IX Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Madrid, España, 2 - 5 Nov. 2004 El acogimiento familiar: un ejemplo de participación ciudadana en la protección de los menores Prof. Dr. Vicente Cabedo Mallol1 I. Introducción. Las situaciones de desprotección social de los menores. Atendiendo a la gravedad de la situación de desprotección social en la que se pueda encontrar un menor, el legislador efectúa una distinción entre las denominadas situaciones de desamparo y las situaciones de riesgo. De acuerdo con la clasificación apuntada, se considera como situación de desamparo la que se produce de hecho a causa del incumplimiento, o del imposible o inadecuado ejercicio de los deberes de protección establecidos por las leyes para la guarda de los menores, cuando éstos queden privados de la necesaria asistencia moral o material (art. 172.1 del Código Civil y art. 23 del Decreto 93/ 2001, de 22 de mayo, por el que se aprueba el Reglamento de Medidas de Protección Jurídica del Menor en la Comunidad Valenciana). La institución del desamparo vino a sustituir al antiguo concepto de abandono y permite la asunción automática, por parte de la entidad pública competente, de la tutela de aquél en los supuestos de desprotección del mismo (Exposición de Motivos de la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor, de Modificación Parcial del Código Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Civil). Con el desamparo se ocasiona, por tanto, un perjuicio grave al desarrollo personal o social del menor, que requiere inexcusablemente la asunción de la tutela por ministerio de la Ley para adoptar las medidas encaminadas a su protección y corrección (art. 23 Decreto 93/ 2001). Es la gravedad de los hechos precisamente la que aconseja la extracción del menor de la familia y la asunción por la entidad pública de la tutela del menor y la consiguiente suspensión de la patria potestad o tutela ordinaria (Exposición de Motivos LO 1/1996). No obstante, serán válidos los actos de contenido patrimonial que realicen los padres o tutores en representación del menor y que sean beneficiosos para él (art. 172.1 CC). Por el contrario, en las situaciones de riesgo, caracterizadas por la existencia de un perjuicio para el menor que no alcanza la gravedad suficiente para justificar su separación del núcleo familiar, la intervención de la entidad pública se limita a intentar eliminar, dentro de la institución familiar, los factores de riesgo (Exposición de Motivos LO 1/1996). Las actuaciones de los poderes públicos se dirigirán a prevenir y reparar estas situaciones de riesgo (arts.1 LO 1/1996). De las dos situaciones de desprotección social apuntadas, son las de desamparo las que nos interesan, puesto que, tras la oportuna intervención de la Administración asumiendo la tutela del menor desamparado, la guarda del mismo puede llevarse a cabo a través del llamado acogimiento familiar. 1 Profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Politécnica de Valencia (España). Ex- becario jurídico de la Conselleria de Benestar Social de la Generalitat Valenciana (agosto de 2002- marzo 2003). 1 IX Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Madrid, España, 2 - 5 Nov. 2004 II. Las situaciones de desamparo de un menor y la intervención de la Administración. Las situaciones de desamparo en las que podría encontrarse un menor y que darían lugar a la intervención de la Administración competente, según el artículo 24 del Decreto 93/ 2001, serían: 1. La negligencia en la atención física, psíquica o educativa del menor por parte de sus padres, tutores o guardadores, cuando las omisiones en el cuidado del menor sean sistemáticas o graves. 2. La utilización, por parte de los padres, tutores o guardadores, del abuso físico o emocional hacia el menor, con episodios graves de maltrato, o la existencia de patrón de violencia en la dinámica relacional con aquél. 3. Aquellas perjudiciales para el desarrollo físico, psíquico y emocional, en las cuales el menor no dispone de una satisfactoria y adecuada relación con algún familiar, o bien su edad, su estatus físico, cognitivo, emocional o temperamental limitan su capacidad de autoprotección ante las mismas. 4. Aquellas de precariedad, dificultad de afrontamiento de la realidad social, dificultades parentales y relacionales u otras potencialmente perjudiciales para el menor, en las que no se cuenta con el consentimiento y colaboración de los padres, tutores o guardadores para su superación, no pudiéndose abordar las mismas desde los recursos generales o especializados disponibles en la comunidad con el menor integrado en la familia. 5. Cualesquiera otra situación que produzca en el menor un perjuicio grave en su desarrollo físico o psíquico y que requiera para su protección de la separación de su núcleo familiar, mediante la asunción de la tutela por ministerio de la Ley. Cuando la entidad competente (en la Comunidad Valenciana la Dirección Territorial de la Conselleria de Benestar Social) considere que el menor se encuentra en una o varias situaciones de desamparo de las apuntadas (habrá verificado previamente en el expediente de protección incoado la situación denunciada o detectada -arts. 16 Ley 1/1996 y 25 Decreto 93/ 2001-), actuará en la forma prevista en el artículo 172 y siguientes del Código Civil, -asumiendo la tutela de aquél, -adoptando las oportunas medidas de protección -y poniéndolo en conocimiento del Ministerio Fiscal (arts.18 LO 1/1996). Las resoluciones que aprecien situaciones de desamparo deberán notificarse a los padres, tutores y guardadores, en un plazo de cuarenta y ocho horas, informándoles, asimismo, y, a ser posible, de forma presencial y de modo claro y comprensible, de las causas que dieron lugar a la intervención de la Administración y de los posibles efectos de la decisión adoptada. (Exposición de Motivos LO 1/1996 vid. Art. 172 CC-). Estas resoluciones que aprecien el desamparo y declaren la asunción de la tutela por ministerio de la Ley serán recurribles ante la jurisdicción civil sin necesidad de reclamación administrativo previa (art. 172.6 CC). Ello no obstante, debe señalarse que las resoluciones administrativas dictadas al amparo del Reglamento de Medidas de Protección Jurídica del Menor en la Comunidad Valenciana tienen carácter ejecutivo y serán de obligado e inmediato cumplimiento (art. 14.2 Decreto 93/2001). Las mismas se ejecutarán en coordinación con la Policía Autonómica de la Comunidad Valenciana (art. 6.2 Decreto 93/2001). 2 IX Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Madrid, España, 2 - 5 Nov. 2004 La guarda asumida como función de la tutela por ministerio de la Ley, se realizará mediante el acogimiento familiar o el acogimiento residencial (Art. 172.3 CC). El acogomiento familiar, como tendremos la oportunidad de comprobar, representa un claro ejemplo de participación ciudadana junto con la Administración Pública en el sistema protección de menores. III. La participación ciudadana a través del acogimiento familiar. a) Concepto de acogimiento familiar: El acogimiento familiar es una medida de protección por la que la guarda de un menor se ejerce por una persona o familia que asume las obligaciones de velar por él, tenerlo en su compañía, alimentarlo, educarlo y procurarle una formación integral (arts. 44 Decreto 93/2001 y 173.1 CC). El acogimiento produce la plena participación del menor en la vida de familia e impone a quien lo recibe las obligaciones antedichas(art. 173.1 CC). El mismo se ejercerá por la persona o personas que determine la entidad pública - ejercer por la persona o personas que sustituyan al núcleo familiar del menor o por responsable del hogar funcional2 - (arts. 172.3 y 173.1 CC). b) Modalidades de acogimiento familiar: Las modalidades del acogimiento, de acuerdo con los artículos 173 bis CC y 46.1 Decreto 93/ 2001, son: - Acogimiento familiar simple, que tendrá carácter transitorio, bien porque de la situación del menor se prevea la reinserción de éste en su propia familia, bien en tanto se adopte una medida de protección que revista un carácter más estable. - Acogimiento familiar permanente, cuando la edad u otras circunstancias y su familia así lo aconsejen y así lo informen los servicios de atención del menor. - Acogimiento familiar preadoptivo. Esta modalidad de acogimiento, según el art. 62 Decreto 93/ 2001, tendrá lugar cuando: 1.- Se eleve por parte de la entidad pública la propuesta de adopción del menor ante la autoridad judicial, siempre que los acogedores: - Reúnan los requisitos necesarios para adoptar. - Hayan sido seleccionados - Hayan prestado ante la entidad pública su consentimiento a la adopción y se encuentre el menor en situación adecuada para su adopción. 2.- Cuando considere la entidad pública, con anterioridad a la presentación de la propuesta de adopción, que fuera necesario establecer un periodo (o superior a un año) de adaptación del menor a la familia. 2 Si por hogares funcionales entendemos las casas tuteladas sostenidas en régimen de concierto con asociaciones dedicadas a la infancia en las que convivirían varios menores, guardan más relación, a nuestro entender, con la medida de internamiento o acogimiento residencial que con el acogimiento familiar propiamente dicho. 3 IX Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Madrid, España, 2 - 5 Nov. 2004 Este periodo será lo más breve posible y, en todo caso, no podrá exceder del plazo de un año. El procedimiento de tramitación del acogimiento familiar preadoptivo se regula en los artículos 72 a 75 del Decreto 93/ 2001. Se distingue, atendiendo al criterio del parentesco entre la familia acogerdora y el menor acogido, entre (art. 46.2 Decreto 93/ 21001): - Acogimientos familiares en familia extensa, que son aquellos que se formalizan con personas vinculadas con el menor por una relación de parentesco, siendo su objetivo evitar que éste se desvincule afectivamente de su entorno familiar, manteniéndole en el mismo. - Acogimientos familiares con familia educadora, que son aquellos que se formalizan con personas sin vinculación alguna con el menor, en función del interés educativo de éste (vid. Título III y IV del Decreto 93/ 2001 sobre el Registro de Familias Educadoras). c) Fases y trámites de la medida de acogimiento familiar simple y permanente. El contrato de acogimiento. La medida de acogimiento familiar conforma un proceso con una serie de fases. Estas fases, siguiendo la estructura utilizada por el Defensor del Pueblo Andaluz en su Informe sobre el Acogimiento Familiar en Andalucía3, serían: - Sensibilización, captación de familñias. Información. Solicitudes. Estudio. Declaración de idoneidad. Registro de solicitudes. Detección del menor susceptible de acogimiento familiar. Selección de la familia adecuada. Formalización del acogimiento. Preparación. Acoplamiento. Seguimiento. Evaluación. A efectos de ser familia acogedora, el servicio PROP de la Generalitat Valenciana4 relaciona los trámites siguientes: - Presentación de la solicitud y la documentación adjunta: - Impreso de solicitud firmada por el/la/los solicitantes. - Libro de familia o certificado literal de nacimiento. - Copia compulsada del DNI del/la/los solicitantes. - Certificados médicos. - Copia compulsada de la última declaración del Impuesto de Renta sobre las Personas Físicas del/la/los solicitantes. 3 Vid. In forme del Defensor del Pueblo Andaluz sobre el Acogimiento Familiar en Andalucía publicado en su página web: http://www.defensor-and.es/informes/ftp/acogim.htm 4 Vid. http://www.prop.gva.es/reportes/expdC.asp?id=912 4 IX Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Madrid, España, 2 - 5 Nov. 2004 - Copia compulsada de la hoja de salarios de declaración de ingresos en el caso de trabajadores autónomos. - Cualquier otra documentación que, a juicio del técnico responsable del seguimiento del expediente, se considere necesario para la resolución del mismo. - Certificado de antecedentes penales. - Copia de la cartilla de la Seguridad Social o cualquier seguro médico. - Incoación del expediente. - Entrevistas y elaboración del informe psicosocial. - Participación en sesiones de formación de familias acogedoras/ educadoras. - Valoración de la aptitud para ser familia acogedora/ educadora para el acogimiento familiar simple y el permanente por el Directora Territorial de Bienestar Social. - Resolución de acogimiento simple y el permanente por el Directora Territorial de Bienestar Social. - Formalización de un contrato de acogimiento familiar simple o permanente entre la Administración, la familia acogedora, la familia biológica y el menor si fuera mayor de doce años. - Entrega del niño/a en régimen de acogimiento familiar simple o permanente. - Judicialización del acogimiento si no existiere consentimiento de la familia biológica. - Seguimiento del acogimiento por el equipo técnico de la Dirección Territorial de Bienestar Social, ayuntamiento o entidad colaboradora. - Regreso del niño/a a su familia de origen una vez resuelta la problemática que motivó dicho acogimiento, o por resolución judicial cuando no existiera consentimiento de la familia biológica, por decisión de los acogedores o petición de los padres biológicos o por decisión de la entidad pública. Con relación al contrato de acogimiento familiar, señalar que el mismo se formalizará por escrito y contendrá (art. 173.2 CC y 47. 1 y 2 y 49 Decreto 93/ 2001): 1.- Los consentimientos necesarios: a) De la entidad pública. b) De las personas que reciban al menor. c) Del menor si tuviera doce años cumplidos (si es menor de doce será oído cuando tuviere suficiente juicio valorado en informes psicológicos que se incorporan al expediente). d) De los padres o el tutor, si fueren conocidos y no estuvieren privados de la patria potestad (salvo que se trate de un acogimiento provisional). Si no consienten o se oponen al acogimiento, éste sólo podrá ser acordado por el juez (la propuesta se le presentará al Juez en el plazo máximo de quince días). Esta propuesta contendrá los mismos extremos. 2.- Modalidad del acogimiento y duración prevista para el mismo. 5 IX Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Madrid, España, 2 - 5 Nov. 2004 3.- Los derechos y deberes de cada una de las partes y en particular: a) La periodicidad de las visitas por parte de la familia del menor acogido. b) El sistema de cobertura por parte de la entidad pública o de otros responsables civiles de los daños que sufra el menor o de los que pueda causar a terceros. c) La asunción de los gastos de manutención, educación y atención sanitaria. 4.- El contenido del seguimiento que, en función de la finalidad del acogimiento, vaya a realizar la entidad pública (el equipo municipal de servicios sociales en coordinación con el departamento de menores de las Direcciones Territoriales -art. 61.1 Decreto 93/ 21001), y el compromiso de colaboración de la familia acogedora del mismo. 5.- La compensación económica que, en su caso, vayan a recibir los acogedores5. 6.- Si los acogedores actúan con carácter profesionalizado o si el acogimiento se realiza en un hogar funcional. 7.- Informe de los servicios de atención de menores de las Direcciones Territoriales competentes. Las obligaciones de la familia cogedora, según prescribe el art. 60 Decreto 93/ 2001, serían las siguientes: 1.- Ofrecer al menor educación, manutención, habitación, vestido, asistencia médica y, en general, el acceso a todos los programas normalizados de la comunidad. 2.- Facilitar las relaciones periódicas con la familia natural del menor. 3.- Colaborar en la reinserción del menor en su familia de origen o favorecer su integración familiar. 4.- Actuar de forma coordinada con los profesionales encargados del seguimiento del acogimiento. 5.- Respetar la confidencialidad de la información que posean, en especial la referida a los antecedentes personales y familiares del menor. 6.- Apoyar el proceso de autonomía personal y social del menor, dirigido a su emancipación. En cuanto a los derechos de la familia acogedora, es interesante comprobar como el Tribunal Constitucional ha reconocido incluso legitimación a los acogedores preadoptivos en el procedimiento de oposición al desamparo de un menor por parte de sus padres biológicos. “Pues bien, en atención a la condición de los demandantes de amparo de acogedores preadoptivos de los menores, y en atención también al objeto del procedimiento, en el que, en virtud de la acumulación de autos acordada por el Juzgado de Primera Instancia, no sólo a la oposición a la declaración de desamparo, sino también la formalización judicial del acogimiento preadoptivo a favor del los demandantes de amparo, no cabe negar a éstos un evidente interés legítimo en el objeto del procedimiento, a fin de personarse y ser oídos en el mismo, puesto que la decisión judicial que habría de dictarse y, 5 Vid. Orden de 25 de noviembre de 2003, de la Conselleria de Bienestar Social, por la que se regulan y convocan prestaciones económicas individualizadas por acogimiento familiar de menores, simple o permanente, pare el año 2004. 6 IX Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Madrid, España, 2 - 5 Nov. 2004 consiguientemente, el mantenimiento y confirmación judicial de acogimiento preadoptivo, como aconteció en la primera instancia, o su revocación, afectaba evidentemente a su esfera jurídica, ya que, de confirmarse el desamparo, continuarían en su condición de familia de acogida, y podrían ver cumplida su expectativa de instar la adopción de los menores, y, de revocarse, no sólo se anularía el acogimiento familiar, sino que se vería frustrada aquella expectativa. En consecuencia, siendo los demandantes de amparo titulares de un interés propio y cualificado, vinculado al objeto del procedimiento, no cabe duda que poseen un interés legítimo para personarse y ser oídos en el mismo”6. Por último, señalar que el acogimiento cesa, de acuerdo con los artículos 172.4 CC y 52 Decreto 93/ 2001, por: 1.- Por decisión judicial. 2.- Por decisión de las personas que lo tienen acogido, previa comunicación de éstas a la entidad pública. 3.- A petición del tutor o de los padres que tengan la patria potestad y reclamen su compañía. 4.- Por decisión de la entidad pública que tenga la tutela o guarda del menor, cuando lo considere necesario para salvaguardar el interés de éste oídos los acreedores. IV. Las deficiencias del acogimiento familiar. La falta de una colaboración más efectiva entre la Administración y las familias acogedoras. El Defensor del Pueblo Andaluz, en un Informe Especial sobre “El Acogimiento Familiar en Andalucía” presentado al Parlamento Andaluz en julio de 20017, señalaba como conclusiones de dicho informe “las deficiencias organizativas en el sistema de protección de menores, la insuficiente promoción y utilización de esta medida (el acogimiento familiar), por parte de la Administración responsable y tuteladora de estos menores, insuficiencia que se muestra, tanto en cuanto a la aplicación de esta medida como al equilibrio entre las distintas modalidades de la misma, así como el escaso o nulo seguimiento de los menores sometidos a acogimiento una vez se incorporan a la dinámica familiar de los acogedores”. El Informe nace a raíz del gran número de quejas presentadas ante dicha Defensoría relativas al acogimiento familiar (por la demora en la formalización de los acogimientos; por la obtención de la idoneidad para ser familia acogedora; por la falta de seguimiento por parte de la Administración Pública; etc.). Estas deficiencias detectadas por el Defensor del Pueblo Andaluz son también predicables de los sistemas de protección de menores de otras Comunidades Autónomas. En este sentido, en nuestra anterior etapa en la Conselleria de Bienestar Social de la Generalitat Valenciana pudimos constatar, tras el estudio de diversos expedientes de desamparo de menores, por ejemplo, el nulo o escaso seguimiento del menor en acogimiento familiar. Sin entrar a analizar cada una de las deficiencias abordadas en el referido Informe, si que quisiéramos detenernos en la responsabilidad de la Entidad Pública en el seguimiento de la medida adoptada (el acogimiento) durante su vigencia. Por seguimiento entiende el Defensor “aquellas actuaciones encaminadas a comprobar que el menor, ya acogido, tiene garantizado su bienestar y está recibiendo los cuidados y atención orientados a su desarrollo integral, así como las actuaciones de ayuda, asesoramiento, intervención o derivación a recursos especializados en aquellas situaciones que lo requiriesen; es decir, se trata de la fase en la que se detectan los indicadores favorecedores en el 6 7 STC 124/2002, de 20 de mayo. Vid. SUPRA. Nota 1. 7 IX Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Madrid, España, 2 - 5 Nov. 2004 proceso, así como aquellos otros, limitadores, que pudieran poner en riesgo el éxito del mismo y por tanto indicaran la necesidad de intervención más específica”. La participación y colaboración de la sociedad y la Administración Pública en la protección de los menores, a través de la institución del acogimiento familiar, no debe finalizar con la puesta a disposición de un menor en una familia de acogida. La colaboración se extendería más allá del acoplamiento del menor a la familia acogedora y sólo finalizaría con el cese de la medida. Durante la vigencia de la misma pueden surgir problemas, dificultades, que requerirán la colaboración entre la familia acogedora y la Administración. De ahí la importancia del seguimiento8. El informe del Defensor, pese a reconocer que dicha fase de seguimiento es una de las más importantes de la medida, concluye que prácticamente no se realiza seguimiento alguno, siendo casi nulo el seguimiento en familia extensa. Se atienden los caos urgentes. “De todo lo expuesto se evidencia, no sólo que la calidad del seguimiento no es la deseable, sino que el sistema de protección de menores carece, en general, de planificación y protocolos de seguimiento unificados y consensuados que recoja pautas objetivas y modelos de actuación que garanticen el adecuado seguimiento de los menores en acogimiento familiar. La actuación se realiza en función de necesidades concretas que surgen a lo largo del proceso, pero sin que existe un desarrollo previo y programado de cómo debe ir desarrollándose éste. Se aprecia la falta de organización interna para la actuación y el seguimiento de los casos de los menores en acogimiento, quedando este aspecto tan importante relegado a un segundo plano. (...) Esta desatención puede perjudicar seriamente el buen ritmo del acogimiento, con las consiguientes consecuencias negativas, que consideramos deben ser evitadas”9. Por supuesto que este seguimiento, entendido como colaboración entre la Administración y la familia acogedora en interés del menor, no debe crear una dependencia excesiva que comporte para los acogedores la necesidad de solicitar la ayuda del equipo municipal de servicios sociales ante cualquier situación. Tampoco, por supuesto, debe darse el caso contrario. Por ello, debe entenderse este seguimiento como colaboración mutua y nunca como una especie de vigilancia sobre la familia acogedora. Un verdadero seguimiento, nos dirá el Informe del Defensor Andaluz, debería recoger una planificación previa en la que se detallasen tanto los indicadores favorecedores como los obstaculizadores del proceso, una programación detallada de los objetivos así como las temporalización aproximada de las intervenciones mínimas que deban realizarse10. V. A modo de conclusión. El acogimiento familiar constituye una medida de protección de los menores desamparados que fue introducida en nuestro ordenamiento por la Ley 21/1987. Institución que requiere, como se ha explicado, de la participación de la sociedad en esta función protectora encomendada por la Constitución española de 1978 a los poderes públicos (art. 39). 8 Puede llevarse a cabo por el equipo técnico de la Dirección Territorial de Bienestar Social, por el ayuntamiento de la localidad de la familia acogedora o por una entidad colaboradora. 9 Informe del Defensor del Pueblo Andaluz, cit., p. 152. 10 Ibid., p. 153. 8 IX Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Madrid, España, 2 - 5 Nov. 2004 Otra de las medidas que se ha venido utilizando es el internamiento de un menor en un centro. Sin embargo esta medida, al contrario que el acogimiento en familia, no garantiza un ambiente familiar normalizado para el desarrollo del menor y, por ello, debe considerarse una medida subsidiaria. El legislador, consciente de los perjuicios que el acogimiento residencial puede comportar11 y de la necesidad de que un menor tenga una experiencia de vida familiar, prescribe que “cuando la entidad pública acuerde la acogida residencial de un menor (...) procurará que el menor permanezca el menor tiempo posible” (art. 21 LO 1/1996). En este mismo sentido se manifiesta el Decreto 93/2001 al señalar que “prevalecerán las medidas que no impliquen el internamiento del menor, procurando que el mismo permanezca el menor tiempo posible” (art. 5.1.e) y que “teniendo en cuenta que es necesario que los menores tengan una experiencia familiar, se procurará que los mismos sean acogidos en familia, salvo que para la mejor protección de sus intereses más conveniente su acogimiento en centro” (art. 45. a)). Ello no obstante, pese a esta preferencia por el acogimiento en familia, hay en la actualidad una paridad en la aplicación de dicha media y la del internamiento residencial. Por ello, en aras del interés superior del menor, debe promoverse por parte de los poderes públicos el acogimiento familiar. En los países de la Europea occidental se observa la tendencia en los últimos años al aumento del número de niños atendidos en régimen de acogimiento familiar. Por otra parte, el promover esta participación social y ese sentimiento de solidaridad que representan las familias acogedoras es uno de los principios rectores de la actuación de los poderes públicos recogidos en la LO 1/1996 (art. 11.2.f)) y en el Decreto 93/2001 (art 6.e)). Y esta obligación de la Administración Pública de promover la participación y la solidaridad debe traducirse en campañas de sensibilización de la sociedad y, por ello, la LO 1/1996 enmarca también a la sensibilización de la población como otro de los principios rectores de actuación (art. 11.2.e)) y el Decreto 93/ 2001 (art. 6.e)) como una de las obligaciones de las Administraciones Públicas. LO 1/1996 Art. 11.2 Serán principios rectores de la actuación de los poderes públicos, los siguientes: e) Sensibilizar a la población ante situaciones de indefensión del menor. f) Promover la participación y solidaridad social. Decreto 93/ 2001 Art. 6 Obligaciones de las Administraciones Públicas La Administración autonómica y, en su caso, la local, en el ejercicio de las funciones en matrería de protección de menores, deberán cumplir las siguientes obligaciones: e) Promover la participación y solidaridad de los ciudadanos, así como la sensibilización social antes situaciones de indefensión del menor. La sensibilización de la sociedad y la captación de familias acogedoras sería la primera de las fases de la medida de protección del menor que representa el acogimiento familiar. En la Comunidad Valenciana en cada Dirección Territorial existe un Registro de Familias Educadoras, donde se inscribirán las personas que hayan sido declaradas aptas para formalizar un acogimiento familiar simple o permanente (art. 53 Decreto 93/2001). La Administración, dada su importancia, debe incidir más en esta primera fase de sensibilización y captación. 11 Diversos estudios revelan que los niños internados en residencias muestran un déficit en su desarrollo psicosocial. 9 IX Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Madrid, España, 2 - 5 Nov. 2004 Por último, queremos insistir una vez más en la trascendencia del seguimiento por parte del Administración del menor acogido por una familia. Dicho seguimiento no puede quedar reducido a la mera comprobación por parte de la Administración de que el menor acogido por una familia tiene garantizado su bienestar y desarrollo integral. El mismo debe considerarse como un elemento fundamental de esa participación social en la protección de los menores y representaría la colaboración entre la Administración y la familia acogedora respectiva en aras del interés superior del menor. Bibliografía: CHAMIZO DE LA RUBIA, José. El Acogimiento Familiar en Andalucía, Informe especial del Defensor del Pueblo Andaluz al Parlamento Andaluz, julio 2001, on line en http://www.defensorand.es/informes/ftp/acogim.htm PROP. El acogimiento familiar simple y permanente, Generalitat Valenciana, noviembre 2003, on line en http://www.prop.gva.es/reportes/expdC.asp?id=912 10