full PDF - Cornell Library Windows on the Past

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Manuel Vázquez Montalbán:
un cuento desconocido en México
PIGMALION
Mauricio Ciechanower:
I
,
LA ETAPA
EL RUBEN yAÑEZ
DE "EL GALPON"
RETORNO A URUGUAY
EN MEXICO y EL
~~~__!df?
Evodio
Escalante:
ENTRE EL
RADICALISMO
. .
YEL
DESENCANTO
Los poetas que
nacieron en los años 50
la cultura en
=~~a~g
~_ft'
Num 1349 México DF
10 de febrero de 1988
Osvaldo
Bayer:
segunda parte y final
Residencia
en la
amada tierra
enE?miga/
~.~
a había visto alguna
vez recorrer las aceras_
del barrio con una cesla de paja entre útil y
sofISticada, como su
abrigo de sospechosa piel que
disminuía aún más la pequeñez de
sus facciones y se tragaba parte de
una melenita artificial en lo lacio y
lo dorado. Superpuesta sobre las restantes mujeres habituales de aceras y
tiendas, acuarentadas de excesiva
delgadez o gordura, de facciones y
piernas cansadas, en flagrante olor a
cotidiano, la muchacha parecía una
desterrada o un prometedor animal
de paso. Pero no la deseé hasta una
tarde de invierno vencido, cuando la
vi al otro lado de la acera esperando
ensimismada la orden del semáforo,
de UD brazo le colgaba un niño, del
otro un bolso excesivamente nuevo.
blindado diríase al darle un rayo de
sol sobre la coraza de pura piel de
becerro. Entre el niño y el bolso
quedaba ella, rubia, sin duda teiUda, de cejas desencantadas, boca y
pechos tristes, la sensualidad en las
caderas y unas piernas para palpar
con los ojos, altas y carnales. Buena
para cometer adulterio. pensé, con
un cierto remordimiento, en una
•
morbosa situación de confianza
•
~
traicionada, la de ella, la de su mario ..
do, probablemente la mía. El nifto
pendía del hilo de su mano. trotaba
como un muñequito envuelto en una
nube de colonia más eficaz que delicada, confiado como un príncipe
primogénito abierto a la aventúra de
una tarde nena de tenderas cariñosas, chupa-chups, pellizcos y el lenguaje de adultos que fingen ser niños
sin un mínimo de educación teatral.
Era un niño de spot televisivo: rubio,
Manuel Vázquez Montalbán • • • • • • • • •
flequillero, secundaba el desganado
arrastre de su madre con un cierto
fatalismo, moviendo la cabecita en
de renta limitada yel niño le colgaba como asas, y aquellas piern~ inacatodas' direcciones como tratando de
como una obligación asumida, a vebadas, nenas de longitud y de carne.
recordar en poco tiempo y para
ces reconocida en un apretón suave
Luego la seguí en su via crucis cosiempre lo que veía.
lidiano por tiendas perfectamente
de la manita dotada de cinco vidas
imaginables: dos bolsas de leche,
calientes y sudorosas. Reconocfa yo a
Ena no se me reveló del todo hasta
breve distancia su nuca alta entre las cuatro donuts de chocolate, una cola primavera, cuando se quitó el
Jiflor amarUJa que más parecía raabrigo y un vestido de entretiempo
brechas de una melena excesivamenenfundó su cuerpo justo, a la vez nete maltratada por los tintes, pero millete de siemprevivas, tijeritas para las uñas, laca, spray espuma para
no de rincones y posibilidades. Volaún apetitosa en su caída, aún deseaafeItar sin brocha, que sus ojos grises
via a estar allí con el niño y junto al
ble como una corona dorada, penacontemplaron escépticos antes de desemáforo, como si sólo se hubiera recho sobre un rostr6 de sexuada boca,
jar caer en un capazo, en la certeza
tirado un instante para quitarse de
como una ranura tierna y ávida.
encima invierno y un abrigo de piel
Reconocía su espalda corta y delgada de que no habría motivos para confiar ni para desconfiar de sus atribuartificial. Casi sin concienciado,' como hincada en unas caderas emrecom su mismo camino hacia el
tos. Cruzamos la miraa. cuando, en
butidas en la que imaginaba piel poquiosco de diarios, pendiente de la
rosa, casi cárdena en las junturas húla puerta de la perfumería, flirteé
tensión de sus piernas y sus caderas
medas, auténtico planeta entre el cabrevemente con el niilo agradecido y
lor y el frío para una mano necesitacontra el estuche de una falda de lasonriente por la dedicación del forasnilla tan buenmma como la piel del
da de la inm~, patria de un culo.
tero que trataba de ponerse a su estabolso. La dejé comprar un diario de
tura. También ena me agradeció la
Sus brazos largos prometían caricias dedicación enseñándome unos dienlá tarde y una revista situable a mede lenta llegada, cruces estilizadas tes excesivamente separados e instó
dio camino entre la astrología y la
sobre el propio cuerpo en protección al nifto para que correspondiese a mi
divulgación de calité sobre los
de fáciles vencimientos o abrazos lle- saludo, lo que el pequeño hizo recudiamantes más robados del mundo,
nos de enervante torpeza. brazos rriendo a sus gracias de más seguro
pasando por alguna que otra ración
de distancia, miopes de éxito. De reojo comprobé que ella
equivocados
de marxismo convencional aplicado
volumen. De vez en cuando me po- me miraba con esa curiosidad de joa la interpretación del ciclo de noveven casada de barrio pequeño burnfa a su altura para reconocer lo fula burguesa de Thomas Mann. La segitivo de sus facciones pequeñas, la gués, nuevo y uniformado, donde el
guf con su misma parsimonia de mularga línea de garganta y senos, ape- otro siempre es una sorpresa cuando
jer cansada por una mañana repleta
de labores domésticas, consciente de
nas sostenida por un pezón muy sóli- se aproxima a menos de medio metro
que el día iba a dar paso a la noche
do, luego sabría que excesivamente de distancia.
-Es muy vivo este niño.
sin la menor posibilidad de sorpresa.
mamado bajo el consejo de un pediaPara lo que le cónviene.
Sus ojos buscaban inútiles dispersiotra a la antigua usanza. Vientre plaDijo pero sonreía. Entablé conver··
nes en el paisaje resabiado del barrio
no, amenazantes ~lUesos de caderas,
.S6
-...
•
...
••
.
!~
____PIGMALION
o
sación y la proseguí caminando junto
a ellos, sin asumir la sorpresa contenida con la que me miraba y los reojos cautos que repartía a derecha e
izquierda. Para huir del marco peligroso para una situación que no le
desagradaba, encaminó sus pasos hacia el parque. menos recelosa a medida que nos alejábamos del territorio de su estricta cotidianeidad. El
niño la abandonó en cuanto divisó la
silueta de un tobogán rojigualdo.
Fue vano el vuelo de la madre para
atraparlo, retenerlo como un punto
de referencia o de apoyo moral. El
niño nos' dejó solos sobre nuestras
piernas y no tuvimos otro remedio
que ceder al recurso del banco de
parque atardecido donde nos dejamos caer con púdica distancia, fugitiva una sonrisa entre su nariz v su
boca, tan relajado yo de cuerpÓ como tenso de alma.
No dio para mucho el tema del
descuido del parque, ni el de las peculiaridades de un niAa excesivamente contemplado en su condición
de nieto primogénito de cuatro abuelos. Fue fácil pasar al tema de un
cierto hastío por la rutina de la vida
y ella tenía ganas de decirme que estaba cansada de recorrer tiendas con
un niño colgado del brazo y de su
aburrimiento.
-Me gustaría trabajar en algo.
O terminar de estudiar. ailadió,
mientras me observaba para comprobalr el ,efecto que me provocaba
su pasado cultural. Mi grata sorpresa
propició el que me contara que ~
había terminado el bachillerato entre deSidias que sus padres aprovecharon para inducirla al oficio del
matrimonio. Su marido era aparejador por las mañanas y por las tardes
trataba de montar una urbanización
por su cuenta y riesgo en una finca
patrimonial milagrosamente cercana
a la ciudad. Ena rezumaba esa prosperidad menor de joven matrimonio
burgués compuesto por una mujer
con cierta educación, vigilante de la
propia dieta y saunadicta y por un
hombre trabajador, de su casa al trabajo, del trabajo a casa, honrado,
prudentemente emprendedor que
antes de los cuarenta años ya ha conseguido poseer un chalet con piscina
de cinco por diez, metros y hace un
viaje cada año al extranjero para ver
porno en Copenhague o Disneylandia en los Angeles. Cuando le dije
que yo daba clases en la Universidad
y que estaba escribiendo una edición
critica del pensamiento económico
de F10res de Lemus, advertí queante
sus ojos aparecía el filtro purpúreo
de la valoraciÓn intelectual y que se
descomponía de su ~núltima resistencia ante el extraño infiltrado en
su tarde de primavera. El niilo liberado y excitado se había convertido
en nuestro mejor CÓmplice. Le propuse ayudarla a recuperar el correcto camino cultural perdido y ella me
ofreció en bandefa la relación entre
educación y erotismo.
-Si mi marido se ~ntera de que
vuelvo a estudiar... Odia a las mujeres sabihondas.
-¿Es muy reaccionario?
-¿Quiere decir muy revoluciona-
rio?
-No. Pregunto si es muy conservador..
-El dice que no.
Miraba eOa una piedrecita gris e
inmotivada a la que no llegaba la
punta de su pie. Buscaba las palabras justas para ejecutar a u marido
sir perder el decoro.
-Pero lo es.
y alzó su rostro amalvado por el
crepúsculo y la sonrisa para decir:
- Todos los hombres lo son, ¿no?
• ~No tengo nada que conservar.
-¿Es usted soltero?
-Soy casado, pero no ejerzo. Estoy separado.
-¿Tiene hijos?
La pregunta iba envuelta en dedicaciÓn y lástima por un corazÓn, el
mío, sin duda destrozado por una vida familiar rota.
- Lo importante es que esta tarde
empieza usted las clases particulares.
-¿Con quién?
'
-Conmigo.
-Soy muy gandula. Necesito que
me estimulen.
- La ayudaré. Le tomaré la lecciÓn cada tarde.
La broma fue lo suficientemente
ambigua como para que me permitiera citarla al día siguiente por la
tarde en el mismo parque. Le llevé
dos libros de seguro éxito: La balada
del café triste de Carson McCuUers y
Principios Rundamentales de Politica de Montenegro. No se esperaba
un asalto semejante, ni que yo tuviera perfectamente calculados y experimentados los efectos de tales lecturas. Los relatos de Carson MeCullers le harian suponer una hipersensibilidad hasta entonces desconocida, directamente conectada con la
mía, como si por el mero hecho de
leerlos ya perteneciera a la comuniÓn de los seres más sensibles y
entrañables de este mundo. En cuanto al breviario de formaciÓn política,
la introduciría en un caos de formulaciones conceptuales, en todo
opuesto a la jerarquizaciÓn de valores usados en la construcciÓn de una
vida de renta limitada, con segunda
residenciasen el campo y alg!Ínque
otro viaje en busca de porno e imaginaciÓn. La siembra de la duda política me había aportado en el pasado
resultados inestimables, entre mujeres que consideraban que la castidad
era uno de los principios fundamentales del franquismo y que a través
de convulsiones políticas se prestaban a una segunda fase de politizaciÓn por vía vaginal.
Le apliqué sistemáticamente el
plan de sedu(.'CÍón cultural, adaptando a sus peculiaridades experiencias
anteriores. modificando el método
en función de las necesidades de Irene. Proseguí el tratamiento a base de
relatos sensibles y divulgación democrática, antes de enfrentarla a
libros de poemas incitadores al compromiso O ensayos como El se~undo
sexo que ya exigían una decidida voluntad de perdiciÓn por los morbosos
pasillos de las verdades prohibidas.
La lectura del libro de la Beauvoir
precipitó las coñsecuencias. Los déficits lingüísticos de Irene la obligaron
a entregarse a mi asesoría, a confiar
en mí como en un sacerdotéposeedor
del latin y con él del lenguaje único
para comunicarse con las divinidades. Pronto advertí que pese a la dimensiÓn estrictamente intelectual y
ajardinada de nuestros encuentros,
las distancias físicas decrecían y
nuestros muslos se juntaban para
apo)'ar el mismo libro. Al tuteo si·
guiÓ ese toque precipitado con las
manos colgantes de bt:azos blandos y
contenidos que subraya conceptos y
llamadas aparentemente. pero que
esconde la tentación del abrazo. Camo si saliera de una grave enfermedad de estupidez burguesa, la convaleciente Irene mejoraba el color de
su espíritu y su cuerpo se me acercaba con tanto apetito comf? su cerebro. Fue entonces cuando trabajé
para hacerle incómodos nuestros encuentros al aire libre.
-Aquella señora que parece la
mujer de un veterinario no nos quita
el ojo de encima. Debe pensar que
somos amantes.
-No. Si no estoy tranquila. Un
día va a verme un vecino o un fami·
liar. Y si mi marido se entera...
-Se entera. ¿de qué?
-De esto.
-¿De este cursillo de Universidad
a distancia?
Se echó a reir y me dio· un golpe
con la mano lenta, tanto que se
quedÓ sobre mi hombro el tiempo suficiente para que yo la cogiera y la
acariciara con un roce tan suave roolo nuestras relaciones ha~ta entonces. Ella no sabía dÓnde esconder la
mirada y entonces abandoné su mano, articulé mi brazo con todas las
consecuencias y pasé el dorso de mis
dedos por su mejilla arrebolada.
Después la mano en su caída se apoderó de la parte desnuda de su brazo
y le apreté la ca~rne dura y fría como
transmitiéndole un mensaje de frustraciÓn y querencia. Para entonces
ya me miraba tratando de que mis
ojos o mis labios le dijeran lo mismo
que mis dedos. Me puse en pie.
- Vamos. Aquí es imposible hablar.
Se adaptó a mi paso vivo y el niño
trotaba colgado de su madre, quejándose a veces por la rapidez de la
marcha. Me introduje en el portal de
mi casa, llamé al ascensor, sin mirarle la cara, sin preocuparme por
las posibles preguntas de su rostro.
Dentro del ascensor nos miramos fijamente, yo con calculada mezcla de
timidez y determinación. ella con
mirada de primera noche de bodas.
El niño se había sentado en el suelo
de-la cabina y contaba con sus deditos una quimérica cuenta de recuerdos o porque sieso Ya en casa, apJlrté
libros y ropas para poder tumbarnos
en el sofá. Le sonÓ roto el intento de
decir simpáticamente: «Qué desorden•• y en cuanto el niño se perdiÓ
en las cuevas del piso en busca de la
aventura, mis manos tomaron posesión de su cuerpo con pasiÓn de adolescente hambriento. El niño entraba a veces como si fuera un tren a
cuatro pata~, pero no concedía importancia al desorden de las ropas
del que asomaban carnes como nut'vas, especialmente aquellos senos de
blancura casi lunar abotonados por
pezones lilas. Traté de buscarle desnudeces más fundamentales y ella
me contuvo con eficacia, rehizo sus
ropas; como recuperándose de un
mareo que le enrojeCía las mejillas y
los ojos. se puso en pie, tambaleándose.
-¿Tienes televisión?
-Sí. Al fondo del pasillo.
Cogió el niño al paso y se lo llevó.
Oí ruido de puel'\~ y sintonías, voces de televisor. Otra puerta cerrada. ApareciÓ lenta. segura, rehaciendo o deshaciendo aún más su
melena breve y desvaida. se desnudÓ
de espaldas y de pronto me ofreciÓ la
exactitud de sus carnes. puntas y
junturas antes de zambullirse como
una nadadora en mi cuerpo, más para ocultarse que para entr~arse.
Fue un acto sin quejidos, con lenguaje de respiraciÓn y manos, que se
repitiÓ sin despegamos. como si temiéramos que la distancia del parque volviera a plantearse como una
premoniciÓn de separaciÓn para
siempre. Luego. ella quiso fumar un
cigarrillo según un ritual com'encional que probablemente había asimilado en alguna lectura que yo no
le había asesorado. Sólo suelen fumar los adúlteros después del amor y
más de un adulterio ha sido intuido o
descubierto porque tras la sexualidad matrimonial uno de los dos busca en el cigarrillo la nostalgía del
otro cómplice. Momento temible el
del cigarrillo. sobre todo cuando el
parlenaire tiene veleidades literarias
y quiere cobrar la factura de la
entrega con las monedas de la intimidad confidente. No me propuso
que viviéramos siempre juntos.. pero
sí empezó a explicar su proyecto de
klturo aÚQ entonces disfra:r;ado de
crítica del pasado.
-Gracias a ti puedo volver a ser
yo. ¿comprendes?
Temible. pensé. Pero la contem-
plación de su cuerpo tan deseado durante la fase de reciclaje edueativo
me compen aba de cualquier temor
de caída en las arenas movedizas de
la confraternizaciÓn. Se vistiÓ con
suficiencia y me trató como una
madr~ que promete al hijo un próximo retorno. Me había dominado sobre el sofá y se desquitaba de mis
conferencias políticas y culturales
asumiendo por primera vez un protagonismo indiscutible. Ya en aquel
primer encuentro.pude darme cuenta de la tentación de reproducir una
.vez más el modelo matrimonial.
Aunque la veía marchar el1 parle como si fuera un juguete ya usado,
también hubiera deseado que se
quedara y despedí al niño como si
fuera más mío que cuando subía en
el ascensor sentadito sobre el vacío.
Me molestó que Irene me citara al
día siguiente en el parque porque
presentí el reflujo del remordimiento
y un largo forcejeo moralizante entre
la casada descarriada y el seductor
de barrio. Inevitable. Toda la tarde
siguien~e la consumimos en el tira de
mis deseos y el afloja de su razÓn.
Irene habia dispuesto de toda una
noche para recuperar el complejo de
culpa,. para recordar lo mucho que
trabajaba u marido. al fin y al cabo
sin otra posibilidad de compensaciÓn'
por su parte que la exclusividad sexuaI.
- Si fuera econÓmicamente independiente, ¿<..'Omprendes? Pero él me
mantiene. Me paga hasta la peluquería.
- Yo no te propongo una traición,
sino un acto de libertad. Ni tú. ni yo,
ni él hemos escogido unas relaciones
sociales y culturales a las que llamamos matrimonio.
-Oh, sí. Tú hablar sabes. Hablas
muy bien. Me confundes.
Fingía entonces estar herido por
tan despectivas palabras y ella me
consolaba hasta el borde del venciS7
miento, pero en cuanto tiraba de su
mano para iniciar el camino hacia
casa. recuperaba el esqueleto y ~
resistía como una mula obcecada.
No vacilé en utilizar los recursos más
tópicos: adiós pues, eres una cobarde. tienes alma de esclava, maldita
la vida si no nos permite ni un acto
irresponsable, no podemos vivir eternamente pendientes de los contratos.,
etc., etc. Mi tratamiento culturalizador había sido demasiado corto, se
notó en la ineficacia de mis reclamos
para escalar las murallas de Jericó de
la moral convencional. Desalentado,
le arranqué una cita para el día siguiente a la que no acudió. El techo
de mi habitación devolvia mi perplejidad ante la ambigtiedad de mis sentimientos en parte colmados por la
aventura saciada, en parte frustrados por tan rápido final. Dos días
después de una de estas perplejidades me arrancó el timbre: Irene y el
niño colgante quedaron sorprendidos, sonrientes, destapados cuando
yo ab" la puerta. Por el tartamudeo
de mi corazón y de mi estómago
descubri que era inmensamente feliz.
Semana.<; después las yemas de mis
dedos hubieron podido evocarla en
todas sus esquinas. Aquella cérea
piel de lujo, apretada, restallante, el
cuello asumido por mi mano y dirigiendo hacia mi cuerpo la boca llaga, la lengua breve, aguda, a veces
una eternidad de tacto goloso y ahsorbente. El amor civilizado cara a
cara o el amor de vencedor y vencido
con las carnes de ella a cuatro pier.
nas empujada por un jinete encorajinado e indiscutido; el amor experimental de abajo arriba o el caprichoso asalto sobre una mesa de comedor
llena de fichas sobre la<; proféticas
ciencias de F10res de Lemus. El intercambío del cuerpo seguía completado con el oultural. Mis libros iban
y volvían y yo notaba el enriquecimiento de la sabiduría convencional
de Irene, su asimilación del lenguaje
criptico. su progresiva capacidad de
hablar de Hemingway comO de un
amigo de la familia o de sentenciar
la obsolescencia del degaullismo
cuando Giscard d'Estaing ganó la
partida a Chaban Delmas en la pug·
na por la candidatura presidencial
tras la muerte de Pompidou.
-Es otra derecha -me atreví a
decir-. Tiene un largo aprendizaje
negociador con la izquierda. No es
como aquí que siempre ha tenido fácil el recurso del exterminio.
- La derecha siempre es la derecha.
Me contestó Irene en un tono de
voz de profesora no numeraria mili·
tante en un grupo ML. No me sorprendiÓ, pues que pocos días después me dijera que intentaba ingresar en la Universidad acogiéndose a
los exámenes para mayores de veinticinco años.
- ¿Qué quieres estudiar?
-Psicologta.
-No te lo aconsejo.
-¿Por qué?
- Toda mujer casada que se matricula en psicologfa busca resolver
sus propios problemas psicológicos.
- Pues haré Ciencias Económicas.
-Dios mío, me harás la competencia.
-Burro. Pero qué burro eres.
o
No exagero si me atribuyo buena
parte del éxitb de Irene en los exámenes de entrada en la Universidad.
Durante dos meses las relaciones sexuales fueron decreciendo en relación directa a la intensidad de clases
particulares que le impartí, con
corrección de trabajos y elaboración
de temas incluidos. El niño seguía
siendo el habitante de la caverna televisiva o un espectador desinteresado de nuestras clases particulares.
Sólo de vez en cuando, entre cansan·
cios de la mente, nuestros cuerpos se
desnudaban y yo recuperaba su peso
tibio entre mis brazos, aunque no su
cabeza: anclada con la boca llaga y
la lengua como un látigo o una marea de placentera humedad. Cuando
mi mano le proponía el viaje sobre
mi cuerpo, la cabeza de Irene se bloqueaba, como si se le hubiera roto el
flexor del cuello yen sus ojos leía una
no confesada repugnancia por em·
o
•
~
plear en menesteres de excitación o
balsamización sexual una lengua ca·
paz de recitar la teoría del valor segúÍl Ricardo.
Pasó casi todo el verano en el chalet comprado gracias a la laboriosidad del marido. Ya tenía en el bolsillo el apto para el acceso a la Universidad y vivía concentrada como
un deportista en un esfuerzo de formación permanente para llegar en
forma al comienzo de curso. Avisó al
marido de lo que le esperaba y me
contó su reacción en uno de los escasos encuentI'9S desnudos que tuvimos
durante aquel verano, en un hotel
lleno de holandeses, a medio camino
entre su chalet y un apartamento
que yo había alquilado en la costa.
- Lo ha encajado estupendamente. Dice que Ole comprende y que
ha~o muy bien. Me ha sorprendido.
Es un gran tipo.
No tuvo tiempo que perder en es·
pera de recuperaciones. Hizo el acto
sexual una vez, con ciertas característica.<; de ultimátum o de ejecución
sumarísima. Se había desnudado sin
misterio y se vistió como si hubiera
oído el: Viajeros al tren. Cuando
volvió con las primeras lluvias me telefoneó más que me vio. Como la luz
del gas que se apaga lentamente, la
transición del vernos al no vernos ni
siquiera fue perceptible. De pronto
me di cuenta de que ya no la veía. de
que mi barrio había vuelto a ser una
encrucijada de idas y venidas entre
tedios y cansancios. Cebé mis ojos en
una muchacha pelirroja que siempre
corría urgida por ignoradas prisas,
regalando el trote casi sonoro de dos
pechos obsesivos. Pero un día la vi de
muy cerca y como un maníaco sexual
, inconsciente, me pareció demasiado
joven para un hombre como yo, incapacitado para las alegrías a(~elera­
das, y la dejé pasar como sin duda el
vampiro de Düsseldorf o Jack el
Destripador dejaron pasar generosamente más de una vez a una víctima
ignorante de que podía haberlo sido.
Desdichada senidumbre la del
hombre que ha leído demasiados
libros y confunde la ética con la estética. No me parecía moral acosar a
Irene, ni siquiera espiar sus paseos
con el hijo colgatl~e. Así que me dediqué a una traductora suiza empleada en una revista de productos
farmacéuticos y reiniCié el expediente de una sexualidad exclusivamente
aplicada a la relaci6n entre el
hambre y la posibilidad de comer.
Recuperé mi tendencia a las partidas
sexuales simultáneas: la traductora
suiza el ltmcs o miércolfts, una ex
compañera de curso los jueves y al·
&"Unos fines de semana, una ex campeona de patinaje artístico, a la que
conocí en una manifestación pro
amnistía, y que tenia disponibles todos los sábados por la mañana,.a
partir de las siete treinta. Recordaba
a Irene no sólo -como una aventura
amorosa, sino como una propuesta
de comportamiento. ~ decir, como
una mujer que me había obligado a
asumir un determinado rol de comediante, hasta el punto de convertirlo
en mi más deseada. personalidad.
Descubri que hubiera"querido incIu·
so convivir (,'011 ella, con el nifío,
reincidir en la mecánica de los gastos
cotidianos compartidos, recuperar
las rafees en horas fijas, Cf)mo se recupera la cama, los zapatos, el
coche, el paragwlas.
No volvi a verla hasta tres ailos
después. Algo más descuidado su cabello, no muy al dia su vestuario, el
cuerpo más espléndido asomado a
una treintena triunfal y mejorado el
conjunto por insinuadas arrugas de
frutal sazón: las ojeras le cansaban
aquellos ojos grises y dos suaves
líneas enmarcaban la boca llaga. Su
forma de estar y andar, avalada por
la esplendidez de sus caderas y sus
piernas, la hacían destacar en un
grupo de mujeres que discutfan en la
puerta de una entidad cultural, recientemente abocada a un fatal proceso de democratización por imperativos de su ju~ta directiva copada
¡xJr empecinados izquierdistas. Irene
hablaba con suficiencia, las demás
escuchaban. El niño tenía ya ca~
diez años y ora escuchaba a su
madre, ora se despegaba del grupo
para tratar de arrancar el cartel
anunciador de la conferencia de
Tierno Galván sobre «Humanismo y
Socialismo». Cuando los bedeles
abrieron las puertas, Irene inició la
marcha sin dejar de hablar e instinti·
vamente tendió la mano para asir )a
de su hijo. AIH estaba. El niño se
adhiriÓ a su madre y la siguió como
yo le había visto seguirla años atrás
sobre las aceras de mi barrio. Con la
cabecita movida en todas direcciones, como tratando de recordar
para siempre todo lo que veía.
Me senté unas filas detrás de ella y
elegí contempbrla. A través de sus
reacciones viví la conferellcia de
Tierno Calván. Irene no estaba de
acuerdo con el viejo profesor. Cabe- ceaba negando, se revolvía indignada. lanzaba codazos irónicos a su
compañera de asiento. mientras en
el otro lado el niño se había dejado
caer de la butaca para ensayar sobre
el frio suelo la imposible ficción de
ser buzo. A la hora de las preguntas,
Irene levantó su cuerpo hecho a la
medida de habitación caldeada, como isla de inviel1lo, y preguntó al
conferenciante si asUMÍa la tradición
del socialismo reformista de Prieto o
del socialismo revolucionario de Largo Caballero.
-Señorita...
-Ni señorita, ni señora. Irene a
secas.
-Irene. Con la fama de tradicionalista que tengo no me haga asumir
más tradiciones.
Por los gestos de la despechada
Irene comprendJ que estaba CUciendo
algo parecido a: es poco serio. Si hasta ahora ha hablado en serio, ¿por
qué esta broma? Procuré salir cerca
de ella y la cogí por el hombro en la
escalera. Al reconocerme puso brillo
de cariño en sus pupilas gri~ y por
un momento me pareció que su boca
se acercaba como por irnpu~ que
contuvo a tiempo. Mal cogidos mutuamente fuimos empujados por los
desocupantes, el niilo nos seguia a
remolque de los faldones del cha-
.1
1.
.........ANOVELA
NEGBADE
JAMES M. CAIN
Ruy Payeses
quetón de su madre. Irene me propuso ir a cenar.
-¿Y tu marido?
-Estamos separados. Hace tiempo.
Fue un breve, eficaz resumen de
tres o cuatro años de su vida. Vivía
de su trabajo, estaba acabando la
carrera de Historia, el marido le pasaba una generosa pensión por la
manutención del niño. Ya no vivía
en el barrio.
- Tengo un piso viejo y grande en
el ensanche. Lo he decorado en plan
salvaje. Me cuesta cuatro cuartos y
es comodísimo. Estoy a un paso de
todas partes. ¿Sigues "iviendo en el
barrio? A veces he vuelto, pero de
paso. ¿Publicaste la edición critica
de F10res Lemus? ¿Toda\-ia no? Eres
increíble. Se te va a adelantar Fuentes Quintana. En Moneda fJ Crédito
he leído que prepara un estudio becado por la Fundación Juan March.
Pregunté al niño qué hacía. Me
devolvió la misma sonrisa agradecida que ailos atrás. Se encogiÓ de
hombros como si no le importara ni a
él ni a mí lo que hacía. Irene le instó
a que me contestara con palabras y
no con gestos. Dije que era igual.
Debió brotar en un momento determinado un brillo de reclamo en mis
ojos, porque Irene confesó de pronto:
-No vivo sola con el nift<>. Tengo
un compañero.
-¿De juegos?
-Burro. Qué burro llegas .. ser.
Tengo un amante, coño. ¿Te gusta
más asl?
Hemos de vernos o llámame. Una
de las dos cosas, dijo cuando me despidió con un beso en la mejilla y me
dejó en una mano, con inhibida desenvoltura, una publicación clan~
tina del Partido del Trabajo. Con la
otra traté de acariciar la cabeza del
niño, pero casi no pude. Se iba al
trote al lado de una mujer a la que
ensefté a escapar.
Theodore preiser fue posiblemente el fundador
de la novela ·negra que hace una crítica ácida a la
sociedad estadunidense de principio de siglo.
Autor con mala suerte comercial, publicó Tbe
Genius en 1915, novela que resistió cerca de un
ailo en el mercado antes de ser retirada de círculación por "inmoral".
Pero ya en 1900, con Sister Carrie, había in·
tentado la misma critica, y también esta novela
fue suprimida por inmoralidad. Con ella ganó
Dreiser ni más ni menos que 68 dólart'S.
Insistió, hasta que en 192..; fue publicada Una
tragedia americana, aclamada por la crítica y
sobre todo por los lectores. Para finales de ese
año, Una tragedia americana había vendido cerca de 14 mü ejempla~. A pesar de todo, ni la
novela ni el autor son'aceptados todavía por algunos gringos recalcitrantes, y de Dreiser se llegó
a decir que era "un norteamericano anormal".
Theodore Dreiser ft.mdó con esto las bases para
una nueva novela negra en la que se denuncia, a
veces sin que el lector se de clara cuenta de ello,
que "un hombre no tiene escape a la red social si
acepta totalmente los valores de ésta", según dice
Alfred Kmn en Ulla procesión. Cien años de literatura norteamericana (Fondo de Cultura Económica, 1987).
La novela negra y la novela policiaca
_----"l__-_
Edgar Alan Poe y Arthur Conan Doyle escribieron las primeras novelas policiacas racionalistas, o las primeras narraciones de detectives positivistas. Fue necesario llegar al siglo XX para que
la novela policiaca se convirtiera en una arma literaria ácida y crítica. Este género es típicamente
urbano, aunque se le ha querido derivar de los
relatos del far-tvest. Mempo Giardinelli, en El
género negro (UAM, 1984), asegura que la novéla policiaca se deriva directamente de la novela
de vaqueros, del lejano oeste, por aquello de la
persecución que realizan los marshal$ centra los
bandidos, abijeos y asaltabancos.
Theodore Dreiser, primero, y luego WilLiam
Faullcner, probaron con sus historias que no, que
la novela policiaca y sus derivaciones en novela
negra eran propias de la-ciudad. Por ejemplo
FauIkner quiso escribir en alguna ocasión una
novela policiaca, "para ganar unos cuantos dóla·
res". La ubicó en un ambiente campirano, en el
sur, y DO por ello es un weatem. Eso sí le salió tan
violenta que finalmente dio por resultado una
novela negra, de la que se avergonzó y más tarde
corrigió, para, finalmente, dar al público Sao·
wano.
'
Una tragedia americana, no fueron demasiados.
James M. Caín y la. novela negra
Pero a pesar de no ser muchos, algunos lectores sí
se fijaron en la obra de Theodore Dreiser, y uno
de ellos fue James M. Cain, .cuya obra más famosa es El cartero siempre llama dos vec:es.
No es que copiara el estilo del autor de SUter
Carrie, sino que se tomó muy en serio aquello del
individuo atrapado en la red social de valores, lo
que en forma convencional se llama ambición y
deseo.
Aparentemente encontramos en Caín un gusto
por lo inevitable. La experiencia de la novela no
gira en torno a la investigación de un crimen, de
preferencia un asesinato, sino en la narración de
ese crimen.
Al igual que otra de sus novelas más famosas,
Pacto de sangre, en El cartero s' mpre llama dos
veces, Caín desmenuza esta red social que atrapa
a los individuos, mediante la historia de un adulterio que concluye en asesinato.
O.tra de sus novelas Más ,.J1á del. deshonor recientemente editada en español, fue dada a conocer originalmente en 1946, once años después que
El cartero y diez que Pacto, ya ella se perfecciona el estilo brutal de Cain, del que él mismo
dijo en alguna ocasión: "Me sorprenden los romentarios acerca de mi estilo pues no he hecho
ningún esfuerzo conciente para ser directo, brutal o duro. tal como se me califica generalmente".
En esta novela, Cain parece darle razón a la
teorla de que el género policiaco proviene de las
narraciones del oeste, pues la trama de esta obra
se desarrolla en el lejano oeste: un espía del sur en
California, estado que en la Cuerra de Secesión
está con los norteños abolicionistas, decide desertar para seguir a una mujer.
Así de sencillo. Pues senenlo es el propósito de
Caín: mostrar lo que sucede a las personas cuando caen en la trampa social del "crimen ilegal".
Porque es sabido que las grandes fortunas, en Estados Unidos yen Europa, en todo el munde; han
tenido como fundamento el crimen: algún asesinato, varios fraudes. despojos de tierras, chantajes. que luego fueron cubiertos con dinerQ o "legalizados".
Roman Cubero decia que "la delincuencia a la
caza de fortunas puede verse como una desviación patológica de la ortodoxa lucha de
clases". Al revés que el español. Cain muestra en
sus novelas que los individuos comunes atrap dos
en la red social y que no entienden las reglas del
juego sucio, del deleznable juego subterráneo de
la acumulación de capital, son un ejemplo de
«d iación patológica" de dicho juego.
Desde luego las de Caín. como todas las novelas negras, no son "novelas pedagógicas". A su
manera denuncian y ponen de manifiesto este
juego sucio y epfrentan estas reglas. este contrasentido social, ese cinismo del poder, con otro cinismo, o con dureza y violencia.
Nota:
Se puede conseguir Una tragedia americana,
casi rematada y en edición de pasta dura, en las
o~ rtas que se hacen de los remanentes de (.'olecciones que hasta el año pasado podían comprarse
en puestos de periódicos. P cto de sangre y El
cartero llama dos veces fueron editadas por Bruguera y hay perdidos en algunas librerías algunos
ejemplares de dichos libros, a veces rematados.
No estaría por demás reeditarlo en alguna colección policiaca actual, de preferencia mexicana.
Más allá del deshonor acaba de ser publicada por
Seix Barral en México.
40
_LIBROS DE OTRO AÑO
Alain Derbez • • • • • • • • • • • • • • • • • •La coca andina
Joan Boldó y Climent y el Instituto Indigenista
Interamericano sacaron a la luz un muy interesante libro sobre una planta que, en lo referente
al débafe. ha dado más nutrientes al apasionamiento subjetivo que al juicio. Mucho se habla
sobre la coca y poco se conoce de esa plQ1lta (erythroxylon coca la han llamado los científicos occidentales) que desde Argentina del norte a algunas regiQnes de Colombia, y sobretodo en Perú y
Bolivia. un enorme conglomerad9 de personas
consumen mediante el acullicado, Rrocedimiento
con el cual se extrae la sustancia a la planta reteniéndola en la boca. Para esta gente la coca es
fundamental en todos los terrenos: lo económico,
ló socio-cultural, lo religioso, etc. El libro recu~ra una visión indígena de esta planta satanizada por la cultura occidental (hace unos meses los
periódicos publicaron detalles sobre el "plan de
a}'Uda" estadounidense a Bolivia para acabar con
los cultivos de coca) y perseguida por todo tipo de
detractores (desde curas a narcotraficantes de
otros productos). De nueva cuenta el modo de vida de las poblaciones nativas no se respeta, y camo siempre, lo absurdo de la curación supera con
creces los perjuicios de la enfermedad. En el libro
puede leerse: "Al eliminar el cultivo de la hoja de
coca, al hacerlo o consentirlo, no sólo el hombre
andino será el perjudicado, sino todos nosotros,
pues el logro de una personalidad colectiva en el
mundo de hoy está condicionado al cultivo de lo
esencial de las tradiciones particulares, a una peregrinación a las fuentes".
La coca andina, México, Joan Boldó I ClímentInstituto Indigenista Interamericano. 1986.
El toque latino
El toque latino es un libro sobre el impacto que la
música proveniente de América Latina yel Caribe ha tenido en la música popular contemporánea en Estados Unidos. Al ser este pais exportador de modos y corrientes musicales hacia todo el
mundo, se torna necesario conoc-er las raíces d lo
que constituye el producto que después, como es
costumbre, comercializarán a todo nivel. Si pensamos en el término salsa. esa nueva etiqueta para una vieja música nuestra. entenderemos por
qué nos preocupa la expropiación d la que somos objeto. Tenemos en América Latina y I Caribe la materia prima, se la llevan y la devueJven
en forma de moda para ser consumida. El fenómeno no es nuevo y, sin embargo, sigue ocurriendo (desde Xavier Cugat a Miami Sound iachine
pasando por las Estrellas de Fania). La traduc··
ción de este libro de John Storm Roberts originalmente publicado en la Oxford University Press en
79, no es muy buena, sin embargo los alcances
del autor justifican las limitaciones de la traductora. El libro además de tratar temas como el nacimiento y eq>ansión de la música norteña y la
música afro-antillana. los horrores hechos con estas fOt1J)as musicales en Broadway y Hollywood,
la influencia mexicana en el jazz y la música
couutry, etc. incluye un glosario de términos utilizados en el argot musical, una buena cantidad
de fotografías y una discografía recomendable.
En ésta, desde luego, se encuentran títulos de los
autores nacidos bajo el Río Bravo que viajaron a
Estados Unidos para incidir directamente en la
cultura de ese país, muchas veces a pesar de varios estadounidenses.
El toque latino, Mé.xíco. Editores Asociados Mexicanos, 1982.
~
y por eso le dieron el premio
Cuánto vas a que no sabías que Aida es un
nombre que no hubiera existido sin la ópera de
Verdi... En efecto, fue un nombre forjado por el
libretista de la ópera, Piave, en 1869. Si no me
crees tampoco vas a creerme que Fernando es un
nombre germánico y quiere decir <cel que se atreve con tal de conservar la paz"; Marta quiere decir "señora" y "Pancracio" luchador.
Tienen razón aquellos que critican a quienes
bautizan sin ton ni son: Masiosare, Maradona,
Olimpiada, Panda y Challenger. Ni tanto que
queme al santo ni tanto que no lo alumbre. Antiguamente se hacia todo un estudio para ponerle
nombre a los hijos. Los nombres querian decir algo. Noel era todo aquél que nacia el día de navidad o el de nochebuena; Celia quería decir, en
etrusco, septiembre; Javier. en vasco, casa
nueva; Jesús viene de Josué y quiere decir "el
hombre que detuvo el sol". ¿Cómo se escucharía
si en un afán castellanizante en Radio Unam el
locutor dijera: ··'Acabamos de escuchar la novena
sinfonía de Ludovico Cortijo de Remolachas".
para no usar el holandés Beethoven?
Todo esto se puede averiguar. al igual que la
cantidad de nombres disponibles para bautizos,
nombres que ignoramos las más de las veces, si leemos el Jibro Diccionario de ombres Propios.
Una investigación hecha por Cutierre Tibón y
publicada por el Fondo de Cultura Económica
en 86. La primera edición, sin corregir ni aumen·
tar, la hizo UTEHA en 56. Por cosas como ésta.
el italomexicano acaba de recibir el premio Al·
fonso Reyes.
¿Se
parecen entre sí todos los poetas de una época? ¿Están escribiendo
entre todos un solo texto que apunta
en varias direcciones? Al revés: ¿Son
justamente sus diferencias las que
permiten que se vuelva visible el
rostro del tiempo que les toca vivir?
Una vez que las alarmas del malthusianismo literario han sido superadas una vez que el escándalo de la
proiiEeración se ha convertido en sedirnento, apagadas desde ha~ rato
las discusiones que pretendian establecer una oposición dicotómica
entre escritores "cultos" y "buenos
salvajes", entre "catrines" y "desarrapados", resulta claro que la
aportación literaria de los poetas nacidos entre 1950-59 es una de las más
ricas en la historia reciente de nuestras letras. Aunque es quizá demasiado pronto para emprender un intento de ubicación, dado que la obra
grande de muchos de ellos se en'cuentra todavía en proceso, un repaso de lo logrado no puede menos que
sorprender. Estos jóvenes de los
tiempos wstcontestatarios han movilizado una masa lingüistica realmente impreSionante, a la que no
sería fácil encontrarle antecedentes
en nuestro medio. Si pensamos en
términos de conjunto y tratamos de
hacer un contraste con el pasado, es
evidente que las generaciones que les
anteceden no despliegan la profusión
de registros, la gran variedad .temática ni el radicalismo expenmental
que encontramos en dl~.
.
Sin publicar mamflestos, sm
autopromoverse al rango de abanderados de una nueva vanguardia, sin
necesiclad de alambicadas disquisicior.es teóricas, algunos de los escritores de este corte generacional han
.emprendido algunas de las tentativas
más audaces por renovar el idioma
poético en este país. Coral Bracho,
Samuel Walter Medina y Alberto
Blanco, cada uno discurriendo por
vías muy particulares, han elaborado propuestas de Wl inlditado radiralismo. Coral 8..-1ao, en sus dos
·.u1os publicados, Peces de piel fu.
a yEl set'(jUe va • morir, someteél
lenguaje a UDa violeata trizadura cuyos efectos. advierten en dos.planos: el del silDificante y el del significado. Al mismo tiempo que molecultlrlzo el \-erso, descomponiéndolo
en células rítmicas de trisílabos,
tetrasílabos y pentasílabos, en otro
sentido desvincula a las palabras de
las ideas como si tratara de refutar, a
fuerza de obstinarse en la desecación, en el puro sentido textual (y
sensorial) de los significantes, el prolongado dominio del logocer&trlmlo
denunciado por Derrida. El logos,
así, deja de ser un elemento ~ector
del texto literario. Por eso podna decirse también que su proyecto es, de
alguna forma, materialista: porqu.e
desplaza los significados y las subbmaciones, la "carga" emotiva y ~l orden sintáctico entendido como normal", para encarni~ en .~ uso
meramente ritmico, abterahvo y
sensorial de las palabras. Es su materialidád en bruto, podrfa decirse. la
que organiza este caprichoso discurso literario. De aquí que leer sus "er~ sea entrar en una aventura aluci-
E TRE EL
RADICALISMO Y
EL DESENCANTO
rior que recorre al conjunto, hay que
advertir que alIado de este radicalismo sin antecedentes se encuentra
también lo que podria llamarse una
estricta conJortntJción mode1ictJ, esto
es, la presencia de ciertos ~que~as
que prescriben un modo hlStórleamente aceptado y probado de hacer
poesía, )' al que muchos de ellos se
apegan con estudiada devoción. En
algunos momentos, como sucede con
Tierra nativa de José Luis Rivas, el
seguimiento es tan mi~ucioso y. mi:
mético que el lector deja de saber SI
lo que lee es una parodia o una pura
paráhasis de La tierra baldía de T.S.
Eliot. Este. con todo, es un caso
limite.
La conJot7nacWn modélictJ es un9
de los procedimientos al que re-.
Evodio Escalante• • • • • • • • • • • • curren con asiduidad casi todos los
poetas del conjunto. Quizá. el ~jemplo más notable es el de LuIS Miguel
AguUar. E.n sus dos libros, Medio de
construcción y Cbetumal Bay Annante que puede llegar a exasperar. de la ciencia de nuestro siglo), Alberthology, Aguilar saquea con excelenLa novedad extrema de esto t rrito- to Blanco ha armado su libro con un
tes resultados cuanta tradición poétirios fascina y desconcierta a la vez.
procedimiento estrófico que recuerca
se ofrece a su lectura. Las saquea
Por otra via. por la vía de la es- da los monogramas del 1 Ching, y
para
renovarlas, para imponerles su
quizofrenia, podrla decirse, Samuel que no sólo acepta sino que impone
peculiar
frescura. El segundo de sus
Walter Medina logra resultados que una lectura aleatoria, indeterminislibros, como lo anunciá el título, es
se le parecen. Ya sea saboteando las ta, en un grado todavía mayor al que
un ferVoroso homepaje a la Spooa
convenciones mecánicas de la lectu- exigiría un poema como Blanoo de
River
Anthology de Edgar Lee Masra, ya sea desplegando un extraño Octavio Paz. En esta Ubertad exacerterso
Jorge
Esquinea, por su parte,
juego de permutaciones y reitera- bada, <liria, !le encttefttra también su.
tiene
muy
cerca
eJ modelo de Perse y
debilidad:
el
hermetismo
y
la
confuciones sobre la superficie de la págiacaso un poco más atrás el de Vana, Walter Medina logra sumergir- sión dominan de tal forma en el texto
lery. Eduardo Langagne, el de Juan
nos en la repentina extrañeza de su que al aplaudir la novedad de la conCelroan.
Efrain Bartolomé, el de
sintaxis. MJrterialmente, al igual que cepción uno no puede menos que laJuan Bañuelos. Sandro Cohen, el de
los signos: las gaviotas de su texto co- mentar la excesiva dificultad para
Rubén Bonifaz uño. José Joaquin
mienzan a girar, a girar, hasta que desentrañarla. Si el mejor Alberto
Blanco,
el de la poesía ligera nortecasi nos marean.
Blanco se encuentra, <-vmo cr~, en
ameneana. Fabio Morábito, el de
Pero es Alberto Blanco, en mi opi- otros lugares, esto no quiere decir
ciertos poetas italianos. Ricardo
nión, el de la propuesta más radical. que pueda menospreciarse el enorme
Hernández, el de José de Jesús SamA principio de la déca!la de los esfuerzo de síntesis que significa An·
pedro.
José de Jesús Sampedro, el de
ochenta publicó el que es ha'ita aho- tes de nacer con su explícita subverFernando Nieto Cadena. Héctor Cara el libro más innovador del eonjun- sión de la linealidad del verso y su
rreto,. Blanca Luz Varela y Gabriel
to: Ailtes de nacer. Conjugando ide- propósito de recuperar un tono mile-petO !lO sólo ellos-, el de
Trujillo
as místicas provenientes de tradi- nario que sirva pare hablar incluso
José
Emilio
pcIaeco.
ciones antiquísimas con conceptos de lo más inmediato~ el ruido de 18$
Me
dete~ aquí para mencion~
tomados de la ciencia et.'llemporá- fábriCIIS y el sudor del obrero, con la
un hecho qut. reba'ia, por tratarstrde
nea (las iniciales del libro 90ft las del usura poundiana como tel6n moral
un
amplio fenómeno de la cdltura, el
ADN, el ácido desoxitribonucleicO, inexcusable.
estrecho
marco de las influencias liComo prueba de la tensión inteuno de los hallazgos más importantes
terarias. Me refiero a la presencia
dominante de José Emilio Pacheco
en los poetas de este corte generacional. No sólo se le admira, fie le
imita, se le parafrasea y se l~ da un
lugar privilegiado en los eplgrafes.
Es algo más: él ha impuesto un tono,
un procedimiento y dos o ~res temas
característicos, ligados íntimamente
a una visión del mundo, a una manera de ver la realidad circundante.
Creo en este sentido, que a Pacheeo
se p~ede atribuir, asf sea parcialmente, la notable prefe~ia de estos poetas por la técnica del cuadro,
por la técnica del retr~t.o con pers~.naje, forma de inmoVlhzar la rellhdad y de suscit.u la cadena de las
identificaciones. A la identificAción
que se establece entre el autor del
texto y una determinada figt1ra que
ha de ser destacada, se agregará la
identificación de los lectores, con lo
que se sella este circuito edrado en .
. 8 torno a la ptmOntJ.
.
53 . A menudo esta persona es un escnR tor, pero puede ser también un .pe~­
~ sonaje de la vida real, de la propIa h·
~··"·~~~~)'~~i~n; teratura o de la mitología urbarUl
~ Verónica· Volkow fija a Sor Juana
41
LOS POETAS NACIDOS
EN LOS AÑOS 50
!
siempre. '0 digo que "Parvada~" sea
un poema perfecto ni que me parezca línea a linea enteramente logrado; destaco. todavía más, su peligrosa cercanía a otros modelos de la literatura universal. Con todo, el vuelo
lírico que Esquinca recupera en este
texto me parece uno de los acontecimientos J1lás notables de los últimos
afios.
.
Como lo es también la aparición
del "Robinson, perseguido", de Hinojosa, extraño poema intelectual
que parte de la 'devastación histórica
pero no para regodearse en ella, sino
para convertirla por decirlo así en un
§ acontecimiento del espíritu. Texto
• .! extraño y sin antecedentes dentro de
. ': nuestro medio, a no ser que nos re1: montemos al Canto· a un dios miDe~ ral de Jorge Cuesta, el texto de Hino. < josa parece ser al mismo tiempo su
Wi.:l~~~~:.:;.;:.!:t:d.,;,........~~~;.A":::""-'
contestación y su antípoda. Sumergi.
.., do en las ventiscas de una temporalidad que todo lo arr~ que todo lo
transforma hasta volverlo irreconoInés de la Cruz. Rafael Vargas fija a cible, el poema de Cuesta culmina
Susana San Juan, pero también al con una victoria del tiempo sobre el
tiempo. La palabra poética, el canto
poeta John Berryman, a quien reprocha que se haya dejado imponer el de la inteligencia, "único fruto que
papel de héroe trágico que demanda del tiempo es duef¡o", se convierte en
Occidente de sus escritores. Roberto la úl,lica realidad perdurable. en la
Vallarino fija a una desnudista in· única garantía de trascendencia.
Por lo que se ve, Hinojosa no pueconforme con su trabajo. Gabriel
TrujUlo a su amigo el escritor Benito de compartir esta conclusión positiGámez y a Guillermo de Nassau, va. Para empezar, no hay en su texto
prfncipe de Orange. Arturo Trejo a ese vertiginoso derroche de temporaMalcom Lowry. Marganto Cuéllar a lidad que encontramos en Cuesta, al
José Carlos Becerra. Beatriz Novaro, revés, en el poema de Hinojosa lo
a Sylvia Plath. Carlm Oliva a Franz que se impone es una desolación de
KaIka. César Benítez a El Santo y naturaleza eminentemente espacial.
Luis Miguel AI(ui1ar a Cesare Pavese Pero esta espacialización no es sino la
consecuencia de una carencia. En
y Osip MandelStam.
¿Qué significa esta predilección efecto, como se lee en el propio poretratística? ¿Implica un renovado ema: "El tiempo ha terminado". Y si
interés en la figura humana? ¿O es no hay tiempo, no queda cosa que
más bien, como me gustarla sugerir, hacer sino hundírse en la nada, sino
mimetizarse en la blancura, sino inuna respuesta a la necesidad de poner la realidad en un bloque, para tegrarse a la inmensa desolación de
un mar que ahoga todas las palabras
que ésta, evanescente, escurridiza,
pueda ser asida sin mayor complica- y todos los pensamientos.
Pero no hay en el rigor de este texción? Como quiera que sea, se estará
de acuerdo conmigo en que esta es to, como pudiera pensarse de primeuna de las regularidades que hacen ra intención, una segregación de
pensar que, pese a las naturales dife- derrotismo. Esta nada espantosa y
rencias, los poetas nacidos en los reverberante con la que nos enfrenta
años cincuenta están escribiendo
entre todos un mismo texto~ un texto
homogéneo que tiene muchas puntas.
.
Los esfuerzos de Esquinea y de
Francisco Hinojosa, creo, .merecen
un lugar aparte. Si la conformación
modélica, por su propia naturaleza,
tiende a la paráfrasis y la ironía,
introduciendo en la poesía un escepticismo desencantaáo no exento en
ocasiones de amargura; si la técnica
del retrato tiene que ver en gran parte con una mirada que se detiene en
la de ast ción y se consume en ella;
las "Parvadas" de Esquinca y el "Robinson, perseguido" de Hinojosa, cada cual por su lado, proponen una liberación en la que vemos resarcirse
la fuerza del canto y de la inteligencia. Frente al aplanamiento lírico de
una época desencantada cuyos dioses .
han sido todos derrotados, y a la que.:.._
ya no le queda sino levantar el inven·
tario ~ la desolación, Esquinea recupera la potencia de un impulso lírico que se creería derrot~do para
42
el poeta, menos que entenderse como
un episodio del acabamiento o la deserción, puede leerse como el emblema de un viaje hacia la soledad de la
conciencia, como una especie de ascesis o purificación que puede cambiar algo en nuestra mente. La trascendencia de Hinojosa, podrfa decirse, es hacia adentro. Al asdomerar la
desnudez, al descubrir ti ser en la
pura espacialidad, en los desfiladeros de la extensión desprovistos de
contenido, posibilita el descubrimiento de una nueva idealidad en un
mundo cafell,te de idealidad, de una
nueva esperanza en un mundo que la
ha vuelto imposible. Frente al pasmo
y al inmovilismo de muchos de sus
contemporáneos. el de Hinojosa es
de esos textos que desprenden un ir-
hGda.
Noimportaqueertei~hacia
desemboque en un cero. Es, al fin,
un desembocar que es también un
abocarse, pero un abocarse no dogmático ni mucho menos pedagógico:
si algo no hace el texto es indicarnos
hacia a dónde tendremos que dirigir
los pasos.
En el polo de la áspera cotidianidad encontramos a otros poetas. Entre ellos, a Ricardo Castillo, a César
Benítez, a José de Jesús Sampedro, a
Ricardo Hernández, a Silvia Tomasa
Rivera y a Rubén Medina. Es el aqu(
y el ahora de la experiencia inmediata lo que les proporciona el material de sus poemas. Esta inmediatez
puede ser. además de liberadora,
conOlocionante. Creo que no es exagerado decir que la publicación de
El pobrecito señor X de Ricardo Castillo tuvo el efecto de una bomba en
una tranquila reunión de comensales. El furor antiacadémico de un
"buen salvaje", su acidez crítica totalmente anticulterana, su vulgarídad amarga y liberadora parecieron
abrir nuevos caminos a la poesía en
nuestro país. Este libro de Castillo
fue de hecho la señal que denotó el
surgimiento de una nueva genera·
ción a la que, como pudieran haber
dicho The Wbo, ya no se la podja
continuar engañando. Los valores
tradicionales: la familia, la patria, el
progreso. con su capacidad de con-
vocatoria y consenso social, se convierten de pronto en monedas vadas.
Esto no excluye, por Sfipuesto, el
autoescarnio. En un poema que tiene todo el empaque de una autobiografía sintética titulado"Autogor', y
después de reconocer que jamás ha
servido para nada y que no ha hecho
sino "cronometrar el aniquilamiento", el· sujeto poético no puede
concluir sino con este golpe a la
mandíbula, quiero decir, a su propia
mandfbula: "Como alguien me lo dijo una vez: Valgo Madre".
No está lejano de esta actitud César Benítez cuando inicia su poema
sobre "El Santo" evocando "el callejón de los madrazos", en el que
estarían metidos ms mismos admiradores. O Rubén Medina cuando comienza uno de sus textos llIiciendo:
"Qué duro es, padre, hablarte en estos tiempos! cuando parece que uno
ya no cree en nadal ni siquiera en el
olor nocturno de noviembre..." . Imposible edulcurar el entorno. Los
poetas se sienten atrapados en un
mundo hostil y dificil, en el que la
groseria y la vulgaridad no parecen
ser sino elementales medios de autodefensa. Apenas la distancia necesaria para preservar un sentido de la
identidad. As( se advierte en algunos
de los textos de Silvia Tomasa Rivera, por más que en otros el tema
amoroso irrumpa con una vivacidad
por sí misma reconfortante.
José de Jesús Sampedro y Ricardo
Hernández, se diria, parten de la cotidianidad, pero una cotidianidad
codificada por los medios masivos.
El cine, el rock, los noticieros de televisión, las fotograffas~ el periódico
aportan una sustancia multiforme
que será reciclada por los poetas en
su esfuerzo por ubicarse en la realidad y dar respuestas lúcidas a sus
constantes desafíos. Sin la austeridad
de los oficiantes del verso, antes
bien, empeñados en multiplicar el
orden de sus referencias y en dejar
correr su verso en las lindes de un
prosaísmo que rehuye toda afecta·
ción, no es extraño encontrar en
muchos de sus textos una pudorosa
nostalgia qué llega a ser, por sí mis-
~
I
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Although there is a break in pagination,
no text is missing.
Atención:
Una sección adicional
de cuatro páginas de publicidad en colores
no ha sido escaneada.
Aunque hay un lapso en la paginación,
no falta ningún texto.
roa, el verdadero signo de la autenticidad poética. Es decir: la única
prueba real de que el caos multiforme del mundo se ha convertido en
interioridad.
Un Intento de recapitulación me
lleva a dibujar una especie de
CUDdrado retórico que estaría constituido por los siguientes vértices: 1)
Radicalismo experimental; 2) Conformación modélica; 3) Lirismo
emotivo e intelectual; y 4) Cotidianidad prosaica. Por supuesto, serla
abusivo pretender que este esquema
lo abarca y lo comprende todo. No
intenta ser sino esto, precisamente,
un esquema que muestra la enorme
riqueza de tendencias que se trabajan al interior del corte generacional
de que se ocupa esta recopilación.
Advi~o que un quinto vértice
podría ser incluido. Este quinto vértice, que contribuye a darle un
nuevo movimiento al conjunto, es el
de la restauración vernácula, el cual
podría definirse como una revalorización de los elementos no urbanos
de nuestra cultura, en sus dos aspectos, a saber, el regionalismo y la etnicidad.
Luis Miguel Aguilar y José Luis
Rivas, de quienes se habló antes por
otros motivos, son dos casos notables
de revaloración regionalista. La
Cbetumal Bay Anthology, por ejemplo, es un intento franco, deliberado
de .reencontrar los prestigios y las
opacidades de lo estrictamente Pu&;
blerino. La vida cotidiana de los habitantes de una añeja Bahia de Chetumal, con todas sus limitaciones de
población pequeña y en consecuenpia endógena, es el tema nada heroico en el que Aguilar se basa para
dejar constancia de sus preocupaciones literarias. Arrebatado en cambio por el lirismo nostálgico de quien
pretende recrear el parafso perdido
de una infancia que no volverá, José
Luis Rivas asume en un tono quizá
demasiado idealizante este mismo
retorno a lo regional. a la tierra nati·
va que lo vio crecer y asombrarse ante la vida. Sin los excesos de esta modulación nostlÜgica, más bien con el
azoro de quien contempla una realidad que siempre Je resulta admirable, Efrain Bartolomé hace lo propio
conelentorno selvático de su Chiapas
natal.
El acento étnico, con tintes inevitablemente ecologistas, aparece por
su parte en la poesía de Luis Cortés
BargaHó y Marco Antonio Jiménez.
Es evidente que este movimiento de
retorno implica ml más o menos
consciente rechazo de lo que ha
hecho con el hombre la historia contemporánea. Al leer a Bargalló y Jiménez uno no puede menos que evocar el antecedente de un Antonin Artaud que pretendía encontrar en
tierras tarahumaras las raíces de una
antigua vitalidad que veinte siglos de
civilización han convertido en veneno mortffero.
Menciono rápidamente los nombres de otros poetaS que contribuyen
al interés del conjunto. Pienso en el
estimulante informalismo de Alain
Derbez, en las derivas solitarias de
Pura López Colomé, en -el burlesque
paródico de Víctor Hugo Piña
Williams. en la tensión neorrenacentista de Vicente Quirarte, en la protesta femenina de Kyra Galván. en
la desolación villaurrutiana de
Benjamín Rocha, en la concentración verbal de Francisco Segovia, en
la miniatura retrospectiva de Rafael
Torres Sánchez y en la verbosidad
contestataria de José Javier Villarreal.
Hasta donde alcanzo a ver. uno de
los aspectos problemáticos del conjunto es la actitud ante la hi~1:oria.
Aunque la mayorfa de los poetas que
integran este corte generacional se
da a conocer en los años setenta, que
son los años del radicalismo desesperado que da origen a diversos movimientos guerrilleristas, consecuencia
directa del trauma que significó la
matanza de TIatelolco en 1968, es
dificil, si no imposible, encontrar en
~tos poetas lo que podría llamarse
una actitud polftica ante la poesía.
que se traducirla probablemente en
una manera explícita de asumir los
acontecimientos históricos inmediatos. A diferencia de muchos de los
poeta.. nacidos en las década.'i de los
treinta y los cuarenta. los poetas na·
cidos eutre 1950 y 1959 mantienen'
una actitud que llamaríamos sesgado. Ninguno de ellos escribe poemas
politicos. Cosa que si hicieron. y bastante a menudo, los poetas que derivaron del ponicismo (Marco Antonio Montes de Oca, Enrique Gonzá-
lez Rojo. Eduardo Uzalde), los integrantes de La Espiga Amotinada
(particularmente Juan Bañuelos y
Oscar Oliva) y los de la generación.
inmediatamente anterior.
Podría decirse acaso que los poetas .
recogidos en este libro integran una
generación en la devastación, que
posiblemente ha entendido que la
historia no es otra cosa que un callejón sin.salida al que ha sido conduci·
da por otra.'l generaciones al ucinadas
por las ideologías y por firmes creen·
cias en la salvación del destino hu·
mano. Estos poetas han perd,do esa
credulidad. Si los añ-os sesenta y setenta son mundialmente una época
de expansión y radicaliSMO político.
una época propicia a las actitudes
contestatarias. los poetas aquí incluidos parecen venir de regreso de este
estado de euforia que ellos no como
partieron.
De aquí su desencanto. su nostalgia precoz. su incredulidad política.
pero sobre todo -valga a manera de
hipótesis- ese notable instinto de
concreción que los lleva mu)' frecuentemente a recortar la realidad
en cuadros personales que facUitan
una identificación inmediata y elemental. Conjuran, asf. de una sola
vez, tanto la dispersión de las imágenes como el flujo incesante :te una
temporalidad que podría salirse de
control y conducir al sujeto a parajes
insólitos, a parajes inesperados.
Estoy tentado a decir que donde la
escritura avanza. la historia retroce-de; pero que retrocede para incrustarse de otro modo en la letra. Para
trazar en su cóncava superficie las
estrías del sentido. Al desplazarla, al
ponerla a distanda, la escritura no
anula la historia: más bien la ubica
para no confundirse con ella. Para
preservar.de otro modo, aquello que
le es específico, y sin lo cual no seria
lo que es. Pero este distanciarse de la
historia no puede dejar de ser a su
vez un distanciarse histórico, porque
asume las marcas de esta operación y
del momento en que la oper8llión se
produce. La propia fijación de
Pacheco y su incorporación como
gran cuerpo subliminal, como archimodelo que establece las pautas de
una escritura desengañada y escéptica, que nada teme tanto como la dis·
persión o la deriva. se convierte en
otro -rasgo más de su inserción en la
historia. incluyendo aquf. por supuesto, la propia historia de la literatura.
Explico en un par de rárrafos, para terminar, cuál fue e criterio con
el que se hizo esta recopilación. Por
principio, traté de no hacer una
antología de poetas sino de poemas.
Pensé que antes que apostar por ciertos nombres, lo que tenia que hacer
era dejarme guiar por un mero ins·
tinto de lector. ¿Cuáles son los poetas que moldearán definitivamente
el rostro de-este grupo generacional?
No lo sé ni tampoco me interesa sao
berlo. Los asuntos de la posteridad
pertenecen a otro círculo. A mí me
bastó con el solo placer de la lectura.
Escogf los momentos de gracia, las
felicidades de la expresión. los pasajes más recordables, y los tomé ahí
donde pude encontrarlos. Mi intención fue armar un libro placentero.
un libro que el lector pueda abrir en
cualquier parte con la seguridad de
que encontrará un texto disfrutable
al que podrá volver en otra.o; ocasiones. Menos que una antología en
el sentido trascendental que a menudo tiene esta palabra. traté de hacer
un libro compañero, un libro para el
bufÓ, para leerse en las esquinas,
mientras sc espera el camión o durante los intermedios de una obra de
teatro.o de un concierto. Quise también algo que suena más ambicioso:
integrar con este ramillete de textos
lo que podría ser un retrato generacional. Poner al alcance del lector
una imagen. lo má'l completa posible. de lo que están haciendo los poetas nacidos en la década de los cin.·
cuenta. Intento facilitar así. en el
plar:t0 de la lectura, esa identificación que como se ha visto preocupa
de manera tan especial a los autores
aquí recopilados.
En algunos casos. y con este propósito en mente. me vi en la necesidad de seleccionar textos que aca'lO
no son precisamente aquellos que sus
autores hubieran preferido. La cortesía me obliga a decir que lo siento
aunque sé que no hubiera podido hacerlo de otra manera. De Alberto
Blanco y de Javier Sicilia. para dar
un ejemplo, no escogí ninguno que
hubiera sido recogido antes en uno
de sus libros. ¿Quiere decir <lue para
ellos estos textos tienen un valor menor? Lo ignoro. En dadu caso, a mí
me pareció que estos textos encontrados en periódicos y revistas daban
una mejor imagen del sentido de su
trabajo al mismo tiempo que cumplían con mi propósito central de hacer una recopilación atenta sobre todo al disfrute de los lectores. Sé per- !
fectamente que Antes de nacer o que
La presencia desierta contienen los
textos má'\ ambiciosos. y más arquit~tónicos. podría decirse, de
Blanco y de Sicilia. Esto no quiere
decir que sean lo mejor de su trabajo. A este criterio me atengo y lo_
explicito para evitar malo~ entendidos.
[Prólogo al libro. Poetas de una Cener.
ción (1950-1959), que publicará próxi.
mamente la Direcci6n de Literatura de la
UNAM].
.7
_ _ _ _Rubén Y áñez, de
LA ETAPA EN
MEXICO y EL RETORNO
_ _ _ _ _A URUGUAY
"El Galpón"
Mauricio Ciecbanower
ntre junio de 1976 Y octubre de
1984, las huestes de la institución
teatral El Galpón, de Montevideo,
se vieron forzadas a instalarse en
México. La razón de tal "cambio de
domicilio" es pública y ampliamente conocida
t.'omo para abundar en detalles: la regencia de la
dictadura imperante en esa tierra sudamericana.
A lo largo de aquellos ocho años de exilio. desarrollaron una amplia labor en el medio local y
en incursiones por el exterior, ofreciendo un catálogo de obras de diferente temática, con preemicia de las de orientación latinoamericana.
na corta estadía en Méxiro de una de las ca.bezas visibles de ese grupo teatral uruguayo, Rubén Yáñez, ha permitido reconstruir lo que fuera
aquella etapa en el exilio -vista con la perspectiva de los años tran~rridos- y, a la vez, enterarnos de lo que ha sucedido con el grupo a partir
de su retnserción en el país del Cono Sur' que los
viera nacer artísticamente, allá por 1949; en una
vieja caballeriza de finales del siglo XIX de
gruesas paredes y techo de zinc, arrendamiento
de una bodega (galpón) que habría de darle
nombre definitivo a este grupo que se ha constituido en toda una institución en sus fronteras
propias y en el ámbito internacion~l.
,
Una suerte de balance de "El Galpán" en sus
años de estancia en México, visto a la luz del
tiempo tra'lscurrido desde el regreso a Uruguay.
-Así como en la Argentina, e~ Uruguay tenemos
una cultura en general con una muy marcada referencia europea. De alguna manera, el exilio
(tanto para el teatro, como para la literatura o
para las artes plásticas), significó una profunda
inserción en América Latina, y particularmente
en México. A nuestro regreso, tanto el público como la crítica lo dijeron expresamente: que nos
encontraron mucho más latinoamericanizados,
en distinlos W¡pectos. En lo temático, por
ejemplo, en el exilio nos vimos precisados a trabajar para públicos no convencionales del tealro,
como el campesinado o el estudiantado que no es
del DF; esto significó que lo que era habitual en
Montevideo, en cuanto a recurrir a las grandes
obras ya escritas, tuvimos que variarlo estructurando espectáculos que, tanto por la forma como
por la temática, se adecuaran a los intereses y
sensibilidad de ~ nuevo tipo de público. Desde
el punto de vista estético, esta latínoamericanización se verificó en un uso del color, de la música,
del canto, e incluso del baile, no habitual en el
teatro tradicional montevideano. Esto también
se comprobó en el trabajo de puesta y en el actoral. Desde d punto de vista de los vínculos del
~ovirriiento teatral, a partir de esta experiencia
del exilio, el teatro uruguayo -que tradicional-
...
mente había SIdo un teatro bastante aislado de
Latinoamérica, y autosuficiente- se eptpezó a
abrir al continente. Y no sólo El Galpón ha incursionado por Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia, sino que otros elencos uruguayos haB salido
a recorrer algunas regiones del continente.
Casi en términos de representación del grt4pO,
¿qué ac(mleciá a ltivel personal entre ~'U8 integrantes?
-Esta modificación colel.'tiva tuvo sus profundas
versiones personales. No sólo en lo que tiene que
ver con una ubicación concreta y vital frente al
continente latinoamericano sino, además,
específicamente, con respecto a México. Atahualpa del Cioppo siempre ha dicho que la dictadura
nos quiso dejar sin patria, pero no hizo otra cosa
que agrandarla. Cuando volvimos a" Uruguay, si
bien éste era nuestro objetivo fundamental durante el exilio, empezamos a extrañar a México.
No sólo por lo que habíamos vivido aquí durante
ocho años, sino porque inclusive nos llevauaos varioS hijos mexicanos. Esto hace-que para ñosotros
volver a México, ya no como ex.iliados sino en una
relación de intercambio cultural y humano, se
constituya en una necesidad vital y cultural. De·
St'amos romper la distancia entre el Cono Sur y
México que hace difícil un intercambio vivo desde el punto de vista cultural, y es por eso que
queremos coordinar -especialmente con los
compañeros del teatro argentino- instrumentos
que den mayor fluidez a este intercambio.
Profesionalmente ',ab'ando. ¿qué le de;fÍ "El
GalpólI ,. a México como fruto de su tarea y 8U estancia aquí?
-Eso lo saben más los mexicanos que nosotros,
pero pensamos que lo que le dejamos a México es
un concepto del teatro independiente uruguayo
que exige, para realizar lo teatral, una organización de quienes lo producen y una organización
de quienes lo reciben. Para darle al teatro no
simplemente espectáculos, sino también la continuidad de equipos humanos que, en la pluralidad de sus perfiles, crt.'en realmente una tradición teatral.
En cuauto a lIiv(d didáctico y furmativo paTa el
medio reatral ,pca1lo. la misma preguntu ...
-Nosotros siempre tuvimos, y seguimos teniendo
en Urugua}', una escuela ~e arte dramático
-que ahora lleva el nombre de Mario Gallup,
fallecido en México-, con el objetivo de preparar en ella a los futuros integrantes del Galpón.
Cuando estuvimos en México, nueslro objetivo
era volver al Uruguay, por lo tanto no podíamos
J preparar a jóvenes mexicanos para ese futuro del
Galpón. Por eso no abrimos en México una escuela, pero sí realizamos muchos seminarios y
talleres destinados a difundir nuestra concepción
organizativa y artística, tanto en lo que se refiere
a la dirección como a la actuación. Estos talleres
no sólo se realizaron en nuestra sede en el DF, sino también, para teatro, en universidades como
las de Puebla y Guerrero y. para títeres, en
muchas localidades de la República Mexicana.
¿Y qué hubiera pasado si el erilio se hubiera prolongado duraflte muchos lhás añ()s~ como fue el
caso ck los españoles dura"t(· el régimen jra,,quistafl
-Aquí ~ntramos en un plano especulativo)' de
hipótesis. Según el ritmo que fueron teniendo los
acontecimientos de la dictadura en su enfrentamiento con el pueblo uruguayo, a los que t: -tuvimos cuidadosamente atentos, nUt:'Stro proyecto
inicial de hacer del Galpón un teatro uruguayo
en el exilio, y no un teatro mexicano, se mantuvo
vigente hasta los ocho años que duró ese exilio.
Como nuestro trabajo no se realizaba en el vacío
sino en el seno de la realidad mexicana, si el exilio
se hubiera prolongado mucho más quizá también
la dialéctica de estos factores se hubiera modificado. Pero esto sólo lo hubieran determinado
hechos que, afortunadamente, no ocurrieron.
Con..,ideraciones sobre qué pudo haber quedado
sin concretarse, a medio camino (' sin completar-
se totalmente.
-Nuestro proyecto apuntó siempre a hacer de
este trabajo artístico un instrumento del pueblo
uruguayo para la recuperación democrática. desde nuestro lugar en el exilio. Esto ignificaba pon~r al pueblo y a las instituciones mexicanas en
una relación de solidaridad con el pueblo uruguayo; a su vez, esto significaba darle a México lo
que modestamente podía estar n nu~tras manos
como aporte cultural y artí tico. El primer objetivo se cumplió; lo que puede quedarnos es un
cierto sabor amargo por no haber podido seguir
aportando, y a la vez enriqueciéndono , en lo
que se refiere a nuestro trabajo en México. Por
eso es que hoy levantamos el objetivo de encontrar los caminos que no permitan trabar más
nuestras culturas: venir frecuentemente a Mé ico
y que los teatristas mexicanos vayan má al Río
de la Plata.
Resume" .ñ,dético de lo realizado desde el regre,<¡o
a Uruguay. que no "aya sido preselltado atlte el
público mexicano.
- La" lista resumida que puedo proporcionarte de
este periodo, en un orden medianamente cronológico, incluye ti tu lbs como Somos o no somos,
con t~.xtos de distintos autores, Cuatro para Chejov, sobre narraciones del gran escritor ruso, El
círculo de tiza caucasiano. la conocida obra de
Brecht, Las brasas de la tie'na, de Mar)' Vázquez
y sobre textos de Juan Rulfo, El patio de la torcaza, de Maggi y cura direc:ción estuvo a mi cargo.
Pepe el Oriental, de Milton Schinca y GuUiver
dormido del costarricense Samuel Rowinski, Tartufo, de Moliere, Entre gaUos y medias noches,
de Rein y Curi, montada por este último director
uruguayo, El pozo de las monedas, una pieza para niños, Reir en uruguayo, en base a escritos de
diversos autores, y Egor Bulichov y otros, del
también escritor ruso' Máximo Corki, que fue
preestrenada en diciembre del año pasado para
su presentación oficial en este 1988. Este es el detalle que me pediste sobre las obra~ que no fueron
apreciadas por la platea mexicana en nuestros
ocho años aquí. aunque debo hacerte la aclaració de que lars seis o siete qu dimos a conocer en
México también fueron representad~ en nu~1ro
recinto teatral montevideano. Y otra aclaradón
complementaria: junto a esos montajes de Pluto o
de la riqueza, Voces de amor y lucha, Pedro y el
Capitán, Puro cuento, El enfermo imaginario y
Artigas, general del pueblo, hubo otras que sí
fueron conocida en México durante nUC1ótro exilio, pero que tuvieron nuevas versiones en su
traslación a nuestro escenario montevideano. Me
estoy refiriendo a Candelita, una pieza de teatro
para niños de Sllúl Ibargoyen -que también eligió México para su radicación durante la
dictadura-, en mancuerna autoral con Ribeiro,
y Aventuras de Juanita y Pepe, de Loureiro, con
dirección de este mismo autor así como Ah, la
ciencia, del autor de la ueva Dramaturgia Mexicana, Víctor Hugo Rascón Banda. Creo no haber cometido ninguna omisión en este resumen
de títulos que me has solicitado.
Ulla pregunta final sobre si la experiencia vivída
Dinclor GenntJl: José Pagés Llergo
Dinclor: Paco Ignacio Taibo 11
Jefe tk ~ Gerardo de la Torre
DiedIo: Beatriz Mira
Bedaccióra: Francisco Pérez Arce,
Mauricio Ciechanower, Rogelio
Vizcaino, Emiliano Pérez Cruz, Luis
Hemández, Cosme Omelas, Jorge
B'elannino Fernández TODW, Jesús
Anaya Rosique, Andrés Ruiz, Orlando
Ortiz, Víctor RonquUlo, Juan Manuel
Payán, Héclor R. de la Vega, Carlos
Puig, Angel Valtierra, Pilar V'squez,
Armando Castellanos, Ciro Gómez
Leyva, Miguel Bonasso, Eduardo
Monteveme, Nain Derbez
llwtrocilm: Fabwi CoDZález Negrín,
Celia Fanjul, Ricardo Peláez
en Méxü;fJ pudo haber significado para "El Gal-
pón'- el modificar o afiliar la estructura institucional y grupal que posefa antes de emprender el
exilio a nuestro país.
-Considero que esta transformación fue fundamental. uestro trabajo en México nos llevó no
sólo a recorrer todos -pongo énfasis en esto:
todos- los estados de la República Mexicana, sino además a realizar desde esta tierra una actividad internacional que nos llevó a veintiún países
de América Latina y Europa. El teatro urugu6lYo
había sido -y no me estoy refiriendo pura }'
exclusivamente al Glllpón-, hasta el ascenso de
la dictadura, un teatro casi fundamentalmente
montevideano, salvo algunas esporádicas salidas
al interior del Uruguay y a la capital argentina,
Buenos Aires. En los tres años que llevamos de
haber retornado, de las mil uoscientas y. pico de
funciones que hemos realizado, más de doscientas se efectuaron en la provincia uruguaya, y casi
cien en diversos escenarios de Argentina, Brasil.
Paraguay r Bolivia. Para llevar a cabo esto, El
Galpón ha debido transformarse, tanto cualitativa como cuantitativamente. Para dar un ejemplo
concreto, nuestro Departamento de Extensión se
ha (.'onstituido en una de las líneas principales del
trabajo de nut:'stra agrupación. Cuantitativamente, la institución se ha visto precisada a crecer hasta alcanzar la cifra de cien integrantes. al
margen de una amplia red de colaboradores. Este es el fruto de la experiencia vivida en México,
la cual ha incidido incluso en una estética que hace que los espectáculos puedan ser presentados
con todo el despliegue técniéo imprescindible para una sala teatral o, por el contrario, <:on la pre.cariedad que en ese rubro pueden ofrecer ambient rurales o educativos di!>1antes. Esto también ha incidido en la elección de un repertorio al
servicio de esta extensión del trabajo teatral. Todo esto qut' he mencionado no es sino la trasposición de una voluntad de llegar con el mensaje del
teatro a todos, tal como El Galpón lo dt>Sarrolló
durante la experiencia vivida y realizada en la
nación mexicana.
El pastor Walter Zielk,e, de la iglesia evangélJca alemana, entrevista al
embajadOr de la dictadura argentina
en Bonn, Roberto Guyer. Le pide
por tos niños desaparecidos durante
la represi6n ...l1itar de Videla. El
embajador Guyer, con sonrisa vacla
.V cosmética, saca la carta del triun~
lo: lee las declaraciones de los tres di·
putados lOeiaJdem6cratas Penner,
Jun¡mum y Kuh1wein.
(1J«:lDrGCi6fl de Hugo HtlMe en
nombre de ID frtICCf6n pGrlamentGtia
de Id SocIoltlemocradtJ tdemona en
141tl1f6n IObu crédltol de guma del
Rek1wtog tleI4.8.1914: UNoso,r0$1IO
UJnerrwI ~ deddimo, hoy lOMe ri
tJJIDfItJ1JIOI o no 14 guerra sino QUrC4
de 101 crédjlol ~ para la deJeua del' ptdI". CalUt'08Ol
de ,.,
~
~.)24
aplaUlO8
de parlidol bur-
Darmstadt. Una señora repre5entante de Amnesty, de&pués de!tacto
por los hijos desaparecidos ae los
patriotas argentinos asesinados. me
regala un libro del mejor hijo de esa
ciudad: Georg BOcbner. Me Jnsiste:
léalo, léalo. Leo las páginas de ese
joven de 21 dos que a esa edad habia dicho en el siglo pasado todo lo
que escuela históricas, fUosóficas y
poUticas no lICiertan a decir en siglos
enteros. El gran relúopago, la luz
plena y generosa en medio del constante gris alem~. Al emprender el
viaje de regreso me reconcl1io con ese
paisaje violentado, ennegrecido a
fuerza de afán de luero, que se estira
entre Darmstadt y Francfort, y me
digo: por lo menos de aquí se puede
rescatar la figura de ese héroe lim~ero leo un recorte del "WestfaAllgemeine Zeitung" que un
estudiante me alcanzó en el acto de
la noche anterior. La figura juvenU
de Georg Büchner se me desdibuja,
como cosa antigua y sin esperanza, y
me sonríe desde el recorte el diputado socialdemócrata alemán Wilfried
Penner. Hace declaraciones sobre la
Argentina: "En lo económlco, a la
ArgenliM le oa bien a peaar de la
injlocf6n. El problema se debe mds CJ.
14 mentalúlGd de·...., habitantes, que
Iaou recoNÚJ' a la de los cmm-qtdIfos
OCQC(M y a b
majioMJl dcaúJrIOl.
Alló no le no'o tln mayoT,deIcon'enlo. Se ',ato mdI bien de un régimen
""Iontario pero no totalitario. Existen torturtll, Y procecUmlentos fundIco. muy lenlol, QI{ iomo mraljnd·
ltIcIonea del &todo en la eajmJ ,m-'
oodo de lo. orgenlitlOl. Pero e8to 110
tzfr.cta en general ál hombre de la
CtIlle".
Si, Alemania, tus socialdeDlÓcfata. La alegria por Bnchner ha durado poco.
.
El diputado PenDer me hace recordar • esos yanquis satisfechos que
visitaban l. Alemania nuJ como turistas y luego declaraban: sf, se ven
algunos judíos por la calle con la
estrella amarilla, parece ser que
quemaron algunas sinagogas, nosotros no las vimos; se ha detenido a al·
gunos intelectuales y se ejecut6 • algunos cuantos comunistas, pero a la
gente se l. ve contenta por la calle,
todo está limpio y ordenado y, por
50bre todo, no hay huelgas.
Penner, el socialdemócrata que
~sttfica dictaduras. Büchner, el jo-
____RESIDENCIA
E LAAMADA
TIERRA ENEMIGA
Osvaldo Bayer• • • • • • • • • • • • •
(segunda parte y final)
ven rebelde con la vetdad en los la·
bios, buscado por terrorista.
Como reacción a la calificación de
mi pueblo hecha por Penner de mezcla de vascos anarquistas y sicilianos
mafiosos podría buscar yo una definición del pueblo alemán que con·
formara esas generalizaciones superficiales tan comunes. Pero para eso
me falta la clásica arrogancia europea. Porque existe todavía la 'Castumbre de que un europeo puede
darse el lujo de hacer tales apreciaciones de los denominados "pueblos primitivos". No es una arrogancia por carácter sino congénita, metida desde hace siglos, desde cuando
vinieron con la cruz y la espada a
metemos su civilIZación y su religi6n.
A Penner, a Jungmann y Kuhlmann los llevarla a que conocieran,
por ejemplo, a nuestros delegados de
fábrica presos, y podrlan ver su mentalJdad despierta, su cultura proletaria, su seriedad, su amplio sentido de
la solidaridad. Ni un atisbo de la
mentalidad "mafiosa" de la que
habla Penner. Sería el caso de preguntarse con toda honestidad y sin
temores en quién hay mú predisposici6n al método mafioso: si en un diputado europeo que viaja a la Argen.
tina a defender los derechos humanos y vuelve defendiendo a una oscura y cruel dictadura militar. o en todos aquellos argentinos que luchan
por la libertad en su país.
Palacio de Hofgeismar. cerca de
Ka.ssel. En la Academia Evangélica
habla la secretaria de Estado de Relaciones Exteriores de Alemania Federal, doctora Hildegard Hamm·
Btücher sobre "Cultura alemana en
el exterior". Afuera, el césped, fuentes de agua, abetos con copas simélricas, todo en la perspectiva del
palacio de mediados del siglo XVIII.
La voz de la alta funcionaria suena
fina, delicada, elegante, sin afectación. Nos habla de los esfuerzos del
gobierno federal alemán para proteger la "identidad de los pueblos". Si,
justo eso. El tema de moda es la
identidad de los pueblos. Ante mi
veo los rostros de los nueve delegados
obreros de Mercedes Benz Argentina, secuestrados. asesinados, ni siquiera sus cuerpos se encontrarán ja-
más. ¿Identidad de los pueblos? Y las
mUes de hectáreas de selva amazónica que la Vol1cswagen ord nó talar
en BrasU? Recuerdo los atardeceres
en la pampa cuando en las pulperías
los gauchos, después de las tareas,
buscaban sus guitarras y d izaban
entre los trinos de los pájaros nocturnos un triste o un cielito. Las guitarras se fueron y llegaron los transisto'res. y ahora la industria alemana
logro introducir el sistema Pa! en rolores para la televisión argentina.
Pero gracias a Dios, Bonn gastará
unos millones más para cuidar la
identidad de los pueblos. "Buenos
días, Argentina", cantada por Udo
]Orgens, Berti Bogts y el "Katsche"
Schwarzenbee1c, y trasmitida hasta
el hartazgo en las emisoras argentinas durante el campeonato mundial
de fútbol de 1978, es el prototipo de
la canción empalagosa y superficial
de la actualidad germano-occidental
hecha para producir ganancias. Para
burla de los patriotas encerrados en
las cárceles de la dictadura miUtar,
"Buenos días. Argentina" fue trasmi·
tida ,todas las mañanas por los altoparlantes de esas pri iones. La sonrisa de Hermann euberger25 , de Udo
JOrgens, de BerH Vogts. Identidad
de los pueblos. Tuobién será elevado el ~resupuesto para el GoetheInstitut26 y para las escuelas alemanas en el exterior. Los mUlones de
analfabetos latinoamericanos iguen
aumentando año tras año. Uueve en
Hofgeismar. La doctora Hamm-BrOcher termina su conferencia. Por los
pasillos del viejo palacio suenan
todavía las melodtas de antiguos minués.
8
Christstrasse 17, Berlín- Charlottenburg. AlU vivo con mi hija. La
casa" va a ser erribada de manera
que somos los únicos inquilinos que
quedamos en el bloque trasero. En el
siglo pasado habla sido residencia de
militares que prestaban servicio en la
guarnición cercana. La bomba de
agua en el patio interior. Aqui, en
1866 y 1870 las flores habrán cruzado la calle, los vivas y las orgullosas
lágrimas de muchachas recibiendo a
los héroes de K6nigsgrltz v Sedan.
Medallas y cascos plateados a la von
def Coltz, como en un libro de lámi·
nas. La glorificaci6n de la violencia,
gargantas que cantaban virilmente
el viva la muerte. En especial la
muerte de otros pueblos. Pero aqui,
en el patio interior ya no se oyen voces mUltares saludándose reglamentariamente ni hay niñas vestidas de
blanco con flores. Ahora juegan chicos turcos, hijos de los mUes de obreros que han 4ebido seguir el irracional camino del capitalismo. Han
subido cosas del sótano, maletas desfondadas, algún baúl abandonado.
Ropa~ viejas, objetos sin ningún valor de anticuario. Un paco de cartas
se ha ido desparramando por el patio. Las recojo. La mitad son ilegibles porque se han mojado por la
lluvia. Me interesan siempre las cartas. Es sin duda alguna la forma literaria más auténtica. En ellas el autor
casi siempre se entrega mis al lector.
Hay menos cuidado por el estUo, se
escribe como se habla. Son cartas
que van de 1939 a 1943. Correo de
guerra N° 00933. Del sacerdote y
sargento mayor Richard Kretsch,mer, de la Esc\1ela de Pilotos de Oh-servación de Brieg, en Silesia. Cartas
a los padres. Estos tal vez hayan
muerto y nadie se encargó de retirar
los recuerdos que fueron a parar al
sótano. Es posible que ésta sea la última vez que se mencione al sacerdote Kretschmer, que alguien lea sus
pensamientos intimos. Sus cartas son
manuscritas y me cuesta descifrarlas.
Pero también hay páginas escritas a
máquina y mimeogrúiadas. Son
mensajes religiosos a su feligresia anterior. Tomo uno de ellos. Está dirigido a "Mi8 queridos conjir1n4ndos"
y es del 5 de enero de 1940: "Pr.onto
tendr6 lugar f>lU!8tf'a confirmación.
No podf'é mar en ése, vua-tro dio;
pero me dento orgullo8O de potkr
participar en la gran lucho de
nuatro pueblo, de pode1' cumplir
con mi deber deMle mi humilde cargo y de veItif' el uniforme militar".
Con este trazo epistolar encontrado en un patio interior de Charlottenburg compre.ndo más lo ocurrido
con el pueblo alemán de 1933 a 1945
que leyendo diez tomos de historia y
sociologia. Aqui el heroismo se
mezcla con la irracionalidad; la perversión, con el sentido del deber; la
abyecta obediencia al Estado con el
odio a otros pueblos, y la agresividad
y la perfidia cubierta con una débil
capa de pureza superficial., Y ésta es
la llaga siempre abierta de Alemania. Esas cartas son más actuales de
lo que cr~mos. Este BerHn herido de
muerte está lleno de testigos mudm
de algo que ocurrió, que todos saben
que ocurri6 )' que es un fantasma
que nos sorprende al pasar por frente
a los muros de la'>' antiguas casas,
frente a cada árbol de tronco grueso,
frente a cada hombre y cada mujer
de cabellos blancos. Los chicos turcos se han ido. Las sombras avanzan
sobre esta casa que cobijó a oficiales
prusianos. El sacerdote y sargento
mayor Richard Kretschmer, el 5 de
enero de 1940: "Para mi, la lucha
contra el enemigo de mi país es como
ojiclar el ~ thvino, porque
creo que mi pueblo ha recibido de
Dios una misión para transmitir a
otros pueblos. Lo lucha es un oflcW
thoino porque así custodio a mis Jeres .querido, y a mi pueblo. Mis
queridos confirmandos: esa moda de
querer ver en CtVto al fundodor de
una fe judÚl desaparecerá muy pronto de entre nosotros. Lo verdad es
que itIIto Crlato tiene la misión de
protegetnol de la esencia judaica, de
su ignomtnia y de sus ofcim. Queridos ¡óvenes: yo oIvo, lucho y muero
en honor de Dios, a quien he jurado
mantener la ftdelidml a mi ptteblo y
iI mi Führer ha8tG la última gota de
8Dngre: Qué grande y hermoso el esta vida Os ~o ha mi jelfeidad
también a vosotros. DIos bendiga
i>uest1'as jóvenes vidat y haga de 00sotrcn alemtme3 íntegTos, fieles, valientes y. pt.ItOI!".
Me sobrecoge la visión de un Jesús
con uniforme de guardia de Auschwitz. Un Jesús con un puesto de eje-cutivo de la J.G. Farben ordenando
la fabricación del Cyclon BJ7. Jesús
repartiendo su carne y su sangre
l'
entre los oficiales de la Legi6n Cóndor en acción de gracias por el bombardeo de Guemica.
(Cuarenta años después, veinte
mil1cilómettOl más al8tU, los obi8pos
argentinOf Tortolo, Saminra, Plaza
y Bonamín bendicea las armas del
ejército de Videla con que se torturó,
asesinó y humilló al propio pueblo).
"Heinrlch60hn, en 1944, pasaba
revista al campo de concentración de
Drancy, cerco de Pam, con traje de
montar y fusta en la mano", titula el
uFrankfUrter Rundschau" de hoy.
Heinrichsohn, el antiguo oficial de la
SS hitlerlsta, actual burgomaestre
democratacristiano de Burgstadt.
Cristiano y demócrata.
Entre las cartas ilegibles por la lluvia hay una tarjeta amarma de la
Oficina para la Infonnación de Familiares de Caldos en Acci6n de
Guerra de la ex Wehrmacht alemana. Dice lacónicamente: "Richard
Kretschmer, nacido el 17.4.10 en
SpandtJu, falleció el 4.1.43. Lugar
del fallecimiento: Hospital Militar
del Campamento de OjieúJles Prisioneros de Otanl:i, Unión Sociética.
Lugar de lo sepultura: desconocido".
9
Wandsbek, Altona, Wedding. Moa..
bit, Altenessen28. Recorro el camino que me hubiera ·gustado hacer
detrás de los hombres y mujeres del
pasado que salieron a la calle gritando lemas de wlidaridad e igualdad.
Un comunista, en dialecto del Ruhr,
me explica que alli junto al tanque
de agua se atrincheraron los huelguistas en 1919. No se sabe tOOavia si
cayeron 110 o 120. No se ha confirmado si fueron cuatro, cinco o seis
millones las victimas del racismo nazi. Me llaman por teléfono desde un
diluio de Hamburgo para preguntarme si los desaparecidos en la Argentina son diez mil o quince mil. Los de-legados obreros de Mercedes Benz
Argentina desaparecidos son nueve.
Allí, en el Landwehrkanal, muri6
Rosa; el cráneo destrozado, los vestidos sucios de fango. Las dos jóvenes
abogadas santafecinas defensoras de
presos políticos fueron arrojadas vivas al río atadas de pies y manos y
pereéicron ahogadas: sus pupilas estaban bien abiertas. Vide1a almuerza con Peter von Siemens. El presidente de Siemens AG se muestra eufórico por la negociación nuclear.
Dice: "La Argentina mateha adelan!e. El futuro econ6mico de este paú
no puede ser ot,a C08D que positivo.
Tenemos confillnza en la Argentina". (En la conferencia de prensa en
Buenos Aires ningún periOdista le
pregunta si alguna vez no siente remordimientos de conciencia porque
su empresa construyó el crematorio
de Auschwitz y junto con Krupp,
Thyssen, VOgler y .Bosch integr6 el
Consejo General Económico de la
Economía Alemana de Hitler, y la
Sociedad de Investigaciones Metalúrgicas para el Rearme. No, nadie
le hizo esas preguntas de mal gusto.
En la Argentina se está seguro en ese
sentido).
Essen-Bredeney, verano de 1978.
Visito la tumba de los Krupp. Ellugar es casi idfiico. Césped, Oores, pájaros. Molesta sólo un alambrado.
rife, para que ninguna utopfa pueda
venir a inquietar el satisfechO preaséptico. Me imagino paseando con '5ente alemán occidental. Los carteles
el Dante. Berta Krupp, en el tubo de -de Videla en Buenos Aires y los de los
su cañón homónimo, allí en la eterna Socialdemócratas ,en Westfalia tieoscuridad y el frío del acero. Y todos nen el mismo denominador común:
~os Krupp oyendo constantemente el
seguridad. Como exiliado tengo el
grito de los desgarrados del Somme,
privilegio de leer la misma palabra
de los soldados sudamericanos de la en los dos paises, en los dos idiomas.
guerra de la Triple Alianza con los Seguridad, Sicherheit. y me siento
vientres abiertos maldiciendo en
profundamente inseguro. Pero no
guaraní, de los miles de rusos matengo derecho a comparar aquello
sacrados en los lagos Masuarianos con esto. El crimen con el temor. La
corriendo sin piernas y pidiendo abierta caza del hombre con el
agua, y los gritos van en aumento en ptiedo a la libertad. Aunque en la espalda siento el aleteo de un presagio.
un fantástico sintetizador de llantos,
jadeos y carcajadas de locos. Pero no Si los pueblos comienzan votando seestá ni el Dante junto a mí ni se oyen guridad. ¿Cómo se sigue? En diez
los gritos. Todo está perfectamente años votarán entonces con entusiascuidado como un tennÍ6COurl. Los mo la palabra represión y, en dos dé.
lCrupp se muestran obscenamente en cadas, eufóricos la palabra torturas.
sus tumbas de granito, de mármol y Todo de una manera OOnocrática.
bronce. La ciudad socialdemócrata En cuanto se comienza a meter
de &sen está orgullosa de su tradi- miedo al ciudadano puede ser fácilción lcruppiana. Los viejos obreros
mente elegida la inquisición.
de MargaretenhOhe29 con sus treinta
¿Qué será de la democracia aleaños de trabajo muestran orgullosos
mana si llega a alcanzar los seis
~us medallas de obediencia y cuentan
millcm.. de desocupados? ¿La d&anécdotas nostálgicas de la famUia
mocrática Asociación Federal de la
Krupp. Yo le hubiera preguntado
Industria Alemana n~ exigiria entoncon interés a Peter von Siemens: ¿reces para Alemania lo que hoy aplaucibirá usted una tumba (..o mo las de
de en la Argentina de los militares?:
Essen-Bredeney?
"..•10 indiapensoble seguridad para
Democracia y negocios. La deleun ordenado desarrollo económico "P
gación de la Asociación Federal de la
Invierno. Me encuentro en la
Industria Alemana realiza una. visita Marktplatz de Bonn, como todo segundo jueves de cada mes. Al1f nos
a Videla en mayo de 1978. bajo la direcci6n del doctor Hans-GUnther
damos cita los argentinos exiliados
Sohl. su presidente honorario: "Las con los amigos alemanes que nos
nuevas leyet del gobierno militor del apoyan. Con carteles y fotos de los
general Videla sobre inverriones niños, mujeres, escritores, periodistas, del.dos obreros, secuestrados
extranjeras, transferenclo de tecnopor los militares, marchamos por la
logfa, fomento de lo indUNtrio y devolución de empresos extranferas Adenauerallee. Al principio éramos
diez, luego sesenta, ahora somos
erp-ropiodas así como lo apertura del
sector petrolero para la participa- trescientos. La columna se mueve
ci6n extranjera ofrecen seguridad hacia la embajada de la dictadura
para reolu.or inversiones. El gobiermilitar argentina. Me acuerdo de la
no del general Vúkla ha logrado demarcha organizada por "La otra
volver a lo vida diaria la lndispenAlemania"; en 1938, como protesta
aoble aeguridad para un ordenado contra el gigantesco acto de la colodesarroUo econ6mico·'.
nia alemana nazi en el Luna Park de
"Seguridad para los años Buenos Aires, para festejar la aneochenta". Los carteles de la socialdexi6n de Austria. Más de dier. r lil namocracia alemana con las figuras de zis se hicieron presentes. ' Jn el
Schmidt, Brandt y Wischniewski en _ Horst "'essel-Li«l, la pres.dencia
del financista y latifundista Richard
Mogadiscio3O me aCompañan en todas las estaciones del estado del Rhin Staudt y muchos que hoy son miemSeptentrional y Westfalia. La pabros de la .Cámara de Comercio
labra SEGURIDAD define las elecArgentino-alemana y participan· de
ciones en la República Federal de las recepciones de la embajada de la
Alemania. Quien ofrezca más seguriRepública Federal de Alemania. En
dad; gana. Aunque los candidatos comparación con la enorme masa de
apoyen la ener¡p.a atómica. Se trata gente contenta 'Y vestida correcta~
de la seguridad para el Mercedes mente que denota seguridad y se sapropio. para las vacaciones en Teneluda con gestos militarizados, el ~
51
puesto para separar a los Krupp de
los otros alemanes muertos. Todo
queiio grupo que avanza por la calle
Corrientes detrás de la bandera republicana alemana negra-roja y oro,
aparece como pobre e inofensivo.
Son los alemanes antinazis. Los vencidos, humillados, los aUiados. Han
perdido todo menos el impulso de seguir la lucha de liberar la vieja
patria. En mal castellano dan vivas a
la Alemania libre y mueras al fascismo. Todo en un día pleno de sol, con
cielo de un profundo azul. En Bono
nos acompaña pennanentemente la
lluvia. El constante gris es interrumpido por el verde de los uniformes'
polici~es. Un oficial, con un megáfono, observa con mucha atención
que la pequefta columna no intenumpa ni moleste el tránsito. E;stá
tenso y dispuesto a hacer cumplir la
orden recibida hasta el último detalle. Por momentos me siento COmo
en una columna de prisioneros de un
campo de concentración que llevan
la cruz de Cristo. Tres de los nuestros
esconden sus caras detrás de máscaras. El oficial del megáfono pega un
salto en el aire y mueve las piernas
como si hubiese llegado el momento
de la batalla. Está fuera de sí, rojo
de rabia en su ceñido uniforme. Los
rostros tienen que estar descubiertos
para as{ poderlos fotografiar en cualquier momento. Los asesinos no tienen rostro. Hemos llegado. Pedimos
por los presos y desaparecidos. Estudiantes alemanes se colocan con
enormes retratos de los nueve delegados obreros de MerCedes Benz Argentina de frente a la embajada de la
dictadura argentina. La policía alemana, con gestos precisos y enérgicos, nos indica que sólo podemos estar en la acera de enfrente, a cincuenta metros. Entre nosotros y los
representantes de la dictadura, una
inexpugnable barrera de policías alemanes, fuertes, elisticos, con caras
que no dejan lugar a dudas que mantendrán el orden. El joven oficial
con el megifono no pierde de vista a
uno solo de nosotros. Es hermoso y
duro, la lluvia no le afecta. Una columna que a veinte mil kilómetros de
distancia pide por desaparecidos. Un
poIicla qt,le cumple órdenes. y allá
arriba. detrü de los escritorios, funcionarios diplomáticos argentinos
que no se deian ver. escriben los informes que les elige la dictadura.
Ellos se limitan a cumplir órdenes.
Eicbmann se limitaba sólo a cumplir
órdenes. Ellos son funcionarios de
carrera. Eichmann era funcionario
de·carrera. Lo banal de lo perverso.
El gris Y la lluvia ~ me pegan en la
piel. Todo el espectáculo tiene algo
morbosamente trágico. Esa columna
que lleva rostros de desaparecidos.
La policía atenta. a los fantasmas.
Las luces de las oficinas de los funcionarios diplomáticos que escriben
informes en el calor corruptor de la
calefacción central. Esto no es
Auschwitz, pienso. Aquí vinimos voluntariamente. Esta policía no es la
SS. Los funcionarios argentinos no
escriben listas para las cámaras de
gases. Sólo se limitan a informar lo
que se les pide. Nueve delegados de
Mercedes Benz Argentina. Klaus
Zieschank. Elisabeth Kasemann. De
alguna manera la columna viene de
la cámara de gases o va hacia ella.
Somos figuras que han envejecido en
la marcha. Continuamos por la Adenauerallee y gritamos: ¿Wosind die
Werschwundenen? ¿Dónde están los
desaparecidos? Konzentrationslager,
palabra alemana. Desaparecidos,
palabra argentina. Nuestra marcha
provoca el desagrado de Jos ocupantes de los Mercedes. Y desazón hasta
en los mÍlo"lllOS peatones. Es como si
lleváramos la estrella amarilla.
1938, la marcha de los exiliados alemanes en Buenos Aires: "Sólo un par
de intelectuales, judíos y comunistas" informará el Deutsche La
Plata Zeitung en unas pocas lineas.
10
En Essen me entrevisto con el representante de Adveniat, la organización católica de ayuda a Latinoamérica. Hablamos de mi continente, de sus luchas. El sacerdote me explica que todo Jo comprende menos
la violencia. Me repite las palabras
del Papa s:>bre el pecado de la violencia. Estoy de acuerdo con él. Pero
después, cuando camino por la Kettwiger Strasse con sus vidrieras de
productos superfluos y su lujo impúdico y no me puedo quitar de la ·mente el pobrerío de mi pueblo patagónico de Esque!; tengo que detenenne a
pensar en la violencia. Me pregunto:
cómo tendría que haber reaccionado
'el indio Arbolito frente al coronel
prusiano Rauch. ¿Haberle pedido
una entrevista en vez de bolearle el
caballo y cortarle la cabeza?
vuelta de la esquina. Están siempre
presentes Kafka, Holderlin y Heine.
Están Carstens y Heinemann.
Strauss, Schmidt. Brandt y Dutschke. Himm1er, Eichmann, Rudel,
Calland, Gollwitzer, Kurt Scharf y
NiemOller. En cada casa, en cada
oficina. Como en todas partes del
mundo. Pero todo más perfilado,
más definido, más peligrosamente
ingenuo. Los contornos están bien
dibujados aquí. Un Himmler es un
Himmler (En mi país, el gen !ral
Harguíndeguy dice que no vio n, ·da.
que los desaparecidos pasean por
Europa. Monseñor Aramburu dice
que no f.o difo. El general Acde1 Vilas
se hace peronista). Kurt Eisner es
Kurt Eisner. Y Rosa es Rosa31 . La
burocracia es burocracia, que no se
deja siquiera humanizar por la
coima. El general Calland explica
desde su actual puesto de ejecutivo
de una gran empresa transnacional,
sobriamente, con toda perfección,
cómo fue posible el bombardeo de
Cuernica. Sabe el número de bombas que arrojaron, el número de
efectivos de la Legión Cóndor que
intervinieron, la cantidad de litros
de gasolina empleados. No, nunca
averiguó el número de civiles muertos.
12
Bonn. Münsterplatz. Verano. Huelga de hambre por Klaus Zieschank,
el estudiante secuestrado en marzo
de 1976 por los comandos terroristas
del general Videla. El joven héroe
luminoso, que con sus veinte años se
preocupaba en esta sociedad del hartazgo, por los humillados y ofendidos, por los del hambre y el analfabetismo, por el mal de Chagas y el
militarismo, por los presos polfticos y
las villas miseria. Su madre era
maestra en la escuela alemana de
Villa Ballester, en las afueras de
Buenos Aires. Uegó a Bono para pedirle ayuda al gobierno federal y poder rescatar a su hijo con vida. Recuerdo cómo participó ella en esa
huelga de hambre por su hijo en esa
plaza llena de turistas. Y recuerdo el
rostro indignado del doctor Moersch
11
-un liberal, el segundo hombre de
Censcher, el ministro de Relaciones
Desde mi llegada me siento en Exteriores de Alemania Federal-Alemania como en casa. A pesar de frente a la desolada madre. Ella se
la muerte de su paisaje. No compren- había atrevido a declarar a la prensa
dí ni comprendo ese eterno sich- que el gobierno alemán había hecho
nicht-zu-Hause-Jühlen, ese· no- muy poco por la libertad de su hijo.
sentirse-como-en-la-propia-casa de La roja cara de Karl Moersch dejaba
los intelectuales alemanes. Porque en claro hasta dónde puede llegar la
aquí está todo Jo humano, lo dema- irritación de un funcionario alemán.
siado humano, asi. de pronto, a la Frente a él, el pálido rostro de la
madre, con sus grandes ojos asustados. l¿ inguna madre tiene derecho
a dudar del Estado aun en el caso extremo de que cada minuto pued significar la muerte de su hijo?l Cuando la señora Zieschan regresó a la
Argentina fue dejada cesante como
maestra del colegio alemán. No era
más digna de seguir enseñando a hijos de padres alemanes y de profesionales y militares argentinos. Ser la
madre de Klaus Zieschank era un pecado demasiado grande.
Hace poco me llegó un periódico
obrero clandestino de' Argentina.
Tenia una frase que me sorprendió.
Se refería al general Sigwald, gobernador de Córdoba designado por Videla. Decía implemente: "Sigwald
es apeUido alemán. entonces debe
ser nazi''3B. Me sorprendió un juicio
así ya que en mi paf nunca se habló
en esos términos. Hubo siempre una
cierta simpatía por lo alemán, sentimiento que tiene raíces históricas camo contraposición a la dependencia
británica. Pero el apoyo de la Bundesrepublik con préstamos y armas a
la dictadura de Videla; su absoluto
silencio oficial con respecto a la violación de los derechos humanos en
mi país (al contrario del ejemplo dado por Estados Unidos) y la discriminación que se hizo con el pedido de
los 500 refugiados argentinos en
comparación con los vietnamitas,
son todas realidades que la historia
no borra y los pueblos no olvidan.
Tampoco los intelectuales argentinos
que luchan por la democratización
de su país olvidarán la condecoración de Jorge Luis Borges con la
Gran Cruz de la República Federal
de Alemania. Signlficativo, se premia justo ahora a quien dio su total
apoyo a la dictadura militar. A la
misma dictadura que quema libros,
que permite que en Córdoba se pro- híban las matemáticas modernas,
que asesina y secuestra a escri,tores y
periodistas -119, según el comunicado del PEN-Club Internacionaly que ha creado una emigración de
intelectuales que no tiene parangón
en la historia ar~entina. La Repúbli~ Federal Alemana premia justamente a ese escritor en este momento. Alemania, que tuvo la experiencia del nazismo, abe muy bien lo
que significa eso. Por más bella que
sea la obra de un escitor. en esos momentos definitivos no se les puede separar de su actitud personal frente a
los dictadores. Más que no se trata de
un premio literario sino de una actitud política, al ser entregado por un
gobierno. El cable dice que Jorge
Luis Borges recibió emocionado la
condecoración. La misma condecoración que rechazaron Heinrich
Boll, Günter Grass y Siegfried Lenz.
Todo un simbolo.
Pero volvamos al valor semántico
de la palabra democracia por la cual
ya he tenido varios enojos y revelaciones en Alemania Federal.
Mayo de 1977. Me invitan a una
mesa redonda de televisión en el
WDR. Se hace la grabaci6n una semana antes de la transmisi6n. Tema:
la Argentina. Un periodista alemán
del SWF, Especialista en Latinoamérica, Insiste una y otra vez en el
"distinto concepto de democracia
que se tiene en ese subcontinente
comparado con el europeo". Dejo
pasar una y otra vez este conocido
justificativo de las dictaduras. Pero
a la tercera vez no quiero hacerles
tan fácil la definición de democracia. Les recuerdo a los presentes que
la Argentina es república desde 1810
Y que Alemania vivió en el absolutismo hasta 1919, y que la dinamita y
el fuego para derrocar al Kaiser fue
prendida por sectores populares que
querían la revolución social. Que mi
país argentino ya eligió en 1916 en
irreprochables elecciones con voto
secreto el primer gobierno democrático y popular. Les recuerdo el fracaso de la república de Weimar y quienes votaron la ley de plenos poderes
.. Hitler. Se6aló a los presentes que el
pueblo alemán finalmente recibi6 la
democracia en 1945 en la punta de
las bayonetas de los ingleses y norteamericanos. Por todo esto tendríase
que hablar en Alemania con más hu·
mildad y profundidad de la historia
de los pueblos y de su estado de democratizaci6n interna. Aun cuando
se trate de latinoamericanos. Porque
no se pueden despreciar sus enormes
corrientes democráticas que luchan
por el único concepto que tiene la
palabra democracia. (Una semana
después, ante el televisor, compruebo que esa mi intervención, más la
Jenuncia que hice sobre el interés
del capital alemán en la realización
del campeonato mundial de fútbol.
todo eso habia sido fina y quirúrgi~amente cortado. Lo tomo con resignación. El único gusto que me doy es
exclamar en mi soledad: ¡qué concepto tan original de democracia
suelen tener los europeosl)
Fuelaprimera~Mciadi~
tao La segunda será un poco menos
,olisticada. Estoy invitado al Frnhs·
ehoppen de Wemer .HOfer. Tema:
"Argentina y el mundial de fútbol".
Pienso: pobre mi país. últimamente
~o lo conocen por sus militares y su
fútbol. Me reemplazan a último momento -sin avi~- por un peri~
ta argentino admirador de la dictadura de Videla.
13
Por último: mi üñagen de Alemania. Cuando pienso en el apoyo financiero y poU6co, abierto o solapado del gobierno alemán al mUitarismo argentino, responderla emocionalmente: La República Federal es
el país donde no se permite que una
universidad lleve el nombre de Karl
von Ossietzky pero cuyo presidente
federal actual ocupaba un escritorio
en la estructura estatal nazi, con la
consiguiente afili~ción partidaria,
mientras aquél llevaba un número
en Bergen Belsen. Es el país donde
ese mismo presidente y el candidato
a canciller del partido más grande,
Franz Jose! Strauss. celebraron el advenimiento del más oscuro y misenble
de los tiranos latinoamericanos, Pino-chel. (Recuerdo su sonrisa y sus palabras, profesor Carstens cuando en
Berlfn, en aquel septiembre de 1973 le
anunciaron la caída a cañonazos de
la democracia chilena).
Es el país donde se puede ver en
televisión y basta en el correo de mi
pequeña aldea el pedido de captura
de todos los sospechosos de terrorismo de izquierda pero jamás se encontrará alli el rostro de los nazis de
Auschwia o Treblinka que todavía
no han sido juzgados. Es el pais donde 226 fa,mUias poseen 755,000 hectáreas de tierra y donde alrededor de
"300 familitu del ABe alemón de 1M
antfgUIIS fortunas domitum en gran
parte la industria, el comercio y 141
emprestJ3 de seroicios, sin contar 106
banco8 Y C(J$(JS de segfl1'O y que reali%Of'on en 1970, tTamacciona por la
expectable suma de 176,000 millonel
de marcos, es decir, una vez y medio
de lo que el goblemo federal alemán
dúpone anualmente de presupueItD
para el total de sus gast06, desde el
pago de emplead061uJsta la ftnancúJci6n de la agrlcu1tUNJ, de3de la ayuda al cU!MlrroUo Mna el fomento de
la conmucci6n de oioiendoI. el mantenimiento de calla y la carga por
gastos de de}ema" 33.
Esto y mucho más diría. Hablarla
sobre la "Berufsverbot.., la deshumanizaci6n de la sociedad, la hostilidad
hacia los niños, la desocupaci6n juvenil, la drogadicci6n, el alcoholismo, el aislamiento de los trabajadores extranjeros. la vigilancia ideol6gica, la destrucción del paisaje por la
irracional política del "todo por el
automóvU", la tergiversación de los
ideales de la humanidad simplificada en la fórmula "libertad-consumo".
Esto lo diría asf, sin parar, emocionado y triste pensando en las Uusiones frustradas de lo que esperábamos tanto de aquella Alemania de
1945. Pero luego agregarla en forma
palLW!a, porfiadamente, como quien
avanza contra el viento: pero Alemania no es sólo eso. Es también su intelectualidad incorruptible en su lucha
por la "defensa de la república". Es
GOnter Grass denunciantlo la "caza
del hombre", en Herlín, 1968, Cuando se dirige a la opinión pública a la
que comunica que
venel ciudat:lonm IOn arrincD
y
derrlbadoa a paloa en W caUQ. EstudiantQ apaleodo8 llenan los hoqntala aunque ningún estudúmte en esta
ciudod agredió de hecho a alguien de
opinión contraria. Qué tUbO. e Eme-
"mudJ4n:S:-
gura Q una democracia que "ata de
IImedrenl4r a una ,,"noria por me-
dio de contrademoltrtJCÍOnes. En
qué forma cobarde el represenkuIo
una democracia CUIJfIdo IUS dirigenla permiten una proclama populac1rna que apela a 1M in8tIntoI del
pogrom" J4 •
Es el presidente de los escritores
alemanes, Walter Jeos. cuandb en
1977 dice: "N06OtroI, loa escrUorel
a1emaneJ no nM 0lcfdoremo8 de
nue$lra re.spof&$abilldad, como
much08 pollllcos lo hocm a1Itwa:
aquel que qufere MCrljfcDr nU6ltro
&lado de derecho al terrorlImo, qcuJ
nosotrol abo"ecetno&; aquel qcuJ en-
ge la abolición de 108 derecho8 jundamenl4leJ y pide a grito, la cárcel
preventiva. 141 tortUrtJ8, el fu8Ilamiento de rehéneJ y la 8e11tencía inmediata, tod& ésos .se enfrentarán
con nuest1'a decidida remtenci4, TodaoÚJ éttta e8 nUe8tra repúblktJ, con
todas .sUl fal108 3S.
.
Es Max Friscb cuando pregunta a
los socialdemócratas alemanes:
"Además de la alegre inoUación a
COfLJUmlr mM, como condId6n de
crecimiento económico, ¿qué ·otra
meto le le ofrece a lo ¡uventud, qué
otro fin qué vaya más allá de la propia penona, qué otro ,entido JXI1'a la
exútencioP" 38.
Es Heinrlch Boll cuando explica a
Gnnter Grass en una carta por qué le
ha enviado fiores a Beate lOarsfeld.
quien en 1968 le dio una bofetada al
primer ministro alemán Kiesinger
por su pasado nazi: "Yo le envié e8(J.9
flora a 8eate Klonfeld en homenaje
a mi mculre, que en noolembre de
1944 murió durante un bombardeo
abeo. EUa unúJ en 8i mismo CIUIUdo- •
da qcuJ poctJ$ ~ se encuentran: .
inteligencúJ, lngenuldod, tem;,er.
mento, lmtlnto y humor, yellD me
fortalecúJ enmtdndome a odlM a loa
maltlitos ntJ%ÍS, muy en ~ loa
de e30 claae a los que pertenece elleñor Klmnger: lo. alUd6dol ntub
burgueIa que no le mancMn ni el
choleco ni los dedoI Y que desde 1945
dguen pautJndoIe de8corodomente
po1' el pa/I Yhtuta IOn inviltltb a tUcir dlacu1'SO$ en el comité central de
1m alemtmt!8 católÍCOl" 31.
Pero es también el lnensaje que
envían a los secuestradores de Hans
Martin Schleyer: "Deitm quepor ...
cima de IUI plmaeJ oenu Id ptÜQlmI
humanidad. Terminen con el fIIaIno
intMcambio de oid4 hcmuma por .,.da humtlna". Y lo firman .HeinrIch
Boll, HeiDrich Albert%, HeUmut
Gollwitzer y Kurt Scharf 38.
Es también cuando el "Grupo
publica en octubre de 1967 su faInoso llamado contra el monopolio de la
prensa que posee Axel Springer: "El
4r
consorcio SprInger conI1'olD el 3J,7
por ciento de todollM dfmio, Y reDiIto.t alemtlfUJl. Por eQo COf'U pellgro la Injormación jIdedlgntl de la
opinión pública. Loa acrlIorea dti
grupo 47 creen que 1!$4 concenlftJci6n el cqaa limitación y lesión de la
Ubertad de opinl6n Y de esta mcJnera
se ponen en peligro loa jundomentol
de nuat1'a tkmiicracio parlamenl4rIa". Firman Martin Walser, Alexander MitscherUch. Nicolas Bom,
Günter Grass, Heinricb BOll, Hans
Werner Henze, entre otros 39.
Es otra vez Heinrich BolI acusando al todopoderoso consorcio Sprlnger de perseguir ideológicamente a
la izquierda: "eIO ya no el mG.t crip- •
toftl1lCinno, ya no a mál ftJ8CUtolde,
el rimplemenU fascUmo, InItigaci6n, menUra, suciedad" 40.
Es Peter Handtke, en su discurso
al recibir el premio Gerhard Hauptmann, volcando su indignaci6n por
haberse dejado en libertad sin culpa
y cargo al poIicfa Kurras, homJcida
del estudiante Benno Ohnesorg, y
poniendo sus dudas por el origen e
ideología de la justicia alemana.
y es también Rolf Hocbhut denunciando que el Estado alemán le paga
ocho veces menos a una viuda, madre de dos simples soldados caídos en
el frente, que a la viuda de Heydrleh y a los dos fiscales de Estado nazi
Laua y Frinkel ("manchados de
sangre") que hicieron ejecutar a un
ciudadano que habia escondido a 110
niño judío 41.
Es Hans Magnus Enzensberger de-
nunclando el control ideológico: "Es
Ahora, en esta hora, para Alemaseguro que GClUGlmente la población
nia sólo hay una consigna. Max
de Alemania Occúhntal IOpOrta un Frisch la define &si: "Democracia
grado de control tal que no time pre- rignijicD mtú democraCÚl". Y no más
cedentes en la hl#orlQ; la Gestapo seguridad, como siempre ofrecen los
huIMN podIdO lOñaT solamente con demagogos y los ap~ndices de tiraÜ>a medios ÚCfIÍCOI que hoy se dúponos.
nen "42.
Si, mi imagen de Alemania es su
14
intelectualidad defendiendo a la primavera de Praga y apoyando a los Wnrttemberg. Termino mi viaje anescritores y artistas del otro lado del te la tumba de Elisabeth Küsemann.
muro, el único sector de la sociedad Su cuerpo yace en tierra alemana
comunista que sigue luchando por la lu~o de que sus padres lo recuperademocratización del régimen..
ron cerca de Buenos Aires. Anochece
y mi imágen de Alemania Federal ·en la tierra de Holderlin. Una jóven
la conforman también sus librerías, alemana es asesinada en mi patria
donde todavia se reflejan casi todas porque quería darle- un contenido
las opiniones universales yes su cine,
verdadero a la palabra solidaridl!d.
donde pueden verse filmes como "El
Klaus Zieschank y Elisabeth Kasehonor perdido de Katbarina Blum" mann. Alemania y sus mártires. Tres
de SchlOndorff o "El matrimonio de diputados socialdemócratas regresan
Maria Braun", de Fassbinder, que contentoS de su viaje por el Plata.
comienza con el retrato de Adolfo Elisabeth regresa con las mismas heHitler y termina después, en un pesi- ridas que Rosa. En las calles de Bue... mismo desolador. con las fotos de nos Aires no se lfóta ninguna repreAdenauer que se transforma en Er- sión. El conde Lambsdorff 44 expresa
hard. en Kurt Georg lCiesinger y ter- su entusiasmo por la economía libre
mina tomando los r gos de Helmut de mercado de los generales argentiSchmidt.
nos. La tumba de Elisabeth, la sonriMi imagen de la República Fede- sa de Klaus. El odiado turista aleral se completa con las manifesta- mán se hace dar masaj~ en Bangciones anUat6mlcas, los movimien- kok. Latas de cerveza Kl.\lsch en la
tos de solidaridad contra las dictadu- Plaza San Marcos de Venecia. Yo me
ras, por los presos políticos en' el 'siento en Alemania como en mi promundo, contra las torturas. (Duran- pia casa. Como KIaus y Elisabeth en
te el afto pasado hablé en 36 lugares .mi patria.
diferentes de la Alemania Federal,
desde gran~ ciudades hasta pequeftas aldeas, desde Suabia y Baviera
hasta Schleswig-Holstein. Hablé por Notas
1 Htrinz Abosch: "Lo involu.ntario
las víctimas del militarismo y por la
democratización de mi pafs. En esos aonattu'a del exilio n. Súddeutsche
actos de zonas y públicos tan dispa- bitung. 14-7-79.
2 Julio Cortázar: "América latires me di cuenta de la tremenda
na: exilio y literatura", manuscrito.
fuerza democr'tica que hay en no
3 Thomas Mann: "Carta abierta
pocos sectores del pueblo alemán:
a Alemania" (28-9-45). Obra8
p;ente que ni sabia dónde quedaba
complettl$. Tomo XII.
ini pafs, firmaba petitorIos por pre4 Mario Benedetti: "Situación del
805 argentinos; gente que jamás haintelectual en América latina".
bí leído un libro de Rodolfo Walsh
Hammer's Jahrbucl. Drltte Welt
y Haroldo Conti enviaba telegramas
(Retraducido del alemán).
exigiendo el esclarecimiento de su
5 "Ciudadano en uniforme": calisuerte; jóvenes que podfan haber esficativo
que se le da oficialmente al
tado en diversiones o deportes. pasasoldado del nuevo ejército alemán.
ban sus horas libres pensando de qué
6 La Opini6n, Buenos Aires, ~
forma aliviar la suerte de otros seres
11-77.
humanos que jamás conocieron ni tal
7 Ley alemana por la que se
vez Jamás conocerán. Esa es una reserva tremenda que, sin duda algu- prohíbe desempefiar puestos públina. DO faltará a la hora de la defensa cos a quienes profesan ideologías
enemigas a la Constitución.
de la república).
Toda &8 es mi imagen de este paJs
8 Lo Opinión, Buenos Aires. 30alemán. Y también esto: que pueda 4-1976.
9 D.P.A. 28-4-1978. Ver reportahablar aquf, en este lugar, uf, abier. tamente, sin temor, de los temas huje completo del periodista Nagel.e'n
manos que nos preocupan 43.
. Laleinomerika Nachrichten, 59.
10 uMitllufer": se designa a
Mi imagen final une los dos conceptos: recuperación de la república quienes, afiliados a un partido -en
en la Argentina. Defensa de la repú- este caso el nazi- no desempeñaron
blica en Alemania. República, la be- ningún papel principal pero le preslla palabra, la de la trinidad utópi- taron su apoyo activo o pasivo.
11 El actual presidente de Alemaca, la única santfsima trinidad que
puede salvar ~ esta humanidad tan nia Federal, profesor Cartens fue
afiliado al partido nazi y _ocupó un
amenazada: libertad, igualdad, fraternidad. Una utopla que conmovió cargo en la burocracia del go6ierno
al mundo y que puede ser llevada a de Hitler.
12 "Informe sobre el viaje de. una
cabo porque es un producto del pensamiento humano. Asf como liizo delegación del Bundestag alemán a
realidad las ficclones científicas de Sudamérica" del 17-6 al 8-7-1978,
Julio Verne. Tal vez la humanidad se Fotocopia del original.
13 TrUmmerfrauen: Las mujeres
decida sólo cuando yaqa de' rodillas. Habr' llegado el momento de alemanas que -en la posguerracambiar el desgastado vocablo lucro levantaron con las manos los escombros de las ciudades bombardeapor la palabra solidaridad.
Sf
da.~ y comenzaron así la reconstrucción.
14 Reportaje en el WnR (radio del
OestE' álemán). Das Cesprilch. 11-379.
15 Juego de palabras con Reich
(imperio) y Reichen (ricos). "El imperio cayó. los ricos quedaron". utilizado por Bernt Engelmann para titQlar uno de sus libros.
16 TitulQ del capítulo X, de la serie
Treinta años de la República Federal
Alemana: "Las oportunidades perdidas". por Hagen Rudolph, documentación de JUrgen Flscher y Leo
Pesch; Stern, 28-6-79.
17 " ¿Conoces tu el país donde florecen los cañones?". Kastner parodió
aquí el famoso verso de Goethe:
"¿Conoces tú el pafs donde florecen
los limones?".
183 de mayo de 1979.
19 Lo Nación, Buenos Aires, 14-878.
20 Darío Cantón: La política de
los militares at'gentinos. Siglo Veintiuno, Argentina.
21 El intercambio de cartas está
reproducido textualmente en Bank
fUr Gemeinwlrtschajt in Argenti~
nien, ILA, Bonn.
22 Idem. Entrevista con H. Frenz,
secretario general de Amnesty lnternationai, sección Alemania Federal.
23 Heydrich fue el jefe de la repre-sión nazi en la Checoslovaquia ocupada. Fue muerto por patriotas checos. En represalia, Hitler ordenó la
~ucctón de Udice.
9i La intervención vale en la historia alemana como la gran traición de
la socialdemocracia a sus ideales pacifistas. Luego de haber defendido
una posición incorruptible contra las
guerras, llegado el momento, aprobó
la iniciaci6n de la Primera Guerra
Mundial. Sólo dos diputados se manifeMaron en contra de esa posici6n:
Rosa Luxemburgo y Karl Lieblcnecht, ~ados luego los dos en
1919.
25 Hennann Neuberger, presidente
de la Asociaci6n Alemana de Futbol\
fue quien más defendió a la dictadura militar de Videla. Está claro que
la gran ganadora del campeonato
mundial de 1978 fue la industria alemana. Udo JUrgens es el cantor de
moda que se maneja de acuerdo con
los gustos de la sociedad de consumo.
Berti Vogts, capitán del equipo de
futbol alemán declaró que a él no le
interesaba si en la Argentina había'
presos políticos, lo mismo que el
"Kabebe" Schwarzenbeck. también
jugador del seleccionado alemÚl.
"Buenos dias Argentina" fue cantado
por Udo Jürgens y actuó de coro el
~eccionado.
Goethe Institut: organizaci6n financiada por el gobierno alemÚl para difundir la cultura alemana en el
exterior.
'J:1 Esa empresa proveyó a los campos
de concentración el gas para la
muerte de miles de seres humanos.
~ Son barrios proletarios de Hamburgo, Essen y Berlín donde tuvieron lugar levantamientos populares de los socialistas de izquierda y
comunistas.
29 Barrio construido por l. empresa
i6
Krupp para los obreros de buena
conducta.
30 Acababa de ocurrir el asalto al
avión de LuCthansa secuestrado y He-vado a Somalia. Allí. el político socialdemócrata d}rigió él mismo las
acciones de la brigada alemana anti·
terrorista S.G. 9.
31 Es una contraposición de persona-
jes de las dos tendencias que permanentemente se han enfrentado en
Alemania: Carteos, ex nazi, actual
presidente alemán por los democratacristianos; Heinemann, presidente
desde 1969 a 1974, socialdemócrata
de la línea humanista y pacifista;
Strauss, de la extrema derecha socialcristiana de Baviera; Schmidt,
socialdemócrata de derecha hizo una
política crudamente atada a los lineamientos de la llamada "Rea1politik"; Brandt, socialdemócrata,
miembro de la resistencia antinazi,
hizo reformas interesantes desde el
gobierno, pero luego quedó en la in·
definición: Rudi Dutschke, líder del
movimiento estudiantil del 68,
muerto como consecuencia de heridas recibidas en un atentado, tl'ató
de buscar nuevos rombos humanísticos y antiautoritarios en la sociedad.
Rude1 y Galland, dos ex "ases" de la
aviación nazi prototipos de un pasado brutal. Gollwitzer, Scharf y
NiemOller, pastores de la iglesia
evangélica, representantes de la
corriente pacifista y humanista.
Kurt Eisner, presidente de la República de los Consejos Obreros de
Munich de 1919, quería un nuevo socialismo humanista y libertario, fue
asesinado por comandos "paramilitares". Rosa, por último, otra VC2
Rosa Luxemburgo.
~ Opción, 15-7-79.
"El imperio cayó. los ricos quedaron", pág. 382. Deutscher Taschenbuch Verlag.
33
Günter Grass: "Menschenjagd"
(Caceria humana) en Bilckpunlct.
marzo de 1968.
:li Octubre de 1977, conferencia de
prensa de la AsooiaciÓD de Escritores
Alemanes, durante la Feria del
Libro de FrancIort.
36 Discurso ante el Congreso de la
Social Democracia Alemana 17-1134
77.
37 Heinrich BOll: "Flores para Beate
KIarsfe1d". Die Zeit 10-1-69.
38 "Frankfurter Rundschau", 12-9-
77.
:11 "Contra el monopoUo de Axe1
Springer". octubre de 1967, Verlag
KIaus Wagenbach, Berlín.
4) Helnrich BOll: ObrtU Completas.
Ensayos y Discursos.
Pedido de un nuevo gobierno (Rowohlt, 1965).
42 "Firme propósito de explicar los
misterios de la democracia alemana
a un público neoyorquino", Kursbuch,56.
43 Aqui se equivocó el autor. Como
queda dicho en el prólogo el Instituto Alemán de Relaciones Exteriores
prohibió su lectura en el Simposio de
.1
Achern.
'"
'"Ministro de EconoDÚa de Alemania Federal desde
, 1977.
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