17711-2013-0829 Quito, viernes 31 de julio del 2015 En el Juicio

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REPUBLICA DEL ECUADOR
Juicio No: 17711-2013-0829
Resp: MARIA DOLORES GRIJALVA
Quito, viernes 31 de julio del 2015
En el Juicio Ordinario No. 17711-2013-0829 que sigue MORENO ACOSTA PATRICIO
XAVIER; MORENO ACOSTA RICARDO MARTÍN en contra de TORRES RIVERA TOA
MAGDALENA, hay lo siguiente:
JUEZ PONENTE: DR. EDUARDO BERMÚDEZ CORONEL
CORTE NACIONAL DE JUSTICIA DEL ECUADOR. - SALA DE LO CIVIL Y
MERCANTIL.- Quito, viernes 31 de julio del 2015, las 08h45.- VISTOS (829 – 2013): 1.
JURISDICCION Y COMPETENCIA: En virtud de que los Jueces y la Jueza Nacionales que
suscribimos hemos sido debidamente designados por el Consejo de la Judicatura de Transición
mediante Resolución No. 004-2012 de 25 de enero de 2012 y, el Pleno de la Corte Nacional de
Justicia, mediante Resolución No. 01-2015 de 28 de enero de 2015, nos ratificó en la integración
de esta Sala Especializada, y conforme el acta de sorteo que obra del cuaderno de casación
somos competentes y avocamos conocimiento de esta causa, con sujeción a los Arts. 184.1 de la
Constitución de la República, 190.1 del Código Orgánico de la Función Judicial y 1 de la Ley
de Casación. Por licencia concedida al señor Juez Nacional Dr. Wilson Andino Reinoso,
interviene el señor Conjuez Nacional Dr. Guillermo Narváez Pazos, en base al oficio No. 739SG-CNJ-MB, de 05 de junio de 2015. 2. ANTECEDENTES: Sube el proceso a esta Sala en
virtud del recurso de casación oportunamente interpuesto por Patricio Xavier Moreno Acosta y
Ricardo Martín Moreno Acosta, en contra de la sentencia proferida por la Sala de lo Civil,
Laboral, Inquilinato, Niñez y Adolescencia de la Corte Provincial de Justicia de Imbabura el 13
de septiembre de 2013, a las 14h34, y del auto que absuelve la petición de aclaración de la
misma, dentro del juicio ordinario que por dinero siguen en contra de Toa Magdalena Torres
Rivera. 3. FUNDAMENTOS DEL RECURSO: Los casacionistas alegan como infringidos en la
sentencia impugnada los Arts. 75 y 76.7.l) de la Constitución de la República; 23 y 130.4 del
Código Orgánico de la Función Judicial; 164.3, 201 y 202 del Código de Comercio; 1, 6 y 14 a)
del Reglamento de Facturación (R.O. 222 de 29 de junio de 1999); 7.18 del Código Civil; y los
siguientes precedentes jurisprudenciales (sic): 15-2001, R.O. 336 de 30 de mayo de 2001; R.O.
168-2001, R.O. 361 de 04 de julio de 2001; 27-2002, R.O. 28-2002 de 26 de abril de 2002; 1192002, R.O. 651-2002 de 29 de agosto de 2002; 127-2003, R.O. 155-2002 de 26 de agosto de
2003. Deduce el recurso interpuesto con cargo en las causales quinta, tercera y primera del Art.
3 de la Ley de Casación. La Sala de Conjueces de esta Sala Especializada aceptó el recurso de
casación mediante auto de 22 de abril de 2015, a las 10h59. Concluido el trámite de
sustanciación y en virtud de haberse fijado los límites dentro de los cuales se resolverá el
recurso, para hacerlo, se puntualiza: 4. CONSIDERACIONES RESPECTO DEL RECURSO
DE CASACIÓN: La casación es un medio de impugnación extraordinario y supremo; es recurso
limitado desde que la ley lo contempla para impugnar, por su intermedio, sólo determinadas
sentencias. Consecuencia de dicha limitación “es el carácter eminentemente formalista de este
recurso, (…), que impone al recurrente, al estructurar la demanda con la cual lo sustenta, el
inexorable deber de observar todas las exigencias de la técnica de la casación, a tal punto que el
olvido o desprecio de ellas conduce a la frustración del recurso y aún al rechazo in limine del
correspondiente libelo” (Humberto Murcia Ballén, Recurso de Casación Civil, Ediciones
Jurídicas Gustavo Ibáñez C. Ltda., Bogotá, 2005, p. 91). El objetivo fundamental de la casación
es atacar la sentencia que se impugna para invalidarla o anularla por los vicios de fondo o forma
de los que puede adolecer, hecho que se verifica a través del cotejamiento riguroso y técnico de
la sentencia con el ordenamiento jurídico vigente, lo que permite encontrar la procedencia o no
de las causales invocadas. Este control de legalidad está confiado al más alto Tribunal de
Justicia Ordinaria, que en el ejercicio de ese control, así como el de constitucionalidad, lo que
busca es garantizar la defensa del derecho objetivo en procura de la seguridad jurídica, pilar
fundamental en el que se sustenta el Estado constitucional de derechos y justicia, la igualdad de
los ciudadanos ante la ley, reparar los agravios irrogados a las partes con ocasión de la
providencia recurrida (la función dikelógica de la casación así lo orienta en cuanto acceso a la
tutela jurisdiccional y su respuesta motivada y justa, Arts. 1 y 75 de la Constitución de la
República). La visión actual de la Casación le reconoce una triple finalidad: la protección del ius
constitutionis y tuición del ius litigatoris, proyectados por la salvaguarda del derecho objetivo, la
unificación jurisprudencial, y, la tutela de los derechos de los sujetos procesales. La casación es
recurso riguroso, restrictivo y formalista, por lo que su interposición debe sujetarse necesaria e
invariablemente a los requisitos previstos en la ley. 5. ANÁLISIS DEL CASO CONCRETO EN
RELACIÓN A LAS IMPUGNACIONES PRESENTADAS: 5.1. PRIMER CARGO.NORMAS CONSTITUCIONALES: Cuando se acusa violación de las disposiciones
constitucionales, este cargo debe ser analizado en primer lugar por el principio de supremacía
constitucional establecido en los Arts. 424 y 425 de la Constitución de la República, al ser la
norma suprema del Estado la fuente originaria y fundamentadora del ordenamiento jurídico
derivado, a la cual debe ajustarse el sistema dispositivo infraconstitucional, las actuaciones de
las instituciones del Estado, sus representantes, los administrados y en general la sociedad que se
encuentra por fuerza de ley vinculada a dichos preceptos. De igual forma lo ha previsto el
Código Orgánico de la Función Judicial que consagra en su Art. 4 el Principio de Supremacía
Constitucional. Los recurrentes alegan, con cargo en la causal quinta del Art. 3 de la Ley de
Casación, la falta de aplicación de los Arts. 75 y 76.7.l) de la Constitución de la República,
130.4 y 23 del Código Orgánico de la Función Judicial, en el siguiente sentido: “… el tribunal
nunca expone, de manera ordenada, clara, sustentada y convincente, cuáles serían los
fundamentos jurídicos para concluir que el solo hecho de que la señora Toa Magdalena Torres
Ayala (sic) tenga en su poder las facturas originales constituye la prueba de que ella haya
pagado el valor de los bienes adquiridos que aparecen detallados en las mismas facturas… La
motivación no se consigue con la sola transcripción de disposiciones, ni con frases ritualistas
como las que aparecen en la sentencia materia de este recurso, tales como ´Es potestad
constitucional y legal la valoración que el juez realice respecto de las pruebas aportadas por las
partes en el juicio, tasación que se la realiza en conjunto al momento de resolver´ (auto que
resuelve nuestro pedido de aclaración), ni la justicia se satisface con esta clase de ´argumentos´
que resultan ser de formato, porque el destinatario de la resolución jurisdiccional debe
comprender y entender los sustentos de la decisión que le causa agravio… Peor aún, no existe
motivación en el auto de 30 de septiembre de 2013, que evacua el pedido de aclaración
formulado por los actores. Este auto, que integra a la sentencia recurrida, utiliza la ya clásica
fórmula para evadir cualquier respuesta clara y concreta sobre los recursos horizontales que
propuso a su debido tiempo la parte actora, diciendo ´En la especie la sentencia dictada por este
Tribunal, es lo suficientemente clara y entendible, en donde se han resuelto las pretensiones y
excepciones formuladas por las partes procesales… el tribunal de última instancia no revela
nunca, con claridad y lógica como le imponían las disposiciones constitucionales y orgánicas
flagrantemente inaplicadas, por qué razón niega el valor de la prueba a las facturas que sustentan
nuestro reclamo, y que en cumplimiento de lo que dispone el Art. 68 numeral 4 del Código de
Procedimiento Civil las adjuntamos a la demanda…”. 5.1.1. El Art. 3 de la Ley de Casación
prevé que el recurso de casación sólo podrá fundarse en las siguientes causales: “…5ta. Cuando
la sentencia o auto no contuvieren los requisitos exigidos por la Ley o en su parte dispositiva se
adoptan decisiones contradictorias o incompatibles”. El precepto transcrito establece defectos en
la estructura del fallo en cuanto no contiene los requisitos exigidos por la ley, y evidencia la
contradicción o incompatibilidad en su parte dispositiva. La contradicción debe ser de tal
naturaleza que haga imposible el cumplimiento del fallo por excluirse las decisiones entre sí.
“La causal requiere que en la parte resolutiva de la sentencia aparezcan disposiciones o
declaraciones contrarias, o sea que hagan imposible la operancia simultánea de ellas, como si
una afirma y otra niega, una decreta la resolución del contrato y otra el cumplimiento, o una
ordena la reivindicación y otra declara la prescripción adquisitiva, o una reconoce la obligación
y otra el pago … es natural que la contradicción deba encontrarse en la parte resolutiva, como
dice la ley, pues las contradicciones en la parte motiva no tiene incidencia, porque lo que obliga
de las providencias judiciales es la resolución” (Hernando Morales Molina, Técnica de casación
civil, Bogotá, Ediciones Rosaristas, 1983, p. 196). La razón o fundamento de esta causal se
encuentra en el hecho de que la contradicción en las resoluciones de la sentencia hace imposible
la ejecución simultánea de todas ellas. “¿No es antitético acaso reconocer la existencia de una
obligación y condenar por tanto al demandado a satisfacerla, con el reconocimiento simultaneo
de inexistencia de esa misma obligación y la consecuencial liberación del deudor?. Ante mi
mente no aparece ni el menor asomo de duda que impida respuesta afirmativa al interrogante.
Porque en eventos como el presente el juez ha querido y no querido al mismo tiempo, o sea, que
coetáneamente ha establecido la certeza de la existencia de dos voluntades concretas de ley que
recíprocamente se anulan o extinguen en la práctica: no es posible ejecutar una obligación que
se ha declarado extinguida por prescripción, y al mismo tiempo liberar al deudor que
judicialmente, en la misma sentencia, se ha condenado a pagarla en cantidad y plazo
determinados” (Humberto Murcia Ballén, op. cit., p. 545). El mismo autor, puntualizando la
trascendencia de las contradicciones señala: “… no basta que haya entre las disposiciones del
mismo fallo una contradicción cualquiera, sino que deben presentar una incompatibilidad de tal
envergadura, tan absoluta y notoria que no sea factible saber cuál es el genuino mandato
jurisdiccional que debe ser objeto de cumplimiento, que no se trate de meras imprecisiones,
algunas de las cuales obedecen a un simple lapsus calami” (ibídem, p. 545). 5.1.2. La sentencia
que se impugna es incongruente cuando se contradice a sí misma y es inconsistente cuando la
conclusión del silogismo no se encuentra respaldada por sus premisas. La alegación del
casacionista se restringe a advertir sobre la carencia de motivación en la sentencia impugnada,
en razón de que “…es una sentencia que estructuralmente no tiene coherencia ni lógica, y de
este modo no permite deducir nexo alguno entre los antecedentes de hecho y las normas de
derecho que han sido invocadas, y la decisión a la que finalmente se arriba…”; cuestión que
encuentra contraria a lo determinado en el artículo 76.7.l) de la Constitución de la República,
que establece: “En todo proceso en el que se determinen derechos y obligaciones de cualquier
orden, se asegurará el derecho al debido proceso que incluirá las siguientes garantías básicas:
(…) 7. El derecho de las personas a la defensa incluirá las siguientes garantías: (…) l) Las
resoluciones de los poderes públicos deberán ser motivadas. No habrá motivación si en la
resolución no se enuncian las normas o principios jurídicos en que se funda y no se explica la
pertinencia de su aplicación a los antecedentes de hecho. Los actos administrativos, resoluciones
o fallos que no se encuentren debidamente motivados se considerarán nulos. Las servidoras o
servidores responsables serán sancionados”. El precepto transcrito prevé defectos en la
estructura del fallo cuándo no contiene los requisitos esenciales que conforman el núcleo de la
motivación. De “…las razones que imponen a la jurisdicción el deber de motivar sus decisiones,
no es difícil extraer cuáles son los recaudos mínimos que la fundamentación de las sentencias
tiene que satisfacer. A saber: a) Desarrollar motivación autosuficiente y comprensible. b)
Respetar el postulado de congruencia. c) Valorar razonablemente los hechos, la prueba y el
Derecho aplicable. d) Adecuarse a la jerarquía normativa” (Gladis E. De Midón, La Casación,
Control del “Juicio de Hecho”, Rubinzal – Culzoni Editores, 2001, Santa Fe, p. 20). En
concordancia, el Art. 276 del Código de Procedimiento Civil dispone: “En las sentencias y en
los autos que decidan algún incidente o resuelvan sobre la acción principal, se expresará el
asunto que va a decidirse y los fundamentos o motivos de la decisión…”. Este Tribunal de
Casación encuentra que la sentencia que se impugna está estructurada lógicamente en su parte
expositiva, considerativa y dispositiva, por lo que es un fallo motivado en cuanto cumple sus
fines: i) Garantizar el control democrático difuso sobre los fundamentos y legalidad de la
decisión, ii) Que responda a una determinada interpretación y aplicación del Derecho, iii) Que
los sujetos procesales tengan la información necesaria para impugnar la decisión, iv) Que el
Tribunal de Casación cuente con la información necesaria para vigilar la correcta interpretación
y aplicación del Derecho, v) En cuanto evidencia que su razón de ser es la aplicación razonada
de las normas que se consideran pertinentes al caso y que den suficiente sustento a la decisión
adoptada. Cabe recordar que la motivación de la sentencia es el canal de su legitimación. En
suma, al extractar los casacionistas del contenido de la sentencia impugnada, textos tales como:
“…En cuanto a la diligencia de reconocimiento de firmas y rúbricas por parte de la señora Toa
Magdalena Torres Rivera solicitada por los actores y que consta a fjs. 21 del cuaderno de
segunda instancia, la misma ha comparecido a reconocer señalando que son sus firmas y
rúbricas las que han puesto a la vista, pero que a criterio de este tribunal en nada aporta en
beneficio de los actores…”, o, “…en el presente caso la demandada si bien acepta haber
realizado transacciones comerciales pero manifiesta que las facturas a ella entregadas por los
actores han sido canceladas y producto de ello se le han conferido las facturas originales, lo cual
resulta lógico, caso contrario no se hubiesen entregado las mismas hasta que se cubra su
valor…”, pretenden que este Tribunal de Casación examine y revalorice la prueba actuada en el
juicio, atribución que es privativa de los jueces y tribunales de instancia, puesto que, en
casación, sólo cabe controlar o fiscalizar que en esa valoración no se hayan quebrantado normas
positivas que regulan la misma. Para el caso de “vulneración de preceptos jurídicos aplicables a
la valoración de la prueba”, el legislador ha previsto la causal tercera, que regula la “Aplicación
indebida, falta de aplicación o errónea interpretación de los preceptos jurídicos aplicables a la
valoración de la prueba, siempre que hayan conducido a una equivocada aplicación o a la no
aplicación de normas de derecho en la sentencia o auto”, no pudiéndose basar la impugnación,
para este tipo de infracciones, en ninguna otra causal, como se lo hecho, invocando la quinta del
Art. 3 de la Ley de Casación, que trata de un vicio in procedendo: violación directa por defecto
de forma en el fallo impugnado. 5.1.3. En cuanto a la alegación del auto dictado por el Tribunal
a quo el 30 de septiembre de 2013, a las 15h29, (fs. 158 del cuaderno de segunda instancia), en
el que aclara la sentencia ahora impugnada, en el siguiente sentido: “1. Es potestad
constitucional y legal la valoración que el juez realice respecto de las pruebas aportadas por las
partes en el juicio, tasación que se la realiza en conjunto al momento de resolver y mal se puede
considerar que a pretexto de aclaración pretenda solicitar este tipo de aclaraciones particulares.2.- … En la especie la Sentencia dictada por este Tribunal, es lo suficiente clara y entendible, en
donde se han resuelto las pretensiones y excepciones formuladas por las partes procesales…”.
Se destaca que el recurso horizontal de aclaración busca precisar los puntos oscuros o de
defectuosa redacción, aquellas partes que resultan ininteligibles; “…es el remedio que se
concede a las partes para obtener que el mismo juez o tribunal que dictó una resolución subsane
las deficiencias materiales o conceptuales que contenga” (Lino Enrique Palacio, Manual de
Derecho Procesal Civil, Tomo I, Abeledo – Perrot, Buenos Aires, Sexta Edición Actualizada,
1986, p. 73). Conforme el Art. 282 del Código de Procedimiento Civil, la aclaración procede
cuando la sentencia fuere obscura, debiéndose entenderla como tal la discordancia que resulte
entre la idea y los vocablos utilizados para representarla, desde que se parte del entendido de que
debe ser perceptible por la inteligencia sin duda ni confusión, pues se requiere que sea fácil de
entenderla no solo en su presentación sintáctica, sino también en su construcción lógica y
jurídica, entendido que concurre en la especie. Se puntualiza que, el Art. 281 ibídem, consagra el
principio de la inmutabilidad de la sentencia, en el entendido que una vez que ha sido notificada
a las partes, no se revocará, añadirá ni enmendará en parte alguna por el juez o tribunal que la
dictó. “La ley ha instituido aquí una preclusión respecto del magistrado. Dictada la sentencia, se
extingue para el juez, el poder jurídico de su enmienda… una vez dictado su fallo, ya no tiene
poderes de revisión sobre el mismo. Su desinvestidura es total a este respecto” (Eduardo J.
Couture. Estudios de Derecho Procesal Civil, tomo III, tercera edición, Ediciones Depalma,
Buenos Aires, 1998, p. 330). Como se ve, el juez o el tribunal no pueden alterar las resoluciones
que han sido notificadas, sin embargo, antes de que lo resuelto cause ejecutoria, puede aclarar
algún concepto oscuro o dudoso expresado en su parte decisoria o integrarlo de conformidad con
las peticiones oportunamente formuladas, cuestión que ha sido cabalmente atendida.
Consecuentemente, no se observa ninguna vulneración de la causal en estudio, en el marco de la
impugnación efectuada por los recurrentes, por lo que se rechaza el cargo. 5.2. SEGUNDO
CARGO: CAUSAL TERCERA.- 5.2.1. De acuerdo al orden lógico jurídico corresponde
analizar el cargo por la causal tercera del Art. 3 de la Ley de Casación. La causal invocada,
violación indirecta de la norma sustancial, para su procedencia es necesario que se encuentren
reunidos los siguientes presupuestos básicos: a) la indicación de la norma o normas de
valoración de la prueba que a criterio del recurrente ha (n) sido violentada (s); b) la forma en que
se ha incurrido en la infracción, si por aplicación indebida, falta de aplicación o errónea
interpretación; c) la determinación del medio de prueba en que se produjo la infracción; d) la
infracción de norma o normas de derecho sustancial por equivocada aplicación o por no
aplicación; y, e) la explicación lógica y jurídica del nexo causal entre la primera infracción de
norma de valoración de la prueba y la segunda infracción de norma sustantiva o material. Quien
recurre, al invocar esta causal, debe justificar la existencia de dos infracciones, la primera de una
norma de valoración de la prueba, y, la segunda, la violación de una disposición sustantiva o
material que ha sido afectada como consecuencia de la primera infracción, por lo que es
necesario se demuestre la existencia del nexo de causalidad entre una y otra. Las normas
jurídicas supeditan la producción de sus efectos a la existencia de determinada situación de
hecho. Por ello que la parte que afirma la existencia de un hecho al que atribuye alguna
consecuencia jurídica debe, ante todo, justificar la coincidencia de ese hecho con el presupuesto
fáctico de la norma o normas invocadas en apoyo de su postura procesal. Ésta es la razón por la
que la actividad meramente alegatoria debe estar complementada con una actividad distinta cuyo
objeto consiste en verificar la exactitud de los datos fácticos que las partes incorporan al proceso
a través de sus afirmaciones. Esta actividad se denomina prueba, entendida como “la actividad
procesal, realizada con el auxilio de los medios previstos o autorizados por la ley, y encaminada
a crear la convicción judicial acerca de la existencia o inexistencia de los hechos afirmados por
las partes en sus alegaciones” (Lino Enrique Palacio op. cit. p. 462). 5.2.2. Los recurrentes
aducen, en sustento de la causal referida: “Esta resolución incurre en el vicio de errónea
interpretación de los preceptos jurídicos aplicables a la valoración de la prueba, concretamente
el precepto jurídico aplicable a la valoración de la prueba contenido en el Art. 164 ordinal 3º del
Código de Comercio, vicio que ha conducido a una equivocada aplicación de la norma de
derecho contenida en el Art. 201 del Código de Comercio, conforme al texto vigente al tiempo
de la celebración de la compraventa mercantil y al tiempo de la presentación de la demanda y a
la no aplicación del Art. 202 del Código de Comercio en la sentencia. Los fundamentos en los
que apoyamos la pertinencia de esta causal parten del hecho necesario de determinar que tanto a
la fecha en que la señora Toa Magdalena Torres Rivera efectuó la compra de los bienes que
aparecen detallados en las facturas que son el sustento principal de esta acción, es decir entre el
20 de marzo de 2001, fecha que aparece en la factura número 002186 que obra a fs. 39 del
cuaderno de primera instancia y el 20 de mayo de 2002, fecha que en cambio aparece en la
factura número 0005012 que obra a fs. 80 del cuaderno de primera instancia… el hecho cierto
de que la demandada Toa Magdalena Torres Ayala (sic), en su calidad de compradora, no ha
ejercido su derecho de solicitar que se ponga al pie de las facturas ´el recibo del precio total o de
la parte que se le hubiere entregado´, demuestra que ella no pagó valor alguno por las
mercaderías adquiridas y cuyo precio impago se sustenta con dichas facturas…”. Al respecto,
consta del considerando sexto de la sentencia impugnada: “…de acuerdo con el Art. 201 ibídem
se manifiesta que: Entrega de Facturas.- el comprador tiene derecho a exigir del vendedor que le
entregue una factura de las mercaderías vendidas, y que ponga al pie de ella el recibo del precio
total o de la parte que se le hubiere entregado. No reclamándose contra el contenido de la
factura, dentro de los ocho días siguientes a la entrega de ella, se tendrá por irrevocablemente
aceptada.- Las facturas constantes de fjs. 39 a 80 del cuaderno de primera instancia son copias
que corresponden al emisor y en las cuales constan los datos generales de la razón social, la
descripción de la mercadería vendida el detalle del precio en unidad total, el subtotal y el total el
valor (sic) y la firma de la señora Magdalena Torres, como cliente, pero en ninguna de ellas se
observa que exista algún dato o nota que haga presumir que la cliente quede adeudando tal o
cual valor, por lo tanto no se puede forjar en la causa una hipótesis más allá de lo que se observa
y que se encuentra plasmado en el documento privado. Finalmente en cuanto a la valoración de
las letras de cambio que se han presentado como bien han señalado los actores, estas sirvieron
de base para otra acción por lo que no son motivo de análisis en esta causa”. 5.2.2.1. La factura
se entiende como la relación de los objetos o artículos comprendidos en una venta, remesa u otra
operación de comercio. El Código de la materia distingue dos tipos de facturas: la simple, en
cuanto comprobante económico de la compraventa celebrada, por lo que puede configurar un
principio de prueba escrita para reclamar su pago por vía o vías distintas a la ejecutiva. En tanto
que aquellas que contengan una orden incondicional de pago, cuya aceptación está suscrita por
el comprador de mercaderías o su delegado, con la declaración expresa que las ha recibido a
satisfacción, se denominan facturas comerciales negociables y tienen la naturaleza y carácter del
título valor, por lo que les son aplicables las disposiciones relativas al pagaré a la orden (reforma
al Art. 201 del Código de Comercio por la Ley De Creación De La Red De Seguridad
Financiera, R.O.S. No. 498 de 31 de diciembre de 2008). “La comprensión del especial carácter
probatorio del título-valor exige recordar que la apreciación jurídica de las pruebas oscila entre
el sistema de la libre apreciación y el de tarifa legal. ´Si la regla legal se resuelve en atribuir a
una prueba la eficacia plena de tal manera que de su existencia deba deducirse, sin posibilidad
alguna en contrario, la existencia del hecho a probar, hay entre este y la prueba una relación de
equivalencia en virtud de que basta la prueba para determinar los efectos´. Este es el sistema de
la tarifa legal. En tales casos resulta que el medio probatorio al que la ley le atribuye plena
eficacia es prueba conducente para demostrar el acto o hecho causante de los efectos jurídicos
que interesan”. (José Alpiniano García-Muñoz, Régimen Global, Editorial Temis S.A., Bogotá,
2008, p. 51). En cuanto al “pago válido del título-valor es aquel que se literaliza en el
documento… En consecuencia, afectará el derecho de cualquier tenedor, aun del legítimo,
porque precisamente la literalidad consiste en que se es titular del derecho mencionado en el
documento; si el derecho mencionado es uno que ya se pagó, pues no se tendrá tal derecho,
porque precisamente de la literalidad resulta inexistente… Ahora bien: los derechos literalizados
no solamente se extinguen por pago. También pueden serlo por remisión, compensación,
novación, transacción o prescripción (concordancia Art. 1583 del Código Civil ecuatoriano)…,
no podrá alegarse ninguna forma de extinción del derecho cartular que no conste en el título”
(op. cit. p. 223). El Código de Comercio establece en el Art. 160: “El deudor que paga tiene
derecho de exigir un recibo, y no está obligado a contentarse con la devolución del título de la
deuda”; ergo, es una consecuencia lógica que el deudor tenga el derecho de exigir a satisfacción
el justificativo de que se ha cancelado la obligación y que dicho requerimiento sea cumplido a
cabalidad y oportunamente por parte del acreedor, pues las obligaciones del vendedor conforme
el Art. 1764 del Código Civil, “…se reducen en general a dos: la entrega o tradición, y el
saneamiento de la cosa vendida”, siendo obligación principal del comprador la de pagar el
precio convenido (Art. 1811 ibídem), recalcándose que es en virtud de la solución o pago
efectivo que se habilita el derecho a exigir la correspondiente constancia de que la obligación ha
sido debida y oportunamente satisfecha, pero dicho derecho no puede ser infinito en el tiempo,
pues el ejercicio de ciertos derechos conlleva la posibilidad de ejercerlos o no, y la ley determina
en cada caso, su oportunidad para invocarlos y reclamarlos. No siempre la inacción del ejercicio
de un derecho conlleva consecuencias jurídicas adversas para el omiso, en razón que es
innegable la distinción que existe entre un derecho y una obligación, ésta última resulta
imperativa y de cumplimiento forzoso, siendo su inobservancia prevista con una sanción en
mayor o menor medida; un derecho, a contrario sensu, consiste en una opción para su titular, al
tener la libertad de ejercerlo, reclamarlo, enajenarlo, cederlo, transferirlo o no, con las
limitaciones establecidas en la normativa aplicable, y propias para su adecuación según cada
acto jurídico, ya sean éstos derechos reales o personales. Dichas opciones que dependen
básicamente de la autonomía de la voluntad, son excepción en el caso de los derechos
personalísimos, como el derecho a la identidad, a la vida, al honor y al buen nombre y otros
derechos de libertad o inherentes al ser humano consagrados en la Constitución de la República
y en tratados internacionales de derechos humanos ratificados por el Ecuador, que por su
naturaleza pueden ser ejercidos única y exclusivamente por el titular del derecho. “… El deber
jurídico (deuda o débito) constituye una vinculación o ligamen entre acreedor y deudor, en
virtud del cual el primero tiene el poder o facultad de exigir del segundo una determinada acción
u omisión, y este se halla constreñido a realizar esa acción u omisión. Es de la esencia de la
obligación que el deudor se constituya en una posición o estado de deber, y el acreedor en una
posición o estado de exigir; por lo tanto, sin un poder exigir y sin un deber prestar no puede
existir obligación. El deber jurídico es conducta humana. El acreedor exige la realización de una
conducta humana, y el deudor debe realizarla. Es indiferente que en ocasiones se acentúe como
contenido del deber jurídico el ´poder exigir´ que corresponde al acreedor o el ´poder prestar´ a
cargo del deudor, o simplemente la conducta en abstracto…” (Arturo Valencia Zea+ y Álvaro
Ortiz Monsalve, Derecho Civil, tomo III, De las obligaciones, Décima Edición, Editorial Temis
S.A., Bogotá, 2010, p. 36). El no ejercerse por parte del deudor el derecho de exigir un recibo
por el pago efectuado al acreedor, no aniquila el cumplimiento de la obligación, ni tampoco
extingue la posibilidad de demostrar que el pago o la extinción de la obligación ha operado en
determinado momento, puesto que, en el caso in examine, el hecho de ser la demandada la
portadora del título o títulos objeto de la acción judicial, evidencia que el acreedor ha consentido
en su devolución, la misma que únicamente puede resultar de la satisfacción de la obligación, en
términos de una estricta relación negocial, cuestión que es abarcada eficientemente por el
Tribunal a quo en la resolución impugnada, sin que interese, para efectos del control de
legalidad que compete al Tribunal de Casación, la falta de diligencia o cuidado en el manejo de
los negocios propios, que son de interés de los recurrentes. En tal virtud se rechaza el cargo, al
no encontrarse quebrantadas normas positivas que regulan la valoración de la prueba. 5.3.
TERCER CARGO: CAUSAL PRIMERA: 5.3.1. Por la causal primera del Art. 3 de la Ley de
Casación se imputan vicios in iudicando por aplicación indebida, falta de aplicación o errónea
interpretación de normas de derecho, incluyendo los precedentes jurisprudenciales en la
sentencia o auto, que hayan sido determinantes de su parte dispositiva. Este vicio de
juzgamiento por violación directa de la ley, concurre cuando: 1.- El juzgador deja de aplicar la
norma sustantiva al caso controvertido por absoluto desconocimiento de la misma o por
desconocer el rango o preferencia que tiene en relación con otras; por ignorancia acerca de su
naturaleza propia y la posibilidad de que pueda omitirse o modificarse por voluntad de las
partes. 2.- Por aplicación indebida, por el error que ocurre al subsumir los hechos establecidos
en la norma y al precisar las circunstancias de hecho que son relevantes para que la norma entre
en juego (yerro de diagnosis jurídica), puede también surgir el error al establecer la diferencia o
semejanza que media entre la hipótesis legal y la tesis del caso concreto; y, 3.- El juzgador
incurre en yerro de hermenéutica, de interpretación jurídica, al errar acerca del contenido de la
norma. Este vicio de juzgamiento por violación directa de la ley sustancial o material, concurre
cuando: “…se produce sin consideración al aspecto probatorio y por tanto sin tener en cuenta la
apreciación de las pruebas por el tribunal…” ergo, “…son totalmente extrañas cualquiera
consideración acerca de los medios de prueba que aparezcan en el proceso, porque desde el
momento en que sea necesario contemplar este aspecto, se tratará ya de violación indirecta, y, en
consecuencia, la acusación resultará mal propuesta” (Hernando Devis Echandía, Estudios de
Derecho Procesal, Víctor P. De Zavalia S.A., Buenos Aires, 1985, p. 74). 5.3.2. Alegan los
recurrentes con cargo en dicha causal, falta de aplicación de los Arts. 1,6 y 14.a) del Reglamento
de Facturación (R.O. 222 de 29 de junio de 1999); 7.18 del Código Civil, y de los siguientes
precedentes jurisprudenciales: 15-2001, R.O. 336 de 30 de mayo de 2001; R.O. 168-2001, R.O.
361 de 04 de julio de 2001; 27-2002, R.O. 28-2002 de 26 de abril de 2002; 119-2002, R.O. 6512002 de 29 de agosto de 2002; 127-2003, R.O. 155-2002 de 26 de agosto de 2003, en el
siguiente sentido: “… la entrega de los comprobantes de venta, entre ellos las facturas, no está
ligado al pago del precio sino a la transferencia de los bienes; de hecho la no entrega de factura
es materia de sanción tributaria por incurrir en falta reglamentaria. Así pues, el razonamiento de
la Sala ad quem está reñido con la Ley pues por una razón obvia el original de la factura
necesariamente se entrega al adquirente de un bien o servicio, lo haya o no pagado, y por ese
motivo la demanda se planteó con la primera copia que por disposición reglamentaria es para el
emisor. En definitiva, tener una factura original demuestra que el que la posee es el adquirente
de un bien o servicio, pero no es prueba de que ha pagado por tal bien o servicio, pues solo la
factura en la que se ha inserto la palabra cancelada es una factura pagada”. 5.3.3. Es menester
recordar que el recurso extraordinario de casación promueve el interés público, “…porque
mediante él no se permite revisar la situación de hecho del proceso, sino solamente la cuestión
de derecho…” (Humberto Murcia Ballén, Recurso de Casación Civil, Ediciones Jurídicas
Gustavo Ibáñez. Sexta edición. Bogotá, 2005. p. 87-88). La nomofilaxis depende de la exactitud
con la que el juzgador integre eficazmente el presupuesto normativo a la realidad jurídica y la
haga exequible con oportunidad. En cuanto a la pretendida falta de aplicación de antecedentes
jurisprudenciales, evento del Art. 19 de la Ley de Casación, es uno de los presupuestos de la
causal primera, en cuanto dota de valor normativo a los fallos de casación al prever que
constituyen precedentes para la aplicación de la ley y, en caso de triple reiteración, de
precedente obligatorio y vinculante, lo que se traduce en fuerza obligatoria para la interpretación
y aplicación de las leyes respecto de todos los jueces de instancia excepto para los de la Corte
Nacional de Justicia, a fin de evitar la “cristalización” de la jurisprudencia. Los fallos a los que
se refieren los recurrentes que fueron pronunciados por la Ex – Corte Suprema de Justicia, no
constituyen precedente jurisprudencial y menos con fuerza vinculante para Jueces de instancia.
El precedente jurisprudencial obligatorio “…sirve para interpretar el Derecho vigente, primero
se aplica la ley, en caso de silencio u obscuridad de ésta se tiene en cuenta la doctrina legal para
darle su real sentido. Pero hay algo más: pues como en la mayoría de los casos la interpretación
de un precepto ofrece un abanico de posibilidades, entonces a través del instituto se busca darle
a la norma la aplicación justa teniendo en cuenta los valores vigentes en la época, ello significa –
en suma- que por mediación de este sistema se puede arribar a la conclusión correcta, es decir, la
que mejor satisfaga la exigencia del bien común, según la axiología social imperante” (Juan
Carlos Hitters, Técnica de los recursos extraordinarios y de la casación, Librería Editora
Platense, La Plata, segunda edición, 2007, p.p. 287 y 288). Hasta la entrada en vigencia de la
Constitución de la República, 20 de octubre de 2008, la Ley de Casación previó en el inciso
segundo de su Art. 19 que “La triple reiteración de un fallo de casación constituye precedente
jurisprudencial obligatorio y vinculante para la interpretación y aplicación de las leyes, excepto
para la Corte Suprema de Justicia”. Como se aprecia, reconoció valor normativo a esos fallos en
caso de triple reiteración y como precedente obligatorio y vinculante, ergo, mientras no cumplía
la triple reiteración el fallo no generaba ese efecto obligatorio y vinculante. La Constitución
vigente confiere a la Corte Nacional de Justicia la facultad, entre otras, de “Desarrollar el
sistema de precedentes jurisprudenciales fundamentado en los fallos de triple reiteración, Art.
184.2. En tanto que su Art. 185 sistematiza el procedimiento para establecer el precedente
jurisprudencial: “Las sentencia emitidas por las Salas especializadas de la Corte Nacional de
Justicia que reiteren por tres ocasiones la misma opinión sobre un mismo punto, obligarán a
remitir el fallo al Pleno de la Corte a fin de que esta delibere y decida en el placo de hasta
sesenta días sobre su conformidad. Si en dicho plazo no se pronuncia, o si ratifica el criterio,
esta opinión constituirá jurisprudencia obligatoria”. El Código Orgánico de la Función Judicial
legislando sobre los precedentes jurisprudenciales establece: “Las sentencias emitidas por las
Salas especializadas de la Corte Nacional de Justicia que reiteren por tres ocasiones la misma
opinión sobre un mismo punto de derecho, obligarán a remitir los fallos al Pleno de la Corte a
fin de que este delibere y decida en el plazo de sesenta días sobre su conformidad. Si en dicho
plazo no se pronuncia, o si ratifica el criterio, esta opinión constituirá jurisprudencia
obligatoria”. La normativa transcrita establece las pautas a seguir para generar precedente
jurisprudencial y constituir jurisprudencia obligatoria: i. La concurrencia de al menos tres fallos
coincidentes de la Corte Nacional de Justicia, ii. La jurisprudencia obligatoria toma este carácter
si se repite en casos idénticos, no siendo suficiente la simple analogía; y, iii. Los fallos deben ser
conocidos por el Pleno de la Corte Nacional de Justicia para su aprobación, hecho que se explica
por el principio de la seguridad jurídica, Art. 82 de la Constitución. Caracteriza al precedente
jurisprudencial obligatorio tener el mismo rango que la ley escrita, la implicancia de
interpretación de la ley y resolver los casos de anomías y de obscuridad. Cumplidos estos
requisitos, la doctrina legal no debe oponerse, obstar a la evolución de la jurisprudencia, no dar
paso a su petrificación o cristalización, por ello que la Carta Fundamental en el párrafo final del
segundo inciso de su Art. 185, prevé: “Para cambiar el criterio jurisprudencial obligatorio la
jueza o juez ponente se sustentará en razones jurídicas motivadas que justifiquen el cambio, y su
fallo deberá ser aprobado de forma unánime por la Sala”. El Código Orgánico de la Función
Judicial agrega en su Art. 182, inciso tercero, que “Para cambiar el criterio jurisprudencial
obligatorio, la jueza o juez ponente se sustentará en razones jurídicas motivadas que justifiquen
el cambio y su fallo deberá ser aprobado de forma unánime por la Sala, debiendo ponerse de
inmediato en conocimiento del Pleno, el cual decidirá si se deja o no sin efecto el precedente
obligatorio cuyo criterio se ha cambiado, o si se trata de una cuestión nueva que no se halla
comprendida en dicho precedente”. Los fallos citados por los recurrentes no constituyen
precedente jurisprudencial obligatorio por no haberse reiterado por triple ocasión su ratio
decidendi y que no la precisan aquellos. Conviene enfatizar la necesidad de combatir el
fenómeno al que Díez-Picaso califica como de dogmatización de la jurisprudencia
“…consistente en seccionar la parte que a cada cual le interesa del fallo de casación, recogiendo
así una afirmación cualquiera –libre de contexto- generalizándola de manera tal que la frase así
abstraída forma un todo ´independiente´, a la que erróneamente se la llama jurisprudencia,
constituyéndose en monstruo flagelado –pero con vida propia- que va dando saltos en el vacío
luego de cortar el cordón umbilical” (citado por Juan Carlos Hitters, op.cit. p. 328). El valor
persuasivo de la jurisprudencia ha de fundarse en lo que el Tribunal de Casación decidió, las
razones decisivas por las que lo hizo, esto para demostrar que la misma razón que antes fue
decisiva también ha de serlo en el litigio pendiente de solución. Se puntualiza que los únicos
razonamientos que pueden formar precedente jurisprudencial son aquellos que fueron base del
esquema sentenciado. La dicotomía entre lo que llama la doctrina fundamento indispensable de
la sentencia y las argumentaciones incidentales de la misma, se corresponden de modo directo y
respectivamente con la ratio decidendi y la obiter dicta del derecho angloamericano. La primera
constituye la regla o el principio de Derecho que el juzgador la consideró en forma
preponderante o determinante para resolver el caso, en tanto que, la segunda se refiere a
conclusiones secundarias. El fallo, su parte resolutiva, es vinculante para las partes, mientras que
la ratio decidendi se extiende e irradia con autoridad doctrinal a todos los casos idénticos. Por
tanto, el cargo, en los términos formulados por los casacionistas, es improcedente. Los Arts. 1, 6
y 14 del Reglamento de Facturación (R.O. No. 222 de 29 de junio de 1999) que fue sustituido
por el Reglamento de Comprobantes de Venta y de Retención (Decreto Ejecutivo No 3055,
R.O.S. No. 679 de 08 de octubre de 2002), en su orden señalan qué se entiende por
comprobantes de venta, los casos en los que se deben emitir facturas, y, la oportunidad de
entrega de esos comprobantes, sin que en nada afecte, por no ser determinantes de la parte
dispositiva de la sentencia impugnada, la falta de aplicación reclamada. 6. DECISIÓN: Por la
motivación que antecede, este Tribunal de la Sala de lo Civil y Mercantil, ADMINISTRANDO
JUSTICIA, EN NOMBRE DEL PUEBLO SOBERANO DEL ECUADOR, Y POR
AUTORIDAD DE LA CONSTITUCIÓN Y LAS LEYES DE LA REPÚBLICA, no casa la
sentencia proferida por la Sala de lo Civil, Laboral, Inquilinato, Niñez y Adolescencia de la
Corte Provincial de Justicia de Imbabura el 13 de septiembre de 2013, a las 14h34. Notifíquese y
devuélvase.- f).- DR. EDUARDO BERMÚDEZ CORONEL, JUEZ NACIONAL, f).- DRA.
MARIA ROSA MERCHAN LARREA, JUEZA NACIONAL, f).- DR. EDGAR GUILLERMO
NARVAEZ PAZOS, CONJUEZ NACIONAL. Certifico. Lo que comunico a usted para los
fines de ley. F) DRA. LUCIA DE LOS REMEDIOS TOLEDO PUEBLA, SECRETARIA
RELATORA.
Es fiel copia del original. Certifico.Quito, 31 de julio de 2015
DRA. LUCIA DE LOS REMEDIOS TOLEDO PUEBLA
SECRETARIA RELATORA.
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