"TIEMPO DE SILENCIO" LUIS MARTIN−SANTOS

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"TIEMPO DE SILENCIO"
LUIS MARTIN−SANTOS
Luis Martín−Santos señala con su novela "Tiempo de silencio" (1.961), el inicio de la búsqueda de nuevas
formas estilísticas y formales durante la década de la Generación de los años 60. Esta obra suele presentarse
como indicador de una nueva renovación, el cual se caracterizaba por tener un fondo de denuncia social.
También se le aplican nuevas técnicas que anuncian un nuevo camino para nuestra literatura española.
Aunque los conceptos de forma y estilismo sean tan diferentes, sería necesario atar uno al otro y tratar los dos
al mismo tiempo, porque el autor los utiliza al mismo tiempo.
En la forma de escribir de Martín−Santos, hay que destacar varios apartados distintos. Referente a la temática,
el autor no presenta cambios con respecto a otros autores de la época, la cual es la visión de la realidad de
nuestro país, pero de una forma subjetiva.
La estructura de la narración con la que nos encontramos es muy simple y se puede ver claramente en dos
datos muy importantes; la novela "Tiempo de silencio" narra unos acontecimientos muy ordenados, sin que
haya más de un sólo salto atrás en toda la novela. Los hechos ocurren en forma lineal, las secuencias
narrativas se encadenan las unas con las otras debido únicamente a su proximidad en el espacio.
De una forma simple se busca el equilibrio en la narración. La novela comienza y termina con monólogos del
protagonista que contienen el comienzo y el fin de cada historia que se cuenta a lo largo de la novela.
El tiempo está permanentemente definido en la novela. Podemos saber que el tiempo que se relata en toda la
novela es de unos cinco o seis días más o menos, y podemos determinar en casi todos los casos el tiempo que
ocupa cada episodio.
En cuanto al estilo narrativo podemos decir que nos encontramos constantemente con que la acción que se
desarrolla a lo largo de la novela es lo que realmente está pensando el autor. Llegamos a la conclusión de que
la novela está realmente pensada para servir de ilustración a la clara postura de un escritor omnisciente, muy
superior ante los propios personajes y también sobre los propios lectores de la novela. Esta intención de
protagonismo del pensamineto del autor le lleva alguna vez a calificar los hechos mientras los está contando.
Otras veces critica a algunos personajes y suele ver sus defectos como ejemplo de los propios defectos de toda
la sociedad española y del país en general. Incluso, hay veces que su comentario se adelanta al resultado de de
la historia que nos está contando en un determinado momento.
L. Martín−Santos emplea con frecuencia el monólogo interior y deja hablar a sus personajes libremente, pero
interviene como narrador, poniendo por encima del relato continuos comentarios e interpretaciones,
imponiendo incluso el sentido con el que se tiene que entender cada pasaje, y también todo en su conjunto.
Precisamente en estos capítulos es donde el autor aprovecha para hablar por boca de los personajes,
explicando lo que estos quieren decir pero que sin que ellos lleguen a decirlo con su propia boca.
Mediante este diálogo interior llegan al lector acontecimientos y reflexiones de un personaje, contados en
primera persona, de modo que en teoría el autor deja que se exprese libremente el personaje. La función de
este tipo de diálogo es variado. Por una parte el escritor puede hacer de portavoz del personaje (Estilo
indirecto), y partiendo de esto hay toda clase de gradaciones de mayor a menor presencia del autor, los cuales
se podrían clasificar en:
− estilo indirecto libre
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− estilo indirecto
− monólogo dialéctico
− monólogo soliloquio
− monólogo interior
− corriente de conciencia
En la novela hay ejemplos de todas variantes. Desde un punto de vista estilístico, las funciones de este
monólogo interior son:
1.− Para aumentar lo creíble del relato, siendo los mismos personajes y no el autor los que hablan.
2.− Para enriquecer de recursos lingüísticos, ya que cada personaje expresa sus ideas con su propio lenguaje.
3.− Para enriquecer también los puntos de vista novelísticos. Se unen al autor todos los personajes que
observan la realidad desde su óptica personal.
4.− Para que el personaje se autopresente a sí mismo mediante lo que piensa. Se describe a sí mismo cuando
habla.
El aspecto descriptivo, a pesar de no ser diferenciador de los demás escritores contemporáneos, se convierte
en un rasgo de estilo propio para cada uno de ellos. Su rasgo personal es la distorsión aplicada al objeto que
describe o al lenguaje que emplea. Esto explica el uso de cultismos, neologismos, así como de distorsiones
sintácticas, uso de metáforas, etc. En los primeros casos es un fenómeno del lenguaje, mientras que en el
segundo es un fenómeno de trasformación del propio objeto descrito.
El estilo paródico de Martín−Santos, en cuanto a su actitud ante un tema, consiste en el empleo de un lenguaje
culto, lleno de términos científicos. Lo utiliza para hacer referencia a realidades despreciables y carentes de
importancia. Aparece entonces un desfase entre el asunto y el lenguaje, y es precisamente cuando se genera la
ironía que corresponde a un gran pesimismo del autor. La mezcla entre temas y lenguajes de cualidades
diferentes rompen el esquema clásico de los tres estilos agrupados en tres categorías elevados, medios y bajos.
Por consiguiente determina el lenguaje que no le corresponde.
En este tipo de parodia descubrimos dos factores importantes. El primero es formal (distorsión tema−forma) y
el segundo es el ideológico (pesimismo del autor).
Otra característica de su estilo sería otro desfase importante, pero en este caso entre el lenguaje y la anécdota.
Sería una novela en que importa cómo se cuenta algo y no lo que se cuenta realmente, ya que narrando una
historia de relativa sencillez se vale de un lenguaje extremadamente elevado.
Toda esta ironía contiene un objetivo moralizador y de intención crítica. La crítica social puede optar por la
forma directa y seria o por la indirecta forma de la carcajada amarga y este es el camino que toma
Martín−Santos.
En cuanto al simbolismo utilizado en la obra, el autor introduce en ella determinados elementos que ya están
dotados de valor simbólico. Unas veces el significado está muy claro, mientras que otras veces lo hace como
si se tratara de metáforas, apareciendo su significado de forma oculta.
Martín−Santos utiliza una gran variedad de procedimientos lingüísticos, para acabar consiguiendo su
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propósito. A continuación se enumeran los más característicos.
− El uso de participio de presente para que las frases adquieran mayor dinamismo. Se impone un aire
arcaizante.
− La utilización del imperfecto y gerundio que acentúan lo habitual y cotidiano.
− La supresión del artículo que proporciona individualidad al sustantivo, atándolo a una realidad local.
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