REVISIÓN Archivos de Medicina del Deporte Volumen IX. Numero 35 1992 Págs. 319-325 DIABETES Y EJERCICIO Dr. De Rose, E.H., INTRODUCCION La prevalencia de la diabetes mellitus está aumentando en los países desarrollados en función de los hábitos alimentarios y de una disminución de la actividad física de la población. Estudiando la prevalencia de la diabetes el Ministerio de Salud brasileño ha realizado recientemente una encuesta, encontrándose que 3,5 millones de brasileños están afectados por esta enfermedad. Esta patología motivó en 1985 un número de 67.680 ingresos por el Instituto Brasileño de Salud, generando un costo en la época de 7.059.241,30 de dólares americanos. La Tabla I muestra la distribución de estos pacientes en el territorio nacional, que se correlaciona con las áreas de mayor poder adquisitivo, toda vez que el factor predisponente principal es la obesidad y característica de las regiones donde la población se alimenta mejor. La franja de edad más alcanzada por esta enfermedad, según el censo brasileño, es la de los 60 a 69 años de edad, que presenta porcentajes superiores al 11 % en las principales capitales del país, alcanzando en Porto Alegre la prevalencia al 16.7%. Los datos del Ministerio de Salud muestran todavía que el sexo femenino está más afectado por esta enfermedad, y que el tratamiento referido por los pacientes entrevistados es el siguiente: simplemente dieta un 44%, solamente medicación por vía oral un 50%, y uso de insulina un 6% de los casos. Las consecuencias epidemiológicas de este problema no se limitan a la enfermedad en si misma, toda vez que estos pacientes presentan una mayor tendencia a la arterioesclerosis y a la hipertensión arterial. Dr. Ceberio, F. El término «diabetes» fue utilizado por primera vez por Apolonio de Memphis en el siglo III a.C., y esta palabra era utilizada para describir uno de los síntomas de estos pacientes: la poliuria. Este hecho nos demuestra que al contrario de otras enfermedades degenerativas la diabetes ya era conocida desde la Antigüedad. Uno de los primeros textos médicos encontrados, el «Papiro de Ebers», que data del siglo XV a.C., ya describía el cuadro clínico de la diabetes. Susota, uno de los más importantes autores médicos de la tradicional cultura hindú describe ya en el siglo V a.C. la poliuria y la glucosuria como síntomas de esta enfermedad, recomendando la dieta y el ejercicio como tratamiento. ETIOPATOLOGIA Y CLASIFICACION DE LA DIABETES MELLITUS La diabetes mellitus es una enfermedad metabólica que ocurre en virtud de una deficiencia parcial o total en la producción de insulina por las células B de los islotes de Langerhans del páncreas. Las diferentes formas clínicas de la diabetes se clasifican conforme a la descripción hecha en la Tabla II. En el caso de la diabetes tipo I ocurre una deficiencia total en la producción de insulina, que deberá ser suplementada exógenamente. Etiológicamente esta forma de enfermedad puede ser causada de dos maneras distintas: por un probable proceso autoinmunológico en el cual los islotes pancreáticos están afectados (HLA-DR3) o por una deficiencia contra determinados tipos de patologías víricas (HLA-TR4). Este tipo de diabetes ocurre en cerca del 1% de la población en los países occidentales, y los datos obtenidos por el censo brasileño indican porcentajes semejantes, principalmente en las regiones del Sudeste y Sur del país. En relación a la diabetes tipo II, se trata en el 90% de los casos de una disfunción en la sensibilidad insulínica que ocurre principalmente en los tejidos musculares y adiposos. Este hecho se debe probablemente a tendencias genéticas y a la obesidad, factores generadores de hiperinsulinemia y que ocasionan un aumento de la resistencia periférica a esta hormona. potencial definida a través de la historia clínica se refiere a un paciente, hijo de padres diabéticos, o de una madre que dio a luz un niño con más de 4,5 kg. En términos epidemiológicos es importante señalar que el número de diabéticos de una población irá acompañando al crecimiento del grado de civilización y de la calidad de vida. Existe una relación entre diabetes e infertilidad en la mujer no tratada, así como de diabetes e impotencia en el paciente del sexo masculino no controlado. RESPUESTA DEL PACIENTE DIABETICO AL EJERCICIO Este tipo de diabetes es el encontrado en cerca de 3% de la población en los países industrializados, manteniéndose la misma prevalencia para la población brasileña de las regiones Sur y Sudeste. Existe una forma especial de esta patología denominada «MODY» (Maturitu-onset-Diabetes of young peo-ple) que caracteriza la diabetes que se instala antes de los 25 años de edad y que puede ser controlada sin insulina, por lo menos en un período de dos años. La Tabla III muestra cómo se puede diferenciar los dos tipos de diabéticos a través de los síntomas clínicos y de su respuesta al tratamiento. Según la Organización Mundial de la Salud el diagnóstico de la diabetes se hace a través de la constatación de una glucemia plasmática de 140 mg% en ayunas o de 200 mg% en una curva de glucemia, dos horas después de una ingestión de 75 gr. de hidratos de carbono así como la glucosuria por encima de 30 mg% o de 500 mg en orina de 24 horas. En la literatura frecuentemente encontramos los términos diabetes subclínica, latente o potencial. El primer término se refiere a pacientes con curva de glucemia patológica pero con niveles de glucemia en ayunas dentro de la normalidad. La diabetes latente surge o aparece apenas en situaciones de stress del organismo, tales como el estado de gestación, infarto, procesos infecciosos o intervenciones quirúrgicas. Ya una diabetes Para comprender plenamente cómo un paciente diabético responde al ejercicio físico es fundamental conocer los aspectos fisiológicos de adaptación del individuo no diabético al esfuerzo, especialmente en el área hormonal, que están descritos en el Capítulo II, en la parte referente al metabolismo. Caso de que el colega esté revisando la diabetes, sugiero que antes lea atentamente los aspectos fisiológicos agudos y crónicos del ejercicio físico sobre el sistema metabólico. Por otro lado, existen respuestas agudas que ocurren durante o inmediatamente después del ejercicio y respuestas crónicas que son consecuentes al entrenamiento periódico y regular. La actividad física generalmente se constituye en un problema de mayor complejidad para el paciente insulinodependiente que para el paciente diabético tipo II. La forma utilizada para sustituir la insulina a través de inyecciones sub-cutáneas o por medio de bombas de administración lenta, debe ser igualmente diferenciada. Considerando los objetivos de este texto discutiremos con mayor énfasis las reacciones inmediatas al ejercicio observadas en el paciente diabético tipo I que utiliza insulina inyectada por vía subcutánea, por tratarse del caso más común. Fundamentalmente el problema principal para un diabético del tipo insulinodependiente que hace ejercicio físico es la aparición de la hipoglucemia y en los casos más graves del coma hipoglucémico. La inexistencia de la producción endógena de insulina hace que no pueda ocurrir una disminución de su secreción por mecanismos de retroalimentación hormonal en el momento de que inicia la actividad física, aunque haya un aumento de glucagon, catecolaminas y hormona de crecimiento. Si la actividad física se fuera a hacer después de una inyección subcutánea de insulina habrá un bloqueo de la transformación de glucógeno hepático y muscular en glucosa. Por otro lado la insulina interfiere también en el tejido adiposo no permitiendo la movilización de los triglicéridos y consecuentemente la liberación de los ácidos grasos libres, una importante fuente de energía. Como consecuencia de estos procesos la oferta de glicerol y de lactato estará reducida y todo el sistema de resintesis del glucógeno hepático estará perjudicado. De esta forma, aunque fuera utilizada la glucosa muscular existente, no habrá posibilidad de reposición inmediata por la sangre de este importante sustrato energético, ya que no será posible mantener el nivel de glucosa a través de la liberación hepática de glucógeno. Como consecuencia, si hubiera insulina circulante en dosis importante después de algunos minutos de actividad física el paciente diabético insulinodependiente presentará palidez, sudoración, piel fría, taquicardia, iniciando un proceso de pérdida de conciencia lenta y gradual, caracterizada por una dificultad de ejecución de gestos motores, seguida de dislalia, perturbación de la atención, problemas visuales y por último lipotimia. Además debemos considerar el hecho de que en el diabético insulinodependiente los depósitos de glucógeno no se forman o no se reponen con la misma eficacia y rapidez del individuo sano. Esto hace que en el mismo paciente bien controlado existe una menor capacidad para el trabajo físico de tipo aeróbico. Resumiendo, podemos decir que la respuesta inmediata del diabético tipo I al ejercicio físico dependerá de la presencia o no de insulina en el sistema. Esto a su vez dependerá del intervalo de tiempo entre la inyección y el ejercicio, del tipo de insulina utilizada, de la vía y de la localización de la inyección y del tipo de alimentación utilizada por el paciente entre la administración de insulina y la actividad física. La Tabla IV muestra las principales consecuencias en los dos tipos de situación clínica: mayor o menor cantidad de insulina circulante. Como desde luego se evidencia, la situación metabólica más favorable para la práctica de la actividad física es aquella en que existe poca insulina circulante, simulando lo que ocurre durante el ejercicio en individuos sanos. EFECTO DEL DIABETICO EJERCICIO EN EL En este punto serán descritos los efectos del entrenamiento aeróbico regular en individuos diabéticos insulinodependientes evaluados después de tres y seis meses de programa con una adherencia adecuada a una actividad física realizada en intensidad prescrita individualmente, con una periodicidad mínima de dos veces por semana. En el grupo de pacientes del programa de diabéticos insulinodependientes (PDID) de la Escuela de Educación de Educación Física de la Universidad Federal de Río Grande del Sur, el entrenamiento presenta resultados beneficiosos entre los cuales podemos citar la disminución de la dosis diaria de insulina, la mejora del control de la glucosa, la normalización del grado de movilidad de las grandes articulaciones, el aumento de la autoestima y la disminución de las lipoproteinas circulantes. La disminución de la dosis de insulina puede estar producida por un aumento de receptores por una mejor permeabilidad de la membrana muscular, o por una disminución del grado de resistencia periférica, habiendo ocurrido en todos los pacientes participantes del programa de entrenamiento, variando el porcentual entre un 10 y un 30% después de un año de actividad física. El control de la glucemia mejora considerablemente y la hemoglobina glucosada, usada como referencia para este análisis, medida en el inicio del entrenamiento tendió a normalizarse, reduciéndose en un 4%. Las limitaciones de movilidad articular, que en estos pacientes llega a ser de un 60% en las grandes articulaciones como el hombro, cadera, codo, rodillas, tiende a normalizarse con el entrenamiento. Las condiciones psicológicas se modificaron considerablemente durante el programa de entrenamiento físico. Los pacientes inician el programa deprimidos, con una autoestima baja y van gradualmente modificando su actitud: tomándose más alegres, más sociables, pasan a cuidar de su cuerpo y modifican su actitud en relación a los demás, siendo el aspecto más peculiar el aumento de la autoestima. Los triglicéridos, el colesterol total y el LDL colesterol tienden a reducirse, e incluso a normalizarse durante el programa de entrenamiento, lo que tiene una gran importancia en términos de prevención por el mayor riesgo que este grupo presenta para dolencias cardiovasculares. Los efectos genéricos del entrenamiento aeróbico, evidentemente, también se encuentran en los diabéticos, en especial el aumento del consumo máximo de oxígeno y la disminución de la frecuencia cardiaca y de la tensión arterial en el ejercicio y en el reposo. En los diabéticos tipo II las consecuencias más importantes del entrenamiento son la reducción o normalización del porcentual de grasa y del peso corporal total. En este sentido la actividad física regular es un coadyuvante fundamental de la dieta y ayuda a regular el apetito. ESTUDIO DE CASOS CLÍNICOS En la práctica al orientar la actividad física de un diabético insulinodependiente el médico clínico debe fundamentarse en cinco variables: 1. Tiempo de duración de la actividad 2. Intensidad del ejercicio 3. Horario de la última comida 4. Cantidad de insulina inyectada 5. Glucemia pre-ejercicio Como en tantas otras situaciones similares en la clínica médica no existe una actitud standarizada, apenas unas normas generales que son aplicadas siguiendo las respuestas y los análisis de los cinco apartados descritos anteriormente. Para ilustrar mejor la manipulación de estas variables vamos a presentar algunos ejemplos prácticos: 1. ¿Como debe un diabético insulinodependiente prepararse para un paseo de bicicleta durante un día festivo? La regla básica para este caso, como para cualquier otro que implica actividad física, es la de que exista la menor cantidad posible de insulina en la sangre durante el ejercicio. Normalmente la manipulación de esta variable puede ser realizada de dos formas: reduciendo la cantidad habitual de insulina o aumentando la ingesta de hidratos de carbono, caso de que la primera alternativa no sea posible. La ingesta de nutrientes no debe ser hecha solamente antes del ejercicio, sino también durante el mismo, siempre que fuera percibida o detectada una reducción de la glucemia. Imaginemos que la insulinoterapia de este paciente se realiza por ejemplo con 12 U (unidades internacionales) de insulina normal o 18 U de insulina de acción retardada, inyectadas por la mañana, lo que permite mantener su glucemia en torno a 130 mg %. En el caso de una actividad física prolongada esta reducción debe ser de por lo menos del 50 al 70%. Si el paseo comienza por la mañana, la insulina de acción normal no será aplicada y la de acción retardada será reducida a 10 U. El desayuno será tomado como de costumbre. A las 10 horas nuestro paciente controla la glucemia que debe estar en torno a 110 mg%, y come un pequeño trozo de pan. Inicia su paseo en torno a las 12 horas. Hace una pausa para el almuerzo, aprovechando para medir nuevamente la glucemia, que deberá estar en torno a 130 mg%. Después del almuerzo y en un pequeño descanso comienza la vuelta para casa. Otra pausa será hecha con nueva medida de glucemia, seguida de un pequeño refrigerio. Llegando a casa a las 4 de la tarde, nuestro paciente se encuentra muy feliz. Su glucemia está en 90 mg%, él realizó una actividad física agradable, sin ningún riesgo para su salud, se divirtió bastante y está preparado para otro día de trabajo. 2. Vd. tiene un paciente de 75 años y él le telefonea por la mañana. Se había puesto su dosis habitual de insulina y tomó su desayuno. Entretanto sus amigos de escuela le llaman para jugar un partido de fútbol. El desea su opinión: ¿puedo jugar? ¿o qué puedo hacer? La única forma de evitar una hipoglucemia durante el partido excluida ya la reducción de insulina que no fue posible en este paciente es aumentar el aporte de hidratos de carbono. Esto puede realizarse tomando un zumo de naranja adicional y un trozo de pan extra, con el almuerzo de la mañana. Para el juego conviene llevar algunas frutas y una barra de chocolate. Antes del partido conviene repetir la medida de glucemia, que deberá estar en torno a 150 mg%. Una porción de fruta puede ser comida antes del primer tiempo de juego. Durante el descanso la glucemia nuevamente debe ser controlada y si estuviera baja un pedazo de chocolate resolverá el problema. El juego termina a la hora de comida; un nuevo control de glucosa en sangre deberá ser realizado y un valor en torno a 100 mg% podrá ser hallado sin mayores problemas. A pesar de no haber sido planeado con antelación el partido de fútbol puede ser jugado, bastando para eso alterar la ingesta de hidratos de carbono antes y durante o después del juego. 3. ¿Cómo orientar a un paciente que reduce su dosis de insulina para jugar un partido de tenis, y éste es aplazado a causa de una fuerte tormenta? Un paciente tipo I que toma normalmente 8 U de insulina normal y 14 U de insulina de efecto retardado por la mañana, reduce su dosis a apenas 8 U de tipo de efecto retardado para poder participar en un partido de tenis. A las 10 horas la glucemia fue controlada y presentó un valor de 180 mg%, antes de comer. Esta medida está coherente con la reducción de la dosis de insulina y disminuirá naturalmente durante la actividad física. Nuestro paciente sale para el Club, pero una fuerte lluvia le obliga a volver a casa sin jugar. A las 11.30, al llegar a casa, mide la glucemia que se encuentra en 240 mg %. La orientación correcta será inyectar una dosis extra de 10 U de insulina de acción rápida. Esta cantidad será suficiente para reducir la glucemia a dosis adecuadas y poder procesar los hidratos de carbono que serán absorbidos durante la comida. A las 14.30 nuestro paciente controla nuevamente su glucemia que está ahora en torno a los 140 mg%, lo que puede ser considerado aceptable. 4. Un paciente diabético tipo I jugó un partido de voleibol con sus amigos y refiere que su control indicó un aumento de glucemia durante el juego. El desea saber si esto puede ocurrir o está habiendo algún problema con sus cifras indicadoras. La glucemia puede eventualmente subir durante la práctica de actividad física: esto sólo puede ocurrir en situación perfectamente definida. Inicialmente la glucemia deberá ya estar elevada antes de iniciar el ejercicio, en torno a los 300 mg% o más. El examen de orina indicará todavía la presencia de acetonuria, generalmente al nivel de tres cruces (+++). Estos hechos pueden ocurrir en virtud de un proceso infeccioso o porque simplemente el paciente olvidó inyectarse la dosis habitual de insulina. En una situación clínica de este tipo la actividad física podrá causar el aumento de glucemia. En tal caso, frente a la inexistencia de insulina circulante el músculo no podrá captar glucosa de la sangre, pero el hígado está siendo estimulado por el glucagon a liberar glucosa, lo que motivará el incremento observado. En resumen, habrá un aumento de la liberación sin posibilidades de captación, lo que ocasionará el fenómeno observado. En estas condiciones no está indicada la práctica de actividad física. El paciente deberá inmediatamente aplicarse su dosis de insulina y reposar, pues no se puede excluir que ocurra un coma hiperglucémico, causado por el ejercicio. La conducta correcta en este caso será siempre observar la glucemia que vuelve a sus niveles compatibles con el ejercicio y verificar la desaparición de la acetonuria para entonces poder permitir al paciente participar de las actividades físicas. 5. ¿Cómo alterar la utilización de insulina en pacientes que participan de actividad física también por la tarde? Especialmente en el caso de pacientes diabéticos jóvenes durante las vacaciones escolares puede ocurrir la eventualidad de que además de participar en actividades físicas por la mañana, jueguen también por la tarde. Ya vimos cómo reducir la insulina para poder permitir que el deporte sea realizado antes del mediodía en ejemplos anteriores. Para poder participar en actividades físicas a la tarde no es necesario modificar la insulina de acción lenta, pero normalmente la cantidad circulante será naturalmente pequeña. La alternativa lógica será entonces aumentar la ingesta de carbohidratos y observar la glucemia antes, durante y después de la actividad física. Extremadamente importante en estos casos es estar atento a la posibilidad de una hipoglucemia posterior a la práctica de la actividad física y que puede ocurrir incluso durante el sueño, caso de que la dosis de insulina de la tarde sea mantenida estando agotadas las reservas de glucógeno hepático. Por esta razón debe reducirse la dosis de insulina vespertina utilizada, especialmente cuando el esfuerzo muscular sea intenso. Un paciente que normalmente utilice 8 U de insulina de acción rápida y 10 U de insulina de acción retardada, debe abstenerse de la primera y reducir a 8 U la segunda, evitando así una eventual hipoglucemia durante la noche. SUGERENCIAS PRACTICAS 1. Un diabético que desea iniciar un programa de entrenamiento debe ser sometido a una anamnesis cuidadosa y a un examen físico riguroso. 2. Pacientes con hipertensión severa, cardiopatía isquémica, retinopatía, neuropatía periférica, deben ser en principio orientados a no participar en actividades físicas regulares. 3. Un test ergométrico debe preceder al programa orientando la intensidad del entrenamiento, inicialmente para cerca de un 50% de la frecuencia cardíaca máxima observada. 4. La intensidad prescrita debe ser aumentada progresivamente y el trabajo desarrollado será prioritariamente de tipo aeróbico con baja intensidad y duración de por lo menos 45 minutos. 5. El autocontrol de la glucemia debe ser estimulado antes, durante y después del ejercicio como un factor importante en el desarrollo o en el acompañamiento del paciente. 6. Las dosis de insulina deben ser manipuladas de acuerdo con la hora del día en que el ejercicio será realizado, y la reducción debe prioritariamente considerar la insulina de acción rápida. 7. En la eventualidad de no ser posible una reducción de insulina, debe ser aumentada la ingesta de hidratos de carbono antes, durante y después del entrenamiento, de acuerdo con la glucemia. 8. El paciente debe tener siempre a mano aparatos o útiles medidores de glucosa, así como chocolate en barra para evitar una hipoglucemia. 9. Sus compañeros deben tener conocimiento de su patología y saber lo qué hacer en una eventual pérdida de conciencia. 10. Un registro con las dosis diarias de insulina hecho a medida de la glucemia y las actividades físicas desarrolladas debe ser mantenido, esto permitirá al médico clínico un mejor conocimiento de cómo cada paciente responde al ejercicio. 11. No inyecte insulina en las extremidades cuando vaya a hacer ejercicio, pues podrá haber una absorción más rápida. La región más indicada en este caso es el tejido sub-cutáneo de la pared abdominal 12. Si la actividad física fuera a realizarse por la tarde el paciente debe reducir la insulina vespertina y aumentar la ingesta. Conviene pedir a los familiares que observen eventualmente durante el sueño, para detectar eventuales hipoglucemias postejercicio. 13. Para motivar el mayor desarrollo del paciente y mantener su adherencia a los programas de entrenamiento conviene medir antes y durante intervalos de tres meses la carga máxima de trabajo, la flexibilidad de las grandes articulaciones, así como efectuar la medición de las lipoproteinas y de la hemoglobina glicosilada. 16. 17. 18. BIBLIOGRAFIA 19. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. BERGANIN, M., AUERRARN, C.: «Exercise and Diabetes». American Family Physician 32:105-111,1985. BLACKETT, P.R.: »Child and adolescent athletes with Diabetes». The Physician and Sportsmedicine 16:133149, 1988. CAMPAIGNE, B.N., GUNNARSSON, R.: «The effect of physical training in people with insulin-dependent Diabetes». 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