volverAlPasado-IIA - Instituto de Investigaciones Antropológicas

Anuncio
Gracias al avance
actual de la ciencia
es posible...
E l regreso al pasado es algo con lo que sueñan el 50% de los humanos,
el otro 50% piensa más bien en viajar al futuro.
Una diferencia fundamental entre ambas opciones es que nadie sabe
con qué se encontrará si viaja, digamos, 1000 años hacia el futuro, pero
si fuéramos el mismo tiempo hacia atrás podríamos, al menos, tener una
idea de lo que nos espera.
Pero hay más aún, dado que tenemos una enorme cantidad de informa­
ción y evidencias sobre la vida en tiempos pasados, siempre pensamos en
lo interesante que sería poder estar de cuerpo presente en el interior de una
cultura o en un momento determinado: ser parte de los grupos humanos
que entraron por primera vez a América, ser uno de los individuos que
descubrieron el fuego, ser el más antiguo agricultor, tener de compañero al
primer perro o ser el habitante de una ciudad prehispánica como Tenoch­
titlan, Teotihuacan, Chichen Itzá y Tajín.
Aunque ciertamente disponemos de gran cantidad de información his­
tórica, no es igual en todas las regiones del mundo. Hay culturas antiguas
de las que tenemos monumentos, edificios o manifestaciones como escul­
turas o pinturas, pero poco o nada sabemos de la gente que vivió en esa
sociedad y que habitó ese edificio o elaboró esa pintura.
Pensar en todo esto es realmente interesante, no por nada tantas histo­
rias se mueven alrededor de este tema, volver al pasado es algo fabuloso.
Pero, ¿es algo posible o sólo ciencia ficción? Gracias a la ciencia actual
volver al pasado está mucho más cerca de nosotros de lo que pensamos,
pues existen disciplinas cuyo enfoque, métodos de estudio y resultados ob­
tenidos nos permiten prácticamente viajar al pasado y conocer cómo ela­
boraban sus casas, cómo planeaban la construcción de una ciudad, cómo
seleccionaban y preparaban sus alimentos, cómo distribuían sus activida­
des en el interior de una casa, qué parentesco tenían entre personas y cuál
era su aspecto físico.
2
V iajando en el DeLorean
En “Volver al futuro” el automóvil que constituye la máquina del tiempo
tiene como combustible el plutonio, es decir, se necesita un vehículo y una
fuente de energía. En la versión científica el automóvil es un conjunto de
disciplinas que presentan la particularidad de manejar dos ciencias al mis­
mo tiempo y la fuente de energía son los materiales y su forma de estudio.
Cuando se realiza una investigación en la cual interactúan dos o más disci­
plinas y se busca obtener un resultado integral, hablamos de in­terdis­cipli­na.
En el presente son numerosos los centros de investigación que pro­mue­ven
esta manera de trabajar, pues tener resultados derivados de este enfoque
múltiple es mucho más rico y beneficioso, científicamente hablando,
que cuando se investiga a través de una sola ciencia o disciplina. La in­ter­
disciplina, como se mencionó, es el vehículo de nuestro viaje por el tiem­po,
pues este enfoque le proporciona la capacidad para alcanzar sus objetivos.
Nuestro combustible, los objetos de estudio, son, mayormente, los
materiales diversos que se encuentran en los sitios arqueológicos y que
al estudiarse desde un enfoque interdisciplinario proporcionan una vasta
información del lugar estudiado, la gente que vivió ahí, cómo vivió, cómo
era su día a día, qué relación tenían con otras culturas o regiones, de qué
se alimentaban, su estado de salud, cómo percibían la naturaleza, sus re­
laciones comerciales, políticas, en fin, tanta información como la que ten­
dríamos si estuviéramos en ese lugar en el mismo momento en que esas
personas vivieron.
En el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM existen
ocho laboratorios que se dedican a estudiar y conocer las culturas mexica­
nas del pasado desde diferentes perspectivas. Estos laboratorios son:
• Laboratorio Universitario de Radiocarbono
• Laboratorio de Prospección Arqueológica
• Laboratorio de Paleoetnobotánica y Paleoambiente
• Laboratorio de Fitolitos
• Laboratorio de Paleozoología
• Laboratorio de Antropología Genética
• Laboratorio de Antropología Forense
• Mapoteca “Jorge A. Vivó” y el uso de nuevas tecnologías
3
¿ Cuándo pasaron los eventos que estudiamos?
El fechamiento
(Laboratorio Universitario de Radiocarbono)
¿Qué es lo más importante en el momento de planear un viaje en el tiem­
po? ¡Pues saber a dónde vas! ¿Se imaginan si sencillamente se pusiera en
marcha el vehículo y no tuviéramos idea de a qué época llegaríamos? Así
de importante es conocer el tiempo en que se desarrolló nuestro sitio de
estudio.
Durante muchos años esto se hizo a través de los rasgos de la arquitec­
tura o por el tipo de cerámica; y aunque esto sigue siendo un aspecto que
se trabaja de forma general para reconocer la época de un sitio, existen
métodos cuantitativos, como el del “Carbono 14” o “Radiocarbono”, que
permiten estimar edades numéricas para un sitio.
El Carbono 14, también reconocido como Radiocarbono, es el isótopo más
pesado y el único radioactivo del elemento carbono.
El Radiocarbono decae emitiendo partículas beta-.
Átomos de carbono y su transformación en Nitrógeno 14.
Todos los seres vivos estamos formados por millones de átomos de car­
bono que existen en tres tipos diferentes, en función del número de neu­trones –el carbono 12, el carbono 13 y el carbono 14 (12C, 13C y 14C respecti­
vamente). De estos tipos de átomos de carbono, sólo el último es radiactivo
4 (se transforma espontáneamente en otro átomo no radiactivo [nitrógeno
14], liberando una partícula y un tipo de energía que conocemos como
radiación). Mientras los organismos están vivos, la proporción de los tres
tipos de átomos de carbono es prácticamente constante y es la misma que
hay de manera natural en la atmósfera. Cuando el organismo muere, la
cantidad de átomos de carbono 14 comienza a disminuir a una velocidad
constante, pues ya no puede asimilarlos ni por fotosíntesis ni por la ali­
mentación. Como conocemos la velocidad con la que se va transformando
el 14C, si determinamos en el laboratorio cuánto le queda a una muestra
que alguna vez estuvo viva, podemos saber hace cuánto tiempo se murió,
lo que se conoce como fechar o datar.
Los materiales que se pueden fechar por 14C son restos de plantas como
madera, carbón, semillas y hojas; restos de animales como huesos, dientes
y conchas; materiales hechos a partir de organismos como textiles, papel,
canastos, cueros, ceras, corchos y pigmentos vegetales. Otro requisito es
que las muestras que se analicen hayan vivido dentro de los últimos 50,000
años.
El primer paso para estimar la edad de las muestras es eliminar cual­
quier tipo de material que no haya formado parte del organismo mientras
estaba vivo, una vez limpia la muestra la transformamos en un líquido lla­
mado benceno, el cual analizamos en un Espectrómetro de Centelleo Lí­
quido para determinar su contenido de carbono 14. Finalmente, conocien­
do la concentración de 14C que tiene la muestra al analizarla y la velocidad
a la que se transforma, podemos calcular cuánto tiempo ha pasado desde
que dicho organismo se murió.
¿Qué es la prospección arqueológica?
(Laboratorio de Prospección Arqueológica)
La prospección arqueológica es una disciplina que utiliza métodos y técni­
cas desarrolladas originalmente en las Ciencias de la Tierra pero que han
probado su gran utilidad para la arqueología. De la misma forma en que
los estudios de imagenología son de gran utilidad para diagnosticar y di­
señar una estrategia antes de una intervención quirúrgica, la prospección
utiliza recursos como imágenes satelitales, técnicas geofísicas y químicas
para estudiar y entender los sitios arqueológicos antes de la excavación.
Los datos producidos por cualquiera de las técnicas aplicadas se repre­
sentan en forma de mapas que nos dicen a qué profundidad y en qué po­
sición se encuentran los restos enterrados que no podemos ver. Con esta
información se puede tomar decisiones sobre si se excava o no un sitio.
Si se hace lo primero, podemos saber en qué lugar y a qué profundidad 5
Estudio previo con georradar de la ofrenda encontrada bajo la escultura
de Tlaltecuhtli en el Templo Mayor.
hay que hacerlo para cumplir con los objetivos planteados. En condiciones
favorables, recientemente se han podido reconstruir digitalmente estruc­
turas aun sin excavarlas.
Los asentamientos humanos en general y las estructuras arqueológicas,
en particular, producen cambios importantes en el terreno que ocupan.
Cuando se han destruido y quedan enterradas, aunque no las podamos
ver, producen alteraciones que las distintas técnicas pueden reconocer. Por
ejemplo. las piedras enterradas normalmente alteran los campos magnéti­
6
Imágenes que muestran los resultados de los estudios realizados.
cos y eléctricos y esto se puede medir usando los equipos adecuados. La
basura acumulada alrededor de las casas normalmente altera la composi­
ción química del suelo de un terreno y eso lo pueden detectar las técnicas
químicas si se toman las muestras adecuadas en el campo.
Estas técnicas permiten obtener información desde la superficie sin ne­
cesidad de excavar y esto es importante especialmente en ciudades, cuyas
etapas anteriores de ocupación han sido cubiertas por la urbanización mo­
derna. Debido a que resulta muy difícil excavar en las calles de una ciudad
o en el interior de construcciones, estas técnicas ofrecen la alternativa de
Radar de penetración terrestre
(georradar)
Geoeléctrica
Gradiente magnético
informar acerca de lo que se encuentra bajo el pavimento sin alterarlo. En
otros casos lo que hacen es informar sobre lo que se puede encontrar antes
de la excavación para poder tomar decisiones que disminuyan la destruc­
ción de los valiosos contextos arqueológicos.
Con los equipos geofísicos es posible estudiar el subsuelo de los monu­
mentos en pie para tratar de entender sus deformaciones y asentamientos
antes de iniciar los trabajos de restauración.
El estudio de residuos químicos en pisos y cerámica arqueológica
El estudio de los residuos químicos es la aplicación de técnicas químicas
analíticas para detectar y en ocasiones identificar las sustancias utilizadas 7
Principio de aplicación del georradar.
durante las actividades humanas realizadas en el pasado. En nuestro caso
hemos promovido la aplicación de pruebas sencillas de laboratorio que
permiten visualizar mediante cambios en la intensidad del color, tamaño
de burbujas o formación de precipitados, la presencia o ausencia de resi­
duos impregnados en los poros del material arqueológico.
Los residuos impregnados en los pisos pueden hablarnos de las activi­
dades que se realizaron sobre ellos como por ejemplo cocinar, almacenar,
dormir, etcétera. Las actividades pueden ser identificadas por sus desechos
(contexto arqueológico) y/o por los instrumentos involucrados en su rea­
lización (objetos arqueológicos). Los residuos producidos por cada una de
estas actividades pueden ser distintos y esto facilita su interpretación. En el
caso de la cerámica, los residuos impregnados nos hablan de la funciona­
lidad de los recipientes con la intención de identificar cuáles se utilizaron
para la cocción de alimentos, cuáles para almacenar, para la colocación de
ofrendas como sangre o resinas y para el consumo de alimentos o bien para
la ingesta de bebidas como el pulque o el chocolate.
En el caso de los pisos es necesario estar en el sitio arqueológico ya
excavado y tomar muestras sistemáticamente con la finalidad de cubrir la
mayor cantidad del espacio disponible. Se puede usar un taladro con una
8
Área de fogón y de preparación de tortillas dentro de la cocina en San Vicente
Xiloxochitla, Tlaxcala.
Reconstrucción hipotética de las actividades en la cocina de Oztoyahualco, Teotihuacan,
a partir de sus residuos químicos (tomado de Barba et al. 1987).
broca. El polvo producido se mete en bolsas de plástico etiquetadas, las
cuales son referidas a un plano para ubicarlas espacialmente y posterior­
mente se realizan mapas de distribución de los valores químicos los cuales
permiten la interpretación de los resultados.
Para estudiar la cerámica, se puede tomar muestras de los fragmentos,
que se denominan “tepalcates”, los cuales se muelen para su estudio, o bien
se raspan las paredes de la vasija completa para analizar la muestra en pol­
vos.
Para la interpretación de los resultados en pisos, es conveniente contar
con estudios etnoarqueológicos (en casas que están habitadas actualmen­
te) para poder entender los resultados químicos y su relación con las actividades que se están observando. Y para la cerámica es posible realizar estu­
dios experimentales enriqueciéndolas diariamente con sustancias conoci­
das, enterrándolas y posteriormente estudiándolas químicamente.
Como los detectives, los arqueólogos necesitan encontrar “las huellas”
químicas para tratar de reconstruir el antiguo escenario, por lo que re­
quieren de evidencias que aporten información que responda a preguntas
como: ¿qué hacían?, ¿dónde lo hacían?, ¿cómo se usó?, etcétera. Con el
estudio de los residuos químicos de los pisos ha sido posible determinar
la funcionalidad de los espacios y conocer los lugares donde las personas
cocinaban, consumían alimentos, practicaban rituales o almacenaban bie­
nes. De igual forma es posible conocer la funcionalidad de las vajillas pre­
9
hispánicas.
E l hombre y el uso de las plantas: la paleoetnobotánica
(Laboratorio de Paleoetnobotánica y Paleoambiente)
Aunque muchas veces no cobramos conciencia al respecto, vivimos rodea­
dos por plantas: minúsculas hierbas, imponentes árboles, delicadas algas,
la mayoría poseen llamativas flores y en muchos casos se derivan de ellas
frutos coloridos y apetitosos.
Desde sus orígenes el hombre siempre tuvo a las plantas como una
fuente segura de alimento y materia prima para numerosas actividades:
hojas para formar plácidos lechos, troncos para tener leña para el fuego,
raíces y frutos para comer. Conforme avanzó la civilización se dio una in­
creíble diversificación en el uso de las plantas, llevándolas a los recetarios
médicos, a las listas de elementos decorativos de cuartos y vestimentas, a
los talleres donde se elaboraban desde canastos hasta barcos, a las mesas de
banquetes y, obviamente, a los campos agrícolas.
El estudio de la relación del hombre con las plantas durante la prehis­
toria y la historia, a través de los restos botánicos conservados en sitios
arqueológicos, se conoce como Paleoetnobotánica.
Un gran inconveniente para el estudio de plantas es que aún la más dura
de las maderas es perecedera y no es fácil que mantengan su integridad
muchos siglos. A causa de ello, generalmente lo que subsiste con el paso del
tiempo son las partes más duras, cuya biología está hecha para resistir, por
ejemplo semillas, granos de polen o, en todo caso, pequeños fragmentos de
madera que sobrevivieron al fuego, a los hongos y a los insectos.
10
Mujer indígena cosechando frijoles de la milpa (fotografía de Lorena Pajares, tomada de:
www.flickr.com/photos/lo_/221223304/
Para poder estudiar los restos botánicos se utilizan técnicas que permi­
ten la recuperación de los materiales mezclados en el sedimento; éstas son:
1. La flotación para semillas y restos vegetales diversos, a los que llamamos macrorrestos.
2. La extracción físico-química de polen, fitolitos y granos de almi­
dón, que se reconocen como microrrestos.
Una vez que se recuperan estos materiales se procede a reconocer a
qué tipo de planta pertenecen, es decir, se realiza su determinación taxo­
nómica. Para ello se necesita un microscopio estereoscópico para los ma­
crorrestos y uno óptico para microrrestos; así como manuales, claves de
identificación y una colección comparativa.
Toma de muestras (fotografía del Laboratorio de Paleoetnobotánica y Paleoambiente).
Gracias a estas investigaciones se ha logrado identificar un conjunto de
plantas usadas desde tiempos muy antiguos:
1. Como alimento, maíz, frijol, calabaza, chile, chía y tuna
2. Como medicina, aunque no hemos encontrado evidencia directa
del uso de plantas medicinales, en las fuentes etnohistoricas se re­
gistró una gran variedad de ellas como, por ejemplo, el epazote para
enfermedades estomacales
3. Como combustible, pino, encino, olotes de maíz; y
4. Para la construcción, madera de pino.
Los orígenes prehispánicos de una tradición alimentaria
en la cuenca de México
En el 2010, la comida mexicana fue reconocida como patrimonio cultural
inmaterial de la humanidad. Su preparación involucra una gran variedad
de ingredientes tanto vegetales como animales, algunos de los cuales se han
utilizado desde la época prehispánica. El ejemplo que todos conocemos es 11
a
b
c
a) Microscopio estereoscópico; b) polen de maíz aumentado 100 veces; c) olote de maíz
carbonizado (fotografías del Laboratorio de Paleoetnobotánica y Paleoambiente).
el maíz, sin embargo, ¿cómo sabemos que el maíz o el frijol se comían
desde la época prehispánica? Por la información contenida en códices,
como el Florentino, y a través del estudio de los materiales botánicos en
contextos arqueológicos hemos podido rastrear desde cuándo se emplean
en la alimentación. El estudio se realizó en áreas de actividad de conjuntos
habitacionales domésticos que comprenden desde el periodo Formativo
(400 aC) hasta el Posclásico tardío (1521 dC). Lo que encontramos fue
la recurrencia de ciertas plantas a través del tiempo: maíz, frijol, amaran­
to, tuna, epazote, chía, verdolaga, tomate y tejocote, entre otros, esto lo
interpretamos como un indicador de su importancia en la alimentación.
Por ello proponemos que dicho grupo de plantas representa la base de la
alimentación de los pobladores del centro de México y que su origen se
remonta a épocas tempranas (periodos anteriores a la fundación de Teo­
tihuacan). Consideramos que la alimentación en México es tradicional ya
que conserva pautas culturales que se han trasmitido de generación en ge­
neración y que han llegado hasta nuestros días.
E l pasado visto a través de un cristal: los fitolitos
(Laboratorio de Fitolitos)
Una planta absorbe agua a lo largo de toda su vida, pues le es indispensable
12 para su sobrevivencia. En esta agua va disuelto sílice, el cual se deposita en
los tejidos de las plantas, donde se acumula cuando ésta elimina el agua
que le sobra a través de la evaporación, produciendo lo que llamamos ro­
cío. Las partículas que se forman son de especial importancia en el estudio
del pasado y les llamamos fitolitos.
Los fitolitos son cristales de sílice que se forman por precipitación en los
espacios entre las células de tejidos vegetales. Al irse depositando el mine­
ral recubre y encapsula las células que forman los tejidos, tomando su for­
ma original. Se presentan con una estructura cristalina similar a la del ópa­
lo. El sílice se deposita en el espacio intercelular del tejido epidérmico de
hojas, tallos y raíces. Los cristales resultantes de cualquiera de éstos poseen
formas distintivas, lo que permite reconocer la planta en la cual se for­
maron y gracias a que subsisten por mucho tiempo, al morir la planta los
fitolitos quedan en los sedimentos o en el fondo de objetos como ollas o en
metates, lo que permite su posterior recuperación y estudio.
El análisis de fitolitos consiste en la “identificación e interpretación
de cuerpos opalinos de sílice” recuperados de muestras de suelos prove­
nientes de contextos arqueológicos y artefactos de molienda. Estos restos
botánicos permiten conocer el tipo de plantas usadas por poblaciones ya
desaparecidas, para interpretar su uso en las actividades sociales y ceremo­
niales del pasado.
a
b
c
a) y b) Fragmentos de tejido epidérmico silicificado de gramínea o poáceas (Poaceae),
c) fitolitos en muestra de suelos de contexto arqueológico.
13
a
b
a) Proceso de muestreo de suelos de contextos arqueológicos b) proceso de muestreo
de artefactos de molienda (metates) provenientes de contextos arqueológicos.
Para poder recuperar tanto fitolitos como otros restos botánicos, se to­
man muestras de suelo durante las excavaciones arqueológicas en pisos
de casas y otros edificios, en basureros, fogones, entierros y cualquier otro
contexto donde la antigua población realizó alguna actividad. Posterior­
mente en el laboratorio se recuperan mediante tratamiento químico y fí­
sico de la tierra de cada muestra eliminando materia orgánica y cualquier
elemento mineral presente excepto el sílice. Los fitolitos recuperados se
observan en el microscopio óptico para identificar las plantas que los pro­
dujeron y cuantificarlos de acuerdo con su forma, tamaño y abundancia.
La información obtenida se estudia e interpreta de acuerdo con el contexto
del que provienen.
Gracias al estudio de los fitolitos podemos obtener información para
determinar: condiciones paleoambientales y alteración del paleopaisaje;
uso y explotación de plantas silvestres; origen de la agricultura; proceso de
domesticación, subsistencia y dieta prehispánicas; técnicas agrícolas; defi­
nición de áreas de actividad; técnicas de cestería y fabricación de cuerdas;
identificación de plantas usadas como material constructivo; artefactos de
molienda, función de artefactos de cerámica y herramientas de piedra.
Por ejemplo, a través del estudio de fitolitos se ha recuperado información
valiosa sobre la forma en que una de las primeras civilizaciones mesoameri­
canas, los olmecas, del sitio San Lorenzo, Tenochtitlán, Ver. (1500-900 aC),
explotó recursos vegetales, el uso de las plantas en actividades como almacenamiento, preparación y consumo de alimentos. Así, al analizar mues­
tras de contextos domésticos se encontraron fitolitos diagnósticos de
maíz, frijol y calabaza fechados para la fase San Lorenzo (1200-800 aC).
No se ha encontrado, hasta ahora, evidencia de la presencia de maíz en
las fases anteriores, en las cuales, sí se ha podido identificar yuca o mandioca como base de la alimentación. Esto es importante para compren­
14 der en qué momento el maíz se transforma en la planta doméstica más
a
b
a) Meseta de San Lorenzo Tenochtitlán, Ver., b) excavación de fogones
(fotografías cortesía de la Dra. Ann Cyphers)
importante para los pueblos mesoamericanos. También se ha podido
comprobar que la palma real fue usada como combustible, material cons­
tructivo, para envolver o fabricar artículos como cuerdas, cestos, tejidos,
platos etcétera, durante toda la ocupación olmeca en San Lorenzo.
L os animales y las culturas: la arqueozoología
(Laboratorio de Paleozoología)
La fauna ha sido parte fundamental de la vida humana como alimento y las
pieles y huesos animales han servido como materia prima, éstos han sido
enemigos, amigos, objeto de admiración y veneración; tan importante es
la fauna para la vida humana que el estudio de esta relación es fundamen­
tal para entender cómo pensaba, vivía y subsistía una persona de épocas
antiguas.
Para estudiar esta relación se requiere de una disciplina donde la zoo­
logía esté presente, pero también la antropología o la arqueología, pues
no basta con el estudio de la parte que involucra a los animales, también
se necesita conocer a las personas y los lugares donde vivían, para así en­
tender no sólo qué animales se usaban sino cómo y para qué. La unión de
ambas disciplinas lleva a la conformación de otra diferente que llamamos
arqueozoología.
Un estudio arqueozoológico parte de material de origen animal o lo que
representa a un animal y que se encuentran en un sitio arqueológico o en
alguna fuente antigua, por ejemplo un códice. Por ejemplo, la presencia de
huesos o conchas en un lugar prehispánico nos dice que posiblemente este
animal fue utilizado y, de acuerdo con el lugar de hallazgo, también pode­
mos saber para qué se empleó; de esta forma, si los restos aparecieron en
algo como un basurero es muy probable que se empleara como alimento, 15
Esqueleto de águila real descubierta en el interior de la Pirámide de la Luna.
pero si estaban en un entierro, es muy probable que el animal se colocara
como ofrenda para el difunto, por ejemplo comida, amuleto de suerte o
representación de lo que hacía la persona en vida.
Para aprovechar al máximo la información de estos restos, ya sean con­
chas, huesos o caparazones, se requiere conocer con todo detalle sus ca­
racterísticas, pues a nivel zoológico podemos saber de qué animal se trata,
su edad, incluso si es macho o hembra y desde el punto de vista antropo­
lógico, se puede determinar si se trata de un hueso cocido, un caparazón
trabajado o una concha marina, pero que se descubrió en un sitio lejos de
la costa, lo que posibilita determinar cómo se empleó el animal, el valor
de las partes duras y además las actividades comerciales que se dieron en
otros tiempos y que involucraban a los animales.
Como puedes ver, gracias a esta gran combinación de trabajo científico
que llamamos arqueozoología podemos llegar a niveles insospechados de
conocimiento sobre la relación de la fauna con el hombre: podemos ver
esquemas de uso para cada cultura, cambios regionales, cambios a través
del tiempo, aspectos prácticos, económicos y religiosos, fenómenos de do­
mesticación y más aún.
Ejemplo de regreso al pasado a través de la arqueozoología
Los xoloitzcuintles o perros pelones mexicanos. Gracias a los hallazgos de
16 huesos y de figuras de cerámica, sabemos que estos animales se origina­
Perro hembra de 2,500 años de antigüedad descubierta en Ixtapaluca, Edo. de México.
ron en el occidente de México hace unos 2,000 años. Siempre ligados a
sus dueños, se mantuvieron en esa zona hasta que llegaron al centro de
México hace 1,500 años durante las migraciones chichimecas y 500 años
después viajaron hacia la zona maya en la época tolteca; mientras tanto,
grupos humanos y de perros pelones avanzaron por el sur como parte de
actividades comerciales, lo que les permitió llegar a la zona andina hace
700 años y poco después alcanzaron el norte de Argentina. Su condición
de perros de compañía se vio reforzada porque su temperatura es superior
a la del humano y eso valió para que se les usara para tratar reumas, lesio­
nes y proporcionar calor a los enfermos; en México fueron principalmente
compañeros y animales de sacrificio, mientras que en la zona andina eran
mascotas de reyes y de la élite.
Esqueleto de perro pelón mexicano descubierto en Tula, Hidalgo (siglo VII dC).
H urgando en lo más profundo: la antropología genética
(Laboratorio de Antropología Genética)
Todos los seres vivos disponemos de un conjunto de información organi­
zada para cubrir nuestras funciones. Esta información, de naturaleza mi­
croscópica, se encuentra en las células y, como libros de biblioteca, se abre, 17
se usa, se guarda, en función del desarrollo del individuo, sus característi­
cas propias y las condiciones ambientales.
El estudio de esta información, a la que llamamos “información gené­
tica” es especialmente relevante en el momento de determinar aspectos
como los niveles de parentesco entre individuos o especies. Cuando dos
individuos procrean, sus conjuntos de información genética se unen y sus
hijos los heredan. Aunque los hermanos varían entre sí por ciertos cambios
que se dan durante el desarrollo de los gametos (óvulos y espermatozoi­
des), los hermanos tienen prácticamente 100% de similitud en esa infor­
mación. Más adelante, cuando cada uno tiene descendientes, la similitud
disminuye una fracción, ya que las parejas de ellos aportan códigos gené­
ticos diferentes y así, con el paso de las generaciones, la similitud genética
va siendo cada vez menor. Esto se puede ver claramente en la fisonomía
de los individuos. Lo usual es que los hermanos compartan rasgos físicos,
mientras que los primos terceros pueden ser tan diferentes que sólo se re­
conozca su parentesco por los antecedentes familiares.
En el núcleo de la célula se guarda toda la información que ésta requiere
para funcionar.
La información genética se encuentra en lo que llamamos “ácido des­
oxirribonucleico” (ADN), el cual, de manera simplista, podemos describir
como larguísimas cadenas en las cuales cada eslabón (que llamamos nu­
cleótido) es como una letra y en total se dispone de cuatro. La secuencia de
éstas constituye, justamente, un código que la célula “lee” por segmentos (a
los cuales denominamos “genes”) teniendo cada uno la información para
elaborar una proteína. En el caso del hombre, la molécula de ADN po­
see 3 000 millones de eslabones y, aproximadamente, 80 mil genes son los
responsables de la herencia (según el Proyecto del Genoma Humano). El
ADN está contenido en el núcleo de las células y está protegido por pro­
teínas llamadas histonas que forman un complejo llamado nucleosoma, el
cual se superenrolla formando lo que llamamos cromosomas.
En este laboratorio se extrae el ADN de las células, el cual es el mate­
rial hereditario. ¿Qué es lo que podemos comprender de nuestra historia
18
Representación gráfica de cromosomas y genes.
con estos datos? Las poblaciones humanas en el presente y en el pasado
se distinguen a partir de las distancias genéticas por las diferencias de los
individuos, familias, grupos regionales, grupos continentales o especies.
Dichas diferencias se deben a su separación en el espacio o en el tiempo.
Entre los humanos, éstas son principalmente a nivel individual, no grupal,
de manera que sólo algunas mínimas diferencias nos permiten encontrar
estructuras poblacionales según las regiones en que han estado asentadas.
Los análisis se hacen a partir de frecuencias; con estos estudios no hacemos
clasificaciones de grupos humanos ni perfilamos poblaciones. A partir de
datos actuales podemos saber sobre procesos evolutivos ocurridos en el
pasado.
¿Lo sabías?
Al morir el individuo, la molécula de ADN empieza a romperse y, por ac­
ción de las bacterias, a degradarse. Pero con las técnicas de biología mo­
lecular es posible recuperar información genética de restos óseos de cual­
quier especie, tanto de animales grandes como pequeños e inclusive de
plantas. Así se ha logrado obtener datos genéticos de Neandertales con 80
mil años de antigüedad de los sitios arqueológicos a pesar de que el ADN
está fragmentado.
I dentificando humanos: la antropología forense
(Laboratorio de Antropología Forense)
Sin duda, los restos humanos descubiertos en un sitio son el principal ob­
jeto de atención, así como la posibilidad de reconstruirlos con el objetivo
de saber su edad, su sexo, su estado de salud, la razón de muerte, si pade­
Pelvis ósea de un entierro in situ.
19
cieron de algún tipo de lesión que dejó marca en el hueso o si sufrieron
alguna modificación por prácticas culturales que también puede observar­
se en huesos o dientes. Tener esta información y utilizarla para poder lite­
ralmente reconstruir parte de la historia de esa persona es, sin duda, una
forma de volver al pasado.
El estudio de los restos humanos con estos propósitos contribuye al
campo de la antropología forense y desde esta disciplina, por medio de di­
ferentes técnicas, se han desarrollado gran cantidad de estudios que parten
de la observación de rasgos poblacionales y posteriormente fungen como
modelos de referencia con fines de estimación de la edad, la determinación
del sexo, la estatura, el origen biológico y las particularidades individua­les
como cicatrices o cualquier otra marca o lesión en el cuerpo o en el esque­
leto. El Laboratorio de Antropología Forense (LAF) tiene como propósito
desarrollar investigaciones de este corte en población mexicana, que desde
luego sean aplicables a la identificación de personas en el contexto legal,
además de la formación profesional, así como la difusión y divulgación de
esta actividad en México.
Aproximación facial escultórica elaborada por E. Gaytán. Fotografía: Valente Romero,
cortesía de Fundación UNAM.
Actualmente se utilizan los espesores faciales de mexicanos para reali­
zar aproximaciones faciales escultóricas, así como las fórmulas discrimi­
nantes para determinar sexo en población contemporánea del centro del
país, y están en elaboración otros referentes poblacionales que ayudarán a
20 la identificación de personas en México.
Visualizando el pasado con tecnología del futuro: la aplicación
de la cartografía en las investigaciones arqueológicas
(Mapoteca “Jorge A. Vivó”)
Un mapa es un modelo matemático y gráfico que nos permite visualizar la
distribución espacial de un fenómeno o un conjunto de fenómenos sobre
parte o la totalidad de la superficie terrestre. Los arqueólogos utilizamos
los mapas para una variedad de propósitos:
a. Conocer los rasgos culturales que conforman un sitio o una región
b. Conocer los rasgos naturales asociados a un sitio o una región
c. Planear métodos de adquisición de información a nivel de sitio o
regional
d. Mostrar los resultados de una investigación
En este sentido los arqueólogos usamos una variedad de tecnologías e in­
formación para poder realizar las representaciones cartográficas que nece­
sitemos, tales como:
a. Fotografía aérea
b. Modelos digitales de elevación
c. Modelos digitales de recursos naturales
d. Mapas en formato digital
e. Aparatos topográficos
f. Vehículos aéreos no tripulados (drones)
g. Datos de sensores remotos (satélite, radar, lidar)
h. Datos de prospección física y química
i. Datos de distribución de artefactos.
j. Aplicaciones de Sistemas de Información Geográfica
Modelo fotogramétrico de Cuicuilco., Ciudad de México.
21
Con esta información y tecnología podemos producir:
a. Mapas de distribución de artefactos
b. Mapas de distribución de sitios
c. Modelos digitales de elevación
d. Modelos de sombreado
e. Mapas de pendientes
f. Cálculo de rutas óptimas
g. Modelos 3d
´
¡ Noticia de Ultima
hora !
Recientemente se aprobó la Licenciatura en Antropología de la UNAM la
cual se impartirá en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Otorgará
el título de licenciado (a) en Antropología, con especialidad en las áreas
de Arqueología, Antropología Social, Antropología Física y Lingüística
Antropológica. Tendrá una duración de ocho semestres en los cuales se
cursarán 51 asignaturas. Para mayores informes revisa periódicamente la
página de la UNAM http://oferta.unam.mx.
También se cuenta con el Posgrado en Antropología a nivel Maestría y
Doctorado, el cual se imparte en la Unidad de Posgrados de la UNAM. Las
convocatorias pueden consultarse en http://www.posgrado.unam.mx/antropologia.
22
Folleto de distribución gratuita elaborado en el Instituto de
Investigaciones Antropológicas de la UNAM.
Adecuación de textos: Rocío Téllez.
Textos a cargo de: Emily McClung, Cristina Adriano, Emilio Ibarra,
Diana Martínez, Judith Zurita, Luis Barba, Jorge Blancas, Agustín Ortiz,
Raúl Valadez, Bernardo Rodríguez, Laura Beramendi, Galia González,
Lilia Escorcia, Ana Julia Aguirre, Blanca González, Gerardo Jiménez
y Guillermo Acosta.
Corrección de estilo: Adriana Incháustegui.
Apoyo editorial: Ada Torres.
Octubre 2015.
23
Universidad Nacional
Autónoma de México
Instituto de Investigaciones
Antropológicas
www.iia.unam.mx
Descargar