Universidad Católica de Temuco Escuela de antropologÃ-a LA TEORIA DEL JUEGO EN EL AMBITO POLITICO TEORÃA DEL JUEGO no existe el poder mas que en la escena. (Balandier, 1975) Una de las propuestas más populares e interesantes a la hora de analizar la teorÃ-a polÃ-tica, la formación de los estados y las dinámicas presentes en las relaciones de poder es la denominada teorÃ-a del juego. ¿En qué consiste dicha teorÃ-a?, la respuesta a esta pregunta es simple, mas no su parcelación temática. Básicamente es extrapolar los designios de la polÃ-tica y las polÃ-ticas, al campo de un juego, con reglas definidas, equipos participantes y premios designados. La lucha polÃ-tica viene regulada por un código que puede ser consciente o no para los contendientes. (Lewellen, 2000) En la actualidad podemos encontrar una generosa discusión en torno a esta teorÃ-a, ya que la coyuntura polÃ-tica, actual, da pie para que esta teorÃ-a sea aplicada dentro de cÃ-rculos académicos antropológicos asÃ- como también sociológicos. Antes de introducirnos en el océano de la teorÃ-a del juego y sus implicancias antropológicas (que es lo que nos concierne), hagamos un poco de historia. La teorÃ-a del juego no fue diseñada exclusivamente para analizar los comportamientos polÃ-ticos de una sociedad, sino mas bien, fue elaborada como un enfoque valido para contribuir a la comprensión del carácter y funcionamiento de las instituciones sociales (Krause, 1999), eso sÃ- enfocado dentro del campo de la economÃ-a. El autor que desarrollo esta teorÃ-a fue el matemático húngaro John von Neuman (1903−1957). En su obra La teorÃ-a de juegos y el comportamiento económico. Con el paso de los años esta teorÃ-a muta hasta llegar a ser un enfoque interdisciplinario en el cual asoman la matemática, la economÃ-a y las ciencias sociales en general, como sus herramientas teóricas, es en esta mutación donde podemos situar la teorÃ-a del juego dentro de la arena polÃ-tica. Una vez considerada la formación inicial de la teorÃ-a podemos comenzar nuestra travesÃ-a por el mar de la teorÃ-a del juego. Es F. G. Bailey (1969) quien funda la teorÃ-a del juego polÃ-tico (no matemático), seducido por los trabajos de campo Frederick Barth (1959) acerca de una tribu afgana y por los relatos de un ex mafioso, Joseph Valachi, quien narraba las reglas del juego en un programa televisivo, que articulaban el crimen organizado en 1 Estados Unidos. El juego competitivo. Pelea V/S Competición. Siguiendo los planteamientos de Lewellen, analizando a Bailey, es factible determinar la polÃ-tica como un juego competitivo. Es recomendable hacer una distinción dentro del concepto de competitividad, ya que es fácil caer en una simple pelea polÃ-tica en vez de enfrascarse en una competencia polÃ-tica; si las partes involucradas en la competición por el poder polÃ-tico improvisan acciones y movimientos de agresión o de indiferencia que sean provenientes de su impulsividad, caerÃ-an en una vulgar, pelea. De modo contrario si las acciones cometidas por ambas partes se regulan y se articulan por reglas debidamente pactadas y de común acuerdo estamos en el marco de una sana competencia. Históricamente hemos sido testigos de peleas polÃ-ticas en nuestro paÃ-s, y también en el extranjero, motivadas por conflictos de ego, status y poder. Es imposible dejar de pensar en el clásico hombre de polÃ-tica, que aupado por una elección próxima, agrede a su contendiente, utilizando las más insólitas artimañas. Precisamente ese hombre de polÃ-tica es el fiel representante de la pelea o riña polÃ-tica. Regresando al autor clásico de la teorÃ-a (matemática), el señala: se necesita una regla, una norma que restrinja socialmente e impida una clase de comportamiento que al final nadie desea. (Van Neuman, en Krause, 1999) Un contraejemplo, para graficar la competencia, serÃ-a el camino que toman ciertos candidatos a cargos polÃ-ticos, en el cual se rigen por una constitución transversal a ambas partes y también por un acuerdo o pacto de no agresión entre ellos. Ciertamente, esto último, ralla el lÃ-mite de la utopÃ-a. Por tanto, considerando la distinción entre una simple riña y una sana competición, podemos decir que la polÃ-tica no es lo primero, sino lo segundo, y las polÃ-ticas son lo primero. Con todo esto, tenemos ya una idea base, las reglas del juego acordadas de antemano son una determinante en el océano de la teorÃ-a polÃ-tica del juego. Ellas son la corriente que guiará el devenir de la empresa polÃ-tica. Tipos de Reglas Ya sabemos que las reglas regulan toda la escena de la polÃ-tica, pero, ¿Qué tipos de reglas son las que rigen el juego? Existen dos tipos de reglas, las primeras, llamadas reglas normativas poseen una doble caracterÃ-stica, por un lado se declaran públicamente y de manera rimbombante, como solo los hombres de polÃ-tica lo pueden hacer, y por otro lado el saborcillo de ambigüedad que queda plasmada en los paladares de la ciudadanÃ-a, un ejemplo de estas reglas podrÃ-an ser la honestidad y la transparencia. En el fondo son los planteamientos éticos que pretenden regular la competencia. La segunda categorÃ-a de reglas son las llamadas reglas pragmáticas, según Bailey estas reglas son determinantes a la hora de ganar el juego, por eso, el, pone especial atención en ellas. Las reglas pragmáticas se presentan como lo antagónico a las normativas, es decir; quedan en lo privado. Para Bailey, lo importante no es recibir la aprobación del público, sino, desde un punto de vista funcional, que las acciones sean eficaces. Esto último puede tener múltiples lecturas, en el mejor de los casos es simplemente eso, buscar una acción eficaz, en el peor de los casos serÃ-a adquirir el principio de el fin justifica los medios. La separación de lo público y lo privado constituyen aspectos fundamentales de concepción occidental, pero es producto de la historia, y no de hechos universales (Gledhill, 2000) 2 Podemos intentar comprender la lógica de raciocinio de Bailey, en el sentido de su especial atención acerca de la segunda clasificación de las normas. Obviamente el juego de la polÃ-tica posee una pretensión de status y poder, eso sÃ-, oculta tras una fachada construida en base a reglas normativas. Por tanto la primera clasificación de las reglas es solo un condimento practicante insÃ-pido, al contrario que las reglas pragmáticas, que vendrÃ-an a ser el ingrediente principal de una competencia polÃ-tica La arena de contiendas Una vez establecida la distinción entre pelea y competición y aclarada las reglas que rigen el juego, nos convoca entrar a la cancha, es momento de reconocer el terreno en el cual la contienda se desarrolla. Es en este terreno donde las estrategias y movimientos se entrelazan en un enmarañamiento de jugadas, que pueden o no tener alguna repercusión o éxito en el desenlace de la contienda. La arena de contiendas es el ámbito polÃ-tico, que puede definirse como una sociedad, o parte de ella, donde existen dos o más estructuras polÃ-ticas rivales (Lewellen, 2000). Dentro de la sociedad que protagoniza la contienda pueden presentarse ciertos espacios en los cuales los equipos que hayan aceptado las dos formas de reglas buscaran encontrar apoyo para asÃ- destruir la imagen de sus adversarios. En este sentido nos encontramos con la definición de pelea polÃ-tica en su máxima expresión. Podemos llegar a encontrar prácticas de tipo subversivas, todo con la finalidad de agredir al rival polÃ-tico. La contienda puede trasladarse y migrar de un ámbito social a otro, asÃ- como también pueden conformarse coaliciones entre uno o más bandos polÃ-ticos con la única intención de neutralizar a un rival. Estas coaliciones, pueden, no en todos los casos, carecer de una ideologÃ-a fundamentadora que tenga la capacidad de ser un piso para los bandos unidos. La alianza puede perfectamente adolecer de continuidad, disolviéndose en el instante mismo cuando el objetivo ha sido borrado de la escena polÃ-tica o cuando se haya mermado su capacidad de competición. Considerada a la estructura y las dinámicas polÃ-ticas como un juego, con reglas definidas y con un escenario en el cual se baten a duelo los adversarios. Hay que considerar ciertos elementos básicos que se encuentran presentes en la estructura mencionada, que se diferencian de las reglas mismas, peleas, competencias, y por supuesto de la arena polÃ-tica. A continuación analizaremos parceladamente cada uno de los elementos básicos que deben ser considerados en el análisis del juego de la polÃ-tica, dentro de un nivel estructural. Elementos de la estructura del juego Un primer elemento que se debe considerar dentro de un análisis estructural del juego polÃ-tico, es la existencia de premios, estos deben ser culturalmente definidos y suficientemente valorados por los participantes para que la lucha tenga sentido (Lewellen, 2000). Esto es fundamental, ya que si el objetivo o premio posee un valor equivalente para ambas partes, la disputa se desarrollara arduamente. El clásico ejemplo para graficar este elemento de la estructura del juego, es la lucha por la obtención de cargos que detenten poder, ya sea en el ámbito polÃ-tico o económico. Es común ver a los hombres de la polÃ-tica, luchando en campañas para obtener los sufragios necesarios para lograr alguna butaca en un municipio, parlamento o casa de gobierno, asÃ- como también muchas veces hemos sido testigos de las disputas de compañeros de trabajo, en las cuales son capaces de hacer todo lo posible por obtener un asenso en un cargo determinado, todo esto normado siempre, por reglas normativas y pragmáticas. En segundo lugar encontramos a la comunidad polÃ-tica afectada, esta serÃ-a una especie de personal que participa activamente en las dinámicas presentes en todo el juego de la polÃ-tica, en el fondo son las elites polÃ-ticas, los que se han ganado (por cualquier vÃ-a) el derecho a participar dentro del juego polÃ-tico, excluyendo al resto de la comunidad, aislándolos en el plano de las reglas normativas, que como ya hemos 3 dicho, en la hora final de decidir una contienda, son las que tienen menos peso. En todo sistema polÃ-tico siempre existen sectores de la sociedad que son marginados y reprimidos, como es el caso de las minorÃ-as religiosas y sexuales, asÃ- como también la represión ejercida en contra de los pueblos indÃ-genas. Estas sociedades son prácticamente relegadas a un tercer plano en el juego. Lo cual habla muy mal de los estrategas presentes en las dinámicas. Habla mal, en el sentido de que la acción eficaz hablada en las primeras páginas de este ensayo, se transforma en un mal indicador. La lógica con que operan los participantes es la de conseguir los objetivos a como dé lugar, discriminando y apartando a grupos que puedan representar cierto peligro a la hora de conseguir los objetivos o premios deseados. El tercer punto de nuestra estructura lo podrÃ-amos definir como el caudillaje presente en toda coalición polÃ-tica, tiene que haber una figura polÃ-tica que resalte dentro del resto del personal, una figura que posea distintas caracterÃ-sticas, ya sean intelectuales, económicas y/o carismáticas. Una persona que tenga un liderazgo efectivo para todos los actores involucrados en el juego. En este punto debemos ser precavidos, ya que se podrÃ-an manifestar dos formas de liderazgo, uno público, mantenido por aparatajes publicitarios, que son meros ejecutores de acciones dictadas por otros agentes, que pasarÃ-an a ser la segunda forma de liderazgo, una forma oculta, ejecutora y creadora de acciones que se imparten dentro de cuatro paredes. PodrÃ-amos identificar a este segundo tipo de liderazgo, con hermandades secretas, logias, grupos de poder económico, grupos de distintos credos, en general grupos y asociaciones cerradas que tienen incidencia en la toma de decisiones de los lÃ-deres del pueblo asociados al primer tipo de liderazgo. Un cuarto punto radica en una diferenciación en lo que respecta a la dinámica que representa la competencia en sÃ- misma. Por una parte los contendientes anuncian públicamente sus intenciones y disposiciones tácticas con el objeto principal de informar y mostrarle al rival todas las armas que este posee, es una declaración pública de la fuerza que se encuentra a disposición por parte de un contendiente. Por otro lado, nos encontramos con el enfrentamiento en sÃ-, en el que ambos contendientes luchan con sus propias armas. En este elemento de aplicación de la contienda nos encontramos con la puesta en marcha de todas las fases preparatorias de la disputa. Es en esta fase cuando el juego se encuentra en su máxima expresión, en la cresta de la ola, en esta fase se entremezclan todas las sensaciones y sentimientos de los espectadores, los participantes activos y pasivos, los lideres, los grupos de poder tras el poder, en resumen, todos los aspectos antes tratados se miden y desarrollan en su máxima expresión, en esta fase del juego de la polÃ-tica. Para finalizar con nuestros elementos básicos de la estructura del juego polÃ-tico, vamos a identificar un rol que tiene como fe hacer valer las reglas de tipo pragmáticas, este rol es el de juez, quien está encargado de velar que los contendientes no quebranten las reglas. Este juez puede ser una persona o no. En sociedades tradicionales, nos encontramos con una persona especializada en esta temática, puede ser un sacerdote o algún personaje de importancia; de la misma manera el público en general también puede cometer la función de garante. Pero como lo que nos concierne son las sociedades complejas, tendremos que decir que el juez o garante no siempre será una persona, por lo general será un corpus de leyes, aglutinados en una constitución, que serán regentes de la contienda, y serán ciertas instituciones las encargadas de hacer que los mandatos de las constituciones sean cumplidas. Estos cinco aspectos representan la base estructural de la teorÃ-a del juego, en función del juego de la polÃ-tica. Ahora es preciso mencionar y analizar las coaliciones que compiten bajo esta estructura; quienes son los actores que interpretan el guion de la teorÃ-a del juego, en nuestro teatro de la lucha por el poder polÃ-tico. La estrategia Si tomamos en cuenta la extrapolación de la teorÃ-a polÃ-tica del juego económico hacia el plano de las 4 ciencias sociales y la polÃ-tica en especÃ-fico podrÃ-amos hacer una prospección acerca de las estrategias que los contendientes tomaran dentro de la arena polÃ-tica. El elemento clave de la teorÃ-a polÃ-tica consiste en analizar los objetivos y las posibles estrategias a seguir por el adversario y tomar la decisión propia en dicho análisis (Mochon, 2005). La apuesta está fijada en el rol que cumple la correcta elección de una estrategia, ya que finalmente son estas las que definirán el desenlace de la contienda. En este camino podemos destacar el concepto de estrategia dominante (Ibid, 2005), que básicamente consiste en ser la mejor estrategia; cuando un competidor tiene clara la estrategia a seguir, siendo esta superior a la de su rival. El hecho de que un jugador posea una estrategia dominante es el final de la historia para su rival, ya que la superioridad alcanzada en el plano de la planificación será fulminante. Pero, y en la lÃ-nea de lo anterior, ¿Qué pasa si ambos contendores poseen estrategias que son dominantes? Es decir, si son estrategias que poseen la misma fuerza. La respuesta es que se forma una especie de equilibrio dominante. Este consiste en que ambos contendientes poseen una estrategia dominante, en el sentido de que cada jugador cuenta con una estrategia mejor, independiente de la estrategia del otro jugador. Los comandos. Oportunistas V/S Leales Ahora es turno de analizar los equipos polÃ-ticos. la representación polÃ-tica moviliza todo un conjunto de redes informales con el que siempre tienen que contar las estrategias individuales (Abélès, 1995). En un sentido extensivo Bailey, plantea la existencia de dos tipos de equipos polÃ-ticos. En primer lugar analizaremos el equipo polÃ-tico de carácter compacto. Este equipo se agrupa en función del potencial beneficio que se puede obtener al seguir a un lÃ-der. Este grupo no posee una ideologÃ-a fundamentadora que los agrupe, solo lo hacen por interés. PodrÃ-amos catalogarlos como los oportunistas. Estos equipos se basan en modelos transaccionales, es decir, se fundamentan en intercambios materiales, ya sea dinero, comida, ropa e incluso contratos. El lÃ-der debe ejecutar un acto de compra de sus seguidores, esta práctica es recurrente en la realidad chilena. Es un común espectáculo ver a un polÃ-tico denunciando a otro que comete estas acciones, solo para ganar votantes. Es una práctica común en la lucha polÃ-tica. Por otra parte nos encontramos con los llamados equipos de carácter moral, que se diferencian en un 100% de los equipos compactos. Los morales tienen como base común una ideologÃ-a ética, social, polÃ-tica y religiosa. En estos grupos los lÃ-deres tienen una directa relación con la normativa interna del grupo, lo cual genera una confianza por parte del lÃ-der hacia los seguidores, ya que estos no se verán tentados a desertar del grupo, para unirse a un grupo compacto. Obviamente esto último no es una ley. El LÃ-der Todo lÃ-der debe cumplir ciertas caracterÃ-sticas para poder preciarse como tal y para motivar a las masas. El lÃ-der debe tener capacidad de toma de decisiones, mantener y perpetuar a su grupo o equipo polÃ-tico y abrirse al mundo exterior. Estas funciones, y la capacidad de desarrollarlas son fundamentales en todo gran lÃ-der. Cabe destacar que la toma de decisiones siempre se realizaran dentro de la regencia de ambas formas de reglas (tratadas en las páginas anteriores). Todo lÃ-der debe ser mesurado y evaluar los costos sociales y públicos que tengan su toma de decisiones. Todo lÃ-der debe siempre debe calcular el coste público, sobre todo cuando las reglas normativas no pueden aplicarse de forma automática (Lewellen, 2000). El lÃ-der debe ser cauto y preciso a la hora de tomar decisiones, siempre considerando que al tomarlas, están tengan el menor costo social o un menor movimiento social. La premisa es que la decisión tiene que tener el menor efecto adverso para la ciudadanÃ-a. Esto es algo utópico, ya que nunca la totalidad de una comunidad estará satisfecha con las decisiones de sus gobernantes; es por este motivo que en muchas ocasiones los 5 polÃ-ticos adoptan el principio de un mal menor por un bien mayor, dejando de lado a los grupos minoritarios y más vulnerables que analizamos en la sección en la sección de los elementos básicos de la estructura del juego (segundo aspecto). La decisión que siempre será más favorable es aquella que logre un consenso dentro de una comunidad determinada, o aquella que se desprenda de este consenso. En este sentido el lÃ-der solo será el ejecutor de una propuesta, y no el creador, asumiendo asÃ- una actitud pasiva que solo traerá beneficios en el caso de que la propuesta tenga un funcionamiento positivo. Si la decisión o propuesta es negativa en su puesta en marcha, el lÃ-der no se verá directamente afectado, ya que la decisión nació desde el pueblo, para el pueblo, expiando de toda culpa que este pueda haber tenido. Pero para lograr el tan añorado consenso social, se debe pasar por todo un proceso que puede ser muy desgastador para el lÃ-der y sus colaboradores, en palabras de Lewellen: conseguir ese consenso puede significar un proceso largo, difÃ-cil y desintegrador, susceptible, incluso, de poner de manifiesto la debilidad del lÃ-der. La toma de decisiones con mayor coste polÃ-tico es la orden. Un lÃ-der conocedor del juego buscara, evidentemente, un término medio que le permita afirmar su poder y conservar, al mismo tiempo, el máximo de apoyo. (Lewellen, 2000) Contrastación empÃ-rica Ya hemos nombrado y enumerado, los aspectos relevantes de nuestra teorÃ-a del juego en el ámbito polÃ-tico, tanto en un nivel estructural como en el plano de las dinámicas que se dan en el accionar mismo de la teorÃ-a. Es hora de aplicar nuestro modelo en una situación real, para verificar su eficacia y veracidad empÃ-rica. La situación elegida es la realidad polÃ-tica de distintos paÃ-ses, tanto a nivel histórico como coyuntural, centrada en candidaturas presidenciales y municipales. En el escenario de la polÃ-tica nacional y centrándonos en las futuras elecciones presidenciales ya podemos ver, diversos bandos que se van formando por variados intereses. Antes de analizar a estos, estableceremos algunos ejemplos acerca de lo que denominamos el juego competitivo. En el juego competitivo realizamos una distinción entre lo que era una competencia polÃ-tica y lo que era una simple pelea polÃ-tica. Vamos a la realidad. Todos sabemos que una de las actividades polÃ-ticas más atractivas, mediáticamente hablando, en Estados Unidos, son los debates entre los candidatos al sillón presidencial de este paÃ-s. Un ejemplo de competencia polÃ-tica, es aquel que se vio en el primer debate polÃ-tico televisado entre John McCain y Barack Obama, en este debate, ambos personajes no cometieron agresiones, fueron cuidadosos y respetuosos, llegando a realizar una especie de pacto de caballerosidad en el ámbito de las elecciones. Esto es un ejemplo claro de una competencia polÃ-tica, en todos sus términos. Pues bien, posterior a este debate la balanza comenzaba a inclinarse de manera importante hacia el sector del candidato Obama. Pues que sucedió, cuando se efectúa el último debate McCain en un esfuerzo por revertir la tendencia, entro en el plano de las descalificaciones acusando a su rival de tener vÃ-nculos con el terrorismo, etc. Por contraparte Obama lo acuso de haber votado en contra de algunas leyes que eran de mucha importancia social y económica en la época en la que McCain era senador. En esta interpretación acerca de la rivalidad polÃ-tica de los candidatos presidenciales estadounidenses, en el contexto de los debates televisados, podemos ver claramente la distinción entre competencia y pelea. Es turno de analizar el segundo punto expuesto en las páginas anteriores que son los tipos de reglas. Es hora de interpretar la realidad polÃ-tica chilena en función de las actuales elecciones municipales. Por un lado tenemos las reglas normativas; ¿quién no recuerda la anunciación que hizo el vocero de gobierno cuando 6 se dio comienzo al periodo oficial de campañas electorales? Pues lo que dijo era que las campañas polÃ-ticas y las elecciones debÃ-an enmarcarse dentro de la ley dejando de lado toda actitud antirreglamentaria porque eso le hace daño al paÃ-s. La clase polÃ-tica apoyo este dicho, independientemente de que fue criticado por parte de la oposición. Esto grafica la existencia de reglas normativas, esas que fluctúan dentro del campo de la ética. Por contraparte un ejemplo de las reglas pragmáticas puede ser perfectamente, los acuerdos alcanzados bajo cuerda por los partidos polÃ-ticos, recordemos lo que sucedió con las jugadas del presidente del PPD, Pepe Auth, quien se rehusó a compartir el pacto de candidaturas, llevando segundas listas en muchas comunas del paÃ-s. Sin duda esto obedece al juego de las reglas pragmáticas. Recordemos que Bailey hace hincapié en este tipo de reglas, ya que en su análisis plantea que es en este punto donde puede radicar una victoria o una derrota. Corresponde analizar el punto de la arena polÃ-tica, sigamos en el Chile de hoy. Siguiendo los planteamientos de Lewellen nos encontramos con una sociedad (chilena) como escenario de la contienda polÃ-tica (arena) en la cual hay distintas coaliciones o estructuras polÃ-ticas (concertación, alianza por Chile, Juntos podemos mas). Es en nuestra sociedad donde se presentan estas disputas polÃ-ticas, el ejemplo claro, es la actual elección municipal en la cual todos los bandos realizan sus movimientos tácticos y publicitarios, todo para alcanzar un triunfo en la elección. Analicemos ahora los aspectos estructurales de la teorÃ-a del juego: Premios: Está más que claro, que el objetivo perseguido en la polÃ-tica es el poder, asociado a un cargo polÃ-tico, dentro de la arena polÃ-tica. Este cargo detenta poder, como lo habÃ-amos mencionado, además de demostrar estatus social. Como dato adicional, podemos sumar el factor del ego de cada polÃ-tico. Al momento de pelear o competir por un cargo de poder, el ego es factor fundamental, digno de un análisis antropológico y filosófico especÃ-fico. Comunidad afectada: En este punto nos encontramos con comandos polÃ-ticos, familias, donantes de dinero, brigadistas, operadores, colaboradores, consejeros, asesores de marketing e imagen, y en general todo el personal que se inserta dentro del aparataje polÃ-tico y que de alguna forma pretende, o, es parte de la elite polÃ-tica. Caudillaje: En el plano público y referente a nuestra realidad chilena actual, y de cara a las elecciones presidenciales, tenemos las figuras de Ricardo Lagos, José Miguel Insulza, Sebastián Piñera, JoaquÃ-n LavÃ-n, etc. En el plano privado, tenemos a la masonerÃ-a, la iglesia católica y sus facciones, como por ejemplo el opus dei, algún grupo sionista, etc. Competencia en sÃ- misma: PodrÃ-amos dar muchos ejemplos de la competencia en sÃ- misma, es decir el momento preciso de competencia, elecciones, votaciones, estrategias, peleas, disputas, competencias, reglas. Es todo, en un todo. Un ejemplo seria el proceso de elecciones municipales de este año 2008, si bien aun no son las votaciones, estamos muy próximos a ellas, por lo tanto se pueden apreciar perfectamente muchos puntos de nuestro análisis con tanto solo prender nuestro televisor o salir a la calle. Los jueces: Los jueces pueden ser, sacerdotes, polÃ-ticos, jueces legislativos, el ejercito, el pueblo en sÃmismo, un tribunal internacional, una constitución, etc. Una vez analizados estos 5 puntos de la estructura básica del juego polÃ-tico, nos convoca ejemplificar la estrategia en la importancia de la estrategia polÃ-tica. 7 Un ejemplo bastante claro es la estrategia usada por el presidente venezolano Hugo Chávez, hace mas menos un año y medio, el llevo al parlamento una propuesta de ley que pretendÃ-a modificar la constitución dándole un protagonismo preponderante en su paÃ-s. La jugada estratégica fue crear un pack de medidas y de leyes que acompañaban a este proyecto de modificación constitucional, entre estas leyes acompañantes estaban la baja de horas de trabajo en el paÃ-s, y una serie de medidas de flexibilidad laboral. Con esto él pretendÃ-a generar un clima de apoyo en la ciudadanÃ-a, ya que si el llevase su modificación constitucional al senado, como una ley solitaria, quizás hubiese sido descartada de plano su propuesta. Corresponde analizar ahora a los comandos polÃ-ticos; que elemento más presente en la realidad polÃ-tica de cualquier sociedad. Tenemos en nuestro paÃ-s a los comandos de la concertación y a los comandos de la alianza, ellos trabajan ya sea por afinidad ideológica o por el potencial beneficio que se puedan obtener apoyando a tal o cual coalición. Todos hemos visto en el último tiempo en el contexto de las elecciones municipales de nuestro paÃ-s, que los comando y grupos de apoyo son capaces de trenzarse a golpes por poner un cartel en cierto punto estratégico de la ciudad, quemar centros operativos del rival, e incluso llegar a perder la vida colgando algún afiche en un cable del tendido eléctrico. Todo esto se da ya sea por un apoyo y afinidad ideológica o por qué se quiere sacar algún provecho material. Corresponde ejemplificar a los lideres, ya sea carismático o por capacidades económicas o polÃ-ticas−militares, tenemos a grandes lÃ-deres a lo largo de la historia. Por ejemplo: Alejandro Magno, quien fue capaz de conquistar gran parte del mundo. Atila el Huno quien fue capaz de destruir gran parte del mundo, Lautaro, quien condujo una gran rebelión mapuche en contra de los españoles, Napoleón, Hitler, Churchill, Ernesto che Guevara, Fidel Castro, Nelson Mandela, etc. Ejemplos de lÃ-deres sobran. Estamos llegando al final de nuestro análisis e interpretación desglosada de la teorÃ-a del juego aplicado al ámbito de la polÃ-tica, a modo de conclusión podemos decir que la teorÃ-a del juego es aplicable al campo de las ciencias sociales, sobre todo en polÃ-tica y en economÃ-a, es una teorÃ-a que es muy utilizada en la actualidad, tanto por antropólogos y sociólogos para operacionalizar las dinámicas e implicancias del juego polÃ-tica en la realidad de una sociedad. Existe un debate bastante sabroso a nivel académico respecto a los usos y a la valides de esta teorÃ-a, lo cual se comprueba por la gran cantidad de publicaciones existentes en la red. Debo decir, para finalizar, que la teorÃ-a polÃ-tica es perfectamente replicable a los modelos de contiendas polÃ-ticas, su valides es bastante optima lo cual refleja el interés de los cientistas sociales por ella. Como último dato debemos decir que todos los modelos aplicados y mencionados en el presente ensayo son operacionalizables matemáticamente lo cual le da un mayor peso cientÃ-fico. Para los cientÃ-ficos, claro está. la antropologÃ-a polÃ-tica se convierte en un proyecto cientÃ-fico que tiende hacia un objeto y unos objetivos claramente determinados (Balandier, 1975). La teorÃ-a del juego es un apoyo a las palabras de Balandier. BibliografÃ-a Abélès, M. (1995). La Antropologia Politica: Nuevos objetivos, Nuevos objetos. Madrid: Gedisa. Balandier, G. (1975). AntroplogÃ-a PolÃ-tica. Barcelona: Peninsula. Gledhill, J. (2000). El Poder y sus Disfraces. Barcelona: Ediciones Bellaterra. Krause, M. (1999). La Teoria de los Juegos y el Origen de las Instituciones. Revista Libertas 31 , 1−29. 8 Lewellen, T. C. (2000). Introduccion a la AntropologÃ-a PolÃ-tica. España: Ediciones Bellaterra. Mochon, F. (2005). Economia, teoria y politica. Madrid: adventure works. Entiéndase polÃ-ticas, no en el sentido de planificación sino de politiquerÃ-a, es decir riñas, peleas descalificaciones, arreglos bajo cuerda, favores a cambio de algo, etc. 9