La medalla de Tarifa

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HISTORIA
ALJARANDA
L a medalla de Tarifa
Wenceslao Segura González
encuentran movidos por las ansias de libertad
ras el trienio liberal que se vive en
que había calado tras la revolución que repre­
España como consecuencia del pronun­
senta la constitución gaditana de 1812.
ciamiento de Riego, Fernando Vil inicia en 1823
El primero de los pronunciamientos que
un periodo político que la historia ha llamado la
tiene lugar en el período histórico al que nos
década ominosa. Durante este periodo la repre­
referimos tiene por escenario la plaza de Tarifa
sión política llega a extremos jamás conocidos
y es protagonizada por un grupo de liberales
en nuestra larga historia. En estos diez años
españoles al mando del coronel Francisco
los militares inician una serie de pronunciamien­
Valdés. Conflicto que fue conocido en Tarifa
tos, en la mayoría de las veces con mínimas
con el nombre de suceso de los Cigarreros (1),
posibilidades de triunfar. Sus promotores se
y que ocasionó un gravísimo daño
a la población tarifeña, que
participó decididamente en el
pronunciamiento a favor de uno y
otro bando.
G ibraltar se convierte en
receptor de liberales españoles
exiliados y allí también va
Francisco Valdés (2), (3) y (4),
militar que ya tenía tras de sí una
dem ostrada sim patía por la
Constitución. Personaje de amplia
cultura,
participa
en
el
levantamiento de Riego, tomando
el vital puente Suazo de la Isla
de León, combate en Castilla,
Navarra, Aragón y Cartagena.
Con sesenta y cinco liberales
(5) llega Francisco Valdés a las
costas tarifeñas el día 3 de
agosto de 1824, cogiendo por
sorpresa a la guarnición de la
plaza,
ocupándola
con
el
consiguiente derramamiento de
sangre. Al grito de ¡Viva la
Constitución!, el propio Valdés
recorre las calles, consiguiendo
que un buen número de tarifeños
se unan a su causa. También se
unen a los libertadores los presos
que se encontraban en la isla,
formando de esta manera un
destacam ento con
Fernando Vil decidió condenar a muerte a todos aquellos que gritaran "Viva la pequeño
escasa disciplina, como los
C o n stitu ción ", "Muera el rey" o "Viva la libertad".
T
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sucesos futuros demostraron. Pero aún así los
sesenta y cinco originales sublevados supieron
batirse con valentía, haciendo frente a un
ejército muy superior en número de hombres y
en armamento (6).
Conocida la ocupación de Tarifa, las
fuerzas realistas actúan con premura. A los
pocos días llega a Tarifa una brigada francesa,
al mando del conde D'Astorg conjuntamente
con las fuerzas españolas leales al rey y
dirigidas por José Barradas, mientras que en
Algeciras seguía las operaciones el jefe militar
de la reglón José O'Donell. A los 5.000
hombres de a pie que sitian la plaza, se les
une la armada francesa, en la que se
encontraba una fragata (7) y (8).
A pesar de la desproporcionada relación
de fuerzas, las tropas francesas y los realistas
españoles no logran superar las murallas de
Tarifa, defendidas con ahinco por sus
heterogéneos defensores.
Al inicio de las prim eras refriegas,
cuando los defensores comprueban que los
Intentos de los sitiadores es vano, su
entusiasmo se une a su valentía, recibiendo el
apoyo de la población. Durante estos días
aficionados tarlfeños forman una banda de
música, que recorren las calles tocando el
himno de Riego y canciones revolucionarias.
Pero la inmensa superioridad de las
fuerzas hispano-francesas tenía que dar sus
frutos. Los cañones situados cerca del
convento de San Juan de Prados abren una
brecha en la muralla, por donde logran entrar
los realistas, mientras que los rebeldes se
dirigen a la isla para poder embarcar.
Aunque Francisco Valdés y algunos otros
logran embarcar y dirigirse a Tánger, el grueso
de los sublevados son apresados. En particular
el capitán Pedro Valdés, que se hace fuerte
en el cerro de Santa Catalina, desistiendo
acompañar a su jefe a la isla.
En total son apresados dos jefes, el ya
citado Pedro Valdés y Domingo González y
otras 160 personas, entre soldados, presidiarlos
y civiles. Inmediatamente son trasladados a
Algeciras, en donde son sometidos a juicios
sumarísimo, concociéndose la sentencia cinco
días después de concluida la operación militar
y siendo condenados a muerte y ejecutados
sesenta y siete Individuos, entre ellos treinta
y siete paisanos de Tarifa.
Los ciudadanos de Tarifa habían sufrido
las penalidades del sitio, en parte al desprecido
que de la población civil hacen los sitiadores,
que no dudan en bombardear el interior de la
plaza -llegan a bombardear la Iglesia de Jesúsaún a sabiendas de que sólo era defendida por
unos cincuenta militares sublevados.
Pero el sufrimiento no había hecho nada
más que empezar. Desde un primer momento
la autoridad militar de Algeciras inicia un vasto
plan de represión política, al que con poco
entusiasmo pero sin oposición, se une el
consistorio tarifeño. Para evitar otro posible
desembarco de fuerzas liberales, las tropas
francesas se asientan en la ciudad durante
varios meses, convirtiéndose en definitiva en
una nueva fuerza de ocupación, pero que es
m antenida como necesaria por la clase
dirigente local, que de esta manera se siente
segura. A la represión política se une el peligro
que representaba para los campesinos las
bandas que se forman por los campos tarifeños
y formadas por los presidiarlos que lograron
evadirse. Como la acción de las fuerzas
militares era insuficiente, se gratifica con 1.000
reales de bellón a todo aquel que prenda a
uno de esos ladrones (9)
El pronunciamiento de Valdés tuvo una
gran proyección, ocasionando una crisis
ministerial, formándose un nuevo gobierno que
aumentaría la represión política en la nación.
A pesar de la penosa dificultad que las
tropas realistas tienen que pasar durante los
quince días de sitio, los gobiernos español y
francés conceden diversas condecoraciones a
los jefes y soldados que más sobresalieron. El
general del ejército francés, vizconde Dlgcon,
y el general de la división de Cádiz, conde de
Foissac Latour, reciben la gran cruz de San
Fernando, y la cruz de caballero de tercera
clase le es concedida al coronel conde
D'Astorg que dirigió las operaciones. Se
concede, igualmente, una pensión de 8.000
reales anuales a la viuda del oficial francés
Cuesal, que murió en uno de los intentos de
asalto a la plaza.
Por su parte el rey de Francia concedió
la Cruz de San Luis al coronel Barradas, la
legión de honor al capitán de la Princesa Luis
Carlos Castaños y al soldado Juan Romero,
por haber sido el primero que subió a la
brecha con los franceses.
El paso de los años parecía que iba a
envolver en el olvido los luctuosos sucesos y
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cómo mueren los libres. Sus gloriosos
cadáveres yacen sepultados en una fosa sin
nombre, y no pasaría mucho tiempo sin que
sus restos, confundidos con el hosario común,
hiciesen imposible los honores de una honrosa
sepultura.
Tiempo es ya, de arrancar de la huesa
y del olvido los ilustres restos de Valdés, Portal
y demás valientes compañeros. Cuando por
todas partes se elevan catafalcos a la memoria
de los que sucumbieron por la libertad, justo,
heroico y loable sería para la municipalidad de
el sacrificio del nutrido grupo de liberales que
dieron su vida en defensa de sus ideales.
La desaparición de Fernando Vil y la
llegada al trono de Isabel II, propicia que en
el año 1841 se inicien diversas acciones
encaminadas a inmortalizar la hazaña que
durante quince días del mes de agosto de
1824 se protagonizó en los muros de la plaza
de Tarifa. Un grupo de ciudadanos de
Algeciras se dirigen el 18 de abril de 1841 a
su Ayuntamiento en estos términos: Al nordeste
de esta ciudad y al frente del cementerio existe
Los fusilam ientos de A lgeciras, según un grabado que aparece en el lib ro Los m ártires de la libertad española.
Algeciras eternizar la memoria de los héroes de
aquella gloriosa jornada. Más no deben limitarse
los honores cívicos a ellos solos, deben ser
estensivos a los bravos que murieron en las
malogradas tentativas de Manzanares y Torrijos.
Muchos hijos de este campo perecieron en
ellas, y todos son dignos de la gratitud del país.
Los que suscriben, comprometidos en
aquellas jornadas, y otros patriotas a quienes
su corta edad o su residencia en otros puntos
no les perm itieron p a rticip a r en aquellos
un campo regado con la sangre de mártires de
la libertad. Las balas que traspasaron sus
pechos y destrozaron sus cráneos, incrustadas
están todavía en las tapias de aquel lugar de
muerte. Así el despotismo ha perpetuado la
memoria de la atrevida y malograda empresa
de Tarifa, dirigida por el coronel D. Francisco
Valdés en 1824, mientras nosotros paseamos
nuestras miradas indiferentes por aquel santo
lugar en que 62 victimas desafiaron a la tiranía
desde el patíbulo y enseñaron a la posteridad
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del presidente y mediante a estar identificado
con sus patrióticos sentimientos, los adoptó,
acordando que desde luego pueda darse
principio a dichas obras, y a su debido tiempo
el aniversario, a cuyo efecto está pronto a
facilitar los ausilios pecuniarios que esten a su
alcance.
A pesar del deseo de algecireños y
tarifeños, hoy día el recuerdo de la gesta
liberal en Tarifa no permanece inmortalizada
con los sencillos monumentos solicitados. En
cuanto a la calle Valdés, volvió a cambiar de
nombre, para tomar el que ahora tiene de
Guzmán el Bueno.
Pero el reconocimiento a la defensa de
la libertad que tuvo como escenario Tarifa sí
fue reconocida por el gobierno. Rehabilitado
Francisco Valdés y con el grado de general,
dirigió el 31 de mayo de 1841 una petición al
regente del reino, solicitando la institución de
una condecoración que perpetuara la memoria
de la célebre jornada de Tarifa, a imitación de
la que se había creado para los que en 1830
penetraron por los Pirineros para proclamar la
libertad de España(8).
El regente accedió a la solicitud con la
siguiente real orden del Ministerio de la Guerra:
He dado cuenta al regente del reino de la
esposición de V.S. fecha 31 de mayo último,
en la que manifestando la singular prueba de
valor y decisión que dieron el corto número de
españoles que bajo sus órdenes se apoderaron
de la plaza de Tarifa el día 3 de agosto de
1824, y la defendieron obstinadamente por
espacio de diez y siete días resistiendo cinco
ataques generales de 5.000 hombres que la
sitiaban, so licita que a los que a sí se
distinguieron se conceda un distintivo particular
en recompensa de tan señalado hecho.
S.A. se ha enterado, y accediendo a los
justos deseos de V.S., ha tenido a bien
resolver, que todos los valientes que
desembarcaron en la playa de Tarifa y los que
después de tomada esta plaza se asociaron a
tan arriesgada y gloriosa empresa, usen de la
condecoración que V.S. propone con esta
fecha, la cual aprueba S.A., debiendo los que
la obtengan arreglarse en un todo al modelo
presentado. Madrid 18 de junio de 1841 (8).
La condecoración que lleva el nombre de
Medalla de Tarifa, está formada por un conjunto
de llamas rojas, en donde aparece un castillo
de oro del que sale un brazo armado con una
sucesos, unen sus votos y suplican al ilustre
ayuntamiento de esta ciudad, que dando
publicidad a la memorable causa de Tarifa que
existe en la comandancia general de este
campo, y abriendo una suscrición en los
pueblos del mismo para la construcción de un
sencillo monumento de piedra en el campo de
sangre, perpetúe la memoria de unos hechos
que han de hermosear las páginas de nuestra
historia, y han de servir de lección a los
pueblos para no dejar entronizar la tiranía que
tan grandes sacrificios cuesta derrocar.
Por su parte los tarifeños también quisie­
ron erigir un monumento en recuerdo a los
sucesos de 1824, como se desprende del si­
guiente acuerdo del consistorio aprobado el 24
de julio de 1841: El señor presidente manifestó
que deseoso, como todos los amantes de la
libertad perseguidos en la onminosa década, de
perpetuar la memoria de la singular empresa que
el 3 de agosto de 1824 acometió el patriota,
entonces coronel, don Francisco Valdés, intro­
duciéndose en esta plaza con 65 valientes
proclamando la libertad e independencia nacio­
nal, haciendo su defensa con una bizarría y
denuedo inesplicable por espacio de diez y siete
días, sin embargo del estrecho asedio con
5.000 hombres del ejército opresor, en cuyo
espacio de tiempo hizo Valdés y los suyos de
cuanto son capaces los héroes a quienes alienta
el espíritu liberal, dejando admirados a sus
mismos enemigos, y aun al mundo entero por
tanto valor y constancia, que a pesar de aque­
lla jornada permanecerá indeleble en los cora­
zones de todos los buenos que han derramado
más de una lágrima, y aun suspirado por las
víctimas de aquellos días y por las de resultas
sacrificó el tirano O'Donell; creía dicho señor
que en justa gratitud a los mártires y héroes
que tuvieron la suerte de evadirse del suplicio
con que los amenazan el cruento despotismo,
se erigiese un monumento a la derecha de la
puerta de Jerez en esta ciudad, encerrándose
a su pie un cinerario con la historia de los
hechos ocurridos, y en el centro la oportuna
lápida con inscriciones alusivas y relación no­
minal de los bizarros que perecieron; que a la
calle de Mesones le sustituya el nombre del
invicto caudillo que tuvo la gloria de dirigir
aquella empresa; y finalmente, que en todos los
años el día 3 de agosto se celebre un aniver­
sario por las vícticmas.
El ayuntamiento en vista de la esposición
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BIBLIOGRAFÍA
(1) TERÁN FERNÁNDEZ, F„
El suceso de Los Cigarreros,
ALJARANDA, número 6,
tercer trimestre, septiembre
1992, págs. 16-18, Excmo.
Ayuntamiento de Tarifa.
(2) BAROJA, P., Obras
Completas,
tomo
V,
Fantasmas de Tarifa, págs.
762-766, Biblioteca Nueva,
Madrid, 1976.
(3) Consultado el Archivo
General del Ejército de
Segovia no se ha encontrado
el expediente personal de
Francisco Valdés.
(4) GARCÍA LEÓN, J.MA,
Josefina de Com erford y
Francisco Valdés: dos héroes
rom ánticos de la Tarifa
decimonónica, Almoraima,
número 9, mayo 1983, págs.
289-296, Mancomunidad de
Municipios del Campo de
Gibraltar,
(5) En las diversas fuentes
consultadas aparecen cifras
diferentes de los liberales
desembarcados.
(6) POSAC JIMÉNEZ, M.D.,
Dos versiones contradictorias
sobre el ataque del coronel
Francisco Valdés a Tarifa en
1824, Almoraima, número 13,
abril 1995, págs. 341-350,
Mancomunidad de Municipios
del Campo de Gibraltar.
(7) LINARES, M., Historia
La Medalla de Tarifa, segunda condecoración m ilita r que se concede por sucesos
Militar de la toma y defensa
ocu rrid o s en Tarifa. La otra es la Cruz de D istin ció n de Tarifa, concedida para prem iar
de la Plaza de Tarifa en el
la defensa del ejército hisp a no -b ritá n ico ante los franceses en 1812.
mes de agosto de 1824,
Cuenca, 1837. Un ejemplar de esta rara publicación
espada, a los pies del castillo se lee Al Valor,
se encuentra en la Biblioteca Nacional.
todo se une a una corona de laurel y ésta a
(8) AMELLER, V. y CASTILLO, M„ Los mártires de
una cinta verde, amarilla y morada a partes
la Libertad Española, tomo II, págs. 294-327, Madrid,
1853.
iguales. Al dorso dice Tarifa 1824 (10).
(9)
En las actas capitulares de la época se
Tarifa ha vivido a lo largo de su intensa
encuentra
abundante información sobre los intentos
historia sucesos de primer orden como el que
de
represión
política sobre los liberales tarifeños.
nos ocupa, y es triste comprobar el olvido en
Indicar al respecto que el libro de actas
que los tenemos. No es mal momento para
correspondiente al 1824 no se encuentra en el
pedir, que tal como el pleno municipal tarifeño
Archivo Municipal de Tarifa, probablemente por
acordara hace siglo y medio, sea colocado al
haber
sido
enviado
a Algeciras,
como
lado derecho de la Puerta de Jerez un sencillo
insistentemente lo solicitó la autoridad militar.
monumento que recuerde el sacrificio de
(10) GRAVALOS GONZÁLEZ, L. y CALVO PÉREZ,
decenas de tarifeños que murieron luchando
J.L., Condecoraciones Militares Españolas, Editorial
San Martín, Madrid, 1988.
por la libertad.
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