tribunal supremo sala de lo penal secretaría de causas especiales

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TRIBUNAL SUPREMO
SALA DE LO PENAL
SECRETARÍA DE CAUSAS ESPECIALES
CAUSA ESPECIAL Nº 3/20716/2009.
EXPEDIENTE DE INDULTO.
PENADO: D. BALTASAR GARZÓN REAL.
A LA EXCMA SALA
EL FISCAL, en el Expediente de Indulto iniciado a instancia de D.
Antonio Cluny en su alegada calidad de presidente de la Asociación de
Magistrados Europeos para la Democracia y las Libertades (en adelante, la
Asociación MEDEL) a favor de D. Baltasar Garzón Real, contra el que
recayó sentencia firme de fecha 9 de febrero de 2012 dictada por esa
Excma. Sala de lo Penal del Tribunal Supremo en la Causa Especial de
referencia, por la que aquél resultó condenado como autor responsable de
un delito de prevaricación del artículo 446.3º en concurso aparente de
normas (artículo 8.3) con un delito del artículo 536, párrafo primero, ambos
del Código Penal, a la pena de multa de catorce meses con cuota diaria de 6
euros, con responsabilidad personal subsidiaria en la forma prevista en el
artículo 53 del mismo Código, y a la pena de once años de inhabilitación
especial para el cargo de juez o magistrado, con pérdida definitiva del
cargo que ostenta y de los honores que le son anejos, así como con la
incapacidad para obtener durante el tiempo de la condena cualquier empleo
o cargo con funciones jurisdiccionales o de gobierno dentro del Poder
Judicial, o con funciones jurisdiccionales fuera del mismo, despachando el
trámite de audiencia previsto en el artículo 24 de la Ley de 18 de junio de
1870, reguladora de la gracia de Indulto, que le ha sido conferido por
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medio de providencia de esa Excma. Sala de 18 de diciembre de 2013,
formula INFORME DESFAVORABLE a la solicitud de indulto
presentada, con fundamento en las siguientes consideraciones:
Primera: Como se ha anticipado en el encabezamiento de este
Informe, es la Asociación MEDEL la solicitante del indulto a favor de D.
Baltasar Garzón Real en el sentido de que le sea remitida en su totalidad la
pena de inhabilitación especial, con todas sus consecuencias, que le ha sido
impuesta.
Para ello, la solicitante desarrolla en su expositivo un conjunto de
argumentos en pos de su concesión, centrados casi todos ellos en el análisis
de la sentencia de esa Excma. Sala y de la condena que le ha sido impuesta
con las que no muestra su conformidad aunque, como no podría ser de otro
modo en un Estado de Derecho, la respeta y acata, si bien considera que la
pena de inhabilitación especial impuesta resulta desproporcionada y
excesivamente lesiva para el daño, a su juicio, mínimamente ocasionado
por la conducta del penado; a tal efecto, destaca el escrito “... la ausencia
total y absoluta de cualquier motivación extraprocesal...” o “extrajudicial,
merecedora de un reproche ético acumulable a la simple contravención
legal”.
Según el parecer de la asociación solicitante resulta, además,
mínimamente equitativa la condena impuesta, dadas las circunstancias
personales que concurren en el condenado y los “ingentes servicios
prestados por D. Baltasar Garzón al restablecimiento de la paz y la
seguridad perturbadas por gravísimos delitos, y al prestigio internacional
de la Administración de Justicia de España”.
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Finalmente, señala como argumento añadido a las consideraciones
realizadas sobre la sentencia, el precedente del indulto concedido por Real
Decreto 2392/2000, de 21 de diciembre, a otro magistrado de la Audiencia
Nacional, que obtuvo la remisión de la pena de inhabilitación especial para
el ejercicio de funciones jurisdiccionales y de todas sus consecuencias
jurídicas, en referencia al indulto que le fue concedido a D. Javier Gómez
de Liaño, dada la mención explícita a la disposición del Consejo de
Ministros que se hace en el escrito.
En base a todo lo expuesto y entendiendo que concurren razones de
equidad y justicia, solicita la concesión del indulto a favor de D. Baltasar
Garzón Real.
Segunda: En un Estado democrático y de Derecho las sentencias
dictadas por los Tribunales de Justicia que alcanzan su firmeza han de ser
acatadas y respetadas así como ejecutadas en su integridad, debiendo ser
cumplido, además, su fallo en los propios términos de aquélla, pues todo lo
contrario a tal premisa iría, no sólo contra los principios básicos de la
democracia, sino, también, contra el derecho a la tutela judicial efectiva de
quiénes, según la sentencia firme, hayan resultado perjudicados por los
delitos cometidos por el condenado.
Tales pronunciamientos firmes han de ser asumidos, además, por las
partes intervinientes en el proceso aún cuando la tesis defendida en el
mismo hubiere sido contraria a la que finalmente hubo adoptado el
Tribunal, máxime cuando la sentencia firme emana del Tribunal Supremo
que es la cúspide de los órganos jurisdiccionales en todos los órdenes, salvo
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en materia de garantías constitucionales (artículo 123.1 CE), de tal modo
que este Ministerio, que en la fase declarativa del proceso entendió que no
había concurrido en la conducta del Sr. Garzón Real reproche penal alguno,
ante el pronunciamiento, tanto en los hechos declarados probados como en
la calificación jurídica de los mismos así como respecto de la pena
impuesta establecidos en la Sentencia del Tribunal Supremo a la que se
refiere este expediente de indulto, asume con lealtad institucional y
procesal el fallo condenatorio firme emitido por el Alto Tribunal, como no
podía ser de otro modo, dada su encomienda constitucional de ser el
máximo defensor de la legalidad que le confiere el artículo 124 CE.
Por tanto, las consideraciones que el Fiscal haya de hacer en relación
a la solicitud de indulto presentada habrán de partir necesariamente de la
asunción de los hechos declarados probados en la sentencia, de la
calificación jurídico-penal de los mismos tomada en consideración por el
Tribunal Supremo y de las penas previstas en el Código Penal,
debidamente individualizadas con criterios de proporcionalidad, para los
delitos apreciados en la conducta del Sr. Garzón.
Tercera: Una vez realizadas las anteriores consideraciones, que este
Ministerio entendía necesarias para abordar el análisis de la solicitud de
indulto presentada, ha de partirse, a nuestro parecer, de la premisa de que
no es posible acoger y, por tanto, han de ser desestimados a limine todos
aquellos argumentos recogidos en la solicitud de indulto que hagan
referencia a los extremos anteriormente descritos del caso de autos, sobre
los que ha recaído ya sentencia firme. Tales argumentos, aunque no se
refieran directamente al sentido del fallo judicial, en la medida en que
puedan venir expuestos de modo indirecto o tangencial, habrán de ser
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rechazados ab initio a la hora de informar sobre la gracia de indulto
solicitada.
Pese a lo antedicho y, a los meros efectos dialécticos, ha de
advertirse, en todo caso, que los delitos cometidos en régimen de concurso
aparente de normas por el Sr. Garzón Real en la causa especial de
referencia son de los más graves que un miembro de la Carrera Judicial
puede cometer en el ejercicio de sus funciones jurisdiccionales. No se trata,
como parece sostener la solicitud, de que la injusticia de las resoluciones
que dictó el penado en su condición de Juez Instructor se apoyara en la
mera infracción de unos preceptos legales, el artículo 51.2 de la LOGP y el
artículo 579 de la LECrim., que son los que cita la Asociación solicitante
del indulto en la consideración 4ª de su escrito, en cabezada con la rúbrica
“elemento normativo”, sino que la razón primordial de la condena
impuesta al Sr. Garzón ha sido, esencialmente, por haber vulnerado el
derecho de defensa de unos imputados, haciéndolo en el ejercicio de sus
funciones como juez en el curso de un procedimiento penal en el que aquél
intervino como instructor.
El Sr. Garzón Real ha sido condenado por haber cometido una
frontal vulneración del derecho de defensa, además de la infracción de otro
derecho fundamental, instrumental al anterior, como era el del secreto de
las comunicaciones de los internos en un Centro Penitenciario, que se
hallaban en situación de presos preventivos con cargo a un procedimiento
penal que dirigía el penado en su condición de Juez Instructor del caso;
conductas
delictivas
materializadas
en
la
interceptación
de
las
comunicaciones que aquéllos tuvieron con sus abogados defensores y con
el letrado de otro de los encausados en el procedimiento, sin que existiera,
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según precisa la sentencia del Tribunal Supremo, el más mínimo indicio de
que los letrados escuchados tuvieran o hubieran tenido algún tipo de
implicación en las supuestas actuaciones delictivas presuntamente
cometidas por los internos encausados en el procedimiento.
Por tanto, según refiere la sentencia del Tribunal Supremo, el daño
causado a la Administración de Justicia fue muy grave por las
consecuencias jurídicas que aquella iniciativa adoptada por el Sr. Garzón
Real en su condición de Juez Instructor del caso, tuvo para el derecho de
defensa de los encausados en el procedimiento, lo que en sí mismo justifica
la gravedad de la pena prevista por el Código Penal y aplicada en su
mínima extensión por el Tribunal Supremo.
Por tanto, ni siquiera a los efectos puramente dialécticos, es posible
asumir la tesis de que el daño causado haya sido mínimamente lesivo para
el interés general y para los intereses particulares de los perjudicados en el
procedimiento. Se declara judicialmente probada la vulneración de un
derecho fundamental como es el derecho de defensa, que es la piedra
angular del régimen constitucional de garantías propias de un Estado de
Derecho en el ámbito del proceso, máxime cuando se trata del proceso
penal.
Por tanto, el daño ocasionado por la actuación del penado fue muy
grave y la pena prevista por el Legislador y aplicada individualizadamente
por el Tribunal Supremo, es proporcionada a la gravedad de los tipos
penales cometidos en régimen de concurso aparente de normas.
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Cuarta: La Asociación MEDEL solicitante del indulto fundamenta,
también, la procedencia de su concesión en las circunstancias personales
que concurren en el Sr. Garzón Real, haciendo una pormenorizada
exposición de su actividad judicial, de sus iniciativas en defensa de los
derechos de los detenidos y de su labor académica, para concluir invocando
razones de justicia y equidad en dicha concesión.
Al respecto, ha de señalarse que, de modo general, las circunstancias
personales de cualquiera que sea declarado judicialmente culpable son
tenidas en cuenta para valorar la concesión de la gracia de indulto en dos
modalidades de supuestos de hecho: En primer lugar, en aquellos casos en
que el propio órgano judicial que haya dictado sentencia entienda que, de la
aplicación individualizada de la pena prevista en el Código Penal para el
delito cometido, pudiera ésta resultar desproporcionada atendidas las
circunstancias personales concurrentes en el culpable al tiempo de haber
cometido el delito, en cuyo caso lo que suele propugnarse es un indulto
parcial de la pena impuesta, de suerte que la resultante pueda servir de
respuesta punitiva proporcionada al hecho delictivo cometido; o, en
segundo término, que, pronunciada ya la sentencia firme e impuesta la
condena con pena individualizada al culpable, determinadas circunstancias
personales que concurran en éste le hagan merecedor al indulto parcial,
preponderamente por falta de proporcionalidad de la pena.
En consecuencia, si la solicitud versa sobre la concesión de un
indulto parcial, qué duda cabe que las circunstancias personales del
culpable, bien antes o al tiempo de cometer el hecho delictivo, bien incluso
de modo posterior, al momento de ser enjuiciado aquél, podrán ser
valoradas por el Tribunal sentenciador, para solicitarlo o para apoyar la
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petición, conforme a criterios de proporcionalidad y buscando una
aplicación individualizada de la pena más justa y equitativa, que no se haya
podido alcanzar con la aplicación del mínimo de la pena prevista en la Ley;
en tales casos, el informe favorable del Tribunal se fundamenta en que la
respuesta punitiva se antoje injusta por inadecuada a aquellas
circunstancias personales antecedentes o simultáneas al enjuiciamiento del
declarado culpable.
Pero cuando, como es ahora, lo que se solicita es el indulto total de
una de las penas impuestas, el artículo 11 de la Ley de Indulto exige
necesariamente que concurran a favor del penado razones de justicia,
equidad o utilidad pública, apreciadas por el Tribunal sentenciador que,
lógicamente, han de ser valoradas con posterioridad a la condena impuesta,
por cuanto que, si la decisión judicial adoptada en sentencia es merecedora
de un reproche penal, el Tribunal, a menos que concurra una causa de
exención de la responsabilidad penal legalmente prevista, no va a instar la
concesión de un indulto total de la pena prevista en el Código para la
comisión del delito apreciado. Sería absurdo que, valorando las
circunstancias personales del acusado en un procedimiento penal
haciéndolo en referencia a momentos anteriores al enjuiciamiento,
impusiera una condena para inmediatamente y sin solución de continuidad
instar su indulto total, cuando, al tiempo de dictarla, ha dispuesto de un
numeroso catálogo de posibilidades de exención de responsabilidad penal
en el Código Penal, afectantes a los diferentes elementos que integran el
tipo, la conducta del acusado e incluso la pena para decidir un
pronunciamiento absolutorio.
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Tal afirmación trae como consecuencia que, a nuestro parecer, no
sea ya posible informar favorablemente la concesión del indulto total
tomando como punto de apoyo las circunstancias personales anteriores o
simultáneas al momento de cometer el hecho delictivo o al de enjuiciarlo
porque en tal caso sería tanto como asegurar la impunidad del que ha
cometido el delito sobre la base de tener en cuenta unas circunstancias
personales meritorias que, como sucede en el supuesto de autos, han sido,
según se destaca por la Asociación MEDEL en su escrito de solicitud,
anteriores o, en el mejor de los casos, simultáneas a la comisión del hecho
delictivo que ha motivado la condena.
Así pues, en el parecer del Fiscal, cuando lo que se solicita es el
indulto total de la pena, las circunstancias personales del penado que han de
ser apreciadas para ver si concurren tales razones de equidad, justicia o
utilidad pública sólo podrán ser aquéllas que se aprecien en el condenado
con posterioridad a su condena, a través de la toma en consideración de
cualesquiera iniciativas o actitudes por parte aquél que permitan justificar
la concurrencia de aquellas razones. Así, iniciativas del penado tendentes a
reparar los efectos del daño causado, o al reconocimiento de la
responsabilidad por los hechos cometidos, o a la facilitación a la
Administración de Justicia de la ejecución de la pena o, en su caso, el
aporte a los Tribunales de los elementos de prueba necesarios para la
persecución de otros presuntos responsables en los hechos son
comportamientos a posteriori de la condena que permiten justificar una
solicitud de indulto apoyada en las precitadas razones de equidad, justicia o
utilidad pública.
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Es decir, en síntesis, se precisa que la conducta posterior a la
condena por parte del penado sea la de colaborar con la Administración de
Justicia en la consecución de los fines de interés general y particular que la
ejecución de una sentencia penal condenatoria así conlleva.
Las circunstancias personales del penado anteriores, coetáneas o
posteriores a la comisión del hecho delictivo pero en todo caso precedentes
al momento del enjuiciamiento y de la sentencia condenatoria podrán
servir, a los efectos del indulto, para solicitar y, tal vez, alcanzar una
reducción de la condena impuesta pero no para la remisión de su totalidad
porque el artículo 11 de la Ley de Indulto no lo prevé y, además, porque,
por las razones expuestas, no se corresponde con la lógica procesal de la
ejecución de las resoluciones judiciales dictadas ni tampoco con los
intereses generales ni con los derechos e intereses legítimos de los
perjudicados por un hecho delictivo.
Con independencia, pues, de los méritos personales y profesionales
de D. Baltasar Garzón Real anteriores a la condena impuesta, que han sido
citados en la solicitud de indulto, así como de cuál sea la verdadera
dimensión de aquéllos, pues parte de ellos han sido cuestionados por la
representación procesal de alguno de los querellantes, es lo cierto que tales
circunstancias personales son, en el parecer del Fiscal, irrelevantes a los
efectos de solicitar el indulto total que se propugna. Lo determinante en
estos casos es la constatación de cuál haya sido el comportamiento
posterior a la condena del penado y la actitud mostrada por el mismo a
dicha condena y a la Administración de Justicia, para entender de ese modo
que pueda justificarse una razón de equidad, justicia o utilidad pública.
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Quinta: De conformidad con lo antecedentemente expuesto, será,
por tanto, necesario analizar a continuación cuáles hayan sido las
circunstancias personales del penado una vez dictada la sentencia
condenatoria firme, para ver si, de la actitud adoptada por el Sr. Garzón
Real después de dictado el pronunciamiento condenatorio, es posible o no
deducir la concurrencia de las razones de justicia, equidad o utilidad
pública, necesarias para poder informar favorablemente el indulto total de
la pena de inhabilitación especial y de las consecuencias jurídicas anexas a
la misma que solicita la Asociación MEDEL.
Pues bien, pasando ya al análisis de cuál haya sido la actitud del
penado en relación con la condena impuesta, ha de señalarse que, al
margen de lo que hayan afirmado los escritos de las representaciones de los
perjudicados sobre la solicitud de indulto, en los que se han recogido
diferentes comentarios e incluso una nota de prensa, al parecer, difundida
por el Sr. Garzón Real el día de la publicación de la sentencia, en los que
habría mostrado su rechazo a la sentencia y al Tribunal que la ha dictado,
aspecto éste que este Ministerio no va a entrar a valorar puesto que se trata
de consideraciones expuestas por aquellas partes pero que no tienen reflejo
documental ni han quedado acreditadas de otro modo en el presente
expediente de indulto, ha de señalar este Ministerio que la única constancia
documental que obra en el expediente en relación a este extremo es el
escrito de fecha 19 de junio de 2012, firmado por el penado y dirigido al Sr.
Ministro de Justicia en el que expone cuál es su posición respecto del
indulto solicitado a su favor.
Desde luego, el término que podría definir la posición del Sr. Garzón
acerca de la solicitud presentada es el de indiferencia ante dicha
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presentación. A tal definición es posible llegar si tenemos en cuenta que en
el punto primero de su escrito destaca aquél con claridad que ni ha pedido
el indulto ni tampoco ha solicitado que lo hagan en su nombre, sin perjuicio
de agradecer a la Asociación MEDEL la indicada solicitud.
La afirmada postura de indiferencia de que califica este Ministerio la
actitud del Sr. Garzón Real respecto de la solicitud de indulto, es posible
sostenerla a partir de una doble consideración: En primer lugar, es evidente
que, desde una perspectiva eminentemente formal, tiene razón el Sr.
Garzón Real cuando afirma que la Ley de Indulto, en su artículo 19,
autoriza a cualquier persona a que en nombre del penado y sin poder de
representación al efecto, solicite a su favor el indulto, por lo que es
perfectamente legítima la solicitud de MEDEL y, como el Sr. Garzón
afirma, no es necesario tampoco su ratificación para que aquella siga su
curso procedimental y haya de ser resuelta.
Sin embargo, desde una segunda perspectiva, ésta de estricto carácter
material, no deja lugar a dudas que al Sr. Garzón le resulta totalmente
indiferente el resultado del indulto solicitado puesto que, en primer lugar,
no ha adoptado, pudiendo haberlo hecho en su escrito, ninguna iniciativa de
apoyo a la solicitud ni tampoco se ha mostrado de modo explícito como
favorable a su concesión; se ha limitado a señalar un mero argumento legal
como es el de la no exigencia de ratificación de aquélla para no tomar
partido ni apoyarla. Pero es que, en segundo término, tampoco ha mostrado
especial interés en la prosperabilidad de la concesión del indulto a su favor;
es cierto que, lógicamente, no se opone a que sea concedido, pero tampoco
lo apoya ni muestra de modo explícito interés alguno sobre cuál pueda ser
el resultado de la solicitud cursada; desde luego, si hubiera tenido interés en
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su concesión, o lo habría solicitado o, al menos, habría apoyado dicha
iniciativa a su favor.
En el criterio del Fiscal y desde la perspectiva material expuesta, tal
comportamiento de indiferencia hacia la solicitud de indulto presentada no
puede ser valorada de otra manera que como la de constituir indicio
relevante de que el comportamiento del Sr. Garzón Real en relación con la
remisión de la condena impuesta es, cuanto menos, de indiferencia y apunta
a la conclusión de que no es ésta la vía que aquél considera procedente para
la defensa de sus derechos e intereses, dándole igual, por tanto, que le sea
concedida la gracia del indulto como que no, por cuanto sigue entendiendo
que obró conforme a derecho y que no hubo cometido los delitos en
régimen de concurso aparente de normas por los que ha sido condenado.
Por tanto, de lo que se desprende del presente Expediente de Indulto
es que no es posible deducir dato alguno que permita extraer la
consecuencia de que el comportamiento del Sr. Garzón Real posterior a la
condena impuesta, refleje alguna iniciativa tendente a aminorar las
consecuencias lesivas de los hechos delictivos cometidos como pudiera ser
el reconocimiento de los hechos; el penado tampoco ha exteriorizado
muestra alguna de arrepentimiento, que parta de la aceptación de la
sentencia, como premisa previa a la concesión de la gracia. A juicio de este
Ministerio, tal actitud debe ser hecha constar así como también debe ser
valorada de forma desfavorable por esa Excma. Sala sentenciadora a la
hora de emitir el informe a que se refiere el artículo 25 de la Ley de
Indulto.
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Sexta: Resta, finalmente, el análisis del último de los argumentos
recogidos en la solicitud de indulto, atinente al precedente que se cita al
final de las conclusiones de su escrito, en el que se hace mención a la
concesión del indulto a otro magistrado de la Audiencia Nacional, no
identificado por su nombre de modo expreso pero con aporte de los datos
de la disposición del Consejo de Ministros que le concedió el indulto, en
clara referencia a D. Javier Gómez de Liaño, poniendo de manifiesto la
existencia de un antecedente que pueda servir de término de comparación
para la concesión del indulto, invocando tácitamente la existencia del
principio de igualdad en la aplicación de la Ley.
En el parecer de este Ministerio, tampoco este argumento puede
servir de fundamento para la concesión del indulto al Sr. Garzón. Para la
invocación del principio de igualdad en la aplicación de la Ley, es
necesario, como presupuesto previo, la consideración de que se es titular de
un derecho o de un interés legítimo jurídicamente protegido que es el que
se reclama, además, lógicamente, de la constatación de un término válido
de comparación que se cite como precedente para la exigencia de aquél.
En el caso de autos, no hay tal presupuesto previo porque no existe el
derecho a obtener el indulto cuando se cumplan los requisitos legales para
su concesión; lo único que tiene el penado o alguna otra persona de las que
se mencionan en el artículo 19 de la Ley de Indulto es el derecho a
solicitarlo pero no a que le sea concedido de modo automático, previa
constatación de los requisitos legales para su concesión.
El indulto viene concebido en nuestro texto constitucional como una
manifestación de la potestad de gracia que aquél atribuye al Rey con
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arreglo a su ley reguladora (artículo 62.i CE), correspondiendo al Gobierno
de la Nación su concesión, dado el régimen constitucional de monarquía
parlamentaria que rige en España. Además, se trata de una medida
excepcional que no es, en sí misma, susceptible de fiscalización en la
decisión de concederlo o denegarlo (ATC 360/1990, ATS de la Sala
Segunda de 18 de enero de 2001, recurso núm. 2940/1997 y SSTS, Sala
Tercera, de 23 de febrero de 2013 Recurso núm. 165/2012 y de 20 de
noviembre de 2013, recurso 13/2013, entre otras muchas resoluciones).
Se trata de un beneficio que puede ser concedido de modo
discrecional, como también denegado de aquel mismo modo. No existe
derecho alguno a la concesión del indulto cuando se den las exigencias que
establece la ley reguladora del mismo, puesto que éstas operan únicamente
como presupuestos habilitantes para acceder a la concesión de la gracia,
pero no para que le sea concedida por tener derecho a ella.
Así pues, partiendo de la inexistencia de un derecho a la concesión
automática del indulto cuando concurran los requisitos que prevé la Ley,
esto es los del artículo 11 por haberse solicitado el indulto total de la pena
de inhabilitación especial impuesta al Sr. Garzón, la alegada invocación de
un supuesto de hecho en que otro magistrado, penado por el mismo delito
de prevaricación, haya sido indultado en la totalidad de la pena impuesta no
genera derecho alguno a los que ulteriormente hayan sido condenados por
el mismo delito; se trata de un beneficio que puede ser o no concedido de
modo discrecional, aunque motivado.
Con independencia de lo expuesto, ha de señalarse que, en todo caso,
y aunque se ofreciera un término válido de comparación para invocar un
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tratamiento igualitario a la situación penal del Sr. Garzón respecto de otro
magistrado que anteriormente haya sido condenado por el mismo delito e
indultado en la totalidad de la pena de inhabilitación especial, sería
necesario que se dieran, con carácter previo, las exigencias de equidad,
justicia o utilidad pública que establece el ya tantas veces citado artículo 11
de la Ley de Indulto, tal y como, además, ha establecido recientemente el
Tribunal Supremo (STS, Sala Tercera de 20 de noviembre de 2013,
Recurso 13/2013, FJ Séptimo) lo que, en el parecer de este Ministerio, no
se dan por las razones y argumentos que se han expuesto con anterioridad.
Por consiguiente, tampoco la expresión de este argumento puede
servir de fundamento para la viabilidad del indulto solicitado.
A la vista, pues, de todas las consideraciones expuestas, el Fiscal
INFORMA
DESFAVORABLEMENTE
la
solicitud
de
indulto
presentada por la Asociación MEDEL, al entender que no se dan las
exigencias previstas por la Ley reguladora de la gracia de indulto para
valorar su concesión.
En Madrid, a 7 de febrero de 2014
EL TENIENTE FISCAL DEL
TRIBUNAL SUPREMO
Fdo. Antonio Narváez Rodríguez
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