LAS PUERTAS DEL HADES.

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LAS PUERTAS DEL HADES. Al escribir sobre este tema, estaremos entrando en aquellas cosas que
le son ocultas al hombre y que solo por medio de la revelación de las palabras de Dios se pueden
conocer. ¿Qué acontece al hombre después de abandonar el cuerpo? ¿A qué lugar van los
muertos? Podemos tener muchas ideas o filosofías acerca de este tema, pero ¿de qué podrá servir
el pensamiento del hombre que está basado en el engaño del corazón o en creencias religiosas
que carecen de todo fundamento? Siempre hemos oído que al lugar de los muertos se le
denomina “campo santo,” como si la muerte tuviese algún poder para santificar al hombre;
también se dice: “que en paz descanse.” ¿Será así?, porque en la palabra de Dios dice que no hay
paz para los impíos; entonces nos vamos a introducir en las escrituras para que seamos iluminados
por la verdad que está en Dios. Para comenzar, es necesario conocer las palabras Seol y hades que
se encuentran en el Antiguo y Nuevo Testamento respectivamente. Una proviene del idioma
hebreo y la otra del griego, pero ambas palabras nos hablan de lo mismo, el lugar donde van los
muertos. Notemos lo que está escrito en el salmo 16 y cumplido en el libro de los Hechos: “Porque
no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción.” (Sal.16:10) Este salmo
es citado por Pedro después del derramamiento del Espíritu Santo el día de pentecostés,
aplicándolo a la resurrección del Señor Jesús, y dice: “Porque no dejarás mi alma en el Hades, ni
permitirás que tu santo vea corrupción.” (Hch.2:25-27) Este lugar pasa a ser la morada de los
muertos impíos que esperan el juicio. Veamos lo que dice el salmista: “Los malos serán
trasladados al Seol, todas las gentes que se olvidan de Dios.” (Sal.9:17) Y en los evangelios se nos
dice: “Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y
murió también el rico, y fue sepultado, y en el hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio
de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno…” (Lc.16:22-24) Concluimos, pues, que amabas
palabras nos hablan del mismo lugar y que se trata de una especie de cárcel en que queda el
hombre a la espera del juicio final.
Además de lo anterior, podemos decir que la palabra de Dios ubica este lugar en lo profundo de la
tierra: “Más si Jehová hiciere algo nuevo, y la tierra abriere su boca y los tragare con todas sus
cosas, y descendieren vivos al Seol, entonces conoceréis que estos hombres irritaron a Jehová. Y
aconteció que cuando cesó él de hablar todas estas palabras, se abrió la tierra que estaba
debajo de ellos. Abrió la tierra su boca, y los tragó a ellos, a sus casas, a todos los hombres de
Coré, y a todos sus bienes. Y ellos, con todo lo que tenían, descendieron vivos al Seol, y los
cubrió la tierra, y perecieron de en medio de la congregación.” (Nm.16:30-33) Así, los muchos
que confían en las riquezas, y en las vanidades de esta vida, pero ignoran a Dios y no saben para
que se vive; todos llegarán al Seol al igual que los animales que carecen de entendimiento. “Como
a rebaños que son conducidos al Seol, la muerte los pastoreará, y los rectos se enseñorearán de
ellos por la mañana; Se consumirá su buen parecer, y el Seol será su morada. Pero Dios redimirá
mi vida del poder del Seol, porque él me tomará consigo.” (Sal.49:5-15) Al venir el Señor
Jesucristo al mundo, vino para salvar a los hombres de la muerte y la condenación eterna; pero
todos aquellos que vieron sus obras, oyeron sus palabras, y fueron testigos de sus maravillas, y
aun así no creyeron en él, son responsables ante Dios de rechazar su salvación, por lo que su
destino es el Hades. “Y tú Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás
abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría
permanecido hasta el día de hoy. Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el
castigo para la tierra de Sodoma, que para ti.” (Mt.11:23-24) El Sodoma abundó el pecado, pero
nunca fueron testigos de las maravillas de Dios como lo fue Capernaum en los días del Señor Jesús.
Y esto viene a manifestar la maldad que había en estos corazones que ante la verdad no quisieron
arrepentirse de sus pecados.
Como ya hemos visto, la causa por la cual el hombre va a este lugar de tormento es el pecado; por
este pecado entró el imperio de la muerte al mundo, y cobró potestad sobre el hombre dejándolo
cautivo en el Hades, impedido de alcanzar la gloria de Dios. Por esta causa vino el Salvador al
mundo; para salvar a todos los que estaban destinados a la muerte, y darles vida en abundancia,
vida eterna por medio del perdón de sus pecados, librándoles de la potestad de Satanás. “Así que,
por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para
destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a
todos los que por el temor de la muerte estaban toda la vida sujetos a servidumbre.” (He.2:1415) Jesús, al pagar el precio por el pecado, le quitó a Satanás el poder que tenía sobre nosotros y
también adquirió la potestad de sacar del Hades o Seol a todos los que reciben el perdón de sus
pecados, ya que una vez limpios, la muerte no tiene potestad sobre ellos. Así dice el Señor a Juan
en el Apocalipsis: “No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas
he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.”
(Ap.1:17b-18) Gloria a Dios; ahora, el Señor Jesús tiene las llaves de la muerte y del Hades, y él
puede librar de ese lugar a todos los que confían en él. Notaremos que tanto la muerte, como el
Hades son manifestados como potestades espirituales enemigas de Dios: “Miré, y he aquí un
caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue
dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con
mortandad, y con las fieras de la tierra.” (Ap.6:8) Además, también se nos muestra cuando en la
resurrección, han de entregar todos los muertos que han tenido cautivos, y ellos mismos serán
condenados al lago de fuego: “Y el mar entregó los muertos que había en él; y la Muerte y el
Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y
la Muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.” (Ap.20:13-14)
Es aquí donde se puede hacer mucho más comprensible el siguiente pasaje: “…sobre esta roca
edificaré mi iglesia; y las puerta del Hades no prevalecerán contra ella.” (Mt.16:18b) Es decir, la
iglesia, los creyentes no quedarán presos en esta potestad maligna, ya que por causa de haber
hallado gracia y perdón de pecados al recibir el sacrificio del Cristo, no había motivo para quedar
cautivo, sino que han hallado el camino a la vida eterna.
El infierno, es decir el castigo eterno, es un lugar que no puede estar en esta creación ya que es un
lugar eterno, y esta tierra y estos cielos pasarán, pero este castigo será por los siglos de los siglos.
Veamos lo dicho por el Señor Jesús acerca de los propósitos del infierno: “Entonces dirá también a
los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus
ángeles… E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.” (Mt.25:41; 46) El Señor nos
está diciendo que el infierno es un lugar de castigo eterno, y que está preparado para el diablo y
sus ángeles; por lo tanto, no es un lugar como lo presenta la tradición o la mitología, donde el
diablo gobierna y se pasea en medio del fuego atormentando a sus cautivos, sino que es un lugar
preparado por Dios para el castigo eterno del diablo. “Y el diablo que los engañaba fue lanzado
en el lago de fuego y azufre, donde estaba la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día
y noche por los siglos de siglos.” (Ap.20:10) Entonces vemos como todos los enemigos de Dios,
todos los que se han opuesto a la verdad, tendrán su parte en el lago de fuego que arde con
azufre. Esta es la muerte segunda. (Ap.19:20; 21:8)
Considerando todo lo que la palabra de Dios nos muestra acerca de la muerte y todo aquello que
al hombre natural le es absolutamente oculto, ¡Cuánto más debemos cuidar nuestra salvación y
buscar la santidad y la verdad! Debemos valorar la vida eterna que tenemos en Cristo y no poner
los ojos en esta vida temporal que tarde o temprano acabará. “Y no temáis a los que matan el
cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el
cuerpo en el infierno.” (Mt.10:28) Por lo que debemos andar en amor y santidad, ya que una vida
contenciosa y liviana se expone a ser condenado al infierno: “Pero yo os digo que cualquiera que
se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano,
será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de
fuego.” (Mt.5:22) ¡Cómo debemos poner atención a estas palabras y examinar nuestras vidas,
para ver si hay en nuestro corazón perversidad! Pero si somos fieles al Señor, amando sus
mandamientos, y buscando las cosas celestiales, entonces aunque nos toque persecución y
padecimientos, podemos estar seguros de la recompensa eterna que nos espera en la presencia
del Dios Todopoderoso. “Mas seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y
parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros; y seréis aborrecidos de todos por causa de
mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá.” (Lc.21:16-18) Estas son palabras de
absoluta bendición y esperanza para todos los que son fieles y permanecen en el camino de la
verdad. Dios guarde el corazón de su pueblo, porque la muerte y el Hades han sido vencidas por la
cruz de nuestro Gran Salvador y Señor Jesucristo.
Pastor Adolfo Espinoza
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