Tema 3

Anuncio
Unidad 3: Grecia, creadora del lenguaje clásico
1.
2.
3.
4.
5.
Los precedentes de la cultura griega: Arte cretomicénico.
El sentido urbano de la arquitectura griega.
Los órdenes. Tipologías: El templo y el teatro. La Acrópolis de Atenas.
La evolución de la escultura griega.
Presencia del arte griego en la Península Ibérica
Contexto histórico general.
El origen de la civilización griega se remonta al primer milenio antes de nuestra era, tras la victoria de los
pueblos dorios, jonios y eolios sobre la cultura micénica. Este hecho marca el inicio del periodo arcaico,
que perdura hasta el siglo V a. C. La formación de Grecia no culmina hasta el siglo VIII, cuando ya han
transcurrido cuatro siglos desde la conquista de estos pueblos autóctonos.
Frente a los grandes estados orientales, Grecia se organiza en torno a ciudades estado.
Cada una de estas polis está liderada por una monarquía; luego, por la aristocracia y finalmente por la
tiranía, antes de inaugurar el sistema democrático.
En el siglo V a. C se inicia la etapa clásica. Coincidiendo con este momento, el arte alcanza su máximo
esplendor y la búsqueda del ideal de belleza se convierte en la principal motivación de los artistas.
Durante este tiempo, y tras las Guerras Médicas, se forma una confederación en torno a la ciudad de
Atenas, dando la bienvenida a la democracia.
Con la guerra entre Esparta y Atenas empiezan a vislumbrarse los primeros síntomas de inestabilidad. En
el terreno cultural, los responsables de las artes se alejan del anterior ideal para manifestar sus
sentimientos. Esta etapa, que comienza a finales del siglo VI a. C y permanece casi durante dos centurias,
constituye el periodo helénico.
La decadencia griega es cada vez más evidente hasta que en el año 146 a. C Roma se hace con las riendas
del territorio, convirtiéndolo en una provincia más del Imperio.
Introducción
Para la cultura griega, el universo gira en torno al hombre, que se convierte en medida de todas las
cosas. Este afán por el humanismo no sólo se trasladará al mundo de las artes, sino que abarca todos los
ámbitos de la vida. El estudio de la filosofía y de la naturaleza sienta las bases de toda la complejidad del
pensamiento griego.
La belleza se transforma en el punto de mira de todos los artistas, que tratan de idealizar la realidad en
busca de la perfección. De ella se deriva la armonía y sólo es posible alcanzarla siguiendo criterios
racionales. En este sentido, los principios matemáticos son el abecedario de todo artista que se precie.
Esta peculiar y elevada concepción del hombre se traslada a la religión, que es de tipo politeísta. Sus
dioses tienen aspecto humano y también los mismos vicios y virtudes de los mortales. Zeus, Poseidón,
Apolo o Atenea son parte del elenco de deidades que protagonizarán los episodios mitológicos, al
tiempo que servirán en más de una ocasión como modelos en la esfera de las artes. El culto religioso
obliga a la construcción de santuarios y templos en honor de los dioses.
Si el aspecto sacro es importante en el desarrollo arquitectónico y escultórico, la vida política también
incide de forma positiva. La existencia de instituciones democráticas exigirá espacios para celebrar sus
reuniones, lo que promociona en gran medida el crecimiento urbano y las edificaciones públicas.
Los precedentes de la cultura griega. El arte cretomicénico
La civilización cretense o minoica se desarrolla en las islas Cícladas del mar Egeo y su cronología puede
establecerse aproximadamente desde el año 2600 hasta el 1200 a. C.
Es en la isla de Creta, situada al sur del mar Egeo y puente entre Egipto y Grecia, donde se produce el
nacimiento de esta cultura. Entre los años 1700 y 1400 a. C., espacio temporal conocido como minoico
medio, alcanza su máximo apogeo.
Pero la intervención de Micenas en estas tierras en el siglo XIV a. C pone fin a esta etapa de esplendor,
para hacerse la península del Peloponeso con el poder. Tanto Micenas como el resto de las ciudades se
constituyen en acrópolis o ciudades militares. La invasión de los pueblos dorios, jonios y eolios desde el
siglo XI antes de nuestra era supone el fin de la cultura micénica. A partir de esta fecha se inicia un largo
periodo que culmina con el nacimiento de la civilización helénica, a partir del siglo VIII a. C.
Introducción
Los restos de pinturas y cerámicas, junto con todos los enseres que se descubrieron, ponen de
manifiesto la existencia de un arte realmente original que nada tenía que ver con las civilizaciones del
Próximo Oriente y Egipto. De los testimonios arquitectónicos se deduce cierta influencia de la cultura
mesopotámica. Las ruinas de los palacios que se edificaron en este tiempo evidencian, por otra parte,
una serie de elementos totalmente novedosos respecto a otras civilizaciones paralelas. Estas
construcciones ya contaban con canalizaciones para el agua, algo realmente sorprendente.
Los adelantos técnicos muestran el gran avance comercial de Creta, que aprovechando su situación fue
uno de los principales imperios marítimos durante el segundo milenio a.C. Su estructura política parece
ser que se dividía en pequeñas monarquías independientes.
De sus creencias religiosas sólo se pueden sacar conclusiones a partir de los restos de figurillas que han
aparecido en las excavaciones. De este conjunto de piezas se deduce que adoraban a las divinidades
relacionadas con la naturaleza y con la fertilidad, ambas personificadas en la Diosa Madre. La
simbología de los toros es otro aspecto interesante, ya que era concebido como un animal al que había
que adorar, pero también dominar. La construcción de los templos, por otra parte, no tenía carácter
independiente, sino que dentro de los edificios una de las dependencias cumplía las funciones de capilla.
Los enterramientos se realizaban en fosas y a los difuntos se les acompañaba del ajuar.
La conquista de Creta por parte de Micenas acaba con el dominio de este pueblo de carácter comercial.
El arte que se desarrolla en las principales ciudades del Peloponeso tiene un importante peso
arquitectónico, destacando los enterramientos.
Arquitectura
El desarrollo comercial de esta civilización y el hecho de estar rodeada de mar permitió que la
urbanización de las ciudades no contemplara la construcción de murallas defensivas.
Los palacios de Cnosos, Faistos y Hagia Triada son los principales edificios que se han hallado en las
ciudades cretenses. Sus restos evidencian una estructura desordenada y laberíntica, por donde se
distribuyen las calles, que se organiza en torno a un patio central.
Sus considerables dimensiones permitían albergar al monarca, junto con sus familiares y protegidos, por
lo que la planta se asemejaba más a un diseño urbano que a una residencia.
A pesar de la austeridad exterior que presenta este tipo de palacios, de estructura adintelada, parece
ser que en su interior la decoración era abundante. A partir de las pinturas que se han conservado, se
conoce la existencia de columnas de fuste liso de madera, cuyo diámetro disminuye hacia la parte
inferior, y con un capitel compuesto de almohadilla y ábaco.
Mediante el uso de columnas liberaban los edificios de los muros, sirviendo como precedente de las
típicas galerías mediterráneas.
En el patio del palacio de Cnosos cabe destacar el graderío que se levanta en tres de sus lados, entendido
como anticipación del teatro griego.
Dentro de esta disciplina, la libertad arquitectónica es total, aunque los proyectos estaban condicionados
por los rituales.
Pintura
Las dependencias de los palacios eran decoradas con pinturas murales al fresco. Para representar las
escenas se utiliza una variedad cromática de tonos claros con un eminente predominio del dibujo sobre
el color. Reproducen figuras esbeltas y atléticas que aparecen de perfil, aunque la representación de los
ojos es frontal. Para las figuras masculinas se emplean tonos rojizos, mientras que las imágenes
femeninas son de color marfil. Una de las pintura más ellas en la que se aborda la temática humana es El
príncipe de los lirios.
La naturaleza es representada a partir de ricas y originales escenas en las que existe un predominio de
los trazos curvos.
Cerámica
En el análisis de la cerámica se advierten tres etapas. La más primitiva, denominada cerámica de
Camares, es de gran finura al presentar un grosor mínimo y una decoración, ricamente policromada,
basada en motivos vegetales.
En la segunda etapa, conocida como cerámica de estilo nuevo, los tonos marrones y negros se dibujan
sobre fondos claros, y se impone la decoración de tipo marítimo con conchas y pulpos.
Del tercer periodo, llamado de cerámica de palacio, se puede confirmar un abandono de la riqueza
temática anterior, que será sustituida por una tendencia mucho más esquematizada y simétrica.
Del mismo modo que la arquitectura presentaba increíbles avances, de este arte hay que resaltar el uso
del torno y el empleo de la porcelana.
Palacio de Cnosos (Creta): Entre los enseres que se pueden incluir dentro de este apartado, además
de toda la variedad de vasijas están las estatuillas que representan a la Diosa Madre. Una de las más
conocidas es la que aparece con los senos desnudos y entre sus brazos sostiene serpientes.
Las vasijas en forma de cabeza de toro, realizadas con ricos materiales, constituyen otra de las
representaciones más comunes de esta cultura.
El arte micénico
Frente a los espacios abiertos de la isla de Creta, durante el periodo micénico las ciudades, situadas en
las zonas más altas, están protegidas por grandes murallas ciclópeas de estructura adintelada, por las
que se accedía a la ciudad a través de impresionantes puertas.
La Puerta de los Leones de Micenas es uno de los escasos testimonios que se conservan de esta
civilización.
El tipo de vivienda más usual, denominado megarón, se dividía en una sala rectangular, una antecámara
y un pórtico de entrada. Su organización anticipa la estructura posterior del templo griego.
Pero dentro del estilo arquitectónico que caracterizó a este pueblo, los sepulcros adquieren verdadera
trascendencia por sus posteriores repercusiones. Uno de los restos más importantes de este tiempo es el
Tesoro de Atreo, un sepulcro organizado en torno a una galería y construido con bloques de piedra
cortados a escuadra. A través de un corredor, este sepulcro comunica con una cámara de planta circular
cubierta por una original cúpula de hiladas de piedra concéntrica. Contiguo a este espacio se encuentra
una sala repleta de ricos objetos que constituyen el ajuar del muerto.
Entre los objetos que comúnmente se depositaban en el ajuar, se encontraba una máscara de oro que
se colocaba sobre el rostro del fallecido. Uno de los ejemplos más impresionantes es la Máscara de
Agamenón.
El sentido urbano de la arquitectura griega
Urbanismo
Existen dos modalidades dentro de la arquitectura urbana griega: el plano regular y el irregular. Las
ciudades griegas de la época arcaica y clásica estaban muy mal organizadas, ya que eran sólo una
yuxtaposición de aldeas sin ningún orden. Hasta la época helenística no nos vamos a encontrar con una
ordenación urbana. En el siglo IV, Hipodamo de Mileto crea un sistema de ordenación urbana que se
caracteriza por un trazado regular formando cuadrículas.
Este tipo de plano aparece muy claro en ciudades como Mileto o Priene, en las cuales están claramente
diferenciados los dos elementos básicos de la ciudad griega: el centro cívico y la zona destinada a
viviendas. En la ciudad de Atenas, por el contrario, predomina la irregularidad.
La imagen que ofrece es la de barrios dispersos, cada uno de ellos formando una masa compacta
desordenada, en crecimiento anárquico a lo largo de calles estrechas y sinuosas.
Los elementos urbanos más importantes eran:
El ágora: eran grandes plazas donde se reunía el pueblo y donde se llevaban a cabo intercambios
comerciales; tenían forma irregular o regular y stoas o galerías porticadas a los lados. Las stoas protegían
de la lluvia y estaban decoradas con estatuas alineadas.
Alrededor del ágora estaban los edificios más importantes, como el Buleuterio, que era un recinto para
la organización política de la polis, donde se reunía el consejo de ancianos. Más adelante, el desarrollo
comercial conllevó la construcción de ágoras periféricas reservadas en exclusiva al comercio.
Gimnasios, palestras y estadios adquieren gran relieve en la vida y cultura urbanas.
Estos edificios, como el gimnasio, funcionaban igualmente como centros universitarios de la ciudad, en
los que se enseñaban filosofía, literatura... La arquitectura de los gimnasios se desarrolló con gran
aparato, enriqueciéndose con pórticos, exedras o salas de conversación, salas cubiertas, patios y baños.
Existían también los estadios donde se hacían carreras de carros y donde se celebraban acontecimientos
gimnásticos.
Los teatros suponen una de las construcciones más importantes que va a desarrollar el pueblo griego.
Aprovechan los desniveles del terreno para construir un graderío (utilizan las laderas de la montaña).
Luego está la orchestra, donde se coloca el coro que tenía forma circular.
Y por último se colocaba delante del coro la escena, que es donde se desarrolla la acción. El teatro más
importante es el de Epidauro, que tenía una acústica muy buena y un mecanismo escenográfico para los
cambios de decorado.
Arquitectura
Características generales
La estructura adintelada: los griegos emplearon en todos sus edificios el sistema horizontal o
arquitrabado (adintelado), no sirviéndose del arco más que excepcionalmente.
La columna es el soporte por excelencia. El conjunto formado por base, columna y arquitrabe es lo
que constituye el orden arquitectónico.
No utilizan la bóveda.
Utilizan materiales ricos, como el mármol del Pentélico y la piedra caliza.
Hay una búsqueda constante de armonía visual, un elevado idealismo arquitectónico que trata de
alcanzar la perfección.
Desaparecen las estructuras gigantescas y colosalistas, y se crean edificaciones construidas a la
medida del hombre.
La arquitectura es para los griegos número, masa equilibrada y proporción.
El orden y sus variantes
Los arquitectos griegos consiguieron llegar a una armonía perfecta entre los diferentes elementos
arquitectónicos, creando unos arquetipos que serán referencias constantes en el futuro. Así surgieron los
llamados órdenes, que en un principio eran dos: dórico y jónico. Más tarde surge el corintio.
Orden dórico
El orden dórico es el más sobrio de formas y más varonil de los tres; se relaciona con lo masculino, y es el
orden que se empleaba para los dioses. El edificio se asienta sobre un pedestal de tres escalones: dos
estereóbatos (escalones inferior y medio) y un estilobato (escalón superior). La columna carece de basa,
por lo cual el fuste arranca directamente del estilobato.
El fuste está surcado por estrías en arista viva. Las estrías se hacían una vez montada la columna, con
objeto de obtener un mejor ajuste.
El fuste de la columna se hincha ligeramente en su centro, en el llamado éntasis. Como remate y para
suavizar el choque con los elementos de carga, se coloca el capitel.
El capitel dórico es de líneas sencillas y consta de dos partes:
Equino: moldura convexa
Ábaco: pieza cuadrada que recibe directamente la carga del edificio.
Entre el capitel y el fuste hay una moldura de ranuras que recoge las estrías en su parte superior, es el
collarino.
Encima del ábaco destacan los tres miembros horizontales del entablamento; el arquitrabe, el friso, y
la cornisa.
Arquitrabe: gran viga de piedra acostada sobre las columnas sin decoración.
Friso: pieza sobre el arquitrabe en la que se alterna dos elementos:
Tríglifos: rectángulos divididos en tres listones verticales. La colocación de los tríglifos debe
corresponder con el eje de la columna y con los intercolumnios. A pie de cada tríglifo se encuentra
una varilla con seis gotas. Estos elementos son reminiscencias de cuando los templos se construían en
madera.
Metopas: espacios cuadrados que quedan entre los tríglifos y que van decorados con relieves.
Cornisa: elemento protector que sobresale sobre el friso.
El triángulo formado sobre la cornisa es el frontón. Los remates que coronan la cúspide y los
extremos del frontón son las acroteras.
Orden jónico
El orden jónico surge por contacto con el Oriente. Se distingue por la esbeltez y la elegancia de sus
proporciones y la mayor riqueza de su decoración. Se relaciona con lo femenino.
La columna se levanta sobre una basa. El fuste es estriado, aunque las estrías no se encuentran en arista
viva sino que están "matadas". El fuste es más estilizado que el dórico y tiende a ensancharse en su parte
inferior. Excepcionalmente, el fuste jónico es reemplazado por unas figuras humanas llamadas cariátides,
cuando son femeninas, y atlantes cuando son masculinas.
Capitel jónico: El capitel jónico consiste en la introducción de unas volutas que se apoyan sobre el
equino.
En contraste con el arquitrabe dórico, que es liso todo él, el arquitrabe jónico está organizado en tres
bandas que avanzan ligeramente. El friso es corrido; es decir, no está dividido en tríglifos y metopas.
La cornisa está decorada con motivos geométricos.
El frontón es el lugar principal, en el que se van a desarrollar los temas escultóricos.
Orden corintio
Surge a costa del jónico, manteniendo sus mismas características, salvo la estructura del capitel. El
capitel jónico de volutas cambia por el capitel corintio, que adopta la decoración vegetal de hojas de
acanto. Mucho más decorativo y mucho más esbelto, surge en el siglo V a. C. y se utilizaba solamente
para el interior de los templos. En el siglo IV a. C. aparece por primera vez en el exterior, en la linterna de
Lisicrates, monumento conmemorativo en Atenas. Se difunde rápidamente y va a ser el más utilizado
durante el helenismo.
El templo griego
Nacido como evolución del megarón prehelénico, el templo es el edificio que mejor sirve para
estudiar el desarrollo de la arquitectura griega. El megarón o casa micénica era una sala rectangular
con una antesala o pórtico con columnas, formando una fachada. El origen de los templos está
también en los "templos in antis", que tenían únicamente dos columnas en la fachada principal.
Los templos se alzan en el espacio como volúmenes escultóricos en armonía con el resto de los
edificios. El historiador del arte Bruno Zevi habla del templo como una "gran escultura".
Es muy importante que todas las partes estén relacionadas armónicamente. Entre escultura y
arquitectura debe existir una compenetración, evitando las aglomeraciones; por ejemplo, los tríglifos
deben ir siempre encima de una columna y marcando las esquinas.
Los fieles no tenían acceso al interior, que sólo albergaba la estatua del dios; el acto religioso
colectivo se desarrollaba en el exterior, donde se hallaba el altar. Más que el espacio interior importa
el espacio exterior, es decir, los valores plásticos exteriores, la armonía, las proporciones y el
equilibrio de las formas.
Se estudian todas las perspectivas buscando los mejores puntos de vista y la armonía con la
naturaleza.
En un principio, toda la estructura se realizaba en madera pero con el tiempo se generaliza el uso del
mármol, que es un material más noble y que se conserva mejor.
Policromía: contra lo que ha sido creencia general durante mucho tiempo, hoy sabemos que el
templo griego iba policromado. Se utilizaban colores planos que hacían resaltar sus diversas partes.
Así los tríglifos se pintaban de azul y el frontón de rojo o negro, para destacar mejor su decoración
escultórica.
La planta del templo griego
La estructura definitiva del templo queda configurada en las siguientes partes:
Vestíbulo o sala primera, denominada pronaos
Cella o naos: núcleo o elemento principal del templo. Sala rectangular que cobija la estatua de la
divinidad.
Opistodomos: falso pórtico que se construye en el extremo opuesto del pronaos, incomunicado con el
templo
También puede ser una cámara cerrada al exterior pero con acceso desde la cella, donde se guarda el
tesoro.
Los griegos se preocupan fundamentalmente por el aspecto monumental del templo.
Envuelven al templo con una columnata o peristilo sobre la que descansa la cubierta. El edificio se
levanta sobre una plataforma llamada crepis.
También existen templos circulares levantados sobre la crepis, llamados tholos.
Clasificación de los templos
Según el número de pórticos con columnas:
Templo in antis: no tiene más que dos columnas en sus fachadas, presentando el muro liso en su
tramo largo.
Próstilo: un solo pórtico de columnas en la parte delantera (pronaos).
Anfipróstilo: dos pórticos de columnas, en la parte delantera y trasera (pronaos y opistodomos).
Según el número de columnas que rodean el templo:
Períptero: templo rodeado por una fila de columnas.
Díptero: templo rodeado por doble fila de columnas.
Pseudoperíptero: templo rodeado por columnas adosadas al muro.
Según el número de columnas de sus frentes (siempre en número par):
Dístilo: dos columnas.
Tetrástilo: cuatro columnas.
Hexástilo: seis columnas.
Octástilo: ocho columnas.
Los templos que no tenían columnas recibían el nombre de ápteros.
Como norma general, las columnas del tramo largo de muro liso del templo son el doble más uno que las
del pórtico.
La evolución del templo
De la época arcaica hay que destacar el templo de Hera en Paestum (siglo VI a. C.), también llamado La
Basílica o Templo de Poseidón. Es de estilo dórico arcaico, como lo indica la exageración de la éntasis y la
disminución del fuste en su parte superior.
Durante la época clásica (siglo V), coincidiendo con el mandato de Pericles, la ciudad de Atenas cobra la
máxima importancia y se sitúa en la cabeza de Grecia gracias a su victoria contra los persas. En la
Acrópolis se van a construir las principales edificaciones de este periodo.
Propileos: Los propileos constituyen la entrada monumental de la Acrópolis, sobre el lado occidental del
santuario. Al entrar en el recinto sagrado se veían unas magníficas vistas angulares del Partenón.
El Partenón: Está dedicado a la diosa Pallas Atenea y ocupa el lugar más alto del santuario de la
Acrópolis. Fue construido por los arquitectos Calicrates e Ictinos bajo la supervisión de Fidias. Es un
templo de planta rectangular, dórico, períptero, octástilo y anfipróstilo.
El número de columnas laterales es de 17, es decir, el doble más una de las columnas de las fachadas.
El interior del templo está dividido en cuatro partes: pórtico anterior o pronaos, cella o santuario,
sagrario o cámara de la diosa y pórtico posterior u opistodomos.
Se combinan dos órdenes de columnas, pues las columnas interiores son jónicas.
El Partenón es anfipróstilo, es decir, tiene un pórtico anterior interno (pronaos) y uno posterior
(opistodomos). Estos pórticos son simétricos.
Toda la decoración escultórica fue realizada por Fidias. La escultura de la diosa Atenea se encontraba en
la cella; era de gran tamaño y estaba hecha en madera y revestida de marfil y oro.
Para lograr una armonía perfecta entre todas las partes, y una imagen de serenidad y equilibrio, se
efectúan ciertas correcciones ópticas. Todas las líneas del Partenón tienen inflexiones y desviaciones
premeditadas para contrarrestar efectos de óptica y de perspectiva.
Todo el edificio está construido en mármol blanco del Pentélico.
El Templo de Atenea Niké: Es un templo de órden jónico dedicado a la diosa Atenea. También se conoce
con el nombre de Templo de Niké Aptera o Victoria sin alas (lo que significaba que la victoria ya no
abandonaría nunca la Acrópolis para volar a otros lugares). El arquitecto fue Calícrates.
Está construido en el siglo V a. C. en estilo jónico, es anfipróstilo y hexástilo y posee capiteles con las
volutas anguladas en los dos extremos. Tiene arquitrabe con tres bandas, cornisa saliente y friso corrido.
Es un templo de dimensiones muy reducidas, por lo que se compone únicamente de cella, además de los
dos pórticos (delantero y trasero).
El Templo Erecteion: El Erecteión plantea una planta poco corriente: no es rectangular y el interior se
encuentra dividido en diferentes estancias. Se presenta como un templo jónico con dos cellas, una
dedicada a Atenea con pronaos hexástila y la otra consagrada a Poseidón-Erecteo, a la que se accede por
un amplio pórtico tetrástilo. En el lado sur del templo se encuentra la llamada Tribuna de las Cariátides,
cuyo arquitrabe está sostenido por seis figuras femeninas, vestidas al estilo griego, con tela fina que
queda pegada al cuerpo. Tienen una pierna flexionad en actitud de marcha y guardan simetría entre
ellas.
El arquitecto consiguió conciliar en un único edificio las necesidades impuestas por los diferentes ritos
religiosos a los que está dedicado el templo y los problemas impuestos por un terreno irregular.
De la época helenística destaca el Templo de Zeus Olímpico u Olimpeion. Se trata de un gigantesco
templo corintio, con doble hilera de columnas (díptero). Durante la época helenística los edificios ya no
se hacen a la medida del hombre, sino que adquieren dimensiones colosales.
De esta misma época destaca también el Altar de Zeus en la ciudad de Pérgamo, perteneciente al siglo II
a.C.
La escultura griega
Características generales
El pueblo griego alcanza un nivel técnico y estético muy alto en escultura. Por desgracia no se han
conservado muchas obras originales y sólo quedan las copias que efectuaron los romanos.
La función de la escultura griega es representar al joven atleta triunfante en la plenitud de su
perfección corporal. No trata de representar al monarca ni al dios, sino el cuerpo humano bello,
joven y atlético.
En una primera fase encontramos fuertes influencias egipcias, con una serie de esculturas rígidas de
marcada frontalidad y formas geométricas, que van evolucionando hacia un perfeccionamiento
anatómico y un sentido del movimiento.
Existe una búsqueda constante de la perfección ideal, que se plasma en la representación de cuerpos
jóvenes y bellos. Se trata de una estética naturalista idealizada.
El material preferido es el mármol blanco que se extrae de las canteras del Pentélico. Estas esculturas
iban policromadas, aunque el color se ha perdido con el tiempo. Es muy importante también el uso
del bronce, cuya técnica llegaron a dominar de tal forma que pudieron realizar estatuas de enorme
tamaño.
Periodo arcaico
Desde el siglo VIII hasta el siglo V a. C.
En este periodo encontramos marcadas influencias del arte micénico, del arte egipcio, de las formas
decorativas del mundo persa y de las Damas Xoanas o Ídolos de ojos, esculturas en madera típicas de las
islas Cíclicas.
Se desarrollan dos tipos de esculturas de bulto redondo:
Los kuroi (kuros en singular) son esculturas masculinas representando atletas desnudos. Se caracterizan
por sus formas geométricas, pues están formadas por un triángulo que va desde las ingles hasta los
hombros. Las piernas son muy musculosas, pues hay que remarcar que se trata de atletas vencedores.
Los brazos van extendidos, pegados al cuerpo, con una marcada frontalidad.
La pierna izquierda aparece un poco avanzada, al igual que ocurría con la representación de los faraones
en Egipto. Hay una gran rigidez y falta de movimiento, y no hay volumen.
Las facciones del rostro son rígidas y estereotipadas: los ojos almendrados, el pelo ordenado de forma
geométrica y la expresión hierática, con una típica sonrisa llamada "sonrisa arcaica". Encontramos
defectos anatómicos, como por ejemplo en el pliegue inguinal, que aparece excesivamente marcado, o
en la musculatura demasiado plana, casi dibujada sobre el torso, al igual que ocurre con las rodillas.
Destacan el Kuros Volomandra y el Kuros Anavissos.
Existe también la representación de un hombre que carga con un carnero o con una oveja sobre los
hombros, lo que se conoce con el nombre de moscóforo o crioforo, y que supone el antecedente
iconográfico de la representación cristiana del Buen Pastor.
Las korai son las estatuas femeninas que representan diosas o sacerdotisas. Poseen las mismas
características que los kuroi, sólo que van vestidas con una túnica o jitón y con un manto llamado
himatión o peplos. Intentan conseguir que los pliegues de la vestimenta sean reales y convincentes y que
no oculten las formas del cuerpo.
Los mejores ejemplos de relieve en el periodo arcaico los encontramos en los frontones de los templos.
La forma triangular del frontón ofrecía ciertas dificultades, pues si bien en el centro podían situarse
grandes figuras, en los extremos, formando ángulos muy agudos, faltaba desarrollo en altura. El escultor
se encontraba con la dificultad de integrar en un espacio triangular una escena. Los relieves de este
periodo se caracterizan porque las figuras que decoran el frontón no forman un conjunto, y no guardan
proporción entre ellas, sino que se amoldan al espacio. Destaca el templo de Corfú.
En los últimos momentos del periodo arcaico, ya en la primera mitad del siglo V a.C., la escultura
experimenta una pequeña evolución, las obras adquieren más movimiento, más expresión y más
volumen (El caballero Rampin). En la ciudad de Egina comienza a desarrollarse una escuela de broncistas
que se caracterizan por el gran naturalismo que impregnan a sus obras. La más importante es el Auriga
de Delfos, obra de gran elegancia, donde los plegados de la túnica caen en forma estriada, y donde las
cuencas de los ojos se han rellenado con pasta vítrea para lograr mayor naturalismo. Otra obra que
destaca es el grupo de los tiranicidas Armodio y Aristogitón, de la que sólo conservamos una copia
romana en mármol, y el Poseidón (o Zeus) del cabo Artemisión, figura encontrada en el mar que aparece
en posición de marcha con el brazo derecho levantado para lanzar el tridente.
En el relieve también evoluciona: las figuras se amoldan al espacio cambiando las posturas y no las
proporciones. Son importantes el templo de Olimpia y el templo de Afaia en Egina.
Periodo de transición al clásico
Siglos V a.C
Destacan dos autores que han alcanzado mayor perfección y serenidad pero sin pertenecer todavía al
periodo clásico.
Mirón: le interesa el cuerpo humano en movimiento. Utilizaba el bronce aunque sólo se conservan
copias romanas en mármol. Busca posiciones nuevas y composiciones poco estables. El mejor
ejemplo es el Discóbolo, en el que capta el instante fugaz, el momento de máximo desequilibrio antes
de realizar el esfuerzo final. El estudio de la anatomía es perfecto al igual que el equilibrio entre la
distribución de masas o “contraposto”, pero todavía se conserva algo de frontalidad; es decir, la
escultura está realizada para ser contemplada únicamente en una visión frontal y desde puntos de
vista laterales pierde armonía. El rostro es inexpresivo si tenemos en cuenta el esfuerzo que se está
realizando. Mirón resuelve muy bien el problema de unión entre el tronco y las piernas. Otras obras
suyas importantes son La vaca, y Marsias y Palas Atenea.
Polícleto: es un teórico de la naturaleza humana. Crea un canon de representación en el que
mantiene que la figura humana para ser proporcionada debe medir siete cabezas y media, y debe
medir lo mismo de mano a mano que de pies a cabeza. Le interesa mucho crear una comunicación
entre el espectador y la obra. El Doríforo mantiene el canon de siete cabezas y media. Apoya todo el
peso del cuerpo en una pierna, en un contraposto. La composición es armoniosa y la actitud es
relajada y tranquila. Otra obra es el Diadumeno, o joven que se ata una cinta a la cabeza. La pierna
está echada ligeramente hacia atrás y la cabeza inclinada para dar mayor naturalidad a la figura.
Búsqueda de un ritmo, equilibrio, belleza y perfección.
Periodo clásico
Hasta el comienzo del siglo III a. C.
En lo que respecta al relieve, ya se ha conseguido un perfecto desarrollo en los frontones, que pasan a
desarrollar escenas con movimiento y con un sistema de proporciones, un canon. Se mantiene una
búsqueda constante por la perfección y por la idea de lo bello que se concreta en la perfección ideal del
cuerpo humano. Para los griegos lo bello es bueno, es perfecto y por tanto lo bueno debe ser bello.
Mientras que en Egipto nos encontrábamos con un arte conceptual y en Asiria con una búsqueda de
realismo, en Grecia, por el contrario, existe una búsqueda de perfección formal, un naturalismo
idealizado.
El artista más importante de este periodo es Fidias. Coincide cronológicamente con Pericles en Atenas.
Trabajó con una gran escuela en la que estaban escultores tan importantes como Calímacos, Alkamanes
y Crésilas.
En Fidias encontramos tres principios básicos que definen sus esculturas:
a. La majestuosidad: es un escultor de dioses, de figuras monumentales, grandiosas.
b. La gracia en los ropajes: viste a sus esculturas con amplios ropajes, buscando siempre la elegancia en
los plegados de las telas. Utiliza también la técnica de los "paños mojados", como si las telas estuvieran
húmedas y se pegaran a las formas del cuerpo.
c. La serenidad clásica de sus obras. Fidias es el escultor que mejor encarna el ideal de belleza clásica.
Su obra se divide en dos grupos:
Un primer grupo formado por las esculturas exentas de Atenea, como Atenea Partenos o triunfante (de
material crisoelefantino, es decir de oro y marfil, y de 12 metros de altura) y Atenea Promakos (realizada
en bronce, de 15 metros).
Un segundo grupo formado por los trabajos decorativos para el Partenón. En los frontones aparece el
nacimiento de Atenea y la lucha de Atenea contra Poseidón. En las metopas: la amazonomaquía, la
gigantonomaquia, la lucha de centauros y lapitas, y la guerra de Troya.
En el friso, recorriendo los cuatro lados, Fidias representa la procesión de las Panateneas, o fiesta en la
que participaban todos los ciudadanos de Atenas en honor de su diosa.
En la primera mitad del siglo IV a. C. las obras se hacen más humanas. Aparece un interés por el gesto,
por conseguir un realismo en la expresión, dejando a un lado los formalismos y la majestuosidad.
Los escultores más importantes son:
Praxíteles: Sus esculturas destacan por la característica curva praxiteliana o inclinación de la cadera
hacia un lado, que da lugar a una forma serpentinata de la figura. Utiliza diferentes tipos de
tratamiento del mármol: unas zonas aparecen muy pulidas y otras mucho menos, logra crear así
distintas texturas que sirven para diferenciar el pelo del rostro, por ejemplo. Se trata siempre de
imágenes sensuales, agradables, hedonistas, en posturas de descanso, de juego, de ocio placentero y
mirada perdida. Destacan: Hermes con Dionisio niño, Sátiro en reposo o la Venus de Gnido.
Lisipo: Establece un nuevo canon más alargado, basado en nueve cabezas. Fue el escultor de
Alejandro Magno. Sus obras se caracterizan por el espacio interior que deja encerrado en sus figuras.
Crea distintos planos que permiten ver la escultura desde muchos puntos de vista. Destacan:
Apoxiomenos (joven atleta que se quita la grasa del cuerpo después de la carrera), Ares sentado
(obra en el que el aire queda encerrado entre el cuerpo, los brazos y la rodilla), y la Cabeza de
Alejandro.
Escopas: No busca la belleza exterior sino un sentimiento profundo, una intensidad en las
expresiones.
La utilización del claroscuro en sus obras es muy importante. Es el escultor de la tensión, del “pathos”,
del dolor, de la angustia, de las emociones internas, del drama. Destacan: la Cabeza de Meleagro, con
la cabeza torcida, expresión preocupada, labios abiertos y ojos hundidos. El Relieve del Mausoleo de
Halicarnaso, y la Ménade danzando, sacerdotisa del rito dionisiaco, que aparece representada en el
momento culminante de su danza, poco antes de sacrificar a un animal, en pleno delirio, con el
cuerpo completamente arqueado.
Periodo helenístico
Desde el siglo III a.C al I a.C
A la muerte de Alejandro Magno el Imperio griego se fragmenta y surgen diferentes escuelas con
características propias. Se pierden las dimensiones humanas en la arquitectura.
En la escultura se van a producir muchos cambios. Surge una temática más variada y un interés por los
niños y por los ancianos: se representa un movimiento más fuerte, más violento, un desequilibrio de los
cuerpos retorcidos. La belleza tranquila de los jóvenes atletas y dioses ha desaparecido. Se pierde el
canon de la época clásica. Atenas deja de ser el único centro escultórico importante. Surgen distintas
escuelas:
Escuela de Pérgamo (situado en la Magna Grecia). Destacan las representaciones del Galo herido y el
Galo muerto, el Altar de Zeus. La característica principal es una búsqueda de la agonía y del
sufrimiento.
Escuela de Rodas: tiene las esculturas más interesantes del arte helenístico. Destaca el Laocoonte y
sus hijos devorados por una serpiente, realizada por el escultor Agesandro. Otras obras son El toro
farnesio, la Victoria de Samotracia (importante por el tejido pegado a su cuerpo, realizado para la
proa de un barco, por eso ese efecto de resistencia al viento).
Escuela de Alejandría: pérdida del estudio anatómico. Dios Nilo y sus hijos.
Escuela de Atenas: se mantiene la influencia clásica: Niño de la Oca, Niño de la espina. Importantes
las figuras en escorzo: posturas complicadas. Venus de Milo y el Apolo de Belvedere.
Presencia del arte griego en la península ibérica
Los focenses, (marineros comerciantes griegos que procedían de la ciudad jonia de Focea, en la actual
Turquía), en su deseo de acercarse al comercio de los metales y siguiendo la ruta de las islas del
mediterráneo occidental, fundaron Massalia (Marsella), en la costa sur de Francia.
Esto constituyó el punto de partida para el establecimiento de colonias en la costa mediterránea
española a partir de los siglos VIII y VII a. C.
Está probada la fundación griega en las colonias de Rhode (Rosas) y Emporion (Ampurias), mientras que
Hemeroskopeion y Alonis en el litoral alicantino y Mainake en Málaga, carecen de confirmación
arqueológica.
La influencia griega fue muy importante en las poblaciones íberas mediterráneas, entre las que
difundieron su alfabeto, sus producciones cerámicas, su industria artesanal, su religión y su arte.
Emporion (Ampurias) fue fundada por los colonos de la ciudad de Massalia en el 600 a. C., y se convirtió
rápidamente en una próspera colonia, cabecera de intercambios con el interior. Los griegos traían
cerámicas de lujo, perfumes, vino y aceite y a cambio, exportaban metales, sal, esparto y lino.
El lugar elegido por los fundadores de Ampurias fue una pequeña isla muy próxima a la costa, hoy unida
al continente y ocupada por el pueblecito de San Martín de Ampurias. Los griegos la denominaron
"Palaia Polis" (ciudad vieja).
Sus habitantes se extendieron luego a tierra firme, a la "Neapolis", donde aún pueden contemplarse las
ruinas de la ciudad griega.
La Neapolis tenía una trama urbana bastante regular. El recinto estaba defendido por una muralla.
Sabemos por Tito Livio que al lado de la ciudad griega se abasteció un grupo de hispanos que se
beneficiaban del comercio deseando adquirir las mercancías exóticas que llevaban las naves y vender, a
su vez, los frutos de sus campos.
La convivencia se inició con recelos, pero acabaron mezclándose en una sola ciudad.
La Neapolis se articulaba con cuatro calles rectilíneas que confluían en el ágora, por las esquinas de ésta,
rasgo bastante común en la urbanística griega. Además, marcaban la ordenación de las calles restantes.
El ágora, como denominaban los griegos a la plaza principal, era regular y porticada.
Los dos conjuntos arquitectónicos más importantes, los templos de Asklepeion y el de Serapis, se hallan
al sur, donde también están la puerta y los restos mejor conservados de la muralla.
En el templo de Asklepeion el recinto sagrado o "témenos" es un rectángulo delimitado por la muralla de
la ciudad en dos de sus lados y por un grueso muro de cantería en los otros dos. Una escalinata daba
acceso al santuario, en el que se hallaba en primer término un amplio podio. Quedan escasos vestigios
de dos pequeños edículos en las que recibían culto el dios Asklepios y quizá, Hygieia.
Asklepios era el dios griego de la salud, hijo de Apolo, e Hygieia, es la personificación femenina de la
salud.
Serapis es el dios egipcio identificado con Hades-Plutón por los griegos y que fue convertido en divinidad
suprema en Alejandría. El templo se eleva sobre un podio al que se sube por dos escalerillas laterales. El
témenos es muy espacioso y está rodeado por una impresionante columnata.
Escultura en mármol
La estatua griega mejor conservada en España es la del dios Asklepios, labrada en mármol.
Está representado de pie, apoyando el peso de su cuerpo sobre la pierna izquierda, mientras que la
derecha se dobla. El báculo que porta en su mano izquierda no es un elemento de apoyo, sino un
atributo de majestad. El cuerpo aparece envuelto en un amplio manto que pende del hombro izquierdo,
dejando al descubierto gran parte del pecho y del hombro derecho. El rostro, de nobles rasgos, acentúa
su majestuosidad por la barba y la frondosa cabellera.
Junto a la imagen del dios, aparecieron fragmentos de otras estatuas en mármol. Algunos pudieron
corresponder a la de Hygieia, como los anillos de una serpiente.
Entre estos fragmentos destaca una cabeza de gran belleza de menor tamaño que el natural. Ha sido
clasificada como Afrodita, pero su peinado, carente de bucles sueltos, parece corresponder a una imagen
de Artemis, diosa de la caza.
Artes menores
Un número considerable de estatuillas en bronce han sido halladas en Levante y en las Baleares.
En estos bronces se representan a sátiros, como el de Lluchmayor (Mallorca), silenos como los del Llano
de Consolación (Albacete) o Capilla (Badajoz), sirenas como la de Rafal del Toro (Menoría), centauros
como el de Rollos (Murcia), guerreros como los de Cádiz, Capdepera, Sineu (Mallorca) y varias
representaciones de Atenea encontradas en Baleares.
El centauro de Rollos, de mediados del siglo VI a. C., es la figura que más fama ha alcanzado. Representa
a un centauro a la manera griega arcaica. Mitad hombre, mitad caballo, está resuelta añadiendo a la
espalda de la figura humana completa, el tronco y los traseros del animal. Presenta mutiladas las piernas
humanas y le faltan la cola y el brazo izquierdo.
Era frecuente ver a los centauros asociados al mundo de la muerte como intermediarios entre este
mundo y el de ultratumba.
Cerámica griega
Dependiendo qué zona de Hispania estudiemos y su grado de helenización, observamos la preferencia
hacia unos objetos de cerámica u otros, en función del tipo de recipiente y de los temas figurativos que
los decoraban.
Los vasos vinculados al mundo femenino como los "alabastra" para perfumes, o las cajas o "lekanides"
para las joyas y objetos de tocador son más frecuentes en la zona más helenizada, es decir, Ampurias y
Ullastrest. Los de servicio, para el "symposion", como las "kylikes" y los "skyphoi", están más repartidos
por Levante y Andalucía y revelan una amplia difusión de la cultura del vino.
En Huelva se han hallado fragmentos de una taza de cerámica de figuras negras. Corresponde a un tipo
muy frecuente de vasos para simposios, en el que se repite el tema de los bailarines que participan en las
fiestas dionisíacas.
El Kylix de Medellín (Badajoz), una copa de labio del siglo VI a. C., que lleva pintado un Zeus, es del
mismo tipo de cerámica de figuras negras
Descargar