Jurisdicción: Social Recurso de Suplicación núm

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Jurisdicción: Social
Recurso de Suplicación núm. 578/2005.
Ponente: Ilma. Sra. Dª. Alicia Cano Murillo
CONTRATO DE TRABAJO: cláusula de blindaje: ineficacia: no vincula a la empresa
sucesora en supuestos de incumplimiento grave y culpable del trabajador.
DESPIDO PROCEDENTE: trasgresión de la buena fe contractual y abuso de confianza:
concurrencia desleal.
El TSJ desestima el recurso de suplicación interpuesto por la parte actora contra
Sentencia del Juzgado de lo Social núm. 1 de Cáceres, de fecha 07-06-2005, en autos
promovidos sobre reclamación de cantidad.
En Cáceres, a siete de diciembre de dos mil cinco, habiendo visto las presentes actuaciones
de la Sala de lo Social de este Tribunal Superior de Justicia, compuesta por los Ilmos.
Sres. citados, de acuerdo con lo prevenido en el artículo 117.1 de la Constitución Española,
EN NOMBRE DE SM EL REY Y POR LA AUTORIDAD QUE LE CONFIERE EL PUEBLO
ESPAÑOL
ha dictado la siguiente
SENTENCIA NÚM. 734
En el RECURSO DE SUPLICACIÓN 578/2005, formalizado por el Sr. Letrado D. Jaime
Velázquez García, en nombre y representación de D. Rodolfo, contra la sentencia de fecha
7/6/05, dictada por el Juzgado de lo Social Núm. 1 de Cáceres en sus autos número
378/2005, seguidos a instancia del RECURRENTE, frente a Asociación Profesional de
Agricultores y Ganaderos-Asociación Agraria Jóvenes Agricultores, por RECLAMACIÓN
DE CANTIDAD, siendo Magistrado-Ponente la Ilma. Sra. Dª Alicia Cano Murillo, y
deduciéndose de las actuaciones habidas los siguientes,
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO Según consta en los autos, se presentó demanda por la citada parte actora
contra la mencionada parte demandada, siendo turnada para su conocimiento y
enjuiciamiento al señalado Juzgado de lo Social, el cual, tras los pertinentes actos
procesales de tramitación y previa celebración de los oportunos actos de juicio oral, en el
que quedaron definitivamente configuradas las respectivas posiciones de las partes, dictó
la sentencia referenciada anteriormente.
SEGUNDO En dicha sentencia recurrida en suplicación se consignaron los siguientes hechos
en calidad de expresamente declarados probados:
«I.-El demandante en el presente procedimiento Rodolfo vino prestando sus servicios
profesionales para el demandado Asociación Agraria Jóvenes Agricultores desde el día 1 de
agosto de 1988.
II.-Con fecha 31 de octubre de 2002 el empleador procede a despedir al demandante por
causas objetivas del artículo 52.C LET ( RCL 1995, 997) . Por sentencia firme de 14 de
enero de 2004 dictada por este juzgado se declara la nulidad del despido. El 5 de abril de
2004 el actor es nuevamente despedido por razones disciplinarias, recayendo sentencia
firme dictada por el Juzgado de lo Social núm. 2 el 16 de agosto de 2004 la cual obra unida
y aquí se tiene por reproducida.
III.-El actor y el secretario general de APAG ASAJA firmaron el 9 de octubre de 1994 el
documento obrante en el folio 8 de los autos el cual se tiene aquí por reproducido. Presenta
querella criminal al afirmarse la falsedad del documento en cuestión concluye la causa penal
por auto firme de sobreseimiento provisional de 4 de noviembre de 2003 confirmando en
apelación por la AP de Cáceres por auto de 24 de diciembre de 2003, todos los cuales
obran en el ramo de prueba de la parte demandada y aquí se tienen por reproducidos».
TERCERO En dicha sentencia recurrida en suplicación se emitió el siguiente fallo o parte
dispositiva: « FALLO.- DESESTIMANDO la demanda interpuesta por Rodolfo contra
Asociación Profesional de Agricultores y Ganaderos Asociación Agraria de Jóvenes
Agricultores y en virtud de lo que antecede, ABSUELVO a los demandados de los
pedimentos que contra ellos se formulan».
CUARTO Frente a dicha sentencia se anunció recurso de suplicación por la parte
demandante. Tal recurso fue objeto de impugnación por la contraparte.
QUINTO Elevados por el Juzgado de lo Social de referencia los autos principales, en unión
de la pieza separada de recurso de suplicación, a esta Sala de lo Social, tuvieron los mismos
entrada en fecha 21/9/05, dictándose las correspondientes y subsiguientes resoluciones
para su tramitación en forma.
SEXTO Nombrado Magistrado-Ponente, se dispuso el pase de los autos al mismo para su
conocimiento y estudio, señalándose el día 17/11/05 para los actos de deliberación, votación
y fallo.
SÉPTIMO El no cumplimiento, en su caso, del plazo legal para el dictado de esta resolución
es debido al número de ponencias que han asumir los dos únicos Magistrados titulares que
conforman esta Sala y a la imposibilidad material de atender mejor el servicio con los
medios a ella adscritos, lo que se pone de manifiesto a los efectos de lo establecido en el
artículo 211.2 de la Ley 1/2000, de 7 de enero ( RCL 2000, 34, 962 y RCL 2001, 1892) , de
Enjuiciamiento Civil.
A la vista de los anteriores antecedentes de hecho, se formulan por esta Sala los
siguientes,
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO La sentencia de instancia desestima la pretensión deducida por el actor, quién,
con sustento en el documento que posteriormente analizaremos, de fecha 8 de octubre de
1994 (folio 8 de los autos), solicita se le haga efectiva por parte de la demandada la
cantidad de veinticinco millones de las antiguas pesetas, 150.253,03 euros, apreciando, en
esencia, el fraude de Ley y el abuso del derecho, con las razones que son de ver en la
misma. Frente a dicha decisión se alza la vencida, disconforme con tal resolución,
disconformidad que se manifiesta en exclusiva respecto del derecho sustantivo aplicado,
deduciendo en la formalización de su recurso de suplicación dos motivos, que amparados en
el artículo 191.c) de la Ley de Procedimiento Laboral ( RCL 1995, 1144 y 1563) , denuncian,
en el primero, la infracción por no aplicación del artículo 1887 del Código Civil ( LEG 1889,
27) en relación con el artículo 1.089 del propio Texto Legal, y, en el segundo vulneración
por no aplicación e interpretación errónea del artículo 1114 del Código Civil en relación con
los artículos 1116 y 1120 del mismo Código. En lo que respecta a la construcción jurídica que
levanta el recurrente, la inicia en el primer motivo de recurso, y la culmina en el segundo,
pretendiendo que el documento en el que sustenta el petitum de su demanda se considere o
califique como un cuasicontrato, que genera la obligación para la demandada de pagar la
suma ya aludida al actor en concepto de indemnización por haberse prescindido de sus
servicios con independencia de que el despido de que fue objeto fuera declarado
procedente o no. Ese es su inicial planteamiento, que gira, por ello, sobre dos pilares, la
dicción y existencia propia del documento, que es del siguiente tenor «A propuesta del
Presidente conceder al Gerente D. Rodolfo, en el hipotético caso de cese en su cargo por
cualquier Junta Directiva futura, la cantidad de VEINTICINCO MILLONES DE PESETAS
(25.000.000 de ptas.) de indemnización, por los servicios prestados a la organización,
reconociendo expresamente el esfuerzo personal y la gran labor desarrollada hasta ahora
en el crecimiento y desarrollo de la misma»; y la decisión firme de extinción de su contrato
de trabajo por despido procedente, asentado en la conducta culpable y grave de
transgresión de la buena fe contractual, sentencia de 16 de agosto de 2004, obrante en
autos a los folios 344 a 351. No podemos olvidar el tenor de dicha resolución, y más en
concreto el hecho probado séptimo en el que se hace constar «La parte actora en escrito
presentado el 7 de marzo de 2004 manifestó que no ostentaba la condición de personal de
Alta Dirección y fue la acción exclusivamente una acción de despido, así como que para el
caso de improcedencia fuera indemnizado en la cantidad solicitada en la demanda
150.253,03 euros en lugar de los 45 días de salario por año de servicio en base al acuerdo a
que se ha hecho mención en el hecho quinto de esta resolución». El examen de esa última
decisión hace que a esta Sala no le extrañe que, para mantener su pretensión, se acoja a
una figura como la del cuasicontrato, figura que la doctrina mas moderna considera
desprovista de realidad científica, reputando a éstos simples disposiciones legales que
deberían lógicamente incluirse en las obligaciones derivadas de la Ley, afirmando in fine,
Planiol y Puig Brutau que todo cuasicontrato está fundado en un enriquecimiento sin causa.
No obstante ahí está, en el Código Civil, artículo 1089, admitida como fuente de las
obligaciones, al decir las obligaciones nacen de la Ley, de los contratos y cuasicontratos, y
de los actos y omisiones ilícitos o en que intervenga cualquier género de culpa o negligencia.
Mas para afirmar que la obligación, cuyo cumplimiento se exige en la demanda origen del
presente recurso, existe hemos de tener en primer término en cuenta el concepto de
cuasicontrato, que conforme al artículo 1887 del Código Civil son los hechos lícitos y
puramente voluntarios de los que resulta obligado su autor para con un tercero y a veces
una obligación recíproca entre los interesados. Pero al pretender convencernos el
recurrente que el documento de fecha 9 de octubre de 1994 constituye un cuasicontrato,
olvida que la existencia del mismo está íntimamente unida a la existencia de una relación
laboral entre las partes, un contrato de trabajo parece ser que ordinario, y, el compromiso
o reconocimiento que se plasma en el documento no es más que una nueva cláusula del
contrato de trabajo que une a las partes, incorporada a las condiciones de la relación
laboral por obra de la mera decisión del empresario, que con su plasmación por escrito
queda incorporada al contenido de la relación laboral. Entender lo contrario supondría que
cualquier acto de reconocimiento de un determinado beneficio para un trabajador que
tenga como sujeto protagonista la decisión unilateral del empresario supondría la
existencia de un cuasicontrato. A modo de ejemplo podríamos decir que el abono de una
paga extra a un trabajador, no prevista en la Ley, contrato o convenio colectivo, por
considerar que el desempeño de sus funciones es ejemplar, sería un cuasicontrato. No
puede olvidarse que en ese como en el caso que nos ocupa el beneficio reconocido o la
condición mas beneficiosa otorgada tiene como base la relación laboral y subsiste por ella.
No todo acto lícito, voluntario y no consensuado del que deriva una obligación es
necesariamente un cuasicontrato. Contra dicha interpretación amplia nos previene el
Tribunal Supremo desde antiguo en sentencia de 21 de junio de 1945 ( RJ 1945, 863) ,
afirmando en dicha sentencia, del propio modo que «El enriquecimiento ilícito late en la
entraña de todo cuasi contrato». Ello se trasluce de las dos únicas figuras que el Código
Civil regula como cuasicontrato: la gestión de negocios ajenos y el cobro de lo indebido, los
que tienen como premisa fundamental la inexistencia de relación contractual previa,
realización en principio de actos voluntarios y evitar que el favorecido por causa de dichos
actos de mera liberalidad no resulte enriquecido a costa de la buena voluntad de un
tercero.
En el sentido expuesto viene al caso la doctrina de la Sala de lo Social del Tribunal
Supremo, sentencia de 30 de diciembre de 1998 ( RJ 1999, 454) , que razona, por ejemplo
respecto de la condición más beneficiosa: «La construcción de la figura de la condición más
beneficiosa de creación jurisprudencial, basada fundamentalmente en el artículo 9.2 de la
Ley de Contrato de Trabajo ( RCL 1944, 274) , se configuró inicialmente con un carácter
individual, alcanzando su consagración, entre otras, en las Sentencias del 31 de octubre de
1961 y 25 de octubre de 1963. Esta fuente de obligación que no nacía de un mandato legal,
ni de la norma acordada, sino en virtud de un pacto individual o concesión de esta
naturaleza otorgada o concedida individualmente por el empresario, como señalaba la
Sentencia del Tribunal Supremo del 15 de marzo de 1971, al indicar "que dichas condiciones
se incorporan al nexo de trabajo han de ser respetadas como derechos adquiridos, en tanto
subsista la relación laboral, y ello incluso cuando resulten afectadas por una distinta
regulación, emanada con posterioridad de un convenio, ya que si bien éstos una vez
aprobados alcanzan plena obligatoriedad, y se sobreponen a las reglamentaciones básicas,
ello no implica que sea lícito, apoyándose en ellos desconocer o lesionar situaciones
anteriores consolidadas al amparo de pactos, usos y prácticas singulares que por su
atribución personal y específica hacen innecesarias una cláusula de mantenimiento dentro
del texto de la nueva ordenación, sino que subsisten de modo implícito", argumentación
reproducida en las importantes Sentencias del 20 de abril de 1966 y 10 de junio de 1964, o
como indica la del 20 de septiembre del mismo año, es "de condición personal y de cuantía
fija, naturaleza individual" naturaleza esta que aparecía recogida en el artículo 3º de la
antigua Ley de Convenios Colectivos del 24 de abril de 1958 ( RCL 1958, 762) cuando se
refería a situaciones obtenidas por los trabajadores individualmente.
Sin embargo, esa condición inicial se fue ampliando admitiendo que la posibilidad de que el
beneficio ofertado sin "contraprestación", se concediese a una pluralidad de trabajadores,
siempre que inicialmente naciese de ese ofrecimiento unilateral del empresario, que
aceptado, se incorpora a los respectivos contratos de trabajo, por lo que el problema que
surge en estos supuestos, se limita a determinar si se está ante esa condición vinculante, al
constituir una oferta o acto propio emitido como fuente de obligación jurídica, acto propio
que adquiere ese carácter por aplicación del 1254 CC ( LEG 1889, 27) , o únicamente ante
una condición graciosa, otorgada sin esa voluntad. Se amplió así la fuente origen de la
condición más beneficiosa, alcanzando a los actos y pactos de empresa, que no tienen
naturaleza de convenio, llegándose así a la condición más beneficiosa de carácter colectivo,
que únicamente puede reducirse o suprimirse por una regulación distinta que supere los
beneficios reconocidos.
Las notas diferenciadoras entre la concesión graciosa y la condición más beneficiosa radica,
como se indica en el recurso, en la habitualidad, regularidad, persistencia y disfrute en el
tiempo, siempre que esa persistencia sea indicativa de la voluntad del empresario de
reconocer el beneficio. Es decir si existió esa oferta emitida como expresión del
consentimiento, con carácter vinculante y que aceptada expresa o tácitamente por los
trabajadores dio origen al derecho que se reclama».
SEGUNDO En conclusión, no estamos ante un cuasicontrato, como extensamente hemos
analizado, sino ante la decisión unilateral de la empresa de reconocer al demandante para
«el hipotético caso de cese en su cargo por cualquier Junta Directiva futura, la cantidad de
VEINTICINCO MILLONES DE PESETAS (25.000.000 de ptas.) de indemnización por los
servicios prestados a la organización, reconociendo expresamente el esfuerzo personal y la
gran labor desarrollada hasta ahora en el crecimiento y desarrollo de la misma». Parece que
el reconocimiento viene dirigido al percibo de una indemnización por los servicios prestados
-el documento es de fecha 9 de octubre de 1994- condicionado dicho percibo al cese en su
cargo por cualquier Junta Directiva futura. Y ello no podemos calificarlo de otra forma que
de cláusula de blindaje, a fin de garantizar la continuidad al servicio de la demandada, aún
por el buen hacer mostrado por el trabajador hasta ese momento. Y dicha cláusula queda
incorporada al nexo contractual por decisión unilateral de la demandada. Al respecto se ha
dicho, que las denominadas «cláusulas de blindaje» son muy comunes no sólo en contratos
de alta dirección, sino también para trabajadores sometidos al régimen laboral común o
general (especialmente en trabajadores cualificados), y el cumplimiento de tales cláusulas
por el empresario es preceptivo siempre que mejoren las condiciones laborales fijadas por
la legislación ( Sentencias del Tribunal Supremo de 29 de octubre de 1990 [ RJ 1990,
7722] , 18 de marzo de 1991 [ RJ 1991, 1869] y 12 de junio 1991 [ RJ 1991, 5144] ). En este
sentido, y ahondado en la naturaleza de este tipo de cláusulas, las sentencias del Tribunal
Supremo de 15 de marzo de 1989 ( RJ 1989, 2414) y 12 de marzo de 1997 ( RJ 1997, 3576)
establecen que la cláusula de blindaje no es una compensación económica de carácter civil,
sino una medida de persuasión o defensa, una cláusula indemnizatoria inserta en el contrato
laboral que adquiere así la categoría de «blindado» y trata de reforzar la posición del
trabajador frente a una resolución unilateral del contrato por parte del empresario no
amparada por una causa de despido disciplinario. Añadiendo la citada jurisprudencia que el
hecho de que a estas cláusulas indemnizatorias les sea de aplicación supletoria la legislación
civil o mercantil no significa en absoluto que la indemnización blindada sea un supuesto de
cláusula penal, ni que pueda aplicarse a aquélla la moderación de que habla el artículo 1154
del Código Civil ( LEG 1889, 27) , cuando, por ejemplo, tal indemnización tiene su regulación
específica en las relaciones de alta dirección en el artículo 11 del Real Decreto 1382/1985 (
RCL 1985, 2011 y 2156) , en el que no se habla para nada de facultades moderadoras. La
consecuencia es que dichas indemnizaciones voluntarias por desistimiento del empresario
han de considerarse asimiladas a la indemnización legal por despido, que tiene naturaleza
salarial, dado el concepto amplio de salario del art. 26 del Estatuto de los Trabajadores (
RCL 1995, 997) . Significándose jurisprudencialmente con reiteración que las garantías
legales del salario se deben extender a todas las indemnizaciones por despido ( Sentencia
del Tribunal Supremo de 2 de octubre de 1990 [ RJ 1990, 7519] ). Estos razonamientos
precisamente son los que hacen huir al recurrente de la verdadera naturaleza del
documento analizado, máxime teniendo en cuenta el tenor del hecho probado séptimo de la
sentencia que declara su despido procedente y que ha quedado trascrito.
TERCERO Y aquí, desde luego partiendo de lo hasta aquí resuelto, hemos de entrar en el
análisis del segundo motivo de recurso, que, como hemos visto es continuación del primero,
y que en principio, y por ello, debiera decaer sin más, al no acoger la tesis jurídica que
emplea el recurrente. No obstante ello, y entrando a conocer, en virtud del principio de
congruencia que debe presidir toda resolución judicial, sobre las infracciones denunciadas,
en el motivo la disconforme acude, si bien partiendo de la existencia de un cuasicontrato, a
las obligaciones condicionales, con la cita de los artículos 1114, 1116 y 1120 del Código Civil (
LEG 1889, 27) , manteniendo que cumplida la condición, el cese, surge la obligación por
parte de la demandada de abonar la cantidad reclamada. Y en segundo lugar alega que el
pago de la cantidad nada tiene que ver con el devenir de la relación laboral a partir de la
suscripción del documento, a no ser en lo que respecta a la condición suspensiva a la que
estaba sometida su percibo. Es decir, entiende el recurrente que la obligación documentada
empieza y acaba con el propio reconocimiento. Que es un premio por la labor prestada hasta
dicha fecha y que su derecho ya estaba consolidado.
Al respecto hemos de decir, en primer lugar, tal y como afirma el Magistrado de instancia,
si bien acudiendo al fraude de Ley y al abuso del derecho, que en lo que respecta al
concepto de cese que emplea el documento no pueden tener cabida en él decisiones
amparadas en un incumplimiento grave y culpable del trabajador, por cuanto que afirmar tal
supondría dar carta de naturaleza y bendecir la actuación contraria a la Ley del trabajador.
Cualquiera puede provocar con actos comúnmente reprochables un despido, y ello desde
luego no sería una decisión libre de la empresa, un «cese en su cargo por cualquier Junta
Directiva futura.».. Estas consideraciones son las que han hecho decir al Tribunal Supremo
en Sentencias de 27 de julio de 1990 ( RJ 1990, 6487) y 6 de junio de 1996 ( RJ 1996,
4995) , que «lo más razonable es que el empleado no tenga derecho a percibir
indemnización alguna en los ceses que sean debidos bien a su voluntad, bien a un
incumplimiento grave cometido por él, pero, en cambio, en todos los demás supuestos de
extinción de la relación de su trabajo lo lógico es que tenga derecho a percibir la
indemnización pactada».
A modo de conclusión hemos de decir que:
1. Cuando el documento alude a cese decidido por una Junta Directiva futura, se ha de
entender al debido a su voluntad libre, sin que pueda estar asentado en un incumplimiento
grave y culpable del trabajador, máxime en el supuesto examinado en el que el demandante
fue sancionado con el despido por una acreditada competencia desleal. Y así dice la
sentencia que lo declara procedente «Es evidente pues que el Señor Rodolfo dedica su
actividad en empresa de la que participa socialmente y en claro detrimento de aquella que
le viene retribuyendo sus emolumentos salariales. La ilicitud de tal concurrencia resulta a
todas luces palmaria y por ende la sanción de despido es ajustada a Derecho, aunque solo
fuere por esta grave transgresión de la buena fe contractual». Y ello ha de afirmarse pese
a la reticencia con la que el recurrente examina la sentencia, pues la resolución es firme,
por mucho que no se comparta por el disconforme la decisión en ella adoptada.
2. En lo que respecta al alegato de que la indemnización a que elude el documento de 9 de
octubre de 1994 es por el buen hacer del trabajador hasta dicha fecha, si bien suspendido
su percibo al momento del cese examinado, hemos de decir que precisamente la
indemnización que prevé el artículo 56 del Estatuto de los Trabajadores ( RCL 1995, 997) ,
para caso de despido improcedente, lo es precisamente por los servicios prestados, lo cual
no impide que si el trabajador es despedido procedentemente, y pese al buen hacer en su
trabajo en épocas anteriores, carezca del derecho al cobro de cualquier tipo de
indemnización.
Conforme a lo expuesto y estimar que no concurren las infracciones denunciadas, hemos de
desestimar el recurso interpuesto y confirmar la sentencia de instancia.
FALLAMOS
Que debemos desestimar y desestimamos el recurso de suplicación interpuesto por el Sr.
Letrado D. Jaime Velázquez García, en nombre y representación de D. Rodolfo, contra la
sentencia de fecha 7/6/05, dictada por el Juzgado de lo Social Núm. 1 de Cáceres en sus
autos número 378/2005, seguidos a instancia del RECURRENTE, frente a Asociación
Profesional de Agricultores y Ganaderos-Asociación Agraria Jóvenes Agricultores, por
RECLAMACIÓN DE CANTIDAD, y, en consecuencia, debemos confirmar y confirmamos la
resolución de instancia.
Incorpórese el original de esta sentencia, por su orden, al Libro de Sentencias de esta
Sala.
Expídanse certificaciones de esta sentencia para su unión a la pieza separada o rollo de
suplicación, que se archivará en este Tribunal, y a los autos principales
Notifíquese la presente sentencia a las partes y a la Fiscalía de este Tribunal Superior de
Justicia.
Hágaseles saber a los antedichos, sirviendo para ello esta misma orden, que contra la
presente sentencia pueden, si a su derecho conviene, interponer recurso de casación para
la unificación de la doctrina, previsto en los artículos 216 y siguientes de la Ley de
Procedimiento Laboral ( RCL 1995, 1144 y 1563) , que ha de prepararse mediante escrito
presentado ante esta Sala de lo Social dentro del improrrogable plazo de los diez días
hábiles inmediatos siguientes a la fecha de notificación de esta sentencia de acuerdo con
los establecido, más en concreto, en los artículos 219, 227 y 228 de la citada Ley. Asimismo
se hace expresa advertencia a todo posible recurrente en casación para unificación de esta
sentencia que no goce de la condición de trabajador o de causahabiente suyo o de
beneficiario del Régimen Público de la Seguridad Social o del beneficio reconocido de
justicia gratuita, y por lo que respecta a los dos últimos preceptos dichos (227 y 228), que
el depósito de los 300 euros deberá ser efectuado ante la Sala Cuarta o de lo Social del
Tribunal Supremo al tiempo de personarse ante ella y en su cuenta número 2410, abierta en
el Banco Español de Crédito, SA Oficina 1006, sucursal de la calle Barquillo núm. 49, 28.004
Madrid, mientras que la consignación en metálico del importe de la condena eventualmente
impuesta deberá acreditarse, cuando así proceda, por el recurrente que no goce del
señalado beneficio de justicia gratuita ante esta Sala de lo Social al tiempo de preparar el
recurso de casación para unificación citado, para lo cual deberá presentar en el tiempo
dicho resguardo acreditativo de hacer efectuado la indicada consignación en la cuenta
corriente «Código de cuenta del Juzgado 1131-Trib. Sup. Just. Sala Social Cáceres, Código
Entidad: 0030, Código Oficina: 5036, Banco: Banco Español de Crédito, SA, Nombre:
Cáceres O.P., Dirección: Av. España, 27, CP 10001 Cáceres», bajo la clave 66 y CUENTA
EXPEDIENTE del Rollo de referencia, pudiéndose, en su caso, sustituir dicha consignación
en metálico por el aseguramiento de dicha condena mediante el correspondiente aval
bancario en el que, expresa y necesariamente, habrá de hacerse constar la responsabilidad
solidaria de la entidad bancaria avalista, documento escrito de aval que deberá ser
ratificado por persona con poder bastante para ello de la entidad bancaria avalista.
Una vez adquiera firmeza la presente sentencia, devuélvanse los autos originales, para su
debida ejecución, al Juzgado de lo Social de su procedencia, dejando de ello debida nota en
los Libros de esta Sala.
Así, por esta nuestra sentencia, lo pronunciamos, mandamos y firmamos.
PUBLICACIÓN.- En la misma fecha fue leída y publicada la anterior resolución por la Ilma.
Sra. Magistrado que la dictó, celebrando Audiencia Pública. Doy fe.
DILIGENCIA: Seguidamente se procede a cumplimentar la notificación de la anterior
resolución. Doy fe.
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