TITULO: “RECONOCIMIENTO DE CREDITOS EN TITULOS VALORES: CONTRAVENCION ENTRE LA LEY DEL SISTEMA CONCURSAL PERUANO Y LOS PRINCIPIOS QUE SUSTENTAN LA TEORIA GENERAL CAMBIARIA” -ASESOR: CARMEN NEYRA ALVARADO -AUTORES: CESAR VALERA MALCA MARCO PEÑA GUTIERREZ -RESUMEN: La presente investigación aborda un tema novedoso, el mismo que reviste gran importancia en nuestra realidad socio- económica. La problemática que gira en torno al reconocimiento de créditos contenidos en títulos valores dentro del procedimiento concursal ordinario en contravención con los principios que sustentan la Teoría General del Derecho Cambiario, se cimenta en dos grandes pilares: Privilegiar la naturaleza abstracta inmanente de todo título o en su defecto privilegiar la exacerbada facultad del INDECOPI de auscultar el origen de un crédito derivado de un título valor. En el desarrollo de la presente investigación se utilizaron diferentes métodos: el inductivo-deductivo, el analítico-sintético, el comparativo; entre otros. Asimismo, las técnicas utilizadas fueron las apropiadas para el desarrollo del tema objeto de estudio. El presente informe se ha estructurado en seis capítulos, cinco de ellos abordan el marco teórico y un capítulo está destinado al análisis de un caso concreto referente a la materia de estudio. En el primer capítulo se desarrolla la parte general de los títulos valores en el derecho cambiario para luego, en el segundo capítulo abordar sobre los principios reguladores de la teoría general cambiaria. En el tercer capítulo se desarrolló la parte general y reglas que giran en torno al procedimiento concursal ordinario a nivel nacional y supranacional. 1 El cuarto capítulo aborda el estudio de la etapa de reconocimiento de créditos contenidos en títulos valores en sede concursal y el capítulo quinto trata esquemáticamente el Valor de la Empresa en Concurso. El capítulo especial está referido al análisis de un caso práctico relacionado con el tema de investigación, calificándolo jurídicamente a la luz de la legislación y de la doctrina; así como exponiendo su desarrollo procesal; para luego, plantear las apreciaciones finales. Los resultados han sido presentados esquemáticamente en cuadros de análisis y comparativos, que permitieron una eficiente discusión de resultados. Las conclusiones y recomendaciones abarcan los objetivos de la investigación desarrollada, de tal manera que resultan pertinentes y de aplicación a la realidad concursal y cambiaria peruana. 1. INTRODUCCIÓN. 1.1. Motivación y Fundamento. 1.1.1. Motivación. La Ley General del Sistema Concursal Peruano trae consigo una serie de aspectos importantes, uno de ellos es el referido al apersonamiento de los acreedores al procedimiento concursal, el artículo 32º señala que “El aviso de difusión de la situación de concurso del deudor, que se publica en el Diario Oficial El Peruano contendrá una citación a sus acreedores a fin que se apersonen al procedimiento ante la autoridad concursal competente y soliciten el reconocimiento de sus créditos”. Dicho aviso debe precisar el plazo límite de 30 días hábiles posteriores a su fecha de publicación para que los acreedores se constituyan o apersonen al procedimiento. 2 En este contexto cuando el obligado o deudor es declarado en situación de concurso el escenario se transforma para el acreedor cambiario; debido a que, por regla general, le está vedado acudir a los tribunales a exigir el pago de la deuda vencida y la ejecución de los bienes del concursado gracias al marco de protección legal que se extiende sobre su patrimonio. Así, entonces, de existir obligaciones contenidas en títulos valores ya no podrían, como sucedería ordinariamente, ser cumplidas en los términos y condiciones pactados, sino que se encontrarían limitaciones para acudir a la vía ejecutiva, exigir el pago de la obligación y eventualmente ejecutar los bienes de su deudor. Los títulos valores ingresan al procedimiento concursal mediante su reconocimiento por la autoridad concursal; no obstante a medida que se desarrolla el procedimiento concursal se presentarán ciertas situaciones o “trastornos” que normalmente se observan en círculos extraconcursales. Los principios contemplados para los títulos valores que son casi inoponibles en los procesos ejecutivos, no lo son en el ámbito concursal donde el reconocimiento de un crédito no afecta solo los intereses del deudor sino que repercute sobre los derechos de los acreedores. El principio de abstracción señala que un título valor se comporta como un negocio abstracto porque el derecho de crédito en el incorporado puede exigirse prescindiendo de la relación sustancial que le sirve de causa para su creación o circulación. Los créditos incorporados en títulos valores son reconocidos por el solo mérito de su presentación; sin embargo, la autoridad concursal está obligada a investigar su existencia, origen, legitimidad y cuantía en el caso de crédito invocados por acreedores vinculados con el deudor cuando existan elementos que hagan presumir una posible simulación de obligaciones y en los casos en que la autoridad concursal requiera de mayor información. Así, lo dispone el artículo 39º numeral 39.3 concordado con el artículo 38º numeral 38.5 de la Ley Nº 27809, Ley General del Sistema Concursal. De este último planteamiento se pueden precisar una serie de premisas: a) En primer lugar, los títulos valores son reconocidos por el solo mérito de su 3 presentación, es decir la autoridad concursal reconocerá los créditos en ellos contenidos sin tener que auscultar la relación causal; b) En segundo lugar, en mérito a la facultad investigadora que ostenta, por mandato legis, la autoridad concursal puede determinar la existencia, origen, legitimidad y cuantía de los créditos contenidos en títulos valores siendo requisito sine qua non que los acreedores estén vinculados con el deudor y que exista controversia o duda sobre la existencia de los mismos; y, c) La facultad investigadora de la autoridad concursal se extenderá cuando existan elementos en que hagan presumir una posible simulación de obligaciones y en los casos en que la autoridad concursal requiera de mayor información. De existir vinculación entre deudor concursado y acreedor, la autoridad concursal puede auscultar la causa del crédito contenido en el título valor, llámese una letra de cambio o por ejemplo un pagaré. Es decir, la literalidad, abstracción, incorporación, autonomía, formalidad, legitimación y buena fe cambiaria depondrían sus efectos ante la acérrima facultad investigadora de la autoridad concursal. Aquella facultad discrecional que ostenta la autoridad administrativa desnaturaliza las instituciones jurídicas que sustentan la teoría general cambiaria. No se puede concebir dentro de un procedimiento concursal cuya finalidad ha sido desjudicializar los problemas que surgen a nivel de deudores insolventes- que la autoridad concursal ostente facultades similares a las que detenta el órgano jurisdiccional. Si acaso se presentara un fraude, simulación o situaciones en las que se cuestione la validez o legitimidad de un título valor; entonces, aquel aspecto cuestionado, sería materia de investigación por la autoridad judicial competente, no correspondiendo a una autoridad administrativa cuestionar lo que universalmente consagra la teoría general que fundamenta la naturaleza jurídica y principios inmanentes de los títulos valores dentro del ámbito de circulación en el mercado económico nacional, inclusive internacional. 1.1.2. Fundamento. 4 La presente investigación tiene como fundamento la profundización de las instituciones jurídicas dentro del derecho cambiario y concursal en la problemática suscitada en torno a la contravención legislativa que atenta contra la seguridad y naturaleza jurídica de los títulos valores dentro del procedimiento concursal ordinario peruano al producirse el reconocimiento de créditos derivados y/o contenidos en títulos valores. La investigación encuentra también su fundamento en las contravenciones sistemáticas que se presentan en la Ley General del Sistema Concursal, Ley Nº 27287 y la Ley de Títulos Valores Vigente, Ley N° 27287; en cuanto regulación de reconocimiento de créditos derivados y/o contenidos en títulos valores en sede concursal, desnaturalizándose en dicho procedimiento la razón de ser de los principios generales en materia cambiaria. 1.2. Objetivos. 1.2.1. Objetivos Generales. Conocer la problemática que gira en torno a los principios y reglas que rigen a los títulos valores dentro del reconocimiento de créditos en un procedimiento concursal ordinario. Determinar las repercusiones que genera dentro del ámbito de un procedimiento concursal ordinario la emisión de valores de empresas en concurso. Incentivar a futuras investigaciones respecto del tema permitiendo su diseminación en el ámbito jurídico. 1.2.2. Objetivos Específicos. 5 Demostrar que los principios de literalidad y abstracción que subyacen en todo título valor resultan inoponibles frente a la facultad investigadora de INDECOPI como autoridad competente en el reconocimiento de créditos dentro de un procedimiento concursal ordinario. Diferenciar a los títulos valores como medios para el reconocimiento de créditos en un procedimiento concursal ordinario de los valores de la empresa en concurso. Identificar si la ley concursal peruana establece límites a la facultad investigadora del INDECOPI dentro de un procedimiento concursal ordinario en la etapa de reconocimiento de créditos contenidos en los títulos valores. Demostrar la contravención existente entre los principios que sustentan la Teoría General de los Títulos Valores con las disposiciones legales que rigen el sistema concursal ordinario peruano en el reconocimiento de créditos contenidos en títulos valores. Establecer la viabilidad del valor de la empresa en concurso para su negociación en los diferentes ámbitos dentro de nuestro sistema económico, por ejemplo, su negociación en el mercado de valores. 1.3. Planteamiento del Problema. 1.3.1. Realidad Problemática. No debe confundirse la “creación” de un título valor con la “emisión” de éste. Al respecto, Luis Muñoz señala que la emisión del título valor es el acontecimiento, en virtud del cual, éste sale del poder de disposición del emitente, para pasar a la esfera de disposición de otros sujetos, legitimándolo de tal forma que pueda valerse del título. Se puede citar como ejemplo, el proceso de creación de acciones regulado en el artículo 83º de la Ley General de Sociedades, que señala que éstas se crean en el pacto social, o posteriormente por acuerdo de Junta General; en cambio la emisión consistiría, según dicha apreciación, en la entrega 6 del título valor a su titular, de forma tal que éste pueda ejercer los derechos provenientes del mismo, afectarlo, gravarlo y disponer del mismo. “La emisión del título es el acto por el cual el título sale del poder de disposición- poder de hecho- del suscriptor, para pasar al poder de disposición de otro sujeto (tomador), que queda legitimado para valerse del título frente al suscriptor; en síntesis, es el momento en el cual el título es puesto en circulación” (Beaumont: 2000; 32). La problemática que abordaremos está vinculada directamente con al tratamiento de títulos valores inmersos dentro de un procedimiento concursal. Así, los títulos valores ingresan al procedimiento concursal mediante su reconocimiento por la autoridad concursal. En principio, el reconocimiento de créditos sustentado en títulos valores tiene un tratamiento distinto en la praxis jurídica que puede trastocar ciertos aspectos normativizados por ley especial. Así, por ejemplo, el reconocimiento de un crédito contenido en un título valor en los que la autoridad concursal “requiere de mayor información” para determinar su origen, existencia cuantía o legitimidad. En el año 2004 se afirmó que : “Cuando el crédito invocado está incorporado en una letra de cambio cualquier otro título valor , resulta apropiado reconocer el crédito en mérito a la literalidad del título , en aplicación de los principios de simplicidad , celeridad administrativos… pero al y economía de los procedimientos igual que el criterio general, si la autoridad administrativa presume la posible existencia de una vinculación entre las partes o tiene elementos de juicio que le haga suponer una simulación del crédito, debe necesariamente investigara la relación causal , es decir el origen del crédito para determinar a su legitimidad” ( Montoya; 216). El reconocimiento de la obligación por parte de la empresa deudora no eximirá a la autoridad administrativa de su deber de verificación. Tratándose de un acreedor endosatario, éste no requiere acreditar el vínculo con el concursado, lo que debe de verificar en este presente caso es que la operación que originó el título valor existió realmente y que el solicitante del reconocimiento recibió por endoso el título en forma legítima. La Sala de Defensa de la Competencia del Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad Intelectual ha resuelto (Resolución Nº 060-97-TDC, Diario Oficial El Peruano, 17 de diciembre de 1997) como criterio de obligatorio 7 cumplimiento que el los procesos de ejecución en los que no hay controversia sobre la existencia, origen, legitimidad o cuantía de los créditos, la autoridad concursal no está impedida de pronunciarse sobre el reconocimiento solicitado. En tal sentido ha dispuesto que: “La autoridad concursal únicamente deberá inhibirse de reconocer créditos, cuando se pruebe en el procedimiento a su cargo que la controversia judicial está directamente referida a la existencia, origen, titularidad, legitimidad o cuantía de tales créditos. Adicionalmente, en éste último caso, es decir, cuando exista controversia sobre la cuantía de los créditos, la inhibición solo procederá respecto del monto controvertido y se deberá reconocer la parte no discutida de los créditos materia de la solicitud que hayan sido acreditados, puesto que no existe identidad entre la materia del procedimiento judicial (pago) y el reconocimiento de los créditos que significa el reconocimiento de un derecho patrimonial (Pinkas: 2003; 542). Montoya, A. señala: “Si un título valor entra en circulación entra en circulación pierde la relación causal generadora del documento. Cada uno de los posteriores endosatarios es también ajeno a las causas que originaron la creación del título, y no tiene otra relación con el primer tomador y con los sucesivos endosatarios, que la resultante del título, en virtud de la colocación de las firmas en el reverso del documento y que forman la cadena de endosos. Los títulos al circular se liberan de su causa. Nadie los adquiriría si tuviese que indagar su procedencia. Hay que abstraerlos de su procedencia para permitir una circulación económica fuerte y solvente. Abstractos son los derechos en ellos consignados, por valer tan solamente la fuerza de su literalidad” (2002; 18-19). En un procedimiento concursal, los principios que sustentan la teoría general cambiaria encuentran serios límites cuando la Comisión Concursal del INDECOPI decide investigar de oficio o a petición de parte la existencia, origen y legitimidad de dichos créditos. Esta situación jurídica puede traer consigo una serie de consecuencias negativas. Por ejemplo, incidencia en el orden de prelación de acreedores al momento de la realización de la masa concursal si acaso la empresa en concurso termine en liquidación o disolución. El tema de reconocer un título valor en sede concursal merece un tratamiento legislativo especial. Se pueden presentar situaciones como las que la Comisión reconozca un crédito a cierta persona vinculada o no con el concursado(a) y luego en sede judicial resulte ser un crédito controvertido. Es 8 decir, la certeza respecto al origen o legitimidad del título valor aún estarían en espera de una decisión judicial. Si se optara solo por honrar los principios cambiarios contenidos en los títulos valores, pueden suceder situaciones mezquinas como las que se reconozca créditos con vicios de simulación absoluta, dejando mermado los derechos de verdaderos acreedores. Pero aquel aspecto, encontraría soluciones concretas en vías distintas (Órganos jurisdiccionales) a la vía administrativa (la autoridad concursal). Ahora si se optara solo por dar amplias facultades de investigación a la Comisión para que determine cuáles serían aquellos créditos que deben ser reconocidos o no, dejaríamos abierta la posibilidad de caer en la arbitrariedad y puedan presentarse situaciones en las que no necesariamente un crédito contenido en título valor sea simulado o fraudulento. Además el punto medular es que se generaría una inseguridad jurídica en materia cambiaria, desnaturalizando los principios inmanentes a todo título valor. No se puede concebir que una autoridad administrativa ostente facultades que incidan sobre la emisión válida de un título valor. Definitivamente deben armonizarse criterios legislativos a efectos de que no se presenten situaciones como las que el objeto de nuestra investigación plantea. Otro aspecto relevante a conocer es el tratamiento de aquellos títulos valores emitidos dentro del procedimiento concursal denominados “Valores de Empresas en Concurso”, que representan los derechos de crédito de los acreedores sometidos a un procedimiento concursal que hubieren sido reconocidos por la autoridad administrativa competente. Es decir estos títulos valores sólo pueden emitirse de acuerdo a las disposiciones glosadas en la Resolución de CONASEV Nº 096-2002-EF/94.10, después del reconocimiento de créditos por la autoridad concursal. Esta problemática la abordaremos para determinar la viabilidad práctica de este nuevo título valor- no creado por ley pero si facultado por ésta- en el mercado económico nacional. El reconocimiento del crédito que proviene de un título valor, podría entonces estar representado por “un Valor de Empresa Concursada”. La negociación y circulación de este nuevo título valor es una innovación en nuestro ordenamiento jurídico. Esta situación está en vinculación directa con el tema materia de investigación, que abordaremos detalladamente. 9 La creación del Valor de Empresa Concursada encuentra su fundamento legal en el artículo 3º de la Ley Nº 27287 dispone la creación de nuevos títulos valores, diferentes a los contemplados taxativamente en ella, se hará por ley o por norma legal distinta en caso de existir autorización para el efecto emanada de la ley o conforme al artículo 276º del acotado cuerpo normativo. Así, se faculta a determinadas instituciones como la Superintendencia de Banca y Seguros y la CONASEV para autorizar la creación, emisión, negociación y adquisición de valores mobiliarios e individuales por parte de las personas y empresas sujetas a su control; asimismo, las empresas bancarias también están facultadas a emitir valores mobiliarios representativos de derechos sobre acciones, obligaciones, etc. Es decir, la creación de los títulos valores está vinculada a la legalidad o tipicidad cambiaria. 1.3.2. Antecedentes y Justificación del Problema. 1.3.2.1. Antecedentes. Respecto al tema materia de investigación, no encontramos mayores antecedentes doctrinarios a nivel nacional que traten la materia planteada de manera frontal salvo algunas publicaciones realizadas en revistas jurídicas especializadas y en módulos de trabajo compiladores de las escuelas de post grado de algunas universidades nacionales en materia concursal. Palmadera, expone algunos aspectos importantes del tratamiento de los títulos valores en el ámbito concursal, abordando en líneas generales temas como títulos valores perjudicados en sede concursal, el orden de preferencia en el pago de los créditos cambiarios y la negociación de títulos valores durante los procesos concursales, respondiendo a interrogantes que se plantea, a saber, por ejemplo: ¿cómo se realiza el reconocimiento de créditos incorporados en títulos valores y cuál es el tratamiento de los títulos valores perjudicados en sede concursal?; entre otras (2002; 116). 10 El autor Maffía, hace referencia a lo que la Ley de Concursos Argentina prescribe en su artículo 33º: “…el pedido de verificación debe contener la indicación de la causa del crédito…”. Sostiene que esa noción de causa coincide con la relación subyacente en materia de documentos circulatorios (2000; 12). Si se acompañan títulos cambiarios al pedido de verificación, se entiende por causa del crédito la relación subyacente; pero como esa relación se limita a los partícipes directos de la relación, cuando el documento ha circulado puede no existir un vínculo entre el concursado- sea o no el librador- y quien pide verificación. En la Cámara Nacional de Comercio Argentina, cuando tenía cuatro Salas se suscitó una contraposición frontal: Dos Salas consideraban que era suficiente la adjunción del documento cambiario, mientras que las otras dos sostenían que el hecho de fundar un pedido de verificación en un título abstracto no eximía del deber de “indicar” la causa, o como refiere la legislación paraguaya, “expresar” la causa. Con sobrada razón, la Cámara Nacional de Comercio Argentina convocó a tribunal plenario que se pronunció el 26 de diciembre de 1979 (“Translínea S.A., c. Electrodinie S.A.”), sentando la siguiente doctrina: “El solicitante de verificación de créditos en concurso, con fundamento en pagarés con firma atribuida al fallido, debe declarar y probar la causa, entendidas por tal, las circunstancias determinantes del acto cambiario del concursado, si el portador fuese su beneficiario inmediato, o las determinantes de la adquisición del título por ese portador de no existir tal inmediatez”. Esa Doctrina fue reafirmada, seis meses más tarde, con relación al cheque (plenario “Difry”). El miembro de la Cámara, Anaya, llamó a esta situación “carga universal de verificación”. Si bien el artículo 33º de la Ley de Concursos Argentina alude al término de “indicar” la causa, el plenario dice “probar”; exigencia visiblemente más severa. Maffía, al respecto señala que eso se explica porque la decisión fue tomada en un incidente de verificación tardía. La Cámara Argentina sólo se pronuncia en caso de incidentes- no en las hipótesis normales de verificación, reguladas por los artículos 33º al 37º de la Ley de Concursos, porque si un crédito no se discute entonces se verifica; y si se discute, la cuestión se ventilará por vía incidentalrevisión-, vía que también procede cuando se intenta la incorporación al pasivo con 11 posterioridad al término de la convocación, o sea, el incidente de verificación tardía. Por otro lado, la Ley General del Sistema Concursal Española, Ley Nº 22/2003 establece en su artículo 86° numeral 86.1 que: “...corresponderá a la Administración Concursal determinar la inclusión o exclusión en la lista de acreedores de los créditos puestos de manifiesto en el procedimiento. Esta decisión se adoptará respecto de cada uno de los créditos, tanto de los que se haya comunicado expresamente como de los que resultaren de los libros y documentos del deudor o por cualquier otra razón constaren en el concurso. Todas las cuestiones que se susciten en materia de reconocimiento de créditos serán tramitadas y resueltas por medio del incidente concursal…”. Como es de apreciarse, la legislación española en materia concursal es más proteccionista respecto al reconocimiento de créditos dentro de un proceso o procedimiento concursal; toda vez que de existir divergencia ex anc o ex post el reconocimiento de crédito será materia de incidente concursal. Lo que no sucede en nuestra legislación concursal. 1.3.2.2. Justificación del Problema. La presente investigación tiene una doble justificación: una de carácter académica y otra de carácter social. La justificación académica se presenta porque permitirá conocer, esclarecer y determinar la problemática que gira en torno a los principios y reglas que rigen a los títulos valores dentro del reconocimiento de créditos en un procedimiento concursal ordinario, evidenciando las claras contradicciones entre los principios que rigen la teoría general cambiaria atentando contra la seguridad jurídica inherente a todo título valor. El estudio de las instituciones jurídicas inmersas en el presente estudio acrecentará y aportará nuevos conocimientos en estas materias, coadyuvando a un mejor tratamiento y comprensión de las mismas. La justificación social se presenta en el conocimiento de las repercusiones que causa el objeto de la investigación en el ámbito del derecho 12 comercial, concursal, socio-económico y socio- jurídico. Asimismo, la investigación ayudará también a conocer la utilidad y viabilidad práctica de los valores de la empresa en concurso como títulos valores emitidos dentro de un procedimiento concursal para su negociación en el mercado económico nacional. 1.4. Enunciado del Problema. ¿De qué manera la Ley General del Sistema Concursal Peruano al establecer el reconocimiento de créditos derivados y/o contenidos en títulos valores dentro de un procedimiento concursal ordinario contraviene los principios reconocidos por la teoría general cambiaria? 1.5. Hipótesis. La Ley General del Sistema Concursal Peruano al establecer el reconocimiento de créditos derivados y/o contenidos en títulos valores dentro de un procedimiento concursal ordinario contraviene los principios reconocidos por la teoría general cambiaria de manera negativa, afectando la seguridad jurídica inherente a todo título valor. 1.6. Material y Métodos. 1.6.1. Material de Estudio. Será materia de estudio, todos los créditos reconocidos por la Comisión de Procedimientos Concursales del INDECOPI contenidos y/o derivados de títulos valores. 13 1.6.2. Población Muestral. Los procedimientos concursales ordinarios en los que exista reconocimiento de créditos contenidos y/o derivados de títulos valores, tramitados en la Comisión de Procedimientos Concursales de la Ciudad de Lima; así como los tramitados en la Comisión delegada de la ciudad de Trujillo. Se analizará el expediente administrativo sobre el caso del procedimiento de disolución y liquidación de la empresa Grifo La Merced S.A. llevado a cabo en la ciudad de Trujillo. 1.6.3. Métodos y Técnicas. 1.6.3.1. Métodos. En la presente investigación se utilizaron los siguientes métodos: El Método Inductivo-Deductivo, se utilizó en el conocimiento previo de los antecedentes doctrinarios y legislativos de la teoría general cambiaria y del sistema concursal para determinar cuál es la problemática actual en nuestro ordenamiento jurídico en torno al objeto, justificación y conclusiones de nuestra investigación. Asimismo será usado en la aplicación de conceptos, técnicas y procedimientos de análisis obteniendo resultados específicos de la generalidad de los datos obtenidos. El Método Hermenéutico-Jurídico, se utilizó en la interpretación de la legislación concursal y cambiaria peruana que regula el reconocimiento de créditos contenidos y/o derivados de títulos valores en el procedimiento concursal ordinario, con la finalidad de esclarecer el significado de las normas jurídicas implicadas. 14 El Método Analítico-Sintético, se usó en la ejecución de la presente investigación a fin de sistematizarla y profundizar en las referencias doctrinarias y legales que fundamenten el estudio de las materias involucradas asimismo luego servirá para expresar los resultados discutidos y llegar las conclusiones. El Método Comparativo, se aplicó con la finalidad de comparar los rasgos o características esenciales de los sistemas doctrinarios que fundamenten la normatividad en materia de Derecho Cambiario y Derecho Concursal, para luego en base a las compatibilidades de los mismos poder llegar a conclusiones. 1.6.3.2. Técnicas. Se aplicó la técnica de acopio documental para la obtención de la información doctrinaria y legislativa; asimismo, se utilizó la técnica de fichaje en la recolección de la información necesaria de los principales autores nacionales y extranjeros; la técnica de observación indirecta fue utilizada en las diferentes etapas de la presente investigación. En el acopio de información, en la búsqueda de casos prácticos, en la búsqueda de emisión de valores de empresas concursadas después del reconocimientos de créditos en sede concursal, etc. La técnica de estadística descriptiva se utilizó en la elaboración de los resultados de la presente investigación. 1.7. Diseño de Experiencia. Para la recolección de datos. - Recurrir a internet para obtener información de las diferentes páginas web respecto al tema. 15 - Visitar el INDECOPI y la Cámara de Comercio y Producción de La Libertad a obtener información sobre el tema de investigación. - Acudir a las bibliotecas de las Facultades de Derecho y Ciencias Políticas de las diferentes universidades de Trujillo y de la ciudad de Lima. - Dialogar con especialistas en materia Concursal y en materia Cambiaria. - Adquirir libros de Derecho Cambiario y de Derecho Concursal. Para el análisis del caso. - Se realizará la búsqueda de un expediente que permita demostrar la contravención que se da a la Teoría General Cambiaria en el reconocimiento de créditos derivados y/o contenidos en títulos valores dentro de un procedimiento concursal. - Se extraerá fotocopias de dicho expediente para poder analizar el criterio adoptado por el INDECOPI, como autoridad administrativa competente en sede concursal. - Se verificará si el procedimiento se ha llevado conforme a ley. - Se estudiarán algunos precedentes de observancia obligatoria a nivel nacional emitidos por el INDECOPI. Para la presentación de los resultados. - Búsqueda en el INDECOPI de los casos de créditos reconocidos contenidos o derivados de títulos valores. - Determinar la viabilidad de pago de dichos créditos reconocidos contenidos o derivados de títulos valores para los acreedores. - Indagar en el INDECOPI, si luego de reconocido los créditos que forman la masa concursal, los acreedores han solicitado a la Comisión, la 16 emisión de Valores de Empresa en concurso para su negociación en el mercado económico. - Exponer los resultados obtenidos en cuadros estadísticos para su posterior análisis y discusión. 1.8. Instrumentos. Fichas de Registro: Bibliográficas y Hermenéuticas. Fichas de Investigación: Ficha textual, de resumen, de comentario, fichas combinadas o mixtas. Textos bibliográficos de doctrina nacional y extranjera. Revistas nacionales y extranjeras. Legislación y jurisprudencia nacional y extranjera. Publicaciones diversas, relacionadas con el tema materia de investigación. 1.9. Limitaciones Confrontadas. Debemos dejar constancia que, uno de los obstáculos presentados para la ejecución de la presente investigación fue la escasez de fuentes bibliográficas, pues mientras en Argentina se discute arduamente, doctrinaria y jurisprudencialmente la problemática que gira en torno al reconocimiento de créditos contenidos en títulos valores dentro de un procedimiento concursal frente a los principios subyacentes de la Teoría General del Derecho Cambiario, la dogmática nacional en materia concursal y cambiaria aún no cuenta con investigaciones al respecto. 17 El tratamiento doctrinario nacional del tema investigado ha sido muy superficial, a pesar de que en la práctica jurisprudencial se ha constituido en todo un debate, existiendo posiciones encontradas; las mismas que no han hecho más que reafirmar el compromiso que motivó la presente investigación en un campo no muy explorado pero que revierte de mucha importancia en la realidad económico social peruana. Es menester mencionar la gran resistencia que observamos en la entidad administrativa competente de los procedimientos concursales (INDECOPI) para permitir el acceso a la información de casos concretos en los que el debate en torno al reconocimiento de créditos y los principios inmanentes a todo título valor se constituye en un tema cada vez más complicado con tendencias jurisprudenciales y legislativas encontradas. Por último, resulta propicio resaltar la ausencia de casos concretos en los que se hayan emitidos Valores de Empresa Concursadas post reconocimiento de créditos dentro de un procedimiento concursal ordinario, lo que dificultó más aún el presente análisis. La doctrina extranjera y los debates jurisprudenciales nacionales y supranacionales enriquecieron y motivaron el tema materia de estudio; por lo que, consideramos haber cumplido con los objetivos propuestos al iniciar la investigación. 2. MARCO TEORICO. CAPITULO I 18 LOS TITULOS VALORES EN EL DERECHO CAMBIARIO 1) Antecedentes. El desarrollo histórico de los títulos valores han seguido la vía lenta pero el seguro camino hacia la unificación. El concepto unitario de título valor es una construcción típica de las doctrinas italiana y alemana. Los juristas alemanes desarrollaron dicha doctrina en la segunda mitad del siglo XIX, llegando el concepto de WERTPAPIERE con la obra de Brunner a cimentarse y constituirse en el modelo para la elaboración de la teoría de los títulos valores en Italia. Los juristas italianos plasmaron la existencia de una disciplina unitaria de los títulos valores en el Código Civil de 1942, caracterizándose por ser la única a nivel europeo que se presenta como una disciplina de principios generales comunes a cada categoría de títulos valores. En América Latina, México fue el primer país que enmarcó en su legislación positiva la disciplina legal de los títulos valores, “lo cual obra en la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito publicada el 27 de agosto de 1932” (Bravo: 2000; 38) En el Perú, el Código de Comercio de 1902, se caracterizaba por la inexistencia de una reglamentación íntegra y sistemática del título valor, es decir se normaba cada categoría de títulos en forma aislada, careciéndose de un conjunto de disposiciones comunes y generales que sean aplicables a todos los títulos valores. Posteriormente se dio la Ley N° 16587 del 15 de Junio de 1967, que entró en vigencia el 31 de marzo de 1968, tratándose aquí de una verdadera disciplina unitaria en la cual s e han previsto normas de aplicación global a toda la diversidad de títulos valores que circulan en nuestra realidad socio- económica; y finalmente se dio la Ley N° 27287 publicada el 19 de Junio del 2000 y entró en vigor el 17 de Octubre del año 2000, en la cual se ha regulado 23 títulos valores, siendo dicha ley más explícita y clara que la anterior , ampliando las reglas generales aplicables a todos los títulos valores y 19 considerando nuevos aspectos por ejemplo el referido a las cláusulas especiales de los títulos valores. 2) Concepto de Título Valor. En el derecho positivo no existe un concepto legal de título valor, razón por la cual recogeremos definiciones doctrinales cuyo análisis nos ayudará a comprender los que se entiende por título valor. “Títulos Valores son aquellos documentos que contienen de manera eficaz un derecho exigible a favor de determinada persona o de su poseedor o tenedor en razón de transferencia mediante endoso, ambos participan de la naturaleza jurídica de las obligaciones en general” (Sagástegui: 1996; 193). Bataller sostiene que, títulos valores “son una serie de documentos mercantiles que contienen la declaración unilateral de una persona que se obliga a realizar una prestación determinada a favor de otra persona identificada por la tenencia legítima dl documento” (2005; 245). Por otro lado, en la doctrina inglesa se destaca que el título valor (negotiable instrument) contiene “una promesa de pago exigible por cualquier poseedor de buena fe, al que no podrán oponerse excepciones personales derivadas del anterior poseedor” (Broseta: 1991; 590). El concepto anglosajón es más restringido ya que sólo pueden ser “negotiable instruments” los documentos que tengan por objeto una suma dineraria, y los tratadistas angloamericanos consideran quasi negotiable instruments los títulos valores sobre mercancías y los de participación. Brunner, citado por Bravo, señala documento privado que no se puede que “el título de crédito es el ejercer si no se tiene el título a disposición” (2000; 40). En esta definición se deja de lado la índole literal y autónoma del derecho en él mencionado. Asimismo; Vivante, citado por Uria, señala que: “el título de crédito es un documento necesario para ejercer el derecho literal y autónomo expresado en 20 él” (1997; 905). Dicho concepto marca los elementos integrales del título valor; se habla de documento necesario porque la posesión y la presentación o exhibición del mismo son indispensables para ejercitar el derecho. Así también se refiere a la literalidad del derecho en el sentido de que su contenido, extensión y modalidades dependen exclusivamente del tenor del documento. Por último al decir que el derecho es autónomo se afirma que el poseedor del título ejercita un derecho propio, originario y no derivado, y al que no se le pueden oponer por tanto las excepciones personales de los tenedores precedentes. El maestro Asquini señala que: “título de crédito es el documento de un derecho literal destinado a la circulación, para conferir de modo autónomo la titularidad del derecho al propietario del documento y necesario y suficiente para legitimar al poseedor al ejercicio del derecho mismo” (Araya: 1989; 35). Hace referencia a dos situaciones: la de titularidad y la de legitimación. Para Ascarelli, citado por Araya, “título de crédito es aquel documento escrito y firmado, nominativo, a la orden o al portador , que menciona la promesa unilateral de pago de una suma de dinero o de una cantidad de mercadería, con vencimiento determinado o determinable o la entrega de mercaderías o de títulos especificados y que estén solamente destinados a la circulación, así como aquel documento que constate con la suscripción de uno de los administradores la calidad de socio de una sociedad anónima” (1989; 37) . Esta definición tiene un carácter descriptivo. Araya sostiene que “título de crédito es un negocio jurídico que consiste en una declaración unilateral de voluntad constitutiva de una promesa de orden vinculante dado el carácter circulatorio del título y es además incondicional e irrevocable” (1989; 37). Finalmente para Garrigues, citado por Broseta, considera que: “el título valor es un documento de derecho privado, cuyo ejercicio y cuya transmisión están condicionados a la posesión del documento” (1991; 590). 3) Ámbito de aplicación y temporalidad de la Ley de Títulos Valores. 21 3.1. Ámbito de aplicación. Es menester precisar si la ley de Títulos valores se aplica a todos los títulos que conocemos o si solo se está ante un número determinado de títulos valores. La anterior ley, contemplaba el vale a la orden, el cual ya no se encuentra contemplado en la legislación cambiaria vigente, por lo cual si se diera las características de este título valor ya no sería considerado como tal sino sencillamente un documento que representa una obligación, diferente sería al situación de que dicho vale ha sido emitido en fecha anterior a la vigencia de la nueva ley, allí seguirá teniendo la calidad de título valor y gozará de los derechos que otorgan la ley para su cobranza. La ley de Títulos Valores en su artículo 277.1 señala “que se aplican sus normas a aquellos títulos creados con posterioridad a la vigencia de la ley , salvo que ésta haga la salvedad pertinente, es decir que para no aplicar la ley a los títulos que se creen, la norma que los cree debe especificar si se les excluye de la aplicación de la ley , el silencio no trae otra consecuencia que aplicar la ley de títulos valores” (Montoya: 2004; 29). En el caso de existir un título que no se ha incluido en la Ley N° 27287 y ha sido creado por ley anterior , el artículo 277.2 señala : “los títulos valores cuya emisión esté autorizada por leyes especiales, igualmente se regirán por la presente ley, en todo aquello que no resulte incompatible con ellos” ; con esto se articula el área de influencia de la ley y al aplicación de sus normas a los títulos valores que no fueron incluidos en forma específica en la nueva ley de títulos valores ; tal es el caso de los títulos de participación derivados de la reducción de capital social a que alude el artículo 104º de la Ley General de Sociedades. Mediante la interpretación sistemática de las fórmulas jurídicas de los artículos 3º y 276º de la actual ley, se permite a organismos técnicos del Estado , tales como la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS) y la Comisión Nacional de Supervisión de Empresas y Valores (CONASEV) la creación, emisión negociación y adquisición de valores mobiliarios e 22 individuales por parte de personas y empresas sujetas a su control; otorgando de esta manera una mayor flexibilidad para que dichas entidades tengan la capacidad determinante para crear nuevos instrumentos financieros y patrimoniales, con las características de los títulos valores, a fin de agilizar la actividad mercantil empresarial. Tal es el caso de la Resolución CONASEV N° 096.2002-EF/94.10 que crea el Valor de la Empresa en Concurso, y el Valor de Producto Agrario creado por la ley N° 28055 y la Resolución CONASEV N° 110-2003-EF/94.10 aprobó el Reglamento del Segmento Especial del Valor del Producto Agrario en la Rueda de Productos de las Bolsas de Productos. 3.2 Ámbito de temporalidad. La Ley N° 27287 fue publicada el 19 e junio del 2000 y entró en vigor el 17 de Octubre del año 2000, es decir 120 días después de su publicación configurándose la vacatio legis, la cual es el lapso de tiempo que va desde la publicación hasta al entrada en vigencia de la norma, quedando con esta Ley derogada la Ley N° 16587 de conformidad con la primera disposición derogatoria de la ley. Las normas de derecho transitorio o de transición, son normas de carácter formal , en cuanto que no regulan ellas mismas de una manera directa la realidad, sino que son normas de colisión que tratan de resolver los conflictos intertemporales, normas de remisión , normas indicativas de las normas que deben de ser aplicables. Al respecto la primera norma transitoria de la ley N° 27287 señala que: no se les podrá negar la calidad de títulos valores a los vales a la orden emitidos antes de entrar a regir la nueva ley, por cuanto la nueva ley de títulos valores no lo contempla. La segunda disposición transitoria hacer referencia a los títulos valores que sí estuvieron contemplados en la antigua y en la nueva ley como títulos valores, sin embargo que haya variado la exigencia en los requisitos de contenido o alguna formalidad, en tal supuesto el título valor se sigue rigiendo 23 por la norma derogada que ultractivamente mantienen su vigencia para regular la validez del título valor emitido durante su vigencia. Se denomina aplicación ultractiva de la ley “cuando el dispositivo derogado o modificado, pretende ser aplicado a hechos o relaciones jurídicas ocurridos durante su vigencia, no obstante haberse emitido otra norma que regula los mismos supuestos de hecho o situaciones” (Montoya: 2004; 40). En el caso de la Ley de Títulos valores se puede apreciar que la aplicación ultractiva, en lo que se refiere a la Segunda Disposición Transitoria, opera por vía de excepción de la teoría de los derechos adquiridos, donde dicha norma declara expresamente el reconocimiento de validez de los títulos y de los derechos que de él emanan regulados por la ley anterior respecto de títulos valores, que precisamente ha sido derogada por la nueva ley. En efecto, en aplicación de la nueva ley, los títulos creados, emitidos y que se encuentren en circulación, pendientes de vencimientos o de pago, se continuarán rigiendo por la ley anterior. 4) Clasificación de los Títulos Valores- Criterios. La doctrina presenta distintas clasificaciones para agrupar a los títulos valores atendiendo a diversos criterios entre los cuales tenemos: 4.1. Por la causa de su emisión. a) Títulos causales: son aquellos en los cuales el acto jurídico que les dio origen se encuentra expresado en el propio documento cambiario. b) Títulos abstractos: son los que se desvinculan totalmente del acto jurídico o causa que les dio nacimiento, es decir, prescinden de la fuente que los originó, en otras palabras “ la causa existen mas no se le menciona en el 24 título y no se le refiere pues el contenido del título consiste en la pura obligación de pagar una suma de dinero” (Beaumont; 2000; 59). 4.2. Por la naturaleza de los derechos incorporados en el título. a) Títulos de crédito: “son aquellos caracterizados por incorporar un derecho de crédito de contenido pecuniario” (Bataller: 2005; 25). b) Títulos personales o corporativos: “son aquellos que tienen como objeto principal la facultad de atribuir a su poseedor una calidad personal. Un ejemplo típico son las acciones “ (Araya: 1989; 113). c) Títulos de tradición o representativos de mercaderías: son aquellos que incorporan un derecho real que implica la posesión de bienes y el poder de disposición de los mismos. 4.3. Por la formalidad. a) Títulos formales: son los que tienen forma tasada por ley, sus efectos jurídicos están determinados por la satisfacción de menciones que la ley señala. b) Títulos no formales: son los de forma libre. 4.4 Por la modalidad de su emisión. a) Títulos individuales: “son aquellos creados para cumplir con una obligación determinada” (Pérez: 1990; 198). Tienen una circulación restringida a un número limitado de personas. b) Títulos en serie: son los creados en múltiples unidades equivalentes entre sí y permutables. Se les señala íntegramente una determinada serie y con un número progresivo que los individualiza respecto de los similares y los hace no fungibles. 25 4.5 Por el soporte que los representa. Si bien lo más frecuente es que los títulos valores se representan a través de soportes materiales, también pueden representarse mediante anotaciones en cuenta, lo cual, implica su previa desmaterialización. Así tenemos a: a) Títulos valores materializados: son aquellos que representan derechos incorporados en un título o certificado físico. b) Títulos valores desmaterializados: “son aquellos representados mediante anotaciones en cuenta e inscritos ante una Institución de compensación y Liquidación de Valores, es decir, que no se incorpora en un soporte material o físico” (Montoya: 2004; 123). 4.6 Por la complejidad de los derechos incorporados. Esta clasificación incide en el número de derechos incorporados o representados en el título valor. Así tenemos: a) Títulos simples: son aquellos que incorporan derechos de una clase. b) Títulos complejos: son aquellos que representan más de una clase de derechos. Por ejemplo el Título de Crédito Hipotecario Negociable representa a la vez la garantía hipotecaria y el crédito consignado a favor de su tenedor, y al transferirlo se transfieren ambos derechos, tanto el crédito como el derecho real de hipoteca que lo garantiza. 4.7 Por su forma de transmisión. a) Títulos valores al portador: son aquellos que tienen la particularidad de no designar a una persona determinada como su beneficiario, confiriendo la titularidad 26 legitima del documento cambiario a su simple poseedor. Se transmiten por la simple entrega o por tradición. b) Títulos valores a la orden: son aquellos que llevan inserta la cláusula “a la orden”, en la cual se señala el nombre del tomador o beneficiario del título valor. Se transmiten por endoso. c) Títulos valores nominativos: son aquellos que se expiden a favor de persona determinada, quien asume la calidad de titular de dicho título valor. Se transmiten por cesión de derechos. 4.8 Por su autosuficiencia. a) Títulos completos: son aquellos que presentan todos sus elementos formales esenciales y se encuentran expeditos para su cobro. b) Títulos incompletos: son también llamados títulos valores incoados o empezados, y se caracterizan porque en ellos el aceptante ha implantado su firma (único requisito que no puede faltar) dejando en forma deliberada, total o parcialmente, espacios en blanco para ser llenado por el tenedor legítimo de acuerdo a lo convenido previamente. 4.9 Por el alcance de su negociabilidad. a) Títulos restrictivos: son aquellos a los que se limita su negociabilidad mediante la inserción de cláusulas como “no negociable”, “no transferible por endoso”, “sin responsabilidad”, “páguese sólo al primer beneficiario”. b) Títulos no restrictivos: son aquellos cuya negociabilidad no está limitada. 5) La ley de circulación de los títulos valores y sus efectos cambiarios. El derecho se incorpora al título para facilitar su transmisión y esta incorporación asimila en cierta forma la ley de circulación de los derechos a la 27 propia de las cosas muebles. Por ellos el poseedor del título puede adoptar 2 posiciones jurídicas diferentes respecto al documento en él incorporado. El tenedor puede ser propietario del documento, y pro tanto, haber adquirido la titularidad del derecho incorporado. Pero también el tenedor del título pude ser su simple poseedor habiendo obtenido la legitimación para ejercitar frente al deudor el derecho incorporado, cuya titularidad no le corresponde. Se denomina ley de circulación al “conjunto de requisitos que deben concurrir para que un sujeto adquiera la titularidad del derecho incorporado o la simple legitimación para ejercitarlo” (Broseta: 1991 ;597). Jurídicamente con la expresión circulación del título valor se indica “el fenómeno de la transferencia del título de un sujeto a otro y persigue el fin práctico de promover y conseguir la circulación del derecho incorporado en el documento” (Beaumont: 44; 2000). Se entiende por ley de circulación de un título valor a “la forma, condiciones y ritualidades que se exigen para que un sujeto de derecho adquiera la titularidad del mismos sanamente, esto es sin vicio (error o culpa). Por tanto quien lo posea conforme a las prescripciones de la ley circulatoria de cada especie, es su acreedor final “(Becerra: 1984; 77). El título al iniciar la circulación comienza su concreta función de vehículo representado vale decir un instrumento eficaz de movilización de la riqueza. Según sostiene Peña, hay dos tipos de circulación. Una anómala y otra real. La primera se da cuando en el título se dice “páguese al primer beneficiario” (cheque únicamente) o cuando se negocia después de vencido (letra, cheque, otros). La circulación real se da cuando sobre un mismo título valor se ha presentado o establecido varias relaciones cambiarias siendo esta circulación más o menos fácil de acuerdo con el título si es nominativo, a la orden o al portador. Araya, hace referencia a la circulación irregular y dice: “Hay circulación irregular cuando el título entra en circulación sin la voluntad o contra la voluntad de aquel que figura como creador, o por invalidez del negocio de 28 transmisión o por efecto de disposición involuntaria, o de falsificación de la documentación de transferencia” (Araya: 1989; 51). Por otro lado, “La ley de circulación pone pues en evidencia, cuándo el tenedor o adquirente es de buena fe, esto es, haber adquirido el título sin culpa ni error” (Echevarria: 2004; 136) Quien se convierte así en tenedor legítimo (acreedor) ostenta el carácter de hombre de buena fe; dotado de un derecho independiente y autónomo con respecto a los anteriores tenedores y al cual se comprometió a aceptar el deudor desde cuando asumió la obligación. En ese orden de la eficacia del título radica en su firma y entrega con la intención de hacerlos negociable conforma su ley de circulación. La posibilidad de establecer una cláusula limitativa a la circulación o el simple hecho de que el título valor no circule resulta una de las novedades introducidas por la nueva ley de títulos valores. El hecho de que los títulos valores estén destinados a la circulación supone la posibilidad de circular y de disponer de ellos y no la obligatoriedad de que ello deba ocurrir. Los títulos valores nacen para circular pero el hecho de que no lo hagan por alguna circunstancia no significa que pierdan su condición de tales, por ello es que su ley de circulación determina el alcance en cada caso de sus efectos jurídicos cambiarios. En efecto los títulos valores al portador tienen como ley de circulación la tradición o entrega, cuyo efecto es el de darle al calidad de titular de los derechos que ese título valor representa a su legítimo poseedor. Por su parte los títulos valores a la orden, que tienen como ley de circulación al endoso, cuyo efecto es el de transferir de manera integral los derechos derivados del título en sí, garantizándose no solo el derecho contenido sino la solvencia del deudor y respondiendo en virtud de la solidaridad cambiaria frente al acreedor. Finalmente los títulos valores nominativos, tiene como ley de circulación la cesión de derechos por lo que para que surta efectos dicha ley de circulación frente a terceros y al emisor, se requiere que la misma sea comunicada a éste para su anotación en el registro o matrícula. 29 6) La Relación Causal y el Título Valor. Si las calidades de tenedor y obligado principal del título valor correspondieren respectivamente al acreedor y al deudor de la relación causal de la que derivó la emisión sin que éste hubiese sido endosado, el tenedor podrá promover alternativamente la acción derivada del título o la acción causal (Art. 94 numeral 94.1 de la Ley de Títulos Valores}. Igual derecho funcionará entre el endosante y el endosatario. Igual derecho asistirá al endosatario respecto de su inmediato endosante, siempre que el endoso fuere absoluto y derivase de una relación causal, en la que uno y otro tuvieren las calidades de acreedor y deudor, respectivamente. Subsiste la acción causal correspondiente la relación jurídica que dio origen a la emisión y transmisión del título valor no pagado a su vencimiento, a menos que se pruebe que hubo novación. En los títulos abstractos, no se revela la causa o el motivo que genera la emisión del título. No obstante ello, todo título tiene una causa generadora. En otros títulos sí se revela la causa (ejemplo el conocimiento de embarque). Si el título entra en circulación se pierde la relación causal generadora del documento. Cada uno de los posteriores endosatarios es también ajeno a las causas que originaron la creación del título, y no tiene otra relación con el primer tomador y con los sucesivos endosatarios, que la resultante del título, en virtud de la colocación de las firmas en el reverso del documento y que forman la cadena de endosos. Los títulos al circular se liberan de su causa. Nadie los adquiriría si tuviera que indagar su procedencia. Hay que abstraerlos de su procedencia para permitir una circulación económica fuerte y solvente. Abstractos son los derechos en ellos consignados, por valer tan solamente la fuerza de su literalidad. En los llamados títulos de tradición, es decir aquellos representativos de mercaderías, la acción emergente del título aparece vinculada a la relación causal; o sea, al contrato que origina la emisión del documento. 30 Respecto a la novación se ha debatido si la emisión de un título valor produce novación de la obligación fundamental o subyacente, o sea si ésta queda extinguida y surge la cambiaria que vendría a reemplazarla. La posición vigente en doctrina afirma que la letra de cambio no produce novación de la obligación, sino que la cambial origina una obligación nueva, de carácter abstracto, que no anula la anterior, coexistiendo dos obligaciones por una misma causa. Desde el punto de vista del Derecho Civil, el pago con un documento de crédito no produce novación, porque propiamente no es pago. Constituye una promesa de pago que está sujeta las condiciones resolutorias de todo contrato bilateral. Ennecerus, citado por Montoya, “afirma que el acuerdo cambiario tiene 2 créditos. Si se satisface uno, se extingue el otro, y si no consigue ser satisfecho, puede hacer valer su primer crédito, aceptando que primero debería ejercitarse la acción cambiaria, y de fallar ésta se intente la causal” (2000; 1920) Si las acciones propias de los títulos valores se han extinguido, considera la ley injusta que no pueda reclamarse los derechos resultantes de las relaciones básicas o fundamentales que generaron la creación o transmisión del título, así como que se produzca por ese hecho una situación de enriquecimiento indebido. La acción de enriquecimiento sin causa a la que se refiere el artículo 20 de la Ley de Títulos Valores prescribe a los 2 años de extinguida la correspondiente acción cambiaria derivada del título valor. Para que proceda la acción de enriquecimiento indebido se requiere el triple requisito del enriquecimiento del demandado, el empobrecimiento del actor y la conexión entre tal enriquecimiento y tal empobrecimiento; todo lo que habrá de acreditarse en el proceso de conocimiento o abreviado en que se ejercite la acción, pues se trata de una acción propia del derecho civil. 31 7) Las Cláusulas Especiales de los Títulos Valores. 7.1. Noción. Son aquellas reglas por medio de las cuales se insertan un conjunto de normas dispositivas para que las partes regulen sus derechos y obligaciones y puedan preveer el margen de riesgo ante las eventualidades o el incumplimiento. Su finalidad es salvaguardar de la mejor manera los intereses y dar seguridad a las prestaciones incorporadas en los títulos valores. 7.2. Características. a) Son facultativas: se pactan si las partes lo acuerdan, no son necesarias. b) Son bilaterales: requieren ser refrendadas por el obligado principal. c) Una vez puestas tienen carácter de obligatorias, deben de ser cumplidas. d) Se sustentan el en principio de la autonomía de la voluntad. 7.3 Requisitos. Estas cláusulas deben de cumplir con los siguientes requisitos: 32 a) Deben constar expresamente en el título valor. La ley es la que señala que son éstas las que deben de constar expresamente en el título valor o en hoja adherida a él, lo cual viene a se una manifestación del principio de literalidad, el cual señala que todo lo que esté escrito en el documento es válido y en todo caso para que surjan otros derechos y obligaciones éstos deben encontrarse contemplados en el título valor o en la hoja adherida a él. “La finalidad de esta disposición es la oponibilidad de su existencia y efectos frente a los obligados, aceptante, gerente y demás obligados solidarios”.(Gutiérrez: 2004; 104). b) Deben aparecer impresas en el documento. Es importante diferenciar los momentos u oportunidades en que pueden incluirse cláusulas especiales en los títulos valores. Si la cláusula especial está incorporada desde el momento de la emisión del título valor, deberá aparecer impresa en éste; pero si su inserción se produce después de su emisión, bien en el acto de aceptación o después de éste, es decir cuando el título valor ha circulado, es lógico pensar que se presentará en forma manuscrita, con sellos o cualquier otro medio distinto. c) El obligado debe firmarlas. Surge del texto de la ley que si la cláusula especial se incorpora en forma manuscrita en el título valor deberá estar refrendado con la firma del obligado que la admite. La cláusula que viene impresa en el documento también requiere la firma del obligado, el obligado, deberá de firmar en ambos casos, es decir, cuando la cláusula está impresa en el título valor o cuando se inserta en forma manuscrita, con sellos o por cualquier otro medio. 7.4 Clasificación. a) Cláusula de Prórroga. Se denomina cláusula de prórroga a aquella que permita alargar o continuar el periodo de vigencia del título valor. Los efectos cambiarios de dicha cláusula recaerán sobre los sujetos intervinientes al momento de 33 incorporar la cláusula de prórroga y sobre aquellos que intervengan después de acordada y un efecto es que el cómputo del plazo prescriptorio correrá y se reiniciará a partir de la fecha de vencimiento de cada una de las prórrogas. b) Cláusula de Pago en Moneda Extranjera. La cláusula de pago en moneda extranjera es aquel pacto o acuerdo que se incluye en el título valor con la finalidad de que éste sea pagado en una unidad monetaria diferente de la nacional. c) Cláusula sobre pago de intereses y reajustes. Es el pacto que faculta al tenedor de un título valor que contenga obligaciones de pago dinerario, a exigir el pago de intereses compensatorios, moratorios, reajustes y comisiones permitidas por la ley, los cuales regirán durante el periodo de mora. d) Cláusula de Liberación de Protesto. Es aquel pacto que permite eximir o liberar al tenedor de un título valor de la obligación de protestarlo, lo cual le permitirá ejercer la acción cambiaria por el solo mérito de su inclusión. El efecto principal de la cláusula sin protesto es la liberación del tenedor de la obligación de protestar el título valor que por su naturaleza está sujeto a dicha diligencia , como consecuencia de lo expresado el tenedor podrá ejercer la acción cambiaria respectiva por el solo mérito de haber vencido el plazo señalado en el título valor. e) Cláusula de Pago con Cargo en Cuenta. 34 Es aquella que permite al tenedor del título valor hacer efectivo el pago de la obligación en un banco o empresa del sistema financiero nacional en la cual el obligado mantenga una cuenta. El pago podrá atenderse bien con fondos constituidos previamente por el titular o con los créditos que conceda la empresa bancaria o financiera al titular de la cuenta designada. f) Cláusula de Venta Extrajudicial. Es aquella que permite acordar la venta directa de bienes o mercaderías representados por un título valor afectado en garantía. En este sentido los títulos valores que pueden afectarse en garantía son la factura conformada, la cual constituye una prenda a favor del tenedor sobre los bienes que representa; el warrant que representa el derecho de prenda por el valor total de las mercaderías depositadas y el título de crédito hipotecario negociable, el cual se constituye en un título valor que representa la hipoteca sobre un bien inmueble y el crédito consignado en él. La cláusula de venta extrajudicial permite prescindir de la ejecución judicial de los bienes prendados o hipotecados con al finalidad de venderlos en forma directa. g) Cláusula de Sometimiento a Leyes y Tribunales. Es aquel pacto que faculta a las partes, para el ejercicio de las acciones cambiarias correspondientes, someterse a la competencia de determinado distrito judicial del país, a la jurisdicción arbitral o a leyes extranjeros. 8) Las Garantías Reales y las Garantías Procesales. 35 y/o tribunales La ley considera la posibilidad de pagar el pago de las obligaciones que representan los títulos valores mediante el otorgamiento de garantías, sean personales o reales. Se establece como condición para que la garantía surta efectos a favor de cualquier tenedor, que se deje constancia de ello en el mismo título o registro respectivo. Entre las garantías personales se considera el aval y la fianza, ésta última según la Ley Nº 27287 conlleva la solidaridad y el fiador no goza del beneficio de excusión, aun cuando no se haya dejado constancia de ello el título o en el respectivo registro del valor por anotación en cuenta. Por otra parte, son de aplicación a la fianza, en cuanto no resulten incompatibles con su naturaleza, las disposiciones referidas al aval. En cuanto al aval , el avalista puede asumir la obligación en forma indefinida siempre y cuando conste de modo expreso en el título mediante la cláusula “Aval Indefinido o Aval Permanente”, sin embargo ésta no es necesaria en los títulos valores que contengan la cláusula de prórroga. La ley determina que si no se indica el monto se presume que el aval es por el monto del título valor, si no se señala a la persona avalada se entiende otorgada a favor del obligado principal, o de ser el caso del girador. Asimismo puede prescindirse de la palabra aval cuando esta garantía figure en el anverso del título. Por otro lado, el aval puede ser otorgado por todo menos por el obligado principal, ya que en éste caso el deudor se estaría avalando a sí mismo, siendo “la esencia del aval el respaldo que otorga un tercero para el cumplimiento de las obligaciones” (Montoya: 2004; 63). En lo que se refiere a las garantías reales, éstas deben de guardar las formalidades establecidas en la legislación sobre la materia para su constitución cuando dichas garantías aseguren el cumplimiento de las obligaciones frente a cualquier tenedor, debe señalarse en el mismo título o en el respectivo registro, la existencia de tales garantías y, en su caso, las referencias de su inscripción registral. 36 En ese caso, las transferencias del título no requieren del asentimiento del obligado ni, de ser el caso, del constituyente de la garantía, para que ésta tenga plena eficacia frente a cualquier tenedor del título valor. 9) Las vías procesales para el ejercicio de las acciones cambiarias. 9.1. El mérito ejecutivo de los títulos valores. La Ley de Títulos Valores en su artículo 18.1 le confiere “mérito ejecutivo” a todos los títulos valores. De la misma manera el inciso 1 del artículo 697 del Código Procesal Civil establece que “se puede promover proceso ejecutivo en mérito de los siguientes títulos: 1. Títulos valores que confieren acción cambiaria, debidamente protestados o con la constancia de la formalidad sustitutoria del protesto respectiva, o en su caso, con prescindencia de dicho protesto o constancia, conforme a lo previsto en la ley de la materia”. Ascarelli sostiene que: “ los títulos valores para hacer circular fácilmente un derecho recurren a: a)La ficción de la incorporación del derecho al documento (o sea trasformado el derecho en un bien mueble), por lo que la titularidad del derecho la hacemos coincidir con la propiedad del documento; por lo que adquirido éste se adquiere el derecho , b) La creación de una ley de circulación especial del derecho cartular frente a las del derecho común, c) Que la calidad y extensión del derecho dependa del tenor literal del documento; y que, d) El adquirente del documento tenga una posición autónoma frete a sus precedentes poseedores que se traduce en una inoponibilidad a tal tenedor de las acciones que podría plantear el deudor ex título a los anteriores poseedores” (1932; 641). En efecto son realmente pocos los ordenamientos que le reconocen a los títulos valores la calidad de títulos ejecutivos. No lo son ni en Alemania, ni en Austria, ni en Francia. En Latinoamérica son tan “títulos ejecutivos” como los nuestros y permiten ingresar al denominado “proceso ejecutivo” que un muy 37 anómalo proceso de ejecución. En España, en virtud de la Ley del Enjujciamiento Civil del año 2000, los títulos valores (en realidad solo las letras de cambio y cheques) han dejado de ser “títulos que aparejan ejecución”, como estaba previsto en la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1881, porque para ellos se ha introducido un proceso especial sumario llamado “juicio cambiario” (Ariano: 2004; 276). La Ley de Títulos Valores ha reiterado el “mérito ejecutivo” ; ya que éste no se deriva de su esencia, sino que constituye una suerte de plus que la ley misma ha considerado agregarles para el supuestos en el que, una vez agotada su fisiológica función circulatoria, frente al incumplimiento por parte del o los obligados cartulares, el que resulte siendo al final del ciclo vital del título valor su tenedor tenga abierta la vía ejecutiva para obtener la satisfacción material de su situación creditoria. Un título valor no deja ser tal, como señala Ariano, “si no es reconocido por la ley como título ejecutivo” (2004; 277). 9.2. Competencia. La competencia para conocer del ejecutivo basado en títulos valores no tiene reglas especiales distintas de las que valen para cualquiera de los otros títulos ex artículo 693 del Código Procesal Civil, de allí que vale lo dispuesto en el artículo 34 del Código Procesal Civil que establece que “los procesos de ejecución se someten a las reglas generales sobre su competencia, salvo disposición distinta de este Código”. Los criterios para tener en cuenta la determinación del juez competente son el objetivo y el territorial. Respecto a la competencia objetiva el artículo 696 del Código Procesal civil la distribuye entre los Jueces de Paz Letrados y los Jueces Especializados Civiles en razón de la cuantía del demandado. Es así que el techo de la competencia de los Jueces de Paz Letrados es fijada hasta las 50 Unidades de 38 Referencia Procesal, si supera tal techo el proceso será de competencia del Juez Especializado Civil. Respecto al territorio, a falta de disposición en contrario, rige, a elección del ejecutante, alternativamente: a) La regla general en virtud de la cual el juez competente es el del domicilio del demandado; y b) La especial en materia de obligaciones: el juez del lugar fijado para el pago. Teniéndose presente en este último caso, el artículo 66.1 de la Ley de Títulos Valores que establece que “ el título valor debe ser presentado para su pago en el lugar designado al efecto en el documento, aún cuando el obligado hubiere cambiado de domicilio salvo que éste hay comunicado notarialmente al último tenedor su variación, antes de su vencimiento o fecha prevista para su pago y siempre dentro de la misma ciudad o lugar de pago”, y a falta de tal designación, conforme al artículo 66.3 de la Ley de Títulos Valores en “el domicilio que figure junto al nombre del obligado principal del título” o, en todo caso, en “ el domicilio real del obligado principal”. Si son varios los ejecutados, una vez que el ejecutante hay optado por la regla general, será competente por el territorio el juez del domicilio de cualquiera de ellos conforme lo prescribe los artículos 15º y 16º del Código Procesal Civil. 9.3. Legitimación ejecutiva. 9.3.1. Legitimación activa ex título. Señala el artículo 690º del Código Procesal Civil que: “esta legitimado para promover ejecución quien en el título ejecutivo o de ejecución tiene reconocido un derecho, contra aquel que en el mismo tiene la calidad de obligado”. Con esta disposición se está indicada que la legitimación ejecutiva es determinada por el tenor literal del título mismo. 39 Trasladada esta regla a los títulos valores, el legitimado activo es el tenedor legítimo del título valor. Mientras que el legitimado pasivo será todo aquel que aparezca en el título como obligado. Quien deba ser considerado el tenedor legítimo de un título valores depende de la categoría de título que se trate (títulos con la cláusula al portador, títulos a la orden y títulos nominativos) y del respeto de su respectiva ley de circulación. En efecto, quien posea el título será considerado “tenedor legítimo” si es que la adquisición de la posesión del mismo se ha producido de buena fe y conforme a su ley de circulación (Ariano: 2004; 282-283). 9.3.2. Legitimación activa extra título. Si los derechos incorporados al título valor han sido adquiridos mediante acto extra cambiario, el tema tiene particular relevancia en materia de títulos a la orden. El artículo 27.1 de la Ley de Títulos Valores dispone que: “El título valor a la orden transmitido por cesión u otro medio distinto al endoso, transfiere al cesionario o adquirente todos los derechos que represente; pero lo sujeta a todas las excepciones personales y medios de defensa que el obligado habría podido oponer al cedente o transferente antes de la transmisión”. Según el artículo 27.2 de la Ley de Títulos Valores el cedente o transferente tiene la obligación de entregar el título al cesionario o adquirente, ello en razón de que el título conserva su función de medio de legitimación para el ejercicio de los derechos en él incorporado. Si el acto de cesión (u otro acto) consta en el propio tenor del título valor, teniendo el adquirente por acto extra cambiario todos los derechos que tenía el cedente (o transferente) obviamente tiene las respectivas acciones cambiarias y siendo el título valor título ejecutivo, habría que considerar que la sola anotación en el título del acto de transferencia le da al cesionario (o adquirente) legitimación ejecutiva. (Ariano: 2004; 285). 40 9.3.3. Legitimación pasiva ex título. Si la determinación del legitimado ejecutivo activo coincide con la situación de acreedor (que, en principio, se debe desprender del título mismo), la legitimación pasiva (o sea posibilidad o necesidad de ser colocado en la situación procesal de ejecutado estaría, igualmente determinada por aparecer en el título valor “obligado”, y a estar a que todos los que “emitan, acepten, giren, endosen o garanticen títulos valores quedan obligados solidariamente frente al tenedor”.El tenedor del título, en su calidad de ejecutante, podría dirigir su demanda “contra dichos obligados”, individual o conjuntamente sin tener que observar el orden en el que hubieran intervenido, de conformidad con el artículo 11.1 de la Ley de Títulos Valores (Ariano: 2004; 286). 9.3.4. Legitimación pasiva extra título. En la legitimación pasiva también se pueden individualizar supuestos de legitimación extra título (o sea de legitimación derivada). Así todos los fenómenos sucesorios (sucesión hereditaria, fusión y escisión de sociedades) relativos a algún obligado cartular determinará la legitimación pasiva (derivada) del sucesor (herederos, sociedad resultante de la fusión o escisión), aún cuando tal legitimación no se desprenda del título sino del evento sucesorio. Ariano sostiene que “un supuesto que extiende la legitimación ejecutiva pasiva extra título a terceros no indicado en el título valor mismo, se da en situaciones de responsabilidad sin deuda. Es decir, de aquellas situaciones en que se colocan ciertos terceros que, pese a no ser obligados (en el caso cartulares), responden con algún bien específico integrante de su patrimonio por deuda ajena (otorgamiento de prenda o hipoteca en garantía de la obligación cartular), artículo 63 de la Ley de Títulos Valores; adquisición por 41 parte de terceros del bien prendado o hipoteca; ineficacia de transferencia del bien por fraude, artículo 199 del Código Civil).” (2004; 288). 10) Las Excepciones cambiarias y excepciones procesales. 10.1. Excepciones cambiarias. La doctrina es pacífica respecto de la clasificación de las denominadas excepciones cambiarias, las cuales se dividen básicamente en 2 grandes grupos: a) Excepciones Reales: que son aquellas vinculadas al instrumento cambiario mismo. b) Excepciones personales: que son aquellas que se sostienen en las relaciones personales entre acreedor y deudor cambiario. Sobre la base de la citada clasificación Bernardo Trujillo identifica a las denominadas excepciones cambiarias en cinco agrupaciones: Primer grupo de excepciones: las que se basan en el hecho de no haber sido el demandado quien suscribió el título. Entre ellas incluye a las siguientes: falsificación de firma, homonimia, firma verdadera pero puesta con fines distintos a los enunciados por el acreedor o demandante. Segundo grupo excepciones: las que se fundan en la incapacidad del demandado de suscribir el título. Éstas están referidas a los actos de los incapaces, dado que dichos actos no pueden producir efectos jurídicos válidos. Tercer grupo de excepciones: las que se fundan en la falta de representación o de poder suficiente de quien haya suscrito el título a nombre del demandado o emplazado. Cuarto grupo de excepciones: las fundadas en la omisión de los requisitos que el título debe contener y que la ley no suple expresamente para poder ser actuado válidamente en sede judicial. Estas excepciones están 42 vinculadas directamente al principio de literalidad de forma del título valor, dado que si el título valor no reúne los requisitos que le son propios, podría decirse que éste no podrá genera las consecuencias que la ley prevé para las obligaciones cambiarias. Quinto grupo de excepciones: las fundadas en al alteración o falsificación del texto del título valor. Éstas se vinculan también al principio de literalidad de forma, pero que pueden tener consecuencias adicionales al derecho cambiario, con son las de índole procesal. En efecto, Garrigues recoge la clasificación propuesta haciendo una distinción entre las excepciones personales o relativas y las excepciones reales o absolutas, dicho autor califica a las excepciones reales o excepciones in rem, como aquellas propias del Derecho Cambiario que se refieren a la forma del título. Afirma que todas ellas son visibles en el título cambiario. El deudor no necesita invocar ninguna otra relación jurídica extraña a la letra para excusarse de su pago. Por ende, opina el mismo autor, las demás excepciones, por exclusión, deben ser consideradas como excepciones personales o relativas (in personam). A nivel nacional los profesores Beaumont y Castellares asumiendo un aporte de la doctrina italiana identifican 2 clases de excepciones: aquellas llamadas procesales o de rito, que dependen de la falta de condiciones necesarias para el ejercicio de la acción; y las sustanciales, que a su vez se clasifican en absolutas y relativas, según sean oponibles a cualquier legitimado activo u oponibles solamente a un legitimado activo. Son también objetivas y subjetivas, según sean oponibles por cualquier deudor cartular o solamente por un determinado deudor cartular. 10.2. La Excepción Procesal. La excepción no es otra cosa que una de las formas que toma la defensa; en este caso se le llama defensa de forma, y consiste en la denuncia 43 que hace el demandado afirmando que hay un presupuesto procesal o un a condición de la acción ausente o defectuosa en el proceso la que determina una relación procesal inválida o la imposibilidad de un pronunciamiento válido sobre el fondo respectivamente. Asimismo cabe precisar que la excepción es un concepto netamente procesal ya que está vinculado directamente a los presupuestos procesales y a las condiciones de la acción. Por ende, no se considera la clasificación que proponía dividir a las excepciones en procesales y sustanciales. Por otro lado, según el efecto que producen en el proceso las excepciones se clasifican de la siguiente manera: excepciones dilatorias, son aquellas que suspenden el trámite del proceso hasta que no se cumpla con incorporar el presupuesto o condición de la acción; y excepciones perentorias, son aquellas que extinguen definitivamente el proceso, y éstas a la vez se subdividen en simples: aquellas que extinguen el proceso pero sin afectar la pretensión procesal , la misma que podrá ser ejercida en otro proceso , y complejas: aquellas que, además de concluir el proceso, extinguen para siempre la pretensión procesal. Se debe advertir que también la doctrina mercantil ha realizado una distinción entre lo que es una defensa y lo que es una excepción. Un maestro insuperable (Carneluti) ha manifestado que la contestación a un a pretensión jurídica tiene como base la existencia de una situación jurídica que sirva de fundamento a aquella. Esta inexistencia, teniendo en cuenta el mecanismo jurídico, puede manifestarse en los siguientes casos: a) Inexistencia del fundamento de derecho de la pretensión, o mejor dicho, inexistencia del elemento de derecho de su fundamento. b) Inexistencia del elemento de hecho del fundamento de la pretensión. c) Existencia de un hecho que según una norma o un precepto jurídico, tenga efecto extintivo o impeditivo de la situación jurídica que constituye el fundamento de la pretensión. Cuando se apoya en un fundamento de tipo a) o b), la contestación se llama defensa; defensa de hecho o defensa de derecho en cada una de las hipótesis, la defensa es, por lo tanto, la contestación de la pretensión que se 44 funda en la negación del elemento de hecho o de derecho de la pretensión. Cuando se apoya en un fundamento de tipo c), al contestación se llama excepción; este nombre, originado en el proceso formulario romano, sirve para designar la contestación de la pretensión que se funda en un hecho que tiene eficacia extintiva o impeditiva del efecto jurídico afirmado como fundamento de la pretensión. Como es de verse se ha comprendido la naturaleza eminentemente procesal de la excepción, precisando que los cuestionamientos a al validez o eficacia de un título valor o, a las relaciones personales entre las partes intervinientes en la relación cambiaria es de exclusiva pertenencia del derecho sustantivo mercantil. 10.3. El artículo 19º de la Ley de Títulos Valores. Como lo refieren Beaumont y Castellares, el artículo 19º de la nueva Ley de Títulos Valores regula las defensas que puede ejercer el demandado en un proceso en el que se pone a cobro un título valor cambiario. Dichas defensas son denominadas “causales de contradicción”, las cuales son consideradas taxativas (numerus clausus); es decir, al momento de ejercer la contradicción no es posible otras que no se encuentren expresamente dispuestas en la norma objeto de comentario. En dicho artículo entre las causales de contradicción existen defensas cambiarias o de naturaleza real: ellos porque están referidas a vicios derivados del propio título puesto a cobro en sede judicial, y defensas cambiarias de naturaleza personal ya que derivan de las relaciones jurídicas sustantivas entre las partes vinculadas al negocio jurídico cambiario. Asimismo cabe señalar que resulta acertado que el legislador no hay hecho referencia al término “excepción cambiaria” en el artículo 19º de la nueva Ley de Títulos Valores. 11) La prescripción y caducidad de la acción cambiaria en los valores. 45 títulos La actual Ley hace referencia a la prescripción en términos generales y la caducidad como supuesto de excepción cuando se trata aspectos relativos al derecho de suspensión de pago y a la acción causal a través de los artículos 98 y 100 de la ley. La institución de la prescripción no resulta coherente para la extinción de la acción cambiaria, siendo más pertinente establecer la caducidad de dicha potestad del poseedor del título que no cumpla con presentar a cobro dicho valor o perjudique su mérito cambiario. La caducidad, es una figura jurídica que establece por imperio de la ley consecuencias definitivas e irrevocables respecto de una determinada relación jurídica, en el presente caso obligacional, por el transcurso de un periodo determinado de tiempo, herramienta más acorde con la naturaleza de los negocios y el derecho comercial en general. 11.1. Plazos de prescripción. En lo referente a los plazos para la prescripción de acciones el artículo 96º de la ley establece que las acciones cambiarias derivadas de los títulos valores prescriben a los tres años, a partir de la fecha de su respectivo vencimiento. La acción directa contra el obligado principal y /o sus garantes, al año, a partir de la fecha de su vencimiento, la acción de regreso contra los obligados solidarios y/o garantes de estos; y a los seis meses, a partir de la fecha de pago en vía de regreso, la acción de ulterior regreso contra los obligados y/o garantes de éstos, anteriores a quien lo ejercita. Asimismo refiere que dentro de este mismo plazo debe ejercitarse la acción de repetición que corresponda al garante del obligado principal. De otro lado, el numeral 96.3 del artículo comentado establece que los plazos de prescripción aludidos son perentorios y no admiten interrupción, ni suspensión, e igualmente señala que el reconocimiento judicial del título valor vencido no interrumpe los plazos en cuestión para el ejercicio de las acciones cambiarias. En este caso nos encontramos ante un supuesto de caducidad por 46 las consecuencias extintivas que conlleva su invocación frente al ejercicio de las acciones cambiarias. 11.2. Caducidad del derecho de suspensión de pago. De conformidad con lo establecido e por el artículo 98 de la Ley bajo comentario, en los casos de la suspensión del derecho de pago a que se refiere el artículo 107, si el obligado no es notificado del inicio del proceso de ineficacia del respectivo título valor o el peticionario no le hace entrega de copia de la respectiva demanda presentada ante la autoridad judicial , dentro dos siguientes quince días de su petición extrajudicial de suspender el pago, caduca tal derecho de suspensión, quedando el obligado liberado de toda responsabilidad por el pago que realice transcurrido dicho plazo de suspensión. Como consecuencia de ello, el pago que hubiere realizado el mencionado obligado en circunstancias en las que desconocía el inicio y tramitación de una demanda destinada a declara la ineficacia del título por su deterioro total, extravío o sustracción, será plenamente válido. Obviamente este plazo de caducidad opera únicamente respecto de los títulos valores vencidos y que hubieren sido objeto de la acción de ineficacia, sin mediar notificación al obligado, y no en aquellos supuestos en los que el demandante requiera un duplicado del título. 11.3. ¿Prescripción o Caducidad de la Acción Cambiaria? La prescripción aplicada en el Derecho Cartular se asemeja a la caducidad identificada en el ámbito civil pues establece efectos jurídicos similares. Así en cuanto a los efectos procesales derivados del transcurso del tiempo, debe tomarse en cuenta que por imperio de la ley, si un título valor no se presenta a cobro judicial por la vía de proceso ejecutivo en este lapso, se 47 extinguirá la acción ejecutiva respecto del mismo, no dando lugar a renuncia alguna de dicho beneficio por parte del deudor. Asimismo, cabe señalar que el transcurso del tiempo, aunado al no ejercicio de una pretensión o acción de cobro oportuno debe ser sancionado legalmente con la caducidad de la acción cambiaria quedando subsistente la acción causal, de acuerdo a la naturaleza del derecho invocado. Para efectos de ejercer las acciones cambiarias derivadas del título valor, el titular o el posterior poseedor del título debe mantener el mérito ejecutivo de las mismas o haber recibido el título valor a través de alguno de los mecanismos establecidos para mantener el derecho cambial. En tal sentido, cuando un tenedor legítimo haya recibido el título valor por un mecanismo que no le permita ejercer la acción cambiaria, se entenderá caduco el derecho cambiario en cuestión, a pesar de que no hubiere transcurrido el término legal correspondiente. Este último supuesto constituye una excepción a la regla de la caducidad de los títulos valores que no se encuentra precisada expresamente en la Ley, pero que sí se encuentra regulada. Esto se puede advertir luego del análisis integral de las normas relativas a la naturaleza de cada título valor, los mecanismos para su circulación y a los requisitos para ejercer su acción cambiaria. 12) Los valores mobiliarios en la legislación peruana. El concepto de valor mobiliario, caracterizado en nuestro ordenamiento como una especie dentro del género de títulos valores, se vincula con el uso masivo de títulos valores en mercados financieros para obtener recursos. Así, es un concepto que agrupa a diferentes títulos valores empleados para financiamientos a gran escala en el mercado de valores. Existen diferencia en cuanto a los valores y otros títulos valores, una primera diferencia es que los valores mobiliarios son títulos causales, en el sentido de estar referidos no solo a la estricta literalidad de su texto , sino también a los derechos y obligaciones que puedan derivarse del acto mismo 48 que dio origen su emisión. Por ello hay una relativización del principio de literalidad. Las diferencias también alcanzan aspectos prácticos de ambos títulos. Por ejemplo la solidaridad cambiaria prevista en el artículo 11º de la Ley de Títulos Valores no es aplicable en el caso de los valores mobiliarios, toda vez que el transferente del título no se hace solidariamente responsable en forma alguna por las obligaciones del emisor. Asimismo el protesto no es trámite necesario para exigir los derechos incorporados a un valor mobiliario. El artículo 3º de la Ley de Mercado de Valores (Decreto Legislativo N° 861, publicada el 22 de octubre de 1996 cuyo TUO fue aprobado por D.S. N° 093-2002 DE 15/06/2002) señala: “Son valores mobiliarios aquellos emitidos en forma masiva y libremente negociables que confieren a sus titulares derechos crediticios, dominiales o patrimoniales, o los de participación en el capital, el patrimonio o las utilidades del emisor”. Siendo dicha definición de valor mobiliario recogida con detalle en el artículo 255 de la actual Ley de Títulos Valores. A partir de esta definición podemos señalar las características de los valores mobiliarios: a) Incorporar derechos crediticios, dominiales, patrimoniales o de participación en el capital, patrimonio o utilidad del emisor. b) Emitidos en forma masiva: es una clara alusión a que un acto jurídico que origine la emisión de valores mobiliarios determine usualmente la creación de una cantidad elevada de valores, que es ofrecida a su vez a un número usualmente indeterminado de potenciales adquirentes. “Se puede notar que el criterio de masividad está vinculado con la causa financiera de la emisión y su posible distribución entre el público o un segmento de éste” (Montoya: 2004; 105). En otras palabras, la masividad es un criterio para indicar o discriminar cuándo nos encontramos ante una oferta privada de valores mobiliarios. c) La libre negociablidad: que no exista obstáculo o carga alguna a la transferencia de los valores a cualquier tercero. Cabe acotar que existen valores mobiliarios que no son negociados en mecanismo centralizados de negociación y cuya emisión no responde a las características de masividad y de libre negociación. 49 El concepto de valor mobiliario se empieza a perfilar con claridad en el ordenamiento peruano a partir de la regulación del mercado de valores promulgada en la última década del siglo pasado. Sin embargo, no es hasta la promulgación de la actual Ley de Títulos Valores que el referido concepto encuentra una delimitación clara dentro de la concepción unitaria del tratamiento de los títulos valores consagrado por esta última norma. La mayor precisión en la tipificación y tratamiento del os valores mobiliarios lograda es parte del gran esfuerzo integrador y sistemático que se plasmó con éxito en la Ley de Títulos Valores. Sin perjuicio de ellos la ley de Títulos Valores es imprecisa al recoger con carácter general una caracterización de los valores mobiliarios que corresponden exclusivamente a los que se negocian en mercados primarios y secundarios de valores. 13) Legislación Comparada. En la actualidad existe cierta uniformidad en relación a lo que se entiende por títulos valores, siendo imprescindible destacar las particularidades del sistema latino, alemán y anglosajón. En el Sistema Latino adoptado por Francia, destaca Thaller en 1906 y a partir de él, distinguiéndose dos grandes grupos de documentos: a) Los Effects de Commerce y b) Los valores mobiliarios. Entre los primeros están la letra de cambio, pagaré y cheque, así como el Warrant (billete ala orden, suscrito por un comerciante que entrega en garantía de su firma, mercadería depositada en un almacén general, obligándose a su conservación. Entre los segundos, en cambio, lo constituyen los títulos financieros a largo plazo, como son las acciones de sociedades y los títulos de deuda pública o privada. Por otro lado, el Sistema Alemán recoge la concepción de Brunner sobre “Wertpapiere” con la característica de su “literalidad”: Se trata de un documento que encierra un derecho privado que no se puede ejercer si no se tiene el título a disposición: por lo tanto la posesión del título es condición indispensable para ejercer el derecho o para transferirlo. Abarca por tanto, el 50 derecho alemán, tanto los títulos de créditos del derecho italiano más los títulos de legitimación (boletas e ferrocarril, contraseña de comida, etcétera). Reconocen al título nominativo, con el doble requisito de la anotación en el documento por endoso o por cesión y la inscripción en el registro de la sociedad emitente. Se norma la letra, el pagaré y el cheque en el Código civil. Los títulos nominativos en su Ley de sociedades; y los otros títulos a la orden (Warrant, pólizas de seguro marítimo) en el Código de Comercio. En el Sistema Anglosajón, a partir de 1882, Se anota la Bill of Exchange Act como el resultado de la práctica comercial inglesa así como la necesidad de los jueces para contar con una síntesis de lo que se venía haciendo consuetudinariamente para guiar el comercio y la administración de justicia. Se considera que el instrumento negociable es el título que menciona un derecho que puede transferirse por la tradición del documento y la promesa en él contenida que se hará valer ante el poseedor de buena fe, que queda liberado de todas las excepciones que hubiesen podido argüirse ante el poseedor precedente. La letra de cambio puede ser al portador al igual que el cheque y el pagaré. Asimismo, en Estados Unidos de América, el derecho cambiario fue influenciado por la Bill of Exchange Act de Inglaterra , logrando hacia 1924 establecer la Negotiable Instruments Law (N.I.L) que consideró como negociables los siguientes títulos: la letra de cambio , el pagaré , el cheque, los giros , libranzas, cupones, las acciones , las cartas de porte y los conocimientos, éstos dos últimos negociables , pero excluidos de la ley en referencia que fue modificada en la década de los años cincuenta por un texto oficial del Uniform Commercial Code. En América Latina, anotamos las siguientes precisiones: República Dominicana, adopta la Ley Uniforme de Ginebra evidente influencia del derecho francés al igual que su vecino Haití. 51 con Uruguay, tiene a partir del primero de noviembre del 1977 la Ley 14701 que constituye el estatuto General de los Títulos Valores siguiendo en gran medida la Ley Uniforme de Ginebra. Venezuela, no tiene estatuto para títulos valores, reglamentación se ubica dentro de su Código de Comercio pero su con última modificación en el año 1955 , utilizando la expresión de título de crédito y siguiendo el Reglamento Uniforme de la Haya de 1912 , antecedente de la Ley de Ginebra. Honduras, tiene su base en el Decreto N° 73 del 16 de febrero de 1950, Libro III de su Código de Comercio, utilizando la expresión de títulos valores. En México, su legislación al respecto se basa en la doctrina italiana. Así, Proyecto Vivante de 1922 y D’ Amelio 1927. Utiliza a partir de los Proyectos de 1960 el vocablo de títulos de crédito; sigue ahora a la Ley Uniforme de Ginebra. Nicaragua, se sustenta en el Decreto N° 1824 de 1971 Ley General de Títulos Valores, tratando la materia en 335 artículos. El artículo 1º considera los títulos valores como cosas muebles corporales de carácter mercantil. Costa Rica, se sustenta en su Código de Comercio que data del año 1964; la denominación es de títulos valores. En Chile, si bien su Código de comercio es de 1865, sigue la orientación del Código francés y reformado por Decreto 777 del año 1925. En Ecuador, la Ley sustantiva de letra de cambio (1925) adoptó el Reglamento Uniforme de la Haya de 1912. Argentina, utiliza la denominación de títulos de crédito, reglamentando por Decreto 5965 de 1963, basado en la Ley Uniforme de Ginebra. Bolivia, cuenta con un nuevo Código de Comercio a partir de 1977. Brasil, se adhirió a las Convenciones de Ginebra en 1942, utilizando la denominación de títulos de crédito. 52 Finalmente, Colombia cuenta con su Código de Comercio del 27 de marzo de 1977, siguiendo en gran medida el Proyecto INTAL para América Latina. CAPITULO II LOS PRINCIPOS REGULADORES DE LA TEORIA GENERAL CAMBIARIA 53 1) Definición. Torres define a los principios como: “Las ideas, postulados éticos, o criterios fundamentales, básicos, positivizados o no que condicionan y orientan la creación, interpretación, e integración del ordenamiento jurídico escrito (legal y jurisprudencial) y consuetudinario” (2001; 483-484). Los principios generales informan el ordenamiento jurídico y ofrecen los medios más adecuados para una mejor interpretación y aplicación de la norma legal y consuetudinaria. Ellos constituyen las bases teóricas y la razón lógica que le dan al ordenamiento jurídico su sentido ético, su medida racional y su fuerza vital o histórica. “Para algunos autores, los principios generales son verdades jurídicas, universales dictadas por la recta razón (iusnaturalismo); por tanto se hayan fuera del ordenamiento escrito y consuetudinario de un país, tienen un carácter previo y exterior al derecho positivo. Para otros, esos principios son los criterios que sirven de fundamento e informan el derecho positivo de cada país (postura iuspositivista); por tanto, ellos no se pueden deducir a priori sino que deben de ser conocidos mediante una labor de abstracción de las normas que integran el ordenamiento jurídico vigente de una nación” (Torres : 2001; 485). 2) Funciones. Para Mans los principios generales son “la causa y el fin, el origen y el término, el alfa y la omega del derecho” (1957; 27). Torres sostiene que los principios generales del derecho cumplen un triple función: creativa, interpretativa e integradora del ordenamiento jurídico” (2001; 484). Los principios generales creativos señalan las pautas que deben acatarse en la elaboración, modificación y derogación de las normas. Los principios son los postulados éticos que informan, inspiran y orientan la actividad del órgano constituyente, legislador, ejecutivo, jurisdiccional y demás órganos menores de producción jurídica, así como del derecho consuetudinario. En su función informadora del ordenamiento jurídico , los principios generales se encuentran fuera de la clasificación jerárquica de las fuentes formales 54 del derecho positivo, y se consideran como tales a las ideas fundamentales en que se han inspirado el creador de las normas jurídicas y, por tanto, constituyen la base de validez del ordenamiento jurídico por ejemplo , cuando en el artículo 2º inciso 3 de la Constitución se establece que “ toda persona tiene derecho a : a la libertad… de religión”, el principio general de la libertad religiosa del ser humano constituye la materia o contenido de dicho precepto constitucional. Torres sostiene que “tales principios se incorporan al ordenamiento jurídico por medio del a actividad legislativa, ejecutiva y jurisdiccional, que origina la formación de las leyes, reglamentos y sentencias. Esto es, que ellos van a formar parte del contenido de los preceptos normativos. De este modo quedan positivizados, es decir, convertidos en derecho positivo. Por ejemplo, la Constitución ha convertido en preceptos constitucionales principios políticos como el de democracia, estado de derecho, división de poderes, sufragio universal y secreto; principios relativos a los derechos fundamentales de la persona: la libertada, la igualdad ante la ley, la libre contratación, etcétera. Procesal ha incorporado, entre otros, El Derecho los principios de economía, celeridad, eficacia, imparcialidad, publicidad, contradicción. El Derecho Penal ha positivizado los principios de legalidad, tipicidad, antijuridicidad, culpabilidad, exclusión de la analogía, etcétera. El Derecho Internacional Público consagra el principio de amistad entre las naciones, la cooperación internacional, la independencia política de los Estados, los principios relativos a los derechos fundamentales de la persona. “(2001; 485). En materia mercantil, la Ley de Títulos Valores consagra los principios de: literalidad, abstracción, incorporación, formalidad, autonomía, legitimación, buena fe. Por otro lado, los principios generales cumplen una función interpretativa; es decir se constituyen en las pautas o criterios de interpretación de las normas jurídicas. Por ejemplo, el principio de interpretar los textos de acuerdo al fin pretendido por las partes, el principio de la interpretación sistemática de un texto (ley, contrato, testamento, etcétera). Asimismo, los principios generales cumplen una función integradora. Torres sostiene que aquellos “irrumpen en el movimiento codificador como un remedio ideal para llenar las lagunas del derecho legislado. El legislador no puede prever 55 todas las peculiaridades, detalles, características o especificidades de los hechos sociales, que con la ley regula, y si no puede prever todos los casos que surgen en la vida social, menos puede prever todos los que todavía no se han presentado, pero se presentarán en un futuro próximo o lejano. Los principios general sirven para llenar las lagunas que adolece el Derecho, es decir, son fuente formal de aplicación subsidiaria a falta de ley y de costumbre.” (2001; 485-486). El Derecho peruano consagra expresamente la función integradora de los principios generales al haberlos considerados como fuente subsidiaria. La Constitución en su artículo 139 prescribe: “Son principios y derechos de la función judicial… 8. El principio de no dejar de administrar justicia por vacío o deficiencia de la ley. En tal caso, deben aplicarse los principios generales del derecho y el derecho consuetudinario”. El artículo VIII del Título Preliminar del Código Civil estatuye: “Los jueces no pueden dejar de administrar justicia por defecto o deficiencia de la ley. En tales caso deben de aplicar los principios generales del derecho y, preferentemente, los que inspiran el derecho peruano”. “El juez nunca puede dejar de dar una solución jurídica a los hechos sometidos a su decisión, pues si no existe norma aplicable en el derecho positivo escrito o consuetudinario, recurrirá en última instancia a los principios generales del derecho aún cuando sobre ello nada dijera el ordenamiento escrito” ( Torres:2001; 486). Como normas de aplicación supletoria, los principios generales del derecho actúan como fuente directa, autónoma y subsidiaria, en defecto o deficiencia de la ley y de la costumbre. Como norma subsidiaria, el significado y alcance de los principios generales son los de ser una fuente más del ordenamiento jurídico, entendido, según sostiene López: “como sistema normativo pleno, coherente y unitario, cuyas fuentes están en el mismo o, excepcionalmente, en las remisiones a elementos extraños. Que se regule como fuente subsidiaria no excluye que también los principios generales caigan dentro del sistema ordenador de la vida social, sino que por esa nota de subsidiaridad ha de mantenerse precisamente en la esfera de las fuentes principales” (1974; 128). Por la función interpretativa, tales principios llegan ser fuente formal de derecho; de allí que sea correcto también afirmar, según sostiene Torres “que los principios tienen una doble (no triple como hemos dicho antes) función: a) Principios informadores del ordenamiento jurídico, y b) Como normas aplicables 56 subsidiariamente a falta de ley y costumbre. Así, el artículo 1.4 del Código civil español dispone que los principios generales del derecho se aplicarán el defecto de ley o costumbre, sin perjuicio de su carácter informador del ordenamiento jurídico” (2001; 487). 3) El principio de Literalidad. La literalidad es uno de los principios que rige a los títulos valores permitiendo delimitar el contenido, extensión y modalidad del derecho que se incorpora en el título valor. La literalidad señala que: “todo lo que constituye derecho para quien sea acreedor y lo que constituya obligación para el deudor o los deudores solidarios debe estar expresado en el propio documento necesariamente” (Ramírez,: 2004; 5). “A través pues , de la literalidad se logra fijar el contenido y alcance del derecho , consignado en el documento , y ofrece un aspecto doble en cuanto precisa los derechos poseídos por su titular y las obligaciones contraídas por el obligado” (Becerra:1984 ; 26). Pérez afirma que “la literalidad fija el contenido y los límites del derecho de tenedor impidiendo que el deudor invoque elementos extraños al título, es decir convenios extracartulares que modifiquen su contenido” (1990; 152-153). Asimismo, Bataller, sostiene que: “la literalidad implica el protagonismo exclusivo del tenedor del título para determinar el derecho. Consecuentemente, el derecho documentado se adquiere en los términos indicados en el documento” (2005; 247). Uria señala que “la literalidad opera exclusivamente en favor de quien haya ejercitado el derecho documental, sustrayéndose a posibles excepciones del deudor basados en elementos extraños al título” (1997; 906). En su sentido absoluto, “la literalidad significa que el deudor de la obligación consignada en el documento no puede oponerse a su cumplimiento, alegando o esgrimiendo razones o excepciones, aunque reales y existentes, si no constan o se desprenden de los escrito en el documento” (Broseta: 1991; 592). Es decir que las relaciones entre el deudor y el acreedor del documento se han de regular por lo que expresa el título mismo, cualquiera que fuese su contenido y el régimen del derecho incorporado según el negocio que lo hizo nacer. 57 En suma, la literalidad supone conformidad plena con el texto. El derecho derivado del título es literal en el sentido de que, en cuanto al contenido, a la extensión y las modalidades de ese derecho es decisivo exclusivamente al tenor del título. El fundamento de la literalidad está en la confianza que pone quien recibe un título sobre la exactitud de su contenido según el tenor del título mismo. Pero también juega aquí la idea de la apariencia, porque respecto a la relación jurídica que nace del título para el tercero es decisivo lo que aparezca del título mismo. Estima, Yadarola citado por Araya que “en el documento está el fundamento de la literalidad. Si el documento y solo él, da nacimiento al derecho, y si únicamente en base al mismo documento se mide y se realiza el derecho, es porque éste se asienta en la naturaleza dispositiva del documento” (1989; 66) La explicación de la literalidad está en la autonomía de la declaración consignada en el mismo título (declaración cartular) y en la función constitutiva que, respecto de la declaración cartular y de cualquiera de sus modalidades ejerce la redacción del título, esa declaración está sujeta exclusivamente a la disciplina que proviene de las cláusulas del propio título. La literalidad da certeza, pues presupone el empleo de la forma escrita, por ello la literalidad impone al tomador y al poseedor una carga de atención y de exacta lectura del título en el que el derecho y la obligación viven. La literalidad opera en beneficio preferente del poseedor del título. Literalidad, importa dependencia de la promesa cartular, y surge del empleo de una forma escrita, pero no es forma, la cual es el medio y el modo de dar vida a la declaración de voluntad; y por tanto no implica literalidad, pues una determinada forma puede ser integrada o confirmada con otros elementos extraños al que se concreta en la forma misma. Yadarola precisa, la literalidad como el fenómeno característico de los títulos valores, en cuyo mérito los derechos del poseedor se rigen, ya en su cuantía, modalidades o eficacia, por el tenor literal del título y lo que no está en él expuesto, no puede ser argüido al poseedor para alterar, disminuir o de cualquier modo modificar su derecho. La literalidad tutela la circulación de buena fe, tutela al tercero, pues al recibir el documento acepta la referencia de él que expresa los límites de su derecho y provienen del suscriptor, quien no puede, por tanto, sustraerse a la 58 obligación asumida y registrada en el tenor. Por ende la literalidad equivale a la objetivación de la promesa, constituida por la declaración unilateral y contenida en el título, la cual queda liberada de elementos personales que dependan de su autor. El principio de literalidad es común a todos los títulos valores, sin embargo al analizar dicho principio cabe señalar ciertas observaciones. En primer lugar la literalidad no se presenta con igual intensidad en todos los títulos valores, pues mientras que en los denominados títulos completos o abstractos incorpora de modo perfecto un derecho que puede delimitarse por la escritura del documento, en los títulos incompletos o causales el derecho que incorporan debe completarse en su contenido o en un exigibilidad por circunstancias ajenas al tenor escrito del documento. En segundo lugar se afirma que en los títulos que participan de la literalidad con toda su intensidad, los pactos, excepciones o circunstancias no recogidos en la escritura del título no pueden ser invocados ni por el deudor (emisor) ni por el tercero acreedor (poseedor). El artículo 4º de la Ley de títulos Valores hace referencia al principio de literalidad y precisa la posibilidad de plasmar el texto del documento y por ende percibir la literalidad de éste, mediante hoja adherida a él, y quien primero utilice esta hoja adherida deberá consignar su firma abarcando a ésta y al documento al que se adhiere. La novedad al respecto, es la precisión hecha en torno a qué ocurre si no se sigue el procedimiento en la hoja adherida, la consecuencia sería que no procedería en ejercicio de las acciones derivadas del título valor por los intervinientes en la hoja adherida quedando a salvo sus derecho en la vía causal. 4) El principio de Abstracción. Los autores no están de acuerdo en torno al concepto de abstracción, para algunos significa que en la obligación cartular, no se exige la causa, que al causa no es un elemento de la obligación, mientras que para otros la causa es necesaria pero no exigen que sea expresada en el título dado que la ley presumen su existencia. Por el principio de abstracción cambiaria en los títulos valores no es necesario discutir el origen de la obligación, hecho que solo puede alegarse tratándose de la relación causal. Así los títulos valores emitidos con los requisitos 59 de ley son documentos que aparejan ejecución, y consecuentemente el ejecutante no tiene por qué probar la relación causal en virtud de los principios de abstracción y literalidad cambiaria. Los títulos valores son instrumentos carentes de historia y para su cobranza en acción cambiaria no depende de la causa que haya dado origen a su emisión. Para el profesor Gómez, citado por Beaumont, los títulos valores gozan del principio de abstracción por cuanto “se han desvinculado jurídicamente de la causa o relación fundamental que motivó su libramiento o transmisión, sin que sea posible que tal relación extracambiaria sirva como fundamento de defensas o excepciones ante el portador del título , tercero de buena fe “ (2000; 93). La abstracción impide que el deudor recurra a las excepciones fundadas en la causa, en el caso de que el exhibidor sea un tercero. La abstracción opera a favor exclusivo del tenedor del título. La abstracción junto con la literalidad confiere la máxima eficacia al derecho incorporado en el título en ventaja del exhibidor. El límite del derecho abstracto que confiere de encuentra en la literalidad de su contenido. “La abstracción de los títulos valores es una manifestación del formalismo y de la literalidad, desde que la ley exige que se cumplan con esas exigencias para que el título valor sea completo sin necesidad de que exista la causa de la obligación” (Pérez: 1990; 157). La abstracción tiene 2 sentidos; en el primero significa que la obligación incorporada en el título no tiene causa, es decir que la obligación cartular no necesita de la causa para su nacimiento y validez y en otro sentido, la abstracción significa que si bien la obligación cartular es siempre causal como las obligaciones de origen contractual, la ley presupone que la causa es lícita aunque no se mencione y mientras que el deudor no pruebe lo contrario. La abstracción es una consecuencia del carácter formal y literal del documento. El antecedente de dicho principio está en la stipulatio romana, forma de obligarse mediante una declaración verbal y solemne hecha por el deudor a su acreedor, como consecuencia de esa declaración, el deudor quedaba obligado con prescindencia de toda causa. Según Kuntze la “obligación abstracta es una obligación con causa tácita, una obligación en la que la causa no es un elemento jurídico pero está suspendida, oculta, disfrazada, pero no es una obligación sin causa , porque una operación 60 jurídica nunca existe sin causa, salvo el caso de la letra e cambio de favor” (Pérez: 1990; 159). Bonelli señala que la obligación nace abstracta desde el principio, desde que a la declaración de obligarse no se dirige a la persona con la que el creador del título se encuentra en relación causal sino a un poseedor eventual todavía futuro e incierto. Messineo, citado por Pérez, señala que “la abstracción de los títulos valores responde a 2 razones: una política y otra de carácter práctico. La razón política es acrecentar, a través del refuerzo de la literalidad y de la seguridad de la circulación, la aptitud de los títulos para trasladarse de un patrimonio a otro. La razón práctica radica en la irrelevancia de que la causa sea una contraprestación prometida al deudor por el acreedor o en el propósito de enriquecer el patrimonio del acreedor sin obtener una prestación” (1190; 214). 5) El principio de Incorporación o Inmanencia. El principio de incorporación está ligado al derecho, de donde se puede afirma que el derecho se une al título, es decir pasan a ser un todo indivisible. Esta relación o esta fundición entre derecho y título surgen con la aparición misma de éste, se mantiene durante su vida y únicamente se destruye al extinguirse la obligación cambiaria. “La incorporación del derecho al título trae por consecuencia que solo el poseedor del documento pueda exigir y trasmitir el derecho documental” (Uria: 1997; 905). El derecho como cosa incorporal, se materializa mediante su incorporación al papel, de manera que su legítimo tenedor no solo está facultado para exigir al deudor el cumplimiento de la prestación que le incumbe, sino que tal exigencia debe instrumentarla justamente mediante la presentación del título. Incorporación del derecho a título es la conexión entre el derecho y título en que se fundamenta la construcción de los títulos valores como categoría jurídica, por cuya virtud la circulación y el ejercicio del derecho cartularizado quedan ligados a la posesión. Incorporado el derecho al título: el derecho no puede exigirse sin el documento, y queda sometido a las vicisitudes que experimente éste. 61 Por el principio de incorporación el título valor es un documento probatorio, constitutivo, y dispositivo que contiene una declaración de voluntad de la que deriva una obligación a cargo del que suscribe el título. El título valor es un documento que contiene derechos patrimoniales, y constituyen una unidad inseparable documento y derecho; por ende si yo tengo el título (documento) puedo ejercer todos los derechos en él contenido, salvo excepciones. Se dice que se tiene un derecho sobre un documento, el sujeto tiene el derecho incorporado sobre ese documento, si se pierde el documento, se pierde el derecho, solamente quien tiene el derecho incorporado sobre el documento puede reclamar sea soporte materializado o desmaterializado. El título valor es documento constitutivo. En efecto el derecho de crédito está contenido en el título, se dice para señalar el fenómeno de la denominada incorporación del derecho en el título o conexión permanente del derecho con el documento. El derecho está contenido o compenetrado en el documento, constituyendo ambos la unidad funcional que exterioriza el derecho. El principio de incorporación explica el fenómeno de la estrechísima vinculación entre el documento y el derecho de crédito. “ El crédito no se transfunde en el documento, no pierde su individualidad por intenso que sea el ligamen que lo une al documento; uno y otro , a pesar de hallarse en conexión permanente, siguen siendo elementos diferentes dentro del fenómeno unitario denominado título valor” (Araya: 1989; 60). Ambos elementos son principales y conservan su autonomía jurídica. El documento es el instrumento básico para que el título valor alcance su funcionalidad, pero si el documento se pierde o se destruye, el derecho creditorio no desaparece, aunque deje de ser una expresión cartular. Messineo, citado por Araya (1989; 60), señala que el título valor es documento constitutivo, que el derecho de crédito contenido en el título, para indicar el fenómeno de la denominada incorporación de derecho en el título, esto es, el derecho es identificado o compenetrado en el documento hasta el punto de forma cuerpo con él, con las consecuencias siguientes: a) Que se adquiere el derecho nacido del documento. b) Que con la transferencia del documento, se transfiere necesariamente el derecho cartular. 62 c) Que sin la presentación del documento, no puede obtenerse el cumplimiento de la prestación. d) Que la destrucción del documento puede importar la pérdida del derecho cartular. e) Que la prenda, el secuestro, el embargo y cualquier otro vínculo sobre el crédito no tiene efecto, si no afectan también al título. 6) El principio de Formalidad. Para el profesor Gómez citado por Beaumont “los títulos valores son formales por cuanto la falta de cualquiera de los requisitos extrínsecos que exige la ley cambiaria al tiempo de su presentación, produce la inexistencia del título valor como tal “(Beaumont: 2004; 93). Según, De Seno, el título valor además de ser un documento especial es también un documento formal que obedece a los requisitos de forma prescritos por ley bajo conminación de la invalidez del título como tal, no basta, por tanto, la escritura, sino que son necesarias todas las indicaciones que la ley requiere para que el título de crédito asuma un determinado tipo y pueda considerarse regular y por lo tanto despliegue la eficacia que le es propia. La formalidad es la necesidad de ajustar el contenido del título a disposiciones expresas de la ley, carácter que presentan algunos títulos valores en mayor incidencia. Según se aprecia la ley impone requisitos de forma los títulos pero como destaca la doctrina entre ellos también se distinguen formalidades esenciales y no esenciales. Las primeras son de carácter ad solemnitatem porque su ausencia puede acarrear la nulidad del documento como título valor, mientras que las segundas son sólo de carácter ad probationem, porque su ausencia no anula el documento como título valor, sino le hace perder su destino circulatorio dejando subsistente la obligación nacida en el acto jurídico que dio origen a la emisión o transferencia del título valor. Los títulos valores están irradiados de formalidad, si no se cumple con ellas dicho título es inválido, la ley les señala las formalidades sino no es título valor. El 63 artículo 18 de la Ley de títulos valores hace referencia al principio de formalidad, la ley le otorga mérito ejecutivo a los títulos valores, lo cual significa que el juez única mente verá si cumple con los requisitos y no se discute el derecho contenido en el título, tramitándose vía proceso ejecutivo; el requisito para tener el mérito ejecutivo es que cumpla con los requisitos para ser título valor. 7) El principio de Autonomía. El principio de autonomía fue acuñado por la doctrina alemana y desarrollado por la doctrina italiana. Cuando se afirma que el derecho mencionado en un título valor es un derecho autónomo, se quiere significar que el tenedor que exige el pago no se le puede oponer las excepciones personales que podría oponerse al anterior titular derivadas de contratos celebrados entre ellos o de la llamada relación fundamental porque adquirió el título originariamente, por lo que no es sucesor de su antecesor. Es decir el poseedor del título ejercita un derecho propio, originario y no derivado; independiente del derecho de los anteriores poseedores al que no afectan las relaciones que haya podido existir entre el deudor y los tenedores precedentes, y al que no se pueden poner , por tanto , las excepciones personales de éstos. Al hablar de la autonomía se refiere a la posición jurídica de los terceros futuros adquirentes del título, y consiste en el hecho de que el deudor-emisor del título valor no puede oponer al segundo y posteriores poseedores excepciones personales que podía oponer al poseedor originario. La autonomía se enuncia como que “cada poseedor adquiere ex novo, como si lo fuera originariamente, el derecho incorporado al título, sin subrogarlo en la posición personal de su transmitente” (Broseta: 1991; 594). Al respecto, cabe precisar que, en el marco de los títulos valores las adquisiciones se producen a título originario, lo que quiere decir que la posición jurídica del adquirente no depende de la que tenía su transmitente o cualquier otro titular precedente. Por virtud de la autonomía le poseedor legítimo de un título en cuanto a su derecho se encuentra en la misma situación en que se 64 hallaría si hubiese contratado directamente con el librador pues ni el primero tomador , ni los posteriores adquirentes tienen presencia alguna en la posibilidad de su derecho. Ello porque ha adquirido originariamente el derecho , es decir su derecho no es el mismo derecho que el último tenía, dándose de esta manera en plenitud las garantías de certeza y seguridad en la realización del derecho ; es por ello que se señala que la autonomía en la adquisición del derecho incorporado es una exigencia impuesta por la necesidad de proteger y fomentar la transmisibilidad de los derechos mediante su incorporación a un título, facilitando de estas manera “ la autonomía la circulación de los títulos valores” (Bataller: 2005; 247); por cuanto la posición jurídica del adquirente documental es más sólida que el régimen común, porque queda inmune frente a cualquier excepción que el deudor pudiera oponer relativa al acreedor o acreedores transmitentes. Por eso se señala que cuando el “título circula renace ex nuovo en cada nuevo adquirente la facultad de devenir en acreedor , ejercitando la pretensión contenido en el título, que no fue ejercitada por nadie todavía, y solo en el último poseedor se da la titularidad del derecho de crédito que durante la circulación estuvo latente” (Uria: 1997; 907). Tal es el alcance del principio de autonomía que si el tradens no fuer un portador legítimo , éste no afectaría al derecho que adquiere de buena fe el accipiens, porque su derecho es autónomo, invulnerable a la reivindicación por parte del propietario despojado, y las excepciones que el deudor pudiera hacer valer contra él o los transmitentes anteriores. Asimismo cabe señala que el “fundamento de la autonomía se encuentra en el principio de la adquisición originaria, el adquirente del título es propietario de él y acreedor del derecho en él contenido, recibido originariamente no es sucesor, en consecuencia de quien transmite, ni de ninguno de los poseedores anteriores” (Araya: 1989; 70). La autonomía se entiende como la transmisión de un derecho nuevo, originario, independiente de su inicial tomador, siendo la autonomía verificable al momento de la transferencia de los títulos valores, de su circulación. 8) El principio de Legitimación. 65 La legitimación es la facultad que tiene el titular del derecho incorporado al documento para ejercerlo. Es la aptitud para ejercer todos los derechos que nacen del título. La legitimación es “pues ese estado de hecho, que resulta idóneo para el ejercicio del derecho“(Araya: 1989; 72). “La legitimación impone 2 aspectos: aspecto activo. Que el titular del derecho incorporado al documento puede exigir el cumplimiento al obligado por el solo hecho de tenerlo, y en su aspecto pasivo. Que el obligado se libera de su obligación por cumplir la prestación, frente al tenedor del documento siempre que éste tenga una tenencia legítima” (Beaumont: 2004; 46). “La legitimación tienen 2 estados: activo y pasivo: el primero es la índole del título de asignar a quien lo posee regularmente la aptitud para exigir el cumplimiento de la obligación que él consigna. En su estado pasivo la legitimación significa que el deudor obligado en el título da cumplimiento a la obligación y se libera pagando al legitimado propietario formal. El pago frente a la exhibición y restitución del título es absolutamente insoslayable; solo así resulta la liberación” (Araya: 1989; 74). Por un lado tenemos, la legitimación activa que es el derecho de acreedor del título para cobrar lo que consta en el título, y por otro la legitimación pasiva que es el derecho de deudor de pagar y de liberarse de l título. Si la legitimación hace referencia a los requisitos que deben concurrir en un sujeto para ejercitar un derecho, la legitimación por la posesión aplicada a los títulos valores significa que en ellos la posesión es condición indispensable para ejercitar el derecho incorporado y en consecuencia exigir del deudor-emisor del título, la prestación debida. Como afirma O Von Gierke citado por Broseta “el sujeto legitimado no adquiere siempre la titularidad del derecho, sino simplemente la posibilidad de ejercitarlo” (1991; 692). Lo dicho demuestra que la legitimación es valor diferente de la titularidad del derecho, ya que puede estar legitimado el que lo adquirió por cualquier medio irregular y sin embargo, a favor de una situación de hecho puede ejercer el derecho. “Titular del derecho: es aquel que lo tiene en virtud de un título de adquisición, y legitimado es simplemente un no titular del derecho pero a nivel de una situación de hecho, tenencia de acuerdo con la ley de circulación, única circunstancia que puede juzgar el adquirente, ejercer el derecho” (Araya: 1989; 66 71). Toda esta materia de la legitimación esta dominada por el dogma de la apariencia jurídica. La posesión del título engendra apariencia de titularidad del derecho y con el fin de favorecer la circulación se exonera al poseedor de demostrar que es titular del crédito, pero en esta materia juega un papel esencial la buena fe del deudor, la legitimación por la posesión queda paralizada cuando el deudor tiene conocimiento de la ilegalidad de la posesión o de la oposición al pago formulada pro el verdadero propietario del título. Asimismo, cabe realizar una precisión en cuanto a la legitimación y si ésta corresponde a la investidura o si son fenómenos jurídicos distintos: investidura es el hecho jurídico en virtud del cual una persona adquiere la posesión de un derecho, es un hecho y no un estado jurídico, porque se agota normalmente en el momento mismo en que se produce el hecho que determina la posesión del derecho. La legitimación en cambio es ese estado de hecho continuado que produce el efecto jurídico de atribuir a quien aparece como investido la disponibilidad del derecho. 9) El principio de Buena Fe. Es la sana creencia desde el punto de vista del deudor. El artículo 1207º del Código Civil define a la buena fe como la creencia de que aquel de quien se recibe la cosa es dueña y puede enajenarla. La buena fe se toma como condición de legitimidad. La buena fe del adquirente (accipiens) es un efecto de la apariencia que lo induce al acreedor que el enajenante (tradens) es propietario y, en consecuencia está investido del derecho y legitimado para enajenar el bien, en este caso el título valor. En el Derecho Romano el principio e buena fe tuvo su punto de partida en 2 elementos: fides, que significa fidelidad y credo que significa crédito, son términos éticos, sociológicos, que generan la creencia o credibilidad y la confianza entre las personas que realizan determinados actos contractuales o asumen determinadas obligaciones (Maradiegue; 2002; 47). Por su parte Messineo sostiene: “la buena fe se expresa en 2 vertientes claramente distinguibles, por un lado, en la medida que la regla se dirige al juez u otro intérprete, significa que el negocio debe ser interpretado como manda la 67 buena fe objetiva, entendida como el comportamiento leal típico que observarían personas correctas. De otro lado, en cuanto la buena fe se dirija, a los agentes, carece de contenido específico, es subjetiva pues no exige otro deber del comportamiento que el que venga precisamente determinado por el contenido del negocio, aunque éste fuera el caso tuviese prestaciones desequilibradas” (1979;254). León señala que “ la buena fe debe entenderse en su sentido objetivo, es decir valorando la conducta que debieron haber observado las partes, a base de una recíproca lealtad, en cuanto a las consecuencias que deben ser entendidas. Que resultan del compromiso jurídico respectivo” (1954; 85). 68 CAPITULO III EL PROCEDIMIENTO CONCURSAL ORDINARIO 1) Evolución del Derecho Concursal Peruano. En la Edad Media, surge la quiebra como institución en el llamado “Derecho Estatuario”, en “el cual se instituyeron tribunales ad hoc sin hacer distinción si los insolventes eran o no comerciantes, dotaron al procedimiento de quiebra de severas sanciones penales, para poder así proteger el patrimonio del fallido, asegurando así el reparto de los bienes entre todos sus acreedores” (Benavides: 2000; 23). Cabe señalar que durante dicho periodo su procedimiento fue de oficio y el magistrado no solo incauta el patrimonio, sino que lo distribuía entre los acreedores, la autoridad pública al tomar posesión del patrimonio reclama para la masa todos los bienes de propiedad del deudor cualquiera fuese su poseedor. En la Edad Moderna, se regulaba la quiebra del comerciante individual, cuyo objeto primordial era liquidar los bienes del patrimonio del deudor para poder cumplir conducta con el pago a sus acreedores, asimismo se castigaba su dolosa, cuando se comprobaba maliciosamente. 69 que lo había realizado Es preciso mencionar “que en el Perú rigió la legislación española, es decir las Ordenanzas de Bilbao de 1737, hasta 1853 en que se dictó el primer Código de Comercio” (Rodríguez: 1999; 21). Dicho Código de Comercio fue una trascripción literal del Código Español de 1829, en el que se distinguía 2 tipos de quiebra: la quiebra causal o fortuita, la quiebra culpable o negligente y la quiebra prudente, delictiva o fraudulenta, cada una tenía un tratamiento diferente y diferente sanción. El Código de Enjuiciamientos en materia civil de 1852 contenía normas sobre concurso, tratando sobre el juicio de concurso y no sobre el juicio de quiebra. En el año de 1902 se dicta el Código de Comercio, según el cual “el comerciante que no pudiendo satisfacer en el acto todas sus obligaciones corrientes, cuenta, sin embargo, con recursos o bienes suficiente para pagarlas íntegramente, goza del beneficio de suspender los pagos hasta que sus acreedores acepten o rechacen el convenio que debe proponerles.” (Montoya: 2000; 448). Se reconoce un estado preliminar al de quiebra que corresponde a la situación en que se encuentra el comerciante que sin gozar de toda la plenitud de su crédito tampoco se halla en la situación de cesar por completo en el pago de sus obligaciones corrientes. La Ley Procesal de Quiebras Nº 7566, promulgada el 2 de Agosto del 1932 derogó la parte pertinente del Código de Comercio, y regula a partir de ese entonces el aspecto procesal y sustantivo de las quiebras y en general la materia del derecho concursal. Esta ley contemplaba aspectos relacionados con los convenios judiciales de acreedores o extrajudiciales. Surge así una etapa la cual se caracteriza por la intervención del Estado a efecto de permitir que empresas en quiebra continuasen funcionando. En los años setenta se dieron leyes que incidían sobre la situación de las empresas declaradas en quiebra. El Decreto Ley Nº 19525 dispuso que a través de Resolución Suprema se podía disponer la continuación forzosa de la actividad industrial o comercial de una sociedad mercantil declarada en quiebra para lo 70 cual se le debía calificar como de necesidad y utilidad pública para la economía nacional o para el interés social. Por otra parte “Dispositivos como los Decretos Leyes Nº 20023, 20158, 21584 y 22972 permitieron que los trabajadores de empresas en quiebra pudieran solicitar la administración de la empresa” (Montoya: 2004; 449). Dicho pedido procedía no solo en el caso de quiebra sino en el cado de que los empresarios paralizaran las labores o abandonaran sus empresas para lo cual debían constituir cooperativas de trabajo. Con dichos decretos se procuraba proteger al centro de trabajo, pero con un exceso que significaba propiciar condiciones para apoderarse de los bienes de la empresa bajo una situación coyuntural. En la década de los ochenta comienza una nueva etapa en la cual el centro de la problemática es el cierre de la empresa, siendo las medidas orientadas a evitar que las empresas cierren o quiebren y para ello se comprometen a los creedores para que bajo el criterio y decisión de las mayorías aprueben la reestructuración de la empresa; siendo así como se dictan disposiciones sobre reestructuración empresarial y patrimonial , destinadas a permitir la recuperación de empresas viables que atraviesen crisis económicas y financieras temporales y con ello, a mantener y salvaguardar puestos de trabajo. 2) Teoría Concursal: presupuestos teóricos, principios, sujetos y reglas procesales. 2.1. Presupuestos Teóricos. Para que sea posible la existencia del procedimiento concursal se requiere la presencia del concurso de acreencias impagas. 71 Sobrevilla define al concurso como: “la concurrencia de acreedores (de todos), mediante demanda judicial para el pago de sus créditos” (1998; 27). El estado concursal es el resultante de una declaración formal de insolvencia emanada de un ente competente (Comisión del INDECOPI o entidad delegada) y tiene por sustento- presupuesto- la incapacidad, temporal o definitiva, del deudor de cumplir (pagar) sus obligaciones (Sobrevilla: 1998; 28). La situación concursal “surge como consecuencia del hecho que el deudor, ante situaciones de crisis económica- financiera, obviamente iniciales, transitorias y superables, que le impiden el cumplimiento ordinario o pago corriente de sus obligaciones, llama o convoca a todos sus acreedores a efectos de solucionar esa situación deficitaria inicial mediante un Convenio, bajo las modalidades de un Refinanciamiento Global o de una Reprogramación de Pagos, solución contractual que le permita superar esa situación deficitaria y, a la vez, cumplir con el pago de todas sus obligaciones” (Sobrevilla: 1998; 28). El concurso de acreedores es el producto de una declaración formal de insolvencia provocada por los acreedores o por el propio deudor, como consecuencia de la incapacidad o imposibilidad de pagar; mientras que la situación concursal no requiere, ni precisa de tal declaratoria Bonfanti señala que los procesos concursales “son la organización legal y procesal de defensa colectiva de los acreedores, frente a la insolvencia del comerciante” (1983; 9). El derogado TUO de la Ley de Reestructuración, Decreto Supremo Nº 014-99-ITINCI, consideraba que para que exista proceso concursal se requería de tres presupuestos procesales: “un presupuesto objetivo, ésto es, que se verifique la existencia de una causa válida para que el deudor sea declarado insolvente; el presupuesto activo, que el sujeto que solicita la acción se encuentra debidamente facultado; y por último, un presupuesto pasivo, referido sobre quien recae la acción” (Ugaz: 1998; 21). 72 2.1.1. La Insolvencia. Velásquez sostiene: “la insolvencia es la situación de hecho en la que se encuentra una persona natural o jurídica cuando su pasivo excede a su activo y por la tal motivo está imposibilitado de atender al pago de sus deudas” (1994; 140). Por su parte, Flores define a la insolvencia como “la incapacidad de pagar una deuda. En Derecho Comercial y Tributario es la situación de la persona que no puede pagar sus obligaciones corrientes, cesando en sus pagos. La consecuencia más importante sería la declaración judicial de quiebra” (1984; 96). Cabanellas define a insolvencia como “la imposibilidad del cumplimiento de una obligación por falta de medios. Incapacidad para pagar una deuda. Falta de Prestigio. Desconfianza acerca de la capacidad o moralidad de una persona que ha de dirigir alguna empresa” (1989; 162). Echeandía define la insolvencia en el sistema legal peruano como “un estado objetivo consistente en la existencia de un desbalance entre los activos y los pasivos del deudor que le impide el pago oportuno de sus deudas, el mismo que puede determinarse, ya sea verificando la pérdida o el deterioro patrimonial (insolvencia propiamente), o comprobando la incapacidad de una persona para cumplir con sus obligaciones (cesación de pagos) “(1996; 218). 2.1.2. Cesación de pagos. El Derecho Romano entendía a la cesación de pagos como una insuficiencia patrimonial de parte del deudor. Tal concepción se mantuvo en el Código de Napoleón extendiéndose a toda la legislación continental. 73 Tonón sostiene que: “podía suceder que el pasivo fuera superior al activo y aún así el deudor no se hallara en cesación de pagos por contar con medios líquidos fácilmente realizables o con la posibilidad d e recurrir al crédito para hacer frente a las obligaciones exigibles. Y viceversa bien podía suceder que el pasivo fuera inferior al activo , y no obstante ello el deudor se hallare en estado de cesación de pagos, por no contar con medios líquidos fácilmente realizables o no poder recurrir al crédito para hacer frente a las obligaciones exigibles” (1992; 19). Kleidermarcher señala que la cesación de pagos “es una situación o estado instalado en el patrimonio con un carácter generalizado y de permanencia, por el cual ya no podrá atender las obligaciones que lo gravan con sus recursos o fuente naturales y deberá fatalmente emprender la marcha hacia alguna reestructuración de su pasivo, renegociación y/o transformación estructural de dicho patrimonio y que puede lograrse dentro o fuera del concurso” (2001; 36). Por su parte, Puga define a la cesación de pagos “como un estado patrimonial vicioso y complejo que se traduce en un desequilibrio entre su activo liquidable y su pasivo exigible, de modo tal que coloca a su titular en la incapacidad objetiva de cumplir, actual o potencialmente, los compromisos que lo afectan “ (1989; 24). Ferrero diferencia entre el criterio de insolvencia y el de cesación de pagos, “la cesación de pago puede ser un hecho aislado y obedecer a un cumplimiento momentáneo o puede referirse a una obligación determinada con un acreedor singular. La cesación de pagos, es un modo de manifestar la insolvencia, pero no es el único” (1993; 390). Fernández nos brinda una clasificación de hechos reveladores de la cesación de pagos (1983; 43): a) Hechos de manifestación directa, que importan un reconocimiento explícito o implícito, de la impotencia del deudor de cumplir sus obligaciones. 74 Confesión Expresa: judicial (presentación en quiebra o solicitando concordato) , extrajudicial (circulares, actos públicos, publicación de balances, convocatorias privada de acreedores, etcétera) Confesión Implícita: fuga, ocultación y alejamiento; clausura del negocio; hurto u ocultación de mercaderías o muebles; distracción, dispersión, donación de todos los bienes. b) Hechos de manifestación indirecta, que ocurren cuando el deudor evita revelar su insolvencia y deja que los acontecimientos sigan su curso, o bien simula una insolvencia artificiosa. Incumplimientos. Todos los expedientes y recursos que puede recurrir el deudor para evitar precisamente los incumplimientos y no incurrir en quiebra (expedientes ficticios, ruinosos y fraudulentos). 2.1.3. Presupuesto Objetivo. En un principio “la doctrina identificó la cesación de pagos con el incumplimiento, pero después se advirtió que podía haber tanto incumplimiento sin cesación de pagos como cumplimiento con cesación de pagos.” (Tonón; 1988; 18). Luego se llegó a definir a la cesación de pagos como la impotencia, no momentánea del patrimonio del deudor para hacer frente con medios normales a las obligaciones exigibles. Se señala que la cesación de pagos no equivalía a incumplimiento (el cual era un simple hecho), sino a la impotencia del patrimonio del deudor, siendo dicha impotencia un estado, y dicho estado adquiría relevancia jurídica en tanto se manifestara externamente a través de hechos reveladores del estado de cesación de pago. El artículo 85º de la Ley de concurso argentina define al estado de cesación de pagos como “la imposibilidad en que se halla el deudor de cumplir 75 regularmente sus obligaciones, entendiéndose que la expresión regularmente, implica tanto un cumplimiento con medios normales, excluidos los ruinosos, como oportuno, es decir al vencimiento de las obligaciones.” (Tonón: 1988, 20). 2.1.4. Presupuesto Activo: la petición del sujeto legitimado. Hay regímenes en los cuales el concurso puede ser abierto de oficio, con lo cual se quiere decir que el juez puede abrir el concurso sin que medie petición alguna; así también los hay en que el concurso no puede ser abierto de oficio sino a petición del sujeto legitimado a tal fin. Nuestro régimen sigue esta última orientación; se trata de un presupuesto complejo o por lo menos calificado, porque no solo es necesario que medie petición sino que el peticionante esté legitimado, y tanto la petición como la legitimación tienen que subsistir o por lo menos existir al momento de ser abierto el concurso. 2.2. Principios. Los principios son las reglas e ideas fundamentales que rigen u orientan el régimen concursal. La ley del sistema concursal peruano regula expresamente los siguientes: 2.2.1. Universalidad. Dicho principio se encuentra enunciado en el artículo IV del Título Preliminar de la Nueva Ley General del Sistema Concursal que señala que: “los procedimientos concursales producen sus efectos sobre la totalidad del patrimonio del deudor, con las excepciones establecidas expresamente por ley”. 76 El artículo 1º segunda parte de la Ley de Concursos argentina señala lo siguiente: “El concurso produce sus efectos sobre la totalidad del patrimonio del deudor, salvo las exclusiones legalmente establecidas respecto de bienes determinados” (Tonón: 1988; 26). Asimismo en la legislación concursal colombiana contenida en su Código de Comercio, se establece en su artículo 1961 lo siguiente: “Integran la masa de la quiebra todos los bienes embargables del deudor, actuales y futuros, inclusive, los efectos especialmente al pago de determinadas obligaciones” (Carbonell; 2003; 30). Por este principio “se afecta todo el patrimonio de deudor, es decir es el conjunto de bienes y deudas que provienen del activo o pasivo de un patrimonio” (Benavides; 2000; 36). Beaumont señala que el principio de universalidad es “aquel por el cual una vez declarada la situación de concurso del deudor, la totalidad de bienes de éste se afecta al concurso” (2002; 49). El principio de universalidad “alude a la necesidad de que la totalidad de bienes del deudor se vincule al procedimiento concursal. A diferencia de las acciones de ejecución individual en las que el acreedor persigue únicamente aquellos bienes que puedan vincularse a la ejecución por medio de las medidas cautelares, en los proceso concursales se logra la afectación de todos los bienes integrantes del patrimonio del concursado” (Reyes: 1999; 357-358). En virtud del principio de universalidad los acreedores cuentan con todo el patrimonio del deudor para ejercer sobre él las acciones que estimen más pertinentes, lo cual implica que el patrimonio concursado queda afectado en principio a la satisfacción de los acreedores que participan del concurso, salvo las excepciones que la propia norma concursal señala, como es el caso concreto de los bienes inembargables antes supuestos de concursos de personas naturales o las exclusiones de cierta clase de bienes que normas especiales de rango legal pudiera determinar. Entendemos por bienes excluidos por la ley, especialmente a los bienes inembargables, en el caso de que el deudor concursado, sea una persona 77 natural. En el caso de las personas jurídicas, cabe anotar que todos sus bienes se encuentran sujetos a la actividad y objeto social para el cual ésta se constituyó, por lo que no es posible considerar ni reservar para estas, bienes con calidad de inembargables, que por su carácter alimentario y personalísimo son solo atribuibles a las personas físicas. Se puede sostener que el universo de bienes del concursado conforma la mejor garantía de honramiento de las obligaciones frente a sus acreedores, lo que implica además de una simple protección de la masa concursal, el sinceramiento del patrimonio que lo conforma. Con el propósito de salvaguardar el principio en mención, la ley determina que el deudor sometido a concurso se encuentra impedido de efectuar enajenaciones, pagos por obligaciones vencidas que no se ajusten a la forma pactada, gravámenes sobre sus bienes, y en general actos y contratos a título oneroso que no se refieran al normal desarrollo de sus actividades, considerándolas a éstas, transacciones ineficaces. 2.2.2. Colectividad. Este principio se encuentra contemplado en el artículo V del Título Preliminar de la Ley General del Sistema Concursal que señala: “los procedimientos concursales buscan la participación y el beneficio de la totalidad de los acreedores involucrados en la crisis del deudor. El interés colectivo de la masa de acreedores se superpone al interés individual del cobro de cada acreedor.” Desde el momento que el procedimiento concursal tiene por finalidad la recomposición del pasivo del deudor mediante un acuerdo con sus acreedores o la liquidación de su patrimonio para distribuir su producido entre sus acreedores, son llamados a participar de él todos los acreedores del deudor. Por eso se dice que el procedimiento concursal es un procedimiento colectivo, “porque no se desarrolla en beneficio de uno o de determinados acreedores sino de la totalidad de ellos” (Tonón: 1988; 27). 78 Lo cierto es que el procedimiento concursal es un procedimiento colectivo porque de él pueden participar todos los acreedores del deudor. Así surge la idea de la ejecución colectiva en contraposición de la ejecución individual y comparando la ejecución colectiva en un proceso concursal con la ejecución individual, se destaca que mientras la ejecución colectiva se desarrolla en beneficio de todos los acreedores, la ejecución individual lo hace en beneficio del acreedor que la promovió. La colectividad “se desarrolla en beneficio de todos los acreedores y no en beneficio de algunos o determinados acreedores privilegiados, que participan en el concurso” (Benavides: 2000; 36). El derecho concursal busca, sino únicamente como meta fundamental, la protección de los acreedores, quienes Al declara al falencia de su deudor, advienen a quedar unidos por estar asistidos de un interés común cual es la aspiración de que todas las acreencias sea satisfechas en igual forma, proporción y plazos, salvo, eso sí, las que por expresa disposición legal gocen de alguna preferencia en particular. Se señala que si existiera un mundo en el que todas las crisis económicas enfrentan al deudor con un solo acreedor, no habría necesidad de elaborar un sistema concursal. “El acreedor que se hallara ante un deudor incapaz de satisfacer su crédito en el plazo previsto, solo podrá elegir entre liquidar el patrimonio del deudor y obtener un porcentaje de su crédito o esperar la recuperación económica de su deudor. Cuando los acreedores son más de uno, las alternativas que cada uno tiene depende de otros factores, entonces aquí se presenta el principio de colectividad en toda su dimensión dentro del esquema concursal.” (Bisbal: 1986; 23). Es pues principio fundamental del concurso, que se apareja con los objetivos peculiares de la institución, el que la doctrina universal ha denominado “par condictio creditorum, que corresponde a la garantía general de los acreedores” (Carbonell: 2003; 30). En tal sentido el principio de colectividad se verifica en 2 aspectos materiales: a) aquel que llama a participar en el procedimiento concursal a la 79 totalidad de acreedores del deudor, al respecto debe tenerse en cuenta que la participación de losa creedores en los procedimientos regulados en la ley están supeditado a la condición concursal de sus créditos y b) aquel que se orienta en no beneficiar a un determinado grupo de acreedores, sino a todos; nuevamente la solución colectiva termina siendo más óptima que la individual y por ello se elige ésta dado que genera un bienestar social mayor. Por el principio de colectividad “todos los acreedores del deudor concursado son llamados a presentarse al procedimiento concursal” (Beaumont: 2002; 52). El principio de colectividad impone a todos los acreedores una carga procesal que consiste en la necesidad de hacerse parte en el proceso, ya que su ausencia por cualquier causa que fuere, conlleva la consecuencia de no permitirle el ejercicio de otra acción para satisfacer su crédito. La Ley General del Sistema Concursal sanciona al acreedor que no se presenta al concurso con la imposibilidad de cobrar de acuerdo a los términos del plan de reestructuración o del convenio de liquidación, según sea el caso. De la misma manera la ley sanciona al acreedor tardío que no se presenta dentro del plazo de ley, con la imposibilidad de ejercer sus derechos políticos en las juntas de acreedores careciendo de derecho a voz y voto. Para algunos autores “el principio de colectividad se encuentra subsumido en el principio e universalidad, puesto que así como se encuentran afectos a un procedimiento concursal todos los bienes del deudor, con excepción de aquellos expresamente excluidos por la ley, también se encuentran sometidos a concurso todos sus acreedores” (Beaumont : 2002; 52). 2.2.3. Proporcionalidad. Este principio se encuentra contemplado en el artículo VI del Título Preliminar de la Ley General del Sistema Concursal que señala: “los 80 acreedores participan proporcionalmente en el resultado económico de los procedimientos concursales, ante la imposibilidad del deudor de satisfacer con su patrimonio los créditos existentes, salvo los órdenes de preferencia establecidos expresamente en la ley”. El principio de proporcionalidad señala que “a través del concurso se persigue el cobro colectivo de los créditos pendientes, produciéndose en teoría y de manera equitativa entre todos los acreedores concursales, tanto el reparto de la pérdidas como del dinero obtenido por las acciones ejecutadas en el procedimiento dentro de cualquiera de las alternativas de destino elegidas por la junta de acreedores” (Augusto: 2002; 146). Al principio de proporcionalidad también se le denomina de concursalidad, el cual es recogido por el artículo 125 párrafo 1 de la Ley 24.522, legislación de concurso argentina, que establece lo siguiente: “Declarada la quiebra todos los acreedores quedan sometidos alas disposiciones de esta ley y solo pueden ejercitar sus derechos sobres los bienes desapoderados en la forma prevista en la misma” (Carbonell: 2003; 31). Señala Richard que “la concursalidad representa la concurrencia o sea, corre junta y simultáneamente, en igualdad de derechos o privilegios. Implica la universalidad de conocimiento, la sustitución de todos los procedimientos contenciosos y de todas las relaciones extrajudiciales por su acumulación temporal y procedimental en el trámite del concurso preventivo o de la insolvencia” (1996; 45). En función al principio de proporcionalidad, los acreedores deben internalizar la crisis del deudor y redistribuir, en la mayoría de casos, las pérdidas del concursado manera eficiente. Lo recientemente expresado significa en otros términos que a los creedores se les debe dispensar un trato igualitario en la distribución de las pérdidas, principio que se suele enunciar con la expresión latina: “par conditio creditorum”. Este principio se contrapone con el principio común de “quien llega primero cobra antes” o “prior in tempore potior in iure” aplicable en el derecho civil. 81 Este concepto de proporcionalidad recogido en la ley, no es otra cosa que el principio de igualdad. Se trata un principio típico del concurso, pues sólo en un proceso concursal se aplica el principio de la “par conditio creditorum”. Fuera de éste, rige el principio “prior in tempore potior in iure” cuya inevitable consecuencia es que los demás deben conformarse con lo que queda o “tarde venien tibus osa”. De esta manera este principio determina que para el derecho concursal, el primero en el tiempo no necesariamente es mejor en el derecho. Tonón señala que:”el juicio concursal es en última instancia un medio para distribuir las pérdidas entre los acreedores; ya que se trata de que los acreedores soporten las pérdidas, lo más razonable es que la soporten equitativamente, a prorrata, en proporción a sus respectivos créditos” (1988; 29). Por medio del procedimiento concursal se intenta buscar una comunidad de pérdidas y un trato de igualdad dentro de los acreedores, lo cual constituye un principio que domina todo el procedimiento con las importantes excepciones en cuanto se crean clases y preferencias dentro de los mismos acreedores. Aunque el concurso se rige básicamente por el principio de igualdad de condición de todos los acreedores, algunos créditos por razones de política económica o de política social, resulta justo que sean antepuestos a los demás. El principio de par conditio conduce a lo que de forma expresiva se ha llamado “la ley del dividendo, por la cual se aplica el supuesto de que si el patrimonio del deudor común es insuficiente, para atender a todos los créditos, dicho patrimonio se divide entre todos los acreedores en proporción de todos los crédito, de tal manera que el sacrificio de los acreedores sea para todos ellos proporcionalmente igual” (Diez Picazo: 1982, 294). No obstante lo señalado anteriormente, cualquier tipo de ruptura del principio de igualdad debe reunir necesariamente tres características: a) legalidad, en virtud del cual se puede romper la igualdad de los acreedores mediante la dación expresa de una ley; b) justificación, lo que implica la existencia de una causa suficiente basada en intereses de política económica, social o jurídica que justifique la ruptura de igualdad de trato a los acreedores; y, c) excepcionalidad, razón por la cual se establece este privilegio. 82 En este orden de ideas, el principio de igualdad no rige para todos lo acreedores, sino únicamente para los acreedores que no pueden invocar un privilegio en el sentido amplio del término. De modo tal, que este principio sólo rigen para los acreedores que no tienen privilegio, es decir para los acreedores quirografarios. En resumen: Trato igualitario para los acreedores y trato preferencial para los acreedores privilegiados. La perspectiva antes enunciada está determinada fundamentalmente en función de los derechos económicos que tienen los acreedores que concurren al proceso concursal, es decir al derecho de cobrar sus créditos. Sin embargo, en lo que respecta a los derechos políticos, es decir a los derechos de voz y voto de los acreedores en el concurso (Junta de acreedores), todos sin excepción se encuentran en un plano de igualdad, sometidos a un mismo y único procedimiento. Doctrinariamente, Benavides señala los siguientes principios: 2.2.4. Principio de Prevención. “Consiste en crear mecanismo para enfrentar los efectos de la crisis económica, incrementando las posibilidades de reflotamiento o reestructuración de empresas viables previniendo las situaciones de insolvencia. Depende muchas veces de una mejora en la información financiera y jurídica, así como de instaurar procedimientos de alerta y de soluciones; el Estado de turno tendrá una gran función que será de promulgar normas que vayan contra la competencia desleal, los monopolios y todo aquello que perjudique al consumidor” (Benavides: 2000, 37). Actualmente este principio se encuentra desarrollado por el INDECOPI que se encuentra realizando una buena función hasta el momento. 83 2.2.5. Principio de la Preservación; de la Permanencia o de la Conservación de empresas. “Se basa en conservar en el mercado las empresas viables o salvables, su conservación favorecerá el pago de los créditos y los puestos de trabajo. Evitando así la canibalización del patrimonio de empresas en crisis, pero en caso de no existir posibilidades de reflotamiento se reducirán los costos para la liquidación. Es decir, no solo haremos que la empresa funcione, sino que los acreedores cobren sus créditos, los trabajadores mantenga sus puestos de trabajo, los inversionistas conserven su inversión, el Estado se beneficie con el pago de los impuestos, los proveedores tenga aseguradas sus ventas y que los clientes gocen de productos beneficiosos. Este principio determina la gran diferencia del Derecho Concursal con el Derecho de Quiebras” (Benavides: 2000; 37). 2.2.6. Principio de Difusión de la información o de publicidad. “Permite conocer a los acreedores el estado de insolvencia del deudor, para poder así exigir el cumplimiento de pago de sus obligaciones, a su vez evitar la canibalización de la empresa y la conservación de sus bienes por parte de estos acreedores, quienes al enterarse del estado de insolvencia del deudor, podría entrar en un estado de pánico queriendo cobrar antes que los demás” (Benavides: 2000; 37). 2.2.7. Principio de Celeridad. “Es un principio que deviene del Derecho Procesal y Administrativo. Su finalidad es desarrollarlo normalmente para que culmine en forma rápida y oportuna reduciendo así los costos de transacción, los cuales se generan por las siguientes razones: la incertidumbre; el problema que surge para poder 84 reunir a todos los acreedores; el poder determinar qué derecho le corresponde a cada acreedor; el no encontrarse definido sobre las alternativas que existe en la ley; el costo que implica publicar la in formación y otros que la presente ley contribuye a reducir” (Benavides: 2000; 38). 2.2.8. Principio de Simplicidad de trámite. “Es un principio administrativo llamado simplificación administrativa, la cual consiste en eliminar exigencias y formalidades costosas, suprimiendo requerimiento innecesarios o encareciendo excesivamente el trámite en perjuicio del usuario” (Benavides: 2000; 38). 2.2.9. Principio de veracidad. “Es un principio administrativo, donde se presume la verdad, está concebido como una presunción iuris tantum, lo que resulta del propio derecho o le pertenece salvo prueba en contrario; es decir admite prueba en contrario” (Benavides: 2000; 38). 2.3. Sujetos. En todo procedimiento concursal intervienen varios sujetos, quienes actúan dentro del mismo por encontrarse en situación de concurso o que de alguna manera se ven afectados y/o beneficiados con el surgimiento del mismo. Estos sujetos se pueden encontrar en la necesidad de entrar en concurso por una posibilidad de cobro de lo adeudado o para no ver afectado su patrimonio, por encontrase en riesgo de ejecución del mismo o como órgano de control del procedimiento concursal. 85 Se consideran como sujetos del procedimiento concursal los siguientes: el deudor, el acreedor, la autoridad concursal (Comisión de Procedimientos Concursales del INDECOPI) y el administrador o el liquidador. 2.3.1. El Deudor. La doctrina Argentina define deudor como:”el titular del patrimonio afectado por la quiebra u otro concurso. Tiene interés en que el proceso se desarrolle respetando la ley y con el menor daño para su esfera jurídico económica” (Satta: 1951; 59). La Ley General del Sistema Concursal considera como deudor a “la persona natural o jurídica, sociedades conyugales, sucesiones indivisas. Se incluye las sucursales en el Perú de organizaciones o sociedades extranjeras” (Flint: 2003; 87). La diferencia entre persona natural y jurídica es explicada por Fernández, quien dice lo siguiente: “nos referimos con el término persona al hombre una vez nacido, como individuo o, colectivamente organizado, siempre que cumpla con la formalidad de su inscripción exigida por la norma. En el primer caso, nos encontramos frente a la persona individual, a la que el código menciona como natural y en el segundo ante la persona colectiva conocida como persona jurídica” (2000; 31). La sociedad conyugal es consecuencia del matrimonio. Arias la define como: “una simple situación de hecho y es en términos técnicos un acto jurídico, que origina una relación cuya base de sustentación se encuentra en el estado, quien es el que oficialmente lo sanciona teniendo, como origen la manifestación de la voluntad de los contrayentes” (2002; 63). La sociedad conyugal es de naturaleza especial. Tiene trato especial en el orden comercial (no se puede contratar entre cónyuges) así como en la contratación civil. 86 Respecto a las sucesiones indivisas, Ferrero dice lo siguiente:”desde el momento de la muerte de una persona, los bienes, derechos y obligaciones que constituyen la herencia se transmiten a sus sucesores. Éstos resultan así propietarios pro indivisos de los bienes comunes de la herencia en proporción a la parte que tengan derecho” (2002; 697). La indivisión surte efectos contra terceros desde que es inscrita en los Registros Públicos. Con relación a las sucursales, la Ley General de Sociedades, las define en su artículo 396º como: “establecimientos secundarios a través de los cuales una sociedad desarrolla, fuera del domicilio social, actividades comprendidas dentro de su objeto social. Estos establecimientos se caracterizan por no estar dotados de personalidad jurídica distinta a la principal, por tener representantes legales permanentes y por desarrollar sus actividades dentro de una relativa autonomía de gestión” (Elías: 2000, 854). Los elementos característicos de una sucursal son los siguientes: es un establecimiento permanente y secundario, tiene ubicación distinta a la del domicilio social como la sucursal no tiene personería jurídica a la de la sociedad principal, la sucursal cuenta con un representante legal permanente y con independencia relativa de gestión. Cabe señalar que el TUO de la Ley de Reestructuración Patrimonial no incluyó la definición del término deudor, habiéndose consignado de la Ley General del Sistema Concursal. 2.3.2. El Acreedor. La doctrina Argentina define a los acreedores como: “parte en el juicio de convocatoria, pues hacen valer sus créditos, sus pretensiones, y se dice que son parte individualmente considerados. Asimismo, se señala que son los titulares de la acción ejecutiva (o especial) de quiebra (por excelencia y aún exclusivos). Con sus decisiones de participar o no en el proceso, determinan, 87 en cada caso la prosecución del proceso. Son en sentido económico y jurídico, los destinatarios directos del proceso” (Bernard y Colli: 1985, 522). La participación de los acreedores como sujetos del proceso, es activa por su dinamismo, al gozar de modo colectivo del poder de decisión final. Es facultad de éstos decidir por la continuación de la actividad empresarial del deudor (Reestructuración Patrimonial) o por su cierre (Liquidación). La Ley General del Sistema Concursal define acreedor “como aquella persona natural o jurídica, sociedades conyugales, sucesiones indivisas y otros patrimonios autónomos que sean titulares de un crédito” (Flint: 2003; 94). Esta definición se diferencia de la que se encontraba en la anterior Ley de Reestructuración Patrimonial, pues ésta señalaba que: “para efectos de la declaración de insolvencia, se entiende por acreedor impago a aquel cuyo crédito exigible se encuentra vencido y no ha sido pagado dentro de los treinta días siguientes a su vencimiento. Tratándose de créditos que vencen por armadas o cuotas, sólo se computarán las armadas o cuotas vencidas por cualquier causa. Luego de declarada la insolvencia, para efectos de ser considerado acreedor con derecho a participar en el procedimiento no se requerirá que el crédito correspondiente sea exigible y bastará que haya sido reconocido por la Comisión” (Flint: 2003; 94). La nueva definición es más breve que la anterior pero más amplia en su alcance jurídico, pues abarca a todas aquellas personas titulares de un crédito que es exigible. Y respecto a la exigibilidad de los créditos se determinará en función de lo dispuesto por el artículo 15º de la Ley General del Sistema Concursal, Ley número 27809. La ley anterior incluyó en su definición plazos y modalidades, pero pecó de excesiva precisión limitando a aquellos acreedores que no cumplían con determinados requisitos. 88 Asimismo, cabe mencionar a la Junta de Acreedores la cual es la encargada de decidir el destino de la empresa, es decir si se somete a una reestructuración patrimonial o si se realiza un proceso de liquidación. Flores define a la Junta de Acreedores como “la que constituye los acreedores del quebrado, por mandato de la legislación procesal de quiebras, para reconocer, calificar y rechazar los créditos y celebrar convenios con el fallido” (1984; 458). Cabanellas señala que la Junta de Acreedores es “la asamblea que se reúne ante la petición de convocatoria de acreedores, para resolver acerca del reconocimiento y graduación de créditos, para celebrar o rechazar convenios con el deudor insolvente y otros asuntos de importancia en el concurso o en la quiebra” (1989; 37). La Junta de Acreedores es el órgano que representa al deudor insolvente, encargándose de la toma de decisiones en el procedimiento concursal; dentro de las cuales se incluye el reconocimientote los créditos sujetos a concurso y la celebración de convenios o contratos en representación del deudor. 2.3.3. La Autoridad Concursal. Lo constituye la Comisión de Procedimientos Concursales del Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual. Es el órgano administrativo el cual “en la etapa pre concursal es el que determinará la apertura o no del concurso en función del examen que realice de los créditos invocados (si el presupuesto es la cesación de pagos) o de los estados financieros del deudor (si el presupuesto es la insuficiencia patrimonial), además de verificar los requisitos de admisibilidad y procedibilidad exigidos por la ley concursal” (Flint: 2003; 102). 89 En el sistema concursal peruano es la Comisión de Procedimientos Concursales del INDECOPI o sus entidades delegadas quienes gozan de las facultades y responsabilidades asignadas por ley. “El INDECOPI agrupa una serie de funciones que se orientan a reforzar el proceso competitivo, no a sustituirlo. Sus distintas comisiones y oficinas trabajan con diversos aspectos o aristas del proceso competitivo. La eliminación de barreras burocráticas o para –arancelarias persigue aumentar las opciones de los consumidores”. (Flint: 2003; 105) En la mayoría de los casos INDECOPI actúa ex – post, fiel a su naturaleza de agencia de competencia. Se orienta a preservar procesos antes que resultados y se visualiza como un árbitro antes que como un protagonista del sistema económico. 2.3.4. El Administrador o El Liquidador. Un Administrador o entidad administradora es la persona natural o jurídica encargada de la administración, gestión y representación del deudor concursado frente a los acreedores y terceros. Incumben a los administradores, entre otros los siguientes actos: a) representar al deudor concursado en todo tipo de actos y en procesos judiciales o extrajudiciales , b) ejecutar los actos y adoptar las decisiones sobre las operaciones y sobre el patrimonio del deudor que estén encaminadas a conseguir la realización del objeto social, y, c) ejecutar todos aquellos actos que hayan sido aprobados por la Junta de Acreedores y que resultan necesarios para la reorganización o reflotamiento del patrimonio del deudor. Por el contrario, si la Junta opta por la disolución y liquidación del deudor, deberá designar a un liquidador a fin de que se encargue de la realización del activo del deudor concursado, con excepción de sus bienes inembargables, el pago de los pasivos y de ser el caso la entrega del remanente del patrimonio entre los accionistas o socios. 90 Flores sostiene que un liquidador es “quien practica la liquidación de una sociedad, negocio, sucesión o cualquier otra entidad con sustento patrimonial, sea por mandato legal o convencional” (2002; 154). Cabanellas define al liquidador como:” quien practica una liquidación de cuentas o de bienes. En ocasiones como en la liquidación de sociedades, el cargo o función de liquidador, reviste personalidad especial; mientras en las sucesiones, en la sociedad de gananciales, en las averías, entre otros casos, cabe que los propios interesados la llevan a efecto si se ponen de acuerdo entre sí (socio liquidador)” (1999; 216). La Enciclopedia Jurídica Omeba señala que: “el proceso de liquidación está a cargo de liquidadores, función que pueden asumir directamente los socios, o encomendarse a alguno o algunos de ellos, o bien a extraños , teniendo tal liquidador, en cualquiera de estos casos las mismas funciones y responsabilidad. Claramente puede observarse que es por demás delicada la función del liquidador motivo por el cual la ley impone al tomar posesión de su cargo, la obligación de tomar inventario de todas las existencias y deudas de cualquier naturaleza que sean, de los libros, correspondencias y papeles de la sociedad, ya que es necesario saber qué tiene la persona jurídica que se liquida y lo que se entrega al liquidador “(1984; 739-740). En la Ley General del Sistema Concursal, el papel del liquidador es muy importante, pues el proceso de liquidación se ve supervisado enteramente por éste. La ley establece que una sociedad no puede ser liquidada por sus socios ni por sus acreedores sino que se tiene que escoger entre las empresas liquidadoras inscritas ante INDECOPI, para evitar cualquier acto de mala fe en el proceso. Sin embargo, la posibilidad de liquidación por los socios si existe y esta liquidación se realiza mediante el proceso de liquidación establecido por las Ley General de Sociedades, donde es posible que los socios se autoliquiden, sin sujetarse a los linimientos propuestos por el procedimiento concursal ante INDECOPI. Dado que el INDECOPI es el órgano regulador y supervisor del buen desarrollo del proceso y establece pautas definidas sobre cómo desarrollar el proceso concursal, las liquidaciones al amparo de la Ley General de Sociedades deberían ser supervisadas por éste de tal modo que no 91 exista posibilidad que se siga un proceso liquidatorio que perjudique a los acreedores ignorando prelaciones o que se reconozcan acreencias ilegales que perjudiquen a los acreedores (Flint: 2003, 96-97). Los administradores o liquidadores que cuenten con registro vigente ante INDECOPI deberá cumplir con los requisitos que se les exige a las personas natrales o jurídicas que quieran acceder al registro de entidades administradoras por primera vez, en un plazo máximo de 30 días hábiles posteriores a la entrada en vigencia de la ley, a efectos de seguir prestando sus servicios. Asimismo deberán cumplir con presentar información detallada sobre el estado de cada uno de los procedimientos concursales a su cargo. Los administradores o liquidadores que hayan cumplido con los requisitos dentro del plazo anteriormente referido, conservarán la vigencia de su registro hasta que la comisión de Procedimientos Concursales se pronuncie sobre dicha situación. A tales efectos, la Comisión tendrá un plazo máximo de 30 días calendarios posteriores a la presentación de la solicitud para emitir un pronunciamiento, operando, de ser el caso el silencio administrativo positivo en ese sentido, en caso la Comisión no se pronuncie en ese plazo, la entidad administradora o liquidadora mantendrá la vigencia de su registro. Finalmente, “cabe señalar que es obligación del INDECOPI exigir una carta fianza bancaria a la entidad administradora o liquidadora con registro vigente, de carácter solidario, irrevocable, incondicional y de realización automática, cada vez que dicha entidad asuma la conducción de un procedimiento concursal por designación de la Junta de Acreedores” (Calle: 2002; 124-125). 92 2.4. Reglas Procesales. 2.4.1. Competencia. Todos los trámites son a instancia de la parte interesada. En el sistema concursal peruano es la Comisión de Procedimientos Concursales del INDECOPI o sus entidades delegadas, quienes gozan de las facultades y responsabilidades asignadas por ley. Bullard enfatiza que es común caracterizar al INDECOPI como un organismo regulador, pero ésta es una percepción errada pus no es un organismo regulador sino una agencia de competencia, y ambos conceptos son bastante diferentes (2001; 253-259). En este contexto, una agencia de competencia debe confiar en la competencia y su intervención es residual ante la constatación que algo en el proceso está fallado. Dicha intervención no se orienta a sustituir el mercado sino a fortalecer el proceso competitivo. Un organismo regulador parte de la premisa que no puede confiar en una competencia que no existe o será incapaz de arrojar resultados positivos por limitaciones que son intrínsecas al proceso. No se puede preservar un proceso que no existe. Por ello hay que proyectar el resultado del proceso y ello se hace con la regulación que dictan los servicios y productos resultantes. Los entes reguladores actúan por regla general ex ante. Carece de sentido esperar a ver los resultados de un proceso cuya existencia o al menos su efectividad no es creíble para el regulador. (Flint: 2003; 102-103) El Tribunal del INDECOPI constituye la segunda y última instancia administrativa del INDECOPI, que resuelve los problemas relacionados con la defensa de la competencia, los derechos del consumidor y la propiedad intelectual. El Tribunal está constituido por las Salas de Defensa de la Competencia y de la Propiedad Intelectual. Sus resoluciones son impugnables ante el Poder Judicial. 93 3. Las Deudas de la Masa Concursal. El artículo 14º de la Ley General del Sistema Concursal señala que el patrimonio comprende la totalidad de bienes, derechos y obligaciones del deudor concursado, con excepción de sus bienes inembargables y aquellos expresamente excluidos por leyes especiales. Este artículo “alude al vocablo patrimonio como bienes o activos, sin considerar a las deudas, que técnicamente lo incluye. En suma el artículo 14º se refiere a los activos y el 15º a los pasivos” (Beaumont y Palma: 2002; 101). Un primer criterio para determinar cuál es el patrimonio comprendido en el concurso, es el de pertenencia o propiedad, estableciéndose como consecuencia que sólo forma parte de la masa patrimonial, entendida a ésta como activa, todos aquellos bienes de propiedad del deudor. Sólo comprenderán a la masa activa sometida a concurso aquellos bienes que efectivamente sean de propiedad del deudor, por lo que los bienes de dominio ajeno se pondrán a disposición de sus legítimos dueños. Cabe indicar que se encontrarán comprendidos en el concurso, no solo el patrimonio del deudor al momento de la declaración de concurso, sino también los bienes que sucesivamente adquiera durante el procedimiento. La legislación concursal española señala que “la masa activa del concurso se integra por todos los bienes presentes y futuros que sean de titularidad del deudor, salvo aquellos bienes y derechos legalmente inembargables” (Bataller: 2005; 721). En doctrina se señala que “es necesario proceder a dos tipos de operaciones de sentido opuesto para la correcta delimitación de la masa activa: las tendentes a llevar a la masa los bienes que salieron indebidamente del patrimonio del concursado: reintegración de la masa, y las dirigidas a excluir de la misma aquellos bienes que sean de titularidad ajena: reducción de la masa” (Bataller: 2005; 721-722). En relación a la exclusión de determinados bienes de la masa del concurso, Garrigues comenta que “esta operación es la misma pero en sentido puesto que las operaciones de reintegración que es conseguir la identificación de la masa legal y la masa de hecho. La reducción tiende a excluir de la masa los bienes que no deben de figurar en ella o que no deben servir a la satisfacción de todos los acreedores, sino a la de uno determinado. Son como el anverso y reverso de una misma actividad 94 dirigida a la delimitación de la masa legal como objeto de garantía común de los acreedores” (1993; 104). En este orden de ideas dentro de los bienes excluidos por ley de la masa activa del concurso se encuentran los bienes inembargables; así como los bienes que estén sujetos a la prenda global y flotante y los bienes sujetos a ejecución de garantías a favor de las empresas del sistema bancario y de seguros por terceros, dado que éstos se encuentran expresamente excluidos por la Ley Nº 26702 Ley General del Sistema Financiero y del Sistema de Seguros y Orgánica de la Superintendencia de Banca y Seguros. Así como existe la denominada masa activa, también existe la masa pasiva la cual se define como “los créditos contra el concursado existentes a la fecha de declaración de concurso. Dichos créditos reciben el nombre de créditos concursales, que se convertirán en concurrentes cuando sean reconocidos dentro del concurso” (Bataller: 2005; 725). El artículo 15º de la Ley General del Sistema concursal señala: “Quedarán sujetas a los procedimientos concursales: 15.1… Las obligaciones del deudor originadas hasta la fecha de la publicación establecida en el artículo 32º, con la excepción prevista en el artículo 16.3º. El numeral 15.2 señala… las obligaciones asumidas por el deudor derivadas de contratos financieros celebrados hasta la fecha indicada en el párrafo anterior; siempre que el titular de los créditos manifieste expresamente su decisión de incorporar al concurso las cuotas originadas cono posterioridad a la fecha mencionada, con la presentación de la solicitud de reconocimiento de crédito respectiva, sometiéndose al Plan, Convenio y demás acuerdos que adopte la Junta a partir de su incorporación. El numeral 15.3, en el caso de sucesiones indivisas se consideran como obligaciones, además de las deudas descritas en el Código Civil, las cargas referidas en el artículo 869º del Código Civil” (Carbonell:2003; 77). El numeral 15.1 señala aquellos créditos que forman parte de los procedimientos concursales, estando comprendido sólo aquellos, cuyo origen no supere la fecha de difusión o publicidad del concurso. “La denominada “fecha de corte” o de limitación a la naturaleza del crédito, se torna vital, por cuanto, determina qué acreedores se presentan en tiempo hábil y formarán parte de la instalación de la primigenia Junta de Acreedores, y asimismo se establece el conjunto de créditos sobre los que tiene competencia la autoridad concursal, con el 95 objeto de emitir pronunciamiento en la etapa de verificación de créditos” (Carbonell; 2002; 78). Asimismo en el numeral 15. 1 se establece la excepción la “cual es para el caso de los procesos de disolución, en la cual sin importar si los créditos se devengan con posterioridad a la fecha de corte, o incluso luego de acordada la disolución y liquidación del deudor, se consideran como créditos concursales o estructurales, es decir sometidos al concurso. ” (Beaumont y Palma: 2002; 109) En el numeral 15.2 del artículo 15º se señala que queda a voluntad expresa del titular de los créditos el manifestar su decisión de incorporar al concurso las cuotas que se originen con posterioridad a la fecha de la publicación del aviso de difusión del procedimiento concursal, siempre y cuando el titular exprese su consentimiento expreso, acto que se configura con la presentación del pedido formal a través de la solicitud de reconocimiento de créditos, sometiéndose al Plan, Convenio y demás acuerdos que se adopten al interior de la Junta de Acreedores a partir de su incorporación. 4. El Procedimiento Administrativo. 4.1. El Acto Administrativo. 4.1.1. Concepto de acto administrativo. La Ley No 27444, Ley del Procedimiento Administrativo General, señala: "Son actos administrativos las declaraciones de las entidades que, en el marco de normas de derecho público, están destinadas a producir efectos jurídicos sobre los intereses, obligaciones o derechos de los administrados dentro de una situación concreta" (Morón: 2006; 107). La declaración ha de emanar de una persona que posea la condición subjetiva de entidad. Debe ser una manifestación del poder público o ius imperium, lo cual incluye a los poderes del Estado diferentes al propiamente administrativo, e incluso a entes no estatales, como empresas privadas que asumen servicios públicos o funciones públicas, entre otros. 96 La actividad administrativa, productora de efectos jurídicos externos, se caracteriza por dirigirse hacia fuera de la organización administrativa que la desarrolla. Un acto administrativo crea efectos jurídicos que pueden ser actuales o futuros, pero siempre directos, públicos y subjetivos. Se excluye el ámbito de la actuación pública que recae sobre los propios actos internos de las entidades o los actos de administración que están dirigidos a producir efectos indirectos en el ámbito externo, tales como informes, aun cuando sean vinculantes o se expresen bajo forma de resolución. La calidad del acto administrativo queda reservada para aquellas decisiones que, por sí mismas, generen efectos jurídicos sobre terceros, en sus derechos, intereses u obligaciones. “La característica del acto administrativo es que los efectos subjetivos que produce son concretos, de alcance individual, lo que lo diferencia de actos reglamentarios”. (Flint: 2003; 146). No son actos administrativos: - Los actos de administración interna: Los actos que se agotan en el ámbito interno de la propia Administración que si bien son actos del poder público se orientan exclusivamente a la búsqueda de la eficacia de los resultados de la gestión pública. Estos actos son regulados por cada entidad para sí misma. - Los comportamientos materiales o hechos administrativos subjetivos: Se refiere a toda actuación física u operativa de los órganos administrativos que produce la adquisición, modificación, transferencia de las relaciones jurídicas. 4.1.2. Clases de actos administrativos. Las clasificaciones de los actos administrativos reflejan diversas contraposiciones de expresiones la autoridad administrativa según varias perspectivas. Pero todas ellas tienen un indudable efecto didáctico para la 97 identificación de diverso regímenes paralelos La clasificación de los actos administrativos será atendiendo a los siguientes criterios: 1. Según sus efectos, los actos administrativos pueden ser: a. Actos administrativos con efectos generales y con efectos particulares: “Esta clasificación se crea de acuerdo a su carácter normativo o no de los actos” (Flint: 2003; 146). b. Actos administrativos generales o individuales, según sus destinatarios: Se define como actos administrativos generales a aquellos que interesan a una pluralidad de sujetos de derecho, formado por un número indeterminado o determinado de personas en tanto que el acto individual está destinado a un solo sujeto de derecho. 2. Según su contenido, los actos administrativos pueden ser: a. Actos definitivos y actos de trámite: El primero pone fin al asunto administrativo. Los actos de trámite son de carácter preparatorio para el acto definitivo. Por su parte Morón señala que: “a diferencia del acto definitivo que posee una declaración de voluntad propiamente, los actos de trámite contienen por lo general, declaraciones de conocimiento o de juicio, y solo excepcionalmente de voluntad administrativa” (2006; 117). b. Actos favorables o ampliatorios, actos denegatorios y actos de gravamen. Esta clasificación adopta como criterio los efectos de la decisión administrativa en la esfera jurídica del destinatario del acto, según sea la incidencia favorable, desfavorable o negativa pero neutral (actos denegatorios de una pretensión). Morón señala que “los actos denegatorios son aquellos que constituyen un rechazo de las pretensiones planteadas por un administrado. Estos actos constituyen la voluntad declarada expresamente por la autoridad de no actuar en determinado sentido” (2006; 119). 3. Según la manifestación de voluntad, los actos administrativos pueden 98 ser: actos administrativos expresos o tácitos. La manifestación de voluntad que produce el acto administrativo debe ser expresa y formal. “La ley admite la figura de manifestación de voluntad tácita de la Administración derivada del silencio administrativo” (Flint: 2003; 146). 4. Según su impugnabilidad, los actos administrativos pueden ser: a. El acto administrativo firme: Es el acto que no puede ser impugnado por la vía ordinaria de recurso, pues lo único que cabe es el recurso de revisión. El acto administrativo firme es “aquel que ya no puede ser impugnado por las vías ordinarias del recurso administrativo o contencioso administrativo, al haberse extinguido los plazos fugaces para ejercer el derecho de contradicción, o habiéndolo hecho, se ha desistido del recurso” (Morón: 2006 121). b. El acto administrativo no firme: Es aquel que puede ser impugnado por la vía administrativa a través de los recursos administrativos. 5. Según la incidencia en el contenido de situaciones jurídicas, los actos pueden ser: - Actos constitutivos y actos declarativos: El primero es aquel que crea, modifica o extingue relaciones o situaciones jurídicas (ejemplo, otorgamiento de una concesión, etc.) en tanto los actos declarativos se limitan a acreditar relaciones existentes sin alterarlas (ejemplo, inscripción registral). El acto declarativo no es otra cosa que la verificación o constatación con fuerza de certeza jurídica de un hecho o de de un derecho. Para la ley, “es claro que la potestad revocatoria de la administración no puede ser ejercida para privar de sus efectos a decisiones constitutivas o declarativas de derechos e intereses legítimos” (Morón: 2006; 122). 6. En función del procedimiento administrativo, los actos adminis- trativos se clasifican en: 99 - Actos de trámite. - Actos resolutorios. - Actos de ejecución. 4.1.3. Modalidades del acto administrativo. La autoridad, mediante decisión expresa, puede someter el acto administrativo a condición, plazo o modo, siempre que sean compatibles con el ordenamiento legal o cuando se trate de asegurar el fin que persigue el acto. Una modalidad no puede ser aplicada contra el fin que persigue el acto administrativo. Asimismo Morón señala “que existen condiciones para la procedencia de sujetar el acto administrativo a modalidad las cuales son: a) Accesoriedad, es decir que el hecho constitutivo de la modalidad no sea esencial del acto, sino solo accesorio o eventual; b) Tipicidad legal, sólo cuando la ley que regula el acto administrativo o el procedimiento especial autorice a la autoridad incluir alguna modalidad, podrá hacerlo. Aún así, no podrá hablarse de una acción discrecional, sino reglada, por cuanto deberá cumplir los elementos previstos en la norma para agregarlos y sujetarse a las características que éstas le impongan; c) El objetivo de la inclusión es asegurar el cumplimiento del fin público que persigue el acto” (2006; 130-131). 4.1.4. Requisitos para la validez del acto administrativo. Son requisitos: a) Competencia: Tiene que ser emitido por el órgano facultado, en razón a los criterios que determinan la competencia. En la definición del elemento competencia participan dos factores: la potestad atribuida al órgano u organismo a cargo de la función administrativa y 100 el régimen de la persona o conjunto de personas que revestidos de funciones administrativas, representan al órgano u organismo titular de la competencia. La noción de competencia precisa tanto la habilitación para la actuación del órgano que los dicta, como la corrección en la investidura de dicho órgano por las personas físicas. b) Objeto o contenido: Es aquel que se obtiene con la opción administrativa adoptada, sea que decida, certifique o declare. “Es precisamente lo que se decide en el acto, el sentido de la materia determinada por la autoridad dentro de su competencia. Su contenido se ajustará a lo dispuesto en el ordenamiento jurídico” (Flint: 2003; 147-148). La apreciación del grado de conformidad legal de ese contenido material presenta diversos enfoques, según se trate d actos reglados o discrecionales. Si se trata de una actividad reglada, el objeto del acto aparecerá siempre predeterminado por la norma respectiva que será generalmente habilitante o prohibitiva. Por su parte, en el caso de actividades discrecionales a falta de norma precisa, su contenido debe adaptarse al marco general normativo, a los principios de juricidad y razonabilidad. Como se expresa anteriormente, la legalidad no solo supone que el objeto no se encuentre vedado por la normativa, sino que además esté expresamente autorizado o facultado entre aquello razonablemente integrado a una norma legal. c) Finalidad pública: Debe adecuarse a la finalidad de interés público asumida por las normas que otorga facultad al órgano emisor, sin que se persiga algún fin a favor de un tercero o cualquier otro no previsto en la ley. Morón señala que “siempre toda la actividad administrativa, de modo directo o indirecto, debe tender a realizar o satisfacer un interés general (propio del servicio público) hacia el cual esta actividad se orienta como finalidad objetivamente determinada por la esencia de la Administración Pública. Fundamentalmente, la finalidad buscada por el acto concreto debe concordar 101 con el interés público que inspiró al legislador habilitar o atribuir la competencia para emitir esa clase de actos administrativos” (2006; 134). d) Motivación: El acto administrativo debe estar debidamente motivado en cuanto al contenido y ser conforme al ordenamiento jurídico. e) Procedimiento regular: acto debe estar conforme al cumplimiento del procedimiento administrativo previsto en la ley. La falta de procedimiento, determina la invalidez del acto. En el Derecho Administrativo, la existencia del procedimiento no sólo busca proteger la certeza de la Administración, sino que sirve de garantía a los derechos de los administrados y a los intereses públicos. Por ello, cuando la Administración es llevada al contencioso, le corresponde acreditar haber seguido un procedimiento regular para sus actuaciones. La inclusión del procedimiento mismo como requisito de validez del acto implica que una vez regulado un procedimiento para la producción de determinado acto administrativo, cualquier modificación a ese acto, aun cuando no esté regulado explícitamente así, debe seguir las mismas formalidades prescritas para su constitución (paralelismo de formas procedimentales) . 4.1.5. Forma de los actos administrativos. Los actos administrativos deben plasmarse por escrito, salvo que la ley, por la naturaleza y circunstancia del caso, haya previsto otra forma. La forma se entiende el modo cómo se documenta y se da a conocer la voluntad administrativa al exterior. La principal forma de documentación de los actos administrados, es el carácter escrito, o escrituriedad. 102 El profesor Hutchinson afirma que el carácter escrito de los actos del procedimiento se sustenta en la conveniencia evidente a favor del administrado por las siguientes razones: a) Impide ejercer presiones sobre el particular; b) Obliga a fundar las decisiones; c) Exige decidir todas las peticiones y d) Permite una mejor apreciación de los hechos por parte de los órganos superiores, con el siguiente control de la actuación de los inferiores (1988; 95). Los requisitos formales de todo acto administrativo, son: la fecha y lugar de emisión, el órgano que lo emite, el nombre y la firma (no el sello) de quien lo emite. Adicionalmente debe considerarse que el original del acto ha de contar con la firma autógrafa del funcionario en caracteres legibles, con el nombre completo y claro. 4.1.6. Objeto o contenido del acto. Es aquel que decide, declara o certifica la autoridad. El contenido debe comprender todas las cuestiones de hecho y derecho planteadas por los administrados, pudiendo involucrar otras no propuestas por éstos, siendo apreciadas de oficio. 4.1.7. Motivación del acto administrativo. La motivación debe ser expresa. Debe existir una relación directa entre los hechos probados (relevantes del caso) y la exposición de razones jurídicas que justifiquen el acto. Los siguientes actos no precisan motivación: o Actos de mero trámite, aquellos que impulsan el procedimiento. o Cuando la autoridad estima procedente lo pedido por el administrado y el acto administrativo no perjudica derechos de terceros. o Cuando la autoridad genera gran cantidad de actos administrativos sustancialmente iguales, bastando una única motivación. 103 4.1.8. Validez del acto administrativo. El acto administrativo dictado conforme al ordenamiento jurídico es válido. Todo acto administrativo es válido en tanto su nulidad no sea declarada por autoridad administrativa o jurisdiccional. 4.1.9. Causales de nulidad del acto administrativo. Son vicios del acto administrativo que causan nulidad de pleno derecho los siguientes: 1. La contravención a la Constitución, a las leyes o a las normas regla- mentarias. 2. El defecto o la omisión de algunos de los requisitos de validez. 3. Los actos expresos que resulten como consecuencia de aprobación automática o por silencio administrativo positivo, por los que se adquiere facultades, cuando son contrarios al ordenamiento jurídico o cuando no cumplen con los requisitos, documentación o trámites esenciales para su adquisición. 4. Los actos administrativos constitutivos de infracción penal, o que se dicten como consecuencia de la misma. 4.1.10. Instancia competente para declarar la nulidad. Los administrados pueden plantear la nulidad de los actos administrativos por medio de recursos administrativos. La nulidad será conocida y declarada por la autoridad superior de aquella que dictó el acto. Si se trata de un acto dictado por una autoridad que no está sometida a subordinación jerárquica, la nulidad se declara por resolución de la misma autoridad. 104 La resolución que declara la nulidad debe disponer lo conveniente para hacer efectiva la responsabilidad del emisor del acto inválido. 4.1.11. Efectos de la declaración de nulidad. La declaración de nulidad tiene efecto declarativo y retroactivo a la fecha del acto, salvo derechos adquiridos de buena fe por terceros, en cuyo caso operará a futuro. Respecto del acto declarado nulo, podemos señalar que los administrados no están obligados a su cumplimiento y los servidores públicos deben oponerse a la ejecución del acto, fundando y motivando su negativa, por ser éste nulo. 4.2. Definición de Procedimiento Administrativo. Procedimiento administrativo es el conjunto de actos y diligencias tramitados ante entidades conducentes a la emisión de un acto administrativo, el que debe producir efectos jurídicos individuales o individualizables sobre intereses, obligaciones o derechos de los administrados. La estructura del procedimiento administrativo es una relación ordenada y racional de actos procesales, dirigidos a un fin unitario y originado por diferentes sujetos del proceso. Los componentes del procedimiento aparecen con valor propio: la resolución como el acto principal con vocación terminal y los actos preparatorios, vinculados en una relación de medios a fin. 4.3. Revisión de los actos en la vía administrativa. 105 La revisión de un acto o resolución de autoridad administrativa consiste en la acción de un administrado para obtener la rectificación de una resolución materialmente errada a efectos de modificarla o desaparecerla del ámbito jurídico, mediante acción de contrario imperio. La revisión por órganos no administrativos constituye la revisión que el Estado realiza a través de órganos jurisdiccionales, dentro de un proceso bilateral y fuera del ámbito de la propia Administración. La vía procesal común para estos efectos es la acción contencioso administrativa. La revisión por la propia Administración constituye una expresión de la potestad de autotutela revisora de la Administración. Ésta le permite controlar la regularidad de sus propias decisiones en resguardo del interés público. Dicha revisión puede ser promovida por el administrado, por intermedio del instrumento idóneo que es el recurso, actuando como colaborador y, por ende, con intereses convergentes con la autotutela, o promovido de oficio por la propia Administración, en cumplimiento de su deber de oficialidad del procedimiento. 4.4. Revisión de Oficio. Se conoce como tal al medio procesal mediante el cual un administrado busca la rectificación de una resolución materialmente errada, de tal modo que una simple lectura de su texto origina duda sobre su alcance, vigencia o contenido. Para la procedencia de esta figura el error debe ser evidente, es decir, la decisión debe ser contraria a la lógica y sentido común (defecto en la redacción, error ortográfico o numérico, etc.). No procede mediante esta vía alterar lo sustancial de una decisión ni corregir deficiencias volitivas incurridas durante su motivación. El límite natural es objetivo: no puede ir más allá de la esencia de la resolución que pretende aclarar. 4.5. Irrevisabilidad de actos judicialmente confirmados. 106 No es revisable, en sede administrativa, los actos que hayan sido objeto de confirmación por sentencia judicial firme. Así, la Administración Pública y sus autoridades deben sujetarse al contenido de los hechos cuya existencia, alcances y sentido han sido calificados -con carácter de firme- por las autoridades jurisdiccionales, sin poderlos revisar, cuestionar y menos aún someter a prueba. Por tanto, ni el principio de verdad material ni el principio de legalidad autorizan actuar en sentido contrario al mandato judicial. 4.6. Recursos administrativos. Los recursos administrativos son aquellos actos de impugnación o contestación de actos administrativos dentro de un procedimiento administrativo. Se basa en el derecho de contradicción administrativa y se dirige contra una autoridad gubernativa con el objeto que esta analice y determine si existe agravio en contra del recurrente y, en su caso, dicte una nueva decisión sobre el expediente. La diferencia con los mecanismos de revisión de oficio, es que, en este caso, siempre serán planteados por los administrados, nunca por las autoridades. Además, la revisión de oficio está pensada para reexaminar actos administrativos una vez transcurridos los plazos normales. La exigencia de interponer recursos en sede administrativa no es un pretendido derecho a doble instancia administrativa. En verdad la exigencia de interponer recursos administrativos, y por ende la recurribilidad de las decisiones de las autoridades, está concebida como una carga para el administrado y un privilegio para la Administración, pues le permite el autocontrol administrativo por autoridades superiores sobre los subalternos. 4.6.1. Recurso de Reconsideración. 107 Este recurso se interpone ante la misma autoridad que emitió la decisión controvertida, a fin que revise el caso y pueda corregir su criterio, mediante evaluación de nueva prueba por tratarse de acto contrario a ley y proceda a modificarlo o revocarlo. Se entiende como nueva prueba cualquier medio probatorio válido en el procedimiento administrativo, no es nueva prueba otra argumentación jurídica sobre los mismos hechos, la presentación del documento original cuando en el expediente obra una copia simple, etc. La característica peculiar de la reconsideración es que su recepción, sustanciación y decisión compete al mismo órgano que dictó el acto recurrido. La reconsideración no es un recurso opcional. Su interposición es requisito previo al de apelación. El interesado puede elegirlo o no concluir la instancia y obtener un acto que cause estado; si no interpone la medida no genera defecto alguno para el procedimiento. 4.6.2. Recurso de Apelación. El recurso tiene por finalidad que el órgano jerárquicamente superior al emisor de la decisión impugnada revise y modifique la resolución del subalterno. Se fundamenta en una distinta interpretación de la prueba aportada o cuando se trate de aspectos de puro derecho. El recurso de apelación tiene como presupuesto la existencia de una jerarquía administrativa doble titular de la potestad de corrección. Su objeto es exigir al superior examine lo actuado y resuelto por el subordinado. Este recurso sólo tiene sentido cuando se cuestionan actos emitidos por un órgano administrativo subordinado jerárquicamente, y no cuando se trate de actos emitidos por la máxima autoridad de órganos autónomos o carentes de tutela administrativa. 108 4.6.3. Recurso de Revisión. Medio impugnativo excepcional que procede contra actos administrativos firmes emanados de entidades descentralizadas. Es interpuesto ante una tercera autoridad gubernativa encargada de su tutela para que, con criterio unificador, revoque, modifique o sustituya el acto administrativo recurrido. Este recurso procede contra actos administrativos firmes atendiendo al objetivo de la legalidad de las actuaciones de las autoridades subalternas. Su empleo es posterior a la apelación, y siempre que la decisión hubiese estado a cargo de funcionarios sujetos a tutela por otro estamento del poder público. Como podemos advertir, el recurso de revisión encuentra su ambiente natural en organizacionales descentralizadas territorialmente creando dependencias con competencias sujetas a tutela a cargo de otros funcionarios, con autoridad de nivel nacional. El recurso de revisión posibilita al ciudadano activar el control de tutela que compete ejercer a los niveles nacionales sobre autoridades desconcentradas. Interpuesto el recurso de revisión, la autoridad de competencia provincial o regional tiene que remitir todo el expediente objeto del recurso a la dependencia superior de competencia nacional, para que ésta ejerza tutela. 4.7. Suspensión de la ejecución. La suspensión constituye una facultad cautelar para lograr la interrupción temporal de la eficacia de un acto (con alcance parcial o total), sin afectar su validez y atendiendo a razones de orden e interés público. El principio de control de la Administración Pública permite que ella se encuentre facultada para suspender los efectos de sus propios actos, previo cuestionamiento por parte del administrado (vía petición o recurso) o de oficio, cuando la inconveniencia de su ejecución pueda ser apreciada por el 109 funcionario (emisor o superior) o alguna autoridad administrativa externa (tribunal administrativo). La facultad de aplazar los efectos de un acto administrativo tiene lugar mediante decisión debidamente fundada: a) De oficio, cuando ésta se da de conformidad con el interés público, o a instancia de la parte que se vea agraviada por un acto administrativo. b) Concurrencia de motivos legitimadores de la suspensión si la ejecución puede causar perjuicios de difícil o imposible reparación; o si se aprecia objetivamente la existencia de un vicio de nulidad trascendente. c) La existencia de un procedimiento previo/ de carácter sumario donde la instrucción debe dirigirse a comprobar que existen con claridad los motivos legitimadores antes mencionados. 5. Procedimiento Concursal Ordinario. “Una de las innovaciones contenidas en la Ley General del Sistema Concursal consiste en la reducción de los procedimientos concursales a solo dos: el procedimiento concursal ordinario y el procedimiento concursal preventivo” (Beaumont y Palma: 2002; 143). El Procedimiento Concursal Ordinario podrá ser iniciado por el propio deudor o por sus acreedores; declarada la situación de concurso, e! deudor deberá presentar a la Comisión, la totalidad de la información y documentación señalada establecida en la ley. Consentida o firme la resolución que dispone la difusión del procedimiento, la Comisión de Procedimientos Concursales del INDECOPI dispondrá la publicación semanal en el Diario Oficial El Peruano de un listado de los deudores que, en la semana precedente, hayan quedado sometidos a los procedimientos concursales. La Ley General del Sistema Concursal mantiene el mismo criterio que la derogada Ley de Reestructuración Patrimonial, en el sentido que el procedimiento concursal ordinario, antes denominado procedimiento de declaración de insolvencia, se inicia a instancia de parte, por el mismo deudor, 110 o por uno o más acreedores, de acuerdo con los presupuestos exigidos por la ley, para cada caso. “De acuerdo con lo dispuesto en el art. 26.3º de la Ley General del Sistema Concursal, no procede promover el Procedimiento Concursal Ordinario respecto de deudores que se encuentren tramitando su disolución y liquidación, al amparo de las disposiciones de la Ley General de Sociedades “(Montoya; 2004; 457). 5.1. Postulación del Procedimiento. “Por primera vez una ley concursal recoge el término ”postulación” que pertenece desde antiguo al Derecho Procesal y que es la primea etapa del proceso declarativo (proceso de conocimiento, abreviado y sumarísimo). Esta etapa permite esclarecer la cuestión que será materia de debate, de la futura actividad probatoria y de la decisión de fondo.” (Beaumont y Palma: 2002; 145). El inicio del procedimiento puede tener lugar a petición del propio deudor o por sus acreedores: Cuando se solicita el inicio del procedimiento ordinario a instancia del propio deudor, la ley establece que debe acreditar encontrarse en, cuando menos, alguno de los siguientes casos: a) Que más de un tercio del total de sus obligaciones se encuentren venci- das e impagas por un período mayor a treinta (30) días calendario. b) Que tenga pérdidas acumuladas, deducidas las reservas, cuyo importe sea mayor al tercio del capital social pagado. De esta manera se hace “flexible, la exigencia de requisitos de acceso al procedimiento concursal ordinario a instancia del propio deudor, con el fin de no esperar situaciones patrimoniales que reflejen una crisis económica o un estado de cesación de pagos tan extremo, que torne en inviable cualquier viso de recuperación o reflotamiento del activo en debacle patrimonial” (Carbonell: 2003; 99). 111 Sin embargo, un aspecto significativo es que en la solicitud el deudor deberá expresar la petición de liquidar o reestructurar su patrimonio, pudiendo solo plantear su disolución y liquidación si el deudor solicita su acogimiento al Procedimiento Concursal Ordinario, pero tiene pérdidas acumuladas, deducidas reservas, superiores al total de su capital social. De alguna forma se quiere incentivar o favorecer el ingreso oportuno de empresas viables. Esto se traduce con “la idea de usuario responsable, aquel que usa el sistema concursal a tiempo, en salvaguarda de su patrimonio, pero también con una actitud sincera y responsable frente a sus acreedores” (Beaumont y Palma: 2002; 146-147). Si la solicitud del deudor tiene por objeto llevar a cabo una reestructuración patrimonial, el deudor deberá acreditar, mediante un informe suscrito por su representante legal y por contador público colegiado, que sus pérdidas acumuladas, deducidas las reservas, no superan al total de su capital social pagado. El deudor también especificará los mecanismos y requerimientos necesarios para hacer viable su reflotamiento, y presentará una proyección preliminar de sus resultados y flujo de caja por un período de dos (2) años. Si el importe de sus pérdidas es mayor al capital social pagado deducidas las reservas sólo podrá solicitar su disolución y liquidación. En caso pretenda demostrar la viabilidad económica de sus actividades, presentará los medios idóneos para solventar las obligaciones adeudadas; debiendo incluir dentro de la documentación la información acerca de las fuentes de financiamiento a que ha accedido el deudor durante los dos últimos ejercicios, así como sobre la forma en que se ha acordado el retorno de dicho financiamiento y el tiempo que se ha destinado para ello: una relación detallada de sus obligaciones de toda naturaleza, precisando la identidad y domicilio de cada acreedor, la relación detallada de sus bienes muebles e inmuebles y de sus cargas y gravámenes, así como los titulares y montos de los mismos; la relación detallada de sus créditos por cobrar, indicando sus posibilidades de recuperación: y la declaración jurada de la existencia o inexistencia de vinculación con cada uno de sus acreedores. 112 Un tema importante regulado en la Ley de Sistema Concursal es el referido a la reducción de la asimetría informativa, en efecto en la mayoría de los procedimientos concursales los acreedores concurren con escasa o nula información acerca de la situación societaria y financiera del deudor, lo cual genera dos efectos contraproducentes: la junta de Acreedores carece de incentivos para tomar una decisión y las decisiones que puedan tomar las Juntas de Acreedores tienen probabilidades mayores de devenir en ineficientes. Y es así que en la ley se contempla que “el deudor debe de acompañar a su solicitud un resumen ejecutivo en el que se explique las causas que motivan el inicio del procedimiento, la viabilidad económica de sus actividades, de proponer su reestructuración y los medios a su alcance para solventar las obligaciones adeudadas” (Beaumont y Palma: 2002; 151-152). Cuando se solicita el inicio del procedimiento a solicitud de acreedores, estarán legitimados para actuar, acreedores impagos cuyos créditos exigibles se encuentren vencidos, no hayan sido pagados dentro de los treinta (30) días siguientes a su vencimiento y que, en conjunto, superen el equivalente a cincuenta (50) Unidades Impositivas Tributarias vigentes a la fecha de presentación, podrán solicitar el inicio del Procedimiento Concursal Ordinario de su deudor. “El desistimiento de alguno de los acreedores que presentó la solicitud, luego de emplazado del deudor, no impedirá la continuación del procedimiento” (Montoya: 2004; 458). La solicitud deberá indicar el nombre o razón, domicilio real y la actividad económica del deudor con una declaración jurada del acreedor sobre la existencia o inexistencia de vinculación con su deudor, y acompañara copia de la documentación sustentatoria de los respectivos créditos. Verificada la existencia de los créditos invocados, la Comisión requerirá al emplazado para que dentro de los veinte (20) días de notificado, se apersone al procedimiento. El emplazado podrá apersonarse al Procedimiento Concursal Ordinario optando por alguna de las siguientes alternativas: a) Pagando el íntegro de los créditos objeto del emplazamiento. Si el acreedor se niega a recibir el pago, el deudor podrá consignar el íntegro del monto emplazado, conforme a las disposiciones del Código Civil y del Código Procesal Civil, en 113 cuyo caso la obligación quedara extinguida; b) Ofreciendo pagar el íntegro de los créditos objeto del emplazamiento. Se otorgará al acreedor el plazo de diez (10) días para dar su conformidad. El silencio constituirá una aceptación del ofrecimiento de pago; c) Oponiéndose a la existencia, titularidad, exigibilidad o cuantía de los créditos objeto del emplazamiento. El ejercicio de esta opción no enerva el derecho del emplazado a plantear subordinadamente la alternativa anterior. La Comisión se pronunciará en el mismo acto administrativo sobre ambos, previo traslado al acreedor; y d) Allanándose a la solicitud. Es la autoridad concursal la que debe verificar la viabilidad de la propuesta, previo traslado al acreedor solicitante, con el objeto de expedir pronunciamiento respecto del petitorio del inicio del concurso. Es necesario que “dicha evaluación por parte de la Comisión debe descartar cualquier viso de vinculación entre el deudor y acreedor, pues ello favorecerá el uso correcto del procedimiento concursal” (Carbonell,: 2003; 114). Se declarará la situación de concurso bajo los siguientes supuestos: a) cuando el acreedor solicitante rechace el ofrecimiento de pago formulado por el emplazado; b) Cuando la oposición presentada por el deudor resulte infundada o improcedente; c) Cuando el emplazado reconoce el monto de los créditos materia del emplazamiento y se allana a la solicitud presentada; y d) Cuando el emplazado no se pronuncia sobre ninguna de las alternativas previstas en este artículo, dentro de los veinte (20) días de notificado de su emplazamiento como deudor. Beaumont y Palma consideran que respecto al primer supuesto “el legislador ha adoptado una posición extrema que podría generar situaciones de abuso del acreedor, cuando el deudor se encuentre en aptitud de garantizar o asegurar el cumplimiento de su obligación con bienes suficientes, pues bastará el rechazo del ofrecimiento del acreedor para someter al deudor a concurso “(2002; 159). La norma refiere que frente al pedido de inicio de concurso, el emplazado “puede oponer al solicitante las obligaciones que mantiene frente a ésta a efectos de facultar a la autoridad concursal a expedir fallo administrativo sobre la procedencia, de la existencia, de la cuantía, y exigibilidad de los 114 créditos materia de emplazamiento, efectuando una compensación de créditos conforme a las reglas contenidas en nuestro ordenamiento sustantivo”. (Carbonell: 2003; 115). En la legislación italiana, “se permite incondicionalmente a sus acreedores compensar con sus deudas hacia el fallido, los créditos invocados contra él, pese a no haber vencido antes de la declaración de quiebra”. (Beaumont y Palma: 2002; 160). La legislación argentina establece que “la compensación se produce de pleno derecho por imperio de la ley, no importando que los créditos recíprocos no provengan de una misma causa. La consecuencia práctica es que se extinguen las obligaciones hasta donde alcance la menor, y quien pretenda compensar debe previamente verificar su crédito. Lógicamente las deudas posteriores a la declaración de concurso no son exigibles. No es procedente la compensación por el juego armónico de la normatividad concursal sino se operó con anterioridad a la declaración de concurso, no siendo tampoco la deuda líquida y exigible antes de ese momento” (Beaumont y Palma: 2002; 160). 5.2. Difusión del Procedimiento. La ley ha mantenido la difusión del procedimiento concursal “a través de la publicación del acogimiento de los deudores al procedimiento concursal ordinario en el diario oficial El Peruano, una vez que la resolución que dispone el estado o la situación de concurso haya quedado consentida o firme” (Beaumont y Palma: 2002; 163). En la publicación por la cual se difunde el procedimiento se requerirá a los acreedores para que soliciten el reconocimiento de sus créditos, informándoles sobre el plazo para el apersonamiento al procedimiento y se pondrá a disposición de los acreedores en las oficinas de la Secretaría Técnica la relación de obligaciones declaradas por el deudor. Toda presentación de información o documentación por parte de las partes se hace con carácter de declaración jurada sujeta a las disposiciones contenidas en el Título XIX del Código Penal. Los requerimientos de información y documentación efectuados por la Comisión deberán ser 115 atendidos bajo apercibimiento de iniciarse las acciones correspondientes por resistencia y desobediencia a la autoridad conforme al artículo 368° del Código Penal, sin perjuicio de aplicarse las sanciones administrativas contempladas en la Ley sobre facultades, normas y organización del Indecopi (Decreto Legislativo No 807). La declaración de concursado obliga al deudor a presentar a la Comisión, la información y documentación relacionada con la situación patrimonial y legal de la empresa. La Comisión pondrá, oportunamente, a disposición de los acreedores la documentación financiera y patrimonial presentada por el insolvente y elaborará un resumen de la información contenida en ella que deberá ser entregado a cada acreedor, adjunto a su resolución de reconocimiento de créditos. El artículo 25° de la Ley General del Sistema Concursal obliga al deudor a presentar conjuntamente con su solicitud un Resumen Ejecutivo fundamentando el inicio del Procedimiento Concursal Ordinario, la viabilidad económica de sus actividades, de ser el caso los medios para solventar las obligaciones adeudadas: de esta forma se procura dar desde un inicio la información necesaria para los acreedores. La propuesta fundamentada respecto de la decisión que sobre el destino de la empresa debe especificar los mecanismos y requerimientos básicos que considera necesarios para la viabilidad de su propuesta, así como una proyección preliminar de resultados. A partir de la difusión del Procedimiento se producen una serie de efectos y empiezan a correr plazos para acreditar las acreencias y los derechos de los acreedores. Del mismo modo, consentida o firme la declaración de concursado, la Comisión, deberá disponer la convocatoria a Junta a los acreedores. Debe tenerse presente que la Comisión deberá calificar los créditos que le presenten los deudores, luego de lo cual expedirá el certificado de reconocimiento de créditos para que se presente a la Junta. Dentro de los diez (10) días posteriores al aviso de difusión del procedimiento, la Comisión dispondrá la convocatoria a Junta mediante aviso que se publicará por una sola vez en el Diario Oficial El Peruano. Entre la publicación del aviso y la fecha de la Junta en primera convocatoria deberá mediar no menos de tres (3) días. La citación a Junta deberá señalar el lugar, día y hora en que ésta se llevará a 116 cabo en primera y segunda convocatoria. Entre cada convocatoria deberá mediar dos (2) días. La difusión del procedimiento es clave para el devenir del procedimiento concursal por las siguientes razones: a) Informa al mercado acerca de la situación patrimonial de uno de sus agentes, lo que indirectamente va a suponer determinadas pautas de conducta de los actores económicos relacionados con el concurso a ha hora de celebrar sus contratos; b) Marca la separación entre el universo de créditos concursales del universo de créditos post-concursales; y c) Impulsa a los acreedores para someter ante la autoridad concursal sus solicitudes de reconocimiento de créditos, con el objeto de integrarse al concurso. Estos efectos trascendentes que trae la difusión del concurso son los que se han merecido que a ese momento del proceso se le denomine punto de quiebre o fecha de corte. Asimismo “la fecha de difusión del concurso va a significar también la línea divisoria entre la etapa concursal y la etapa post-concursal propiamente dicha” (Del Aguila: 2004; 13). La complejidad o la cantidad de créditos que se presente pueden motivar el derecho de la Comisión de postergar la instalación de la Junta de Acreedores. Es así como el art. 50°.3 de la Ley dispone que, de oficio o a pedido del deudor o de acreedores que representen en conjunto más del diez por ciento del monto total de los créditos reconocidos, la Comisión podrá suspender la instalación de la Junta de Acreedores siempre que medie razón justificada. Los acreedores que soliciten el reconocimiento de sus créditos dentro del plazo de treinta (30) días posteriores a la fecha de publicación del aviso que informa sobre la situación de concurso, más el término de la distancia, y que hayan obtenido su reconocimiento, tienen derecho a participar con voz y voto en la reunión de instalación de Junta y en las posteriores. También se reconoce como acreedores a aquel cuyo crédito dio lugar a la declaración de situación de concurso o al apercibimiento en aplicación del 117 artículo 703º del Código Procesal Civil. En ambos casos los créditos correspondientes serán reconocidos de oficio por la Comisión. Son concursales todos los acreedores anteriores a la declaración de concurso por el simple hecho de poseer esta condición, por lo que están sometidos a los efectos del procedimiento concursal. “Son concurrentes, los que teniendo derecho a integrarse ala masa, solicitan y obtienen el reconocimiento de sus créditos por al autoridad concursal”. (Beaumont y Palma: 2002; 167). Los acreedores tardíos,”o como los denomina la legislación española, morosos, son aquellos que no inscriben sus créditos, y que solicitan su inclusión después del plazo concedido por la autoridad concursal”. (Beaumont y Palma: 2002; 167). Los acreedores tardíos perderán sus derechos políticos ya que carecerán de derecho de voz y voto en las juntas de acreedores que se realicen alo largo del procedimiento concursal; no obstante, mantendrán sus derechos económicos, es decir el derecho a cobrar sus créditos. Los acreedores deberán presentar los títulos que acrediten la existencia, origen, titularidad y cuantía de los créditos devengados, se encuentren o no vencidos, debiendo identificar los créditos invocados por concepto de capital, intereses y gastos y señalar el orden de preferencia correspondiente. Carbonell señala que “se ha establecido el sistema de la doble publicación en el diario oficial, la primera para difundir el inicio o apertura del procedimiento concursal y la segunda- una semana antes del vencimiento del plazo establecido para apersonarse- para recordar a los acreedores sobre el vencimiento aludido, que pretende incorporar a la mayor cantidad de acreedores válidos al interior del procedimiento concursal, guiándose del principio de colectividad” (2003; 119). 5.3. El Reconocimiento de Créditos. Díez.-Picazo explica que “el procedimiento concursal exige dos tipos de 118 operaciones previas, La primera es una clasificación o fijación del patrimonio, ésta es una operación destinada a dar certidumbre a los bienes que forman ese activo y a los valores reales de los mismos, dejando fuera de él a los que en posesión del deudor, no pertenezcan a éste e incluyendo en él a aquellos que hubieran pasado indebida o ilícitamente a manos de terceras personas. La segunda operación es la clarificación del pasivo, hay que saber cuáles son las deudas que con los bienes han de ser atendidas. La fijación y clarificación del pasivo, como se advierte, impone dos tipos de operación, que son el reconocimiento de crédito y su respectiva graduación. El reconocimiento de créditos es un control o contraste entre la pretensión de las personas que reclaman un crédito y los títulos en los que éstos créditos se quieran fundar” (1982; 294). El reconocimiento de créditos en sentido lato constituye “una labor de análisis e investigación a cargo de la autoridad concursal orientado a acreditar la existencia, legitimidad y cuantía de los créditos invocados, obteniéndose como producto final, la emisión de un acto administrativo que reconoce una acreencia pendiente de pago” (Augusto: 2002; 149). El reconocimiento de créditos en sentido estricto constituye “el pase previo otorgado por dicho órgano administrativo a favor del acreedor peticionante, mediante el cual ingresa al concurso y participa en él, en igualdad de condiciones respecto a los derechos de información, fiscalización, impugnación; pero haciendo uso de preferencia respecto al cobro, las mismas que fueron otorgadas antes de la substanciación del procedimiento o que surgen a consecuencia de la substanciación del mismo” (Augusto: 2002; 149). Rojas señala que “el reconocimiento de créditos determinará el monto o cuantía de los créditos con los cuales el acreedor participar en el proceso. El reconocimiento de créditos es también el título que le facultará al acreedor cualquier intervención futura en el concurso, así como un título para reclamar el pago de los créditos. (2002; 130). La Comisión o quien haga sus veces realizará el análisis de los créditos presentados para su reconocimiento, investigando su origen, legitimidad y cuantía por todos los medios, luego de lo cual expedirá las respectivas resoluciones que deberán ser notificadas al acreedor correspondiente y al concursado. 119 Culminada la fase de apersonamiento de los acreedores, la Secretaria Técnica notificará al deudor para que, en un plazo no mayor de diez (10) días exprese su posición sobre las solicitudes de reconocimiento de créditos presentados. De existir coincidencia entre lo expuesto por el deudor y el acreedor, la Secretaría Técnica emitirá la resolución de reconocimiento de créditos respectiva, en un plazo no mayor de diez (10) días de conocida la posición asumida por el deudor respecto del crédito. La falta de pronunciamiento del deudor no impide a la Secretaría Técnica, dentro del mismo plazo, emitir las resoluciones respectivas, de considerarlo pertinente, debiendo publicar en su local un aviso detallando, de manera resumida, el contenido de sus resoluciones, precisando el nombre del acreedor, el monto de los créditos por concepto de capital, intereses y gastos y el orden de preferencia. Cabe señalar que en aplicación de los principios de concentración, economía y celeridad procesales, las “secretarías técnicas podrán acumular las solicitudes de reconocimiento de créditos presentadas, atendiendo alas características de las mismas y ala naturaleza de los créditos invocados, a efectos de emitir una sola resolución” ( Calle: 2002; 116). Dentro de los cinco (5) días siguientes a la publicación cualquier acreedor podrá oponerse a dichas resoluciones, adjuntando la información y documentación a efectos de fundamentar su pedido., cuando considere que median situaciones de fraude o irregularidades destinadas a conceder al titular beneficios que no le corresponden. El reconocimiento de este derecho se justifica pues “constituyen una medida de defensa contra los créditos inexistentes, sobrevalorados o ficticios que pretendan participar en junta de acreedores, siendo que el reconocimiento de un crédito indebido afecta el peso de los votos de los demás acreedores en la junta” (Calle: 2002; 117). En los casos de créditos invocados por acreedores vinculados al deudor y en aquellos en que surja alguna controversia o duda sobre la existencia de los mismos, el reconocimiento de dichos créditos solamente podrá ser efectuado por la Comisión, la que investigará su existencia, origen, legitimidad 120 y cuantía por todos los medios, luego de lo cual expedirá la resolución respectiva. En cuanto a los plazos para el reconocimiento de créditos, debe indicarse que la Comisión no está sujeta a los plazos previsto para el procedimiento que desarrolla la Secretaría Técnica, en la mediad en que su labor no consiste en una simple constatación de créditos, sino más que bien involucra una verificación detallada sobre los mismos. Sin perjuicio de ello, “la Comisión deberá pronunciarse necesariamente sobre los créditos invocados antes de que la junta se instale en primera convocatoria, bajo responsabilidad funcional” (Calle: 2002; 117). “La relación entre Comisión y Secretaría Técnica es una particularidad de la estructura orgánica del INDECOPI. Cada área temática del INDECOPI está asignada a una Comisión que opera como la primera instancia administrativa en la materia. La operación y funcionamiento de cada Comisión viene asistida de una Secretaría Técnica que, por su naturaleza, es un órgano de apoyo a la labor resolutiva de la Comisión. La segunda instancia administrativa se encuentra asignada al Tribunal del INDECOPI” (Rojas: 2002; 136). En cuanto a la documentación sustentatoria de los créditos se tiene que: a) Los créditos que se sustenten en declaraciones o autoliquidaciones presentadas ante entidades administradoras de tributos o de fondos provisionales, suscritas por el deudor, serán reconocidos por el solo mérito de la presentación de los títulos, al igual que los créditos que se sustenten en sentencias judiciales consentidas o ejecutoriadas o laudos arbitrales, siempre que su cuantía se desprenda del tenor de los mismos o que hayan sido liquidados en ejecución de sentencia; b) Los créditos que se sustenten en títulos valores o documentos públicos será reconocidos por la Comisión por el solo mérito de la presentación de dichos documentos, suscritos por el deudor siempre que su cuantía se desprenda del tenor de los mismos, salvo que considere que requiere mayor información; c) Los créditos de origen laboral, y siempre que se haya acreditado el vínculo laboral de los trabajadores, la Comisión reconocerá los créditos invocados, en mérito a la autoliquidación 121 presentada por el solicitante, salvo que el deudor acredite haberlos pagado o, de ser el caso, la inexistencia de los mismos. En caso haya vencido el plazo señalado obligatoriamente para la conservación de documentos, se invertirá a la carga de la prueba a favor del deudor; d) Los créditos controvertidos judicial, arbitral o administrativamente serán registrados por la Comisión como contingentes, al igual que los créditos derivados, de cartas fianza no ejecutadas y de cartas de crédito, en tanto al momento de su presentación a la Comisión no haya vencido el plazo para su honramiento. Serán registrados como contingentes siempre que se verifiquen los siguientes supuestos: que la controversia esté referida a su existencia, origen, cuantía o titularidad y que el asunto controvertido solo pueda dilucidarse en el fueron judicial, arbitral o administrativo, por se de competencia exclusiva de la autoridad a su cargo. Cuando el crédito invocado está incorporado en una letra de cambio o cualquier otro título valor, resulta apropiado reconocer el crédito en mérito a la literalidad del Título, en aplicación de los principios de simplicidad, celeridad y economía de los procedimientos administrativos. Pero, al igual que el criterio general, si la autoridad administrativa presume la posible existencia de una vinculación entre las partes o tiene elementos de juicio que le haga suponer una simulación del crédito, debe necesariamente investigar la relación causal, es decir el origen del crédito, para determinar su legitimidad. En este caso el reconocimiento de la obligación por parte de la empresa deudora no eximirá a la autoridad administrativa de su deber de verificación. Tratándose de un acreedor endosatario, este no requiere acreditar la existencia de un vínculo con el insolvente; lo que debe verificarse en este caso es que la operación que originó el título valor existió realmente y que el solicitante del reconocimiento recibió por endoso el título en forma legítima. Las resoluciones de reconocimiento de créditos emitidas por la Secretaría Técnica y la Comisión deberán contener: la identificación del acreedor y del deudor; el monto de los créditos por concepto de capital, intereses y gastos el orden de preferencia de los créditos; la existencia o inexistencia de Vinculación entre acreedor y deudor. 122 Los créditos controvertidos judicialmente serán registrados por la Comisión como contingentes, consignando de ser el caso la cuantía reconocida por cada una de las partes. El titular de los créditos contingentes podrá acudir a la junta con derecho a voz pero sin voto. La Sala de Defensa de la Competencia del Tribunal de de Defensa de la Competencia y de la Propiedad Intelectual ha resuelto (Resolución N o 060-97TDC, Diario Oficial EWL Peruano, 17 de diciembre de 1997) como criterio de obligatorio cumplimiento que en los procesos de ejecución en los que no hay controversia sobre la existencia, origen, legitimidad o cuantía de los créditos, la autoridad concursal no está impedida de pronunciarse sobre el reconocimiento solicitado. En tal sentido ha dispuesto que: "La autoridad concursal únicamente deberá inhibirse de reconocer créditos, cuando se pruebe en el procedimiento a su cargo que la controversia judicial está directamente referida a la existencia, origen, titularidad, legitimidad o cuantía de tales créditos. Adicionalmente, en este ultimo caso, es decir, cuando exista controversia sobre la cuantía de los créditos, la inhibición solo procederá respecto del monto controvertido y se deberá reconocer la parte no discutida de los créditos materia de la solicitud que hayan sido acreditados, puesto que no existe identidad entre la materia del procedimiento judicial (pago) y el reconocimiento de los créditos (reconocimiento de un derecho patrimonial)". (Montoya: 2004; 467) Finalmente el artículo 42º de la Ley General del Sistema Concursal señala el orden de preferencia concursal, incluyendo dentro del primer orden de preferencia a las remuneraciones y beneficios sociales adeudados a los trabajadores, aportes impagos al Sistema Privado de Pensiones o a los regímenes previsionales administrados por la Oficina de Normalización Provisional, la Caja de Beneficios y Seguridad y Seguridad Social de Pescador u otros regímenes previsionales creados por ley, así como los intereses y gastos que por tales conceptos pudieran generarse. Adicionalmente señal este artículo que los aportes impagos al Sistema Privado de Pensiones incluyen expresamente los conceptos a quien se refiere el artículo 30 del Decreto Ley Nº 25897, con excepción de aquellos establecidos en el literal c) de dicho artículo, esto es, la comisión que cobran las AFP por administrar los fondos. Se han excluido las referidas pensiones de dicha prelación, toda vez que su naturaleza 123 no es la de un crédito privilegiado, como sí lo son aquellos derivados de las remuneraciones, beneficios sociales o aportes previsionales impagos. Por el contrario, se trata de un crédito común, de naturaleza civil por los servicios que presta una AFP a sus afiliados, que tendría por tanto el quinto rango de prelación. El segundo orden de prelación incluye a los créditos alimentarios, pero hasta la suma de 1 UIT; en la tercera prelación se incluye a los créditos garantizados con hipoteca, prenda, anticresis, warrants, derecho de retención o medidas cautelares que recaigan sobre bienes del deudor, siempre que la garantía o la medida cautelar haya sido constituida o trabada, según sea el caso, con anterioridad a la fecha de publicación del aviso del concurso. Las citadas garantías o gravámenes, de ser el caso, deberán estar inscritos en el registro público respectivo antes de dicha fecha, para ser oponibles la masa de acreedores. A diferencia de lo que sucedía en la Ley de Reestructuración Patrimonial, en la Ley General del Sistema Concursal “los créditos que estén respaldados en garantías o medidas cautelares siempre mantienen el tercer orden de preferencia, aun cuando los bienes que los garantizan sean vendidos o adjudicados para cancelar créditos de órdenes anteriores, pero solo hasta el monto de realización o adjudicación del bien que garantizaba los créditos” (Calle: 2002; 118). En el cuarto orden de prelación, se encuentran los créditos de origen tributario (SUNAT, ESSALUD), y en la quinta prelación aquellos créditos no comprendidos en los órdenes precedentes y, en general, los créditos comunes, quirografarios o sin garantías; así como la parte de los créditos tributarios que sea equivalente al porcentaje promedio capitalizado o condonado por los acreedores incluidos en el orden de preferencia, en el cual exista el mayor monto de créditos reconocidos, en caso de que la junta acuerde la capitalización o condonación de créditos. 5.4. La Junta de Acreedores. Tienen derecho a participar en la Junta de Acreedores “todas aquellas personas que presenten títulos a la Comisión donde consten sus créditos, y 124 que hayan sido aprobados y reconocidos por la Comisión, lo que se hará conocer al deudor para que tenga conocimiento de su participación al momento de fijar el quórum y su peso en las decisiones” (Montoya: 2004; 472). Se computará los créditos vencidos y los no vencidos. Todo acuerdo de Junta debe constar en actas, las que deben ser aprobadas y suscritas por el Presidente de la Junta, el representante de la Comisión y un acreedor designado para este efecto en la misma Junta. Los créditos que tengan como origen la falta de pago de remuneraciones y beneficios sociales serán considerados como uno solo y los acreedores serán representados por quien designe el Ministerio de Trabajo y Promoción Social conforme al procedimiento establecido para tal efecto. El representante designado contará con facultades suficientes para la adopción de cualquiera de los acuerda previstos en la presente Ley. Igualmente, la representación de los créditos del Estado será ejercida por un representante designado por el Ministerio de Economía y Finanzas. La información y documentación necesaria para la adopción de los acuerdos materia de la convocatoria deberá ponerse a disposición de los acreedores por el insolvente, en ejemplares suficientes, en el local de la Comisión, en su defecto, en otro lugar debidamente publicitado, con una anticipación no menor a tres días hábiles anteriores a la realización de la Junta. La Junta puede delegar sus funciones a un Comité, en cuyo caso éste estará integrado por cuatro miembros. La Presidencia corresponde al Presidente de la Junta, quien, en caso de ausencia, renuncia o impedimento, podrá ser reemplazado por el Vicepresidente. Los otros tres deberán representar obligatoriamente, entre ellos y con relación al Presidente, y siempre que resulte posible, créditos de diferente origen, si los hubiera presentes en la reunión, salvo negativa expresa de dichos acreedores a integrar el mismo. Para instalar una reunión de Comité y para la adopción de acuerdos, se requerirá la asistencia y el voto favorable de tres de sus miembros. En caso de empate, el Presidente tiene voto dirimente. Calle señala que “ la Junta podrá elegir un comité en el cual se deleguen, en todo o en parte, las atribuciones que la ley le confiere a la Junta, 125 a excepción de las decisiones sobre el destino del patrimonio del deudor concursado y la aprobación de los acuerdo referentes a la fórmula de pago de las obligaciones “ (2002; 121). Con posterioridad a la sesión de instalación, toda reunión de Junta será convocada por su Presidente mediante aviso publicado una vez en el Diario Oficial El Peruano, con anticipación no menor de diez (10) días hábiles a la fecha de su realización en primera convocatoria. Los acreedores que representen cuando menos un 10% de los créditos reconocidos podrán requerir al Presidente, mediante documento de fecha cierta con la agenda sugerida, la convocatoria a sesión de la Junta. La Comisión podrá exonerar de la obligación de publicar la convocatoria. En este caso, se podrá convocar a través de comunicaciones de fecha cierta cursadas a cada acreedor que integra la Junta. Una novedad introducida por la Ley General del Sistema Concursal es que “tanto la Junta de Acreedores de instalación como las que sean convocadas con posterioridad podrán ser suspendidas por la comisión, de oficio o a petición del deudor o de acreedores que representen en conjunto más del 10%, siempre que medie razón justificada” (Calle: 2002; 119). Cuando los acreedores identificados como vinculados representen más de 66,6% del total de créditos reconocidos y se ponga a consideración de la Junta la aprobación del destino del deudor, del Plan de Reestructuración, Convenio de Liquidación o Acuerdo Global de Refinanciación, y sus modificaciones, se deberá realizar dos votaciones, por separado: a) En primera convocatoria, para la aprobación de los temas señalados, se requerirá; el voto favorable de más de 66,6% en la clase de acreedores reconocidos como vinculados, así como más de 66,6% en la clase de acreedores reconocidos corno no vinculados. b) En segunda convocatoria se requerirá el voto favorable de más de 66,6% de acreedores asistentes, en ambas clases. El registrador público inscribirá los acuerdos adoptados en Junta, el Plan de Reestructuración, el Convenio de Liquidación, el Acuerdo Global de Refinanciación y el auto judicial que declara la quiebra. Para ello, será suficiente la presentación-de copia 126 del instrumento correspondiente, debidamente certificado por un representante de la Comisión. En tal caso será suficiente la copia del acta, en la que conste dicho acuerdo. La copia del acta en la que conste el acuerdo, el Plan de Reestructuración, o el Convenio de Liquidación, deberán estar autenticadas por un representante de la Comisión. La ley no requiere la intervención del notario para la autenticación de estos documentos. Los acuerdos de la Junta, el Plan de Reestructuración, y el Convenio de Liquidación y el auto judicial que declara la quiebra, surten sus efectos frente al insolvente y sus acreedores desde el momento en que son adoptados, suscritos o quedan consentidos, según corresponda. La Comisión será competente para el reconocimiento de los créditos que formen parte del proceso. La impugnación de acuerdos deberá tramitarse si ella es sustentada por el deudor o por acreedores que representen por lo menos el 10% del total de los créditos. Si la impugnación fuese presentada por acreedores que estuvieron presentes en la sesión correspondiente, éstos deberán haber dejado constancia, en acta de su oposición al acuerdo. La impugnación deberá plantearse dentro délos diez días hábiles siguientes a la fecha en que el respectivo acuerdo fue adoptado, sea por incumplimiento de las formalidades establecidas en la Ley o por cuestiones de derecho sustantivo. Tratándose de acreedores o del deudor que no hubiesen asistido a la Junta, el plazo se computará desde la fecha en que tomaron conocimiento del acuerdo adoptado, siempre que acrediten haber estado imposibilitados de conocer la convocatoria a la Junta. En cualquier caso, el derecho a impugnar caduca a los quince días hábiles de adoptado el acuerdo. Son materia de impugnación: el incumplimiento de las formalidades legales, por inobservancia de las disposiciones contenidas en el ordenamiento jurídico, o porque el acuerdo constituye el ejercicio abusivo de un derecho. Asimismo, cualquier cuestionamiento sobre la convocatoria y reunión de la Junta de Acreedores deberá efectuarse mediante el procedimiento previsto para la impugnación de acuerdos. 127 La Comisión deberá resolver la impugnación dentro de un plazo que no excederá de diez días hábiles contados a partir de la fecha de su recepción. Las resoluciones de la Comisión podrán ser materia de recurso de reconsideración o de apelación. La Sala de Defensa de la Competencia por Resolución No 088-96-TDC Diario Oficial El Peruano, 11 de diciembre de 1996), establece como precedente de observancia obligatoria aspectos relaciones con la impugnación de acuerdos en junta de acreedores, señalando que: a) Los órganos administrativos encargados de la tramitación de los procedimientos derivados de la Ley de Reestructuración Empresarial, son competentes para conocer de las impugnaciones que se presenten contra la realización de las juntas de acreedores: b) Al pronunciarse sobre impugnaciones formuladas contra reuniones de junta de acreedores, así como contra los acuerdos que se hayan adoptado en ellas, cuando estas se sustenten en presuntos defectos existentes en la participación o en la votación de uno o varios integrantes de la respectiva junta, la Comisión debe hacer el siguiente análisis: b.1) Determinar si el vicio o defecto afectará a toda la Junta o únicamente a determinadas partes de su desarrollo de tal forma que si se declarase fundada la impugnación los efectos de este pronunciamiento puedan ser identificados e individualizados de ser el caso. b.2) Cuando se trate de vicio o defecto en la participación de uno o varios integrantes de la junta, determinar si en caso de declararse fundada la impugnación se afectaría la validez de la reunión o del acto impugnado. Si el vicio invocado no tuviera efectos sobre la validez de los acuerdos o de la reunión, la impugnación debe declararse infundada, independientemente del análisis que pueda hacerse de la causal de la impugnación. Sólo en caso que el vicio o defecto en la participación afectara la validez del acto impugnado, la Comisión emitirá pronunciamiento sobre este" (Montoya: 2004; 474-475). A solicitud de parte, la Comisión podrá ordenar la suspensión de los efectos del acuerdo observado o impugnado, aun cuando estuviese en ejecución. En este caso, la Comisión deberá disponer que los impugnantes otorguen una garantía idónea, que será determinada por la Comisión, para el 128 eventual resarcimiento de los daños y perjuicios que pudiera causar la suspensión. La resolución de la Sala sobre los recursos de apelación interpuestos, deberá ser notificada a todos los acreedores y pondrá fin a la vía administrativa. 5.5. Proceso de Reestructuración Patrimonial. Carbonell señala que “debe de realizarse una diferenciación entre el proceso de reestructuración patrimonial y el plan de reestructuración, siendo el primero, la causa del inicio de un restablecimiento económico del deudor y el segundo , el medio por el cual transitan los mecanismos que ayudarán a afrontar dicha crisis, en el marco del citado proceso” ( 2003; 173). Por reestructuración patrimonial debe entenderse “el procedimiento concursal destinado a revertir una crisis económica manifiesta del deudor (sujeto al procedimiento concursa! ordinario), a través de la implementación de diversos mecanismos orientados a maximizar el valor del negocio en crisis,.” (Calle: 2002; 115). 5.5.1. Bandas de acceso. De acuerdo a la LGSC, podrán acogerse a un procedimiento de reestructuración patrimonial las empresas que no tengan pérdidas acumuladas, deducidas las reservas, que superen la totalidad de su capital social pagado. Podrán acogerse también las personas naturales, sociedades conyugales y sucesiones indivisas que acrediten encontrarse, cuando menos, en alguno de los siguientes supuestos: a) que más del 50% de sus ingresos se deriven del 129 ejercicio de una actividad económica o empresarial desarrollada directamente y en nombre propio por el solicitante; y b) que más de las 2/3 partes de sus obligaciones se hayan originado en actividad empresarial desarrollada directamente por el solicitante y/o por terceras personas respecto de las cuales el solicitante haya asumido el deber de pago do sus obligaciones. “No podrán acogerse los deudores sometidos a procedimientos concursales iniciados en aplicación del artículo 703 del Código Procesal Civil, toda vez que en este último caso la ley establece la liquidación directa del patrimonio” (Calle: 2002; 115). 5.5.2. Plazo del procedimiento. De acuerdo al artículo 60 de la nueva ley concursal, la duración de este procedimiento es fijada por la Junta de Acreedores, pero no podrá ser mayor al plazo previsto para la cancelación de todas las obligaciones en el cronograma de pagos incorporado en el plan de reestructuración. 5.5.3. Derecho de separación de accionistas. Una novedad importante está referida al reconocimiento del derecho del accionista de separarse de la sociedad en caso ésta ingrese a un procedimiento de reestructuración patrimonial y la Junta de Acreedores adopte el acuerdo que dé lugar al ejercicio del derecho. Para posibilitar dicho ejercicio, el Presidente de la Junta deberá publicar el acuerdo correspondiente en el diario oficial El Peruano, dentro de los diez días siguientes a su adopción, pudiendo el accionista ejercer su derecho de separación solo dentro de los diez días posteriores a la publicación de dicho acuerdo, a través de carta notarial cursada a la administración designada por la junta. Sin embargo, considerando que el ejercicio de tal derecho durante el transcurso de un proceso de reestructuración daría lugar a la generación de 130 obligaciones post concursales de cargo del deudor, que podría motivar su cobro inmediato en perjuicio del derecho de los acreedores, se ha previsto que “el reembolso del valor de las acciones solo podrá hacerse efectivo luego de concluido el pago de la totalidad de créditos contenidos en el cronograma de pagos del plan, salvo acuerdo en contrario de la junta, teniendo en cuenta, de ser el caso, el esquema de votación por clases” (Calle: 2002; 116). 5.5.4. Atribuciones de la Junta de acreedores. A partir de la instalación de la junta de acreedores, los accionistas o titulares del deudor concursado pierden el poder de gestión y disposición de su patrimonio, desplazándose el ejercicio de tales facultades, aunque de manera temporal, a la junta de acreedores, la que se constituye en máximo órgano de la empresa concursada, y sobre la cual recaerán las consecuencias de las nuevas relaciones jurídicas patrimoniales entabladas por el administrador o liquidador designados por la propia junta. En razón a ello, la junta queda facultada para realizar diversos actos orientados a la implementación de la reestructuración de la empresa, entre los cuales se pueden citar los siguientes: a) Adoptar todos los acuerdos necesarios para la administración y funcionamiento del deudor durante el procedimiento. b) Adoptar todos los acuerdos necesarios para la viabilidad de la reestructuración del deudor. c) Pronunciarse sobre todos los asuntos que son de competencia de la junta de accionistas. d) Supervisar la ejecución del acuerdo de reestructuración patrimonial, para lo cual podrá adoptar todas las medidas que considere pertinentes. e) Acordar la capitalización de créditos y el reajuste del capital social del deudor, de ser el caso, entre otros. En el procedimiento de reestructuración, el estatuto del deudor concursado mantiene su vigencia, por lo qué deberá ser respetado por la propia junta de acreedores, a condición de que no se oponga a los acuerdos do 131 esta última o a la ley concursal. En cualquier caso, la junta podrá modificar los estatutos de la empresa, cumpliendo con las formalidades que establece la Ley General de Sociedades. 5.5.5. Contenido y efectos del plan de reestructuración. Una novedad importante que trae consigo la nueva ley es la definición dé plan de reestructuración. Así, el artículo 66.1. señala que este instrumento "es el negocio jurídico por el cual la junta define los mecanismos para llevar a cabo la reestructuración económica financiera del deudor, con la finalidad de extinguir las obligaciones comprendidas en el procedimiento y superar la crisis patrimonial que originó el inicio del mismo, en función a tas particularidades y características propias el: deudor en reestructuración" (Montoya: 2004; 475). En función a ello, el artículo 66.2. establece un contenido mínimo que deberá satisfacer todo plan, no solamente para que sea válido sino también oponible a la generalidad de acreedores. Este contenido es el siguiente: balance general de la empresa, la relación de obligaciones originadas antes de la publicación del aviso de difusión del procedimiento concursal ordinario, las propuestas para el financiamiento de la inversión requerida para la reestructuración del deudor, régimen de intereses, política laboral a adoptarse, estados de flujos de efectivo proyectados al tiempo; previsto para el pago de la totalidad de las obligaciones comprendidas en el procedimiento, entre otros. Asimismo, “todo plan deberá contener obligatoriamente un cronograma de pagos que comprenda, bajo sanción de nulidad, la totalidad de las obligaciones del deudor así como el modo, monto, lugar y fecha de pago de los créditos de cada acreedor”. (Montoya: 2004; 476). Asi también, el plan deberá precisar que de los fondos destinados al año para el pago de los créditos, por lo menos un 30% se asignará en partes iguales al pago de obligaciones laborales que tengan primer orden de preferencia. 132 Lo anterior busca crear un “marco de seguridad que garantice a los acreedores las condiciones y plazos en que la recuperación de sus créditos ha sido prevista, de acuerdo con el análisis de viabilidad de las actividades económicas de la empresa deudora efectuado por la junta de acreedores” (Calle: 2002; 117). Sin perjuicio de este contenido mínimo, todo plan, en su aspecto formal, deberá establecer las reglas para su interpretación, así como las que permitan a la junta o comité interpretarlo o modificar sus cláusulas. De igual forma, deberá regular los eventos de incumplimiento, la forma do remediarlos y las consecuencias de los mismos, así como los mecanismos de solución de controversias. En cuanto a este último aspecto, el artículo 73º de la LGSC establece que las controversias que surjan sobro la ejecución o interpretación del plan de reestructuración serán resueltas por el juez especializado en lo civil o el árbitro designado por las partes, del domicilio donde se desarrolla el procedimiento concursal. El proceso correspondiente se tramitará en la vía del proceso sumarísimo. Si el plan no indica qué fuero será el competente para resolver tales controversias, se entenderá que es el fuero judicial. Otro aspecto importante es el referido a la oponibilidad del plan de reestructuración. En términos generales, el plan aprobado con la mayoría exigida por ley será obligatorio y oponible para el deudor concursado, los acreedores que participaron en la junta, los acreedores opositores al acuerdo y a aquellos acreedores ausentes o que aún no se han incorporado al procedimiento concursal. Sin embargo, esta regla tiene las siguientes excepciones: (i) La aprobación del plan no liberará al fiador o avalista del deudor, salvo que oí propio acreedor beneficiario de las garantías vote a favor de la aprobación del plan o que los propios garantes hubiesen previsto el levantamiento de las garantías otorgadas, al momento de constituirse como tales. (ii) El plan no producirá efectos sobre los bienes del deudor que garanticen obligaciones de terceros, contraídas con anterioridad a la fecha de difusión de 133 la situación de concurso del deudor, quedando facultado el titular del derecho real a ejecutar su garantía de acuerdo a las condiciones originalmente pactadas. (iii) El plan no será oponible a los titulares de deuda post concursal. En ese sentido, esta deuda deberá ser pagada a su vencimiento, pudiendo los titulares de la misma ejecutar directamente oí patrimonio del deudor en caso de incumplimiento, respetando el rango de las garantías que se hubiesen otorgado. Por otro lado, el artículo 67º de la LGSC establece que el incumplimiento de las condiciones establecidas en el plan de reestructuración determinará la declaración de disolución y liquidación del deudor por parte de la comisión, siempre que tal declaración haya sido solicitada por un acreedor a la autoridad concursal. En relación con el pago de los créditos, el artículo 69 de la LGSC establece que en los procesos de reestructuración no será aplicable el orden de preferencia legal, con excepción de la distribución de activos entro los acreedores del producto de la venta o transferencia de activos fijos del deudor. Asimismo, establece que el administrador deberá pagar los créditos reconocidos en la prelación y condiciones establecidas en el plan, imputándose cualquier pago, en primer lugar, a las deudas por concepto de capital y luego a gastos e intereses. Los créditos originados antes de la publicación del aviso de difusión del procedimiento concursal, pero que no hubieren sido reconocidos por la comisión, serán pagados luego del vencimiento del plazo para el pago de los créditos reconocidos. 5.5.6. Nombramiento de auditor económico. Otra novedad importante es que los acreedores reconocidos podrán designar auditores económicos a fin de que supervisen el cumplimiento del plan de reestructuración o informen mensualmente a INDECOPI y a los acreedores sobre la situación y proyección de la empresa. Cabe señalar que la ley no ha establecido los requisitos para acceder al registro de auditores económicos que será administrado por la Comisión de Procedimientos 134 Concursales del INDECO-PI. Sin embargo, el TUPA del INDECOPI, publicado en el diario oficial El Peruano de fecha 25 de octubre do 2002, señala que estos requisitos son los siguientes: (I) Personas naturales: Copia simple del DNI, título universitario, certificado de antecedentes penales, declaración jurada de bienes y rentas, constancia expedida por el colegio profesional correspondiente acreditando que es profesional hábil para el ejercicio de la profesión y contar con experiencia en la realización de auditorías. (II) Personas jurídicas: Copia de los poderes de sus representantes, ficha de inscripción registral, declaración jurada de bienes y rentas. Según la décimo quinta disposición final de la LGSC, el profesional designado para auditarla empresa en reestructuración, no podrá ser elegido para la auditoría interna en caso la junta de acreedores acuerde ajustar el patrimonial concursal luego de haber optado por la capitalización de acreencias en un procedimiento concursal, según lo previsto en el inciso e) del artículo 51.1. 5.5.7. Conclusión del procedimiento. La autoridad concursal, de oficio o a solicitud de uno o más acreedores reconocidos o de accionistas, declarará la conclusión del procedimiento de reestructuración cuando el administrador acredite el pago o extinción de la totalidad de los créditos previstos en el plan. En tal caso, la junta de accionistas o titular de la empresa reasumirá la competencia que le corresponde de acuerdo al estatuto social y la establecida por la Ley General de Sociedades, no siendo susceptibles de revisión los acuerdos que hubiera adoptado la junta de acreedores durante el plazo de su mandato. 5.6. Proceso de Disolución y Liquidación. 135 “La disolución y liquidación es un procedimiento concursal orientado a la realización del activo del deudor concursado, con excepción de los bienes inembargables, el pago de los pasivos y, de ser el caso, la entrega del remanente del patrimonio entre los accionistas o socios, ante la imposibilidad de dicho deudor de superar sus problemas económicos y financieros.” (Calle: 2002; 118). Malagarriga, citado por Carbonell dice que “ por liquidación se entiende todas las operaciones posteriores a la disolución total de la sociedad que sean necesarias para terminar los asuntos en curso, pagar las deudas, cobrar los créditos y partir finalmente entre los socios lo que queda, claro está, en el caso de que quede algo” (2003; 194). A tales efectos, corresponderá a la Junta de Acreedores aprobar el convenio de liquidación correspondiente y designar a una entidad o persona que tenga registro vigente ante la Comisión de Procedimientos Concursales del INDECOPI como liquidador encargado de dicho procedimiento. Montoya sostiene que “la Junta de Acreedores tiene la facultad de fijar el destino de la empresa, y en este sentido, otra de las alternativas es acordar la disolución y liquidación de la empresa, la cual responderá a la inviabilidad económica de la empresa, evaluación que conlleva la decisión forzada de ingresa a la fase de disolución y liquidación “(2004; 479). 5.6.1. Vías de acceso. La LGSC establece que los deudores que tengan pérdidas acumuladas, deducidas sus reservas, que superen la totalidad del capital social pagado, deberán ingresar obligatoriamente a un proceso de disolución y liquidación. La Junta deberá adoptar el acuerdo correspondiente con la mayoría calificada. Asimismo, este procedimiento se iniciará directamente por ejecución del apercibimiento dictado por el juez en aplicación del artículo 703º del Código Procesal Civil. En este caso, la comisión dispondrá solamente la publicación en 136 el diario oficial El Peruano del nombre de las personas sometidas al proceso de disolución y liquidación. 5.6.2. Efectos del acuerdo de disolución y liquidación. De acuerdo al articulo 74º de la LGSC, el acuerdo de disolución y liquidación producirá como efecto inmediato un fuero de atracción, según el cual la liquidación deberá comprender a todos los créditos, sean éstos concursados o post concursados, debiendo incluso los titulares de deuda corriente presentar sus solicitudes de reconocimiento de créditos para efecto de participar en junta y obtener el pago de sus créditos, de ser el caso. “Se exceptúan de este fuero los honorarios del liquidador y los gastos necesarios efectuados por éste para el desarrollo adecuado del proceso de liquidación”. (Calle: 2002; 119). 5.6.3. Contenido y efectos del convenio de liquidación. La LGSC no recoge una definición de convenio de liquidación. No obstante ello, se puede definir este instrumento como el “marco dentro del cual el liquidador y los acreedores del deudor concursado negocian las fórmulas y acciones necesarias para la liquidación del patrimonio del deudor, así como las condiciones en que cada acreedor podrá hacer efectiva la recuperación de sus créditos” (Calle: 2002; 119). En cuanto a su contenido, la ley concursal busca que sean los propios interesados quienes, en ejercicio de su autonomía privada, fijen el contenido del convenio de liquidación y opten por el esquema que mejor se adecué a sus intereses. Sin embargo, como limite a dicha autonomía, se han establecido parámetros mínimos que deberá contener todo convenio, tales como la proyección de gastos estimada por el liquidador, la modalidad y condiciones do realización de bienes del deudor, el régimen de intereses, entre otros. 137 Sin perjuicio de este contenido mínimo, el convenio de liquidación deberá establecer “también las reglas para su interpretación, así como las que permitan a la junta o comité interpretarlo o modificar sus cláusulas. De igual forma, deberá regular los eventos de incumplimiento, la forma de remediarlos y las consecuencias de los mismos, así como los mecanismos de solución de controversias” (Calle: 2004; 117). En relación a su aprobación, el artículo 77º de la LGSC establece que el convenio de liquidación podrá ser aprobado por la Junta de Acreedores en el momento en que acuerde el ingreso del deudor al proceso de disolución o liquidación, o dentro de los treinta días siguientes a la adopción do dicho acuerdo. Si la junta no tomase acuerdo alguno en ese plazo, la autoridad concursal competente deberá disponer la disolución y liquidación del deudor, mediante resolución motivada. Esta decisión no podrá ser revertida en sede concursal por acuerdo do la junta de acreedores. Por otra parte, el artículo 81 de la LGSC establece que el convenio aprobado con la mayoría exigida por ley será obligatorio y oponible para el deudor concursado, los acreedores que participaron en la junta, los acreedores opositores al acuerdo y a aquellos acreedores ausentes o que aún no se han incorporado al procedimiento concursal. Sin embargo, el convenio de liquidación no producirá efectos sobre los bienes del deudor que garanticen obligaciones de terceros, debiendo el liquidador respetar los derechos reales de garantía constituidos sobro loa mismos, pagando los créditos de estos terceros con el producto do la venta que realice, teniendo en consideración el rango registral y montos que correspondan, pero sin afectar el pago de los créditos del primer orden de preferencia que existan en el procedimiento de disolución y liquidación. Adicionalmente, la celebración del convenio de liquidación produce los siguientes efectos inmediatos: a) Cese definitivo del negocio: a partir de la celebración del convenio, el deudor concursado no podrá continuar desarrollando la actividad propia del giro del negocio, bajo apercibimiento do aplicársele una multa hasta de 100 UIT, salvo en el caso de que la junta opte por la liquidación en marcha. 138 b) Indivisibilidad: la aprobación del convenio genera un estado indivisible entre el deudor y sus acreedores, que comprende todos los bienes y obligaciones de aquél, salvo las exclusiones legales. c) Desapoderamiento: como consecuencia do la celebración del convenio de liquidación, el deudor concursado pierde el poder de gestión y disposición de su patrimonio, correspondiendo la representación legal del deudor, así como la administración de los bienes objeto de desapoderamiento, al liquidador designado por la junta de acreedores. d) Exigibilidad: todas las obligaciones de pago del deudor se harán exigibles, aunque no so encuentren vencidas, descontándose los intereses correspondientes al plazo que falte para el vencimiento. 5.6.4. Liquidación en marcha. Una innovación importante que trae la LGSC es la figura de la liquidación en marcha. De acuerdo al artículo 74.2, por liquidación en marcha debe entenderse la continuación provisional del giro del negocio, por estimar la junta de acreedores un mayor valor de realización bajo esa modalidad. Si la junta opta por esta alternativa, la liquidación deberá efectuarse en un plazo máximo de seis meses, contados a partir de la aprobación del convenio de liquidación respectivo. Si por cualquier causa resultase infructuosa la liquidación del negocio en marcha en dicho plazo, la junta deberá reunirse para aprobar un nuevo convenio de liquidación. 5.6.5. Procedimiento de venta y liquidación de activos. Si bien la ley concursal no establece un plazo de duración de los procedimientos de liquidación, la nueva ley determina el procedimiento que deberá seguir el liquidador para la realización de los activos del deudor concursado: 139 a) En primer lugar, el liquidador deberá establecer el cronograma de realización de los activos del deudor en un plazo no mayor de diez días, una vez que haya tomado posesión de ellos. b) Luego de ello, el liquidador deberá iniciar el proceso de oferta de dichos activos, el cual deberá efectuarse en un plazo máximo de treinta días, contados a partir del vencimiento del plazo anterior. c) Si el convenio de liquidación establece la venta de activos vía remate, el liquidador deberá observar las disposiciones contenidas en el Código Procesal Civil, en lo que resulten aplicables. Todos los remates se harán por martillero público, salvo decisión distinta de la junta. d) Si luego de efectuadas tres convocatorias a subasta no hubiese sido posible realizar el remate, el liquidador procederá a la adjudicación por venta directa. En la adjudicación de activos a un acreedor, el valor a pagar será la base de la postura fijada para la última convocatoria a remate. El acreedor adjudicatario deberá cancelar el monto del bien adjudicado, a menos que no hubieren acreedores de orden preferencial, en cuyo caso únicamente oblará el exceso sobre el valor de su crédito. Cabe destacar que la transferencia de bienes del deudor por parte del liquidador genera el levantamiento automático de los gravámenes, las medidas cautelares y cargas que pesen sobre éstos, sin que se requiera para tales efectos mandato judicial o la intervención del acreedor garantizado con dicho bien. Asimismo, la transferencia de bienes de propiedad del deudor que garanticen obligaciones de terceros impone al liquidador la obligación de pagar los créditos del acreedor titular del derecho real, teniendo en consideración el rango registral, pero sin afectar el pago de los créditos reconocidos de primer orden de preferencia. 5.6.6. Pago de obligaciones. Otra innovación importante se refiere al pago de las obligaciones. Al respecto, el artículo 83.5 de la LGSC establece que “el liquidador deberá proceder al pago do los créditos reconocidos una vez que haya obtenido, como 140 resultado de la realización de activos, no menos del 10% del monto total de créditos reconocidos. Estos créditos deberán pagarse en el orden de preferencia que establece la propia ley concursa!; esto es, primero las remuneraciones y beneficios sociales así como los créditos de naturaleza provisional; en segundo lugar, los créditos alimentarios, luego los créditos garantizados; en cuarto lugar, los créditos de origen tributario del Estado y finalmente los créditos comunes” (Calle:2002; 101). Los créditos correspondientes al primer orden se pagan a prorrata y proporcionalmente al porcentaje que representan las acreencias a favor de cada acreedor. Deberá entenderse por prorrata la distribución proporcional al porcentaje que representan los créditos dentro del total de deudas de un orden de preferencia. Los créditos correspondientes al segundo, cuarto y quinto orden, se pagan al interior de cada orden de preferencia a prorrata. Finalmente, los créditos garantizados se pagan con el producto de la realización de los bienes que garantizan el crédito correspondiente a cada acreedor. Sin embargo, si so realizan los bienes que garantizan tales créditos para pagar créditos de orden de preferencias anteriores, los créditos garantizados mantienen su preferencia y se pagan a prorrata, considerando el rango de las garantías originalmente constituidas. Dicho orden de preferencia será aplicable tanto para el pago de los créditos concursales como para el pago de los créditos post concursales, en virtud del fuero de atracción que origina el acuerdo de liquidación, con excepción de los honorarios del liquidador y los gastos de la liquidación, los cuales deberán ser pagados a su vencimiento. Sin embargo, en caso de que la junta acuerde cambiar la decisión sobre el destino del mismo, los créditos post concursales serán excluidos del concurso. Finalmente, en caso de que se pagaran todos los créditos reconocidos y hubieran créditos registrados en la contabilidad del deudor que no hubieren sido reconocidos por la comisión, deberán ser pagados de acuerdo al orden de preferencia que establece la ley concursal, consignándose su importe en el Banco de la Nación cuando el domicilio de los acreedores no fueran conocidos. 141 Los acreedores pueden hacer valer sus créditos frente a los liquidadores después del fin de la liquidación, si la falta de pago es por responsabilidad de estos últimos. 5.6.7. Obligaciones impuestas al liquidador. La LGSC impone al liquidador la obligación de no continuar con la actividad propia del giro del negocio, salvo que la junta determine la liquidación en marcha, así como de abstenerse de contratar servicios de terceros vinculados al liquidador. 5.6.8. Derecho de separación de los acreedores. Otra novedad que establece la ley es la relativa al derecho de separación de los acreedores. Al respecto, el artículo 90 señala que “los acreedores podrán manifestar por escrito a la comisión su intención irrevocable y definitiva de sustraerse del futuro procedimiento de quiebra y de solicitar el correspondiente certificado de incobrabilidad “(Calle: 2002; 121). 5.6.9. Causales de conclusión del nombramiento del liquidador. De acuerdo al artículo 92º de la LGSC, el nombramiento del liquidador termina por: a) La conclusión del procedimiento; b) La revocación de sus poderes acordada por la junta; c) Su inhabilitación; y d) Por renuncia ante la propia junta de acreedores. Las funciones del liquidador terminan con la inscripción de la extinción del patrimonio del deudor en los registros públicos correspondientes. 5.7. Disolución y Liquidación iniciada por la Comisión. 142 5.7.1. Causales de liquidación de oficio. De acuerdo al artículo 96º de la LGSC, la Comisión dispondrá la disolución y liquidación del patrimonio del deudor, en los siguientes casos: a) Si luego de la convocatoria a instalación de junta, ésta no se instalase; b) Si instalada la junta de acreedores, ésta no tomase acuerdo sobre el destino del deudor en el plazo de ley; c) Si adoptado el acuerdo do reestructuración patrimonial o de liquidación, la junta no suscribe el plan de reestructuración o convenio de liquidación, respectivamente, en el plazo de ley; y d) Si la junta no designa un reemplazo en caso do renuncia del liquidador. Por otro lado, la comisión también declarará la disolución y liquidación del deudor en caso de incumplimiento de los términos y condiciones establecidos en el plan, siempre que tal declaración haya sido solicitada por un acreedor. “La fórmula utilizada en la Ley General de Sistema Concursal busca reducir los costos de transacción, al plantear que en principio la mencionada labor sería llevada por una entidad liquidadora interesada en el asunto; en defecto de ello, por una Comisión liquidadora integrada por uno o más acreedores y el propio deudor y, en caso de falta de acuerdo sobre el particular, el deudor” (Carbonell: 2003; 219). Cabe señalar que “la disolución y liquidación iniciada por la comisión no puede ser revertida por decisión de la Junta” (Calle: 2002; 122). 5.7.2. Realización de la Junta. La Junta convocada por la comisión so instalara con la presencia de los acreedores reconocidos que hubiesen asistido, y las decisiones respecto a la designación del liquidador y la celebración del convenio de liquidación respectivo se tomarán con el voto favorable de más del 50% de los acreedores asistentes. Dicha reunión únicamente podrá sor suspendida por un plazo no mayor a cinco días. 143 La Comisión designará “de oficio al liquidador en el caso de que la Junta no se instale o instalándose no adopte el acuerdo correspondiente. Para efectos de que la designación surta efectos, el liquidador deberá manifestar su voluntad de asumir el cargo” (Calle: 2002; 122). Este procedimiento concluye en los siguientes casos: a) Por haber terminado la liquidación mediante la acreditación de la extinción de todos los créditos materia del procedimiento: b) Si luego de realizar uno o más pagos se extingue el patrimonio del deudor quedando acreedores pendientes de ser pagados; y c) Si no hay liquidador que asuma la responsabilidad de conducir la liquidación. En el primer y tercer caso, con la conclusión del procedimiento se levantan todos los efectos del concurso. En el segundo caso, corresponderá al liquidador solicitar la declaración judicial de quiebra. 6. Legislación Comparada. En Estados Unidos de América, el marco del sistema de reestructuración patrimonial estadounidense se encuentra contenido en el Bankruptcy Code. Los procesos principales contenidos en el Bankruptcy Code son el proceso de reestructuración contenido en el Chapterll, y el proceso de liquidación contenido en el Chapter 7. Los procesos son supervisados y dirigidos por el Juez de Quiebras. Quien decide si se acoge a una reestructuración bajo el Chapter 11 o una liquidación bajo el Chapter 7 suele ser el deudor. Si a lo anterior sumamos el hecho que el juez debe confirmar el plan de reestructuración presentado por el deudor a sus acreedores, y que los jueces tienden en la práctica a favorecer las reestructuraciones por criterios de mantener los puestos de trabajo en juego y protección de los intereses de la comunidad, podría afirmarse que el sistema de reestructuración estadounidense favorece la salvación de la empresa, el empleo y, sólo como consecuencia de ello, el crédito. El proceso concursal estadounidense es un proceso enteramente judicial. El rol del Estado (autoridad judicial) en el proceso es bastante 144 importante, considerando que además de supervisar la transparencia y legalidad de la actuación de las partes, la autoridad judicial participa en la decisión de viabilidad. El sistema de reestructuración patrimonial estadounidense se encuentra regido por el principio conocido como absolute príority rule según el cual la ley respeta el orden de pagos dispuesto por los contratos celebrados antes del inicio del proceso concursal. En ese sentido, los acreedores cobrarán primero que los accionistas y, dentro de los acreedores, los acreedores garantizados cobrarán primero que los acreedores no garantizados. El Rol del Estado, corresponde al Juez de Quiebra admitir el pedido del deudor de acogimiento al Chapter 11 o al Chapter 7 y con la sola admisión del pedido entrará en vigencia el llamado automatic stay, por el cual el patrimonio del deudor se encontrará efectivamente protegido frente a cualquier intento de ejecución individual. Una vez iniciado el proceso, el Juez de Quiebra procederá a admitir o no los créditos que se presenten frente al deudor. Luego el deudor que inició un proceso de Chapter 11 deberá someter a consideración de sus acreedores un plan de reestructuración. El rol del Juez en el proceso es fundamental, pues una vez aprobado el plan por los acreedores del deudor, corresponderá al Juez de Quiebra determinar si se confirma o no el plan aprobado. Las atribuciones del Juez en la aprobación del plan de reestructuración son de tal envergadura, que el Juez cuenta con facultades para confirmar un plan inclusive contra la voluntad de una clase de acreedores, en tanto el deudor brinde garantías que a criterio del Juez aseguren que los acreedores que se opusieron recibirán, bajo el plan, cuando menos, lo que recibirían en una eventual liquidación. Los acreedores tienen también la posibilidad de llevar a su deudor a alguno de los procedimientos previstos en el Bankruptcy Code. Una vez que se somete a consideración de los acreedores el plan de reestructuración, es de destacar que ellos se encontrarán agrupados por clases de créditos y que su votación y eventual aprobación será computada por cada clase específica. Así, se suele organizar la clase de los acreedores garantizados, como una clase separada de los acreedores no garantizados y de la clase de los acreedores 145 vinculados al deudor. Asimismo, se forma la clase de accionistas, a quienes también se les da voto para pronunciarse sobre la aprobación del plan de reestructuración que presente el deudor. Sin embargo, considerando que la confirmación del plan de reestructuración se encuentra finalmente en manos de la autoridad judicial, el rol de los acreedores se encuentra limitado. Con respecto al Comité de Acreedores, éste tiene dos tratamientos de diferente alcance según el tipo de proceso. La sección 1102 del Chapter 11 señala que luego de la apertura del procedimiento, la Corte designa un Comité de Acreedores quirografarios, y a pedido del interesado puede designar también un Comité de Acreedores Privilegiado. Este Comité será conformado por los acreedores que presten su conformidad para integrarlo y que detengan los siete créditos de mayor volumen contra el deudor. La Corte puede ratificar algún funcionario previa a la iniciación de este procedimiento. A pedido de cualquier interesado y luego de efectuar las notificaciones pertinentes y llevar una audiencia al efecto, la corte puede modificar la integración o el tamaño del Comité, si se revelara que tal Comité no es representativo de los créditos o intereses que originaran su creación. Sin embargo, de acuerdo a la sección 1106 del mismo capítulo se entiende que no existe necesidad de la elección de un Comité cuando existiera la figura del trustee (análoga al síndico), y ella resultare obligatoria por imperativo legal. En los casos de procesos liquidatorios que son normados por el llamado Chapter 7, se establece en cambio en la sección 705 que en la primera reunión de acreedores prevista en la sección 341, aquellos acreedores que están habilitados para votar a un trustee conforme a la sección 702 pueden elegir también un Comité de no menos de tres y no más de once acreedores quirografarios habilitados para participar en la distribución del proceso liquidatorio. Las funciones de este Comité serán de consulta respecto del trustee, en relación a la administración y conservación del patrimonio y podrá asimismo efectuar recomendaciones al trustee respecto del cumplimiento de sus obligaciones. Este Comité está habilitado para elevar a la Corte cualquier cuestión que afecte la administración del patrimonio. 146 El deudor tiene un rol importante en la determinación del resultado del proceso. Es de destacar que el deudor que inicia un proceso voluntariamente, tomará la primera decisión sobre el destino, pues él determina si el proceso es de reorganización bajo el Chapta 11 o si es de liquidación bajo el Chapter 7. Luego/ una vez acogido a Chapter 11, el deudor se mantiene en posesión y administración del negocio, lo que le da una ventaja importante para determinar el resultado del proceso. Adicionalmente, el deudor tiene a su cargo la importante tarea de elaborar y presentar el plan de reestructuración, el mismo que será sometido a consideración de los acreedores, para la subsiguiente y final decisión del Juez de Quiebras. El Chapter 11 estadounidense ha sido fundamentalmente utilizado por empresas relativamente pequeñas. Las empresas grandes tienden a necesitar menos de estos procesos. Muchas de ellas prefieren reestructurar sus pasivos fuera del marco concursal. El Chapter 11 sobre reorganización empresarial suele ser utilizado porque permite a las empresas mantenerse en funcionamiento por un tiempo mayor. Sin embargo, es bastante alto el porcentaje de casos que se inician bajo el Chapter 11 de reorganización que, posteriormente, son convertidos por la autoridad judicial a casos de liquidación de activos regulados bajo el Chapter 7. Se critica que tal como ha sido diseñado el marco legal, existen una serie de aspectos que generan demasiado litigio entre las partes involucradas, con los costos en recursos y tiempo que ello implica. Las partes, sean estos acreedores, o acreedores y deudor, litigan con el objeto de convencer al Juez de que su posición es la más sólida. Las partes tienen incentivos para litigar el valor de los bienes dados en garantía, o la determinación de la tasa de interés que el plan debe prever para el pago de un crédito garantizado, o el valor del negocio como negocio en marcha y el valor del negocio como negocio en liquidación, o las posibilidades de éxito del plan de reestructuración, etc. El sistema genera un ambiente en que las partes tendrán incentivos para litigar demasiados aspectos del proceso en su vehemencia por convencer a la 147 autoridad judicial. Esto, en la práctica, significa un gran desperdicio de recursos. Se sostiene que el Chapter 11 no ha sido efectivo en la tarea de garantizar decisiones sobre el destino adecuadas, pues existe un porcentaje muy alto de casos en que se reestructuran empresas que en realidad no demostraron viabilidad económica. Las razones para esta seria ineficiencia del sistema son: (i) una fuerte parcialidad de los jueces por mantener empresas con el principal objeto de salvaguardar puestos de trabajo o los intereses de la comunidad; (ii) el incentivo natural del deudor que se mantiene en la administración de la empresa a iniciar un Chapter 11 y proponer la reorganización; y, (iii) usualmente las empresas salen del Chapter 11 con aún demasiados pasivos impagos; esto principalmente motivado por las limitaciones que enfrentan los bancos y compañías de seguros para capitalizar sus acreencias en empresas en crisis. Por otro lado, se sostiene que los procesos de reorganización empresarial son demasiado costosos y largos. Un proceso de reestructuración bajo el Chapter 11 suele durar en promedio entre 21 y 22 meses. En conclusión, la opinión generalizada es que el Chapter 11 no funciona adecuadamente. Es a raíz de estas duras críticas al sistema estadounidense, que algunos especialistas en el tema han llegado a preguntarse si en realidad vale la pena mantener el Chapter 11. Se sostiene que los grandes ganadores de tal situación son los Jueces de Quiebra, pues cuanto más complicado el sistema y más poder mantienen en la decisión, mayor el prestigio y reconocimiento que obtienen. Los abogados que participan en el mercado de reestructuración patrimonial son también ganadores de la ineficiencia del sistema, pues cuanto más complicado el sistema más consultas les serán requeridas, y cuanto más largos y costosos los procesos más se requerirá de sus servicios. Los grandes perdedores son, obviamente, los acreedores. En Francia, la legislación en materia de concursos se encuentra contenida en la Ley No 84-148, Ley sobre Prevención y Convenio Amistoso en 148 caso de Dificultades de las Empresas, del 1 de marzo de 1984; la Ley N o 8598, Ley de Saneamiento y Liquidación Judicial de Empresas, del 25 de enero de 1985; y, la Ley No 94-475, Ley sobre Prevención y Tratamiento de Dificultades de las Empresas, del 10 de junio de 1994. El objetivo fundamental de la legislación es la conservación de la empresa. Sin embargo, la legislación intenta conciliar un triple interés: el de la empresa, el de los trabajadores y el de los acreedores. Al respecto, el artículo 1° de la Ley No 85-98 dispone que se crea un procedimiento judicial dirigido a permitir el salvataje de la empresa, el mantenimiento de la actividad y el empleo y la satisfacción del pasivo. El sistema concursal francés es judicial. En los procedimientos concursales previstos en la legislación francesa, el acuerdo amigable o "reglement amiable", el saneamiento o «redressement» y las liquidaciones judiciales son iniciados y tramitados ante el Tribunal de Comercio o su Presidente, de ser el caso. En Francia, es un oficial designado por la autoridad judicial el encargado de dirigir la reorganización empresarial. El Estado, tiene una intervención principal tanto en la administración de los procedimientos concursales como en la adopción de las decisiones más importantes. En los procedimientos de saneamiento y liquidación judicial de empresas se establece que el Estado, a través del Tribunal de Comercio, decide cuándo debe iniciarse el proceso, designa dos mandatarios y un comisario para la supervisión del Plan de Saneamiento, decreta la implementación del Plan o la liquidación de la empresa, aprueba cualquier modificación que se pretenda introducir al Plan de Saneamiento, decide si se sigue un mecanismo corriente de liquidación o se opta por la cesión de la unidad productiva empresarial, etc. En el «reglement amiable», el Presidente del Tribunal cumple un rol distinto, pues debe encargarse de recabar toda información que le permita formarse una idea exacta sobre la situación económica y financiera de la empresa que se acoge al procedimiento, a fin de comunicar los resultados de tal evaluación a un conciliador designado por; dicho funcionario, quien tendrá la 149 misión de citar a los acreedores y hacer valer sus buenos oficios para que el deudor logre un acuerdo con sus acreedores. En suma, las decisiones importantes al interior de los procesos concursales son tomadas por el Estado, a través del Tribunal de Comercio. Como ya se dijo, compete al Tribunal decidir sobre la apertura del procedimiento, y en atención al informe elaborado por el Administrador en la etapa de observación, decretará un Plan de Saneamiento o decidirá la liquidación de la empresa. La Ley francesa del 25 de enero de 1985 otorga amplias facultades al Tribunal, concediéndole la posibilidad de decretar tanto la continuación de la empresa mediante el cumplimiento del Plan de Saneamiento, o su cesión o arrendamiento, todo ello bajo la perspectiva de conservar aquellas empresas que se encuentran con dificultades económicas, pero que tienen la posibilidad real de ser saneadas. El rol asignado a los acreedores es pasivo. Los acreedores no tienen una participación, importante en el proceso, limitándose a ejercer la supervisión del Plan de Saneamiento a través de un representante designado por el Tribunal. Por lo demás, algunos autores señalan que la Ley francesa ha sustituido el Convenio entre los acreedores y el deudor por un sistema de adhesión al Plan de Saneamiento. En el procedimiento de saneamiento, se produce la suspensión de la ejecución de las obligaciones que poseen los acreedores frente al deudor. Inclusive, con relación a los acreedores garantizados, éstos pueden perder sus garantías si el juez así lo considera conveniente. El deudor también tiene una participación bastante limitada en los procesos concursales. Si bien se encuentra facultado a solicitar el inicio de un procedimiento de saneamiento o liquidación judicial, la Ley no le ha señalado mayores atribuciones durante el desarrollo del proceso. Si bien la legislación francesa ha pretendido reforzar los medios de prevención de la crisis y ha privilegiado la conservación de la empresa a través de un marco favorable para los Planes de Saneamiento, en la práctica se ha 150 visto que del 100% de las empresas que han acudido al procedimiento de salvación, sólo un 7% ha resultado con éxito, mientras al 93% restante se les ha aplicado la liquidación judicial. En Alemania, la legislación sobre concursos se encuentra contenida en la Ley de Quiebras del 1 de octubre de 1879 (Konkursordnung); la Ley del Convenio Extrajudicial del 1 de abril de 1935 (Vergieichsordnung); y la Ordenanza del 5 de octubre de 1994 (Insoluemordnung}. Dicha legislación persigue como objetivo fundamental la satisfacción colectiva de los acreedores, sea a través de la realización del patrimonio del deudor y la distribución del producto resultante, o mediante un plan de insolvencia que contenga una reglamentación diferente especialmente dirigida a la conservación de la empresa (artículo 1 de la Ordenanza del 5 de octubre de 1994). En lo referente a la comisión de acreedores, en principio ésta no es obligatoria. El juzgado de la insolvencia está facultado para constituirla en caso de considerarlo necesario. Posteriormente la voz definitiva la tendrá la Junta de acreedores, que se reúne en la etapa de reorganización empresarial y que decidirá si la comisión debe ser designada/ si el juez no lo hubiera constituido, o si debe ser desafectada/ ratificada o modificada si ya estuviera en fundones. En cualquier caso deben formar parte de la comisión los acreedores privilegiados, los acreedores con mayores créditos, los pequeños acreedores, un representante de los trabajadores cuando éstos fueren titulares de créditos de cierta relevancia y, por último, pueden ser miembros personas que no sean acreedoras. El Comité tendrá funciones de consejo y control sobre el administrador de la insolvencia en su gestión empresarial. En ese sentido tendrá facultades ilimitadas de actuación. Sus miembros pueden ser destituidos por causa grave y responsabilizados por los daños y perjuicios que causaren en el incumplimiento de sus funciones. Asimismo tienen derecho remuneración por su actividad y reintegro de gastos. 151 Las decisiones de la comisión de acreedores sólo serán válidas cuando la mayoría de sus miembros le den quorum y además haya sido aprobada por mayoría de votos emitidos. El sistema de reestructuración patrimonial alemán es un sistema judicializado, en el cual se asigna un rol preponderante a los acreedores y se limita la labor del Estado a una labor de supervisión del buen desarrollo del proceso. La reforma legislativa introducida a través de la Ordenanza del 5 de octubre de 1994 prevé un esquema normativo en el cual son los acreedores quienes cumplen un rol central dentro del proceso concursal. Corresponde a los acreedores solicitar el inicio del procedimiento de insolvencia y decidir si la empresa insolvente debe ser liquidada o si ésta debe continuar sus actividades, dependiendo del informe que elabora el Administrador sobre la situación económica del deudor. Cabe señalar que este Administrador es nombrado por el Tribunal y designado por los acreedores en Junta, pudiendo estos últimos elegir a otra persona para que ejerza dicho cargo. Las decisiones importantes al interior del proceso concursal son tomadas por los acreedores reunidos en Junta, tales como la decisión de liquidar o continuar con las actividades del deudor, así como la aprobación del respectivo Flan de Insolvencia. En este último caso, el acuerdo de aprobación del Plan de Insolvencia debe ser homologado por el Tribunal. Por efecto del inicio del procedimiento de insolvencia, se suspende la acción de los acreedores ordinarios para la ejecución de obligaciones frente al deudor. Es de destacar que dicha suspensión no resulta aplicable para aquellos acreedores que cuentan con garantías reales. Los acreedores que cuentan con garantías reales constituidas a su favor pueden satisfacer sus acreencias fuera del concurso. El rol del Estado, a través del Tribunal se centra, de un lado, en declarar el inicio del proceso concursal luego de calificar que el deudor se encuentra en estado de insolvencia, y de otro, en homologar el Plan de Insolvencia aprobado por la Junta de Acreedores, supervisando que dicho acuerdo no se haya 152 adoptado con mayorías obtenidas por fraude o abuso de algún grupo de acreedores. La Ordenanza del 5 de octubre de 1994 faculta al deudor a iniciar el proceso concursal cuando se encuentre en estado de insolvencia o exista la amenaza de insolvencia. Asimismo, el deudor también se encuentra facultado a presentar el Plan de Insolvencia, así como a participar en su elaboración. Por lo demás, con la apertura del procedimiento de insolvencia se transmite al Administrador el derecho del deudor a la administración y disposición del patrimonio perteneciente a la masa de la insolvencia. Los resultados de la aplicación de la Ordenanza del 5 de octubre de 1994 aún no han sido cuantificados, debido a que dicha norma reden entró en vigencia a partir del 1 de enero de 1999. Sin embargo, es de resaltar que en Alemania, la empresa que ingresa a reorganización es usualmente vendida en oferta pública al mejor postor. Es de destacar además que, en términos promedio, una subasta pública de la empresa bajo el sistema alemán demora apenas dos meses. La legislación concursal Inglesa se encuentra contenida en el Insolvency Act of l986. Conforme a la tendencia observada en los sistemas concursales de los países del Common Law, la legislación inglesa procura como objetivo principal la rehabilitación del deudor y la posible conservación de la empresa. Si bien el derecho de quiebras inglés busca favorecer al quebrado, debe precisarse que también persigue tutelar los intereses de los acreedores para lo cual se han establecido mecanismos orientados a garantizar una adecuada supervisión del proceso. Los procedimientos concursales en el sistema inglés -el receivership administrativo, la administración controlada, la liquidación y los acuerdos voluntarios entre los acreedores- se tramitan ante la autoridad judicial. En el sistema inglés, usualmente, la empresa en reorganización es vendida al acreedor garantizado de mayor importancia. El Estado ejerce un rol fundamental en los procesos concursales. En la Administración controlada o "admínistration order" es el Tribunal el órgano que 153 se encarga de declarar la apertura del procedimiento luego de verificar los supuestos relativos a la imposibilidad de la empresa para el pago inmediato o futuro de sus deudas. Asimismo, el Tribunal tiene la facultad de nombrar un Administrador para que se encargue de sanear la empresa y establecer propuestas a los acreedores y a los miembros de la sociedad dirigidas a posibilitar la continuación de la actividad empresarial con diferente gestión, Las atribuciones del Juez abarcan la posibilidad, incluso, de modificar los estatutos de la empresa deudora cuando lo considere necesario, del mismo modo y con los mismos efectos que si lo hubiera resuelto la asamblea de socios. Los acreedores se encargan de decidir la aprobación del plan de la continuación de la empresa que debe presentar el Administrador (insolvency practitioner). Además, a fin de supervisarlas tareas del Administrador, los acreedores pueden designar una comisión de vigilancia (supervisory committee), con facultades para convocarlo y requerirle información sobre el desempeño de sus funciones. A diferencia de otros ordenamientos concursales, el inglés estimula a los acreedores garantizados a abrir el procedimiento concursal. En algunos casos el deudor puede continuar dirigiendo la empresa mientras el síndico representante del acreedor (receiver) que cuenta con garantías contra los activos ejecuta la garantía, y en otros casos, será el propio síndicoadministrador (administrative-receiver) representante del acreedor que cuenta con garantías contra el circulante, quien asume la dirección del negocio como única forma de ejecutar la garantía, obligándose a mantener el valor de la empresa/ en lo posible, para que pueda cobrar el mayor número de acreedores. Es de destacar que las decisiones más importantes del proceso son tomadas por los acreedores y por el Juez, según el caso. Así, corresponde al Juez la designación del Administrador que contará con amplios poderes y facultades para llevar a cabo la gestión de la empresa, mientras que la aprobación del plan que establece la continuación de las actividades de la empresa, compete a los acreedores. 154 El deudor cumple un rol sumamente restringido en este tipo de procedimientos, toda vez que éste es separado de la gestión de la empresa en los procesos de liquidación y de reorganización. De acuerdo a lo establecido en el Insolvency Act of l986, la empresa deudora tiene la facultad de solicitar el inicio del procedimiento de Administración controlada, cuente o no cuente con el voto favorable de la asamblea de socios. Asimismo, una vez iniciado el procedimiento, los ejecutivos y representantes de la empresa deudora son reemplazados por el Administrador, quien tomará posesión de todos los bienes de la deudora y ejercerá todos los derechos y facultades, deberes y obligaciones establecidos en la Ley de Sociedades (Compames Act ofl985) y en los estatutos de la empresa bajo su administración. La principal crítica que se formula al esquema concursal inglés radica en la prioridad absoluta concedida al derecho de los acreedores de cobrar y ejecutar individualmente sus garantías. Por otro lado, en relación al procedimiento de administración controlada, éste ha merecido críticas por los altos costos que supone para las empresas. Por ello, en la práctica ha venido siendo utilizado solamente por las grandes organizaciones que pueden financiarlo. A ello debe sumarse la poca agilidad de los trámites que contrastan con la simplificación del procedimiento de acuerdo preventivo {voluntan/ arrangements) utilizado mayormente por pequeñas empresas. En Colombia, el marco legal en materia de concursos se encuentra contenido en la Ley No 222 del 20 de diciembre de 1995 y la Ley 550 del 30 de diciembre de 1999. Dicha legislación tiene como objetivo principal la recuperación y conservación de la empresa como unidad de explotación económica y fuente generadora de riqueza. El órgano competente para la tramitación de los procedimientos concursales en el sistema colombiano el concordato, el concurso liquidatorio y los acuerdos de reestructuración- es la Superintendencia de Sociedades. Excepcionalmente, los procedimientos se encontrarán a cargo de los jueces civiles, cuando el deudor 155 esté sujeto a un régimen especial de intervención o liquidación, o cuando se trate de personas naturales. El Estado colombiano, a través de la Superintendencia de Sociedades, se encarga de administrar los procesos concursales, pudiendo, incluso, abrir el concordato de oficio. Corresponde también a la Superintendencia de Sociedades designar un contralor auxiliar de justicia que deberá analizar el estado patrimonial del deudor y los negocios realizados por éste dentro de los últimos tres años. Asimismo, debe designar una junta provisional de acreedores, cuyos miembros serán escogidos de la relación de acreedores presentada por el deudor. La Superintendencia de Sociedades se encuentra facultada a sancionar al deudor que, sin la autorización de la junta provisional de acreedores, realice enajenaciones que no estén comprendidas en el giro ordinario del negocio, constituya cauciones, efectúe pagos relacionados con sus obligaciones, realice reformas estatutarias, entre otros. Finalmente, también compete a dicha entidad administrativa calificar los créditos, resolverlas objeciones presentadas a los créditos calificados, e investigar las causas que generen el incumplimiento de los términos del concordato aprobado por la Junta, pudiendo imponer las sanciones correspondientes. Corresponde a los acreedores aprobar el concordato propuesto por el deudor y ejercer los mecanismos de control a través de la junta provisional de acreedores hasta que se encuentre vigente. Compete a los acreedores adoptar las decisiones más importantes del proceso, como lo es la aprobación del concordato. El deudor se encuentra facultado a solicitar el inicio de los procedimientos concursales. Asimismo, durante el proceso de concordato, los órganos sociales continúan funcionando sin perjuicio de las atribuciones que correspondan al contralor, a la junta provisional de acreedores y al representante legal. Por otro lado, en Argentina, el marco legal sobre concursos de encuentra contenido en la Ley 24.522. Manteniendo el principio de salvamento 156 de la empresa en crisis consagrada en la derogada Ley 11.719 la normatividad concursal vigente en la Argentina busca facilitar la conservación de la empresa en crisis y, a la vez, satisfacer el interés de los acreedores. Los procedimientos concursales en el sistema argentino el Acuerdo Preventivo Extrajudicial y el Concurso Preventivo- se tramitan ante la autoridad judicial. El rol del Estado se centra básicamente en la homologación del acuerdo celebrado por el deudor con sus acreedores en el marco del Acuerdo Preventivo Extrajudicial o del Concurso Preventivo. En el caso del Concurso Preventivo, el Juez debe verificar si el deudor ha incurrido en un estado de cesación de pagos a efectos de disponer la apertura del concurso. Asimismo, el Juez cuenta con otras facultades como prestar autorización al Administrador para realizar una serie de actos relacionados con la disposición de bienes y emisión de obligaciones a cargo del deudor, efectuar la labor de verificación de créditos para efectos de la participación de los acreedores en Junta, entre otras. El rol de los acreedores se encuentra circunscrito básicamente a la suscripción y aprobación de un acuerdo con el deudor en el marco del Acuerdo Preventivo Extrajudicial o del Concurso Preventivo. En ese sentido, compete a los acreedores adoptar las decisiones más importantes del proceso. Sin embargo, es de destacar que en ambos casos es necesaria la homologación por parte del Juez respectivo. En el caso del Acuerdo Preventivo Extrajudicial, la ley ha establecido que tales acuerdos preventivos se configuran a través de intentos negociables privados, por lo que la naturaleza de dichas medidas es contractual. De esta forma, los acreedores pueden pactar o convenir con el deudor las prestaciones más variadas tendentes a superar las dificultades económicas o financieras del deudor. Dado que el margen de negociación es bastante amplio, los acreedores que no suscriban el acuerdo conservan sus acciones individuales y no se hallan sometidos a los efectos del acuerdo. Además, aquellos acreedores no comprendidos en el acuerdo pueden hacer uso de su derecho de oposición sien) pre que se cumplan con los requisitos de Ley a tal efecto. 157 En el caso del Concurso Preventivo, la Ley argentina prevé la constitución de un Comité de Acreedores que tendrá a su cargo funcione de contralor y consejo y/ cuando correspondiere, se ocupará de contra lar el cumplimiento del acuerdo preventivo y de la liquidación de la quiebras. De otro lado/ en algunos casos especiales (tratándose de sociedades de responsabilidad limitada/ sociedades por acciones/ sociedades cooperativas/ entre otras)/ y si fracasan las gestiones realizada por el deudor para lograr un acuerdo con sus acreedores/ cualquier acreedor o tercero puede intentar obtener ese acuerdo y lograr que se 1 adjudique en propiedad la totalidad de las acciones o cuotas sociales de los accionistas o socios de la empresa deudora/ a un precio calcula do según una fórmula establecida por la propia Ley. Está facultado a solicitar el inicio del procedimiento de Concurso Preventivo. En cuanto al rol más importante que juega f deudor en los procesos concursales/ no queda duda que éste se refiere la posibilidad de negociar con sus acreedores la celebración de un Acuerdo Preventivo Extrajudicial de libre contenido/ o/ de ser el caso/ obtener 1a aprobación de una propuesta de acuerdo preventivo dentro del periodo de exclusividad previsto en el procedimiento de concurso preventivo. La crisis en la administración de justicia argentina ha generad efectos nocivos sobre el funcionamiento del sistema judicial de concursos argentino. Se plantea la necesidad de que exista previamente un actuación en sede no judicial que determine la viabilidad de la empresa en atención a la información financiera de la empresa quedando reservado el proceso judicial exclusivamente para la quiebra como proceso concursal de liquidación. El régimen concursal belga se hallaba reglamentado en el Libro I del Código de Comercio sobre "Quiebras Bancarrotas y Convenio' según la redacción introducida por la Ley de 18 de abril de 1851 y la leyes coordinadas sobre el convenio judicial/ de 25 de septiembre d 1946. De manera que la quiebra se contenía en los Títulos 1 a RI (artículos 437 a 592) y la suspensión de pagos o convenios en el Título IV (artículos 593 a 614). 158 La normativa descrita ha sido objeto de sucesivas reformas de mayor o menor intensidad. Los intentos de reformas más importantes están representados, por el frustrado Proyecto de Ley de 28 de octubre de 1983, relativo a las empresas en dificultades y el Proyecto de Ley de Quiebras de 1992. Recientemente se ha publicado la Ley de 17 de julio de 1997, relativa al convenio judicial y, por su parte, la Ley de 8 de agosto de 1997 sobre quiebras. Veamos a continuación las notas más destacadas de la reglamentación del convenio judicial. Según el artículo 2º de la Ley 17/VR/97, ésta es aplicable a los comerciantes sin ningún tipo de distinción. En lo que respecta al presupuesto objetivo el artículo 9 declara que puede adoptarse un convenio judicial, si el deudor no puede temporalmente cumplir sus deudas o si la continuación de la empresa se ve amenazada por las dificultades financieras, extremo que puede conducirla a la cesación de pagos. Por su parte, la continuidad de la actividad de una "persona moral" se considera comprometida si las pérdidas reducen su activo neto a menos de la mitad del valor del capital. A partir del artículo 10 (Capítulo 11, Sección 1) de la Ley se articula el procedimiento de convenio judicial. El artículo 10 prevé un examen de oficio por parte de las Cámaras de Comercio de los datos que pueden afectar a las empresas en dificultades financieras. Dentro de las Cámaras de Comercio, el tratamiento de todos los datos está confiado a un Juez o Tribunal de Comercio. Si el deudor cumple todas las condiciones para la aplicación del procedimiento de convenio judicial (artículo 9), será convocado por el órgano competente (archivo del Tribunal) a través de la notificación oportuna. El artículo 11º contempla la solicitud de convenio judicial. El deudor solicita la aplicación del procedimiento a través de una demanda al Tribunal de Comercio. A esta solicitud debe añadir: 1. Una exposición de los datos sobre los cuales fundamenta su petición y que cumple los requisitos exigidos por Ley. 2. Un estado contable de su activo y pasivo y una cuenta de resultados, así 159 como un plan de la evolución y proyección contable durante los seis meses siguientes del futuro de la actividad empresarial. 3. Una lista de todos los acreedores indicando su nombre, su dirección, el monto de sus créditos/ así como la mención especial de sus créditos: hipotecarios, privilegiados y garantizados. 4. Las proposiciones y otros documentos pertinentes sobre la rees- tructuración de la empresa. La petición debe estar firmada por el deudor y su abogado. Todos estos documentos se depositan en la secretaría (archivo) del Tribunal de Comercio. Una vez realizada la solicitud y en virtud del artículo 12 el comerciante no puede ser declarado en quiebra y, en caso de ser una sociedad, ésta no puede ser disuelta mientras que el Tribunal conoce de la petición. El Tribunal debe en los quince días siguientes al del depósito de la petición pronunciarse sobre la aplicación de este procedimiento (artículo 14). De acuerdo con el artículo 15º No 1 si las condiciones fijadas en el artículo 9 son cumplidas el Tribunal acuerda someter a la empresa a un período de observación que no puede superar más de seis meses, aunque este plazo puede ser ampliado una vez más y como máximo tres meses a petición del deudor. Ministerio Público o de oficio por el Tribunal (artículo 23). Luego, si se acuerda la aplicación del período de observación, el Tribunal designa a uno o más Comisarios. Igualmente, puede disponer que los actos de administración del deudor quedarán sometidos a la autorización de los Comisarios designados. Aun cuando el artículo 15º precisa que si la petición del convenio no es aceptada, el Tribunal puede pronunciar la quiebra del deudor. Subráyese de esta Ley la capacidad que se le exige al Comisario encargado de supervisar la administración de la empresa. En efecto, el artículo 19º establece: "il doit avoir de l’expérience en matiére de gestión d'entreprises et de comptabilite". De conformidad con el artículo 21º, admitida la petición y durante! el transcurso del período de observación, ninguna ejecución sobre los bienes muebles o inmuebles puede ser realizada, si bien el Tribunal, puede a petición del acreedor hipotecario, garantizado o beneficiario de un privilegio especial, 160 que pruebe que su garantía o su crédito puede sufrir una importante minusvalía acordar unas garantías suplementarías en compensación del valor que se pierda del crédito. En todo caso, en esta materia se habrá de estar a lo que dispongan las leyes especiales que bien pueden contradecir lo aquí referenciado. Según el artículo 29º No 1, durante el período de observación, el deudor elabora un plan de saneamiento o de continuación compuesto de una parte descriptiva y otra prescriptiva. El Comisario puede asistir al deudor en la elaboración del plan. El artículo 29 No 2 establece que la parte descriptiva del plan contempla el estado de la empresa y las dificultades que se presentan. La parte prescriptiva, artículo 29 No 3, contiene las medidas a tomar para satisfacer a los acreedores. Aquí se mencionarán los créditos indispensables para asegurar la continuación de la actividad empresarial y las medidas necesarias para asegurar la salvaguardia de la empresa. El plan indicará, asimismo, los plazos y las reducciones de los créditos. También se puede prever la conversión de los créditos en acciones y una ordenación de los créditos en función de su naturaleza. El plan puede igualmente determinar las medidas de reembolso del pago de los intereses. Además, se ha de contemplar un plan social donde se determina la reducción de la masa salarial y los despidos que procedan. Durante la elaboración del plan, los representantes del personal o en su defecto, el comité o delegación sindical, en su caso, serán consultados sobre este particular. En el plan debe contemplarse el traspaso de la empresa o de una parte de ella. Los acreedores recibirán de la secretaria del Tribunal una notificación individual indicándoles que pueden examinar y observar el plan propuesto y que pueden hacer por escrito u oralmente, las precisiones que crean oportunas (artículo 32º). En cuanto a la votación, el artículo 34 dispone que si el plan propuesto no se opone abiertamente a las normas de orden público y el deudor ofrece las garantías necesarias en orden a garantizar el buen fin del plan y siempre que la mitad de los acreedores que han declarado su crédito han tomado parte en la votación y representen en su totalidad más de la mitad del valor de los créditos, 161 se entenderá aprobado el convenio. Esto es: se exige una doble mayoría tanto de acreedores presentes como de pasivo que voten a favor del plan propuesto por el deudor. La duración del plan no puede extenderse más allá de 24 meses a contar desde la homologación judicial, si bien el Tribunal puede prorrogar una vez más el plazo hasta 12 meses como máximo (en total 3 años según el artículo 34). El Tribunal en el plazo de quince días después de la comparecencia de los interesados decidirá definitivamente si el traspaso total o parcial de la empresa propuesto (artículo 41º y ss.) se lleva a cabo. Si el Tribunal no lo autoriza puede en el mismo pronunciamiento declarar la quiebra del deudor (artículo 44º y ss.). La homologación del Tribunal supone el despliegue de los efectos sobre todos los acreedores, excepto para aquellos que se han opuesto o no declararon sus créditos en el plazo de tiempo previsto. La ejecución del plan libera definitivamente al deudor de todas sus deudas, a menos que en el plan se disponga de manera expresa lo contrario. El artículo 35º in fine declara que el acuerdo no aprovecha a los codeudores y a los fiadores del deudor. El Comisario es el encargado de la vigilancia y el control de la ejecución del plan y del convenio (artículo 36º), así debe emitir un informe sobre este extremo. Si el Comisario observa que se produce la inejecución de la totalidad o de parte del plan, puede solicitar mediante un informe razonado la revocación de todo lo acordado. Igualmente, todo acreedor puede solicitar la revocación siempre que se ajuste a los plazos y a las modalidades determinadas en el plan. El artículo 37º No 3 prescribe que el Tribunal puede revocar el acuerdo en caso de inejecución de la totalidad o de una parte del plan, después de atendido el informe del Comisario. Literalmente, el precepto indica que la revocación del acuerdo no libera a las garantías que asumieran los terceros. Por su parte, el artículo 38º ordena que el Tribunal puede a petición del deudor o del Comisario, realizar las modificaciones que sean pertinentes en el 162 plan en orden a favorecer su ejecución. Desde luego, cualquier modificación no puede ser adoptada sin ser previamente consultados el Comisario que deberá emitir un informe al respecto, el deudor y los acreedores afectados. En fin un mes antes de la terminación del plazo del acuerdo adoptado, el Comisario emitirá un informe final sobre el desarrollo y ejecución del plan (artículo 40º). A la vista de la redacción contenida en la normativa belga varias apreciaciones han de ponerse de manifiesto: 1. Una reglamentación que contempla el Derecho preventivo en orden a que el deudor reconozca su situación de dificultad financiera antes de encontrarse en situación de cesación de pagos y abocado así a la quiebra (por ejemplo, véase las amplias facultades atribuidas al Tribunal de Comercio). 2. Una normativa reciente que guarda elementos de los tradicionales con- venios no sólo con relación al contenido, sino también por los documentos requeridos para solicitar la aplicación de este procedimiento. 3. No obstante lo anterior, se contempla el plan como medio negociado y programado para llevar a efecto un mejor aprovechamiento de la situación deficitaria de la empresa. En este plan se incorpora una serie de acciones de política de gestión y empresarial como hemos visto en su parte prescriptiva. Además, hemos de destacar las cualidades y competencia que se le requiere al Comisario (Administrador, Síndico, Interventor en otras legislaciones) con una visión más integral y pluridisciplinar de la empresa. 4. En definitiva, la finalidad que pretende es la satisfacción de los acreedores a través de un procedimiento ágil y por mediación de una solución negociada entre las partes afectadas que deciden, si procede, la continuación de la actividad empresarial o bien su liquidación. Recordemos lo que dispone el artículo 9º No 2: «Le concordat ne peut étre accordé que si la situation financiero de 1'entreprise peut étre assainie et si son redressement économique semble possible. Les prévisions de rentabilité doivent démostrer la capacité de redressement financier de l’entreprise». En Portugal, el antecedente más próximo que regula la continuidad de la actividad empresarial en esta legislación se remonta a la creación de 163 PAREMPRESA (Sociedad Parabancaria para la recuperación de empresas) mediante el Decreto-Ley No 125179 de 10 de mayo, reformulado por el Decreto-Ley N° 120183 de 1 de marzo. Ésta se crea como sociedad anónima con capitales suscritos por instituciones de crédito que tienen por objeto la recuperación de las empresas que con estatuto privado tienen dificultades financieras, si bien, son económicamente viables. En efecto, la idea que presidió esta solución legislativa fue la de circunscribir las ayudas para la recuperación de las empresas efectivamente viables y no eternizar las situaciones de dificultades económicas sin remedio. En esta misma línea se publica el 2 de julio de 1986 el Decreto-Ley No 17186, que constituye juntamente, con el Decreto-Ley No 10190, de 5 de enero las principales piezas normativas. Las medidas reguladas irán dirigidas a permitir la recuperación de la empresa, en consonancia con una realidad económica y social enmarcada dentro de las tendencias evolutivas del Derecho de quiebras. En tal sentido, se disponía la providencia de la gestión controlada, el concordato y el acuerdo de acreedores. Con estas técnicas se intentaba reconducir a la empresa a su actividad normal. En fin, esta normativa surge en un momento de transformación y búsqueda de la recuperación de empresas, siempre que éstas sean económicamente viables. Quiere ello decir que: a) primero, esta legislación será de las pioneras en categorizar desde un punto de vista jurídico una noción económica como es la viabilidad de la empresa; b) segundo, se convierte ésta en condictio sine qua nom para poder aplicar las medidas de recuperación. El Código sobre los Procesos Especiales de Recuperación de Empresas y Quiebras fue aprobado el 23 de abril 1993, mediante el Decreto-Ley 132/93. Esta regulación va dirigida, fundamentalmente, a un reordenamiento de la materia concursal. Se comprende, pues, por un lado una serie de medidas dirigidas a conservar la empresa y, por otro, de manera independiente el instituto de la quiebra cuya finalidad es liquidativa. Parece lógico pensar que con esta reforma se adapta a las nuevas tendencias existentes en el Derecho comparado dentro del marco constitucional de economía social de mercado característico del siglo xx. Ahora bien, conviene no olvidar que en la Exposición de Motivos del citado Decreto164 Ley se dispone que los programas de recuperación económica de la empresa insolvente no sean planes de caridad evangélica. Estas últimas declaraciones vienen a ser corroboradas, igualmente, por la reciente modificación de esta normativa a través del Decreto Ley N o 315/98/ de 20 de octubre de 1998. En ésta se establecen las modificaciones que vendrán anexadas al Código de 1993. Por ende, es una reforma parcial y de precisión de determinados extremos. Al presupuesto objetivo que viene identificado con la insolvencia como la carencia de medios propios y de crédito por parte del deudor para cumplir con sus obligaciones, viene a añadírsele un " tertíum genus" como presupuesto objetivo: "situacao económica difícil evidenciada por ponderáveis dificultades económicas otí financeiras que embaracem o normal funcionamento da empresa ott a prossecucao do seu objecto social ". Se pretende introducir una moralización en tomo a las empresas que conforman los grupos de sociedades y se someten al procedimiento concursal, de modo que se eviten los abusos de personalidad jurídica y combatir así las situaciones fraudulentas. La creación de los Tribunales de recuperación de empresas y de quiebras por la Ley No 37/96, de 31 de agosto, comporta que con esta última reforma se determinen las diversas reglas de competencia y procedimiento. La providencia denominada acuerdo de acreedores se sustituye ahora por la "reconstituicao empresarial". En este contexto, se busca una mayor precisión técnica a través del auxilio que proporciona el Derecho societario. Se refuerzan los poderes y las funciones atribuidas al comisario de los acreedores, posibilitando por esta vía una mayor celeridad en la toma de decisiones. En la misma línea se perfilan las funciones atribuidas al gestor judicial. Se ratifica el papel primordial que tiene asignada la Asamblea de acreedores. En este sentido, se mitiga la actual exigencia de mayorías (75 %) para la aprobación de los acuerdos como regla de mayoría absoluta; mientras 165 que ahora se fija en dos tercios. Se espera así agilizar la toma de las decisiones y deliberaciones con lo que se le permite una mayor autonomía al comisario de acreedores y al gestor judicial. En definitiva, se han realizado unas enmiendas a la vigente Ley que facilitan las vías para que las partes, en concreto, los acreedores sean los facilitadores con sus decisiones consensuadas de la solución a la situación de insolvencia, y para ello contar con el asesoramiento de los órganos precitados que poseen ahora un mayor margen de actuación. La novedad más importante de esta normativa portuguesa es la creación de un procedimiento extrajudicial arbitral. Novedad dentro de este marco, que no conocía un procedimiento de este talante. Así, el Decreto Ley No 1316/98, instituye el procedimiento extrajudicial de conciliación para viabilizar las empresas en situación de insolvencia o en situación económica difícil. El presupuesto subjetivo viene dado por la aplicación del procedimiento concursal a todas las empresas, concebidas éstas en el sentido más amplio del término, incluidas las de carácter público. Así, el procedimiento de quiebra se aplica a empresas insolventes inviables (artículo 1) y a otros deudores insolventes que no sean titulares de empresa (artículo 27). Luego, la insolvencia constituye el presupuesto objetivo común a ambos procesos que puede verificarse en relación con la empresa como con cualquier deudor. El artículo 3º establece, literalmente, que existe situación de insolvencia cuando el deudor se encuentra imposibilitado para cumplir con sus obligaciones. Por tanto, insolvencia es la imposibilidad de cumplir por la carencia de medios propios y falta de crédito. La insatisfacción debe ser tal que por el conjunto del pasivo o por las propias circunstancias del incumplimiento se revela la incapacidad de la empresa para cumplir con la generalidad de sus compromisos, considerando el ponderado equilibrio del binomio cantidad y volumen de las obligaciones incumplidas. En consecuencia, la insolvencia está vinculada a la incapacidad financiera. Esto se revela en los hechos o índices que se contienen en el artículo 8º No 1 del Código. 166 Por lo que respecta a la posición de la empresa en el proceso de recuperación, conviene hacer notar el papel preponderante y determinante que ésta posee durante todo el desarrollo procedimental -con especial énfasis- en la determinación de su destino. Además, no debemos olvidar que, a final de cuentas, es la razón de ser del procedimiento: la conservación de su actividad para así poder satisfacer mejor a los acreedores y, a tal fin, se les conceden amplias facultades. Es conveniente en este punto centrar nuestra atención en (1) la exposición de los caracteres o principios innovadores de esta normativa y (2), de modo más concreto, en la descripción de las providencias recuperatorias. La Ley determina una serie de medios de recuperación (denominadas providencias) que, tal y como han sido diseñadas, obedecen a unos principios generales que merecen ser subrayados en este momento: a) Tipicidad. Las providencias vienen adoptadas conforme a su configuración legal. Este principio se contiene en el artículo 4 del Código. Entre éstas, unas medidas son de contenido fijo: el acuerdo de acreedores, que implica la constitución de una sociedad por éstos, para explotar, en lo mínimo, el establecimiento insolvente. También, el convenio integra esta categoría en cuanto comporta una alteración de los créditos. Por contra, la reestructuración financiera es ya una providencia de contenido variable, ya que se decide sobre el pasivo de la empresa, o bien modifica el capital social. Igualmente, dentro de las providencias de contenido variable está la gestión controlada como resultado de la conjunción de los artículos 98 a 101 del Código. b) Legalidad. Durante todo el desarrollo del proceso, así como en el momento de la aprobación de las providencias de recuperación, es obligado el cumplimiento riguroso de las disposiciones legales aplicables. El principio de legalidad encuentra su sede en el artículo 56 No 2 del Código. Varios son los planos fundamentales en que el principio de legalidad se despliega. El primero se refiere a la satisfacción del formalismo procesal que es típico del proceso de recuperación. El segundo plano del principio de legalidad está referido a la verificación de los presupuestos y requisitos de las providencias de recuperación y control de los fines a que se destinan. 167 Tercer plano, observar la reglamentación que es propia de cada uno de los medios que integran las cuatro providencias acogidas por la Ley, cuyo análisis será desarrollado infra. En tal sentido, se imponen dos advertencias: por un lado, es imperativo satisfacer las reglas que el Código, específicamente, establece para cada uno de los instrumentos que componen las medidas de recuperación; pero, por otro lado, son aplicables las normas que, en general, regulan los varios medios tipificados, salvo que el Código directamente los excluya o pueda existir incompatibilidad. Finalmente, es imprescindible satisfacer los requisitos de funcionamiento y deliberación de la Junta de acreedores que es el órgano competente para la aprobación de las medidas. De tal modo que cuando haya habido violación de las normas legales aplicables, el Tribunal puede homologar la decisión. Pero esto no significa que todo esté ya perdido y la empresa deba ser necesariamente declarada en quiebra. En principio, sería así. Pero, los acreedores pueden conforme al artículo 56 par. 4 requerir al Tribunal de su homologación y la posibilidad de convocar nueva Junta con el objetivo de proceder a la sanción de los vicios verificados -naturalmente cuando sean sanables-, o para eventualmente aprobar otra providencia en coherencia con las medidas deliberadas. Mientras tanto, si los acreedores obtienen algunos de estos resultados, el Tribunal que tiene que pronunciarse sobre la nueva deliberación de la Junta deberá homologar la providencia. c) Autonomía en la actuación de los acreedores: artículos 23, 25, 50 N o 4,51,53 y 55. La principal manifestación del principio de autonomía se refleja en que los acreedores son quienes deben decidir sobre el destino de la empresa. En efecto, los acreedores son libres de deliberar a favor o en contra de la adopción de las providencias de recuperación. Una vez que la empresa deudora se encuentra en situación de insolvencia, su recuperación pasa, necesariamente, por un sacrificio, mayor o menor, de los intereses de los acreedores, según los límites de la Ley, y decidir en estos términos si están dispuestos a sacrificarse, desde el mismo momento que encuentran una solución. Baste recordar, por ejemplo, la decisión entre aumentar el capital social, tanto en la reestructuración financiera como en la gestión controlada, hasta la enajenación forzosa de participaciones representativas de la totalidad o de parte del capital 168 social, medidas que, por demás, pueden ser adoptadas dentro de un plan en la gestión controlada de conformidad con los límites del artículo 108. d) Igualdad de acreedores. Previsto en el artículo 62 No 1 en relación con el artículo 93 N° 1. De una interpretación de estos preceptos, cabe deducir que los acreedores deben ser tratados en términos semejantes cuando sus situaciones tengan posiciones equivalentes. Ello significa, prima facie, que todos los acreedores deben ser tratados y considerados de un mismo y un único modo. Según la regla, también se deberá tratar desigualmente a quien es diferente. Así, no podrá ser aprobada una medida que comporte consecuencias diversas para acreedores en igualdad de circunstancias. CAPITULO IV EL RECONOCIMIENTO DE CRÉDITOS EN SEDE CONCURSAL. TÍTULOS VALORES EN SEDE CONCURSAL 1) Tratamiento Legislativo. El reconocimiento de créditos en sede concursal está regulado en el Título II Capítulo III, artículos del 37º al 42º de la Ley Nº 27809, Ley General del Sistema Concursal promulgada el cinco de agosto del dos mil dos y publicada el ocho de agosto del mismo año. 169 El artículo 37º numeral 37.1 de la Ley Nº 27809, prescribe que “los acreedores deberán presentar toda la documentación e información necesaria para sustentar el reconocimiento de sus créditos, indicando los montos por conceptos de capital, intereses y gasto liquidados a la fecha de publicación del aviso a que se refiere el artículo 32º, e invocar el orden de preferencia que a su criterio le corresponda con los documentos que acrediten dicho orden”. Asimismo, el artículo 38º numeral 38.5 de la ley antes acotada prescribe que “En los casos de créditos invocados por acreedores vinculados al deudor y aquellos en los que surja alguna controversia o duda sobre la existencia de los mismos, el reconocimiento de dichos créditos solamente podrá ser efectuado por la Comisión, la que investigará su existencia, origen, legitimidad y cuantía por todos los medios, luego de lo cual expedirá la resolución respectiva” Por otro lado el artículo 39º numeral 39.2 de la Ley Concursal prescribe que “… será reconocido por el solo mérito de su presentación los créditos que se sustenten en sentencias judiciales consentidas o ejecutoriadas o laudos arbitrales, siempre que su cuantía se desprenda del tenor de los mismos o que hayan sido liquidados en ejecución de sentencia… “. El artículo 39º numeral 39.3 del mismo cuerpo normativo establece que: “ Los créditos que se sustenten en títulos valores o documentos públicos serán reconocidos por la comisión por el solo mérito de la presentación de dichos documentos, suscritos por el deudor siempre que su cuantía se desprenda del tenor de los mismos, salvo que considere que requiere mayor información”. 2) Autoridad Competente. Facultades. La autoridad competente es la comisión de Procedimientos Concursales del INDECOPI y las Comisiones Delegadas. Las Comisiones del INDECOPI son competentes para conocer los procedimientos concursales de todos los deudores domiciliados en el Perú. El numeral 6.2 señala que las Comisiones son competentes también para conocer de los procedimientos concursales de personas naturales o jurídicas domiciliadas en el extranjero en caso de que se hubiera reconocido, por las autoridades judiciales peruanas correspondientes, la sentencia extranjera que declara el concurso o cuando así lo dispongan las normas de Derecho Internacional Privado. En ambos 170 supuestos, dicha competencia se extenderá exclusivamente a los bienes situados en el territorio nacional. La Autoridad Concursal peruana será competente para conocer los procedimientos concursales que se promuevan contra deudores domiciliados en el país, incluso en aquellos casos en que parte de sus bienes y/o derechos que integran su patrimonio se encuentran fuera del territorio de la República. Por otro lado, la competencia de la Comisión de Procedimientos Concursales del INDECOPI se extiende a todo el territorio de la República.(principio de territorialidad). Dicha Comisión, mediante directiva, determinará la competencia territorial de las Comisiones creadas en virtud de Convenio. La competencia de las Comisiones se determina teniendo en cuenta el lugar donde se encuentra domiciliado el deudor. En tal sentido existen 2 supuestos: a) Si el deudor domicilia en la provincia de Lima o la provincia Constitucional del Callao, la competencia corresponderá a cualquiera de las Comisiones Delegadas que funcione en dichas provincias; b) Si en la provincia en la que domicilia el deudor no funciona ninguna Comisión Delegada, la competencia corresponderá a la Comisión Delegada que hubiera en la provincia territorialmente más cercana, salvo que existiese otra Comisión Delegada que, de acuerdo a las vías de acceso, resultase más próxima a la provincia en que domicilia dicho deudor. Con respecto a la facultad de investigación que ostenta la autoridad concursal, la ley de la materia reserva el pronunciamiento de la Comisión, en las solicitudes de reconocimiento, para el caso de créditos invocados por acreedores vinculados al deudor y cuando se presenten discrepancias o dudas sobre la existencia de los mismos. La Comisión, en estos casos deberá investigar por todos los medios la existencia, origen, legitimidad, titularidad y cuantía. Sobre las facultades de investigación de la autoridad concursal, la Sala de Defensa de la Competencia del Tribunal del INDECOPI, mediante Resolución Nº 079-97-TDC de fecha veinticuatro de marzo de mil novecientos noventa y siete, dictó el siguiente precedente de observancia obligatoria: “Para efectos de la verificación a cargo de la autoridad administrativa, los acreedores podrán presentar la documentación que sustente los créditos invocados que consideren pertinente.Sin embargo, cuando a criterio de la mencionada autoridad la documentación presentada no resulte suficiente, o cuando existan elementos que le hagan presumir una posible simulación de obligadones, o 171 cuando se detecte la posible existencia de vinculación entre la deudora y su acreedor, se debe verificar, necesariamente, el origen del crédito, investigando su existencia por todos los medios.Cuando el crédito invocado está incorporado en una letra de cambio o cualquier otro título valor, resulta apropiado reconocer el crédito en mérito a la literalidad del título, en aplicación de los principios de simplicidad, celeridad y economia de los procedimientos administrativos. Pero, al igual que el criterio general, si la autoridad administrativa presume la posible existencia de una vinculación entre las partes o tiene elementos de juicio que le haga suponer una simulacion del crédito, debe necesariamente investigar la relación causal, es decir, el origen del crédito, para determinar su legitimidad.En este caso, el reconocimiento de la obligación por parte de la empresa deudora no eximirá a la autoridad administrativa de su deber de verificación.Tratándose de un acreedor endosatario, éste no requiere acreditar la existencia de un vínculo con la insolvente; lo que debe verificarse en este caso es que la operación que originó el título valor existió realmente y que el solicitante del reconocimiento recibió por endoso el titulo en forma legítima”. Los considerandos de esta resolución señalan que, atendiendo ,a que el régimen concursal surte efectos respecto de los derechos de los acreedores que se ven temporalmente impedidos de ejercer las acciones que la legislación les provee para el cobro de su créditos, en su aplicación se debe de evitar que el esquema sea realizado indebidamente por deudores interesados en evadir o diferir el pago de obligaciones. Por ello la ley concursal ha establecido reglas que permiten deteminar en forma clara la existencia de situaciones que requieren de la aplicación del los mecanismos de porotección patrimonil, lo cual supone una verificación de la real existencia de dichas situaciones. Dejar de investigar y, en su caso dejar de sancionar cuando la autoridad competente consider qeu existen razones justificadas para ello, sería crear un incentivo para que algunos agentes del mercado hagan uso indebido del régimen concurçsal con el fin de evadir su pago de obligaciones. Ello genera en la autoridad administrativa la obligación de verificar la existencia de los supuestos previsto en la ley concursal para someter a un empresa bajo su régimen. Para esto, las normas han provisto a los órganos administrativos encargado en la tramitación de dichos procedimientos, de facultades 172 sufucientes para hacer las investigaciones que resulten necesarias para verificar la real existencia del estado de insolvencia de una empresa, así como los créditos invocados frente a ella. “En este caso la Comisión no actúa solo en atención a los legítimos intereses del solicitante (sea un acreedoro el mismo deudor), sino de todos lo de más posibles posibles acreedores del deudor, que podrían verse perjudicados por la simulación de un estado de insolvencia” (Beaumont y Palma: 2002; 179-180). 3) La regla del “favor creditoris” en el procedimiento concursal. La regla del favor creditoris en los títulos de crédito o títulos valores, se encuentra limitada. Anaya, citado por Maffía sostiene “el portador del título cambiario… soporta la carga de explicar y consiguientemente acreditar la causa de la adquisición del título “(1994; 22). En este orden de ideas, la fecha del documento (titulo valor), anterior al concurso, debe ser acreditada; es decir no basta que un título valor (por ejemplo una letra de cambio o un pagaré) la consigne. Y es que a la manera de la abstracción, o la completividad, o la autonomía, que solo juegan entre los obligados cambiarios, sobre todo mediatos- no frente al concurso- el deber de probar la fecha en etapa de verificación se explica porque la operancia de la literalidad queda reducida a las relaciones acreedor- deudor. No se piensa en “excepciones” a la literalidad (o a la abstracción o a la autonomía), porque es exactamente al revés: son los regímenes legales a que hacemos referencia mediante aquellos vocablos los que constituyen una excepción al régimen normal de la prueba: la abstracción es una excepción al derecho de oponer defensas causales; la autonomía es una excepción al memo plus iuris ,,,,, y así sucesivamente, todo ello para privilegiar al poseedor legítimo de la cambial; pero ello, insistimos, en su carácter de acreedor frente a los obligados cambiarios, posición insusceptible de extrapolarse a la etapa de insinuación al pasivo concursal. (Módulo II Reestructuración Patrimonial Universidad de Lima: 2000; 61). 173 Maffía sostiene que “o que en la ejecución individual se le dispensa al acreedor en premio al favor creditoris no vale ante el concurso. Ya vimos que tiene el deber- el “deber”- de indicar la causa a pesar del título abstracto: asimismo tiene similar deber de exhibir su buena fe cuando es endosatario remoto, explicando a qué título lícito hubo el documento: y en cuanto a la fecha, tiene que explicarla, pues tampoco rige la presunción de que vale la que figura en el papel, ya que tal presunción es un avatar de la literalidad, o sea, de un régimen de privilegio para el acreedor cambiario en la ejecución individual, de ninguno manera trasladable al concurso”.(1994;220). 4) Efectos del reconocimiento de créditos. 4.1. Identifica el pasivo real del deudor. En efecto una de las primeras informaciones relevantes que persiguen los acreedores se relaciona con el pasivo real del deudor. Siendo que en algunas ocasiones lo señalado en los libros contables presenta dudas o, como es común en empresas que llegan en estado crítico al INDECOPI, éstos no se hayan o están incompletos, el mecanismo de estimación de la situación financiera de la empresa se va a traducir con el cúmulo de créditos debidamente verificados y reconocidos por el INDECOPI. 4.2. Determina los acreedores del concurso. No hay concurso sin acreedores. Pese a existir un hecho revelador del estado de insolvencia, sus efectos nunca van a desplegarse en tanto no concurran al menos dos acreedores al proceso y éstos resulten reconocidos. Como señala Maffía “la concurrencia de acreedores se convierte en un modo de acceso necesario a la masa; por ellos es imprescindible saber si existen acreedores, y de ser afirmativo, quienes son, cuanto se les debe, por qué razón, cuál es su orden de prelación, entre otras circunstancias (1994; 93). 4.3. Establece la composición de la Junta de Acreedores. 174 A través del reconocimiento de créditos se va a conocer con exactitud el monto que le va a corresponder a cada acreedor. Dicho monto va a formar parte de los montos de créditos reconocidos, y de allí la autoridad concursal le va a asignar un porcentaje con el que va a participar en la Junta de Acreedores. En síntesis el acreedor que posee un crédito reconocido le brinda el derecho de participar en la Junta de Acreedores de acuerdo al porcentaje que representa su crédito dentro del total del universo de créditos reconocidos del concursado. “Los efectos de la apertura del concurso, entre otros tenemos: a) Implica una intervención legal a las relaciones jurídico- obligatorias del deudor, lo que se conoce como suspensión de pago o suspensión de exigibilidad de obligaciones del deudor; b) El interés de mantener intangible el patrimonio del deudor para evitar su degradación en tanto se forme el concurso (protección legal el patrimonio del deudor); y c) Supone una vigilancia e las transacciones u operaciones que realiza el concursado durante un periodo determinado de tiempo, lo que actualmente se conoce como acción de ineficacia de actos del deudor o periodo de sospecha” (Del Aguila: 2004; 17). 5) Derechos económicos y políticos de los acreedores concursales. “La doctrina señala una diferencia entre acreedores del concurso y acreedores concursales, los acreedores de concurso son aquellos que presentan su solicitud de reconocimiento de créditos, y los acreedores concursales son aquellos que han obtenido el reconocimiento de sus créditos y por tanto están legitimados para participar en Junta pudiendo ejercer los derechos económicos y políticos que se les reconoce dentro del concurso” (Calle: 2003; 86). Los créditos comprendidos en los procedimientos concursales son aquellos devengados hasta la publicación en el diario oficial El Peruano del aviso de difusión del concurso. La Junta de Acreedores es el órgano supremo de la empresa en concurso y tiene capacidad legal para adoptar todas las decisiones concernientes al destino del patrimonio y el recupero de sus créditos. 175 “Los derechos económicos son aquellos dirigidos a garantizar a los acreedores la realización de sus expectativas de cobro dentro del procedimiento concursal, mientras que los derechos políticos son aquellos que buscan garantizar que el acreedor participe en forma efectiva dentro de la junta de acreedores” (Calle: 2003; 86). . El reconocimiento de los créditos por parte de la comisión no determina la existencia o inexistencia de las acreencias como parte del pasivo de la empresa, sino fundamentalmente su existencia para efectos concursales, la capacidad de sus titulares para participar en juntas de acreedores y el valor que dicha participación tendrá al momento de tomar acuerdos. La Junta no decidirá sobre el destino del patrimonio del deudor en los casos en que este último tenga pérdidas acumuladas deducidas las reservas, superiores al total de su capital social pagado, o cuando la disolución y liquidación del deudor se haya iniciado en aplicación del artículo 703 del Código Procesal Civil. La Junta de Acreedores podrá remover al administrador o liquidarlo designado, ad nutum, ésto es sin expresión de causa, y siempre que el acuerdo respectivo se adopte con las mayorías requeridas por ley. En el caso de presentarse la demanda para la declaración judicial de quiebra el juez previa verificación de la extinción del patrimonio deberá sin más trámite declara la quiebra del deudor, la extinción de la empresa y la incobrabilidad de sus deudas. Los derechos de los acreedores concursales se pueden clasificar en los siguientes grupos: A) Derechos relacionados con la legitimidad para intervenir en el procedimiento, entre los que están el apersonamiento del deudor al concurso y el derecho de oposición, el segundo “constituye una medida de defensa contra los créditos inexistentes, sobrevalorados o ficticios que pretendan participar en junta de acreedores, siendo que el reconocimiento de un crédito indebido afecta el peso de los votos de los demás acreedores en la junta “ (Calle; 2003; 88), B) Derechos relacionados con la Junta de acreedores: participar en las juntas de acreedores, lo cual se puede realizar directamente o a través de representante; solicitar la información necesaria sobre los asuntos materia de sesión; emitir voto , “los acreedores concursales tienen derecho a voz y voto, dicho voto se emite en proporción a los créditos reconocidos siendo las 2 restricciones: en el caso de los 176 titulares de créditos declarados como contingentes por la Comisión los que únicamente participan en las juntas con derecho a voz, y los acreedores que soliciten el reconocimiento tardío de sus créditos, los que no tendrán derecho a voz y voto en las juntas” (Calle: 2003; 89); solicitar la celebración de Junta de Acreedores; solicitar el aplazamiento de Junta de Acreedores; solicitar la suspensión de las Juntas de Acreedores; impugnar y solicitar la suspensión de efectos de los acuerdos de la Junta de Acreedores; elegir las autoridades de la Junta de Acreedores.; elegir al comité, el cual es “ un órgano de apoyo de la Junta, cuya principal función es la de monitorear la marcha d la empresa deudora y de informar al órgano deliberante las acciones que realiza en cumplimiento de la delegación conferida (Calle: 2003; 91) ; dejar constancia en acta de su intervención, participar en su suscripción y solicitar copia del acta, C) Derechos relacionados con la administración del patrimonio del deudor: decidir el destino del patrimonio del deudor; postergar la decisión del destino; prorrogar el plazo del procedimiento, en el caso de reestructuración patrimonial será el fijado en el plan de reestructuración, el cual no podrá exceder de la fecha establecida para la cancelación de todas las obligaciones en el cronograma de pagos.;cambiar el destino del patrimonio; solicitar la liquidación del patrimonio por incumplimiento del plan de reestructuración; ajustar el patrimonio del deudor; transformación, fusión o escisión de la s sociedad; intervenir en el inventario de los bienes, D) Derechos relacionados con la administración del deudor, tenemos los siguientes, elegir a un administrador o liquidador; elegir a un Comité de vigilancia; elegir a un auditor económico; fiscalizar los acuerdos y la marcha de los procesos; ejercer las acciones judiciales y administrativas de responsabilidad contra administradores o liquidadores y miembros del Comité; ejercer las acciones judiciales contra los ex administradores por loa actos realizados en el periodo de sospecha; y, E) Derechos relacionados con el pago de los créditos, entre los cuales tenemos, aprobar la fórmula de pagos que convenga a sus intereses; derecho a solicitar el pago de los créditos en caso de resolución del Acuerdo Global de Refinanciación; hacerse procurar el pago de sus créditos a través de terceros; solicitar el pago de sus créditos en el orden de preferencia que establece la ley; solicitar que se le pague sus créditos post concursales con preferencia a la deuda concursal; la “ novedad que trae la Ley del Sistema Concursal es que la preferencia en el pago los créditos post concursales no opera tratándose de proceso 177 de disolución y liquidación” (Calle:2003; 95); derecho a ceder sus créditos.; negociar en la Bolsa de Valores los créditos reconocidos; separarse del procedimiento concursal; recibir un certificado de incobrabilidad en caso de quiebra del deudor. 6) La variación de la titularidad de los créditos concursales. El TUO de la Ley de Reestructuración Patrimonial regulaba los procedimientos de insolvencia, de reconocimiento de créditos y, en general, todos los aspectos vinculados al desarrollo del procedimiento concursal. “El proceso de insolvencia tenía por finalidad declarar el inicio de un estado excepcional y transitorio, como consecuencia de la verificación que efectúa la autoridad administrativa, la Comisión, sobre la situación de cesación de pagos o reducción patrimonial en la que se halle incurso determinado deudor” (Alva: 2000; 94). Así acreditado alguno de los supuestos anteriormente señalados, la Comisión emitía una resolución mediante la cual declaraba la situación de insolvencia del deudor. Una vez consentido dicho pronunciamiento, la Comisión efectuaba una publicación a través de la cual se informaba acerca de la declaración de insolvencia del respectivo deudor, de tal modo que a partir de ese momento, éste obtiene la suspensión de la exigibilidad de sus obligaciones. Luego de ello, se convoca a los acreedores del deudor, los mismos que deberán presentar ante la Comisión los títulos que acrediten la existencia, origen, titularidad, legitimidad y cuantía de los créditos que mantienen frente a dicho deudor, con el objeto de conformar la Junta de Acreedores. A partir de entonces, la Comisión realizará el análisis de los créditos presentados para su reconocimiento, entendiéndose como “crédito a toda relación jurídica de la que se desprenden obligaciones de pago por una cantidad determinada o determinable por parte del deudor, o la obligación de entregar en propiedad un bien o prestar un servicio, para lo cual deberá investigar su origen, legitimidad, titularidad y cuantía” (Alva: 2000; 94). En ese sentido, si se entiende por crédito a aquella obligación por lo general de pago que mantiene una persona llamada acreedor frente a llamada deudor, es posible que se produzca 178 otra una variación de los sujetos intervinientes en ella, en virtud al principal efecto que posee toda obligación que es su transmisibilidad. En este orden de ideas se concluye que “no siempre el sujeto que solicita ante la Comisión el reconocimiento de sus créditos frente a un determinado deudor insolvente es aquel frente al cual se obligó el deudor a cumplir una determinada prestación, ya que existen determinados actos por los cuales una persona sustituye a otra en la posición que inicialmente tuvo en una relación obligacional “(Alva: 2000; 95). Los actos por los cuales se produce una variación en la titularidad de los créditos son: El Pago con subrogación. El artículo 1260º del Código Civil norma el pago con subrogación y establece: “La subrogación opera de pleno derecho a favor: de quien paga una deuda a la cual estaba obligado, indivisible o solidariamente, con otro u otros; de quien por tener legítimo interés cumple su obligación; del acreedor que paga la deuda del deudor común a otro acreedor que es preferente” Sobre el particular, el pago con subrogación opera cuando quien satisface el interés del acreedor no es el obligado, sino más bien otro sujeto y como consecuencia de ello la obligación se extingue respecto del acreedor primitivo. Sin embargo, subsiste la obligación íntegra respecto del deudor con relación al tercero que pagó, quien sustituye en la titularidad de sus derechos al acreedor primitivo. “Mediante el pago con subrogación se transfieren los derechos del acreedor, denominado subrogante, al tercero que pagó, denominado subrogado, pudiendo éste ejercitar contra el deudor, denominado subrogatorio, las mismas obligaciones que les correspondían al acreedor” (Alva: 2000; 95). Los efectos del pago con subrogación en el procedimiento de reconocimiento de créditos se sujeta a dos supuestos: El primero, cuando el pago con subrogación es efectuado con anterioridad a que el subrogante tenga reconocido su crédito frente al insolvente, en este caso, a efectos de obtener el reconocimiento de sus créditos el subrogado debe presentar ante la Comisión aquella documentación que acredite la existencia del crédito pagado, así como aquella documentación que acredite fehacientemente la existencia del pago realizado a favor del subrogante. El segundo, cuando el pago con subrogación es efectuado con posterioridad a que la Comisión hubiese reconocido el crédito a favor del subrogante, en este caso, a efectos de obtener el reconocimiento de sus 179 créditos el subrogado debe solicitar a la Comisión la sustitución procesal a su favor en la posición del subrogante, a efectos de ser reconocido como titular de dichos créditos, para lo cual deberá presentar documentación que acredite el desembolso para el pago del crédito. La Cesión de derechos. El artículo 1206º del Código Civil norma la cesión de derechos y establece : “La cesión es el acto de disposición en virtud del cual el cedente transmite al cesionario el derecho de exigir la prestación a cargo de su deudor, que se ha obligado a transferir por un título distinto La cesión puede hacerse aun sin el asentimiento del deudor “. Al respecto, por la cesión de derechos el acreedor transfiere a un tercero su derecho a cobrarle al deudor, sea a título gratuito o a título oneroso. Así tenemos entre sus condiciones: a) La cesión de derechos debe de constar por escrito, bajo sanción de nulidad; b) La cesión debe ser realizada con posterioridad a la creación de la obligación; c) La cesión produce efecto contra el deudor cedido desde que ésta la acepta o le es comunicada fehacientemente; d) Asimismo, el cedente no está obligado a garantizar la solvencia del deudor. Los efectos de la cesión de derechos en el proceso de reconocimiento de créditos, opera cuando se produce anterioridad o posterioridad a que el cedente haya obtenido el reconocimiento de su crédito frente al deudor insolvente; en estos casos, el cesionario deberá presentar a la Comisión los títulos que acrediten el crédito invocado, así como la documentación que acredite que el deudor conoció la cesión; o, en su defecto, el cesionario deberá solicitar a la Comisión la sustitución procesal para que sea reconocido como nuevo titular del crédito frente al cedido. Para efectuar el reconocimiento de los créditos invocados en un procedimiento concursal, la Comisión deberá efectuar el análisis del origen, legitimidad, titularidad y cuantía de los mismos. En ese sentido, atendiendo a que existen determinados actos tales como el pago en subrogación y la cesión de derechos, mediante los cuales puede variar la titularidad de los créditos invocados, el solicitante deberá presenta ante la Comisión aquella documentación que acredite la variación de dicha titularidad. 7) Tratamiento de los títulos valores en sede concursal. 180 7.1 El reconocimiento de créditos contenidos en títulos valores: los principios de la Teoría General Cambiaria vs. La facultad investigadora del INDECOPI sobre el origen de créditos. En sede concursal, “el reconocimiento de créditos tiene entre sus objetivos identificar el pasivo de la empresa deudora, información que permitirá a los acreedores, reunidos en junta, decidir los mecanismos más convenientes que se aplicarán para lograr la recuperación de los créditos adeudados” (Palmadera: 2002; 94-95). La autoridad administrativa debe, pues, vigilar que la conformación de la junta responda efectivamente a la realidad de los créditos comprometidos, ésto es que únicamente quienes mantengan créditos frente al insolvente tengan derecho a intervenir con voz y voto en las sesiones de la junta. Desde su instauración en nuestro país, no han faltado quienes han intentado utilizar el sistema concursal para evadir ilícitamente la acción de cobro de sus acreedores, ya sea mediante una incorporación fraudulenta al procedimiento concursal o con el posicionamiento favorable de un tercero en la Junta, perjudicando seriamente a los acreedores de buena fe. Ejemplo del primer caso es el deudor que, coludido con un falso acreedor, simula la existencia de una obligación superior a las 50 UIT para así obtener una declaración de concurso fraudulento y alcanzar el marco de protección legal para su patrimonio. Pero no satisfecho con haber frustrado toda posibilidad de cobro por vía judicial, arbitral o administrativa de sus acreedores, el mal pagador desea el control de su Junta de Acreedores, para lo cual se asegura que el crédito simulado y reconocido sea de una cuantía tal que le permita adoptar, indirectamente, las decisiones más favorables a sus intereses, convirtiendo a los acreedores que confiaron en el sistema concursal en simples convidados de piedra. Los títulos valores han sido- y son todavía- los documentos más utilizados para fabricar deudas inexistentes, gracias a los principios de abstracción, autonomía y literalidad que rigen su creación y circulación. “El principio de abstracción señala que un título se comporta como un negocio abstracto (y por lo tanto autónomo) porque el derecho de crédito en él incorporado puede exigirse prescindiendo de la relación sustancial que le sirve de causa para su creación o circulación” (Palmadera: 2002; 95). 181 Pero si estos principios son casi inoponibles en los procesos ejecutivos, no lo son en el ámbito concursal donde el reconocimiento de un crédito no afecta solo los intereses del deudor sino que repercute sobre los derechos de los acreedores que, con cada crédito reconocido, ven reducida su participación tanto en la Junta de Acreedores como en la posibilidad de pago de sus créditos. En ese sentido, y aun cuando en principio los créditos incorporados en títulos-valores son reconocidos por el solo mérito de su presentación, sin embargo la autoridad concursal está obligada a investigar su existencia, origen, legitimidad, y cuantía en los caso de créditos invocados pro acreedores vinculados con el deudor, cuando existan elementos que hagan presumir una posible simulación de obligaciones y en los casos en que la autoridad concursal requiera de mayor información. En los procedimientos concursales, a diferencia de los procesos judiciales de ejecución, se busca la participación y beneficio de la totalidad de los acreedores involucrados en la crisis del deudor. Ello no será posible si la autoridad concursal no dispone de facultades suficientes para investigar el origen del crédito invocado, más allá del documento que lo pudiera representar, toda vez que, su pronunciamiento trascienda los intereses del acreedor y deudor involucrados y afecta los intereses de los demás acreedores que pudieran formar parte del procedimiento. Como acertadamente se señaló: “La posición del acreedor frente al concurso de ninguna manera es la misma que ante el deudor; en el juicio individual, el tenedor legitimado de una cambial disfruta de todas las ventajas que, traducidas en definitiva en limitación de las defensas oponibles, configuran el favor creditoris. Esas ventajas no rigen en caso de concurso (…), no se trata de un juicio del acreedor contra el deudor, sino de un pedido para incorporarse, por la vía procesal específica establecida, al pasivo del concurso” (Maffía: 1994; 139) 7.2. El reconocimiento de créditos contenidos en títulos valores perjudicados y reconocidos judicialmente. El título valor se perjudica si el protesto no es realizado dentro de los plazos señalados por ley, generando para su tenedor la pérdida de la acción cambiaria, sin embargo si dentro del plazo de prescripción el tenedor consigue el 182 reconocimiento del título en su contenido y firma por parte de los obligados respecto de los cuales se ejercita la acción cambiaria (directa o de regreso), el título se redime, recobrando la acción documental derivada del mismo. “La situación de insolvencia del obligado principal no libera al tenedor de su obligación de protestar el título para poder conservar las acciones cambiaras derivadas del documento aun cuando su ejercicio esté temporalmente suspendido pro el ingreso del obligado al procedimiento concursal” (Palmadera: 2002; 96). El artículo 71.1 de la Ley de Títulos Valores señala que en los títulos valores sujetos a protesto ni la incapacidad o la insolvencia decretada, o la muerte del obligado principal dispensan de la obligación de formalizar el protesto, salvo que se haya liberado de ello según el artículo 81 referido a la cláusula de liberación de protesto. Para Osterling y Castillo “la palabra “perjudicado” se aplica a los efectos de cambio que no se protestan a su vencimiento, así como a los títulos debidamente protestados pero respecto de los cuales la acción cambiaria ha caducado por culpa del acreedor” (2004; 470). El Tribunal del INDECOPI señala que cuando se perjudica un título-valor por culpa del acreedor opera una novación entre la obligación primitiva y la correlativa obligación cambiaria que origina el documento antes de perjudicarse por una parte, y la nueva obligación que nace del documento perjudicado , por la otra, lo que implica que ésta reconocimiento última es inexigible hasta que se produzca su judicial, no devengando intereses moratorios hasta que se produzca su reconocimiento judicial. La secretaría técnica o la Comisión no están obligadas a comprobar el protesto o reconocimiento de los títulos valores vencidos, pero de no haberse verificado, la obligación no será reconocida como cambiaria sino como natural es decir inexigible judicialmente. La falta de protesto o la ausencia de reconocimiento no extinguen la obligación cambiaria, sino que impiden al tenedor demandar judicialmente su cumplimiento. “Son obligaciones inexigibles judicialmente: las obligaciones derivadas de títulos valores no protestados y las obligaciones de personas que constituyeron garantías reales a favor del aceptante o endosante; siendo incorporadas al concurso del insolvente y pagadas en la oportunidad y plazo que acuerde la junta 183 de acreedores. Asimismo son obligaciones inexigibles judicialmente las obligaciones prescritas y reconocidas por la autoridad concursal” (Palmadera: 2002; 98). La autoridad concursal no se detiene a examinar si la obligación es exigible sólo se preocupa en determinar su existencia origen, legitimidad y cuantía por cuanto el conocimiento de créditos responde a la necesidad de identificar el pasivo de la empresa siendo suficiente que las obligaciones se hubieran devengado. 7.3. Orden de preferencia para el pago de los créditos derivados y /o contenidos en títulos valores. El orden de preferencia establecido en el artículo 42 de la Ley General del Sistema Concursal, a decir de Rojas, “establece la manera cómo participarán los distintos acreedores de los bienes del deudor acogido al concurso. En virtud de mandato legal, los acreedores que hasta entonces había concurrido en condiciones de igualdad a las consecuencias del concurso, son ahora tratados en función del origen de sus créditos y con cierta preferencia, uno con respecto de otros” ( 2002; 148). Este orden de pago, como señala la primera parte del artículo 42º, es de obligatorio cumplimiento únicamente en los procesos de disolución y liquidación y, adicionalmente, en los procesos de reestructuración sobre el producto sobre el producto de la venta o transferencia de los activos fijos del deudor. Naturalmente “nada impide que la Junta de Acreedores incorpore al cronograma de pagos del plan de reestructuración el orden de preferencia señalado en el artículo 42 de la Ley General del Sistema Concursal, en atención al principio de autonomía de la voluntad que inspira los proceso concursales” ( Palmadera:2002; 96). Ordinariamente, a los créditos incorporados en títulos valores les corresponde el quinto orden de preferencia, lo que significa que los titulares podrán cobrar solamente si los créditos de grados pretéritos no agotaron el dinero recabado en la realización de los activos del deudor. Sin embargo, si dichos créditos están asegurados con prenda, hipoteca o anticresis pasan al tercer orden, siempre que la garantía real conste en el mismo título o en el respectivo registro y hubiera sido constituida con anterioridad o la publicación del acogimiento del deudor al concurso. Sin embargo,” si la garantía real fue constituida por un 184 tercero distinto del deudor concursado, el acreedor prendario, hipotecario o anticrético que vote a favor del plan de reestructuración perderá inmediatamente las garantías constituidas a su favor será el último de la fila (si la empresa se liquida)” (Palmadera: 2002; 96). Aunque para un segmento dicha disposición puede resultar desatinada y hasta mortalmente perniciosa para empresas con auténticas posibilidades de mantenerse en el mercado otros dirán “ que cada vez que un acreedor decida por una reestructuración debe ser consciente de las consecuencias de tal decisión, incluso para las garantías otorgadas por terceros que pudieran tener respecto de las obligaciones sometidas a concurso” (Rojas:200;223). 7.4. Los créditos post concursales. Los créditos post concursales son aquellas obligaciones generadas con posterioridad a la fecha de publicación del aviso del acogimiento del deudor a concurso, no siéndole oponibles la suspensión de pagos ni el marco de protección legal que se extiende sobre el patrimonio del deudor, ni tampoco los efectos del plan de reestructuración pudiendo sus titulares dirigirse directamente contra el patrimonio del deudor en caso de incumplimiento. En el tramo comprendido entre el inicio del procedimiento concursal ordinario y el ingreso del concursado al procedimiento de reestructuración o disolución y liquidación, el deudor mantiene aún sus facultades de administración y disposición sobre su patrimonio y en uso de tales potestades puede girar, emitir, aceptar o negociar un título valor, obligándose a pagar la prestación contemplada en el mismo, la cual deberá ser pagada con preferencia de las obligaciones concursales. Los créditos post concursales no pasan por el tamiz del reconocimiento de crédito, no estando la autoridad concursal autorizada a investigar la relación causal de los créditos incorporados en títulos valores, dado que dichos créditos no se incorporan al concurso. Una alternativa para evitar situaciones de fraude se halla en la figura de la ineficacia de los actos celebrados por el concursado, por la cual el acreedor reconocido, el administrador o el liquidador de la empresa podrá interponer la demanda de declaración de ineficacia ante el Juez civil vía proceso sumarísimo 185 siempre que se reúnan los requisitos contemplados en la losa artículos 19º y 20º de la Ley Concursal. Las obligaciones post concursales incorporadas al procedimiento de disolución y liquidación pierden el privilegio de la preferencia en el pago frente a las obligaciones sometidas a concurso, en este caso todas las obligaciones del deudor (concursales y post concursales) pasan a formar parte de la masa concursal, siendo susceptible de ser reconocidas por la autoridad concursal. Extendiéndose también dicho fuero de atracción sobre la deuda corriente generada durante los procedimientos concursal ordinario y de reestructuración. 7.5. Impugnación Judicial de la Validez de los Títulos Valores reconocidos en sede concursal. Reconocidos los créditos incorporados en títulos valores, el deudor, el acreedor reconocido o los terceros legitimados están facultados a impugnar la resolución expedida por la autoridad concursal. Agotada la vía administrativa, el accionante puede iniciar la demanda contencioso-administrativa. Ahora bien, supongamos que la resolución cuestionada por el deudor o el acreedor vinculado a éste, reconoce a favor de uno de los acreedores créditos por un valor tal que le confieren una participación determinante y decisiva al interior de la junta de acreedores. En este supuesto el impugnante deseará que la autoridad administrativa suspenda los efectos de la resolución de reconocimiento de créditos a fin de privarle transitoriamente de voz y voto en las sesiones de la Junta. Sin embargo, la autoridad concursal que conozca del procedimiento cadera a éste requerimiento solamente por razones atendibles. Finalmente, si el deudor demanda judicialmente la nulidad del título valor reconocido en sede concursal, no se está impugnando la resolución administrativa que reconoce al crédito cambiario por lo que no sería exigible el tránsito por las instancias administrativas ni tampoco el consecuente proceso contencioso- administrativo. ¿El deudor podría solicitar alguna medida cautelar que tenga por objeto suspender los efectos producidos por el ingreso del título acusado de nulidad a la masa concursal? El artículo 133.2 de la Ley Concursal señala que las medidas cautelares que tengan por objeto suspender o producir cualquier efecto 186 análogo en los procedimientos concursales solo pueden ser tramitados y resueltos cono ocasión del proceso contencioso- administrativo promovido. En el supuesto que se presenta, no existieron instancias administrativas previas ni proceso judicial derivado. Siendo así, ¿sería conforme a ley privar al concursado del derecho de demandar tutela jurisdiccional? “Porque la autoridad concursal no está autorizada a resolver sobre la nulidad de los títulos cambiarios: ellos es potestad de la autoridad jurisdiccional” (Palmadera: 2002; 99). 187 CAPITULO V EL VALOR DE LA EMPRESA EN CONCURSO (VEC) 1) Fundamento. La ley busca un mecanismo que facilite la transferencia de las acreencias que se reconocen en el marco de un procedimiento concursal. Esto se logra a través de la incorporación de dichos derechos en valores que puedan ser representados mediante títulos o a través de su anotación en cuenta con el objeto de facilitar su posterior transferencia. Esta última modalidad de representación permitirá reducir aun más los costos transaccionales que se presentan al momento en que los derechos son transferidos. Este mecanismo pretende facilitar a las personas que se ven inmersas en un procedimiento concursal al recuperación de sus créditos u otros derechos, a la vez de viabilizar la recomposición de los acreedores de la empresa en concurso, facilitando así la toma de decisiones al interior de las juntas de acreedores cuando se produzca la reducción del número de acreedores como consecuencia de la transferencia de estos valores. 2) Definición. La facultad de autorizar la creación del valor de la empresa en concurso ya se encontraba prevista en la Nueva Ley General del Sistema concursal (Ley N° 27809) pues en la sexta disposición Complementaria de dicha ley se había establecido que “los acreedores de una persona sometida a un procedimiento concursal podrán negociar en la bolsa de valores y en cualquier otro mecanismo centralizado de negociación, los créditos que les hubiere reconocido la Comisión”. Asimismo, se indicó que para ello era necesario que la Comisión Nacional Supervisora de Empresas y Valores aprobara dentro de los 90 días hábiles siguientes ala entrada en vigencia de la referida ley, las normas y directivas pertinentes por las cuales se disponga la creación de los títulos valores correspondientes. Así tenemos que mediante la Resolución N° 096-2002-EF/94.10CONASEV (13/12/2002), se expidió el Reglamento de los Valores de Empresas en 188 concurso, mediante el cual se creó y estableció la regulación de dichos títulos valores. De este modo, el artículo 1 del reglamento establece que el Valor de Empresa en Concurso representa los derechos de crédito de los acreedores de personas naturales o jurídicas, sociedades conyugales y sucesiones indivisas, sometidas a los procedimientos concursales previstos en la Ley General del sistema concursal que hubieren sido debidamente reconocido por la autoridad concursal en el desarrollo de los mismos. Así de acuerdo a lo establecido en el reglamento el VEC constituyendo un valor materializado, porque es un documento al cual se ha incorporado un derecho de crédito debidamente reconocido por la autoridad concursal a favor de uno de los acreedores del deudor en situación de concurso. Uno de los efectos más importantes que el reglamento reconoce a la incorporación de los derechos de créditos concursales en el VEC es el señalado en el segundo párrafo del artículo 2, en el cual se expresa que la emisión de dicho título valor de ninguna manera modifica el orden de prelación del crédito reconocido en el procedimiento concursal respectivo; conservándose así las garantías o gravámenes que respalden el derecho incorporado en el mencionado título valor. “Con la creación del VEC se busca alcanzar la siguiente finalidad: otorgar a los acreedores del deudor concursado un mecanismo adicional a los ya reconocidos en la Ley General del Sistema Concursal, a efecto de recuperar en forma mucho más expeditiva sus respectivos créditos”. (Tomaylla: 2003; 128) En efecto con la incorporación de los derechos de crédito del acreedor concursal en el VEC se pretenden otorgar cierta liquidez, directa e inmediata, a favor del mismo, lo cual se logrará a través de la mayor libertad e inmediatez que supone la transmisión del referido título valor. 3) Requisitos para la creación y emisión. En líneas generales conforme lo prescribe el artículo 2 del reglamento, todo acreedor de un deudor que haya sido sometido a alguno de los procedimientos concursales regulados en la LGSC podrá solicitar a este último la incorporación de su derecho de crédito en un título valor, que en el caso concreto está compuesto por el VEC; ellos siempre y cuando dicho crédito se encuentre debidamente 189 reconocido por la autoridad concursal. Así el acreedor que cuente con el reconocimiento de su crédito, conforme a lo establecido en el artículo 2 del reglamento, estará facultado para solicitar al deudor, a su gerente general, o a quien cumpla dicha función, la creación y emisión del VEC, con lo cual se pasará a incorporar este derecho de crédito en el referido título valor, a efectos de facilitar su transmisión a terceras personas. La entrega del VEC al acreedor se realiza por una única vez, sin interesar el estado en el que se encuentre el procedimiento concursal respectivo. En caso de no cumplir con dicho requerimiento, el deudor será pasible de una sanción administrativa. “Asimismo el reglamento ha establecido que la representación del VEC de los derechos de créditos del acreedor no se encuentra condicionada o supeditada a la decisión que sobre el mismo adopte el deudor o la autoridad concursal competente; pues, para la mencionada incorporación únicamente se exige el cumplimiento de los siguientes requisitos; que el crédito esté reconocido y que el acreedor haya requerido al deudor la emisión de dicho título valor” (Tomaylla: 2003; 128). A efectos de la validez de la emisión del VEC, el reglamento ha prescrito como una formalidad ad solemnitatem para la misma el hecho de que dicho título valor pase por un procedimiento de certificación. En efectos, una vez que el deudor concursal hubiera emitido un VEC a favor de uno de sus acreedores, deberá solicitar obligatoriamente a la autoridad concursal la verificación de los alcances de los derechos de crédito contenidos en el VEC, a fin de que la emisión del mismo guarde estricta correspondencia con los establecido en la resolución de reconocimiento del crédito que dicha autoridad hubiera expedido. Otro tema de los normados por el reglamento en cuanto a la emisión del VEC está relacionado a lo dispuesto en el parágrafo 3.4 del artículo 3º, en el cual se prohíbe expresamente que los VEC sean emitidos bajo la forma de valores mobiliarios, es decir como valores emitidos en forma masiva, que pueden ser representados tanto en un valor materializado como por anotación en cuanta y que son libremente negociables en el mercado financiero. 4) Características. De conformidad al artículo 4 del reglamento, el VEC se caracteriza por: 190 a) Representa la integridad del derecho reconocido a un acreedor individual en el procedimiento concursal. b) Es indivisible. c) Puede emitirse en clases diferenciadas. Cada clase representa derechos de créditos que se encuentran dentro de un determinado orden de preferencia en el pago, acorde con la Ley General del Sistema Concursal. d) Concede el ejercicio de los derechos de acreedores ante la junta de acreedores, siempre y cuando los mismos se hubieran reconocido expresamente en un determinado procedimiento concursal. e) No puede contener créditos contingentes o cuyo reconocimiento sea objeto de impugnación en la vía administrativa o judicial. f) Las garantías o gravámenes establecidos a favor de un determinado crédito no se perjudican con la emisión de los títulos VEC, pues mantienen las mismas condiciones bajo las cuales fueron constituidos. 5) Contenido del documento. De acuerdo a lo establecido en el artículo 5 del reglamento, todo VEC deberá contener obligatoriamente en su texto la siguiente información: a) La denominación de Valor de Empresa en Concurso. b) Los siguientes datos del deudor: dirección, razón social, RUC, nombre completo y número de DNI, de ser el caso. c) Los siguientes datos del acreedor: dirección, razón social, RUC, nombre completo y número de DNI, de ser el caso. d) El monto de los derechos de créditos incorporados en el título. e) El origen del crédito. f) El orden de preferencia del crédito. g) Las garantías que favorezcan al crédito de ser el caso. h) El número del título valor y la clase respectiva, de ser el caso. i) La indicación del lugar y fecha de emisión. j) La firma del deudor o de su gerente general. k) El número del expediente administrativo y de la resolución de reconocimiento de créditos. l) La certificación de la autoridad administrativa que reconoció el crédito. 191 6) Representación y Transferencia del Valor de la empresa en Concurso. De acuerdo al artículo 7º del reglamento, el VEC se representa mediante un título físico, es decir, mediante un documento en el cual debe constar obligatoriamente toda la información enumerada en el punto precedente. Además dicho documento deberá cumplir con cada una de las condiciones y características plasmadas en la Resolución N° 105-2002-EF/94.10 (01/01/2003), mediante la cual se aprobó el formato estandarizado de dicho título valor , ello a fin de que toda persona interesada en emitir un VEC, lo haga cumpliendo con consignar la información requerida para dicho efecto. Respecto a la forma de transmisión del VEC, el reglamento ha prescrito que el mismo se transfiere a través del endoso, es decir, mediante al declaración de voluntad cambiaria por la cual el endosante renuncia a su derecho cartular a favor del endosatario. Asimismo se ha establecido que toda transferencia del VEC obligatoriamente debe ponerse bajo conocimiento de la autoridad concursal competente, según el estado del procedimiento concursal; lo cual es de exclusiva responsabilidad del adquirente del referido título valor , quien deberá realizar dicha comunicación en un plazo no mayor de 15 días de la fecha de efectuada la transferencia. “Por otro lado, debemos señalar que el reglamento deja abierta la posibilidad de que los VEC sean negociados a través de mecanismos centralizados, en cuyo supuesto la transferencia de dicho título valor deberá ser comunicada a la autoridad concursal competente por el agente de intermediación que efectúe dicha transacción por cuenta del adquirente” (Tomaylla: 2003; 130-131). 7) Efectos de la Emisión del Valor de la Empresa en Concurso. El principal efecto de la emisión del VEC en sede concursal es que a través de ella se crea un mecanismo mucho más expeditivo para la transferencia del crédito comercial y , ala vez, hace posible la rápida satisfacción de la acreencia que a su favor detenta el acreedor concursal a través de las transferencia de dicho título valor a terceras personas, toda vez que mediante el regular desarrollo del 192 procedimiento concursal, el cobro de dicho crédito solo podría ser obtenido por el acreedor al final de dicho procedimiento. Otro de los principales efectos de la emisión del VEC, es que , en caso de que dicho título valor haya cumplido con cada uno de los requisitos y formalidades previstos por el reglamento para su emisión, otorga a su titular el derecho a realizar las acciones pertinentes para exigir el pago del monto consignado en el mismo , es decir , brinda la posibilidad al titular de dicho título valor de ejecutar las acciones cambiarias respectivas, ello de acuerdo al mérito ejecutivo que el mismo detenta. Asimismo “se reconocen al VEC los derechos accesorios que corresponde a todo título valor; ello de acuerdo a las disposiciones pertinentes de la Ley de Títulos Valores” (Tomaylla: 2003; 131). Otro de los aspectos regulados en el reglamento es el de la posibilidad de que el deudor puede rescatar el VEC emitido a favor de uno de sus acreedores, a fin de amortizarlo en caso de que el mismo haya cumplido con pagar en su totalidad el referido crédito contenido en dicho título valor de conformidad a las normas establecidas en la LGSC. Y en caso de haberse producido pago parcial de dicho crédito, el deudor, el gerente general o quien cumpla dicha función deberá emitir un nuevo VEC por el monto del saldo pendiente de pago, ellos conforme al procedimiento de emisión establecido en el reglamento. 8) Conversión del Valor de la Empresa en Concurso en acciones. El reglamento ha previsto como una de las formas de rescatar el VEC, con lo cual se da la extinción del derecho contenido en el crédito, el hecho de producirse la conversión de dicho título valor en acciones. En efecto en el artículo 9 del reglamento se ha previsto la facultad de la junta de acreedores del deudor en situación de concurso de disponer dicha conversión en aquellos casos que se haya probado la capitalización de los créditos conforme a lo dispuesto por la normatividad aplicable. Con dicha conversión de ninguna manera se restringe el derecho de los accionistas, asociados o titular del deudor para el ejercicio de su derecho de suscripción preferente. 193 CAPITULO ESPECIAL ANÁLISIS DEL CASO PRÁCTICO 1. Planteamiento del Problema. 1.1. Referencia de la situación planteada. Síntesis del caso propuesto. Se analizó dentro de este capítulo un procedimiento transitorio de Reestructuración Patrimonial solicitado por la empresa Grifo La Merced S.A., signado con el número 003-2000-KBV, tramitado ante la Comisión Ad Hoc de la Oficina Descentralizada del INDECOPI en la Cámara de Comercio y Producción de La Libertad. Con fecha 28.12.2000, Grifo La Merced solicitó a la Comisión del INDECOPI acogerse al Procedimiento Transitorio de Reestructuración Patrimonial, de conformidad con las reglas contenidas en el D.U. Nº 064-99 y normas complementarias establecidas por el Texto Único Ordenado de la Ley de Reestructuración Patrimonial aprobado por D.S. Nº 014-99-ITINCI. Con fecha 09.01.2001, el Banco Standard Chartered como acreedor de la empresa deudora Grifo La Merced S.A. solicita ante la Comisión la nulidad de sometimiento a Procedimiento Transitorio. La Comisión Ad Hoc declara infundada la nulidad. Con fecha 29.01.2001 Kaoru Kato y Fast Food Cherry’s S.R.L. solicitan a la Comisión, el reconocimiento de créditos contenidos en diferentes letras de cambio. Se les expiden las constancias de reconocimientos de créditos respectivas. El Banco Standard Chartered, con fecha 14.02.2001 impugna los créditos reconocidos por la Comisión tanto a Kaoru Kato y Fast Food Cherry’s S.R.L. La comisión luego del análisis respectivo, deja sin efecto las 194 constancias de verificación de créditos emitida por la fedataria encargada del procedimiento y declara infundada las solicitudes de reconocimiento de créditos de Kaoru Kato y Fast Food Cherry’s S.R.L, al considerar que los títulos valores contendrían créditos simulados. El desarrollo procedimental y diversas situaciones jurídicas que se presentaron en el presente procedimiento serán detalladas a continuación. 1.2. Calificación jurídica de la materia objeto de controversia: “A la luz de nuestra legislación y de la doctrina”. A.- A la luz de nuestra legislación. Inicialmente, el procedimiento transitorio de Reestructuración Patrimonial invocado por la empresa Grifo La Merced S.A. debidamente representada por su Gerente Pedro Kuroda Mendieta, estuvo enmarcado dentro del D.U. Nº 064-99 y normas complementarias establecidas por el Texto Único Ordenado de la Ley de Reestructuración Patrimonial aprobado por D.S. Nº 014-99-ITINCI. Posteriormente, la Ley General del Sistema Concursal, Ley número 27809 del 08 de agosto del 2002, derogó la Ley de Reestructuración Patrimonial. Debido a que la Junta de Acreedores decidió la disolución y liquidación de la empresa deudora al considerar su no viabilidad en el mercado, se adecuó el procedimiento instaurado a la Ley General del Sistema Concursal, conforme a la teoría de los hechos cumplidos. B.- A la luz de la doctrina. 195 La Ley General del Sistema Concursal introduce la conciliación de crédito entre acreedor y deudor como un mecanismo que busca dotar de celeridad a los procedimientos de reconocimiento créditos, creando incentivos para que los acreedores y el deudor desarrollen conductas que contribuyan a dicho fin. Con tal objeto también se fijan plazos para las distintas actuaciones del procedimiento, tanto para la Comisión como para las parte, asimismo se promueve la acumulación de las solicitudes de reconocimiento de créditos de igual naturaleza para simplificar aún más estas fase del procedimiento (Flint; 2003; 380) Si bien se privilegia la conciliación de créditos, ello no impide que los acreedores- principales interesados en que la Junta de Acreedores refleje la realidad de los pasivos del deudor- puedan discrepar con la resolución de la Secretaría Técnica. Por otro lado también existe la posibilidad de que la comisión efectúe un control ex pos de lo declarado por las partes, toda vez que se ha establecido como requisito para solicitar el reconocimiento de créditos, la presentación de la documentación que acredite la existencia, origen, legitimidad y cuantía de los mismos. De esta forma, el esquema tradicional de reconocimiento de créditos pasa a ser residual. Ello, sumado a la posibilidad de un control ex post de los créditos constatados o conciliados y el derecho de oposición de los acreedores. Al igual que el artículo 23 de la derogada Ley de Reestructuración Patrimonial el artículo 39 de la Ley General del Sistema Concursal establece algunas pautas para el reconocimiento de créditos, siempre que los mismos se sustenten en ciertos documentos que por su naturaleza proporcionen certeza sobre el origen, legitimidad, existencia y cuantía de los mismos. Así, se privilegian las declaraciones o autoliquidaciones presentadas por el deudor ante las entidades administradoras de tributos o de fondos previsionales, sentencias judiciales consentidas o ejecutoriadas o laudos arbitrales, y títulos valores siempre que la cuantía se desprenda del tenor de los mismos. 196 Pinkas sostiene: “cabe señalar que algunos administrados han pretendido limitar la labor de verificación de créditos que corresponde ala Comisión, cunado los créditos que invocaban se sustentaban en alguno de los instrumentos, entendiendo que la Comisión se encontraba obligada a reconocerlos por su sola presentación. Sin embargo , no merituaban que el artículo 23 de la derogada Ley de Reestructuración Patrimonial, así como lo hace la presente disposición, establece presunciones relativas para el reconocimiento de los créditos, y que la Comisión, cuando existan elementos que le hagan presumir una posible simulación de obligaciones (por citar un caso), tiene el deber de iniciar un procedimiento de investigación tendiente a determinar la existencia, origen, legitimidad y cuantía de los créditos, por todos los medios a su alcance, tal como lo dispone el precedente de observancia obligatoria dictada por la Sala de Defensa de Competencia del Tribunal del INDECOPI, contenido en la resolución número 079-97-TDC-INDECOPI emitido el 24 de Marzo de 1997- Caso CINOLSA “ (2003;384-385). La regla anteriormente expuesta no resulta aplicable en el caso de créditos sustentados en sentencia o en laudos arbitrales, en los que la Comisión se pronunciará en función de lo resuelto por la autoridad judicial y arbitral. Sin perjuicio de lo cual la Comisión cuenta con las atribuciones para, en representación de los intereses de los acreedores, iniciar un procedimiento judicial orientado a que declare la nulidad de cosa jugada, por considerar que existen elementos de juicio suficientes o nuevas pruebas que generen dudas acerca de la existencia y origen de los créditos reconocidos en la sentencia o en instrumento con valor de cosa juzgada, que es presentado como sustento de los créditos. El autor Maffía, hace referencia a lo que la Ley de Concursos Argentina prescribe en su artículo 33º: “…el pedido de verificación debe contener la indicación de la causa del crédito…”. Sostiene que esa noción de causa coincide con la relación subyacente en materia de documentos circulatorios (2000: Pág. 12). Si se acompañan títulos cambiarios al pedido de verificación, se entiende por causa del crédito la relación subyacente; pero como esa relación se limita a 197 los partícipes directos de la relación, cuando el documento ha circulado puede no existir un vínculo entre el concursado- sea o no el librador- y quien pide verificación. En la Cámara Nacional de Comercio Argentina, cuando tenía cuatro Salas se suscitó una contraposición frontal: Dos Salas consideraban que era suficiente la adjunción del documento cambiario, mientras que las otras dos sostenían que el hecho de fundar un pedido de verificación en un título abstracto no eximía del deber de “indicar” la causa, o como refiere la legislación paraguaya, “expresar” la causa. Con sobrada razón, la Cámara Nacional de Comercio Argentina convocó a tribunal plenario que se pronunció el 26 de diciembre de 1979 (“Translínea S.A., c. Electrodinie S.A.”), sentando la siguiente doctrina: “El solicitante de verificación de créditos en concurso, con fundamento en pagarés con firma atribuida al fallido, debe declarar y probar la causa, entendidas por tal, las circunstancias determinantes del acto cambiario del concursado, si el portador fuese su beneficiario inmediato, o las determinantes de la adquisición del título por ese portador de no existir tal inmediatez”. Esa Doctrina fue reafirmada, seis meses más tarde, con relación al cheque (plenario “Difry”). El miembro de la Cámara, Anaya, llamó a esta situación “carga universal de verificación”. Si bien el artículo 33º de la Ley de Concursos Argentina alude al término de “indicar” la causa, el plenario dice “probar”; exigencia visiblemente más severa. Maffía, al respecto señala que eso se explica porque la decisión fue tomada en un incidente de verificación tardía. La Cámara Argentina sólo se pronuncia en caso de incidentes- no en las hipótesis normales de verificación, reguladas por los artículos 33º al 37º de la Ley de Concursos, porque si un crédito no se discute entonces se verifica; y si se discute, la cuestión se ventilará por vía incidental- revisión-, vía que también procede cuando se intenta la incorporación al pasivo con posterioridad al término de la convocación, o sea, el incidente de verificación tardía. Por otro lado, la Ley General del Sistema Concursal Española, Ley Nº 22/2003 establece en su artículo 86° numeral 86.1 que: “...corresponderá a la Administración Concursal determinar la inclusión o exclusión en la lista de acreedores de los créditos puestos de manifiesto en el procedimiento. Esta decisión se adoptará respecto de cada uno de los créditos, tanto de los 198 que se haya comunicado expresamente como de los que resultaren de los libros y documentos del deudor o por cualquier otra razón constaren en el concurso. Todas las cuestiones que se susciten en materia de reconocimiento de créditos serán tramitadas y resueltas por medio del incidente concursal…”. Como es de apreciarse, la legislación española en materia concursal es más proteccionista respecto al reconocimiento de créditos dentro de un proceso o procedimiento concursal; toda vez que de existir divergencia ex anc o ex post el reconocimiento de crédito será materia de incidente concursal. Lo que no sucede en nuestra legislación concursal. 1.3. Metodología de la exposición. Se realizó la búsqueda de un expediente administrativo en la ciudad de Trujillo (Comisión Descentralizada de INDECOPI en procedimientos concursales) que permitió demostrar la contravención que yace entre los Principios que sustentan teoría general del derecho cambiario y el reconocimiento de créditos derivados y/o contenidos en títulos valores dentro de un procedimiento concursal ordinario. Se extrajo fotocopias de dicho expediente; el mismo que se analizó íntegramente, permitiendo conocer el criterio adoptado por el INDECOPI, como autoridad administrativa competente en sede concursal en materia de reconocimiento de créditos derivados y/o contenidos en títulos valores Se verificó si el procedimiento se ha llevado conforme a ley, detallando las incidencias que se presentaron en la secuela y la participación de cada uno de los sujetos intervinientes. 199 El expediente administrativo extraído trata sobre el caso del procedimiento de disolución y liquidación de la empresa Grifo La Merced S.A. llevado a cabo en la ciudad de Trujillo. 2. Desarrollo Procesal y Procedimental. 2.1.- Inicio del procedimiento. Con fecha 28 de diciembre del año 2000, Grifo La Merced S.A. debidamente representado por su Gerente Pedro Kuroda Mendieta, solicitó ante la Comisión Descentralizada Ah-Hoc de Reestructuración Patrimonial de la Oficina Descentralizada de INDECOPI de la Cámara de Comercio y Producción de La Libertad, el acogimiento al Procedimiento Transitorio de Reestructuración Patrimonial, conforme a lo previsto en el artículo 4º del D.U. Nº 064-99 y normas complementarias establecidas por el Texto Único Ordenado de la Ley de Reestructuración Patrimonial aprobado por D.S. Nº 014-99-ITINCI. En dicha solicitud, el representante legal de Grifo La Merced adjuntó el respectivo Programa de Saneamiento que corre a fojas 27 a 34 del expediente asignado con el número 003-2000-KBV, expresando que los principales problemas que habían causado el deterioro económico y financiero de la empresa eran: los elevados costos financieros de los créditos otorgados por las entidades financieras, los reducidos márgenes comerciales y la falta de apoyo constante de las entidades financieras en el otorgamiento de capital de trabajo; asi como la agudización de la recesión nacional . Grifo La Merced en aras de asumir la crisis y permanecer en el mercado propuso que para la obtención de capital de trabajo, éste sea aportado por los socios como incremento de capital sea en dinero o en combustible por un importe mayor a US$ 40 000.00. Asimismo, para el fraccionamiento de la 200 deuda proponía que para el primer año se cumplan con las obligaciones tributarias mediante el régimen de fraccionamiento tributario hasta por un lapso de 10 años. En cuanto al fraccionamiento de la deuda para con sus acreedores propuso que para aquellos cuyas obligaciones superaran los US$ 200 000.00 se requería un plazo de 15 años, con una tasa de interés cero y con un periodo de gracia de doce meses; asimismo, para aquellos acreedores cuyas obligaciones superaran los US$ 100 000.00 se requería de un plazo de 10 años con una tasa de interés cero y con un plazo de gracia de doce meses. Finalmente, para los acreedores cuyas obligaciones no superaran los US$ 100 000.00 se requería de un plazo de cinco años y un plazo de gracia de doce meses. El día 30 de diciembre del 2000, la fedataria encargada del procedimiento entrega los avisos de publicación a los interesados que se efectivizaron los días 04 y 08 de enero del 2001 en el Diario Oficial El Peruano, donde se convocaba al comité de acreedores debido sometimiento de la Empresa Grifo La Merced al Procedimiento Transitorio de Reestructuración Patrimonial. Con fecha nueve de enero, la fedataria Karla Bocanegra Vásquez, por intermedio de una publicación de Fe de Erratas, rectifica el aviso de convocatoria a Junta de Acreedores, de la siguiente manera: “…En el aviso del 04 y 08 de Enero del 2001 decía: El Comité Transitorio de Créditos estará integrado por los siguientes acreedores: 1) Kauro Kato, 2) Standard Chartered, 3) Fast Food Cherry’s S.A., debe decir: El Comité Transitorio de Créditos estará integrado por los siguientes acreedores: 1) Kauro Kato, 2) Standard Chartered, 3) Banco Interbanc. Trujillo 09 de enero del 2001”. 2.2.- Desarrollo Procedimental. procedimiento. 201 Incidencias y adecuación del Con fecha nueve de enero del 2000, el Banco Standard Chartered, por intermedio de su representante legal Dora Aragonés Jirón, solicita la nulidad del Sometimiento a Procedimiento Transitorio de Reestructuración Patrimonial por parte de Grifo La Merced S.A. El Banco Standard Chartered fundamentó su solicitud de nulidad en los siguientes aspectos: Con fecha 02 de enero del 2001, el Banco de la referencia alega haber tomado conocimiento de la publicación efectuada el 30 de diciembre de 2000 en el Diario Oficial El Peruano por la Fedataria Karla Bocanegra Vásquez respecto del sometimiento a Procedimiento Transitorio de Reestructuración Patrimonial por parte de Grifo La Merced S.A. Alegó que con fecha 05 de marzo de 1999 inició ante el Cuarto Juzgado Especializado en lo Civil de Trujillo un proceso de Ejecución de Garantías contra Grifo La Merced con el fin de exigirle el pago de la suma de US$ 518,685.64 mas intereses, costas y costos procesales. Tal es así que, luego de un largo proceso judicial, al haber quedado consentida la sentencia, el Banco Standard Chartered cumplió con publicar tanto el en Diario Oficial El Peruano como en el Diario La República de la ciudad de Trujillo, la Primera Convocatoria para el remate de los bienes que fueron otorgados en garantía hipotecaria por Grifo La Merced para garantizar su crédito con la entidad bancaria. El remate en primera convocatoria debió llevarse a cabo el día 08 de enero del 2001 y fue suspendido por el sometimiento de la empresa Grifo La Merced al Procedimiento Transitorio de Reestructuración Patrimonial. El Banco fundamenta su solicitud de nulidad sosteniendo que se ha infringido el artículo 5º del D.U. 064-99, por cuanto Grifo La Merced S.A. no habría cumplido con anexar el Proyecto de Convenio de Saneamiento. Además, se habría incurrido en causal de nulidad por cuanto se había nombrado como miembro del Comité Transitorio a la Empresa Fast Food Cherry’s S.A., la misma que estaba vinculada económicamente con la deudora; situación jurídica que proscribía el artículo 15º del D.U. 064-99. 202 El Banco Standard Chartered cuestiona, a su vez, la publicación de Fe de Erratas realizada por la Fedataria a cargo del procedimiento; sosteniendo que al haber cambiado a uno de los miembros de la comisión de acreedores (Fast Food por el Banco Continental), se estaría atentando contra la naturaleza jurídica de un Fe de Erratas, en tanto y cuanto ésta debe ser utilizada sólo para subsanar errores formales y no aspectos de fondo. Finalmente cuestiona la transferencia realizada por la señora Domitila Kuroda Mendieta a favor de Grifo La Merced S.A. al considerar que se ha infringido el artículo 19º del D.U. 064-99, el cual declara nulos a todos los actos o contratos que afecten el patrimonio de la empresa deudora y que hayan sido celebrados por ésta dentro de los seis meses anteriores a la fecha de la presentación de la solicitud de sometimiento a procedimiento transitorio. Mediante Resolución Nº 051-2001/CAH-ODI-CCPLL, la Comisión Descentralizada Ah-Hoc de Reestructuración Patrimonial de la Oficina Descentralizada de INDECOPI de la Cámara de Comercio y Producción de La Libertad, declaró infundado el pedido de nulidad del acogimiento al procedimiento transitorio iniciado por la empresa Grifo La Merced S.A. formulado por el Banco Standard Chartered, declaro improcedente el pedido para que la Comisión Ad Hoc ordene la nulidad de la transferencia realizada por la señora Domitila Kuroda Mendieta a favor de Grifo La Merced S.A. y recomendó a la Fedataria Karla Bocanegra Vásquez tener mayor cuidado en el desempeño de sus funciones. La resolución administrativa acotada, entre sus principales fundamentos, señala que la empresa nulidicente no ha logrado acreditar sus alegaciones con medio probatorio alguno, además en lo que respecta a la causal de nulidad sustentada en el hecho de que la fedataria de la Comisión ha procedido a rectificar un error de fondo mediante un fe de erratas, la Comisión alega que se trataría sólo de un error material, el mismo que ha sido rectificado oportunamente. 203 En lo que respecta al pedido de nulidad del acto jurídico de transferencia de bien inmueble, la Comisión declara improcedente el petitorio fundamentándose en que el patrimonio de la empresa deudora no ha sido afectado; por el contrario, ha sido beneficiado; además quienes están legitimados a presentar la nulidad sólo son: la Comisión, el administrador, el liquidador, el administrador especial o algún acreedor o acreedores reconocidos por la comisión. Con fecha 29 de enero de 2001, Fast Food Cherry’s S.C.R.L. solicita ante la Comisión, el Reconocimiento de Créditos hasta por la suma de US$ 250,000.00 contenidos en 72 letras de cambio y un pagaré. Asimismo, anexa su declaración jurada en la que expresa su vinculación familiar con Grifo La Merced S.A. Mediante Carta N° 021-2001 de fecha 30 de enero de 2001, la Fedataria Karla Bocanegra remite al domicilio de Fast Food Cherry’s S.C.R.L. la constancia de verificación de créditos número 002, en la que se la reconoce como acreedor vinculado de Grifo La Merced S.A. por el monto de US$ 250,000.00. Con fecha 29 de enero de 2001 Kauro Kato solicita ante la Comisión, el Reconocimiento de Créditos hasta por la suma de US$ 622,421.00 contenidos en 96 letras de cambio. Asimismo, anexa su declaración jurada en la que expresa su no vinculación con Grifo La Merced S.A. Mediante Carta N° 022-2001 de fecha 30 de enero de 2001, la Fedataria Karla Bocanegra remite al domicilio del señor Kauro Kato la constancia de verificación de créditos número 003, en la que se le reconoce como acreedor no vinculado de Grifo La Merced S.A. por el monto de US$ 622,421.00. Con fecha 29 de enero de 2001 el Banco Standard Chartered solicita ante la Comisión, el Reconocimiento de Créditos hasta por la suma de US$ 753,201.00 contenidos en 04 pagarés y una letra de cambio. Asimismo, anexa su declaración jurada en la que expresa su no vinculación con Grifo La Merced S.A. 204 Al existir discrepancia entre los créditos declarados por la empresa deudora y el Banco acreedor, la fedataria de la Comisión Ad Hoc cita a las partes a una conciliación, la misma que no prosperó y por escrito de fecha 31 de enero de 2001, el Banco Standard Chartered ratifica los montos invocados. Por su parte, Grifo La Merced S.A. mediante escrito de fecha 05 de febrero del 2001 manifiesta que los intereses y gastos han sido calculados infringiendo la norma concursal y presenta copia de la resolución número uno emitida por el Cuarto Juzgado Especializado en lo Civil de Trujillo. Mediante Carta N° 031-2001 de fecha 06 de febrero de 2001, la Fedataria Karla Bocanegra remite al domicilio del Banco Standard Chartered la constancia de verificación de créditos número 005, en la que se le reconoce como acreedor no vinculado de Grifo La Merced S.A. por el monto de US$ 492,788.47 por concepto de capital y US$ 260,418.94 por concepto de intereses. Con fecha 14.02.2001 el Banco Standard Chartered impugna los créditos reconocidos a favor de Kaoru Kato y Fast Food Cherry’s S.C.R.L., al considerar que existen suficientes elementos de juicio de que los créditos reconocidos sean simulados. Con fecha 23 de febrero del 2001, la Comisión Ad Hoc emite la Resolución número 136-2001/CAH-ODI-CCPLL, en la que resuelve modificar la constancia de verificación de créditos número 005 emitida por la fedataria Karla Bocanegra Vásquez a favor del Banco Standard Chartered en el sentido que debió reconocer los créditos ascendentes a US$ 492,788.47 por concepto de capital y US$ 214,513.40 por concepto de intereses; declarando, además improcedente el crédito ascendente a US$ 5,215.33 por concepto de gastos al no existir en el proceso judicial instaurado ante el Cuarto Juzgado Especializado en lo Civil la resolución que fija las costas y costos del proceso. Finalmente declara al Banco Standard Chartered que no mantiene vinculación con Grifo La Merced S.A. Respecto a la impugnación de créditos planteada por el Banco Standard Chartered con fecha 14.02.2001, 205 la Comisión Ad Hoc mediante Requerimiento números 092-2001/CAH-ODI-CCPLL y 092-2001/CAH-ODICCPLL corrió traslado de la oposición deducida, a efectos de que Kaoru Kato y Fast Food Cherry’s S.C.R.L respectivamente, presenten la documentación o información necesaria que acrediten el origen de su crédito respecto a la empresa deudora Grifo La Merced S.A. La Comisión Ad Hoc requirió a Fast Food Cherry’s S.C.R.L que presente los movimientos bancarios con los que se hizo efectiva la transferencia de US$ 250 000.00, registros contables, estados de cuenta bancaria, órdenes de transferencia, copias de cheques o documentos de pago, comunicaciones de apercibimiento u otros documentos que puedan acreditar que el préstamo se realizó efectivamente, copia legible por ambos lados del pagaré y de las letras de cambio vencidas con las que sustenta su crédito e indicar el origen de su crédito. Asimismo, mediante requerimiento número 093-2001/CAH-ODI-CCPLL, la Comisión Ad Hoc solicita a Grifo La Merced a presentar: los movimientos bancarios con las que hizo efectivo la transferencia de US$ 250 000.00, registros contables, estados de cuenta bancaria, órdenes de transferencia, copias de cheques o documentos de pago y comunicaciones de apercibimiento u otros documentos que puedan acreditar que el préstamo con Fast Food Cherry’s S.C.R.L se realizó efectivamente. Mediante escrito presentado el 02 de marzo del 2001, Fast Food Cherry’s S.C.R.L absuelve el requerimiento manifestando que el crédito que mantiene frente a Grifo La Merced S.A. se deriva de un contrato de compraventa de edificación ascendente a US$ 150 000.00 y de un contrato de mutuo ascendente a US$ 80 000.00, garantizando dicha deuda con un pagaré a su favor. Por escrito presentado el 02 de marzo del 2001 Grifo La Merced S.A. contesta el requerimiento manifestando casi los mismos argumentos que Fast Food Cherry’s S.C.R.L respecto del crédito sujeto a verificación. Mediante Carta número 004-2001/CAH-ODI-CCPLL, la Secretaría Técnica del INDECOPI hizo de conocimiento de Grifo La Merced S.A. la 206 diligencia que se llevó a cabo el día 08 de marzo del 2001, con la finalidad de revisar los libros y/o registros contables y demás documentación financiera o contable, que acredite el ingreso a su patrimonio de la suma reconocida por Grifo La Merced S.A. a favor de Fast Food Cherry’s S.C.R.L El día y hora programado para la realización de la visita inspectiva, las señoritas Sonia León Yoshido y Carmen Araujo Cachay se apersonaron al domicilio real de Grifo La Merced S.A., sito en Avenida Larco N° 885, levantándose un acta y posteriormente un informe contable. El Banco Standard Chartered mediante escrito de fecha 09 de marzo del 2001, manifestó que habiendo tomado conocimiento que Fast Food Cherry’s S.C.R.L y Kaoru Kato sustentan el origen de sus créditos en supuestos préstamos que le otorgaron a Grifo La Merced S.A. para la compra del terreno donde se ubicaba el grifo deudor. En ese sentido, hace de conocimiento de la Comisión que fue el Banco Standard quien financió la compra del terreno, para lo cual presenta copia de la Escritura Pública de levantamiento de hipoteca, compraventa y de otorgamiento de crédito con garantía hipotecaria. Asimismo, manifiesta en lo referente a la edificación del terreno que el Banco Standard también financió la construcción edificación de Grifo La Merced S.A. a través del desembolso de un pagaré de US$ 100 000.00, el mismo que fue aprobado simultáneamente con el préstamo para la compra del terreno. Adjunta copia de la Tasación del terreno, edificaciones y equipos de Grifo La Merced S.A. que ascienden a US$ 487 000.00, manifestando que las acreencias por estos conceptos no pueden superar este monto; de lo contrario habría indicios suficientes de que algunos acreedores estarían “fabricando” deudas. Por escrito de fecha 12 de marzo del 2001, Grifo La Merced S.A. solicita el uso de la palabra a efectos de exponer su informe oral respecto de los créditos que mantiene frente a Fast Food Cherry’s S.C.R.L y Kaoru Kato, informe que le es concedido y que se llevó a cabo el viernes 16 de marzo del 2001 a las 13:30 horas en la sede de la Comisión Ad Hoc. 207 Mediante escrito de fecha 21 de marzo del 2001, Grifo La Merced S.A. adjunta nuevos medios probatorios con el propósito de aportar mayores elementos de juicio para la Comisión a fin de mejor resolver. En este orden de ideas, mediante Resolución 0172-2001/CAH-ODICCPLL de fecha 30 de marzo del 2001, la Comisión Ad Hoc resuelve dejar sin efecto la Constancia de Verificación de Créditos N° 002 emitida por la Fedataria Karla Bocanegra Vásquez a favor de Fast Food Cherry’s S.C.R.L, declarando infundada la solicitud de reconocimiento de créditos invocado por Fast Food Cherry’s S.C.R.L ascendente a US$ 250 000.00 por concepto de capital. Asimismo dispuso la remisión de copia de los actuados a la Gerencia Legal del INDECOPI y a la Intendencia Regional de la SUNATTrujillo para los fines legales pertinentes al haberse concluido que el crédito era simulado. La resolución antes citada fundamenta su análisis a partir del precedente de observancia obligatoria aprobado por resolución número 079-97/TDC emitida por el Tribunal de Defensa de la Competencia del INDECOPI que establece los criterios aplicables a la verificación de créditos en los casos en que la autoridad administrativa advierta indicios sobre la posible simulación o existencia de irregularidades en el origen del crédito. El precedente expresa lo siguiente: “Para efectos de la verificación a cargo de la autoridad administrativa, los acreedores podrán presentar la documentación que sustente los créditos invocados que considere pertinentes. Sin embargo, cuando a criterio de la mencionada autoridad la documentación presentada no resulte suficiente o cuando existan elementos que le hagan presumir una posible simulación de obligaciones, o cuando se detecte la posible existencia de vinculación entre la deudora y su acreedor, se debe verificar, necesariamente, el origen del crédito, investigando su existencia por todos los medios. Cuando el crédito invocado está incorporado en una letra o cualquier otro título valor, resulta apropiado reconocer el crédito en mérito a la literalidad del título, en aplicación a los principios de simplicidad, celeridad y economía de los procedimientos administrativos. 208 Pero, al igual que el criterio general, si la autoridad administrativa presume la posible existencia de una vinculación entre las partes o tiene elementos de juicio que le haga suponer una simulación del crédito, debe necesariamente investigar la relación causal, es decir, el origen del crédito, para determinar su legitimidad. En este caso, el reconocimiento de la obligación por parte de la empresa deudora, no eximirá a la autoridad administrativa de su deber de verificación. Tratándose de un acreedor endosatario, éste no requiere acreditar la existencia de un vínculo con la existente; lo que debe verificarse en este caso es que la operación que originó el título valor existió realmente y que el solicitante del reconocimiento recibió por endoso el título en forma legítima”. En el presente caso, la Comisión Ad Hoc presumió la existencia de simulación de créditos entre Fast Food Cherry’s S.C.R.L y Grifo La Merced por los siguientes hechos: a) La conciliación total de los créditos por concepto de capital ascendente a US$ 250 000.00 entre el deudor y acreedor, siendo que de la documentación presentada entre letras de cambio, pagaré y contratos privados el monto asciende a US$ 246 985.00, b) La inexistencia de documentos públicos que acrediten la celebración real de los contratos, c) Los documentos presentados son de carácter privado y no están sustentados contablemente; no causando certeza a la autoridad administrativa del crédito invocado por Fast Food Cherry’s S.C.R.L. La Comisión Ad Hoc remitió copia de los actuados a la Gerencia Legal del INDECOPI y a la Intendencia Regional de la SUNAT-Trujillo por cuanto determinó que existieron indicios que le hacían suponer que las partes han incurrido en el ilícito penal de conformidad con el artículo 6° del TUO de la Ley de Reestructuración Patrimonial que establece que la documentación presentada en los procedimientos concursales tiene carácter de declaración jurada, siendo el acreedor o deudor responsable de la veracidad de la información y la autenticidad de los documentos presentados , bajo pena de incurrir en los delitos contra la fe pública tipificados en el título XIX del Código Penal. Además, porque de la verificación inspectiva, la Comisión 209 determinó que la empresa deudora había contravenido el principio tributario del devengado por cuanto de conformidad con el artículo 57° de la Ley del Impuesto a la Renta, D.S. N° 054-99-EF señala que para la determinación de las rentas de tercera categoría, se aceptarán los gastos correspondientes a ejercicios anteriores, en aquel en que se efectúa el pago, en la medida que dichos gastos sean provisionados contablemente en el ejercicio fiscal respectivo, situación que no sucedió en el presente casa, toda vez que Grifo La Merced S.A. no provisionó contablemente el monto ascendente a US$ 250 000.00 en el ejercicio fiscal 1999 sino que lo hizo en el ejercicio fiscal 2000. De igual forma, mediante Resolución 0173-2001/CAH-ODI-CCPLL de fecha 30 de marzo del 2001, la Comisión Ad Hoc resuelve dejar sin efecto la Constancia de Verificación de Créditos N° 003 emitida por la Fedataria Karla Bocanegra Vásquez a favor de Kaoru Kato, declarando infundada la solicitud de reconocimiento de créditos invocado por Kaoru Kato ascendente a US$ 622 421.00 por concepto de capital. Asimismo dispuso la remisión de copia de los actuados a la Gerencia Legal del INDECOPI y a la Intendencia Regional de la SUNAT-Trujillo para los fines legales pertinentes al haberse concluido que el crédito era simulado. Para la determinación de la decisión adoptada por la Comisión, se había seguido el mismo procedimiento indicado líneas arriba respecto a Fast Food Cherry’s S.C.R.L. Tal es así que mediante escrito de fecha 02 de marzo del 2001, la señorita Rosa Elena Valdivia, aparentemente en representación del señor Kaoru Kato, absuelve el requerimiento de la Comisión, manifestando que el crédito que mantiene frente a Grifo La Merced S.A. se deriva de un contrato de mutuo ascendente a US$ 70 000.00, contrato privado de compraventa de edificación hasta por el monto de US$ 300 000.00, documento privado de reconocimiento de deuda global, adjuntando además diversa documentación. La Comisión establece que Rosa Elena Valdivia no ha demostrado tener legitimidad para obrar en el procedimiento, y resuelve tener por no 210 presentado sus escrito; sin embargo merituan las documentales adjuntadas. La Comisión da mérito a las documentales consistentes en: a) la copia de un contrato de mutuo celebrado entre Grifo La Merced S.A. y Kaoru Kato, el 16 de agosto de 1996 hasta por el monto de US$ 70 000.00, por concepto de capital con su respectivo cronograma de pagos mensuales, b) Copia de un contrato de asociación en participación celebrado el día 16 de agosto de 1996, y por el cual el señor Kaoru Kato se compromete, en calidad de asociado a contribuir en la realización de la construcción y complementación de la infraestructura de Grifo La Merced S.A., a cambio de recibir el 40% de las utilidades percibidas por Grifo La Merced S.A. en la venta del combustible, c) Copia de las cartas remitidas por Grifo La Merced S.A. a Kaoru Kato, informándole las utilidades percibidas por la empresa durante los años 1997 y 1998, c) Documento privado de reconocimiento de utilidades y convenio de pago de las mismas, celebrado el 10 de diciembre de 1999 entre Grifo La Merced S.A. y Kaoru Kato, d) Documento privado celebrado el 10 de diciembre de 1999, por el cual Grifo La Merced S.A. reconoce a favor de Kaoru Kato el monto ascendente a US$ 104 220.46, y, d) Documento privado de reconocimiento de deuda global celebrado el 20 de diciembre de 1999, mediante el cual las partes establecen que la suma de las deudas contraídas por Grifo La Merced S.A. a favor de Kaoru Kato ascienden a US$ 423 483.50 por concepto de capital y US$ 198 937.50 por concepto de intereses. La Comisión en base a los documentos presentados, determinó que entre Grifo La Merced S.A. y Kaoru Kato existía vinculación; porque: el acreedor (Kaoru Kato) tenía directa e indirectamente participación en el negocio del deudor, por existir un acuerdo de asociación en participación, “joint Venture” u otro similar, por formar parte de un mismo grupo económico, por la existencia de algún tipo de relación en virtud de la cual alguno de ellos ejerce una influencia relevante en las decisiones operativas, económicas o de cualquier otra índole que adopte o que pudiera adoptar el otro y por haber existido o existir cualquier otro elemento que pudiera significar algún tipo de vinculación directa o indirecta. 211 Por otro lado la Comisión declaró que Grifo La Merced S.A. había contravenido el principio tributario del devengado al no provisionar contablemente en el ejercicio fiscal 1999 la suma de US$ 622 421.00, producto de crédito a favor de Kaoru Kato, siendo que lo provisionó recién en el mes de agosto del año 2000. Finalmente, la Comisión Ad Hoc presumió la existencia de simulación de créditos entre Grifo La Merced S.A. y Kaoru Kato por las siguientes razones: a) La Conciliación total de los créditos por concepto de capital, ascendente a US$ 622 421.00 entre el deudor y acreedor, siendo que de la documentación presentada, se desprende que el monto ascendió en realidad a US$ 423 483.50 por concepto de capital y US$ 198 937.50 por concepto de intereses y que aún esa documentación no causa convicción a la autoridad administrativa, b) La inexistencia de documentos públicos y documentación bancaria que acrediten la celebración real de los contratos, los cuales tal como se ha desarrollado en el caso de la transferencia de la edificación han sobrevaluado el precio del inmueble, hecho que constituye indicio razonable de que se estaría simulando deudas, c) Las declaraciones juradas tanto del señor Kaoru Kato como de Grifo La Merced S.A. en las que manifestaron no tener vinculación pese a que como había quedado demostrado si eran vinculados, d) Asimismo, cabe precisar que toda la documentación presentada al tratarse de documentos de carácter privado y el hecho de no estar sustentado cabalmente en su oportunidad, no causó convicción a la autoridad administrativa del crédito invocado por el señor Kaoru Kato. Mediante Resolución N° 0996-2001/ CRP-ODI-CCPLL del 06 de julio del 2001, se declaró la insolvencia de Grifo La Merced S.A. en aplicación del artículo 14 del D.U. N° 064-99; publicándose el respectivo aviso el 15 de octubre del 2001, de conformidad con el artículo 8° del Texto Único Ordenado de la Ley de Reestructuración Patrimonial, notificándose a sus acreedores a fin de que soliciten el reconocimiento de sus créditos. Con escrito de fecha 25 de abril complementado el 07 de mayo del año 2002, el representante del Banco Standard Chartered, señor Juan José 212 Estrada Díaz, invoca el reconocimiento de créditos ascendente a US$ 492 782.61 por concepto de capital, US$ 441 119.91 por concepto de intereses y US$ 8 974.97 por concepto de gastos sustentados en cuatro pagarés y una letra de cambio. En sesión de Junta celebrada el 04 de junio del 2002, los acreedores acordaron someter a Grifo La Merced S.A. a un proceso de disolución y liquidación designando a la empresa Sinergia Empresarial Corporativa S.A.C. Asesores como entidad liquidadora y en Junta celebrada el 08 de julio del 2002 se aprobó el respectivo convenio de liquidación. Mediante Resolución N° 0804-2002/CRP-ODI-CCPLL de fecha 31 de mayo del 2002, la Comisión declaró reconocer en parte los créditos invocados por el Banco Standard Chartered ascendentes a US$ 492 782.61 por concepto de capital y US$ 326 391.03 por concepto de intereses, estableciendo el quinto orden de preferencia como acreedor no vinculado. Asimismo, declaró infundada la solicitud de reconocimiento de créditos presentada por el banco Standard Chartered en el extremo que invoca el reconocimiento de créditos por concepto de gastos. Por escrito de fecha 25 de junio del 2002, el Banco Standard Chartered interpuso recurso de reconsideración contra la Resolución Nº 08042002/CRP-ODI-CCPLL en el extremo que se le otorgó el quinto orden de preferencia. La Comisión mediante Resolución Nº 1031-2002/CRP-ODICCPLL declaró fundado el recurso de reconsideración y varía el orden de preferencia de créditos reconocidos al Banco Standard Chartered del quinto al tercer orden de conformidad con el artículo 24 del T.U.O. de la Ley de Reestructuración Patrimonial, al considerar que el Banco recurrente cuenta con garantía hipotecaria sobre los bienes del insolvente y con embargos dictados por el órgano jurisdiccional. Mediante escrito de fecha 27 de octubre del 2003 Sinergia informó a la Comisión del pago ascendente a la suma de US$ 110 000.00, adjuntando la Carta Nº 085-2003/GLM-SEC por la cual le remite al Banco Standard Chartered el Cheque Nº 10822603 por el monto indicado, el mismo que 213 obra en el expediente en copia fotostática conjuntamente con la constancia de recepción. Con escrito de fecha 05 de noviembre del año 2003, Banco Standard Chartered manifestó que si bien ha recibido el cheque indicado, también lo es que no contaba con fondos por lo que no pudieron hacer efectivo el cobro del indicado título valor. Mediante Resolución Nº 2778-2003/CCO-ODI-TRU, la Comisión de Procedimientos Concursales declara infundada la reducción de créditos interpuesta por Sinergia respecto a la acreencia que mantiene el Banco Standard Chartered con la empresa insolvente Grifo La Merced S.A. El 30 de enero del 2004, la entidad liquidadora interpuso recurso de reconsideración contra la Resolución Nº 2778-2003/CCO-ODI-TRU, dejándose constancia en mesa de partes de la Comisión de la ausencia del comprobante de pago por tasa administrativa, otorgándosele el plazo de dos días hábiles para que subsanara la omisión; sin embargo, Sinergia no adjuntó el comprobante de su propósito Con fecha 04 de febrero del 2004, el Banco Standard Chartered informó a la Comisión haber recibido de la entidad liquidadora como pago a su favor, la suma ascendente a US$ 110 000.00. En este orden de ideas, mediante Resolución Nº 0517-2004/CCO-ODILAL, declaró inadmisible el recurso de reconsideración interpuesto por Sinergia de conformidad con el Texto Único de Procedimientos Administrativos del INDECOPI y la Ley General del Sistema Concursal; asimismo, declara que los créditos reconocidos a favor del Banco Standard Chartered frente a Grifo La Merced S.A. en Liquidación se reducen en US$ 110 000.00. Habiéndose adecuado el procedimiento instaurado a la Ley General del Sistema Concursal por derogación de la Ley de Reestructuración Patrimonial, la Comisión de Procedimientos Concursales de la Oficina Descentralizada del INDECOPI ubicada en la Universidad Privada Antenor Orrego, mediante Resolución Nº 0851-2004/CCO-ODI-LAL resolvió: Asumir 214 la conducción del procedimiento de disolución y liquidación del patrimonio de Grifo La Merced S.A. en Liquidación, encomendando a la Secretará Técnica de la Comisión que designe el lugar, día y hora en que debe llevarse a cabo la sesión de Junta de Acreedores de la empresa deudora a efectos de que se pronuncien sobre la designación del liquidador y la aprobación del respectivo Convenio de Liquidación. La Secretaria Técnica de la Comisión, Lucy Díaz Plasencia informa a los acreedores mediante Carta Múltiple Nº 095-2005/CCO-INDECOPI-TRU que de conformidad a lo señalado en el artículo 97.1 de la Ley General del Sistema Concursal, comunica que la Junta de Acreedores se llevará a cabo el día lunes 28 de marzo del 2005 a las 10:00 horas, en única convocatoria en las oficinas de la Comisión ubicadas en la Avenida América Sur Nº 3145Universidad Privada Antenor Orrego de Trujillo a fin de tratar la agenda: designación del liquidador y la aprobación del respectivo Convenio de Liquidación. El procedimiento se adecuó a la Ley General del Sistema Concursal, correspondiéndole la tramitación de Procedimiento Concursal Ordinario de Disolución y Liquidación, prosiguiéndose con el trámite conforme a su estado. 3. Apreciaciones Finales. 3.1.- Respecto a las actuaciones de los intervinientes y aspectos de fondo suscitados en el procedimiento. La empresa Grifo La Merced S.A. a través de su representante legal Pedro Kuroda Mendieta, en virtud al legítimo derecho que le 215 facultaba ejercer la Ley de Reestructuración Patrimonial, solicitó ante la Comisión del INDECOPI, acogerse al procedimiento transitorio de Reestructuración Patrimonial. Anexó a su solicitud el convenio de saneamiento respectivo y enumera a sus acreedores a efectos de que se apersonen al procedimiento instaurado. El procedimiento es iniciado con algunas deficiencias. Existieron una serie de errores de la Fedataria Karla Bocanegra Vásquez, los mismos que crearon dudas acerca de la imparcialidad del mencionado procedimiento. Por ejemplo el hecho de considerar como acreedor miembro de la Junta a Fast Food Cherry’s S.C.R.L., cuando inclusive la empresa deudora había reconocido que estaban vinculados familiarmente. Aquella situación debió merecer la nulidad de la publicación por haber contravenido la Ley de Reestructuración Patrimonial y ordenarse nueva convocatoria con arreglo a ley. Era un defecto estructural y no subsanable. Es por ello que el Banco Standard Chartered por intermedio de su representante Dora Aragonés, solicitó la nulidad del procedimiento y nulidad del contrato de transferencia, señalando entre uno de sus fundamentos de hecho, que la empresa deudora había acudido a este mecanismo legal a efectos de frustrar el remate de los bienes que había otorgado en garantía hipotecaria producto del contrato de mutuo celebrado. El Banco actúo de forma apresurada, cuestionando aspectos formales sin aportar prueba alguna; por lo que de conformidad con la regla del onus probandi, la Comisión declaró infundado el pedido de nulidad de inicio de procedimiento. El Banco Standard Chartered no debió solicitar la nulidad de transferencia, debido a que toda petición administrativa, debe contar- prima facie- con los requisitos formales para su admisibilidad que la ley dispone. En tal sentido, si bien, la empresa deudora había señalado que el Banco constituye uno de sus acreedores, también lo es que la situación jurídica de acreedor no 216 opera ipso facto, sino que tiene que existir el acto administrativo emitido por la autoridad competente que así lo declare o reconozca. Al haberse el Banco apersonado antes de ser reconocido acreedor de la empresa deudora, su solicitud de nulidad de transferencia devenía en improcedente al no haber acreditado su legitimidad para obrar. El reconocimiento de créditos por parte de la Comisión de Kauro Kato y Fast Food Cherry’s S.C.R.L. por unos montos exorbitantes derivados de títulos valores, generó que el Banco antes referido impugne los créditos reconocidos. En este sentido, surgen dos situaciones jurídicas: a) La Comisión tenía facultades para auscultar la causa u origen de la relación cambiaria o, b) debió primar la naturaleza jurídica de todo título valor en cuanto a que la literalidad y abstracción es inmanente a todo título valor. La Comisión resolvió la controversia en mérito a un precedente administrativo que le facultaba auscultar el origen de los créditos inclusive los procedente de títulos valores cuando se presuma la existencia de simulación. Debe tenerse en cuenta que el reconocimiento ya se había producido; sin embargo, la misma Comisión deja sin efecto las constancias de verificación de créditos ya reconocidas. El cuestionamiento inicial estriba en la incompatibilidad de la facultad del INDECOPI de auscultar la relación causal con los principios que rigen la teoría general en derecho cambiario. Por otro lado, conforme al estatus quo establecido en el precedente, no se podrían determinar los límites materiales que tiene la Comisión para ejercitar tal facultad, lo que devendría en arbitrariedad por cuanto sólo la Comisión podría determinar qué créditos entran o no a la masa concursal, restando facultades a las autoridades jurisdiccionales. 217 La Comisión resolvió de manera muy formalista sin apartarse del precedente administrativo contenido en la resolución número 07997/TDC emitida por el Tribunal de Defensa de la Competencia del INDECOPI, presumiendo que existió connivencia entre los titulares de los créditos reconocidos. De hecho, que aquellos títulos valores dejarían de tener mérito cambiario en sede judicial, aunque jurídicamente los tengan, debido a que “la falsedad del título no otorga acción cambiaria”. La situación jurídica de reconocimiento de créditos definitivamente es un derecho de los acreedores que les permite irrogarse de los derechos y deberes conferidos por la ley de la materia. No se trata de propiciar que el procedimiento concursal sea un medio alternativo de evasión de obligaciones; por el contrario, que sea un medio eficaz para el cual fue diseñado, pero sin que existan contradicciones entre leyes especiales. El reconocimiento de créditos derivados de títulos valores, deben ser reconocidos presumiendo la buena fe de todo tipo de relación contractual; sin embargo, si existen razones suficientes invocadas por la parte legitimada acerca de su legitimidad, debería la Comisión remitir el informe de su propósito a efectos de que la autoridad competente se pronuncie en el más breve término; pero si la Comisión estimare que existen indicios suficientes y realiza de oficio antes del reconocimiento de créditos, la investigación acerca de la legitimidad del título valor, entonces debería formarse un incidente a fin de que el órgano competente se pronuncie en el más breve término, presumiendo válida la intervención del acreedor mientras no se pruebe lo contrario. El reconocimiento de créditos de dicha naturaleza se sujetaría a la decisión definitiva del órgano respectivo, sin perjuicio de las responsabilidades civiles o penales que se deriven, de ser éste el caso. En el caso sub análisis, definitivamente, el comportamiento de los acreedores de la empresa deudora resulta de vital trascendencia. 218 No obstante, jamás buscaron someter a reestructuración a la empresa sino que inmediatamente decidieron su disolución y liquidación. A las convocatorias de Junta sólo asistían los acreedores con mayor número de porcentaje crediticio, lo cual permitió que decidieran la no viabilidad de la empresa deudora. La Empresa liquidadora Sinergia Empresarial Corporativa S.A.C. Asesores, actúo dentro de sus facultades encontrando serios obstáculos en la realización de los activos de la empresa deudora. La adecuación del procedimiento de disolución y liquidación a la Ley General del Sistema Concursal, se realizó en mérito a la teoría de los hechos cumplidos, permitiendo el dinamismo en el procedimiento; aunque actualmente el acceso a la información se ha tornado burocrático y reservado a las personas legitimadas y debidamente apersonadas. 219 220 3. RESULTADOS. 221 CUADRO Nº 01: DECLARACIÓN DE INSOLVENCIA A SOLICITUD DE LA PROPIA EMPRESA. Requisitos: * Patrimonio social reducido en dos terceras partes. Verificación de requisitos Se declara la insolvencia Convocatoria a Junta de Acreedores 15 días 222 FUENTE: LOS INVESTIGADORES BASADOS EN LA LEY DE REESTRUCTURACION PATRIMONIAL. DECRETO LEGISLATIVO Nº 845. 223 CUADRO Nº 02: FLUJOGRAMA DEL PROCEDIMIENTO CONCURSAL ORDINARIO (A SOLICITUD DE DEUDOR). Verificación de Est. Patrimonial Declaración del concurso Propuesta del Destino Difusión del proceso Art.37º Art.25.6 º Procedimiento de Reconocimiento Art. 26.2º Art.36º Junta de Acreedores Solicitud de Deudor (i) + 1/3 Obligaciones Vencidas e impagas. Art.43º Art. 99º Quiebra (ii) Pérdidas Mayores al 1/3 del Capital Social Art. Conclusión 24.1º del proceso Solicitud del Reconocimiento Extinción del Patrimonio Pago total de obligacione s Destino del Deudor Liquidación Art. 74º Reestructuración 224 Art. 60º Art. 50.4º CUADRO Nº 03: DECLARACIÓN DE INSOLVENCIA SOLICITADA POR EL ACREEDOR. Requisitos Acredita a satisfacción del acreedor Créditos superiores a 50 UIT vencidos y exigibles por más de 30 días calendarios. Cuando el deudor no cumple con señalar bien libre de conformidad gravamen con de lo dispuesto por el artículo 703 Cancelando Ofreciendo Formula oferta que el acreedor no acepta pero acredita que no cancelar satisfacción del acreedor, ofreciendo otorgar garantía para dichos efectos. es insolvente. a FIN DEL PROCEDIMIENTO - No acredita capacidad de pago SE DECLARA (convocatoria del Código Procesal Civil Acreedores) FUENTE: LOS INVESTIGADORES BASADOS EN LA LEY DE REESTRUCTURACION PATRIMONIAL. DECRETO LEGISLATIVO Nº 845. LA LEY GENERAL DEL SISTEMA CONCURSAL. 225 INSOLVENTE a Junta de CUADRO Nº 04: FLUJOGRAMA DEL PROCEDIMIENTO CONCURSAL ORDINARIO A SOLICITUD DE ACREEDOR. 20 días Emplazamiento al Deudor Conclusión del Proceso Pagando Apersonamiento al Proceso Art.27º Ofreciendo Pagar Paga No paga Art.26º Oponiéndose Verificación de Créditos Declaración de concurso Allanándose Solicitud de Acreedor (Créditos Superiores Art.32º Difusión del Proceso A 50 UIT) Art. 26º Art. 99º Art.37º Solicitud de Reconocimiento Art.36º Procedimiento de Reconocimiento Quiebra Conclusión del proceso Extinción del Patrimonio Pago total de obligacione Liquidación Art. 74º Destino del Deudor 226 Reestructuración Junta de Acreedores Art. 50.4º Art. 60º Art.43º CUADRO Nº 05: EL RECONOCIMIENTO DE CREDITOS EN EL PROCEDIMIENTO CONCURSAL ORDINARIO. Rechazo 10 días Apersonamiento de los Acreedores Posición del Deudor Art. 38.1° Silencio Art. 36.2° Aceptació n Art. 37° 10 días Emplazamiento al Deudor 10 días Pronunciamiento de la comisión Art. 38.2° 5 días Aviso detallado de Resoluciones 1. Laborales 2. Alimentos Oposición 5 días 3. Garantizados Orden de preferencia en el pago Art. 42| 4. Tributarios 227 5. Comerciales CUADRO Nº 06: INSTALACIÓN Y DESARROLLO DE LA JUNTA DE ACREEDORES. 45 días Declaración de Insolvencia Aviso de convocatoria 60 días Instalación de Juntas de Acreedores 20 días Empresas Continuación de actividades Disolución y liquidación Decisión sobre el destino Personas Naturales Reconocimient o de Crédito Informe económico financiero FUENTE: LOS INVESTIGADORES BASADOS EN LA LEY DE REESTRUCTURACION PATRIMONIAL. DECRETO 228 LEGISLATIVO Nº 845. Acogerse el régimen de empresas: Continuación de actividades Liquidación Concurso de Acreedores CUADRO Nº 07: JUNTA DE ACREEDORES. Art. 43.1° Art. 43° Art. 32° 1º Junta Convocatoria Inicio del concurso Demás Juntas Art. 50° Instalación Atribuciones Art. 51º Mayorías requeridas para la instalación Art. 50.1º Decisión del Destino 1º Convocatoria: 66.6% de Créd. Reconocidos Elección de autoridades Aprobación del Reg. 2º Convocatoria: presencia de acreedores reconocidos Aprobación del Plan Nombrar el Comité 1º: 66.6% Cred. Existent. Mayorías requeridas para la adquisición de acuerdos Art. 53º 2º: 66.6% Cred. Asistent. Acuerdos de importancia 229 1º: 50% Cred. Existent. Demás acuerdos Deudor o responsable Art. 57.1° Presidente de Junta CUADRO Nº 08: DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN. Conclusión del proceso 6 meses Cumplimiento Liquidación de Negocio en Marcha Incumplimiento Art. 74.2ª° Junta de Acreedores o cambio de Destino Elección de Entidad Liquidadora 30 días Aprobación del convenio Art. 77ª° Art. 74.3ª° 5 días Art. 67° Publicación del convenio Inscripción del Convenio Art. 78ª° Art. 78ª° Entrega de Bienes y Documentos Art. 80ª° 10 días Pago de Créditos Reconocidos Art. 88ª° Venta y Adjudicación de Activos 230 Cronograma de acción Art. 84ª CUADRO Nº 09: DESARROLLO DEL PROCESO DE DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN. Pagados todos los créditos concluye el proceso. Liquidación de activos y pago de Acuerdo de disolución y liquidación 25 días Convenio de créditos hasta donde fuera posible Liquidación (Aprobado y firmado por acreedores, deudor y liquidador) Declaración del Estado de liquidación de insolvente por la Comisión Si luego de agotado el activo quedan créditos pendientes de pago el liquidador deberá solicitar la declaración judicial de quiebra. 10 días Nombramien to de la entidad liquidadora FUENTE: LOS INVESTIGADORES BASADOS EN LA LEY DE REESTRUCTURACION PATRIMONIAL. DECRETO LEGISLATIVO Nº 845. 231 CUADRO Nº 10: PRECEDENTES ADMINISTRATIVOS EN MATERIA DE CUADRO Nº RECONOCIMIENTO DE CRÉDITOS. RESOLUCIÓN Nº 079-97-TDC EXPEDIENTE Nº 035-96-CCE-CCPL RES. Nº023-96-TRI-SDC EXP. Nº107-95-CRE-CAL-008 (Publicado el 23 de agosto de 1996 RESOLUCIÓN Nº 62-97-TDC EXPEDIENTE Nº 66-CSA-16 PROCEDENCIA: COMISIÓN DE CALIFICACIÓN EMPRESARIAL DEL COLEGIO DE CONTADORES PUBLICOS DE LIMA (LA COMISIÓN DE CALIFICACIÓN EMPRESARIAL) SOLICITANTE: DE OFICIO ACREEDOR: TRANSUR S.A. (TRANSUR) DEUDOR: COMPAÑÍA INDUSTRIAL OLEAGINOSA S.A. (CINOLSA) MATERIA: EXISTENCIA DE LOS CREDITOSLEGITIMIDAD DE LOS CREDITOS. ACREEDOR: BANCO CONTINENTAL DEUDOR: EDUARDO MARISCA AGENCIA DE ADUANA S.A. MATERIA: RECONOCIMIENTO DE CRÉDITOS. CRÉDITOS INCORPORADOS EN LETRAS ENDOSADAS EN DESCUENTO. PROCEDENCIA: COMISIÓN DE SALIDA DEL MERCADO ACREEDOR : LABORATORIOS MAGMA S.A. (MAGMA) DENUNCIADO : DISTRIBUIDORA KOSMOS S.A. (KOSMOS) MATERIA : RECONOCIMIENTO DE CREDITOS CONTROVERSIA JUDICIAL “Para efectos de la verificación a cargo de la autoridad administrativa, los acreedores podrán presentar la documentación que sustente los créditos invocados que consideren pertinente. Sin embargo, cuando a criterio de la mencionada autoridad la documentación presentada no resulte suficiente, o cuando existan elementos que le hagan presumir una posible simulación de obligadones, o cuando se detecte la posible existencia de vinculación entre la deudora y su acreedor, se debe verificar, necesariamente, el origen del crédito, investigando su existencia por todos los medios. Cuando el crédito invocado está incorporado en una letra de cambio o cualquier otro título valor, resulta apropiado reconocer el crédito en mérito a la literalidad del título, en aplicación de los principios de simplicidad, celeridad y economia de los procedimientos administrativos. Pero, al igual que el criterio general, si la autoridad administrativa presume la posible existencia de una vinculación entre las partes o tiene elementos de juicio que le haga suponer una simulacion del crédito, debe necesariamente investigar la relación causal, es decir, el origen del crédito, para determinar su legitimidad. En este caso, el reconocimiento de la obligación por parte de la empresa deudora no eximirá a la autoridad administrativa de su deber de verificación. Tratándose de un acreedor endosatario, éste no requiere acreditar la existencia de un vínculo con la insolvente; lo que debe verificarse en este caso es que la operación que originó el título valor existió realmente y que el solicitante del reconocimiento recibió por endoso el titulo en forma legítima”. “Como ya se ha señalado, el presente no es un procedimiento de pago sino uno de reconocimiento de créditos se encuentren éstos vencidos o no, y tal como prescribe el artículo 10º de la Ley de Títulos Valores los giradores y endosantes de letras de cambio se encuentran obligados solidariamente al pago de las mismas, por lo que el precepto legal invocado por la apelada no resulta aplicable al caso de autos, procediendo por el contrario el reconocimiento de los créditos invocados incorporados en las quince letras de cambio no vencidas en las que la insolvente cumple el doble rol de giradora y endosante en propiedad, ascendentes a S/.409 632,23 por concepto de capital, a los que corresponde el quinto orden de preferencia”. 232 Atendiendo a que en los procedimientos de reconocimientos de créditos, la autoridad administrativa se pronuncia sobre la existencia, origen, legitimidad y cuantía de los créditos invocados, no procederá el pedido si alguno de los elementos antes señalados se encuentra cuestionado ante la autoridad jurisdiccional. Corresponde destacar que en los procesos ejecutivos, salvo que se formule oposición, no existe controversia, por lo que en consecuencia procede que la autoridad administrativa se pronuncie sobre ello, verificando su existencia, origen}n, legitimidad y cuantía. Corresponde destacar que MAGMA ha presentado nueva documentación, con la que ha acreditado que los créditos cuyo reconocimiento solicita para efectos concursales, no se encuentran controvertidos en el poder Judicial. FUENTE: INDECOPI 233 CUADRO Nº 11: PRECEDENTES ADMINISTRATIVOS EN MATERIA DE RECONOCIMIENTO DE CRÉDITOS. RESOLUCION N°268-97-TDC EXPEDIENTE N°060-96-CSA-17 RESOLUCION N° 0351-2000/TDC INDECOPI EXPEDIENTE Nª 279-1998-012/CSM-ODI-CAL PROCEDENCIA: COMISIÓN DE SALIDA DEL MERCADO (LA COMISIÓN) ACREEDOR: BANCO DE CRÉDITO DEL PERÚ (EL BANCO) DEUDOR : DROGUERIA LID’AR S.A. (DROGUERIA LID’AR) MATERIA: DERECHO CONCURSAL RECONOCIMIENTO DE CRÉDITOS TITULOS VALORES CONTROVERSIA JUDICIAL PROCEDENCIA: COMISIÓN DE REESTRUCTURACIÓN PATRIMONIAL DE LA OFICINA DESCENTRALIZA-DA DEL INDECOPI EN LA CÁMARA DE COMERCIO DE LIMA (LA COMISIÓN) ACREEDOR: ROXANA MILAGROS WOOLCOTT PERALES (LA SEÑORA WOOLCOTT) DEUDOR: COMPAÑÍA DE SERVICIOS TURÍSTICOS CESAR'S S.A. (CESAR'S) MATERIA: RECONOCIMIENTO DE CRÉDITOS COSA JUZGADA FRAUDULENTA CRÉDITOS GARANTIZADOS EXISTENCIA DE LOS CRÉDITOS ORIGEN DE LOS CRÉDITOS VINCULACIÓN ECONÓMICA FACULTADES DE INVESTIGACIÓN. “Se revoca la Resolución Nº001-96-CSAINDECOPI/EXP-060-l7, por la cual la Comisión de Salida del Mercado declaré improcedente la solicitud presentada por el Banco de Crédito del Perú para el reconocimiento de los créditos que mantiene frente a Drogueria Lid'ar S.A., los que se reconocen en USS 71 150,00 por concepto de capital, más los intereses cuya cuantía deberá determinar la Comisión”. “Se deduce que el objeto de dicho pronunciamienlo judicial no ha sido otro que el de conseguir por la vía judicial el reconocimiento del crédito denegado en la vía administrativa, lo cual sería legítimo por la vía de la acción contencioso administrativa, donde si se tomarian en cuenta los derechos de los demás acreedores, mas no por la via de la ejecucion de garantía hipotecaria que los deja en indefensión. Sin embargo, con el objeto de evitar que los eventuales derechos de la solicitante pudieran verse perjudicados durante el desarrollo del procedimiento judicial de cosa juzgada, se dispone que, provisionalmente, el crédito quede registrado como contingente una vez que se interponga la demanda judicial correspondiente (nulidad de cosa juzgada)”. FUENTE: INDECOPI 234 RESOLUCION Nº 0566-2000/TDC-INDECOPI EXPEDIENTE Nº 014-1999-03-03/CSM-ODICCPL PROCEDENCIA : COMISION DE REESTRUCTURACION PATRIMONIAL DE LA OFICINA DESCENTRALIZADA DEL INDECOPI EN EL COLEGIO DE CONTADORES PUBLICOS DE LIMA (LA COMISION) ACREEDOR: MAMMOET OVERSEAS INC. (MAMMOET) DEUDOR: DANIEL SOTO GASTANETA (SENOR SOTO) MATERIA : DERECHO CONCURSAL RECONOCIMIENTO DE CREDITOS CREDITOS INCORPORADOS EN TITULOS VALORES. “Se aprueban como precedentes de observancia obligatoria los siguientes criterios contenidos en la parte considerativa de la presente resolucion: i) la suspensión de la exigibilidad de las obligaciones del obligado principal de una letra de cambio, por encontrarse sujeto a un proceso concursal, no exime al tenedor de protestar dicho titulo valor a su vencimiento; y, ii) la obligacion que nace del titulo valor perjudicado por negligencia del acreedor es inexigible hasta que se produzca su reconocimiento judicial, con lo cual, si bien es pasible de ser reconocida como crédito en sede concursal, no devenga intereses moratorios” CUADRO Nº 12: PRECEDENTES ADMINISTRATIVOS EN MATERIA DE RECONOCIMIENTO DE CRÉDITOS. Resolución: 237-1997/TDC-Indecopi Expediente: 037-96/CCE- CCPL/01-RC Fecha: 29.09.97 Resolución: 0020-2000/TDC- INDECOPI Expediente: 538-1999-003/CSM-ODICAMARA Fecha: 19.01.2000 Resolución: 0345-1998/TDC-Indecopi Expediente: 161-1998/CSM- ODI-CCPL Fecha: 16.12.98 RECONOCIMIENTO DE CRÉDITOS VERIFICACIÓN DE LOS CRÉDITOS INVOCADOS DEUDOR : JAIME SANTIAGO CAMPOS ROMANI ACREEDOR: EDUARDO PABLO LOO MOLLEDA RECONOCIMIENTO DE CRÉDITOS VERIFICACIÓN DE LOS CRÉDITOS INVOCADOS DEUDOR : SAPSORSA S.A.C. ACREEDOR: POUSAN CORPORATIONS. A. RECONOCIMIENTO DE CRÉDITOS OPORTUNIDAD PARA SOLICITAR Y RECONOCER CRÉDITOS DEUDOR : PERÚ FILLERS S.A. (PERÚ FILLERS) ACREEDOR: LUIS D. URBINA S.A. (URBINA) “El procedimiento de reconocimiento de crédito está orientado a determinar el origen, la legitimidad y la cuantía de los créditos invocados, para lo cual la comisión debe llevar a cabo una investigación por todos los medios que estime conveniente sobre los créditos invocados. La investigación reviste singular importancia, debido a que la incorporación de crédito a la masa concursal producirá efectos no sólo frente al deudor, sino frente a todos los demás acreedores. Cada crédito reconocido genera una redistribución en la participación de cada acreedor en la Junta de acreedores, así como en las posibilidades de pago de su crédito”. “En el caso de solicitudes de declaración de insolvencia a pedido de acreedores que se remiten a la Comisión en aplicación de lo establecido en el artículo 703 del Codigo Procesal Civil, al igual que en aquellos casos en donde las solicitudes son interpuestas directamente ante la autoridad concursal, ésta debe verificar el origen existencia, legitimidad y cuantía de los créditos invocados(3) y luego de efectuado ello, emplaza al deudor para que éste acredite capacidad de pago respecto de los créditos verificados por la Comisión. Una vez declarada la insolvencia de un deudor, sus acreedores tienen la posibilidad de solicitar el reconocimiento de sus acreencias presentando ante la Comisión los títulos que acrediten la existencia, origen, titularidad y cuantía de los créditos devengados, se encuentren o no vencidos”. “Tal como se ha señalado, la aplicacion de la Ley de Reestructuracion Patrimonial enfrenta el riesgo de que se desvirtuen los fines de sus normas y los mecanismos de proteccion del patrimonio se utilicen indebidamente, para evadir o diferir el pago de obligaciones. Por ello, las normas han provisto a los organos administrativos encargados de la tramitación de dichos procedimientos de facultades suficientes para hacer las investigaciones que resulten necesarias para verificar la real existencia del estado de insolvencia de una empresa, así como los créditos invocados frente a ella. En estos casos, la Comision no solo actua en atencion a los legitimos intereses del solicitante (ya sea éste la empresa deudora o un acreedor), sino de todos los demás posibles acreedores de la empresa, que podrían verse perjudicados por la simulacion de un estado de insolvencia”. FUENTE: INDECOPI 235 CUADRO Nº 13: PRECEDENTES ADMINISTRATIVOS EN MATERIA DE RECONOCIMIENTO DE CRÉDITOS. Resolución: 043-1999/TDC-Indecopi Expediente: 293-97-CSA-08 Fecha: 23.04.99 RECONOCIMIENTO DE CRÉDITOS ORIGEN, LEGITIMIDAD Y CUANTÍA DE LOS CRÉDITOS INVOCADOS DEUDOR : SOCIEDAD INDUSTRIAL TEXTIL S.A. ACREEDOR: COMPAÑÍA INMOBILIARIA BRITTO S.A. “El artículo 236º de la Ley de Reestructuracion Patrimonial dispone que la comisión cuenta con facultades para veriticar por todos los medios, el origen Legitimidad y cuantia de los créditos invocados. En ese sentido, la acreditación del origen, legitimidad y cuantía de los créditos invocados, es requisito indispensable para que un crédito sea incorporado a la junta de acreedores otorgando al acreedor correspondiente facultad decisoria”. Resolución: 0139-1998/TDC-Indecopi Expediente: 105-1997/CSA-06 Fecha: 22/05/1998 RECONOCIMIENTO DE CRÉDITOS DOCUMENTACIÓN SUSTENTATORIA DE LOS CRÉDITOS DEUDOR : CORPORACIÓN ARGENTUM S.A. ACREEDOR: FINANCIERA REGIONAL DEL SUR S.A. “La comisión cuenta con facultades para reconocer créditos que se sustenten en resoluciones judiciales, aún cuando estas hubieren sido impugnadas, siempre que su cuantía se desprenda del tenor de las mismas. Asimismo, la Comisión sólo podrá suspender el reconocimiento por mandato expreso del Poder Judicial o en caso que exista una sentencia que señale la nulidad o ineficacia de la obligación”. FUENTE: INDECOPI 236 CUADRO Nº 14: DIFERENCIAS ENTRE LOS PRINCIPIOS QUE SUSTENTAN LOS TITULOS VALORES SEDE JUDICIAL Y CONCURSAL PROCEDIMIENTO CONCURSAL Constitutivo de Derechos TÍTULO Dispositivo de Derechos VALOR PRINCIPIOS INDECOPI ACREEDOR Literalidad. Incorporación. Abstracción. Buena Fe. Formalidad. Autonomía Legitimación. (CRÉDITOS) TITULOS VALORES PODER JUDICIAL Literalidad. Incorporación. Abstracción. Buena fe. Honestidad RECONOCE O NO RECONOCE DEUDA FASE RECONOCIMIENTO DE CRÉDITOS - ORIGEN. - EXISTENCIA INDECOPI - CUANTÍA - LEGITIMIDAD INVESTIGA VIA PROCEDIMENTAL DEUDOR Conocimiento. Abreviado. Sumarísimo. Ejecutivo. RECONOCIMIENTO DE CREDITO NO RECONOCIMIENTO DE CREDITO INDECOPI NO INVESTIGA JUEZ Origen, existencia causa de emisión. MANDATO o su Resolución - EMITE VEC, VERIFICACIÓN PREVIA A Solicitud de Acreedor EJECUTIVO ORDENA PAGO FACULTAD INVESTIGADORA SENTENCIA Ex-Post verifica procedencia de emisión del VEC (Facultad Jurisdiccional) Supuestos: Incumplimiento cláusulas VEC o Impugnación de Crédito INDECOPI : Investiga relación causal FUENTE: LOS INVESTIGADORES. 237 CUADRO Nº 15: EL VALOR DE LA EMPRESA EN CONCURSO. 238 FUENTE: CONASEV. 239 4. DISCUSION DE RESULTADOS. En los cuadros números uno y dos se pueden apreciar el inicio del procedimiento concursal ordinario a solicitud del deudor. En tal sentido debe precisarse que en la derogada Ley de Reestructuración Patrimonial , cualquier persona natural o jurídica, o sociedad irregular, podía solicitar su declaración de “insolvencia”, siempre que acredite encontrarse en , cuando menos alguno de los siguientes supuestos: a) Que más de las 2/3 partes del total de sus obligaciones se encuentren vencidas e impagas en más de 30 días; o, que el importe de las pérdidas acumuladas, deducidas las reservas sean mayor que las 2/3 partes de su capital social pagado; mientras, en la Ley General del Sistema Concursal cualquier deudor puede solicitar el inicio del procedimiento, bastando que más de 1/3 de su obligaciones se encuentren vencidas e impagas en más de 30 días o que el importe de las pérdidas acumulada deducidas las reservas sea mayor a 1/3 del capital social pagado. La Ley Nº 27809, Ley General del Sistema Concursal acota además que si el deudor tiene pérdidas acumuladas, deducidas las reservas, superiores a su capital social pagado declarará de oficio la disolución y liquidación del deudor. La Ley Procesal de Quiebras (Nº 7566) privilegiaba la liquidación del patrimonio deudor para pagar sus deudas hasta donde alcance el producto de las ventas de sus bienes, bajo la Ley de Reestructuración Empresarial, Decreto Ley Nº 26116 del 24 de diciembre de 1992, se privilegió la posibilidad de reflotamiento de las empresas viables. En cuanto a procedimiento concursal, el Decreto Ley Nº 26116, deroga la Ley Procesal de Quiebras modificando sustancialmente la forma de realizar el proceso concursal, estableciendo un nuevo proceso de orden administrativo bajo la responsabilidad del INDECOPI. La Ley de Reestructuración Empresarial se ocupa de la insolvencia considerándola como “el estado económico-financiero en virtud del cual una persona natural o jurídica, independientemente de su actividad, ha sufrido la pérdida de las dos terceras partes de su patrimonio o se encuentra impedida de 240 afrontar temporal o definitivamente el pago de sus obligaciones, dejando para un segundo término la quiebra” (Montoya: 2004; 450). Entre los aspectos relevantes de la Ley de Reestructuración Empresarial se señalan los siguientes: la “desjudicialización” de los procedimientos concursales implantados a través de la antigua Ley Procesal de Quiebras, la decisión sobre el destino de al empresa en manos de la decisión mayoritaria de los acreedores, el análisis consciente de la posibilidad de reestructurar económicamente a las empresas viables y en defecto de dicha viabilidad, la liquidación ordenada del patrimonio insolvente en un procedimiento extrajudicial. Posteriormente, el Decreto Ley Nº 845 denominada la Ley de Reestructuración Patrimonial, de fecha 21 de Octubre de 1996, sustituye al Decreto Ley Nº 26116.Este dispositivo no reguló la quiebra sino a la forma de liquidar una empresa y se centró en la proyección de la empresa para que pueda reestablecerse en el mercado y posesionarse en situaciones favorables. La finalidad es que la empresa acuerde con sus acreedores las facilidades para cumplir con sus obligaciones, considerando la viabilidad de la empresa, basado en la aprobación de un Plan de Reestructuración dentro del denominado procedimiento preventivo, el cual está destinado a prevenir la problemática de la crisis patrimonial de un deudor; de no ser factible dicho Plan se contempla la liquidación o la quiebra de la empresa. La aplicación de esta ley permitió que se flexibilizaran los mecanismo de reestructuración, y por otro lado incorpora normas reguladoras sobre órganos de competencia exclusiva y de los efectos de interposición de acciones de garantía en materia de reestructuración disponiendo que no se admitirá a trámite acción judicial alguna que limite, restrinja o impida el acceso a los procedimientos regulados por la ley de Reestructuración Patrimonial y sus normas complementarias. No obstante lo anterior, la demanda y complejidad de los casos presentados ante INDECOPI hicieron necesaria una nueva modificación a la norma concursal. Ello se tradujo en la promulgación de la Ley de Fortalecimiento del Sistema de Reestructuración Patrimonial, Ley Nº 27146, la 241 cual “adicionalmente intentó reforzar las facultades de autoridad concursal fiscalización de la e impulsar la utilización de los procedimientos preventivos.” (Beaumont: 2002; 21). Una última etapa corresponde a la Ley General del Sistema Concursal Nº 27809 del 08 de agosto del 2002, en la cual la protección del crédito constituye en aspecto sustancial del sistema concursal. Esta protección da lugar a un sistema de cobro, sustituyendo los esquemas de los años noventa destinados a proteger a la empresa; se restringe el acceso al procedimiento concursal preventivo a aquellos deudores cuya crisis económica tienen una mayor magnitud. Es así que para esta Ley el sistema concursal tiene por finalidad proteger el crédito, permitir que las empresas viables puedan recuperarse y seguir funcionando; y las que no disolverse y liquidarse. Luego, en los cuadros números tres y cuatro se esquematiza el inicio del procedimiento concursal ordinario a solicitud de los acreedores. La Ley de Reestructuración Patrimonial prescribía que estaban facultados a solicitar la declaración de insolvencia de una persona natural o jurídica, aún cuando ésta se encuentre en proceso de disolución y liquidación, uno o varios acreedores que fueran titulares de créditos que superasen las 50 UIT y se encuentren impagos en más de 30 días. La Ley General del Sistema Concursal tiene una redacción similar agregando el término créditos exigibles e incluyendo además la improcedencia del inicio del procedimiento concursal cuando el acreedor cuenta con garantías del propio deudor o de terceros o cuando el deudor se encuentre en proceso de disolución y liquidación. Asimismo, la Ley General del Sistema Concursal amplia las posibilidades del deudor al ser emplazado al procedimiento concursal, siendo dichas posibilidades: el pago de la deuda, el ofrecimiento de pago, la oposición y el allanamiento; las dos primeras opciones procedimiento concursal acarrearían la conclusión del siempre que el obligado cumpliese con el ofrecimiento de pago, y las dos últimas generarían la declaración del concurso de ser éste el caso. Cabe precisar que la Ley General del Sistema Concursal faculta al deudor a deducir la compensación al momento de formular su 242 oposición a diferencia de la derogada Ley de Reestructuración Patrimonial que no contemplaba dicha institución jurídica. Si la solicitud del deudor tiene por objeto llevar a cabo una reestructuración patrimonial, el deudor deberá acreditar, mediante un informe suscrito por su representante legal y por contador público colegiado, que sus pérdidas acumuladas, deducidas las reservas, no superan al total de su capital social pagado. El deudor también especificará los mecanismos y requerimientos necesarios para hacer viable su reflotamiento, y presentará una proyección preliminar de sus resultados y flujo de caja por un período de dos (2) años. Si el importe de sus pérdidas es mayor al capital social pagado deducidas las reservas sólo podrá solicitar su disolución y liquidación. En caso pretenda demostrar la viabilidad económica de sus actividades, presentará los medios idóneos para solventar las obligaciones adeudadas; debiendo incluir dentro de la documentación la información acerca de las fuentes de financiamiento a que ha accedido el deudor durante los dos últimos ejercicios, así como sobre la forma en que se ha acordado el retorno de dicho financiamiento y el tiempo que se ha destinado para ello: una relación detallada de sus obligaciones de toda naturaleza, precisando la identidad y domicilio de cada acreedor, la relación detallada de sus bienes muebles e inmuebles y de sus cargas y gravámenes, así como los titulares y montos de los mismos; la relación detallada de sus créditos por cobrar, indicando sus posibilidades de recuperación: y la declaración jurada de la existencia o inexistencia de vinculación con cada uno de sus acreedores. Un tema importante regulado en la Ley de Sistema Concursal es el referido a la reducción de la asimetría informativa, en efecto en la mayoría de los procedimientos concursales los acreedores concurren con escasa o nula información acerca de la situación societaria y financiera del deudor, lo cual genera dos efectos contraproducentes: la junta de Acreedores carece de incentivos para tomar una decisión y las decisiones que puedan tomar las Juntas de Acreedores tienen probabilidades mayores de devenir en ineficientes. Y es así que en la ley se contempla que “el deudor debe de acompañar a su solicitud un resumen ejecutivo en el que se explique las causas que motivan el inicio del procedimiento, la viabilidad económica de sus 243 actividades, de proponer su reestructuración y los medios a su alcance para solventar las obligaciones adeudadas” (Beaumont y Palma: 2002; 151-152). Cuando se solicita el inicio del procedimiento a solicitud de acreedores, estarán legitimados para actuar, acreedores impagos cuyos créditos exigibles se encuentren vencidos, no hayan sido pagados dentro de los treinta (30) días siguientes a su vencimiento y que, en conjunto, superen el equivalente a cincuenta (50) Unidades Impositivas Tributarias vigentes a la fecha de presentación, podrán solicitar el inicio del Procedimiento Concursal Ordinario de su deudor. “El desistimiento de alguno de los acreedores que presentó la solicitud, luego de emplazado del deudor, no impedirá la continuación del procedimiento” (Montoya: 2004; 458). La solicitud deberá indicar el nombre o razón, domicilio real y la actividad económica del deudor con una declaración jurada del acreedor sobre la existencia o inexistencia de vinculación con su deudor, y acompañara copia de la documentación sustentatoria de los respectivos créditos. Verificada la existencia de los créditos invocados, la Comisión requerirá al emplazado para que dentro de los veinte (20) días de notificado, se apersone al procedimiento. El emplazado podrá apersonarse al Procedimiento Concursal Ordinario optando por alguna de las siguientes alternativas: a) Pagando el íntegro de los créditos objeto del emplazamiento. Si el acreedor se niega a recibir el pago, el deudor podrá consignar el íntegro del monto emplazado, conforme a las disposiciones del Código Civil y del Código Procesal Civil, en cuyo caso la obligación quedara extinguida; b) Ofreciendo pagar el íntegro de los créditos objeto del emplazamiento. Se otorgará al acreedor el plazo de diez (10) días para dar su conformidad. El silencio constituirá una aceptación del ofrecimiento de pago; c) Oponiéndose a la existencia, titularidad, exigibilidad o cuantía de los créditos objeto del emplazamiento. El ejercicio de esta opción no enerva el derecho del emplazado a plantear subordinadamente la alternativa anterior. La Comisión se pronunciará en el mismo acto administrativo sobre ambos, previo traslado al acreedor; y d) Allanándose a la solicitud. Es la autoridad concursal la que debe verificar la viabilidad de la propuesta, previo traslado al acreedor solicitante, con el objeto de expedir 244 pronunciamiento respecto del petitorio del inicio del concurso. Es necesario que “dicha evaluación por parte de la Comisión debe descartar cualquier viso de vinculación entre el deudor y acreedor, pues ello favorecerá el uso correcto del procedimiento concursal” (Carbonell,: 2003; 114). Se declarará la situación de concurso bajo los siguientes supuestos: a) cuando el acreedor solicitante rechace el ofrecimiento de pago formulado por el emplazado; b) Cuando la oposición presentada por el deudor resulte infundada o improcedente; c) Cuando el emplazado reconoce el monto de los créditos materia del emplazamiento y se allana a la solicitud presentada; y d) Cuando el emplazado no se pronuncia sobre ninguna de las alternativas previstas en este artículo, dentro de los veinte (20) días de notificado de su emplazamiento como deudor. Beaumont y Palma consideran que respecto al primer supuesto “el legislador ha adoptado una posición extrema que podría generar situaciones de abuso del acreedor, cuando el deudor se encuentre en aptitud de garantizar o asegurar el cumplimiento de su obligación con bienes suficientes, pues bastará el rechazo del ofrecimiento del acreedor para someter al deudor a concurso “(2002; 159). La norma refiere que frente al pedido de inicio de concurso, el emplazado “puede oponer al solicitante las obligaciones que mantiene frente a ésta a efectos de facultar a la autoridad concursal a expedir fallo administrativo sobre la procedencia, de la existencia, de la cuantía, y exigibilidad de los créditos materia de emplazamiento, efectuando una compensación de créditos conforme a las reglas contenidas en nuestro ordenamiento sustantivo”. (Carbonell: 2003; 115). En la legislación italiana, “se permite incondicionalmente a sus acreedores compensar con sus deudas hacia el fallido, los créditos invocados contra él, pese a no haber vencido antes de la declaración de quiebra”. (Beaumont y Palma: 2002; 160). La legislación argentina establece que “la compensación se produce de pleno derecho por imperio de la ley, no importando que los créditos recíprocos 245 no provengan de una misma causa. La consecuencia práctica es que se extinguen las obligaciones hasta donde alcance la menor, y quien pretenda compensar debe previamente verificar su crédito. Lógicamente las deudas posteriores a la declaración de concurso no son exigibles. No es procedente la compensación por el juego armónico de la normatividad concursal sino se operó con anterioridad a la declaración de concurso, no siendo tampoco la deuda líquida y exigible antes de ese momento” (Beaumont y Palma: 2002; 160). El cuadro número cinco sintetiza la etapa de reconocimiento de créditos en el procedimiento concursal ordinario. La Ley General del Sistema Concursal dispone que la Comisión o quien haga sus veces realizará el análisis de los créditos presentados para su reconocimiento, investigando su origen, legitimidad y cuantía por todos los medios, luego de lo cual expedirá las respectivas resoluciones que deberán ser notificadas al acreedor correspondiente y al concursado. Culminada la fase de apersonamiento de los acreedores, la Secretaría Técnica notificará al deudor para que, en un plazo no mayor de diez días exprese su posición sobre las solicitudes de reconocimiento de créditos presentadas. De existir coincidencia entre lo expuesto por el deudor y acreedor, la Secretaría Técnica emitirá la resolución de reconocimiento de créditos respectiva, en un plazo no mayor de diez días de la posición asumida por el deudor respecto del crédito. La falta de pronunciamiento del deudor no impide a la Secretaría Técnica, dentro del mismo plazo, emitir las resoluciones respectivas, de considerarlo pertinente. Debiendo publicar en su local un aviso detallando, de manera resumida, el contenido de sus resoluciones, precisando el nombre del acreedor, el monto de los créditos por concepto de capital, intereses y gastos y el orden de preferencia. Dentro de los 5 días siguientes a la publicación cualquier acreedor podrá oponerse a dichas resoluciones, adjuntando la información y documentación a efectos de fundamentar su pedido. La derogada ley de Reestructuración Patrimonial prescribía que la comisión debería realizar un análisis de la existencia, origen legitimidad y cuantía de los créditos presentados para su reconocimiento. Este criterio, se vio consolidado con el precedente administrativo de observancia obligatoria N 079-97-TDC- Caso 246 TRANSUR S.A. vs CINOLSA del 24 de Marzo de 1997. A partir de ese entonces existe uniformidad de criterios en tanto y cuanto se presenten situaciones en las cuales la Comisión presuma la simulación de créditos concursales. El tema reviste importancia en nuestro estudio por cuanto aquella facultad de la autoridad concursal colisiona con algunos principios recogidos por el Derecho Cambiario que detallaremos más adelante. El reconocimiento de créditos en sentido estricto constituye “el pase previo otorgado por dicho órgano administrativo a favor del acreedor peticionante, mediante el cual ingresa al concurso y participa en él, en igualdad de condiciones respecto a los derechos de información, fiscalización, impugnación; pero haciendo uso de preferencia respecto al cobro, las mismas que fueron otorgadas antes de la substanciación del procedimiento o que surgen a consecuencia de la substanciación del mismo” (Augusto: 2002; 149). Rojas señala que “el reconocimiento de créditos determinará el monto o cuantía de los créditos con los cuales el acreedor participar en el proceso. El reconocimiento de créditos es también el título que le facultará al acreedor cualquier intervención futura en el concurso, así como un título para reclamar el pago de los créditos. (2002; 130). La Comisión o quien haga sus veces realizará el análisis de los créditos presentados para su reconocimiento, investigando su origen, legitimidad y cuantía por todos los medios, luego de lo cual expedirá las respectivas resoluciones que deberán ser notificadas al acreedor correspondiente y al concursado. Culminada la fase de apersonamiento de los acreedores, la Secretaria Técnica notificará al deudor para que, en un plazo no mayor de diez (10) días exprese su posición sobre las solicitudes de reconocimiento de créditos presentados. De existir coincidencia entre lo expuesto por el deudor y el acreedor, la Secretaría Técnica emitirá la resolución de reconocimiento de créditos respectiva, en un plazo no mayor de diez (10) días de conocida la posición asumida por el deudor respecto del crédito. La falta de pronunciamiento del deudor no impide a la Secretaría Técnica, dentro del mismo plazo, emitir las resoluciones respectivas, de considerarlo pertinente, debiendo publicar en su local un aviso detallando, de manera resumida, el 247 contenido de sus resoluciones, precisando el nombre del acreedor, el monto de los créditos por concepto de capital, intereses y gastos y el orden de preferencia. Cabe señalar que en aplicación de los principios de concentración, economía y celeridad procesales, las “secretarías técnicas podrán acumular las solicitudes de reconocimiento de créditos presentadas, atendiendo alas características de las mismas y ala naturaleza de los créditos invocados, a efectos de emitir una sola resolución” ( Calle: 2002; 116). Dentro de los cinco (5) días siguientes a la publicación cualquier acreedor podrá oponerse a dichas resoluciones, adjuntando la información y documentación a efectos de fundamentar su pedido., cuando considere que median situaciones de fraude o irregularidades destinadas a conceder al titular beneficios que no le corresponden. El reconocimiento de este derecho se justifica pues “constituyen una medida de defensa contra los créditos inexistentes, sobrevalorados o ficticios que pretendan participar en junta de acreedores, siendo que el reconocimiento de un crédito indebido afecta el peso de los votos de los demás acreedores en la junta” (Calle: 2002; 117). En los casos de créditos invocados por acreedores vinculados al deudor y en aquellos en que surja alguna controversia o duda sobre la existencia de los mismos, el reconocimiento de dichos créditos solamente podrá ser efectuado por la Comisión, la que investigará su existencia, origen, legitimidad y cuantía por todos los medios, luego de lo cual expedirá la resolución respectiva. En cuanto a los plazos para el reconocimiento de créditos, debe indicarse que la Comisión no está sujeta a los plazos previsto para el procedimiento que desarrolla la Secretaría Técnica, en la mediad en que su labor no consiste en una simple constatación de créditos, sino más que bien involucra una verificación detallada sobre los mismos. Sin perjuicio de ello, “la Comisión deberá pronunciarse necesariamente sobre los créditos invocados antes de que la junta se instale en primera convocatoria, bajo responsabilidad funcional” (Calle: 2002; 117). 248 “La relación entre Comisión y Secretaría Técnica es una particularidad de la estructura orgánica del INDECOPI. Cada área temática del INDECOPI está asignada a una Comisión que opera como la primera instancia administrativa en la materia. La operación y funcionamiento de cada Comisión viene asistida de una Secretaría Técnica que, por su naturaleza, es un órgano de apoyo a la labor resolutiva de la Comisión. La segunda instancia administrativa se encuentra asignada al Tribunal del INDECOPI” (Rojas: 2002; 136). En cuanto a la documentación sustentatoria de los créditos se tiene que: a) Los créditos que se sustenten en declaraciones o autoliquidaciones presentadas ante entidades administradoras de tributos o de fondos provisionales, suscritas por el deudor, serán reconocidos por el solo mérito de la presentación de los títulos, al igual que los créditos que se sustenten en sentencias judiciales consentidas o ejecutoriadas o laudos arbitrales, siempre que su cuantía se desprenda del tenor de los mismos o que hayan sido liquidados en ejecución de sentencia; b) Los créditos que se sustenten en títulos valores o documentos públicos será reconocidos por la Comisión por el solo mérito de la presentación de dichos documentos, suscritos por el deudor siempre que su cuantía se desprenda del tenor de los mismos, salvo que considere que requiere mayor información; c) Los créditos de origen laboral, y siempre que se haya acreditado el vínculo laboral de los trabajadores, la Comisión reconocerá los créditos invocados, en mérito a la autoliquidación presentada por el solicitante, salvo que el deudor acredite haberlos pagado o, de ser el caso, la inexistencia de los mismos. En caso haya vencido el plazo señalado obligatoriamente para la conservación de documentos, se invertirá a la carga de la prueba a favor del deudor; d) Los créditos controvertidos judicial, arbitral o administrativamente serán registrados por la Comisión como contingentes, al igual que los créditos derivados, de cartas fianza no ejecutadas y de cartas de crédito, en tanto al momento de su presentación a la Comisión no haya vencido el plazo para su honramiento. Serán registrados como contingentes siempre que se verifiquen los siguientes supuestos: que la controversia esté referida a su existencia, origen, cuantía o titularidad y que el 249 asunto controvertido solo pueda dilucidarse en el fueron judicial, arbitral o administrativo, por se de competencia exclusiva de la autoridad a su cargo. Cuando el crédito invocado está incorporado en una letra de cambio o cualquier otro título valor, resulta apropiado reconocer el crédito en mérito a la literalidad del Título, en aplicación de los principios de simplicidad, celeridad y economía de los procedimientos administrativos. Pero, al igual que el criterio general, si la autoridad administrativa presume la posible existencia de una vinculación entre las partes o tiene elementos de juicio que le haga suponer una simulación del crédito, debe necesariamente investigar la relación causal, es decir el origen del crédito, para determinar su legitimidad. En este caso el reconocimiento de la obligación por parte de la empresa deudora no eximirá a la autoridad administrativa de su deber de verificación. Tratándose de un acreedor endosatario, este no requiere acreditar la existencia de un vínculo con el insolvente; lo que debe verificarse en este caso es que la operación que originó el título valor existió realmente y que el solicitante del reconocimiento recibió por endoso el título en forma legítima. Las resoluciones de reconocimiento de créditos emitidas por la Secretaría Técnica y la Comisión deberán contener: la identificación del acreedor y del deudor; el monto de los créditos por concepto de capital, intereses y gastos el orden de preferencia de los créditos; la existencia o inexistencia de Vinculación entre acreedor y deudor. Los créditos controvertidos judicialmente serán registrados por la Comisión como contingentes, consignando de ser el caso la cuantía reconocida por cada una de las partes. El titular de los créditos contingentes podrá acudir a la junta con derecho a voz pero sin voto. La Sala de Defensa de la Competencia del Tribunal de de Defensa de la Competencia y de la Propiedad Intelectual ha resuelto (Resolución No 060-97TDC, Diario Oficial EWL Peruano, 17 de diciembre de 1997) como criterio de obligatorio cumplimiento que en los procesos de ejecución en los que no hay controversia sobre la existencia, origen, legitimidad o cuantía de los créditos, la autoridad concursal no está impedida de pronunciarse sobre el reconocimiento 250 solicitado. En tal sentido ha dispuesto que: "La autoridad concursal únicamente deberá inhibirse de reconocer créditos, cuando se pruebe en el procedimiento a su cargo que la controversia judicial está directamente referida a la existencia, origen, titularidad, legitimidad o cuantía de tales créditos. Adicionalmente, en este ultimo caso, es decir, cuando exista controversia sobre la cuantía de los créditos, la inhibición solo procederá respecto del monto controvertido y se deberá reconocer la parte no discutida de los créditos materia de la solicitud que hayan sido acreditados, puesto que no existe identidad entre la materia del procedimiento judicial (pago) y el reconocimiento de los créditos (reconocimiento de un derecho patrimonial)". (Montoya: 2004; 467) Finalmente el artículo 42º de la Ley General del Sistema Concursal señala el orden de preferencia concursal, incluyendo dentro del primer orden de preferencia a las remuneraciones y beneficios sociales adeudados a los trabajadores, aportes impagos al Sistema Privado de Pensiones o a los regímenes previsionales administrados por la Oficina de Normalización Provisional, la Caja de Beneficios y Seguridad y Seguridad Social de Pescador u otros regímenes previsionales creados por ley, así como los intereses y gastos que por tales conceptos pudieran generarse. Adicionalmente señal este artículo que los aportes impagos al Sistema Privado de Pensiones incluyen expresamente los conceptos a quien se refiere el artículo 30 del Decreto Ley Nº 25897, con excepción de aquellos establecidos en el literal c) de dicho artículo, esto es, la comisión que cobran las AFP por administrar los fondos. Se han excluido las referidas pensiones de dicha prelación, toda vez que su naturaleza no es la de un crédito privilegiado, como sí lo son aquellos derivados de las remuneraciones, beneficios sociales o aportes previsionales impagos. Por el contrario, se trata de un crédito común, de naturaleza civil por los servicios que presta una AFP a sus afiliados, que tendría por tanto el quinto rango de prelación. El segundo orden de prelación incluye a los créditos alimentarios, pero hasta la suma de 1 UIT; en la tercera prelación se incluye a los créditos garantizados con hipoteca, prenda, anticresis, warrants, derecho de retención o medidas cautelares que recaigan sobre bienes del deudor, siempre que la garantía o la medida cautelar haya sido constituida o trabada, según sea el caso, con anterioridad a la fecha de publicación del aviso del concurso. Las 251 citadas garantías o gravámenes, de ser el caso, deberán estar inscritos en el registro público respectivo antes de dicha fecha, para ser oponibles la masa de acreedores. A diferencia de lo que sucedía en la Ley de Reestructuración Patrimonial, en la Ley General del Sistema Concursal “los créditos que estén respaldados en garantías o medidas cautelares siempre mantienen el tercer orden de preferencia, aun cuando los bienes que los garantizan sean vendidos o adjudicados para cancelar créditos de órdenes anteriores, pero solo hasta el monto de realización o adjudicación del bien que garantizaba los créditos” (Calle: 2002; 118). En el cuarto orden de prelación, se encuentran los créditos de origen tributario (SUNAT, ESSALUD), y en la quinta prelación aquellos créditos no comprendidos en los órdenes precedentes y, en general, los créditos comunes, quirografarios o sin garantías; así como la parte de los créditos tributarios que sea equivalente al porcentaje promedio capitalizado o condonado por los acreedores incluidos en el orden de preferencia, en el cual exista el mayor monto de créditos reconocidos, en caso de que la junta acuerde la capitalización o condonación de créditos. En los cuadros números seis y siete, se desarrolla la etapa de convocatoria e instalación de Junta de Acreedores. Tienen derecho a participar en la Junta de Acreedores todas aquellas personas que presenten títulos a la Comisión donde consten sus créditos, y que hayan sido aprobados y reconocidos por la Comisión, lo que se hará conocer al deudor para que tenga conocimiento de su participación al momento de fijar el quórum y su peso en las decisiones. La Ley de Reestructuración Patrimonial contemplaba que entre la publicación del aviso que convoca a la Junta de Instalación y la fecha de la primera convocatoria, debería mediar no más de 20 días hábiles. Se establecen 3 fechas de convocatoria; mientras que la Ley General del Sistema Concursal regula que entre la publicación del aviso que convoca a junta de instalación y la fecha de la primera convocatoria, debe mediar no menos de tres días hábiles y se establecen solo dos fechas de convocatorias. El plazo para decidir el destino del deudor a diferencia de la derogada Ley de Reestructuración Patrimonial, la Junta de Acreedores debe de hacerlo 252 dentro del plazo de cuarenta y cinco días hábiles a la fecha de instalación sin prórroga alguna. En este sentido el fin que persigue la Ley Generales del Sistema Concursal es la dinamicidad del procedimiento, reduciendo los plazos en cada una de sus etapas. La Ley General del Sistema Concursal señala que cuando los acreedores identificados como vinculados representen más de 66.6% del total de créditos reconocidos y se ponga a consideración de la Junta la aprobación del destino del deudor, del Plan de Reestructuración, Convenio de Liquidación o Acuerdo Global de Refinanciación, y sus modificaciones, se deberá realizar dos votaciones, por separado: a) En primera convocatoria, para la aprobación de los temas señalados, se requerirá el voto favorable de más de 66.6% en la clase de acreedores reconocidos como no vinculados; b) En segunda convocatoria se requerirá el voto favorable de más de 66.6% de acreedores asistentes, en ambas clases. Calle señala que “ la Junta podrá elegir un comité en el cual se deleguen, en todo o en parte, las atribuciones que la ley le confiere a la Junta, a excepción de las decisiones sobre el destino del patrimonio del deudor concursado y la aprobación de los acuerdo referentes a la fórmula de pago de las obligaciones “ (2002; 121). Con posterioridad a la sesión de instalación, toda reunión de Junta será convocada por su Presidente mediante aviso publicado una vez en el Diario Oficial El Peruano, con anticipación no menor de diez (10) días hábiles a la fecha de su realización en primera convocatoria. Los acreedores que representen cuando menos un 10% de los créditos reconocidos podrán requerir al Presidente, mediante documento de fecha cierta con la agenda sugerida, la convocatoria a sesión de la Junta. La Comisión podrá exonerar de la obligación de publicar la convocatoria. En este caso, se podrá convocar a través de comunicaciones de fecha cierta cursadas a cada acreedor que integra la Junta. Una novedad introducida por la Ley General del Sistema Concursal es que “tanto la Junta de Acreedores de instalación como las que sean convocadas con posterioridad podrán ser suspendidas por la comisión, de oficio o a petición 253 del deudor o de acreedores que representen en conjunto más del 10%, siempre que medie razón justificada” (Calle: 2002; 119). Cuando los acreedores identificados como vinculados representen más de 66,6% del total de créditos reconocidos y se ponga a consideración de la Junta la aprobación del destino del deudor, del Plan de Reestructuración, Convenio de Liquidación o Acuerdo Global de Refinanciación, y sus modificaciones, se deberá realizar dos votaciones, por separado: c) En primera convocatoria, para la aprobación de los temas señalados, se requerirá; el voto favorable de más de 66,6% en la clase de acreedores reconocidos como vinculados, así como más de 66,6% en la clase de acreedores reconocidos corno no vinculados. d) En segunda convocatoria se requerirá el voto favorable de más de 66,6% de acreedores asistentes, en ambas clases. El registrador público inscribirá los acuerdos adoptados en Junta, el Plan de Reestructuración, el Convenio de Liquidación, el Acuerdo Global de Refinanciación y el auto judicial que declara la quiebra. Para ello, será suficiente la presentación-de copia del instrumento correspondiente, debidamente certificado por un representante de la Comisión. En tal caso será suficiente la copia del acta, en la que conste dicho acuerdo. La copia del acta en la que conste el acuerdo, el Plan de Reestructuración, o el Convenio de Liquidación, deberán estar autenticadas por un representante de la Comisión. La ley no requiere la intervención del notario para la autenticación de estos documentos. Los acuerdos de la Junta, el Plan de Reestructuración, y el Convenio de Liquidación y el auto judicial que declara la quiebra, surten sus efectos frente al insolvente y sus acreedores desde el momento en que son adoptados, suscritos o quedan consentidos, según corresponda. La Comisión será competente para el reconocimiento de los créditos que formen parte del proceso. La impugnación de acuerdos deberá tramitarse si ella es sustentada por el deudor o por acreedores que representen por lo menos el 10% del total de 254 los créditos. Si la impugnación fuese presentada por acreedores que estuvieron presentes en la sesión correspondiente, éstos deberán haber dejado constancia, en acta de su oposición al acuerdo. La impugnación deberá plantearse dentro délos diez días hábiles siguientes a la fecha en que el respectivo acuerdo fue adoptado, sea por incumplimiento de las formalidades establecidas en la Ley o por cuestiones de derecho sustantivo. Tratándose de acreedores o del deudor que no hubiesen asistido a la Junta, el plazo se computará desde la fecha en que tomaron conocimiento del acuerdo adoptado, siempre que acrediten haber estado imposibilitados de conocer la convocatoria a la Junta. En cualquier caso, el derecho a impugnar caduca a los quince días hábiles de adoptado el acuerdo. Son materia de impugnación: el incumplimiento de las formalidades legales, por inobservancia de las disposiciones contenidas en el ordenamiento jurídico, o porque el acuerdo constituye el ejercicio abusivo de un derecho. Asimismo, cualquier cuestionamiento sobre la convocatoria y reunión de la Junta de Acreedores deberá efectuarse mediante el procedimiento previsto para la impugnación de acuerdos. La Comisión deberá resolver la impugnación dentro de un plazo que no excederá de diez días hábiles contados a partir de la fecha de su recepción. Las resoluciones de la Comisión podrán ser materia de recurso de reconsideración o de apelación. La Sala de Defensa de la Competencia por Resolución No 088-96-TDC Diario Oficial El Peruano, 11 de diciembre de 1996), establece como precedente de observancia obligatoria aspectos relaciones con la impugnación de acuerdos en junta de acreedores, señalando que: c) Los órganos administrativos encargados de la tramitación de los procedimientos derivados de la Ley de Reestructuración Empresarial, son competentes para conocer de las impugnaciones que se presenten contra la realización de las juntas de acreedores: d) Al pronunciarse sobre impugnaciones formuladas contra reuniones de junta de acreedores, así como contra los acuerdos que se hayan adoptado en ellas, cuando estas se sustenten en presuntos defectos existentes en la participación o en la votación de uno o varios integrantes de la respectiva junta, la Comisión 255 debe hacer el siguiente análisis: b.1) Determinar si el vicio o defecto afectará a toda la Junta o únicamente a determinadas partes de su desarrollo de tal forma que si se declarase fundada la impugnación los efectos de este pronunciamiento puedan ser identificados e individualizados de ser el caso. b.2) Cuando se trate de vicio o defecto en la participación de uno o varios integrantes de la junta, determinar si en caso de declararse fundada la impugnación se afectaría la validez de la reunión o del acto impugnado. Si el vicio invocado no tuviera efectos sobre la validez de los acuerdos o de la reunión, la impugnación debe declararse infundada, independientemente del análisis que pueda hacerse de la causal de la impugnación. Sólo en caso que el vicio o defecto en la participación afectara la validez del acto impugnado, la Comisión emitirá pronunciamiento sobre este" (Montoya: 2004; 474-475). A solicitud de parte, la Comisión podrá ordenar la suspensión de los efectos del acuerdo observado o impugnado, aun cuando estuviese en ejecución. En este caso, la Comisión deberá disponer que los impugnantes otorguen una garantía idónea, que será determinada por la Comisión, para el eventual resarcimiento de los daños y perjuicios que pudiera causar la suspensión. Los cuadros números ocho y nueve grafican la fase de disolución y liquidación en el procedimiento concursal ordinario. La Junta de Acreedores tiene la facultad de fijar el destino de la empresa, en este sentido una de las alternativas es acordar la disolución y liquidación de la sociedad, lo cual responderá a la inviabilidad económica de la empresa. Aprobada la disolución y liquidación por la Junta de Acreedores la ley establece el marco para el nombramiento del liquidador y la aprobación y ejecución del convenio de liquidación. “El Convenio de Liquidación deberá ser aprobado, en primera convocatoria con el voto de acreedores que representen créditos por un importe superior al 66.6% del monto total de los créditos reconocidos por la Comisión. En segunda convocatoria los acuerdos se adoptarán con el voto favorable de acreedores representantes de un importe superior al 66.6% del total de los créditos asistentes y podrá ser suscrito en el mismo acto en el que se acuerde la liquidación o dentro de los treinta días siguientes de adoptado 256 dicho acuerdo por el Liquidador y el Presidente de la Junta, en representación de todos los acreedores. ” (Montoya: 2004; 480) Con respecto a la disolución y liquidación iniciada por la Comisión, la ley de Reestructuración Patrimonial señalaba que procede cuando los acreedores no instalan la Junta, no aprueban el plan de reestructuración, o no suscriben el convenio de liquidación. En estos supuestos, la autoridad concursal dispone de oficio la disolución y liquidación del insolvente, convocando a una reunión de acreedores. En dicha reunión se someterá a votación la designación. La Ley General del Sistema Concursal señala que la disolución y liquidación iniciada por la Comisión procede cuando los acreedores no instalan la junta, no acuerdan el destino del deudor, no aprueban el plan de reestructuración, no suscriben el convenio de liquidación, o no designan al reemplazo del deudor. En estos supuestos la Comisión dispone de oficio la disolución y liquidación del deudor, convocando a una única reunión de acreedores para que se pronuncien exclusivamente sobre la designación del liquidador y la aprobación del convenio. La disolución y liquidación iniciadas por la comisión no pueden ser revertidas por decisión de los acreedores. En relación al apercibimiento dictado en aplicación del artículo 703 del Código Civil, la Ley de Reestructuración Patrimonial señalaba la remisión de los actuados a la autoridad concursal para que ésta, sin más trámite, declare la insolvencia del deudor; mientras que la Ley General del Sistema Concursal señala la declaración del estado de disolución y liquidación del deudor pro el Juez que conoce del proceso judicial. La Comisión se limita a convocar a los acreedores a Junta para designar al liquidador y aprobar el convenio de liquidación. La LGSC no recoge una definición de convenio de liquidación. No obstante ello, se puede definir este instrumento como el “marco dentro del cual el liquidador y los acreedores del deudor concursado negocian las fórmulas y acciones necesarias para la liquidación del patrimonio del deudor, así como las condiciones en que cada acreedor podrá hacer efectiva la recuperación de sus créditos” (Calle: 2002; 119). 257 En cuanto a su contenido, la ley concursal busca que sean los propios interesados quienes, en ejercicio de su autonomía privada, fijen el contenido del convenio de liquidación y opten por el esquema que mejor se adecué a sus intereses. Sin embargo, como limite a dicha autonomía, se han establecido parámetros mínimos que deberá contener todo convenio, tales como la proyección de gastos estimada por el liquidador, la modalidad y condiciones do realización de bienes del deudor, el régimen de intereses, entre otros. Sin perjuicio de este contenido mínimo, el convenio de liquidación deberá establecer “también las reglas para su interpretación, así como las que permitan a la junta o comité interpretarlo o modificar sus cláusulas. De igual forma, deberá regular los eventos de incumplimiento, la forma de remediarlos y las consecuencias de los mismos, así como los mecanismos de solución de controversias” (Calle: 2004; 117). En relación a su aprobación, el artículo 77º de la LGSC establece que el convenio de liquidación podrá ser aprobado por la Junta de Acreedores en el momento en que acuerde el ingreso del deudor al proceso de disolución o liquidación, o dentro de los treinta días siguientes a la adopción do dicho acuerdo. Si la junta no tomase acuerdo alguno en ese plazo, la autoridad concursal competente deberá disponer la disolución y liquidación del deudor, mediante resolución motivada. Esta decisión no podrá ser revertida en sede concursal por acuerdo do la junta de acreedores. Por otra parte, el artículo 81 de la LGSC establece que el convenio aprobado con la mayoría exigida por ley será obligatorio y oponible para el deudor concursado, los acreedores que participaron en la junta, los acreedores opositores al acuerdo y a aquellos acreedores ausentes o que aún no se han incorporado al procedimiento concursal. Sin embargo, el convenio de liquidación no producirá efectos sobre los bienes del deudor que garanticen obligaciones de terceros, debiendo el liquidador respetar los derechos reales de garantía constituidos sobro loa mismos, pagando los créditos de estos terceros con el producto do la venta que realice, teniendo en consideración el rango registral y montos que correspondan, pero sin afectar el pago de los 258 créditos del primer orden de preferencia que existan en el procedimiento de disolución y liquidación. Adicionalmente, la celebración del convenio de liquidación produce los siguientes efectos inmediatos: a) Cese definitivo del negocio: a partir de la celebración del convenio, el deudor concursado no podrá continuar desarrollando la actividad propia del giro del negocio, bajo apercibimiento do aplicársele una multa hasta de 100 UIT, salvo en el caso de que la junta opte por la liquidación en marcha. b) Indivisibilidad: la aprobación del convenio genera un estado indivisible entre el deudor y sus acreedores, que comprende todos los bienes y obligaciones de aquél, salvo las exclusiones legales. c) Desapoderamiento: como consecuencia do la celebración del convenio de liquidación, el deudor concursado pierde el poder de gestión y disposición de su patrimonio, correspondiendo la representación legal del deudor, así como la administración de los bienes objeto de desapoderamiento, al liquidador designado por la junta de acreedores. d) Exigibilidad: todas las obligaciones de pago del deudor se harán exigibles, aunque no so encuentren vencidas, descontándose los intereses correspondientes al plazo que falte para el vencimiento. El cuadro número diez, sintetiza tres precedentes administrativos vinculantes. El primero recaído en la resolución número 079-97-TDC. La Ley General del Sistema Concursal prescribe: “Si la autoridad administrativa presume la existencia de una vinculación entre las partes o tiene elementos de juicio que le haga suponer una simulación, necesariamente debe investigar la relación causal es decir, el origen del crédito para determinar su legitimidad”. El reconocimiento de la obligación por parte de la empresa deudora no exime a la autoridad administrativa del deber de verificación, ya que en un régimen concursal la solicitud de reconocimiento de un crédito no se opone solamente los intereses del insolvente, sino que también tienen efectos sobre los demás acreedores de ésta que, con cada crédito reconocido ven reducida su 259 participación tanto en la junta de acreedores, como en la posibilidad de pago de sus créditos. La Comisión fue del criterio “no resulta válido oponer la literalidad del título al deber de investigación que tiene la autoridad administrativa, ya que los procedimientos concursales no son procedimientos de ejecución en los que el objetivo es cobrar un crédito en forma directa. Los procedimientos concursales tienen como objetivo el tratamiento global del patrimonio y actividad de una empresa a partir de su situación económica y financiera y por ello puede resultar imprescindible dejar de atender al mérito de un título valor para verificar la real situación de los pasivos de la insolvente” (Resolución 079-97-TDC: 1997). El problema que surge es si basta o no con una cambial en forma para incorporarse al pasivo, ésto es si el título excusa la necesidad de indicar la causa; si las prerrogativas cambiarias desde otro ángulo de enfoque, prevalecen o no sobre las exigencias concursales de cumplimentar el requisito de indicar el origen del crédito cuando se pida la incorporación al pasivo del concurso. En Argentina la jurisprudencia yace frontalmente encontrada, también discrepa la doctrina. Así Provincialli, citado por Maffía, escribe: “La titularidad formal de una cambial determina la presunción de la titularidad sustancial hasta que se produzca prueba en contrario… El principio es siempre aquel según el cual quien posea el título, cuando demuestra haberlo adquirido mediante una serie continua de endoso, es considerado su portador legítimo, de modo que puede ejercer los derechos inherentes al título sin que sea necesaria la prueba de su buena fe en la adquisición, que se presume “ (1994;16). Maffía citando a Pallardi “considera que la abstracción absoluta del título exonera al acreedor de toda otra carga probatoria y fiscal que no sea la de presentación del título físicamente regulado…, ni al Tribunal le es dado pretender algo más salvo la impugnación del título en la forma o en la sustancia” (1994;16) Satta refiere que “la jurisprudencia prevalecientemente considera que para el acreedor cambiario el documento constitutivo está constituido por la 260 propia cambial, sin necesidad de hacer referencia a la relación causal”. Empero, señala un pronunciamiento reciente “según el cual hace falta que el título tenga fecha cierta anterior a la quiebra, agregando que, en la práctica se exige el protesto” (1951; 427) Santini citado por Maffía, sostiene que “el acreedor cambiario del fallido puede participar en el concurso sobre la base únicamente del título en su posesión, y no tiene en absoluto la carga de probar qué relación ex causa haya fundado el libramiento del título o la promesa cambiaria” (1994; 17) Por otro lado, Rosini, citado por Satta, sostiene que “la prueba del acreedor cambiario debe referirse siempre a la relación subyacente, excepto que se trate de un endosatario, en cuyo caso ha de prevalecer la abstracción del titulo” (1951; 428). La postura de Ragusa Maggiore, citado por Maffía, considera que de alguna disposición legal “parecería argüirse que la admisión del crédito derivado de esos títulos no exige otros cumplimientos (o sea, como la prueba de la relación subyacente). La regla de la abstracción cartular parecería sobreponerse a la necesidad de verificación… teniendo en cuenta que las normas de derecho sustancial sobre títulos de crédito no pueden sufrir modificación en sede falimentaria… el principio aparece correcto siempre y cuando se considere que el legislador, entra en la exigencia de tutelar la circulación de los títulos de crédito y la de salvaguardar el interés en la paridad de tratamiento de los acreedores, haya considerado prevalecientemente la primera” (1994; 17). Maffía sostiene que “no basta, pues con una cambial en formas para ingresar en la nómina de acreedores concurrentes: aun en ese caso el acreedor debe de indicar la causa de su crédito. Dijimos que en contexto de un concurso y a la hora de insinuarse al pasivo, la causa del crédito se identifica con los pocos y familiares negocios que estadísticamente recurren, como suministro de mercadería, mutuo dinerario, alquileres, impuestos y muy pocos más. El tomador-o endosatario- del papel habrá de explicar a qué título lo adquirió, sea del concursado, sea de su tradens si el documento circuló; eso interesa al requisito de la causa que exige el artículo 33 de la Ley de concurso 261 (Argentina) y también al componente de buena fe que hace a la legitimación del acreedor en un juicio tan particular como es el concurso; ésto es, una presunción relativa al favor creditoris en los procesos individuales, deja su lugar al genérico deber de explicar a qué título legítimo el interesado en incorporarse al pasivo concursal invoca su derecho. Es decir, la posición del acreedor frente al concurso de ninguna manera es la misma que ante su deudor; en el juicio individual, el tenedor legitimado de una cambial disfruta de todas las ventajas que, traducidas en definitiva en limitación de las defensas oponibles, configuran el favor creditoris. Esas ventajas no rigen en caso de concurso; no se trata de un juicio del acreedor contra el deudor, sino de un pedido para incorporarse, por la vía procesal específica establecida, al pasivo del concurso” (1989; 139) En Argentina la anarquía jurisprudencial llegó a una oposición frontal de criterios: dos de las cuatro Salas de la Cámara Comercial otorgaban suficiencia a la cambial, las otras no exigían indicar la causa; de modo que la incertidumbre acerca de los resultados se agrava porque la suerte de cada caso se decidía no por los hechos probados y el derecho aplicable, sino por el sorteo de la sala. Con sobrada razón la Cámara convocó a tribunal plenario que se pronunció el 26 de Diciembre de 1979 (“Translínea, S.A., con Electrodinie, S.A.”) sentando la siguiente doctrina: “El solicitante de verificación en concurso, con fundamento en pagarés con firma atribuida al fallido, debe declarar y probar la causa, entendidas por tal las circunstancias determinantes del acto cambiario del concursado, si el portador fuese su beneficiario inmediato, o las determinantes de la adquisición del título por ese portador de no existir tal inmediatez “(Maffía: 1994; 19) La Ley General del Sistema Concursal peruana recoge el criterio que cuando el crédito invocado está incorporado en una letra de cambio o cualquier otro título valor, resulta apropiado reconocer el crédito en mérito a la literalidad del título, en aplicación de los principios de simplicidad, celeridad y economía de los procedimientos administrativos. Pero, al igual que el criterio general, si la autoridad administrativa presume la posible existencia de una vinculación entre las partes o tiene elementos de juicio que le haga suponer una simulación del crédito, debe necesariamente investigar la relación causal, es decir el origen del crédito, para determinar su legitimidad. En este caso, el reconocimiento de 262 la obligación por parte de la empresa deudora no exime a la autoridad administrativa de su deber de verificación. Tratándose de un acreedor endosatario, éste no requiere acreditar la existencia de un vínculo con el insolvente, lo que debe verificarse en este caso es que la operación que originó el título valor existió realmente y que el solicitante del reconocimiento recibió por endoso el título en forma legítima. Definitivamente el tema materia de investigación contiene ciertos matices que revisten vasta importancia, por cuanto enfrenta la facultad y deber de la autoridad administrativa de auscultar el origen del crédito contenido en títulos valores con las reglas o principios contenido en dicha ley. La literalidad, la abstracción , la incorporación, y la buena fe son principios inmanentes a todo titulo valor reconocidos legislativamente, sin embargo la Ley General del Sistema Concursal tiene una redacción legislativa poco feliz pues, por un lado prescribe que cuando el crédito invocado está incorporado en una letra de cambio o cualquier otro título valor, resulta apropiado reconocer el crédito en mérito a la literalidad del título; por otro lado considera si la autoridad administrativa presume la existencia o tiene elementos de juicio que le hagan suponer una simulación de créditos debe necesariamente investigar la relación causal. En este orden de ideas, surgen una serie de dudas e inseguridad jurídica por cuanto la ley no fija los límites- ni materiales ni formales- que tendría la autoridad concursal a la facultad que le otorga de auscultar el origen del crédito. Podría considerarse entonces que, en ciertos casos, se privilegie, efectivamente, a los verdaderos acreedores; no obstante puede suceder que se pueda privilegiar a acreedores de mala fe (en connivencia con la empresa deudora). Esta situación jurídica devendría en tal, por cuanto la autoridad administrativa actúa en forma discrecional ante la presunción de la posible existencia de una vinculación entre las partes. La situación planteada inevitablemente conlleve a un conflicto normativo de leyes. Puede darse el caso que, los títulos valores sujetos a investigación, hayan sido reconocidos mediante una sentencia judicial firme y consentida 263 dentro de un proceso de ejecución de garantías por ejemplo. En tal caso, la autoridad concursal no tendría más que reconocer aquellos créditos y de considerarlo pertinente iniciar las acciones legales a efecto de que se declare la nulidad de la sentencia en la vía judicial. No obstante existen precedentes administrativos de carácter vinculante que consideran a los créditos enmarcados dentro de la situación jurídica expuesta, como créditos contingentes. Tal hecho significaría entonces sujetar los efectos de los créditos reconocidos judicialmente a un pronunciamiento en sede judicial al finalizar la pretensión de nulidad de cosa juzgada fraudulenta. Si consideramos el tiempo estimable de duración de éste último proceso judicial, se atentaría gravemente al principio de buena fe y literalidad que rige al derecho cambiario peruano. Además debe tenerse en cuenta en el caso concreto que la naturaleza circulatoria de todo título valor debe primar en virtud al principio de que todo contrato se presume de buena fe y resulta válido y eficaz mientras no exista una sentencia judicial que así lo declare. La Ley General del Sistema Concursal faculta a la Comisión a realizar un control ex anc de verificación de créditos, sin embargo no prohíbe que también dicho control pueda ser ex post; aunque no exista oposición de alguno de los acreedores. Si la ley referida tiene como finalidad desjudicializar y hacer efectivo en el menor o en un tiempo razonable la solución de controversias en materia concursal, la situación planteada acarrearía la existencia de conflictos por cuanto o bien se privilegiaría la naturaleza inmanente de todo título valor o bien se optaría por privilegiar la facultad discrecional del INDECOPI en materia de procedimientos concursales. Existiría pues, una suerte de enfrentamiento entre la facultad de INDECOPI con la facultad jurisdiccional, debido a que el órgano jurisdiccional, en la vía pertinente, podría resolver la pretensión de auscultamiento de la relación causal derivada de un título valor. La redacción legislativa establecida en la Ley General del Sistema Concursal tendría un fin proteccionista a los acreedores del concurso por cuanto ha sido diseñada para evitar la connivencia o simulación de créditos; no 264 obstante trastoca ciertos principios regulados legislativamente que ameritan soluciones armoniosas. No se trata de promover la simulación de créditos derivados de títulos valores, muy por el contrario lo que se pretende es la armonización de criterios normativos. Una posible solución al caso planteado sería de que al existir indicios o elementos de juicio objetivos y razonables para que la Comisión efectúe su labor de investigación, emita un informe a efectos de que el órgano jurisdiccional se pronuncie en un plazo prudencial sin que se afecte los plazos que la Ley General del Sistema Concursal establece para la toma de acuerdo en Junta de Acreedores. Lo resuelto por el Poder Judicial, sería apelable sin efecto suspensivo, considerándose al crédito como contingente. Ferrara, citado por Maffía, escribe que el pedido incumbe a “todos aquellos que son acreedores del fallido anteriores ala declaración de quiebra. La existencia de un juicio para la comprobación de créditos no exime de la carga de presentar el pedido” (1994; 28) Maffía citando a Pallardi señala que: “debe procurarse el reconocimiento incluso de derechos ya verificados definitivamente con sentencia precedente a la quiebra, ello porque importan la actuación y la oponiblidad de aquellos derechos que deben de ser verificados frente a todos los acreedores “(1994; 28). El segundo: precedente administrativo de observancia obligatoria contenido en la Resolución 023-96-TRI-SDC de fecha 07 de Agosto de 1996. La cuestión en discusión fue determinar si puede reconocerse créditos frente a empresas insolventes cuando éstos se encuentran incorporados en letras de cambio no vencidas y en la operación dichas empresas intervienen en la calidad de endosantes, o si es necesario, previamente, que haya llevado a cabo las acciones de causa (cambiarias) frente al aceptante de la letra. El procedimiento de reconocimiento de créditos, no es por su naturaleza, un procedimiento de cobro , sino que por él se debe de realizar el reconocimiento de todas las obligaciones del deudor que se encuentren 265 devengadas, pese a que éstas no sean aún exigibles, con el fin de determinar los créditos involucrados en el procedimiento concursal. En el caso de las letras de cambio, la existencia del crédito consistente en cantidad y a cargo de personas determinadas se acredita con la presentación de las mimas, puesto que allí aparece el monto adeudado y la firma de todos los obligados, sean giradores, aceptantes, avalistas y/o endosantes. Poniendo énfasis en las garantías de cumplimiento de la letra de cambio Garrigues la define como “una promesa de pago, sin contraprestación ni condición, garantizada solidariamente por todas las personas, quien a más del librador y del aceptante pongan su firma en el documento “(1987; 151). No debe confundirse la figura de los obligados solidarios con los créditos contingentes presentados por los obligados subsidiarios o simples fiadores, pues en este caso no procede reconocimiento de crédito sino hasta que se hayan agotados todas las acciones conducentes a la recuperación de crédito frente al obligado principal, ya que éstos solo se encuentran obligados al pago en tanto la obligación no haya sido cumplida por el deudor principal y, además por cuanto gozan del beneficio de excusión de conformidad con lo dispuesto por los artículos 1868 y 1879 del Código Civil. En este caso puede apreciarse, que se privilegió la naturaleza y los principios que giran en torno a todo título valor dentro de la Teoría General Cambiaria. La literalidad, buena fe, abstracción e incorporación contenidas en las letras de cambio, prevalecieron sobre cualquier cuestionamiento a la exigibilidad de las mismas por falta de vencimiento del plazo para su cumplimiento. El reconocimiento de créditos contenidos en títulos valores otorga derechos a los titulares acreedores sin que previamente tengan que sujetarse a plazos de vencimiento, debido a que los créditos contenidos en las cambiales resultan ciertos; no obstante, un crédito no vencido incorporado en la cambial y reconocido en el iter del procedimiento concursal puede potencialmente ser cumplido a su vencimiento, debiendo en este supuesto, la Comisión emitir la resolución administrativa reduciendo los créditos pagados por el insolvente. De esta manera no se afectaría ni el derecho del acreedor ni del deudor insolvente. 266 El tercero: El precedente administrativo de observancia obligatoria contenido en la Resolución Nº 062-97-TDC de fecha cinco de Marzo de mil novecientos noventa y siete. La controversia giró en torno a que la empresa Laboratorios MAGMA S.A. solicitó a la Comisión el reconocimiento créditos contenidos en títulos valores por cierta suma dineraria de se deudora Distribuidora Kosmos S.A. La resolución administrativa de primera instancia declaró improcedente el reconocimiento de créditos por considerar que éstos tenían la calidad de controvertidos, por cuanto la empresa acreedora demandó judicialmente a su deudora por una determinada suma dineraria, no obstante ésta última en el proceso judicial reconoció un monto superior al pretendido por al acreedora. La Sala de INDECOPI estableció que al haber reconocido la empresa deudora, inclusive un monto superior, procede el reconocimiento de créditos pro éste último. En el caso sub-análisis se observa los criterios disímiles en materia de reconocimiento de créditos contenido en títulos valores. Si se parte de la premisa que en los procedimientos de reconocimiento de créditos la autoridad administrativa, se pronuncia sobre la existencia, el origen, legitimidad, cuantía de los créditos invocados, no procederá el pedido si alguno de los elementos antes mencionados se encuentra cuestionado frente a la autoridad jurisdiccional; consecuentemente la resolución de Sala se encontraría errada debido a que la cuantía de los créditos invocados era discrepante entre la empresa acreedora y empresa deudora, máxime, si ésta última ha reconocido en el proceso judicial un monto mayor al demandado por la acreedora. El precedente administrativo contenido en la resolución número 05662000/TDC-INDECOPI. Establece que el protesto es un acto necesario para conservar las acciones cambiarias derivadas de las letras de cambio y que su omisión perjudica dichos títulos valores impidiendo el reconocimiento de los créditos por concepto de intereses derivados de los mismos. En el caso de una de las letras de cambio presentadas, su vencimiento operó con posterioridad a la fecha señalada para la determinación de la masa concursal, por lo que no correspondía el reconocimiento de los intereses moratorios derivados de ella. Se aprueban como precedentes de observancia obligatoria los siguientes criterios contenidos en la parte considerativa de la resolucion: i) la suspensión 267 de la exigibilidad de las obligaciones del obligado principal de una letra de cambio, por encontrarse sujeto a un proceso concursal, no exime al tenedor de protestar dicho titulo valor a su vencimiento; y, ii) la obligacion que nace del titulo valor perjudicado por negligencia del acreedor es inexigible hasta que se produzca su reconocimiento judicial, con lo cual, si bien es pasible de ser reconocida como crédito en sede concursal, no devenga intereses moratorios. Montoya señala que “la importancia de la institución del protesto en materia cambiaria, otorga a dicha diligencia una función probatoria y otra conservativa. Probatoria, en cuanto acredita que el obligado o los obligados no cumplieron con las obligaciones que habían asumido, es decir, acredita la renuencia del pago del obligado, haciendo posible que el tenedor del título ejerza las acciones destinadas a lograr el cobro efectivo de los créditos incorporados en el título valor; y, conservativa, en cuanto sin ese acto el tenedor pierde las acciones cambiarias propias de los títulos valores” (1998;60). No puede perderse de vista que en el caso de la inexigibilidad de las obligaciones del obligado principal, tal como ocurre con el aceptante sujeto a un proceso concursal, el protesto no implica necesariamente que éste se encuentre compelido a pagar el crédito, sino que, en este caso, la diligencia de protesto tiene básicamente efectos conservativos de las acciones cambiarias. Debe tenerse presente que la Ley Nº 27287, Ley de Títulos Valores vigente desde el 17 de octubre del 2000 contiene una disposición expresa en este tipo de situaciones, al señalar en su artículo 71 numeral 71.1 que “en los títulos valores sujetos a protesto, ni la incapacidad o la insolvencia decretada, o la muerte del obligado principal dispensan de la obligación de formalizar el protesto; salvo que se haya liberado de ello según el artículo 81” (claúsula de no protesto). El precedente administrativo materia de estudio, viene a colación a propósito de la facultad de la autoridad concursal de además de auscultar el origen crédito contenido en el título valor (aspecto de fondo) también tiene facultades para determinar si el mismo ha cumplido con las exigencias que la ley le impone (aspectos formales). No obstante, en el procedimiento concursal 268 no será materia de discusión el monto del capital incorporado en la cambial, pero si afectará, según el caso concreto, el monto de los intereses. La teoría general que sustenta los principios del derecho cambiario, es aplicable a todo título valor emitido con arreglo a ley siempre que el mismo no se encuentre perjudicado, resultando irrelevante, inclusive, si aquel se encontrara como crédito que sustentara los derechos de un acreedor en un procedimiento concursal. Por otro lado, el cuadro número once, doce y trece sintetizan esquemáticamente precedentes administrativos referidos al objeto de nuestra investigación. El primero, contenido en la Resolución Nº 268-97-TDC de fecha cinco de noviembre de mil novecientos noventa y siete que establece que la autoridad Concursal únicamente deberá inhibirse de reconocer créditos, cuando se pruebe en el procedimiento a su cargo que la controversia judicial está directamente referida a la existencia, origen, titularidad, o cuantía de tales créditos. Adicionalmente, en éste último caso, es decir cuando exista controversia sobre la cuantía de los créditos, la inhibición solo procederá respecto del monto controvertido y se deberá reconocer la parte no discutida de los créditos materia de la solicitud que haya sido acreditados, puesto que no existe identidad entre la materia, el procedimiento judicial (pago) y el reconocimiento de los créditos (reconocimiento de un derecho patrimonial). Dromi sostiene que “el procedimiento administrativo es concebido como el conjunto de normas que regulan la formación e impugnación de la voluntad administrativa. Por ello es concebido como un instrumento de gobierno que describe, articula y regula el ejercicio de las prerrogativas públicas que dan contenido al poder del que se encuentra investido el Estado. Sin embargo, aún cuando el procedimiento administrativo sea un instrumento de gobierno y de control de la voluntad del Estado, la autoridad administrativa deberá abstenerse de emitir pronunciamiento alguno en aquellos casos en que los administrados soliciten el pronunciamiento de la Administración Pública respecto de algún tema controvertido en el Poder Judicial “(1995,759-760) Con relación a los procedimientos concursales la primacía de la autoridad judicial frente a los órganos administrativos cobró especial relevancia 269 a partir de la promulgación del Decreto Ley Nº 26116, Ley de Reestructuración Empresarial. Puesto que al igual que el Decreto Legislativo Nº 845, Ley de Reestructuración Patrimonial, los procedimientos concursales se tramitan en la vía administrativa. En efecto, durante la vigencia de la Ley Procesal de Quiebras, los procesos eran tramitados íntegramente por Juez Civil, régimen en el cual la existencia de procedimientos que involucrasen pasivos o derechos del fallido eran acumulados y la competencia sobre ellos regían en el juez de la quiebra, en aplicación del principio de universalidad que caracteriza a la mayoría de las legislaciones concursales. Por ello no existía conflicto posible entre lo que se resolvía en la vía concursal y lo que se resolvía en cada uno de los juicios entablados contra el deudor. Asi, siendo que los procesos judiciales no pueden ser abstraídos de la vía jurisdiccional para ser acumulados al procedimiento administrativo, es necesario tener en cuenta que las normas concursales no pueden ser aplicadas ni interpretadas de tal manera que en la actuación de un acreedor diligente, que accionó judicialmente para lograr el pago de sus créditos, revierta finalmente contra él, y se convierte en un obstáculo para el reconocimiento de su derecho , además de generar una distorsión en la composición de la Junta. De esta forma el acreedor que accionó oportunamente en la vía judicial no debe verse impedido de ejercer los derechos patrimoniales que le confiere su condición de titular de un crédito frente al insolvente sino que, además, su actuación oportuna podría impedir que la composición de la Junta refleje los reales pasivos del deudor. El segundo, ilustra el precedente administrativo contenido en la Resolución número 0351-2000/TDC-INDECOPI. El análisis aplicado a la investigación realizada trasunta en el rol protagónico que tiene la autoridad concursal en materia de reconocimiento de créditos, inclusive dicha facultad le otorga legitimidad activa para accionar judicialmente interponiendo demanda de nulidad de cosa juzgada fraudulenta cuando determine que los créditos reconocidos a un acreedor en sentencia judicial han sido productos de una simulación o connivencia con la empresa sometida a concurso. 270 La facultad de investigar la naturaleza del crédito invocado otorgada por ley a la autoridad concursal es muy amplia, a tal punto de, inclusive no poder reconocer un crédito contenido en una sentencia judicial cuando presuma que la misma ha derivado de un proceso fraudulento. El caso se complicaría aún mas cuando se sacrifique a aquellos potenciales acreedores de buena fe que no puedan demostrar el origen de su crédito y que no tienen mas medio de prueba que la propia cambial girada a su favor. Entonces viene a colación la siguiente interrogante: ¿Si la Comisión resuelve que el reconocimiento resulta improcedente al no demostrarse el origen del crédito, entonces que pasaría con aquel acreedor de buena fe que sólo tiene el título valor para demostrar la titularidad de su crédito?, el mérito ejecutivo del título valor no perdería su naturaleza, pero es el caso que ni aún en el supuesto de reconocimiento judicial, la autoridad concursal al considerar la improbanza del origen del crédito invocado, lo tendría como contingente al momento de presentar la demanda de nulidad de cosa juzgada fraudulenta, pudiéndose perjudicar un acreedor de buena fe, si consideramos el tiempo que dura dicho proceso judicial. El problema surge entonces, en la medida que la ley concursal no establece límites a la facultad de la autoridad administrativa al momento de reconocer créditos contenidos en títulos valores que por su naturaleza son abstractos. En la actualidad, la autoridad concursal tiene la facultad para determinar, misma autoridad judicial, la existencia de “consilium fraudis” entre un determinado acreedor y la deudora concursada, inclusive aún cuando no exista oposición de los demás acreedores involucrados. La mala fe, connivencia o consilium fraudis en un determinado acto con simulación absoluta reviste de trascendencia, la misma que al declararse, sus efectos pueden, inclusive, afectar a terceros de buena fe; es por tal motivo que en nuestra legislación civil dicha situación jurídica está reservada para que sea resuelta por el órgano jurisdiccional pertinente, sin perjuicio de las responsabilidades penales a que hubiere lugar según sea el caso concreto. 271 Las resoluciones administrativas números 237-1997/TDC-INDECOPI, 0020-2000/TDC-INDECOPI, 0345-1998/TDC-INDECOPI, 043-1999/TDC- INDECOPI y 0139-1998/TDC-INDECOPI, respectivamente, que reafirman el deber y la facultad discrecional de la autoridad concursal de investigar la existencia, origen, legitimidad y cuantía de los créditos invocados por los acreedores de la empresa concursada, inclusive de aquellos derechos contenidos en títulos valores que ostentan naturaleza abstracta “per se”, pero que no se convierte en óbice para que la autoridad concursal pueda auscultar “por todos los medios” su origen; declarando, inclusive, improcedente la solicitud de reconocimiento de créditos si el acreedor que la solicita no prueba (regla general del onus probandi) la causa del mismo con documental sustentatoria que genere convicción a la Comisión del INDECOPI o a sus comisiones delegadas dentro de un procedimiento concursal ordinario. Evidentemente, el tema de que en materia concursal la autoridad administrativa pueda auscultar la causa del crédito llegando a determinar cuáles forman parte de la masa y cuáles no existe, trae consigo una problemática que en nuestro país ha tratado de solucionarse regulándose mediante norma expresa; sin embargo, es un aspecto negativo que no sólo rebasa la interpretación gramatical de la norma sino que ocasiona posiciones encontradas con la naturaleza jurídica de algunas instituciones del derecho cambiario; como la sustentada en la investigación desarrollada. En otras legislaciones, como por ejemplo la española, los asuntos que giran en materia concursal son regulados de manera distinta. Así, la Ley 22/2003, de 09 de Julio del 2003- Ley Concursal Española otorga competencia exclusiva y excluyente para conocer del concurso, a los jueces de lo mercantil (artículo 8º de Ley 22/2003). El artículo 53º numeral 1 de la Ley Concursal Española prescribe que “las sentencias y los laudos firmes dictados antes o después de la declaración de concurso vinculan al juez de éste, el cual dará a las resoluciones pronunciadas el tratamiento concursal que corresponda” (Ley 22/2003:2003). Por otro lado, el artículo 86º de la ley antes acotada dispone que: “Corresponderá a la administración concursal determinar la inclusión o 272 exclusión en la lista de acreedores de los créditos puestos de manifiesto en el procedimiento. Esta decisión se adoptará respecto de cada uno de los créditos, tanto de los que hayan sido comunicados expresamente como de los que resultaren de los libros y documentos del deudor…todas las cuestiones que se susciten en materia de reconocimiento de créditos serán tramitadas y resueltas por medio del incidente concursal…se incluirán en la lista de acreedores aquellos créditos que hayan sido reconocidos por laudo o por sentencia, aunque no fueran firmes, los que consten en documento con fuerza ejecutiva…no obstante la administración concursal podrá impugnar en juicio ordinario y dentro del plazo para emitir su informe, los convenios o procedimientos arbitrales en caso de fraude…y la existencia y validez de los créditos consignados en título ejecutivo…a través de los cauces admitidos por su legislación específica…” (Ley 22/2003:2003). La ley concursal española considera a los créditos contenidos con garantía de valores como créditos con privilegio especial, porque afectan a determinados bienes o derechos del deudor. Asimismo, establece que los incidentes Concursales no suspenderán el procedimiento de concurso, sin perjuicio de que el juez, de oficio o a instancia de parte, acuerde la suspensión de aquellas actuaciones que estimen puedan verse afectadas por la resolución que se dicte (artículos 90º y 192º de la Ley 22/2003). La legislación concursal argentina prevé un procedimiento preventivo ante el síndico (funcionario judicial que actúa como órgano hábil para recibir la demanda de verificación de créditos, pero que no es un funcionario permanente del poder judicial). Alegría sostiene: “esta peculiaridad hace que se trate de una demanda judicial, con los efectos de ésta y con el carácter introductoria de proceso que ella normalmente tiene, pero que se presenta en sedes materiales y ante un órgano con las características descritas. El proceso de verificación forma parte del proceso más amplio de concurso” (1975; 81-86). La legislación colombiana en materia de concursos tiene como objetivo principal la recuperación y conservación de la empresa como unidad de explotación económica y fuente generadora de la riqueza. “El Estado colombiano, a través de la Superintendencia de Sociedades, se encarga de 273 administrar los procesos concursales, pudiendo, incluso, abrir el concordato de oficio…Compete a dicha entidad administrativa calificar los créditos, resolver las objeciones presentadas a los créditos calificados, e investigar las causas que generen el incumplimiento de los términos del concordato probado por la Junta, pudiendo imponer las sanciones correspondientes” (Pinkas; 2003; 170). En este orden de ideas, se concluye que la mayoría de las legislaciones concursales han diseñado el procedimiento cuya competencia le corresponde a una autoridad judicial, la misma que cuenta con todas las facultades en el proceso de verificación y reconocimiento de créditos. La Excepción es que los procedimientos concursales, por razones de política estatal (por ejemplo, la desjudicialización de procesos en materia concursal), estén bajo la competencia de una autoridad administrativa, la misma que ejercerá un rol protagónico en la etapa de reconocimiento de créditos. Tanto el Perú como Colombia y Portugal recogen este modelo, el mismo que como se ha detallado en la investigación ofrece serias deficiencias, inclusive pueden crear un panorama de inseguridad jurídica y colisiones normativas que potencialmente pueden afectar a terceros de buena fe; restando protagonismo al órgano jurisdiccional en asuntos de su competencia en casos concretos determinados (por ejemplo, la simulación o fraude crediticio). Un aspecto que no debemos dejar de lado es que la legislación peruana ante los supuestos de simulación o fraude, inclusive en procedimientos concursales, ha regulado el tipo de responsabilidades pasibles de ser impuestas a los sujetos que las cometieran. Así, el Código Penal ha tipificado los delitos de atentado contra el sistema crediticio: insolvencia fraudulenta, insolvencia culposa, suspensión fraudulenta de exigibilidad de obligaciones en procedimientos concursales (artículos 209º-211º del Código Penal). En el cuadro número catorce podemos apreciar las evidentes diferencias entre los títulos valores en sede judicial y el tratamiento legislativo de los mismos en sede concursal. 274 La legislación concursal peruana al igual que la legislación concursal argentina establecen que los créditos materia de reconocimiento deben sujetarse a un proceso de verificación a cargo de la autoridad competente, la misma que auscultará el origen o la causa del crédito invocado, inclusive cuando éstos se traduzcan en títulos valores que por su naturaleza son abstractos. Si se acompañan títulos cambiarios al pedido de verificación, se entiende por causa del crédito la relación subyacente; pero como esa relación se limita a los partícipes directos de la relación, cuando el documento ha circulado puede no existir un vínculo inmediato entre el concursado- sea o no el librador- y quien pide verificación. Maffía sostiene que “la existencia de títulos formales no releva del deber genérico que todo litigante tiene de explicarse ante el magistrado, ni menos del especifico referente al pedido de incorporación al pasivo concursal… si el legitimado es un tercero en relación con el negocio que dio origen a la cambial, al menos debe explicar de quién lo recibió; cómo llego a él; a qué título; en virtud de qué negocio lo obtuvo. Su condición de endosatario remoto puede justificar que desconozca la causa originaria de la creación del título, pero no la relación habida con su tradens… “(1994; 245-246). La presunción relativa al favor creditoris en los procesos individuales, deja su lugar al genérico deber de explicar a qué titulo legítimo el interesado en incorporarse al pasivo concursal invoca su derecho. Es decir, la posición del acreedor frente al concurso de ninguna manera es la misma que ante su deudor: en el juicio individual el tenedor de una cambial disfruta de todas las ventajas que, traducidas en definitiva en limitación de las defensas oponibles, configuran el favor creditoris. Esas ventajas no rigen en caso de concurso, no se trata de un juicio del acreedor contra el deudor, sino de un pedido para incorporarse, por la vía procesal l específica establecida, al pasivo del concurso. Etcheverry, citado por Maffía, destaca que la exigencia de probar la causa tiende a “evitar la colusión dolosa entre el fallido y un acreedor, que con facilidad tentadora se podría lograr mediante ejecuciones formalmente correctas” (1994; 27). El artículo 38º numeral 38.5 de la ley General del Sistema Concursal peruana prescribe que “En los casos de créditos invocados por acreedores vinculados al deudor y aquellos en los que surja alguna controversia o duda sobre 275 la existencia de los mismos, el reconocimiento de dichos créditos solamente podrá ser efectuado por la Comisión, la que investigará su existencia, origen, legitimidad y cuantía por todos los medios, luego de lo cual expedirá la resolución respectiva”. Del mismo modo el artículo 33º de la Ley de concurso argentina prescribe que “el pedido de verificación debe entre otras referencias materiales, indicar la causa del crédito conforme al texto legal”. La jurisprudencia argentina tuvo inicialmente ciertos problemas al determinar si subsiste la obligación de indicar la causa del crédito cuando se empleen documentos abstractos. Dos de las entonces cuatro Salas de apelaciones de la Cámara Nacional de Comercio acotaban que la exigencia no regía cuando el crédito invocado se sustentaba en documentos abstractos (títulos valores), pues no se supeditan a requisitos de la causa. Las otras dos Salas pregonaban lo contrario. Años más tarde, el problema pareció resuelto, cuando en un incidente de verificación tardía, se expidió el fallo “Translínea”. Su doctrina fue la siguiente “… el solicitante de verificación en concurso con fundamento en pagarés con firma atribuida al fallido, debe declara y probar la causa, entendidas por tal las circunstancias determinantes del acto cambiario del concursado, si el portador fuese su beneficiario inmediato, o las determinantes de la adquisición del título por ese portador de no existir tal inmediatez. “ (Maffía: 1994; 34). No obstante esa severa y hasta dura advertencia que fue la doctrina consagrada por “Translínea”, se siguieron presentado situaciones de créditos aparentemente legítimos (acreedores que lo eran auténticamente, pero que no podía justificar el negocio del cual resultaba su crédito) pero que, por algún descuido, imprevisión o falla de manejo, ante el concurso del deudor defeccionaban en orden a justificación de la causa. La jurisprudencia argentina aún con la existencia del Plenario “Translínea” y “Difry”, no ha sido uniforme. En años recientes, dos de las cinco Salas de la Cámara Nacional de Comercio han resuelto no aplicar el artículo 33 de la Ley concursal (que exige el deber de indicar la causa del crédito) y el Plenario “Translínea”. Vale decir han decidido relevar, a quien pretenda incorporarse a la masa pasiva sobre la base de un título abstracto, de la carga concerniente a la indicación- y, si fuese el caso, prueba- de la causa de su crédito. La Cámara de Apelaciones, Sala E en el incidente de verificación tardía por José A. Rohr, consideró que el certificado expedido en el juicio ejecutivo 276 “como figura per se título válido para la verificación pretendida por el apelante; siendo uno de sus fundamentos el que no se haya alegado- mucho menos probadola existencia de consilium fraudis entre el pretendido acreedor y la concursada con el propósito de abultar el pasivo” (Módulo II Reestructuración Patrimonial Universidad de Lima: 2000; 39). En el año 1988, la Sala de la Cámara Nacional de Comercio argentina resolvió el caso “Noni”. El fallido adujo que la actora no explicó la causa del crédito, cuando pidió verificación al síndico. Según la Cámara ellos no es óbice; “cierto que en su petición…el pretenso acreedor no detalló la libranza del cheque. Sin embargo, tal omisión no puede ser invocada por el fallido- quien formalmente aparece como librador- sin invocar a su vez la falsedad del título o algún vicio de la voluntad que invalide aquella rúbrica. Es evidente que quien aparece firmando un cheque no puede escudarse en una omisión para intentar liberarse de una obligación que aparece instrumentalmente correcta. Es de presumir que el acto de la firma de la libranza tuvo su causa y que su autor la conoce” (Módulo II Reestructuración Patrimonial Universidad de Lima: 2000; 42). La etapa más importante en todo el procedimiento concursal es la verificación de créditos del deudor concursado porque importa una sincera evaluación de la documentación o información proporcionada por el acreedor, la cual debe ser fiel reflejo de los estados financieros del deudor. “La finalidad del reconocimiento de créditos no estuvo de ninguna manera marcada en la anterior legislación concursal , entendiéndose que dicho tópico solo otorgaba los visos de legalidad para la participación en Junta de Acreedores, no estando directamente vinculada al pago del crédito” (Carbonell: 2003; 129) Carbonell sostiene que la ley concursal peruana introduce “la posibilidad de adoptar la figura de la conciliación de créditos entre deudor y acreedor, como un mecanismo que busca dotar de celeridad a los proceso de reconocimiento de créditos, creando incentivos para que los acreedores y el deudor desarrollen conductas que contribuyan a dicho fin. Se verifica en la praxis, que muchas veces se inclina la balanza de la conciliación por intermedio del deudor, dado que muestra mayor interés que el propio acreedor, lo que genera mayor prontitud en la resolución de los incidentes probatorios, lo cual permite que mayor número de acreedores se reúnan. Por ello se fijan plazos para las distintas actuaciones del procedimiento, tanto para Comisión, como para las partes. El privilegio de 277 incentivar la conciliación de crédito, no impide que los acreedores puedan interponer cualquier recurso impugnatorio contra la resolución que expida la autoridad concursal. Ello no impide que luego, la Comisión realice una verificación ex post, vale decir, con posterioridad al dichote las partes intervinientes en el procedimiento concursal, para lo cual deberá evaluarse la legitimidad, cuantía, existencia y origen de los créditos” (2003; 131). El numeral 39.3 del artículo 39 de la Ley del sistema Concursal peruano señala que los créditos que se sustenten en títulos valores o documento públicos serán reconocidos por la Comisión por el solo mérito de la presentación de los mismos, suscritos por el deudor, siempre que su cuantía se desprenda del tenor de los mismos. En algunas circunstancias, la Comisión deberá solicitar al acreedor, documentación que acredite el vínculo causal de la operación mercantil celebrada con su deudor, verbigracia copia de los asientos contables o declaraciones juradas de tributos (Carbonell: 2003; 133). Resulta oportuno, citar el precedente de observancia obligatoria expedido por la Sala d Defensa de la Competencia del Tribunal del INDECOPI contenido en la Resolución Nº 023-96-TRI-SDC de fecha siete de agosto de mil novecientos noventa y seis, al interior de la empresa Eduardo Marisca Agencia de Aduana S.A., que establece lo siguiente: “ Que las letras de cambio endosadas en descuento, son título válidos para ser reconocidos como crédito frente a cualquiera de los giradores, aceptantes y endosantes declarados en estado insolvencia, y que resulten obligados de acuerdo al los términos de la ley de Títulos Valores” (Carbonell: 2003; 134). Finalmente, en el cuadro número quince podemos apreciar el formato de un Valor de Empresa en Concurso, el cual debe ser emitido en el modo y forma establecido por ley. Actualmente se encuentra vigente la Resolución de CONASEV número 096-2002-EF/94.10 publicada el 30 de diciembre del 2002, mediante la cual CONASEV reguló la creación y emisión de un nuevo título valor denominado Valor de Empresa en Concurso (VEC). Respecto a la forma de transmisión del VEC, el reglamento ha prescrito que el mismo se transfiere a través del endoso, es decir, mediante al declaración de voluntad cambiaria por la cual el endosante renuncia a su derecho cartular a favor del endosatario. Asimismo se ha establecido que toda transferencia del VEC 278 obligatoriamente debe ponerse bajo conocimiento de la autoridad concursal competente, según el estado del procedimiento concursal; lo cual es de exclusiva responsabilidad del adquirente del referido título valor , quien deberá realizar dicha comunicación en un plazo no mayor de 15 días de la fecha de efectuada la transferencia. “Por otro lado, debemos señalar que el reglamento deja abierta la posibilidad de que los VEC sean negociados a través de mecanismos centralizados, en cuyo supuesto la transferencia de dicho título valor deberá ser comunicada a la autoridad concursal competente por el agente de intermediación que efectúe dicha transacción por cuenta del adquirente” (Tomaylla: 2003; 130-131). El Valor de la Empresa en Concurso representa los derechos de crédito debidamente reconocidos que detenta algún acreedor de una empresa sometida a procedimiento concursal, que hayan sido debidamente reconocidos por la autoridad concursal. A efectos de la validez de la emisión del VEC, su Reglamento ha prescrito como una formalidad ad solemnitatem para la misma el hecho de que dicho título valor pase por un procedimiento de certificación. En efecto, una vez que el deudor concursal hubiera emitido un VEC a favor de uno de sus acreedores deberá solicitar obligatoriamente a la autoridad concursal la verificación de los alcances de los derechos de crédito contenidos en el VEC, a fin de que la emisión del mismo guarde estricta correspondencia con lo establecido en la resolución de reconocimiento del crédito que dicha autoridad hubiera expedido. El problema puede, eventualmente, surgir a raíz de que ante la emisión de un VEC, se presente luego ante la Comisión, por parte de uno de los acreedores, una solicitud de impugnación del crédito reconocido en dicho título valor y de los documentos que originalmente fueron reconocidos por la Comisión y que originaron la emisión de dicho VEC. Si efectivamente la autoridad concursal conforme a la legislación vigente también tiene facultades de investigación ex post en aras de proteger a los verdaderos acreedores de la masa concursal, entonces tendría que emitir pronunciamiento, existiendo inclusive la posibilidad de que los créditos 279 inicialmente reconocidos sean declarados simulados según la prueba actuada, lo que implicaría la nulidad de los actos administrativos posteriores. Se crearía un panorama de inseguridad jurídica que en la práctica se ve reflejado, pues desde la ley de creación del VEC, ésta no tiene eficacia práctica, debido a que, según información obtenida del INDECOPI-Lima, existe a nivel nacional sólo la emisión de un VEC en el caso de la Empresa Radiodifusora de Televisión S.A., información que sólo fue proporcionada verbalmente por un funcionario de la Comisión de Procedimientos Concursales, sosteniendo que la información es reservada a las partes legitimadas, ante la existencia de una directiva que restringe el acceso a dicha documentación. Por otro lado en el supuesto de hecho anteriormente planteado, la Comisión podría también privilegiar la seguridad jurídica y mantener el statu quo luego de la emisión de un VEC, sosteniendo que su facultad de investigación ex post no puede afectar derechos de terceros; no obstante, un acto que adolece de simulación absoluta puede ser cuestionado en sede judicial y de declararse fundada la demanda, la situación jurídica cambiaría drásticamente en el procedimiento concursal, desde luego, si partimos de la premisa que aquel acreedor reconocido inicialmente, no lo era nunca; y por tanto, los actos reputados a su favor serían nulos. 5. 5.1. CONCLUSIONES. La facultad investigadora del INDECOPI en los procedimientos concursales para determinar el origen, la existencia, cuantía y la legitimidad de los créditos invocados no contiene límites materiales impuestos por la ley. 5.2. El control de la autoridad administrativa en los procedimientos concursales respecto al reconocimiento de créditos no es preclusiva ni perentoria; ejerciéndola en cualquier estado del procedimiento, de oficio 280 o a petición de parte; inclusive en el supuesto de créditos ya reconocidos. 5.3. Los efectos de la regla del favor creditoris derivada de un título valor, no le es oponible a la autoridad concursal en la etapa de verificación o reconociendo de créditos. 5.4. La etapa de verificación o reconocimiento de créditos contenidos en títulos valores por parte de la autoridad administrativa en un procedimiento concursal ordinario contraviene los principios reconocidos por la Teoría General del Derecho Cambiario, afectando la seguridad jurídica inherente a todo título valor; por cuanto ausculta el origen, causa o relación subyacente, obviando la naturaleza abstracta inmanente a todo título valor. 5.5. La facultad de la autoridad concursal en materia de reconocimiento de créditos concursales es amplia porque le permite, tanto auscultar el origen del crédito contenido en el título valor como también determinar si el mismo ha cumplido con las exigencias formales impuestas por ley. 5.6. La Ley General del Sistema Concursal tiene una redacción ambigua. Por un lado, prescribe que cuando el crédito invocado está incorporado en un título valor es posible su reconocimiento en mérito a la literalidad del título; por otro lado, establece que si la autoridad administrativa presume la existencia de una simulación de créditos, debe necesariamente investigar la relación causal, situación jurídica que podría estar reservada al órgano jurisdiccional competente. 5.7. El Valor de la Empresa en concurso es un título valor que representa derechos de crédito detentados por un acreedor legitimado dentro del procedimiento concursal; no obstante, el crédito que origina la emisión 281 de dicho título valor, producto de un estudio previo por parte de la autoridad administrativa, puede estar sometido a impugnación generando así un panorama de inseguridad jurídica. 5.8. No existe en la jurisprudencia administrativa peruana uniformidad de criterios para resolver controversias referidas al reconocimiento de créditos derivados de títulos valores. 6. RECOMENDACIONES. 6.1. Es necesario que se introduzcan modificaciones en el ordenamiento jurídico concursal, estableciéndose límites a la facultad investigadora del INDECOPI en materia de reconocimiento de créditos derivados de títulos valores, a fin de evitar colisiones normativas y unificar la jurisprudencia administrativa en la materia. 6.2. Es necesario estudiar y verificar en la realidad social, los efectos que se producen luego de la emisión de títulos valores nuevos, con la finalidad de que luego puedan tener eficacia práctica y cumplan con los fines de su creación. 7. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS. Alva, S. (2000). Variación de los Créditos Concursales. Actualidad Jurídica. Tomo 85-B. Lima: Gaceta Jurídica. Alva, S. (2001). El reconocimiento de créditos por concepto de intereses en el procedimiento concursal. Diálogo con la Jurisprudencia. Nº 28. Lima: Gaceta Jurídica. Araya, C. (1989). Títulos circulatorios. Buenos Aires: Astrea. 282 Augusto, I. (2002). Una Primera Mirada al Esquema de Reconocimiento de Créditos en el Proyecto de la Ley General del Sistema Concursal. Revista Jurídica del Perú. Nº 34. Lima. Augusto, I. (2002). Innovaciones en el Procedimiento de Reconocimiento de Créditos en la Ley General del Sistema Concursal. Revista Jurídica del Perú. Nº 38. Lima. Augusto, I. (2002). 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