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Consecuencias jurídicas derivadas del impago de la prima del contrato de seguro
José A. Badillo Arias
Director de la Revista “Responsabilidad Civil, Circulación y Seguro”
Resumen: El contrato de seguro se configura como un contrato recíproco y sinalagmático, que
origina distintas obligaciones para las partes contratantes. La obligación principal del
asegurador es la reparación del daño o el pago de la indemnización, en caso de siniestro;
mientras que la del tomador del seguro es pagar la prima. El artículo 14 de la Ley de Contrato
de Seguro regula el pago de la prima y el artículo 15, las consecuencias derivadas del impago de
la primera prima, en su apartado primero, y las del impago de las primas sucesivas, en el
segundo. Esta regulación plantea en la práctica bastante conflictividad, sobre todo, en los
seguros de responsabilidad civil, en los que aparecen terceros perjudicados, ajenos a la relación
jurídica entre asegurador y asegurado, a los que la LCS les otorga una protección especial, que
se manifiesta, fundamentalmente, en la posibilidad de ejercitar la acción directa contra el
asegurador, en virtud del artículo 76 de esta ley. En este trabajo, hacemos un análisis de cómo la
doctrina y, sobre todo, la jurisprudencia, solucionan los conflictos que se originan en la práctica
tras el impago por parte del tomador de la prima del contrato de seguro, ya sea primera prima,
primas sucesivas o primas fraccionadas. Por último, dada la actualidad de la cuestión,
terminamos el trabajo aludiendo a la reforma que se está llevando a cabo de la LCS, en lo
relativo al pago de la prima del seguro.
Palabras clave: Primera prima del contrato de seguro; primas sucesivas del contrato de seguro;
primas fraccionadas del contrato de seguro; acción directa contra el asegurador; pago de la
prima; impago de la prima.
Sumario:
I. El pago de la prima como obligación principal del tomador/asegurado. I.1.
Consideraciones generales. II. El impago de la prima. II.1. Régimen jurídico.
III. El impago de la primera prima. III.1. Consideraciones generales. III.2.
Facultades del asegurador en caso de impago de la prima. A) Resolución del
contrato. B) Reclamación de la prima. III.3. Presupuestos para resolver el
contrato o exigir el pago de la prima. A) Culpa del Asegurado. B) Inexistencia
de pacto en contrario. IV Impago de las primas sucesivas. IV.1.
Consideraciones generales. IV.2. Situaciones derivadas del impago de las
primas sucesivas. A) Mes de gracia. B) Suspensión de efectos del contrato. C)
Extinción ex lege del contrato. V. El fraccionamiento de las primas:
consecuencias del impago de alguna fracción. VI. La reforma de la Ley de
Contrato de Seguro. VI.1. La regulación del pago de la prima en el ALCS. A)
Impago de primera prima. B) Impago de primas sucesivas. C)
Fraccionamiento de primas VI.2. Una propuesta de lege ferenda.
.
I.
EL PAGO DE LA PRIMA COMO PRINCIPAL OBLIGACIÓN DEL
TOMADOR/ASEGURADO
I.1 Consideraciones generales
La prima es la aportación que ha de satisfacer el tomador del seguro a la entidad aseguradora,
como contraprestación a la cobertura del riesgo a la que ésta se obliga por medio del contrato
de seguro. Esta contraprestación consiste, según el art. 1 LCS, en que si se produce el evento
cuyo riesgo es objeto de cobertura, la aseguradora está obligada, dentro de los límites
pactados, a indemnizar el daño producido al asegurado o a satisfacer un capital, una renta u
otras prestaciones convenidas.
Jurídicamente, la prima constituye el elemento material más importante del contrato de seguro,
por las consecuencias de índole jurídica que tiene para las partes. Desde un punto de vista
técnico, se puede definir como la contribución de cada riesgo a la gran comunidad que entraña
el seguro o, dicho de otro modo, el coste de la probabilidad media teórica de que haya
siniestros de una determinada clase.
En este sentido, Garrigues 1 señala que “la prima es un elemento indispensable de la
explotación en masa del seguro que hace posible el cumplimiento del asegurador de sus
obligaciones, al estar respaldada en cada contrato por el conjunto de las primas percibidas”.
Desde una óptica administrativa, las tarifas de primas están reguladas en el art. 25.3 del Texto
Refundido de la Ley de Ordenación y Supervisión de los Seguros Privados (LOSSP),
aprobado por el RDL 6/2004, de 29 de octubre. Este artículo se refiere a esta materia en los
siguientes términos:
Las tarifas de primas deberán ser suficientes, según hipótesis actuariales razonables,
para permitir a la entidad aseguradora satisfacer el conjunto de las obligaciones
derivadas de los contratos de seguro y, en particular, constituir las provisiones
técnicas adecuadas. Asimismo, responderán al régimen de libertad de competencia en
el mercado de seguros sin que, a estos efectos, tenga el carácter de práctica restrictiva
de la competencia la utilización de tarifas de primas de riesgo basadas en estadísticas
comunes.
En consecuencia, la Ley, al referirse al importe de las primas, únicamente regula el importe
mínimo. Al establecer el principio de suficiencia de la prima, se constituye una garantía de
solvencia necesaria para el ejercicio de la actividad aseguradora, en aras del futuro
cumplimiento de las obligaciones contraídas.
Junto al principio de suficiencia es necesario tener en cuenta, aunque no aparecen en la actual
LOSSP de forma explícita, los principios de equidad, indivisibilidad e invariabilidad de la
prima, pues igual que aquél, se encuentran ligados a la mecánica operativa del seguro 2 .
Por otro lado, debemos indicar que las tarifas de primas no están sujetas a autorización
administrativa, ni deben de ser objeto de remisión sistemática a la Dirección General de
Seguros y Fondos de Pensiones (DGSFP) 3 . Todo eso, con independencia de que este
1
Vid. J. GARRIGUES, Contrato de seguro terrestre, 2ª edición, Madrid 1983. Pág. 103.
Así lo entiende también A. VEIGA COPO, Tratado del Contrato de Seguro, Cizur Menor (Navarra),
Aranzadi, 2009, pág. 423, al indicar que la prima al margen de esa suficiencia ha de ser además,
proporcional, equitativa y, sobre todo, y al margen de las polémicas doctrinales y jurisprudenciales
existentes, indivisible.
3
Así lo indica también J.C. VÁZQUEZ CUETO, La obligación de pago de la prima en la Ley de
Contrato de Seguro, Valencia, Tirant lo Blanch, 2007, pág. 90. Puntualiza que el cálculo y la fijación de
la prima estará presidido por el principio de autonomía de la voluntad de las partes (…) Dicho principio
2
organismo pueda requerir la presentación, siempre que lo entienda pertinente, de los modelos
de pólizas, tarifas de primas y de las bases técnicas, para controlar si respetan las disposiciones
técnicas y el contrato de seguro.
Ante los incrementos de prima por parte de algunas aseguradoras en las renovaciones anuales
de los seguros, la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones ha recalcado que la
prima es un elemento esencial del contrato. Por lo tanto, cualquier modificación de la misma
constituye una modificación contractual conforme al art. 1203.1 CC, cuya validez requiere el
concurso de la voluntad de ambos contratantes, con arreglo al art. 1262 CC.
En este sentido, la DGSFP 4 ha respondido a una consulta que se le ha formulado en los
siguientes términos:
“....la modificación del precio del seguro, siendo éste un elemento esencial del
contrato, tendrá lugar a partir del momento en que las partes estén de acuerdo en que
tal modificación se produzca y la formalización por escrito en la propia póliza o en
documento complementario tiene una función probatoria de tal acuerdo”
De este modo, en los casos en que la modificación no esté prevista en la póliza, el órgano de
control aclara:
“en tal caso debe ser aceptada por el tomador del seguro en virtud a lo dispuesto en el
art. 5 LCS. En el supuesto de que el aumento de prima se produzca para el nuevo
periodo de cobertura, la entidad aseguradora deberá comunicar al tomador del seguro
el incremento con dos meses de antelación a la finalización del contrato (plazo
previsto en el art. 22 LCS para la prórroga del contrato). En caso de que el asegurado
no acepte la subida de la prima, la entidad podrá negarse a prorrogar el contrato para
el siguiente periodo de cobertura.
Si no se respeta el plazo de dos meses, la subida de prima no podrá aplicarse sin el
consentimiento del tomador, y por tanto la entidad deberá respetar la prima del
periodo anterior.
Hasta el vencimiento del periodo en curso, la compañía no podrá rescindir el contrato
ante un eventual rechazo del aumento de prima no previsto en el contrato, por parte
del tomador”.
Coincide en esta interpretación la SAP de Murcia (Sección 4ª) de 24 de marzo de 2011
(JUR 2011, 178164), al considerar que “la prima constituye un requisito sustancial del
contrato de seguro y su incremento supondría jurídicamente una novación modificativa de un
elemento esencial de dicho contrato, que no puede ser impuesto por una parte a la otra, sino
que, en su caso requeriría del mutuo consentimiento”.
Así mismo, la obligación del pago de la prima se encuentra regulada, con carácter general, en
los arts. 14 y 15 LCS. Sin embargo, existen numerosos preceptos de la LCS que se refieren de
una forma u otra a distintos aspectos de la prima. Sin duda, como veremos, el art. 15 es el más
importante, pues prevé las consecuencias derivadas del impago de la prima. Además, dado el
carácter general de la LCS, su aplicación a esta materia, como a las demás, es en defecto de
normas específicas que regulen un ramo concreto. Por eso, habrá que ver la normativa de
aquellos ramos, como ocurre con los seguros agrarios, que regulan esta cuestión. Así se
establece en su art. 2, al indicar que “las distintas modalidades del contrato de seguro, en
defecto de Ley que les sea aplicable, se regirán por la presente ley (...)”.
no se ve puesto en entredicho por el hecho de que la fijación efectiva del importe de la prima suele
confiarse al asegurador y a sus tablas de tarifas fundamentadas en las bases técnicas debidamente
elaboradas en cumplimiento de la disciplina de ordenación y supervisión de la actividad aseguradora.
4
Puede consultarse en: http://www.dgsfp.mineco.es
Sobre esta última cuestión, se ha pronunciado nuestro alto tribunal, en STS (Sala 1ª) de 16 de
septiembre de 2004 (RJ 2004/5477). Entre otras cosas, en esta resolución se debatió si la
normativa especial que regula el pago de la prima en los seguros agrarios debe aplicarse o, por
el contrario, al no tener ésta rango de ley, se aplica la LCS directamente y no de manera
supletoria, como decíamos en el párrafo anterior.
El supuesto de hecho consistía en que el asegurado abonó parte de la prima durante el periodo
de suscripción del seguro y el resto después del mismo y cuando ya había ocurrido el siniestro.
Sin embargo, la Orden de 14 de marzo de 1995, sobre Seguros del Campo, en los dos últimos
apartados del art. 7 dispone que: “la entrada en vigor del seguro, se iniciará a las veinticuatro
horas del día en que se pague la prima por el tomador del seguro y siempre que previa o
simultáneamente se haya formalizado la declaración de seguro. En consecuencia, carecerá de
validez y no surtirá efecto alguno la declaración cuya prima no haya sido pagada por el
tomador del seguro dentro de dicho plazo. Para aquellas declaraciones de seguro que se
formalicen el último día del período de suscripción del seguro, se considerará como pago
válido en el siguiente día hábil de la finalización de la suscripción”.
El TS, después de alegar la teoría de los actos propios (pues la mercantil Agrupación Española
de Entidades Aseguradoras de los Seguros Agrarios Combinados, S.A., había aceptado el
cobro fraccionado de la prima y había procedido a valorar los daños), determina, en contra de
la sentencia de instancia, la asunción del siniestro por la mencionada entidad, haciendo
prevalecer lo dispuesto en la LCS a otras normas de rango inferior, indicando que la
aceptación fraccionada del pago de la póliza por parte de la aseguradora, constituye
razonablemente signo inequívoco de la aceptación de la vigencia del contrato de seguro, al
margen de cualquier norma administrativa de inferior rango a la LCS. Y ello es así, porque
razonablemente no cabe pensar en acto de devolución del importe de la póliza, que se llega a
abonar en su totalidad por la actora, para el supuesto de que el siniestro no se hubiera
producido.
Tal vez el argumento habrá que buscarlo en que el art. 2 LCS habla de “en defecto de Ley
aplicable” y no de legislación u otro término equivalente. Por eso, parece que debe
interpretarse que tan sólo la regulación por ley de cualquier modalidad especial de seguros es
la que prevalecerá a la LCS.
Desde luego, si se hubiese aplicado la citada Orden de 14 de marzo de 1995, como hizo la
sentencia de instancia, la solución hubiera sido distinta. En ella quedó acreditado que la
asegurada pagó la última fracción de la prima después del periodo de suscripción y ocurrido ya
el siniestro.
En nuestra opinión, aunque no es el momento de extenderse sobre esta cuestión, a la luz de
esta sentencia, podría sostenerse que para el TS la norma especial de rango inferior no puede
prevalecer sobre la norma general superior jerárquica. ¿Significa esto, por ejemplo, que los
artículos 11 y 12 del RD 1507/2008, de 12 septiembre, por el que se aprueba el Reglamento
del Seguro Obligatorio de Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos a
Motor (que regulan la solicitud y propuesta de seguro de automóviles), no deben aplicarse
porque, en cierta medida, van en contra de lo dispuesto en el art. 6 LCS, que también regula,
con carácter general, esta materia?
En efecto, el régimen vinculante de la solicitud de seguro establecido en la citada norma
reglamentaria nada tiene que ver con lo dispuesto en el art. 6 LCS, dónde la solicitud de
seguro no vincula a ninguna de las partes.
Sin embargo, en la STS (Sala 1ª) de 12 de noviembre de 2004 (RJ 2004/7229), parece que se
aparta del criterio indicado en los párrafos precedentes. Distingue la solicitud de los seguros
voluntarios, a los que se aplicaría el régimen de la LCS, de la solicitud de los seguros
obligatorios, como es el de automóviles (en los que se aplicaría su régimen específico), aunque
estén regulados por una norma, como es el caso, de inferior rango. De este modo, indica en el
fundamento de derecho segundo, que “si bien en el seguro del automóvil, por ser obligatorio,
la solicitud del futuro asegurado ya cubre durante 20 días los siniestros a que la misma se
refiere, no sucede lo mismo en los ramos del seguro de naturaleza voluntaria en los que el
artículo 6 de la Ley de Contrato de Seguro distingue nítidamente entre la solicitud, que se
afirma no obliga al solicitante (ni tampoco al asegurador) y la proposición de seguro
realizada por el asegurador que, por el contrario, vincula al proponente durante un plazo de
15 días”
II. EL IMPAGO DE LA PRIMA
II.1 Régimen Jurídico
El art. 14 LCS regula la obligación primaria y principal del tomador del seguro, que consiste en
el pago de la prima, mientras que el art. 15 LCS señala las consecuencias jurídicas que se
derivan del impago de la misma, distinguiendo, en este caso, si estamos ante la primera prima o
ante primas sucesivas.
En caso de falta de pago de la primera prima, dice el art. 15.1 LCS “el asegurador tiene
derecho a resolver el contrato o a exigir el pago de la prima debida en vía ejecutiva con base
en la póliza. De no existir pacto en contrario y no habiéndose pagado la prima antes de que se
produzca el siniestro, el asegurador quedará liberado de su obligación”
La regulación legal es distinta en la hipótesis de impago de una de las primas sucesivas. En tal
caso, señala el art. 15.2 LCS: “la cobertura del asegurador queda suspendida un mes después
del día de su vencimiento. Si el asegurador no reclama el pago dentro de los seis meses
siguientes al vencimiento de la prima se entenderá que el contrato queda extinguido. En
cualquier caso, el asegurador, cuando el contrato esté en suspenso, sólo podrá exigir el pago
de la prima del período en curso”
Como explica la STS (Sala 2ª) de 16 de mayo de 1991 (RJ 1991/3677), las diferencias
acusables entre uno y otro supuesto, en orden a los efectos del impago de la prima, hallan su
fundamento, en principio, en el diverso estadio de la relación contractual; en el primero, las
consecuencias que se prevén derivan de no haberse iniciado la cobertura del asegurador, en
tanto que en el incumplimiento de una sucesiva prima ya estaba en curso aquella atendibilidad.
De ahí el reconocimiento de ese plazo de gracia de un mes, de prolongación en plenitud de la
cobertura, quedando suspendida a partir del transcurso del mismo, y ello durante un período de
cinco meses, a cuyo término si el asegurador no ha reclamado el pago de la prima se entenderá
extinguido el contrato; resolución ex lege en beneficio de todas las partes implicadas, en cuanto
esclarecedora en definitiva de la situación del contrato y liberadora de toda obligación de él
derivada.
El impago de la prima produce distintos efectos, según se trate de primera prima o primas
sucesivas. En el primer caso, parece, a priori, que se condiciona la cobertura al pago de la prima.
Por tanto, si se produce el siniestro y no se ha abonado la prima por culpa del tomador, no será
atendible el mismo por no haber desplegado todos sus efectos el contrato de seguro, pese a su
perfeccionamiento. En cambio, en el segundo supuesto, el contrato de seguro no se extingue,
sino que el asegurador sigue prestando cobertura un mes después del vencimiento, en el llamado
“mes de gracia” y transcurrido éste, el contrato se suspende durante cinco meses más y a partir
de esta fecha, el contrato se extingue ex lege.
Aunque, en principio, parece que las cosas están bastante claras, como veremos a continuación,
la realidad nos muestra que estamos ante uno de los artículos más polémicos de la LCS, debido,
fundamentalmente, a la distinta interpretación que se le ha dado por parte de nuestra
jurisprudencia. El problema surge cuando nos encontramos con un siniestro y no se ha
producido el pago de la primera prima o de las sucesivas. Llama la atención, a primera vista,
que se obligue a pagar a las aseguradoras un siniestro sin haberse pagado, por culpa del
tomador, la primera prima o, en la segunda hipótesis, que el asegurador pueda cubrir, con una
prima calculada para una anualidad, seis meses más, que es cuando se produce la extinción ex
lege del contrato de seguro. Veremos que toda esta polémica está relacionada directamente con
la acción directa establecida en el art. 76 LCS y las excepciones que, en virtud de la misma, el
asegurador no puede oponer al tercero perjudicado.
Otra de las diferencias entre ambas hipótesis es que mientras que en caso de impago de la
primera prima, el art. 15.1 hace referencia a la no cobertura del siniestro por parte del
asegurador, en el otro supuesto no se hace mención alguna a la ocurrencia del siniestro, sino a la
suspensión de efectos a partir del “mes de gracia” hasta la extinción ex lege del contrato. Sin
embargo, pese a esta omisión, debemos entender que al estar suspendido el contrato no
despliega ningún efecto frente a las partes contratantes. No obstante, la pregunta que nos
hacemos es si tampoco los despliega frente a terceros. Esta cuestión, en principio, debería estar
resuelta en el mismo sentido, puesto que la suspensión de efectos equivale a la no cobertura del
siniestro en ningún caso, aunque ya veremos que no es así.
Sin embargo, el hecho de que el primer párrafo del art. 15 LCS haga referencia a la ocurrencia
del siniestro y no así el segundo, nos puede llevar a pensar que, efectivamente, en el primer caso
no hay cobertura si por culpa del tomador no se ha pagado la primera prima, siendo esta una
situación objetiva del contrato que impide que nazca su eficacia, permitiendo, incluso, al
asegurador poder oponerlo al tercero perjudicado, por tratarse de una excepción objetiva, al
estar íntimamente ligada al contrato.
En cambio, en el impago de primas sucesivas la situación es distinta, pues el contrato ya ha
mantenido sus plenos efectos y lo que opera es una suspensión derivada del impago de la prima
siguiente, impidiendo que el tomador, en caso de siniestro, tenga acción de reclamación frente al
asegurador. Ahora bien, esta suspensión tiene una naturaleza personal y, por tanto, en los
seguros de responsabilidad civil, sería inoponible al tercero perjudicado, en virtud del art. 76
LCS.
En todo caso, esto que acabamos de decir no deja de ser una cuestión polémica. Pues es más que
discutible que la excepción de impago de la primera prima, por muy relacionada que esté con la
eficacia del contrato, sea una excepción objetiva y, por tanto, oponible al tercero. La STS (Sala
1ª) de 25 de noviembre de 2004 (RJ 2004/7558), se refiere a las excepciones objetivas, entre
las que no se encuentra el impago de la prima, que son las que se pueden oponer, en los
siguientes términos:
(…) ante el uso frecuente del término excepción en sentido amplio, los autores, dada la
falta de precisión del propio artículo 76, afirman que en tales casos estamos ante
excepciones oponibles por el asegurador, que se califican, por la doctrina más
autorizada, como excepciones objetivas, calificación que se ha seguido por la doctrina
jurisprudencial. Estas defensas del asegurador, o excepciones «lato sensu» podemos
agruparlas en la siguiente forma: las basadas en la inexistencia del contrato o extinción
de la relación jurídica, la ausencia del derecho del perjudicado al resarcimiento y el
hecho de que el derecho del tercero esté fuera de la cobertura del seguro.
Por último, debemos aludir al fraccionamiento de la prima, como una de las formas de pago, ya
sean primeras primas o siguientes, que en la práctica se dan con bastante frecuencia. Como se
sabe, la mayoría de las aseguradoras optan por esta vía para dar facilidades a sus clientes,
planteándose distintos problemas relacionados con el art. 15 LCS en caso de impago de unas de
las fracciones siguientes a la primera. Sobre esta cuestión, dada su importancia, le dedicamos el
apartado V de este trabajo, en el que recalcaremos el carácter único e indivisible de la prima,
pese a su pago fraccionado, cuestión que tampoco es del todo pacífica.
III. EL IMPAGO DE LA PRIMERA PRIMA
III.1 Consideraciones generales
El artículo 15.1 de la Ley de Contrato de Seguros dispone en su párrafo primero, que, salvo
pacto en contrario, si la primera prima no ha sido pagada antes de que se produzca el siniestro,
el asegurador quedará liberado de su obligación. En tal caso, se trata de un supuesto de ausencia
de cobertura que incluso puede oponerse al tercero perjudicado. Pero eso está condicionado, en
la propia norma, al hecho de que tal “impago” se produzca por culpa del tomador, lo que
comporta la posibilidad de que pueda nacer la obligación de la aseguradora en supuestos en que
no haya llegado a percibir la primera prima por culpa propia y no del tomador.
Ya hemos indicado que el impago de la primera prima por culpa del tomador supone una
suspensión de los efectos del contrato de seguro, puesto que, además de permitir al asegurador
la resolución del contrato o exigir el pago, supone la no cobertura del seguro en caso de
ocurrencia del siniestro.
Como indica Reglero 5 , “el pago viene a constituir una conditio legis para el inicio de la
cobertura”, por lo que hasta que no se produzca el mismo no tendrá efectos el contrato 6 . Es
decir, una vez perfeccionado el contrato, se da al pago de la primera prima el carácter de
condición suspensiva de la cobertura 7 . Esta tesis la expone, haciendo alusión a la última
jurisprudencia del TS, con cita de sus SSTS de 14-4-1993 (RJ 1993/2879), 14-3-1994 (RJ
1994/1781), 7-4-1994 ( RJ 1994, 2730) , y sobretodo de 25-5-2005 ( RJ 2005, 6391), la SAP de
Cantabria (Sección 3ª) de 5 de diciembre de 2005 (AC 2005/2383), al indicar lo siguiente:
Esta norma, válida en general para toda clase de seguros, establece las consecuencias
que derivan del retraso culpable en el cumplimiento de la obligación: hasta que no se
produce el pago de la prima no comienzan, por regla general, los efectos materiales del
contrato para el asegurador, en el sentido de que no se inicia su cobertura y, por
consiguiente, si se produce el siniestro, el asegurador quedará liberado de su obligación.
Si no se ha dicho otra cosa en la póliza, en el caso de producción del siniestro sin que se
haya pagado la primera prima o la prima única por culpa del tomador del seguro, el
asegurador queda libre del pago de la indemnización y el asegurado carece de derecho a
reclamar la indemnización.
Esta tesis podría venir avalada por la propia dinámica del contrato de seguro, al configurarse
como un contrato recíproco y sinalagmático, que origina distintas obligaciones para ambas
partes 8 . De tal modo que, si una de ellas incumple, en virtud del art. 1124 CC, la otra podrá
5
L.F. REGLERO CAMPOS, Accidentes de Circulación: Responsabilidad Civil y Seguro, Cizur Menor
(Navarra), Aranzadi, 2004, pág. 546.
6
En el mismo sentido, se pronuncia: F. SÁNCHEZ CALERO, Comentarios a la Ley 50/1980, de 8 de
octubre y a sus modificaciones, 3ª edición, Cizur Menor (Navarra), Aranzadi, junio 2005. pág. 306, al
señalar que hasta que no se produce el pago de la prima, no comienzan, por lo general, los efectos
materiales del contrato para el asegurador, en el sentido de que no se inicia su cobertura y, por
consiguiente, si se produce el siniestro, el asegurador quedará liberado de su obligación.
7
También se refiere a ese efecto suspensivo, J.C. VÁZQUEZ CUETO, La obligación de pago…, op. cit.
pág. 28.
8
Así lo entiende también A. VEIGA COPO, Tratado…,op. cit. pág. 419, que indica que la prima “es el
vínculo, la funcionalidad, la conexión entre prestaciones, en definitiva, el sinalagma del contrato,
sinalagma que en la doctrina se ha adjetivado como genérico y funcional.
oponer la excepción de incumplimiento contractual, no teniendo el deber de cumplir en tanto en
cuanto la otra no lo haga.
No obstante, como veremos más adelante, esta cuestión no es pacífica por parte de nuestra
doctrina y jurisprudencia, al menos cuando estamos en presencia de seguros de responsabilidad
civil, en los que ocurre el siniestro sin haberse pagado la primera prima y reclama el perjudicado
o sus herederos. La propia SAP de Cantabria (Sección 3ª) de 5 de diciembre de 2005 (AC
2005/2383), se refiere a esta hipótesis en la que las aseguradoras deben prestar cobertura frente
a terceros en el supuesto de impago de la primera prima:
Modifica con ello el Tribunal Supremo su doctrina precedente (de la que es muestra la
que cita la sentencia de instancia) y la doctrina mantenida por un sector de la
jurisprudencia de las Audiencias Provinciales, que recordaba que el contrato de seguro,
que es consensual, nace a la vida jurídica y existe con el mutuo consentimiento -pues
hubo acuerdo de voluntades sobre un objeto: artículo 1261 CC ( LEG 1889, 27)- y el
incumplimiento del tomador del seguro al no satisfacer la prima inicial no supone la
automática resolución del contrato, sino que permite a la aseguradora resolver el
contrato o exigir el pago de la prima por vía ejecutiva. En todo caso, recordaba dicha
doctrina, la liberación de la obligación de la aseguradora cuando el siniestro se producía
después de la concertación del contrato pero antes del pago de la prima inicial (último
inciso del primer párrafo del artículo 15) se refiere a las relaciones internas entre
aseguradora y asegurado, nunca al tercero, ajeno a la misma.
En todo caso, en estos supuestos, el asegurador tiene la facultad de resolver el contrato o exigir
el pago de la prima debida. La aseguradora podrá optar por cualquiera de las dos alternativas, si
bien, ejercitada una sin éxito, normalmente el pago de la prima, no existe ningún impedimento a
que opte por la segunda 9 .
La LCS no establece el momento en el que es exigible el pago de la primera prima, tan sólo se
refiere en el art. 14 LCS al lugar en el que ha de hacerse. Por eso debemos entender que es
exigible en el momento del perfeccionamiento del contrato, salvo que la póliza prevea otro
distinto.
III.2 Facultades del asegurador en caso de impago de la prima
A) Resolución del contrato
Como hemos señalado, la situación de mora del tomador del seguro permite al asegurador
resolver el contrato. Para ello, bastará la comunicación fehaciente del asegurador al tomador del
seguro, produciéndose la resolución del contrato, siempre y cuando no haya oposición por parte
de éste, pues se exige su culpa para que la aseguradora pueda ejercer esa facultad.
Vemos que la LCS establece un régimen singular de resolución del contrato, que se aparta del
general, en el que, normalmente, se exige para ello la intervención judicial. Así lo indica
Medina Crespo 10 : “siendo pacífico que en el régimen general suele ser necesario que, salvo
acuerdo de las partes, el perjudicado tenga que acudir a la vía judicial para que se declare
9
En el mismo sentido se pronuncia J.C. VÁZQUEZ CUETO, La obligación de pago…, op. cit. págs. 212
y 213, quien señala que el mismo art. 1124.2 in fine, Cc, puede servir supletoriamente como fundamento
legal para tal solución. Empero –añade-, no podrá sostenerse idéntica solución a la inversa. Elegida la vía
de la resolución negocial y llegada a conocimiento del deudor, se desencadenan ipso iure los efectos
propios de la ruptura del vínculo contractual, uno de cuyos corolarios es la desaparición de las
obligaciones de las partes. El asegurador no podrá reclamar judicialmente lo que por propia voluntad ha
eliminado.
10
M. MEDINA CRESPO, “La regulación del impago de la prima en el contrato de seguro”, Revista de
Derecho de los Seguros Privados, nº 4, 1995, pág. 12.
resuelto el contrato, parece que en la disciplina especial basta con que el asegurador exprese su
voluntad resolutoria, sin ser precisa la correspondiente declaración judicial. De acuerdo con esta
interpretación, producido el impago de la prima, el asegurador puede dar por resuelto el contrato
de seguro con la simple expresión de una declaración de voluntad en ese sentido”.
De la misma opinión es Sánchez Calero 11 , que basa su argumentación en que “si cada vez que
los tomadores del seguro incumplieran con su obligación de pago de una prima los aseguradores
hubieran de acudir a los tribunales para pedir su cumplimiento o la resolución del contrato (al
amparo del art. 1124 CC) la litigiosidad por su parte habría de ser constante, con los perjuicios
económicos y sociales que ello comporta”
En la práctica, es frecuente que las aseguradoras resuelvan los contratos por falta de pago de la
primera prima y no lo comunican a los tomadores del seguro. Sirva como ejemplo, en el seguro
de automóviles, las comunicaciones al Fichero Informático de Vehículos Asegurados (FIVA) de
las anulaciones de las pólizas, sin hacerlo, posiblemente por el coste administrativo que
conlleva, a los tomadores del seguro. La SAP de Cádiz (Sección 8ª) de 22 de diciembre de
2003 (AC 2004/28), insiste en la necesidad de comunicar la resolución del contrato al tomador
del seguro para que tenga efectos:
Por tanto, impagada la primera prima, el asegurador tiene derecho a resolver el contrato
o a exigir el pago de la prima debida en vía ejecutiva con base a la póliza. En el
presente caso, la compañía de Seguros Amsyr no procedió ni a dar por resuelto el
contrato, ni a exigir el pago de la prima en vía ejecutiva. La Cía. de Seguros actuó de
forma totalmente unilateral, anulando la póliza, sin practicar notificación en legal forma
al tomador. Con esta actuación no puede entenderse resuelto el contrato
En principio, si la aseguradora resuelve el contrato por impago culpable del tomador del seguro
de la primera prima, debemos entender que el mismo ha resultado ineficaz y no ha habido
cobertura alguna. Por tanto, si en el transcurso de tiempo que va desde el perfeccionamiento del
contrato hasta su resolución por impago de la primera prima, se produce un siniestro, no debería
estar cubierto por la aseguradora. Es más, según lo dicho, aunque la entidad aseguradora no
ejercite tal facultad de resolución, la cobertura del seguro está suspendida hasta que no se pague
la prima.
Sin embargo, no es ésta la posición de la jurisprudencia, sobre todo la de la AAPP, que, ante las
reclamaciones de perjudicados, en seguros de responsabilidad civil, condenan a las aseguradoras
que no han ejercitado la facultad de resolver el contrato ante el impago culpable de la primera
prima o que, haciéndolo, también las condenan desde el perfeccionamiento del contrato hasta el
momento en el que lo resuelven. La SAP de Murcia (Sección 1ª) de 10 de junio de 2005 (
JUR 2005/265166)¸ reconoce el incumplimiento culpable del tomador del seguro ante el pago
de la primera prima y condena a la entidad por no resolver el contrato. Si lo hubiera resuelto,
por los mismos argumentos, también la hubiera condenado si el siniestro se hubiera producido
antes de la resolución.
También es frecuente, ante el impago de la primera prima, que se envíe una carta por la
aseguradora en la que se le da al tomador un plazo para pagar, advirtiéndole que si no se realiza
el pago, se extingue el contrato al finalizar el mismo. Así mismo, nos encontramos con
cláusulas redactadas de un modo similar, como la que analiza la SAP de Cantabria (Sección
3ª) de 5 de diciembre de 2005 (AC 2005/2383), que dice “esta póliza no tendrá valor, a partir
de los 30 días de la fecha de efecto, si no va acompañada del recibo acreditativo del pago de la
prima”.
11
F. SÁNCHEZ CALERO, Comentarios a la Ley 50/1980…, op. cit., pág. 303.
En este caso, para la AP de Cantabria, esos 30 días de eficacia inter partes –y, por tanto, también
frente a terceros- dan lugar a la plena eficacia del contrato, debiendo prestar cobertura a los
siniestros ocurridos en ese período, se pague o no la prima convenida.
En definitiva, de acuerdo con esta jurisprudencia de las AAPP, ante las reclamaciones de
terceros en los seguros de responsabilidad civil, la resolución del contrato en caso de
incumplimiento culpable del tomador del seguro en el pago de la primera prima, sólo tendrá
efectos respecto a la cobertura del seguro, a partir del momento en el que se lleva a cabo la
misma, puesto que hasta entonces, el seguro ha estado en vigor. Consideran, por tanto, el
impago de la prima una excepción personal que, según el art. 76 LCS, resulta inoponible al
tercero.
B) Reclamación de la prima
Otra de las facultades de las aseguradoras ante el impago de la primera prima es la posibilidad
de exigir su pago, incluso por vía ejecutiva 12 . Es más frecuente por parte de las aseguradoras,
como es natural, ejercitar esta facultad que la resolución del contrato, lo que no es tan frecuente
es acudir a la vía ejecutiva. En cualquier caso, el art. 15.1 LCS le da a la póliza la consideración
de título ejecutivo, pudiéndose encuadrar en los indicados en el art. 517.2º.9 LEC, que se refiere
a otros documentos que, por disposición de una ley, “lleven aparejada ejecución”. También
podrá el asegurador utilizar el procedimiento declarativo que corresponda en función de la
cuantía o el monitorio cuando la reclamación sea inferior a 30.050 €.
Si el asegurador opta por exigir el pago de la prima, existe por su parte una voluntad inequívoca
de que se cumpla el contrato 13 . Sin embargo, como indicábamos al inicio del epígrafe anterior,
en principio, la cobertura del mismo estará suspendida hasta el momento en el que se haga
efectivo el pago de la prima. Es decir, una cosa es pretender el cumplimiento del contrato y otra
distinta es que éste tenga plenitud de efectos cuando, por culpa del tomador y salvo pacto en
contrario, no se ha pagado la primera prima. Esta interpretación vendría, además, reforzada por
lo dispuesto en el párrafo 3º del art. 15 que señala “la cobertura del asegurador vuelve a tener
efecto a las veinticuatro horas del día en que el tomador pagó la prima”.
Así las cosas, cabe plantearse si la reclamación judicial o extrajudicial del pago de la prima – y
no la mera gestión de cobro- conlleva también la asunción del riesgo y, en este caso, desde
cuándo, si desde el perfeccionamiento del contrato o desde que finalmente se produce el pago.
La solución que da la jurisprudencia de las AAPP, al igual que en el supuesto analizado en el
anterior epígrafe, pese a la dicción literal del art. 15.1 LCS de no cobertura del siniestro si no se
ha pagado la primera prima, es la cobertura del seguro ante reclamaciones de terceros en los
seguros de responsabilidad civil. En este caso, tal vez esté más justificada esa cobertura por la
voluntad del asegurador de cumplir el contrato y porque la no cobertura podría dar lugar a un
enriquecimiento injusto si, una vez pagada la prima, sus efectos se retrotraen a la fecha en la que
el contrato fue perfeccionado. Este es precisamente el supuesto que analiza la STS (Sala 1ª) de
10 de diciembre de 2002 (RJ 2002/10574).
En el caso resuelto por esta sentencia, la compañía “Grúas y Transportes Cabezo Cortao, S.A.”
demandó a la entidad “Abeille Previsora” basándose en una póliza de responsabilidad civil,
12
J.C. VÁZQUEZ CUETO, La obligación de pago…, op. cit., pág. 227, sostiene que, además de la vía
ejecutiva, el asegurador puede acudir a la reclamación de la cantidad mediante el juicio declarativo –
ordinario o verbal, según su cuantía-, cuya utilización a veces hasta puede resultar conveniente, debido a
la complejidad del debate a plantear.
13
En términos similares se pronuncia J.C. VÁZQUEZ CUETO, La obligación de pago…, op. cit., pág.
227, al señalar que la Ley atribuye a la reclamación judicial la significación de una manifestación de
voluntad del asegurador de la continuidad de la relación aseguradora.
derivada del accidente ocurrido el 22 de noviembre de 1988, en el que resultó lesionado D. José
B.B, quién obtuvo sentencia condenatoria contra la entidad demandante. En la póliza de
responsabilidad y en las condiciones particulares, que estaban firmadas por el tomador del
seguro, se estableció expresamente lo siguiente: “las garantías entrarán en vigor a las cero horas
del día 11 de noviembre de 1988 y, salvo pacto en contrario, después de pagar la prima total
expresada en este documento”. En el apartado “siniestralidad” de las condiciones particulares,
igualmente firmadas, se hizo constar que “el tomador declara que no se ha producido siniestro
alguno por reclamación de responsabilidad civil en los últimos 24 meses y que no ha sido
anulada la póliza sobre este mismo riesgo por otra compañía aseguradora.
La póliza se suscribió el día 5 de diciembre y el pago se efectuó el 9 de diciembre de 1988,
después de producirse el siniestro cuyo importe se reclama.
Tanto en primera como en segunda instancia se desestimó la demanda. La Sentencia de la
Audiencia Provincial lo hace sobre la base de dos argumentos: Uno, relativo a que la póliza
suscrita el 5 de diciembre de 1988 no había desplegado efectos retroactivos hasta el 11 de
noviembre de 1988, al no haberse abonado la prima, lo que se hizo el día 9 de diciembre,
cuando su eficacia quedaba condicionada a este pago; y otro, atinente a la culpa grave del
tomador del seguro, de conformidad con el artículo 10 de la LCS, por efecto de que al firmar la
póliza no comunicó el suceso, sino que manifestó que no se había producido siniestro alguno en
los últimos 24 meses, pese a que era sabedora de la existencia de un evento ocurrido el 22 de
noviembre de 1988, en el que se vio implicado su empleado, el cuál era de influencia decisiva
para el aseguramiento del siniestro.
El Tribunal Supremo, estima el Recurso de Casación interpuesto por la actora, condenando a la
compaña aseguradora al entender que la falta de pago no es imputable al tomador del seguro,
pues éste se efectuó cuando fue presentado al cobro por el agente de la demandada en
Cartagena, a plena satisfacción de la aseguradora. Además, ésta aceptó el abono íntegro de la
prima correspondiente, con período de validez inicial según consta en la póliza, del 11 de
noviembre de 1988 al 10 de noviembre de 1999. Por lo tanto, admitió su eficacia para los
siniestros que, en su caso, ocurrieran entre aquéllas fechas. En otro supuesto, la percepción sin
descuento alguno no se correspondía al tiempo concertado de vigencia del seguro.
En cuanto a que el asegurado manifestó expresamente que no se había producido ningún
siniestro en los últimos 24 meses, el TS entiende que, al concretarse que la iniciación de la
operatividad del seguro se situaba el día 11 de noviembre de 1988, no ha faltado a la verdad en
dicha manifestación, pues la referencia se entiende hecha al tiempo anterior a esa fecha
Esta sentencia, al igual que muchas otras, pone de manifiesto que la jurisprudencia es partidaria
de la inoponibilidad del impago de la primera prima a los terceros en el seguro de
responsabilidad civil. Se interpreta que la suspensión de la cobertura a la que se refiere el art.
15.1 se produce en las reclamaciones entre asegurador y asegurado, estando liberado
temporalmente el asegurador del deber indemnizatorio frente al asegurado hasta que se
produzca la resolución del contrato o la consecuencia rehabilitadora que prevé el párrafo 3º del
art. 15 LCS.
Así lo entiende la SAP de Badajoz (Sección 3ª) de 15 de junio de 2005 (AC 2006/45935), que
interpreta el art. 15.1 de la siguiente manera:
Según este precepto, el impago de la primera prima genera un efecto suspensivo
inmediato, pero no un efecto extintivo del contrato. En tal supuesto, la aseguradora
puede optar entre resolver el vínculo o exigir el abono de la prima, pero mientras no
ejercite la facultad de resolución, el contrato subsiste (quedando obligada la
aseguradora a indemnizar al tercero perjudicado, a quien no se puede oponer la
excepción personal de falta de pago de la prima, sin perjuicio de la facultad de
repetición frente al asegurado por causas derivadas del contrato de seguro), y ello por
cuanto la suspensión de la cobertura que establece el art. 15 LCS se produce en las
relaciones entre asegurador y asegurado estando liberado temporalmente el asegurador
del deber indemnizatorio frente al asegurado hasta que se produzca la resolución o
extinción legal del contrato o la consecuencia rehabilitadora que prevé el párrafo último
de dicho precepto; o dicho de otro modo, se estima que el contrato ha de considerarse
vigente en tanto no se rescinda por la entidad aseguradora, no obstante el impago de la
prima, al no comportar éste, per se, esa forma extintiva. (SSTS 16-V-1991, 14-XII1989; SAP Cáceres 28-IV-2003, SAP Zaragoza 27-VII-2001, SAP Madrid 28-VI2001).
No obstante lo anterior, hemos advertido en las últimas sentencias del TS un cambio respecto a
lo indicado y a su propia doctrina, inclinándose por una interpretación más literal del art. 15.1,
en el sentido de reforzar esa suspensión de cobertura del contrato ante el impago de la primera
prima, incluso en los seguros de responsabilidad civil, permitiendo, en consecuencia, a las
aseguradoras oponer al tercero el impago culpable por parte del tomador del seguro de la
primera prima. Así lo ha señalado en su STS (Sala 1ª) de 25 de mayo de 2005 (RJ 2005/6391),
donde permite a la aseguradora oponer al tercero la excepción personal de impago de la primera
prima por parte del tomador del seguro, liberándola de prestar cobertura a un siniestro ocurrido
sin que se hubiera efectuado el pago del recibo.
A partir de esta resolución, ha habido una cierta tendencia en las AAPP en el sentido de
considerar oponible al tercero perjudicado la excepción del impago de la primera prima,
entendiendo que se trata de una excepción objetiva del contrato de seguro.
La SAP de Asturias (Sección 5ª) de 14 de febrero de 2006 (JUR 2006/89188), lo hace de la
siguiente manera:
Debe pues concluirse, en orden a la oponibilidad de la aseguradora al tercero
perjudicado de la circunstancia del impago de la prima, pues en efecto la interpretación
que debe darse a la dicción del art. 76 de la L.C.S., alusiva a que la acción directa es
inmune a las excepciones que puedan corresponder al asegurador frente al asegurado,
ha sido abordada por nuestra Jurisprudencia, que ha realizado una integración de dicho
precepto con los arts. 1 y 73 de la mencionada LCS, pues en tales preceptos se alude a
que "el asegurador se obliga a indemnizar dentro de los límites establecidos en la Ley y
en el contrato, concluyéndose que serán oponibles por el asegurador al perjudicado las
llamadas excepciones objetivas, como son sin duda las atinentes a circunstancias como
la presente, en que se produce la carencia de cobertura por disposición legal".
Así pues, conforme a esta normativa, las consecuencias derivadas del impago serían: a)
que hasta que no se produzca el pago de la prima no comienzan los efectos materiales
del contrato por el asegurador y, por tanto, no nace la cobertura, y de ahí la posibilidad
de oponer a terceros esta excepción, con la consecuencia de no quedar obligado si
acontece el siniestro. b) que dicho asegurador tiene la facultad de resolver el contrato o
exigir el pago de la prima.
En el mismo sentido, se pronuncia la SAP de Madrid (Sección 10ª) de 4 de marzo de 2009
(JUR 2009, 236682), al afirmar que: “Al respecto, la más moderna jurisprudencia ha declarado
reiteradamente que, salvo pacto en contrario o falta de culpa del tomador del seguro (y aquí se
ha declarado probado que el impago de la prima fue imputable al tomador), si la primera
prima o la prima única no ha sido pagada antes de que se produzca el siniestro, el asegurador
quedará liberado de su obligación, conforme establece el artículo 15 de la Ley de Contrato de
Seguro , teniendo declarado la Sala del Tribunal Supremo, en aplicación del referido precepto,
que en dicha situación de impago de la primera prima o de la prima única, el contrato de
seguro está en suspenso y el asegurado carece de derecho a reclamar la indemnización. Sin que
para ello sea necesario que el asegurador inste la resolución del contrato. Esto es, al fin y al
cabo, lo que dice el art. 15.1 LCS”.
Sin embargo, la cuestión sigue sin ser pacífica, por cuanto que otras AAPP consideran que en
estos casos estamos ante una excepción personal y, por tanto, inoponible al tercero perjudicado,
como la SAP de Barcelona (Sección 2ª) de 11 de octubre de 2010 (JUR 2010, 384154), al
indicar que “el impago de la prima es una excepción de carácter personal que solo da lugar a la
suspensión de la cobertura de riesgo "inter partes" pero no frente al tercero perjudicado , sin
perjuicio del derecho que le asiste de repetir contra el asegurado” o la SAP de Toledo (Sección
2ª) de 19 de mayo de 2010 (ARP 2010, 757), que expone las posiciones de las distintas AAPP,
citando numerosas sentencias en ambos sentidos.
Más recientemente, en el mismo sentido indicado en el párrafo anterior, se pronuncia la SAP de
Valencia (Sección 8ª), de 24 de abril de 2012 (JUR 2012\265686), al considerar que frente a
terceros, la acción directa establecida en el art. 76 LCS es inmune a las excepciones que el
asegurador tenga contra su asegurado, siendo el impago de la primera prima de naturaleza
personal.
III.3 Presupuestos para resolver el contrato o exigir el pago de la prima
De no darse los presupuestos que a continuación vamos a estudiar, según el art. 15 LCS, las
entidades aseguradoras no pueden ejercitar las facultades indicadas de resolución del contrato o
la exigencia de su cumplimiento mediante el cobro de la prima. Estamos ante un contrato
consensual, que si está perfeccionado por el acuerdo de voluntades de las partes, debe cumplirse
en los términos establecidos en la Ley y según lo pactado.
Para que las aseguradoras puedan ejercitar las citadas facultades, es necesario, por un lado, que
acredite la culpa del tomador ante el impago de la primera prima y, por otro, que no se haya
pactado cualquiera otra forma de pago.
A) Culpa del Asegurado
Si la falta de pago de la primera prima no es imputable al tomador del seguro, la aseguradora no
podrá resolver el contrato ni exigir su cumplimiento por esta circunstancia. Además, deberá
hacerse cargo de los siniestros ocasionados desde el perfeccionamiento del contrato, momento
en el que es exigible la prima, si no se ha dispuesto otra cosa.
En el párrafo 1º del art. 15 LCS se establece que debe acreditarse la culpa del tomador para que
se considere constituido en mora. Eso conlleva que sea la aseguradora la que tenga que llevar a
cabo todo aquello que sea necesario para lograr el cobro de la prima y, en su caso, probar la
culpa del tomador ante el impago de la primera prima.
En el asunto analizado en la STS (Sala 1ª) de 4 de septiembre de 2008 (RJ 2008, 4642), la
sentencia de instancia consideró que la falta de pago de la prima antes de haberse producido el
siniestro exime en el caso enjuiciado a la aseguradora del pago de la prestación. Sin embargo,
para el alto tribunal, en el caso examinado no debe entenderse aplicable esta prescripción legal,
por cuanto que “La falta de pago de la prima con anterioridad al siniestro a que se refiere el
artículo 15 I LCS solo puede producir el efecto de liberar de su obligación al asegurador en el
caso de que la falta de pago sea imputable al tomador, pues así se infiere, en una interpretación
sistemática, de la relación de este precepto con el inciso que lo precede, que alude a la culpa del
tomador en el impago de la prima; y, en una interpretación lógica, de la finalidad que con él se
persigue de eximir al asegurador del cumplimiento del contrato por razón del incumplimiento de
la obligación principal del otro contratante. La jurisprudencia considera que el efecto de
suspensión del contrato de seguro por falta de abono de la primera prima o de la prima única
está vinculado a una situación de «impago» de la prima (SSTS 14 de abril de 1993, 14 de marzo
de 1994 [RJ 1994, 1781], 7 de abril de 1994 [RJ 1994, 2730], 25 de mayo de 2005, rec.
4683/1998 [RJ 2005, 6391])”.
En el mismo sentido, citando la anterior sentencia, se pronuncia la STS (Sala 1ª) de 15 de julio
de 2009 (RJ 2009, 4707), al indicar que “la jurisprudencia ha interpretado que la falta de pago
de la prima con anterioridad al siniestro a que se refiere el artículo 15.1 LCS solo puede
producir el efecto de liberar de su obligación al asegurador en el caso de que la falta de pago sea
imputable al tomador. Así se infiere, en una interpretación sistemática, de la relación de este
precepto con el inciso que lo precede, que alude a la culpa del tomador en el impago de la
prima; y, en una interpretación lógica, de la finalidad que con él se persigue de eximir al
asegurador del cumplimiento del contrato por razón del incumplimiento de la obligación
principal del otro contratante (STS 4 de septiembre de 2008 (RJ 2008, 4642)”.
Este requisito de la culpa no se exige en el párrafo 2º del mismo artículo para las primas
sucesivas. En este caso, una vez agotado el “mes de gracia”, la suspensión de efectos parece que
es automática. Sin embargo, la jurisprudencia entiende que, también en las primas sucesivas, el
impago debe ser culpable por parte del tomador para que opere la suspensión de efectos del
seguro a partir del “mes de gracia”. Así se desprende de la STS (Sala 1ª) de 8 de junio de 2002
(RJ 2002/5217), en la que el siniestro ocurre pasados incluso los seis meses del vencimiento del
contrato y se condena la compañía aseguradora, porque en la póliza figuraba como lugar de
cobro de la prima el domicilio del tomador, sin que cumpliera con su deber de presentación al
cobro de la prima ni de resolver el contrato de seguro, en su caso. Aunque pensamos que, en
estos casos, el contrato se extingue ex lege pasados los seis meses del vencimiento, sí
compartimos la argumentación de la sentencia en cuanto a la exigencia de la culpa del tomador
también en las primas sucesivas.
Esta resolución se refiere también a otros supuestos en los que se ha pronunciado el alto tribunal
sobre la acreditación de la culpa del tomador para liberar a la aseguradora de asumir el siniestro
en caso de impago de primas. Como la STS (Sala 1ª) de 22 de noviembre de 1985 (RJ
1985/5631), que condenó a la aseguradora a pagar la indemnización, pese a la falta de pago de
la prima, cuando esto ha sido debida a culpa de la aseguradora por no presentar el recibo para su
pago a pesar de haber sido requerida para ello. En el mismo sentido, se pronuncia la STS (Sala
1ª) de 30 de junio de 1990 (RJ 1990/4949), que señala que no se trata de que sin abonar la
prima se tenga que pagar el riesgo, sino que dicho pago deviene del incumplimiento de una
obligación que incumbía a la aseguradora, o la STS (Sala 1ª) de 22 de junio de 1992 (RJ
1992/5463), que recoge el criterio de otra sentencia anterior, la STS (Sala 1ª) de 28 de junio de
1989 (RJ 1989/4791). Sostiene que no debía proyectarse sobre este contrato de seguro la pura
exigencia de otros contratos, en la idea de que incumplida la prestación por una parte -el
asegurado en cuanto al pago de la prima- tenga que automáticamente darse por resuelta o no la
póliza.
También indica la citada resolución que hay SSTS, como la STS (Sala 1ª) de 18 de junio de
1998 (RJ 1998/5062) y la STS (Sala 1ª) de 6 de junio de 2000 (RJ 2000/5095), en las que se
libera de su obligación de pago a la compañía aseguradora, si bien se refieren a supuestos
distintos en el que imputan el incumplimiento del pago de la prima a los tomadores del seguro.
Del mismo modo, se pronuncian también las AAPP en cuanto al requisito de la imputabilidad al
tomador del seguro sobre el impago de las primas. La SAP de Murcia (Sección 1ª) de 7 de
abril de 2004 (AC 2004/1885), condena a la entidad aseguradora, pese a que no se realizó
ningún pago, porque no se expidió ningún recibo por parte de la aseguradora ni tampoco se
pasaron al cobro, siendo la negligencia de la aseguradora la que provocó tal situación.
Aunque el art. 14 LCS establece que será el domicilio del asegurado el lugar para el pago de la
prima, si no se dispone otra cosa, la realidad es que en la mayoría de las pólizas se pacta la
domiciliación bancaria como forma de pago de la prima.
En estos casos, la culpabilidad o no del tomador del seguro dependerá de si el impago de la
prima es debido a errores administrativos o del propio banco en la gestión del cobro, donde no
podrá imputarse responsabilidad alguna al tomador, o a la inexistencia de fondos o, como indica
la STS (Sala 1ª) de 9 de marzo de 1996 (RJ 1996/1938), a la realización del impago de forma
consciente y voluntaria por parte del tomador, pues así se le había manifestado al agente de
seguros, “lo que ha de comportar necesariamente la suspensión de dicho seguro a partir del mes
siguiente al día de vencimiento de la prima...”, en los que sí se puede hablar de culpa del
tomador.
No obstante lo anterior, ante la devolución del recibo por falta de fondos, en algunas sentencias,
se exige para poder imputar el incumplimiento al tomador, una actitud positiva por parte de las
aseguradoras, en aras a lograr el cobro de la prima o procediendo a la resolución del contrato
por tal motivo. Es el caso analizado en la SAP de Almería (Sección 1ª) de 2 de febrero de
2004 (AC 2004/730), en el que, con cita de distintas sentencias de Audiencias o del propio TS,
defiende esta tesis.
No obstante, más recientemente, en la STS (Sala 1ª del 17 de octubre de 2008 (RJ 2008,
6916), se plantea también si se suspenden los efectos de un contrato de seguro de
responsabilidad civil, y consecuentemente las obligaciones de la aseguradora en caso de
siniestro, en el supuesto de no haberse hecho efectiva la prima a la fecha de su vencimiento por
no existir fondos en la cuenta corriente que el tomador del seguro tiene abierta en una entidad
bancaria en la que domicilió dicho pago. En este caso, estando el contrato suspendido por no
haberse pagado la prima sucesiva, la entidad aseguradora, con buen criterio, abonó la
indemnización a los perjudicados tras producirse un siniestro, cuya responsabilidad recayó
sobre el asegurado.
Posteriormente, la entidad aseguradora interpuso demanda de reclamación de cantidad contra su
asegurado, en virtud de los artículos 7 LRCSCVM (actual art. 10) y el art. 15.2 LCS. Tanto la
sentencia de primera instancia como la de la Audiencia Provincial de Palma de Mallorca, de 26
de julio de 2002, desestimaron la demanda por entender que no había culpa del tomador. La
ratio decidendi de la sentencia de la Audiencia es, en síntesis, la falta de culpa de la tomadora
del seguro porque no consta ni que la entidad bancaria hubiera hecho saber a la Sra. María que
se había rechazado el recibo por falta de saldo, ni que la compañía de seguros hubiera avisado a
la ahora demandada en qué fecha iba a pasarse el recibo al cobro, ni posteriormente le hubiera
comunicado que no se había abonado tal recibo.
Sin embargo, para el TS, que estima la demanda de la entidad aseguradora y condena al
asegurado a pagarle la cantidad reclamada, la falta de pago de la prima en el lugar y tiempo
convenido supone un incumplimiento contractual que en sede de seguro está sometido a un
régimen jurídico específico diferente del régimen general de los contratos con obligaciones
recíprocas.
La sentencia considera que:
“Cuando se pacta la domiciliación bancaria, la entidad aseguradora debe probar que presentó el recibo en
la misma y que le fue devuelto por falta de fondos en el tiempo en que ha de ser abonado, pero en modo
alguno precisa acreditar, para que se produzca el incumplimiento del tomador con el efecto suspensivo de
la cobertura, que el banco se lo comunicó al cliente, ni tiene que efectuar ningún tipo de requerimiento o
comunicación, fehaciente o no, al tomador. No lo exige la Ley ni ninguna disposición reglamentaria (la
OMH de 22 de octubre de 1982 [RCL 1982, 3011] está derogada), y no lo exige la jurisprudencia (SS. 18
de junio de 1998 [RJ 1998, 5062] , 6 de junio de 2000 [ RJ 2000, 5095], 17 de enero de 2001, y 8 de junio
de 2006 [ RJ 2006, 2405]). En algunas Sentencias se hace referencia a la exigencia de un requerimiento o
comunicación. Así la de 14 de diciembre de 1985 (RJ 1985, 6441), respecto al régimen anterior a la LCS
(RCL 1980, 2295) , y la de 22 de julio de 2008 ( RJ 2008, 4491) (núm. 793) con referencia al art. 15,
párrafo segundo de la LCS, pero en ambos casos había una previsión contractual específica al respecto”.
Por tanto, podemos concluir, de acuerdo con la más reciente jurisprudencia de la Sala 1ª del TS,
que, salvo pacto en contrario, la devolución del recibo por falta de fondos del tomador, equivale
a la “culpa del tomador” a los efectos establecidos en el art. 15 de la LCS, y, en consecuencia, la
entidad aseguradora tendrá acción contra él, en el supuesto en el que suspendido el contrato
entre las partes por falta de pago de la prima siguiente (devolución del recibo bancario por falta
de fondos), indemnice al perjudicado por un siniestro ocurrido en ese periodo, cuya
responsabilidad recaiga en el asegurado.) 14 .
B) Inexistencia de pacto en contrario
El inciso segundo del art. 15.1 indica que “salvo pacto en contrario, si la prima no ha sido
pagada antes de que se produzca el siniestro, el asegurador quedará liberado de su
obligación”.
En nuestra opinión, el pacto en contrario en cuanto al cobro de las primas, no sólo exoneraría de
culpa al tomador del seguro, obligando a la entidad aseguradora a asumir el siniestro, sino que
impediría también que el asegurador pudiera, por tal motivo, resolver el contrato o exigir el
pago de la prima.
Es habitual encontrarnos en las pólizas con cláusulas que establecen cómo debe efectuarse el
pago de la primera prima o de las primas sucesivas. Si no se hiciese mención alguna al respecto,
debemos entender que la prima es exigible desde el momento en el que se ha perfeccionado el
contrato. Pero, cuando el siniestro ocurre en fechas próximas a tal perfección, la aseguradora
habrá de hacerse cargo del mismo, porque no hay tiempo material de pasar al cobro el recibo.
En la STS (Sala 1ª) de 10 de marzo de 2006 (RJ 2006/5712), se discute por la aseguradora y el
tomador del seguro si el pago pactado mediante la entrega de un cheque por parte de éste tiene
eficacia como tal en el momento de la entrega del cheque, que es cuando se perfecciona el
contrato o en el momento de la realización de los efectos mercantiles, que se materializan una
vez ocurrido el siniestro. Para el TS, lo querido por las partes fue que el pago de la prima se
entendiera producido desde el momento de concertar el seguro. Así, añade que “el art. 15 LCS,
bajo la expresión “salvo pacto en contrario”, claramente admite la posibilidad de que las partes
pacten el tiempo de pago de la prima, sin que obste que la fecha prevista para ello sea posterior
a la producción del siniestro”.
También en el caso de la SAP de Salamanca (Sección 1ª) de 28 de junio de 2004 (AC
2004/1349), se entrega como forma de pago un pagaré con vencimiento un mes y medio
después de la fecha de efecto del contrato. Al ocurrir el siniestro antes del citado mes y medio,
la aseguradora alegó que no se había pagado la primera prima, siendo desestimada la misma por
la Audiencia al considerar que había una aceptación por parte de la aseguradora de esa forma de
pago.
El pacto en contrario al que nos estamos refiriendo no sólo puede ser expreso, sino, como indica
Reglero 15 , también puede ser “tácito o derivado de actos concluyentes del asegurador”, como
cuando acepta parte del pago de la prima o el pago fraccionado o atiende siniestros del
14
No comparte esta opinión V. MORENO VELASCO, “Breves comentarios sobre la aplicación práctica
del artículo 15 de la Ley de Contrato de Seguro”, Diario La Ley, 16 de enero de 2009, nº 7094, al
entender que en la resolución de estos asuntos se deberá atender tanto a la culpa del tomador como a la
buena fe de la aseguradora que una vez comprobado el impago debe notificárselo al asegurado con objeto
de que éste, ante un error bancario o una falta de recepción del recibo, pueda hacer efectiva la prima.
Asimismo, en el caso de que se acredite una voluntad rebelde al pago la Compañía debe notificar
fehacientemente al asegurado la resolución de la póliza por impago (SAP de Almería, Sección 3.ª, núm.
50/07, de 19 de marzo de 2007 y AP de Girona, Sección 3.ª, núm. 714/2007, de 4 de diciembre)
15
L.F. REGLERO CAMPOS, Accidentes de Circulación…,op. cit. pág. 550.
asegurado. La STS (Sala 1ª) de 23 de enero de 1996 (RJ 1996/638), entiende que el tomador
no incurre en mora, puesto que las distintas coaseguradoras no se ponían de acuerdo respecto al
cobro de la prima, por lo que tácitamente venían consintiendo el retraso en el abono de la
misma.
IV. IMPAGO DE LAS PRIMAS SUCESIVAS
IV.1 Consideraciones generales
El art. 15.2 LCS regula las consecuencias del impago de las primas siguientes por parte del
tomador del seguro. Hablamos de primas siguientes, en la terminología de la LCS, primas
sucesivas o de cartera a las que se devengan en los contratos que prevén su prórroga automática,
salvo denuncia de cualquiera de las partes, en la segunda anualidad y siguientes.
Antes de entrar a analizar este segundo párrafo del art. 15 LCS, debemos hacer dos
consideraciones. La primera es que para que entren en juego las previsiones de este precepto es
necesario que el contrato prevea la prórroga automática del mismo y que ninguna de las partes
la haya denunciado en los términos previstos en el art. 22 LCS, que señala que las partes podrán
oponerse a la prórroga mediante una notificación escrita a la otra parte, efectuada dos meses
antes de la conclusión del contrato. Como se sabe, en la actualidad, la mayoría de los contratos
de seguro tienen cobertura anual y en ellos se suele pactar la prórroga automática de los
mismos.
El otro requisito para que entre en juego este párrafo, se refiere a que el supuesto de hecho no
debe tratarse de un seguro para una obra o un hecho determinado que tienen una duración
concreta, (como puede ser un viaje, la realización de una obra o de un transporte puntual). En
estos casos, sólo sería aplicable el art. 15.1, al no prorrogarse el contrato.
Con respecto a la oposición a la prórroga a la que nos referimos, como indica la SAP de
Navarra (Sección 1ª) de 1 de julio de 2004 (AC 2004/1735), no se exige que la notificación a
la aseguradora sea hecha de forma fehaciente que acredite su recepción, sino que “a criterio de
este Tribunal podría incluso ser relativizada, pues lo relevante es que la aseguradora conozca la
voluntad de oposición a la prórroga del asegurado, siendo indistinto el modo en que ha llegado a
conocimiento de la aseguradora la voluntad del asegurado”.
Naturalmente, si no se denuncia la prórroga del contrato en los términos indicados, el mismo se
prorroga automáticamente y la entidad aseguradora puede exigir la prima, tanto judicial como
extrajudicialmente. Así lo explica la SAP de Barcelona (Sección 19ª) de 29 de enero de 2004
(JUR 2004/53982), en un supuesto en el que la entidad Mapfre reclama judicialmente la prima
al entender que al no denunciar el contrato, se prorroga tácitamente.
Por otro lado, aunque el art. 15.2 LCS no lo indica expresamente, entendemos que el
asegurador, ante el impago por parte del tomador de las primas sucesivas, también tiene la
facultad, como prevé el art. 15.1 para el caso de impago de la prima única o primera prima, de
resolver el contrato, tal como ha señalado la jurisprudencia. Esta resolución, que se produciría
de forma automática pasados seis meses del vencimiento sin que hubiera pagado la prima
sucesiva, la podrá efectuar pasado el “mes de gracia”, pues durante éste, como veremos, el
contrato mantiene su eficacia. El TS ha hecho referencia a esta posibilidad de resolver el
contrato ante al impago de la prima sucesiva en la STS (Sala 1ª) de 8 de junio de 2006 (RJ
2006/2405), a la que nos referiremos después.
También puede el asegurador, en estos casos, reclamar la prima. Esta cuestión sí se prevé en el
segundo párrafo del art. 15 LCS; si bien, cuando el contrato está en suspenso, sólo podrá exigir
el pago de la prima del período en curso.
Así mismo y aunque en este párrafo que estamos analizando se omite cualquier referencia a la
culpa del tomador ante el impago de las primas sucesivas, cabe pensar, al igual que hemos visto
ante el impago de la primera prima, que para que se produzcan los efectos suspensivos que
prevé el art. 15.2, es necesario que el asegurador, (que es quien tiene la obligación de poner los
medios a su alcance para lograr el cobro de las primas) acredite que ha requerido de pago al
tomador del seguro y que el impago se ha producido por culpa de éste. De no ser así, el contrato
mantendría sus efectos, al menos, hasta la extinción ex lege, pasados seis meses desde su
vencimiento. En este sentido se pronuncia la STS (Sala 2ª) de 1 de diciembre de 1989 (RJ
1990/790), al indicar:
Como es bien sabido las consecuencias de la falta de la prima son distintas, según se
trata de la primera o de las siguientes porque en el primer caso, salvo pacto en contrario,
la ley permite al asegurador liberarse de su obligación, mientras en el segundo, sólo
puede suspender la cobertura del asegurador un mes después del día del vencimiento de
la prima quedando viva por consiguiente durante ese plazo, la obligación de cobertura,
debiendo en uno y otro caso acreditarse no sólo el incumplimiento de la obligación del
asegurado sino que el incumplimiento ha sido culposo (artículo 15 de la Ley de
Contrato de Seguro). De nada de ello hay constancia en la sentencia impugnada.
También las AAPP mantienen este criterio, como muestra la SAP de Teruel (Sección 1ª) de 21
de mayo de 2004 (JUR 2004/174171), al decir:
En este caso -impago de primas sucesivas- el asegurador sólo puede suspender la
cobertura del contrato un mes después del día del vencimiento de la prima, quedando
viva durante ese plazo, la obligación de cobertura y debiendo, en todo caso acreditarse,
no sólo el incumplimiento de la obligación de pago del asegurador sino que el mismo
ha sido por su culpa.
Una de las cuestiones que se plantean en torno a este asunto, es si puede aplicarse lo dispuesto
en el art. 15.2 LCS para los casos en los que se fracciona el pago de la prima. En otras palabras,
si hay una similitud entre las primas siguientes y las fraccionadas. Sin perjuicio de remitirnos al
apartado 1.4.2 del comentario del art. 14 LCS, en el que se trata este tema, diremos que son
conceptos distintos. El asegurador no puede beneficiarse de las previsiones del art. 15.2 para
tratar el fraccionamiento de la prima. Como indicamos en el citado apartado, la prima es única e
indivisibles y si se fracciona el pago de la primera prima, las siguientes fracciones seguirán
siendo primera prima, mientras que las primas sucesivas a las que se refiere el art. 15.2 LCS son
las correspondientes a los sucesivos períodos de cobertura, estén fraccionados o no.
IV.2 Situaciones derivadas del impago de las primas sucesivas
Apoyándonos en la SAP de Madrid (Sección 21ª) de 24 de enero de 2006 (JUR 2006/89896),
que refleja el criterio que en general mantiene la jurisprudencia sobre esta cuestión, vamos a
repasar con detenimiento las distintas situaciones que se derivan del impago de las primas
sucesivas, así como las actuaciones que deben llevar a cabo las partes contratantes y las
consecuencias que se producen cuando ocurre un siniestro después del vencimiento del contrato
sin que se haya pagado la prima siguiente. Nos referimos al llamado “mes de gracia”, a la
suspensión de efectos del contrato, que tiene lugar, una vez transcurrido el “mes de gracia”,
durante cinco meses más y la extinción ex lege del contrato, que se produce a los seis meses del
vencimiento sin que el asegurador haya cobrado la prima ni resuelto el contrato por impago de
la misma.
De una forma resumida, la STS (Sala 1ª) de 17 de octubre de 2008 (RJ 2008, 6916), establece
también las consecuencias derivadas del impago de la prima sucesiva:
“Este régimen, que aquí limitamos al impago de la "prima siguiente", consiste: a) la cobertura, pese al
impago, continúa durante un mes desde el vencimiento contado de fecha a fecha, comprendiéndose el
último día por entero (art. 5.1 CC (LEG 1889, 27) y S. 17 de noviembre de 2.000 (RJ 2000, 9344), núm.
1.080 ); b) se suspende la cobertura a partir del mes después del día del vencimiento (art. 15, párrafo
segundo, inciso primero LCS; SS. 19 de mayo de 1.990 (RJ 1990, 3741) y 9 de marzo de 1.996 (RJ 1996,
1938), entre otras; c) el asegurador, cuando el contrato está en suspenso, solo podrá exigir el pago de la
prima del periodo en curso (art. 15, párrafo segundo, inciso final LCS); d) el contrato se extingue "si el
asegurador no reclama el pago dentro de los seis meses siguientes al vencimiento de prima" (art. 15,
párrafo segundo, inciso segundo, LCS); y, e) si el contrato no se extinguió, la cobertura vuelve a tener
efecto a las veinticuatro horas del día en que el tomador pagó su prima (art. 15, párrafo tercero, LCS )".
A) Mes de gracia
Dice la citada SAP de Madrid (Sección 21ª) de 24 de enero de 2006 (JUR 2006/89896), que
en el supuesto de falta de pago de alguna de las siguientes primas a la primera, hay que
distinguir tres casos en función del período temporal en el que se produce el siniestro,
refiriéndose al primero de ellos, al “mes de gracia”, en los siguientes términos:
Durante el mes siguiente al día del vencimiento de la prima impagada, la relación
contractual continúa vigente y desplegando toda su eficacia igual que si la prima se
hubiera pagado. De producirse el siniestro en este mes, el asegurador está obligado a
indemnizar al asegurado el daño que se le ha producido (eficacia "inter partes") y a
responder, en el seguro de responsabilidad civil, frente al perjudicado que ejercite
contra él la acción indemnizatoria directa prevista en el artículo 76 de la Ley 50/1980,
de 8 de octubre, de Contrato de Seguro, y sin que en esta última hipótesis (eficacia
frente a tercero) tenga acción de repetición contra su asegurado.
El art. 15.2 en su primer inciso indica que en caso de impago de una de las primas siguientes,
“la cobertura del asegurador queda suspendida un mes después del día de su vencimiento”, lo
que se conoce como “mes de gracia”, que se concibe para que el asegurador haga las gestiones
necesarias para cobrar la prima siguiente a la primera. En este mes, el contrato tiene plena
eficacia, no sólo “inter partes” sino frente a terceros, no pudiendo el asegurador, como indica la
citada sentencia, repetir por este motivo contra su asegurado.
Por lo indicado, en caso de siniestro en este periodo, el asegurador debe hacerse cargo del
mismo y pagar las correspondientes indemnizaciones 16 . En el supuesto examinado en la STS
(Sala 1ª) de 5 de marzo de 2004 (RJ 2004/1813), en el que el siniestro ocurre al día siguiente
al vencimiento, por tanto, en el denominado “mes de gracia”, la entidad aseguradora que pagó la
correspondiente indemnización al tercero perjudicado pretende reclamar contra su asegurado
con el pretexto de que el contrato estaba en suspenso. El TS niega esta posibilidad al no estar
suspendida la cobertura por parte del asegurador:
El supuesto fáctico expresado encaja en la falta de pago de una prima sucesiva o
siguiente por contrato prorrogable regulado en el párrafo segundo del art. 15 LCS (RCL
1980, 2295) y especialmente por el artículo tercero del Condicionado General de la
Póliza (folio 167 de autos), de modo que, al tener lugar el evento constitutivo del riesgo
dentro del denominado plazo de gracia, no estaba suspendida la cobertura de la Póliza
(S. 9 marzo 1996 [RJ 1996, 1938]) y no queda liberado el asegurador de la obligación
de prestar dicha cobertura, careciendo de fundamento la pretensión de la parte
demandante de que el contrato quedó resuelto ex lege desde la fecha del vencimiento de
la prima.
16
Es pacífico en la doctrina y jurisprudencia la cobertura de este mes de “gracia”, pese al impago de la
prima sucesiva. J.C. VÁZQUEZ CUETO, La obligación de pago…, op. cit., pág. 243, indica que la
suspensión de la cobertura no tiene una eficacia inmediata al incumplimiento de la prima. Entra en juego
al mes del día de su vencimiento. Se prevé así, (…) un lapso temporal durante el que, pese al impago, los
efectos del contrato continúan tal cual, de modo que, acaecido el siniestro cubierto por el contrato durante
su transcurso, el asegurador estará obligado a indemnizar.
Así lo entienden también las AAPP. como muestra la SAP de Barcelona (Sección 14ª) de 10
de marzo de 2005 (JUR 2005/116189):
Por lo dicho en cuanto a la prueba es evidente que la aseguradora debió responder
frente al perjudicado y, ahora, frente al Consorcio porque al tener lugar el evento
constitutivo del riesgo dentro del denominado plazo de gracia, no estaba suspendida la
cobertura de la póliza (SSTS 1 de diciembre de 1989 [RJ 1990, 790] , 16 de mayo [RJ
1991, 3677] y 11 de julio [RJ 1991, 5779] de 9 de marzo de 1996 [RJ 1996, 1938] y 5
de marzo de 2004 [RJ 2004, 1813] ).
Hay que advertir que si cualquiera de las partes contratantes se opone a la prórroga del contrato,
en los términos del art. 22 LCS, se produce la extinción del mismo a su vencimiento, sin que se
pueda hablar en estos casos del “mes de gracia”. Por tanto, en estos supuestos no habrá
cobertura alguna a partir del vencimiento, siendo oponible esta excepción, no sólo “inter partes”
sino frente a terceros. Lo mismo hay que decir si el contrato no prevé prórroga alguna en su
condicionado, En la SAP de Cáceres (Sección 1ª) de 26 de febrero de 2004 (AC 2004/804),
pretendía Mapfre que se condenase a la aseguradora Azur, al ocurrir el siniestro en el mes
siguiente al vencimiento de la póliza suscrita por esta entidad. Sin embargo, tanto en primera
como en segunda instancia fue absuelta, al oponerse con dos meses de antelación a la prórroga
del citado contrato.
Si se concibe este “mes de gracia” como el período en el que la entidad aseguradora trata de
cobrar la prima, al haberse prorrogado el contrato, nos parece que si por culpa del tomador se
frustrara este cobro de la prima, no debería haber cobertura en este período o, al menos, se
debería suspender la misma con los mismos efectos que se prevén para los cinco meses
siguientes. De no ser así, en estos casos, con la prima calculada para una anualidad, se cubren
trece meses.
B) Suspensión de efectos del contrato
La primera cuestión que se plantea en torno a la suspensión de los efectos del contrato es si,
como parece deducirse del art. 15.2 LCS, ésta se produce de forma automática, al mes siguiente
de vencimiento, o se precisa el requerimiento previo de pago del asegurador al tomador del
seguro. Dicho de otra forma, si es necesario que el impago de las primas sucesivas sea por culpa
del tomador del seguro, para que se produzca la suspensión del contrato en los términos
indicados.
Como hemos señalado, a quien corresponde realizar las gestiones necesarias para la obtención
del pago de la prima, según se deduce de los artículos 14 y 15 de la LCS, es a la entidad
aseguraqdora. Por ello, será éste el que deberá acreditar que el impago de la prima ha sido por
culpa del tomador, por ejemplo, por devolución del recibo por parte del banco. Así, pensamos
que el presupuesto establecido al inicio del art. 15 LCS: “Si por culpa del tomador....”, debe
aplicarse tanto al primer como al segundo párrafo del citado artículo.
Por otro lado, si no se inician las referidas gestiones de cobro de la prima por parte del
asegurador, no se produce la suspensión aludida en el art. 15.2 LCS y, por tanto, la cobertura es
por toda la anualidad. La SAP de Murcia (Sección 2ª) de 9 de febrero de 2004 (JUR
2004/169744), aunque algo confusa, va más allá, al exigir, ante el impago de la prima sucesiva
en el plazo establecido, una declaración expresa de voluntad de la aseguradora denunciando la
demora:
El artículo 15.2 de la Ley de Contrato de Seguro establece que en caso de falta de pago
de una de las primas siguientes (distinta de la primera), la cobertura del asegurador
queda suspendida un mes después del día de su vencimiento, e interpretando tal
precepto dice la jurisprudencia que el hecho de dejar impagada una prima en el plazo
legalmente señalado, si no hay una expresa declaración de voluntad, no es por sí sólo
suficiente para exonerar a la entidad aseguradora de la responsabilidad que debe asumir
por causa del siniestro, pues ello supondría la subsistencia de un contrato de seguro sólo
en lo que favoreciera a una de las partes, puesto que sigue existiendo la obligación de
pagar la cuota si la demora en el pago de la prima no ha sido denunciada por la
aseguradora, resolviendo el vínculo creador de la cobertura, conservando así su derecho
al cobro de la prima impagada si dicha entidad no resolvió ni denunció el contrato.
Pensamos, pues, que el llamado “mes de gracia” tiene lugar para que la aseguradora haga las
gestiones necesarias para obtener el pago de la siguiente anualidad. Transcurrido este mes, si el
tomador no paga la prima y, según la jurisprudencia mayoritaria, la relación contractual no ha
sido resuelta por el asegurador, según el art. 1124 CC, queda suspendida la cobertura del
mismo.
Estando suspendido el contrato durante los cinco meses que van hasta su extinción ex lege, el
asegurador puede pedir el pago de la prima o resolver el contrato. Aunque el art. 15.2 LCS no
especifica esta última posibilidad, la misma ha sido reconocida con unanimidad por la
jurisprudencia y la doctrina. En una STS (Sala 1ª) de 8 de junio de 2006 (RJ 2006/2405), el
alto tribunal confirma su posición sobre la suspensión del contrato a partir del “mes de gracia” y
la posibilidad de la aseguradora de exigir el pago de prima o resolver el contrato, produciéndose
la resolución “es lege” del mismo a los seis meses del vencimiento en el supuesto de inactividad
del asegurador. La cuestión litigiosa de esta resolución se centra principalmente en la
determinación de si el contrato de seguro concertado entre el actor y la aseguradora demandada
tiene la naturaleza jurídica de un seguro de accidentes o de un seguro de vida con garantías
complementarias al riesgo principal de una invalidez permanente y absoluta, cuestión que
defendía el asegurado.
El TS, al igual que la sentencia de instancia, entiende que se trata de un seguro de vida con
garantías complementarias, siendo el riesgo asegurado, en caso de accidente, la determinación
de la situación de invalidez permanente y no el accidente en sí mismo. Comoquiera que el
asegurado sólo pagó la prima hasta la fecha del accidente y no hasta la declaración de la
situación de invalidez, que se produjo pasados dos años desde el accidente, estamos antes un
supuesto, según la sentencia, de impago de primas siguientes, en el que se ha producido la
resolución ex lege del contrato al haber transcurrido más de seis meses sin que se hubiese
pagado la prima siguiente.
Este plazo de seis meses en el que el asegurador puede pedir el pago de la prima, se interpreta
que es un plazo de caducidad. Por lo tanto, transcurrido el mismo, no se puede reclamar la
prima, ni judicial ni extrajudicialmente. Así lo entiende la SAP de Madrid (Sección 10ª) de 4
de mayo de 2000 (AC 2000/2357) o la SAP de Asturias (Sección 1ª) de 17 de febrero de
2003 (JUR 2003, 93881).
El art. 15.2 LCS señala que “el asegurador, cuando el contrato está en suspenso, sólo puede
exigir el pago de la prima del período en curso”. Al tratarse, en la mayoría de los casos, de
períodos anuales, debe interpretarse que puede exigir la prima por toda la anualidad siguiente.
Por lo tanto, el tomador del seguro pierde la parte de prima correspondiente al periodo en el que
el contrato está suspendido. Tal vez debería preverse la posibilidad de que en estos casos el
asegurador extorne la prima correspondiente al período en el que el contrato haya estado
suspendido.
Aunque el asegurador ejercite la acción de reclamación de la prima judicial o
extrajudicialmente, el contrato sigue suspendido. En caso de siniestro no dará cobertura, al
menos en las relaciones entre las partes, porque frente a terceros veremos que la cuestión es
distinta. Esto se deduce del último párrafo del art. 15 LCS, que establece que la cobertura
vuelve a tener efectos a las veinticuatro horas del día en que el tomador pagó la prima.
Efectivamente, los problemas que se suscitan, al igual que ocurría ante el impago de la primera
prima, son derivados de la ocurrencia de un siniestro en este período en el que el contrato está
en suspenso. Aunque el segundo párrafo del art. 15 LCS, tal como lo hacía el primero, no se
refiere a las consecuencias derivadas de la ocurrencia del siniestro en este período, debemos
entender, en principio, que son las mismas. Es decir, no estaría cubierto por la entidad
aseguradora si el impago de la prima sucesiva es imputable al tomador.
Ésta ha sido la solución dada por la jurisprudencia en las relaciones “inter partes”, entre el
asegurador y el tomador, asegurado y beneficiario. Así, salvo raras excepciones, como la SAP
de Murcia (Sección 2ª) de 9 de febrero de 2004 (JUR 2004/169744), en caso de siniestro en
este período de suspensión, la entidad aseguradora no cubrirá los daños ocasionados a su
asegurado. En la STS (Sala 1ª) de 28 de enero de 2005 (RJ 2005/115), en el que curiosamente
es una aseguradora la que repite contra el Consorcio de Compensación de Seguros, sosteniendo
que el siniestro en cuestión debió pagarlo esta entidad pública por tratarse de una inundación. El
CCS se opuso por no haber cobrado el recargo legalmente establecido, alegando que el contrato
estaba suspendido al ocurrir el siniestro pasado un mes del vencimiento de la póliza, cuestión
que fue estimada por el alto tribunal al considerar que esta suspensión tenía efectos por
imperativo legal entre las partes, en este caso, entre el asegurado y el Consorcio:
pues la aplicación directa del artículo 15 de la Ley 50/80, de 8 de octubre, conduce al
resultado establecido por la sentencia de instancia ya que tratándose de la falta de pago
de una de las primas siguientes a la primera, la cobertura del asegurador (en el caso, el
Consorcio) estaba suspendida, transcurrido un mes (como así había sucedido), desde el
día de su vencimiento), de manera, que mal podría asumirse el pago de un siniestro
acontecido, producida ya la suspensión por imperativo legal, sin que quepa argüir frente
a la llana interpretación del párrafo segundo del precepto citado, otra en la que se
mezcla lo dispuesto en el párrafo primero sobre la opción de derechos que tiene el
asegurador caso de impago de la primera prima, supuesto, además diferenciado de lo
previsto, como general, en el último inciso del mencionado párrafo.
Más recientemente, la Sala IV del TS ha tenido ocasión de pronunciarse sobre esta cuestión.
Así, en la STS (Sala IV), de 13 de abril de 2011 (JUR 2011\184517), en la que se plantea un
impago de prima sucesiva por culpa del empresario, tomador del seguro, en un contrato de
seguro colectivo de accidentes, la Sala hace suya la doctrina recogida en la STS (Sala 1ª) de 17
de octubre de 2008 (RJ 2008, 6916), en el sentido de liberar al asegurador cuando el impago
de la prima siguiente es imputable al tomador del seguro. La sentencia, que estima el recurso de
la entidad aseguradora, considera que:
“En el presente caso existen hechos probados que indican la voluntad del tomador de apartarse del
contrato de seguro, porque la prima del seguro debió abonarse en octubre de 2005 (el contrato se
renovaba el 4 de octubre) y en diciembre de 2005 la tomadora del seguro concertó una póliza similar con
otra aseguradora, acto que revela, conforme al artículo 1282 del Código Civil (LEG 1889, 27), que si no
atendió al pago de la prima fue porque pensaba rescindir el contrato y celebrar otro con diferente
aseguradora, pues no es lógico asegurar dos veces el mismo riesgo, ya que ello no deparará ningún
beneficio. Consecuentemente, como el siniestro ocurrió el 29 de noviembre de 1995, esto es cuando el
contrato estaba suspendido por haber pasado un mes desde el día en que debió abonarse la prima de la
póliza, procede liberar de responsabilidad a la aseguradora recurrente, como ha informado el Ministerio
Fiscal, máxime cuando, durante los seis meses siguientes al vencimiento de la prima la aseguradora no
intentó cobrarla, ni la tomadora del seguro pagarla, lo que dio lugar a la extinción del contrato de seguro,
conforme al artículo 15 de la Ley citada, en fecha muy anterior a aquella en la que el riesgo se actualizó
con la declaración de incapacidad permanente”.
La STSJ de Castilla y León, de 11 de julio de 2012 (JUR 2012\261696), en un supuesto de
impago de prima sucesiva, desestima el recurso de la aseguradora, por cuanto que la misma no
había realizado una conducta activa de reclamación del abono de la prima. Para la Sala, “el
impago de una prima, siguiente a la primera, no extingue por sí solo el efecto del contrato,
salvo que se pruebe que la falta de pago va acompañada de una manifestación inequívoca del
tomador de querer extinguir el contrato, lo que no aparece en los hechos probados al no
haberlo acreditado la entidad recurrente”.
Sin embargo, frente a terceros la cuestión es distinta. Desde hace tiempo, el Tribunal Supremo
ha mantenido la inoponibilidad al tercero del impago de la prima en las reclamaciones de daños
derivadas de siniestros ocurridos en este período en el que el contrato está en suspenso. Se
alega, en líneas generales, que la excepción por impago de la prima siguiente es de carácter
personal y por tanto, según el art. 76 LCS, inoponible al tercero perjudicado. Eso, sin perjuicio
del derecho de repetición del asegurador contra su asegurado. La STS (Sala 1ª de 5 de marzo
de 2005 (RJ 2004/1813), se refiere a esta cuestión en los términos indicados:
El art. 76 de la Ley de Contrato de seguro (RCL 1980, 2295) establece que «la acción
directa es inmune a las excepciones que puedan corresponder al asegurador contra el
asegurado». En el proceso penal se ejercitó una acción directa y la excepción de impago
de la prima sucesiva tiene carácter personal, no objetivo o general. Por consiguiente, el
impago de la prima y la hipotética suspensión de la cobertura de la póliza quedan fuera
del objeto del proceso penal al no ser oponibles frente al tercero perjudicado, tratándose
de un tema que afecta exclusivamente a la relación «inter partes» entre aseguradora y
tomador de seguro (y así lo tiene reconocido la propia Sala 2ª del Tribunal Supremo,
entre otras, en SS. 1 diciembre de 1989 [RJ 1990, 790] , y 16 mayo [RJ 1991, 3677] y
11 julio 1991 [ RJ 1991, 5779]), ventilable en el proceso civil.
Particularmente interesante sobre esta cuestión y sobre el derecho de repetición que tiene la
aseguradora contra su asegurado, en el caso de que pague el siniestro al tercero perjudicado en
este periodo de suspensión, es la STS (Sala 1ª) de 17 de octubre de 2008 (RJ 2008\6916). En
este caso, producido el siniestro en este periodo de suspensión de efectos del contrato por falta
de pago de la prima sucesiva por culpa del tomador, la entidad aseguradora pagó a los
perjudicados las indemnizaciones correspondientes. Una vez satisfecha la indemnización al
perjudicado, la entidad aseguradora repitió contra su asegurado, puesto que el contrato estaba en
suspenso pero no extinguido, reconociéndole la Sala ese derecho de repetición 17 .
En esta sentencia, en contra del criterio de la sentencia de instancia, el TS considera que existe
culpa del tomador en el impago de la prima sucesiva, puesto mantuvo durante un tiempo (35
días) sin fondos la cuenta en donde tenía domiciliado el seguro, y fue solo cuando se produjo el
accidente cuando pagó la prima y comunicó el siniestro. Esta actuación, dice la sentencia, no
puede estar amparado por la buena fe.
La mayoría de las AAPP han seguido esta doctrina del TS sobre la inoponibilidad de esta
excepción al tercero perjudicado. La SAP de Madrid (Sección 21ª) de 24 de enero de 2006
(JUR 2006/89896), que analiza un siniestro de responsabilidad civil, distingue, por un lado, la
relaciones “inter partes” en el supuesto de que el asegurado haya indemnizado al tercero y, por
otro, cuando quien reclama es el tercero. También se refiere a la unanimidad de la doctrina
sobre el derecho de repetición que le asiste al asegurador frente a su asegurado, pese a no
recogerse expresamente tal posibilidad en el art. 76 LCS:
1. Inter partes: El asegurado, responsable civil que hubiera indemnizado al tercer
perjudicado, carecerá de la acción indemnizatoria frente a su asegurador (que, en
principio, se le reconoce en los arts. 1, 19 y 73 de la Ley de Contrato de Seguro), ya que
la obligación indemnizatoria de éste estaba en suspenso cuando se produjo el siniestro a
causa del impago de la prima por el tomador del seguro.
2. Frente al tercer perjudicado: Después de indicarse en el artículo 76 de la Ley
50/1980, de 8 de octubre, de Contrato de Seguro que el perjudicado tiene acción directa
17
Comenta esta sentencia en profundidad. A. GONZÁLEZ ESTÉVEZ, “Sobre la suspensión de cobertura
ante el impago de primas sucesivas y el derecho de repetición de la entidad aseguradora”, Revista de
Responsabilidad Civil, Circulación y Seguro, nº 2, año 44, febrero 2008, pág. 16 y ss.
contra el asegurador para exigir el cumplimiento de la obligación de indemnizar, añade
que: "La acción directa es inmune a las excepciones que puedan corresponder al
asegurador contra el asegurado". De ahí que frente al ejercicio de la acción directa
indemnizatoria por el tercer perjudicado, no puede el asegurador oponer la excepción de
impago de la prima por el tomador del seguro, ya que la acción directa del tercer
perjudicado es inmune a esta excepción que le corresponde al asegurador contra el
asegurado. Y ello porque la excepción de impago de la prima por el asegurador es una
excepción de carácter personal que sólo da lugar a la suspensión de la cobertura del
riesgo "inter partes", es decir, frente al asegurado, pero no frente al tercer perjudicado.
Si bien en este caso el asegurador tendrá la acción de repetición contra su asegurado
para recobrar la cantidad que hubiere pagado al tercer perjudicado (Aunque el artículo
76 de la Ley de Contrato de Seguro sólo prevé la acción de repetición del asegurador
contra su asegurado cuando el daño o el perjuicio causado al tercer perjudicado sea
debido a conducta dolosa del asegurado, es opinión doctrinal unánime la procedencia de
esa acción de repetición, del asegurador contra el asegurado, cuando el asegurador se
haya visto obligado a pagar la indemnización al tercer perjudicado ante la imposibilidad
de oponer frente a éste, que ejercita contra él la acción directa, alguna excepción que,
por el contrario, sí hubiera podido oponer frente al asegurado, como sería la de impago
de la prima).
En la misma línea, haciendo referencia a otras sentencias de las AAPP, se pronuncia la SAP de
Cuenca (Sección 1ª) de 23 de marzo de 2005 (JUR 2005/89306), al referirse al art. 15.2 de
este modo:
Este precepto, conforme repetidamente han venido proclamando las diferentes
Audiencias Provinciales del Estado (por todas SAP de Córdoba de 16/05/2003 [JUR
2003, 152084] , SAP de Zaragoza 27/07/2001 [JUR 2001, 262338] , SAP de Madrid de
28/06/2001 [JUR 2001, 252864] , SAP de Sevilla 2/10/2000, SAP de Jaén 14/10/2000),
debe interpretarse en el sentido de que el impago de la primera prima genera un efecto
suspensivo inmediato (no así el de las primas siguientes que sólo quedan suspendidas
un mes después de su vencimiento), pero no un efecto extintivo del contrato; en tal
supuesto, la aseguradora puede optar entre resolver el vínculo o exigir el abono de la
prima, pero mientras no ejercite la facultad de resolución (y es evidente que aquí no lo
hizo la compañía aseguradora, al menos con anterioridad a la producción del siniestro),
el contrato subsiste; quedando obligada la aseguradora a indemnizar al tercero
perjudicado, a quien no se puede oponer la excepción personal de falta de pago de la
prima, sin perjuicio de la facultad de repetición frente al asegurado por causas derivadas
del contrato de seguro. Y ello por cuanto la suspensión de la cobertura que establece el
artículo 15 de la Ley de Contrato de Seguro (RCL 1980, 2295) se produce en las
relaciones entre asegurador y asegurado hasta que tenga lugar la resolución o extinción
legal del contrato o la consecuencia rehabilitadota que prevé el párrafo último de dicho
precepto.
La cuestión que ahora debemos plantearnos es si la aseguradora puede, de alguna forma,
liberarse frente al tercero perjudicado cuando el contrato está suspendido por impago de prima
sucesiva. Tanto la doctrina 18 como la jurisprudencia han mantenido que en los casos en los que
el asegurador haya resuelto el contrato mediante una comunicación a su asegurado en tal
sentido, podrá oponer frente a todos que el contrato está extinguido por falta de pago de prima
sucesiva desde la fecha de la comunicación 19 . Pensamos que, en todo caso, debe quedar
acreditada la comunicación del asegurador al tomador del seguro de poner fin a la relación
contractual por esta circunstancia, no bastando meros escritos reclamándole la prima y
advirtiéndole de las consecuencias del impago. En este caso, al haberse resuelto el contrato,
estaríamos hablando de inexistencia del mismo, siendo una excepción de carácter objetivo y no
18
L.F. REGLERO CAMPOS, Accidentes de Circulación…, op. cit. pág. 563.
J.C. VÁZQUEZ CUETO, La obligación de pago…, op. cit., pág. 268, sostiene que la resolución se
sitúa dentro del catálogo de medidas a adoptar por el acreedor insatisfecho, justamente enfrente, en cuanto
opuesta en su significado y efectos, a la reclamación judicial de la prima.
19
personal, que sería oponible al tercero (STS (Sala 1ª) de 25 de noviembre de 2004 (RJ
2004/7558)).
Algunas de las sentencias que hemos citado se refieren a esta posibilidad de resolución del
contrato y de ellas se puede deducir que, ejercitada esta facultad, el asegurador queda liberado
de responder frente a cualquiera que reclame, al no existir vínculo alguno con su asegurado a
partir de la comunicación de la resolución. Tal posibilidad es reconocida por la SAP de
Barcelona (Sección 14ª) de 10 de marzo de 2005 (JUR 2005/116189):
En tal supuesto, el asegurador puede optar entre resolver el vínculo o exigir el abono de
la prima pero mientras no ejercite la facultad de resolución, o no transcurra el plazo de
seis meses desde el impago de la prima, el contrato subsiste. En tal situación el
asegurador queda obligado a indemnizar al tercero perjudicado.
C) Extinción ex lege del contrato
Si, como acabamos de decir, ante el impago de la prima sucesiva no se produce la resolución
por parte de la aseguradora, el art. 15.2 prevé la resolución ex lege del mismo, si el asegurador
no reclama el pago de la prima en los seis meses siguientes al vencimiento.
La STS (Sala 1ª) de 8 de junio de 2006 (RJ 2006/2405), alude a esta cuestión en los siguientes
términos:
(...) el artículo 15.2 menciona la facultad del asegurador de reclamar el pago de la prima
dentro de los seis meses siguientes a su vencimiento y si no lo hace, se entiende que el
contrato queda extinguido, lo cual supone que, cuando están suspendidos los efectos de
la cobertura según dicho precepto, el asegurador tiene la opción de pedir el pago de la
prima o bien de resolver el contrato, y, en su consecuencia, se produce una resolución
«ex lege» en el supuesto de inactividad por parte del asegurador, como ha ocurrido en
este caso.
También menciona esta posibilidad la SAP de Madrid (Sección 21ª) de 24 de enero de 2006
(JUR 2006/89896), refiriéndose a la no cobertura de los siniestros ocurridos pasados los seis
meses desde el vencimiento:
Transcurridos los seis meses siguientes al día del vencimiento de la prima impagada
sin haber reclamado su abono el asegurador, la relación contractual queda extinguida
"ipso iure" y de forma automática sin que tenga que ser resuelta por las partes
contratantes. De producirse el siniestro después de transcurridos estos seis meses, no
estará obligado el asegurador a indemnizar al asegurado el daño que se le ha
producido (eficacia "inter partes"), ni responde, en el seguro de responsabilidad civil,
frente al perjudicado que ejercite contra él la acción indemnizatoria directa prevista
en el artículo 76 de la Ley 50/1980, de 8 de octubre, de Contrato de Seguro.
No faltan algunas sentencias aisladas que, posiblemente, en un exceso de protección al tercero,
extienden la cobertura más allá de los seis meses desde el vencimiento sin que el asegurador
haya cobrado la prima ni resuelto el contrato. Aunque, como acabamos de ver, este no parece
ser el criterio del TS, la STS (Sala 1ª) de 8 de junio de 2002 (RJ 2002/5217), resulta
particularmente interesante sobre este extremo, al extender los efectos del contrato más allá de
los seis meses desde el vencimiento sin que se hubiese pagado la prima. La razón por la que lo
hace es porque tal impago se ha producido por culpa de la aseguradora, que no ha pasado al
cobro el recibo en el domicilio del tomador, tal como estaba previsto en la póliza.
En los párrafos anteriores hemos defendido que también es necesario la culpa del tomador para
que entre en juego la suspensión a la que se refiere el art. 15.2 LCS, aunque, también hemos
sostenido, según la literalidad de este párrafo y la interpretación que la jurisprudencia ha hecho
del mismo, que, en todo caso, pasados seis meses desde el vencimiento, sin que la aseguradora
haya reclamado la prima ni resuelto el contrato, éste se extingue automáticamente.
Esta sentencia, tal vez, no sin cierta razón, señala que no hay motivo alguno para no aplicar el
mismo criterio que en el párrafo 1º del art. 15 LCS. Por tanto, si el impago de la prima sucesiva
no es imputable al tomador del seguro y no ha habido voluntad de las partes de oponerse a la
prórroga del contrato, éste se extiende por el mismo período que la anterior anualidad y la
aseguradora debe responder más allá de los seis meses. Así lo indica la citada resolución:
Por otra parte esta Sala entiende que no hay motivo alguno para establecer distinto
criterio para el supuesto de que el retraso en el pago de la primas, según se refiera a la
prima inicial o a las siguientes, cuando en este último caso aparezca clara la voluntad de
las partes de prorrogar el contrato de seguro, manifestada generalmente por la falta de
denuncia del mismo o por los hechos coetáneos o posteriores que se tuvieron en cuenta
por el Tribunal de instancia para la fijación de este hecho y en atención a esta
circunstancia de la pervivencia del contrato, y aunque los párrafos primero y segundo
del art. 15 de la Ley de Contrato de Seguro está haciendo relación a supuestos distintos,
los dos, se refieran al impago de la prima, en el supuesto de autos, como se ha
establecido contractualmente, la misma ha de ser satisfecha en el domicilio del tomador
es, por lo que corresponde a la aseguradora, la obligación de presentar al cobro el recibo
de la misma en el lugar indicado, por lo que habiendo incumplido esa obligación no
puede entender extinguido el seguro si el siniestro ocurre en plazo correspondiente al
período de tiempo cubierto con esa prima. Como por otra parte se ha puesto de
manifiesto por la doctrina de esta Sala en la sentencia 22-11-1985, (RJ 1985, 5631) que
condenó a la aseguradora a pagar la indemnización, aun a pesar de la falta de pago de la
prima, cuando esta falta ha sido debida a culpa de la aseguradora, por no presentar
recibo para su pago a pesar de haber sido requerida para ello, en el mismo sentido la
sentencia de 30-6-1990 (RJ 1990, 4949) que señala que no se trata de que sin abonar la
prima se tenga que pagar el riesgo, sino que dicho pago deviene del incumplimiento de
una obligación que incumbía a la aseguradora, o la de 22-6-1992 (RJ 1992, 5463) que
recoge el criterio de otra sentencia anterior, la de 28-6-1989 (RJ 1989, 4791) y sostiene
que no debía proyectarse sobre este contrato de seguro la pura exigencia de otros
contratos, en la idea de que incumplida la prestación por una parte -el asegurado en
cuanto al pago de la prima- tenga que automáticamente darse por resuelta o no vigente
la póliza, y aunque hay sentencias como la de 18 de junio de 1998 (RJ 1998, 5062) y la
de 6 de junio de 2000 (RJ 2000, 5095), en las que se libera de su obligación de pago a
la Compañía aseguradora, se refieren a supuestos distintos en el que imputan el
incumplimiento del pago de la prima a los tomadores del seguro.
Pensamos que, pese a la buena argumentación de la sentencia, no es éste el sentido que se le
debe dar al art. 15.2 LCS. Según esta teoría, el contrato estaría en vigor siempre, y éste no
parece ser el propósito de este párrafo, que más bien pretende dar por finalizada una situación
en la que se ha presentado una importante irregularidad, como el impago de la prima siguiente.
Una cosa es que sus efectos se puedan extender más allá de su vencimiento o que no se puedan
oponer la excepción del impago de la prima al tercero en los cinco meses a los que nos hemos
referido y otra es que la inactividad de las partes dé lugar a su vigencia “sine die” 20 . Cabría
pensar que éste es el contrapunto al mes de gracia. Pues, mientras que el mes de gracia beneficia
claramente al asegurado, la extinción ex lege, sobre todo cuando no haya actividad alguna por
parte de la aseguradora, beneficia a ésta.
20
Para J.C. VÁZQUEZ CUETO, La obligación de pago…, op. cit., pág. 263, la contundencia de la
formulación legal (…) tiende a impedir la perpetuación de una situación de inseguridad jurídica que, a lo
peor, únicamente genera para el tomador consecuencias perjudiciales, en cuanto el vencimiento de las
primas periódicas puede sucederse inevitablemente sin obtener a cambio la cobertura de los riesgos
descritos en el contrato.
V. EL FRACCIONAMIENTO DE LAS PRIMAS: CONSECUENCIAS DEL
IMPAGO DE ALGUNA FRACCIÓN
Nos encontramos ante una de las cuestiones más controvertidas en la práctica aseguradora,
porque resulta muy frecuente que las entidades, en aras a facilitar el pago de la prima, ofrezcan
a los asegurados la posibilidad de su fraccionamiento. En no pocas ocasiones, estos, una vez
pagada la primera fracción, incumplen alguna o algunas de las siguientes.
En estos casos, entendemos que el asegurador debe asumir su cobertura por el tiempo convenido
en el contrato, al margen de que el tomador, una vez pagada la primera fracción, incumpla las
siguientes. Eso no puede dar lugar a la extinción o suspensión del contrato.
Nada dice la LCS sobre este carácter único e indivisible de la prima, por lo que ha sido la
doctrina y la jurisprudencia mayoritaria –pues, como veremos, hay una corriente de
jurisprudencia de AAPP que no lo entienden así -, las que se han encargado de justificar estas
características.
La única referencia sobre el fraccionamiento del pago de la prima la encontramos en el
Anteproyecto de Ley de Contrato de Seguro de 30 de junio de 2011. En el párrafo 3º de su
artículo 16, que lleva por título “Consecuencia de la falta de pago de la prima”, indica: “En caso
de fraccionamiento del pago de la prima, el asegurador podrá deducir de la indemnización el
importe de las fracciones pendientes de pago”.
Por lo tanto, además de pretender regular por primera vez esta cuestión, de esta redacción podría
interpretarse que la cobertura del seguro es por el tiempo pactado y que el asegurador, en los
casos de impago de alguna de las siguientes fracciones a la primera, no solo debe asumir las
consecuencias de los siniestros de responsabilidad civil, sino también los siniestros de daños, en
los que la relación jurídica se establece solo entre asegurador y asegurado. De ahí, en este caso,
la mención a que el asegurador podrá deducir de la indemnización –suponemos que al
asegurado- el importe de las fracciones pendientes de pago.
Esta regulación, de mantenerse en la futura Ley de Contrato de Seguro, avalaría la tesis de la
indivisibilidad de la prima, que defendemos en este trabajo.
Para Garrigues 21 la indivisibilidad significa que la prima se paga por entero al comienzo de cada
periodo del seguro y que no puede ser reducida ni devuelta, si el riesgo ha comenzado a correr,
aunque el contrato se extinga en el curso de aquel periodo. El fundamento de esta regla no está
tanto en la equidad ni en la individualización del riesgo como en las exigencias técnicas de la
explotación del seguro. Es decir, en el hecho de que las observaciones estadísticas de los
siniestros que sirven de guía para las tarifas de las primas se refieren habitualmente a periodos
anuales. Pensemos que la prima fijada por el asegurador se ha calculado con referencia a un
periodo de tiempo determinado y, precisamente, a la totalidad del mismo; es decir, a la
probabilidad de siniestro en cualquier momento de dicho periodo.
Así lo expresaba el antiguo art. 388 Cco., al establecer que, por el cobro de la prima, pagada
anticipadamente, el asegurador la hará suya, cualquiera que sea la duración del seguro. El hecho
de que la LCS no haga referencia alguna a esta cuestión, no quiere decir que el texto anterior no
sirva como elemento interpretativo de primer orden, en línea con lo dispuesto en el CC sobre el
valor de los antecedentes históricos y legislativos cuando se trata de la aplicación y eficacia de
las normas jurídicas.
La SAP de Madrid (Sección 10ª) de 4 de mayo de 2000 (AC 2000/2357), explica de una
forma clara este principio al que nos estamos refiriendo en los siguientes términos:
21
Vid. J. GARRIGUES, El Contrato de.., op. cit. pág. 104.
En todo contrato de seguro, dentro de la estructura derivada de relación negocial la
principal obligación recayente sobre el tomador representada por el pago de la prima
adquiere la cualidad de presupuesto para que se produzca la eficacia del contrato
respecto de la prestación asumida por el asegurador; esto es, desde la perspectiva legal,
el pago de la primera -o, en su caso, única- prima es un «prius» para que el asegurador
resulte obligado a la realización de su obligación de cobertura si se produce el siniestro.
A su vez, junto al requisito de su «anticipación» que acabamos de examinar, se predica
asimismo su carácter indivisible, con un doble fundamento, técnico y jurídico. En la
generalidad de los supuestos nos hallaremos ante primas denominadas periódicas que
representan el valor actual del riesgo por períodos de tiempo renovables, cada uno de
los en que se divide la duración del contrato. En ella se establece insoslayablemente la
unidad de tiempo, y esto, dada la relación que existe entre el riesgo asegurado y la
prima, debe corresponder a la unidad de tiempo adoptada para determinar el valor del
riesgo, la cual tanto por lo general como en el caso de litis, suele coincidir con el año.
La unidad temporal del riesgo es necesariamente indivisible, por ello, aunque sólo haya
transcurrido una parte del mismo: como la realización del riesgo ha podido y puede
sobrevenir en cualquier momento, de suerte que la prima es igualmente indivisible por
el mismo período adoptado como unidad de tiempo. El principio de la unidad de tiempo
e indivisibilidad del riesgo, y su consecuencia la indivisibilidad de la prima no pierde su
identidad en ninguna de las modalidades que puede revestir el pago del precio o prima
del seguro.
De ahí que no se opongan a este principio ni los contratos de duración plurianual, como los de
duración inferior al año, pues en estos casos o bien el riesgo y la prima se periodifican
anualmente o existe una reducción del riesgo perfectamente determinada, lo cual conlleva una
correlativa reducción de la prima, proporcional o no a la reducción del período.
Desde un punto de vista jurídico ha de repararse en que conforme al artículo 1256 del Código
Civil la validez y el cumplimiento de los contratos no pueden dejarse al arbitrio de uno de los
contratantes. En consecuencia, si en el contrato se establece una prima determinada, el tomador
es deudor de la prima aun cuando se haya fraccionado el pago. En efecto, la indivisibilidad
jurídica de la prima no impide en absoluto que las partes, en beneficio del tomador, puedan
pactar el fraccionamiento de su pago dividiendo la anualidad (coincida o no con la natural) de
duración de la póliza en subperíodos inferiores, como en el caso de litis, en que se convinieron
cuatro períodos trimestrales, para abonarse al inicio de la anualidad una cuarta parte del importe
total de la prima única e indivisible; abonarse al comenzar el segundo trimestre otra cuarta parte,
abonarse al comenzar el tercer trimestre otra cuarta parte, y desembolsar la última cuarta parte al
inicio del último trimestre.
Este principio de indivisibilidad de la prima 22 ya se recogía por el artículo 388 del Código de
Comercio al disponer que «la prima del seguro se pagará anticipadamente, y por el seguro», y el
artículo 756 disponía que los aseguradores la harán suya siempre que hubiera empezado a correr
el riesgo 23 .
22
Así lo entiende V. MORENO VELASCO, “Breves comentarios…, op. cit., sobre la base de la
indivisibilidad de la prima el cómputo debe de realizarse desde el devengo de la última de las fracciones,
de forma que no puede considerarse impagada la prima hasta el vencimiento del último pago fraccionado
o plazo establecido, no produciéndose una segmentación del periodo anual de cobertura en relación a los
pagos fraccionados pactados.
23
Lo mismo sostiene V. MAGRO SERVET, “Consecuencias civiles en el impago de la primera prima o
sucesivas de la póliza de seguro en los juicios penales por accidente de tráfico. ¿tiene cobertura por la
aseguradora el conductor?”, La Ley Penal, N.º 59, Abril 2009, al indicar que, establecido el pago
fraccionado de la prima, ésta debe considerarse vencida al vencimiento de la última de las fracciones en
que se ha dividido su pago, en este caso, al término de la anualidad, de modo que si se produce el impago
de uno de los trimestres fraccionados no puede considerarse como impago de la prima.
Nuestro alto tribunal ha matizado este carácter indivisible de la prima en la mencionada STS
(Sala 1ª) de 16 de septiembre de 2004 (RJ 2004/5477), en el siguiente sentido:
“La obligación del pago de la prima puede ser de una sola vez, en los supuestos de
prima única, o en forma periódica, cuando la duración del contrato comprende varios
períodos (artículo 22).- La prima única o periódica puede ser pagada a plazos. Esta
posibilidad va en apariencia contra el principio de la indivisibilidad de la prima. Sin
embargo, esto no es así, pues las partes pueden convenir en el pago a plazos de la prima
que se estima única. Los términos convenidos asumen relevancia únicamente como una
modalidad accesoria de la prestación, ya que no afectan a la modalidad de la obligación,
sino a su cumplimiento. La prestación sigue siendo única con relación al período del
seguro, aun cuando la ejecución de la misma se efectúe a plazos que se pagan por el
tomador”
Más recientemente, la STS (Sala 1ª) de 22 de octubre de 2008 (RJ 2008\5785), aunque alude
de forma tangencial a este problema, señala que la posibilidad de que la prima única o
periódica pueda ser pagada a plazos, va en apariencia en contra de la indivisibilidad de la
prima. “Sin embargo, esto no es así, pues las partes pueden convenir en el pago a plazos de la
prima que se estima única. Los términos convenidos asumen relevancia únicamente como una
modalidad accesoria de la prestación, ya que no afecta a la modalidad de la obligación, sino a
su cumplimiento. La prestación sigue siendo única con relación al periodo del seguro, aun
cuando la ejecución de la misma se efectúe a plazos que se pagan por el tomador”.
Vemos que el TS proclama este carácter único e indivisible de la prima, sin perjuicio de que las
partes pueden prevenir su fraccionamiento, siendo esto una modalidad accesoria a la prestación.
Según esta interpretación, entendemos que si se incumple una de las fracciones siguientes a la
primera, el asegurador no podría rescindir el contrato hasta que no transcurra, en su caso, la
anualidad prevista en el mismo ni aplicar a este incumplimiento el régimen el impago de las
primas sucesivas previsto en el art. 15.2 LCS.
En base a esta hipótesis, la compañía aseguradora se obliga, en efecto, a una cobertura anual
indivisible. Es decir, no susceptible de aprovechamiento separado, en períodos distintos de un
año, por parte del asegurado. A cambio, el tomador del seguro se obliga a satisfacer una prima
que se configura como anual, aunque sea posible que el pago de su importe se haga en plazos
trimestrales. Cada uno de estos plazos no retribuye una cobertura trimestral prestada por el
asegurador, sino que representa, simplemente, una facilidad de pago concedida por éste. En
consecuencia, el fraccionamiento de los pagos no afecta al período del seguro, a su duración
técnica, que continúa siendo anual, porque éste se presume que ha sido el período contemplado
por la compañía aseguradora para efectuar las operaciones actuariales que posibilitan el cálculo
de la prima. Esta forma de entender la naturaleza de las prestaciones periódicas de pago
aplazado de la prima ha sido aceptada por el Tribunal Supremo en la STS (Sala 2ª) de 22 de
marzo de 1991 (RJ 1991/2354), al señalar que “no pugna con la unidad del contrato en su
duración el hecho de que la prima, por comodidad o facilidad de pago, se dividiera en períodos
trimestrales” y que puede establecerse una clara distinción entre “prima anual, que se
corresponde a la duración convenida, y pago por trimestres”.
En cuanto a las consecuencias del impago de alguno de los plazos en que se ha dividido la
prima anual, la anterior alternativa de interpretación implica la imposibilidad de que el
asegurador pueda beneficiarse de la previsión contenida en el art. 15.2 LCS, pues si se fracciona
el pago, las diferentes fracciones, seguirán siendo primera prima. Por el contrario, las primas
sucesivas a las que se refiere este artículo son las correspondientes a los sucesivos periodos
cubiertos, estén fraccionados o no 24 .
24
Así lo indica REGLERO CAMPOS, Accidentes de Circulación…, op. cit. pág. 568.
Del mismo modo y desde otro punto de vista, por ese carácter único e indivisible de la prima,
tampoco puede devolver el asegurador parte de la prima no consumida por cuestiones tales
como cesación del riesgo, enajenación de la cosa asegurada, declaración de nulidad del seguro
por mala fe del tomador o asegurado, etc.
En este sentido, la STS (Sala 3ª) de 4 de marzo de 2002 (RJ 2002/2612) trata un supuesto en
el que la entidad aseguradora incluía una cláusula en la póliza que preveía la posibilidad de que
ésta pudiera rescindir el contrato con devolución de la prima no consumida tras la declaración
de un siniestro. La Dirección General de Seguros le requirió a suprimir en el artículo 8 de la
póliza «Multirriesgo del Hogar», la facultad rescisoria posterior a la declaración de siniestro.
La Sala de lo Contencioso Administrativo del TSJ de Madrid desestimó el recurso de la
aseguradora contra la citada resolución razonando que la expresada cláusula, en los términos en
que aparece redactada, vulnera normas imperativas de la LCS, colocando al asegurado en una
situación de indefensión. Además, resulta abusiva, ya que causa, en detrimento del consumidor,
un desequilibrio importante en los derechos y obligaciones que para las partes se derivan del
contrato, al implicar para las partes una ejecución de éste significativamente diferente de aquélla
que el consumidor podría legítimamente esperar.
Ante el recurso de casación, el TS recalca este carácter de indivisibilidad de la prima en el
fundamento de derecho octavo:
En el tercer apartado en que el motivo que examinamos se subdivide, se aduce por la
recurrente la infracción del principio general de indivisibilidad de la prima. Sin embargo
la mención que en la sentencia de instancia se hace en su Fundamento Jurídico Octavo a
la prima como única e indivisible por su total duración (la del contrato), evidentemente
no se alza en «ratio decidendi» de la sentencia, para declarar la conformidad o no a
derecho de las actuaciones administrativas recurridas. La sentencia, en relación con ese
extremo concreto se limita a declarar que (la cláusula de referencia) «es un instrumento
que se autoconcede (el asegurador) para resolver el contrato antes de llegar al término
por el que se convino y por el que se percibe la prima como única e indivisible por su
total duración», y si puesto que ello es así, no sirven para fundamentar el recurso de
casación, ni por consiguiente, en su caso, para casar la sentencia, los razonamientos que
se aducen en el recurso en este aspecto, que ni desvirtúan la declaración de la sentencia
ni esta tuvo en cuenta ese carácter único e indivisible de la prima, como determinante de
la nulidad de la cláusula.
En un caso similar, en el que el tomador pretende que se le extorne parte de la prima abonada a
la compañía aseguradora, la STS (Sala 1ª) de 23 de julio de 1998 (RJ 1996/5897), ha reiterado
este carácter indivisible de la prima al indicar:
“por el carácter indivisible de la prima única satisfecha, que significa, que una vez
pagada, el asegurador la hace suya íntegramente aunque por cualquier causa cese la
cobertura del seguro y el contrato no pueda continuar produciendo sus efectos, sin
necesidad por ende de devolver parte proporcional alguna, obligación ésta que tampoco
impone la Ley 50/1980, de 8 octubre, de Contrato de Seguro, que sólo prevé en su
artículo 13 la reducción del importe de la prima, precisamente para una vez finalizado el
período en curso cubierto por la ya abonada, hablando por ello de prima futura”.
No obstante lo anterior, existe una corriente jurisprudencial que han asimilado la segunda y
siguientes fracciones de la primera prima a las primas sucesivas. En consecuencia, han aplicado
el régimen del art. 15.2 LCS a estos supuestos.
Aunque, como he indicado al comienzo de este epígrafe, no es ésta la doctrina que podemos
extraer del TS, -sobre todo tras la mencionada STS (Sala 1ª) de 16 de septiembre de 2004 (RJ
2004/5477)- lo cierto es que los defensores de esta corriente basan su argumentación, no sólo en
los criterios seguidos por ciertas Audiencias Provinciales, sino también en alguna sentencia del
alto tribunal que parece que mantiene esta segunda hipótesis.
Entre estas sentencias, se encuentra la STS (Sala 1ª) de 9 de marzo de 1996 (RJ 1996/1938),
que aplica las consecuencias previstas en el art. 15.2 LCS ante un incumplimiento de pago de
primas fraccionadas, entendiendo que, pasado el mes de gracia sin que el tomador pagase la
siguiente fracción, el contrato queda en suspenso. Aunque, en nuestra opinión, esta aplicación
del art. 15.2 a este supuesto está basado en que esto era lo pactado en las condiciones generales
por las partes.
Otra sentencia del TS que parece que también aplica este criterio, es la STS (Sala 1ª) de 13 de
julio de 2002 (RJ 2002/5910), si bien, como indicaré en el siguiente apartado cuando trate el
tema, entiendo que esta resolución está basada en un supuesto de primas fraccionarias, cuyos
efectos, en caso de impago son distintos a los de las primas fraccionadas, pues distinta es
también su naturaleza jurídica.
Como decía, son las AAPP las que justifican esta segunda hipótesis a la que nos estamos
refiriendo. Así, la SAP de Navarra (Secc. 1ª) de 11 de octubre de 2001 (AC 2002/485),
indica:
“En definitiva, y aun no contemplado expresamente en el citado artículo el efecto del
fraccionamiento del pago de las primas, estimamos que el impago de uno de los recibos
correspondientes a la prima fraccionada, satisfecho el primero de ellos, hallándose ya en
curso la atendibilidad y cobertura del seguro, debe ser asimilado en sus consecuencias a
la regulación del impago de las primas sucesivas, y no del impago de una primera prima
que hubiere determinado que la cobertura del seguro ni siquiera hubiese iniciado.
Sentado lo expuesto, y hallándonos ante el impago de una prima sucesiva, y por aplicación de lo
dispuesto en el art. 15. 2 LCS, la cobertura del asegurador queda suspendida un mes después del
día de su vencimiento, y si el asegurador no reclama el pago de la prima dentro de los seis
meses siguientes al vencimiento, se entenderá en tal caso que el contrato queda extinguido”.
Aplica el mismo criterio la SAP de Madrid (secc. 9ª) de 5 de abril de 2005 (JUR
2005/06793), al indicar:
“Debiendo asimilarse al supuesto de pago de sucesivas primas con el de pago de
sucesivos plazos de primera prima fraccionada, con aplicación del párrafo 2 y no 1 de
Art. 15 LCS (SAP Cantabria -2ª- de 8 de mayo de 2002 y SAP Madrid -11ª- de 1 de
octubre de 2002). Las facilidades de la aseguradora para el pago de la prima, a plazos,
no puede significar la ineficacia de la póliza por el periodo pactado”
VI. LA REFORMA DE LA LEY DE CONTRATO DE SEGURO
No podemos concluir este trabajo sin aludir a la reforma de la LCS, que se está llevando a cabo
en la actualidad. Desde hace unos años, tanto el Ministerio de Justicia como el Ministerio de
Economía y Competitividad, éste a través de la Dirección General de Seguros y Fondos de
Pensiones, vienen trabajando en la modificación de la Ley de Contrato de Seguros.
En síntesis, los motivos que justifican la reforma son los siguientes: reflejar la nueva realidad
del mercado asegurador; garantizar los derechos del consumidor/usuario de servicios
financieros, simplificar y homogeneizar términos jurídicos, haciendo más comprensible y
sencillo el contenido del contrato de seguro; actualizar determinadas referencias como
consecuencia de la evolución normativa; adecuar la norma a las nuevas tecnologías y aplicar
tendencias en Derecho comparado.
32 años después de su vigencia, todos los agentes sociales coinciden en la necesidad de su
reforma, para adaptarla a los cambios sociales y económicos que ha venido experimentado la
sociedad española. Lo que no coinciden todos es si debe haber una nueva ley o bastaría con
modificarla, dado que la vigente LCS es una buena ley, motivo por el que ha perdurado durante
tantos años. Las últimas declaraciones de representantes de la DGSFP apuntan a una
modificación.
Sea como fuere, el último texto que se ha hecho público ha sido el tercer Anteproyecto de la
Ley de Contrato de Seguro (ALCS), publicado el 30 de junio de 2011 y a él nos vamos a referir
en lo que atañe a la regulación del pago de la prima y a las consecuencias derivadas de su
incumplimiento, por ser esta cuestión el objeto de este trabajo.
VI.1 La regulación del pago de la prima en el ALCS
En términos generales, no podemos decir que el ALCS haya modificado sustancialmente la
actual regulación del pago y del impago de la prima del contrato de seguro. Por ello, en nuestra
opinión, los problemas que se han puesto de manifiesto en este trabajo, se van a seguir
produciendo, de mantenerse esta regulación y, mucho nos tememos, que la excesiva
judicialización que esta materia ha provocado durante estos años, va a seguir por los mismos
derroteros.
En cuanto al pago de la prima, el art. 15 del ALCS mantiene una regulación muy similar al
actual art. 14 LCS. No obstante, ha generado cierta preocupación en el sector asegurador que no
se haya hecho mención alguna a la Ley 16/2009, de 13 de noviembre, de Servicios de Pago, por
cuanto que esta Ley establece unos plazos de devolución muy amplios, que chocan con la
dinámica del contrato de seguro. Se ha dicho, que debería primar la regulación de la LCS, por
tratarse de una norma especial, a las previsiones de la Ley de Servicios de Pago, que es una
norma general 25 .
A) Impago de la primera prima
En lo que se refiere a las consecuencias de la falta de pago de la primera prima, también la
regulación prevista en el ALCS sigue siendo parecida a la vigente LCS. En el art. 16 ALCS se
hace alusión a esta cuestión, indicando que producido el impago de la primera prima por culpa
del tomador, la entidad aseguradora puede resolver el contrato o exigir el pago de la prima por
vía ejecutiva. El ALCS añade a la regulación actual, que la entidad aseguradora tiene que
realizar cualquiera de las dos acciones indicadas, “dentro de los tres meses siguientes a su
vencimiento, previa comunicación al tomador del impago y sus consecuencias”.
A nuestro juicio, este plazo que añade el ALCS, lejos de resolver los problemas que hemos
reseñado, los va a agravar. Así, si en estos plazos ocurre un siniestro, seguiremos sin saber si
está o no cubierto. Máxime si tenemos en cuenta que el último inciso de este apartado, termina
diciendo, al igual que la regulación actual, que “Si por culpa del tomador, la prima no ha sido
pagada antes de que se produzca el siniestro, el asegurador quedará liberado de su
obligación”. Nos volveremos a plantear si la excepción del impago de la primera prima por
parte del tomador, es o no oponible al tercero que ejercita la acción directa contra el asegurador
de responsabilidad civil.
B) Impago de primas sucesivas
25
Vid. sobre esta cuestión, FERNÁNDEZ MANZANO, L.A, “Comentario al Anteproyecto de Ley de
Contrato de Seguro de junio de 2010, en Revista Española de Seguros, números 143 y 144, 2010, pág.
577 y ss.
En cuanto al impago de primas sucesivas, la regulación del ALCS, es prácticamente igual que la
prevista en la actual LCS. Tan solo cambio el plazo de extinción ex lege del contrato, como
consecuencia del impago de la prima sucesiva, que pasa de 6 a 3 meses: “Si el asegurador no
reclama por escrito el pago dentro de los tres meses siguientes al vencimiento de la prima se
entenderá que el contrato queda extinguido”Por lo tanto, al igual que hemos dicho en el apartado anterior, el ALCS, tampoco soluciona los
problemas que en la actualidad plantea el impago de primas sucesivas.
C) Fraccionamiento de primas
Como hemos reseñado, el fraccionamiento de primas es una práctica habitual en el mercado
asegurador, que no tiene una regulación legal, siendo la jurisprudencia la que ha ido marcando
los criterios que deben seguirse.
En este caso, pensamos que el ALCS sí ha recogido las aportaciones de la doctrina y de la
jurisprudencia, regulando, con buen criterio, este asunto. De esta forma, el art. 16.4 ALCS,
indica que: “En caso de fraccionamiento del pago de la prima, el asegurador podrá deducir de
la indemnización el importe de las fracciones pendientes de pago”.
Pensamos que en esta regulación subyace el carácter único e indivisible de la prima de seguro y,
por tanto, en caso de impago de una de las fracciones siguientes a la primera fracción, el
asegurador debe asumir la cobertura del siniestro, no sólo en los seguros de responsabilidad
civil, sino también en los seguros de daños, sin perjuicio de su derecho a deducirle al asegurado
la fracción no pagada o de repetir contra el mismo, en caso del pago a un tercero.
VI. Una propuesta de lege ferenda
Hemos puesto de manifiesto en este trabajo, que uno de los principales problemas que plantea el
impago de la prima del contrato de seguro, es la relación que se establece con el ejercicio de la
acción directa del perjudicado contra la entidad aseguradora, regulada actualmente en el art. 76
LCS.
Hemos dicho, por ejemplo, que, ocurrido un siniestro, en caso de impago de la primera prima,
no está claro si el asegurador debe o no responder frente al perjudicado. En este sentido, hemos
puesto de manifiesto que la jurisprudencia se muestra vacilante respecto a si estamos ante una
excepción de carácter personal –inoponible al perjudicado que ejercita la acción directa frente al
asegurador-, o, por el contrario, si se trata de una excepción objetiva –oponible al tercero-.
En definitiva, los problemas que se plantean en estos casos son derivados, casi siempre, de la
relación del art. 15 LCS (impago de prima) con el art. 76 LCS (acción directa), cuando ocurre
un siniestro. Por ello, pensamos que, para aclarar las cosas y evitar la excesiva judicialización a
la que nos hemos referido, quizá sería oportuno distinguir entre los seguros de daños y los
seguros de responsabilidad civil, estableciendo un régimen jurídico distinto en cada caso.
Se podría decir, por ejemplo, que en los seguros de daños, el contrato está sometido a una
condición suspensiva, de modo que, perfeccionado el mismo por el consentimiento de las partes
–no olvidemos que estamos ante un contrato consensual-, éste no produce sus efectos hasta que
no se realiza el pago de primera prima. En este caso, sus efectos se retrotraen a la fecha en que
se perfeccionó el contrato.
En cambio, en los seguros de responsabilidad civil, en virtud de la protección que le otorga al
perjudicado el ejercicio de la acción directa contra el asegurador, podría preverse que, una vez
perfeccionado el contrato por el concurso de voluntades de las partes contratantes, éste produce
todos sus efectos frente al perjudicado, sin que el impago de la prima por parte del tomador, sea
una excepción oponible al tercero. En este caso, si el asegurador resuelve el contrato por falta de
pago de la primera o de la prima sucesiva, a partir de ese momento, sí sería oponible al tercero
perjudicado.
Por otro lado, habría que contemplar la nueva realidad en cuanto a la forma de contratación por
vía telemática, ya sea por teléfono, internet, móvil, etc. Es necesario adaptar nuestra legislación
a estos nuevos medios, en cuanto a la formación del consentimiento de las partes contratantes y
otros aspectos contractuales. Se me ocurre, por ejemplo, qué se entiende por diligenciamiento de
una solicitud en el seguro de automóviles –que de acuerdo con los artículos 11 y 12 del
Reglamento del SOA (Real Decreto 1507/2008, de 12 septiembre), produce efectos durante 15
días-, cuando ésta se realiza por teléfono.
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