualquier otro acto que implique su enajenación
también constituye un acto de dominio que no puede realizar el ejidatario, a pesar de que los
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
derechos sobre ellas se le hayan asignado individualmente, pues al igual que sobre sus
parcelas, sólo tiene los derechos de uso y aprovechamiento, como se advierte de los artículos
52 a 55 de la Ley Agraria. Así, considerando que la cesión de derechos, aun cuando sea a
título gratuito, al igual que la compraventa o cualquier otro acto que implique enajenación de
tierras y aguas ejidales celebrado por los ejidatarios con un tercero ajeno al núcleo ejidal,
constituyen actos de dominio, es indudable que con ellos se afecta al núcleo de población en
su conjunto, pues el derecho de propiedad sobre esos bienes es de naturaleza colectiva; en
consecuencia, el ejido, en su carácter de propietario, puede demandar la nulidad del acto
jurídico que contiene la enajenación, y si los bienes se encuentran en poder de ese tercero,
también puede pedir de éste la restitución en la posesión, por ser de su propiedad, a efecto de
que el ejidatario sea restituido con ellos, y si éste no puede o no quiere recobrarlos el ejido,
como poseedor originario, puede pedir la posesión de ellos, como lo establece el artículo 792
del Código Civil Federal, aplicado supletoriamente en términos del artículo 2o. de la Ley
Agraria."
De la misma ejecutoria derivaron las tesis aisladas siguientes:
"No. Registro: 169,891
"Tesis aislada
"Materia(s): Administrativa
"Novena Época
"Instancia: Segunda Sala
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
"Tomo: XXVII, abril de 2008
"Tesis: 2a. XL/2008
"Página: 728
"EJIDATARIOS. SÓLO PUEDEN ENAJENAR SUS DERECHOS SOBRE LAS TIERRAS
PARCELADAS QUE SE LES HUBIERAN ASIGNADO A UN TERCERO AJENO AL
NÚCLEO DE POBLACIÓN, HASTA QUE LA ASAMBLEA LES OTORGUE SU
DOMINIO PLENO. Los artículos 27, fracción VII, de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, y 81 de la Ley Agraria establecen la posibilidad de que la asamblea de un
núcleo de población ejidal, realizada con las formalidades establecidas por los artículos 24 a
28 y 31 de este último ordenamiento, otorgue a sus miembros el dominio pleno sobre las
parcelas que se les hubiera asignado. Por tanto, mientras ello no ocurra, los ejidatarios, como
poseedores de esas tierras, sólo pueden ejercer los derechos de aprovechamiento, uso y
disfrute que les reconocen los artículos 14 y 76 del mismo cuerpo legal, pudiendo ejercerlos
directamente o por conducto de otros ejidatarios o terceros, aun sin autorización de la
asamblea o del comisariado, con la única limitante de no realizar actos jurídicos prohibidos
por la ley, como lo previenen los artículos 77 y 79 del citado ordenamiento. De ahí que las
prerrogativas de los ejidatarios se asimilan a los derechos de un poseedor derivado, pero no
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
incluyen actos de dominio, pues éstos sólo puede efectuarlos el propietario que, tratándose de
tierras ejidales, es el propio núcleo de población, como lo establece el artículo 9o. de la Ley
Agraria, en concordancia con el indicado precepto constitucional."
"No. Registro: 169,773
"Tesis aislada
"Materia(s): Administrativa
"Novena Época
"Instancia: Segunda Sala
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
"Tomo: XXVII, abril de 2008
"Tesis: 2a. XLI/2008
"Página: 732
"TIERRAS EJIDALES. SI A LOS EJIDATARIOS NO SE LES HA OTORGADO EL
DOMINIO PLENO SOBRE ELLAS, CONFORME A LOS ARTÍCULOS 27, FRACCIÓN
VII, DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS Y
81 DE LA LEY AGRARIA, NO PUEDEN CEDER SUS DERECHOS RELATIVOS A UN
TERCERO AJENO AL NÚCLEO DE POBLACIÓN, AUN A TÍTULO GRATUITO. Tanto
el contrato de cesión de derechos, a título oneroso o gratuito, como la compraventa
constituyen formas de enajenación, pues implican la transmisión de un bien o derecho
mediante un acto jurídico de distinta naturaleza; consecuentemente, al implicar dicha
enajenación un acto de dominio, en materia agraria sólo pueden efectuarla los ejidatarios
respecto de las tierras parceladas que se les hubieran asignado, en favor de los miembros o
avecindados de ese núcleo ejidal; y a los terceros ajenos a ellos, por las tierras respecto de las
cuales la asamblea les haya otorgado expresamente el dominio pleno, conforme a la fracción
VII del artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en
concordancia con el artículo 81 de la Ley Agraria. Por tanto, si esto último no ha ocurrido, la
cesión de derechos, aun cuando sea a título gratuito, causa un perjuicio al núcleo de
población, pues independientemente de que omite respetar los derechos de preferencia y
exclusividad de transmisión de derechos parcelarios entre sus miembros, se realiza sobre
bienes respecto de los cuales el ejido continúa siendo propietario, en términos del artículo 9o.
de la Ley Agraria."
Asimismo, para efecto de poder establecer el criterio que ha de regir en el presente asunto,
habrá de tomarse en consideración el pronunciamiento que emitió esta Segunda Sala al
resolver en sesión celebrada el veinticinco de abril de dos mil siete, la contradicción de tesis
67/2007-SS con relación a la prerrogativa que concede el artículo 80 de la indicada Ley
Agraria a los ejidatarios, para enajenar sus derechos sobre las tierras parceladas que poseen,
que sólo pueden ejercerla libremente hasta el momento en que adquieran el dominio pleno
sobre esas tierras, de conformidad con la fracción VII del artículo 27 de la Constitución
-32-
CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
Política de los Estados Unidos Mexicanos, en concordancia con el artículo 81 de la Ley
Agraria.
Las consideraciones sostenidas al respecto son las siguientes:
"... el legislador concedió a los ejidatarios facultades para otorgar el uso de sus tierras,
transmitir sus derechos parcelarios entre los miembros del núcleo de población, obtener de la
asamblea ejidal el dominio sobre sus parcelas y el respeto de su derecho de preferencia en
caso de que éstas se enajenen.
"De ahí que la prerrogativa que concede el artículo 80 de la indicada ley a los ejidatarios,
para enajenar sus derechos sobre las tierras parceladas que poseen, sólo pueden ejercerla
libremente hasta el momento en que adquieran el dominio pleno sobre esas tierras, de
conformidad con la fracción VII del artículo 27 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, en concordancia con el artículo 81 de la Ley Agraria; y mientras ello no
ocurra, esa prerrogativa pueden ejercerla exclusivamente, entre los ejidatarios o avecindados
del núcleo de población; por lo que, en caso de enajenar dichas parcelas a terceros ajenos al
ejido, éste puede demandar la nulidad de ese acto, como lo estableció esta Segunda Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la tesis de jurisprudencia 2a./J. 5/2004, que dice:
"‘COMISARIADO EJIDAL. ESTÁ LEGITIMADO PARA DEMANDAR, EN
REPRESENTACIÓN DEL EJIDO, LA NULIDAD DE UN CONTRATO DE CESIÓN DE
DERECHOS A TÍTULO GRATUITO, CELEBRADO ENTRE UN EJIDATARIO Y UN
TERCERO AJENO AL NÚCLEO DE POBLACIÓN, RESPECTO DE PARCELAS
EJIDALES DE LAS QUE EL ENAJENANTE TODAVÍA NO ADQUIERE EL DOMINIO
PLENO. Las reformas constitucional y legal efectuadas en materia agraria en 1992,
atribuyeron a los ejidatarios facultades para otorgar el uso de sus tierras; transmitir sus
derechos parcelarios entre los miembros del núcleo de población; obtener de la asamblea
ejidal el dominio sobre sus parcelas y el respeto de su derecho de preferencia en caso de que
éstas se enajenen. Sin embargo, no pueden disponer libremente de tales facultades, sino hasta
que la asamblea les otorgue el dominio pleno, de conformidad con la fracción VII del artículo
27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en concordancia con el
artículo 81 de la Ley Agraria, por lo que en tanto ello no ocurra, la prerrogativa que le
concede el artículo 80 de la indicada ley, para enajenar sus derechos sobre las tierras
parceladas que posee, exclusivamente puede ejercerla entre los ejidatarios o avecindados del
núcleo de población. De lo anterior se concluye que si un ejidatario no ha obtenido de la
asamblea el dominio pleno sobre las parcelas que posee, la cesión de derechos que realice a
un tercero que no pertenece al ejido como ejidatario ni como avecindado, aun cuando sea a
título gratuito, indudablemente causa un perjuicio al núcleo de población, pues con
independencia de que omite respetar los derechos de preferencia y exclusividad de
transmisión de derechos parcelarios entre sus miembros, ese acto constituye una enajenación
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
de tierras ejidales respecto de las cuales el ejido continúa siendo el propietario, en términos
del artículo 9o. de la ley citada y, por ende, este último por conducto de su representante, el
comisariado ejidal, previo acuerdo de la asamblea, está legitimado para demandar la nulidad
de tal contrato, no como representante de sus miembros, cuyo derecho del tanto no se haya
respetado (a pesar de existir disposición expresa que así lo obliga), sino en su carácter de
propietario, que resulta afectado con la enajenación de los derechos sobre esas tierras
ejidales, realizada en contravención al referido artículo 80, toda vez que la limitante expresa
contenida en ese precepto legal, de que los adquirentes deben tener el carácter de ejidatarios o
avecindados, evidentemente atiende al interés de que la titularidad de las tierras ejidales
permanezca entre los miembros que conformen el ejido, además de que el legislador, con la
prerrogativa otorgada a los ejidatarios para que pudieran enajenar sus derechos parcelarios no
pretendió que personas extrañas al ejido pudieran incorporarse a él, sin la previa autorización
de la asamblea de ejidatarios.’ (Novena Época. Instancia: Segunda Sala. Fuente: Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XIX. febrero de 2004, tesis 2a./J. 5/2004, página
130).
"Ahora bien, para que los ejidatarios puedan adquirir el dominio pleno sobre sus parcelas, el
artículo 81 de la Ley Agraria señala que ello puede ocurrir, cuando la mayor parte de las
parcelas de un ejido hayan sido delimitadas y asignadas a los ejidatarios, y así lo resuelva la
asamblea que cumpla con las formalidades previstas por los artículos 24 a 28 y 31 de la
propia ley, que dicen a la letra:
"‘Artículo 24. La asamblea podrá ser convocada por el comisariado ejidal o por el consejo de
vigilancia, ya sea a iniciativa propia o si así lo solicitan al menos veinte ejidatarios o el veinte
por ciento del total de ejidatarios que integren el núcleo de población ejidal. Si el comisariado
o el consejo no lo hicieren en un plazo de cinco días hábiles a partir de la solicitud, el mismo
número de ejidatarios podrá solicitar a la Procuraduría Agraria que convoque a la asamblea.’
"‘Artículo 25. La asamblea deberá celebrarse dentro del ejido o en el lugar habitual, salvo
causa justificada. Para ello, deberá expedirse convocatoria con no menos de ocho días de
anticipación ni más de quince, por medio de cédulas fijadas en los lugares más visibles del
ejido. En la cédula se expresarán los asuntos a tratar y el lugar y fecha de la reunión. El
comisariado ejidal será responsable de la permanencia de dichas cédulas en los lugares
fijados para los efectos de su publicidad hasta el día de la celebración de la asamblea.
"‘La convocatoria que se expida para tratar cualesquiera de los asuntos señalados en las
fracciones VII a XIV del artículo 23 de esta ley, deberá ser expedida por lo menos con un
mes de anticipación a la fecha programada para la celebración de la asamblea.
"‘Si el día señalado para la asamblea no se cumplieran las mayorías de asistencia requeridas
para su validez, se expedirá de inmediato una segunda convocatoria. En este caso, la
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
asamblea se celebrará en un plazo no menor a ocho ni mayor a treinta días contados a partir
de la expedición de la segunda convocatoria.’
"‘Artículo 26. Para la instalación válida de la asamblea, cuando ésta se reúna por virtud de
primera convocatoria, deberán estar presentes cuando menos la mitad más uno de los
ejidatarios, salvo que en ella se traten los asuntos señalados en las fracciones VII a XIV del
artículo 23, en cuyo caso deberán estar presentes cuando menos tres cuartas partes de los
ejidatarios.
"‘Cuando se reúna por virtud de segunda o ulterior convocatoria, la asamblea se celebrará
válidamente cualquiera que sea el número de ejidatarios que concurran, salvo en el caso de la
asamblea que conozca de los asuntos señalados en las fracciones VII a XIV del artículo 23, la
que quedará instalada únicamente cuando se reúna la mitad más uno de los ejidatarios.’
"‘Artículo 27. Las resoluciones de la asamblea se tomarán válidamente por mayoría de votos
de los ejidatarios presentes y serán obligatorias para los ausentes y disidentes. En caso de
empate el presidente del comisariado ejidal tendrá voto de calidad.
"‘Cuando se trate alguno de los asuntos señalados en las fracciones VII a XIV del artículo 23
de esta ley, se requerirá el voto aprobatorio de dos terceras partes de los asistentes a la
asamblea.’
"‘Artículo 28. En la asamblea que trate los asuntos detallados en las fracciones VII a XIV del
artículo 23 de esta ley, deberá estar presente un representante de la Procuraduría Agraria, así
como un fedatario público. Al efecto, quien expida la convocatoria deberá notificar a la
Procuraduría sobre la celebración de la asamblea, con la misma anticipación requerida para la
expedición de aquélla y deberá proveer lo necesario para que asista el fedatario público. La
procuraduría verificará que la convocatoria que se haya expedido para tratar los asuntos a que
se refiere este artículo, se haya hecho con la anticipación y formalidades que señala el
artículo 25 de esta ley.
"‘Serán nulas las asambleas que se reúnan en contravención de lo dispuesto por este artículo.’
"‘Artículo 31. De toda asamblea se levantará el acta correspondiente, que será firmada por los
miembros del comisariado ejidal y del consejo de vigilancia que asistan, así como por los
ejidatarios presentes que deseen hacerlo. En caso de que quien deba firmar no pueda hacerlo,
imprimirá su huella digital debajo de donde esté escrito su nombre.
"‘Cuando exista inconformidad sobre cualesquiera de los acuerdos asentados en el acta,
cualquier ejidatario podrá firmar bajo protesta haciendo constar tal hecho.
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
"‘Cuando se trate de la asamblea que discuta los asuntos establecidos en las fracciones VII a
XIV del artículo 23 de esta ley, el acta deberá ser pasada ante la fe del fedatario público y
firmada por el representante de la Procuraduría Agraria que asistan a la misma e inscrita en el
Registro Agrario Nacional.’
"De igual manera, previó el legislador que una vez resuelto por la asamblea que los
ejidatarios pueden adoptar el dominio pleno sobre sus parcelas, los ejidatarios interesados
podrán, en el momento que lo estimen pertinente, asumir el dominio pleno sobre ellas, en
cuyo caso solicitarán al Registro Agrario Nacional que las tierras de que se trate sean dadas
de baja de dicho registro, el cual expedirá el título de propiedad respectivo, que será inscrito
en el Registro Público de la Propiedad correspondiente a la localidad.
"En esos términos, para que los ejidatarios adquieran el dominio pleno sobre las parcelas que
poseen, se requiere:
"• Que la mayor parte de las parcelas de un ejido hayan sido delimitadas y asignadas a los
ejidatarios;
"• Que la asamblea ejidal celebrada con las formalidades previstas por los artículos 24 a 28 y
31 de la Ley Agraria resuelva que los ejidatarios pueden adoptar el dominio pleno sobre sus
parcelas;
"• Que los ejidatarios interesados soliciten al Registro Agrario Nacional que las tierras sean
dadas de baja en ese órgano;
"• Que el Registro Agrario Nacional expida el título de propiedad respectivo.
"• Que ese título de propiedad sea inscrito en el Registro Público de la Propiedad
correspondiente a la localidad.
"También señaló el legislador, que a partir de la cancelación de la inscripción
correspondiente en el Registro Agrario Nacional, las tierras dejarán de ser ejidales y quedarán
sujetas a las disposiciones del derecho común.
"De lo antes señalado se puede colegir que, en tanto el Registro Agrario Nacional (una vez
cumplidos los requisitos antes señalados) no efectúe la cancelación de los derechos de un
ejidatario sobre una parcela ejidal, su titular continúa siendo sujeto del derecho agrario y el
predio continúa perteneciendo al ejido, pues conforme a los numerales transcritos,
específicamente el artículo 82 de la Ley Agraria, el cambio de régimen jurídico al que deben
quedar sujetas las parcelas ejidales opera a partir de que el mencionado órgano efectúa la
cancelación de la inscripción correspondiente y expide el título de propiedad a favor del
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
ejidatario, siendo hasta ese momento cuando éste adquiere el pleno dominio sobre las tierras
que, a partir de dicha cancelación dejan de pertenecer al régimen ejidal."
En conclusión, de los pronunciamientos emitidos por esta Segunda Sala al resolver las
contradicciones de tesis 57/2001-SS, 113/2003-SS, 67/2007-SS y 12/2008-SS, importa
destacar lo siguiente:
En el derecho positivo agrario subsiste el principio de indivisibilidad de la parcela, al haber
sido intención del Constituyente Reformador, manifestada expresamente en la exposición de
motivos de la reforma al artículo 27 constitucional efectuada el seis de enero de mil
novecientos noventa y dos, el evitar la pulverización de las unidades existentes y que éstas
conservaran la extensión mínima para asegurar la subsistencia de la familia campesina,
permiten, a su vez, establecer que tal principio se limita a la parcela en lo individual, como
unidad de dotación y fraccionamiento de este tipo de tierras del ejido hecha por la asamblea
ejidal, amparada cada una de ellas por su correspondiente certificado parcelario.
Antes de la mencionada reforma, se prohibía la venta de parcelas en cualquiera de sus
formas, puesto que la parcela individual, inalienable y transmisible sólo por herencia, era la
forma establecida para el aprovechamiento económico, distinguiéndola de la porción común
e indivisible que servía a propósitos sociales y económicos de la comunidad de los
ejidatarios, que también contaba con los mismos atributos.
No obstante, la reforma aprobada en mil novecientos noventa y dos, al fijarse como objetivo
superar las restricciones del minifundio e incrementar la producción en el campo, modificó
los principios característicos del régimen a que estaban sujetos los bienes ejidales.
La fracción VII del artículo 27 constitucional reformado, si bien reconoce la personalidad
jurídica de los núcleos de población ejidales y comunales, y protege su propiedad sobre la
tierra, tanto para el asentamiento humano como para actividades productivas; otorga al
legislador ordinario la facultad para expedir ordenamientos que normen el ejercicio de los
derechos de los comuneros sobre la tierra y de los ejidatarios sobre su parcela, respetando su
voluntad en cuanto a las condiciones para el aprovechamiento de los recursos productivos.
Dispone también el deber del propio legislador, de establecer procedimientos para la
asociación entre sí, de ejidatarios y comuneros con terceros, además de que puedan otorgar a
éstos el uso de sus tierras, existiendo la posibilidad de asociación con el Estado.
Asimismo, ratificó el principio de que la asamblea general es el órgano supremo del núcleo
de población ejidal o comunal; y que el comisariado ejidal o de bienes comunales, electo
democráticamente, es el órgano de representación del ejido y el responsable de ejecutar las
resoluciones de la asamblea, conservando también el procedimiento para la restitución de
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
tierras, bosques y aguas a los núcleos de población.
Al igual que el mencionado precepto constitucional, la Ley Agraria que entró en vigor a
partir del veintisiete de febrero de mil novecientos noventa y dos, reconoce en su artículo 9o.
la personalidad jurídica y el patrimonio del ejido y son propietarios de las tierras que les han
sido dotadas.
Según se advierte de los artículos 21, 22 y 23 de la propia Ley Agraria, la asamblea de
ejidatarios es el órgano supremo del núcleo de población ejidal o comunal; ésta será
representada por el comisariado ejidal; y dicha asamblea tiene, entre otras, la facultad de
determinar el destino que deben tener las tierras ejidales, la aceptación y separación de
ejidatarios, y el otorgamiento a estos últimos, del dominio pleno sobre sus parcelas.
Los artículos 76 a 86 de la Ley Agraria ponen de manifiesto que el legislador, buscando
reactivar la producción del campo y facilitar la inversión en él, mediante las reformas
constitucional y legal otorgó a los ejidatarios entre otras prerrogativas: asociarse entre sí, con
el Estado o con terceros y la posibilidad de que la asamblea ejidal les otorgue el dominio
sobre su parcela.
Sin embargo, el ejercicio de esas prerrogativas no comprende actos de pleno dominio sobre
sus parcelas, sino exclusivamente, el derecho de aprovechamiento, uso y disfrute, tal como lo
establecen los artículos 14 y 16 de la Ley Agraria.
Luego, a pesar de la amplia libertad que el legislador otorgó al ejidatario para explotar y
aprovechar las parcelas que le fueron asignadas, no puede disponer libremente de ellas, toda
vez que los actos de dominio sobre esas tierras puede ejercerlos a su libre albedrío, hasta el
momento en que la asamblea le otorgue el dominio pleno, conforme al artículo 27 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en concordancia con el 81 de la Ley
Agraria; por lo que, en tanto ello no ocurra, la prerrogativa que les concede el artículo 80 de
la misma ley, para enajenar sus derechos sobre las tierras parceladas que poseen, pueden
ejercerla, exclusivamente, entre los ejidatarios o avecindados del núcleo de población, previa
observancia del derecho de preferencia entre los miembros de éste; considerando que con esa
limitación a los actos de dominio sobre las tierras parceladas, el legislador pretendió proteger
la vida comunitaria de los ejidos y salvaguardar los derechos de sus miembros, como se
advierte en la exposición de motivos del decreto de reforma constitucional y en los
dictámenes aprobados por las Cámaras que integran el Congreso de la Unión.
En términos de los artículos 24 a 28, 31 y 81 de la Ley Agraria, para que los ejidatarios
adquieran el dominio pleno sobre las parcelas que poseen, se requiere:
La mayor parte de las parcelas de un ejido hayan sido delimitadas y asignadas a los
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
ejidatarios;
Que la asamblea ejidal celebrada con las formalidades previstas por los artículos 24 a 28 y 31
de la Ley Agraria resuelva que los ejidatarios pueden adoptar el dominio pleno sobre sus
parcelas;
Los ejidatarios interesados soliciten al Registro Agrario Nacional que las tierras sean dadas
de baja en ese órgano;
El Registro Agrario Nacional expida el título de propiedad respectivo.
Que ese título de propiedad sea inscrito en el Registro Público de la Propiedad
correspondiente a la localidad.
También señaló el legislador, que a partir de la cancelación de la inscripción correspondiente
en el Registro Agrario Nacional, las tierras dejarán de ser ejidales y quedarán sujetas a las
disposiciones del derecho común.
De lo antes señalado se puede colegir que, en tanto el Registro Agrario Nacional (una vez
cumplidos los requisitos antes señalados) no efectúe la cancelación de los derechos de un
ejidatario sobre una parcela ejidal, su titular continúa siendo sujeto del derecho agrario y el
predio continúa perteneciendo al ejido, pues conforme a los numerales transcritos,
específicamente el artículo 82 de la Ley Agraria, el cambio de régimen jurídico al que deben
quedar sujetas las parcelas ejidales opera a partir de que el mencionado órgano efectúa la
cancelación de la inscripción correspondiente y expide el título de propiedad a favor del
ejidatario, siendo hasta ese momento cuando éste adquiere el pleno dominio sobre las tierras
que, a partir de dicha cancelación dejan de pertenecer al régimen ejidal.
Luego, con base en lo anterior cuando el ejidatario no ha adquirido el dominio pleno sobre la
parcela sólo puede celebrar contrato de compraventa respecto de las tierras parceladas que se
le hubieran asignado, a favor de los miembros o avecindados del ejido; pero no con terceros
ajenos al núcleo de población, pues ello lo podrá realizar hasta el momento en que la
asamblea le otorgue el dominio pleno de esas tierras, de conformidad con la fracción VII del
artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en relación con el
artículo 81 de la Ley Agraria.
Por consiguiente, si la asamblea no ha otorgado al ejidatario el dominio pleno sobre su
parcela, la autoridad agraria no se encuentra en posibilidad de pronunciarse favorablemente
sobre la pretensión del reconocimiento del derecho de posesión a personas ajenas al núcleo
ejidal, respecto de la fracción parcelaria, pues el ejidatario que enajena la parcela mediante
contrato de compraventa o cesión de derechos, no tiene pleno dominio sobre el bien que
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
enajena, y menos aún puede dividirla porque no ha salido del dominio del ejido, de ahí que la
autoridad tampoco pueda atribuir a dicho acto eficacia jurídica, pues no está relevada de
observar la normatividad vigente, ni puede dejar de atender los lineamientos ya mencionados
que derivan de los criterios jurisprudenciales descritos.
En consecuencia, el criterio que debe prevalecer con carácter de jurisprudencia, de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 192 de la Ley de Amparo, es el siguiente:
RECONOCIMIENTO DE DERECHOS POSESORIOS SOBRE UNA PORCIÓN DE
PARCELA EJIDAL. SI LA ASAMBLEA EJIDAL NO HA OTORGADO AL EJIDATARIO
EL DOMINIO PLENO SOBRE ELLA, ÉSTE NO PUEDE DIVIDIRLA O ENAJENAR
SUS DERECHOS RELATIVOS A UN TERCERO AJENO AL NÚCLEO DE
POBLACIÓN, NI ESTE ÚLTIMO PUEDE EXIGIR EL RELATIVO
PRONUNCIAMIENTO.-Los artículos 27, fracción VII, de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, y 81 de la Ley Agraria establecen la posibilidad de que la
asamblea de un núcleo de población ejidal, realizada con las formalidades establecidas en los
artículos 24 a 28 y 31 de este último ordenamiento, otorgue a sus miembros el dominio pleno
sobre las parcelas que se les hubieran asignado. En tanto ello no ocurra, el ejidatario no puede
fraccionar la parcela y ponerla en venta a personas ajenas al núcleo ejidal, pues la
prerrogativa que le concede el artículo 80 de la indicada ley, para enajenar sus derechos sobre
las tierras parceladas que poseen, exclusivamente pueden ejercerla entre los ejidatarios o
avecindados del núcleo de población, previa observancia del derecho de preferencia en favor
de los primeros. De lo anterior se concluye que no es factible que la autoridad agraria pueda
declarar el reconocimiento de derechos posesorios a personas ajenas al núcleo de una
población, sobre la fracción de una parcela de la cual la asamblea no ha otorgado el dominio
pleno ni se ha dado de baja en el régimen agrario, aunque la posesión la hayan adquirido por
virtud de un contrato de compraventa, pues éste no puede surtir efectos jurídicos, ante todo,
porque la autoridad jurisdiccional a quien compete fijar su valor no puede dejar de observar
la normatividad que le rige.
Por lo expuesto y fundado, se resuelve:
PRIMERO.-Existe la contradicción de tesis denunciada.
SEGUNDO.-Debe prevalecer con carácter de jurisprudencia el criterio sustentado por esta
Segunda Sala en términos del último considerando de esta sentencia.
Notifíquese; con testimonio de esta resolución a los Tribunales Colegiados contendientes;
envíese la jurisprudencia que se sustenta al Pleno y a la Primera Sala de la Suprema Corte, a
los Tribunales Colegiados de Circuito y Juzgados de Distrito, en acatamiento a lo previsto
por el artículo 195 de la Ley de Amparo; remítase de inmediato la indicada jurisprudencia y
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 15/2009.
la parte considerativa de este fallo a la Dirección General de la Coordinación de Compilación
y Sistematización de Tesis para su publicación en el Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta; y, en su oportunidad, archívese este expediente como asunto concluido.
Así lo resolvió la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por unanimidad
de cinco votos de los señores Ministros Mariano Azuela Güitrón, Genaro David Góngora
Pimentel, Sergio Salvador Aguirre Anguiano, Margarita Beatriz Luna Ramos y presidente
José Fernando Franco González Salas.
********** En términos de lo dispuesto en los artículos 3, fracción II y 8 de la Ley Federal
de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, así como en los
diversos 2, 8 y 9 del Reglamento de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo
de la Judicatura Federal para la aplicación de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la
Información Pública Gubernamental, en esta versión pública se suprime la información
considerada legalmente como reservada o confidencial que encuadra en esos supuestos
normativos.
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