3 Apoyo biopsicosocial a familias monoparentales

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Módulo I: Tendencias en Salud Pública: Salud
Familiar y Comunitaria y Promoción, Osorno abril del 2005
INTRODUCCIÓN
Una de las actividades más frecuentes, en la práctica diaria de un consultorio general
de atención primaria, es atender a una madre con su hijo(a) ya sea por morbilidad o por un
control de salud.
La conducta, tanto de la madre como del niño(a) está dentro de un cuadro habitual:
algo de intranquilidad y de nerviosismo por parte de la madre, y algo de temor por parte del
niño.
Sin embargo, no es raro encontrarse con conductas que se salen de estos límites: a
veces, por parte del niño mucha intranquilidad y manipulación tanto como retracción y
timidez exagerada, y madres muy complacientes o muy sobreprotectoras y estrictas.
De acuerdo a las vivencias y experiencia laboral de los autores y a antecedentes de
expertos (1) en muchos casos esta situación es secundaria a niños que pertenecen a
familias monoparentales.
¿Qué hace que estos niños, hijos de madres solteras puedan tener una conducta
distinta que la de un hijo de una familia biparental? Y es por todos conocido que desde la
educación pre-escolar, tanto después a nivel básico y medio, estos niños y después
adolescentes, puedan presentar rasgos de conductas difíciles de manejar.
La pertenencia a una familia con la presencia de ambos padres hace que un niño se
desarrolle dentro de un ámbito de hábitos, comportamientos y conductas “normales” (según
los paradigmas tradicionales).
Es entendible que una madre sola y especialmente, si es adolescente, tenga
dificultades en la crianza de un hijo. Esta situación no difiere mucho si hay participación de
otro miembro de la familia (que no sea el padre) en la crianza, como por ejemplo la abuela
materna.
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Dentro de la práctica diaria es muy frecuente encontrarse con adolescentes madres
solteras, que están a cargo de sus hijos, sin una pareja que las apoye y al amparo de sus
padres y no es raro que dependan de la madre (y abuela) sola, que a su vez ya fue madre
soltera.
La situación de embarazo hace que estas niñas deserten del liceo y por lo tanto no
tengan acceso a un tipo de trabajo mejor remunerado que “cualquier trabajo”. Al ingresar al
mundo laboral dejan a su hijo en el jardín (diurno) y lo buscan al volver de la jornada de
trabajo; o lo dejan al cuidado de la abuela en casa, mientras ellas salen a trabajar, incluso
fuera de la comuna.
La situación de monoparentalidad es un factor de riesgo en la crianza de los hijos. En
caso de que la madre no tenga apoyo y/o intervención sicológica, social, médica y familiar,
los hijos se exponen a desarrollar trastornos psicosociales. Por lo tanto, nuestra postura es
que se debe intervenir a la madre en forma precoz desde el punto de vista bio-psico-social y
familiar para evitar las probables repercusiones psicosociales en los hijos.
El antecedente observado en la práctica diaria, y el hecho de que esta situación
familiar se analiza por el Dr. Dagoberto Duarte,
en la primera página del documento
entregado por el Diplomado Salud y Familia (2) nos motiva a realizar el presente ensayo.
El objetivo de nuestro ensayo es enfrentar estas repercusiones a nivel psicológico y
social apoyando biopsicosocialmente a las madres de familias monoparentales.
Al leer sobre la historia de la familia, nos encontramos con que según las ciencias
sociales la familia es un grupo social básico creado por vínculos de parentesco o matrimonio,
presente en todas las sociedades (3). Así, la familia proporciona a sus miembros protección,
compañía, seguridad y socialización.
La historia nos cuenta que con la llegada del Cristianismo, el matrimonio y la
maternidad se convirtieron en preocupaciones básicas de la enseñanza religiosa. En el siglo
XVI después de la reforma protestante, el carácter religioso de los lazos familiares fue
2
sustituido en parte por el carácter civil. La mayor parte de los países occidentales actuales
reconocen la relación de familia fundamentalmente en el ámbito del derecho civil.
La familia ha ido evolucionando a lo largo del tiempo, en un inicio bajo un régimen
netamente patriarcal, con los años, han cambiado la cantidad de hijos y los patrones de
interacción al interior de ésta, tanto así que en la actualidad se encuentran familias con una
conformación que en tiempos pasados, podría haber sido considerada anormal.
En el presente ha venido emergiendo una nueva forma de constitución familiar, las
llamadas familias monoparentales.
Tipos de familia
Familia nuclear = está constituida por 2 generaciones (padres / hijos)
Familia extensa = está constituida por 3 generaciones (abuelos/padres/hijos) donde
las decisiones las toman los abuelos
Familia extensa modificada = similar a la extensa (3 generaciones) pero las
decisiones las toman los padres (generación intermedia)
Familia monoparental = hijos con un solo miembro de la pareja progenitora
Familia monoparental:
Son aquellas compuestas por un solo miembro de la pareja progenitora y en las que
de forma prolongada, se produce una pérdida del contacto afectivo y lúdico de los hijos no
emancipados, con uno de los padres.
Esta nueva forma de familia se ha extendido por el mundo, en forma generalizada.
En general, existen 5 situaciones de monoparentalidad:
-
madres solteras
-
separación conyugal o divorcio
-
fallecimiento de un progenitor
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-
adopción por personas solteras
-
ausencia permanente o prolongada de un progenitor :
o
enfermedades y hospitalización
o
motivos laborales
o
emigración
o
encarcelación
o
exilio y guerra
En estudios efectuados en Estados Unidos, dos de cada cinco jóvenes menores de
18 años viven, y han crecido, sin su padre biológico, ya sea como consecuencia de un
divorcio, o de nacimientos de madre soltera. Es decir, un 40 % de los menores de 18 años
en Estados Unidos vive en una familia monoparental. Este cuarenta por ciento representa
más de veinte millones de niños y adolescentes. (4)
La probabilidad de que un niño norteamericano de raza blanca nacido hoy, crezca
junto a su padre y viva con él hasta ser mayor de edad, es del 25%. Para un niño
perteneciente a la raza negra, la probabilidad baja incluso al 5%.
Las familias en las que los hijos viven con su padre y madre biológicos representaban
en 1950 un 43% del total de familias. En 1995 (casi 50 años después) ese porcentaje bajó al
25%, y el porcentaje de familias monoparentales subió al 35% del total de familias con hijos.
Esta tendencia aparece en casi todos los países industrializados, con excepción de Japón e
Israel.
La tasa de nacimientos de madre soltera se duplicó o triplicó en los países del primer
mundo entre 1960 y 1990. Y en Estados Unidos pasó del 5% al 35%, y es hoy la tasa más
alta del mundo con una proyección a 5 años, del 50%. Del total de nacimientos de madre
soltera una tercera parte corresponde a madres solteras adolescentes.
En lo que ha Chile respecta, un 25,3% (1992), de las familias monoparentales, tenían
como jefa de hogar a una mujer. Si el porcentaje refleja que la cuarta parte de las familias
existentes en Chile, poseen este “nuevo tipo” de constitución familiar, con un solo progenitor,
cabría esperar, que la legislación familiar, considerara, este elemento de la realidad, en una
serie de aspectos, entre los que cabría mencionar: laborales, médicos y sociales. A fin de
permitir una efectiva integración de los miembros de este tipo de familias, en igualdad de
4
condiciones, en asuntos tan concretos como, permisos laborales y velar por la salud tanto
física como psicológica de los miembros de estas familias. (1)
Estadística local (2004) (5)
En el Consultorio Municipal de Frutillar Alto (establecimiento donde trabajan 2 de los
autores) ingresaron a control de salud 73 recién nacidos durante el año 2004.
De estos niños, el 27,3 % son hijos de madres solteras, el 34,2 % son hijos de parejas
convivientes, el 30,1 % son hijos de matrimonios y el 8,4 % no está registrado. Casi el 90 %
de las madres solteras son adolescentes. Llama la atención el alto porcentaje de madres
solteras, y dada la poca estabilidad de la unión de convivencia, es habitual que este tipo de
relación se transforme en monoparental, lo que aumenta en forma considerable el porcentaje
de monoparentalidad de nuestra población (a más del 60%), situación que a juicio del equipo
de salud, es lo real.
En la Comuna de Fresia (donde trabaja el otro autor), a nivel rural, durante el año
2004, del total de 206 niños en control menores de 6 años, el porcentaje de hijos de madres
solteras es del 10,5 %, cifra que durante el año 2003 era del 8 % del total.
Cabe destacar que este recuento se realizó en 2 grupos diferentes: ingresos a control
sano en el 2004 (73 recién nacidos) en Frutillar Alto y población bajo control de 0 a 6 años
(206 niños) durante el 2004 en Fresia.
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DISCUSIÓN
Las conductas mas frecuentes que toman las madres que afrontan solas la
maternidad son:
Sobreprotección
es una conducta que algunas madres solas toman como una
relación amor-odio, que al inicio es un rechazo hacia el niño, quien
en el fondo es
responsable de la pérdida de su adolescencia o juventud, y el rol materno se transforma en
cuidados exagerados y aprehensivos.
Omnipotencia o impotencia se dan los 2 extremos: tratar de hacer todo sola, ya sea
las decisiones, las tareas, las normas, reglas y sortear las dificultades, lo que genera una
situación de stress para esta joven madre. También está el otro extremo: que los abuelos se
hagan cargo de todo y asuman todas las decisiones, ya que ellos son las personas que
finalmente los están manteniendo.
Perfeccionismo esta conducta se transforma en la compensación del error cometido,
y al igual que la sobreprotección, tratan de ser las mejores madres, para demostrar que a
pesar que haberse quedado embarazadas son capaces de hacerse cargo del niño, sin pedir
ayuda a terceras personas, lo que conlleva situaciones de creer hacer todo lo mejor posible
en la crianza del hijo.
Sobrecarga
dado que generalmente la maternidad la afrontan solas, las funciones
parentales, proveedoras,
domésticas, educativas, etc. generan una gran sobrecarga de
trabajo, que las condenan a una ausencia de vida personal. Esto se empeora con la presión
de la familia de origen,
y lleva a que esta joven mujer vea dañada su salud mental,
transformándose en policonsultante, tanto por razones del hijo como de ella.
Soledad
la situación que les toca vivir les impide a estas mujeres dedicar tiempo al
espacio personal y social, generando sentimientos de soledad y abandono. Muchas de ellas
temen que rehacer su vida afectiva en pareja pueda ser muy difícil debido a que tener un
hijo, alejaría de su lado a la probable pareja, lo que las mantendría por siempre solas con su
hijo.
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Dependencia
cuando se trata de madres adolescentes, lo habitual es que este
binomio viva con las padres maternos y bajo su total autoridad , y es así que la familia de
origen es quien toma todas las decisiones, y el niño pasa a ser de todos, menos de su
madre. Esta situación de humillación y maltrato es aguantada por la madre, porque ella no
dispone de otro lugar donde vivir y no puede mantenerse sola. Pasado un tiempo, apenas
las jóvenes madres pueden encontrar una nueva pareja, o un trabajo en otra ciudad, salen
de ese hogar y dejan al niño al cuidado de sus abuelos. No es raro que esta situación exista
al crearse una dependencia entre una adolescente y su abuela, lo que finalmente hace, que
el niño sea criado por la bisabuela. Por parte de los mayores, se produce una dependencia
de compañía con el nieto o bisnieto, lo que hace que este niño permanezca con ellos.
Baja autoestima
muchas condiciones que les toca vivir a estas jóvenes hacen que
su autoestima baje es forma importante, a mencionar: cambios físicos producidos por el
embarazo, el aislamiento de sus pares, deserción escolar, la búsqueda de empleo sin
preparación, la vida dependiendo de sus mayores, la nula toma de decisiones, la culpabilidad
del embarazo, la preponderancia de las actividades obligatorias y la imposibilidad de realizar
actividades gratificantes según su edad.
Estigmatización a pesar de que antiguamente las madres solteras eran francamente
rechazadas por la sociedad, hoy en día también existe este rechazo, pero se ve encubierto,
ya que ellas son poco respetadas y poco tomadas en cuenta a nivel familiar y social.
Desempleo
el hecho
de ser mujer y tener cargas familiares hace más difícil
conseguir empleo. Las madres solteras tienen la gran necesidad de trabajar para subsistir,
siendo a veces la única fuente de ingresos de la familia, pero las madres solteras tiene las
más grandes dificultades para la conciliación de la vida familiar y laboral, por el hecho de
estar solas en la crianza de sus hijos.
Riesgo de exclusión social
todas las situaciones antes descritas llevan a que las
madres solteras tengan un nivel de exclusión social mayor que otras mujeres. A pesar de
que en los tiempos actuales esta situación ha mejorado, especialmente en lo que se refiere a
asistencia a clases, estas niñas viven en desventaja.
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Todas estas conductas descritas: sobreprotección, omnipotencia o impotencia,
perfeccionismo, sobrecarga,
soledad, dependencia, baja-autoestima, estigmatización,
desempleo y riesgo de exclusión social,
nos obligan a realizar un apoyo especial a estas
madres para que el desarrollo de su hijo sea lo más “normal” posible.
Posibles repercusiones a nivel psicológico de las situaciones de monoparentalidad
por edad.
Según el informe realizado por Rodrigo Miguel R. y Eugenio Vargas R. en el año
2001, (1) se pueden encontrar las siguientes repercusiones sicológicas:
Hasta los 3 años de edad podemos apreciar
niños con
trastornos del
comportamiento, regresión y estancamiento de hábitos adquiridos, estancamiento en las
adquisiciones cognitivas, síntomas de expresión corporal.
Desde los 3 a los 5 años, los niños pueden presentar ansiedad, e inestabilidad,
temores fóbicos, fantasías de abandono y muerte de los progenitores, manifestaciones de
autopunición y culpabilidad, inadaptación escolar y tristeza.
A partir de los 6 años de edad existen sentimientos depresivos, sentimientos de
abandono y carencia afectiva, manifestaciones de agresividad e ira, dificultades en el
rendimiento escolar, dificultades en sus relaciones sociales, comportamiento hipermaduro
con ausencia de quejas, responsabilidad y brillantez en el ámbito escolar.
En el período de la pubertad y adolescencia se pueden encontrar sentimientos de
inseguridad, depresión, y malestar narcisista, quejas somáticas múltiples, trastornos del
comportamiento, actitudes de pasividad y desinterés, tendencia al autosabotaje y al fracaso,
conductas delictivas, consumo de tóxicos, tendencia auto y heteroagresivas.
Cuando se estudian estos niños a más largo plazo, en la juventud y período de
adulto, se manifiestan mayores sentimientos de inseguridad, ansiedad en las relaciones
interpersonales, miedo al fracaso en las relaciones de pareja, intensa lucha interna por no
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repetir las situaciones familiares de su infancia, frecuentes conductas impulsivas en las
relaciones de pareja, mayor tendencia a repetir algunas situaciones como el divorcio.
La aparición de estos trastornos del comportamiento deben ser abordados con guías
anticipatorias a trabajar con las madres durante los controles rutinarios, desde el embarazo y
durante la niñez de los hijos.
Factores de riesgo en las situaciones de monoparentalidad
En el mismo informe de Miguel y Vargas (1), se
enumeran las situaciones que
agravan la monoparentalidad:
Disputas judiciales continuas e intensas por la custodia de los hijos en el caso de
divorcios, situación de violencia verbal o física hacia el niño, aislamiento y pérdida de apoyos
sociales de los progenitores, dificultades de elaboración del duelo en caso de un progenitor
fallecido por parte del que sigue vivo, mantenimiento de la ocultación
o el secreto en
relación con la muerte del padre o la circunstancia de ésta por parte del resto de la familia,
madre soltera adolescente con escaso apoyo de su familia o importantes conflictos con ésta,
situaciones socioeconómicas muy desfavorables. Todas estas situaciones hacen que la
vivencia de la monoparentalidad sea aún más dificultosa
Estos factores de riesgo deben ser evaluados en forma periódica durante el
crecimiento de los niños pertenecientes a este tipo de familias.
La visión de dos Educadoras de Párvulos de la Escuela Básica de Fresia (6) que
tienen a cargo niños de 4 y 5 años con un total de 70 niños es la siguiente:
del total de niños un 34,28% son hijos de madres solteras.
de los niños de familias monoparentales,
el 46% tienen dificultades en el
aprendizaje y en el comportamiento, como actitudes agresivas y falta de
concentración en clases, versus el 24% en los niños de familias biparentales.
La realidad local, la constituyen las familias monoparentales de madres solteras,
principalmente de madres solteras que tuvieron sus embarazos en la adolescencia y por lo
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tanto son embarazos no deseados en su mayoría. Esto además implica que estas madres no
completaron sus estudios, dependiendo en un principio de la familia de origen ya que de
parte de su pareja el porcentaje de apoyo es mínimo.
Este niño parte con desventajas desde que se está engendrando, pues en la
mayoría es un hijo(a) no deseado. Los primeros meses de embarazo, éste es oculto y su
ingreso a los controles prenatales es tardío, hay mayores tasas de prematurez y bajo peso,
lo que puede predecir, a posterior, peores niveles de salud y de desarrollo.
Los niños aludidos en este ensayo (recién nacidos años 2003 -2004 Consultorio
Frutillar, niños de 0 – 6 años bajo control en Fresia y niños de 4 y 5 años de la Escuela
Básica de Fresia), pertenecen a familias de regular a pobres condiciones económicas.
Una vez que nace este niño, éste pasa a pertenecer a una familia monoparental o a
una familia extensa (abuelos, madre – hijo) que en un principio es un miembro de la familia
no esperado y que se va aceptando paulatinamente, principalmente por parte de los abuelos
que le dan amor, protección, sobreprotección y educación. Pero la pobreza, que es un factor
de riesgo frecuente en las situaciones de monoparentalidad, obliga a que la madre tenga que
trabajar por exigencia de sus padres, para ayudar a la alimentación y educación de este
niño.
Las madres solteras no reciben casi nunca ayuda económica de la pareja ni de los
parientes de su pareja, por lo que madres e hijos quedan más desprotegidos
económicamente.
En este contexto, la madre soltera deja su hijo con los abuelos o en un jardín
infantil, lo que hace que la relación afectiva se debilite y los estudios señalan que las madres
solteras tienen más conflictos con sus hijos y los supervisan menos, que en las familias
biparentales.
En las familias biparentales, las madres presentan menores índices de Depresión
que las madres solteras. En una muestra de mujeres blancas en Estados Unidos, en el grupo
10
de 18 – 19 años con un hijo, el 41% de las solteras presentaban síntomas de Depresión,
frente al 28% de las madres casadas con la misma edad. (7)
El informe insiste en la Depresión materna porque es, a la vez, un grave problema
de salud mental para las mujeres y un grave factor de riesgo para los hijos. Además de que
las madres solteras tienen mayor probabilidad de sufrir depresión, las consecuencias de la
depresión materna para el bienestar de los hijos, son más agudas en los hogares
monoparentales, probablemente porque la madre sola tiene menos apoyo, y porque los hijos
tratan menos con el otro progenitor, el no deprimido.
Por lo tanto, el apoyo precoz a las familias monoparentales ayudaría a que las
madres que viven este tipo de situación no presenten depresión, y en caso de presentarla,
el tratamiento antidepresivo debe ser instaurado rápidamente para no agravar la situación
del hijo.
Tal vez la pregunta inicial, se respondería mejor diciendo que la investigación llega
a una conclusión fundamental: “El matrimonio en un bien social importante, vinculado con un
impresionante catálogo de consecuencias positivas tanto para los niños como para los
adultos”. (4)
El matrimonio favorece las buenas relaciones entre padres e hijos.
El matrimonio es una especie de seguro contra la pobreza de madres e hijos. Lo
que más hace subir la tasa de pobreza infantil es el aumento de familias monoparentales. (4)
Existe una relación entre matrimonio y tasas bajas de consumo de alcohol y drogas,
tanto en adultos como en adolescentes.
No hay que dejar de mencionar que en las dos últimas generaciones ha crecido
mucho la aceptación social del divorcio, de la cohabitación, de las relaciones sexuales
prematrimoniales y del nacimiento de hijos fuera del matrimonio, lo que va creando nuevos
paradigmas.
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CONCLUSIÓN
Los datos estadísticos, arrojan que tanto en Chile, como en el resto del mundo, la
institución familiar está adoptando, con cada vez más fuerza, una nueva modalidad, esta es
la de “familias monoparentales”, en donde destaca mayoritariamente la ausencia paterna.
De la revisión bibliográfica, anteriormente expuesta, se desprenden una serie de
consecuencias, que van en directo desmedro de la integridad psíquica del o la menor, como
también del progenitor a cargo, razón por la cual, no se puede obviar esta nueva forma de
construir familia.
Una familia biparental es probablemente la mejor manera de criar a un niño
Cuando un niño presenta alteraciones conductuales, y existe el antecedente de
pertenencia a una familia monoparental, debemos preocuparnos de esta situación ya que el
futuro de este niño, dependerá de la posibilidad de superar en forma positiva y precoz los
conflictos que vive.
Esta situación familiar debe recibir una intervención especial y temprana de parte
del equipo de salud, dirigida especialmente a la madre (en caso de monoparentalidad) y/o a
los abuelos (en caso de familia extensa).
El apoyo que pueda recibir una madre perteneciente a una familia monoparental es
de vital importancia para que ese hijo no presente trastornos conductuales.
Este apoyo consiste en terapia bio-psico-social precoz.
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RECOMENDACIONES
Es necesario contar con la ayuda profesional de psicólogo o de personal de salud
perteneciente a un Equipo de Atención Primaria, entrenado y capacitado en Salud Mental y
Familiar.
Para el tratamiento de las alteraciones conductuales de este niño, no hay que dejar
de lado el tratamiento psicológico de la madre, ya que la acción de apoyo terapéutico debe
ser al binomio madre / hijo y/o abuelos (enfoque familiar), todos deben ser ayudados para
que la crianza sea beneficiosa y este apoyo debe realizarse en forma precoz.
Un flujograma adaptado a este tipo de situación, ayudará al equipo de salud a
trabajar con las madres (o persona a cargo), para enfrentar adecuadamente los pasos a
seguir realizando las consultorías apropiadas.
A nivel escolar (2 º ciclo básico y media) se deben realizar talleres que tomen el tema
de sexualidad responsable, demostrando que el formar una familia (matrimonio) es una
estabilidad que ayudará a que el desarrollo psicosocial del hijo sea positivo.
Una adolescente embarazada merece especial atención, desde el
inicio de sus
controles, presentándole guías anticipatorias para el manejo de la prevención de las
repercusiones psicosociales que pueda presentar su hijo.
Para el equipo de salud, es de vital importancia abordar este tipo de situación clínica
de manera multidisciplinaria, responsable, y con enfoque familiar. Y dado que este tipo de
familia es cada vez más frecuente en nuestra práctica diaria, debemos realizar
capacitaciones permanentes, para despertar la sensibilidad sobre este tema , y así ayudar a
la madre para que este gran número de niños , que serán los adultos del mañana, tenga un
desarrollo psicosocial lo más normal posible.
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BIBLIOGRAFÍA
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4.
Chouhy, R. Función paterna y familia monoparental: ¿Cuál es el costo de prescindir del
padre? Crecer sin padre: cambios y tendencias en la estructura de la familia
norteamericana.
5.
Estadísticas locales (Frutillar y Fresia) año 2004
6.
Educadoras de párvulos de Escuela Básica, Fresia (Sandra Venegas y Mónica
Fuentes)
7.
Matrimonio, la unión más provechosa, Revista Hacer Familia, Nº 85
14
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