Gestalt y Niños - Instituto de Terapia Gestalt

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CURSO DE FORMACIÓN DE
TERAPEUTAS GESTALT
Material de Consulta del Taller:
FUNDAMENTOS DE PROGRAMACIÓN
NEUROLINGÜÍSTICA (PNL)
GESTALT Y NIÑOS
Autor/a:
Raquel Ros
Psicóloga / Terapeuta Gestalt
Directora del Programa de Formación en Técnicas Gestálticas
Aplicadas a la Infancia y a la Adolescencia
Material revisado y editado por: Pierina Moreno
Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Gestalt y Niños
TTaabbllaa ddee CCoonntteenniiddoo
Pág.
I. Resumen ……………………………………………………………………………………………………......
3
II. Justificación …………………………………………………………………………………………….…......
6
III. Objetivos ……………………………………………………………………………………………………......
7
3.1
Objetivo General …………………………………………………………………………………......
7
3.2
Objetivos Específicos …………………………………………………………………………........
7
IV. Orígenes .............................................................................................................
8
4.1
Biografías de bebes .....................................................................................
9
4.2
La psicología científica infantil ......................................................................
10
4.3
Estudios ambientales ...................................................................................
10
V. Historia de la Psicoterapia Infantil ........................................................................
16
5.1
El psicoanálisis ............................................................................................
16
5.2
El humanismo .............................................................................................
18
VI. Terapia infantil desde el enfoque Gestalt ...............................................................
19
6.1. El trabajo con niñ@s y sus diferencias con el trabajo con adultos ...................
21
6.2. Aspectos relevantes para el trabajo con niñ@s ..............................................
22
6.3. El diagnóstico en la psicoterapia infantil ........................................................
23
6.4. Conceptos claves ........................................................................................
24
6.5. Teoría del desarrollo infantil en la Terapia Gestalt .........................................
29
6.6. La relación terapéutica ................................................................................
30
VII. El trabajo con adolescentes desde la Terapia Gestalt .............................................
38
VIII. Referencias Bibliográficas ……………………………………………………………………………......
43
IX. Anexos ………………………………………………………………………………………………………......
46
Anexo 1. Ayudar a niños y adolescentes a ser cuidadosos consigo mismos..............
46
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Anexo 2. Bibliografía recomendada para la consulta ……………………………………........
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II.. RReessuum
meenn
En un principio, la Terapia Gestalt tarda mucho en prestar atención al mundo de la infancia, Perls,
deja de lado este campo centrándose en los adultos. Sin embargo, en los orígenes de la Terapia
Gestalt, en el primer libro de Perls titulado: Yo, Hambre y Agresión, se puede observar que la
formulación teórica que le separa del Psicoanálisis, es una enunciación en base a la teoría de la
Agresión Dental, la cual está centrada en el desarrollo infantil.
En este enfoque se considera la psicoterapia infantil es diferente a la de adultos por los siguientes
motivos:
•
El niño es un ser en evolución, de modo que se debe tener en cuenta la psicología
evolutiva
•
El niño es pura experiencia. Para él los sentimientos son devoradores
•
El lenguaje es diferente, por tanto los recursos que tiene que utilizar el terapeuta son
diferentes
•
El niño no viene sólo, generalmente lo traen sus padres y/o cuidadores. Aquí el contexto es
fundamental, muchas veces el terapeuta infantil tiene que trabajar con la familia
Igualmente, la Terapia Gestalt tiene una concepción holística del niñ@. Desde esta perspectiva, se
considera que el síntoma es simplemente una manifestación de que algo ocurre, que la tendencia
al crecimiento sano está bloqueada, el niñ@ es un todo, no es posible tratar sólo una parte
dañada.
Un punto fundamental de este enfoque es el Respeto, es imprescindible tenerlo en cuenta, no
invadir, no agredir, ni ridiculizar, no pasar por encima del niñ@ para hablar con los padres:
Tratarlo con Respeto es que el terapeuta este con él con todos sus sentidos y expresándole
también sus sentimientos, es decir, enseñándole con su comportamiento.
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Del mismo modo, en la Terapia Gestalt se destaca el valor de la Responsabilidad, que el niñ@ sea
consciente de la parte de responsabilidad que tiene en su propia vida, siempre hay una parte que
depende de él y esto significa que él tiene poder para modificar las cosas.
Por otra parte el tema del diagnóstico, que ha sido dejado de lado en la terapia con adultos para
evitar la categorización del individuo, se considera necesario en Terapia Infantil para saber el
desarrollo físico, motriz, etc., del niño ya que cuanto más pequeño es un niñ@, menos se conoce
de él y también para ser capaz de discriminar si el motivo de consulta es realmente un problema o
si forma parte del proceso evolutivo, que va a remitir espontáneamente con el tiempo. También
debe poder discriminar, si el tratamiento es sólo psicoterapéutico o si hay otro tipo de
problemáticas asociadas del tipo neurológicas, motoras, sensoriales, etc.
La forma de abordar el trabajo con niñ@s, es la relación terapéutica y es responsabilidad del
terapeuta principalmente hacer un buen contacto, esa la esencia del trabajo. Dar experiencias al
niño para que use todas las vivencias de su organismo. El contacto es un dentro-fuera, no se está
en constante contacto, cada uno necesita poder ir hacia sí mismo y para volver a salir. El contacto
se puede hacer de muchas maneras. Cuando el niño pierde energía, el contacto se está perdiendo
y es bueno respetarlo.
De acuerdo con Oaklander, citada en Tendiendo Puentes (2009), el terapeuta que trabaja con
niños y adolescentes usa muchas técnicas debido a que en ellos, las proyecciones son muy
poderosas, de este modo, la técnica se usa para darle la oportunidad de encontrarse con partes
pérdidas de sí mismo. En general, las técnicas empleadas pueden ser la fantasía, representables
en el dibujo y la pintura, sonidos en la relajación con niños, tener fotos del niño situándose en un
lugar seguro, etc. Otros aspectos importantes en el trabajo con niños son: colocarles límites
adecuados para su edad, hacerle sentir al niño que tiene cierto poder y control sobre su vida, usar
técnicas expresivas con barro, arcillas, títeres, etc., hacer juegos para la expresión de la
agresividad, afirmaciones para definir el self, así como también el trabajo con las proyecciones.
Según Oaklander (2009), si el niño ha sufrido mucho, tiene que aprender a estar en contacto. El
terapeuta precisa darse cuenta de cuánto autoapoyo tiene, de modo que es necesario contribuir a
fortalecer las funciones de contacto que son los sentidos: ver, tocar, escuchar, también darse
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cuenta del cuerpo, el uso del intelecto y hacer elecciones. Cuando se fortalece el autoapoyo, el
niño tiene un mejor contacto con el mundo.
Cuando se trata de trabajar terapéuticamente con el adolescente, se requiere de mayor
flexibilidad, es una época de cambios, una época extensa con diferencias importantes en cada
etapa de la misma. El abordaje terapéutico puede basarse en un trabajo más simbólico con
dibujos, técnicas y juegos, más semejante al trabajo con niños, o bien puede basarse en
conversaciones en lo sillones de los adultos. Igualmente, se puede trabajar con la familia o con el
adolescente solo. Existen múltiples opciones.
La adolescencia es la época donde la organización de la experiencia cambia, el niño empieza la
separación del medio familiar y establece un desarrollo cada vez va más marcado por un sentido
de la integridad y un incremento de la capacidad de autoapoyo, donde la experiencia del self se va
a intensificar. Los problemas que surgen en el período de la adolescencia, ya sea por conflictos del
desarrollo o por algún tipo de psicopatología, tienen como denominador común situaciones de
apego y desapego en un intento de alcanzar la independencia y la separación.
En el trabajo terapéutico con adolescentes, lo importante es apoyar, escuchar y validar su
experiencia, acompañarle. Apoyar al adolescente no es forzarlo a que se separe de la familia, sino
caminar con él a su lado con su vergüenza, rabia o dolor y seguir su energía o cualquier otro
sentimiento que pueda tener, de manera que el terapeuta pueda darse cuenta donde se encuentra
en ese momento.
De acuerdo con McConville (2007), la terapia de la interioridad que se da más en los adolescentes,
se trata de ayudarles a irse hacia dentro. Normalmente el adolescente no quiere irse hacia dentro
porque le salen los introyectos de cuando era niño, por eso necesitan ir hacia fuera y que el
desarraigo sea conflictivo. Ante esto, el trabajo de interiorización se basa en trabajar: lo que se es
y lo que no se es, lo que le gusta, etc. Para ello, se pueden utilizar recursos de apoyo como juegos
de mesa o algunos otros que se creen específicamente para ellos, etc.
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IIII..
JJuussttiiffiiccaacciióónn
La inclusión de un taller sobre Psicoterapia Infantil en un programa de adultos, responde a varias
cuestiones. En primer lugar, este taller es importante como fuente de autoconocimiento, como
herramienta para descubrir información de la propia infancia y adolescencia. El contactar con el
niño y el adolescente de cada quien, es una oportunidad de autoconocimiento, que puede ayudar
a descubrir el origen de determinados introyectos y formas de funcionar de la vida adulta.
En segundo lugar, existe otra razón más práctica, y es que la Psicoterapia Infantil es un campo
especifico con un lenguaje bien diferente. Este conocimiento previo, es necesario para saber si en
el futuro ejercicio profesional, se desea trabajar con niños. Igualmente, es útil conocer algunas
pinceladas del trabajo con niños y adolescentes de cara a poder gestionar algunos asuntos que
puedan surgir en la práctica clínica con adultos. Por otra parte, es frecuente que ciertos modos de
trabajar con niños y adolescentes, sean aplicados al mundo de los adultos.
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IIIIII.. O
Obbjjeettiivvooss
3.1 Objetivo General
Facilitar la comprensión acerca de la práctica de la Terapia Gestalt con niños y adolescentes
3.2 Objetivos Específicos
•
Conocer a grandes rasgos el modo de trabajo con niños y adolescentes desde la
Terapia Gestalt
•
Descubrir aspectos de la propia infancia y adolescencia que faciliten el camino de
su trabajo personal
•
Tener una pequeña experiencia a nivel práctico sobre el trabajo con niños y
adolescentes
•
Conocer la teoría de la agresión dental y las aproximaciones a una teoría del
desarrollo desde la Terapia Gestalt
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IIVV.. O
Orrííggeenneess
En la antigüedad, Platón (2003) sostiene que los niñ@s nacen ya dotados de habilidades
especiales que su educación puede y debe potenciar. Por su parte, Aristóteles (1994), propone
métodos de observación del comportamiento, que son precursores de lo que hoy aplican los
investigadores.
La civilización occidental contemporánea se preocupa mucho por los niñ@s, por su desarrollo y
bienestar. Este hecho ha facilitado el desarrollo de la psicoterapia infantil. En la sociedad actual,
los padres en general, protegen a los niñ@s pequeños, aunque esto no siempre fue así. En la edad
media es distinto, los infantes son dejados durante la mayor parte del día con una nodriza y hacia
la edad de los 10 años, muchos niñ@s viven en casas de extraños, donde trabajan como
aprendices.
A finales del siglo XVII en Europa, se produce un cambio en las actitudes hacia los niñ@s y su
moral, los clérigos y los humanistas de esta época, comienzan a alentar la separación de los niñ@s
respecto a los adultos y aún de los adolescentes. De este modo, surge el concepto de la niñez
como un periodo de inocencia y desamparo. Comienza a considerarse a los niñ@s como algo
especial, es decir, como almas inocentes sin ninguna referencia a cuestiones sexuales.
Estos nuevos conceptos de la infancia y de la educación, dan origen a una nueva literatura de
carácter especulativo sobre la psicología infantil y su desarrollo. Los autores se ocupan de
cuestiones que aún tienen importancia capital para el terapeuta infantil, al escribir acerca de las
características inherentes de los niñ@s (de lo que es congénito o heredado) y de los métodos más
eficaces para su crianza y entrenamiento.
Algunos representaron a la niñez como algo naturalmente malo, incluso escriben acerca de la
depravación innata del niñ@, en tanto que otros, presentan al niñ@ como un noble salvaje dotado
biológicamente de virtudes y características que si se les permitiese su expresión, garantizarían un
crecimiento sano y una conducta socialmente responsable.
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Locke (1693), considera la educación del niñ@ como fundamental en su desarrollo, aun cuando
reconoce la existencia de propensiones innatas. Afirma que la mente del niñ@ es una tabula rasa,
por lo cual se muestran receptivos a toda clase de aprendizajes.
La concepción opuesta acerca del desarrollo y la educación del niñ@, es expresada por Rousseau
citado por Morales (2002) el cual afirma que los niñ@s están dotados de un sentido moral innato.
Hace eco de las opiniones de Platón (2003) al postular que los niñ@s deben ser libres de expresar
sus energías para desarrollar sus talentos especiales. Esta idea sugiere que el desarrollo normal
debe tener lugar en un ambiente no restrictivo, sino de apoyo. En su obra: Emilio, este autor habla
de un niño, al cual deja crecer con poca vigilancia y dirección de los adultos.
Las concepciones de Locke (1693) y Rousseau citado por Morales (2002), en torno al desarrollo
del niñ@ son notablemente diferentes. Locke (1693) se muestra esencialmente como un psicólogo
asociacionista, precursor de la teoría del aprendizaje, afirmando que el desarrollo del niñ@ está
determinado por la educación y más concretamente por las recompensas y castigos que les
proporciona el medio ambiente. En contraste, Rousseau citado por Morales (2002), se refiere al
niñ@ activo, que participa en su desarrollo a modo de explorador atareado, motivado, que anda
probando todo.
4.1
Biografías de bebes
En el siglo XVIII aparecen las primeras biografías de bebés. Así, en 1774 Johann Pestalozzi,
educador suizo, publica notas basadas en cuidadosas observaciones acerca del desarrollo de
su propio hijo. En su libro se reflejan sus propias teorías que al igual que las de Rousseau,
haciendo hincapié en la bondad innata del niñ@ y en el papel que desarrolla la actividad en
su desarrollo.
Luego, Dietrich Tiedemann, publica un diario de conducta infantil en el que consigna el
crecimiento sensorial, motor, del lenguaje e intelectual de un niñ@, durante los primeros dos
años y medio de vida.
Más adelante en el siglo XIX empiezan a publicarse una serie de biografías de bebés, siendo
la más destacada la del hijo de Charles Darwin. Para esta época, el hecho de que un hombre
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de ciencia publicase una biografía de bebé, convierte esta obra en un documento científico.
Sin embargo, estas biografías no hacen sino confirmar la teoría su propio autor, ya que se
caracterizan por ser asistemáticas y subjetivas por tratarse de niñ@s de su familia,
saltándose los aspectos negativos y realizando los aspectos positivos y además al tratarse
cada una, de un sólo caso, no permite las generalizaciones.
4.2
La psicología científica infantil
La publicación de la obra de Darwin: El Origen de las Especies, ha conducido a la
especulación en torno al desarrollo de los seres humanos.
El estudio sistemático de grupos mayores de niñ@s comienza a finales del siglo XIX en
Estados Unidos con Stanley Hall, quien trata de investigar los contenidos de la mente de los
niñ@s. Idea y perfecciona la técnica de investigación del cuestionario Hall, la cual supone el
inicio del estudio sistemático del niñ@.
A comienzos del siglo XX Lewis Terman también en EEUU, publica el test de inteligencia
conocido hoy como Test de Stanford-Binet, que conduce a una serie de estudios sobre el
desarrollo intelectual del niñ@.
Luego, el psicólogo estadounidense Arnold Gessell, crea un instituto de investigación en la
Universidad de Yale con el objetivo de estudiar a los niñ@s, analizándolos a través de
filmaciones. Plantea por primera vez un desarrollo intelectual por etapas semejantes a las del
desarrollo físico infantil. En estos estudios fueron excluidas las variables ambientales.
4.3
Estudios ambientales
Freud (1981) hace hincapié en el efecto de las variables ambientales en el desarrollo, e
insiste en la importancia del comportamiento de los padres durante la infancia, fundando
toda una corriente y estableciendo una serie de teorías sobre el desarrollo de la
personalidad.
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El psicólogo estadounidense John Watson, uno de los fundadores del conductismo, insiste
también en la importancia de los factores ambientales, en este caso analizados como
estímulos asociados por condicionamiento a diferentes respuestas que se aprenden y
modelan mediante refuerzos positivos o negativos, o simplemente desaparecen por la
ausencia de refuerzos.
La escuela conductista incorpora la psicología infantil, a la corriente fundamental de la
psicología, sus contribuciones a la teoría del desarrollo son importantes.
La psicología infantil se ocupa casi exclusivamente de las tendencias ligadas a la edad, de la
descripción de los cambios que sobrevienen con la edad, en las respuestas físicas, motoras y
cognoscitivas. La investigación se dedica al análisis de la adquisición de destrezas como
andar, manipular objetos y hablar.
El estudio de la inteligencia consiste en trazar curvas de crecimiento y en especificar la
edades en que los niñ@s pueden resolver diferentes problemas.
La característica distintiva de la actual evaluación psicológica y psicoterapia infantil, es la de
tener en cuenta lo intrapersonal (evolutivo), lo interpersonal (relacional) y lo ambiental
(aspectos de la ecología humana) lo que cuadra con la actual concepción del ser humano
que tiene la Terapia Gestalt.
La explicación cartesiana encierra la especificación de relaciones antecedente-consecuente,
es decir, de factores determinantes que dan lugar a consecuencias, en el caso de la
psicología del desarrollo a cambios de conducta.
Una teoría del desarrollo debe reflejar el intento de relacionar los cambios en el
comportamiento con la edad cronológica.
Las principales teorías evolutivas son la teoría freudiana de la personalidad y la de la
percepción y cognición de Piaget. Ambas, explican el desarrollo humano en la interacción de
las variables biológicas y ambientales. Igualmente se consideran oportunas para una mayor
comprensión, las teorías de Mahler, Erickson, Klein, Winnicott y Spitz.
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4.3.1 Sigmund Freud (1856-1939):
La teoría de Freud (1981) plantea que una personalidad sana requiere satisfacer sus
necesidades instintivas, a lo que se oponen el principio de realidad y la moral,
representados desde una perspectiva estructural por las tres instancias de la
personalidad: el Ello (fuente de los instintos), el Yo (instancia intermedia, que trata de
controlar las demandas del Ello y las del Superyó adaptándolas a la realidad) y el
Superyó (representación de las reglas sociales incorporadas por medio de las personas
significativas).
El centro fisiológico de los impulsos instintivos se modifica con la edad y los periodos de
los diferentes centros, se denominan etapas.
Freud (1981) sistematiza cuatro etapas: Etapa oral, anal, fálica o edípica y de latencia.
Las fases evolutivas que plantea Freud han tenido una gran repercusión y han servido
como marco de referencia para padres, educadores y terapeutas.
4.3.2 Jean Piaget (1896-1980):
Piaget (1985) basa sus teorías sobre el supuesto de que desde el nacimiento los seres
humanos aprenden activamente, aún sin incentivos exteriores. Durante todo este
aprendizaje el desarrollo cognitivo pasa por cuatro etapas bien definidas en función del
tipo de operaciones lógicas que se puedan o no realizar.
•
Inteligencia Sensoriomotriz
•
Pensamiento Preoperacional
•
Operaciones Concretas
•
Operaciones Formales o Abstractas
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4.3.3 Margaret S. Mahler (1897-1985):
Esta psicoanalista del grupo de Ana Freud, da una visión del desarrollo humano
basándose en el estudio de la psicosis infantil. Desarrolla una teoría acerca de la
simbiosis humana y de los trastornos emocionales severos.
De acuerdo con Mahler y Furer (1968), el desarrollo de la estructura del self del niño de
0 a 3 años atraviesa tres fases: Autista, Simbiótica y Separación-Individuación. La última
de las cuales se divide en cuatro subfases: diferenciación, ejercicio, reaproximación y
consolidación, originando así seis estadios globales.
4.3.4 Erik Erickson (1902-1994):
Erickson (2000) afirma que existen ocho etapas por las que el hombre pasa en el
proceso de su vida. Las edades no son rígidas, pueden fluctuar de una persona a otra.
En su esquema, se observa una cercana relación con las etapas de Sigmund Freud.
Para el paso de una etapa a otra, se vive una crisis; la crisis suele ir acompañada por
depresión y ansiedad, ya que es dejar algo seguro, conocido, por algo incierto y
desconocido, esta es quizá la característica más distintiva de su teoría.
4.3.5 Melanie Klein (1882-1960):
Aunque Melanie Klein es famosa por inaugurar el psicoanálisis a través del juego, cabe
destacar que participa también en la elaboración teórica del psicoanálisis dando a
conocer algunas consideraciones esenciales sobre el desarrollo del niño.
Klein (1921) propone la concepción que otorga al bebé una vida mental fantasmática
muy elaborada se apoya en las observaciones que realiza en los tratamientos
psicoanalíticos de adultos y de niños. Desde el nacimiento, el Yo, parcialmente
constituido, es capaz de experimentar angustia, emplear mecanismos de defensa y
establecer relaciones primitivas de objeto tanto en la fantasía como en la realidad. En el
desarrollo temprano distingue la posición esquizoparanoide y la posición depresiva.
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4.3.6 Donald Winnicott (1896-1971):
Según Winnicott (1987), hay tres cosas que pueden diferenciarse en el desarrollo
primitivo: Una es establecer contacto con la realidad, otra sentir que se vive en el propio
cuerpo y la tercera es la integración de la personalidad. Estas tres cosas se superponen,
pero dan indicios a los que aferrarse.
Considera el proceso de desarrollo como una vía que va de la ilusión a la desilusión, de
una ilusión de omnipotencia, que una madre suficientemente buena permite vivir
plenamente a su bebé, adaptándose a sus necesidades, pero que conduce de forma
progresiva a la percepción de la realidad y al deslumbramiento del objeto materno y a
su dependencia.
En el curso de esta evolución interviene lo que Winnicott describe como:
Fenómenos Transicionales y Objetos Transicionales.
4.3.7 Rene Spitz (1887-1974):
Estudia el desarrollo psíquico temprano, en particular, el reconocimiento progresivo del
mundo exterior y del objeto materno por parte del niño.
Spitz (1999), concibe la evolución como un proceso de integración a partir de
experiencias fragmentarias; el paso de una etapa a la otra, está marcado por la
aparición de una conducta de sonrisa ante el rostro humano, de angustia delante del
extraño y de la adquisición del no, que da fe del establecimiento de lo que llama un
organizador.
En resumen, se pude afirmar que la concepción que se tiene del niñ@ ha ido cambiando a través
de la historia, aunque hoy en día los padres protegen a sus hij@s, en otros momentos los niñ@s
han sido aislados de su familia y considerados como adultos en miniatura. La discusión sobre lo
innato o lo adquirido en el desarrollo del niñ@, ha sido una de las primeras controversias entre
importantes pensadores. Muchos autores hablan del desarrollo del niñ@, mientras que otros
subrayan la importancia de los factores ambientales.
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De acuerdo con lo anterior se destacan las siguientes características que se deben tener en cuenta
para el trabajo en la Psicoterapia Infantil (ver cuadro 1):
Cuadro 1. Características a considerar en la Psicoterapia Infantil
Característica
Descripción
Un ser en evolución
El niñ@ está en constante desarrollo en todos los niveles,
sensorial, motor, lenguaje, intelectual, etc. Es decir, es un ser en
evolución.
El síntoma es dinámico
Al ser el niñ@ un ser en evolución, el síntoma o la dificultad que
presenta el niñ@ no es estático, sino que puede ir cambiando a
través del proceso terapéutico.
El Contexto
El papel del Contexto, de la familia, es fundamental en las
dificultades que presenta el niñ@, por tanto lo será en su
resolución.
El Juego
El juego es un elemento distintivo de la Psicoterapia Infantil,
dado que es un vehículo de comunicación inigualable para los
más pequeños.
El Dibujo y las Técnicas
Creativas
El dibujo y las técnicas creativas pueden servir de soporte para
El desarrollo del niñ@
Un planteamiento sobre el desarrollo del niñ@ por etapas que
especifiquen edades aproximadas es un instrumento que el
terapeuta necesita para saber que puede esperar en cada edad.
Existen diversas aportaciones en este sentido:
por etapas
el trabajo en Psicoterapia infantil
•
Freud que hace una exposición por etapas basada en los
impulsos instintivos y en cuál es su centro fisiológico.
•
Piaget que nos da una explicación sobre el desarrollo
cognitivo.
•
Mahler que describe la fases de la relación madre-hij@
desde el nacimiento, hasta la separación total del hij@,
basándose en sus estudios sobre la psicosis infantil.
•
E. Erickson que sistematiza las fases por las que pasa un
ser humano a lo largo de su vida y no solo durante los
primeros años.
•
Spitz establece tres fases, primer, segundo y tercer
organizador, que cubren el periodo que va desde el
nacimiento hasta los 18 meses.
Fuente: Ros, R. (2010)
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5.1
El psicoanálisis
Se suele situar el inicio de la psicoterapia infantil con la publicación en 1905 de un trabajo de
Freud llamado: Psicoanálisis del Pequeño Juan, realizado a través de su padre. En este
trabajo, se interpreta el sueño de un niño y también, el juego por primera vez a través de su
padre. En el relato del caso, se puede observar que el síntoma de Juanito, la fobia a los
caballos, no es estático, sino que va cambiando, el hecho de que el síntoma es dinámico, es
una característica importante en la Psicoterapia Infantil. En el caso de Juanito, se destacan
dos elementos que sirven de guía en el tratamiento los sueños y las fantasías, también se
menciona otro elemento importante, el juego. Por primera vez, la psicología se interesa por
el tratamiento de problemas emocionales en los niñ@s.
A pesar de que Freud (1981) no trabaja directamente con niñ@s, hace aportaciones al
campo de la infancia que no tienen precedentes, éstas se pueden resumir en dos puntos:
• La sexualidad infantil
• Como se forja la personalidad en la infancia
Por otra parte, Pfister utiliza el psicoanálisis en jóvenes. De acuerdo con Herranz (2004),
éste desarrolla en 1913, un método psicoanalítico conocido con el nombre de Paidoanálisis,
al mismo tiempo crea el Método de Paseo, el cual consiste en mantener conversaciones con
los jóvenes, mientras paseaban juntos. Pfister fomenta a través de sus discípulos Ernst
Schneider y Hans Zulliger, la orientación pedagógica del psicoanálisis.
Asimismo, como primera analista de niñ@s, Hermine von Hughelmunth (1871-1924) publica
el libro: La Vida Psíquica del Niño, e inicia la terapia de juego como un medio de
comunicarse con niñ@s pequeñ@s. A través de esto, construye los pilares del análisis
infantil, en una obra constituida por tres libros y una treintena de artículos, trabajos siempre
marcados por la influencia de Freud. Hughelmunth, destaca la función educadora del
terapeuta de niñ@s, como también lo indican los primeros trabajos de Ferenzi y de Jones.
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Por otra parte, el trabajo de Ana Freud, presenta un matiz distinto del de Hughelmunth, a
ésta le interesa adaptar la técnica psicoanalítica clásica, a las capacidades y fuerzas
especiales de los niñ@s pequeños. Su experiencia educativa le es de utilidad, pues sostiene
que los niñ@s necesitan establecer una relación educativa con el terapeuta, antes de aceptar
sus interpretaciones. La distinción principal entre el análisis del niñ@ y del adulto para Ana
Freud, es que el niñ@ no es capaz de establecer una trasferencia del tipo de los adultos,
dado que todavía están vinculados a sus padres en su vida diaria. Ana sugiere que es
necesaria una fase preparatoria antes de poder empezar el tratamiento analítico y propone
trabajar terapéuticamente lo más posible a través de los padres. En esta línea, le había
precedido el pediatra del círculo de Freud, Joseph Friedjung quien según Rexand (1997)
afirma que: en muchos casos basta cambiar el ambiente o la influencia ejercida por los que
rodean al niñ@ para provocar la desaparición de los síntomas, todo un precursor de la actual
terapia de familia.
Del mismo modo, Melanie Klein es considerada la fundadora del psicoanálisis infantil
inaugurando la terapia de juego, sus ideas son un desafío a la obra de Ana Freud y han
tenido un papel muy destacado. Klein empieza a trabajar con niñ@s, utilizando ampliamente
la interpretación, desarrolla no sólo una técnica, sino que participa en la elaboración teórica
del psicoanálisis. Ella afirma que la infancia no es la felicidad que se cree sino todo lo
contrario, el bebé sufre ansiedades y depresiones. Lo esencial en su teoría, es que considera
que el niñ@ pequeño tiene un Superyó muy desarrollado, cree que el niñ@ tiene la
posibilidad de trasferencia y de simbolización a través del juego.
Dentro del psicoanálisis infantil hay otros representantes que le siguen: Liselotte Frankl en
Londres, Hans Zullinger con la Ludoterapia no interpretativa y sus originales trabajos en el
campo del psicodiagnóstico.
Por su parte, Erik Erickson en Estados Unidos aplica sus teorías del desarrollo al análisis de
niñ@s. Margaret Lowenfeld, desarrolla como parte importante de la terapéutica por el juego
en el niñ@ la llamada: Técnica del Mundo, la cual más tarde Bühler (1947) estandariza
convirtiéndola en el Test de Mundo.
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También, Madeleine Rambert introduce el juego con muñecas en la psicoterapia del niñ@,
mientras que Louisa Düss utiliza con éxito el Método de las Fábulas, conocido posteriormente
como el Test de las fábulas de Düss.
Las relaciones interhumanas, en especial la intensificación de la situación madre-niñ@
durante el tratamiento es subrayada por Julia Schwarzmann. Son también destacables la
terapéutica por el arte de Edith Kramer en New York, la importancia de la pintura digital de
Loslette Pekny en Suecia, La Terapia a Través de la Música de Juliene Brown en Londres y
de Rudolf Dreikurs en Estados Unidos, así como Hans Dietrich Peltz en Alemania. Y las
importantes aportaciones de los pediatras y analistas Bowlby y Donald Winnicott con sus
objetos transicionales. Entre los representantes más actuales destacan en la línea de Jaques
Lacan las aportaciones de Françoise Dolto y Maud Mannoni.
5.2
El humanismo
En New York destaca el psicodrama de Moreno y la técnica de los grupos de actividad de
Slavson para niñ@s y jóvenes.
Siguiendo la línea de Carl Rogers, destaca Virginia Axline con sus libros: Dibs, en Busca del
Yo y Terapia de Juego. La terapia de juego no directiva que propone esta autora, ofrece al
niñ@ la posibilidad de expresar sus emociones y sentimientos profundos a través del juego.
En este ambiente propicio, el niñ@ revela sus sentimientos y temores y al mismo tiempo, da
el primer paso para librarse de ellos.
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VVII.. TTeerraappiiaa IInnffaannttiill ddeessddee eell eennffooqquuee G
Geessttaalltt
En un principio, la Terapia Gestalt tarda mucho en prestar atención al mundo de la infancia, Perls,
deja de lado este campo centrándose en los adultos. Parece ser que Perls no es un gran amante
de los niñ@s y no se tiene tampoco la suerte de que contar con una hija deseosa de trabajar con
ellos como Ana Freud. Siguiendo con este paralelismo, se puede afirmar que tampoco tuvo una
seguidora tan importante como Melanie Klein, ya que en algunos círculos gestálticos se comenta
que Klein es para el psicoanálisis infantil, lo que Violet Oaklander es para la Psicoterapia infantil
Gestalt.
Sin embargo, en los orígenes de la Terapia Gestalt, en el primer libro de Perls: Yo, Hambre y
Agresión, se puede observar que la formulación teórica que le separa del Psicoanálisis, es una
enunciación en base a la teoría de la Agresión Dental, la cual está centrada en el desarrollo
infantil.
En esta obra se presentan ideas que se podrían ubicar entre el psicoanálisis ortodoxo y la Terapia
Gestalt. Allí, Perls (1942) enuncia su teoría sobre la Agresión Dental, el mordisco y la masticación
de una experiencia propia, para absorber las partes que la persona necesita y librarse de las que
no. Perls (1942) también, hace una formulación de la biología del hambre y la alimentación como
un modelo de la vida psíquica, enfatizando los mecanismos de agresión y acción.
En la primera etapa de la vida se tiene el embrión que es como cualquier otro tejido de la madre,
obtiene todo el alimento que requiere, a través de la placenta y el cordón umbilical, la comida está
preparada y licuada químicamente, lo mismo que la cantidad necesaria de oxigeno. Con el
nacimiento, el cordón umbilical detiene su función y se corta la línea vital entre la madre y el hijo,
y éste para mantenerse vivo, tiene que empezar a respirar y asimilar el alimento. En este
momento, hay una parte de consciencia activa que lleva a cabo la acción de succionar, llamado
por Perls (1942) El Mordisco de Aferramiento.
En la siguiente etapa, salen los dientes anteriores del niñ@ y con ellos aparecen los primeros
medios para atacar el alimento sólido. Perls (1942) clasifica las etapas en el desarrollo del instinto
del hambre como prenatal: (antes del nacimiento), predental (mamar), incisiva (morder) y molar
(morder y masticar). El empleo de los dientes es para Perls (1942), la principal representación
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biológica de la agresión. La proyección, pero también la represión de la función de la agresión, es
nefasta para el ser humano. El que no emplea sus dientes, mutila su habilidad para utilizar sus
funciones destructivas en su propio beneficio, además los debilita y contribuye a su propio
deterioro.
Perls (1942) comenta la necesidad de un psicoanálisis del instinto del hambre y de las
perturbaciones de la asimilación mental. La correlación del comportamiento mental y dental es
también de gran importancia para la situación psicoanalítica.
Laura Perls (1992), por su parte, reconoce que es ella quien primero empieza a interesarse por el
metabolismo mental y la agresión dental, al tener a su primer hijo, de modo que empieza a tomar
notas sobre la alimentación y el destete de los niños. Observa que hay una respuesta primaria al
tragar algo que es indigerible o está en mal estado, el niñ@ lo escupe, vomita o lo caga con
diarrea. Esto, configura una pauta para cuando se traga cualquier otra cosa, ya sea mental,
intelectual o emocional, esto es la introyección. La pauta se establece según la forma como la
persona se relaciona con el alimento sólido, es decir, la forma en que alguien mastica, traga o
digiere. A través de una fuerza cinética llamada desestructuración/reestructuración es cómo la
persona puede crecer asimilando lo que necesita y rechazando lo que no es nutritivo para sí
misma, así pues: Lo que realmente estamos haciendo, dice Perls (1992), es tomar un alimento
sólido y despedazarlo en trozos con los dientes.
En el psicoanálisis Freud pasa por alto el hecho de que la introyección equivale a mantener la
estructura de las cosas tal cual, mientras el organismo requiere su destrucción. La asunción del
mundo manifiesta tres fases diferentes: introyección total, introyección parcial y asimilación, que
corresponden a la fase de lactancia, a la de morder y a la de masticar (los estadios predental,
incisivo y molar).
Laura Perls, en Perls (1942), focaliza también su atención en el lactante, señalando el Mordisco de
Aferramiento. Sin embargo, ninguno de los dos trabaja directamente con niños. Tampoco lo hacen
los terapeutas gestálticos de la primera generación. Se comienza a conocer publicaciones de este
tema gracias a la generosidad Celedonio Castanedo, quien hace llegar un artículo de la
imprescindible Violet Oaklander en inglés que poco después sería traducido al castellano y fuente
de profundo análisis y estudio, como base para el abordaje de los niños en Terapia Gestalt.
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Violet Oaklander es hoy en día reconocida como la pionera en el trabajo con niños desde la
Terapia Gestalt, afortunadamente en estos últimos años han ido apareciendo muchos más
terapeutas gestálticos interesados en trabajar tanto con niños como con adolescentes.
6.1
El trabajo con niñ@s y sus diferencias con el trabajo con adultos
La psicoterapia infantil es diferente a la psicoterapia de adultos por varios motivos:
•
El niño es un ser en evolución, de modo que se debe tener en cuenta la psicología
evolutiva, es decir, conocer que es lo esperado evolutivamente y que no lo es
•
El niño es pura experiencia. Para él los sentimientos son devoradores, el hambre, el
sueño, son experiencias voraces para los bebes. La rabia, la angustia y el miedo en el
niño, son devastadores
•
El lenguaje es diferente, por tanto los recursos que tiene que utilizar el terapeuta son
diferentes
•
El niño no viene sólo, generalmente lo traen sus padres y/o cuidadores. Aquí el
contexto es fundamental, muchas veces el terapeuta infantil tiene que trabajar con la
familia.
La Terapia Gestalt Infantil a diferencia de Psicoanálisis infantil, no tiene oficialmente una
construcción teórica sobre las diferentes fases del desarrollo, ni utiliza la interpretación
como base en la terapia, tal y como se ha comentado anteriormente.
Por otra parte, la Terapia Gestalt, no enfrenta directamente el síntoma con técnicas dirigidas,
a diferencia del Conductismo.
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6.2
Aspectos relevantes para el trabajo con niñ@s
La Terapia Gestalt tiene una concepción holística del niñ@, es decir, considera la parte
sensorial, la afectiva, la intelectual, la social y la espiritual. Esto es lo que hace que la
Terapia Gestalt no se centre exclusivamente en el síntoma, de modo que no es una terapia
que sólo quiere curar enuresis, tics, miedos etc., sino que trata de favorecer el desarrollo
integral del niñ@.
Desde esta perspectiva, se considera que el síntoma es simplemente una manifestación de
que algo ocurre, que la tendencia al crecimiento sano está bloqueada. el niñ@ es un todo,
no es posible tratar sólo una parte dañada.
La concepción que tiene la Terapia Gestalt del niñ@ es una concepción humanista, optimista,
es decir, cree en sus potencialidades y en su tendencia innata a la salud y al crecimiento.
Cuando esto no es así, cuando aparece una interrupción o bloqueo, algo le está ocurriendo
al niñ@ y/o a la interrelación de éste con su entorno.
Desde la óptica de la terapia Gestalt el niñ@ es un ser creativo en constante crecimiento y
capaz de guiar conscientemente su comportamiento desarrollando su máximo potencial, para
satisfacer sus necesidades como un ser único e irrepetible.
Un punto fundamental de este enfoque es el Respeto. El niñ@ es merecedor de todo el
Respeto posible, tratarlo con respeto es tenerlo en cuenta, es no invadir, no agredir, ni
ridiculizar, no pasar por encima de él para hablar con los padres: Tratarlo con respeto es que
el terapeuta este con él con todos sus sentidos y expresándole también sus sentimientos, es
decir, enseñándole con su comportamiento. Si un niñ@ es tratado con respeto, aprende a
respetarse.
En la Terapia Gestalt se destaca el valor de la Responsabilidad, que el niñ@ sea consciente
de la parte de responsabilidad que tiene en su propia vida, siempre hay una parte que
depende de él y esto significa que él tiene poder para modificar las cosas.
Se habla de Psicoterapia Infantil Gestalt como si sólo hubiera un tipo, pero no es así.
Obviamente cada terapia es diferente en sí misma. No es lo mismo la Psicoterapia de un
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niñ@ de 4 años a la Psicoterapia de un niñ@ de 9 años. La Psicoterapia de un niñ@ de 4
años concede mucha importancia al contexto, las figuras parentales son primordiales y
cualquier modificación por parte de estas, va a facilitar los buenos resultados de la terapia. A
los 4 años se trabaja con la familia y con el niñ@ en sesiones individuales. A los 9 años,
sigue siendo importante el trabajo con la familia, aunque va perdiendo algo de poder y
empieza a ganarlo su grupo de iguales, la escuela, u otros adultos significativos. Por otra
parte, en la terapia con adolescentes, el contexto es un punto importante, la familia y el
adolescente tienen que aprender a negociar. En ocasiones es un trabajo de terapia familiar y
en otras ocasiones, puede requerir terapia individual el adolescente, o una mezcla de ambos.
Con el bebé no se trabaja, en estos casos, la terapia se destina a los padres, aún cuando el
bebé pueda acompañarnos en las sesiones.
6.3
El diagnóstico en la psicoterapia infantil
El diagnóstico, ha sido dejado de lado en la Terapia Gestalt porque ello implica una
categorización del individuo. Esta categorización, este poner etiquetas, puede ser dañino en
el sentido de que el terapeuta puede atender a su paciente no por lo que es, sino por su
enfermedad o trastorno diagnosticado. Sin embargo, en terapia infantil, es más necesario
realizar un diagnostico, si cabe saber que terreno se está pisando.
En la Psicoterapia Infantil cobra relevancia el diagnóstico por dos motivos:
a) El primer motivo es que, cuando se atiende a un adulto ya se pueden descartar
algunas cosas. Por ejemplo, si tiene estudios ya se sabe que su CI es aceptable, si
conduce se sabe que oye bien o más o menos bien. Sería algo así como que cuanto
más pequeño es un niñ@, menos se conoce de él.
b) El segundo motivo se refiere al carácter evolutivo del niñ@, el terapeuta debe
discriminar si el motivo de consulta es realmente un problema o si forma parte del
proceso evolutivo, remitiendo espontáneamente con el paso del tiempo. También
debe poder discriminar, si el tratamiento es sólo psicoterapéutico o si hay otro tipo de
problemáticas asociadas tipo neurológico, motor, sensorial, etc.
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En general, el terapeuta Gestalt siempre debe conocer la Psicopatología y saber discriminar
si el cliente está necesitando una psicoterapia u otro tratamiento diferente, pero es en
terapia infantil dónde esto se hace más complejo. El niñ@ es un ser en evolución y hay una
serie de conductas esperadas en cada edad que el terapeuta debe conocer. Por ejemplo, un
niñ@ de dos o tres años con terrores nocturnos no presenta una patología, entra dentro de
su proceso evolutivo.
No hay una separación radical entre diagnóstico y terapia, dado que el diagnóstico es ya en
sí terapéutico, desde el primer encuentro con el niñ@, el objetivo ya es terapéutico. Por otra
parte la terapia no es sólo terapia, sino que también es diagnóstica, dado que el niñ@ es un
ser en evolución, el terapeuta necesita seguir estando atento porque puede haber una
variación del diagnóstico.
6.4 Conceptos claves
A continuación se presentan algunos conceptos que son claves en la terapia de adultos y
también en el ámbito infantil.
6.4.1 La integración en Gestalten o totalidades:
Este principio que Perls toma de la psicología de la Gestalt, citado por Ramos (1997),
donde se afirma que la experiencia no proviene de asociaciones acumulativas de
átomos de comportamientos fundamentales, sino de la experiencia que se va
organizando como un todo. Los psicólogos de la Gestalt han mostrado cómo se arregla
en forma organizada o total, lo que los sentidos perciben. Por ejemplo, al ver a una
persona no se ve unas piernas, más un tronco, más unas manos, se ve un cuerpo, una
totalidad y por lo tanto, también se reacciona a un patrón de organización total. El
todo es más que la suma de sus partes. La actividad perceptual no es una respuesta
pasiva, la persona trabaja activamente para poner organizar lo que ve.
Este principio es importante para la aplicación a niñ@s. Por ejemplo un niñ@ de menos
de 18 meses, no logra captar completa a la madre, sino sólo partes de ella, como su
cara, sus ojos, sus pechos, el niñ@ no considera que son fragmentos, sino que esa
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cara, esos ojos, son la madre. El niñ@ no percibe sólo por la vista, también huele y
oye. Reconoce a su madre por su olor, su voz, posteriormente va uniendo todos esos
elementos familiares en un todo, su mamá.
La teoría de la percepción de la psicología de la Gestalt tiene mucho que decir en la
estructuración del Yo. Como afirma Wallon (1954), la percepción propia es
fundamental en la percepción del carácter. Solo cuando el niñ@ pueda percibirse en su
totalidad, puede considerar que se produce el nacimiento del Yo. La captación de la
imagen propia unificada, lleva al ser humano a la maduración psíquica, al surgimiento
del Yo. Es la posibilidad de autonombrarse.
6.4.2 Autorregulación organísmica:
Según Ciornai (sin fecha) el individuo crece y se desarrolla en un proceso continuo de
adaptación, asimilando lo nutritivo, separando lo tóxico, respondiendo a las solicitudes
del medio, relacionándose con el medio favorecido por ese darse cuenta a través de
una percepción relajada y al mismo tiempo alerta que tiene el soporte motor,
emocional, cognitivo y energético del individuo. Este proceso se denomina
Autorregulación Organísmica y puede llevar a un funcionamiento saludable, cuando
prevalecen procesos fluidos y no existen interrupciones en los procesos.
6.4.3 El Darse Cuenta:
Según Stevens (1971), se refiere a la ampliación del campo de conciencia, fomentar el
darse cuenta es uno de los objetivos más importantes de la Terapia Gestalt. Que el
niñ@ aumente la conciencia de su propio cuerpo, de sus sensaciones y sentimientos y
de toda la realidad que esté viviendo, es fundamental para su pleno desarrollo.
Con los niñ@s, el Darse Cuenta no suele ser verbalizado, hay que atender más a la
fenomenología, aquí el contacto es esencial, es el terapeuta el que puede mostrarlo
para que el niñ@ asienta o no, a veces simplemente puede hacer un gesto, en otras
ocasiones es necesario esperar a futuras sesiones para comprobar el resultado.
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Cuando se habla del Darse Cuenta, se abarcan las tres zonas: Darse Cuenta del mundo
exterior de lo que puede oler, tocar, ver, gustar, oír (Zona Externa). Darse Cuenta de
la Zona Interna, todo lo que le pasa de la piel hacia dentro, tensión, picor, relajación.
Darse Cuenta de la Zona de la Fantasía con todo lo que puede haber de sentimientos,
emociones, pensamientos etc.
Los ejercicios que fomenten el Darse Cuenta de mundo sensorial, son muy adecuados
para los niñ@s porque es una forma de estar en el presente, de tomar contacto con el
Aquí y Ahora. Entre estos ejercicios se pueden destacar: el juego con barro, con
pintura de dedos o con instrumentos musicales, entre otros. Los ejercicios que
favorecen el Darse Cuenta de la fantasía ayudan a que el niñ@ entre en contacto con
sus emociones y propician la expresión. Para contribuir al Darse Cuenta de la Zona
Interna, se puede utilizar el trabajo corporal mediante relajación o visualizaciones.
6.4.4 El Aquí y Ahora:
La Terapia Gestalt es una terapia que cree en el presente, a partir de allí sostiene que
es sólo en el momento presente donde la terapia puede actuar, donde el niñ@ puede
vivir experiencias que fomenten el crecimiento y eliminen los bloqueos. Es el
experimento el que crea oportunidades para construir el Yo y recobrar la
autoconfianza. Para el niñ@, la terapia es una experiencia que ofrece nuevos
aprendizajes, la focalización en el Aquí y Ahora de la experiencia, es fundamental para
él. La terapia Gestalt rechaza el pasado porque no existe ya y no se ocupa del futuro
porque aún no ha llegado, sólo el presente es real.
6.4.5 Figura-Fondo:
Siempre hay una figura, algo que resalta del fondo, algo con más fuerza, más
relevante. Es labor del terapeuta ayudar al niñ@ a centrar la figura. El niñ@ va mostrar
la figura según su estar en la sesión, de modo que es muy importante observar qué
juegos elige, cómo juega, qué elige dibujar o la forma en que dibuja lo que se le ha
pedido, es muy importante atender a la fenomenología. El terapeuta pregunta, juega o
espera para facilitar la expresión.
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6.4.6 El contacto:
Entrar en contacto con algo o alguien, significa situarse y sentirse como un ser viviente
frente a otra persona a la que también se le reconoce su existencia. Entrar en contacto
con el cuerpo, con la respiración, con las actitudes corporales es muy importante al
tiempo que difícil. Al niñ@ no se le engaña con el lenguaje, él sabe cuando el otro está
ahí para él. Los episodios de contacto son vitales para el niñ@, porque en muchos
casos el niñ@ que acude a terapia está carente de ellos. El niñ@ necesita ser
reconocido por otro, para poder llegar a ser realmente el mismo.
6.4.7 Las polaridades:
El trabajo con polaridades es muy adecuado para los niñ@s, su aprendizaje parte de
opuestos polares a partir de los cuales van conociendo la realidad. Cuanto más
pequeño es el niñ@, mayor es la necesidades de apoyarse en términos polares para
entendernos con él. De esto saben mucho los cuentos de hadas donde la realidad se
muestra en opuestos, el bueno y el malo, el feliz y el desgraciado etc.
Es gratificante y liberador para el niñ@ poder utilizar en terapia el polo opuesto al que
utiliza en su vida, es difícil y a la vez gratificante atreverse a ser malo, contestón o
triste. Actuar en terapia aquello que no usa en la vida real, facilita la integración de las
polaridades.
6.4.8 Satisfacción de necesidades:
En el trabajo con niñ@s, es importante fomentar el descubrimiento de sus
necesidades, para ello en algunos casos tendrá que re-aprender a escucharse. Luego,
se hace necesaria la búsqueda de vías para poder cubrir sus necesidades. En este
aspecto es muy importante el trabajo con el Contexto. La Terapia Gestalt tiene un
modelo teórico que describe el Ciclo de Satisfacción de Necesidades o el Ciclo de la
Experiencia.
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6.4.9 Asuntos Inconclusos:
Los Asuntos Inconclusos son sentimientos o emociones no expresadas o no resueltas.
En estos casos, en el marco de la terapia se practica la expresión de sentimientos y
emociones. Los Asuntos Inconclusos pueden trabajarse mediante la dramatización,
intercambiando roles, con la técnica de la silla vacía ocupada por algún muñeco
importante para el niñ@. Algunas veces, es mejor abordarlos de modo simbólico
mediante muñecos o marionetas, o bien escribiendo una carta o reescribiendo la
historia.
6.4.10 Diferenciar sentimiento y acción:
No es lo mismo sentir odio que agredir, no es igual sentir amor que abrazar, hay una
distancia entre el sentimiento y la conducta. El niñ@ no percibe está distancia, por eso
tiene miedo a sentir lo que él considera negativo. El sentimiento nunca debe ser
rechazado porque significa rechazar al niñ@. Es liberador para el niñ@ tener permiso
para sentir y que pueda aprender la distancia entre sentir y actuar. Este es un punto
fundamental para trasmitir tanto a niñ@s como a adolescentes o adultos.
6.4.11 Los sueños:
Según Castanedo (1983), la Terapia Gestalt, los sueños pueden entenderse como
mensajes existenciales y/o proyecciones de la personalidad. En terapia infantil, se
trabajan los sueños mediante dibujos o dramatizaciones, de los diferentes elementos
que aparecen en el sueño. Son frecuentes los miedos en los niños, que hablen de lo
que temen o que relaten pesadillas.
6.4.12 La teoría paradójica del cambio:
Según Beisser, citado por Fagan y Shepherd (1970): El cambio se produce cuando uno
se convierte en lo que es, no cuando trata de convertirse en lo que no es. En este
sentido, la terapia es un proceso por el cual el niñ@ puede aprender a ser quien
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realmente es. El niñ@ recibe muchos mensajes de cómo debe ser, de lo que está bien
y de lo que está mal, de forma directa o implícita. Cuando el niñ@ deja de pelarse por
ser lo que no es, cesa la lucha y puede producirse el cambio. La aceptación es el
camino que muestra la teoría de Beisser, sentirse aceptado por parte del terapeuta
puede ser una vía.
6.4.13 El contexto:
Es fundamental en Terapia Infantil. Cuanto más pequeño es el niñ@, más grande es el
valor del contexto. No es útil ni aconsejable, trabajar con el niñ@ como un ser aislado
sin tener en cuenta a la familia. Al igual que se tiene una concepción holística del
niñ@, también se parte de la idea de la familia como un todo, que es más que la suma
de las partes, por ello el trabajo con ellas es fundamental. Puesto que en un sistema
todos los elementos se interrelacionan e influencian entre sí, el trabajo con la familia es
necesario. Cuando no es posible hacerlo así, la terapia del niñ@ es un proceso más
dificultoso y generalmente más largo. En muchos casos hay que tener en cuenta la
escuela, puede ser conveniente tener contacto con la profesora, visitar el aula etc.
6.5 Teoría del desarrollo infantil en la Terapia Gestalt
En Terapia Gestalt, la información de la historia de la vida del niñ@ da un soporte a la
comprensión diagnóstica, terapéutica y existencial. La indagación está más focalizada en el
cómo fue el proceso que en el cuándo. Recoger información de cuándo ha caminado, cuándo
ha controlado esfínteres, etc., en sí misma no tiene tanta importancia como la tiene el hecho
de saber cómo han sido esos procesos tanto por parte del niño como de los padres, ya que
describe el proceso de separación y sus posibles dificultades.
Yonteff (1997) afirma que: El concepto de Terapia Gestalt de desarrollo psicológico está
siempre en función de la maduración biológica, de las influencias ambientales de interacción
entre el individuo y el medio y de la adaptación creativa que el individuo hace en forma
única.
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El terapeuta debe tomar esta información sobre desarrollo infantil como referencia, esta
información no debe interponerse en la relación entre el niñ@ y el terapeuta, ya que esta
actitud distorsionaría el contacto.
Desde el inicio de la Terapia Gestalt, Perls, Hefferline y Goodman (1951) sitúan el punto de
mira en la interacción entre el organismo y medio, en la frontera, describiendo está
interacción a través de la emergencia de la necesidad que se llama figura. Así, elaboran la
teoría de la Terapia Gestalt especificando el concepto de adaptación creativa, que es muy
importante para profundizar en la Terapia Gestalt de niñ@s.
He aquí la importancia del concepto de la Autorregulación Organísmica, acerca del cual
Perls, Hefferline y Goodman (1951) afirman que: Cuando este proceso requiere para ser
completado, nuevo material del ambiente, entonces ciertas figuras emergen al consciente.
Este proceso está íntimamente ligado con el contacto.
En este sentido, la Terapia Gestalt entiende el desarrollo, como un proceso continuo de
adaptaciones creativas.
6.6 La relación terapéutica
El primer paso para crear la relación terapéutica, es establecer contacto con el niñ@. Los
niños son más genuinos, no se dejan engañar por las credenciales, o por las buenas
referencias del terapeuta. Con los ellos el contacto es más de piel a piel, el como si es menos
frecuente. Cuando un niño sale de una primera sesión, sabe si quiere venir más o no,
independientemente que sus padres le indiquen lo que tiene que hacer. Los niños tienen una
capacidad más alta que los adultos para percibir el estado de ánimo del terapeuta.
La base subyacente para la mayoría de las psicopatologías no-orgánicas es la carencia de
confirmación que todos las personas sufren en ese empeño de llegar a ser un ser humano.
Todos, niños, adolescentes y adultos necesitan la confirmación.
El terapeuta requiere conservar esta idea en su trabajo con niños y adolescentes. Necesita
alejarse del juicio y del consejo que tan a flor de piel tienen los adultos tantas veces, si un
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adulto es merecedor de comprensión por parte del terapeuta, porque no lo va a ser un niño
o un adolescente, solo con la aceptación incondicional se va a sentir confirmado, sólo así, va
a poder crecer y confiar en él.
La relación terapéutica, debe ser una relación Yo-Tu tal como define Buber (1958), el niño
puede tener transferencia hacia el terapeuta como su mamá, su papa o su maestra, no es
bueno que esto ocurra, es fundamental afianzar la relación Yo-Tu. Por otra parte, está la
contratransferencia, el terapeuta puede sentir amor por ese niño y un deseo de querer
llevarlo a su casa, lo cual no ayuda tampoco a la relación Yo-Tu.
En la relación, el terapeuta está presente como persona, y no se mantiene en reserva como
en la postura analítica, ni funciona principalmente como técnico. La terapia Gestalt requiere
terapeutas que vayan más allá de la curación técnica, y hacia el entre (nosotros), aquella
invisible, aún la más profunda dimensión de la interconexión humana.
Es responsabilidad del terapeuta principalmente hacer un buen contacto, es la esencia del
trabajo. Dar experiencias al niño para que use todas las vivencias de su organismo. El
contacto es un dentro-fuera, no se está en constante contacto, cada uno necesita poder ir
hacia sí mismo y para volver a salir. Es una gran lección poner atención a la propia
experiencia. El terapeuta usa lo que tiene. El contacto se puede hacer de muchas maneras.
Cuando el niño pierde energía, el contacto se está perdiendo y es bueno respetarlo. Cuando
algo es incomodo para el niño, va a retirar el contacto y cuando esto sucede, o el terapeuta
se da cuenta de que puede suceder, es útil pasar a otra cosa y así dar oportunidad para que
la energía vuelva, ya que esta es la manera en que el niño expresa que no tiene energía
para trabajar eso.
6.7 Algunas técnicas para el trabajo terapéutico con niños
De acuerdo con Oaklander, citada en Tendiendo Puentes (2009), el terapeuta que trabaja
con niños y adolescentes usa muchas técnicas debido a que en ellos, las proyecciones son
muy poderosas, de este modo, la técnica se usa para darle la oportunidad de encontrarse
con partes perdidas de sí mismo. Con el trauma el niño se anestesia, se inhibe, pierde partes
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de sí mismo que tiene cuando es un bebé, de este modo, cuando un niño está cerrado, el
terapeuta por medio de la aplicación de técnicas puede ofrecerle experiencias sensoriales.
Una técnica a emplear pueden ser la fantasía, representables en el dibujo y la pintura. A los
niños les resulta difícil cerrar los ojos, en especial a los más problemáticos, por eso, se
recomienda proponerles primero fantasías con los ojos abiertos. (Es muy útil utilizar sonidos
en la relajación con niños). En este tipo de fantasías, comienzan por lo visual, luego van al
sonido, a lo kinéstesico. Luego, se puede realizar una fantasía con los ojos cerrados.
Es recomendable comenzar por pequeñas fantasías partiendo de cosas familiares en la vida
del niño, partiendo de la realidad de éste e incorporando algo extra. Por ejemplo:
•
Pedir al niño que imagine que está en su casa, abra la puerta y vea un animal
grande, pequeño y preguntarle: ¿qué te dice?, ¿qué necesita?, etc.
•
Una fantasía donde se le pide al niño que imagine con los ojos abiertos un ratón que
está en la sala y que no para de moverse, va por los rincones. Tiene alas y el niño
puede seguir su vuelo por la habitación. Luego, se le puede pedir que dibuje un
animal y que dialogue con él.
Una forma de usar la técnica expresiva del dibujo, es pidiéndole al niño cuatro tipos de
dibujos (no se realizan todos en la misma sesión):
a) Dibujar de un lugar seguro, un espacio donde se pude sentir a salvo. Puede ser real o
imaginado
b) Leer la poesía sobre el nudo (del libro: Ventanas a Nuestros Niños de Violet
Oaklander) y luego pedirle que haga un dibujo
c) Cerrar los ojos y dibujar dejándose llevar por la emoción
d) Hacer un garabato. Después, tratar de ver algún dibujo, darle la vuelta hasta
encontrar algún dibujo y continuar dibujándolo
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Otra técnicas muy aconsejable, es utilizar sonidos en la relajación con niños, igualmente
tener fotos del niño situándose en un lugar seguro.
Es importante destacar la importancia del criterio del terapeuta de no ver a los padres en
privado, no se recomienda que los niños sepan que los padres le dicen cosas a su terapeuta
cuando él no está. Aunque a veces es necesario que se les atienda, cuando los padres
insisten mucho.
6.7.1 Acerca del self:
Según Oaklander (2009), si el niño ha sufrido mucho, tiene que aprender a estar en
contacto. El terapeuta precisa darse cuenta de cuánto autoapoyo tiene, generalmente
no tiene mucho. De modo que es necesario enseñarles a fortalecer el self.
Ayudar a fortalecer el self, es contribuir a fortalecer las funciones de contacto que son
los sentidos: ver, tocar, escuchar, también darse cuenta del cuerpo, el uso del intelecto
y hacer elecciones. Cuando se fortalece el autoapoyo, el niño tiene un mejor contacto
con el mundo, si el niño está muy constreñido, se usan juegos que involucren los
sentidos, para esto es necesario que el terapeuta se fije en su cuerpo y trate de
generar juegos para darse cuenta del cuerpo.
El niño desde muy pequeño empieza a generar destrezas sobre ciertos aspectos,
montar cubos, coger objetos. Hay una diferencia entre frustración y dificultad. El niño
lucha contra las dificultades para obtener destrezas, si la tarea es demasiado difícil se
frustra, el niño no aprende siendo frustrado. Cuando se frustra y va a retirar el
contacto el terapeuta puede decirle algo como: creo que tengo una idea, ¿quieres que
te diga?, si con su ayuda consigue hacerlo, siente maestría, destreza y se fortalece su
self. Si los padres intervienen demasiado temprano no aprende, si no le ayudan en
nada, se frustra mucho.
Otra habilidad es hacer elecciones, hay muchos niños que no pueden elegir porque
tienen miedo de no elegir lo correcto. Para ayudar con esto, el terapeuta puede
realizar un ejercicio como por ejemplo: pedirle que elija tres colores diferentes de
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papel. Si el niño, mira los papeles y no puede decidirse, se queda como absorto. Al ver
que retira el contacto, que se cierra, allí es donde el terapeuta puede intervenir y
sugerirle dos opciones (azul o rojo, por ejemplo), y a intercambiar papeles de colores
con él, en una especie de danza. Que los padres le den oportunidades de elegir es muy
importante.
6.7.2 Límites y fronteras:
Por otra parte, de acuerdo con Oaklander (2009), es necesario que los padres y los
terapeutas aprendan a poner límites y fronteras. Por ejemplo, el terapeuta puede pedir
a los niños que le ayuden a limpiar su despacho los últimos cinco minutos de la sesión.
Si el niño se resiste, él lo puede hacer e irlo involucrando poco a poco. Si no hay
límites no puede aprender, de modo que es imprescindibles tenerlos, siempre y cuando
sean adecuados para su edad.
6.7.3 Poder y control:
Otro aspecto a destacar para Oaklander (2009), es la importancia de ayudar al niño a
que sienta que tiene cierto nivel de poder y control en su vida. Cuando un niño hace
algún abuso de poder, a veces es porque no tiene poder en su vida. Para esto, a veces
el terapeuta puede poner a los padres tareas para casa. Generalmente cuando un niño
se siente seguro, toma la sesión en sus manos.
Por ejemplo, con una niña traumada que no tiene ningún poder, el terapeuta puede
hacer un trabajo con la madre, y preguntar a la niña que hace y que la madre la siga.
Si persevera en el juego, el terapeuta tiene la ocasión para empujarla hacia otros
juegos, siempre ella dirigiendo la sesión.
Los niños antes de expresar sus emociones tienen que contactar con su energía
agresiva, la energía agresiva la se usa para obtener lo que necesitamos, no para dañar
al otro.
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6.7.4 Títeres:
De acuerdo con Oaklander (2009), el uso de los títeres es un medio para que el niño
se exprese. En una sesión, el niño puede coger un títere, el terapeuta otro e
interaccionar. También pueden crear un show con marionetas que represente el
problema.
Por ejemplo: la niña sale de su casa alegre y cantando, va al parque, ella se va sola
porque dice que ya es mayor y que no quiere que la acompañen. Va cantando por el
camino, aparece un tiburón que va al océano y la niña se asusta, aparece un lagarto
que va al pantano y la niña se asusta, al final aparece el lobo que va al bosque y la
niña le planta cara. Si después de esto el terapeuta ver que el niño quiere hacerlo, le
deja que lo haga y le puede preguntar: ¿te recuerda algo en tu vida?. Hay muchos
shows donde se pueden tocar temas importantes para el niño.
6.7.5 Trabajo con barro, arcilla, etc.:
Según Oaklander (2009), cuando un niño no se atreve a expresar, como por ejemplo
una niña que ha sido abusada por su padre, se puede trabajar con barro, de modo que
ella dibuja algo que representa a su padre, no se atreve a hablarle, así que lo hace el
terapeuta, diciéndole algo como: no me gusta lo que le has hecho a mi amiga. Si el
tema es grave, se puede usar el sentido del humor, darle a la figura de barro con un
martillo de plástico, empezando el terapeuta y poco a poco involucrando a la niña. Si
hay una ruptura del contacto, cuando la niña, no quiere seguir, es necesario un cambio
de actividad, no insistir.
6.7.6 Juegos con agresividad:
Es recomendable según Oaklander (2009), para niños retraídos y también para niños
agresivos. Es un juego en contacto con limites muy marcados. Esto hace que salgan de
la sesión muy tranquilitos. El trabajo con niños se hace en pequeños segmentos, a
veces se hace en una sola sesión, sin embargo, en general no suele ser así.
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6.7.7 Definir el self:
Como recomienda Oaklander (2009), este trabajo se puede realizar a través de
autoafirmaciones del tipo: Me gusta……………………., No me gusta……………………..
También se puede pedir al niño que haga afirmaciones que den poder al self, por
ejemplo, jugar al color favorito, comida favorita, etc.
6.7.8 Trabajo con proyecciones:
A través de la proyección se representa algo simbólicamente, tal y como lo afirma
Oaklander (2009). Por ejemplo, en una historia si el niño se identifica con un
personaje, el león en este caso, preguntar: a veces te sientes así como el león, ¿te
recuerda esto algo en tu vida?, esto es apropiarse de la proyección, si el niño dice que
no, también está bien.
6.7.9 Juego, imaginación y humor:
Para Oaklander (2009), es importante pasar mucho tiempo riendo con los niños.
Grabar sesiones, que los niños graben, que hagan un trabajo, hay muchas maneras de
fortalecer el self y cuando esto sucede, el niño puede expresar emociones.
Hace falta autoapoyo para poder expresar ciertas emociones. Cuando se trabaja la
rabia que siente el niño hacia uno de los padres, el terapeuta tiene que recordarle al
niño que esto no se hace afuera. Al acabar un trabajo así, es importante aterrizar al
niño, no debe salir de la sesión con ese recuerdo, se le debe ayudar a desconectar,
preguntándole otras cosas, como por ejemplo, si tiene deberes o que va a cenar hoy,
donde va al salir de terapia o si sus zapatos son nuevos o dándole otra tipo de
experiencia, por ejemplo, mostrarle algo antes de que se vaya a casa, algo para ver o
tocar, una experiencia sensorial antes de salir o dos respiraciones profundas.
Un ejemplo de ejercicio de expresión, puede ser un juego en terapia con la madre,
donde los tres digan que verduras les gustan y verduras que no les gustan, con
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afirmaciones del tipo: me gusta la zanahoria, no me gustan los guisantes, no me gusta
cuando me gritas, etc.
Igualmente es necesario jugar con los sentimientos básicos como tristeza, enfado, etc.,
y con los estados corporales: frustración, aburrimiento, entre otros.
Los sentimientos se pueden proyectar con el barro, el juego, mediante metáforas para
que el niño pueda aprender a apropiarse de sus sentimientos, etc. Es bueno que
empiece a poder reconocer sus sentimientos todos los días, que aprenda herramientas
para tratar con los sentimientos.
Hay que trabajar mucho el enfado y la rabia. Si el niño expresa lo que te molesta, aún
así necesita liberarlo de su cuerpo, de modo que en terapia, se pueden hacer listas con
las cosas que puede hacer para sacar el enfado y no meterse en problemas, como por
ejemplo: golpear almohadones, gritar con la almohada en la cara, gritar en la ducha,
romper papel, etc.
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VVIIII.. EEll ttrraabbaajjoo ccoonn aaddoolleesscceenntteess ddeessddee eell eennffooqquuee ggeessttaalltt
La adolescencia, es un periodo, una fase, una especie de locura temporal, un período
caracterizado fundamentalmente por el cambio… Si se considera la adolescencia como decisiva, en
cuanto a que los adolescentes están realizando sus ajustes para ser adultos creativos y
autónomos, los padres y profesionales necesitan saber más.
Una de las características que más suele irritar a los adultos es la capacidad que tienen los
adolescentes de actuar, de tomar decisiones que desafían el sentido común y que van
completamente en contra de sus propios intereses.
La adolescencia según McConville (2007), es algo parecido a un cambio de paradigma, una
alteración fundamental del sistema existencial, una reorganización del todo, no se trata de una
etapa más, es una literal rememoración de la niñez, una reorganización radical del self psicológico.
Cuando se trata de estudiar al adolescente, de buscar una manera de poder orientar o trabajar
terapéuticamente con ellos, generalmente el terapeuta se encuentra ante dos posibilidades: la
psicoanalítica que habla de la parte interna e intrapsíquica del adolescente, que explica su
comportamiento en base a su conflicto interno y sus cambios biológicos y psicológicos, y por otra
parte, la vertiente de la terapia familiar que explica los problemas y la dinámica adolescente en
función de la dinámica familiar. Ambas son contrapuestas, sin embargo se puede afirmar que en
mayor o menor medida, ambas funcionan.
Es entonces y desde este punto de vista que la Terapia Gestalt ofrece una visión integradora.
Desde este enfoque se pone énfasis en la fenomenología, como terapia humanista tiene una visión
optimista del ser humano, explica los problemas, las dificultades o síntomas que presentan los
adolescentes, como ajustes creativos, tomando en consideración que todo lo que la persona tiene
puede servirle para algo, que es necesario conservarlo para alguna ocasión, no hace falta eliminar
o quitar solo hay que añadir.
Desde la Terapia Gestalt se respeta la integridad de la experiencia personal del adolescente y al
mismo tiempo, la sitúa dentro de su contexto interpersonal inmediato. También ofrece una
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concepción holística del adolescente como un todo, así al terapeuta lo que le interesa, no es el
síntoma o la problemática, sino la persona y su sano desarrollo y crecimiento. Y como no una
concepción holística más amplia que tiene en cuenta no solo al adolescente sino a todo el sistema
(padres, compañeros, etc.)
Hay varias razones por las que la teoría Gestalt está bien equipada para hablar acerca de la
naturaleza del desarrollo adolescente. Según Perls, Hefferline y Goodman (1951), todos los
fenómenos psicológicos humanos deben entenderse en términos de una interacción dinámica del
organismo con su entorno. La forma en que el organismo se conecta y forma sus relaciones con
el mundo que le rodea, es de una importancia central para la teoría de la Gestalt. Dicho de una
forma coloquial, el contacto entre dos personas, las une como un nosotros y las separa como a
dos Yos.
En Gestalt, el término frontera se refiere a las barreras que la gente construye para limitar su Yo,
las fronteras separan, pero también son un punto de encuentro. Estos dos conceptos, el contacto
y la frontera, son importantes para explicar el desarrollo del adolescente porque el desarrollo es
una evolución y reorganización en la forma en que el niño se relaciona o contacta con su entorno.
La adolescencia juega un papel importante en la creación tanto de habilidades como de las
limitaciones para establecer contactos en la vida adulta. En esta reorganización de las relaciones,
hay también una reorganización importante en la experiencia privada del adolescente.
El cuerpo revive de forma vivificante y a veces atemorizante para el adolescente. El desarrollo
tiene que ver tanto con la reorganización de las relaciones interpersonales, como con la
diferenciación de la experiencia interna. La adolescencia es la época donde los individuos
empiezan a
reintegrar los mundos internos y externos como fenómenos distinguibles de la
experiencia personal.
En esta etapa vital, la organización de la experiencia cambia, el niño empieza un proceso de
separación del medio familiar y establece un desarrollo que cada vez va a estar más marcado por
un sentido de la integridad y un incremento de la capacidad de autoapoyo, la experiencia del self
se va a intensificar. El desarrollo del self adolescente, es equivalente a su separación del campo de
la experiencia infantil y la progresiva reorganización de este campo.
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Según McConville (2007), generalmente los autores que escriben sobre el desarrollo adolescente,
a modo orientativo subdividen esta etapa en tres fases:
i.
Adolescencia temprana: de los doce a los catorce años, también conocida como la fase del
desarraigo, donde la figura es la labor de diferenciarse de la niñez e intensificar las
fronteras generacionales
ii.
Adolescencia media: de los quince a los dieciséis años, que sería la etapa de la interioridad,
donde la profundización de la vida interna y la intensificación del self privado se vuelve
figura
iii.
Adolescencia tardía: de los diecisiete a los veinte años, conocida como la etapa de la
integración
Los adolescentes a menudo se sienten aislados y solos, no porque no dispongan de apoyo o sean
neuróticos, sino porque su necesidad de separación se convierte en un hecho en la vida, un
principio organizativo del campo de la experiencia fundamentalmente en la fase de la interioridad
(adolescencia media).
Los problemas que surgen en el período de la adolescencia, ya sea por conflictos del desarrollo o
por algún tipo de psicopatología, tienen como denominador común situaciones de apego y
desapego en un intento de alcanzar la independencia y la separación.
De este modo el trabajo con adolescentes requiere de mayor flexibilidad, es una época de
cambios, una época extensa con diferencias importantes en cada etapa de la misma. El abordaje
terapéutico puede basarse en un trabajo más simbólico con dibujos, técnicas y juegos, más
semejante al trabajo con niños, o bien puede basarse en conversaciones en lo sillones de los
adultos. Igualmente, se puede trabajar con la familia o con el adolescente solo, si es en la etapa
del desarraigo, es fácil que sea el trabajo con la familia. Esto es importante ya que el adolescente
no viene sólo, viene con la familia, quién es en realidad el cliente. Así pues, existen múltiples
opciones.
Ante esto, el terapeuta se puede preguntar: ¿con quién vamos a trabajar?, para saber esto,
necesita ir más atrás y preguntar quién y cómo se ha solicitado la ayuda. Desde la concepción
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holística de la Terapia Gestalt, es necesario atender al sistema, los terapeutas en este sentido, son
los canalizadores de la angustia de los padres, o profesores si cabe, del propio adolescente, por
esta razón es necesario observar quién pide la ayuda. Algunas veces, el trabajo va a ser
exclusivamente familiar o puede que desemboque en un trabajo solamente con los padres. Todas
las opciones pueden ser válidas.
En el trabajo terapéutico con adolescentes, lo importante es apoyar esta energía, para que la
energía exista. A un adolescente le apoya que alguien lo escuche y valide su experiencia, el
sentirse acompañado. Apoyar al adolescente no es forzarlo a que se separe de la familia, sino
caminar con él a su lado con su vergüenza, rabia o dolor y seguir su energía o cualquier otro
sentimiento que pueda tener, de manera que el terapeuta pueda darse cuenta donde se encuentra
en ese momento. Es fácil que el adolescente se separare de los padres y se agarre a su terapeuta.
Es necesario enseñarles que pueden haber diferentes figuras de seguridad.
Los adolescentes, al igual que los adultos, son diferentes unos a otros, aunque si se tuviera que
decir una palabra, sobre todo pensando en varones, sería sin duda: No sé. Esta, es una posición
que adoptan muchos adolescentes en la terapia y en las relaciones con adultos en general, por
otra parte, hay otros adolescentes que si hablan, que hablan bastante sobre todo chicas, sin
embargo, no contactan con el otro, con ellas mismas, ni con su cuerpo, ni con lo que les pasa por
dentro.
Es importante que el terapeuta pueda tener presente su propia experiencia adolescente, no desde
lo maravilloso que se ha sido y el mayor esfuerzo de aquella época, sino de algo interno, de las
sensaciones que pueda servirle a este paciente adolescente para sentirse más entendido. Que el
terapeuta hable de su propia experiencia de desarraigo, puede ser útil para el adolescente, es
bueno esperar sus silencios y saber que se puede aburrir o enfadar, y es bueno poder aceptar
estas reacciones y saberlas contener.
De acuerdo con McConville (2007), la terapia de la interioridad que se da más en los adolescentes
de la segunda fase, aunque sirve para todas, se trata de ayudarle a irse hacia dentro.
Normalmente el adolescente no quiere irse hacia dentro porque le salen los introyectos de cuando
era niño, por eso él necesita ir hacia fuera y que el desarraigo sea conflictivo. Ante esto, el trabajo
de interiorización se basa en trabajar: lo que se es y lo que no se es, lo que le gusta y lo que no le
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gusta, lo que le da miedo, lo que le da vergüenza, lo que anhela, lo que le divierte y lo que le
aburre y también porque no, lo que simboliza a mi padre, etc. Para ello, se pueden utilizar
recursos de apoyo como juegos de mesa o algunos otros que se creen específicamente para ellos.
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IIXX.. AAnneexxooss
Anexo 1. Ayudar a niños y adolescentes a ser cuidadosos consigo mismos
Extraído del libro: El Tesoro Escondido
(Pág.: 153-172). De: Violet Oaklander
Hace algún tiempo descubrí que independientemente del buen trabajo que hiciera con mis clientes, algo
faltaba: ayudarlos a cuidar el yo. A pesar de fortalecer el sí mismo, de completar asuntos inconclusos,
expresar sentimientos bloqueados, en particular la rabia, la persona seguía con una especie de vacío. El auto
cuidado llena ese vacío.
En esta sociedad estresante, los niños desarrollan muchas ideas erradas sobre sí mismos en su camino a la
adultez. Estos mensajes negativos contaminan cada parte de su vida. Su sentido del yo se daña y fragmenta
y, en el fondo, se sienten despreciables, indignos y solos. Por ejemplo, los niños que han sufrido abusos,
acoso o agresiones sexuales, los que padecen enfermedades crónicas o han vivido algún tipo de trauma, los
que tienen padres alcohólicos los que han sido abandonados, son especialmente susceptibles a las
percepciones distorsionadas del yo cómo ser en el mundo. Para arreglárselas y sobrevivir, estos niños
reprimen, inhiben, bloquean y frecuentemente apagan aspectos del yo.
Pese a la etiología de estos introyectos negativos, tengo claro que el niño es quien debe cambiarlos. Hagan
lo que hagan los padres, o la sociedad en general, por aliviar las circunstancias que pueden haber causado
estas pautas de ideas destructivas, ellas no desaparecen. De alguna manera persisten -a veces
enterrándose-, solo para brotar más adelante.
Aprender a cuidarse, es el paso final y esencial para ayudar al cliente a trabajar en esos poderosos mensajes
negativos que suelen debilitar y minar nuestra energía y fuerza vital.
Los introyectos son mensajes negativos sobre nosotros mismos que absorbemos en la niñez.
Desde el punto de vista del desarrollo, los niños pequeños son incapaces de evaluar los mensajes que
reciben de sus padres y luego del mundo externo. Creen todo lo que escuchan, o imaginan haber
escuchado, abierta o encubiertamente, acerca de sí mismos, Cognitivamente, son incapaces de evaluar estos
mensajes: ”Esto me calza. Esto definitivamente no tiene nada que ver conmigo”. Estos mensajes no
transmitidos por palabras, sonidos, gestos, lenguaje corporal, conductas, como también por malas
interpretaciones debidas al nivel de desarrollo del niño.
A temprana edad comenzamos a determinar quiénes somos y como deberíamos ser en el mundo para
satisfacer nuestras necesidades. En otras palabras, a muy temprana edad desarrollamos un sistema de
creencias acerca de nosotros mismo y de cómo funcionar en el mundo, ¡y cómo lo llevamos en la adultez!.
Yo sabía que si lograba ayudar a los niños a enfrentar, manejar y quizás incluso cambiar sus mensajes
negativos sobre sí mismos, mejorarían enormemente su crecimiento y desarrollo sanos. Tuve gran éxito al
experimentar con maneras de hacer esto con muchos de mis clientes adultos, y así motivada intenté
introducir este proceso con mis clientes niños y adolescentes. Para mí consternación, descubrí que al menos
que el niño estuviera preparado para este paso del proceso terapéutico, no podría integrar el concepto.
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Descubrí que el niño necesita cierta dosis de autoapoyo –fortaleza íntima- para entrar en el proceso de
autocuidado. Entonces, cuando descubría, por ensayo y error, que un niño no estaba preparado, me
centraba en otros aspectos dentro del viaje terapéutico: mejorar las funciones de contacto, aumentar la
conciencia corporal, intensificar la conciencia del yo, ayudar al niño a expresar sentimientos bloqueados,
ocultos, brindar experiencias que fomentan la sensación de dominio –todo dentro del contexto de nuestra
propia relación Yo/Tú contactada. Y entonces, cuando sentía que el niño había alcanzado un mayor nivel de
apoyo dentro de sí mismo, empezábamos a focalizarnos en el tema del autocuidado.
La antesala para volverse cuidadoso consigo mismo-aceptante, bondadoso, amoroso como el yo- es trabajar
en esos introyectos negativos que mencioné. A medida que los niños empiezan a reconocer, aceptar,
respetar y expresar sus sentimientos, comienzan a vivenciar un sentido mucho más fuerte de sí mismos y de
su dignidad. Sólo entonces podemos empezar a examinar algunas de sus ideas erradas de sí mismos.
Ayudar a los niños a expresar sus sentimientos es crucial para su desarrollo sano. Todos los bebés, sin
importar su medio cultural, expresan sentimientos a través de sonidos, gestos, expresión facial y, a medida
que crecen, el lenguaje.
Inhibir los sentimientos es una experiencia aprendida que conduce a malos sentimientos del yo. Algunos
niños aprenden a inhibir sus sentimientos, en especial la rabia, a tan temprana edad que no tienen
recuerdos de haberlos sentido, ni palabras para describirlos, ni destreza para expresarlos. Estos niños han
llegado a la temprana conclusión de que son seres indignos. Cada niño con un trastorno emocional tiene
dañado su sentido del yo, lo que a su vez afecta al buen contacto con los demás. En el fondo, siente que
algo le falta, de alguna manera es distinto, está solo, algo anda mal. Se siente culpable –aunque en
apariencia y defensivamente quizás culpe a los demás- e imagina que es malo, ha hecho algo malo, no es
suficientemente bueno, no es bastante inteligente.
El niño pequeño no tiene la capacidad cognitiva para reconocer que esos mensajes son tóxicos y deben ser
rechazados. Si el niño sufre un trauma, se sentirá culpable de ese trauma. Desde el punto de vista del
desarrollo, el niño no ha terminado la tarea de separación, y por lo tanto, es incapaz de entender cognitiva y
emocionalmente que de ninguna manera es el causante de su herida, dolor, pérdida o agresión.
Incluso los mensajes positivos a veces pueden hacer daño, porque el ser del niño tampoco asimila que le
pertenecen a él. Si un padre dice: “’¡Eres tan maravillosa¡”, una parte incrédula de la niña dice: “No es
cierto. No soy tan buena. Hice una maldad la semana pasada”. Y así se produce fragmentación en lugar de
integración. A una parte de la niña le gusta escuchar que es maravillosa, pero la parte incrédula reclama. El
adolescente o adulto que jamás ha experimentado la integración de esos mensajes positivos, suele decir:
“Me siento falso” o “Nadie conoce mi verdadero yo”. Los padres deben aprender a expresar su aprecio de
maneras muy específicas, como:”Me gustó cómo limpiaste la cocina”, “Me gustan los colores de tu dibujo”,”
Me gusta la blusa que llevas puesta”, etc. Estas afirmaciones claras fortalecen el sentido de si mismo del
niño.
Al trabajar con un niño, debo ayudarlo a que recuerde, recupere, renueve y fortalezca aquello que tenía
cuando llegó al mundo. Debo ofrecerle muchas experiencias para despertar sus sentidos, para que vuelva a
usar su cuerpo con alegría y energía, para conectarlo con sus sentimientos y para que sienta y conozca su
fortaleza. Debo ayudarlo a usar su intelecto junto con el lenguaje, para que declare quién es y quién no es,
sus necesidades, deseos, gustos, pensamientos, ideas. A medida que va fortaleciendo su sentido del yo
dentro de la relación terapéutica, podemos comenzar a enfrentar sus introyectos negativos.
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Para un niño es muy difícil admitir abiertamente: “Soy malo”, “Soy nefasto”, “No me gusta como soy”. Por
lo general defiende afanosamente el pequeño vestigio del yo que pueda sentir. He descubierto que los niños
tienen un yo crítico muy desarrollado (en general, bien oculto de sus padres). Suelen ser mejores para
criticarse que sus padres. Esta postura enjuiciadora es extremadamente perjudicial para un desarrollo sano.
Puede que el niño se diga: “Debería esforzarme más”, sintiendo y sabiendo que la realización de ese deseo
está fuera de sus posibilidades y comprensión. Así, la voluntad de “ser mejor” o “esforzarse más” sirve para
aumentar su desesperación. No puedo dejar de enfatizar cómo cada experiencia negativa, cada trauma,
grande o pequeño, pasa la cuenta no sólo en términos de sentimientos inexpresados, sino también de
sentirse culpable.
Debido a la intensa fuerza vital y empuje del niño para sobrevivir y crecer, como también a la continua
cruzada del organismo en pos del equilibrio, el niño manifestará muchas conductas inapropiadas y
desarrollará síntomas problemáticos para superar estos sentimientos reprimidos y la pérdida del yo. Estas
conductas y síntomas se convierten en nuevas causas para el odio y menosprecio que el niño siente hacia sí
mismo.
Cuando el niño o adolescente es capaz de reconocer y admitir la existencia de sentimientos malos acerca de
sí mismo, podemos embarcarnos en su viaje de autocuidado.
En mi trabajo utilizo muchas técnicas proyectivas, expresivas y creativas tales como la fantasía dirigida, artes
gráficas, collage, arcilla, narración, títeres, bandeja de arena, dramatización, experiencias sensoriales,
movimiento corporal, música, la cámara y más. Estas técnicas son importantes formas para ayudar a los
niños a expresar lo que permanece oculto y encerrado y a sentir y fortalecer partes del yo perdidas,
interrumpidas e inhibidas. Son especialmente útiles para aislar y tratar introyectos negativos y fomentar el
trabajo de autocuidado.
Al leer estos ejemplos de trabajo de autocuidado, quizás se sientan decepcionados por su sencillez y forma
casi mecánica. Solo puedo asegurarles que este tipo de trabajo es necesario y eficaz. Los graves efectos del
trauma y los introyectos negativos en los niños parecieran ameritar un trabajo intenso y drástico. Pero con
los niños, el trabajo se realiza en segmentos muy pequeños. El terapeuta infantil debe tener presente varios
requisitos esenciales para el trabajo:
1. La relación es la esencia de todo trabajo terapéutico.
2. El contacto entre el terapeuta y el niño debe ser palpable en cada sesión.
3. El clínico debe conocer el nivel psicológico, emocional, intelectual y de desarrollo de su cliente. El
terapeuta es quien debe determinar estos niveles y estar presente con el niño respetuosamente, con
aceptación y sin expectativas, siguiendo su nivel y ritmo.
4. El terapeuta debe aceptar la resistencia del niño. Cuando la energía decae, cuando el niño se retrae
del contacto, se está comunicando de esta manera: “Esto es lo único que puedo hacer ahora, no
aguanto más. No tengo apoyo ni energía interna para más”. El terapeuta debe respetar esta postura
y armarse de paciencia.
Los siguientes ejemplos les darán una idea de la naturaleza del trabajo de autocuidado. Es caso imposible
enseñar el proceso de este trabajo de una manera literal y didáctica, aunque verán que sí parece
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presentarse una especie de secuencia. Esta es solo una guía; no debe considerarse como una lista mecánica
de instrucciones a seguir. A pesar de que puedo fundamentar teóricamente lo que hago, mi trabajo está
guiado por mi intuición, mi corazón y mis tripas. El trabajo más eficaz con los niños se hace de esta manera.
Entramos juntos a un espacio donde estamos en plena comunión: estamos con el otro. Nos entendemos
mutuamente; nos sentimos comprendidos por el otro; aceptamos y respetamos al otro. Al dirigir el trabajo,
me guio por el niño en todo momento, siempre respetando sus límites. Observo como fluye su energía. Si
está presente, bailo con ella; si está ausente, sé que debo esperar o detenerme. Hemos cambiado todos los
nombres y ciertos hechos en los ejemplos, para proteger la privacidad de los involucrados.
Ejemplo Nº 1:
Jenny, de 9 años, me cuenta una historia a partir de su garabato que ella llama: “Una Niña
Chascona”. Escribo el cuento a medida que dicta y luego se lo leo. Pregunto: “¿Te calza de alguna
manera?”. Responde: “Bueno, no me gusta mi pelo”. Le pido que dibuje cómo percibe su pelo. Dibuja
una cara grande con pelo castaño muy desordenado. Pregunto: “¿Cómo te gustaría que fuera tu
pelo?.” Dibuja una cara con pelo rubio largo y hermoso. “Ojalá tuviera el pelo así”, dice, con un hondo
suspiro. Jenny, si pudieras hablarle a tu pelo chascón, ¿qué le dirías?”. Jenny le grita al dibujo: “¡Te
odio¿ ¿Porqué no puedes ser así?” ( apuntando al dibujo con pelo rubio).
Le pregunto a Jenny si alguien en su vida está de acuerdo con ella respecto a su pelo desordenado.
Responde en voz muy baja: “No sé. Bueno, mi papá, creo.
“¿Cómo lo sabes?”.
“Bueno, siempre dice: ¡ANDA A PEINARTE¡, y cosas por el estilo”. (Ahora hay mucha rabia en su
voz). “Y él adora el pelo de mi hermana”. Jenny se pone a llorar. Ignoro las lágrimas, sabiendo que si
me focalizo en ellas, puede que interrumpa su trabajo. Dibujo una cara redonda de cuya boca sale un
globo que dice: “Anda a peinarte”.
“Aquí está tu papá. Dile lo que piensas de todo esto. Recuerda”, digo, con un susurro cómplice, “que
en realidad no está aquí”. Jenny le grita al dibujo de su padre:”Detesto que me digas que me peine”
“¡Sí díselo¡”, la aliento.
Jenny sigue: “¡Mi pelo es igual que el de mi hermana¡ Nunca le dices a ella que se vaya a peinar”.
Jenny está gritando y riéndose al mismo tiempo.
“Jenny, busquemos un títere al que le guste tu pelo. Imagina que aquí hay un títere que encuentra
precioso tu pelo”. Jenny, ahora llena de energía, revisa el canasto de los títeres y toma feliz un gran
osito peludo. Lo sostiene frente al dibujo del pelo revuelto y dice: “Me gusta tu pelo. No está nada
mal. ¡Y además, cuando crezcas, puedes dejártelo largo e incluso teñirlo rubio, y tu mamá no podrá
decirte nada¡”. Sonriéndome, dice: “Mi mamá se tiñe el pelo, pero dice que yo soy demasiado chica
para teñirme el mío
Le sonrío a Jenny y digo: “Jenny, ¿puedes decirte tú algunas de las palabras del osito?”. Le paso un
espejo y ella repite tímidamente las palabras a su yo en el espejo.
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“¿Cómo te sientes al decirte esas cosas a ti misma?”.
“Muy bien”, responde Jenny.
Digo: ¿Quiero que todas las mañanas de esta semana, te digas frente a un espejo esas palabras, o
palabras parecidas, y en la próxima sesión me cuentes si fue agradable hacerlo”.
Respirando hondo, Jenny acepta.
Comentario:
Me resulta obvio que, en la discusión sobre su pelo, se ha simbolizado un sentimiento más profundo
de rechazo. Es como si el dibujo del pelo revuelto fuera una metáfora de toda su vida. De hecho, en
sesiones previas, hemos conversado sobre los sentimientos de rechazo de su padre hacia ella. Él vivía
en otra parte del país y lo veía muy poco. Aunque hubiera vivido aquí y hubiese asistido a sesiones de
familia y trabajado en aceptar a Jenny, ésta seguiría atormentada por la sensación de no ser
suficientemente buena. Los introyectos negativos parecen adentrarse más en el yo -no se disipan con
facilidad. Era el momento de apelar a los propios recursos de aceptación de Jenny. Al exagerar y
explicar sus sentimientos en mayor detalle, como hicimos en esta sesión, comienza a sentirse validada
y aceptada. Si yo hubiera dicho: “Ah, creo que tu pelo es lindo”, sólo habría descartado sus
sentimientos. Cuando se siente validada y aceptada, cuando obtiene algo de autoapoyo al expresar
hacia fuera su rabia retroflectada, puede empezar a experimentar con la autoaceptación y el
autocuidado. Esto era solo el comienzo.
Quisiera decir algo sobre las polaridades: a menudo, para lograr la integración, hay que examinar las
polaridades. El sí mismo crítico inspecciona al niño con un ojo exigente. Las partes del yo que el niño
detesta por lo general se exageran y distorsionan. Para ayudarle a alcanzar un equilibrio, llamaremos
al polo opuesto de la parta odiada: la parte idealizada. Ésta usualmente es inverosímil y poco realista.
El niño considera insuperables los aspectos de si mismo que rechaza y el opuesto de esa parte se
vuelve inalcanzable. A medida que el niño desprecia y se aleja de esas parte odiadas de sí mismo,
ensancha más la brecha entre sus dos yo opuestos, aumentando la fragmentación y autoalienación.
Debemos fomentar aun más la exageración y separación de ambas partes opuestas, para lograr
suficiente distancia para examinarlas cuidadosamente. De esta forma, se puede alcanzar una
integración, reconciliación o síntesis de los lados opuestos, conduciendo a una visión realista del yo y
a un proceso vital sano y dinámico.
Ejemplo Nº 2:
Le muestro a Andrew, de 10 años, un libro para colorear sobre demonios. Se trata de partes del yo
que al autor no le gustan e incluye dibujos muy graciosos de cada uno de sus demonios, como él los
llama. Andrew y yo conversamos acerca de las partes de nosotros mismos que nos estorban, que nos
desagradan. Le pido que cierre los ojos y piense en una de esas partes. Luego dibuja una especie de
caricatura con grandes piernas y brazos vendados y manchados de azul y rojo. Dice: “Esta es la parte
de mí que detesto. Siempre me estoy cayendo, chocando con cosas, lastimado. Se llama Sr. Torpe”.
Le pido a Andrew que sea el Sr. Torpe mientras converso con él -que sea la voz del Sr. Torpe como si
fuese un títere. Le digo al dibujo: “Hola, Sr. Torpe. Cuénteme algo sobre usted”. Andrew responde:
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“Hola. Sr. Torpe. Siempre choco con cosas. Siempre me hago daño. Estoy lleno de tajos, rasguños y
moretones. ¡No hago nada bien!. El Sr. Torpe y yo seguimos conversando alegremente y me cuenta
sobre cada herida. Me dirijo a Andrew: “Andrew, ¿Qué te gustaría decirle al Sr. Torpe?” “¡Te odio!.
Ojalá te fueras. Me estorbas. Me haces sentir mal”. Estimulo su arranque: “Sí¡ ¡Dile!. Andrew le hace
muescas y ruidos al Sr. Torpe. Digo: “Andrew, ¿cómo te gustaría ser?”. Describe a alguien imaginario
ágil, atlético y guapo: el opuesto exacto de su Sr. Torpe. Le pido a Andrew que sea esta persona
atlética y se describa y camine por la sala como si fuese este individuo. Me asombra la fuerza, energía
y gracia con que Andrew interpreta a su persona ideal. Digo “Andrew, imagina que tienes un hada
madrina. Busquemos un títere hada madrina. Tú sabes cómo son las hadas madrinas. Piensan que
eres maravilloso pase lo que pase”. Andrew asiente con la cabeza. “Imagina que tienes esta hada
madrina y justo cuando tu Sr. Torpe se rasguña, choca con algo o se cae de tu bici, ella aparece.
“¿Qué crees que te diría?”.
Andrew titubea. “No sé”. Veo que está absorto en sus pensamientos así es que espero. Luego de un
rato, me doy cuenta de que su energía disminuye: el contacto se está interrumpiendo. Para que
reanude el contacto, repito: “Tú sabes cómo son las hadas madrinas. Te quieren hagas lo que hagas o
pase lo que pase”. Andrew asiente con la cabeza y no encuentra las palabras. “Ella dice: Ajá. Mmm”.
Decido ayudarlo. “Intenta que diga: “Me agradas”. Andrew, obviamente aliviado al tener algo que
decir, repite mis palabras. “¿Cómo te sentiste al decir eso?”. Responde: “¡Bien¡”. Pregunto: “Y qué
más podría decir?”. Andrew empieza diciendo: “A lo mejor diría: “ No te sientas mal” -se detiene y
luego parece tener un arranque de energía. “Diría: “¡Estás bastante bien¡ ¡Me agradas!. Me gusta que
hagas cosas. Me gusta que pruebes cosas”. (Ahora Andrew está de buena racha)
“No te preocupes porque a veces te lastimas. Eso demuestra que haces cosas nuevas y me gustas por
eso. ¡¡No tienes miedo de hacer cosas !!. Se detiene y me mira.
“Andrew, de pronto tu hada madrina desaparece”. (Tomo el títere y lo escondo). “Y ahora tú, Andrew,
estás aquí con el Sr. Torpe. ¿Puedes decirle tú estas cosas al Sr. Torpe?”. Andrew responde bajito:
“¡Si bien”. Veo que se ha encerrado en sí mismo -parece distraído y tiene la mirada vidriosa-. Espero,
pues siento que Andrew está muy ensimismado. De pronto se vuelve hacia mí, plenamente presente,
plenamente en contacto. Respira hondo y sonríe de oreja a oreja. Dice: “¡Yo sí intento cosas!”. La
integración se ha producido ante mis ojos.
Comentario:
En sesiones previas habíamos tratado las altas expectativas del atlético padre de Andrew para con su
hijo, así que ya teníamos una noción de dónde provenía esta sensación de torpeza. El papá participó
gustoso en nuestras sesiones familiares mensuales y reconoció estas expectativas para su hijo. De
hecho, no sabía relacionarse de otra manera con Andrew. A pesar de la buena disposición del padre
para cambiar, los malos sentimientos del yo de Andrew persistían.
El niño se forma una opinión negativa sobre sí mismo que jamás puede ser cambiada completamente
por un agente externo. La autoaceptación de todas las partes de uno, incluso las más odiosas, es un
componente vital del desarrollo sano. Tal autoaceptación surge del contacto y el crecimiento de la
parte amorosa y cuidadosa del niño, que debe unirse con el yo “malo” para aceptarlo, comprenderlo
consolarlo y quererlo. A medida que el niño vivencia y acepta todos los aspectos de sí mismo sin
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juzgarlos, crece y se desarrolla con alegría. Al desenterrar esos aspectos más oscuros e iluminarlos y
ponerlos en contacto con su yo interno cuidadoso, el niño experimenta una integración sana.
La autoaceptación es un requisito esencial para este trabajo. Le pedí a Andrew que cada vez que
tuviese un episodio de torpeza, imaginara que su hada madrina aparecía sobre su hombro y decía:
“No te preocupes, me agradas incluso cuando te caes”. Andrew aceptó hacer este experimento y, a la
semana siguiente, contó que casi no había tenido experiencias de torpeza.
Ejemplo nº 3:
Ellen, de 12 años, solía rascarse hasta cubrirse los brazos de horribles llagas. Era una niña
encantadora que se despreciaba. Nació enferma y, durante sus primeros 7 años de vida lloró casi sin
cesar. Después de trabajar juntas por cerca de un año, ocurrió la siguiente sesión. Estaban ambos
padres, pues yo creía que era importante que ellos comprendieran este trabajo. Se sentían culpables
por el problema de Ellen y, a menudo, esta culpa se convertía en rabia hacia su hija, empeorando la
situación. Yo quería que los padres supieran que ahora era labor de Ellen sanarse a sí misma.
Comienzo: “Ellen, ¿ves esta muñeca?. Imaginemos que eres tu cuando bebé y está enferma y
llorando. ¿Cómo crees que se siente?”. Ellen responde: “¡supongo que pésimo!”. Miro a los padres y
pregunto “¿querrían decirle algo a su bebé?”. La madre se pone a llorar. Dice: “no llores, hijita. Ojalá
no lloraras. Ojalá no estuvieras enferma. Me tienes tan preocupada”. El papá agrega: “estamos
tratando de averiguar qué te pasa. Te amamos”. Le digo a Ellen: “Imagina que eres esta bebita, y
aunque los bebés no pueden hablar, imaginemos que sí. ¿Qué crees que dirías?”. Ellen responde de
inmediato: “¡¡Buaaa!! ¡Ayúdenme! ¡Ayúdenme! ¡Estoy enferma! ¡Estoy enferma! ¡Ayúdenme!”.
Digo: “¿Qué crees que piensa de sí misma la bebita? Lo más probable es que tú –la bebé- no
recuerdes cómo te sentías realmente”. Ellen dice: “No sé. Claro, no lo recuerdo”.
Le explico a Ellen y a sus padres que cuando un niño está enfermo y siente dolor, él, de acuerdo con
la teoría del desarrollo, se culpa a sí mismo, siente que es un niño malo. Por otra parte, cuando un
bebé llora tanto, los padres se desesperan, se angustian, se sienten muy mal, porque no pueden
ayudar al bebé. Éste percibe los sentimientos de sus padres, porque los bebés son muy sensibles, y se
culpa por los sentimientos DE ELLOS. Estos sentimientos parecen reforzar sus malos sentimientos
acerca de sí mismo, dado que el bebé es completamente egocéntrico y no puede entender las
experiencias ajenas. No puede comprender que sus padres tienen sus propios sentimientos separados
de él. Siente que es el causante de los sentimientos de ellos, y en este caso, así es. Ellen dice:
“Recuerdo que cuando tenía unos 4 años y estaba enferma, sentía como que era una niña mala, como
que algo andaba mal conmigo como persona”.
¡Claro!. Y probablemente te empezaste a sentir así cuando bebita. Ellen, si pudieras retroceder en una
máquina del tiempo y conversar con ella, ¿qué le dirías en este momento?.
Ellen me pregunta si puede tomar la muñeca. La acurruca y dice: “Bebita, no es tu culpa. Eres un
bebé maravilloso. Eres realmente adorable. No puedes evitar estar enferma”. Mece la muñeca,
diciendo: “tranquila, tranquila….”. Su madre me mira y dice: “Nosotros le decíamos eso todo el
tiempo”. Digo: “Para ella era difícil creerles. Ahora tiene que decírselo a sí misma”. Ellen ahora está
muy involucrada con la muñeca. La mece y le repite una y otra vez esas palabras cariñosas.
Digo: “Ellen (me mira), cada vez que te sientas mal por dentro, recuerda que el yo bebé es quien se
está sintiendo así. Te necesita para que la sostengas y la ames. Además, Ellen, cada vez que te
rascas, en realidad estás rascando a la bebita. Creo que lo haces cuando te sientes mal por dentro.
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Así que ahora, en vez de rascarla, tómala en brazos, mécela y háblale. ¿Habrá algo en tu casa que
sirva como bebé: una muñeca, un peluche, una almohada?”. Ellen está segura que si y acepta
experimentar con esta nueva idea para consolar y amar al bebé dentro de ella. Los padres están
llorando y Ellen los contempla, sonríe y dice: “Está bien. Yo cuidaré al bebé.
Comentario:
Esta sesión de ninguna manera fue una cura mágica. Hubo que trabajar y practicar mucho para que
Ellen incorporara este concepto del autocuidado. Parte importante del trabajo fue ayudarle a
satisfacer sus propias necesidades en su vida cotidiana. Hicimos un borrador de su agenda diaria en
un papel grande y calificamos cada evento en términos de satisfacción y frustración. Ellen habló de
cómo ella misma podría mejorar la calidad de su existencia diaria. Esto no significaba que nunca
pudiera pedir lo que necesitaba, pero sí tenía que aprender a hacerse responsable de pedir ayuda.
Esta era una idea completamente nueva para Ellen. De hecho, ella pensaba, como muchas otras
personas, que hacer algo agradable para sí misma era egoísta y que pedir ayuda era señal de
debilidad. Esta idea es la razón por la que los niños, y los adultos también, a menudo consiguen
satisfacer sus necesidades de maneras regresivas e indirectas.
Ellen y yo confeccionamos una lista de todas las cosas que podría hacer para sentirse mejor y todas
las cosas que le gustaba hacer. Le pedí que hiciera al menos una cosa grata para ella todos los días y
que me contara en la próxima sesión lo que hizo y como se sintió al hacerlo. Muchos adolescentes me
dicen que se sienten indulgentes consigo mismos y creen que ya hacen muchas cosas para ellos en
base a lo que sus padres les dicen. Sin embargo, piensan que es muy distinto hacer algo agradable
para uno mismo conscientemente y con permiso sincero. A veces la noción de que es egoísta hacer
cosas gratas para uno, está tan profundamente arraigada en la persona, que debemos destinar
tiempo a explorar y trabajar en esta perjudicial idea.
Aun cuando hayamos hecho grandes progresos para lograr un manejo responsable y satisfactorio de
nuestra vida, la regresión ocurrirá. Alguna experiencia o acontecimiento estresante o doloroso puede
ocasionar fragmentación, vale decir, la parte más joven de nosotros mismos que es vulnerable y sale
herida fácilmente, ese bebé o niñito interno, se separa y deja de ser una parte integrada del yo.
Entonces, esa parte más joven parece tomar el control de todo nuestro ser y reacciona al evento
doloroso en formas antiguas e infantiles. En ese momento es cuando debemos acordarnos que ya no
somos el niñito indefenso. Debemos movilizar toda la energía posible para aliviar, consolar y cuidar al
niño herido dentro de nosotros. Mientras más lo hagamos, más fácil será. Cuando somos novatos en
esto, a menudo necesitamos que alguien nos lo recuerde: un amigo, un padre, terapeuta. Debemos
tratar de no juzgar nuestras reacciones regresivas. Recuerden que el niño, en sus intentos de cuidar al
yo, hace cualquier cosa que sepa hacer. Y a veces lo único que puede hacer es llorar.
Un día, en el colegio, Ellen tuvo una mala experiencia que la hizo volver a su antigua conducta
autodestructiva. Su madre me llamó en estado de pánico. Ellen se estaba rascando vigorosamente,
lloraba como una histérica, respiraba con dificultad y estaba inconsolable. Pedí hablar con ella. Hablé
fuerte y con firmeza por encima de sus alaridos.”¡Qué puedes hacer en este momento para que tu
niñita interna dolida, se sienta mejor”!. Todavía llorando, masculló: “¿Música?”. Grité: “¡Bueno!
¡Hazlo!”. Después me contó que encendió la radio y se quedó dormida. Al día siguiente pudo
considerar el evento de una manera más racional, hablar con su madre al respecto y acelerar sus
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técnicas de autocuidado hasta que sintió que su vida volvía al equilibrio. El rechazo y el dolor que
experimentó ese día en el colegio abrieron antiguas heridas de la bebita. No había forma de que su
madre o su padre pudieran reparar lo que le había ocurrido cuando pequeña. Tampoco podrá su
futura pareja. Solo ella misma, Ellen, podrá hacerlo.
Ejemplo Nº 4:
Angie, de 7 años, y yo estábamos sentadas en el suelo con varios títeres al frente. Le pedí que
escogiera el títere que más reflejara como se sentía en ese momento. Tomó un perro verde de
aspecto triste. Elegí otro títere (yo), el cual empieza a hablar con el perro.
Yo:
Hola
Angie:
Hola
Yo:
¿Qué te pasa hoy?
Angie:
Ah, nada
Yo:
¿Por qué será que Angie te tomó?
Angie:
Porque me veo triste
Yo:
¿Y por qué estás triste?
Angie:
Ah, el colegio
Yo:
¿Tienes problemas en el colegio?
Angie:
Si, con la lectura
Yo:
¿Te sientes mal por eso?
Angie asiente con la cabeza. Mi títere le habla directamente a Angie
Yo:
¿Qué podrías decirle a tu títere perro que le cuesta leer?
Angie:
(a su perro) ¡Eres tan tonto!
Yo:
(hablándole al perro) ¿Qué respondes a eso?
Angie:
(como perro) ¡Si, pero lo intento!
Angie le dice otra vez al perro lo tonto que es. Mi títere le habla a Angie.
Yo:
Supongo que te sientes tonta como el perro cuando te cuesta leer
Angie:
(masculla un sí)
Yo:
(a Angie) Tu perro dice que lo intenta. Supongo que tú lo intentas y aun así no lo
logras y una parte dentro de ti te dice que eres tonta
Angie:
(asiente con la cabeza y hace una mueca)
Yo:
¿De qué es esa cara que pusiste?
Angie:
Soy tonta
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Yo:
Angie, escoge otro títere que pueda ser bueno con tu perro que lo intenta y luego se
siente tonto –quizás el hada madrina, o cualquier otro títere que sea simpático.
(Angie elige el hada madrina). ¿Qué le dice al perro?
Angie:
(como hada madrina, dice sin titubear) Te esfuerzas. Sé que lo haces. Y además no
eres tonto, porque sabes hacer otras cosas. Eres bueno para las matemáticas. ¡No
puedes ser tonto y bueno para las matemáticas!
Yo:
(al hada madrina) ¿Puedes decirle al perro que lo quieres incluso cuando eres tonto?
Angie:
(como hada madrina) Te quiero incluso cuando eres tonto
Yo:
¿Cómo te sientes al decir eso?
Angie:
Bueno, no creo que sea tonto. Pienso que se pondrá bueno para leer. Necesita
ayuda adicional
Yo:
Angie, ¿podrías decirle eso a tu perro? (Se lo dice y luego abraza al perro)
Angie sufría de angustia con la lectura. En la siguiente sesión, me contó: “Ayer vino mi profesor
particular y no quise hacer nada. Luego, en mi mente, abracé a la parte perro que se siente tonta y
¡leí bien!"
Comentario:
El trabajo de autocuidado con niños pequeños es muy gratificante. Los niños responden muy bien a
él. Al parecer, no se inhiben ni reprimen ante la idea del autocuidado, como algunos adolescentes y la
mayoría de los adultos. Los niños tienen una sabiduría interior que rara vez muestran. A mí me
conmueve profundamente la sabiduría que a menudo tengo el privilegio de presenciar.
Ejemplo Nº 5
Hacer este trabajo con adolescentes puede ser difícil, pero vitalmente necesario. Cathy, de 17 años,
había sufrido abusos sexuales cuando niña y presentaba muchos síntomas perturbadores, incluyendo
conductas obsesivas y miedos intensos de todo tipo. No tenia autoestima. Trabajamos juntas durante
dos años antes de que Cathy fuera capaz de aceptar el concepto de cuidarse a sí misma. Avanzó
mucho en su terapia y finalmente supe que debíamos abordar el tema del autocuidado.
Le pedí que trajera fotos suyas de cuando bebé y niña. Todas le indignaban, sintiendo que era fea y
antipática. No podía mostrar ningún sentimiento compasivo por su yo niña, hasta que llegamos a una
foto de cuando tenía más o menos 1 mes de edad. Vi que su expresión se suavizó un poco y
rápidamente le hice notar su reacción. Se puso a llorar y admitió la inocencia de esa bebita.
Cada semana mirábamos sus fotos de bebé y les hablábamos a las imágenes. Le asombraba que yo la
encontrara tan encantadora y adorable de bebé y que pudiera decirle palabras amorosas. Cathy ni
siquiera podía reunir la energía para proyectar afirmaciones cariñosas en una figura de hada madrina,
ni imaginar sentimientos tiernos de ninguna manera. Entonces, en esta situación, yo asumí el papel
de hada madrina.
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Finalmente fue capaz de admitir algunos sentimientos cariñosos de aceptación del bebé y de la niñita
hasta los 6 años, edad en que sufrió el abuso. Los recuerdos se agolparon en su memoria. Hasta ese
momento, Cathy había tenido problemas para recordar escenas de su infancia. Le dije que su niñita
interna, tan llena de vida, ahora tenía a alguien que nunca antes había tenido, alguien que siempre
estaba con ella. ¿Quién?, pregunto asombrada. “Tú”, respondí “Tú estás con ella todo el tiempo -ella
vive dentro de ti”. Cathy finalmente captó esta idea y empezó a hablarle a la niñita de 6 años que
había sido tan brutalmente herida y traicionada. Al principio tuve que decirle las palabras, por
ejemplo: “¡No fue culpa tuya! Eres una niña maravillosa. Te amo. Siempre estaré contigo. Te voy a
proteger. Jamás te abandonaré”. Después de cada afirmación, nos deteníamos para examinar sus
reacciones a decir estas palabras. Lentamente pudo adueñarse de estas palabras, agregando muchas
propias. A veces, Cathy contenía la respiración durante estas sesiones y yo la alentaba a respirar
profundo para que sintiera su propia fuerza vital. Gracias a este trabajo -estoy segura-, la vi
convertirse en una feliz y bien adaptada jovencita. Ella misma se sentía dueña de una poderosa
herramienta para ayudarse a sí misma en cualquier lugar donde estuviera.
Comentario:
El trabajo de autocuidado es esencial al trabajar con niños que han sufrido abusos físicos o sexuales,
así como con adultos abusados en la infancia. Algunos de los efectos debilitantes del abuso son:
automenosprecio, fragmentación, anestesiar aspectos del yo, además de sentimientos de impotencia,
vergüenza y culpa. El primer paso es ayudar al cliente a contactar y expresar hacia fuera la rabia que
se retroflecta en el yo. Solo a través de la autoaceptación y el autocuidado se puede producir una
completa sanación.
Ejemplo Nº 6
Incluso un niño de 2 años puede responder a las técnicas de autocuidado. Una niña así Molly, víctima
de abusos y abandonada, llegó a un refugio. La terapeuta que le asignaron estaba en uno de mis
grupos de supervisión. Un día luego de analizar la idea del autocuidado, ella volvió al refugio y se
acercó a Molly, quien había llorado sin parar desde su ingreso. La terapeuta tomó una gran muñeca y
le dijo a la niña: “Esta es Molly –esta es la bebé Molly”. La terapeuta mecía a la muñeca, musitando:
“Pobre Molly. Sé que estás triste. Te quiero. Estoy aquí contigo”. Le pasó la muñeca a la niña, quien
de inmediato dejó de llorar, abrazó a la muñeca, la empezó a mecer y a cantarle suavemente.
Ejemplo Nº 7
John, de 16 años, es muy tímido y le cuesta hablarles a las chicas. Su proceso –su manera de ser en
el mundo- era inhibirse, reprimirse, hablar lo menos posible. Habíamos estado trabajando alrededor
de 6 meses cuando decidí introducir el concepto de autocuidado. Le pedí que dibujara una parte de él
que no le agradase. Se dibujó tendido en su cama escuchando música. Explicó: “Hay todo un mundo
allá afuera y yo lo único que hago es estar encerrado en mi pieza”. Le pedí que realmente FUERA el
muchacho en la cama y describiera lo que ocurría. “Estoy en mi cama escuchando música. Es lo único
que hago siempre y estoy harto de eso”.
Yo:
(dirigiendo mis observaciones al dibujo del chico) “¿Qué te impide salir al mundo?”
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John:
(hace una pausa, aparentemente absorto en sus pensamientos, y finalmente dice)
Teme no agradarle a nadie. Le da miedo no tener nada interesante que decir
Yo:
John, ¿Qué piensas de este muchacho en la cama?
John:
(sin titubear) ¡Lo odio!
Yo.
Díselo a él
John:
¿Te odio! ¿Por qué no te levantas? Deja de tener miedo. Eres un inútil. Me das asco
Yo:
John, ¿recuerdas alguna época de tu niñez en que hayas tenido miedo de hablar?
John tenía muchos recuerdos. Escogió uno de cuanto estaba en el jardín infantil a
los 5 años. La profesora le había gritado por hablar cuando no debía y eso lo había
asustado muchísimo. Le sugerí que dibujara a ese niñito
Yo:
Imagina que puedes retroceder en una máquina del tiempo y estar con él. ¿Qué le
dirías?
John:
miró el dibujo por un momento. “No es tu culpa. No sabías que no debías hablar. La
profesora estaba equivocada”
Sugerí que hiciera un dibujo a la rápida de su profesora y le gritara a ella.
Le expliqué a John que el John niñito aun estaba vivo dentro de él, y que cuando el John de ahora
tenía miedo de hablar, lo que sentía era el miedo del niño de 5 años. Pero ahora tenía al John de 16
años para acompañarlo, comprenderlo y ayudarlo. Después de todo, ahora él sabía mucho más que
entonces. Incluso podía llevar en auto al John niñito a distintos lugares. John se rió, porque recién
había obtenido su licencia para conducir.
Le pedí que durante la semana siguiente, cada vez que sintiese miedo de hablar, le dijera a su yo niño
que estaba bien tener miedo y que no hablara. A John le sorprendió esta tarea, pero estuvo de
acuerdo. Le expliqué que era importante que aprendiera a aceptarse antes de enseñarle al niñito
maneras de hablar, que mientras más se juzgara, mas callado se quedaría.
Luego le pedí que se permitiera vivenciar mas plenamente los sentimientos que tenía cuando no podía
hablar -sentir el miedo y la frustración, pero sin juzgarse. Finalmente, lo alenté a tomar de la mano,
por así decirlo, a su niño de 5 años y arriesgarse a hablarle y asegurarle que él estaba ahí para
ayudarlo, enseñarle, apoyarlo y quererlo pasara lo que pasara. Tengo la alegría de informar que con
el primer paso de la autoaceptación, cuando John se dijo que estaba bien no hablar, paradójicamente
se encontró hablando más que nunca (en especial a chicas de su edad).
Comentario:
Por lo general, las partes odiosas que evocamos pueden relacionarse con alguna época de la niñez
temprana. Para John, el incidente en el jardín infantil probablemente fue una de muchas experiencias
que reforzaron el introyecto de que era un niño malo si hablaba. La fuente real no siempre es
importante –usamos un recuerdo como un ejemplo con el cual trabajar-.
Cabe señalar que estos introyectos negativos que absorbemos en la niñez y que nos hacen caer en
conductas para evitar el rechazo y la desaprobación, se convierten en nuestro proceso a lo largo de
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toda la vida y fomentan nuestro automenosprecio. John decidió dejar de hablar para protegerse y, al
crecer, siguió con esta conducta. Ahora, en la adolescencia, odia esta parte de sí mismo. Siente que
no tiene ningún control sobre esta conducta, que es parte integral suya. Ya que él ha cortado esta
parte de sí mismo que sin duda tuvo alguna vez, siente que no puede contactarla, que no la tiene o la
perdió.
Ejemplo Nº 8
Julie, de 10 años, se había orinado en la cama durante toda su vida. Sus padres habían probado sin
éxito muchos tipos de tratamientos y artilugios. Julie respondió muy bien a la terapia y trabajó para
aprender a expresar sus angustias y sentimientos y aumentar su conciencia corporal. Sus padres eran
muy cooperadores y participaban regularmente en sesiones de familia. El momento decisivo fue
cuando introduje la idea del autocuidado.
Le pedí a Julie que trajera una muñeca o un peluche de su casa. Le expliqué que su niñita interna
originalmente se había empezado a orinar en la cama porque estaba buscando un modo de sentirse
mejor. Algo había ocurrido que le preocupó y molestó y ella no tenía las palabras para hablar al
respecto, así que se orinó para liberarse. Dije: “La próxima vez que vayas al baño, fíjate cuán relajada
te sientes después”. Le conté que cuando algunos niños se sienten tensos y angustiados, orinarse es
una forma de liberar la tensión del cuerpo. Comienza a temprana edad y luego se convierte en un
hábito. Ahora tenemos que ayudar a la niñita a encontrar nuevas maneras de expresar sus
sentimientos y relajarse. Dije: “Lo primero es ayudar a tu niñita interna a sentirse buena y adorable”.
Le pedí a Julie que hablara con su oso de peluche, que sería yo su niñita. Le pedí que le dijera al oso
que estaba bien mojar la cama. Le expliqué que si le decía que NO mojara la cama, la niñita estaría
tensa y preocupada y ¡mojaría la cama!. Le pedí que abrazara a su oso todas las mañanas y le dijera
cosas lindas, como si fuera yo su niñita, ya sea que mojara o no la cama. Julie siguió mis instrucciones
y no se orinó durante tres semanas. Pero, después de un día especialmente estresante en el colegio,
volvió a ocurrir. En nuestra sesión enumeramos y examinamos detenidamente todo lo que había
sucedido ese día. Esta actividad despertó muchos sentimientos y Julie pareció entender la relación
entre expresar sus sentimientos y mojar la cama y la necesidad de expresarlos de alguna manera.
Desde entonces ya no se orina en la cama.
A continuación resumo algunas de las características más importantes del trabajo de autocuidado. Este
proceso se puede delinear en varios pasos:
1. Aliento al niño a ser muy específico. “Me odio” se convierte en partes específicas del yo odiadas.
2. Luego elaboramos, personificamos estas partes odiosas.
3. A veces las comparamos con el polo opuesto ideal.
4. Se fomenta que la rabia que ha sido retroflectada, dirigida hacia adentro contra el yo, se exprese
HACIA AFUERA en contra de esas partes odiadas.
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5. Contactamos y traemos el aspecto aceptante y cuidadoso dentro del niño, a veces usando como
proyección al hada madrina u otra figura cariñosa.
6. Luego se anima al cliente a decir y adueñarse de las palabras de aceptación, amor y cuidado a la
parte odiosa sin utilizar una ayuda proyectiva.
7. A veces retrocedemos a una parte más joven del yo, el yo que originalmente creía, se tragó enteras,
las ideas erradas del yo.
8. Sugerimos experimentos específicos de autoaceptación y autocuidado para que el cliente practique
fuera de la sesión.
9. Alentamos al niño a crearse, conscientemente y con determinación, un ambiente cuidadoso, como
hacer cosas gratificantes para él mismo todos los días, y especialmente cuando más las necesite.
También hay otras formas de ayudar a los niños a aprender a cuidarse de maneras amorosas y sanadoras.
El permitir que el yo vivencie y exprese sentimientos como la rabia y la tristeza es e sí nutritivo. En nuestras
sesiones, los niños aprenden modos seguros y adecuados de hacer esto. Ellos también encuentran formas
de brindarse apoyo cuando lo necesitan.
Por ejemplo, una niña con quien trabajé, solía llegar a mi oficina insistiendo en que lo único que quería
hacer era dibujar o pintar arco iris. Después de hacer eso por un rato, empezaba a contarme sobre su día o
episodio especialmente difícil o frustrante. Sin embargo, a los niños no se les deben imponer actividades que
supuestamente los hacen sentirse bien, para protegerlos y ayudarles a evitar situaciones dolorosas.
Ellos mismos parecen saber cuándo necesitan apoyo, fortaleza interior, antes de poder reunir el valor para
enfrentar sentimientos dolorosos. Por ejemplo, cuando le pedí a una joven cliente mía que dibujara a su
madre, quien la había abandonado, ella insistió en dibujarme primero A MÍ. Luego de hacerlo, estuvo
dispuesta a dibujar a su madre y enfrentar los sentimientos dolorosos que esta tarea despertaba. Otra
cliente, siguiendo mis instrucciones, hizo en arcilla una figura a su padrastro, quien había abusado
sexualmente de ella, y cuando le pedí que expresar algo de su rabia con él golpeando la figura con un mazo
de goma (luego de asegurarle que sólo era arcilla y que él jamás se enteraría), se levantó a examinar
algunas figuritas de juguete que descubrió en la repisa. Luego de hablar conmigo sobre ellas, dijo: “Ahora
estoy lista", y procedió a romper con gran energía la figura de arcilla.
Los ejercicios de respiración, relajación y centrarse son herramientas importantes para el autocuidado. Los
niños aprenden estos ejercicios y se los apropian para usarlos en cualquier momento en que sientan que los
necesitan. Una actividad nutritiva favorita es imaginar un sitio fantástico, que nosotros denominamos lugar
seguro. El niño dibuja o hace en la arena este lugar y puede ir ahí en su imaginación en cualquier momento.
Conversamos sobre este concepto de “nutrir los sentidos” y lo practicamos. ¿Qué tipos de cosas relajan tus
sentidos? Contemplar una flor hermosa o una puesta de sol; escuchar el sonido de las olas o música bonita;
oler una rosa o una caja de canela; saborear un helado; tocar algo aterciopelado y suave; deslizar una mano
por la arena. Los niños crean sus propias actividades sensoriales relajantes una vez que los hacemos tomar
conciencia de esta idea.
Una de mis metas en el proceso terapéutico es dar a los niños una sensación de fortaleza, una sensación de
su propio poder. Esto se logra con actividades para aumentar el autoapoyo, expresar sentimientos, sentir su
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agresividad en formas positivas y aceptables. Cuando los niños empiezan a experimentar un sentido de sí
mismos y algo de su propio poder, esto si solo es nutritivo para el yo. A su vez, al aprender las técnicas y
herramientas para cuidarse, tener consideración, respeto y aprecio por el yo, saber cómo nutrirlo
afectivamente, los niños adquieren la vitalidad para crecer alegremente y enfrentar con plena capacidad
cada tarea de desarrollo. Y el hecho de volverse cuidadosos consigo mismos les permite desarrollar una
actitud cariñosa y bondadosa hacia los demás.
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Anexo 2. Bibliografía recomendada para consulta
•
Dibs, en Busca del Yo. Autor (es): Axline, V.
•
Terapia de Juego. Autor (es): Axline, V.
•
Manual de Terapia Gestáltica. Autor(es): Cornejo, L.
•
Manual de Terapia Gestáltica Aplicada a los Adolescentes. Autor(es): Cornejo, L.
•
Adolescencia. El Self Emergente y la Psicoterapia. Autor(es): McMaconville
•
Ventanas a Nuestros Niños. Autor(es): Oaklander, V.
•
El Tesoro Escondido. Autor(es): Oaklander, V.
•
El Mundo Interpersonal del Infante. Autor(es): Stern, D.
•
Cuando Me Encuentro con el Capitan Garfío No Me Engancho. Autor(es): Vazquez,
C. y Martin, A.
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