el documento

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análisis político
No. 34 MAY/AGO 1998
INSTITUTO DE ESTUDIOS POLÍTICOS Y
RELACIONES INTERNACIONALES (IEPRI)
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
Francisco Leal Buitrago
FUNDADOR
William Ramírez Tobón
DIRECTOR
Fernando Cubides Cipagauta
EDITOR
Gonzalo Sánchez Gómez
ASESOR EDITORIAL
Sandra Patricia Martínez B.
ASISTENTE EDITORIAL
Diana Marcela Rojas
EDITORA VERSIÓN ON LINE
Carlos Germán Sandoval
ASISTENTE EDITORIAL VERSIÓN ON LINE
ASESORES EDITORIALES INTERNACIONALES
Klaus Meschkat ALEMANIA
María Isaura Pereira de Queiroz BRASIL
Daniel Pécaut FRANCIA
Eric Hobsbawm INGLATERRA
Norbert Lechner CHILE
Thomas Fischer ALEMANIA
Charles Bergquist ESTADOS UNIDOS
Catherine LeGrand CANADÁ
UNIBIBLOS Impresión
Siglo del Hombre Editores Distribución
ESTUDIOS
POLÍTICAS AGRARIAS, REFORMAS DEL ESTADO Y ADSCRIPCIONES IDENTITARIAS:
COLOMBIA Y MÉXICO
ODILE HOFFMANN
DEMOCRACIA
¿DEBERÍAN LEER EN CUBA A BOURDIEU? SOCIALISMO, ESTRUCTURA SOCIAL Y
CAPITAL SOCIAL
HANS - JÜRGEN BURCHARDT
"NO ASESINAMOS CIUDADANOS"
Violencia policial y el doble discurso de la ciudadanía en Brasil
LETICIA MEDEIROS VELOSO
DEBATE
LA PAZ EN LA ADMINISTRACIÓN PASTRANA
PIEDAD CÓRDOBA / MARCO PALACIOS
EL RINCÓN DE LA ENDOGAMIA
LA CONTRIBUCIÓN DEL IEPRI A LOS ESTUDIOS SOBRE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA
DANIEL PÉCAUT
ENTRE PLIEGUES DE RUINAS Y ESPERANZAS
VIÑETAS SOBRE LOS ESTUDIOS DE VIOLENCIA EN EL IEPRI
SANTIAGO VILLAVECES IZQUIERDO
INTELECTUALES... PODER... Y CULTURA NACIONAL
GONZAL0 SÁNCHEZ GÓMEZ
RESEÑAS
PODER Y EMPODERAMIENTO DE LAS MUJERES
de Magdalena León por ANA MARÍA BEJARANO
PARTICIPACIÓN POPULAR: RETOS DEL FUTURO,
de Orlando Fals Borda por GABRIEL RESTREPO
INSURGENCIA URBANA EN BOGOTÁ
de Mario Aguilera por FRANCISCO GUTIÉRREZ
BIBLIOGRAFÍA TEMÁTICA
POBLACIÓN DESPLAZADA POR LA VIOLENCIA
FLOR ALBA ROMERO
2
ESTUDIOS
POLÍTICAS AGRARIAS…
POLÍTICAS
AGRARIAS,
REFORMAS DEL ESTADO Y
ADSCRIPCIONES IDENTITARIAS:
COLOMBIA Y MÉXICO*
de reconocer los derechos específicos
de las minorías indígenas en su artículo
cuarto, cuya reglamentación está
todavía sujeta a negociación.
Odile Hoffmann**
¿Cómo explicar esas contradiccio nes
entre políticas de propiedad inspiradas
ambas en dogmas neoliberales que
pregonan la privatización de los medios
de producción, en este caso la tierra, y
las
medidas
que
apuntan
al
reconocimiento de derechos territoriales
colectivos para ciertas categorías de la
població n nacional? ¿Y cómo los
Estados y los gobiernos manejan estas
contradicciones en el plano ideológico y
en el práctico? El análisis de estas dos
situaciones nacionales ofrece la
oportunidad de reflexionar, siguiendo a
otros investigadores 1 , sobre las interacciones que se anudan entre el Es tado
y los actores locales, nacionales e
internacionales, en un contexto de
innovaciones constitucionales y de
redefiniciones de "categorías" de los
actores implicados.
La Constitución colombiana de 1991
reconoce la naturaleza multiénica y
pluricultural de la nación. Ella
confirma y amplía los derechos de
propiedad específicos de poblaciones
indígenas y en su artículo transitorio 55
reglamentado en 1993 bajo la forma de
“Ley 70”, instituye la figura de los
títulos de propiedad colectivos con el
fin de asegurar los derechos territoriales de las comunidades negras a las
zonas ribereñas de la cuenca del Pacífico. En el mismo momento, siguiendo
en esto las directivas de las agencias
internacionales, el mismo gobierno
colombiano funda sus políticas agrarias
sobre el impulso a un mercado de
tierras para los pequeños campesinos
que deben asumir individualmente sus
estrategias de propie dad.
POLÍTICAS
AGRARIAS
EN
AMÉRICA
LATINA,
UNA
SUCESIÓN DE PROTAGONISTAS
En los años noventa, la mayor parte de
los países de América Latina revisan
sus Constituciones e introducen
igualmente
los
conceptos
de
multietnicidad y pluriculturalidad pero,
contrariamente a Colombia, ellos
tienden más bien a desmantelar los
sistemas
de
propiedad
social,
comunitaria o colectiva que habían sido
instituidos
o
conformados
anteriormente. Así México, fiel en esto
a
sus
orientacio nes
hacia
la
liberalización de los mercados (de
tierras, en este caso), modifica el
artículo 27 de su constitución para
desmantelar el sistema de propiedad
social que había sido instituido bajo la
Revolución con el fin de responder a las
reivindicaciones de los campesinos,
pero admite sin embargo la necesidad
*
Desde el inicio de la colonización
española en América, la tierra pertenece
1
Christian Gros, “Indigenismo y etnicidad: el
desafío neoliberal”, pp 15-60 en M.V Uribe y E.
Restrepo (editores), Antropología en la
Modernidad, Bogotá, ICAN, 1997, 399p.;
Assies, Willem, “Selfdetermination and the
“New Partnership””, in Assies, W. et AJ.
Hoekema
(eds).
Indigenous
people’s
experiences
with
self-government,
Amsterdam and Copenhagen, University of
Amsterdam, IWGI,. 1994; C.A, Barón, E.
Reichel D., C. Pinzón et C. Perafán S.,
“Diversidad étnica, cultural y Constitución
colombiana de 1991; legitimidad de las
diferencias: realidades, retos y respuestas”, in
Angarita, C., L. Caballero, B. Restrepo et M. E.
Rueda, Derecho, etnias y ecología, Colección
Documentos de la Misión Ciencia, Educación y
Desarrollo, tomo 6, Colciencias, Santafé de
Bogotá, 1995.
Traducción de Carlos Efrén Agudelo.
3
ESTUDIOS
POLÍTICAS AGRARIAS…
bia 3 ), y las políticas agrarias favorecen
la colonización de los espacios “baldíos”, es decir no titulados y a menudo
ocupados por poblaciones indígenas
más o menos densamente repartidas
sobre esos territorios. El indio
desaparece en tanto que sujeto a un
sistema específico de derecho 4 , en
beneficio de la figura del agricultor,
propietario, colono, trabajador familiar,
esforzado y emprendedor, blanco de
preferencia, etc. (cf. los debates y las
medidas tendientes a atraer a los
colonos extranjeros a Colombia y sobre
todo a México 5 ). El Estado distribuye
los derechos de propiedad bajo el
al Estado (la Corona) quien la
redistribuye como propiedad privada a
sus súbditos, a veces condicionada a
ciertos comportamientos de tipo
económico o político (las reducciones
de misiones, los mayorazgos, las
encomiendas, etc.), o con duraciones
limitadas (dos generaciones en el caso
de las encomiendas). Sin embargo, la
presencia persistente de los indígenas y
los permanentes conflictos de propiedad
con los colonos obliga a la Corona a
“inventar” formas específicas de acceso
a la tierra para estas poblaciones,
reconociéndoles ciertos derechos pero
manteniéndolas bajo tutela: es la hora
de la “república de indios” y de las
“reservas” teóricamente protegidas de la
rapiña de los españoles y a menudo
“confiadas” a la vigilancia de la iglesia
católica. En este esquema de “desarrollo
separado” los actores están bien
definidos, al igual que su lugar en la
sociedad. Se establece un dispositivo
sofisticado de castas2 , y aun si éste no
ha conocido un grado elevado de
aplicación, expresa claramente el
sistema de representación que elaboran
sobre sí mismas estas sociedades,
fundado sobre la diferencia "original"
entre blancos, indios y negros, sujetos a
derechos y legislaciones diferentes.
3
En realidad mucho antes, casi desde la
Independencia: a nivel nacional “el decreto de
Bolívar que terminaba los resguardos se empezó
a poner en práctica en 1839” (Orlando Fals
Borda, “El, vínculo de la tierra”, Revista de la
Academia colombiana de Ciencias Exactas,
físicas y naturales, Bogotá, 10(41) IX-XIV,
agosto de 1959).
4
El mismo fenómeno se repite en Argentina:
“es notable que avanzado el siglo XIX, estos
pueblos desaparezcan de la documentación
oficial en su denominación de “indios”, en
sintonía con la nueva ciudadanía “nacional”
que no reconoce diferencias étnicas ni entre
nativos ni entre migrantes. Cf. José Luis
Grosso, “Identidades y diferencias, las
complejidades identitarias subalternas en las
sociedades nacionales” pp. 83-94 en Hacia el
fin del milenio, V Jornadas regionales de
filosofía del NOA, Víctor Manuel Hanne
Editor, Salta (Argentina), 1997.
5
Para Colombia, cf. Frédéric Martínez, Le
nationalisme cosmopolite. La référence á
1'Europe dans la construction nationale en
Colombie. 1845-1900. Thése, Université Paris
I-Sorbonne, 1997. Y para México, David
Skerritt
Gardner,
Colonización
y
modernización del campo en el centro de
Veracruz (siglo XIX), Siglo XIX, Cuadernos
de historia, Año II, No 5, febrero, México,
1993, pp. 39-57. Esas ideas siguen
propagándose, como lo muestra un estudio de
1967 que propone la instalación de colonos
agrícolas “originarios de otras regiones del
país” (es decir, no-negros) para remediar los
problemas de subdesarrollo agudo del Litoral
Pacífico colombiano (cf. Banco Ganadero,
Estudio socio-económico de la costa sur del
Pacífico (Cauca y Nariño), Tercer Mundo,
Bogotá, Col. Un dedo en la herida, 1967).
En el siglo XIX, luego de las gue rras
de independencia, las sociedades
nacionales deben repensar su diversidad interna, en el marco de los nuevos
paradigmas inspirados en gran parte de
las
revoluciones
francesa
y
norteamericana. Es el tiempo de la
construcción nacional, y ésta necesita
el reconocimiento de un “sujeto nacional”, ciudadano único defendiendo
un mismo derecho: las legislaciones
tienden a suprimir las formas específicas de “propiedad” indígena (1857 en
México bajo Juárez; 1890 en Colom2
Cf. Claudio Lomnitz-Adler, Las salidas del
laberinto, Ed. Joaquín Mortiz, México, 1995,
426 p. p.348-349.
4
ESTUDIOS
POLÍTICAS AGRARIAS…
modelo occidental (usus y abusus) sin
referencias a las especificidades históricas y/o étnicas de las poblaciones y
los individuos implicados.
étnica. El ambiente ideológico del
momento, marcado por la oposición
Este-Oeste y la creencia en el “progreso", privilegia los actores definidos
según criterios económicos. Los campesinos son sujetos a “desarrollar”, y
este desarrollo pasa por la asimilación
a la sociedad nacional y la negación de
las especificidades étnicas. A excepción de algunas experiencias de
política indigenista (México y Perú),
las medidas de redistribución de tierras
se elaboran sobre criterios exclusivamente ligados a la tenencia de la
tierra (ejidatarios, comuneros), sin
tomar en cuenta las pertenencias étnicas de los campesinos.
En el siglo XX, en fechas diferentes
según los países, el modelo liberal
entra en crisis y aparecen regímenes
populistas,
nacional-populistas
o
revolucionarios. En el sector agrario,
las respuestas nacionales varían en
naturaleza e intensidad (Revolución
Mexicana de 1910, ley de comunidades
agrarias en el Perú en los años 1920, y
más tarde la revolución Velazquista6 ),
a veces inclusive pretenden ignorar la
crisis o la subestiman, pero en fin de
cuentas todos los países se ven en la
obligación de recono cer un nuevo
“actor social”: el campesino pobre,
minifundista o sin tierra. Las reformas
agrarias, revolucionarias o sostenidas
por la Alianza para el Progreso, se
generalizan -al menos en los textos-,
sin aportar soluciones definitivas. Los
conflictos se multiplican, entre “los
campesinos”, ahora reunidos en
organizaciones de base, corporaciones
o sindicatos independientes o más o
menos controlados por el Estado
mismo, y las corrientes hegemónicas
constituidas en gran parte por
terratenientes 7 . El Estado interviene
para atenuar o arreglar los conflictos,
con legislaciones que a menudo
integran la noción de “derecho a la
tierra de los campesinos", sin
referencia obligada a su característica
A fines del siglo XX se desarrolla una
doble corriente de pensamiento que, de
manera contradictoria, busca superar el
fracaso del modelo intervencionista. En
el plano de la econo mía se vuelve a un
liberalismo estric to, que valoriza al
extremo los mecanismos de mercado
como siendo los únicos susceptibles de
llevar a un equilibrio “natural” de las
fuerzas de producción. Por la
disminución de la intervención estatal,
esto se traduce en la des-regulación del
acceso y distribución de las tierras, y
en general una individualización y
mercantilización
de
las
tierras.
Concretamente,
se
trata
del
desmantelamiento de las formas de
propiedad social o comunitaria con el
fin de devolver al circuito mercantil las
tierras congeladas por los sistemas
anteriores. Las categorías de identidad
correspondientes a los antiguos
dispositivos institucionales ya no
tienen razón de ser: los “comuneros” y
otros “ejidatarios” siguen siendo actores en cuanto devienen “agricultores”
potenciales, el Estado no reivindica
sino el rol de “garante de la Constitución” y de los derechos individuales. El
espacio de interlocución se reduce al
mercado, él mismo sometido a las
exigencias de las grandes agencias in-
6
Cf. Yvon Le Bot, Violence de la modernité
en Amérique Latine. Indianité, société et
pouvoir, Karthala -CNRS, 1994, Paris, 292p.
7
No se trata aquí de desarrollar ni tampoco de
nombrar todos los actores y factores implicados
en estos procesos sociales y políticos complejos,
sino solamente de hacer resaltar los flujos y
reflujos de las categorías de identidad
valorizadas y utilizadas en los diferentes casos.
Esto no significa en ningún caso que se
reduzcan los análisis de situaciones a
enfrentamientos entre dos o algunos actores
preponderantes.
5
ESTUDIOS
POLÍTICAS AGRARIAS…
ternacionales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial), que vigilan
de cerca su evolución y su “independencia”, a través de programas de
apoyo á la creación de mercados de
tierras en varios países de América
Latina en los años noventa 8 .
negras que cons tituyen importantes
minorías en va rios países de América
Latina.
Además,
los
actores
reconocidos por los go biernos no son
ya “los indios” o “los negros”, sino los
“pueblos indios” y las “comunidades
negras”
y
sus
respectivas
organizaciones étnico-territoriales.
Al mismo tiempo se difunde un
discurso político distinto, en los escenarios internacionales, basado en el
reconocimiento de derechos específicos de las minorías y de la multiculturalidad presente dentro de los EstadosNación. Lejos de dejar actuar las leyes
del mercado, se exige de los gobiernos
que se responsabilicen con medidas
legislativas específicas, que a menudo
vienen a contradecir las políticas de
liberalización implementadas desde la
otra óptica (la económica liberal). Es el
caso de la propiedad sobre la tierra: el
“derecho a la tierra” de los año s 1950 a
1980 no está ciertamente a la orden del
día, pero ahora se habla del
“reconocimiento de los derechos al
territorio”, concepto por demás más
exigente que el anterior desde un doble
punto de vista el territorio va mas allá
de la parcela necesaria para la
sobrevivencia del campesino. Es un
espacio
social
y
culturalmente
construido,
multifuncional,
cuya
definición implica una comunidad y ya
no un individuo, y cuya legitimidad
puede ser múltiple (ancestralidad,
mitos de origen, econo mía, política...).
Por su lado, el “reconocimiento”
implica que el Estado, más que
conceder un derecho, sólo recupera su
retraso frente a una situación histórica
de despojo o abandono del Estado
hacia las poblaciones minoritarias. En
este discurso los actores renacen con
sus territorios: los indígenas en primer
lugar, pero también las poblaciones
Contrariamente al período precedente,
donde los debates - las reivindicaciones,
los retos, los actores- se situaban
principalmente sobre las escenas
nacionales 9 , los portavoces de este
discurso son esencialmente organizaciones multinacionales, como las
grandes ONG’s de solidaridad y ayuda
al desarrollo, y las instancias ligadas al
dispositivo de Naciones Unidas.
Construyen el nuevo mensaje a partir
de las nociones de “territorio”,
“identidad”, “acceso a los recursos” y
“desarrollo sostenible”10 . Luego de los
precursores de los años setenta, esta
corriente de pensamiento se consolida
con la Convención 169 de la OIT
“concerniendo a los pueblos indígenas
y tribales de los países independientes”
en 1989, la toma de posición del
Consejo Económico y Social de las
Naciones Unidas (Declaración sobre
los derechos de los pueblos autóctonos
en 1993), y las conferencias internacionales de los años 1989- 1990. En
1993 las Naciones Unidas promulgan
el “Año internacional de los pueblos
autóctonos”. Hasta el Banco Mundial,
desde los años setenta y sobre todo en
los años ochenta, debe negociar
algunos de sus grandes proyectos con
las organizaciones indígenas, “en un
contexto de “recuperación de iniciativa
9
Aun con discursos inspirados de ideologías de
alcance universal, marxista o liberal.
10
Bruce Albert, '”Situation ethnographique et
mouvements ethniques: réflexions sur le
terrain post-malinowskien”, pp. 17-87 in
Anthropologues en danger, M. Agier (sous la
direction de), Jean Michel Pace, Paris, 1997,
123 p. p. 80.
8
FAO-CEGA, El mercado de tierras y la
formación de propietarios en Colombia,
FAO-Roma, 1994; FAO-UAM, Mercado de
tierras en México, FAO-Roma, 1995.
6
ESTUDIOS
POLÍTICAS AGRARIAS…
local” y de mundialización políticosimbólica de la etnicidad”11 .
tiende a coincidir con los intereses de
las grandes firmas farmacéuticas del
Norte12 .
A partir de esta rápida revisión de las
principales fases históricas de la
cuestión agraria, se observa cómo las
respuestas nacionales, a pesar de su
diversidad, se insertan finalmente, en
cada período, en grandes corrientes del
pensamiento
internacional:
¡la
globalización no es un fenómeno reciente! Las revisiones ideológicas sucesivas obligan a la redefinición de interlocutores considerados pertinentes
para cada época, y a la elaboración de
discursos que legitiman las nuevas
políticas. Es así como en América
Latina, se ha pasado del binomio
indígena / colono blanco (colonia), a la
negación pura y simple de la indianidad
(siglo XIX), luego al reconocimiento
del campesino (mitad del siglo XX),
posteriormente al retorno del agricultor
(corriente liberal actual) y finalmente a
la renovación de la etnicidad. Sin
embargo, las respuestas no son
mecánicas ni idénticas de un país al
otro.
Por otra parte, no hay que subestimar el
rol de los actores locales en la
construcción de discursos y de realidades nacionales, como se puede
comprobar en numerosas situaciones en
las que las poblaciones locales organizadas lograron introducir cambios
significativos en las legislaciones
nacionales13 . En estas movilizaciones
tienen que negociar con las élites regionales y nacionales y los grupos
tradicionales de poder que no aceptan
perder una pulgada de sus privilegios, a
pesar de reconocer la urgencia de un
“cambio” para los “desfavorecidos”.
Atrapadas entre sus viejas alianzas y la
obligación de innovar para conservar
sus cuotas de poder, las oligarquías
tradicionales de América Latina
navegan entre nuevas constituciones,
reglamentaciones he chas a la carrera, o
por el contrario jamás finalizadas, y
discursos contradictorios según el
auditorio. Estos actores políticos
tradicionales tienen dificultades para
situarse en el nuevo dispositivo
internacional. Siguen funcionando con
las
prácticas
clientelistas
o
corporativistas que probaron su eficacia
en períodos anteriores, reclamándose a
la vez partidarios de las lógicas de
participación
social
y
política
impulsadas desde las nuevas corrientes
ideológicas.
Por una parte, como ya se ha visto, las
grandes corrientes de pensamiento son
ellas mismas complejas y a veces
contradictorias. El “pensamiento único”
contemporáneo, venido del Norte pero
retomado por los países del Sur, tiene
sus propias desviaciones. El liberalismo
se enfrasca en contradicciones cuando
se trata de proteger ciertos mercados
considerados “estratégicos” por los
gobiernos más pudientes del planeta, y
la corriente étnico-ambientalista maneja
a veces argumentos difícilmente
compatibles entre sí. Un ejemplo lo
constituye el discurso ela borado acerca
de la conservación de las selvas
tropicales y de la biodiversidad,
ubicadas en el Sur pero consideradas
patrimonio mundial, que curiosamente
11
Más recientemente, los jóvenes tecnócratas que suceden poco a poco a
dichas oligarquías a la cabeza de los
Estados, son menos integrados a estos
12
Alain Lipietz, “Les négociations écologiques
globales: enjeux Nord-Sud”, Revue TiersMonde, XXXV, N° 137, janvier-mars 1994, pp.
31-51.
13
En el caso de Colombia, Christian Gros,
Colombia indígena, identidad cultural y
cambio social, CEREC, Bogotá, 1991, 335 p.
Ibidem, p. 79-81.
7
ESTUDIOS
POLÍTICAS AGRARIAS…
sistemas complejos de compromisos
interpersonales 14 de tipo caciquil, pero
están también menos informados de las
temáticas relacionadas con el campo,
los campesinos, los indígenas, los
negros y otros sin tierra. Preocupados
antes que todo por los grandes
equilibrios macroeconómicos, se revelan, en el campo agrario, neófitos que
aplican las “reglas del arte” neoliberal
sin medir las consecuencias sociales,
políticas e incluso económicas de sus
decisiones.
actividades productivas del país. El
ritmo acelerado de las reformas y luego
la firma del acuerdo de libre comercio
de América del Norte 15 , y su entrada en
vigor el primero de enero de 1994, son
signos evidentes de esta voluntad
política neoliberal.
En el sector agrario como en otros, se
tratan de hacer más transparentes las
reglas del intercambio, aumentar la
productividad y permitir a las leyes del
mercado actuar “libremente”, lo que
conducirá
“lógicamente”
a
una
optimización de los factores de producción y, por ende, a una mejor rentabilidad para los productores mismos.
En este marco, la puesta en circulación
de tierras, ahora concebidas como
mercancías y factores de producción al
mismo nivel que otros (insumos,
trabajo, capital...), es un imperativo. Las
tierras de propiedad social reconocidas
en la Constitución desde 1915 son
inalienables e imprescriptibles, y el
artículo 27 de la Cons titución es ahora
modificado con el fin de permitir la
entrada de estas tierras en el mercado,
de forma diferencial para ejidos y
comunidades
indígenas
(tierras
comunales) pero con el mismo objetivo.
Al hacer eso, se le quita a los ejidos, y
en menor medida a las comunidades, su
función inicial de regulador y
controlador de acceso y uso de las
tierras.
Obviamente, las diferencias en las
orientaciones políticas de los distintos
países, en el campo agrario como en
otros, reflejan los diversos grados de
presión y márgenes de maniobra de los
que disponen los gobiernos para
implementar sus opciones. Pero estas
presiones no se reducen a los escenarios locales, ni siquiera nacionales, sino
que dependen más y más de sus
posiciones en la escena internacional.
La elaboración e implementación de
políticas resulta de las correlaciones de
fuerza contextualizadas, local y
nacionalmente, pero no escapa a ciertos
efectos de estructura que remiten a
lógicas de globalización, y a situaciones de dependencia y sumisión a los
intereses de los países dominantes
(particularmente evidente en el caso
colombiano).
MÉXICO Y COLOMBIA
Recordemos que el ejido es una
institución original, heredera lejana de
formas coloniales pero retomada por la
revolución mexicana, que asocia un
grupo de campesinos solicitantes
(ejidatarios) a un conjunto de tierras,
manejadas por lo general individualmente pero sometidas a una autoridad
colectiva (comisariato ejidal), elegida
en Asamblea y afiliada al sindicato
nacional CNC, confederación Nacional
México: la esquizofrenia legislativa,
la coherencia práctica
A partir de 1988, y mucho antes en
algunos sectores, el gobierno mexicano
inicia una redefinición de sus políticas
económicas que toca el conjunto de las
14
No por esto están libres de todo compromiso
“dudoso”, como lo muestran regularmente los
escándalos ligados al financiamiento de las
campañas electorales y otras actividades
políticas por las redes de traficantes de drogas...
15
NAFTA en inglés, ALENA en francés, TLC
en español.
8
ESTUDIOS
POLÍTICAS AGRARIAS…
Campesina. Este último es - era- un
componente esencial del aparato del
partido en el poder desde hace más de
70 años, el PRI (Partido Revolucionario
Institucio nal): En su aceptación
clásica16 , el ejido es una institución
política que refleja la alianza tradicional
entre el Estado y los campesinos,
considerados como herederos de los
revolucionarios y a ese título portadores
de la identidad nacional. Es igualmente
una institución social que devino con el
curso del tiempo la principal y a
menudo única instancia local de
negociación y resolución de conflictos
de todo orden, yendo mucho más allá
de las cuestiones meramente agrarias.
Finalmente, el ejido ha adquirido una
dimensión cultural en la medida que la
figura del ejidatario se ha impuesto en
el mundo rural- mestizo, al grado de
llegar a ser, en muchas áreas, sinónimo de campesino, pequeño agricultor
o aun habitante rural, es decir, el
principal forjador de la ruralidad
contemporánea 17 .
Reclamarse del uno o del otro sector,
participar en un universo o el otro con todos los matices y combinaciones
que han existido siempre aseguraba un
reconocimiento en el campo político y
social nacional. El cuestionamiento de
la figura del ejido provoca una pérdida
de puntos de referencia para los
campesinos,
esencialmente
los
ejidatarios, y una urgente necesidad de
redefinirse en la esfera nacional. Esta
situación corresponde a lo que Castel
calificaba, a propósito de las grandes
transformaciones en el mundo rural
europeo del siglo XVI, como “zonas
de desafiliación o “zonas de
incertidumbre en los márgenes de los
estatutos constituidos” cuando los
individuos cesan de estar orgánicamente ligados a las normas y deben
contribuir a la constitución de nuevos
sistemas de regulación18 . En la hora
actual, esta reconstrucción de identidad sigue siendo problemática.
Por un lado, la capacidad de resistencia del ejido es más fuerte que lo
previsto, y esta institución continúa
siendo, luego de seis años de reforma,
la principal fuerza viva y a menudo el
único interlocutor de las autoridades
en varias regiones del país 19 . Por otro
lado, el gobierno no puede sino
El ejidatario y su contrario, el pequeño
campesino “libre”, han funcionado
como los dos polos de un esquema de
identidad que se ha construido en el
mundo rural mexicano, desde hace 80
años, a base de prácticas y de
negociaciones con diversos actores
locales, regionales y nacionales (fuera
de las regiones indígenas donde las
comunidades tenían y tienen sus
propios estatutos y patrones de
inserción en la sociedad na cional).
18
Robert Castel, Les métamorphoses de la
question sociale. Une chronique du salariat.
Fayard. Col. L’espace du politique, Paris,
1995, 490 p., p. 82.
19
Eric Léonard, “Las reformas estructurales y
su impacto sobre la movilidad social en las
agriculturas ejidales de la sierra de Los Tuxtlas,
Veracruz”.
Communication
au
Congrés
National “Políticas de ajuste estructural en el
campo mexicano, efectos y respuestas”,
Querétaro, 1-4 mars 1998, Mexique. Elsa
Almeida, Cambios y probables tendencias en
el mercado de tierras ejidales en la zona de
transición maíz-tabaco de la región de Los
Tuxtlas al sur del estado de Veracruz.
Communication au Congrés National “Políticas
de ajuste estructural en el campo mexicano,
efectos y respuestas”, Querétaro, 1-4 mars
1998, Mexique.
16
Por “clásica” me refiero a la situación anterior
a la modificación del artículo 27 constitucional
y en general a las profundas transformaciones
políticas y económicas introducidas bajo el
gobierno de C. Salinas de Gortari (1988-1994).
17
Odile Hoffmann, “L’ejido au Mexique:
laboratoire de pratiques sociales, fondement
de la ruralité contemporaine”, pp. 401-416
dans JL Gastellu et JY Marchal (eds. sc.), La
ruralilé dans les pays du Sud à la fin du
XXéme siécle, ORSTOM éditions, Paris,
1996.
9
ESTUDIOS
POLÍTICAS AGRARIAS…
inquietarse de la amplitud de la solidaridad expresada hacia los insurgentes de Chiapas en 1994, que respondía,
en una amplia medida, a esta
“desafiliación” obligada de los campesinos ejidatarios. En el mundo rural
mexicano,
las
reivindicaciones
zapatistas -justicia y dignidad- han
sido compartidas y apropiadas por las
poblaciones campesinas, en muchas
regiones no indígenas ni directamente
involucradas por el alzamiento. Pero
más allá de la resistencia y a falta de
una “revolución” que daría de nuevo
un espacio a los actores campesinos,
la búsqueda de protagonismo no puede
hacerse sino en el nuevo marco de
negociación elaborado por el gobierno,
que esquemáticamente no deja más que
dos opciones posibles: “transformarse”
en agricultor, o en indígena.
una mayor integración del campesinado
en el sector agroindustrial. El discurso
impone entonces renunciar a las
consignas tradicionales (tie rra y
libertad), para entrar en la era de la
modernización
(productividad
y
competitividad). Unos años más tarde,
ya antes del crash financiero de diciembre de 1994, las realidades no
responden a las expectativas. El pacto
Estado-campesinos, concretado por el
CAP, no resiste al cambio de gobierno
(el actual de Ernesto Zedillo) y sobre
todo a la degradación de las condiciones
de producción y de vida de los
campesinos. Aun si el CAP existe todavía corno estructura institucional de
concertación, no reviste la importancia
que tuvo con Salinas de Gortari. Ciertas
organizaciones se han retirado, algunas
se han alineado abiertamente con las
tesis de la insurrección zapatista, otras
más no logran elaborar orientación
política clara.
El primer caso tiene antecedentes en las
cooptaciones realizadas desde el inicio
del gobierno de Salinas de Gortari
(1988-1994), con la instalación de un
Consejo Agrario Permanente (CAP)
compuesto
por
las
principales
organizaciones campesinas nacionales 20 . Estas organizaciones campesinas,
fortalecidas por su antigua legitimidad
fundada en las luchas campesinas de la
década del setenta -por la tierra
principalmente-, se comprometen entonces con la elaboración de las políticas sectoriales y optan por la transformación de sus miembros en
“agricultores”. A cambio de ciertas garantías en el plano financiero (acceso al
crédito), técnico (asistencia técnica) y
político (democratización y respeto de
las organizaciones de base), militan por
La otra “opción” - la re- indianiza ción- se
ha alimentado también de las políticas
del gobierno mexicano, que en sus
reformas constitucionales reconoce el
estatuto específico de las comunidades
indígenas 21 en la nación y prevé una
legislación que apunta a proteger y
promover las culturas indígenas,
respetando sus tradiciones y costumbres
en diversos sectores, principalmente la
educación bilingüe y el respeto a las
tierras de las comunidades indígenas.
Además, bajo el gobierno de Salinas de
Gortari; programas específicos se
dirigían a las poblacio nes indígenas
(“rescate” del patrimonio cultural,
apoyo financiero, becas escolares...) y
favorecían a sus organizaciones, lo que
ha dado lugar a fenómenos de
reafiliaciones identitarias a veces
generalizadas. Ser indíge na se volvió
condición para beneficiarse de estos
20
Sobre todo aquellas reunidas alrededor de
INORCA, encabezado por figuras reconocidas
por su participación en luchas campesinas de los
años setenta (cf. Hoffmann, Odile et Emilia
Velásquez, “Les organisations paysannes des
années 90 au Mexique: le difficile cheminement
entre concertation et récupération”, Revue
Tiers Monde, N° 150, vol. XXXVIII, Paris,
avril-juin 1997, pp. 409-426.
21
La cuestión del respeto de ciertos
procedimientos de justicia consuetudinaria es
mucho más polémica y no está resuelta.
10
ESTUDIOS
POLÍTICAS AGRARIAS…
programas, los cuales al principio no
tenían equivalente para las poblaciones
no- indígenas (luego el programa
Solidaridad ofreció otras opciones para
los no- indígenas). Así como, en tiempo
de la reforma agraria, unas comunidades
indígenas habían renunciado a la
explicitación de su carácter étnico para
garantizar su acceso a la tierra en tanto
que campesinos ejidatarios, ahora las
comunidades
campesinas
se
redescubren indígenas para beneficiarse
de las políticas de desarrollo
sectorializadas. El indio se convierte en
un interlocutor válido como protagonista moderno y legítimo, de un
Estado cuidadoso del respeto de los
derechos de sus “minorías”.
En México, la interpretación de las
políticas agrarias es finalmente bastante
simple en la medida en que existe cierta
coherencia entre las me didas adoptadas
y las tomas de posición abiertamente
neoliberales asumidas por el gobierno.
Las reticencias en el campo del
reconocimiento
de
la
etnicidad
ilustradas en el estancamiento de lo s
acuerdos de San Andrés en Chiapas,
sobre todo en torno a la propiedad de la
tierra, se explican fácilmente por la
insistencia del gobierno a respetar sus
compromisos
en
favor
de
la
liberalización del mercado de tierras.
Esta búsqueda de coherencia tie ne un
costo político evidente. Aquella no es
posible sino desvirtuando algunos
textos
constitucionales
y
desconsiderando los actores locales que,
desde las antiguas o las nuevas
categorías de identidad (campesino,
ejidatario,
agricultor-indio,
pero
también zapatista o barzonista22 ),
reclaman una reorganiza ción del
sistema económico y político nacional.
Las antiguas alianzas se han roto (el
“pacto” Estado-campesino), y las
Pero este nuevo marco de negociación
vio rápidamente sus límites, como lo
demuestra el estancamiento de las
discusiones entre el gobierno y el
movimiento indígena zapatista; y más
generalmente la imposibilidad de
reglamentar el nuevo artículo 4 de la
Constitución. En efecto, varias medidas
previstas por los Acuerdos de San
Andrés (Chiapas) y el artículo constitucional contradicen directamente otras
disposiciones constitucionales, que ya
están reglamentadas y en aplicación,
sobre todo aquellas relativas a la puesta
en circulación de las tierras de
propiedad social, luego de las modificaciones al artículo 27 constitucional. Frente a estas contradicciones flagrantes,
el
gobierno
mexicano
tergiversa: acepta ciertas negociacio nes
bajo presión (Diálogo de San Cristóbal),
promete a unos, ofrece a otros, se
compromete en acuerdos que no se
respetan (Acuerdos de San Andrés) pero
renuncia por el mo mento a asumir,
mediante
reformas
legislativas
explícitas, sus posiciones de principio
en favor de las minorías indígenas del
país.
22
El movimiento El Barzón reunía en sus
inicios
(1993)
agricultores
“modernos”
afectados por problemas de financiamiento y
crédito, que no encontraban eco a sus
reivindicaciones
en
las
instancias
gubernamentales especializadas (cf. Francis
Mestries, “El Barzón o la radicalización de los
emdianos y grandes productores agrícolas".
Sociológica, X, N° 28, pp. 143-176. México,
1994. Guadalupe Rodríguez G. y Gabriel
Torres, “Los agroproductores frente a las
políticas
neolibera les:
El
Barzón
y
COMAGRO”, Espiral. Estudios sobre Estado
y Sociedad, N° 1, vol. I, pp. 129-176,
Guadalajara, U. de G., 1994. Hubert Carton de
Grammont, “El Barzón: ¿un movimiento social
contra la crisis económica o un nuevo
movimiento social?” Communication au
Congrés National “Políticas de ajuste estructural
en el campo mexicano, efectos y respuestas”,
Querétaro, 1-4 mars 1998, Mexique. La
movilización se extendió después a otras
categorías de la sociedad rural y urbana, y sigue
constituyendo a la fecha un actor social de
primera importancia.
11
ESTUDIOS
POLÍTICAS AGRARIAS…
nuevas no han respondido a las
expectativas de sus protagonistas. A
diferencia de períodos anteriores, el
Estado mexicano no reconoce obligación alguna hacia un mundo rural
dividido y debilitado por sus fracasos y
sus incertidumbres identitarias. El
gobierno puede entonces persistir en su
opción deliberada por el neoliberalismo,
y darse el lujo de desconocer cualquier
resistencia política que se oponga a sus
nuevos
aliados
económicos:
tecnócratas, industriales, empresarios,
sectores que están bien lejos del mundo
rural y de sus problemas.
Colombia: la apuesta
legitimación internacional
de
la
El contexto colombiano es bien diferente: un Estado débil que nunca
estableció alianzas fuertes con el
mundo campesino. La Reforma Agraria, instituida en los años sesenta, no ha
tenido un alcance significativo al
distribuir apenas un 1% de las superficies legalmente afectables entre
1961 y 1971, y fue prácticamente
abandonada algunos años después23 .
Algunas excepciones conciernen a
ciertos sectores agrícolas, esencialmente el sector caficultor que de hecho
ha representado desde su conformación
un “Estado dentro del Es tado”, al lado,
claro está, de otros grupos de presión
constituidos (la ANDI, Asociación
Nacional de Industriales; la SAC,
Sociedad de Agricultores de Colombia)
y en ciertos momentos los sindicatos
obreros (la CTC, Confederación de
Trabajadores de Colombia, en los años
cuarenta)24 .
Sobre la cuestión agraria - lo agrícola y
en particular lo referente al reparto y
tenencia de la tierra-, los antiguos
grupos de poder local están debilitados
por décadas de represión, de
cooptación o de corrupción. Los
sindicatos oficiales y las organizaciones campesinas independientes se encuentran sin capacidad de innovación
frente a un Estado fuerte que ya no los
necesita. Los esfuerzos de adaptación
de los actores de base, individuales y
colectivos, han significado rupturas
brutales y readscripciones políticas,
sociales y culturales que se tradujeron
en nuevas categorizaciones que
supuestamente
ofrecían
mejor
posibilidad de protagonismo: de ejidatario a agricultor, de campesino a
indígena, de peón a obrero, de indígena
a agricultor, sin olvidar todos los que
emigraron a las ciudades o los campos
del Norte (norte del país o Estados
Unidos). A pesar de esta intensa
“movilización” (en el sentido de
moverse entre nuevas identidades y
prácticas), los actores locales del
mundo rural no han logrado hasta el
momento forjar una capacidad de
diálogo y de negociación frente al
gobierno y a los otros actores implicados en las reformas estructurales del
campo, tanto institucionales como
económicas y políticas.
23
Cf Marco Palacios, Entre la legitimidad y la
violencia. Colombia 1875 -1994. Ed. Norma,
Bogotá, 1995, 386 p., p. 254-255. El
INCORA (Instituto Colombiano de Reforma
Agraria) se ha contentado con comprar ciertas
tierras para redistribuirlas parsimoniosamente a
los desplazados de La Violencia y más
recientemente a los guerrilleros “reinsertados”
luego de los acuerdos de paz, o para regularizar
ciertos “resguardos indígenas”. En el mundo
rural campesino se habla del INCORA más bien
como responsable de la pérdida de tierras, ya
sea de los indios (cf. Gros, op.cit., 1997, p. 43)
o de las poblaciones negras del Pacífico. El
mecanismo es simple: el INCORA regulariza
los títulos individuales para hacer posible el
acceso al crédito con garantía de propiedad, y la
participación en programas de desarrollo.
Frecuentemente los campesinos están en la
imposibilidad de reembolsar sus créditos y
pierden sus tierras hipotecadas en beneficio del
banco (Caja Agraria), que las revende a los
propietarios de tierra solventes.
24
Daniel Pécaut, L'ordre et la violence:
évolution socio-politique de la Colombie
entre 1930 et 1953 , Ed. EHESS, Paris, 1987,
486 p.
12
ESTUDIOS
POLÍTICAS AGRARIAS…
Contrariamente a México, donde de
hecho el gobierno se asimiló durante
décadas al partido oficial25 y obtenía su
legitimidad de su capacidad para
negociar y cooptar los diversos grupos
de poder regional y nacional, el Estado
colombiano
se
redefine
permanentemente en función de las
correlaciones de fuerzas existentes
entre los dos partidos históricos: el liberal y el conservador. Es tos se encargan de constituir sus propias clientelas
regionales o corporativas, y de canalizar la expresión de las reivindicaciones
de grupos, clases o sindicatos. Esta
mediación se da a través de mecanismos clientelistas clásicos y de
“figuras” o personajes claves senadores principalmente- que ocupan
espacios estratégicos en el aparato
institucional y disponen de eslabones
regionales
para
distribuir
sus
prebendas 26 . Sin embargo el país
conoce prácticamente desde el fin del
Frente Nacional (años setenta) una
crisis de los partidos (pérdida de
legitimidad y de audiencia), que se
profundiza desde hace algunos años
(escándalos de corrupción) y repercute
directamente sobre la capacidad del
Estado para hacer pasar entre las clases
subalternas sus reformas econó micas y
sus
políticas
de
orientación
27
neoliberal .
Frente a esta situación bloqueada y en
medio del recrudecimiento de la
violencia, una vía de salida consistió en
modificar en profundidad las reglas de
interlocución y negociación entre los
actores sociales y políticos, incluyendo
el
gobierno
y
su
dispositivo
institucional. En palabras de C. Gros,
se buscaba establecer “nuevas formas
de gestión social y política”28 que
fueran más autónomas de los partidos y
pudieran ejercerse al lado o fuera de
ellos. Pero la creación de estos
espacios y modalidades de negociación
implicaba a su vez la creación de
nuevos
interlocutores
o
el
fortalecimiento de ciertos actores
emergentes independientes. Estas preocupaciones se concretan en la
convocatoria
de
una
Asamblea
Constituyente y la redacción de una
nueva Constitución, adoptada en 1991,
cuyo primer objetivo es la redefinición
de la relación entre el Estado y la
sociedad civil 29 . El nuevo texto, entre
otras novedades, consagra la entrada de
la
etnicidad
en
el
discurso
constitucional, y presenta innovaciones
de talla en las cuestiones del ordenamiento territorial y del régimen de
propiedad.
La Constitución de 1991 reconoce la
naturaleza pluriétnica y multicultural
de la nación colombiana, da un espacio
específico a las comunidades indígenas
(aproximadamente 2% de la población)
y, por primera vez, a las comunidades
negras (10 a 12 % de la población)30 .
25
Aunque existen desde hace mucho tiempo
pequeños partidos satélites, El Partido
Revolucionario Institucional funciona como
partido único hasta comienzo de los años 80.
26
Para un estudio del clientelismo en Colombia,
ver Francisco Leal Buitrago, y Andrés Davila
Ladrón de Guevara, Clientelismo, el sistema
político y su expresión regional, Tercer
Mundo Editores, Bogotá, 1994, 382 p.
27
Daniel Pécaut, “Présent, passé, futur de la
violence”, pp15-63 in Christian Gros, et JeanMichel Blanquer (coord.), La Colombie á
l'aube du troisiéme millénaire, CREDALIHEAL, Paris, 1996. Eduardo Pizarro,
“Colombia: ¿hacia una salida democrática a la
crisis nacional?”, pp. 203-236, en M. E.
Cárdenas (coord.), Modernidad y sociedad
política en Colombia, FESCOL-Ediciones
Foro Nacional por Colombia -IEPRI, Bogotá,
1993, 316 p. Pedro Santana, “Modernidad y
democracia”, pp. 237-316 en M. E. Cárdenas
(coord.), Modernidad y sociedad política en
Colombia, FESCOL-Ediciones Foro Nacional
por Colombia-IEPRI, Bogotá, 1993, 316 p.
28
C. Gros, op. cit., 1997.
29
Alberto Valencia, Violencia en Colombia,
años ochenta, y reforma constitucional,
Editorial Universidad del Valle, Cali, 1998, 125p.
30
No existe ningún dato fiable en cuanto a la
repartición de la población nacional por grupo
13
ESTUDIOS
POLÍTICAS AGRARIAS…
Esos nuevos principios llevan al Estado
a confirmar o ampliar las tierras de
resguardos indígenas hasta cubrir un
cuarto del territorio nacional, y a
instituir un nuevo derecho territorial en
beneficio de ciertas comunidades
negras bajo la forma de títulos de
propiedad colectivos.
tica acumulada que se traduce en un
real capital político movilizable, como
se evidenció en el momento de la
Asamblea Constituyente.
Hay otras razones que empujan al
gobierno a sostener tesis radicalmente
etnicistas con el riesgo de contravenir
las reglas neoliberales que él mismo se
ha fijado. En efecto, con estas tomas de
posición,
invierte
en
campos
internacionalmente fértiles y altamente
simbólicos: el reconocimiento de los
derechos de las minorías, y la búsqueda
de medidas que llevan a un desarrollo
sostenible 31 . Muy criticado a nivel
internacional
por
los
atentados
flagrantes de ciertos cuerpos del Estado
(Ejército y Policía) a los derechos
humanos,
incluido
el
Derecho
internacional Humanitario, y por su
presumida conexión con los medios
ligados al tráfico de droga, el gobierno
colombiano se rejuvenece en un campo
distinto pero también fundamental en
la correlación de fuerzas internacionales. Las grandes agencias y los
prestamistas internacionales, incluido
el Banco Mundial, son ahora sensibles
a las cuestiones étnicas y sostienen los
proyectos de desarrollo orientados en
ese sentido (por ejemplo con el
Proyecto Biopacífico para el Litoral
Pacífico, financiamiento PNUD- GEF,
1994-1997).
¿Por qué tales concesiones, que vienen
a sustraer una gran proporción de suelo
nacional a las leyes del intercambio
mercantil, en el momento mismo en
que el gobierno, a través de su
organismo especializado -el INCORAy con el apoyo de las agencias
internacionales,
implementa
una
política que apunta a generalizar el
mercado de tierras como principal
mecanismo regulador de la repartición
de tierras en medio rural?
Las luchas y movilizaciones indígenas
que se han intensificado desde los años
setenta tienen mucho que ver con esto.
En 20 años, ellas se han desarrollado
tanto dentro como en los márgenes de
los
canales
tradicio nales
de
negociación, incursionando en nuevos
campos (solidaridad internacional,
participación electoral con candidatos
autónomos),
incluyendo
espacios
ilegales (la guerrilla). Lograron ejercer
una fuerte presión sobre el gobierno y
obtuvieron respuestas significativas en
el plano político, econó mico y
territorial. Los indios aparecen ahora
como
una
fuerza
organizada,
ciertamente con numerosos conflictos
internos y múltiples ambigüedades
políticas, pero también con una prác-
Finalmente, y éste no es el menor de
los argumentos, el reconocimiento de
las autonomías territoriales de las
comunidades indígenas y negras se
asimila a una descentralización, en la
cual el Estado delega en las nuevas
autoridades locales la gestión de problemas extremadamente delicados
como es la presencia de plantaciones
de coca o de amapola, de la guerrilla, de
racial o étnico. Los documentos académicos y
oficiales
(DANE)
siempre
manejan
informaciones dudosas y muy generales (por
ejemplo para el Pacífico, 90% de negros, 5% de
indígenas y 5% de blancos, o 90% -2%-8%), ya
que a la fecha, los censos no contemplaban esta
dimensión. El registro del carácter étnico de la
población, introducido por primera vez en el
censo de 1993, fracasó rotundamente con un
sub-registro generalizado.
31
Conceptos sistemáticamente aliados y a veces
confundidos en los discursos oficiales y militantes, como lo resume bien la expresión de
“etnicidad ecologista” (B. Albert, op.cit., 1997).
14
ESTUDIOS
POLÍTICAS AGRARIAS…
los grupos paramilitares, y de desplazamientos masivos de población
huyendo de las exacciones de unos y
otros. Las tierras de las comunidades
indígenas y negras se sitúan en efecto,
en su mayoría, en las periferias geográficas del país - las tierras bajas del
Oriente y del Pacífico, las selvas y
montañas de las cordilleras-, en las
cuales, a veces desde hace décadas, han
trabajado estos actores, ilegales pero
imprescindibles, que el gobierno
colombiano -y la sociedad civil- es
incapaz de controlar.
mestizaje (con los indios o los blancos,
minoritarios) es todavía bastante
restringido.
De hecho, la ley no cubre la totalidad
de las poblaciones negras de Colombia
y las restricciones son considerables:
no implican sino las “comunidades
negras rurales ribereñas del Pacífico”.
Son excluidas las pobla ciones urbanas,
aquellas del interior del país, y
aquellas de la Costa Atlántica, que
históricamente
son
las
más
desarrolladas y las más integradas a la
sociedad nacional.
Cinco años después de la promulgación
de la Ley 70 que abría la vía a la
reorganización territorial de las regiones
pobladas
por
poblaciones
afrocolombianas del Pacífico, es interesante analizar cómo se han posicionado y redefinido los protagonistas
implicados por este proceso, ya sea en
las nuevas prácticas políticas o en las
representaciones colectivas asociadas a
éstas.
UNA
INVENCIÓN
MEDIDAS
Son aproximadamente 900.000 los
habitantes del Litoral Pacífico32 , entre
ellos unos 540.000 que viven fuera de
las zonas urbanas y responden a los
criterios de la ley 70. Aquellos podrán
así tener acceso a títulos de propiedad,
pero a diferencia de los títulos legales
clásicos, individuales, éstos serán emitidos colectivamente a nombre de
Consejos Comunitarios creados para la
ocasión y cuyas modalidades de
elección y de funcionamiento no están
claramente reglamentadas. La ley
estipula solamente que serán representativos de las poblaciones, y
responsables de garantizar el respeto
de reglamentos internos elaborados
por cada uno de ellos según sus sistemas de derecho propio (concerniendo
SOBRE
El caso de las poblaciones negras del
Pacífico y de los títulos colectivos de
propiedad
La Ley 70 de 1993 reconoce el derecho
al territorio de poblaciones ne gras
instaladas desde hace siglos en la parte
occidental del país, en tierras que han
tenido el estatuto de “tierras de la
Nación” y en lo esencial no legalizadas
bajo la figura de propiedad. Estas
poblaciones son descendientes de
esclavos cimarrones refugiados en esas
selvas tropicales aisladas, de esclavos
emancipados en 1851 y de individuos
libres mucho antes de la ley de
manumisión. En la segunda mitad del
siglo XIX, grandes migracio nes los han
conducido a esas tierras bajas, en ese
momento poco pobladas y donde el
32
Población correspondiente, según el censo del
DANE de 1993, a los municipios del Pacífico
concernidos por la ley 70. Como en numerosos
países de América Latina, los censos recientes
son cuestionados por las autoridades locales
quienes los denuncian como muy subestimados.
A título de ejemplo, la ciudad de Tumaco
cuenta con 60.000 habitantes según el censo de
1993, pero sobrepasa ampliamente las 100.000
según las autoridades locales. El departamento
del Chocó cuenta con 340.000 habitantes en
1993 (censo DANE), mientras que un
documento del mismo DANE anunciaba
520.000 habitantes en 1990, etc. Por otra parte,
ningún texto oficial se aventura a cifrar las
poblaciones susceptibles de acogerse a la ley 70
para reclamar territorios.
15
ESTUDIOS
POLÍTICAS AGRARIAS…
el reparto y uso de las tierras, pero
también los conflictos interétnicos, las
relaciones con las autoridades, la
resolución de conflictos internos...).
no aptos para la agricultura-, según
modalidades que dependen de una parte,
de la naturaleza misma de los terrenos,
de otra parte de los objetivos de la explotación. Así, las selvas son más o
menos libres de acceso para la caza, la
recolección, y aun la extracción en tanto
que se trata de actividades de
subsistencia, pero son rápidamente
apropiadas individualmente cuando la
presión sobre los recursos se acrecienta,
al mismo tiempo que su valor mercantil.
Tradicionalmente el acceso a la tierra no
ha causado mayor problema para los
recién llegados (por migración o
crecimiento demográfico) debido a la
gran disponibilidad de tierras, pero éste
ya no es el caso. Hoy son numerosas las
poblaciones, los poblados y los ríos
donde todo el espacio está marcado y
apropiado individualmente, donde no
existen ya tierras libres ni de uso
colectivo”.
Las ambigüedades y malentendidos
del proceso no son pocos, ya sea en el
momento de la redacción de la ley33 o
cuando se pone en marcha su aplicación. Citemos solamente algunos
que tienen que ver directamente con el
tema que nos ocupa.
La nueva legislación es directamente
inspirada del modelo indígena de
organización social y territorial. Ella
supone, sin jamás hacerlo de manera
explícita, la preexistencia de estructuras comunitarias que sería suficiente
con “reconocer”, reactivar y legitimar
frente a los demás actores. La idea
misma de territorio colectivo es presentada como una “práctica ancestral”
y tradicional de manejo del espacio.
Los Consejos Comunitarios aparecen
como una instancia igualmente “ancestral" de las “comunidades negras”,
mientras que ni lo uno -el territorio
colectivo- ni lo otro -el Consejo
Comunitario- es unánime ni sistemáticamente aceptado en el Pacífico.
En cuanto a la gestión colectiva de las
tierras y de los recursos, que podría
existir más allá de la apropiación
individual de los lotes o colinos, no es
más que una invención, en general bien
intencionada, de los legisladores y de
sus múltiples asesores. La ausencia
efectiva, aunque parcial, de títulos de
propiedad individuales lega lizados 34 ha
sido asimilada por muchos a la
existencia de normas colectivas de uso,
con el razonamiento de que “si no es de
nadie, es de todos”. De la noción de
“colectivo”
se
dedujo
la
de
“comunitario”, y la deriva implicó
lógicamente la existencia de instancias
sociales más o menos formalizadas,
encargadas de hacer respetar estas
Ciertamente la historia del pobla miento
y ocupación del espacio, en estas
regiones desconocidas desde hace
mucho tiempo por el poder central y
donde no se ejercieron las normas
occidentales del derecho de propiedad,
ha dado nacimiento a modalidades
específicas de apropiación territorial. En
el Pacífico la apropiación individual de
ciertas tierras - los colinos o parcelas de
producción, en general sobre las vegas
de los ríos- se combina con un uso
colectivo de ciertos espacios -los
montes o “centros” selváticos, poco o
34
En algunas regiones del Pacífico, el
INCORA ha llevado en los años sesenta
campañas de titula rización individual de
tierras, sobre todo aquellas explotadas con
cultivos comerciales (coco, arroz). En algunos
ríos de Nariño, se llega hoy a un 30 ó 40% (en
número de lotes cultivados, no en superficie ni
número de agricultores) cubierto por títulos de
propiedad individual legalizados.
33
Peter Wade, “Identités noires, identités
indiennes en Colombie”, pp. 125-140, Cahiers
des Amériques Latines N° 17, IHEAL, Paris,
1994.
16
ESTUDIOS
POLÍTICAS AGRARIAS…
normas “comunitarias”: los Consejos
Comunitarios hacían naturalmente su
aparición en el discurso. Sin embargo
un trabajo de investigación actual en las
zonas rurales de Nariño parece debilitar
estos múltiples supuestos, y desarrolla
más bien la interpretación adelantada
desde los años sesenta por Whitten,
quien insistía sobre los mecanismos
diádicos e interpersonales en la regulación del acceso y el uso de los
recursos - materiales y políticos-, y la
resolución de conflictos en general35 . En
estas sociedades rurales, caracterizadas
por un tejido socio- familiar muy denso,
las relaciones de parentesco, de
proximidad y de afinidad son a la vez
suficientemente flexibles y coercitivas
para generar comportamientos de
convivencia sin tener que recurrir a
alguna instancia formal de regulación.
poco más lejos, uno podría inclusive
hablar de un proceso donde el Estado
procede a la institucionalización, en el
sentido fuerte, de las “comunidades
negras”. Esto no equivale a negar la
existencia y la importancia de
estructuras sociales propias de las
poblaciones negras, sobre todo las
organizaciones culturales y políticas
preexistentes a la ley 70 (Cimarrón) y
ciertas otras formadas después, pero no
se puede olvidar el rol prominente del
Estado en el proceso de construcción de
estos nuevos dis positivos políticos y
sociales. Esta participación activa del
Estado tiene por lo demás múltiples
consecuencias en el funcionamiento de
las nuevas instituciones, empezando por
mantenerlas con una débil autonomía
financiera, léase política.
Otros aspectos de la ley son susceptibles de análisis similares. Así,
numerosos artículos hacen referencia a
las prácticas tradicionales como
aquellas utilizadas por las poblacio nes
“para garantizar la conservación de la
vida y el desarrollo sostenible” (capítulo
I, artículo 2 de la ley 70); la propiedad
colectiva debe ser recono cida en la
medida en que ella se ejerza “de
conformidad con la función social y
ecológica que le es inherente” (capítulo
IV, artículo 19). Los beneficiarios
Pero los consejos comunitarios tie nen
múltiples ventajas, y al momento de
redacción de la ley el concepto le
convenía a todo el mundo: a los legisladores que necesitaban tener interlocutores susceptibles de aplicar la ley,
a los asesores -entre ellos la iglesia
católica- que tenían la experiencia de las
comunidades indígenas y estaban
familiarizados con esta noción, y también a ciertos líderes afrocolombianos
que veían en esta nueva instancia el
único espacio posible de protagonismo
y de negociación, al mismo tiempo que
de promoción política. Más que de
reconocimiento, se trata verdaderamente
de
la
creación/construc ción
de
instancias comunitarias 36 . Yendo un
continuarán
conservando,
manteniendo y favoreciendo la
regeneración de la vege tación
protectora de las aguas y garantizando mediante un uso adecuado
la persistencia de ecosistemas
especialmente frágiles, como los
manglares
y
humedales,
y
protegiendo y conservando las
especies de fauna y flora silvestre
amenazadas o en peligro de
extinción (capítulo IV, artículo 21).
35
Norman Whitten, Pioneros negros: la cultura
afro-latinoamericana del Ecuador y Colombia,
Centro Cultural Afro-ecuatoriano, Quito, 1992.
36
El mismo proceso de importación del modelo
“indígena andino” sobre realidades bien
distintas parece haber tenido lugar en el Perú
con las comunidades indígenas de la Amazonía,
cf. M. I. Remy, en Van Cott, D.L., Indigenous
peoples and democracy in Latin America.
Houndmills,
Basingstoke,
MacMillan,
Hampshire and London, 1994, citado por
Willem Assies, Multi-ethnicity, the state and the
law in Latin America. Working paper, CEDLA,
Amsterdam, 1997.
17
ESTUDIOS
POLÍTICAS AGRARIAS…
Las comunidades negras se ven así
investidas de cualidades específicas:
guardianes del medio ambiente “desde
siempre”, ellas deberían comprometerse
a continuar desarrollando sus prácticas
ecológicas en su territorio. Cualquiera
que haya trabajado en el Pacífico
conoce la historia de la explotación
esencialmente extractiva y predadora de
esas comunidades, bajo la presión de
agentes econó micos exteriores que
compran y comercializan, desde hace
más de un siglo, los recursos naturales
del litoral (caucho, tagua, madera...). En
estas condiciones, la referencia reiterada
a las prácticas ecológicas y al desarrollo
sostenible remite a un discurso retórico,
indispensable para insertar las nuevas
disposiciones legislativas dentro de un
discurso internacional legitimador, lo
que a su vez es condición necesaria para
conseguir fondos de la comunidad
internacional. Luego de la reciente
entrega de títulos de propiedad colectiva
en el Chocó, el gobernador recordaba
que, con ese gesto,
rol de los ancianos y de la familia
matrifocal como “características” de las
poblaciones negras, cuando no existe
unanimidad, ni entre académicos ni
entre la misma población, sobre estos
aspectos de la vida en el Pacífico; la alta
valorización de lo comunitario y lo
colectivo no coincide siempre con las
prácticas individualistas y, en una cierta
medida, libertaria 38 de las poblaciones,
etc.
Y sin embargo, a pesar de estas
ambigüedades, existe desde las organizaciones de base y los habitantes “del
común” un real proceso de apropia ción
del discurso, y aun de ciertas prácticas
hasta
entonces
desconocidas
o
desaparecidas pero ahora reivindicadas
como “ancestrales”. En pocos años,
desde la nueva Constitución de 1991, la
promulgación de la ley 70 en 1993, y
sobre todo desde la promulgación, en
1995, del decreto que reglamenta la
titulación colectiva, la movilización
social se ha amplificado en los
municipios y ríos del Pacífico. En el
departamento meridional de Nariño,
más de veinte organizaciones étnicoterritoriales han visto la luz del día, y
desembocan poco a poco sobre la
constitución de un mismo número de
Consejos Comunitarios encargados de
llevar a cabo la titulación colectiva de
“territorios de comunidades negras”,
que deberían cubrir en el futuro la
las
comunidades
toman
el
compromiso histórico de asegurar la
durabilidad de la conservación del
medio ambiente, al mismo tiempo
que la comunidad internacional se
compromete a aportar los recur sos
económicos necesarios al desarrollo
equitativo de las comunidades 37 .
Profesión de fe ecológica y financiamiento internacional son ahora inseparables.
38
Las sociedades del Pacífico fueron a menudo
catalogadas de “anárquicas” por numerosos
observadores
incluidos
algunos
contemporáneos. Una revuelta en Tumaco, en
1781, con amplia participación de negros, se
hizo a nombre de “viva el amancebamiento”
reprimido por la Iglesia de la época; las crónicas
de viajeros y de sacerdotes anotan el “descuido
moral” de estas poblaciones que no siguen los
cánones familiares y matrimoniales de
Occidente; en 1967 todavía, el estudio ya
mencionado (Banco Ganadero) insiste sobre la
extrema libertad de la que gozan esas
poblaciones de cara a sus “obligaciones” cívicas
y productivas.
Uno podría retomar así los textos
legislativos y desmontar, punto por
punto, el proceso de verdadera invención de la tradición en varios aspectos.
A nivel cultural y social se reivindica la
“ancestralidad”
de
poblaciones
instaladas en sus tierras en su mayo ría
por poco más de un siglo; se resalta el
37
El Espectador, 12 de febrero de 1998.
18
ESTUDIOS
POLÍTICAS AGRARIAS…
mayor parte de las zonas rurales ocupadas por población negra.
finales de los años ochenta (algunos
con antecedentes en los años sesenta,
como Cimarrón), pero que a menudo
no tienen la capacidad de hacer frente
a estas múltiples oportunidades -y
obligaciones legales- de participación.
Se da entonces un proceso “lógico” de
acaparamiento de funciones por algunos, los más capacitados, aquellos que
disponen de más capital cultural y
político. A título de ejemplo, el Palenque Regional de Nariño (uno de los
cuatro departamentos del Pacífico)
cuenta con una decena de militantes
permanentes 40 , de los cuales tres o
cuatro solamente ejercen las funciones
de representación en las instancias
institucionales ya citadas.
Los
interlocutores potenciales son finalmente poco numerosos en esas regiones donde la tasa de escolaridad continúa siendo extremadamente baja, los
empleos calificados escasos y donde
los que pudieron seguir ciclos de
educación superior no consiguen
empleo y migran a las capitales regionales, lejos de las zonas rurales ribereñas del Pacífico concernidas por la
ley 70.
En el plano político, las poblaciones
negras del Pacífico, hace 20 años
todavía “invisibles”39 sobre la escena
nacional, hacen su entrada con fuerza en
el
dispositivo
institucional
gubernamental, lo que no pasa sin ciertas
fricciones y crujir de dientes. La ley y
los decretos reglamentarios que se
elaboran poco a poco abren en efecto
espacios reservados a las comunidades
negras, en múltiples campos: el de la
propiedad territorial (Decreto 1745),
pero también la educación superior con
la creación de un instituto de
investigaciones
especializadas
(el
Instituto F. Neuman), la educación de
base
con
los
programas
de
etnoeducación (Decreto 2249), la
representación en el seno de los organismos de desarrollo (Decreto 2314),
la participación en los programas de
investigación desarrollados sobre o en
el Pacífico (Decreto 2374), y más
globalmente en la negociación con el
gobierno, creando una Comisión
Consultiva de Alto Nivel (departamental y nacional) concebida como un
“espacio
de
interlocución
entre
instancias territoriales y nacionales”
(Decreto 1371).
La concentración de la información en
círculos restringidos de dirigentes
locales provoca un efecto de aislamiento político, agravado por el fenómeno de segmentación de las élites
políticas y sociales regionales. En efecto, todo el nuevo dispositivo se
desarrolla al margen o más bien en
paralelo -destinado a no encontrarse o a
no coincidir jamás- con las institucio nes
sociales y políticas tradicionales que
son las administraciones locales, las
Este nuevo espacio institucional es
copado inmediatamente por los
dirigentes de las organizaciones de las
comunidades negras que emergieron a
39
La noción de invisibilidad de poblaciones
negras a los ojos de los gobernantes y más allá
de las sociedades nacionales ha sido
desarrollada en Colombia por Friedemann
(Friedemann Nina S. de, “Estudios de negros en
la antropología colombiana” en Arocha, J. y N.
de Friedemann (eds), Un siglo de investigación
social: antropología en Colombia, Etno,
Bogotá, 1984). Pero es ampliamente utilizada en
contextos similares por otros países de América
Latina (México, cf. Martínez Montiel, Luz
María (coord.), Presencia africana en México,
México, CNCA, 1997, 573 p. En Argentina,
Grosso J. L., op. cit., 1997).
40
Los “militantes permanentes” son aquellos
que disponen de tiempo y recursos para
dedicarse de lleno a la organización, pero los
miembros de Palenque, definidos por su
adhesión a las grandes líneas de movilización
política, o más concretamente al proceso de
titulación colectiva -los campesinos de los ríos
conformados en consejos comunitarios- son
mucho más numerosos.
19
ESTUDIOS
POLÍTICAS AGRARIAS…
instancias descentralizadas de diversos
ministerios, los sindicatos preexistentes,
y sobre todo los partidos políticos. Estas
antiguas estructuras son en efecto
acusadas por los militantes de traicionar
la causa étnica, de jamás haberla
sostenido ni tomado en cuenta. Después
de la promulgación de la ley y de la
movilización que le siguió, los
militantes tradicionales fue ron poco a
poco marginados de las redes que se
iban conformando, bajo el pretexto de
su colusión con los intereses de “los
blancos” y “los dominantes". Los que
quedaron como líderes del “nuevo
movimiento social” fueron unos
dirigentes jóvenes, escolarizados y
urbanos en su mayoría, sin pasado
político en el sentido tradicional del
término pero en general con experiencia
en trabajo comunitario. Reunidos desde
1993 en el Proceso de Comunidades
Negras (PCN), pretendieron hasta hace
poco tiempo, y hasta la actualidad para
algunos, representar la única expresión
legítima
del
movimiento
de
reivindicación étnico-territorial negra y
monopolizar
así
los
espacios
institucionales abiertos por la nueva
legislación.
nuevo espacio político es cada vez
menos protegido. No hay más que ver
los resultados de las recientes
elecciones
municipales
(octubre
1997), o de las elecciones para la
designa ción del Congreso (marzo de
1998), para convencerse de la débil
presencia del Proceso de Comunidades
Negras, ya sea en las regiones del
litoral o en las grandes ciudades con
fuerte población negra. Si bien es
cierto que cada vez más candidatos
integran las reivindicaciones étnicas
en sus discur sos, ellos lo hacen desde
las estructuras tradicionales de
decisión y poder, en uno de los dos
partidos políticos históricos o en el
seno de pequeños movimientos
coyunturales, recientemente creados
pero afiliados a uno de ellos. Por otra
parte, varios militantes de la etnicidad
decepcionados se tornan hacia los
partidos tradicionales para escapar al
aislamiento mencio nado más arriba.
La separación entre las esferas de la
política tradicional - los partidos,
sindicatos y administraciones- y
aquellas de la etnicidad, estimuladas
por el Estado y asumidas por los
nuevos líderes negros, ya no es
pertinente para muchos militantes y
hombres políticos que no pueden sino
constatar la eficacia persistente de las
redes clientelistas tradicionales.
En un momento dado hubo confluencia
de intereses entre el Estado en búsqueda
de interlocutores creados a la medida
por la ley 70, y una élite local naciente
que encontraba al fin un campo de
expresión y de reconocimiento social y
político. El Estado guardaba una certera
ventaja al conservar protagonistas
“cautivos” y dependientes -sobre todo
del financia miento-, alejados de los
canales tradicionales de negociación
política, mientras los militantes negros
podían así construir, en un espacio de
alguna manera protegido, sus propios
dispositivos políticos.
A nivel local los dispositivos políticos
construidos alrededor de la ley 70 son
igualmente frágiles. Las organizaciones étnico-territoriales de base,
aquellas que se han constituido entre
agricultores y habitantes rurales confrontados a problemas cotidianos de
subdesarrollado crónico, están cada
vez menos inclinadas a participar en
los juegos de poder de sus dirigentes
regionales. Además, a medida que se
consolidan y maduran, aspiran a
hablar por ellas mismas, sin pasar por
el canal de la organización regional,
y menos nacional. Disensiones
Pero las cosas van rápido y el proceso
de construcción es amenazado por
todas partes. A nivel nacional, el
20
ESTUDIOS
POLÍTICAS AGRARIAS…
comienzan a hacerse visibles, y se
anuncian recomposiciones institucionales en el movimiento de comunidades negras, en casi todos los departamentos del Pacífico.
aportar
contribuciones
nada
despreciables de entidades internacionales encargadas del desarrollo.
Como se ha visto en el caso de Colombia, esas contribuciones no son estrictamente financieras sino que se insertan en juegos de poder y relaciones
de subordinación a nivel internacional.
El reconocimiento político internacional tiene un precio que los Estados asumen en campos que pueden
variar -México ha tomado el camino
de la ortodoxia neoliberal mientras
Colombia se hace campeona de los
derechos de las minorías- pero implican siempre el tomar en cuenta las
ideologías dominantes -procesos de
globalización- a la vez que las presiones, los. actores y las historias
específicas de cada país.
La emergencia de identidades negras
en Colombia a dur as penas se está
consolidando. Luego del momento de
euforia y de movilización de la
primera mitad de los años noventa, se
ven ahora los vaivenes y el aislamiento progresivo de una parte del
movimiento portavoz del reconocimiento étnico y de las reivindicaciones territoriales del “pueblo negro”.
CONCLUSIÓN
En este fin de siglo, la renovación del
debate alrededor del tema de los derechos de las minorías podría augurar un
avance hacia más democracia, luego
de los fracasos de los modelos y
experiencias de inspiración liberal o
marxista de las últimas décadas. Pero
es urgente ir más allá del discurso
moral y emancipador para descubrir y
explicitar los malentendidos y contradicciones que surgen en los procesos concretos de aplicación de las
nuevas políticas, antes de que se
transformen en espacios de conflicto y
de violencia.
En este marco, ¿los actores locales no
serían sino marionetas manipuladas,
disponiendo de márgenes de maniobra
excesivamente reducidas frente a
efectos estructurales internacionales?
Tal razonamiento sería reductor, ya
que los actores locales, de los cuales
no hay que olvidar su diversidad para
no caer en un maniqueísmo elemental,
participan ellos mismos de esta
mundialización y se benefician de ella.
En muchos países, los indígenas han
construido gran parte de su potencial
de negociación sobre la base de su
inserción en redes internacionales de
difusión de la información y de acceso
a organismos mundiales de desarrollo.
En México, la insurrección zapatista
ha seguido otra vía, pero ha podido
hacerse escuchar - muy relativamente
como se ha visto sólo por la audiencia
internacional que ha sabido captar.
Los movimientos locales adquieren
cierta fuerza a partir del momento en
que intervienen sobre la escena
internacional, cuando adoptan un
lenguaje que es comprendido, y que
La noción de territorio, y de derecho
al territorio está en el corazón de las
nuevas legislaciones emitidas por
numerosos países. Pero dicha noción
está desde ya estrechamente asociada
a aquellas de la ecología y del desarrollo sostenible, que devienen en recursos directamente monetizables en
la escena internacional. Así el territorio es reconocido en la medida en que
le son atribuidas cualidades a menudo
inventadas para la causa (“territorio
ancestral utilizado según las prácticas
tradicionales que contribuyen al
desarrollo sostenible"), susceptible de
21
ESTUDIOS
POLÍTICAS AGRARIAS…
seduce a los que toman las. decisiones
(el CRIC en Colombia, Marcos en
México). Entre más débiles y locales
sean, más necesidad tienen de la
audiencia interna cional, y deben para
ello aceptar ciertas reglas tácitas como
aquella que consiste en presentarse
como los guardianes del medio
ambiente y los herederos de la
sabiduría ancestral. Haciendo esto,
ellos construyen un discurso que puede
ser reapropiado y rehabilitado por las
poblaciones, y que les confiere una
identidad “aceptable" en el plano
nacional e interna cional. Sin embargo
uno no podría ver solamente
manipulación o utilización táctica y
estratégica de discursos exógenos. El
proceso puede desembocar en una
verdadera construcción de identidad, a
veces contradictoria y ambigua, y
sometida, como lo han sido muchas
otras antes, a los efectos de la
globalización41 .
neoliberal...) difunde nuevos valores de
los que se prenden ciertos Estados y
ciertas poblaciones para hacer valer sus
derechos, dispuestos para ello a ajustar
sus propios perfiles de identidad. Este
proceso
de
ajuste
impone
desafiliaciones y afiliaciones de
identidad, que son a veces sentidas
como rupturas y desestabilizaciones (el
caso de los campesinos en México),
pero a veces también asumidas y
reivindicadas como propias por los
líderes locales y aun por la población
de base (ciertas “comunidades negras”
de Colombia). El nivel global a su vez,
es
alimentado
por
estas
reconstrucciones locales de identidad,
y las necesita para reactua lizar
continuamente sus discursos y sus
prácticas. No olvidemos que la
principal preocupación de numerosos
organismos de asistencia y desarrollo,
públicos o privados, es encontrar
interlocutores que respondan a condiciones mínimas de legitimidad con el
fin de distribuir su financiamiento.
Estas agencias están, por lo tanto,
constantemente atentas a la expresión
de “nuevos actores” susceptibles de
entrar en su red clientelista, y se
muestran dispuestas a modificar o
reorientar sus posturas para incluirlos
en sus programas. Ni resultado de la
imposición de discursos forjados en el
exterior, ni expresión genuina de las
poblaciones minoritarias, los nuevos
procesos identitarios son muy dependientes de los primeros, sin prescindir
de los últimos. El margen de maniobra
de que disponen y la orientación que
toman depende en gran medida de la
actuación de los líderes, en contextos
localizados en el tiempo, el espacio y
en relaciones de fuerza determinadas.
Ahí es donde los procesos se ven
envueltos
en
dimensiones
eminentemente
personales
- las
características de algunos individuos
comprometidos- y en lógicas sociales y
políticas que los rebasan.
De una manera general en América
Latina, los movimientos negros no han
adoptado todavía el viraje estratégico
de protagonismo internacional y
debutan apenas su avanzada política en
el escenario nacional. Por otro lado, no
están exentos de los problemas clásicos
comunes a la mayor parte de los
movimientos sociales emergentes:
clientelismo,
faccionalis mo,
corrupción, nepotismo. Pero a pesar de
estas limitaciones ellos han obtenido
mucho, gracias a la conjunción de
intereses con el Estado frente al cual se
encuentran políticamente en deuda.
La estrecha relación que liga los
actores locales al contexto internacional, y las dependencias mutuas que de
allí surgen, nos obligan a buscar otras
vías diferentes a las interpretaciones en
términos de simple oposición localglobal. La mundialización de ideas
(ecologismo, ideologismo democrático
41
Jean-François Bayart, L'illusion identitaire,
Fayard, Paris, 1996, 306 p.
22
ESTUDIOS
POLÍTICAS AGRARIAS…
Por otra parte, la confusión de
prácticamente todos los interesados
entre identidad y territorio es en sí
misma fuente de violencia potencial.
Como lo indica Badie a propósito de los
separatismos en el Estado-Nación
europeo,
ternacionales. Queda por esperar si
sabrán manejar las modalidades concretas de construcción y de gestión.
el pasaje de la identidad al territorio
aparece de manera extremadamente
ambigua. En el plano de la
enunciación, es imprescindible: en
un mundo gobernado por el principio
de territorialidad, el discurso de
identidad no podría privarse de tal
realización, a riesgo de marginarse,
de perder su audiencia, es decir, su
credibilidad. Pero sobre el plano
práctico, no cesa de rozar la aporía 42 :
porque las identidades son volátiles,
porque no disponen prácticamente
jamás de proyección geográfica que
encuadre con su historia, porque son
abusadas por una combinación sutil
de manipulaciones estratégicas que
no duran en sí mismas más que un
tiempo, porque exaltan separatismos
de circunstancia 43 .
La historia antigua como la reciente
nos muestra bien a qué punto las
categorías de identidad son efectivamente cambiantes, “volátiles” y dependientes tanto de interacciones entre los
Estados, los actores regionales y
locales, como de las instancias internacionales insertas en contextos políticos y económicos globalizadores.
Querer creer o fijar territorios sobre
bases de identidad es un riesgo que
aparentemente numerosos países de
América Latina están dispuestos a
tomar, de acuerdo con los grupos de
presión local y de las instancias in42
Aporía: dificultad de orden racional que
parece no tener salida.
43
Bertrand Badie, La fin des territoires.
Essai sur le désordre international et sur
l’utilité sociale du respect, Fayard, Paris, 27,
1995, p. 107-108.
23
DEMOCRACIA
DEBERÍAN LEER EN CUB A A BOURDIEU?
D EBERÍAN LEER EN CUBA
A BOURDIEU?
SOCIALISMO,
ESTRUCTURA
SOCIAL Y CAPITAL SOCIAL
En lo político, el país estaba dominado
por una burguesía sometida a los
monopolios de EE.UU.; no orientada
hacia lo nacional y poco interesada en
fomentar un desarrollo propio. Además,
ambas fuerzas se apoyaban a fines de los
años 50 en una dictadura en extremo
represiva y corrupta. Por otra parte, se
había formado una clase obrera con
poder movilizador y de organización
considerable;
un
semiproletariado
agrario vinculado a la producción
azucarera; un número alto de campesinos
sin tierras y un amplio diapasón de
clases medias. Lo común a ellas era la
lucha contra el desempleo masivo y la
exclusión social.
Estas son, en síntesis, las condiciones
que fueron barridas por la Revolución
Cubana en 1959. Pronto el “Goliat del
norte” se mostró hostil y agresivo frente
al proceso revolucionario inicia do en el
país. Éste en sus comienzos no se
consideró socialista sino, más bien,
democrático, nacionalista radical. El
conflicto terminó a principios de los años
60 con el fracaso de una intervención
militar y la implantación de un bloqueo
económico total por parte de los Estados
Unidos.
HANS - JÜRGEN BURCHARDT*
Algunos sectores del gobierno de los
Estados Unidos y el exilio cubano lamentan irritados que Cuba haya sobrevivido hace casi ya un decenio al
derrumbe del socialismo en Europa del
este. La sociología, por el contrario, ha
prestado poca atención a las circunstancias especiales que concurren en la
Isla del Trópico; ésta ofrece una oportunidad única para estud iar el cambio
social bajo las condiciones de una dramática transformación económica.
Por ello consideramos particularmente
interesante explorar las razones por las
cuales la Cuba socialista no siguió el
camino de sistemas análogos; si existe
en la Isla, y por qué, un potencial
específico que explique su sorprendente
estabilidad. Tal vez se deriven de éstas
perspectivas de desarrollo para Cuba
que sean significativas no sólo para el
país sino, en general, para la sociología.
Viejas y nuevas presiones
Salida, estancamiento y derrumbe
Esto radicalizó aún más la dinámica
política en la Isla y constituyó un valladar que obstruyó casi todas las otras
alternativas viables. Se abrió así el
camino hacia la conformación de un
modelo de desarrollo económicopolítico-social similar al soviético.
La Cuba de los años cincuenta se
ajustaba el patrón de un capitalismo
subdesarrollado y dependiente. Su estructura económica se adaptó casi totalmente a las necesidades del “hermano
grande”, EE.UU. Cuba suministraba
materias primas baratas y productos
semielaborados al mercado norteño e
importaba de ese país más de la mitad
de las manufacturas y víveres consumidos en la Isla. El principal sector
económico, la industria azucarera y los
servicios
fundamentales,
también
estaban en manos de empresas norteamericanas44
La Unión Soviética (URSS) recibió con
los brazos abiertos el “primer socialismo
en suelo americano” y lo apoyó
mediante
relaciones
comerciales
ventajosas. Si al principio este llamado
“intercambio justo” más bien contribuía
a compensar las pérdidas econó micas
causadas por el bloqueo de los EE.UU.,
44
H o r s t F a b i a n , Der Kubanische
Entwick1ungsweg. Ein Beitrag zum Konzept
autozentrierter
1981.
24
Entwicklung,
Opladen,
DEMOCRACIA
DEBERÍAN LEER EN CUB A A BOURDIEU?
desde inicios de los años 70 y hasta
finales de los 80 se transformó en un
medio de subvención completo para la
Isla. Sobre esa base tuvo lugar en Cuba
un cambio social y económico profundo.
población creció de forma equilibrada y
la esperanza de vida se elevó a 75 años,
diez años por encima del promedio en
Latinoamérica. Alrededor del 30% de la
població n era laboralmente activa, de
ella el 40% eran mujeres. Fenómenos
como la desnutrición, el desempleo y la
pobreza
masiva
desaparecieron
totalmente. La Isla se vio a sí misma no
sólo como “cocodrilo” capaz de
defenderse frente a las acometidas
norteamericanas sino también como el
país más equilibrado en lo social y
pacífico de la región.
Así, la estructura social heterogénea se
eliminó y renovó más rápido que en
otras experiencias socialistas 45 ; el motor
impulsor fue una nacionalización económica total (comercio / industria / finanzas / servicios / 100%, agricultura
70%). Después, se originó un impulso
hacia la construcción de un modelo de
desarrollo socialista que tomaría mucho
de los rasgos y características del
soviético, sobre todo, al darse la integración de Cuba al mercado mundial
socialista. Los resultados de esta política
fueron discordantes.
Pero al asimilar muchos de los elementos del modelo soviético, Cuba
tomó también considerables porciones
de sus deficiencias. En el transcurso de
los años 80 el desarrollo cubano perdió
empuje. La estructura social se hizo
cada vez más estática. La mayoría de las
veces la dinámica social sólo existió
dentro de grandes grupos aisla dos, lo
que para muchos grupos sociales
significó un agotamiento de las
posibilidades reales de avance socioeconómico 47 .
Por una parte, entre 1976 y 1985 la Isla
logró un crecimiento económico
sostenido. Además se realizaron programas sociales ejemplares y se mantuvo
una política salarial nivelada (la relación
entre los mayores y menores salarios en
el año de 1989 era de 4,5 a 1). Todo esto
producía
grandes
efectos
homogeneizantes. Mientras que en 1953
el sector más pobre de la socie dad
cubana constituía el 40% y obtenía el
6,5% de los ingresos totales de la población, en 1986 recibía el 26%. En 1953
el sector más rico era el 10% y percibía
el 39%; mientras que en 1986 obtenía
aproximadamente el 20%46 .
Como consecuencia, el reconocimiento
social y la movilidad ascendente
estuvieron ligados casi exclusivamente
a
profesiones
administrativas
y
altamente calificadas, así como las
actividades productivas perdieron su
antiguo prestigio.
Esto se reflejó en la creciente discordancia entre las exigencias económicas
y la estructura de empleo del país.
Ejemplo de ello es el alto grado de urbanización alcanzado, a pesar de que se
creó una base económica agraria que, en
el sector de la agricultura, condujo a una
estructura
de
producción
extremadamente costosa y dependiente
Los datos y hechos ocurridos hasta el
año 1989 demuestran que en Cuba
pudieron eliminarse las características
estructurales principales del subdesarrollo, especialmente en el plano social.
Las disparidades sociales y geográficas
cedieron a una igualdad marcada; la
45
CIPS, Objetivos sociales y condicionales del
desarrollo económico, La Habana, 1990.
46
Claes Brundenius/ Andrew Zimbalist, The
Cuubn Economy, Measurement and Analysis of
Socialist Performance, Baltimore, 1989.
47
Mayra Espina, “Transformaciones recientes de
la estructura socioclasista cubana”, en: Papers,
No. 52, pp. 83-99, 1997a. No se pudo tampoco
eliminar el excesivo burocratismo de la sociedad.
25
DEMOCRACIA
DEBERÍAN LEER EN CUB A A BOURDIEU?
de importaciones. Otro caso de significación lo constituye el nivel de calificación deformado de las especialidades de
nivel superior. Entre 1980 y 1989 casi
la mitad de todos los estudiantes
universitarios se graduaron como médicos o maestros en detrimento de otras
ramas técnico-profesionales 48 .
permaneció en la división socialista del
trabajo. De esta forma se cimentó el
papel de Cuba como exportador de
materias primas. Hasta 1989 la URSS
cubría con importaciones de azúcar
cubano más de la mitad de su demanda
interna, lo que convertía a Cuba en el
segundo mayor exportador de azúcar
del mundo.
La dinámica económica también
empezó a debilitarse peligrosamente. El
crecimiento cuantitativo del producto
interno bruto estuvo acompañado por
una caída en la eficiencia de la producción cada vez mayor49 . Esto se evidenció principalmente en aquellas obras
de inversión cuya construcción en 1975
tardaba medio año y en 1985 casi ocho
años. Toda la Isla conoce la anécdota de
la fábrica procesadora de níquel que
espera su terminación desde hace más
de veinte años. Otro ejemplo es la
eficienc ia en el consumo energético que
alcanza el “socialismo tropical”. A
finales de los años 80 el consumo per
cápita de energía en Cuba situaba a la
Isla en el cuarto lugar de América
Latina. En números relativos, Cuba
consumía per cápita el doble de energía
que los EE.UU. y casi el triple que
Francia 50 .
Las favorables condiciones comerciales adquiridas con la adhesión al
CÁME (Pacto Económico de los Países
Socialistas) hicieron que la nueva dependencia creada respecto a los “países
hermanos” fuera más cómoda para
Cuba. Pero ellos no sólo nutrían la Isla
sino que también repercutían directamente en la “cultura de gobernar” del
sistema, o sea, en el grado de autonomía e interdependencia entre los agentes Estado-empresa- mercado-sociedad.
Para su crecimiento extensivo el modelo de desarrollo seguido por Cuba
necesitaba grandes cantidades de recursos, cuyas dimensiones gigantes legitimaban un control centralizado de la
economía. Así mismo, de la planificación centralizada de la economía
creció una actitud opuesta a la innovación de las empresas, que frenaba el
aumento de la productividad y perjudicaba la eficiencia de la producción
interna.
Estas “formas de producción extensivas", típicas del socialismo y los gastos cada vez mayores, tuvieron un carácter particularmente trágico para Cuba
pues, por ejemplo, mientras la URSS
satisfizo hasta los años 80 sus
crecientes necesidades de recursos con
el suministro de inmensas cantidades
de materias primas, la Isla nunca pudo
recurrir a semejantes reservas. Por este
motivo el recurso principal de Cuba
Entre tanto la función material del
comercio exterior y la de la administración centralizada como base política
del sistema, afianzaron las debilidades
del mercado interno. La dinamización
económica, el crecimiento cualitativo y
la diversificación de las estructuras
productivas fueron excluidos por la
propia lógica del sistema 51 .
48
CEE, Anuario Estadístico de Cuba 1989, La
Habana, 1991.
49
Julio Carranza/ Luis Urdaneta/ Pedro
Monreal, Cuba - La reestructuración de la
economía - una propuesta para el debate, La
Habana, 1995.
50
Miguel Figueras, Aspectos estructurales de la
economía cubana, La Habana, 1994.
Con la creciente importancia del
comercio exterior aumentó también la
de su administrador, el Estado centrali51
Hans-Jürgen Burchardt, Kuba - Der lange
Abschied von einem Mythos, Stuttgart, 1996.
26
DEMOCRACIA
DEBERÍAN LEER EN CUB A A BOURDIEU?
zado. La afluencia de recursos externos
(equipos, maquinarias, fábricas, materias primas, etc.,) fortalecía la función
del Estado, por lo que éste no dependía
esencialmente de la captación de los
excedentes internos, así que su autonomía social creció.
más aguda de su historia. Le quedaba
como legado una economía desproporcionada e ineficiente incapaz de
sobrevivir sin los volúmenes inmensos
de importaciones, y que además se había
especializado en la exportación de
algunas pocas materias primas como el
azúcar y el níquel, así como divorciado
prácticamente del mercado mundial.
Todos estos elementos repercutieron de
forma negativa en la comprensión
democrática del sistema. Así la amenaza abierta de los EE.UU. y del exilio
han influido en que hasta hoy se pulverice en Cuba toda oposición interna
en un campo de tensión entre la represión estatal y la agresión norteamericana. De esta forma se consolidó un
Estado autoritario, incluso autocrático,
con un único “órgano de poder en el
cual un número reducido de personas
toma las decisiones políticas y económicas”52 , pero que a pesar de la insuficiencia de fuentes generadoras de
democracia pudo legitimar sus éxitos
como soberano nacional y agente de
desarrollo.
El derrumbe abrupto del comercio
exterior puede verse entonces como un
primer elemento estructural exóge no del
cambio. A esto se suma que la
supervivencia del “socialismo tropical”
hoy está más agudamente afectada por el
bloqueo de los EE.UU. Quizás sea éste
el último conflicto institucionalizado que
sobrevivió a la Guerra Fría, pues a pesar
de la distensión mundial, los EE.UU. han
dejado avanzar su confrontación con
Cuba. La aprobación de la ley HelmsBurton en 1996 recrudeció el bloqueo,
además de imprimirle un carácter
extraterritorial que llevó incluso al
surgimiento de contradicciones EE.UU.Parlamento Europeo y con la propia
Organización Mundial del Comercio.
En resumen, hay que destacar dos
elementos estructurales endógenos del
“socialismo tropical” que se condicionan recíprocamente y que se evidencian aún hoy. Desde el punto de vista
político, una forma de gobierno centralizado que lo controla todo, y desde
el punto de vista económico, el predominio de formas de producción extensivas e ineficientes.
Los obstáculos en el comercio exterior
cubano, que se incrementaron de forma
exorbitante a partir de 1990, son una de
las más evidentes consecuencias del
recrudecimiento de la hostilidad y
bloqueo a Cuba. Vale destacar de pasada
que esto le frustra al régimen cubano una
perspectiva de desarrollo posiblemente
interesante. Cuando en 1995 el
presidente de los EE.UU., Clinton,
afirmó prever una América unida “desde
Alaska hasta la Tierra del Fuego”, Cuba
quedó excluida.
Cuando a principios de los años 90 se
cortó la afluencia de la subvención de
la hermana ayuda socialista, Cuba perdió
el 75% de su comercio exterior y con
ello su sustento económico. El antiguo
garante del desarrollo cubano - la
fundamental
relación
económica
soviética- resultó a la postre cabeza de
Jano y la Revolución cayó en la crisis
Pero la estratégica posición geográfica
de la Isla como “llave del Golfo" cercana al área económica norteamericana y vinculada culturalmente a la
región iberoamericana- podría ganar en
importancia para la integración de
América.
52
Karin Stahl, “Politische Organisation und
Partizipation im nachrevolutionären Kuba”, en:
Rode (eds.): Kuba. Die isolierte Revolution?,
Bad Honnef 1993, pp. 73-100, p. 85, 86.
27
DEMOCRACIA
DEBERÍAN LEER EN CUB A A BOURDIEU?
Por otra parte, los efectos del blo queo en
la política interna de Cuba se discuten
desde puntos de vista más bien
contrarios. Unos creen que la agresión de
los EE.UU. estabiliza el sis tema político
de Cuba apoyándolo sobre un
nacionalismo generalizado. Para otros
existe el convencimiento de que
justamente la presión norteamericana
impide una apertura amplia y, además,
exacerba un conservadurismo estructural
enemigo de reformas: “No puede
esperarse una distensión en la política
interna de una sociedad some tida a
tensiones extremas”53 . Entonces, si se
analizan desde estos puntos de vista los
efectos concretos de la política
norteamericana hacia Cuba, hay que
considerar el bloqueo norteamericano
como un segundo elemento estructural
exógeno del cambio.
ticas se rechazan de forma vehemente.
Por el contrario, desde 1992 se intenta
rehacer sectores específicos del desaparecido comercio exterior y producir
divisas con la menor cantidad de concesiones posibles e impulsar la recaudación de divisas. Con este objetivo se
seleccionaron segmentos aislados de la
economía que fueron “reparados” por
medio de la introducción de mecanis mos
de mercado, legalización de la propiedad
privada para inversionistas extranjeros,
creación de zonas francas y otras formas
de asociación como empresas mixtas,
etc., orientadas al mercado mundial. Los
sectores económicos más importantes
selecciona dos para introducir los
cambios son la biotecno logía, la
extracción de níquel, prospección y
extracción de minería, petróleo, y el
turismo. Frente a estas alternativas se
encuentran áreas productivas que
incluyen
sectores
manufactureros,
agropecuarios y el azúcar, que
prácticamente no reciben capital externo
y se deterioran lentamente. Hasta 1998
no se ha logrado hallar solución
sostenida de la crisis. La muestra más
clara de ello es la producción de azúcar,
cuyos niveles productivos cayeron
sensiblemente y, tras una leve
recuperación en 1996, se encuentra
nuevamente en un rápido descenso.
Transformaciones en
lugar de cambio o
crisis sin fin
La revista mexicana Proceso publicó recientemente un artículo titulado “A pesar
del optimismo oficial se mantie ne la
crisis económica”. En este título se
acentúa de manera precisa el dilema
perenne del “socialismo tropical”. Aunque la retórica oficial sugiere lo contrario, en los últimos cuatro años el
Gobierno no ha logrado consolidar la superación de la crisis de la economía en la
Isla.
Estas prioridades dadas a los productos
destinados al mercado mundial y el
retraso en la aplicación de políticas más
agresivas e innovadoras para estimular el
mercado interno realmente se diferencian
muy poco por sus resultados de las
estrategias del neoliberalismo, tan
criticadas en Cuba.
La dirigencia cubana respondió a la
crisis en el comercio exterior con una
“transformación a medias”54 que sólo se
concentra en la economía. Mayores reformas en las esferas económico-polí-
La vía especial cubana se ha caracterizado mucho menos por una política
económica alternativa coherente e
integral que por el mantenimiento de las
llamadas “conquistas sociales”, de los
programas de protección sociales
altamente priorizados y que aún
funcionan de forma aceptable si se tienen
53
Frank Niess, “Die drei Blockaden Kubas”, en:
Blatter fur deutsche und international e
Politik, No. 8,1992, pp. 954 -966, p. 965.
54
Günther Maihold, “Mit dem Kapitalismus den
Sozialismus Retten? Zur Reichwite der
Reformbestrebungen in Kuva”, en: Aus Politik
und Zeitgeschichte, Bd. 48-49 1996, pp. 30-37.
28
DEMOCRACIA
DEBERÍAN LEER EN CUB A A BOURDIEU?
en cuenta los patrones de las naciones
más favorecidas del “Tercer Mundo”.
tiempo; y el Estado absorbió el nuevo
ingreso de divisas en moneda fuerte.
En mi opinión los cambios habidos en el
ámbito del modelo cubano pue den
dividirse en dos etapas. La primera etapa
de la reforma se caracterizó por una
estrategia de selección para ampliar
cuantitativamente el sistema. O sea,
algunos sectores capaces de incrementar
las exportaciones fueron escogidos para
adaptarlos a parámetros económicos
mundiales, pretendiendo que se erigieran
en enclaves eficientes sin unirlos al resto
de la economía. Esto desembocó en una
heterogeneización económico-productiva
que a menudo se describe como “economía dual”55 . Mientras la producción
de azúcar retrocedió de forma continua,
ya que este sector fue excluido de las
reestructuraciones. Las consecuentes
pérdidas de ingresos provocaron
finalmente una crisis de liquidez. Esto
hizo que en el verano de 1993 Cuba
estuviera ad portas del colapso
económico.
Esto abrió una nueva válvula de
captación de divisas para el Estado y
allanó el camino hacia una segunda etapa
en el proceso de reformas, la cual
empezó a finales de 1993 y se caracterizó, junto a una orientación forzada
hacia la exportación, por una redefinida
política monetaria y trans formaciones
estructurales macroeconómicas en el
área económica interna. Entre ellas
figuraron cambios radicales en el
entorno agrario y una liberalización
puntual de la producción privada e
introducción de mercados. Sin embargo,
este cambio estructural en la base
productiva no se acompañó de
transformaciones necesarias en el nivel
macro; la segunda etapa puede describirse como cualitativa pero aún no como
un proceso integral y consistente. Este
tampoco parece ser el camino para
consolidar el remonte de la crisis en la
economía. La Isla se encuentra
actualmente, desde nuestro punto de
vista, en lo que pudiéramos calificar de
un estado de “estancamiento estable”.
El gobierno accionó el freno de
emergencia legalizando el empleo del
dólar norteamericano como segunda
moneda, y con ello permitió la tenencia
privada de divisas. Desde entonces
muchos de los casi dos millones de
cubanos y sus descendientes que viven
en el extranjero envían dinero a sus
parientes en la Isla. El dinero inyectado
por este medio hizo que proliferara todo
un sistema de cadenas de tiendas
estatales que operan en divisas.
Segmentos de la población pudieron
satisfacer por esta vía parte importante
de sus deseos de consumo, de los que
estuvieron privados durante mucho
Pero mientras tanto, Cuba puede mostrar
coberturas
de
servicios
socia les
aceptables y un desarrollo econó mico
alentador. En los últimos cuatro años la
economía doméstica creció en un 14%
aproximadamente 56 , por eso el arquitecto
de las reformas, Carlos Lage, ha
reiterado últimamente la afirmación de
que “la recuperación económica es una
tendencia irreversible”57 . El Ministro de
Economía cubano habló incluso de un
“verdadero milagro”.
Sin embargo la población se adue ñó de
esta frase y en tono jocoso bromeaba
55
Knut Henkel, “Kuba zwischen markt und
Plan. Die Transformation zur “dualen
Wirtschaft” seit 1985, Hamburg 1996. HansJürgen
Burchardt, “Kubas Weg ins neue
Jahrtausend:
Entwicklungs-order
Auslaufmodell?”,
en:
Journal
Fúr
Entwicklungspolitik, No. 2, pp. 149-168, 1997.
56
BNC, Banco Nacional de Cuba, Informe
económico 1996, La Habana, 1997.
57
Carlos Lage, “La Eficiencia debe
transformarse en modo de actuar, controlar y
exigir”, en Granma, 10 oct. 1997.
29
DEMOCRACIA
DEBERÍAN LEER EN CUB A A BOURDIEU?
diciendo que “el Papa visitaba la Isla
para ver cómo se puede vivir del
milagro”. Con su ironía característica, el
“hombre del trópico” señala que hasta
ahora el auge económico apenas le ha
tocado. Con su escepticismo intuitivo
también desconfía, con razón, de los
pronósticos eufóricos.
yuntural del “socialismo tropical” es el
resultado del mercado mundial capitalista y del exilio cubano. La debilidad
estratégica de esta estabilización puede
repararse, pero los problemas más
elementales de Cuba son aún irresolubles, pues la economía continúa padeciendo de una eficiencia menguante.
Por otra parte, las tasas de crecimiento
actuales tienen que aceptarse con sentido
relativo pues se refieren a un producto
interno bruto que disminuyó en más de
un 40%. Dicho con otras palabras,
incluso si Cuba logra mantener su actual
ritmo de crecimiento, el país sólo
alcanzaría en el año 2005 el nivel de
producción de 1989. En términos más
dramáticos, con la dinámica de
desarrollo actual, la población sólo
arribaría dentro de siete años a un
estándar de vida igual al de hace quince
años atrás.
En los últimos diez años el consumo
energético en la Isla creció en un cuarto
aproximadamente 59 . El dilema de Cuba
puede comprenderse ahora en todas sus
dimensiones. Con una capacidad de
importación “solamente” estable, el
rendimiento económico dis minuiría de
forma continua, con ligeras mejoras
podría estabilizarse el nivel mínimo
actual, y sólo un crecimiento colosal
podría conducir a un desarrollo
sustentable. Por ello, el necesario
destape de las futuras reformas no debe
concentrarse en volver a expandir sólo
el comercio exterior, sino también en
incrementar la productividad en el
mercado interno.
Así mismo, el auge vive de préstamos.
Algunos expertos estiman que la deuda
cubana en divisas asciende a 13 mil
millones de dólares. Cuba presenta el
endeudamiento per cápita más alto de
Latinoamérica. Se afirma además que el
pasado año el déficit en el comercio
exterior se aproximó a los 2 mil millones
de dólares, contando con que la mitad
de todas las importacio nes fue
financ iada a través de créditos a corto
plazo. Este valor representa el peor
resultado desde el comienzo de la crisis
y empuja a Cuba al borde de una nueva
crisis de liquidez y tensiona aún más el
balance de divisas.
En Cuba este problema se discute
públicamente. Al mismo tiempo aún
está por superarse la ruptura entre la
intocabilidad del ordenamiento político
y las propuestas de reformas, concentrándose éstas últimas principalmente
en el plano puramente económico. En
verdad esta contradicción no ha tenido
mayores consecuencias pero políticamente no ha podido resolverse. De
hecho, en los últimos tres años el
avance en el proceso de reformas ha
permanecido inmóvil. Los espacios
libres para transformaciones puramente
económicas parecen haberse ago tado.
Resulta paradójico que hoy en día la
mayor fuente de divisas de la Isla no sea
ni el azúcar ni el turismo sino las
transferencias privadas de dólares desde
el extranjero, estimadas por fuentes
independientes en más de 800 millones
de dólares58 . Así la recuperación co-
Las informaciones provenientes de
fuentes gubernamentales hasta princi59
Bohemia, A cuenta gotas, No. 19, pp. 20-23,
1995. José Luis Rodríguez, “Informe sobre los
resultados económicos de 1997 y el plan
económico y social para 1998”, en:
Trabajadores 15.12.1997.
58
CEPAL, La economía cubana. Reformas
estructurales y desempeño en los noventa.
México, 1997.
30
DEMOCRACIA
DEBERÍAN LEER EN CUB A A BOURDIEU?
pios de 1998 señalan que hasta hoy no
aparece en la agenda cubana una
estrategia de reformas integrales y
consistentes. El desarrollo sucesivo de
los cambios realizados más bien indica
que la mayoría de las reformas aplicadas son el resultado de reflexiones
tácticas y pragmáticas que, además, se
desenvuelven en el campo de las tensiones entre el conservadurismo estructural y las presiones de ajuste.
que intentan vender barato mercancías
manufacturadas; por allá jubilados para
aumentar su miserable pensión venden
pacientemente, uno por uno, al precio del
mercado -recaudador de ingresos
mediante precios ele vados- los cigarros
que les asigna el Estado. A veces,
también puede verse al mendigo que no
ofrece otra cosa que una oración a San
Lázaro, el patrón protector de los pobres.
A quien el santo no le ayuda le queda
como última salida hurgar en la basura
por una baratija o algo de comer, una estrategia de supervivencia que ha vuelto a
la capital de Cuba y que puede
encontrarse, sobre todo, en las cercanías
de los mercados agropecuarios, los
cuales atraen a clientes con mejores
niveles de ingresos y ofrecen todas las
delicias del Caribe. Quienes tienen
dinero en Cuba no padecen, y las
multitudes aglomeradas en los mercados
libres, en las tiendas por divisas y en las
cadenas cubanas de comida rápida,
recuerdan que los años de crisis ya
terminaron para una parte de la
población. Los tímidos números de los
economistas cubanos confirman la
impresión de que los montos de los
ingresos en la Isla se diferencian entre sí
cada vez más y de manera ostensible. En
los últimos años se han cons tatado
reagrupaciones importantes de ingresos.
Mientras las cuentas de aho rro pequeñas
disminuyeron en un 50%, el volumen
monetario de los más ricos casi se
duplicó. A finales de 1996 cinco sextos
de todo el dinero depositado en Cuba se
encontraban en sólo 620.000 cuentas
privadas 60 . Si hacemos una comparación,
estas cuentas de ahorro son tres veces
más altas que las inversiones estatales
del año 1997. Se parte, además, de que
la mayor parte del dinero en efectivo está
En ocasiones los mismos cubanos
describen estas maniobras como “desahogamiento", lo cual significa intentar
salvarse cuando el agua llega al cuello,
sin querer aprender a nadar de forma
sistemática. Lo que hasta ahora parece
posible, en el futuro se hará más difícil,
ya que mientras la econo mía continúa
moviéndose intermitentemente, las
repercusiones sociales de las reformas
generan una dinámica que pudiera
convertirse en una bomba de tiempo, o
en el caso de la Cuba, que no sabe
nadar, en un peso que la hunda. Pues en
el país avanza tambaleándose la
economía, mientras las desigualdades
sociales también se extienden y
conducen a la diferencia ción social de
manera ostensible.
Cambio y rompimientos:
nuevas fuentes de desigualdad social
en Cuba
Las nuevas contradicciones han tomado
múltiples formas sobre todo en la
capital cubana. La Habana, antes la
perla del Caribe, parece hoy una metrópolis sumida en la agonía; sin embargo, realmente vuelve a palpitar en el
Caribe. Pero el movimiento agitado
obedece hoy a otras leyes muy diferentes de las de hace diez años. Cada
vez más son expresión de una creciente
desigualdad social.
60
Alejandro Beruff, “Las finanzas internas en
Cuba”, en: La economía cubana en 1996:
resultados, problemas y perspectivas, Informe
anual del CEEC, La Habana, pp. 10-24, 1997.
Esta se observa mayormente en la
capital: por allí comerciantes flotantes
31
DEMOCRACIA
DEBERÍAN LEER EN CUB A A BOURDIEU?
necesidades básicas 63 . Debido a que la
austera política estatal ha disminuido
considerablemente el salario real de las
amplias masas, sólo pueden conseguirse
ingresos adicionales fundamentalmente a
través de actividades mercantiles del
sector informal de los trabajadores por
cuenta propia. Al parecer, una parte
importante de la población cubana se
dedica a ocupacio nes que rozan
actividades ilegales. Los economistas
cubanos murmuran en los pasillos que
desde hace tiempo la mayor parte de las
actividades econó micas del país no son
absorbidas por el Estado sino por el
mercado negro. Padilla 64 estima que casi
el 40% de la población económicamente
activa, está involucrada en un trabajo de
este tipo.
también en manos de las familias más
ricas 61 .
Aquí debemos referirnos breve mente a
tres de las principales fuentes de esta
desigualdad social.
A principios de la crisis el Gobierno
continuaba asegurando abarcadoras
garantías de empleo, rígidas racionalizaciones en la canasta familiar y precios
de consumo estables; pero con la caída
de la producción también disminuían de
forma evidente la mayoría de los
ingresos y la oferta interna. Hasta 1992
la capacidad de consumo real se redujo a
un cuarto de los salarios no minales
promedio. La población tenía cada vez
más dinero en sus manos y no podía
gastarlo; el peso cubano comenzó a
circular por miles de millones. Esta
inflación retenida alimentó el mercado
negro.
Aquí se origina la primera fuente de
desigualdad social. Con la generalización del sector informal “cuentapropista”
y la existencia del ilegal, muchos
ingresos dejan de depender de criterios
sociales o del rendimiento específico.
Las transferencias monetarias estatales
se devalúan a través de la inflación, así
como los salarios pierden su antigua
función como homogeneizadores sociales. El estándar de vida, por el contrario, depende mucho más de redes,
actividades privilegiadas como el turismo, ilegales etc. Esto trae como consecuencia una estratificación clandestina y
asimétrica de los ingresos.
En 1993 alrededor del 60% de la
circulación de mercancías tuvo lugar a
través del mercado negro, y hasta 1994
la tasa de inflación abierta se incrementó
en cincuenta veces 62 . Aunque el
fortalecimiento de la moneda nacional y
la introducción de algunas opciones de
mercados de 1995, contuvieron las
repercusiones más excesivas del sector
ilegal, éste no perdió importancia. Así, el
aumento de los precios en 1996 trajo
como consecuencia que una familia
promedio cubana necesitara el doble de
sus ingresos regulares para satisfacer sus
La segunda fuente de desigualdad social
es resultado de la legalización del dólar
norteamericano como segunda moneda.
Aunque el Gobierno aún describe la
dolarización de la economía como una
introducción indeseada, lo cierto es que
61
Omar Pérez/ Hiram Marquetti, “La economía
cubana: actualidad y tendencias”, en: Economía
y desarrollo, No. 1, pp. 33-53, 1995.
62
Hans-Jürgen Burchardt, “La economía
sumergida: ¿De la ilegalidad al programa?”, en:
Kohut/Mertins (eds.): Cuba en 1995. Un
diálogo entre investigadores alemanes y
cubanos, Augsburg, pp. 13-19 1995. Alfredo
González, “La economía sumergida en Cuba”,
en: Cuba: Investigación Económica, en: Cuba:
Investigación Económica, INIE, No. 2, pp. 77101, 1995.
63
Viviana Togores, “Enfoque social del
desempeño de la economía cubana en 1996” ,
en: la economía cubana en 1996: resultados,
problemas y perspectivas, Informe anual del
CEEC, pp. 93-106, 1997.
64
Christina Padilla Dieste, Nuevas empresas y
empresarios en Cuba, México, 1997.
32
DEMOCRACIA
DEBERÍAN LEER EN CUB A A BOURDIEU?
(la tasa dólar/ peso fluctúa alrededor de
1:20) se eliminó la correlación entre la
calificación profesional y el estándar de
vida. De aquí se derivó que una fuerza
de trabajo bien instruida se trasladara a
profesiones con bajas exigencias, y las
calificaciones y especializaciones se
devaluaran
dramáticamente.
Esta
situación trae repercusiones traumáticas
en toda la pirámide social. Por otra parte
la fuerza de trabajo altamente calificada
que ha emigrado, por ejemplo, en el
éxodo de 1994, y la que en silencio
abandona el país actualmente sólo
constituye la punta del iceberg66 . La
broma del médico que se vuelve
megalómano y se hace pasar por
maletero, ya no hace reír a nadie en la
Isla, hace tiempo forma parte de la
realidad.
hoy aprovecha sin disimulo sus
posibilidades, y ha construido una
infraestructura para satisfacer consumos
en divisas que promete, a quienes poseen
dólares, desde el pana dero hasta el
electricista, satisfacer ampliamente sus
necesidades. En el sector del dólar se
concentran ganancias, posibilidades de
ingresos y preferencias de consumo. Esta
adquisición de la “moneda enemiga” por
los residentes en el país, conocida como
dolarización, abarca todas las esferas
socioeconómicas. El bienestar ya no se
basa en el trabajo o en criterios sociales
sino fundamentalmente en el acceso al
dólar.
Según datos oficiales, en 1997 la mitad
de los cubanos gozaban de ese
privilegio 65 , pero una parte mucho más
pequeña dispone de ingresos regulares
en divisas. A menudo la bendición del
dólar depende de contactos con
extranjeros y la consiguiente ampliación
de contactos entre los grupos familiares
internos y externos. Por ello, aquí vale
destacar la existencia de una selección
arbitraria que discrimina a dos grupos
particularmente leales al sistema. Por un
lado están los cua dros de la Revolución,
(miembros del Partido, militares,
aparato de seguridad), que por razones
políticas habían roto todo vínculo con
familiares y allegados radicados en el
extranjero. Y por otro, los grupos
provenientes de las clases bajas de las
capas negras. De estos segmentos sólo
emigró un número reducido, pues la
Revolución les posibilitaba mejores
condiciones de vida.
La tercera fuente de desigualdad social
tiene su origen en la aparición de
nuevos mercados y en la producción
privada. Estas estructuras se construyeron de forma inconsistente y lejos
de incentivar la producción son una
nueva forma de distribución que se
basa, por un lado, en una oferta muy
limitada, y por otro, en una fuerza
consumidora altamente concentrada.
Esta es la razón, en principio, de que en
Cuba no se generalicen los precios de
competencia, sino altos precios oligopólicos que favorecen la diferenciación social. Hoy en día, un jubilado
cubano tiene que sacrificar toda su
pensión mensual para poder comprar en
el mercado tres kilos de carne de cerdo.
Que el Gobierno está consciente de eso
es un hecho. Así lo demostró Fidel
Castro ya a finales de 1995 en un discurso en el que condena el enriquecimiento desmedido de algunos a costa de
Pero la ansiada “moneda del enemigo”
también puede obtenerse trabajando en
el sector divisas. La competitividad
cubana en el mercado mundial se limita
mayormente a trabajos que exigen poca
calificación.
Por
ello,
con
la
revalorización de los salarios en dólares
65
66
Milagros Martínez, e.o., Los balseros
cubanos, La Habana, 1996. Lourdes Urrutia,
“Aproximación a un análisis del proceso
migratorio cubano”, en Papers, pp. 49-56, 1997.
José Luis Rodríguez, op. Cit., 1997
33
DEMOCRACIA
DEBERÍAN LEER EN CUB A A BOURDIEU?
la mayoría 67 . La crítica iba dirigida a los
vendedores privados (cuentapropistascampesinos-artesanos, etc.), quienes
hasta el verano de 1997 tuvie ron que
soportar dos aumentos sus tanciales de
los impuestos, que ellos, a su vez,
trasladaron casi abiertamente a los
consumidores. El aumento de los
impuestos volvió a empujarlos a muchos a la ilegalidad o impulsó el proceso
de monopolización de la econo mía
privada, y dinamizó nuevame nte la
diferenciación social ya que, debido a la
poca elasticidad de la demanda en Cuba,
en el sector ilegal y en la peque ña
industria pueden obtenerse ingresos
superiores al promedio a pesar de los
altos precios.
mercado negro y de actitudes al margen
de la legalidad, de los favorecidos en la
crisis, el cual ha acumulado grandes
sumas de dinero en depósitos bancarios
y en sus casas. A estos se suman
importantes segmentos de los nuevos
productores por cuenta propia, los
campesinos privados con altos ingresos,
así como porciones de los empleados en
la “economía del dólar”. Todos ellos
reciben entradas muy superiores a los
promedios actuales. A finales de 1997
apenas un 7% de la población
laboralmente activa formaba parte del
sector privado. De igual modo, sacan
provecho
de
las
reformas
los
trabajadores bien remunerados de los
sectores que operan en divisas, que
representan alrededor del 2% de todos
los que ejercen una profesión u oficio. A
los favorecidos por los cambios
pertenecen, además, todos aquellos que
reciben dólares del extranjero cuyo
número, aunque no existen datos
oficiales, no parece despreciable.
Puede decirse en conclusión que los
ingresos y sus fuentes están teniendo un
fuerte papel en la aparición de las
desigualdades
sociales
- inter
e
intraclasista- que se manifiesta en el
fortalecimiento de fuentes vinculadas a
la propiedad privada, el debilitamiento
del salario en el sector estatal, la
aparición de nuevos grupos extremos
significativamente
distantes
enriquecidos y empobrecidos- y la
presencia de grupos con altos ingresos
no provenientes del trabajo 68 .
Estructura social versus socialismo
La Cuba actual se caracteriza por una
dinamización y fragmentación social
creciente. En principio se trata, sin
dudas, del mayor experimento sociológico masivo de los años noventa. A
través de un análisis empírico de los
ingresos pueden identificarse los nue vos
grupos surgidos a raíz de la crisis
económica y existencial creada. Entre
ellos figura el grupo rico, nacido del
Esta minoría se encuentra frente a la
gran masa de los quedados al margen de
las reformas. Por un lado, en éste último
grupo están los empleados con bajos
ingresos de los servicios públicos y de la
administración
estatal.
En 1997
representaban alrededor de un tercio de
la población laboralmente activa. A éstos
se añaden los trabajadores mal remunerados de las industrias y cooperativas en el campo, que constituyen
alrededor de la mitad de todos los trabajadores. El creciente número de desempleados está aún mucho más afectado por la pobreza; en 1997 era el 6%
de todos los que ejercían una profesión u
oficio. Sin dudas, la oscura cifra no
registrada es más alta. Economistas cubanos estiman que, sumada a la
subocupación, esta cifra sea del 30%
aproximadamente. Así mismo, otras
“personas en riesgo 69 ” son los jubilados
67
Fidel Castro: “Seguimos creyendo en los
enormes beneficios del socialismo”, en:
Granma, 30.12.1995.
68
Mayra Espina, “Cuba: El espacio para la
igualdad”, Ponencia presentada en el XX
Congreso de LASA en Guadalajara, México,
17-19 abril, 1997b, p. 13,14.
69
Ángela Ferriol, “¿Ya no somos iguales?”, en:
Juventud Rebelde, 28.12.1997.
34
DEMOCRACIA
DEBERÍAN LEER EN CUB A A BOURDIEU?
que cons tituyen alrededor del 10%, así
como intelectuales y estudiantes que
representan el 20% de toda la población.
condiciones precarias de vivienda. Aquí
se hallan posibles fuentes de una futura
estigmatización que pudiera desembocar
en un mayor desequilibrio étnico de la
pirámide social.
Al mismo tiempo, surge una marginalización que puede alcanzar signos
alarmantes, sobre todo en los límites de
las secuelas sociales heredadas de la
Cuba pre-revolucionaria. Aquí se trata de
importantes estratos de la población
negra que particularmente se ve afectada
por los avatares de la crisis (alrededor
del 40%). En realidad la Revolución
eliminó
la discriminación racial
institucionalizada de la antigua Cuba
pero sin lograr superar en su raíz sus
efectos mayores de interiorización.
También las proporciones que antes eran
relativamente equilibradas entre la ciudad
y el campo en Cuba ceden a disparidades
cada vez mayores. Desde 1990 la
migración hacia la capital creció de forma
vertiginosa y en 1995 alcanzó por
primera vez dimensiones que sobrepasan,
incluso, el flujo rural pre-revolucionario.
Las ciudades se vuelven cada vez más
atractivas para la población del campo
que viene, en primer lugar, para alcanzar
mejores condiciones de vida.
Los análisis más recientes fundamentan
que “los estereotipos y prejuicios
raciales están todavía presentes en la
sociedad cubana”70 , y éstos se reproducen invariablemente. Una muestra
palpable de esta discriminación subjetiva
es la escasa presencia de negros en la
“nomenclatura” y, por consiguiente en la
toma de decisiones políticas.
Una masa importante de los campesinos
de la Isla, independientemente de las
condiciones surgidas después de 1959,
comparte el destino de muchos de sus
análogos en el “Tercer Mundo”.
Mediante bajos precios estatales para sus
productos,
ellos
subvencionan
indirectamente el abastecimiento de víveres de la población urbana, sin poder
mejorar significativamente sus propios
estándares de vida. En las ciudades, por
el contrario, existen más campos de
actividad proporcionadores de ingresos,
sin olvidar que en una gran mayoría
abarcan trabajos ilegales. Datos del
Centro de Estudios Demo gráfico
CEDEM han registrado el potencial del
mercado negro de la Habana. Según
estas cifras, “entre 1989 y 1992, por
cada trabajador que ganó la ciudad,
ingresaron 29,9 personas inactivas,
predominando entre éstas los adultos de
edad laboral que no buscaban trabajo”72 .
A la vez, resulta poco comprensible que,
a pesar de la propia actividad priorizada
estatal, el sector agropecuario, incluso el
abastecimiento de alimentos, sea mejor
en las ciudades que en muchas zonas del
campo. Según recientes investigaciones
Igualmente, debido a sus escasos
contactos con familiares o residentes en
el extranjero -el número de emigrantes
negros hasta la fecha constituye menos
del 5% 71 - los segmentos poblacionales
negros están más dis tanciados de los
accesos a las divisas por la vía de la
emigración. La admisión de negocios
privados
también
los
excluye
indirectamente, pues ésta autoriza la
producció n dentro del radio del
domicilio privado. Esto exige una
vivienda con espacio libre disponible.
Una condición de la que disponen los
descendientes de las antiguas clases
medias y alta de blancos, pues la población negra vive mayormente en
70
Juan Antonio Alvarado, “Relaciones raciales
en Cuba. Notas de investigación”, en Temas,
No. 7, 1996, pp. 37-43, p.43.
71
Lourdes Urrutia, op. Cit, 1997, p. 49-56.
72
Julio García, “El precio de un espejismo”, en
Mensaje de Cuba, No. 37, 1997, p.8.
35
DEMOCRACIA
DEBERÍAN LEER EN CUB A A BOURDIEU?
la concentración en las ciudades de la
oferta de víveres en los mercados
agropecuarios es de un 80%; y el 50%
corresponde a la ciudad de la Habana 73 .
nivel, son los funcionarios, tecnó cratas
y empresarios de los sectores que
trabajan divisas. Hoffmann75 habla aquí
de “capitalismo de cuadros”. Tampoco
se debe descontar a los empresarios
privados que se consolidan dentro del
proceso de monopolización. Estos dos
grupos pudieran fundirse para constituir
el núcleo de una nueva burguesía, hasta
llegar a convertirse en una élite de
poder76 .
En fin, es constatable que las diferencias crecientes entre la ciudad y el
campo constituyen otro indicio de una
regresión social en Cuba. Además,
existen otros elementos que pueden
mencionarse al margen como es el aumento de la prostitución, la delincuencia menor, el incremento de la
mendicidad así como el aumento de la
corrupción y un regreso a las creencias
religiosas.
Habel77 cree que los elementos más
flexibles de la burocracia tradicional
han constituido una alianza con los
tecnócratas activos en el sector en divisas, la cual, como “bloque social”,
asegura actualmente la estabilidad económica y social de Cuba.
En otro plano, dentro de las fuerzas
divergentes que actúan rompiendo agua
entre los favorecidos y marginados por
las reformas no puede dejar de
mencionarse la “nomenclatura” política.
Aunque a los cuadros se les impide el
acceso directo a las divisas, ellos
intentan compensarlo a través de lo que
llamamos “estrategias de crisis”. Aquí
cuenta, sobre todo, la creciente
corrupción. Así mismo, el mercado
negro, que en gran medida descansa en
el robo y desvío de bienes estatales, es
poco comprensible que en la práctica no
involucre
la
participación
administrativa.
Sin querer negar, en principio, tales
conjeturas, pienso que en este análisis
se incurre en un doble error. Aquí parece que se sobrevalora la importancia
de los sectores que giran en la órbita de
las divisas. Y se subvalora la posible
resistencia de las estructuras políticas
internas. Por ejemplo no debe pasarse
por alto que la dinámica de selección en
el interior del Partido Comunista (PCC),
ha dificultado el surgimiento funcional
de grupos de intereses comunes
mediante el cons tante movimiento y
sustitución de los cuadros económicos.
Al mismo tiempo, los cuadros intentan
ampliar sus posiciones e influencias a
través de revalorizaciones funcionales,
lo cual constituye otra reacción de
crisis. Así, por ejemplo, el número de
dirigentes en Cuba entre 1988 y 1994
creció en casi un 20% 74 . Naturalmente
la “nomenclatura” también desempeña
un papel clave en la formación de las
nuevas estructuras políticas en la Isla.
También consideramos que es inconsistente intentar esbozar un nuevo
modelo estructural de clases en el ámbito
cubano sobre la base de los recién
surgidos fenómenos de desigualdad. En
los análisis esbozados se ignora que la
distribución de los ingresos no es un
criterio suficiente para comprender la
75
Bert Hoffmann, “Kuba im Dilemma des
Wahrungsdualismus”, en NORD-SUD aktuell,
3. Quartal, pp. 536-543, 1996ª.
76
Harold Dilla, “Cuba: La reforma económica,
la reestructuración social y la política”, en
Pensamiento propio, No. 2, pp.93-105, 1996.
77
Citado por Janette Habel, Kuba-Gesellschaft
im Übergang, Köln, 1997. P. 19.
Según diferentes valoraciones, los
grandes grupos más importantes de alto
73
ONE, Ventas en el mercado agropecuario,
mayo 1997.
74
Espina, op.cit., 1997b.
36
DEMOCRACIA
DEBERÍAN LEER EN CUB A A BOURDIEU?
estructura social. Resulta un he cho
comprobado que a menudo las
posibilidades de ingresos de los grupos
aislados en Cuba pueden solaparse. Por
ejemplo, un jubilado cubano, cuya
discreta pensión lo sitúa en las capas más
pobres, puede ascender al nivel de los
privilegiados
si
recibe
mesadas
mensuales en dólares provenientes del
extranjero. De igual forma, una cama rera
en un hotel que atiende turistas
internacionales tampoco tiene automáticamente acceso a la bendición de
dólares diariamente.
Anteriormente señalamos que en la Isla
se habían extrapolado muchas de las
estructuras elementales del “modelo de
desarrollo soviético”. Las deficiencias
inmanentes en aquel modelo que
condujeron a la URSS al derrumbe no
pueden trasladarse mecánicamente a la
experiencia cubana. Para poder fundamentar la estabilidad de Cuba nos parece
que se deben considerar otros elementos,
circunstancias y criterios. En mi opinión,
deben mencionarse al menos dos
aspectos.
Por una parte, la antigua unidad social en
la Isla aún es importante. Ésta,
consideramos que descansa en cinco
elementos: el principio de la igualdad
social, el abarcador abastecimiento
regulado que impide la marginalización aunque
tiene
aristas
nocivas
ampliamente debatidas- un modesto
bienestar material, la integridad del
Estado y la dirigencia histórica de la
revolución. Sin olvidar que el partido
aún goza de prestigio y arraigo popular.
Sin embargo, es evidente que algunos
elementos aislados de esta unidad se han
visto resquebrajados y muy mermados;
otros muestran lentamente sensibles
grietas.
Por otra parte, los “nuevos ricos” de
Cuba no tienen forma de invertir su
dinero productivamente. La acumulación
de capital sigue siendo un mono polio
estatal intocable. Tampoco tienen
espacios para ganar influencia política;
el Estado defiende tenazmente su
omnipotencia política y pone valladares
insalvables hasta el presente, a la
formación de nuevos grupos de intereses. A la vez las pretensiones autoritarias de hegemonía interna y externa del
PCC no sólo pueden verse como
elementos que bloquean las reformas
políticas, sino que, también se han
convertido en un importante factor de
integración del sistema.
Entre tanto, el Gobierno ha evitado el
deterioro social generalizado a pesar de
la crisis. Hasta 1998 se destinaba
anualmente alrededor del 30% del presupuesto estatal para los servicios sociales. Sin dudas, éstas constituyen las
partes soleadas del “socialismo tropical”.
A ello se suma un sistema de salud que
en mucho se corresponde con los
estándares de países de más desarrollo y
que,
como
muestran
índices
asistenciales, a pesar de la creciente
escasez de materiales no ha sufrido
deterioros sustanciales de eficiencia.
Igualmente, los sistemas de educación
general y superior han continuado garantizando el acceso gratis a todas sus
instituciones. Además, Cuba ha sido,
hasta hoy, el único país de Latinoamé-
Nacionalismo radical en lugar de
socialismo
Sería un análisis simple valorar grosso
modo la redistribución actual de los
ingresos en Cuba y concluir que se trata
de una “sociedad dividida en dos”. ¿Pero
cómo puede explicarse la estabilidad del
régimen cubano a pesar de la
polarización social que se intensifica
cualitativamente a través de la pérdida de
estándares materiales con efectos
colectivos nunca antes vistos? 0
preguntando de forma más concisa, ¿por
qué el “socialismo tropical” ha sobrevivido a la caída del muro de Berlín y
a una aguda crisis económica sostenida
por más de un lustro?
37
DEMOCRACIA
DEBERÍAN LEER EN CUB A A BOURDIEU?
individual y también colectiva”81 . Junto
a una “marginal economic position”, el
investigador
social
norteamericano
82
Wilson , menciona el “social isolation”
como una segunda característica de la
exclusión social.
rica que no ha conocido el trabajo de
niños ni el analfabetismo.
Otros elementos de las conquistas del
“socialismo caribeño” son el sistema de
pensiones, la protección social para los
desempleados, así como una activa
política de empleo reconocida en la
Constitución que descansa en el procurar
trabajo para todos los ciudadanos.
Si seguimos estas definiciones, en Cuba
no existe hasta ahora ni desigualdad
estructural, ni su forma materializada de
exclusión social. El acceso a la
dimensión del saber en la Isla aún se
distribuye de forma igualitaria y está
socializada sin límites marcados.
También impiden el aislamiento social la
educación obligatoria general, el sis tema
de salud, el mínimo de abastecimiento
estatal mantenido de forma regulada, y la
promoción cultural. Estas ventajas
sociales compensan aún la distribución
asimétrica de los ingresos, dificultan la
reproducción de la diferenciación social
o étnica en la estructura social y, junto
con la acción estatal, han impedido,
hasta ahora, que la desigualdad se
articule políticamente.
Estas medidas estabilizaron a corto plazo
la precaria situación del mercado del
trabajo y amortizaron los efectos de la
crisis. La isla también ha logrado
mantener aún estándares sociales altos
en otras esferas. Por ejemplo, en 1997
Cuba ocupó el lugar 23, lejos de países
como Japón (lugar 34) o Francia (lugar
40), en el índice GEM, realizado por la
PNUD78 , que mide las posibilidades de
participación de las mujeres. En el HPI
(Human Poverty Index), que mide la
pobreza de países en desarrollo, Cuba se
encuentra en el segundo puesto, por
delante de Chile (lugar 3) y México
(lugar 7) 79 . Es decir, la Isla es todavía
uno de los países subdesarrollados que
menos conoce la pobreza.
La diferenciación social en la Isla
todavía se articula de distinta manera.
Es cierto que se observa una mercantilización palpable de las relaciones
sociales, pero ésta no ha provocado que
desaparezca la solidaridad y aumente el
individualismo. Como conducta de
crisis se evidencia, por el contrario, una
concentración en grupos delimitados
que mantienen los principios de
solidaridad
interioridades
y
se
proyectan hacia el exterior mucho más
orientados hacia lo económico. Los
núcleos principales son la familia
“como enclave de la solidaridad tradicional" 83 , los vecinos más cercanos y
los colectivos de trabajo, sin olvidar que
El potencial de estabilización de la
unidad social que encontramos en Cuba,
aun cuando ahora aparece junto a
connotaciones de desigualdad, puede
encontrar punto de apoyo en la
sociología política de la desigualdad
social. Kreckel80 , uno de sus
representantes en la sociología alemana,
en su categorización teórico-práctica de
la desigualdad social, cree que la
“dimensión del saber”, nombrada así por
él, tiene igual rango y valor que la
distribución ma terial.
Kreckel entiende el saber y la rique za
como “recursos para la realización
81
Ibídem, p. 80.
William Julius Wilson, “Public Policy
Research and The Truly Disadvantages”, en
Jencks/Peterson
(Hrsg.):
The
Urban
Underclass, Washington, pp. 460-481, 1992.
83
Kreckel , op. Cit., 1992.
78
82
PNUD, Desarrollo Humano. Informe 1997,
México, 1997.
79
Ibídem.
80
Reinhard Kreckel, Politische Soziologie der
sozialen ungleichheit, Frankfurt, 1992.
38
DEMOCRACIA
DEBERÍAN LEER EN CUB A A BOURDIEU?
a menudo el trabajo se concibió en el
socialismo como campo de solidaridad.
Si
como
dice
Kreckel,
estas
“asociaciones selectivas” también constituyen a largo plazo un factor de desigualdad social, por el momento más
bien predominan sus positivos efectos
compensadores que han impedido, hasta
ahora, que la crisis económica repercuta
totalmente en la sociedad.
como “nacionalista radical” que como
“socialista ortodoxo”.
El mantenimiento de esta “unidad
nacional” representa el mayor apoyo
para la transformación y, al mismo
tiempo, su mayor inseguridad. Por lo
tanto, requiere de una observación más
precisa.
Detalles de la unidad: opiniones
sociológicas
El segundo factor de estabilidad de Cuba
es la voluntad general de mantener la
independencia nacional. La colonización
doble, por así decirlo, primero española
y después norteamericana, dejó huellas
profundas en la conciencia histórica de la
población de la Isla. Gracias a la
expulsión exitosa de la dictadura de
Batista y a la actitud inquebrantable
frente a la agresión de los EE.UU., la
Revolución es, por el contrario, el
símbolo de la autodeterminación. Hasta
ahora el gobierno encabezado por Fidel
Castro es el único que ha conseguido
integrar a su política esta conciencia
histórica colectiva; más que eso, ha sido
expresión y garantía de la existencia de
esta conciencia. Las elecciones para la
Asamblea Nacional en enero de 1998
demuestran que las ideas claves de la
propaganda para las elecciones no fueron
parábolas políticas sino los conceptos
“pueblo” y “patria” que culminan en dos
lemas: “nación” y “unidad”.
Volvemos a recurrir, por parecernos útil,
a la sociología política de la desigualdad
social. Comencemos por señalar que ésta
reconoce el comercio social como una
actividad produc tiva 84 . Según esto la
capacidad de reproducción colectiva no
sólo puede exp licarse mediante el capital
económico sino que hay que considerar
además formas de capital más justificadas; Bourdieu85 las denomina “incorporadas" y sitúa dentro de ellas el
capital cultural y el social. Con ello
Bourdieu evita una definición cosificada de su concepto de capital y entiende
al capital como una “tendencia de
supervivencia” formadora de estructuras, como “una fuerza interna de la
objetividad de las cosas” que “puede
producir tantas ganancias como reproducirse o crecer”86 . En adelante no
utilizaremos capital en el sentido marxista de “explotación del valor”, sino
según la interpretación de Bourdieu;
esto es, como identificación de un potencial reproductivo.
En principio, el “socialismo cubano”
mezcla la pronunciada pretensión social
del Estado, con una doctrina estatal
leninista. Esta mezcla se legitima con el
imperativo de defender la soberanía
nacional. Por consiguiente, “unidad
social” e “independencia nacional” pueden resumirse con el concepto general de
“unidad nacional”. Considero que éste es
el factor de estabilidad más importante y
tercer elemento estructural endógeno del
proceso de reformas. De aquí
concluimos que según el actual régimen
cubano debe entenderse mucho más
La categorización del capital social de
Bourdieu, descrito por él como “re84
Pierre Bourdieu, “Okonomisches Kapital,
Kulturelles Dapital, soziales Kapital”, en
Kreckel
(eds.),
Soziale
Ungleichheiten,
Gottingen, pp. 183-198, 1983. Coleman, James
S., “Social Capital in the Creation of Human
Capital”, en American Journal of Sociology 94,
Supplement, pp. 95-120, 1988. Kreckel, op.
Cit., 1992.
85
Bourdieu, op.cit., 1983.
86
Ibídem, p. 183
39
DEMOCRACIA
DEBERÍAN LEER EN CUB A A BOURDIEU?
cursos que descansan en la pertenencia
a un grupo", nos permite en el caso de
Cuba una operacionalización más
amplia del factor de estabilización
“unidad nacional”.
minadas formas de capital incorporadas. Por lo visto esto es exactamente lo
que sucede en Cuba. Sólo así ha podido
garantizarse hasta ahora la reproducción social a pesar de la crisis económica permanente de los últimos
años.
La homogeneización social, el crecimiento colectivo, el marcado carácter
social del sistema, su alto grado de organización, la posibilidad de excluir
geográficamente e individualizar toda
oposición o insatisfacción personal
(hasta la fecha alrededor del 10% de la
población ha abandonado la Isla), la
política autoritaria del Estado y la omnipresencia de su doctrina, así como la
difusión limitada de informaciones
asentada en el monopolio de la prensa
escrita, radial y televisiva y la ausencia
de un discurso pluralístico, favorecen
en Cuba el mantenimiento de una
identidad de grupo única a lo largo de
todo el territorio nacional.
El concepto de formas de capital incorporadas permite ir aún más lejos.
No sólo es valioso por señalar los efectos multiplicadores del concepto de capital humano, sino también por criticarlo y ampliarlo. Desde el punto de
vista sociológico de su desarrollo también es singularmente revelador.
Históricamente el capital social y el
cultural han nacido y se han desarrollado en espacios regionales. Por eso el
concepto de “formas de capital incorporadas" señala regiones delimitadas
geográficamente y por ende, a la nación como base central del desarrollo.
Sin ignorar, como expresara Bourdieu
tan acertadamente, “el hecho brutal de
la reducibilidad universal a la economía"88 , derivando de ello un enfoque
que para explicar el desarrollo social
no sólo reduce los conceptos econo mía
y nación a lo económico sino que los
funde. Vale agregar que el concepto de
Bourdieu está implícitamente en
contradicción con la tesis actual de la
globalización. Por el contrario, se da la
mano con reflexiones teóricas que siguen atribuyendo importantes potencialidades a la nación para el desarrollo
y la regulación, así como agente en el
nuevo campo de coordinación de las
relaciones internacionales 89 .
La función del capital incorporado
como creador de identidad puede observarse particularmente en el marcado
nacionalismo de los sub-privilegiados
de antes, que ahora forman grupos otra
vez limitados económicamente por las
reformas. A menudo estos grupos
manifiestan una sorprendente lealtad al
sistema. En Cuba, los bienes materiales
y las formas de capital incorporadas
siempre estuvieron en interdependencia
con la política, la economía y la
nación; y se legitimaron y consolidaron
sinérgicamente. Por ello, tras la
eliminación de la estabilidad material
por la crisis, la legitimación del sistema
pudo mantenerse sobre la base de las
formas de capital incorporadas.
Así pues, cuando Bourdieu87 constata
que “el capital social desprende un
efecto multiplicador del capital del que
de hecho se dispone”, implica que en
parte se puede compensar una disminución del sustento material de deter-
El enfoque de las “formas de capital
incorporadas” también merece ser observado por la sociología del cambio
social, o específicamente, por la teoría
88
Ibídem, p. 196.
Véase Paul R. Krugman, Pedding Prosperty.
Economic Sense and Nonsense in the Age of
Diminished Expectations, New York, 1994.
89
87
Ibídem, p. 191
40
DEMOCRACIA
DEBERÍAN LEER EN CUB A A BOURDIEU?
de la transformación. La conservación
de la integridad cubana del sistema a
pesar de la pérdida del sustento económico, subraya que el “socialismo estatal” no sólo era expresión de relaciones
de producción económicas o de política
monopolizada, sino una formación
social históricamente creciente que se
caracteriza de forma multifacética por
sus propios valores y experiencias:
cultura, ética, moral, vida cotidiana,
etc.; precisamente por la presencia del
capital cultural y el social.
refleja, como señalamos anteriormente,
en la estructura social y se erige en el
factor trastocador de la estable “unidad
nacional”: “Más tarde o más temprano
se constituirán en el nivel político los
moldes de las dife rencias sociales
producidas
por
las
reformas
económicas”. Si echamos una ojeada a
esta dinámica, podemos recordar los
disturbios sociales ocurridos en la
Habana, en agosto de 1994, y la crisis
que éstos provocaron en el exilio. El
economista
exiliado
cubano,
91
González , valora los acontecimientos
de entonces “... como primera acción
importante de desobediencia civil
desde 1959. Además, mostró que la crisis económica tomaba un cariz de crisis
social que pudo convertirse en una crisis política”, y aunque esta crisis también fue superada dejó cicatrices dolorosas. Smith92 , por ejemplo, parte de
que la identidad colectiva, que según él
se construye sobre un myth-symbolcomplex con sentido de continuidad,
puede ser dañada por experiencias
colectivas traumáticas o movimientos
migratorios.
Resumiendo, a partir de lo apuntado
pueden descifrarse algunas experiencias postsocialistas de reformas. En
la mayoría de aquellos países no se
logró, con un nuevo orden de relaciones sociales, imponer la racionalidad
económica de formas de producción
capitalistas o establecer una cogestión
política estable y amplia - las cuales a
menudo se designan con palabras como
mercado y “democracia”-, sino que
estas sociedades de cambio tampoco
pudieron exorcizar de un día para otro
sus reglas socialistas de conducta.
Estas experiencias motivan a los
teóricos de la transformación cada vez
más a preferir enfoques reformadores
graduales; el proceso de cambios en
Cuba pudiera servir como un ejemplo
revelador.
Es perceptible que la sociedad cubana
se encuentra hoy en un estado de frágil
estabilidad que sólo puede consolidarse
con una homogeneización renovada.
Pero si hasta ahora lo que ha asegurado
la reproducción de la sociedad ha sido
lo extra-económico, ésta no podrá
estabilizarse solamente con éxitos en la
economía. El intelectual cubano
Martínez93 , al resumir las posibilidades
futuras del proyecto social cubano, se
refirió a este punto de forma clara: “Si
se espera a que la evo lución económica
ofrezca sus lados favorables al
socialismo, no nos salvaremos”. En las
Por qué en Cuba deberían leer a
Bourdieu
Bourdieu90
identificó
“el
reconocimiento de un mínimo de
homogeneidad objetiva” como una
condición de partida para la acción de
las formas de capital incorporadas. Las
implicaciones para Cuba de esta
afirmación son precisas. A mediano
plazo la desigualdad social también se
estructurará en el “socialismo tropical”.
Últimamente esta desigualdad se
90
91
Citado por Janette Habel , op. Cit., 1997, p.19
Anthony Smith, National Identity, London,
1991.
93
Fernando Martínez, “Pensar es un ejercicio
indispensable”, en: Debates Americanos, No. 1,
1995, pp. 36-51, p.46.
92
Bourdieu, op. Cit., 1983.
41
DEMOCRACIA
DEBERÍAN LEER EN CUB A A BOURDIEU?
ciencias sociales cubanas no existe
ninguna duda de que para el régimen, la
desigualdad creciente representa un
“peligro para su sobrevivencia94 ”.
Sin embargo, los criterios sobre una
estrategia para lograr una homogeneidad renovada son muy divergentes.
liberación de los derechos humanos,
desarrollo de un Estado constitucional,
democratización del mecanismo estatal
hasta
legitimar
un
sistema
pluripartidista,
así
como
una
pluralización parcial de los medios de
difusión98 .
Mientras el discurso oficial sólo se
centra en un fortalecimiento de la economía y del Estado manteniendo todas
las estructuras del sistema 95 , algunos
científicos insisten en la necesidad de
que se profundicen las reformas a través
de un “cambio radical” 96 . No se trata de
una
restauración
de
la
vieja
homogeneidad ahora frágil, sino de una
renovación donde la nación se defina
por unión en vez de por unidad. La
diferenciación social debe incorporarse
al sistema a través del incremento de las
posibilidades de rearticulación de los
nuevos grupos y de esta forma utilizar
los potenciales de innovación con el
objetivo de aumentar la capacidad
social para autodirigirse. Espina 97
recuerda,
con
razón,
que
la
“...diferenciación socioeconómica y
desigualdad social no pueden ser
identificados”.
En el plano económico la apertura y
fortalecimiento del mercado interno,
la despolitización y descentralización
de la economía, la socialización de
pequeños mercados internos y de la
propiedad estatal a través de
coopera tivas,
así
como
la
privatización de ciertas actividades
son temas que se discuten para la
integración selectiva al mercado
mundial99 . Así el motor del aumento
de la eficiencia tendría que ser la
reforma radical empresarial, que ha
estado desde hace años en un segundo
plano. Esta debe conceder más
autonomía a las empresas y convertir el
control directo planificado en regulación indirecta del mercado. Los últimos cambios agrarios de Cuba constituyen un ejemplo revelador100 .
Es evidente el carácter de choque de
todas estas propuestas. Se trata de
encontrar una nueva “cultura de
gobernar”. En la agenda cubana deberán
aparecer ahora reformas que promuevan
los potenciales endógenos existentes y
permitan
utilizar
los
efectos
multiplicadores del capital cultural y el
social a través de nuevos espacios de
Como
acciones
necesarias
para
mantener la responsabilidad del Estado
para con la sociedad, así como asegurar
una política de redistribución que
impida la marginalización social, en
Cuba, en el plano político se mencio nan
los
siguientes
aspectos:
desideologización
del
Estado,
descentralización de las instituciones
políticas y nivela ción de sus estructuras,
despersonificación
del
sistema,
98
Harold Dilla, op.cit., 1996ª. Paz, Juan Valdez,
“La transición Socialista en Cuba: continuidad y
cambio en los 90”, en: Paz / espina: La
transición socialista en Cuba, La Habana, pp.
33-72, 1994.
99
Carranza/Urdaneta/Montereal, op.cit., CEEC,
La economía cubana en 1996: resultados,
problemas y perspectivas, Informe anual del
CEEC, La Habana, 1997. Harold Dilla,
“pensando la alternativa desde la participación”,
en Temas, No. 8, p. 102-109, 1996b.
100
Entre otros, Niurka Pérez , e.o., IBPC –
desarrollo rural y participación, La Habana,
1996.
94
Enrique Ubieta, “Notas para un estudio de la
marginalización en Cuba”, en Contracorriente,
No. 2, 1996, pp. 70-72, p. 72.
95
José Luis Rodríguez , “Cuba 1990-1995:
Reflexiones sobre un apolítica económica
acertada”, en Cuba socialista, No. 1, pp. 20-28,
1996. Y Ferriol, op.cit., 1997.
96
Espina, op.cit.,1997a.
97
Espina, op.cit.,1997b.
42
DEMOCRACIA
DEBERÍAN LEER EN CUB A A BOURDIEU?
participación. Según Scharpf esto puede
crearse desde el interior de la misma
“estructura de gobernación” imperante
en
la
Isla.
Las
jerarquías
institucionalizadas superiores y las redes
de cooperación selectivas son, según él,
capaces de promover de forma sinérgica
la capacidad de autocoordinación de los
agentes. El objetivo principal sería
reconfigurar y reinstaurar como nuevo
proyecto social el factor estabilizador
“unidad nacional”. Según este proyecto
social
la
“vieja
legitimidad
revolucionaria” se sustituiría por una
“nueva legitimidad institucional” 101 .
Algo así, sólo sería posible a través de
una transformación gradual pero
fundamental del “socialismo estatal", lo
cual depende de la capacidad del
Gobierno para trazar una estrategia de
reformas consistente.
Si no lo logra, Cuba tendría que seguir
hasta sus últimas consecuencias el
camino de otros países socialistas.
Seríamos102 testigos de una historia
repetida en cámara lenta. Octavio Paz recordando el primer gran proyecto latinoamericano social de este siglo, la
Revolución Mexicana- nos dice dónde
podría estar, sin embargo, la salvación
de Cuba: “Quien ha visto alguna vez la
esperanza, no la olvida jamás”.
101
Fritz Scharpf W., “Coordinations in
Hierarchies and Networks”, en: Scharpf (Hrsg.):
Games in
102
Habel, op.cit.,1997
43
DEMOCRACIA
"NO ASESINAMOS CIUDADANOS"
distancia 103 . Al ir más allá del planteamiento de Anderson, Akhil Gupta ha
argumentado la utilidad de la prensa
como fuente de datos antropológicos,
porque en las naciones modernas, los
principales asuntos se detallan en ella.
Se convierte, al igual que los otros
medios de comunicación, en acto
principal para la formación de una esfera pública real, compuesta por ciudadanos que se relacionan a través de
intereses comunes. La prensa, sería entonces, recurso importante ya que es
ella la que comunica y dirime los aspectos que conciernen a la política
como un todo 104 .
"NO ASESINAMOS
CIUDADANOS"
VIOLENCIA POLICIAL Y EL
DOBLE DISCURSO DE LA
CIUDADANÍA EN BRASIL*
LETICIA MEDEIROS VELOSO
Este artículo nace al observar, durante
los ochenta y noventa, un aspecto específico de la esfera pública brasilera
que puede ser de sentido común para
muchos "bien informados": en años
recientes, los periódicos y otros medios
públicos han pasado a ser el recurso
principal de información para los
ciudadanos en lo referente a aspectos
que anteriormente se mantenían en
"secreto". Además estos medios pueden
ofrecer, quizás, una fuente -de datos
exacta y detallada para un científico
social interesado en un aspecto polémico: el abuso generalizado de la policía, especialmente aquel perpetrado
contra
ciudadanos
supuestamente
"comunes' que componen la mayoría de
cualquier población. Y consecuentemente, aspecto que con mayor dificultad puede ser ubicado en medios
científicos sociales como son las fuentes
primarias: revisión de archivo y
entrevistas.
Basándose en tales argumentos, este
artículo ofrecerá un aná lisis de datos
tomados principalmente de la prensa,
que es a menudo el recurso disponible
con relación al fenómeno seriamente
preocupante de la violencia policial y la
violación de derechos humanos en
contra de los ciudadanos brasileros en
escenarios urbanos. El documento
examinará dos grupos de historias recientemente publicadas en los periódicos del Brasil, y que han causado gran
conmoción pública.
En primera instancia, se discute el
fenómeno infame de violencia policial
en contra de los niños pobres y "de la
calle" en sectores urbanos de Brasil; un
aspecto naturalmente cubierto en forma
amplia por los medios más importantes
del país, y por lo tanto, extensamente
debatido
en
las
conversaciones
cotidianas de la gente.
En segunda instancia, se analizan los
más recientes casos publicados que han
llevado a una intensa y escandalosa
Realmente, hay mucho que decir del
uso de la prensa como fuente en la
investigación. En un argumento que
llegó a ser parte de nuestro aparato intelectual, Benedict Anderson demostró
hace tiempo, cómo los medios impresos
se hicieron indispensables para el
correspondiente desarrollo del capitalismo y de los Estados-Nación modernos. Son estos medios los que
proporcionan a los ciudadanos, una
esfera pública virtual a través de la cual
los asuntos pueden ser debatidos, y a.
través de la que se mant iene relación
aun con aquellos que viven a millas de
*
103
Benedict
Anderson,
Immagined
Communities: Reflections on the Origin and
Spread of Nationalism, Verso, New York, 1991.
104
Akhil Gupta, "Blurred Boundaries: The
Discourse of Corruption, the Culture of Politics,
and the Imagined State", Amcrican Ethnologist
22 (2), 1995, p. 375-402.
Traducción de Ruby Pardo
44
DEMOCRACIA
"NO ASESINAMOS CIUDADANOS"
discusión pública: la evidencia que fue
presentada -en el reportaje gráfico y la
grabación de videos-, de oficiales de
policía en el momento que golpean y
torturan a "sospechosos" en las áreas
residenciales más pobres de ciudades
del Brasil.
llevado a la corte, un logro nada
despreciable. El juicio llegó a ser un
acontecimiento
inesperado
y
excepcional, teniendo en cuenta que, es
bien conocido que los oficiales de policía son a menudo acusados por tales
casos, pero rara vez se les ha comprobado105 . Aunque, ya ha sido probado
que son los oficiales de policía en servicio o fuera de él los responsables de la
mayoría de asesinatos de "niños de la
calle" o pobres en las calles de las
grandes ciudades del Brasil, el
calificativo "exterminio" es a menudo
aplicado para referirse a crímenes con
un fin aparentemente determinado, y la
policía a menudo culpada, por lo menos
en la imaginación pública.
Al examinar cómo estos dos casos
reflejan el amplio fenómeno de la actual
realidad social y política del Brasil, y
cómo esta serie de casos fue retratada
en los periódicos y otros medios de
comunicación estudiados, el documento
buscará descubrir los argumentos
expresados popularmente cuando la
gente intenta comprender el abuso y la
violencia en contra de los ciudadanos.
Especialmente cuando estos tienen lugar
en un momento de supuesta democracia
y garantía de los derechos humanos.
Las estadísticas son confusas en cuanto
al número real de tales hechos. El
Jornal do Brasil ha reportado que las
muertes violentas de "menores" en Río
de Janeiro se han incrementado un
230% entre 1985 y 1995 (se cree que
han sido asesinados sólo en este período
6.033 jóvenes) 106 . Muchas de estas
muertes parecieran haber sucedido
accidentalmente en confrontaciones
armadas entre la policía y los criminales
en las favelas (barrios pobres donde
estos niños vivían), mientras que otras
se debían al "exterminio de grupos" o
"ejecuciones". Aunque este reporte de
prensa admitió que aún es difícil
determinar la responsabilidad por tales
crímenes, también estableció que, en
muchos de los casos tratados, las
muertes pudieron ser ejecutadas por
policía militar o grupos paramilitares, a
menudo contratados por comerciantes u
hombres de negocios como personal de
Segundo, el análisis conducirá al argumento de que las aparentes incongruencias en las interpretaciones divergentes de estos hechos tienen una
lógica subyacente que sólo puede ser
entendida al prestar especial atención a
las especificidades del orden democrático brasilero en los recientes años noventa: la policía que abusa de los "nociudadanos", se localiza (y es producida) en forma compleja, en la reciente
historia de la democracia del Brasil.
Esta complejidad se sitúa en el centro
del análisis que aquí se presenta.
LOS MEDIOS Y LA VIOLENCIA
POLICIAL
El primer grupo de historias discutidas
aquí nos relata cómo, en abril del 96,
casi tres años después de que un grupo
de "niños de la calle" fueran asesinados
por la policía de Río de Janeiro, en la
que ha pasado a ser conocida como "la
masacre de la Candelaria" - haciendo
referencia a la iglesia que sirvió como
base para el montaje del asesinato-, el
primer oficial acusado fue finalmente
105
Comissao Justicia e Paz, Direitos Humanos
no Brasil, Edicoes Loyola, Brasilia, Brazil,
1993; Comissao Justicia e Paz, Direitos
Humanos no Brasil, 1992-1993, Edicoes
Loyola, Brasilia, Brazil, 1993; Human Rights
Watch/Americas, Final Justice: Police and
Dead Squad Homicides of Adolescents in
Brazil, Human Rights Watch, New York, 1994.
106
Jornal do Brasil, April 13, 1996.
45
DEMOCRACIA
"NO ASESINAMOS CIUDADANOS"
seguridad privada. Antes de abril de
1996, sin embargo, prácticamente
ninguno de estos había sido juzgado. El
mismo reporte de prensa me nciona sólo
a cuatro personas que actualmente están
pagando por crímenes similares en las
cárceles de Río de Janeiro.
El hecho de que las condiciones parecen
no haber mejorado desde la masacre
presentó una motivación adicio nal para
las esperanzas puestas en los juicios de
la Candelaria. Las reacciones respecto a
los actuales procedimientos y resultados
de los juicios, estaban mezcladas. En el
primer juicio, el policía militar Marcos
Emmanuel fue sentenciado a un total de
309 años de prisión. Total que reflejó
las penas más altas posibles que recibió
por todos los cargos, porque de acuerdo
con el juez: "[sus] acciones niegan
[negaron] la racionalidad humana
misma y ofenden [ofendieron] la
conciencia jurídica universal" 110 . Esta
sentencia inicial fue publicada y
proclamada ampliamente por varios
grupos que acompañaron atentamente
los juicios, y su significado simbólico
no pasó desapercibido. Los periódicos
como el Jornal do Brasil y 0 Globo
fueron categóricos: al condenar al
policía, la nación brasilera como un
todo ha "removido la pared de la impunidad" dando "un paso adelante" en
la dirección correcta. Así se construía
una imagen teleológica y evolutiva,
ilustrando con precisión la importancia
considerable de lo que estaba en
juego 111 .
Pero aunque la muerte de los "niños de
la calle" es indudablemente un he cho
común en los centros urbanos
brasileros, otros casos no han provocado la irritación pública que provocó "la
masacre de la Candelaria 107 . La relevancia concedida al caso es particular, por
largo tiempo ocupó los principales titulares a nivel nacional e internacional. Se
comprende que el juicio a los acusados
de la "masacre" se limitó a dar cuenta
de un asunto importante a nivel
nacional. Además parecía anunciar una
nueva era en la historia de la violencia
en contra de los niños pobres del país.
Un gran número de personas se
movilizó en torno a este hecho: desde
una coalición ecuménica conformada
por miembros de diferentes tendencias
religiosas, hasta el Movimiento Viva
Río ("viva" significa "animar" y a la vez
"estar vivo") grupo organizado para
"recordar y exigir justicia", y cuyo objetivo era "transmitir [a los jueces] la ira
de la sociedad por este crimen"108 . Lo
que más enardecía al imaginario
popular era la demanda por una "justicia" concebida en términos universales
y abstractos, asociada con el compromiso definitivo de terminar con la
impunidad policial en tales crímenes.
También compartían la preocupación
profunda por la capacidad de las autoridades y de otras instituciones del
país para manejar tales casos 109 .
La mayoría de argumentos acerca del
significado de estos juicios (presentados
en los periódicos brasileros durante
1996 y 1997) ofrecen importantes
claves para comprender su amplia resonancia. Los discursos populares, las
organizaciones no gubernamentales, legistas, e incluso miembros del aparato
estatal brasilero, vieron los juicios de la
Candelaria como un paso esencial en la
cruzada para lograr constituir un
“imperio de la ley” verdadero en el agitado estado de Río de Janeiro (donde el
abuso policial y la violencia urbana son
comunes), al igual que en todo el país.
Ahora bien, debe recordarse que Brasil
107
Leticia Medeiros Veloso, "Problem-Child or
Problem-Nation? Street Children,' Violence and
the Brazilian Civil (Dis) Order", Master's
Thesis, Department of Anthropolgy, University
of Chicago, 1997.
108
Jornal do Brasil, April 04, 1996.
109
Veloso, Leticia Medeiros, op. cit.
110
111
46
Folha de Sáo Paulo, May 01, 1996.
Jornal do Brasil, Mayo 01, 1996.
DEMOCRACIA
"NO ASESINAMOS CIUDADANOS"
ha sido representado a menudo en la
esfera internacional como un caso
paradigmático donde los derechos
humanos no son una categoría importante, y a menudo el Estado brasilero
es considerado incompetente para
prevenir el abuso 112 . En el caso de la
"masacre de la Candelaria", el debate
tuvo que ver directamente con la legalidad, puesto que era la policía la que
estaba siendo enjuiciada; los agentes
que supuestamente defienden el Estado
y mantienen el orden legal.
1996, de acuerdo con una extensa
investigación llevada a cabo por el
periódico Jornal do Brasil y publicada
en 1996 114 . Estos hechos implican los
intentos para investigar el tráfico de
drogas o los crímenes relacionados con
éste, por parte de oficia les de la policía,
intentos que se convierten en tiroteos
con los sospecho sos, ocasionando
heridas a los transeúntes. Sin embargo,
la evidencia también parece mostrar, como ha argumentado la investigación
presentada por el Jornal do Brasil- que
el número de personas asesinadas
excede el número de personas heridas,
poniendo de relieve el asesinato
decidido de aquellos catalogados como
"sospecho sos" por la policía.
El segundo grupo de historias es más
reciente y probablemente aún más
problemático. Obliga a revelar una idea
diferente de la concebida por los que
creyeron que los juicios de la
Candelaria eran un paso decisivo ha cia
la finalización de la violencia policial en
Brasil"113 . De acuerdo con el importante
papel de la prensa del país en revelar
tales datos confidenciales, numerosas
historias relacionadas con la violencia
diaria en los estados de Río de Janeiro y
Sao Paulo han mostrado una situación
cada vez más asombrosa: a pesar de los
recientes esfuerzos asumidos al
contraatacar la violación de los
derechos humanos, y a pesar de ser un
Estado percibido como una democracia,
el número de civiles asesinados
supuestamente "de manera accidental"
en lugar de disminuir, ha aumentado
vertiginosamente en los noventa. Sólo
en Río de Janeiro, 1403 civiles fueron
asesinados en confrontaciones con la
policía entre enero de 1993 y junio de
Aún más preocupante que las cifras
presentadas, es la respuesta dada por el
Departamento de Policía. Cuando fue
entrevistado
por
los
periodistas
representantes de los medios más importantes de Río, el entonces jefe de
policía respondió, en una frase que pasó
a ser célebre (tristemente): "la policía
no
asesinó
ciudadanos,
sólo
criminales”115 . Al explicar esta afirmación, el jefe de policía argumentó que,
aunque las muertes accidentales de civiles son ciertamente lamentables, en
los casos particulares a los que hace
referencia la prensa, la policía simplemente estaba intentando proteger a los
"ciudadanos honestos" de los "ladrones”116 .
Como era de esperar, los activistas de
derechos humanos, los medios, y una
gran cantidad de público estaba
enfadada con estas declaraciones;
particularmente con respecto a la diferenciación implícita entre clases y
niveles de ciudadanos reflejada en la
lógica del jefe de la policía: ¿quién
112
Ver, por ejemplo, el reciente reporte por
"Human Rights Watch/Americas" (1994) sobre
abuso en Derechos Humanos en Brasil. A
propósito, esta organización tuvo una presencia
significativa en los "juicios de la Candelaria."
113
Este análisis se basa en una investigación
detallada de los cuatro periódicos más
importantes en Brasil: Jornal do Brasil y 0
Globo de Río de Janeiro; y, Folha de Sáo
Paulo y 0 Estado de Sáo Paulo de Sáo Paulo,
centrada sobre el reportaje de violencia policial
en los años 1996 y 1997.
114
Jornal do Brasil, Varios números en Marzo y
Abril 1996.
115
Jornal do Brasil, Abril 14, 1996.
116
Ibid. .
47
DEMOCRACIA
"NO ASESINAMOS CIUDADANOS"
cuenta como "ciudadano"?, y, ¿qué es
necesario para convertir a alguien en
"no-ciudadano" destinado a sumirse en
la criminalidad, actividad percibida
como la tipificación del no-ciudadano? 117 Como lo ha encontrado Teresa
Caldeira al estudiar la criminalidad en
Sao Paulo, "ciudadanos" y "derechos"
son siempre categorías cargadas y
variables, categorías que continuamente
están siendo negociadas 118 . Uno de los
entrevistados por Caldeira acerca de
cómo los derechos de los ciudadanos
son percibidos en este contexto, nunca
se percató de que son una posesión
inalienable: si [las personas] cometen
un crimen, -decía el entrevistado-,
"pierden todos sus derechos"119 . Y
pierden todos sus derechos como ciudadanos, precisamente porque son
"criminales", esto es, actúan en contra
de las leyes establecidas, aceptando la
lógica de la citada frase del jefe de policía de Río.
públicos, tienen aparentemente libertad
para revelar información confidencial
acerca del supuesto abuso policial,
convirtiéndose así en una fuerza central
en la lucha por los derechos humanos y
la democracia; cuando, al mismo
tiempo, el jefe del departamento de
policía
interpreta
los
asesinatos
perpetrados por sus oficiales como
justificables lógica y moralmente?
Teniendo en cuenta que han sido
dirigidos a "criminales" y no a
"ciudadanos", ¿cómo vamos a dar sentido a esta diferenciación discursiva y
factual, entre los que son rotulados
como "ciudadanos" y los que no? Y, ¿de
dónde surge esta diferenciación?
Finalmente, ¿cómo explicamos la reapropiación, por parte de la policía, de
una retórica liberal acerca de la ciudadanía, para así justificar la violencia y el
abuso? Este artículo intenta explorar y
contextualizar estos interrogantes, en el
Brasil de los ochenta y noventa.
Pero lo que más me interesa tratar en
este artículo, es la contradicción reflejada en estos dos grupos de historias
que tiene que ver con la violencia, el
abuso y la ciudadanía. ¿Cómo va mos a
comprender el sentido de una situación,
donde los policías acusados son
llevados a la corte por crímenes que
pueden haber o no haber cometido en
contra de "los niños de la calle"?, donde
la prensa y los medios de comunicación
Desde los ochenta, Brasil se ha consolidado como un régimen democrático,
después de veinte años de régimen
militar. Aún, en los noventa, como lo
afirmó el último reporte de derechos
humanos de America's Watch (mayo del
97), en Río de Janeiro han sido asesinadas más personas en cualquiera de
los años dados, que los asesinados durante los 20 años de régimen militar.
Exploraré esta ambigüedad, estudiando
cómo las retóricas de la ciudadanía
universal están siendo usadas y subvertidas por diferentes actores, en la
medida que intentan ocuparse de los
porcentajes crecientes de criminalidad, especialmente en Río de Janeiro- en el
momento en que el régimen democrático esta siendo provisionalmente
reconstruido. Afirmo que la paradoja de
tener, por una parte, una prensa libre y
llevar a la policía militar a los juicios
por los supuestos asesinatos de "niños
de la calle"; y por otra parte, el
incremento en los porcentajes de cri-
117
Folha de Sáo Paulo, varios números del
primer semestre de 1996; Jornal do Brasil,
Marzo y Abril de 1996.
118
Teresa Pires do Rio Caldeira, City of Walls:
Crime, Segregation and Citizenship in Sáo
Paulo, Ph.D. Disertación, Universidad de
California, Berkeley, 1992. También cf Teresa
Pires do Rio Caldeira, "Fortified Enclaves: The
New Urban Segregation", Public Culture 8(2),
1996, p. 303-329; Mike Davis, City of Quartz:
Excavating the Future in los Angeles, Verso,
Londres y Nueva York, 1990; James Holston, y
Arjun Appadurai. "Cities and Citizenship",
Public Culture 8(2), 1996, p. 187-204.
119
Teresa Pires do Rio Caldeira, op. cit, 1992,
p. 190-191.
48
DEMOCRACIA
"NO ASESINAMOS CIUDADANOS"
minalidad y a la vez de aumento de la
violencia policial, está profundamente
enraizada en las formas particulares a
través de las que (en años recientes), la
creciente
democratización
(“neoliberal”) ha sido experimentada en
esta nación. Así mismo, argumentaré
que contrariamente a la interpretación
popular, el aumento del abuso policial
no es una contradicción ni otro ejemplo
del "barbarismo" de esta "nación
tolerante" como a algunos les gustaría.
Más bien, muestro que las condiciones
para que el abuso se extienda, nacen
precisamente de las contradicciones
específicas de clase inherentes al
proyecto
democrático
neoliberal
brasilero.
ellos
llaman
implacables”121 .
"criminales
Aun, cuando uno mira los resultados de
la investigación citada anteriormente y
realizada por los reporteros del Jornal
do Brasil en abril de 1996, surge una
imagen de los derechos huma nos de
conformidad con los recientes informes
de Watch: el primer mes de 1996, 201
civiles fueron asesinados, mientras que
únicamente 12 civiles y 11 oficiales de
policía resultaron heridos. Aún más,
sólo 12 sospechosos fueron arrestados
en las mismas redadas de la policía. Al
comparar con el NYPD (New York
Police
District),
tradicionalmente
considerado violento, éste promedia 25
muertes por año, y más personas son
heridas
que
asesinadas 122 . Otro
contraste aterrador, registrado por
Chevigny en su libro sobre abuso policial en las Américas, es la impunidad
policial en grado considerablemente
más alto que en U.S., por ejemplo 123 .
Aún más alarmante es el caso extremo
de Río de Janeiro: las muertes causadas
por la policía no sólo tienden a quedar
sin castigo, sino que ahora son
recompensadas, después de que el departamento de policía instituyó en diciembre de 1995 el llamado "premio al
coraje”. A partir de esta fecha, los oficiales que muestran "coraje especial" al
combatir el crimen han recibido recompensa y promoción especial. Como
resultado, la muerte de civiles a manos
de la policía aumentó seis veces en los
meses siguientes a la implantación de la
nueva política 124 .
ABUSO POLICIAL:
IRA CONTRA LOS POBRES
Todos los reportes recientes sobre las
estadísticas de abuso policial en Brasil
señalan que el problema ha aumentado
enormemente a mitad de los no venta.
America’s Watch en sus recientes
reportes de Derechos Humanos,
describe a los policías del Brasil como
criminales salvajes que torturan y asesinan a la gente, que a menudo son
perdonados por las autoridades, acercándose así a la impunidad legal120 . Sin
embargo, como se muestra en la declaración del jefe de policía de Río de
Janeiro -reproducida anteriormente-, de
acuerdo a la policía, esta violencia es
sólo el efecto secundario de la batalla en
contra del aumento del crimen urbano.
Después de todo, las autoridades
policiales y los partidarios de la gran
represión policial a menudo argumentan
que la violencia causada por la policía
sólo ocurre cuando los oficiales se
comprometen en tiroteos contra lo que
Pero la magnitud del problema - y sólo
con los datos que han salido a la luz- se
121
0 Globo, March 23, 1997.
Jornal do Brasil, Abril 13, 1996; también cf.
Chevigny, Paul, The Edga of the Knife: Police
Violence and Accountability in Six Cities of the
Americas, New Press, New York, 1995.
123
Chevigny, op. cit.
124
0 Globo, Marzo 23, 1997.
122
120
Human Rights Watch/Americas, Final
Justice: Police and Death Squad Homicides of
Adolescents in Brazil, Human Rights Watch,
New York, 1994.
49
DEMOCRACIA
"NO ASESINAMOS CIUDADANOS"
vio cuando la identidad de las víctimas
fue revelada, de acuerdo con varias
investigaciones consecutivas realizadas
por 0 Globo y Jornal do Brasil. Las
llamadas "confrontaciones" generalmente sucedieron en barrios marginales,
de Río de Janeiro, donde es visto que el
crimen se esconde, y -en Brasil y en
cualquier lugar- donde el imaginario
público tiende a percibir de manera
metonímica a cada uno y todo habitante
como un "criminal" potencial125 La
mayoría de víctimas descritas en las
historias de los periódicos no han tenido
un registro criminal previo, y no estaban
comprometidas en algo ilegal cuando
fueron atacadas. Lo que sí es
significativo, es que todas eran pobres.
Como lo dice una mujer entrevistada
por el periódico 0 Globo: "si la policía
no sabe la diferencia, cualquiera de nosotros puede ser una víctima"129 . En esta
y otras declaraciones similares los policías son descritos como vándalos y
bárbaros incurables, que no respetan a
los ciudadanos brasileros y que son
absolutamente inconscientes del concepto de los derechos de la ciudadanía.
No casualmente, el departamento de
policía de Sao Paulo estableció recientemente un "programa de re-educación"
para los oficiales agresivos: el principal
objetivo del programa es recuperar la
parte "civil" de la policía enseñándoles
cómo respetar los derechos del ciudadano 130 . Aún más interesante, desde su
punto de vista, -como se ve en las respuestas a las acusaciones-, los policías
que están comprometidos en estos
comportamientos violentos, simplemente se extralimitan, mas no contradicen
sus funciones principales: precisamente,
para proteger a los ciudadanos del peligro. Como lo dijo el jefe de policía:
aquellos que mueren cuando la policía
está combatiendo el crimen no son
"ciudadanos", sino personas que ponen
en peligro la vida de los llamados "ciudadanos honestos". Pero, ¿cuáles son
precisamente las condiciones históricas,
políticas y culturales que producen este
uso paralelo de las retóricas de ciudadanía que, por una parte, desaprueban el
abuso policial y, por otra parte, desde
una perspectiva opuesta, lo justifican
como obediencia y cumplimiento?
El hecho de que ellos no eran "ladrones" sino sólo "personas honestas y
trabajadoras" (término comúnmente
usado para diferenciar estas dos poblaciones) fue lo que más conmovió al
imaginario brasilero 126 . La controversia
se desató en marzo de 1997, cuando dos
cinematógrafos amateurs, en dos
ciudades diferentes registraron de forma
secreta grabaciones de video de
"sesiones de tortura" dirigidas por oficiales de policía en los barrios marginales. Las imágenes eran nada menos
que horrorosas: "ciudadanos comunes"
eran verbal y físicamente maltratados,
sus documentos de identidad eran rasgados, y se les pedía entregar su dine ro.
Después les dispararon al azar, y uno de
ellos murió. Cuando esto sucedió, los
oficiales estaban riendo, escuchando
música y tomando cerveza 127 .
EL DOBLE DISCURSO
DE LA CIUDADANÍA
CRIMINALIDAD
La reacción popular fue de indignación
por el hecho de que eran "ciudadanos
comunes"
los
allí
maltratados,
"personas decentes", no "criminales"128 .
Y
LA
Al valorar las desagradables imágenes
descritas anteriormente, los medios de
comunicación y las autoridades públicas
consideraron por unanimidad: estos
125
Jornal do Brasil y 0 Globo, varios números
1996 y 1997.
126
0 Globo, Abril 24, 1997.
127
Jornal do Brasil, Marzo 23, 1997.
128
0 Globo, Abril 08, 1997.
129
130
50
Ibid.
Veja magazine, Mayo 1997: 22-33.
DEMOCRACIA
"NO ASESINAMOS CIUDADANOS"
fueron
"actos
de
salvajismo",
"verdaderas
aberraciones",
fueron
ejemplos de "barbarismo puro" perpetrados por "criminales con uniforme"131 .
Se reprochó especialmente la política
del "premio al coraje", y el he cho
reportado de que a los oficiales se les
dijo: "dispare primero, pregunte
después"132 . Un activista resumió el debate de la siguiente manera: “Asesinar a
las personas es ahora una razón para la
promoción y la recompensa. El
barbarismo es parte del discurso del
secretario [de policial]”133 . De hecho, a
lo que apunta esta situación es a la
dimensión en la que tanto policías como
"ladrones" son sujetos en posiciones
ambiguas dentro de la amplia categoría
de "ciudadanos". Por un lado, como lo
argumentó el Goberna dor de Río de
Janeiro, -Marcello Alencar, al referirse
a la violencia policial, la policía algunas
veces necesita "salirse" de las reglas de
comportamiento cívico para así "hacer
su trabajo"134 . Por otro lado, aquellos
que están comprometidos, o son
sospechosos del crimen, encajan en la
categoría de "ciudadano" de manera
marginal, especialmente porque algunas
concepciones culturales predominantes
referentes a la ley en el país no perciben
los derechos humanos y la ciudadanía
como
posesiones
individuales
inalienables: las personas que cometen
crímenes "pierden todos sus derechos" y
-debemos agregar- su ciudadanía.
En forma similar, todos los activistas
sociales a los que se les pidió dar su
opinión ante los medios -y que he
analizado aquí- han argumentado que
los pobres brasileros han pasado a
personificar una forma de "ciudadanía
inferior”, más extrema que la que
podemos encontrar en otras naciones
"democráticas".
De
hecho,
una
afirmación
compartida
por
los
científicos sociales brasileros, ha sido
que la brecha en expansión entre ricos y
pobres debido a la peor distribución de
ingresos en el planeta (de acuerdo al
reporte del Banco Mundial, 1996) ha
hecho de los pobres brasileros una
población que está virtualmente
desposeída histórica y culturalmente de
cualquier forma concreta de derechos
ciudadanos 135 . Un gran número de
personas es excluido, para cualquier
propósito práctico, de la economía y de
la política, esferas fundamentales de la
sociedad: carecen de documentos de
identificación, son parte de la
"economía - informal" porque carecen
de permiso oficial de trabajo, y muchos
de ellos ni siquiera poseen certificado
de nacimiento. Además, las personas
analfabetas sólo ga naron el derecho a
votar en 1988. No tienen acceso a
recursos legales, y muchos de ellos no
han sido considerados en las estadísticas
135
Teresa Pires do Rio Caldeira, op. cit., 1992,
p. 190-191; Teresa Pires do Rio Caldeira,
"Fortified Enclaves: The New Urban
Segregation", Public Culture 8(2), 1996: 303329; José Murilo de Carvalho, Os Bestializado:
0 Rio de Janeiro e a República Que Nao Foi,
Companhia das Letras, Sáo Paulo, Brasil, 1989;
Roberto Da Matta, A Casa e a Rua: Mulher,
Espaco, Cidadania e Morte no Brasil,
Brasiliense, Río de Janeiro, Brasil, 1985;
Roberto Da Matta, Carnivals, Rogues, and
Heroes: An Interpretation of the Brazilian
Dilemma, University of Notre Dame Press,
Notre Dame, 1991; James Holston, The
Modernist City: An Anthropolical Critique of
Brasilia, University of Chicago Press, Chicago,
1989, James Holston, and Teresa Pires do Rio
Caldeira, "Democracy, Law, and Violente:
Disjunctions
of
Brazilian
Citizenship",
manuscrito, disponible.
Debemos tener en mente que los
debates que siguieron a los casos de
tortura registrados estaban más enfocados en el hecho de que el abuso, en
primer lugar, no había sido dirigido
contra "criminales". De acuerdo al
análisis general, estos eran "ciudadanos" atacados, cuyo único aparente
crimen era su condición social marginal.
131
0 Globo, Abril 08, 1997.
Jornal do Brasil, Abril 13, 1996.
133
lbid.
134
Jornal do Brasil, Abril 13, 1996
132
51
DEMOCRACIA
"NO ASESINAMOS CIUDADANOS"
nacionales, por carecer de hogar y
documentos. Desde esta perspectiva, y
en un sentido casi literal, por
consiguiente, los pobres constituyen una
población de "no-ciudadanos".
pasado a ser, para todos los propósitos
prácticos; sinónimo de "no-ciudadano";
porque los pobres son, de hecho,
excluidos de los beneficios principales
otorgados a los "ciudadanos" brasileros:
trabajo, vivienda, educación, servicios
públicos, un nombre legalmente
identificable,
un
certificado
de
nacimiento, y un lugar en las estadísticas nacionales. Lo que han revelado
los casos que he discutido aquí, de una
manera especialmente clara, es este
dilema perenne para la democracia
brasilera, precisamente porque estos
casos han confrontado dos ideas
diferentes de la oposición entre ciudadanos y "no-ciudadanos".
Así, en Brasil, los ciudadanos "civilizados" modelados de acuerdo al ideal
liberal de la postilustración, como en
muchos otros contextos postcoloniales
similares, coexisten con un grupo bastante amplio de no-ciudadanos percibidos "inciviles", que personifican la
negación del ideal universal. La ciudadanía y la pertenencia son definidas por
el acceso a los servicios sólo disponibles para los que ocupan determinada posición socio-económica, como
trabajadores oficiales y educadores; y el
Estado brasilero ha sido históricamente
incapaz de garantizar que una gran parte
de la población tenga acceso a esos
mismos servicios, en un país donde el
50% más pobre de los habitantes recibe
solamente el 12% del ingreso nacional,
y donde el 27% de la población (o 39.2
millones de personas) vive por debajo
del límite de pobreza 136 . Desde esta
perspectiva, lo que los casos discutidos
aquí han expuesto, son los múltiples
niveles en los cuales un doble discurso
de ciudadanía es producido y empleado
en Brasil. Por una parte, "ciudadanos"
son aquellos que acatan las reglas de la
nación, por eso los "criminales" son
excluidos. Por otra parte, el hecho de
que la policía, que regularmente irrespeta los derechos humanos básicos de
los más pobres, se vea a sí misma como
defensora
de
los
"verdaderos"
ciudadanos al mantener a los "no-ciudadanos" acorralados, también habla de
la seriedad del problema. Ser pobre ha
Desde aquí, el debate en torno a los
policías que se comportan como criminales, y el concepto paralelo, -desde
la perspectiva de los policías mismos-,
que ve todos los pobres como criminales, y todos los criminales como no ciudadanos. La equivalencia semántica
y simbólica entre esas dos posiciones
parece clara ahora, tanto en el plano
retórico como en el pragmático. El
problema tanto con la policía que asesina como con los "criminales" socialmente construidos, quienes igualmente
no se acogen a las leyes de los civiles,
es que todos ellos son "bárbaros" de la
especie, no "ciudadanos". Ellos, por
consiguiente, personifican nada menos
que la negación del ideal del ciudadano
universal de una democracia que se
supone legítima.
LA NOCIÓN Y LA PRÁCTICA DE
LA CIUDADANÍA EN BRASIL
Así, por un lado del debate, la policía,
otras autoridades legales, y los sectores
más conservadores del público, justifican la violencia policial como un me dio
para asegurar los derechos de la
ciudadanía, pero sólo para aquellos que
supuestamente lo "merecen". Por otro
lado, el gobierno local y nacional, los
136
Instituto Brasilero de Geografía e Estadística,
Pesquisa Nacional por Amostra de Domicilios,
IBGE, Río de Janeiro, Brazil, 1996. Este
Instituto define como "pobre" aquellos que
sobreviven con un cuarto del ingreso mínimos o
menos por mes, o aquellos que viven con US$
40 dólares por mes.
52
DEMOCRACIA
"NO ASESINAMOS CIUDADANOS"
activistas sociales, los medios, y una
amplia parte de la población ve tales
abusos como el reflejo de condiciones
históricas específicas que dejaron a los
pobres sin garantías ciudadanas. Como
lo manifestó un importante activista de
derechos humanos, "este abuso dejará
de existir sólo cuando todas las
personas aprendan a ser conscientes de
sus derechos y cuando sean realmente
capaces de usarlos 137 . Otro entrevistado
decía que "no existe, entre los
brasileros, una tradición sólida de
participación. Sólo existe un pequeño
reconocimiento de los derechos de otros
ciudadanos [y] el sistema legal
[generalmente no] es fiable 138 .
cepto de "ciudadanía diferenciada" para
referirse a la coexistencia de un ideal de
ciudadanía igualitaria con una ética
legal contraria prácticamente implementada, que constantemente separa
y clasifica a las personas en términos de
su clase, raza y posición social en la
burocracia legal139 . Como lo dice Da
Matta, el significado de esta difícil
situación puede ser ejemplificado por el
dicho popular "para mis amigos, todo;
para mis enemigos, la ley", lo que
significa que la ley puede ser un privilegio o un instrumento de represión,
dependiendo del estado racial o socioeconómico 140 .
Los dos videos descritos anteriormente,
y el carácter general de la vio lencia
policial contra los pobres brasileros,
muestran precisamente un caso en el
cual los más pobres son vistos como
situados "debajo" de la ley, mientras
que la policía se sitúa a sí misma "más
allá" de la ley. Teresa Caldeira también
ha escrito extensamente acerca de cómo
las relaciones efectivas de los brasileros
con la ley difieren de acuerdo a la clase:
los ricos y poderosos, -dice ella- se
pueden "dar el lujo" de irrespetar la ley.
Ellos pueden confiar en su percepción
de que la ley no funciona y tienen el
privilegio de esquivarla"141 . Para los
pobres, por el contrario,
Como era de esperarse, la retórica de la
ciudadanía igualitaria ha sido central en
el discurso democrático brasilero en los
ochenta y los noventa. Aun, este
discurso nunca ha sido he gemónico, y la
multiplicidad de puntos de vista
existentes aparece claramente en los
casos que parecen apoyar directamente
la situación infame de esta nación como
un paradigma de abuso extremo de los
derechos humanos. Mientras muchos
han estado trabajando con mucho
cuidado para establecer un "imperio de
la
ley"
necesario
en
Brasil,
probablemente un número similar de
personas todavía contribuye a una
representación conocida de Brasil corno
un lugar donde el abuso es endémico y
no es sistemáticamente castigado.
el imperio de la ley es percibido sólo
como otra forma de injusticia [y] la
Los investigadores brasileros han
argumentado que el concepto modernoliberal de ciudadanía tiene significados
bastante
específicos
en
Brasil,
principalmente porque el mito de universalidad e igualdad es aceptado como
un ideal que se debe perseguir y
alcanzar a nivel de la práctica humana
diaria. El antropólogo Roberto Da
Matta, por ejemplo, ha usado el con137
138
139
Roberto Da Matta, A Casa e a Rua: Mulher,
Espaco, Cidadania e Morte no Brasil,
Brasiliense, Rio de Janeiro, Brazil, 1985; Da
Matta, Roberto, Carnivals, Rogues, and Heroes:
an Interpretation of the Brazilian Dilemma,
University of Notre Dame Press, Notre Dame,
1991.
140
Roberto Da Matta, op. cit.; también cf.
Teresa Pires do Rio Caldeira, op. cit., 1992, p.
190-191; Teresa Pires do Rio Caldeira, op. cit.,
1996, p. 303-329; James Holston, op. cit.,
1989; James Holston, and Teresa Pires do Rio
Caldeira, op. cit, manuscrito, disponible.
141
Teresa Pires do Rio Caldeira, op. cit., 1992,
p. 190-191.
0 Globo, Marzo 23, 1997.
Jornal do Brasil , Abril 08, 1997.
53
DEMOCRACIA
"NO ASESINAMOS CIUDADANOS"
aplicación de principios legales o el
reconocimiento de algunos derechos
puede ser percibido únicamente
como otra forma de hostigamiento142 .
que los policías pueden hostigar y tratar
brutalmente a los pobres, mientras
siguen manifestando estar solamente
cumpliendo con su deber de proteger a
los "ciudadanos honestos". Aún más
importante es que los presuntos
"criminales" no pertenecen a la misma
categoría de los "ciudadanos normales"
y, por lo. tanto, son vistos como
merecedores de ser tratados de acuerdo
a su situación de "no-ciudadanos". En
este contexto, la utopía de una esfera
pública organizada en el sentido
moderno, regida por leyes universales
aplicadas a todos los ciudadanos, no
solamente se queda sin cumplir, sino
que se aleja cada vez más de la realidad
en la práctica actual.
No es difícil comprender ahora, que la
subordinación política de los pobres
está simultáneamente relacionada con
su subordinación económica. El historiador José Murillo de Carvalho ha escrito un sugestivo libro llamado The
Bestialized, en el que argumenta
precisamente que los pobres brasileros
han sido prácticamente excluidos de la
política porque, en primer lugar, fueron
"excluidos" de la economía 143 . Suponiendo que para Habermas la esfera
pública democrática significa la participación de los ciudadanos en la política y
su participación como individuos en el
mercado, entonces un sistema social
donde grandes sectores de la población
son en realidad excluidos -por el aho ra
creciente mercado neoliberal-, tiende
también a producir un número igual de
"no-ciudadanos" excluidos de la
participación política y, por lo tanto, del
concepto de derechos de ciudadanía. Ya
no atribuibles a todas y cada una de las
personas pues, como George Orwell
solía decir, todas las personas son
ciudadanas, pero algunas son más
ciudadanas que otras.
REDEMOCRATIZACIÓN
NEOLIBERAL:
RECONFIGURANDO
CIUDADANÍA
LA
De acuerdo a Paul Chevigny -en su
libro sobre abuso policial en las Américas- Brasil es, con la suficiente mala
reputación, la única llamada nación
democrática con tan altos niveles de
abuso a los derechos humanos, en la
cual el abuso policial es la clave 144 . Un
argumento similar ha sido también
presentado en la esfera nacional, y ha
sido central para el discurso estatal reciente: Brasil es la décima economía en
el mundo, -dice el argumento expresado
recientemente por el Presidente Cardoso-, y es una nación "moderna" (cada
vez más "global") en la mayoría de
dimensiones de la vida, pero, como los
casos anteriores de abuso policial han
aclarado, todavía debe recorrerse un
largo camino en el campo de la ley, los
derechos y la ciudadanía 145 . Así, pues,
¿qué se necesita hacer?
La redemocratización en los ochenta y
noventa tiende -tanto en la mente
pública como en la retórica y en los
Con base en este argumento, sugie ro
que las frecuentes violaciones de los
derechos humanos en Brasil, de las
cuales el abuso policial se ha convertido
en el ejemplo más ampliamente debatido, ilustran en sí mismas la aplicación diferenciada de leyes, derechos y
ciudadanía. Aquí los derechos huma nos
y civiles nunca están "dados culturalmente" para todo el mundo. Por el
contrario, son un privilegio al que sólo
unos pocos tienen acceso, y es por esto
142
Ibid.
José Murilo de Carvalho, Os Bestializados: 0
Rio de Janeiro e a Republica Que Nao Foi,
Companhia das Letras, Sáo Paulo, Brazil, 1989.
143
144
145
54
Chevigny, op. cit.
Veja magazine, septiembre 16, 1997.
DEMOCRACIA
"NO ASESINAMOS CIUDADANOS"
proyectos orientados por el Estado- a
seguir un modelo post-Guerra Fría
neoliberal que, aun dando importancia a
la "santísima trinidad" (globalización
liberalizante, "eficiencia" económica, y
predominio del mercado en contra de
cualquier regulación por parte del
Estado), continúa acogiéndose fuertemente a los ideales del Siglo de las
Luces en cuanto a la elaboración de una
sociedad más "justa' e igualitaria, tanto
en términos económicos como legales.
Esos cambios propuestos son, como
otros contextos neoliberales, concebidos
en función del "crecimiento" y la
"modernización", basados en la imagen
de una nación "eficiente" compuesta por
individuos libres comprometidos con
las actividades del sector económico
dentro de la esfera del correspondiente
mercado productivo y "libré'. Sin
embargo, en el reciente discurso estatal
permanece la idea de que una economía
poderosa es inseparable de la
democracia, de un orden legal efectivo,
y de la garantía de los derechos civiles
para todos los ciudadanos, como lo
reconoció el presidente Cardoso en una
reciente ent revista para los medios 146 .
bien, -dice este argumento- pero demasiadas personas están aún excluidas
de los beneficios de la modernización
económica.
Sin embargo, se necesita cuestionar si
tales formas llamadas "excluyentes" no
son el resultado de las políticas
económicas neoliberales dirigidas a la
globalización, las cuales son bien apreciadas por el actual gobierno. Los estudiosos de la globalización han argumentado que estos procesos producen
porcentajes crecientes de desigualdad
social, aun cuando promueven la integración económica147 . Desde este punto
de vista, el aumento en la represión
policial pudo ser visto precisament e
como una "consecuencia lateral" del
proyecto económico neoliberal en Brasil: un programa que enfatiza en "crecimiento", "eficiencia" y "privatización",
y el poder del mercado en la regulación
social así como en la vida económica, a
expensas de la intervención directa en el
bienestar social.
La contradicción dentro del proyecto
estatal parece ser clara ahora: como lo
ha anotado Chantal Mouffe,
Dentro de la misma clase de retóricas, la
noción de "exclusión" social, ha sido el
sentido figurado utilizado para valorar
las paradojas de la situación de derechos
humanos y civiles en Brasil. La
"exclusión" de muchos pobres de casi
todos los campos concebibles de la vida
social -desde el debido cuidado de la
salud y la educación hasta la
representación política y la participación en la economía-, es ahora
comprendido (como cualquier análisis
de las secciones de "La Nación" en
todos los medios principales lo muestran) como el principal obstáculo para
situar a Brasil en igualdad de condiciones con otras economías globalizantes:
el capital financiero y la industria están
146
la presente reducción neoliberal del bien
común a un problema de "creación de
rique za",
"pagador
de
impuestos","libertad", y "eficiencia", ha
sido posible en primer lugar por el
'individualismo [liberal] 148 .
147
Albrow, Martin, The Global Age: State and
Society
Beyond
Modernity ,
Standford
University Press, Stanford, 1996; Balibar,
Etienne, and Immanuel Wallerstein (eds.),
Race, Nation, Class: Ambiguous Identities,
Verso, London, 1991; Bauman, Zygmunt
Postmodernity and its Discontents, New York
University
Press,
1997;
Clark,
Ian,
Globalization
and
Fragmentation:
International Relations in the Twentieth
Century, Oxford University Press, Oxford,
1997.
148
Mouffe, Chantal (de.), Dimensions of the
Radical Democracy, Pluralism, Citizenship,
Ibid.
55
DEMOCRACIA
"NO ASESINAMOS CIUDADANOS"
manuales con salarios bajos-, se
convierten entonces en contradictores
del actual propósito nacio nal de llegar a
ser económicamente "eficientes" y
"competitivos". El abuso policial en
contra de los pobres, en contra de los
"no-ciudadanos" de la economía, por lo
tanto, está en contra de la consistencia
del discurso estatal bajo el liberalismo
democrático y, de esta manera, revela
sus más profundas contradicciones.
En otras palabras, fue la noción de un
individuo libre, portador de derechos y
propiedad, lo que hizo posible la noción
de una economía autorreguladora 149 . No
obstante, esto no significa, que todos los
individuos estarían en una misma
posición vis-a-vis los mandatos de la
economía. Un número significativo ha
sido obviamente excluido de estos
supuestos beneficios, como lo muestra
el caso aquí discutido, con efectos
tangibles sobre la subordinación social,
económica y política.
Si ubicamos entonces, la violencia
policial en el contexto de experiencias
similares de economías neoliberales y
de la globalización del capital, podemos
ver las similitudes parciales entre los
abusos policiales contra los pobres (la
"clase peligrosa") y el aumento reciente
de ataques a refugiados, extranjeros
ilegales, y minorías étnicas, todos en el
contexto general de una reflexión acerca
de las contradicciones inherentes al
neoliberalismo económico. Mientras
que la democratización conlleva
supuestos culturales específicos acerca
de la universalidad del sujeto humano,
de participación y de los derechos de
ciudadanía para todos, la liberalización
económica sólo puede proporcionar
agentes de mercado "eficientes"
constituidos económicamente con el
énfasis actual, en Brasil, en la necesidad
de los trabajadores de "adaptarse
flexiblemente" al mercado creciente
nacional e internacional150 . Aquellos
que no se ajustan a estas categorías de
economías eficientes -como los más
pobres, los sin hogar, los analfabetas,
aquellos sin educación y que están sólo
en capacidad de asegurar trabajos
En este sentido, me parece que, siguiendo nuevamente a Mouffe, es necesario distinguir el liberalismo político
del liberalismo económico 151 . Si el liberalismo político ha luchado históricamente por los ideales de la democracia
burguesa liberal, donde todos los ciudadanos son, por definición, libres e
iguales ante la ley; el liberalismo económico, al utilizar los mismos tropos de
libertad e igualdad, ha producido
históricamente una población de ciudadanos verdaderamente "excluidos".
Así, el hecho de que la violencia policial haya aumentado con la democratización creciente en Brasil no necesita
ser una contradicción de por sí: aunque
la ideología del liberalismo político
existente en esta nación construye a los
pobres como ciudadanos iguales a los
demás, la liberalización económica
aparentemente ha producido un número
en aumento de ciudadanos de facto
diferenciados.
CONCLUSIÓN
Así es como este artículo propone
recontextualizar la aparente brecha entre
la retórica democrática y el abuso policial en Brasil. He argumentado aquí
que la violencia policial no es ni un
contradictor cultural dentro de la democratización, ni un ejemplo de "barbarismo" marginal que irá desapareciendo con el tiempo (otro punto de
Community, Verso, London and New York,
1992, p. 10.
149
Mouffe, op. cit.: 7, also cf. Taylor, Charles,
The Sources of the Se1f. The Making of the
Modere Identity, Harvard University Press,
Cambridge, MA, 1989.
150
Veja Magazine, septiembre 16, 1997.
151
56
Mouffe, op. cit.
DEMOCRACIA
"NO ASESINAMOS CIUDADANOS"
vista común). Por el contrario, aparentemente es una "consecuencia inesperada" de las incongruencias entre liberalismo político y económico. Es
producido por una historia particular de
diferenciación de clase y la correspondiente aplicabilidad de principios de
legalidad. La historia y el presente se
mezclan aquí, para producir la aparente
paradoja del aumento del abuso bajo el
aumento de las garantías democráticas,
por lo menos para aquellos que son
considerados "menos ciudadanos".
Desde esta perspectiva, los policías que
dicen estar "protegiendo ciudadanos"
cuando asesinan supuestos "nociudadanos", pueden ser vistos como
personificaciones no solamente de la
brecha histórica entre los ideales político-liberales y la práctica cotidiana de la
violencia y la jerarquía (como Da Matta
lo haría), sino también de las
complejidades y las inconsistencias del
proyecto económico neoliberal152 . Los
casos aquí descritos son más que tristes
recuerdos de lo que todavía se necesita
realizar para la "legalización" de Brasil:
ellos personifican, -y por esa razón
llegan a ser de extrema utilidad para el
analistatodas
las
principales
contradicciones de un proyecto particular en un contexto específico para
construir una democracia bajo la neoliberalización económica. En este sentido, los policías que emplean la retórica
de la ciudadanía democrática para justificar el asesinato de aquellos definidos
como "no-ciudadanos", son un reflejo
directo de la parodia patética que
constituyen los procesos que actualmente buscan producir una democracia
neoliberal en Brasil.
152
Da Matta, op. cit., 1985.
57
DEBATE
LA PAZ EN LA ADMINIS TRACIÓN PASTRANA
LA PAZ EN LA
ADMINISTRACIÓN PASTRANA
faltado a la receta aplicada por cada
gobierno para que ese ímpetu termine
siempre por desinflarse.
Piedad Córdoba, Marco Palacios *
Creo que ese algo puede ser el no haber
involucrado en el proceso a todas las
fuerzas sociales. Todas ellas son partes
interesadas. Unas porque han dado
lugar al conflicto, otras porque
intervienen en él, porque soportan sus
consecuencias, o porque están llama das
a asumir una parte de los costos del
retorno a la normalidad. El Consejo
Nacional de Paz tiene la virtud de haber
puesto a conversar en un mismo
escenario a todas esas fuerzas, hoy más
que nunca conscientes de la ur gencia de
la reconciliación nacional.
El problema de la construcción de una
paz viable en Colombia parece cada vez
más complejo y necesario. Durante y
después de la elección presidencial nos
hemos topado con al menos dos
tendencias contradictorias. Por una
parte una degradación del conflicto
armado cada vez más costoso en
términos políticos, humanos y sociales,
degradación que tiene en las casi
cotidianas masacres de los paramilitares
simultáneamente su principal síntoma y
símbolo. Pero es obvio que de ella no
escapan ni la guerrilla ni el Estado. Por
otro lado, la elección de un nuevo
presidente ha aclarado y ha renovado la s
esperanzas y expectativas que se tejen
alrededor de la paz. Aún más, varios
actores armados parecen haber pasado
el mensaje de que con la administración
entrante sí se puede hablar en serio.
Por eso el tema de la paz ha vuelto
afortunadamente, a los primeros lugares
de la agenda política. Hemos consultado
a expertos que durante la campaña
electoral adoptaron diversas posiciones
sobre las perspectivas hacia la paz en el
gobierno que comienza.
En ese contexto, el primer paso dado
por el presidente electo es positivo.
Demuestra clara voluntad de liderar el
proceso, sinceridad en su propuesta, y
elimina de entrada muchas de las
controversias que se suelen dar al
interior de los gobiernos.
Por ahora toca confiar en que los
alzados en armas tengan igual voluntad
y sinceridad y que sus propuestas de
cambio estén al alcance de los demás
actores del conflicto, más inclinados
hoy a una transacción que antes.
MARCO PALACIOS: Del ímpetu al
desinfle, como dicen ustedes, describe
adecuadamente el trayecto del "proceso
de paz" de Belisario Betancur. No es el
caso de los "procesos" bajo los gobiernos Barco-Gaviria. En estos hay una
especie de continuidad y en la transición
entre ellos se pactaron los más
importantes acuerdos con las guerrillas
en cuanto a número de desmovilizados
y reinsertados. El desinfle vuelve a presentarse en 1992 con el lánguido final
de Tlaxcala. Pero su significado quedó
ahogado por la euforia que todavía
producía la Constitución del 91. Los
acuerdos finales de Gaviria con las milicias de Medellín y otros grupos me-
ANÁLISIS POLÍTICO: ¿En los últimos
años, cada gobierno ha come nzado con
una impetuosa (al menos verbalmente)
política de paz, que después se ha
venido desinflando. ¿Cuál cree usted
que sea la evolución del gobierno de
Andrés Pastrana?
PIEDAD CÓRDOBA: Que cada
gobierno arranque con una impetuosa
política de paz demuestra genuino interés por poner fin a un conflicto que
distrae una parte considerable de los
escasos recursos con que cuenta el
Estado para satisfacer las necesidades
mínimas de sus asociados, pero algo ha
58
DEBATE
LA PAZ EN LA ADMINIS TRACIÓN PASTRANA
nores fueron, francamente, pura cosmética.
Pero es temerario anticipar en qué
pararán estas escenografías. Si a partir
de ellas somos capaces los colombianos
de inventarnos un argumento y unos
libretos convincentes en los próximos
años. Del lado de la guerrilla vemos que
hoy se siente relegitimada. Pero hay que
tener en cuenta la descoordinación, por
decir lo menos, de ELN y FARC. De
lado de la llamada sociedad civil vemos
su fragmentación, pese al poder de
convocatoria de la Iglesia, y en Mainz
ha quedado reducida, en últimas, al
Consejo Nacional de Paz que es mucho
más Estado que sociedad.
Con Samper, la "paz" comenzó un tanto
desinflada, pese a la retórica de rutina.
Se enredó cuando el Presidente enfrentó
el proceso 8.000, y se infló una vez que,
salvado el pellejo político del
Presidente, y despejada la candidatura
de Serpa, éste se apoderó de la banderita
blanca y los funcionarios de Palacio
encargados de "la paz" tuvieron luz
verde, pese a contratiempos como
"Destructor II".
Súmele a esto, de un lado, las victorias
militares de las FARC, (Las Delicias,
Patascoy y El Billar) y, del otro, el
"mandato por la paz" en nombre de la
"sociedad civil'; y la manipulación electorera de "la paz' en las campañas de
1987-88. El montaje samperista terminó
para los samperistas como un bumerán,
pero dejó una dinámica. De eso ha
quedado la escenografía de hoy día. Los
elenos montaron su happening con la
llamada "sociedad civil" en la Puerta del
Cielo, un convento Carmelita de Mainz.
De ahí salieron unos compromisos que
llevarán a una Convención Nacional de
la "sociedad civil" y eventualmente a
una Asamblea Cons tituyente. Tirofijo y
Jojoy lograron, finalmente, presentarse
en televisivo diferido con el presidente
electo. Del encuentro selvático salieron
dos compromisos gubernamentales:
despeje de los cinco municipios que
vienen pidiendo las FARC, y un plazo
de 90 días para iniciar un diálogo.
Inevitablemente el próximo gobierno
estará montado en el movimiento inercial de estos acontecimientos. Esperemos que nuestros gobernantes sean
buenos en el surfing de estas olas, y
que, una vez regresen las aguas a su
nivel habitual, sea posible ir diseñando
políticas de largo plazo, es decir la paz
como un propósito nacional y un asunto
de Estado antes que de gobierno.
ANÁLISIS POLÍTICO: ¿Cuá les son las
condiciones necesarias y suficientes
para construir una paz viable y sostenible en Colombia? ¿Cuánto tiempo se
necesita para cumplir las condiciones?
PIEDAD CÓRDOBA: Pienso que
sigue siendo válida la tesis de las causas
objetivas del conflicto armado. Las
profundas inequidades en la sociedad
colombiana, la falta de oportunidades
para muchos compatriotas, impulsan un
proceso que se retroalimenta en forma
cada vez más aguda. Las proporciones
alarmantes del desplaza miento forzado,
sin parangón en América Latina,
provocado o aprovechado por muchos
para obtener ventajas económicas, son
un reflejo del desequilibrio económico y
social que subyace a la lucha armada.
Mientras no se ofrezca a la población la
oportunidad
de
satisfacer
sus
necesidades mínimas y de llevar una
Estos son los preliminares. Con sus
fallas, son algo positivo. A diferencia de
la euforia de 1982 hoy todos somos más
cautelosos. Pese al apetito publicitario,
FARC y ELN parecen menos
irresponsables que el M-19 de los años
de Belisario, y en los sectores de poder
hay mucha menos prevención y más
apertura.
59
DEBATE
LA PAZ EN LA ADMINIS TRACIÓN PASTRANA
vida digna no veo viable el
aclimatamiento de la paz. Y para lograr
este propósito es necesario realizar un
gran esfuerzo de inversión social, bien
planificado a lo largo de varios cuatrienios, para redimir las zonas más deprimidas del país. Lo importante ahora es
que se den señales inequívocas de
marchar en esa dirección.
los ciudadanos, sobre todo en los
niveles locales; debe ir a los barrios, a
las fábricas, a las aulas universitarias, a
los buses y busetas, a las calles y pla zas,
a los cafés. No debe descartarse que
termine en otra asamblea constituyente
o en un' verdadero plebiscito, en
cualquier caso después de mucha preparación y acuerdo.
MARCO PALACIOS: Hay dos planos: uno interno que es el más importante y otro internacional. En cuanto al
primero, opino que sin una genuina
expansión de la ciudadanía no habrá
condiciones de una paz social y política
duraderas. Obviamente no pienso que
tengamos que realizar de una vez por
todas los ideales y fundamentos de la
democracia que han quedado consagrados en los textos constitucionales.
Pero será esencial que los colombianos,
como pueblo dé ciudadanos, tengamos
una visión de la posibilidad real de un
movimiento en firme hacia la democracia, truncado en 1948. Ahora bien,
esa visión realista y promisoria sólo
podrá venir a la par con procesos
efectivos y eficaces de reforma económica, social e institucional y con un
poderoso discurso de paz.
En el plano internacional el factor más
importante será la efectiva neutralidad
del gobierno de los Estados Unidos en
el conflicto armado colombiano. Es
innegable el poder gravitatorio que
ejercen los Estados Unidos en sectores
de las clases dominantes, de las clases
medias urbanas y del Ejército. Hasta
ahora se ha proclamado en Washington
esa neutralidad. Pero para que sea
efectiva debe desligarse del universo del
narcotráfico. En buena medida este
asunto depende de la vo luntad de la
guerrilla, de un lado, y del Estado
colombiano, del otro. Y aquí adquiere
centralidad un tema agrario: el
campesinado que ha sido orillado a
vivir de los cultivos ilícitos.
¿Cuánto tiempo será necesario para
lograr una paz duradera? Difícilmente
se podrá realizar este "proceso" dentro
de un cuatrienio, aunque es difícil vaticinar. A veces las negociaciones de paz
ganan una velocidad extraordinaria.
Pero no hay que hacerse ilusiones y
repito, es afortunado que hoy en día
todos seamos más cautelosos qué en
1982. Estamos hablando, además, de la
violencia política y no de la criminalidad generalizada. Y recordemos que en
el conflicto armado propiamente dicho
no se ocasionan más del 8% al 10% de
los homicidios totales.
En el plano interno debe haber una
conjunción de "procesos". Por ejemplo,
puede comenzar un ejercicio de negociación política en el Congreso que
lleve a algo parecido al pacto de AjuriaEnea de 1988 en España. Esto es, a un
amplio consenso de los actores políticos
no-armados y que condenan la violencia
como vía política. La diferencia es que
un pacto colombiano debe reconocer el
déficit de democracia y entrar a
resolverlo mediante las reformas que
sea necesario hacer. Un pacto de esta
naturaleza será un paso previo para
movilizar el respaldo y participación de
las instituciones intermedias, algunas de
las cuales hablan en nombre de la
sociedad civil, pero debe descender a
ANÁLISIS POLÍTICO: ¿Podría usted
ofrecernos una perspectiva de la evolución de la relación civiles - militares en
los últimos años? ¿Cree indispensable
introducir cambios en esa relación para
60
DEBATE
LA PAZ EN LA ADMINIS TRACIÓN PASTRANA
construir una paz sostenible y, en ese
caso, cuáles serían?
militares permite que lo "civil" y lo "militar" obedezcan a una división del trabajo anacrónica y peligrosa. Los militares siguen manteniendo altos márgenes
de autonomía ideológica, estratégica y
operativa en la lucha contra la subversión comunista. Inclusive su desgano y
apatía hace parte de tal autonomía.
Desaparecida de la faz de la tierra la
"amenaza comunista", entre los civiles
colombianos no parece haber muchos
con
competencia
para
hablar
profesionalmente de temas militares; los
militares colombianos no reciben guías
ni ideológicas, ni políticas del liderazgo
civil. Tener un ministro civil resultó un
mero maquillaje. Añada a esto la redefinición norteamericana del "enemigo",
del comunista al narcotraficante y verá
usted la desorientación militar.
PIEDAD CÓRDOBA: La complejidad
del conflicto armado ha llevado al estamento militar a situaciones contradictorias o ambivalentes frente a la población civil. En algunos casos la asume
como un elemento más de confrontación; como que se desdibuja un
poco el objetiva de su función primordial de proteger la vida, honra y bienes
de los asociados. Ahí empiezan a sufrir
mengua los derechos humanos. En otras
ocasiones la vinculación es tan estrecha
que el trabajo cívico y comunitario
adquiere tanta importancia como el de
la seguridad.
En un país como el nuestro, con tantos
actores simultáneos, lo deseable y
exigible es que se mantenga y se respete
al máximo la neutralidad de la
población civil.
La tarea aquí es enorme. Los militares
deben entender cuál es su nuevo papel
en una democracia, como defensores de
la soberanía en un pueblo de ciudadanos
iguales por ley y ante la ley. Esto
requiere una pedagogía que no vemos
por ninguna parte. Pero sin ella no
podrá comenzar el proceso de reforma
militar propiamente dicho que es
urgente. Es decir, cuál debe ser la
función específica y legitimada de cada
uno de los institutos castrenses, de la
inteligencia y de los servicios de seguridad nacional y estatal, diferentes de la
seguridad ciudadana, cuál su localización en el mapa de Colombia, cuál su
tamaño.
MARCO PALACIOS: La evolución
más reciente de estas relaciones no tiene
norte. Es lamentable que nadie con
poder -económico, social, mediático, o
político- se haya sentado a pensar en las
implicaciones de la posGuerra Fría en el
modelo de relaciones civil- militares. En
mi libro Entre la legitimidad y la
violencia sugerí cómo lo que llamamos
la violencia clásica deslegitimó
instituciones básicas de un orden
democrático: el poder judicial y la
policía. Además de la sujeción de ésta
última al Ejército, éste también salió
quemado de la experiencia. Es decir, no
ha habido armonía entre el modelo
militar-policivo y la sociedad en su
conjunto. En el nivel institucional y elitario sí ha existido cierta armonía con
sus roces, "el ruido de sables". Pero ya
vamos para diez años de pos-Guerra
Fría, de poscomunismo, y seguimos
como en el orden de la Guerra Fría: un
anticomunismo de anticuario que no se
lo creen ni los mismos burócratas
ANÁLISIS POLÍTICO: ¿Cómo caracteriza usted a los diversos actores
armados de la guerra colombiana y
cómo evalúa las posibilidades de que se
comprometan con la paz?
PIEDAD CÓRDOBA: Las señales que
hoy envían los grupos guerrilleros
alientan la esperanza de una real voluntad de paz. Parece existir de su parte
la percepción de que los costos
61
DEBATE
LA PAZ EN LA ADMINIS TRACIÓN PASTRANA
económicos que asume la sociedad
entera son demasiado altos para persistir
en una lucha que no se definirá. por vía
militar. Las posiciones de fuerza que se
adoptan a las puertas de unas eventuales
negociaciones, ampliamente explicadas
por los expertos en estos temas, no
deben ser obstáculo para unas
conversaciones sinceras y ojalá eficaces
al propósito que todos queremos.
sentido, puede decirse que las guerrillas
tienen una ideología pura (el marxismoleninismo, el nacionalismo, o lo que
tenga un "ismo" creíble) pero lo
fundamental en este caso colombiano,
lo que resalta, es la desconexión de la
ideología pura con la ideología práctica
u organizacional. Pero al aproximarse al
estudio de la "guerrilla por dentro" con
las claves leninistas del partido
clandestino y sus requerimientos, sus
códigos, en cierta forma parecida a las
sectas medievales clandestinas organizadas fervorosamente alrededor de una
interpretación teológica particular, bien
fuera de la teología general o de la
misión de la "orden" o congregación
respectiva, no hay que olvidar dicha
desconexión. Eso lo captaron muy bien
los comunistas, que nosotros llamábamos despectivamente los mamertos.
Pues bien, reconozco que nos faltó un
poco de perspicacia mamerta.
Como es obvio, el tratamiento para
grupos armados sin carácter político,
delincuencia organizada y delincuencia
común no pueden ser el mismo. Una
vez fortalecido el Estado después del
proceso de paz, recuperada su plena
legitimidad y en uso del mono polio de
la fuerza coactiva, debe someterlos al
orden jurídico.
MARCO PALACIOS: Pensando en
esta revista especializada sintetizaré algunos planteamientos abstractos. Pese a
los avances de investigación social y
política, es poco lo que hemos aclarado
conceptualmente sobre guerrillas. Para
algunos son instituciones que articulan
el orden/desorden sociales en ciertas
regiones. Recientemente Malcolm Deas,
empleando de modo muy idiosincrásico
algunos conceptos centrales de David
Apter, ofreció un "ensayo especulativo"
refrescante. Pero no estoy tan seguro de
algunas de sus implicaciones. Por
ejemplo, creo que si uno prosigue
apterianamente, las gue rrillas sí serían
unas comunidades o sectas organizadas
alrededor de un "discurso" y, en
términos posmodernistas a lo M-19, tal
discurso
sería
una
"acción
interpretativa'. Pero habrá que explorar
empíricamente mejor esta idea de las
conexiones entre metáfora/sintagma en
la elaboración de los mensajes políticos
y la acción misma (por ejemplo el
secuestro y asesinato de José Raquel
Mercado) como mensaje.
Considero que el modelo de Franz
Schurmann en su estudio de los comunistas chinos es más pertinente. En ese
En esta veta, no creo del todo en la
versión de Malcolm Deas de los "canjes
violentos". Me parece que la guerrilla
sigue moviéndose en un continuo que
va del ideal "cosmocrático" leninista a
la realidad econocéntrica del secuestro y
la extorsión.
Dicho esto, creo que es difícil elaborar y
defender un discurso de paz en la
guerrilla por dentro, al menos en las
actuales circunstancias. El discurso y la
gestualidad de paz de la guerrilla hacia
fuera ya es una táctica bien redituable.
Un elemento que podría superar esto es
el avance de un poderoso discurso de
paz desde el Estado y la sociedad, o sea
un poderoso discurso democrático que
dejaría a los guerrilleros como meros
delincuentes comunes. Pero eso parece
tan difícil como "reorientar" la
ideología pura de la guerrilla y engranar
a ella su ideología organizacional.
ANÁLISIS
POLÍTICO:
Operativamente ¿cómo concebiría el
62
DEBATE
LA PAZ EN LA ADMINIS TRACIÓN PASTRANA
desarrollo
de
las
primeras
conversaciones de paz: una o varias
mesas, despeje o no despeje, asambleas
de la sociedad civil o reuniones cerradas
o confidenciales de nego ciaciones?
guna legitimidad para negociar un status
de actores públicos. Negociar sí su
entrega incondicional. Este es un asunto
fundamental en que entran en juego los
límites éticos permisibles en un Estado
de Derecho y hacen parte de lo que
arriba llamé "un poderoso discurso de
paz".
PIEDAD CÓRDOBA: Un proceso
de paz debe comprender a todos los grupos alzados en armas con carácter
político. Mientras alguno de ellos permanezca al margen, cualquier acuerdo
será inestable y siempre existirá el riesgo de que quiera copar el espacio dejado por los grupos que se reintegren a la
vida civil.
Por el contrario, la negociación con las
guerrillas tiene la doble legitimidad de
la tradición política colombiana y de las
leyes. Pero creo que la negociación
propiamente tal debe ser un derivado o
producto del debate muy intenso en el
seno de la sociedad colombiana sobre
qué sociedad queremos. Ese es el debate
sobre los valores de la democracia, los
fines y los medios institucionales para
realizarla. Como dije, deberá librarse en
múltiples escenarios sociales y locales y
evitar de entrada la confusión entre
burocracias
gremiales,
sindicales,
eclesiásticas, académicas, con "sociedad
civil". Del debate nacional y público
deben salir iniciativas que finalmente se
traducirán en reformas legales por el
Congreso o por una Constituyente o un
plebiscito. El debate debe concluir,
además, en instituciones como las
"Comisiones de la verdad' sobre esta
guerra colombiana.
Lo que no parece viable es una sola
mesa de negociaciones con todos los
grupos, al menos en las primeras etapas,
si se tiene en cuenta que cada uno tiene
una visión diferente de la realidad
nacional, enfoca el desarrollo del país
desde diversos ángulos y, por tanto,
propone salidas también distintas.
El despeje como condición de seguridad
es viable. La confidencialidad es
indispensable para el éxito de las negociaciones, lo que no se opone a que la
sociedad civil tome parte en reuniones
cerradas, como ya ha empezado a
hacerlo. Las conversaciones de cara al
público, en aras de un pretendido derecho de la sociedad a la información,
generan muchos más obstáculos y tensiones que las ventajas que se pueden
obtener. Conversar en reuniones cerradas no es hacerlo a espaldas de la
sociedad si el mandato conferido a los
negociadores es claro y legítimo.
La agenda de negociaciones Estado- insurgentes debe derivar de ahí, porque
es subsidiaria de la voluntad popular. Es
decir, la paz no llegará muy lejos si se
queda en compromisos entre élites
negociadoras de lado y lado, como hasta
ahora.
MARCO PALACIOS: El requisito
previo, y subrayo el término previo, de
cualquier proceso de paz debe ser dual.
Del lado de los actores armados,
incluidos los estatales, deberá privar su
estricta adhesión a los Protocolos de
Ginebra II. Aunque los paramilitares
son actores armados del actual conflicto, no creo que deba dárseles nin-
63
EL RINCÓN
LA CONTRIBUCIÓN DEL IEPRI…
LA CONTRIBUCIÓN DEL IEPRI A
LOS ESTUDIOS SOBRE LA
VIOLENCIA EN COLOMBIA*
Es posible que convenga, ante todo,
para renovar el impulso de los estudios
sobre la violencia, modificar en algo las
perspectivas.
Las
reflexiones
coyunturales ocupan hasta el momento
un lugar importante. Lo anterior está
íntimamente ligado al hecho de que los
trabajos confieren preponderancia a la
dimensión política de la violencia y
toman, a menudo, como punto de
partida, las estrategias gubernamentales.
En un país con un sistema institucional
tambaleante, posiblemente conviene
modificar parcialmente el ángulo de
análisis, partiendo de la sociedad, de sus
fragmentaciones provocadas por las
redes de protagonistas armados y del
nuevo contexto engendrado por las
estrategias de los mismos.
Daniel Pé caut**
El trabajo desempeñado por el IEPRI
sobre la violencia es, a consideración de
muchos, extraordinario. Las obras y
artículos que allí se han publicado dan
cuenta tanto de la evolución en el
tiempo de los fenómenos de violencia
como de la diversidad de sus
dimensiones. Estos manifiestan una
toma de posturas lúcidas, en su mayoría
valerosas,
inspiradas
en
una
preocupación ético-política, la cual
suscribo plenamente. La revista Análisis
Político ha ganado un prestigio nacional
e internacional muy meritorio.
Esta es la sugerencia que haré al final de
este informe. Sin embargo, comentaré
primero los principales informes que
deben ser considerados activos del
IEPRI. Son numerosos y de gran
importancia.
La influencia de sus investigadores es
evidente. Basta, al respecto, levantar un
inventario del número de coloquios,
foros y comisiones en las cuales han
participado.
Conviene
igualmente
subrayar su audiencia en los medios de
comunicación y en la opinión pública.
I. Durante La Violencia, de los años
1945-1964, los investigadores en
ciencias sociales no tuvieron ninguna
posibilidad de analizar los fenómenos
que se desenvolvían. La razón no es
únicamente la ausencia de una tradición
de investigación rodeada de amenazas
sobre
las
instituciones
y
los
investigadores. Estos no estaban en
condiciones de volcarse sobre una
auténtica labor de investigación.
Atrapados ellos mismos en la
confrontación ideológica a través de la
cual se expresaba la lucha entre los dos
partidos tradicionales, no podían
convertir la violencia en objeto.
Enredados en la sucesión de peripecias
políticas, sólo percibían de manera
ensordecedora los ecos de los
fenómenos concretos de la violencia,
que se desenvolvían en un mundo rural
confuso y desprovisto de expresiones
para hacer entender las atrocidades que
Una etapa de investigaciones ha
concluido, indudablemente. Análisis
Político tiende en el último tiempo a
consagrar cada vez menos artículos al
tema de la violencia y se abre cada vez
más a las reflexiones internacionales.
Esta última evolución me parece
bienvenida. Sería, sin embargo, una
lástima que los trabajos sobre la
violencia se hiciesen demasiado
escasos. El tema de la violencia no está
próximo a perder importancia en
Colombia. De hecho, ésta la adquiere
crecientemente en otros países del
mundo.
* Traducción de Mariana Escobar Arango.
** Sociólogo, profesor de la Escuela de Altos
Estudios en Ciencias Sociales, París, Francia
64
EL RINCÓN
LA CONTRIBUCIÓN DEL IEPRI…
lo afectaban. Ni los jefes de las bandas
campesinas,
ni
las
chusmas
conservadoras, ni los sicarios, ni las
células de la guerrilla o de autodefensa,
teorizaban sus acciones, o por lo menos
no en un lenguaje que se comunicase
cómodamente
con
el
de
las
universidades en las ciudades.
la violencia o sus manifestaciones
regionales, sacan a la luz la diversidad
de violencias que atraviesan La
Violencia. Pienso en las de Gonzalo
Sánchez y Donny Meertens, de Carlos
Miguel Ortiz Sarmiento y en otras.
Un desfase temporal como el anterior
manifiesta con claridad las dificultades
de todas las suertes que acompañan los
análisis de La Violencia. A lo anterior
se agrega un desafío propiamente
científico, el de elaborar los pasos
teóricos que permitan dar cuenta de la
diversidad y de la combinación de las
dimensiones de los fenómenos. Los
paradigmas en boga en los años sesenta
y setenta, marxistas inicialmente,
ofrecen con frecuencia una imagen
simplificada del universo rural, ignoran
el papel de los actores reduciéndolos a
no ser más que la expresión pasiva de
las
estructuras
y
anulan
las
interferencias entre las violencias
heterogéneas. Las conclusiones de
dichos análisis, que no son con
frecuencia más que la prolongación de
las premisas, desembocan de este modo
en hacer ejercer violencia a la población
que sufrió las consecuencias de la
misma.
Hubo que esperar hasta 1962 para que
un gran libro, el de Germán Guzmán,
Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña
Luna, abriera la reflexión sobre La
Violencia. El inmenso mérito de esta
obra está en asociar la descripción con
la reflexión teórica. La descripción es la
que permite fina lmente acceder al
mundo social de la violencia, haciendo
entender la voz de los participantes,
protagonistas y víctimas, revelando las
justificaciones
de
las
prácticas,
desvelando la violencia de La
Violencia. La obra suscitó controversia.
Si se toleraba evocar la aspereza de la
disputa entre los partidos tradicionales
-factor que fundaría la legitimidad del
Frente Nacional-, no se hacía otro tanto
con la actualización de la crueldad de
los enfrentamientos y, menos aún, de la
responsabilidad que cabía a los
dirigentes políticos y a sus fichas
locales. Al respecto, el silencio era de
rigor; sólo la etiqueta de “bandidismo”
era admitida para designar la violencia
popular y lo que subsistía.
II. Ese tipo de desfase temporal no
existe en la situación actual de la
violencia. Los estudios no han cesado
de acompañar su desarrollo. Tanto
centros
universitarios
como
no
universitarios le consagran una parte
importante de sus trabajos. Pero resulta
innegable que el IEPRI, creado en un
momento
crítico
de
violencia
generalizada,
ha
contribuido
enormemente al análisis de nuevos
fenómenos. Obras colectivas como
Colombia: Violencia y Democracia
publicada en 1987, y Pacificar la Paz
publicada en 1991, constituyen intentos
de diagnóstico de conjunto. La primera
tiene el mérito de haber expuesto a la
luz
la
heterogeneidad
de
las
Pero, contrariamente a lo que podría
esperarse, esta obra pionera está lejos de
haber conducido pronto a un
florecimiento de obras universitarias
que la prolongasen. Indudablemente, a
finales de los años sesenta y a principios
de los setenta, la referencia a la
violencia constituía en sí misma una
forma de lugar común. Sin embargo, los
verdaderos trabajos de investigación
para entonces eran escasos. Sólo hasta
finales de los años setenta y en los
ochenta aparecen las obras que,
analizando las dimensiones precisas de
65
EL RINCÓN
LA CONTRIBUCIÓN DEL IEPRI…
dimensiones de la violencia; la segunda,
haber subrayado la diversidad de las
problemáticas regionales. Una y otra
hacen una amplia referencia al contexto
político y social, como si éste explicase
suficientemente la reincidencia de la
violencia, y se ciñen a describir el papel
de los actores organizados y no
organizados. De este modo, no
concurren únicamente en quebrar la
representación de la violencia como un
proceso unificado, sino también en abrir
el camino hacia el análisis de las
interacciones estratégicas entre los
diversos actores de la violencia.
Conviene sumar a estas dos obras el
libro publicado en 1990 bajo la
dirección de Francisco Leal Buitrago y
León Zamosc, Al filo del caos. Crisis
política en la Colombia de los años 80,
el
cual
provee
una
visión
extremadamente completa de los
factores institucionales y sociales de “la
crisis”.
violencia, es por lo menos deseable
hacer una lista aproximada de los
aspectos de la violencia que son
abordados allí. Esta enumeración es
necesaria para considerar enseguida los
logros alcanzados y las lagunas teóricas
y empíricas.
1. Aportes al análisis de La Violencia
de los años 1930-1950 y de sus
improntas en la violencia actual. Los
investigadores del Instituto o asociados
al mismo han publicado diversos
trabajos sobre La Violencia de los años
cincuenta que contribuyen a aclarar el
trasfondo de la violencia actual. El libro
de Sánchez Guerra y política en la
sociedad colombiana es uno en el que
se analizan las continuidades y
discontinuidades entre los dos episodios
de violencia. Los libros de J. Guerrero,
Los años del olvido; Boyacá y los
orígenes de la violencia, Elsy
Marulanda Colonización y conflicto:
lecciones del Sumapaz, Eduardo Pizarro
Las FARC 1949 a 1966, de la
autodefensa a la combinación de todas
las formas de lucha; D. Betancur y M.
García, Matones y cuatrilleros, origen y
evolución de la violencia en el
occidente colombiano, aportan, sobre la
base de investigaciones empíricas
profundizadas, nuevos elementos al
conocimiento de los actores de la
violencia en el transcurso de las décadas
anteriores y, de esta manera,
contribuyen a aclarar la memoria de
algunos de los actores de la violencia
actual.
Entre las otras 35 obras publicadas entre
1986 y 1995 por los miembros del
Instituto, individual o colectivamente,
casi todas tienen que ver también,
directa o indirectamente, con el tema de
la violencia. Gran parte de los artículos
aparecidos en Análisis Político le son
consagrados
explícitamente.
Ellos
jalonan los diversos momentos del
proceso y permiten captar sus
inflexiones. Si bien en los últimos
tiempos Análisis Político dedica sin
duda un menor espacio a este tema y los
artículos de reflexión teórica sobre las
sociedades contemporáneas o sobre la
globalización ocupan una mayor parte,
los balances anuales publicados bajo el
título Síntesis Colombia permiten
asegurar la continuidad de las
coyunturas en el terreno de la violencia
colombiana.
2 Relaciones entre el sistema político, el
Estado y la violencia. Este terreno de
reflexión es tal vez uno de los más
frecuentemente
visitados.
Está
notablemente abordado por Sánchez en
Guerra y política en la sociedad
colombiana; por William Ramírez
Tobón en Estado, violencia y
democracia; por Leal Buitrago en el
capítulo “Estructura y coyuntura de la
III.
Sin
pretender
hacer
un
levantamiento sistemático de las obras y
los artículos consagrados al tema de la
66
EL RINCÓN
LA CONTRIBUCIÓN DEL IEPRI…
crisis política” del libro Al filo del caos
y en el libro Clientelismo: El sistema
político y su expresión regional y en
numerosos artículos de Análisis
Político, notablemente aquellos de Luis
Alberto Restrepo y Eduardo Pizarro.
Estos trabajos giran en tomo a
preguntas similares entre sí: 1/ Los
vínculos entre violencia y política en la
historia colombiana, analizadas en
particular en las obras de Sánchez y de
Ramírez Tobón. 2/ Las limitaciones y
perversiones
del
funcionamiento
democrático como factores de la
violencia, tema abordado en particular
por Leal Buitrago, Pizarro y Restrepo.
3/ La cuestión de la precariedad del
Estado. 4/ Las reformas políticas, en
particular aquellas introducidas por la
Constitución
de
1991,
y
sus
consecuencias en el terreno de la
violencia.
y violencia (Reyes en particular, pero
cabe agregar el capítulo de Zamosc “El
campesinado y las perspectivas para la
democracia rural” en Al filo del caos).
2/ Las relaciones entre los movimientos
urbanos y la violencia (Restrepo). 3/
Los estudios monográficos regionales
(Bejarano sobre Urabá). 4/ Los análisis
sobre “minorías étnicas”, indígenas y
negras Jaime Arocha, C. Gros, etc.)
5 Análisis de los protagonistas de la
violencia. Éste tiene que ver ante todo
con las organizaciones guerrilleras, pero
aborda igualmente a los narcotraficantes
y a las fuerzas del orden. 1/ Los
estudios sobre la guerrilla son
particularmente numerosos. a) Algunos
artículos de Jaime Zuluaga Nieto, de
Alejo Vargas Velásquez y los trabajos
de Pizarro proveen una visión histórica
sobre la formación de diversas
organizaciones guerrilleras actuales. b)
El artículo de Ramírez Tobón “La liebre
mecánica y el galgo corredor: la paz
actual con el M-19” en Análisis Político
contiene una interpretación lúcida de las
estrategias del M-19. c) Los artículos de
Reyes Posada, Restrepo y Pizarro
abordan el tema de las transformaciones
de la guerrilla en favor de los recursos
materiales
que
acumulan
desafortunadamente a través de
diferentes medios. 2/ Las obras y
artículos sobre el narcotráfico y los
narcotraficantes
reflejan
diversas
formas de abordar el particular. a)
Varios artículos de Reyes muestran la
difusión geográfica del fenómeno de
narcotráfico. b) Los estudios de Álvaro
Camacho muestran su impacto en las
relaciones sociales. c) Los artículos y el
libro de F. Sarmiento y Ciro
Krauthausen suministran un excelente
análisis de la economía de la droga. d)
Las estrategias de enfrentamiento y de
negociación de los narcotraficantes con
el Estado son con frecuencia analizadas.
3/ Numerosos artículos tienen que ver
con la formación y la difusión de las
3 Relaciones entre el universo jurídico
y ético y la violencia. Los dos libros de
Hernando Valencia Villa, Cartas de
batalla:
una
crítica
del
constitucionalismo colombiano y La
justicia de las armas, y el de Iván
Orozco, Combatientes, rebeldes y
terroristas: guerra y derecho en
Colombia, aclaran los vínculos entre la
violencia y la normatividad jurídica y
plantean el problema de la calificación
otorgada a los diversos tipos de
“rebelión”, común o política, de
acuerdo con las circunstancias.
4 Relaciones entre violencia y conflictos
sociales a la luz de la distribución
regional de los fenómenos de violencia.
Los artículos de Alejandro Reyes, Ana
María Bejarano, J. E. Jaramillo y Darío
Fajardo, y de L. A. Restrepo (al igual
que su capítulo “Movimientos cívicos
en la década de los ochentas” en Al filo
del caos), contribuyen al análisis de
esas relaciones. Aún ahí, se deben
distinguir aproximaciones diferentes: 1/
Las relaciones entre conflictos agrarios
67
EL RINCÓN
LA CONTRIBUCIÓN DEL IEPRI…
organizaciones “paramilitares”, en
particular los de Reyes. Los artículos de
Pizarro y de Leal Buitrago sobre las
fuerzas armadas enfocan ante todo sus
relaciones con el poder civil, su
autonomía e ideología. El mismo tema
se retoma en el libro de Leal Buitrago
El oficio de la guerra: la seguridad
nacional en Colombia. Dos artículos de
Camacho tratan sobre la policía.
de la violencia, de sus interacciones, y
que mostraría, en la medida en que la
violencia se prolonga, cómo otro
contexto se crea como resultado de las
interacciones y cómo surge otra
cronología, diferente de la institucional.
Sin embargo, no es de sorprender que
un Instituto de Estudios Políticos y de
Relaciones Internacionales confiera en
sus trabajos tal importancia a los
sistemas e instituciones políticos.
6 Las estrategias gubernamentales
frente a la violencia. Este tema es
abordado desde diversos ángulos en casi
todos los números de Análisis Político y
en Síntesis. En gran medida, la toma en
cuenta de la sucesión de las estrategias
gubernamentales constituye un punto de
partida
de
–numerosos
análisis
coyunturales.
Más allá de la formación de los
investigadores, tres razones adicionales
intervienen.
La primera es que el IEPRI no puede
hacer nada distinto de adoptar una
posición
de
“espectador
comprometido”,
retomando
una
expresión de Raymond Aaron. Ninguno
de sus trabajos es ajeno a una “toma de
posición” favorable al respeto de los
derechos humanos, de la “apertura
política” y de la búsqueda de soluciones
negociadas. Si el IEPRI realiza
numerosos trabajos especializados por
cuenta de los gobiernos, ello no impide
denunciar constantemente las múltiples
violaciones de derechos humanos y de
acoger en sus publicaciones los
informes de America's Watch. Desde
sus inicios, sus investigadores, en
particular Sánchez, Restrepo y Pizarro
han denunciado con vigor los abusos
cometidos por la guerrilla, al igual que
han señalado la legitimidad de la
judicialización de sus acciones, postura
que les otorga una verdadera autoridad
intelectual y contribuye a que participen
en la orientación de la opinión pública.
Todas las tentativas de negociación con
los protagonistas de la violencia han
recibido su adhesión, con matices
dependiendo de los autores y, de resto,
las publicaciones Colombia: violencia y
democracia y Pacificar la Paz
coinciden con momentos en los cuales
se puede esperar el éxito de los
Esta clasificación, como se dijo, no
pretende ser exhaustiva. Permite, no
obstante, constatar que el IEPRI ha
tratado efectivamente la mayoría de los
aspectos de la violencia. Desde
Colombia: violencia y democracia, se
sacaron a la luz sus heterogéneas
dimensiones. Los artículos de Análisis
Político permiten con creces aprehender
las diversas coyunturas y procesos.
Estas coyunturas están definidas en
términos
institucionales.
El
encadenamiento de sucesivos períodos
presidenciales sirve de punto de
referencia. No es por lo tanto
sorprendente que muchos artículos
lleven la marcha de un relato
cronológico acompasado por cada
elección presidencial. De ahí viene el
privilegio otorgado a la dimensión
propiamente política del trabajo del
Instituto. Uno se podría preguntar si ese
privilegio no va en contravía de la
afirmación
de
las
dimensiones
heterogéneas de la violencia. Se puede
preguntar si su resultado no es haber
dejado de lado otro estilo de análisis,
aquel que partiría de los actores mismos
68
EL RINCÓN
LA CONTRIBUCIÓN DEL IEPRI…
esfuerzos
gubernamentales
de
pacificación. Los análisis relativos a las
estrategias públicas que deben ser
adoptadas frente a la economía de la
droga son, en ocasiones diferentes y,
esto se retomará más adelante, algo
desconcertantes. Los investigadores del
IEPRI no se escapan en ese sentido a las
incertidumbres que caracterizan a las
élites y a la opinión colombianas.
invocado, a título de justificación de su
acción, por diversos protagonistas de la
violencia, al igual que por diversos
sectores sociales no ligados a la misma.
¿Eran entonces las limitacio nes del
Frente Nacional percibidas de manera
similar por todos los sectores sociales,
en particular por las “nuevas clases
medias”,
con
las
cuales,
los
investigadores tienen más afinidad? La
pregunta se puede formular y es
relevante. Advierto que no se dispone
siempre de estudios que profundicen
sobre la vida política local, las
relaciones o no relaciones existentes
entre la población y los partidos y la
selección del personal político, a
excepción del libro de Francisco Leal
Buitrago y Andrés Dávila sobre el
clientelismo en Santander. Además, el
contexto
político
ha
cambiado
singularmente desde 1980. ¿Ha sido ese
cambio suficientemente notado? Este sí
lo fue cuando se trataba de describir las
reformas, como por ejemplo, la
adopción de la nueva Constitución, pero
no fue percibido, a mi juicio, cuando se
tenía en consideración la dislocación de
los viejos partidos y la corrupción
masiva, la cual, corroyendo las
instituciones, transformaba todas las
reglas del juego. La insistencia sobre la
“responsabilidad” del sistema político
hacía correr el riesgo, en la medida en
que la violencia se generalizaba, de
subestimar el problema de las
estrategias de los actores de la violencia
y de alimentar la ilusión de que las
reformas políticas, por más necesarias
que fueran, podían por sí mismas frenar
la violencia. Por otra parte, se puede
observar
que
después
de
la
Constituyente, los análisis se han
tornado más complejos y el “contexto
político” dejó de ser considerado como
un elemento estático. Así mismo, las
lógicas no directamente políticas que
subyacen a la acción de los
protagonistas han sido más tenidas en
cuenta.
La segunda razón está ligada a la
anterior, en el número de obras y
artículos dedicados a las estrategias
gubernamentales. Ya lo había dicho: las
medidas adoptadas por cada gobierno
son las que sirven las más de las veces
como punto de partida para los análisis.
Incluso, cuando los artículos de Análisis
Político se refieren en conjunto a la
violencia actual, la referencia a esas
estrategias
provee
los
desfases
cronológicos. Hay ocasiones en las
cuales el investigador, me parece, se
identifica no ya con la postura del
espectador comprometido sino con
aquella de quienes toman las decisiones
políticas. Esto puede dar la impresión a
veces de limitar la envergadura de los
análisis, puesto que la ineficacia o
fracaso
de
las
estrategias
gubernamentales se patentiza cada vez
más. Esto lleva en ocasiones a
subestimar
las
dimensiones
“no-políticas” de la violencia, aquellas
de las redes de la droga o de la vida
cotidiana. Retomaré este punto más
adelante.
La tercera razón remite a la
responsabilidad imputada al sistema
político heredado del Frente Nacional.
El carácter “limitado” o “pervertido” de
ese sistema es incesantemente invocado
como uno de los factores del
desencadenamiento de la violencia. No
se trata en este punto de negar la
relevancia de un factor de tal naturaleza.
El asunto es mostrar con precisión las
maneras como interviene y no limitarse
a tener en cuenta el modo de ser
69
EL RINCÓN
LA CONTRIBUCIÓN DEL IEPRI…
La primacía otorgada al análisis
político, incluso institucional, se ha
revelado de manera fecunda en varios
trabajos. Ya sea que dichos trabajos
sean relativos a las políticas públicas
frente a la violencia, a los usos del
derecho o a las reformas políticas, el
aporte del Instituto es considerable.
las características del Frente Nacional,
entrasen
a
jugar.
La
brutal
secularización
de
la
sociedad
colombiana a finales de los años sesenta
es un fenómeno grueso. No es poca
cosa pasar de una sociedad que
consideraba a la Iglesia católica garante
del orden social (labor que, en una
región como Antioquia y en el mismo
Medellín, la institución cumplía con
celo, controlando la vida pública y
privada), a una sociedad en la que la
Iglesia ha perdido su autoridad y donde
lo religioso, aún presente, se convierte
en una suerte de “self service”153
individual que cada cual chapucea y
utiliza a su antojo, revolviendo si así se
desea, superstición y magia. Resulta
deplorable que no exista ningún trabajo
preciso en este terreno. Después de
todo, se trata de una mutación en la que
el efecto político no puede ser
subestimado. Es posible referirse a una
“secularización política” cuando se
constata que la población ha cesado de
leer su destino a través de su
adscripción partidaria y que lo que se ha
denominado
como
“crisis
de
representación de los partidos” se
desprende del hecho de que, como la
secularización
religiosa,
la
secularización
política
se
ha
desarrollado de manera negativa, sobre
todo, por una pérdida súbita de señales.
Sin embargo existen otras variables a
tener en cuenta. Las migraciones,
urbanas y rurales, han transformado las
identidades colectivas. El crecimiento
del nuevo sistema educativo afecta el
papel de los antiguos mediadores
políticos,
esos
innombrables
reproductores del sistema de clientela.
Así mismo, los investigadores del
Instituto han contribuido enormemente
a la historia política de la guerrilla, al
análisis de las relaciones políticas entre
narcotraficantes y los gobiernos, etc. De
hecho, este estilo de análisis conviene
perfectamente a la descripción de los
procesos oficiales de negociación. La
revista Análisis Político ofrece estudios
muy minuciosos sobre estos procesos.
En fin, este paso político tiene la
ventaja de evitar el tener que recurrir a
nociones hechizas y perezosas, como
aquella de la “cultura de la violencia”,
que me parece bastante poco
explicativa, salvo si ésta se articulara a
un
contexto
histórico
preciso.
Igualmente, tiene el mérito, a mi juicio,
de alertar sobre una extensión
indefinida que llega a asociar la
violencia política con la violencia
familiar, la violencia de las relaciones
entre “géneros” y la violencia infantil,
sin que se sepa cómo pasar de la una a
la otra, ni en qué sentido Colombia
ofrece, al respecto, una especificidad en
relación con otros países.
Me pregunto, sin embargo, si la
primacía otorgada a lo político no trae
consigo algunas limitaciones.
IV. La primera limitación es evidente.
Los trabajos no evocan siempre, como
se desearía, a la sociedad ni los cambios
que la sacuden.
Del mismo modo, no es posible dejar de
lado los cambios de expresión de la
conflictividad social. Es evidente que
los sindicatos y las organizaciones
Pienso que evocar el contexto de la
violencia actual implicaría que otras
variables, no menos significativas que
153
Cf. Patrick Michel, Politique et religion. La
grande mutation, Albin-Michel, Paris, 1994.
70
EL RINCÓN
LA CONTRIBUCIÓN DEL IEPRI…
campesinas no son ya portavoces de
amplios sectores sociales. La violencia
y el dominio de las redes armadas no les
son extrañas. Por lo anterior, sería muy
interesante saber más acerca de las
expresiones actuales de la conflictividad
social, las cuales pasan por las
movilizaciones repentinas y locales
(paros cívicos, etc.) o por la
“delincuencia” cotidiana. Los estudios
de Reyes y de Zamosc aclaran ciertos
aspectos de las acciones campesinas. En
el terreno de lo urbano no hay tanta
información al respecto. Puede parecer
sorprendente que los investigadores
otorguen tanta importancia a las
“determinantes” políticas de la violencia
y tan poco a sus aspectos sociales.
con la manera como se descifran las
estrategias políticas. La segunda toca la
noción de “Integración política”, tan
presente en varios trabajos. La tercera
traza
una
atadura
entre
“democratización” y violencia.
Me parece que el desciframiento de las
estrategias políticas, gubernamentales o
de otros actores, es en ocasiones
conducido con base en las solas
intenciones fijadas por ellos y del
contenido más manifiesto de las
transacciones.
Las
estrategias
gubernamentales son evidentemente las
más cómodas de aprehender. Resulta
por ende tentador hacer de lo anterior
un único punto de partida para los
razonamientos. Ya había hecho
referencia al carácter ins titucional de la
periodización adoptada con frecuencia
por el IEPRI y a que varios de sus
estudios eran ante todo de coyuntura
política. Pero hay riesgo también en el
ejercicio de reducir las estrategias de los
protagonistas de la violencia a meras
respuestas
a
las
estrategias
gubernamentales. El análisis de la
violencia no puede subestimar el
margen de maniobra de los gobernantes
ni el de los protagonistas de la violencia. El gobierno debe convencer a los
gremios, a los militares, a la opinión. Ni
los unos ni los otros son necesariamente
unánimes. Por ejemplo, los generales
del Estado Mayor Conjunto pueden
eventualmente dividirse y los capitanes
pueden tener otros puntos de vista. Por
su parte, las gue rrillas pueden anunciar
en coro y a grito herido que quieren el
“diálogo”, pero cada cual sabe que el
“diálogo” no puede ser más que uno de
los tantos componentes de sus
estrategias y también que sus frentes se
preocupan también por sus propios
intereses. Retrospectivamente, uno se
pregunta si los autores, al elaborar
artículos a partir de los procesos de
negociación, no han subestimado la
complejidad de dichos procesos, al estar
Es evidente que después de más de
quince años de violencia actual, la
sociedad no sigue siendo la misma. Las
barreras sociales se han debilitado, las
nuevas realizaciones han quebrantado la
dominación de las viejas élites, nuevos
modelos de logro se han impuesto, la
corrupción ha minado las relaciones con
las instituciones, las fronteras de lo
local y de lo nacional han sido
modificadas y el imaginario político ha
sufrido una metamorfosis.
No es posible para un grupo limitado de
investigadores abordarlo todo. Sin
embargo, queda claro que el análisis de
lo político no puede ser separado del
análisis de las transformaciones
sociales.
V. Resulta importante hacer algunas
observaciones con respecto a los
elementos que subyacen a los análisis
políticos, ya que éstos constituyen el
gran aporte del IEPRI. Quisiera
subrayar en este orden de ideas, algunas
de las limitaciones que se perciben
desde una perspectiva temporal. Haría
básicamente
al
respecto
tres
observaciones. La primera tiene que ver
71
EL RINCÓN
LA CONTRIBUCIÓN DEL IEPRI…
influenciados por sus escogencias
ético-políticas. Es posible que también
hayan
descuidado
las
lógicas
estratégicas subterráneas en
los
momentos
de
fracaso
de
las
negociaciones: las severas condenas
hacia la declaración de “guerra” contra
el narcotráfico de Barco o la
proclamación de “guerra integral”
Gaviria, contra las guerrillas, revelan
aún allí, las opciones éticas de los
investigadores. Estas sólo aclaran de
manera moderada los fundamentos de
sus
declaraciones.
Detectar
los
costreñimientos que pesan sobre los
actores, los cálculos secretos que los
guían, las fuentes de poder de que
disponen, los márgenes de juego que se
les ofrece según los momentos, la
diversidad de sus lógicas de acción, los
fines múltiples que persiguen, en
síntesis, los elementos latentes de sus
estrategias, me parece una tarea
fundamental. Los instrumentos del
análisis estratégico y de la sociología de
las organizaciones me parece que
pueden contribuir a avanzar en este
sentido.
posibilidades de acción, entre ellas el
recurso a la violencia. No hay que
subestimar la capacidad “integradora”
de los partidos tradicionales. Después
de todo, la población se insurrecciona
masivamente contra estos partidos
únicamente a partir de 1991. Es posible
que ésta tenga una concepción
puramente instrumental de la relación
con la política o que adopte conductas
masivas de retirada. No se trata de que
esté completamente “no integrada”. Es
la apertura política de 1991 que pone
súbitamente al desnudo la usura de los
partidos,
y
ello
amerita
una
interrogación. Por otra parte, la
dimensión de la “integración” no puede
ser separada de otras dimensiones: las
formas de expresión de la conflictividad
social, el sentido otorgado al Poder, el
imaginario político. En fin, uno se
puede preguntar si, a pesar de todo, las
tradiciones políticas colombianas no
traen consigo, además de la rutinización
del recurso a la violencia, elementos de
debate político y de invocación del
estado de derecho que no tienen la
misma importancia en países como
Brasil o México, en los cuales al Estado
le ha sido conferida la misión de
organizar la sociedad. Si los trabajos del
IEPRI han sido cuidadosos en no
imputar la violencia directame nte a la
miseria, sí manifiestan diferentes
matices a la hora de explicarla en
términos de “exclusión política”, no
otorgando la suficiente relevancia a las
mediaciones que intervienen entre esta
exclusión y la violencia. El riesgo de lo
anterior radica en quedarse en una
dialéctica de la inclusión y de la
exclusión, como si el régimen fuera
pura y simplemente autoritario.
La aproximación teórica a la política en
términos de “integración” tiene sus
gestos de nobleza en la literatura de la
ciencia política y de la sociología. Pero
las dimensiones de la integración son
diversas. Las conductas de los actores
no pueden ser concebidas como puras
“respuestas” a las propiedades del
sistema, salvo si se incurre en un
funcionalismo
de
facto
que,
precisamente, disuelve los actores,
reduciéndolos a la expresión de las
funciones y disfunciones del sistema. A.
Giddens, entre otros, ha subrayado el
doble recorrido que va de las
interacciones a las estructuras y
viceversa.
La cuestión de la “integración” no
remite únicamente a las reglas formales
e informales del sistema político
colombiano desde 1958. Ta l y como los
investigadores del IEPRI subrayan con
frecuencia, en lo anterior intervienen
La rigidez del Frente Nacional no
impone un tipo de respuesta, que sería
la violencia, sino que “facilita” diversas
72
EL RINCÓN
LA CONTRIBUCIÓN DEL IEPRI…
también los modos de acción y de
representación que han sido forjados en
el largo plazo y a través de experiencias
particulares como La Violencia. Se
encuentran temas sobre la especificidad
de la formación de la nación
colombiana y de la “precariedad del
Estado”.
Evidentemente,
la
fragmentación del espacio político y
social es un proceso de largo plazo. Por
su parte, la “precariedad del Estado”, no
se mide únicamente en términos de que
la autoridad del Estado se haga o no
sentir en diversas regiones, ni en las
carencias de infraestructura; hay que
pensar que dicha fragmentación también
responde a la ausencia de un mito
unificador, a la fragilidad de la
simbólica naciona l, a la incertidumbre
de los criterios de legitimidad, a la
construcción de un monopolio ejercido
por profesionales del derecho que lo
convierten en mera fuente estratégica, al
flujo de una ciudadanía política
reemplazada por la pertenencia a las
redes de los partidos políticos, a la
fragilidad aún muy grande de la
ciudadanía
social.
El
carácter
“inacabado de la construcción de la
Nación”, de acuerdo con la expresión de
Fernán González, no constituye una
premisa conceptual inerte. Ofrece
también a múltiples actores la
posibilidad de desarrollar estrategias
que la hagan aprovechable y de tener
“interés” en el sostenimiento de lo
inacabado. Las redes clientelistas se han
servido de ello por años, al igual que las
redes de actores “ilegales”. En cuanto a
la experiencia de La Violencia, ésta ha
contribuido a suscitar su propio
imaginario. En ambos casos, no hay
remisión a un problema únicamente de
integración sino a los problemas de
socialización y de dar sentido a la
experiencia social.
frecuencia asociada a una situación
sostenida
de
insuficiente
democratización. No resulta pues
sorprendente que numerosos artículos
de Análisis Político presenten la
democratización como el verdadero
remedio para la violencia. No pongo en
duda que los dos temas deban estar
ligados entre sí. Me pregunto, sin
embargo, si no sería conveniente
considerarlos también como dos
problemáticas relativamente autónomas,
desde un punto de vista analítico. La
idea de democratización no puede ser
considerada
como
un
remedio
milagroso para la violencia y ésta no se
debe resumir como una demanda de
democratización.
Llego finalmente a los vínculos entre
“democratización” y violencia. Como lo
he recordado, la violencia es con
La violencia es, por sí misma, destructora de los fundamentos de la
coexistencia y la creencia democráticas.
Estos dos planos me parecen
relativamente autónomos, en la medida
en que hace tiempo la dinámica de la
violencia ha cesado de definirse en
términos de las distorsiones del sistema
político. Ni el funcionamiento de la
economía de la droga, ni la acción de
narcotraficantes,
paramilitares
o
guerrillas, ni la violencia cotidiana
tienen mucho que ver con la
problemática de la democratización. La
apertura política iniciada en 1982 y
continuada hasta 1991, no tuvo ningún
efecto sobre la violencia. Lo anterior no
significa que ésta no fuera necesaria y
que por ende no hay que empujarla más
lejos. Incluso diría que ahora ello es
más indispensable que nunca, porque
me pregunto si la violencia no dio un
paso brutal hacia atrás desde 1994. En
todo caso, hay que partir del
presupuesto de que la democratización
no constituye en sí misma una estrategia
suficiente de cara a la violencia. No es
posible ahorrar reflexiones sobre las
estrategias necesarias para superar esa
violencia, en un contexto democrático.
73
EL RINCÓN
LA CONTRIBUCIÓN DEL IEPRI…
Para los sectores de la población más
afectados, la prioridad no es el
mejoramiento
del
funcionamiento
democrático sino el restablecimiento de
una cierta seguridad. En la medida en
que el régimen no logre demostrar al
respecto una capacidad de adoptar
medidas efectivas, la población tenderá
a desviarse de la política institucional.
¿Se debe pensar entonces que las esperanzas reposan sobre la “democracia
local”? Valdría la pena disponer de
monografías al respecto, y contar, por
ejemplo, con descripciones minuciosas
de experiencias como las de Apartadó o
Aguachica.
del mundo. Por doquier, en relació n con
la globalización económica y la
adopción del neoliberalismo, se asiste a
una crisis de legitimación de los
regímenes y de la representatividad de
los partidos. El resquebrajamiento del
Estado nacional y de las ideologías del
progreso va de la mano con un déficit
de sentido de la política. La reflexión
sobre la democracia colombiana no
puede reducirse a constatar la herencia
histórica; debe así mismo considerar el
efecto de sus recientes mutaciones.
Es decir, que el razonamiento sobre la
democratización sólo se puede construir
si se parte tanto de los modos de
socialización en el largo plazo como de
los efectos de la violencia y de la
coyuntura mundial; de las reglas
institucionales y de las prácticas.
Separando analíticamente el tema de la
democratización del de los fenómenos
de violencia, resulta sin duda más
sencillo medir la dinámica particular de
éstos últimos, como puede ser, analizar
las nuevas formas de dominio y
expropiación
territorial
y
los
repoblamientos
de
zonas
que
progresivamente se observan en varios
lugares del país.
La democratización no puede ser
analizada solamente al nivel de las reglas institucionales. Tan o casi tan importantes son las prácticas políticas
concretas. La revista Análisis Político
les ha raramente consagrado espacio.
Ahora bien, se encuentra material sobre
los movimientos sociales, pero dudo
que éstos sean todavía portadores de
una “ampliación de una cultura política
democrática”, tal y como lo sugiere
Pizarro en un artículo de Análisis
Político No. 10. En cambio, no hay
estudios
sobre
los
modos
de
organización de los colonos (Juntas de
Pobladores), ni sobre la eventual
transformación de las costumbres
políticas en el contexto de la
descentralización, ni sobre el funcionamiento de las centrales sindicales.
Tampoco he encontrado ningún ensayo
de interpretación sistemática de las
razones por las cuales la Constitución
“participativa” de 1991 se ha expresado
por una caída de la participación
política. Estos son, por lo tanto, los
temas esenciales para captar las virtudes
de la democratización o los obstáculos
en su camino.
VI.
Haría
una
anotación
complementaria respecto de las
limitaciones
inducidas
por
la
preponderancia del análisis “político”.
En la medida en que se privilegian los
“factores políticos de la violencia”,
algunas dificultades surgen cuando se
trata de describir las dimensiones de la
violencia que no son explícitamente
políticas y, a fortiori, las interacciones
entre los protagonistas que no tienen
sino de manera parcial proyectos
políticos. Daré tres ejemplos.
Ciertamente, estos trabajos otorgan un
espacio amplio a la economía de la
droga y a los diferentes sectores que
están asociados a la misma. Sin em-
Además, la problemática de la
democratización en Colombia no puede
estar aislada de lo que sucede en el resto
74
EL RINCÓN
LA CONTRIBUCIÓN DEL IEPRI…
bargo, se percibe una vacilación en la
manera de tratar el “problema de la
droga” y su impacto en la sociedad y en
las instituciones. Varios artículos
parecen retomar con bastante facilidad
la tesis periodística (o “nacionalis ta”)
según la cual el problema es imputable
a los países consumidores y que la
legalización es la única salida. La tesis
es en sí discutible, ya que se revela que,
incluso en las sociedades en que los
gobiernos no obstaculizan la cultura y la
comercialización de la droga, éstas
quedan a merced de las fuerzas que
buscan establecer monopolios y
convertirse en amos de los precios.
Sobre todo, la tesis no dis pensa de
interrogarse sobre las políticas que
Colombia debe adoptar por voluntad
propia o en su contra. La cuestión que
quiero subrayar es, sin embargo,
diferente. Tiene que ver con la
responsabilidad de la expansión de la
economía de la droga en el surgimiento
y difusión de la nueva violencia. Dos
tesis contemporizan. Una señala que los
factores políticos son fundamentales y
que la economía de la droga no es más
que un elemento secundario. La otra
otorga al auge de la economía de la
droga efectos fuertes sobre la violencia
y que éste ha contribuido a redefinir el
contexto y las estrategias de los actores.
La escogencia entre una hipótesis y otra
conduce a razonamientos bastante
diferentes sobre la violencia. Se puede
considerar que no son excluyentes entre
sí. Pero hay que reconocer que la
segunda no puede ser desagregada si
quiere uno darse cuenta del deterioro
institucional y político actual y del auge
en potencia de varios protagonistas de
la violencia.
acción no se la reduce a las presiones
que ejercen sobre el Estado ni a las
negociaciones oficiales u oficiosas que
se desarrollan. El lector de Análisis
Político constata que los actores del
narcotráfico han sido presentados de
diversas maneras: como empresarios,
por
ahora
estigmatizados
pero
destinados a insertarse en la ló gica del
capitalismo, como innovadores sociales
introduciendo nuevos valores y nuevos
vínculos sociales, etc. Todas esas
lecturas
resultan
interesantes.
Únicamente me parecen controvertibles
cuando llegan a la idea de que esos
actores
son
definitivamente
“funcionales” al mantenimiento del
sistema político o social. Ello implica
regresar de nuevo a un funcionalismo
discutible, como si hubiese un sistema
independiente de la interacción entre los
actores, y descuidar el hecho de que los
efectos de la economía de la droga son,
por decir lo menos, contradictorios. Lo
anterior
implica
aislar
ciertas
dimensiones, dejando de lado toda la
complejidad de las interferencias con
los demás actores.
Ningún protagonista puede ser descrito
sobre la base de su sola identidad
política. Las guerrillas constituyen
también una manera de organizar a la
población. El artículo de Pizarro
“Elementos para una sociología de la
guerrilla” (Análisis Político No. 12) y
los estudios de Alfredo Molano ofrecen
elementos de análisis al respecto. Vale
la pena retomar este camino. El artículo
de Carlos Mario Perea “Amapola,
campesinos y glifosato” (Análisis
Político No. 24) ofrece una preciosa
descripción de la inserción de los
campesinos en la cultura de la droga.
Valdría la pena realizar otros estudios
de esta naturaleza. Considerando las
bases sociales de los diversos
protagonistas, estos trabajos ayudan a
aprehender las dimensiones de sus
estrategias y su evolución en el tiempo.
El impacto de la violencia no
directamente política no se acomoda
fácilmente al esquema político. Tal es el
caso de la violencia “ordinaria”, aquella
que atraviesa las relaciones cotidianas.
Igualmente, de los narcotraficantes cuya
75
EL RINCÓN
LA CONTRIBUCIÓN DEL IEPRI…
Es necesario observar con la mayor
exactitud posible cómo se dan las
adhesiones a uno u otro protagonista
armado, qué contenidos de lealtad o de
cálculo utilitarios traen consigo, qué
niveles de estabilidad manifiestan, qué
similitudes pueden existir con las viejas
adscripciones
a
los
partidos
tradicionales. Se puede pensar que son
cada vez más las regiones en las cuales
diferentes grupos armados se enfrentan
por el control de la población y, por
ende, donde la coacción y el terror
juegan
un
papel
absolutamente
relevante. Estas son realidades que
deben ser estudiadas de cerca.
relaciones sociales y asumen el control
institucional en ciertas regiones.
Agregaría
que
una
opinión
metodológica de esta naturaleza puede
inducir a tipos de razonamiento bastante
diversos. En sus estudios sobre la mafia
italiana, Gambetta parte de la
constitución histórica de las relaciones
de desafío y las estrategias mafiosas
para la imposición de relaciones que
reintroducen una cierta previsibilidad.
En un libro sobre la violencia irlandesa,
de suyo bastante confuso, Formations
of Violence. The narrative of the Body
and Political Terror in Northern
Ireland 154 . A Feldman analiza la manera
como la violencia fabrica una nueva
concepción de territorio, de cuerpo, de
relaciones entre los miembros de dos
comunidades.
VI. En este punto, llego a una
observación general. Me pregunto si no
sería útil ahora, al menos desde el punto
de vista heurístico y teórico, invertir el
punto de partida, considerando no las
estrategias
gubernamentales
sino
aquellas de los diversos protagonistas
de la violencia.
Hay dos ejemplos de razonamientos que
parten de lógicas estratégicas de la
violencia.
En
el
caso
colombiano,
una
aproximación que parta de las
estrategias de los actores, debe tener en
cuenta, entre otros, los siguientes
aspectos:
En veinte años, las lógicas de la
violencia han cesado de “responder” a
la acción del gobierno. Esas han
terminado por engendrar sus propios
modos de regulación, de suscitar
interacciones que se alimentan unas a
otras, de crear su propio contexto. No se
trata únicamente de las tensiones a las
que se debe adaptar la acción
gubernamental. Luego de remodelar la
sociedad, ellas influyen directamente
sobre y en el interior de las
instituciones.
a. Los modos de constitución de las
redes de influencia territorial y social
impuesta por los actores violentos y las
formas de adaptación de la población a
estos. Una red de influencia puede
reposar, de acuerdo con los momentos,
sobre grados diferentes de adhesión.
Puede definir normas explícitas o
implícitas, pero puede igualmente
apelar al sentimiento del miedo a través
de acciones puntuales. En ciertos casos,
es susceptible de parecerse a las redes
de los partidos tradicionales. Puede
apelar a los intereses, como lo hacen las
guerrillas en las regiones de cultivos
ilícitos, a la lealtad, a la obediencia
forzada.
Situaciones
radicalmente
Ya se había indicado atrás: siguiendo a
Giddens, por ejemplo, las “estructuras”
de un sistema no son más que la
sedimentación de series de interacción.
Se puede debatir acerca de esta
afirmación
epistemológica.
Sin
embargo, su validez no me parece
discutible en la medida en que las
interacciones entre grupos que disponen
de medios de fuerza regulan las
154
The University of Chicago Press, Chicago,
1991.
76
EL RINCÓN
LA CONTRIBUCIÓN DEL IEPRI…
reciente, Sociologie de I'experience155 ,
F. Dubet señala a la experiencia como
noción central para describir los
comportamientos irreductibles a la
persecución de estrategias de interés y a
la expresión de roles sociales. Esta
noción de experiencia pretende recoger
una pluralidad de lógicas de acción,
refiriéndose unas a la integración y a la
identidad, las otras a las estrategias y las
últimas a la “subjetivación”. Me parece
que es un buen paso no sólo partir de
los actores sino también sugerir la
explosión de los mismos en función de
diversas lógicas. Tal exp losión es aún
más sensible en una sociedad, como la
colombiana, en la cual me parece que se
han puesto en juego siempre las
identidades más fluidas. Dicha fluidez
se acentúa más en situaciones de
violencia y, de resto, constato que
ningún actor ve en la violencia el
producto de un conflicto entre las
identidades colectivas, culturales o
sociales, estables. De ahí la importancia
de asir los juegos fluctuantes a los
cuales da lugar la experiencia de la
violencia.
diversas surgen si una red de influencia
posee un monopolio local o si entra en
competencia / conflicto con otras redes
de influencia. Tanto las estrategias
como las formas de adaptación de la
población cambian en función de una u
otra de las situaciones arriba anotadas.
b. Las formas de interacción entre los
diversos protagonistas. Su estudio
supone tomar en cuenta la multiplicidad
de “recursos” económicos, políticos,
sociales y militares de que dispone cada
uno de ellos a nivel local. Pero se trata
igualmente
de
aprehender
las
“transacciones”
y
compromisos
implícitos que intervienen. Con
frecuencia se ha puesto de relieve el
hecho de que las economías locales
continúan funcionando a pesar de la
violencia y que las confrontaciones
directas entre actores como la guerrilla
y los paramilitares son relativamente
poco numerosas, dándose éstas más
frecuentemente a través de la población
civil. Lo anterior incita a intentar
comprender las “reglas de juego
subyacentes”, a diferenciar las masacres
que se ajustan al cuadro de esas reglas
de juego y aquéllas que buscan
modificarlas.
e. Con frecuencia tuve la oportunidad
de escribir que la violencia. interfería en
las fronteras de lo político. Esta
pregunta por las fronteras de lo político
no se formula únicamente en el caso de
Colombia (CF. Ch. Maier, Changing
Boundaries of the Potitical, Cambridge
University Press, Cambridge, 1987).
Adquiere sin embargo una relevancia
especial en un contexto de violencia
generalizada. Gran parte de las
interacciones estratégicas pueden leerse
como una forma de crear una esfera que
no se comunique ya con la esfera
política reconocida.
c. La manera como esas interacciones
estratégicas contribuyen a definir un
nuevo horizonte para la población y a
modificar el funcionamiento de las
instituciones. Al respecto, veo dos
temas sobre los cuales es necesario
profundizar: uno tiene que ver con la
manera como los individuos inmersos
en los contextos de violencia dan cuenta
de su experiencia. El otro se relaciona
con la formación de opinión pública en
tales contextos.
d. Los componentes de las miradas
estratégicas de los actores organizados y
de las estrategias individuales en
situación de violencia. En una obra
Proceder a realizar tal cambio de
perspectiva no significa un abandono de
155
77
Seuil, Paris, 1994.
EL RINCÓN
LA CONTRIBUCIÓN DEL IEPRI…
las reflexiones sobre las estrategias
posibles de cara a la violencia. La
“violencia” es la yuxtaposición de
fenómenos muy diversos. Desde ese
punto de vista, suscribo plenamente las
conclusio nes del libro Colombia:
Violencia y Democracia. De este modo,
el desafío consiste precisamente en
superponer y combinar diversas
aproximaciones teóricas. Al lado de las
estrategias organizacionales, hay lógicas
de desestructuración de la acción social,
de
la
crisis
institucional,
del
funcionamiento y de la normatividad de
la “delincuencia” en un universo de
reglas sui generis, etc.
Valdría así mismo la pena realizar un
trabajo
sistemático
sobre
las
continuidades / discontinuidades entre
las regiones de la vieja Violencia y las
de la violencia actual.
Finalmente sugeriré una lista de temas
que ameritarían, a mi juicio, interés.
Creo por lo anterior necesario que los
investigadores del IEPRI perseveren
también en la perspectiva que han
adoptado con frecuencia. Esta es la
condición para que el diagnóstico sobre
la violencia pueda tener también un
carácter prescriptivo, incluso normativo,
lo cual es indispensable en una
situación confusa. Mi sugerencia
apunta, entonces, a completar esta
perspectiva incitando simultáneamente
otro tipo de construcción teórica.
IX. Acerca de los objetos y de los
campos de investigación.
Si mis sugerencias tienen alguna
validez, lo que sigue puede dar luces
para trabajarlas con base en objetos y
campos específicos.
Considero que los estudios regionales
son cada vez más importantes. La
revista Análisis Político ha publicado
esbozos de estudios de esta naturaleza,
por ejemplo sobre Urabá. Creo
indispensable seguir este camino.
Igualmente, se puede pensar en elaborar
monografías sobre ciudades. Sería
bastante interesante tener una sobre
Barrancabermeja, etc.
78
•
Las representaciones que las
poblaciones afectadas se hacen
de la violencia;
•
las trayectorias y las estrategias
individuales en el contexto de
violencia;
•
los modos de adaptación frente a
los diversos costreñimientos a
que son sometidas dichas
poblaciones;
•
los modos de conformación de
la protesta colectiva en situación
de violencia;
•
las estrategias de los alcaldes, de
los jueces y de los diversos
sectores de la sociedad civil en
las zonas de violencia;
•
las estrategias de adaptación de
las unidades de producción,
agrícolas o industriales, frente a
la violencia;
•
las condiciones de formación de
la opinión pública en una
coyuntura de violencia. Cada
cual puede notar que la violencia
ha sido considerada como un
fenómeno banal, aún normal,
como si la violencia estuviera en
el orden de cosas. Mitos
colectivos (“la misma violencia
de
siempre”)
y
algunas
expresiones individuales son las
dos maneras de contar la
violencia. Pero tal vez ello vaya
al encuentro de una opinión
EL RINCÓN
LA CONTRIBUCIÓN DEL IEPRI…
pública sobre la violencia.
Aquella parece surgir en
ocasiones
a
raíz
de
acontecimientos
como
los
“magnicidios” o las grandes
masacres. Pero todo se sucede
como si ellos, a falta de ser
interpretados en el interior de
una trama clara, cayeran
prontamente en el olvido. ¿Qué
papel juega el juicio ambiguo
sobre la economía de la droga en
la dificultad de constituir una
opinión pública?
•
las transformaciones de los
valores y de la relación con las
normas que tienen que ver con
la violencia.
Hay que subrayar que la violencia no es
un fenómeno privativo de Colombia.
Este es, por definición, un fenómeno
complejo y multidimensional y además,
de amplio interés en muchas
sociedades. El ejercicio comparativo
con relación al Líbano, a Afganistán, a
Argelia, etc., puede ser de gran utilidad.
Los saberes acumulados del IEPRI
deben permitirle, más allá del análisis
coyuntural de la violencia colombiana,
proponer interpretaciones que sean
pertinentes para aclarar otras situaciones
de violencia. Este es el sentido de mi
comentario.
79
EL RINCÓN
ENTRE PLIEGUES DE RUINAS …
ENTRE PLIEGUES DE RUINAS Y
ESPERANZAS
VIÑETAS SOBRE LOS ES TUDIOS
DE VIOLENCIA EN EL IEPRI*
peligros que ellos conllevan. Este doble
reto me llevó a privilegiar la visión
sobre las percepciones, modificaciones
y proyecciones del trabajo de los intelectuales en relación con el tema de la
violencia, sobre un análisis propio de
los textos.
Santiago Villaveces Izquierdo **
Como nota introductoria quisiera permitirle al lector conocer desde qué lugar
le estoy hablando. Las páginas que
siguen se nutren de una exploración
etnográfica, actualmente en desarrollo,
sobre la historia y configuración de la
"violentología" como disciplina y su
inserción en el panorama nacional
contemporáneo. Para abordar el tema se
siguieron metodologías etnográficas
que combinan el análisis con entrevistas
en profundidad tanto a miembros del
Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI), como
a intelectuales externos a él. Mi propia
aproximación a estas diversas constelaciones ha estado marcada por una
mirada desprevenida y desde fuera.
Las viñetas que siguen son pues fruto de
esos
múltiples
y
pausados
acercamientos y se presentan como
formas diferentes de mirar debates,
trazos, e interrogantes que están en
juego en la producción de referentes
académicos sobre las violencias colombianas. No son entonces tipologías o
caracterizaciones de los estudios, ni
evaluaciones teóricas de ellos, sino más
bien reflexiones sobre los diferentes
componentes que arman el escenario
dentro del cual éstos estudios no sólo
son gestados y escritos, sino también
puestos en circulación. Creo entonces
necesario y urgente preguntarse el para
qué y para quién se escribe. Mi sesgo,
pues, es el de tratar de visualizar los
desbalances existentes en el tratamiento
del tema, y con ello abogar por la necesidad inaplazable de abrirse a un espectro más amplio de perspectivas políticas e interpretativas. Si se quiere, las
reflexiones que siguen son una invitación a elaborar una construcción colectiva que redunde no sólo en bene ficio
del Instituto sino también, y sobre todo,
en beneficio de los caminos futuros que
nos esperan por abrir.
Indudablemente
mi
acercamiento
progresivo a las múltiples capas que
constituyen la inmensa heterogeneidad
y riqueza del IEPRI, a las cuales fui expuesto en detalle gracias al contacto
directo con varios de sus miembros,
modificó sustancialmente mis apreciaciones iniciales. El reto etnográfico que
se planteó fue pues doble: en primer
lugar el dar fe de las complejidades que
se despliegan al tratar de ver las
incidencias que tienen algunos rasgos
culturales propios del Instituto con la
producción intelectual de sus miembros;
y en segundo lugar, el visualizar los
desbalances existentes dentro de esta
miríada de heterogeneidades y los
Sin duda mi acercamiento personal a
varios de los miembros del Instituto
generó no sólo un profundo agradecimiento y consideración, sino simpatías
y afectos que el tiempo ha madurado.
Este doble vínculo, etnográfico y afectivo, es ambiguo en su propia naturaleza
y en ocasiones difícil de balancear, en
especial cuando se trata de un tema tan
complejo como las violencias colombianas, las cuales exigen siempre un
posicionamiento previo por parte del
*
Este artículo se nutre del trabajo etnográfico
realizado entre 1994 y 1996, el cual contó con la
generosa colaboración del United States
Institute of Peace, Peace Scholar 1994/95; del
WennerGren Foundation for Anthropological
Research, Small Grant 1994/95; y de
Colciencias, 1995/96.
80
EL RINCÓN
ENTRE PLIEGUES DE RUINAS …
que las piensa o las escribe. Sólo me
queda pedirle al lector que me dispense
mi propio desbalance mediante su
entender de que la crudeza de la crítica
en ningún momento repercute sobre mi
admiración y respeto por aquellos que
me permitieron conocer su trabajo, sus
angustias y sus esperanzas.
por un lado, de alertar sobre los peligros, ya latentes, de un desbalance tanto
en el posicionamiento del intelectual
frente al Estado y sus efectos sobre el
estudio de las violencias colombianas,
como sobre la perpetua ción de la
metanarrativa sobre la violencia que
hasta hoy se ha consolidado en el país, y
por el otro, de la posibilidad de abrir
espacios para que emerjan nuevas
contra-narrativas que asuman, de
manera más consciente, la inmensa
responsabilidad que significa pensar y
escribir sobre violencia en Colombia
desde un espacio que se ha constituido,
a lo largo de sus diez años de existencia,
en el lugar más privilegiado y visible en
la producción de referentes sobre el
tema.
El ensayo se divide en dos partes, la
primera presenta tres series, cada una
con sus propias estampas, a lo largo de
las cuales se pretende proveer al lector
de elementos suficientes para que
perciba las múltiples fuerzas que cruzan
tanto la producción de estudios sobre
violencia como la complejidad propia
del IEPRI. La primera serie de estampas
(Recurrencias, Intersecciones, Tiranía)
intenta mostrar tres dimensio nes
diferentes del cruce de caminos en el
cual se sitúa hoy en día la produc ción
intelectual alrededor de temas de
violencia: la tensión entre crítica y experticia y su resolución en las tendencias que han tomado los estudios, el
agotamiento temático que muchos reclaman, y la tiranía semántica que el
mismo término encierra. La segunda
serie (Fisonomía, Visiones Confrontadas, Atisbos y Encrucijadas) pretende,
por un lado, introducir diferentes rasgos
que se entretejen para producir una
cultura interna, propia del IEPRI; y por
el otro, insinuar las incidencias que
estos rasgos tienen sobre la propia
producción y posicionamiento del
intelectual frente al tema de la violencia. Finalmente, en la tercera serie de
estampas (Memoria y narración, Visiones Congeladas) se presenta un balance
global de los estudios a la luz de su
incidencia tanto en la construcción de
relatos y memorias sobre la realidad,
como en la construcción de invisibilidad
y ausencias.
ESTAMPAS
RECURRENCIAS
Desde la introducción del vocablo "Intelectual" en el Manifesté des
intellectuels aparecido el siglo pasado
a raíz de la condena del capitán Albert
Dreyfus, ha existido una tensión entre el
intelectual como crítico social y el
intelectual como experto y, según lo
recuerda Kramer 156 , esta tensión se ha
mantenido desde entonces como eje
central en la definición de la
ambigüedad propia de cualquier
intelectual moderno. Tensión que,
siguiendo a Foucault, se sitúa en el
sueño del intelectual de unir el poder
con el conocimiento, es decir, en
mantener las acrobacias necesarias que
le permitan desplazarse entre esta doble
alianza, por supuesto con el riesgo
siempre latente de perder el equilibrio y,
con éste, su propia autonomía (para una
aproximación al tema del poder en los
156
Lloyd Kramer, "Habermas, Foucault, and the
Legacy of Enlightenment Intellectuals", en Leon
Fink, et al. Eds., Intellectuals and Public Life.
Between radicalism and rorm, Cornell
University Press, Ithaca, New York, 1996.
La segunda parte retoma las apreciaciones que se vienen tejiendo a lo
largo de las estampas con el propósito,
81
EL RINCÓN
ENTRE PLIEGUES DE RUINAS …
discursos de violencia véase Palacio 157 ;
para un análisis puntual sobre los
riesgos de esta doble alianza véase
Horowitz158 ).
circulación puede estar contribuyendo
más que a una mayor comprensión
global del fenómeno, a una cierta
confusión160 .
Sin embargo, los avatares propios de
nuestra historia mestiza han hecho que
la mayoría de los intelectuales
colombianos se hayan sesgado por la
cultura de la experticia (para una perspectiva histórica véase Uricoechea 159 ),
creando así una tradición acrítica de
cuyas redes ni los propios estudios sobre violencia han escapado. En un balance sobre la historiografía de estos
Gonzalo Sánchez anota:
Sin duda, una confusión que se refleja
no sólo en la producción literaria
/académica sobre el tema sino que
también se alimenta de los efectos de
ese desbalance inicial. Quizás hoy en
día se pueda afirmar que la absorción
incremental de los intelectuales hacia
culturas de experticia ha contribuido
tanto a borrar las ya difusas fronteras
entre el Estado y la academia, como a
que el establecimiento, al no verse confrontado, pierda capacidad de renovación creativa. Quizás también se pueda
afirmar que el riesgo más grande de este
desplazamiento es el de reforzar la idea
de que el mandarín es el sucesor lógico
del intelectual, y con ellos profundizar
aún más el distanciamiento entre el
experto y el crítico social. ''Pure
products go crazy" decía el historiador
James Clifford en los ochenta refiriéndose a lo que algunos han llamado la
condición postmoderna (Lyotard) o al s
culturas híbridas (Canclini). Sin duda
no se trata aquí de volver al mítico pasado ni tampoco de mitificar lo que se
ve como inevitable en el futuro, sino
más bien de prevenir sobre los inmensos riesgos, algunos ya visibles, del
mandarín de la violenc ia:
Los desarrollos recientes del tema han
sido muy desiguales y algunos de sus
trazos más generales y evidentes
podrían formularse de la siguiente
manera: en primer lugar, el interés sobre
los
años
cincuenta
disminuyó
comparativamente
de
ritmo
y
desencadenó, por el contrario, un boom
periodístico y testimonial sobre la
última etapa de las violencias, con
diferentes formas de eficacia e intencionalidad política. A veces con
abierto propósito de exaltación de
alguno de los actores colectivos o
institucionales del proceso; otras con
una intención clara y necesaria de
denuncia de las atrocidades de las partes
encontradas; y otras más con el objetivo
menos noble de promoción personal de
sus autores. En general el carácter
masivo, desordenado y frecuentemente
acrítico con que ha entrado en
El intelectual va cayendo en esa óptica
del administrador público, en esa
especie de psicología del administrador
público que es la siguiente: todo
administrador
público
tiene
la
obligación de ser optimista frente a lo
que está haciendo en el gobierno porque
no puede ser un crítico del gobierno con
el cual está trabajando, ni un crítico de
sí mismo, ni un cuestionador de los
157
Germán Palacio, Compilador, La Irrupción
del Paraestado. Ensayos sobre la crisis
colombiana, ILSA, CEREC, Bogotá, 1990.
158
Irving L. Horowtiz, °Conflict and Consensus
Between Social Scientists and Policy- Makers",
en Irving L. Horowitz, The Use and abuse of
Socialo Science, Rutgers University, New
Brunswick, NJ, 1975.
159
Fernando Uricoechea, "Los Intelectuales
Colombianos: Pasado y Presente", en Análisis
Político, No. 11, IEPRI, Bogotá, Sep. / Dic.
1990.
160
Gonzalo Sánchez y Ricardo Peñaranda,
Compiladores, Pasado y Presente de la
Violencia en Colombia, IEPRI, CEREC,
Bogotá, 1995, p. 11-12.
82
EL RINCÓN
ENTRE PLIEGUES DE RUINAS …
principios y de la ejecución de esos
principios porque es que la política en
términos de administración no es
precisamente eso 161 .
de los militares. Por fortuna esto ha
cambiado aceleradamente en los últimos
años 163 .
Este nuevo mecenazgo del Estado,
siguiendo las reflexiones de Uliasi164 ,
armoniza con visiones dentro de la tradición académica que consideran a la
universidad como una institución que
debe proveer de servicios a la comunidad, o por lo menos a los sectores de la
comunidad que pueden pagar por ellos;
pero a la vez este mecenazgo choca con
posiciones de nuevas gene raciones de
investigadores que consideran como no
negociable su autono mía y su
posicionamiento crítico frente al
establecimiento. Pero los efectos del
mecenazgo transcienden más allá del
propio núcleo académico en la medida
en que impulsan, por un lado, la consolidación de perspectivas tecnocráticas
que, como lo anota Uliasi, "asumen
visiones estrechas sobre lo que las
ciencias sociales pueden ofrecer y más
aún, frecuentemente ignoran el hecho de
que el uso, desuso o manipulación de la
investigación social hace parte de
procesos políticos mucho más amplios"165 , mientras que, por el otro lado,
mantienen el estancamiento académico
al ofrecerle a sus conversos un sentimiento de protección que se acrecienta
gracias a la fragilidad misma de la academia colombiana.
Nuevamente aparece como recurrente el
tema de la imposibilidad de sostener el
balance entre el criticismo y la
conformidad, o entre lo contestatario y
la experiencia. Sin duda, en unos
La percepción dominante entre investigadores dedicados al tema de violencia es la de acusar su agotamiento y
abogar por un cambio de paradigma que
necesariamente se repliega en un
movimiento radical hacia lo propositivo:
... la violencia se explica por la
fragilidad del Estado... quienes se
dedican a mirar el país en profundidad y
con cuidado y ver el curso de los
conflictos del país, pues no lo pueden
hacer sino para contribuir a la consolidación del Estado, la única
alternativa a eso sería concebir
intelectuales que estén acompañando a
la insurgencia para mirar los problemas
de orden público del país... yo creo que
en Colombia la situación nos colo có en
el papel de ser intelectuales orgánicos
del Estado 162 .
Una posición sin duda acorde con la
nueva retórica institucional sobre el
tema y que responde a las inquietudes
oficiales concisamente expresadas por
Armando Montenegro, en calidad de
director de Planeación Nacional durante
la administración Gaviria:
¿Por qué los pensadores se concentran
en estudiar ciertos asuntos que, aunque
relevantes, son menos importantes para
el país?... en el caso de la violencia se
debe aceptar que una parte de la
respuesta consiste en que por muchos
años no existió una demanda, una
exigencia institucional para estudiar este
tema en forma masiva; en alguna
medida porque los civiles no tenían una
gran injerencia en este asunto, el cual se
consideraba de competencia exclusiva
161
162
163
Armando Montenegro, "Presentación", en
Malcolm Deas y Fernando Gaitán, Dos
Ensayos Especulativos sobre la Violencia en
Colombia, Bogotá, Fonade, DNP, 1995.
164
Pio D. Uliasi, "The Princes Counselors.
Notes on government sponsored research on
international and Foreign Affairs", en Irving L.
Horowitz, The Use and Abuse of Social
Science, Rutgers University, New Brunswick,
NJ, 1975.
165
Ibidem, p. 291.
Entrevista a William Ramírez, IEPRI.
revisa a Alejandro Reyes, IEPRI.
83
EL RINCÓN
ENTRE PLIEGUES DE RUINAS …
espacios intelectuales tan pequeños y
frágiles como los colombianos es
mucho más fácil ser un experto que un
crítico, ya que el experto se puede
alinear más fácilmente con los poderes
que el crítico necesariamente confronta.
Y nuevamente aparece como recurrente
el inmenso peligro que este desbalance
genera: el predominio de un intelectual
burocratizado, con mentalidad de
funcionario público, de mandarín.
esferas sociales nacionales, como en los
círculos internacionales en los cuales las
perspectivas instrumentales tienen un
entronque más expedito y suave que el
que puedan tener las perspectivas
críticas.
Los funcionarios tienen un impacto
sobre el intelectual en la medida en que
los primeros lo que quieren son
medidas, entonces la mentalidad del
intelectual se burocratiza ya que su
angustia es que su discurso sea ejecutable políticamente. El Estado
entonces cobra intelectualidad pero la
intelectualidad pierde su función
crítica 166 .
Yo creo que al final hubo cooptación
por parte del Estado; nos hemos ido
convirtiendo en intelectuales muy
pragmáticos, en muchos casos nuestra
preocupación central es proponer
fórmulas. El efecto negativo que ha
tenido este proceso yo creo que ha sido
un debilitamiento de la academia e insisto en que va a tener un impacto
cultural negativo para el país en los
próximos años. Yo hace unos años
pensé que iba a ser positivo para el país
así fuera negativo para la academia; hoy
en día pienso que va a ser negativo para
el país y para la academia. Uno hoy en
día busca influir en los procesos
políticos y no en la construcción cultural, a veces nuestra preocupación es
mucho más cómo influimos sobre la
Procuraduría, cómo influimos sobre el
Congreso, cómo influimos sobre los
partidos, y no cómo influimos sobre la
cultura. Entonces nuestro pragmatismo
nos lleva a influir sobre el proceso de
toma de decisiones y nuestra ausencia
de postura crítica no nos lleva al
proceso de la cultura misma. Yo sí creo
que hay un empobrecimiento, y de eso
sí somos un poco cautivos, de ese
pragmatismo tan acentuado 168 .
La evolución de este doble vínculo con
el Estado no sólo tiene efectos sobre la
viabilidad del intelectual colombiano
sino impactos culturales profundos.
Siguiendo los planteamientos sobre la
intelectualidad colombiana esbozados
por Uricoechea 167 , y buscando localizar
la creación y evolución del IEPRI bajo
esa perspectiva histórica, el desbalance
entre crítica y experticia junto con su
resolución a favor de perspectivas
instrumentales en torno a la negociación
de conflictos puede explicarse, tanto por
los vínculos que el Instituto estableció
desde su inicio con el Estado, como por
la sensación de protección que este
último le aporta al primero. En efecto,
los vínculos con el Estado han
propiciado tanto la concentración en
estudios sobre violencia política a costa
de la invisibilización de las otras
violencias, como el repliegue de la
producción intelectual hacia los
procesos desarrollados exclusivamente
entre el Estado y aquellos actores que se
reconocen como actores en conflicto.
Por su lado, el sentimiento de protección desarrollado ha facilitado el reconocimiento del intelectual tanto en las
166
167
Creo útil en este momento resaltar lo
que dice Kramer sobre la necesidad de
mantener el balance entre crítica y
experticia:
Entrevista a Eduardo Pizarro, IEPRI.
Op. Cit.
168
84
Entrevista a E. Pizarro.
EL RINCÓN
ENTRE PLIEGUES DE RUINAS …
A pesar de todas las ambigüedades y
hostilidades que rodean la función de
los intelectuales en nuestra sociedad,
podemos asumir con seguridad que el
extender los límites de la experticia será
de poco o nulo valor social si no
extendemos también los límites del reto
de los críticos para con el poder y las
verdades reinantes169 .
En los anaqueles de la imaginación enciclopédica los estudios de violencia
colombiana ya han sobrepasado su
primer cometido: la violencia en Colombia está sobrediagnosticada, dicen
muchos, su comprensión temática está
agotada, es hora de moverse hacia el
ámbito concreto de lo propositivo.
Es
cierto
que
los
llamados
'violentólogos' han avanzado en
explorar los orígenes, la na turaleza, las
modalidades y la geografía del
conflicto, lo que significa, por supuesto,
avances considerables desde el punto de
vista de la comprensión del fenómeno
de la violencia pero no es menos cierto
que los análisis sobre la negociación
como tal no guardan correspondencia
con los logros de las investigaciones
sobre la violencia, y antes bien la
'violentología' pareciera agotar la utilidad de su estudio tan pronto entra en el
esquivo terreno de las propuestas de
solución170 .
INTERSECCIONES
En momentos en que existe una percepción compartida acerca del agotamiento del tema de la violencia como
objeto de estudio, vale la pena detenerse
un poco y ubicar los lugares en donde
este agotamiento se sitúa. ¿Es un lugar
común o son más bien lugares dispersos
unidos únicamente por un aparente
consenso? ¿Cómo se insertan estas
percepciones dentro de un contexto
político, social, cultural e intelectual
más amplio? El tratar de abordar estas
preguntas nos remota a un mapa de
intersecciones complejas en donde se
entremezclan la crisis política actual; la
historia, crisis y fragilidad de la
intelectualidad colombiana; las pasiones
y
convicciones
personales;
las
incidencias de las narrativas de
violencia producid as en la academia
sobre la configuración de una memoria
colectiva. En suma, un cruce de caminos que traza no solamente diferentes
rumbos a seguir, sino las profundidades
de un impasse que invita a replantear
los rumbos ya escogidos y quizás a
abrirse hacia las posibilidades de unos
hasta ahora apenas esbozados. Está en
juego pues no solamente un proyecto
académico e intelectual sino quizás
también un proyecto de futuro. ¿Dónde
entonces se localiza el agotamiento?
La imaginación instrumental, como
culminación de la imaginación enciclopédica, se presenta pues como el faro
que encauzará la confusión primigenia
del diagnóstico mediante la profundización de estudios coyunturales que o
bien sirvan como mercancías competitivas en el mercado de formulación
de políticas puntuales, o bien sirvan
como referentes de bolsillo para aquellos encargados del diseño de estrategias
para la negociación de conflictos. El
intelectual debe quizás parecerse más al
mandarín, por ello la necesidad de
reformular, según palabras de Bejarano,
el nuevo cuadro de preguntas:
(las explicaciones académicas) llenan de
detalles el cuadro del conflicto, sin que,
por otra parte, ello parezca contribuir a
Hacia la perfección del proyecto
enciclopédico
170
169
Jesús Antonio Bejarano, Una Agenda para
la Paz. Aproximaciones desde la teoría de la
resolución de conflictos, Bogotá, Tercer
Mundo, 1995, p. 7.
Lloyd Kramer, op. cit, p. 50.
85
EL RINCÓN
ENTRE PLIEGUES DE RUINAS …
alterar los contenidos fundamentales del
paisaje mismo, esto es, el marco de
soluciones posibles y mucho menos a
especificar el cuadro de objetivos y
procedimientos de una eventual
negociación. Pareciera, pues, que el
paradigma que informa la 'violentología'
(que por otra parte se reduce, y no es
una caricatura, a una definición
perogrullesca, esto es el estudio de las
manifestaciones,
causas
y
consecuencias de la violencia) está
llegando a su agotamiento y se requiere
por tanto un nuevo cuadro de
preguntas... que pudieran ser el puente
entre la plétora de investigaciones sobre
la violencia y el campo baldío de las
investigaciones para la paz171 .
se trasladó al Estado. Lo preocupante de
ello es que con este traslado también se
fueron las afiliaciones y afectos de
muchos de los "violentólogos". Es
ilusorio pensar que el tema ya dejó de ser
algo corpóreo y fácilmente fosilizable;
quizás la sentencia que sigue sirva para
prevenir los riesgos que corre la
resolución de conflictos, esa nueva
disciplina que se levanta de las cenizas y
tragedias de la llamada "violentología" y
que quizás lo que la aparta de ella sea su
denominación y su ubicación en círculos
de poder:
Descubrir el tema de la violencia en el
país fue como descubrir una nueva
disciplina, un nuevo campo del
conocimiento, entonces la violencia
comienza a tomar cierto carácter
corpóreo, todo el mundo quiere
rodearla, quiere atraparla, quiere
disecarla y ahí vuelve otra vez esa
imagen de la anatomía de la violencia.
Se convierte ahí mismo en mons truo, en
ser misterioso, en ser seductor 173 .
Corporalidad y Fosilización
Así las cosas, la perfección del proyecto
enciclopédico hace indispensable la
transmutación de las posibilidades que
las ciencias sociales pueden ofrecer para
el análisis del tema, en enfoques que
pierden de perspectiva la complejidad,
difusión, descentramiento e itinerancia
de las múltiples violencias que,
entremezcladas, cruzan la cotidianidad
colombiana. Sin duda, una manera
facilista de borrarse a esta complejidad
está marcada por el entusiasmo súbito de
darle predominancia a perspectivas
tecnocráticas que en ocasiones rayan con
los límites aberrantes del deseo
desenfrenado de pretender consumir la
realidad y, por si ello fuese poco,
perspectivas que ahondan, con los velos
de servir de base para la formulación de
políticas, la conversión de la violencia en
objeto de' estudio en sí mismo 172 . Hoy en
día parece ser que la fascinación inicial
del descubrimiento del tema, vivida hace
casi una década por los "violentólo gos",
Aperturas
En el impasse del agotamiento temático
han surgido, casi que a la manera de
contra-narrativas opuestas a las percepciones anteriores, planteamientos
alternos que se distancian del proyecto
enciclopédico mediante la ubicación del
agotamiento en la perspectiva misma
con que se han abordado los estudios de
violencia en Colombia durante los
últimos diez años: está agotado el tema
de la violencia si consideramos la
violencia como objeto de estudio en sí
mismo; está agotado el tema en la medida en que las propuestas de los actores
en conflicto están agotadas.
Estas contranarrativas, que hasta ahora
están emergiendo en el panorama
académico, exigen cambios radicales
171
Ibid. p. Lo
Véase por ejemplo el estudio de Gaitán en
Malcolm Deas y Fernando Gaitán, Dos Ensayos
especulativos sobre la Violencia en Colombia,
Bogotá, Fonade, DNP, 1995.
172
173
86
Entrevista a Gonzalo Sánchez.
EL RINCÓN
ENTRE PLIEGUES DE RUINAS …
tanto en la actitud propia del intelectual
como en su misma producción. Del
intelectual exigen el hacer visible y
explícito su propio posicionamiento con
respecto al objeto de estudio; es decir,
siguiendo a Haraway174 , un compromiso
en lograr un conocimiento situado y
posicionado cuyas imágenes no son
producto de miradas globales, propias
del panóptico, sino un conjunto de
miradas parciales y voces va cilantes que
se unen formando una posición de
sujeto colectivo, que se mueve y actúa
dentro de los límites y contradicciones
propias del "estar ha blando desde algún
lado". El estudio de la violencia se
convierte entonces en un problema no
académico sino claramente político entendiendo lo político como algo
mucho más amplio que lo meramente
institucional-, y el intelectual en un
"activista circunstancia"175 interesado
en construir conocimientos parciales
pero
estratégicos,
en
visualizar
posiciones y en asumir explícitamente
agendas políticas concretas que surgen
al plantearse la pregunta sobre las
violencias invisibilizadas, y la necesidad de resignificar el tema como aspecto fundamental para una construcción democrática.
política o la existencia de violencias
múltiples, descentradas e itinerantes?176
Estas preguntas invitan pues a dirigir
nuestra mirada hacia las manifestaciones y formaciones culturales en que la
violencia se recrea, se transforma, se
reinterpreta; se exorciza.
TIRANÍA
Replicando el aparente consenso sobre
el agotamiento temático de la violencia
colombiana se percibe un consenso en
torno a la tiranía semántica del término,
fruto de una separación aguda entre
significado y significante. La vio lencia
ha seguido el camino del garabato
esbozado por Octavio Paz:
En todas las civilizaciones el signo es el
depositario del sentido pero a veces y en
ciertos períodos se produce una suerte
de evaporación de los significados. La
historia es un cementerio de signos
vacíos. En nuestro tiempo, lo mismo en
la esfera de la literatura y el arte que en
las de la moral, la política y el erotismo,
asistimos no tanto a un desva necimiento
de los signos como a su trans formación
en garabatos: signos cuyo sentido es
indescifrable o más exactamente, intraducible. Entre el signo y el garabato se
despliegan las artes y letras de nuestros
días 177 .
Así las cosas, hoy podría hablarse más
bien de una necesidad de reinstalar el
tema y de empezar a buscar bajo nuevas
formas
de
representación
la
construcción de nuevos relatos que
articulen lo que hasta ahora ha estado
invisibilizado. ¿Cuál es el costo para el
individuo y para la sociedad cuando no
existen marcos de trabajo significativos
para
explorar
públicamente
las
memorias traumáticas de la violencia
Sin duda la necesidad de "desgarabatizar" la violencia es compartida; no
obstante su reconocimiento apunta hacia
caminos divergentes.
Tiranía por excesos
El apuntalamiento de la imaginación
instrumental en los estudios sobre vio-
174
Donna Haraway, "Situated Knowledges: The
science question in feminism and the privilege
of partial perspective", en Feminist Studies 14,
No. 3, Fall 1988.
175
George E. Marcus, "Ethnography in / of the
World System: The emergence of multi-sited
ethnography" ms. 1995.
176
Véase por ejemplo Mark J. Osiel, "Ever
Again: Legal Remembrance of Administrative
Massacre", en University of Pennsylvania Law
Review, Vol. 144, No. 2, Diciembre 1995.
177
Octavio Paz, El signo y el Garabato , Seix
Barral, Barcelona, 1991.
87
EL RINCÓN
ENTRE PLIEGUES DE RUINAS …
lencia ubica la tiranía en un exceso de
significado, de manera que se hace necesaria la acotación del término de manera que éste pueda movilizar mapas de
significado breves y eficientes, que
sienten las bases para la construcción de
un lenguaje común ya sea en los
procesos de resolución de conflictos, o
en los estudios coyunturales y en sus
propuestas para la formulación de políticas puntuales. Tal como lo reconoce
Bejarano citando para ello a Chatelet,
de terror oficial en la cual sería inútil
tratar de establecer cuál de sus componentes juega el papel dominante; y,
finalmente, en la mayoría de los casos,
en el lenguaje oficial, el vocablo cumple
una función ideológica particular:
ocultar el contenido social, o los efectos
de clase de la crisis política. En
realidad, cualquier estudio de la
Violencia, debería comenzar con una
reconstrucción de la genealogía y de las
implicaciones
de
sus
múltiples
significaciones 180 .
esta
noción
(violencia) -escribe
Chatelet- es ahora ocasión de exceso
verbal tan confusamente impetuoso que
hay que preguntarse si no habrán sido
alteradas las cartas desde el comienzo...
Tal exceso en el lengua je de uso común
es sin duda justificadamente expresivo,
pero mal se puede fundar sobre tales
ambigüedades la elaboración de una
teoría de la violencia y menos derivar
de ellas una teoría sobre la construcción
de la paz178 .
Lenguaje y sociedad
La violencia es ese significante que lo
dice todo escondiéndolo todo, esa es la
gran trampa, para nosotros es una
narració n
histórica
colectiva
absolutamente clara, es una narración
cotidiana, pero para mucha gente la
violencia es la vida diaria 181 .
En cualquier contexto las definiciones
que se articulan a través del lenguaje
van cargadas de consecuencias mucho
más amplias que aquellas expuestas en
las iteraciones. Cualquier término o
concepto moviliza, implícita o explícitamente, argumentos políticos en medio de los cuales se entrecruzan una
serie de inclusiones y exclusiones, de
potencialidades y de obstáculos, que
forman en sí mismos una matriz compleja de articulaciones con las prácticas
sociales. Así las cosas, cabe entonces
preguntarse por las prácticas sociales
que están siendo articuladas por los
estudios sobre violencia. Sin duda, una
pregunta difícil que requiere de una reflexión profunda, pero por lo pronto
permítaseme sólo insinuar que los estudios han contribuido a socializar un
lenguaje que invisibiliza el sufrimiento
de las víctimas haciendo todavía más
difícil la cons trucción de un lenguaje
que transforme esas experiencias en
Tiranía por faltantes
Bajo el amparo de las contra-narrativas
emergentes el reconocimiento de la;
tiranía semántica se percibe en la consolidación de un lenguaje que invisibiliza la polisemia del término no sólo en
sus connotaciones etimológicas (para
una ampliación de la etimología: del
término véase Williams 179 , sino en los
referentes de la realidad a los cuales
éste hace alusión:
A veces con el término de La Violencia
se pretende simplemente describir o
sugerir la inusitada dosis de barbarie
que asumió la contienda; otras veces se
apunta al conjunto no coherente de .
procesos que la caracterizan; esa mezcla
de anarquía, de insurgencia campesina y
178
Bejarano, op. cit. p. 11.
Raymond. Williams, Keywords. A
vocabulary of culture and society , Oxford
Press, New York, 1976.
179
180
181
88
Sánchez y Peñaranda, op. cit. p. 22.
Entrevista a Carlos Mario Perca, IEPRI.
EL RINCÓN
ENTRE PLIEGUES DE RUINAS …
algo inteligible para los ámbitos de
poder182 .
intelectualmente y ese precio lo
pagamos como una ausencia en el
debate latinoamericano de los 60 y 70.
Hoy tenemos figuras intelectuales
reconocidas pero seguimos siendo un
país muy metido acá, yo creo que La
Violencia es en gran medida responsable de eso y a lo mejor los
violentólogos también184 .
FISONOMÍA
Es imposible escindir la producción intelectual de las características de los espacios en los cuales ésta es producida.
Los estudios sobre violencia responden
a una fisonomía particular del IEPRI
que se ha moldeado, entre otras razones,
por los vínculos históricos de la
intelectualidad con el establecimiento,
los
cuales,
como
lo
sugiere
Uricoechea 183 , han perpetuado la fragilidad de los primeros frente a los requerimientos y demandas del segundo;
y por otro lado, por las incidencias que
la época de La Violencia tuvo sobre la
configuración de centros académicos en
las décadas subsecuentes.
Quizás también podría ser provo cador
insinuar que las experiencias personales
de La Violencia de quienes hoy la
piensan y la escriben, tienen incidencias
profundas tanto en la configuración de
interrogantes que se quieren abordar,
como en los exorcismos que se esperan
alcanzar.
Rasgos de l espacio académico
Hay tres rasgos que están profundamente concatenados con la consolidación de espacios de reflexión académica
en áreas de las ciencias sociales -quizás
a excepción del derecho y la economía- :
en primer lugar la fragilidad de estos
espacios repercute sobre las vicisitudes
a las que se ve constantemente
enfrentado el intelectual:
Legados del mundo real
Es bastante sugestivo insinuar que el
legado de la época de La Violencia
sobre la academia colombiana fue su
incidencia en el aislamiento intelectual
frente al debate latinoamericano:
En el siglo XX las comunidades
intelectuales colombianas han sido muy
débiles y en parte La Violencia es
responsable de eso, digamos que La
Violencia es un factor disgregador de
las comunidades. La Violencia nos
ensimismó, nos introvirtió tenazmente,
entre otras cosas porque es que la
violencia mata gente, pero también mata
centros, mata ideas, mata desarrollos
intelectuales,
mata
tradiciones.
Entonces mientras que de los 40 a los
70 se están construyendo los grandes
centros latinoamericanos, aquí todo está
deshecho, es un período casi muerto
Mantener un enfoque intelectual y tratar
de influir como intelectuales, eso tiene
un problema que es muy complicado y
es que en Colombia los intelectuales
tienen pocos medios. Entonces uno
tiene dos opciones: o ganar influencia
coma actor político ingresando al
Estado, con todos los riesgos que ello
implica, o la otra opción es la prensa,
pero Colombia tiene un nivel de lectura
bajísimo. Es muy costoso escribir-en la
prensa, es muy costoso ser consejero del
príncipe pero, ¿realmente hay otras
opciones? 185 .
En segundo lugar, la marginalidad a la
que el intelectual es sometido por las
182
Para un análisis sobre los efectos de la
invisibilización en víctimas de desastres véase
Veena Das "Moral Orientations to Suffering:
Legitimation, Powe r and Healing", ms., 1993.
183
Op. cit., 1990.
184
185
89
Entrevista a G. Sánchez.
Entrevista a E. Pizarro.
EL RINCÓN
ENTRE PLIEGUES DE RUINAS …
élites del país hace que su reconocimiento y prestigio social sean mínimos,
hasta el punto muchas veces de ser
considerado o bien un desadaptado o
simple y llanamente un fracasado, un
profesional de segunda categoría:
Simbiosis
Estos rasgos fisonómicos de la academia dan como fruto la configuración de
comunidades intelectuales, reducidas,
en las que la renovación teórica es
mínima, el anquilosamiento se potencializa y se corre el riesgo de sólo ser
capaz de oírse a sí mismo. Lo anterior
por un lado exacerba el sentimiento de
agotamiento y lo resuelve, tanto en el
énfasis hasta el cansancio sobre el tema,
como en el fraccionamiento de
intereses:
Yo creo que la cooptación como
consejeros del príncipe puede ser por
argumentos menos heroicos que los que
la gente esboza comúnmente, la gente
se va es por salarios, por poder, porque
ser consejero presidencial da prestigio
social, porque está mamado del
desprecio de la élite colombiana hacia el
intelectual, porque finalmente el
intelectual y el artista son unos
fracasados. Finalmente la única opción
es la cooptación frente a la élite para
que en los resquicios le dejen influir un
poco y proyectarse 186 .
Y es que exactamente al tener
conciencia de esa margina lidad, estas
capas intelectuales que de repente son
reconocidas inmediatamente tambalean
ideológicamente, entonces ante ese
primer halago, ese primer reconocimiento, olvidan su pasado, se les
olvidan sus compromisos con la
academia, entonces se meten en un
proceso
legitimador
de
una
187
corporación .
Las personas ya tienen intereses
distintos, el papel de los individuos en
organizaciones tan pequeñas es muy
importante, los intereses, los caprichos,
las aficiones; hay otro fenómeno que es
indiscutible, que es un rasgo
colombiano muy peculiar, y es que
nunca ha habido por parte del Estado
una actitud de protegerse de los
intelectuales y de llevarlos al
ostracismo, siempre nos dan empleo,
entonces hay procesos de cooptación
ahí muy fuertes y permanentes 188 .
Por otro lado, la fisonomía de la
academia contribuye a la consolidación
de una metanarrativa sobre la violencia,
alimentada por un lenguaje excluyente y
circular, mediante el cual se establece
una especie de Atlas que limita no sólo
el cómo se debe ver el problema, sino
también cuáles trazos contribuyen a la
prolongación de su cartografía y cuáles,
por lo tanto, deben dejarse por fuera en
tierra incógnita. Es diciente la
inexistencia de vasos comunicantes y de
circuitos de intersección entre esta
metanarrativa y los intentos de
acercarse a la violencia desde otros
lugares 189 .
Finalmente, el parroquialismo del
intelectual colombiano hace que éste se
aísle de las corrientes de pensamiento
contemporáneas con la doble repercusión, por un lado, de tener una mínima
exposición a los cambios en perspectiva
que, antes de ser meras elaboraciones
abstractas, responden a .cambios
globales que inciden, de variadas y
múltiples maneras, sobre las realidades
políticas, sociales, culturales y económicas locales; y por el otro lado, de
cerrarle las posibilidades al intelectual
de circular en espacios de debate internacionales.
188
Entrevista a Álvaro Camacho, IEPRI
Sobré las preguntas que se plantean desde el
arte en relación con la violencia contemporánea
en Colombia véase Santiago Villaveces, "Art
189
186
187
Ibidem, E. Pizarro.
Entrevista a G. Sánchez.
90
EL RINCÓN
ENTRE PLIEGUES DE RUINAS …
Tensiones
"La esfera pública en el ámbito político
evolucionó de la esfera pública en el
mundo de las letras" escribió Habermas 191 . A su entender el logro
fundamental de esa nueva clase (los
intelectuales) que emerge en el siglo
XVIII, es el reto a la autoridad me diante
la razón, posición que requería de una
autonomía e independencia que hicieran
viable el proyecto del intelectual como
crítico social. Hoy en día quizás habría
que matizar esa apreciación mediante la
urgencia de crear vínculos concretos,
con sujetos de carne y hueso, a través de
los cua les sea viable el proyecto de
construcción de sujetos colectivos. La
autonomía radicaría más en la
capacidad de perfilarse como "activista
circuns tancial". Posición por lo demás
necesaria para permitir tanto una
verdadera
reinstalació n
y
resignificación del tema de la violencia,
como una disposición para enfrentar las
ausencias recurrentes en los estudios:
Insertada en el corazón de la tensión
existente entre la opción crítica y la
experticia, está la pregunta sobre la
autonomía del intelectual. Los discursos
que legitiman la hegemonía de la experticia sobre la crítica entienden el paso
de la posición contestataria de los setenta y ochenta de los intelectuales a la
posición conciliadora de los ochenta y
noventa como una redefinición del
concepto de autonomía:
El concepto de autonomía lo vivíamos
como un aislamiento, la torre de marfil
para decirlo en términos tradicionales,
entonces nosotros estamos aquí y no
nos contaminamos, y tenemos una
mirada privilegiada de todos los
procesos. Comenzamos a entender que
la autonomía estaba en la interacción,
entonces la fortaleza de la autonomía no
residía en el grado de aisla miento sino
en la capacidad de incidencia que la
universidad con su trabajo pudiera tener
sobre la conducción del conjunto de la
sociedad. Entonces - la autonomía
comenzamos a verla como un vínculo,
no como un aislamiento 190 .
En
general
en
Colombia
los
intelectuales han ido siempre como a la
zaga de echarle oxígeno a los actores
puestos en la escena pública, nunca los
intelectuales en este país hemos tenido
autonomía y eso ha impedido que
nosotros logremos crear fuertes vínculos de otra naturaleza, vínculos
diferentes a los del intelectual que
siempre es militante, sea de la causa que
sea192 .
Esta definición permite remitirse
nuevamente al impasse en que están los
estudios de violencia en la actualidad, ya
que simultáneamente puede estar
apuntando hacia dos lugares distintos:
tanto hacia la legitimización y necesidad
de profundización de los vínculos de
colaboración con el Estado, como hacia
la necesidad urgente de plantearse las
heterogeneidades propias del Estado
como objeto de estudio.
VISIONES CONFRONTADAS
Como es de esperarse, dentro del Instituto existen diversos posicionamientos
frente a la complejidad de la realidad
estudiada; no es el ánimo de esta sección entrar a disertar sobre ellos, sino
más bien resaltar que este posicionamiento es determinante en la definición
and Mediation: Reflections on violence and
representation", en George E. Marcus, Edic.,
Cultural Producers in Periolious States,
Volumen 4, Late Editions Series, The
University of Chicago Press, Chicago, 1996.
190
Entrevista a Jaime Zuluaga.
191
Jürgen Habermas, (1962) The Structural
Transformation of. the Public Sphere, MIT,
Boston, 1989.
192
Entrevista a C. M. Perca.
91
EL RINCÓN
ENTRE PLIEGUES DE RUINAS …
del rol que el intelectual cumple al
producir estudios sobre violencia y, más
aún, determinante para poder dar
respuesta a la a veces esquiva pregunta
de ¿para qué y para quién son los estudios? Sin duda las diversas respuestas
nos remiten nuevamente a las tensiones
entre experticia y crítica, y a los matices
que entre una y otra se presentan al
interior del grupo.
ción de proyectos alternativos
sociedad, de proyectos políticos 193 .
de
4. Alquimista
Hasta tanto nosotros no podamos coger
la violencia y meterla en una multitud
de dis positivos de la cultura capaces de
producirnos una significació n sobre esa
experiencia colectiva, hasta tanto no
hagamos
un
ejercicio
de
resimbolización de la muerte, no sotros
vamos a estar necesariamente entrampados en esa experiencia colectiva,
individual, difusa fragmentaria de la
muerte. Es necesario en Colombia que
reciclemos nuestra experiencia de
violencia". (C. M. Perea).
1. Orgánico
Yo creo que en Colombia la situación
nos colocó en el papel de ser
intelectuales orgánicos del Estado
porque el Estado, a la vez que es el
problema, es también la solución del
problema de la violencia. La misión
histórica de los intelectuales es
contribuir a la construcción del Estado y
a su fortalecimiento. (A. Reyes).
ATISBOS Y ENCRUCIJADAS
Últimamente se le ha reclamado al
IEPRI su falta de contundencia en la
producción de referentes acerca de la
crisis política por la cual atraviesa la
administración Samper. Es comprensible la dificultad que ello conlleva, en
especial si lo que se reclama es una
posición homogénea y de conjunto. No
es éste el espacio para hacer enjuiciamientos rápidos acerca de la
actitud del IEPRI, como unidad, frente a
esta crisis, pero sí para resaltar lo que
ésta devela sobre la intelectualidad
colombiana. Sin lugar a dudas la
intelectualidad, como muchísimas otras
instituciones de la vida nacional, está
siendo atravesada por crisis profundas
cuyas múltiples facetas se hacen
evidentes en coyunturas como la actual.
2. Estadista
Hay
una
visión
mucho
más
institucionalizadora, muchas de esas
miradas se trataban de dirigir como a
una mirada de estadista, no de personas
que están en la oposición, a un margen
del Estado, sino de personas que se
sienten ya, de alguna manera, desde el
Estado, viendo el proceso y eso creo
que se refleja claramente en los trabajos
del Instituto. U. Zuluaga).
3. Terapeuta
Abordar la violencia hoy no es ocuparse
meramente de una de las dimensiones
de la sociedad colombiana. Su estudio
compromete la globalidad de la
sociedad... un diagnóstico sobre la
violencia y una terapia acertada están
cada vez más entrelazados a la
formulación y a la capacidad de realiza-
Atisbos
Por lo menos cuatro rasgos generales
sirven para apreciar los contornos de
esta crisis. En primer lugar, el debilitamiento de la capacidad crítica como
193
Gonzalo Sánchez, Guerra y Política en la
Sociedad colombiana, Áncora, Bogotá, 199, p.
228.
92
EL RINCÓN
ENTRE PLIEGUES DE RUINAS …
reflejo de la inexistencia de expresiones
políticas viables y alternativas:
liderazgo y no tenemos ni las
conexiones ron la clase política, ni las
conexiones con la sociedad civil para
poder asumir un papel de liderazgo. En
el contexto de una crisis de liderazgo
los académicos no tenemos ni la
información ni la formación suficiente
para que podamos aportar a nuevos
grupos de vida; esto hace que el trabajo
de uno se quede en un nivel
simplemente profético pero no de
acción, yo diría que estamos muy
débilmente insertos en procesos de
acción pública, de acción política
colectiva 196 .
La intelectualidad crítica como tal se ha
visto enormemente reducida. Yo pienso
que quizás la explicación para ver esta
debilidad hay que buscarla también por
el otro lado, ahí hay un proceso como
de doble vía, es decir, no hay oposic ión
porque no hay fuerzas intelectuales,
ideológicas
que
alimenten
un
movimiento diferente y al mismo
tiempo las fuerzas intelectuales son
débiles . porque no tienen movimientos
sociales o políticos, en los cuales
apoyarse 194 .
Finalmente, según lo anotaba Gonzalo
Sánchez en conversación personal, hoy
también se percibe una crisis de
liderazgo del mundo intelectual: las
nuevas generaciones de intelectuales
padecen de una doble tragedia, por un
lado reclaman con indignación la pérdida de sentido crítico y de afiliación de
sus maestros, pero por el otro lado, no
logran consolidar un discurso alternativo que articule tanto los redamos
como las aspiraciones que ven perdidas
en las generaciones anteriores.
En segundo lugar, las afiliaciones del
intelectual, fruto de sus fuertes vínculos
con concepciones contestatarias de izquierda asumidas valerosamente durante los ochenta, se fragmentan a partir
de la década de los noventa alimentando, de esta forma, la vulnerabilidad y fragilidad del intelectual:
Hay una crisis de pertenencia en los intelectuales, una crisis de afiliaciones de
los intelectuales; en la medida en que
hemos sido parte de todo ese proceso
anterior, de haber, estado metidos en
militancias, de haberle apostado a mil
cosas que de pronto fracasaron, y que a
ratos como que se torcieron y que no
hemos sido capaces de enderezar o que
no se han enderezado por sí solas 195 .
Encrucijadas
Los contornos anteriores tienen sus
propios reflejos sobre la construcción de
discursos académicos alrededor del
tema de la violencia. En términos generales no se reconoce la crisis de representación por la cual está atravesando la
investigación sobre violencia en el país.
Los lenguajes que se utilizan y los
relatos que se construyen han quedado
cortos para la complejidad del tema. Por
un lado, la crisis en la lógica y discurso
de los "actores en conflicto" conduce a
una crisis de representación en la
producción intelectual en la medida en
que ésta última ha privilegiado las
miradas que identifican a estos actores
En tercer lugar, la carencia de refe rentes
políticos con los cuales afiliarse ha dado
lugar a un creciente distancia miento
entre la producción intelectual y la
sociedad:
Estamos en momentos en que no
aparece una alternativa clara, en que no
hay un . grupo de oposición consolidado
fuerte. Estamos en una crisis de
194
195
Entrevista a G. Sánchez.
Ibidem.
196
93
Entrevista a A. Reyes.
EL RINCÓN
ENTRE PLIEGUES DE RUINAS …
como los sujetos por excelencia de los
estudios sobre violencia colombiana. La
fragmentación de estas lógicas y discursos lleva a que el intelectual, siguiendo lo anotado en conversación
personal con Carlos Mario Perea, se
enfrente a la encrucijada de entender que
la escena pública ya no puede construirse
por discursos y metanarrativas en las que
se confrontan las posiciones de los
actores en conflicto.
recompone, ordena y resignifica lo
acontecido.
Son justamente estos efectos los que
urgen explorar el tipo de narraciones
que se han construido sobre la violencia
en Colombia, y en especial su incidencia tanto en la construcción de referentes colectivos, como en la construcción de memoria y olvidos.
Reconstrucción
realidad
Por otro lado la objetivización de la
violencia ha contribuido a borrar el
rostro humano de la tragedia: "Lo más
dramático de la crisis del intelectual
colombiano que está estudiando la
violencia es que no se ha dado cuenta de
la importancia tan tenaz y tan profunda
de cambiar una forma de representación
y de tratar de acercarse al sufrimiento, y
resulta que lo más ilustrativo que uno ve
ahora sobre violencia está en el teatro y
en el arte"197 .
de
la
Los acontecimientos dan lugar a la
construcción y/o invención de historias,
cuentos y relatos que terminan por
configurarse como intentos de reconstrucción narrativa de la realidad.
¿Cómo han sido esos intentos en el caso
de los estudios de violencia?
La gente elabora historias a partir de
acontecimientos... y en lo que a la
literatura de la violencia respecta, las
historias se han convertido en un fin en
sí mismas, prácticamente se estudian
como el folclore, y tanto el folclore
como su estudio es conservador, no
revolucionario 198 .
MEMORIA Y NARRACIÓN
Esta sección parte del reconocimiento
de los estudios de violencia como un
conjunto de narraciones que al reconstruir realidades pasadas o presentes
afectan la construcción de imaginarios y
memorias colectivas. Estas narracio nes,
como cualesquiera otras, tienen efectos
tanto en la forma en que se articula el
presente, la manera en que se
reconstruye el pasado y, por supuesto,
las posibilidades que se abren o cierran
para el futuro. Por un lado las narrativas
construyen,
articulan
o
recrean
imaginarios mediante la puesta en
circulación de relatos que se configuran
como referentes interpretativos de
acontecimientos colectivos. Por otro
lado, las narrativas reconstruyen la
memoria de los eventos - la cual es, por
su misma naturaleza, frágil y volátil- a
través de una memoria discursiva que
197
narrativa
Me parece acertada la visión de Deas
sobre los estudios de violencia, quizás
sería útil para otra ocasión empujar la
aseveración un poco más mediante la
precisión del tratamiento del folclore en
la antropología y las inmensas
similitudes que se descubren entre éste
y los estudios de violencia en Colombia.
La apreciación anterior de por sí sugiere
un problema de perspectiva que se
complejiza todavía más si se considera
la inmensa visibilidad que tiene . el
IEPRI dentro del panorama nacional199 .
Sin duda, las narraciones que el IEPRI
198
Malcolm Deas y Fernando Gaitán, op. cit.,
1995, p. 83-84.
199
Véase Gonzalo Sánchez, Memorias: IEPRI
1986-1996, Universidad Nacional de Colombia,
Bogotá, Edición 1996.
Entrevista a María Victoria Uribe, ICAN.
94
EL RINCÓN
ENTRE PLIEGUES DE RUINAS …
produce ocupan un lugar predominante,
entre otras por el merecido prestigio que
el Instituto se ha ganado durante los
años, y que en gran medida ha
contribuido a consolidar una metanarrativa sobre la violencia en Colombia.
Esta consolidación se ha profundizado
con el tiempo ya que no han surgido
con" suficiente fuerza contranarrativas
que la enfrenten o la relativicen:
Construcción
olvidos
de
memoria
y
de
Es indudable el vínculo que se estable ce
entre poder y narración, al igual que lo
es la utilización de la' memoria como
instrumento de poder. Como lo anota
Osiel:
Cuando una sociedad sufre un trauma a
gran escala sus miembros buscan
reconstruir sus instituciones bajo las
bases de un entendimiento compartido
de qué fue lo que pasó. Para ese fin se
realizan
encuestas,
se
escriben
monografías, se componen memo rias,
se legisla. Pero sobre todo se cuentan
relatos203 .
Quizás es acertado decir que en el 95, y
en especial a partir de la publicación de
los libros de Bejarano 200 y de Deas y
Gaitán201 , se empieza a vislumbrar la
aparición de una contranarrativa dentro
de círculos de poder y de tomas de
decisiones que tiene la fuerza necesaria
para desplazar la anterior. Pero este
desplazamiento tendría efectos todavía
más nocivos, ya que al desbordarse en
retóricas
tecno cráticas
e
instrumentalistas se exacerba la ya
existente disociación entre los estudios
sobre violencia y la sociedad.
Sobre estos nuevos relatos Armando
Montenegro escribe desde la dirección
de Planeación Nacional:
Y son justamente esos relatos, compuestos en la heterogeneidad tanto de lo
institucional como de lo marginal, los
que los estudios sobre violencia no sólo
olvidan sino que también excluyen
como fuentes para la construcción de
una memoria colectiva. El punto que
quiero resaltar aquí es el tipo de
memoria discursiva que se está produciendo en las narraciones sobre violencia. Por un lado, las tendencias ha cia
análisis instrumentalistas, al reducir la
violencia a fenómenos compuestos por
un conjunto de variables dependientes e
independientes que pueden visualizarse
mediante proyecciones, tecnifican tanto
el fenómeno que quizás aniquilan
incluso la posibilidad de recomponer la
memoria misma de esos eventos. Por el
otro lado, los estudios ligados a la
lógica de los "actores en conflicto"
privilegian la recomposición de
memorias simuladas en la me dida en
que insisten en construir relatos sobre
las lógicas y discursos de sujetos
colectivos, sin dar fe de la profunda
La importancia del trabajo de Gaitán es
evidente porque facilita la discusión
pública al presentar datos y cifras sobre
la evolución de la violencia en
Colombia y permite comenzar un
proceso de contraste entre las teorías
corrientes y los resultados observa dos
en las distintas áreas del país 202 .
Está pues en juego una competencia
sobre la producción de referentes
narrativos sobre la violencia en Colombia, y con ello también la reconfiguración de una memoria colectiva que
articula no solamente los acontecimientos pasados y presentes, sino
también al posibilidad de construir futuros.
203
Mark J. Osiel, "Ever Again: Legal
Remembrance of Administrative Massacre", en
University of Pennsylvania Law Review, Vol.
144, No. 2, diciembre 1995.
200
Op. cit.
201
Op. cit.
202
Armando Montenegro, op. cit. p. (xviii).
95
EL RINCÓN
implosión,
fraccionamiento
agotamiento de estos mismos.
ENTRE PLIEGUES DE RUINAS …
y
complicado ya que se termina reificando la trastienda como el lugar común
a donde a donde deben dirigir su mirada
los estudios sobre violencia. Bajo esta
perspectiva creo que es ilustrativa la
apreciación de Deas:
VISIONES CONGELADAS
Paradójicamente la multiplicidad de
posiciones dentro del Instituto no ha
dado lugar a una diversidad en la dirección de las miradas con que se han
visto las violencias, de manera que ello
también ha impulsado la constitución de
una metanarrativa sobre la violencia, y
no una consolidación más balanceada
de discursos en sana competencia. Y
ello es todavía más preocupante si se
tiene en cuenta que el IEPRI tiene que
soportar, por lo menos así ha sido hasta
el momento, la abrumadora carga y
responsabilidad de ser el productor de
discursos sobre la violencia con mayor
visibilidad en el país.
La historia oral en Colombia es
sofisticada en más de una manera. Se ha
convertido en algo así como el género
local por antonomasia, pero sus
practicantes son muy selectivos en las
preguntas que formulan y a quién se las
dirigen. Suelen inclinarse por interrogar
antes a liberales, comunistas y
guerrilleros que a conservadores,
miembros de las Fuerzas Armadas o
funciona rios del gobierno, a quienes,
por lo tanto, suele satanizarse o por lo
menos se los despoja de diversidad y
personalidad 204 .
Trastiendas
Ausencias
No es sorprendente que en un primer
momento se ubiquen los estudios sobre
violencia tanto en las márgenes como en
lo paraestatal o paralegal, lo que sí
sorprende es que después de diez años
éstos sigan ejerciendo un poder de
seducción tan férreo. Las miradas se
congelan en las trastiendas de la
institucionalidad y algunas veces se
argumenta que es que a través de esas
trastiendas también podemos ver la
intrincada maraña que forman las visiones, prácticas y discursos de las primeras. No creo mucho en esta argumentación. Los estudios de la violencia,
así como lo ha hecho la antropología
durante la mayor parte de su existencia,
han caído en la fascinación del otro y
parece que en esa fascinación se han
perdido. Lo otro es una construcción
que sólo tiene sentido a través de una
construcción del Yo, pero cuando las
miradas se congelan en lo otro se cae
inmediatamente
o
bien
en
la
satanización del Yo, o bien en su
invisibilización. El efecto de ello es
Esta curiosa fijación, como ya se insinúa más arriba, crea unos mundos paralelos, de amplio espectro, de sombras
que no se ven. Por un lado las representaciones que se construyen sobre el
otro desde las elites, o desde los discursos institucionalizados o hegemónicos, son o menospreciadas o percibidas
corno homogéneas y estáticas. No
existe una aproximación sistemática que
explore el tema de la violencia a través
de las instituciones del Estado o de las
elites, que explore la polisemia del
término dentro de la heterogeneidad
institucional y sus efectos sobre las
realidades políticas y sociales, que
explore los mecanismos de propagación, formal o informal, de discursos y
entenderes que limitan qué se entiende
por violencia y/o por paz y qué no.
204
Malcolm Deas y Fernando Gaitán, op. cit.,.,
p. 50.
96
EL RINCÓN
ENTRE PLIEGUES DE RUINAS …
Por el otro lado, y aquí literalmente me
refiero al otro lado, el acercamiento
hacia ese otro marginal, paralegal o
paraestatal, en el cual parecen haberse
fosilizado los estudios sobre la violencia, se hace desde un punto fijo, legitimado ya sea por un bagaje conceptual o
un lenguaje especializado, que borra en
sí mismo las experiencias de la tragedia
humana que están en el corazón mismo
de cualquiera de las violencias que nos
cruzan. Los estudios ahogan las voces,
experiencias y memorias propias de
aquellos para los cuales la violencia es
una realidad cotidiana vivida.
Creo que es clara la urgencia de romper
con la metanarrativa consolidada, al
igual que creo que es claro el impasse al
que se enfrentan hoy en día los
estudiosos sobre la violencia. En cualquier cruce de caminos es necesario
poder parar y evaluar hacia dónde es
conveniente dirigirse: ¿Hacia una progresiva profundización de los vínculos
entre producción intelectual y demandas
políticas coyunturales? ¿Hacia la
producción de contra- narrativas que
abran espacios para la creación de
nuevos lenguajes, nuevos relatos y
nuevas formas de representación? ¿Qué
implicaciones tiene cada opción en la.
producción de referentes sobre violencia
y en la configuración de me morias
colectivas?
La urgencia en volver los ojos hacia
estos mundos relegados a las sombras el institucional y el de las víctimas- no
está dada por la vacuidad de que allí
podremos encontrar riquezas que
estimulen discusiones teóricas, sino más
bien porque en estas sombras también
se producen historias, también se
producen memorias que de una u otra
forma inciden sobre la construcción de
realidades. Como bien lo dice Watson,
haciendo
alusión
a
historias
invisibilizadas y su efecto en la
construcción de nuevas naciones a partir
del resquebrajamiento de Europa
oriental:
Como lo anotaba al inicio del escrito,
mi propio sesgo es el de tratar de
visualizar los desbalances y los riesgos
que éstos conllevan, y con ello abogar
por la necesidad inaplazable de abrirse a
un espectro más amplio de perspectivas
políticas e interpretativas.
RUINAS: "¿Un solo paisaje?"
Creo que la profundización del desbalance existente entre la crítica y la experticia redundaría en la fosilización de
una sola visión sobre la violencia, corriéndose así el riesgo de disparar la
tendencia creciente a identificarse con
las narrativas emergentes dentro de los
círculos de toma de decisión. Preguntas
tan relevantes como el rol del intelectual
colombiano frente a la realidad nacional
y su función como productor de
referentes o como creador / recreador de
memoria, quedarían o bien olvidadas o
bien relegadas a un segundo plano, y
con ellas muy posiblemente anulada la
capacidad y versatilidad para poder
responder a la profunda complejidad,
descentramiento y diseminación de las
violencias colombianas.
Examinamos cómo pequeños actos,
públicos o privados, de recuerdos no
vetados mantuvieron vivas me morias e
historias que produjeron y que fueron
producidas por este mundo de sombras.
Nuestro examen de memoria e historias
secretas
adquiere
una
mayor
significancia al considerar que muchos
de estos recuerdos vedados son ahora la
sustancia que crea nuevas historias y
nuevos Estados 205 .
PLIEGUES
205
Rubie S. Watson, (ed.) Memory, History and
Opposition under State Socialism, NM: School of
American Research, Santa Fe, p. 4.
97
EL RINCÓN
ENTRE PLIEGUES DE RUINAS …
ESPERANZAS:
"... y lo lejano vuelve a ser próximo"
• PIZARRO, Eduardo. IEPRI
RAMÍREZ, William. IEPRI
• REYES, Alejandro. IEPRI
• SÁNCHEZ, Gonzalo. IEPRI
• URIBE, María Victoria. ICAN
• ZULUAGA, Jaime. IEPRI
El regreso hacia un punto más equilibrado entre la crítica y la experticia
impulsaría tanto la necesidad de construir y consolidar contra-narrativas que
retomen los mundos hasta ahora
mantenidos en las sombras, como la
redefinición del intelectual como
"activista circunstancial", interesado o
bien en buscar y fomentar visibilizaciones que potenciación las capacidades
progresistas existentes dentro de la
diversidad y heterogeneidad del Estado,
o bien en visualizar el sufrimiento de las
víctimas a través de la articulación de
éste a lenguajes por un lado, inteligibles
para los círculos de poder, y por otro,
que renueven o redimensionen el
posicionamiento y visibilidad política
de las víctimas.
En ambos casos se estaría asumiendo
conscientemente el inmenso compromiso que conlleva el producir y
poner a circular representaciones sobre
la violencia en períodos en que la vida
se ha convertido en un bien transable y
devaluado, y el sufrimiento humano en
un testigo mudo y anodino de nuestra
propia tragedia. Creo profundamente en
la urgencia de explorar estos caminos,
no porque puedan ser "retos teóricos
interesantes" que le den un segundo aire
a los estudios sobre violencia, sino
porque son posiciona mientos políticos
que se nos exige asumir en un contexto
tan hondamente convulsionado como el
que nos ha tocado vivir. No resta más
que invitarlos a ver y escribir este país
también desde otros lugares.
ENTREVISTAS
• CAMACHO, Álvaro. IEPRI
• GÓMEZ, Juan Gabriel. IEPRI
• GONZÁLEZ, Fernán. CINEP
• OROZCO, Iván. IEPRI
• PEREA, Carlos Mario. IEPRI
98
•
EL RINCÓN
INTELECTUALES …
INTELECTUALES... PODER...Y
CULTURA NACIONAL
maestros , convencidos todos ellos de la
inocencia del oficial francés de origen
judío, Dreyfus, acusado de espionaje. El
Manifiesto tomaba partido por Dreyfus,
frente a quienes invocando la razón de
Estado se negaban a reconocer el error
judicial y sus consecuencias.
Gonzalo Sánchez Gómez* *
Los intelectuales constituyen una
categoría social de difícil precisión.
Seymour Martin Lipset intenta algún tipo
de agrupamiento 206 y considera
intelectuales a los creadores, intérpretes y
distribuidores de cultura, es decir a los
articuladores del mundo simbólico del
hombre. No obstante, la heterogeneidad
manifiesta los asemeja en realidad a una
corporación o a una federación de
productores culturales.
Fue, pues, un debate decisivo en
la lucha por la democracia el que
constituyó a los intelectuales como
``hombres públicos", como
actor
colectivo que se expresa no sólo a través
de la escritura y la representación, sino a
través de la movilización. Por primera
vez en aquella fecha y a raíz de aquel
episodio, hombres de letras, científicos e
ideólogos, hablaron en representación de
heterogéneas fuerzas sociales y de
valores históricos de la cultura
occidental, como los derechos del
hombre, la verdad y la democracia.
Pero más allá de cualquier
definición, el tema de los intelectuales es
un tema esencialmente político. De
hecho, su instauración como categoría
analítica y como actor colectivo, está
asociada precisamente a un Manifiesto
fundador y de ruptura, dirigido a la
opinión pública francesa en los albores
del prolongado ``affaire Dreyfus'' (18941914). Se trata, como se recordará, del
famoso Manifiesto de Emilio Zola (1898)
`Yo Acuso...", publicado en el periódico
L'Aurore, seguido inmediatamente de
una adhesión colectiva, el Manifiesto de
los Intelectuales, que incluía entre sus
signatarios a artistas, escritores y
En Alemania, el término tiene
igualmente
sabor
moderno.
Se
institucionalizó al despuntar el siglo XX ,
en un congreso celebrado en Dresden en
1903 y a raíz de un agudo debate,
también político, sobre el papel de los
académicos en el seno del Partido Obrero
Socialdemócrata. Su sentido de identidad
y pertenencia se desarrolló tan
rápidamente que por los días de la
Revolución rusa de Octubre y de la
República de Weimar circuló en
Alemania la idea de crear un soviet de
intelectuales, un ``Consejo de los
Trabajadores Intelectuales'', con un
programa propio 207 .
*
*. Profesor del Instituto de Estudios Políticos
y Relaciones Internacionales de la Universidad
Nacional de Colombia.
**. Una primera versión de esta trabajo se
discutió en el Primer Coloquio FrancoColombiano de Ciencias Sociales, ENLACES
(RED CALDAS), realizado en Paris, mayo de
1994. Tengo una gran deuda con el grupo de
trabajo ``Cultura Política” del IEPRI, y muy
especialmente con Francisco Gutiérrez, Mario
Aguilera y Carlos Mario Perea por los
enriquecedores comentarios que me hicieron en
la reunión de septiembre 1997.
206
Seymour Martin
Lipset, El Hombre
Político. Las bases sociales de la política,
Editorial Tecnos-Rei, Buenos Aires, Argentina,
p.272.
Independientemente , entonces,
de cualquier definición normativa o
sociológica que se adopte, tres serían ,
de acuerdo con lo anterior, los elementos
constitutivos de la relación originaria: la
interpelación a la opinión pública, el
207
Anthony Phelan, El Dilema de Weimar. Los
intelectuales en la República de Weimar,
Ediciones
Alfons
el
Magnánim,
Valencia(España), 1990,p. 40.
99
EL RINCÓN
INTELECTUALES …
distanciamiento o ruptura frente al poder
estatal, y el recurso a la acción colectiva ,
todo ello con el propósito bien definido
de restablecer la justicia quebrantada, por
encima
de
cualquiera
otra
208
consideración....
desaparición de los intelectuales de la
escena pública.
Premisas Generales
En Colombia, y en Amé rica
Latina en general, la
preocupación reciente pero también
creciente en torno a los aspectos
culturales de la política o a la
intervención política de los intelectuales,
se produce justamente en un momento de
enormes tensiones en la redefinición de
su papel, en la búsqueda de su identidad.
Como lo ha señalado Jesús MartínBarbero209 , los macrosujetos a partir de
los cuales hablaba el intelectual, - la
Nación, el Estado , el Pueblo -, han
entrado en crisis y han dejado al
intelectual en una especie de suspenso.
Esta es una primera constatación.
En
Europa, de otro lado, el
protagonismo
del
intelectual
comprometido de los años cincuenta y
sesenta ( a la Sartre, Marcuse o Franz
Fanon) ha entrado en crisis. Ese ideal
originario de intelectual comprometido (
con la revolución, con los ``condenados
de la tierra") ha quedado atrapado por las
incertidumbres de la llamada sociedad
postmoderna, que se expresa a la vez
como crisis de las utopías y como crisis
de los modelos interpretativos holísticos,
que habían dominado al pensamiento
occidental desde la Ilustración.. Las
perspectivas
globales
parecerían
refractarse
en
múltiples
visiones
parciales.
En parte esa sensación de
suspenso surge de las nuevas formas de
visibilidad del papel de los intelectuales.
En América Latina, incluida Colombia,
se advierte en efecto una creciente
demanda,
gubernamental
principal
aunque no exclusivamente, de los
servicios profesionales e incluso del
personal de los grandes centros de
investigación , cuya significación está
por establecerse.
Recientemente el sociólogo francés
Pierre
Bourdieu,
uno
de
los
vicepresidentes del llamado Parlamento
Internacional de Escritores, advertía
cómo en el pasado próximo la
intervención colectiva de los intelectuales
había tenido muchas veces el sabor a
oblación religiosa, o a simple abdicación
de las exigencias propias de la vida
intelectual. En contraste con ello, hoy
tiende a reinstalarse más bien la visión
weberiana de separación de las esferas
del saber y de la política. El temor a la
contaminación de la academia por la
política, que la izquierda había resuelto a
su manera en los años sesenta, vuelve a
plantearse con nuevos ropajes y renovado
vigor hoy. En los Estados Unidos se
habla del destronamiento e incluso de la
De hecho, los intelectuales,- los
que se consideran y son reconocidos
como tales por la comunidad cultural -,
han acrecentado sus acciones colectivas
en muy diversas direcciones: carta de
unos deslindando campos con la
guerrilla; cartas de otros en algún
momento adhiriendo a los diferentes
candidatos presidenciales en 1994;
debate público sobre las relaciones entre
los centros universitarios y el Estado, que
desemboca en debate sobre las
estructuras universitarias y educativas y
208
Para una genealogía del concepto, véase:
Christophe
Charle,
Naissance
des
<<intellectuels>> 1880-1900, Editions de Minuit,
París, 1990; Humberto Quiceno, Los intelectuales
y el saber, Centro Editorial Universidad del Valle,
Cali, Colombia, 1993, pp. 9-16, especialmente.
209
Jesús Martín-Barbero, Conferencia en el
Instituto de Estudios Políticos, Bogotá, 1997
100
EL RINCÓN
INTELECTUALES …
públicos210 , es decir, a aquellos cuyo
quehacer opera como referente en el
debate y en la formación de opinión
ciudadana .
sobre las jerarquías internas; controversia
sobre las razones o sinrazones de un
Ministerio de la Cultura y, en fin,
transacción de un renovado prestigio de
la cátedra y la investigación por cargos
de dirección política , etc.
Retomando
los
elementos
enunciados, se puede afirmar que la
categoría intelectual integra lo siguientes
componentes: una definición intrínseca a
la propia comunidad de intelectuales (la
autopercepción
de
tales);
una
organización para la acción colectiva; y
una relación específica con el poderEstado. Es la conjunción de los tres la
que permite diferenciar al intelectual del
simple académico, científico o artista.
El punto de quiebre habría que
situarlo, empero, a fines
de los años setenta, durante el gobierno
de Turbay y su Estatuto de Seguridad, a
cuyo amparo, y por primera vez de
manera generalizada, capas intelectuales
fueron sometidas a la represión, a los
allanamientos, a los interrogatorios bajo
tortura y al exilio. Hubo entonces
importantes pronunciamientos de los
intelectuales y artistas colombianos ;
proliferaron las protestas por las
violaciones a los derechos humanos; las
marchas de rechazo al encarcelamiento o
al atropello de alguno de los suyos,
incluyendo a figuras tales como: el
cineasta Carlos Álvarez, el poeta Vidales,
el Nobel García Márquez; se generalizó
la denuncia e incluso la movilización
internacional.
Dentro de las anteriores premisas
generales, voy a
proponer un esquema muy tentativo de
lectura del papel de los intelectuales en la
centuria que va desde la Constitución de
1886 a la del 1991, es decir, un esquema
( y nada más que un esquema) histórico
de la relación de los intelectuales con la
política, o que provea elementos para su
elaboración.
Segunda constatación y premisa
de orden metodológico: cada momento
histórico desarrolla formas características
de intervención de los intelectuales y
criterios de validación propios de esa
intervención. Esto quiere decir que la
participación y el compromiso del
intelectual depende no sólo de la
ubicación de éste como categoría social,
sino también del tipo de sociedad en la
cual se materializa su intervención , y de
su entronque con la organización de la
cultura. Su historia es parte de la historia
social de la cultura.
Nuestro punto de partida se sitúa
entonces en un período ya avanzado de
secularización , lejos del clérigo como
prototipo y articulador del campo
intelectual que había caracterizado la
sociedad colonial211 .
Este arbitrario punto de partida
está precedido, desde luego, de un largo
proceso histórico, cuyos primeros jalones
se remontan por lo menos hasta las
postrimerías del periodo colonial y en
particular al fallido intento (articulado al
Tercer presupuesto: vamos a
asumir, para efectos de este artículo, que
cuando hablamos de “intelectuales" nos
estamos refiriendo a los intelectuales
210
Jacoby Russell, The Last Intellectuals, New
York, The Noonday Press, 1987, p.221.
211
Ver Renán Silva Universidad y Sociedad
en el Nuevo Reino de Granada, Banco de la
República, Santafé de Bogotá, 1992, pp. 16 y 45.
Véase también de Hans-Joachim Konig, En el
camino hacia la Nación, Banco de la República,
Bogotá, 1994
101
EL RINCÓN
INTELECTUALES …
plan reformista de Moreno y Escandón)
de fundar una Universidad Pública,
inmediatamente después de la expulsión
de los jesuitas en el último cuarto del
siglo XVIII 212
Como se ha establecido en un trabajo
notable 213 , la gran trilogía del saber,
filosofía, teología y gramática, fue la que
jugó el papel determinante en la
formación de la alta burocracia civil y
eclesiástica y en la orientación políticocultural de la sociedad colonial, aunque
en las postrimerías del siglo XVIII el
ápice lo alcanzó, valga la pena
subrayarlo, la jurisprudencia y su
correlato el tribuno republicano, ilustrado
o popular.
Comisión Corográfica en la segunda
mitad del XIX, ni el radicalismo, tan
sensible al tema de la instrucción pública,
ni la propia Universidad Nacional(1868),
cuna de la élite intelectual de su tiempo,
fueron capaces de consolidar un modelo
cultural alternativo hegemónico. Y como
se puso en evidencia en las dos últimas
décadas del siglo, pese a la expansión
económica, la restauración de los viejos
esquemas mentales era posible.
Durante el período de la
Regeneración -tal como se ha podido
señalar en varios estudios recientes 214 se logró tejer, en este país todavía agrario
y pastoril, una estrecha relación entre
los letrados dedicados a las lenguas y a la
cultura clásicas,
la filología y la
gramática en particular , y el ejercicio del
poder y el prestigio social . En sus
anotaciones sobre las letras colombianas,
Andrés Holguín ha podido constatar
tajantemente cómo en la literatura del
período 1886-1930, y sobre todo en el
mundo de los gramáticos políticos,
pudiéramos agregar, la realidad del país
no aparece por parte alguna 215 . Del bien
decir y del bien escribir, debe fluir de
manera natural el buen gobernar, parecía
ser la concepción de esta mirada elitista
sobre la sociedad , la cultura y la política.
I.
EL
PODER
DE
LOS
LETRADOS Y LOS LETRADOS EN
EL PODER
El proceso de diferenciación de la
intelectualidad nativa - el intelectual
patriota- que se había iniciado desde los
tiempos de las reformas borbónicas y de
la Revolución Comunera; que se
fortaleció con el movimiento cultural de
la Expedición Botánica; y que se
socializó con la creación de tertulias, de
Sociedades Patrióticas y de nuevos
periódicos
como
espacios
de
construcción de una identidad americana
y de una conciencia emancipadora , ese
proceso avanzó tímidamente con la
Universidad republicana de Santander.
Se inspiraba ésta en el benthamismo que
era a su vez la expresión de los precarios
espacios ideológicos que ganaba la
cultura anglosajona , antes de que el
sistema educativo y toda la atmósfera
intelectual recayeran en el teocratismo
hispánico de la década de los años
cuarenta del siglo XIX. Pese al carácter
innovador de empresas como la
Salvo contadas y notables
excepciones de una orientación
positivista en la interpretación de los
procesos políticos y sociales, como sería
el caso de Rafael Núñez y del reputado
secretario de Hacienda Salvador
Camacho Roldán, la gramática y el
estudio de la lengua en general, sumados
a una visión católica y jerarquizada de la
214
Véase de Malcolm Deas, El Poder y la
Gramática, Tercer Mundo Editores, Bogotá,
1993; y de Marco Palacios Estado y Clases
Sociales, especialmente el primer capítulo ``La
Clase Más ruidosa”, Procultura, Bogotá, 1986
215
Andrés Holguín, en Nueva Historia de
Colombia , Editorial Planeta, Bogotá, l989, t.VI,
p.12
212
Jaime Jaramillo Uribe, ``El Proceso de la
Educación", en Manual de Historia de Colombia,
Instituto Colombiano de Cultura , Bogotá, 1980,
t.III, p. 293).
213 213
Renán Silva, , op.cit.
102
EL RINCÓN
INTELECTUALES …
sociedad y al culto cachaco de las
buenas maneras, eran un componente
esencial del poder, cuando no el criterio
de reordenamiento del mismo. El punto
no merecería constatación si no fuera
porque ello ocurría precisamente en un
país que debía tener entonces cifras de
analfabetismo superiores al 70%.
la política. El Poder de los Letrados y los
Letrados en el Poder eran las dos caras
de la misma moneda. O como lo señala
Gutiérrez Girardot, literatura y política,
político e intelectual, eran términos
gemelos. Lo que equivale a decir también
que no había un espacio cultural
autónomo.
Los ejemplos son contundentes:
Santiago Pérez, dirigente
radical , presidente entre 1874 y 1876,
escribió un Compe ndio de Gramática
Castellana; Miguel Antonio Caro, el
gran jurista artífice de la Constitución de
1886, es también autor de un Tratado
del Participio, traductor de la Eneida,
las Geórgicas, y las Eglogas de Virgilio;
José Manuel Marroquín, escribió un
Tratado de Ortología y Ortografía
Castellana; el presidente Marco Fidel
Suárez es autor de un libro que le hubiera
causado grandes desvelos a Freud , los
Sueños Gramaticales de Luciano
Pulgar; y, lejos del paradigma de un
Gramsci que escribió lo mejor de su obra
en prisión, el afamado dirigente liberal
Rafael Uribe Uribe redactó en la cárcel
un Diccionario de Galicismos. El ciclo
lo cierra Miguel Abadía Méndez, el
último presidente de la hegemonía
conservadora, escribiendo unas Nociones
de Prosodia Latina.
La importancia del idioma,
sugiere Deas, estaba dada por
el hecho de que éste constituía para la
visión conservadora el vínculo directo
con el pasado hispánico y colonial . La
Iglesia podía encargarse de hacer el resto.
En efecto, a las restricciones y al elitismo
que imponía el culto al idioma, se
sumaba otro factor de selección cultural:
el que la Iglesia realizaba a través del
fatídico Índice , uno de los más
poderosos y abusivos instrumentos de
control ideológico, pariente de la
Inquisición, y mediante el cual se decidía
sobre lo que podía o no leerse,
almacenarse en las bibliotecas o
exhibirse en las librerías.
La Regeneración, y a la larga la
República Conservadora,
significaban por consiguiente una
incuestionable interrupción en el proceso
de acercamiento al mundo experimental
que se había iniciado desde los tiempos
de Mutis y de Caldas, y reafirmaban una
característica
disociación,
la
de
modernización económica y política, por
un lado, y tradicionalismo cultural, por el
otro. Saberes exegéticos (gramática y
derecho), pasado hispánico y estructuras
clericales, conformaban el sustrato básico
de las jerarquías y el poder en la sociedad
finisecular.
Daba la impresión de que estos
personajes, mientras más
distantes , evasivos e incomunicados se
presentaran frente a la sociedad real,
tanto más exitosos resultaban en sus
pretensiones políticas . En los albores del
siglo XX y en esta Colombia de guerras
y de fragmentaciones mil, el gran poeta
(y también político) por antonomasia era
Guillermo Valencia , quien con sus
cantos a especies raras o inexistentes en
nuestro suelo como las garzas y los
camellos, reafirmaba su ideal parnasiano
de ruptura con la realidad de su país y de
su tiempo. Era la demostración más
contundente del elitismo del poder y de
La crisis del discurso liberal
radical y anticolonialista
(Florentino González, José María
Samper), de buena parte de la segunda
mitad del siglo XIX, ``con su ética
ciudadana y democrática", le abría el
paso a una verdadera transición
103
EL RINCÓN
INTELECTUALES …
regresiva, que se manifestaba en el
intento de refundar la nación a partir de
la cultura hispánica. Fue un intento en
gran medida exitoso que podría
catalogarse con toda propiedad como el
contragolpe cultural de la Regeneración .
Parafraseando a Núñez, pudiera decirse
que el nuevo movimiento políticocultural sometía la república laica y
positivista a la tutela de la república
espiritual y neotomista que pregonaba el
obispo Rafael María Carrasquilla,
Secretario de Instrucción Pública del
Presidente Miguel Antonio Caro 216 . Era
el regreso a una visión tiránica y
homogeneizadora de la cultura y de la
sociedad.
gramáticos eran los guardianes de esa
prisión.
Los fundamentos materiales de
ese tipo de visión , que se vieron
reforzados por el formalismo y la retórica
de los hombres de leyes, sobrevivieron
con el cambio de siglo. Gramaticalidad y
formalidad jurídica eran componentes
indisociables del mismo universo mental.
Había desde luego opciones
estéticas, idiomáticas y culturales
alternativas que se concretaban, por
ejemplo, en los destellos modernistas de
la poesía de José Asunción Silva (
Nocturno, 1894); en la prosa de Tomás
Carrasquilla ( Frutos de mi Tierra,
1896; La Marquesa de Yolombó, 192628) que universaliza lo local y regional,
quebrando el centralismo político y
cultural de Bogotá; y luego en el ensayo
crítico del más internacionalizado de los
escritores colombianos en el tránsito de
los siglos XIX y XX, Baldomero Sanín
Cano (La Civilización Manual y otros
Ensayos,
1925; Indagaciones e
Imágenes, 1926; Crítica y Arte,
1932)218 . Pero , repito, eran destellos,
atisbos, sin continuidad estructural.
Un corolario de lo anterior fue la
demostrada hostilidad
de la Regeneración a las ciencias , a las
incipientes organizaciones científicas 217
y en general a la libertad de opinión ,
como lo atestiguan, entre otras cosas, la
tristemente célebre Ley 61 de 1888, que
don Fidel Cano bautizara con el nombre
de ``Ley de los Caballos"; la censura a
obras de teatro, como la antimilitarista El
Soldado de Adolfo León Gómez; o el
forzado exilio de Vargas Vila a
Venezuela, punto de partida del largo
peregrinaje del autor por América y por
Europa.
Para entender qué tan poco había
cambiado al quiebre del siglo baste
recordar que la propia capital nacional,
Bogotá, no llegaba siquiera a los ciento
cincuenta mil habitantes entrado ya el
siglo XX, y a juzgar por sus calles, sus
edificaciones, sus medios de transporte y
comunicación, sus borrosas fronteras
con el mundo rural de la sabana, y el
ritmo de su vida cotidiana, todavía
conservaba un cierto aire semicolonial.
Apenas se insinuaba un pequeño rincón
para la bohemia intelectual, conocido
precisamente
como
la
``Gruta
La erudición clásica que
ostentaban los más connotados
exponentes de la Regeneración no era
una emulación al humanismo sino una
manifestación de sus ataduras a las
estructuras mentales de inspiración
eclesiástica. De hecho, con la firma del
Concordato,
Colombia
se
había
convertido en un país ideológicamente
encarcelado.
Y
los
intelectuales
216
R. Silva, ``La Educación en Colombia
1880-1930”, en Nueva Historia de Colombia,
Editorial Planeta, Bogotá, 1989, t.IV, p.70
217
Diana Obregón, Sociedades Científicas en
Colombia. La Invención de una Tradición 18591936, Banco de la República, Bogotá, 1992
218
Véase de Rafael Gutiérrez Girardot, ``La
Literatura Colombiana en el Siglo XX”, en
Manual de Historia de Colombia, t. III.,
Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá, 19781980, p. 448 y ss.
104
EL RINCÓN
INTELECTUALES …
Simbólica", fundada al despuntar del
siglo, en 1900219 .
central no solo a lo largo de la segunda
mitad del siglo XIX sino también en las
primeras décadas del XX entre los
sectores populares y revolucionarios,
incluidos los anarquistas. Y desde el
punto de vista de las élites modernizantes
la fuerza integradora (y destructora) de la
educación debía extenderse incluso a los
ya casi diezmados grupos aborígenes.
Por otro lado, resulta apenas
lógico pensar que , si las letras ( a
menudo asociadas a las leyes) eran la
fuente del poder, el medio más idóneo
para
contrarrestarlo
era
también
educarse...``paz, instrucción y progreso
material bajo la Constitución de
Rionegro" , fue uno de los slogans de la
era radical. Como lo ha señalado el
historiador Jaime Jaramillo Uribe, la
creencia en el poder rectificador de la
educación se manifestaba, por ejemplo,
en el hecho de que después de cada
guerra se formulara frecuentemente una
reforma educativa 220 , y si posible, para
guardar el culto a las formas, una nueva
Constitución, desde luego.
El paradigma latinoamericano de
la transición de la hegemonía cultural
francohispana a la anglosajona será el
Ariel (1900) de José Enrique Rodó 222 .
En Colombia es apenas un larvado
movimiento que no logra sobreponerse
con sellos distintivos.
II.
LOS
INTELECTUALES
MAESTROS
(La lucha por la autonomía cultural)
Educación para la democracia, es
una consigna típicamente republicana, y
como instrumento de promoción y
nivelación compite con, o se constituye
en alternativa a, la fortuna y el linaje.
Instrucción pública, gratuita y obligatoria
es
quizás
la
bandera
más
consistentemente agitada durante el
período radical, y con una ardentía tal
que una investigadora norteamericana
caracterizó la controversia generada por
el Decreto Federal de 1870 que la
institucionalizaba como la ``guerra de las
escuelas".. 221 De hecho, muchos veían
las escuelas como simples escenarios de
adiestramiento político, y semilleros de
reproducción
partidista.
Correlativamente, la educación, como
motor civilizatorio, jugará un papel
Subterráneame nte a la cultura
elitista y dogmática de las
postrimerías del siglo XIX hay dos
corrientes que van a comenzar a
diferenciar y a cambiar de manera
decisiva
el
panorama
cultural
colombiano,
los
sistemas
de
representación y las sensibilidades.
La primera corriente cultural es la
que el historiador norteamericano Frank
Safford hace remontar a los esfuerzos
borbónicos por introducir en la Nueva
Granada los llamados ``conocimientos
útiles". Se trata, en el esquema de
Safford, de la consolidación de un ``ideal
de lo práctico", cuyos valores y
condiciones económicas sólo vinieron a
cristalizarse, inicialmente, con la
creación de la Universidad Nacional
(1867) y, luego, con la fundación de la
219
Patricia Londoño/Santiago Londoño, ``Vida
diaria en las ciudades colombianas", en Nueva
Historia de Colombia, Editorial Planeta, Bogotá,
t.IV, p.313-399.
220
222
Jaime Jaramillo Uribe, Manual de Historia
de Colombia , Colcultura, Bogotá, 1980, t.III.,
p.260
221
Jane M., Rausch, La Educación durante el
Federalismo, Instituto Caro y Cuevo\Universidad
Pedagógica Nacional, Bogotá, 1993, p.15.
Para una visión panorámica de estos temas,
véase el libro de la historiadora suiza Aline Helg,
La Educación en Colombia 1918-1957, Fondo
Editorial CEREC, Bogotá, 1987. El título en
francés es más diciente: Civiliser le peuple et
former les élites.
105
EL RINCÓN
INTELECTUALES …
Escuela de Minas de Medellín (1888).
Esta última, sobre todo, crea bases firmes
para la formación de una élite técnica y
empresarial (no necesariamente teórica,
científica o intelectual) opuesta al ideal
libresco, político y cachaco de las élites
bogotanas,
aunque
estrechamente
asociada a los patrones culturales de la
Iglesia católica. Conjuga, pues, de
manera
muy
original,
invención
empresarial con tradición religiosa. El
culto a la Escritura y a la Palabra siguen
latentes,
pero comienzan a verse
competidos por una nueva racionalidad y
por el culto a la producción material y a
la gestión administrativa.
La segunda corriente innovadora
es la que se insinúa, a comienzos de los
años treinta del presente siglo con la
creación de la llamada Universidad
Popular, la cual pese a su nombre, no
pasaba de ser un programa de
conferencias sobre temas económicos,
jurídicos y artísticos pero que operaba de
todas maneras como una forma de
sociabilidad de figuras intelectuales
modernizantes con renombre nacional224 .
Posteriormente, y esta es otra
manifestación de la misma corriente, se
materializa la fundación de la Facultad de
Ciencias de la Educación cuyos efectos
fueron mucho más profundos y duraderos
en la cultura nacional y en la formación
de las nuevas comunidades científicas
(antropólogos,
sociólogos,
historiadores...). Adscrita dicha Facultad
a la Universidad Nacional, es casi
inmediatamente relevada por la Escuela
Normal Superior (1936-1951), inspirada
en su homónima de París, surgida de la
Convención de 1794. La idea subyacente
a esta propuesta intelectual era la de
concentrar en dicha Normal Superior los
mejores cerebros del país y formar las
nuevas generaciones en ese nuevo
espíritu de la época, cuyo momento
inaugural para el efecto suele ubicarse,
internacionalmente, en el movimiento
reformador de Córdoba (Argentina) en
1919, y nacionalmente en la Misión
Alemana
contratada
por
la
Administración de Pedro Nel Ospina en
1922,
y
cuyas
recomendaciones
orientadas hacia una formación más
La Escuela de Minas, ``semillero
para la socialización de los cuadros
dirigentes de aquel proceso económico",
según apunta Alberto Mayor, su más
agudo
analista,
marcaba
un
desplazamiento hacia las nuevas
influencias culturales (norteamericanas),
puesto que se creó bajo el modelo de la
School of Mines de la Universidad de
California, Berkeley, en donde habían
estudiado sus primeros directores, Pedro
Nel y Tulio Ospina 223 . El papel de los
ingenieros, de los técnicos y de los
economistas comenzó a ser cada vez más
notorio en las altas esferas políticoadministrativas del país, en el análisis
mismo de la realidad nacional (Alejandro
López), y se afianzó con las rápidas
transformacio nes de la vida material de la
nación en las primeras décadas del siglo
XX. Ingeniero fue Laureano Gómez;
ingeniero y rector de la Escuela de Minas
fue Ospina Pérez; economista fue López
Pumarejo. Perfiles muy distintos a los
letrados del siglo XIX.
224
Carlos Uribe Celis incluye dentro de la
nómina
docente
de
este
experimento
democratizador a: Guillermo Nannetti(profesor de
economía nacional); Eliseo Arango (economía
nacional);Carlos Lozano y Lozano (derecho
penal); Jorge Eliécer Gaitán (sociología criminal);
Francisco Socarrás (sicología experimental); Luis
López de Mesa (vulgarización cultural); Rafael
Maya (historia del arte); Otto de Greiff (historia
de la música). Véase, Uribe Celis, Carlos, Los
Años Veinte en Colombia, ediciones alborada,
2a.edición, Bogotá, 1991, p.126
223
Frank Safford, El Ideal de lo Práctico,
Empresa
Editorial
Universidad
Nacional/Ancora Editores, Bogotá, 1989
(primera edición en inglés, University of Texas
Press, 1976), p.306; y Alberto Mayor Mora,
Ética, Trabajo y Productividad en Antioquia,
Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1984
106
EL RINCÓN
INTELECTUALES …
pragmática de los bachilleres fueron
bloqueadas por la convergencia de
fuerzas de dispares procedencias
ideológicas y doctrinarias 225 .
a democratizar la cultura, formar
ciudadanos, crear consciencia nacional y
responder al desarrollo económico y
social del país 226 . En otras palabras, y
desde la perspectiva que estamos
analizando el tema omnipresente en las
décadas del treinta y cuarenta era el de
pedagogía y construcción de Estado, con
los intelectuales como mediadores de esa
construcción.
A la Normal Superior se la
concibió, pues, como cúspide del sistema
educativo, incluso en competencia con la
Universidad Nacional. Se trataba por lo
demás de una gran empresa cultural,
coetánea
de
otros
movimientos
militantemente innovadores, como el de
``Los Nuevos" en las artes plásticas,
llamados también los Bachués, (Pedro
Nel Gómez, Ignacio Gómez JaramilloLos Comuneros-, Rómulo Rozo -la
escultura a la diosa Bachué , El ZipaLuis Alberto Acuña- Retablo de los
dioses tutelares de los Chibchas- , entre
otros) caracterizados por sus búsquedas,
individuales y no institucionales, de los
fundamentos nativos de la cultura
latinoamericana, al igual que ya lo había
hecho el muralismo mexicano, aunque
los colombianos difícilmente emularon
con la proyección y el monumentalismo
de este último; coetánea también de las
múltiples variantes del vanguardismo
literario que incluyen a figuras tan
dispares como el rítmico y enigmático
León de Greiff de
Variaciones
alrededor de nada, 1936; a Luis
Vidales (Suenan timbres, 1926); a
Fernando González( Viaje a pie); a José
Eustasio Rivera (La Vorágine, 1924); al
errabundo Porfirio Barba-Jacob de la
``Canción de la vida profunda", 1914 ; al
cosmopolita Baldomero Sanín Cano
(Crítica y arte, 1932) y al prolífico
Germán Arciniegas , notable líder
estudiantil en la década del veinte y
promotor desde distintos escenarios
(dirigente estudiantil, parlamentario y
ministro) de la tarea de
reforma
educativa de la República Liberal,
reforma que en su conjunto debía apuntar
Todas
estas
búsqueda
y
expresiones eran coetáneas , finalmente,
de un proceso general de ampliación de
la ciudadanía en el plano político que se
ha hecho posible gracias al tránsito ahora
perceptible del modelo hispanizante de
integración de la Regeneración, a un
esquema incipiente, pero también
detectable, de pluralismo cultural, étnico
y social, en expresa reacción contra las
exclusiones y sectarismos de la
Generación del Centenario. Como en
muchos otros países latinoamericanos, y
dentro de las más variadas vertientes
ideológicas, fue este el período en que los
grandes temas del debate intelectual,
como la cuestión social (campesina,
obrera e indígena); la pluralidad cultural ;
la diversidad regional y las formas y
socios impuestos o acordados para la
explotación de los recursos energéticos,
aparecían dominados por la cuestión
nacional, cuya centralidad en la agenda
de los intelectuales ya se había hecho
patente desde el siglo XIX227 .
Tal fue la atmósfera intelectual
que acompañó la irrupción de la Escuela
226
Para un examen más detallado del
pensamiento y acción de Arciniegas, véase de
Ángela Rivas Gamboa "Pasiones de la Razón:
Cuatro intelectuales reformadores y el suño de
la República Liberal", Monografía de grado,
Departamento de Antropología, Universidad de
los Andes, Bogotá, 1997.
227
Fernando Uricoechea, ''Los intelectuales
colombianos: pasado y presente", en Análisis
Político, No.11, Instituto de Estudios Políticos y
Relaciones Internacionales, Universidad Nacional
de Colombia, Bogotá,1990,p.62.
225
Jaime Jaramillo Uribe, ``La Educación
durante los gobiernos liberales 1930-1946”, en
Nueva Historia de Colombia, t. IV, pp. 99-101
107
EL RINCÓN
INTELECTUALES …
Normal Superior. Su objetivo declarado
era la profesionalización de la educación
universitaria en las diferentes ramas del
saber, con todo lo que profesionalización
implica ( monopolización, segregación,
pero
también
cualificación
de
conocimiento) dentro de esquemas
pedagógicos alternativos a la hasta
entonces dominante pedagogía católica.
Esta acababa de recibir un segundo
aliento con la refundación de la jesuita
Universidad Javeriana(1931) del padre
Félix Restrepo y la fundación de la
Pontificia Bolivariana de Medellín
(1936), como contrapeso no sólo a la
Universidad Libre, que había comenzado
a operar el 13 de febrero de 1923 , por
iniciativa de Benjamín Herrera , sino
también al Externado de Colombia,
relanzada también en los veinte como
baluarte liberal-republicano al igual que
la Libre. Como resultado de todo ello , y
como lo muestran Martha Cecilia Herrera
y Carlos Low228 , se pasaría en la década
siguiente de la formación de hombres
cristianos a la formación de ciudadanos,
en una perspectiva liberal y laica que
habría de contar, valga la pena
subrayarlo, con el apoyo, desde el
Ministerio de Educación, de dos notables
figuras: la primera de ellas el humanista
formado en Harvard Luis López de Mesa
( Introducción a la historia de la
cultura Colombiana (1930); De cómo
se ha formado la Nación colombiana y
Disertación sociológica) y la segunda
Darío Echandía, este último con su lema
``Tierra y Cultura", eco tardío del
programa
postrevolucionario
del
Ministro de Educación mexicano, de
proyección
continental,
José
Vasconcelos.
de asignarle al Estado un papel
protagónico en la organización y
promoción de la vida cultural, en un país
en donde también en este campo la
iniciativa la han tenido en buena medida
los diversos actores privados.
Es , en todo caso para Colombia ,
el momento de la crítica social y de la
sustitución del literato por el pedagogo,
por el Profesor, llámese Nieto Caballero,
López de Mesa o Germán Arciniegas.
Los indígenas , los campesinos y los
trabajadores del petróleo - redescubiertos
o reconocidos ahora como protagonistas
de la construcción nacional- eran quizás
también el eje de la naciente crítica social
que encontraba su eco literario en la obra
de autores como Eduardo Caballero
Calderón
(Tipacoque,1941)
José
Antonio Osorio Lizarazo (La cosecha,
1935) y César Uribe Piedrahita (
Mancha de aceite,1935).
En
el
campo jurídico, una nueva legislación,
secundada por la llamada ``Corte
Admirable” le abrió paso a significativas
innovaciones en el campo de las
costumbres reguladas por el llamado
derecho de familia, y en el de las
relaciones
Iglesia-Estado:
el
reconocimiento de los derechos civiles a
las mujeres, cambios en la legislación
matrimonial y en el status de los ``hijos
naturales”, renegociación del Concordato
, y otras que desafiaban imposiciones
seculares de la iglesia en la vida pública
y privada229 .
En todo caso , el intelectual de
esta generación y de los perfiles que
hemos ilustrado, era cada vez más
autónomo de los partidos y del poder
estatal, y tenía obviamente mayores
vínculos orgánicos con la sociedad que
los letrados, pero centraba su mirada en
la perspectiva de la transformación, no de
la sociedad en su conjunto, sino de uno
de sus mecanismos de reproducción, el
Subrayamos este punto porque la
gestión
de
Echandía
representa
precisamente uno de los raros intentos
228
Martha Cecilia Herrera/Carlos Low, Los
Intelectuales y el despertar del siglo(El caso de
la Escuela Normal Superior), Universidad
Pedagógica Nacional, Bogotá, 1994, p.20
229
108
Ángela Rivas G., Op. cit.
EL RINCÓN
INTELECTUALES …
aparato
educativo,
como
punto
estratégico para la transformación de la
sociedad. La Escuela Normal Superior
formaba
maestros,
IntelectualesMaestros. No era función exclusiva pero
sí distintiva de la Escuela.
Universidad Nacional en particular, de la
cual Nieto Caballero fue Rector. A esta
misma élite intelectual, para incluir un
perfil diferente, pertenecía Luis Eduardo
Nieto Arteta, el influyente ensayista
redescubierto tardíamente por los
historiadores y economistas marxistas en
las décadas del sesenta y setenta.
A la Normal se vincularon
Maestros y Maestros de Maestros de
varias
generaciones.
Recordemos
algunos ejemplos: entre los docentes
nacionales cabría señalar, en primer
lugar, a Germán Arciniegas, quizás el
más cosmopolita de los escritores
colombianos de entonces, conocido ya
por obras como Los Comuneros (1938),
El Estudiante de la Mesa Redonda
(1932) y quien en los años cincuentas
habría de ser profesor de Columbia
University. También se destacaba y
prolongaría su influencia más allá de
aquellos años, el pedagogo Agustín Nieto
Caballero, quien fue, entre otras cosas,
fundador del prestigioso Gimnasio
Moderno de Bogota(1914), una de las
más exitosas alternativas laicas al
cuasimonopolio religioso de la educación
privada 230 . Nieto Caballero, fundador con
Gustavo Santos, de la revista Cultura,
fue el promotor en Colombia y América
Latina del movimiento pedagógico
Escuela Nueva, de origen suizo, que
transformó las prácticas educativas, y
uno de los inspiradores y artífices de la
reforma educativa de 1932, en el
despuntar de la República liberal, aunque
él desde el sector privado preconizaba
una perspectiva distinta a la de
Arciniegas: transformar la estructura
educativa sí, democratizar y modernizar
los contenidos también, pero a partir de
la formación de una élite cultural,
preparada para dirigir y gobernar.
Concepciones que seguramente no
tendrían la misma receptividad en el
sector público de la educación, y en la
Entre los Maestros extranjeros ,
algunos de ellos fugitivos del Nazifascismo- franquismo europeo, hay que
mencionar al historiador español José Ma Ots Capdequí, experto en la historia del
régimen de tierras y del Estado Español,
durante la época colonial; al etnólogo
francés Paul Rivet, fundador del Museo
del Hombre, en París; al geógrafo alemán
Ernesto Guhl, que prácticamente
introdujo una disciplina social, la
geografía, al país; al británico
(jamaiquino) profesor de literatura
inglesa, Howard Rochester. La Normal
aspiraba a combinar en la práctica , y no
sin conflictos, ``importación” de
tradiciones científicas y conocimiento
aplicado a la realidad social y cultural del
país 231 .
Los alumnos de estos Maestros
fueron no menos notables: Los
historiadores Jaime Jaramillo Uribe y
Darío Mesa; el filólogo Luis Flórez; la
antropóloga
Virginia
Gutiérrez
,fundadora del tema de La Familia en
Colombia, y el arqueólogo Luis Duque
Gómez.
Por tanto, entre maestros y
alumnos, la Escuela Normal albergaba a
la mayor parte de las grandes figuras de
las ciencias sociales contemporáneas en
el país. Sólo unos pocos, igualmente
influyentes, formados en otras escuelas y
231
Anotaciones útiles sobre los choques de
tendencias pueden verse Marcela Echeverri,
``La Institucionalización de la Antropología
durante la República Liberal 1935-1950, Tesis
de grado, Universidad de los Andes, Bogotá,
1997, p.120 y ss.
230
Para un examen novedoso y sistemático de
ese complejo "proyecto cultural" que es el
Gimnasio Moderno, remito al estudio citado de
Ángela Rivas.
109
EL RINCÓN
INTELECTUALES …
en otras latitudes, quedaban por fuera de
esta lujosa nómina: los filósofos Rafael
Carrillo y Danilo Cruz Vélez de la recién
creada (1945) Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad Nacional; los
historiadores Guillermo Hernández
Rodríguez y Luis Ospina Vásquez; el
arqueólogo Gonzalo Correal, y el
economista Antonio García, entre los
colombianos; entre los extranjeros, que
vinieron por otro camino a quedarse,
figuraban, por último, Juan Friede y
Gerardo Reichel-Dolmatoff.
El segundo, el Instituto Indigenista
Colombiano, con una visión militante
del saber antropológico, asociado , entre
otros, a Gregorio Hernández de Alba y a
Antonio García, ideólogo este último del
movimiento gaitanista de la década del
cuarenta y una de las figuras más
notables del pensamiento económico
colombiano del siglo XX.
A estos Institutos (es el momento de los
Institutos) habría que agregar el Instituto
Geográfico Agustín Codazzi (1935), el
Instituto de Ciencias Naturales, el
Instituto Caro y Cuervo (1942), el
Instituto de Economía(1945) , adscrito a
la Facultad de Derecho de la Universidad
Nacional; el Instituto de Filosofía
(1946)adscrito también a la Facultad de
Derecho de la misma Universidad, muy
influído por la fenomenología alemana y
acusado por el clero de proscribir el
tomismo; el Instituto Colombiano de
Antropología (ICAN, 1951), que hizo el
relevo al Instituto Etnológico Nacional y,
finalmente, el fallido
Instituto
Colombiano de Sociología(1951)....
Hay que insistir, se trata , en
general, y a diferencia de los letrados, de
figuras más bien esquivas a la política, y
en cambio muy receptivas y propensas a
la indagación científica y
a la
secularización. En los de vocación
filosófica se advertía palmariamente el
viraje: el dominante pensamiento
escolástico, que había tenido en
monseñor Rafael María Carrasquilla a su
más característico exponente, empezaba
a ser competido por un racionalismo
moderno, que privilegiaba la relación de
la Filosofía con las Ciencias.
El movimiento de renovación
cultural, parcialmente
conducido ahora desde la Universidad
Nacional, y el esfuerzo de transformación
del mundo jurídico desde la Libre y el
Externado,
son
abruptamente
interrumpidos el 9 de abril, que es
también un hito en la confrontación de
mentalidades:
los
insurrectos
la
emprenden entre otros, contra los centros
educativos de inspiración religiosa,
incluida la Universidad Javeriana, y el
gobierno a su vez se representa la
revuelta como una materialización
combinada , por un lado de las ideas
disociadoras preconizadas por los
reformadores de la República Liberal y
propagadas por los ``guerrilleros
La Escuela Normal tenía , por
otra parte, como anexos, dos Institutos: el
primero, asociado a la ya mencionada
figura de Paul Rivet, el Instituto
Etnólógico Nacional(1941), fundado bajo
el gobierno de Eduardo Santos y cuyas
actividades
investigativas
fueron
criminalizadas en los años cincuenta 232 .
232
Rivet tuvo el coraje de desafiar
públicamente (en el periódico Le Monde )las
versiones oficiales del 9 de abril. Véase de
Renán Vega
Cantor y Sandra Jauregui
González "La Percepción de la Crisis Política en
Colombia 1945-1951 por parte de los
Diplomáticos Franceses", 1997, (inédito). Rivet
sostenía tesis que ofendían el credo nazi-fascista
europeo y el de sus epígoneos colombianos
(v.gr. Laureano Gómez), como ésta de 1942 en
el primer número de la Revista del Instituto : "es
una equivocación absurda, si no una mentira
desvergonzada, hablar de raza pura y querer
establecer sobre esta base anticientífica una teoría
imperialista de la hegemonía y de superioridad
étnica. Los europeos actuales (...) no son más que
mestizos y desde tiemp os inmemoriales." Citado
en Marcela Echeverri, op. cit. 139.
110
EL RINCÓN
INTELECTUALES …
intelectuales" y , por otro lado, de la
barbarie del inepto vulgo, que sólo podría
ser
detenida
mediante
una
recristianización conservadora ``a sangre
y fuego"233 .
memoria cultural del país, con efectos
muy similares a los de las dictaduras
coetáneas
o
posteriores
del
subcontinente. No había ningún estímulo
a la crítica social y mucho menos a la
disidencia o a la oposición política.
La intemperancia política y
cultural de la Violencia, como se sabe,
obliga al cierre de centros de debate
intelectual
y
de
prestigiosas
publicaciones, como la Revista de
Indias, asociada a la intelectualidad
reformista de la Revolución en Marcha, y
del quincenario Crítica, dirigido por
Jorge Zalamea. La Violencia induce
también al exilio, más o menos
voluntario, a hombres de letras como
Jorge Zalamea quien desde Argentina
escribe su memorable El gran
Burundún-Burundá ha muerto(1952);
a Germán Arciniegas, quien escribe
entonces su Entre la Libertad y el
Miedo (1952). Asimismo, la Violencia
provoca el retorno a sus sitios de origen
de algunos de los migrantes extranjeros
que en décadas precedentes habían
llegado a Colombia perseguidos por los
gobiernos de sus propios países ....
Si alguna literatura logra
imponerse y encontrar oxígeno durante el
período es precisamente una literatura de
evasión, el Piedracelismo, con sus
ataduras explícitas al catolicismo y a la
hispanidad 234 . Quizás a un instintivo
deseo de fuga deba atribuirse también el
frenesí colombiano de aquel entonces por
actividades
deportivas,
como
el
football(es la época de El Dorado), y el
ciclismo.
Hay incluso desde el poder un
intento expreso de matar la memoria de
este período, de hacer de ella un muerto
más. En efecto, por una Orden
Administrativa del Ministerio de
Gobierno, el 4 de enero de 1967 se
declaró
como "archivo muerto" un
conjunto de ´´79 sacos que contienen el
archivo de los años de 1949 a 1958”235 .
La precisión de las fechas deja ver
claramente que el problema no era el
`ambiente de olor insoportable” y el
estado `horrible” de la oficina, como se
arguyó, sino la pestilencia de la época
que había que suprimir.
Despejado ``a sangre y fuego”el
campo de la confrontación
ideológica, la dirección de la Escuela
Normal se le confía en 1952 a dos
educadores alemanes, Julius Sieber y
Franziska Radke, llegados al país a fines
de la década del veinte, y al parecer
ambos de inclinaciones nacionalsocialistas (nazis).
Desde dondequiera que se lo
mire, el problema de los intelectuales
colombianos en el decenio del cincuenta,
salvo excepciones muy contadas, como
la del escritor Jorge Zalamea y la pintora
Débora Arango, es que no logran
encontrar su ubicación histórica. De
hecho, lo que se observa es que salvo
Para la cultura, que no podía
expresarse en toda su vitalidad, La
Violencia representa, en términos de
cronología intelectual, y de ``lucro
cultural cesante", una generación perdida,
o al menos una ``generación invisible".
Ella es , si no la muerte, un borrón en la
234
Luis Antonio Restrepo A., op. cit. p.79
Los ejecutores de esta determinación fueron
: la Jefe del Grupo de Archivo Elvira de
Chaparro; el Jefe de División Administrativa
Gerardo Vesga Tristancho y el Secretario
General del Ministerio, Jacobo Pérez Escobar,
entre otros.
235
233
Véase de Luis Antonio Restrepo Arango,
``Literatura y Pensamiento" 1958-1985, Nueva
Historia de Colombia, Editorial Planeta, t.VI,p.89
y ss..
111
EL RINCÓN
INTELECTUALES …
contadas excepciones LOS MAESTROS,
perplejos,
CALLAN.
La
tardía
intervención propiciada por la revista
Mito a través de la ``Declaración de los
intelectuales colombianos durante el paro
general” (mayo 1957) que condujo a la
caída de Rojas aparecía demasiado
subordinada a los intereses de las capas
dirigentes y a los propósitos del naciente
Frente Nacional. En general, atrapados
por la confrontación partidista, los
intelectuales en la década del 50
perdieron, o carecían de, la autonomía
que les hubiera permitido ejercer una
función orientadora en medio de la crisis.
Se limitaron a ser, como en el Cono Sur
bajo las dictaduras, una especie de
``conciencia cautiva” (la expresión es de
Delich), seguramente inconforme pero al
mismo tiempo pasiva y resignada 236 .
sociedad (educación, secularización,
clases medias) y del aparato productivo,
que se encuentra muy bien descrito ,
entre otros, en la Crónica de dos
Décadas, de Daniel Pecaut y en el texto
de
Marco
Palacios,
Entre
la
Legitimidad y la Violencia..
Dichos
procesos
están
acompañados a su vez de por lo menos
tres grandes signos de renovación:
1.
- Una ampliación de las
instituciones, de los
productores y de los intermediarios
culturales...(Universidades, bibliotecas,
Museos,
editoriales,
revistas
especializadas, centros de investigación,
academias, asociaciones profesionales,
redes de centros, radio y televisión
cultural...). Y estrechamente asociado a
lo anterior una expansión considerable
del público lector , productor y
consumidor. Un dato ilustrativo: en la
Educación Superior, mecanismo de
legitimación de ejercicio del poder para
nuevas capas dirigentes, el número de
estudiantes que en 1958 apenas llegaba a
20.000, en 1980 sobrepasaba los
300.000. y en 1992 superaba el medio
millón.
Por ello también quizás, y a
diferencia de los intelectuales mexicanos
que llevan a sus espaldas el mito
integrador de la Revolución y el
nacionalismo, los colombianos arrastran
la evidencia disolvente de la tragedia, que
para ponerlo en términos de Annick
Lempérière analizando otro contexto ,
les
quita
toda
capacidad
de
``capitalización cultural". Quizás no haya
que sorprenderse tanto. De hecho, como
lo muestra también la Revolución
Mexicana,
las
grandes
figuras
intelectuales no surgen en el curso de la
guerra sino después de la misma. 237
2.
- Una ampliación del
mercado de bienes simbólicos
(libros, prensa cultural, galerías,
cineclubes, discos...)
III.
LOS
INTELECTUALES CRÍTICOS
(La misión profética)
3.
- Una ampliación de la
demanda de analistas sociales
y políticos
Cerrado el paréntesis de la
Violencia, se inicia en los sesenta-setenta
un proceso de modernización de la
En
este
contexto,
los
Intelectuales-Maestros crean el espacio
para la institucionalización de nuevas
disciplinas en la Universidad....Las
ciencias sociales rompían su cordón
umbilical con su matriz jurídica. Una
notable profesionalización de la historia,
enriquecida con los métodos de
disciplinas vecinas, y una creciente
236
Hebe M.C. Vessuri, ``El Sísifo sureño: Las
Ciencias
Sociales
en
la
Argentina”
(Mimeo),s.f.;s.l..
237
Daniel Cossio Villegas, ``El Intelectual
Mexicano y la Política", en Ensayos y Notas , t. II,
Editorial Hermes, S.A., México, 1966
112
EL RINCÓN
INTELECTUALES …
historización de las ciencias sociales,
particularmente de la sociología y la
economía, son características de esta
nueva fase. La Universidad empieza por
lo menos a indagarse sobre su papel en la
producción de ciencia, cultura y
tecnología.
partir
de
los
años
cuarenta
redescubrimiento del país (Osorio
Lizarazo, Jorge Zalamea), pero al mismo
tiempo ( y es el sesgo de Mito) sensación
de extrañamiento frente una realidad que
los choca y desconcierta, y que ven en
buena medida como barbarie. Vendrá
luego la revista Estrategia, esta sí con
una explícita vocación contestataria, que
recibe su sello de dos nombres, de gran
ascendiente en los medios universitarios,
Mario Arrubla y Estanislao Zuleta,
heraldos de una nueva visión de la
historia y la sociedad colombiana. Se
trata, desde luego, en uno y otro caso , de
minorías, de influyentes minorías, cuyo
magisterio se extiende hasta nuestros
días..
De este modo, después del eclipse
de la Violencia, los años sesenta
restablecen la continuidad perdida con la
Normal Superior, con los Maestros.
Además, las artes y las letras son testigos
del despuntar de las más notables figuras
contemporáneas:
Obregón,
Negret,
Ramírez Villamizar, Botero, García
Márquez.
Simultáneamente, se abre paso un
tercer tipo de Intelectual, el Intelectual
Crítico, independiente de los partidos y
del Estado.
En el caso concreto colombiano,
el intelectual crítico es el intelectual que
ha asimilado la experiencia histórica de
la Violencia, que la ha vivido como
barbarie cultural, y que se propone en
cierto modo disecarla.
Dos publicaciones jugarán un
papel capital en esta nueva etapa de
apertura a las innovaciones culturales: la
revista Mito, de inspiración sartriana ,
husserliana y freudiana(fundada a
principios de 1955 por el escritor Jorge
Gaitán Durán), que con una mezcla de
cosmopolitismo
y
cierto
distanciamiento de la realidad nacional (
de hecho hostil a temas como el arte y la
literatura autóctonos, la identidad y la
cultura nacional, tan en boga en América
Latina) es la revista que facilita la
transición generacional e intelectual con
los Maestros. En ella `el país interesa
como contexto de un diálogo cultural con
referentes universales”,
y su labor
``antes que pedagógica es crítica”, dice
un excelente estudio reciente sobre esta
publicación238 . Hay en los intelectuales a
Simultáneamente a la gestación
de la serie Genocidio del
pintor Alejandro Obregón, o de la
película El río de las tumbas, de Julio
Luzardo(1964), desde la Facultad de
sociología de la Universidad Nacional se
inicia lo que podríamos llamar la
anatomía de la Violencia... Y - es preciso
recordarlo- en su momento la sola
descripción tenia una fuerza demoledora,
subversiva.
Sociólogos,
antropólogos
y
geógrafos confluyen en la
Violencia...: disecan, diagnostican y
proponen, en general, recordémoslo, para
un Instituto estatal, el Instituto
Colombiano de Reforma Agraria: por allí
238
Luis Humberto Arboleda Monsalve / Edgar
Horacio Ruales Urresta, ``Mito: Una Revista de
Cultura? “, Tesis de grado, Departamento de
Historia, Universidad Nacional-Sede Medellín,
1994, p. 15. Belisario Betancur diría en 1955
que ``Mito...podría editarse en inglés o en chino
y sería exactamente igual...”, citado en Ibid.
p.44. Para una visión complementaria de los
aportes, ambigüedades y tensiones de la revista,
véase también de Carlos Sánchez Lozano
``Revista Mito: Otro Prólogo al Frente
Nacional”, Revista Foro, NO. 7, octubre de
1988, pp.111-114.
113
EL RINCÓN
INTELECTUALES …
pasarían Fals Borda, Milcíades Cháves,
Ernesto Gulh, el cura Camilo.. Idéntica
función
nucleadora
de
grupos
interdisciplinarios habría cumplido la
Contraloría General de la República en
los años treinta y el Ministerio del
Trabajo en los años cincuenta..A este
respecto, como lo ha señalado Gonzalo
Cataño, Colombia siguió el patrón
latinoamericano de crecimiento de las
ciencias sociales, es decir, un desarrollo
de las mismas en estrecha relación con
las instituciones públicas 239 . Muy
tempranamente la sociología, por
ejemplo, asignó en gran medida al
Departamento Administrativo Nacional
de Estadística (DANE), tareas como la
tecnificación
de
datos
censales,
demográficos, análisis de opinión y de
estratificación social. Desarrollo agrario
y desarrollo industrial, movimiento
campesino y movimiento obrero, fueron
los ejes del diálogo más o menos fecundo
de
economistas,
sociólogos
e
historiadores.
tesis, títulos, concursos y publicaciones,
y que por razones tanto de desarrollo
cultural como urbanístico, se encuentra
cada vez más lejos de la vieja bohemia,
de la tertulia y del café, como
determinantes de la producción e
intercambio de ideas en las nuevas
generaciones.. Cafés como el Molino, el
Windsor y el Automático comienzan a
ser ya reliquias del pasado, objetos de
interés, si acaso, para los historiadores de
la sociabilidad cultural y política.
Por la vía de la aproximación
crítica a la Violencia, este intelectual se
encuentra y choca con la realidad externa
al mundo universitario, al sistema
educativo. Se encuentra con partidos, con
campesinos,
con hacendados, con
guerrilleros, con clases, con estructuras
sociales, con un poder político. Su blanco
y también su reto es la sociedad global.
Su compromiso político es una simple
prolongación de sus actividades
intelectuales. Es el momento de
surgimiento de una nueva conciencia
política de los intelectuales , de la crítica
política del orden existente, y de la
aspiración a erigirse, como lo quería
Wright Mills, en conciencia moral de la
sociedad. Es también, para ponerlo en
términos de Jack Newfield, el momento
de las ``minorías proféticas", que hablan
a nombre de los desheredados, llámense
obreros, campesinos, indígenas o
pobladores de las barriadas. El intelectual
de los años 60 está ligado, mucho más
que hoy, a una intensa vocación de
poder, de poder alternativo, incluso en su
manifestación más descarnada de poder
armado.
Desde luego que hay un notable
pensamiento crítico identificable en
períodos anteriores: piénsese en Carlos
Arturo Torres, en Luis Tejada, en Sanín
Cano y, sobretodo en el más
latinoamericano de todos en su tiempo, el
polemista e iconoclasta Vargas Vila, a
quien más que a nadie cabe el calificativo
de ``intelectual nómada''. Pero eran más
bien fenómenos aislados, con impactos
sectoriales,
y no un verdadero
movimiento de ideas.
A diferencia pues de las décadas
anteriores, se trata en este caso de un tipo
de intelectual cada vez más ligado a los
centros académicos universitarios, y que
mezcla más o menos productivamente
desarrollismo, marxismo y cepalismo ;
que tiene sus ritos de iniciación, como
Es pues en esta atmósfera cultural
de la época en donde, casi sin advertirlo,
se encuentran el intelectual y el
guerrillero. Pero no es, desde luego, la
única forma de compromiso o de fusión
de la teoría y la práctica. El compromiso
asume también variantes inéditas como
la de ``los pies descalzos" (los
239
Gonzalo Cataño, ``Historia de la Sicología
en Colombia”, en Nueva Historia de Colombia,
Editorial Planeta, t. IV, p. 236
114
EL RINCÓN
INTELECTUALES …
contexto internacional240 . El principal de
ellos en el plano nacional, tiene que ver ,
por supuesto, con el replanteamiento de
las relaciones entre la insurgencia y el
Estado (iniciación del proceso de
reconciliación) que llevó también a los
intelectuales a establecer nuevas
representaciones de la sociedad, nuevas
representaciones de las relaciones entre
los intelectuales y el Estado, y nuevas
alternativas para enfrentar la crisis de
legitimidad de las elites y las
instituciones vigentes. Fue, en efecto, la
iniciación del proceso de reconciliación
política durante el gobierno de Betancur
el que permitió que se aflojaran los
vínculos orgánicos, las colaboraciones o
las simpatías, de numerosos núcleos
intelectuales con la insurgencia. Aquí
está probablemente el meollo de muchas
de las recientes transformaciones en
nuestra cultura política: el comienzo de
un Nuevo Pacto político de la
Insurgencia con el Estado, preparaba un
Nuevo Pacto cultural, el de los
Intelectuales con el Estado, sin que el
primero , el de la insurgencia con el
Estado implicara renuncia a las
pretensiones de transformación de la
sociedad por parte de los antiguos
insurgentes, ni el segundo, el de los
intelectuales con el Estado, implicara una
abdicación de la función crítica o de sus
vínculos orgánicos con proyectos
alternativos por parte de los intelectuales.
Tanto en los ámbitos universitarios como
en los llamados centros privados e
independientes se empezó a aceptar de
alguna
manera
que
distanciarse
críticamente no era necesariamente
marginarse, quedarse a la deriva, o
asumir cómodamente la función de
``expertos en legitimación", que alguna
intelectuales que se unen a las masas) y
la de la ``investigación-acción".
En Colombia , las fronteras entre
el pensamiento crítico del académico y la
acción revolucionaria del guerrillero
llegan a su máxima tensión precisamente
en la vida y obra de Camilo Torres, el
cura al mismo tiempo profesor de la
Universidad Nacional, analista de la
Violencia y combatiente.
Tal tipo de desarrollo no dejó de
tener su efecto perverso: la debilidad de
una intelectualidad de derecha, la
ausencia de una intelectualidad orgánica
de la derecha, en la Universidad afectó
profundamente la maduración de la
intelectualidad
de
izquierda.
La
intelectualidad de izquierda no tenía
contendores
en
los
estrados
universitarios. En consecuencia no había
debate. Y en consecuencia
la
intelectualidad de izquierda hablaba para
sí misma, aunque su pretendido
interlocutor era el ``pueblo’’.
A diferencia de los años treinta, el
intelectual de esta generación está
preocupado
más
por
la
internacionalización
seguidista
del
pensamiento, por la universalización de
las diferentes expresiones culturales, que
por la búsqueda de las raíces autóctonas
de la historia nacional, por un mayor
profesionalismo de su saber y por una
mayor fundamentación empírica de sus
análisis.
IV.
INTELECTUALES
PARA LA DEMOCRACIA
El tipo de intelectual, crítico de la
sociedad y deliberadamente marginado
de la actividad estatal, que era el que
había campeado en el panorama cultural
desde los años sesenta, comenzó a ser
desplazado desde comienzos de los años
ochentas, a raíz de algunos virajes
importantes en la política nacional y en el
240
Retomo aquí algunas de las ideas esbozadas
en la sesión inaugural
del Simposio
``Democracia y Reestructuración Económica en
America Latina”, celebrado en Villa de Leyva
en abril de 1994, y convocado por el Instituto de
Estudios Políticos y Relaciones Internacionales
de la Universidad Nacional de Colombia.
115
EL RINCÓN
INTELECTUALES …
vez Gramsci le asignara al menos a una
fracción de los intelectuales.
la acción estatal, especialmente en
campos que tienen que ver con las
relaciones internacionales, la planeación
económica, la administración distrital, la
vigencia de los derechos humanos, la
justicia, el proceso
de paz , los
organismos de fiscalización, la abolición
de los privilegios del bipartidismo, es
decir, con la mayor parte de actividades
y temas derivados de las urgencias
nacionales de hoy en un contexto de
virtual expansión de la democracia
formal , no obstante las diversas
violencias , incluida la política.
En este contexto, muchos
intelectuales empezaron a ejercer su
poder simbólico de manera muy distinta
a como lo habían hecho en las décadas
precedentes e incluso entraron a jugar un
papel, no de mediadores, pero sí de
facilitadores
informales
de
la
comunicación entre el Estado y la
insurgencia, o de actores comprometidos
con la consolidación de los procesos ya
formalizados . Desde este punto de vista,
no disimulan ellos su pretensión, por
limitada que sea, de incidir en las
políticas estatales , en los actores
políticos y en la construcción de
instituciones
democráticas,
sin
menoscabo de la autonomía que les
confiere su pertenencia al campo cultural.
Es decir, reivindicando una calculada
distancia entre su intervención en los
procesos de decisión y los intentos de su
utilización en los procesos de
legitimación; entre la autonomía y las
nuevas formas de mecenazgo económico
y político 241
Este replanteamiento de las
relaciones
Estado-IntelectualesUniversidad que ha facilitado el
reencuentro de la academia con la
política, trata de escapar del dilema:
intelectual crítico, versus panegirista o
consejero del príncipe, y opta más bien
por un concepto abierto de Intelectuales
para la Democracia, o de ``intelectuales
ciudadanos", como diría Chomsky,
(ligados ya sea al Estado, a la política o a
los movimientos sociales) que piensan
que la actividad de diagnóstico de un
programa o gestión gubernamental, e
incluso la vinculación a una función
pública, no presupone la renuncia a una
posición contestataria. Se trataría de una
perspectiva en la cual no importa
exclusivamente el lugar de su actuació n
(Estado, Academia, sociedad...) sino, y
de manera decisiva, su función. Porque ,
contra toda visión esencialista, es preciso
reconocer que desde el Estado se pueden
cumplir tareas democratizadoras (en
Procuraduría, Consejerías de Paz y de
Derechos Humanos), que por lo demás
no implican abandono de los quehaceres
intelectuales, y a la inversa, desde la
insurgencia se pueden alimentar y de
hecho se alimentan actitudes, prácticas y
visiones despóticas de la sociedad. Sobre
la base de este reconocimiento se
diversifica enormemente
el abanico de posiciones intelectuales.
Por estos caminos, los nuevos
intelectuales tienden a monopolizar el
debate público y , adicionalmente,
vuelven a tropezar con el problema de su
identidad y de su papel en el proceso de
construcción nacional.
En refuerzo de lo anterior , el
proceso de transformación institucional
que antecede y sigue a la Constituyente
de 1991 ha vinculado, por diversos
caminos, a otros sectores intelectuales a
241
Tal ha sido el papel de colectivos como la
Comisión de Estudios de la Violencia en su
informe de 1987 Colombia: Violencia y
Democracia o el de la Comisión de Superación de
la Violencia Pacificar la Paz (1992), y las otras
comisiones posteriores. Véase también de Emilio
Tenti Fanfani, , <Del intelectual orgánico al
analista simbólico>, en Revista de Ciencias
Sociales, No.1, Universidad Nacional de Quilmes,
Buenos Aires, Argentina, 1994, pp. 19-29.
116
EL RINCÓN
INTELECTUALES …
Lo que realmente sorprende en el
caso colombiano es que todas estas
variaciones en el papel social de los
intelectuales se hayan producido como
un deslizamiento natural, sin perturbar
sus viejas pertenencias y sin un gran
debate entre ellos mismos sobre su
devenir en la sociedad colombiana
contemporánea, es decir, sobre la
resignificación de su intervención
política. El intelectual de los 90 adopta
en cierto sentido una pose desencantada
frente a su mundo circundante, una
especie de melancolía más que una
definición teórica o ideológica frente a
las posibilidades reales o potenciales de
cambio de la sociedad.
cosmopolitas, con tradición, articulación
internacional (migraciones, anarquistas,
polos culturales), y hasta podría decirse
que con intelectuales ``excedentes",
exportables, tales como México y Brasil.
-Y hay, segundo, países con
formaciones culturales
débiles, reducidas, recientes, muy locales
y hasta provincianas, tales como
Colombia.
Pues bien, la irrupción de los
intelectuales en la política, en lo público,
tratándose de los países del primer tipo,
es decir, de los de densa formación
cultural, expresada en personal científico
calificado,
títulos
universitarios,
publicaciones, prestigios adquiridos,
tradiciones incorporadas, no hace sino
redimensionar la presencia de los mismos
en la sociedad global (Cardozo, en
Brasil; Octavio Paz en México). Su
intervención
aparece
como
una
ampliación de su terreno, de su campo de
acción. Hay un poder simbólico
acumulado y un capital cultural para
invertir , reproducir o diversificar sin que
se vea afectada la empresa colectiva. Es
no sólo el caso del Cono Sur, sino
también de México en donde desde los
tiempos
de
la
Revolución
los
intelectuales, pese a su subordinación a
los caudillos militares, primero, o a la
ideología del partido oficial después, han
operado como un verdadero bloque
dentro del poder 242 .
Por eso, también, salvo en el caso
argentino, las capas intelectuales tienen
una gran capacidad de resistencia a la
represión, a las Dictaduras, a los
regímenes autoritarios. Los intelectuales
juegan a menudo papeles decisivos en la
defensa de los derechos humanos y en la
restauración de los regímenes civiles.
Hay casos incluso en que , bajo la
Asimismo, la nueva visibilidad de
los intelectuales se ha producido sin que,
desde la fundación de la Escuela Normal
Superior hasta hoy, se haya vuelto a
plantear seriamente una política de
formación , ampliación y renovación de
las élites intelectuales que el país requiere
afanosamente, máxime en el contexto
actual de rápida internacionalización de
los saberes y las tecnologías.
El problema queda apenas
tímidamente planteado en las recientes
misiones de origen estatal: la Misión para
la Modernización de la Educación
Superior, y la Misión de Ciencia,
Educación y Desarrollo.
V. QUE HACER? CONCLUSIÓN
ABIERTA...UN PROBLEMA
Quisiera concluir estas notas
exploratorias con una reflexión general.
Es cierto que existe una situación
claramente
diferenciable
de
los
intelectuales en los diversos contextos
nacionales. Para ello podría introducirse
una distinción muy simple:
242
-Hay, primero,
países con
formaciones culturales densas , amplias,
Annick Lempérière, , Intellectuels, Etat e
société au Mexique. Les Clercs de la Nation.
Editorial L'Harmattan, París, 1992, pp.42-50
117
EL RINCÓN
INTELECTUALES …
Dictadura
misma,
los
núcleos
intelectuales y las redes institucionales
logran expandirse (Brasil) y el Estado se
ve obligado a negociar algún modo de
convivencia con ellos, eventualmente con
una simple modificación de los
escenarios de acción, por ej., con el
traslado de cierto número de intelectuales
de los Centros Universitarios a los
Centros
Independientes.
Estos
reacomodos conllevan a veces algunas
dificultades en el largo plazo. Se trata en
efecto de intelectuales que se van de la
Universidad a formar Centros, y a
producir, a menudo con alta calidad, pero
sin el compromiso de formar gente joven
y nueva (no hay posgrados)... creando así
un límite previsible a la reproducción. El
momento crítico aquí no es tanto durante
la guerra sucia y la Dictadura, sino
después de ella.
y de las organizaciones sociales, sino
sobre la proyección de éstas y aquellos.
La debilidad orgánica de la sociedad civil
va pareja con la debilidad orgánica de las
capas intelectuales.
Hasta podría decirse más bien
con Hernando Gómez Buendía
que los intelectuales se constituyen como
tales en lo público.
Pero, al mismo tiempo, dada la debilidad
del punto de partida (``la delgada corteza
de
nuestra
civilización”244 ),
la
intervención o el desplazamiento hacia lo
público puede resultar autodestructora,
suicida, autoanuladora de los pequeños
gérmenes intelectuales en formación...de
la reproducción .Es un tema que
trascendió en la Universidad de los
Andes, a partir de la crisis en el CEDE y
sobre el cual se ha advertido sin el debate
necesario en varios centros de la
Universidad Nacional (CID, IEPRI).
En contraste con lo anterior, la
solicitación pública (entendida como
vinculación al Estado...a los partidos...a
la empresa privada) en los casos de
actores sociales y formaciones culturales
débiles , e incluso de desestructuración
institucional, como Colombia, es bien
distinta. La intervención política de los
intelectuales en este caso se encuentra
atada a una casi insoluble contradicción:
por un lado, se hace imperioso salir de la
marginalidad y del retiro voluntario o
forzoso...
Se hace igualmente
irrenunciable asumir tareas como la de construcción de Estado- construcción de
Nación- construcción de convivenciaconstrucción de democracia, tareas todas
que requieren un largo proceso de
maduración de proyectos colectivos.
En suma, los intelectuales como
colectivo que procesa o define las
grandes preocupaciones de una sociedad
en un momento dado, y en un contexto
precario como el nuestro, se realizan y se
suprimen simultáneamente en lo público,
en la política.
Si
se
observan
estas
transformaciones recientes, se estaría
aparentemente cerrando el ciclo
centenario esbozado en este ensayo, con
un reencuentro del intelectual y la
política. Pero, quizás, esta vez se trate de
una ilusión. No hay , en efecto, como en
el siglo XIX, intercambiabilidad y
refuerzo mutuo del rol intelectual y el rol
político. Hoy, en Colombia, el
desplazamiento a la política y a las
funciones públicas equivale casi a asumir
la anulación como intelectual. Las
urgencias inmediatas de la política
Contrariamente a lo que sugiere
Jorge G. Castañeda 243 , los intelectuales
latinoamericanos
no
montan
su
protagonismo en el vacío de los partidos
243
Castañeda, Jorge G., ``El Intelectual y el
Estado en América Latina", en revista Ciencia
Política, No. 34, Bogotá, I semestre de 1994.
244
118
La expresión es de Marco Palacios
EL RINCÓN
INTELECTUALES …
parecerían devorar las tareas del largo
plazo de los intelectuales.
En este contexto, la principal
tarea de los intelectuales hoy no puede
ser otra que la de luchar por seguir siendo
intelectuales, seguir ejerciendo como
acividad principal y permanente la
cátedra, la investigación, la producción
de cultura, la producción de opinión y
desde luego la producción de política,
pero no a partir del Estado , sino de la
sociedad misma.
119
RESEÑAS
PODER Y EMPODERAMIENTO …
PODER Y EMPODERAMIENTO
DE LAS MUJERES
transformaciones en el lenguaje, para
producir transformaciones en la
conciencia, en las percepciones, en las
formas de ver y de nombrar, y así,
finalmente, producir transformaciones
en las relaciones de poder. Se trata, sin
duda, de una apuesta optimista, pero
bienvenida.
Magdalena León (Compiladora)
Tercer Mundo Editores
Facultad De Ciencias Humanas,
Bogotá, 1997
A mí, como a muchas y muchos otros,
la palabra "empoderamiento" me resulta
difícil de aceptar y no creo que ese
rechazo inicial tenga que ver necesariamente
con
una
he rencia
"androcéntrica",
sino
que
está
relacionado, también, con la dificultad
para palpar la realidad a la que se
refiere el concepto. Algo similar, por
ejemplo,
sucede
con
diversas
traducciones que se hacen al español del
término "accountability", un concepto
que está de moda en el debate teórico
sobre la democracia.
Como lo resalta Nelly Stromquist en su
capítulo sobre el empoderamiento y la
educación,
"la
discusión
del
empoderamiento trae a las mujeres a la
esfera política' (pág. 77). Yo añadiría
que esto sucede no sólo con las mujeres
y los movimientos de mujeres, sino con
los demás movimientos sociales, rurales
y urbanos que, durante las últimas
décadas, rechazaron la política como el
campo de la dominación y lo corrupto,
hasta llegar a ignorarla.
En medio de esa extraña y simbiótica
relación que se teje entre las palabras y
las realidades que ellas nombran -que
sólo los semiólogos y lingüis tas se han
atrevido a rasguñar- yo me pregunto por
qué no existen o no se usan esas dos
palabras en español... ¿Será porque no
existen las realidades que ellas
nombran?
En
el
caso
de
"accountability", es el hábito de exigir y
rendir cuentas; y el de "empowerment"
(empoderamiento), es la capacidad de
las mujeres (o de cualquier otro sector
subordinado) para tomar en sus manos
su destino y operar una redistribución
del poder tanto en el ámbito de lo
privado como en el de lo público.
No se trata de volver a la
sobrepolitización de la acción colectiva.
Se trata, más bien, de que las mujeres y
otros movimientos sociales vuelvan de
nuevo su mirada a un contexto más
amplio que el de sus reivindicaciones
particulares, al campo de fuerzas en el
que se inscriben sus luchas, al campo de
las limitaciones que ofrece la estructura
política.
La discusión sobre el empoderamiento
rehace los vínculos entre lo personal y
lo político, lo privado y lo público, la`',
esfera de las relaciones interpersonales
y la de las instituciones de la socie dad.
Me atrevería a decir que con la
adopción del concepto de empoderamiento se repolitiza el debate feminista.
Acostumbrados a pensar que las
transforma ciones del lenguaje simplemente ocurren como reflejo de las
transforma ciones en la realidad, la
lectura de este libro nos abre a una
nueva posibilidad, siguiendo la estrategia implícita de quienes lo escriben y
más explícita en la introducción de
Magdalena León: la de operar
Pero no se trata de recuperar intactos los
viejos
conceptos
"patriarcales",
heredados de la teoría y la práctica
políticas he chas por y para los hombres.
Se trata, como lo afirman varias de las
autoras, de redefinir la noción misma de
poder. A la noción tradicional del
"poder
sobre",
entendido
como
dominación, como la capacidad de
120
RESEÑAS
PODER Y EMPODERAMIENTO …
imponer decisiones sobre otros, estas
mujeres, cargadas con su experiencias
suman otras definiciones mucho más
matizadas y sutiles del concepto del
poder. El "poder con" nos habla de la
solidaridad y las alianzas; el "poder
para" invo ca a la movilización para el
cambio; finalmente el "poder desde
dentro" - la noción de poder que se
ubica en el núcleo del concepto de
"empoderamiento"-, nos remite a la
capacidad
para
transformar
la
conciencia propia y reinterpretar la
realidad en que nos movemos.
En casos como el colombiano resulta
obvio que las luchas por el empoderamiento de las mujeres -y de los
demás grupos o sectores excluidos-, se
dan simultáneamente con la lucha por la
democratización a secas o, en el mejor
de los casos, por la consolidación democrática.
La
relación
entre
democratización y movilización social
resulta más compleja y no existe nada
que pueda darse por sentado. Es por eso
que para futuras investigaciones sobre
este tema, sería deseable profundizar en
la relación entre empoderamiento y
democracia
desde
una
doble
perspectiva: en primer lugar, valdría la
pena explorar cómo afecta la ausencia
de un marco democrático las
perspectivas de empoderamiento de las
mujeres y otros sectores excluidos; en
segundo lugar y en sentido inverso,
sería importante indagar acerca de cómo
contribuyen
las
estrategias
de
empoderamiento de las mujeres y de
tantos otros sectores a la lucha por el
establecimiento y profundización de la
democracia.
Además de redefinir el poder, las
autoras del libro redefinen también las
estrategias para acceder a él y ejercerlo.
Desprovistas ya del voluntarismo, el
mesianismo
y
el
inmediatismo
revolucionario
de
otras
épocas,
reconocen que su proyecto actual
consiste en mirar gradualmente el poder
tradicional y redefinirlo, a través de un
proceso lento y difícil, llevado a cabo
desde lo micro, desde la vida cotidiana.
Debo decir, para concluir, que extrañé a
lo largo del libro una referencia más
clara y explícita al problema de la
democracia. Con dos o tres excepciones, la mayor parte de las autoras de
este libro provienen del llamado Primer
Mundo, allí donde se puede dar por
sentada la existencia de un marco
político- institucional
de
carácter
democrático dentro del cual se dan las
luchas por el empoderamiento de las
mujeres. Las referencias frecuentes a los
derechos en general y a los derechos de
las mujeres en particular, así como los
llamados a la participación en el espacio público, indican que las autoras dan
como un hecho que esos derechos
existen o pueden llegar a existir, y que
la esfera de lo público no sólo existe
sino que está legalmente
protegida
y garantizada.
121
RESEÑAS
PODER Y EMPODERAMIENTO …
PARTICIPACIÓN
POPULAR:
RETOS DEL FUTURO PEOPLE'S
PARTICIPACIÓN. CHALLENGES
ANEAD
(como las teorías de sistemas y la
Investigación Acción Participativa,
IAP); con filiaciones y variaciones que
en el congreso dialogaban para explorar
convergencias (como se indica en el
balance que hace Orlando Fals Borda);
con aliados cercanos que hoy discurren
con una conciencia lúcida desde el
poder (caso del Presidente del Brasil);
con aplicacio nes en "campos" tan diversos como la educación y la ecología;
y, aun, como en el libro se indica con
cierta mezcla de orgullo y de
preocupación,
con
una
cierta
benevolencia de entidades políticas
(Estados
u
organizaciones
interestatales) que hace dos décadas
miraban por lo menos con manifiesta
suspicacia, si no con abierta hostilidad,
el pensamiento entonces emergente.
ORLANDO
FALS
BORDA
(COMPILADOR
Y
AUTOR)
TERCER MUNDO, BOGOTÁ,
1998
Para quien sea amante de los libros, de
su textura, tanto como de su contenido,
las dos ediciones reseñadas reflejan
cambios notables (portada, diseño,
papel, tipo de letra, márgenes, espacios)
frente a los dos tomos en ediciones más
bien rústicas que condensaron los resultados del Simposio Mundial de
Cartagena, como se deno minó a lo que
retrospectivamente sería el primer
congreso de una serie que el año pasado
llegó a la octava edición en la
modalidad más "clásica" o a la cuarta en
otra serie paralela y nueva.
Para el país que ha sido sede, anfitrión
y, aun, ánima de una visión teórico práctica de un saber de vida -el de la
IAP-, el cual, como se refleja en el
libro, es hoy ecuménico y reúne, con un
espíritu de afinidad admirable (pese a
las diferencias), posiciones como la de
Wallerstein (presidente de la Asociación
Mundial de Sociología), Agnes Heller y
otros que han sido más teóricos que
prácticos (aunque nunca podría decirse
mejor que ahora, que no hay nada más
práctico que una buena teoría), el
acontecimiento de este congreso,
animado por un sano eclecticismo, refundido empero en el sentido
inigualable de una ética de convicción y
de responsabilidad (el empoderamiento
de quienes carecen de poder), es iluminador, porque habrá que recordar (y
Alfredo Molano lo subraya muy bien en
el mensaje introductorio) que hace dos
décadas, al amparo del Estatuto de
Seguridad expedido entonces, se abría
la caja de Pandora con toda suerte de
males que no han permitido vislumbrar
aún lo que en medio de ellos se
encierra, según el mito: la esperanza.
Y no obstante, aquellas ediciones
rústicas (Crítica y política en Ciencias
Sociales. El debate teoría y práctica.
Bogotá, Punta de Lanza, dos tomos,
1978) tendrían hoy el valor de los
"incuna bles",por el significado que
encierran los comienzos. En este caso se
trató del comienzo de un paradigma
alternativo, lo demuestran los libros que
hoy resumen en español y en inglés las
tramas y las redes urdidas en dos
décadas de trabajo en las raíces de
muchísimos
movimientos sociales
locales, regionales o transnacio nales.
Comienzo que, pese a su novedad,
cuenta ya con pioneros fallecidos
(Freyre, Pearse y otros, cuya semblanza
se traza en el libro); con cierta his toria
escrita que rememora las trayectorias
múltiples (de ella hay muestras y referencias en el libro); con libros teóricos
que ensayan ordenar la episteme y lo s
métodos, inclusive en aproximaciones
antes inimaginables, pero posibles
122
RESEÑAS
PODER Y EMPODERAMIENTO …
Y no obstante, ¿quién pudiera negar que
si hay hoy horizontes ciertos para la
superación„de tales males, ellos se
deben más que todo a quienes han
combatido con el solo poder de las ideas
el agonismo y el antagonismo propios
de milicias enfrentadas? Algún día se
verá clara la trayectoria, cuando los
fantasmas se disuelvan a la luz del mediodía y el poder de las armas ceda,
como quería Cervantes, al propio de las
letras.
Veinte años de crecimiento de la I(A)P
en la adversidad y en los márgenes
(incluso, lo confesamos con el debido
conocimiento de causa, por ser
corresponsables, tan mal comprendida
por la academia, aún hoy, pese a todo),
podrían amparar una respuesta positiva,
siempre que su radicalis mo ético
persista tanto como su apertura dialógica al otro o a lo otro y, por ende, no
naufrague en las pragmáticas e inevitables transacciones que mañana, o
pasado maña na, o tras pasado mañana
seguirán a la negociación política
conducente a una paz duradera en
Colombia.
Pero para hacer honor al subtítulo del
libro ("Re tos del Futuro"), considérese
por un momento el tiempo y el espacio
de lo que bien pudiera ser el Simposio
de Cartagena dentro de veinte años, es
decir, en el año 2017.
GABRIEL RESTREPO
Sociólogo, profesor de la Universidad
Nacional de Colombia
Ya adentrados en el nuevo milenio, más
allá del fin de la historia, que de modo
irónico, por referirnos a Fukuyama, será
el caos de esa imprevisibilidad
posmoderna cifrada en el problema
telemático del año 2.000, Colombia,
epicentro de la que fuera La Gran
Colombia,
transitará
entre
dos
conmemoraciones cruciales: la del año
2010, bicentenario de la proclamación
de la Independencia, y la de 1919,
bicentenario de la Constitución del
Estado.
Tiempo para pensar en una efemérides
distinta a las tradicionales, por versar
entonces sobre la reconciliación entre la
emancipación
política
y
la
emancipación intelectual, tan aplazadas,
pese á la promesa de los manifiestos
anteriores a la independencia. ¿Podrá
ser la urdimbre de la I(A)P o de las
I(A)Ps la que proporcione el hilo de
Ariadna para salir del laberinto de un
destino nacional mimético, parroquial,
parco, pobre que, aminorado en lo
colectivo, disminuye en lo personal a
todos, y con mayor razón, a las mayorías?
123
RESEÑAS
INSURGENCIA
BOGOTÁ
PODER Y EMPODERAMIENTO …
URBANA
EN
colombiana -no hay ni proletarización
ni aristocracia, la gente no se muere de
hambre- que recoge Rafael Núñez (p.
200), "para restarle importancia a los
factores precipitantes del motín", nos
dice Aguilera, tiene una tradición
venerable que se remonta por lo menos
a finales de la década de los 40, cuando
era motivo casi obligado para. los
principales escritores públicos.
MARIO AGUILERA PEÑA
PREMIOS
NACIONALES
COLCULTURA, BOGOTÁ, 1997
Cuando un libro ofrece una rica
narrativa histórica que no se presta bien
para el resumen, es difícil pasar de la
evaluación de la anécdota - las protestas
artesanales y convulsiones políticas
entre 1893 y 1895- a un plano más general. Con el riesgo de simplificar, diría
que el texto de Aguilera se mue ve sobre
tres ejes: el artesanado, Bogotá y el
partido liberal.
Un buen material, en todo caso, para
reflexionar sobre el tema de la distancia
histórica. A pesar de las diferencias,
también clarísimas, entre digamos 1853
y 1893, podrían ser dos eventos de un
mismo mundo; un mundo que en todo
caso ya no es el nuestro. Como tampoco
es reconociblemente nuestra esa Bogotá
pequeña, con la centralidad de su plaza
de mercado y su economía tradicional,
sucia ya pero ensimismada en un orden
del que hoy apenas se pueden reconocer
algunas huellas. Pero con todo y eso, la
reconstrucción minuciosísima que nos
ofrece Aguilera de aquella Bogotá
produce una sensación extraña de déja
vu. Es que 1891 estaba a la orden del
día la propuesta de "reordenación de la
sociedad con principios mo ralistas", de
la cual el autor concluye:
Los artesanos son el gran protagonista
de esta obra. Cualquiera que esté
familiarizado con la literatura sobre su
participación política en el siglo XIX un corpus en el que todavía hay baches
enormes- quedará sorprendido con la
continuidad evidente entre los motivos
retóricos, las prácticas y las visiones de
lo político de estos artesanos de fin de
siglo que nos describe Aguilera y los
que encontramos, por ejemplo, en las
transformaciones de la década del 50.
La misma convicción republicana: una
voz que se expresa en términos de
indignación, la noción clara y distinta
de que se pertene ce a un tramado de
instituciones y distinciones (se es
respetable y trabajador, se ha sido
protagonista de la construcción de la
ciudad y sus instituciones), un espíritu
ecuménico común. La misma "ideología
del ultraje": el combustible de la
protesta es la sensación de ser agredidos
y humillados desde arriba. Dinámicas
similares: una deriva hacia la radicalidad, a medida que el protagonismo lo
van tomando los artesanos más pobres,
aparecen ideólo gos familiarizados con
la guerra y el gobierno endurece su
posición. Incluso a veces motivos
idénticos en el debate político: aquella
discusión
sobre
la
singularidad
En Bogotá, la actividad de la policía fue
disruptora del orden urbano tradicio nal
en la medida en que su distribució n por
la ciudad ejerció un incómodo control
sobre una población que no se
acostumbra a obedecer ciertos comportamientos (p. 123).
Interesante notar que hoy el programa
de reordenación moral es también el
primer punto en la agenda pública de la
capital. ¿Simple coincidencia? ¿tarea
histórica inconclusa? ¿o trasplante de
estructuras temáticas de una clase de
mundo a otro, al tenor de tradiciones y
necesidades históricas que encuentran
en las "partes inferiores de la ciudad" un
estorbo para su desenvo lvimiento? De
124
RESEÑAS
PODER Y EMPODERAMIENTO …
ser cierta, esta última opción implicaría
que el actual programa de reordenación
moral tiene un claro vínculo con el
tradicionalismo
y
patrimonialismo
(pasadismo, diría Mariátegui), aspecto
al que a mi juicio se le ha prestado
mucha menos atención de la que
merece. El tercer eje es el partido
liberal. No son muchos los países de
América Latina que cuenten con una
organización política que deja su
impronta sobre toda la vida republicana.
Los liberales colombianos han mostrado
una poco común continuidad; han sido
protagonistas durante un siglo y medio.
Dado su permanente faccionalismo, sus
aparatosos fracasos en el gobierno (que
no son nuevos), su tumultos desorden,
no deja de ser sorprendente que hayan
cumplido 150 años. El detalle de este
fresco histórico que nos ofrece Aguilera
-la fractura entre pacifistas y
guerreristas liberales durante La
Regeneración revela un aspecto poco
estudiado: los liberales en la oposición.
Aunque el libro sólo toca el tema
lateralmente, el período vivió el apogeo
de algunos de los más brillantes polemistas políticos que haya tenido el país
(el Indio Uribe, el Nito Restrepo,
Santiago Pérez, para sólo nombrar a
algunos). Encontraron un lenguaje
convincente para nombrar la libertad y
denunciar la represión, en ocasiones
lograron acompañar (ambiguamente) las
protesta populares, construyeron un
diseño
intelectual
común
-con
ideologías referentes compartidos para
discutir sobre su táctica y su estrategia.
Al mismo tiempo, como l, muestra
Aguilera, alguno de ellos se enredaron e
mezquinos episodios d corrupción; y se
había convertido ya -desde 1 aparición
del radicalismo en realidad- en blanco d
las iras populares que de anunciaban "la
oligarquía, radical".
histórica cuy actualidad quizás debería
resultarnos preocupante.
FRANCISCO
GUTIÉRREZ
S.
Antropólogo y politólogo, profesor del
Instituto de Estudios Políticos y
Relaciones Internacionales Universidad
Naciona l de Colombia
Aguilera pone a dialogar sus tres
motivos temáticos -artesanos, Bogotá
liberales- y produce un narrativa
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