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Desarrollo profesional
Derechos y deberes
de los pacientes
en el siglo XXI:
el secreto médico
J. Sánchez-Caro
Académico Correspondiente Honorario
de la Real Academia Nacional de Medicina.
Sesé
¿Qué es
el secreto profesional?
El secreto profesional médico se puede
definir como el compromiso que adquiere
el profesional sanitario –tradicionalmente
el facultativo–, ante el paciente y la sociedad, de guardar silencio sobre todo aquello que le hubiera sido confiado por el enfermo o llegue a conocer sobre él en el
curso de su atención médica.
Evolución histórica
Los códigos médicos han exigido siempre
no revelar la información adquirida durante la exploración o el tratamiento de
sus pacientes, partiendo del juramento
hipocrático, que dice lo siguiente:
“Se puede vendar una herida,
se puede remediar un insulto;
el que revela un secreto no tiene
esperanza.” (Eclesiiastés 27,21.)
En orden a su alcance, existen 2 tesis
contrapuestas: la del secreto médico absoluto, que mantiene el secreto inmune
frente a cualquier circunstancia. Esta tesis se basa en la configuración del facultativo como un confidente necesario del
enfermo, por lo que la única forma de
mantener la confianza es asegurar el silencio de lo acontecido en la relación clínica. Se equipara, por tanto, al secreto de
confesión. Por su parte, la doctrina del
secreto médico relativo lo formula en términos no tan rigurosos, que impide que
sea en todos los casos inmune frente a
cualquier circunstancia o a cualquier persona, ya que el secreto médico tiene como única finalidad garantizar la necesaria
relación de confianza y respeto a la intimidad de la persona. En consecuencia,
no puede mantenerse el secreto cuando
haya un perjuicio serio para otras personas o para la sociedad, y se establecen,
por tanto, las necesarias excepciones o límites.
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“Lo que en el tratamiento,
o incluso fuera de él, viere
u oyere en relación con la vida
de los hombres, aquellos que
jamás deba transcender,
lo callaré, teniéndolo por secreto.”
(Juramento hipocrático,
siglos VI-I a. C.)
Actualmente, el secreto profesional ya
no se entiende sólo como un deber del
profesional, sino como un derecho del ciudadano. No obstante, el derecho de todos
los seres humanos a que se respete la confidencialidad de sus datos íntimos tiene
excepciones, y una de ellas, en el caso del
secreto médico, viene determinada por la
Administración de justicia. A ello contribuirá decisivamente el nacimiento de la
medicina legal como disciplina y la consiguiente medicalización del derecho.
Amenazas
a la confidencialidad
Para muchos autores, los códigos médicos sobre el secreto profesional no pasan
de ser poco más que una fórmula ritual
www.doyma.es/jano
Consejos prácticos
• A lo largo de la evolución
histórica del secreto médico,
se ha puesto de manifiesto
que ya no se entiende sólo como
un deber del facultativo, sino
como un derecho del ciudadano.
• En la sociedad actual
se detectan múltiples amenazas
a la confidencialidad como
consecuencia derivada
de las nuevas tecnologías.
• A pesar del tiempo transcurrido,
no se ha desarrollado el precepto
constitucional que obliga a
determinar los casos en que por
razón de secreto profesional no
se está obligado a declarar sobre
hechos presuntamente delictivos.
• Nuestro Código Penal castiga
con sanciones importantes
la vulneración
del secreto profesional.
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Algunos casos ilustrativos
de vulneración
del secreto profesional
Se exponen a continuación 2 casos
de vulneración del secreto profesional
vistos en nuestros tribunales.
Caso 1: filtración de un historial clínico. Se trata de la filtración del historial
clínico de un enfermo con infección
por el VIH, infección sifilítica y hepatitis. La documentación clínica de esta
persona se remitió anónimamente al
director del establecimiento docente al
que acudían a recibir instrucción los
hijos del paciente.
Caso 2: condena a médico por revelación del secreto profesional. Una médico, al examinar el historial clínico de
una paciente en gestación, vio que
constaba la existencia de 2 interrupciones legales del embarazo anteriores, comentándolo posteriormente con
su madre, la cual, en la primera ocasión que tuvo, informó en el pueblo a
la hermana de la gestante de esa circunstancia.
Se expone, a continuación, un caso
ilustrativo de los límites del secreto
profesional, visto en una comisión
deontológica.
Caso 3: límites del secreto profesional
entre cónyuges. La Comisión Deontológica del Colegio de Médicos de Madrid
analizó el supuesto de un paciente casado y con una hija, diagnosticado por
infección por el VIH, el cual, a pesar de
los esfuerzos del médico, se negó a informar del diagnóstico a su esposa,
aunque ambos habían sido informados
de las medidas preventivas que había
que tomar. El pronunciamiento de la
Comisión fue que el médico tenía obligación de revelar el secreto por 2 razones: la primera, porque su silencio podía causar un perjuicio grave a la esposa del paciente; la segunda, porque al
ser ambos pacientes del mismo médico, éste no podía ser leal a los 2, ocultando una información que la esposa
tenía derecho a conocer y que el marido no tenía derecho a ocultar.
En sus conclusiones, el Comité expuso que el médico debería hablar con el
paciente y convencerle de forma razonada para que fuera él quien informase a su esposa de la enfermedad que
padecía, y si no aceptara comunicarle
que no habría más remedio que informarla del riesgo que corría de ser infectada, para que tomara las medidas
preventivas oportunas.
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que los facultativos aceptan públicamente pero que no siempre se aplica en la
práctica. Ello parece cierto cuando, según algunas investigaciones, hasta 75
personas pueden estar justamente implicadas en la asistencia y tratamiento del
paciente en un gran hospital, y donde
tampoco el propio médico tiene en ocasiones muchas posibilidades de mantener
su confidencialidad.
Otras amenazas a la confidencialidad
surgen cuando las instituciones sanitarias
tienen capacidad para almacenar y difundir información médica confidencial, así
como historias clínicas archivadas, medicamentos prescritos, análisis médicos
realizados y registros de reembolso. Además, a los datos, cada vez más informatizados, se puede acceder con mucha facilidad por múltiples personas relacionadas
o no con la atención al paciente.
El secreto profesional
y la Constitución Española
El secreto profesional es una manifestación concreta del más amplio derecho a
la intimidad y tiene una referencia específica en nuestra Constitución, que dice
lo siguiente:
“La ley regulará los casos en que,
por razón de parentesco o de secreto profesional, no se estará obligado
a declarar sobre hechos presuntamente delictivos.” (Artículo 24.2.)
Conviene poner de relieve la falta de
desarrollo de la Constitución sobre este
aspecto concreto, a pesar del tiempo
transcurrido. Puede afirmarse que es ésta una de las causas fundamentales que
impide resolver con claridad una parte de
las situaciones conflictivas actualmente
existentes, ya que las normas (no adaptadas a la Constitución) obligan a los médicos a comunicar al juez o al Ministerio
Fiscal los delitos públicos de los que tuvieran conocimiento en el ejercicio de
sus actividades profesionales.
Cabe reconocer que se trata de una
cuestión de límites. En concreto, buscar
el fiel de la balanza entre la obligación de
colaborar con la justicia y la exención de
declarar como salvaguardia de la intimidad y del secreto, sin que se comprenda
suficientemente que estén amparados en
su secreto los abogados y no los médicos,
por lo que es urgente un desarrollo adecuado de lo previsto en nuestra Carta
Magna.
El secreto profesional
y el Código Penal
El Código Penal sanciona al médico que,
con incumplimiento de su obligación de
sigilo o reserva, divulgue los secretos de
otra persona (penas duras que abarcan
prisión de 1 a 4 años, multa de 12 a 24
meses e inhabilitación especial de 2 a 6
años).
Lo que se protege es la vulneración de
la intimidad del paciente, junto con su inevitable secuela que es el quebrantamiento del deber profesional del médico.
Téngase en cuenta, además, que la violación del secreto profesional se puede cometer de manera oral, por escrito, por
gestos e incluso de manera encubierta.
Por lo demás, divulgar los secretos de
otra persona es tanto como comunicarlos
a un tercero, que no los conoce ni tiene
por qué conocerlos. Claro es que no se
dan las anteriores circunstancias cuando
el propio interesado autoriza la divulgación, si bien debería mantenerse el secreto cuando afecte a 2 o más personas y la
revelación pueda perjudicar a cualquiera
de ellas.
El médico, sin embargo, está exonerado de guardar el secreto por diversas
causas: cuando tiene la obligación de denunciar, impuesta por la ley respecto de
aquellos delitos públicos de los que tuviera conocimiento en el ejercicio de su actividad profesional; cuando actúa en virtud
de una situación de necesidad (advertir
al director de un colegio de la existencia
de una enfermedad contagiosa en éste);
en el caso de las enfermedades de declaración obligatoria, en cuanto tal actividad
es necesaria por razones epidemiológicas
y de salud pública y cuanto tenga que defenderse en un proceso penal por homicidio o lesiones culposas, ya que en tal caso su defensa entraña un interés superior
al deber de secreto. J
Para saber más
Sánchez-Caro J, Sánchez-Caro J. El médico
y la intimidad. Madrid: Editorial Díaz de
Santos; 2001.
Intimidad y secreto médico. En: I Jornadas
de Protección de Datos Sanitarios de la
Comunidad de Madrid. Madrid: Fundación
Mapfre Medicina, Editorial Mapfre; 2000.
Calcedo Ordóñez A, editor. Secreto médico y
protección de datos sanitarios en la
práctica psiquiátrica. Madrid: Editorial
Médica Panamericana; 2000.
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