Sres. Ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación

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SE PRESENTA COMO AMIGO DEL TRIBUNAL
Sres. Ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación:
Horacio VERBITSKY, en mi carácter de Presidente del Centro de Estudios Legales y
Sociales (CELS) constituyendo domicilio en Rodríguez Peña 286 piso 1º de la Ciudad de
Buenos Aires, en causa nro. B310/00, del registro de ese tribunal, caratulada, “Bussi,
Domingo Antonio s/ recurso extraordinario”, digo:
1. PERSONERÍA
Como se acredita con la copia certificada del estatuto social y del acta de reunión de la
Comisión Directiva, he sido designado Presidente del CENTRO DE ESTUDIOS LEGALES Y
SOCIALES (CELS), y en tal calidad ejerzo la representación legal de dicha entidad,
respecto de todo lo cual declaro que se mantiene vigente al momento de esta
presentación.
2. OBJETO
Por los argumentos que a continuación se exponen, solicito se tenga al Centro de
Estudios Legales y Sociales (CELS) presentado en carácter de Amigo del Tribunal, se
incorpore este dictamen técnico a la causa mencionada en el epígrafe, y se lo tenga en
cuenta al momento de resolver.
2.1. ACLARACIÓN PRELIMINAR
La finalidad de esta presentación es adjuntar a la causa elementos de derecho, útiles a la
resolución, procurando que la Corte consagre explícitamente los criterios respecto de la
idoneidad que debe poseer todo funcionario público, de acuerdo con lo establecido por
las normas constitucionales, y por los diversos instrumentos internacionales de derechos
humanos que el Estado Argentino se ha comprometido a respetar.
De esta manera, puntos esenciales del dictamen serán el requisito de idoneidad que exige
la Constitución Nacional para toda persona que pretenda ejercer un cargo público, el
espíritu que ha adquirido nuestra Carta Magna con la incorporación de su actual artículo
36 en 1994, y las medidas establecidas en diversos instrumentos internacionales de
derechos humanos respecto de las personas vinculadas con graves violaciones a los
derechos humanos, al igual que en las resoluciones de los órganos de protección
establecidos en dichos instrumentos.
La limitación en la temática abordada en la presentación en curso se debe a que el CELS
posee un interés directo en las distintas cuestiones relacionadas con las gravísimas
violaciones a los derechos humanos cometidas durante la última dictadura militar (19761983), y las consecuencias derivadas de ello, que siguen incidiendo en la consolidación
del régimen democrático argentino y de un real Estado de derecho, en consonancia con
los criterios establecidos por el derecho internacional de los derechos humanos.
3. LEGITIMACIÓN
Esta parte encuentra legitimación para presentarse como amicus curiae, en función de los
argumentos que a continuación se detallan.
3.1. EL AMICUS CURIAE.
El instituto del amicus curiae (amigo del tribunal) consiste en la presentación ante un
tribunal de terceros ajenos a un litigio en el que se ventilen cuestiones cuyo resultado
final interese a estos terceros, con el fin de ofrecer una opinión calificada sobre la
materia controvertida.
Si bien no existe hasta la fecha alguna normativa que establezca o reglamente el amicus
curiae –excepto ante el Tribunal Superior de la Ciudad de Buenos Aires– este instituto
constituye una forma no prohibida, y por ende legítima, de ejercer la libertad de
expresión y el derecho a peticionar ante las autoridades. Al respecto la Cámara Federal
en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal en la "CAUSA 761. Hechos ocurridos
en el ámbito de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA)", aceptó la posibilidad de
que una ONG emitiera opiniones de “amigos del tribunal”, sin perjuicio de la ausencia de
previsión legal antes mencionada.
Tal como ya dijéramos, la figura del amicus curiae no es completamente ajena al
ordenamiento jurídico argentino. La ley de procedimientos ante el Tribunal Superior de
la Ciudad de Buenos Aires (Ley 402, B.O. de la Ciudad de Bs. As., Nro. 985, 17/7/00)
ha establecido la posibilidad de que cualquier persona se presente en calidad de asistente
oficioso (amicus curiae), a fines de expresar una opinión fundamentada sobre el tema en
debate (art. 22).
Por otra parte, la ley 24.488 sobre inmunidad de jurisdicción de los Estados extranjeros
ante los tribunales argentinos lo contempla en su artículo 7° al autorizar al Ministerio de
Relaciones Exteriores, en los casos de demandas contra un Estado extranjero, a "expresar
su opinión sobre algún aspecto de hecho o de derecho ante el tribunal interviniente, en su
carácter de ‘amigo del tribunal’ ".
Por su propia naturaleza, este instituto procede sin que existan al respecto restricciones
formales que puedan oponérsele. En otras palabras, en toda ocasión que alguien con un
interés determinado acerque un memorial de derecho a un tribunal, este deberá ser
aceptado por el órgano que dirime el conflicto. No obstante ello, algunos tribunales han
establecido ciertas reglas para la procedencia de las presentaciones en carácter de amigo
del tribunal; veremos a continuación que aún si se consideran procedentes esas reglas, en
el caso concreto esta presentación resulta procedente.
3.2. LA INSTANCIA INTERNA COMO PRIMER PASO DEL PROCESO
Otra razón que justifica la recepción del instituto en el ámbito interno está dada por la
jerarquía constitucional de los tratados sobre derechos humanos establecida en el artículo
75 inciso 22 de la CN. Uno de los tratados a los cuales le es otorgada dicha jerarquía es
la Convención Americana sobre Derechos Humanos cuya adopción incluyó también la
aceptación de la jurisdicción de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
El Reglamento de ésta establece la posibilidad de presentarse como amicus curiae ante
ella. Por ende, resulta ilógico impedir la presentación que aquí se intenta en carácter de
amigo del Tribunal.
La misma Corte Interamericana de Derechos Humanos ha expresado que el agotamiento
de los recursos internos está previsto para permitir al Estado remediar, si correspondiere,
los actos que se le imputan antes de tener que responder ante un órgano internacional. Si
no se aceptara la presentación de grupos o instituciones como amigos del tribunal con el
fin de verter opiniones fundadas sobre la materia de que se trate, antes de que se agoten
los recursos internos, se obstaculizaría el derecho del Estado a advertir posibles
violaciones de normas internacionales que lo obligan.
Cabe destacar que la presentación del amicus curiae de ninguna manera constituye un
perjuicio para alguna de las partes del litigio ya que, si bien puede favorecer la opinión
de una de ellas, nada impide la presentación en ese carácter de otra opinión en sentido
contrario. Tampoco restringe o afecta el principio de economía procesal ya que la
posibilidad de actuación del presentante se limita al agregado de la opinión al
expediente; además los jueces no están obligados a expedirse sobre todos los puntos del
dictamen ya que la finalidad de este instituto consiste solamente en aportar más
elementos para tomar decisiones de trascendencia pública.
De lo dicho se desprende la viabilidad de la presentación denominada amicus curiae, en
cualquier instancia de un proceso aun abierto, y sin que exista una limitación en función
del fuero que se trate.
3.3. ANTECEDENTES JURISPRUDENCIALES
Existen varios precedentes que avalan la procedencia de este tipo de manifestaciones en
carácter de amigo del tribunal.
Uno de los casos en los que fue aceptada la presentación de amicus curiae es en la causa
“Estévez, José Luis s/ solicitud de excarcelación”, en la que el Procurador Penitenciario
solicitó ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación el cese de una prisión preventiva
que se extendía desde el año 1991 hasta la fecha de presentación en 1998.
Otro de los casos en los que fue aceptada la presentación del Procurador como “amigo
del tribunal” fue en la causa “Alonso y otros s/ recurso de casación”. En este caso ante la
Cámara Nacional de Casación Penal, solicitó que se efectúe el cómputo de la prisión
preventiva sufrida por el imputado, considerándose dos días de detención por cada uno
de los efectivamente padecidos, sin atender a las excepciones previstas en la ley 24.390,
por ser las mismas inconstitucionales y por estar aplicadas al caso mediante una
construcción analógica.
También es posible citar la causa “Murga, Oscar Guillermo s/ recurso de casación” en la
cual la Cámara Nacional de Casación Penal también aceptó la presentación del
Procurador Penitenciario como “amigo del tribunal”.
Por último, cabe mencionar que la Sala II de la Cámara Nacional de Casación Penal –en
la causa caratulada “Felicetti, Roberto y otros s/recurso de revisión”– ha aceptado la
presentación en calidad de Amicus Curiae a diversos organismos de derechos humanos
(Madres de Plaza de Mayo, Abuelas de Plaza de Mayo, SERPAJ, CELS, APDH, etc.).
Allí, el tribunal mencionado, en su resolución del día 23 de noviembre de 2000 se ha
detenido a analizar los argumentos expresados por los organismos en su carácter de
Amici Curiae, sin perjuicio de que la decisión haya sido contraria a lo peticionado por
éstos. De igual manera resulta evidente la aceptación de la figura del Amicus Curiae por
parte del tribunal, al notificar de la citada resolución a los organismos peticionantes,
mencionándolos como “Amicus Curiae” en dicha notificación.
3.3.1. EL AMICUS CURIAE EN EL ÁMBITO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES
Tal como ya lo señaláramos anteriormente, la ley de procedimientos ante el Tribunal
Superior de la Ciudad de Buenos Aires (Ley 402, B.O. de la Ciudad de Bs. As., Nro. 985,
17/7/00) ha regulado la institución del amicus curiae.
De todas maneras, aún con anterioridad a dicha norma, se ha aceptado la presentación de
dictámenes a causas judiciales en calidad de amicus curiae:
El Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires recibió una
presentación como amicus curiae durante el trámite de un expediente en el que la
Defensora del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires impugnaba la norma establecida en
el art. 71 del Código Contravencional por considerarla inconstitucional. En dicho debate
acerca de la constitucionalidad de esa norma (la que establece la prohibición de ofrecer o
demandar sexo en la vía pública), y por efecto de un traslado conferido al Ministerio
Público en la sustanciación del trámite, se derivó la discusión a otro punto. Era ésta la
facultad de la Defensora del Pueblo de la Ciudad para promover este tipo de acciones de
inconstitucionalidad.
Cuando el expediente estaba en condiciones de ser resuelto por los miembros del
Tribunal Superior, –quienes sólo estarían compelidos a expedirse sobre el fondo en la
medida en que reconocieran previamente legitimación a la Defensora para accionar por la
inconstitucionalidad de la norma–, se presentó Germán Bidart Campos en carácter de
amigo del tribunal, a fin de hacer llegar su opinión en relación a la facultad de la
Defensora del Pueblo para impugnar la constitucionalidad de la norma.
Esta presentación daba algunos fundamentos por los que el tratadista mencionado
entendía que la Defensora del Pueblo de la Ciudad tenía legitimación para accionar como
lo había hecho, en procura de la declaración de inconstitucionalidad de una norma
general del ámbito local.
El presentante en calidad de amicus curiae hizo especial mención a que solicitaba que “a
título de colaboración” se agregase en autos el escrito y se tuvieran presentes los
argumentos que en él se esgrimían.
Ante ello, el Tribunal Superior no sólo agregó al expediente el escrito sino que además,
contempló (para rebatirlos) sus argumentos en la resolución, con expresa mención al
amicus curiae. En esa sentencia (de septiembre de 1999) se citó la presentación de
German Bidart Campos, y se analizaron sus argumentos, los que el Tribunal consideró
errados y contrapuso con el Tratado de Derecho Constitucional del mismo autor, en el
que –según lo entiende el Tribunal– se arribaría a la conclusión contraria, conclusión que
los magistrados entienden acertada.
Los magistrados actuantes, más allá de la inexistencia de una regulación expresa acerca
del instituto en cuestión en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires al momento de
dictarse este fallo, entendieron que las presentaciones en carácter de amigo del tribunal
son admisibles, y que además de ser agregadas, deben ser atendidas y contestados sus
argumentos según sea el caso.
Por otra parte, en la regulación normativa antes mencionada (Ley 402, art. 22), no se ha
establecido limitación alguna respecto de los legitimados activos para interponer esta
presentación. En efecto, se menciona que cualquier persona puede hacerlo, y, a su vez, no
se dispuso algún tipo de limitación en relación con el interés que éstas deban acreditar.
En todo caso, la mejor prueba del interés que ostentan estará dado, precisamente, por su
presentación. Finalmente, tampoco se ha estipulado algún límite en función de la
publicidad o trascendencia que el caso haya tomado.
3.4. JURISPRUDENCIA DEL
FUERO CRIMINAL Y CORRECCIONAL DE LA CAPITAL FEDERAL
Si bien en este fuero podemos hallar un criterio un poco más restrictivo respecto de la
institución del Amicus Curiae, tal como lo entendió la Cámara Federal en lo Criminal y
Correccional de la Capital Federal en la “CAUSA 761. Hechos ocurridos en el ámbito de
la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA)”, ello no resultaría un obstáculo para
concluir que el CELS cumpliría en esta causa con los requisitos establecidos por el
mencionado tribunal.
En efecto, el criterio esbozado por la Cámara Federal implica el cumplimiento de los
siguientes puntos: debe tratarse de un caso de amplio interés público; y el papel del
amicus curiae debe ejercerse por organizaciones no gubernamentales que persigan un
interés válido y genuino en el tema, poseyendo además especialización en el asunto.
Otro antecedente en el que se adoptó esta tesis es la causa “Sterla, Silvia s/interrupción
de la prisión preventiva”, que tramitó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal
no. 2 de la Capital Federal. El 5 de agosto de 1996 el juez aceptó el pedido presentado
por dos abogados del CELS tendiente a incorporar a la causa un memorial en derecho en
carácter de amicus curiae. El magistrado destaca además el papel de las ONG en la
transformación del pensamiento jurídico de nuestro país y la importancia de “lograr[la],
admitiendo ejes que permitan abrir nuevos campos de discusión, a efectos de encontrar
las alternativas y soluciones que nuestra realidad exige (...)”. Esto “no sólo debe ser
viable en el marco de discusiones académicas, la administración de justicia debe abrir
sus puertas también a un debate en casos concretos con el fin de que la teoría y la praxis
encuentran su justo medio”.
Este criterio fue también aceptado por la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional
de la Capital Federal en la causa “Kimel, Eduardo s/injurias”.
3.4.1. EL INTERÉS PÚBLICO
Indudablemente el interés público queda satisfecho cuando existe cierta trascendencia de
la causa, o bien cuando lo debatido en ella es susceptible de generar consecuencias
ulteriores en algún grupo de personas aunque la difusión del asunto no alcance a ocupar
gran espacio en los medios de difusión.
En esta causa, resulta indudable el interés público involucrado, en razón de que el acceso
a un cargo público por parte de una persona sobre la cual existen evidencias irrefutables
sobre su participación en las más graves violaciones de derechos humanos que ha sufrido
nuestro país, constituye una problemática trascendental en relación con la consolidación
de un estado democrático y respetuoso de los derechos fundamentales de las personas.
Por otro lado es atendible reconocer interés público a todo debate que de algún modo
involucre la idoneidad de toda persona que pretenda acceder a un cargo público de tanta
relevancia como lo es el de diputado de la nación.
De hecho el carácter público de un interés está ligado a sus posibilidades de proyección
sobre temas de trascendencia comunitaria. Resulta entonces evidente que toda la
comunidad posee un interés en esta causa, en la medida en que el futuro de la democracia
argentina depende en gran medida de la revisión de nuestro pasado, y en razón de ello,
de las medidas que se tomen a fines de superar definitivamente el período más oscuro
que le ha tocado vivir (y sufrir) a la República Argentina.
A su vez, la enorme trascendencia que el presente caso ha tenido en todos los medios de
comunicación –y la consecuente cobertura que éstos le han dado–, resulta ser una
evidente demostración del gran interés público existente en relación con la causa en
cuestión.
Finalmente, otra pauta que permite evaluar el interés público de la causa es la violación
por parte de la Argentina de pactos internacionales y la consecuente responsabilidad que
esta circunstancia acarrea de no ser subsanada en el ámbito interno. Esto genera la
posibilidad de que el Estado sea sancionado por los órganos del sistema internacional de
protección de los derechos humanos. En este sentido, es legítimo que todos los
habitantes del país puedan acercar, a través de las organizaciones que los representan, las
consideraciones que crean convenientes, a los órganos que deben aplicar las normas, con
el fin de evitar eventuales incumplimientos.
3.4.2. EL INTERÉS DEL CELS EN LA CAUSA, Y SU ESPECIALIZACIÓN EN EL TEMA
El CELS es una organización no gubernamental dedicada a la promoción y protección de
los derechos humanos en la Argentina. Con este fin, el CELS ha desarrollado una variada
y cuantiosa labor desde su fundación en 1979. Entre las prioridades del Centro, siempre
han tenido prevalencia las actividades vinculadas a la tramitación de causas legales,
debido a que es un objetivo central del CELS, promover e impulsar la utilización de los
tribunales locales para un pleno ejercicio de los derechos. Paralelamente, el CELS se ha
dedicado también a proteger los derechos humanos a través de la presentación, en forma
autónoma o conjunta, de causas testigo ante diversas instancias internacionales de
protección de los derechos humanos. Actualmente, esta organización está llevando a
cabo un Programa específico para impulsar la Aplicación del Derecho Internacional de
los derechos humanos por los tribunales locales (Programa DIDH).
Por otra parte, desde su creación en pleno régimen de facto, el CELS ha priorizado entre
sus temas, las violaciones de derechos humanos cometidas durante la última dictadura
militar. En este sentido, durante esos años ha patrocinado cientos de hábeas corpus, y
durante la primera etapa de la transición democrática, el CELS colaboró con la Comisión
Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) y con la Cámara Nacional de
Apelaciones, que llevó adelante el juicio a los ex integrantes de las tres primeras juntas
militares y a los ex jefes de la policía de la provincia de Buenos Aires. A ambos
organismos se les proporcionaron todos los datos, documentos y testimonios
pertenecientes a los archivos del CELS. Paralelamente, la institución participó en la
búsqueda y asesoramiento de testigos, muchos de los cuales aún temían formular
declaraciones. En el mismo sentido, se iniciaron causas penales contra miembros de las
fuerzas armadas, de seguridad, policiales y penitenciarias, y contra civiles colaboradores,
acusados de cometer crímenes durante la represión militar. De los 2.000 procesos de esa
época —encuadrados dentro de las causas líderes tales como la de la Escuela de
Mecánica de la Armada, la de la Morgue, Orletti, Club Atlético, Conexión Regional de la
Represión, etc.— alrededor de 700 fueron patrocinados por abogados del CELS.
Desde hace aproximadamente cinco años, el CELS cuenta con un programa de
“Memoria y lucha contra la impunidad del terrorismo de Estado”; este programa del
CELS tiene como objetivo mantener viva la memoria y el reclamo de justicia de los
hechos ocurridos durante la última dictadura militar. En tal sentido, cuenta con el archivo
del CELS, el más importante archivo no gubernamental de Argentina del terrorismo de
Estado que imperó desde 1976 a 1983. Asimismo, elabora estrategias jurídicas
novedosas que impulsen los juicios por el derecho a la verdad y al duelo de los familiares
de las víctimas, sin abandonar, por supuesto, el anhelo de justicia y castigo.
En nuestra calidad de organización no gubernamental dedicada a la protección y
promoción de los derechos humanos, nos presentamos ante este tribunal con el objeto de
hacer conocer nuestro parecer en torno a la cuestión de la posibilidad de que se convierta
en diputado de la nación una persona sobre la cual existen irrefutables pruebas de su
participación en numerosas y gravísimas violaciones a los derechos humanos durante la
última dictadura militar.
Tal como ya lo dijéramos anteriormente, resulta imposible que se pretenda consolidar un
régimen democrático y garante de los derechos fundamentales, si consideramos que una
persona que ha cometido esas gravísimas violaciones puede cumplir con el requisito de
idoneidad que exige nuestra Constitución Nacional.
4. FUNDAMENTOS DE DERECHO
4.1. INTRODUCCIÓN
"¿Hasta cuándo, Catilina, has de abusar de nuestra paciencia? ¿Cuándo nos veremos libres de tus
sediciosos intentos? ¿A qué extremos se arrojará tu desenfrenada audacia? ¿No te arrendran ni la
nocturna guardia del Palatino, ni la diurna vigilancia de la ciudad, ni las alarmas del pueblo, ni el
acuerdo de los hombres honrados, ni este fortísimo lugar donde el Senado se reúne, ni las frases amables
y semblantes de todos los senadores? ¿No comprendes que tus designios están descubiertos? ¿No ves tu
conjuración fracasada por conocerla ya todos? ¿Imaginas que alguno de nosotros ignora lo que has
hecho anoche y anteanoche, dónde estuviste, a quiénes convocaste y qué resolviste? ¡Oh, qué tiempos, qué
costumbres! ¡El Senado sabe esto, lo ve el Cónsul y, sin embargo, Catilina vive! ¡Qué digo vive! Hasta
viene al Senado y toma parte en sus acuerdos…" (Cicerón, Primera Catilinaria, discurso pronunciado en el
Senado de Roma, año 63 a.C.)
Dentro del marco del proceso de consolidación de la democracia luego de un régimen
militar que se ha caracterizado por la violación sistemática de los derechos más
fundamentales de todo ser humano, tal como el vivido en Argentina en los años 19761983, no cabe duda de que la construcción de modelos de gobierno que se sustenten en el
respeto por los derechos fundamentales de las personas, no puede llevarse a cabo
debidamente, si quienes ocupan cargos en la función pública están vinculados con los
delitos de lesa humanidad cometidos durante aquella época. No es posible que las
personas que han vulnerado los derechos más esenciales del ser humano, y que inclusive
se han vanagloriado de tal actitud, sean hoy quienes pretenden representar al pueblo de la
nación, haciéndose pasar por acérrimos defensores de la democracia.
Que los responsables del terrorismo de Estado no hayan sido hasta hoy debidamente
juzgados y condenados, no significa que un estado de derecho pueda tolerar que esas
personas ocupen cargos públicos que exigen una idoneidad ética y moral que no poseen.
Al afirmar que ellos no poseen la idoneidad requerida por nuestra Constitución, no se
está efectuando un análisis meramente subjetivo que pretenda descalificar la moral de
unos frente a la de otros. Estas personas, a través de sus dichos y hechos, han demostrado
en forma acabada y objetiva, que no tienen ni el más mínimo respeto por los derechos
esenciales de todo ser humano, circunstancia que los descalifica para ocupar cargos
públicos en un Estado de Derecho, puesto que la consagración de tales derechos ha
constituido –al menos desde 1853– uno de los pilares básicos de nuestra Constitución
Nacional.
4.2. EL REQUISITO CONSTITUCIONAL DE IDONEIDAD
Todos los habitantes de la Nación están en un plano de igualdad para acceder a los
cargos públicos, siempre que reúnan las condiciones de idoneidad exigidas por la
Constitución Nacional. Su artículo 16 establece que todos los habitantes del país son
admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad.
En relación con este requisito constitucional, la Corte Suprema de Justicia de la Nación
señaló: “La declaración de que todos los habitantes son admisibles en los empleos sin
otra condición que la idoneidad no excluye la imposición de requisitos éticos...”1.
En efecto, la idoneidad es la aptitud, capacidad o eficiencia que se integra por una
pluralidad de elementos, entre ellos: la idoneidad técnica, la idoneidad física, e incluye,
1
Fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, 238:138.
también, la idoneidad ética o moral. Esta última estriba en la inexistencia de antecedentes
penales, esto es, haber tenido una conducta acorde con las pautas éticas vigentes2.
Y este requisito de idoneidad exigido por la Constitución no es sólo para los empleos
públicos sino también para cargos electivos. La idoneidad que exige el artículo 16 de la
C.N. es un recaudo permanente, una especie de estado en el que deben permanecer
quienes ejercen cargos públicos, en cualquier tramo de su escala, al igual que quienes
deseen acceder a esos cargos.
Señala Bidart Campos que “los titulares de poder que surgen de los procesos electorales
deben ser idóneos, en un doble sentido, ético y técnico, para el desempeño de la función
que se les encomienda. Se los elige para que se desempeñen bien, y no mal. Y un
requisito para lo primero, es que sean idóneos, que tengan aptitud, tanto moral como
técnica”3. Nuestro régimen constitucional es claro. No es válido designar o nombrar a
alguien para un cargo público, que carezca de la idoneidad que ese puesto requiera.
Hay ciertos cargos electivos para los cuales la propia Constitución estipula los requisitos;
así, para ser presidente y vicepresidente; para ser diputado y senador; para ser juez de la
Corte Suprema. En tales casos, el condicionamiento surge de la Constitución, y ninguna
norma inferior puede disminuir los mencionados requisitos. En el mismo sentido, por
ejemplo, para el cargo de gobernador de una provincia las constituciones provinciales
establecen los requisitos que deben cumplimentar los candidatos4. Empero, existen
situaciones que llevan a concluir que una limitación razonable a la competencia
2
Bielsa, Rafael; Algunos aspectos de la Función Pública; Buenos Aires; p. 83. Rodríguez Galán, Alberto;
“El requisito constitucional de la idoneidad para el ejercicio de la función pública representativa”; en
Revista del Instituto de Derecho Político y Constitucional de la Facultad de Derecho y Ciencias sociales;
Buenos aires; 1978.
3
Bidart Campos, German; “Legitimación de los Procesos Electorales”; en Cuadernos CAPEL; San José de
Costa Rica; 1989; p.59.
constitucional de los órganos de gobierno y de poder, en los procesos de designación,
fundada en una sana aplicación de los principios de idoneidad es requerida por la
Constitución. En efecto, señala Badeni: “La Constitución no establece los contenidos de
la idoneidad. Esta imprevisión constitucional no es un defecto, sino una virtud por
cuanto su forma y modalidades están sujetas a las modificaciones que genera el
dinamismo de la vida social y que tornan sumamente inconveniente que la Constitución
las consolide detallando sus alcances y contenido”5.
Asimismo, el requisito de idoneidad depende, en cierta medida, de la índole del puesto
para el cual se postula, en los supuestos de cargos que se resuelven a través de la
elección popular, y se configura mediante condiciones diferentes, razonablemente
exigibles según el cargo que se trate; podemos decir en sentido lato que tales condiciones
abarcan, igualmente, la aptitud técnica, la salud, la edad, la moral, etc.6. Así, se entiende
que cuanto mayor sea la jerarquía del empleo o la función, mayor debe ser el grado de
ética o moralidad a exigirse7. Y esta cuestión no es menor, puesto que, en efecto, la
posibilidad de acceder al cargo de diputado nacional, por parte de una persona falta de
idoneidad, es, por demás, grave.
4.3. EL ESPÍRITU DE LA REFORMA CONSTITUCIONAL DE 1994
La idoneidad exigida para ocupar cargos públicos debe ser valorada, entonces, de
acuerdo con las pautas éticas vigentes. Estas pautas se encuentran expresadas en el
artículo 36 de la Constitución. El concepto de idoneidad ha quedado, por cierto, enlazado
4
Por ejemplo, el artículo 121 de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires señala en tres incisos los
requisitos para poder acceder al cargo de gobernador, la nacionalidad, el domicilio en la provincia y ser
mayor a 35 años.
5
Badeni, Gregorio; “Instituciones de Derecho Constitucional”, edit. Ad-Hoc, Buenos Aires, 1997, p. 263 y
ss.
6
Cfr. Bidart Campos Germán, op. cit., p. 264
7
Villegas Basavilbaso, B.; Derecho Administrativo; tomo III; Edit. Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1954, p.
272..
con el afianzamiento del sistema democrático, que se extrae, ahora, del referido artículo
36, incorporado por la reforma de 1994, que vincula la protección del sistema
democrático con la vigencia de los derechos humanos.
En el mismo sentido se ha manifestado la Comisión de Peticiones, Poderes y
Reglamentos de la Cámara de Diputados de la Nación, en su dictamen sobre el diploma
de Antonio Bussi, al expresar que “…las normas y los parámetros de valuación de la
“ética pública” han cambiado sustancialmente después de la reforma constitucional de
1994. Y si los artículos 36 y el 75 inciso 22 de la Constitución Nacional fijan nuevos
paradigmas jurídicos y éticos, es claro que la evaluación de la “idoneidad” del artículo 16
debe seguir esta línea constitucional” (Cámara de Diputados de la Nación, Sesiones
Ordinarias 2000, Orden del día Nro. 117, pág. 611).
En efecto, sólo después de más de 60 años de turbulenta historia institucional, en los
cuales los golpes de Estado eran moneda corriente, nuestro país comprendió la
importancia de la vida democrática. En este orden de ideas, la reforma realizada a
nuestra Carta Magna en 1994, incluyó un artículo que  y no es aventurada esta
afirmación— era inimaginable para los constituyentes de 1853. Nos estamos refiriendo
al nuevo artículo 36. Allí se establece que la Constitución “mantendrá su imperio aun
cuando se interrumpiere su observancia por actos de fuerza contra el orden institucional
y el sistema democrático. Sus autores serán pasibles de la sanción prevista en el artículo
29, inhabilitados a perpetuidad para ocupar cargos públicos y excluidos del indulto y del
beneficio de la conmutación de penas. Estos actos serán insanablemente nulos”.
En las discusiones surgidas en el seno de la Convención Nacional Constituyente, el
convencional Estévez Boero, refiriéndose al artículo 36, señaló: “Este artículo quiere
decir que después de muchos años los argentinos condenan, en contra de una tendencia
de permisibilidad para los golpes y sus consecuencias en nuestro país, esta irrupción con
mayor severidad que la anterior”. Por su parte, Eduardo Barcesat indicó: “es el mejor
homenaje que puede rendir la Convención Nacional Constituyente a las treinta mil
víctimas del terrorismo de Estado. Esta cláusula es la forma normativa del “Nunca Más”.
El constituyente Cullen agregó: “En 1983 conocimos el espanto y la desgracia y tuvimos
que ir hasta el fondo para llegar a la más abyecta y tremenda violación de los derechos
fundamentales a fin de darnos cuenta de lo importante que era la democracia”8.
Los debates convencionales demuestran la directriz del constituyente; esto es, la
democracia como garantía de los derechos humanos, y éstos como objeto y fin de
aquélla. Violación de derechos humanos y democracia son incompatibles.
Así, en la versión más actualizada de la representación de los valores del constituyente
argentino, se le da un valor supremo a la democracia como sistema para la vigencia y
protección de los derechos humanos. La esencia constitutiva de la democracia radica en
el reconocimiento, el respeto, la tutela y la promoción de los derechos humanos9.
Por ello, la Comisión de Peticiones, Poderes y Reglamentos ha expresado, en el dictamen
ya citado, que en “…la Argentina pos reforma de 1994 ya no es constitucionalmente
posible tener por idóneo para el ejercicio de un cargo público de gobierno a quien se
haya alzado en armas contra los poderes constitucionales o a quien hubiera participado
en actos de masivas violaciones a derechos humanos...esto no es poética política sino
legalidad operativa derivada de la nueva Constitución argentina”.
A su vez, esta conclusión en nada varía con la circunstancia de que las gravísimas
violaciones de los derechos humanos cometidas por Bussi hayan sido perpetradas con
anterioridad a 1994. Como bien lo ha expresado la Comisión antes mencionada en su
8
Ver al respecto Obra de la Convención Nacional Constituyente, Ministerio de Justicia de la Nación, 1997,
Tomo V, pp. 4445 a 4509.
9
Bidart Campos, Germán, “Los valores en la Constitución Argentina”, edit. EDIAR, Buenos Aires, 1999,
p. 88.
dictamen, no se están juzgando “…tales hechos desde el punto de vista jurídico-penal.
Lo que se juzga aquí son los títulos y diplomas de un diputado electo con posterioridad a
la reforma constitucional de 1994. Es nuestra obligación juzgarlos conforme la legalidad
constitucional hoy vigente” (Orden del día Nro. 117, pág. 611). Estas palabras son
absolutamente claras: no se juzgan los hechos anteriores a 1994, sino que se utilizan las
normas constitucionales vigentes hoy en día a fines de verificar si una persona es idónea
para ejercer un cargo público. Por supuesto, en esta verificación resulta fundamental
recurrir –entre otras normas– al artículo 36 de nuestra Carta Magna.
Con todo, la reforma constitucional de 1994, fulmina, entendemos, la posibilidad de que
autores o partícipes de actos atentatorios contra la democracia y por ende contra la
vigencia de los derechos humanos, ejerzan cargos públicos.
Y son las autoridades nacionales, provinciales y municipales, por obvias razones, las
encargadas principales de sostener, difundir y defender los valores democráticos que el
constituyente ha querido darle a la Nación Argentina.
4.4. EL DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
A partir de la reforma constitucional de 1994, los tratados de derechos humanos tienen
jerarquía constitucional. Entonces, como surge del artículo 75 inciso 22, ha quedado
establecida una nueva pirámide normativa. En su cima se encuentra la Constitución, a la
que se le agregan los instrumentos internacionales a los que se les otorga jerarquía
constitucional en el artículo citado.
Ahora bien, estos tratados de derechos humanos prevén, en su mayoría, distintos
mecanismos de protección de los derechos en ellos reconocidos. Así, el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos crea un Comité de Derechos Humanos
dentro de la Organización de las Naciones Unidas, que entiende, entre otros cuestiones,
en materia de informes presentados por los Estados en forma periódica10. El Comité
dicta, en este procedimiento, Observaciones Finales sobre el comportamiento de los
Estados frente a los derechos consagrados.
Este Comité, al considerar el Informe presentado por Argentina en 1994, recomendó al
Estado "que se establezcan procedimientos adecuados para asegurar que se relevará de
sus puestos a los miembros de las fuerzas armadas y de las fuerzas de seguridad contra
los que existan pruebas suficientes de participación en anteriores violaciones graves de
los derechos humanos"11.
Si bien esta Observación se refiere a la remoción de los miembros de las fuerzas de
seguridad mas no a la posibilidad de que aquellos miembros formen parte del gobierno,
resulta obvio que esta última posibilidad es, por cierto, aún más perjudicial para la
vigencia del sistema democrático.
Esta conclusión queda demostrada en las Observaciones finales del mismo Comité
respecto del último informe presentado por Argentina12, efectuadas recientemente –en el
mes de noviembre de 2000–, donde se señaló en su párrafo 9° que "... Pese a las medidas
positivas tomadas recientemente para reparar injusticias pasadas, incluida la abolición
en 1998 de la Ley de obediencia debida y la Ley de punto final, preocupa al Comité que
muchas personas que actuaban con arreglo a esas leyes sigan ocupando empleos
militares o en la administración pública y que algunos de ellos hayan incluso obtenido
ascensos en los años siguientes (...) El Comité recomienda que se siga desplegando un
esfuerzo riguroso a este respecto y que se tomen medidas para cerciorarse de que las
10
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, artículo 40.
Ver CCPR/C/79/Add.46, durante su reunión 1411 (53º sesión) realizada el 5 de abril de 1995.
12
Sesiones 1883ª y 1884ª, celebradas los días 25 y 26 de octubre de 2000, en el cual el Comité examinó el
tercer informe periódico de la Argentina (CCPR/C/ARG/98/3). En su 1893ª sesión, celebrada el 1º de
noviembre de 2000, el Comité adoptó sus observaciones finales.
11
personas que participaron en violaciones graves de los derechos humanos no sigan
ocupando un empleo en las fuerzas armadas o en la administración pública." (el
destacado es agregado).
En el mismo sentido, la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha
concluido que una de las medidas que se deben tomar en relación con la cuestión de la
impunidad de graves violaciones a los derechos humanos, es la "…separación del cargo
de los altos funcionarios implicados en las violaciones graves que se hayan cometido..."
(E/CN.4/Sub.2/1997/20, 26 de junio de 1997, Comisión de Derechos Humanos,
Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías, Informe
final acerca de la cuestión de la impunidad de los autores de violaciones de los derechos
humanos –derechos civiles y políticos– preparado por el Sr. L. Joinet de conformidad
con la resolución 1996/119 de la Subcomisión, párr. 43.c.).
Por otra parte, el Código de conducta para funcionarios encargados de hacer cumplir la
ley, señala que "en el desempeño de sus tareas, los funcionarios encargados de hacer
cumplir la ley respetarán y protegerán la dignidad humana y mantendrán y defenderán
los derechos humanos de todas las personas"13.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos declaró inadmisible una denuncia
presentada por el General gautemalteco Ríos Montt quien alegaba la violación de su
derecho a ser elegido por parte del gobierno de Guatemala. La Comisión, para declarar
inadmisible esta denuncia, entendió legítimas las restricciones impuestas por el derecho
interno de Guatemala que impide la presentación de candidaturas de personas que hayan
participado en serias violaciones a los derechos humanos. Estamos pues –agregó la
Comisión con relación a la restricción al derecho a ser elegido— dentro de aquellas
13
Adoptado por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, en su resolución 34/169,
del 17 de diciembre de 1979.
condiciones que posee todo sistema jurídico constitucional para hacer efectivo su
funcionamiento, y para defender la integridad de los derechos de los ciudadanos14.
Esta decisión de la Comisión Interamericana demuestra que la circunstancia de que se
impida el acceso a cargos públicos a personas responsables de graves violaciones a los
derechos humanos, no constituye una vulneración a los derechos políticos de tales
personas, y por ende, no genera responsabilidad internacional del Estado, puesto que esta
restricción (legítima) es acorde con los principios, derechos y garantías fundamentales de
todo estado de derecho, y por ello sí habría responsabilidad internacional del Estado en
caso contrario.
Hasta qué punto, entonces, un ciudadano sobre el cual existen irrefutables evidencias de
haber participado en las más diversas violaciones de los derechos humanos puede ser
idóneo para el ejercicio de un cargo de tamaña naturaleza, que tiene como principal
función la defensa de la democracia, y por ende de los derechos humanos, y la de hacer
cumplir la ley. Las decisiones internacionales al respecto indican su imposibilidad.
Por otra parte, y en relación con el tipo de delitos a los que se está aludiendo, cabe
destacar que el delito de desaparición forzada, tal como surge del artículo III de la
Convención Interamericana sobre desaparición forzada de personas (ratificada por la
República Argentina el 28 de febrero de 1996), “…será continuado o permanente
mientras no se establezca el destino o paradero de la víctima”.
Teniendo en cuenta lo antedicho, y dado que no existen dudas respecto de la
responsabilidad de Bussi en cientos de casos de desaparición forzada, se puede afirmar
que hasta el día de hoy Bussi sigue cometiendo tales crímenes. Con base en ello, y
llegado el caso de aceptarse su título, se estaría configurando la insólita y jurídicamente
14
Ver Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Informe Anual 1993, Caso 10.804, p. 289, sin
destacado.
inaceptable circunstancia de que un diputado de la nación esté cometiendo, mientras
desarrolla su función, delitos de lesa humanidad.
A su vez, Bussi también se encuentra imputado en varias causas por el delito de
sustracción, ocultamiento y cambio de identidad de menores (Caso de Mónica Silvia
Alarcón, causa nro. 38.701, Justicia Federal en lo Criminal de la provincia de Tucumán,
y Causa nro. 10.326/96 ante el Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional de la
Capital Federal Nro. 7, a cargo del Dr. Adolfo Bagnasco). Este tipo de delitos, amén de
presentar también el carácter de permanente, “…se inscribe dentro de la figura de la
desaparición forzada de personas, ilícito que fue considerado dentro de los distintos
documentos elaborados por las Naciones Unidas, dentro de la categoría general de
DELITOS CONTRA LA HUMANIDAD.” (cf. Auto de procesamiento dictado por el Dr.
Adolfo Bagnasco, Causa Nro. 10326/96, caratulada “NICOLAIDES, Cristino y otros
S/SUSTRACCION DE MENORES”, 22 de septiembre de 1999, destacado en el
original).
En el mismo orden de ideas, resulta oportuno destacar que Bussi se encuentra procesado
por crímenes de lesa humanidad ante el Juzgado Central de Instrucción Nro. 5,
Audiencia Nacional de Madrid, y en razón de ello pesa sobre aquél un pedido de captura
internacional. Resulta entonces que también se podría dar otra situación bastante
particular: que un diputado de la nación no pueda salir del país porque de lo contrario
será detenido por la INTERPOL.
En definitiva, podemos concluir que tanto por las distintas causas judiciales y por los
numerosos testimonios prestados en ellas o ante algún organismo –Informe de la
CONADEP, Informe de la Comisión Bicameral Investigadora de las violaciones de los
derechos humanos en la Provincia de Tucumán, entre otros–, así como por ser de
conocimiento público, resulta evidente la responsabilidad que le corresponde a Bussi por
gravísimas violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura militar (entre
ellas, fusilamientos, torturas, desapariciones forzadas, y apropiación, retención y
ocultamiento de niños).
5. CONCLUSIONES
En virtud del análisis efectuado en los acápites precedentes, resulta evidente que tanto
nuestra Constitución (arts. 16 y 36), como diversos instrumentos internacionales de
derechos humanos que gozan de la misma jerarquía (art. 75 inciso 22 CN), determinan,
de manera contundente, que no existe posibilidad alguna de que las personas
responsables de las graves violaciones a los derechos humanos cometidas en nuestro país
en los años 1976-1983, ocupen un cargo público en un Estado democrático y respetuoso
de los derechos fundamentales.
Resulta irrefutable que este tipo de personas no poseen las cualidades éticas y morales
que hacen a la idoneidad que la Constitución Nacional exige a los funcionarios públicos.
En conclusión, en este momento de la historia de la República Argentina en el cual se
está continuando un proceso de consolidación de la democracia iniciado en 1983, resulta
imprescindible que, guiados por las normas emanadas de la Constitución Nacional –así
como también del derecho internacional de los derechos humanos introducido allí
mismo–, sean utilizados los mecanismos legales pertinentes, a fin de impedir que ocupen
cargos públicos personas tan vinculadas a las sistemáticas violaciones de los derechos
humanos ocurridas durante la última dictadura militar, como es el caso de Antonio
Domigo Bussi.
6. PETITORIO
Esperando que nuestro eventual aporte pueda contribuir a una justa resolución del caso a
V. E. solicitamos:
1) Se tenga al Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) como Amicus Curiae en
esta causa.
2) Se agregue el presente escrito y se corra traslado a las partes en caso de que V.E. lo
considere pertinente.
3) Se tenga en cuenta este dictamen al momento de resolver la presente causa.
Proveer de conformidad y tener presente que,
SERÁ JUSTICIA
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