Manuel Vázquez Montalbán: un cuento desconocido en México PIGMALION Mauricio Ciechanower: I , LA ETAPA EL RUBEN yAÑEZ DE "EL GALPON" RETORNO A URUGUAY EN MEXICO y EL ~~~__!df? Evodio Escalante: ENTRE EL RADICALISMO . . YEL DESENCANTO Los poetas que nacieron en los años 50 la cultura en =~~a~g ~_ft' Num 1349 México DF 10 de febrero de 1988 Osvaldo Bayer: segunda parte y final Residencia en la amada tierra enE?miga/ ~.~ a había visto alguna vez recorrer las aceras_ del barrio con una cesla de paja entre útil y sofISticada, como su abrigo de sospechosa piel que disminuía aún más la pequeñez de sus facciones y se tragaba parte de una melenita artificial en lo lacio y lo dorado. Superpuesta sobre las restantes mujeres habituales de aceras y tiendas, acuarentadas de excesiva delgadez o gordura, de facciones y piernas cansadas, en flagrante olor a cotidiano, la muchacha parecía una desterrada o un prometedor animal de paso. Pero no la deseé hasta una tarde de invierno vencido, cuando la vi al otro lado de la acera esperando ensimismada la orden del semáforo, de UD brazo le colgaba un niño, del otro un bolso excesivamente nuevo. blindado diríase al darle un rayo de sol sobre la coraza de pura piel de becerro. Entre el niño y el bolso quedaba ella, rubia, sin duda teiUda, de cejas desencantadas, boca y pechos tristes, la sensualidad en las caderas y unas piernas para palpar con los ojos, altas y carnales. Buena para cometer adulterio. pensé, con un cierto remordimiento, en una • morbosa situación de confianza • ~ traicionada, la de ella, la de su mario .. do, probablemente la mía. El nifto pendía del hilo de su mano. trotaba como un muñequito envuelto en una nube de colonia más eficaz que delicada, confiado como un príncipe primogénito abierto a la aventúra de una tarde nena de tenderas cariñosas, chupa-chups, pellizcos y el lenguaje de adultos que fingen ser niños sin un mínimo de educación teatral. Era un niño de spot televisivo: rubio, Manuel Vázquez Montalbán • • • • • • • • • flequillero, secundaba el desganado arrastre de su madre con un cierto fatalismo, moviendo la cabecita en de renta limitada yel niño le colgaba como asas, y aquellas piern~ inacatodas' direcciones como tratando de como una obligación asumida, a vebadas, nenas de longitud y de carne. recordar en poco tiempo y para ces reconocida en un apretón suave Luego la seguí en su via crucis cosiempre lo que veía. lidiano por tiendas perfectamente de la manita dotada de cinco vidas imaginables: dos bolsas de leche, calientes y sudorosas. Reconocfa yo a Ena no se me reveló del todo hasta breve distancia su nuca alta entre las cuatro donuts de chocolate, una cola primavera, cuando se quitó el Jiflor amarUJa que más parecía raabrigo y un vestido de entretiempo brechas de una melena excesivamenenfundó su cuerpo justo, a la vez nete maltratada por los tintes, pero millete de siemprevivas, tijeritas para las uñas, laca, spray espuma para no de rincones y posibilidades. Volaún apetitosa en su caída, aún deseaafeItar sin brocha, que sus ojos grises via a estar allí con el niño y junto al ble como una corona dorada, penacontemplaron escépticos antes de desemáforo, como si sólo se hubiera recho sobre un rostr6 de sexuada boca, jar caer en un capazo, en la certeza tirado un instante para quitarse de como una ranura tierna y ávida. encima invierno y un abrigo de piel Reconocía su espalda corta y delgada de que no habría motivos para confiar ni para desconfiar de sus atribuartificial. Casi sin concienciado,' como hincada en unas caderas emrecom su mismo camino hacia el tos. Cruzamos la miraa. cuando, en butidas en la que imaginaba piel poquiosco de diarios, pendiente de la rosa, casi cárdena en las junturas húla puerta de la perfumería, flirteé tensión de sus piernas y sus caderas medas, auténtico planeta entre el cabrevemente con el niilo agradecido y lor y el frío para una mano necesitacontra el estuche de una falda de lasonriente por la dedicación del forasnilla tan buenmma como la piel del da de la inm~, patria de un culo. tero que trataba de ponerse a su estabolso. La dejé comprar un diario de tura. También ena me agradeció la Sus brazos largos prometían caricias dedicación enseñándome unos dienlá tarde y una revista situable a mede lenta llegada, cruces estilizadas tes excesivamente separados e instó dio camino entre la astrología y la sobre el propio cuerpo en protección al nifto para que correspondiese a mi divulgación de calité sobre los de fáciles vencimientos o abrazos lle- saludo, lo que el pequeño hizo recudiamantes más robados del mundo, nos de enervante torpeza. brazos rriendo a sus gracias de más seguro pasando por alguna que otra ración de distancia, miopes de éxito. De reojo comprobé que ella equivocados de marxismo convencional aplicado volumen. De vez en cuando me po- me miraba con esa curiosidad de joa la interpretación del ciclo de noveven casada de barrio pequeño burnfa a su altura para reconocer lo fula burguesa de Thomas Mann. La segitivo de sus facciones pequeñas, la gués, nuevo y uniformado, donde el guf con su misma parsimonia de mularga línea de garganta y senos, ape- otro siempre es una sorpresa cuando jer cansada por una mañana repleta de labores domésticas, consciente de nas sostenida por un pezón muy sóli- se aproxima a menos de medio metro que el día iba a dar paso a la noche do, luego sabría que excesivamente de distancia. -Es muy vivo este niño. sin la menor posibilidad de sorpresa. mamado bajo el consejo de un pediaPara lo que le cónviene. Sus ojos buscaban inútiles dispersiotra a la antigua usanza. Vientre plaDijo pero sonreía. Entablé conver·· nes en el paisaje resabiado del barrio no, amenazantes ~lUesos de caderas, .S6 -... • ... •• . !~ ____PIGMALION o sación y la proseguí caminando junto a ellos, sin asumir la sorpresa contenida con la que me miraba y los reojos cautos que repartía a derecha e izquierda. Para huir del marco peligroso para una situación que no le desagradaba, encaminó sus pasos hacia el parque. menos recelosa a medida que nos alejábamos del territorio de su estricta cotidianeidad. El niño la abandonó en cuanto divisó la silueta de un tobogán rojigualdo. Fue vano el vuelo de la madre para atraparlo, retenerlo como un punto de referencia o de apoyo moral. El niño nos' dejó solos sobre nuestras piernas y no tuvimos otro remedio que ceder al recurso del banco de parque atardecido donde nos dejamos caer con púdica distancia, fugitiva una sonrisa entre su nariz v su boca, tan relajado yo de cuerpÓ como tenso de alma. No dio para mucho el tema del descuido del parque, ni el de las peculiaridades de un niAa excesivamente contemplado en su condición de nieto primogénito de cuatro abuelos. Fue fácil pasar al tema de un cierto hastío por la rutina de la vida y ella tenía ganas de decirme que estaba cansada de recorrer tiendas con un niño colgado del brazo y de su aburrimiento. -Me gustaría trabajar en algo. O terminar de estudiar. ailadió, mientras me observaba para comprobalr el ,efecto que me provocaba su pasado cultural. Mi grata sorpresa propició el que me contara que ~ había terminado el bachillerato entre deSidias que sus padres aprovecharon para inducirla al oficio del matrimonio. Su marido era aparejador por las mañanas y por las tardes trataba de montar una urbanización por su cuenta y riesgo en una finca patrimonial milagrosamente cercana a la ciudad. Ena rezumaba esa prosperidad menor de joven matrimonio burgués compuesto por una mujer con cierta educación, vigilante de la propia dieta y saunadicta y por un hombre trabajador, de su casa al trabajo, del trabajo a casa, honrado, prudentemente emprendedor que antes de los cuarenta años ya ha conseguido poseer un chalet con piscina de cinco por diez, metros y hace un viaje cada año al extranjero para ver porno en Copenhague o Disneylandia en los Angeles. Cuando le dije que yo daba clases en la Universidad y que estaba escribiendo una edición critica del pensamiento económico de F10res de Lemus, advertí queante sus ojos aparecía el filtro purpúreo de la valoraciÓn intelectual y que se descomponía de su ~núltima resistencia ante el extraño infiltrado en su tarde de primavera. El niilo liberado y excitado se había convertido en nuestro mejor CÓmplice. Le propuse ayudarla a recuperar el correcto camino cultural perdido y ella me ofreció en bandefa la relación entre educación y erotismo. -Si mi marido se ~ntera de que vuelvo a estudiar... Odia a las mujeres sabihondas. -¿Es muy reaccionario? -¿Quiere decir muy revoluciona- rio? -No. Pregunto si es muy conservador.. -El dice que no. Miraba eOa una piedrecita gris e inmotivada a la que no llegaba la punta de su pie. Buscaba las palabras justas para ejecutar a u marido sir perder el decoro. -Pero lo es. y alzó su rostro amalvado por el crepúsculo y la sonrisa para decir: - Todos los hombres lo son, ¿no? • ~No tengo nada que conservar. -¿Es usted soltero? -Soy casado, pero no ejerzo. Estoy separado. -¿Tiene hijos? La pregunta iba envuelta en dedicaciÓn y lástima por un corazÓn, el mío, sin duda destrozado por una vida familiar rota. - Lo importante es que esta tarde empieza usted las clases particulares. -¿Con quién? ' -Conmigo. -Soy muy gandula. Necesito que me estimulen. - La ayudaré. Le tomaré la lecciÓn cada tarde. La broma fue lo suficientemente ambigua como para que me permitiera citarla al día siguiente por la tarde en el mismo parque. Le llevé dos libros de seguro éxito: La balada del café triste de Carson McCuUers y Principios Rundamentales de Politica de Montenegro. No se esperaba un asalto semejante, ni que yo tuviera perfectamente calculados y experimentados los efectos de tales lecturas. Los relatos de Carson MeCullers le harian suponer una hipersensibilidad hasta entonces desconocida, directamente conectada con la mía, como si por el mero hecho de leerlos ya perteneciera a la comuniÓn de los seres más sensibles y entrañables de este mundo. En cuanto al breviario de formaciÓn política, la introduciría en un caos de formulaciones conceptuales, en todo opuesto a la jerarquizaciÓn de valores usados en la construcciÓn de una vida de renta limitada, con segunda residenciasen el campo y alg!Ínque otro viaje en busca de porno e imaginaciÓn. La siembra de la duda política me había aportado en el pasado resultados inestimables, entre mujeres que consideraban que la castidad era uno de los principios fundamentales del franquismo y que a través de convulsiones políticas se prestaban a una segunda fase de politizaciÓn por vía vaginal. Le apliqué sistemáticamente el plan de sedu(.'CÍón cultural, adaptando a sus peculiaridades experiencias anteriores. modificando el método en función de las necesidades de Irene. Proseguí el tratamiento a base de relatos sensibles y divulgación democrática, antes de enfrentarla a libros de poemas incitadores al compromiso O ensayos como El se~undo sexo que ya exigían una decidida voluntad de perdiciÓn por los morbosos pasillos de las verdades prohibidas. La lectura del libro de la Beauvoir precipitó las coñsecuencias. Los déficits lingüísticos de Irene la obligaron a entregarse a mi asesoría, a confiar en mí como en un sacerdotéposeedor del latin y con él del lenguaje único para comunicarse con las divinidades. Pronto advertí que pese a la dimensiÓn estrictamente intelectual y ajardinada de nuestros encuentros, las distancias físicas decrecían y nuestros muslos se juntaban para apo)'ar el mismo libro. Al tuteo si· guiÓ ese toque precipitado con las manos colgantes de bt:azos blandos y contenidos que subraya conceptos y llamadas aparentemente. pero que esconde la tentación del abrazo. Camo si saliera de una grave enfermedad de estupidez burguesa, la convaleciente Irene mejoraba el color de su espíritu y su cuerpo se me acercaba con tanto apetito comf? su cerebro. Fue entonces cuando trabajé para hacerle incómodos nuestros encuentros al aire libre. -Aquella señora que parece la mujer de un veterinario no nos quita el ojo de encima. Debe pensar que somos amantes. -No. Si no estoy tranquila. Un día va a verme un vecino o un fami· liar. Y si mi marido se entera... -Se entera. ¿de qué? -De esto. -¿De este cursillo de Universidad a distancia? Se echó a reir y me dio· un golpe con la mano lenta, tanto que se quedÓ sobre mi hombro el tiempo suficiente para que yo la cogiera y la acariciara con un roce tan suave roolo nuestras relaciones ha~ta entonces. Ella no sabía dÓnde esconder la mirada y entonces abandoné su mano, articulé mi brazo con todas las consecuencias y pasé el dorso de mis dedos por su mejilla arrebolada. Después la mano en su caída se apoderó de la parte desnuda de su brazo y le apreté la ca~rne dura y fría como transmitiéndole un mensaje de frustraciÓn y querencia. Para entonces ya me miraba tratando de que mis ojos o mis labios le dijeran lo mismo que mis dedos. Me puse en pie. - Vamos. Aquí es imposible hablar. Se adaptó a mi paso vivo y el niño trotaba colgado de su madre, quejándose a veces por la rapidez de la marcha. Me introduje en el portal de mi casa, llamé al ascensor, sin mirarle la cara, sin preocuparme por las posibles preguntas de su rostro. Dentro del ascensor nos miramos fijamente, yo con calculada mezcla de timidez y determinación. ella con mirada de primera noche de bodas. El niño se había sentado en el suelo de-la cabina y contaba con sus deditos una quimérica cuenta de recuerdos o porque sieso Ya en casa, apJlrté libros y ropas para poder tumbarnos en el sofá. Le sonÓ roto el intento de decir simpáticamente: «Qué desorden•• y en cuanto el niño se perdiÓ en las cuevas del piso en busca de la aventura, mis manos tomaron posesión de su cuerpo con pasiÓn de adolescente hambriento. El niño entraba a veces como si fuera un tren a cuatro pata~, pero no concedía importancia al desorden de las ropas del que asomaban carnes como nut'vas, especialmente aquellos senos de blancura casi lunar abotonados por pezones lilas. Traté de buscarle desnudeces más fundamentales y ella me contuvo con eficacia, rehizo sus ropas; como recuperándose de un mareo que le enrojeCía las mejillas y los ojos. se puso en pie, tambaleándose. -¿Tienes televisión? -Sí. Al fondo del pasillo. Cogió el niño al paso y se lo llevó. Oí ruido de puel'\~ y sintonías, voces de televisor. Otra puerta cerrada. ApareciÓ lenta. segura, rehaciendo o deshaciendo aún más su melena breve y desvaida. se desnudÓ de espaldas y de pronto me ofreciÓ la exactitud de sus carnes. puntas y junturas antes de zambullirse como una nadadora en mi cuerpo, más para ocultarse que para entr~arse. Fue un acto sin quejidos, con lenguaje de respiraciÓn y manos, que se repitiÓ sin despegamos. como si temiéramos que la distancia del parque volviera a plantearse como una premoniciÓn de separaciÓn para siempre. Luego. ella quiso fumar un cigarrillo según un ritual com'encional que probablemente había asimilado en alguna lectura que yo no le había asesorado. Sólo suelen fumar los adúlteros después del amor y más de un adulterio ha sido intuido o descubierto porque tras la sexualidad matrimonial uno de los dos busca en el cigarrillo la nostalgía del otro cómplice. Momento temible el del cigarrillo. sobre todo cuando el parlenaire tiene veleidades literarias y quiere cobrar la factura de la entrega con las monedas de la intimidad confidente. No me propuso que viviéramos siempre juntos.. pero sí empezó a explicar su proyecto de klturo aÚQ entonces disfra:r;ado de crítica del pasado. -Gracias a ti puedo volver a ser yo. ¿comprendes? Temible. pensé. Pero la contem- plación de su cuerpo tan deseado durante la fase de reciclaje edueativo me compen aba de cualquier temor de caída en las arenas movedizas de la confraternizaciÓn. Se vistiÓ con suficiencia y me trató como una madr~ que promete al hijo un próximo retorno. Me había dominado sobre el sofá y se desquitaba de mis conferencias políticas y culturales asumiendo por primera vez un protagonismo indiscutible. Ya en aquel primer encuentro.pude darme cuenta de la tentación de reproducir una .vez más el modelo matrimonial. Aunque la veía marchar el1 parle como si fuera un juguete ya usado, también hubiera deseado que se quedara y despedí al niño como si fuera más mío que cuando subía en el ascensor sentadito sobre el vacío. Me molestó que Irene me citara al día siguiente en el parque porque presentí el reflujo del remordimiento y un largo forcejeo moralizante entre la casada descarriada y el seductor de barrio. Inevitable. Toda la tarde siguien~e la consumimos en el tira de mis deseos y el afloja de su razÓn. Irene habia dispuesto de toda una noche para recuperar el complejo de culpa,. para recordar lo mucho que trabajaba u marido. al fin y al cabo sin otra posibilidad de compensaciÓn' por su parte que la exclusividad sexuaI. - Si fuera econÓmicamente independiente, ¿<..'Omprendes? Pero él me mantiene. Me paga hasta la peluquería. - Yo no te propongo una traición, sino un acto de libertad. Ni tú. ni yo, ni él hemos escogido unas relaciones sociales y culturales a las que llamamos matrimonio. -Oh, sí. Tú hablar sabes. Hablas muy bien. Me confundes. Fingía entonces estar herido por tan despectivas palabras y ella me consolaba hasta el borde del venciS7 miento, pero en cuanto tiraba de su mano para iniciar el camino hacia casa. recuperaba el esqueleto y ~ resistía como una mula obcecada. No vacilé en utilizar los recursos más tópicos: adiós pues, eres una cobarde. tienes alma de esclava, maldita la vida si no nos permite ni un acto irresponsable, no podemos vivir eternamente pendientes de los contratos., etc., etc. Mi tratamiento culturalizador había sido demasiado corto, se notó en la ineficacia de mis reclamos para escalar las murallas de Jericó de la moral convencional. Desalentado, le arranqué una cita para el día siguiente a la que no acudió. El techo de mi habitación devolvia mi perplejidad ante la ambigtiedad de mis sentimientos en parte colmados por la aventura saciada, en parte frustrados por tan rápido final. Dos días después de una de estas perplejidades me arrancó el timbre: Irene y el niño colgante quedaron sorprendidos, sonrientes, destapados cuando yo ab" la puerta. Por el tartamudeo de mi corazón y de mi estómago descubri que era inmensamente feliz. Semana.<; después las yemas de mis dedos hubieron podido evocarla en todas sus esquinas. Aquella cérea piel de lujo, apretada, restallante, el cuello asumido por mi mano y dirigiendo hacia mi cuerpo la boca llaga, la lengua breve, aguda, a veces una eternidad de tacto goloso y ahsorbente. El amor civilizado cara a cara o el amor de vencedor y vencido con las carnes de ella a cuatro pier. nas empujada por un jinete encorajinado e indiscutido; el amor experimental de abajo arriba o el caprichoso asalto sobre una mesa de comedor llena de fichas sobre la<; proféticas ciencias de F10res de Lemus. El intercambío del cuerpo seguía completado con el oultural. Mis libros iban y volvían y yo notaba el enriquecimiento de la sabiduría convencional de Irene, su asimilación del lenguaje criptico. su progresiva capacidad de hablar de Hemingway comO de un amigo de la familia o de sentenciar la obsolescencia del degaullismo cuando Giscard d'Estaing ganó la partida a Chaban Delmas en la pug· na por la candidatura presidencial tras la muerte de Pompidou. -Es otra derecha -me atreví a decir-. Tiene un largo aprendizaje negociador con la izquierda. No es como aquí que siempre ha tenido fácil el recurso del exterminio. - La derecha siempre es la derecha. Me contestó Irene en un tono de voz de profesora no numeraria mili· tante en un grupo ML. No me sorprendiÓ, pues que pocos días después me dijera que intentaba ingresar en la Universidad acogiéndose a los exámenes para mayores de veinticinco años. - ¿Qué quieres estudiar? -Psicologta. -No te lo aconsejo. -¿Por qué? - Toda mujer casada que se matricula en psicologfa busca resolver sus propios problemas psicológicos. - Pues haré Ciencias Económicas. -Dios mío, me harás la competencia. -Burro. Pero qué burro eres. o No exagero si me atribuyo buena parte del éxitb de Irene en los exámenes de entrada en la Universidad. Durante dos meses las relaciones sexuales fueron decreciendo en relación directa a la intensidad de clases particulares que le impartí, con corrección de trabajos y elaboración de temas incluidos. El niño seguía siendo el habitante de la caverna televisiva o un espectador desinteresado de nuestras clases particulares. Sólo de vez en cuando, entre cansan· cios de la mente, nuestros cuerpos se desnudaban y yo recuperaba su peso tibio entre mis brazos, aunque no su cabeza: anclada con la boca llaga y la lengua como un látigo o una marea de placentera humedad. Cuando mi mano le proponía el viaje sobre mi cuerpo, la cabeza de Irene se bloqueaba, como si se le hubiera roto el flexor del cuello yen sus ojos leía una no confesada repugnancia por em· o • ~ plear en menesteres de excitación o balsamización sexual una lengua ca· paz de recitar la teoría del valor segúÍl Ricardo. Pasó casi todo el verano en el chalet comprado gracias a la laboriosidad del marido. Ya tenía en el bolsillo el apto para el acceso a la Universidad y vivía concentrada como un deportista en un esfuerzo de formación permanente para llegar en forma al comienzo de curso. Avisó al marido de lo que le esperaba y me contó su reacción en uno de los escasos encuentI'9S desnudos que tuvimos durante aquel verano, en un hotel lleno de holandeses, a medio camino entre su chalet y un apartamento que yo había alquilado en la costa. - Lo ha encajado estupendamente. Dice que Ole comprende y que ha~o muy bien. Me ha sorprendido. Es un gran tipo. No tuvo tiempo que perder en es· pera de recuperaciones. Hizo el acto sexual una vez, con ciertas característica.<; de ultimátum o de ejecución sumarísima. Se había desnudado sin misterio y se vistió como si hubiera oído el: Viajeros al tren. Cuando volvió con las primeras lluvias me telefoneó más que me vio. Como la luz del gas que se apaga lentamente, la transición del vernos al no vernos ni siquiera fue perceptible. De pronto me di cuenta de que ya no la veía. de que mi barrio había vuelto a ser una encrucijada de idas y venidas entre tedios y cansancios. Cebé mis ojos en una muchacha pelirroja que siempre corría urgida por ignoradas prisas, regalando el trote casi sonoro de dos pechos obsesivos. Pero un día la vi de muy cerca y como un maníaco sexual , inconsciente, me pareció demasiado joven para un hombre como yo, incapacitado para las alegrías a(~elera­ das, y la dejé pasar como sin duda el vampiro de Düsseldorf o Jack el Destripador dejaron pasar generosamente más de una vez a una víctima ignorante de que podía haberlo sido. Desdichada senidumbre la del hombre que ha leído demasiados libros y confunde la ética con la estética. No me parecía moral acosar a Irene, ni siquiera espiar sus paseos con el hijo colgatl~e. Así que me dediqué a una traductora suiza empleada en una revista de productos farmacéuticos y reiniCié el expediente de una sexualidad exclusivamente aplicada a la relaci6n entre el hambre y la posibilidad de comer. Recuperé mi tendencia a las partidas sexuales simultáneas: la traductora suiza el ltmcs o miércolfts, una ex compañera de curso los jueves y al· &"Unos fines de semana, una ex campeona de patinaje artístico, a la que conocí en una manifestación pro amnistía, y que tenia disponibles todos los sábados por la mañana,.a partir de las siete treinta. Recordaba a Irene no sólo -como una aventura amorosa, sino como una propuesta de comportamiento. ~ decir, como una mujer que me había obligado a asumir un determinado rol de comediante, hasta el punto de convertirlo en mi más deseada. personalidad. Descubri que hubiera"querido incIu· so convivir (,'011 ella, con el nifío, reincidir en la mecánica de los gastos cotidianos compartidos, recuperar las rafees en horas fijas, Cf)mo se recupera la cama, los zapatos, el coche, el paragwlas. No volvi a verla hasta tres ailos después. Algo más descuidado su cabello, no muy al dia su vestuario, el cuerpo más espléndido asomado a una treintena triunfal y mejorado el conjunto por insinuadas arrugas de frutal sazón: las ojeras le cansaban aquellos ojos grises y dos suaves líneas enmarcaban la boca llaga. Su forma de estar y andar, avalada por la esplendidez de sus caderas y sus piernas, la hacían destacar en un grupo de mujeres que discutfan en la puerta de una entidad cultural, recientemente abocada a un fatal proceso de democratización por imperativos de su ju~ta directiva copada ¡xJr empecinados izquierdistas. Irene hablaba con suficiencia, las demás escuchaban. El niño tenía ya ca~ diez años y ora escuchaba a su madre, ora se despegaba del grupo para tratar de arrancar el cartel anunciador de la conferencia de Tierno Galván sobre «Humanismo y Socialismo». Cuando los bedeles abrieron las puertas, Irene inició la marcha sin dejar de hablar e instinti· vamente tendió la mano para asir )a de su hijo. AIH estaba. El niño se adhiriÓ a su madre y la siguió como yo le había visto seguirla años atrás sobre las aceras de mi barrio. Con la cabecita movida en todas direcciones, como tratando de recordar para siempre todo lo que veía. Me senté unas filas detrás de ella y elegí contempbrla. A través de sus reacciones viví la conferellcia de Tierno Calván. Irene no estaba de acuerdo con el viejo profesor. Cabe- ceaba negando, se revolvía indignada. lanzaba codazos irónicos a su compañera de asiento. mientras en el otro lado el niño se había dejado caer de la butaca para ensayar sobre el frio suelo la imposible ficción de ser buzo. A la hora de las preguntas, Irene levantó su cuerpo hecho a la medida de habitación caldeada, como isla de inviel1lo, y preguntó al conferenciante si asUMÍa la tradición del socialismo reformista de Prieto o del socialismo revolucionario de Largo Caballero. -Señorita... -Ni señorita, ni señora. Irene a secas. -Irene. Con la fama de tradicionalista que tengo no me haga asumir más tradiciones. Por los gestos de la despechada Irene comprendJ que estaba CUciendo algo parecido a: es poco serio. Si hasta ahora ha hablado en serio, ¿por qué esta broma? Procuré salir cerca de ella y la cogí por el hombro en la escalera. Al reconocerme puso brillo de cariño en sus pupilas gri~ y por un momento me pareció que su boca se acercaba como por irnpu~ que contuvo a tiempo. Mal cogidos mutuamente fuimos empujados por los desocupantes, el niilo nos seguia a remolque de los faldones del cha- .1 1. .........ANOVELA NEGBADE JAMES M. CAIN Ruy Payeses quetón de su madre. Irene me propuso ir a cenar. -¿Y tu marido? -Estamos separados. Hace tiempo. Fue un breve, eficaz resumen de tres o cuatro años de su vida. Vivía de su trabajo, estaba acabando la carrera de Historia, el marido le pasaba una generosa pensión por la manutención del niño. Ya no vivía en el barrio. - Tengo un piso viejo y grande en el ensanche. Lo he decorado en plan salvaje. Me cuesta cuatro cuartos y es comodísimo. Estoy a un paso de todas partes. ¿Sigues "iviendo en el barrio? A veces he vuelto, pero de paso. ¿Publicaste la edición critica de F10res Lemus? ¿Toda\-ia no? Eres increíble. Se te va a adelantar Fuentes Quintana. En Moneda fJ Crédito he leído que prepara un estudio becado por la Fundación Juan March. Pregunté al niño qué hacía. Me devolvió la misma sonrisa agradecida que ailos atrás. Se encogiÓ de hombros como si no le importara ni a él ni a mí lo que hacía. Irene le instó a que me contestara con palabras y no con gestos. Dije que era igual. Debió brotar en un momento determinado un brillo de reclamo en mis ojos, porque Irene confesó de pronto: -No vivo sola con el nift<>. Tengo un compañero. -¿De juegos? -Burro. Qué burro llegas .. ser. Tengo un amante, coño. ¿Te gusta más asl? Hemos de vernos o llámame. Una de las dos cosas, dijo cuando me despidió con un beso en la mejilla y me dejó en una mano, con inhibida desenvoltura, una publicación clan~ tina del Partido del Trabajo. Con la otra traté de acariciar la cabeza del niño, pero casi no pude. Se iba al trote al lado de una mujer a la que ensefté a escapar. Theodore preiser fue posiblemente el fundador de la novela ·negra que hace una crítica ácida a la sociedad estadunidense de principio de siglo. Autor con mala suerte comercial, publicó Tbe Genius en 1915, novela que resistió cerca de un ailo en el mercado antes de ser retirada de círculación por "inmoral". Pero ya en 1900, con Sister Carrie, había in· tentado la misma critica, y también esta novela fue suprimida por inmoralidad. Con ella ganó Dreiser ni más ni menos que 68 dólart'S. Insistió, hasta que en 192..; fue publicada Una tragedia americana, aclamada por la crítica y sobre todo por los lectores. Para finales de ese año, Una tragedia americana había vendido cerca de 14 mü ejempla~. A pesar de todo, ni la novela ni el autor son'aceptados todavía por algunos gringos recalcitrantes, y de Dreiser se llegó a decir que era "un norteamericano anormal". Theodore Dreiser ft.mdó con esto las bases para una nueva novela negra en la que se denuncia, a veces sin que el lector se de clara cuenta de ello, que "un hombre no tiene escape a la red social si acepta totalmente los valores de ésta", según dice Alfred Kmn en Ulla procesión. Cien años de literatura norteamericana (Fondo de Cultura Económica, 1987). La novela negra y la novela policiaca _----"l__-_ Edgar Alan Poe y Arthur Conan Doyle escribieron las primeras novelas policiacas racionalistas, o las primeras narraciones de detectives positivistas. Fue necesario llegar al siglo XX para que la novela policiaca se convirtiera en una arma literaria ácida y crítica. Este género es típicamente urbano, aunque se le ha querido derivar de los relatos del far-tvest. Mempo Giardinelli, en El género negro (UAM, 1984), asegura que la novéla policiaca se deriva directamente de la novela de vaqueros, del lejano oeste, por aquello de la persecución que realizan los marshal$ centra los bandidos, abijeos y asaltabancos. Theodore Dreiser, primero, y luego WilLiam Faullcner, probaron con sus historias que no, que la novela policiaca y sus derivaciones en novela negra eran propias de la-ciudad. Por ejemplo FauIkner quiso escribir en alguna ocasión una novela policiaca, "para ganar unos cuantos dóla· res". La ubicó en un ambiente campirano, en el sur, y DO por ello es un weatem. Eso sí le salió tan violenta que finalmente dio por resultado una novela negra, de la que se avergonzó y más tarde corrigió, para, finalmente, dar al público Sao· wano. ' Una tragedia americana, no fueron demasiados. James M. Caín y la. novela negra Pero a pesar de no ser muchos, algunos lectores sí se fijaron en la obra de Theodore Dreiser, y uno de ellos fue James M. Cain, .cuya obra más famosa es El cartero siempre llama dos vec:es. No es que copiara el estilo del autor de SUter Carrie, sino que se tomó muy en serio aquello del individuo atrapado en la red social de valores, lo que en forma convencional se llama ambición y deseo. Aparentemente encontramos en Caín un gusto por lo inevitable. La experiencia de la novela no gira en torno a la investigación de un crimen, de preferencia un asesinato, sino en la narración de ese crimen. Al igual que otra de sus novelas más famosas, Pacto de sangre, en El cartero s' mpre llama dos veces, Caín desmenuza esta red social que atrapa a los individuos, mediante la historia de un adulterio que concluye en asesinato. O.tra de sus novelas Más ,.J1á del. deshonor recientemente editada en español, fue dada a conocer originalmente en 1946, once años después que El cartero y diez que Pacto, ya ella se perfecciona el estilo brutal de Cain, del que él mismo dijo en alguna ocasión: "Me sorprenden los romentarios acerca de mi estilo pues no he hecho ningún esfuerzo conciente para ser directo, brutal o duro. tal como se me califica generalmente". En esta novela, Cain parece darle razón a la teorla de que el género policiaco proviene de las narraciones del oeste, pues la trama de esta obra se desarrolla en el lejano oeste: un espía del sur en California, estado que en la Cuerra de Secesión está con los norteños abolicionistas, decide desertar para seguir a una mujer. Así de sencillo. Pues senenlo es el propósito de Caín: mostrar lo que sucede a las personas cuando caen en la trampa social del "crimen ilegal". Porque es sabido que las grandes fortunas, en Estados Unidos yen Europa, en todo el munde; han tenido como fundamento el crimen: algún asesinato, varios fraudes. despojos de tierras, chantajes. que luego fueron cubiertos con dinerQ o "legalizados". Roman Cubero decia que "la delincuencia a la caza de fortunas puede verse como una desviación patológica de la ortodoxa lucha de clases". Al revés que el español. Cain muestra en sus novelas que los individuos comunes atrap dos en la red social y que no entienden las reglas del juego sucio, del deleznable juego subterráneo de la acumulación de capital, son un ejemplo de «d iación patológica" de dicho juego. Desde luego las de Caín. como todas las novelas negras, no son "novelas pedagógicas". A su manera denuncian y ponen de manifiesto este juego sucio y epfrentan estas reglas. este contrasentido social, ese cinismo del poder, con otro cinismo, o con dureza y violencia. Nota: Se puede conseguir Una tragedia americana, casi rematada y en edición de pasta dura, en las o~ rtas que se hacen de los remanentes de (.'olecciones que hasta el año pasado podían comprarse en puestos de periódicos. P cto de sangre y El cartero llama dos veces fueron editadas por Bruguera y hay perdidos en algunas librerías algunos ejemplares de dichos libros, a veces rematados. No estaría por demás reeditarlo en alguna colección policiaca actual, de preferencia mexicana. Más allá del deshonor acaba de ser publicada por Seix Barral en México. 40 _LIBROS DE OTRO AÑO Alain Derbez • • • • • • • • • • • • • • • • • •La coca andina Joan Boldó y Climent y el Instituto Indigenista Interamericano sacaron a la luz un muy interesante libro sobre una planta que, en lo referente al débafe. ha dado más nutrientes al apasionamiento subjetivo que al juicio. Mucho se habla sobre la coca y poco se conoce de esa plQ1lta (erythroxylon coca la han llamado los científicos occidentales) que desde Argentina del norte a algunas regiQnes de Colombia, y sobretodo en Perú y Bolivia. un enorme conglomerad9 de personas consumen mediante el acullicado, Rrocedimiento con el cual se extrae la sustancia a la planta reteniéndola en la boca. Para esta gente la coca es fundamental en todos los terrenos: lo económico, ló socio-cultural, lo religioso, etc. El libro recu~ra una visión indígena de esta planta satanizada por la cultura occidental (hace unos meses los periódicos publicaron detalles sobre el "plan de a}'Uda" estadounidense a Bolivia para acabar con los cultivos de coca) y perseguida por todo tipo de detractores (desde curas a narcotraficantes de otros productos). De nueva cuenta el modo de vida de las poblaciones nativas no se respeta, y camo siempre, lo absurdo de la curación supera con creces los perjuicios de la enfermedad. En el libro puede leerse: "Al eliminar el cultivo de la hoja de coca, al hacerlo o consentirlo, no sólo el hombre andino será el perjudicado, sino todos nosotros, pues el logro de una personalidad colectiva en el mundo de hoy está condicionado al cultivo de lo esencial de las tradiciones particulares, a una peregrinación a las fuentes". La coca andina, México, Joan Boldó I ClímentInstituto Indigenista Interamericano. 1986. El toque latino El toque latino es un libro sobre el impacto que la música proveniente de América Latina yel Caribe ha tenido en la música popular contemporánea en Estados Unidos. Al ser este pais exportador de modos y corrientes musicales hacia todo el mundo, se torna necesario conoc-er las raíces d lo que constituye el producto que después, como es costumbre, comercializarán a todo nivel. Si pensamos en el término salsa. esa nueva etiqueta para una vieja música nuestra. entenderemos por qué nos preocupa la expropiación d la que somos objeto. Tenemos en América Latina y I Caribe la materia prima, se la llevan y la devueJven en forma de moda para ser consumida. El fenómeno no es nuevo y, sin embargo, sigue ocurriendo (desde Xavier Cugat a Miami Sound iachine pasando por las Estrellas de Fania). La traduc·· ción de este libro de John Storm Roberts originalmente publicado en la Oxford University Press en 79, no es muy buena, sin embargo los alcances del autor justifican las limitaciones de la traductora. El libro además de tratar temas como el nacimiento y eq>ansión de la música norteña y la música afro-antillana. los horrores hechos con estas fOt1J)as musicales en Broadway y Hollywood, la influencia mexicana en el jazz y la música couutry, etc. incluye un glosario de términos utilizados en el argot musical, una buena cantidad de fotografías y una discografía recomendable. En ésta, desde luego, se encuentran títulos de los autores nacidos bajo el Río Bravo que viajaron a Estados Unidos para incidir directamente en la cultura de ese país, muchas veces a pesar de varios estadounidenses. El toque latino, Mé.xíco. Editores Asociados Mexicanos, 1982. ~ y por eso le dieron el premio Cuánto vas a que no sabías que Aida es un nombre que no hubiera existido sin la ópera de Verdi... En efecto, fue un nombre forjado por el libretista de la ópera, Piave, en 1869. Si no me crees tampoco vas a creerme que Fernando es un nombre germánico y quiere decir <cel que se atreve con tal de conservar la paz"; Marta quiere decir "señora" y "Pancracio" luchador. Tienen razón aquellos que critican a quienes bautizan sin ton ni son: Masiosare, Maradona, Olimpiada, Panda y Challenger. Ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre. Antiguamente se hacia todo un estudio para ponerle nombre a los hijos. Los nombres querian decir algo. Noel era todo aquél que nacia el día de navidad o el de nochebuena; Celia quería decir, en etrusco, septiembre; Javier. en vasco, casa nueva; Jesús viene de Josué y quiere decir "el hombre que detuvo el sol". ¿Cómo se escucharía si en un afán castellanizante en Radio Unam el locutor dijera: ··'Acabamos de escuchar la novena sinfonía de Ludovico Cortijo de Remolachas". para no usar el holandés Beethoven? Todo esto se puede averiguar. al igual que la cantidad de nombres disponibles para bautizos, nombres que ignoramos las más de las veces, si leemos el Jibro Diccionario de ombres Propios. Una investigación hecha por Cutierre Tibón y publicada por el Fondo de Cultura Económica en 86. La primera edición, sin corregir ni aumen· tar, la hizo UTEHA en 56. Por cosas como ésta. el italomexicano acaba de recibir el premio Al· fonso Reyes. ¿Se parecen entre sí todos los poetas de una época? ¿Están escribiendo entre todos un solo texto que apunta en varias direcciones? Al revés: ¿Son justamente sus diferencias las que permiten que se vuelva visible el rostro del tiempo que les toca vivir? Una vez que las alarmas del malthusianismo literario han sido superadas una vez que el escándalo de la proiiEeración se ha convertido en sedirnento, apagadas desde ha~ rato las discusiones que pretendian establecer una oposición dicotómica entre escritores "cultos" y "buenos salvajes", entre "catrines" y "desarrapados", resulta claro que la aportación literaria de los poetas nacidos entre 1950-59 es una de las más ricas en la historia reciente de nuestras letras. Aunque es quizá demasiado pronto para emprender un intento de ubicación, dado que la obra grande de muchos de ellos se en'cuentra todavía en proceso, un repaso de lo logrado no puede menos que sorprender. Estos jóvenes de los tiempos wstcontestatarios han movilizado una masa lingüistica realmente impreSionante, a la que no sería fácil encontrarle antecedentes en nuestro medio. Si pensamos en términos de conjunto y tratamos de hacer un contraste con el pasado, es evidente que las generaciones que les anteceden no despliegan la profusión de registros, la gran variedad .temática ni el radicalismo expenmental que encontramos en dl~. . Sin publicar mamflestos, sm autopromoverse al rango de abanderados de una nueva vanguardia, sin necesiclad de alambicadas disquisicior.es teóricas, algunos de los escritores de este corte generacional han .emprendido algunas de las tentativas más audaces por renovar el idioma poético en este país. Coral Bracho, Samuel Walter Medina y Alberto Blanco, cada uno discurriendo por vías muy particulares, han elaborado propuestas de Wl inlditado radiralismo. Coral 8..-1ao, en sus dos ·.u1os publicados, Peces de piel fu. a yEl set'(jUe va • morir, someteél lenguaje a UDa violeata trizadura cuyos efectos. advierten en dos.planos: el del silDificante y el del significado. Al mismo tiempo que molecultlrlzo el \-erso, descomponiéndolo en células rítmicas de trisílabos, tetrasílabos y pentasílabos, en otro sentido desvincula a las palabras de las ideas como si tratara de refutar, a fuerza de obstinarse en la desecación, en el puro sentido textual (y sensorial) de los significantes, el prolongado dominio del logocer&trlmlo denunciado por Derrida. El logos, así, deja de ser un elemento ~ector del texto literario. Por eso podna decirse también que su proyecto es, de alguna forma, materialista: porqu.e desplaza los significados y las subbmaciones, la "carga" emotiva y ~l orden sintáctico entendido como normal", para encarni~ en .~ uso meramente ritmico, abterahvo y sensorial de las palabras. Es su materialidád en bruto, podrfa decirse. la que organiza este caprichoso discurso literario. De aquí que leer sus "er~ sea entrar en una aventura aluci- E TRE EL RADICALISMO Y EL DESENCANTO rior que recorre al conjunto, hay que advertir que alIado de este radicalismo sin antecedentes se encuentra también lo que podria llamarse una estricta conJortntJción mode1ictJ, esto es, la presencia de ciertos ~que~as que prescriben un modo hlStórleamente aceptado y probado de hacer poesía, )' al que muchos de ellos se apegan con estudiada devoción. En algunos momentos, como sucede con Tierra nativa de José Luis Rivas, el seguimiento es tan mi~ucioso y. mi: mético que el lector deja de saber SI lo que lee es una parodia o una pura paráhasis de La tierra baldía de T.S. Eliot. Este. con todo, es un caso limite. La conJot7nacWn modélictJ es un9 de los procedimientos al que re-. Evodio Escalante• • • • • • • • • • • • curren con asiduidad casi todos los poetas del conjunto. Quizá. el ~jemplo más notable es el de LuIS Miguel AguUar. E.n sus dos libros, Medio de construcción y Cbetumal Bay Annante que puede llegar a exasperar. de la ciencia de nuestro siglo), Alberthology, Aguilar saquea con excelenLa novedad extrema de esto t rrito- to Blanco ha armado su libro con un tes resultados cuanta tradición poétirios fascina y desconcierta a la vez. procedimiento estrófico que recuerca se ofrece a su lectura. Las saquea Por otra via. por la vía de la es- da los monogramas del 1 Ching, y para renovarlas, para imponerles su quizofrenia, podrla decirse, Samuel que no sólo acepta sino que impone peculiar frescura. El segundo de sus Walter Medina logra resultados que una lectura aleatoria, indeterminislibros, como lo anunciá el título, es se le parecen. Ya sea saboteando las ta, en un grado todavía mayor al que un ferVoroso homepaje a la Spooa convenciones mecánicas de la lectu- exigiría un poema como Blanoo de River Anthology de Edgar Lee Masra, ya sea desplegando un extraño Octavio Paz. En esta Ubertad exacerterso Jorge Esquinea, por su parte, juego de permutaciones y reitera- bada, <liria, !le encttefttra también su. tiene muy cerca eJ modelo de Perse y debilidad: el hermetismo y la confuciones sobre la superficie de la págiacaso un poco más atrás el de Vana, Walter Medina logra sumergir- sión dominan de tal forma en el texto lery. Eduardo Langagne, el de Juan nos en la repentina extrañeza de su que al aplaudir la novedad de la conCelroan. Efrain Bartolomé, el de sintaxis. MJrterialmente, al igual que cepción uno no puede menos que laJuan Bañuelos. Sandro Cohen, el de los signos: las gaviotas de su texto co- mentar la excesiva dificultad para Rubén Bonifaz uño. José Joaquin mienzan a girar, a girar, hasta que desentrañarla. Si el mejor Alberto Blanco, el de la poesía ligera nortecasi nos marean. Blanco se encuentra, <-vmo cr~, en ameneana. Fabio Morábito, el de Pero es Alberto Blanco, en mi opi- otros lugares, esto no quiere decir ciertos poetas italianos. Ricardo nión, el de la propuesta más radical. que pueda menospreciarse el enorme Hernández, el de José de Jesús SamA principio de la déca!la de los esfuerzo de síntesis que significa An· pedro. José de Jesús Sampedro, el de ochenta publicó el que es ha'ita aho- tes de nacer con su explícita subverFernando Nieto Cadena. Héctor Cara el libro más innovador del eonjun- sión de la linealidad del verso y su rreto,. Blanca Luz Varela y Gabriel to: Ailtes de nacer. Conjugando ide- propósito de recuperar un tono mile-petO !lO sólo ellos-, el de Trujillo as místicas provenientes de tradi- nario que sirva pare hablar incluso José Emilio pcIaeco. ciones antiquísimas con conceptos de lo más inmediato~ el ruido de 18$ Me dete~ aquí para mencion~ tomados de la ciencia et.'llemporá- fábriCIIS y el sudor del obrero, con la un hecho qut. reba'ia, por tratarstrde nea (las iniciales del libro 90ft las del usura poundiana como tel6n moral un amplio fenómeno de la cdltura, el ADN, el ácido desoxitribonucleicO, inexcusable. estrecho marco de las influencias liComo prueba de la tensión inteuno de los hallazgos más importantes terarias. Me refiero a la presencia dominante de José Emilio Pacheco en los poetas de este corte generacional. No sólo se le admira, fie le imita, se le parafrasea y se l~ da un lugar privilegiado en los eplgrafes. Es algo más: él ha impuesto un tono, un procedimiento y dos o ~res temas característicos, ligados íntimamente a una visión del mundo, a una manera de ver la realidad circundante. Creo en este sentido, que a Pacheeo se p~ede atribuir, asf sea parcialmente, la notable prefe~ia de estos poetas por la técnica del cuadro, por la técnica del retr~t.o con pers~.naje, forma de inmoVlhzar la rellhdad y de suscit.u la cadena de las identificaciones. A la identificAción que se establece entre el autor del texto y una determinada figt1ra que ha de ser destacada, se agregará la identificación de los lectores, con lo que se sella este circuito edrado en . . 8 torno a la ptmOntJ. . 53 . A menudo esta persona es un escnR tor, pero puede ser también un .pe~­ ~ sonaje de la vida real, de la propIa h· ~··"·~~~~)'~~i~n; teratura o de la mitología urbarUl ~ Verónica· Volkow fija a Sor Juana 41 LOS POETAS NACIDOS EN LOS AÑOS 50 ! siempre. '0 digo que "Parvada~" sea un poema perfecto ni que me parezca línea a linea enteramente logrado; destaco. todavía más, su peligrosa cercanía a otros modelos de la literatura universal. Con todo, el vuelo lírico que Esquinca recupera en este texto me parece uno de los acontecimientos J1lás notables de los últimos afios. . Como lo es también la aparición del "Robinson, perseguido", de Hinojosa, extraño poema intelectual que parte de la 'devastación histórica pero no para regodearse en ella, sino para convertirla por decirlo así en un § acontecimiento del espíritu. Texto • .! extraño y sin antecedentes dentro de . ': nuestro medio, a no ser que nos re1: montemos al Canto· a un dios miDe~ ral de Jorge Cuesta, el texto de Hino. < josa parece ser al mismo tiempo su Wi.:l~~~~:.:;.;:.!:t:d.,;,........~~~;.A":::""-' contestación y su antípoda. Sumergi. .., do en las ventiscas de una temporalidad que todo lo arr~ que todo lo transforma hasta volverlo irreconoInés de la Cruz. Rafael Vargas fija a cible, el poema de Cuesta culmina Susana San Juan, pero también al con una victoria del tiempo sobre el tiempo. La palabra poética, el canto poeta John Berryman, a quien reprocha que se haya dejado imponer el de la inteligencia, "único fruto que papel de héroe trágico que demanda del tiempo es duef¡o", se convierte en Occidente de sus escritores. Roberto la úl,lica realidad perdurable. en la Vallarino fija a una desnudista in· única garantía de trascendencia. Por lo que se ve, Hinojosa no pueconforme con su trabajo. Gabriel TrujUlo a su amigo el escritor Benito de compartir esta conclusión positiGámez y a Guillermo de Nassau, va. Para empezar, no hay en su texto prfncipe de Orange. Arturo Trejo a ese vertiginoso derroche de temporaMalcom Lowry. Marganto Cuéllar a lidad que encontramos en Cuesta, al José Carlos Becerra. Beatriz Novaro, revés, en el poema de Hinojosa lo a Sylvia Plath. Carlm Oliva a Franz que se impone es una desolación de KaIka. César Benítez a El Santo y naturaleza eminentemente espacial. Luis Miguel AI(ui1ar a Cesare Pavese Pero esta espacialización no es sino la consecuencia de una carencia. En y Osip MandelStam. ¿Qué significa esta predilección efecto, como se lee en el propio poretratística? ¿Implica un renovado ema: "El tiempo ha terminado". Y si interés en la figura humana? ¿O es no hay tiempo, no queda cosa que más bien, como me gustarla sugerir, hacer sino hundírse en la nada, sino mimetizarse en la blancura, sino inuna respuesta a la necesidad de poner la realidad en un bloque, para tegrarse a la inmensa desolación de un mar que ahoga todas las palabras que ésta, evanescente, escurridiza, pueda ser asida sin mayor complica- y todos los pensamientos. Pero no hay en el rigor de este texción? Como quiera que sea, se estará de acuerdo conmigo en que esta es to, como pudiera pensarse de primeuna de las regularidades que hacen ra intención, una segregación de pensar que, pese a las naturales dife- derrotismo. Esta nada espantosa y rencias, los poetas nacidos en los reverberante con la que nos enfrenta años cincuenta están escribiendo entre todos un mismo texto~ un texto homogéneo que tiene muchas puntas. . Los esfuerzos de Esquinea y de Francisco Hinojosa, creo, .merecen un lugar aparte. Si la conformación modélica, por su propia naturaleza, tiende a la paráfrasis y la ironía, introduciendo en la poesía un escepticismo desencantaáo no exento en ocasiones de amargura; si la técnica del retrato tiene que ver en gran parte con una mirada que se detiene en la de ast ción y se consume en ella; las "Parvadas" de Esquinca y el "Robinson, perseguido" de Hinojosa, cada cual por su lado, proponen una liberación en la que vemos resarcirse la fuerza del canto y de la inteligencia. Frente al aplanamiento lírico de una época desencantada cuyos dioses . han sido todos derrotados, y a la que.:.._ ya no le queda sino levantar el inven· tario ~ la desolación, Esquinea recupera la potencia de un impulso lírico que se creería derrot~do para 42 el poeta, menos que entenderse como un episodio del acabamiento o la deserción, puede leerse como el emblema de un viaje hacia la soledad de la conciencia, como una especie de ascesis o purificación que puede cambiar algo en nuestra mente. La trascendencia de Hinojosa, podrfa decirse, es hacia adentro. Al asdomerar la desnudez, al descubrir ti ser en la pura espacialidad, en los desfiladeros de la extensión desprovistos de contenido, posibilita el descubrimiento de una nueva idealidad en un mundo cafell,te de idealidad, de una nueva esperanza en un mundo que la ha vuelto imposible. Frente al pasmo y al inmovilismo de muchos de sus contemporáneos. el de Hinojosa es de esos textos que desprenden un ir- hGda. Noimportaqueertei~hacia desemboque en un cero. Es, al fin, un desembocar que es también un abocarse, pero un abocarse no dogmático ni mucho menos pedagógico: si algo no hace el texto es indicarnos hacia a dónde tendremos que dirigir los pasos. En el polo de la áspera cotidianidad encontramos a otros poetas. Entre ellos, a Ricardo Castillo, a César Benítez, a José de Jesús Sampedro, a Ricardo Hernández, a Silvia Tomasa Rivera y a Rubén Medina. Es el aqu( y el ahora de la experiencia inmediata lo que les proporciona el material de sus poemas. Esta inmediatez puede ser. además de liberadora, conOlocionante. Creo que no es exagerado decir que la publicación de El pobrecito señor X de Ricardo Castillo tuvo el efecto de una bomba en una tranquila reunión de comensales. El furor antiacadémico de un "buen salvaje", su acidez crítica totalmente anticulterana, su vulgarídad amarga y liberadora parecieron abrir nuevos caminos a la poesía en nuestro país. Este libro de Castillo fue de hecho la señal que denotó el surgimiento de una nueva genera· ción a la que, como pudieran haber dicho The Wbo, ya no se la podja continuar engañando. Los valores tradicionales: la familia, la patria, el progreso. con su capacidad de con- vocatoria y consenso social, se convierten de pronto en monedas vadas. Esto no excluye, por Sfipuesto, el autoescarnio. En un poema que tiene todo el empaque de una autobiografía sintética titulado"Autogor', y después de reconocer que jamás ha servido para nada y que no ha hecho sino "cronometrar el aniquilamiento", el· sujeto poético no puede concluir sino con este golpe a la mandíbula, quiero decir, a su propia mandfbula: "Como alguien me lo dijo una vez: Valgo Madre". No está lejano de esta actitud César Benítez cuando inicia su poema sobre "El Santo" evocando "el callejón de los madrazos", en el que estarían metidos ms mismos admiradores. O Rubén Medina cuando comienza uno de sus textos llIiciendo: "Qué duro es, padre, hablarte en estos tiempos! cuando parece que uno ya no cree en nadal ni siquiera en el olor nocturno de noviembre..." . Imposible edulcurar el entorno. Los poetas se sienten atrapados en un mundo hostil y dificil, en el que la groseria y la vulgaridad no parecen ser sino elementales medios de autodefensa. Apenas la distancia necesaria para preservar un sentido de la identidad. As( se advierte en algunos de los textos de Silvia Tomasa Rivera, por más que en otros el tema amoroso irrumpa con una vivacidad por sí misma reconfortante. José de Jesús Sampedro y Ricardo Hernández, se diria, parten de la cotidianidad, pero una cotidianidad codificada por los medios masivos. El cine, el rock, los noticieros de televisión, las fotograffas~ el periódico aportan una sustancia multiforme que será reciclada por los poetas en su esfuerzo por ubicarse en la realidad y dar respuestas lúcidas a sus constantes desafíos. Sin la austeridad de los oficiantes del verso, antes bien, empeñados en multiplicar el orden de sus referencias y en dejar correr su verso en las lindes de un prosaísmo que rehuye toda afecta· ción, no es extraño encontrar en muchos de sus textos una pudorosa nostalgia qué llega a ser, por sí mis- ~ I Please note: An unrelated section of four colored pages was not scanned. Although there is a break in pagination, no text is missing. Atención: Una sección adicional de cuatro páginas de publicidad en colores no ha sido escaneada. Aunque hay un lapso en la paginación, no falta ningún texto. roa, el verdadero signo de la autenticidad poética. Es decir: la única prueba real de que el caos multiforme del mundo se ha convertido en interioridad. Un Intento de recapitulación me lleva a dibujar una especie de CUDdrado retórico que estaría constituido por los siguientes vértices: 1) Radicalismo experimental; 2) Conformación modélica; 3) Lirismo emotivo e intelectual; y 4) Cotidianidad prosaica. Por supuesto, serla abusivo pretender que este esquema lo abarca y lo comprende todo. No intenta ser sino esto, precisamente, un esquema que muestra la enorme riqueza de tendencias que se trabajan al interior del corte generacional de que se ocupa esta recopilación. Advi~o que un quinto vértice podría ser incluido. Este quinto vértice, que contribuye a darle un nuevo movimiento al conjunto, es el de la restauración vernácula, el cual podría definirse como una revalorización de los elementos no urbanos de nuestra cultura, en sus dos aspectos, a saber, el regionalismo y la etnicidad. Luis Miguel Aguilar y José Luis Rivas, de quienes se habló antes por otros motivos, son dos casos notables de revaloración regionalista. La Cbetumal Bay Anthology, por ejemplo, es un intento franco, deliberado de .reencontrar los prestigios y las opacidades de lo estrictamente Pu&; blerino. La vida cotidiana de los habitantes de una añeja Bahia de Chetumal, con todas sus limitaciones de población pequeña y en consecuenpia endógena, es el tema nada heroico en el que Aguilar se basa para dejar constancia de sus preocupaciones literarias. Arrebatado en cambio por el lirismo nostálgico de quien pretende recrear el parafso perdido de una infancia que no volverá, José Luis Rivas asume en un tono quizá demasiado idealizante este mismo retorno a lo regional. a la tierra nati· va que lo vio crecer y asombrarse ante la vida. Sin los excesos de esta modulación nostlÜgica, más bien con el azoro de quien contempla una realidad que siempre Je resulta admirable, Efrain Bartolomé hace lo propio conelentorno selvático de su Chiapas natal. El acento étnico, con tintes inevitablemente ecologistas, aparece por su parte en la poesía de Luis Cortés BargaHó y Marco Antonio Jiménez. Es evidente que este movimiento de retorno implica ml más o menos consciente rechazo de lo que ha hecho con el hombre la historia contemporánea. Al leer a Bargalló y Jiménez uno no puede menos que evocar el antecedente de un Antonin Artaud que pretendía encontrar en tierras tarahumaras las raíces de una antigua vitalidad que veinte siglos de civilización han convertido en veneno mortffero. Menciono rápidamente los nombres de otros poetaS que contribuyen al interés del conjunto. Pienso en el estimulante informalismo de Alain Derbez, en las derivas solitarias de Pura López Colomé, en -el burlesque paródico de Víctor Hugo Piña Williams. en la tensión neorrenacentista de Vicente Quirarte, en la protesta femenina de Kyra Galván. en la desolación villaurrutiana de Benjamín Rocha, en la concentración verbal de Francisco Segovia, en la miniatura retrospectiva de Rafael Torres Sánchez y en la verbosidad contestataria de José Javier Villarreal. Hasta donde alcanzo a ver. uno de los aspectos problemáticos del conjunto es la actitud ante la hi~1:oria. Aunque la mayorfa de los poetas que integran este corte generacional se da a conocer en los años setenta, que son los años del radicalismo desesperado que da origen a diversos movimientos guerrilleristas, consecuencia directa del trauma que significó la matanza de TIatelolco en 1968, es dificil, si no imposible, encontrar en ~tos poetas lo que podría llamarse una actitud polftica ante la poesía. que se traducirla probablemente en una manera explícita de asumir los acontecimientos históricos inmediatos. A diferencia de muchos de los poeta.. nacidos en las década.'i de los treinta y los cuarenta. los poetas na· cidos eutre 1950 y 1959 mantienen' una actitud que llamaríamos sesgado. Ninguno de ellos escribe poemas politicos. Cosa que si hicieron. y bastante a menudo, los poetas que derivaron del ponicismo (Marco Antonio Montes de Oca, Enrique Gonzá- lez Rojo. Eduardo Uzalde), los integrantes de La Espiga Amotinada (particularmente Juan Bañuelos y Oscar Oliva) y los de la generación. inmediatamente anterior. Podría decirse acaso que los poetas . recogidos en este libro integran una generación en la devastación, que posiblemente ha entendido que la historia no es otra cosa que un callejón sin.salida al que ha sido conduci· da por otra.'l generaciones al ucinadas por las ideologías y por firmes creen· cias en la salvación del destino hu· mano. Estos poetas han perd,do esa credulidad. Si los añ-os sesenta y setenta son mundialmente una época de expansión y radicaliSMO político. una época propicia a las actitudes contestatarias. los poetas aquí incluidos parecen venir de regreso de este estado de euforia que ellos no como partieron. De aquí su desencanto. su nostalgia precoz. su incredulidad política. pero sobre todo -valga a manera de hipótesis- ese notable instinto de concreción que los lleva mu)' frecuentemente a recortar la realidad en cuadros personales que facUitan una identificación inmediata y elemental. Conjuran, asf. de una sola vez, tanto la dispersión de las imágenes como el flujo incesante :te una temporalidad que podría salirse de control y conducir al sujeto a parajes insólitos, a parajes inesperados. Estoy tentado a decir que donde la escritura avanza. la historia retroce-de; pero que retrocede para incrustarse de otro modo en la letra. Para trazar en su cóncava superficie las estrías del sentido. Al desplazarla, al ponerla a distanda, la escritura no anula la historia: más bien la ubica para no confundirse con ella. Para preservar.de otro modo, aquello que le es específico, y sin lo cual no seria lo que es. Pero este distanciarse de la historia no puede dejar de ser a su vez un distanciarse histórico, porque asume las marcas de esta operación y del momento en que la oper8llión se produce. La propia fijación de Pacheco y su incorporación como gran cuerpo subliminal, como archimodelo que establece las pautas de una escritura desengañada y escéptica, que nada teme tanto como la dis· persión o la deriva. se convierte en otro -rasgo más de su inserción en la historia. incluyendo aquf. por supuesto, la propia historia de la literatura. Explico en un par de rárrafos, para terminar, cuál fue e criterio con el que se hizo esta recopilación. Por principio, traté de no hacer una antología de poetas sino de poemas. Pensé que antes que apostar por ciertos nombres, lo que tenia que hacer era dejarme guiar por un mero ins· tinto de lector. ¿Cuáles son los poetas que moldearán definitivamente el rostro de-este grupo generacional? No lo sé ni tampoco me interesa sao berlo. Los asuntos de la posteridad pertenecen a otro círculo. A mí me bastó con el solo placer de la lectura. Escogf los momentos de gracia, las felicidades de la expresión. los pasajes más recordables, y los tomé ahí donde pude encontrarlos. Mi intención fue armar un libro placentero. un libro que el lector pueda abrir en cualquier parte con la seguridad de que encontrará un texto disfrutable al que podrá volver en otra.o; ocasiones. Menos que una antología en el sentido trascendental que a menudo tiene esta palabra. traté de hacer un libro compañero, un libro para el bufÓ, para leerse en las esquinas, mientras sc espera el camión o durante los intermedios de una obra de teatro.o de un concierto. Quise también algo que suena más ambicioso: integrar con este ramillete de textos lo que podría ser un retrato generacional. Poner al alcance del lector una imagen. lo má'l completa posible. de lo que están haciendo los poetas nacidos en la década de los cin.· cuenta. Intento facilitar así. en el plar:t0 de la lectura, esa identificación que como se ha visto preocupa de manera tan especial a los autores aquí recopilados. En algunos casos. y con este propósito en mente. me vi en la necesidad de seleccionar textos que aca'lO no son precisamente aquellos que sus autores hubieran preferido. La cortesía me obliga a decir que lo siento aunque sé que no hubiera podido hacerlo de otra manera. De Alberto Blanco y de Javier Sicilia. para dar un ejemplo, no escogí ninguno que hubiera sido recogido antes en uno de sus libros. ¿Quiere decir <lue para ellos estos textos tienen un valor menor? Lo ignoro. En dadu caso, a mí me pareció que estos textos encontrados en periódicos y revistas daban una mejor imagen del sentido de su trabajo al mismo tiempo que cumplían con mi propósito central de hacer una recopilación atenta sobre todo al disfrute de los lectores. Sé per- ! fectamente que Antes de nacer o que La presencia desierta contienen los textos má'\ ambiciosos. y más arquit~tónicos. podría decirse, de Blanco y de Sicilia. Esto no quiere decir que sean lo mejor de su trabajo. A este criterio me atengo y lo_ explicito para evitar malo~ entendidos. [Prólogo al libro. Poetas de una Cener. ción (1950-1959), que publicará próxi. mamente la Direcci6n de Literatura de la UNAM]. .7 _ _ _ _Rubén Y áñez, de LA ETAPA EN MEXICO y EL RETORNO _ _ _ _ _A URUGUAY "El Galpón" Mauricio Ciecbanower ntre junio de 1976 Y octubre de 1984, las huestes de la institución teatral El Galpón, de Montevideo, se vieron forzadas a instalarse en México. La razón de tal "cambio de domicilio" es pública y ampliamente conocida t.'omo para abundar en detalles: la regencia de la dictadura imperante en esa tierra sudamericana. A lo largo de aquellos ocho años de exilio. desarrollaron una amplia labor en el medio local y en incursiones por el exterior, ofreciendo un catálogo de obras de diferente temática, con preemicia de las de orientación latinoamericana. na corta estadía en Méxiro de una de las ca.bezas visibles de ese grupo teatral uruguayo, Rubén Yáñez, ha permitido reconstruir lo que fuera aquella etapa en el exilio -vista con la perspectiva de los años tran~rridos- y, a la vez, enterarnos de lo que ha sucedido con el grupo a partir de su retnserción en el país del Cono Sur' que los viera nacer artísticamente, allá por 1949; en una vieja caballeriza de finales del siglo XIX de gruesas paredes y techo de zinc, arrendamiento de una bodega (galpón) que habría de darle nombre definitivo a este grupo que se ha constituido en toda una institución en sus fronteras propias y en el ámbito internacion~l. , Una suerte de balance de "El Galpán" en sus años de estancia en México, visto a la luz del tiempo tra'lscurrido desde el regreso a Uruguay. -Así como en la Argentina, e~ Uruguay tenemos una cultura en general con una muy marcada referencia europea. De alguna manera, el exilio (tanto para el teatro, como para la literatura o para las artes plásticas), significó una profunda inserción en América Latina, y particularmente en México. A nuestro regreso, tanto el público como la crítica lo dijeron expresamente: que nos encontraron mucho más latinoamericanizados, en distinlos W¡pectos. En lo temático, por ejemplo, en el exilio nos vimos precisados a trabajar para públicos no convencionales del tealro, como el campesinado o el estudiantado que no es del DF; esto significó que lo que era habitual en Montevideo, en cuanto a recurrir a las grandes obras ya escritas, tuvimos que variarlo estructurando espectáculos que, tanto por la forma como por la temática, se adecuaran a los intereses y sensibilidad de ~ nuevo tipo de público. Desde el punto de vista estético, esta latínoamericanización se verificó en un uso del color, de la música, del canto, e incluso del baile, no habitual en el teatro tradicional montevideano. Esto también se comprobó en el trabajo de puesta y en el actoral. Desde d punto de vista de los vínculos del ~ovirriiento teatral, a partir de esta experiencia del exilio, el teatro uruguayo -que tradicional- ... mente había SIdo un teatro bastante aislado de Latinoamérica, y autosuficiente- se eptpezó a abrir al continente. Y no sólo El Galpón ha incursionado por Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia, sino que otros elencos uruguayos haB salido a recorrer algunas regiones del continente. Casi en términos de representación del grt4pO, ¿qué ac(mleciá a ltivel personal entre ~'U8 integrantes? -Esta modificación colel.'tiva tuvo sus profundas versiones personales. No sólo en lo que tiene que ver con una ubicación concreta y vital frente al continente latinoamericano sino, además, específicamente, con respecto a México. Atahualpa del Cioppo siempre ha dicho que la dictadura nos quiso dejar sin patria, pero no hizo otra cosa que agrandarla. Cuando volvimos a" Uruguay, si bien éste era nuestro objetivo fundamental durante el exilio, empezamos a extrañar a México. No sólo por lo que habíamos vivido aquí durante ocho años, sino porque inclusive nos llevauaos varioS hijos mexicanos. Esto hace-que para ñosotros volver a México, ya no como ex.iliados sino en una relación de intercambio cultural y humano, se constituya en una necesidad vital y cultural. De· St'amos romper la distancia entre el Cono Sur y México que hace difícil un intercambio vivo desde el punto de vista cultural, y es por eso que queremos coordinar -especialmente con los compañeros del teatro argentino- instrumentos que den mayor fluidez a este intercambio. Profesionalmente ',ab'ando. ¿qué le de;fÍ "El GalpólI ,. a México como fruto de su tarea y 8U estancia aquí? -Eso lo saben más los mexicanos que nosotros, pero pensamos que lo que le dejamos a México es un concepto del teatro independiente uruguayo que exige, para realizar lo teatral, una organización de quienes lo producen y una organización de quienes lo reciben. Para darle al teatro no simplemente espectáculos, sino también la continuidad de equipos humanos que, en la pluralidad de sus perfiles, crt.'en realmente una tradición teatral. En cuauto a lIiv(d didáctico y furmativo paTa el medio reatral ,pca1lo. la misma preguntu ... -Nosotros siempre tuvimos, y seguimos teniendo en Urugua}', una escuela ~e arte dramático -que ahora lleva el nombre de Mario Gallup, fallecido en México-, con el objetivo de preparar en ella a los futuros integrantes del Galpón. Cuando estuvimos en México, nueslro objetivo era volver al Uruguay, por lo tanto no podíamos J preparar a jóvenes mexicanos para ese futuro del Galpón. Por eso no abrimos en México una escuela, pero sí realizamos muchos seminarios y talleres destinados a difundir nuestra concepción organizativa y artística, tanto en lo que se refiere a la dirección como a la actuación. Estos talleres no sólo se realizaron en nuestra sede en el DF, sino también, para teatro, en universidades como las de Puebla y Guerrero y. para títeres, en muchas localidades de la República Mexicana. ¿Y qué hubiera pasado si el erilio se hubiera prolongado duraflte muchos lhás añ()s~ como fue el caso ck los españoles dura"t(· el régimen jra,,quistafl -Aquí ~ntramos en un plano especulativo)' de hipótesis. Según el ritmo que fueron teniendo los acontecimientos de la dictadura en su enfrentamiento con el pueblo uruguayo, a los que t: -tuvimos cuidadosamente atentos, nUt:'Stro proyecto inicial de hacer del Galpón un teatro uruguayo en el exilio, y no un teatro mexicano, se mantuvo vigente hasta los ocho años que duró ese exilio. Como nuestro trabajo no se realizaba en el vacío sino en el seno de la realidad mexicana, si el exilio se hubiera prolongado mucho más quizá también la dialéctica de estos factores se hubiera modificado. Pero esto sólo lo hubieran determinado hechos que, afortunadamente, no ocurrieron. Con..,ideraciones sobre qué pudo haber quedado sin concretarse, a medio camino (' sin completar- se totalmente. -Nuestro proyecto apuntó siempre a hacer de este trabajo artístico un instrumento del pueblo uruguayo para la recuperación democrática. desde nuestro lugar en el exilio. Esto ignificaba pon~r al pueblo y a las instituciones mexicanas en una relación de solidaridad con el pueblo uruguayo; a su vez, esto significaba darle a México lo que modestamente podía estar n nu~tras manos como aporte cultural y artí tico. El primer objetivo se cumplió; lo que puede quedarnos es un cierto sabor amargo por no haber podido seguir aportando, y a la vez enriqueciéndono , en lo que se refiere a nuestro trabajo en México. Por eso es que hoy levantamos el objetivo de encontrar los caminos que no permitan trabar más nuestras culturas: venir frecuentemente a Mé ico y que los teatristas mexicanos vayan má al Río de la Plata. Resume" .ñ,dético de lo realizado desde el regre,<¡o a Uruguay. que no "aya sido preselltado atlte el público mexicano. - La" lista resumida que puedo proporcionarte de este periodo, en un orden medianamente cronológico, incluye ti tu lbs como Somos o no somos, con t~.xtos de distintos autores, Cuatro para Chejov, sobre narraciones del gran escritor ruso, El círculo de tiza caucasiano. la conocida obra de Brecht, Las brasas de la tie'na, de Mar)' Vázquez y sobre textos de Juan Rulfo, El patio de la torcaza, de Maggi y cura direc:ción estuvo a mi cargo. Pepe el Oriental, de Milton Schinca y GuUiver dormido del costarricense Samuel Rowinski, Tartufo, de Moliere, Entre gaUos y medias noches, de Rein y Curi, montada por este último director uruguayo, El pozo de las monedas, una pieza para niños, Reir en uruguayo, en base a escritos de diversos autores, y Egor Bulichov y otros, del también escritor ruso' Máximo Corki, que fue preestrenada en diciembre del año pasado para su presentación oficial en este 1988. Este es el detalle que me pediste sobre las obra~ que no fueron apreciadas por la platea mexicana en nuestros ocho años aquí. aunque debo hacerte la aclaració de que lars seis o siete qu dimos a conocer en México también fueron representad~ en nu~1ro recinto teatral montevideano. Y otra aclaradón complementaria: junto a esos montajes de Pluto o de la riqueza, Voces de amor y lucha, Pedro y el Capitán, Puro cuento, El enfermo imaginario y Artigas, general del pueblo, hubo otras que sí fueron conocida en México durante nUC1ótro exilio, pero que tuvieron nuevas versiones en su traslación a nuestro escenario montevideano. Me estoy refiriendo a Candelita, una pieza de teatro para niños de Sllúl Ibargoyen -que también eligió México para su radicación durante la dictadura-, en mancuerna autoral con Ribeiro, y Aventuras de Juanita y Pepe, de Loureiro, con dirección de este mismo autor así como Ah, la ciencia, del autor de la ueva Dramaturgia Mexicana, Víctor Hugo Rascón Banda. Creo no haber cometido ninguna omisión en este resumen de títulos que me has solicitado. Ulla pregunta final sobre si la experiencia vivída Dinclor GenntJl: José Pagés Llergo Dinclor: Paco Ignacio Taibo 11 Jefe tk ~ Gerardo de la Torre DiedIo: Beatriz Mira Bedaccióra: Francisco Pérez Arce, Mauricio Ciechanower, Rogelio Vizcaino, Emiliano Pérez Cruz, Luis Hemández, Cosme Omelas, Jorge B'elannino Fernández TODW, Jesús Anaya Rosique, Andrés Ruiz, Orlando Ortiz, Víctor RonquUlo, Juan Manuel Payán, Héclor R. de la Vega, Carlos Puig, Angel Valtierra, Pilar V'squez, Armando Castellanos, Ciro Gómez Leyva, Miguel Bonasso, Eduardo Monteveme, Nain Derbez llwtrocilm: Fabwi CoDZález Negrín, Celia Fanjul, Ricardo Peláez en Méxü;fJ pudo haber significado para "El Gal- pón'- el modificar o afiliar la estructura institucional y grupal que posefa antes de emprender el exilio a nuestro país. -Considero que esta transformación fue fundamental. uestro trabajo en México nos llevó no sólo a recorrer todos -pongo énfasis en esto: todos- los estados de la República Mexicana, sino además a realizar desde esta tierra una actividad internacional que nos llevó a veintiún países de América Latina y Europa. El teatro urugu6lYo había sido -y no me estoy refiriendo pura }' exclusivamente al Glllpón-, hasta el ascenso de la dictadura, un teatro casi fundamentalmente montevideano, salvo algunas esporádicas salidas al interior del Uruguay y a la capital argentina, Buenos Aires. En los tres años que llevamos de haber retornado, de las mil uoscientas y. pico de funciones que hemos realizado, más de doscientas se efectuaron en la provincia uruguaya, y casi cien en diversos escenarios de Argentina, Brasil. Paraguay r Bolivia. Para llevar a cabo esto, El Galpón ha debido transformarse, tanto cualitativa como cuantitativamente. Para dar un ejemplo concreto, nuestro Departamento de Extensión se ha (.'onstituido en una de las líneas principales del trabajo de nut:'stra agrupación. Cuantitativamente, la institución se ha visto precisada a crecer hasta alcanzar la cifra de cien integrantes. al margen de una amplia red de colaboradores. Este es el fruto de la experiencia vivida en México, la cual ha incidido incluso en una estética que hace que los espectáculos puedan ser presentados con todo el despliegue técniéo imprescindible para una sala teatral o, por el contrario, <:on la pre.cariedad que en ese rubro pueden ofrecer ambient rurales o educativos di!>1antes. Esto también ha incidido en la elección de un repertorio al servicio de esta extensión del trabajo teatral. Todo esto qut' he mencionado no es sino la trasposición de una voluntad de llegar con el mensaje del teatro a todos, tal como El Galpón lo dt>Sarrolló durante la experiencia vivida y realizada en la nación mexicana. El pastor Walter Zielk,e, de la iglesia evangélJca alemana, entrevista al embajadOr de la dictadura argentina en Bonn, Roberto Guyer. Le pide por tos niños desaparecidos durante la represi6n ...l1itar de Videla. El embajador Guyer, con sonrisa vacla .V cosmética, saca la carta del triun~ lo: lee las declaraciones de los tres di· putados lOeiaJdem6cratas Penner, Jun¡mum y Kuh1wein. (1J«:lDrGCi6fl de Hugo HtlMe en nombre de ID frtICCf6n pGrlamentGtia de Id SocIoltlemocradtJ tdemona en 141tl1f6n IObu crédltol de guma del Rek1wtog tleI4.8.1914: UNoso,r0$1IO UJnerrwI ~ deddimo, hoy lOMe ri tJJIDfItJ1JIOI o no 14 guerra sino QUrC4 de 101 crédjlol ~ para la deJeua del' ptdI". CalUt'08Ol de ,., ~ ~.)24 aplaUlO8 de parlidol bur- Darmstadt. Una señora repre5entante de Amnesty, de&pués de!tacto por los hijos desaparecidos ae los patriotas argentinos asesinados. me regala un libro del mejor hijo de esa ciudad: Georg BOcbner. Me Jnsiste: léalo, léalo. Leo las páginas de ese joven de 21 dos que a esa edad habia dicho en el siglo pasado todo lo que escuela históricas, fUosóficas y poUticas no lICiertan a decir en siglos enteros. El gran relúopago, la luz plena y generosa en medio del constante gris alem~. Al emprender el viaje de regreso me reconcl1io con ese paisaje violentado, ennegrecido a fuerza de afán de luero, que se estira entre Darmstadt y Francfort, y me digo: por lo menos de aquí se puede rescatar la figura de ese héroe lim~ero leo un recorte del "WestfaAllgemeine Zeitung" que un estudiante me alcanzó en el acto de la noche anterior. La figura juvenU de Georg Büchner se me desdibuja, como cosa antigua y sin esperanza, y me sonríe desde el recorte el diputado socialdemócrata alemán Wilfried Penner. Hace declaraciones sobre la Argentina: "En lo económlco, a la ArgenliM le oa bien a peaar de la injlocf6n. El problema se debe mds CJ. 14 mentalúlGd de·...., habitantes, que Iaou recoNÚJ' a la de los cmm-qtdIfos OCQC(M y a b majioMJl dcaúJrIOl. Alló no le no'o tln mayoT,deIcon'enlo. Se ',ato mdI bien de un régimen ""Iontario pero no totalitario. Existen torturtll, Y procecUmlentos fundIco. muy lenlol, QI{ iomo mraljnd· ltIcIonea del &todo en la eajmJ ,m-' oodo de lo. orgenlitlOl. Pero e8to 110 tzfr.cta en general ál hombre de la CtIlle". Si, Alemania, tus socialdeDlÓcfata. La alegria por Bnchner ha durado poco. . El diputado PenDer me hace recordar • esos yanquis satisfechos que visitaban l. Alemania nuJ como turistas y luego declaraban: sf, se ven algunos judíos por la calle con la estrella amarilla, parece ser que quemaron algunas sinagogas, nosotros no las vimos; se ha detenido a al· gunos intelectuales y se ejecut6 • algunos cuantos comunistas, pero a la gente se l. ve contenta por la calle, todo está limpio y ordenado y, por 50bre todo, no hay huelgas. Penner, el socialdemócrata que ~sttfica dictaduras. Büchner, el jo- ____RESIDENCIA E LAAMADA TIERRA ENEMIGA Osvaldo Bayer• • • • • • • • • • • • • (segunda parte y final) ven rebelde con la vetdad en los la· bios, buscado por terrorista. Como reacción a la calificación de mi pueblo hecha por Penner de mezcla de vascos anarquistas y sicilianos mafiosos podría buscar yo una definición del pueblo alemán que con· formara esas generalizaciones superficiales tan comunes. Pero para eso me falta la clásica arrogancia europea. Porque existe todavía la 'Castumbre de que un europeo puede darse el lujo de hacer tales apreciaciones de los denominados "pueblos primitivos". No es una arrogancia por carácter sino congénita, metida desde hace siglos, desde cuando vinieron con la cruz y la espada a metemos su civilIZación y su religi6n. A Penner, a Jungmann y Kuhlmann los llevarla a que conocieran, por ejemplo, a nuestros delegados de fábrica presos, y podrlan ver su mentalJdad despierta, su cultura proletaria, su seriedad, su amplio sentido de la solidaridad. Ni un atisbo de la mentalidad "mafiosa" de la que habla Penner. Sería el caso de preguntarse con toda honestidad y sin temores en quién hay mú predisposici6n al método mafioso: si en un diputado europeo que viaja a la Argen. tina a defender los derechos humanos y vuelve defendiendo a una oscura y cruel dictadura militar. o en todos aquellos argentinos que luchan por la libertad en su país. Palacio de Hofgeismar. cerca de Ka.ssel. En la Academia Evangélica habla la secretaria de Estado de Relaciones Exteriores de Alemania Federal, doctora Hildegard Hamm· Btücher sobre "Cultura alemana en el exterior". Afuera, el césped, fuentes de agua, abetos con copas simélricas, todo en la perspectiva del palacio de mediados del siglo XVIII. La voz de la alta funcionaria suena fina, delicada, elegante, sin afectación. Nos habla de los esfuerzos del gobierno federal alemán para proteger la "identidad de los pueblos". Si, justo eso. El tema de moda es la identidad de los pueblos. Ante mi veo los rostros de los nueve delegados obreros de Mercedes Benz Argentina, secuestrados. asesinados, ni siquiera sus cuerpos se encontrarán ja- más. ¿Identidad de los pueblos? Y las mUes de hectáreas de selva amazónica que la Vol1cswagen ord nó talar en BrasU? Recuerdo los atardeceres en la pampa cuando en las pulperías los gauchos, después de las tareas, buscaban sus guitarras y d izaban entre los trinos de los pájaros nocturnos un triste o un cielito. Las guitarras se fueron y llegaron los transisto'res. y ahora la industria alemana logro introducir el sistema Pa! en rolores para la televisión argentina. Pero gracias a Dios, Bonn gastará unos millones más para cuidar la identidad de los pueblos. "Buenos días, Argentina", cantada por Udo ]Orgens, Berti Bogts y el "Katsche" Schwarzenbee1c, y trasmitida hasta el hartazgo en las emisoras argentinas durante el campeonato mundial de fútbol de 1978, es el prototipo de la canción empalagosa y superficial de la actualidad germano-occidental hecha para producir ganancias. Para burla de los patriotas encerrados en las cárceles de la dictadura miUtar, "Buenos días. Argentina" fue trasmi· tida ,todas las mañanas por los altoparlantes de esas pri iones. La sonrisa de Hermann euberger25 , de Udo JOrgens, de BerH Vogts. Identidad de los pueblos. Tuobién será elevado el ~resupuesto para el GoetheInstitut26 y para las escuelas alemanas en el exterior. Los mUlones de analfabetos latinoamericanos iguen aumentando año tras año. Uueve en Hofgeismar. La doctora Hamm-BrOcher termina su conferencia. Por los pasillos del viejo palacio suenan todavía las melodtas de antiguos minués. 8 Christstrasse 17, Berlín- Charlottenburg. AlU vivo con mi hija. La casa" va a ser erribada de manera que somos los únicos inquilinos que quedamos en el bloque trasero. En el siglo pasado habla sido residencia de militares que prestaban servicio en la guarnición cercana. La bomba de agua en el patio interior. Aqui, en 1866 y 1870 las flores habrán cruzado la calle, los vivas y las orgullosas lágrimas de muchachas recibiendo a los héroes de K6nigsgrltz v Sedan. Medallas y cascos plateados a la von def Coltz, como en un libro de lámi· nas. La glorificaci6n de la violencia, gargantas que cantaban virilmente el viva la muerte. En especial la muerte de otros pueblos. Pero aqui, en el patio interior ya no se oyen voces mUltares saludándose reglamentariamente ni hay niñas vestidas de blanco con flores. Ahora juegan chicos turcos, hijos de los mUes de obreros que han 4ebido seguir el irracional camino del capitalismo. Han subido cosas del sótano, maletas desfondadas, algún baúl abandonado. Ropa~ viejas, objetos sin ningún valor de anticuario. Un paco de cartas se ha ido desparramando por el patio. Las recojo. La mitad son ilegibles porque se han mojado por la lluvia. Me interesan siempre las cartas. Es sin duda alguna la forma literaria más auténtica. En ellas el autor casi siempre se entrega mis al lector. Hay menos cuidado por el estUo, se escribe como se habla. Son cartas que van de 1939 a 1943. Correo de guerra N° 00933. Del sacerdote y sargento mayor Richard Kretsch,mer, de la Esc\1ela de Pilotos de Oh-servación de Brieg, en Silesia. Cartas a los padres. Estos tal vez hayan muerto y nadie se encargó de retirar los recuerdos que fueron a parar al sótano. Es posible que ésta sea la última vez que se mencione al sacerdote Kretschmer, que alguien lea sus pensamientos intimos. Sus cartas son manuscritas y me cuesta descifrarlas. Pero también hay páginas escritas a máquina y mimeogrúiadas. Son mensajes religiosos a su feligresia anterior. Tomo uno de ellos. Está dirigido a "Mi8 queridos conjir1n4ndos" y es del 5 de enero de 1940: "Pr.onto tendr6 lugar f>lU!8tf'a confirmación. No podf'é mar en ése, vua-tro dio; pero me dento orgullo8O de potkr participar en la gran lucho de nuatro pueblo, de pode1' cumplir con mi deber deMle mi humilde cargo y de veItif' el uniforme militar". Con este trazo epistolar encontrado en un patio interior de Charlottenburg compre.ndo más lo ocurrido con el pueblo alemán de 1933 a 1945 que leyendo diez tomos de historia y sociologia. Aqui el heroismo se mezcla con la irracionalidad; la perversión, con el sentido del deber; la abyecta obediencia al Estado con el odio a otros pueblos, y la agresividad y la perfidia cubierta con una débil capa de pureza superficial., Y ésta es la llaga siempre abierta de Alemania. Esas cartas son más actuales de lo que cr~mos. Este BerHn herido de muerte está lleno de testigos mudm de algo que ocurrió, que todos saben que ocurri6 )' que es un fantasma que nos sorprende al pasar por frente a los muros de la'>' antiguas casas, frente a cada árbol de tronco grueso, frente a cada hombre y cada mujer de cabellos blancos. Los chicos turcos se han ido. Las sombras avanzan sobre esta casa que cobijó a oficiales prusianos. El sacerdote y sargento mayor Richard Kretschmer, el 5 de enero de 1940: "Para mi, la lucha contra el enemigo de mi país es como ojiclar el ~ thvino, porque creo que mi pueblo ha recibido de Dios una misión para transmitir a otros pueblos. Lo lucha es un oflcW thoino porque así custodio a mis Jeres .querido, y a mi pueblo. Mis queridos confirmandos: esa moda de querer ver en CtVto al fundodor de una fe judÚl desaparecerá muy pronto de entre nosotros. Lo verdad es que itIIto Crlato tiene la misión de protegetnol de la esencia judaica, de su ignomtnia y de sus ofcim. Queridos ¡óvenes: yo oIvo, lucho y muero en honor de Dios, a quien he jurado mantener la ftdelidml a mi ptteblo y iI mi Führer ha8tG la última gota de 8Dngre: Qué grande y hermoso el esta vida Os ~o ha mi jelfeidad también a vosotros. DIos bendiga i>uest1'as jóvenes vidat y haga de 00sotrcn alemtme3 íntegTos, fieles, valientes y. pt.ItOI!". Me sobrecoge la visión de un Jesús con uniforme de guardia de Auschwitz. Un Jesús con un puesto de eje-cutivo de la J.G. Farben ordenando la fabricación del Cyclon BJ7. Jesús repartiendo su carne y su sangre l' entre los oficiales de la Legi6n Cóndor en acción de gracias por el bombardeo de Guemica. (Cuarenta años después, veinte mil1cilómettOl más al8tU, los obi8pos argentinOf Tortolo, Saminra, Plaza y Bonamín bendicea las armas del ejército de Videla con que se torturó, asesinó y humilló al propio pueblo). "Heinrlch60hn, en 1944, pasaba revista al campo de concentración de Drancy, cerco de Pam, con traje de montar y fusta en la mano", titula el uFrankfUrter Rundschau" de hoy. Heinrichsohn, el antiguo oficial de la SS hitlerlsta, actual burgomaestre democratacristiano de Burgstadt. Cristiano y demócrata. Entre las cartas ilegibles por la lluvia hay una tarjeta amarma de la Oficina para la Infonnación de Familiares de Caldos en Acci6n de Guerra de la ex Wehrmacht alemana. Dice lacónicamente: "Richard Kretschmer, nacido el 17.4.10 en SpandtJu, falleció el 4.1.43. Lugar del fallecimiento: Hospital Militar del Campamento de OjieúJles Prisioneros de Otanl:i, Unión Sociética. Lugar de lo sepultura: desconocido". 9 Wandsbek, Altona, Wedding. Moa.. bit, Altenessen28. Recorro el camino que me hubiera ·gustado hacer detrás de los hombres y mujeres del pasado que salieron a la calle gritando lemas de wlidaridad e igualdad. Un comunista, en dialecto del Ruhr, me explica que alli junto al tanque de agua se atrincheraron los huelguistas en 1919. No se sabe tOOavia si cayeron 110 o 120. No se ha confirmado si fueron cuatro, cinco o seis millones las victimas del racismo nazi. Me llaman por teléfono desde un diluio de Hamburgo para preguntarme si los desaparecidos en la Argentina son diez mil o quince mil. Los de-legados obreros de Mercedes Benz Argentina desaparecidos son nueve. Allí, en el Landwehrkanal, muri6 Rosa; el cráneo destrozado, los vestidos sucios de fango. Las dos jóvenes abogadas santafecinas defensoras de presos políticos fueron arrojadas vivas al río atadas de pies y manos y pereéicron ahogadas: sus pupilas estaban bien abiertas. Vide1a almuerza con Peter von Siemens. El presidente de Siemens AG se muestra eufórico por la negociación nuclear. Dice: "La Argentina mateha adelan!e. El futuro econ6mico de este paú no puede ser ot,a C08D que positivo. Tenemos confillnza en la Argentina". (En la conferencia de prensa en Buenos Aires ningún periOdista le pregunta si alguna vez no siente remordimientos de conciencia porque su empresa construyó el crematorio de Auschwitz y junto con Krupp, Thyssen, VOgler y .Bosch integr6 el Consejo General Económico de la Economía Alemana de Hitler, y la Sociedad de Investigaciones Metalúrgicas para el Rearme. No, nadie le hizo esas preguntas de mal gusto. En la Argentina se está seguro en ese sentido). Essen-Bredeney, verano de 1978. Visito la tumba de los Krupp. Ellugar es casi idfiico. Césped, Oores, pájaros. Molesta sólo un alambrado. rife, para que ninguna utopfa pueda venir a inquietar el satisfechO preaséptico. Me imagino paseando con '5ente alemán occidental. Los carteles el Dante. Berta Krupp, en el tubo de -de Videla en Buenos Aires y los de los su cañón homónimo, allí en la eterna Socialdemócratas ,en Westfalia tieoscuridad y el frío del acero. Y todos nen el mismo denominador común: ~os Krupp oyendo constantemente el seguridad. Como exiliado tengo el grito de los desgarrados del Somme, privilegio de leer la misma palabra de los soldados sudamericanos de la en los dos paises, en los dos idiomas. guerra de la Triple Alianza con los Seguridad, Sicherheit. y me siento vientres abiertos maldiciendo en profundamente inseguro. Pero no guaraní, de los miles de rusos matengo derecho a comparar aquello sacrados en los lagos Masuarianos con esto. El crimen con el temor. La corriendo sin piernas y pidiendo abierta caza del hombre con el agua, y los gritos van en aumento en ptiedo a la libertad. Aunque en la espalda siento el aleteo de un presagio. un fantástico sintetizador de llantos, jadeos y carcajadas de locos. Pero no Si los pueblos comienzan votando seestá ni el Dante junto a mí ni se oyen guridad. ¿Cómo se sigue? En diez los gritos. Todo está perfectamente años votarán entonces con entusiascuidado como un tennÍ6COurl. Los mo la palabra represión y, en dos dé. lCrupp se muestran obscenamente en cadas, eufóricos la palabra torturas. sus tumbas de granito, de mármol y Todo de una manera OOnocrática. bronce. La ciudad socialdemócrata En cuanto se comienza a meter de &sen está orgullosa de su tradi- miedo al ciudadano puede ser fácilción lcruppiana. Los viejos obreros mente elegida la inquisición. de MargaretenhOhe29 con sus treinta ¿Qué será de la democracia aleaños de trabajo muestran orgullosos mana si llega a alcanzar los seis ~us medallas de obediencia y cuentan millcm.. de desocupados? ¿La d&anécdotas nostálgicas de la famUia mocrática Asociación Federal de la Krupp. Yo le hubiera preguntado Industria Alemana n~ exigiria entoncon interés a Peter von Siemens: ¿reces para Alemania lo que hoy aplaucibirá usted una tumba (..o mo las de de en la Argentina de los militares?: Essen-Bredeney? "..•10 indiapensoble seguridad para Democracia y negocios. La deleun ordenado desarrollo económico "P gación de la Asociación Federal de la Invierno. Me encuentro en la Industria Alemana realiza una. visita Marktplatz de Bonn, como todo segundo jueves de cada mes. Al1f nos a Videla en mayo de 1978. bajo la direcci6n del doctor Hans-GUnther damos cita los argentinos exiliados Sohl. su presidente honorario: "Las con los amigos alemanes que nos nuevas leyet del gobierno militor del apoyan. Con carteles y fotos de los general Videla sobre inverriones niños, mujeres, escritores, periodistas, del.dos obreros, secuestrados extranjeras, transferenclo de tecnopor los militares, marchamos por la logfa, fomento de lo indUNtrio y devolución de empresos extranferas Adenauerallee. Al principio éramos diez, luego sesenta, ahora somos erp-ropiodas así como lo apertura del sector petrolero para la participa- trescientos. La columna se mueve ci6n extranjera ofrecen seguridad hacia la embajada de la dictadura para reolu.or inversiones. El gobiermilitar argentina. Me acuerdo de la no del general Vúkla ha logrado demarcha organizada por "La otra volver a lo vida diaria la lndispenAlemania"; en 1938, como protesta aoble aeguridad para un ordenado contra el gigantesco acto de la colodesarroUo econ6mico·'. nia alemana nazi en el Luna Park de "Seguridad para los años Buenos Aires, para festejar la aneochenta". Los carteles de la socialdexi6n de Austria. Más de dier. r lil namocracia alemana con las figuras de zis se hicieron presentes. ' Jn el Schmidt, Brandt y Wischniewski en _ Horst "'essel-Li«l, la pres.dencia del financista y latifundista Richard Mogadiscio3O me aCompañan en todas las estaciones del estado del Rhin Staudt y muchos que hoy son miemSeptentrional y Westfalia. La pabros de la .Cámara de Comercio labra SEGURIDAD define las elecArgentino-alemana y participan· de ciones en la República Federal de las recepciones de la embajada de la Alemania. Quien ofrezca más seguriRepública Federal de Alemania. En dad; gana. Aunque los candidatos comparación con la enorme masa de apoyen la ener¡p.a atómica. Se trata gente contenta 'Y vestida correcta~ de la seguridad para el Mercedes mente que denota seguridad y se sapropio. para las vacaciones en Teneluda con gestos militarizados, el ~ 51 puesto para separar a los Krupp de los otros alemanes muertos. Todo queiio grupo que avanza por la calle Corrientes detrás de la bandera republicana alemana negra-roja y oro, aparece como pobre e inofensivo. Son los alemanes antinazis. Los vencidos, humillados, los aUiados. Han perdido todo menos el impulso de seguir la lucha de liberar la vieja patria. En mal castellano dan vivas a la Alemania libre y mueras al fascismo. Todo en un día pleno de sol, con cielo de un profundo azul. En Bono nos acompaña pennanentemente la lluvia. El constante gris es interrumpido por el verde de los uniformes' polici~es. Un oficial, con un megáfono, observa con mucha atención que la pequefta columna no intenumpa ni moleste el tránsito. E;stá tenso y dispuesto a hacer cumplir la orden recibida hasta el último detalle. Por momentos me siento COmo en una columna de prisioneros de un campo de concentración que llevan la cruz de Cristo. Tres de los nuestros esconden sus caras detrás de máscaras. El oficial del megáfono pega un salto en el aire y mueve las piernas como si hubiese llegado el momento de la batalla. Está fuera de sí, rojo de rabia en su ceñido uniforme. Los rostros tienen que estar descubiertos para as{ poderlos fotografiar en cualquier momento. Los asesinos no tienen rostro. Hemos llegado. Pedimos por los presos y desaparecidos. Estudiantes alemanes se colocan con enormes retratos de los nueve delegados obreros de MerCedes Benz Argentina de frente a la embajada de la dictadura argentina. La policía alemana, con gestos precisos y enérgicos, nos indica que sólo podemos estar en la acera de enfrente, a cincuenta metros. Entre nosotros y los representantes de la dictadura, una inexpugnable barrera de policías alemanes, fuertes, elisticos, con caras que no dejan lugar a dudas que mantendrán el orden. El joven oficial con el megifono no pierde de vista a uno solo de nosotros. Es hermoso y duro, la lluvia no le afecta. Una columna que a veinte mil kilómetros de distancia pide por desaparecidos. Un poIicla qt,le cumple órdenes. y allá arriba. detrü de los escritorios, funcionarios diplomáticos argentinos que no se deian ver. escriben los informes que les elige la dictadura. Ellos se limitan a cumplir órdenes. Eicbmann se limitaba sólo a cumplir órdenes. Ellos son funcionarios de carrera. Eichmann era funcionario de·carrera. Lo banal de lo perverso. El gris Y la lluvia ~ me pegan en la piel. Todo el espectáculo tiene algo morbosamente trágico. Esa columna que lleva rostros de desaparecidos. La policía atenta. a los fantasmas. Las luces de las oficinas de los funcionarios diplomáticos que escriben informes en el calor corruptor de la calefacción central. Esto no es Auschwitz, pienso. Aquí vinimos voluntariamente. Esta policía no es la SS. Los funcionarios argentinos no escriben listas para las cámaras de gases. Sólo se limitan a informar lo que se les pide. Nueve delegados de Mercedes Benz Argentina. Klaus Zieschank. Elisabeth Kasemann. De alguna manera la columna viene de la cámara de gases o va hacia ella. Somos figuras que han envejecido en la marcha. Continuamos por la Adenauerallee y gritamos: ¿Wosind die Werschwundenen? ¿Dónde están los desaparecidos? Konzentrationslager, palabra alemana. Desaparecidos, palabra argentina. Nuestra marcha provoca el desagrado de Jos ocupantes de los Mercedes. Y desazón hasta en los mÍlo"lllOS peatones. Es como si lleváramos la estrella amarilla. 1938, la marcha de los exiliados alemanes en Buenos Aires: "Sólo un par de intelectuales, judíos y comunistas" informará el Deutsche La Plata Zeitung en unas pocas lineas. 10 En Essen me entrevisto con el representante de Adveniat, la organización católica de ayuda a Latinoamérica. Hablamos de mi continente, de sus luchas. El sacerdote me explica que todo Jo comprende menos la violencia. Me repite las palabras del Papa s:>bre el pecado de la violencia. Estoy de acuerdo con él. Pero después, cuando camino por la Kettwiger Strasse con sus vidrieras de productos superfluos y su lujo impúdico y no me puedo quitar de la ·mente el pobrerío de mi pueblo patagónico de Esque!; tengo que detenenne a pensar en la violencia. Me pregunto: cómo tendría que haber reaccionado 'el indio Arbolito frente al coronel prusiano Rauch. ¿Haberle pedido una entrevista en vez de bolearle el caballo y cortarle la cabeza? vuelta de la esquina. Están siempre presentes Kafka, Holderlin y Heine. Están Carstens y Heinemann. Strauss, Schmidt. Brandt y Dutschke. Himm1er, Eichmann, Rudel, Calland, Gollwitzer, Kurt Scharf y NiemOller. En cada casa, en cada oficina. Como en todas partes del mundo. Pero todo más perfilado, más definido, más peligrosamente ingenuo. Los contornos están bien dibujados aquí. Un Himmler es un Himmler (En mi país, el gen !ral Harguíndeguy dice que no vio n, ·da. que los desaparecidos pasean por Europa. Monseñor Aramburu dice que no f.o difo. El general Acde1 Vilas se hace peronista). Kurt Eisner es Kurt Eisner. Y Rosa es Rosa31 . La burocracia es burocracia, que no se deja siquiera humanizar por la coima. El general Calland explica desde su actual puesto de ejecutivo de una gran empresa transnacional, sobriamente, con toda perfección, cómo fue posible el bombardeo de Cuernica. Sabe el número de bombas que arrojaron, el número de efectivos de la Legión Cóndor que intervinieron, la cantidad de litros de gasolina empleados. No, nunca averiguó el número de civiles muertos. 12 Bonn. Münsterplatz. Verano. Huelga de hambre por Klaus Zieschank, el estudiante secuestrado en marzo de 1976 por los comandos terroristas del general Videla. El joven héroe luminoso, que con sus veinte años se preocupaba en esta sociedad del hartazgo, por los humillados y ofendidos, por los del hambre y el analfabetismo, por el mal de Chagas y el militarismo, por los presos polfticos y las villas miseria. Su madre era maestra en la escuela alemana de Villa Ballester, en las afueras de Buenos Aires. Uegó a Bono para pedirle ayuda al gobierno federal y poder rescatar a su hijo con vida. Recuerdo cómo participó ella en esa huelga de hambre por su hijo en esa plaza llena de turistas. Y recuerdo el rostro indignado del doctor Moersch 11 -un liberal, el segundo hombre de Censcher, el ministro de Relaciones Desde mi llegada me siento en Exteriores de Alemania Federal-Alemania como en casa. A pesar de frente a la desolada madre. Ella se la muerte de su paisaje. No compren- había atrevido a declarar a la prensa dí ni comprendo ese eterno sich- que el gobierno alemán había hecho nicht-zu-Hause-Jühlen, ese· no- muy poco por la libertad de su hijo. sentirse-como-en-la-propia-casa de La roja cara de Karl Moersch dejaba los intelectuales alemanes. Porque en claro hasta dónde puede llegar la aquí está todo Jo humano, lo dema- irritación de un funcionario alemán. siado humano, asi. de pronto, a la Frente a él, el pálido rostro de la madre, con sus grandes ojos asustados. l¿ inguna madre tiene derecho a dudar del Estado aun en el caso extremo de que cada minuto pued significar la muerte de su hijo?l Cuando la señora Zieschan regresó a la Argentina fue dejada cesante como maestra del colegio alemán. No era más digna de seguir enseñando a hijos de padres alemanes y de profesionales y militares argentinos. Ser la madre de Klaus Zieschank era un pecado demasiado grande. Hace poco me llegó un periódico obrero clandestino de' Argentina. Tenia una frase que me sorprendió. Se refería al general Sigwald, gobernador de Córdoba designado por Videla. Decía implemente: "Sigwald es apeUido alemán. entonces debe ser nazi''3B. Me sorprendió un juicio así ya que en mi paf nunca se habló en esos términos. Hubo siempre una cierta simpatía por lo alemán, sentimiento que tiene raíces históricas camo contraposición a la dependencia británica. Pero el apoyo de la Bundesrepublik con préstamos y armas a la dictadura de Videla; su absoluto silencio oficial con respecto a la violación de los derechos humanos en mi país (al contrario del ejemplo dado por Estados Unidos) y la discriminación que se hizo con el pedido de los 500 refugiados argentinos en comparación con los vietnamitas, son todas realidades que la historia no borra y los pueblos no olvidan. Tampoco los intelectuales argentinos que luchan por la democratización de su país olvidarán la condecoración de Jorge Luis Borges con la Gran Cruz de la República Federal de Alemania. Signlficativo, se premia justo ahora a quien dio su total apoyo a la dictadura militar. A la misma dictadura que quema libros, que permite que en Córdoba se pro- híban las matemáticas modernas, que asesina y secuestra a escri,tores y periodistas -119, según el comunicado del PEN-Club Internacionaly que ha creado una emigración de intelectuales que no tiene parangón en la historia ar~entina. La Repúbli~ Federal Alemana premia justamente a ese escritor en este momento. Alemania, que tuvo la experiencia del nazismo, abe muy bien lo que significa eso. Por más bella que sea la obra de un escitor. en esos momentos definitivos no se les puede separar de su actitud personal frente a los dictadores. Más que no se trata de un premio literario sino de una actitud política, al ser entregado por un gobierno. El cable dice que Jorge Luis Borges recibió emocionado la condecoración. La misma condecoración que rechazaron Heinrich Boll, Günter Grass y Siegfried Lenz. Todo un simbolo. Pero volvamos al valor semántico de la palabra democracia por la cual ya he tenido varios enojos y revelaciones en Alemania Federal. Mayo de 1977. Me invitan a una mesa redonda de televisión en el WDR. Se hace la grabaci6n una semana antes de la transmisi6n. Tema: la Argentina. Un periodista alemán del SWF, Especialista en Latinoamérica, Insiste una y otra vez en el "distinto concepto de democracia que se tiene en ese subcontinente comparado con el europeo". Dejo pasar una y otra vez este conocido justificativo de las dictaduras. Pero a la tercera vez no quiero hacerles tan fácil la definición de democracia. Les recuerdo a los presentes que la Argentina es república desde 1810 Y que Alemania vivió en el absolutismo hasta 1919, y que la dinamita y el fuego para derrocar al Kaiser fue prendida por sectores populares que querían la revolución social. Que mi país argentino ya eligió en 1916 en irreprochables elecciones con voto secreto el primer gobierno democrático y popular. Les recuerdo el fracaso de la república de Weimar y quienes votaron la ley de plenos poderes .. Hitler. Se6aló a los presentes que el pueblo alemán finalmente recibi6 la democracia en 1945 en la punta de las bayonetas de los ingleses y norteamericanos. Por todo esto tendríase que hablar en Alemania con más hu· mildad y profundidad de la historia de los pueblos y de su estado de democratizaci6n interna. Aun cuando se trate de latinoamericanos. Porque no se pueden despreciar sus enormes corrientes democráticas que luchan por el único concepto que tiene la palabra democracia. (Una semana después, ante el televisor, compruebo que esa mi intervención, más la Jenuncia que hice sobre el interés del capital alemán en la realización del campeonato mundial de fútbol. todo eso habia sido fina y quirúrgi~amente cortado. Lo tomo con resignación. El único gusto que me doy es exclamar en mi soledad: ¡qué concepto tan original de democracia suelen tener los europeosl) Fuelaprimera~Mciadi~ tao La segunda será un poco menos ,olisticada. Estoy invitado al Frnhs· ehoppen de Wemer .HOfer. Tema: "Argentina y el mundial de fútbol". Pienso: pobre mi país. últimamente ~o lo conocen por sus militares y su fútbol. Me reemplazan a último momento -sin avi~- por un peri~ ta argentino admirador de la dictadura de Videla. 13 Por último: mi üñagen de Alemania. Cuando pienso en el apoyo financiero y poU6co, abierto o solapado del gobierno alemán al mUitarismo argentino, responderla emocionalmente: La República Federal es el país donde no se permite que una universidad lleve el nombre de Karl von Ossietzky pero cuyo presidente federal actual ocupaba un escritorio en la estructura estatal nazi, con la consiguiente afili~ción partidaria, mientras aquél llevaba un número en Bergen Belsen. Es el país donde ese mismo presidente y el candidato a canciller del partido más grande, Franz Jose! Strauss. celebraron el advenimiento del más oscuro y misenble de los tiranos latinoamericanos, Pino-chel. (Recuerdo su sonrisa y sus palabras, profesor Carstens cuando en Berlfn, en aquel septiembre de 1973 le anunciaron la caída a cañonazos de la democracia chilena). Es el país donde se puede ver en televisión y basta en el correo de mi pequeña aldea el pedido de captura de todos los sospechosos de terrorismo de izquierda pero jamás se encontrará alli el rostro de los nazis de Auschwia o Treblinka que todavía no han sido juzgados. Es el pais donde 226 fa,mUias poseen 755,000 hectáreas de tierra y donde alrededor de "300 familitu del ABe alemón de 1M antfgUIIS fortunas domitum en gran parte la industria, el comercio y 141 emprestJ3 de seroicios, sin contar 106 banco8 Y C(J$(JS de segfl1'O y que reali%Of'on en 1970, tTamacciona por la expectable suma de 176,000 millonel de marcos, es decir, una vez y medio de lo que el goblemo federal alemán dúpone anualmente de presupueItD para el total de sus gast06, desde el pago de emplead061uJsta la ftnancúJci6n de la agrlcu1tUNJ, de3de la ayuda al cU!MlrroUo Mna el fomento de la conmucci6n de oioiendoI. el mantenimiento de calla y la carga por gastos de de}ema" 33. Esto y mucho más diría. Hablarla sobre la "Berufsverbot.., la deshumanizaci6n de la sociedad, la hostilidad hacia los niños, la desocupaci6n juvenil, la drogadicci6n, el alcoholismo, el aislamiento de los trabajadores extranjeros. la vigilancia ideol6gica, la destrucción del paisaje por la irracional política del "todo por el automóvU", la tergiversación de los ideales de la humanidad simplificada en la fórmula "libertad-consumo". Esto lo diría asf, sin parar, emocionado y triste pensando en las Uusiones frustradas de lo que esperábamos tanto de aquella Alemania de 1945. Pero luego agregarla en forma palLW!a, porfiadamente, como quien avanza contra el viento: pero Alemania no es sólo eso. Es también su intelectualidad incorruptible en su lucha por la "defensa de la república". Es GOnter Grass denunciantlo la "caza del hombre", en Herlín, 1968, Cuando se dirige a la opinión pública a la que comunica que venel ciudat:lonm IOn arrincD y derrlbadoa a paloa en W caUQ. EstudiantQ apaleodo8 llenan los hoqntala aunque ningún estudúmte en esta ciudod agredió de hecho a alguien de opinión contraria. Qué tUbO. e Eme- "mudJ4n:S:- gura Q una democracia que "ata de IImedrenl4r a una ,,"noria por me- dio de contrademoltrtJCÍOnes. En qué forma cobarde el represenkuIo una democracia CUIJfIdo IUS dirigenla permiten una proclama populac1rna que apela a 1M in8tIntoI del pogrom" J4 • Es el presidente de los escritores alemanes, Walter Jeos. cuandb en 1977 dice: "N06OtroI, loa escrUorel a1emaneJ no nM 0lcfdoremo8 de nue$lra re.spof&$abilldad, como much08 pollllcos lo hocm a1Itwa: aquel que qufere MCrljfcDr nU6ltro &lado de derecho al terrorlImo, qcuJ nosotrol abo"ecetno&; aquel qcuJ en- ge la abolición de 108 derecho8 jundamenl4leJ y pide a grito, la cárcel preventiva. 141 tortUrtJ8, el fu8Ilamiento de rehéneJ y la 8e11tencía inmediata, tod& ésos .se enfrentarán con nuest1'a decidida remtenci4, TodaoÚJ éttta e8 nUe8tra repúblktJ, con todas .sUl fal108 3S. . Es Max Friscb cuando pregunta a los socialdemócratas alemanes: "Además de la alegre inoUación a COfLJUmlr mM, como condId6n de crecimiento económico, ¿qué ·otra meto le le ofrece a lo ¡uventud, qué otro fin qué vaya más allá de la propia penona, qué otro ,entido JXI1'a la exútencioP" 38. Es Heinrlch Boll cuando explica a Gnnter Grass en una carta por qué le ha enviado fiores a Beate lOarsfeld. quien en 1968 le dio una bofetada al primer ministro alemán Kiesinger por su pasado nazi: "Yo le envié e8(J.9 flora a 8eate Klonfeld en homenaje a mi mculre, que en noolembre de 1944 murió durante un bombardeo abeo. EUa unúJ en 8i mismo CIUIUdo- • da qcuJ poctJ$ ~ se encuentran: . inteligencúJ, lngenuldod, tem;,er. mento, lmtlnto y humor, yellD me fortalecúJ enmtdndome a odlM a loa maltlitos ntJ%ÍS, muy en ~ loa de e30 claae a los que pertenece elleñor Klmnger: lo. alUd6dol ntub burgueIa que no le mancMn ni el choleco ni los dedoI Y que desde 1945 dguen pautJndoIe de8corodomente po1' el pa/I Yhtuta IOn inviltltb a tUcir dlacu1'SO$ en el comité central de 1m alemtmt!8 católÍCOl" 31. Pero es también el lnensaje que envían a los secuestradores de Hans Martin Schleyer: "Deitm quepor ... cima de IUI plmaeJ oenu Id ptÜQlmI humanidad. Terminen con el fIIaIno intMcambio de oid4 hcmuma por .,.da humtlna". Y lo firman .HeinrIch Boll, HeiDrich Albert%, HeUmut Gollwitzer y Kurt Scharf 38. Es también cuando el "Grupo publica en octubre de 1967 su faInoso llamado contra el monopolio de la prensa que posee Axel Springer: "El 4r consorcio SprInger conI1'olD el 3J,7 por ciento de todollM dfmio, Y reDiIto.t alemtlfUJl. Por eQo COf'U pellgro la Injormación jIdedlgntl de la opinión pública. Loa acrlIorea dti grupo 47 creen que 1!$4 concenlftJci6n el cqaa limitación y lesión de la Ubertad de opinl6n Y de esta mcJnera se ponen en peligro loa jundomentol de nuat1'a tkmiicracio parlamenl4rIa". Firman Martin Walser, Alexander MitscherUch. Nicolas Bom, Günter Grass, Heinricb BOll, Hans Werner Henze, entre otros 39. Es otra vez Heinrich BolI acusando al todopoderoso consorcio Sprlnger de perseguir ideológicamente a la izquierda: "eIO ya no el mG.t crip- • toftl1lCinno, ya no a mál ftJ8CUtolde, el rimplemenU fascUmo, InItigaci6n, menUra, suciedad" 40. Es Peter Handtke, en su discurso al recibir el premio Gerhard Hauptmann, volcando su indignaci6n por haberse dejado en libertad sin culpa y cargo al poIicfa Kurras, homJcida del estudiante Benno Ohnesorg, y poniendo sus dudas por el origen e ideología de la justicia alemana. y es también Rolf Hocbhut denunciando que el Estado alemán le paga ocho veces menos a una viuda, madre de dos simples soldados caídos en el frente, que a la viuda de Heydrleh y a los dos fiscales de Estado nazi Laua y Frinkel ("manchados de sangre") que hicieron ejecutar a un ciudadano que habia escondido a 110 niño judío 41. Es Hans Magnus Enzensberger de- nunclando el control ideológico: "Es Ahora, en esta hora, para Alemaseguro que GClUGlmente la población nia sólo hay una consigna. Max de Alemania Occúhntal IOpOrta un Frisch la define &si: "Democracia grado de control tal que no time pre- rignijicD mtú democraCÚl". Y no más cedentes en la hl#orlQ; la Gestapo seguridad, como siempre ofrecen los huIMN podIdO lOñaT solamente con demagogos y los ap~ndices de tiraÜ>a medios ÚCfIÍCOI que hoy se dúponos. nen "42. Si, mi imagen de Alemania es su 14 intelectualidad defendiendo a la primavera de Praga y apoyando a los Wnrttemberg. Termino mi viaje anescritores y artistas del otro lado del te la tumba de Elisabeth Küsemann. muro, el único sector de la sociedad Su cuerpo yace en tierra alemana comunista que sigue luchando por la lu~o de que sus padres lo recuperademocratización del régimen.. ron cerca de Buenos Aires. Anochece y mi imágen de Alemania Federal ·en la tierra de Holderlin. Una jóven la conforman también sus librerías, alemana es asesinada en mi patria donde todavia se reflejan casi todas porque quería darle- un contenido las opiniones universales yes su cine, verdadero a la palabra solidaridl!d. donde pueden verse filmes como "El Klaus Zieschank y Elisabeth Kasehonor perdido de Katbarina Blum" mann. Alemania y sus mártires. Tres de SchlOndorff o "El matrimonio de diputados socialdemócratas regresan Maria Braun", de Fassbinder, que contentoS de su viaje por el Plata. comienza con el retrato de Adolfo Elisabeth regresa con las mismas heHitler y termina después, en un pesi- ridas que Rosa. En las calles de Bue... mismo desolador. con las fotos de nos Aires no se lfóta ninguna repreAdenauer que se transforma en Er- sión. El conde Lambsdorff 44 expresa hard. en Kurt Georg lCiesinger y ter- su entusiasmo por la economía libre mina tomando los r gos de Helmut de mercado de los generales argentiSchmidt. nos. La tumba de Elisabeth, la sonriMi imagen de la República Fede- sa de Klaus. El odiado turista aleral se completa con las manifesta- mán se hace dar masaj~ en Bangciones anUat6mlcas, los movimien- kok. Latas de cerveza Kl.\lsch en la tos de solidaridad contra las dictadu- Plaza San Marcos de Venecia. Yo me ras, por los presos políticos en' el 'siento en Alemania como en mi promundo, contra las torturas. (Duran- pia casa. Como KIaus y Elisabeth en te el afto pasado hablé en 36 lugares .mi patria. diferentes de la Alemania Federal, desde gran~ ciudades hasta pequeftas aldeas, desde Suabia y Baviera hasta Schleswig-Holstein. Hablé por Notas 1 Htrinz Abosch: "Lo involu.ntario las víctimas del militarismo y por la democratización de mi pafs. En esos aonattu'a del exilio n. Súddeutsche actos de zonas y públicos tan dispa- bitung. 14-7-79. 2 Julio Cortázar: "América latires me di cuenta de la tremenda na: exilio y literatura", manuscrito. fuerza democr'tica que hay en no 3 Thomas Mann: "Carta abierta pocos sectores del pueblo alemán: a Alemania" (28-9-45). Obra8 p;ente que ni sabia dónde quedaba complettl$. Tomo XII. ini pafs, firmaba petitorIos por pre4 Mario Benedetti: "Situación del 805 argentinos; gente que jamás haintelectual en América latina". bí leído un libro de Rodolfo Walsh Hammer's Jahrbucl. Drltte Welt y Haroldo Conti enviaba telegramas (Retraducido del alemán). exigiendo el esclarecimiento de su 5 "Ciudadano en uniforme": calisuerte; jóvenes que podfan haber esficativo que se le da oficialmente al tado en diversiones o deportes. pasasoldado del nuevo ejército alemán. ban sus horas libres pensando de qué 6 La Opini6n, Buenos Aires, ~ forma aliviar la suerte de otros seres 11-77. humanos que jamás conocieron ni tal 7 Ley alemana por la que se vez Jamás conocerán. Esa es una reserva tremenda que, sin duda algu- prohíbe desempefiar puestos públina. DO faltará a la hora de la defensa cos a quienes profesan ideologías enemigas a la Constitución. de la república). Toda &8 es mi imagen de este paJs 8 Lo Opinión, Buenos Aires. 30alemán. Y también esto: que pueda 4-1976. 9 D.P.A. 28-4-1978. Ver reportahablar aquf, en este lugar, uf, abier. tamente, sin temor, de los temas huje completo del periodista Nagel.e'n manos que nos preocupan 43. . Laleinomerika Nachrichten, 59. 10 uMitllufer": se designa a Mi imagen final une los dos conceptos: recuperación de la república quienes, afiliados a un partido -en en la Argentina. Defensa de la repú- este caso el nazi- no desempeñaron blica en Alemania. República, la be- ningún papel principal pero le preslla palabra, la de la trinidad utópi- taron su apoyo activo o pasivo. 11 El actual presidente de Alemaca, la única santfsima trinidad que puede salvar ~ esta humanidad tan nia Federal, profesor Cartens fue afiliado al partido nazi y _ocupó un amenazada: libertad, igualdad, fraternidad. Una utopla que conmovió cargo en la burocracia del go6ierno al mundo y que puede ser llevada a de Hitler. 12 "Informe sobre el viaje de. una cabo porque es un producto del pensamiento humano. Asf como liizo delegación del Bundestag alemán a realidad las ficclones científicas de Sudamérica" del 17-6 al 8-7-1978, Julio Verne. Tal vez la humanidad se Fotocopia del original. 13 TrUmmerfrauen: Las mujeres decida sólo cuando yaqa de' rodillas. Habr' llegado el momento de alemanas que -en la posguerracambiar el desgastado vocablo lucro levantaron con las manos los escombros de las ciudades bombardeapor la palabra solidaridad. Sf da.~ y comenzaron así la reconstrucción. 14 Reportaje en el WnR (radio del OestE' álemán). Das Cesprilch. 11-379. 15 Juego de palabras con Reich (imperio) y Reichen (ricos). "El imperio cayó. los ricos quedaron". utilizado por Bernt Engelmann para titQlar uno de sus libros. 16 TitulQ del capítulo X, de la serie Treinta años de la República Federal Alemana: "Las oportunidades perdidas". por Hagen Rudolph, documentación de JUrgen Flscher y Leo Pesch; Stern, 28-6-79. 17 " ¿Conoces tu el país donde florecen los cañones?". Kastner parodió aquí el famoso verso de Goethe: "¿Conoces tú el pafs donde florecen los limones?". 183 de mayo de 1979. 19 Lo Nación, Buenos Aires, 14-878. 20 Darío Cantón: La política de los militares at'gentinos. Siglo Veintiuno, Argentina. 21 El intercambio de cartas está reproducido textualmente en Bank fUr Gemeinwlrtschajt in Argenti~ nien, ILA, Bonn. 22 Idem. Entrevista con H. Frenz, secretario general de Amnesty lnternationai, sección Alemania Federal. 23 Heydrich fue el jefe de la repre-sión nazi en la Checoslovaquia ocupada. Fue muerto por patriotas checos. En represalia, Hitler ordenó la ~ucctón de Udice. 9i La intervención vale en la historia alemana como la gran traición de la socialdemocracia a sus ideales pacifistas. Luego de haber defendido una posición incorruptible contra las guerras, llegado el momento, aprobó la iniciaci6n de la Primera Guerra Mundial. Sólo dos diputados se manifeMaron en contra de esa posici6n: Rosa Luxemburgo y Karl Lieblcnecht, ~ados luego los dos en 1919. 25 Hennann Neuberger, presidente de la Asociaci6n Alemana de Futbol\ fue quien más defendió a la dictadura militar de Videla. Está claro que la gran ganadora del campeonato mundial de 1978 fue la industria alemana. Udo JUrgens es el cantor de moda que se maneja de acuerdo con los gustos de la sociedad de consumo. Berti Vogts, capitán del equipo de futbol alemán declaró que a él no le interesaba si en la Argentina había' presos políticos, lo mismo que el "Kabebe" Schwarzenbeck. también jugador del seleccionado alemÚl. "Buenos dias Argentina" fue cantado por Udo Jürgens y actuó de coro el ~eccionado. Goethe Institut: organizaci6n financiada por el gobierno alemÚl para difundir la cultura alemana en el exterior. 'J:1 Esa empresa proveyó a los campos de concentración el gas para la muerte de miles de seres humanos. ~ Son barrios proletarios de Hamburgo, Essen y Berlín donde tuvieron lugar levantamientos populares de los socialistas de izquierda y comunistas. 29 Barrio construido por l. empresa i6 Krupp para los obreros de buena conducta. 30 Acababa de ocurrir el asalto al avión de LuCthansa secuestrado y He-vado a Somalia. Allí. el político socialdemócrata d}rigió él mismo las acciones de la brigada alemana anti· terrorista S.G. 9. 31 Es una contraposición de persona- jes de las dos tendencias que permanentemente se han enfrentado en Alemania: Carteos, ex nazi, actual presidente alemán por los democratacristianos; Heinemann, presidente desde 1969 a 1974, socialdemócrata de la línea humanista y pacifista; Strauss, de la extrema derecha socialcristiana de Baviera; Schmidt, socialdemócrata de derecha hizo una política crudamente atada a los lineamientos de la llamada "Rea1politik"; Brandt, socialdemócrata, miembro de la resistencia antinazi, hizo reformas interesantes desde el gobierno, pero luego quedó en la in· definición: Rudi Dutschke, líder del movimiento estudiantil del 68, muerto como consecuencia de heridas recibidas en un atentado, tl'ató de buscar nuevos rombos humanísticos y antiautoritarios en la sociedad. Rude1 y Galland, dos ex "ases" de la aviación nazi prototipos de un pasado brutal. Gollwitzer, Scharf y NiemOller, pastores de la iglesia evangélica, representantes de la corriente pacifista y humanista. Kurt Eisner, presidente de la República de los Consejos Obreros de Munich de 1919, quería un nuevo socialismo humanista y libertario, fue asesinado por comandos "paramilitares". Rosa, por último, otra VC2 Rosa Luxemburgo. ~ Opción, 15-7-79. "El imperio cayó. los ricos quedaron", pág. 382. Deutscher Taschenbuch Verlag. 33 Günter Grass: "Menschenjagd" (Caceria humana) en Bilckpunlct. marzo de 1968. :li Octubre de 1977, conferencia de prensa de la AsooiaciÓD de Escritores Alemanes, durante la Feria del Libro de FrancIort. 36 Discurso ante el Congreso de la Social Democracia Alemana 17-1134 77. 37 Heinrich BOll: "Flores para Beate KIarsfe1d". Die Zeit 10-1-69. 38 "Frankfurter Rundschau", 12-9- 77. :11 "Contra el monopoUo de Axe1 Springer". octubre de 1967, Verlag KIaus Wagenbach, Berlín. 4) Helnrich BOll: ObrtU Completas. Ensayos y Discursos. Pedido de un nuevo gobierno (Rowohlt, 1965). 42 "Firme propósito de explicar los misterios de la democracia alemana a un público neoyorquino", Kursbuch,56. 43 Aqui se equivocó el autor. Como queda dicho en el prólogo el Instituto Alemán de Relaciones Exteriores prohibió su lectura en el Simposio de .1 Achern. '" '"Ministro de EconoDÚa de Alemania Federal desde , 1977.