los derechos de las personas mayores

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RECENSIONES
La tercera parte se centra principalmente
en la explicación del funcionamiento del Programa de Personas Mayores de la Fundación
La Caixa. Desde 1997, este programa utiliza
un nuevo enfoque en la intervención con personas mayores, creando a su vez una red de
centros propios y concertados. Los objetivos
del programa son tres: sostener el sentido de
la propia existencia a través de la formación,
potenciar el sentirse útiles trabajando como
voluntarios y favorecer el equilibrio entre las
nuevas tecnologías y las relaciones interpersonales.
El cuarto capítulo ofrece la evaluación de
los resultados obtenidos y el impacto social
del Programa de Personas Mayores, a través
de las diferentes opiniones aportadas por gestores sociales y usuarios. La información se
ha recopilado a través de cuestionarios, grupos de discusión y análisis de documentos.
Esta evaluación permite analizar la coherencia entre las posibles aportaciones del programa y las nuevas necesidades, la labor de los
centros de mayores, el nivel de satisfacción de
los usuarios, las actividades desarrolladas y
el impacto social del programa.
Los tres capítulos siguientes aportan una
descripción detallada de los centros de mayores, así como su respectiva evolución. Gracias
a la Fundación la Caixa y a los convenios
establecidos se han realizado sensibles mejoras en las instalaciones, lo que ha permitido
un aumento en el número de socios, volunta-
como tai-chi, gimnasia, yoga o incluso el baile, favorecen el bienestar físico y mental.
El octavo y el noveno capítulo del libro profundizan en otro de los objetivos básicos del
Programa de Personas Mayores, la creación
del voluntariado y el fomento de la participación. Se describen las ventajas desarrolladas a
través del trabajo voluntario realizado, directamente relacionadas con el principio de responsabilidad y los valores solidarios. La realización de una acción voluntaria aparece como
un primer paso hacia un compromiso y una
participación activa dentro de la sociedad.
El último capítulo aporta una serie de conclusiones y reflexiones sobre la labor realizada desde el programa propuesto. Se analizan, entre otros aspectos, la importancia de la
participación y la infraestructura existente.
El marcado contenido práctico expuesto,
ejemplifica una herramienta de intervención,
fundamentada en un envejecimiento activo y
participativo. Ofrece la posibilidad de reflexionar sobre la constitución de un nuevo planteamiento profesional e institucional, orientado hacia la plenitud de la vida y el aprovechamiento de nuevas oportunidades. Es una obra
interesante para los diversos colectivos de
profesionales interesados en la atención al
proceso de envejecimiento activo, porque propone alternativas viables de intervención.
RAQUEL POVEDANO PAZ
«LOS DERECHOS
DE LAS PERSONAS
MAYORES»
Cuadernos «Bartolomé de las Casas»
Editorial Dykinson
Madrid, 2007
120 págs.
El libro está escrito por seis autores
centrándose en el tema de las personas mayoREVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
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res, en el que se aborda fundamentalmente
los derechos humanos y la situación jurídica
de edad. El objetivo que persigue es que
conozcamos lo que es el mayor y la tercera
edad, conseguir mejores cotas de integración
social de este colectivo, concienciar a la sociedad de la problemática de este sector, así
como la elaboración de un elenco de derechos.
Inicialmente se describe cómo la situación
de las personas mayores ha cambiado en este
siglo, caracterizado por una serie de variaciones drásticas en la edad del hombre y por la
eclosión demográfica del siglo XX. Plantea
estudiar la sociedad actual y su estructura
para diseñar los derechos del mayor, siendo
España uno de los países con mayor tasa de
envejecimiento, aportando algunos cambios
estructurales que han influido en ello.
Cita un número de mujeres famosas en los
siglos XIX y XX, destacando la figura de Concepción Arenal, activista femenina que luchó
por la reforma de la Ley penitenciaria, los
derechos de la mujer y la defensa del obrero
español en el mundo industrializado. El
autor señala tres etapas en la vida humana:
juventud, madurez y ancianidad, pero no se
distingue por el decaimiento de cada una de
ellas, sino por la forma de afrontarlo.
Se trata en definitiva, de realizar un catálogo de los derechos del mayor de acuerdo con
lo que representan y son en nuestra sociedad.
Respecto a los derechos humanos de las personas mayores, el autor hace una reflexión
sobre la ancianidad, se nutre de definiciones
realizadas por Naciones Unidas, en las que se
constata que la situación por la que atraviesan las personas mayores no se explica en
función de su edad, sino por una discriminación estructural: económica, social y cultural.
Es un fenómeno importante y nuevo, al que
llama «Revolución Silenciosa». La cumbre
sobre Desarrollo Social de Copenhague 1995,
abordó esta realidad, exigiendo un nuevo
planteamiento del envejecimiento que
incumbe a toda la sociedad, consiguiéndose
tras esta cumbre un reconocimiento a nivel
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internacional con un objetivo de interés
público sobre la situación de los mayores.
Los derechos (humanos) en edades avanzadas son términos vagos, repletos de contenidos y connotaciones jurídicas, morales y
políticas, por lo que se hace necesario desarrollar unos derechos específicos de las personas mayores. Estas exigencias morales, con
forma jurídica son fruto de un proceso histórico y constituyen el programa moral de la
modernidad.
El autor destaca la discriminación por
edad que tienen que hacer frente los trabajadores mayores, que se pueden tornar en
exclusión social y económica. Cita un estudio
que patrocinó la OMS denominado «Voces
Ausentes» que recoge cuatro grupos de malos
tratos: abuso social estructural, la negligencia y abandono, la falta de respeto y actitudes
edaistas y los abusos legales y financieros. En
cuanto a las vulneraciones de derechos
humanos y visiones sociales de la ancianidad,
hace referencia al estudio sociológico realizado en la Universidad de Murcia en el que asocia el envejecimiento con seis cuestiones
negativas; así como las calificaciones de Bobbio, sobre lo que él denomina «el envejecimiento cultural», se plantea el problema de
que las personas de edad avanzada carecen
de reconocimiento social que se plasma en
cierta protección jurídica especial.
El desarrollo de los derechos de bienestar
es imprescindible, debido a la «compleja
situación jurídica» que provoca el envejecimiento. Se ha planteado definir unas Bases
para la realización de una Carta española de
derechos y deberes de los mayores. El reconocimiento a efectos jurídicos de los derechos se
produce como fruto de la demanda, los derechos surgen como fruto de las injusticias.
Como estrategia se propone llevar a cabo
una fuerte labor educativa que ayude a cambiar las visiones y prejuicios acerca de la
vejez, ya que hay un desconocimiento del proceso de envejecimiento, los jóvenes olvidan
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que van a ser ancianos. Tan necesarios como
los instrumentos de técnica jurídica es construir una conciencia moral en todos los miembros de la sociedad que vea al anciano como
una persona mayor que hay que respetar con
todos sus derechos.
pondan a personas mayores, ya que ostentan
los mismos que el resto de personas. Los
poderes públicos asumen el compromiso en
orden a la subsistencia y asistencia a las personas mayores, un sector que coexiste con el
privado.
Es preciso plantearse si la situación jurídica prevista para este grupo de personas en los
actuales ordenamientos jurídicos se acomoda
o no a las necesidades de las propias personas
como de la sociedad en general. La vinculación de las situaciones jurídicas de la persona
a una edad determinada, es fruto de la codificación del derecho y obedece a un criterio de
seguridad jurídica. Referente a la mayoría de
edad, de los 25 años que consideraba el Derecho Romano, a los 18 años en la actualidad, a
las personas mayores se califica como «tercera edad» sin especificar más. Precisamente
por gozar de capacidad de obrar, no existe en
los ordenamientos jurídicos vigentes una
categoría de personas mayores, la única distinción trascendente es la que se produce por
razón de la capacidad de obrar.
En el ámbito de la vida, salud, integridad y
libertad, en el ejercicio de estos derechos de la
persona mayor no existen desviaciones de las
reglas generales. La persona de edad avanzada no goza de una condición jurídica personal
diferente a las demás. Según la legalidad
vigente se reconducen a dos grupos: personas
mayores incapacitadas y personas mayores
no incapacitadas. La persona mayor incapacitada, según determine la sentencia, estará
bajo la protección del tutor o del curador y el
ámbito de actuación será el que determine
aquella. Las personas mayores no incapacitadas pueden actuar por sí mismas, pero pueden requerir protección y ayuda. En nuestros
ordenamientos jurídicos se otorga una cierta
atención a la voluntad de la persona mayor,
relativa a la «autotutela» y al «documento de
voluntades anticipadas».
No existe un estado civil de persona
mayor. La situación de las personas mayores
se ha de considerar tanto en la vertiente individual como en la social.
En el apartado de derechos, las personas
mayores que forman el colectivo de «tercera
edad» gozan de plena capacidad de obrar (no
están incapacitadas judicialmente), son personas sujetas a derecho (tienen personalidad
jurídica) y ostentan aptitud para ser titular
de derechos y deberes y para poder ejercitarlos (capacidad jurídica y capacidad de obrar)
como cualquier otra persona. La limitación de
la capacidad de obrar se ha de declarar judicialmente y es proceso específico de incapacitación (art. 199. Cc.). La edad avanzada de la
persona no es un dato determinante, la causa
de incapacitación es la falta de autogobierno
de la persona.
El libro señala que no existe un conjunto
de derechos específicos o propios que corres-
En el capítulo de los medios privados de
protección y atención, aparte de los recursos
públicos de protección y asistencia a los
mayores, se han de tener en cuenta los que
aparecen previstos en la normativa de derecho privado, no menos importantes. Los más
significativos: la obligación legal de alimentos y contrato de alimentos; los contratos de
acogimiento y convivencia; los patrimonios
protegidos; y el contrato de seguro.
Referente a la participación como mecanismo de inclusión social, la realización de
actividades de carácter altruista en la última
etapa del ciclo vital es un asunto de gran relevancia social, pero escasamente abordada.
En España un 8% de los abuelos cuida a diario de sus nietos y un 35% de los mayores de
65 años ayudan a sus hijos con algún tipo de
trabajo doméstico y/o en el cuidado de los nietos.
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La participación de los mayores cuenta con
algunas dificultades, la principal es el «edadismo» de las sociedades. Supone la discriminación social de los sujetos en función de su
edad, impregnando todos los campos de la
sociedad y formando parte de las estructuras
sociales. Existen perspectivas ideológicas,
que partiendo de un pensamiento esencialista, tienden a concebir la vejez como una
enfermedad, Según datos reflejados en las
encuestas, sólo el 2% de las personas mayores
tienen mal o muy mala salud. No obstante,
un creciente envejecimiento demográfico
incrementa las probabilidades objetivas de
sufrir algún tipo de discapacidad. Como dato
importante se destaca la ausencia de especialistas geriátricos en todos los niveles del Sistema Nacional de Salud. Uno de los autores
señala que la forma más estructurada del
edadismo está en la discriminación del
empleo; el trabajo es la mejor manera de ejercer la ciudadanía. Otro aspecto a considerar
es la jubilación, que supone para el mayor
una disfunción económica y social.
Otros ámbitos donde aparece la discriminación de las personas mayores es en el amor,
sexo y política.
con el sexo. Si se produce alguna discriminación por razón de edad, todos somos susceptibles de sufrirla en algún momento de nuestra
vida. En el VII Congreso Nacional de Organizaciones de Mayores, Madrid 2005, se pusieron de manifiesto las exclusiones que viven a
diario los mayores de 65 años, que constituyen el 17% de la población española.
Cuenta con una amplia referencia
bibliográfica que profesionales y personas
aludidas pueden consultar.
El valor social de esta obra despertará
entre sus lectores una crítica y una reflexión
profunda sobre la situación por la que atraviesan nuestros mayores. El «edadismo» es
una de las formas más crueles de discriminación y no necesariamente se tiene que ser
«mayor», para sufrirlo en alguna de las etapas de nuestra vida. Una de las medidas que
tendría un efecto positivo sería llevar a cabo
una fuerte labor educativa que ayude a cambiar los prejuicios que tiene nuestra sociedad
acerca de la vejez, tan necesario como los instrumentos de técnica jurídica.
ÁNGELES MARTÍNEZ BOYÉ
Se constata la baja presencia de personas
mayores en cargos de representación política,
especial relevancia la discriminación que en
los distintos ámbitos de participación padece
la mujer mayor. Respecto a la participación
social, los mayores en España disponen de
mucho tiempo libre, pero con una baja participación social. Los medios de comunicación
ocupan un lugar muy importante en su vida,
la T.V. y la radio es el recurso más frecuente
para paliar su soledad. Los centros de hogares de mayores se presentan como forma
hegemónica del Asociacionismo.
En el último apartado, su autor hace una
alusión importante sobre justicia y salud con
las personas mayores; etarismo y antietarismo como criterios de justicia. Señala que la
edad es la única característica física-biológica
que es mutable. En nuestra vida pasamos por
distintas etapas, nos situamos en distintos
grupos erarios, que no ocurre con la raza ni
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