El culto a la Santísima Virgen en la Cartuja. El Santo Rosario

Anuncio
A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA
CARTUJA. EL SANTO ROSARIO*
EL CULTO
J. IBAÑEZ y F. MENDOZA
En la cuna misma de la O rden, encontramos ya, cual Madre
solícita, a M aría . Ella se encargó de cuidarla y proveyó maternalmente
a su subsistencia, sin abandonarla jamás.
En efecto, a principios del año 1 084, san Bruno con sus seis com­
pañeros, enamorados como él de la soledad, se arrojaban a los pies
del obispo de Grenoble, Hugo de Chateauneuf, pidiéndole les indi­
cara un lugar solitario donde servir a Dios bajo la mirada maternal
de María. El santo obispo , advertido por un sueño misterioso de Siete
Estrellas rutilantes que brillaban sobre un lugar desierto llamado
Cartuja , los condujo a aquella soledad, inaugurando allí la vida ere­
mítica los nuevos restauradores del Yermo .
El primer cuidado de san Bruno al llegar con los seis compañeros
al desierto de la Cartuja, fue levantar, rodeado por sencillas chozas,
un oratorio a la Madre de Dios, a quien había aprendido a amar
desde su más tierna infancia, y cansagrarle Ja familia de la cual venía
él a ser providencialmente padre y cabeza.
Poco tiempo después, los acontecimientos vinieron a confirmar
el sello mariano de la Orden. A los seis años de la llegada de san Bruno
a la soledad de la C artuja, el papa Urbano I I , apena� subido a la
silla de san Pedro, se acordó del que fuera su maestro en Reims y
ordenó a san Bruno trasladarse irimediatamente a Roma. Era el año
1 090 . La ausencia del fundador representó una dura prueba para la
naciente comunidad cartujana. Desalentados los compañeros y a punto
de cambiar su género de vida, el Cielo intervino milagrosamente.
Se les apareció un anciano de aspecto venerable, a quien toman
por san Pedro. «¿Qué hacéis -les dice-?; Dios os quiere aquí, quedaos.
*
Ponencia leída en la XLIV Semana de la Sociedad Mariológica Española celebrada en
Guadalupe (septiembre 1978).
157
IBAÑEZ Y F. MENDOZA
Pero si queréis en adelante ser fuertes contra la tentac1on, colocaos
bajo la protección especial de María Santísima rezándole cada día
fielmente su Oficio» .
Los cronistas cartujanos coinciden substancialmente al narrar este
hecho sorprendente, pero algunos precisan un poco más: «Hermanos
míos, les habría dicho el misterioso personaje, dudáis si os conviene o no
partir; vengo de parte de Dios a deciros que la Santísima Virgen
María os alcanzará la perseverancia si le rezáis cada día las HORAS
de su Oficio, recitándolas antes de las correspondientes del Oficio
Canónico, salvo Completas que diréis después» 1 •
1 El suceso lo refieren casi en los mismos términos Dom Enrique Egher de Kalkar (t 1408) Y
Dom Lorenzo Surio (t 1578). Cfr Dom Le Couteulx. t. 1, p. 90 .
Dom Pedro Dorlando (t 1507) ( autor de una interesante Crónica Cartujana, en latín, im­
presa en Colonia en 1608 , fuente obligada de todos los cronistas posteriores), y más tarde Dom
Nicolás Molín (t 1638), añaden este inciso en sus Crónicas: « ... si cantáis sus Horas como la
Iglesia Romana acaba de instituirlo ... » (en el Concilio de Clermont, noviembre de 1095),
(Historia Cartusiana, t. I , p. 17, Advertimos, sin embargo, que el inciso de Dorlando y de
Dom Molín, que escribían a varios siglos de distancia , puede ser muy bien una conjetura per­
sonal . La simple lectura de la alocución que Molín pone en boca de san Pedro, hace ver que
no intenta citar palabras textuales, sino simplemente la sustancia del hecho, siguiendo a Dor­
lando) . Según esto, la aparición habría tenido lugar alrededor de los años 1096-1097 , después
del Concilio citado, durante la permanencia en Italia de san Hugo de Grenoble, su gran amigo
y protector.
Que el hecho debía ser cosa reciente lo persuade también la cariñosa carta escrita por
san Bruno en 1099 a los religiosos de la Gran Cartuja, de la q ue fue portador el prior Landuino,
cuya visita había recibido en Calabria en dicho año . En ella hace alusión el santo a las .insidias
de los turbulentos ermitaños; «Permaneced, hermanos míos, en el estado de perfección q ue
habéis abrazado, y huid, como de la peste, el trato perjudicial y el contacto con ciertos laicos
falaces que propalan sus ideas y hablan de lo q ue no aman ni entienden, rebeldes a toda dis­
ciplina y obediencia, perezosos y vagabundos ( «gyrovagi» ), cuyos hechos están en abierta con­
tradicción con su lenguaje y su conducta» ( PL 152, 418 s . ); José Ignacio Valentí, san Bruno
y la Orden de los Cartujos, p. 37 (Valencia , 1899); Vie de Saint Bruno, pp. 381 y 437 ss.
El autor de esta Vida es DoM EucHER CusTER, profesor de la Gran Cartuja (24-VI-1887),
nacido el 23-V-1852, en la diócesis de Lyon y fallecido en la Cartuja de Parkminster el 15 de no­
viembre de 1924) .
Otros opinan, sin embargo, que la tentación de los padres y la aparición de san Pedro tuvo
lugar después de su regreso de Roma , a donde habían ido a reunirse con su santo fundador
(septiembre de 1090), y antes del Concilio de Plasencia (Cuaresma de 1095).
El fundamento de esta opinión es el haber propuesto san Bruno en el citado Concilio de
Plasencia la adopción en la Iglesia del Oficio Parvo de la S antísima Virgen, ya rezado por los
religiosos de San Pedro Damiano y, antes, por los de Monte Casino, como lo prueba una Cons­
titución de Gregario H, que data del año 715 . La realización de sus deseos se remitió al Concilio
de Clermont, habido al final del mismo año (noviembre de 1095), presidido por el Papa Ur­
bano 11, el cual otorgó el Decreto postuJado por su caro maestro. Si colocamos la aparición antes
del Concilio de Plasencia, la iniciativa de nuestro Santo Padre se explicaría de la manera más
natural por el suceso milagroso y providencial relatado, del cual, sin duda alguna tendría opor­
tuno aviso y conocimiento. Lo que hizo sospechar a los padres que el anciano que les . había
aconsejado el rezo del Oficio Parvo no podía ser otro que san Pedro, fue precisamente, según
graves autores, la noticia de que su sucesor en la Silla Apostólica acababa de decretar su rezo
en la Iglesia (Vie de Saint Bruno, citada , pp. 380-382).
Los que participan de esta opinión añaden que, lógicamente hablando, es más verosímil y
natural que la tentación de los antiguos padres tuviese lugar después de su vuelta de Roma,
cuando flacos aún por el esfuerzo que suponía el volver a emprender una vida de austeridad
y penitencia, y privados de los ejemplos y alentadores consejos de q uien les había conducido a la
_
158
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
Los Padres, iluminados y reconfortados con la celeste visión,
aceptaron con gozo el PACTO que los reconciliaba con su santa
vocación.
El PACTO entre María y los cartujos
Uno d <: los analistas de la C artuja cuenta que un cartujo pidiendo
un día a la Santísima Virgen que tuviese a bien tomar bajo su pro­
tección a la Orden, recibió esta consoladora respuesta: «Hijo mío, yo
amaré a los cartujos mientras ellos comiencen y terminen el día por
mis alabanzas. En tanto sean fieles a este PACTO , mi Hijo Santísimo
dará su gracia para que aquellos que no se avergüenzan de manchar
con faltas graves esta Orden angélica hagan penitencja o sean expul­
sados de la Orden» 2 •
San Bruno había colocado su obra naciente bajo la protección de
María , construyendo en su honor una capilla, la capillita de Nuestra
Señora de C asalibus, como más tarde se la dominó, en memoria
de las pobres cabañas construidas en derredor por los nuevos ana­
coretas; y María responde con la promesa de una perpetua asistencia
a condición, naturalmente, de que las cargas por Ella impuestas sean
fielmente cumplidas.
Con la Historia en las manos , se puede comprobar que no sola­
mente de una y otra parte el PACTO ha sido fielmente cumplido,
sino que la Virgen Inmaculada y los cartujos se han complacido,
a través de las edades, en rivalizar en abnegación y liberalidad, de tal
suerte que la Historia de la Orden se resume en un intercambio con­
tinuo de bendiciones y afectos recíprocos que van de la M adre a los
hijos y de los hijos a la Madre.
Dejando para otra ocasión el exponer lo que la Santísima Virgen
ha hecho por la Orden de los Cartujos durante el curso de los siglos,
trataremos aquí de lo que, en retorno, los cartujos han hecho por su
Madre y Protectora en su vida de soledad y oración.
soledad, podían hacer mella en ellos las pérfidas insinuaciones de los giróvagos; por e� contrario,
colocada después del Concilio de Clermont, o sea , seis años más tarde, no se comprendería
cómo, habituados ya a ese género de vida, pudieran persuadirse que era una insensatez proseguir
adelante, tanto más cuanto que volver atrás, sabiendo que por entonces su amado Padre Bruno
había reanudado su vida de soledad y penitencia en los bosques de Calabria, hubiera sido tildado
de cobardía .
2 Todas las Crónicas relatan este hecho memorable y apenas s e encuentra escritor cartujo
que deje de mencionarlo (Cfr Dom Molín, o.e., t. I, p. 173 ) . Las palabras de Nuestra Señora:
«Mi Hijo Santísimo dará su gracia para que aquellos que no se avergüenzan de manchar con
faltas graves esta Orden Angélica hagan penitencia o sean expulsados de la Orden» , expresan u na
realidad comprobada en varios casos. Véase Dorlando, Lib . V I , c. 17 .
159
J. IBAÑEZ Y F. MENDQZA
l.
LA LITURGIA MARIANA EN LA CARTUJA
1.
Las fiestas
A)
En toda la Orden
La liturgia cartujana cuenta hasta ocho festividades marianas :
número considerable , atendido e l cuidado que pone la Orden e n no
multiplicar las fiestas con detrimento de la soledad, de la sobriedad li­
túrgica, o del espíritu de simplicidad cartujana3•
Cuatro grandes solemnidades marianas se celebraron ya desde un
principio en la Orden: «La Natividad» , «Anunciación» , «Purificación»
y «Asunción» de Nuestra Señora, fiesta esta última a la cual se le ha
dado siempre mayor esplendor que a las otras.
En 1 332 se permitió a la Cartuja de Saint- Ornar (por otro nombre
Val-Sainte-Aldegonde, en la diócesis de Arrás) , celebrar la fiesta de la
Concepdón Inmaculada de M aría, con rito solemne. Al año siguiente
la autorización se extendía a toda la Orden. Desde entonces data su
aparición en la liturgia cartujana.
Las cinco fiestas precedentes llevaban consigo la obligación de
un Sermón C apitular, a cargo del V. P. Prior o de quien él designe:
número, relativamente grande si se tiene en cuenta que es la tercera
parte de los Sermones inscritos en el calendario cartujano .
La solemnidad de la Visitación, admitida en 1 390, durante el Gran
Cisma de Occidente, por los cartujos de la Obediencia Romana y
enriquecida con una Octava en 1 393 , encarnaba la esperanza y los
votos de · la Orden para que la Santísima Virgen, a quien se había
acudido, devolviese a la misma la unidad perdida, recuperada efec­
tivamente, por mediación de María, en 1 4 10. No obstante, hasta 1 468
no llegó á ser obligatoria para toda la Orden.
La festividad de la Presentación, antiguamente solemnidad, y hoy
fiesta de 12 Lecciones, se instituyó en 1474.
La solemnidad de la Compasión de María se introdujo en el
calendario cartujano en 1 4 7 7 , siendo fijada en 1 487 el sábado que
precede al Domingo de Ramos.
O bsérvese que todas las fiestas mencionada� tienen rito solemne,
excepto la Presentación: lo que indica la importancia que da la Orden
al culto y devoción a la M adre de Dios y Madre nuestra.
Actualmente, cuatro de las fiestas antedichas, a saber: La Inmacu3
Para acomodarse a los deseos del Concilio Vaticano
litúrgica en
196 5 .
11, la Orden empezó su reforma
En consecuencia las fiestas marianas perdieron su Octava b fueron reducidas
de rito, etc. El presente trabajo muestra lo que la Orden mantuvo durante siglos.
1 60
EL CULTO A LA SANTISJMA VJRGEN EN LA CARTUJA . .
lada Concepción, Natividad, Visitación y Asunciól} de María, s e ce­
lebran con Octava festival, y les precede una Vigilia con ayuno , o
abstinencia a pan y agua, según los casos . De este ayuno o de esta abs­
tinencia a pan y agua participan también la Presentación , Purifi­
cación, Anunciación, y Compasión de Nuestra Señora : es decir, todas
las fiestas marianas.
B)
En las Casas de España
A las fiestas mencionadas en el número anterior, las Casas de
España· añaden otras cuatro :
Dulcísimo Nom bre de María (12 de septiembre) , con rito de 1 2 lec­
ciones. En siglos pasados las Cartujas de España celebraron esta
fiesta, así como la del Patrocinio de María, de que luego haremos
mención, con rito solemne 4•
Nuestra Señora del Santísimo Rosario ( 7 de octubre) , con rito
solemne5•
Nuestra Sefiora del Pilar ( 1 2 de octubre) , con rito solemne, oficio
y misa propias en la cartuja de Aula Dei. (Se celebra solemnemente
por radicar d icha C artuja en Zaragoza, donde según la venerada tra­
dición antigua se apareció María Santísima , viviendo aún en carne
mortal, al Apóstol y Patrón de España, Santiago el Mayor, que oraba
con sus discípulos a orillas del Ebro, dejándole, en memoria del hecho,
un Pilar o Columna) . En las demás Casas de. España se celebra con
rito de 12 Lecciones6•
Y finalmente la significativa fiesta del Patrocinio de María, con
rito de 1 2 Lecciones ( 1 2 de noviembre)7.
C}. Fiestas suprimzºdas
A causa de que las fiestas solemnes llevan consigo algo de pertur­
bación en la vida de soledad y silencio , por tenerse en dichos días los
oficios, refectorio y recreación en comunidad, por esta razón la Orden
no sólo pone sumo cuidado en no aume r.itar, sin un motivo muy jus4 La fiesta del Dulce Nombre de María se empezó a celebrar en la diócesis de Cuenca ,
e n 15 13 , con la aprobación pontificia . E n toda España , desde 167 1. E n la Iglesia Universal,
desde 168 3 , por concesión de Inocencia XL Cfr RosCHii\I, La Madre de Dios. según la Je y la
Teología, t. I l , p . 652 , Madrid, 1958, 2 . ª ed .
5
Instituida por san Pío V, en acción de gracias por la victoria de Lepanto con el nombre
de Nuestra Señora de las Victorias, en 157 2 . Un año después, Gregario X I I I cambió este nombre
por el de la Virgen del Rosario. Clemente X concedió la celebración de dicha fiesta a España
y dominios españoles el 26 de septiembre de 1671: y Clemente XI la extendió a la Iglesia Univer­
sal en 1716.
6
Actualmente tiene rito solemne en todas las Cartujas de España.
7 La Fiesta del Patrocinio de María se estableció en España el 28 de julio de 165 6 , por
Bula de Alejandro V I I , a petición del rey Relipe I V .
161
JBAÑEZ Y F. MENDOZA
tificado, las fiestas de rito solemne, sino que ha suprimido o reducido
de rito, según los casos, las que a su juicio no se ajustaban a tan
severo criterio .
Así durante algún tiernpo:(desde 1827 a 1916) se celebró en toda
la Orden, con rito solemne, la fiesta de María, Auxilio de los Cris­
tianos, y en las Cartujas españolas los Desposorios de Nuestra Señora,
también solemnemente, fiestas amb as hoy suprimidas.
La fiesta de la Presentación fue reducida al rito de 12 Lecciones,
junto con otras 25 fiestas solemnes o de Capítulo, en la revisión del
calendario cartujano, aprobado por la Santa Sede el 28 de febrero
de 1917, por las razones antes alegadas, a las que se añadía la nece­
sidad de aligerar el ciclo litúrgico, algún tanto recargado de fiestas.
La misma razón que impulsó a la Orden a suprimir o reducir estas
fiestas, a saber: no multiplicarlas excesivamente con perjuicio de la
soledad, y de la austeridad y simplicidad litúrgica cartujana, movió
también a la misma a rechazar una fiesta de 3 Lecciones de la Santísima
Virgen, en sábado de cada semana, que en 1375 el mal entendido celo
del rey de Francia, Carlos V, insigne bienhechor por lo demás de la
Gran Cartuja, quiso obligarla a aceptar, interponiendo la autoridad
del Papa Gregario XI, el cual no quiso imponerla sin consultar antes
al Capítulo General de la Orden8.
Más tarde, sin embargo, a petición de los priores de Inglaterra, el
C apítulo General de 1 390 otorgó la mencionada fiesta a las C artujas
de Inglaterra; pero al terminar el Gran Cisma, el permiso concedido
a la Provincia Inglesa le fue retirado9.
2.
El Oficio de «Beata»,
o
sea, de la Santísima Virgen
El Cartujo recita todos los días, solitario en su celda, el Oficio ín­
tegro de la Santísima Virgen . Cada una de las Horas del Oficio de
Beata - corno se le designa familiarmente - precede inmediatamente
a la Hora canónica correspondiente: el hijo de san Bruno no quiere
tener acceso cerca de la Divinidad si no es por medio de María. Por
única excepción la Hora <;le Completas de Beata se reza después de
Completas del Oficio Divino, para que así como comenzó, termine
también, encuadrado en las alabanzas
. de la Divina Madre, el ciclo
diario de la Oración litúrgica oficial.
Es ésta, corno se ha visto, la Deuda de Honor que los primeros Pa­
dres de la Cartuja se comprometieron a pagar, en los mismos orígenes
de la Orden, a su Celestial Patrona y Protectora .
8 C fr Dom L e Couteulx, t . V I , p. I I I .
9 Cfr Le Culte de l a T . S. Vierge dans l'Ordre des Chartreux, p . 13 .
162
EL
CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA
En un principio el rezo de este Oficio se dejaba al arbitrio de cada
cual. San Bruno no quiso imponer a sus hijos ese nuevo acrecentamien­
to de trabajo ; mas no tardó en formar parte integrante de las obliga­
ciones del cartujo , como punto de Regla .
A)
El Ave María antes de las Horas del Oficio
Antiguamente, el Oficio de Beata no incluía ni Ave María , ni Him­
nos , ni Salve . El Ave María aparece por primera vez, antes de las
Horas, en un Breviario manuscrito (del Archivo de la Gran Cartuja,
cap . I I I , 859) que remonta hacia los años 1318-1333. Pero el rezo de
esta Ave María no era todavía cosa obligatoria, como advierte Dom Le
Couteulx:
«Es de notar que el Ave María antes de las Horas del Oficio de la
Santísima Virgen , no se rezaba en un principio , a no ser ex devotione,
por. devoción, no por obligación, dado que en todos los Breviarios de
mediados del siglo XV que hemos consultado , los Maitines de la Bien­
aventurada Virgen se incoan por el versículo «Domine labia · mea
aperies» , sin hacer mención alguna de la Salutación Angélica. Pero se
encuentra ya mención de ella al terminar el siglo X V, en una glosa
a los Antiguos Estatutos: 'Al principio de Maitines de Beata, en todo
tiempo, de rodillas y descubiertos, decimos tres Ave M arías; y en las
demás Horas un Ave María'» 1 º.
«Dos Breviarios anteriores al fin del Siglo XV - añade un autor
cartujo reciente- prescriben tres Ave Marías antes de los Maz'tines
de Beata; práctica universal adoptada al fin del siglo» 1 1 •
B)
El Himno Ave Maris Stella
Por lo que respecta a la Orden de la Cartuja el Himno «Ave .
Maris Stella sólo se encuentra en los Breviarios (cartujanos) de prin­
c1p10s del siglo XIV; no tenemos otros Breviarios intermedios hasta
el del siglo X I I ( C. II, n. 0 8 1 4 del Arch . de la Gran Gartuja), que
no lo contiene , para poder controlar su existencia durante el siglo
XIII en el Oficio de la Santísima Virgen» .
«Para el Oficio Divino , ]o hallamos ya en tiempos del R. P. Dom
Jancelin ( General de la Orden desde ll80 hasta 1 233)» 1 2 •
C)
Salve Regina
La Salve Regina ha debido seguramente ser canta d a en la Ord en
Cartujana desde sus orígenes o muy cerca, como parecen insinuarlo ,
10
11
12
A nnales Ordinis Cartusz.ensz's, t. I I I, p. 52 7 .
Y\'ES GouRDEL, L e culte de la T. S. Vzerge dans L 'Ordre des Chartreux, París, 1 95 2 , p. 9 .
Yvr:s GOl!RDEL, L e culte de la T. S. Vierge
, p. 9 .
. . .
163
lBAÑEZ
Y F.
MENDOZA
especialmente las «Costumbres» de Dom Guigo (Cp. I I , 1 ) , al consignar
que « . . . en Adviento interrumpimos la Conmemoración de Santa
María>>; la cual Conmemoración es muy verosímil - añade Dom Le
Couteulx - fuese la Salve Regina, pJ.Ies no se hallan trazas de su
introducción en la legislación posterior, ni en las Cartas de los Capí­
tulos Generales, ni en ningún otro documento . El mismo analista
cartujano hace constar que los Breviarios Cartujanos del siglo X I I I la
contenían ya 1 3•
Aun cuando lo que acabamos de decir se refiere al Oficio Divino,
todo hace creer que les padres antiguos muy pronto la incorporaron
al Oficio de Beata, aunque es difícil precisar la. época; quizás , cuando
el Papa Gregario IX ordenó en el siglo XIII que se cantase en todas
las iglesias de la cristiandad. En todo caso , es cierto que desde muy
antiguo se rezaba en todas las Horas del Oficio de la Santísima Virgen ,
excepto en Completas.
La razón de no encontrarla entonces en Completas pudo ser el
reweto a la costumbre de terminar el Oficío Divino, como había
empezado , o sea, con tres Pater noster; o bien a causa de hacerse ya
conmemoración de Nuestra Señora con la Antífona Sancta María,
Succurre Miseris, dado caso de ser la Salve una adición posterior.
Es de advertir que el Oficio Canónico o Divino así como empe­
zaba con tres Pater Noster, terminaba también con tres Pater, en
honor de la Santísima Trinidad. N aturalmenJe los tres Pater Noster
se rezaban después de Completas de Beata, debido a que éstas se rezan
inmediatamente después de las Completas del Oficio Divino . Los men­
ciona ya Dom Guigo en sus «Costumbres» (cap . XXIX , 4) : «Post
Completorium , Oratione Dominica ter tantum cum devotione finita ,
nequaquam ultra differimus accubare» . Pero las Avemarías que les
acompañan datan del siglo XVI .
D)
La Antífona Sancta María, Succurre Miseris
Cuando el Capítulo General de 1266 añadió al Oficio de Comple­
tas de Beata la Antífona Sancta Maria, Succurre Miseris 1 4 la colocó
antes de los tres Pater Noster, para respetar la costumbre antigua de
finalizar con ellos el Oficio Divino 1 '.>; costumbre que no tuvo en cuenta
I:l
Annales. t . IV. pp. 73-7 5 .
Tomada d e san Agustín. cfr P L 3 9 , 2107 , Sermo d e A nnuntiatione Dominica, CXCIV,
alias 18 de Sanctis. Se duda si este Sermón es de san Agustín. Algunos lo han atribuido a
san Ambrosio Autperto (cfr Mgr. P. Gr.oRil:TX, Pour revaloriser Migne, Mélanges de Science
Religieuse, I Xe. anné, 1 95 2 . p. 2 6 ) . Dom J. Winandy, gran conocedor de cuanto se refiere
a san Ambrosio Autperto, no lo incluye entre las obras del abad de Saint Vicent. DOM E. KERK·
KERS , en la Clavis Patrum latinorum, n.
368. p. 69, lo considera simplemente como de
origen dudoso. Por lo mismo permanece incierto el verdadero autor de la Antífona en cuestión.
l'i
Dom Le Couteulx, t. IV, p. 26 1 .
H
0
164
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
la Tercera Compilación d e 1 509, a l prescribir (cap . 1, 7 0 ) l a adición
del Evangelio de san Juan y oraciones anexas, y consiguientemente
la Salve Regina , con sus oraciones, en el Oficio de Completas, después
de los tres Pater Noster. Por donde se echa de ver - según reflexión
de Dom Le Couteulx - que se quiso terminar el día con las mismas
preces con que se terminaba la vigilia nocturna (el Evangelio de san
Juan y la Salve se rezaban en la Misa Seca de Beata desde 1 368) 16,
produciéndose un desplazamiento o sustitución que alguno inició por
devoción, la cual originó muy pronto la costumbre general, erigida
luego en ley17•
E)
El Confiteor
Mucho se engañaría quien pensase que el Oficio de Beata del
rito cartujano tiene la misma extensión que el Oficio Parvo de la
Santísima Virgen en el rito romano . Excepción hecha de los Maitines,
que constan únicamente de un Nocturno , todas las demás Horas tienen
una longitud más o menos igual a la de las Horas correspondientes
del Oficio Divino.
Para confesar y reparar las faltas cometidas durante el día y la
noche, especialmente en la recitación de tan largos Oficios, el cartujo
reza dos veces el Confiteor, a saber, en Prima y Completas del Oficio
Divino , o sea , al levantarse y al acostarse, acudiendo a la intercesión
de su buena Madre del Cielo , con una fórmula tan sincera y devota ,
que por s e propia del rito cartujano agradecerá e l lector que la tras­
lademos aquí . Dice así :
Confieso delante de Dios y de ti,
oh pi·adosísima Madre de Dios,
y de vosotros santos todos, que pe­
qué con mucha culpa mía y por
so berbia, de pensamiento, pala­
bra, o bra y omisión; te suplico
a tí, oh piadosísima Madre de
Dios, y a vosotros santos todos,
que roguéis por mí.
Confiteor Deo, et tibi, o piissima
Dei Genitrix, et vo biS, omnes
Sancti, quia peccavi nimis mea
culpa per superbiam, cogitatione,
locutione, opere et omissione; pre­
cor te, o piissima Dei Genitrix,
et vos, omnes Sancti, orate pro
me.
Misereatur mei Omnipotens Deus
per i'ntercessionem tuam, o piissi­
ma Dei Genitrix, et vestram, om­
nes Sancti, et dimittat mihi om-
Compadézcase de mí el Dios Om­
nipotente por tu intercesión, oh
piadosísima Madre de Dios, y
vuestra, santos todos, y me. per-
16
17
Nova Statuta, l.ª parte, cap. V, 2.
Dom Le Couteulx, t. IV, p. 262.
165
IBAÑEZ
Y
F. MENDOZA
nia peccata mea, et perducat
ad vitam aeternam. Amen.
done todos mis pecados, y con­
duzca a la vida eterna. Amén.
3.
Las misas de «Beata»
A)
la misa cantada de Beata en sábado
La misa cantada del sábado es antiquísima: su origen se remonta
al siglo X I I . Leemos en las Constituciones de Dom Basilio , general
de la Orden desde 1 1 5 1 hasta 1 1 74, que la misa Rorate Coeli, se
cantaba todos los sábados de Adviento que no tenían misa propia .
Mas no había nada establecido regularmente para todos los sábados del
año: esta práctica se dejaba a la piedad y devoción de los priores y
de sus comunidades.
La institución oficial debe ser colocada en 1 22 2 . En efecto, en los
Estatutos publicados en dicha fecha por el R . P . general Dom Jancelin,
se declara que cada sábado , salvo impedimento legítimo o disposición
contraria del prior, se cantará la misa Salve Sancta Parens. Y algunos
años más tarde, para sustraerla a la arbitrariedad de los priores, se
la imponía casi como obligatoria. «Recomendamos que cada sábado,
a no ser que ocurra misa de aniversario o una fiesta de X I I Lecciones,
se celebre una misa de Beata, sea conventual, sea privadamente» 1 8•
Por último, �l C apítulo General de 1 270 la impuso obligatoria en tér­
minos precisos.
Hasta 1 240 la misa de Beata tuvo siempre rito feria·!. Efectiva­
mente, en las Constituciones de Dom Basilio se lee: «En las misas voti­
vas del Espíritu Santo y de Beata se omite el Gloria in excelsis». Pero
en dicha fecha, según Dom Le Couteulx, se le otorgó el rito festivo
con la introducción del Gloria in excelsis y otras particularidades pro­
pias de dicho rito; privilegio que no fue concedido a la misa del
Espíritu Santo hasta 1 438 . Una Ordenación del añ Ó 1 250 le dio pri­
macía sobre las misas de aniversarios o de difuntos; y en 1 25 3 adquirió
un rito particular, por decirlo así, al dársele preferencia sobre las
misas de un rito litúrgico superior, como son las misas de tres leccio­
nes, al decidirse que la fiesta de tres Lecciones que ocurriere en
sábado tendría su misa en privado , y la misa de Beata, no obstante ser
simplemente votiva , sería cantada.
En los Antiguos Estatutos de 1259, se lee que cuando una vigilia
o un día de ayuno con misa conventual obligatoria cayere en sábado,
IS Es una Ordenación posterior a los Estatutos de D . Jancelin (1222), pero anterior a los
Antiguos Estatutos (1259), ad calcem del manuscrito de siglo XII I , B. 1, 551, del Archivo de la
Gran Cartuj a .
166
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA
se dirían dos misas conventuales cantadas, a saber, la del ayuno o
vigilia, y la de Beata: lo que suponía una docena de casos por año .
En 1 27 0 , una Ordenación manda que se diga en privado la misa
de Beata cuando ocurriere en sábado alguna fiesta del Capítulo o so­
lemnidad. Otras excepciones existían también, dictadas por la pru­
dencia y previstas por los Estatutos que dispensaban de la misa can­
tada; como la concurrencia de una fiesta de 12 Lecciones o sepultura,
etcétera. Hoy día, en virtud de una disposición del Capítulo General
de 1 949 , iterada y confirmada en 1 951, la misa de Beata se dice en
privado siempre que en sábado ocurra otra misa cantada obligatoria .
E n los Nuevos Estatutos d e 1 368, se declara que la misa conven­
tual de Beata del sábado, será en adelante celebrada por el sacerdote
Hebdomadario de la semana siguiente .
Entre todos los puntos de regla litúrgicos, relativos a la misa de
Beata, ninguno tan conmovedor y significativo como éste, por el cual
la misa de Beata del sábado pertenece de derecho al sacerdote que
entra de turno : el orden de la Tabla se detiene para dejar paso a
ese venerable o{iciante que durante toda la semana va a representar
a la comunidad y a bendecir y rogar en nombre de todos sus hermanos.
Es como la ofrenda anticipada de sus piadosas fatigas y trabajos depo­
sitados a los pies de la Divina Madre.
B)
La misa votiva cotidiana de Beata
No contenta la liturgia cartujana con el rezo íntegro del Oficio de
la Santísima Virgen, y con hacer conmemoración de Nuestra Señora
en el Oficio C anónico de Vísperas y Laudes, mediante las bellísimas
antífonas Salve Regina y Tota Puchra es1 9 que se dicen de pie y des­
cubiertos, vueltos hacia el altar, en señal de profundo respeto y reve­
rencia a María, manda además que en cada una de las Casas se cele­
bre todos los días, aun en las fiestas solemnes, una misa votiva de Beata,
excepto en los tres últimos días de la Semana Santa 20•
Conforme se indicó en el número precedente , esta misa se canta
conventualmente el sábado, siempre que en dicho día no concur�a
1 9 El Manuale Caeremoniarum de la Gran Cartuj a , de fines del siglo XIV . consigna el si­
guiente significativo detalle: «Los sábados, las Antífonas Salve Regina y Tota Pulchra es ( con
las cuales se hace Conmemoración de Nuestra Señora en Vísperas y Laudes) deben ser entonadas
más alto, para mejor honrar a María» . Desde el Capítulo General de 1 965 se cantan. no ya como
formando parte del Oficio Divino, sino a Título de devoción. La Antífona «Tota pulchra es»,
ha sido sustituida por «Gloriosa dicta sunt» .
20 H asta 1953 se exceptuaban también las tres Pascuas de Mavidad , de Resurrección y de
Pentecostés, en las cuales, según el antiguo uso monástico, conservado durante tantos siglos
,en la Orden, los religiosos comuigaban todos de manos del prior, motivo por el cual la misa de
B eata quedaba suprimida entonces. Hoy, al ser abrogada dicha costumbre en virtud de una
disposición de la Santa Sede (3 de julio de 1 952) , la misa de Beata se celebra también en dichos
días.
167
). IBAÑEZ
Y F.
MENDOZA
otra misa cantada obligatoria; los demás días se dice en privado , pero
en el altar mayor, para darle más realce e importancia .
Como suele suceder de ordinario , esta constumbre se introdujo
paulatinamente . Su origen es el siguiente : siendo prior de la C artuja
de Bellary (diócesis de Never), años 1 2 3 7 a 1 247, un tal Dom B arto­
lomé, profeso de Val-Saint-Piérre , que ardía de amor por María , «a
quien daba culto con todas las fuerzas de su alma» , según hermosa
expresión de los Anales, habíasele ocurrido la feliz idea de instituir
o hacer celebar en su monasterio una misa cotidiana, en honor de
María Santísima . Costumbre que acaso habría él tomado de otras
Cartujas, o que, en todo caso, fue como el punto de partida de la
mism·a , como observa Dom Le Couteulx: «No dudo - dice - que esta
costumbre fuese también admitida en otras muchas Casas» 2 1 •
Algunos años más tarde , en 1 282, Rolando Taberna, obispo de
Espoleta , fundador de la Cartuja de L'Ecole-Dieu (Escuela de Dios) ,
cerca ·tie Parma, establecía por testamento dos misas diarias de las
cuales :.ima debía ser de la Santísima Virgen 22•
Posteriormente , en 1 32 1 , Humberto Vétone fundaba una misa
diaria1 también de la Santísima Virgen, en la C artuja de Curriere ,
situada en los límites de la Gran Cartuja 2 3•
Así las cosas, el Capítulo General de 1 33 5 , para satisfacer el común
anhelo , declaró que: «Aprobaba y alababa la costumbre de algunas
Casas, en las que cada día se dice una misa de la Bienaventurada
Virgen María, y exhortaba a las Casas retardatorias a imitar su
ejemplo» .
Finalmente, el Capítulo General de 1 33 7 , juzgando madura la
costumbre y consumada la prueba del tiempo , prescribió de manera
'
definitiva y obligatoria para todas las Casas dicha misa, que debería
celebrarse siempre en el altar mayor, después de la misa conventual
de comunidad24• Cost.umbre observada aún en nuestros días.
C)
Otras mi'sas de Beata
El afecto a la misa de beata ha ganado de tal manera la estima
y aprecio de los Padres, que se ha convertido oficialmente en misa
de honor por excelencia, y en el « Palladium» o salvaguardia de la
Orden .
Cuando una calamidad pública hiere a la Orden o a la Iglesia ,
los C apítulos Generales recurren a María, prescribiendo una misa de
21
22
23
p. 11.
24
1 68
Dom Le Couteulx, t. IV, p. 53 y 1 26- 1 27; Dom Molín, t. I, p. 1 45 y 2 7 3 .
Dom Le Couteulx, t. IV, p . 382 .
Dom Molín, t. I , p. 380; Dom Le Couteulx, t. I V , p. 450; Le culte de la T. S. Vierge. . . ,
·
Cfr Le c ulte de T. S. Vierge dans L 'Ordre des Chartreux, p. 1 1 .
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
Beata o alguna otra obra piadosa. S e comprueba por la Colección de
las C artas C apitulares, donde apenas hay una en la cual no .se en­
cuentre alguna noción relativa al culto de la Divina Madre.
Así en 1 270, el C apítulo General ordena una misa semanal en
honor de la Santísima Virgen en cada una de las 50 Gasas de la Orden,
durante la Cruzada de Túnez . Otros capítulos, 1 2 9 7 , 1 30 7 , 1 3 1 1 , 1 3 1 8 ,
etcétera, prescriben misas de Beata por personas particulares; o
también por el bien espiritual de las Casas, como el de 1 34 1 , etc .
Los C apítulos Generales d e la Obediencia d e Aviñón d e 1 406 y
1 409 y el C apítulo General de la Obediencia Romana de 1 40 9 , de­
cretan que todos los ·sacerdotes digan una misa de Beata por la extin­
ción del Cisma de la Iglesia. En 1 4 1 0 , habiéndose ya obtenido, la
unidad de la Orden, merced al nombramiento de Dom Juan de Griffen­
berg como General único, el C apítulo General mandó que todos los
celebrantes dijesen una misa de Beata por el nuevo General.
Cuando quiere recompensar algún servicio, ofrecer algún favor,
agradecer un beneficio, es frecuentemente una misa de Beata lo que
otorga. Tal fue, por ejemplo, lo que hizo el R. P. General Dom
Jerónimo Marchant, quien además de una misa de la Asunción, que
debería ser dicha «en toda la Orden», concedida al prior de Pavía
( 1 593), gratificaba con una misa de Beata, igualmente «en toda la
Orden», a cada uno de los monjes de dicha C artuja, por haber con­
tribuido a la reconstrucción de la Gran Cartuja. incendiada por sexta
vez y sufragados los gastos del Capítulo General celebrado entonces
en la citada C artuja de Pavía.
Para retener en el cargo a algún oficial, a quien los encantos de la
soledad sonríen, no halla industria más halagadora que ofrecerle una
misa de Beata: es la conducta del Capítulo General de 1 53 6 , que
promete al vicario de Erfurt, a condición de permanecer en el cargo,
una misa de Beata, que deberán decir todos los Padres de su Provincia
después de su muerte .
Para solicitar del Cielo el socorro oportuno en favor del R. P. Gene­
ral, encargado de velar por los intereses de la Orden 2 5; para impetrar
las luces de lo Alto sobre las sesiones del Capítulo General 2 6, es siempre
la misa de BEATA, juntamente con la misa del Espíritu Santo, la
escogida.
25 En 1356, el Capítulo General prescribió a cada sacerdote una misa de Beata por el prior
de la Gran Cartuja. Este tributo anual de reconocimiento y de piedad filial, vigente aún actual­
mente, puede vanagloriarse de un origen bastante antiguo (cfr Le culte de la T. S. Vierge. . . ,
p. 25).
26 Aún más antigua que la anterior es esta costumbre: se encuentra ya legislada en los Esta­
tutos de Dom Jancelin ( 1222), que el segundo día de las Sesiones del Capítulo General se cante
una misa de Beata en presencia de todos los padres capitulares. (Cfr Le culte de la T. S. Vier­
ge . . . , p. 24).
1 69
IBAÑEZ Y F. MENDOZA
Cada año también la C arta del Rvdo . Padre General o del Capítulo
General prescribe en todas las Casas de la Orden un cierto número
de misas de BEATA, por diversas intenciones.
Y , ¿podrá creerse? La misa de Beata es además la misa privile­
giada de los difuntos: por un bienhechor fallecido, por un cartujo
ejemplar que termina santamente su carrera, después de largos años
de fidelidad, se ha estimado como el mejor regalo el concederles una
misa de Beata.
Esta concesión de misas de Beata por razón de servicios hechos a
la O rden, o por razón de antigüedad (Antiquior O rdinis), son b as­
tante frecuentes. Se trata de sufragios por sus almas, para cumplir
después de su muerte.
D)
La misa «seca» de Beata
¿ Qué se entiende por misa «Seca» de Beata? Se entiende el rezo
o lectura del texto de la misa Salve Sancta Parens. ·Se reza siempre
en la celda al volver de maitines, después del Oficio de Prima de la
Santísima Virgen, o bien por la mañana , después de Tercia.
a)
b)
Impropiamente se le da en la Orden el nombre de misa
(<seca» al Oficio Salve Sancta Parens. Se llamaba, en efecto ,
misa «seca» o «nudum officium» a un oficio que celebraba el
sacerdote revestido con los ornamentos sagrados, es decir, a un
verdadero simulacro del Santo Sacrificio , que comprendía
todas las ceremonias y oraciones de la misa, menos la Oblación,
Canon y Comunión. Se hacía uso de ella especialmente en
los O ficios fúnebres que tenían lugar por la tarde, y con fre­
cuencia se celebraba también en el mar, para suplir el verda­
dero Sacrificio de la misa, por lo cual se le llamaba tam­
bién misa náutica .
Esta clase d e misas, muy común e n la Edad Media, s e in­
trodujo en la orden bajo el generalato de Dom Basilio, hacia
1 1 7 1 . En la Tercera Compiladón de los Estatutos, de 1 50 9
aún se la menciona (cap . I ,36) . El R . P . General Dom Ber­
nardo Carasse la suprimió en 1 57227•
La actual misa «seca» - (que, como antes dijimos, es ahora un
simple rezo o lectura de la misa Salve Sancta Parens) - viene
a ser, pues, un piadoso memorial de esta suerte de misas: por
lo mismo se acerca más a rezo u ofido que a misa. Prueba
de ello es que existió como tal cuando aún se celebraba con­
ventualmente la misa «seca» ; y se la conocía con el nombre de
----
27 Cfr DOM LE MASSON , Disciplina Ord. Cart . , p. 271-272 .
1 70
EL CULTO A LA SANTI SIMA VIRGEN EN LA
«Conmemoración de la Bienaventurada Virgen María» . Su
origen se remonta igualmente a los tiempos de Dom Basilio .
Pero dicho rezo era simplemente de devoción y consejo, como
lo hace constar una Ordenación añadida a los Estatutos de
Dom Jancelin ( 1 222), aunque anterior a los Antiguos Estatutos
de 1 25 9 : «Os aconsejamos y rogamos, sin mandarlo , no obstan­
te, que recitéis el oficio Salve Sancta Parens en la celda» 28•
Su uso no llegó a ser general en la Orden hasta 1 237, con oca­
sión de la visión, ya aludida , según la cual Nuestra Señora misma se
dignó expresar su deseo de redbir este obsequio de sus fieles hijos
los cartujos.
En 1 259 con la publicación de los Antiguos Estatutos, se la con­
sideró como punto de regla, sin urgirse no obstante su obligación .
Finalmente, el R. P . General Dom Guillermo Raynaldi la declaró
obligatoria en los Nuevos Estatutos de 1 368 ( Primera Parte, cap . V,2),
dándole su forma completa y definitiva con la adición del Evangelio
según san Juan y oraciones anexas.
Fieles a sus tradiciones, los cartujos continúan tributando este
obsequio diario de amor y venerac10n a su Reina y Soberana,
no obstante ser una costumbre completamente hoy en desuso en el
resto de la Iglesia 29•
Tal es, rápidamente esbozado , el lugar que ocupa el culto mariano
en la liturgia y en el rito cartujano . Lo que en un principio se intro­
dujo como costumbre piadosa, tiene hoy ya fuerza de ley, sancionada
por la Regla o por la autoridad competente.
No hemos exagerado cuando hemos dicho que el culto de la
Santísima Virgen es el centro de la vida solitaria y conventual del
cartujo , de su vida íntima y de comunidad, de su vida litúrgica y
privada, y el que anima todas sus observancias regulares. María es, a
la verdad, la que preside todos los actos de culto litúrgico ; Ella la que
los ofrece a la Divina Majestad; Ella la que los convierte en raudales
de gracias para el mundo; y Ella es, finalmente, la Maestra de la vida
claustral y la Reina singularísima de los monasterios cartujanos.
Los vínculos que unen a los cartujos a María, son pues indiso­
lubles y para romperlos sería preciso trastornar las más elementales
y fundamentales reglas y costumbres del Instituto, y cambiar ente­
ramente y destruir la economía de esa santa Orden . Los hijos de san
Bruno pueden muy bien apropiarse con simplicidad de corazón las pala­
bras de san Pablo , aplicadas a la Santísima Virgen: «Mihi enim vivere
Maria est» : ,«Maria es mi vivir. . . María es mi vida» 3º.
·
28
29
30
Dom Le Couteulx, t. I V , p. 5 2 .
P a r a la misa «seca» puede consultarse e l Comentario d e Montalegre, t . I I I , p. 7 3 y ss.
«Mihi enim virere Christus est» ( Phi! l, 2 1 ) .
17 1
J. IBAÑEZ
Y F.
MENDOZA
II.
DEVOCIONES MARIANAS E N L A CARTUJA
l.
La consagración de las cartujas y la fórmula de la profesión
En principio - y es un hecho muy consolador para el cartujo­
todos lo"s monasterios están dedicados y consagrados a Dios y a la
Santísima Virgen, constituida oficialmente Soberana y Dueña de todos,
aun de aquellos que, por cualquier razón local, no estén erigidos bajo
su inmediata advocación. Cuando una Casa tiene por titular un
santo, o cuando un nuevo patrono se añade a los demás, no por eso
deja de ser la M adre de Dios la primera Protectora y Patrona de estos
Yermos. Así lo reconoce y manifiesta explícitamente la «Fórmula» de
la profesión religiosa, fórmula que en ningún caso puede variarse
y donde expresamente se hace constar que cada una de las Casas
está construida en honor de Dios y de la Bienaventurada Virgen
María: «Quae constructa est ad honorem Dei et Beatae semper Vir­
ginis M ariae» 31•
Las Actas de fundación y las Cartas de los Capítulos Generales
nos proporcionan la confirmación de esta regla En la Carta del
año 1 4 1 7 leemos: «La nueva fundación de 'J esús de Belén' ( Sheen,
en Inglaterra) , la incorporamos a la Orden, para alabanza del Dios
Omnipotente, de la B ienaventurada Virgen María y de Todos los
Santos» .
Sírvanos también de ejemplo la Casa de Luca, Italia, fundada en
1 330 , y restaurada a principios del presente siglo . Aunque dedicada
al Espíritu Santo (Cartuja del Espíritu Santo) , no obstante, allí todo
es mariano o en función de María: pinturas, esculturas, etc . , repre­
sentan por doquier a María, la Esposa dilectísima del Espíritu Santo .
Otra enseñanza nos ofrece la fórmula de la profesión. Nadie ignora
que la profesión religiosa es como un nuevo B autismo, en el cual el
alma religiosa, purificada enteramente de todas sus manchas, renace
a una nueva vida, ·que no deberá ya extinguirse, sino que después
de la prueba del tiempo se abrirá y dilatará en los esplendores de la
·eternidad bienaventurada. Ahora bien, ya que la Regla no permite
al cartujo separar el Nombre de M aría de esta profesión o bautismo ,
se sigue que su renacimiento espiritual se opera , por decirlo así , en
las rodillas de su amada Madre.
.
31
He aquí el texto de la Fórmula de Profesión: «Yo fray N. N. prometo Estabilidad, Obe­
diencia , y Conversión de Costumbres, delante de Dios y de sus santos, y de las reliquias de este
Yermo, construido en honor de Dios· y de la Bienaventurada siempre Virgen María, y de san Juan
Bautist a , en presencia de Dom N. N. prior». El Voto de Obediencia incluye el de Pobreza y
Castidad.
172
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . ..
En el día de sus votos, el cartujo se consagra a Jesús por manos
de María . Y , ¿ no es esto justo y natural... ? En otro tiempo el óleo
santo corría sobre las frentes de los profetas, destinados sin duda a
llevar y transmitir a los pueblos las órdenes y las amenazas de Dios,
pero también para cantar en poemas sublimes las grandezas y las
misericordias del Señor. El cartujo, que por su profesión, es el «Pro­
feta y el cantor>> de María, ¿ no considerará legítimo que sea llamada
a presidir su consagración monástica Aquella a quién durante toda
su vida deberá bendecir y amar, Aquella cuyas alabanzas deberá cantar
siempre? Así es: el cartujo se consagra a Jesús por los votos religio­
sos «Con M aría, en M aría, por María y para María» .
2.
El rosario, indumentaria del cartujo
El gran rosario pendiente a la cintura, que el cartujo lleva «ex
devotione» y en virtud de una costumbre antiquísima, nos demuestra
el aprecio que hace de esta devoción tan grata a Nuestra Señora.
Prenda y símbolo de su amor a María, ya que de ordinario no se
vale de él para contar sus Avemarías, por tener otros más manuales
y de bolsillo ; le sirve éste, por su gran tamaño y destinación, única­
mente de indumentaria y complemento a su santo hábito monacal.
Precisar la época en que comenzó o se introdujo la costumbre
de llevarlo, sería difícil . Nos contentaremos con reproducir una
. erudita Nota de un autor cartujo reciente, que servirá para orien­
tarnos un poco acerca de su antigüedad. Dice así:
« La misma estabilidad en los usos se observa en cuanto a la cos­
tumbre de llevar el rosario de seis decenas a la cintura, corno lo llevan
todos los profesos de la Orden, padres y hermanos. No figura, desde
luego, en ningún texto oficial, ni siquiera en el capítulo de los Esta­
tutos relativo a la indumentaria del cartujo. La Nova Collectio Statu­
torurn de 1 58 1 se contenta con recomendar a los hermanos conversos
que tengan su Rosario en las manos cuando asisten al Oficio de los
monjes, para contar los Pater y Ave de sus propios Oficios: ' Cuando
los conversos oyen el Oficio Divino , imiten a los monjes en sus cere­
monias regulares, pero cumplan mientras tanto con sus oraciones domi­
nicas. Ni ellos, ni los donados tengan, en ningún tiempo, libros en la
Iglesia, ni lean en ellos, sino su rosario en la mano, y en ellos satis­
fagan sus deudas'» . (Cap. I, n . 0 6).
«Las más antiguas representaciones de cartujos con su rosario a la
cintura son: a) Un grabado del Nuevo Salterio M arial, de Nitzschewitz ,
compuesto e n 1 489 para e l emperador Federico III, e impreso en
17 3
IBANEZ Y F. MENDOZA
1492 . b) El Gradual C artujano de 1 57 8 . c) El Breviario de 1 58 7 .
d ) El fresco d e Pocceti, pintado en e l cielo raso d e l a Iglesia d e la
Cartuja de Florencia en 1 5 95 . e) Otro fresco de la misma Cartuja
terminado en 1 592 . El primero representa (con un bello anacro­
nismo) al R. P. General Dom Basilio ( + 1 1 74); el segundo, a una
monja: ambos con el rosario en la cintura» .
«Una antigua costumbre, actualmente en vigor, quiere que los re­
ligiosos, inmediatamente después de su profesión, vayan a recibir de
la mano del V. P. Prior, el rosario de seis decenas, que llevarán
en adelante a la cintura»32•
3.
Inclinación de cabeza
El cartujo está obligado , por su Regla, a inclinar ligeramente la
cabeza todas las veces que pronuncia u oye pronunciar el dulcísimo
nombre de María , sea en comunidad, sea en privado , donde quiera
que se halle33• Amable obligación y muy grata a su corazón de hijo ,
de la que por nada del mundo querría dispensarse; ella le propor­
ciona una ocasión continua de testimoniar su amor a la Reina de sus
pensamientos y Soberana de su corazón.
En 1 28 1 , el Capítulo General, para conformarse a la invitación
del Papa gregario X, ordenó inclinar la cabeza al pronunciarse en
la Santa Misa el Santísimo Nombre de Jesús . Pero los padres car­
tujos antiguos anhelaban demostrar su amor a Nuestra Señora: en 1 343,
se mandó inclinar también al dulcísimo Nombre de María. Sin em·
bargo sólo se inclinaba entonces al oirlos pronunciar in Conventu (en
comunidad) ; pero el R. P . General Dom Guillermo Raynaldi ( 1 368)
lo extendió también para cuando se pronunciaran fuera de comunic;t. a d:
«Hanc reverentiam tum Jesu , tum Mariae a nostris exhiberi non
solum in Conventu , sed etiam extra» 34.
4.
Tomar<< Venia»
En ciertas preces en honor de la Santísima Virgen, la Regla im­
pone el deber de besar el suelo o lo que se tenga delante, de rodi3 2 Le culÚ de la T. S. Vierge dans l'Ordre des Chartreux, par un Chartreux ( Dom Yves
.
Gourdel), p. 28, nota 5 7 , París, 1 95 2 , Beauchesne. Este folleto, que en adelante citaremos con
alguna frecuencia , es una tirada aparte del artículo dedicado a la Orden Cartujana en la magna
obra María (Etudes sur la Sainte Vierge) publicado bajo la dirección del R. P. Hubert du Mo­
noir, S. J. , 6 vols. en 8 . 0 París, 1 949- 1 056, Beauchesne.
33 Ordinarium, cap. XIV, 3 9 .
34 Comentario de Montalegre, t . I I I , p. 1 27.
174
EL CULTO A LA SANTISIMA VJRGEN EN LA
llas : es lo que en lenguaje monástico se llama «tomar venia» . «Para
tomar Venia algunas veces nos abajamos hasta la tierra, besando el
polvo de donde hemos salido; otras veces besamos las Forrnas3 5 , el ora­
torio , un objeto cualquiera que se halla delante de nosotros, viendo
en todas estas criaturas , por inferiores a nosotros que nos parezcan, los
tabernáculos del Gran Dios que reside en ellas por presencia, esen­
cia y potencia» 3 6•
Las hay de devoción y de reparación . Estas se toman únicamente
durante los actos de comunidad, cuando se ha cometido alguna fal­
tilla o equivocación en los rezos o ceremonias, etc . Como su nombre
lo indica, las venias por los defectos comportan la idea de peni­
tencia y perdón . En tiempos de san Benito o ciertamente alrededor del
siglo IX , consistían en una genuflexión o inclinación : posteriormente se
añadió el besar el suelo antes de levantarse . Aquéllas, o sea, las de
devoción, son un homenaje en honor de Dios o de la Santísima Virgen,
y significan adoración, reverencia, sumisión, acatamiento, etc .
Tales son, por lo que a Nuestra, Señora se refiere, las que se ·
toman antes de cada Avemaría del A ngelus; a la palabra María del
versículo A ve María gratia plena; después del Avemaría del Invitato­
rio de maitines; después de las palabras Ave Maris Stella . . . , Salve
Regina . . . , Sancta Maria Succurre Miseris. . . del Oficio de la Santí­
sima Virgen; al Introito Salve Sancta Parens de la misa de Beata, etc .
Es un espectáculo impresionante y poco común ver en el coro ,
cómo a las primeras sílabas de estas palabras, las cabezas se descu­
bren y todos, padres y hermanos, se arrodillan devotamente, curvando
al mismo tiempo la cerviz en señal de. vasallaje, o prosternándose con
el rostro en tierra, en actitud de profundo respeto y anonadamiento al
recuerdo de las grandezas de su Celestial Reina y Señora .
Lo mismo el día 24 de marzo que la vigilia del día a que haya
sido trasladada la fiesta de la Anunciación, si son días de Capítulo , al
decir el lector del martirologio Annuntiatio Beatissimae Virginis
Genitricis Dei Mariae , se descubren , se postran en tierra y toman
«venia» , levantándose a continuación . Significativa ceremonia que ex­
presa la admiración y un como quedar atónitos ante el incompren­
sible misterio de la Encarnación del Verbo y Divina Maternidad de
María .
:l 'i
La palabra «formas" designa la sillería del coro y más particularmente las sillas del mismo,
debido a que antiguamente estaban adornadas de molduras y relieves o rematadas por imágenes
o figuras ( = formas) . como puede observarse en las que aún hoy día se consevan en las catedrales
y monasterios. Acaso también influyesen en esta dinominación las divisiones entre unas sillas y
otras . que las asemejan a moldes o «formas» en donde por la oración y la alabanza divina en
ellas tributada, se troquelan las almas.
36
Com entario de Monta legre, t . I I I, p. i :n .
17 5
). IBAÑEZ Y F. MENDOZA
En las Letanías de Nuestra Señora o de los Santos a la invoca­
ción «Sancta Trinitas Unus Deus» , toman «venia» , de rodillas, en reco­
nocimiento del Soberano dominio del Creador sobre su criatura, pero
con la particularidad de que por deferencia y respeto a la Madre del
Redentor, no se levantan hasta después de la invocación «Sancta
M aria , ora pro nobis» . Esta disposición la adoptó el C apítulo General
de 1 25 0 , modificando un artículo de las Constituciones de Dom Jan­
celin, que prescribía tomar «venia» al Sancta M aria37 • Por este dato
y por su fecha se podrá colegir cuán arraigada estaba la devoción
a María en los primeros cartujos y cuán antigua es en los usos monástico­
cartujanos la costumbre de tomar «venia» .
5.
Las procesiones
Si es verdad que la severa liturgia cartujana primitiva sentaba este
principio: «En ninguna solemnidad hacemos procesión»38, no lo es
menos que una Orden , · como todo organismo viviente, debe tender a su
perfecto desarrollo , y por lo mismo necesita asimilar todo aquello que
contribuye a su crecimiento y progreso . Una forma de oración tan
simpática y eficaz. no podía menos de faltar en una Orden dedicada
a la oración y penitencia .
De aquí que , para no permanecer estácionaria, la Orden se
viese obligada a admitir la Procesión de Rogativas, la del Corpus
Christi y las de la Inmaculada Concepción y Asunción de Nuestra
Señora. Diremos de estas dos últimas, por referirse a María, que se
tienen antes de las Segundas Vísperas de dichas fiestas y recorren los
claustros pequeños del convenio. El ritmo lento y grave de las Leta­
nías Lauretanas , contrastando con el silencio de los claustros y el
recogimiento monacal, dan a la ceremonia un tono casi celestial y
divino , que traslada al paraíso . Creeríase escuchar los ecos lejanos
de los cánticos y procesiones beatíficas de la Patria celestial. . . �<y can­
taban como un cántico nuevo» (Apoc. XIV, 3 ) . Termina la procesión
en el coro con el Sub Tuum Praesidium, cuyas suaves modulaciones
prestan renovado vigor y entusiasmo a las voces y al amor de los
hijos de la Madre del Amor Hermoso39•
37
Dom L e Couteulx, t . I V , p. 144.
Consuetudines, de Dom Guigo, cap. V I .
3 9 Ultimamente (desde 1965) , la Orden renunció a l a s procesiones, siguiendo directrices de la
Santa Sede, a raíz de la reforma litúrgica romana. Se exceptúa la del Corpus Christi .
38
176
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA
6.
Stabat Mater
El día de la Compasión de Nuestra Señora se tiene en la capilla
de la Compasión (o en cualquiera otra, si es preciso)40 , una conmo­
vedora ceremonia: el canto del Sta bat Mater, a las tres de la tarde.
Es solamente una piadosa costumbre , pues no hay regla que lo mande;
mas no le sufre al corazón del cartujo el dejar pasar un día como
éste, sin acordarse de tributar un obsequio más íntimo y filial, y sin
acompañar a la Madre Dolorosa en sus dolores y angustias, compar­
tiendo con Ella sus penas.
El acto se desarrolla en un ambiente de suave melancolía que recoge
el espíritu, desprendiéndolo de las cosas caducas y elevándolo a las
eternas e imperecedoras. Al final del acto el P. Prior, con estola
morada, da a besar a cada uno de los religiosos, por orden de antigüe­
dad, el Crucifijo, como para indicarles que nunca los dolores de la
Celestial Madre pueden estar separados de los del Hijo, cuyos dolo­
res y pasión acerbísima causaban la Compasión y penas de María.
Después de orar unos momentos, la comunidad se retira .
7.
Los cuatro angelus
En la C artuja se reza cuatro veces el Angelus:
1 .ª
2. ª
3.ª
4.ª
Por la mañana, a las seis y media.
Al mediodía, 1 2 p . m .
Antes d e Completas (a las 6 p . m . , d e ordinario) .
Después de Laudes (hacia las dos de la mañana) .
La manera de rezar el A ngelus en el rito romano fue determinada
definitivamente por el Papa Benedicto XIV , en 1 742 . Solamente la
liturgia cartujana conservó siempre la forma primitiva de rezado, que
consistía en el rezo de tres Avemarías, arrodillados. Esta liturgia añade,
además, el tomar «venia» (besar el suelo) después de la palabra María ,
e n cada una d e las tres Avemarías .
La institución del A ngelus se remonta a la Edad Media, allá a la
época de las Cruzadas. Como es natural, el rezo de los tres A ngelus
no nació de golpe, sino que se introdujo paulatinamente en la Iglesia ,
y consiguientemente en la Orden C artujana.
El primer A ngelus establecido fue e l d e la tarde : era e l Angelus
del toque de silencio, que tenía por objeto venerar el Misterio de la
Encamación del Verbo . Algunos autores atribuyen la paternidad del
40 En la Gran Cartuja se solía ir, antiguamente, a Nuestra Señora de Casalibus o a la
Conr.ería .
177
IBAÑEZ Y F. MENDOZA
mismo a san Buenaventura, el cual lo habría introducido entre los
franciscanos en 1 263 . Sea lo que fuere , esta práctica se extendió por
toda la cristiandad en el siglo XIV.
El A ngelus de la tarde lo permitió la Orden en el Capítulo General
de 1 342 . Deja do , empero, a la devoción de cada cual , no llegó a ser un
punto de regla hasta 1 368, con la publicación de los Nuevos Estatutos,
que lo_ prescriben «ad laudem et gloriam Matri's Dei>> ( Statuta Nova ,
I Parte, cap . V , 6) .
Segundo A ngelus: al toque de la tarde se añadió el de l a mañana,
para honrar los Dolores de María. En el libro De laudibus Papias,
compuesto el año 1 330, leemos en el cap . 1 4 : «Además del toque
cotidiano introducido para saludar por . la tarde a la Virgen gloriosa ,
se ha introducido hace poco (en Pavía) otro por la mañana, poco
después del toque de la aurora, para reiterar el mismo saludo , como
se acostumbra ya en muchos lugares» . Dicha costumbre la hallamos
ya generalmente establecida en el siglo XV, como atestigua san Antonino.
El C apítulo General de 1 393 lo concedió primeramente a los car­
tujos de Italia y Alemania; luego se extendió a toda la Orden . Se
tocaba antes o después de Prima, que en esa época se rezaba casi a
continuación de Laudes.
Tercer A ngelus: el rezo del A ngelus del mediodía, posterior a los
dos primeros, se introdujo en un principio con miras a venerar la
Pasión del Salvador y se limitaba al viernes, para que los fieles recor­
dasen los beneficios de la Redención. Los autores lo señalan ya en
1 4 1 3 en Olmütz, y en 1 423 en Maguncia y Colonia.
El Papa Calixto III generalizó su uso cotidiano en 145 6 , prescri­
biendo la recitación a mediodía de tres Avemarías, con el fin de
o btener el socorro divino en la guerra contra los turcos. La costum­
bre de venerar la Pasión del Señor el viernes, aunque fomentada por
los Papas, quedó desde entonces separada del A ngelus.
El A ngelus del mediodía se propagó rápidamente en Francia
desde que Luis XI lo extendió a todo el reino, en 1 472, pidiendo
que se rogara por la paz .
En la Orden Cartujana se concedió en un principio a las Casas
de Francia, para conformarse a las decisiones de Sixto IV, publi­
cadas a petición del rey de Francia Luis X I , según consta por una
ordenación del Capítulo General del año 1 47 6 : «Se tocará (en las
C asas de Francia) diariamente al mediodía, en recuerdo de la salu­
tación del Angel a María el A ngelus, para obedecer al Papa, que
quiere que este toque sea llamado el Ave María de la paz» .
La Tercera Compilación de los Estatutos ( 1 509) , bajo el Genera­
lato de Dom Francisco Dupuy, reproduce, abrev�ándola , la citada or1 78
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
denación. Algo más tarde, e n 1 5 3 5 , se l a hizo extensiva a las car­
tujas de Alemania «en recuerdo de la Pasión de Cristo»4 1 • Con la
Nueva Colección de los Estatutos de 1 58 1 , se impuso a toda la Orden
el toque del A ngelus al mediodía.
Cuarto A ngelus: mas los Cartujos tienen el privilegio de un cuarto
A ngelus, el cual se toca por la noche, inmediatamente después de
los Laudes.
Antiguamente (hasta fines del siglo XVI) los padres cantaban
M aitines y Laudes a una hoxa más tardía, y el Oficio Divino se ter­
minaba de ordinario con los primeros fulgores de la aurora: era la hora
del A ngelus de la mañ'ana . Como el cartujo es espíritu esencialmente
tradicionalista y conservador (nadie como él respeta el culto de las
tradiciones y costumbres antiguas) , por esta razón, cuando la hora de
Maitines se adelantó , dividiéndose la vigilia nocturna en dos mitades
aproximadamente iguales, se conservó el toque del A ngelus al fin de
Laudes. Tal es el origen del cuarto A ngelus.
Fue prescrito a toda la Orden por la Nueva Colección de los
Estatutos de 1 58 1 , al legislar ésta sobre todos y cada uno de los
cuatro A ngelus y señalar el momento preciso en que debía tocárselos.
El Papa León XIII concedió benignamente a la Orden, en 188 6 ,
para este A ngelus suplementario y restantes, las mismas indulgen·
cias que para los demás que se rezan en la Iglesia: lo cual quiere
decir que el cartujo gana cuatro veces las indulgencias del A ngelus.
8.
El saludo a María
Para terminar, diremos que la misma J::i a bitación donde pasa el
cartujo toda su vida , vida de soledad, y silencio y abnegación propia ,
l e recuerda los deberes que tiene que cumplir para con l a Celestial
Reina de su corazón y siempre Virgen María.
Al vestíbulo que precede a . la celda propiamente dicha; se le
denomina «el A VE MARIA» : en ella se encuentra de ordinario una
mesita con una imagen de la Santísima Virgen, que cada cual adorna
según su gusto y devoción, y delante de la cual - dicho sea de paso se entretiene frecuentemente en coloquios de amor. Pues bien, el
cartújo no entra nunca a su celda sin rezar ante esa imagen, de
rodillas, el AVEMARIA . . . ; este es el saludo del hijo a su Madre y
Señora y Maestra de su vida.
Antiquísimos son los antecedentes de esta costumbre cartujana.
De las dos habitaciones que componen la celda de un cartujo - ade41
Cfr Le culte de la T. S. Vierge dans L 'O rdre des Chartreux, p. 2 9 - 30 .
1 79
IBAÑEZ Y F. MENDOZA
más del modesto taller de trabajo -- · la primera , provista prirn1tiva­
rnente de un hogar, le servía de cocina y refectorio. Pronto la expe­
riencia enseñó que no convenía que el solitario mismo cocinase, si
quería vacar libremente a la contemplación, y en consecuencia, se
decidió, en 1 25 0 , que lo haría sólo una vez por mes, y que los demás
días se le serviría la comida en la celda . Pero en 1 276 se abolió defi­
nitivamente dicha costumbre. Desde entonces esta habitación perdió
toda su utilidad práctica , introduciéndose poco a poco el piadoso uso
de consagrarla a · María. «Consagrad vuestra celda a la B . V. María
(dice Lanspergio en alguna de sus obras) a fín de que Ella la mire
corno un lugar sagrado , a donde como cosa propia pueda venir fami­
liarmente . . . » 42 •
En el primer «LIBRO DE LAS EXPERIENCIAS» del célebre Dom
Domingo de Tréveris, comenzado hacia 1 440 , hallarnos ya mención de
la costumbre de saludar a Ntra . Sra. con el AVE MARIA al entrar
a la celda: «Un joven se presenta a la puerta de un Padre antiguo
- escribe él -:- y le saluda :
Benedícite (bendecidme) ; e l anciano responde: Dorninus (que el
Señor os bendiga) ; vamos al oratorio y según la costumbre recemos
el Avernaría»43•
Refiere el mismo Domingo que un día vio entrar en su celda al
arzobispo de Tréveris, recientemente fallecido ( + 1 430), cm;:i quien
había tenido grande amistad. Temiendo ser objeto de una ilusión dia­
bólica ideó, si volvía, llevarlo al oratorio de la celda para rezar con él
el Avemaría. Volvió efectivamente, mas el arzobispo fue por sí mismo
a rezar el Avernaría 44.
Estos hechos nos demuestran la antigüedad de dicha costumbre,
aun cuando por entonces no era ciertamente general en todas las
Casas. Le estaba reservada la gloria de establecerla y hacerla general
al devoto Lanspergio , arriba citado.
He aquí lo que escribía a principios del siglo XVI : «Siempre que
entrares en tu celda (o en tu casa) , sea lo primero de todo , arrodillarte
para saludar reverentemente a María, tu Madre y Señora y Patrona,
rezándole al menos un Avemaría» 45•
A un joven postulante escribe : «Al entrar en tu celda, detente un
instante ante la imagen de María colocada detrás de la ·puerta . Y al
entrar en la estancia, antes que todo, arrodíllate para rezar, y al ofre­
cerle la Salutación Angélica, pídele, etc . » .
. .
42
Enchiridion Militiae Chri.stianae, Opera Omnia , t . I V , p . 5 3 3 .
Libri experientiarum duo cum libell<! humili.s confessionis, manuscrito de la Gran Cartuj a ,
p . 3 ( C fr Le culte de l a T. S: Vierge , p . 19).
44 Liber experientiarum primus, p. 1 58 .
4 5 Enchiridion Militiae Christianae, Opera Omnia, t . IV, p. 532 .
43
. . .
180
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
Y a Dom Enreque d e Wesel , novicio de Cantave, l e d a este con­
sejo en alguna de sus cartas: «Cada vez que entres en tu celda sea lo
primero saludar humildemente de rodillas a la Bienaventurada Virgen
María. Tenla por Madre y confíate a Ella» 46•
Si la publicación de sus cartas generalizó esta hermosa práctica
en toda la Orden cartujana, la publicación de su Enchiridion Militiae
Christianae, traducido luego al francés, la popularizó y propagó en el
mundo religioso . En efecto: «A él se atribuye, escribe Dom Tromby,
la piadosa práctica introducida en las comunidades de religiosas y aun
entre las personas piadosas, de saludar con el Avemaría a la Santísima
Virgen cada vez que entran en su celda o en su habitación» 47 •
El A vemaría en la Cartuja
Veamos sus vicisitudes a través de los libros litúrgicos cartujanos.
Dom Le Couteulx afirma haber leído en un breviario del siglo XIII:
Sancta M aría, ora pro nobis; y en ciertos breviarios cartujanos del
siglo XIV: Sancta M aria, ora pro nobis peccatoribus. Amen. En al­
gunos otros del mismo siglo se intercalan las palabras Mater Dei,
después de Santa Maria.
En un breviario del año 1 350 se lee: Sancta M aria , ora pro nobis
peccatoribus, nunc et in hora mortis. Amen. Sin embargo, en brevia­
rios más recientes
continúa diciendo el analista cartujano - de
1 420 y de 1 500 y 1 52 9 , la cláusula: Nunc et in hora mortis. Amen, no
se encuentra; lo cual se explica fácilmente si se tiene en cuenta que
no se había llegado todavía a una fórmula estable y definitiva, ni
mucho menos era general su uso48•
En un colectario de 1 484, se lee: Ave M aria . . . Ventris tui Jhesus.
Virgo M aria , Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus. Amen49.
Algo más tarde, en un breviario editado en 1 55 1 , en París, por los
cartujos, leemos: Sancta Maria , Mater Dei, ora pro nobis peccato­
ribus. Amen.
Finalmente , en el de 1 562, se encuentra el Avemaría completa,
tal cual la tenemos hoy5 º �
El A vemaría prescrita co.mo oración o sufragio
La primera mención oficial del Avemaría la hallamos hacia fines
4 6 Epistolae, O pera Omnia, t. IV, p . 100 y 1 08 respectivamente.
4 7 Storia critico-cronologica- diplomatica del P. S. Brunone e del suo Ordine Cartusiano,
t. X, ad annum 153 9 . Cfr DoM C!PRIANO MARIA BouTRAIS , Lansperge le Chartreux et la Dévotion
au Sacré Coeur; p. 21-22 , Grenoble, 187 8 , Auguste Cote.
48 Cfr Dom Le Couteulx, t. I I I ; p. 527 -528 .
49 Manuscrito del A rch. de la Gran Cartuja, cap. I I I , p. 854.
5 0 Le culte de la T. S. Vierge . . , p. 14.
.
181
]. IBAÑEZ Y F. MENDOZA
del Generalato de Dom Jancelin ( + 1 233)5 1 • Se trata de una Orde­
nación del C apítulo General ( 1 229?), exhortando a los priores a ense­
ñar a los .novicios conversos, además del Pater y del Credo, el
Avemaría52 •
El primer documento que prescribe el rezo del Avemaría es la Carta
del Capítulo General de 1 27 9 , en donde se manda a cada hermano
converso el rezo de 50 Pater y 50 Avemarías, por algunos amigos
de la Orden 53•
La C arta del Capítulo General de 1 285 , ordena igualmente a los
hermanos conversos recitar después de Maitines tres Pater y tres Ave
por la reconciliación de Beatriz de Sabaya y Humberto de la Torre,
mientras los monjes salmodian por la misma intención54•
En 1 334 se manda también a los conversos 1 00 Pater y 1 00 Ave­
marías; en 1 347 , 1 00 Pater, sin mención de Ave; en 1 350, 1 00 Pater
y 1 00 Ave, por diversas intenciones55 •
El C apítulo General de 1 37 3 , prescribe tres Avemarías, sin men­
ción de Pater, por un prior; en 1 388, por un cardenal, 30 Pater. y Ave;
ítem, el mismo año, 30 Pater y Ave, por el rey de Aragón y su esposa .
E n 1 3�7 y 1 39 3 , e n la época del Gran Cisma, e l Capítulo General
de la Gran C artuja ordena a los hermanos rezar 1 00 Pater y A ve,
por la extinción del Cisma y unidad de la Iglesia .
Por la unidad d e la Orden, en 1 409 , e l Capítulo General d e l a
Obediencia Romana, ordena 50 Pater y 50 Ave . E l Capítulo General
de la otra Obediencia manda 1 50 Pater y 1 50 Ave, por la reforma y
unidad de la Iglesia . Al año siguiente, recobrada la unidad, por
el General único de ambas Obediencias, los Hermanos deberán rezar
30 Pater y 30 Ave .
En 1 42 3 , con ocasión del Jubileo celebrado en Roma, conforme
a la decisión de Urbano VI, el Papa Martín V concede, por una
Bula especial, a la Orden de los C artujos, poder ganar la indulgencia
plenaria del Jubileo, según ciertas condiciones, que vienen indicadas
en la Carta del Capítulo General de dicho año , a saber: Los her­
manos y las religiosas debían, además de las 30 visitas mandadas a los
altares, rezar durante el año 30 veces 60 Pater y 30 veces 60 Avemarías.
En 1 432 , por el Concilio de B asilea, los celebrantes deberán decir
una misa; los hermanos , 1 0 Pater y 1 0 Ave por semana .
·
5 1 Hablamos del Avemaría prescrita como Oración, pues litúrgicamente se la cantaba ya
desde muy antiguo en maitines como Invitatorio y Responsorio, y en las misas como Tracto y
Ofertorio (cfr Dom Le Couteulx , t. I I I , p. 524).
52 Dom Le Couteulx , t . I I I , p. 524.
53 Ibídem, p . 5 2 6 .
5 4 Idem , t . I V , p. 3 87 .
.
55 Alguns de los datos aquí consignados pueden verse en los Anales de Dom Le Couteulx,
lugares correspondientes, o en Le culte de la T. S. Vierge. . . , p. 2 6 .
182
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
E n 1 45 6 , para animar a los cartujos a rogar por la victoria contra
los turcos que sitiaban a Belgrado , el Papa les otorga grandes indul­
gencias, bajo ciertas condiciones, que para los legos se reducían a
recitar en ciertos lapsos de tiempo, siete veces 25 Pater y siete veces
25 Avemarías.
En 1 542 se obliga a todos los no celebrantes a decir tres Pater y
tres Ave por las C asas de Alemania Superior y por los fieles de Austria
y Hungría, amenazadas por los turcos.
En 1 56 1 , por el Concilio de Trento , la Orden impone a los celebrantes dos misas por semana; a los hermanos 25 Pater y 25 Ave.
En 1 574 se ordena igualmente 25 Pater y 25 Ave por la paz, pero
solamente cada mes.
Nótese por los textos citados, que antiguamente era costumbre
decir por separado los Pater de las A vemarías.
·
El A vemaría en los Ofz'cios de los padres
Un detalle siginificativo en la liturgia cartujana es la adición del
Avemaría a todos los Pater noster (unos 30 al día) que se dicen en voz
baja en los Oficios y demás preces oficiales, conventuales o privadas.
El cartujo, según su costumbre, no separa jamás la Madre del Hijo;
y así como la luz del día . envuelve todas las cosas y las penetra, así el
nombre bendito de María, Nombre dulcísimo para el cartujo, envuel­
ve y penetra todas sus oraciones y rezos como atmósfera benéfica y
balsámica . La costumbre - convertida luego en obligación - de rezar
el Pater Noster antes del Oficio Divino data del siglo XI (por lo
menos) , según parece, y la tomó la Orden C artujana de los benedic­
tinos. No se pudo escoger otra mejor oración que ésta para disponer­
los a cumplir con el Oficio, porque es la oración por excelencia,
enseñada por Nuestro Señor Jesucristo . Pero , la costumbre de añadir
el Avemaría al P ater Noster no se halla sino hacia fines del siglo XIV
y principios del XV, como consta po � los breviarios de aquella época,
en los cuales se leen ya indicaciones como éstas: · «Antes de Prima se
dice Pater Noster y Avemaría; antes de Completas, Pater Noster,
Avemaría y Confiteor; después de la Antífona Sancta María Succurre
Miseris,
etc . , se añaden tres Pater Noster y Avemaría . . . » , etc . 56
.
En 1 58 9 , el C apítulo General, sancionando la costumbre, dispuso
que en el Oficio C anónico de los monjes se añadiese siempre el AVE
MARIA al Pater noster, ya en privado, ya en Comunid a d . Y el de
1 597 manda y hace extensiva a todos los Oficios de los Monjes y de
·
•
5 6 Dom Le Couteulx, t. I I I , p. 526. La costumbre de terminar las Completas por tres Pater
(sin Ave primitivamente), llamados antiguamente la «Trina Oratio» , es inmemorial en la Orden
(cfr Consuetudines, X X I X , 4).
183
J . IBAÑEZ Y F. MENDOZA
los Hermanos (Oficio Canónico, de BEATA y Difuntos) , la antedicha
disposición. La única excepción a esta regla es el Pater noster de
Laudes y de Vísperas, que, por cantarlo el Hebdomadario en el Coro,
no va seguido del A VE MARIA .
El A vemaría en los Ofz"cios de los Hermanos
Hasta principios del siglo XV, el Oficio C anónico de los Hermanos
Conversos y sus Oficios de Difuntos consistieron en un número deter­
minado de Oraciones Dominicales (Pater noster) , a las cuales añadían
(para el Oficio Divino) , algunos «Deus in adjutorium» y algunos
«Gloria Patri» . La adición del AVE MARIA al Pater, es de fecha
posterior.
El Oficio de la Santísima Virgen no llegó a ser obligatorio para
los Hermanos sino desde la Nova Collectz"o Statutorum, de 1 5 8 1 , a
causa del silencio sobre este punto de las antiguas ediciones de los
Estatutos. Igual que los Oficios C anónico y de Difuntos, lo tienen
también conmutado por cierto número de Padrenuestros y Avemarias.
He aquí el cuadro sinóptico de dichos Oficios según la legislación
vigente , debida al Capítulo General de 1 949 , el cual considerando el
excesivo número y recargo de Padrenuestros y Avemarias que se impo­
nían a los Conversos, con perjuicio de la atención debida, los redujo
algún tanto5 7 :
9. Cuadro sinóptico de los Oficios de los Hermanos conversos
Oficio Canónico
Maitines y Laudes
(Días festivos)
1
3
10
3
10
1
Pater y Ave (de preparación)
Pater y Ave, 1 Gloria.
Pater y Ave, 1 Gloria.
Pater y Ave, 1 Gloria .
Pater y Ave, 1 Gloria .
Pater y Ave, 1 Gloria.
(Días feriales)
1 Pater y Ave (de preparación)
57
1 84
3 Pater y Ave, 1 Gloria.
10 Pater y Ave, 1 Gloria .
1 Pater y Ave (por l a Colecta)
Prima
l Pater y Ave (de preparación)
3 Pater y Ave, 1 Gloria.
1 Pater y Ave (por la Colecta)
C redo, Confiteor, Misereatur.
Tercia, Sexta y Nona
3
l
Pater y Ave (de preparació n)
Pater y Ave, 1 Gloria .
Pater y Ave (por la Colecta)
Hoy día tienen opción para rezar sus Pater y Ave, o bien un Oficio propio.
·
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTIJJ A . . .
Vísperas
1 Pater y Ave ( de preparación)
4 Pater y Ave, 1 Gloria.
1 Pater y Ave (por la Colecta)
Completas
1 Pater y Ave ( de preparación)
3 Pater y Ave, 1 Gloria.
1 Pater y Ave (por la Colecta)
Credo, Confiteor, Misereatur.
Oficio de BEA TA
Maitines y Laudes
1 Pater y Ave ( de preparación)
10 Pater y Ave, 1 Gloria.
1 Pater y Ave (por la Colecta)
10.
Prima, Tercia, Sexta y Nona
1 Pater y Ave (de preparación)
3 Pater y Ave, 1 Gloria.
1 Pater y Ave (por la Colecta)
Vísperas
1 Pater y Ave (de preparación)
4 Pater y Ave, 1 Gloria.
1 Pater y Ave (por la Colecta)
Completas
1 Pater y Ave ( de preparación)
3 Pater y Ave, 1 Gloria.
1 Pater y Ave (por la Colecta)
Oficio de Difuntos
Cada día 3 Pater y Ave, con Venia.
La devoción del sábado
La recomienda Lanspergio en estos términos: «Por el amor de la
Santísima M adre de Dios, que no haya ningún día de vuestra vida
en el cual no le rindáis algún hornenaje especial, particularmente
el sábado . Imponeos este día alguna privación en honor de María,
como absteneros de vino, de la colación de la farde, o tomar pan
duro en vez de pan fresco, etc .
Toda penitencia de vuestra elección que sin peligro de vuestra
salud podáis ofrecerle , abrazadla gozosamente el sábado por amor de
la Virgen» . Y algunas líneas más abajo añade: «Reservad para el
sábado algún acto de devoción especial en honor de la Bienaventurada
Virgen. Escoged a este fin el momento que sigue a Vísperas; entonces
podríais rezar algunas decenas . del Rosario o bien hacer alguna lec­
tura o meditación propia para inflamar vuestra alma de ternura
y amor por vuestra amable Soberana»58•
La devoción del sábado, si así puede llamarse, es familiar a los
moradores de los monasterios cartujanos. Dom Cristóbal Benet, pro­
feso de El Paular, muerto en olor de santidad el 11 de junio de 1602 ,
había obtenido el privilegio de ejercer las funciones de diácono en la
misa Salve Sancta Parens que se celebra cada sábado en todas las
58
LANSPERGIO, Enchiridion Militiae Christianae Opera Omnia , t. IV, p. 581).
18 5
]. IBAÑEZ Y F. MENDOZA
C asas de la Orden; y ni el orden de antigüedad , ni la presencia de
diáconos jóvenes, nada podía privarle de este favor para él absoluto
e irrevocable. Gozaba cumpliendo su oficio, y el fervor de su amor
se transparentaba en su rostro inflamado, de tal suerte que hubiéra­
sele creído un serafín delante del altar59 •
11.
La devoción a las alegrías de María
Consiste en honrar los gozos inenarrables de su Corazón Inmacu­
lado; los que gustó aquí abajo , aun en medio de sus dolores, como
los que goza en la Gloria. Su práctica, según Lanspergio, es sencillí­
sima; se limita a añadir al Avemaría que precede a cada hora del
Oficio de la Virgen , una segunda Avemaría, en honor de cada una
de las alegrías de Nuestra Señora en este mundo, y otra al fin del Ofi­
cio, por las alegrías que experimenta en el Cielo. Con lo cual, sin
molestia alguna , se conmemoran en las siete horas del Oficio, por
duplicado, sus gozos terrestres y celestes. Al final se añade una ora­
ción cualquiera y la invocación clementina : «Cum Sponso et Prole
pía , benedicat nos Virgo María»6º. Para los que prefieren practicarla
independientemente del Oficio Parvo, esta devoción puede consistir
en el rezo de 7 A VEMARIAS seguidas de alguna Oración devota y de
la jaculatoria antes indicada.
En alguna otra obra habla también Lanspergio de los doce gozos
de MARIA. Después de haberlos enumerado termina así: «Conservad
el piadoso recuerdo de los gozos de vuestra Divina Reina; traedlos
siempre delante de vuestros ojos y dad gracias a Jesucristo por los
méritos que ellos alcanzaron a su Madre Santísima . Si os queda tiempo,
añadid por cada uno la Salutación Angélica» 61 • Entre sus Himnos se
encuentran varios que cantan, ya sus siete gozos espirituales y corpo­
rales, ya los 1 5 , o los 50 gozos principales de Nuestra Señora6 2 •
Casi simultáneamente con la Orden de la Anunciata ( antigua­
mente llamada del Collar) , fundó Amadeo VI, Conde de Saboya
( + 1383), la C artuja de Pierre-Chfüt e (Ain) . Los cartujos como los
caballeros debían ser 15 , para honrar los 15 gozos de Nuestra Señora .
La Orden de la Anunciata tenía su sede en Pierre-Chatel; en ella
celebraban sus recepciones y los C apítulos anuales y se guardaba el
Archivo de la Orden. El día de la recepción, el caballero recibía el
hábito cartujano que llevaba durante todo el día, y asistía a los Oficios
59
6º
61
62
1 86
Dom Le Vasseur, t. 11, p. 326.
LANSPERGI O , Epist. paraenet. , Lib. I , Epist. X I I ( Opera Omnia, t. IV, p . 1 1 3 ) .
Enchiridion Militiae Christianae (Opera Ornnia, t. I V , pp. 581 -582).
Opera Omnia, t . V, pp. 4 1 7 , 420 y 427 .
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
Conventuales. A s u muerte , todos los caballeros concurrían, con
mantos blancos, al Oficio fúnebre , conservándose suspendidas en la
iglesia, según el rango, las armas y el collar del difunto63
•
. 12.
La devoción a los misterios o prerrogativas de María
A) La Inmaculada Concepción
Llegamos al culto otorgado por los cartujos a los diversos Mis­
terios o prerrogativas de la Santísima Virgen y Madre nuestra que�
ridísima . Hablaremos en primer lugar de aquel que es como la puerta
de todos: su Inmaculada Concepción.
Nadie ignora que el misterio de la Inmaculada Concepción de
María es un dogma de fe desde el 8 de diciembre de 1 854; no obstante
desde los siglos más remotos, desde los orígenes mismos de la Iglesia,
los fieles lo hicieron objeto de su creencia.
Su culto en la Orden, herencia de famiha
Este Misterio ha sido siempre amadísimo y cans1mo a la piedad
y devoción de los cartujos, de tal suerte que pueden considerarlo como
una parte de su herencia de familia .
Y ¿Hemos d e sorprendernos? E l culto filial y e l amor d e predilec­
ción que en todo tiempo han profesado a María, los vínculos estre­
chísimos de alianza que les han unido a su Celestial Protectora, desde
los comienzos mismos de la Orden, difícilmente se conciliarían con
la indiferencia respecto a esta gloriosa prerrogativa .
Si interrogada en la gruta de Lourdes por una pobre niña de los
Pirineos, se llamó Inmaculada Concepción, en las encantadoras
familiaridades con lós primeros padres cartujos, puede creerse que
se les revelara como exenta de toda m�ncha . Porque, ¿ cómo explicar
sin ello la fidelidad a esta creencia en solitarios tan ajenos a discu­
siones de escuela, y en época, :sobre todo, en que este privilegio de
M aría era todavía objeto de discusiones?
A esto se añade que el cartujo , por esa su vida angélica , cuya
blanca librea lleva sobre sí y a la que favorece altamente la sepa­
ración absoluta de las seducciones del siglo, siente en lo íntimo de su
ser simpatías naturales por una creencia tan piadosa, y que tan alto
habla de la que es su Madre, lirio fragantísimo de Pureza Inmaculada,
modelo de la suya. Según el testimonio de las Crónicas, esa creencia
6 3 Dom Le Couteulx, t. VI, pp. 3 1 7 - 3 2 6 . Los A nnales consignan por error de imprenta
A madeo V, en lugar de V I , error que más adelante corrigen.
187
IBAÑEZ Y F. MENDOZA
se ha transmitido desde san Bruno, fundador de la Orden, hasta la
Definición Dogmática, de generación en generación.
No entra en nuestro plan el seguir paso a paso esta tradición
venerada y tan cara a la Orden. Un trabajo extenso y seriamente
documentado podría hacerse, en el cual se demostrase que la doctrina
de la Inmaculada Concepción de M aría ha sido fielmente enseñada
por todos los cartujos que han escrito sobre la Santísima Virgen. Algo
de ello, sin embargo, se ha hecho en una Memoria enviada a Roma
con ocasión del Jubileo Mariano de 1 904, mas queda todavía amplio
campo. Apuntaremos aquí brevemente algunos hechos y testimonios.
«No hay duda - escribe un autor cartujo - que desde el principio
de la controversia nuestra Orden hizo suya la doctrina de la Concep­
ción Inmaculada de María. B ástenos el testimonio de una autoridad
superior, Dionisia el Cartujo, el Doctor Extático, el último de los
grandes teólogos escolásticos: En su Summa Ortodoxiae Fidei, y sobre
todo en aquel prodigio de erudición, cual es su Comentario sobre el
Maestro de las Sentencias, se declara francamente el defensor del
glorioso privilegio de nuestra tierna Madre, después de exponer y
refutar brillantemente la opinión contraria de los principales maestros
escolásticos» 64•
No solamente es el insigne Dionisio uno de los primeros escritores
eclesiásticos que más claramente hayan defendido y sostenido ex pro­
feso el incomparable privilegio de la Madre de Dios, sino que san
Pío X , en su carta Encíclica publicada en 1 904 con ocasión del
Cincuentenario de la Definición, no ha hallado un nombre que mejor
pudiese representar la Tradición de la Iglesia acerca de este Dogma
de nuestra fe . Para la familia de san Bruno es éste un alto honor,
al cual está lejos de ser insensible. El texto de Dionisia citado por el
Santo Padre es el siguiente: «Nos horrorizaría afirmar que la Mujer
que debía aplastar la cabeza de la serpiente, hubiera sido alguna vez
siquiera su presa y que la Madre de Dios hubiese sido hija del diablo
siquiera por un instante» 65•
Según testimonio del padre Francisco Maggius, teatino, ha habido
siempre un celo ardiente en la Ordem Cartujana para propagar la
doctrina de la Inmaculada Concepción de María66•
El padre Antonio Velázquez, jesuita, no ha titubeado en escribir
El Cartujo, Origen, Espíritu y Vida íntima, p. 1 1 4 , ed . de 1 907, Tornaci.
Horremus Mulierem quae caput Serpentis . . etc. (Dyonisius Cart . , Opera Omnia,
t. X X I I I , p. 9 8 , Tornaci, 1 904) . Un texto semejante ocurre también en LANSPERGIO , Opera
Omnia, t. 11, p. 49.
6 6 Dom Tromby, t . 1, p . 142 , nota 4 3 : «Ürdo Cartusiensis, ut a S. Brunone, suo Patriarcha
olim accepit ne dum in Deiparam Virginem pietate, sed etiam studio propagandae ejus
lmmaculatae Conceptionis semper exarsit».
64
65
·
188
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
las siguientes líneas: «En la Orden d e san Bruno arraigó hondamente
la opinión de la Inmaculada Concepción de María» 6 7 .
El analista Dom Benito Tromby68 de quien hemos tomado la cita
anterior, habla también de un manuscrito del padre José de Luciis,
antiguo jesuita y más tarde cartujo, de cerca de 600 páginas in folio,
que llevaba este significativo título : Cartusia Inmaculata; el autor da a
conocer todo cuanto los cartujos han escrito sobre esta verdad dog­
mática69.
Uno de ellos, Dom Herman de la Pierre, belga, vicario de monjas
cartujas, debe su celebridad al celo infatigable que puso toda su vida
por defenderla . Leemos de él que : «Defendió con gran celo la inmu­
nidad de la Santísima Virgen María, de toda culpa original. . . en
innumerables escritos, asegurando, probando y atestiguando que aquel
vaso lleno de gracias, delicia del Padre Eterno, receptáculo del Hijo
y Templo del Espíritu Santo, nunca, ni tan sólo un momento tuvo
mancha original algun(l>>7º. Murió este ilustre devoto y defensor de
la Inmaculada Concepción de María en 1428 .
De Enrique de Piro , cartujo alemán, prior de Tréveris, muerto
en 147 3 , se refiere que: «Como otro poderoso Aquiles, defendió con
cuantas pruebas de amor pudo , por medio de muchos escritos, la
pureza Inmaculada de la .Concepción de María . . . , refutando con gran
valor y victoriosamente la loca temeddad y la locuacidad llena de
malicia de todos aquellos que, aun hoy día, tan ineptamente, con
tanta protervia, con tanta petulancia y con tanta impiedad, propalan,
a pesar de tantos escritos de lo� Santos Padres, de tantos testimonios
de los más doctos y óptimos varones, de tantos milagros como aún
en nuestros días se ven y se oyen, que la Santísima Madre de Dios,
por lo menos en algún tiempo , estuvo manchada del pecado» 7 1 .
N o e s menos explícita la fe del devoto e incomparable Lanspergio ,
cuando escribe en un sermón sobre la Inmaculada Concepción, sin
ambages, ni rodeos: «Hemos de sentir y tener firmemente que la Bien67 Id. lugar cit . : «In Ordine S. Brunonis alte insedit de Mariae Immaculata Conceptione
opinio» . Cfr DOM TAPPERT , Vida de San Bruno, p. 315 .
68 Dom Benito Tromby (t 1788) , profeso de la Cartuja de Calabri a , es autor de una
extensa obra, en italiano, en forma de Anales, cuyo verdadero título es Storia-critico-crono­
logica-diplomatica del Patriarca S. Brunone e del suo Ordine Cartusiano, 10 vols. , Nápoles,
177 3 a 1779, Vicenzo Orsino.
69 Dom Tromby, t. I, p. 142 , nota 44 . · Por dicha nuestra hemos hallado este precioso
manuscrito en los cartapacios provenientes de la antigua Cartuja de Nápoles, actualmente en
la Biblioteca Nacional de dicha ciudad. He aquí el título exacto: La Certosa immacolata e
sempre costante nel glorificare il mistero dell'lmmacolata concezione di Maria, Madre di Dio,
per sette secoli. . . dedicata a tutte le Certose del mondo, Nápoles, 1698, manuscrito de 267 fol. ,
registro X I , a . 48.
70 R . P . A R NOLDO BosTI US , en su obra De Viris illustribus Sacri Ordinis Cartusiensis,
cap. XVI I ; Dom Le Couteulx , t. V I I , p. 574; Dom Tromby, t. V II I , p. 6 9 .
7 1 R . P. ARNOLDO BosTI US , De Viris. . . , c a p . X X X I I .
1 89
) . IBAÑEZ Y F. MENDOZA
aventurada Virgen M aría fue concebida sin pecado original» 72 • Y en el
sermón de la Natividad de Nuestra Señora añade con su unción y
gracia características: «Convenía que el más bello de los hijos de los
hombres tuviese por M adre la más bella de las hijas de los hom­
bres, toda pulcra, toda Inmaculada, llern� de gracia, de virtudes,
perfectísima, toda gloriosa . . . » ; y más adelante: «Cuánta, finalmente,
sería la pureza de la Virgen gloriosísima, cuánta su luz, su candor,
su belleza, su hermosura, su claridad, pues nunca tuvo Mácula,
nunca desagradó a Dios y nunca dejó de agradarle perfectísimamente,
y estuvo siempre adornada de la plenitud de todas las gracias» 73•
Y en otro lugar, en una de sus hermosas oraciones, dando gracias
a Dios exclama: «Ea , Jesús benignísimo , seáis bendito · para siempre
por haber elegido desde la eternidad por Madre esta Virgen singu­
larísima, preservándola de todo pecado, Inmaculada y Hermosa,
adornándola de la plenitud de todas las gracias y virtudes . . . » 74•
Se puede, pues, afirmar con el cronista Dom Tromby, que todos los
cartujos han entrado, en pos de su glorioso patriarca, en la noble
milicia de la Inmaculada Concepción 7 5•
A ntigüedad del culto lz"túrgico
Por otra parte, la fecha de la introducción en la liturgia cartujana
de la fiesta de la Inmaculada Concepción ( 1 333) , podría b astar por
sí sola para confirmar lo dicho anteriormente. Pocas familias reli­
giosas tienen la dicha de una posesión tari antigua.
Doblemente significativo parecerá si se tiene en .cuenta la lentitud
en materia legislativa que gasta la Orden. Es un principio tradicional
en la Cartuja, que una práctica o institución cualquiera no tiene fuerza
de ley, ni es mandada como regla por el Capítulo General, sino largo
tiempo después de haber sido experimentada a título de simple cos­
tumbre: es el «facere et docere» del Evangelio, en pleno ejercicio en la
Orden.
No se legisla , generalmente, sino para sancionar un hecho adqui­
rido. La consecuencia legítima que se deduce de esta proposición es
que, cuando en 1 33 3 la fiesta de la Inmaculada Concepción de María
ocupó sitio de honor en esta liturgia, la fe y el culto y devoción de los
padres, relativos a esta prerrogativa y privilegio de M aría, hacía ya
largo tiempo que honraban los Lares de la Cartuja. ¡Qué gloria y que
' consuelo para el cartujo saber que remonta a fecha tan lejana el culto
72
73
74
75
190
Opera O mnia, t. I I , p. 48.
Opera O mnia, t. I I I , pp. 503-505.
Id. t. V , p. 53.
«Tutti sono intrati nela Concezionistica milizia» ( O bra citada).
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
a s u Inmacl!lada M adre! Y nótese que. s e trata tan sólo del culto litúr­
gico, ya que como devoción privada es inmemorial en la Orden,
ciertamente.
Es verdad que en el año 1 341 se cambió en la liturgia cartujana,
el término «Concepción» por «Santificación» , y que los Nuevos Estatu tos de Dom Guillermo Raynaldi ( 1 368) lo confirmaron; y que el
Capítulo General de 1 406 mantuvo firme y conservó la expresada pa­
labra, para evitar toda controversia . Pero ello nada significa para la fe
de los padres: era cuestión de prudencia, por acomodarse a la época
y a las circunstancias. Desde 1 4 1 8 empieza a reaparecer en esta liturgia
el término de «Concepción» , y de una manera definitiva desde 1 47076•
Cartujas dedicadas a la Inmaculada Concepción
Nadie ignora el celo apremiante de los devotos de la Inmaculada
Concepción de María a través de todos los siglos, máxime después de la
Definición Dogmática, por colocar las congregaciones, las casas reli­
giosas, los establecimientos, las instituciones, obras pías, etc . , bajo
vocablo de la Inmaculada Concepción. Los cartujos no se quedaron
atrás en este plebiscito de amor. Antes de la Revolución francesa, Es­
paña solamente poseía tres cartujas fundadas bajo el título de la Con­
cepción de M aría: La Concepción de Cazalla ( 1 479) ; la Concepción
de Zaragoza ( 1 6 34) ; y la de Ara Christi, en Valencia ( 1 585 ) .
V arias revelaciones precedieron a la fundación d e esta última y cé­
lebre C artuja: entre otras, la del venerable padre Martín Alberto, S. l. ,
«el cual aconsejó tomasen por titular de la Casa la Concepción de la
Santísima Virgen»77• Los prodigios obrados hicieron ver cuán agra­
dable había sido a la Reina del Cielo la elección del nombre. Cierto
año, a fines del siglo XVI, mientras las praderas y campos de los alre­
dedores perecían por el sol y los insectos, los de la C a.rtuja permane­
cieron frescos y prósperos 78•
Esta misma protección de la Virgen Inmaculada la vemos manifes­
tarse de una manera sensible sobre una de las Casas de Francia que
llevaba tambié,_p. .su. non'i'bre, la Cartuja de Bosserville, cerca de Nancy .
. Fue--fu:ndada en 1 632 por C arlos IV, aquel piadoso duque de Lorena
que había constituido a la Madre de Dios Soberana de sus Estados79•
Debía corresponderle el nombre de Cartuja de Santa Ana, por ocupar
primitivamente un lugar de este nombre. Pero no sucedió así: al ser
7 6 MoiS de Marie Ca �tusien, par un Chartreux, p. 1 1 3 . Cfr Dom Tromby, t. I, p. 142 .
nota 42.
77 JOSÉ DE VALLÉS , Primer Instituto de la Sagrada Religión de la Cart uja , p. 254 , ed. 1 79 2 .
7 8 Dom Le Vasseur, t. I I , p. 468.
79 La Chartreuse de Bosserville, par l'Abbé Berseaux, p. 1 7 8 ( P arís, 1 868).
191
J . IBAÑEZ Y F. MENDOZA
trasladada en 1 666 al s1t10 que hoy ocupa, el Reverendo Padre
Dom Juan Pégon, general entonces de la Orden, decidió que se lla­
mara «Cartuja de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada
Virgen María» .
La Inmaculada Madre no podía menos de corresponder a esta de­
licada atención. Sin duda alguna, a su protección se debe el que no se
registrase ninguna defección durante la Revolución francesa: varios
religiosos de la C asa pagaron con su vida su adhesión a la fe católica.
Por un inexplicable olvido de los vándalos del terror, quedó en su sitio,
sin tocarla, la monumental estatua de la Virgen, que dominaba todo
el convento y sobre cuyo zócalo se leía: «lnrnaculatae Conceptioni» .
Providencialmente fue protegido también el monasterio en 1 848
y 1 87 0 . La comunidad se había comprometido con voto a cantar todos
los años una misa en honor de la Inmaculada Concepción80•
Cartujos devotos de la Inmaculada
M as todos estos hechos exteriores no eran sino el brote de la devo­
ción que llenaba los corazones y la manifestación externa de los sen­
timientos que embargaban el ánimo de los padres.
Antes hemos afirmado que el culto de la Inmaculada Concepción
era en la Cartuja una herencia de familia . Efectivamente, según Dom
Trornby, san B runo, el Gran P atriarca, se habrí a hecJ:io alistar, a la
edad de 34 años, en una congregación parroquial de la Inmacu­
lada C oncepción, fundada en la iglesia de Santa María ad Gradus,
en Colonia, por el arzobispo Annón8 1 ,
No deja de ser significativo el que en el rito cartujano, las ocho
primeras Lecciones del Oficio de Maitines de la Octava de la Inmacu­
lada Concepción, se hayan tomado del Sermón De Nativitate, atri­
buido a san Bruno.
Testimonio explícito de la creencia del santo padre fundador en el
dogma de la Inmaculada Concepción, lo encontrarnos en las palabras
con que explica y expone el versículo Dorninus de Coelo in terrarn as­
pexit, del Salmo 1 0 1 : «El Señor ha mirado desde el cielo a la tierra
cuando de su Trono real descendió al Seno Purísimo de la Virgen San­
tísima . M aría es, en efecto, esta Tierra sin corrupción que Dios ha ben­
decido y 'preservado del hálito del pecado' . Por Ella hemos encontrado
el C amino de la Vida, y recibido la Verdad»81 •
«Sí - añade e l biógrafo d e san Bruno - , fue por l a Virgen Inmacu­
lada, canal de todas las gracias, como el Patriarca de los cartujos
obtuvo la luz y la gracia que le guió al desierto para ser Padre de nu8º
81
192
Manuscrito Elude sur le culte de la Sainte Vierge ii Bosserville (passim).
Dom Tromby, t. 1, pp. 1 37 - 1 38 .
·
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . .
merosa posteridad. B ajo l a dirección y mirada maternal de María
encuentra ciertamente el solitario el valor para perseverar en la peni­
tencia y tender sin cesar a aquella perfección de que María nos ofrece
un acabado modelo8 2 •
Otro general de la Orden , muerto en 1 67 5 , Dom Juan Pégon, so­
bresalió también por su devoción a la Inmaculada. Por su propia ini­
ciativa impuso, como arriba indicamos, el nombre de Concepción a la
Cartuja de Nancy. De tal manera llenaba su alma esta devoción, que
quiso dejarla en testamento a sus religiosos reunidos en torno de su
lecho de muerte. Después de haber hecho la profesión de fe ordinaria,
añadió algunas palabras sobre la Inmaculada Concepción de María.
Se conserva de él un sermón sobre el mismo tema, en donde deja des­
bordar libremente los afectos de su corazón84•
Veinticinco años antes (en 1 650) , un religioso de Val de Cristo, en
España, Dom Cirilo Avendaño, había pronunciado piadosamente,
antes de expirar, en presencia de los que asistían, estas palabras tex­
tuales: «María concebida sin pecado orignal» . «En esta misma hora
- refieren las Crónicas - , o sea, estando para morir, movido el ve­
nerable padre Dom Cirilo por inspiración divina, y por auxilio de la
Virgen, que quiso mostrar cuán devoto le era, y en particular de su
Purísima Concepción, volvió a hablar (había perdido la voz) , con voz
clara, y mirando a todos dijo muchas veces estas palabras: María con­
cebida sin pecado orignal' . El motivo que tuvo para esto no se pudo
saber; sin duda convidaba a los circunstantes a defender la Purísima
Concepción de M aría hasta morir en defensa de ella, como parece él lo
hacía, con lo que cerró los ojos para no hablar ya más»85• Como se ve,
son los mismos términos de la leyenda inscrita sobre la Medalla Mila­
grosa, tal como apareció a santa C atalina Labouré, Hija de la Ca­
ridad. Lo notable es que un solitario cartujo haya encontrado, 200 años
antes, la fórmula exacta de que debía valerse más tarde el Papa Pío IX
en la Bula de la Definición Dogmática: «María absque peccati origi­
nalis la be concepta» .
Preciso es que la creencia en este dogma de la teología mariana
haya echado hondas raíces en el corazón y en el espíritu de los Padres,
para que un cartujo de Liget, Dom Francisco Cossart, muerto en 1 66 1 ,
declarase estar dispuesto a soportar los más grandes suplicios y sufrir
la muerte, si fuese necesario, en defensa de la Inmaculada Concepción
de M aría86•
82
Expositio in Psalmos, ed. de 1 89 1 , p. 450.
Vie de Saint Bruno, par un Chartreux, ed. 1 898, p. 256.
84 Dom Le Vasseur, t . 111, p . 555.
85 A nales de Val de Cristo, por Dom JOAQUÍN ALFAURA , p . 399, de la copia manuscrita
que posee la Cartuja de Porta Coeli . Cfr Dom Le Vasseur, t. 111, p . 458.
86 Dom Le Vasseur, t . IV, p. 30.
83
193
IBAÑEZ
Y F.
MENDOZA
Antes que él, Dom Santiago. de la Riviere, profeso de Lyon (+ 1 632),
animado de deseos semejantes, gustaba decir que de buena gana daría
su sangre para testimoniar que la Bienaventurada Virgen María fue
concebida exenta de la común mancha del pecado original : «Ab omni
peccati labe expertem p raedicabat, hanc opinionem effusione sui san­
guinis obsignaturus» .
Acostumbraba este santo religioso rezar el Oficio de la Inmaculada
Concepción y el Rosario. Algunos momentos antes �e morir manifestó
a su prior el gran deseo que tenía de partir para el cielo: «No es - de­
cía - que no me reconozca indigno , pero pongo toda mi confianza
en el socorro de la Reina del Cielo» . Esta extraordinaria devoción para
con tan buena Madre la había aprendido en el hogar paterno, en el
cual desde su tierna infancia se había iniciado ya en una práctica car­
tujana, es a saber: cada mañana rezaba con sus hemanitos el Oficio
de la Santísima Virgen, y lo rezaban de dos en dos, . como lo hacen
los cartujos para la Hora de Te_rcia_, que_ precede a las misas privadas87.
Otros hechos edificantes pudiéranse, sin duda , referir. Añadiremos,
para terminar, un caso que no dejará de llamar la atención . Se cuenta
de Dom Fulgencio Ceccaroni, profeso y más tarde prior de Bolonia
y de varias otras Cartujas (el cual a su muerte mereció el «Laudabi­
liter vixit in Ordine») haber rezado durante cerca de 60 año� que vivió
en la C artuja , la Corona especial de la Inmaculada Concepción de
María, de quien fue siempre muy devoto88. ¡Hermoso ejemplo de perse­
verancia en la fe y devoción a la Inmaculada Madre de Dios, que sim­
boliza y deja trasparentar la actitud y disposiciones de la Orden entera
a este respecto!
Escritores y defensores de la Concepción Inmaculada de María
Terminamos este apartado anotando como botón de muestra al­
gunas de las obras escritas por cartujos , cuyo argumento principal es la
Inmaculada Concepción 89•
Dom Enrique de Hassia , prior de varias C artujas y visitador, hom­
bre de preclaro ingenio, ciencia y santidad relevantes, fallecido en la
Cartuja de Arnheim el 12 de agosto de 1 42 7 , además de un sermón
sobre la Inmaculada, dejó : Epistolae I V, Contra decertationes et con­
trarias praedicationes ff mendicantium super Conceptione JV!ariae
Virginis et contra Maculam S. Bernardo mendaciter impositam.
Impreso en Milán en 1 480 .
Dom Santiago de Junterbock, profeso de Erfurt, sajón, muerto el
87
88
89
194
Dom Le Vasseur, t. I I , p. 80 .
Dom Le Vasseur, t. I , p. 3 7 6 .
Extracto d e la Bibliotheca Cartusianomariana, d e Dom
EsTANISLAO
MARÍA AuTORE .
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
3 0 d e abril de 1 465 , varón sumamente docto, compuso: Dos sermones
so bre la Concepáón de María (en latín) , de los cuales el segundo es un
verdadero tratado, bastante extenso , sobre la Inmaculada Concepción
de María.
Bostius, M aracci y otros autores atribuyen a Dom Enrique de Piro,
nacido en 1 403 y fallecido a la edad de 70 años en la Cartuja de Colo­
nia, su ciudad natal, el 1 9 de febrero de 1 47 3 , una Defensa de la In­
maculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María, obra que
desgraciadamente no ha llegado hasta nosotros. «Este gran devoto de
M aría, escribe Dom Le Vasseur, propagó su culto por la voz , la pluma
y la acción» 90•
Dom Enrique Arnoldo, hombre devotísimo de Nuestra Señora,
sajón, prior de la C artuja de B asilea, muerto el 5 de junio de 1487 ,
escribió D e Conceptione Immaculata Virginis Mariae, Antuerpiae,
1 5 2 7 , en 4 . 0
Dom Juan de Visch, flamenco, visitador y prior de varias Cartujas,
que trocó el destierro por la Patria verdadera el 14 de agosto de 1 488,
varón clarísimo en virtudes y milagros, dejó un libro manuscrito, De
Conceptione B . Virginis Mariae.
De Dom Juan de Lapide, suizo (según otros alemán) , célebre doc­
tor de París, profeso de la Cartuja de Basilea, que murió el 12 de
marzo de 1 496 , corre impresa una Praemonitio fratris Joannis de La­
pide, sacrarum litterarum humilis professoris parisiensis, circa ser­
mones de Conceptione gloriosae Virginis Mariae per quemdam meffrth nuncupatum collectos, declarans quid in hac materia sentiendum
ac tenendum sit. Se encuentra en el tomo III de los Sermones de Mef­
freth, editados en Basilea por Nicolás Ressler, año 1 488 . .
Dom Faustino Salerno, napoli tano, prior de la C artuja de l,a Pa­
dule, que abandonó este valle de lágrimas el 1 de agosto de 1 62 3 , escri­
bió, con el seudónimo de C arolo Ramello, la siguiente obra: De Beatae
Virginis praestantia ejusque sacrati'ssima conceptione et sanctificatione,
et quam peri'nde ejus gloria in sancta refulgeat Ecclesia, cui triparti­
tum psalterium additum est, quo Christi et Mariae magna trophaea
canuntur. In lucem edita per U . I .D. Carlum Ramellum, Venetiis, 1 62 1 .
De Dom Damián Fasolio , italiano , de la Cartuja de Pavía, que pasó
a mejor vida el 28 de agosto de 1 62 3 , nos queda : Divozione della Con­
cezione e Nas Cita della B. V. Maria. Manuscrito.
Dom Matías Mittner, alemán, antiguo jes u i t a que ingresó en una
Cartuja cerca de Ratisbona, rector y vicario de varias C asas, hombre
de vasta erudición y mucha virtud , escritor ilustre, que murió el 27 de
•
90 Eph e m erides Ord. Cart. ,
t.
I, p . 203 .
195
J. IBAÑEZ Y F. MENDOZA
julio de 1632 , nos dejó entre otras obras: Figurae vel conceptus pro
Conceptione Immaculata B. Virginis Mariae. Manuscrito.
Preclara gloria de la Cartuja de Miraflores fue el venerable padre
don Nicolás de la Iglesia, natural de Burgos, muerto en 1674, que pasó
de los ruidosos claustros universit arios a los silenciosos de Miraflores,
de donde llegó a ser prior. Devotísimo de Nuestra Señora , en especial
del misterio de su Inmaculada Concepción, dedicó a María una capilla
particular con el título del monasterio.
Insigne por su piedad y doctrina, dejó varias obras, entre otras,
una muy curiosa que tituló Flores de Mz'.raflores, hyeroglíficos sagrados,
verdades figuradas, sombras verdaderas del misterio de la Inmaculada
Concepción de la Virgen y Madre de Dios, María Señora Nuestra.
Impresa en Burgos, por Diego de Nieva y Murillo, a costa de la Real
C artuja de Miraflores, 165 9 .
E s u n ramillete, por decirlo así, d e emblemas o jeroglíficos, cada
uno de los cuales se declara con una tercerilla, y después se explica
y expone en prosa . Por ejemplo, pinta una luna llena y sobre la figura
el texto: «Luna plena in suzs», y debajo la tercerilla :
L a Luna llena d e Gracia
Ni por un mínimo instante
Tuvo en sus días menguante .
.Viene luego la argumentación y declaración en prosa .
Dom Bruno d e Solís y Valenzuela , colombiano, profeso d e la Car­
tuja de El Paular, fallecido el 10 de octubre de 1677, dejó manuscrito
una Selva de la Purísima Concepción. Es también autor de una poesía
impresa en 1 66 1 que tituló: Víctor y festz"vo parabz"én a la Emperatriz
de los Cielos, María Santísima en la victoria de su Purísima Concep­
ción . . . », en la que glosa este antiguo verso: «Sin pecado orignal» .
De Dom Dionisio María Tappert, bávaro, rector de la C artuja de
San Bruno en Colonia, que trocó el destierro por la Patria el 3 de fe­
brero de 1886, nos queda un Tractatus de lmmaculata Conceptione
Beatae Virgznis Mariae.
El gran devoto de María Inmaculada, Dom Manuel María Gar­
cía (t 1 903), fundador de la Felicitación Sabatzna91 , además del opúsculo
9I Este ejemplar sacerdote y luego religioso cartujo (llamado Juan en el siglo). devotísimo
de María Inmaculada, nació en Biar (provincia de Alicante , España) el 8 de febrero de 1 82 0 .
A é l s e debe la Felicitación Sabatina a María In,maculada, fundada a raíz de la Definición del
Dogma de la Inmaculada Concepción de M aría . Ordenado sacerdote (28-II I - 1 852) y dedicado
de lleno a la música religiosa, en la cual era maestro eminente, desempeñaba el cargo de profesor
de canto llano en el seminario de Valencia, y el de organista en la parroquia de los santos Juanes
de la misma ciudad, cuando un acontecimiento que llenó de júbilo al pueblo cristiano vino
a fijar el derrotero de su vida entera.
Por aquel entonces se definió el Dogma de la Inmaculada Concepción ( 1 854). En el ardor
196
EL CULTO A LA SANTlSIMA VIRGEN EN LA CARTIJJ A . . .
que explica y propaga dicha devoción, del que se han hecho innume­
rables ediciones, nos dejó plasmada su alma de artista y su ardiente
devoción a la Inmaculada en la A ureloa musical de la Inmaculada
Concepción, o sea , «Colección de cánticos corales, melódicos armó­
nicos, dedicados a la Virgen toda Pura, por el fundador de la 'Felide su celo y amor a M aría , no se contentó nuestro Dom M anuel con las fiestas celebradas en
Valencia y en la cristiandad entera, sino que su corazón ansiaba «felicitar siempre a María» ,
para perpetuar el entusiasmo de los fieles y el de su propio · corazón por tan fausto aconteci­
miento. Esta Celestial Reina, que se complacía en sus fervorosos deseos, le inspiró la idea y
traza de este monumento espiritual que habría de perpetuar la memoria de aquel 8 de diciembre
de 1 854. Concebida la idea, su idea , se inauguró primeramente en el Seminario Conciliar
( 5 - I II - 1 859) y luego en la parroquia de los Santos Juanes de Valencia , donde se erigió pública
y canónicamente la Asociación, denominada por él Felicitación Sabatina a María Inmaculada,
'
que se propagó rapidísimamente en España .
«Los progresos de la Asociación y el deseo de hacerla más útil a las almas - escribe el
fundador- me movieron a dirigirme personalmente a Roma, en julio de 1 86 3 , para hacer
presente por mí mismo a nuestro Santísimo Padre Pío IX el estado de la Asociación y obtener
en su fabor nuevas gracias. El Santo Padre. que había aprobado ya en sus principios esta
Institución tan íntimamente relacionada con el acto más glorioso de su Pontificado, me recibió
con suma bondad, y oyó con muestras de especial complacencia mi relato. Prueba de ello son
las palabras de singular amabilidad y dignación que pronunció después de oírme, asegurándome
que tomaría con grande interés el asunto de la Felicitación. Interés que empezó a manifestar
desde luego, llevando su dignación hasta el extremo de tomar por sí mismo la pluma y escribir
en el Memorial de las preces que yo le había entregado, una recomendación de su propio puño,
para que con ella me presentase a la Secretaría de Breves. Pero aún se mostró más tierna su
amabilidad cuando, tomando uno de los libritos de la edición latina de la Felicitación, que
igualmente le había yo entregado, expresó su fervorosa devoción a María Inmaculada , escri­
biendo también por sí mismo, al lado de la la � inita de la Concepción que está al principio de
dicho librito, estas palabras de la Sagrada Escritura: «Tu gloria Jerusalem» , devolviéndome
inmediatamente, como un recuerdo que estimo sobremanera y conservaré siempre como la
más rica prenda, este precioso librito; y dignándose además concederme aquella misma pluma
de su uso con que había escrito las expresadas palabras en honor de la Santísima Virgen, y la
recomendación de la Felicitación. Para complemento de tanta bondad me regaló también
cinco medallas de la Inmaculada Concepción de las que Su Santidad había mandado acuñar
en memoria de la declaración dogmática, y además una de su propio busto» . (Al recibirlas,
el agraciado le dijo: «Santísimo Padre, recibo estas cinco medallas en memoria de las cinco
letras que forman el dulcísimo nombre de María»)..
«El Santo Padre - prosigue nuestro favorecido Dom M anuel - dispuesto desde luego a
enriquecer con nuevas gracias la piadosa Asociación, concedió que en adelante tuviese un
carácter más elevado en la Iglesia , y contase con mayores garantías de estabilidad. A este
fin la elevó a la categoría de 'primaria', ordenando que a ella debiesen agregarse las que se
hubiesen erigido o en adelante se erigiesen en todos los dominios de España. Así consta en el
Breve Pías Christi fidelium Societates, expedido por Su Santidad el 14 de agosto del mismo
año 1 86 3» . (Felicitación Sabatina a María Inmaculada, pp. 2 1 ss. , 34. ª ed. , Barcelona, 1 922,
Librería Religiosa. Opúsculo compuesto en español por el mismo fundador de la Felicitación
Sabatina con objeto de dar a conocer y propagar dicha devoción, editado por primera vez
en Valencia , 1 860, Imp. de José Rius. Primera ed. en francés (traducción del P. Bernardino
de Sainte-Marie, franciscano), Bolbec, 1 86 1 , Valin imprimeur-editeur. Primera ed. latina,
Valencia, 1 862, Typis Josephi Rius. Numerosísimas ediciones en español).
En el mes de julio del año 1 866, Pío IX recibía de nuevo al fundador de la Felicitación
Sabatina con su benevolencia acostumbrada, expresándole su vivo gozo por los progresos de
la Felicitación y dignándose darle él mismo instrucciones para que la obra produjese un
bien mayor.
Con el fin de propagar la Felicitación y atraído por las apariciones de Lourdes pasó el
fundador a Francia. Recorrió luego algunos países de Europa, logrando que la Felicitación
19 7
) . IBAÑEZ Y F. MENDOZA
citación Sabatina' . . . Para uso de los seminarios, colegios, asociaciones
pías, escuelas, etc . Ausente el autor y con aprobación de sus superiores
la publican, por encargo del mismo , los señores Dom Luis Badal, ca­
nónigo de la santa iglesia catedral de Valencia, D. Juan B autista Guz­
mán, maestro d e capilla de la misma, y D. José María Ubeda, orga­
nista del colegio del Corpus Christi' de esta ciudad. Con licencia y apro­
bación de la autoridad eclesiástica, Valencia, 1 887» .
B) La Asunción
Hablaremos en segundo lugar de aquel misterio que los corona a
todos, y al cual se da en la Orden cierta preferencia y mayor solem­
nidad exterior que a los demás .
Podemos afirmar cuán afectos han sido los cartujos a este gran
misterio, prenda y símbolo de nuestra futura resurrección gloriosa .
A é l gustan dedicar y consagrar sus iglesias y monasterios. La Gran
Cartuja lo tiene por fiesta patronal . La iglesia (y por lo mismo la Casa)
de la C artuja de Aula Dei (Zaragoza) , cuyo magnífico retablo en tres
cuerpos represen.ta la Muerte («dormición») , Asunción y Coronación
de María, tiene asimismo por titular el Misterio de la Asunción de
Nuestra Señora . Por Patrona , en la advocación de su Asunción, la
tenía la primera Cartuja fundada en España, Scala Dei, hoy desa­
parecida.
La antigua y artística Cartuja de Granada , monumento de arte
nacional , lleva por nombre la Asunción de María. B ajo el mismo título
consolador existió una en Piamonte (la Cartuja de Val- de- Pez) ; otra
cerca de York (Nuestra Señora de Mount Grace) , en Inglaterra; otra
en Walditz (diócesis de Praga) , en Bohemia . . .
Esa festividad es también el día preferido pot los cartujos para
emitir sus santos votos . . . el día en que anhelan dejar este valle de lá­
grimas o en el que María se digna venir por ellos.
Los hijos de san Bruno han creído siempre que María subió en
cuerpo y alma a los Cielos. Por centenares se cuentan los cartujos que
se conociese y practicase no sólo en Europa, sino que, saltando las fronteras, se extendiese
. también por Asia , Africa y América.
En Lourdes se inauguró el 31 de mayo de 1 86 7 . Un año después, en junio de 1 868, Dom
Manuel se postraba por tercera vez a los pies de Su Santidad Pío I X , con cartas del obispo
de Tarbes, en las que este prelado solicitaba la erección en archicofradía de la Felicitación
Sa batina establecida ya en la iglesia de la Inmaculada Concepción de Lourdes. El gran
Pontífice, siempre tan bueno y generoso, otorgó la gracia pedida mediante el Breve Postquam
e la pso, del 14 de julio de 1 868; y por un segundo Breve, expedido el mismo día, concedía
a la archicofradía las mismas indulgencias, gracias y favores de que gozaba la Asociación
primaria de Valencia .
Por otra parte. e l ilustre fundador, músico notable, n o cesaba d e escribir nuevas compo­
siciones sobre su tema favorito, la Felicitación Sa batina: en la A ureola Musical de la Inmaculada,
dejó impresos estos cánticos corales melódico- armónicos.
198
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
han escrito sobre l a Santísima Virgen, y no s e encuentra ninguno que
no haya adoptado o defendido la creencia tradicional de la Iglesia to­
cante a la Asunción de Nuestra Señora, aun en el cuerpo. Algunos,
incluso han tratado ex professo este interesante tema. Tal, por ejem­
plo, Santiago de Junterbock, un abad mitrado de la Orden del Císter
'
que se hizo cartujo en Erfurt, en ei siglo XV . Sus notables tesis sobre
la Asunción de María , tal como lt;i entiende la Iglesia, atrajeron la
atención de sus contemporáneos9 2•
Oigamos al padre Lanspergio , testigo a bona do de la tradición de la
Orden: «Este cuerpo sacratísimo que permaneció siempre virgen, no
podía estar sujeto a la corrupción, ni ser reducido a polvo . . . Dios anti­
cipó para María la hora de la resurrección, llevándola en cuerpo y
alma a los Cielos . . . » 93.
Hoy, es una consoladora realidad la definición del Dogma · de la
Asunción de M aría, merced al augusto pontífice Pío XII, en fecha me­
morable, 1 de noviembre de 1 950. La fidelidad de los cartujos en
creerla y enseñarla quedaba satisfecha.
C) La A nunciación
La Anunciación de Nuestra Señora ha sido siempre objeto de una
de_voción particular por parte de los padres cartujos: los Anales y Efe­
mérides dan fe de ello.
En los sellos de las C asas de la Orden hallamos representado este
misterio no menos de 26 veces. Siete de las Cartujas llevan el nombre
de Anunciación. En Francia tenemos Bellary, en la Nieve Nievre;
Ripaille (Haute Savoie) ; Macourt (Valenciennes) . En Italia, la Anun­
ciación de Turín. En Inglaterra, la Salutación de Nuestra Señora , en
Londres. En Westfalia , la Cartuja de Conradsbourg. En España, aun­
que de efímera duración, la Anunciata, cerca de Valencia ( 1 442- 1 445) .
Es natural que honren especialmente l a Anunciación de M aría
aquellos religiosos que desde la mañana a la tarde tienen continua­
mente el A vemaría en los labios y en el corazón. Por lo demás, María,
de rodillas conversando con el ángel, _María solitaria en N azareth antes
del . Nacimiento del Salvador, o en compañía de su Jesús durante los
treinta años que precedieron a su vida a_postólica, ¿no es el verdadero
prototipo del verdadero religioso contemplativo , del solitario cartujo?
Se nos ocurre al pensamiento que los Padres, al honrar así de una ma­
nera tan especial el Misterio de la Anunciación, no han puesto exclu­
sivamente la mira en la Virgen saludada por el ángel, o en el Verbo
Eterno encarnándose en su seno virginal, sino acaso también, en esa
92
93
La Chartreuse du Val-Sainte Marguerzte
Opera Omnza, t. I I , pp. 4 9 y 268-461 .
a
Bale, por el abate NICKLES , p . 2 1 5 .
1 99
IBAÑEZ Y F. MENDOZA
soledad de M aría , llena de misterio y tan fecunda en frutos de gracia
de salvación y santificación, fiel reproducción de su vida.
Los años de la Santísima Virgen en N azaret fueron de los más fe­
lices de su vida y como el mediodía de su existencia terrestre. Allí,
oscura e ignorada, vivió días apacibles, en el silencio y el trabajo soli­
tario, poseyendo a su Jesús, que no era ni vivía sino para Ella sola.
Y allí, en la casita de Nazaret , pasaba dulcemente el tiempo ocupada
en contemplar a su Divino Hijo, consagrada a servirle y a dejarse for­
mar por sus lecciones y ejemplos. Y estas tres palabras: contemplar,
servirle, dejarse formar, ¿no son, acaso, el compendio de toda su vida?
¿ No resumen ellas también la de un cartujo? Una C artuja, a la verdad,
se nos antoja otro N azaret . Como María, el religioso de san Bruno pasa
allí su existencia contemplando a Jesús, ocupado en servirle, y santificarse en la escuela de sus enseñanzas y sus ejemplos. Contempla
a Jesús, en su oratorio, en el laborioso y saludable ejercicio de la ora­
ción; le sirve, sobre todo en la iglesia, en el coro, en aquellos largos
oficios cantados, por los cuales el Divino Maestro infunde y alimenta
la Vida de su Cuerpo místico; finalmente, se abandona a la acción
de su Dios y Señor, la sufre; y padece más que obra, ese trabajo mis­
terioso, a menudo penoso y crucificante, pero siempre fecundo, de la
propia santificación, a la cual nada favorece tanto como la soledad:
porque la soledad es el fondo de su vida, como lo fue para María.
Todas las ocupaciones de la Santísima Virgen en N azaret tuvieron
por único objeto a Jesús; nada, en verdad, le atrajo fuera de El: Jesús
y sólo Jesús fue el centro absoluto y universal de su existencia. En la
casa paterna se debía a sus padres; en el templo hilaba para orna­
mentación del santuario; después de la Ascensión aconsejaba a los
apóstoles y sostenía la fe de los primeros cristianos; pero en Nazaret
vivía solamente para su Jesús.
De idéntica manera, el cartujo, separado de la vida de familia,
enteramente aislado del mundo, extraño a todo ministerio activo, apar­
tado y como sepultado vivo en su voluntaria soledad, no tiene otra
ocupación, día y noche, que contemplar a Jesús, amarle y unirse a El. . .
El mundo vive por estos sacrificios de los religiosos y por estos miste­
riosos connubios, como vive por el fíat creador y por el fíat de María.
D) La compasión de María
Sin sufrimiento no se da a luz a las almas, no se las hace nacer a la
gracia. Por el hecho de su consentimiento al honor de la Maternidad
Divina, María venía a ser la M adre de los Dolores: La Anunciación
llamaba y suponía la Compasión de la Divina M adre, que debía ser
Corredentora con Cristo. Este Misterio de Nuestra Señora_, como fácil200
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
mente s e comprende, n o podía menos de ser carísimo a l a piedad car­
tujana. El cartujo está también consagrado a la penitencia y a las lágri­
mas; su vida entera no es sino un tejido de privaciones y austeridades
que acepta gozosamente en expiación de sus pecados y de los ajenos.
Como M aría al pie del C alvario, llora por aquellos que no lloran; y sus
lágrimas unidas a las de la. M adre de la Piedad y de la Misericordia ,
s e cambian e n lluvias de gracias por l a conversión d e los pecadores.
Por las Crónicas sabemos que siempre ha existido en los monasterios
cartujanos un culto particular a lla Pasión del Salvador y, por tanto,
a los Dolores de María, que son inseparables de aquélla. Entre los sellos
mariales de las C asas, la Virgen Santísima al pie de la Cruz se encuen­
tra representada no menos de 1 4 veces. Algunas Cartujas, incluso, han
adoptado el vocablo del Misterio: tales como Nuestra Señora de la Pie­
dad, en Mougeres (Hérault, Francia) ; Nuestra Señora de los Siete
Dolores en Lille (La Boutillerie) ; la Compasión de la gloriosa Virgen
María, en Gidle o Gelda ( Polonia) ; la Compasión de Nuestra Señora,
en Cantave (Alemania) .
Existe en casi todas las Casas una capilla dedicada a la Compasión
de María. Para satisfacer su devoción los padres no han temido dar
una tregua a su tradicional simplicidad. Así leemos en las Efemérides
que en 1 649 se invitó a la Cartuja del Reposoir a monseñor Carlos
Augusto de Sales, obispo y príncipe de Ginebra, a bendecir una capilla
erigida en honor de la Compasión de Nuestra Señora, con el fin de
dar mayor esplendor y solemnidad al acto94•
Estos homenajes de la piedad cartujana han sido maternalmente
acogidos por la M adre de la Piedad, que se ha dignado a veces recom­
pensarlos con el brillo de los milagros, como sucedió en España en la
C artuja de las Fuentes. Poseyó dicha C asa una imagen de la Compa­
sión de María, regalo de monseñor Pedro Gregorio, obispo de Huesca ;
era una pintura sobre madera , debida a u n pincel romano muy hábil .
En las horas de angustia, los religiosos veían muydistintamente un sudor
frío bañar el rostro de la Señora. Este milagro se renovó varias veces,
siempre en viernes. Como fechas más notables se citan las de 4 de enero
y 1 5 de febrero de 1 70 9 . Esta última vez se recogió el sudor en un pu­
rificador que se guardó entre las reliquias de la C asa, levantándose
acta delante de notario público. Posteriormente se repitió el sudor en
los años 1 73 7 y 1 74895•
El infante de Castilla, don Fernando, más tarde rey de Aragón,
donó a monseñor Jun Vásquez de Cepeda, obispo de Segovia, fundador
de la Cartuja de Aniago, una estatua de la Compasión de María, que
94
95
Dom Le Vasseur, t. 11, p. 3 6 7 .
R . P . FAcI , A ragón, Reino d e Cristo y Dote d e María, p . 439 , Zaragoza, 1 739.
201
IBAÑEZ Y F. MENDOZA
llegó a ser milagrosa . El obispo la regaló a su vez a los cartujos. Y , con­
traste curioso: el rostro de la Señora, sonriente y gracioso, dejaba
correr a lo largo de las mejillas gruesas lágrimas . En una visita que la
reina Margarita hizo a la C artuja, una dama de su séquito, cediendo
a la curiosidad femenina y queriendo cerciorarse de si las lágrimas
que corrían eran naturales, llevó audazm�nte la mano a la imagen.
Mas, ¡oh prodigio! , su brazo se paralizó instantáneamente , experimen­
tando tan vivos dolores que la hicieron prorrumpir en grandes gritos.
Testigo de esta escena el religioso que la acompañaba se puso en ora­
ción y obtuvo de la Madre de las Misericordias que el brazo de la cor­
tesana volviese a su estado normal 96•
Numerosas páginas nos serían necesarias para dar a conocer todos
los cartujos devotos de la Pasión, de las Cinco Llagas, de la Cruz del
Salvador y por su necesaria correlación, de los Dolores de María.
No obstante , hay dos nombres que no podemos pasar en silencio: son
los de un prior de la C artuja de B asilea y del padre Lanspergio.
Don Enrique Amoldo, profeso y prior de Basilea, murió el 5 de ju­
nio de 1 48 7 , después de más de 50 años de Orden . Su vida se manifestó
por un amor extraordinario para con la Santísima Virgen. Se cuenta
de él que con motivo de dar mayor esplendor a ciertas fiestas marianas,
introdujo modificaciones litúrgicas que fueron sancionadas por el Ca­
pítulo General, pero que no obs.t ante , no se juzgó oportuno mantener
y confirmar. Consistían principalmente en la introducción de Leccio­
nes propias en Maitines, debidas a la elegante pluma del mismo ve­
nerable padre Prior. Fue él también el primero en obtener del Capítulo
General . el permiso de celebrar la fiesta de la Presentación de María,
fiesta que no se admitió en toda la Orden hasta algunos años más
tarde. Pero de todas las solemnidades de María, la de la Compasión
halló eco especial en el corazón de Dom Amoldo : fue también el pri­
mero en hacerla celebrar en su Casa . Ardientemente deseaba ver es­
tablecida en todas partes la fiesta de su predilección; a este fin hizo
componer un Oficio propio completo, con notas para la parte can­
tada en el coro. El ardor de su celo logró verla introducida en la dió­
cesis de B asilea. Finalmente trabajó tanto a este respecto, que se le
debe considerar corno uno de los principales autores de la extensión
del culto mariano en la Orden al declinar . el siglo XV97 •
Pero quien fue y permanecerá sin rival en los testimonios de su filial
piedad para con la M adre de los Dolores es sin duda el devoto Lans­
pergio. De él se pudo escribir «que la Pasión de Cristo era la pasión
96 ]OSÉ VALLÉS , Primer Instituto de la Sagrada R eligión de la Cartuja (2 . ª ed. , Barce­
lona , 1 792) , p. 227 .
97 Abate NICKLES , La Chartreuse du Val-Sainte-Marguerite a Bale, p. 143.
202
·
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA
dominante de su corazón» , como la Compasión de María su tema
favorito.
No conocemos, en verdad, ningún otro autor cartujo que haya tra­
tado este asunto tan extensamente como él. Puede decirse que de los
cinco volúmenes de sus Obras Completas, tres lo están especialmente
consagrados, a menos que alguien intente separar la Madre del Hijo.
Pero escribió, además, una obra ex professo sobre la Compasión de
M aría. La intituló : Threni de CompasS'ione et planctu piissimae Vfr­
ginis Mari'ae, dividido en 19 lamentaciones o trenos. Con él termina
el quinto y último volumen de sus obras.
C aracteriza la obra una piedad tierna y amorosa hacia la Augusta
Madre de Dios; se desliza toda ella en una larga y dolorida cantinela,
llena de tristeza y amor, variando al infinito sus modulaciones, siempre
sobre el mismo fondo. Un solo pensamiento, o mejor un solo sen­
timiento, domina e impregna todas las páginas: el dolor y compasión
del afligido Corzón de M aría. El autor le da vueltas por todas sus
caras y facetas, saturándolo de un cabo a otro de la más suave unción
y cubriéndolo con un velo de duke melancolía que impresiona y con­
mueve el corazón por el relato emocionante de los sufrimientos de
Jesús y de M aría.
E} La mediación de María
He aquí un misterio que entraña de consoladoras esperanzas y dul­
císimas alegrías para el fiel amante de Nuestra Señora y para el alma
del cartujo en particular, que espera y confía plenamente en su po­
derosa intercesión y maternal intervención. ¡Con cuánto fervor la
invoca frecuentemente en privad.o y algunas veces en comunidad, ex­
playando su corazón en transportes de gozo a los acentos vibrantes del
Sub Tuum Praesidium : «Domina nostra, Mediatrix nostra, Advocata
nostra, tuo Filio nos reconcilia, tuo Filio nos commenda, tuo Filio nos
nunc et in hora mortis nostrae representa»! : ¡Señora nuestra, Media­
dora Nuestra, Abogada nuestra, reconcílianos con tu Hijo, encomién­
danos a tu Hijo, intercede por nosotros cerca de tu Hijo ahora y en la
hora de nuestra muerte!
Esta insigne prerrogativa de María la proclaman los cartujos prác­
ticamente esperándolo todo de Ella y teóricamente sintiendo, confe­
sando y defendiendo tan consolador privilegio mariano.
Podríamos aducir textos de los escritores cartujanos en que se reco­
noce a María su maternal y universal intercesión: pero para no ser
prolijos, nos contentaremos con dos citas que resumen el pensamiento
cartujano sobre la Mediación de María, una de Dionisia el C artujano,
y otra de Lanspergio.
203
J. IBAÑEZ
Y
F. MENDOZA
Comentando el A ve Maris Stella, escribe Dionisia lo siguiente a pro­
pósito del verso Solve uincla reis: «Esto y lo que sigue, la piadosísima
y Omnipotente Soberana lo opera , no como causa eficiente principal,
sino como Mediadora y causa cooperante de orden instrumental.
Y desde luego más excelentemente que los otros santos o santas, su­
puesto que el Reino de la Misericordia le ha sido confiado. Ella tiene
por este título de Reina de la Misericordia y M adre de la Gracia y de la
Salvación, como recibida por prerrogativa y derecho de Maternidad
Divina, una sub-procuración o intendencia en todas las cosas, a la
manera que Cristo en su naturaleza humana por relación a los efectos
de los Sacramentos . . . 'Nada quiere Dios Nuestro Señor que tengamos
que no pase por las manos de María' .. Por lo mismo, todo el bien que
hay en nosot:rns, reconozcamos haberlo recibido por 'Ella , como Me­
diadora' ; y demos gracias a Dios por tan grande beneficio»98•
Sobre la Mediación de M aría tiene el padre Lanspergio páginas
llenas de doctrina y de persuasiva elocuencia. Colocado en un medio
protestante, defiende con ardor este privilegio de M aría contra los no­
vadores que reconociendo en Nuestra Señora su cualidad de Madre
de Dios le rehusaban toda intervención en la distribución de las gra­
cias. El devoto cartujo pone en boca de Nuestro Señor, hablando al
alma fiel, las siguientes palabras: «Hija mía, cuánto se engañan, y
cuán ingeniosos son para hallar medio de endurecerse en el mal y per­
derse sin remedio aquellos que no hablan con respeto de esta (María)
Tesorera de mis gracias y que rehúsan reconocerla como su Abogada,
. cerca de Mí, como Yo lo soy cerca del Padre . No teniendo cerca de Mí
nadie que se interponga e interceda por ellos y que retenga mi brazo
dispuesto a castigarlos , ¿ piensan sustraerse a mis golpes?»99•
«Al constituirla Tesorera de la Gracia - dice en otro lugar - Cristo
ha querido que recibiésemos por Ella todo lo que le pedimos a El.
Acostumbran los reyes otorgar por medio del tesorero real las limosnas
que quieren distribuir a los pobres» . Y un poco más adelante añade:
«Así como el Padre Celestial puso a su Hijo como Mediador entre el
mundo y El, así Nuestro Señor quiso que su Madre fuese Mediadora
entre El y los hombres, dándole para ello un Corazón misericordiosí­
simo para con los pecadores que quieran arrepentirse y recurrir a Ella,
entregándole todos los tesoros de sus gracias y de su Misericordia, de
tal modo que nada quiere otorgar a los hombres - como dice el divino
Bernardo - si no es por manos de su bendita Madre» i o o .
98
99
1 00
204
Opera Omnia, t. XXXV, p . 84, ed. Tornaci, 1 908.
Opera Omnia, t. IV, p . 348 .
Opera Omnia, t. I I , pp. 497 y 503.
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA.
111.
El Santo Rosario en la Cartuja
Una devoción mariana que ha dejado surcos profundos en la his­
toria cartujana, es la del Santo Rosario. No vamos a abordar aquí la
controversia suscitada en estos últimos tiempos sobre el origen del
Rosario, ni a investigar si esta santa institución, que tan de lleno ha en­
trado en la piedad popular, se debe toda entera a santo Domingo 1 0 1 ,
o s i s e desarrolló progresivamente a través de las edades cristinas, o si
por ventura, como llega a sospechar el R. P. Thurston, S. J . , toda la
confusión en la mente del beato Alano de Rupe ( t l475) , proviene
de la identidad de nombres entre el fundador de la Orden de Predi­
cadores y Domingo de Tréveris 102 • Nuestra labor más modesta , se
limita en estos momentos a consignar la devoción de los padres cartujos
por el Santo Rosario y a dejar registrada su contribución a la forma­
dón del mismo y sus esfuerzos en pro de su restauración y propagación.
A) Los primeros vestigios del Rosario en la Orden
Uno de los más antiguos vestigios de la práctica del Santo Rosario
en la C artuja, lo hallamos en una obra de Hugo de Balma de Dorche,
que vivió en la segunda mitad del siglo XIII en la Cartuja de Meyriat,
de la cual fue prior (se ignora la fecha precisa) 1 º3• Es autor de un ex101
Será bueno hacer notar (para que mejor pueda comprenderse lo que luego iremos
diciendo en páginas posteriores) que, al paso que algunos autores atribuyen a santo Domingo
la formación entera del Rosario, otros, por el contrario, limitan su acción a solas las 1 5 0 A ve­
marías. El padre Mézard mismo, a pesar de sus tendencias en contrario, llega a decir que:
«De buena gana creeríamos que la acción de santo Domingo tendía principalmente a esto:
a hacer rezar el A vemaría lo más posible; y de este impulso salieron las 50 A vl, las 1 50 , y
también las 1 . 000, de que la historia dominicana nos ofrece tantos ejemplos» (Etude sur les
origines du Rosaire, p. 1 25). Y en otro lugar añade: «Si alguno ha sido el inspirador y propa­
gador de esta recitación de las 1 50 Avemarías en el siglo X I I I , como lo creemos que lo ha
sido santo Domingo, y si su celo ha acertado a hacer de ellas un uso popular y universal,
¿ no merecería éste tal ser llamado el autor del Rosario, aun cuando no hubiera introducido
ni el Pater, ni el Gloria, ni esta meditación que ahora poseemos?» (Etude citado, p. 1 74).
1 º 2 Sabido es que Alano fue el primero en atribuir el Rosario a santo Domingo (poco
tiempo después de la muerte de Domingo de Tréveris) y en hablar de una revelación hecha
al mismo santo por la Santísima Virgen, en orden a la predicación del Rosario; de todo lo
cual afirmaba él (Alano) haber tenido noticias por revelación. Aludiendo a este hecho escribe
el R. P . Thurston en la revista «The Month» , p. 527 ( Londres, 1 900): «Alano habría quizás
visto en alguna parte estas palabras: D. Dominicus; pero en lugar de leer Dom Dominicus
(el cartujo), leyó Divus Dominicus (santo Domingo)» . Y en el artículo CHAPELET , del Diction­
naire d 'A rchéologie, col. 406, se expresa así el citado padre: «No parece inverosímil que la
creencia que vincula el Rosario a santo Domingo, haya sido sugerida al espíritu de Alano por
una suerte de confusión entre el santo fundador de los predicadores y Domingo el cartujo» .
(Véase a este respecto lo que decimos más adelante en el párrafo: La tradición dominicana y
el silencio de los cartujos).
1 0 3 Cfr D. T. C . , t. V I I , col . 2 1 5 , art. HucuEs DE BALM A . Es cierto que en 1 205 vivía
un Hugo de B alma , cartujo, a quien Dom Le Couteulx atribuye la Theologia Mystica
(Annales, t. 1 1 1 , pp. 309 ss. ) , pero la crítica moderna se la adjudica hoy al prior de Meyriat,
Hugo de B alma de Dorche, que vivió al final del mismo siglo.
205
J. IBAÑEZ Y F. MENDOZA
celente tratado de espiritualidad conocido con los nombres de Theo­
logía Mystica o De triplici via ad sapientiam, nempe purgativa, zUu­
minativa et unitiva, y también con el de Viae Sion lugent, tomado de
las palabras con que empieza la obra . Erróneamente se la ha atribuido
durante varios siglos a san Buenaventura e incluido en las Obras del
santo doctor104• «En ella se aconseja rezar en honor de María: Cua­
renta o cincuenta veces el Avemaría, dividiendo ( con el Pater?) a�
llegar a cierto número , o haciendo algo semejante , según mejor pare­
ciere. Esto se le ofrecerá diariamente a manera de tributo, en señal
de amor y espiritual homenaje» 1º5 •
Se lee en los Anales, que en el año 1 2 6 1 vivía en la Cartuja de Be­
llary (Francia) un religoso que «se había propuesto ofrecer a la Santí­
sima Virgen, tanto por el día como por la noche, 1 00 veces el Ave del
ángel, seguida de la beatificación del fruto de su vientre» (o sea, aña­
diendo las palabras: Y bendito es el fruto de tu vientre) 106 •
La primera mención ofz"áal del Avemaría en la Orden la encon­
tramos hacia el año 1 2 3 3 (más bien un poco ant�s que después), en
una Carta de un Capítulo General, que exhortaba a los priores a en­
señarla a los novicios conversos. Y el primer documento oficial que
prescribe o manda el rezo de la misma es también una Carta de un
Capítulo General, el de 1 2 7 9 , que ordena a los conversos el rezo de
50 Pater y 50 Ave, por algunos amigos de la Orden. En adelante se
hizo frecuente el imponer el rezo de 25, 30, 5 0 , 1 00, 1 50 Pater y Ave,
que solían recitarse en serie y separadamente . Era, sin duda , el Rosario
en su forma primitiva .
No obstante, no deja de ser curioso que nunca el Rosario (50 Ave)
o el Salterio de María ( 1 50 Ave) , ni aun en tiempos más recientes haya
sido preceptuado con su nom bre prop1:0 y en cuanto tal en la legis­
lación cartujana; se han contentado siempre los antiguos padres con
indicar simplemente el número de Avemarías que debían decirse.
Sófo una vez , incidentalmente, se habla del Salterio de María en
.
una Carta del Capítulo General de 1 374. Es el caso de que a cierto
prior, por nombre Reginaldo Deschenilles (de Cuppis, según Dom Le
Couteulx) , gran devoto de Nuestra Señora, se le había concedido un
Monacato en toda la Orden 1 0 7, ' "'d e suerte que a su muerte todos
1 º4 La edición crítica de las obras de san B uenaventura, de la BAC (6 vols. , Madrid, 1 946 ss. ) ,
y a n o incluye la Theologia Mystica d e Hugo d e Balma entre l a s obras del Seráfico Doctor.
l O'>
He aquí el texto latino exacto: «Et tune dicat ei : A ve Maria , quadraginta vicibus, ve!
quinquaginta. sub ceno numero, si voluerit . dividendo, ve! consimile, prout sibi melius
videbitur. Hoc quasi in signum dilectionis et spiritualis homagii reddens ei Quotidie pro
tributo» . Cfr Opera O m nia S. Bonaventurae, ed. A. C. PELTIER . t. V I I I , p. 8, París, 1 86 6 .
Dom Laage. p. 2 1 .
1 06 Cfr Dom Le Couteulx , t . I V . pp. 2 3 3 ss.
1 07 Se da el nombre de Monacaro en la Orden Cartujana , a ciertos sufragios concedidos
a los monjes de la propia Casa de Profesión , a los de Casas asociadas entre sí, o a determinadas
206
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA
los sacerdotes debían decir dos salterios o seis misas, y cada converso
300 Pater, la mitad de ellos con «venia» . Pero este religioso, o por
caridad, o por devoción a Nuestra Señora, renunció a esos beneficios,
rogando que los sacerdotes celebrasen solamente dos misas de Beata
a su muerte, y los demás rezasen tres Salterios de la Virgen, con «ve­
nia» , a cada Avemaría. El C apítulo General de 1 374 se contentó con
publicar esta disposición, sin imponerla a nadie10 8•
Si en la legislación cartujana no tropezamos con la palabra Salterio
o Rosario ( acaso por aquello de que «por sabido se calla» , o por con­
servar la costumbre, etc . ) , es cierto, sin embargo, que, como devoción
privada y con sus propios términos, había invadido ya los claustros
de la Cartuja desde la segunda mitad del siglo XIV, si no antes . En
efecto desde 1 366 empezó a propagarse en la Orden y fuera de ella,
el Salterio de María (llamado luego Rosario) , enseñado por María San­
tísima - según atestiguan las Crónicas - a Dom Enrique Egher de Kal­
kar, y que no era otra cosa que nuestro actual y auténtico Rosario de
1 50 Avemarías, con Pater antes de cada decena, pero sin misterios 1 09•
B) Dom Enrique Egher de Kalkar y el Salterio de María
Este santo religioso se había mostrado siempre devotísimo de María:
la M adre de Dios recompensó largamente su piedad filial. Hacia el
año de 1 36 6 , Ella misma se dignó enseñarle, en una visión, la manera
de componer un Salterio en su honor. «Fue Dom Enreque, mientras
vivió, devotísimo de la Bienaventurada Virgen María; y porque la amó
tan ardientemente la Madre de Dios se mostró a él en pleno día, en
una visión, en la Celda «S» , antiguamente «H» , instruyéndole sobre
la menera de componer un Salterio , añadiendo que primero debería
decir un Padrenuestro, luego 1 0 Avemarías, y así sucesivamente hasta
completar 1 5 Padrenuestros y 1 50 Avemarías. Comunicó por escrito
su revelación a uno de los priores de Inglaterra, y por su medio se di­
vulgó en la Gran Bretaña este Salterio o manera de dar culto a la
M adre de Dios, de suerte que apenas había quien no tuviese su Rosario
personas de la Orden, y que, como se indica arriba en el texto, consisten en seis misas o dos
Salterios (que a los legos se les conmutan por cierto número de Padrenuestros y Avemarías)
y además en un treintenario de misas que se inicia con un oficio y misa de difuntos en comu­
nidad.
1 08 Cfr Le culte de la T. S. Vierge
, p . 28. DOM LE CouTEULX , t. VI , p. 149, opina
que se trataba del Psalterium B. M. Virginis, de san Buenaventura. No parece probable, por
cuanto que por una parte el Salterio de san Buenaventura era poco conocido; y por otra nos
encontramos en la época, precisamente, en que se había comenzado a propagar el Salterio de
María, de Dom ENRIQUE DE KALKA R , y por haber sido Dom Reginaldo prior de varias Casas
y visitador, podía estar bien enterado del movimiento de restauración del Salterio: de dopde
nada extraño que quisiese dar una muestra de devoción a M aría , y la adhesión al movimiento.
1 0 9 Nacido en Kalkar ( Prusia) en 1 328, ordenado sacerdote en 1 360, ingresó en la Cartuja
de Colonia en 1 36 5 . Murió en 1408.
. . .
207
IBAÑEZ Y F. MENDOZA
de 1 5 décadas, y nadie se sentaba a la mesa sin antes haber ofrecido
este obsequio a la Madre de Dios» 1 1 º.
Dom Teodoro Petreyo, autor cartujo, escribía en 1 608 en sus
Notae seu elucidationes breves in septem Petri Dorlandi Chronici car­
tusiensis Libros (Coloniae, apud Petrum Cholinum, pág. 1 33) que
en su tiempo aún se veneraba el lugar en el cual se decía se le había
parecido la Santísima Virgen a Dom Enreque de Kalkar. Dicho lugar
no era otro que la celda «H» , según el anterior relato. De donde se des­
prende claramente que Dom Enrique no ejercía por entonces el cargo
de prior, puesto que la celda «H» se encontraba dentro del claustro
de las celdas de los monjes y la celda prioral fuera del mismo. Ahora
bien, esto no pudo ser sino en los períodos de 1 365 a 1 367 , o de 1 396
a 1 408 , los únicos años que no ejerció superioridad alguna . El padre
Hartzheim y más netamente Dom Le Couteulx, se inclinan a creer que
el hecho es posterior al año 1 396. Pero probablemente no conocieron
una carta de Dom Juan Dotz (o Dotzheim) , profeso de la C artuja de
Maguncia , prior de esta misma Casa y de la de Basilea ( t l 4 1 8) , a
Dom Enrique Kalkar, fechada en 1400, que abona por una mayor
antigüedad del hecho. Dice así :
«Un antiguo hermano me dijo haber sabido de vos que en otro
tiempo se os apareció alguna vez la Bienaventurada Virgen María
diciéndoos: Conozco tu deseo y sé que de buena gana me servirías de
una manera más de mi agrado, si lo supieras. Te digo, pues, que me
ofrecerás un homenaje muy agradable, si cada día rezas devota y aten­
tamente, prosternado en tierra , cincuenta veces la Salutación A n­
gélica>> .
El texto alegado contiene substancialmente el hecho de la apari­
ción de Nuestra Señora , y la antigüedad de la visión. El hacerse
mención de 50 Avemarías, y no de 1 50 , puede explicarse fácilmente
por debilidad de la memoria en el que lo refiere o más probablemente
por abreviación del rezo de las 1 50 Avemarías en 5 0 .
En s u respuesta , Dom Enrique , a l eludir hábilmente y con mucha
humildad la cuestión, confirma la verdad de la aparición, según aque­
llo de «quien calla otorga» : «Respecto de la Salutación A ngélica y del
número que es preciso decir, sabed que el jubileo es el número místico
de la gracia y del perdón; en consecuencia , rezar 50 Avemarías agrada
a la Bienaventurada Soberana y gloriosa Virgen María. Saludad a mis
antiguos conocidos ccr:>n un Avemaría» 1 1 1 •
1 1 0 Dom juAN LoTTLEY Origo et series Pri·orum Cart. in Colonia (del Archivo de la Gran
Cartuja, fondos de Colonia . manuscrito A-5, b2 , p. 1 7 ) . Cfr Dom LE VASSEUR , t. IV, p. 54 1 ;
Dol]l LE CoUTEt' f X , t : \,'J I , p. 3 .
.
1 1 1 Copia manuscrit;1 en el Archivo de la Gran Cartuja, fondos de Tréveris, A - 5 , 242 , a ,
·
p . 28. Cfr Abate N1cKU:s , L a Chartreuse d u Val-Sainte Marguerite a Bale, p. 7 1 . Le culte
de la T. S. Vierge, p. 33.
208
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
Notemos e n esta respuesta: l . 0 Que s i no hubiese habido una vi­
sión, lo hubiera confesado: lo contrario hubiera sido una falta de
humildad y de veracidad. 2 . 0 Que no extrañaba ni disgustaba a Dom
Enrique el rezo de las 50 Avemarías en lugar de las 1 50 , acaso por estar
ya acostumbrado a verlo hacer así a su alrededor: lo cual es fuerte
indicio de la antigüedad de la visión, porque de haber acaecido ésta
pocos años ha, fuera natural que de una manera u otra manifestase
su disgusto por inmutar tan pronto lo que la Santísima Virgen le había
enseñado. 3. 0 Las palabras: «Respecto del número que es preciso
decir . . . » , indican una reticencia que se podría traducir por esta frase :
«No hay inconveniente en rezar 50 Avemarías, en lugar de 1 50 , como
me enseñó Nuestra Señora; también 50 Avemarías agradan a la bien­
aventurada Soberana , puesto que el jubileo es el número místico de la
gracia y del perdón» .
La revelación del Salterio de María hecha a Dom Enrique de Kal­
kar es uno de los hechos mejor adquiridos de la crítica y de la historia
cartujana, fundada en los documentos y en la tradición constante de la
familia . Ni faltan testimonios ajenos a la Orden que así lo reconocen.
Así el padre José Hartzheim , S . J . ( t l 757) asegura: «Era fama en la
Cartuja de Colonia que la M adre de Dios había enseñado a Enrique
el Salterio de 1 50 Salutaciones Marianas, con la interposición de
1 5 Padrenuestros que, a manera de cotidiano homenaje, ofrecía a
la dueña de su corazón» 1 12 .
Con lealtad digna de encomio el R. P . Mezard, O . P . , reconoce
también la revelación hecha a Dom Enrique , cuando escribe: «Hacia
1 360 (sic) , la Santísima Virgen se apareció a un cartujo, Enrique
Egher, y le enseñó a rezar un Salterio en su honor; por consecuencia
de esta visión, la devoción recibió una grande difusión en Inglaterra» 1 1 3 •
De lo dicho se desprende que Nuestra Señora habría renovado en
favor de Dom Enrique la revelación del Rosario hecha a santo Do- ·
mingo. El silencio de los primeros biógrafos del santo fundador de los
predicadores, en los cuales no se encuentra la más ligera alusión a re­
velación alguna sobre el Rosario, ni a la institución o propagación del
mismo por el santo, así como la escasez de datos sobre el Rosario hasta
la época de Dom Enrique de Kalkar, han hecho sospechar a algunos
que éste es el verdadero institutor del Santo Rosario. Pero el argumento
de tradición ( «ut pie creditur>> , «prout in historiis legitur>> , de las Bulas
papales) invocado por la Iglesia en favor de santo Domingo, parecía
decisivo y ha mantenido siempre a la Orden Cartujana en una pru­
dente reserva. El analista cartujano Dom Le Couteulx, que escribía
1 12
1 13
Bibliotheca Coloniensis, p. 1 1 7 .
Etude sur les origines du Rosaire, p . 3 7 0 (Trévoux, 1 9 1 2).
209
IBAÑEZ Y F. MENDOZA
a fines del siglo XVI I , dice a este propósito con mucha circunspección:
«La opinión común, que no osamos contradecir, atribuye la institu­
ción del Rosario a santo Domingo : Hay quines no obstante, lo atri­
buyen a otros. Sea lo que sea no puede rehusarse a Dom Enrique de
Kalkar la restauración de una práctica acaso completamente olvidada
entonces» 1 1 4 •
No solamente se ha de conceder a Dom Enrique de Kalkar el título
de restaurador del Rosario (que comparte con Domingo de Tréveris,
como luego veremos) , sino además el honor de haber sido el primero
en introducir los 1 5 Pater para dividir las decenas. Al decir el primero,
no pretendemos señalar un número absoluto : dejando aparte la reve­
lación con que fue favorecido, pudo Dom Enrique haber hallado ves­
tigio de ello en épocas anteriores; mas el dio el primer impulso estable,
eficaz y definitivo 1 1 5.
El sabio jesuita, R. P. Thurston, confirma lo dicho cuando dice:
«La introducción de los 5 Pater para dividir las 50 Ave, es atribuida
por graves autoridades a un cartujo, Enrique Egher, conocido con el
nombre de Kalkar>> 1 1 6 .
Y monseñor Righetti escribe: «Fue un monje cartujo, Enrique
Egher, el que introdujo el uso de intercalar un Paternoster en cada
uno de los dieces del Rosario» 1 1 7 .
Nos dejó también Dom Enrique d e Kalkar, entre sus obras, un
Himno en honor de Nuestra Señora, que contiene 1 50 palabras.
Lo trae Dom Molin en su Historia Cartusiana (t. I I , pág. 24) , con el
título de Psalterium B eatae Virginzs, 1 50 Dictiones Conti'nens. Se le en­
cuentra también, por un error del editor, entre las obras de Lanspergio
(Opera Omnia, t. V, pág . 430) 1 1 8•
111
A nnales Ord. Cart. , t. VII , p . 4 .
Su caso e s semejante al d e santo Domingo: e l santo s e encontró con q u e el Avemaría
se rezaba, de ordinario, en número indeterminado, y él fue el primero en concretar el número
de 50, o de 1 50 , perpetuándolo con su predicación. Muy atinadamente observa el R. P. Mé­
zard, O . P. , a este respecto: «El verdadero institutor del Rosario nos parece debe ser aquel
que ha sido el µrimer apóstol y a q uien cabe el honor de haberlo puesto entre las manos de
los fieles y haber hecho su uso general y popular. A los demás q ue le han precedido no los
miremos sino como precursores. Habrán rezado las 1 50 Ave, es posible; pero no han engendrado
un movimiento que se haya perpetuado en pos de ellos» (obra citada , p. 289). El caso se repite
después con Domingo de Tréveris, al introducir éste la meditación de los misterios en el santo
Rosario, aun cuando antes de él se encuentren vestigios vagos de meditación. Su acierto estuvo
en concretar los misterios, 50 en número, que luego cristalizaron en nuestros 15 misterios
actuales, probablemente por obra del dominico bretón Alano de Rupe. Es el mismo caso de
los inventores. No surge un invento de la noche a la mañana: se lleva gloria y la patente de
inventor el que le da una forma estable y práctica o lo propaga.
116
D. A. L . , art. CHAPELET , T. I I I , col. 406 .
1 1 7 Historia d e la Liturgia (BAC, 1 32), t. 1 , p. 205 . E n el t. X , p. 4 8 3 , d e L a Pala bra
de Cristo ( BAC, 1 83), leemos: «El primero de quien se tiene datos ciertos de que dividiera el
Rosario en quince partes fue el cartujo inglés (sic, por alemán) Enrique Egher, que intercaló
un Paternoster por cada diez A vemarías».
118
No debe confundirse este «Salterio en verso» , con el legítimo S alterio de las 1 50 Ave1l5
2 10
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA
La circunstancia de constar de 1 50 palabras y empezar cada estrofa
por la palabra Ave son un claro indicio de devoción a su caro Salterio
de M aría, que ellas le recuerdan. El himno es sencillo, pero de una
belleza y unción incomparables. Helo aquí :
SALTERIO DE 1 50 PALABRAS
(Himno en honor de Nuestra Señora)
A ve, Virgo Virgznum, laus et lux justorum.
Ad te clamat jugiter turba populorum,
Nos malis erzpe, quos in via morum
Detorquere satagit tractus vitiorum.
A ve, torrens gratiae, torrens fontis viví,
Torrens de quo profluunt ubertatis rivi:
Fac ut Deum sitiam magis quam sitivi,
Qui per mundi scelera currens circuivi.
A ve, Nostrum gaudium, nostra spes et vita:
Per quem sunt remedia aegris impartita.
Generalem generis sortem non o blita,
A d aeternae pa bulum vitae nos invita.
A ve, fons clementiae, veniaeque vena,
Per quam nobis redditur vitae cantilena;
A peccato libera nos et ab ejus poena,
A d aeternae patriae perduc nos amoena.
A ve, nostri generis parens et patrona,
Supra cunetas possidens gratzarum bona;
Tuis sanctis p.recibus meritisque dona
Ne mens nostra solito sit zn malum prona.
A ve, Virgo, susczpe mentís in conclavi'
Verba, quibus venzam toties rogavi:
·
m¡irías, por él propagado, como lo hace, por ejemplo, el articulista de la Enciclopedia ES PASA
(palabra KALKAR , Enrique de), quien no solamente confunde el Salterio de María con el Salterio
de las 1 50 palabras, sino también a Enrique de Kalkar con Dom Domingo de Tréveris. Véase :
«También escribió (Dom Enrique) un tratadito (¡un himno!), Psalterium Beatae Virgini.s 1 50
Dictiones continens, que recibido sin gran entusiasmo por sus contemporáneos por lo poco
práctico del modo de oración en él contenido (¡no contiene ningún modo de orar!). ha alcan­
zado en nuestros días relativa popularidad en ciertos medios, por suponérsele el punto de
partida de la evolución de la práctica piadosa del Rosario (¡ese punto de partida no es otro
que el Salterio de las 1 50 Avemarías!) . . Sobre no conocerse un solo caso de recitación de las
cláusulas de Kalkar, éstas nada tienen que ver con la esencia y modalidades de la devoción
del Rosario . . . » (¡los casos de recitación de las «cláusulas» de Domingo de Tréveris. no de
Kalkar, son numerosísimos, como luego veremos!).
211
IBAÑEZ
Y F.
MENDOZA
Et audite saepius A ve tam suavi,
Fac me, quaeso, Domina, procul a Vae gravi.
Y termina así:
Offero verba tibi ter qw;nquaginta Maria.
Hoc breve Psalterium su.scipe, Virgo pia.
Vengamos ahora al movimiento de restauración del Rosario que
arranca con Domingo de Tréveris, dentro del ambiente preparado
por Dom Erique de Kalkar.
C) El Rosario en la Cartuja de Tréveris
Es un hecho cierto, admitido por todos, que el Santo Rosario, des­
pués de una desgraciada época de completo olvido y abandono, debió
su renovación a los cartujos Enrique de Kalkar y Domingo de Tréveris,
que vivieron del siglo XIV al XV. En esta época , en efecto , la devo­
ción del Santo Rosario, tal como la enseñaba Dom Enrique de Kalkar
( 1 50 Ave con Pater intercalados) o la comprendía Domingo de Tré­
veris, a saber, añadiendo a la recitación de las Avemarías (50, sin Pater
probablemente) , la meditación de los misterios de la Vida de Nuestro
Señor y de Nuestra Señora, comenzó a propagarse en los monasterios
cartujanos.
La feliz iniciativa de Domingo de Tréveris es un hecho histórico,
plenamente admitido aún por los autores dominicos: «Que el cartujo
Domingo de Prusia haya inventado, al comienzo del siglo XV, un gé­
nero de meditación del Rosario , es 'incontesta ble. Su sistema consistía
en añadir al fin de cada Avemaría algunas palabras que recordaban
un misterio. En un principio las «cláusulas» variaban con todas las
A vemarías de la cincuentena; pero más tarde una misma cláusula sirvió
para recordar el misterio durante toda la decena» 1 1 9 •
«En cuanto a l a meditación d e los llamados misterios (del Rosario)
durante la recitación de las 1 50 A ves, los trabajos del padre Esser, O . P . ,
han demostrado que tuvo su origen primeramente en un cartujo de
Tréveris , el P . Domingo Pruteno, hacia el año 1 4 1 0» 12º .
En efecto, el R. P . Tomás Esser, O . P . , a quien se alude en el pá­
rrafo anterior, publicó una serie de artículos en la revista «Der Katho­
lik» , de Maguncia (años 1 897 a 1 906), en los cuales demuestra con me­
ridiana evidencia , después de prolijas investigaciones y de exhumar
manuscritos y más manuscritos . del polvo de bibliotecas y archivos,
1 1 9 Mézard, o. c . , p. 1 5 9 . Se alude en las dos últimas líneas de la cita a la costumbre
existente en algunas regiones de Suiza, Alemania, etc. , de repetir 10 veces invariablemente
el enunciado del misterio al cual está consagrada la decena.
1 20 RIGHETTI , Hist. de la Lit. ( BAC, 1 32), t. I , 205.
2 12
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA
la parte muy principal que han tenido los cartujos en la formación
y propagación del Rosario . Suya es la siguiente afirmación que trans­
cribimos literalmente.
«La adición de los puntos de meditación de la vida de Nuestro
Señor mezc lada al rezo del Rosario, remonta a los comienzos del si­
glo XV. Se debe a dos cartujos de Tréveris ligados entre sí por estrecha
amistad: Domingo de Prusia y Adolfo de Essen. Este era prior de la
Cartuja de San Albán, cerca de Tréveris, cuando Domingo ingresó
en ella; y, a pesar de ser Domingo el más joven de los dos, a él co­
rresponde la parte más considerable en la introducción de estos puntos
de meditación» 1 2 1 •
a) Dom Santiago de Meisenberg
Ante todo hemos de hacer notar que ya desde fines del siglo XIV
hallamos en la C artuja de Tréveris un monje, Dom Santiago de Mei­
senberg, muy devoto de la Reina del Cielo y de su santo Rosario. Fue
él, según aseguran las cartujanas Efemérides, el iniciador de Domingo
y de otros muchos en esta preciosísima devoción: «Singulari erga
B . V. Mariam devotione affectus, eumdem amoris sensum instillavit
beato Dominico Trevirensi et multis aliis, quos inflamavit ad Rosarii
recitationem» 1 22 • Probablemente a él se refiere Domingo en su auto­
biografía1 2 3 cuando dice que cierto religioso le había contado su con­
versión: cada noche rezaba , antes de ir a maitines, todo el Salterio de
María, es decir tres veces el Rosario . Se durmió en el Señor el 5 de
junio de 1 42 7 .
Después d e él, Dom Adolfo d e Essen fu e e l hombre escogido por la
providencia para abrir el camino a Domingo y señalarle horizontes
desconocidos y servirle de ayuda y aliento en los primeros ensayos
de su celo.
1 2 1 Der Katholik, nov. de 1 8 9 7 .
1 22 Dom L E VASSEUR , t . II , p . 2 9 5 .
1 2 3 Por obediencia escribió Domingo s u autobiografía , q u e intituló Libri experimeHtiarum
duo cum libello humilis confessionis. Comprende, por tanto, dos libros: el primero comenzado
hacia el año 1 440, contiene las «Narrationes»; el segundo, escrito 10 años más tarde, terminado
cerca de 1458, éncierra 38 «Collationes» o conferencias: uno y otro compuestos en forma de
diálogo, en el que con el seudónimo de Ruperto. cuenta su vida a un joven religioso.
El ejemplar más antiguo del Libri experientiarum se conserva en la biblioteca de la ciudad
de Tréveris: remonta al siglo XV, y proviene de la Cartuja de San Albán, cerca de Tréveris,
donde vivió Domingo. Manuscrito en pergamino. Una copia manuscrita, hecha en la Cartuja
de N ancy en 1 86 9 , tomada de este ejemplar, posee la Gran Cartuja. Otra copia posee el
Seminario de Tréveris, datada en 1 65 1 . Finalmente la Cartuja de Valsainte (Suiza) posee una
copia proveniente de la Cartuja de B uxheim, pero falta el II volumen.
Varias otras o b ras dejó Domingo: Corona B. V. Mariae, en la que se compara la vida
de M aría a las piedras preciosas. De pallio B. Virginis conficiendo. De aula B. Virginis . cons­
truenda . . y otras muchas que pueden verse en Dom LAAGE: Le Rosaire et les chartreux,
p. 42. o bien en Mou N , t. I I , p. 6 7 , y BoHic , t. IV, p. 24 1 .
.
2 13
IBAÑEZ Y F. MENDOZA
b) Dom A dolfo de Essen
Pertenecía a una noble familia. Después de sólidos estudios en la
Universidad de Colonia, de donde salió muy aprovechado en Filosofía,
Teología y Derecho C anónico, ingresó en la Cartuja de Tréveris
(en 1 398), haciéndose notar por su saber, piedad y grande abnegación.
En 1 409 fue elegido por unanimidad prior de la C asa, que gobernó
durante seis años . . Severo para sí mismo como bueno para con los de­
más, tenía un don especial para calmar los ánimos turbados .
Devotísimo de la Santísima Virgen desde su infancia, vió con inde­
cible gozo el éxito de la innovación de Domingo respecto del santo
Rosario y nada escatimó para darlo a conocer, secundando la labor de
Domingo y adoptando las «fórmulas» que éste escribía, ayudado de sus
hermanos de religión, de tal suerte que familiarmente las llamaban:
«el Rosario del Padre Adolfo» .
El C apítulo General de 1 4 1 5 le envió de rector a la nueva funda­
ción de Marienfloss (Río de María) , cerca de Sierck (debida a la du­
quesa de Lorena, Margarita de Baviera) , de donde regresó en calidad
de vicario a Tréveris, en 1 42 1 , no sin antes haber rehusado la dignidad
de abad que instantemente le ofrecían los benedictinos de Tréveris.
Según el testimonio de Domingo de Tréveris, Dom Adolfo gozab a
de un alto don de oración, hasta ser arrebatado en éxtasis varias veces al
día . Célebre y muy consoladora es la visión con que fue favorecido
respecto del santo Rosario, relatada ya en otro lugar 124• Murió en olor
1 24
«Vio dicho padre cartujo, entre otras cosas que le fueron mostradas, cómo la Virgen
Santísima , rodeada en el Cielo de toda la Corte Celestial, cantaba devotamente delante del
Trono de Dios, el Rosario con las 'fórmulas' , añadiendo al final de cada una de ellas, un
triunfal A lleluia. Al pronunciarse el nombre de María, todos inclinaban la cabeza ; al nombre
de jesús doblaban la rodilla , conforme a las palabras del apóstol: 'Al nombre de Jesús todos
doblen la rodilla: en el Cielo, en la Tierra y en el Infierno '» .
«Vio también la augusta asamblea de los elegidos, dar gracias a Dios Omnipotente por
todos los beneficios concedidos y frutos conseguidos mediante el rezo del santo Rosario; y
cómo rogaban al Señor con gran devoción y afecto por todos los que lo recitaban, a fin de
que se dignase iluminarlos y fortificarlos con una gracia especial en orden a su provecho
espiritual, otorgándoles finalmente la dicha eterna. Vio igualmente innumerables coronas de
flores inmarcesibles, resplandecientes y perfumadas, preparadas para aquellos que rezan el
Rosario en alabanza de Dios y de su bendita M adre la Virgen María» .
«Le fue también revelado de una manera muy cierta que quien, a imitación de los santos
del Cielo, rezase el Rosario con las inclinaciones y genuflexiones a los santísimos nombres de
Jesús y de Marí a , obtendría una completa remisión de sus pecados» .
«Esta visión se renovó varias veces y en todas ellas se le aseguró al padre que la devoción
del santo Rosario era una prenda segura de predestinación» . (Cfr Dom LAAGE, Le R osaire
et les Chartreux, pp. 50 y 1 2 3 ss. , manuscrito de Aula Dei; Le c.ulte de la T. S. Vierge. . ,
pp. 40-4 1 . Erróneamente se ha atribuido esta visión a Domingo de Tréveris, q uizás por
referirla éste en su Líber experimentiarum, Narratio 38a . ; pero él mismo nos advierte:
«_revelatum fuit Vicario domus hujus in proximo defuncto: fue revelado a un vicario de
esta Casa muerto hace poco» . (Dom Adolfo de Essen, prior y luego vicario de Tréveris, hasta
1 43 3 ) . Está , pues, fuera de duda que el favorecido con la visión fue Dom Adolfo. Al error
contribuyó también Dorlando al referirla en el capítulo en que precisamente habla de Domingo
,
.
2 14
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA
de santidad, el 4 de junio de 1439, haciéndose leer las Pasiones y
uniéndose a la recitación del Salmo XXI .
Dom Adolfo de Essen tµvo l a dicha d e recibir en los comienzos de
su priorato ( 1 409), como novicio, a Domingo de Tréveris, llamado
a desempeñar papel tan importante en la propagación del Rosario.
e) Domingo Helión (Eloinus, en latín)
Llamado comúnmente de Tréveris o de Prusia , su patria, nac10
en 1 384 , de padres de modesta condición, pero temerosos de Dios.
Al morir su padre, su madre lo confió a un anciano predicador que
le enseñó los primeros rudimentos y el Pater, haciéndole copiar los
maitines del Oficio Parvo , y él mismo nos cuenta que por este tiempo
su oración cotidiana era rogar a Nuestra Señora que le ayudase a
aprender para ser maestro y sacerdote. Frecuentó luego la escuela con
tanto aprovechamiento que su rnadre decidió enviarlo a Cracovia,
a continuar sus estudios en la Universidad. Sus disposiciones y apti­
tudes para el estudio brillaban tan sorprendentes que sus compañeros
decían de él: Si no se entrega al juego y al desorden, será el mejor clé­
rigo de Cracovia. Desgraciadamente sucedió lo que se temía, y con
la pérdida de sus economías, comprometió además su posición y
reputación.
Su fondo naturalmente recto le hacía exclamar cuando le acon­
tecía burlarse de los religiosos : «Sí , si yo me burlo de los religiosos, esto
no me impedirá que si me convierto, me haga también religioso» .
Y cuando los compañeros le reñían por el exceso de sus desórdenes,
les replicaba : «Puesto que estoy en el mundo, me conduzco según el
mundo; pero el día que vuelva a Dios, cumpliré entero mi deber» .
En alguno de estos buenos momentos intentó, aunque infructuosa­
mente, ingresar en la Cartuja de Praga; mas vióse luego arrastrado
de Tréveris ( Chronicon Cartusiense, lib. VII , cap. I I ) ; y Dom LE VASSEUR (t. I V , pp. 547 - 548)
que copia a Dorlando).
Además de la obra de Dom ADOLFO DE ltssEN , De nobilitate, utilitate, etc . . . . , y del Liber
experientz"arum, dan noticia de la visión:
.
a) El Novale Sanctorum, de Jc A N C I E L M A N S , canónigo regular y sub-pnor de Rouge­
Cloitre, cerca de Bruselas (t 1487) (cfr Analecta Boll . , t. XIV, p. 6 1 ) . Manuscrito
que en 1 905 pertenecía a la biblioteca privada de S. M. el emperador de Austria .
La Cartuja de Parkmisnter posee tres clichés fotográficos del mismo.
b) Un manuscrito de la Biblioteca N acional de París, n . 0 1 90 , fols. CX LVI -CLI. E s de
la mano de Luis de Brujas, en plena actividad literaria hacia 1 480.
e) Un manuscrito del año 1 50 l, de un religioso del convento de Santa María del Lago
(Alemania).
d) Otro manuscrito proveniente de la Cartuja de Buxheim conservado hoy en Parkminster,
del año 1 509.
e) Opera Omnia, de LuDov1co BL0s10 , Colonia, 1 606, p. 1 2 1.
f} Obras y escritos de S. LUIS MA. G. DE Mo N FO RT ( M adrid, 1 954, BAC), pp. 356-358,
donde por error se atribuye la visión a Domingo de Tréveris.
2 15
IBAÑEZ Y F. MENDOZA
por el torbellino de las pasiones , que le retuvieron aún cuatro años
en el mundo.
Finalmente sonó para él la hora de Dios . A los 2 3 años se convirtió.
He aquí la ocasión : Perseguido por la gracia, en una Cuaresma, entró
en una iglesia, y acosado por los remordimientos se arrojó a los pies
del altar. De improviso, una señora muy distinguida, cubierta con un
manto azul, se le acerca y le pide una limosna para un pobre del hos­
pital, prometiéndole que en retorno Dios le libraría de todas sus mi­
serias. Generoso, le alarga la única pieza de moneda que le quedaba .
Más tarde, reflexionando e n los peligros de cuerpo y alma d e que s e vio
libre en los dos años que aún tardó en acogerse al puerto seguro de la
religión, comprendió que la señora del manto azul no podía ser otra
que la Santísima Virgen, de quien fue siempre devoto.
En 1409 se presentó a la Cartuja de Tréveris, dispuesto a hacer
penitencia de sus pecados y reparar su pasado. Contaba entonces
25 años. Rudas pruebas le esperaban y Dios, que le destinaba a gran
santidad, le hizo pasar por un verdadero purgatorio. En visiones de
infieno tenía que habérselas con las potencias del Averno y con el de­
monio en persona . Tentaciones terribles de blasfemia y de desespe ­
ración, y conqa la fe, etc . Verdaderos combates diabólicos en que el
demonio le torturaba y flagelaba de todas maneras, y cuyo relato for­
man la parte más considerable del primer volumen del Libro de las
Experiencias, su autobiografía . Pero pronto le colmó la Divina cle­
mencia, en premio de su fidelidad, de consuelos interiores y regalos
de visiones y visitas del Cielo, etc.
Desde su ingreso en la Cartuja, se dejó ganar Domingo por el apos­
tolado mariano de su prior, Dom Adolfo de Essen, que se había en­
tregado a propagar el Rosario de 50 Avemarías, rezado probable­
mente en serie, sin Pater intercalados . Dom Adolfo había compuesto,
poco tiempo después de abrazar el instituto cartujano, dos trataditos
en latín intitulados Recomendación del Rosario y Vida de Nuestro
Señor jesucristo y de su Madre Santísima, o sea, Meditaciones sacadas
de la Vida de Cristo del padre Ludolfo 1 2 5, traducidas luego al alemán
para uso de la, duquesa de Lorena, que gustaba dirigirse con Dom
Adolfo. Naturalmente, al recibir a Domingo en la Orden, se apresuró
a recomendarle el Rosario y su librito de Meditaciones, declarándole
confidencialmente que él debía su vocación al rezo del santo Rosario,
pues desde el momento en que empezó a rezarlo, estando en el mundo,
comenzó a reflexionar seriamente en d negocio de su salvación.
Como dijese Dom Adolfo cierto día delante de Domingo: «que no
había hombre, por malo que fuese , que no experimentase alguna en1 25 De commendatione R osarii, y Vita D. N. ]esu Christ?." et Bea lissz·mae Matris ejus, seu
meditationes excerptae ex vita Chrúti Ludolphi nostri.
2 16
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
mienda o mejora e n s u vida, s i consentía e n rezar e l Rosario durante
un año» , éste, impresionado por estas palabras, se propuso rezarlo fiel­
mente. La experiencia le demostró cuán fructífera devoción era y
cuánto ayudaba al aprovechamiento espiritual. Fue entonces cuando
Nuestra Señora le alcanzó la gracia de hallar las Fórmulas, es decir,
de asociar al rezo de las Avemarías, la Meditación de los Misterios de la
Vida de Cristo y de María. Para ello se inspiró en el libro de Medita­
ciones de Dom Adolfo, reducidas a pequeñas cláusulas, en número
de 50 , añadidas a las Avemarías.
Persuadido de la eficacia del Rosario y viendo que las almas gus­
taban de la modalidad por él introducida en el rezo del mismo, se dio
a la tarea de propagarlo de palabra y por escrito. En tan noble labor
encontró decididos colaboradores entre sus hermanos en religión, que
le ayudaron personalmente o con su valimiento. B asta citar a Santiago
de Meisenberg (t 1 42 7 ) , Juan Rode (t 1 439), Juan Pluntz (t 1 456),
y los conversos Pedro y Conrado de Tréveris; sus Superiores, como
Adolfo de Essen (t 1439), Pedro Eselweg (t. 1439) que había sido su
maestro de novicios, Bernardo de Colonia ( 1 440) , Enrique de Piro
(t 1473), etc . Pronto las copias manuscritas de las Fórmulas, saltando
los muros de la clausura , corrieron por varios países de Europa 1 26•
Su método para el rezo del santo Rosario, conocido con el nombre
de «Fórmulas o cláusulas de Domingo de Tréveris» , estuvo muy en
boga en los siglos XV, XVI y XVII , sobre todo en la Orden cartujana.
La visión de Dom Adolfo de Essen, en la cual Nuestra Señora aprobaba
la forma dada al Rosaiio por Domingo de Tréveris y que fue conocida
después de su muerte por un escrito que se encontró en su celda titu­
lado De nobili'tate, utüitate et fructuositate Rosarii Beatae et Gloriosae
semper Vi'rgi'nis Mariae, contribuyó a levantar los ánimos y sirvió de
126
Las «fórmulas» se escribieron originariamente en latín, pero luego se tradujeron al
alemán. El manuscrito más antiguo conocido que las contiene en alemán, es el del convento
de San Gall, que se remonta al año 1454. Y el opúsculo más antiguo impreso, año 1480,
que las reproduce también en alemán, se conserva en el Museo Británico. Son innumerables
por lo demás, los manuscritos que cita el R. P. BsEN , O. P . , en Der Katholic, que las repro­
ducen en latín o en alemán. En latín aparecieron también en la citada revista (noviembre
de 1 897), y en el mismo idioma se pueden leer en la Vida de san Bruno (escrita en alemán),
por Dom DIONISIO MARÍA TAPPERT , cartujo (Luxemburgo, 1 872 , Bruck, pp. 482-484).
En francés las trae Le Rosaire et les chartreux, y Dominique de Prusse, obras ambas de
Dom PLÁCIDO LAAGE , cartujo, pp. 46 y 1 5 respect. de los originales manuscritos conservados
en la Cartuja de Aula Dei .
El Rosario auténtico de Domingo de Tréveris, inédito hasta ahora en español, aparece por
primera vez en el presente artículo algo más adelante; pues si bien es verdad que en 1 6 1 1 se
imprimió en Madrid una versión del Rosario de las «fórmulas» , hecha por el célebre Lope de
Vega, a instancias del Prior de El Paular Dom Pedro Manuel Deza , y q ue atros -i:n-as tarde este
mismo padre hizo una versión directa del latín en cuartetas, no lo es menos que� trataba del
Rosario que, a imitación del de Domingo de Tréveris, compuso el padre Lanspergio, como
más adelante explicaremos con detalle.
2 17
IBAÑEZ Y F. MENDOZA
poderoso estímulo a los cartujos de Tréveris que hacía 30 años que
�rabajaban en la propagación del santo Rosario.
Llegó un momento, sin embargo, en que nuestro cartujo se pre­
guntó si hacía obra agradable a Dios al entregarse a este apostolado
de la pluma, y si no haría mejor, como verdadero contemplativo, en
ocuparse únicamente de Dios en la soledad .. Sus temores se acrecen­
taron cuando sus tres primeros dedos de la mano d�recha · le rehusaron
todo servicio, hasta el_ punto de no poder sostener la pluma . Tentado
estuvo de detenerse creyendo ver una manifestación de la Voluntad
Divina; mas habiendo consultado con su prior, éste le ordenó conti­
nuar en sus trabajos para provecho propio, edificación del prójimo
y gloria de Dios y de Nuestra Señora. Fortalecido, con la obediencia,
se entregó de nuevo con ardor al trabajo y «la Santísima Virgen, nos
dice él mismo, le dio con la fuerza suficiente para continuar su trabajo,
el consuelo e n sus sufrimientos» .
Sin duda ninguna que Domingo aprovecharía el tiempo de su
estancia en la C artuja de Sierck corno vicario de Dom Adolfo Essen
( 1 4 1 5 - 1 42 1 ) , y luego en Colonia ( 1 42 1 - 143 1 ) como procurador, y más
tarde en M aguncia (probablemente del 1 440 - 1 442) como naestro de
novicios, para propagar activamente su Rosario. El tiempo restante
de su vida lo pasó en Tréveris 1 27•
Probado con una llaga incurable y con otros achaques, debió per­
manecer los últimos 1 7 años de su vida recluido en su celda , sin poder
acudir a la iglesia. Esta soledad forzosa y completa favorecía sus ansias
de contemplación y unión con Dios y le -proporcionaba, en medio de
sus dolencias físicas, abundantes consuelos celestiales. Todos quedaban
edificados de su invicta paciencia y tranquilidad de ánimo . Mientras
más se cebaba el mal en su cuerpo, más gozosa resonaba en lo íntimo
de su alma la alabanza divina que le conformaba a Cristo paciente.
Murió en olor de santidad , en el cargo de vicario, agobiado de en­
fermedades y privado de toda asistencia al coro , el 2 1 de diciembre
de 1 460 128•
D) El R osan:o de las <ifórmulas» de Domingo de Tréveri's
Las «fórmulas o cláusulas» que Domingo propagó con el nom­
bre de «Corona seu Rosarium B . M ariae» , comprende 50 salutaciones,
1 2 7 Respecto a su actuación como procurador, se dice que ni siquiera conocía el valor
de las monedas. Al cartero que le reclama dinero le da una pieza de oro, y al advertir aquél
el error, le responde: «Cobraos vos mismo», y tira del cajón. Para él trigo, cebada, avena . . . era
la misma cosa . . . , ni distinguía mejor los árboles. No obstante su virtud, ayudada de la gracia
de estado, suplía al saber en el desempeño de sus obligaciones ( cfr Dominique de Prusse,
de Dom LAAGE , p. 33).
1 28 Dom LE VAssEU R , t. I V , p . 546 .
2 18
EL CULTO A LA SANTISJMA VIRGEN EN LA CARTIJJA . . .
que compendian l a vida d e Cristo y d e Nuestra Señora. Cada Ave­
maría va seguida de una salutación o cláusula , y termina con el Amén.
Inéditas en español, por su importancia histórica y piadosa las inser­
tamos íntegras aquí , y también para que se comprenda mejor lo que
llevamos dicho, y lo que a continuación se dirá.
ROSARIO DE DOMINGO DE TREVERIS
l.
AVEMARI A . . .
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es
contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres y
bendito es el fruto de tu vientre, JESUS , a quien, al
anuncio del ángel, concebísteis por obra del Espíritu
Santo. Amén.
2.
AVEMARIA . . .
JESUS, con quien a l ser concebido visitasteis a Santa
IsabeL Amén.
3.
AVEMARIA . . .
JESUS , al que, virgen de cuerpo y alma, disteis a luz
con gozo. Amén.
4.
AVEMARIA . . .
JESUS, en quien amamantado en vuestros pechos
virginales , adorasteis a vuestro Creador. Amén.
5.
AVEMARIA . . .
JESUS , a quien envolvisteis en pañales y reclinasteis
en un pesebre. Amén.
6.
AVEMARIA . . .
JESUS , a quien los ángeles celebraron cantando el
«Gloria in Excelsis» , y los pastores visitaron en Belén.
Amén.
7.
AVEM ARIA . . .
JESUS, que al octavo día fue circuncidado y llamado
Jesús. Amén.
8.
AVEMARIA . . .
JESUS , a quien los M agos adoraron colmándole de
presentes. Amén .
9.
AVEMARIA . . .
10.
AVEMARIA . . .
11.
AVEMARIA . . .
JESUS , con quien huisteis a Egipto por causa de la
persecución de Herodes. Amén.
12.
AVEMARIA . .
JESUS , con el cual siete años después volvisteis a
vuestra patria, amonestada por el ángel. Amén.
·
JESUS , llevado por Vos al templo y presentado a
Dios, su Padre . Amén.
JESUS , recibido por el anciano Simeón en sus brazos
y reconocido por la santa viuda Ana. Amén.
2 19
J. IBAÑEZ Y F. MENDOZA
13.
AVEMARIA . . .
JESUS , perdido en Jerusalén cuando tenía doce años,
y hallado por Vos después de tres días en el templo.
Amén.
14.
A VEMARIA . . .
JESUS , e l cual crecía cada día e n edad y gracia de­
lante de Dios y de los hombres. Amén.
15.
AVEMARIA . . .
JESUS, a quien Juan bautizó e n el Jordán y designó
como el Cordero de Dios. Amén.
16.
AVEMARIA . .
JESUS, quien habiendo ayunado cuarenta días en el
desierto triunfó de las tentaciones del enemigo .
Amén.
17.
AVEMARIA . . .
JESUS , quien después de escoger a sus discípulos,
predicó a los hombres el Reino de Dios. Amén.
18.
AVEMARIA . . .
JESUS , que a los ciegos abrió los ojos y a los leprosos
curó, enderezando a los paralíticos y librando a los
posesos del demonio . Amén.
19.
AVEMARIA . .
JESUS , cuyos pies bañó M aría Magdalena con sus
lágrimas , enjugó con sus cabellos y ungió con sus
perfumes. Amén.
20.
AVEMARIA . . .
JESUS , que resucitó a Lázaro y a otros difuntos.
Amén.
21 .
AVEMARIA . . .
JESUS , recibido en triunfo por el pueblo el día de
Ramos. Amén.
22.
A VEMARIA . . .
JESUS , que en la Ultima Cena instituyó el Sacra­
mento de su Cuerpo y de su Sangre. Amén.
23.
AVEMARIA . . .
JESUS , que en el Huerto, después de prolongada
oración, sudó sangre copiosa. Amén.
24 .
AVEMARIA . . .
JESUS , el cual, saliendo al encuentro de sus ene­
migos, se entregó voluntariamente en sus manos.
Amén .
25.
AVEMARIA . . .
JESUS , ligado y atado fuertemente por los enviados
de los judíos y conducido así al príncipe de los sacer­
dotes. Amén.
26.
AVEMARIA . . .
JESUS, a quien acusado falsamente, velaron el ros­
tro, abofeteándole y escupiéndole. Amén.
27.
AVEMARIA . . .
JESUS , declarado delante de C aifás y Pilatos, reo
del suplicio de la cruz como un malhechor. Amén.
220
.
.
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
28.
AVEMARIA . . .
JESUS , despojado d e sus vestiduras por orden de
Pilatos y flagelado cruelmente durante largo tiempo.
Amén.
29.
AVEMARIA . . .
JESUS , coronado d e espinas por la soldadesca , reves­
tido de un manto de púrpura, y saludado como rey
de burla. Amén.
30.
AVEMARIA . .
JESUS , condenado a infame muerte y conducido al
suplicio entre dos ladrones. Amén.
31.
AVEMARIA: . .
JESUS , clavado en l a Cruz y abrevado con hiel y vi­
nagre . Amén .
32 .
AVEMARIA . .
JESUS , quien rogando por sus verdugos, decía:
«Padre, perdónales porque no saben lo que hacen» .
Amén.
33.
AVEMARIA. . .
JESUS , quien al ladrón crucificado a su derecha
dijo: «En verdad te digo que hoy estarás conmigo
en el Paraíso» . Amén.
34.
AVEMARIA .
35.
AVEMARIA. . .
JESUS , que a Vos, su Santa M adre, dijo: «Mujer,
he ahí a tu hijo» ; y a Juan: «He ahí a tu M adre» .
Amén.
JESUS , quien desde lo alto de la Cruz exclamaba :
«Dios mío, Dios mío, ¿por qué m e has abando­
nado?» . Amén.
36.
AVEMARIA .
37.
AVEMARIA . . .
JESUS , quien finalmente clamó diciendo: «Padre,
en tus manos encomiendo mi espíritu» . Amén.
38.
AVEMARIA . . .
JESUS , quien por nosotros, miserables pecadores,
sufrió cruel y dolorosa muerte. Amén.
39.
AVEMARIA . . .
JESUS , cuyo costado, traspasado por la lanza, manó
sangre y agua, para remisión de nuestras culpas.
Amén.
40.
AVEMARIA. .
JESUS, cuyo sacratísimo Cuerpo desclavado de la
Cruz fue depositado en vuestros brazos, según pia­
dosa creencia . Amén.
41 .
AVEMARIA . .
JESUS , a quien envuelto en una sábana, con aromas,
sepultaron hombres piadosos. Amén.
.
.
. .
.
.
.
.
JESUS , el cual diciendo: «Tengo sed» , después de
haber gustado el vinagre, exclamó: «¡Todo está con­
sumado!» . Amén.
221
IBAÑEZ
Y F.
MENDOZA
42 .
AVEMARIA . . .
JESUS , cuyo sepulcro sellaron e hicieron guardar los
judíos. Amén.
43.
AVEMARIA . .
JESUS , cuya santísima alma descendió al Limbo,
conduciendo al Paraíso a los Santos Patriarcas.
Amén.
44.
AVEMARIA. . .
JESUS , quien resucitó al tercer día colmando a Vos,
su dulcísima Madre, de un gozo inefable. Amén.
45 .
AVEMARIA . . .
JESUS , el cual después de su Resurrección, apareció
frecuentemente a sus dis cípulos y amigos para for­
tificarlos en la fe . Amén .
46 .
AVEMARIA . . .
JESUS , quien, en presencia vuestra y de los santos
apóstoles, subió a los Cielos, donde está sentado a la
diestra de Dios Padre. Amén.
47 .
AVEMARIA . . .
JESUS , el cual, según su promesa , envió a sus discí­
pulos el Espíritu Santo el día de Pentecostés. Amén.
48 .
AVEMARIA . . .
JESUS , que a Vos, su dulcísima M adre, llamó final­
mente a Sí , colocándoos a su derecha y CQronándoos
de gloria . Amén.
49 .
AVEMARIA . . .
JESUS , quien en fin, se digne llamarnos a Sí, a noso­
tros sus siervos y tuyos, después de esta miserable
vida y colocarnos en el Reino de su Padre. Amén .
50 .
AVEMARIA . . .
JESUS , que con el Padre y el Espíritu Santo, y con
Vos, su dulce Madre, reina triunfante y glorioso por
los siglos de los siglos. Amén.
.
E) El Rosari·o en las demás Casas de la Orden
Como se ve, la devoción del santo Rosario, arrojada cual simiente
celestial en el suelo fértil de su monasterio por Domingo, habí.a pro­
ducido frutos maravillosos. De. Tréveris extendió sus ramas a otras
C asas: «Fue aquello una corriente de fervor . que recorrió nuestras so­
ledades; de cada una de ellas subía hacia la Madre de Dios, en la cal­
ma de una dulce contemplación, la oración más querida de su Corazón
maternal, el Aveni aría» 129 .
Sería éste el lugar más a propósito para hacer mención de los car­
tujos que han embalsamado las páginas de las Crónicas con el grato
perfume de su devoción al santo Rosario ; pero queremos tratar este
asunto con extensión bajo el epígrafe Cartujos devotos del Rosario,
1 29
222
De una relación para el Congreso M ariano Internacional de 1 904.
EL CULTO A LA SANTI SIMA VIRGEN EN LA
entendida esta palabra en su acepc10n amplia, no precisamente limi­
tada al Rosario de las «fórmulas» , aunque algunos de los hechos allí
referidos pertenezcan a este grupo.
1.
0
Rosarios y salterios
Al lado de la labor de los cartujos de Tréveris y después de la muer­
te de Domingo, surgieron en el seno mismo de la Orden y fuera de
ella , multitud de Salterios y Rosarios 1 30 con «cláusulas» de meditación,
o sea, adaptaciones inspiradas en el método de Domingo, más o me­
nos semejantes a las suyas, de diferentes formas y disposición, ya en
prosa, ya en verso. Una colección fechada el 1 6 1 0 , comprende no me­
nos de 63 Rosarios similares 1 3 1 • En ninguna parte se encuentran tantos
Rosarios compuestos según el modelo de las «fórmulas» como en los
países alemanes, sin duda a causa de las Cartujas allí numerosas .
Sólo mencioneremos aquí, por vía de muestra, algunos de los pa­
dres antiguos que dejaron algún Salterio o Rosario de este género 132 :
a)
Dom Santiago de Gruitroedes, belga ( t 1 475) : Rosarium jesu et
Mari'ae.
b) Dom Enrique de Dissen, de Westfalia , profeso de Colonia
(t 1 484) : Psalterium de Beata Maria y Diversa Rosaria ad Bea­
tam Mariam, en latín y en alemán.
-----
1 3 0 Hasta fines del siglo XV los documentos y manuscritos cartujanos revelan una terminología constante acerca del empleo de la palabra Salterio para el rezo de las 150 Avemarías,
y Rosario para las 50 Ave. Se comprueba, además, por el siguiente texto de Lanspergio:
«Existió entre nuestros antepasados la ávida costumbre de honrar y contemplar a Cristo o a
su Madre con tantas aspiraciones y salutaciones cuantos son los Salmos del Salterio davídico.
Y a este género de devoción lo llamaron Salterio. Pero habiendo decrecido la piedad, los que
vinieron después conmutaron este número por otro menor, a saber, 50 Avemarías, al que
llamaban Rosario o corona de la Santísima Virgen» ( Opera Omnia, t . V, p . 1 40).
S i n embargo, la razón contraria, el fervor, pudo ser también e l origen del cambio e n
aquellos q u e preferían la calidad al número d e l a s Avemarías; incluso s e citan algunos casos
en los cuales la Santísima Virgen habría manifestado que lo prefería así. La leyenda del
caballero y de la corona de rosas (de donde su nombre), de la que hablaremos más adelante,
pudo influir también en la denominación de Rosario.
Alano rechazaba como profano el nombre de Rosario, porque recordaba las coronas con
que se adornan las gentes del mundo, y quería que se conservase únicamente el de Salterio,
como más religioso, v estar formado a imitación del Salterio Davídico. En la cofradía de
Colonia de 1 47S, se a doptó la palabra Rosario para designar la tercera parte del Salterio. Pero
poco a poco el nombre de Rosario suplantó la palabra Salterio. En 1 520 encontramos ya el
primer documento pontificio que afirma que el Salterio de María es llamado vulgarmente
Rosario.
Se comprende, en efecto, que la idea de esas Avemarías, símbolo de una corona de rosas
depositada a los pies de María o adornando sus sienes, tuviesen un encanto y poesía capaz
de mover la imaginación y devoción popular para darle el nombre de Rosario. En nuestros días
se aplica indistintamente el rezo de las 1 50 Avemarías, como el rezo de las 50; se reza la tercera
parte del Rosario, o el R osario completo, nadie dirá que reza el S alterio.
1 3 1 Cfr Der Katholik, 1 904 , p. 1 14.
1 3 2 Cfr D o m Autore, passim; Dom Laage, p. 8 6 ss.
223
J : IBAÑEZ Y F. MENDOZA
c)
Dom Ambrosio Alentsee, alemán, prior de la C artuja de Nord­
lingen (t 1 505) : Rosarium beatae Virgznis y Psalterzum B . V.
Mariae, · 1 48 9 . Se conserva en cierto códice manuscrito de la
biblioteca de B asilea, bajo el registro A. VII , 2 7 .
d) Dom Pedro Blomenvenna, profeso y prior de Colonia ( t 1 536) :
Modus legendi Rosarium Beatae Mariae. Impreso en Colonia
al fin del «Directorium Aureum Contemplativorum» , del Padre
Enrique Herp , traducido al latín por Dom Blomenvenna ,
1 509, 1 5 1 0 y 1 5 1 3 e n 8 . 0 •
e)
No podía faltar en esta galería de devotos del Rosario el insigne
padre Lanspergio ( t 1 539) . En sus obras encontramos hasta
tres Salterios y siete �osarios de diversos géneros. De ellos per­
tenecen al tipo propiamente mariano, su Psalterium Mystz"cum
B. V. Mariae y cuatro Rosarios en prosa, que 1se encuentran
en su Obra Pharetra Dzºvini A mori's, de los cuales el principal,
Exerdtium vitae et passionis Chri'sti ad modum rosarü: se pu­
blicó en 1 530, en Colonia (por Petr. Busch, en 1 6 ° , 40 fol.
incon. xilogr . ) . Al mismo tipo pertenece también un Rosario
en verso, de 50 estrofas, que lleva por título Hymnus A ureus
seu Rosarium Rythmicu�> y se encuentra en el volumen 5 . 0
de su O bras Completas, entre los Hymni Chrzstiformes, prece­
dido de una nota histórica del mismo Lanspergio 1 33•
f)
Dom Gerardo Kalkbrenner, alemán, prior de Colonia ( t 1 566) :
Exerdtza quaedam valde pza et salutifera de psalterio (scilicet
de Rosario) Gloriosae Virgini's Marzae. Impreso en Colonia,
hacia 1 540, por Gaspar Gennepaeus.
g) Dom Martfo.. Dering, primero jesuita en Pomerania, su patria,
y luego cartujo en la provincia del Rhin ( t 1 61 6) , dejó también
un Salterz·o rítmico, en el que manifiesta bastante originalidad
en la elección de los misterios, dando amplio campo a la vida
pública de Jesús.
2. 0
Manuscritos antiguos con <1órmulas»
La propagación del Rosario dentro- de la Orden se infiere también
del examen de los antiguos manuscritos, algunos medio ilegibles por
1 33 Cfr Opera Omnia, t. V, pp. 1 25 a 1 55 y 405. Su obra Pharetra Divina amoris, se
ha editado también aparte en Montreuil, 1 890 . Algunos de estos Rosarios de Lanspergio y
su Salterio se publicaron Uuntamente con una traducción del Tratado del Rosario del padre
FRANCISCO ARIAS , S. J. (t 1 605), debida a Dom Antonio Dulcken, cartujo) en Colonia, años
1 608, 1 6 1 3 y 1 62 6 ; reimpresos luego por J. J. BoURASSÉ, en su Summa A urea, París, 1 862 ,
vol. V, col. 30 1 .
224
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
e l uso, que los cartujos habían compuesto para uso privado o de sus
hermanos, donde recogieron entre otras prácticas piadosas, la del Ro­
sario de las «fórmulas» , con diferentes redacciones 1 34• Tales son por
ejemplo:
a) Rosariumjesu et Mariae: es una compilación que data de 1 470 ,
debida a dos cartujos que han repartido entre los diversos días
de la semana los misterios de la vida de Cristo y de María.
Se conserva en el Museo Británico .
b) Manuscrito de Parkminster: colección de oraciones, compuesta
por un antiguo benedictino que ingresó luego en la Orden C ar­
tujana y profesó en Buxheim , en 1 509 . En la parte consagrada
al Rosario se lee: «El Rosario que sigue fue compuesto por un
cartujo de Tréveris. Es precioso rezarlo piadosamente , con
atención, porque quien lo rezare fielmente experimentará un
cambio notable de vida» . Sigue un breve relato de la visión de
Dom Adolfo, y luego la manera de rezar el Rosario . Por res­
peto a la Pasión del Siñor, se añade el Pater después de cada
decena, terminando todo con una corta oración. Se conserva
en la Cartuja de Parkminster.
) Dom Enrique Eler ( t 1 526) , prior durante 20 años de Rostock
e
(Meklembourg) , compuso un Salterio rítmico, cuyo título exac­
to es Contemplationes monachi cartusiensis domus legis Mariae
prope Rostock de vita ]esuchriSti et B. V. Mariae. Verdaderas
contemplaciones son, en efecto, las que el cartujo de Rostock
ha acumulado en su voluminoso manuscrito que encierra , ade­
más de los 1 50 misterios del Salterio M ariano, declarado cada
uno de ellos por un par de versos rimado , a los que sigue el
Avemaría, 1 50 contemplaciones repartidas entre los días de la
semana y las diferentes partes del Oficio Divino� La segunda
parte del volumen contiene piadosas oraciones en honot de
Nuestra Señora , relacionadas con los 1 50 Misterios del Salterio
y distribuidas entre los siete días de la semana y los Oficios.
Dom Juan Eler había encontrado realmente el secreto de hacer
del Rosario el centro de su vida espiritual y de sus ejercicios
de piedad.
d) Dom Juan Torralba, español ( t 1 578), profeso de Scala Dei,
prior de Montalegre, de Las Fuentes y protoprior de Aula Dei,
compuso también un devoto Rosario, no exento de origina­
lidad, a pesar de estar inspirado en Lanspergio, cuyas obras
1 34 Cfr Dom LAAGE, p . 7 6 ss.
225
IBAÑEZ Y F. MENDOZA
empezaban entonces a circular en las Casas de la Cartuja.
Dicho Rosario se encuentra al final de su lib ro Meditaciones
de la Pasión de Cristo (en latín) , del cual se conservan, por
dicha nuest¡_-a, dos ejemplares manuscritos en la C artuja de
Aula Dei. Está dividido en misterios gozosos, dolorosos y glo­
riosos, los mismos que actualmente tenemos, salvo el cuarto
misterio gozoso que está sustituido por el de la Adoración de los
Magos . Por consiguiente, su Rosario pertenece al tipo de - los
1 5 misterios con una cláusula única para cada decena. El orden
es el siguiente, en cada decena:
Pater noster.
Salutación a Cristo al estilo del Avemaría.
A ve María, seguida de una cláusula corta, invariable para toda
.
la decena .
Sancta María, con s u A mén. (Ave y Sancta, repetido 1 0 veces) .
Salutación a Cristo (igual que a.l principio) .
Gloria Patri.
Oración a Jesucristo (diferente en cada decena) .
Resulta algo largo si se dicen las oraciones indicadas; en cambio
es corto limitándose solamente al Avemaría. Véase una a modo
de muestra:
Avemaría, gratia plena, Dominus tecum, benedicta tu in
mulieribus, et benedictus fructus ventris tui Jesus Christus, in te
divinitus incarnatus. S ancta María , mater Dei piissima , ora pro
me, et pro omnibus peccatoribus, Amen.
e)
En la Gran Cartuja se conservaba antiguamente un manus­
crito, proveniente de la Cartuja de Buxheim, fechado en 1 62 5 ,
atribuido a Dom Anselmo Faber d e Dillingen (t 1 639) , alemán,
profeso de Buxheim , que contenía un Salterio de 50 Avemarias
y un Rosario de 50 Avemarías con cláusulas. Acaso sean los mis­
;
mos que anota Dom Autore en su Biblz oteca Cartusiano­
mariana, pág. 14, con los títulos Psalterium marianum, 1 62 0 ,
Y Rosarium gaudiorum Mariae Virginis - Rosarium d e gladiis
dolorum seu compassionis B. M. V. , 1 624.
J)
Dom Elipha:rd M artín ( t 1 662) , orleanés, profeso de la Gran
Cartuja, nos dejó como fruto de su devoción al santo Rosario,
un librito compuesto el año 1 62 3 , que intituló Bouquet de la
Venoüe Vierge Marie (o sea «Ramillete de la bendita Virgen
M aría» ) , entresacado de varios piadosos autores. Contiene entre
otras cosas el Rosario de -Luis de Blois, benedictino, compuesto
según el método de Domingo de Tréveris; y además una traduc-
226
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA
ción del mismo en verso francés, debida a Dom Eliphard. La
oh-rita (MS . en 1 2 . 0 de 1 67 págs . ) , se conserva en la biblioteca
pública de Grenoble, bajo el n. 0 807 1 3 5 •
g) Se encuentra también un Rosario con fórmulas en el Di'recto­
rium temporis de Dom Pedro Kalt (t 1 668) , prior que fue
de Buxheirn y visitador de la Provincia de Alemania durante
38 años, con la particularidad de que a las «cláusulas» sigue
el «Alleluia» conforme refiere la visión de Dom . Adolfo de Essen.
Ojeando el Directoire des Novices de Buxheim, acaso también
de Dom Kalt, se comprueba que un lugar muy principal se
asigna al ejercicio del Rosario , distribuido por decenas durante
el día . Copia manuscrita de ambos Directorios posee la Biblio­
teca de la Cartuja de Aula Dei , bajo el epígrafe Deux Directoi­
res Cartusiens du 1 7e siecle («Dos .Directorios cartujos del si­
glo XVII» ) . En ellos se dice que el primer Directorio es anónimo
y se editó en 1 6 1 8 ; y que el segundo fue compuesto por Dom
Pedro Kalt en 1 624 .
Serí á temerario pensar que siendo más de un centenar las Cartujas
entonces existentes, solamente en Buxheirn se practicase el Santo Ro­
sario.
Los documentos que acabarnos de examinar nos permiten com­
probar que 200 años después de su aparición, el método de Domingo
de Tréveris continuaba practicándose aquí y allá en las Cartujas.
Veremos enseguida que lo mismo ocurrió fuera de las C asas . Pensarnos,
con el R. P. Esser, O . P . , que con nuevas investigaciones se hallarían
«innumerables libros de meditación (con fórmulas), ya en prosa, ya en
verso, encaminados a la consideración de los misterios del Rosario» 1 3 6 .
F} El Rosario de las <fórmulas» fuera de la Orden
Antes hemos dicho que las copias manuscritas de las «fórmulas»
corrieron por Europa, merced al celo infatigable de Dom Domingo
y sus colaboradores. Millares de copias se repartieron por diversos
países. Esto se infiere de varios textos del Liber Experientiarum:
«En diversas partes del mundo se ha divulgado y por nuestros escritos
difundido durante cerca de 30 años» - afirma Domingo {Liber Exp. , 38).
Y hablando de un religioso cuya curación casi milagrosa, regocijaba
a Domingo, se expresa éste así : «Tan devoto y fiel en p romover la ala­
b anza a la Madre de Dios, escribiendo muchas cosas y haciéndolas
. escribir a otros, es a saber, Rosarios, y el Salterio de la misma Se·
1 35
1 36
Dom LAAGE, p . 89; Dom AuTORE, p .
Citado por Dom LAAGE, p. 85.
45.
227
IBAÑEZ Y F. MENDOZA
ñora 1 37, por lo cual se dolía de tener que morir tan pronto, esperando
que Ella debería ayudarle para poder hacer aún cosas semejantes en su
alabanza» (Líber Exp. , Ilus, coll. 3 . ª ) .
Esta intensa propaganda nos viene confirmada por el historiador
d e la Cartuja de Tréveris , Dom Modesto Leydecker, que escribía por
los años de 1 765 . Refiriéndose a Dom Adolfo de Essen, que se abrasaba
en el mismo celo que Domingo por la propagación de las fórmulas,
dice: «La laudabilísima éostumbre de rezar el Rosario con las cláusulas
de los misterios la propagó , no solamente en nuestra Cartuja, sino
también en todo el orbe católico» 1 38 •
Para formarnos una idea más clara del alcance de la propaganda y
de la labor desarrolladas por los cartujos, de Tréveris, vamos a dete­
nernos un poco en los países donde principalmente se propagó el Ro­
sario de las «fórmulas» .
·
a) A lenwnia
Alemania fue la primera nación en recoger los frutos del apostolado
mariano de Domingo y de sus compañeros. Una de sus primeras y más
ilustres conquistas fue la de la bienaventurada Margarita de B aviera,
fundadora de la Cartuja de Sierck (diócesis de Metz) , hija del empe­
rador Roberto III de Alemania, y esposa de Carlos U, duque de
Lorena, nacida en 1 376 y fallecida en olor de santidad en 1 434. Cupo
a Dom Adolfo la dicha de arrancarla a las vanidades del siglo y por
medio de la «Corona o Rosario» conducirla en pocos años a la más alta
santidad . A su vez la piadosa duquesa, transformada por el rez9 del
santo Rosario, se hizo apóstol del mismo 139•
He aquí, lo tocante a su amistad <_;on los cartujos y su devoción al
Rosario, encontramos en Les Petits Bollandistes : «Vivía entonces en el
monasterio de San Albán de Tréveris, un santo religioso de nombre
Adolfo de Essen, igualmente versado en las letras divinas y humanas,
el cual había conocido por revelación divina cuán saludable devoción
era el santo Rosario, desgraciadamente caído en olvido en esa época
calamitosa . Desde entonces el padre Adolfo se había convertido en
apóstol del Rosario e incluso había compuesto un libro en latín:
De Commendatione Rosarii (Recomendación del Rosario) , para ex­
tender más allá de la soledad de su celda la acción de su celo . No sien do prior I? ºr el momento de la Casa (lo fue en 1 409), obsequió con
1 37
El Salterio aquí �encionado, ¿sería el de Dom Enrique de Kalkar?, o bien, ¿ obra de
Domingo o de alguno de sus compañeros, y de 1 50 cláusulas? Difícil precisarlo. Lo único
que podemos decir es que en el Liber Hus. Experientiarum, collatio 3(). ª, leemos que él fijó
uno al muro de la Sala Capitular, al lado de otro cuadro que contenía su auténtico Rosario.
1 3 8 Historia Cartusiae Sancti A lbani, A - 5 , 242 , c. p. 22.
1 39 Dom L E CouTEULX , t. VII, p. 360.
228
EL
CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
licencia d e s u prior con una traducción a l alemán d e s u libro a la
duquesa de Lorena, así como con un librito de «Meditaciones», que
había cómpuesto sobre la Vida del Divino Salvador. Tal ardor puso
la santa duquesa por practicar enseñanzas tan saludables que pronto
se halló transformada en otra , de tal suerte que difícilmente se reco­
nocía ella misma en medio de los esplendores interiores con que la
gracia plugo adornarla en premio de su renuncia a todas las vanidades
del siglo . En poco tiempo penetró tan adelante en las Vías de la san­
tidad, que el padre Adolfo, que había conocido grandes siervos de
Dios, atestiguaba no haber encontrado a nadie, de cualquier condición
que fuese, que pudiese comparársele, ni siquiera en el claustro. Nues­
tro Señor se encargó de hacer brillar la santidad de la duquesa con
numerosos milagros , cuyo solo relato ocuparía un grueso volumen,
según testimonio de su biógrafo» .
«Su nombre era objeto de la veneración pública. Cada día se veía
acudir hacia ella , no solamente a los enfermos y a los pobres, sino
hasta las personas de condición elevada, los grandes y los pequeños,
los eclesiásticos y los laicos, los príncipes de la Iglesia y los poderosos
del �iglo y hasta los religiosos . Como se reconocía tan deudora a la de­
voción del santo Rosario no temía recomendar esta práctica tan salu­
dable a cada uno de sus señores y barones, igual que a los eclesiásticos
y a sus menores vasallos. Era raro que alguno de sus oyentes, así fami­
liares como extraños, resistiera a sus piadosas instancias; la mayoría se
volvieron mejores. El recuerdo sagrado de tan santas conversaciones
se transmitió a más de una generación, y no sería temerario afirmar
que ellas contribuyeron un siglo más tarde, a poner a salvo del Pro­
testantismo, a la par que la espada de sus nietos, a la Lorena» 140 •
Otro apóstol del Rosario de las Fórmulas fue Dom Juan Rode, abad
benedictino . De deán y oficial de la Curia de Tréveris, Dom Juan
Rode pasó a la Cartuja de San Albán en 14 1 6 , donde profesó el 8 de
Diciembre del año siguiente, siendo muy pronto, en 141 9 , elegido prior
de la Casa. Por orden del Papa Martín V se vio obligado a aceptar la
dignidad abacial del monasterio benedictino 'de San Matías , situado,
como la C artuja, cerca de los muros de la ciudad . Encargado por el
arzobispo de visitar las abadías de su Provincia eclesiástica, para res­
tablecer la observancia regular, restaurada tan felizmente en su abadía,
se hizo acompañar por Dom Adolfo de Essen ( 1 42 1 ) . Ambos se apro­
vecharon de esa visita para difundir en estas comunidades el Rosario
1 4 0 Les Petits Bollandistes, por Mgr. PA l' L Gt• tR I '.'J , t. X, pp. 256-262, París, 1 888. La
Vida de la bienaventurada Margarita de Baviera, escrita por Dom ADO LFO DE EssEN , su director
es piritual, se encontró contra toda esp �ranza en 1 86 3 . El abate J. M . Curicque, cura de
Sierck y Mgr. Guérin, se beneficiaron del hallazgo para ediciones posteriores de sus obras
sobre la santa Duquesa.
229
r nANEZ Y F. MENDOZA
de las «fórmulas» de Domingo . Fue éll igualmente, el comisionado para
instaurar la observancia regular (implantada antes del 1431 en los
benedictinos de Bursfeld) , en otras muchas abadías , que en número
de 75 se unieron para formar la Congregación de Bursfeld. Aún se ex­
tenderá más lejos el apostolado mariano del abad Juan cuando el Con­
cilio de B asilea, en 1 434, le nombrará visitador general de todos los mo­
nasterios de ambos sexos de la diócesis de los tres Electores de Spira,
Worms y Estrasburgo 141 . Dom Juan Rode murió en 1439.
Dom Adolfo de Essen consiguió aún otras maravillas de la gracia .
Acompañando al abad benedictino antes mencionado en la visita ca­
nónica de las Casas de la Orden trabó amistad con cierto benedictino
a quien inició en las Fórmulas, y éste , cambiado en poco tiempo en
otro hombre, llegó a un eminente grado de oración, como pudo com­
probar el insigne cartujo , al rogarle en cierta ocasión, para cerciorarse
de la verdad de las visiones que deda tener, le obtuviese la gracia de
una sin<.:era contrición de sus pecados. Efectivamente, se sintió escu­
chado y creyó en la sinceridad de sus relatos. Los recogió y añadió a la
vida de la bienaventurada Margarita de Baviera, a manera de reco­
mendación del Rosario 14 2 •
El monasterio de los benedictinos de Tegernsee en Baviera podría
ser mirado como un foco ardie.nte de devoción al Rosario, y como
aquel en el cual el método de Domingo había tenido la mejor acogida:
allí verdaderamente se le tenía en grande estima . Así lo atestiguan o se
deduce de los varios manuscritos con «cláusulas» , provenientes del men­
cionado monasterio 143 •
«El método d e Domingo d e Tréveris - dice e l P . Mézard, O . P . ­
fue muy popular, sobre todo en Alemania, como lo prueban los nú­
merosos manuscritos señalados por el R. P. Esser, O . P . » 144•
El más importante de estos manuscritos, por su antigüedad, es in�
dudablemente el del convento de San Gall . Pertenece a la colección
de monseñor Greith, obispo de San Gall y contiene las «fórmulas» en
alemán. «Este precioso documento - dice el R. P. Danzas, O . P. es de un interés indudable; no puede haber sido compuesto antes de
1 454, por hallarse mencionadas las indulgencias concedidas por Ca­
lixto III (que gobernó la Iglesia desde 1 455 a 1 458) , pero tampoco
puede asignársele una fecha posterior. Debió de haber precedido a la
misión de Alano de Rupe (sobre la predicación del Rosario) , que no
empezó hasta 1473 o lo más pronto en 1 472 , para terminar en 1475 .
La ausencia de toda influencia dominicana no hace sino añadir valor
l 4 1 Cfr Le culte de la T. S. Vierge, p. 43 .
1 4 2 Dom LAAGE, p. 60 . '
1 43 Cfr L e Culte . . , p . 45 . Der Katholik, 1 904 , pp. 1 1 2 ss.
1 44 Etude sur les origines du Rosaire, p . 1 59.
.
230
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA
al documento, probando que el Rosario era conocido y practicado
antes de la intervención de este siervo de Dios» 145•
No sospechaba el ilustre dominico - que ignoraba el nombre y la
obra de Domingo de Tréveris - la procedencia cartujana del expre­
sado manuscrito y le causaba admiración «la manera de unir la medi­
tación de los misterios a las decenas sucesivas del Avemaría, sin hacer
mención alguna de la restauración del Rosario, ni alusión a la persona
de su propagador, guardando además el más completo silencio con
relación a santo Domingo, a su Orden y a . los santos que han llevado
su hábito» 146• Sin género de duda el manuscrito de San Gall es un ejem­
plar de las «fórmulas» de Domingo de Prusia, el más antiguo que se
conoce. En la misma obra del padre Danzas se transcribe una decena
de las «fórmulas» , pudiéndose apreciar su exactitud con las del cartujo
de Tréveris 1 47•
O tros manuscritos con «cláusulas» posee el citado convento de San
Gall, pero de fecha algo posterior.
Domingo había añadido, como apéndice al Liber Ilus. Experien­
tiarum, el A vemaría con sus 50 Fórmulas, seguidas de una norma
( «Directorium») para rezarlas, y de la Leyenda del monje librado de los
bandidos por la Virgen coronándose de rosas 148 ; e incluyó además,
1 45 Etudes sur les temps primitifs de L 'Ordre de Saint Dominiq ue, t. I V , p. 379.
DANZAS , t. I V , p. 380.
147 DANZAS , t . I V , p. 4 1 8 . Véase también MoRTJER . t. I V . p . 632 .
1 48 La Leyenda del caballero (o del monje) y de la guirnalda --de rosas se remonta al siglo
X I I I y se halla entre las Leyendas de María . Formaba parte de una de las piezas más curiosas
de la literatura nacional alemana, conocida con el nombre de A ntiguo Pasional. A esta leyenda
se vinculaba el origen del Rosario.
Un caballero, dice la leyenda, tenía la costumbre de trenzar cada día una corona de flores
para colocarla sobre la frente de una imagen de la Santísima Virgen. Al hacerse monje y no
tener tiempo para recoger sus flores, pensó volver al mundo. Conociendo su proyecto un
antiguo monje, le disuadió, aconsejándole que rezase 50 Avemarías, asegurándole que con ello
agradaría más · a Nuestra Señora. Siguió fielmente el consejo y perseveró. M as un día que en
el curso de un largo viaje atravesaba un bosque, recordó que aún no había rezado sus Ave­
marías. Se detiene, ata el caballo a un árbol, a cuyo pie se arrodilla, y empieza su oración.
Los ladrones que de lejos le observaban, corren entonces para despojarle; pero no bien se
aproximan ven a una bella señora ocupada en tejer una corona con las rosas que brotan de
la boca del monje. Entretejida la corona, la coloca sobre su cabeza y se remonta a los Cielos.
Intrigados los bandidos, le interrogan sobre la Señora y las rosas. El monje, que nada había
visto, no supo qué decirles, pero comprendió por sus explicaciones que la Santísima Virgen
había querido protegerlo milagrosamente.
Historia o leyenda, los autores no están de acuerdo en lass circunstancias (un ladrón.
varios, etc . ) , pero coinciden de ordinario en hablar de alguien que se hizo monje. de 50 Ave­
marías, y de Nuestra Señora coronándose con las rosas que brotan de su devoto servidor.
Tampoco advierten a qué Orden pertenecía el monje. Empero el R. P. SnX .\ I:\ R.\ ZZI .
abad camaldulense (t 1 62 1 ) , en su obra Mdagros de la Gloriosa Virgen María, editada en
Florencia. lo hace cartujo: «Cierto superior cartujo. devotísimo de María a quien procuraba
agradar rezándoié cada día 50 Avemarías. debía emprender un largo viaje . »; sigue la leyenda
tal como la conocemos, pero en lugar de M aría entra en escena un bello Niño.
En España era ya conocida la leyend.a desde los tiempos del rey Alfonso X. el Sabio
(t 1 2 84), q uien la recogió en sus famosas Cantziz,as de Santa María. Solamente que allí no
1 46
. .
23 1
IBAÑEZ Y F. MENDOZA
para demostrar cuán agradable era a Nuestra Señora el rezo del santo
Rosario, el texto de la visión de Dom Adolfo. Al final de la leyenda
hace Domingo esta observación: «Se dice que la divulgación de este
milagro fue el origen del Rosario, que los piadosos y devotos servidores
de María comenzaron desde entonces a rezar. Después de esto, cierto
monje de la Orden C artujana, con objeto de favorecer la devoción
y la atención añadió la Vida de Nuestro Señor Jesucristo (las Fórmulas)
según la forma puesta más arriba» .
Según este plan trazado por nuestro cartujo de Tréveris aparecieron
luego algunos opúsculos que explicaban el origen del santo Rosario
y lo propagaban. A este tipo pertenecen, por ejemplo, el antiguo Ma­
nuscrito de M aguncia , ( analizado por el R .. P . Esser, O. P . , en Der
Katholik, de noviembre 1 897), que refiere primeramente la manera
como Domingo de Prusia fue conducido . en los principios de su vida
religiosa a añadir a las Avemarías las «cláusulas» de los misterios de la
Vida de Nuestro Señor y de Nuestra Señora; y luego vienen las 50 Ave
con las «Fórmulas» y una Norma directiva para rezarlo ( compuesta
probablemente por Domingo) , terminando todo con el relato de la
visión de Dom Adolfo 149•
Una disposición semajante se observa en un opúsculo en alemán
(5 hojas en 4. º ) impreso dos veces en el mismo año de 1 480 , del cual
posee sendos ejemplares el Museo Británico (registros 4594 IA 250 6 ;
y 4594 I A 87 1 9) , que lleva por título Dis ist unser lieben frowen rosen­
krantz un wie er von ersten ist offkummen: «Este es el Rosario de Nues­
tra Señora y cómo comenzó» 1 5 0 • En él se atribuye el origen del Rosario
a la «Leyenda del caballero y de la corona de rosas» ; sigue después la
visión de Dom Adolfo, y luego las 50 Avemarías, con las «Cláusulas» ,
terminando todo con una oración a María Inmaculada. Un primer
grabado en la portada ilustra, de manera muy rudimentaria, la escena
del caballero y de la corona de rosas; un segundo grabado, de corte
muy ingenuo y simple, reproduce la visión de Dom Adolfo. La Cartuja
de Aula Dei posee un facsímil de ambos grabados 1 5 1 y la C artuja de
Parkminster posee la reproducción fotográfica de los dos libretos del
Museo británico , que el P. Thurston, S . J . , estima rarísimos.
No faltaron imitaciones del método de Domingo de Tréveris y
·
es cuestión de un caballero que se hizo monje, ni de 50 Avemarías, sino de alguno que tenía
costumbre de ofrecer cada día a Nuestra Señora una guirnalda de rosas, pero que en caso de río
poder conseguir éstas en número suficiente el devoto decía un Avemaría por cada rosa que
faltaba (cfr Dom LAAGE , p. 19; L e culte de la T. S. Vierge . . , MF:ZARD , p. 1 9 9 . Véase L 'A mi
du Clergé, año 1 9 1 0 , t. 3 2 , p. 1 63 ) .
1 49 Cfr Le Culte . , p. 45 .
1 50 Cfr Le Culte . . . , p. 44; Dom LAAGE , p. 1 9 .
1 5 1 Se conservan y guardan dentro d e uno d e los originales manuscritos d e L e R osaire et
les Chartreux, de Dom LAAGE , que posee la Cartuja de Aula Dei . .
.
. .
232
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
adaptaciones del mismo a l Salterio d e 1 5 0 Avemarías. Entre éstas
merece especial mención el Nuevo Salterio Marial compuesto en 1489 ,
con lujo de figuras y adornos, por Herman Nitzschewitz, para el em­
perador Federico III e impreso a expensas de su hijo Maximiliano,
en 1492 1 5 2• En este Salterio, cada Avemaría tiene su grabado corres­
pondiente, representando un «miraculum» , es decir, un misterio de la
Vida de Nuestro Señor. Los grabados aparecen ricamente encuadrados
y orlados en sus márgenes. El R. P. Thurston, S . J . , reproduce dos
grabados como muestra, en la revista «The Month» , diciembre de 1 900,
de los cuales el uno se refiere a la Tentación del Señor y el otro al juicio
final. B astará una ligera descripción de uno de ellos para que poda­
mos damos perfectamente cuenta del resto de la obra . En la parte su­
perior de la página se lee la «cláusula» que debe añadirse al Avemaría;
por ejemplo en el que hace referencia a la Tentación del Señor:
« . . . Quem, in hoc miraculo, adoro tentatum a diabolo in suo qua­
draginta dierum jejunio» . En la parte inferior, debajo del grabado co­
rrespondiente al misterio, se desarrolla el texto de la meditación, en
una quincena de líneas compactas. Adorna el grabado una orladura
vertical en su margen, en la que se encuentran representados el Padre
Eterno, la Santísima Virgen (en el medio) , y abajo el emperador;
otro ribete ·u orladura horizontal, en la margen inferior, muestra a
cuatro cartujos, con el Rosario en la mano, en medio de rosas y gra­
nadas; detalle significativo que hace ver la íntima relación que en la
mente del artista existía entre el Rosario y los cartujos.
b) Inglaterra
Sabemos por el testimonio dd R . P . Thurston, S . J . , que si algún
sistema de meditación estaba en uso en Inglaterra, era el de las «fórmu­
las» cartujanas 1 53 •
En las «Horas» inglesas, a partir de las «Horas» impresas por Wyn­
kyn de Word en 1 495 , encontramos invariablemente las 50 Fórmulas
de Domingo, en verso o en prosa.
1 5 2 Este precioso manual, en 4 . 0 gótico, comenzado en 1 489 e impreso en 1 49 2 en el
monasterio cisterciense de Tzenna o Zinna , ducado de Magdeburgo, se halla dividido en dos
partes: la primera, de 26 folios, comprende, además del frontispicio, un prólogo y la apología
del Salterio; la segunda, de 90 folios con figuras , contiene el Psalterium, seu Rosarium triplex,
nempe gaudiosum, dolorosum et gloriosum. Al final se añade un epílogo que lleva por fecha:
Colonia , 1 476.
El título exacto del Salterio es Novum Beatae Mariae Virginis Psalterium de dulcíssimis
novae Iegis mira bilibus divin.i amoris refertis. . . En el prólogo: Opus ab Hermanno Nitzschewitz,
anno 1 48 9 confectum, lmperatori Friderico . . . delatum et anno 1 492 in mense septembri . . .
praesentatum, Caesareo sumptu ad imprimendum commissum, nunc et in Tzenna Cisterciensis
Ordinis devoto claustro sub principatu domni Nicolai Abbatis, non sine modico sumptu
impressum. Cfr Dom LAAGE , op. cit. , p . 69; M 1 G N E , Dictionnaire de Bibliographie Catholique,
t. 1 1 , columnas 1 .405 y 1 .485 (volumen n. 0 40 de la 3. ª serie Enciclopédica, París, 1 859).
1 53 The Month, diciembre de 1 900 , p . 63 1 .
233
IBAÑEZ Y F. MENDOZA
Se las encuentra también en el Golden Rosary (Rosario de oro) ,
ciatado por Watterton y publicado entre los Hymni Latini· de Mone,
que traen varias formas del Rosario, y entre ellas una serie de «fórmu­
las» , que componían el Golden Rosary. Son las mismas que las del
manuscrito de María Laach, en Alemania, perteneciente a los jesuitas
de Falkenberg, que reconocen por autor o compilador a Fray Tilmann
de Bonna, monje de Santa M aría del Lago (Maria Laach) . Se ignora
la fecha de su composición . Se las reproduce igualmente en las «Horas»
de Nuestra Señora ad usum Romanum, impresas en Roma en 1 522.
Las Horas de Nuestra Señora, año 1 5 1 5 , contienen también
«fórmulas» semejantes a las de Domingo. Un ejemplar posee el Colegio
de Stonyhurst 1 54•
El R. P. Bridgett, redentorista, señala en su obra Our Lady 's
Dowry, un opúsculo impreso en Amberes (Anvers) en 1 55 3 , con 50 imá­
genes que representaban la Vida y Pasión de Nuestro Señor, acompa­
ñadas de textos de la Sagrada Escritura , relacionados con cada mis­
terio. El título del libro reza así : The mystic sweet Rosary of the faühful soul garnisged round about as it were with fresh fragant flowers . .
(El dulce Rosario místico del alma fiel, adornado de flores frescas
y perfumadas, conforme a la verdad del Evangelio con 50 imágenes
de la S.anta Vida y Pasión de Nuestro Señor Jesucristo) . «Son exacta­
mente dice él, los misterios indicados por el célebre Lanspergio; para
mí este librito no es sino una mera traducción de su Rosario, aun
cuando no se cite su nombre» 1 55•
.
e) España
En el artículo Rosario de la Enciclopedia «Espasa» (vol. 5 2 , pá­
gina 352) , leemos lo siguiente:
«El más antiguo monumento conocido con respecto a los misterios
del Rosario son los Gozos del «Roser» (gozos del Rosario) , atribuidos
por la generalidad a san Vicente Ferrer, y por otros a su hermano Bo­
nifacio, general de los Cartujos de la Obediencia de Avignon (t 141 7).
De comprobarse la veracidad de cualquiera de estas dos atribuciones,
tendríamos resuelto uno de los principales problemas de la arqueología
rosariana , ya que en ellos se contienen explícitamente los cinco mis­
terios gloriosos, de tal modo que no dejan lugar a sospechas de que
se usasen aquí las «cláusulas» del cartujo de Tréveris, aunque parece
que éstas debieron correr por Castilla» .
Tal atribución de los «Gozos» a san Vicente Ferrer o a Dom Boni¡ :,.¡
¡ :, ,,
B R I DGETT .
D . Laage) .
234
Pietas Mariana Britannica, pp. 1 5 5 ss. ( citado por Dom Laage) .
Our Lady 's Dowry, p. 2 1 4 . Lzmdon. 1 87 5 , Burns and Oates ( citado por
WATTERTO :'\ ,
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
facio, n o parece exceder los límites de l a probabilidad. Pero tratándose
de éste último, dicha probabilidad sube de punto si se tiene en cuenta
que perteneció a la Orden cartujana, precisamente en una época en
que la cuestión del Rosario y de las «fórmulas» para rezarlo, empezaba
a agitarse en las Casas de laCartuja. Por no haber tenido conocimiento
de estos hechos pudo escribir el articulista de «Espasa» , que «no había
sospechas de que se usasen aquí las cláusulas del cartujo de Tréveris» ,
siendo así que la filiación cartujana de Dom Bonifacio explicaría fácil­
mente la influencia de las fórmulas en los «Gozos del Roser>> . De con­
firmarse la afirmación aquí contenida respecto de Dom Bonifacio,
nos hallaríamos en ·presencia de la p articipación más antigua conocida
de un cartujo español en la custión del Rosario. Llamamos la atención
sobre este doble hecho, a saber: la atribución de los «Gozos» a Dom Bo­
nifacio y la influencia de las «fórmulas» en el mismo, tanto más pro­
bable cuanto que el articulista confiesa que «debieron correr por Cas­
tilla» , en aquel entonces.
Efectivamente, en España se comprueba ya de una manera cierta
la presencia de las «fórmulas» en 1 454 (o sea, seis años antes de la
muerte de Domingo de Tréveris) . «Una cláusula del testamento de
Alvar García de Santa María (leemos en «Espasa» , art. Rosario, t. 52 ,
p . 352) , fechado en Burgos en 1 454, hace entrever que también lle­
garon por C astilla las meditaciones ( = las cláusulas) iniciadas ( = podría
haber dicho mejor incluidas) por Domingo de Prusia en su Liber Ex­
perientiarurn>>.
El testimonio que acabamos de citar encuentra una confirmación
en las siguientes palabras de una autoridad en la materia: «Los histo­
riadores se han fijado generalmente en el hecho notable de la expan­
sión francesa (del Rosario) promovida por un dominico bretón, el
beato Alano de la Roche . Es incuestionable la influencia de este predi­
cador dominico en la difusión del Rosario; pero fácilmente pued� pro­
barse que la expansión del Rosario en España estuvo totalmente des­
conectada de la expansión francesa y es anterior a las predicaciones del
beato Alano. Podríamos citar b astantes testimonios de indiscutible
valor>> 1 56 •
El V . P . Dom Gaspar Gorricio de Novara, de origen italiano, aun­
que probablemente _nacido en Salamanca, hermano de los impresores
Francisco y Melchor, y monje profeso de la C artuja de las Cuevas de
Sevilla, fallecido en 1 5 1 5 , nos dejó pruebas ciertas y auténticas de su
devoción al santo Rosario y de su celo por propagarlo en su libro Con­
templaciones so bre el Rosario de Nuestra Señora, hi'storiadas con la
1 5 6 Santo Domingo de Guzmán,
( M adrid, 1 947 , BAC-22).
obre preparada por varios padres dominicos,
p. 49
235
J. IBAÑEZ Y F. MENDOZA
forma de la institución del Salterio 1 57 • Obra escrita ongmariamente
en latín y vertida luego al castellano por el bachiller Juan Alfonso de
Logroño, canónigo de Sevilla , e impresor en la misma ciudad de Se­
villa en 1495 , por los tipógrafos Meinardo Ungut y Estanislao Polono.
En 4. 0 de 6 hojas + 1 24 folios de 3 1 líneas, con 1 7 grabados en madera
y bonitas iniciales. Existe un ejemplar de este valioso incunable en el
Museo Británico y otro en la Sociedad Hispánica de Nueva York 1 58•
Por la descripción que de ella nos hace Dom Bartolomé Gallardo
en su Biblioteca española de libros raros y curiosos, t. I I I , n. 0 2391
(Madrid , 1 866) , se echa de ver que se trata de «contemplaciones» del
Rosario de los 1 5 misterios, al cual ora se le llama Salterio, ora Rosario.
Lleva anexo un breve «Tratado de la Institución o Cofradía del sobre­
dicho Rosario de Nuestra Señora, fecho y ordenado en Colonia» .
Al final del libro se añaden unas «Copias del Psalterio syquier Rosal
de . la gloriosa Virgen María para contemplar quince misterios de su
Sagrada Vida, diciendo su psalterio syquier Rosal» . Véase una Copla:
Pues madre de p1:e dad
sois, e de gracia cumplida,
el psalterio me rezad,
e rezando contemplad,
quince actos de mi vida.
Sigue luego unos «Gozos de la Virgen del Rosal» ; y unos «Loores
de la Virgen del Rosal» , una de cuyas estrofas dice:
Pues vuestra carne sagrada
Vist'ió a Dios verdadero,
Dignamente intitulada
Sois la Virgen del Rosarz'o.
Si bien es verdad que en la obra del padre Gorricio no se hace alu­
sión al Rosario de las «cláusulas» ; ellla nos demuestra, en todo caso,
1 5 7 E. V. P. om Gaspar Gorricio de Novara tuvo estrecha amistad y hasta correspondencia
epistolar con el Gran Almirante del Océano y descubridor de América, Cristóbal Colón.
A dicho padre confió éste, al partir de España el año 1 50 2 , el depósito de sus joyas y privi­
legios, nombrándole albacea testamentario. Dom Gaspar guardó el depósito en su celda hasta
que, en 1 508, muerto ya Colón, lo entregó a su hijo don Diego. Los restos de Colón y los
de su hijo descansaron en la Cartuja de las Cuevas hasta su traslado al Nuevo Mundo.
Dato muy curioso es el que nos transmite un documento que se guardaba en el Archivo de
las Cuevas, por el cual el Papa Julio II, a petición de Colón y con licencia del reverendo
padre general de la Orden Cartujana , otorgaba permiso a Dom Gaspar para pasar a las
Indias con otros seis saceerdotes de su elección a fin de trabajar en la conversión de los infieles
y fundar Casas de la Orden. Aunque este propósito no se realizó, no deja de extrañar tal
concesión, dado que la Orden Cartujana es ajena a todo ministerio activo (cfr Escritores Car­
tujos de España, p. 1 04).
1 58 Existió también un ejemplar en la Biblioteca Colombina de Sevilla examinado y
descrito por Gallardo; pero a últimos del siglo pasado fue sustraído, juntamente con otros
libros de la misma biblioteca, yendo a parar a manos de un norteamericano.
236
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
�������
que el Rosario era conocido y practicado en las Cartujas españolas
en aquella época , que para nuestro intento es lo que importa . Otros
cartujos españoles devotos del Rosario pudiéramos citar aquí, pero
nos remitirnos al apartado que luego desarrollaremos: Cartujos devotos
del Rosario. Igualmente se evidencia la tradición cartujana del Rosario
en España por la institución de dos cofradías del Rosario en la Cartuja
de las Cuevas de Sevilla, una de ellas en 1 570, y la otra en 1 668.
También en la Cartuja de Miraflores (Burgos) , se erigió una cofradía
del Rosario en 1 75 6 . Nos limitarnos aquí a mencionarlas, pues de ellas
hablaremos más adelante con atención.
Volviendo al Rosario de las «fórmulas» , diremos que durante buena
parte del siglo XVI y principios del XVII encontrarnos al R. P. Fran­
cisco Arias, S . J. ( 1 5 3 1 - 1 605) entregado a la tarea de propagar el Ro­
s_ario de las «cláusulas» de Ludovico Blosio ( Luis de Blois), benedic­
tino (t 1 566), el cual se había inspirado para componerlo en el método
de Domingo de Tréveris, que tenía en grande estima 1 59•
El P. Arias, muerto en olor de santidad en 1 605, fue uno de los
buenos autores de espiritualidad de su tiempo. San Francisco de Sales
lo recomendaba a sus penitentes 1 6 0 • Sus obras se encuentran traducidas
a varios idiomas.
En 1 588 se publicaba en Valencia su Aprovechamiento espiritual,
donde se incluía el «Rosario de los cincuenta misterios de Cristo N ues­
tro Señor y de su Santísima M adre» . Segunda edición en Vallado­
lid 1 592- 1 59 3 ; le siguieron Sevilla, 1 596; Barcelona 1 59 7 ; Madrid, 1 603
(en la pág. 96 de esta última edición empieza el Tratado del Rosario) ,
etcétera.
Compuso además el padre Arias un Tratado sobre el Rosario
para demostrar la excelencia de las Fórmulas de Domingo, donde
comparando un sistema con otro, daba la preferencia al método de
Domingo de Tréveris sobre el Rosario de los 1 5 misterios, por tres
razones principales, cuyo resumen es el siguiente: 1 . ª Cada una de
las tres partes del Salterio M ariano consideran solamente 5 misterios,
mientras que el Rosario de las Fórmulas en 50 misterios nos presenta
toda la Vida de Nuestro Señor y de Nuestra Señora. 2 . ª Los que no
saben meditar, y aún los fieles, en general, se contentan, de ordi­
na:do, con el rezo del Pater y el Ave, y con la sola enunciación del
misterio, sin atender a él; mientras que el Rosario de los 50 misterios
despierta la atención a cada Avemaría. 3 . ª A fuerza de repasarla en
1 59 El Rosario de Blosio puede leerse, en español, en Obras
fray Gregorio de Alfaro, O. S. B . , París, 1 60 2 , pp. 1 49 ss. (está
ritual, que forma parte del tratado Retrete del alma fiel) . En
L. Blosii, Colonia, 1 606, p. 1 1 7 . BouRASSÉ, Summa A urea, t. V, p.
1 60
Vida Devota, primera parte, cap. V I .
de L. Blosio, traducidas por
incluido en el Cofrecito espi­
latín se encuentra en Opera
226 .
237
IBAÑEZ Y F. MENDOZA
nuestro espíritu la Vida de Nuestro Señor y de Nuestra Señora acaba
por sernos familiar, no sólo durante el rezo del santo Rosario, sino
aún durante el día, favoreciendo la dulce y continua presencia de
Dios 1 6 1 •
Dom Antonio Dulcken, cartujo ( t 1 624), publicó en 1 608, en
Colonia, una traducción latina del Tratado del Rosario del padre
Arias, en la que figura la aprobación oficial del padre Spechtius,
prior dominico e inquisidor apostólico, concebida en estos términos:
«Como en el Tratado del R. P. Francisco Arias, S. J. , acerca del
Rosario de la Virgen sin mancilla . . . nada he encontrado que no sea
piadoso y conforme a la fe ortodoxa, concedo que se le imprima» .
Aprobación que constituye por sí misma el testimonio más honroso
en favor de Domingo de Tréveris y de su humilde método, así como
también de la tesis sustentada por el padre Arias 1 62 •
Apenas hacía un año que había desaparecido del escenario de este
mundo el padre Arias cuando ingresaba en la C artuja de El Paular
el joven Pedro Manuel Deza, destinado por la Providencia para pro­
seguir la campaña en pro del Rosario de las «fórmulas» . Omitimos
aquí sus rasgos biográficos para pasar a referir su devoción al santo
Rosario y su labor apostólica acerca del mismo . He aquí cómo nos
describe el V. P. Dom Juan de la Torre, contemporáneo y coprofeso
del padre Deza:
«Entre otras devociones de este V . P . fue una el serlo mucho de la
M adre de Dios. Ayunaba todas sus vigilias y rezaba cada día el Santo
ejercicio del Rosario con la premeditación de los Misterios de Cristo
Señor Nuestro (según se usa entre nosotros y fue revelado a un santo
monje de la Cartuja de Tréveris) de donde sacaba mucho consuelo
y aprovechamiento para su alma; y para que este consuelo y aprove­
chamiento lo tuviesen muchos, y la Virgen Santísima y su Hijo fuesen
más servidos, hizo imprimir dos veces a costa suya el librito en que
se contiene el modo de rezarlo y los hizo repartir por el Reino, no sin
gran utilidad de todos los que le han usado.
Fue asimismo diligencia suya la traducción en nuestro vulgar,
de este Himno de Oro o Rosario porque hasta entonces por estar en
latín ( como lo escribió el P . Dom J. Lanspergio entre sus O bras Meno­
res, Libro 1 7) 1 6 3, no usaban de él más que los padres monjes, o algu­
nos eclesiásticos amigos· a quienes se había comunicado. Pero echando
161
Cfr Dom LAAGE, p . 92. BouRASS É , Summa A urea, t . V , p. 2 5 5 .
Cfr D o m LAAG E , p. 94 ; Le culte d e la T. S. Vierge, p. 48. Bourassé reproduce l a
versión latina d e l padre Dulcken ( Summa A urea, t . V , pp. 226 ss . ) . E n e l l a puede el lector
ver el Rosario de las Fórmulas de Blosio-Arias y e l tratado en cuestión.
l 63 El citado H i mno o Rosario de Lanspergio, puede leerse en el t . V , p. 405, de sus
Obras completas, ed. Montreuil.
162
238
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA
de ver el devoto padre lo mucho que importaba el que gozasen muchos
de este santo Tesoro, le hizo traducir en verso por orden de su padre
que era entonces corregidor de Madrid, a diversos poetas de aquella
Corte. Hiciéronlo algunos y con ventajoso primor el antesignano
de los poetas españoles, Lope de Vega . Pero ninguna de ellas contentó
al padre Dom Pedro por estar muy elegantes y rumbosas, y no tan
ajustadas al original latino ni tan devotas y humildes como él q uisiera
y lo pide el asunto. Mas la Reina Soberana (siempre agradecida a los
pequeños obsequios y grandes deseos de su siervo) , le otorgó lo que
tanto ansiaba, porque una noche, preocupado con este cuidado y
deseo de una traducción más acomodada, estando rezando el Santo
Rosario en su celda, sin luz y enfermo de cuartanas, reparó en que
decía los versos y coplillas de él muy diferentemente del modo que
solía decirle y sa b ía de memoria. Admirado de la novedad, prosiguió
así hasta acabarle, quedando interiormente muy satisfecho de que
del modo que entonces le había dicho era la propia y ajustada tra­
ducción que deseaba, y tan embriagado de una tan celestial dulzura,
que nunca había sentido cosa semejante, ni de tanto consuelo; y así
reconociendo que aquella era visita y dádiva del Cielo (porque él ni
tenía espíritu o vena de poeta, ni en su vida había hecho verso alguno) ,
procuró retenerle en la memoria para escribirlo al día siguiente por
la mañana, porque entonces no se hallaba con fuerzas para poderlo
hacer: y fue cosa también milagrosa, que a la mañana siguiente le
escribió de su mano sin perder verso (a su parecer) de como la noche
antes se lo habían dictado» 1 64•
El verdadero orden cronológico de los hechos (completando algu­
nos detalles omitidos por el P. Juan de la Torre) , es el siguiente :
Dom Pedro Manuel Deza, después de haber hecho imprimir por dos
veces en latín el rosario de Lanspergio (compuesto a imitación del
Rosario de las «fórmulas» ) encargó por mediación de su padre Dom
Gonzalo , a Lope de Vega y a otros poetas que hiciesen una traducción
del Rosario de Domingo de Tréveris . La traducción hecha por Lope
de Vega , en estrofas de s�is versos , se imprimió a costa de Dom Pedro
Manuel de Deza , dos· veces (una el año 1 6 1 1 y la otra en fecha
incierta) . De las versiones hechas por los otros poetas nada se sabe.
Años más tarde, es decir, en los últimos años de su vida (proba­
blemente hacia 1 630) , como nunca le hubiese satisfecho la traduc­
ción de Lope de Vega por no estar en cuartetas como la original
latina y ser además demasiado elegante, con perjuicio de la devoción,
1 64 Varones ilustres de la Cartuja, t. I I I , folios 257 ss, manuscrito de la Cartuja de
Miraflores. El padre Dom Juan de la Torre profesó en la Cartuja de El Paular en 1 62 2 , y
murió en la Cartuja de Granada el 14 de noviembre de 1 67 0 . En gracia de la claridad hemos
corregido la ortografía y alguno que otro giro anticu ado en la cita aducida en el texto.
239
J. IBAÑEZ Y F. MENDOZA
la puso
sencillas
métrica .
cartujos
el padre Deza mismo, por un favor del Cielo, en cuartetas
devotas, atendiendo más al espíritu que a la exactitud
Esta traducción gustó mucho y de ella se aprovecharon los
españoles y hasta se dice que se imprimió1 65, pero nos incli­
namos a creer que quedó manuscrita, o al menos no se ha podido
encontrar ningún ejemplar impreso de aquella época . Se imprimió
hace algunos años ( 1 935) en cierto opúsculo del R. P . B altasar Cuar­
tero y Huerta, miembro correspondiente de la Real Academia de
la Historia, publicado con ocasión del tercer centenario de la muerte
del célebre- vate español Lope de Vega . Dicho opúsculo - que viene
a ser como una especie de estudio acerca del Rosario de Domingo
de Tréveris, en relación con las versiones de Lope de Vega y de Dom
Deza, comparadas - reproduce las traducciones de uno y de otro
juntamente con el original latino de L anspergio 1 66•
Volviendo a la versión de Lope de Vega, hacemos nuestros los
siguientes párrafos del R. P. Cuartero: «Nos parece que lo más pronto
que pudo ser encargada dicha versión fue en 1 608, siendo más vero­
símil que lo fuera algún tiempo después, muy cerca de 1 6 1 1 , puesto
que en este año fue impresa la versión de Lope, según consta del
siguiente folleto 1 67:
«Anónimo. M adrid, 1 6 1 1 . Forma Breve de Rezar, con los Myste­
rios de la vida , pasión y glorificación de Jesu Christo nuestro Señor,
y de su Madre santíssima la Virgen nuestra Señora. (Grabado en
madera de la Santísima Virgen entre adornos) . Con licencia . En
Madrid, en casa de Alonso M artín. Año M.DC . XI. En 8. 0, ocho
hojas sin numerar, con la sign. A . Portada. Vuelta: Prólogo al lector.
Texto. O ración» .
«El ejemplar reseñado pertenece a la biblioteca del Excelentísimo
señor marqués de Jerez de los C abaHeros, quien lo poseía duplicado.
Este ejemplar ofrece la nota característica de ser anónimo, sin nombrar
para nada a Lope de Vega, ni la licencia eclesiástica con que debió
imprimirse. En la Colección de las o bras sueltas, así en prosa como
en verso, de Lope · de Vega (Madrid, por . don Antonio de Sancha,
1 776- 1 7 7 9 , 21 vols . ) , en el vol. XIII, pág. 487 , se halla inserto todo
el texto de esta 'Forma breve de Rezar . . . ', consignándose en la portada
que es obra de Lope de Vega, que el censor eclesiástico fue el prior
de San M artín y que el ejemplar procedía de la biblioteca de M ayans;
1 6 5 Así lo aseguran varios autores, entre otros Dom LE VASSEUR , t. I I , p . 441 , y Dom
AUTORE en su Bibliotheca Cartusiano Mariana, p. 20.
1 66 El opúsculo mencionado lleva por título Versión que fray Lope Félix de Vega Carpio
hizo del Himno de Oro o Rosario rítmico, por encargo del P. D. Pedro Manuel Deza, monje
cartujo de Santa María del Paular. A ntecedentes y consiguientes sobre dicha versión, por
BALTASAR CUARTERO Y HUERTA , M adrid, 1 93 5 , tip . de R . Cerracin.
1 6 7 Opúsculo citado, pp. 35 y 5 3 .
240
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
pero guardando silencio acerca del lugar y año de impresión. Por
las variantes que ofrecen ambos ejemplares (el del señor marqués
y el de la edición de Antonio Sancha), parece que son dos ediciones
distintas . Si lo son, deben ser las dos que costeó y repartió por toda
España el P. D. Pedro Manuel Deza» . (Hasta aquí el R. P. Cuar­
tero) . Larga ha sido la cita, pero decisiva y clara .
Del cotejo del Rosario de las «fórmulas» con el que a continua­
ción vamos a · copiar de Lanspergio , aparece claro que tanto el padre
Deza como el padre Juan de la Torre (y algunos otros que se han
ocupado de esta cuestión) , no conocieron el Rosario de Domingo
de Tréveris, sino es a través del Rosario compuesto por Lanspergio .
En otras palabras: Lope de Vega y Dom Deza no tradujeron el Rosario
auténtico de Domingo de Tréveris (por más que ambos creyesen
lo contrario) , sino el Rosario de Lanspergio , que era una imitación
o paráfrasis del verdadero Rosario de las «fórmulas» . Es comprensible
el error: el que no conoce el auténtico Rosario de las «Cláusufas» ,
se ve inducido a un error por Lanspergio mismo, al declarar éste
que «el ejercicio del Rosario de las cláusulas trae su origen de un
padre de la cartuja de Tréveris» º A continuación nos da su Hymnus
A ureus seu Rosarium Rythmicum, o sea, el Rosario compuesto
por él 1 68 •
HIMNO DE O R O O ROSARIO RITMICO D E LANS PERGIO
(Versión de Dom Pedro Manuel Deza) 1 69
PRIM ERA DECENA
Padrenuestro . . .
1 . jesús, del mundo Creador,
que sufres a los culpados;
haznos llorar los pecados
y vivir en tu temor. A mén.
A lleluia. A ve María.
1 68 Véase el citado Rosario de Lanspergio, en Opera Omnia, del mismo, t. V, p. 405.
l 6 9 En el opúsculo del R . P . CUARTERO . Versión . . . , se pueden leer, si interesa, puestos en
cotejo, tanto el original latino de Lanspergio, como las versiones de Lope de Vega y Dom Deza,
con notas del erudito historiador. Aquí hemos preferido copiar directamente del citado opúsculo,
pp. 60 ss. , aunque con ligeras variantes, pues tenemos a la vista el original manuscrito del
P. jUAN DE LA TORRE (Varones ilustres de la Cartuja, t . I I I , folios 1 4 1 ss. ) , de donde lo tomó
el señor Cuartero.
24 1
]. IBAÑEZ Y F. MENDOZA
2.
jesús, tu Madre eximiste
de la culpa original;
líbranos de todo mal
y de tu gracia nos viste.
A lleluia. A ve María.
3 . jesús, la Virgen dichosa
te concibió con fe viva;
haz que el alma te conciba
casta, humilde y fervorosa.
A lleluia. A ve María.
4. jesús, que a juan santificas
viendo tu Madre a su prima;
danos del prófimo estima
y de tu amor prendas ricas.
A llelw:a . A ve Ma ría.
5 . jesús, a quien sin dolor,
la Virgen parió en Belén;
naciendo en Ti� Sumo Bien,
muramos al viejo error.
A lleluia. A ve María.
6 . · jesús, celebran pastores
y ángeles tu Nacz'miento;
haz que con santo contento,
te demos siempre loores.
A lleluia. A ve María.
7 . jesús, Sa lvador glorioso,
cz'rcuncidado y herido;
de nuestra lengua y sentido
circuncida lo vicioso.
A lleluia. A ve María.
8 . jesús, dz'éronte los Reyes
sus dones y adoración;
cumplamos con perfeccz'ón
nuestros votos )J tus leyes.
A lleluia. A ve María.
9 . Jesús, lz'bre y presentado,
Redentor y r:edz'mido;
haz que a ti rendido,
vz'va lz'bre de pecado.
A lleluia. A ve María.
242
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA
1 0 . jesús Niño, a tierra ajena
huiste del rey tirano;
nuestra alma, Rey soberano,
huya el alma, sienta tu pena.
A lleluia. A ve María.
SEGUNDA DECENA
Padrenuestro . . .
l l . jesús, sirvió a tu niñez
la Virgen con gran fineza;
haz que amemos por riqueza
tu pobreza y sencillez.
A lleluia. A ve María.
1 2 . jesús divino, en el templo
la Virgen te halló enseñando;
siempre estemos meditando
en tu doctrina y ejemplo.
A lleluia. A ve María.
1 3 . jesús, que a tu Madre hermosa
serviste con sujeción;
haz sujeta a la razón
nuestra voluntad viciosa.
A lleluia. A ve María.
1 4 . jesús, oraste inflamada
viviendo al mundo encubierto;
viva el hombre al vicio muerto
y en sus ojos despreciado.
A lleluia. Ave María.
1 5 . jesús, fuiste en tu bautismo
Hijo de Dios declarado;
anegue nuestro pecado
de tu clemencia el a bismo.
A lleluia. A ve María.
1 6 . jesús, que a Satán venciste
después de larga a bstinencia;
para hacerle resistencia
de ayuno nos arma y viste.
A lleluza. A ve María.
24 3
J. IBAÑEZ Y F. MENDOZA
1 7 . jesús, sufres predicando
mil trabajos por mi· amor;
en ellos, dulce Señor,
te vamos siempre imitando.
A lleluia. A ve María.
1 8 . jesús, que con tu virtud
ciegos sanaste y tullidos;
a los de culpas heridos
dad nos perfecta salud.
A lleluia. Ave María.
1 9 . Jesús, por su gran maldad
te a borreció el mundo necio;
de él danos sumo desprecio,
y aprecio de la bondad.
A lleluia. A ve María.
2 0 . Jesús, lloraste en tu entrada,
recibz"é ndote con palmas;
nunca altere nuestras almas,
feliz suerte o desd'ichada.
A lleluia. A ve María.
TERCERA DECENA
Padrenuestro . . .
2 1 . jesús, tu cuerpo en manjar
nos das, que el alma sustenta;
tu amor, que tal o bra inventa,
nos haga en ti transformar.
A lleluia. A ve María.
2 2 . jesús, que Sangre Preciosa
sudaste, orando o bediente;
ore nuestra alma humildemente
resignada y fervorosa.
A lleluia . A ve María.
2 3 . jesús, cual manso cordero
no desplegaste tus la bz"os;
danos silencio de sa bios
y afecto santo y sincero.
A lleluia. A ve María.
244
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
2 4 . jesús, t u rostro escupido
y herido fue sin razón;
danos mundo corazón
y con tus penas herido.
A lleluia. A ve María.
2 5 . jesús, atado, el furor
te azotó de gente ingrata;
a tz� buen Señor, nos ata,
con los lazos de tu amor.
A lleluia. A ve María.
2 6 . jesús, mi Rey, coronado
de espinas y escarnecido;
haz me den dolor crecido
las penas que te he causado.
A lleluia. A ve María.
2 7 . Jesús, por tus obras buenas
te juzgan como a ladrón,
haz que con buena intención
juzguemos de las ajenas.
A lleluia. A ve María.
28. jesús, por mí condenado
a la muerte por traidor;
dadme elija por mejor
afecto mortificado.
A lleluia. A ve María.
29. jesús, con el peso grande
de la Cruz arrodillaste;
el ver que tú la llevaste,
haga la nuestra suave.
A lleluia. A ve María.
30 . jesús, siendo desnudado,
renovaron tu dolor;
renuévanos en tu amor,
desnudos de lo creado.
A lleluia. A ve María.
245
) . IBAÑEZ Y F. MENDOZA
CUARTA DECENA
Padrenuestro . . .
3 1 . jesús, R ey, Padre y A migo,
en la Cruz fuiste enclavado;
a tu Corazón Sagrado
junta y clávanos contigo.
A lleluia. Ave María.
32. jesús, con afecto tierno,
ruegas por tus ofensores;
da a los nuestros los favores
de tu amor y gozo eterno.
A lleluia. A ve María.
3 3 . jesús, que propiciatorio
fuz'ste para el buen ladrón;
danos tu gracia y perdón
y en la vida el purgatorio.
A lleluia. A ve María.
34. jesús, tu querida Prenda
encargaste a juan tu amado;
Ella nos rija y defienda
con su maternal cuidado.
A lleluia. A ve María.
3 5 . ]esus, sientes, afligido,
de tu Padre el desamparo;
pues te costamos tan caro,
no nos pongas en olvido.
A lleluia. A ve María.
36 . Jesús, que con gran malicia
hiel te ofrecieron sediento;
danos aborrecimiento del mal
y sed de justicia,
A lleluza. A ve María.
3 7. Jesús, que con fortaleza
di-ste fin a tu Pasión;
da esperanza al corazón,
fe, caridad y firmeza.
A lleluza. A ve María.
246
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA
38. Jesús de mi vida, muerto
por mis injustos placeres;
vivamos en tz� pues eres
de nuestro naufragio el puerto.
A lleluia. A ve María.
39. jesús, tu muerte afrentosa
de tu Madre el alma pasa;
las nuestras también traspasa
de compasión amorosa.
A lleluia. A ve María.
40 . jesús, la lanza cruel
a brió tu divino pecho:
haz que, con abrazo estrecho
de amor, vivamos en él.
A lleluia. A ve María.
QUI NTA DECENA
Padrenuestro . . .
41 . Jesús, fuiste desclavado
y en limpia sá bana envuelto;
el hombre, de vicios suelto,
vive en tu Cruz confiado.
A lleluia. A ve María.
42 . jesús, del Cielo hermosura,
sepultado con olores;
de virtudes danos flores,
y en ti mismo sepultura.
A lleluia. A ve María.
43 . jesús, bajas con victoria
a libertar los cautivos;
da buena muerte a los vivos,
y a los difuntos tu gloria.
A lleluia. A ve María.
44. jesús, que a tu Madre amada
viste ya resucitado;
muera nuestra alma al pecado,
y en ti viva renovada.
A lleluia. A ve María.
247
J. I BAÑEZ Y F. MENDOZA
45 .
(Jesús, a quien adoramos,
a tu Madre has visitado;
haz que dejando el pecado,
sólo para ti uivamos) 1 70•
A lleluia. A ve María.
46 . jesús ama ble, que el Cielo
nos· a briste en tu Ascensión;
en pos de ti el corazón
te siga con no b le vuelo.
A lleluia. A ve María.
4 7 . jesús, que de la alta cumbre
tu Santo Espíritu envías;
haz que nuestras almas frías
limpie, encienda, a brase, alum bre.
A lleluid. A ve María.
48 . jesús, que a la Virgen pura
coronas de eterna gloria;
haz que su amparo y memoria,
nos valga en la muerte dura.
A lleluia. A ve María.
49 . jesús, que vendrás a juicio,
para dar premios iguales;
haz lloremos nuestros males
para tenerte propicio.
A lleluia. A ve María.
5 0 . jesús, dámoste ala banza,
pues tantos bienes nos diste;
guarda al justo, ayuda al triste,
cumple a todos su esperanza.
Reminiscencia del Rosario de las «fórmulas» es el lienzo de la
Virgen del Rosario del hermano cartujo fray Juan Sánchez (t 1 62 7 ) ,
profeso d e E l Paular, pintado para l a Cartuja d e Granada hacia
1 62 0 . Podría llevar por epígrafe L.a Santísima Virgen revela y entrega
el Rosario a los cartujos, a causa de su marcado y bien defi:r;iido sim­
bolismo. En efecto, Ella misma entrega un Rosario al cartujo más
cercano del grupo de monjes arrodillados a sus pies, a no dudar
Don Enrique de Kalkar, a quien acompaña Domingo de Tréveris,
1 7º La cuarteta n . 0 45 falta en la copia manuscrita, inserta en la obra Varones ilustres
de la Cartuja, del Dom JUAN DE LA TORRE. El R. P. Cuartero la ha suplido, con acierto, por la
que aqm va entre paréntesis.
248
EL CULTO A LA SANT! SIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
detrás d e los cuales destaca e l autorretrato del hermano Sánchez
Cotán, el pintor. El cuadro produce en el que lo mira la impresión
de estar contemplando una visión celestial, captada por el artista
en el instante mismo de verificarse . Mientras nuestra Señora está
sentada en el trono recibiendo el homenaje de sus fieles servidores,
arriba en una gloria, entre nubes, varios arcángeles cantan y tocan
instrumentos músicos, en tanto que algunos ángeles juguetones vuelan
con rosarios en las manos, que luego la Dulcísima Señora distribuirá
a los cartujos. Para que nada falte al simbolismo, se ven pétalos
por el suelo, esparcidos sin duda por un angelito de cabellos ensor­
tijados que estruja entre sus manos una rosa. nada impide suponer
que el inspirador de esta composición fuese el padre Deza, gran
devoto del Rosario, como ya dijimos, el cual era prior de la Cartuja
de Granada en 1 624, y antes había desempeñado en ella, sucesiva­
mente, los cargos de procurador y vicario. El lienzo mide 3 , 33 metros
de alto por 2 , 3 1 de largo . Se conserva actualmente en el Museo de
Granada 1 7 1 •
Por la misma época, fray Diego de Leyva ( t 1 63 7 ) , lego de la
C artuja de Miraflores, ejecutaba para dicha C artuja, entre 1 634 y
1 63 7 , una Virgen del Rosario, en actitud de entregarlo a un monje .
Ignoramos el paradero del cuadro 1 7 2 •
Son también reminiscencias del Rosario de las «fórmulas» los dos
lienzos de Zurbarán: La Virgen amparando a los cartujos y La Virgen
del Rosario, ejecutados para las Cartujas de Sevilla y Jerez respecti­
vamente ( alrededor del año 1 633) . El pintor extremeño traza en
ellos, con mano maestra, la figura de Domingo de Tréveris, Adolfo
de Essen, Juan Rode y sus colaboradores en la propagación del
Rosario.
G} El dominico bretón A lano de Rupe
Divulgado el Rosario de las «fórmulas» y preparado ya el terreno.
por los cartujos, apareció el hombre providencial, encargado por la
Santísima Virgen, según él mismo afirmaba, de . predicar y propagar
el Santo Rosario 1 7 3: Este hombre fue el ilustre dominico beato Alano
de Rupe, nacido en Dinan (Bretaña) en 1 428 y fallecido en Zwolle
(Holanda), el 8 de septiembre de 1 47 5 .
1 7 1 Acerca del hermano fray Juan Sánchez Cotán tiene el señor Emilio Orozco, director
del Museo de Granada, un librito impreso en Granada, con ocasión del Año Mariano de 1 954 ,
titulado Las vírgenes de Sánchez ·.Cotán, y en preparación un extenso libro sobre el mismo
monje pintor.
1 72 Cfr TARÍN , La Cartuja de Miraflores, ed. de 1 89 6 , pp. 509 s. ; CEÁN BERMÚDEZ , t. I I I ,
pp. 3 4 s.
1 7 3 Cfr COPPENSTEIN , O . P., A lanus redivivus, lugar correspondiente; Lou1s DE SAINTE
MARIE, O. P . , La Divine Méthode de reciter le saint R osaire par articles. Preface, Douai, 1 6 7 7 .
249
J . IBAÑEZ Y F. MENDOZA
Su misión notable por la santidad de su vida, de una gran piedad,
devotísimo de Nuestra Señora y lleno de fervor y· de celo por la propa gación del Rosario, consiguió restaurar y hacer renacer en Bretaña,
en Holanda y en el Norte de Francia y de Alemania, el rezo del
santo Rosario, de suerte que llegó a rezársele diariamente y en todas
partes. Dotado de una elocuencia natural y muy versado en las
Sagradas Escrituras y en Teología, obtuvo un éxito de predicación
nunca visto. Sabía narrar ejemplos conmovedores en sus sermones
e incluso refería sus mismas visiones y revelaciones, electrizando de
tal manera al público , siempre ávido de cosas nuevas y extraordi­
narias, que las gentes no se cansaban de escucharlo. Los dos últimos
años de su vida ( 1473- 1 475), los dedicó exclusivamente a predicar
el rezo del santo Rosario. Algunos autores hacen llegar al año 1 460
el comienzo de la misión de Alano; pero se ha de entender con ello
que para dicha fecha germinó en su mente la idea del Rosario o
que desde entonces empezó a tratar del asunto, en cuanto se lo
permitían sus funciones de profesor que absorbieron la mayor parte
de su vida . Al morir dejaba, además de una cofradía del Rosario
(fundada en Douai, 1 470) y de varias obras manuscritas, discípulos
animados de su celo y de su espíritu que se encargaron de extender
por Europa y por el mundo entero tan saludable práctica . Hace
notar el R. P. M ézard, que «algunos de sus discípulos no le siguieron
en el empleo de su nuevo método y prefirieron el sistema de las
'cláusulas' de Domingo de Prusia» (Etude, cit . , p . 1 79).
La mayor parte de sus obras tratan del Rosario. Su De Psalterio
B . Vz'rginis Mariae fue impreso en Lille, 1 484, a continuación del
Quodlz"bet de veritate fraternz'tate Rosariz' de Francisco Miguel de
Lille (y en varias otras ediciones del mismo) . Algunos años más
tarde, en 1 498, se publicaba en Estocolmo una compilación de sus
escritos bajo el título De inmensa et ineffabili dignz'tate et utilitate
psalterii precelse ac intemerate semper Virginzs Marzae. En 1 6 1 9
refundía y reeditaba e n Friburgo el R . P . Coppenstein, O . P . , las
obras del beato Alano con «estilo y método mejor>> , según él, aunque
al parecer con menoscabo de la autenticidad del texto de Alano.
El libro apareció bajo el título de B eatus A lanus de Rupe, redivivus,
de Psalterio seu Rosario Christi ac Mariae174•
Es muy probable - en sentir del R . P. Esser, O. P . - que el
término revelación en boca de Alano, haya que interpretarlo en un
sentido amplio , en el sentido de inspiración. Igualmente, para el
1 74 L a obra estaba dividida en cinco partes: l . ª Apología del Rosario; 2. ª Relatos, rev� la­
ciones y visiones acerca del Rosario; 3 . ª De sermonibus S . P. Dominici; 4 . ª De sermonibus
Beati Alani; 5. ª Ejemplos y miiagros del Rosario. Otras ediciones: Colonia, 1 624; Nápoles,
1 630, 1 642 , 1 660 . . .
250
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
R. P . Echard, O . P . , n o tienen otro alcance las visiones y revela­
ciones del beato que el de parábolas expuestas en esa forma de visio­
nes o revelaciones p ara atraer mejor la atención de los oyentes. Era
una manera bastante común de hablar en la Edad Media; pero
nadie se engañaba acerca del akance de lo que se decía, comenta
el R. P. Mortier, O . P . 1 7 5•
A partir de su muerte se multiplicaron los libros y opúsculos
acerca del Rosario, ya para propagarlo, ya para divulgar nuevos
métodos o maneras de rezarlo . Alano mismo había propuesto cinco
métodos diferentes de meditación durante el Rosario, aunque acon­
sejaba el método de los 1 5 misterios. Entre sus obras se encuentra,
incluso, un Rosario con . «cláusulas» semejantes a las de Domingo
de Tréveris, a cuya influencia no pudo sustraerse 1 7 6•
l. 0
¿ Qué Rosario predica ba el b eato A lano.'?
El beato Alano predicaba y propagaba el Salterio de 1 50 Ave­
marías, o sea, nuestro actual «Rosario completo» , que él prefería
llamar Salterio, dividido en decenas con 1 5 misterios para meditar.
Salta a la vista su diferencia con el Rosario de las «fórmulas» , que
contenía tantos puntos de meditación o misterios como Avemarías,
50 en total.
Oigamos a una autoridad en la materia (no hacemos más que
résumir su pensamiento) : «Hay dos cosas en el beato Alano que deben
distinguirse cuidadosamente : en primer lugar, su actuación personal
en la difusión del Rosario, atestiguada por su vida entera y sus escri­
tos, y, en segundo lugar, el papel que en esos mismos escritos asigna
a santo Domingo en la institución del Rosario. No intentamos zanjar
la cuestión del origen de esta devoción; sólo queremos constatar la
1 75 R . P. MoRTIER , O . P . , Histoire des Maitres Généraux d e l'Ordre des Freres Précheurs,
t. I V , p. 635, París, 1 90 9 ; R. P. EcHARD , Scriptores Ord. Praed. , t. I, pp. 845 -852 , t. 1 1 ,
p. 448 , París, 1 7 1 9 . Los autores modernos e n general están de acuerdo con e l criterio de los
padres dominicos mencionados arriba en el texto. Véase el artículo A lain de la Roche en:
D . T. C . , t . XVI (Tablas), col . 63; D. H. G . E. , t. 1, col. 1 . 306 s. ; D . S . , t. 1, col 2 6 9 .
1 7 6 Las cinco maneras de rezar el Rosario indicadas por Alano consistían:
1 . ª En orar con la mente en Dios.
2. ª Dirigirse a Cristo por medio de los santos.
3. ª Dirigir la atención a las virtudes.
4 . ª Rogar por los prójimos.
5. ª Orar en orden al cumplimiento de nuestros deberes.
Otros métodos de meditación durante el Rosario proponía el beato, como por ejem plo:
meditar solamente en una de las tres series de misterios, gozosos, dolorosos y gloriosos; o bien
pensando en los siete sacramentos; o también contemplando la gloria y la bienaventuranza
eternas, etc. Y él mismo añadía: «Si alguna de estas vías indicadas no te conviéne y acaso tu
devoción te lleva a otra, adóptala, pero con fervor que te haga provechosa esta alabanza de
la Bienaventurada Virgen . . ( MoRTIER, t . IV, p . 628). Como se ve, el beato daba bastante
amplitud para la elección de las meditaciones.
.»
25 1
J. IBAÑEZ Y F. MENDOZA
parte que ella ha tenido en la vida de Alano y qué impulso le dio él.
¿Cuál fue el objeto de la predicación de Alano? Un método especial
de honrar y rezar a María : el Salterio de la Santísima Virgen. Se le
dice rezando 150 Avemarías, divididas de diez en diez por un Pater;
al rezo de estas oraciones va unida la meditación de los principales
misterios de la fe. ¿ Qué parte corresponde exactamente a Alano en
la organización de esta nueva manera de rezar el Rosario? Respecto
del número de Avemarías, la obra personal de Alano habría consistido
en restaurar la antigua costumbre de rezar 150 Avemarías en lugar
de 50. Por lo demás parece más probable que ambas maneras de
rezar hayan coexistido, aunque es el Salterio el que va ganando
terreno a consecuencia del impulso dado por Alano. En cuanto a.
la meditación que acompaña o sigue al rezo de las Avemarías, no
pertenece su iniciativa a Alano. Un cartujo de Tréveris, Domingo
de Prusia , compuso, en la primera mitad del siglo XV, una serie
de «cláu�ulas» para cada una de las 50 Avemarías del Rosario tal
como se rezaba entonces. Lógicamente, pues, el beato debía hacer
extensiva esta manera de continuar la invocación del Avemaría , a las
150 Avemarías del Salterio. Por una parte, conocía las «cláusulas»
de Domingo de Prusia y, por otra parte, él mismo afirmaba haber
sabido por revelación de la Santísima Virgen, un gran número de
«cláusulas» semejantes. . . La organización de estas invocaciones difería
un poco de las de Domingo. En suma, no es iniciador para ninguna
de las partes del método. Lo que verdaderamente le pertenece en
propiedad es la institución de la Cofradía del Rosario (que luego
se multiplicaron) : en esto es verdaderamente iniciador» 1 77
El mérito del beato Alano consistió, pues, en organizar o coordinar
y unificar los diversos elementos del Rosario, dándole forma definitiva.
Con santo Domingo y con Dom Enrique de Kalkar mantuvo el número
de 150 Avemarías; igual que este último, dividió las decenas por
medio del Pater; con Domingo de Tréveris, añadió la meditación de
los misterios; pero iniciativa suya (probablemente) fue el reducir­
los a 1 5 .
Al limitar a 15 los misterios, y a n o era necesario tener u n escrito
a la vista como sucedía con las «cláusulas» , puesto que 15 podían
retenerse fácilmente en la memoria . Esto explica por qué el método
de Alano se hizo tan pronto popular. Alano dejaba cierta libertad
en la elección de los misterios, lo que motivó el que aún se tardará
más de un siglo para el establecimiento uniforme y general de nuestros
15 misterios actuales l ?8 .
•.
177 D. H . G. E. , col. 1 . 308 s.
1 78 Cfr R. P . MÉZARD , O . P., o. c. , p . 1 7 9 . El primer libro impreso con los 1 5 misterios
apareció en Ulm, 1483, CONRADO DINCKMllT . Su título en alemán, Unser lieben fra wen Psa lter.
Tuvo numerosas ediciones.
·
252
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
E n Alano d e Rupe, dominico, s e reanudaba l a tradición d e su
Orden referente al Rosario predicado por santo Domingo. Pero la
renovación conseguida por él no se explica - para que el efecto sea
proporcionado a la causa - sin la acción latente y los esfuerzos,
precursores a los suyos, de los cartujos de Tréveris y de otras Casas.
Lo adivinó el R. P . Danzas, O . P . , no obstante ignorar la campaña
de los cartujos en_ pro del Rosario: «Todo hace creer que la renova­
ción del Rosario llevada a cabo por Alano, había sido preparada
desde hacía largo tiempo. La misión que fue su gloria, duró muy
poco espacio de tiempo: unos dos años. Restringida en su duración,
tampoco parece haberse extendido más allá de los límites de Holanda
y Alemania inferior. Acababa apenas de morir el beato cuando la
predicación del Rosario repercutió por los Países B ajos, Francia,
Italia, Alemania y viéronse multiplicar las cofradías. Ahora bien,
para hallar cierta proporción entre el efecto y la causa, habría que
suponer, no solamente una chispita latente durante un siglo entero,
que Alano había reanimado, sino además esfuerzos precursores a
los suyoS>> 179•
2. 0
Origen de los 15 mz"st erios
No todos los autores están conformes en otorgar a Alano la inicia­
tiva de los 15 misterios; sin embargo, parece lo más verosímil, pues
antes que él nadie que se sepa ha hablado de ellos.
Que los 1 5 misterios traen su origen de las «cláusulas» de Domingo
de Tréveris es cosa indudable para el R. P. Esser, O . P . 180•
Veamos cómo explica esta transición el R. P. Mézard: «El beato
Alano es autor de un cambio muy importante referente a la medi­
tación que debía acompañar el rezo de las Avemarías. . . Al comienzo
del siglo XV un cartujo, Domingo de Prusia, imaginó unir a cada
Ave una cláusula relacionada con algún hecho de la Vida del Sal­
vador. Esta innovación era piadosa y tuvo éxito. Pero . ofrecía graves
inconvenientes. En primer lugar, las cláusulas eran demasiado largas
y difíciles de retener en la memoria: era preciso un escrito para ser­
virse de ellas, y por lo mismo saber leer. En segundo lugar, podían
variar al infinito, no constando de una fórmula precisa, corta, que
pudiera ser de uso universal; Domingo mismo había permitido esta
variedad» .
«Era necesario simplificar: así lo comprendió el restaurador del
Rosario (Alano) . Sin combatir ni despreciar directamente el método
de las «fórmulas» , las pasó en silencio al explicar en el capítulo XIV
1 79
Etudes s u r les temps primitzfs d e l'Ordre d e Saint Dominiq ue, t. I V , p. 340.
LAAGE , pp. 64 y 9 6 .
1 80 Citado por Dom
253
). IBAÑEZ Y F. MENDOZA
de su Apología las meditaciones que han de. emplearse en el Rosario
proponiendo, entre otros sistemas, el de los 1 5 puntos de meditación.
Por consiguiente, en lugar de 50 o de 1 50 misterios para meditar,
en adelante no habrá más de 1 5 , uno para cada decena» 1 81 •
La ideología de este periodo de transición se transparenta con
suficiente claridad a través rl.e un manual del Rosario: Liber perutili's
de Fraternitate Rosarii, impreso en 1 5 1 7 por los Brigitinos de M ai
(Nordlingue) 1 82 • Este manual indica varias maneras de rezar el Rosario
y propone finalmente un sistema de meditaciones sobre los 1 5 miste­
rios, los mismos poco más o menos que hoy tenemos; pero añade
esta nota significativa: «Muchos religiosos adjuntan a cada Ave un
detalle de la vida de Nuestro Señor, formando una muy devota
oración. Sin embargo, para el pueblo simple basta el rezo de 5 Pater
y 50 A ve» 1 8 3• La alusión a las «cláusulas» de Domingo el Cartujo
no puede ser más clara, como también que van siendo suplantadas
por los 1 5 misterios. Es de advertir que el primero, o uno de los
primeros en sustituir la palabra «cláusula» por «misterio» , fue el
padre Alberto da Castello, dominico, en su obra Il Rosario de la
gloriosa Vergine Maria, Venecia, 1 52 1 1 84•
Y concluye el R. P. Mézard: «Todo el estudio de la meditación
unida al Ave, puede resumirse así: . 0 En el siglo XIII la triple cin­
cuentena (el Salterio) iba acompañada , algunas veces, de una triple
contemplación ( aunque vaga) sobre la vida, muerte y glorificación
de Nuestro Señor. 2 . 0 Al comienzo del siglo XV, el cartujo Domingo
de Prusia añade, por medio de sus «cláusulas» , el recuerdo de un
misterio diferente para cada Ave. 3 . 0 El beato Alano de Rupe crea
finalmente el sistema de los 1 5 misterios, uno para cada decena» 1 8 5•
3. 0
¿ Conocía el beato A lano el Rosario de las <ifórmulas»
o «cláusulas» de Domingo de Tréveris.'?
Que Alano conoció el Rosario de las «cláusulas» de Domingo de
Tréveris se infiere de todo lo dicho en el número anterior. Sin em­
bargo, creemos poder corroborar el aserto con algunos hechos bas­
tante significativos. Véase, por ejemplo, el siguiente texto de su
Apología del Rosario al obispo de Tournai, donde en tono de amorosa
181
1 82
MÉZARD, Etude citado, pp. 1 74 ss.
Roschini cita un Libellus perutilis de Fraternitate SS. R osarii et Psalterii B. M. V. ,
impreso en Viena en 1 50 7 . Quizás sea una edición anterior del manual citado en el texto,
de 1 5 1 7 , de no ser un error bibliográfico (cfr La madre de Dios según la Fe y la Teología,
t . 1 1 , p . 5 7 9 , 2 . ª ed. española).
1 83 Cfr Dom LAAGE , ob. cit. , p . 7 0 . The Month, dic. 1 900, p. 630.
1 84 Cfr RoscHINI , ob. cit. , t . 11, p. 5 7 9 .
1 85 Etude citado, p. 1 8 9 .
254
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA
queja y de aprobación al mismo tiempo, explica de manera muy
original la actuación de Domingo de Tréveris (a quien probablemente
parece referirse) : «¡Ah! , hace unos 70 u 80 años que la especial devo­
ción de una persona, a quien yo bien conozco, le inspiró truncar o
reducir este divino Salterio , a una sola cincuentena . Y la razón que
le movió fue que los hombres en esa época, aunque llevaban consigo
el Salterio, no lo rezaban. Por lo cual, a fin de restaurar una práctica
caída en desuso y restablecer la antigua costumbre, resolvió comenzar
por lo que era más fácil : pensaba él que los hombres volverían a la
costumbre de rezarlo y que las 5 0 Avemarías les conducirían de nuevo
dulcemente a la antigua práctica del Salterio» 1 86•
En otro lugar Alano mismo declara «que un religioso cartujo,
impulsado por su amor a Dios y a la Santísima Virgen, compuso
bellas meditaciones para el Rosario de Nuestra Señora . . . Alguno
de los padres fallecidos antes de 143 1 en la Cartuja de Tréveris las
dejó entre sus escritos» ( cfr Mortiier, t. IV, p. 634) . Dato revelador,
que no debemos perder de vista y que nos indica que Alano había
leído, o al menos sabía que existían, escritos acerca del Rosario en
la Cartuja de Tréveris, meditaciones sobre el Rosario, que pueden
ser las que compuso Dom Adolfo de Essen o las «cláusulas» de Do­
mingo, que venían a ser l.ln extracto sintético de aquéllas.
Por otra parte , el beato estaba en muy buenas relaciones con los
cartujos, y contaba .entre ellos algunos amigos. Así sabemos que era
muy amigo de Dom Lorenzo Muschesele , prior de la Cartuja de
Enghien (Bélgica) , la cual visitó precisamente pocos días antes de su
muerte. Para un cartujo de Rostock (sobre el mar Báltico) , donde
el beato residió cuatro años, compuso un opúsculo al cual luego se
le dio por título Scala Religionis Magni A lani. Dicha obrita , después
de una paráfrasis del Avemaría, concluye con estas palabras, que
reflejan la unidad de sentimientos respecto del Salterio de María,
entre Alano y los cartujos: «Por consiguiente, carísimo, que el Salterio
de la Bienaventurada Virgen María nos sirva de espejo en el cual
a toda hora nos miremos» 1 37 • No hay duda que su trato con los
cartujos fue uno de los factores que la Divina Providencia dispuso
para determinar u orientar su misión de restauración y propaganda
del santo Rosario , o por lo menos para influir poderosamente sobre
ella .
Los cartujos fueron, además, los primeros editores de sus obras.
Con el título De la inmensa e inefable dignidad del Salterio de la
1 86 Apologia, cap. V I I I (cfr
ME:zA RD , pp. 1 7 6 y 349 ; MORTIER , T. I V , p. 633).
-Le culte de la T S. Vierge, p .- 4 7 . El beato Alano prodigó grandes alabanzas a la
Orden Cartujana en alguna de sus obras. Pueden leerse en B o rn e , Chronica Ord. Cart . ,
t. I V , p. 352 .
1 87
255
J. IBAÑEZ Y F. MENDOZA
A ltísima y Purísima María siempre Virgen, se imprimió, en latín,
en la Cartuja de Gripsholm, cerca de Estocolmo (Suecia) , en 1 498 ,
una compilación de escritos del beato Alano, por cuenta de Enge­
burge, esposa de Sten. Sture , regente del reino, obra que la piadosa
señora repartió gratui t a men te . Se explica esta publicación si se tiene
en cuenta que el vicario y el procurador de Gripsholm procedían
de la Cartuja de Rostock, donde Alano tenía algunos amigos1 88• La
semejanza del título de esta obra con la de Dom Adolfo de Essen 1 89 ,
manifiesta su procedencia cartujana, igual que ciertas adiciones que
lleva al final.
4.0
La trad'iC'ión dominicana y el silencio de los cartujos
Alano de Rupe fue el primero en afirmar que la Santísima Virgen
se le había aparecido a santo Domingo, invitándole a predicar el
Rosario y que de este hecho él (Alano) había tenido conocimiento
por revelación: pero añade haberlo conocido también por el testi­
monio de la tradición y escritos antiguos: «Idem, tum ex traditione
accepimus, tum ex relictis scriptorum monumentis, ut legi» (Apología,
cap . XV) . Comentando este texto advierte el P . Mézard: «Alano
escribía esto a un obispo que debía estar bien enterado de todo cuanto
la Orden de los cartujos había hecho por el Rosario en ese mismo
siglo. Y no obstante reivindica para su Orden la predicación del
Salterio precisamente porque santo Domingo les ha dado ejemplo de
ello» . No podemos compartir la opinión del sabio dominico · por la
cual supone enterado al obispo de Tournai de todo cuanto los car­
tujos han hecho por el Rosario en ese siglo, puesto que la labor de
los cartujos había sido una labor callada, silenciosa, frecuentemente
anónima y que no había penetrado todavía en todas las esferas de
la sociedad.
Por consiguiente, dado que los autores Quan de Monte y Tomás
del Temple) aducidos por Alano, son rechazados como legendarios
por los críticos, sólo restaría el argumento de tradición en favor de
la atribución del Rosario a santo Domingo, como lo indica a conti­
nuación el R. P . Mézard: «Suponiendo que estos escritos a los que
el beato alude fuesen únicamente los de Juan de Monte y Tomás
1 88 Cfr Maisons de l'Ordre des Chartreux, t. IV . p. 302 ; Le culte de la T. S. Vierge, p. 4 7 ;
MÉZARD, p. 307 . E l D . H . G . E . . t. l , col. 1 . 307 . nos d a e l título exacto d e la obra de ALA.:'\O :
f'vlagister A lanus de R upe, Sponsus novellus Beatissimae Virginis. doctor Sacrae Teologiae
devotissimus Ordinis Fratrum Praedicatoru m , «De inmensa et inefa bili dignitate et utilitate
Psalterii precelse ac intemerate semper Virginis Maria e» , en 4. 0 gótico. 1498. sin nombre de
lugar ni de impresor. Parece que hubo otra edición en el mismo año, en Suecia mismo, a dos
columnas y con igual número de páginas que la anterior.
1 89 D e nobilitate, utilitate et fructuositate Rosarii Beatae et Gloriosae Virginis Mariae,
manuscrito anterior a 1 43 9 y conservado en la Biblioteca de M aguncia.
2 56
EL CULTO A
SANTISIMA VIRGEN EN LA
del Temple, sería siempre verdadero que Alano se apoya sobre otra
fuente: la tradidón (Etude citado, pp . 296-298) .
Quiénes son estos dos personajes, nos lo va a decir el mismo padre
Mézard: «Según Alano, Juan de Monte y Tomás del Temple fueron
dos compañeros de santo Domingo que dejaron en sus libros el relato
de las predicaciones del santo sobre el Rosario y los milagros que las
acompañaban. Alano los había leído , los cita . . . , empero , fuera de
él, nadie ha visto sus obras , ni siquiera oído hablar de ellos. El eru­
dito padre Echard, O . P . , declara positivamente- que son dos personajes imaginarios» (Etude citado, p. 32 1 ) .
La única explicación plausible por el momento acerca de la proce­
dencia de estos dos presuntos autores, podría ser la que con carácter
hipotético vamos a exponer: Probablemente se trata de un anacro­
nismo por parte del beato Alano . Sospechamos (con Dom Medardo
Ilgs y Dom Yves Gourdel) 1 9 0 que Juan de Monte se identifica con el
obispo dominico Juan de Monte, contemporáneo de Domingo de
Tréveris, su amigo, cuyo himno Te Coeli Reginam había aprobado
y hasta retocado y copiado para su uso personal . Juan de Monte
(muerto en Coblenz el 1 7 - XIl- 1 442) , fue creado obispo titular de
Azot por Martín V, el 4-IX - 1 4 1 9 , en calidad de auxiliar del arzobis­
pado de Tréveris, Otón de Ziegenheirn (t 1 430) . Ferviente propa­
gador del Rosario de santo Domingo (puesto que ha bría escrito una
obra - es decir, pudo ser el autor - que Alano de Rupe dice haber
leído y que cita a menudo : el Mariale seu de laudibus B. V. Mariae ) ,
Juan de Monte vio sin envidia trabajar a los cartujos, igual que sus
hermanos del convento dominico de Tréveris, en la propaganda
pacífica de su Rosario . Alano habría leído, sin duda, ciertos pasajes
donde el obispo Juan de Monte hablaba incidentalmente de su amigo
el padre D. Domingo (Dom Dominicus) , corno de un contemporáneo ,
y confundiéndolo con Santo Domingo (Divus Dorninicus, d divino
Domingo) , habría datado la obra como de la época de éste» 1 91 •
(Véase la nota 1 02 y se comprenderá mejor lo que aquí querernos
decir) .
Por lo que respecta a Tomás del Temple podría quizás identi­
ficársele con Tomás de Tréveris (t c�. 146 1 ) , llamado de Tréveris
1 90 Cfr Le culte . . . , pp. 45-47 .
1 9 1 Le culte . . . , p. 4 7 . Quizás con mayor probabilidad, a causa de su filiación cartujana,
el Juan de Monte citado por Al ano podría identificarse más bien con el prior del mismo
nombre, que en 147 1 gobernaba l a entonces recién fundada Cartuja de Bois-le- Duc, en
Holanda. Además de ser contemporáneo de Al ano y de Domingo de Tréveris, la circunst ancia
de haber sido Holanda uno de los países donde el beato predicó el Rosario, hace posible una
amistad entre ambos, y por lo mismo el que Alano se hubiese aprovechado de algún escrito
compuesto por aquél . (Cfr Born e . t . I V , p . 278; Maisons de l'Ordre des Chartrr;ux, t . 11 ,
p. 245 ) .
257
J. IBAÑEZ Y F. MENDOZA
por la C artuja donde v1v10, de quien las Efemérides se expresan así :
«Dom Tomás, del cual podríamos decir que no murió a consecuencia
de enfermedad alguna , sino que fue arrebatado de este suelo por
el espíritu de amor que, según tenía él dicho, llevaría siempre com­
sigo» 1 92. E� lícito suponer que siendo contemporéneo de Doming�
de Tréveris y viviendo juntos en la misma Casa, se habría distinguido
por su celo en la propagación del Rosario, y acaso también escrito
algún libro sobre esta materia, que Alano habría leído y citado.
Así pues el error de Alano habría consistido en la hipótesis ante­
riormente expuesta, en hacer contemporáneos de santo Domingo a
dos autores posteriores a éste y en fechar sus obras como de aquel
tiempo. Según las citas del beato, las obras debían tratar del santo
fundador de los predicadores y no de Domingo el cartujo; mas, ¿no
habría confusión de nombres por parte del beato? Por tanto, no exis­
tiendo documento alguno escrito en favor de la opinión que atribuye el
Rosario a santo Domingo y callando, por otra parte, los siete primeros
biógrafos del santo la cuestión del Rosario, queda válido únicamente
el argumento de tradición, invocado también por Alano, como dice
el R. P . Mézard .
El silencio de la Orden Cartujana es, en la pluma del ilustre
dominico, un fuerte indicio que corrobora la atribución del Rosario
a santo Domingo: «En la hipótesis de que esta atribución del Rosario
a santo Domingo hubiese sido mentirosa, una Orden religiosa sobre
todo hubiese tenido. el derecho de protestar: la Orden de los Cartujos.
Un cartujo, Adolfo de Essen, tuvo una visión concerniente
· al Rosario;
otro, Domingo de Prusia, añadió las «cláusulas» a las Avemarías y
creó un movimiento importante en favor del Rosario; un tercero,
Enrique Egher, muerto en 1 408, habfa aprendido de M aría Santísima
a rezar el Salterio . . . Si santo Domingo no hubiera tenido nada que
ver con el Salterio, ¿ no pertenecía a los cartujos el derecho de recla­
mar, fundándose so bre hechos auténticos ', la paternidad del Rosa­
rio? Los escritores cartujos venidos después de Alano, tales como.
Lanspergio y otros, no han protestado, sino que han contribuido a
difundir y a acreditar la adjudicación del Rosario hecha a santo
Domingo. Así , por ejemplo, una colección de escritos de Alano se
imprimió en una Cartuja de Suecia el año 1 498; y el R. P. Essen, O. P . ,
menciona u n libro de l a Cofradía del Rosario impreso e n Lyon en
1488, precisamente a requerimiento de varios notables religiosos de
la orden de los Cartujos» . .
«¿Cómo explicar este doble hecho de que los cartujos no protesten y
de que incluso ayuden a divulgar la tradición dominicana, si ésta es
1 92
258
Dom LE VASSEUR , t. I , p. 2 1 1 .
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA
una pura invención? ¿Sería explicación suficiente decir que han
olvidado los hechos de su propia historia y tradiciones? Es inverosímil .
No cabe otra explicación sino la de que existía una tradición verda-·
dera en favor del fu ndador de los predicadores, tradición conocida .
de los cartujos» (Etude citado, pp . 393 ss . )
Hoy como ayer, los cartujos, siguiendo el ejemplo de sus ante­
pasados, continúan guardando silencio . Y la razón es obvia: la voca­
ción contemplativa cartujana es ajena · a discusiones de escuela y a
investigaciones de crítica. Le basta al cartujo saber que nuestra Madre
la Iglesia recomienda la devoción del Rosario, para que procure
practicarlo y propagarlo, atento más bien al fruto práctico que de
dicha devoción se deriva para sí y sus semejantes, que a perder la
paz de su alma en cuestiones casi siempre insolubles . Y si alguna vez
las circunstancias le obligan a ello, lo hace como de paso y para que
resplandezca la verdad, limitándose a la exposición de los hechos,
sin pretender zanjar definitivamente una cuestión.
.
5.0
La cadena del Rosario
Paso a paso hemos seguido el desarrollo y el enlace providencial
de los acontecimientos , y ahora podemos contemplar, de un golpe
de vista, los designios de Nuestra Señora, suscitando :
- primero a santo Domingo, como propagador y predicador del
santo Rosario , en su forma primitiva ;
luego. a Dom Enrique de Kalkar, como «restaurador» de una
práctica echada en el olvido;
- e inmediatamente después (Dom Enrique murió en 1 408 y
Domingo ingresó en la Orden en 1 409) a Domingo de Tréveris,
que con sus «fórmulas» inició su campaña en pro del Rosario;
y finalmente, al beato Alano de Rupe, dominico, el cual según
los autores más amplios habría comenzado su misión en 1 460,
precisamente el año en que moría Domingo de ' Tréveris. He
aquí los cuatro eslabones de oro de la cadena del santo Rosario.
-
,
H) Supervivencia del método de Domingo <J,e Tréveris
Las «fórmulas» de Domingo de Tréveris abrieron el camino a
una pléyade de devotos de María para componer, a imitación suya ,
«fórmulas» semejantes, en número y formas diferentes, cuya gama
podía variar al infinito; y habfa entera libertad para ello: la devoción
de cada cual era la única norma y guía. Pero en el fondo eran sólo
modalidades de un método único: el método de Domingo de Tréveris.
«El Rosario de Domingo de Tréveris tenía la ventaja de rememorar
259
·
J . IBAÑEZ Y F. MENDOZA
en 50 cuadros 'toda la vida de Jesús y de su Santísima M adre' , desper­
tando la atención a cada Avemaría con U¿n punto de meditación.
Sin duda a este valor intrínseco, más que al relato de la visión de
Adolfo de Essen, debió el no haber desaparecido completamente,
cuando el Salterio de María, restaurado por los dominicos con el
nombre de Rosario, fue enriquecido con indulgencias por los Papas» 19 3.
No obstante, el Rosario de las «fórmulas» tuvo su . época, pasada
la cual cayó en desuso. A partir del siglo XVIII es difícil verlo practi­
cado1 94 . Pero con sus «fórmulas» no murió el «método» de Domingo.
a) El método de Domingo de Tréveris
perdura en el Rosario actual
El método de Domingo de Tréveris sobrevive, por dicha nuestra,
en el Rosario actual o de los 1 5 misterios, los cuales, como antes
hemos visto, traen su origen de las «cláusulas» de Domingo y vienen
a ser reminiscencia de las mismas, la prolongación ' de su método.
Entendemos por «método» , no precisamente sus fc5rmulas o cláusu­
las, sino la manera peculiar suya de unir, por medio de puntos
concretos, la meditación al rezo del Avemaría. Es fácil comprenderlo:
Domingo quería que se meditase: así lo aconseja en una Norma
Directiva 1 95 compuesta probablemente por él mismo; que dke así :
«No hay que mirar demasiado a las palabras empleadas en el enun­
ciado de los puntos de meditación. Cada uno pue de, a su manera y
según la devoción que sienta , prolongar, acortar, e incluso modificar
la materia, expresando la vida de Nuestro Señor (los misterios) con
palabras, o meditándolas de memoria, ya de una manera, ya de
otra, según las disposiciones en que nos encontremos, o el tiempo de
que dispongamos» 1 96 .
Al unir la meditación al rezo del Avemaría, Domingo creaba, sin
sospecharlo, un «método» para el rezo del Rosario, llamado a perdurar
hasta el fin de los siglos en el Rosario dominicano, al dotarlo de uno
de sus elementos esenciales: la meditación. Que las «fórmulas» fuesen
en número de 50 y siguiesen al Avemaría (como en su genuino Ro­
sario) , o que fuesen reducidas a 1 5 , o se alargasen hasta 1 50 y se las
recitase antes del Avemaría, nos parece menos esencial a su método:
verdaderamente esencial y cómo la sustancia del mismo es esa medí1 93 Le culte de la T. S. Vierge, p. 48.
1 94 Según el testimonio del canónigo Willam. el Rosario de Domingo de Prusia es rezado
aún hoy día , con la serie de sus 50 misterios primi tivos, por los peregrinos gue acuden a
venerar la tumba de san M atías, en Tréveris (llistoire du Rosaire, p. 4 1 , edit . S alvator,
Mulhouse, 1 94 9 ) .
1 95 E s la «Norma» mencionada e n los manuscritos reseñados anteriormente.
1 96 Cfr Le cu/te de la T. S. Vierge, p . 45; Dom L\ACE, p. 49.
2 60
EL CULTO A LA _SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
tación de los misterios de la vida de Cristo y de M aría, expresada en
puntos concretos, pero vinculada al Avemaría.
b) Perdura en la fusión de ambos métodos
No solamente el método de Domingo de Tréveris se conservó en el
Rosario · actual, en la forma antes indicada, sino , además, en la com­
binación de ambos métodos, que muy pronto se hizo.
Algunos autores desmenuzaron , no dividieron con acierto , cada
uno de los 1 5 misterios en diez detalles diferentes, que debían ser enun­
ciados mental o verbalmente antes o después de cada Avemaría del
misterio correspondiente . Lo que nos daba 1 50 «cláusulas>5 : era un
acercamiento al método primitivo de Domingo de Tréveris. Con ello se
pretendía mantener la atención en el rezo del Rosario y facilitar la ma­
nera de meditarlo. Este sistema es conocido y practicado aún en nues�
tros días 197•
1 97 He aquí algunos d e los autores y manuales q u e difundieron y propagaron con fruto
dicho sistema:
- Rosario della gloriosa Vergine María, por el P. ALBERTO DA CASTELLO , O. P. ( Venecia,
1 52 1 , 1 524, etc . ) .
- Rosario della sacratissima Vergine Maria, por e l P . ANDRÉS GIANETTI , O . P . ( Roma ,
1 57 5 ) .
- Meditazione d e l R osario della gloriosa Maria Vergine (Venecia, 1 582) apresse Domenico
y Gio. Battista Guerra, fratelli.
- Rosarium seu Psalterium B. V. M. ( Amberes, 1 600, Kerbergium) . Obra escrita en 1 585
por un sacerdote cautivo por la fe en la Torre de Londres y retocada en 1 5 99 por un
eclesiástico belga.
- Viridarium Marianum, por el P . VICENTE HENSBERG , O. P . (Amberes, 1 6 1 5 ) .
- De R osario et Psalterio Dezparentis Mariae, etc . , por e l P . L EONARDO DossAEI , O . P .
(Friburgo d e Brisgovia , 1 660).
- La Divine Méthode de reciter le Saint Rosairé par articles, mise en lumiere par le
B. A lain de la Roche et renouvellée par le R. P. Louis de Sainte Marie, O. P. ( Douai ,
1 67 7 , Baltasar Bellere).
- Heures a l'usage des confreres du Rosaire ( París, 1 7 1 0) . O bra de un dominico.
- El Santísimo Rosario, explicado por san A ntonio María Claret ( B arcelona, 1 864 , Imp.
del Heredero de Pablo Riera ) .
- Manuel d u Tres-Saint Rosaire, por el R . P . ANDRÉS PRADEL . O . P . ( París, 1 866,
Poussielgue et fils) .
- Le R osaire médité e t récité, d'apres la méthode d e Saint Dominique, por e l R . P . ANDRÉS
PRADEL, O. P. ( Mazéres-Ariege, 1 87 7 , Imp . Blanc et Puel). Esta obra contiene un juego
de 40 Rosarios completos con fórmulas, adaptadas a diversas clases de personas y para
todas las necesidades de la vida; el Rosario del niño, de la joven, del estudiante, del
religioso, del rico, del pobre, del obrero, el Rosario en la tentación, el Rosario del
enfermo, etc . , etc. (cada Rosario 1 50 fórmulas) .
- Manuel Practique du R eligieux et du directeur, por el R. P . MEYNCKEN , S . l . , ( 1 9 1 1 ) .
- Méthode tres courte es tres Jacile de méditer. les mysteres du Saint R osaire (Bonne
Presse, París, 1 90 1 , Imp. P. Feron- Vrau).
- Le Rosaire médité par l'áme religi·euse (Bonne Presse, París, 19 1 8) .
- Obras de San Luis Maria Grignion de Montfort ( Madrid , 1 954 , BAC ) . E l santo ofrece
cuatro métodos para el rezo del santo Rosario: Dos en las páginas 658 ss. de la edición
aquí citada, compuestos para las Hijas de la Sabiduría, uno de ellos con 1 50 clá.usulas para
añadir antes o después de las correspondientes A vemarías. Otros dos en su obra El
Secreto del R osario, pp. 392 ss . , de los cuales uno con cláusulas intercaladas.
·
26 1
) . IBAÑEZ Y F. MENDOZA
Hacemos notar que la combinación de ambos métodos sería tan an­
tigua como el beato Alano de Rupe , puesto que la Santísima Virgen
le habría revelado toda la vida de Nuestro Señor Jesucristo en igual
número de «cláusulas» que Avemarías tiene el Rosario, si hemos de
creerlas: «A fin de que en adelante - le dijo Nuestra Señora - reces
el Rosario con más atención y fervor, quiero explicarte distintamente
todos los artículos y las principales circunstancias que componen la
vida de mi Divino Hijo; y los imprimiré en tu memoria en igual nú­
mero que Salutaciones Angélicas se rezan en Mi Rosario» 198 •
O tro sistema y ensayo de fusión que ha prevalecido también es el
que intercala en medio de cada Avemaría, después de la palabra Jesús
una «fórmula» que repite 1 0 veces invariablemente el enunciado del
misterio al cual está consagrada la decena . A la cláusula o misterio
sigue el «Santa María, Madre de Dios» . . . correspondiente. Véase la ma­
nera de rezarlo199:
1.
DIOS TE SAL VE, María, llena eres de gracia; el Señor es con­
tigo; bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto
de tu vientre, JESUS , a quien, sin dejar de ser Virgen, con­
cebiste del Espíritu Santo. Santa María Madre de Dios, ruega
por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén. (Se repite 1 0 veces) .
2.
D I O S T E SALVE, M aría . . . JESUS , a quién llevaste, o h Virgen
en tu Visitación. SANTA MARIA . . ( 1 0 veces) .
.
3.
DIOS TE SAL VE, María . . . JESUS , a quien, siempre Virgen,
diste a luz en Belén. SANTA MARIA . . ( 1 0 veces) .
.
4.
DIOS TE SAL VE, María . . . JESUS , a quien presentaste, oh
Virgen, en el templo. SANTA MARIA . . . ( 1 0 veces) .
·
5.
DIOS TE SAL VE, María . . . JESUS , a quien hallaste, oh Vir­
gen, en el templo: SANTA MARIA . . . ( 1 0 v'eces) .
6.
DIOS T E SAL VE, María . . . JESUS , que por nosotros sudó san­
gre . SANTA MARIA . . . ( 1 0 veces) .
7.
DIOS T É SAL VE, María . . . JESUS , qu� por nosotros sufrió la
flagelación. SANTA MARIA . . . ( 1 0 veces) .
DIOS T E SALV E , M aría . . . JESUS , que por nosotros fu e co­
ronado de espinas. SANTA MARIA . . . ( 1 0 veces) .
8.
1 98 Cfr La Divine Méthode, Preface, ed. de 167 7 , del R. P. Lou1s DE SAINTE MARIE, O. P.
1 99 Este mismo Rosario, en latín, puede verse en Le Culte de la T. S. Vierge dans l'Ordre
des Chartreux, p. 5 3 .
262
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
9.
D I O S T E SALV E , María . . . JESUS , que por nosotros llevó la
Cruz a cuestas. SANTA MARIA . . . ( 1 O veces) .
10.
DIOS TE SAL VE, M aría . . . JESUS , que por nosotros murió
crucificado. SANTA MARIA . . . ( 1 0 veces) .
11.
DIOS TE SAL VE, M aría . . . JESUS , que resucitó de entre los
muertos. SANTA MARIA . . . ( 1 0 veces) .
12.
DIOS TE SAL VE, M aria . . . JESUS , que subió a los Cielos.
SANTA MARIA . . . ( 1 0 veces) .
13.
DIOS TE SAL VE, María . . . JESUS , que envió al Espíritu
Santo M aría . . . ( 1 0 veces) .
14.
D I O S T E SALVE, María . . . JESUS , que t e elevó, o h Virgen,
a los Cielos. SANTA MARIA ( 1 0 veces) .
15.
DIOS TE SAL VE, María . . . JESUS , que t e coronó, oh Virgen,
en los Cielos. SANTA MARIA . . . ( 1 0 veces) .
Este método de rezar el Rosario, el que mejor recuerda el Rosario
de las «cláusulas o fórmulas» de Domingo de Prusia, tiene la ventaja de
fijar mejor la atención en los 1 5, misterios y facilitar su meditación.
Muy del agrado de los fieles de la lengua alemana , se divulgó también,
a partir de 1 849 por Dinamarca , Suecia y Noruega, cuando debido a la
prohibición de predicar en lengua vulgar, se debió recurrir al alemán.
Obtuvo la aprobación de los obispos, a la que se añadió la del Papa
Pío IX, en 1 85 9 .
A l declarar e l nuevo Código d e Derecho Canónico (Can . 934 , 2 ) ,
que l a adición hecha a una oración le hacía perder las indulgencias,
alguien interrogó privadamente a la Santa Sede si se podía, sin perder
las indulgencias del Rosario , conservar y propagar la costumbre exis­
tente en ciertos países de añadir, para facilitar la meditación de los
misterios, una corta fórmula referente a los mismos. Habiendo respon­
dido la Santa Sede negativamente el 27 de julio de 1 920 , varios obispos
de Suiza y Alemania se permitieron recordarle la concesión de Pío I X ,
añadiendo que esta costumbre había d e tal suerte prevalecido e n sus
diócesis y esto desde hacía tan largo tiempo («inde a remota aetate») ,
que n o era posible suprimirla sin escándalo y sin perjuicio de sus dio­
cesanos.
La Sagrada Penitenciaría, después de pensar maduramente las
co.s as, juzgó : 1 . 0 Declarar que el Canon 934 , 2 , contenía una ley general
que de ninguna menera revocaba la aprobación de Pío IX. 2 . 0 Que se
había de rogar a Su santidad se dignase extender la aprobación a todos
aquellos lugares donde se acostumbraba rezar el Rosario en esa forma.
263
). IBAÑEZ Y F. MENDOZA
El 2 1 de enero de 1 92 1 , el Santo Padre aprobaba la declaración de la
Sagrada Penitenciaría y se dignaba conceder la extensión de la apro­
bación en la forma pedida .
De esta suerte las «fórmulas» de Domingo de Tréveris, reducidas
'
a los 15 misterios de nuestro Rosario actual e insertadas en cada A ve­
maría, después de la palabra Jesús , han subsistido hasta nuestros
días200 .
I) Resumen
Para terminar resumiremos brevemente, en una vista de conjunto
retrospectiva, todo cuanto hemos expuesto sobre la labor desarrollada
por los cartujos en la formación y restauración del Rosario.
Dejando aparte la cuestión histórico- crítica sobre. su origen 201 ,
hemos de reconocer - con los mismos autores dominicos - que durante
un lapso de tiempo considerable, más de un siglo que media entre la
muerte del santo fundador de fos predicadores (t 1 22 1 ) y el adve­
nimiento de Dom Enrique de Kalkar y Domingo de Tréveris (fines del
siglo XIV, y principios del XV) , el Rosario cayó completamente en el
olvido, no encontrándose de él sino vestigios imprecisos y aislados.
200
C fr AAS , vol. X I I I ( 1 92 1 ) , p. 1 63 ._ Le culte de la T. S. Vierge, pp. 52 _s�.
prometimos al principio, eludimos toda controversia a
este respecto. Mariólogos y críticos modernos han hablado ya claramente sobre este asunto.·
Nos contentamos con citar dos testimonios, únicamente: « Los padre dominicos · dice el
mariólogo Roschini, O. S. M.
han sido y son todavía celosos propagadores del Rosario.
No obstante, aparece privada de fundamento histórico la pía leyenda que atribuye a santo
Domingo la institución del santo Rosario. Si así fuera sería inexplicable el silencio de más de
300 testimonios tolosanos en el proceso de canonización; inexplicable el silencio de los primeros
biógrafos del santo, no menos que la poca importancia que dan al Rosario las 'Acta Capitu­
lorum' de las provincias dominicas de España y Roma. Santo Domingo no ha hecho otra cosa
que recomendar - como era verosímil - la costumbre de recitar las 1 50 Avemarías, costumbre
'
y a en vigor antes de él . El primero en atribuir a santo Domingo la institución del santo Rosario
fue el dominico Alano de Rupe (t 1 475), en su Vita S. Dominici, que no tiene valor histórico.
El P. Duval, O . P . , hace justamente notar ( cfr art . La Dévotion Mariale dans l'Ordre des
Freres Précheurs, en « Maria» , H. ou MANO I R , S. J. , vol. 1 1 1 , p. 7 7 7 ) , hablando de las Bulas
Pontificias que reconocen a santo Domingo como ' Institutor del Rosario', que «redactadas con
arreglo a las súplicas que las provocaron, no es para maravillarse de que las prill).eras Bulas
Pontificias de las cofradías del Rosario atribuyen su institución a santo Domingo; el mismo
error material se transmite a continuación de una Bula a otra, perdiendo poco a poco la
gradación de matices. El prudente 'ut pie creditur' («como piadosamente se cree») de san Pío V ,
n o será jamás repetido por sus sucesores» . E l P . Duval termina reconociendo que sin duda
santo Domingo no instituyó el Rosario» (cfr RoscH I N I , t. I I , 579).
Por su parte, la revista Etudes afirmaba categóricamente en 1 9 1 3 (vol. 1 34 , p . 853), al
hacer la recención (o mejor, refutación) de la obra tantas veces aquí citada del P . Mézard:
« Para concluir: bastante gloria es para la familia dominica haber tenido la principal parte
en el magnífico desarrollo de la devoción del Rosario al fin del siglo X V y a principios del X V I .
En cuanto a la institucionalización propiamente dicha del Rosario, pensamos con varios sabios
dominicos, que no es debida a la iniciativa de un particular o de una Orden. La devoción del
Rosario tiene su raigambre en una evolución comenzada tiempos atrás de santo Domingo y
que no terminó sino variós siglos qespués de él» .
201
Fieles a nuestro propósito, como
-
2 64
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
Instruido celestialmente e n una visión por Nuestra Señora (año 1 366),
Dom Enrique de Kalkar, resucitó y propagó el Salterio de María (como
se llamaba entonces al Rosario completo de 1 50 Avemarías) , logrando
que penetrase y arraigase en la Gran Bretaña, como una costumbre
familiar. Pero su Salterio, aunque dividido en decenas, con Pater inter­
calados, carecía de la meditación de los misterios. Para llenar este
vacío, Nuestra Señora suscitó a Domingo de Tréveris, quien, cerca
del año 1 4 1 O, tiene la feliz inspilración de añadir a cada Avemaría
algún misterio de la vida de Jesús y de María.
La dichosa iniciativa de estos dos ilustres cartujos, bendecida y apro­
bada por M aría Santísima , como lo demostró su éxito y una visión que
tuvo · Dom Adolfo de Essen (lazo de unión entre Enrique de Kalkar
y Domingo de Tréveris) , propagandista incansable también del santo
Rosario, cundió rápidamente por toda Europa, renovando la devoción
del ya casi extinguido Rosario, y preparando providencialmente el ca mino al dominico bretón Alano de Rupe, quien, a su vez , alentado
por una visión maternal de la Santísima Virgen, como él mismo lo re­
fiere 2º2 se dedica a predicar y propagar el Salterio Mariano (o Rosario
de 1 50 Ave) , cuya forma definitiva pronto se precisa al impulso del
celoso apóstol. En Alano y sus discípulos se reanudaba la antigua tra­
dición dominicana del Rosario, para no tener ya más ocaso.
J) Todo lo hasta aquí expuesto acerca de la influencia y colabo­
ración de los cartujos en la formación y restauración del Rosario,
puede recogerse en las siguentes
Confusiones:
1 . ª En la segunda mitad del siglo XIV ( 1 366) Dom Enrique Egher
de Kalkar restaura el Salterio de María (es decir, el Rosario de 1 50 Ave­
marías) , dividiendo las decenas por medio del Pater.
2 . ª Domingo de Tréveris añade en los comienzos del siglo X V
( 1 4 1 0 ) , la meditación de los misterios unidos a las Avemarías, dando
un fuerte impulso a la devoción del santo Rosario y preparando el te­
rreno al dolili:nico Alano de Rupe .
3 . ª El beato Alano, aprovechándose de las mejoras introducidas
por los cartujos, organiza y da forma definitiva al rezo del santo Ro­
sario, reduciendo a 1 5 los misterios, fundando cofradías y logrando
hacer de él una devoción popular.
4. ª Puede tenerse por cierto que los 1 5 misterios traen su origen
y vienen a ser una reminiscencia de las «fórmulas» de Domingo de Tré202 A lanus redivivus, cap. 1 3 , Serm . 3 , p . 4 ( citado por el P. LollIS DE SAINTE MARIE, La
Divine Méthode, Preface).
265
J. IBAÑEZ Y F. MENDOZA
veris; sobreviven en nuestro actual Rosario, no sólo en los 15 misterios,
sino también en el hecho de que ciertos autores dividen en 10 detalles
diversos cada uno de los 1 5 misterios, colocándolos antes o después del
Avemaría, a manera de «cláusulas» ; e igualmente en la costumbre
alemana de repetir el misterio después de la palabra Jesús de cada
Avemaría.
K)
Cartujos devotos del Rosario
Las Crónicas han conservado los nombres de algunos de aquellos
padres antiguos que se distinguieron a este respecto . Hoy día no sería
necesario hacerlo, puesto que esta devoción es de dominio público y
forma parte integrante de la piedad mariana popular común; mas,
en los siglos, XV, XVI , XVII era señal de un amor poco común con
la Santísima Virgen . Añadamos que el ejercicio de esta devoción su­
ponía un mérito no mediocre, tratándose de religiosos cuya jornada
diaria está ya recargada de numerosas preces, oraciones y largos Oficios
litúrgicos.
Algunos años después de la muerte de Domingo de Prusia , la C ar­
tuja de Tréveris, elegía prior a Dom Enrique de Piro. Digno heredero
del celo de sus ilustres antecesores, puso al servicio de la Reina del
Cielo, su elocuencia , su pluma y ratos de ocio que le dejaba su cargo.
M urió el 1 9 de febrero de 1473 2º3•
Uno de sus sucesores, Dom Miguel Arnoldi, llevó su amor al Ro­
sario a tal grado, que no consentía en separarse de él ni aún en su
lecho; y Rosario en mano iba también a visitar a sus religiosos. Uno de
ellos, intrigado , le preguntó un día la razón: «Esta costumbre, hijo
mío, adquirida por amor de Dios y de M aría, es una fuente de méritos
incalculables» . Sus súbditos procuraban por esta causa proporcionarle
rosarios, sabiendo que nada más at:radable podrían hacer que pro­
veerle de medios para propagar el culto de Nuestra Señora . Su sem­
blante se iluminaba entonces con una franca sonrisa, acogiendo con
gozo, benévolamente; estos piadosos objetos más valiosos a sus ojos que
el oro y el topacio. Murió en 1 6592º4•
Uno de los más fieles devotos y propag�ndistas del Rosario de las
«fórmulas» de Domingo de Tréveris fue, sin duda, Dom Pedro M anuel
Deza , cartujo español, nacido en Córdoba hacia el año 1 5 8 3 . De noble
familia, lo fue aún más por su virtud. Su madre, doña María , era her­
mana del cardenal Deza, y su padre, don Gonzalo M anuel, llegó a ser
corregidor de Madrid. Deseoso de consagrarse al Señor y temeroso
de la oposición de su familia ; se retiró secretamente a la C artuja de
203 Dom LE VASSEU R ,
. 204 Dom LE VASSEUR ,
2 66
t.
t.
1, p. 203 .
111, p. 1 39 .
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJ A . .
El Paular. Descubierto por las pesquisas de los suyos, s e vieron éstos en
la necesidad de sacrificarlo al Señor al comprobar la firmeza de su pro­
pósito y dejarlo en libertad para seguir el llamamiento Divino . Profesó
con gran gozo de su espíritu en dicha Cartuja el 29 de septiembre
de 1 607 , edificando luego a todos con el buen olor de sus virtudes.
Mostróse siempre ejemplar en la observancia regular y fiel discípulo
de san Bruno. Desempeñó sucesivamente y con lucimiento, merced
a sus reconocidas dotes de gobierno, los cargos de procurador, vicario
y prior de la Cartuja de Granada (este último de 1 624 a 1 629), y poco
después, también, el de prior de El Paular ( 1 630 a 1 634) .
Amante de Nuestra Señora y siervo devoto suyo, no pasaba día sin
obsequiarla (además de otros ejercicios piadosos en su honor) con el
Rosario de las «cláusulas» de Domingo de Tréveris. Lo . propagó den­
tro y fuera de la Cartuja, cuanto le fue posible . El mismo hizo u:na tra­
ducción directa del latín, que ofrecimos anteriormente en el texto.
Falleció santamente el 30 de junio de 1 635 20 5• Entre sus biógrafos se
cuenta el V . P . Dom Bruno de Solís y Valenzuela, colombiano, pro­
feso de El Paular, coetáneo del padre Deza, cuya Vida nos dejó ma­
nuscrita 206•
La práctica cotidiana del santo Rosario, según el método de Do­
mingo de Tréveris, práctica que nunca omitió durante sus 65 años de
vida cartujana, fu e para Dom Sebastián Nicolás, prior de Mallorca,
muerto en 1 662 , la fuente de las gracias más preciosas. Una de ellas,
un atractivo y afecto notable hacia la Vida y la Pasión del Señor.
Su corazón ocupado sin cesar en estos inefables Misterios exhalaba
ardientes suspiros, que le era imposible contener. El fuego de sus mira­
das y el vivo encarnado de su rostro lo delataban.
M ás de una vez se le halló en su celda arrebatado en éxtasis, levan­
tado del suelo. · Su increíble humildad y su caridad a toda prueba ,
causaban la admiración y las delicias d e sus hermanos; y los extraños,
atraídos por el perfume de sus virtudes, venían a pedirle favores de
curaciones, que obtenían inmediatamente . El virrey tuvo a mucho
20 5 Cfr Dom LE VASSEUR , t . I I , pp. 438 ss . ; DORE.\ L' . t . I, p. 348 , y Dom juA;-..; DE LA
TORRE, Varones ilustres de la Cartuja, t . I I I , folios 250 ss. , manuscrito de Miraflores.
206 El venerable padre Dom Bruno de Solís y Valenzuela , nació en 1 6 1 6 en S anta Fe de
·
Bogotá (Colombia). Siendo ya sacerdote y doctor en Teología, vino comisionado a traer el
cuerpo del arzobispo de Bogotá, Dom Bernardino de Almansa, al convento del Caballero de
Gracia , en M adrid, y se quedó en la Cartuja de El Paular, donde profesó el 15 de septiembre
de 1 640. Es autor de una treintena de obritas. A él se debe una muy buena traducción de
El Combate Espiritual, de Escúrou , que se ha reeditado vari as veces. Ejerció el cargo de
prior de la Cartuja de Aniago (España) desde 1 656 a 1 65 9 . Pasó a mejor vida el 1 0 de octubre
de 1 67 7 . (Cfr Biblioteca cartujano- española de Tarín, p . 1 3 6 , manuscrito de Aula Dei;
A dmira ble Vida de Dom Dionisia Rickel, del P. JosE: CASSANI , S. I . , p . 338 , M adrid, 1 73 8 ,
y Escritores cartujos d e España, p . 249) .
267
J. IBAÑEZ Y F. MENDOZA
honor conservar su Rosario como reliquia , y su esposa los libros de su
devoción207 •
Asimismo, Dom José de la Peña, de la C artuja de Jerez, no dejaba
pasar ningún día sin rezar el santo Rosario. No podía meditar en la
Sagrada Pasión sin d erramar abundantes lágrimas. Un Viernes Santo,
en que le correspondía en calidad de diácono de semana, cantar el
Evangelio de la Pasión, al llegar al relato de la Flágelación y Corona­
ción de Espinas, estalló en sollozos, de tal suerte que le fue imposible
continuar, y otro en su lugar tuvo que proseguir el canto. Llegó a una
alta perfección y amor de Dios, y el Señor le honró con el don de mi­
lagros. Murió santamente el 27 de julio de 1 660208 •
Tuvo por imitador a su contemporáneo Guillermo de Hackstein
( t 1 653), prior de Molsheim , en Alsacia , del cual se ha escrito: «Siervo
adictísimo de la Bienaventurada Virgen ,María, cuyo rosario siempre
llevaba consigo» 2º9 •
Migud de Zarzosa, profeso de Las Cuevas y prior de Aniago, siendo
aún sacerdote secular se mostraba devotísimo del santo Rosario; dicién­
dolo experimentaba grandes consuelos hasta el punto de hacerle ex­
clamar: «Pero, si esto es así en medio del mundo, ¿ qué sería en un con­
vento?» . Cartujo ya, se dio a la contemplación y a la vida interior de
tal manera, que un día rogado por su superior de conducir a algunos
visitantes a la hospedería del monasterio, tuvo que- confesar ingenua­
mente que no sabía donde quedaba. Murió el 1 1 de gctubre de 1 6 1 62 10 •
Dom Juan B autista Bellot (t 1 605), prior de Porta Coeli y del Val
de Cristo, llevaba siempre su rosario en la mano2 1 1 • El cronista de Val
de Cristo, añade que no se contentaba cada día con rezar una tercera
parte del mismo, sino que frecuentemente lo rezaba todo entero2 1 2•
Pero, acaso nadie amó tanto el Rosario como Dom Jerónimo M aya ,
prior de Montalegre, muerto en 1 6 1 3 . Horas enteras empleaba en
fabricarlos, e hizo tan gran cantidad, dicen las Crónicas , que un navío
no bastaría para contenerlos todos (perdónese la piadosa exageración) .
Dios . sólo sabe el número de rosarios que distribuyó y se asegura que
con ellos se obraron varios milagros 21 3•
Nada hemos dicho aún de los hermanos conversos. Sin duda alguna
que han sido muy amantes del santo Rosario, tanto más cuanto que
Dom LE VASSEUR , t . 1, p. 207.
Idem , t . U , p . 546 .
209 Idem, t. I I I , p. 20.
2 1 º Dom LE V ASSEUR , t. I V , p . 2 6 ; CUARTERO Y HUERTA , Historia de la Cartuja de las
Cuevas de Sevilla, t. I , pp. 590 ss. ; Memoria Necrológica de la Cartuja de las Cuevas, manus­
crito de Aula Dei , p. 1 4 6 .
211
Dom L E VASSEUR , t. I V , p. 5 3 3 .
212
Dom JOAQUÍN ALFAUR A , A nales d e la Cartuja d e Val d e Cristo, copia manuscrita d e
Porta Coeli, p. 249 .
2 1 3 Dom LE VASSEU R , t. I I , p. 4 1 0 .
207
2os
·
268
EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .
es la forma regular de sus Oficios compuestos de Pater noster y A ve
María. No dejaremos de recordar a Adrián Lhommel, profeso de
Noyón, que en c'ualquiera parte del convento que estuviese, dentro,
fuera, solo, acompañado, dejaba correr entre sus manos continua­
mente el rosario, e incluso durmiendo lo rezaba . Este infatigable cam­
peón de M aría murió en la vigilia de la Anunciación, en 1 65 3 214•
Otro converso, Esteban de Sotomayor, de la C artuja de El Paular,
rindió su alma rezando devotamente el Avemaría: era el 13 de julio
de 1 66 1 . Momentos después de su muerte cierto monje de El Paular,
digno de toda fe, le vio cabe su lecho, por la noche, con ropaje blan­
quísimo y rostro venerable, haciendo ademán de despedirse de él.
Según el testimonio de los que le conocieron, su memoria quedaba
para los que vendrían después de él, como ejemplo ilustre de bien vivir
y morir2 1 5•
En la primera mitad del siglo último moría en Santa Cruz de Beau regard, en el Delfinado, una monja cartuja, una de las fundadoras
de esta C asa, vuelta felizmente al aprisco cartujano, después de la Re­
volución francesa , la madre Badin. Poco favorecida con dotes natu­
rales, pero rica en dones del Cielo, se había entregado de todas veras
a la vida interior, dedicando gran parte de su tiempo al rezo del santo
Rosario.
Frecuentemente se la hallaba absorta en coloquios con la Madre
de Dios. En sus últiJllOS momentos se notó que tenía fijos los ojos en un
punto particular. Se le preguntó qué era lo que contemplaba con tanto
gozo y fijeza; a lo que respondió : «¡Eh! ¿no veis esa montaña de Ro­
sarios que forman como una escala para subir al Cielo?» . Algunos ins­
tantes después entregaba su bella alma al Creador2 1 6•
·
·
214 Dom LE VASSEU R , t . l , p . 3 7 0 .
.
2 15 . Dom LE VASSEUR , t . 1 1 , p . 485 .
2 16 Nota manuscrita de la Cartuja de los Sagrados Corazones.
269
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