Terapia electrocompulsiva

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TERAPIA ELECTROCONVULSIVA
Definición: En 1938, Cerletti y Bini describieron un método para describir convulsiones por medio de
electricidad y comenzaron a usarlo en el tratamiento de enfermos con esquizofrenia. La terapia
electroconvulsiva (TEC) induce la actividad de ataques convulsivos mediante el pasar de una corriente
eléctrica a través del cerebro. Algunos medicamentos reducen al mínimo el ataque convulsivo actual para que
así muy poco movimiento ocurra en el cuerpo, la actividad de ataques convulsivos ocurre principalmente en el
cerebro. TEC es el tratamiento más eficaz que existe para la depresión. También se emplea para tratar la
manía o la esquizofrenia cuando cualquiera de las dos enfermedades no es ayudada por medicamentos.
Los tratamientos electroconvulsivos generalmente se dan tres días a la semana por un total de 8 a 12
tratamientos. El número de tratamientos será determinado por la respuesta del paciente.
Indicaciones: Hoy en día ninguno de los manuales de psiquiatría más consultados pone en duda la eficacia de
la TEC, en determinadas patologías, y coinciden al afirmar que es un tratamiento infrautilizado.
La indicación más frecuente de la TEC en E.E.U.U. es en el trastorno depresivo mayor, donde su eficacia está
fehacientemente comprobada. Alrededor de un 80% de los pacientes con depresión endógena responden a este
tratamiento, observándose los primeros efectos beneficiosos a la primer semana. En algunos estudios
comparativos la TEC resultó superior a los antidepresivos, y demostró su utilidad en individuos resistentes a
los medicamentos. Si la resistencia es a la primer droga empleada, su eficacia alcanza entre el 60 y el 85%. Si
en cambio, lo es a múltiples tratamientos, este porcentaje no es tan elevado, aunque sigue siendo la estrategia
más potente. Además de lo antedicho la TEC está indicada cuando el paciente no tolera la medicación, o
cuando el riesgo torna imperativa una respuesta más rápida. Tal es el caso de los síntomas graves o psicóticos,
la fuerte tendencia suicida o los síntomas marcados de agitación o estupor. Como prueba de su rapidez de
acción se reportó la disminución de la estadía hospitalaria a menos de trece días, en aquellos pacientes con
depresión mayor que recibieron TEC en primera instancia. En cambio las depresiones atípica, neurótica y
reactiva no suelen responder y no proporciona ningún efecto profiláctico de las recaídas.
En cuanto al tratamiento con TEC de la manía aguda, Mukhejee y col. publicaron en 1994 una revisión
bibliográfica de todos los reportes en inglés de los últimos 50 años que pudieron encontrar sobre el tema. En
ellos hallaron evidencia que indica que la TEC está asociada a remisión o marcada mejoría clínica en el 80%
de los pacientes maníacos, y remisiones de hasta un 60%, en el lapso de dos semanas, en aquellos que
mostraron pobre respuesta terapéutica con litio o neurolépticos. A pesar de estas cifras, la alta eficacia
farmacológica en esta patología limita las indicaciones a casos incontrolables a pesar de regímenes máximos
de neurolépticos, litio o carbamacepina, combinados con sedantes, o cuya hiperactividad amenaza con
inanición, a pesar de la sedación y contención.
La TEC en pacientes esquizofrénicos con síntomas positivos marcados, catatonia o síntomas afectivos
presenta prácticamente la misma eficacia que la de los antipsicóticos. En estos casos se la considera una
alternativa terapéutica eficaz ante el fracaso o contraindicación de la medicación adecuada(4,15,18,68). Se ha
visto que la asociación de TEC con neurolépticos tuvo mas eficacia que cada uno por separado en la remisión
de los síntomas psicóticos agudos. No obstante, el electrochoque no demostró ser útil en los síntomas de la
esquizofrenia crónica y en aquellos en los que existe gran apatía, afecto aplanado o deterioro.
En su libro "Catatonias", Monchablón plantea como la principal indicación del TEC a los Síndromes
Catatónicos Subagudos Malignos Perdedores de Peso, y propone como criterios para esta decisión terapéutica
una evolución de más de 30 días, una caída ponderal mayor de 0,5kg/día, presencia de escaras múltiples
insinuadas, persistencia del negativismo y del estado general de inhibición, necesidad de SNG y vesical casi
permanente y el fracaso durante ese mes de otros tratamientos. La aplicación del TEC en estos casos recupera
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al paciente de la catatonia y evita su muerte, aunque advierte el autor que su eficacia es antisindromática y no
es curativa de la enfermedad de base que seguirá su curso fásico endógeno.
Otras patologías donde se ha descripto acción terapéutica de la TEC son el síndrome neuroléptico maligno, el
fenómeno on off de la enfermedad de Parkinson, psicosis secundarias a enfermedad médica, epilepsia
intratable y retraso mental con autolesiones, además se ha sugerido su utilidad en el TOC resistente, y el
hipopituitarismo.
Resulta llamativo, después de esta revisión, que las indicaciones de esta terapia estén limitadas a los casos
más complejos y peligrosos y que lejos de ser, en estas circunstancias, un recurso desesperado y estéril, se
constituye en una alternativa altamente eficaz. En una revisión realizada por Abrams sobre encuestas a
pacientes sometidos a TEC, encuentra que la mayoría reconocía que no era peor que la visita a un dentista y
que estaban dispuestos a repetir el tratamiento de ser necesario, manifestando que la alteración de la memoria
era el peor efecto secundario. Por otro lado, contra lo que se podría suponer, la anestesia general en esta
práctica se instituyó después de introducir los miorrelajantes, para evitar que el paciente experimentara la
angustiante sensación de parálisis respiratoria que estos producen.
En cuanto a los peligros de la TEC, es considerada de muy bajo riesgo. La mortalidad es de 1:200.000
pacientes, incrementada a expensas de la anestesia general a un índice de 1:14.000. Según la American
Psychiatric Asociation, no existen contraindicaciones absolutas para la TEC, pero situaciones que aumentan
substancialmente el riesgo y requieren más control son: lesiones ocupantes de espacio en el sistema nervioso
central, enfermedades cerebrovasculares y aneurismas, infartos de miocardio recientes, arritmias cardíacas,
hipertensión arterial grave, desprendimiento de retina, feocromocitoma, glaucoma y reacciones infrecuentes a
la anestesia.
El bajo riesgo ha hecho que se la considere idónea para mujeres embarazadas deprimidas que precisan
tratamiento y no pueden tomar medicación, para pacientes geriátricos o médicamente enfermos que no pueden
tomar con inocuidad fármacos antidepresivos e incluso para niños y adolescentes deprimidos que suelen
responder peor que los adultos al tratamiento antidepresivo farmacológico.
Contraindicaciones: La hipertensión, los electrocardiogramas anormales, los antecedentes de angina de
pecho o de trombosis coronaria, no son en sí mismos contraindicaciones para el tratamiento si el
enfermo tiene una adecuada reserva cardiaca.
La descompensación cardiaca habitualmente excluye el tratamiento electroconvulsivo. La presencia de un
aneurisma aórtico también excluye el uso de este. Si la hipertensión se debe principalmente a factores
emocionales no es necesariamente una razón para rechazar el tratamiento. Por el contrario, puede ser una
indicación para su uso. Los accidentes vasculares a consecuencia de los electrochoques son extremadamente
raros. El uso del TEC en presencia de enfermedad miocárdica depende de la gravedad de ésta y de la urgencia
que se tenga en aplicar dicho tratamiento. Si la agitación del paciente provoca un esfuerzo constante para el
corazón, puede utilizarse el TEC.
En general, la tuberculosis excluye el tratamiento cuando hay antecedentes de hemorragia reciente o signos de
gran actividad; no obstante, el enfermo con graves problemas para alimentarse a menudo se beneficia con el
TEC, ya que después de los tratamientos aumenta el peso corporal.
Uso y Abuso: Puede haber un dolor de cabeza para el cual se puede solicitar medicación. Puede estar
soñoliento durante unas pocas horas. Pueden ocurrir problemas de la memoria, pero generalmente se
despejan después de unas pocas semanas o meses. Algunas personas pierden permanentemente la
memoria de los tratamientos y de los períodos cortos antes de y después de éstos.
Uno de los primeros efectos secundarios observados fueron las fracturas óseas a consecuencia de la actividad
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motora convulsiva, problema que se consiguió eliminar mediante el uso de la relajación muscular
farmacológica durante el tratamiento. Las arritmias cardíacas leves y transitorias se dan en un 30% de los
pacientes, en cambio en aquellos con patología cardíaca previa pueden ser graves. Sin embargo, con control
médico adecuado se considera a esta práctica relativamente segura en estos casos y menos riesgosa que los
tricíclicos. Pueden ocurrir convulsiones prolongadas que deben medicarse y muy raramente convulsiones
tardías. Pero los efectos secundarios que más promueven investigaciones por su elevada frecuencia son las
alteraciones cognitivas. Estas son: la confusión durante los primeros 30 minutos después de la crisis y los
déficit mnésicos. Menos común es el delirium que puede durar días y requiere diazepam. La TEC produce una
amnesia anterógrada que abarca unas horas después del tratamiento, así como amnesia retrógrada. Aunque los
déficits anterógrados leves pueden persistir algunas semanas tras un curso completo de TEC, los déficits a
largo plazo son inusuales con los protocolos actuales. La amnesia retrógrada, más vinculada a la aplicación
bilateral, puede consistir en olvido de eventos remotos, olvido de hechos ocurridos de 1 mes a 2 años previos
a la TEC, y amnesia lacunar del tratamiento. Los datos de seguimiento indican que casi todos los pacientes
recuperan su estado anterior cognitivo en unos 6 meses, aunque en algunos pueden persistir microolvidos
permanentes, de contenido autobiográfico circunscritos a los días del tratamiento. Paradójicamente la TEC
puede inducir efectos terapéuticos notables en pacientes con alteraciones cognitivas. Se han observado
mejoras de las funciones mnésicas en pacientes depresivos, reducción ostensible de los defectos cognitivos de
la pseudodemencia y disminución de los mismos en cuadros psicóticos agudos.
Bibliografía:
• http://www.drweb.com.ar/aap/alcmeon/26/alc26_05.htm 2000−02−24 16:50.
• http://www.noah.cuny.edu/ 2000−02−24 15:02.
• Adaglio, M., Ghini, V., Rodríguez, A. Terapia Electroconvulsiva. Alcmeon 26, Septiembre 1998, 7,
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• Kolb, L. (1992). Psiquiartía clínica moderna. La prensa médica mexicana: México.
• Moizeszowicz, J. (1996). Psicofarmacología psicodinámica III. Paidós: Argentina.
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