Lic. Alberto Mongia AUTOGOBIERNO DE LAS AGENCIAS

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AUTOGOBIERNO DE LAS AGENCIAS POLICIALES Y DE
SEGURIDAD
Lic. Alberto Mongia
Cuando analizamos temas inherentes a una sociedad nos encontramos
con sus prácticas sociales, sus producciones y reproducciones, las
tensiones entre el instituido y el instituyente, y las internalizaciones de
los sujetos como algunos de los intercambios sociales posibles. Estos
temas son complejos y algunas causas de su complejidad se
encuentran en las consecuencias reales que estos intercambios traen
necesariamente a las vidas de las personas. Este razonamiento es
simple pero muy importante para que comprendamos determinadas
conductas desconexas aparentemente del sistema social general, y que
sin embargo están directa o indirectamente relacionadas con el. Ahora
bien, desde un enfoque analítico nuestras conclusiones respecto a
estos intercambios sociales no aportan nada nuevo, pero nos hacen
recuperar los conceptos principales, los cuales aplicados hacia el
interior de agencias policiales y de seguridad, desde el control de la
actividad y el empleo del tiempo que dedican a ella, tal vez nos
otorguen una idea de las doctrinas que se construyen hacia el interior
de estas agencias. Haciendo analogía de estos intercambios,
visualizamos además de sus producciones y reproducciones, sus
posibles consecuencias hacia el exterior de estas instituciones.
Foucault, en relación a estas prácticas, le confiere un papel significativo
al control de la actividad y el tiempo que se emplea para lograr
determinados resultados .Hay una sistematización simultanea de la
acción, el tiempo y el espacio tendiente a configurar los procedimientos
necesarios para alcanzar estos resultados. Las palabras del autor son
esclarecedoras en tal sentido:
“El empleo del tiempo es una vieja herencia. Las
comunidades monásticas sin duda habían sugerido un modelo
estricto. Rápidamente
se difundió. Sus tres grandes
procedimientos –establecer ritmos, obligar a ocupaciones
determinadas, regular los ciclos de repetición- coincidieron
muy pronto en los colegios, los talleres y los hospitales. A las
nuevas disciplinas no les ha costado trabajo alojarse en el
interior de los esquemas antiguos; las casas de educación y
los establecimientos de asistencia prolongaban la vida y la
regularidad de los conventos, de los que con frecuencia eran
anexos”, (Foucault, 2012).
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Estas agencias funcionan como pequeñas sociedades o barrios
estancos. Sus prácticas producen y reproducen las conductas
instituidas en su interior sin ningún instrumento externo que las regule.
Estas conductas que luego van a formar parte de nuestra interacción
ciudadana, fueron potenciadas en sus orígenes desde un sustancial
aislamiento intelectual y espacial .El resultado de este formato
estructural lo pondremos en práctica hacia el exterior de estas
instituciones colisionando con los usos y costumbres socializados por la
mayoría de las personas que integramos esta sociedad. El concepto
que hemos utilizado no es algo de menor importancia si tenemos en
cuenta que el nacimiento de las principales policías en nuestro país es
de origen castrense.
El instituido es muy potente y las posibilidades de que una fuerza
instituyente nueva esmerile sus bases van a seguir siendo vagas en la
medida que sigamos permitiendo que estas agencias continúen con su
aislamiento espacial y doctrinal. Esta tendencia dificulta la integración
social y suma desconocimiento al tema. De esta forma, a su vez,
vamos construyendo estereotipos en colisión con la estructura social
general. Tenemos que revisar y trabajar fuertemente estas relaciones
desde una programación institucional en sintonía con los tiempos y
espacios de un Estado Democrático en donde el eje sea el ciudadano y
no al revés.
“Como las instituciones son preexistentes al nacimiento de
cada persona, los hombres las perciben como exteriores a
ellos e independientes de su accionar .Lo que fue creado en
un momento histórico determinado sigue existiendo para las
generaciones siguientes que heredan esas instituciones y las
viven como ajenas. Se puede retomar el ejemplo de la
comida. Para un occidental se presenta como una objetividad
que cerca del mediodía deje sus actividades para almorzar.
En la mayoría de los casos, esta persona se sienta y pone en
la mesa un plato, cubiertos y alguna bebida. Esta experiencia
está objetivada y se transmite de generación en generación.
Sin embargo, como cualquier producto humano, las
instituciones tienen su historia, que solo puede comprenderse
en profundidad si se tiene en cuenta el contexto en el que
estas surgieron”, (Vazquez, 2010).
Cuando nos referíamos a la potencia de lo instituido en relación a las
prácticas de estas agencias y la urgencia de su revisión, estamos
teniendo en cuenta los conceptos de esta autora. Pensamos que si la
construcción de una determinada institución nos lleva mucho tiempo
arraigarla, sin dudas la desconstrucción de la misma nos llevará aun
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mas esfuerzo. Desde esta línea de pensamiento sostenemos que
debemos implementar una programación institucional diseñada y
planeada desde las autoridades políticas.
Si no desandamos la tendencia delegativa en asuntos de seguridad
pública, y no impulsamos intervenciones y modificaciones en las
prácticas policiales tradicionales, las mismas serán entendidas como la
única verdad posible. De esta forma las agencias policiales y de
seguridad, según el caso, se transformaran en productoras y
reproductoras exclusivas y excluyentes de su propia doctrina como
verdad univoca e inmodificable al margen del proceso social general.
Dicho de otra manera si no producimos un acercamiento real de las
autoridades políticas competente que entiendan y regulen el
instituido/instituyente desde un enfoque integrador, seguramente los
resultados finales de estas agencias serán controvertidos con el
contexto democrático social, transgiversando su eje principal, el
servicio a la comunidad. Es preciso que señalemos que así como el
autogobierno es nefasto para la sociedad y para las propias agencias
policiales, la combinación con la ineficiencia de las autoridades políticas
termina justificando la autogestión de estas agencias. En tal sentido y
desde la experiencia de Saín en relación a la policía de la provincia de
Buenos Aires dice:
“ En consecuencia ,la falta de control y gobierno civil sobre el
sistema de seguridad y policial no se originó ni derivó
exclusivamente de las resistencias interpuestas por los
uniformados ni del apuntalamiento de la autonomía policial
respecto de las autoridades políticas ,sino también de la
ineficiencia y la incapacidad gubernamental para ejercer sus
funciones de comando político institucional sobre la seguridad
y la institución policial de manera competente” (Saín, 2002).
Es necesario que auditemos las conductas desde la cotidianidad de
estas agencias, siendo ineludible un lineamiento desde un gobierno
político competente que conozca de políticas públicas de seguridad y
desaliente en consecuencia cualquier intento de autogobierno policial.
La soberanía política sobre estas agencias es una deuda pendiente con
la sociedad.
En estricta verdad Saín en su obra “Seguridad, democracia y reforma
del sistema policial en la Argentina”, del año 2002, sugiere una batería
de medidas en torno a la seguridad pública, entre ellas señala la
creación del “Ministerio de Seguridad”. Esta medida se pudo cristalizar
recién el 10 de diciembre del año 2010 por medio del decreto
1993/2010 de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. De alguna
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manera el tiempo transcurrido desde la sugerencia de este autor y el
momento en el cual pudo crearse el Ministerio de Seguridad, (8 años
después), nos marca alguna dificultad por parte de las autoridades
políticas a la hora de intervenir en temas de seguridad pública. En este
sentido le otorgamos especial atención a las reflexiones que Saín hace
al respecto:
“Esta falta se debe, en primer lugar, al hecho de que en
muchos sectores de izquierda todavía persisten traumas
históricos asociados con las dictaduras y la represión policial.
Para el progresismo, las instituciones policiales son sujetos de
arbitrariedades y discriminación y no garantes de derechos y
libertades de la ciudadanía”, (Sain, 2010).
Desde la cúspide de la pirámide burocrática quizás haya un gobierno
aparente de estas agencias, como lo hemos señalado, pero a medida
que descendemos por la misma nos encontramos con la disminución
representativa institucional y profesional
de la autoridad política
competente. En este espacio, la idoneidad, como la soberanía política,
deberían ser posibles por medio de una agenda institucional
determinada.
Si no hay profesionalismo y voluntad política en el campo de la
seguridad pública que nos muestre que tenemos y hacia dónde vamos,
los resultados serán distorsionados en relación con nuestra realidad
social. Desde esta ineficiencia no sería apresurado decir que
elaboramos sistemáticamente conductas controvertidas en tensión con
una vida en democracia. No debemos ser reduccionistas y fabricar
injustamente conceptos que estigmaticen a estas agencias como “al
otro peligroso”.
En tal sentido es necesario que conozcamos sus prácticas, estudiarlas
y adecuarlas a una sociedad en continuo cambio. “Se odia lo que nos
amenaza” (Rotket, 2000), y aterroriza lo nuevo, lo inexplorado. Si la
poca información que tenemos del otro es controvertida, ese otro se
transforma en un peligro exacerbado a quien por las dudas ni
intentamos entender y lo más conveniente es que nos alejemos. Este
último pensamiento creemos que es el mayor déficit que estructura al
progresismo a la hora de encarar temas de seguridad pública.
A esta tendencia debemos sumarle el oportunismo político de algunos
sectores que piensan a la inseguridad como consecuencia única de la
pobreza y de la inclusión social, en donde pareciera que no podemos
hacer nada hasta que esto se resuelva, o de lo contrario la alternativa
es la represión policial como remedio de estos males. Mientras
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esperamos el resultado de estos debates, quedamos estáticos y las
prácticas policiales instituidas históricamente siguen su curso.
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BIBLIOGRAFIA
Foucault, M. (2012). Vigilar y Castigar. Buenos Aires: Siglo Veintiuno.
Rotket, S. (2000). La construccion social del miedo. En S. Rotket,
Ciudadanias del miedo (págs. 185-201). Caracas: Nueva Sociedad.
Sain, M. F. (2010). La reforma policial en America Latina. Buenos
Aires: Prometeo.
Saín, M. F. (2002). Seguridad, democracia y reforma del sistema
policial en la Argentina. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, S.
A.
Vazquez, E. (2010). ¿Que es la sociedad? En C. Varela, & J. Besse,
Sociedad, Estado y segurida. Cuadernos de Seguridad. Manuales y
protocolos 1 (págs. 21-38). Buenos Aires: Imprenta Ya.
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