Música del siglo XIX y XX

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Durante el transcurso de los siglos XVI y XVII emergió en la Nueva España música del
mismo esplendor y colorido de la música barroca contemporánea de Europa. Las
composiciones musicales fueron dedicadas al culto religioso de le época así como
también, en algunos casos, representar los sentimientos humanos más profundos.
Existe una gran cantidad de trabajos musicales y documentales que describen la
actividad musical alrededor de la Iglesia católica durante el periodo virreinal de México.
Entre las ciudades con mayor desarrollo musical se encuentran la Ciudad de México, la
ciudad de Puebla, Oaxaca, Tepotzotlán y la antigua Valladolid (hoy Morelia).
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Pedro de Gante (1480-1572). Fundador de la primera escuela de música en la Nueva
España
Juan Xuárez (1539). Primer maestro de capilla de la Catedral de México
Hernando Franco (1532-85). Maestro de capilla de la Catedral de México
Juan de Lienas. Compositor novohispano de finales del siglo XVI)
Pedro Bermúdez. Maestro de capilla de la Catedral de Puebla durante la primera
década del siglo XVII.
Bernardo de Peralta y Escudero. Compositor de obras polifónicas de la Catedral de
Puebla.
Juan Gutiérrez de Padilla. (Maestro de Capilla entre 1629 y 1664). Compositor
mexicano más importante del siglo XVII.
Francisco López Capillas. Puebla. Segunda mitad del siglo XVII.
Miguel Matheo de Dallo y Lana. Puebla.
Juan Navarro Gaditanus.(c.1550 - c.1610) Monje franciscano. Catedral de Morelia,
Convento de Santa Rosa de María. Valladolid.
Antonio de Salazar. Maestro de capilla de la Catedral de México entre 1688 y 1715.
Ignacio de Jerusalem y Stella. Compositor italiano. Maestro de capilla de la Catedral de
México de los años 1749 al 1769.
Matheo Tollis de la Roca. Sucesor de Ignacio de Jerusalem.
Manuel de Sumaya (Zumaya). Compositor de la segunda ópera conocida del Nuevo
Mundo.
José de Torres. Maestro de capilla de la Catedral de México.
José Aldana. (1758-1810). Compositor más importante de la segunda mitad del siglo
XVIII en la Nueva España.
Manuel Arenzana. Maestro de capilla de Puebla en los principios del siglo XIX. Estilo
musical con las nuevas tendencias europeas de la época.
La música mexicana durante el siglo XX se vio sometida a las mismas influencias que
en el resto del mundo occidental, sin embargo el nacionalismo que en Europa se mostró
a finales del siglo XIX, en México se hizo particularmente evidente durante la primera
mitad del siglo XX.
Durante la era porfiriana, los compositores crearon piezas orientadas principalmente a
satisfacer las necesidades de la clase acomodada, esto se reflejó en un gusto por música
para bailar, especialmente valses y polcas. El exponente más conocido es Juventino
Rosas y su obra más conocida, Sobre las olas, evoca los valses vieneses al grado de que
se le llegó a negar la autoría por considerarse que un mexicano no estaba a la altura de
los compositores europeos. Otros compositores mexicanos de este período son Felipe
Villanueva (1863-93), Ernesto Elorduy (1853-1912), autor de exquisitas mazurcas que
mezclan la forma tradicional polaca con melodías de tipo hispano-mexicano, y Ricardo
Castro (1864-1907), que compuso las primeras sinfonías y conciertos (para piano y para
violonchelo) del México moderno.
Julio Estrada (1943), hijo de inmigrantes españoles transterrados en México a raíz de la
Guerra Civil Española, es profesor e investigador de tiempo completo en la Escuela
Nacional de Música de la UNAM (Coyoacán, DF) y en el Instituto de Investigaciones
Estéticas de esa misma universidad. A Estrada se debe el desarrollo de técnicas de
representación musical multidimensional y de formación de modelos de análisis y
estructuración de alturas musicales, mediante herramientas tomadas de la teoría de
conjuntos, tema de su libro Música y teoría de grupos finitos (3 variables booleanas)
[UNAM, 1984], escrito en colaboración con el matemático Jorge Gil. Entre las obras de
Estrada sobresale la ópera Los murmullos del páramo, basada en la novela Pedro
Páramo, de Juan Rulfo.
Algunos autores nacidos en los años 1950 siguieron abiertos a nuevos lenguajes y
estéticas, pero con una clara tendencia hacia la hibridez con corrientes musicales muy
diversas. Muestra de ello son las obras de Arturo Márquez (1950), Marcela Rodríguez
(1951), Federico Álvarez del Toro (1953), Eduardo Soto Millán (1956).
Entre los compositores mexicanos más activos de la última generación sobresalen Ana
Lara (1959), que realizó estudios de especialización en Varsovia con Witold
Lutoslawski, obteniendo además en 2004 el grado de Maestra en Etnomusicología por
la Universidad de Maryland (EE. UU.). Su obra abarca desde la música para
instrumentos solistas, de cámara, sinfónica y coral hasta música coreográfica y teatral.
Se ha hecho acreedora a las becas Jóvenes Creadores (1989-1990), al Programa de
Intercambio de Residencias Artísticas México-Estados Unidos (1995) y a la Residencia
Artística de la Fundación Rockefeller en Bellagio, Italia (2000). Actualmente es
miembro del Sistema Nacional de Creadores; a ella se debe la creación del «Festival
Internacional de Música y Escena de la ciudad de México». Hilda Paredes —que cursó
el doctorado en composición en la Universidad de Manchester— fue la primera
compositora latinoamericana que presentó una ópera propia en escenarios europeos y ha
sido promotora de la música contemporánea de jóvenes latinoamericanos, y catedrática
y conferenciante en varios seminarios internacionales de composición.
Hebert Vázquez, hijo de un científico uruguayo que emigró a México con su familia a
causa de la dictadura militar en su país, ha sido uno de los principales impulsores de la
nueva teoría musical desarrollada en México, sobre el espacio de alturas musicales,
asimismo bajo el enfoque de la teoría de conjuntos. El mismo ha impartido seminarios
de análisis musical en los principales planteles de enseñanza musical de la República
Mexicana.
Javier Torres Maldonado ha sido profesor de composición y nuevas tecnologías en los
conservatorios italianos «A. Vivaldi» (Alessandria) y «A. Bonporti» (Trento), así como
director del «Dynamis Ensamble» de Milán. Véase «A. Vivaldi» de Alessandria
Actualmente desempeña una intensa e importante labor pedagógica como profesor
titular de composición y nuevas tecnologías en el Conservatorio G. Verdi de Milán[2] Ha
recibido en el extranjero buena parte de los más prestigiados reconocimientos
internacionales en materia de composición musical ("Commande d'Etat" del Gobierno
de Francia, "Reina Elisabeth" de Bruselas, "Reina Maria Jose" de Ginebra, "Alfredo
Casella" de Siena, "Prix des Musiciens" del Nouvel Ensemble Moderne, "Ad
Referendum II" de Montréal, Canadá, "Città di Barletta", Italia, y por dos veces
consecutivas le fue otorgado el segundo lugar en el concurso "Mozart" de Salzburgo,
Austria) gracias a diferentes obras en las que conviven un sólido oficio como
compositor e interesantes concepciones sobre la manipulación de la velocidad temporal,
la espacialización de las fuentes sonoras y las ilusiones acústicas. Toda su producción se
encuentra publicada por las editoriales Suvini Zerboni (Milán) y Universal Edition
(Viena).[3]
Carlos Sánchez Gutiérrez, actualmente catedrático de composición en Eastman School
of Music de Nueva York y ganador de premios internacionales en Estados Unidos
(Guggenheim, Fulbright, Koussevitzky, Fromm, American Academy of Arts and
Letters); y de Ignacio Baca Lobera, que enseña composición y teoría de la música en la
ciudad de Querétaro; sus obras reúnen la complejidad de una búsqueda formal no
tradicional con un casi agresivo ingenio colorístico que recuerda la ruta abierta por
Enríquez. Ignacio Baca Lobera tuvo como profesores a Julio Estrada y Joji Yuasa, así
como a Jean-Charles François y Brian Ferneyhoug en la Universidad de California en
San Diego, institución en la que obtuvo el doctorado en composición musical. En su
música de cámara y orquesta utiliza técnicas como procesos aleatorios, microtonalismo,
teoría de redes y métodos de graficación aplicados a la composición. Baca Lobera ha
recibido menciones honoríficas en los concursos José Pablo Moncayo para orquesta
(1982) y Lan Adomián para música de cámara (1980), ambos en México. Ha sido
finalista en el concurso New Music Today (1988) en Japón, el «Kranichsteiner
Musikpreis» de Darmstadt, Alemania (1992) y el lrino Music Prize para música
orquestal en Japón (1996).
Víctor Rasgado (1956) y Juan Trigos (1965) destacaron a inicios de los años 1990 por
su labor educativa, organizando en la ciudad de México los seminarios internacionales
de composición con Franco Donatoni, siguieron más tarde su carrera por caminos
distintos. El primero de ellos, luego de recibir premios como el del «Concurso
Internacional de Composición Alfredo Casella» (1993) o el Internacional de la Ópera de
Spoleto, por su ópera Anacleto Morones (1991),[4] ha continuado su trayectoria como
enseñante en el Centro de Investigaciones y Estudios Musicales Tlamatinime (CIEM).
Por su parte, Trigos desarrolló en México, en la década de los noventas, una actividad
musical importante lo mismo como compositor que como director de orquesta.
Armando Luna Ponce —profesor de composición e instrumentación en el Conservatorio
Nacional de Música— es autor de un catálogo que se distingue por un manejo experto
del ensamble de cámara, casi siempre en un diálogo entre propuestas personales de
interés colorístico y rítmico, inspirado en formas clásicas antiguas, como la chacona, la
zarabanda o también mexicanas, como el guateque. Leonardo Coral (1962) miembro del
Sistema Nacional de Creadores, con más de 90 obras, 8 cd (dos de ellos monográficos),
un estilo neoclásico, sobrio y rigorista. Autor de diversas obras sinfónicas: Animales
míticos, Alegorías, conciertos para piano, guitarra, viola, flauta, cello. Profesor en la
Escuela Nacional de Música de la UNAM. Gabriela Ortiz (1964) —profesora de la
Escuela Nacional de Música de la UNAM— es autora de un amplio catálogo que
explora diversos aspectos del posmodernismo mexicano, incluyendo su videópera
¡Únicamente la verdad!.María Granillo (1962) con formación en México, Inglaterra y
Canadá; autora de obras sinfónicas y de cámara como Breathing music para orquesta o
Trance para ensamble de cámara. Profesora de la Escuela Nacional de Música de la
UNAM.Georgina Derbez, alumna de Arturo Marquez, Ana Lara y de la pianista Ana
Maria Tradatti, actualmente es Maestra de composición en la Escuela Superior de
Música del Centro Nacional de las Artes.
Entre los compositores de la última generación se encuentran Leticia Cuen —alumna de
julio Estrada, residente en París desde 2000, donde ha dado a conocer la mayor parte de
su obra de cámara—, Gabriel Pareyón —alumno de Mario Lavista y Clarence Barlow,
que ha escrito para instrumentos musicales autóctonos empleándolos bajo modelos
matemáticos de algoritmos y series—, Mauricio Rodríguez —discípulo de Estrada,
Barlow y Ferneyhough, a quien se debe un trabajo de minuciosa representación musical,
separado de la influencia de sus maestros—, Juan Cristóbal Cerrillo —que ha sido
seleccionado por ensambles internacionales como el Cuarteto Arditti y el ensamble de
cámara de los cursos organizados por el festival Acanthes, de Francia—, José Luis
Hurtado —doctor en composición por la Universidad de Harvard, donde asistió a los
cursos de Lindberg, Birtwistle, Ferneyhough y Lachenmann e Iván Ferrer Orozco alumno de Mario Lavista y Armando Luna- quien ha trabajado empleando modelos
acústicos como fuente de inspiración y utilizándolos para deducir estructuras
autogenerativas. Edgar Barroso que está estudiando su Doctorado en Composición con
Hans Tutschku y Chaya Czernowin en la Universidad de Harvard, pero que también ha
tomado cursos en la misma institución con Helmut Lachenmann.
Adecuándose a la tradición que entrelaza el entero fenómeno de la fundación en el
mundo de estudios de música electroacústica, también en México las primeras
experiencias en el campo de la música producida con medios tecnológicos es debida a
una figura culturalmente híbrida, más científica que musical: el Ingeniero Cibernético
Raúl Pavón Sarrelangue, quien realizó, en los años sesenta, estudios de investigación en
el campo de la música y las nuevas tecnologías, llevando a cabo un sintetizador
electrónico para aplicaciones musicales. Junto con Héctor Quintanar, Raúl Pavón fundó
el primer estudio de música electroacústica en México, laboratorio que se encontraba
insertado en el contexto del Conservatorio Nacional de Música.
En el ámbito de la música electroacústica, se puede decir que este género ha logrado la
madurez en el México de nuestros días. Entre los autores mexicanos que se pueden
considerar mayormente involucrados en la creación electroacústica de hoy se puede
citar a Antonio Russek (1954), Vicente Rojo Cama (1960), Manuel Rocha Iturbide
(egresado de Mills College en Música electrónica y con doctorado en música y
tecnología en la Universidad de Paris VIII en Francia), quien ha sido propulsor en
México de la música electrónica además de haber fundado el primer festival de este tipo
en América Latina en 1999; Iturbide se ha destacado además de sus composiciones por
sus esculturas e instalaciones sonoras.
Además de los compositores mencionados, se puede citar a Roberto Morales
Manzanares (1958) (cofundador del festival Callejón del ruido, de la ciudad de
Guanajuato) además de fundador del Laboratorio de Informática Musical de la
Universidad de Guanajuato y Javier Álvarez (1956), egresado del Royal College of
Music de Londres y doctorado por la City University, quien, desde 2005, es profesor de
composición y director de la licenciatura en música en la Escuela Superior de Artes de
Yucatán[5] en Mérida, Yucatán. Álvarez ha recibido premios internacionales por su
producción electroacústica. Su trabajo se caracteriza por el empleo de instrumentos
tradicionales de México fuera de su contexto original, utilizándolos en obras con
recursos mixtos, así como por el desarrollo de una estética que busca en las raíces de la
música latinoamericana, pop y New Age un camino diferente a la complejidad
planteada por la música de vanguardia. Entre sus obras relevantes puede mencinarse
Temazcal (1984), para maracas y sonidos electroacústicos.
Otros compositores de música electroacústica relevantes de estas generaciones son
Guillermo Galindo, Antonio Fernández Ros y Carlos Sandoval, quien trabajó en el
UPIC (fundado por Xenakis), en París, realizando las obras Tomos (1989) y Homenaje
(1991).
Particular es el caso del ya mencionado Javier Torres Maldonado, quien realiza una
actividad paralela como compositor de música para instrumentos acústicos y para
medios electroacústicos. En este campo ha incursionado con obras en las cuáles la
percepción de la velocidad temporal de los eventos sonoros se encuentra estrechamente
ligada a la espacialización del sonido. Ha recibido comisiones de instituciones
internacionales de renombre así como el premio internacional del GRAME de Lyon
(Francia).[6] Asimismo sobresale su actividad pedagógica desarrollada principalmente
en Italia y en Suiza.
Entre los compositores más recientes se puede mencionar a Victor Romero, Israel
Martínez, Juan Sebastián Lach, Andrés Solís, Rodrigo Sigal, Rogelio Sosa, Héctor
Bravo Benard, Felipe Pérez-Santiago, Alejandro Casales Mauricio Vazquez y Sergio
Luque, quienes han participado en festivales de música electrónica en México, Estados
Unidos, Europa y Japón.
Cabe señalar que actualmente el festival Radar, que se desprende del Festival del Centro
Histórico de la Ciudad de México, es uno de los encuentros dedicados a este género de
música en México e incluye en su programación a compositores mexicanos de este
género con los cuáles, su director artístico, mantiene desde su fundación una estrecha
relación personal
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