FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNIVERSIDAD DE JAÉN Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Trabajo Fin de Grado Comparatismo interartístico de las representaciones plásticas de la Virgen de la Capilla Alumno: Antonio Martínez Nieto Tutor: Dpto: Prof. D. Eduardo A. Salas Romo Lenguas y Culturas Mediterráneas Junio, 2014 ÍNDICE 1.INTRODUCCIÓN .................................................................................................................. 2 2. FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA ........................................................................................ 4 2.1. SEMIOLOGÍA ............................................................................................................................. 4 2.2. COMPARATISMO INTERARTÍSTICO .................................................................................... 6 3. HISTORIA Y TRADICIÓN DE LA VIRGEN DE LA CAPILLA EN JAÉN ........................ 9 4. ESTADO DE LA CUESTIÓN.............................................................................................. 11 5. REPRESENTACIONES PLÁSTICAS ................................................................................ 11 5.1. ESCULTURA ............................................................................................................................ 12 5.2. PINTURA................................................................................................................................... 15 PRIMERA ÉPOCA ............................................................................................................................ 16 SEGUNDA ÉPOCA ........................................................................................................................... 21 TERCERA ÉPOCA............................................................................................................................ 24 6. CONCLUSIONES ................................................................................................................ 38 7. BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................. 39 1 RESUMEN El objetivo principal de este estudio es conocer cómo se interrelacionan las diversas artes, más concretamente en las representaciones plásticas dedicadas a la tradición e historia de la Virgen de la Capilla y su influencia en la compresión y enseñanza de las mismas a través del conjunto de símbolos e iconografía con una enorme carga significativa que incluyen. Comenzamos con unas breves referencias a las amplias investigaciones realizadas en los campos alusivos al comparatismo interatístico y semiótica, pues son las base sobre la que vamos a cimentar nuestro estudio. La historia documentada de la Virgen de la Capilla en Jaén igualmente va a ser punto de partida para seguir los datos que nos llevarán a concluir nuestro estudio persiguiendo el objetivo que nos fijamos, pues de manera definitiva ha marcado un hito en el desarrollo de la ciudad en todos sus ámbitos. Una de las principales motivaciones para realizar este estudio es la falta de profundización existente en la cuestión, pues no son muchos los historiadores, literatos o estudiosos de las artes que se han interesado por realizar un estudio más o menos profundo de las representaciones plásticas existentes alusivas a la imagen. El medio del que nos servimos para realizar nuestro análisis es una selección las manifestaciones escultóricas y pictóricas existentes que tienen como motivo principal la imagen de la Virgen de la Capilla y todos los elementos alusivos a la historia y tradición que la rodean. Para ello nos centramos principalmente en la sección escultórica en la propia talla de la Virgen, así como las representaciones en relieves y retablos existentes en la basílica de San Ildefonso. En la sección pictórica, dividida en tres partes épocas, realizamos un minucioso estudio de la simbología presente y su significado, atendiendo a valores históricos, literarios y artísticos, y mostrando los diversos parámetros que en su concepción influyeron. Obtenemos como conclusión que a través de las diversas interpretaciones extraídas de las manifestaciones existentes se ha podido llevar a cabo una importante labor didáctica y de conservación, pues sin ellas no hubiera sido posible conocer en la actualidad la historia y tradición de nuestra ciudad como hoy en día la conocemos. Igualmente se extrae que la influencia de todos y cada uno de los hechos acaecidos a lo largo del tiempo ha sido decisiva para que su propia función pueda desarrollarse, incidiendo en que la interpretación subjetiva de los diferentes símbolos juega un papel fundamental para construir la significación completa de las obras artísticas en relación con esos hechos y elementos culturales del ámbito en el que se desarrollan. 2 1.INTRODUCCIÓN El estudio que iniciamos va a comprender la unión de las diversas artes en su mayoría iconográficas, que han participado en la plasmación de diversos sentidos y representaciones de la imagen de la Virgen de la Capilla. Para ello, y tras haber dado unas pinceladas sobre la histórica tradición en la ciudad de Jaén que envuelve a la imagen mariana, pasando por la fundamentación teórica basada en estudios realizados sobre semiótica y comparatismo interartístico, completaremos el estudio con un extenso abanico de representaciones pictóricas y esculturales, las cuales aportan una más que amplia evidencia de lo que ha supuesto el desarrollo de esta documentada tradición cultural y religiosa. El porqué de la realización de este estudio se fundamenta sobretodo en la originalidad del mismo, pues sobre la cuestión hay poca documentación estudiada y aportada, no más allá de los escuetos textos religiosos. Nuestro análisis va a dar un paso más hacia adelante en el estudio comparativo de las artes que a lo largo del tiempo han ido plasmando ciertos momentos de la historia de Jaén, incidiendo en la definitiva intervención del origen de una tradición con cimientos religiosos y populares. La propia talla de la Virgen nos aportará datos de increíble sentido artístico, y a ello ayudará la interpretación de cada uno de los elementos que, en una u otra medida, colaborarán para dar un sentido completo, en todo caso subjetivo, sobre las posibles referencias de esas manifestaciones sobre un suceso datado en acta notarial. No podemos olvidarnos de las diversas épocas que enmarcan las piezas que nos conciernen, pues no sería posible un estudio de manifestaciones aisladas; todas aportan un sentido y tienen una significación diacrónica, y son marcas ineludibles del paso del tiempo y las visiones de cada uno de los que han querido plasmar con su propio arte la visión y significación alcanzadas de una forma individual, interpretando símbolos y dotando de significado elementos que a simple vista no son más que seres inertes, pero que encierran ríos caudalosos de enseñanza. Es necesario hacer una precisión antes de comenzar, y es que todas las representaciones aquí mostradas traspasarán el ámbito puramente religioso, siendo desprovistas en muchos casos del sentido e interpretación que habitualmente se les atañen, pues en un estudio en el que el comparatismo entre artes está presente hay que trascender la única visión que se ha dado de ciertos símbolos a lo largo de los siglos. Pasamos pues, a desgranar cada una de las secciones que componen este estudio interartístico de iconografía mariana, con una visión artística por encima de la vertiente religiosa, aunque es esencial hacer mención a todas esas referencias relacionadas con textos 3 bíblicos y estudios mariológicos. Marcamos el objetivo de mostrar cómo se relacionan las diversas artes y de qué forma influyen en la evolución de la historia y tradición a través de los elementos con una enorme carga significativa que incluyen. 2. FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA 2.1. SEMIÓTICA Antes de comenzar el estudio en sí de las representaciones plásticas que representan un sentido completo y añaden elementos simbólicos que trascienden lo meramente humano y mortal, tenemos que dar unas pinceladas de los conceptos íntimamente relacionados con la perspectiva de la semiótica. Para ello comencemos con una visión dada por María del Carmen Bobes Naves en la publicación “La Historia de la Literatura y la Crítica”, editada conjuntamente con diversos autores como Ricardo de la Fuente Ballesteros o Javier García Rodríguez: “[…] la semiología intenta buscar no sólo los esquemas –que también los busca en s nivel sintáctico– sino todos los elementos y relaciones que en la obra generan sentido, y considera a la obra literaria en sí misma y también como un elemento de un proceso de comunicación, en el que intervienen dos elementos básicos, el emisor (autor) y el receptor (lector). Podemos decir que la semiología se define como investigación autónoma.” (Bobes, 1981: 52). La descripción que nos da Bobes sobre la semiótica encaja perfectamente con el estudio que vamos a realizar, pues hay que inferir en una dimensión que trasciende lo meramente objetivo, pues las obras van a generar un sentido, que significará para cada receptor un mensaje completamente distinto, atendiendo a la codificación adecuada. Por tanto, la subjetividad va a marcar el estudio de las diferentes piezas y representaciones, ya que los símbolos comunican y enseñan lo que la subjetividad de cada individuo suscita. La diversidad de elementos cognitivos y comunicativos que intervienen en la interpretación de un signo son elementos que Bobes señala como esenciales, pues obviamente la visión de cada uno de los componentes que van a tomar parte hasta conseguir una significación son variados en pensamiento y forma de acceder a la propia interpretación. Así lo destaca el autor: “Para un estudio sintáctico de la obra literaria es aceptable una consideración estática del signo, pero en cuanto se pasa al estudio de los valores semánticos es 4 difícil actuar con esta definición y hay que reconocer que el sino es la concurrencia de un significado y un significante realizada a través de la visión (autor) y de la interpretación (lector), es decir que la obra literaria, además de ser el producto de un creador (historicismo) y además de tener unas formas y unos valores intrínsecos (crítica inmanentista, estructuralismos), es también el elemento intersubjetivo en un proceso de comunicación” (Bobes, 1981: 53). Desde esta perspectiva de signo, extrayendo su connotación lingüística, hay que considerar no solamente lo que el autor ha querido expresar plasmando cierto elemento en la composición, sino también la interpretación que el receptor da al mismo, que puede ser parecida o distar mucho del mensaje que se intentó trasmitir en su concepción. Afirma también Bobes en la sección de la edición incidiendo en la interpretación de los símbolos pues todo énfasis que ayuda a comprender e imprimir un sentido a la recepción va a estar marcado por la forma en la que el individuo perciba la sensación necesaria para dotar de un significado cualquier elemento que quizá nadie interpretó como significativo, aunque sí pudiere serlo en un determinado contexto (Bobes, 1981: 54). Por tanto, la interpretación que concluye cada individuo va a adquirir un sentido distinto al de cualquier otro, que en ningún caso van a ser opuestos ni incompatibles. La riqueza de la que están dotadas las manifestaciones artísticas, considerando desde la literatura hasta la pintura, las dotan de una fuente de interpretación amplísima, promovida especialmente por la subjetividad y coexistencia de diversas corrientes, pues en ningún caso va a ocuparse la inmensa variedad de significados para los cuales está dotada la manifestación. Así Bobes afirma que “si se reconoce el carácter artístico del texto dramático y su polivalencia semántica, resulta improcedente hablar de un significado único, tanto si procede del que se cree original del autor, como del que propone como un sentido del director” (Bobes, 1981: 56). Ampliando el campo de aplicación de esta palabras podemos concluir con la aceptación de la mayoría de interpretaciones, en todo caso subjetivas, que partan de los individuos que contemplen las obras, pues la exposición pública y juicio son uno de los fines últimos contemplados en su propia concepción. Entrando en el tema que nos concierne en este estudio, podemos hacer alusión a una de las ideas expresadas por el Dr. Alfonso Ruíz Soto, en la que asegura que “La realidad es lo que es; pero la vida es lo que significa”, añadiendo a cada uno de los hechos y situaciones que podamos expresar un significado connotativo, colocado incluso por encima de lo meramente objetivo. De ahí que incidamos de nuevo en la subjetividad que puede añadirse a todas y cada una de las situaciones, más aun cuando se trata de manifestaciones artísticas, 5 cuya significación variará dependiendo de la audiencia que la perciba y los diversos factores que rodeen la circunstancia. Pasemos pues a desgranar la fundamentación y los estudios que han suscitado las diversas artes, sobre todo al interrelacionarse y expresar, de una forma distinta con diferente visión, el mismo mensaje aludiendo a la misma realidad. 2.2. COMPARATISMO INTERARTÍSTICO La comparación entre las artes ha sido siempre un campo que no ha suscitado interés en su estudio, pues quizá por lo amplio del concepto o la falta de conclusiones extraídas del mismo no han motivado nunca a establecer una clara relación entre ellas. Así mismo lo asegura C. S. Brown en su publicación Music and Literature, en cuyo prólogo nos previene de esa carencia: “Este libro ha sido escrito con la esperanza de lograr ampliar un campo de estudios que todavía no ha sido explorado sistemáticamente. Aunque hasta ahora muchos libros y artículos se han ocupado por separado de muchas de las cuestiones que aquí se recogen, no era posible abarcarlas todas con una única mirada” (Brown, 1948: prólogo). El arte literario y las bellas artes comprendiendo la pintura y escultura, así como la música e incluso danza, han tenido una interrelación en un amplio abanico de posibilidades, pues puede producirse en varias relaciones. La influencia que ha ejercido la literatura sobre las demás artes ha hecho que esas representaciones muestren la simbología y punto de vista del literato, que en muchos casos dista de la concepción de un escultor, pintor o musicólogo. Posteriormente la concepción cambió y las demás artes han sido las originarias que han dado paso a una interpretación literaria y manifestación escrita de la misma realidad, tomando como punto de partida una manifestación plástica. Dejando aparte las influencias que un arte ejerce sobre otro, tenemos que considerar la doble vertiente a la que una manifestación puede referir, pues no alude solamente, en el caso de la literatura, a la expresión misma de ésta, sino que es embajadora de la musicalidad e interpretación plástica en diversas ocasiones (Wellek y Warren, 1981: 154). La interrelación propiciada por la unión de las diversas artes en cuestión asume la libre interpretación del que crea, pues cada manifestación tiene sus propios designios e idiosincrasia para expresar las diversas interpretaciones de la simbología presente. Así lo 6 muestran R. Wellek y A. Warren en la traducción al español por José Mª Gimeno cuando hacen referencia a la interpretación y análisis de las obras en su relación con las demás artes: “Es evidente que el método más directo para establecer un paralelo entre las artes se basa en el análisis de las obras de arte propiamente dichas y, por tanto, de sus relaciones estructurales. Nunca habrá una verdadera historia del arte y menos todavía una historia comparada de las artes si no nos concentramos en el análisis de las obras mismas y relegamos a un plano secundario los estudios sobre la psicología del lector y del espectador o del autor y del artista; […] por desdicha, hasta ahora casi no hemos dispuesto de instrumento alguno para establecer tal comparación entre las artes” (Wellek y Warren, 1981: 155). Para ello, nos planteamos la pregunta de cuáles son los elementos comparables de las artes (Wellek y Warren, 1981: 156), pues la veracidad o falsedad de una interpretación no dependerá más que de los parámetros que nos indiquen la relación establecida con otro arte, pues los elementos van a ser puramente simbólicos y estarán relacionados con una realidad íntimamente ligada a la experiencia demostrada por otro arte. De tal forma concluimos que el entramado de relaciones entre las diversas artes “ha de entenderse más bien como complejo esquema de relaciones dialécticas que actúan en ambos sentidos, […] y que pueden transformarse completamente dentro del arte en que han entrado” (Wellek y Warren, 1981: 161), partiendo así hacia un compendio de diversas visiones que van a aunar esfuerzos para completar la representación de una realidad, pues la aportación de cada uno de los sentidos que suscita la subjetividad va a ir formando un conjunto cada vez más rico en interpretación por mediación de diversas artes. La relación que puede existir entre las diversidad artística, va a estar íntimamente ligada al ámbito cultural de una sociedad, pues si nos ceñimos a los elementos representativos que aparecen en todas y cada una de las manifestaciones artísticas, son interpretación más o menos libre de la realidad y las normas establecidas de una forma inconsciente dentro de una comunidad. Muestra de ello dan R. Wellek y A. Warren: “Hemos de entender la suma total de las actividades culturales de hombre como todo un sistema de series que evolucionan por sí mismas, cada una con su conjunto de normas propias, que no son forzosamente idénticas a las de la serie vecina” (Wellek y Warren, 1949: 161). Así vemos el entramado que conforman el conjunto de normas y elementos culturales que van a tener una influencia directa en la representación artística, pues sin llegar a unirse en idéntica relación, podrá observarse como las interpretaciones estarán ligadas. 7 La evolución de cada arte va a ir también ligada a la evolución del contiguo, pues si seguimos una línea de desarrollo que esté ligada a la evolución cultura, la influencia hará que cada manifestación siga su propio camino sin distar de los respectivos contemporáneos. De ahí que en ocasiones no pueda entenderse una manifestación sin su respectivo en otra de las artes como lo afirman R. Wellek y A. Warren: “Las diversas artes […] tienen cada una su evolución particular […]. Es indudable que guardan relación mutua constante, pero estas relaciones no son influenciadas que parten de un punto y determinan la evolución de las demás artes: han de entenderse más bien como complejo esquema de relaciones dialécticas que actúa en ambos sentidos, de un arte a otro y viceversa, y que pueden transformarse completamente dentro del arte en que han entrado” (Wellek y Warren, 1949: 161). De esta forma observamos cómo nos inducen en el pensamiento de que aunque la evolución de cada arte siga un camino independiente, llegará una transformación en la que tengan elementos característicos comunes unas con otras, debido principalmente a la influencia directa o indirecta de los factores culturales y actividades ciudadanas que condicionan las normas comúnmente aceptadas. Así, jugará un papel fundamental la interpretación estudiando las relaciones estructurales que conformen cada una de las manifestaciones como afirman los autores previamente citados, “Es evidente que el método más directo para establecer un paralelo entre las artes se basa en el análisis de las obras de arte propiamente dichas y, por tanto, de sus relaciones estructurales” (Wellek y Warren, 1966: 155). La interpretación juega un papel fundamental dentro de cualquier arte como hemos visto, pero no por ello va a ser menos importante la significación de los símbolos dentro de la misma religión. No podemos olvidar que este estudio está enfocado desde un punto de vista del comparatismo interartístico, sin caer en pensamientos y manifestaciones puramente ideológicas, si bien es cierto que es necesario comprender al menos la simbología que envuelve lo referente a la forma de escribir y colocar los elementos que van a tener una importante carga significativa dependiendo su posición, forma, color… Por tanto, y dentro de las secciones dedicadas a las manifestaciones escultóricas y pictóricas, el significado de cada uno de ellos va a estar ligado a una tradición; esa tradición puede pertenecer a una u otra corriente, pues no olvidemos que la Iglesia católica que es la institución a la que pertenecen todos estas manifestaciones tiene una base fundada de siglos, por lo que dependiendo la época a la que hagan referencia podremos encontrar una u otra significación. 8 Más concretamente podremos observar elementos que tengan significación mariana, pues la talla que nos concierne hoy pertenece al gótico, época artística que sufrió los cambios e interpretaciones de movimientos posteriores muy directamente en lo referente a los pasajes bíblicos marianos y su trascendencia en las diversas manifestaciones artísticas. Adentrémonos en las siguientes secciones en esa visión que enlaza las diversas artes motivantes de la expresión a través de la rica simbología que presentan. 3. HISTORIA Y TRADICIÓN DE LA VIRGEN DE LA CAPILLA EN JAÉN El origen de la tradición y culturas jiennense alrededor de la imagen de la Virgen llamada de la Capilla tiene su origen en un suceso ya lejano en el tiempo pero que aún está presente en la memoria de los ciudadanos por su transcendencia, y lo que es más importante, la demostración de que al menos el documento que testifica el hecho es real. Queda a libre interpretación lo allí narrado, aunque es más que evidente que ha supuesto un antes y un después en el devenir de la ciudad de Jaén. Hagamos una breve síntesis de la documentada tradición. Desde que Jaén fue arrebatada a los musulmanes en 1246, el lugar tuvo un carácter marcado por ser una de las zonas fronterizas de la región, lo que la llevó a ser el foco de continuos ataques que parecían no tener fin. En la primera mitad del siglo XV, sobretodo en los primeros años, los constantes ataques y asaltos fueron elevándose en violencia y numerosidad, por lo que las autoridades que regían la zona tomaron la decisión de abandonar la ciudad debido a la flaqueza mostrada por las gentes ante la fuerte oposición de los moros del Reino de Granada. Dentro de este contexto de rendición en un conflicto que parecía ganado por el bando morisco, sucedió un hecho catalogado de extraordinario la madrugada del 10 al 11 de junio de 1430. Parece ser que la citada noche un extraño cortejo procesional recorrió las calles del arrabal de San Ildefonso, que se encontraba cerca de las murallas de la ciudad. Cuatro fueron las personas que aseguraron presenciar aquella misteriosa procesión, al despertarse por la gran claridad “que parecía como resplandor de oro reluciente cuando le da el sol” (Montuno, 1950: 41). El cortejo constaba de cinco cruces blancas portadas por hombres mancebos, a las cuales seguían una señora más alta que los demás, con ropajes resplandecientes y un niño “bien criadillo” en sus brazos. La acompañaban a la derecha un clérigo y a la izquierda una mujer con aspecto de beata. La procesión se cerraba con un conjunto de hombres de guerra. El 9 cortejo irradiaba una luminosidad cegadora, y fue recorriendo el arrabal de San Ildefonso hasta llegar a la espalda de la capilla, donde fue celebrada una ceremonia litúrgica en un altar que allí se había preparado. Todo se desvaneció al toque de Maitines (Montuno, 1950: 43). Tras aquella misteriosa noche, el suceso llegó a oídos del “honrado y discreto arón Juan Rodríguez de Villalpando, bachiller en Decretos, provisor oficial y vicario general de lo espiritual y temporal en todo el Obispado por el Muy Reverendo D. Gonzalo de Zúñiga, obispo de Jaén” (Montuno, 1950: 46). El provisor Villalpando tomó declaración por separado a los cuatro testigos de aquel acontecimiento el 13 de junio de 1430, documento del cual el Archivo Histórico Nacional ratificó su legitimidad documental en 1944. Los hechos acaecidos fueron interpretados popularmente como una aparición de la Virgen María a la ciudad de Jaén para ofrecer protección y aliento en el momento tan complicado que estaba atravesando la ciudad. De ahí que se interpretara que eran San Ildefonso y Santa Catalina los que acompañaban a la Virgen en su Descenso a la ciudad de Jaén. La piedad popular hizo que se colocara una imagen de la Virgen en el lugar donde según los testigos había terminado la celestial procesión, y tras las continuas visitas a la “Virgen que está en la Capilla”, las gentes pasaron a invocarla con la advocación de “Virgen de la Capilla”. Por las diversas manifestaciones del fervor del pueblo, la Virgen de la Capilla es declarada Patrona Principal de Jaén, y en 1930 el cardenal primado D. Pedro Segura la coronó canónicamente por aclamación popular. Seguidamente, en 1967, el Excelentísimo Ayuntamiento de Jaén le concede el título de Alcaldesa Mayor Perpetua de la ciudad, con imposición de fajín y bastón de mando, atributos propios del primer edil del lugar. La imagen se encuentra en la conocida como nave del Descenso, en la Basílica Menor de San Ildefonso y Santuario de Ntra. Sra. de la Capilla, enmarcada en un retablo barroco donde se representa, entre columnas salomónicas la procesión del Descenso. Esta capilla se encuentra cerrada por una reja de forja adornada con el escudo del obispo Sancho Dávila (1600-1615), obra del ubetense Nicolás Pérez. Con esta breve descripción de lo acontecido que dio pie a la actual tradición e historia alrededor de la Virgen de la Capilla, vamos a comenzar un estudio sobre la iconografía de la imagen y las diversas representaciones que han prosperado teniéndola como marco referencial. 10 4. ESTADO DE LA CUESTIÓN Una de las motivaciones con las que me dispongo a realizar el presente estudio es la falta de profundización en este tema, quizá debido a la poca trascendencia a nivel artístico que haya podido tener, o quizá porque la época y las circunstancias no han sido las idóneas. Nos encontramos con una brevísima bibliografía que alude directamente al estudio iconográfico de la talla y representaciones plásticas, en su mayoría pictóricas, de la Virgen de la Capilla. De ahí que solamente haya varios historiadores de la ciudad como Manuel López Pérez, Francisco Jiménez Delgado y José GaliánArmenteros, que en la actualidad hayan querido profundizar en la cuestión colaborando puntualmente en la revista anual “El Descenso” con una aportación a la breve bibliografía existente. En general, no solamente aludiendo a las manifestaciones plásticas, la bibliografía que se refiere al hecho en sí del Descenso o a la existencia de un acta notarial debidamente documentada que data de 1430 no ha suscitado rigurosos estudios con tintes históricos o patrimoniales, sino que ha sido el organismo que se encarga del cuidado de la talla el que con una periodicidad anual se ha preocupado de aportar breves publicaciones donde se incluyen estudios, con mayor o menor grado de interés en la cuestión, de autores como los anteriormente citados. Tres son las piezas literarias fundamentales que conforman los estudios existentes acerca de la Virgen de la Capilla, como están debidamente reseñadas en la sección bibliográfica, escritas por Vicente Montuno Morente (1950), José GaliánArmenteros (2006) e Isidoro Lara Martín-Portugués (1994), este último sobre los documentos históricos que rodean la tradición y devoción suscitadas por la imagen a lo largo de los siglos. Partiendo de esta base procedemos a realizar un estudio pormenorizado de las piezas, en su mayoría pictóricas, que tienen un carácter simbólico e iconográfico. 5. REPRESENTACIONES PLÁSTICAS Comenzamos la sección dedicada a las representaciones plásticas haciendo un recorrido exhaustivo de las manifestaciones artísticas que a lo largo del tiempo han estado dedicadas a la talla, historia y tradición de la Virgen de la Capilla. En su mayoría los autores han querido expresar a través de esculturas y obras pictóricas, los diversos elementos que rodean la tradición e historia documentada de la Virgen de la Capilla, no solamente desde la visión del pueblo jiennense, pues ha traspasado las fronteras hasta llegar a ser plasmados por 11 pintores de la talla de Sor Isabel Guerra. A continuación realizamos el estudio pormenorizado de las esculturas y pinturas que tienen como centro esta arraigada tradición y podríamos decir “cultura popular jiennense”. 5.1. ESCULTURA Comenzamos la sección de representaciones plásticas haciendo un análisis de las obras escultóricas alusivas a la Virgen de la Capilla. Quizá este campo no ha sido explotado en su totalidad, pues son escasas las representaciones escultóricas que tienen como centro esta historia y tradición de siglos. Iniciamos el estudio con la propia talla de la Virgen de la Capilla (Imagen 1), pues será la pieza más importante dentro de este tipo de manifestaciones, no por tratarse de la desencadenante de la historia y tradición, sino por su valor artístico reconocido. En el estudio de Vicente Montuno Morente(1950) podemos encontrar ciertos datos referentes a que tras aquel extraordinario suceso “don Gonzalo colocó en la capilla por él mandada abrir para conmemorar el Descenso una imagen antigua de Nuestra Señora, que estaba dentro de la iglesia, la que por carecer de otro nombre o por la novedad se empezó a llamar comúnmente de la Capilla” (Montuno, 1950: 69). La creencia de que la imagen actual fuera anterior al hecho del Descenso tomó fuerza tras comprobar por diversos estudios que la parte trasera era completamente plana, lo cual hacía notorio su anterior colocación en un retablo, argumento Imagen 1: Talla de la Virgen de la Capilla. Siglo XV – XVI? que enlaza perfectamente con lo mandado por don Gonzalo de Zúñiga. Fue a partir de la restauración realizada en el Instituto de Conservación y Restauración de Obras de Arte (ICROA) de Madrid, cuando comenzó a situarse en el período gótico: “la imagen de Ntra. Sra. de la Capilla, […] ha sido situada por los investigadores que la han estudiado entre finales del XIV y primer tercio del XVI. El informe técnico precedente a la restauración de 1982 afirma la existencia de policromía de finales del trescientos o principios del cuatrocientos” (López-Fé, 2010: 111). Situándola en el período gótico, y considerando las características de dicha época, pasemos a realizar un análisis de los principales elementos que contiene y simbología que representa. La imagen en un primer vistazo emana una profunda luz debido a la técnica en la que están realizados los ropajes, pues en tonos estofados resalta la túnica y el cabello. 12 Posiblemente esa fuera una de las características que determinara su selección para representar la luz irradiada por la celestial señora como apunta Vicente Montuno1. Considerando las características que hacen referencia puramente a la significación, nos llama la atención el basamento que sustenta a la talla. Se trata de dos cojines en un tono carmesí oscurecido, que envuelven una simbología riquísima en detalles. Los cojines son símbolo de majestuosidad, pues es la Virgen la que está sobre ellos. El motivo por el que son dos justamente no es otro que representar el misterio de la Santísima Trinidad, pues aunque son tres las personas que se unen en el mismo, dos de ellas, Dios Padre y Dios Espíritu Santo, están representadas en el soporte de la Virgen, y la tercera recostada en los brazos. El porqué de esta representación es alusivo a la acogida por parte del misterio comúnmente aceptado en la tradición cristiana hacia la Virgen como Madre de Dios. La disposición propia de la talla la hace semejar un avance, la imagen se encuentra en movimiento, está caminando, metáfora íntimamente ligada al referente de la vida, significando que la religión a la que alude no es propia de la muerte sino de todo lo contrario. Un Dios resucitado no hace más referencia que a la propia vida tras vencer a la muerte, como indica el evangelio de Lucas2. El movimiento queda perfectamente reflejado en los pliegues de la túnica estofada que muestra la rodilla adelantada, dejando ver bajo el remate de las vestiduras uno de los pies de la imagen. Si nos centramos en la disposición de las manos de la Virgen, podemos observar como con la derecha dibuja un círculo que nos hace suponer que le ha sido arrebatado cualquier símbolo que sostenía en su concepción original como afirma José Domínguez Cubero en su artículo para la revista “El Descenso”3. Con el brazo izquierdo sostiene la imagen del niño de una forma firme y decidida, muestra inequívoca de la íntima relación por la que queda elevada a la divinidad. La talla del niño se muestra desnuda, desprovista de cualquier ropaje por sencillo que fuere y sin atributo alguno de su condición de Dios. La simbología que habitualmente muestra a los niños en brazos de la Virgen sin ropaje alguno es alusiva a la pureza en la concepción de Jesucristo, pues en una equiparación a la misma vida terrenal, nació de una mujer y fue desprovisto de su condición divina. La igualdad entre Dios y el hombre es palpable en la talla, ya que se muestra indefenso como cualquier ser humano de corta edad cobijado en los brazos de su madre, necesita de su protección para continuar su desarrollo. Por tanto, la colocación 1 MONTUNO. V. (1950). Nuestra Señora de la Capilla. Madrid: Blass S. A. Tipográfica, pp. 41-43. “Porque Dios no es Dios de muertos, mas de vivos: porque todos viven a él” (Lucas: 20, 38) 3 DOMÍNGUEZ, J. (2010). Estudio iconográfico de la Virgen de la Capilla. Revista El Descenso. Torredonjiemeno: Gráficas La Paz. p. 100. 2 13 en el mismo plano del ser humano y Dios es una significación expresada directamente por las características que el niño muestra. Porta en sus manos una figura esférica, símbolo del globo terráqueo. A la vez que es niño, es Dios, y por ello “juguetea” con su propia creación. La metáfora coloca diversos elementos que entre sí están íntimamente relacionados, como son la pureza misma de la imagen siendo niño-hombre, y su condición divina de niño-Dios con el mundo entre sus dedos. En referencia a la cara de la Virgen presenta unos rasgos totalmente característicos del gótico, sin expresión marcada y con leves líneas que le dibujan el rostro. Su cabello es resplandeciente como su ropaje y porta una diadema sobre la cabeza, símbolo de divinidad y coronación por parte de los ángeles al ser elevada al cielo. Como hemos señalado antes la imagen muestra en plano cortado la parte posterior, signo de que su procedencia bien podría ser un retablo de la propia iglesia de San Ildefonso. Podríamos hacer un intenso análisis de la procedencia de la imagen y las diversas restauraciones que ha sufrido, las cuales han ido aportando datos sobre su concepción original, pero no es el objetivo primordial de este estudio. Sí señalar que en la restauración de 1983 la talla fue desprovista de unos retintes que mostraban su rostro y el del niño con tonalidad oscura, lo que hizo cambiar de forma radical las representaciones a partir de esa época. A nivel escultórico cabe también destacar el portentoso retablo del Descenso (Imagen 2) que se encuentra en la basílica de San Ildefonso, pues representa excepcionalmente la celestial procesión acaecida en 1430. Fue construido durante el pontificado de Fr. Benito Marín (1750-1770), y muestra un tríptico con los participantes de la extraordinaria procesión, las cinco cruces Imagen 2: Retablo de "El Descenso". Siglo XVIII parroquiales de Jaén, una señora resplandeciente junto a un clérigo y una mujer con aspecto de beata, y varios hombres de guerra (Montuno, 1950: 44). El testimonio que escenifica este tríptico fue una gran herramienta de enseñanza y difusión del maravilloso suceso, pues entre la gente iletrada la manifestación artística daba debida cuenta de los elementos principales que habían intervenido en el suceso considerado providencial. 14 De igual forma se representa la procesión celestial bajo el camarín de la Imagen 3: Representación de "El Descenso" bajo el camarín de la Virgen Virgen (Imagen 3), considerada como la primera representación del Descenso, datada de finales del siglo XVI. Se trata de una representación de características similares, destacando su disposición de izquierda a derecha, dando una mayor relevancia a la imagen de la señora y el niño colocados en la parte derecha, debido a la simbología que ello supone4. La imagen de la Virgen aparece resplandeciente como indica el suceso y el niño aparece con rasgos de fuerte complexión como asegura el testimonio de uno de los testigos al afirmar que se trataba de un niño “bien criadillo” (Montuno, 1950: 42). Una última representación que podríamos considerar menor es la que se encuentra en la fachada posterior de la basílica de San Ildefonso, realizada en piedra. Muestra las características propias de la Virgen de la Capilla, con pequeñas diferencias. El niño aparece revestido al igual que la imagen de la Virgen, y por los pliegues de la túnica podemos concluir que se encuentra sentada, posiblemente representando la ceremonia litúrgica que según el testimonio recogido por Vicente Montuno (1950), pues aunque en ningún momento se cita la posición, en las ceremonias litúrgicas el celebrante muestra esa posición durante un largo período. Pasemos pues al grueso del estudio, considerando las principales obras pictóricas que han tenido como centro la imagen de la Virgen de la Capilla, su historia y tradición. 5.2. PINTURA La imagen de la Virgen de la Capilla ha sido, a lo largo del tiempo, tema recurrente e inspirador de muchos de los artistas consagrados hoy en día, no solamente en el ámbito geográfico que rodea a la imagen, sino llegando a traspasar las fronteras de la Comunidad Andaluza y llegando a ser plasmada por pintores de reconocido prestigio a nivel nacional. Como ocurre en cada uno de los ámbitos artísticos, las técnicas, visiones y formas de entender 4 La zona derecha está considerada de mayor relevancia o prestigio según el protocolo actual sobre actos civiles y religiosos, y considerando las connotaciones religiosas que aparecen en oraciones populares como el credo apostólico así lo atestiguan: “está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso” (Credo Apostólico). 15 cada arte van sufriendo variaciones debido a las diversas influencias que afectan de forma directa e indirecta las manifestaciones producidas por cada uno de los artistas. Así, dentro de esta sección destinada a exponer de forma precisa las distintas interpretaciones que pueden ser extraídas de las diferentes manifestaciones pictóricas de la Virgen de la Capilla, vamos a establecer una división en tres épocas diferentes para así entender dentro de los movimientos artísticos de cada época los diferentes símbolos que subyacen el mensaje unitario de las mismas. La primera de ellas corresponde a los diversos carteles que se han destinado a anunciar las efemérides más representativas de la Cofradía presidida por la Virgen de la Capilla, así como los cuadros que han ido teniendo a lo largo de la historia a la Virgen como centro, cuyo fin haya sido la colocación en edificios públicos u oficiales, o regales a nivel institucional. Otra de las etapas en las que vamos a centrar nuestra atención está constituida por la gran cantidad de obras producidas a raíz de la convocatoria de concursos diversos por parte del Excelentísimo Ayuntamiento de Jaén con motivo de las Fiestas Patronales celebradas cada año alrededor del día 11 de junio en Jaén. La última de ellas constará con la llamada “etapa moderna” de las obras pictóricas producidas por pintores actuales, en su mayoría jiennenses, y cuyas aportaciones han servido de base para los diferentes carteles anunciadores de las Fiestas Patronales en honor de Ntra. Sra. de la Capilla entre los años 2004-2012+. Todas ellas, independientemente de la época a la que pertenecen, muestran una infinidad de símbolos que, atendiendo a un juicio particular, hacen alusión a la tradición y cultura del pueblo de Jaén desde el siglo XV, en el cual, según el acta notarial de Villalpando, se produjo el extraordinario suceso del Descenso de la Virgen de la Capilla a la ciudad de Jaén. PRIMERA ÉPOCA Nos ocupa en esta primera sección sobre el estudio de las manifestaciones pictóricas dedicadas a la Virgen de la Capilla, analizar aquellas que podemos considerar históricas, ya sea por su importancia a lo largo del devenir de la ciudad, o por el hecho que en sí mismas anuncian o proclaman, pues eran un medio de difusión que llegaba a los lugares más recónditos al encontrarse incluidas en los carteles anunciadores de las fiestas patronales de cada año. Si bien es cierto que no fue hasta aproximadamente el año 1930 cuando estas composiciones destinadas a la cartelería comenzaron a prosperar, encontramos anteriormente a esta fecha ciertos óleos de gran valor y en su mayoría anónimos que representan, siguiendo 16 una línea ornamental de la época, los elementos que por entonces daban significación a la pieza, y en muchos casos, tenían un objetivo claramente docente. Cabe destacar en esa primera corriente, un lienzo que data del siglo XVII (Imagen 4), y que por las características en la ornamentación que presenta, podríamos datar anterior a 1667, pues los elementos que en él aparecen pertenecen al antiguo retablo que acogía a la imagen, y fue en esa fecha cuando un incendio obligó a remodelar el mismo. Observamos en esta pieza la disposición de la Virgen de la Capilla dentro de su camarín enmarcado en el por entonces retablo que la cobijaba. El por qué de esta representación responde a una simbología que podíamos denominar “de respeto”, pues acudiendo a una tradición yahvista de escritura nos encontramos con la Imagen 4: Lienzo Virgen de la Capilla. Siglo XVII visión de Dios como un ente superior que castiga. Muestra de ello son los textos de los libros Génesis y Éxodo, donde hay una visión de un Dios castigador que expulsa a Adán y Eva del paraíso5, en lugar de, según la visión actual, perdonar y enseñar. La tradición con la que se escribe la Sagrada Escritura va variando dependiendo del tiempo, por ello muestra de una forma u otra la figura de la divinidad, lo cual afecta de una forma directa a las manifestaciones artísticas, que se sirven de esos elementos para acentuar un ya marcado significado metafórico. De esa forma es como se representa a la divinidad en cualquiera de las arte plásticas, mostrando una distancia absoluta entre las imágenes sagradas y el pueblo, que está también representado en un lugar inferior, un plano por debajo de esas imágenes para acentuar más aún esa distancia establecida entre ambos. La distancia producida por la ubicación de la imagen en un retablo y el pueblo que se postra a los pies del mismo, da esa sensación de lejanía tan frecuente en las manifestaciones de la época debido a la clara influencia de la tradición anteriormente expresada. La imagen no representa en ningún caso el aspecto al que hoy en día estamos acostumbrados, pues responde a las costumbres del siglo XVII en lo que a ornamentos textiles y preseas se refiere. Si bien el aspecto se ha visto modificado, la iconografía se ha mantenido 5 “Y le echó Yahveh Dios del jardín de Edén...y habiendo expulsado al hombre, puso delante del jardín de Edén querubines, y la llama de espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida" (Gen, 3: 23-24). 17 inalterable a lo largo del tiempo, pues la visión apocalíptica reflejada en estas representaciones marianas ha influido directamente la disposición de cada uno de los elementos ya tan característicos como la media luna o la luz desprendida por la imagen y ropajes, gracias en aquella época a las alhajas brillantes prendidas en la vestimenta, y hoy en día por la luminosidad desprendida del estofado de la talla gótica. Pasamos ahora a examinar con detalle una serie de composiciones que han marcado de forma definitiva la historia de la imagen, teniendo todas ellas como centro el mismo elemento de unión, una corona. ¿Por qué una corona?, pues bien, se trata de representaciones pertenecientes al concurso convocado en 1929 por una Junta Magna que era la que en aquellos tiempos regía el destino de la imagen. El motivo no era otro más que el de elegir entre todas las obras la que anunciaría la coronación canónica de la imagen de la Virgen de la Capilla. Entre todos, y por diversos avatares del destino solamente se han conservado cuatro de ellos, el ganador y tres más de los presentados y, sin saberlo a ciencia cierta, posiblemente galardonados con un premio menor en el concurso. El primero que nos ocupa es el que fue galardonado con el primer premio y por tanto el cartel anunciador de la coronación canónica en 1930 (Imagen 5). Se trata de una obra del barcelonés José Morell Macías, el cual, quiso plasmar un conjunto pictórico rico en simbología teniendo como centro el elemento de unión entre todos los analizados en esta sección, la corona de la Virgen. La parte central del mismo lo ocupa la imagen de la Virgen siguiendo una línea estética propia del época, con una iconografía típica de la Virgen de la Capilla, luciendo de forma triangular el manto con ricos bordados, sobre su cabeza una corona flanqueada por estrellas y a sus pies una media luna que guarda una estrecha relación con la original. Esa corona es la que centra en gran medida la atención al observar la composición, pues por su situación en el centro del plano y sus líneas curvas hacen que todo en los planos posteriores giren alrededor de ella. Bajo la imagen de la Virgen podemos observar como la silueta de varias Imagen 5: Cartel Coronación Canónica. Año 1930 cabezas se erigen para observar a la patrona, las cuales son un símbolo más de ese patronazgo y maternidad divina concedida a la imagen, 18 representación que irá sucediéndose de forma continua en las representaciones que analizaremos con posterioridad. Si observamos el plano que se encuentra detrás de la imagen de la Virgen, tenemos representadas diferentes realidades de una forma metafórica. La primera de ellas es la que más parte del plano ocupa con la representación de la Virgen con el niño en brazos y a su izquierda un clérigo portando la Sagrada Escritura. Clara referencia ésta del Descenso de la Virgen a la ciudad de Jaén, pues elevada en la representación sobre cualquier otra realidad, enmarca y da una visión de acogida al desdibujarse la parte inferior de las figuras y fundirse con los elementos que continúan el plano. Desde esa perspectiva, como si de un cielo terrenal rodeado de nubes se tratase, la Virgen que Descendió a Jaén observa la ofrenda echa por los habitantes de este pueblo a la imagen que representa esa divinidad absoluta y protectora. Junto a las tres figuras se atisban unas banderolas de diversos colores suspendidas en una guirnalda, símbolo inequívoco de la explosión de júbilo vivida por la ciudad en una fiesta tan grande como la que conmemora el profundo y sincero agradecimiento a Dios, a través de la Virgen de la Capilla. El pueblo estalla y viste sus mejores galas, pues no debe perderse de vista el sentido popular que acoge la celebración y el origen de la tradición, pues el pueblo fue testigo y receptor directo del favor concedido. También en un segundo plano nos encontramos cinco siluetas que podríamos interpretar como de clérigos que portan cinco cruces, referencia directa a la unión entre la historia y la cristiandad en el pueblo de Jaén. Gran similitud une a esas cruces con la que se erige majestuosa en el cerro llamado “de Santa Catalina”, recordando esa vinculación, y en la representación que nos concierne rodean a la talla y en general el escenario representado, que conmemora una vez más el extraordinario suceso de 1430. También hay establecida una relación con el texto de Vicente Montuno Morente (1950: 43), donde se recoge el testimonio de Juan, el hijo de Usanda Gómez refiriéndose a las cinco cruces que portaban en la celestial procesión, símbolo de las cinco parroquias de la ciudad6. Las otras tres representaciones que concurrieron al 6 Imagen 6: Cartel presentado al concurso de pintura. Año 1930 “Y vio cinco cruces blancas, como las de Jaén (las de sus parroquias), que iban una en pos de otra como en procesión, llevadas por otros tantos hombres mancebos, barbirrapados.” (Montuno, 1950: 43) 19 citado concurso, tienen como centro también el simbólico elemento de la corona, cada una de ellas con un matiz distinto. El primero (Imagen 6), muestra la silueta de la Virgen y un clérigo imponiendo la corona sobre su sien, mientras en la corta distancia tres siluetas contemplan ensimismadas la escena. Podemos establecer una relación entre esas siluetas y los testigos del maravilloso suceso de aquella lejana noche, aunque quedaría por concretar uno de ellos, pues según el acta notarial fueron cuatro moradores los que presenciaron con júbilo el divino cortejo. El clérigo que impone la corona podría ser con cierto retoricismo, el acompañante de la luminosa señora aquella noche de junio, pues como miembro del clero da veracidad a aquel suceso y lo coloca dentro de las revelaciones o apariciones de la divinidad a sus fieles. Otra de las representaciones (Imagen 7) coloca en la parte superior del plano la portada gótica de la basílica menor de San Ildefonso con tonos idealizados incluyendo trece querubines ocupando el tímpano (Jiménez, 2014: 111). La imagen de la corona aparece esta vez incluida dentro de esta representación, pues es su propia morada, San Ildefonso, la que corona a la imagen, haciendo referencia al pueblo jiennense que la venera desde tiempo inmemorial en el citado lugar. Por tanto, de forma metafórica, la portada gótica es la que ejerce el peso de todos los agradecimientos dirigidos para así, de una forma material dejarlo establecido sobre la sien de la Virgen. La imagen de la Virgen en sí, con forma triangular portando manto rojo ocupa la parte central sustentada sobre nubes y la ya característica media luna a sus plantas. La parte más representativa es el plano inferior, que mediante varios elementos hace significar el interior de una vivienda Imagen 7: Cartel presentado al concurso de pintura. Año 1930 cualquiera del viejo arrabal de San Ildefonso, donde habitaban cualquiera de los testigos el extraordinario suceso o sus similares. Los cuatro testigos están deslumbrados por el fulgor de la imagen, como mostraba la visión apocalíptica y el texto de Villalpando, y divididos en la parte derecha e izquierda, contemplan estupefactos la escena. La figura masculina presenta una postura grácil sosteniendo una lámpara de aceite en la mano derecha, mientras que las mujeres al otro lado, con gran movimiento en los brazos, oran y observan de forma agradecida el descenso y coronación por los querubines de la imagen de la Virgen. Alrededor del cuadro podemos observar una guirnalda de flores con fuerte colorido, fuente de inspiración para muchos artistas con significación de viveza, vitalidad y ofrenda 20 permanente, pues a lo largo de los años la tradición ha ligado las ofrendas con las flores por su enorme belleza. La última de estas representaciones (Imagen 8) puede considerarse la más autóctona de todas, pues es una representante del pueblo de Jaén la que porta en cojín de remates dorados, símbolo de realeza, la corona para ofrecerla a la imagen. La señora, ataviada con traje de pastira, típico traje jiennense, con figura erguida y manos extendidas, lleva hacia la imagen la corona, representante directo de que es el propio pueblo de Jaén el que, sin mediación de ningún otro organismo como pudiere ser la Iglesia, lleva hasta su patrona la acción de gracias por conceder a ese propio pueblo su favor en tiempos difíciles. La imagen de la Virgen queda desdibujada para ofrecer el mayor protagonismo en el cartel al pueblo de Jaén, claro receptor de la gracia divina, dejando a un lado la personalización en la imagen de la Virgen de la Capilla, pues es simplemente eso, una representación más que en ningún caso responde directamente con la divinidad, sino que es una imagen opaca que deja traspasar la luz que viene desde ese ente superior que intercede por el pueblo. Al fondo, en la parte izquierda de la representación aparece uno de los montes que rodean la ciudad, otro más de los símbolos que focalizan la atención en el pueblo de Jaén, para así poner especial atención, como se hace en las diversas apariciones datadas en varios puntos de la geografía española. Hemos visto con estas diversas representaciones del mismo hecho, como desde cuatro perspectivas distintas se Imagen 8: Cartel presentado al concurso de pintura. Año 1930 produce esa entrega de la corona simbólica a la Virgen de la Capilla: la divinidad representada por la misma Virgen descendida del cielo en el primer caso, el clero en el segundo cuadro, los querubines del cielo en el tercero y el pueblo de Jaén en el último de ellos; cuatro representaciones del mismo suceso pero con protagonistas diversos, aunque el receptor sea el mismo sin cobrar especial protagonismo en cuanto a significación se refiere. SEGUNDA ÉPOCA Tras haber analizado las representaciones más antiguas que tienen como centro a la Virgen de la Capilla, su historia y tradición, vamos a hacer un breve recorrido por la iconografía más representativa que ha marcado una segunda época en lo que refiere a 21 manifestaciones pictóricas referentes a la Virgen de la Capilla, caracterizadas sobre todo por un continuo de elementos simbólicos que se iban sucediendo representación tras representación, llegando a obtener algunas obras casi idénticas a otras ya producidas. Dentro de estas manifestaciones vamos a encontrar un elemento conector, y es la figura de la Virgen de la Capilla con una iconografía bastante peculiar y perteneciente a la época de los años 50 y 60, donde de una forma casi triangular se muestra a la Virgen portando manto que la envuelve casi por completo, símbolo de la acogida por parte del pueblo, pues son regalos que le han ido ofreciendo a lo largo de la historia. También, y como muestra de los textos apocalípticos, observamos como a sus plantas siempre aparece esa luna gigante que la soporta, algunas veces con nubes o querubines que la acompañan. Sobre su cabeza una corona interpretada en una doble vertiente; por un lado la luminosidad que desprende la imagen apelando al texto de Villalpando como representación de su aparición en 1430 y haciendo también alusión a la figura de María como mujer del Apocalipsis, coronada de estrellas. Por otro lado, la sección inmediatamente anterior ha recogido el hecho de la simbólica coronación, por lo que en esas representaciones posteriores aparecerá como alusivo a la tradición en Jaén. Aparecerán diversos elementos en las obras expuestas, pero todos ellos van a tener la función de enmarcar y acompañar la imagen de la Virgen de la Capilla, pues en la mayoría de ellos la única función es la de representar a la Virgen, para darle esa vertiente únicamente religiosa a la manifestación pictórica. Todos los elementos van a perder su simbología para únicamente dejar el total y absoluto protagonismo a la imagen de la Virgen, pues los autores consideraron que es el centro donde fijar todas las miradas, sin considerar al pueblo u otras referencias al hecho en sí del Descenso de la Virgen a Jaén. De una forma sencilla en lo que a simbolismo se refiere observamos en la siguiente tabla (Imagen 9) tres ejemplos de estas manifestaciones que centran la imagen de la Virgen en el cartel, centrando la visión en la talla misma, con los simples atributos anteriormente expuestos y sin caer en una mayor simbología. Imagen 9: Diversos carteles de las fiestas patronales 22 Pasando a una visión más folclórica de las fiestas patronales, encontramos representaciones en las que la imagen de la Virgen de la Capilla queda desdibujada o escondida tras elementos populares, ya sea el conjunto de viviendas referentes al castizo arrabal de San Ildefonso, las gentes de Jaén acompañando a la Virgen, o un ambiente típico que pudiere encontrarse en cualquier esquina de la ciudad, donde las golondrinas se apoyan sobre el tendido eléctrico, queriendo representar con ello lo tradicional de la conmemoración. En las imágenes que a continuación se muestran (Imagen 10) pueden observarse estos tres ejemplos. Imagen 10: Diversos carteles de las fiestas patronales Como no podía ser de otra forma, hay pintores que han querido representar al pueblo de Jaén junto a su patrona, y por ello encontramos ciertas representaciones en las que los trajes típicos de chirri y pastira florecen alrededor de la Virgen de la Capilla, pues no hay mejores representantes del pueblo que los que de una forma anónima son embajadores de las tradiciones jiennenses portando los elementos idiosincráticos más representativos de la ciudad, más aun cuando se trata de desarrollo cultural y popular. Infinitas son las representaciones en las que estos personajes rodean la imagen de la Virgen, pues son los que de una forma u otra prestan su agradecimiento en nombre de los habitantes de todas las épocas a la providencia venida desde una esfera superior. Tanta importancia se les da a estos representantes, que incluso en las representaciones del año 1930 aparecen ya, ligándose de forma intrínseca al proceso evolutivo y de desarrollo de la historia y tradición de la Virgen de la Capilla. A continuación se reproducen los más significativos (Imagen 11). 23 Imagen 11: Diversos carteles de las fiestas patronales Finalizamos de esta forma el estudio de la segunda época destinada a las representaciones pictóricas, focalizando nuestra atención ahora en las manifestaciones más recientes de mano de pintores en su mayoría jiennenses, que han marcado de forma definitiva la manera de entender la tradición e historia de la Virgen de la Capilla a través de una rica simbología iconográfica. TERCERA ÉPOCA Adentrándonos en la tercera de las etapas en las que han quedado divididas las diversas expresiones pictóricas centradas en la imagen de la Virgen de la Capilla, tenemos que fijar nuestra atención en un ámbito regional y actual de la pintura. Desde el año 2004 hasta el presente 2014, desde el órgano rector de la imagen se ha apostado por la realización de una obra que año tras año sea añadida a la pinacoteca dedicada en exclusiva a la imagen y su historia. Vamos a comenzar un recorrido por las expresiones realizadas por los pintores contemporáneos, en su mayoría jiennenses, que han aportado una de sus obras a esta amplia colección. La primera de ellas (Imagen 12), realizada en 2004 por el afamado pintor jiennense Francisco Huete Martos, inició la que hoy llamamos etapa moderna de las pinturas dedicadas a la Virgen de la Capilla, las cuales han servido como base para los diversos carteles editados cada mes de mayo con motivo de las Fiestas Patronales en la ciudad de Jaén. Se trata de una obra realizada en óleo sobre tabla con unas dimensiones de 50 x 65 cm, y la misma tiene como centro la imagen de la Virgen de la Capilla, rodeada de una enorme simbología que pasamos a Imagen 12: Obra de Francisco Huete Martos. Año 2004 24 analizar. Si nos fijamos en la imagen, podemos observar como capta la atención por encontrarse en un primer plano la talla de la Virgen y la corona de la misma. No es casualidad, pues se representan en el mismo plano dos ámbitos totalmente conexos. La divinidad y el pueblo jiennense se unen en una pintura de la Patrona de la ciudad, pues el inmenso enjambre de joyas que conforman la corona que porta la imagen fue donada en su totalizad por el pueblo jiennense en 1953 con motivo de su recoronación. En el plano principal encontramos íntimamente ligados ambos planos que hemos comentado, la talla de la Virgen, representada como madre de Dios, al que porta en su brazo izquierdo, soportando el regalo más preciado que los hijos de Jaén han hecho a su protectora. Ninguno resalta por encima del otro, simplemente están ligados como símbolo de su patronazgo y ayuda prestada, según las diversas manifestaciones, al pueblo de Jaén a lo largo de su historia. Aparecen en la imagen los atributos que porta con regularidad, como el manto que reviste a Virgen, los cetros que simbolizan su patronazgo sobre el pueblo jiennense, y en el caso del bastón de mando, el título de Alcaldesa Mayor Perpetua de la ciudad. La simbología que envuelve al conjunto floral continúa haciendo referencia a los jiennenses, pues es costumbre y tradición en Jaén que el día 11 de junio todo el pueblo honre a su patrona con una ofrenda en forma de flores, las cuales en este caso representan ese abrazo del pueblo a la Virgen y sustento sobre el que apoyarse. Pasando al segundo plano podemos observar las inmensas naves de la Basílica Menor de San Ildefonso y Santuario de Ntra. Sra. de la Capilla, casa que acoge a la Virgen de la Capilla, guarda y custodia de su historia y tradición, igualmente, y de forma casi imperceptible se representa en ese segundo plano la nave conocida como “Del Descenso”, en la cual se erige la exuberante capilla de Ntra. Señora. Esta representación hace alusión al barrio de San Ildefonso, pues aunque la Virgen de la Capilla es patrona de la ciudad de Jaén, es este barrio el que la guarda y se encarga de su mantenimiento durante todo el año. Las columnas están estratégicamente colocadas de forma que se muestra el aislamiento entre el altar mayor de la basílica y la nave donde se encuentra la Virgen de la Capilla, resaltada esta vez y llevada al primer plano. Otra de las curiosidades que puede observarse e incluirse en el estudio retóricoiconográfico de las presentes manifestaciones pictóricas es el altar mayor que encontramos a la derecha de la imagen. De una forma realista ha representado Francisco Huete la sede, mesa de altar, ambón y demás enseres empleados en la liturgia católica, pero en el manifestador que se erige tras la sede se muestra vacía la parte central, donde habitualmente encontramos presidiendo la basílica un crucifijo del siglo XV. Esta notable ausencia alude al magisterio 25 que ejerce la Virgen de la Capilla, no solamente en la ciudad, sino también en el plano religioso, como patrona e imagen que marca de forma definitiva la religiosidad popular. La disposición se encuentra de igual forma excepto por ese detalle, es decir, ese símbolo católico que preside de forma indispensable el templo ha sido retirado porque la Virgen de la Capilla, imagen que da parte del nombre al lugar está fuera de su emplazamiento y traída al primer plano. De forma indispensable y en una intrínseca relación se liga la presencia de la imagen con la consagración del templo, ya que fue por el extraordinario hecho acaecido en 1430 el que desencadenó la construcción sobre la primitiva capilla y posterior nombramiento de basílica menor. Por tanto, sin la Virgen de la Capilla, quizá no existiría el templo tal y como lo conocemos hoy. De esta forma hemos analizado la relación entre la pintura y la enorme cantidad de símbolos representados en la obra, cuyo significado retórico hace de esta representación una enorme fuente de enseñanza. La segunda obra a analizar (Imagen 13), y que constituye la segunda pieza de la época moderna que estamos tratando, fue realizada en el año 2005 por el jiennense Francisco Carrillo Cruz. Se trata de una obra realizada en acrílico sobre papel basik pegado a tabla, finalizado con barniz mate opal para óleo. Admirando la pintura, notamos como la mirada vuelve a centrarse, como en el caso anterior, en la talla de la Virgen, la cual, esta vez, ha sido representada en la sencillez más absoluta, desprovista de manto, preseas, joyas, fajín…, solamente con el báculo de patrona y un suave paño blanco, el cual nos lleva a centrarnos en la pureza representada por dicho color, tal y como nos lo muestra el Imagen 13: Obra de Francisco Carrillo Cruz. Año 2005 libro del Apocalipsis, “Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, blanco, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos”. (Revelaciones 19:8)7. María, pura y sencilla se muestra en un primer plano, postrada a los pies de su pueblo mostrando cercanía a los jiennenses, por eso su disposición en la parte inferior de la pintura. En relación a lo anterior se encuentran los rasgos mostrados en la cara de la Virgen de la Capilla, con facciones sumamente dulces y un leve tono rosado en las mejillas. La 7 En la Sagrada Escritura los colores adquieren una enorme simbología, y en este caso, a través de la breve referencia al libro del Apocalipsis podemos observar como la pureza está íntimamente ligada al color blanco. 26 humanización de la imagen de la Virgen se suma a su acercamiento al pueblo, sin elementos que realcen su superioridad, como cualquier madre que soporta en su hijo en brazos y se dispone en la fachada del templo. Si elevamos la vista, podemos ver que el centro y parte superior de la obra está ocupada por unos destellos irradiados desde la cabeza de la imagen hasta la corona colocada en la parte más elevada. Esta efusión de rayos nos recuerda la coronación que el pueblo de Jaén concedió a la patrona, cumpliéndose en el año 2005 el 75 aniversario de tal acontecimiento. No solamente alcanza la corona el resplandor, sino que se eleva traspasando los límites del cuadro, haciéndonos suponer que llega hasta Dios Padre, a través del cual, y en un plano medio, el pueblo de Jaén le ofrece a la Virgen sus plegarias en forma de corona en oro. Por tanto, y en tres planos, dos de ellos representados en la obra, y uno incluido en el retoricismo de la misma, se incluye la vida terrena de Jesucristo, a través del Descenso a la ciudad de Jaén de la Virgen de la Capilla, la divinidad de Dios Padre en el plano superior concediendo al pueblo a Su Hijo a través de la Madre, y la feligresía en un plano intermedio, como hijos que imploran a su madre y en acción de gracias, a través del Padre, le imponen la presea. Si centramos la mirada en el segundo plano de la obra, encontramos la representación de la portada del Descenso, situada en la fachada posterior del templo de San Ildefonso, lugar donde, según la tradición, terminó la celestial procesión y la Virgen fue elevada al cielo. No es casual la disposición de la talla de la Virgen, pues como nos indica el acta notarial de Villalpando, firmada el 13 de junio de 1430, ese fue el lugar en el que los que presenciaron el extraordinario suceso vieron como el cortejo celestial ascendía, después de posar los pies en el lugar. Por tanto, la imagen enlaza de una forma metafórica el aniversario de la coronación de la Virgen y el agradecimiento del pueblo de Jaén por el apoyo mostrado a los habitantes de la ciudad a lo largo de su historia, y de forma específica en el año 1430 tras el descenso a la ciudad para socorrer a los que estaban decididos a abandonarla8. Tampoco es casual que la talla de la Virgen delante del mosaico representado en la histórica fachada del Descenso, puesto que en la representación que nos concierne no hay 8 Según el texto de Vicente Montuno Morente, los habitantes de la ciudad estaban decididos a abandonarla debido a los incesantes ataques recibidos por parte de los moros, por lo que interpretaron como una señal divina el Descenso de la Virgen a la ciudad, mostrando su aliento y apoyo para resistir el conflicto y mantenerse en el lugar. Hay una referencia clara en la jaculatoria popular que el pueblo de Jaén reza a su patrona: “Bendita sea la hora en que María Santísima descendió del cielo a la ciudad de Jaén para socorrer a nuestros mayores”. (Canto popular) 27 cabida para nada más que no sea la talla de la Virgen y su relación con el pueblo jiennense, por ello, ese mosaico compuesto por teselas que preside la fachada está oculta porque el centro más importante, no solo a nivel religioso sino también histórico, está presente y ha derrocado cualquier representación terrena, viéndose traspasada por lo divino que ha alcanzado el mundo mortal. La tercera de las obras (Imagen 13) que nos concierne dentro de esta tercera etapa salió del pincel de Ángel Sierra Tirao, escultor y pintor nacido en Torredonjimeno. Se trata de un óleo sobre lienzo que rompe de forma extrema la línea seguida por las dos obras anteriores en cuanto a técnica, aunque si nos centramos en el retoricismo expresado no se aleja de ningún modo de la enorme capacidad expresiva a través de símbolos que podemos encontrar en él. Éste que nos concierne es fiel representación de la más pura tradición que en Jaén está arraigada, y más aún con la veracidad concedida al acta notarial de Villalpando, la cual recoge el testimonio de los cuatro testigos singulares del extraordinario suceso acaecido la noche del 10 al 11 de junio de Imagen 13: Ángel Sierra Tirao. Año 2006 1430. La representación ocupa el marco central de la pintura, representada cual procesión litúrgica precedida por monaguillos con cruz y faroles, y seguida del cortejo, descrito como celestial por la luz irradiada por los participantes. Así podemos observar una rica simbología en las gentes que lo conforman, portando ramas dos de ellas, un cáliz para la posterior celebración litúrgica otra persona, y diferentes enseres a utilizar en el lugar donde terminó la procesión. Cabe destacar la luminosidad desprendida por los personajes centrales de la representación, siguiendo fielmente el testimonio de los presentes recogido por Vicente Montuno9. En perfecto orden se desgranan las diferentes figuras relatadas en el texto, considerando por estudios posteriores que la mujer denominada como beata era la santa venerada en el lugar por los jiennenses y llamada Catalina de Alejandría. Por ello, el autor ha querido expresar con una rueda la presencia de aquella santa mujer, pues como afirma la tradición, fue una mártir cristiana del siglo IV condenada a morir en la rueda por su fe, la cual se destruyó milagrosamente al tocarla ésta. A la derecha de la celestial señora que ocupa el centro de la obra, encontramos dos señores que encajan 9 “Una Señora, vestida con resplandecientes ropajes y con un niño “bien criadillo en los brazos”, llevando a la derecha a un clérigo y a la izquierda una mujer con aspecto de beata, presidía una procesión en la que figuraban las cruces parroquiales de la ciudad y una numerosa milicia de hombres de guerra”. (Montuno, 1950, 43). 28 perfectamente en la descripción del clérigo que aseguran los testigos, pues al portar una mitra nos recuerda al Santo Ildefonso y su camarlengo portando la Sagrada Escritura. El culmen de todo, la celestial señora que centra el cuadro sigue a la perfección lo expresado el testimonio, pues de una forma resplandeciente ilumina todo lo que la rodea, portando en sus brazos un niño “bien criadillo” (Montuno: 1950, 43), el cual podría ser el mismo Jesucristo. La representación misma de la señora reluciente corresponde a una interpretación totalmente libre en cuanto a disposición e iconografía se refiere, pues la mano derecha se asemeja a la de la talla de la Virgen de la Capilla, así como la posición de los pies y ropajes, mostrados en movimiento. El cabello rubio tanto de la señora como del niño hace una alusión clara y definitiva a la imagen de la patrona que centra este estudio, así como la posición de las manos del último, sosteniendo un elemento brillante como el conjunto. Tras el cortejo quedan desdibujados unos hombres, que bien pudieran ser esos militares u hombres de guerra que cerraban el cortejo. Después de analizar los personajes principales que captan la atención, tenemos que centrarnos en esas cuatro personas que presencian el cortejo desde cuatro lugares distintos, por lo que los detalles de su testimonio serán distintos como sus perspectivas, aunque conexos en cuanto a hechos. Buena muestra de ello es el acta notarial recogida por Vicente Montuno, que nos relata los cuatro testigos del extraordinario suceso10 A excepción de ciertos detalles de ubicación, la obra es fiel reflejo de lo ocurrido aquella noche y en la forma en la que los testigos lo presenciaron. Muestras de asombro se pueden observar en el que se encuentra encima de la pared del corral de su casa, o aquellos que tímidamente se asoman a las puertas y ventanas. El cuarto testigo aparece de una forma ensombrecida, como si no quisiera mostrar su identidad y observara precariamente el hecho. Tal es la simbología de este extraño personaje, que podemos concluir comentando que a través de este cuarto, todos y cada uno de los habitantes de la ciudad de Jaén ponen su atención en el arrabal de San Ildefonso el 11 de junio de 1430, todos son testigos presenciales del Descenso de la Virgen a la Ciudad, y todos y cada uno están llamados a pedir su protección como ya hicieran los de la época, obteniendo su favor. De ahí que aparezca totalmente desprovista de rostro, vestimentas o elementos identificativos; no importa la época, edad, sexo, cualquier persona se asoma a su particular ventana para contemplar lo ocurrido. 10 29 MONTUNO, V. (1950). Nuestra Señora de la Capilla. Madrid: Blass S. A. Tipográfica. La cuarta de las piezas que componen esta serie (Imagen 14) es obra de Francisco Javier Ochando Melgarejo en el año 2007, con una técnica mixta en papel pegado a tabla. La simple pero a la vez compleja representación que observamos corresponde a la unión clara de dos planos en algunos casos opuestos. Dos son las figuras que podemos observar más claramente en la parte central; una de ellas es la talla de la Virgen, esta vez, apoyada sobre una sencilla peana en madera que luce el escudo propio de la cofradía que se encarga del cuidado y mantenimiento de la imagen. A sus pies, una alfombra reviste los escalones, sin dejar nunca que la talla pueda tocar el suelo, considerado como impuro para una Imagen 14: Obra de Javier Ochando Melgarejo. Año 2007 imagen sagrada como la que nos concierne. Nada es casual cuando se trata de pintura, y en este caso, el manto que porta la Virgen de la Capilla es conocido como “de los niños”, debido a que su donación se llevó a cabo a través de una suscripción popular infantil en todos los colegios de la ciudad. Podemos considerar que este manto es el que mejor representa al pueblo, y qué mejor que a los inocentes niños que conformarán el futuro de Jaén. Ese acercamiento que consigue Ochando entre lo divino y lo popular se ve también acentuado por la aparición de una niña arrodillada a los pies del presbiterio, portando en sus manos una rosa blanca, símbolo de homenaje filial y devotísimo de los hijos del pueblo de Jaén hacia la patrona principal. Todo lo ofrendado a la Virgen se puede resumir en eso, una flor. Luce la niña pañoleta falda y mandil perteneciente a los ropajes que componen el traje típico de la ciudad jiennense llamado “de pastira” para las señoras y “de chirri” para los caballeros. Así, no solamente se establece una relación entre la ciudadanía y el pueblo santo, sino que se concreta de una forma directa en el pueblo de Jaén, que una vez más, como se ha expresado previamente en las representaciones 1, 2 y 3, acude a las plantas de la que según los documentos anduvo por las calles de la ciudad en momentos de angustia y abandono. Como singularidad mencionar que esta imagen puede catalogarse de insólita, pues se muestra a la imagen de la patrona sin entronizar en ningún tipo de manifestador ni estructura que realce sobre todo el tempo a la talla, y es que para conseguir ese acercamiento e íntima unión entre el pueblo de Jaén y su patrona, la Virgen ha quedado dispuesta a los pies de su lugar, y el pueblo se acerca hasta ese mismo emplazamiento para que el encuentro pueda 30 producirse. De esa forma nos encontramos en un espacio a caballo entre la popularidad y divinidad, pues no es un lugar cualquiera. Se encuentra a los pies del presbiterio, donde según la tradición cristiana es el lugar en el que empieza el pueblo de Dios, que se reúne para celebrar el sacrificio; también es el lugar en el que el sacerdote se acerca al pueblo para repartir el cuerpo del Señor. Por tanto, ambas partes son las que inciden en su propio y personal aproximación al colectivo opuesto, haciendo de sí mismos una unión mística e intimísima. Queda reflejado en la tradición jiennense, pues no solamente esa ayuda fue recibida de parte de la divinidad, sino que el pueblo a lo largo de los siglos ha agradecido merecer ese favor. Para finalizar el estudio de esta pieza precisa, cabe mencionar de forma breve un utensilio que aparece colgado en la parte superior derecha, y es una lámpara plateada, regalo del pueblo a su patrona, una vez más en agradecimiento por el apoyo y protección ofrecidos en tiempos difíciles. Constituye este objeto otro símbolo que contribuye a aumentar el significado retórico mostrado en la pintura. La quinta de las obras (Imagen 15) a analizar es una acuarela de David Padilla Martínez, obra que sirvió de base para el cartel de las fiestas patronales del año 2008. Esta obra realza a simple vista la talla de la Virgen de la Capilla enmarcada en el camarín que la acoge durante todo el año. Puede llamar nuestra atención la tonalidad en la que está realizada, pues carece totalmente de colores fríos. La principal intención y simbología de las tonalidades que se pueden apreciar en la totalidad de la obra refieren a la acogida del lugar, pues son los aposentos de la Virgen, donde todos sus Imagen 15: Obra de David Padilla Martínez. Año 2008 fieles la visitan día tras día, emplazamiento en el que van a implorar su maternal protección. La talla, portando uno de los mantos más majestuosos y ricos en cuanto a la artesanía del bordado se refiere, sostiene en el brazo derecho uno de los atributos que viene siendo recurrente en las últimas manifestaciones estudiadas, el cetro, que simboliza su mando y patronazgo sobre toda la ciudad. Igualmente, a sus pies luce el bastón de mando propio de un alcalde, perteneciente al Excmo. Sr. D. Ramón Calatayud Sierra, quien fuera alcalde de la ciudad. Su título de Alcaldesa Mayor Perpetua de Jaén claramente reflejado con tal atributo. La mayor simbología de esta obra la esconde el planto que podemos contemplar al fondo; se trata de la exuberante cúpula que corona el camarín de la Virgen. En él, y como si 31 de brazos se tratasen, parten desde el centro ocho cenefas, de las cuales solamente podemos observar cinco. La riquísima simbología que estas representan nos recuerda a la romana plaza de San Pedro, ofreciendo abrazo a los peregrinos que allí se congregan. Por su disposición, la cúpula que nos ocupa mantiene una estrecha y a la vez simbólica relación con ese abrazo hacia la cristiandad en la plaza vaticana, pues puede interpretarse de igual forma al caer de forma casi vertical hacia la parte superior de la imagen. Doble es la interpretación que puede hacerse de este simbólico abrazo en la cúpula del camarín, pues el emisor del mismo ofrece una doble visión. La primera de ellas nos evoca a la previamente citada plaza de San Pedro, pues es Dios quien ofrece su amor paternal a los allí congregados, y en este caso, la Virgen de la Capilla ofrece a los fieles del arrabal una protección como la ya mostrada en tiempos pasados. La simbología también nos evoca una segunda interpretación, en la cual Dios Padre acoge a la Virgen y la ensalza en el cielo con los ángeles y santos. Según la tradición católica, la Virgen María es la única que está en cuerpo y alma en el cielo, pues analizando varios pasajes de la Sagrada Escritura se concluye que no pudo pasar la Virgen a otra vida a través de una muerte como la conocemos habitualmente, sino no se cumpliría 1 Tes 4:1711. Si pasó a otra vida mediante un medio que no es el habitual, puede concluirse también que era una persona especial, como nos dice Lc 1:2812 y Lc 1:4813. Junto con estos pasajes, y con el testimonio prestado por Hech 1: 9-1114 acerca de la propia experiencia de Jesucristo, podemos afirmar que todo el relieve apreciado en la cúpula del camarín hacer referencia al cielo que acoge el cuerpo y el alma de la Virgen de la Capilla, estableciendo una metáfora de su virginidad y acogida. La siguiente pintura (Imagen 16), obra de Jacinto Linares Talavera, está realizada en óleo sobre lienzo en el año 2009. Nos muestra en este caso una vista casi panorámica del portentoso retablo que enmarca en el centro la talla de la Virgen de la Capilla. Con una técnica hiperrealista contemplamos como si de una fotografía se tratase todos y cada uno de los detalles que conforman esta fachada, con claras alusiones a referencias bíblicas. 11 “Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tes 4:17). 12 “Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo !Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres” (Lc 1:28). 13 “Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones” (Lc 1:48). 14 “Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado; y una nube le recibió y le quitó de sus ojos. Y estando con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él iba, he aquí dos varones se pusieron junto á ellos en vestidos blancos; los cuales también les dijeron: Varones Galileos, ¿qué estáis mirando al cielo? este mismo Jesús que ha sido tomado desde vosotros arriba en el cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hech 1: 9-11). 32 Propias de la arquitectura barroca en América y Europa, encontramos en ambos laterales del retablo dos columnas salomónicas, cuya función, conjuntamente con la de sostener la parte superior de la pieza, ayuda al barroquismo inspirado en las piezas de la obra. Junto al arco que centra el propio camarín de la Virgen, se aprecian dos pequeños querubines en referencia a la letanía bíblica “Reina de los ángeles”, mostrando a la Virgen una vez más como escogida para llevar a cabo su tarea de protección. En esta representación volvemos a apreciar a la Virgen como nos la presenta la visión apocalíptica “Y una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce Imagen 16: Obra Jacinto Linares Talavera. Año 2009 estrellas” (Ap, 12: 1). Así vemos como fielmente queda reflejada en la iconografía de la Virgen de la Capilla el pasaje bíblico, con una corona sobre su sien, una gran luna postrada a sus plantas y con una enorme luminosidad desprendida por las tonalidades doradas empleadas en la propia talla de la Virgen, refiriéndonos de una forma evidente a esa relación entre la extraordinaria luz emitida por la estrella solar y la Virgen mostrada en visión apocalíptica. Ante el camarín, cuatro candelabros y un crucifijo, signo inexpugnable de toda manifestación y retablo religioso, pues según la más arraigada tradición cristiana es el símbolo máximo de la cristiandad. Nicolás Sánchez Cubillo también colaboró en la ampliación de esta colección pictórica dedicada a la imagen de la Virgen de la Capilla, la cual está realizada en óleo sobre lienzo (Imagen 17). Esta representación, alejada de la línea seguida por las anteriores, está llena de colorido y flores que rodean la talla de la Virgen. Alejada de la seriedad que ha caracterizado la línea seguida hasta ahora, y lejos del posible oscurantismo suscitado por las manifestaciones religiosas referentes al legado más tenebroso de épocas anteriores, nos situamos ante una explosión de júbilo, alegría y color. La enorme cantidad de flores que enmarcan la delicada figura es una expresión directa y con una doble dimensión en la relación específica con el pueblo jiennense, pues son dos los momentos claves en los que estas flores adquieren un sentido simbólico de ofrenda, acción de gracias y petición a la Virgen Imagen 17: Obra de Nicolás Sánchez Cubillo. Año 2010 33 y protectora de la ciudad. El mes de mayo al completo acoge esa ofrenda de las diversas instituciones religiosas, civiles y militares que se postran a los pies de la Virgen, y con un canto popular se las depositan a sus plantas. Esta relación refiere a la referencia eclesiástica y popular entre la Virgen María y el mes de mayo llamado también de las flores15. Aunque la Iglesia católica dedica con especial atención el mes de diciembre a la Virgen, durante el periodo que antecede a la Navidad, es de costumbre popular dedicar también el mes florido por excelencia a la Virgen, pues es el considerado como de explosión de la naturaleza, utilizada como en tantas ocasiones para metaforizar el bello color y resurgimiento de los campos con la vida regalada y encarnada en María, centro neurálgico de la pureza. Como si de una pescadilla que se muerde la cola se tratase, el inmenso enjambre de flores que rodean a la talla hacen una viva alusión a la vida, un ciclo que aunque con un pensamiento mortal tienen inicio y tiene fin, ese fin vuelve a verse como un renacimiento o resurrección a un nuevo estado, según las Sagradas Escrituras junto a Dios Padre en un Reino denominado “de los cielos”. Así, basándonos en los textos sagrados, vemos como la primera carta a los Tesalonicenses16 nos habla de esa resurrección de los muertos como inicio de otra vida continuación de la terrena. Más referencias encontramos en la primera carta a los Corintios17 y en la carta a los Romanos18, con lo que podemos llegar a la conclusión de que ese ciclo vital no acaba con la muerte, sino que hay algo más después, según lo profetizado para continuar en otra vida y otro estado, siguiendo un mismo camino que nunca acaba, pues si hay una vuelta a Jesucristo, hay una vuelta a la fuente del agua y completamos el ciclo volviendo al origen inicial representado en esta obra por el ciclo floral que enmarca a la Virgen de la Capilla. Cierra esta obra el escudo del Excelentísimo Cabildo Catedralicio, cuya aparición no es algo aleatorio, sino que hace mención al 350 aniversario de la consagración del templo 15 Siguiendo la tradición religiosa popular, desde tiempo inmemorial se une de una forma casi imperceptible el empleo de canciones utilizadas en romerías y manifestaciones públicas a lo que podemos considerar música religiosa y popular, cuyas letras refieren de forma metafórica a esas flores como ofrenda permanente a la Virgen: “Venid y vamos todos con flores a porfía, con flores a María, que Madre nuestra es”. (Canto popular). 16 “ Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.(1 Ts, 4: 14). 17 “Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder” (1 Co, 6: 14). 18 “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Rm, 8: 11). 34 renacentista celebrado en el año 2010. Muestra el escudo alusión a la Asunción de la Virgen y una escueta referencia al texto del apocalipsis con un dragón19 a los pies de María. La obra realizada por Francisco Galiano Gómez (Imagen 18) en una técnica mixta de acrílico, óleo y grafito sobre tabla continúa ampliando esta colección pictórica con referencia a la patrona de Jaén. En este caso se muestra la maternidad divina de la Virgen con una relación materno-filial intimísima, con centro en una relación humana de cotidianidad que trasciende lo divino. La talla gótica de la Virgen de la Capilla ocupa el plano principal, estando rodeada de una serie de elementos que en ningún caso restan atención al misterio maternal. En el Concilio de Éfeso 431 fue proclamada como Madre de Dios, y así ha querido mostrarlo Galiano en su pintura, enlazando con una profunda tradición apocalíptica en cuanto a iconografía mariana Imagen 18: Obra de Francisco Galiano Gómez. Año 2011 se refiere. Si hemos descrito el texto del Apocalipsis en su capítulo 12 en la anterior representación, no menos referencia hay que hacer en la presente, pues en un ambiente de misticismo favorecido por la espesa nube que nos traslada a un lugar entre lo divino y lo terreno, aparecen esos elementos marianos expuestos en la Escritura. Doce son las estrellas que rodean la cabeza de la Virgen, sustentadas en esa nube y colocadas perfectamente en consonancia para crear una aureola perfecta. También, y de una forma desdibujada observamos la luna que se posa a los pies de la Virgen, con grandes dimensiones como la material que luce la Virgen de la Capilla. Puede ser, por tanto, que esas manifestaciones queden en un segundo plano para resaltar lo principal, pues la intención del autor no es otra más que resaltar el Dogma promulgado en Éfeso por encima de cualquier representación iconográfica. El tercer elemento que acompaña la escena es uno de los ricos mantos que posee la patrona de Jaén como regalo de su pueblo, ornamento que en ningún caso roza la talla, y también aparece en suaves líneas, sin demasiado detalle, concentrando la atención en la imagen gótica. Ese regalo del pueblo de Jaén a la Alcaldesa Mayor es muestra inapelable de la historia, pues pocas son las ciudades que tienen un referente tan claramente relacionado con la cristiandad en su proceso de desarrollo, incrementado por la existencia de un acta notarial 19 El texto apocalíptico hacer referencia a la aparición de un dragón, el cual se muestra en el escudo del Cabildo Catedralicio bajo los pies de la Virgen: “También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas” (Ap, 12: 3). 35 considerada como veraz. Muestra de esta afirmación es la aparición en el plano inferior de la pintura de la ciudad de Jaén, un continuo de casas con una baja edificación y sin un plano claramente cuadriculado. Por estas características se deduce que esas viviendas pertenecen a una época cuanto menos antigua, muestra del paso del tiempo y la evolución de nuestra ciudad. Culmina ese paisaje la catedral de la Asunción, como centro neurálgico de ese núcleo urbano. Por tanto, hay una ligazón establecida entre la historia de Jaén y su devenir religioso, acompañando de la mano cada uno de los procesos y cambios que ha ido sufriendo. Justamente esa es la iconografía representada en el plano inmediatamente superior a este, una imagen religiosa, que con protección maternal expresada en el niño que porta en su brazo protege a una ciudad, la cual está profundamente agradecida y devuelve el favor con ricas ofrendas terrenales, motivo por el cual están en otro plano, sin tocar a la imagen. Las tonalidades cálidas de la obra se entremezclan con colores fríos en su parte inferior, partiendo el plano entre el espacio habitado por el pueblo de Dios, en todo caso mortal, y el espacio de la divinidad, resaltado por colores cálidos y claros. La imagen, inmortal pero a la vez terrenal centra la mirada, pues se encuentra entre ambos espacios, símbolo inequívoco de ese camino conjunto de la historia y la religiosidad popular. Uno de los grandes nombres que resuenan en la pintura realista actual en el ámbito nacional es el de la autora de la obra que ahora nos ocupa (Imagen 19), y con la que concluye este estudio sobre representaciones pictóricas. Se trata de la religiosa cisterciense de Santa Lucía Sor Isabel Guerra PérezPeñamaría, conocida popularmente como “La Monja Pintora”. En un óleo sobre lienzo ha plasmado lo que podría tratarse de una fotografía por su realismo, su fuerza y movimiento; una imagen que da una visión totalmente opuesta a las manifestaciones anteriormente analizadas. Si hasta ahora Imagen 19: Obra de Sor Isabel Guerra Pérez-Peñamaría. Año 2012 hemos visto obras compuestas por diversos elementos simbólicos cargados de emotividad y significación, envueltos en tonalidades claroscuras dentro de templos o realidades con cierto atisbo a divinidad, ahora hacemos frente a una imagen totalmente natural y cercana por su ubicación. Ha colocado a la Virgen de la Capilla en la popular calle de las Campanas, situada en el centro histórico de la ciudad de Jaén, junto a la catedral de la Asunción. Ese centro histórico muestra la cercanía 36 profunda y absoluta de la patrona y protectora celestial del pueblo jiennense, y más aún acrecentada por la manifestación pública tan común en la región andaluza. La Virgen de la Capilla está en procesión, ha salido a la calle para devolver esa visita a todos los que de una forma u otra se han postrado a sus plantas día tras día. Una imagen llena de movimiento sobre los esfuerzos y trabajo de los portadores que hace avanzar en el atardecer del 11 de junio a la patrona entre el pueblo. La vitalidad desprendida de la escena nos recuerda aquellos orígenes de la religiosidad popular, cuando los enormes retablos barrocos eran puestos en la calle para contemplación del pueblo, época en la que hizo falta un giro de 180º para acercar la Iglesia a la ciudadanía, que la veían como algo solamente reservado al clero y alta sociedad. La rememoración de aquel maravilloso suceso del 11 de junio de 1430 nos recuerda la historia viva de Jaén, el porqué del no abandono de las gentes en tiempos difíciles de vicisitudes aparentemente sin solución. La imagen atípica en la modernidad de la Virgen de la Capilla que nos muestra Sor Isabel Guerra, responde a la descripción profética del Salmo 4520 en la descripción metafórica de María como la hija del rey, con las mejores galas y tapando con ropajes ricos en ornamentos la talla gótica. Una estridente media luna reposa a los pies de la imagen, y sobre su cabeza son doce las estrellas que rodean la corona, símbolos claramente apocalípticos. Rematado por tonos y texturas empastadas bajo el soporte de la Virgen se culmina esta obra, muestra de la explosión de júbilo y esplendor de las celebraciones patronales, en las que el pueblo resurge y llena de peticiones las andas que, flanqueadas por llamas como la zarza ardiente21, portan a la Virgen de la Capilla, descendida del cielo para socorrer a las gentes de Jaén. Damos pues con esta última pintura, por concluido el estudio de las representaciones pictóricas que centran su atención en la Virgen de la Capilla y el Descenso a la ciudad de Jaén, estableciendo una ampulosa lista de simbología que tienen una doble función, representar los documentos históricos y literarios, y a la vez enseñar y difundir los sucesos que han marcado de forma definitiva el devenir de la ciudad de Jaén. 20 “Toda espléndida, la hija del rey, va adentro, con vestidos en oro recamados” (Salmo 45: 14). El libro del Éxodo relata el pasaje en el que Dios habla a Moisés a través de una zarza ardiente, simbología utilizada en diversas expresiones religiosas actuales como acercamiento de Dios a su pueblo a través de elementos de la naturaleza: “Entonces dijo Moisés: Me acercaré ahora para ver esta maravilla: por qué la zarza no se quema. Cuando el Señor vio que él se acercaba para mirar, Dios lo llamó de en medio de la zarza” (Éxodo 3: 3-4). 21 37 6. CONCLUSIONES Tras haber realizado un estudio pormenorizado de las obras escultóricas y pictóricas que hacen referencia a la historia y tradición de la Virgen de la Capilla en la ciudad de Jaén, podemos concluir señalando la enorme cantidad de símbolos que encierran las diferentes manifestaciones existentes, pues bastaría con solamente una pocas para realizar un estudio completo. Debido a lo extenso del terreno no ha sido posible hacer hincapié con la suficiente profundidad en la historia y tradición propiamente de cada uno de los elementos, pues habría material para completar varios estudios. Uno de los elementos que de una forma personal y subjetiva puede valorarse de forma positiva es el punto de partida y base para otros estudios posteriores, pues éste de las manifestaciones alusivas a la imagen de la Virgen de la Capilla no ha sido objeto de estudio y análisis profundo como si lo ha sido el de otras manifestaciones populares y religiosas a lo largo de la geografía andaluza y también nacional. Considerando los símbolos analizados podemos añadir a cada una de las manifestaciones un sentido puramente didáctico, considerándose una forma de “hacer escuela” por la cantidad de referencias a las que alude. Desde el punto de vista religioso ha supuesto desde siempre una fuente importantísima de recursos para poder acercar al pueblo las enseñanzas regidas por las Sagradas Escrituras, y en este caso podemos ver cómo tras el análisis del retablo de “El Descenso” subyace un fin puramente didáctico. Concluimos también que las manifestaciones están plenamente influidas por la historia de Jaén y las diversas coyunturas históricas y culturales de la ciudad como así lo muestran los elementos que aparecen en las manifestaciones analizadas. Muy probablemente una de las desdichas de nuestro tiempo sea la de poder acceder de manera inmediata a las diferentes manifestaciones y sus interrelación con otras artes, y no ser conscientes de la cantidad de símbolos que éstas incluyen, ya que desde la perspectiva única, subjetiva y personal de cada receptor puede componerse un abanico inmenso de interpretaciones, todas ellas fundamentadas y con un valor incalculable, objetivo principal de las manifestaciones artísticas. Cada una de esas interpretaciones pueden constituir un arma poderosísima para continuar con algo que desde hace siglos ha ido sumando un largo continuo de diversos pareceres, cada uno de los cuales con sus diferentes visiones han aportado nueva luz sobre un hecho que quizá hasta entonces nadie había acertado adivinar. Gracias a todas estas manifestaciones hoy por hoy la tradición e historia de la Virgen de la Capilla en Jaén es lo que conocemos, pues sin ellas podría haber caído en el olvido, sin 38 tener acceso a algo que, fuera o no cierto, ha suscitado una fuente valiosísima para continuar con la producción artística, signo de evolución de una sociedad a través de la cual la sensibilidad humana adquiere su punto álgido. 7. BIBLIOGRAFÍA BROWN, C. S. (1984). Music and Literature. A Comparison of the Art, Atenas: University of Georgia Press. DE LA FUENTE, R. ET AL. (1999) La Historia de la Literatura y la Crítica. Salamanca: Colegio de España. DOMÍNGUEZ, J. (2010). Estudio iconográfico de la Virgen de la Capilla. Revista El Descenso, 7, 99-106. GALÍÁN, J. (2006). Breves apuntes históricos y crónica de la restauración de la imagen de Nuestra Señora la Virgen de la Capilla, Patrona y Alcaldesa Mayor de la Ciudad de Jaén. Jaén: Civera. JIMÉNEZ, F. (2014). 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