A y S t 229 p 148-153 - Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe

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Reg.: A y S t 229 p 148-153.
Santa Fe, 3 de diciembre del año 2008.
VISTA: La queja por denegación del recurso de inconstitucionalidad interpuesto por la
defensa técnica de J. M. P. contra la sentencia de fecha 11 de diciembre de 2006, dictada por la
Sala Primera -integrada- de la Cámara de Apelación en lo Penal de la ciudad de Rosario en autos
“P., J. M. -Homicidio agravado, etc.- (Expte. 904/05)” (Expte. C.S.J. Nro. 250, año 2007); y,
CONSIDERANDO:
1. Por decisorio del 11 de diciembre de 2006, la Sala Primera -integrada- de la Cámara de
Apelación en lo Penal de la ciudad de Rosario resuelve confirmar la sentencia de primera
instancia que, a su turno, había dispuesto declarar en treinta años de prisión, accesorias legales y
costas la pena única a cumplir por J. M. P., comprensiva de la de dieciocho años de prisión,
accesorias legales y costas que le fuera impuesta el 28 de diciembre de 2005 por la Sala Primera
de esa Cámara, y la unificada de catorce años y tres meses con la que fuera condenado por la
Cámara en lo Criminal de Villa María -Provincia de Córdoba- el 15 de septiembre de 1999;
manteniendo la calidad de reincidente que en su oportunidad se le otorgara (fs. 29/30).
Contra dicha resolución, la defensa técnica del condenado interpone recurso de
inconstitucionalidad (fs. 32/37).
Manifiesta que la pena de treinta años de prisión resulta a todas luces excesiva violándose
principios constitucionales, ya que dicho quantum no permite que se cumpla con las finalidades
esenciales de la pena, tales como la reforma y readaptación de los condenados.
Entiende que si el pilar fundamental del fallo atacado es la ley 23.077, el decisorio afecta el
principio de igualdad ante la ley, ya que la voluntad del legislador no era otra que aplicarla para
aquellos casos en que se pusiera en riesgo el orden constitucional y la vida democrática, pero no
en caso de delitos comunes.
Transcribe -en sustento de su posición- el voto de un integrante de la Sala Segunda del
Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, en un acuerdo dictado en octubre de
2003, en el que se argumenta que la aplicación del tope punitivo del artículo 227 ter de la ley
23.077 a los fines del artículo 55 del Código Penal subvierte la sistemática del Código,
produciendo graves incongruencias en el otorgamiento de la libertad condicional, la escala penal
de la tentativa y la participación y la estructura de las penas de inhabilitación, y en el que la pena
temporal resultaría más gravosa que la perpetua.
Sostiene que el criterio de la Sala se inspira en una interpretación extensiva prohibida en la
materia y contraria a los principios de inocencia, mayor benignidad y duda beneficiante. Agrega
que, mediando dos interpretaciones posibles, siempre habrá de estarse a la que opere como más
restrictiva de la penalidad.
Menciona parte del mensaje acompañado con el proyecto de la ley 23.077 y expresa que,
en una asistemática intromisión en el régimen de la parte general del Código, sus normas
aumentarían todos los máximos de las penas previstas para todos los delitos cuando la acción
contribuya a poner en peligro la vigencia de la Constitución.
Señala que las normas que permiten la intelección de todas las figuras en particular son las
que compila el libro primero del Código y que, por ello, en numerosas normas en las que se ha
acudido a la fórmula de ampliar los máximos legales, se reenvía a la norma del artículo 55 o se ha
dejado a salvo que esa disposición no superará el máximo legal de la especie de pena que se
trate.
Plantea que no puede considerarse operativa la norma de que una ley especial deroga una
general y que es absurdo sostener que a alguien se lo pueda encerrar treinta y siete años y medio
o cincuenta con algún buen propósito que lo incluya.
Apunta que el artículo 227 ter refiere a acciones que contribuyan a poner en peligro la
vigencia de la Constitución Nacional, por lo que en modo alguno puede ser aplicado al caso de P.,
quien fue declarado culpable por delitos comunes.
Alega que, por lo expuesto, la sentencia incurre en una arbitraria interpretación de las leyes
23.077 y 25.297 y que el monto cuestionado le quita toda posibilidad de reinserción social al
condenado y deviene desproporcionado.
2. La Sala Primera de la Cámara de Apelación en lo Penal de la ciudad de Rosario, por
auto de fecha 27 de abril de 2007, resuelve denegar la concesión del recurso de
inconstitucionalidad, entendiendo que el escrito no satisface la condición de autosuficiencia y que
el recurrente no ha precisado una hipótesis de arbitrariedad al disentir con la dosificación de la
pena (fs. 21/21 vta.).
Tal denegatoria motiva la presentación directa del recurrente ante esta Corte (fs. 24/25
vta.).
3. El análisis del memorial introductorio del recurso de inconstitucionalidad revela que la
decisión adoptada por el A quo en la oportunidad prevista en el artículo 6 de la ley 7055, de
rechazar el remedio en razón -entre otras tachas- de encontrarse insatisfecho el recaudo de
autosuficiencia, ha sido acertada.
Sabido es que el cumplimiento de la carga contemplada en el artículo 3 de la ley citada
exige que el escrito de interposición del recurso se baste a sí mismo, permitiendo a este Tribunal
comprender el alcance de los agravios y, de esa manera, verificar el nexo entre los vicios
acusados y las normas constitucionales supuestamente vulneradas, así como la decisividad de
los planteos para la solución de la litis.
Dicho requisito legal no constituye un ocioso y vacío formulismo sino que responde a la
necesidad de que la Corte pueda comprobar -sin tener que acudir a los autos principales- la
entidad constitucional del reclamo en su confrontación liminar con la realidad del caso; ello a
efectos de no distorsionar la índole extraordinaria de la impugnación y convertir al Máximo
Tribunal en una tercera instancia ordinaria (A. y S. T. 72, pág. 111; T. 100, pág. 449; T. 142, pág.
422; T. 202, pág. 453, entre muchos otros).
En el sub iudice, la falta de fundamentación suficiente y autónoma del recurso resulta
patente en lo que atañe a una adecuada exposición de los antecedentes relevantes de la causa,
que hubiera debido incluir -entre otros datos mínimos- la mención expresa del concreto supuesto
de unificación -de entre todos los previstos en el artículo 58 del Código Penal- que se verificó en
la especie, la situación de hecho que tuvo en consideración el tribunal unificador, el procedimiento
seguido para dicha unificación o la forma precisa en que se realizó el cómputo de la pena
unificada.
Es que, justamente, para una cabal comprensión del caso bajo examen no puede
soslayarse el hecho de que la resolución impugnada gira en torno de la aplicación del instituto
contemplado en el artículo 58 del Código Penal.
Sobre el particular, conocido es el distingo que la doctrina especializada hace de las
diversas hipótesis incluidas en la norma y que, básicamente, supone diferenciar la denominada
“unificación de condenas” -que se produce cuando corresponde dictar sentencia por un hecho
cometido antes de que la pena preexistente quede firme, y que se trata de un concurso real
resuelto en pluralidad de sentencias- de la llamada “unificación de penas” -situación que se
verifica cuando el hecho fue cometido luego de aquella oportunidad-.
La importancia de la distinción ha sido destacada a raíz de las diferentes consecuencias
con relación a la cosa juzgada y, también -en lo que es pertinente al presente recurso-, respecto
del modo en el que opera el límite fijado en el artículo 55 del Código Penal.
Más allá de los defectos que contiene el recurso de inconstitucionalidad -antes apuntados-,
la lectura del primer párrafo de la resolución atacada -que relata brevemente algunas vicisitudes
del proceso-, permite suponer fundadamente que el sub examine es un caso de “unificación de
penas”.
En efecto, del acuerdo de fecha 11.12.2006 surge: a) que J. M. P. fue condenado por la
Cámara en lo Criminal de Villa María, Provincia de Córdoba, por fallo del 15.09.1999, a la pena
unificada de catorce años y tres meses; b) que la Sala Primera de la Cámara de Apelación en lo
Penal de la ciudad de Rosario le impuso la pena de dieciocho años de prisión -Acuerdo N° 525 del
28.12.2005- por hechos cometidos el 6 de enero, 18 de febrero y 26 de abril de 2002; y c) que el
13.6.2006, el Juez en lo Penal de Sentencia de la Primera Nominación de la misma ciudad
declaró -por sentencia N° 158- en treinta años de prisión la pena única a cumplir por P.,
comprensiva de las dos anteriormente mencionadas.
Específicamente respecto del artículo 55 del Código Penal y el caso de un hecho cometido
durante la ejecución de la pena, indica Soler que “la aplicación literal del artículo llevaría a un
resultado absurdo, pues si suponemos que el hecho nuevo se comete cuando faltan días para el
cumplimiento total de la condena a 25 años, parecería que ese nuevo hecho debiera dejarse en la
impunidad, por cuanto la pena que le corresponde deberá acumularse a la que está concluyendo
de sufrir, y el total no podrá exceder del máximo de 25 años” (Soler, Sebastián. Derecho Penal
argentino, T. II, Buenos Aires, Tipográfica Editora Argentina, 1988, pág. 368).
Sobre el mismo tópico, Nuñez señala que “[e]l límite de veinticinco años resultante del
artículo 55, 2ª disposición, sólo rige para la pena única correspondiente a los casos de verdaderos
concursos de delitos, lo que supone un nuevo juzgamiento sólo por hechos anteriores o
contemporáneos a los juzgados por la sentencia firme. Por el contrario, en la unificación de penas
provocada por el juzgamiento de hechos ulteriores a la sentencia firme, ese límite no rige” (Nuñez,
Ricardo C. Tratado de Derecho Penal, parte general. T. II. Córdoba, Ediciones Lerner, 1978, pág.
516).
Madariaga, por su parte, expone respecto de la graduación de la pena única, que el límite
fijado por el Art. 55 in fine del Cód. Penal rige para “las hipótesis de verdaderos concursos reales
de delitos ... En cambio, cuando la unificación de penas es generada por el juzgamiento de
hechos ulteriores a la sentencia firme, a los efectos de ese límite solamente se computa la pena
que resta ejecutar” (Madariaga, Miguel A. “La unificación de penas y el artículo 52 del Código
Penal”, en LL 1988-B, pág. 238).
Para Creus, “[e]l problema se concentra, en realidad, en el de señalar cuál es el término a
partir del que se debe empezar a aplicar el tope máximo”, y sostiene que “se trata de la pena
unificada a ejecutar la que debe respetar el tope máximo prescripto por el artículo 55 y no toda la
pena unificada” (Creus, Carlos. Cuestiones Penales. Santa Fe, Rubinzal y Culzoni, 1982, págs.
156/157).
Zaffaroni, tras un análisis del proceso de discusión que precedió a la sanción del Código
penal y la adopción de la fórmula contenida en el artículo 58 -“versión Jofré”-, así como de su
fuente legislativa italiana -Código Zanardelli-, advierte que el caso de la unificación de penas
“tiene peculiaridades que el codificador pasó por alto al tratar de resolver ambos en la misma
regla del art. 58” (Zaffaroni, Eugenio Raúl. Derecho penal. Parte general. Buenos Aires, Ediar,
2000, pág. 975). En ese orden, luego de mencionar las hipótesis absurdas que llevarían a la
aplicación literal del artículo 55 en dicho supuesto, pone de relieve que “[l]a cuestión planteada ha
llevado a la doctrina nacional al máximo de desorientación, llegándose a ensayar las soluciones
más dispares” (Zaffaroni, op. cit., pág. 976).
Siempre respecto de los problemas interpretativos que se generan en relación con el tope
de la pena unificada y el juego de los artículos 55, 56 y 58 del Código Penal, se ha considerado
que “[s]i el hecho determinante del nuevo juzgamiento es posterior a la sentencia definitiva, a los
efectos del límite mencionado, sólo debe computarse la pena a ejecutar” (Nuñez, op. cit., pág.
517); que “la limitación penal del art. 55 importa establecer que a nadie puede imponérsele, a
partir del hecho posterior, una pena que supere ese límite” (Soler, op. cit., pág. 368; entendiendo
este autor -además- que la acumulación no se efectúa sobre la base de la totalidad de la pena
correspondiente al primer delito, sino solamente sobre la que falta cumplir); que “[e]l límite máximo
fijado por el código para la acumulación de penas ... debe calcularse tomando como punto de
partida para contar el tiempo de la pena la fecha en que queda firme la última sentencia dictada”
(Fontán Balestra, Carlos. Tratado de Derecho Penal. Parte general. Tomo III. 2ª ed. corregida y
actualizada, 3ª reimpresión. Buenos Aires, Abeledo Perrot, pág. 105); o que “las penas que se
unifican son la del nuevo delito con lo que resta por cumplir del primer delito (y que) la pena así
compuesta es la que no puede superar los máximos legales y se computa desde el momento de
la sentencia firme que las unifica” (Zaffaroni, op. cit., pág. 976).
Una pauta distinta a este último criterio se expuso en el pleno “Hidalgo” de la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional (LL 1990-C, 322), en el que se concluyó
que “la unificación de penas prevista por el art. 58 del Cód. Penal se realiza unificando la totalidad
de la pena anterior con la pena impuesta en la sentencia unificadora”.
Ahora bien, resulta de interés observar que en el voto del doctor Ouviña en dicho fallo, se
aclaró -siempre respecto de la hipótesis de la comisión de un delito con posterioridad a la
condena que se está cumpliendo- que cualquiera sea el sistema de composición de la pena única
elegido, “se llegará al mismo resultado, en tanto se respete la naturaleza especial de esta ...
hipótesis, y se haga un correcto uso del cómputo penal”. En dicho voto también se puso de relieve
que ello era verificable a poco de que “se repara que, en el fondo, la cuestión en debate supone la
relación de dos operaciones distintas (restar, en el cómputo; adicionar, en la unificación), no ha de
extrañar que restando a uno de los sumandos una determinada cantidad, o haciéndolo después
sobre la suma total, se llegue al mismo resultado”. Y se advirtió que “[t]ampoco se altera esta
similitud de resultados en los supuestos en que la suma de las penas deba recibir la limitación del
máximo legal de la especie (art. 55, Cód. Penal), pues a la suma de las condenas debe seguir el
cómputo y luego la aplicación de tal limitación. Si se respeta este orden en la aplicación del
cómputo, se podrá observar que tanto un procedimiento como el otro, llegan al mismo resultado
de pena única”. Más adelante, sin embargo, el magistrado suministrará las razones funcionales
por las cuales entendía que convenía optar por un sistema y no el otro para la unificación de la
pena.
En síntesis, la doctrina y la jurisprudencia especializadas han debatido intensamente
acerca de las distintas hipótesis contenidas en el artículo 58 del Código Penal y, en particular, en
torno de las posibles soluciones tendentes a evitar las incongruencias -ampliamente
ejemplificadas- que derivarían de la aplicación literal del artículo 55 a los casos de “unificación de
penas”, respecto de los cuales se admite que el límite máximo de la pena total no rige u opera de
un modo especial -variando los criterios para computarla-.
Y como se viene indicando, los planteos recursivos presentan lagunas y carencias que
derivan en la falta de demostración de una cuestión de naturaleza constitucional con andamiaje
en la realidad de la causa, en tanto los genéricos cuestionamientos relativos a que se ha
condenado a P. a una pena que excede el máximo legal permitido para la especie aplicada no
han sido relacionados con las particularidades de la causa -que, se insiste, giran respecto al
instituto de unificación de penas, en el que la aplicación del límite del artículo 55, cuestión sobre la
que se centra el discurso del impugnante, no sigue las mismas reglas que en un caso de concurso
real-.
De todos modos, vale apuntar un dato -aislado y que no surge del escrito recursivo sino del
breve relato realizado en la resolución atacada- que oscurece aún más la existencia de un agravio
constitucional en el caso y del que se infiere que el horizonte de pena para el condenado -sea que
se cuente a partir de los hechos posteriores o desde la segunda sentencia- no supera los 25 años
-límite fijado, según el recurrente, por el artículo 55-.
En efecto, en la resolución atacada se señala que el punto “2" del mismo pronunciamiento
que unificó las penas -sentencia N° 158- “establece que la pena unificada impuesta vencerá el
07/08/2024, a las 12 horas” -cabe recordar que los delitos posteriores son del año 2002 y la
sentencia de la Sala que decide sobre los mismos fue emitida el 28.12.2005-.
Por todo ello, más allá de que el límite máximo de la pena privativa de libertad divisible sea
el fijado en el artículo 79 del Código Penal o el que emerge de las modificaciones introducidas por
las leyes 23.077 o 25.297 -respecto de lo cual deviene innecesario pronunciarse-, lo cierto es que
el recurrente no ha logrado demostrar que efectivamente en el caso la resolución de la Alzada,
confirmatoria de la sentencia de primera instancia, se traduzca en la imposición de una pena
unificada excesiva o que importe el cumplimiento efectivo de una pena irrazonable.
Por lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia RESUELVE: Rechazar la
queja interpuesta.
Regístrese, hágase saber y oportunamente remítanse copias al Tribunal de origen.
Fdo.: FALISTOCCO-ERBETTA (en disidencia)-GASTALDI (en disidencia)-GUTIÉRREZNETRI-SPULER- Fernández Riestra (Secretaria)
DISIDENCIA DE LOS SEÑORES MINISTROS DOCTORES GASTALDI Y ERBETTA:
En principio, cabe recordar que el ejercicio por parte de los magistrados de sus facultades
para graduar las penas se vincula con cuestiones de hecho, prueba y derecho común, materias
ajenas a esta instancia extraordinaria, correspondiendo hacer excepción a dicha regla cuando lo
decidido haya superado efectivamente el límite de razonabilidad a que ésta debe estar
necesariamente subordinada (vide Fallos: 314:174; 326:4165; 327:2747; etc.), más aún cuando la
sanción impuesta sea de considerable gravedad.
En tal entendimiento, se advierte que las alegaciones del recurrente -más allá del encuadre
jurídico que éste le asignara- versan sobre la extralimitación que en el quantum habría incurrido el
Tribunal al confirmar una unificación de penas en treinta años de prisión, deviniendo -en
consecuencia- la pena injusta atento su excesivo quantum.
Conforme lo expuesto, logra entreverse -atento el monto de la pena única en confrontación
con los antecedentes de la causa- una posible causal de arbitrariedad con entidad tal como para
operar la apertura de esta instancia de excepción, ello desde el análisis mínimo y provisorio que
corresponde a este estadio y sin perjuicio de lo que, con los principales a la vista, se resuelva en
la ocasión establecida en el artículo 11 de la ley 7055.
En consecuencia, corresponde admitir la presente queja.
Fdo.: ERBETTA-GASTALDI- Fernández Riestra (Secretaria)
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