la europa social - Ministerio de Empleo y Seguridad Social

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RECENSIONES
«LA EUROPA SOCIAL»
MARTA MAGADÁN DÍAZ*
JESÚS RIVAS GARCÍA **
J.M. Bosch Editor
Barcelona, 1999
207 páginas
A juicio de los autores, la existencia de disparidades económicas y sociales en la Unión
Europea (UE) pueden ser un obstáculo para
la realización armoniosa de la integración
europea y el buen funcionamiento del euro. Al
incrementarse la movilidad del factor trabajo
y del factor capital se pueden agudizar las
diferencias regionales y poner en peligro el
objetivo de la convergencia real. La UE, a través de los Fondos Estructurales y el Fondo de
Cohesión, se propone reducir las divergencias
existentes entre regiones y países.
En este entorno, Marta Magadán y Jesús
Rivas analizan la evolución de la «Europa
social» de la UE exponiendo una realidad de
fuerte divergencia.
El Tratado de Roma incluía esporádicas
disposiciones en materia de política social que
se consideraron como un apéndice a la política
económica y se mantuvo como una política de
acompañamiento. En los años 70 el Consejo
adoptó determinadas Directivas y programas
sociales. En la década de los 80 hay más actividad en el ámbito de la política social. Así, el
Acta Única Europea (1986) facilita la realización del mercado interior y establece normas
que impiden el dumping social. En el Tratado
de Roma se incluye un nuevo Título V denominado «Cohesión Económica y Social». Al final
de la década (1989) se aprueba la denominada
Carta Social. En enero de 2000 se aprueba la
Agenda de política social 2000-2005, que tendrá una revisión intermedia en 2003.
** Economista.
** Profesor de Hacienda Pública y Sector Público,
Universidad de Oviedo.
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El Tratado de Maastricht (1992) amplía
las competencias de la UE en el ámbito social
y de mercado de trabajo. La UE deberá
fomentar un mejor nivel de vida y garantizar
un alto nivel de protección social. Se amplían
las tareas del Fondo Social Europeo (FSE) y
se incluye un nuevo capítulo sobre educación
y formación profesional. Desde el Tratado de
Amsterdam (1997), la UE aplica una política
de fortalecimiento sobre cohesión económica
y social y modifica el cometido del FSE.
Actualmente, en el Mercado Único participan 380 millones de ciudadanos europeos
pertenecientes a quince países, con una gran
variedad cultural y lingüística. Ser ciudadano europeo supone ser acreedor de una serie
de derechos y deudor de un conjunto de deberes complementarios a los derechos y deberes
vinculados a la ciudadanía propia de un Estado miembro.
La libertad de circulación de las personas y
la eliminación de controles en las fronteras
interiores forman parte de un concepto más
amplio, el de mercado interior, en el que no es
posible que existan fronteras interiores ni
que las personas vean sus movimientos obstaculizados. Sin embargo, los ciudadanos
europeos aún se topan con obstáculos legales
y prácticos, cuando intentan ejercer sus derechos de libre circulación y residencia dentro
de la UE.
Un inconveniente que puede frenar la
movilidad de las personas es el nivel de formación académica. Los autores analizan la
situación de la educación obligatoria, la educación secundaria, la educación superior universitaria y no universitaria en los Estados
miembros. En todos los países de la UE la
educación obligatoria es gratuita, siempre
que la enseñanza sea pública, la educación
secundaria no es gratuita en la totalidad de la
UE. Respecto a la enseñanza superior, en la
UE existe diversidad en los conceptos «título
universitario» y en la «duración de los programas universitarios».
Las actividades de la UE en los ámbitos de
educación, formación y juventud están concebidas para ayudar a los ciudadanos. Los principales programas actuales se denominan
«Leonardo da Vinci», que se centra en la formación profesional y «Sócrates» cuyas acciones refuerzan la cooperación transnacional y
en el que destaca el capítulo «Erasmus» por el
que los estudiantes europeos participan en el
programa de intercambio del mismo nombre.
En cuanto al contexto socioeconómico y
demográfico de la educación, los autores consideran las condiciones en las que operan los
sistemas educativos. Tales condiciones incluyen la demanda de educación en los distintos
niveles y sectores de la enseñanza, así como
los mecanismos de gobierno de dichos sistemas y el perfil de la población de referencia
(estructura de la educación en la fuerza de
trabajo, paro juvenil por niveles educativos y
tasas de desempleo por sexos y formación).
Una característica común a todos los Estados
miembros es el creciente número de mujeres
que reciben enseñanza superior universitaria y que se incorporan al mercado de trabajo. Su participación en la población activa y
el empleo global crece de manera regular,
pero las diferencias entre Estados miembros
son considerables.
En cuanto a los sistemas fiscales no existe
ninguna legislación comunitaria específica
sobre los impuestos directos a los que están
sujetas las personas físicas, por lo que la fiscalidad varía de un Estado a otro. De forma
general, las disposiciones fiscales nacionales
han de atenerse al principio fundamental de
no discriminación establecido en el Derecho
comunitario. Los autores analizan los
impuestos que gravan la renta, el patrimonio,
los que recaen sobre sucesiones y donaciones
y los impuestos sobre transmisiones patrimoniales y actos jurídicos documentados de los
Estados miembros. En general no hay mucho
camino recorrido en materia de armonización
de la imposición directa. La única elaboración
programática sobre imposición realizada en
la UE se refiere a la imposición indirecta.
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En las últimas décadas se ha producido un
importante desarrollo de los sistemas de protección social a nivel internacional. Esta tendencia se observa de manera destacada en el
marco de la UE. El objetivo de las disposiciones comunitarias no se dirige a una armonización de los regímenes de seguridad social
de los Estados miembros sino, simplemente,
a su coordinación sobre cuatro pilares fundamentales: Igualdad de trato, una única legislación aplicable, la acumulación de los periodos y la exportación de cualquier pensión a
todos los Estados miembros.
Aunque los sistemas de protección social
existentes en los Estados miembros difieren
en su modo de financiación y en su ámbito de
aplicación, sus principales características
son, básicamente, similares. Todos los Estados miembros conceden prestaciones en caso
de vejez, enfermedad, invalidez y desempleo
y cuidado de niños y dan derecho a disfrutar
de un sistema de asistencia sanitaria gratuita o casi gratuita.
El desempleo, que afecta casi al 8% (enero2003) de la población activa se ha convertido
en el problema político, económico y social
más grave de la UE-15. La tendencia se fue
agravando desde el principio de los ochenta.
Los expertos difieren sobre sus causas profundas, pero reconocen que se trata de un
problema estructural. Con el Tratado de
Amsterdam (1997) se hace del empleo un
asunto de preocupación general. Los esfuerzos de creación de empleo sólo pueden realizarlos cada uno de los Estados miembros. La
UE proporciona un marco de crecimiento económico y de apoyo a soluciones específicas,
como formación y otras políticas activas, para
incorporar a los parados al mercado de trabajo.
El Mercado Único y la Unión Monetaria
Europea se centran en el ajuste económico.
En cuanto al mercado laboral se exige flexibilidad en materia laboral, salarial, movilidad
geográfica y movilidad ocupacional. La
«Agenda de política social 2000-2005» indica
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cuatro líneas de acción: Establecer las condiciones para el crecimiento sostenible del
empleo, dar prioridad al conocimiento y a la
tecnología, modernizar los mecanismos de
empleo y mejorar las condiciones de vida.
Existen grandes diferencias en las retribuciones del trabajo y en los costes de trabajo de
los países industrializados. También la tasa
de actividad y la duración media de una
semana de trabajo son muy distintas. Mientras la tasa de actividad es menor del 50% en
España, Italia y Grecia, se sitúa por encima
del 60% en Finlandia (61,1%), Reino Unido
(61,5%) y Suecia (62,9%), siendo la proporción de mujeres en el mercado laboral el factor que explica las diferencias.
La Cohesión Económica y Social se introdujo en el Acta Única de 1986 y se redefine en
el Tratado de Maastricht (1992). La cohesión
económica es decisiva para formular y desarrollar las demás políticas de la UE y el mercado interior. A su servicio aparecen como
instrumentos prioritarios el Fondo de Cohesión y los llamados Fondos Estructurales:
Fondo Europeo de Orientación y Garantía
Agrícola (FEOGA-Orientación, 1964), Fondo
Europeo de Desarrollo Regional (FEDER,
1975) y el Fondo Social Europeo (FSE, 1958).
Magadán y Rivas examinan problemas
latentes. La protección social es un concepto
dinámico que debe dar respuesta a las continuas necesidades sociales. Los sistemas
nacionales deben atender a los nuevos problemas que afectan al entorno. Los grandes
condicionantes que afectan hoy a los sistemas nacionales de protección social se resumen en la evolución demográfica (caída de la
tasa de natalidad, envejecimiento, deterioro
de la relación trabajador activo/pasivo,
migraciones), transformaciones de la estructura de las familias (reducción de su tamaño)
y los cambios producidos en el mercado de
trabajo, con un nuevo orden laboral frente al
desempleo en todos y cada uno de los Estados
miembros.
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La crisis económica y los avances tecnológicos, junto a la persistencia de un cierto paro
que puede ser calificado de estructural, ha
conducido al mercado de trabajo a una situación paradójica: una demanda de trabajo que
no puede ser satisfecha por falta de especialización, empleo temporal y economía sumergida.
Los distintos informes sobre protección
social en Europa contribuyen con medidas
para fomentar el crecimiento del empleo, la
libre circulación, el mercado interior, la integración económica y analizan la evolución de
los sistemas de protección social de los Estados miembros que presentan notables diferencias. Difieren en los aspectos concretos de
organización y en los métodos de financiación, aunque los sistemas de protección social
de los distintos Estados miembros son similares en cuanto a sus objetivos: garantizar unos
ingresos mínimos, prestar asistencia sanitaria y ofrecer servicios sociales.
Para los autores, los dos factores principales que plantean problemas a los sistemas
existentes son el envejecimiento de la población de la UE y la persistencia de un elevado
desempleo. Por lo expuesto, los gobiernos de
la UE deben encontrar un difícil equilibrio:
mantener el nivel de prestaciones y no incrementar el gasto público para no aumentar el
déficit público.
LUIS FERNÁNDEZ BRICEÑO
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