Las nuevas funciones del Secretario Judicial tras las reformas

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DERECHO PROCESAL
LAS NUEVAS FUNCIONES
DEL SECRETARIO JUDICIAL
TRAS LAS REFORMAS PROCESALES DERIVADAS
DE LA NUEVA OFICINA JUDICIAL
carlos e. Gutiérrez lucas
secretario judicial. secretario coordinador Provincial de valladolid.
La defensa del papel que ostenta el Secretario Judicial en la sociedad actual
y del que está llamado a desempeñar tras la publicación de las Leyes 1 y
13/2009, de 3 de noviembre, que desarrollan las bases que se establecieron en
la LOPJ tras la reforma ya iniciada con la LO 19/2003, de 23 de diciembre,
no es ni un acto pretencioso o corporativo ni una búsqueda de unas funciones
ajenas a las ya inherentes a un Cuerpo Superior Jurídico, tan sólo es el ejercicio de un acto de responsabilidad y de una llamada vocacional al desempeño de una función que mejore el funcionamiento de la Administración de
Justicia, servicio público por el que se nos retribuye y del que deseamos que
el ciudadano recupere la confianza.
El presente trabajo pretende analizar y justificar la necesidad de lograr una
reforma de la justicia con un punto de mira centrado en el diseño de la Nueva Oficina Judicial en el que jugarán un papel de primer orden los miembros
del Cuerpo de Secretarios Judiciales. Un análisis serio y meditado en la participación de este nuevo diseño permitirá que los Jueces y Magistrados se concentren en su función constitucional de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado.
En la exposición de motivos de la Ley Orgánica 19/2003, de 23 de diciembre,
de modificación de la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial,
ya se decía literalmente que se reformaba en profundidad y de forma espe-
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cialmente novedosa la Oficina Judicial, de la que por primera vez se recoge
su estructura organizativa y el Estatuto del Cuerpo de Secretarios Judiciales
y del resto del personal al servicio de esta Administración.
SUMARIO
1.
introducción y Breve reFerencia Histórica del camBio.
2.
PrinciPios insPiradores del Pacto de estado y la imPlicación en
ellos del secretario judicial. la carta de derecHos del ciudadano ante la justicia.
el Plan de transparencia judicial y la necesidad de la reforma.
3.
4.
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anÁlisis crítico de la reForma Procesal.
3.1.
la nueva regulación y distribución de competencias: las funciones del juez
y las funciones del secretario judicial.
3.2.
la admisión e inadmisión de demandas, la acumulación de acciones y la
decisión para la terminación de procedimientos.
3.3.
la agenda de señalamientos.
3.4.
competencias del secretario en la ejecución tras la reforma de la ley
13/2009.
3.5.
Fe pública judicial.
a modo de conclusión.
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listado de abreviaturas utilizadas:
CGPJ
Consejo General del Poder Judicial.
GTI
Grupo Técnico de Implantación.
EJIS
Esquema Judicial de Interoperabilidad y
Seguridad.
MJU
Ministerio de Justicia.
NOJ
Nueva Oficina Judicial.
ROCSJ
Reglamento Orgánico del Cuerpo de Secretarios Judiciales.
Servicio Común Procesal.
FGE
Fiscalía General del Estado.
LOPJ
Ley Orgánica del Poder Judicial.
LEC
Ley de Enjuiciamiento Civil.
SCP
LECr
Ley de Enjuiciamiento Criminal.
SS.CC.PP. Servicios Comunes Procesales.
LPL
Ley de Procedimiento Laboral.
UPAD
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Unidad Procesal de Apoyo Directo.
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1.
INTRODUCCIÓN Y BREVE REFERENCIA
HISTÓRICA DEL CAMBIO
Resulta ineludible comenzar el presente trabajo con una clara y amplia referencia al Pacto de Estado para la reforma de la Justicia que fue suscrito el
28 de mayo del año 2001 y que ya se firmó con la finalidad de plantearse y
abordar una modernización del sistema judicial, impulsando un nuevo modelo de Justicia Global que atienda al ciudadano respetando unos postulados
básicos de rapidez, eficacia y calidad con los que se consiga garantizar los derechos de los ciudadanos.
Este pacto, suscrito por los principales partidos políticos de nuestro país, ponía de manifiesto que quienes dedicaban su vida al servicio de la justicia demandaban un profundo sacrificio de mejora y modernización de nuestro
sistema judicial, garantizando que la justicia que se administre provenga de un
poder independiente, unitario e integrado, con una estructura vertebrada y regida por una coherencia institucional que le permita desarrollar más eficazmente sus funciones constitucionales (1).
Con este pacto se ponía en evidencia la necesidad de evolucionar hacia un cambio y una transformación radical en la justicia poniendo el horizonte en un desafío que demandaba una sociedad democrática y avanzada, propia del siglo xxI.
El nuevo modelo de justicia al que se refiere el Pacto de Estado contemplaba
en su punto número 10, una referencia a los Secretarios Judiciales, en la que
se venía a establecer, respecto a los mismos, lo siguiente:
— Se considera necesario redefinir las funciones de los Secretarios Judiciales, que constituirán un único Cuerpo Nacional de funcionarios téc-
1.
«Pacto de Estado para la Reforma de la Justicia», en: El Pacto de Estado para la reforma de la Justicia,
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2002, pp. 273-282.
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nicos superiores dependientes del Ministerio de Justicia. Son nueve años
los que han pasado desde que se firmó el Pacto de Estado y sus frutos se
han visto reflejados en la redacción que puede leerse en la Ley 13/2009,
de reforma de la legislación procesal. La dependencia del Secretario Judicial hacia el Ministerio de Justicia ya venía recogida en la LOPJ de 1985,
reformada por la Ley 19/2003, de 23 de diciembre, en cuyo Capítulo I del
Título II del Libro V, en el artículo 440, se establece que «Los Secretarios
Judiciales son funcionarios públicos que constituyen un Cuerpo Superior
Jurídico, único, de carácter nacional, al servicio de la Administración de
Justicia, dependiente del Ministerio de Justicia, y que ejercen sus funciones con el carácter de autoridad».
— El Secretario Judicial debe verse potenciado aprovechando su capacidad y formación, procediendo en consecuencia la reforma de su Estatuto.
— Se deberán atribuir nuevas competencias a los Secretarios Judiciales,
procediendo a la redefinición de la fe pública judicial que la haga compatible con la incorporación de las nuevas tecnologías.
Quizás sea este uno de los aspectos que haya dado lugar a una profunda división de opiniones entre Secretarios Judiciales, ya que la independencia del
Secretario Judicial va íntimamente ligada al desempeño de la fe pública, razón por la cual ha de tratarse con suma delicadeza cualquier redefinición que
pueda suponer un atentado a mencionada independencia. Al hilo de lo anterior se llegaron incluso a celebrar, organizadas por una asociación profesional
de Secretarios Judiciales, unas Jornadas en octubre del año 2007 sobre fe
pública y tecnologías en las que de una forma seria y profunda se analizó con
rigor la situación actual de la fe pública judicial, llegándose a conclusiones tales como que «Es necesario terminar con el sistema de fe pública total por imposible e irreal. Para ello deberán distinguirse los actos en los que la fe pública
sea imprescindible de otros en los que resulte bastante la capacidad de certificación de otros funcionarios públicos».
También se concluyó que «La fe pública judicial tiene un triple encaje constitucional: es básica para sustentar el principio de seguridad jurídica (artículo 9.3),
es la principal garantía del ciudadano ante el proceso judicial (artículo 24.2), y
sirve a la independencia de los Jueces y Magistrados en el ejercicio de la potestad de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado que tienen atribuida (artículo 117.1)».
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— Al Secretario le corresponde el impulso procesal, y para ello debe dotársele de facultades plenas y así poder desarrollar los trámites en que no
sea preceptiva la intervención del Juez. Según GÓMEZ ORBANEJA (2), la
«ordenación es la actividad del órgano jurisdiccional encaminada a encauzar su desarrollo en el orden establecido por la ley y a configurar los
actos de acuerdo con la finalidad concreta a que tienden».
El «impulso procesal» es la orden que se dicta para la realización del siguiente acto o el ofrecimiento que se hace a las partes de hacerlo.
— Se deben aumentar las funciones de ejecución, realización de bienes
y jurisdicción voluntaria (o procedimientos sin contradicción). Ello supone detenernos a considerar que las funciones del Secretario Judicial son
tanto jurisdiccionales como administrativas. Llegados a este punto deberíamos examinar de manera crítica las funciones del Secretario Judicial, entre
las que se encuentran el impulso y la ordenación procesal. En este caso deberíamos efectuar una distinción entre la ordenación material y la ordenación
formal del procedimiento, conllevando la primera la toma de decisiones y la
segunda una nota de mero automatismo en el impulso. La intervención del
Secretario Judicial en actividades de ejecución o en procedimientos de jurisdicción voluntaria se empapa de unas connotaciones de naturaleza administrativa, aunque también pueden conllevar una naturaleza jurisdiccional.
Ello nos lleva a profundizar también en la redacción dada al artículo 452 de
la LOPJ, que recoge los principios «funcionales» y «orgánicos» del Secretario Judicial, que son los de: «legalidad», «imparcialidad», «autonomía»,
«independencia», «unidad de actuación», «dependencia jerárquica», «indelegabilidad», «sumisión», y «colaboración institucional».
El propio artículo 83.1.b) del Reglamento Orgánico del Cuerpo de Secretarios Judiciales (ROCSJ), aprobado por Real Decreto 1608/2005, de 30
de diciembre, incluye como un deber de los Secretarios el de «Ejercer sus
tareas, funciones o cargo con lealtad e imparcialidad y servir con objetividad a los intereses generales».
— Se le atribuirán funciones de dirección en la Oficina Judicial y en los
servicios comunes, creándose a tal efecto los puestos de Secretario de
Gobierno y Secretario Coordinador. Los puestos de Secretarios de Go-
2.
GÓMEZ ORBANEJA, E., en Derecho Procesal Civil. Parte General, Madrid, 1979, p.193.
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bierno y de Secretarios Coordinadores Provinciales ya están creados y
están desempeñando su papel en el actual escenario de cambio y modernización de la Administración de Justicia. Los Secretarios de Gobierno
son, junto con los Secretarios Coordinadores Provinciales, órganos superiores del Cuerpo Superior Jurídico de Secretarios Judiciales, en cada ámbito territorial autonómico correspondiente. Constituyen el enlace esencial
entre el Ministerio de Justicia y las Comunidades Autónomas con competencias en la materia, en definitiva y en palabras del actual Ministro de
Justicia «son pilares imprescindibles para que la reforma procesal aprobada por las Cortes, y que entrará en vigor en mayo, sea una pronta realidad para los ciudadanos de nuestro país».
En el mes de julio del año 2006 se produjeron también los primeros nombramientos de Secretarios Coordinadores Provinciales, terminando así de unir todos los eslabones que conforman la actual estructura organizativa del Cuerpo
de Secretarios Judiciales. Esta estructura está actualmente preparándose para
impulsar y desarrollar el cambio que comenzará el próximo 5 de mayo de 2010.
En esta breve referencia histórica ha quedado patente que el cambio que comenzó a perfilarse en el Pacto de Estado para la Reforma de la Justicia está
a punto de ver sus primeros resultados en fechas muy próximas, siendo muy
necesario respetar al máximo dos aspectos para mí esenciales y que posteriormente desarrollaré en el presente trabajo:
— Respeto al «Poder Judicial», como uno de los tres poderes del Estado.
— Respeto al «Servicio Público», como un servicio esencial sin el cual el Poder Judicial carece de sentido.
2. PRINCIPIOS INSPIRADORES DEL PACTO DE ESTADO
Y LA IMPLICACIÓN EN ELLOS DEL SECRETARIO JUDICIAL.
LA CARTA DE DERECHOS DEL CIUDADANO
ANTE LA JUSTICIA
En el mismo Pacto de Estado se aludía a la necesidad de reformar en profundidad la Oficina Judicial modernizándola para poder ofrecer una atención
de calidad a los ciudadanos.
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las nuevas funciones del secretario judicial tras las reformas procesales derivadas de la nueva oficina judicial
Ya entonces se hizo mención a la necesidad de respetar unos principios en este diseño:
— La atención al ciudadano mañana y tarde. Hoy se hace necesario efectuar un estudio adecuado de aquellas actuaciones que podrían verse más
favorecidas por un horario de tarde que garanticen al usuario de la Administración de Justicia un servicio más adecuado a sus necesidades. Las
estadísticas que confeccionan los Secretarios Judiciales y los datos que
deben surgir de ellas deben ayudar a fijar el volumen de diligencias que resultan poco rentables por el horario en que se realizan y deben aportar
datos que ayuden a racionalizar la prestación de un servicio en el horario
más adecuado. Ello exige que los sistemas informáticos estén preparados para confeccionar estudios de oportunidad que, si bien pueden suponer un coste inicial elevado, a la larga pueden racionalizar el servicio
extrayendo unos datos que hagan más operativas las salidas de los funcionarios para practicar diligencias. Crear turnos de mañana y de tarde a
los que el funcionario de Justicia pueda optar según su voluntad y su necesidad podrían ayudarle, incluso, a conciliar su vida laboral y familiar eligiendo un horario u otro. Gestionar este cambio conlleva implicar a todos
los integrantes y responsables de la Administración de Justicia, pues dinamizar «la justicia» en España requiere de cuidado y de un estudio riguroso, una vez efectuados estudios experimentales que impidan caer en
riesgos innecesarios. Todo ello sin olvidar que deben efectuarse estudios
que lleven a homogeneizar en lo posible la estructura y funcionamiento
de las actuaciones de los servicios comunes procesales de la misma clase en todo el territorio nacional.
— La Oficina Judicial debe tener una nueva estructura a la que hoy hace referencia el artículo 436 de la LOPJ (en su redacción según la LO
19/2003, de 23 de diciembre), cuando establece que la Oficina Judicial
tendrá a la «Unidad» como elemento organizativo básico, distinguiéndose dos tipos de unidades:
•
La UPAD (Unidad Procesal de Apoyo Directo), Esta Unidad asiste directamente a Jueces y Magistrados en el ejercicio de las funciones que
les son propias, realizando las actuaciones necesarias para el exacto
y eficaz cumplimiento de cuantas resoluciones dicten (artículo 437 de
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la LOPJ). Estas unidades integran, junto con su titular, el respectivo órgano judicial. En principio contarán con un Secretario Judicial, aunque
un mismo Secretario podrá actuar en más de una unidad. Habrá tantas como Juzgados, Salas o Secciones. Las UPADs se agruparán en
Centros de destino y también serán un Centro de destino cada uno de
los Servicio Comunes Procesales.
•
El SCP (Servicio Común Procesal) compartido por distintos Jueces y
Tribunales de un mismo territorio. El artículo 438 de la LOPJ alude a estos servicios como aquellos que, sin estar integrados en un órgano judicial concreto, asumen labores centralizadas de gestión y apoyo en
actuaciones derivadas de la aplicación de las leyes procesales. Estos
servicios van a apoyar a los órganos judiciales de su ámbito territorial
con independencia del orden jurisdiccional. Su jefatura la ostentará un
Secretario Judicial y de él dependerán funcionalmente el resto de Secretarios Judiciales y el personal destinado en los puestos de trabajo
en que se ordene el servicio. Este servicio podrá, según las necesidades de cada provincia, estructurarse dividido en secciones y equipos diversos que gestionen y agrupen aquellas tareas que sean homogéneas
y repetitivas para varios órganos judiciales, lo que permitirá aprovechar
y economizar en tareas que no es eficaz que se reiteren en cada órgano judicial. Con ello se conseguirá:
– Especializar funciones.
– Estandarizar servicios.
– Aprovechar recursos humanos.
Conforme dispone el ROCSJ en su artículo 8 al referirse a las funciones de los Secretarios Judiciales como directores técnico-procesales de
la Oficina Judicial, se establece en la letra c) que para el ejercicio de estas funciones, tanto en el ámbito de las UPADs como en los SS.CC.PP.,
deberán atenerse a un protocolo de actuación en el procedimiento, elaborado por el Secretario Coordinador y aprobado por el Secretario de
Gobierno, que a su vez esté adaptado a los criterios generales aprobados por el CGPJ para homogeneizar las actuaciones de los Servicios
Comunes. Por tanto, queda claro que para llevar a efecto una labor de
unificación y homogeneización deben elaborarse unos protocolos de
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actuación por los Secretarios Coordinadores Provinciales. El protocolo de actuación es un documento-guía de gestión de la Oficina Judicial
en sus relaciones internas y externas con otras oficinas, profesionales
e interesados, en su actividad procesal y en sus modos de trabajo redactados con el fin de contribuir a prestar un servicio público de calidad
acorde con el contenido de la Carta de Derechos de los Ciudadanos.
— Los miembros de la Nueva Oficina Judicial deben tener delimitadas las
funciones de cada uno de sus integrantes, de ahí la especial implicación
de la figura del Secretario Judicial, existiendo ese Secretario responsable de
los Servicios Comunes aludido en el punto anterior y con una gran formación y especialización en tareas de gestión. Las previsiones de despliegue
de la Nueva Oficina y el número de puestos de responsabilidad en los Servicios Comunes está siendo objeto de un profundo estudio en función del número de órganos por jurisdicción existentes en cada provincia.
— Los métodos de trabajo deben modernizarse, tarea en la que el Ministerio de Justicia ha hecho un innegable esfuerzo presupuestario para asumir la reforma que el 5 de mayo de 2010 entra en vigor. A día de hoy ha
elaborado un ambicioso plan de formación que afecta a todos los funcionarios de los Cuerpos de Gestión, Tramitación y Auxilio Judicial, así como
también a los Secretarios Judiciales. En esta tarea el Ministerio ha canalizado su actividad mediante la figura de los Secretarios Coordinadores
Provinciales, a quienes ha encomendado una tarea de organización y gestión sin precedentes que consiga extender y facilitar el acceso a la formación a todos los funcionarios implicados en el cambio y en la nueva
estructura organizativa que surgirá tras la reforma, procurando que a la
vez que se recibe formación se continúe prestando el servicio adecuado
en cada órgano judicial.
El hecho de implicar a todos los Secretarios Judiciales en la distribución y
organización de las tareas formativas no es más que el primer paso que
evidencia la necesidad de asumir las nuevas funciones en materia de gestión. Todo ello ya denota en sí mismo un cambio en la estructura organizativa y justifica la figura de los Secretarios de Gobierno y de los
Secretarios Coordinadores Provinciales que han vertebrado el cambio. De
hecho, y valorando numéricamente los planes de reforma y formación, en
estas fechas se están formando 13.000 funcionarios de Justicia desde fe-
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brero hasta abril del 2010, así como también más de 4.000 Secretarios
Judiciales, algunos de ellos pertenecientes al ámbito de aquellas Comunidades Autónomas que todavía no han recibido el traspaso de las competencias de Justicia y otros que, bajo la dependencia del Ministerio de
Justicia, ejercen sus funciones en Comunidades que ya han realizado el
proceso de transferencias en materia de Justicia.
— Las nuevas tecnologías deben implantarse de forma generalizada algo que también se está evidenciando hoy en la Administración de Justicia,
donde Castilla y León está siendo pionera, por ejemplo, en la implantación del sistema telemático de notificaciones denominado «Lexnet» cuya
regulación se encuentra en el Real Decreto 84/2007, de 26 de enero, sobre implantación en la Administración de Justicia del sistema informático
de telecomunicaciones Lexnet para la presentación de escritos y documentos, el traslado de copias y la realización de actos de comunicación
procesal por medios telemáticos. No en vano las estadísticas que actualmente remite la Subdirección General de Nuevas Tecnologías de la Justicia a los Secretarios Coordinadores Provinciales revelan que Castilla y
León representa actualmente casi el 25% de las notificaciones efectuadas en todo el país en vía telemática. El último dato estadístico nacional
revelaba que Castilla y León durante el año 2009 efectuó 877.244 notificaciones telemáticas de las 3.641.479 notificaciones que se efectuaron a
nivel nacional. El porcentaje exacto es, pues, el 24,09%.
En este proceso de implantación de las nuevas tecnologías ha jugado un
papel esencial el Secretario Judicial. El Ministerio de Justicia, en aquellas
provincias pertenecientes a Comunidades Autónomas donde aún no se ha
efectuado el traspaso de competencias en materia de Justicia, ha canalizado a través de los Secretarios Coordinadores Provinciales este proceso
de implantación del sistema Lexnet y por tanto de las nuevas tecnologías.
Esta tarea no resulta nada fácil. Ha supuesto la organización y creación de
unos Grupos Técnicos de trabajo integrados por representantes de gran
parte de los colectivos que se relacionan con la Administración de Justicia: representantes de los Funcionarios de Justicia, Abogados, Procuradores, Abogacía del Estado, Fiscales, Magistrados, responsables de las
áreas informáticas de las Gerencias Territoriales del Ministerio de Justicia, y todos ellos coordinados por Secretarios Judiciales implicados en la
gestión del cambio.
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las nuevas funciones del secretario judicial tras las reformas procesales derivadas de la nueva oficina judicial
En fechas muy próximas, las comunicaciones telemáticas, que en un principio han afectado a estos colectivos mencionados, se irán extendiendo a
los Abogados de las Comunidades Autónomas, a la Agencia Tributaria, a
los Graduados Sociales, a Registros de la Propiedad, a las Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad del Estado, con quienes el Ministerio de Justicia
ha abierto cauces de negociación para incorporarlos como usuarios de
una Administración de Justicia que va evolucionando hacia las nuevas tecnologías. Próximamente esta tarea se hará extensiva no ya sólo a los actos de comunicación procesal, sino también a la presentación telemática
de escritos y documentos y al traslado de copias.
— El propio Pacto de Estado preveía la necesidad de dotar a la justicia de
«Una “Carta de Derechos de los Ciudadanos” ante la Justicia» (3), que
atienda a los principios de transparencia, información y atención adecuada,
estableciéndose en ella los derechos de los usuarios de la Justicia.
— También contenía alusiones a las «Nuevas Tecnologías» al aludirse a la
necesidad de elaborar un Plan Estratégico de las Nuevas Tecnologías
que se implantará de manera integral. Este Plan contribuirá a modernizar
las técnicas de funcionamiento de las Oficinas Judiciales, agilizar los procedimientos y abaratar los costes en las comunicaciones y notificaciones.
La informatización de la Administración de Justicia se llevará a cabo en estrecha colaboración con el Consejo General del Poder Judicial y las Comunidades Autónomas. El Gobierno ha publicado su Plan Estratégico para
la Modernización de la Justicia para el periodo 2009/2012, dirigido a una
preparación especializada y orientada a las necesidades tecnológicas y de
gestión vinculadas al nuevo modelo de Oficina Judicial.
— Por último debe decirse que la consecución de los fines propuestos pasaba por impulsar un plan de infraestructuras para adecuar los edificios judiciales. Las sedes judiciales deben modernizarse, adaptarse a
las exigencias de las diferentes jurisdicciones a las que sirven. Un Juzgado de Menores o un Juzgado de Violencia sobre la Mujer no pueden
diseñarse conforme a un proyecto estándar, válido para otras jurisdicciones. Para ello se hace necesario que en las Comisiones que se creen
3.
Proposición no de Ley aprobada por el Pleno del Congreso de los Diputados, por unanimidad de todos
los Grupos Parlamentarios, el día 16 de abril de 2002.
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para la implantación de la Nueva Oficina Judicial estén presentes las representaciones de todos aquellos sectores implicados en la reforma de
la justicia. Quienes trabajan en la justicia o son usuarios de ella deben ser
oídos por los profesionales que diseñen los edificios, dado que al margen
de la estética y de la estructura de estos (de la que debe encargarse el
profesional que elabore el proyecto) es el usuario el que fija la demanda
concreta de necesidades a las que debe acomodarse el proyecto. En este sentido se crearon las Comisiones de Implantación de la Nueva Oficina Judicial, de las que surgen los Grupos Técnicos de Implantación (GTI).
EL PLAN DE TRANSPARENCIA JUDICIAL
Y LA NECESIDAD DE LA REFORMA
No podemos ni debemos olvidarnos, dentro de este profundo cambio y transformación en el que está inmersa la Administración de Justicia, de hacer una
mención al Plan de Transparencia Judicial.
En el texto de la Carta de Derechos del Ciudadano se hace referencia a que
«el ciudadano tiene derecho a recibir información transparente sobre el estado, la actividad y los asuntos tramitados y pendientes de todos los órganos jurisdiccionales de España».
El Consejo de Ministros, en su reunión del día 21 de octubre de 2005, a propuesta del Ministro de Justicia, aprobó mediante Acuerdo el Plan de Transparencia Judicial, publicado en el BOE de 1 de noviembre de 2005 (4).
En el texto de este Plan, las referencias al Secretario Judicial son numerosas.
Dentro de este plan se preveía:
— el derecho de los ciudadanos a conocer el contenido actualizado de las leyes españolas y de la Unión Europea mediante un sistema electrónico de
datos fácilmente accesible;
4.
Resolución de 28 de octubre de 2005, de la Secretaría de Estado de Justicia, por la que se dispone la publicación del Acuerdo de Consejo de Ministros de 21 de octubre de 2005, por el que se aprueba el Plan de
Transparencia Judicial.
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las nuevas funciones del secretario judicial tras las reformas procesales derivadas de la nueva oficina judicial
— el derecho a conocer el contenido y estado de los procesos en los que tengan interés legítimo de acuerdo con lo dispuesto en las leyes procesales;
— el acceso por los interesados a los documentos, libros, archivos y registros
judiciales que no tengan carácter reservado,
— y la necesaria motivación por las autoridades y funcionarios de la denegación de acceso a una información de carácter procesal.
Al objetivo de conseguir una Justicia transparente se sumaba además la necesidad de obtener una Justicia comprensible para los ciudadanos, exponiéndose de modo concreto el catálogo de derechos relativos a los términos
de las notificaciones, citaciones, emplazamientos y requerimientos, al lenguaje
a utilizar en las vistas y comparecencias, a la sintaxis e inteligibilidad de las
sentencias y demás resoluciones judiciales y a la disposición gratuita de los
formularios necesarios para el ejercicio de los derechos ante los tribunales
cuando no sea preceptiva la intervención de Abogado y Procurador.
La mención al Plan de Transparencia se hace necesaria para conocer la evolución que está viviendo la justicia española y fundamentalmente para dar una
respuesta a la sistemática valoración negativa que de ella se desprende de la
población en general. Sirva ello como un argumento de peso suplementario
para justificar la necesidad de un cambio radical en la forma de actuar en la
Administración de Justicia española.
Si bien la valoración del usuario en particular mejora frente a la de la «población en general», ello no quiere decir que el balance sea positivo. Quienes intervenimos prestando este servicio público debemos hacer análisis y reflexión
porque el resultado está lejos del nivel de excelencia reclamado por los ciudadanos, lo que deteriora la credibilidad y perjudica el papel institucional de la
Administración de Justicia.
Para conseguir lavar la imagen de nuestra Administración se hace necesario
conocer con rigor datos fiables sobre la duración de los procedimientos judiciales en nuestro país, identificar las disfunciones, sus causas y sus responsables.
Las razones que justifican este plan de transparencia judicial están recogidas
en el texto aludido, y así (cito textualmente):
«Debe despejarse, así mismo, qué causas motivan las impuntualidades en los procesos, así como dar a conocer las quejas de los usua-
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rios sobre el trato recibido por cada uno de los intervinientes en el pleito, ya que la impuntualidad y el mal trato constituyen una piedra de toque para los usuarios sobre la calidad del servicio público de la
Administración de Justicia, siendo exigible concretar también las pautas necesarias para medir tanto el volumen de trabajo de cada órgano
jurisdiccional, cuanto la calidad de las actuaciones de todos quienes intervienen en el proceso».
Todo ello, unido a la necesidad de examinar el estado de las instalaciones,
se hace preciso para que el despliegue de la «Nueva Oficina Judicial» sea
efectivo.
3.
ANÁLISIS CRÍTICO DE LA REFORMA PROCESAL
No debe olvidarse en ningún momento que la llamada Nueva Oficina Judicial
(NOJ) conlleva una reforma orgánica y procesal de enorme calado, concretamente para los Secretarios Judiciales considerados como ejes sobre los que
va a pivotar o se va a vertebrar la reforma. El análisis crítico nos puede llevar
a centrarnos en cinco aspectos:
— La nueva regulación y distribución de competencias: las funciones
del Juez y las funciones del Secretario Judicial.
— La admisión e inadmisión de demandas, la acumulación de acciones
y la decisión para la terminación de procedimientos.
— La agenda de señalamientos.
— Las competencias del Secretario en la ejecución tras la reforma de la
Ley 13/2009.
— La fe pública judicial.
Finalmente, y a modo de conclusión, resulta necesario abordar la independencia que los Secretarios Judiciales deben defender en sus nuevas competencias, al tener suficiente cobertura legal para ello.
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las nuevas funciones del secretario judicial tras las reformas procesales derivadas de la nueva oficina judicial
3.1.
LA NUEVA REGULACIÓN Y DISTRIBUCIÓN DE COMPETENCIAS:
LAS FUNCIONES DEL JUEZ Y LAS FUNCIONES
DEL SECRETARIO JUDICIAL
Un tema de especial sensibilidad y sobre el que subyace el sustrato crítico
más importante es el relativo a la distribución de competencias entre los
Jueces y los Secretarios Judiciales al establecer la nueva norma una separación de éstas de mayor claridad. Igualmente se aborda la dificultad de determinar con la nueva norma cuáles han sido los criterios delimitadores para
esa separación de funciones entre ambos tipos de funcionarios y las razones
por las que, habiendo sido otorgadas al Secretario Judicial funciones de naturaleza claramente jurisdiccional, no se reconoce por la norma este extremo,
ni sus posibles consecuencias.
En el Preámbulo de la Ley 13/2009, de 3 de noviembre, de reforma de la legislación procesal para la implantación de la NOJ se establece expresamente que en el nuevo diseño de Oficina Judicial jugarán un papel de primer orden
los integrantes del Cuerpo Superior Jurídico de Secretarios Judiciales.
Respecto a los Secretarios Judiciales debe decirse que son Técnicos en Derecho a los que el propio preámbulo les reconoce capacitación para responsabilizarse de determinadas materias que, si bien quedan fuera de la potestad
jurisdiccional atribuida en exclusiva a Jueces y Tribunales, no por ello son menos importantes.
Es evidente que no podemos hablar con propiedad de esta reforma si no entendemos previamente el significado de «reforma».
Reformar: implica mejorar, renovar, corregir (5).
Aplicando la definición al tema que nos ocupa, difícilmente se puede comprender ni emprender la reforma de la Justicia sin disminuir competencias jurisdiccionales del Juez para dárselas al Secretario Judicial. El principal
problema se encuentra en la manera de hacer efectiva esta reforma sin menoscabar la idea de «Poder Judicial» y sin que nadie se pueda ver perturba-
5.
MOLINER, María: Diccionario de uso del español. Edición abreviada, Gredos, Madrid, 2008.
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do en el ejercicio de una función sujeta a los principios de independencia y sumisión al imperio de la ley.
Tampoco otorgar competencias jurisdiccionales al Secretario Judicial debe hacernos perder la perspectiva de objetividad, solapándola con la ya cuestionada «dependencia jerárquica». No falta un amplio sector que considera que el
Secretario Judicial puede verse expuesto a presiones indebidas.
Sin embargo, antes hemos visto que de lo que nadie duda es de que la reforma era necesaria porque las encuestas de opinión venían suspendiendo una
y otra vez a la justicia.
Desde el mundo judicial se clamó pidiendo la reforma hasta el punto de llegarse a una huelga de Jueces, cuyo ejercicio en este colectivo está en tela de
juicio. Mucho se escribió y discutió sobre esta huelga debido a los problemas
que provoca la «deficiente regulación normativa» sobre este asunto, ya que ni
en la Constitución ni en la Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ) está previsto, dentro de las competencias del Consejo General del Poder Judicial, nada en relación a la calificación, regulación, limitación ni control del ejercicio
del derecho fundamental de huelga.
Realmente los motivos de esta huelga se centraban en que los Jueces reclaman la urgente instauración de la Oficina Judicial, que les liberará de muchas
funciones para que se dediquen a juzgar y hacer ejecutar lo juzgado, pero exigen mantener la facultad de señalar los juicios y vistas, que el Gobierno ha atribuido a los Secretarios Judiciales. Más adelante nos detendremos en este
punto al tratar la agenda de señalamientos.
Por otro lado, las asociaciones judiciales reclamaban la conexión informática
entre Juzgados de distintas Comunidades Autónomas que actualmente son
«incompatibles» y un sistema de alerta que les permita, por ejemplo, saber al
momento si un imputado tiene causas pendientes en otros juzgados. Respecto a este tema somos conscientes que el Ministerio de Justicia está intentando dar respuesta a esta demanda, y concretamente en el Plan Estratégico
de Modernización de la Justicia 2009-2012 persigue la creación y desarrollo
del Esquema Judicial de Interoperabilidad y Seguridad (EJIS) (6) que permiti-
6.
EJIS se creó por el Ministerio de Justicia mediante un Convenio de Colaboración suscrito el pasado día
30 de septiembre de 2009 entre el MJU, el CGPJ y la FGE.
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las nuevas funciones del secretario judicial tras las reformas procesales derivadas de la nueva oficina judicial
rá el funcionamiento integrado conjunto de las distintas aplicaciones informáticas al servicio de la Administración de Justicia y de este modo la interoperabilidad entre órganos judiciales (aunque empleen sistemas de gestión
procesal diferentes según la comunidad autónoma o el territorio) y la interoperabilidad externa con otras administraciones como, por ejemplo, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
La exposición de motivos de la Ley 13/2009, de 3 de noviembre, al analizar los
objetivos de la reforma alude a «la racionalización y optimización de los recursos que se destinan al funcionamiento de la Administración de Justicia». De
esta manera dibuja una línea para distinguir entre las funciones que tienen
carácter jurisdiccional, como función constitucional atribuida en exclusiva a
Jueces y Magistrados, en interpretación estricta de la expresión «juzgar y hacer ejecutar lo juzgado», y aquellas otras tareas que no aparecen ligadas a
aquel mandato, que se atribuirán a otros funcionarios, y en especial a los integrantes del Cuerpo Superior Jurídico de Secretarios Judiciales.
El profesor ASENCIO MELLADO ha realizado de forma clara y precisa en un
reciente artículo (7) algunas reflexiones sobre la Nueva Oficina Judicial y los Secretarios Judiciales, expresando objeciones que se plantean a la luz de la interpretación de los principios constitucionales que afectan a la propia existencia
del Poder Judicial; alude el Profesor MELLADO al Poder Judicial no como
mero servicio público, sino como Poder. Se considera así que la independencia
judicial, como principio, ha de ser efectiva y ello «no se compadece con los controles indirectos sobre los medios que se ponen al servicio del ejercicio de la potestad jurisdiccional, ya que, a nadie se le escapa que no son indiferentes a la
función jurisdiccional e influyen decididamente en ella». El Poder Judicial ha
de ser entendido en un sentido amplio comprensivo de «todo el conjunto de
personas y medios puestos al servicio de la función jurisdiccional».
Para el profesor MELLADO la ley realiza una asignación a los Secretarios de
determinadas competencias en el ámbito del proceso, siendo las más relevante en el ámbito civil la admisión de la demanda, la de resolver ante medios
anormales de terminación del proceso y la ejecución; para él estas competencias tienen carácter jurisdiccional, «pues lo procesal no deja de serlo cuan-
7.
ASENCIO MELLADO, José María, «Algunas reflexiones sobre la nueva oficina judicial y los secretarios
judiciales», en El notario del siglo xxi, Madrid, Colegio Notarial de Madrid, 2009, noviembre-diciembre, núm. 28.
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do tiene efectos materiales incluso fuera del proceso». Estima nuestro autor
finalmente que la consideración de que las funciones atribuidas al Secretario
no tienen naturaleza jurisdiccional es artificiosa e insuficiente, que «se ha hecho una selección que no ha querido profundizar en la atribución de competencias a los Secretarios Judiciales, a los que se niega potestad jurisdiccional
y se ha rehuido la posibilidad de atribuírsela, con lo que, descartada esta opción, toda la elección de materias no pasa de ser una decisión discrecional, relativa y poco fundada, además de no ser útil para el desarrollo de una figura
tan trascendental para el proceso y de, por esta vía, mantener el criterio de dependencia jerárquica».
Finalmente considera el profesor que «una vez que la fe pública judicial ha
perdido buena parte de su contenido a la vista de la oralidad procesal y del uso
de medios mecánicos de captación y reproducción de la imagen y el sonido,
la figura del Secretario Judicial no se satisface con la atribución artificiosa de
competencias pretendidamente no jurisdiccionales».
El profesor DÍEZ-PICAZO GIMÉNEZ (8) da una definición de jurisdicción como
«la función estatal consistente en la tutela y realización del Derecho objetivo,
de manera potencialmente irrevocable y a través de órganos que actúan con
desinterés objetivo, independencia y sometimiento exclusivo al Derecho».
El proceso es un ámbito cuyo camino está decididamente marcado y prefijado por la ley que se impone a todos los intervinientes, sin excluir al Juez. Este Juez, a lo largo del procedimiento, no realiza sino una valoración de
adecuación a la legalidad, pero que en ningún caso puede disponer de vías
procesales alternativas ni puede crear tampoco soluciones ad hoc en el ejercicio de su función. No puede equipararse por tanto la función sustantiva de
Juzgar con otra instrumental, necesaria, vinculada finalmente a la anterior pero netamente reglada y dirigida por la ley.
Al hilo de lo anterior debemos remitirnos al aspecto más cuestionado en la reforma que pronto entrará en vigor, y es el relativo a la concesión de determinadas funciones resolutivas al Secretario Judicial, concretamente al dictar
decretos, aspecto cuestionado desde diferentes ámbitos, incluido el judicial. Se
8.
DÍEZ-PICAZO GIMÉNEZ, Ignacio: comentario al artículo 117 de la Constitución, en Comentarios a la
Constitución Española. xxx Aniversario, Fundación Wolters Kluwer, Madrid, 2008, pp. 1827-1850.
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las nuevas funciones del secretario judicial tras las reformas procesales derivadas de la nueva oficina judicial
entiende que los decretos del Secretario van a carecer de la independencia
plena de la que sí gozan las resoluciones del Juez independiente por ley, al ser
el Cuerpo de Secretarios un cuerpo jerarquizado.
Bajo mi punto de vista no puede admitirse esa crítica; el Cuerpo de Secretarios Judiciales está jerarquizado tras la reforma que se llevó a cabo con la
LO 19/2003, pero sólo para las cuestiones puramente gubernativas, exactamente lo mismo que sucede con la judicatura, cuya profesión se desenvuelve
entre lo gubernativo (acuerdos), donde no hay independencia alguna, y lo jurisdiccional (providencias, autos y sentencias), donde la independencia es plena. El artículo 465.8 de la LOPJ lo establece claramente: el Secretario de
Gobierno «tampoco podrá impartir instrucciones particulares relativas a asuntos concretos en los que un Secretario Judicial intervenga en calidad de fedatario o en el ejercicio de sus competencias de ordenación y dirección del
proceso». Los decretos y diligencias de ordenación de los Secretarios se dictan por ley en las mismas condiciones de independencia de las que disfrutan
los Jueces a la hora de dictar providencias, autos y sentencias, y a quien quiera discrepar de ellas se le ofrece el sistema de recursos establecido.
Resulta difícil no pecar de subjetividad o de apariencia de corporativismo en
una materia tan controvertida como la tratada en este epígrafe, sin embargo
nunca he tenido más claro que no guardo ningún punto en común con los objetores a la reforma de la Oficina Judicial, fundamentalmente cuando se pone
en tela de juicio la independencia y se alude a la sujeción a presiones. Cuando los profesores de Derecho Procesal en su Manifiesto hacen alusión a que
no es posible olvidar que cada Juzgado o Tribunal es, de por sí, Poder Judicial, y que la Justicia se imparte por cada Juzgado o Tribunal y los medios dispuestos al efecto deben vincularse a esa noción y no a una organización
superior que interfiera en la función jurisdiccional, me surge una respuesta
visceral y me genera una gran decepción profesional.
Reconozco que discrepo prácticamente en todo con el contenido del aludido
manifiesto y me inquieta pensar en el desconocimiento tan profundo hacia la
manera en que muchos hemos trabajado en los Juzgados. Desde aquí lanzo
una llamada a los sectores críticos de la reforma de la Oficina Judicial: Hagamos unas jornadas de puertas abiertas en los Juzgados, para que los teóricos
del derecho nos visiten durante un mes. Cómo es posible que alguien quiera
ver en esta reforma una agresión tan grave del Poder Ejecutivo sobre el Po-
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der Judicial. Léanse, por favor, la exposición de motivos del Plan de Transparencia Judicial. ¿Es tan difícil intentar conjugar el «Poder Judicial» con el «Servicio Público»?
Estamos llamados a prestar un servicio público de calidad a aquel que nos
paga por hacer nuestro trabajo diario, y estamos obligados a hacerlo con transparencia, con claridad, con igualdad y con la finalidad de conseguir la satisfacción de los ciudadanos. ¿Es acaso esto un atentado contra el Poder
Judicial?
Resulta ofensivo que se cuestione la independencia de una función por el mero hecho de que existan actualmente unos funcionarios ordenados jerárquicamente bajo la dependencia del Ministerio de Justicia, pero para los que el
Reglamento Orgánico del Cuerpo de Secretarios Judiciales (ROCSJ) en su
artículo 3 establece:
«1) Los Secretarios Judiciales desempeñarán sus funciones con sujeción a los principios de legalidad e imparcialidad, en todo caso.
2) En el ejercicio de la fe pública judicial actuarán con autonomía e independencia.
3) En el ejercicio de las funciones de dirección técnico-procesal de la
Oficina judicial, así como en todas aquellas que les encomiende la
Ley Orgánica del Poder Judicial y el presente Reglamento y sean
distintas de la enunciada en el apartado anterior, actuarán bajo los
principios de unidad de actuación y dependencia jerárquica».
Este artículo viene a desarrollar lo ya dispuesto en el anteriormente aludido artículo 452 de la LOPJ.
Pensemos, pues, seriamente con una auténtica vocación de Servicio Público
y no nos dejemos llevar por una pretendida e inexistente quiebra de un Poder
al que los Secretarios Judiciales respetamos profundamente, como es el Poder Judicial.
La intervención, pues, del Secretario Judicial en la actividad procesal se sujetará a los principios de legalidad e imparcialidad y pese a que, como hemos
leído, también está sujeto a los principios de unidad y dependencia jerárquica no hay aquí una carga de corte político como la que podría pensarse del
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Ministerio Fiscal (a través del Fiscal General del Estado) debido a la existencia de un sistema de control judicial en la medida en que, como sabemos, el
proceso no es ni puede ser ajeno al Juez.
3.2. LA ADMISIÓN E INADMISIÓN DE DEMANDAS,
LA ACUMULACIÓN DE ACCIONES Y LA DECISIÓN
PARA LA TERMINACIÓN DE PROCEDIMIENTOS
Entre las funciones relativas a la puesta en marcha del procedimiento, una de
las nuevas competencias del Secretario Judicial es la relativa a la admisión de
la demanda, que se considera una actuación reglada y que dará lugar a que
el Secretario Judicial dicte un decreto admitiéndola (nueva redacción del artículo 404.1 de la LEC). No obstante, si se estima falta de competencia o jurisdicción, o el actor no ha subsanado los defectos formales que se le ha
pedido previamente que subsane, se dará oportuna cuenta al Tribunal para
que resuelva sobre la admisión.
Cuestión diferente sería atribuir al Secretario facultades de inadmisión, que
se reservan por la Ley a Jueces y Tribunales.
La admisión de la demanda ejecutiva, sin embargo, se reserva al Tribunal por
coherencia con el mandato constitucional que encomienda a los Jueces la función de «juzgar y hacer ejecutar lo juzgado». Lo mismo ocurre con el juicio
cambiario, puesto que se ha optado por atribuir al Juez simplemente la decisión sobre su admisión, por conllevar en sí misma medidas ejecutivas.
En el ámbito penal, donde los derechos en juego tienen una peculiar naturaleza, se reserva al Juez la admisión de la denuncia o querella.
En materia de acumulación de acciones también se atribuye al Secretario Judicial la decisión sobre su admisión.
No comparto la opinión del Catedrático de Derecho Procesal de la UNED y
Magistrado Emérito del Tribunal Cconstitucional D. Vicente GIMENO SENDRA cuando manifiesta:
«Por el contrario, sí que hay que reputar “actos de enjuiciamiento”, porque incumbe a la función de “juzgar”, a todas las decisiones sobre presupuestos procesales en los que su examen de oficio ha de seguir
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correspondiendo a la Jurisdicción, las resoluciones sobre cuestiones
prejudiciales devolutivas y no devolutivas, acumulación de acciones y
de pretensiones, intervención de terceros, decisión de incidentes y, en
general, la resolución de cualquier cuestión previa que obstaculice la
decisión de fondo hasta llegar a la decisión jurisdiccional por excelencia, cual es la plasmada en la sentencia, declarativa, constitutiva o de
condena y atinente la relación jurídica material debatida». (9)
En ningún momento alcanzo a ver en cuál de las nuevas funciones atribuidas
al Secretario Judicial existe una mutilación del derecho a la tutela.
Tampoco puedo entender motivo alguno de oposición a que sea el Secretario
Judicial quien ponga fin a un procedimiento en aquellos casos en que existe
una falta de actividad de las partes o cuando estas alcancen un acuerdo donde no se está efectuando más que una validación a lo que es voluntad de las
partes (pensemos en el desistimiento del actor, en la terminación por satisfacción extraprocesal, en los casos en que se enerve por pago la acción de desahucio o en los casos de caducidad de la instancia o en la conciliación).
No comparto la opinión de quienes consideran que una admisión indebida de
una demanda por un Secretario Judicial pueda originar perjuicios materiales
y dilaciones indebidas; o bien quien así lo entiende no conoce los requisitos
de titulación exigidos para formar parte del Cuerpo de Secretarios Judiciales
o bien desconoce en muchos casos la realidad de los Juzgados actuales y la
carga de trabajo que pesa sobre ellos.
Si el propio Reglamento Orgánico del Cuerpo de Secretarios Judiciales le otorga en su artículo 8 funciones como director técnico procesal, difícilmente una
mayor atribución de competencias procesales a un director puede suponer
una reducción de garantías para el ciudadano. De lo contrario cabría pensar
que sólo el Juez (en exclusiva) puede garantizar el correcto desarrollo del proceso. Sobre la mayor parte de las competencias atribuidas a los Secretarios
Judiciales por las reformas procesales, recae un razonable control judicial. No
toda actividad procesal necesariamente debe ser jurisdiccional.
9.
GIMENO SENDRA, Vicente: «Análisis crítico del proyecto de Ley de implantación de la Oficina Judicial»
en Diario La Ley, núm. 7203, Sección Corresponsalía, 24 de junio de 2009, año xxx, Editorial La Ley.
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Los conflictos que se plantean en los Juzgados se resuelven por Jueces y esto
nadie lo duda. Para llegar a esa solución se sigue un cauce que es el proceso.
Este modelo no significa que el Juez o Tribunal pierdan el control del proceso.
No desaparecen los mecanismos que permiten al titular del órgano judicial
ejercer un control, por ejemplo el sistema de recursos hace que sea el titular
del órgano judicial quien conozca de las impugnaciones interpuestas contra las
resoluciones del Secretario Judicial a través del recurso de revisión. Otros mecanismos de control son la superior inspección y vigilancia reservada a Jueces y Magistrados por el artículo 165 de la LOPJ, y la posibilidad de recabar
información sobre el procedimiento en todo momento, recogida en el 436.6
de la LOPJ.
3.3.
LA AGENDA DE SEÑALAMIENTOS
Creo que nunca se me habría ocurrido pensar que una cuestión como la de
regular y racionalizar el uso de las Salas de Vistas de Juzgados y Tribunales,
procurando que estén ocupadas de lunes a viernes, a tiempo completo, prestando un servicio público de calidad (como si de quirófanos de hospital se tratase) pudiera ser el germen de una convocatoria de huelga en el seno de la
carrera judicial. Tan sólo se trata de que un servicio centralizado gestione una
agenda programada de señalamientos. Se busca, ante todo, una racionalización de recursos materiales optimizando la utilización de las salas de vistas
cuando son muchos los órganos a señalar juicios.
La llamada agenda de señalamientos a la que se ha pretendido ver como
causante de una quiebra de la independencia judicial ha motivado declaraciones de Magistrados que aluden a que el control que tendrán los Secretarios en la fijación de los señalamientos de los juicios marcará los ritmos a los
Jueces y Magistrados.
Los motivos de esta agenda no eran otros que el buscar una mejor organización en los recursos humanos de la oficina, valorando también el tiempo necesario para llevar a cabo las citaciones y buscar una coordinación con el
Ministerio Fiscal en aquellos procedimientos en que sea necesaria su intervención. No obstante debe aclararse que la agenda de señalamientos no ha sido reivindicada en ningún momento por el colectivo de Secretarios Judiciales.
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No es lógico pensar que se quiera cambiar y evolucionar hacia un sistema de
gestión de la Oficina Judicial más acorde a los tiempos actuales y que se vea
en esta nueva regulación un ataque a la independencia judicial. Nadie pretende marcar los ritmos de trabajo de nadie, pero tampoco parece razonable
que un Juez señale en una mañana tres juicios y otro, al lado mismo, señale
doce de naturaleza análoga. La tutela judicial tampoco puede depender de
que el azar quiera que «un asunto» caiga en uno u otro Juzgado.
Seamos justos y pensemos realmente en el servicio público y no sólo en nuestro interés particular. Nos pagan por y para ello. La agenda de señalamientos
no es más que una aplicación informática que estoy seguro de que no va a ser
manipulada por un Poder Ejecutivo que pretenda fijar o alterar los señalamientos de un Poder Judicial, ni perturbarle en su independencia. Evidentemente que podrán ser los Jueces quienes establezcan los intervalos adecuados
entre señalamiento y señalamiento. El propio preámbulo de la Ley 13/2009, de
3 de noviembre, de reforma de la legislación procesal para la implantación de
la NOJ establece que el señalamiento se verificará teniendo en cuenta siempre los criterios que el Presidente de la Sala o Sección o el titular del órgano
judicial indiquen a los Secretarios Judiciales en lo concerniente tanto a su organización general del trabajo como a la duración aproximada de la vista en
concreto. Así pues, conforme a estos criterios generales el Secretario Judicial
establecerá la fecha y hora de las vistas o trámites y lo hará desde un servicio
centralizado y gestionando una «agenda programada de señalamientos».
Los señalamientos de las vistas deberán ajustarse a una serie de criterios,
que aparecen prefijados en la LEC y que son:
—
—
—
—
—
—
—
La disponibilidad de Sala prevista para cada órgano judicial.
La necesaria coordinación con los restantes órganos judiciales.
Horas de audiencia.
Número de señalamientos.
Duración aproximada de la vista en concreto.
Naturaleza y complejidad de los asuntos.
Cualquier otra circunstancia que se estime pertinente.
En el orden jurisdiccional penal, el artículo 785.2 de la LECrim dispone que «el
señalamiento de fecha para el juicio se hará teniendo en cuenta la prisión del
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acusado y el aseguramiento de su presencia a disposición judicial, la complejidad de la prueba propuesta o cualquier circunstancia significativa».
Seamos, pues, sensatos y pensemos que esta nueva agenda no pretende sino mejorar la prestación de un servicio lo más adecuado y racional a los medios de que se dispone.
3.4.
COMPETENCIAS DEL SECRETARIO EN LA EJECUCIÓN
TRAS LA REFORMA DE LA LEY 13/2009
Si nos remitimos al texto constitucional, según el cual «El ejercicio de la potestad jurisdiccional en todo tipo de procesos, juzgando y haciendo ejecutar lo
juzgado, corresponde exclusivamente a los Juzgados y Tribunales determinados por las leyes, según las normas de competencia y procedimiento que las
mismas establezcan» (artículo 117.3), en la propia expresión constitucional
«hacer ejecutar lo juzgado» observamos una llamada al reconocimiento de la
remisión de esta actividad o actividades concretas a personas que no son los
titulares del Poder Judicial. Sin ánimo de rebuscar ni efectuar una mala interpretación del sentido de la expresión, parece claro que «ejecutar» y «hacer
ejecutar» implican actividades y momentos distintos, del mismo modo que también parece lógico situar primero en el tiempo la acción de hacer ejecutar, como mandato inicial, respecto de la propia actividad o actividades diversas que
implican la ejecución de una sentencia o de cualquier otro título ejecutivo.
Podemos hacer dos apreciaciones:
En la expresión «hacer ejecutar» podemos ver un primer impulso de quien ostenta el Poder Judicial, impulso que implicará valorar con carácter previo si el
título es o no ejecutable y si se cumplen el resto de los requisitos necesarios
para iniciar el proceso ejecutivo.
La segunda es que se expone a la interpretación, tras la reforma procesal, la
normativa relativa a la ejecución provisional, al tratarse de un derecho de configuración legal y por ello no derivado directamente del artículo 24.1 de la
Constitución. La ausencia de modificación del artículo 524.2 de la Ley de Enjuiciamiento Civil y la peculiar condición que el proceso de ejecución provisional tiene, por ejemplo, en la Jurisdicción laboral, darán paso sin duda a una
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labor de interpretación doctrinal y jurisprudencial que la sitúen finalmente en
su lugar preciso.
En materia de ejecución, el artículo 456.3 de la LOPJ atribuye a los Secretarios Judiciales la ejecución, a excepción de aquellas competencias reservadas
por ley a Jueces y Magistrados. Era necesaria esta atribución de competencias para poder entender el nuevo esquema estructural de la Oficina Judicial
donde la intervención del Secretario es decisiva y en los que no está prevista
la presencia de miembros de la carrera judicial.
En materia de ejecución civil, el cuerpo normativo que sufre mayores modificaciones es el Libro III de la LEC para delimitar las competencias de los Secretarios Judiciales separándolas y diferenciándolas de las que deben ser
decididas por Jueces. Para activar el poder coactivo del Estado, en los casos
en que hay una actividad declarativa judicial previa, es necesaria la presencia
del Juez.
Entrando a pormenorizar algunos de los aspectos reformados, debemos
destacar:
— En relación a la ejecución provisional, se ha introducido el pago como una
nueva causa de oposición; también se hace referencia a la existencia de
pactos para evitar la ejecución provisional y se introduce en muchos casos la resolución por medio de decreto. Así por ejemplo, efectuado el pago, el Secretario Judicial suspenderá mediante decreto la ejecución y una
vez liquidados los intereses y tasadas las costas decidirá sobre la continuación o archivo de la ejecución. El mencionado decreto será susceptible de recurso directo de revisión.
— Son muchos los artículos de la LEC en los que ahora se utiliza la terminología de «resoluciones procesales». Se distinguen así las resoluciones
de los Jueces (providencias y autos) de las propias de los Secretarios Judiciales (decretos y diligencias de ordenación, y resto de diligencias).
— El artículo 539 contiene una nueva redacción en materia de costas, dando entrada a las resoluciones del Secretario en esta materia.
— En el artículo 545 de la LEC, todas las medidas ejecutivas precisas para la
efectividad del despacho de ejecución (acordado por auto del Juez) quedan
ya en manos del Secretario, desde la concreción de los bienes objeto de
embargo hasta cualesquiera otras necesarias. Todas estas resoluciones
tendrán forma de decreto.
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las nuevas funciones del secretario judicial tras las reformas procesales derivadas de la nueva oficina judicial
— El despacho general de ejecución revestirá la forma de auto, así como la
oposición a la ejecución por motivos procesales o de fondo y las tercerías
de dominio. Así, destaca la nueva redacción del artículo 551 de la LEC,
que alude a dos resoluciones iniciales de la ejecución: Por un lado el auto constitutivo de la orden general de la ejecución (con un nuevo contenido en el que por ejemplo se ha de detallar si la ejecución es mancomunada
o solidaria) y el decreto del Secretario que precisa las medidas ejecutivas
concretas. Ambas resoluciones son prácticamente simultáneas y han de
ser notificadas a la parte ejecutada a la vez. Por tanto es al Juez o Tribunal a quien le corresponde dictar la orden general de ejecución, mientras
que al Secretario Judicial le compete la concreción de los bienes del ejecutado a los que ha de extenderse el despacho de la ejecución, la adopción de todas las medidas necesarias para la efectividad del despacho,
ordenando los medios de averiguación patrimonial que fueran necesarios,
así como las medidas ejecutivas concretas que procedan.
— Contra el decreto dictado por el Secretario Judicial cabrá interponer recurso directo de revisión, que carece de efecto suspensivo, ante el tribunal que hubiere dictado la orden general de ejecución.
— El Secretario podrá requerir al ejecutado al objeto de que manifieste, de
forma relacionada, bienes y derechos. Puede incluso poner multas coercitivas periódicas.
— Tiene el Secretario, también, reconocida ahora la posibilidad de acumulación de procesos de ejecución pendientes entre el mismo acreedor ejecutante y el mismo deudor.
— En los artículos 593 y siguientes se alude a la tercería de dominio y de
mejor derecho, como incidentes frecuentes en el curso de la ejecución y
en las que se da intervención ahora al Secretario.
— Las importantes novedades introducidas con la reforma de la legislación
procesal a través de la Ley 13/2009 tienen un claro ejemplo en todo lo que
respecta a la vía de apremio ya que, salvo en aspectos muy puntuales, ha
pasado de ser competencia de Jueces y Magistrados a serlo, casi en exclusiva, del Secretario Judicial.
En materia de ejecución penal: cambios importantes a destacar son, entre
otros:
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— El que permite al Secretario Judicial realizar actos concretos de ejecución
de sentencia. Así el artículo 990 añade dos párrafos, el 5.º y 6.º, en los que
se atribuye al Secretario Judicial la función de impulsar el proceso de ejecución de sentencias, dictando las diligencias necesarias, así como la información a los ofendidos y perjudicados por el delito y a los testigos de
riesgo, de las resoluciones relativas al penado que puedan afectar a su seguridad.
— En caso de pena de privación del derecho a conducir vehículos a motor y
ciclomotores, será el Secretario Judicial quien proceda a la inmediata retirada del permiso habilitante.
— Por otro lado, a efectos de ejecución de la responsabilidad civil, se encomienda al Secretario la función de solicitar a la Agencia Estatal de Administración Tributaria u otros organismos forales de la misma clase las
actuaciones de investigación patrimonial. Si tales organismos no atienden
el requerimiento, dará cuenta al Juez o Tribunal.
— Es digno de destacar en el ámbito penal que el Título x de la LECr modifica su rúbrica por la de «De los Recursos contra las Resoluciones Procesales», para incluir los recursos contra las resoluciones de los
Secretarios Judiciales.
En materia de ejecución laboral la modificación de la legislación procesal llevada a cabo por la Ley 13/2009, de 3 de noviembre, viene a introducir modificaciones que permitan ajustar en lo posible la nueva filosofía organizativa al
Real Decreto Legislativo 2/1995, de 7 de abril, por el que se aprobó el texto
refundido de la Ley de Procedimiento Laboral (en adelante LPL).
— Corresponde al Tribunal, al igual que hemos visto en la ejecución civil, el
dictado de la orden general de ejecución, mediante el auto despachando
la ejecución, y al Secretario el decreto de medidas ejecutivas concretas,
incluido el embargo, así como las medidas de localización y averiguación
de bienes del ejecutado, requerimiento de pago, en su caso, etc., por remisión a la LEC, en el artículo 235 de la LPL.
— Por otro lado se reforman determinados artículos de la LPL que potencian
la intervención del Secretario. Así podríamos aludir a los siguientes: 24,
236, 239, 242, 243, 245, 247, 248, 251 y 254, entre otros.
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las nuevas funciones del secretario judicial tras las reformas procesales derivadas de la nueva oficina judicial
En materia de ejecución contencioso-administrativa, y pese al carácter
supletorio de la LEC, existen también en esta jurisdicción no pocas peculiaridades:
— La reforma otorga al Secretario parte de las competencias y responsabilidades que estaban atribuidas al Juez o Tribunal. Así, el artículo 104 de la
LJCA prevé que, firme que sea la sentencia, el Secretario Judicial lo comunicará en el plazo de diez días al órgano que hubiera realizado la actividad objeto del recurso, a fin de que, una vez acusado recibo de la
comunicación en idéntico plazo desde la recepción, la lleve a puro y debido efecto y practique lo que exija el cumplimiento de las declaraciones
contenidas en el fallo y en el mismo plazo indique el órgano responsable
del cumplimiento de aquel.
— Otros aspectos de la ejecución pasan al Secretario, así:
•
la publicación de edictos (artículo 107 de la LJCA) y
•
el tratamiento inicial de los incidentes que surjan a lo largo de esta (artículo 109 de la LJCA), incluida la extensión de los efectos de la sentencia (artículo 110.4 de la LJCA).
3.5.
FE PÚBLICA JUDICIAL
En el apartado IV del Preámbulo de la Ley 13/2009 se dispone que «en materia de documentación de las actuaciones, entre ellas las vistas y fe pública,
han sido objeto de modificación los artículos 145 a 148 de la Ley de enjuiciamiento civil» con el objetivo, también expresado, de adaptar tales preceptos
a lo dispuesto en la Ley Orgánica del Poder Judicial. En tal sentido, y habiendo anunciado la grabación de las vistas de modo generalizado en los diferentes ámbitos procesales (Ley de Procedimiento Laboral, Ley de la Jurisdicción
Contenciosa Administrativa, Ley de Enjuiciamiento Criminal, y anticipadamente
ya en la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil) se remite a la instauración de la firma electrónica u otro sistema de seguridad en la grabación
de las vistas, audiencias y comparecencias, «de forma que quede garantizada la autenticidad e integridad de lo grabado». Se añade a lo anterior la necesaria mención de que «el documento electrónico que contenga la grabación,
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siempre que incorpore la firma electrónica reconocida del Secretario Judicial,
constituirá el acta a todos los efectos».
Podemos hablar de un principio de fe pública judicial, no sin antes reflexionar
sobre un principio de oralidad, al que alude nuestra Constitución en su artículo 120.2. El profesor NIEVA FENOLL (10) parte de que una de las desventajas
de la oralidad es la de requerir una dotación de medios humanos y materiales
muy alta y con ello una elevada dotación presupuestaria. Por ello el principio
tradicional de fe pública judicial, ejercido personalmente por un fedatario, conforme al criterio tradicional, ha quedado definitivamente afectado.
Al hilo de lo anterior y con referencia a las actuaciones que hayan de registrarse en soporte apto para la grabación y reproducción del sonido, la actuación del fedatario será por sustitución del mecanismo de grabación. La
seguridad del sistema de registro, incluyendo el uso de la firma electrónica u
otro sistema de seguridad que se instaure con arreglo a la ley, no va a necesitar, por más que así se declare, de una garantía añadida de fe pública, garantía imposible, por cierto, cuando no sea requerida la presencia en la sala
del propio «fedatario». El artículo 147 en su versión reformada establece un
novedoso y versátil sistema de fe pública, disponible a las partes y al propio
fedatario.
La tecnología se impone ante el ejercicio de una tradicional fe pública como
actividad selectiva de datos jurídicamente relevantes, procesalmente útil y eficaz desde el punto de vista de las garantías legales. Así pues, el ejercicio de
una fe pública en la que se transcriban de forma selectiva los datos relevantes de un juicio quedará en segundo lugar, como actividad supletoria de la tecnología.
La fe pública tradicional a través de la escritura queda pues en un segundo plano para aquellos momentos en los que no se pueda utilizar el mecanismo de
registro o de garantía que permitan la grabación de vistas o garantizar la autenticidad e integridad de lo grabado. En estos supuestos se deberá recoger
en el acta, con extensión y detalle, todo lo actuado. Quedará por supuesto el
ejercicio tradicional de la fe pública, es decir, su ejercicio a través de la escri-
10. NIEVA FENOLL, Jordi: Jurisdicción y Proceso. Estudios de Ciencia Jurisdiccional, Marcial Pons, Madrid,
2009, pp. 91-109.
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las nuevas funciones del secretario judicial tras las reformas procesales derivadas de la nueva oficina judicial
tura, en todos aquellos momentos en los que no intervengan los soportes de
registro de imagen y sonido, para los cuales la actividad del fedatario judicial
se mantiene en sus principios tradicionales descritos.
4.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Debemos ir concluyendo el presente trabajo, no sin antes decir que nos encontramos en un momento trascendental para la justicia española. Esta revolución que se avecina afecta tanto al aspecto orgánico como al procesal.
El primero requiere unos cambios infraestructurales que puede que no vean
la luz tan pronto como podríamos pensar. Me refiero a la nueva estructura orgánica que nos lleva a hablar de las UPAD (Unidades Procesales de Apoyo Directo) y de los Servicios Comunes. No obstante la reforma procesal tiene fecha
marcada para el 5 de mayo de 2010.
Sin embargo, ocho demarcaciones españolas han sido elegidas como experiencia piloto para dar entrada a la nueva experiencia «orgánica» (Burgos, Cáceres, Ceuta, Ciudad Real, Logroño, Melilla, Murcia y Palma de Mallorca). Es
de esperar que el periodo transitorio no se alargue demasiado y todos podamos vivir el esperado cambio de la justicia, aprendiendo, eso sí, de quienes
nos iluminen el camino y nos vayan dando las pautas que nos permitan posteriormente unirnos a ellos en el desarrollo de la Nueva Oficina Judicial.
Necesitamos dotar al periodo transitorio que ahora se abre de la madurez suficiente que se nos presupone a los que trabajamos en este sector de la Administración, pues es evidente que las disfunciones van a surgir, sobre todo en
la nueva distribución de competencias entre Juez y Secretario, ya que los procedimientos actuales se mantienen pero modificando la competencia para resolver en cada caso; una gran parte de decisiones se adoptan por el Secretario
Judicial (con nuevas resoluciones amoldadas a él), existiendo un amplio abanico de recursos ante el Juez, que antes era quien inicialmente resolvía.
Esta situación no debe hacerse más gravosa por el hecho de que sobre una
misma situación inicial puede resolver con un criterio jurídico el Secretario Judicial y posteriormente, sin solución de continuidad, de forma inmediata el
Juez, con un criterio contrario o por lo menos diferente, merced a un recurso
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de parte o sin necesidad de él. Necesitamos implicarnos y coordinarnos ambos, pensando en que la justicia ha de satisfacer al ciudadano y esto requiere darle una respuesta rápida y segura. En ocasiones, este interés puede serlo
de una de las partes pero no de la otra, a quien puede favorecerle la ralentización del sistema, dando entrada a un uso torticero y dilatorio del sistema de
recursos, algo que se ha intentado moderar recientemente con medidas aparentemente disuasorias pero realmente recaudatorias, a base de depósitos
previos para poder recurrir.
Debemos hacer una llamada a la lógica y a la paciencia, para implantar con
racionalidad el nuevo sistema, ya que llevamos más de cien años con un esquema que requiere, cuando menos, de un periodo de adaptación y de mentalización para asumir las novedades.
Me gustaría resaltar algo que ya he repetido en el presente trabajo y que debe aparecer como una seña de identidad del cambio, y es el hecho de que la
ley aparece como el principio legitimador de todo el ejercicio jurisdiccional, pero en el caso del proceso en sí, sus principios y su desarrollo con respecto al
titular del Poder Judicial, la ley no ofrece alternativa. Ello es así porque el curso procesal no es disponible. No lo es para las partes, pero tampoco lo es
para el Juez.
Es necesario conjugar de una vez por todas los conceptos de Servicio Público y de Poder del Estado, tan íntimamente ligados ambos al concepto de
«Justicia», y así intentar la elaboración de un cuadro funcional armonioso y
compatible a ambos, sin menoscabar los principios y criterios de intervención
que los singularizan, asumiendo con respeto el principio de independencia judicial y de eficacia de todo servicio público, capaz de dar respuesta adecuada a la demanda social con sumisión plena a la ley como principio legitimador
de ambos. De esta manera no debemos nunca mezclar conceptos ni ver en
la dependencia jerárquica de los Secretarios Judiciales respecto del Ministerio de Justicia una quiebra de la independencia en el ejercicio de las funciones que les son propias y que proclama el ROCSJ.
Por último no cabe más sino un llamada a la responsabilidad en la lucha por
conseguir una Justicia renovada y una Justicia mejor que atienda con calidad
al ciudadano que acude a ella con cierto miedo y prevención. Es esencial que
demostremos que queremos cambiar el servicio, que queremos avanzar y lograr que los índices de satisfacción del ciudadano mejoren aunque la Justicia
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las nuevas funciones del secretario judicial tras las reformas procesales derivadas de la nueva oficina judicial
no les dé la razón. Debemos pensar que quienes han sido los padres de la reforma no pueden estar todos equivocados. Que la reforma de la Justicia es fruto de un «Pacto de Estado» y ello es así porque el clamor popular por una
insatisfacción generalizada hacia el servicio público «justicia» era evidente.
Somos muchos los que confiadamente estamos luchando por que este proyecto salga adelante, porque tenemos vocación de servicio público y en ningún momento intención de constituir una injerencia en el «Poder Judicial», al
que, como ya dije anteriormente, respetamos profundamente, y del que nunca queremos desconfiar.
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