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 MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL
INSTITUCIÓN EDUCATIVA AGROECOLÓGICO AMAZÓNICO BUINAIMA
PROYECTO HISTORIA HOY APRENDIENDO CON EL BICENTENARIO DE LA
INDEPENDENCIA
FLORENCIA- CAQUETÁ
Responde a la pregunta No. 93: “¿Qué se conocía del territorio amazónico y de nuestras
culturas regionales en el tiempo de nuestra Independencia?” (Natalia Andrea Salazar
Angulo, Grado 7, Leticia, Amazonas).
LAS TINIEBLAS DE LA AMAZONÍA
Por: CRISTIÁN CAMILO SAAVEDRA LASSO, GRADO 10
Al analizar y seleccionar una de las doscientas preguntas formuladas por los estudiantes
dentro del marco del proyecto Historia Hoy: Aprendiendo con el Bicentenario de la
Independencia, quisimos encontrar una relacionada con el tema de la Amazonía. Este
interés se deriva, principalmente, de dos aspectos: el primero, es que pertenecemos a la
Institución Educativa Agroecológico Amazónico Buinaima, la cual tiene como misión
formar hombres y mujeres culturalmente amazónicos para el mundo. El segundo, es que en
esta institución se viene desarrollando un proyecto pedagógico desde el año 2006,
denominado Del texto al contexto construyendo identidad. Este proyecto tiene como
propósito investigar sobre la historia y la cultura amazónica a partir de la historia local,
utilizando como estrategias la historia oral, la recopilación de mitos y leyendas, y la
interpretación iconográfica de los monumentos artísticos y arquitectónicos, así como el arte
rupestre disponible en el entorno cercano.
La pregunta n.º 93: ¿Qué se conocía del territorio amazónico y de nuestras culturas
regionales en el tiempo de nuestra Independencia? (Salazar, 2009, p. 14), llama la atención
porque es alusiva a la región amazónica. Sin embargo, observamos dentro de la
delimitación del objeto de estudio, dos elementos que resultan ser opuestos. El primero, se
refiere al conocimiento que se tenía sobre el territorio amazónico en la época de la
Independencia, lo cual es preciso en cuanto a la delimitación espacio-temporal del tema. La
segunda parte, se refiere al conocimiento que se tenía en la Independencia sobre nuestras
culturas regionales, lo que resulta ser un planteamiento amplio en el sentido en que se
cuestiona sobre todas las regiones del antiguo virreinato de la Nueva Granada. Es decir, al
conocimiento de las culturas regionales, entendiéndose por esto las diferentes culturas que
se han gestado al interior de las regiones del país. Frente a lo anterior, decidimos orientar
nuestras respuestas planteando el siguiente problema: ¿Qué papel ha desempeñado la
región amazónica en la consolidación del territorio, la nación y el Estado colombiano?
SOBRE EL TERRITORIO
Comúnmente, el territorio resulta ser una categoría conceptual asociada al espacio
delimitado. Es el lugar donde una persona, grupo de personas o cualquier tipo de
organización social, ejerce soberanía y hace presencia dando lugar a una serie de
interacciones políticas, económicas y culturales. Al respecto, Geiger plantea que el
“territorio se refiere a una extensión terrestre delimitada que incluye una relación de poder
o posesión por parte de un individuo o un grupo social; contiene límites de soberanía,
propiedad, apropiación, disciplina, vigilancia y jurisdicción, y transmite la idea de
cerramiento” (1996). Así mismo, Correia de Andrade (1996) plantea que “el concepto de
territorio está relacionado con la idea de dominio o gestión dentro de un espacio
determinado; está ligado a la idea de poder público, estatal o privado en todas las escalas”
(Citado en Montañez & Delgado, 1998, p. 124).
En consecuencia, el territorio es un concepto ligado a la idea de dominio o apropiación, que
un determinado grupo social ejerce en una dimensión espacio-temporal. Por tanto, éste sólo
cobra sentido en la medida en que se convierte en escenario de relaciones sociales, en
donde no es suficiente la existencia de unas fronteras que delimiten una porción de
superficie terrestre, sobre la cual dice ejercer soberanía un Estado determinado. Esta
concepción de territorio permite superar el enfoque territorialita, (se preocupa casi que
exclusivamente por los límites del espacio geográfico) fundamentalmente, refiriéndolo al
manejo social y político que se hace del espacio. Sobre esta base se lo identifica con los
conceptos de lugar y región, aproximación adoptada por varios estudios, que desde
diferentes disciplinas consideran aspectos del manejo espacial1.
Respecto al actual territorio de la Amazonía colombiana, en primera instancia, es necesario
hacer una periodización que permita una mejor comprensión del espacio. Ésta se hará de
acuerdo con los principales acontecimientos históricos que ha experimentado la actual
sociedad colombiana. Un período inicial, comprendido entre los primeros proceso de
poblamiento que se dieron en la región amazónica, hasta la época del descubrimiento de
América. Un segundo período, comprendido entre la Conquista y la Colonia, hasta la
Independencia a comienzos del siglo XIX, y un tercer período, comprendido entre los inicios
de la República y la actualidad2. Veamos en detalle los dos primeros, que conciernen a la
pregunta de investigación planteada.
1
Para el caso colombiano ver, por ejemplo, los artículos de Patricia Vargas “Propuesta metodológica para la
investigación participativa de la percepción territorial en el Pacífico” (1999, pp. 143-176); y de Odile
Hoffmann “Territorialidades y alianzas: construcción y activación de espacios locales en el Pacífico” (1999,
pp. 75-94), ambos en Camacho & Restrepo (1999).
2
Dicha periodización permite reconocer las diferentes concepciones del territorio amazónico, de acuerdo con
las interacciones y relaciones sociales características de cada período. Igualmente, esta visión supera la
historiografía tradicional iniciada con el proceso de Conquista, en donde se percibe la etapa anterior al como
una época sin historia.
Para el caso de la época precolombina, según los estudios arqueológicos sobre la Amazonía
(Domínguez, 1999, p. 45), gran parte de la región habría estado habitada por poblaciones
humanas desde hace más de 10 mil años. Antes de la Conquista ya había numerosos
asentamientos adaptados al medio y con capacidad para manejar exitosamente sistemas de
producción y reproducción de ambientes y ecosistemas. Tenían formas de organización
social y complejas estructuras de pensamiento y de conocimientos, basados en una filosofía
de respeto por la naturaleza. Lo anterior no sólo sugiere la presencia de comunidades
tribales en la región amazónica, sino que también, como lo demuestran numerosos trabajos
al respecto (Ramírez, 1999), la consolidación de complejas estructuras y redes comerciales
de intercambio entre la región amazónica y la región andina.
El cronista dominico Fray Gaspar de Carvajal (nacido en Trujillo, Extremadura, hacia 1504
y muerto en Lima en 1584), dedica dos apartados de su Relación del nuevo descubrimiento
del famoso Río Grande específicamente a la cuestión de las amazonas. Los mismos llevan
por título “La buena tierra y señorío de las Amazonas” y “Noticias de las Amazonas”. “De
esta manera íbamos caminando, buscando algún apacible asiento para festejar y regocijar la
fiesta del glorioso y bienaventurado San Juan Bautista, y quiso Dios que en doblando una
punta que el río hacía, vimos la costa adelante muchos y muy grandes pueblos que estaban
blanqueando. Aquí dimos de golpe en la buena tierra y señorío de las amazonas” (Carvajal,
1955, p. 95). Estas crónicas, junto con otros relatos de la época, nos dejan ver la
importancia de los ríos como verdaderas autopistas fluviales, en torno a las cuales se
establecían numerosas poblaciones indígenas que se intercomunicaban entre sí. De esta
forma se generaban relaciones, algunas veces de cooperación y otras de hostilidad, entre
ellas.
Teniendo en cuenta que la territorialidad “es el grado de control de una determinada
porción de espacio geográfico por una persona, un grupo social, un grupo étnico, una
compañía multinacional, un Estado o un bloque de estados” (Montañez, 1997, p. 198),
podemos concluir que antes de la llegada de los españoles la Amazonía era el territorio de
numerosas comunidades indígenas, que desarrollaban complejas relaciones sociales,
políticas y económicas.
Desde dicho período, hasta la época de la Independencia, se puede hablar de una
apropiación y consolidación del territorio. Sin embargo, de manera muy distinta a como la
concibieron los europeos desde el punto de vista de la propiedad, de los límites, del poder,
y del aprovechamiento de los recursos. Según Félix Artunduaga Bermeo,
ni en 1810 ni en las sucesivas gestas libertadoras, tuvo que ver el Caquetá ni
ninguno de los territorios amazónicos, cosa explicable si se recuerda que sólo eran
habitados por indígenas que no sostenían ninguna relación de importancia con los
grupos sociales que buscaron y consiguieron la independencia de España (1999, p.
51).
A partir de estos elementos es necesario examinar, igualmente, el tema de las percepciones
que, desde la época de la conquista, se han tenido sobre el territorio de la región amazónica
y sus pobladores.
SOBRE LAS PERCEPCIONES
Según Roberto Pineda Camacho:
[…]desde el siglo, XVIII en particular la selva fue concebida, en términos
generales, como una región inepta para la civilización, en contraste con la
región de los Andes, al menos propicia para un eventual progreso o
desarrollo, las montañas de los Andes fueron, en efecto, comparadas con las
zonas templadas del mundo, lugares apropiados para el desarrollo de la
civilización. Allende la cordillera oriental, las inmensas sabanas del Orinoco
o la exuberante vegetación verde de la Amazonía eran un territorio sin
historia donde campeaba la ‘barbarie’, donde los hombres aún los
‘racionales’, caían sometidos por la ley de la selva, a la condición humana
más abyecta o al imperio de los instintos (2005, p. 121).
Luego de las exploraciones por el Amazonas, como la de Francisco de Orellana (15111546) que le otorgaría nombre al río, o las frustradas expediciones en busca de El Dorado
como la de Hernán Pérez de Quezada, las cuales tuvieron que enfrentar las inclemencias del
medio y la hostilidad de pueblos nativos; se generó una percepción de la Amazonía como
un territorio inhóspito, poblado por salvajes, inapropiado para el desarrollo de actividades
económicas y, por tanto, poco llamativo para generar asentamientos.
Éste, sin duda, fue el factor que determinó que la Amazonía no fuera tenida en cuenta en el
proceso de colonización por parte de los españoles. Al menos, desde el punto de vista de la
creación de asentamientos o como región que pudiera atraer sus intereses económicos.
La tarea de colonización del territorio amazónico fue encomendada a comunidades
religiosas, jesuitas y franciscanos principalmente. Éstos impulsaron la creación de
poblaciones para concentrar y mantener a los indígenas, con el fin de poder evangelizarlos
e inculcarles los principios de la cultura europea. Sin embargo, estas misiones tuvieron que
sortear, en muchos casos, el rechazo por parte de los nativos quienes en ocasiones
incendiaban o destruían estos caseríos. Algunas veces, simplemente, los abandonaban como
una forma de escapar del control de los frailes.
La presencia de los misioneros en la región del Caquetá y Putumayo, data desde el siglo
aproximadamente. En un comienzo hicieron presencia distintas comunidades
religiosas: franciscanos, dominicos, jesuitas, agustinos y mercedarios, entre otras.
Ampliaron su acción evangelizadora mediante esporádicas correrías misionales de manera
itinerante.
XVII
Félix Artunduaga plantea:
[…] a la par con la existencia de Espíritu Santo fundada en 1590 en un lugar
hoy no determinado, en el Caquetá se fundaron otros poblados, todos
carentes de desarrollo, de allí la oscuridad histórica con que han estado
castigados. Desde 1635 habían empezado a entrar por los ríos Fragua y
Orteguaza misioneros franciscanos radicados en Popayán y Neiva, los
cuales hicieron algunas fundaciones sobre el río Caquetá, tanto en nuestro
departamento como en el Putumayo. Entre ellas Descanse, Yunquillo,
Limón y Nuestra Señora de Ecija (1999, p. 25).
Sin embargo, en la actualidad no se conserva ningún vestigio de dichas fundaciones que
pueda dar cuenta de la existencia o el grado de organización y desarrollo de las mismas,
con lo que se demuestra el fracaso del intento colonizador de los españoles en la región.
De este modo, si bien la región amazónica no estuvo al margen de la injerencia española, su
papel dentro de los procesos políticos, económicos y sociales en la época colonial fue muy
limitado. De este modo, el territorio escapa al control de la administración colonial,
figurando casi de manera subjetiva (sólo existe, pero no representa ninguna importancia
desde el punto de vista político-administrativo) como un territorio perteneciente al
virreinato de la Nueva Granada. Este sombrío papel del territorio amazónico en la historia
de Colombia, se corrobora al observar el aparente letargo político “que los pueblos
amazónicos mostraban en comparación a la turbulencia de las sublevaciones coloniales y
movimientos revolucionarios que marcaron el final de la descolonización y el nacimiento
del tercermundismo en todo el planeta” (Surrallés, 2004, p. 139).
En consecuencia, la participación de la región Amazónica en el proceso de la
Independencia fue prácticamente nula. Salvo un incidente aislado relacionado con el prócer
José Acevedo y Gómez, quien llegó al municipio de Belén de los Andaquíes, huyendo de la
persecución española durante la reconquista y murió en un trayecto comprendido entre este
municipio y Acevedo, en el actual departamento del Huila.
Con base en lo anteriormente expuesto, podemos sintetizar la respuesta a la pregunta n.º 93
relacionada con el conocimiento del territorio amazónico en la época de la Independencia.
Primero, es un conocimiento condicionado por la percepción que sobre la región se ha
tenido desde los tiempos de la conquista, como un territorio casi imaginario, al margen del
Estado y, por consiguiente, al margen de la historia de su constitución. Es un territorio
donde la barbarie, la furia y el encanto de la naturaleza (Manigua), son amos y señores en
un mundo sumido en las tinieblas más allá de la civilización, donde tienen lugar los más
espantosos acontecimientos como los narrados por José Eustasio Rivera en la novela La
Vorágine: un infierno verde, habitado por comunidades ‘salvajes’, e inapropiado para el
desarrollo de la civilización.
Estas percepciones de la Amazonía como territorio ‘no apto para la civilización’, sumadas
al escaso conocimiento de los procesos históricos de poblamiento, han hecho de éste una
región invisible no sólo durante la época colonial, sino también durante gran parte de la
época republicana. La mayoría de los trabajos antropológicos, etnográficos o históricos
sobre la región, han sido intentos esporádicos por reconstruir algunos elementos de una
realidad cultural e histórica compleja que no ha sido abordada.
Para Roberto Pineda
a pesar de la creciente conciencia sobre la necesidad de comprender la Amazonía
desde una perspectiva histórica en el marco de estructuras de larga y mediana
duración, subsiste todavía a la hora del análisis la dificultad de articular las
dimensiones sincrónicas y diacrónicas, de manera que gran parte de la antigua
dicotomía de privilegiar lo interno sobre lo externo, o lo tradicional sobre el
entorno, aún sobrevive, a pesar de que la mayoría de las etnografías prestan cierta
atención a la perspectiva histórica (2005, p. 122).
CONCLUSIONES
A manera de conclusión, parte del sombrío papel de la Amazonia y sus culturas regionales
en el desarrollo histórico del Estado colombiano, obedece, en cierta manera, a las
percepciones que desde el momento de la Conquista y la Colonia la han considerado como
una región cultural cuyas sociedades ‘ahistóricas’, aparecían como arcaicas y fosilizadas en
el tiempo.
Por otra parte, el territorio amazónico ha sido el escenario de grandes conflictos sociales,
políticos y económicos. Éstos han generado procesos de desterritorialización por parte de
países vecinos y, a la vez, dinámicas de colonización y ocupación arbitraria del espacio en
diferentes oleadas migratorias especialmente a lo largo del siglo XX. En este siglo la región
experimentó un proceso cada vez mayor de inserción al territorio nacional. En marzo de
1906 toda la Amazonía colombiana fue agregada al Cauca, con el nombre de Territorio del
Caquetá y con administración desde Popayán. Luego, en diciembre de 1909, ese territorio
entró a ser manejado directamente desde Bogotá y tomó el nombre de Intendencia del
Caquetá. Algo más concreto, pero aún inmaduro, se dio entre los años 1910 y 1912, con la
creación de las comisarias especiales de Vaupés, Putumayo (Domínguez, 1999).
Simultáneamente, la región fue el escenario de una intensa colonización que dejó tras de sí
una reconfiguración del espacio y la cultura, pero sobre todo, un irreversible impacto
negativo sobre sus ecosistemas. Por eso, el gran cambio nefasto para los indígenas, provino
de la penetración masiva de población blanca, a partir de 1875, atraída por la riqueza de la
quina y del caucho. Esa nueva población de caucheros y comerciantes creó nuevas vías de
comunicación y sentó las bases para la formación de pueblos permanentes. Con el fracaso
de las caucharías, a partir de 1914, muchos ‘blancos’ permanecieron en el piedemonte
amazónico en calidad de colonos o comerciantes urbanos. Se dio lugar a un nuevo tipo de
estructuración geográfica más adecuada para el capital y, por lo tanto, en oposición
absoluta con la existencia de las comunidades indígenas. El avance definitivo de pueblos
como Florencia, San Vicente, Puerto Rico, Puerto Asís o Calamar, fue también la
expansión definitiva de la economía y la cultura eurocéntrica.
Esa penetración inicial atraída, primero por la quina, luego por el caucho y en la década del
cincuenta del siglo XX por la violencia, empujó a cientos de personas en busca de refugio y
mejores oportunidades. Se repitió nuevamente en la década de los ochenta con la bonanza
de la coca, convirtiéndose en la secuencia de sucesos que dieron origen a los principales
centros urbanos que existen hoy en la Amazonía colombiana. Dichos poblados están
caracterizados por el atraso y la dependencia económica de los centros administrativos del
país, porque no se ha podido estructurar un modelo de desarrollo económico que se articule
al sistema productivo nacional, de una forma rentable y sostenible. Éste ha sido y seguirá
siendo el reto no sólo de los habitantes de la Amazonía, sino también del resto de la nación
si queremos proteger y conservar los pocos recursos que aún subsisten.
BIBLIOGRAFÍA
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