REGISTRO OFICIAL REPUBLICA DEL ECUADOR Juicio No: 17711

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REGISTRO OFICIAL
REPUBLICA DEL ECUADOR
Juicio No: 17711-2013-0777
Resp: GRIJALVA MARIA DOLORES
Quito, jueves 27 de noviembre del 2014
A:
Dr./Ab.:
En el Juicio Ordinario No. 17711-2013-0777 que sigue ASTUDILLO CALLE EDWIN,
PRESIDENTE EJECUTIVO DE COMPAÑÍA ACE SEGUROS S.A. en contra de
GÓMEZ BORJA MARÍA FERNANDA, REPRESENTANTE LEGAL COMPAÑÍA
AON GROUP ECUADOR S.A. INTERMEDIARIA DE REASEGUROS, hay lo
siguiente:
JUEZ PONENTE: DR. EDUARDO BERMUDEZ CORONEL
CORTE NACIONAL DE JUSTICIA DEL ECUADOR. - SALA DE LO CIVIL Y
MERCANTIL.- Quito, jueves 27 de noviembre del 2014, las 09h10.- VISTOS (777 –
2013): 1. JURISDICCION Y COMPETENCIA: En virtud de que el Juez y la Juezas
Nacionales que suscribimos hemos sido debidamente designados por el Consejo de la
Judicatura de Transición mediante Resolución No. 004-2012 de 25 de enero de 2012 y, el
Pleno de la Corte Nacional de Justicia, mediante Resolución No. 04-2013 de 22 de julio
de 2013, nos ratificó en la integración de esta Sala Especializada, y conforme el acta de
sorteo que obra del cuaderno de casación somos competentes y avocamos conocimiento
de esta causa, conforme los Arts. 184.1 de la Constitución de la República, 190.1 del
Código Orgánico de la Función Judicial y 1 de la Ley de Casación. 2. ANTECEDENTES:
Sube el proceso a esta Sala en virtud del recurso de casación activado por Edwin
Astudillo Calle en representación de Ace Seguros S.A., en contra de la sentencia proferida
por la Primera Sala de lo Civil, Mercantil, Inquilinato y Materias Residuales de la Corte
Provincial de Justicia de Pichincha el 25 de septiembre de 2013, a las 10h14, dentro del
juicio que por daños y perjuicios sigue la compañía ahora recurrente, en contra de AON
Group Ecuador S.A. Intermediaria de Reaseguros. 3. FUNDAMENTOS DEL RECURSO:
El casacionista alega como infringidos en la sentencia impugnada los Arts. 100, 116, 269,
274 del Código de Procedimiento Civil; 5 de la Ley General de Seguros; literales b, d, e,
del Art. 30 de las Normas para el Ejercicio de las Actividades de los Asesores Productores
de Seguros y Reaseguros; y 1569, 1572 y 2020 del Código Civil. Deduce el recurso
interpuesto con cargo en las causales primera y segunda del Art. 3 de la Ley de Casación.
Concluido el trámite de sustanciación y en virtud de haberse fijado los límites dentro de
los cuales se constriñe el recurso, para resolver, se puntualiza: 4. CONSIDERACIONES
RESPECTO DEL RECURSO DE CASACIÓN: La casación es un medio de impugnación
extraordinario y supremo; es recurso limitado desde que la ley lo contempla para
impugnar, por su intermedio, sólo determinadas sentencias. Consecuencia de dicha
limitación “es el carácter eminentemente formalista de este recurso, (…), que impone al
recurrente, al estructurar la demanda con la cual lo sustenta, el inexorable deber de
observar todas las exigencias de la técnica de la casación, a tal punto que el olvido o
desprecio de ellas conduce a la frustración del recurso y aún al rechazo in limine del
correspondiente libelo” (Humberto Murcia Ballén, Recurso de Casación Civil, Ediciones
Jurídicas Gustavo Ibáñez C. Ltda., Bogotá, 2005, p. 91). El objetivo fundamental de la
casación es atacar la sentencia que se impugna para invalidarla o anularla por los vicios de
fondo o forma de los que puede adolecer, hecho que se verifica a través del cotejamiento
riguroso y técnico de la sentencia con el ordenamiento jurídico vigente, lo que permite
encontrar la procedencia o no de las causales invocadas. Este control de legalidad, está
confiado al más alto Tribunal de Justicia Ordinaria, que en el ejercicio de ese control, así
como el de constitucionalidad, lo que busca es garantizar la defensa del derecho objetivo
en procura de la seguridad jurídica, pilar fundamental en el que se sustenta el Estado
constitucional de derechos y justicia, la igualdad de los ciudadanos ante la ley, reparar los
agravios irrogados a las partes con ocasión de la providencia recurrida (la función
dikelógica de la casación así lo exige en cuanto acceso a la tutela jurisdiccional y su
respuesta motivada y justa, Art. 75 de la Constitución de la República). La visión actual
de la Casación le reconoce una triple finalidad: la protección del ius constitutionis y la
defensa del ius litigatoris, proyectados por la salvaguarda del derecho objetivo, la
unificación jurisprudencial, y, la tutela de los derechos de los sujetos procesales. La
casación es recurso riguroso, restrictivo y formalista, por lo que su interposición debe
sujetarse necesaria e invariablemente a los requisitos previstos en la ley. 5. ANÁLISIS
DEL CASO CONCRETO EN RELACIÓN A LAS IMPUGNACIONES
PRESENTADAS.- 5.1. PRIMER CARGO: CAUSAL SEGUNDA. 5.1.1.- De acuerdo al
orden lógico corresponde analizar el cargo por la causal segunda del Art. 3 de la Ley de
Casación. Esta causal regula la “Aplicación indebida, falta de aplicación o errónea
interpretación de normas procesales, cuando hayan viciado el proceso de nulidad
insanable o provocado indefensión, siempre que hubieren influido en la decisión de la
causa y que la respectiva nulidad no hubiere quedado convalidada legalmente”. 5.1.2.- El
fin del derecho procesal es garantizar la tutela del orden jurídico y en consecuencia la
armonía y paz sociales a través de la realización imparcial del derecho objetivo abstracto
en el caso concreto que se resuelve por el ejercicio de la función jurisdiccional del Estado.
La actividad de jueces así como de los sujetos procesales se encuentran reguladas por
normas preestablecidas que determinan lo que debe hacerse en todo proceso y desde su
inicio hasta su culminación. El ordenamiento legal establece la nulidad de un acto
procesal y de todos los que dependen de él cuando se han inobservado esas normas,
nulidad que se encuentra condicionada, entre otros, a los principios de especificidad y
trascendencia. Por el primero de estos principios, llamado también de tipicidad, no hay
defecto capaz de estructurar nulidad adjetiva sin ley que expresamente la establezca, regla
básica que tiene su origen y equivalencia en la máxima francesa pas de nullité sans texte,
que concreta el principio director de este presupuesto conocido además como de
especificidad o legalidad, en cuanto la omisión de determinada formalidad origine la
nulidad del acto o procedimiento, ella debe ser expresa, específica. “Por cuanto se trata de
reglas estrictas, no susceptibles del criterio de analogía para aplicarlas, los motivos de
nulidad, ora sean los generales para todos los procesos o ya los especiales que rigen sólo
en algunos de éstos, resultan, pues, limitativos y, por consiguiente, no es posible
extenderlos a informalidades diferentes” (Humberto Murcia Ballén, op. cit., p. 574).
Ninguna actuación del proceso puede ser declarada nula si la causal no está expresamente
prevista en la ley; las causales de nulidad son taxativas, limitativas, por lo que no cabe
extenderlas a informalidades o irregularidades diversas. Se adiciona que para la
declaratoria de nulidad procesal no es suficiente que medie violación de norma jurídica,
sino que además es necesario que ese quebranto sea determinante de lo resuelto, que es lo
que la doctrina llama la eficacia causal de tal quebranto. En la actualidad, la regla no es
destruir sin necesidad, sino salvar el acto procesal por razones de economía procesal, el
principio de la trascendencia deriva del sistema de nulidades procesales llamado del nexo
de causalidad que enseña que: “… la nulidad sólo puede ser declarada cuando haya un fin
que trascienda la nulidad misma, o de otro punto de vista, que la nulidad no procede si la
desviación no tiene trascendencia sobre las garantías esenciales de la defensa en juicio”
(Alberto Luis Maurino, Nulidades procesales, Editorial Astrea, Buenos Aires, 3ª Edición
actualizada y ampliada, 1ª Reimpresión, 2011, p. 52). La nulidad puede ser provocada por
un vicio, error, o una omisión, todo ello si su elemento constitutivo negativo, constituye
agravio, indefensión, restricción a la defensa o demérito en las actuaciones; por ello que
debe acreditarse la existencia de un perjuicio cierto e irreparable. La inobservancia o
desviación de las normas legalmente establecidas para regular la constitución y debido
desenvolvimiento de la relación procesal, instituyen verdaderas anormalidades que
impiden en el proceso el debido ejercicio de la función jurisdiccional. “Como los errores
in procedendo necesariamente van a influir, en mayor o menor medida, en el
pronunciamiento de la sentencia de fondo, a la que por consiguiente faltará una base
jurídica estable, de ello claramente resulta la razón de la trascendencia que en el ámbito de
la casación tienen las nulidades procesales. Palmar es la necesidad de que el proceso nazca
y se desarrolle en condiciones viables; y es obvio que carece de esta virtud cuando en su
iniciación o en su trámite se omiten o desvían los principios legales que garantizan la
idoneidad de los actos que lo integran y el derecho de defensa de las partes. Si, pues, la
sentencia se dicta con transgresión de los citados principios, tal decisión resulta afectada
por un vicio que, si no se subsana oportunamente, justifica la casación o quiebra del fallo
de instancia” (Humberto Murcia Ballén, op. cit., p. 573). Las causas o motivos generales
de nulidad procesal se encuentran señalados en el Art. 346 del Código de Procedimiento
Civil y conciernen a la omisión de solemnidades sustanciales comunes a todos los juicios
e instancias, en el Art. 1014 del mismo Código en lo relativo a la violación del trámite
correspondiente a la naturaleza del asunto o al de la causa que se está juzgando, también
este Código contempla solemnidades especiales para el juicio ejecutivo, Art. 347 y para el
juicio de concurso de acreedores, Art. 348; y, en leyes especiales, como el caso por
ejemplo puntualizado en el Art. 6 de la Ley Orgánica de la Procuraduría General del
Estado, codificada en 2004, R.O. No. 312 de 13 de abril de 2004. 5.1.3.- Consta del
escrito de interposición del recurso: “Los Señores Jueces integrantes de la Primera Sala
Civil, Mercantil, Inquilinato y Materias Residuales aplican indebidamente el artículo 100
del Código de Procedimiento Civil cuando tratan de justificar la excepción de la cual se
agarran para declarar improcedente la demanda y revocar el fallo de primera instancia,
como es la falta de legítimo contradictor que significa falta de personería por incapacidad
legal del demandado, y el estribillo que usan para enervar ilegalmente esta excepción y
declarar improcedente la demanda es que la demandada no ha suscrito con la actora
contrato de reaseguro; y, que tal como expresa la demandada, los pagos que recibió de
Ace Seguros S.A., actora de este juicio son por su calidad de bróker o agencia corredora
de reaseguros, pues, los juzgadores de segunda instancia para acoger este argumento de la
demandada se remiten a la documentación que obra del proceso a fojas 72 y 77 del
cuaderno de primera instancia. (…), mi representada no ha dicho en su libelo de demanda
que ha suscrito un contrato de reaseguro con la demandada, al contrario, manifiesta
expresamente que la relación jurídica entre Ace Seguros S.A., y la demandada surge de un
contrato de intermediación y jamás de un contrato de reaseguro, por ende los juzgadores
de segunda instancia no pueden afirmar que la relación jurídica que se discute en este
juicio se sustenta en un contrato de reaseguro celebrado entre la actora y la demandada,
(…) al declarar con lugar la excepción la falta de legítimo contradictor sustentado en el
hecho que entre Ace Seguros S.A., y Aon Group Ecuador S.A., intermediario de
reaseguros no existe una relación jurídica sustentada en un contrato de reaseguro por
cuanto la demandada no es reaseguradora, parten de un hecho falso y además en la
conclusión final de la sentencia, en lugar de declarar la nulidad del proceso, desechan la
demanda por improcedente, (…) han aplicado indebidamente en la sentencia objeto de
esta Casación, los artículos 269, 274 y 116 del Código de Procedimiento Civil, por cuanto
el objeto de la litis versa sobre mi pretensión que la demandada sea condenada a pagar el
perjuicio ocasionado como consecuencia de su negligencia en el incumplimiento de sus
obligaciones como intermediario de reaseguro con relación a mi representada que era su
cliente…”. 5.1.4. De fojas 4 a 6 del cuaderno de primera instancia, consta la demanda
incoada por ACE Seguros S.A., a través de su representante legal, en contra de AON
Group Ecuador S.A., Intermediaria de Reaseguros, por incumplimiento de sus
obligaciones como “bróker o agencia corredora de reaseguros”. En cuanto a las
excepciones deducidas, AON Group Ecuador S.A. (fs. 17 a 18), presenta entre otras, la de
ilegitimidad de personería y de falta de legítimo contradictor; la sentencia impugnada con
respecto a estas posturas, menciona en cuanto a la fundamentación del escrito de apelación
presentado por AON Group Ecuador S.A., que “erróneamente se demanda a la compañía
AON Group Ecuador S.A. Intermediaria de reaseguros, fundamentándose en notas de
cobertura y adendums suscritos por AON Group Limited…´, precisando que ´al analizar
las sendas pruebas se puede colegir que no existe relación comercial entre ACE Seguros
S.A. y AON Group Ecuador S.A. Intermediaria de Reaseguros, pues nunca se suscribió
entre éstas dos compañías contratos de reaseguros, y en consecuencia no existe pago
alguno realizado a favor de AON Group Ecuador S.A., Intermediaria de Seguros´, sino en
su calidad de bróker o agencia corredora de seguros´ (…). Lo dicho enerva la excepción
de falta de legítimo contradictor…”. El Art. 100 del Código de Procedimiento Civil, prevé
en cuanto las excepciones: “Las dilatorias más comunes son, o relativas al juez, como la
de incompetencia; o al actor, como la de falta de personería, por incapacidad legal o falta
de poder; o al demandado, como la de excusión u orden; o al modo de pedir, como la de
contradicción o incompatibilidad de acciones; o al asunto mismo de la demanda, como la
que se opone contra una petición hecha antes del plazo legal o convencional; o a la causa
o al modo de sustanciarla, como cuando se pide que se acumulen los autos para no dividir
la continencia de la causa, o que a ésta se dé otra sustanciación”. El recurrente en su
acusación confunde la falta de legítimo contradictor o falta de legitimación en la causa
(legitimatio ad causam), con la falta o ilegitimidad de personería (ilegitimatio ad
processum), sin advertir que son figuras disimiles, no copulativas, ni ambiguas, que
mantienen particularidades propias y bien definidas, que sin perjuicio de eventualmente
coincidir de suyo como sustento o alegación en un determinado proceso, deben ser
argumentadas diáfanamente y escindidas en cada caso, a fin de establecer la identidad del
sujeto o sujetos que se adecuan a dichas condiciones o cualidades. “La legitimatio ad
causam es un elemento sustancial de la litis y, por tanto, no constituye un presupuesto
procesal. En cambio la legitimatio ad processum se refiere a la capacidad jurídico-procesal
de las partes, que sí es un presupuesto procesal...” (Hernando Devis Echandía, Nociones
Generales de Derecho Procesal Civil, Segunda Edición, Editorial Temis S.A., Bogotá,
2009, p. 344). Son presupuestos procesales aquellos antecedentes necesarios para que el
juicio tenga existencia jurídica y validez formal. “La investidura del juez y la capacidad de
las partes para estar en juicio, son condiciones mínimas de procedibilidad” (Alberto Luis
Maurino., op. cit. p. 107). “Tener legitimación en la causa consiste en ser la persona que,
de conformidad con la ley sustancial, puede formular o contradecir las pretensiones
contenidas en la demanda o en la imputación penal, por ser el sujeto activo o pasivo de la
relación jurídica sustancial pretendida o del ilícito penal imputado, que deben ser objeto
de la decisión del juez, en el supuesto de que aquella o éste existan; o en ser el sujeto
activo o pasivo de una relación jurídica sustancial que autorice para intervenir en el
proceso ya iniciado” (Hernando Devis Echandía, Teoría General del Proceso, Tercera
Edición, 2002, Editorial Universidad, Buenos Aires, Reimpresión 2004, p. 269). La no
concurrencia de una persona (física o jurídica) que debió ser parte procesal, acarrea la falta
de legitimación ad causam, indispensable para efectos de que la relación jurídica procesal
quede completa. “Para nosotros, la debida formación del necesario contradictorio es un
problema de legitimación en la causa: cuando no está debidamente integrado, habrá una
legitimación en la causa incompleta que impedirá la sentencia de fondo; (…) Lo anterior
significa que la falta de integración adecuada del litis consorcio necesario, nunca es causal
de nulidad del proceso, sino motivo de sentencia inhibitoria” (Hernando Devis Echandía,
Compendio de derecho procesal, Bogotá, Editorial ABC, 1985, Tomo I, p. 333). “No
existe debida legitimación en la causa en dos casos: a) cuando el demandante o el
demandado no tenía en absoluto legitimación en la causa, por ser personas distintas a
quienes correspondía formular esas pretensiones o contradecirlas, y b) cuando aquellos
debían ser partes en esas posiciones, pero en concurrencia con otras personas que no han
comparecido al proceso” (Hernando Devis Echandía, Teoría general del proceso, Buenos
Aires, Editorial Universidad, 2004, p. 259). Como queda manifestado no puede
configurarse la nulidad procesal por falta de legítimo contradictor, pues su efecto es que el
Juzgador profiera sentencia inhibitoria, no de mérito, es decir no se pronuncie respecto del
fondo del litigio. Las causas de nulidad son taxativas y conllevan el retroceso y perentoria
paralización del proceso desde el punto en el que se ha detectado el error in procedendo,
mientras se subsane la deficiencia que originó la decisión de nulidad. 5.1.5. Aduce además
el recurrente y con cargo en esta misma causal que, el Tribunal a quo ha “aplicado
indebidamente en la sentencia objeto de esta Casación, los artículos 269, 274 y 116 del
Código de Procedimiento Civil, por cuanto el objeto de la litis versa sobre mi pretensión
que la demandada sea condenada a pagar el incumplimiento de sus obligaciones como
intermediario de resaeguro con relación a mi representada que era su cliente”, y agrega
que: “el objeto de la litis versa sobre el incumplimiento de las obligaciones de la
demandada en el contrato de intermediación de reaseguro…” y además que “la litis es
diferente a la litis que pretenden resolver los juzgadores de última instancia”. Este
Tribunal puntualiza que el Juez debe fallar de conformidad con las pretensiones deducidas
en el juicio y las excepciones a ellas opuestas por el demandado, es decir, debe haber
conformidad entre la sentencia y lo pedido por las partes (sea en demanda, reconvención y
contestación de ambas), en cuanto a las personas, el objeto y la causa, porque la decisión
no puede apartarse de los términos en que ha quedado planteada la litis en la relación
procesal. Con la contestación a la demanda se integra la relación procesal produciendo
estos dos efectos fundamentales: 1.- Quedan determinados los sujetos de la relación (actor
y demandado), y, 2.- Las cuestiones sometidas al pronunciamiento del juez. Su
consecuencia, los términos en que se plantearon pretensión y oposición a la misma son los
que delimitan el contenido de la sentencia. El principio de congruencia, como es
conocido, impone “… una absoluta correlación entre la pretensión y la decisión. La
incongruencia puede ser: a) Positiva: por fallar más de lo pedido (sentencia ultra petita); b)
Negativa: cuando se da menos de lo pedido (sentencia citra petita); c) Mixta, cuando se
falla sobre algo distinto a lo pedido (sentencia extra petita)” (Jaime Guasp, Derecho
Procesal Civil, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1961, p. 1430). La congruencia de
la sentencia, viene a ser definida como “la conformidad que debe existir entre la sentencia
y la o las pretensiones que constituyen el objeto del proceso, más la oposición o defensa
enarboladas que delimitan ese objeto” (Aldo Bacre, Teoría General del Proceso, Tomo III,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1992, p. 427). Para el caso de que existan en la sentencia o
auto definitivo, los vicios in procedendo descritos, el legislador ha previsto la causal
cuarta del Art. 3 de la Ley de Casación, que prevé el caso: “Resolución, en la sentencia o
auto, de lo que no fuera materia del litigio u omisión de resolver en ella todos los puntos
de la litis …”, por lo que las razones expuestas por el casacionista no se adaptan, ni
armonizan con el precepto alegado previsto en la Ley de Casación. Improcede, en
consecuencia, el cargo en los términos propuestos. 6. SEGUNDO CARGO: CAUSAL
PRIMERA. 6.1. Por esta causal se imputan vicios in iudicando por aplicación indebida,
falta de aplicación o errónea interpretación de normas de derecho, incluyendo los
precedentes jurisprudenciales en la sentencia o auto, que hayan sido determinantes de su
parte dispositiva. Este vicio de juzgamiento por violación directa de la ley, concurre
cuando: 1.- El juzgador deja de aplicar la norma sustantiva al caso controvertido por
absoluto desconocimiento de la misma y por ignorar el rango o preferencia que tiene en
relación con otras; por ignorancia acerca de su naturaleza propia y la posibilidad de que
pueda omitirse o modificarse por voluntad de las partes. 2.- Por aplicación indebida, por
el error que ocurre al subsumir los hechos establecidos en la norma y al precisar las
circunstancias de hecho que son relevantes para que la norma entre en juego (yerro de
diagnosis jurídica), puede también surgir el error al establecer la diferencia o semejanza
que media entre la hipótesis legal y la tesis del caso concreto; y, 3.- El juzgador incurre en
yerro de hermenéutica, de interpretación jurídica, al errar acerca del contenido de la
norma, “del pensamiento latente en ella, por insuficiencia o exceso en el juicio del
juzgador y de acuerdo con las doctrinas sobre interpretación de la leyes.” (Manuel de la
Plaza, La Casación Civil, Ed. Revista de Derecho Privado, Madrid, 1944, p. 218). La
razón del proceso es la sentencia, con ella se decide y concluye la relación jurídica
adjetiva, en este acto procesal el juez aplica la norma sustancial que regula el caso
controvertido, norma que clásicamente se la entendió como aquella que señala y define los
derechos subjetivos, reales y personales y precisa las obligaciones de las personas. Las
normas de derecho sustancial, es decir aquellas que proveen al sujeto de una pauta de
conducta determinada, a las que Hart las llama primarias (H.L.A. Hart, El concepto de
derecho, Editora Nacional, México DF, 1980, p. 101), son creadas en la expectativa
optimista de que van a ser cumplidas espontáneamente. Tienen este carácter “… las que,
frente a la situación fáctica en ellas contempladas, declaran, crean, modifican o extinguen
relaciones jurídicas entre las partes implicadas en la hipótesis legal” (Jorge Cardoso Isaza,
Manual Práctico de Casación Civil, Temis, Bogotá, 1984, p. 106). Para que pueda alegarse
la causal primera como motivo de casación, es necesario que las normas que se dicen
infringidas tengan esa naturaleza, pues si no son sustanciales las que se dicen
quebrantadas, no puede concurrir el motivo primero de casación. La norma sustancial de
derecho estructuralmente contiene dos partes: 1) Un supuesto de hecho, y, 2) Un efecto
jurídico; la primera consiste en una hipótesis, en tanto que, la segunda viene a ser una
consecuencia, un efecto. La norma de derecho sustancial, como ya se dijo, reconoce
derechos subjetivos de las personas, elimina, crea o modifica la relación jurídica
sustancial; pero fundamentalmente parte de un supuesto para otorgar un efecto; cuando no
se encuentran esas dos partes en una norma sustancial es porque ésta se halla incompleta,
evento que determina la necesidad de complementarla con otra u otras normas para así
conformar esa proposición jurídica, es decir, deben integrarse las normas de derecho
complementarias que permitan hacer la proposición de derecho completa para que de este
modo tenga el supuesto de hecho y el efecto jurídico. El juez, al fallar, establece una
comparación entre el caso controvertido y la o las normas de derecho que reglen esa
relación, si encuentra que los hechos y la relación jurídica sustancial conflictiva encajan,
subsume en el supuesto de hecho de la norma y entonces aplica su efecto jurídico. Por ello
que la doctrina alemana refiriéndose al error que se comete al aplicar a los hechos una
regla que no corresponde, lo llama defecto de subsunción y que actúa “…cuando se llega a
una defectuosa calificación de los hechos a los que se les hace jugar una disposición que
no se identifica con su verdadera esencia; sea porque su supuesto legal es otro, o porque se
prescinde de esgrimir la regla que conviene a su contenido” (Juan Carlos Hitters, Técnica
de los recursos extraordinarios y de la casación. Librería Editora Platense, 2ª Edición, 2ª
Reimpresión, La Plata, Argentina, 2007, p. 273). Cabe puntualizar que es el juzgador el
que busca la norma sustituyendo a las partes que no llegan o no pueden adecuarse
espontáneamente al orden jurídico, sustitución que va encuadrada “… desde un punto de
vista sistemático, en una relación de supremacía y no en una relación de mera suplencia,
supremacía que encuentra su propia justificación estructural en la potestad jurisdiccional
de la cual esta investido” (Ferruccio Tommaseo, citado por Juan José Monroy Palacios, La
tutela procesal de los derechos. Palestra Editores, Lima, 2004, p. 114). 6.1.1. En relación a
la imputación efectuada, en el sentido de que el Tribunal a quo ha incurrido en falta de
aplicación del Art. 5 de la Ley General de Seguros respecto a las atribuciones de los
intermediarios de reaseguros y sus obligaciones previstas en los “numerales b, d, e del Art.
30 de las Normas para el Ejercicio de las Actividades de los Asesores Productores de
Seguros y Reaseguros, publicado en el Registro Oficial No. 80 de 11 de agosto de 2005”,
que disponen como obligaciones de los Intermediarios de Reaseguros: “30.b) Asesorar a la
cedente en forma veraz, suficiente, detallada y permanente acerca de las condiciones del
contrato, haciéndole conocer las mejores opciones según sus necesidades, el alcance de las
coberturas, condiciones de los contratos, beneficios, exclusiones, primas, forma de pago,
plazos y procedimientos para reclamar el pago de indemnizaciones; … 30.d) Asesorar a la
cedente en las diligencias tendientes al cobro de la indemnización y actuar a nombre del
reasegurador ante la empresa de seguros, siempre que cuente con poder especial para ello;
30.e) Responder ante la cedente así como ante el reasegurador por el correcto manejo de
los documentos que le han sido confiados”, así como falta de aplicación de los Arts. 1569,
1572 y 2020 del Código Civil, en razón que el casacionista alega que se han incumplido
dichas disposiciones, “pues el aviso de siniestro al reasegurador es una de las obligaciones
fundamentales que debe cumplir el bróker o agencia corredora de reaseguros a pedido de
la compañía de seguros, tal como los propios juzgadores de segunda instancia reconocen
en el considerando sexto de su írrita sentencia y como consecuencia de la falta de las (sic)
Normas para el Ejercicio de las Actividades de los Asesores Productores de Seguros,
Intermediarios de Reaseguros y Peritos de Seguros, no aplican los artículos 1569, 1572 y
2020 del Código Civil por cuanto la naturaleza de las obligaciones de los bróker o
agencias corredoras de reaseguros, o sea en este caso de Aon Group Ecuador S.A.
Intermediario de Reaseguros es “Hacer” (sic). Se desprende del referido considerando
sexto de la sentencia impugnada que: “En este caso, la mora en el cumplimiento de la
obligación de hacer conocer a la reaseguradora el siniestro no es imputable a aquella,
quien por la imprecisión de la fecha en la que tuvo lugar el suceso, tenía la obligación de
reportarlo a los reaseguradores, cuya póliza estaba vigente a la fecha en que
presumiblemente acaeció el siniestro y no a aquellos que tenían la cobertura, en la fecha
que luego de aproximadamente tres años se determinó que tuvo lugar, de tal manera que
su actuación de no reportar el siniestro a los reaseguradores que habían asumido el
reaseguro en el periodo del 28 de octubre de 1999 al 28 de octubre del 2000, con su
extensión de vigencia hasta el 30 de noviembre del mismo año, sino a aquellos nuevos
reaseguradores contratados para el periodo diciembre del 2000 a diciembre del 2001, no
puede ser calificada de negligente…” . Además, la sentencia se refiere al inicio del mismo
considerando: “en escrito que corre a fs. 395 de los autos, en el que aparece la traducción
realizada a la comunicación dirigida a ACE Seguros S.A., por Bruckmann & Victory,
LLP, suscrita por Daniel J. Sheedan, con fecha 31 de julio de 2003, en la que, en su parte
pertinente dice (fs. 316, 317 y 318): “2.) Eventualidades (…) b.) Presentación del reclamo.
La fecha original del daño fue reportada como diciembre 12 de 2000. Así, basados en el
12 de diciembre como fecha del daño, AON de Londres primero notificó a los
Reaseguradores correspondientes del año 2000 – 2001, encabezados por ACE Global
Markets (AGM) – el 28 de febrero del 2001. Descontentos con esta noticia tardía, los
Reaseguradores de la Póliza del 200-2001 (sic) declararon a la cláusula de control de
reclamos como en buen funcionamiento. Su disgusto por el reporte tan tardío y la falta de
información culminó en que AGM se reservara sus derechos el 29 de agosto del 2002.
Posteriormente, el evaluador en el informe del 22 de enero del 2003 cambió la fecha del
incidente que inicialmente fue diciembre del 2000 (fecha fuera de la póliza de la
Reaseguradora), a Noviembre 6 y 17 del 2000 (fecha dentro de la póliza de la
Reaseguradora)… Así, los Reaseguradores, primero recibieron aviso de este reclamo por
parte de AON Ltd., el 18 de febrero del 2003 (como casi 27 meses después de que el daño
por lo visto sucedió)…”. No estableciendo el recurrente, cuál de las Normas para el
Ejercicio de las Actividades de los Asesores Productores de Seguros, Intermediarios de
Reaseguros y Peritos de Seguros no ha sido aplicada por el Tribunal a quo, para el caso de
reporte del siniestro, más aún, se enfatiza que en las referidas Normas no se prevé
expresamente la obligación de los intermediarios de reaseguros de notificar al
reasegurador del siniestro acaecido, conforme se asevera al tenor de la alegación. Una de
las características del contrato de seguro es su condición de aleatorio, que “en un sentido
especial en el campo del Derecho, se hace referencia a todo lo que resulta incierto e
inseguro por estar supeditado al azar, a la suerte o a la realización de un hecho fortuito
(Enciclopedia Jurídica Omeba, Editorial Bibliográfica Argentina S.R.L., Tomo I, Buenos
Aires, 1968, p. 635), lo cual está supeditado al acaecimiento de una o varias condiciones
suspensivas. “Los elementos constitutivos de toda condición son dos; que sea un
acontecimiento o suceso futuro y que sea un acontecimiento o suceso incierto. Que sea
futuro quiere decir que debe verificarse o realizarse con posterioridad a la estipulación de
la obligación, es decir, en el tiempo que está por venir…” (Arturo Alessandri Rodríguez,
Derecho Civil, Teoría de las Obligaciones, Ediciones Librería del Profesional, Bogotá,
1983, p. 166). En cuanto al aviso del siniestro, “la determinación de la indemnización
debida por el asegurador al asegurado, requiere previamente el reconocimiento de su
derecho. A esos fines, una vez denunciado el siniestro, el asegurador debe pronunciarse
acerca del derecho que le asiste al asegurado. Lo expuesto significa que la mera recepción
de la denuncia del siniestro, sin reserva simultánea formulada por el asegurador, de
ninguna manera implica por parte de este último una aceptación tácita al derecho del
asegurado. Por el contrario, normativamente se atribuye al asegurador un plazo para
decidir … sobre la base de los antecedentes con que cuenta ya efectuada la denuncia, o los
que requiera, ampliatoriamente (informaciones y prueba instrumental), desde entonces
(…). Lo hasta aquí expresado, presupone la existencia de un siniestro verificado durante el
plazo de vigencia material de un contrato cuyo objeto lo constituye un riesgo asegurado”
(Rubén S. Stiglitz, Derecho de Seguros, t. II, Abeledo-Perrot, Buenos Aires-República
Argentina, 1997, p. 159). “Otra importante derivación de la carga de pronunciarse acerca
del derecho del asegurado se predica de la circunstancia de que la tempestiva declaración
constituye requisito de admisibilidad de las defensas que el asegurador pretenda oponer
(judicialmente) al reclamo de aquél” (op. cit. 160). El Art. 85 del Título XVII del Código
de Comercio establece que: “El reaseguro es una operación mediante la cual el asegurador
cede al reasegurador la totalidad o una parte de los riesgos asumidos directamente por él.
Reasegurador es la persona o entidad que otorga el reaseguro; puede también llamarse
cesionario o aceptante”. La Disposición General Décima Octava del Código Orgánico
Monetario y Financiero, publicada en R.O. 332 de 12 de septiembre de 2014, incorporó
como Libro III a la Codificación de la Ley General de Seguros (R.O. 403 de 23 de
noviembre de 2006) con sus reformas, y establece sin haber modificado su texto, en el Art.
5, que: “Los intermediarios de reaseguros, son personas jurídicas, cuya única actividad es
la de gestionar y colocar reaseguros y retrocesiones para una o varias empresas de seguros
o compañías de reaseguros”. Específicamente los Brókers de Reaseguros, “son aquellas
empresas que intervienen en la colocación del riesgo en las Reaseguradoras extranjeras.
(…) es quien participa para que se puedan ceder ciertos riesgos a las Reaseguradoras
internacionales. Así entonces la Aseguradora sería el cliente del Broker de Reaseguros…”
(Waldo Sobrino, Consumidores de Seguros, 1ª. Editorial La Ley, Buenos Aires, 2009, p.
377). En cuanto al aviso del siniestro, el Art. 42 de la Ley General de Seguros (R.O. 290
de 3 de abril de 1998) disponía: “Toda empresa de seguros tiene la obligación de pagar el
seguro contratado o la parte correspondiente a la pérdida debidamente comprobada, según
sea el caso, dentro de los cuarenta y cinco días siguientes a aquél en que el asegurado o el
beneficiario le presenten por escrito la correspondiente reclamación aparejada de los
documentos que, según la póliza, sean necesarios, a menos que la empresa de seguros
formulare objeciones fundamentadas a tal reclamo, las mismas que deberán ser llevadas
inmediatamente a conocimiento del Superintendente de Bancos (…) Si la empresa de
seguros formulare objeciones al reclamo y no se llegare a un acuerdo con el asegurado o
beneficiario, la Superintendencia de Bancos comprobará la existencia de los fundamentos
de dichas objeciones y de no haberlos ordenará el pago, caso contrario lo rechazará. El
asegurado o beneficiario podrá acudir en juicio verbal sumario ante los jueces
competentes o someter al arbitraje comercial o mediación, según sea el caso”. El plazo fue
reformado y disminuido a treinta días a partir de presentada la reclamación, por vigencia
del Código Orgánico Monetario y Financiero citado. Ahora bien, en la demanda activada
por la Compañía recurrente se reclama daños y perjuicios en vía ordinaria, con
fundamento, entre otros, en los Arts. 1572 y 2020 del Código Civil, que disponen en su
orden: “La indemnización de perjuicios comprende el daño emergente y el lucro cesante,
ya provengan de no haberse cumplido la obligación, o de haberse cumplido
imperfectamente, o de haberse retardado el cumplimiento. Exceptúanse los casos en que la
ley la limita al daño emergente”; y, “Mandato es un contrato en que una persona confía la
gestión de uno o más negocios a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la
primera”. El recurrente impugna en Casación la falta de aplicación de las normas
referidas, además del Art. 1569 ejusdem, que prevé: “Si la obligación es de hacer, y el
deudor se constituye en mora, podrá pedir el acreedor, junto con la indemnización de la
mora, cualquiera de estas dos cosas, a elección suya: 2. Que el deudor le indemnice los
perjuicios resultantes de la infracción del contrato”. El Art. 3 del Código de Comercio,
establece que: “Son actos de comercio, ya de parte de todos los contratantes, ya de parte
de alguno de ellos solamente: … 7.- El seguro”, el cual es definido en el Art. 1 de la
misma norma, así: “El seguro es un contrato mediante el cual una de las partes, el
asegurador, se obliga, a cambio del pago de una prima, a indemnizar a la otra parte, dentro
de los límites convenidos, de una pérdida o un daño producido por un acontecimiento
incierto; o a pagar un capital o una renta, si ocurre la eventualidad prevista en el contrato”.
La Codificación de la Ley General de Seguros, actualmente inserta en el Código Orgánico
Monetario y Financiero (libro tercero), dispone que integran el Sistema de Seguro
Privado: “a) Todas las empresas que realicen operaciones de seguros; b) Las compañías de
reaseguros; c) Los intermediarios de reaseguros; d) Los peritos de seguros; y, e) Los
asesores productores de seguros”. Si bien el confiar la “gestión de uno o más negocios a
otra”, se encuentra incorporado en la ley como mandato (Art. 2020, Código Civil),
también se determina que aquél debe plasmarse contractualmente, puesto que requiere
“aceptación del mandatario” (Art. 2028), y conlleva la ulterior responsabilidad del
ejercicio del contrato, conforme lo tipifica el Art. 2033 ibídem, al establecer: “El
mandatario responde hasta la culpa leve en el cumplimiento de su encargo…”, se
encuentra claramente limitada en armonía con lo previsto en el Art. 5 referido, puesto que
la actividad del intermediario de reaseguros se restringe a “gestionar y colocar reaseguros
y retrocesiones”, por tanto, su responsabilidad, se vincula al cumplimiento irrestricto de
las atribuciones otorgadas por la ley, y no otras. Pero resulta obvio que dichas facultades,
al ser ejercidas en función de un contrato celebrado entre el intermediario de reaseguros
con la empresa de reaseguros, produce determinados efectos jurídicos que regulan con
mayor especificidad las operaciones de seguros sobrevinientes, que atañen
inequívocamente al asegurado (Ace Seguros S.A.), y que no pueden ser consideradas
como mandato remunerado, pues han excedido, prima facie, el ámbito de la gestión
dispuesta por la ley, lo cual no las invalida, pero, más bien son transferidas a
estipulaciones de carácter contractual, generándose, por tanto, derechos y obligaciones
derivadas de su entrada en vigor, que dependen de la aceptación expresa o tácita (1465,
Código Civil). Más aún cuando el Art. 3 de las Normas para el Ejercicio de las
Actividades de los Asesores Productores de Seguros, Intermediarios de Reaseguros y
Peritos de Seguros, establece que: “La actividad de los asesores productores de seguros,
intermediarios de reaseguros y peritos de seguros, no podrá ser otra que la definida en la
Ley General de Seguros”. “Jurídicamente, no pueden confundirse los efectos de un
contrato con los efectos de una obligación. Los efectos de un contrato son las obligaciones
que crea, porque el contrato es el acuerdo de voluntades generador de obligaciones: el
contrato es la causa, la obligación es el efecto que proviene de esa causa. De manera que
los efectos de los contratos, son las obligaciones que los contratos engendran para una o
ambas partes…” (Arturo Alessandri Rodríguez, op. cit. p. 62). Consecuentemente, no
incumbe la figura del mandato como sustento de la impugnación, al no ser contractual, así
como tampoco la ley ha previsto, para estos casos, la obligación del intermediario de
seguros de mantener indemne al asegurado. 6.1.2. Es importante tener en cuenta la
distinción entre el significado de daño y el de perjuicio, términos que en el lenguaje
común se utilizan indistintamente. De acuerdo al diccionario jurídico, “…Daño es toda
desventaja que experimentamos en nuestros bienes jurídicos (patrimonio, cuerpo, vida,
salud, honor, crédito, bienestar, capacidad de admisión, etcétera)…” (Enciclopedia
Jurídica Omeba, op. cit. Tomo V, p. 600). En este mismo sentido, “…daño es todo
menoscabo que experimente todo individuo en su persona o bienes, la pérdida de un
beneficio de índole material o moral de orden patrimonial o extrapatrimonial” (Carmen
Domínguez Hidalgo, El Daño Moral, Tomo I, Editorial Jurídica de Chile, reimpresión de
la primera edición, Santiago-Chile, 2013, p. 33). Leslie Tomasello Hart, citando a Enrique
Baltierra Retamal, encuentra que el daño jurídico “…es la lesión que por culpa o
negligencia de otro recibe una persona en un bien jurídico que le pertenece, lesión que le
produce una sensación desagradable por la disminución de ese bien, es decir, de la utilidad
que le producía, de cualquier naturaleza que fuese” y, haciendo cita de Ramón Meza
Barros, expresa que “… es todo menoscabo que experimente un individuo en su persona y
bienes a causa de otro, por la pérdida de un beneficio de índole material o moral, de orden
patrimonial o extrapatrimonial” (El Daño Moral en la Responsabilidad Contractual,
Editorial Jurídica de Chile, Santiago-Chile 1969, p. 14). Pablo Rodríguez Grez, dice que
el daño debe conceptualizarse “…como la pérdida o menoscabo, perturbación o molestia
de un interés legítimo ante el ordenamiento normativo, así dicho interés atendido su
reconocimiento y amparo jurídico, represente o no un derecho subjetivo”
(Responsabilidad Extracontractual. Segunda edición actualizada, Editorial Jurídica de
Chile, Santiago – Chile, 2014, p. 260). En esta visión no basta con aludir sólo a un interés,
es necesario agregar la conformidad de éste con el sistema jurídico. Se dice también del
daño, que es el hecho que se constata; en tanto que, el perjuicio es la consecuencia que se
deriva del daño irrogado. Daño en sentido general se entiende la “lesión, la herida, la
enfermedad, el dolor, la molestia, el detrimento ocasionado a una persona en su cuerpo, en
su espíritu o en su patrimonio; al perjuicio como el menoscabo patrimonial que resulta
como consecuencia del daño y a la indemnización como el resarcimiento, la reparación, la
satisfacción o pago del perjuicio que el daño ocasionó” (Camilo Alberto Pérez Mejía,
Valoración
del
Daño
Inmaterial,
Universidad
CES,
Medellín,
2009,
bdigital.ces.edu.co:8080). Consecuentemente, lo que da derecho a la indemnización es el
perjuicio que proviene del daño por efecto del desmedro material económico o inmaterial
como es el caso del daño moral, que surge como consecuencia de las nuevas
responsabilidades que asumen tanto las personas naturales como jurídicas. “El daño
material supone un empobrecimiento, merma o disminución del patrimonio, así éste sea
actual o futuro … sólo es indemnizable el daño cierto, por consiguiente el daño material
futuro importa una disminución patrimonial que, aun cuando opere hacia el porvenir, se
tiene la certeza de que se producirá. De lo anterior se sigue que habrá un daño material
cada vez que se produzca la pérdida, menoscabo, perturbación o molestia de un derecho
subjetivo o interés legítimo de carácter patrimonial. Esta lesión implicará un
empobrecimiento susceptible de avaluarse en dinero y, por lo mismo, susceptible de
resarcirse en dinero. El daño material puede recaer, indistintamente, en la persona o en sus
cosas o bienes. La ley no distingue ambos tipos, quedando todos ellos comprendidos en el
ámbito de los daños materiales. No se promueve cuestión en relación a esta materia, sin
perjuicio de las dificultades que se presenten para los efectos de su evaluación dineraria.
El daño material –que lesiona un derecho o interés patrimonial- puede ser de dos clases:
daño emergente y lucro cesante” (Pablo Rodríguez Grez, op. cit., p.p. 289, 290). El daño
puramente patrimonial se manifiesta en pérdida de dinero o disminución de un valor
patrimonial expresado en dinero, sin la mediación de un daño a las cosas corporales o a la
integridad física o moral de la víctima; no se produce a consecuencia del daño a la persona
o a una cosa pues recae directamente en el patrimonio. En el Derecho nacional inspirado
en el chileno, como en la tradición del Código francés, “…la ley establece una cláusula
general relativa a los daños, que se entiende comprensiva en cualquier tipo de daños
patrimoniales, con independencia de la fuente. En tal sentido, el daño puramente
patrimonial es subsumible dentro del concepto general y abstracto de daño que emplea el
Código Civil… el daño puramente patrimonial carece de reconocimiento como una
categoría autónoma de daño en el Derecho chileno” (Enrique Barros Bourie. Tratado de
Responsabilidad Extracontractual, Editorial Jurídica de Chile. Santiago, 2008, p. 284).
Para que el daño sea indemnizable deben concurrir estos presupuestos: a. Que el daño sea
cierto y no meramente eventual, b. Que se lesione un derecho subjetivo o un interés
legitimado por el ordenamiento jurídico, c. Que el daño sea directo, d. Que el daño sea
causado por obra de un tercero distinto de la víctima, y, e. Que el daño no se encuentre
reparado. Para los fines de esta resolución, el Tribunal se refiere al daño directo en cuanto
significa que la pérdida, menoscabo, debe ser consecuencia inmediata y necesaria del
hecho que lo provoca; como se observa incide en la relación causal. “La cuestión consiste
en que el daño debe ser consecuencia inmediata de un hecho, sin necesidad de que
interfiera otro hecho para su concurrencia. Por consiguiente, el perjuicio resulta ser el que
se sigue del hecho ilícito en forma espontánea y directa. Más claramente, sólo es
indemnizable el daño que puede imputarse a la acción del demandado, sin que sea
condición de su existencia otro hecho indispensable para la producción de otro resultado”
(Pablo Rodríguez Grez, op. cit. p. 269). Para que el daño sea considerado directo es
necesario que él surja del hecho ilícito sin que medie un hecho nuevo que determine el
resultado, pues todo hecho produce un efecto. En el contrato de seguro, la operación
jurídico – económica que los contratantes entienden realizar constituye el intercambio de
una prima a cargo del asegurado, por el resarcimiento de un daño o el cumplimiento de la
prestación convenida, a cargo del asegurador si se verifica el evento susceptible de
provocar daño o se cumple el presupuesto al que se encuentra subordinado el
cumplimiento de la obligación. “Como se advierte, la materia es (debe ser) la cobertura de
un riesgo asegurable, pues lo que al tiempo del perfeccionamiento del contrato aquéllos
(asegurado y asegurador) consideran, es la hipótesis de realización del mismo (siniestro).
Es en virtud del aludido riesgo, que las partes acuerdan (tienen en vista) que, mediante el
pago de una prima o cotización a cargo del asegurado, el asegurador elimine las
consecuencias derivadas de la eventualidad de su realización (siniestro)
comprometiéndose, en ese caso, a resarcirle el daño o a cumplir la prestación acordada.
Ésa es la materia (objeto) del contrato de seguro. Se trata de un elemento esencial de la
operación jurídica en razón de que la extensión de la garantía del asegurador se halla
subordinada a la realización (verificación) del siniestro que el riesgo ampara, y sobre la
base del cual aquél calcula la prima o cotización (Rubén S. Stiglitz, op. cit. t. I, p.p. 166,
167). Por lo expuesto, el cargo formulado por el recurrente, resulta insuficiente para
efectuar el control de legalidad de la sentencia impugnada, ya que los defectos de la
misma, al tenor de su argumento deben ser contrastados al amparo de lo dispuesto por la
causal tercera del Art. 3 de la Ley de Casación. En consecuencia, no se acepta el cargo con
imputación en la causal primera del Art. 3 de la Ley de Casación. Cabe puntualizar que la
casación no juzga el litigio pues no es un tercer grado de jurisdicción. En efecto, no
implica su nuevo examen pues solo corrige la contrariedad de lo resuelto con la voluntad
de la ley, no juzga de nuevo el pleito, sí la sentencia. La misión de este Tribunal de
Casación, en el ámbito de la causal primera del Art. 3 de la Ley de la materia es la de velar
por la recta inteligencia y la debida aplicación de las leyes sustanciales, más no la de
revisar una vez más las cuestiones de hecho y de derecho cumplidas en los grados del
juicio; en este contexto, recibe la cuestión fáctica tal como se encuentra definida en el
fallo impugnado. 7. DECISIÓN EN SENTENCIA: Por la motivación que antecede, este
Tribunal de la Sala de lo Civil y Mercantil, ADMINISTRANDO JUSTICIA, EN
NOMBRE DEL PUEBLO SOBERANO DEL ECUADOR, Y POR AUTORIDAD DE LA
CONSTITUCIÓN Y LAS LEYES DE LA REPÚBLICA, no casa la sentencia proferida el
25 de septiembre de 2013, a las 10h14, por la Primera Sala de lo Civil, Mercantil,
Inquilinato y Materias Residuales de la Corte Provincial de Pichincha. Notifíquese y
devuélvase.- f).- DR. EDUARDO BERMUDEZ CORONEL, JUEZ NACIONAL, f).DRA. PAULINA AGUIRRE SUAREZ, JUEZA NACIONAL, f).- DRA. MARIA ROSA
MERCHAN LARREA, JUEZA NACIONAL. Certifico. Lo que comunico a usted para los
fines de ley. F) DRA. LUCIA DE LOS REMEDIOS TOLEDO PUEBLA, SECRETARIA
RELATORA.
Es fiel copia del original. Certifico.-
DRA. LUCIA DE LOS REMEDIOS TOLEDO PUEBLA
SECRETARIA RELATORA.
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