Impuestos de Tonelada y Sobordo - Actividad Cultural del Banco de

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Honorables Representantes:
Vuestra Comisión, encargada de estudiar para
segundo debate el Proyecto de ley sobre «cómo.
debe pagarse el impuesto de tonelaje fluvial
establecido por la Ley 18 de 1907», presentado a esa Honorable Cámara en su sesión del
19 de agosto último, por el señor Ministro
de Obras Públicas, pasa a rendiros el Informe correspondiente. Pero antes de cumplir
con tal encargo, debe hacer constar que el
término de tres días señalado para ello fue
muy corto y angustioso, porque se trataba de
estudiar un asunto complicado y trascendental, que se relaciona muy directa e íntimamente con la Resolución dictada por el mis-
-4mo señor Ministro de Obras Públicas el día
6 de mayo del corriente año, y por la cual
se decide cómo ha de pagarse el impuesto a
que se ha dado el nombre de Canalización.
Esta Resolución, que vino a establecer una
substancial variación en el sistema de cobrar
ese impuesto, que durante más de cuatro años
había venido pagando el comercio embarcador y que ahora se pretende que 10 paguen
los propietarios de las naves, suscitó un largo y luminoso debate jurídico, sostenido por
los abogados más eminentes del país y una
viva polémica de Prensa, elementos de información todos ellos que no podía desatender
vuestra Comisión, y en cuyo estudio ha invertido casi todo el tiempo que excede al término de tres días señalado por la Presidencia.
Aquel debate jurídico vino a poner en claro,
en concepto nuéstro, de una manera incontrovertible, este punto sobre el cual queremos
llamar ante todo vuestra atención: si tiene
existencia legal el impuesto al cual se ha dado
el nombre o denominación de Derecho de toneladas, materia precisamente del Proyecto que
ha presentado a vuestra consideración el señor Ministro de Obras Públicas. Dos de nuestros más autorizados jurisconsultos, los doctores José Vicente Concha y Antonio José Cadavid-actuales miembros del Honorable Senado de la República-han sido de concepto
- 5-
que ese derecho de toneladas no tiene tal existencia legal; que la Ley 18 de 1907, por su
letra y por su espíritu, así como por sus antecedentes parlamentarios, no autoriza para juzgar que «el derecho de tonelada sobre los cargamentos que transportan las embarcaciones»,
y de que hablan los artículos 9.° y 10.° de
ella, sean algo distinto del impuesto que originariamente creó, sin darle nombre determinado alguno, la Ley 61 de 1878; el mismo
que regularon y modificaron las Leyes 19 de
1879, 109 de 1880 y 77 de 1887. Lo primero,
pues, que compete al Congreso Nacional, como
entidad encargada por el artículo 76 de la
Constitución Nacional (inciso 1.°) de interpretar, reformar y derogar las leyes preexistentes, es entrar también en el estudio detenido
y concienzudo de la existencia legal del impuesto de tonelaje, porque si en la mente de
los miembros de ese Congreso llega a formarse el convencimiento de la ilegalidad de
tal impuesto, sería absurdo que se legislara
sobre una materia en condiciones semejantes.
Vuestra Comisión, como base del Informe
que debía rendiros, ha estudiado previamente
ese aspecto de la cuestión, y ha llegado al
convencimiento de que el impuesto de tonelaje no tiene existencia legal; que fue arbitraria su creación por medio de Decreto ejecutivo y que la Resolución del señor Ministro
-6de Obras Públicas, de fecha 6 de mayo último, incurrió en un error-como bien lo dice
el doctor Antonio José Cadavid en concepto
jurídico emitido a petición de los señores Pineda López & Compañía-r-de mero entendimiento, sin el menor concurso de voluntad dañada y muy explicable, por otra parte, si se
tienen en cuenta las complicaciones y dificultades que todavía hay en todos los ramos de
la Legislación, como resultado de un período
largo de anormalidad y de verdadero desorden".
El artículo 8.0 de la Ley 18 de 1907, que dio
asidero al Poder Ejecutivo para decretar el impuesto de tonelaje, es del tenor siguiente:
«Los Capitanes o patrones, y en general todos los dueños de embarcaciones sujetas a matrícula y patente, pagarán en la Inspección los
derechos que establezca el Poder Ejecutivo».
El mismo doctor Cadavid, cuyas palabras hemos copiado arriba, se expresa así sobre tan
arbitraria interpretación del artículo y sobre
el fundamento del impuesto en relación con
la ley.
«Parece que este texto legal, complementado
con lo que se dispone en el Decreto ejecutivo
número 899, de 1.0 de Agosto de 1907, es lo
que se ha considerado como fundamento de la
tesis de la existencia del impuesto que ahora
se llama de tonelaje, y que ese impuesto deben pagarlo los dueños de las embarcaciones.
-7-
No hay una sola palabra en el artículo que autorice semejante conclusión. Su doctrina, en
cuanto tiende a delegar al Poder Ejecutivo la
facultad, privativa del Legislativo, de imponer
contribuciones y señalar su cuantía, es evidentemente contraria a lo que es más elemental
en el derecho público, implica una abdicación
injurídica y contraria a todo buen principio de
la ciencia legislativa, y se opone a lo que está
consagrado por una tradición constante en el
país. Pase eso, sin embargo, siquiera en consideración a que sucedió en época en que se hacia solución de continuidad en el imperio de la
Constitución. Pero no podría pasar, porque sería una verdadera mostruosidad, que se diese
al artículo una interpretación tan extensiva, que
se le hiciese decir, sin decirlo él, expresa ni
tácitamente, que el Poder Ejecutivo quedaba facultado para imponer arbitrariamente toda clase de impuestos a los Capitanes, patrones y demás dueños de embarcaciones sujetas a la matrícula y patente. Las leyes que crean impuestos no se pueden interpretar extensivamente ;
de igual manera que las leyes penales, que pueden considerarse de excepción, han de interpretarse con criterio restrictivo. Pretender, pues,
que el articulo 8.° de la Ley 18 de 1907, ha
querido facultar al Poder Ejecutivo para imponer todo género decontribuciones sobre los dueños de vehículos fluviales, sería admitir que esa
-8-
Ley fue la consagración de la más absurda e
injustificable de las dictaduras fiscales que jamás se hayan atribuído a gobernante alguno, y,
sobre todo, sería ir mucho más allá de donde
fue la intención dócil y complaciente del Legislador".
y el señor Procurador General de la Nación,
en un incidente judicial promovido ante la Corte Suprema de Justicia, con motivo precisamente de la Resolución del señor Ministro de Obras
Públicas a que tantas veces nos hemos referido, se expresa así en una vista fechada el seis
del presente mes :
"Corresponde al Congreso, según el número
11 del artículo 76 de aquella, establecer las rentas nacionales, fija r los gastos de la Administración y votar en cada Legislatura el Presupuesto general de unas y otros. Inútil es advertir que los impuestos o contribuciones hacen
parte integrante de las rentas nacionales, y que,
por consiguiente, al Congreso corresponde decretarlos e incluírlos en el Presupuesto. Para
que pueda recaudarse legítimamente una contribución, se requiere, pues, que haya sido establecida y votada en el Presupuesto por el
Congreso. No se llenan estos requisitos con señalar únicamente en la Ley las cosas o hechos
que han de ser objeto de gravamen; es preciso, además, que éste se determine a lo menos
por el máximum de su valor, para que sea íac-
-9tibie incluírlo en el Presupuesto de Rentas. Para
ello serían completamente inútiles los datos estadísticos, por perfectos que se les suponga, con
relación a los hechos o cosas gravadas. La facultad reglamentaria del Presidente de la República no alcanza hasta autorizarlo para que llene los vacíos de las leyes ni corregir sus errores. En consecu encia, ni por delegación ni por
propia autoridad puede fijar la cuantía de los
impuestos qu e no ha sido fijada por el Legisdar. Infiero de lo dicho que es inconstitucional
el artículo 8.° de la Ley 18 de 1907, redactado así: «Los Capitanes o patrones y en general todos los dueños de embarcaciones sujetas
a la matrícula y patente, pagarán en la Inspección los derechos que establezca el Poder Ejecutivo».
Otro es el punto de vista del doctor José
Vicente Concha: en el concepto jurídico que
emitió en diez de julio a petición de los mismos señores Pineda López & Compañía, no entra él a estudiar la constitucionalidad del artículo 8.° de la Ley 18 de 1907, puesto que
considera que ésta no creó un nuevo impuesto,
sino que reafirmó la existancia del conocido
anteriormente bajo la denominación de Impuesto flu vial. Después de hacer un resumen analítico el doctor Concha de las leyes anteriores a
la 18 de 1907, que se relacionan con ese impuesto, dice lo siguiente:
-10-
-Tales son las leyes que rigieron en la materia hasta 1905, año en que, por Decreto legislativo número 458, de 17 de mayo, se señaló el impuesto en oro a razón de $ 2.00 por
tonelada de importación y $ 1.50 por el de la
exportación, exceptuando el café, que sólo debe
pagar $ 1.00 por tonelada. Regían esas disposiciones legales cuando se expidió la Ley 18,
de 10 de mayo de 1907, "que establece la matrícula de las embarcaciones que naveguen los
ríos de la Nación," según reza su título, y dicta
algunas disposiciones reglamentarias de la navegación, seguro y salvamentos fluviales, etc.
Salvo la creación de un derecho por la matrícula o patente, cuya fijación se dejó al Poder Ejecutivo, nada se encuentra en esa Ley
que modifique lo existente respecto del impuesto de toneladas, ni que se pueda reputar rectamente como establecimiento de un nuevo impuesto. Para cerciorarse de la verdad de este
aserto, aunque basta la lectura de la Ley, es
útil conocer el Informe de la Comisión de la
Asamblea que estudió el proyecto del Ministerio de Obras Públicas.
«En tal Informe, que corre publicado en el
número 19 de los Anales de la Asamblea Nacional del año de 1907, y que se podría considerar como una exposición de motivos de la
ley, se expresa el propósito del Legislador, y
no hay allí una sola palabra que revele la
-11-
idea o el ánimo de crear una nueva contribución, distinta del derecho de matrícula o patente, o del impuesto existente de años atrás
sobre la carga que se conduzca en las embarcaciones que navegan el río Magdalena. La Ley
de 1907 autorizó al Poder Ejecutivo, de un modo expreso, para hacer su reglamentación, y
éste, por medio del Decreto número 899 del mismo año, que en su segundo considerando afirmó
"que la Asamblea estableció en la Ley 18, de 10
de mayo, la matrícula de las embarcaciones que
naveguen los ríos de la Nación, y los impuestos de matrícula, patente y tonelada," señaló un
derecho anual de matrícula de $ 2 por cada
vapor; de 0.75 por cada lancha; de 0.50 por
bongos y demás embarcaciones sujetas a matrícula: por las patentes impuso otro derecho
de $ 0.50 por tonelada de capacidad de peso
o de medida, y, en cada viaje, por el sobordo,
a razón de $ 0.15 oro por tonelada, y por los
cargamentos de subida y de bajada, así: $ 2
por cada tonelada de peso o de medida de mercancías extranjeras, y $ 1 por la 'de productos nacionales. En notorio error incurrió el considerando citado al afirmar que la ley había
establecido un impuesto de toneladas. Un rápido análisis de aquella ley basta para convencerse de ello. En el artículo 1.0 establece la
formalidad de la matrícula de las embarcaciones y la obligación de proveerse de patente, y
- 12-
se clasifican para este fin las embarcaciones en
mayores y menores. Los articulas 2.° y 3.° dicen cómo ha de hacerse la inscripción o matricula, y cómo ha de expedirse la patente de
navegación. El articulo 4.° impone al Capitán
o patrón del barco la obligación de presentar
al inspector de la navegación el rol de tripulantes empleados. Los artículos 5.° y 6.° ordenan a los mismos Capitanes o patrones que depositen la patente en la Inspección, después de
cada viaje, y manda que se paguen de nuevo
cuando se pierdan o extravíen. El artículo 8.°
dispone textualmente que "los Capitanes o patrones, y en general todos los dueños de embarcaciones sujetas a matrícula y patente, pagarán en la Inspección los derechos que establezca el Poder Ejecutivo." Los artículos 9.° a
14 establecen formalidades para la liquidación
y pago del derecho de toneladas sobre los cargamentos; confieren a los inspectores atribuciones para cerciorarse ·de la exactitud de los
conocimientos de embarque, sobordos, etc., y
dan destino especial a los impuestos que se
crean. En las disposiciones restantes de la ley
nada se halla que se refiera, en forma alguna,
a la creación de impuestos, ni a la regulación
del que antes existia. El artículo 8.°, que se
deja transcrito literalmente y del cual se ha
pretendido deducir la creación de un impuesto
nuevo, entendido en su sentido claro, natural y
-
13-
obvio, como lo prescriben las reglas elementales
de interpretación, no contiene otra cosa que el
mandato de pagar los derechos de matricula o
patente que señale el Poder Ejecutivo, a quien
se autoriza allí mismo para señalar su cuantía.
Carece de fundam ento la interpretación que del
texto claro del artículo quisiera inferir la creación de impuestos distintos de los contenidos
en la palabra de la Ley, o la autorización conferida al Poder Ejecutivo para crearlos, cuando sólo se autorizó para señalar la cuantía de
los que, con precisió n, nombra el artículo-.
Como no queremos citar sólo conceptos que
favorezcan la tesis de la ilegalidad del impuesto llamado de tonelaje, informaremos también
a la Honorable Cámara que hemos examinado con la misma atención e imparcialidad aquellos conceptos que sostienen precisamente la
tesis contraria, y con pena debemos declarar
que ninguno de ellos, a pesar de la inteligencia e ilustración de los abogados que los han
emitido, no han llegado a llevar a nuestro ánimo el convencimiento de que el artículo 8.0
de la Ley 18 de 1907, haya creado un impuesto distinto del que se conocía anteriormente
con el nombre de Impuesto fluvia l. No es asunto que competa resolver al Congreso, el de la
exequibilidad o inexequibilidad de la Resolución
dictada por el señor Ministro de Obras Públicas el 6 de mayo del corriente año, pero sí
- 14-
faltaría el Congreso al primero y más importante de sus deberes, dejaría de cumplir la
más alta de las atribuciones que le confiere la
Constitución de la República, si llamado a resolver sobre la legalidad o ilegalidad de un
impuesto, aunque de manera indirecta, se limitara a legislar sobre la manera y forma como
ese impuesto deba ser cubierto. Es del caso,
pues, que el Congreso nacional entre a resolver previamente, como 10 hemos dicho más
adelante, este punto que es capital: ¿Autoriza o establece el artículo 8.° de la Ley 18 de
1907 la creación de un nuevo impuesto, distinto del Impuesto fluvial, y asimismo, concedió la facultad al Poder Ejecutivo para establecer su rata? Aunque el Congreso resolviera
esta cuestión de manera afirmativa, sería el
caso de entrar en el examen, como 10 ha hecho recientemente el señor Procurador General
de la Nación, de la constitucionalidad de ese
artículo. Y es obvio, y sería una impertinencia de nuestra parte repetir en forma distinta
la sólida argumentación jurídica del Jefe del
Ministerio Público, que la facultad reglamentaria del Presidente de la República no puede
alcanzar hasta fijar la cuantía de los impuestos que han sido creados por el Legislador.
Sentar un precedente semejante sería destruír,
no ya la base misma sobre que dercansa la
República, sino todo el sistema representativo
- 15-
de Gobierno, pues es el Legislador, en dondequiera que éste exista, el que crea y fi ja la
rata de los impuestos y vota los gastos de la
Administración pública.
Resultado de esta anómala situación creada
por la arbitraria interpretación del artículo 8.°
de la Ley tantas veces citada, ha sido la lucha de intereses, todos ellos muy respetables,
que se ha suscitado últimamente con la Resolución del señor Ministro de Obras Públicas,
de fecha 6 de mayo. Es indudable que el comercio embarcador ha venido satisfaciendo un
impuesto que no tiene existencia legal; es
indudable, asimismo, que el comercio se ha
resarcido de este perjuicio cobrando al consumidor, que es en definitiva quien paga toda
clase de impuestos, el arbitrario de tonelaje,
pero la reciente Resolución a que aludimos,
al disponer que sea cubierto por el dueño,
Capitán o patrón de la embarcación, afecta
gravemente los intereses de las Empresas de
Navegación establecidas en el pais, unas, propiedad de extranjeros y otras de nacionales,
y todas ellas muy dignas de que el Legislador, dentro de los limites de la justicia y
la equidad, las ampare y favorezca. En este
sentido el señor don Francisco Pineda López, en memorial extenso y razonado dirigido al Senado y a esta Cámara de Representantes, hace una larga y juiciosa exposi-
- 16-
ción-a la cual nos permitimos llamar vuestra
atención-sobre los graves inconvenientes que
presentaría a las Empresas de Navegación Fluvial el Proyecto que se nos ha pasado en comisión si él llegare a ser Ley de la República,
así como el Decreto número 756, de 29 de
julio último, publicado en el Diario Oficial número 14,660, en que se dispone que el impuesto de tonelaje y el de sobordo, deben pagarse en la Oficina recaudadora respectiva, por
los Capitanes o patrones, y en general por todos los dueños de embarcaciones sujetas a la
matrícula y patente. De ese memorial, que ha
sido leído ya en la Cámara y que nos fue tamo
bién pasado en comisión, tomamos los siguientes apartes para la mejor comprensión del complejo asunto de que se trata:
« Con la presentación del Proyecto reconoce implícita pero decisivamente el señor Ministro que el derecho de tonelaje necesita determinación legislativa, y condena, con ello mismo, su cobro anterior por el Gobierno, por
cuanto la cuantía del impuesto no ha estado
determinada por la ley. Pero no solamente condena el señor Ministro el cobro y la pretendida reglamentación administrativa del impuesto,
sino que quiere que los ambiguos y contradictorios términos de su dicho Decreto se conviertan en ley en el inciso primero del artículo único del Proyecto de Ley, en donde se ha-
- 17-
bla también de la Oficina respectiva sin determinarla, y en donde se impone el pago del impuesto, a la vez al Capitán y al dueño de la
nave. La ley debe y puede determinar quién
paga un impuesto, pero debe determinarlo claramente. También puede y debe ella fijar su
cuantía, pero debe fijarla equitativamente y
con toda claridad. El Proyecto pretende que
se pague un derecho de sobordo por tonelada
de cualquier clase de cargamento, y que también se pague derecho de tonelada de cargamento. Sobre una misma cosa pesan a la vez
dos impuestos con distinto nombre y diferente
cuantía. Más razonable sería fijar uno solo sobre una misma cosa, lIámesele de tonelada o
de sobordo. Y es de notar otra inconsecuencia
del Proyecto. El inciso primero del artículo
único dice que "el pago del impuesto de tonelaje fluvial de que tratan los artículos 9.° y
10.° de la Ley 18 de 1907, debe efectuarse en
la proporción siguiente .... " y pone dos puntos.
Cualquiera piensa que se van a determinar las
tarifas del impuesto de tonelaje fluvial. Sin embargo, el Proyecto, al fijar las tarifas anunciadas del tonelaje fluvial, dice que por el sobordo se paga "a razón de $ 0.15 por tonelada,
de cualquier clase de cargamento." Incluye, pues,
el Proyecto, dentro del derecho de tonelaje fluvial, el derecho de sobordo. Según el inciso primero del artículo único del Proyecto, el irn2
-18 -
puesto de tonelaje, ese impuesto abigarrado de
tonelaje y sobordo, no se cobrará sino " en las
vias donde se establezca la inspección de la
Navegación," con lo que se da al Gobierno la
facultad absoluta de establecer o suprimir el
impuesto, poniendo o suprimiendo las inspecciones de Navegación.
«El último inciso del articulo único dice:
" Y por los cargamentos, de subida y de bajada, así: De víveres para el consumo, susceptibles de descomposición en poco tiempo,
no sólo tendrán derecho de prelación para el
embarque, sino que quedan exentos del impuesto de tonelaje." Aquí el Proyecto mezcla
la preferencia de embarque, cosa enteramente
ajena al asunto del derecho de tonelaje, y excluye los cargamentos de víveres de su pago.
y aquí cabe una observación: tanto el Decreto
número 756, como el Proyecto presentado por el
señor Ministro, gravan la nave con los impuestos de tonelaje y de sobordo. Para ser consecuentes, y dado que el gravamen pesa o debe
pesar-según ellos-sobre la nave, no deberían
establecer diferencias entre los di versos articulos que se carguen en ella: todos deberían pagar una misma cuota, quedando excluída toda
clase de exención. ¿Y sería esto justo? Y, si
lo gravado es la nave, ¿para qué se exceptúan
los víveres y otros artículos que se embarcan?
¿El cargamento es parte integrante de la nave?
- \9-
¿Y qué parte de la nave son los víveres? El
parágrafo número primero establece que las embarcaciones menores Y las jangadas o balsas,
cuando se dediquen al transporte de mercancías extranjeras o productos nacionales, han
de llenar las mismas form alidades que las embarcaciones mayores y que pagarán los mismos
impuestos de tonelada y sobordo. Como todas
las balsas o jangadas y todas las embarcaciones menores están, más o menos, dedicadas a
transportar, por lo menos, productos del país,
tendremos que todas ellas quedan sujetas a
matrícula, a registro, a patente, en una palabra, a todas las formalidades a que están sujetas las embarcaciones mayores, cosa no solamente injusta, sino ímposible, físicamente hablando. No se comprende cómo puede hacerse
el arqueo de una balsa. El parágrafo número
segundo define la tonelada, diciendo que es
el peso de mil kilogramos, y agrega que esta
definición no sirve, que la que sirve, para el
aforo y pago de la tarifa, es la dimensión de
dos metros cúbicos, que se hacen equivalentes
a una tonelada de peso. Según este parágrafo,
la tonelada ya no es medida de peso, aunque
Jo reconoce el mismo texto del parágrafo, sino
medida de volumen. No hay para qu é insistir
delante de vuestra sabiduría sobre esta extraña inversión del significado técnico, natural y
obvio de las palabras por medio de disposi-
- 20-
ciones legislativas. Como se ve, todo este Proyecto, sin duda tan bien intencionado que busca la regularización legislativa donde ha venido imperando una inconstitucional legislación
ejecutiva, há menester que vuestra inteligencia,
vuestras reco nocidas luces y vuestra probada
pasión por la justicia, le pongan las modificaciones sustanciales que lo hagan equitativo,
científico y justo.
Esto dice el señor Pineda López, Administrador de las Empresas Aliadas de Navegación
Fluvial, respecto del Proyecto que se nos ha
pasado en comisión, que en cuanto a la vigencia del Decreto número 756, de 29 de julio del
presente año, alega él como alegan los otros Directores de las Empresas de Navegación Fluvial, que su cumplimiento es para ellas una
perspectiva de ruina inminente, porque las actuales tarifas no compensan la pérdida efectiva que harían ellas siendo de su cargo el pago
del impuesto llamado de tonelaje. A este respecto, el señor Pineda López acompaña un
cuadro demostrativo de la pérdida en los fletes
entre puertos intermedios del río Magdalena, si
el impuesto de tonelada y sobordo estuviera
incluído en las tarifas vigentes, así como también copia auténtica de estos dos telegramas
que nos permitimos transcribir en este Informe,
porque ellos son una prueba muy digna de tenerse en cuenta, dada la alta respetabilidad de
- 21 -
la Compañía Antioq ueña de Transportes, Empresa netamente nacional :
«Bogotá, septiembre 4 de 1912.
Antioqueña-Medellín ,'
Para destruír prejuicios Empresas tienen inc1uídos tarifas impuestos Tonelaje y Sobordo,
necesitamos comprobar imposible subsistencia
Compañías con tales gravámenes. Dígannos por
telégrafo cuánto han repartido ustedes por dividendos desde fundación Empresa y cuánto representan impuestos Tonelaje y Sobordo.
PINEDALOP."
.Medellín, septiembre 4 de 1912.
Pinedalop-Bogotá.
Compañía ha distribuído seis (6) di videndos
por ciento setenta y dos mil seiscientos veinticuatro pesos ($ 172,624) oro en tres (3) años.
Capital trescientos mil pesos ($ 300,000). No
tenemos dato preciso tonelaje movilizado, pero
cálculo aproximado noventa mil (90,000) toneladas, daría como resultado que impuestos serían mayores que dividendos. Nuestra Compañía ha estado en posición excepcional por gran
cantidad carga accionistas. Obligación pago tonelaje y sobordo y más diez por ciento (10 %)
anual demérito vapores, harán negocio ruinoso. Contrasentido fletes entre puertos intermedios sean menores que impuestos, nos coloca
- 22-
en posición insostenible, y esta anomalía es
prueba más que suficiente para quien juzgue
serenamente este asunto, que impuestos no fueron calculados en la tarifa.
ANTIOQUEÑA».
Pero como hemos dicho arriba, no corresponde al Congreso respecto de la Resolución de 6
de mayo último y al Decreto número 756, de 29
de julio último, nada que pueda ser interpretativo de los efectos que una y otro hayan podido ya surtir, pero sí es indudable que respecto del último, importa que de una manera expresa quede derogado, así como también todas
las disposiciones legales y ejecutivas que han
establecido en relación con el ramo de Navegación Fluvial un verdadero caos, perjudicial
no sólo para las Empresas que se dedican a
esta industria, sino también para los asociados
en general. A este respecto nos permitimos llamar seriamente la atención de la Cámara hacia
el artículo 5.° de la Ley 4 de 1907. Este dice
textualmente así: «Las tarifas y reglamentos
de las Empresas públicas de conducciones deben ser sometidas a la aprobación del Ministerio de Obras Públicas y Fomento, y no podrán regir sin ella. La aprobación tiene por
objeto impedir que aun aquellas empresas que
por contrato u otro título cualquiera puedan fijar libremente sus tarifas, excedan los límites
- 23 -
de la equidad y conveniencia públicas. En
cuanto a las tarifas que hayan sido pactadas
con el Gobierno, se estará a lo estipulado en
el respectivo contrato". Este artícu lo, en nuestro concepto, es abiertamente incon stitucional,
porque el artículo 44 de nuestra Carta fundamental dice lo siguiente: «Toda persona podrá
abrazar cualquier oficio u ocupación honesta
sin necesidad de pertenecer a gremio de maestros o doctores. Las autoridades inspeccionarán
las industrias y profesiones en lo relativo a la
moralidad, la seguridad y la salubridad públicas". De modo que es obvio que la in tervención del Estado en Empresas de Transportes
que por contratos especiales no se hayan sometido a la formalidad de hacer aprobar sus
tarifas por el Gobierno, es absolutamente inconstitucional, y, desde otro punto de vista, inconvenientísimo, porque dando al Gobierno un
verdadero control sobre las Empresas de Transportes en su organización económica, obligándolas a un iformar sus tarifas, impide la competencia que entre ellas puede suscitarse, siempre beneficiosa para el público, que encuentra
en ella la mejor defensa contra las pretensiones de empresas poderosas y sirve de estím ulo a éstas para mejorar sus servicios y obtener legítimas ventajas sobre sus concurrentes.
Fue el artículo 5.° de la Ley 4 de 1907, que
hem os transcrito, el pri mer paso en el camino
- 24-
emprendido por la Administración ejecutiva que
terminó en 1909, para establecer un verdadero
trust de las Empresas de Navegación Fluvial
del río Magdalena, matando la saludable competencia y obligando con una paternal intervención del Estado a todas ellas en refundirse en
una sola, hasta con el auxilio pecuniario de las
arcas nacionales, que de ellas salió en forma
de acciones en la Empresa única que quedó
establecida, para provecho y beneficio exclusivo de unos pocos. Importa sobre manera derogar ese artículo, que no solamente viola un
principio constitucional, sino que daña a los
asociados con una excesiva protección a empresas privadas que son libres deatraerse mayor o menor clientela por la modicidad de sus
tarifas.
Sobre este particular queremos transcribir
aquí, por creerlo decisivo, el concepto emitido
por el Procurador General de la Nación en el
juicio que actualmente se ventila ante la Corte Suprema de Justicia acerca de la constitucionalidad o inconstitucionalidad de los artículos 4.° y 5.° de la Ley 4: de 1907. Dice así
el precitado documento:
-25-
«Bogotá, 16 de septiembre de 1912.
«Señores Magistrados:
-Cuando se expidió la Ley 4 de 1907 (19
de abril) regía en la República el Acto Legisfativo número 6 de 1905, conforme al cual en
tiempo de paz nadie podía ser privado de su
propiedad, en todo ni en parte, sino en los casos siguientes, con arreglo a leyes expresas:
Por contribución general; por motivos de utilidad pública, definida por el Legislador previa
indemnización. Quedó desde entonces constitucionalmente prohibida toda exacción por causa
de pena o apremio o indemnización, puesto que
si en un sentido latísimo las leyes que las imponen se fu ndan en motivos de utilidad pública, sería absurdo que se indemnizase previamente al condenado a sufrirlas. Semejante contrasentido no podía subsistir en un país bien
organizado; fue preciso por lo mismo restablecer la vigencia del artículo 32 de la Constitución de 1886, lo que hizo el 5.° del Acto Legislativo número 3 de 1910. De acuerdo con
éste ya se puede privar a un ciudadano de su
propiedad, en todo o en parte, por pena o apremio, o indemnización, o contribución general
con arreglo a las leyes. La relación entre el
todo y la parte de la propiedad existe de tres
maneras distintas: si se considera como todo
el patrimonio, la parte será cualquiera de los
- 26-
objetos que lo constituyen: un predio rústico,
una casa, un cabal1o, el dinero; si uno solo
de estos objetos individual o específicamente
considerado, la parte será cada una de las
porciones en que pueda dividirse, como acontece con los predios rústicos y el dinero; pero si se toman en cuenta los atributos de la
propiedad, partes de estas serán la facultad de
disponer, la de usar y gozar y aun de abusar
de el1a, siempre que no se violen las leyes ni
los derechos ajenos.
«De manera que se priva a un individuo de
su propiedad cuando se le arrebata su patrimonio total, cuando se le quita uno solo de
los objetos que constituyen ese patrimonio,
como una casa, un caballo o una fracción de
ese objeto, como parte de un predio rústico,
o cuando se le impide disponer, usar y gozar
de lo suyo, o en la disposición, en el uso o
en el goce se le sustituye al propietario la autoridad 'pública. Si se me expropia mi casa
para edificar un teatro, se me priva de toda
mi propiedad en la casa; pero si se me quita
temporalmente para ocuparla con la Corta Suprema de Justicia, apenas se atenta contra parte de mi derecho, se me despoja del uso y
goce de la casa. Y este despojo no deja de
existir porque se reduzca al mínimum posible,
porque no se me obligue, por ejemplo, sino a
consentir que en mi casa habite gratuitamente
- 27-
una persona. El artículo 4.° de la Ley 4. 3 de
1907 dice:
"Las empresas de transportes públicos están obligadas a conducir gratuitamente a los
Inspectores de cualquier empresa del ramo,
cuando viajen en desempeño de su cargo."
Por insignificante que se suponga el gasto que
implica el cumplimiento de este deber, puesto
que como vulgarmente se dice "donde comen
cuatro comen cinco," ello es que siempre se
limita, sin remunerarlo, el uso de las embarcaciones. Los que hemos viajado por el rlo
Magdalena sabemos por dolorosa experiencia
que es preciso muchas veces dormir a la intemperie y atrapar unas fiebres, porque los
camarotes están ocupados gratuitamente por
empleados del Gobierno. Como el uso de los
camarotes se concede por dinero, claro es que
de éste se priva a las empresas de navegación. ¿A qué título se limita el uso de las embarcaciones o se impide a su dueño cobrar el
arrendamiento de un camarote? No a título de
pena o apremio, o indemnización, porque, como
ya vimos, tales motivos no eran reconocidos
por el Acto Legislativo número 6 de 1905, y
revividos luégo por el Acto Legislativo número 3 de 1910, para que existan es preciso
que se llenen determinadas fórmulas procedimentales, previa realización de los hechos que
las leyes han señalado como merecedores de
-28aquellas sanciones. No a título de contribución, porque ésta consiste en la cuota o cantidad que en dinero se paga para atender a
los gastos públicos. Luego es incontestable
que el copiado artículo 4.° atenta contra el derecho de propiedad y es, por consiguiente,
contrario a la Constitución.
« La libertad de industria es una consecuencia natural y necesaria de la eficacia de la propiedad, ya porque sin ésta el hombre carecería de estimulo para dedicarse a esotra, ya
porque los productos de la industria no son
otra cosa que el resultado del ejercicio de las
facultades humanas, las que contituyen elelemento más esencial y precioso del individuo,
son su propio ser, su primera propiedad. Pero
la libertad de industria no consiste únicamente en que cada cual pueda dedicarse a producir 10 que se le antoje, sino que también
requiere que el productor pueda cambiar sus
productos sin más limitación, en cuanto a precios o equivalencias, que la señalada por la
oferta y la demanda. Atentan, pues, contra este
derecho los Gobiernos que de cualquiera manera intervienen para fijar artificial o arbitrariamente los precios de los productos o servicios: su misión a este respecto se reduce a
vigilar las industrias en cuanto su ejercicio
afecte la moralidad, la seguridad y la salubridad públicas. Así 10 reconoce el artículo 44
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de nuestra Constitución. Peca, pues, contra
este artículo, el 5. 0 de la misma Ley 4 de 1907,
porque dispone que las empresas públicas de
transportes no ligadas al Gobierno por contratos o subvenciones, deben someter sus tarifas a la aprobación del Ministerio de Obras
Públicas, y no podrán regir sin ella; esto con
el objeto de impedir que las tarifas excedan
los limites de la equidad y conveniencias públicas. ¿Por qué no hacen lo mismo con las
empresas privadas de transportes, con los carpinteros y albañiles, con los médicos y abogados, con los vendedores de carne y de fruta? Todos éstos pueden cobrar precios excesivos, si se le permite la competencia, o mejor dicho, la falta de competencia. Sólo ésta
puede mantener la equidad en los precios y
mostrar cuándo dejan de ser equitativos. En
cuanto a la conveniencia pública, que no es
otra que la conveniencia de todos los asociados, éstos son los únicos jueces de sus propios intereses: pagarán caro, si así les conviene; se abstendrán del producto o servicio,
si no les convienen sus precios. No establezca el Gobierno monopolio, no autorice ni fomente su establecimiento, y verá que el valor de los productos y servicios jamás excederán los limites de la equidad y conveniencias públicas.
«Por estas razones y por muchas otras que
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no se escapan a vuestra mayor ilustración, conceptúo que son fundadas las peticiones del señor Gabriel Pineda López para que se declaren
nulos, por inconstitucionales, los artículos 4.° y
5.° de la Ley 4.a de 1907.
«Señores Magistrados.
RICARDO OCHOA GONZÁLEZ».
Creemos asimismo llegado el caso de establecer una reforma substancial y fundada en
los principios de la ciencia económica, de todos
los impuestos que se relacionan con el ramo
de navegación fluv ial. Existen hoy impuestos
varios y pudiéramos decir que heterogéneos:
uno, el más antiguo, el llamado de Canalizad én; otro, el creado arbitrariamente bajo la denominación de tonela]e ; otro de sobordo, además de las matricula y patente. Todos estos
impuestos son recaudados por una sola ofi ci na,
destinados a un mismo fin, y no se explica
cómo ha de subsistir tal disparidad en aq uellos, disparidad que no sólo complica sin objeto alguno la contabilidad de las oficinas públicas, sino que será asidero para conflic tos
como el que ha suscitado últimamente la Resolución de 6 de mayo del señor Ministro de
Obras Públicas. En atención a estas circunstancias, nos hemos permitido fo rmular un Proyecto de ley que llena el propósito indicado y
que respetuosamente sometemos a la consideración de la Cámara. Con este proyecto se ob-
- 31-
tendrá la misma renta para el servicio de la
limpia y canalización de nuestros ríos, que hoy
se deriva de los múltiples impuestos existentes.
En concl usión, vuestra Comisión, teniendo en
cuenta que el Congreso expresa su voluntad
por medio de leyes y que el artícu lo 76 de la
Constitución (inciso 1.0) da a éste la facultad
de interpretar, reformar y derogar las leyes
preexistentes, os propone el siguiente proyecto
de resol ución:
1.0 Suspéndase indefi nidamente la consideración del Proyecto de ley sobre «cómo debe
pagarse el impuesto fl uvial establecido por la
Ley 18 de 1907», presentado a esta honorable
Cámara en su sesión de 19 de agosto último
por el señor Ministro de ü bas Públicas;
2.° Dése primer debate al proyecto de Ley
«por la cual se establecen los derechos de matrícula y patente de las embarcaciones que naveguen los rios de la Nación, y los impuestos
fluviales sobre la carga que transporten dichas
embarcaciones, destinados a la limpia y canalización de los ríos que los prod uzcan», que se
adjunta al presente informe y proyecto de resolución.
Honorables Represe ntantes.
Vuestra Comisión,
MIGUEL ABADIA MÉNDEZ.
RICARDO RESTREPO CALLEJAS.
JULIO H. PALACIO.
Bogotá, septiembre 24 de 1912.
Proyecto de ley
por la cual se establecen los derechos de matricula y patente de
las embarcacionesque naveguen los ríos de la Nación, y los impuestos fluviales sobre la carga que transporten dichas embarcaciones.
destinados a la limpia y canalización de losríos que los produzcan.
El Congreso de Colombia
DECRETA
Artículo ],0 El Presidente de la República,
por conducto del Ministerio de Obras Públicas,
ejercerá la suprema inspección de la industria
de transportes fluviales en todo cuanto diga
relación con la moralidad, la seguridad y la
salubridad publicas y dictará los reglamentos
necesarios para regular el ejercicio de ese derecho de inspección, pudiendo crear los empleados subalternos indispensables en cada uno de
los ríos de la República en que esté establecida o se estableciere la navegación j
Artículo 2.0 Toda embarcación que navegue
cualquiera de los ríos de la Nación debe matricularse en el libro de registro que llevará la
Inspección de navegación f1uvíal a cargo de la
cual estuviere el respectivo río, y al mismo
tiempo deberá hacerse expedir una patente de
navegación por el empleado de la oficina en
donde se matricule;
3
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Artículo 3.0 Los dueños, Capitanes o patrones
de las embarcaciones, excepción hecha de las
balsas y canoas, pagarán por la matrícula y por
la patente de que trata el artículo anterior, los
siguientes impuestos:
Primero. Por la matrícula de toda embarcación, diez centavos por cada tonelada de capacidad cúbica, conforme al arqueo que debe practicarse por el Inspector fluvial respectivo. Este
impuesto se cobrará por una sola vez;
Segundo. Por la patente, cincuenta centavos por cada tonelada de capacidad cúbica,
conforme al arqueo que se practique para la
matrícula. Este impuesto se pagará anualmente.
Artículo 4.° Las mercancías, tanto extranjeras como nacionales, que transporten las embarcaciones, ya estén éstas o no sujetas a los
impuestos de matrícula y patente, en todos los
ríos navegables de la Nación, quedarán gravadas en la forma siguiente:
Por cada tonelada de carga y por cada kilómetro o fracción de éste que recorra aguas
arriba, medio centavo ($ 0.005) en oro;
Por cada tonelada de carga y por cada kilómetro o fracción de éste que recorra aguas
abajo, dos milésimos de peso ($ 0.002) en oro;
Para los efectos del cobro del impuesto fluvial sobre animales vivos, cada ocho cabezas
de ganado mayor, o cada diez y seis cabezas
de ganado menor, se reputarán como equivalen-
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tes a una tonelada de carga. Las aves y demás
animales en jaulas pagarán por la cubicación
que se haga de éstas.
Se entiende por tonelada de carga, para los
efectos del impuesto, mil (1 ,000) kilogramos de
peso o la capacidad equivalente a dos (2) metros cúbicos, cuando el aforo se haga por medida.
Los metales y piedras preciosas, las joyas y
monedas metálicas, y los billetes de banco pagarán por cada kilómetro que recorran aguas
arriba yaguas abajo, a razón de un cuarto de
centavo ($ 0.0025) en oro por cada mil pesos
($ 1,000) de su valor.
Quedan exentos del Impuesto fluvial los siguientes artículos de producción nacional:
Los cereales sin manufacturar, los tubérculos alimenticios, las frutas y la leche.
Este impuesto será pagado por el embarcador de las mercancías antes de zarpar las naves, pero podrá satisfacerse también por el dueño, Capitán o patrón de éstas, quien tendrá
derecho a repetir contra los respectivos embarcadores.
Artículo 5.° Deróganse los articulas 4.°, 5.°
Y6.° de la Ley 61 de 1878; 2.°, 3.° Y 4.° de
la Ley 19 de 1897; 4.° de la Ley 110 de 1889; la
Ley 32 de 1881; el articulo I. ° de la Ley 77
de 1887, y las Leyes 4. a y 18 de 1907, así como todas las demás disposiciones, decretos y
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resoluciones dictados en ejecución, desarrollo
y reglamentación de los artículos y Leyes cita,
dos, y las que sean contrarias a la presente.
Dada, etc.
Presentada a la Honorable Cámara de Representantes por los infrascritos miembros de
ella, en desempefio de una Comisión, en la sesión del día 4 de octubre de 1912.
MIGUEL ABADfA MÉNDEZ.
RICARDO RESTREPO
C.
juLIO H. PALACIO.
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