Cultura, medios y sociedad

Anuncio
SEGUNDA PARTE
Cultura urbana y cultura de jóvenes
Formas de sociabilidad y construcción
de identidades en el campo urbano-popular
Jaime Eduardo Jaramillo
r A campo urbano-popular designa hoy en día el espacio social en el
cual existe un conjunto de población que asciende en las ciudades
latinoamericanas a una proporción que puede oscilar entre un cincuenta v un setenta por ciento del total de sus habitantes. No podría adscribírsele el concepto de ciase social a este heterogéneo
grupo poblacional, va que sus actividades laborales son disímiles:
se distingue un sector minoritario de asalariados en la industria, lo
cual expresa un proceso agudo de desproletanzación, al tiempo que
se registran albañiles, vendedores ambulantes, vigilantes, conductores, propietarios o trabajadores de famiempresas, etc. Desde un
punto de vista contemporáneo, estos sectores sociales podrían concebirse como un campo . En él entran en relaciones, tanto de coopeTomamos de Fierre Bourdieu el concepto sociológico decampo. F.ste define
dicho concepto, central en su sistema teórico, del siguiente modo: "f.n términos
analíticos, un campo puede definirse como una red de relaciones objetivas entre
posiciones. E.stas posiciones se definen objetivamente en su existencia y en las determinaciones que impone a sus ocupantes, ya sean agentes o instituciones por su
situación {sllus} actual \ potencial en la estructura de la distribución de las diferentes especies de poder (o de capital) —cuta posesión implica ei acceso a las ganancias específicas que se encuentran en juego en cada campo- y de paso por sus
relaciones objetivas con las demás posiciones (dominación, subordinación, homología, etcétera )". Véase Fierre Bourdieu y j . I). W'icqn'ínX,Respuestas: por una
antropología reflexiva ( México: ( dajalbo, 1995 ),p. 64. Véase también Fierre Bour-
J A I M E L O C A R DO J \ K A M I L L O
'74
ración como de competencia, agentes adscritos a determinadas
posiciones sociales, quienes se caracterizan por poseer una situación estructuralmente subordinada. En el conjunto de las espedes de
"capital" (económico, social, político, cultural) se hallan en un cuádruple proceso dt exclusión o, en todo caso, de apropiación parcial.
Esta situación implica, en primer lugar, una situación subordinada en las relaciones laborales (asalariados, vinculación ocasional)
o la posesión de microempresas, o pequeños negocios, algunos de
ellos ambulantes, que no generan de modo consistente acumulación
de capital, ni pueden incidir decisivamente sobre los procesos de
producción y distribución en el seno de la sociedad global.
En el plano social, se hallan en los últimos escalones de la escala de estatus y roles sociales. Con bajos ingresos y, en consecuencia,
con niveles de consumo precarios, se hallan situados en los rangos de pobreza absoluta y crítica, según los indicadores aceptados
por las agencias estatales y transnacionales. Habitan en zonas degradadas de los centros urbanos y en las inmensas periferias de ellos,
con dotaciones precarias de servicios. Su vestimenta, sus usos y costumbres, su modo de hablar, entrañan para las restantes clases y estratos sociales, en muchos casos, procesos de estigmatización o de
subordinación. Sus redes sociales (su capital social) contribuyen a su
supervivencia, pero implican, hada otras clases y estratos, reproducir formas de subordinación.
En el plano político, los agentes pertenecientes al campo urbano-popular poseen acceso subordinado a bienes y servicios del Estado, a través de redes clientelistas o formas de presión puntuales
desde el poder local o instancias gubernamentales, pero no alcan-
dieu, Ees regles de Cart: genese et structure du ehatnp litteraire ( París: Editions du
Senil, 1992).
Cormas de sociabilidad v construcción de identidadi
•75
zan una representación hegemómca en ninguna de las instituciones del Estado. Stis intereses son tenidos en cuenta apenas de modo
parcial o refractado en las decisiones políticas nacionales y locales.
En la esfera simbólico-expresiva, los sectores populares urbanos expresan tina apropiación desigual del capital cultural, redundando en una escasa valorización de su fuerza de trabajo y en unos
mecanismos de exclusión para el acceso a los conocimientos y las
destrezas indispensables en el desempeño de un ciudadano moderno. Sus escuelas y sus colegios, públicos y privados, muestran en
su mavor parte deterioro físico, estancamiento tecnológico y tanto a
maestros como a estuchantes desmotivados, sin disciplina de trabajo o de estudio, lodo esto se manifiesta en currículos rutinarios, autoritarismo, métodos memorísticos y alta deserción escolar. Los
estudiantes revelan notables dificultades para vincular los contenidos de su educación escolar con su capital simbólico previo y con
sus expectativas existenciales, sociales y laborales, tal como lo señala Beatriz, Sarlo, penetrante analista de los fenómenos culturales
contemporáneos, con respecto a los sectores urbano-populares en
América Latina:
lesas sociedades están hoy duahzadas no solamente desde el
punto de vista económico, sino también desde el punto de vista
del acceso a los bienes simbólicos. Uno puede decir que los sectores populares tienen su cultura y eso es verdad, pero esos sectores
quedan encerrados y ocupados desde el satélite,
(... ] 1 .os sectores populares viven en las zonas más miserables, en las zonas donde las reformas económicas neoliberales se
han traducido en un paisaje urbano de depredación, de miseria,
de taita de equipamiento cultural, educativo y sanitario, encerrados en esos guetos, que son guetos sociales y culturales.
A1M E EDU \ R D O
JAR
VMILLO
176
[...] Sabemos bien que los sectores populares han desarrollado a lo largo de siglos una cantidad de estrategias de lecturas
y de usos desviados de lo que reciben de los medios de comunicación de masas, pero también sabemos que esos usos desviados
se realizan a partir de adquisiciones culturales propias. Durante
el siglo XX pensamos que esos desvíos respecto de la cultura de
élites se podrían realizar a partir de una reserva fundamental de
estrategias culturales populares. Aquella cultura que es la cultura de la alfabetización y que a los sectores populares les sirvió para tener sindicato, para acceder al voto, [tara tener políticos, etc.
En la quiebra de las instituciones culturales educativas, los sectores populares practican su estrategia de desvio y de usos no
contemplados en el mensaje, pero su posibilidad de recombinación de elementos culturales es menor porque les está faltando
esa otra institución que fue fundamental en la re-configuración
de esos sectores: fue fundamental en la dominación, pero fue también fundamental en la autonomía, que es la escuela-.
En este mismo sentido, podemos afirmar que, en relación con
nuevas expresiones del capital cultural, relacionados con los conocimientos, hábitos y destrezas necesarios para educarse en la informática, denominada "segunda alfabetización", también acudimos
en nuestra época a otra peligrosa dualizadón. F.n especial, los niños y los jóvenes del campo popular, en su mayor parte, se hallan
ftiera de esa revolución tecnológica y cultural. Si el acceso y la utilización de la información de bienes simbólicos es crecientemente
un indicador estratégico de diferenciación social (algunos analistas
- Beatriz Sarlo, "I .a suelta al siglo en bicicleta", enMagazln Dominical de El
Espectador ( Bogotá: agosto 59 de 1 997 I, p. 5.
Formas de sociabilidad v construcción de identidade
hablan hoy día de la sociedadde la información), registramos sti dificultad de acceso a esta nueva tecnología y este nuevo lenguaje,
ya sea porque las escuelas públicas no disponen de computadoras
en número suficiente o carecen de multimedia y de Internet, ya porque en los currículos esta enseñanza no tiene aún el reconocimiento que merece, ya porque el computador personal es unbien de lujo
en estos sectores sociales. Por otra parte, la utilización del computador que supere (sin negar) su momento lúdico demanda unos conocimientos sólidos y amplios, una destreza para la escritura y para
la comprensión de textos y un maestro que stpaenseñar a aprender,
a utilizar creativa y productivamente la información (desordenada,
desigual, no jerarquizada) que se puede obtener por la multimedia
o el Internet.
Pero ias formas de supervivencia económica, las redes sociales y las expresiones simbólico-expresivas pertenecientes al campo
popular-urbano no expresan por necesidad una relación pasiva ante
lo hegemónico ni ante distintas expresiones culturales, mediáticas,
regionales, campesinas, etc. Por la teoría de la recepción cultural se
puede comprender qtie la asimilación de imágenes, interpretaciones, valores y prácticas institucionalizadas, velucuhzadas desde el
Estado, las iglesias, los medios de comunicación, etc., son resignificadas y recreadas en función de* matrices sociales y culturales
previas. La pertenencia a una familia, el origen étnico, la territorialidad barrial, las adhesiones religiosas, culturales, etc., crean identidades restringidas, a algunas de las cuales nos referiremos luego,
([Lie funcionan como "comunidades de sentido". En la perspectiva
que nos ocupa, proponen a sus adherentes códigos de lectura, orientaciones éticas, interpretaciones y clasificaciones sobre la realidad
personal, familiar, barrial, ciudadana, nacional, internacional v, en
algunos casos, sobrenatural.
J A I M I E D U \ R D O JAR \ M I L L O
Como lo señala Stuart Hall respecto al campo cultural',
[... | se trata de un campo de límites fluetuantes; entre sus [icios -el popular y el de élite, en este caso- hay todo tipo de rela-
Citado por José 1 ans Romero, "I ,os sectores populares urbanos como sujetos históricos", en Proposiciones, 19 (Santiago de Chile, 1990). 1 Linos usado en la
caracterización de lo urbano-popular las nociones decampo y capital cultural, centrales en ci pensamiento de Pierre Bourdieu, por cuanto la coneepicion del notable
pensador contemporáneo permite comprender la producción y la reproducción délas desigualdades materiales y simbólicas en una sociedad dada. I .ejos de postular
una determinación unilmeal, la economía y la cultura son en su sistema teórico elementos codeterminados "encabalgados", necesarios ambos en la reproducción déla vida social.
Con todo, el reproduc/ivismo bourdieano adscrito al eslructiiralísmo, paradigma que el autor ha buscado trascender sin lograrlo plenamente, se nos revela fecundo en un primer nivel de análisis, pero insuficiente, pensando desde el específico
contexto latinoamericano, para comprender la dinámica del campo popular, la recepción, la «significación y la recreación desde sus matrices societarias y culturales de elementos económicos, formas de sociabilidad y rasgos culturales de la sociedad hegemónica de los textos, sonidos e imágenes de \oy,mass media, así como el
sincretismo que establece, en el marco urbano, entre las diversas subculturas regionales, campesinas, étnicas, etc. F.n Bourdieu, el agente social dentro de un campo se halla en la polmdadsiimisíón-resís/encía que expresa el momento determinista
y el voluntarista, que el sociólogo francés procura superar como antinomias de un
pensamiento tradicional con las nociones centrales de campo y hábitos. Pero, en la
práctica, en particular en America 1 .atina, la figura social del/adino es la expresión
del mestízale cultural; aquí lo que predomina es la asimilación selectiva, la resema ntización, el sincretismo, la resistencia oblicua que se vincula, en ciertos campos,
a la complicidad. F.n este campo ambiguo, no reductible a las categorías antinómicas
sumisión-resistencia, el sistema de Bordieu se nos revela insuficiente.
Id campo cultural en nuestros países se halla mucho más fragmentado por los
procesos de dua/izaeíón estructural, coexistencia de modos de producción, ¡¡sincronías.
conceptos con que desde los años cincuenta científicos sociales del subcontmente
buscaron tematizar la heteroiteneidad económica, social y cultural de América La-
¡•orinas de soi labilidad v Í onslnu ción de ¡den/idade
'79
clones: imposición, aceptación, p r é s t a m o , apropiación. L o que
separa lo p o p u l a r de lo q u e no lo es no se define de una vez para
s i e m p r e , sino q u e es el resultado concreto de una fase concreta
de ese conflicto y, c o m o tal, se desplaza, avanza o retrocede.
I .atina. For ello, en lo que sigue nos sentimos deudores tanto de los aportes de la
Escuela Británica ( Phompson y Williams ) como, de manera especial, de los aportes latinoamericanos al estudio de las culturas populares.
Como lo señala Néstor d a m a Canclini: "l 'n sociólogo brasileño, Sergio
Miceh, que aplicó este modelo (de Bourdieu I al estudio de la industria cultural en
un país, observa que tal subordinación corresponde, hasta cierto punto, a los países
capitalistas europeos, donde hay un mercado simbólico unificado. F.n Brasil, en
cambio, y en general en America Latina, ei modo de producen')!! capitalista incluye
diversos tipos de producción! económica y simbólica. N o existe una estructura de
clases unificada y, mucho menos, una clase hegemonica (equivalente local de la
burguesía I en condiciones de imponer al sistema entero su propia matriz de significaciones.
"Encontramos más bien un sistema simbólico fragmentado que, agregaríamos nosotros, implica aún una mayor heterogeneidad cultural en las sociedades
multiétnicas, como la misma brasileña, las mesoamericanas, las andinas. Aunque la
modernización económica, escolar y comunicacional ha logrado una cierta homogeneización, coexisten capitales culturales diversos: los precolombinos, el colonial
español, en algunos la presencia negra y las modalidades contemporáneas de desarrollo capitalista.
"Necesitamos reformular la concejicion de Bourdieu, en muchos sentidos útil
para entender el mercado de bienes simbólicos, a fin de incluir los productos culturales nacidos de los sectores populares, las representaciones independientes de sus
condiciones de vida y la resemanlizacion que hacen de la cultura dominante de acuerdo con sus intereses".
Véase Néstor (jarcia Canclini, "Introducción: la sociología de la cultura de
Fierre Bourdieu", en Herré Bourdieu,.Sociología y cu/tura (México: (ínjalbo, 1990 ),
p. 5 1. Sobre la [escuela Británica, que por lo demás conoce diversas vertientes, cf.
E. V. Phompson, Tradición, revuelta v conciencia de clase ( Barcelona: Editorial Critica, 1 979 |, Raymond Williams,Cu/tura: sociología de la comunicación v arte ( Barcelona: s. d., 195 1 ) y Stuart 1 lall, "Estudios culturales: dos jxiradigmas", enUausas v
Azures, N" 1 (Buenos Aires: s. ch, 1994),
J A I M E EDUARDO
JARAMILLO
I 8()
[...] Esa mezcla es la propia de todo el proceso social y cultural: el conflicto, la coexistencia, la impureza.
Fin cuanto a América Latina, cabe mencionar a varios pioneros de esta concepción, entre ellos Fernando Ortiz 4 , Pedro Henrí-
4
Véase Fernando Ortiz, Contrapunteo cubano del tabaco v el azúcar (Caracas:
Biblioteca Ayacucho, 1987). El antropólogo cubano acuñó el concepto detranseulturación para dar cuenta de los procesos de asimilación, «significación y recreación cultural que poseen un laboratorio privilegiado en América Latina. Considerando que este concepto, aplicado penetrantemente en el libro arriba retereneíado,
era un aporte a la antropología cultural, Bronislaw Malinovski escribía en el prólogo al libro de Ortiz: "Consideremos la palahmacciillnralion, que no hace mucho comenzó a correr y que amenaza con apoderarse del campo, especialmente en los escritos socioliígicos y antropológicos de los autores norteamericanos. Aparte de su
ingrata fonética (suena como si arrancara de un lujx) combinado con un regüeldo),
la voz aeeulluration contiene todo un conjunto de determinadas e inconvenientes
implicaciones etimológicas. Es un vocablo etnocéntnco con una significación moral. L.l inmigrante tiene í\ueacu/tiirarse (to aceulturate); así han de hacer también los
indígenas, paganos e infieles, bárbaros o salvajes, que gozan del 'beneficio' cíe estar
sometidos a nuestra Oran Cultura Occidental. La vo/.aecu/turatíon implica, por la
preposiciónadi\ne la inicia, el concepto de untenninus adquem. F.l 'inculto' ha de
recibir los beneficios de 'nuestra cultura'; es 'él' quien ha de cambiar para convertirse en 'uno de nosotros'.
"No hay que esforzarse para comprender que mediante el uso del vocablo
aeeulluration introducimos implícitamente un conjunto de conceptos morales, normativos y valuadores, los cuales vician desde su raíz la real comprensión del fenómeno. Sin embargo, lo esencial del proceso que se quiere significar no es una pasiva
adaptación a un estándaráe. cultura fijo y definido. Sin chula, una oleada cualquiera
de inmigrantes de Europa en América exju'rimenta cambios en su cultura originaria; pero también provoca un cambio en la matriz de la cultura receptiva. Los alemanes, los italianos, los polacos, los irlandeses, los españoles, traen siempre cuando
transmigran a los pueblos de América algo de sus propias culturas, de sus alimentos, de sus melodías populares, de sus musicales genios, de sus lenguajes, de sus costumbres, supersticiones, ideas y temperamentos característicos. Podo cambio de
Formas de sociabilidad v construcción de identidades
i 81
quez Ureña 3 , Gilberto F'reyre'' y, más recientemente, Ángel Rama',
Carlos Monsiváis'3, Renato Ortiz', Jesús Martín Barbero'", Néstor
(jarcia Canclini'' y William Rovve12. Lodos ellos han buscado desarrollar esta perspectiva relacional y procesal sobre las culturas en
América Latina, que han definido comotransculturadas, mestizadas
o híbridas.
Naturalmente, hay procesos dtviolencia económica, social, política y simbólica, que en ciertos casos buscan establecer límites a la
cultura o, como diremos de ahora en adelante, toda transculturación, es un proceso
en ei cual siempre se d:\ algo a cambio de lo que se recibe; es un toma y daca, como
dicen los castellanos. Es un proceso en el cual ambas partes de la ecuación resultan
modificadas. I ín proceso en ci cual emerge una nueva realidad, compuesta y compleja; una realidad que. no es una aglomeración mecánica de caracteres, ni siquiera
un mosaico, sino un fenómeno nuevo, original e independiente. Para describir tal
proceso, el vocablo de latinas raíces transculturación proporciona un término que no
contiene la implicación de una cierta cultura hacia la cual tiene que tender la otra,
sino una transición entre dos culturas, ambas activas, ambas contribuyentes con sendos aportes, y ambas cooperantes, al advenimiento de una nueva realidad de civilización" (Fernando Ortiz, Contrapunteo cubano del tabaco v el azúcar (Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1978), pp. 4-5.
Pedro I lenríquez Ureña,/.« utopía de América (Caracas: Editorial Ayacucho, 1978 ); Pedro I lenríquez l reña, Comen/es literarias de la América hispánica
(México: Fondo de Cultura Económica, 1994),
'' Gilberto Fren re, Casa-grande v senzala (Caracas: Ayacucho, 1977).
Ángel Rama, Transculturación narrativa en América Latina (México: Siglo XXI, 1982).
Carlos i\lonC\vÍK, Escenas de pudor y liviandad ( W é x k o : J. Mortiz, 1988).
Renato Ortiz,A moderna tradícaohrasileira (Sao Paulo: s. d., 1988).
L'sús Martín Barbero, De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura x hegemonía (Barcelona: C. Cali, 1987).
1
' Néstor (iarcía Canclini, Cu/turas híbridas. Estrategias para entrar v salir
de la modernidad (México: Grijalbo, 1991),
William Rowe, Memoria y modernidad. Cultura popular en América Calina (México: Grijalbo, 1991).
\ I M F. I D L \RDO JARAMILLO
182
búsqueda de autonomía, de rebelión, y, en los más, de movilidad
social de clases y sectores subalternos. Pero ello no puede impedir
procesos socioculturales que no se dejan reducir a la óptica chcotónuca: resistencia-sumisión.
El análisis aquí presentado entraña una mirada del campo popular-urbano que, si bien reconoce los procesos de subordinación
estructural ligados a una formación social específica, acepta su capacidad de dinamismo y recreación, sus síntesis culturales, hábiles,
no siempre deliberadas, sincréticas, contestatarias en algunos casos,
adaptativas en otros.
En el habitante popular-urbano, en sus viviendas, sus vestidos,
su cocina, su habla cotidiana, sus relaciones sociales, sus expresiones políticas, sus imaginarios, su consumo y producción cultural,
se expresa un ptrmantnttsincretismo —que supone interpenetración
y transformación de los elementos previos—, entre lo campesino y
aldeano, vinculado al origen predominante de migrantes de primera
y de segunda generación, con las imágenes, sonidos y textos de los
medios electrónicos audiovisuales y la cultura de élite inculcada sobre todo en la escuela. Lo sagrado y lo profano, lo familiar, lo barrial, lo ciudadano y cosmopolita, lo legal y lo ilegal, se confunden,
coexisten y dinamizan estrategias de supervivencia, hábitos, imaginarios y formas de sociabilidad y de trabajo, usos, costumbres y convenciones .
Por ello mismo, podemos afirmar que, de modo formal v, más
a menudo, informal, en este campo se generan formas organizativas que persiguen fines específicos, las cuales logran cierta capacidad de influencia y movilización sobre segmentos de poblaciones
1
' En la definición tic usos, costumbres y convenciones, cf. Max W'eber,/5i
nomla vsociedad, I ( México: Fondo de Cultura Económica, 1972 ), pp. 25-24.
Formas de sociabilidad v construn ion de ¡denudada
'«5
barriales. Grupos de mujeres, jóvenes o ancianos, asociaciones religiosas, hoy no son sólo católicas, sino protestantes, pentecostales y
de otras denominaciones, sin excluir grupos de la Nueva Era, además de grupos de padres de familia en las escuelas, asociaciones
ecológicas, culturales, cívicas, etc. Ellos pueden ser concebidos, en
la óptica de análisis sociocultural que aquí reivindicamos, comoromunidades de sentido, o si se quiere movimientos culturales, que plantean "nuevos significados imaginarios para las formas de vida...
patrones de acción, aspiración e imaginación" 14 . Ofrecen así a sus
miembros propuestas que influyen en su interpretación de la realidad, en su ética individual y social, en stis valores, en fin, en sus
prácticas institucionalizadas. De ese modo actúan sobre las tres dimensiones que constituyen lo cultural: la cognitiva, la valorativa y
la conducluaf.
F'.stas agrupaciones buscan objetivos de diferente tipo: vivienda, empleo, servicios del Fistado uONGs. Crean identidades restringidas, organizadas en torno a criterios particulares de género, edad,
religión, grupo étnico, actividad cultural, pertenencia barrial, adhesión política, etc. Desarrollan estrategias de captación de. miembros, de educación de ellos, de negociación con diversas entidades
públicas y privadas, lo que implica involucrar, interpretar y canalizar intereses y motivaciones de sus asociados.
Cabe plantear, ante este tipo de identidades, con una óptica pesimista, que asistimos a una época signada por la erosión de los
14
Agnes I leiler, "Los movimientos culturales como vehículo de cambio", en
Fernando Viviescas y Fabio Giraldo, Colombia: el despertar de la modernidad{ Bogotá: Foro Nacional por Colombia, 1991 ), p. 125.
' , Jaime Eduardo Jaramillo Jiménez, "I .os estudios sobre la cultura: hacia un
paradigma emergente" ( Bogotá: 1997; en procesador de textos).
JAIME EDUARDO
JARAMILLO
184
grandes actores históricos (Nación, clase, sindicato), a un proceso
de fragmentación social y del sujeto, a una autonomización de los
diversos campos sociales y a una multiplicidad de posiciones del
sujeto 16 . Implica también la ausencia de actores sociohistóricos universalistas, la clausura de la utopía y la entrega pasiva a las relaciones de mercado 1 ', Para otros autores, esta explosión de identidades,
ya no gestadas en su mayoría a partir de la posición ante los medios
de producción, expresa los nuevos movimientos sociales que producen
nuevos actores socioculturales y políticos, quienes manifiestan intereses específicos y son hoy en día decisivos agentes de cambio
sociohistórico. Sería la eclosión de la sociedad civil, alternativa al
dominio omnipresente del F'.stado y del mercado 18 .
Podría afirmarse* que estas dos visiones expresan también disyuntivas, posibilidades extremas que implican, en un caso, asumir
de modo pasivo ciertas tendencias históricas, económicas, socioIcigicas, políticas, culturales, y, en el otro, en la perspectiva de los
agentes, asumir la historia de modo voluntarista, continuando con
la busca, en este caso plural, de los sujetos históricos progresivos.
'' Ernesto Laclau, "Los nuevos movimientos sociales y la pluralidad cíe lo
social", en Revista Foro, N " 4 (Bogotá: s. ch, noviembre de 1987).
'' Sergio Zermeño, "Hacia una sociología de la decadencia", enRevista Foro,
N " 1 1 (Bogotá: s.d., enero de 1991 ); Francisco Weltort, "La América errada (Notas sobre la modernidad y la democracia en América Latina)", enRevista Foro, N1
15 (Bogotá: s.d., 1991).
Antony Giddens, Social Theory and Modera Sociology (Stanford, California: Stanford l 'niversitv Press, 1987), p. 23 1; David Slater, "Nuevos movimientos sociales y viejas preguntas políticas", en Revista loro, N " 8 (Bogotá: s. d.,
1989); Ludolfo Paramio, "Democracia y movimientos sociales en América Latina", en América Latina hoy (Madrid: ItC'.M., 1990); Orlando Fals Borda, "El
papel político de los movimientos sociales", en Revista loro, N" 1 1 (Bogotá: s,
d., 1990).
hormas de sociabilidad y construís ion de identidade.
• 8S
Pero la realidad no suele ser negra o blanca; sus tonos mezclados, sus claroscuros, expresan mejor las situaciones empíricas. Partimos de la fragmentación ocupacional, en el campo urbano-popular,
vinculada a la desproletarizadón de sus integrantes. Posiciones laborales inestables, rotativas, informales, con bajísimas tasas de sindicalización. De otra parte, la atomización social se potencia con las
tendencias al privatismo y la competencia generalizada, que son
exacerbadas por el neoliberalismo, el cual, además de una política
económica dominante hoy en el mundo, es una ética social e individual y una. forma de vida. Los partidos políticos (incluidos los de
izquierda) no poseen la capacidad de convocatoria de antaño y más
bien asistimos a redes neodientelistas o adhesiones pragmáticas y
puntuales, para el caso de Bogotá, a un edil, concejal o senador. La
inseguridad, la desconfianza, las pugnas barriales, tienden, en ciertos casos, a una privatización de la vida social, a la reclusión tras la
jornada de* trabajo en la vivienda, donde la televisión supone una
conexión virtual, electrónica, mediada por múltiples intereses e interpretaciones de los propietarios de los medios y los comunicadores, con la ciudad, el país y el mundo.
Pero los agentes no son seres pasivos, meros "portadores" de
relaciones sociales, como lo señalaba un estructurahsmo determinista, que aún sigue teniendo seguidores. La necesidad de supervivencia, la adaptación al medio urbano, obliga a sus habitantes a
crear nuevas formas de asociación, que pueden combinar rasgos
"tradicionales" de relación cara a cara ("comunidades afectivas"),
con un tipo de asociación contractual, formal, "moderna". Pero este impulso a estas formas de organización no parte sólo de una necesidad de supervivencia material. Fixpresa también la necesidad
de recrear identidades, frente a los procesos de fragmentación social de conformar sujetos en un proceso de subjetivación social, de
JAI M K E D E \ H I I I ) | \ R A M I I.LO
i 86
plantear significaciones colectivas, interpretaciones, valores y prácticas que contribuyan a transformar las condiciones de vida signadas por la penuria material y, en muchos casos, por la desesperanza,
el individualismo, el pragmatismo individualista1''', el vacío de sentido. No son, en sí mismos, movimientos sociales, puesto que no
siempre se hallan activos, con frecuencia no superan el nivel barrial
y no se vinculan a procesos sociales de mayores amplitud y cobertura. Pero en otros casos, como sucede en Bogotá con las madres comunitarias, pueden hacer parte de redes más amplias que elaboran
demandas colectivas al Estado y desarrollan mecanismos de intervinculadón entre ellas.
Nos referimos en este contexto a tipos de agrupación que revisten gran arraigo en el campo urbano-popular, tomando como referencia más inmediata nuestras experiencias de investigación y
vinculación a procesos socioculturales en el suroriente de Bogotá,
localidades 4 (San Cristóbal), 18 (Rafael FJribe) y 5 (Usme). En la
Fatcalidad 18, desarrollo al presente un proyecto de investigación
participativa, "Cultura, espacio público y tiempo libre", auspiciado por el Observatorio Urbano del Instituto de Cultura y Turismo
de Bogotá. Referendo también el texto Actores sociales y culturales.
Para que el sur... oriente, coordinado por Jairo Rodríguez y el autor"". Tenemos en cuenta, también en este texto, estudios realizados en Bogotá en sectores urbanos populares. Naturalmente, estas
apreciaciones se deben confrontar con investigaciones realizadas en
1
' Jaime Eduardo Jaramillo, "El mundo urbano-popular: perspectivas desde
Latinoamérica" (Cartagena; 1907; ponencia presentada en el Cuarto Congreso
Mundial de I nvestigacion-Acción v ()ctavo de Investigación-Acción Participativa I.
Jl
Alcaldía Local de San Cristóbal, Actores sociales v culturales. Para que el sur...
oriente ( Bogotá: Comunicación Creativa Ramírez I ,td., 1997 ).
Formas de sociabilidad v construcción de identtdade.
18;
otros ámbitos urbanos de Colombia y de Latinoamérica. Sólo de
esta forma se puede claramente señalar qué es lo específico y qué lo
común en los sectores referenciados, establecer tipologías, nuevas
hipótesis e interpretaciones. En todo caso, estas reflexiones se construyen en el cruce entre lecturas reflexivas —en particular, de autores nacionales y latinoamericanos— y de una práctica investigativa
sobre el terreno, así como de una experiencia del autor en extensión
universitaria.
Organizaciones de mujeres
Los movimientos de mujeres en Colombia poseen una tradición
que se remonta a los años veinte de! presente siglo, si los concebimos como agrupaciones organizadas que plantean de manera específica reivindicaciones de género vinculadas, en un principio, a
peticiones sindicales y espacios de la vida urbana y campesina. J .a
figura de María Cano en Colombia es arquetípica de cierto movimiento de género vinculado a las nacientes luchas socialistas de la
época. Su marginadón progresiva de la actividad política en décadas posteriores demuestra las dificultades, en la tradición sindical y
partidista de entonces, para prestar atención a reivindicaciones degenero y reconocer un papel protagonice) a la mujer.
Fin los años sesenta asistimos a la eclosión en Colombia del movimiento que se denominó feminista, liderado por mujeres de ciasemedia, con educadón universitaria en muchos casos, generalmente cercanas a grupos de izquierda. En este caso, la problemática de
género gana autonomía y sus líderes logran ciertas reivindicaciones
en el plano jurídico-político. Al mismo tiempo, la mujer de estos
sectores gana nuevas posiciones en el mercado laboral. En la política y en la cultura, el impacto de su lucha y su visión sobre muje-
J A I M E EDUARDO JARAMILLO
I 88
res del campo urbano-popular está por estudiarse. Como lo señala
Rocío Londoño,
el peso cuantitativo de los grupos femeninos de vanguardia
es reducido, pero su significación ha sido notable en varios aspectos: por una parte, sus iniciativas políticas y legislativas en torno al
reconocimiento y a la defensa de la igualdad de la mujer en los
diversos ámbitos de la vida pública y privada. Por otra, las investigaciones y las jornadas de educación y divulgación que han realizado sobre temas femeninos y las cuestiones relacionadas con
la condición de las mujeres en el jtaís. Sin duda alguna, estas labores han contribuido de manera importante en el grado de organización alcanzado por las mujeres de sectores sociales muy
variados, y en la conciencia que han adquirido de sus reivindicaciones y de sus nuevas posibilidades sociales y políticas2 .
Varios estudios (y nuestras investigaciones de campo lo confirman) señalan cómo en los sectores urbano-populares las familias, con un pasado campesino y aldeano en numerosos casos, han
expresado tradicionalmente una fuerte división de roles sexuales.
El padre y los miembros masculinos de la familia no sólo se hallan vinculados casi de modo universal a la esfera laboral, sino que
son quienes de modo privilegiado han participado en la esfera
pública, en especial barrial. Asimismo, los espacios de diversión
fuera del ámbito doméstico han tenido, hasta hace poco tiempo,
predominio masculino, y la participación de las mujeres en organizaciones comunitarias (salvo religiosas) solía ser minoritaria.
~' Rocío Londoño Botero, Una visión de las organizaciones populares en Colombia (Bogotá: Editorial Gazeta, 1994), p. 42,
Formas de sociabilidad v construcción de identidades
i 8o
Con todo, en los últimos veinte años han acaecido transformaciones económicas, sociales y culturales que comienzan a superar
esta situación, si bien no sin resistencias y dificultades. El deterioro
de las condiciones laborales con la informalizadón de las actividades productivas, el empleo temporal y e! desempleo que afectan a
casi todos los trabajadores, han obligado a un número cada vez
mayor de mujeres a vincularse a actividades laborales. Para ellas,
incluso las condiciones salariales y de trabajo son segregativas en
relación con los varones. Sin embargo, esta situación ha permitido
que las mujeres de estos sectores sociales trasciendan el marco doméstico, con más razón si se tiene en cuenta que el sistema de madres y jardineras comunitarias, junto a cierta expansión en la oferta
del pre-escolar, les permite liberar parte de su tiempo para estas actividades.
Y no sólo se ha dado un cambio en las condiciones económicas, en que el ingreso familiar, en el mayor número de casos, pasa
a ser compartido. Se han registrado también transformaciones socioculturales que afectan a la mujer urbano-popular. Asistimos al
comienzo de una redefinidón de los roles sexuales en la familia, alterando, así sea de manera lenta pero irreversible, el tipo de familia
patriarcal, si hitnmatricéntrica, característico de las zonas campesinas en América Latina-". De otra parte, la escolaridad femenina,
(]ue sigue siendo deficiente, ha avanzado y hoy es prácticamente inconcebible una mujer joven en esos sectores sociales sin, al menos,
algunos años de primaria. Las corrientes de la vida social y cultural
y el impacto, ya referenciado, de activistas feministas de otras capas
sociales son registrados por mujeres pobres que cada día se abren
~~ E n c h Fromm y Michael Maccobv, Sociopsíeoanálisis del campesino mexicano (México: Fondo de Cultura Económica, 1979).
JA I M E E D U A R D O JARA M I 1.1,(1
I 90
más horizontes de vida distintos al doméstico. Esta situación, con
todo, no es ideal. De una parte, porque la vinculación al mercado
laboral, antes que opción de vida, es producto del deterioro del ingreso familiar e implica, en muchos casos, la "doble jornada", pues
la madre trabajadora sigue teniendo obligaciones decisivas en el plano de la reproducción doméstica y la socialización familiar.
Con todo, es indudable que las mujeres del campo urbano-popular han comenzado a acceder a puestos de dirección y promoción en organizaciones cívicas, comunitarias, sindicales, etc. En el
campo urbano-popular, red de posiciones jerarquizadas que implican un acceso diferencial a diversas formas de capital (económico,
social, político, educativo, cultural, etc.), las mujeres, agentes tradicionalmente subordinados en este espacio social de relaciones
y de fuerzas, comienzan a reivindicar su acceso a esas formas de capital, lo que les supone una participación más activa en actividades
sociales y comunitarias, en la educación y la esfera laboral.
Escribe la socióloga Rocío Londoño:
l 'n hecho relativamente reciente es el peso que en la Acción Comunal y los sindicatos han adquirido las mujeres. [Según] los censos citados puede afirmarse que hoy día son cerca
del 349? de los afiliados a los sindicatos y el 4 1,6'C de los miembros de la Acción Comunal, lo cual [da] un número aproximado
ile 1'175.000 mujeres. El peso numérico de ias mujeres en estas
organizaciones ha entrañado, entre otras cosas, el reconocimiento de un lugar especial para sus reivindicaciones y preocupaciones, aunque su representación en los aparatos directivos es aún
bastante reducida,
[...] Teniendo en cuenta los censos sindical y de Juntas de
Acción Comunal, así como la vinculación de las mujeres a mi-
Firmas de sin labilidad y construcción de identtdade.
ICJl
lucrosos comités y grupos locales, no sería exagerado suponer
que por lo menos dos millones de ellas pertenecen a algún tipo de
asociación gremial y voluntaria. Por lo demás, puede afirmarse
que las mujeres son hoy en día uno de los sectores más dinámicos y con mayor iniciativa sociahó
Nos referiremos en seguida a tres tipos de organizaciones de
mujeres que hemos referendado en barrios urbano-populares deBogotá: las "ollas, o cocinas, comunitarias", las madres comunitarias y las jardineras comunitarias.
Las "ollas comunitarias" han tenido expresión también en
otros países de América Latina. Notable ha sido esta experiencia
en los "pueblos jóvenes" de Lima, Perú. Parten de la penuria material de muchas familias, reducidas a condiciones de supervivencia, y de su necesidad de reducir el costo de los alimentos para la
familia, recibiendo un subsidio de los magros programas asistenciales de un Pistado que, como el colombiano, comienza a privatizar muchos de sus anteriores servicios, sin haber sido nunca un
Fóstado-Bienestar desarrollado. Fái las "ollas o cocinas comunitarias" que pudimos observar, mujeres de familias cuyo esposo no
tenga empleo, o que comprueben un ingreso de niveles de pobreza
crítica, se turnan en los diversos días de la semana para la preparación de los alimentos para un número determinado de familias.
¥Á menú es diseñado con la asesoría de profesionales, mostrando
la incidencia de saberes académicos en espacios de la vida comunitaria.
Se registra en estas "ollas comunitarias" la extensión de las actividades domésticas (en este caso, la preparación de alimentos)
Rocío Londoño,op. Cit., j). 45.
IA1ME EDUARDO JARAMILLO
192
a espacios de la vida barrial. Ello presupone intervención de entidades estatales, asesoría de profesionales y una división del trabajo
y procesos de auto-organización de estas mujeres.
Un proceso asociativo muy importante, por su masividad y
consecuencias en el mundo urbano-popular colombiano, es el de
las madres comunitarias. El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, otorga un subsidio de $120.000, el cual resulta, por
demás, inadecuado para las funciones de la madre comunitaria; tal
subsidio es mayor en el Departamento Administrativo de Bienestar Sodal, DABS, para mujeres del Distrito Capital. La madre comunitaria debe colaborar en la preparación de los alimentos en su
casa para los niños.
Tiene lugar en este espacio una relación de estas mujeres, en
muchos casos con tasas de escolaridad reducidas, con saberes académicos a través de cursos y talleres desarrollados por profesionales del ICBF o del DABS o, en algunos casos, de las ONGs. De tal
modo, en su comportamiento con los niños puestos bajo su atención asimilan v aplican conocimientos de la psicología y otras ciendas sociales.
Pero, ya lo hemos dicho, el compromiso del Fistado con esta
forma organizativa es, por decir lo menos, parcial y mezquino.
Las madres comunitarias sufren, en muchos casos, carencias locativas y pedagógicas. Su reconocimiento salarial es aún precario.
FLsta situación las ha impulsado a desarrollar formas organizativas
en ciudades colombianas. F.n Bogotá han realizado peticiones colectivas y tomas de calles para llamar la atención acerca de sus reivindicaciones. Fin cierto sentido, han constituido un movimiento
social, luchando por un proyecto pedagógico propio.
Podemos señalar en Bogotá otro movimiento de mujeres que
posee también cierta cobertura institucional pero que, como en el
Formas de sociabilidad y construcción de identidades
•95
caso de las madres comunitarias, ha entrado en conflictos con el
Estado, buscando autonomía y reconocimiento. Al respecto, escribe Rodrigo Martínez:
Los jardines infantiles comunitarios son formas de proyección y organización de las mujeres de sectores pobres. Actualmente, en dichos programas, se encuentran vinculadas más de
dos mil mujeres en Bogotá [...].
De otro lado, poseen puntos de proyección y representatividad en las mesas de trabajo del Movimiento Distrital de Jardines de Madres Educadoras, el cual ha logrado mantener vivo
el proceso logrado desde estas comunidades, así como generar
un modelo de desarrollo ideal. De igual forma, se han establecido otros tipos organizativos como fondos y cooperativas24.
En este caso, se expresa una dinámica dotada de cierta autonomía y de indudable creatividad por parte de las jardineras, asimilando teorías pedagógicas como las de Decroly. De nuevo, esto
llama la atención sobre las posibles hibridaciones entre saberes
de élite y saberes populares. Aquellos saberes no se imparten sólo
en la escuela. La educación no formal posee indudable importancia, si bien es necesario estudiar los procesos de transmisión de
estos conocimientos académicos, junto con los mecanismos de recepción y apropiación, en los casos citados, por madres y jardineras comunitarias. E n el Jardín del barrio La Península (en la
localidad 4, San Cristóbal), estas concepciones pedagógicas se han
adaptado a las concretas condiciones de sus educandos. Para ello
A
Rodrigo Martínez, "Jardín infantil La Península", en Actores sociales y culturales, op. cit., p. 85.
J A I M E EDUARDO JARAMILLO
194
han recibido apoyo financiero, pero también asesoría por parte de
las ONGs. De este modo, lasjardineras han desarrollado estrategias
pedagógicas basadas en el juego y el ejercicio creativo. Las mujeres
comprometidas en esa actividad se han organizado en la búsqueda
de alternativas educativas. Pin el caso referendado, han desarrollado una innovación pedagógica, si bien se deben reconocer tensiones
en el proceso, ya sea por las condiciones socioeconómicas y culturales de sus educandos, ya por limitaciones y actitudes de las mismas educadoras.
Estos casos nos muestran la necesidad de reflexionar sobre un
importante actor socioeconómico y sociocultural en el campo urbano-popular; se trata de las Organizaciones No Gubernamentales,
ONGs. Financiadas por entidades filantrópicas de otros países o colombianas, por el Estado colombiano, por organizaciones internacionales de crédito o grupos de profesionales, ofrecen la posibilidad
de interreladón entre pobladores y líderes de estos sectores sociales
con profesionales de muy diversas disciplinas. No podemos confundir las ONGs con los nuevos movimientos sociales, aunque en
ocasiones existan pretensiones de sustituirlos, pero tampoco se puede incurrir en una condena global, como suele hacerse desde posiciones contestatarias y basistas, que sólo ven en ellas intenciones de
manipular y fundonalizar el movimiento popular. Las ONGs poseen un capidd cultural inapreciable, expresado en los saberes, destrezas y experiencia de sus miembros en procesos de investigación,
organización, presentación de proyectos, etc.
Sin embargo, sí puede plantearse la necesidad de superación
de una relación verticalista; ello implica avanzar en el proceso organizativo urbano-popular, coadyuvar en la formación de sus líderes, activistas y participantes y desarrollar una relación d t doble vía
que auspicie la asimilación y resignificadón y la transformación de
Formas de sociabilidad y construcción de identidades
195
estos funcionarios y profesionales. En cualquier caso, no pu.de hablarse hoy día en América Latina del campo urbano-popular sin
referirse a las miles de ONGs (en Colombia hay más de seis m i l / 5
que tienen presencia con múltiples acciones. Ni mesías ni necesariamente manipuladores, son importantes actores socioculturales.
Aspectos varios, como la formación de sus miembros, sus objetivos
y formas de trabajo, junto a la interacción concreta que mantienen
con organizaciones populares, deben ser analizados de modo empírico, evitando la ideologizadón, por autoalabanza o demonizadón, tan común en estos casos.
Se señaló que la mujer en el campo urbano-popular ha proyectado en sus nuevas actividades comunitarias sus funciones sodalizadoras y de reproducción de la familia. Como ya se dijo, se
ha vinculado masivamente en estos sectores al mercado de trabajo, lo cual es posibilitado en cierta medida por las instituciones aludidas —madres comunitarias y jardines infantiles comunitarios—,
que les permiten liberar parte de su jornada para actividades extradomésticas. En otros casos son familiares, como abuelas, tías o
hermanas mayores, quienes asumen, así sea parcialmente, estas labores de crianza y socialización. A ese respecto, Diana Medrano y
Cristina Escobar escriben:
Se observa cómo las vías de organización de la mujer en el
espacio cívico-popular parten de sus roles tradicionales en la reproducción, [ven ese proceso] la localidad barrial adquiere una
significación permanente por construir el escenario en donde
"3 M a n o n Ritcley-Vance, E l arte de asociarse: lasONCs y la sociedad civil en
Colombia (Virginia: Fundación Intcramencana, 1992).
J A I M E EDUARDO JARAMILLO
196
día a día se comparten unas mismas condiciones de vida y de
acceso deficiente a bienes de consumo colectivo, infraestructura! y social26.
H a y otras formas de organización femenina urbano-populares
que ameritan estudios más detallados. La incorporación de la mujer a asociaciones viviendistas también ha sido relevante y expresa
otra proyección, al plano de la vida comunitaria, de sus actividades reproductivas. E n las juntas de acción comunal, aunque la dirigencia mantiene un predominio masculino, las mujeres muestran
ya una presencia más activa, así como en otras formas organizativas.
Su participación en la denom.imda.pastoral (social, de salud, cultural, bíblica, etc.) en las parroquias católicas es notable.
Anotemos también que se expresa un deseo acrecentado de las
mujeres, especialmente jóvenes, por obtener una educación formal
que les permita acceder al bachillerato y la educación superior. Las
tasas de escolaridad crecientes, el impacto múltiple de los medios
de comunicación, su ingreso a espacios sociales que trascienden el
plano doméstico, están acelerando importantes y no siempre advertidos cambios socioculturales en las mujeres de estos sectores, transformando sus imaginarios, sus valores y su comportamiento, que
implican la búsqueda de nuevos espacios de autonomía y protagonismo femenino. Esta significativa mutación en curso puede ser la
condición de nuevas formas de organización y gestación de identidades en el campo urbano-popular.
26
Diana Mediano y Cristina Escobar, "Pasado y presente de las organizaciones femeninas en Colombia", en Elsy Bonilla C. (comp.), Mujer y familia en
Colombia (Bogotá: Plaza y Janes, 1985).
Formas de sociabilidad y construcción de identidades
197
Fos jóvenes urbano-populares: nuevas formas de sociabilidad,
socialización y modos de vida
La juventud, aunque tiene un fundamento biológico, es una categoría social. Es una construcción histórica y cultural que establece
límites y funciones a una categoría de edad, la cual varía en diferentes tipos de sociedad. N o existe tampoco una "juventud nacional" y
tampoco "urbana". Ser i oven implica estar incluido en esquemas de
clasificación colectivos convencionales, mas no arbitrarios, en el sentido en que se vinculan adivisiones sociales. Tal como lo señala Pierre
Bourdieu, pensando acerca de la juventud, en una ilustración de su
teoría central de la distinción:
La edad es un dato biológico socialmente manipulado y manipulable: muestra que el hecho de hablar de los jóvenes como
de una unidad social, de un grupo constituido, que posee intereses comunes y de referir estos intereses a una edad definida biológicamente, constituye en sí una manipulación evidente. Al menos habría que analizar las diferencias entre las juventudes, o,
para acabar pronto, entre las dos juventudes27.
La categoría social del joven se ve atravesada por su pertenencia diferencial a clases y estratos sociales, a la ciudad o al campo,
a grupos étnicos, regionales, religiosos, ecológicos, etc. La juventud en el campo urbano-popular expresa especificidades relevantes
frente al joven de clase media y alta, y rasgos comunes de sus miembros, lo cual no niega la diversidad de sus afiliaciones y sus lógicas
de acción, lo que hace legítimo establecer tipologías del joven urbaPierre Bourdieu, Sociología y cultura,op. cit., p. 165.
J A I M E EDUARDO JARAMILLO
198
no-popular. La situación de exclusión económica, social, política y
cultural que señalábamos como rasgo dtsubordinación estructural de
los miembros pertenecientes al campo urbano-popular, en formaciones capitalistas periféricas (es el caso generalizado de América
Latina y de Colombia en particular), presupone un horizonte común
de posibilidades y expectativas, así existan para este grupo etario diversas estrategias para desarrollar su vida.
En el campo social que analizamos, se han producido en las
últimas décadas procesos materiales, sociológicos y culturales que
alteran las condiciones de vida, las expectativas, las formas de sociabilidad y las instituciones cohesionadoras entre los jóvenes:
"No hay juventud nacional genérica, sino una categoría etaria encarnada históricamente en un sector social en un contexto de posibilidades y realizaciones". Las instituciones tradicionalmente
encargadas de lograr cohesión social, propiciar espacios de sociabilidad, organizar y movilizar la población y proponer pautas culturales (interpretaciones y clasificaciones, valores y comportamientos
éticos y prácticas institucionalizadas) han entrado en crisis, con mayores agudeza y dramatismo en el campo urbano-popular.
E n primer lugar, la familia. E n su proceso de migración y
adaptación a las difíciles condiciones de la vida citadina, los sectores urbano-populares crean redes informales de solidaridad, de intercambio recíproco no mercantil, en los cuales la familia aparece, en
primer lugar, como fundamento o condición de otras redes sociales" 9 ; los lazos de compadrazgo y vecindad y las relaciones clien-
Edelberto Lorres Rivas Escépticos, narcisos, rebeldes. Seis estudios sobre La
juventud (San José de Costa Rica: Flacso-Cepal, 1988), p. 1 1.
" Lanssa r\dler-Uommtz, Redes sociales, cultura y poder: ensayos de antropología latinoamericana (México: Flacso, 1994).
Formas de sociabilidad y construcción de identidades
199
tehstas. Tales redes, esenciales para el migrante, pueden debilitarse si el nuevo poblador recibe de modo regular algunos servicios
(agua, luz, alcantarillado) y logra una vinculación individual, más
estable, a la economía y la sociedad urbanas. Reconociendo las funciones de colaboración de la familia, debe señalarse que ella, en particular hoy día, es atravesada por agudas tensiones que cuestionan
su papel tradicional. En el campo popular el espacio doméstico suele estar caracterizado por las malas condiciones locativas, el hacinamiento, la violencia, los permanentes conflictos, la ausencia del
padre (a veces definitiva) y, en muchas ocasiones, de la madre, que
debe responder con sus obligaciones laborales.
Fin el campo urbano-popular existen también posiciones de sus
diversos miembros que plantean antagonismos difíciles de solucionar; en particular en lo que a los jóvenes atañe, citemos sus tensiones reiteradas con los adultos. Estos buscan preservar una autoridad
y un capital simbólico, creando estigmas o patrones normativos de
actuación para los jóvenes. Fd conflicto generacional se expresa entonces como confrontación agresiva de modos de vida, códigos, valores, posibilidades y expectativas. En muchas ocasiones asistimos
a un diálogo de sordos. El joven se siente estigmatizado por padres
y adultos. Fd desencuentro generacional se expresa con mucha frecuencia en que el joven evita al máximo la permanencia en casa, se
siente expulsado hacia la calle y otros espacios de sociabilidad. L.a
calle, nos decía un grupo de muchachos en unparche bogotano, es
"la sala de la casa".
Si la familia no cumple a cabalidad las funciones de provisión
de alimentos y servicios ni la función sodalizadora y de apoyo afectivo que desempeña en otros momentos y contextos, laescuela (institución alterna de sociabilidad y socialización esencial en la sociedad
moderna) ha ido perdiendo su función significante y de referencia
J A I M E EDUARDO JARAMILLO
200
en estos sectores sociales. De una parte, por el deterioro de la educación pública, la cual se expresa en muchos casos en inadecuadas
instalaciones, retraso en tecnologías docentes modernas, maestros
que, con excepciones que se deben conocer 30 , tienden a ser rutinarios y con estilos pedagógicos aún teoricistas y discursivos. El llamado Proyecto Atlántida, la más completa investigación sobre el
adolescente colombiano, hace referencia a una escuela desfasada no
sólo de las exigencias de la sociedad, sino de las nuevas culturas juveniles. U n estudiante entrevistado define al maestro como "un dinosaurio en una sala de computadores".
El joven urbano-popular no observa una conexión directa de
los contenidos de la escuela con, de una parte, sus posibilidades laborales y, de otra, su sensibilidad, sus imaginarios, sus expectativas. Persisten los estilos autoritarios de relación y las innovaciones
pedagógicas son más bien una excepción que ia regla. U n sector
significativo de los docentes asiste a sus clases, pero se vincula débil
y esporádicamente con la comunidad. Por eso el maestro ha perdido legitimidad, deteriorándose el papel de la escuela en cuanto institución sodalizadora. Como lo señala Rodrigo Parra Sandoval, en
la actualidad hay una carencia defiguras adultas significativas para el
joven 11 . Tal situación se manifiesta en el ya mencionado y dramático desencuentro entre padres e hijos y en la crisis delethos "sagrado" del maestro, sin que, en su mayor parte, haya sido reemplazado
en un sector significativo por unethos secular que suponga una con-
30
Camilo Ernesto Bogotá, Carlos Alberto Osorio, Gustavo Ospino, Gloria Arévalo, Isabel Duque, Marcel Pérez y Sandra Martínez, "Los retos de la
nueva pedagogía: Escuela Nueva Delhi y La Belleza", enActores sociales y culturales, op. cit.
R. Parra Sandoval, Los maestros colombianos (Bogotá: Plaza y Janes, 1987).
Formas de sociabilidad y construcción de identidades
201
ciencia de responsabilidad social, creatividad y un estilo más participativo. La deserción escolar es muy alta y ello es un factor adicional que hace de la calle un espacio de sociabilidad y socialización
privilegiado en estos jóvenes.
Finalmente, el Estado, en su calidad de oferente de programas
culturales, ecológicos, laborales, etcétera, que podrían generar también alternos espacios de sociabilidad y de socialización que harían
viable el incentivar las propuestas y la creatividad juveniles, sólo
plantea programas puntuales y de orientación, muy verticalista y
burocrática en la mayoría de los casos. Se ha comenzado a instalar
Casas de la Juventud en estos sectores por parte del viceministerio
de la Juventud. Estos centros tienen una dotación aceptable, teniendo en cuenta la exclusión económica de esta población, pero en su
administración y sus programas los jóvenes no tienen una incidencia directa. Tanto estos locales como, en general, los centros comunitarios en el campo urbano-popular bogotano, como el del barrio
La Victoria, en la localidad 4, se hallan subutilizados por cuanto la
población juvenil, que tiende a desconfiar de lo institucional, y en
particular si esta institudonalidad parte de un Estado del que se resiente y experimenta como lejano, cuando no agresivo contra ellos,
no siente estos centros como suyos (en cuanto espacios públicos) y
rechaza una normatividad y un manejo administrativo en los cuales no tiene ninguna injerencia.
Por ello, registramos en esos sectores juveniles nuevas formas
asociativas que buscan hacer frente, en primer lugar, a la desproletarización en lo económico (la inserción laboral para este grupo de
edad y socioeconómico es inestable, informal y con posiciones mal
remuneradas), a la exclusión social, política y cultural y a las crisis
ya referendadas de las instituciones de cohesión, sociabilidad y socialización tradicionales. Se expresan diversos tipos de agrupación
J A I M E EDUARDO JARAMILLO
202
juvenil en Bogotá, sólo muy recientemente investigados por las ciencias sociales.
Son organizaciones informales, conformadas generalmente por
adolescentes y jóvenes entre los doce y los veintitrés años. Cuando
un miembro de estas asociaciones se casa o vincula a un trabajo más
estable, hace su transición a la vida adulta y se retira del grupo. Son
grupos predominante aunque no exclusivamente masculinos. El joven de la gallada o de la banda con frecuencia tiene su "novia" y la
desea "sana" y fuera del grupo, diferenciándola de la "amiga" del
parche, quien es, más bien, la compinche.
El vocablo parche, un colombianismo reciente, hasta donde alcanza nuestra información, expresa tres significados interreladonados. El parche alude, en primer lugar, a un territorio, el espacio
donde se reúne el grupo (una esquina, un parque, etc.) La territorialidad es una dimensión esencial de estas asociaciones juveniles.
Frente a los procesos de desterritorializadón de las grandes urbes,
auspiciados por el impacto de los mass media y la carencia de un
sentido de pertenencia a la ciudad, especialmente dramático en Bogotá, A parche, especialmente si es una pandilla, se vincula también
a la defensa y posesión del barrio, referente sociocultural central aún
en el campo urbano-popular colombiano 32 . Las luchas de pandillas en Bogotá, Nueva York o Ciudad de México por la defensa de
su territorio han alimentado el imaginario cinematográfico y las ciencias sociales en las últimas décadas.
Pero A parche es también el grupo de pares, como lo plantea
un grupo de investigadores del Departamento de Sociología de la
Universidad Nacional:
" Alfonso Lorres, "Estudios sobre pobladores urbanos en Colombia", en
Maguaré, N " 9 (Bogotá: Editorial Gente Nueva, 1995).
Formas de sociabilidad y construcción de identidades
203
El "adentro" es el espacio ocupado por un grupo de individuos que, de alguna manera, lo reconocen como propio y excluyente. Ese espacio, mediante el proceso de apropiación, se redimensiona, pasa de público a privado, convirtiéndose en algo
diferente, en un "parche". Su nombre alude a algo que resalte, a
un remiendo, a una alteración del espacio anterior. En este sentido, el "parche" no es solamente el espacio físico, sino que también es aquel construido mediante la interacción .
Finalmente, dt parche se deriva el verbo parchar, reunirse con
los compinches, las "llaves", los amigos más próximos, para conversar, hacer relajo, divertirse, hablar, consumir sustancias psicoactivas, hacer caminatas, "rumbear", en especial los fines de semana,
etc. El consumo de la marihuana es general: puede practicarlo la
gallada, la cual no es una organización delincuendal. El basuco es
más generalizado en las pandillas y sus agudos procesos adictivos
implican, en muchos casos, la desocialización del consumidor y su
definitiva entrada en el mundo de la delincuencia.
La gallada, la pandilla, la banda^^, son tipos de organización
juvenil que pueden diferenciarse por las formas de integración de
sus miembros, por sus objetivos, por la distinta relación, como se
vio, con el consumo de sustancias psicoactivas y por la vinculación
con el mundo de la delincuencia. La pandilla oscila entre la pertenencia al barrio y las actividades delincuenciales. La banda es "la
profesionalización de la delincuencia" 3 '.
Diego Pérez, "La violencia juvenil en Bogotá", en Guillermo Segovia
Mora (comp.), Bogotá hoy (Bogotá: Fotófilo P a n a , 1993), p. 205.
54
Ibid.
" Ibid., p. 402.
J A I M E EDUARDO JARAMILLO
204
Allí, este joven excluido, estigmatizado, sin instituciones cohesivas y sodalizadoras fuertes, y sin figuras de identificación adultas,
busca en estos grupos de pares satisfacer diversas necesidades sociales y psicológicas. Queremos aludir, con la brevedad que impone
el texto, a las siguientes necesidades: reconocimiento, sociabilidad primaria, socialización, liderazgo y construcción de identidad.
Reconocimiento. El joven urbano-popular se siente desvalorizado y desconocido por sus padres, los adultos de su barrio y por los
habitantes externos a su entorno inmediato. Para la policía y amplios sectores ciudadanos es potendalmente un vago, un delincuente, un drogadicto o un guerrillero o "miliciano urbano . E n su parche,
el joven se siente reconocido por sus pares en su vestimenta peculiar, sus gustos musicales, sus estilos de relación con el otro sexo,
sus odios, sus sueños, sus frustraciones. Su "anormalidad", desde
ei punto de vista del observador externo, se convierte en "normalidad". Estamos en otro "universo de significado"36 en el interior del
parche. Se genera así unasubcullura juvenil de caracteres muy peculiares, al tiempo local e internacional, que desafía las tipologías
habituales.
Al respecto, investigadores sociales de México escriben:
Los fenómenos sociales que se viven a finales de los ochenta han logrado desconectar a estudiosos de diversas disciplinas.
Los comportamientos colectivos de los pobres urbanos merecen
ser reconsiderados en los análisis sociológicos. Las herramientas conceptuales y las ideas consensualmente aceptadas deben revisarse a la luz de los nuevos contextos y formas de acción colec36
Peter Berger y Thomas Luckman,/,<2 construcción social déla realidad^ (Buenos Aires: Amorrortu, 1986).
Formas de sociabilidad y construcción de identidades
205
tiva. Para los jóvenes la concepción de futuro, su pertenencia e
inserción en un todo unificado, el otorgar un sentido positivo a
la vida comunitaria, son elementos débiles o ausentes en su vida
Sociabilidad primaria. E n la medida en que no encuentra espacios de sociabilidad amables y estimulantes usualmente en su familia, en la escuela o el trabajo, este joven halla con su grupo de pares
un espacio privilegiado para su interacción social cotidiana. Esta
interacción se encuentra vinculada Atiempo libre, por ello es lúdica
y es un espacio de libertad que no encuentra en ninguna otra parte.
Con todo, ese espacio debe defenderlo cotidianamente frente a la
estigmatizadón y la violencia de la policía, de los adultos del barrio, de otros parches. Entre los jóvenes dAparche se establece una
relación íntima, cara a cara, afectiva, que permitiría categorizarlo
en lo que sociológicamente se ha denominado Xacomunidad (en alemán, Gemeinschafffv La fidelidad al grupo es una cualidad altamente valorada que se cumple incluso ante prohibiciones familiares
o la hostilidad de los vecinos del barrio. De esta forma, el joven teje
lazos afectivos de intimidad, frente a la hostilidad o, en el mejor de
los casos, la indiferencia que encuentra en ciudades desestructuradas, atomizadas, impersonales.
"' Sergio "Lermeñoet at, "Juventud popular y banda en la ciudad de México", en Cultura y post-política. El debate sobre la modernidad en América Latina {México; Consejo Nacional parala Cultura y las Artes, 1991), p. 74,
8
Ferdinand Tonnies, Principios de sociología (México: Fondo de Cultura
Económica, 1946). Una discusión sobre el contexto sociocultural en el cual surge
este concepto central de la sociología se encuentra en Jaime Eduardo Jaramillo,
Tipologías polares, sociedad tradicional y campesinado. Tonnies, Durkheim, Sorokm, Parsons y Redfield (Bogotá: Universidad Nacional, 1987), pp. 51-124,
J A I M E EDUARDO JARAMILLO
20Ó
Socialización, "ia señalamos la crisis de las instituciones tradicionalmente sodalizadoras de imaginarios, interpretaciones, clasificaciones sociales, valores y conductas, como la familia, la escuela y los
partidos políticos. En cuanto a éstos, los partidos de izquierda representaron para muchos jóvenes en los años sesenta y setenta espacios
de interacción y socialización privilegiados. Hoy, con excepciones
que se expresan, verbigracia, en las llamadas "milicias populares",
el joven urbano-popular no encuentra en las organizaciones de izquierda (mucho menos en partidos ligados al establecimiento) opciones que lo movilicen e interesen, entre otras razones porque carece
de una dimensión de futuro colectivo. Para él, las utopías se hallan
clausuradas. YAparche constituye un espacio y un grupo de amigos
en el que colectivamente se construyen y reconstruyen imaginarios
y valores. Ellos establecen allí esos particulares sincretismos culturales que suponen el procesamiento de lo escuchado en la radio y lo
visto en la televisión, de lo asimilado en la escuela y en la relación
en el trabajo o con la familia, en fin, sus vivencias cotidianas. Construyen así percepciones de grupo, valoraciones y prácticas expresadas en usos, costumbres y convenciones sociales que, sin ser en forma
explícita revolucionarias, sí entrañan alternativas a las interpretaciones, los valores y las conductas del mundo adulto.
Fiderazgo. E n los parches los jóvenes crean formas de poder no
codificadas explícitamente. De hecho, en su ideología hay un fuerte igualitarismo que los lleva, con frecuencia, a negar que existan
maneras de liderazgo informal al interior de sus grupos de amigos.
Sin embargo, para el observador externo, es claro que existen códigos implícitos para obtener la primacía, y ciertas pruebas {ritos de
pasaje) que el líder y los aspirantes a esta posición deben cumplir.
E n ellas deben expresar valor, que raya para el adulto en la temeridad; se exige la capacidad de realizar actos arriesgados o de enfren-
Formas de sociabilidad y construcción de identidades
207
tarse a miembros de otros parches. Fin las bandas, el liderazgo implica la capacidad de realizar actos delincuenciales determinados,
de enfrentar a la policía, de pelear con miembros de la propia banda, o de otras, y salir vencedor 19 .
Construcción de identidad. Todas estas funciones que cumple el
grupo de pares, el combo, la gallada, la pandilla, la banda (siendo
conscientes, como ya señalamos, de las diferencias existentes entre
estos tipos de agrupación juvenil), se expresan en el intento del joven de estos sectores pobres urbanos por construir suidentidadpersonal y colectiva, esto es, no sólo diferenciarse (como lo ha hecho cada
generación antes) frente al mundo de los adultos, sino tratar de lograr constituirse, a su manera y dentro de sus valores, en actores sociales, así esta definición implique situarse completa o parcialmente
en la ilegalidad o ser estigmatizados. Vestimenta, jerga, diversiones,
actitudes, ética, etc., constituyen, como ya se dijo, grupos de sociabilidad específicos y subculturas juveniles 40 . Es necesario enfatizar
Camilo Bonilla, Un acercamiento a la subcultura de la delincuencia juvenil.
Curso de sociología urbana (Bogotá: LJniversidad Nacional, Departamento de Sociología, 1997).
Pere-Oriol C o s t a s / a l , 'Tribusurbanas (Barcelona: Rtidós, 1996), han desarrollado el fenómeno del neotnbalismo contemjioráneo, el cual se presenta para
los autores como una respuesta social y simbólica frente a la excesiva racionalidad
burocrática de la vida actual, el aislamiento individualista a que nos someten las
grandes ciudades y la frialdad de una sociedad en extremo competitiva (p. 12). Allí
señalan como características de estas tribus juveniles el apoyo emotivo, la dependencia de la consideración de otros, el permanente contacto tísico entre sus miembros, la rebeldía y la marginación.
Con todo, eXparche, en la concepción aquí considerada, no tiene siempre más
características de lo que los autores denominan como típicas tnbus urbanas: rockers,
skinheads, punks, etcétera: su vestimenta claramente diferenciada de otras tribus juveniles, tatuajes, corte y color de pelo muy característicos, la música como elemento centra! de identificación. Si bien entre los jóvenesdel campo urbano-popular
J A I M E EDUARDO JARAMILLO
208
que asistimos en América Latina a un nuevo modelo de acumulación de capital, vinculado a los procesos dt globalización y las consecuentes desproletarización, informalización y pauperización de amplios
sectores sociales. Esta situación genera nuevas formas de sociabilidad
(interacción social) y socialización (asimilación de interpretaciones,
valores y pautas de acción) y, para nuestra exposición, otras vías de
construcción de la identidad. Cada país, cada ciudad, puede manifestar especificidades. Pero el estudio microsociológico, etnográfico, debe
complementarse con una visión comparativa. Sin que éste sea el propósito explícito de este ensayo, sí podemos señalar cómo en Ciudad
de México el grupo de investigadores citado, analizando las "bandas" de jóvenes de sectores urbano-populares, llega a conclusiones
que implican notables similaridades con lo observado por nosotros
en Bogotá y por otros investigadores en otras ciudades colombianas. Al respecto, escriben:
A pesar de las diferencias nacionales, la investigación empírica realizada en diversos países latinoamericanos ha intentado hallar recurrencias en los comportamientos sociales de los
jóvenes de los sectores populares.
Actualmente, la banda, incluso para las mujeres, constituye
una nueva forma de asociación voluntaria y defensiva ante la crítica situación que deben enfrentar los jóvenes. [Así] se construyen nuevos tipos de relaciones sociales y solidaridades conformadas en torno de grupos reducidos capaces de enfrentar
colectivamente problemas concretos, relacionados con la propia subsistencia.
colombiano existen raperos, metaleros e incluso redskíns, esta adscrijxión no puede
generalizarse a todas las agrurjacionesjuvemles.
Formas de sociabilidad y construcción de identidades
209
La banda es un espacio de contención social, fortalece individualmente al joven que enfrenta un cotidiano y una sociedad
complejos y difíciles con muy pocos recursos económicos, sociales y hasta morales. La banda implica el no estar solo, sentimiento que constituye una dificultad propia de los adolescentes. Ser miembro de una banda no impone ni obligaciones ni
compromisos formales para su pertenencia; j^ero la banda sí impone conocer y compartir códigos de conducta41.
Grupos religiosos
Desde Max Weber se ha hablado de un proceso de secularización de
la sociedad moderna, que se expresa en una autonomía creciente de
los órdenes o los campos sociales (economía, política, cultura) respecto de la religión, que no es ya la gran instancia unificadora. Es
la tematización sociohistórica de la muerte de Dios, acontecimiento
que implicará una nueva ética y concepciones no providendalistas
sobre el hombre, la sociedad y la muerte. El agnosticismo es la expresión individual de este proceso.
Con todo, esta tendencia central de la modernidad posee diversos ritmos en sociedades de centro y periferia, y afecta de distintos
modos a cada sector social. La religión, su cosmovisión, sus exclusiones e inclusiones, sus rituales, su ética privada y social, es un referente importante para un gran número de miembros del campo
urbano-popular. Cierto que ella, en la generalidad de los casos,
compite con otras instancias de legitimación de percepciones, valores y prácticas. Salvo en los grupos más fundamentalistas, coexiste
en los fieles religiosos con otras lógicas de acción en determinados
Sergio Zermenoí'/O;/., op. cit., pp. 283-285.
J A I M E E DU A R D O JA R A M 11, LO
210
ámbitos de su vida social (política, laboral, sexual), donde puede
imperar una concepción de racionalidad secularizada, estratégica e
instrumental, o bien una lógica hedonista, contraria a la moral cristiana. En todo caso, en este campo las iglesias poseen una capacidad de convocatoria considerable, en especial la católica, aunque
también de modo creciente otras denominaciones religiosas, algunas de ellas de reciente fundación.
La Iglesia católica acompaña la fundación de barrios en el campo urbano-popular o al menos mantiene una presencia institucional en ellos desde sus épocas más tempranas. Si en los procesos de
fundación de pueblos y ciudades, desde la época colonial, el templo católico es el centro simbólico por excelencia (significativamente situado en la parte más alta de la plaza central), en los barrios
populares la iglesia constituye también un centro de aglutinación,
un hito simbólico, un punto de referencia, una legitimación de la
comunidad barrial. El cura párroco continúa siendo una personalidad que, como en los pueblos y las regiones agrarias de donde
proviene un sector considerable de los pobladores adultos urbanopopulares, ejerce sobre un segmento aún mayoritario de su comunidad un liderazgo religioso, aunque también puede ser, a menudo,
un líder cívico. La Iglesia católica posee una capacidad de convocatoria, de organización, de socialización sobre muy diversos sectores sociales (de género, edad, estrato, afiliación política) en estos
pobladores barriales. Así, no sólo inculca creencias y prácticas religiosas, sino que también ofrece interpretaciones sobre la situación
de pobreza, el sistema social imperante, la responsabilidad social
de sus feligreses, etcétera; plantea comportamientos ideales que deben encarnarse en una ética individual y social; promueve determinadas conductas y condena otras. Cierto es que la Iglesia católica
colombiana (y latinoamericana) no es homogénea. Por ello, pode-
Formas de sociabilidad y construcción de identidade.
21 I
mos conocer sacerdotes, monjas y feligreses portadores de visiones
tradicionalistas, jerárquicas, ritualistas. En este sector predominan
las prácticas asistendalistas que promueven el conformismo y la
dependencia en sus feligreses. Pero apreciamos un sector de la Iglesia católica heredero del Concilio Vaticano y la teología de la liberación que pugna, no sin contradicciones y tensiones internas, por
lograr una religiosidad más vivencial y menos ritualista, y por integrar en sus prácticas pastorales labores que fortalezcan la iniciativa
y organización de sus fieles.
Una parroquia típica es la de Santo Toribio de Mogrovejo, en
el barrio San Agustín, en la localidad 18, la cual puede cubrir una
población de 150.000 habitantes. En esta parroquia, que posee una
relativa autonomía dentro del esquema actual de la Arquidiócesis
de Bogotá, según la entrevista realizada a su párroco actual por los
sociólogos Magaly Carrillo y Néstor Valderrama, existen diversos
tipos de pastorales. Fa pastoral de catcquesis y la pastoral litúrgica están vinculadas a la administración de los sacramentos, como ritos
de pasaje que reiteran la adhesión del católico a su Iglesia: bautismo, primera comunión, confirmación, matrimonio. Fa pastoral de
salud cumple una labor de asistencia a enfermos de la comunidad.
Fixiste también una pastoral dirigida a los jóvenes, con grupos deportivos y de catequistas. La pastoral social busca dinamizar procesos en sus barrios de influencia: asesorar en microproyectos de
desarrollo y trabajar con los numerosos desplazados de las diferentes violencias que asuelan al país, y que buscan techo, asistencia y
trabajo en estas zonas periféricas.
Hemos dicho cjue la capacidad de convocatoria de la Iglesia católica cubre diversos sectores de la población; niños, jóvenes, mujeres, adultos, tercera edad, etc. Los jóvenes no son una categoría
homogénea. Si existen pandillas que pueden enfrentar una morali-
J A I M E EDUARDO JARAMILLO
21 2
dad religiosa, y muchachos cuya práctica religiosa es esporádica,
teñida de desconfianza hacia los "curas", también hay grupos de
jóvenes que son verdaderos activistas, "multiplicadores" de cada
parroquia. En estos casos, pueden expresar una ardiente fidelidad
al cristianismo, pero dentro de parámetros de autonomía ante la
autoridad eclesiástica. El grupo Kerygma Llajta 42 se gesta en barrios de borde de la localidad 18, en la parroquia del barrio La Paz,
en el suroriente bogotano. Nace por la necesidad de "encontrarse y
compartir". En la Semana Santa de 1995, dice uno de sus integrantes, "surgió la idea de formar el grupo para el servido comunitario;
entre dinámicas, risas y cantos se le dio inicio con veintitrés jóvenes, entre hombres y mujeres" 43 . Pista agrupación es cercana en sus
concepciones y sus fuentes teológicas a la teología de la liberación.
Dicha corriente, desde los años sesenta, ha tenido presencia en toda
América Latina, sobre todo en los barrios urbano-populares, planteando una nueva hermenéutica de la Biblia, que subraya su dimensión liberadora en el sentido espiritual y sodopolítico. Expresa un
énfasis particular en el desarrollo de una ética comunitaria frente a
la insistencia en una ética personal y familiar, centrada en las prácticas religiosas, en otros enfoques de la Iglesia católica.
El punto de arranque y primer referente es la iglesia del barrio
La Paz. Una parroquia muy sencilla en lo material, cuya iconografía sorprende por ser tan disímil a la que estamos acostumbrados a
observar: grandes pancartas en que aparecen niños desnudos y gentes del pueblo marginado y en que se alude y se llama a la solidari-
+
- Leandro Ramos y Mauricio Duarte, Anuncio de la buena nueva del (y al)
pueblo. Curso de sociología urbana (Bogotá: Universidad Nacional, Departamento
de Sociología, 1997).
43
Ibid, p. 8.
Formas de sociabilidad y construcción de identidades
2I
3
dad, la fraternidad y la liberación de las "culturas oprimidas". Pero
sorprende además la forma de la eucaristía: los cantos aluden a los
pobres, a la lucha, a la igualdad, y el sacerdote se comunica con los
feligreses de manera personal, apartándose del parlamento obligado. En la ocasión en que hicimos la observación, el sacerdote comunicó a los asistentes el balance económico de su parroquia en el mes:
entradas, gastos, saldo, proyectos económicos. Asimismo, finalizada la eucaristía, el sacerdote dialoga y comparte un tiempo con los
feligreses, hablan de necesidades y actividades próximas 44 .
Las "casitas bíblicas", la liturgia más participativa, los grupos
de oración en otras parroquias en diversas ciudades del país son respuestas de la Iglesia católica a la penetración creciente de sectas cristianas de diversas denominaciones. Estas últimas reconocen laBiblia
como único texto sagrado. Sus jerarquías, sus formas de funcionamiento, su liturgia, las exigencias hechas a sus fieles, son distintas a
lo propugnado por la Iglesia católica. Sociológicamente, las iglesias ofrecen "bienes de salvación"45. En este sentido, las sectas cristianas no católicas realizan una oferta de sus "bienes de salvación"
que pretende superar el ritualismo, el intelectualismo, el culto a la
Virgen o a los santos y la jerarquizadón propios tradicionalmente
de la Iglesia católica, si bien, como acabamos de ver, ésta ha intentado responder a la ofensiva desarrollando estilos más participativos
y comunitarios. También las sectas cristianas adoptan métodos tomados de las técnicas demarketing y de publicidad para ganar adeptos. Vinculan ampliamente la utilización de medios electrónicos
audiovisuales a su labor misionera. La música religiosa, con ritmos
44
Ibid.,p. 12.
Max Weber, Economía y sociedad, I (México: Fondo de Cultura Económica, 1972).
45
J A I M E EDUARDO JARAMILLO
2IJ
modernos, es un importante vehículo de socialización y creación
de una "comunidad emocional".
Norbert Lechner se refiere a una demanda de comunidad en
América Latina, que busca contrarrestar la inclemente competencia económica, la disgregación de las solidaridades tradicionales y
la dificultad, ya referida para los jóvenes, de encontrar nuevas instituciones de cohesión y apoyo social. Los grupos religiosos cristianos no católicos tienden a funcionar en calidad de comunidades
emocionales, posibilidad asociativa en estos sectores, ya no sólo de
jóvenes, que enfatiza el apoyo afectivo, religioso y material entre sus
adherentes. Naturalmente, en el campo urbano-popular, la Iglesia
católica y las Iglesias cristianas, no sólo protestantes y pentecostales
sino del denominado cristianismo ortodoxo, compiten por legitimar
su capital simbólico, su interpretación de las Sagradas Escrituras, su
papel de mediadores exclusivos entre Dios y los hombres. Celos,
críticas mutua's, descalificaciones y enfrentamientos personales a
veces, expresan esa pugna áspera por la influencia religiosa y la convocatoria de adherentes.
Esta situación trasluce un fenómeno sociocultural notable, en
especial desde los años setenta: por primera vez desde la imposición de la religión católica en Hispanoamérica, tras la destrucción
o el sometimiento de las etnias indígenas, la región ha dejado de
ser monopólicamente católica. Este monopolio, vinculado en Colombia a una alianza privilegiada con el Estado, se empieza a romper en varios sectores sociales, de clases altas, medias y populares,
ante todo por la acción misionera de los grupos cristianos competidores. Otras sectas religiosas, al igual que algunos movimientos
espirituales de la denominada Nueva Era, si bien tienen expresión
en el campo urbano-popular, poseen mayor influencia en clases medias y altas.
Formas de sociabilidad y construcción de identidades
2'5
La religiosidad popular reviste expresiones particulares que la
hacen especialmente sincrética, emocional, fideísta. Por ello pueden coincidir en una misma persona prácticas propias de diversas
religiones o comportamientos vinculados a la magia ("blanca" o "negra"), así como la consulta de "lectores" del tabaco, las cartas, etc.,
que no son bien vistas por las Iglesias monoteístas. Debemos mirar
de un modo diferente los procesos de secularización en los sectores
populares. Si es cierto que la racionalidad instrumental (Horkheimer) o estratégica (Habermas) es asimilada por estos pobladores en
ciertos espacios de su vida, también es cierto que la relación con el
universo denominado "sobrenatural" es cotidiana, lo que implica en
muchos casos familiaridad con el mundo de los muertos (se los
evoca, se les reza, se relatan sus "apariciones" a familiares, etcétera).
Es también notable la permanente búsqueda del milagro. De modo
más nítido que en la Iglesia católica (cauta hada este tipo de relación con la divinidad, con la Virgen y los santos), los grupos cristianos no católicos se revelan como intermediarios privilegiados para
la intervención milagrosa de Cristo. E n su caso, condenan en los
católicos la mariolatría y el culto a los santos. N o es extraño que por
cierto período, ante todo en zonas rurales y barrios urbano-populares, se lleven a cabo peregrinaciones masivas a sitios donde se dice
que ha aparecido la Virgen o un santo determinado, en el caso de
los católicos.
Con una vida caracterizada por la penuria material, así como
por la desprotección de servicios básicos y las escasas posibilidades
de ascenso y realización personal, el milagro es una opción permanente que puede tener su versión en las diversas invocaciones a Dios,
María y a los santos en los católicos, pidiendo su intervención providencial. Se expresa también esta búsqueda de buena suerte en la
planta de sábila utilizada detrás de las puertas o en rincones de ne-
J A I M E EDUARDO JARAMILLO
21 6
gocios y casas, así como en el uso cotidiano de amuletos. La compra de lotería, y especialmente la masividad del negocio del chance,
importante generador de empleo, manifiestan una versión secularizada de esta búsqueda del milagro.
Hemos examinado tres tipos de agrupación (femenina, juvenil, religiosa), relativamente extendidos en el campo urbano-popular, las cuales generan formas de interacción social específicas,
evaluaciones y prácticas determinadas. Son comunidades de sentido,
en cuanto proponen "provincias de significado", es decir, interpretaciones de aspectos específicos de la realidad para sus miembros y
orientaciones en su accionar. Se generan entonces, como se dijo al
principio de este texto, identidades restringidas, puesto que cobijan
determinados sectores de las comunidades barriales, expresando
cierta capacidad de convocatoria. A su vez, en especial aquellas
agrupaciones religiosas que involucran de modo más multilateral
la vida de sus adherentes y les exigen compromiso total, %na lealtad exclusiva e incondicionaE*', contribuyen a generar identidades
de sus miembros, con asiento en rasgos comunes cognitivos, éticovalorativos y conductuales que, a su vez, los diferencian de otras
agrupaciones con las cuales pueden divergir, sea en la competencia
por el reclutamiento de sus miembros, sea por la diferencia de sus
objetivos, sea por la expectativa de movilizar, de acuerdo con sus
postulados, a los sectores sociales donde hacen presencia.
Estas organizaciones, en la mayoría de los casos, pueden ser
agentes de cambio sociocultural, dinamizadores de actividades comunitarias para generar una mayor autoestima y ayudar a convertir
en actores sociales activos a sus adherentes. Pueden contribuir a su46
Lewis Coser, Las instituciones voraces (México: Fondo de Cultura Eco-
nómica, 1974), p. 12.
Formas de sociabilidad y construcción de identidades
perar la atomización, el pragmatismo, el providencialismo, la pasividad que caracterizan a sectores sociales desorganizados en el
mundo urbano-popular, pero también reproducir concepciones y
prácticas corporativas, cuando no estigmatizadones mutuas que generan ásperas otvtsiones.
En ciertos casos, se asiste a manejos privatistas de los dineros
de las organizaciones (muy comunes en las juntas de acción comunal) o bien se veneran caudillismos v nrntacrnmsmns nprsinnales Que
van en contravía de la retórica participativa de estas asociaciones o,
en últimas, son manipuladas por instituciones externas (estatales,
ONGs), aunque, a su vez, su relación con ellas es necesaria para no
caer en el aislamiento. O pierden vigor por falta de dirección o compromiso de sus miembros, en muchas ocasiones acosados por el
diario rebusque, pero también a menudo porque son partícipes de
la indiferendación entre lo público y lo privado, tan generalizada
en nuestro país.
No tiene sentido quejarnos por la desaparición o por el debilitamiento de otras formas asociativas más tradicionales. Lo que resulta claro es que existe un impulso a la organización en el campo
urbano-popular en minorías activas, y que ellas pueden contribuir
a superar su situación de pobreza, de marginalidad, de exclusión,
al permitirles colectiva y organizadamente expresar sus necesidades, expectativas y proyectos. Pueden ser interlocutores privilegiados frente al Estado, a las ONCás y a otros tipos de instituciones
externas. Al mismo tiempo, son espacios de sociabilidad y socialización privilegiados, de procesamiento de necesidades y conflictos, de gestación de proyectos comunitarios, de constitución de
identidades, de construcción de actores sociales.
Pero también debemos registrar su atomización, su capacidad
de convocatoria restringida, los riesgos ya señalados del corpora-
JAIME EDUARDO JARAMILLO
2l8
tivismo y el privatismo, cuando no del enfrentamiento sectario de
unas organizaciones frente a otras.
Los partidos políticos y otras formas de articulación de los intereses de ciertos sectores sociales (sindicatos, ligas campesinas) se
hallan en crisis. Hoy se habla dt redes sociales, no formales, descentralizadas, para el caso de esas organizaciones con un intercambio
permanente de información y servicios, pudiendo establecer«caones conjuntas: unidad en la diversidad. La constitución de actores colectivos en el campo urbano-popular que contribuyan a superar sus
exclusiones, su invisibilidad, sus penurias materiales y culturales,
puede ser estimulada por estas asociaciones que expresan necesidades sentidas de sus miembros.
Medellín 1880-1930:
los tres hilos de la modernización
Jorge Orlando Meló
Urbanidad y procesos "civilizatorios"
-thsta ponencia, a pesar de su título, y es la primera advertencia
que debo hacer, se centra en la experiencia de Medellín entre 1880
y 1930, cuando la ciudad pasó aceleradamente de ser un pequeño centro comercial y administrativo a verse a sí misma como una
ciudad moderna, industrial y progresista. Su proceso fue paralelo al de otras ciudades colombianas, como Bogotá, Cali, Barranquilla o Manizales, que se transformaron también durante estos
años, con ritmos a veces muy distintos y con un aparato de representaciones y formas de sensibilidad también diversos. Las comparaciones entre tales procesos deben hacerse para evitar subrayar
rasgos excepcionales inexistentes, pero también para evitar encontrar en cambios similares de ciertos elementos —en especial los que
atañen a las estructuras físicas— procesos idénticos: las culturas urbanas fueron, en mi opinión —que no podré sustentar en detalle—,
más diferentes que los procesos de desarrollo de los servicios públicos o que las transformaciones de indicadores sociales mensurables, como el crecimiento de la población o el cubrimiento del
sistema escolar. Esas diferencias en las culturas urbanas se prolongan en muchos casos hasta hoy, y algo tienen que ver con las
dificultades concretas con que nuestras ciudades asumieron esa
JORGE ORLANDO MELÓ
220
modernización imitativa de los primeros cincuenta años de este
siglo, y se enfrentaron luego a la crisis de optimismo progresista
de los últimos veinte años. Y lo que lamento de no ampliar las comparaciones entre las ciudades colombianas es aún más pertinente
frente a la necesaria comparación con los procesos de modernización y civilización de las ciudades latinoamericanas.
Entre 1880 y 1930 Medellín vivió un período de cambio que
percibimos hoy como inusitadamente concentrado y rápido. Don
Luis Ospina Vásquez fue quizás quien primero llamó la atención,
en su libro de 1954, sobre esa década un poco delirante y llena de
quimeras literarias y progresistas de 1890; época retomada ahora
por Jorge Alberto Naranjo, en el campo de la historia literaria, como los años en que el relato antioqueño alcanzó su madurez inicial. L o escrito sobre esos años de la ciudad se ha vuelto inmenso,
entre tanto, y la historia de Medellín, en todas sus facetas, es uno
de los deportes locales de más frecuente práctica. E n el breve texto
de esta ponencia no trataré de responder a los interrogantes que
hoy se plantean los historiadores acerca de las causas del rápido
desarrollo económico de la región, ni evaluar y poner en su justo
término las descripciones sobre su progreso o su tradicionalismo,
su democracia o su exclusivismo. M e limitaré a seguir tres hilos,
con la idea de que de alguna manera se entrelazan en forma que
hasta ahora no se ha destacado. Los tres hilos son el desarrollo de
una imagen de ciudad moderna y los esfuerzos para poner en práctica, en forma planeada, unos ideales de vida urbana; el proceso
por el cual se intentó educar a la población para esa vida urbana
(y el "se" apunta a un sujeto probablemente inexistente, o al menos múltiple), y a la forma como la literatura trató de encontrar su
punto de inserción en esa ciudad en proceso de modernización y
civilización: cómo trató, por una parte, de hallar, cada día en for-
Medellín 1880-1930: los tres hilos de la modernización
22 1
ma más difícil, su puesto en una ciudad que en la medida en que
progresaba empezaba a romper con su inicial fascinación con la letra, y la forma como vio ese proceso de modernización y civilización '. Son tres discursos que encontraron su expresión en algunas
obras paradigmáticas. Ricardo Olano, empresario en finca raíz,
industrial y promotor del desarrollo urbano de la ciudad, nos ha
dejado, aparte de algunos cuentos, varios volúmenes de diarios
en los que consigna la visión progresista y utilitaria que se encarnó en la Sociedad de Mejoras Públicas y en la revista Progreso que
dirigió durante muchos años. Tomás Carrasquilla, de Frutos de mi
tierra a Grandeza y Ligia Cruz, dejó en sus novelas urbanas el texto de un irónico entusiasmo por el progreso y una sátira a la simulación que parecía venir inevitablemente con el crecimiento de la
ciudad. Tulio Ospina Vásquez escribió en 1910 el Protocolo hispanoamericano de la urbanidad y el buen gusto, uno de los varios tratados de urbanidad publicados en la ciudad en estos años 2 , pero el
Estos discursos se hallan en la base de trabajos especializados de diversos autores. Catalina Reyes, en Aspectos de la vida cotidiana en Medellín, 18901930 (Bogotá: Colcultura, 1996), y Patricia Londoño han destacado y analizado los textos de los manuales de urbanidad; Fernando Botero y Verónica Perfetti
han trabajado exhaustivamente los programas de desarrollo urbano; Jorge Alberto Naranjo ha empezado a desenterrar la inmensa producción literaria del
siglo pasado e inicios del presente, y Alberto Mayor, en su libro ya clásico sobre
la Escuela de Minas, Etica, trabajo y productividad en Antioquia (Bogotá: s. d.,
1989), desarrolla en detalle y en clave weberiana el proceso de disciplinamiento de los sectores obreros. Fabio Botero Gómez, en Un siglo de historia de Medellín (Medellín: s. d., 1995), ofrece una visión sorprendentemente amplia y rica
de los procesos culturales y urbanísticos de Medellín, aunque elaborada y organizada en forma muy incompleta.
2
Además del libro de Ospina Vásquez, en 1935 Argemira Sánchez de Mejía publicó el Libro del ciudadano, ganador del concurso de la Sociedad de Mejoras Públicas para la elaboración de un texto escolar de cívica y urbanidad.
J 0 R 0 E ORLANDO MELÓ
222
que vieron sus contemporáneos como paradigntático. No se agotan los discursos modernizadores en estos autores: un cuadro más
completo debería incluir una cuarta vertiente, la de los políticos
del consenso modernizador, encabezados por Carlos E. Restrepo,
quien llegó a la presidencia de la república proponiendo un movimiento que sirviera de algodón entre los dos vidrios de liberales
y conservadores. Y segunda advertencia casi innecesaria: el texto
de hoy, más que tratar de pintar el panorama en toda su complejidad y riqueza^ esbozará solamente algunas líneas de fuerza muy
simples.
Los tres discursos se traban esencialmente en cuanto son tres
líneas de desarrollo de una nueva sensibilidad social que conduce
al control de los hábitos y costumbres campesinos y su reemplazo
por los que se definen como urbanos. La conversión del montañero en hombre civilizado y urbano es, de un modo u otro, el objetivo de quienes estimularon estos procesos. La ciudad requiere,
para su funcionamiento, una actitud de cooperación y una disciplina social que se fundamenta en la creación del espíritu cívico
y se apoya en el progreso de la ciudad: la imagen de una ciudad
excepcional, por sus cualidades y virtudes, tanto naturales como
creadas, hace parte de esta construcción conceptual y retórica3. En
muchos sentidos, los brillantes trabajos de Norbert Elias sobre el
proceso civilizatorio, que toman en cuanta ante todo el papel de
las cortes y las formas aristocráticas de conducta, pueden aplicarse
con mayor fuerza a la vida de las ciudades. En éstas, las necesiLa retórica de exaltación de las cualidades y virtudes de Medellín es bastante amplia: "la ciudad de la eterna primavera", "la taza de plata" v otras denominaciones aluden a la imagen natural de la ciudad (se le atribuía belleza
incomparable), a su clima y algunas virtudes de sus gentes, como la limpieza,
la cordialidad, la autenticidad, su talento y capacidad y disciplina de trabajo.
Medellín 1880-1930: los tres lulos de la modernización
225
dades de la sociabilidad requieren con mayor fuerza la coordinación mutua, el establecimiento de códigos comunes de conducta,
la previsibilidad de la respuesta del otro. Aunque el desarrollo, la
invención misma de las formas de conducta analizadas por Elias
se da ante todo en las cortes, y aunque la familia, la iglesia y la escuela son usualmente las instituciones que promueven su generalización, es la ciudad la que crea un ámbito social en el cual la
interacción humana se hace continua y obligada y es preciso controlar con cuidado las formas en que las propias acciones afectan
la vida de los demás y prever cómo las acciones de los demás influyen sobre mi vida. La adopción de horarios y medidas para el
tiempo del trabajo, el estudio o el ocio, el control de las basuras y
desechos, el acceso al agua y, más recientemente, a otros servicios,
la construcción de viviendas teniendo en cuenta la orientación y la
localización de las de los demás, la definición de áreas aceptables
para el desarrollo de ciertas actividades productivas, comerciales
o recreativas, son situaciones en las cuales la ciudad impone una
coordinación que en la vida rural era innecesaria, y aunque pudo
ser inidalmente el resultado de una coacción puramente externa,
se ha convertido en casi todas las naciones de Occidente en algo
asumido interiormente por los individuos, en forma muchas veces totalmente inconsciente o inadvertida. Las mismas instituciones señaladas antes —iglesia y escuela— encuentran en la ciudad el
campo adecuado para el ejercicio de sus funciones, en la medida
en que la mayor densidad humana facilita la extensión de su impacto a masas cada vez mayores de personas y permite acrecentar
el tiempo que los niños, sobre todo, pasan en instituciones educativas y sociales centradas en la creación de formas de conducta que
ya no se basan, como las de familia, en fuertes lazos de afecto o sentimiento o en complejas y a veces aterrorizadas interiorizaciones de
JORGE ORLANDO MELÓ
224
la autoridad paterna, sino en la previsibilidad racional del afecto al
cumplimiento de unas normas y patrones generales de conducta.
El auge de los manuales impresos de cívica, cortesía, urbanidad,
etiqueta, buenas maneras, buena conducta o buen tono, desde su
aparición en el renacimiento europeo hasta los best sellers de nuestros días, es una señal de la necesidad creciente, a medida que crece la vida urbana y con ello el contacto entre grupos de personas
más amplios, de generalizar a toda la sociedad unas normas ritualizadas y previsibles de conducta 4 .
Los términos mismos adoptados en la mayoría de los idiomas
occidentales para designar un comportamiento adecuado recogen
las señales de su relación con la ciudad: la palabra urbanidad^ proviene, como es sabido, del término latino para ciudad, urbs: es la
conducta apropiada de los habitantes de la ciudad 5 . Aunque la palabra cives —de la que provienen civilización y cívico— designa originalmente a un subdito del estado romano, su sentido incluye el
de "ciudadano", en el cual la membrecía en el Estado parece provenir del hecho de pertenecer a una "ciudad": hoy, al hablar de civismo o de espíritu cívico, entendemos que aludimos a valores que
tienen que ver con el comportamiento en la ciudad. De este modo,
4
Existe una extensísima bibliografía sobre los manuales de urbanidad en
Europa. En Colombia apenas comienzan a estudiarse. Véase, para Colombia,
el artículo de Patricia Londoño, "Cartillas y manuales de urbanidad y del buen
tono", en Credencial Historia, N" 95 (Bogotá: s. d., enero de 1997).
5
Que en el caso de Antioquia se contrapone muy claramente a la idea de
las formas de conducta de origen rural: "montañero" es el que carece de los
refinamientos de la ciudad. Aunque éste es el sentido dominante de la expresión, a comienzos del siglo XX se matiza su utilización, en la medida en que en
una incipiente crítica de la vida urbana construye la imagen del montañero auténtico, veraz, sano y religioso frente a la capacidad simuladora, a la degeneración o la inmoralidad del habitante urbano.
Medellín 1 8 8 0 - 1 9 3 0 : los tres lulos de la modernización
aas
"civilización" y "ciudadanía" se vuelven parte del mismo ámbito
semántico, en el cual también se sitúan las palabras derivadas de
la palabra griega polis, que también quiere decir ciudad. De allí
proviene la política, por una parte, como ciencia o actividad de
gobierno del Estado, pero también "policía", término que durante
la época colonial se refería al conjunto de normas del orden de la
ciudad, y luego se restringe al organismo encargado de mantener
el orden. Fin inglés, los tres grupos de conceptos afines mantienen una similitud muy estrecha: polity, buenas maneras,policy y politics, política, y pólice .
Los rasgos básicos del proceso de urbanización
Para describir el contexto en el que se producen los esfuerzos de
civilización aludidos, vale la pena recordar algunos datos externos que permiten evocar las magnitudes del cambio. Medellín es
en 1871 una aldea de 20.000 habitantes que alcanza los 65.000 habitantes en 1921 y los 145.000 en 1938. Entre 1880 y 1910, mientras
' Sobre el desarrollo de estos conceptos, además de los viejos diccionarios, pueden verse los libros de Raymond Williams, Keyzcords, y Alain M o n tandon, Diclionnaire ratsonné de la polttesse et du savoir-vivre ( París: Senil, 1995 ),
y el artículo de I .ucien Febvre, "Civilisation. Evolution d' un mot et d' un group
d' idees", en Civilisation. I .a mot et F idee (París; s. d., 1930, actualizado por Emile
Benveniste, "Civilisation: Contribution a f estoire du mot", enProblemes de lengüistiquegenérale (París: s. d., 1966). Es interesante señalar ijue la "cultura", a
veces contrapuesta y a veces identificada con la "civilización", cuyo ámbito semántico pertenece a la idea de ia persona que se comporta bien o "culta", alude a la actividad agrícola: la cultura es lo que produce e! cultivo de la naturaleza, incluida la propia naturaleza humana. Cortesía proviene, como es evidente,
de la "corte" real o nobiliaria de los siglos XVII y XVIII (véase ei Diccionario de
autoridades y el Diccionario etimológico de Corommas).
J ORCE ORLANDO M 1.1.0
22()
la ciudad pasa de 40.000 a unos 60.000 habitantes, el desarrollo físico urbano está marcado por las inversiones físicas esenciales: la
instalación de energía eléctrica, teléfonos, acueducto cubierto, tranvías, taxis y automóviles', un primer parque de recreación masiva,
dos grandes teatros con capacidad total [tara 8.000 espectadores y
la llegada próxima del tren. Inversiones sociales: barrios para obreros, cuidadosamente diseñados; apertura de los grandes colegios
de educación secundaria, controlados en su mayoría por órdenes
religiosas recién importadas de Piuropa; sistema escolar que lleva
a la alfabetización casi total de la población; manicomio, matadero y plaza de tenas; Hospital de San Vicente de Paúl; Escuela de
Bellas Artes y de Agricultura. Cambios en los usos y costumbres:
las mujeres salen a la calle, las escuelas de comercio enseñan a futuras empleadas y dependientes, en las fábricas las mujeres constituyen la mayoría de la mano de obra. Se retinan los mecanismos
de control, organización y pensamiento urbanos: el Concejo M u nicipal ve reforzados sus trabajos y esfuerzos con la actividad de
la Sociedad de Mejoras Públicas y, por fin, en 1913 y tras dos decenios de vacilaciones, la adopción de un Plano de la Ciudad Futura, con funciones reguladoras. Son los años de fundación de las
principales industrias: textiles, cervezas, gaseosas, chocolates, galletas, fundiciones metálicas, empaques. Surgen los periódicos diarios y, en el terreno literario, la situación es casi delirante: revistas,
imprentas, miles de cuentos v centenares de novelas dejan una imagen de lo ([Lie sucede, pues contra la idea usual la gran mavoría
de los literatos hace literatura y, en especial, novela urbana.
Carrasquilla se refiere en 1915 a "esta automovihtis aguda que nos acomete actualmente a los medellinistas"; véase "Los autos", en Acuarelas v discos
corlas, p. 1 95,
ó ledellin ! S'S'O- 1 93(1: los /res lulos de la modernizado
1. f lacia la ciudad moderna
La idea de que Medellín puede, a pesar de su carácter secundario y peritoneo, volverse una ciudad moderna parece surgir hacia
1880 v afianzarse rápidamente, en medio de reiteradas llamadas al
"progreso" y a la "civilización". La modernización exige el esfuerzo colectivo, que en la etapa inicial puede verse como político. En
efecto, los principales impulsores del progreso urbano, entre ellos
los que en 1899 fundaron la Sociedad de Mejoras Públicas, eran
personajes como Carlos E. Restrepo, Pedro Nel Ospina y otros,
que no desdeñaban el ejercicio de la política ni los altos cargos. Pero
pronto se fue imponiendo la idea de que el progreso urbano dependía ante todo del apovo de ciudadanos notables, de un patridado que era más confiable mientras menos tuviera que ver con la
política: "Fd Concejo debe estar compuesto de ingenieros, médicos, hombres de negocios, abogados, arquitectos, industriales. No
se ve qué papel puede hacer un político en un concejo municipal",
dictamina en 1930 Ricardo Olanoó En 1917 había visto esto como
un trabajo mancomunado del Consejo y la Sociedad de Mejoras
Públicas, que va había avanzado mucho y que podía, si continuaba, hacer que en diez años Medellín llegara "a tener la hermosura
y las comodidades de una dudad moderna". Central en este proceso es la educación de población. En 1924, Carlos E. Restrepo,
el presidente de la Sociedad de Mejoras, y expresidente de Colombia, asegura que la SMF ha logrado crear "esas virtudes de civismo, cooperación y solidaridad, que vivieron tan lejos de nuestro
lenguaje y nuestras obras. Nos ha enseñado a servir, que es aplicar
a las relaciones civiles esta virtud evangélica que las encierra todas:
' Citado por Botero en Medellín, ¡890-1950 (Medellín: s. d., 1996).
JORGE ORLANDO
MELÓ
228
caridad" 9 . Para 1938 la sociedad se sentía muy satisfecha en ese campo y creía haber logrado "la difusión del espíritu público [...], la
conciencia de la ciudad, el afán de embellecerla y hacerla amable y
grata para la vida se va extendiendo por todas las capas sociales. La
palabra civismo en la boca y en la mente de un obrero tiene valor extraordinario".
Vale la pena destacar dos elementos en el contexto de este argumento: uno de ellos es que el ideal de ciudad promovido incluyó
siempre, como elemento central, el impulso cultural y educativo.
Aunque las inversiones globales principales se hicieron en infraestructura vial y productiva, la proporción del gasto asignado a obras
como el Bosque de la Independencia, el Instituto de Bellas Artes,
donde el pueblo aprendería música clásica y pintura, y el Teatro
Municipal, fueron más elevados que en casi ningún otro período:
la ciudad, creían, debía ser "un centro de cultura social y escuelas de buen gusto". El segundo punto fue el establecimiento del
plano del Medellín futuro, con el cual la municipalidad pretendió, desde 1913, y tras más de dos décadas de debates, regular el
crecimiento físico de la dudad. Pese al cumplimiento muy parcial
de sus normas y la frecuente modificación para compensar su rápida desactualización y, también, ceder a presiones de sectores privados, estuvo en la base de un desarrollo relativamente ordenado
de la ciudad hasta 1930.
2. E.ducación de las masas
Ca educación para la vida urbana incluye varias orientaciones y
sectores. Menciono, sin detenerme en ello, la gran importancia que
" Ibid., p. 42.
Medellín 1880-1 930: los tres lulos de la modernización
22y
tuvo en la ciudad la conformación de un sector de ingenieros y administradores, educados en buena parte en la Escuela Nacional
de Minas, y que tuvieron gran influencia en la cultura de instituciones como las Empresas de Servicios Públicos y algunos sectores industriales y políticos. Menciono también el fuerte impulso
a la educación artesanal, impulsada tanto por entidades externas
como por los gremios mismos de artesanos. Ambos procesos han
sido analizados con bastante detención por Alberto Mayor. Ouiero
simplemente tomar como ejemplo de ese esfuerzo educativo el impulso a la urbanidad misma, a la educación expresamente orientada a la vida en comunidad.
Como lo recuerda Patricia Londoño, desde mediados del siglo XIX las clases altas colombianas, cada día más ricas y con mayores vínculos comerciales con Europa, mostraron preocupación
por mejorar sus modales, lo cual se tradujo en la popularidad de
los manuales de urbanidad. Aunque en 1836 había aparecido el
primer manual escrito en Colombia, el auge de estos textos se produce en la década de 1850. Fin 1854, el venezolano Manuel Antonio Carreño publicó el suyo, que sería el más exitoso de todos y
que se sigue editando, con actualizaciones, hasta la fecha, y en
1858 Florentino González, procurador general de la nación, traduce y adapta —aunque muy levemente— el Manuel du savoir-vivre,
de Alfred Meilheurat. Con estos manuales y otros disponibles intentaron los dirigentes antioqueños iniciar la educación de unas
gentes que se destacaban por "duros e incultos" 10 . En Medellín
el exgobernador Pedro Justo Berrío, quien epitomiza el esfuerzo
por someter a los antioqueños a las reglas de la religión, la decencia
" La expresión, citada por Patricia Londoño en "Cartillas y manuales de
urbanidad v del buen tono", es de Manuel Cribe Ángel.
I O R O 1. O R L A N D O M E L 0
22(1
y el conservatismo, da él mismo, como rector de la Universidad
de Antioquia, las ciases de urbanidad, asignatura que se difunde
aceleradamente en escuelas y colegios durante el resto del siglo.
Este afán de educación se inscribe en un proceso del cual es
posible identificar dos elementos. Fino, el más obvio, es la preocupación de los grupos dirigentes por civilizar una población
arisca y pendenciera. Otro, entrabado en formas más complejas,
tiene que ver con el desarrollo de una conciencia muy precisa de
la ubicación social propia y ajena. Los nuevos discursos de diferenciación social se apoyan, sin duda, en la continuidad de clasificaciones y percepciones ya vigentes en la época colonial, pero
es la ciudad la que obliga a redefinir la propia localización en una
jerarquía social compleja. Así como a finales del sigloXVIII la mayor movilidad de los mestizos llevó a una conciencia mayor de las
diferencias étnicas y a una proliferación de medidas discriminatorias y de pleitos para hacer valer el respeto debido, la amplia movilidad de finales de siglo está detrás de las sutilezas de posición
(jue se expresan con tanta abundancia en la obra de Carrasquilla
y los demás novelistas. Los términos coloniales siguen vigentes,
y una de las líneas de diferenciación de mayor fuerza es la que distingue a negros y zambos de la población blanca. "Zambiar" es
la forma mayor de ofensa social, consistente en tratar a otro como
de un grupo social inferior: Ligia Cruz, que viene de Remedios y
se siente, como ahijada de los ricos de Medellín, igual a ellos, debe stifrir todos los esfuerzos de su madrina por zambiarla y mostrar que no puede alternar con sus elegantes hijas. El término no
dura más allá de los años treinta, cuando recupera su sentido más
denotativo y neutral: es el término de negro el que a partir de esos
años adquiere el carácter de base discriminatoria: a uno ahora lo
negrean. En este mapa, los mestizos, que todavía en el censo de
Medellín 1 8 8 0 - 1 9 3 0 : los tres lulos de la modernización
2
3>
1912 forman la mayoría de la población de la ciudad, parecen desaparecer: lo que ocurre es que el mestizo, en la medida en que la
fortuna o la educación lo lleva al éxito, entra al grupo social blanco. Existe para las estadísticas, pero para la conciencia racial existen sólo ne°ros y zambos jxir un lado y blancos por el otro. Sin
embargo, no es éste el imico tema de división: a él se sobreponen
las diferencias no definidas como étnicas (aunque se traslapen con
éstas): el pueblo y la gente bien, los artesanos y los cachacos. Artesanos y pueblo son probablemente zambos y negros, pero esta
relación es más probabilística que apolítica. Fil ascenso del artesano blanco no tropieza con barreras importantes y se hace ante
todo mediante la educación", y es el tema alrededor del cual se
desarrolla buena parte del discurso civilizador: el de la separación
entre el hombre del campo y el de la ciudad, entre el montañero
y la gente cultivada.
No es exagerado decir que la obra urbana de Carrasquilla es
esencialmente un análisis de las diferenciaciones sociales, de la separación entre campesinos y ciudadanos, entre zambos y blancos,
entre quienes dominan las formas del comportamiento urbano y
quienes actéian con vulgaridad o cursilería. Fin unas cuantas páginas, y tomo los ejemplos exclusivamente de Ligia Cruz, se encuentra la más amplia gama de expresiones: en un párrafo que
1
' El ascenso de las Adarves lo narra Carrasquilla con todo y moraleja:
"Ai tengo las dos nietas de colegialas, de media y zapato y rompiendo lujo; v
pienso mándalas al mejor colegio de la Villa, pa que aprendan la parte educativa y vengan a enséñales orgullo a las ricachonas de aquí... Años después, en
Medellín nuevo, una casa hermosa y confortable. Es el nido de los Adarves:
de los Adarves, que están muy bien recibidos y mejor emparentados: que aquí,
como en todas partes, es el trábalo honrado la más esclarecida ejecutoría".
Carrasquilla, Obras completas, pp. 62Ü-622.
JORGE ORLANDO
MELÓ
232
describe una fiesta, la serie adjetiva nos habla de "sonrisas de buen
tono... genuflexiones elegantes... tiesura cortesana... estiramientos
imprevistos... foco de grandeza... Los ñoes se sienten dones; el
montañero, un petronio consumado... Qué filósofo es el culto de
la religión de la elegancia...". El personaje principal es descrito
por las "preciosas urbanas" con variedad de epítetos: "montuna,
hija de unos zambos mineros... Zambita más pretenciosa y antipática", "horrible, espantoso, era el capote de la gente remediana",
"ese animal de monte", "esas familiaridades tan vulgares de los
pueblos". Sin embargo, en Carrasquilla el contraste entre elegantes y pueblo es irónico, y subraya la falta de autenticidad de los
elegantes:
Doña Ernesta... es de la nobleza azul y requintada, originaria
de la ciudad heráldica de Antioquia; pero como en su casa tuvieron un hediondo peso, hubo de conformarse con atrapar, todavía
joven y no mal parecida, al remediano acomodado... Al crecer sus
hijos, al verlos actuar en sociedad con lo más rico y significativo,
fue el vértigo... Contado era el cristiano a! que no tuviera por
"jalapa", "mané" o "fatalidad". Pertenecía, naturalmente, al Club
Noel, a la Sala Cuna v a otras instituciones de virtud elegante y
distinguida. Sus tés religiosos, con motivo de algún consejo de cofradía, eran a pura plata labrada y bombón europeo.
Con ella contrasta el empresario rico pero sencillo:
Es don Silvestre, magnate de mucho fuste entre la gran plutocracia. Como se sabe, es oriundo de Remedios, muy tuerte en
minería y en comercio, algo qué en rezos, y muchísimo en tute y
en tresillo. Gasta en extremo con su familia, pero se burla del tono
Medellín 1880-1 930: los tres lulos de la modernización
2
33
y elegancia tle su mujer v de sus hijos. Aunque ha viajado, no ha
cogido ninguna finura europea. Sin ser sabido ni leído, tiene mucho conocimiento de la vida, muy buen sentido crítico, y, por ende,
mucha indulgencia y amplitud.
Por eso, frente a la remediana pobre y deseosa de ascenso social, ve la igualdad con su esposa y sus hijas:
La conozco mejor que nadie; es boba, presuntuosa, coqueta y
embustera: ¡como muchas de ustedesl ¡Sólo que ustedes están
preparadas en salsa y en bandeja de plata, y mi ahijada está cruda
y en batea! Apenas la guisen y la sirvan, bien presentada, queda
igual a muchas, casi a tocias. Cambiarle el vestido de pueblo y
ponerla bonita es cuestión de un día.
Aunque su esposa protesta —"yo nunca he sido montañera, ni
fea ni mané"—, don Silvestre decide convertir a la ilusa Ligia Cruz
en una dama y su Pigmalión es una costurera local, llena de inteligencia y buen sentido, que queda encargada de enseñarle "todas las paradas de una muchacha filática". La niña aprende todo,
hasta a hablar en bogotano, y triunfa en el gran baile: es un triunfo
falso, pues simplemente se ha convertido en otra cursi, como las
que la rechazaban.
La voz de Carrasquilla en estas novelas llenas de complejos
movimientos sociales afirma finalmente la apertura al ascenso basado en el talento, el éxito y las virtudes personales: "Si los negros
triunfan, vivan los negros".
Porque la educación social no es privativa de ciases determinadas; se ven pulidos entre las gentes sencillas, y groserotas de
[ O R O E O R L A N D O M 1,1,0
M4
cargazón! entre "el buen tono". Las apariencias v los protocolos
urbanos, sin la cultura del alma, sin la aristocracia del temperamento, sólo producen esa desproporción risible que se llama cursilería, y que muchos contunden con la vulgaridad franca, ([lleno pretende nada. Lo cursi cabe más en ios neos y entonados
que en cualesquiera otros grupos; más en la ciudad que en la
aldea... y perdónase este paréntesis, en obsequio de la caridad.
Cuando aparecen los Cruz, son un modelo de afecto, autenticidad, sinceridad, honradez, trabajo: las verdaderas virtudes cicla cultura antioqueña. "Es gente pobre, pero muy respetable, muy
formal, muy gente...". Este discurso se halla relativamente extendido en el paso de siglo. Casi todos los novelistas parecen compartirlo: en ellos, la elegancia, el afán de ascenso social, se identifican con
la ridiculez y casi siempre de aparentar. Paralelamente, el discurso
social, el de los educadores y dirigentes sociales, subraya también
las posibilidades de ascenso, pero sujetas al desarrollo de las virtudes propias del trabajo, la disciplina y el sometimiento a las normas
sociales. Fd triunfo está al alcance de todos, siempre que no identifiquen ese triunfo con la adopción de una filosofía del lujo y la ostentación y que no abandonen los valores tradicionales de la familia,
el trabajo y la religión 12 . Y por ello se vuelve tan importante la urbanidad: ante una perspectiva de debilitamiento de las distancias
étnicas y familiares, aceptada por este progresismo tan tradidona-
'" El dominio del savoir-vivre incluye, por supuesto, el manejo del comedor v la cocina. En 1907, cu Medellín, se publica - p o r la Librería de Carióse
Restrepo un tratado de cocina, el de Elisa Fernández, y luego siguen apareciendo otros. El de Solía Ospina Pérez, sobrina de don buho Ospina Vásquez,
ha tenido y sigue teniendo rápidas reediciones.
Medellín 1880-1 930: los tres lulos de la modernización
2
35
lista, hay que reconstruir un mundo digno de trato, el de la gente
educada.
El manual de urbanidad debe adecuarse a este contexto: debe
ser base para una nueva diferenciación, más que simple confirmación uc uistinciones naturales, y sus normas oeoen cooijar a ricos
y pobres. El de Florentino González, aunque publicado en M e dellín en 1883, resulta demasiado elegante e incongruente. Si bien
no he encontrado textos que señalen cómo se reaccioné) localmente
a sus enseñanzas, era extraordinariamente restrictivo: en su breve
texto subraya la relación con príncipes y duquesas, el comportamiento en los salones, el buen tono, la sociedad escogida, la distinción en la ropa: "Se reconoce a un hombre distinguido en lo fino
de su ropa blanca", "la mujer casada puede llevar un collar de diamantes". Carreño, en su forma inicial, resultaba también excesivamente formalista y ceremonioso, aunque menos aristocratizante
que el francés. Por su parte, el Protocolo, escrito por Ospina Vásquez, pretende cubrir mejor el campo local y responder a su visión de la sociedad antioqueña. En su opinión, la urbanidad y el
buen tono son simple exjtresión de sentimientos innatos en la humanidad, modificada por las costumbres de la cortesanía: ésta, que
es variable, evoluciona, pero en el sentido de "suprimir las prácticas complicadas y presuntuosas". Fisto es aún más cierto en Hispanoamérica, donde varios factores hacen que el formalismo ceda
a la sencillez: un factor esencial es, en su opinión —y eso coincide
con la visión que tienen los dirigentes antioqueños de su región—,
la "ausencia de una clase rentista y desocupada, cuva primera preocupación suele ser refinar la etiqueta". Pero, aunque las clases
sociales superiores han dominado una cortesanía simple y adecuada, las "clases populares, descendientes en gran parte de indios y
negros, cuyos abuelos eran salvajes hace apenas dos o tres siglos,
J O R 0 E ORLANDO MELÓ
2?6
se hallan atrasadísimas en materia de cultura: motivo poderoso
para que nos esforcemos en educarlas". Por ello, la obra está dedicada ante todo a "quienes se han elevado a posiciones que requieren más cultura y urbanidad de las que correspondían al medio
en que se criaron" 11 .
Este modelo del proceso de educación de las masas no fue el
único, pero, según el grupo dominante, y en esto hay que incluir
a quienes como Tomás Carrasquilla aprueban un modelo de cortesanía burgués y sin excesos, imitable por todos más bien que diferenciador. Por supuesto, la contradicción es inevitable: el buen
tono no se advierte sino por la tendencia a singularizarse, y es fácil encontrar en el Protocolo hispanoamericano elementos aristocratizantes y discriminatorios. Pero, mientras dominan el orden, la
religión y el partido conservador, los dirigentes antioqueños no se
inquietan jaor cierto progresismo social, y sus grupos dominantes
tratan de moverse en un camino intermedio: catolicismo, pero sin
fanatismo. Restrepo insiste en la Sociedad de San Vicente de Raúl:
hay que dar las ayudas sin condiciones de creencias, evitar el sectarismo. Y el proyecto social trata de incluir a los liberales: es el
republicanismo en política, el civismo, el impulso a la educación.
Por supuesto, y justamente en la medida en que trata de incorporar masivamente la fuerza del catolicismo para disciplinar los
obreros, compite con intentos integristas que no puede impedir,
y que se van a imponer cuando el sistema político nacional, al moverse en sentido liberal y radical, amenace las bases del poder local: entonces el republicanismo perderá todo poder y predominará
una estrategia conservadora más estrechamente paternalista. Pero
esto corresponde esencialmente al período posterior a 1930.
Osjiina, Protocolo, IV y V.
Medellín 1 8 8 0 - 1 9 3 0 : los tres lulos de la modernización
2
37
3. I .os mundos de la literatura
A mediados del siglo XIX, las descripciones de Medellín subrayan su hostilidad a todo lo que suene a cultura. Según Saffray, lo
único que importa entonces es el dinero, que borra todas las diferencias y todos los pecados; según Emiro Kastos, es imposible
sacar a las gentes de su obsesión por hacer fortuna, y el poeta local, Gregorio Gutiérrez González, escribe sus amargos versos en
los que la censura a la obsesión crematística local se apoya en la
leyenda racista del judaismo antioqueño:
Y en esa tierra encantadora habita
la raza infame, de su Dios maldita
Raza de mercaderes que especula
con todo y sobre todo, Raza impía
Por cuyas venas sin calor circula
La sangre vil de la nación judía,
Y pesos sobre pesos acumula
El precio de su honor, su mercancía
i como sólo al interés se atiende
Todos se compra allí, todo se vende14.
Con estos antecedentes, resulta sorprendente la valoración que
los grupos dirigentes comienzan a dar a las letras hacia 1870 y que
se va acentuando hasta el nuevo siglo. Proliferan las tertulias, a
las que van jóvenes de ambos sexos, comerciantes y tenderos, y,
14
El texto hace parte dei cuento "Felipe", reproducido parcialmente en
Jorge Alberto Naranjo (comp.), Antología del temprano relato antioqueño ( M e dellín: s. d., 1995), p. 49.
I ORÍ,I
2
O R I A \ DO M I LO
3a
como lo narra burlonamente Camilo Botero Guerra en 1884, se da
una monstruosa incubación de poetas, que lleva a la proliferación
de periódicos y revistas literarias1 ó Aunque la primera novela local apenas se publica en 1887, para fines de la década siguiente,
una revista literaria, La Miscelánea, convoca a un concurso al cual
se presentan cincuenta v siete novelas, que se añaden a las doce o
quince que alcanzan la difusión de la imprenta. Todos escriben: en
las revistas de la última década de siglo —y esta dudad de 40.000
habitantes ve la publicación simultánea de cuatro o cinco revistas
literarias mensuales—, los principales orientadores de la opinión
política, los dueños de las empresas de energía y teléfonos, los empresarios, profesores y periodistas ensayan su capacidad para el
cuento y la poesía. Recordemos simplemente que Carlos E. Restrepo y Pedro Nel Ospina, que llegarán a la presidencia de la república, fueron redactores de revistas literarias.
Hasta 1 890 se publica narración costumbrista y lugareña, con
gran énfasis en lo propio y limitada elaboración formal. La primera novela urbana de éxito, en 1896, es Frutos de mi tierra, de
Carrasquilla, que subraya los rasgos de la ciudad y las formas cuasidialectales del idioma, con más radicalismo que Gutiérrez. González, quien veinte años antes decía no escribir sino antioqueño.
Después de 1900 se añade a la figura dominante de Carrasquilla, quien regirá el Olimpo literario local hasta 1940, un grupo de
' Camilo Botero Guerra, "Furor poético", incluido en Naranjo, Antología..., p. 1 15. lauto Ele (lome/, como Carrasquilla aludieron a la misma avalancha literaria. En "Domingo P.M.", un personaje del primero dice: "Aquí
todos quieren ser artistas, ya no hay quien cargue la herramienta", (rase que
retoma Carrasquilla en una carta de 1906: "Aquí ya no hay quien cargue la herramienta: todos somos genios y almas enfermas". Carrasquilla, Obras completas (Medellín: s. d., 1955), tomo II, p. 769,
Medellín 18SII- I 93(1: los I res lulos de la modernización
M9
escritores con interés en la psicología contradictoria de personajes urbanos, encabezados por Efe Gómez, Gabriel Latorre, Lucrecio Vélez y Alfonso Castro, v en algunos casos un esfuerzo por
incorporar las formas y temas del modernismo, mientras que Francisco de Paula Rendón v Eduardo Zuleta, como el mismo Carrasquilla, harán la novela de las zonas mineras de Antioquia .
Fin los años finales del siglo pasado y la primera década del
siglo XX, la literatura tiene una alta valoración social. Para los escritores, es una promesa de realidad más alta que la vida misma,
es origen de significación de la vida. Los escritores no tienen vergüenza social, no se sienten, en una ciudad que evalúa continuamente la jerarquía social y la localización de cada persona en ella,
de peor familia. Sin embargo, nunca los escritores dejaron el tema
de la incomprensión por un medio entregado a los afanes pecuniarios, aunque este lugar común perdió intensidad de 1870 a 1915.
A partir de este año se esboza una ruptura muy fuerte entre el creador y su mecho: para los escritores, en la villa de la Candelaria seda una "peculiar inopia en los cerebros". lote Gómez, León de
Grdff y Fernando González expresan con mayor virulencia el rechazo a esta sociedad de "tanto almacén enorme, tanta industria
novísima", a los burgueses ventripotentes del marco de la plaza.
Carrasquilla, en sus obras iniciales, rechaza la simulación y el arribismo, pero comparte el optimismo del progreso. Los que vienen
rechazan el becerro de oro y elogian la contemplación, el ver fugarse los crepúsculos. Los recursos para las revistas, el aprecio
'' Es sorprendente, \ un índice del desarrollo de formas de sensibilidad
mu\ típicamente urbanas, la frecuencia de los temas del suicidio y de la drogadiccKÍn en las narraciones de los primeros años del siglo; en las que fueron
seleccionadas por Jorge Alberto Naranjo, ci tema abunda.
J ORCE ORLA NDO M l . t l l
240
del arte como creación decaen y éste empiezan a subordinarse a
la vida social: es recreación y adorno. La ciudad filistea triunfa.
Durante los años treinta y cuarenta los escritores y artistas pasan
a segundo plano, el control del proceso urbanizador por una visión integral de la ciudad se debilita, y se afirma el predominio
de la visión del progreso como desarrollo físico y productivo.
Así, la trabazón de los discursos modernizadores y educadores comenzó a verse en dificultades pues dentro de cada uno de
ellos comenzaron procesos de diferenciación y contradicción. Los
dirigentes y orientadores de los procesos urbanos abandonaron
gradualmente la preocupación por la transformación cultural, y
el discurso del desarrollo como infraestructura física se hizo dominante. Pin el campo político, el dominio del consenso republicano fue reemplazado por la contraposición entre la visión plebeya
asumida por los sectores populares liberales y un reforzado autoritarismo conservador que volvió a ver a las clases populares como
sujeto de represión y manipulación religiosa más bien que de educación. Y la literatura se fue convirtiendo en la ocupación de minorías, bohemias o profesionales, pero marginales en el manejo y
orientación de la ciudad. Fd proyecto modernizador se* disgregó,
pero su impulso se mantuvo, así como los mitos sociales que se
construyeron para alimentarlo, en particular el recurso de la historia regional como historia de consenso. Si nos [preguntáramos,
para terminar esta exposición, por los factores que condujeron a
las dificultades que se hicieron evidentes a partir de 1960, no sería excesivo sugerir que algo tuvieron que ver con la continuidad
y el éxito externo de un tipo de modernización que había perdido
los rasgos que ahora sólo la memoria mítica reivindicaba.
Los mapas culturales,
una herramienta para la gestión local
Jaira Chaparro Valderrama
Introducción
Jlbn las breves líneas que siguen, se explica una de las herramientas metodológicas desarrolladas en la Corporación Raíces para
llevar a cabo investigaciones culturales, diseñar estrategias de participación o sustentar proyectos de desarrollo.
Los mapas culturales a los que hacemos referencia tienen una
doble condición: por un lacio, sirven como herramientas que organizan la recolección y sistematización de la información y, por
otro, son productos que se construyen progresivamente en el marco de procesos de investigación.
Conceptos metodológicos que informan los mapas
La cultura es el cemento que da cohesión al edificio social y el alma
del cuerpo colectivo. Cuando desaparece la cultura singular que
caracteriza la lógica, la magia y los ritmos de un determinado grupo social, la comunidad, como hecho colectivo, se extingue.
Cultura es el conjunto de relaciones que los seres humanos
establecen consigo mismos, con sus semejantes y con su entorno,
en determinadas condiciones de tiempo y lugar. Lo esencial de la
cultura se expresa en los elementos que mediatizan tales relacio-
J \l RO CHAPARRO VALDERRAM \
2
42
nes. Estos elementos se pueden agrupar, para efectos metodológicos, en símbolos, códigos e imaginarios, los cuales están asociados,
por lo general, con valoraciones y/o regias del juego socialmente
aceptadas o socialmente rechazadas. Sus significados suelen hacerse visibles a través de los hábitos, los comportamientos y las actitudes.
Entendemos por símbolo aquel elemento (lugar, construcción,
personaje, organización, acontecimiento u objeto) con la capacidad
de reflejar uno o más sentimientos individuales o colectivos y de
motivar niveles de sensibilidad y solidaridad. Por ejemplo, el llamado Palo del Ahorcado, en el barrio Jerusalén, es un árbol que
encarna sentimientos religiosos, evoca actividades de esparcimiento y diversas leyendas. Su deterioro o su posible destrucción crean
inquietud generalizada en los habitantes de Jerusalén, que lo ven
como parte de su patrimonio colectivo.
Faitendemos por código aquel elemento (ademán, gesto, expresión o elemento gráfico) con una carga efe significados particulares para cada individuo o comunidad y que cumple la función de
hacer más ágil y fluida la comunicación. Son ejemplos las expresiones "ta' robao", emitida en la llamada Calle Cementerio por los
atracadores, que significa "proceder a ejecutar el atraco" o "sopas,
pónganse liebres que llegó la [tarca", para indicar la presencia de
la policía en territorios de un parche malevo, o el dedo índice que
apunta a la yugular [tara indicar carencia de dinero ti otro tipo deproblemas.
Entendemos por imaginario aquella idea o elemento referencial
más o menos general que expresa anhelos o frustadones y ([tic nos
habla de lo deseado. Son ejemplos el recuerdo del cuerpo de agua
desaparecido en el sector de Tanque-Laguna, con sus [tatos, juncos v ranas, o el anhelo de arborizar el barrio.
Eos mapas culturales, una herramienta /¡ara la gestión local
2
r: ~ i
4-
í ¿ -z l
|
p-
í
n
— '-1
A I' « j
^3
C: "Ó ^3
¿
?luí M í
w
c -=_ 5 p
1
í
-
I.-I ^ •§-
AIRO CHAPARRO
2
VALDERRAMA
44
Fistos tres tipos de elementos que mediatizan las relaciones y
cuyos significados obran como esencia de la cultura no se presentan
de forma separada en la vida rea; comoquiera que un imaginario
puede expresarse a través de un símbolo, éste puede tener relación
directa con una sene de códigos, etc. Desde luego, los códigos,
símbolos e imaginarios se encuentran en desarrollo y movimiento permanentes, comoquiera que la cultura, al igual que cualquier
fenómeno, no es estática, sino que cambia con la vida.
Por tanto, en un proceso de investigación cultural resulta fundamental identificar los elementos enunciados, su origen, su desarrollo y su situación actual, así como sus formas de articulación
con valoraciones y reglas del juego y, por tanto, con determinados comportamientos y actitudes.
Apoyados en esta perspectiva, en la Corporación Raíces hemos optado jwr una investigación orientada a reconstruir la psique
colectiva que, antes que calificar las conductas de los pobladores,
trata de comprender e interpretar la sensibilidad, la léigica y la magia de las comunidades. Apelamos entonces al mundo racional y
tangible, pero también a ese mundo que igualmente nos habita
desde el otro lado de las aparendas, el cual ha sido referido, de modo conmovedor, por lo mejor de la poética y la literatura latinoamericanas.
Observamos además que las distancias existentes entre la vida
formal-institucional del Estado y la vida cotidiana de las majorías son distancias en esencia culturales. Ante ellas, resulta prioritario tender puentes y vasos comunicantes que permitan conectar
las culturas que nos definen, con el diseño y ejecución de los provectos de desarrollo y los procesos de participación, por el otro.
Así, el análisis de los elementos culturales que convergen en
un lugar (y. gr. características de las relaciones que las personas es-
Pos mapas culturales, una herramienta p a r a la gestión local
2
45
tablecen con el espacio público, los recursos naturales, el aparato
estatal, las dinámicas sociales, etc.) resulta de singular importancia,
comoquiera que esto es lo que realmente permite crear vasos comunicantes sólidos entre habitantes y gestión pública local, entre cultura ciudadana y gestión institucional, y es en esta dirección que se
ubican los mapas culturales.
De qué tipos de mapas culturales hablamos
Los mapas culturales tratan de codificar y localizar sobre el territorio
los elementos que mediatizan las relaciones de los grupos y sectores sociales consigo mismos, con sus semejantes y/o con algunos
elementos de su entorno. Esto es, tratan de ubicar sobre un plano
cartográfico la distribución espacial que en la vida cotidiana tienen los códigos, los símbolos y los imaginarios, explicando el significado y determinando la prioridad que, para los grupos y los
sectores sociales en cuestión, tiene cada uno de los elementos identificados.
De ahí que los mapas culturales sean un documento de doble
cara: por un lado, encontramos el plano con las convenciones a
que haya lugar según el caso y, por el otro, tenemos el texto que
nos informa acerca de la historia, las características y los significados de cada uno de los elementos señalados en el plano.
Ahora bien, en cada caso concreto y dependiendo de la utilidad que se quiera dar al mapa, se hará énfasis en este o aquel aspecto, centrando el proceso de investigación en las relaciones de
los ciudadanos con los espacios públicos o en las relaciones entre
pandillas o en las relaciones que se dan entre líderes y comunidad, etcétera.
VIRO C H A P A R R O V A L D E R R A M \
246
Experiencias
I. Barrio Jerusalén, Ciudad Bolívar, Bogotá
Jerusalén es un importante barrio de la ciudad de Bogotá, que en
la actualidad cuenta con 83.000 habitantes y que en sus dieciséis
años de existencia ha pasado de ser una ranchería de latas, cartones y tela asfáltica, carente de cualquier infraestructura urbana y
de todos los servicios públicos y sociales, a ser un vecindario dotado de equipamiento urbano mínimo, en su gran mayoría con servicios públicos, y cuyas casas están construidas casi en su totalidad
en materiales resistentes. A la vez, en Jerusalén se ha consolidado
una muy amplia red de pequeño y mediano comercio.
Esta transformación, que no deja de sorprender, ha sido el resultado de la capacidad de creación y adaptación de sus habitantes, que han protagonizado una gesta colectiva a la cual el Pistado
se ha sumado de manera pardal y casi siempre tardía.
Los niveles de planificación de la comunidad han sido por lo
general muy sectorizados, siendo prácticamente inexistentes los
proyecto globales que se orienten a articular el conjunto de Jerusalén. Además, los recursos naturales y los espacios públicos del
barrio, que fueron conquistados colectivamente y casi siempre por
la fuerza, ofrecen situaciones de deterioro crecientes: se presentan
situaciones de invasión del espacio público por nuevos moradores y algunos comportamientos vandálicos de jóvenes con relación
a los bienes comunes. Eos lugares de esparcimiento resultan insuficientes para la población actual y, en varios casos, poco funcionales. En efecto, algunos grupos etáreos en ciertos sectores se ven
privados de zonas de descanso y recreación o se encuentran con
que las existentes no son utilizables de forma adecuada.
Eos mapas culturales, una herramienta p a r a la gestión local
2
47
En el barrio coexisten cuatro generaciones bien diferenciadas:
—La de los adultos que oscilan entre los 35 y los 55 años, ([ticllegaron hace 14, 15 o 16 años a Jerusalén, provenientes de otros
barrios populares de Bogotá y de los Santanderes, el Tolima grande y Bovacá, principalmente. Fue ésta la generación que forjó el
barrio en sus inicios y que produjo los líderes más destacados hasta el presente. Su vida en el vecindario ha sido la historia de conquistas colectivas v sueños personales largamente acariciados.
- L a de* los ancianos mayores de 55 años, padres o abuelos en
su mayoría de la anterior generación, quienes en muchos casos
fueron importados directamente del campo a la ciudad sin beneficio de inventario, cambio brutal que ha sido parcialmente amortiguado gracias a las actividades de los grupos de la tercera edad.
- L a de los jóvenes entre los 14 y los 25 años, quienes nacieron o se criaron en el barrio, para quienes la vivencia en Jerusalén ha estado cargada de privaciones y dificultades, que contrastan
radicalmente con la información que les brindan los grandes medios. En general, tienen dificultades para comprender o aceptar
algunas costumbres y actitudes de sus padres, con quienes sufren
frecuentemente complejos procesos de incomunicación.
- L a de los niños menores de 14 años, que tienen como reterentes en su crecimiento los valores culturales diversos y contradictorios de las tres generaciones anteriores.
F.n medio de la diferencia, Jerusalén comporta elementos básicos de identidad, que se materializan en símbolos, puntos de encuentro, personajes, luchas compartidas y necesidades comunes
que encuentran un espacio de expresión en la amplia gama organizativa del barrio y en algunas tradiciones religiosas.
ferusalén se subdivide en nueve sectores, cada uno de los cuales funciona a su vez como barrio relativamente independiente.
(AIRO CHAPARRO
VALDERRAMA
24 8
Ellos son: Manuela Beltrán, Pradera-Esperanza, Nueva Argentina, Paraíso, Bellavista-La Y, Plan Canteras-Media Loma, TanqueLaguna, Santa Rosita-Las Vegas y Potosí-La Isla.
Los habitantes de la parte baja de Manuela Beltrán y del sector de Canteras tienden a mantenerse relativamente aislados del
conjunto de Jerusalén. Los sectores más integrados son los que se
localizan en la zona central y en las partes media y alta del barrio,
aunque la comunicación peatonal entre los sectores se torna a menudo dificultosa, por las limitaciones que presentan los desplazamientos existentes.
Fin Jerusalén se han desarrollado una serie de canchas, parques, edificaciones comunales y espacios públicos que no se hallan articulados por una estructura urbana apropiada, a pesar de
existir una serie de lotes y espacios comunitarios que permitirían
crearla e incluso proveer nuevos desarrollos. Por lo tanto, las fortalezas de la vida colectiva se ven constreñidas por estas limitadones del espado público, que es donde se construye comunidad
y donde se definen los niveles de democracia y apropiación existentes en una ciudad.
Fd mapa cultural levantado en este sector de la ciudad tenía
como propósito servir de soporte para el diseño de un proyecto
de espacio público, consistente en una malla de senderos y puntos
de encuentro comunitarios que permiten potenciar la vida y la comunicación colectivas. En el plano final se localizaron diecisiete
símbolos (dos lugares verdes, una calle, un lugar clasificado como
"otros", diez construcciones educativas, una construcción colonial
y dos objetos), cuarenta y un puntos de encuentro (veintidós recintos de usos educativos, recreativos, religiosos, de salud y de organización comunitaria, más diecinueve espacios públicos, entreparaderos, canchas, parques, calles y otros) y treinta y ocho des-
Los mapas culturales, una herramienta para la gestión local
2
49
plazamientos según el tipo de vías (pavimentada, destapada, escalera o camino de herradura), y el carácter del desplazamiento
(vehicular/peatonal), que se identificaron como prioritarios en la
historia y la vida cotidiana de Jerusalén.
r o r su parte, ei texto respecovo presema unos rasgos generales del barrio y una reseña histórica del mismo, luego de lo cual
aborda por separado los nueve sectores del barrio, tratando para
cada uno de ellos los sipaaientes temas:
1. Descripción del sector.
2. La historia.
3. Los habitantes.
4. Dinámica social.
5. Símbolos.
6. Desplazamientos.
7. Lotes de la comunidad.
8. Resultados de la tertulia.
9. Mapas.
El informe brinda un retrato analítico de la vida cotidiana del
barrio, mostrando las connotaciones específicas que tienen sus elementos simbólicos y los imaginarios de los habitantes en relación
con el espacio público. A la vez, identifica los diferentes tipos de
desplazamientos utilizados por la población, los lotes disponibles
para potenciar el espacio público, y presenta las características de
sus agrupaciones sociales.
El proyecto de espacio público, diseñado por el equipo de trabajo del arquitecto Carlos Niño, es coherente con el mapa cultural, ya que procura respetar y potenciar los usos y costumbres que
se han forjado en los espacios colectivos, exaltar los símbolos del
AIRO CHAPARRO VALDERRAMA
250
barrio, complementarse con las obras comunitarias existentes y estructurar urbanamente el barrio en conformidad con las huellas
que la vida ha marcado sobre el territorio. Así, los imaginarios délos pobladores con relación al espacio público dialogaron con los
imaginarios de investigadores culturales y arquitectos sensibles.
Los frutos de ese encuentro afortunado se pueden ver en el plano
del proyecto urbano piloto, titulado "Jerusalén-F'.spacio Público".
E n el cuadro de la página siguiente presentamos una relación
de la totalidad de puntos de encuentro del barrio, de los cuales no
se ha establecido todavía una lista de prioridades, así como el listado de símbolos, puntos de encuentro y desplazamientos que se
consideraron prioritarios.
A continuación se listan los puntos y espacios prioritarios señalados en el mapa cultural.
SÍMBOLOS
Fugares símbolo
Verdes
1. Palo del Ahorcado
2. Parque Pandiactiva
Calles
3. Calle Cementerio
Otros
4. Puente de Los Indios
Construcciones símbolo
Educativas
5. ICES
6. Jardín Infantil Potosí
7. Centro Vecinal Guías de un Nuevo Amanecer
8. Flogar Infantil Hombres Nuevos
Eos mapas n a t u r a l e s , una h e r r a m i e n t a p a r a la gestión local
s.'/noj
-
4
~
SKZKJ(|
-
"'di1'.)
-
s.inluicj
ra
-
SKIJ.IUI;-)
-
-
u-
-1-
;+
-1
-
-
-
^i
-
-
1-
-
~
"•
<
soj.ipiuic]
sopK.ijsiiu.xlns
-
s
<~0
uoi.nr/uníijo 3( |
-
-
pn|i;s,i(I
-
SOSOl.olJ.l^j
-
'soi.io.Si3u 'snpnni |
-
EUKinmuio.i
-t-
-
^
-
-
-
-
r
¡-
^1
~-\
OC
-
^
r1
F--
-t-
r
-
-
-
H
-
-
-
<-1
-
i
<
-
-
-
-1
-
r~]
-,
-+
-
-
~1
-
<~ 1
-,
e-
'-a
-
-t
i-
^t
.1
-.
-
^1
~,
*~ 1
<-
-h
(s.i.n;||i(|-of.n|
S11AUK3J13J-J
SOAUE.inp'.]
-
t-]
X
R
s.
=Q
-
7.
y
'-
-
-
[AIRO C H A P A R R O
2
VALDERRAMA
52
9. CIAF Despertar
10. Escuela Pradera-Esperanza
11. Escuela Paraíso
12. Escuela Nueva Argentina
12. Centro Comunitario Nuevos Horizontes (Bellavista-La Y
14. Escuela Bellavista y Jardín Pitufines
De gobierno
15. La Casona (sede JAL)
Objetos símbolo
16. Viejo Tanque de Agua
17. Cruz de tiraba
PUNTOS DE ENCUENTRO
Recintos
Educativos
18. Escuela Divano Niño
19. Escuela de Tanque Laguna
20. Instituto San Pablo-David Ben Gurión
(talleres, aulas, biblioteca, polideportivo)
21. Escuela de Canteras
12. Escuela de Manuela Beltrán
23. Librovía de Potosí
Recreativos
IA. Club Social y Canchas de Tejo Monterrey
25. Billares El Esquinazo (Santa Rosita)
26. Cancha de dejo Paraíso
27. Cancha de Tejo Palo Negro (Plan Media Loma)
Religiosos
28. Iglesia Santa María de Jerusalén (Tanque Laguna)
29. Iglesia Nueva Argentina
Eos mapas culturales, una herramienta para la gestión local
2
3(1. Iglesia Manuela Beltrán
3 1. Iglesia de Potosí
De salud
32. CAMI Tanque-Santa Rosita
33. CAMI Manuela Beltrán
De organización comunitaria
34. Centro Comunitario Potosí
35. Grujió Juvenil Nueva Argentina
36. Centro Vecinal Nueva Argentina
37. CELODIJE
38. Centro Vecinal Manuela Beltrán
39. Casa de los Abuelos en Potosí
Espacios públicos
Paraderos
40. Paradero de Potosí
41. Tres Esquinas
42. Paradero de Expreso Bogotano
43. Paradero de Candelaria (frente a la plaza de mercado)
Canchas
44. Potosí
45. Tanque-Laguna
46. Santa Rosita
47 Nueva Argentina
48. Manuela Beltrán
49. Bella Vista-La Y
50. Puente de Los Indios
Parques
5 1. Aledaño al Puente de Los Indios
52. Frente a CELODIJE
53. De Manuela Beltrán o Los Cerezos
53
J U R O ( I I \ P A R R O y \ I , I ) t RR \ M A
2
53
Calles
54. 1 .a Y
55. Calle 76 entre transversales 49 y 50 (Tres Esquinas)
56. Calles comerciales de Tanque: calle 73B (una cuadra), carrera 4515 (dos
cuadras) y carrera 45 (una cuadra)
57. Calle comercial de Nueva Argentina y Santa Rosita: calle* 70 desde la
transversal 50 hasta la transversal 480
Otros
58. Plaza de Mercado de Candelaria La Nueva, trente al paradero
DESPLAZAMIENTOS
Pavimentados
Énfasis vehicular
59. Ruta de bus desde la plaza Candelaria hasta la cancha Potosí
00. Ruta de bus: calle 69B entre carrera 46 y calle 69K
61. Ruta de bus: calle óHC-carrera 46-La Y-carrera 45, hasta 1 res Esquinas
02. Carrera 45C entre calles 73B y 75
63. Transversal 44A y carrera 42 (Potosí)
04. Carrera 48 entre la calle 68F y la avenida Villavicencio (subida a Bellavista-La Y)
65. Acceso desde Sierra Morena hasta la calle 70, doblando por la 4715
hasta Fres Esquinas
66. Acceso desde el sector de Sierra Morena hasta el paradero de Expreso Bogotano
\ o pavimentados
Énfasis peatonal
67. De fres Esquinas al paradero de Potosí (transversal 49C-calle 77APotosí)
68. Del Puente de Eos Indios al Viejo lauque del Agua (73B)
Eos mapas culturales, una In rranuenta para la gesli
local
69. Calle 73C (del paradero de Expreso Bogotano a la carrera 48A)
70. Transversal 40 desde La Y hasta la calle 69A
Destapados
71. Tramo de la procesión de semana santa: Palo del Ahorcado-calle 80diagonal 79
72. Carrera 43: desde el puente de I .os Indios, pasando por La Isla, llega al puente de madera hasta la calle 77
7 v Transversal 46A desde el paradero de Potosí hasta la diagonal 82B
74. Transversal 50 desde ei paradero de Expreso Bogotano hasta Tres Esquinas
75. Cruce de la calle 74 con la carrera 47
76. La "Zeta" desde la calle 75 y la carrera 46 hasta la carrera 45,\ \ la
calle 75B
77. Carrera 46C desde la calle 72 hasta la calle 72C
78. 'Transversal 49A desde la calle 70 hasta la calle 69C
79. Carrera 491) desde la escuela Canteras hasta el caño El Chulo
80. Calle 69A desde la transversal 47B hasta la calle Cementerio
81. Carrera 48 desde el Jardín Huitines hasta la calle 6SH
82. Calle 72 desde la carrera 48C hasta la carrera 47B
83. Calle 71 entre carreras 46B y 45B (Paraíso)
Escaleras
84. Calle 76 entre la transversal 49C y la carrera 47, Tres Esquinas-Pandtactiva
85. Calle 73C entre las carreras 47 y 47B (Santa Rosita)
86. Escaleras de Canteras adjuntas a la escuela
87. Calle Cementerio
88. Carrera 45B y 451) entre calles 68F y 68C bis ( Manuela Beltrán)
90. Acceso desde el paradero tic Candelaria hasta ei sector de Manuela
Beltrán
91. Adjuntas al parque infantil trente a Celodije
A I R O C H A P A R R O VA 1,1)1, RR A M A
256
Caminos de herradura
92. Transversal 46A desde la diagonal 82B hasta la cañada (último tramo de Potosí)
93. Bajando de Las Brisas hasta Puente de Madera por el zanjón La Muralla (Potosí)
94. Calle lateral a la cancha "abismo" de Santa Rosita
95. Calle 72 desde la carrera 46C hasta la carrera 47B
96. Transversal 49A entre las calles 69C y 69C (bajada a Canteras)
Z. Arca de influencia de la carrera Quinta, entre los parques Nacional
v de la Independencia, en Bogotá
E n el primer trimestre de 1994, la Unidad Coordinadora Plan
Centro de la Alcaldía Mayor de Bogotá manifestó a los habitantes del área comprendida entre el parque Nacional y el parque de
la Independencia su interés en intervenir la carrera Quinta. Este
anuncio motivó algunas reflexiones públicas sobre problemas que,
en los últimos años, se han convertido en factores constantes de
preocupación en este sector de la ciudad, a saber: la inseguridad,
la indigencia, la drogadicción, los altos niveles de tráfico vehicular, las relaciones residentes-comerciantes, residentes-instituciones, residentes-oficinas y la acumulación o dispersión de basuras.
En aquel entonces, la Corporación Raíces elaboró y aplicó un
paquete de encuestas que permitió un primer nivel de sistematización de la percepción que los pobladores del área tenían sobre
sus problemas, las modalidades y los factores que inciden en los mismos y sus posibles soluciones, tal como se resume en el cuadro de
la página 258. Dentro del total de soluciones propuestas en las encuestas por los habitantes, el peso específico de las mismas, según
tipo de acción, se distribuyó en orden de importancia, así:
Los mapas culturales, una herramienta para la gestión local
2
TIPO DE ACCIÓN
PESO ESPECÍFICO
Prevención (controlar, vigilar)
31,6%
Persuasión (educar, organizar)
26,5%
Represión (castigar)
22,3 %
Mejoramiento en la prestación de
servicios estatales
57
18,1 %
Los resultados enunciados pusieron de presente en ese momento varios aspectos de importancia que debería tener en cuenta la
Administración Distrital al tomar decisiones de inversión en el área.
Ellos fueron:
—Que a primera vista la sola remodelación física de la carrera
Quinta no aparecía como asunto prioritario para los habitantes del
sector, los cuales se sentían mucho más afectados por problemas
de inseguridad, drogadicción, basuras y organización del tráfico
vehicular.
- Q u e el diseño y la forma de llevar a cabo la remodelación
de la carrera Quinta debía buscar la manera de articular, explícitamente, la intervención física con los problemas más sentidos por
los pobladores, más aún si se esperaba que, con posterioridad, éstos
velaran por el mantenimiento del nuevo espacio público que se iba
a generar.
—Que, de entrada, existía una cierta conciencia sobre el hecho
de que el Estado por sí solo no podía solucionar el conjunto de los
problemas y que resultaba indispensable modificar hábitos y comportamientos ciudadanos, así como incrementar los niveles de organización y participación vecinal para poder construir soluciones
viables.
I \IRO CHAPARRO
258
VALDERRAMA
,
if ,s
-r^
'->
~ ,S
b
rt
. ^
"0
aj
a
¿
_¡2
c? 'S -3
-0
IJ
u
rt
d
3
«
3
n:
2
u
T3 Í
|
IJ
í
S;
.*^
T
P
^
i
~rt
£
"3
' ¡72!
~-
'•~>
'
ll
"G
^
c5
'G
OJ
,
;sb >
O
CJ
u
1-
OJ
<—
~
¿
i-,
' •->
,j-.
5
1
OJ
"O
ra ¿
T3
='
^ "3
s
i^
£
rt
Lg
5
N
C
CJ
_^r
-73
3
0
3 22
^ '3
CJ
a.
¿
MJ
0
3
-a
^
• —
?
c H
&j
13
CL
¿T
u
y;
tÜ
Q
>
c2 -a
5
§
13
'C
"S
1
- "£
,Q
CJ
O
L-
rt
"rt
"§ 3
rt
(O
cj
-^
c
3J
u
3
'>
d"
•a
Í-2
u
N
c
m
tí
rt
0
'c
^
g
Su
CJ
'> .5
4-2
O
U
Ó
bp x )
^ 5
u
rt
1
O
g
-75
0
u
u
C
rt
H ~5
-+•
rt
_c
CJ
••3
bu
"V
u
y.
s
-d
u
5
T J
CU
£
a
t)
T3
u
Crt
"rt
rt
'Si
c/T
0
CJ
p
rt
*"! « E
43 - Ü
0" i ^
yT
u
C3
y.
'A
-^ _S 70
rt
3 ' 'B
• "
"O
*r)
rt
t»J
Q
CJ
O
CJ
rt
1
OJ
3
•C
'í.
.S
U
5J
s
u
u
¿
„
c¿
-,
T3
3
¡v
:
ET
yT
bfl
c/T
OJ
'bb
rt
c;
CJ
U
CJ
CJ
7
Li
rt
bJü
CJ
^ -¿
u
t
C
—.
c
s-
1 -
CJ
CJ
2
CJ
2
^
f
Art"
u
~
-
aj
'§
1—
rt
>
CJ
-yf
-
".
1-,
y.
L-,
~rt
B -S
CO
9 _r
OJ
c
^Jj
c^
3"
~
CJ
'5c
B
' O
•i
r-I
^u
c
"3
.= |
2.
8
C
S A3
c/T
|1
-
v¿
12
rtl
b
•r.
J*
-3
("rt
:Á
'\~j
g
u
U
-
U
"O
CU
CJ
• —
bJj
U
eco
u
• 3J
"bp
.2
.
t)
rt
tj
sj
P¿
3
oí
T3
" "P
t)
•S 1
.2
'^'
2
•£•
Ce3
rt
T J
P2
~o Ó
U
C
ra
cu
'•>-
s
n
i- H ü'
OJ
[to
vi
OJ
O
rt
S
CJ
u
c"
•__
x
r-'
^
>
"
13 -5
d
cu
C
x
u
-L,
-JZ
Los mapas culturales, una herramienta para la gestión local
2
59
Ahora bien, el área de influencia de este tramo de la carrera
Quinta comprende los barrios de La Merced, La Perseverancia,
San Martín, La Macarena, San Diego, las Torres del Parque y el
Bosque Izquierdo, configurándose así una zona de mucha diversidad y amplia movilidad, en la cual convergen actividades comerciales grandes, medianas y pequeñas, actividades residenciales de
distintos estratos, actividades recreativas de orden barrial y metropolitano, actividades educativas de nivel superior (existen allí sedes
de la Universidad Distrital, de la Universidad Incca, del Colegio
Mayor de Cundinamarca y de Incolda), de nivel intermedio, de secundaria, primaria y preescolar, así como una cierta presencia de
actividades artísticas, entre otras. Esta configuración del sector, y el
hecho de ser la carrera Quinta un corredor importante para acceder
al centro de la ciudad, produce un alto tráfico vehicular y la presencia diaria de una población flotante muy numerosa.
La ausencia de planificación real para el conjunto del área, un
cierto nivel de desentendimiento ciudadano por lo público (más en
unos barrios que en otros) y algunas acciones focalizadas de mejoramiento han ido transformando de manera lenta y progresiva las
características y los usos del espacio público, junto con los rasgos
generales de este retazo de ciudad. Algunas de las manifestaciones
más visibles de este proceso de transformación son:
—ETna presencia creciente de comercio no barrial y la ocupación de un mayor número de predios por parte de grandes entidades tanto privadas {y. gr. los concesionario de carros o el Noticiero
QAP) como públicas (v. gr. la Fiscalía o la Universidad Distrital) y
distintas clases de oficinas.
—Desbordamiento del parqueo vehicular en andenes y calles del
área, irrespeto regular de las señales de tránsito y de las rutas establecidas para el transporte público.
JA1R0 CHAPARRO VALDLRRAMA
2Ó0
—Incremento de la población flotante en el sector, en especial
estudiantes y oficinistas.
-Crecimiento de la población en estado de indigencia y ocupación permanente por parte de la misma de algunos espacios públicos.
—Acumulación y dispersión de basuras de forma transitoria (de
uno a dos días), en algunas esquinas y puntos del sector.
—Niveles de vandalismo, inseguridad y drogadicción, que fluctúan pero no logran ser erradicados de manera definitiva.
-Incremento de la construcción en altura, especialmente en los
barrios La Macarena y San Martín.
—Mayor nivel de arborización en algunas calles y acciones
puntuales de embellecimiento de las mismas, en algunos casos.
-Mejoramiento radical y muy positivo de los parques Nacional y de La Independencia.
El Plan Centro de la Alcaldía Mayor de Bogotá mantuvo su
interés hasta el día de hoy en recuperar el espacio público de la
carrera Quinta, y los antecedentes mencionados indicaban la importancia de desarrollar una estrategia coherente de participación
ciudadana para diseñar un pacto de convivencia que garantizara
la observancia de un conjunto de comportamientos constructivos
en el espado público, en virtud de los cuales se pudiera pensar en
mantener en buen estado físico y estético la carrera Quinta, una vez
concluyeran las obras sobre la misma, pero, a la vez, que permitiera afrontar colectivamente el conjunto de problemas existentes en su
área de influencia, convocando para el efecto a residentes, comerciantes y entidades tanto públicas como privadas.
En ese contexto, la Corporación Raíces rescató un Mapa de vida cotidiana elaborado años atrás, en el que se indicaban los puntos
de encuentro y los desplazamientos peatonales usados en el sector,
Los mapas culturales, una herramienta para la gestión local
261
a partir de los cuales diseñó una estrategia de participación que, entre otras cosas, propone asumir sesenta y tres puntos de encuentro
como nodos de información comunitaria. Uno de los propósitos es
involucrar a las organizaciones formales y a las no formales, pero
también a franjas de la población no organizada que, como siempre, es la mayoría, en un proceso de construcción colectiva de dos
productos básicos:
—EIn pacto de convivencia suscrito por residentes, comerciantes, entidades públicas y y empresas privadas, que contenga: mecanismos de preservación y embellecimiento del espacio público,
normas de comportamiento en el mismo y uso del suelo.
—Un programa de desarrollo sectorial que sea incorporado a
los Planes de Desarrollo Local y Distrital para el período de 1998
al año 2000.
Construcción y usos
Los mapas culturales se construyen a partir de un riguroso trabajo
etnográfico apoyado en observación, entrevistas, encuestas, tertulias y ejercicios colectivos en torno de planos del lugar para identificar símbolos e imaginarios, etcétera. Todo dependerá siempre de
lo que se quiera lograr con cada mapa.
Los mapas, en tanto documentos sistematizadores que retratan
la vida cotidiana, pueden y deben ser actualizados regularmente a
través de diversos programas de sistemas, de suerte que sea posible
disponer de una ayuda vigorosa y vigente para desarrollar con mayor sensatez la gestión pública local.
En nuestro caso, hemos visto su utilidad también en procesos pedagógicos con niños y jóvenes, y en la organización de fiestas y carnavales.
AIRO CHAPARRO
VALDERRAMA
2Í)2
Quizás lo más importante de todo esto es la posibilidad -al
menos como hipótesis de trabajo— de crear vasos comunicantes entre cultura, participación y desarrollo; entre vida institucional y vida
cotidiana, para tratar de caminar senderos que nos conduzcan hada nosotros mismos y hacia relaciones más armónicas con nuestro
entorno humano natural. L o que sospechamos es que este tipo de
reencuentros tienen la posibilidad latente de gestar renovados senderos de desarrollo.
Identidades culturales e imaginarios colectivos
Las culturas juveniles urbanas vistas desde la cultura rock
Germán Muñoz
rbstoy convencido de que la cultura es hoy una categoría clave para
la comprensión de la sociedad contemporánea, del mismo modo que los
sociólogos consideraban el trabajo un concepto nodal para la comprensión del siglo XIX. En el proceso de cambio debemos retener
dos aspectos: primero, a nivel propiamente material, tenemos una
sociedad que se urbaniza, heredera de la Revolución Industrial y de
las transformaciones políticas que permean el sigloXIX. Existe además un avance de la técnica, el advenimiento de una materialidad
tecnológica sobre la cual se asienta toda una cultura (telégrafo, ferrovías, transportes urbanos, máquinas impresoras, fotografía, cine,
etcétera), Pero es bueno aclarar que estas transformaciones implican también un nuevo modo de ser, una sensibilidad, un modo de percibir el tiempo y el espacio, el lujo y el consumo. Esos cambios han
sido muy bien captados por quienes se interesan en la historia del
arte (los impresionistas y los escritores apuntaron a esa cualitativa
transformación de la sensibilidad), pero que pueden ser observadas en espacios no propiamente artísticos, como las megatiendas o
las exposiciones universales... La consolidación de una cultura realmente mundial es un producto reciente de la historia: data de la postguerra (1945). Ahora tenemos una globalización de la economía y
de la política. En ese contexto, el papel de los medios de comunicación
resulta fundamental: sean los antiguos sistemas (televisión y cine),
OERMAN M U Ñ O Z
264
sean las "nuevas tecnologías" (la informática) que impulsan el desarrollo de una cultura mundializada. El cuadro se vuelve distinto
del existente...
La conquista de nuevos conceptos nos permite dar todavía un
paso adelante: construir globalmente algunos de nuestros objetos
de estudio. Un ejemplo: la juventud. Como fenómeno ella puede
ser pensada dentro de las sociedades nacionales: la juventud en los
Estados Unidos, en Brasil, en el Reino Unido o en Suecia. Una manera más amplia sería considerarla desde el punto de vista comparativo. Ahora bien, sobrepasaríamos los límites anteriores, aunque
permaneceríamos en el plano de la comprensión "tradicional" de
las ciencias sociales. Pues el análisis comparativo requiere la autonomía de las sociedades para enseguida aproximar las convergencias y las discrepancias existentes entre ellas. Una propuesta radical
sería, no obstante, la de considerar la juventud como un fenómeno
global. Evidentemente habría que definir lo que entendemos por
eso, pero —subrayo— lo importante es que el pensamiento, al situarse en este punto de vista, puede postular la existencia de sustratos juveniles desterritorializados, para enseguida, en abstracto, reunidos en
cuanto objetos sociológicos. Los países, las sociedades nacionales,
ya no serían el foco central para la definición territorial de nuestra
temática, sino que lo sería un conjunto de elementos —maneras de
pensar, de vestirse, de comunicarse, de comportarse— que nos servirían de parámetro. La "juventud" se entendería como el cruzamiento de estas maneras de ser, permitiéndonos comprenderla en
su extensión mundializada 1 .
Fas identidades postmodernas son transterritoriales y multilingüísticas. Se estructuran menos desde la lógica de los Estados que de
Renato Ortiz, Modernidad y cultura (Sao Paulo: s. d., 1994).
Identidades culturales e imaginarios colectivos
265
los mercados; en vez de basarse en las comunicaciones orales y escritas que cubrían espacios personalizados y se efectuaban a través
de interacciones próximas, operan mediante la producción industrial de cultura, su comunicación tecnológica y el consumo diferido y segmentado de los bienes Ea clásica definición socioespacial de
identidad, referida a un territorio particular, necesita complementarse
con una definición sociocomunicacional...
En las nuevas generaciones las identidades se organizan menos en torno de los símbolos histórico-territoriales, los de la memoria patria, que alrededor de los de Hollywood, Televisa o Benetton.
Mientras en las grandes ciudades los centros históricos pierden peso, las poblaciones se diseminan... los jóvenes encuentran en ellas,
en vez de núcleos organizadores, "márgenes para inventarse". La
identidad pasa a ser concebida como el "punto focal de un repertorio estallado de mini-roles más que como el núcleo de una hipotética interioridad" contenida y definida por la familia, el barrio, la
ciudad, la nación o bien cualquiera de estos encuadres declinantes.
¿Podrían ser las identidades, en estas condiciones, objeto de políticas?...
Quizá las dos manifestaciones que hacen más patente la dificultad de hablar de una identidad homogénea en cualesquiera de las
grandes ciudades (Buenos Aires, Santiago de Chile, Sao Paulo y
México) sean las bandas juveniles y la discriminación a los migrantes. Las bandas "compensan" la atomización y la disgregación de
las grandes urbes ofreciendo pertenencia a grupos; ante la pérdida
de expectativas escolares y la estrechez del mercado de trabajo, brindan a decenas de miles de jóvenes otras formas de socialización y
de acceso a los bienes de consumo. Pero las bandas también llevan
hasta la exasperación los enfrentamientos interculturales, la ardua
convivencia entre nativos y migrantes, entre migrantes de diverso
GERMÁN M U Ñ O Z
2 66
origen, las disputas por el territorio y el control socio-político. Sus
nombres irritados lo dicen con elocuencia: Sátiros, Ratas Punk, Niños Idos, Bastardos, Funerales, son algunos de Ciudad de México. Las bandas juveniles, como el comercio informal y otros tipos
de organización fractal, evidencian la incapacidad de las políticas
sociales y culturales macro para dar respuestas omnicomprensivas.
La suspicacia de vastos sectores hacia esas políticas y la multiplicidad irreductible —a menudo inconciliable— de lenguajes y estilos de
vida, de estrategias de supervivencia y comunicación, manifiestan
cómo se descomponen las megadudadesó
En este proyecto no partimos de una hipótesis a probar, sino
más bien de algunas intuiciones relacionadas con el primer módulo, dedicado al cine: resulta posible acercarse a la comprensión de
las identidades culturales mediante el análisis de objetos culturales
que construyen y son construidos por imaginarios colectivos. De
dicho módulo quedaron decantadas las siguientes conclusiones:
1. La "epistemología de la complejidad" es el marco en el que
se pueden pensar los objetos de estudio culturales.
2. La cultura ocupa hoy una centralidad en el pensamiento social (complejo), y es categoría clave para comprender la socialidad
contemporánea.
3. La comunicación ocupa la centralidad de la dimensión cultural, entendida como sentido compartido a través de sensibilidades comunes.
En la formulación inicial del nuevo objeto de investigación
pusimos en relación dos categorías: "El rock y las subculturas juveniles urbanas". En el desarrollo se hizo claro que el objeto de
estudio son las culturas juveniles urbanas (no los sujetos llamados
N . García Canclini, Ciudadanos y consumidores {México: Grijalbo, 1995).
Identidades culturales e imagínanos colectivos
267
jóvenes), las cuales son inasibles en sí mismas, razón por la cual elegimos mirarlas desde un punto de vista que consideramos privilegiado y pertinente: la cultura rock (no la música exclusivamente).
Entendemos ambas, en su cruce, como "intensidades" que se modulan recíprocamente.
El objeto así delimitado nos aparece como excesivo, frac tal y
complejo. Ca primera consecuencia ha sido asumir conscientemente "la pérdida de la totalidad" o de la pretensión de unidad en la
mirada. Y ello conlleva el reconocimiento de diversos puntas de vista
que desde diversas perspectivas muestran facetas del fenómeno:
—la mirada comunicológica ("la interpretación" de las culturas juveniles a partir de sus propios arquetipos),
—la mirada antropológica (la observación de actuaciones de algunas "comunidades emocionales"),
—la mirada estética (el análisis de su producción simbólica desde el ángulo de "la sensibilidad"),
—la mirada de los nocheros ("participantes directos" de la cultura que focaliza el acceso).
El reto de abordar las culturas juveniles urbanas mediante la
recepción de la música rock nos obligó a transformar en cierta medida la noción de sujeto de la cual partimos: a transformarla retomando los planteamientos de la anterior investigación y a hacerla
compleja para avanzar sin ataduras en el camino abierto. Este giro
obedeció a la necesidad de ser en verdad coherentes con los cambios de percepción, sensibilidad y pensamiento propios del ser humano contemporáneo, un ser "constituido por" y "constituyente de"
los objetos culturales más importantes del siglo.
E n consecuencia, el trabajo ha logrado:
—Proponer elementos conceptuales y metodológicos para que
tanto el Estado como la sociedad civil colombianos reconozcan pú-
GERMÁN M U Ñ O Z
268
blicamente las ricas identidades de los actores juveniles, con miras
a potenciar su desarrollo y crear los mecanismos para inter-actuar
con ellas en el escenario social.
—Establecer, desde la dimensión simbólica, un nuevo acceso
a la comprensión de las culturas juveniles urbanas contemporáneas en tanto "comunidades de sentido" múltiples, diversas y cambiantes, poseedoras de saberes y sensibilidades propios.
—Reconocer la "cultura rock" —sin quedarnos en la música ni
en los rockeros— como una mediación simbólica que nos permite
la mejor aproximación al objeto de investigación.
—Examinar desde un enfoque cultural algunas hipótesis, respecto a formas de ser/parecer de las culturas juveniles urbanas: la
sensibilidad emocional, las atmósferas en donde conviven, su permanente mutación o inestabilidad, las "tendencias" o "modas" en
las que se inscriben y que no obedecen a un principio ordenador
de la totalidad ni son aspectos puramente "residuales" para su comprensión; la circulación dinámica de sus capitales simbólicos vehiculados en objetos culturales de amplio consumo entre actores
de la "nueva generación": video, música, ropa...
Los estudios acerca de la músicapop plantearon el más sofisticado reto para la teoría cultural (su primera ruptura con la sociología
tradicional) al no abordar los sonidos como objeto, sino el análisis
del estilo-moda, cabello, formas de vida. Los orígenes se remontan a investigaciones de los setenta acerca de subculturas juveniles
en Gran Bretaña, leídas como "desviaciones": los teds, los rockers
y los mods, puestos en el mismo rango de los homosexuales, hooligans y drogadictos. Aparecen así trabajos en el Centro de Estudios
Culturales Contemporáneos de la Universidad de Birmingham,
con el enfoque marxista, tales como los de Phil Cohén, quien establece una relación entre identidad subcultural y culturas de clase.
Identidades culturales c imaginarios colectivos
26y
A mitad de los setenta, el mismo Centro fusionó los enfoques
marxista y feminista en análisis textuales de la significación cultural usando modelos semiolingüísticos. Sus esfuerzos por entender las subculturas juveniles condujeron a producir la colección
titulada Resistencia a través de los rituales. Junto con el libro de Dick
Hebdige Subcultura: el significado del estilo, establecieron las claves
para el análisis de identidades subculturales entendidas como respuestas a las tradicionales culturas "parentales", haciendo del análisis
un collage en que la noción de subcultura presenta soluciones imaginarias a problemas reales mediante el uso de signos icónicos. El
trabajo retoma a Levi-Strauss, Althusser, Barthes y Kristeva, entre otros, para definir el más fuerte análisis teórico del pop en su
momento. Cuando ese tipo de análisis se agotó, subsistió una clave
en la comprensión del pop y el rock por dos razones: porque representa el primer intento de trabajo sobre significación ligado al consumo de música; se propone así una alternativa para los métodos
cuantitativos de investigación de audiencias y relieva el papel activo de los jóvenes en la construcción de sus propios sentidos. Segundo, porque define la culturapop/rock tanto por su carácter visual
como auditivo, llevando el análisis de estilo a un compromiso central con su iconografía.
Fue así cómo, por encima de la aparente subvaloradón de la
música en las subculturas, dichos investigadores acertaron en la
visión del pop/rock en su interacción histórica con el estilo. Fd trabajo de Paul Willis muestra el intento de comprender el papel de
la música en la vida de una subcultura a pesar del rudimentario
análisis del concepto de tiempo entre los rockanroleros. E n forma
análoga, Hebdige apunta al papel del punk como ruido que corresponde a ideales de anarquía y caos. Y a la caracterización de
esta subcultura como vanguardia estética que tipifica el ala más
GERMÁN
MUÑOZ
2/0
definida del análisis cultural. Su punto de vista más interesante
propone, como en los estudios acerca del cine y la televisión, que
el estilo subcultural no es sólo asunto de contenidos (diversos signos) sino de formas (diferentes prácticas significantes).
Ahora es obvio que el estudio académico dtlpop y del rock, que
comenzó en los departamentos de sociología en los años cincuenta
y continuó con el desarrollo de la teoría de subculturas en los setenta, se convirtió en los ochenta en la disciplina llamada "estudios culturales" o comunicología. En Estados Unidos, de hecho,
nace en departamentos de comunicación que, en la práctica, combina enfoques sociológicos sobre las instituciones y audiencias de
la cultura popular con teorías de la interpretación elaboradas con
aportes de la semiótica, el psicoanálisis y la crítica literaria. El problema es que se plantearon en relación primero con textos escritos y luego con la imagen —fotografía, cine, televisión, publicidad—.
N o es clara la relación con el sonido: su indudable apropiación
de la musicología es un nuevo estadio de los estudios culturales.
Will Straw ha sido pionero en una mirada al heavy metal desde el punto de vasta sociológico. Este género ha sido despreciado
por críticos y teóricos de las subculturas (no parece tener el encanto dti punk), pero es probablemente el padre de la forma rockera
y su estudio es básico para la comprensión del fenómeno. Otros
trabajos notables —Grossberg, Riesman— intentan poner el rock
como base de una teoría general del empoderamiento cultural, y
el uso de grabaciones de música juvenil como medio de diferenciación social. Queda en claro que en los últimos cuarenta años la
academia ha dado un giro completo en la lectura de las culturas juveniles
y su expresión musical.
El mayor énfasis del Centro de Estudios Culturales Contemporáneos consistió en explicar la emergencia de estilos juveniles
Identidades culturales e imaginarlos colectivos
271
particulares, y de su capacidad para resolver problemas. En su trabajo Conflicto subcultural y comunidad obrera, Phil Cohén fija una posición en la cual se ponen en interacción la economía, la ideología
y los factores "culturales" para generar subculturas, entendidas
como "una solución común para dos necesidades contradictorias:
la necesidad de crear y expresar autonomía y diferencia con los
padres... y la necesidad de mantener identificaciones parentales".
Es decir, constituyen soluciones colectivas a problemas compartidos, sean éstos movilidad social o chovinismo. Aquí cabe una crítica: la definición proviene de un enfoque de clase que no explica cómo
cristalizan nuevas subculturas, de dónde nacen otros estilos de vida...
Porque no basta considerar una subcultura como una "desviación" en el sentido weberiano, que surge estimulada por la magnitud de los problemas; éstas no son estáticas ni rígidas, no se
confinan a su génesis... se transforman, son apropiadas, desfiguradas o destruidas... y los jóvenes se mueven de una a otra no sólo
para resolver sus problemas, sino más hitnpara sentir afecto. Las
"auténticas" subculturas muchas veces son congeladas en un momento histórico para verlas como una imagen esendalista, pura y
no contradictoria. Las subculturas se revelan en el análisis empírico
como difusas, diluidas e informes... Las subculturasjuveniles no son simples "soluciones imaginarias" sino también resistencia simbólica, lucha
contrahegemómca, defensa de espacios culturales con 'autonomía relativa "
en el nivel ideológico... Las políticas de juventud no se restringen a
una consideración del poder simbólico del estilo y a su capacidad
de innovación... Sin embargo, el poder de las subculturas está en
su capacidad de simbolizar, de hacer presencia desde la diferencia, de levantar sospechas y extrañas sonrisas...
La contraposición entre lo normal (ligado al buen "sentido común" y a la cultura obrera) y los estilos subculturales está arraiga-
GERMÁN M U Ñ O Z
272
da en la posibilidad de comprenderlos como dinámicos y difusos.
Su significación se relaciona con la otredad y la subversión de un
supuesto orden natural "chapuceado". Para los miembros de cualquier subcultura resulta en extremo difícil reconocerse a sí mismos
en una descripción desde el punto de vista de su estilo y poder
simbólico: la mirada sobre ellos resulta opaca, excepto para la publicidad. Ellos hablan a través de sus modas. Respecto al asunto de
la raza, el soul, el disco, el funk, la salsa y hasta elpop, se han apropiado estilos negros; es un error pensar que la única fusión ha sido
la delpunk con el reggae, como única forma contemporánea de cultura juvenil.
Cualquier análisis futuro sobre la juventud debe trascender
el foco único del estilo ( = m o d a ) . Yendo más allá de la categoría
"clase social" reducida a fuerzas de producción,las subculturas deben
definirse más que por la posesión de artefactos y estilos, por un completo
"modo de vida " estructurado por las relaciones de clase, género, raza y
edad... vividas permanentemente y no sólo en losfinesde semana. Tampoco podemos reducir las subculturas a puras operaciones en la esfera del ocio, separándolas de los espacios hegemónicos (escuela,
hogar, trabajo) y sus formas de resistencia. Recordemos que también los jóvenes obreros gozan con la música, modas y otras actividades de las demás subculturas, sin perder su "autenticidad",
configurando así una cercanía con la llamada "cultura de masas".
De hecho, un joven no tiene que adoptar el uniforme completo de
una subcultura para ser expulsado de su hogar o de su trabajo,
para molestar a los adultos, ser considerado poco " masculino" o
poco "femenina", para que le prohiban la entrada a un restaurante
o para ser molestado por la policía... Dichas prácticas significantes
no le pertenecen exclusivamente a las élites. La diferenciación radical entre modas propias de una subcultura y la "normalidad" es
Identidades culturales e imaginarios colectivos
2
13
cada vez más difícil de sostener debido al incremento en la diversidad de estilos sin estándares definidos. Después de lospunk, toda
combinación posible de estilos llegó a ser posible. El fenómeno
de la "nueva era" rompió con otro conjunto de prejuicios.
La investigación sobre jóvenes:
estudios de (y desde) las culturas
José Fernando Serrano
EAste documento procura señalar la relación entre jóvenes, juventudes y culturas desde dos puntos de vista: el primero indaga por
la comprensión cultural de la "juventud" al considerarla categoría construida histórica y culturalmente, para avanzar en la problematizadón de dicho término, y el segundo propone la discusión
de las formas de investigar a los jóvenes con sus culturas a partir de
la creación tanto de sujetos de investigación como de sus perspectivas de abordaje.
1. Fosjóvenes como sujetos: "desnaturalizar"para culturizar
¿De quién hablamos cuando nos referimos a "los (y las) jóvenes"?
¿Qué los define? ¿Existe una condición particular que les dé su
carácter como sujetos específicos? En esta primera parte vamos a
plantear lo que implican las nociones de "joven" y de "juventud" y
sus efectos para la posible definición de un nuevo campo de investigación.
1.1. Fa cuestión de la edad
Empecemos señalando que de manera general se tiende a asociar
las ideas de "joven" y "juventud" a características relacionadas con
La investigación sobrejóvene:
275
la edad corta, la novedad, la falta de experiencia, un estado pasajero
y de tránsito 1 ; en este sentido, "joven" y "juventud" se entienden
más como calificativos de ciertos sujetos, de momentos vitales o,
como veremos más adelante, de formas culturales. Lo que vamos a
proponer es pensar a los "jóvenes" como sujetos sociales y a la juventud, o más bien las juventudes, como las condiciones que se desprenden de ello; consideramos que hoy lo joven se convierte en un
modo de estar en el mundo, en la construcción de un "mundo de la
vida", que va más allá de las consideraciones o las determinaciones
por la edad; esto nos lleva a tener en cuenta aspectos históricos y
culturales que desarrollaremos a continuación.
Si bien en general las ideas de joven y juventud están asociadas con la diferencia por edad y su efecto como marcador sociobiológico, desde dicha diferencia se determinan papeles sociales
específicos, gradaciones, clases, grupos, posiciones, etcétera, que hacen de ella un asunto que va más allá de prescripciones biológicas
para convertirse en una cuestión cultural. La determinación de la
condición de juventud con un criterio esencialmente etario deja de
lado una variedad de aspectos como la situación histórica, la condición de clase, la etnia, el género, las estéticas, los modos de sentir o
la integración simbólica en las redes de mercado, entre otros, que
en cierto momento pueden resultar más significativos y significantes que la edad en la definición del ser juvenil.
De otra parte, el uso de la condición etaria para definir poblaciones responde a valoraciones de la edad que tienen efectos homogeneizantes sobre los sujetos sociales al asignar condiciones
1
Usamos estas expresiones entre comillas para entatizar su carácter de conceptos elaborados tanto histórica como culturalmente y resaltar que no tienen un
significado único. F.n el resto del texto las vamos a usar en este sentido.
JOSÉ FERNANDO SERRANO
276
supuestas —"naturales"— a cada estadio vital. Chudacoff (citado por
Lesko, 1996: 148) señala que a principios de siglo el capitalismo
industrial, los desarrollos tecnológicos, la medicina y la educación
contribuyeron a desarrollar un tipo de conciencia de la edad que se
expresó en los grados escolares o los test para medir la edad mental
y evaluar el grado de ajuste del individuo con ciertos estándares de
desarrollo, lo que contribuyó a darle a la cuestión etaria la importancia que hoy se le asigna.
El uso de la edad para definir la juventud tiene implícito a la
adultez como referente hacia el cual ésta se dirige, en una posición de superioridad que garantiza el mantenimiento del poder
de los mayores {ibid.); dice Bourdieu (1990), citando a Duby, que
en la edad media los límites de la juventud eran manipulados por
quienes tenían el poder económico para mantener a los jóvenes nobles en un estado de irresponsabilidad que les garantizara a aquéllos seguir con el control de sus patrimonios, o bien se les proponía
a los jóvenes una ideología que reservaba a los mayores el control del conocimiento y a éstos la rebeldía y la aventura.
Definir al joven como aquel que pertenece a un rango de edad
determinada y/o que por ello le corresponden ciertas características y condiciones es el resultado de una operación lógica producto
de determinadas relaciones de poder y de estrategias políticas que
homogeneizan con este criterio una variedad de instancias que actúan en la definición de la juventud y que hacen de ésta una construcción cultural reladonal y compleja. En este sentido, no habría
una determinación directa por la edad en la consideración del ser
joven, sino diversas formas de realización del hecho de acuerdo
con los contextos sociales, económicos y culturales que se vivan;
no existe una Juventud, en mayúscula, resultado de la cronología, sino muchas "juventudes" resultado de las culturas.
La investigación sobre jóvenes
1.2. Múltiples variables
Desde el punto de vista histórico partimos de considerar que la
juventud es un constructo; si bien se pueden encontrar alusiones
desde la antigüedad a una diferencia por cuestión de edad, dicha
diferencia ha sido significada y elaborada de modo diverso a lo
largo del tiempo. Algunos autores, como Aries (1987), han planteado que antes de la época industrial no había noción de una fase
de transición entre la infancia y la adultez, por lo que se maduraba relativamente temprano en la vida. La noción de "juventud"
como una etapa concreta en la vida de las personas y/o relacionada con ciertas características es un asunto histórico que en la sociedad occidental se puede remitir a los siglosXVIII y XIX, cuando
se hace posible que un sector de la población pueda prolongar la
etapa anterior a su vinculación en la condición de madurez sodal
-definida en parte por el matrimonio y la procreación— para dedicarse a actividades como el estudio avanzado. En este sentido,
aparece la noción de "moratoria social" como una primera forma
de definir la juventud (Margulis y Urresti, 1997).
De acuerdo con estos autores, la noción de "moratoria social"
significa un avance en las formas de comprender la juventud en la
medida en que la explica por fuera de la condición etaria y la involucra en las relaciones sociales de producción; de este modo la
juventud no equipara la madurez física con la social, sino que se
convierte en período que media entre una y otra. Esta noción de
moratoria social, sin embargo, tiene el costo de reservarla sólo a
determinados sectores sociales que poseen las condiciones para mantener dicha prolongación, pues implica la postergación de las responsabilidades económicas y familiares y el momento de inserción
en las relaciones de producción como agentes productores; además,
JOSÉ F E R N A N D O
SERRANO
278
la moratoria sodal propone una imagen de los jóvenes como despreocupados de obligaciones, libres y sin exigencias, excepto de las
que supone el "período de gracia" en que se encuentran. Desde esta
idea quedan de lado en la definición del ser joven hombres y mujeres que inician su ingreso en la vida productiva y la subsistencia
desde muy temprano, y se hace de la juventud una cuestión exclusiva para cierta clase social.
La idea de la juventud como construcción histórica y cultural
dependiente de ciertos usos y circunstancias se puede llevar hasta
sus máximas consecuencias, como lo hace Bourdieu (1990) al considerarla "sólo una palabra" vacía de significado en sí misma: afirma que las clasificaciones por edad resultan bastante arbitrarias y,
por ello, sujetas a las relaciones de poder y las manipulaciones entre generaciones; sólo se puede hablar de "juventud" por un abuso
de lenguaje, pues lo que hay es una gran variedad de fenómenos
sociales que no resisten tal clasificación. Sin embargo, si aceptamos
de plano esa posición caeremos en un error extremo similar al de
"naturalizar" y definir a los jóvenes únicamente desde su condición
etaria, pues negaríamos las intencionalidades políticas, las expresiones sociales y las construcciones de la diferencia que llevan a que
unos sujetos concretos sean definidos o se autonombren desde dicha condición de juventud. Así, más que plantear una nueva "naturalización" de la juventud, como si ésta existiera por sí misma, lo
que proponemos es considerar las condiciones que llevan a la conformación de la juventud como una "posición vital" que no se adquiere por el solo hecho de tener determinada edad o de pasar por
ciertos cambios físicos, sino por una construcción cultural y un proceso de subjetivización y afirmación de otredades.
En un texto titulado Fa juventud es más que una palabra, Margulis (1996) cuestiona los planteamientos de Bourdieu, al señalar
La investigación sobre jóvenes
2
79
que no es posible reducir el análisis de la juventud a un mero signo, pues se dejan de lado dimensiones fácticas, materiales, históricas y políticas que también hacen parte de una producción social.
De este modo propone dicho autor un conjunto de nociones que
nos remiten a! complejo panorama del "ser" de la juventud: generación, juvenilidad, juventud-signo.
Siguiendo con Margulis (1996), la facticidad de la juventud estaría en su alusión a un modo de estar en el mundo que es histórico y cultural y se relaciona con el tema de las generaciones: épocas,
cambios, circunstancias, diferencias de memoria, modos de "percibir, apreciar, clasificar y distinguir" (p. 18). La generación supone
momentos, y conforme a esta idea la juventud implica la pertenencia a una generación más reciente y a un juego de relaciones con ella
misma y con las precedentes; es, además, la participación dentro de
cierta memoria social, pues ser parte de una generación supone vivencias que conceden a cada grupo su matiz especial. De modo que
la condición joven no depende sólo de la moratoria social ya referida, pues la pertenencia y la participación en una generación hacen
parte de la construcción de ese ser diferente, del estar antes o después de algo y de la coexistencia de diversas generaciones. Eso amplía el rango de sujetos cubiertos por el "ser joven" a aquellos que
sin tener la moratoria social se encuentran en relaciones generacionales y nos permite comprender las diferencias entre unas juventudes y otras en el transcurso del tiempo. La noción de juventud remite
también a una "moratoria vital":plus, promesa, esperanza, opciones,
posibilidades, energía, materialidad que distingue el ser joven del
no joven, incluso con independencia del sector social al que pertenezca. Desde este punto de vista, la juventud se hace una "experiencia temporal vivida", particular al momento presente en que se
encuentran los individuos {ibid.).
JOSÉ FERNANDO SERRANO
28o
E n este ejercicio de señalar las variables que inciden en la condición juvenil no podemos dejar de lado la cuestión de género; la
juventud no se vive igual por las mujeres que por los hombres en
cuanto para unas y otros se determinan socialmente trayectos y expectativas vitales distintos: las valoraciones asignadas al ser mujer
joven y hombre joven, los espacios de socialización permitidos, el
desarrollo de las relaciones de poder entre sí, la formación de la familia, el momento para asumir la maternidad y la paternidad, son,
entre otros, factores que alteran las formas de vivir la juventud.
Hasta el momento hemos querido mostrar que no es posible
definir la juventud desde una sola condición -la etaria, que se tiende a privilegiar—; en tal sentido, la juventud se vuelve una noción
de confluencias múltiples:
Eal como la hemos venido definiendo, la juventud es una
condición que se articula social y culturalmente en función de la
edad —como crédito energético y moratoria vital o como distancia frente a la muerte—, con la generación a la que se pertenece
—en tanto que memoria social incorporada o experiencia de vida
diferencial—, con la clase social de origen —como moratoria social y período de retardo—, con el género —según las urgencias
temporales que pesan sobre el varón o la mujer—, y con la ubicación en la familia -que es el marco institucional en el que todas
las otras variedades se articulan-. [Margulis, 1996: 29].
1.3. Juventud-signo: la cultura sobrepasa a los jóvenes
El tema que tratamos no se queda en lo dicho hasta ahora. Los
jóvenes y la noción de juventud no operan de manera aislada o independiente del resto de la dinámica social; en este sentido, la ju-
La investigación sobre jóvenes
281
ventud es un concepto relaciona! pues implica comprender las formas de articulación que unos sujetos tienen con otros y con el resto
de instituciones que los afectan y con las que se relacionan: políticas, religiosas, económicas, massmediáticas, entre otras. Preguntarse qué son los "jóvenes" supone a su vez la inquietud acerca de
qué son los "adultos" y cómo se construyen unos en relación con
los otros, relación que puede ser de complementariedad, de oposición, de diferencia, de independencia.
Cada una de las instituciones señaladas tiene una noción particular de joven; en el momento actual la construcción que hacen
los medios masivos de comunicación y, en general, el mundo de
los signos ocupa un lugar decisivo en las definiciones del ser joven. Cajuvenilización hace de la juventud una estética massmediática
que tiende a borrar el paso del tiempo en los cuerpos y pretende
actuar sobre la biología desde un modelo supuesto del ser joven.
En el "mercado de los signos" se construye un modo de ser joven
independiente de la edad y que puede ser adquirido: es un look
particular asociado con sectores que tienen acceso a ciertas ofertas de mercado y que hace de lo joven un signo dejuvenilidad (Margulis, 1997).
Otra vez, en este caso, se nos abre el panorama de la determinante etaria a la valoración cultural, pues se puede ser juvenil sin
ser joven, lo cual quiere decir que se comparten las imágenes y simbologías asociadas con ello.
F.n consecuencia, se puede reconocer la existencia dejóvenes
no juveniles —como es el caso de muchos jóvenes de sectores populares que no gozan de la moratoria social y no portan los signos
que caracterizan hegemónicamente a la juventud—, y denojóvenes
juveniles —como ciertos integrantes de sectores medios y altos
JÓSE F E R N A N D O
SERRANO
282
que ven disminuido su crédito vátal excedente pero son capaces
de incorporar tales signos-. [Margulis, 1996: 22],
Esta cita es importante en la medida en que nos plantea dos
asuntos: si sólo se toma en cuenta la estadística de la edad se unifica en una misma categoría a personas que pueden tener muy poco en común, pero al entatizar en la comprensión de la juventud
sólo aspectos de tipo simbólico, como hacen ciertas perspectivas
culturalistas contemporáneas, se dejan de lado sujetos que sí serían
jóvenes en la consideración de otras condiciones que inciden en el
ser juvenil.
Pérez Tornero (1997) plantea que la cultura de masas ha creado una cierta "juvenilización de la cultura" en la medida en que
se ha apropiado y explotado valores específicos de los grupos de
jóvenes; entre lo juvenil y la industria cultural se establece una estrecha relación que, por un lado, amplía el terreno de lo considerado como joven y, por otro, genera imágenes y formas de ser
juvenil con las cuales se identifican los mismos jóvenes y a las que
aspiran los no jóvenes {ibid.,p. 3). Esta estrecha relación se debe a
que, de cierto modo, los valores socialmente asociados con los jóvenes se corresponden con los que sustenta la sociedad de consumo;
en otras palabras, la imagen del joven se convierte en una clave importante para la expresión y la consolidación de la sociedad de consumo {ibid).
En los años cincuenta y sesenta los jóvenes surgen como un nuevo sector de mercado para el cual empieza a crearse una industria
específica: música, vestuarios, lugares de encuentro. El capitalismo de postguerra, en especial en la sociedad norteamericana, encuentra en aquellos sectores sociales que pueden usufructuar de la
mencionada "moratoria sodal" —losjóvenes dtlbaby boom— un con-
La investigación sobre jóvenes
283
sumidor privilegiado. Estos nuevos jóvenes, si bien no estaban directamente ligados a la producción en la medida en que se mantenían como estudiantes, van a permitir el desarrollo de industrias
diversas dedicadas al ocio y al uso del tiempo libre. No son productores directamente; sin embargo, fueron el sustento para nuevas
formas de capitalismo.
1.4. Adolescencia y juventud como construcciones históricas
En este deslinde de terrenos con respecto a las nociones de joven
y juventud tenemos que aclarar otro concepto con el cual se establece mucha cercanía: adolescencia. Es común encontrar una asodación entre adolescencia y juventud, aunque se tienda a asumir
a la primera más como una parte de la segunda; de cierto modo,
juventud tendería a ser una noción más amplia e integraría otros
aspectos más allá de los cambios físicos y psíquicos que se consideran propios del momento etario.
Señalar que la juventud o la adolescencia son categorías históricas y culturales puede entenderse por lo menos de dos modos:
uno, diciendo que los modos de ser y estar que las caracterizan
son resultado de procesos marcados por esas dos variables —cultura e historia—, de modo tal que no existe una condición de juventud única o generalizable; como todo aspecto del ser humano,
es histórico, al moverse en los ejes del tiempo y, en este sentido,
podemos hablar de una "historia de los jóvenes". Es necesario señalar que es poco lo que se ha hecho sobre la juventud desde una
perspectiva de historia cultural, en parte por las dificultades que
implica su definición y por el hecho de que la pertenencia a un
rango de edad o a un momento vital son condiciones que requieren un abordaje diferente de otras que pueden ser más permanen-
JÓSE FERNANDO SERRANO
284
tes a lo largo de la vida del sujeto —tipo cuestión de clase o de género— (Levi y Schmitt, 1996); siendo precisos, con una perspectiva de larga duración no se podría hablar de una historia de la
juventud, sino de varias historias de juventudes.
Por otra parte, si bien podríamos decir que siempre ha habido jóvenes, ello no implica que dichos sujetos tuvieran conciencia de una particularidad en función de la edad; los procesos de
autonombramiento y diferenciación están también en relación con
los contextos sociales concretos y no podemos considerar que los
"jóvenes" siempre se han considerado como tales.
El segundo sentido de la afirmación apunta a que ambas ideas
—jóvenes y juventud— son categorías construidas y significadas en
momentos determinados y que responden a estilos de comprender un suceso particular; dicho de otra manera, son historizables.
E n lo que sigue voy a desarrollar esta segunda idea con respecto
a la noción de adolescencia.
1.5. Nuevos contextos, nuevos significados
E n el proceso de construir su realidad, las sociedades tienden a
considerar como independientes de su acción nociones o categorías que, siendo sus elaboraciones, toman un carácter reificado,
externo y dado por hecho, por "natural". E n este campo han avanzado las teorías feministas y constructivistas al mostrar que temas
considerados como "naturales" son el resultado de relaciones de
poder que hacen ver así construcciones sociales y que se legitiman
al darle a los asuntos biológicos una condición universal (Lesko,
1996). Algo así sucede con las nociones de adolescencia y juventud en las que la condición de edad y los cambios fisiológicos se
toman como condición "evidente" de una situación de tránsito que
La investigación sobre jóvenes
285
define una "era", una época especial que marca una posición diferenciada en la sociedad para quienes por ella pasan; esta consideración los hace sujeto-objeto de prácticas, instituciones, normas,
concepciones y toda una variedad de modos de comprensión que
los ubican en el lugar considerado correspondiente con ello.
Basta revisar un fichero de cualquier biblioteca para darse
cuenta de los temas con los cuales se tiende a asociar la juventud
y la adolescencia: cambios físicos y psíquicos, dificultades de
aprendizaje, problemas de drogadicción, delincuencia juvenil,
manuales de consejo y asesorías morales. Diversos autores (Lesko, 1996, Feixa, 1997) han señalado que la noción de juventud
tomó un nuevo matiz con la consolidación de las ciencias sociales a fines del siglo pasado y con el proceso de determinación de
poblaciones susceptibles de ser aprehendidas, tratadas o estudiadas mediante los desarrollos de las ciencias. Mientras la antropología surge para ver a las poblaciones "primitivas" colonizadas
o colonizables, la sociología se encarga de estudiar a los "desviados" sociales, las poblaciones marginales urbanas o los migrantes
de los procesos industriales, y la psicología trata de determinar los
comportamientos "normales" y adecuados para el contexto social
del momento.
A su vez, las sociedades occidentales vivían por la época procesos
de cambio en el mercado laboral, urbanización, industrialización,
extensión de la escolaridad, modificaciones en la estructura familiar,
que desplazaban los lugares de los sujetos en diferencia de edad, generación, género y clase. En este contexto, la noción de adolescencia
toma un nuevo significado y genera una sene de prácticas educativas, políticas, sociales, morales, y de formas de conocimiento que la
sustentaban en el lugar asignado; construida la noción, busca legitimarse.
JOSÉ F E R N A N D O
SERRANO
286
Dice Lesko (1996) que el discurso científico sobre los jóvenes
y adolescentes surge en el momento en que la sociedad norteamericana era a su vez una nación joven que vivía complejos procesos
de migraciones y cambios; tal discurso sale de las inquietudes de
los habitantes ya establecidos, blancos y de clase media, sobre el control, el orden y el progreso {ibid.,p. 145). En ese escenario se da una
serie de asociaciones entre progreso económico, civilización, género, costumbres familiares, trabajo y conocimiento científico, que
buscan canalizarse y expresarse en el cuerpo de las jóvenes y los jóvenes adolescentes {ibid.). De ese modo, el discurso sobre la adolescencia a fines del siglo XIX e inicios del XX quedó enmarcado en
tres aspectos; (1) los cambios económicos, familiares, urbanos y corporativos en los Estados Unidos; (ii) la búsqueda de un control masculino al interior de las familias, las instituciones y las industrias;
(iii) la colonización y el nacionalismo como resultados de las ideas
de progreso y dominación {ibid., p. 147). Esto derivó, por ejemplo,
en la aparición de una serie de organizaciones encargadas del cultivo del carácter y la construcción de una nueva masculinidad distanciada de los ámbitos femeninos, entre ellas losboy scouts o la Youth
Christian Asociation (YMCA); para este fin resultaron efectivas las
concepciones científicas de la psicología del desarrollo, que tenían
en las características de los hombres blancos de clase media su patrón de referencia (ibid., p. 146).
El texto de G. Stanley Hall, Adolescence: its Psychology, and its
Relations to Psychology, Anthropology, Soctology, Sex, Crime, Religión
and Education, publicado en 1904, ofrece no sólo la partida de nacimiento para los estudios psicológicos de la adolescencia sino que,
además, señala en su título la agenda de los temas que se les asocian a menudo. Para Hall, entre la historia de la humanidad —la
filogénesis— y la del individuo —ontogénesis— habría un paralelo,
La investigación sobre jóvenes
correspondiendo la adolescencia a la etapa de turbulencia y transición de las civilizaciones y preludio de la etapa en que ya no imperan el instinto y el egocentrismo (Fdxa, 1997; Eichorn, 1974). De
cierto modo, "aquello" que se supone superado luego de la adolescencia quedó asociado con lo incontrolable, lo salvaje, lo no viril,
que era ci objeto de las nacientes ciencias sociales y cuya comprensión permitiría superarlo (Lesko, 1996: 146).
Es en este campo que las nociones de adolescencia y juventud quedan asociadas desde inicios del siglo XX con una sene de
temas considerados como comunes y generalizados a ellos: jóvenes vistos como seres en crecimiento y tránsito desde un esquema lineal y progresivo, cuyo fin último es cierto tipo de adulto; sujetos
del ineludible efecto alterador de los cambios biológicos y hormonales que son considerados causa principal de todo el proceso que
viven; seres en quienes se supone que los grupos de pares tienen importancia fundamental al ser soportes y copartícipes del mismo proceso {ibid).
Lesko (1996) dedica buena parte de su artículo a explicar las
razones que llevaron a asignar a los adolescentes dichas condiciones, y a mostrar que ellas se dan por hecho en la caracterización de
los jóvenes, contribuyendo a crear una imagen de ellos como seres
inestables, problemáticos, determinados por algo que está fuera de
su control y, por ende, necesitados de dirección y encauzamiento.
Extendiendo aún más esta idea, Tait (1993) señala que para los objetivos de la investigación sobre jóvenes es necesario tener en cuenta que el concepto de "juventud" se entiende mejor como ejemplo
de la creación gubernamental de una clase de persona en la intersección de varios problemas, entre ellos el proceso de individuación,
la normalización y la regulación de las relaciones de tiempo; de este
modo, se generan al interior de las sociedades tecnologías y estrate-
JOSÉ FERNANDO SERRANO
288
gias para que los jóvenes moldeen sus conductas de acuerdo con la
noción construida de juventud.
Resumiendo, podemos aseverar que conforme a estas nociones
la adolescencia y la juventud quedan convertidas en asunto d t control: control por parte de la familia, la educación, el Estado; control
necesario, pues el ser del joven queda definido por defecto —lo que
no tiene, pero va a tener— y sólo mediante él se garantizará que el
objetivo se logre. Al ser definido por la ausencia, el joven queda
sin estatus, sin voz propia, y es allí donde el discurso del científico
viene a ocupar su lugar, en una práctica similar a la de la antropología colonialista que hacía del otro un sujeto del que se habla pero
que no habla por sí mismo. El adulto, el científico, el educador, se
convierten en los encargados de "conducir el camino" del adolescente desde su "inestabilidad" hacia la inevitable madurez, modelo
que no es sino el resultado de una repetición de las relaciones de
poder en el interior de la sociedad 2 . Lo que quiero señalar aquí es
que las características asignadas y/o asociadas con el ser juvenil son
el resultado de un proceso histórico y cultural, y que no existe una
"naturaleza" juvenil o adolescente independiente de los contextos
vividos. Si pretendemos establecer una forma de comprender lo que
sucede con los jóvenes hoy es necesario que empecemos a "desnaturalizar" aquellas concepciones que hemos dado por sentadas e
iniciemos un proceso de reconceptualización de la noción de joven
y juventud, pensado desde la cultura y la historia.
2
Esto se hace evidente, por ejemplo, al observar que en nuestro país una de las
nociones comúnmente asociadas a los jóvenes y adolescentes es la de "población en
riesgo", la cual supone que estos sujetos son susceptibles de volverse problema, pero
que, si se toman las debidas "precauciones", es posible evitar que ello suceda: "están
en riesgo de... pero si actuamos sobre ellos...".
La investigación sobre jóvenes
289
2. Fos jóvenes como sujetos/objetos de investigación
En este segundo aparte voy a discutir las formas en que los jóvenes
y la juventud han sido abordados por las ciencias que los estudian.
Se trata de señalar los lugares desde los cuales ello se ha hecho y los
efectos que tienen en la comprensión de lo juvenil.
2.1. Control, ajuste, orden: integrar al joven
Decía en el aparte anterior que en el contexto de las ciencias sociales las nociones de juventud y adolescencia nacen en el marco
de la psicología del desarrollo; esta asociación se prolonga incluso
hasta la actualidad si tenemos en cuenta que el término "adolescencia" tiende a estar más cercano a perspectivas psicológicas y pedagógicas que a otras ciencias sociales. Veremos ahora los recorridos
de las miradas a la juventud en otras disciplinas.
U n primer grupo de miradas tiene su origen en las perspectivas psicoanalíticas, para las cuales resulta válida la equivalencia entre joven y sujeto en tránsito, necesitado de control y conducción.
Por lo que parece, a la par que Hall iniciaba sus reflexiones sobre
los jóvenes en el contexto descrito, Freud iba haciendo algo similar
pues publicó un año después que Hall su primer ensayo dedicado
al tema (Eichorn, 1974); a pesar de las distancias entre ambos, compartieron inquietudes similares: consideraron la maduración sexual
como un factor que causa fuerte impacto en la psique, lo que hace
de la adolescencia una etapa transitoria de perturbaciones y contradicciones que terminan con la madurez psicológica del desarrollo
genital (Eichorn, 1974: 77). Por su parte, Otto Rank ordenó los
estadios de la vida de acuerdo con el desarrollo de lavoluntad, haciendo de la adolescencia una etapa crucial en el paso hacia el con-
JOSÉ FERNANDO SERRANO
290
trol de los impulsos; hacia los años cincuenta, Gesell propuso el
concepto de "maduración" y describió los tipos de conducta asociados con cada año de la vida, de una manera sucesiva {ibid).
Por aquella misma época, Sullivan defendía la división del desarrollo por estadios y señalaba las tendencias que los marcarían: en
la adolescencia irrumpe la sexualidad genital, se desplaza la inclinación afectiva hacia una persona del otro sexo, se establecen las
dinámicas del deseo, la intimidad y la búsqueda de seguridad; siguiendo con este autor, la adolescencia termina cuando se alcanza
una "norma de conducta que satisface la dinámica del deseo", se
consolida y se equilibra el yo y se amplía la capacidad simbólica
(Eichorn, 1974: 78). Por su parte, Erik Erikson señaló una división en estadios de acuerdo con la resolución de las crisis psicosociales que se presentan en cada una de ellas, y las relacionó con la
construcción de la identidad. Algo semejante hicieron Spranger y
Piaget al considerar que en los sujetos se presenta el "desarrollo de
estructuras mentales o cognitivas" que determinan modos de relación consigo mismos y con su entorno.
Esa perspectiva de establecer etapas en el ciclo vital y asociarle
a cada una de ellas comportamientos y conductas esperadas ha hecho parte de uno de los modos de comprensión más comunes para
abordar la juventud; el joven se ve como sujeto de crisis inevitables que deben ser superadas para alcanzar la madurez. Podemos
considerar que así se determina un modelo del desarrollo de los
sujetos que permite establecer cuándo hay una desviación del comportamiento esperado y proponer las terapéuticas correspondientes
a ello. E n este sentido, se continúa con lo dicho antes con respecto
a la asociación entre juventud y control conforme a una perspectiva
psicoanalítica.
La investigación sobre jóvenes
291
2.2. Contra los universales y en busca de la integración
La antropología y la sociología han cumplido también un papel en
las formas de entender la juventud y, si bien existen algunas diferencias metodológicas y teóricas, ambas disciplinas van a tomar
caminos similares en el tema. Según Feixa (1997), el estudio antropológico de la juventud surge a fines de los años veinte en dos
escenarios: el debate naturaleza-cultura en la comprensión de las
sociedades primitivas y los problemas que venían apareciendo en
las sociedades urbanas. Eos antropólogos de aquella época —Boas,
Alead, Benedict, Malinowski— buscaban en una orientación relativista contrastar teorías que estaban en boga en el momento, como
las de Hall, mediante comparaciones interculturales; algunos de
ellos mostraron que las características consideradas como universales por Hall o Freud no eran ciertas y que más bien lo que existía
era una variedad de pautas culturales y rituales que, si bien marcaban momentos en la vida de los sujetos, no estaban necesariamente supeditadas a los aspectos biológicos; de igual modo, señalaron
que la supuesta rebeldía del adolescente era una característica de
ciertas sociedades, pero que había otras en las cuales el asunto se
daba de distinta manera (Eichorn, 1974; Feixa, 1998). Así, Mead
propuso que en Samoa la adolescencia era una etapa particularmente tranquila y armónica, lo que contrastaba con lo observado para
las sociedades occidentales de la época (Feixa, 1998). Si bien esta
postura de Mead va a ser posteriormente criticada {ibid.), el hecho
es que puso en duda la cuestión de la universalidad de las características de la juventud y planteó la necesidad de contextualizar las
afirmaciones hechas sobre los jóvenes.
Por la misma época —años treinta— aparecen dos trabajos que
van a marcar un punto de partida y tradiciones importantes en los
JOSF, FERNANDO SERRANO
2g2
estudios de jóvenes urbanos: The Gang, de Frederik Thrasher, y
Middletown, de Robert y Helen Lynd; en el primero se estudiaban
las bandas juveniles como resultado de los desajustes sociales provocados por las migraciones y la anomia urbana; el segundo miraba la vida de los jóvenes de una high school y señalaba la importancia
que tenían para ellos la diferencia generacional, el ocio y la escuela
(Feixa, 1998). Mientras el trabajo de Thrasher se basaba en las teorías de la Escuela de Chicago con respecto a la formación de la vida
urbana y las poblaciones "en conflicto", en el segundo se sustentaban las teorías de Parsons, que señalaban la aparición de los grupos de edad como formadores de una cultura consumidora nueva,
hedonista e interclasista, y su papel en la cohesión social {ibid), noción básica en el modelo funcionalista de análisis social.
Es importante señalar que el estudio de los fenómenos de bandas y las formas de delincuencia juvenil ha sido (y lo es aún) uno de
los temas constantes en los estudios sobre jóvenes, generando un gran
volumen de trabajos, publicaciones e instituciones especializadas en
ello. También se debe considerar que en los años cincuenta y a inicios de los sesenta, con el boom demográfico de la postguerra, los
jóvenes se consolidan como un nuevo sector del mercado y surgen
productos para ellos: la música y toda la industria que genera, los
ídolos juveniles, la televisión.
En el caso de estas perspectivas de estudio, el referente para
comprender a los jóvenes sigue siendo similar al señalado antes para las perspectivas psicológicas: bien sea mirando las bandas -los
jóvenes conflictivos— o la vida de la high school -los jóvenes integrados—, se trata de determinar las formas en que los jóvenes participan o se desajustan del orden social; del mismo modo, la inquietud
por el control se mantiene, esta vez mirándosela desde lo social y en
el eje anomia/integración.
La investigación sobre jóvenes
293
2.3. E l joven rebelde: clase, contracultura y cultural studies
Podemos decir que en los estudios señalados hasta el momento la
constante es cierta mirada pesimista sobre los jóvenes: están en períodos vitales de turbulencia y cambios sin control, son resultado
de crisis urbanas, o bien están integrados al sistefna y llevan vidas
triviales determinadas por el ocio y la sociedad de mercado. Hacia
los años sesenta diversos estudios van a señalar el carácter conflictivo y diverso de las culturas juveniles y a mostrar, en cierto modo
de manera optimista, que los jóvenes eran otra cosa. Surge entonces el estudio de las subculturas y contraculturas, de las formas de
rebeldía y oposición al sistema, que intenta separarse de las miradas
hechas desde lo criminalístico y lo funcionalista y se acerca más a lo
simbólico y cultural. E n esto la llamada Escuela de Birmingham
ocupó un lugar particular.
Su papel, en particular el de su Centre of Contemporary Cultural Studies y en general el de una serie de investigadores marxistas británicos que confluyeron en ella, requiere una análisis que no
es sólo para las culturas juveniles, pero que en todo caso tuvo allí
uno de sus principales puntos de partida; además, los cultural studies,
que constituyen hoy una de las perspectivas transdisciplinarias más
importantes para el estudio de lo contemporáneo, tuvieron su origen en ese ámbito. Estamos hablando de un grupo de profesores y
de investigadores que desde fines de los años cincuenta empiezan a
elaborar una perspectiva particular para la comprensión de fenómenos como los medios masivos de comunicación, las culturas populares, las formas de resistencia, las modas o las culturas juveniles;
de origen popular, cercanos a la literatura y la militancia política en
el marxismo, R. Hoggart, R. Williams, E. P. Thompson y S. Hall
se van a preocupar por entender la dinámica cultural integrando la
JOSÉ FERNANDO SERRANO
294
inquietud por la cuestión de clase en un análisis propio; altamente
influidos por los planteamientos de Gramsci, se interesan por comprender las maneras como los sujetos reaccionan ante las formas de
dominación, junto con los efectos que ello genera en la creación cultural. La inquietud por el punto de vista de los sujetos y los "usos"
que ellos hacen de los objetos y fenómenos de la sociedad contemporánea condujo a que el método etnográfico ocupara un lugar importante en sus trabajos.
De este modo, la perspectiva que este grupo de pensadores introduce traía consigo cambios epistemológicos, metodológicos e incluso políticos, pues en ellos la inquietud por revelar las rdaciones
entre cultura y poder tenía un objetivo hacia el cambio social. Los
estudios culturales van a proponer nuevas problemáticas que se correspondían con los fenómenos experimentados por las generaciones del momento y que llevan a la revaloración de aspectos antes no
tenidos en cuenta, como lo popular y lo juvenil. Resulta llamativo
que los trabajos sobre jóvenes y culturas juveniles hayan sido de los
primeros y más importantes en el desarrollo de los estudios culturales, lo que nos hace pensar en el impacto social que dicho fenómeno tenía, pero también en su potencial analítico de lo cultural.
Los trabajos que desde esta perspectiva se van a hacer sobre los
jóvenes marcan un desplazamiento de los esquemas anteriores, en
la medida en que retoman la importancia de la cuestión de clase en
una perspectiva cultural, se preocupan por los usos y las formas de
resistencia y se procuran un acceso al punto de vista del sujeto implicado; para ello combinan propuestas gramscianas, semióticas,
estructuralistas, literarias y de historia social. Mantienen, sin embargo, una conexión con la Escuela de Chicago en su inquietud por
los comportamientos desviados y las subculturas, que se hace evidente en sus trabajos sobre la juventud.
La investigación sobre jóvenes
295
En este escenario surgen tres importantes trabajos: S. Hall y T
Jefterson, Resístame through Rituals. Youth Subcultures in Post-War
Bntain (1975); P Willis, Fearning to Fabour. How Working Class
Kids Get Working Class Jobs (1977), y D. Hebdige, Subcultures. The
Meaning of Style (1979).
El primero cuestionaba el planteamiento según el cual, con la
abundancia de la postguerra, había aparecido una juventud marcada más por su condición de edad que por la de clase y sugería
que las subculturas juveniles constituían una respuesta de los jóvenes de clase obrera tanto a la cultura hegemónica como a la cultura
de clase de sus padres (Beezer, 1994). Así, los estilos, los vestuarios,
las identidades, las pertenencias territoriales, son mirados en su dimensión de rituales de resistencia, más que como figuras explícitas
de oposición política {ibid). En una dirección similar, Hebdige se
fundamenta en planteamientos estructurales y semióticos para buscar la "gramática", la "ideología anónima" de las subculturas juveniles —en el caso de lospunks— y mostrar lo que comunican con sus
estilos a ellos mismos y al resto de la sociedad; leyendo sus signos,
Hebdige encuentra los excesos, las contradicciones, los sistemas de
relaciones que conectan las subculturas de los jóvenes blancos y de
los jóvenes negros, y muestra que, si bien en un momento se presentan como subvertoras, luego se incorporan a la sociedad a través
de la ideología y la mercancía {ibid., p. 125). El texto de Willis representa otro hito en esa misma perspectiva. Basado en un estudio
etnográfico acerca de un grupo de jóvenes que terminan la escuela
a comienzos de los años setenta, se pregunta por los procesos que
ellos siguen para insertarse en el mundo del trabajo. Willis hacía parte de un grupo de estudio sobre la educación en el Centro de Estudios Culturales Contemporáneos y se hallaba interesado en que su
obra tuviera un impacto en el ámbito pedagógico; por ello cuestio-
JOSÉ FERNANDO SERRANO
296
naba la llamada sociología de la desviación y su uso en los estudios
de jóvenes, ya que veía en sus expresiones culturales tipos de reacción a la cultura dominante; se diferenciaba de Hebdige al enfatizar la cuestión de clase en su articulación con la cultura y no con las
formas simbólicas aisladas (Skeggs, 1994). Además de proponer
un estilo de escritura en el cual se destaca la voz del otro, este libro
de Willis muestra las relaciones entre la estructura social y la subjetividad, señala las percepciones y respuestas de los jóvenes frente
al sistema educativo, las formas de diferenciación de unos jóvenes
hacia otros, y muestra las articulaciones entre juventud, raza, sexo y
relaciones de género en la perspectiva masculina {ibid.)3.
Revisando lo dicho hasta aquí podemos señalar que: 1) la perspectiva de estudio generada desde los cultural studies se diferencia
de otras en la medida en que centra su análisis en los jóvenes como
sujetos portadores y productores de cultura y no en una mirada externa que los ve disfuncionales o anómicos; 2) el recurso a la etnografía, la entrevista a profundidad, la observación participante, el
reconocimiento del lenguaje y la textualidad de los jóvenes se convierten en la vía para acceder a la particularidad cultural juvenil, a
diferencia de los test psicológicos o los estudios criminalísticos usados en otros abordajes; 3) por los marcos teóricos en que se basan y
3
En 1990, Willis y otros autores publican un libro en el que parten de una
etnografía de jóvenes de sectores obreros para desarrollar una teoría de la acción
social y de la formación de las identidades individuales y colectivas; mediante una
revisión de la creación simbólica, la estética, la vida cotidiana, el ocio, la relación con
los medios, la música popular, la moda de estos jóvenes, entre otros aspectos, los
autores consideran que la cultura oficial ha perdido su lugar dominante por causa de
la producción de significados en la creación cultural popular; ello ha afectado los
sentidos de identidad de losjóvenes, las formas que tienen de entenderse a sí mismos, a los otros y a la sociedad en general.
La investigación sobre jóvenes
2
97
las tendencias académicas en que se inscriben, la cultura juvenil es
vista en una dimensión de oposición, resistencia o desafío a una cultura hegemónica y adulta; 4) se privilegia la observación de expresiones juveniles de sectores populares o de "culturas espectaculares",
tipo punks; 5) si bien en estos estudios aparecen preguntas por las
relaciones de género o la raza, son hechos por hombres y sobre hombres jóvenes y tienden a asociar jóvenes con varones; 6) con el tiempo, esta perspectiva de estudios ha sobrevalorado las dimensiones
simbólicas por sí mismas, separándose de los postulados iniciales al
desligar las culturas juveniles de su lugar en las relaciones de hegemonía y las condiciones materiales de existencia4.
Lo que se nota en estos textos es que la pregunta por la cultura
empieza a tomar lugar principal en los estudios de jóvenes, acercándonos a una comprensión más propia e interna de sus mundos,
en contraste con los estudios sobre la delincuencia juvenil y las formas desviadas de los comportamientos que mantenían y han mantenido una mirada enjuiciadora y normalizante. Cuando optan por
la noción de culturas juveniles, se da un desplazamiento importante
en los paradigmas de estudio sobre jóvenes, que desarrollaré a continuación.
4
En "La institucionalización de los estudios de la comunicación", Mattelart
(1997) hace un revisión crítica de la tradición de los estudios culturales surgida en
Inglaterra y generalizada hoy como perspectiva de análisis contemporáneo, en la
que muestra los desplazamientos que se dieron desde los postulados iniciales basados
en el marxismo y la historia social hacia tendencias desligadas de la inquietud por las
condiciones de existencia y las relaciones de hegemonía; el autor señala la importancia de los cultural studies en la comprensión de las sociedades contemporáneas, pero
es crítico respecto a su institucionalización y 'diboom que han tenido en la actualidad,
más cuando se han alejado de los planteamientos iniciales, muy ligados a la búsqueda del cambio social. De la importancia que la noción de cultura tuvo en sus inicios,
J O S É F E R N A N D O S F. R R A N ()
298
2.4. El auge de las culturas juveniles
Las expresiones "subculturas juveniles" o "culturas juveniles" ponen juntas dos categorías de muy complejo análisis. Lo importante a señalar en este texto es el desplazamiento que suponen en las
formas de abordar a los jóvenes y a sus expresiones. Pensar que hay
culturas juveniles significa darles tanto a los jóvenes como a sus
productos un estatus propio, que ya no es tan sólo el resultado de la
imposición de la cultura dominante o del mundo del control y de
los adultos sobre ellos, sino que implica su potencial y su particularidad como agentes sociales específicos.
Veamos un poco más en detalle cómo se ha abordado esta relación juventud/cultura. Revisando lo dicho antes, una primera forma de abordar la relación viene de la Escuela de Chicago y de sus
estudios sobre las bandas de jóvenes urbanos que surgen al margen
del sistema social durante la depresión de los años treinta; allí, la idea
de subcultura aparece asociada a manifestaciones juveniles imprevistas no integradas dentro del marco social mayoritario (Pérez Islas, 1998). Brake (1985) señala que las subculturas surgen como
respuesta a problemas colectivos y que generan una forma de identidad colectiva en la cual se inscribe la identidad individual; además, dice, en las subculturas juveniles se reflejan las desigualdades
de clase y su relación con la producción, cuestión que no se había
tenido en cuenta en los estudios clásicos sobre las subculturas.
A la mirada "delincuendal" sobre los jóvenes es que reacciona
el grupo de autores de los cultural studies, para quienes los jóvenes
los cultural studies de hoy la volvieron una noción instrumental, y del radicalismo del principio pasó a una ambigüedad debido a la mercantilización del conocimiento. Véase revista Lelos, N " 4 9 (Madrid: s. cf, marzo-mayo de 1997), p. 144.
La investigación sobre jóvene:
299
son expresión de rebeldía y resistencia; en ellos, la relación juventud/cultura se resuelve hacia el lado de las contraculturas juveniles .
Cambia la mirada a la vez que cambian los jóvenes mismos, pues
desde fines de los años sesenta y durante los setenta se va a dar una
serie de manifestaciones juveniles que requerían nuevos enfoques
de comprensión; es la época de las formas contestatarias, la rebeldía
juvenil a los valores tradicionales, el uso de sustancias que amplían
la conciencia, las expresiones culturales alternativas y el auge del
mundo underground. De este modo, la noción de "contracultura" se
asocia con categorías como lo marginal, lo reactivo, la crítica a lo
hegemónico, las culturas populares y una cierta mirada esperanzadora al supuesto cambio que allí se estaba generando, y no sólo con
lo subordinado que implica la idea de "subcultura".
Siguiendo con Pérez Islas (1998), un tercer enfoque en la relación juventud/cultura surge del rock y de las industrias culturales
vistas como el centro de las culturas juveniles contemporáneas; cabe
señalar que el rock y la cultura que gira en torno a él son algunos de
los referentes fundamentales en la expresión y comprensión de las
culturas juveniles contemporáneas. En esta versión de cultura juvenil se unen tanto las contradicciones con el sistema en general como
la integración hecha por efecto de la sociedad de mercado; juventud v consumo se hacen términos bastante relacionados v la cues-
El cambio en la sociología de la juventud de la noción de "subcultura" a la
de "contracultura" había sido señalado por Smith ( 198 1) al considerar que, luego
de los debates sobre la materia que tuvieron lugar durante la década de los sesenta,
surgió un nuevo acercamiento basado en el marxismo y las teorías de la reacción
social; en esta perspectiva se enfatiza la cuestión de clase y el concepto de "subculturas" como "termas de resolver problemas". El mismo autor señala que, si bien
desde esta tendencia se han hecho Imjiortantes contribuciones, hay problemas teóricos y metodológicos que limitan su alcance.
JOSÉ FERNANDO SERRANO
300
tión de clase deja de ser el factor determinante en el análisis, en la
medida en que la economía vuelve mercancías los símbolos de la contradicción y la contestación, y se generan expresiones culturales
transclasistas; con ello, además, las ofertas de identidad se diversifican6.
Si bien la pregunta por las culturas juveniles implica un avance importante en la comprensión de dicho grupo social, la forma
en que se ha hecho desde tres posibilidades —delincuentes, contestatarios o consumistas— ha determinado los desarrollos investigativos, en particular en América Latina, al menos hasta mediados
de los años ochenta (Pérez Islas, 1997), y sigue manteniendo una
mirada parcial y "adultocéntrica" que cuestiona seriamente los
modos de investigar lo juvenil.
2.5. Hacia el presente
Desde mediados de los años ochenta hasta hoy se han dado unos
cambios que llevan a replantear esquemas previos para abordar a
los jóvenes y que proponen nuevas nociones: 1) los esquemas di-co-
Wallace y Kovacheva (1996) apuntan las diferencias en las formas de consumo cultural en Europa del Este y del Oeste; mientras que en los países soviéticos las
formas de consumo cultural juvenil expresaban la contradicción con las autoridades
y el régimen hegemónico, en la Europa Occidental estaban más relacionadas con el
ocio y la contradicción con el mundo del trabajo, aunque los objetos de consumo y
las culturas juveniles fueran similares; las autoras concluyen que si bien cada vez es
más evidente la generalización de los símbolos del consumo, las formas del ser joven
están atravesadas por tantos aspectos que no es posible pensar una homogeneización
de las culturas juveniles y, más bien, lo que podemos ver es que las identidades juveniles se extienden hacia otras identidades y grupo de edad, dejando de ser marcadores exclusivos de una diferencia generacional.
La investigación sobre jóvenes
301
tómicos para comprender lo social —dominante/dominador, popular/oficial, moderno/tradicional— dan paso a modelos que enfatizan las interrelaciones y mediaciones; 2) los nuevos movimientos
sociales empiezan a hacer reivindicaciones que no caben en los esquemas totalizantes de la cuestión de clases o ia opresión centro/
periferia, y se hacen necesarias nuevas formas de comprender variables étnicas, de género, de ubicación geográfica o de orientación
sexual, entre otras; 3) por ello la relación investigador/objeto de investigación es muy cuestionada y se abren paso teorías y tendencias
interpretativas, microinvestigativas, emotivas, feministas, autonombradas, que cambian las formas de hacer ciencia; 4) en general, la
crisis de la década, sobre todo en América Latina, pone a los jóvenes y a los estados ante nuevos problemas: desempleo, crecientes
migraciones campo/ciudad, lo urbano como nuevo factor de atención, multiplicación de las formas de violencia7.
E n este marco surgen investigaciones sobre los jóvenes que con
una perspectiva etnográfica enfatizan sus puntos de vista, buscan
comprender sus diversidades, sus cambios, sus expectativas, sus expresiones culturales, sus adaptaciones y sus negociaciones con los
procesos culturales generales: Inglaterra, Canadá, México, Brasil,
Portugal, España, Argentina, ven aparecer otra forma de entender
la relación juventud/cultura, en la cual se hacen fundamentales lo
simbólico, lo interpretativo, lo cotidiano, las formas de apropiación.
Los estudios sobre los jóvenes venían haciéndose sobre poblaciones muy concretas, y desde ellas se generalizaba al resto de la población; el referente de los jóvenes escolarizados de clase media que
había estado presente, o bien el de aquellos sectores particularmen-
' En Latinoamérica los estudios sobre jóvenes toman fuerza con los efectos
de la crisis de los ochenta; en 1979, la Asamblea General de las Naciones Lóiidas
JÓSE F E R N A N D O
SERRANO
302
te conflictivos, tiende a desplazarse hacia la observación de sujetos
que antes no se tenían en cuenta, para mostrar que la j u v e n t u d no
era una condición dada por hecho, ni h o m o g é n e a y monolítica.
Ahora estamos en el punto de que ya se reconoce entre los
estudiosos de lo cultural a la juventud como un sector social específico con rutinas culturales peculiares o con experiencias colectivas que
definen un tipo de inserción en la sociedad, el cual los conduce a actuar
bajo competencias específicas de reconocimiento/apropiación de los productos de los procesos culturales especializados [Pérez Islas, 1998. Cursiva en el original].
Ahora p o d e m o s ubicar el surgimiento de los actuales estudios
sobre jóvenes en Colombia. N o es nuevo señalar que con el sicariato y la impactante aparición de formas de violencia juvenil u r b a n a
declara el año de 1985 como el Año Internacional de la Juventud, con los temas de
participación, desarrollo y paz, en respuesta al reconocimiento de las dificultades
que este sector social vivía v que cada vez se hacen más evidentes. Por la misma
época, la Comisión Económica para América Latina, CEPAL, patrocinó una serie
de investigaciones en vanos países latinoamericanos para determinar las condiciones
de vida de la población juvenil; ello dio como resultado vanos documentos que
pusieron en evidencia lo que estaba sucediendo en la región: falta de empleo rural y
urbano, cambios en la estructura familiar, migraciones hacia las ciudades, taita de
educación, nuevos procesos de socialización en los jóvenes, entre otros aspectos.
Como ejemplo de ellos, por esta época se publica en QolomhvaAusencia de futuro, de
Rodrigo Parra, reflejo del panorama desolador que sobre la adolescencia se bosquejaba en el momento. De este modo, a mediados de la década de los ochenta los
estudios sobre los jóvenes toman en América Latina un matiz especial pues a los
cambios que se venían dando en los paradigmas para comprenderlos, se suman las
nuevas exigencias de conocimiento hechas por los Estados y las entidades internacionales; en este contexto cobra importancia el tenia de los jóvenes marginados por
los efectos de la crisis, en particular las bandas juveniles urbanas.
La investigación sobre jóvenes
el país se da cuenta de que un nuevo actor social irrumpe en el escenario nacional, eljoven délos sectores populares. Si bien ya "existía", con esta "aparición" logra nuevas formas de hacerse evidente,
de desarrollar redes e identidades que, siendo proscritas en marcos
de delincuencia y violencia, le permiten crear mecanismos de permanencia y consolidación como sujeto particular (Valenzuela, 1998).
YApunk, el rock pesado, los conciertos de barrio, la simbología religiosa y los problemas de jóvenes hijos de desplazados por alguna
de las múltiples formas de violencia de nuestro país, constituyen el
escenario para la aparición en escena de este nuevo actor social; es
necesario señalar que este fenómeno se presentó en otros países latinoamericanos, lo cual hace pensar en las crisis económicas y políticas del contexto internacional que llevaron a ello.
La atención que este fenómeno ha requerido, viene generando
en América Latina una reflexión sobre las "identidades proscritas"8
(Valenzuela, 1998), que ya no ve a un joven aislado en su desajuste
con la sociedad, como se hacía antes en los modelos dedincuenciales
y criminológicos, sino que trata de observar las culturas juveniles
producidas por la marginadón, la crisis económica, la falta de expectativas laborales y vitales. A nivel general sigue habiendo una
mirada al joven como "peligroso", pues de lo contrario no se explicaría la violencia selectiva que ejercen contra ellos escuadrones de
"limpieza social" y grupos que se abrogan el derecho de mantener
cierto orden social. Sin duda, también algunos de esos mismos jóvenes llegan a comprender tanto esta lógica de la violencia que
hacen de ella su forma de vida y usan la imagen que se les asigna
para legitimarse; si se los ve violentos, se hacen violentos, lo cual
genera un círculo vicioso de imágenes y de estereotipos que llevan
al aumento de las distancias entre unos y otros. Surgen entonces en
nuestro país expresiones del tipo cultura del sicariato, cultura del
JOSÉ FERNANDO SERRANO
3°4
narcotráfico o cultura de la muerte como nuevos calificativos asociados a las culturas juveniles; lo que antes era disfunción social,
anomia, se vuelve "cultura", una forma de vida con una historia,
unas razones y unas expresiones.
De este modo, a la noción de juventud como "población en
riesgo" que se anunciaba desde los ochenta por efectos del desempleo y la pobreza se suma una nueva condición, el riesgo de ser
actor y víctima de violencia. Surge entonces otra noción asociada,
la "prevención", que caracteriza acciones sobre los jóvenes con iniciativas tanto públicas como privadas a muy diversos niveles. Lo
interesante es que gran parte de lo que se quiere prevenir en el joven proviene del mundo adulto: alcohol, drogas, sexo comercial,
armas, muerte, violencia.
Los supuestos en los cuales se sustentan las diferentes acciones sociales para conseguir estos objetivos (de prevención)
están enmarcados en la idea de que la adolescencia es un período que requiere control social, para lo cual es necesario diseñar
estrategias de institucionalización que permitan la vigilancia, a
la vez que faciliten el discurso moral de los adultos, encaminado
a instruir sobre los peligros que asechan a la juventud y a la sociedad [Cajiao, 1995: 31].
"Por ello hemos definido las identidades proscritas como aquellas formas de
identificación rechazadas por los sectores dominantes [...] los miembros de los
grujios o las redes simbólicas proscritas son objeto de caracterizaciones peyorativas y muchas veces persecutorias. |... ] encontramos desde agrupaciones políticas
con posiciones ideológicas contrarias a los sistemas dominantes, grupos étnicos,
grupos con adicclón a las drogas, grujios religiosos, grupos de nudistas, o algunos
grupos o redesjuvemles, como ha sido ei caso de los beatmks, los pachucos, los
hippies, los cholos, los punks, los chavos banda, los tunkies" (Valenzuela, 1998).
La investigación sobre jóvenes
3°5
Con la asociación adolescencia/necesidad de control se generan
políticas y programas específicos que conforman una imagen general de los jóvenes, no siempre coincidente con sus condiciones y
necesidades y que se enfrenta con otra que circula en la publicidad
y los medios de comunicación: el joven banal, consumista, con exceso de tiempo libre, desinteresado por las "cosas importantes" del
mundo y de la vida; mientras al primero hay que "controlarlo", al
segundo hay que "recrearlo", imágenes ambas que son resultado
de las relaciones de poder y control que surgen del mundo adulto.
Ante esas imágenes reaccionan los jóvenes con una variedad de
expresiones que las replican o las reelaboran mediante procesos de
identidad y agrupación que no corresponden a los comportamientos esperados.
Esta situación de desfases y contradicciones entre las miradas
adultas, públicas y estatales con las dinámicas de las culturas juveniles viene siendo detectada en las investigaciones más recientes en
el país que, saliendo del referente de la violenda y las "poblaciones
marginales", se acercan hacia otros modos del ser juvenil. Una de
las más importantes es el Proyecto Atlántida, encabezado por la
Fundación FES, sobre adolescencia y escuela. El proyecto no sólo
logró hacer un recorrido por diversos lugares del país ofreciendo
un panorama amplio y diverso de la juventud nacional, sino que
además mostró, desde una perspectiva cualitativa, la magnitud de
las desfases entre el mundo adulto y el mundo de los jóvenes, en
particular en el escenario de la escuela, la cual se mueve en un tiempo
"atrasado" (Cajiao, 1996).
En otros estudios recientes la pregunta jxir la cultura se ha resuelto hacia el lado de la formación de identidades a través del consumo de algunos objetos culturales como el rock (Muñoz, 1998;
Serrano, 1998)oelra/> (Perea, 1998) y el tema de contraculturas en
JOSF, FERNANDO SERRANO
306
escenarios de violencia (Salazar, 1998). En este momento es difícil
hacer balance de lo que se está investigando, pero se nota que el recurso al concepto de cultura —en una variedad de formas de entenderlo- se hace fundamental, lo cual amplía (o hace un giro en) la
mirada "violenta" a los jóvenes, que ha imperado hasta el momento en el país.
Al observar los modos como se ha venido desarrollando la investigación sobre jóvenes y las dinámicas propias a sus culturas,
se hace evidente la necesidad de nuevos abordajes y perspectivas de
comprensión que se salgan de la mirada controladora, normalizante y adultocéntrica que ha predominado hasta este momento. Para
asumir los cambios señalados se requiere una perspectiva de investigación particular, no sólo por las categorías que se asuman, sino
por el sentido y el modo de operar que supone dicha perspectiva de
estudio. N o se trata de hacer de los jóvenes un nuevo "objeto" de
estudio, riesgo en el cual estamos ahora, pues repetiríamos esquemas científicos que ya se encuentran agotados; tampoco es ir contra
el conocimiento y desconocer el papel que éste cumple en el escenario social actual. El reto que tenemos es crear nuevos lugares y formas de relacionarnos unos y otros que contribuyan a la creación de
nuevos proyectos sociales.
Bibliografía
Aries, P E l niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen (Madrid:
Taurus, 1987).
Beezer, A. "Dick Hebdige, subcultura: el significado del estilo".
En: Introducción a los estudios culturales (Barcelona: Bosch Casa
Editorial, 1994).
La investigación sobre jóvenes
5°7
Bourdieu, P. Sociología y cultura (México; Grijalbo, 1990).
* Brake, M . Camparaíive Youth Culture: The Sociology of Youth Cultures and Youth Subcultures in America, Britain and Canadá (Londres: Routledge & Kegan Paul, 1985).
Bronfenmajer, G. et al. De la modernidad. Ensayos sobre los jóvenes
venezolanos de hoy (Caracas: Alfadil Ediciones, 1989).
Cajiao, F. "La adolescencia en el universo de las edades". En: La
cultura fracturada (Bogotá: Fundación FES, Colciencias, Tercer M u n d o Editores, 1995).
. "Atlántida, una aproximación al adolescente escolar colombiano". En: Nómadas, N" 4 (Bogotá: Fundación Universidad Central, marzo de 1996).
Eichorn, D. "Adolescencia". En: Enciclopedia internacional de las
ciencias sociales, volumen I (Madrid: Aguilar, 1974).
Feixa, C. La ciudad invisible. Territorios de las culturas juveniles (Bogotá: DIUC y Siglo del Hombre Editores, 1988).
Lesko, N. "Denaturalizing Adolescence. The Politics of Contemporary Representations". En: Youth and Society, volumen 28, N"
2, diciembre de 1996.
Levi, G., y Schmitt, J. Historia de los jóvenes. 1. De la antigüedad a
la edad moderna (Madrid: Taurus, 1996).
Maffesoli, M . El tiempo de las tribus (Barcelona: Icaria, 1990).
Margulis, M . (ed.). La juventud es más que una palabra (Buenos
Aires: Biblos, 1996).
Margulis, AE, y Urresti, M . "La construcción social de la condición de juventud". En: Viviendo a toda. Jóvenes, territorios culturales y nuevas identidades (Bogotá: DIUC y Siglo del Hombre
Editores, 1998).
Martín Barbero, J. "Jóvenes: des-orden cultural y palimpsestos de
identidad". En; Viviendo a toda. Jóvenes, territorios culturales y
JOSÉ FERNANDO SERRANO
308
nuevas identidades (Bogotá: DIUC y Siglo del Hombre Editores, 1998).
Muñoz, G., "Consumos culturales y nuevas sensibilidades". En:
Viviendo a toda. Jóvenes, territorios culturales y nuevas identidades
(Bogotá: DIUC y Siglo del Hombre Editores, 1998).
Perea, C. "Somos expresión, no subversión. Juventud, identidades
y esfera pública en el suroriente bogotano". En: Viviendo a toda.
Jóvenes, territorios culturales y nuevas identidades (Bogotá: DIUC
y Siglo del Hombre Editores, 1998).
Pérez, D., y Mejía, M . De calles, parches, galladas y escuelas. Transformaciones en los procesos de socialización de losjóvenes de hoy (Bogotá: Cinep, 1996).
Pérez Islas, J. "Memorias y olvidos. Una revisión sobre el vínculo
de lo cultural y lo juvenil". En: Viviendo a toda. Jóvenes, territorios culturales y nuevas identidades (Bogotá: DIUC y Siglo del
Hombre Editores, 1998).
Pérez Tornero, J. "El ansia de identidad juvenil y la educación. Del
narcisismo mediático contemporáneo y las estrategias educativas". En: Viviendo a toda. Jóvenes, territorios culturales y nuevas
identidades (Bogotá: DIUC y Siglo del Hombre Editores, 1998).
Salazar, A. "Violencias juveniles: ¿contraculturas o hegemonía de
la cultura emergente?". En: Viviendo a toda. Jóvenes, territorios
culturales y nuevas identidades (Bogotá: DIUC y Siglo del H o m bre Editores, 1998).
Serrano, J. F "Somos el extremo de las cosas o pistas para comprender culturas juveniles hoy". En: Viviendo a toda. Jóvenes, territorios culturales y nuevas identidades (Bogotá: DIUC y Siglo del
Hombre Editores, 1998).
Skeggs, B. "Paul Willis, aprendiendo a trabajar". En:Introducción
a los estudios culturales (Barcelona: Bosch, 1994).
La investigación sobre jóvenes
309
Szulik, D., y Kuasñoski, S. "Jóvenes en la mira". En: Margulis,
M . (ed.). La juventud es más que una palabra (Buenos Aires:
Biblos, 1996).
* Tait, G. "Youth, Personhood and 'Practices ofthe Self: Some
New Directions for Youth Research". En: Australian and New
Zealand Journal ofSociology, volumen 29, N° 1, marzo de 1993,
pp. 40-54.
Valenzuela, J, ¡A la brava ése! (Tijuana: Fd Colegio de la Frontera
Norte, 1988).
. "Identidades juveniles". En: Viviendo a toda. Jóvenes, territorios culturales y nuevas identidades (Bogotá: DIUC y Siglo
del Hombre, 1998).
VV. AA. Ser joven en Medellín (Medellín: Corp. Región, 1993).
VV. AA. La ciudad de los jóvenes. Cna mirada desde Medellín (Medellín: Instituto Popular de Capacitación, 1995).
Wallace, C , y Kovacheva, S. "Youth Cultures and Consumption
in Eastern and Western Europe. An Overview". En: Youth and
Society, volumen 28, N " 2, diciembre de 1996.
Willis, P. Common Cultures. Symbolic Work at Play in the Everyday
Cultures ofthe Young (Boulder: Westview Press, 1990).
Nota: Los artículos marcados con asterisco (*) fueron citados de
sus resúmenes en Sociofile, base de datos en CD-Rom.
Creación estética juvenil:
una experiencia plástica y visual
en la Academia Superior de Artes de Bogotá
Luz Guillermina Sinning
H-sta ponencia parte de tres preguntas surgidas durante una labor
docente e investigativa en un espacio y un tiempo concretos. Son
preguntas que sin cesar tratan de ser respondidas o reformuladas
en constante interacción con jóvenes muy interesantes, como representantes de las nuevas generaciones, por sus diversos orígenes e
historias y por tener en común un mismo lugar de encuentro.
Son preguntas que contextualizan una trayectoria académica
o, de manera más contundente, la muestran en un proceso de complejidad cultural contemporánea esencialmente urbana en que se
expresan muchas de sus muy diversas especificidades y sus conexiones e interpretaciones con otras latitudes.
Son preguntas atravesadas por preocupaciones de muy distinta
índole y que pueden ser abordadas desde diversos saberes de manera interdisciplinaria. Pero, ante todo, son preguntas que implican la gran problemática de la formación en el arte y, en especial,
la gran problemática de esa formación en los ámbitos de la creación artística en un contexto de nuevas y contradictorias sensibilidades.
Son preguntas que confirman, citando a Lyotard, que educar
e instruir son actos filosóficos para convocar no sólo como maestro a la reflexión, sino a la vez a la autorreflexión.
Creación estética juvenil: en la Academia de Artes de Rogóla
311
La primera pregunta es: ¿hasta dónde la globalización con el determinante uso de los medios de comunicación y particularmente con la
reiteración de la imagen y la velocidad en la disponibilidad de muy diversas informaciones ha cambiado la sensibilidad de los jóvenes de nuestro contexto urbano?
Como ya es sabido, el fenómeno de la globalización con sus
sofisticados procesos de producción y consumo ha generado imaginarios comunes de tal magnitud que ha tocado de una u otra forma
a toda la sociedad contemporánea. Pero si dichos imaginarios han
constituido una sintaxis y una semántica que se reconocen y son asumidas en diversas latitudes, rompiendo fronteras y límites culturales y haciendo sentir a los individuos que estando aquí o allá están
como en un mismo lugar —desde el tradicional viaje hasta el simulado por las autopistas de la informática—, también han generado
otras formas de representaciones simbólicas, tal vez a manera de
supervivencia, tal vez por la naturaleza misma de la globalización,
producidas por diversos reciclajes colectivos con sus improntas específicas de vivencias ya emocionales, ya reflexivas, constituyendo
plurivalencias, diferencias y ambigüedades, cuya complejidad real
es muy difícil interpretar con las herramientas conceptuales tradicionales.
Cuando se menciona la complejidad de lo real se hace alusión
a un concepto que se opone a la realidad de unidimensionalidad y
homogeneidad tan temida y diagnosticada por la Escuela de Frankfurt o el mismo Orwell, asumiendo a la sociedad, y al mismo conocimiento, como un entramado cada vez más denso, fragmentario,
heterogéneo y discontinuo de cruces de cultura, entramado que en
la época de la globalización pone a disposición sus logros tecnológicos en aras del consumo, generando —de manera contradictoria
con estas nuevas posibilidades— sincretismos, hibridaciones y enti-
LUZ G U I L L E R M I N A S I N N I N G
3
I2
dades cuyas formas de comunicación y expresión insospechadas se
constituyen en campos de fuga y asimetrías socioculturales y existenciales.
E n este contexto se instalan y se hacen las nuevas generaciones,
con la publicidad, los cómics, la televisión, el cine, el video, la música, las computadoras —éstas no tan accesibles en nuestro medio,
tanto familiar como académico—. Este instalarse espacio-temporal
implica interactividad e intertextualidad, es decir, así ven el mundo, sienten el mundo, hacen el mundo, dicen del mundo. Eseontos
y ese logos generacionales son los de la globalización y no otros; de
manera consciente o inconsciente, con actitudes o aptitudes más o
menos desarrolladas por condiciones individuales y sociales, ya atravesadas por el desarraigo o ya por la marginalidad, y más allá de su
clasificación como modernas o postmodernas, se ha conformado la
condición urbana actual, que como mínimo ha convivido y se ha
hecho con los parámetros de la imagen televisiva y de las revistas,
ofreciéndoles acceder a imaginarios y permitiéndoles su reelaboración según sus urgencias vivendales de supervivencia y autoafirmación (figura 1).
La segunda pregunta es: ¿hasta dónde la cultura generada en la
época contemporánea —con sus características de fuertes rupturas epistemológicas evidenciadas en el hecho mismo del acontecimiento social, político, económico y científico— ha construido otras miradas hacia el mundo
y está siendo construida por otro tipo de creadores y receptores del arle en
las más jóvenes generaciones de nuestro medio?
La cultura contemporánea ha construido su territorio con rupturas epistemológicas cada vez más evidentes, en las que al asumir ««a
conciencia de finitud relativiza conceptos como razón, en términos de
facultad normativa del mundo que comprende unívocamente lo
que se cree que éste es, es decir, en cuanto un conocimiento claro y
Creación estética juvenil: en la Academia de Artes de Bogotá
i1 i
distinto; verdad, como postulado inmóvil y cerrado, no contradictorio, que se afirma en la diferencia del sujeto que conoce y el objeto que se conoce; unidad, como un todo orgánico estructurado en
el que si sus partes son distintas es el todo el que predomina como
universalidad ;/>rogmo, en términos de continuidad mesiánica en la
que se cree, y que se piensa que se puede predecir con base en un
deber ser de necesidad causal en donde la innovación es la premisa
que jalona lo que cada vez es mejor; historia, como secuendalidad
que aun siendo dialéctica es aprehendida racionalmente como un
proceso objetivo.
Esta abierta relativizadón de conceptos pilares de la modernidad, que no dejaron de tener fisuras —desde finales del sigloXIX
hasta comienzos del siglo XX- y que por miedo a ellas no han dejado de producir hecatombes en lo transcurrido del siglo, evidencia de lleno una fragilidad no sólo teórica sino en su correspondencia
con la vida misma y con el desarrollo de la ciencia. Los campos de
polaridad, entonces, se diluyen; Aontos no puede devenir sin tllogos
y viceversa; ya Heidegger lo anunciaba al concebir que el sujeto
sólo es como adjetivo y éste no es distinto ni externo a él. El ser es
acontecimiento, no está fuera de él.
E n estas formas situacionales de la vivencia y del conocimiento
se cruzan territorios, se fragmentan y se multiplican las diferencias,
ya con el estallido violento de no haber sido reconocidas en sus ancestrales raíces, ya con la agresividad de la nostalgia de un terreno
seguro perdido. Pero existe la urgencia de evocar, de ensoñar, de
transgredir lo política, social y estéticamente correcto que sigue vigente como camisa de fuerza, negándose a aceptar ya no las fisuras
sino las rupturas vitales que con más o menos dificultades han creado unas condiciones de posibilidad distintas para mirar el mundo
(comprensión de lo local en lo cosmopolita y viceversa), para cons-
LUZ G U I L L E R M I N A S I N N I N G
ÍM
truirlo y afirmar la presencia ya no épica sino finita del hombre en
el silencio mismo, en la ausencia, en el vacío, en la convocación al
ritual que hace reconsiderar y resignificar la cotidianidad; en la valoración de lo insignificante, de lo anónimo, de lo mecánico, de lo
neutralizado como real por la denotación reiterativa del consumismo amarillista (figura 2).
En esta urgencia de ser estética y poéticamente dentro de la cultura actual, los medios se comportan como prótesis del pensamiento y la sensibilidad no sólo porque sirven para la construcción y el
ofrecimiento de un repertorio malévolo u ocasionador de invalidez
tanto psicológica como física (esto también se da), sino porque posibilitan la construcción de estéticas muy diversas en que se han formado los creadores contemporáneos y sus objetos artísticos y que
han dotado con sus nuevas tecnologías formas muy diversas de testimoniar, ya sea a través de ellos o por influencias de ellos, acontecimientos de encuentro y desencuentro, de infancias e historias que
no sólo dicen de los artistas sino de una época con un concepto de
arte muy abierto y sin un territorio de referentes y símbolos definidos —véase, entre otros, a U . Eco, Vattimo, Lyotard, García Canclini— (figura 3).
Las nuevas generaciones, los jóvenes que habitan los espacios
en donde se pretende formar artistas al crear condiciones para el
desarrollo de procesos artísticos, llegan con muy distintas motivaciones que no siempre implican una clara vocación: no hay interés
en la secundaria para desarrollar actitudes y habilidades artísticas,
sus encuentros con el arte han sido fortuitos y dependen más de intuiciones o problemáticas de carencias en la formación para otros
campos profesionales tradicionalmente valorados.
Lo interesante de estos espacios para los jóvenes es el proceso, en donde la interlocución con una contemporaneidad cultural y
Creación estética juvenil: en la Academia de Artes de Bogotá
3! 5
estéticamente diversa crea un campo propicio en donde se reafirman y simbolizan sus procedencias y sus historias con la impronta
del contacto con los medios y los nuevos conceptos que, en sus paulatinos ritmos de maduración, canalizan vitalmente otras formas de
\dvir espado-temporalmente el mundo, sin pretender con ello descartar las ya conocidas (porque muchas veces no les fueron dadas o
el autoritarismo les impidió la posibilidad de hacerlas suyas), que
superviven y al ser reconsideradas no serían en ningún caso obstáculos sino posibilitadoras de una mayor comprensión de aquellas
que por época les son propias (han sido más los prejuicios de los
maestros, que crearon y continúan creando dicotomías y polaridades entre la cultura letrada y la hipertextual).
La tercera pregunta es: ¿hasta dónde es posible vivenciar cambios
tan fuertes en el campo de lo estético e intensificar la urgencia de sensibilidad y comunicación del mismo, en nuestro contexto de grandes contrastes, contradicciones y carencias de toda índole, cuando se supone que lo
predominante debe ser la búsqueda de estrategias para la supervivencia
básica?
Pese a un conservadurismo furioso (como en otros momentos
del arte), que sigue considerando que para ser artista se debe tener
un espíritu selecto y modelado por una sofisticadón casi de sangre,
el arte contemporáneo o postmoderno, como concepto referido a la
condición de ser de su producción actual, se hace explícitamente
plurivalente, ambiguo, abierto, ecléctico en sus géneros, materiales, técnicas y, por qué no afirmarlo, caótico hasta en los mismos referentes de los que parte.
Hoy el arte es más proceso, no tiene pretensiones de verdad y,
por ende, de encerramiento formal o semántico; tiene sentido en la
intensidad de sus divergencias matéricas, sígnicas y técnicas; rédela, configura, desconstruye y resignifica; es posibilidad de com-
LUZ G U I L L E R M I N A
SINNING
316
plementariedad y, por ello, se presenta ambiguo e inacabado y no
disyuntivo; transgrede el gusto del sentido común por no pretender lo entendido como bello, sin pretender ser un rebelde en el
campo de las polaridades ejerciendo la fealdad como posición beligerante; se comporta fractalmente, como es entendida hoy la realidad; expresa la inmanencia del sujeto en el objeto, situación que el
artista estudia y transforma (algo que también hace la ciencia actual). Así, el arte va creando sus propias reglas y sintaxis en las
poéticas de los artistas, reglas y sintaxis que competen a unas sensibilidades expansivas, complejas, en donde no siempre se descubren
sus estructuras, cuyas presencias están en lo no explícito, en su ausencia. El arte actual como arte de lo sublime dice, con su presencia
de la finitud, una finitud que no se oculta, que se debate entre el
placer y el dolor de la conciencia, que admira los juegos fascinantes
de la razón y se duele de la incapacidad de un diálogo pleno de éstos con los de la imaginación y sensibilidad, es una estética del desgarramiento (figuras 4 y 5).
Con este acercamiento a lo que en la actualidad es el arte se hacen posibles estéticas marginales, se hacen posibles culturas de la
carencia, de las minorías, ya no se esconden, se convierten en formas sensibles que emergen dentro de la sociedad actual y que, al
enunciarse, la denuncian en los campos del arte. Se trata de estéticas y culturas que se instalan con imaginarios producidos por condiciones que, en su naturaleza paradójica, les dan cabida y que por
pensamiento y presencia tienen desde hace mucho historia —ya en
las primeras décadas de la historia del arte moderno lo kitsch y lo
popular van teniendo un lugar—. Todo ello cruzado por los medios
y en los medios.
Hoy no se dan extrapolaciones en el campo artístico en la medida en que se trascienden valoraciones sociales categorialmente
Creación estética juvenil: en la Academia de Artes de Bogotá
3'7
definidas que, hasta hace poco, metodológicamente podían caracterizar las diferencias culturales en diferencias de gustos y hábitos.
Hoy los jóvenes hacen suyas las imágenes publicitarias, las imágenes religiosas, ias técnicas artesanales y las tecnologías contemporáneas y las mismas teorías científicas, para decir de su existencia
psicológica, social, urbana, cotidiana e histórica.
Los conceptos mismos de tradición, de memoria, se constituyen
en una de las preocupaciones estéticas y artísticas de los jóvenes, no
con la nostalgia y el purismo del rescate atemporal buscado y vivido por generaciones anteriores en una pretensión historiográfica,
mítica, profética. Éste es un rescate desde la conciencia de la actualidad veloz, de espacios y tiempos simultáneos que, si bien diluyen
y dispersan, a la vez demandan resignificar procedencias, orígenes,
desde tlser mismo como espacio y evento; en este rescate la imaginación los recrea para poder vivirlos, pues todo recuerdo se recrea
como todo documento se interpreta con la urgencia del acontecimiento y de la actualidad (figuras 6, 7 y 8).
El arte contemporáneo en un medio como el nuestro no sólo
resulta posible en su pluralidad de estéticas, sino que es acontecimiento mismo (no se trata de un problema de voluntad), es vivencia que hace al mismo el contexto donde nos debatimos a diario; es,
en términos de Gadamer, algo ejemplar no producido meramente
por reglas, algo permanentemente nuevo en el sentido de ser creado por reglas no concebidas todavía.
* Las fotografías de las propuestas plásticas y visuales que ilustran el texto son muestras de los procesos de tesis de grado de estudiantes del programa de artes plásticas de la ASAB.
LUZ G U I L L E R M I N A
3
SINNING
l8
índice de fotografías
Figura 1. María Fernanda Mejía, "Sin título", 1996. Fotografía
de la serie Querer verse para tener alguna idea de quien se es.
Figura 2. Ricardo Castillo. "El poder de la intolerancia", 1997.
Fotografía de la serie Angelesypredicadores, intervenida con elementos gráficos y tridimensionales.
Figura 3. Santiago Bartivas, "Silencio", 1997. Pintura y técnica
mixta, de la serie Ileautoscopia.
Figura 4. Carolina Holguín, "Roa, N.N." (detalle), 1996. Técnica mixta, del proceso investigativo Tanatomorfis.
Figura 5. Raúl Naranjo, "Objetos en solidaridad con una víctima
y un victimario", 1997. Acción, de la serie La penetración violenta.
Figura 6. Gloria Barros, "Los asientos", 1997. Papel hecho a mano y mixografía, de la serie Papel sellado, instalación en el Archivo de la Nación.
Figura 7. Juan Paéz, De lo referente al origen (página), 1997. Libros-objetos, fotografía y papel a mano.
Figura 8. Romarey Virguez, "Sin título", 1997. Técnicas mixtas
sobre papel, de la serie Ed testamento de los pájaros, propuesta de
instalación.
Figura 1 (María Fernanda Mejía)
Si yo no soy, ni me parezco a eso que los mass-media dicen que debo
ser, ¿entonces quién soy?".
u
Figura 2 (Ricardo Castillo)
'...es un trabajo que desarrolla simbólicamente la imagen de personajes
cotidianos, sacraltzándolos,para conformar una especie de mitología
o de imaginario urbano".
Figura 3 (Santiago Bartivas)
.evocación de espacios de la infancia, indicio de reencuentro consigo mismo".
Figura 4 (Carolina Holguín)
"En la actualidad la deshumanización cumple un papel'desafortunado porque
tiende a negar taparte oscura y quizás la más fuerte del ser, su irracionalidad,
escudándose siempre en la razón para así justificar la barbarie...".
Figura 5 (RaúlNaranjo)
"El simbolismo de la violencia en términos de un placer del victimario que a
la vez es víctima de un goce que termina inflingiéndole dolor".
:,.-- - i .
'
Ó'
-
víV, '
-
,; - -
..^*^^|n
F i g u r a 6 (Clona Barros)
"...espacio penetrable a través del cual la palabra y la cosa se reafirman...
Papel sellado, asiento, testimonio humano, documento, materia, memoria'
Figura 7 (Juan Páez)
"...el origen del libro es una de mis reflexiones que toma ideas como: lafactura
del libro, el tejer—que etimológicamente viene de textom—y el acto de hacer
el libro, el soporte de la escritura como memoria de la cultura...".
V-í
i
r.
-r
Figura 8 (Romarey Virguez)
"Quizá el mundo de representaciones religiosas sea el caparazón que esconde
el misterio metafísico, en el que podría descifrarparte de mi mundo interior".
Descargar