la harmonica de ptolomeo

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LIBRO SEGUNDO
1.Cómo también a través de la percepción serían tomadas las razones de los
géneros habituales.
2.De la utilización del canon junto con el instrumento denominado “helicón”.
3.De las formas en las primeras consonancias.
4.Del sistema perfecto, y que sólo es tal la doble octava.
5.Cómo son adoptadas las denominaciones de las notas respecto a la posición y a la función.
6.Cómo la magnitud conjunta de octava más cuarta tuvo la consideración de
sistema perfecto.
7.De las modulaciones según los llamados tonos.
8.Que es necesario que los tonos extremos sean delimitados mediante la octava.
9.Que es necesario suponer sólo siete tonos, en igual número que las formas
de la octava.
10.Cómo podrían establecerse mejor los excesos entre los tonos.
11.Que no es necesario incrementar los tonos por semitono.
12.Del difícil uso del canon monocorde.
13.De lo que Dídimo el músico propuso modificar en el canon.
14.Exposición de los números que hacen la sección de la octava en el tono
inmodulante y en cada uno de los géneros.
183
41
15.Exposición de los números que hacen las secciones de los géneros
habituales en los siete tonos.
16.De lo que se toca a la lira y cítara.
184
LIBRO II
1.Cómo también a través de la percepción serían tomadas las razones
de los géneros habituales.
Podríamos tomar también, por medio de otro procedimiento, las mismas
proporciones de los géneros habituales344 y más manejables para los oídos, no como
ahora, generando sólo a partir de lo racional sus diferencias, y después sometiéndolas con el canon a las pruebas345 de lo perceptible, sino al revés, primero exponiendo las afinaciones346 constituidas únicamente a través de la percepción, y después
mostrando a partir de ellas las razones conformes a la igualdad o excesos de las
notas concebidos en cada género. Suponemos también aquí sólo, de lo convenido
sencillamente por todos, que la consonancia de cuarta contiene una razón sesquitercia y que el tono es sesquioctavo347.
De los tetracordios348 tocados entre los citaredos, hágase en primer lugar la
cuarta desde la nete hasta la paramese, de los llamados tropos349, ABGD, asignándose A a la nete350.
Afirmo que está contenido por ella el género cromático tenso ya expuesto351, y, en primer lugar, que la razón de AB es 7:6, y la de BD, 8:7352; las de BG y
185
42
GD serán mostradas tras esto
353
. Se encontrará, entonces, que cada una, AB y BD,
hacen una magnitud mayor que un tono354, es decir, mayor que la razón 9:8, y la
43
razón de AD es 4:3. Y no hay otras dos razones mayores que 9:8 que completen 4:3
a no ser 7:6 y 8:7, de modo que de las razones de AB y BD, una será 7:6 y la otra
8:7355. Tómese, además, H, en igual tono que B, y hágase a partir de ella ascendentemente un tetracordio E ZH semejante a ABGD356. Se encontrará, entonces, que A
es más aguda que
–siendo iguales en tono B y H–; mayor es, también entonces, la
razón de AB que la de H, pero la de H permanece idéntica a la de BD. Mayor es,
también entonces, la razón de AB que la de BD. La de AB será, pues, 7:6, y la de BD,
8:7357.
De nuevo, manteniéndose el tetracordio ABGD, tómese
en igual tono que
358
B, y fijada ésta, hágase la cuarta desde la paramese hasta la cromática
de los sóli-
dos, E ZH, asignándose E a la paramese. Afirmo que está contenido por ella el género diatónico tonal, y que la razón de E es 9:8, la de Z 8:7 y la de ZH 28:27;
pues E harán exactamente un tono, es decir, una razón 9:8, y Z se hallará en igual
tono que D, de modo que también la razón Z será idéntica a la de BD, es decir, 8:7,
y será dejada la razón de ZH como 28:27, que con 9:8 y 8:7 completa 4:3.
186
A continuación, hágase, de los llamados jonioeolios359, la cuarta desde la trite hasta la diátono360, ABGD, asignándose A a la trite. Afirmo que está contenido por
ella el género del diatónico ditonal, en el que cada una de las razones primeras361
era 9:8, y la restante la del leima. E inmediatamente está claro: pues los citaredos
afinan de tal modo que se produce un tono362 tanto por AB como por BG, es decir, la
razón 9:8, y es dejada a GD la de 256 a 243, que completa con las dos de 9:8 la de
4:3, resultando menor que 19:18 pero mayor que 20:19363.
Si además hiciésemos el tetracordio expuesto, ateniéndonos al carácter
exacto y no al fácil de la modulación364, de nuevo BG producirá el tono y la razón
9:8, pero AB un poco menos que un tono, de modo que la razón de éste caerá en la
mayor de las que son menores que 9:8, es decir, 10:9, y la de GD en 16:15, que
completa junto con 10:9 y 9:8 la de 4:3, y se constituirá el género diatónico tenso.
De nuevo, manteniéndose la cuarta ABGD –y me refiero en la afinación ditonal–, hágase H en igual tono que D, y afínese a partir de ella ascendentemente la
cuarta E ZH desde la mese hasta la hípate en las parípates, haciendo Z la parípate365.
187
44
Digo que está contenido por ella el género diatónico suave, en el que encon45
traríamos la razón primera 8:7, la central 10:9 y la restante 21:20. Que la razón,
pues, de E
es 8:7, se ha mostrado en los sólidos: ninguna de ellas se ha movido
aquí366. Pero hay que mostrar que también la de Z es 10:9, y la de ZH 21:20. Se
encontrará, así pues, G un poco más aguda que Z367, de modo que será menor la
razón de ZH que la de GD, es decir, 19:18368. Pero Z harán menos que un tono369,
de modo que también la razón de Z será menor que 9:8; y la razón de H es 7:6,
puesto que la de E es 8:7370. Y no hay otras dos razones371 que completen 7:6, de
las que una es menor que 9:8372 y la otra menor que 19:18, a no ser 10:9 y 21:20.
Pero la razón de ZH es menor que 19:18; ésta, entonces, será 21:20, y la de
Z,
10:9.
Y por último, manteniéndose el tetracordio E ZH373, hágase G en igual tono
que Z, y fijada ésta, afínese la cuarta ABGD del cromático inicial, asignándose de
nuevo A a la más aguda, de modo que la razón de BD sea 8:7.
188
Hay que mostrar también que la razón de BG será 12:11, y la de GD 22:21.
Se encontrará, entonces, D un poco más aguda que H, de modo que la razón de GD
será menor que la de ZH, es decir, 21:20; y B perceptiblemente más grave374 que ,
de modo que también la razón de BG será menor que la de Z, es decir, que 10:9.
Y, de nuevo, no hay razones algunas que completen 8:7, de las que una es menor
que 10:9 y la otra menor que 21:20, a no ser 12:11 y 22:21; y la razón de GD es menor que 21:20, de modo que ésta será 22:21, y la restante de BG, 12:11; que es lo
que se propuso mostrar375.
2.De la utilización del canon junto con el instrumento denominado
“helicón”.
Así pues, las diferencias en torno a los géneros de los tetracordios nos han
sido establecidas mediante estos procedimientos, a través del examen y comparación de las notas desiguales en tono. Pero habría un uso del canon de ocho cuerdas
de la octava también de otra manera, junto con el instrumento denominado “helicón”376, confeccionado por los matemáticos377 para la exposición de las razones en
las consonancias, tal y como sigue:
exponen un cuadrado ABGD, y tras dividir en dos AB y BD en E y Z, unen AZ y
BHG, y trazan, paralela a AG a través de E, EQK, y a través de H, LHM. Por ello,
189
46
entonces, AG es el doble tanto de BZ como de ZD, e incluso cada una de éstas, de
EQ, ya que AB lo es de AE; de modo que también AG es el cuádruple de EQ, y ses-
quitercia de la restante, QK. Y se muestra también que MH es el doble de HL, puesto que, como DG es respecto a GM, así es DB respecto a HM; y como BA es respecto
a AL, así es BZ respecto a LH; por esto, como BD es respecto a HM, así es BZ res47
pecto a LH; y al contrario, como BD es respecto a BZ, así es MH respecto a LH. Resulta entonces AG también sesquiáltera de HM y triple que HL, de modo que, si son
extendidas cuatro cuerdas de igual tensión en las mismas posiciones de las rectas
378
AG, EK, LM y BD; si es colocada bajo ellas una regla en la posición de AQHZ
,y
si son asignados los números 12 a AG, 9 a QK, 8 a HM, 6 tanto a BZ como a ZD, y, a
su vez, 4 a LH y 3 a EQ, culminan todas las consonancias y el tono, al constituirse
la cuarta en la razón 4:3 por AG y QK, por HM y ZD y por LH y QE; la quinta, también en la razón sesquiáltera por AG y HM, por QK y ZD y por BZ y LH; la octava
también en la razón doble, por AG y ZD, por HM y LH y por BZ y QE; la octava más
cuarta, en la razón de 8 a 3, por HM y QE; la octava más quinta, también en la razón
triple, por AG y LH; la doble octava, también en la razón cuádruple, por AG y EQ, e
incluso el tono en la razón 9:8, por QK y HM.
Junto a este instrumento, si construyésemos simplemente un paralelogramo379 ABGD, y considerásemos AB y GD como los límites de pulsación380 de las
48
cuerdas, y AG y BD las notas extremas de la octava381; si después, tras haber añadido a GD una distancia igual, DE, seccionásemos ante las reglas el lateral GD con las
razones propias de los géneros, suponiendo en E el extremo agudo382; si a través de
las secciones resultantes en ella trazásemos cuerdas paralelas a AG e iguales en tono
entre sí, y, hecho esto, extendiémos bajo ellas el puente que será común a las cuerdas en la posición que une los puntos A y E, es decir, AZE, produciremos todas las
190
longitudes de las cuerdas en las mismas razones, de modo que será posible el examen de las razones asignadas a los géneros.
Por esto, como son entre sí las383 líneas tomadas desde E entre GD, así también serán entre sí las trazadas a través de sus extremos a lo largo de AG hasta DZ;
por ejemplo, como EG es respecto a ED, así será GA respecto a DZ. Por ello, éstas
harán la octava, porque su razón es doble.
Y si, una vez que, de nuevo, de GD hemos tomado GH en una cuarta parte de
EG y GQ en un tercio de la misma, dispusiéramos cuerdas a través de H y de Q,
HKL y QMN, iguales en tono que las primeras, de modo que AG resulte sesquitercia
de HK y sesquiáltera de QM y, a su vez, QM sesquitercia de DZ y HK su sesquiáltera, e que incluso HK esté de QM como 9:8, también producirán éstas entre sí las
consonancias derivadas las razones; y se seguirá también lo equivalente en los segmentos tomados en medio de los dos tetracordios en las razones propias de los que
son examinados384.
El primer procedimiento385 es, respecto a éste, más sencillo, al no ser necesario mover las distancias de las cuerdas entre sí, pero éste lo es respecto a aquél al
tener un puente común, uno sólo y en una única posición; e incluso, si se desliza
191
hacia abajo a través de E –hacia la posición COE–, al poder producir todo el tono
más agudo, permaneciendo la particularidad de cada género386. Pues, como GA, por
ejemplo, es respecto a ZOD, así es CG respecto a OD, y de forma semejante en las
demás387. Y a su vez, de nuevo, es menos adecuado el primer procedimiento respec49
to a éste al ser necesario mover más puentecillos en cada afinación, pero éste lo es
respecto a aquél al modificar totalmente las cuerdas, y al no llevarse a cabo ya los
cambios en los contactos con distancias iguales entre ellas, sino diferenciándose a
menudo por mucho388.
3.De las formas en las primeras consonancias.
Pues bien, esbocemos lo que se ha establecido de un modo teórico en torno
a las consonancias y los intervalos melódicos entre las notas situadas en la distancia
de pulsación, asociándose con los consonantes también las homofonías. Y como es
continuación de estas cosas el estudio de los sistemas389, hay que delimitar las diferencias entre las primeras consonancias390 en lo que respecta a la denominada forma391, que son como sigue. Forma, pues, es una cierta posición de las razones que
son peculiares de cada género, entre unos extremos apropiados. Éstos serían, de la
quinta y la octava, los tonos disyuntivos, mientras que de la cuarta, las razones de
las dos notas primeras392, que producen las variaciones hacia el más suave o el más
tenso393. Así pues, en general denominamos “primera” a la forma cuando la razón
peculiar ocupa la posición primera, porque también lo que antecede394 es primero;
“segunda”, cuando ocupa la segunda a partir de la primera, y “tercera”, cuando
ocupa la tercera; y así sucesivamente. Por ello, hay tantas formas en cada intervalo
cuantas posiciones de las razones: tres de la cuarta, cuatro de la quinta y siete de la
octava. Y en efecto, sucede que de la cuarta sólo una forma, la primera, está contenida por notas fijas395; de la quinta sólo dos, la primera y la cuarta, y de la octava
192
sólo tres, la primera, la cuarta y la séptima. Pues si tomamos una cuarta ABGD, considerándose A en la nota más aguda; a ésta le añadimos otra cuarta en sentido descendente que fuera similar, DEZH; a ésta un tono, de igual manera, HQ; a su vez, de
nuevo, a éste una cuarta, QKLM, y a ésta otra cuarta, MNCO, las notas fijas serán A,
396
D, H, Q, M y O. De la cuarta
, la primera forma será MO, la segunda LC y la terce-
ra KN, y es claro que sólo MO, la primera, está contenida por notas fijas. De la
quinta397, la primera forma será HM, la segunda ZL, la tercera EK y la cuarta DQ, y
es claro que sólo de éstas HM, la primera, y DQ, la cuarta, están contenidas por notas fijas. Y de la octava398, la primera forma será HO, la segunda ZC, la tercera EN,
la cuarta DM, la quinta GL, la sexta BK y la séptima AQ, y sólo de éstas, a su vez,
están contenidas por notas fijas HO, la primera, DM, la cuarta y AQ, la séptima399.
4. Del sistema perfecto, y que sólo es tal la doble octava.
Una vez establecidas estas cosas, se denomina en general “sistema” a la
magnitud compuesta de consonancias400, tal y como una consonancia es una magnitud compuesta de intervalos melódicos; y el sistema es como una consonancia de
consonancias. Se llama “sistema perfecto” al que contiene todas las consonancias
con las formas de cada una, porque “perfecto” es en general lo que contiene todas
las partes de sí mismo401. Así pues, según la primera definición, resulta un sistema
la octava (por cierto que parecía ésta autosufieciente a los antiguos)402, la octava
193
50
más cuarta, la octava más quinta y la doble octava; pues cada uno de ellas está contenida por dos o más consonancias. Pero en cuanto a la segunda, sólo sería un sistema perfecto la doble octava, pues sólo en ella están todas las consonancias con las
formas expuestas. Los sistemas más allá de ella no tendrían más que las consonancias que se pueden tomar en aquélla, mientras que los sistemas por debajo de ella
51
carecerían de algunas de las que contiene403; por lo que al compuesto de octava y
cuarta no es apropiado denominarlo sistema perfecto, pues nunca contendrá las siete formas de la octava ni las cuatro de la quinta en todo momento, sino que, cuando
ocupe una posición tal que el tono constituya una disyunción entre dos tetracordios
conjuntos y otro, contendrá las cuatro formas de la quinta, pero a su vez sólo cuatro
de las siete de la octava, las de cada uno de los extremos404; y cuando ocupe una
posición tal que el tono se halle hacia el límite, también los tres tetracordios conjuntos contendrán una sola forma tanto de la quinta como de la octava, sea la primera o
la última de ambas405, como se puede ver en el siguiente diagrama, si le añadimos
en cada uno de los límites un tetracordio que sea igual.
En la doble octava por su parte, cuando las dos octavas se establecen en el
mismo sentido e iguales, en función de todas las posiciones que ocupen las disyun-
194
ciones encontraremos comprendidas todas las formas de la octava además de las de
la quinta y la cuarta; y ninguna más en lo que va más allá de la doble octava406.
5. Cómo son adoptadas las denominaciones de las notas respecto a la
posición y a la función.
Así pues, veremos seguidamente407 por qué el sistema de octava más cuarta
se empareja con el de doble octava. En realidad, las notas del Sistema Perfecto, la
doble octava –establecidas en quince408 por haber una común a la octava más grave
y a la más aguda, y centro de todas–, en algunas ocasiones las nombramos según la
posición misma409, sencillamente lo más agudo o lo más grave410: mese411, la común mencionada a las dos octavas, proslambanómeno, la más grave, y nete del
tetracordio añadido la más aguda; después, las que van tras la proslambanómeno
ascendentemente hasta la mese, hípate del tetracordio inferior, parípate del tetracordio inferior, lícano del tetracordio inferior, hípate del tetracordio medio, parípate del tetracordio medio y lícano del tetracordio medio; y las que van tras la mese, igualmente, hasta la nete del tetracordio añadido, paramese, trite del tetracordio disjunto, paranete del tetracordio disjunto, nete del tetracordio disjunto, trite
del tetracordio añadido y paranete del tetracordio añadido. En otras ocasiones, las
nombramos según su propia función412, la relación que mantienen413, mediante la
cual, una vez hemos ajustado en primer lugar a las posiciones las funciones según
el llamado Sistema Inmodulante de doble octava414, y a continuación hemos obtenido en él designaciones comunes a las posiciones y las funciones, las intercambiamos en los demás sistemas415. Pues tras haber tomado uno de los dos tonos416 en la
doble octava a partir de la mese por posición, y haber colocado junto a él, en cada
uno de los lados, dos tetracordios conjuntos de los cuatro que hay en el total, y después haber asignado el otro tono al intervalo restante y más grave, denominamos
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52
mese por función a partir de su emplazamiento a la más grave de la disyunción más
aguda; paramese a la más aguda; proslambanómeno y nete del tetracordio añadido
a la más grave de la disyunción más grave, y hípate del tetracordio inferior a la
más aguda. A continuación, hípate del tetracordio medio a la común a los dos
tetracordios conjuntos más graves tras417 la disyunción más grave y nete del tetra53
cordio disjunto a la común a los dos tetracordios conjuntos <más agudos> tras la
disyunción más aguda; y, a su vez, parípate del tetracordio inferior a la segunda
desde la más grave del tetracordio tras la disyunción más grave, y lícano del tetracordio inferior a la tercera; parípate del tetracordio medio a la segunda desde la
más grave del tetracordio antes de la disyunción más aguda, y lícano del tetracordio medio a la tercera. Después, trite del tetracordio disjunto a la segunda desde la
más grave del tetracordio tras la disyunción más aguda, y paranete del tetracordio
disjunto a la tercera; trite del tetracordio añadido a la segunda desde la más grave
del tetracordio antes de la disyunción más grave418, y paranete del tetracordio añadido a la tercera419. Y según estas denominaciones, es decir, las de las funciones420,
sólo serían denominadas con propiedad notas “fijas”421 en las modulaciones de los
géneros422 a la proslambanómeno, hípate del tetracordio inferior, hípate del tetracordio medio, mese, paramese, nete del tetracordio disjunto y nete del tetracordio
añadido423 –que es una y la misma que la proslambanómeno424–, mientras que
“móviles”, el resto; pues cuando las funciones son cambiadas en su posición ya no
se ajustan a los mismos lugares los límites de las fijas o las móviles. Y está claro
que también la primera forma de la octava425, en el sistema antes expuesto426, denominado Inmodulante, la contienen, por dicha razón, paramese y hípate del tetracordio inferior; la segunda, trite del tetracordio disjunto y parípate del tetracordio
inferior; la tercera, paranete del tetracordio disjunto y lícano del tetracordio inferior;
196
la cuarta, nete del tetracordio disjunto y hípate del tetracordio medio; la quinta, trite
del tetracordio añadido y parípate del tetracordio medio; la sexta, paranete del tetracordio añadido y lícano del tetracordio medio, y la séptima, nete del tetracordio
añadido o proslambanómeno y mese. Así lo muestra, para mayor facilidad en su
estudio, la siguiente representación del Sistema Inmodulante.
Sistema Perfecto inmodulante disjunto
6.Cómo la magnitud conjunta de octava más cuarta tuvo la consideración de sistema perfecto.
Pues bien, este sistema se llama también disjunto427 por oposición al que es
construido conforme a la magnitud compuesta de octava más cuarta, que se denomina conjunto428 por tener, en vez de la disyunción, otro tetracordio conjunto con la
197
54
mese ascendentemente, llamado también él mismo conjunto por lo que le ocurre
(como también al disjunto), en el que, a su vez, se denomina trite del tetracordio
conjunto a la nota que sigue a la mese, paranete del tetracordio conjunto a la que
va a continuación, y a la primera del tetracordio y fija, nete del tetracordio conjunto. Parece, ciertamente, que tal sistema fue introducido por los antiguos para otra
forma de modulación, como si fuera modulante frente al otro, inmodulante429; pues
no se llama tal cosa por no modular en cuanto al género (es común430 a todos los
géneros), sino por no modular en cuanto a la función del tono431.
Sistema conjunto
En efecto, existen, respecto a lo que se denomina tono, dos primeras modulaciones432 diferentes: la primera, por la que transportamos toda la melodía a una
55
tensión más aguda o, a su vez, a una más grave433, manteniendo la sucesión a través
de toda la forma434; la segunda, por la que no toda la melodía es alterada en su tensión, sino una cierta parte de la secuencia original435. Por ello, ésta se denomina198
ría436 modulación de melodía más que de tono; pues en aquélla no es alterada la
melodía sino el tono en su totalidad, mientras que en ésta la melodía se desvía de su
propio orden, y la tensión no es alterada en cuanto tensión, sino por causa de la melodía; de donde aquélla no proporciona a los sentidos una impresión de diferencia
en cuanto a la función (por la que es movido el carácter), sino sólamente en cuanto
a lo más agudo o más grave. Ésta, en cambio, actúa como si apartase la impresión
de la melodía habitual y esperada, cuando la continúa de manera consecuente largo
rato, y la traspasa a otra forma437, bien respecto al género, bien respecto a la tensión
(por ejemplo, cuando desde un diatónico continuo modifica el género hacia el cromático, o cuando desde una melodía habituada a realizar las transiciones hacia las
consonancias de quinta, resulta una desviación hacia las de cuarta, como en los sistemas expuestos). Pues, una vez que la melodía alcanza la mese, cuando no marcha,
como acostumbraba, hacia el tetracordio disjunto, en consonancia de quinta con el
de las notas medias, sino desviado, como si fuera unido al tetracordio conjunto con
la mese, de modo que hiciese una cuarta en vez de una quinta, resulta, respecto a las
notas anteriores a la mese438, una variación y un extravío para los sentidos porque
ocurre contra lo esperado; tal variación es provechosa cuando la asociación es proporcionada y melódica, pero inconveniente cuando es lo contrario439. Por ello, es
casi la más bella y única por su función la que es similar440 a la ya mencionada, al
tomar de un tono441 el cambio presupuesto, por el que se diferencia la quinta de la
cuarta. Pues, por ser el tono común a los géneros, puede hacer la modulación en
todos ellos; por ser diferente de las razones en los tetracordios, puede variar la melodía; y por ser proporcionado, en la idea de que está establecido como el primero
de los intervalos melódicos442, puede constituir las progresiones de la melodía ni
199
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demasiado grandes ni demasiado breves; pues cada una de estas cosas es difícil de
distinguir para los oídos.
Así pues, mediante una mezcla parcial de dos sistemas disjuntos, cuando en
su totalidad difieren entre sí respecto al tono en una cuarta, resultan, para lo particular de tal modulación, tres tetracordios443 conjuntos sucesivamente444. Y puesto que
no se había desarrollado entre los antiguos el incremento hasta estos tonos (pues
sólo conocían el dorio, el frigio y el lidio445, que diferían entre sí por un tono, de
modo que no llegaban a uno más agudo o más grave por una cuarta) y no tenían
modo de producir, a partir de sistemas disjuntos, tres tetracordios sucesivos, asociaron al nombre de sistema el de conjunto, para que les fuera más fácil la modulación
ya expuesta446. En general, además, en los tonos que entre sí se sobrepasan por una
cuarta, si, de los tetracordios anteriores a la disyunción equivalente en cada uno, el
del tono más agudo es conjuntado con el del más grave en sentido ascendente447,
hace en lo más grave448 tres tetracordios conjuntos, de los que el más agudo resulta
el que ha sido transferido; y si de los tetracordios tras la disyunción equivalente el
del tono más grave es conjuntado con el del más agudo en sentido descendente,
hace a su vez en lo más agudo tres tetracordios conjuntos, de los que el más grave
resulta el que ha sido transferido.
Sea, pues, un tetracordio AB descendente desde la nota más aguda A, otro
BG conjunto con él y un tono disyuntivo, GD, a continuación; y de nuevo, por deba-
jo de él, otros dos tetracordios conjuntos, DE y EZ. Tómese del tono más agudo por
una cuarta la disyunción equivalente a GD, HQ, y conjuntos con ella descendentemente, de nuevo, dos tetracordios, QK y KL; y del tono más grave por una cuarta
respecto al primero, la disyunción equivalente a GD, MN, y conjuntos con ella ascendentemente dos tetracordios, NC y CO.
200
Entonces, puesto que la nota Q es similar449 a D, será más aguda que ella por
una cuarta –y es más aguda que K por lo mismo–; son, pues, de igual tensión D y K,
de manera que será posible que el tetracordio KQ sea conjuntado con D en sentido
ascendente y haga tres tetracordios sucesivos en el tono AZ, de los que él mismo
será el más agudo, ZE, ED y DQ. De nuevo, puesto que la nota N es equivalente a G,
será más grave que ella por una cuarta –y es más grave que C por lo mismo–; son,
pues, de igual tensión G y C, de manera que será posible que el tetracordio CN sea
conjuntado con G en sentido descendente y haga a su vez tres tetracordios sucesivos
en el tono AZ, de los que él mismo será el más grave, AB, BG y GN.
7.De las modulaciones según los llamados tonos.
Por ello ha de estar claro, entonces, que cuando es situada junto a los sistemas perfectos disjuntos la correspondencia en una cuarta, el sistema conjunto es
redundante, además de que no tiene, como dijimos, la naturaleza del Perfecto450. Y
hay que distinguir, de nuevo, que, de las modulaciones que se producen en todas las
constituciones451, que llamamos específicamente tonos452 por establecer sus diferencias mediante la tensión, su cantidad es potencialmente infinita453, como también
la de las notas (pues sólo se diferencia de una nota el así denominado tono por estar
compuesto, frente a ella, que es simple, como una línea respecto a un punto454, sin
201
57
que nada importe aquí si trasladamos hacia las posiciones455 contiguas sólo el punto
o toda la línea), pero en realidad limitada para la percepción, puesto que también lo
es la de las notas456. Por ello, habría tres delimitaciones457 en el estudio de los tonos, como en cada una de las consonancias: primero, aquélla por la que se constituye la razón de los tonos extremos458; segundo, por la que se constituye el número de
los que hay entre los extremos459, y tercero, por la que se constituyen los excesos
entre los que son contiguos, como en la cuarta, por ejemplo, porque sus notas extremas hacen una razón sesquitercia; porque sólo son tres las razones que componen su totalidad, y porque de tal valor son las diferencias entre las razones460; con la
salvedad de que en lo que respecta a estas delimitaciones, cada una tiene su propia
causa, mientras que en los tonos siguen a la primera de ellas las dos restantes,
ateniéndose a una y la misma restricción461; y al ser ignorante de su consecuencia la
58
mayoría, han planteado de modo diferente cada una de las limitaciones: unos, llegando a una razón menor que la octava, otros tan sólo a la de ella, y otros a una
mayor que ésta, buscando siempre algún aumento462 de esta clase los más recientes
autores frente a los más antiguos463; algo impropio de la naturaleza de la harmonización y de su periodicidad464, únicamente con la que es indispensable deducir465 la
distancia entre los tonos que van a ser extremos, porque ni un cambio en la voz ni
en ninguna otra cosa que produzca sonidos sería capaz de tener un único y mismo
límite466. Pues ni por las voces más agudas o más graves encontraríamos que se
produce la constitución de la modulación respecto al tono467, porque para tal diferencia basta la tensión o, a su vez, la distensión468 de todos los instrumentos, sin
llevarse a cabo modificación alguna en la melodía cuando toda ella la producen de
igual manera artistas469 de voz más grave o más aguda. Más bien se produce a causa
de que la misma melodía, en una única voz, al comenzar unas veces desde unas
202
posiciones más agudas, otras veces desde unas más graves, lleva a cabo un cierto
giro del carácter, por no llegar hasta cada uno de los límites de la melodía los de la
voz en los cambios entre tonos, sino cesar siempre antes, en un caso el límite de la
voz antes que el de la melodía, y al contrario, el límite de la melodía antes que el de
la voz; de modo que la melodía ajustada originalmente a la extensión de la voz,
cuando en unos casos se queda atrás en las modulaciones y cuando en otros la sobrepasa, proporciona una impresión de un carácter distinto a los oídos
470
.
8.Que es necesario que los tonos extremos sean delimitados mediante la
octava.
Exista, entonces, la primera y más importante periodicidad de la similitud471
en la harmonización, a su vez, en el primero de los intervalos homófonos, es decir,
en la octava472, sin que las dos notas que la contienen473, como hemos mostrado474,
sean diferentes entre sí. E igual que las consonancias compuestas de ella producen
lo mismo que si estuviesen solas475, así también cada una de las melodías con la
sola extensión de ese primer homófono o con la de una extensión compuesta a partir de él, puede discurrir de forma semejante476 si toma su inicio desde cada una de
las notas extremas477. Por ello también, en las transposiciones478 entre tonos, cuando queremos cambiar a uno más agudo o más grave por una octava, no movemos
ninguna de las notas (aunque siempre movemos algunas en las demás transposicio479
nes), sino que el mismo tono resulta idéntico al original . Y de nuevo, consecuentemente, el que se diferencia por una cuarta del original, resulta idéntico al que se
diferencia de él por una octava más una cuarta; el que se diferencia por una quinta
del original, resulta idéntico al que se diferencia de él por una octava más una quinta; y de igual forma en los demás480. Así, quienes delimitan los tonos extremos en
algo menos de una octava no producirán la periodicidad de la harmonización (pues
203
59
habrá más allá de ellos algún tono diferente a todos los primeros)481, mientras que
quienes sobrepasan la octava482 los sitúan superfluamente más allá de la octava misma, al resultar siempre los mismos que los que se toman al principio, es decir, tanto
el que diste una octava del original como los que disten de la octava lo mismo que
los que distan de manera igual, en igual dirección, desde la octava original483. Pues
bien, ni siquiera quienes han avanzado sólo hasta la octava484 cuentan correctamente entre los tonos al que está a una octava del original485; pues será evidente
que les ocurre lo mismo que quienes sobrepasan el límite expuesto, salvo en que
éstos lo hacen en uno sólo y aquéllos en muchos486; de modo que con justicia serían
contestados por parte de quienes les reprochasen que han proporcionado el principio y la causa del exceso487. Pues si se toma una sóla vez alguno idéntico a los que
están antes que él (como el que está a una octava del original), ¿qué impide –
preguntarían– añadir también los que son equivalentes a los restantes contiguos?
Ciertamente, tenemos un ejemplo muy adecuado, a partir de las formas contenidas
por la octava, de que no es necesario que con la magnitud de los límites de ésta sean
medidas las funciones en ella, sino con la magnitud de las razones que la componen488; pues todos establecemos en general que estas formas son sólo siete, dándose
el caso de que son ocho las notas que las producen489, y nadie diría que la que se
toma desde la nota más grave, por ejemplo, en sentido descendente, produce una
forma distinta que la primera (y en el mismo sentido desde la más aguda), porque
en general toda aquella forma que empiece del mismo modo desde cada uno de los
extremos de la octava, produce la misma función490.
204
9.Que es necesario suponer sólo siete tonos, en igual número que las
formas de la octava.
Así pues, el razonamiento nos ha llevado a considerar también el número de
60
tonos491. Sería apropiado hacerlos en igual número que las formas de la octava492,
porque tantas son también las de las primeras consonancias juntas493, cuando son
tomadas consecuentemente con las razones de cada una, cuya naturaleza494 no permite suponerlas ni en más ni en menos; del mismo modo, entonces, que si uno quisiera que las divisiones se hicieran en más partes –por ejemplo, más de tres en la
cuarta495– o, por Zeus, en excesos tomados al azar, o, a su vez, en unos determinados, pero diferentes de los que se adoptan según la razón que armoniza496, en seguida se oponen tanto lo racional como lo evidente497. Así, no hay que estar de acuerdo
con quienes suponen que los tonos, que están comprendidos por las formas de la
octava498, tonos que son consecuencia de la naturaleza de las consonancias y que
han tomado su origen en ellas para que los sistemas en su totalidad adquieran diferencias consonantes499, sean o bien más numerosos que las siete formas y razones
de la octava, o bien con excesos iguales entre todos ellos500, ya que no pueden alegar una causa convincente501, ni de la igualdad en los incrementos entre todos (tal
cosa se considera totalmente inapropiada en armonía)502, ni de que todos los excesos, por ejemplo, sean de un intervalo de tono, o a su vez de semitono o de diesis503; una vez adoptados, a partir de ellos también limitan el número de los tonos
en función de la magnitud de los que hacen la octava504. ¿Por qué, pues, habrían de
hacerlos de ese tamaño, si según ellos505 un intervalo consonante permite éstos,
aquéllos y muchos otros506 excesos, tanto en el orden de los géneros como en el de
las distancias?507 Pues tampoco les es posible decir que esta magnitud divide con
precisión la octava mientras que aquélla no lo hace así508, o que ésta, si cabe, lo
205
61
hace en partes iguales, mientras que aquélla lo hace en partes desiguales509. Pero si
un intervalo de tono divide la octava en seis partes510 y el semitono en doce, el tercio de tono en dieciocho y el cuarto en veinticuatro, y ninguna de éstas tiene una
diferencia imperceptible, ¿qué excesos, entonces –podría preguntar alguien– hay
que delimitar entre los siete tonos, puesto que ni la octava se divide en siete razones
62
iguales, ni, aun siendo desiguales, es evidente cuáles de ellos conviene suponer?
Hay que contestarle que los que se hallan511 de modo consecutivo bajo las primeras
consonancias, es decir, los que quedan del incremento de la cuarta dentro de la octava en una dirección, siendo el mismo que el que se constituye para la quinta en
sentido contrario512; pues cuando una nota más grave que otra por una cuarta resulta
más aguda por una quinta que la homófona a ella al grave, también una más aguda
que otra por una cuarta resulta más grave por una quinta que la homófona a ella al
agudo513. Y es necesario no sólo aquí, sino también en todas partes, que los intervalos homófonos precedan y se consideren anteriores a los consonantes, y los consonantes a los melódicos514, de forma que también es menester que, de los tonos, se
tomen primero los consonantes, y después los que son encontrados mediante el exceso entre éstos, sean cuales sean, pues la transición a los tonos en sucesión no produce una modulación tan provechosa como la que la hace a los tonos que se diferencian por las primeras consonancias515.
10.Cómo podrían establecerse mejor los excesos entre los tonos.
Parece que quienes han llegado hasta ocho tonos516 al ser contado con los
siete uno de forma redundante517, han venido a dar de algún modo con los excesos
apropiados entre ellos, aunque no los han abordado del modo necesario518. Pues,
simplemente, suponiendo que los tres más antiguos, llamados dorio, frigio y lidio
por los nombres de los pueblos de los que han surgido519 (o como quiera uno consi206
derar las causas), se diferencian entre sí por un tono520, y dándoles el nombre, quizá
por esto, de tonos521, a partir de éstos realizan la primera modulación consonante
desde el más grave de los tres, el dorio522, una cuarta ascendente, llamando a este
tono “mixolidio”523 por su proximidad al lidio, porque ya no hacía el exceso total
respecto a él de un intervalo de tono, sino con la parte restante de la cuarta tras el
dítono desde el dorio hasta el lidio524. Después, puesto que el dorio se encontraba
situado bajo éste525 una cuarta, para añadir bajo los demás
526
los más graves por
una cuarta527, llamaron “hipolidio” al que iba a estar bajo el lidio528, “hipofrigio”
bajo el frigio, e “hipodorio” bajo el dorio; al que estuviera una octava ascendente
sobre este tono, aunque era el mismo, lo denominaron “hipermixolidio”529 por lo
que le ocurría, que había sido tomado sobre el mixolidio (sirviéndose incorrectamente530 de hipo- para señalar lo que está en el grave, y de hiper- para lo que está
en el agudo531). Y, según la sucesión de los primeros532, de nuevo el exceso entre el
hipodorio respecto al hipofrigio es un intervalo de tono; e igualmente el del hipofrigio respecto al hipolidio; y éste respecto al dorio, el del leima, que quieren533 hacerlo de un semitono534. Pero no es necesario, como decíamos535, que los intervalos
consonantes sean tomados a partir de los melódicos, sino al contrario, éstos a partir
de aquéllos, porque los intervalos consonantes son más fáciles de tomar y más importantes tanto para las modulaciones como para lo demás536.
Esto sucedería del modo apropiado si, tras establecer un tono como el más
agudo537, A, tomásemos primero el que está a una cuarta descendente de él, B, y aún
el más grave que éste una cuarta, G, que se va a mover dentro de una octava; después, puesto que el que está a una cuarta descendente de él cae fuera de la octava,
si tomamos el que es idéntico en las funciones538, es decir, más agudo que G por
una quinta, D, a su vez, de nuevo, dispondríamos uno más grave que éste por una
207
63
cuarta, E, e incluso, en vez de uno más grave que E por una cuarta, por caer también
éste fuera de la octava, construiríamos uno más agudo que E por una quinta, Z; y de
nuevo dispondríamos uno más grave que éste por una cuarta, H. Cuando se han
establecido éstos así, en consecuencia, a partir de la reducción sucesiva descendente
del primer intervalo consonante de cuarta (que es, como decíamos, la misma que el
incremento ascendente en una quinta), se concluye de modo absoluto que los excesos entre G y E, H y E, B y D, D y Z se constituyen de un intervalo de tono, mientras
que los de H y B, Z y A, contienen el llamado leima. Puesto que el tono D es más
agudo que E por una cuarta, y más agudo que G por una quinta, el exceso entre G y
E será un intervalo de tono; igualmente, puesto que Z es más agudo que H por una
64
cuarta y más agudo que E por una quinta, el exceso entre E y H será también un
intervalo de tono. De nuevo, ya que G es más grave por un dítono que H y más grave por una cuarta que B, el exceso entre B y H contendrá el leima. Y en cuanto al
resto, ya que son cuartas BG, DE, ZH y BA, de forma que el exceso entre E y G es
igual que el que hay entre D y B, el que hay entre E y H igual que el que hay entre Z
y D, y el que hay entre B y H igual que el que hay entre A y Z, de un intervalo de
tono será también cada uno de los que hay entre D y B y Z y D, mientras que de leima el que hay entre A y Z. Y si estableciésemos uno a octava de G o de A, está claro
que también será de un intervalo de tono el exceso respecto al que le sigue539, porque AG, al hacer una doble cuarta, quedan a un intervalo de tono de la octava.
Y A se sitúa en el mixolidio, Z en el lidio, D en el frigio, B en el dorio, H en
el hipolidio, E en el hipofrigio y G en el hipodorio540, de forma que los excesos entre ellos541, aunque han sido transmitidos de cualquier manera, serán hallados mediante la razón542.
208
11.Que no es necesario incrementar los tonos por semitono.
Es claro que, una vez que hemos establecido estos tonos543, hay una nota
particular de la octava en cada uno544, correspondiente a la mese por función545, por
la igualdad numérica546 entre ellos y las formas de la octava. Pues si tomamos una
octava en las posiciones intermedias del Sistema Perfecto, es decir, las que van
desde la hípate del tetracordio medio por posición hasta la nete del tetracordio disjunto547 (porque la voz evoluciona y se detiene cómodamente más bien en la parte
central de la melodía, dirigiéndose pocas veces hacia sus extremos por el esfuerzo y
la violencia548 de la relajación o tensión549 fuera de medida), la mese550 por función
del mixolidio551 es asignada552 a la posición553 de la paranete del tetracordio disjunto, para que el tono haga la primera forma de la octava en el sistema previamente
establecido554; la del lidio, a la posición de la trite del tetracordio disjunto conforme
a la segunda forma; la del frigio, a la posición de la paramese conforme a la tercera
forma; la del dorio, a la posición de la mese que hace la cuarta forma y la central,
de la octava555; la del hipolidio, en la posición de la lícano del tetracordio medio
conforme a la quinta forma; la del hipofrigio, en la posición de la parípate del tetra-
209
65
cordio medio conforme a la sexta forma, y la del hipodorio, en la posición de la
hípate del tetracordio medio conforme a la séptima forma, de modo que algunas
notas se puedan conservar, en el sistema, inmóviles556 en las transposiciones entre
tonos observando la magnitud de la voz, porque nunca similares funciones en tonos
diferentes recaen en las posiciones de las mismas notas.
Pero si suponemos más tonos junto a éstos (lo que hacen quienes incrementan sus excesos en semitonos)557, será forzoso que las meses de dos tonos se asignen totalmente a la posición de una sola nota, de forma que estos dos sistemas se
moverán en su totalidad558 en la transposición de uno a otro de estos dos tonos, sin
que mantengan ya común la tensión inicial559, con la que se medirá lo particular de
la voz. Pues si la mese por función del hipodorio, por ejemplo, es unida a la hípate
del tetracordio medio por posición, y la del hipofrigio a la parípate del tetracordio
medio, el tono que se toma entre éstas (llamado por ellos hipofrigio grave, frente al
otro más agudo), necesitará tener su mese o bien en la hípate, como el hipodorio, o
bien en la parípate, como el hipofrigio agudo560; al ocurrir esto, cuando transponemos hacia los otros tonos que tienen una nota común, ésta se moverá tensándose o
relajándose un semitono, por tener la misma función en cada uno de los tonos, es
decir, la de la mese; seguirán las tensiones o relajaciones de todas las notas restantes, para conservar las razones respecto a la mese idénticas a las tomadas antes de la
66
modulación según el género común de ambos tonos, de modo que el tono ya no
parecería diferente del primero por la forma, sino, de nuevo, hipodorio o el mismo
hipofrigio561, siendo tan sólo uno de voz más aguda o más grave. Así pues, queden
hasta aquí esbozadas tanto la racionalidad como la suficiencia de los siete tonos.
210
12.Del difícil uso del canon monocorde562.
Y como nos queda, para la demostración563 con total claridad de la correspondencia entre razón y percepción, la división del canon armónico (no en un solo
tono, por ejemplo el del Sistema Inmodulante564, ni en un género o dos como nuestros antecesores565, sino absolutamente en todos los tonos y cada uno de los géneros
melódicos, para que tengamos también las posiciones comunes de las notas expuestas a la vez566), analizaremos brevemente la imperfección de este canon monocorde, para el que hasta ahora no parece que se haya mejorado nada con el objeto
de que las afinaciones efectuadas con la razón, en las melodías desarrolladas en su
totalidad567, tengan una comparación fácil de precisar para los sentidos. Pues parece
que tal instrumento ha caído en desuso tanto para la ejecución manual568 como para
el estudio teórico569 de lo que es productor de la razón harmonizada570, puesto que
para los demás no existía cada uno de los aspectos mencionados: a los canonistas571
sólo les interesaba la teoría, mientras que a las liras, cítaras y similares, la práctica;
en éstos los intervalos melódicos se constituyen con su razón apropiada, sin que sea
demostrada en ellos, toda vez que ni siquiera en los aulós y siringas tal cosa se alcanza con exactitud572: éstos serían más perfectos para ambas demostraciones, porque toman las diferencias entre las notas como consecuencia de sus longitudes573.
Pero el canon se revelaría tanto más insuficiente que los demás porque éstos
al menos establecen con exactitud uno de los aspectos, pero él ninguno574. Pues, en
primer lugar575, por no ser comprobada ni la uniformidad de la cuerda576 ni las posiciones de sus extremos577, o también por no ser apropiadas las razones que se derivan de sus partes, en absoluto se efectúan las secciones mediante la razón, sino
tensando la cuerda, después desplazando el puente hasta que ante los oídos se presente cada una de las notas buscadas; allí señalan la sección correspondiente, ale211
jándose de aquello por lo que tenía lugar (del mismo modo que los que fabrican los
instrumentos de viento)578. A continuación, si su extensión579 ha sido dividida convenientemente, cuando el puente se ha desplazado lentamente, las notas podrían
67
disponerse entre sí con la medida adecuada; pero cuando se cambia de lugar más
rápidamente por la continuidad y el ritmo de la melodía, ya no ocurre igual, pues
las señales apropiadas ya no se observan las mismas ni son marcadas con precisión,
a causa de la rapidez de su desplazamiento580.
Por su utilización, este instrumento sería el último y el más ineficaz de todos, no sólo porque con una mano se afina y con la otra se pulsa, independientemente y a la vez581, de forma que está privado de lo más hermoso de la habilidad
manual (me refiero, por ejemplo, al acompañamiento de cuerda582, al tañido simultáneo583, a la secuencia ascendente, a la secuencia descendente584, al ligado585 y en
general a la combinación de notas separadas), pues, al ser una sola mano la que
pulsa, no puede atravesar con facilidad las distancias más grandes, ni tocar a la vez
dos posiciones diferentes586; sino porque es forzoso también que la continuidad de
los sonidos, que comprende la forma menos melódica por no hacer ninguno fijo ni
determinado, sea consecuencia aquí, durante mucho tiempo, del desplazamiento de
los puentes, cuando arrastran con el roce de la cuerda tales sonidos587, al no poder
ellos, por decirlo así, saltar o lanzarse a las posiciones delimitadas588; de ahí que no
sea posible hacer uso fácil de los ritmos más rápidos589. Y es por esto que me parece que quienes manejan tal instrumento, aun conociendo las dislocaciones de las
notas de la harmonización590, nunca lo presentan solo para que sea confirmado por
los sentidos, sino ya acompañado del auló o de la siringa591, para que, con el acompañamiento de aquéllos, pase inadvertido cuando yerra.
212
13.De lo que Dídimo el músico propuso modificar en el canon.
Dídimo el músico592 es quien primero intenta introducir una mejora. No logra, ciertamente, lo necesario, pues se dedicó tan sólo a facilitar el desplazamiento
del puente, pero para las demás dificultades que hemos tratado593, aun siendo más
numerosas y mayores, no fue capaz de encontrar remedio alguno. Pues toma las
distancias entre las notas no a partir de uno de los límites sólo, sino también desde
el opuesto594, según unas posiciones tales en las que resultan desiguales las longitudes respecto a cada extremo, y cada uno tiene una razón en relación al total apropiada a alguna nota: por ejemplo, cuando están entre sí las dos partes en razón doble, es evidente que, respecto al total, la más grande está en sesquiáltera, según la
quinta, y la más pequeña en triple, según la octava más quinta595. Pues si toda la
longitud es asignada a la proslambanómeno, el mayor de los segmentos (dos partes
de ella) hará la hípate del tetracordio medio, mientras que la menor (un tercio de
ella) la nete del tetracordio disjunto; y en las demás que admitan algo semejante, de
igual modo. Tal modificación palia, estamos de acuerdo, la deficiencia de los continuos desplazamientos596 del puente, ya que muchas veces los puentes pueden permanecer durante más pulsaciones en las posiciones comunes a dos notas597, transfieriéndose la pulsación de una y otra a cada segmento. En realidad hace más difícil
el procedimiento cuando la melodía no conjunta notas comunes, por el hecho de
diferenciarse las posiciones de las mismas notas, en torno a la duda de cuál de las
dos hay que utilizar, porque la pulsación continua no concede tiempo para consideraciones598; más manejable sería, frente a la elección entre muchos, el ataque599
sucesivamente hacia una y siempre misma posición.
Y en cuanto a las razones de la sección, no añade nada que proceda de lo
perceptible, sino que él establece tres géneros600, el diatónico601, el cromático602 y el
213
68
enarmónico603, y efectúa las secciones tan sólo en dos géneros604, el cromático y el
diatónico, y en el Sistema Inmodulante solamente605, y sin que se adopten en aquéllos las razones de modo adecuado. Pues dispone las primeras notas de los tetracordios respecto a las terceras desde sí mismas en la razón 5:4 en ambos géneros606;
respecto a las segundas, en el cromático, en 6:5, y en el diatónico en 9:8607, de modo que las últimas diferencias en ambos géneros llegan a la razón 16:15, mientras
que las centrales, en el cromático 25:24 y en el diatónico 10:9, al margen de lo evidente para los sentidos608. En el género cromático, de las razones que contienen el
pycnón, ha hecho la razón última mayor que la central, sin que tal cosa resulte en
absoluto melódica609; y en el diatónico, la razón primera mayor que la central, aun
siendo necesario lo contrario, como es el diatónico simple610. E incluso ha hecho
iguales las razones últimas de los dos géneros, aunque es necesario que sea menor
la del diatónico611.
Así pues, la causa para todos612 de haberse ocupado con poco rigor de la
hipótesis de las razones, fue no considerar antes su utilización, sólo partiendo de la
69
cual podían ser comparadas con las aprehensiones de la percepción613; y por esto
parecen haber construido las razones de las consonancias, que pueden ser también
comprobadas a través de una sola cuerda con una división en dos partes, y las de los
intervalos melódicos, que sólo podrían ser contempladas con la composición del
sistema en su totalidad (lo cual no era posible ver con exactitud en una sola cuerda),
y de una manera harto engañosa614. Pues tales intervalos melódicos serían refutados
claramente si uno hiciera conforme a ellos las secciones en las ocho cuerdas de
igual tensión expuestas por nosotros615 (pues son suficientes ya para mostrar la secuencia de la melodía a los oídos), para que percibieran lo genuino de lo que no lo
es. Y con el objeto de que nos sea más asequible la comparación entre nuestras di-
214
visiones de los géneros y las que han sido ya dadas anteriormente (cuantas en cualquier caso nos hemos encontrado)616, expondremos previamente una comparación
parcial entre éstas en el tono central, el dorio617, para mostrar sólo la diferencia expuesta.
En general, ciertamente, hemos hecho uso de los procedimientos para las
divisiones no de la misma forma que los autores más antiguos, que seccionaban
para cada nota la longitud total en razones claramente indicadas618, a causa de la
laboriosidad y dificultad de tal medición, sino dividiendo desde el principio la longitud previamente adoptada de la regla colocada junto a las cuerdas, desde el punto
de pulsación en el extremo agudo hasta la marca que estará bajo la nota más grave,
en segmentos iguales y proporcionales en magnitud, y colocando a su lado los números desde el principio hacia el extremo agudo, en cuantas partes haya lugar, para,
al tenerlos establecidos en sus razones adecuadas para cada una de las notas a partir
del extremo común mencionado, una vez expuestos, situar siempre fácilmente en
las posiciones marcadas desde la regla los puntos de pulsación de los puentes móviles619. Y puesto que ocurre que los números que prolongan las diferencias comunes
de los géneros llegan a decenas de miles620, nos hemos servido, de las unidades
enteras totales, de sus sexagésimas partes más próximas, hasta las primeras sexagésimas partes de una unidad, de manera que nunca transcurran las comparaciones
por más de una sexagésima de una parte en la sección de la regla621.
E incluso para que la distancia de la cuarta bajo la disyunción contenga las
30 partes que establece Aristóxeno622, con el fin de entender el segmento del tetracordio a través de los mismos números tomando sus divisiones en una gran escala,
hemos establecido en 120 segmentos la longitud desde el extremo común hacia la
nota más grave de la octava supuesta; 90, según la razón sesquitercia, la más aguda
215
70
que ella por una cuarta, de modo que también la más aguda por una quinta que la
más grave de ellas es 80 según la razón sesquiáltera, y la más aguda de la octava,
60, según la razón doble623. Las notas móviles intermedias toman sus números conforme a las razones de cada género.
14.Exposición de los números que hacen la sección de la octava en el tono inmodulante624 y en cada uno de los géneros.
Hemos dispuesto tres tablas625, cada una de ocho líneas, la primera de cinco
columnas, la segunda de ocho y la tercera de diez; el orden de las notas está colocado junto a las primeras columnas626.
Así pues, la primera tabla contiene los géneros enarmónicos:
1.Los géneros enarmónicos
71
Según Arquitas
Según Aristóxeno
Según Eratóstenes
Según Dídimo
Nosotros
60
75
77 9
80
90
112 30
115 43
120
60
76
78
80
90
114
117
120
60
76
78
80
90
114
117
120
60
75
77 30
80
90
112 30
116 15
120
60
75
78 16
80
90
112 30
117 23
120
5:4 x 36:35 x
28:27=
=4:3
24 + 3 +3 =
30
19:15 x 39:38 x
40:39 =
= 4:3
5:4 x31:30 x
32:31 =
= 4:3
5:4 x 24:23 x
46:45=
= 4:3
En la primera columna, según Arquitas, en las razones 5:4, 36:35 y 28:27;
en la segunda, según Aristóxeno, en una distancia entre las partes de 24, 3 y 3627; en
la tercera, según Eratóstenes, en las razones de 19 a 15, 39 a 38 y 40 a 39628; en la
cuarta, según Dídimo, en las razones 5:4, 31:30 y 32:31; y en la quinta, según nosotros, en las razones 5:4, 24:23 y 46:45.
La segunda tabla contiene <…>
216
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