699-2000 Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia: San Salvador, a las diez horas y diez minutos del día veinticuatro de mayo de dos mil dos. El presente proceso de amparo constitucional ha sido promovido por el licenciado José Daniel Julio Martínez Martínez, mayor de edad, abogado y notario, de este domicilio, en representación de la sociedad Telefónica El Salvador, Sociedad Anónima de Capital Variable, contra el Decreto Número 22 dictado por el Concejo Municipal de San Salvador, de fecha doce de septiembre de dos mil, publicado en el Diario Oficial N° 194, tomo 349, de fecha diecisiete de octubre del mismo año, mediante el cual se reformó la Ordenanza Reguladora de las Tasas por Servicios Municipales de la ciudad de San Salvador, específicamente las secciones contempladas en el art. 7, números 12.5.1.1 y 12.5.1.2, que estima violatorio de los arts. 131 N° 6 y 110 inciso final Cn. Han intervenido en este proceso, además de la parte actora, el Alcalde Municipal de San Salvador, doctor Héctor Ricardo Silva Argüello; y el doctor René Mauricio Castillo Panameño, Fiscal de la Corte. Leído el proceso y considerando: I. La parte actora manifestó esencialmente en su demanda que el acto contra el cual reclama es el Decreto Número 22 dictado por el Concejo Municipal de San Salvador, de fecha doce de septiembre de dos mil, publicado en el Diario Oficial N° 194, tomo 349, de fecha diecisiete de octubre del mismo año, mediante el cual se reformó la Ordenanza Reguladora de las Tasas por Servicios Municipales de la ciudad de San Salvador, específicamente las secciones contempladas en el art. 7, números 12.5.1.1 y 12.5.1.2. Luego de una relación de la justificación del amparo contra ley, el demandante señaló que los derechos constitucionales infringidos son el derecho de propiedad (arts. 2 y 203 Cn.) y el derecho a la no confiscación, el cual lo relacionó con los arts. 106 y 131 N° 6 Cn.. Asimismo, indicó que la violación al art. 131 N° 6 Cn. se produce en virtud que dicho artículo establece un derecho a la tributación con arreglo a la capacidad económica; sin embargo, en el caso concreto de la tasa por permiso de instalación de cabinas telefónicas, en sitios públicos o privados que sobresalgan el espacio público, por cada punto de instalación otorgado en el permiso y la tasa por permiso mensual de uso del espacio público o privado que sobresalgan el espacio privado, establecida en el art. 7 de la Ordenanza Reguladora de las Tasas por Servicios Municipales de la ciudad de San Salvador, el legislador ha seleccionado como hecho imponible un evento que de ninguna manera refleja capacidad económica del contribuyente. También expresó que los elementos que determinan la estructura de dicho tributo son totalmente arbitrarios, han sido establecidos antojadizamente, pues en primer lugar, ha adoptado como elemento del tributo un criterio que de ninguna manera es revelador de riqueza o de capacidad económica; y, en segundo lugar, el quantum para la determinación del tributo es igualmente antojadizo. Al respecto, la parte actora concluyó que la instalación de cabinas telefónicas no puede ser el parámetro o la base imponible para la fijación o determinación de una tasa, pues dicha actividad no es un índice revelador de riqueza, pues no es dable entender o suponer que la sola instalación refleje una ganancia a las empresas operadoras y prestadoras del servicio público de telefonía. La mera instalación de una cabina telefónica –dijo- no es indicativa de capacidad económica del contribuyente. Por otra parte, también manifestó el demandante que la tasa establecida en el cuerpo normativo impugnado, invade la esfera de competencia de regulación establecida por la misma Constitución en el artículo 110 inciso final, ya que cuando el Estado establece – dentro del ámbito de su competencia- tarifas o cargos a la prestación de los diversos servicios públicos esenciales a la comunidad, el establecimiento o fijación de los mismos responde principalmente a criterios económicos o sociales, al cumplimiento de los fines o a la satisfacción de los intereses públicos que la Constitución pregona y garantiza. Al respecto dijo que el artículo 110 inciso final de la Constitución dispone que al Estado le corresponde regular y vigilar los servicios públicos prestados por empresas privadas y la aprobación de sus tarifas, lo cual en la práctica se traduce en la promulgación de la Ley de Telecomunicaciones, la que en su artículo 7 le otorga al servicio de telefonía la categoría de servicio público, disponiendo además la aprobación de las tarifas por ley a través de la Superintendencia General de Electricidad y Telecomunicaciones (SIGET). En consecuencia, el legislador estableció que los cargos o tarifas a la prestación del servicio público de telefonía, deben ser determinados por autoridad nacional (SIGET), lo que significa –manifestó el demandante- que las tasas que contempla la disposición impugnada no son más que la introducción de un costo adicional que debe sufrir o padecer mi representada en su esfera jurídica, lo cual supone la introducción de costos adicionales –no autorizados- al servicio público de telefonía y que trae como consecuencia lógica que el proveedor del servicio público de telefonía se convierte en sujeto pasivo (a título de contribuyente) del tributo, por el desarrollo de su actividad (prestar el servicio público de telefonía) sometiendo a un gravamen adicional al servicio público. Asimismo, expresó que las tarifas del servicio público de telefonía están determinadas por ley y son dispuestas por la SIGET, por lo que cuando el municipio introduce, por las tasas, costos adicionales para la prestación del servicio, se está invadiendo la competencia de otros entes públicos. Finalmente, sobre este aspecto, concluyó diciendo que cuando se trata de la prestación de servicios públicos, como lo es el de telefonía, una vez que el Estado a través de la ley ha determinado la forma de fijación de la tarifa, no pueden introducirse costos adicionales a los concesionarios del servicio público, puesto que ello supone el ejercicio de una actividad no autorizada constitucionalmente. Por resolución de las once horas y cinco minutos del día siete de febrero de dos mil uno, se admitió la demanda, se ordenó la suspensión inmediata y provisional de la aplicación de la norma impugnada, y se pidió informe al Concejo Municipal de San Salvador. El Alcalde Municipal de San Salvador, actuando en su calidad de representante del Concejo Municipal de esta ciudad, manifestó que en efecto en la reforma a la Ordenanza Reguladora de las Tasas por Servicios Municipales de la ciudad de San Salvador, se encuentran los rubros 12.5.1.1. y 12.5.1.2.; el primero se refiere al permiso de instalación de cabinas telefónicas en sitios públicos o privados que sobresalgan el espacio público, por cada punto de instalación otorgado en el permiso; el segundo se refiere al permiso mensual de uso del espacio público o privado que sobresalga al espacio público, por cada teléfono, teniendo por cada uno de dichos rubros el cobro de cien colones; reforma que ha sido publicada en el Diario Oficial N° 194, Tomo 349 de fecha diecisiete de octubre de dos mil, estando la Ordenanza aludida dentro de las facultades otorgadas a los Municipios de conformidad a lo establecido en los arts. 204 de la Constitución de la República y arts. 3 N° 1, 4 N° 6 y N° 24 todos del Código Municipal; demostrando que existe legalidad y que no se viola ningún derecho o garantía constitucional. Posteriormente, se mandó oir al Fiscal de la Corte en la siguiente audiencia, quien no hizo uso de la misma; y, por decreto de sustanciación proveído a las ocho horas y dos minutos del día dieciséis de marzo de dos mil uno, se confirmó la suspensión de la aplicación de la normativa impugnada y se pidió nuevo informe a la autoridad demandada. Mediante escrito presentado el día veintinueve de marzo de dos mil uno, el licenciado Javier Tránsito Bernal Granados, trató de comparecer en el presente proceso como representante del Concejo Municipal de San Salvador, sin embargo se le previno que acreditara en debida forma la representación con la que actuaba, prevención que no fue evacuada. Posteriormente, el Alcalde Municipal de San Salvador esencialmente manifestó que el argumento del demandante no tiene no tiene fundamento legal, ya que mediante el Decreto N° 22, se ha establecido el cobro de tasas debido al uso que la parte actora hace del espacio público, así como por la instalación que efectúa de cabinas telefónicas; además, el Alcalde Municipal de San Salvador, ratificó los conceptos vertidos por el licenciado Javier Tránsito Bernal Granados, quien expuso lo siguiente: la Constitución y el Código Municipal facultan a su representado a decretar Ordenanzas, en virtud de ello, emitió el Decreto N° 22; que en dicho Decreto se establece de manera general, el pago de cien colones mensuales por permiso de instalación de cabinas telefónicas, en sitios públicos o privados que sobresalgan el espacio público, cantidad de dinero que deberá pagarse por cada punto de instalación otorgado en dicho permiso; también se establece que se pagará la cantidad de cien colones mensuales por el uso del espacio público o privado que sobresalga el espacio público, cantidad de dinero que deberá pagarse por cada teléfono. Agregó que, siendo la sociedad recurrente, propietaria de cabinas telefónicas, consecuentemente está sujeta al pago de los rubros antes mencionados, a tenor de lo dispuesto en los arts. 204 y 205 Cn.; arts. 3 N° 2 y 5, 4 N° 23, 30 N° 21 del Código Municipal; arts. 5 y 129 de la Ley General Tributaria Municipal, por ende los rubros aludidos tienen asidero legal, y en ningún momento violan derechos constitucionales a la referida sociedad, pues el cobro de tales tasas deriva por la instalación de cabinas telefónicas y el uso que se hace del espacio público. Además dijo que la sociedad recurrente, como sujeto pasivo del hecho imponible utiliza un bien que pertenece al dominio público, y según lo regula el ya citado art. 4 N° 23, son las Municipalidades los organismos encargados de regular el uso de dichos bienes. De conformidad con el Art. 27 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, se corrió traslado al Fiscal de la Corte y a la parte actora. El primero, textualmente manifestó, en su informe agregado a fs. 30, lo siguiente: "La autoridad demandada, con sus breves informes de fs. 17 y 30 a 31, no fundamenta la base constitucional en que radica la esencia del acto que se le reclama; pues es menester interpretar y así demostrar la intención del legislador constitucional en la redacción de los Art. 204 y 205 Cn, normas fundamentales en las que descansan las disposiciones de la ley secundaria en que la misma hace radicar el supuesto acto violatorio de los derechos constitucionales que la sociedad actora reclama. En consecuencia, corresponde a ésta demostrar objetivamente de legitimidad de su actuación como gobierno local." Por su parte, el demandante retomó en esencia los mismos términos vertidos en la demanda y pidió la omisión del plazo probatorio. Por resolución de las nueve horas y treinta y nueve minutos del día veintinueve de mayo de dos mil uno, se omitió el plazo probatorio en el presente proceso; sin embargo, mediante escritos presentados los días ocho y trece de junio de dos mil uno, el Alcalde Municipal de San Salvador, pidió a esta Sala la revocatoria de dicha resolución, por lo que posteriormente a la audiencia concedida a la sociedad demandante, se revocó la resolución en referencia y se ordenó la apertura a pruebas del proceso por el plazo de ocho días. Durante el plazo probatorio, la autoridad demandada pidió que se agregara al proceso las copias de las notas de fechas nueve de enero y ocho de junio de dos mil uno, dirigidas al Concejo Municipal de San Salvador y a la Alcaldía Municipal de San Salvador, respectivamente, y suscritas por representantes de sociedades dedicadas a la prestación de servicios de telefonía. Ahora bien, el demandante únicamente presentó escrito de fecha diecisiete de agosto de dos mil uno en el que retomó los argumentos expuestos en la demanda y en el traslado precedente. De conformidad con el artículo 30 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, se corrió traslado al Fiscal de la Corte, a la parte actora y a las autoridades demandadas, en virtud del cual el primero manifestó textualmente que: "En el caso de autos debe de tenerse por cierto que, siendo el objeto de conocimiento del Tribunal Constitucional la determinación del Decreto Municipal N° 22 dictado por el Concejo Municipal de San Salvador de fecha doce de Septiembre del año retropróximo, que reformó la Ordenanza Reguladora de las Tasas por Servicios Municipales cuestionado; si contraría o no a la Constitución de la República, y partinedo de vuestro proveído de admisión de la demanda presentada que configura la queja planteada por su naturaleza, como un amparo contra ley autoaplicativa, puedo concluir que la prueba existente entre las partes, es una prueba preexistente, o preconstituida, a los fines de la pretensión planteada, suficiente para dictar el fallo". En cuanto a la parte actora, ésta retomó nuevamente los mismos términos expresados en su demanda y escritos anteriores. Ahora bien, la autoridad demandada dijo, en primer lugar, que el objeto de la controversia en este proceso se refiere a una mera inconformidad por el pago establecido en los códigos o rubros impugnados, siendo esto cuestión eminentemente de índole tributario municipal, con leyes especiales aplicables, en donde se establecen los recursos que la persona natural o jurídica, sujeto pasivo de la obligación tributaria, inconforme con la tributación establecida, pueda recurrir ante las mismas autoridades municipales y por ello solicitó que se ordenara al demandante que hiciera uso de sus derechos, de conformidad a la Ley General Tributaria Municipal y a la correspondiente Ordenanza Reguladora de las Tasas por Servicios Municipales de la ciudad de San Salvador. Además, dijo que las categorías de los tributos se establecen en impuestos, tasas y contribuciones especiales, constituyendo el tributo jurídicamente una obligación ex-lege, no negociable o contractual, lo que supone que la disciplina de los elementos esenciales de la obligación tributaria está contenida en la ley. Agregó que a todas luces se considera que debe existir regulación en cuanto al permiso e instalación de cabinas telefónicas, puesto que éstas se deben ubicar siguiendo lineamientos proporcionados por la Municipalidad a modo de contribuir al orden, estética y a la no obstrucción visual o peatonal, parámetros éstos entre otros, concensados con la Municipalidad de San Salvador; que debe haber una definición de tasa por metro cuadrado y que debe haber un área real para la instalación de las mismas, por lo que insistió en que la pretensión se trata de una mera inconformidad por la vigencia de tributos municipales atañaderos a la actividad o giro comercial de la sociedad impetrante. Por otra parte, el Alcalde Municipal de San Salvador señaló que este Tribunal en diversas sentencias ha dejado plasmado que los Municipios están facultados constitucionalmente para decretar ordenanzas, teniendo éstos autonomía para la creación, modificación y supresión de tasas. Asimismo, dijo que no es cierto que a través de la disposición impugnada se violenten derechos o garantías constitucionales a la impetrante, pues siendo éstos emanados por autoridad competente, han tenido como parámetros, el respeto a la esfera jurídica y capacidad económica de los sujetos pasivos de la obligación tributaria preestablecida. También indicó que la sociedad impetrante es sujeto pasivo de la obligación contenida en la disposición impugnada, pues hace uso de un bien de dominio público, al instalar cabinas telefónicas de su propiedad que ocupa para el servicio de telefonía pública, por lo que no ha sido antojadiza la creación de los rubros 12.5.1.1. y 12.5.1.2. del art. 7, ni ha sido el espíritu del decreto 22 en comento tomarlo como instrumento para apropiarse de los bienes y riquezas de la impetrante. Añadió que el autor Juan Martín Queralt, define las tasas, como tributos cuyo hecho imponible consiste en la utilización del dominio publico, prestación de servicios, realización de actividades de régimen de Derecho Público, que se refieren, afecten o beneficien a los sujetos pasivos cuando concurran las siguientes, circunstancias: 1- que sean de solicitud, o recepción obligatoria por los administrados; 2que no puedan prestarse, o realizarse por el sector privado, por cuanto impliquen intervención en la actuación de los particulares o porque, en relación a dichos servicios, esté establecida su reserva a favor del sector público conforme a la normativa vigente. En opinión de la autoridad demandada, no se ha violado derechos constitucionales a la impetrante, pues la sociedad demandante no ha demostrado los agravios que se le ocasionan, sino que pretende en forma abstracta referirse a la violación de los derechos de propiedad y de no confiscación. Finalmente, la autoridad demandada retomó los conceptos pronunciados en sentencia de este Tribunal de fecha diez de junio de mil novecientos noventa y nueve, en la que se dijo que pueden reconocerse tres elementos conformadores del tributo: la calidad económica o social susceptible de convertirse en objeto del tributo, y que desempeña una función de fundamentación extra-positiva de éste; la formulación normativa del supuesto de hecho, que al realizarse, genera la obligación de pagar el tributo y la realización fáctica del supuesto por un sujeto que a partir de tal realización queda obligado a pagar el tributo. Además dijo que en esa sentencia también se estableció que la tasa, a diferencia del impuesto, es el tributo que se genera en ocasión de los servicios públicos prestados por los municipios, entendiendo como contraprestación del municipio, la vinculación del hecho imponible o la actividad del Municipio consistente en la prestación de un servicio público de carácter administrativo o jurídico –que es el presupuesto para el nacimiento de la obligación del contribuyente a pagar la tasa-; también indicó que en la referida sentencia se expresó que se trata de una tasa cuando el hecho imponible es la utilización del dominio público, prestación de servicios, realización de actividades de régimen del derecho público, que se refieran, afecten o beneficien a los sujetos pasivos siempre y cuando concurran las siguientes circunstancias: a) que sean a solicitud o recepción obligatoria por los administrados, b) que no puedan prestarse o realizarse por el sector privado, por cuanto impliquen intervención en la actuación de los particulares o porque en relación a dichos servicios, esté su reserva a favor del sector público. Finalmente, el proceso quedó en estado de dictar sentencia. II. Habiéndose expuesto los argumentos esgrimidos por la sociedad demandante para fundamentar su petición de amparo, las razones aducidas por la autoridad demandada para justificar la constitucionalidad del decreto impugnado y la opinión del Fiscal de la Corte,es necesario ordenar los motivos de inconstitucionalidad susceptibles de ser conocidos por esta Sala, para una mayor claridad de la resolución a dictarse. 1. De la lectura de la demanda se advierte que el peticionario alega cuatro motivos de inconstitucionalidad del Decreto N° 22; dichos motivos pueden resumirse de la manera siguiente: (a) el art. 131 N° 6 Cn. contiene el "derecho de tributación con arreglo a la capacidad económica"; en el caso de la normativa impugnada, "los elementos que determinan la estructura de dicho tributo son totalmente arbitrarios, han sido establecidos antojadizamente; pues, en primer lugar, ha adoptado como elemento del tributo un criterio que de ninguna manera es revelador de riqueza o de capacidad económica..."; (b) "el quantum para la determinación del tributo es igualmente antojadizo (...) la selección del quantum es absolutamente arbitraria, sin base económica o fundamentación jurídica, dictado sin tomar en cuenta la capacidad económica de los sujetos pasivos"; (c) "de conformidad al artículo 7 de la ordenanza, se grava el uso del espacio que sobresalga el espacio público (...) Esto significa que aunque la cabina telefónica se encuentre en un espacio privado o propiedad privada, si para accesar a dicho servicio se ocupa parte del espacio público ello causa tasación, encontrando el tributo ninguna relación con dicho hecho, por lo cual el mismo se vuelve arbitrario y carente de justificación o motivación suficiente que autorice la determinación del mismo"; y (d) El art. 110 inc. final Cn. atribuye al Estado la obligación de regular y vigilar los servicios públicos prestados por empresas privadas y la aprobación de sus tarifas; el servicio de telecomunicaciones es un servicio público regulado en la Ley de Telecomunicaciones cuyos artículos 7 y 8 contienen los límites a la fijación de la tarifa para dicho servicio; una vez que el Estado a través de la ley ha determinado la forma de fijación de la tarifa, no pueden introducirse costos adicionales a los concesionarios del servicio público; por su parte, las tasas contempladas en la normativa impugnada suponen la introducción de un costo adicional en el servicio público de telefonía, lo que implica el ejercicio de una actividad no autorizada constitucionalmente para el Municipio de San Salvador, es decir un exceso en la competencia del mismo. 2. Habiendo identificado en el párrafo precedente los motivos de inconstitucionalidad alegados por el demandante respecto de la normativa impugnada en el presente amparo contra ley, a continuación se expone el orden que seguirá la argumentación de la presente decisión. Previa resolución de ciertos aspectos relativos a la adecuada configuración de la pretensión en el presente caso (III), habrá de teorizarse sobre los ingresos munipales (IV.1), a fin de determinar posteriormente la naturaleza de los cobros realizados por el Municipio de San Salvador en el presente caso, estableciendo si se trata de una tasa (IV.2), pues sólo en caso de llegar a dicha conclusión, habrá de analizarse los límites materiales a la potestad tributaria municipal, específicamente lo relativo a los principios de capacidad económica (V.1) y proporcionalidad (V.3), para luego interpretar el art. 131 N° 6 Cn., en cuanto al concepto de "relación equitativa" ahí señalado (V.4). Finalmente, se procederá al análisis del caso concreto (VI), debiendo dictar el fallo correspondiente. III. De modo previo al estudio sobre el fondo del asunto, esta Sala considera necesario examinar y decidir ciertos aspectos relativos a la adecuada configuración de la pretensión en el presente caso. 1. En primer lugar, la autoridad demandada ha manifestado en sus escritos que la pretensión del demandante en este proceso "se refiere a una mera inconformidad, por el pago establecido en los códigos o rubros antes aludidos, siendo esto cuestión eminentemente de índole tributario municipal, con leyes especiales aplicables, en donde se establecen los recursos que la persona natural o jurídica, sujeto pasivo de la obligación tributaria, inconforme con la tributación establecida, pueda recurrir ante las mismas autoridades municipales"; por ello, el Alcalde Municipal ha solicitado que se ordene al demandante que "haga uso de sus derechos, de conformidad a la Ley General Tributaria Municipal y a la correspondiente Ordenanza Reguladora de las Tasas por Servicios Municipales de la ciudad de San Salvador." La anterior solicitud, se traduce procesalmente en una petición de sobreseimiento, la cual debe ser resuelta por este Tribunal. Al respecto, esta Sala advierte que la mencionada Ley General Tributaria Municipal, contempla el recurso de apelación en el art. 123, el cual literalmente dice en sus incisos primero y segundo: "Art. 123.-De la calificación de contribuyentes, de la determinación de tributos, de la resolución del Alcalde en el procedimiento de repetición del pago de lo no debido, y de la aplicación de sanciones hecha por la administración tributaria municipal, se admitirá recurso de apelación para ante el Concejo Municipal respectivo, el cual deberá interponerse ante el funcionario que haya hecho la calificación o pronunciada la resolución correspondiente, en el plazo de tres días después de su notificación. (---) Cuando de las situaciones previstas en el Art. 108 de la presente Ley, surja la emisión de mandamientos de ingreso, el contribuyente o responsable también podrá interponer recurso de apelación, y el término de tres días a que se refiere el inciso anterior, se contará a partir del día siguiente al de la entrega del mandamiento respectivo". Asimismo, la Ordenanza Reguladora de las Tasas por Servicios Municipales de la ciudad de San Salvador, establece en el art. 34 lo siguiente: "De los Recursos. (---) Art. 34.- De la determinación de tributos y de la aplicación de sanciones hecha por la Administración Tributaria Municipal, se admitirá recurso de apelación para ante el Consejo Municipal (Sic), el cual deberá interponerse ante el funcionario que haya pronunciado la resolución correspondiente, en el plazo de tres días después de su notificación. (---) La tramitación del recurso especificado en el inciso anterior seguirá las reglas que para el mismo se han establecido en el Artículo 123 Inciso 3º y siguientes de la Ley General Tributaria Municipal." En el caso sub-júdice, la parte actora pretende impugnar directamente el contenido de la Ordenanza Reguladora de las Tasas por Servicios Municipales de la ciudad de San Salvador, por considerar que las tasas señaladas en el Art. 7 números 12.5.1.1. y 12.5.1.2. son inconstitucionales, es decir que el acto reclamado en este proceso de amparo contra ley, es una actuación del Concejo Municipal, realizada en el ejercicio de su potestad normativa otorgada por la Constitución. Por otra parte, de la lectura de los arts. 123 de la Ley General Tributaria Municipal y 34 de la mencionada Ordenanza, se advierte que los recursos previstos por dichos cuerpos normativos sólo proceden para actos derivados de la aplicación de las referidas leyes y no respecto de la clase de actuación que se impugna en este proceso; lo anterior implica que el contenido de la Ordenanza Municipal objeto del presente amparo no podría ser impugnado mediante las vías anteriormente indicadas, por lo que este Tribunal no se encuentra impedido, por tal razón, para conocer la pretensión planteada. En consecuencia, esta Sala debe rechazar la petición de sobreseimiento formulada por el Alcalde Municipal de San Salvador. (2) Ahora bien, el demandante alega como tercer motivo de inconstitucionalidad –según la clasificación de la pretensión hecha en el Considerando II de la presente sentencia- que "de conformidad al artículo 7 de la ordenanza, se grava el uso del espacio que sobresalga el espacio público (...) Esto significa que aunque la cabina telefónica se encuentre en un espacio privado o propiedad privada, si para accesar a dicho servicio se ocupa parte del espacio público ello causa tasación, encontrando el tributo ninguna relación con dicho hecho, por lo cual el mismo se vuelve arbitrario y carente de justificación o motivación suficiente que autorice la determinación del mismo". Se advierte pues que el demandante pretende hacer encajar dentro del supuesto de la norma impugnada una situación en abstracto de la cual no existe certeza que pudiera llegar a materializarse en el caso concreto. La parte actora, en este punto, reduce el contenido normativo de la disposición impugnada a una posibilidad interpretativa que escapa de los efectos razonablemente previsibles de la norma y no consta en el proceso que el Municipio de San Salvador efectívamente interprete la norma de esa manera. Así pues, la situación hipotetica planteada por el demandante como posible interpretación de la disposición impugnada, no es razonablemente deducible del contenido de la disposición, por lo que en este caso no podría considerarse que de la aplicación de la norma surja directamente un agravio para el demandante. En consecuencia, siendo que la existencia de agravio es un elemento necesario para decidir sobre la pretensión de amparo, debe sobreseerse en cuanto a este motivo de incostitucionalidad. (3) Por otra parte, el demandante alega también como cuarto motivo de inconstitucionalidad que las tasas contempladas en la normativa impugnada suponen la introducción de un costo adicional en el servicio público de telefonía, lo que implica el ejercicio de una actividad no autorizada constitucionalmente para el Municipio de San Salvador, es decir un exceso en la competencia del mismo, lo cual viola el art. 110 inc. final Cn. La parte actora argumenta en su demanda que "(...) los límites a la fijación de la tarifa para dicho servicio -servicio de telefonía- ha sido fijada por ley (...) por lo que la determinación o fijación de la misma por parte del Estado responde al principio de uniformidad del servicio público (...) las tasas de cien colones que contempla el artículo 7 de la Ordenanza Reguladora de las Tasas por Servicios Municipales de la ciudad de San Salvador, en los rubros ya indicados, no es más que la introducción de un costo adicional que debe sufrir o padecer mi representada en su esfera jurídica, lo cual supone la introducción de costos adicionales –no autorizados- al servicio público de telefonía. Aplicado ello a mi mandante, trae como consecuencia lógica que por ser proveedor del servicio público de telfonía, se ha convertido en sujeto pasivo (a título de contribuyente) del tributo, por el desarrollo de su actividad (prestar el servicio público de telefonía) sometiendo a un gravamen adicional al servicio público." Por un lado, el primero de los artículos mencionados se refiere a la regulación y vigilancia de los servicos públicos por parte del Estado y a la aprobación de las tarifas que las empresas prestadoras de tales servicios ofrecen a los usuarios de los mismos. Por su parte, el art. 204 Cn. se refiere a la competencia del Municipio para crear tasas y contribuciones municipales. De lo anterior, se deduce que el art. 110 está relacionado con los cobros que las empresas prestadoras de servicios públicos exigen a sus usuarios; mientras que el art. 204 se refiere a los cobros tributarios que los municipios están facultados a exigir a cualquier persona dentro de su circunscripción territorial -independientemente de la reducción de ganancias o ingresos que ello pudiera representar para el sujeto obligado al pago en un determinado momento- siempre y cuando dichos tributos respeten los límites formales y materiales relativos a tal potestad. En consecuencia, los arts. 110 inciso final y 204 Cn, contemplan competencias cuyo ámbito de aplicación es totalmente distinto e independiente, de lo cual la argumentación del demandante resulta incoherente pues lo único que se advierte es que –en esta parte de la pretensión- el actor ha tratado de hacer trascender a la esfera constitucional, una simple inconformidad con la carga económica que le genera la imposición del cobro efectuado por el Municipio de San Salvador. En virtud de lo antes expuesto y siendo que este motivo de inconstitucionalidad carece de fundamentación constitucional coherente, no puede ser sometido al conocimiento de esta Sala, debiendo sobreseer al respecto. IV. A fin de establecer la naturaleza jurídica de los cobros efectuados por la Alcaldía Municipal en el presente caso, es necesario iniciar con una teorización respecto de los ingresos públicos, específicamente los ingresos tributarios, aplicable al Municipio. 1. Según la doctrina, se entiende por ingreso público toda cantidad de dinero percibida por el Estado y demás entes públicos, cuyo objetivo general es financiar los gastos públicos. Los ingresos del Estado, e igualmente los del Municipio, se pueden clasificar en ingresos tributarios e ingresos no tributarios; ejemplos de estos últimos desde la perspectiva estatal son los ingresos monopolísticos, los ingresos crediticios, los ingresos patrimoniales, los precios públicos y los ingresos por sanciones patrimoniales, aunque cabe aclarar que no todos estos son aplicables al Municipio. (a) Los ingresos monopolísticos son aquellos que percibe el Estado en virtud de la creación por ley de un monopolio de derecho a favor de una determinada entidad estatal, para la prestación de un servicio no inherente a la soberanía estatal o para la producción o venta de ciertos productos, en forma exclusiva; los ingresos crediticios son las cantidades de dinero que recibe el Estado en concepto de Deuda Pública; los ingresos patrimoniales son los que proceden de la explotación y enajenación de los bienes que constituyen el patrimonio de los entes públicos, entendiendo como tales aquellos que no son considerados como bienes de dominio o uso público; los precios públicos son los ingresos que percibe un ente público o municipal, en virtud de una actividad requerida por el interesado en forma libre y espontánea, que se presta tanto en el sector público como en el sector privado, y que permite obtener un margen de utilidad, existiendo una relación de libre competencia entre los precios de uno y otro sector; y finalmente, los ingresos por sanciones patrimoniales son las cantidades de dinero percibidas en virtud de multas impuestas tanto por el Estado como por el Municipio. (b) Ahora bien, para los efectos de la presente sentencia, interesa desarrollar lo concerniente a los ingresos tributarios. Así, los tributos o contribuciones, son las prestaciones en dinero o pecuniariamente valuables que el Estado exige en ejercicio de su poder de imperio, en virtud de una ley y para cubrir los gastos que le demanda el cumplimiento de sus fines. De conformidad con el concepto antes mencionado, es procedente analizar cada uno de los elementos que componen el tributo. En primer lugar, la regla general en nuestra economía y en el ordenamiento jurídico, es que la prestación tributaria sea en dinero, aunque ello no obsta para que en algún momento se establezca tributos en especie, pues basta con que dicha prestación sea pecuniariamente valuable. Por otra parte, los tributos son exigidos por el Estado en ejercicio de su poder de imperio, es decir que el elemento esencial del tributo es la coacción, manifestada especialmente en la prescindencia de una contraprestación voluntaria y espontáneamente realizada por el sujeto obligado. Debido a este carácter coactivo, se hace necesario establecer un límite formal a dicha coacción el cual se traduce en el hecho que no puede haber tributo sin ley previa que lo cree. Finalmente, los tributos son destinados a cubrir los gastos que demanda la satisfacción de necesidades públicas, aunque a veces puede haber tributos con fines extrafiscales tales como aranceles aduaneros para la protección de la producción interna del país. 2. Tomando en consideración las nociones antes apuntadas, se dice que la clasificación más aceptada por la doctrina y el derecho positivo de los tributos es la que los divide en impuestos, tasas y contribuciones especiales. (a) El impuesto es el tributo cuya obligación tiene como hecho generador una situación independiente de toda actividad relativa al contribuyente; elemento propio y de carácter positivo del impuesto es la ausencia de vinculación entre la obligación de pagar el impuesto y la actividad que el Estado desarrolla con su producto. A veces se define al impuesto como "el tributo exigido sin contraprestación"; esto significa que la nota distintiva del impuesto se identifica en el elemento objetivo del hecho imponible, en el que, a diferencia de las otras especies tributarias, no aparece contemplada ninguna actividad administrativa. Así pues, se dice que el impuesto es un tributo no vinculado, ya que no existe conexión del obligado con actividad estatal alguna que se singularice a su respecto o que lo beneficie. Por ello, el hecho imponible consiste en una situación que, según la valoración del legislador, tiene idoneidad abstracta como índice o indicio de capacidad contributiva –v.gr. percibir una renta, poseer un patrimonio, realizar un gasto-. En tal caso, la obligación tributaria es cuantitativamente graduada conforme a los criterios que se cree más adecuados para expresar en cifras concretas, cuál será la dimensión adecuada de su obligación. En relación con los impuestos, existen innumerables clasificaciones; algunas de ellas son las siguientes: (1) impuestos subjetivos y objetivos: los primeros son aquellos en los que las circunstancias personales del sujeto pasivo de la obligación tributaria son tenidas en cuenta en el momento de cuantificar el importe del tributo; los segundos son aquellos en los que las circunstancias personales del obligado al pago no son tomadas en consideración en el momento de cuantificar el importe de la deuda tributaria; (2) impuestos periódicos e instantáneos: en los periódicos el presupuesto de hecho goza de continuidad en el tiempo, de forma que el legislador se ve obligado a fraccionarlo, de tal suerte que a cada fracción resultante asocia una deuda tributaria distinta; por su parte, en los instantáneos, el presupuesto de hecho se agota, por su propia naturaleza, en un determinado período de tiempo; y (3) impuestos directos e indirectos: los primeros son aquellos cuyo método impositivo es directo, es decir que la norma jurídica tributaria establece la obligación de pago del impuesto a cargo de una determinada persona, sin conceder a ésta un derecho legal a resarcirse, a cargo de otra persona, que no forme parte del círculo de obligados en la relación jurídica tributaria, de la suma pagada por la primera al ente público acreedor; por el contrario, estamos en presencia de métodos impositivos indirectos, cuando la norma tributaria concede al sujeto pasivo de un impuesto facultades para obtener de otra persona, que no forma parte del círculo de obligados en la relación jurídica tributaria, el reembolso del impuesto satisfecho por aquélla. (b) Por su parte, la tasa es un tributo cuyo hecho generador está integrado con una actividad del Estado divisible e inherente a su soberanía, hallándose esa actividad relacionada con el contribuyente. De este concepto, podemos extraer las siguientes características de la tasa: (1) es una prestación que el Estado exige en ejercicio de su poder de imperio; (2) debe ser creada por ley; (3) su hecho generador se integra con una actividad que el Estado cumple y que está vinculada con el obligado al pago; (4) el producto de la recaudación es exclusivamente destinado al servicio o actividad respectiva; (5) debe tratarse de un servicio o actividad divisible a fin de posibilitar su particularización; y (6) la actividad estatal vinculante debe ser inherente a la soberanía estatal, es decir que se trata de actividades que el Estado no puede dejar de prestar porque nadie más que él está facultado para desarrollarlas, v.gr. administración de justicia, poder de policía, actos administrativos en sentido estricto. En relación con lo anterior, cabe resaltar que esta última característica de la tasa, es la que determina su esencia; es decir que las demás características pueden resultar comunes con otra clase de ingresos, pero la nota distintiva en el caso de las tasas es precisamente el hecho que debe haber una contraprestación realizada por el Estado o el Municipio que se particulariza en el contribuyente, y que dicha contraprestación no puede ser efectuada por un ente privado. (c) Asimismo, las contribuciones especiales son los tributos que se exigen para la satisfacción de intereses generales mediante la realización de obras o actividades especiales del Estado que conllevan a la vez ventajas y beneficios individuales o de grupos sociales; el ejemplo típico es la pavimentación de calles. 3. Para una mejor claridad y coherencia de la presente resolución es necesario determinar la naturaleza de los cobros exigidos por el Municipio de San Salvador en el presente caso. Así pues, las disposiciones impugnadas en este proceso de amparo contra ley establecen un cobro único de cien colones por la instalación de cabinas telefónicas en el espacio público o privado que sobresalga al espacio público; y un cobro mensual por la misma cantidad, por el uso de dicho espacio. En primer lugar, debido a la similitud entre el cobro en referencia y los ingresos patrimoniales, esta Sala quiere dejar claro que la figura impugnada en este proceso no corresponde a dicha clase de de ingreso, pues en este supuesto el bien objeto de explotación –v.gr. aceras, parques- es un bien de dominio o de uso público, mientras que en los ingresos patrimoniales los bienes explotados son los bienes considerados de "propiedad privada" del Estado o Municipio, es decir aquellos que no se encuentran afectos al uso o al servicio público. Descartado lo anterior, esta Tribunal advierte que el cobro exigido por las disposiciones impugnadas reune las siguientes características principales: (a) existe una contraprestación a cargo del Municipio, que se manifiesta en conceder el uso exclusivo de un espacio público que se encuentra bajo su administración, así como la realización de actividades que generan una carga para el Municipio en beneficio exclusivo del concesionario; y (b) dicha contraprestación no puede ser realizada por nadie más que el Municipio. Las características mencionadas anteriormente encajan dentro de las características esenciales de una tasa, por lo que esta Sala considera que el cobro realizado por el Municipio de San Salvador en este caso es una tasa municipal. Ahora bien, cabe aclarar que el uso exclusivo por un particular de un bien de dominio público no es siempre justificado; sin embargo, en el caso de la instalación de cabinas telefónicas, la concesión hecha por el Municipio se justifica debido a que dicha instalación genera a su vez beneficios para la colectividad. V. Habiendo determinado que la naturaleza de los cobros realizados en el presente caso corresponde a una tasa municipal, tal como ha afirmado el demandante, habrá que teorizar sobre los límites a la potestad tributaria. Los tributos son una manifestación de la soberanía del Estado y, por tanto, la potestad tributaria tiene sus límites en la propia Constitución; es decir, todo tributo para ser constitucionalmente válido, debe respetar escrupulosamente no sólo las formas sino también los principios materiales que la misma Constitución establece. Puede advertirse entonces, que existen límites formales y límites materiales a la potestad tributaria; entre los primeros se encuentra el principio de reserva de ley o legalidad tributaria, mientras que en los segundos están los principios de igualdad fiscal, proporcionalidad, razonabilidad o equidad fiscal y el de capacidad contributiva. Y siendo que el motivo de fondo alegado por el actor se encuentra estrechamente relacionado con algunos de los límites materiales, corresponde referirse a ellos –específicamente al principio de capacidad contributiva y de proporcionalidad- de la siguiente forma: 1. El principio de capacidad económica o contributiva –también llamado "capacidad de pago"- consiste en la aptitud económico-social de una persona para contribuir al sostenimiento del Estado, enfocándose más en las posibilidades que en la idea de sacrificio económico; por ello, de acuerdo a la doctrina tributaria, la capacidad económica se mide por índices (patrimonio, renta) o por indicios (gastos, transacciones, etc.). En efecto, en la tarea de concretar normativamente el principio de capacidad económica, la doctrina contribuye poderosamente a definir los hechos indicativos de capacidad económica, a través del denominado "principio de normalidad", según el cual, el legislador, cuando configura una determinada situación como hecho imponible, está atendiendo a un supuesto que, normalmente, es indicativo de capacidad económica. Por otro lado, se sostiene de forma abstracta que este principio propicia que los tributos no sólo se establezcan en beneficio del fisco, sino también del contribuyente, pues existen situaciones en las cuales éstos se ven acosados administrativa o judicialmente por los organismos recaudadores, en virtud de situaciones tributarias formales que no son demostrativas de la realidad económica, con lo cual, el fisco o quien haga sus veces, vulnera dicho principio. Entonces, la capacidad económica es un principio tributario que tiende a evitar la arbitrariedad y la violación al mínimo vital (una cantidad que no puede ser objeto de gravamen, toda vez que la misma se encuentre afectada a la satisfacción de la necesidades mínimas vitales de su titular), pues responde al encomiable propósito de justicia tributaria a ser tenido en cuenta por los órganos emisores, aunque respetando su libre configuración normativa y su valoración política de la realidad económica. Finalmente, una visión más amplia del tradicional principio de capacidad económica pone en relación dicho principio con otros principios del ordenamiento tributario, tales como el de igualdad y el de progresividad, siendo este último una manifestación del principio constitucional de proporcionalidad. 2. Por su lado, el principio de proporcionalidad requiere que el monto de los gravámenes esté "en proporción" con el costo del servicio, la contraprestación pública o la capacidad contributiva de los obligados, dependiendo el tipo de tributo. Vinculado a este principio –como se dijo en el párrafo anterior-, encontramos el principio de progresividad, según el cual la alícuota o porcentaje del impuesto se va elevando a medida que se aumenta el capital imponible. A. El principio de proporcionalidad –sostiene la doctrina procesal- exige que en las intervenciones del Estado en la esfera privada, defendida por los derechos fundamentales, los medios soberanos utilizados se mantengan en proporción adecuada a los fines perseguidos. La proporcionalidad de una regulación o acto ha de establecerse, pues, con referencia al objeto de protección y ordenación intentado en cada supuesto, con referencia al derecho fundamental que resulte o pudiere resultar lesionado. Es de aclarar sobre tal principio –tal como lo advierte la doctrina penal-, que su delimitación no es fácil, en tanto que debe distinguirse previamente entre conceptos jurídicos indeterminados y discrecionalidad. Por una parte, la proporcionalidad es un concepto jurídico indeterminado que no atribuye discrecionalidad al órgano que debe observarla, sino que le obliga a encontrar una única solución justa, aunque al mismo tiempo, en la concreción del concepto según las circunstancias particulares del caso, haya de otorgarse a los órganos un cierto margen de apreciación. Por otro lado, el ejercicio de potestades discrecionales no conduce a una absoluta libertad de actuación, pues en el Estado de Derecho ha ido cobrando fuerza la idea de que la discrecionalidad posee ciertos elementos reglados que restringen la libertad del órgano actuante, entre los que se encuentra la proporcionalidad del medio para la consecución del fin. La discrecionalidad, pues, permite a la administración escoger entre un determinado número de alternativas igualmente válidas y la autoriza para efectuar la elección bajo criterios de conveniencia u oportunidad, los cuales quedan confiados a su juicio. Por el contrario, en los conceptos jurídicos indeterminados no existe libertad de elección alguna, "sino que obliga únicamente a efectuar la subsunción de unas circunstancias reales a una categoría legal configurada, no obstante su imprecisión de límites, con la intención de acotar un supuesto concreto". Y es que, un concepto jurídico indeterminado, presenta tres zonas diferenciadas: la primera, el núcleo del concepto o zona de certeza positiva; la segunda, una zona de incertidumbre, situado entre una zona de certeza positiva y negativa; y la tercera, una zona de certeza negativa. De estas, sólo las zonas de certeza son seguras en cuanto a la admisión o exclusión del concepto; si su ubicación es en una zona de incertidumbre, esta basado en una duda. B. En ese sentido, esta Sala en Sentencia de 14-II-97, Inc. 15-96 y otras acumuladas, señaló como elementos del principio de proporcionalidad los siguientes: la idoneidad de los medios empleados -en el sentido que la duración e intensidad de los mismos deben ser los exigidos por la finalidad que se pretende alcanzar-; la necesidad de tales medios -en el sentido que se debe elegir la medida menos lesiva para los derechos fundamentales, es decir, la que permita alcanzar la finalidad perseguida con el menor sacrificio de los derechos e intereses del afectado-; y la ponderación de intereses, a fin de determinar la existencia de una relación razonable o proporcionada de la medida con la importancia del bien jurídico que se persigue proteger. Se sostuvo, además, que el principio de proporcionalidad no se reduce al ámbito de la aplicación de la ley -lo cual corresponde el Órgano Judicial-, sino que parte desde la formulación de la norma, función que -en virtud del principio de legalidad- le corresponde al Órgano Legislativo o a cualquier ente con competencia normativa. Ahora bien, cabe preguntarse cuál es el medio idóneo para justificar la proporcionalidad de una regulación tributaria en un proceso de amparo contra ley. En ese orden, es inevitable que la competencia de este tribunal no puede extenderse a verificar si en el mundo real existe un perjuicio desproporcionado resultante de la emisión de una norma tributaria y, mucho menos, comprobar si los efectos del tributo han contribuido o no a mejorar la condición de los administrados. Por lo tanto, el análisis de la justificación de la proporcionalidad de un tributo debe basarse en los siguientes documentos: (a) el informe rendido por la autoridad demandada, ya que se entiende que dicho informe –en estos procesos de amparo contra ley- contienen una argumentación reflexiva orientada primordialmente a la defensa de la norma impugnada; (b) los considerandos de la ley que contiene el tributo; (c) el texto mismo de la ley; (d) los documentos oficiales previos a la emisión de la ley que sean de contenido técnico; y (e) los textos de las normativas infraconstitucionales directamente relacionadas. 3. De acuerdo a nuestra Constitución, en específico su artículo 131 #6, los tributos deben emitirse "en relación equitativa". Este mandato, pues, contiene sin lugar a dudas la base constitucional que hace exigible el cumplimiento de los limites materiales de la potestad tributaria. 3.1. Una de las manifestaciones de esta "relación equitativa" es la capacidad económica o contributiva; sin embargo, esta no puede aplicarse automáticamente a todas las clases de tributos establecidas constitucionalmente –impuestos, tasas y contribuciones especiales-, puesto que no debe desconocerse la verdadera naturaleza de cada una de ellas. En efecto, para el caso de las tasas, este tribunal considera que la base imponible parte esencialmente de criterios directamente relacionados con la naturaleza del tributo y que revelan, el costo del mantenimiento del servicio administrativo prestado, o bien el valor de la contraprestación estatal o municipal; sin embargo, en algunos supuestos sí se tendrá que considerar, además, la capacidad económica del contribuyente, por ejemplo cuando se advierta que el costo del servicio o de la contraprestación es excesivo para el nivel económico de los destinatarios del tributo, en cuyo caso la administración tendrá que soportar parte de sus costos. En resumen, se considera que para el caso de las tasas, salvo las excepciones antes mencionadas, no existe la obligación material de tomar en consideración la capacidad económica del contribuyente a la hora de establecer el monto del tributo, puesto que ello depende de la contraprestación que reciben los administrados; sin embargo, ello no obsta para que la fuente tributaria la tome en consideración de forma voluntaria. Y así habrá que entender las concreciones legislativas que existan al respecto, como la establecida en el artículo 130 inc. 2° de la Ley General Tributaria Municipal: "Para la fijación de las tarifas por tasas, los Municipios deberán tomar en cuenta los costos de suministro del servicio, el beneficio que presta a los usuarios y la realidad socio-económica de la población". Y es que, aunque anterior jurisprudencia no lo haya especificado de esta forma, en los casos de la prestación de un servicio público –como sucede con las tasas-, la base imponible debe partir esencialmente de criterios que revelan el costo de la prestación o servicio, en otras palabras, el "sacrificio" que importa para la administración la prestación estatal o municipal o bien el servicio individualizado, de tal manera que debe existir, en primer lugar, una íntima relación entre la calidad del servicio o la naturaleza de la prestación estatal o municipal y el valor de éstas actividades; y en segundo lugar, entre el valor de dicho servicio o prestación y el monto de la tasa. 3.2. Por otro lado, tenemos también que del artículo 131 #6 Cn. se desprende la proporcionalidad que debe guardar todo tributo –independientemente de su naturaleza-, puesto que dicha exigencia está inspirada en la objetividad del valor del cobro, sea este para amortizar los costos de los servicios administrativos directos o para financiar el sostenimiento de las actividades y fines estatales. De tal manera que, para el caso de las tasas, debe existir una relación proporcional entre el servicio y el valor de la prestación así como entre dicho valor y el monto de la tasa, para considerar –junto con el cumplimiento de los demás límites materiales- que es un tributo "equitativo". En efecto, la amortización del gasto originado por la prestación del servicio administrativo, por parte de los contribuyentes, no debe exceder desproporcionadamente el costo global o el presupuesto del servicio instituido por los entes competentes, ni tampoco ser de tal desproporción que anule previsiblemente los beneficios económicos que los solicitantes del servicio o contraprestación estatal o municipal puedan percibir como producto de la explotación de sus activiades. VI. De conformidad con las consideraciones hechas anteriormente, se procede al análisis del caso concreto. 1. En cuanto al primer motivo de inconstitucionalidad, el demandante alega que "los elementos que determinan la estructura de dicho tributo son totalmente arbitrarios, han sido establecidos antojadizamente; pues, en primer lugar, ha adoptado como elemento del tributo un criterio que de ninguna manera es revelador de riqueza o de capacidad económica...". Asimismo, agrega que "la instalación de cabinas telefónicas no puede ser el parámetro o mejor dicho la base imponible que para la fijación o determinación de una tasa, pues dicha actividad no es un índice revelador de riqueza, pues no es dable entender o suponer que la sola instalación refleje una ganancia a las empresas operadores y prestadoras del servicio público de telefonía. La mera instalación de una cabina telefónica, pues, no es indicativa de capacidad económica del contribuyente" (sic). Por su parte, la autoridad demandada ha expresado en sus informes que la base imponible no es propiamente la instalación de cabinas telefónicas sino el uso del espacio público, como consecuencia de dicha instalación, lo que corresponde a la contraprestación del Municipio. A fin de resolver este aspecto de la pretensión es necesario retomar la interpretación del art. 131 N° 6 Cn. Así pues, se ha manifestado en los párrafos que anteceden que para el caso de las tasas, este tribunal considera que la base imponible parte esencialmente de criterios directamente relacionados con la naturaleza del tributo y que revelan, el costo del mantenimiento del servicio administrativo prestado, o bien el valor de la contraprestación estatal o municipal y se ha dicho también que en algunos supuestos sí se tendrá que considerar, además, la capacidad económica del contribuyente, como cuando se advierta que el costo del servicio o de la contraprestación es excesivo para el nivel económico de los destinatarios del tributo, en cuyo caso la administración tendrá que soportar parte de sus costos. En el presente caso, el demandante ha querido relacionar el cobro de la tasa con el principio de capacidad económica; sin embargo, de conformidad con lo antes expuesto, en principio, el monto exigido en concepto de tasa por la instalación y mantenimiento de cabinas telefónicas en un espacio público o privado que sobresale en el espacio público, en todo caso debe encontrarse en relación con el valor de la contraprestación municipal –entiéndase el uso del espacio público y las actividades que de tal concesión deriven a cargo del Municipio y en beneficio del concesionario- y no con la capacidad económica del contribuyente. Además, el demandante tampoco ha demostrado que el costo de la contraprestación municipal sea excesivo en el caso concreto o que se trate de una excepción, por lo que de conformidad con la naturaleza del tributo impuesto por la Ordenanza impugnada, basta con que la base imponible haya sido establecida en relación con el valor de la contraprestación realizada por el Municipio, tal como según la autoridad demandada se ha hecho. En consecuencia, habiendo establecido que la capacidad económica del contribuyente no es un parámetro que por regla general deba tomarse en cuenta para la imposición de una tasa y siendo que en el presente caso no se comprobó que se tratara de una excepción, queda desvirtuada la argumentación del demandante en este motivo, debiendo desestimar la pretensión en este aspecto. 2. En cuanto al segundo motivo de inconstitucionalidad, la parte actora manifiesta que "el quantum para la determinación del tributo es igualmente antojadizo (...) la selección del quantum es absolutamente arbitraria, sin base económica o fundamentación jurídica, dictado sin tomar en cuenta la capacidad económica de los sujetos pasivos". Al igual que en el motivo precedente, se advierte que los argumentos del demandante no han sido adecuadamente encaminados a demostrar una inconstitucionalidad, ya que como se ha dejado establecido previamente, la capacidad económica del contribuyente no es un parámetro que por regla general deba tomarse en cuenta para la imposición o cuantificación de una tasa y tampoco se ha demostrado que este caso se trate de una excepción, por lo que también deberá desestimarse la pretensión. Por tanto: Con base en las razones expuestas, disposiciones constitucionales citadas y artículos 32, 33, 34 y 35 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, esta Sala FALLA: (a) Sobreséese en el presente proceso respecto de la supuesta violación del art. 7 N° 12.5.1.1. y 12.5.1.2 del la Ordenanza Reguladora de las Tasas por Servicios Municipales de la ciudad de San Salvador en relación con el art. 110 inciso final Cn., por tratarse de una simple inconformidad con la carga económica que le genera la imposición del cobro efectuado por el Municipio de San Salvador; (b) Sobreséese en el presente proceso en relación con la supuesta violación del art. 7 N° 12.5.1.1. y 12.5.1.2 de la Ordenanza Reguladora de las Tasas por Servicios Municipales de la ciudad de San Salvador, en cuanto a que dicha disposición "significa que aunque la cabina telefónica se encuentre en un espacio privado o propiedad privada se genera una tasa si para acceder a dicho servicio se ocupa parte del espacio público", por no existir un agravio ocasionado a la parte actora directamente por la disposición impugnada; (c) No ha lugar el amparo promovido por la Sociedad Telefónica El Salvador, Sociedad Anónima de Capital Variable, contra el Decreto Número 22 dictado por el Concejo Municipal de San Salvador, de fecha doce de septiembre de dos mil, publicado en el Diario Oficial N° 194, tomo 349, de fecha diecisiete de octubre del mismo año, mediante el cual se reformó la Ordenanza Reguladora de las Tasas por Servicios Municipales de la ciudad de San Salvador, específicamente las secciones contempladas en el art. 7, números 12.5.1.1 y 12.5.1.2, por violación del art. 131 N° 6 Cn en cuanto al principio de capacidad económica y por violación al principio de proporcionalidad; (d) notifíquese. ---R. HERNANDEZ VALIENTE---MARIO SOLANO---J. ENRIQUE ACOSTA---M. G. SÁNCHEZ---PRONUNCIADO POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE LO SUSCRIBEN---S. RIVAS AVENDAÑO---RUBRICADAS.