Mujeres de ayer, hoy y de siempre

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8 de Marzo
Día Internacional de la Mujer
En el marco de la implementación del Departamento de Técnicas Aplicadas de
la Oficina Nacional del Servicio Civil y en especial de la unidad de desarrollo de
las personas, y con motivo de celebrarse el Día Internacional de la Mujer, se
realizaron, en el mes de marzo de 2011, una serie de charlas relacionadas con la
problemática de la mujer desde una perspectiva de género.
En ese sentido, y con el fin de promover actividades no realizadas por la oficina
hasta el momento, es que tuvieron lugar dichas charlas los días 25 y 30 de marzo
en el Edificio José Artigas.
Las charlas fueron las siguientes:
• Palabras de la Sra. Sub Directora de la ONSC - Dra. Ana Ferraris
• Sexualidad de los y las uruguayas desde una perspectiva de género Prof. Susana Rostagnol.
• La perspectiva de género en la política de Gestión Humana del Estado Lic. Analía Corti.
• Mujeres de ayer, de hoy y de siempre - Lic Andrea Batista y Cra. Adriana Doglio.
• Género, trabajo no remunerado y bienestar Social - Dra. Mag. Karina Batthyány.
• Normas para la protección de la maternidad y paternidad. Comparación entre
países - Psic. Ma. Cecilia Clara.
• Violencia Doméstica - Psic. Magela Batista, Psic. Carina Bordes.
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Lic. Andrea Batista*
Cra. Adriana Doglio**
Queremos acercarles las historias de las
mujeres: PAULINA LUISI, SARA
FERNANDEZ, MARÍA RODRÍGUEZ y
NANCY MUGRIDGE, que se atrevieron,
que apostaron y que se animaron a cambiar las cosas.
Elegimos estas cuatro mujeres porque
de alguna manera cada una ha dejado o algunas de ellas lo continúan haciendo, un
camino en el cual podemos mirarnos, para
aprender, descubrir, encontrar y por sobre
todas las cosas para no dejar de soñar.
*
Licenciada en Ciencias de la Comunicación, egresada de la UDELAR, actualmente desempeña funciones
en el área de Administración de la Oficina Nacional del Servicio Civil.
**
Contadora Pública, egresada de la UDELAR, actualmente desempeña funciones en el área de Técnicas
Aplicadas de la Oficina Nacional del Servicio Civil.
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ISSN 1688- 2889 - AÑO 6 - Nº 46 - 2011 (124-132)
Prof. Rosana Rostagnol, Cra. Adriana Doglio, Dra. Ana Ferraris, Lic. Analía Corti, Lic. Andrea Batista.
Paulina Luisi
Ángel Luisi nació en la ciudad de Pisa,
Italia en el año 1846, época donde en Europa
los problemas sociales y el descontento
popular debido a la revolución industrial,
comenzaban a sembrar lo que más tarde se
convertiría en los grandes movimientos revolucionarios que sacudirían a un continente donde los ideales democráticos, liberales y nacionalistas buscaban su camino.
Estudió derecho y predicó ideas
masónicas de libertad, igualdad y fraternidad, por las cuales luchó durante toda su
vida, tanto en Europa como en América.
María Teresa Janicki, hija de polacos
exiliados en Francia, fue maestra e inspectora, estudió en la Sorbona y luchó por el
voto femenino y la enseñanza laica.
El matrimonio fundó el Instituto Luisi
impartiendo conocimientos pedagógicos y
sociológicos, orientando su ideología pro-
gresista y de libertad, contra todo lo establecido como convencional para la época.
En el año 1875 nació Paulina, la primera
hija de 8 hermanos, en la ciudad de Entre
Ríos, Argentina, país al que la familia había decidido trasladarse en busca de nuevos destinos.
Al cumplir los 5 años cruzan el Río Uruguay y se instalan en la ciudad de Paysandú.
En dicha ciudad Paulina va a la escuela,
hace sus primeros amigos y comienza a desarrollar una personalidad que la llevará
por un camino que trascenderá el tiempo.
Con doce años, la familia Luisi- Janicki
decide emigrar hacia la capital, para poder
darles la oportunidad a sus hijos de avanzar en los estudios y en un futuro poder elegir carreras universitarias, algo que para
sus padres era un objetivo a cumplir con
cada uno de sus hijos.
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Al finalizar la carrera Paulina regresa a
Europa, más específicamente a Francia a
especializarse en dermatología y enfermedades venéreas.
Así como de su padre recibió, al igual
que sus hermanos, claras convicciones de
estudio, de independencia económica, ideales emancipadores y vocación por la enseñanza; de su madre hereda el gusto por el
arte, la cultura y el amor por Europa.
Y esto último quizás haya sido lo que la
llevó a Francia en busca de un perfeccionamiento laboral y personal.
La vida de esta incansable mujer muestra sus diferentes inquietudes y necesidades, no solo como maestra o médica sino
también en el ámbito social y político. Su
entusiasmo por la política la lleva a fundar
junto con otros militantes el Partido Socialista del Uruguay. Su postura como mujer
en la sociedad la lleva a movilizar a otras
mujeres, creando organizaciones sociales y
sindicatos para ellas.
Paulina Luisi
En ese entonces Uruguay transitaba el
período de modernización y militarismo con
Latorre, Santos y Tajes al frente. El proyecto ley de educación promovido por J. P.
Varela de laicidad, gratuidad y obligatoriedad fue uno de los puntos más altos en la
enseñanza pública.
Paulina comienza a estudiar magisterio
con tan solo quince años y a los dieciocho se
recibe de maestra de primer grado.
Con veinticinco años y en su más plena
juventud, ingresa a la Facultad de Medicina y con treinta y tres ya obtiene el título,
convirtiéndose así en la primera mujer médica del Uruguay.
El ámbito hostil en el que desarrolló sus
estudios no fue impedimento para que
Paulina con sus ideales y su gran corazón
lograra sobreponerse a los múltiples obstáculos a los que la enfrentaron.
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A lo largo de su vida Paulina participa
en congresos, dicta conferencias, se inmiscuye en cada lugarcito por el que siente que
puede mejorar la calidad de vida de las
mujeres.
Seguramente todo esto fue demasiado y
de alguna manera la hizo olvidarse de que
ella también era una mujer, en el sentido
más literal de la palabra, una mujer que no
pudo encontrar el amor en una sociedad que
no le permitía amar bajo sus parámetros,
por lo que sus amores se limitaron a relaciones sentimentales sin ser reconocidas y
aceptadas como tales en la sociedad patriarcal de la época.
A los setenta y cinco años fallece en la
ciudad de Montevideo, habiendo transitado una vida, honrado su nombre y dejando
un legado a cada una de las mujeres del
mundo: luchar por nuestros objetivos, alcanzarlos, disfrutarlos y seguir adelante.
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Sara Fernández
Sara nació en el año 1892 en Montevideo. Cursó hasta séptimo año en la vieja
escuela República Argentina bajo la dirección de Leonor Horticou. Luego ingresó al
magisterio pero tuvo que dejar de estudiar
para emplearse. A pesar de que en esa época, no era común que las mujeres trabajaran, Sara comenzó a trabajar siendo muy
joven debido a problemas familiares.
Así fue que trabajó para la empresa francesa que construyó el Puerto de Montevideo. El Sr. Juan Marchesi, que había hecho el
empedrado, la recomendó a Joaquín
Márquez, presidente del Banco República
de esa época, quien logró su nombramiento
bajo la firma de Batlle.
Coincidiendo con un incentivo por parte del gobierno del momento, hacia la posibilidad de que las mujeres podían desempeñar puestos en la Administración Pública, Sara fue designada por decreto del Poder Ejecutivo de fecha 27 de junio de 1911,
durante la segunda presidencia de Batlle.
Su cargo era de auxiliar de 2da clase en la
Secretaría General del Consejo de Administración del Puerto de Montevideo. Tenía 19
años y entró ganando 30 pesos mensuales.
impedían cumplir con su función. Ella siempre conservó un pergamino que le fue entregado por el presidente del Puerto de esa época, el Sr. Alfredo Labadie, en oportunidad
de su retiro.
Cuando se jubiló, aún no tenía beneficios
sociales, horario de verano, ni sábado inglés y que trabajaba de nueve y media a 12
y de 2 de la tarde hasta que terminaba la
sesión del directorio.
Luego de que perdiera la visión por completo, se sometió a una operación que le devolvería la vista, retomando el hábito de ir
al cine, una de sus grandes pasiones, pero
paulatinamente fue perdiéndola nuevamente sin volverla a recuperar.
A los 82 años, expresaba su gran amor
hacia la función pública : “Quiero dejar constancia de que adoro a la Administración
Nacional de Puertos… añoro aquella pequeña oficina de la calle Piedras 375, donde empecé mi carrera administrativa. Y allí entré,
El hecho de ser mujer y ocupar un cargo
público tuvo sus repercusiones y un diario
de la época criticó a Batlle por poner a una
mujer a trabajar entre tantos hombres.
Pero Sara continuó adelante, a pesar de los
comentarios y se abrió camino haciendo
carrera en un territorio predominantemente
masculino, llegando a ser Oficial Taquígrafo.
Por ese entonces, vivía en la calle Zabala,
cerca del Puerto y se casó con Eduardo
Mazzara, con quien tuvo 5 hijos. En 1924, se
mudó a Colón debido a una recomendación
médica ya que uno de sus hijos tenía problemas respiratorios y necesitaba vivir en
una zona arbolada y con aire puro.
Un año antes, en octubre de 1923, se jubila de su cargo de Oficial Taquígrafo ya que
comenzó a tener problemas de visión que le
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Sara Fernández
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en una o dos oportunidades, a tomar la versión taquigráfica de un discurso de don Antonio Piaggi, representante del “Lloyd
Brasileiro”, oportunidad en que me nombraron Oficial Taquígrafo…”
Luego de jubilada, dedicó su vida a sus
hijos, nietos y bisnietos. A pesar de su ceguera, siempre estaba tejiendo algo para
algún bisnieto que estaba por nacer. Tenía
las manos muy suaves y las utilizaba para
reconocer a los suyos cuando éstos iban a
visitarla.
Sara murió a los 100 años, en 1992, rodeada de todos sus seres queridos y con la
tranquilidad de haber cumplido su misión
en la vida.
María Rodríguez
María Rodríguez
Nancy Mugridge
No fue la primera mujer en estudiar
una carrera universitaria o escribir o pintar o trabajar en lugares donde hasta ese
momento solo los hombres tenían ese derecho…
María es una mujer que está acercándose a cumplir sus 100 años en este mundo y
como una “María” más de todas las que
habemos en esta Tierra cuento su historia
como un homenaje a una vida de las que se
catalogan como hay miles en este
mundo, pero que pretendo represente la vida de muchas Marías del
siglo pasado y de este, de cualquier
parte del mundo…
El 2 de septiembre de 1912 en
Praducelo, Lugo, Galicia, nace la
cuarta hija y única mujer de 6 hermanos.
Su infancia transcurrió haciendo las tareas del campo, llevando
la comida a su padre y sus hermanos, jugando con los animales
y ayudando en las tareas de la casa.
Esta familia, como todas las de
esta aldea, de tan solo doce o trece casas, colgadas al borde de la
montaña, tenían su parcela y se
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dedicaban a cuidar la tierra y los animales
que eran su forma de vida y la posibilidad
de sobrevivencia.
Solo compraban azúcar, aceite y vino.
Tres meses al año en Praducelo nevaba y
eran esos meses cuando María tenía la oportunidad tan ansiada de ir a la escuela. A caballo o en carro cruzando arroyos, María
llegaba a encontrarse con el vecino de la
Aldea qué más conocimientos tenía… Durante muchos años, en esos tres meses,
María aprendió a leer, escribir y a realizar
las 4 operaciones matemáticas básicas. A
partir de ahí ya se consideraba que los niños o adolescentes no debían concurrir más
ya que con esa información era suficiente.
Mucho más para una mujer donde se consideraba no era necesario que lo hiciera.
Pero tantas eran sus ganas, que vaya a
saber por qué tres meses al año María luchaba por acercarse al mundo que sabía
existía fuera de su Praducelo.
Su ilusión, como la de sus hermanos y
demás jóvenes de la época era irse a Cuba,
porque se decía que desde allí se regresaba
con monedas de oro y de esa manera podían ayudar a sus padres; salvo el hermano mayor que por tradición debía casarse y
permanecer junto a sus padres para cuidarlos en su vejez….
Así fue como fue reclamada como solía
decirse para venir a América.
La idea era hacer dinero y volver.
Pero las ideas, como las palabras, muchas veces se las lleva el viento o deben quedar guardas en el corazón.
Cumplidos los 18 años y tras 31 días de
travesía llega a Argentina. Hasta el día de
hoy ver “taaaanta agua”, como dice ella,
la asusta…
Llegó con su bolso a cuestas, con la alegría de ser recibida por familiares y con el
deseo de ganar mucho dinero para volver a
encontrarse con sus padres, sus hermanos,
su patria…
Después la historia es tan normal y corriente como fue su vida, trabajar en casas
como empleada doméstica, conocer a un
hombre, compatriota, que también había
dejado su país escapando al servicio militar y a la lucha en la guerra…
Llegan los hijos: tres, dos hombres y una
mujer; y cuatro años más tarde la posibilidad de irse para Uruguay, al departamento
de Durazno, donde uno de sus cuñados tenía un hotel y la posibilidad de darle a su
familia una mejor vida.
Los años pasan y esta familia de 5 regresa a Argentina, pero ahora a Mar del Plata
para seguir cumpliendo casi todos sus sueños: esposa, madre, abuela y bisabuela.
Cuáles quedaron atrás? Por cuáles luchó? Ser enfermera y volver a su patria a
ver a sus padres.
Nunca los logró…
Cuando pudo, ya con muchos años encima decidió que sino había vuelto para ver a
sus padres ya nunca más lo haría….
Ve su patria por la televisión o por
internet y todavía no sabe si le hace bien o
mal y su corazón llora porque esta maravilla de la comunicación haya llegada, para
ella, tan tarde…
Hoy con 98 años, lamenta no poder leer
y tejer y cuida cada parte de su cuerpo día
a día para celebrar en el 2012 sus cien años
de vida, con sus 3 hijos, sus 8 nietos y 5 bisnietos y quizás esa día dejar de “luchar” y
partir al encuentro que le quedó pendiente
desde hace muchísimos años: con sus padres !!!
Nancy Mugridge
Por último queremos acercarles la historia de Nancy Mugridge, una mujer de 36
años, que actualmente vive en Australia.
Consideramos que esta historia valía la
pena ser contada desde otra perspectiva, y
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dada la naturalidad, frescura y dedicación
con la que “nos acercó” su vida, aquí va la
vida de Nancy contada por ella misma….
Mis padres, origen de mi educación y la
enciclopedia a la que aún recurro con frecuencia, son una suma exótica de mate, asado, fútbol, escollera y carnaval. En el orillo
de cada uno de ellos se puede ver orgullosa,
una etiqueta que dice «Made in Uruguay», y
como no podía ser de otra manera, me cosieron una idéntica que, como al descuido,
la llevo por el lado de afuera para que los
demás se enteren.
Papá, es un palermitano que nació a pocos metros de la calle Ansina, en el barrio
Sur de Montevideo, arrullado por el chas
chas del tamboril, y el remecer del Río de la
Plata. Asegura además, y le creo, que es uruguayo hasta la médula. Mami, es la clásica
uruguaya que se desvive por mi y ahora por
sus nietos, oriunda de Las Piedras, departamento de Canelones, también mi ciudad
natal.
En nuestras maletas hay poco equipaje y
un par de inmigraciones, primero a la Argentina, cuando era chica, y luego a este país,
Australia.
El Río de la Plata por aire, tierra o mar, lo
cruzamos más de «mil veces». Si bien vivíamos en Buenos Aires (Avellaneda), viajábamos frecuentemente a Uruguay a ver a los
abuelos y tomar nuestras vacaciones. Mi tía
Teresa (mi madrina), era el complemento que
aderezaba esas escapadas, punto de salida
a playas montevideanas o del este, y esos
encantadores lugares son los que aún añoro
de mi país, que uno llega a valorar cuando
te encuentras lejos. Luego, un cáncer de seno
que le fue diagnosticado, fue apagando su
vida lentamente. Sin embargo, su enfermedad nunca pudo cambiar su trato inolvidable, y su mirada dulce y alegre.
Ser hija única, y el amor de mis padres,
me dio la grata oportunidad de crecer en un
ambiente saludable. Lleno de mimos y cariño que recuerdo constantemente y trato de
aplicar en mis hijos.
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Mi educación primaria transcurrió en el
Colegio Católico «Pío XII» en Buenos Aires,
y se completó en el «Sacred Heart» del suburbio de Canley Vale en Sydney, Australia. El secundario en el «Rosary School» del
suburbio de Fairfield y el terciario en el Colegio «Our Lady of Nazareth» ambos de
Sydney y finalmente asumí el doctorado en
la «University of Technology of Sydney».
Cuando llegamos en 1982 (tenía 8 años)
a tierras de koalas y canguros la barrera
idiomática era insalvable. Cientos de miles
de emigrantes forman un abanico cultural
y de naciones imposible de detallar. Se puede ver por las calles de todos los suburbios
gente de los rincones más insospechables
del mundo. Vietnamitas, africanos, indios,
chinos, afganos, iraquíes, y un interminable número de etcéteras que sorprenderían.
Australia es reconocida internacionalmente por albergar a casi todas las razas del
planeta, y por la suma de derechos humanos que rigen sus leyes.
Este país es, hoy por hoy, un paraíso
acogedor, con una economía fuerte y estable, lo que la convierte en un lugar ideal para
fijar residencia y formar una familia con
promisorio futuro.
Los niños que como yo, no hablaban inglés cuando llegamos al país, dialogábamos
uno al otro en nuestra lengua nativa mientras jugábamos. Lo real era que aún así nos
entendíamos perfectamente.
De todas formas creo que hay una universalidad en cuanto a los juegos y esparcimiento de los niños. La rayuela, la Mancha,
la Payana, las escondidas y decenas de «la»
junto a las muñecas, formaban ese otro
mundo lleno de ilusiones, que estimo tienen
todos los chicos del Uruguay y que, con algunas variantes, compartíamos aquí.
Muchas veces, como los niños aprenden
más rápido el idioma, los australianos se
dirigían a nosotros para que oficiáramos de
intérpretes con nuestros padres. Algo gracioso, porque nosotros tampoco les entendíamos!
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Por suerte superamos ese lapso sin contratiempos. Fui quemando etapas y creciendo, repartiendo mis tiempos entre estudios,
sanas diversiones y deporte (practiqué
«netball»). Pero por sobre todo estudiar. No
solo era un compromiso personal, sino que
era todo un desafío.
Claro que, al ir creciendo, también nos
dábamos un tiempo para asistir a reuniones socio- deportivas. Solíamos ir a clubes
que nucleaban a la comunidad uruguaya
como el Welcome, Club Uruguayo, etc., donde además de compartir con tus congéneres, suelen tener música latina y contratan
orquestas sudamericanas, en los que abundan las plenas y las cumbias. También algunos buenos y selectos Pub y “Discos” de
la ciudad de Sidney.
El amor llamó a mi puerta antes de terminar mi tesis, así que mientras daba clases como profesora en la Universidad donde me había graduado, me casé con Andrew,
mi actual esposo, con quien tengo dos traviesos y amorosos hijos, Luke de 5 años y
Kayla de dos.
Una de las normativas que me he impuesto en todos estos años es no perder mi
identidad. Es muy difícil vivir en un medio
anglosajón, tener un esposo australiano y
mantener a la vez idioma y costumbres. Sin
embargo, me siento orgullosa de haberlo
podido lograr.
Hoy mis hijos hablan y entienden el español correctamente a pesar de su corta
edad. Y si me pregunto cómo puede ser, diría que en todo momento, incluso en mi casa
y en presencia de mi esposo el español es
nuestro medio de comunicación. Yo no hablo inglés con mis hijos, mi padre les enseña el lunfardo y los modismos típicos, y la
comida de la abuela, preferentemente los
ñoquis, el asado, los chorizos y el puchero,
que se han agregado naturalmente al menú
de estos pagos.
Es tanta la influencia «spanish» que mi
esposo inclusive toma mate. La yerba no
nos falta, e incluso, una gran cantidad de
productos sudamericanos pueblan las es-
tanterías de confiterías, carnicerías,
fiambrerías de habla hispana, gracias a la
tenaz actitud de algunos comerciantes tan
fanáticos como nosotros.
El asado de los domingos o el choripán,
también están integrados a nuestra dieta
familiar, y cuando tenemos alguna reunión
de amigos, la «chorizada» y las empanadas
son las atracciones de la fiesta. Para colmo,
vinos «Don Pascual» y hasta la cerveza
Pilsen ya llegaron al país. Cartón lleno!
Por si esto fuera poco, no necesitamos
viajar a Uruguay para tener un desfile de
«Llamadas» o vivir parte del Carnaval, pues
tenemos grupos de candombe, murgas y
hasta parodistas. Es asombroso, pero casi
cada uruguayo que conozco toca el tambor
y tiene alguno en su casa.
.Cada uno está
enterado de todo lo que pasa por allí y lo
que sucede hasta en el fútbol en el más
mínimo detalle.
NUESTROS DÍAS
Australia te da y te quita. Pienso que las
facilidades de empleo, las leyes de protección social, el sistema de salud, la educación y muchas cosas más, sitúan a este país
entre los más avanzados del mundo.
Aquí se podría decir que nadie pasa hambre. Si no tienes trabajo te pagan el desempleo todo el tiempo que lo necesites y mientras, te dan la posibilidad de aprender alguna ocupación diferente para facilitarte la
búsqueda de trabajo. Todo el mundo tiene
derecho al MEDICARE, un servicio de salud
en la que se puede visitar hospitales, médicos o especialistas privados cuando así lo
necesites sin que te cobren un vintén.
Por otro lado la vida es (según el estilo
de vida sudamericano) un poco bastante
aburrida. Sales en tu auto, todo el mundo lo
hace, mientras conduces ves eso, solo autos. Llegas al trabajo, te encierras ahí, trabajas un promedio de ocho horas y vuelta
a casa. Excepto un par de veces a la semana
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siempre
que rompo la rutina para ir al gimnasio y
mantenerme en forma.
Casi que no se tiene relación con los vecinos (en muchos casos ni los ves o los conoces) te metes a tu casa, haces las tareas
típicas del hogar, un poco de televisión y al
sobre. Al día siguiente hay que madrugar.
Esta ciudad echa a andar temprano.
Los fines de semana son más parecidos a
los de ahí, uno puede visitar amigos o familiares, llevar los niños a parques o lugares
de esparcimiento, cines, juegos etc. Y si podes dejar los chicos con los abuelos, ir con
tu pareja a algún pub, cine o teatro.
Australia también tiene hermosas playas, espacios verdes, y un territorio de una
gran belleza con cientos de lugares por descubrir; solo falta tiempo.
Mi carrera como científica
La ocupación de las personas (al menos
eso creo) es guiada por cierta afinidad, gustos o necesidades. En mi caso, y cuando elegí esta carrera, lo hice porque simplemente
me subyugaba.
Luego de completar las etapas correspondientes a mi doctorado ingresé en el Departamento de Investigaciones Científicas de la
University of Technology of Sydney, siempre
manteniendo mi especialidad en «Microbiología Molecular», pero más adelante decidí
optar por una ocupación más estable en un
laboratorio privado.
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El por qué es simple: los presupuestos
gubernamentales suelen ser un poco caprichosos y limitados, y la mayoría de las veces no cubren las necesidades y gastos de
las investigaciones que desarrollan las universidades, por lo cual siempre te estás preguntando que pasará el año próximo. El riesgo es que mucho trabajo puede quedar inconcluso por falta de continuidad en el presupuesto y eso es algo muy doloroso cuando uno ha invertido mucho tiempo y sacrificio.
Por suerte hoy día formo parte de un
equipo de «Biotechnology», en una compañía
(EnGeneIC) dedicada a diversos proyectos
científicos en el campo de la medicina. Uno
de estos incluye la utilización de vectores
para transportar quimioterapia en forma
más directa a las células cancerosas sin ocasionar daños colaterales y afectar células
sanas, como suele hacerlo la quimioterapia
convencional. Un estudio que está en su fase
experimental en estos momentos.
Mi posición dentro de la empresa es de
Senior Scientist/Alliances, Ph.D., y me encuentro más involucrada en el momento, de
diseñar y delegar experimentaciones al grupo de científicos que trabajan en nuestro
equipo.
Así es la vida de una uruguaya que a los
ocho años llegó a Australia y hoy en día
transita un camino que dejará su huella
para siempre.
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