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187a
"IWIM.
I.
El partido carlista pceteade d e fe n d s en e l torren©
del derecho la legitimidad; en política el absolntierao
del Rey y la s tradiciones y glopiae de la an tig u a Mo­
narquía de Cirios. V y de Felipe II; en religión la
Fé católica.
Suponiendo sostcnercst<«prineipioB,so lovantóen
armas en e l Principado de Cataluña en 18^7, época
en que reinaba el Sr. D. Fernando Vlí. cu Tirtud
de sus le ^ tim o s derechos como hijo primogénito de
Cárlos IV, y en defensa de cuyos derechos se habia
leTantado en masa el pueblo español para repeler la
intrusión francesa. Femando VII era, pues, el Rey le ­
gitimo aclamado con frenético entusiasmo por todo
el pueblo español y reconocido por todas las nacio­
nes extranjeras.
El absolutismo dol Rey en aquella época era om-
I
Z
mi. UtHOCIBNTyS VEMlSrETE
liimodo, y á u n estab a e n Esj>aña el ejército francés
que la S anta A lianza habiaonviado p a ra consolidarlo.
L a religion católica era la única conocida on Es­
paña; e l clero secular gozaba do todas sus rentas j
prerogativas, el regular do bienes considerables y no
tenia restricción alguna.
No era, pues, n i la lejfitimídad del Monarca, ni
el absolutismo, ni la religion lo ^ue justificaba el a l­
zamiento carlista de 18^7,
Pero si se boíca la causa, hallarem os qui’ cuando
Fernando V ü regresó á España on 1814, declaró
nulo cuanto iiabian hecho las Cortes de Cádiz; ol
Santo Tribunal de Ja Inquisijsidh faé restablecido en
todo su antiguo esplendor, y Tiéndese apoyado por
el Monarca, trató de g an ar e l terreno que babia per­
dido en e l tiempo do Cárlos IIT.
La revolucton d« 1S20 voItíü i cerrar el Santo
Oficio, y Fernando v n , aunque faé, merced a los
^ército s franceses, restaurado en su abselutiamo y
no qniso reconocer nada de lo hecho en la ópoca
constitooional, se resistió á restablecer la Inquisi­
ción. Como esta institución estableció grandes bene­
ficios ú influencia, no pudieron menos sus afiliados
de v e r con descontento la conducta del Rey que Ies
privaba de tan tas Tentajas y del dorecho de inter­
vención en todo; aumentó el descontento y nació ol
odio hácia Fernando VO, á quien señalaron como
contaminado con las ideas liberales, y pronto fra­
guaron planes de venganza.
El infante ü . Cárlos había sostenido su causa cer­
c a del Boy y se había mostrado propicio y partidario
d e todas las aberraciones de los inquisitoriales.
aiL OCHOCIENTOS V'fcNTlSlETB
3
El dosconteato de loB oficiales, criados y afilia­
dos dei Santo Oficio, creciendo de dia oa día, llegó
á pmdncip la resolución de destronar al ftey, contra
«1 que habian laozadu su anatema.
E n 18ii7 levantaron el pendón de la rebolioo y proclam aron a l infente D. Cárlos su leg itim o soberaDO.
E l Priocipado de Cataluña estaba todavía ocupa­
do por el ejército francés. E l Rey Wnia a l marqués
4 e Campo Sagrado como Capitan General, pero como
éste l i o disponía de fuerza alg u n a, no pudo coatrarestar la rebelión, y habiendo acudido a l general
francés, éste contesta que no tem a instrucciones que
le autorizaran á perseguir é los carlistas, los que lo­
graron «n pocas semanas reunir fuerzas que exce­
dieron de 8U.OOO hombres.
E l conde de Espafta sustituyó a l marqués de
Campo S a c a d o , y au n q n e solo disponia de 10.000
hombres, supliendo la felfa de mayor número de
tropas con su pericia y energía, en pocas semanas
eirtonnini^ los carlistas y bien pudo decir vini, vidi,
VfNcr; pacificò á C ataluña y estableció el órden.
E l conde do R s p a ^ dió inequívocas pruebas de
ser, no solo u n g ra n genera!, si que también* puso
m uy alto su nombre como buen administrador oivil;
y 8Í la campaña de ] R27 le dió renombre valiéndole
el odio de ios carlistas, las conspiraciones liberales
qne siguieron á la rovolueion francesa de JuUo, que
reprimió con severa justicia, lo atrajeron el odio y el
encono de los liberales, cercanos a l poder.
Por más que en 1827 proclamaron los sublevados
de Catalufta á D. Cárlos como Rey, no creemos que
e l Infante estuviera do acuerdo coa eUoa
4
V IL
O C U O C IE N T O S V E N T I S I E T E
El infante D. CájJos en , el Príncipe heredero por
no haber tenido sucefiioQ el Rey sq hermano en nin­
guno de lo» tres matrímonios que llevaba contraidos en 1827. Su posicion, por consif?uiente. Je impo­
nía deberes á los que no creemos faltara, dadas eu9
relevantes prendas y el respetuoso carino que siem­
pre profesó a l Rey s a hermano. E n nuestra humilde
opini OQ, ning:uná responsabilidad cabe al infante
n , Cárlos por la sublevación de loe qac tomaron
RU nombre eu aquella época.
La Rublevacion do 1827 fuó la obra ejtclusiva dei
fanatismo y de mezquinos intereses, y concluyó,
como deben concluir semejantes empresas, por la
energía y pericie dol general á quien ei Rey conftó el
restablecimiento de la paz, del órden y la ley. El
conde de España concluyó con lee sublevados como
conviene al goncral de un Grobieroo legitimo y fuer­
te, sin comprar traidores; su espada fuó el solo ele­
mento que empleó p ara servir a l Bey y la patria.
No nos extr'ndemos m ás sobro la historia de la
sublevación de 1827 y de los sucesos posteriores has­
ta el convenio de V ersara, por haber y a sido tratados
con g ran m aestria y copia do documentos por nues­
tro historiador de los Iiechos contemporáneos D, An­
tonio Pirala. Si algo decimos sobre los aconteci­
mientos que á este largo período se refieren es
únicamente como indispensable introducción á los
acontecimientos posteriores que son el olmeto de es­
tos ligeros apuntes.
GUERRA DE LOS SIETE AiIOS.
La muerte de la reina doña Maria Amalia deSajonia, qae dejaba por tercera vez ▼ludo a l Rey sin suceBÌOD directa, vico á am ucntar las esperaiLzas á los
autopeft de la eubleTaoion de 1827, porque creían ver
nuevas probabilidades de qìie reinara D. Càrice, en
quien fundaban todas sus esperanras; poro ostas se
oscurecieron con la s nuevas nupcias que contrajo
Femando VII con la princesa María Cristina de Ñ i­
póles, e n cuya ocaaíon el fiey creyó oportuno publí*
c a r la Pragmática
de 1789, por la que C ir­
ios IV, de acuerdo co n lasC ó rtes del E^ino, había
anulado e l auto acordado de Felipe V de 1713.
Desde la publicación de la Pragmática SawÁon,
D. Oárlos abiertamente pretendió que la anulación
del auto acordado ora un atentado á la s leyes pa­
trias, y desde aquel entoncos invoc^ó sos derechos a
la Corona en perjuicio de las hijas del Rey.
Preciso es remontarse à la Guerra de sucesión.
6
rtUEfiRA DE LOS SlEfE ANOS,
para ptjder apreciar, en so ju sto Talor, las pretensio­
nes de los derochos <1©D. Carlos.
E l duque d© Anjou deapues do haber trionfado
con los ejércitoe d© Francia y habor sido proclamado
por ellos Boy de Rspaña con el nombre do Felipe V,
trató do annlar las leyes que regían la sucesión á la
Corona, y al efecto reunió Cóñes en el Buen-Retíra
qnc aprobaron en 1719 Auto acordado; es decir,
la nueva ley de sucesión que daba la preferencia á
los varones, llamando la s hembras á suceder en el
Cínico caso que faltaren varones. No estableció la
Ley sálica como equivocadamente muchos cre«D.
Cárlos TV, teniendo y a hijos» reunió u n as Córt«? en el mismo Buen-Retiro en 1789 y con las mis­
mas formalidades que en tiempo de Felipe V, para
restablecer en sq fuerza y vigor e l títu lo 15, parti­
da 2.‘ de AJfonRO e l Sabio, que establece la sucesión
de las hembras prefiriendo a l pariente m ás cercano >
sin atenerse a l sexo, lo que filé hecbo por la Prog^
m d tka Sanción.
Don Cárlos supuse que Cárlos IV no pudo resta­
blecer la s leyes patrias anuladas por Felipe V, pero
como ambos Monarcas se sirvieron de unas Córtcs
análoí^as, claro es, que si Felipe V pudo anular las
leyes patrias é introducir modificaciones en las leyes
de sucesión á la Corona, mejor pudo Cárlos IV resta­
blecer las antíg:uas leyes.
Antes de la m uertedel Rey,los carlistas se lanza­
ron á probar de nuevo fortuna, por más que D. Cáplos se ncíjara á secundar tentativa alguna m ientras
e l Rey su hermano vivía.
La cuestión política vino pronto á combinarse
r.UBK^A Xtz LOS SIETE ANO».
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e<m la cuestión de dorecho. D. Carlos soatenia los
principios de la escuela realista, era el campeón del
absolutismo. L a reina Gcbernadora Üamaba á su al­
rededor á loa hombres de marcadas opiniones libera­
les; de aquí nació u n a série de errores por parte de
la reina Gobcrnadopa, <iue redundaron en beneficio
de la causa de D. Cárlos.
Todos los hombres adictcft al rey Ferttando fue­
ron alejados de la.“ regiones oficiales; del ejército
fueron despedidos los oficiales do todas clases que
m ás afectos habían sido a l Key; de aquí resultó qiie
las filas de D. Cárlos se encoDtraron reforzadas con
oficiales de todas gradoacioDea , y sirvieron para or­
ganizar en pocos dia^ las nacientes huestes carlis­
tas, España se halló prcDto dividida en dos cam­
pos, el d« la Reina con los liberales y e l de 1). Cárlos
con los absolutistas. Las Provincias Vascongadas y
N avarra vieron sus fueros amenazados por u n ewor
de los hombres de ideas liberales, y abraj^aron coa
calor la dofectó del absolotismo político, que les
garantizaba sus libertades patrias.
Las simpatías e n Europa siguiéronlas dos cor­
rientes de las opiniones políticas. Francia « Inglater­
ra apoyaron á doña Isabel U. m ientras que Oregorio XVI, los Soberanos italianos y aJgun aleman
apoyaron á D- Cárlos.
La cuestión del derecho se olvidó, y e n España
como en el extranjero, solo se consideró la guerra
como cuestión jxilítica.
Las exageraciones de los liberales ayudaron po­
derosamente á los carlistas, engrosando sns filas con
el asesinato de los religiosos regulares en 1835
S
DE LUS SIETE AROS.
y COQ.
prociamacioQ do la Oonstitucioticld 1812.
Don Oárlos había dado su ilim itada confianza al
obispo dd León y a l arzobispo de Caba; $n su cacupo
dominaba exclusivam ente la g^nte de iglesia, y loe
poc<» hombres do alg ú n valer que siguieron sus
haruiepae fueron víotim as de su rencor. Con ol asesi­
nato del genoral conde de España, quisieron hacer
buena U prim era soblovac ion de 1827. Para estimar
e l exagerado íavor de que gozaron en el campo de
D. Carlos los eclesiásticos, basta recordar el reproche
que á este Príncipe hizo Gregorio XV/, á quien no so
tachará por cierto deliberal:
' V. M. h a dado demasiada coníianza j poder al
•clero y lo han perjudicado mucho su causa. Los
• curas y los frailes están mejor eii las iglesias y en
»el retiro que en e l campo de batalla y en el consejo
•do los príncipes.* ( 1).
Las exageraciones del partido liberal habían
dado fuerzas a l partido carlista, en compensación
la exageración de los (^ síó lic o s había sembrado en
ol campo de D. Carlos la desunión, y esto produjo
los fusilamientos d sE sto lla y e l Convenio deV ergara quo obligó á Ü. Cárlos á refugiarse en Franela.
La paz se consiguió por la traición de Maroto.
pero bien pudo proveerse que la pa¿ no era deñnitir a . Sus causas quedaban en pié y de esperar era que
la guerra renacería m ás tarde ó m ás temprano.
(1 )
T e r^ mUs
t> . J u « n ,
Ú9
ftC O Q ipori«b«n á s u
D . C á rlo s c u n d o d o U o n ic r a o lia j
«n b
v is ita q o e
Ijuu n
S. S.
Je
GUERRA DE WS SIETB AÑOS-
9
E l Trfttódo de Vorgara hubiera sido fractifero en
resultados Bi se hubiera celebrado con D. Cirios, si es­
to Príncipe hubiera depuesto bus pretensiones, Cele­
brado con nnos generales traidores a su causa, solo
fué u n a tregua.
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^ itó :
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W#jfc>-:«íir
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M ONTEMOLIN.
I>errotadoD. Cárlos y obligado á r e f u ta « « en
Francia, el Gobierno le intórnó á Burgas, donde pertDMieció desde el 22 d© Setiembre de 1839» háRte que
habiendo renunciado la pretensión ileeus derechos eu
su hijo, consiguió del Gobierno fran cé s los pasaporte«.
Don Cirios ron-nnció sus derechos en favor de su
hijo por el documento síguionte:
«Cuando á la muerto del Rey D, Fernando VII mi
»muy querido h e rm a n o y Señor, la Divina Ppovidon»oia me llamó a l Trono de E spaña, confiándome el
•bien de la Monarquía y la felicidad de loe españoles,
-lo consideré como nn deber sagrado; penetrado de
•sentimientos de humanidad y confianza en Dios» he
-consagrado m i ozisteD cia entera á cunjplir tan di»fi'cil y penosa misión.
vRn España como fuera do ella, a l frenl« de mis
•fieles ftíibdilos y basta en la soledad del cautiverio,
•la paíj de la Monarquía ha sido constantemente mi
'>único anhelo y el fin principal de mis desvelos.
<E n todas part^^s mí corazon patom al lia dos«ado
"ardientemeut« ol bícQ do los cspafioles. Hü debido
<>respctdr mis derechos, pero no b e ambieionado ja ­
lmas el poder; por lo tanto» mi conciencia se halla
»tranquila.
■Despue« de tantos esfuerzos, tentativas y sufri-mientos, soportados sin éxito, la voz do esta mis-m a eoncioneia y Loa manejes de mis amigos me ha*
»cen conocer que la. Divina Providencia no me tiene
•reservado el cum plir e l cargo que me habia impues*to, y qae es llegado e l momento de trasmitirlo al
-qce los decretos del Altísimo llam an i sucedenne.
•Renunciando, pues, como renuncio, á lo s dero>
uchos que mi nacimiento y la m uerte del R ey D. Fer*
•nandoV II m iau g o ato hermano y Señor, me dieron
-á la corona de España, trasmitiéndolos á mi hijo
■primegénito Carlos Luís, principo do Astúrias, y
»comonicándolo a la España y á la Europa por los
»sotos medios de que puedo disponer» cumplo con un
• deber que mí conciencia me dicta, y me retiro á
nvivir libre de toda ocupacion política y pasaré lo
•que me queda de vida en la tranquilidad doméstica
-y eo la pa¿ de una conciencia pura« rogando á Dios
• por la felicidad, la g lo ria y la grandeza de mí ama*
• da patria.
»Burgee 1« dp Mayo de 1845. — Firmado. —
•Carlos,E l partido carlista con el Cambio de jefe adquirió
nuevas esperanzas y se lanzó pronto ¿ preparar tra>
bajc^pera aprestarse á una nueva guerra; la cuee*
tion del casamiento con la Reina se trataba en aqne-
MOr^TEMOUN
lio» momentos, y algunos creyeron por este medio
poner un ténnino á toda contienda con el casamiento
de Isabel II y ©1 conde do Montemolia, pero la ¡dea
fué desechada porque las opiniones politic&s estaban
demasiado enconadas.
No era favorable a l conde de Montemolín e l D u e vo órdon en que habían entrado la s relaciones de Es­
paña ooQ todas las potencias europeas que babian
reconocido la legitimidad de ia Beina, cuando un incidento que estaba fuera de toda previsión, vino á
ofrecer grandes esperanzas á D. Cérlos.
LORD PALMERSTON.
La cuestioD de los matrimouios espaûolOR babian
disgustado á loglaterra, y la enorgía con que el
duque de Valencia despidió a l feproscnUnte de la
Oran Bretaña, produjo la exasperación do Lord Pal­
m erston y la dellbei'aíia intenoiort de vongapse; ai
efecto, se decidió á ver á D. Cárlos, que se hallaba
en Lóudree, y le propuso darlo b u apoyo para empe­
zar UDa nueva campaña, siempre y que la Inglater­
ra bailase garantías para el porvenir. Fácil es compreudor ol júbilo oon quo D, Cárlos acogió la propofticion d« Lord Palm erston y no olvidó e l hacer
protestas de liberalismo, á lo quo ora atícionado,
conviniendo con Lord Palmerston quo lo enviaria los
hombres m ás im portantes de su partido y de su ma­
yor confianza, para que trataran con é l sobre los ar­
reglos que podrían ajustarse para llevar adelante la
empresa; efectivamente, a l dia siguiente, e n nombre
de D. Cárlos iban à casa de Lord Palm erston ol m ar­
qué« de Villafranca y D. Romualdo Mon ; Lord
16
LUHD PALMEKSTrtN
Palmereton les manifestó quo sa deseo era echar
abajo ci Gobierno j la dioastía de Isabel II; que al
efecto, estaba pronto á ayndar á D- Cárlos para ob­
tener e l triunfo, y les dijo, que si bien ©1 estado de la
Europa y la opinion publica en Inglaterra no le per­
mitía dar á D. Cárlos abiertam ente su apoyo, estaba
dispuesto i ayudarle eficazmente>y a l efecto proponia: 1 * El casam iento de D. Cárlos con una Princesa
iDglesa, para lo que tenia la aprobación de S. M. y
do la Princesa dosignada; que para no herir la s ideas
religiosas de los españoles, antes do la boda la
Princesa entrarla e n la comunion católica- 2 * Con­
tra ta r n n empréstito de cuya negociación se encar­
gaba él mismo. 3.* D. Cárlos debía reconocer tOíUs
les fa its accamplis ^ ( u e ^ ta r V Constituiicn de 1837,
en la que m ás tarde podria introducirse alg u n a mo­
dificación. Lord Palm erston consideraba que estas
eran las bases qu© debian aceptarse en principio y
qne luego se entraría en los detalles más m inudosament©.
Los plenipotenciarios de D- Carlos -eolvieron cer­
ca de su Príncipe absortos y sin saber qué aconsejar,
á ta l punto, que B. Cárlos decidió llam ar más conse­
jeros entre los carlistas que estaban en Francia- El
mayor número solo sirvió para aum entar la confasion
y el consejo rcgolvíó qne D. Cárlos debía aceptar la
novia y el empréstito, pero no reconocer les faU$
Accwnplis. porquo esto incluía el reconocimiento de
la venta d© los bienes del clero, de la deuda na­
cional contraida por los liberales, etc. E n cuanto á
la Constitución, opinaban qu© D. Cárlos no debia
aceptar una hecha por los liberales, y seria mejor
ìf>HH FA UiEnSTO h
if
una CoD8titnok>& basada en las aitae clases j en la
an tig u a repr«»©nlacion de las villas y ciudades de
Toto en Córtes, y que D. Carlos la otorgara de su
propia autoridad, y en cnanto á la s cuestiones no
especificadas, “b ueno seria que desde luego se en­
tra ra en discusión. E ste dictámen se puso por e«*
crito. y D. Ronmaldo Mon fné e l encargado de
redactarlo en forma, y precedido de u n largo preám­
bulo y copia de coneidftrsciones, fué firmado por
D- Cárlos y sus pleuipoteD C iarios, y estos lo en­
tregaron á Lord Palmerston, quien despues de ha­
berlo leído m uy ú la ligera, les contestó quedar
enterado y qne les avisaría cuando podrian volverse
à ver.
Lord Palm erston, voWid al dia siguiente» á casa
de D. Cárlos y lo dijo, que no creia posible enten­
derse con las personas que le habia euTiado y que era
preciso, si algo debía hacerse, que Tiera si entre sos
consejeros podia h allar alguno que, reuniendo su
confianza, estuviera m a se n el espíritu del siglo, y
onsideraba preforibie que encargase esta misión á
uno solo. Contestóle Ü, Cárlos que asi lo baria, y
ta n Juego como se marchó el ilustre diplomático,
llamó à sus consqeros para qne propusieran á quién
debía encargarse el tra ta r con Lord Palmerston. Va­
rios fueron los nombres qne se propusieron, pero tan
luego como se nombraba uno, se reconocía que el
nuevo designado era completamente de la s mismas
ideas y no se ilegó ¿ u n acuerdo. Don Cárlos tomó
sobre si el nom brar su representante, prometiéndo)es que se (jondria de acnerdo con el consejo, para
▼er qué se podría obtener de Lord Palmerston.
t8
1 0 KI) l>AT,MERST0!1
Habia j 'a alí?un tiempo que yo me hallaba dn LiTGrpool TÍTÍcndo completamente retirado del partido
carlista, y sólo habiu e s t^ o á saludar á los hijos de
D. Carlos cuando llegaron á Lóndres.
A la paj^ de V ergara creí que los que, come yo,
habíamos servido la causa de D. Cárlos en defensa
de los fueros de nuestras provincias, no teníamos
para qnó ecuparuos m ás de las cuestiones carlistas
que solo representaban un sistema político opuesto
¿ la mayoría de la nación, y la ambicien personal de
D. Cárlos y sus parciales; y si ofíeialmontc no me
acogí a l tratado fué porque no creí digno aceptar el
beneficie de u n oenveoio que imprimía, en los que lo
aceptaron, la mancha de traidores á u n a causa des­
graciada, pero que habian tenido ellos mismos la
desgracia de defender. Sí no acepto los beneficies
personales del convenio, me sometí gustoso á él y
pruebas di aceptando on 1843 la secretaría del GO'
biemo civil de Visseaya; e n 1846 serví la causa de la
Boina cerca de S a Santidad, y en 1R48 la serví tam ­
bién (terca del gobierno de Baviera (apéndice núme­
ro l), no considerándome ligado a l partido carlista
despues del tratado de Vergara, y si en 1848 visité en
Londres a les hijos de D. Cárlos. fué por pura aten­
ción y no considerando que en ello venia 4 renovar
los antiguos lazos que me unieron u n dia & su
causa.
En la entrevista que tuve en aquella época con
el conde de Mentemolin, versó, como era natural, la
conversación sobre la cuestión política, y no pude
m énosde decirle, que la exageración hahia sido la
causa de la (alta de éxito; que en mi concepto, si su
LORD r>ALHERSTON
I»
«eñop p a d r e hubiera atendido el consejo do Jo b hom1)re6 templados, hubiera adelantado máa; ol recuer­
do de aquella couversacIoQ, sio duda alguna, fué lo
q u e trajo mi nombre i b u memoria cuando necesitó
nombrar sucesor a l marquéB de Villafranca y á don
Boumaldo Mod: me llamó por telégrafo, fui á Lónd r e a . me contó lo ocurrido, m © pidió aceptara su
representación corca do Lord Palmoratou, y después
de haber escuchado algunas obsorracioutís que le
hice, llamó a l Marqués y á Mou para quo minuciosa­
m ente me explicaran e l estado de los negocios; éstos
mo dierou copia de lo escrito, y desde luogo v i que
poco se podia esperar de Lord Palmerstou si no se
eutraba cu un terreno de concesiones; así lo mani­
festé ai conde de Montcmolio. otserváudole que el
io ie o r not to he era la cuestión. Con el apoyo de Lord
Palmerston, eu los términos que le ofreció; con los
elementos del partido carlista y la descompoucion
en que so encontraban los partidarios de la Reina
crcia posible el triunfo, pero era preciso, en mi con­
cepto. modificar las ideas, y entonccs entré en el
erám en de lus proposiciones de Lord Palmerston.
Sobre el casamiento y el empréstito habia acuerdo
general y nada habia que dccir; la cuestión tU f a i t s
^ccumpiis ia consideraba resuelta en cuanto á los
bienes del clero, por la sanción que do hecho habia
^ 0 Su Santidad reconociendo á la tícina, y los ha­
chos consumados. E n e l terreno económico, la Deuda
habia qne reconocerla, porque los gobiernos de un
país son solidarios dolos hedios de sus predecescros,
y cité e l ejemplo de la Francia, que con la excepción
de la Revolución de 1793, habían siempre reconocido
so
LOAD FALNEBSTON
loe hechos consumados, y la nuova república acaba­
ba de seguir la miema m archa separándole dnl ejem«
pío de 1793. E ra, pues, de opinión que debias aceptarse Usa y llallauam ente Ies f a ü s accumpUi.
E q cuanto ¿ la Constitución de 1837. suponían
qoe Lord Pairoerston la indicaba, p ara que con su
aceptación se entrara de lleno en el sistema constítucíoaal, máxime cuando, desde luego, ee hablaba
de modiñcaciones, que era cuestión para las Córtes
futuras, j dada la docilidad del Parlam ento español,
se introducirian fácilmente todas las modíficacionoB
que se quisieran. Be la s cuestiones no cspccifíc&das,
sería tiempo de ocnparse de ellas, cuando se propu­
sieran. E n resúmen: mi opinion era, que D. Cárlos
debía aceptar pura j simplemente las bases propues­
ta s por Lord Palm erston. que tiempo habría para
modificarla. Mi opinion fué m al acogida por los
consejeros del Conde, y me retiré, manifestándole,
que n in g ú n interés ten ia en que se aceptase, que la
babia emitido con sinceridad y correspondiendo á la
honra que se me dispensaba.
Al día siguiente, el infante D. Fem ando me hon­
ró con su visita, para decirme que su hermano doseaba verme» y quo procurase concillar la rigidez
del Marqués y de Mon y ver qué se conseguia de
Lord PalmeretOL. Volví, en vista del deseo de don
Cirios, y hallando á sus consejeros algo m ás tra ta ­
bles, se convino que vería á Lord Palm erston, que
les f ú i i s aecomplü en cuanto decían relación con la
Iglesia, se reservaban ¿ la autoridad del Pontiñce,
qno en el terreno económico se estaría á lo que re­
solvieran las Córtes; y qne se vería la manera más
LORD
PALWERSTOW
Íí
coavenieote de su stitu irla Coostitucion dis 1837, que
y a no regia ©a España.
E l deseo de D. Carlos y de bqs ooneejoros era
conseguir entrar eu díacusion coa Lord Palmerston,
esperando sacar al^o. Aunque ppsvoí que poco ó
obtendríamos de Lord P®lrn»rstOD, aceptd 6l ir
¿ yerlo. Don Cárlos escribióla carta que debía ser­
virme de iatrod acción y credendal, y en seguida
escribí al diplomàtico inglàs para que tuviera la
bondad de ñjarmo hora p ara verle; no se hizo esperar
la contestación, haciéndome saber que me espe­
raba en su casa á las siete y media de la noche.
No falté á la cita y tn v c la satisfacción d s que Lord
Palm erstou recordara haberme couocido como secre­
tario de la legación de la confederación Perú Boli­
viana en 1840, con motivo del Tratado de comercio
•que se celebró en aquella època con Inglaterra; me
felicitó por mi nombramiento y entram os de lleno en
la cuestión. Es cierto, me dijo, qae Su Santidad de
hecho ha reconocido les fa its oícomplis recono­
ciendo à la Reina, pero e l dia qae D. Cárlos sea Rey
do España, e l clero adquirirá nueva influencia y el
Vaticano será exigente, y lo que no es dudoso con­
ceda á los gobiernos de la Reina, lo negará á don
•Carlos; su proposicion equivale á decirnos que en es­
ta cuestión obraría como Fem ando VII en 1824. E n la
cuestión económica romitióndose á u n as Córtes, en
que la mayoría serian c a rlista s^ a r sang, solo podría
esperarse e l predominio de la s ideas más exageradas.
Di cuenta a D. Cárlos de la entrevista, y deapues de
dos ó tres dias de conferencias, en que h allé siempre
á Lord Palmorston dispuesto en &Tor de D. Cár>
52
LORD PA IJÍERSTON.
los, pero persuadido de que nada podia esperarse
de él, rodeado como estaba de personas do ideas
exageradas, me ^ijo; que era inútil e l que contiaiiáramos las conferencias, sí mi influencia cerca de don
Cárlos se hallaba neutralizada por las do otros consejerosA sí concluyeron aquellas nogociaciones, de (as
que pudo D. Cárlos haber sacado im g ra n partido.
AMORES DE MONTEMOLIN.
Scguia D. Cárlos la campaña en Cataluña, al
frente de la que estaba el ^ n e r a l Cabrera, y ooetá□eme&te se enamoró de cierta señorita inglesa. la
que si rto ac prendó de la persona del coüdo de Montemolin, á lo menos quedó embelasada con la ió*ia de
ser algon día reina de España; j la Reñorita tomó la
cuestión ta n á lo “vivo, y desplegó tan ta destreza,
que al fin cayó D. Cárlos en la red, y se convino en­
tre loe amante« el matrimotdo.
Habiendo llegado á oídos de los cortesanos y coneejeroB del conde, les obligó á presentarlo la exposi­
ción que reproducimos:
«La Soeiodad Española de Lóndros» ae ocupa hoy
exclusivamente del enlace de V, M. con Mis.,, úni­
co antacedeut© que log insfrascríptos han tenido de
la determinación q u e V . M. h a creído poder tomar
por si solo, sin dignarse hablar ni consultar con nin­
guno de ellos.
S4
AMORES
MOMBHOL(P<
>Fíeles servidores de V. M., contaodo cada uao con
má8 años de servicios que tiene do edad, qnd habían
por consiguiente prestado muchos á sus royes y ¿ 1&
Monarquía, antee de nacer V. M., no pueden faltar á
sus dcb4»res, n i ser en esta ocaeíon menos solícitos
en cum plir los que les imponen con rospocto á V. M.,
á la Nación, á su partido y á su conciencia.
-Si el hecho os cierto ó supuesto, deben exponer
á V. M.. quo las circunstancias de la señorita de...
no soD bajo ningún concepto las que se requieren por
3as ley 08, para que V. M. la adm ita por esposa, ni
V. M. debe hacerlo á menos que no prescinda de to ­
das las consideraciones políticas quft son insepara­
bles de V. M., y de las cuales no ha debido olvidarse
ni un solo momento, para no hundir su reputación,
abrir una profonda herida en e l coraron de su muy
augusto padre 1), Cárlos V. condenar i Buevas y Isstimosas complicaftioues de consecuencias tristísim as
a l partido quo V. M. representa, que tantas víctimas
ha inmolado á sus derechos, que con tanto entusias­
mo y heroismo h a defendido á la España, que veia en
V. M. su porvenir feliz, objetos que debian á V, Mmás priidileccion que la que acuerda á una señorita
particaíar, cuya religión no es tampoco la de V. M.,
puülo previsto por la s leyes, ta n importante para unir
su suerte el sucesor de San Fernando,
t Prescindir de ellas como V. M. In h a ria si fuese
cierta la detormiuacion que en Lóndres se le atribu­
ye, sería demasiado hum illante para V. M. y excesiva­
mente triste y sensible para los que con tan ta fideli­
dad han seguido los principios y las banderas de
V. M.; seria condonar á su augusto padre ¿ u n acer-
a
M O R B S d e u o :i t k m o i , i n
ü
bo dolor que en conciencia no debe V. U. imponer­
le: seria tener «n menos V. M. todos los deberes. so<
cialee. políticos 7 moraldR, posponorloa á una pasión
mezquina, alimentada maüosamonte en la ine^cperien*
ciad® V- M. Seria conclnir V. M. con su reputación,
perder completamente su porvenir y condenar á to ­
dos, inclusa ia Keal familia, á u n a nueva é interm i­
nable 8¿rie do calamidades y desventuras.
•Vuestra Majestad no puedo sacriñcar tanto, ni
desatenderse de todos sos deberes, como Bey, ni
como español, como hombre n i como bÍjo. Recuer­
de V. M. lo que es, lo que en ta l eonccpto se debe á
sí, á sus augustos padres, i la España. Condene un
momento de debilidad y corte con energía el bilo de
una intriga que tan to le degrada; así conviene y
debe hacerlo V. M., y bajo esta seguridad, los in­
frascriptos craen no deber ni poder prescindir de emitirunconsojo.
•Este ee, seño r, que en el mismo instante deje
V. M. el suelo de Inglaterra. Esta medida os de
imperiosa necesidad, es la úulca que aconseja el
compromiso en que acaso V. M. se ha constituido.
SI e l bocho es cierto, V. M. debo tom arlo, y si í>« le
atribuye i V. M- sin motivo, no debe dario por más
tiempo permaneciendo en un pais en que V. M. se
impone tantas responsabilidades en uno y otro caso.
•De no seguir V.M. este consejó, los infrascriptos
protestan ante V. M., ante sus augustos padres, ante
la España, ante Europa, seguros de que dcsaproba*
r¿n altam ente el desmán en que incurre V. M .; su
deber, su fidelidad nunca desmentida, su conciencia
y su amor á su patria, le imponen también e n un
2«
AB40KE8 DE U0 ^TEM()L1.N
cîtëo dado probar que n in g ú n anteoedeote n i interT ención b a n te n id o en él, y q u e Lo d esa p ru eb a n en
to d a s s u s p a rtie .»
Ldndres, tK) deM&yo de 1849.
El m arqués de Villafranca.—EL conde Viudo del
Prado. ^ Ju an Monteneí^ro.—Tomás G arcim srtia.—
Francisco Antonio M erry.—M anuel María de Crayw iüke). ^ G ab riel de Flores.—ttoumaldo María Mon.
ABDICACION DEL CONDE DE MONTEMOLTN
E S F A T O H D B DON JU A X -
ReciW<5 el conde de Montemolin la visita de to­
dos sus consejeros, qne le presentaron e l escrito que
acabamos de copiar, y les dijo: -E stá bien, hoy
mismo tomaré una rcsolucion y oa la baró saber.*
Don Curios tomó, en efecto, una resolución, cual
faé marcliarsü al lago de Windemare con el objeto
de sus amores, y creyendo qae no debía s e ^ i r rei­
nando sobre sns parciales, algunos de los caales eu*
frian e l rigor de nna dnra campaña en Cataluña,
donde Cabrera con m uy pocas fuei'zas tenia que de­
fenderse contra el marqués del Duero, que a l frente
de im numeroso ejército le porscguia sin descanso.
El conde de Montemolin resolvió, pues, abandonar
la cuestión politica, y a l efecto, on el mismo día» ex­
tendió u n acta de abdicación en favor de s a hermano
D. Ju an , la que le dirigió acompañada de esta
carta.
'Lóndros dOde Uajo de 184V.
>iMi amado Juan; To incluyo mi abdicación que he
hecho deepues de bien convencido de que yo no po-
tt
AfiOlGAClOS DEL COWDI DS MÜflTEMOLIW
día eer útil á la causa continuando á su cabeza. Es­
pero seas más foliz que 7 0 . Fírme e n loa prmoipiOB
que hemos defendido y defendemos, moriré mil vecea ántes que sucumbir. Mi espada estará siempre
pronta á tu servicio, 7 conño que no dudarás nunca
que ta n fieles subditos como yo podrás tenerlos, pero
máa ninguno. Te recomiendo ardientem ente á todos
Los que me baa servido con ta n ta lealtad como desinteréa.
»Mis afectos á Beatriz, y crec on tu afeotisinio
Iiermano
Cárlos
La abdicación estaba concebida en estos términos:
• La divina providencia, por sus altos juicioa,
•ha permitido que hasta ahora hayan sido inútiles
»los esfuoríos que hemos hoebo para conseguir ol
»triunfo de la ju sta cauaa que defendemos. Conven•cido que mis fuerzas no son suficientes, que mi sa ­
lla d no me permite llevar ácabo tam aña em presa, y
• iiesí>ues de detenida y m adura meditación, he re•suelto renunciar como renuncio, todos mia dere»chos á la corona en mi amado hermano el infante
•D, Juan. Renuncio igualm ente á todos los honores,
•distinciones y tratam iento que me corresponden,
• reservándome sólo e l título da conde de Montemo■lin, pues deseo quedar reducido á la clase de mero
•particular, p ara de este modo poder mejor en todas
• ocasiones ser útil á la patria.
'Lóndres 30 de Mayo de 1^49.
C4rIos L u is. •
ABDJCACIO> D U OirCDE DE KONTEMOLIN
«
Al m arcliarse <m la noche del mismo d ía 30 eeoribió á todos «US consejeros y scrTÍdum bre, enviándo­
les su abdioadon y c a rta p ara s u herm ano p a ra que
l a pusieran en eus m anos.
L a auseiicia del conde de Mozitcmolin de s u casa
á la hora que acostum braba retirarse, puso á todos
en el m ayor cuidado; tem ian unos que a lg o le hu­
biera sucedido, y otros creían qne hab ría seifuido el
consejo y ee hab ría m archado; p asaron la noche en
T ela, y sólo el correo d e la m añana )eR trajo las
rías cartas que á todos había escrito; la dirigida á
íion decía;
•L ó u d re a 3 0 d e V t y o d e 1849.
- líi estim ado Mon: La resolución quo acabo de to­
m ar esteba y a decidido á U eyarla i eíécto desde m i
Tnelta de Francia. Y a sabes que n u n c a m e falta el
ra lo r para a rro stra r los peligros, á u n á ciencia cier­
ta de perder m i vid a, como cuando m arché á C atalu­
ñ a, pare 710 podía resistir p o r m ás tiem po lo s dis­
gustos, contradicciones continuas y aún calum nias
que por tan to tiem po, y m u y p articularm ente de u n
aflo acá. h e tenido que sufrir dcl m ism o modo que
tu .—Te incluyo copia de m i abdicación y Ja procla­
ma de despedida, p ara qne la s com uniques á quien
corresponda y la s publiques. — E sto y sum am ente
complacido y satisfecho del celo, desinterés y le a l­
ta d con que m e h a s serrid o , y espero qno siempre
m e tendrás p o r n n verdadero am igo, y que como tal
contarás conmigo e n todas tu s necesidades.
Carlos
“
30
ABWCACION DEL COHDKDS MONTEMOI.Iff
Ya repuestos de la ansiedad, ]a 5 cartas y la abdi­
cación les llenaron de confusion, y pasada la sor­
presa. resolvieron ir á ver al infante D- Juan que
residía en el palacio de K ensington, como hue sped
del duque de Sussex, tio d« la reina Victoria, y el
príncipe más ilustrado y liberal de la familia real de
Inglaterra.
Don Routnaldo Mon llevaba la palabra, y en un
breve discurso oxpuso que D. Cárlos VI, habiendo
abdicado on su señop hermano, venian por su cncarg o á entregadle el acta de abdicación y saludar á su
nuevo Eey y Sefior, concluyendo con un viva e l rey
D. Juan m .
El príncipe se qu$dó atónito, y en contestación
a l discurso les preguntó si se habían vuelto locos.
Entonces le entregaron la carta de D, Cárlos, le
manifestaron lae que habían recibido, la copia de la
exposición que le habían dirigido, le contaron cuan­
to sabían de los amores, y bien enterado D. Ju an de
todo, les dijo quo guardaran en secreto todo lo ocur­
rido y esperaran el regreso do D. Cárlos, que en sa
concepto no se haría esperar mucho.
L a compañera del condo do Montemolin observó
eon pena que, habiendo trascurrido algunos diaa
desde la m archa de Londres, D. Cárlos no habia re­
cibido carta alg u n a a i m iraba siquiera un periódico,
y no pudo ménos de observarle su indiferencia,
cuando Cabrera se batia por 6i m Cataluña.
“No debe sorprenderte que no reciba cartas a i
■me interesen las noticias, porque para dedicarme
»únicamonte á tu amor, resolví abandonar la polfti-
BN ?AVOR DE D, JÜAS
M
»CA, y antes de marcharme de Londres abdiqué en fa))Vordd mí hermano, y sad íe sabe qí sabrá cuál es
wroi paradero.»
La pobre jó ven, que vió dcavanecarso sus ihisiouQs, no podia eroer lo quo oia, ha^ta que dospues de
más Larga ezpiicado!! se oonvenció do que el hecho
do la abdicación ora cierto; entónces tomó la resolu-*
oioo de abaDdcuar á D. OárlOB, ó ir á p t^ ir perdón á
sn desconsolado padre.
Quedó solo D. Cárlos mohíno de lo ocurrido, y
regresó tranquilamente á su casa, donde tuvo on a l­
tercado con sus consejeros, y de resultas se marchó
á Trieste, insistiendo en su renuncia, h asta que la
influencia de su seüoi* padre le hizo retirar la abdi­
cación que 1). Juan no habia querido aceptar.
La fortuna no sonrió á la causa carlista en la
campaña de 1849, y la energía y pericia deL m ar­
qués del Duero, ayudado con las traiciones de Pep
dol Olí y Pozas, obligaron á Cabrera á replegarse
allende la frontera, quedando e l país pacificado y al
parecer D. Cárlos relegado al olvido.
SAN CARLOS DE LA RÁPITA,
Muchos hombres de hueca fé creyeroa que coa
squclla campaña e l partido carlista hatia. concluido.
|Vana Uusioa!
LoB adictos de D. Cárlos no desmayaron, ellos no
«o dieron por batidos, y las diferentes tentativas
de 1^49 á 59, sirvieron p ara tener en pié sus espe­
ranzas; 7 al finalizar 1859, los carlistas se aprestahan i una grande empresa, San Cárlos de la Rápita.
Todo se iba preparando, cuando la casualidad hizo
qnc asuntos personales me llevaran á Lóndres. Mi
amigo D. Antonio Q uintaailla, que estaba en París,
me escribió preguntándom e si estaba e a los trabajos
políticos dcl dia; lo contesté que no, y que solo me
ocupaba de m is intereses; me escribió varias cartas
para cpe viera ^ infante D- Juan y a l ^;:eneral Cabre­
ra, de las que hice caso omiso; cntónces fué Quintanilla á Lóndres, y rae llevó á ver al genoral Ca­
brera» que me preguntó si estaba al corriente de lo
que había; contestándole negativam ente, ontró en
e i relato de la conspiración; ol genoral O r tc ^ , capitan general do las Baleares, y dos otros generales
5
34
San Cablo» pe u rahta.
eon mandos import^ntea que me nombril, estaban
dispuestos á proclamai á D. Cárlos, quíeo con sn i
dûs honnanos dêl>ian ir á Palm a y embarcarse con el
general Ortega y todas las tropas de su mando, p ara
desembarcar en Valeuoia, donde se contaba coa
parte de las tropas qae g u are eclan aquella plaza y
6u distrito; el general Cabrera debia estar eo el
M aestrazgo al frente de 5 ó 6,000 Tcluotarios, y tO'
das estas fuerzas reunidas, despues de dar e l grito
en Valencia, debian m archar á Madrid. EL general
me preguntó si consideraba bien el plan y seguro el
èsito. Si DO conociera personalm ente y bien a l ge­
neral Orlega, le dije, desde luego creerla en una
celada para coger á los hijos de 1). Cárlos, como se
cogió en Málaga a l desgraciado general Torrijos.
E l general Ortega es capaz de hacer una ealaTerada,
pero no es capaz de u n a villanía, por esto no creo fio
una celada, pero sí en una calaverada, y solo do tal
puedo juzgarse el pensamiento do embarcar tropas
engañadas, para que al desembarco proelamen á don
Cárlos; bastará tm jefe de energía p ara desbaratarlo
todo, y hacer prisionero á D. Cárlos y al general
Ortega; en cuanto á lo? otro» generales y tropas
comprometidas, seguirán el movimiento si éste no
halla tropiezo, pero si al contrario, alguien se opone
a l general Ortega, queíiarán leales á U reina; en
Cuanto á l o s 6,000 hombres que Vd. piensa reunir,
es preciso algún tiempo para organizarlos, y de poco
servirán sin ello; por consiguiente, creo qoo e l plan
es desacertado, y que el resultado será una catás­
trofe. Ko se convenció é l general de que m is tem o­
re s eran fandados. D. Jn an me mandó llam ar, y
S a n C A ia O S D Ë LA R A U T A
3á
âespues de hab«rl6 indicado mi opinion fiobr6 la em­
presa, me dijo que estaba confonoe coomigo 7 que
no creiâ patriótico emprender ana campaña contea
el gobierno de hecho, cnando éste estaba empeñado
en la campaña de Àfrica, que así lo había manifesta«
do á su hermano j que estaba resuelto á no tomar
parte alguna en ai^uella espediclon. E ste incidente
reanudó mis relaciones con S. A ., quo me ínvitiS á
Yerle con frecuencia.
El Tfmes dió en u n despacho telegráfico la noti>
oia del desembarque à San Cárlos de ia Rápita, la
prisión de los príncipes y la h aid a del general Orte­
ga. EotÓDces D. Ju an me llamó i en lado con el oa>
rácter de secretario.
La rcDuncia de 23 de Abril que el telégrafì? llevó
á Lóndres, era del tenor siguiente:
»Yo D. CójIos Luís de Borbon y de Braganza.
conde de Montemolin, digo, y á la ^ del mundo
pública y solemoemcnte declaro : que hallándome
persuadido de la inutilidad de varios esfuerzos he­
chos en favor de los derechos que considero ten er á
la sucesión de la Corona de EspaQa, y no deseando
que por mí, n i en mi nombre la tranquilidad y re­
poso del país, cnya prosperidad tanto deseo, pueda
sor turbada : De mi libre y espontánea voluntad sin
que mi situación actual ten g a influencia en mi con­
ducta. Solemnemente y para siempre renuncio á t ^
dos mis derechos, afirmando que este sacrifìcio ee
hecho en el altar de la Patria, y es el resultado de la
ecmvlccion i que he llegado después de la última
abortada empresa de que los e^faerzos que se bagan
»
Ü A fi
CÁ RLO S DR U
R Á P IT A
e n mi favorprodncirian la guerra civil, lo quo deseo
CTÍtap i costa de todo sacrificio.
■Por consiguiente, empeño mi palabra de honor
e n no eonsentír que m{ bandera ee despliegue en
parte alg u n a de España, y declaro que ei dosgraciadam ente alguien usase de mi nombre con este obje­
to, lo consideraré como u n oDemigo de mi honor y
reputación.
•
También declaro que tan luego como esté en el
goce dem i perfecta Ubertad, renovaré la presente
declaración para qne en n inguna época pueda revo­
carse en duda el haberla hecho do mi libre y espon­
tánea T o lu n tad . Qae la felicidad y prosperidad d e m i
pais sea la recompensa do mis sacrificios.—Hecho
en T ortosa¿í¿5 de Abril do \ m . - C d r l o s L u ü d t
Borhon y de Braganza. •
Tan luego como se conoció en Lóndres la re­
nuncia de D. Cárlos, ol general Cabrera propuso que
D. Ju an debia aceptar la renuncia y dirigirse 4 la
nación en a n manifieslo; mi parecer faé distinto y
opiné que S. A, no debía haecr gestión alguna sin
antes conocer bien Jo que había ocurrido, si la re ­
nuncia d« D. Cárlos era efecto de T Í o l e n c i a , y que
debia esperarse á que e l tiempo aclarara lo ocurrido.
Prevaleció esta idea, y D. Ju an temeroso de lo que
pudiese suceder á sos hermanos prisioneros, bascó et
apoye de la Emperatriz para que se interesara cerca
do la Reina en favor de sus hermanos; la Empera­
triz le tranquilizó y prometió hacerlo, asegurándole
que sabía y a quo nada tenían que temer D. Cárloa
ni D, Femando.
En 15 de Hayo llegó á Londres oí conde de Moa
temclin, sin haber avisado á su herm ano de su lle>
gada 8i ^íen había preTenído a l general Cabrera, que
foó á recibirlo á la estación.
Don Cárlos acompañado del general, fué ¿ v e r á
BU hermano, para decirle que estaba pronto á abdi­
caren él anulando la renuncia de 23 de Abril, si
aprobaba el escrito que le entregó y que d e c ia :
ANULACION, ABD ICA CIO N , R A T IFIC A C rO N NO,
»Anulación fundándose en que legalm ente es n a lo cualquier acto hecbo en prisión é incomunicado.
68 nulo por la s leyes ospañolas y francesas y por el
derecho romano; y como prueba la conducta de
Eduardo de Escocia, Francisco 1 y otros; también la
declaración de las Córtes de 1812, anulando la re­
nuncia de Femando VU, Para esto es indispensable
un documento tuyo que declaro que no reconoce«
como válido nada de lo hecho, por la s razones ante-
Î8
A S I : L a C(0 » , A B D JC A C lO ÿ» b a t i h c a c i o n b o .
dichas, y que de ningún modo acoptas bds coneecnencias en pcrjuîcîo dol derecho de la causa y dô
BDS defensores.
»Âl)dicacioii fundándose en que así conviene á la
canga y no por ratificar lo hecho. Para elio se ne­
cesita estar seguro de que aceptas la abdicación y
que darás un manifiesto en qoe» además de lo que
pueda ser conveliente según las circuQStancías, ase­
gures á nuestro partido y á la Nation que llevarás
adelanto el principio do la legitimidad que sostene­
mos y que trabajarás cuanto puedas para conseguir
el triunfo, recompensando los méritos de cada uno
y no olvidando los contraídos h asta ahora, y que
te servirás de cada uno según su capacidad y dis­
posición, pues asi como quieres qne en la nación se
acaben los partidos y no baya más que españoles,
asi tamhien es preciso em pezar por dar el ejemplo
entre nosotros.Despues de leído este papel, D. Juan dijo i su
hermano; «Desde ol momento que mfì aseguras que
•el general Dulce te tra tó con toda con sideración y
■que la renuncia fuó obra de tu espontánea \o lu n •tad sin que ni el general Dulce ni otra persona te
-forzase á e llo . ni directa íii indirectamente, no creo
»que estos en el caso de poner en duda tu misma
• obra; yo no acepto condiciones, haré de t u renuncia
•el uso que ten g a por conveniente; si mi conducta te
•obliga como dices i anular tu renuncia, lo sentiré,
-porque semejante pasóte rebajará mucho en el con•cepto de todos, y solo los fanáticos que perdieron U
-causa de nuestro padre podràn elogiarte; cuando
AIÍULACIO», A BD ICA aO B. K A TIFlCA aO B NO.
•en 1849 hiciste una renuncia en mi íavor, eabes q w
>ao lo acepté é bice cnanto pudo para que la retira•ras, y cscribí el primero á nuestro padre para que
•interpusiera su autoridad y cariño para bacorto de-sislir de una resolución tomada e a un momento da
«eetraTÍo, pero que había quedado reservada en el
•corto círculo de pocas persona.»
Don Cárlos pareció oir con gran do atención laa
observaciones de su hermano, y la caostionde la ra­
tificación de ia renuncia ó la de au retractación que­
dó on suspenso, y oo volvieron á hablar más de ella.
Al dia siguiente D. Cárlos se marchó para París y
su h e ro m o y el general le acompañaron h asta liover. Despucs de haberse embarcado y quedado ju n ­
tos D. Juany Cabrera, Ruscitó éste una diseusioa so­
bre la renuncia, y de algunas palabras que D. Juan
dijo se incomodó e l general; á su regreso á Ldndrea
me contó D. Joan lo ocurrido y como por m ás que
en el fondo no cstuviede en muchas eucstioncs de
acuerdo con el general, siempre consideré su nombro
muy Talioso para que D. Ju a n se lo enagenara;
así es que fui a l momento á ver a l general para sa­
ber por él lo ocurrido; le halló indispuesto y muy
quejoso dü2 Iqfante, resuelto á no verle más y sepa­
rarse completamente do él. Ki general Cabrera tie­
n e el carácter vivo, y atribuí todo á uua mala in teli­
gencia, aaí es» que procuré caicnar su irritación:—
•Yo no voy más i ver a l Infante,* me dijo.
E l Infante vendrá á verlo á V d.—Si él viene es
otra cosa, pero yo no vuelvo á su casa.—Dou Ju a a
^a tenido siempre en mucha considerai^ion a l gene*
«
A N U L A C IO N , A B D IC A C IO N , B A T in O A C lO H K O .
ral, pero desde la empresa do San Cárlos eRtal>a real­
mente frío con ól; a sí es, i^ue la desaTODeneia de D o
TSP mcornodó al Infante, ^ue, por su parte, eataba
resuelto á romper con el general, y como éste no sslaba en m q o r disposición, tem í realmente un rom­
pimiento. Procnré, pues, calm ar la irritación del In­
fante y ie dijo, que í^abrera estalla enfermo con un
flemón en la naca, (^ue aun cuando no era cosa de
eoidado lo tenia con alguna calentara y sumamente
incómodo, que era preciso concluir con la desave­
nencia ó m al entendido de D orer y qne creía debía
ir á vorle, y no Uablar más del incidente de Dover;
a sí lo hizo S. A., y a si obtuve que la buena armonía
quodase restablecida entre S. A. y e l general.
DoEpuCB do U entrevista de D. Ju an con e l coode
de MoDtemolin, éste continuó en París en consultas
con BUS consejeros, en quienes debió repugnar la
idea de una retractacíoB; en ia corrospondenoia en­
tre los dos bermanos no se bizo la más leve alusión
á esta cuestión.
Despues d i la entrevista del 15 de Mayo« creí lle­
gado el momento de aconsejar á D. Juan dar un
mani£esto, como deseaba e l general Cabrera; así lo
propuse ¿ S. A ., y me mandó estudiar la forma y
los términos en que se baria. E n aquella época ya
abrigaba yo la oonviccion de que el partido car­
lista, ó á lo menos los jefes que lo dirigian, eran re ­
fractarios á toda idea de conciliación en e l sentido li­
beral y de progreso, pero también estaba persuadido
que con sus añejas ideas, solo obtendrían naevos
deaongaños; a s í, poes, aconsejé á D. Juan, nodosp le u r a una bandera de g u erra é intolerancia con el
proyectado manifiesto, sino que aprovechara la oca-
42
EL PRIMER M.\nrFI£5T0
sien para dar un paso adelanto reconociendo la auto­
ridad de las Córte«, dirigiéndose á ellas e l m anióes.
to; así lo estimó S . A. y lo hizo en estos términos;
i LÁS CÓRTB8.
iL a renuncia de mi hermano Cárlos Luis á lo»
derechos á la Corona, hecha en Tortosa en 23 de
Abril de este aflo, me obliga á reclam arlos derechos
de mi familia y los míos personales a l trono de mis
mayoresBecldido i mantenerlos, asi como el principio de
iegeUdad en que descansan, no permitiré que pora
obtener su triunfo se apele á las arm as; no quiero
que por mi causa se vierta la noble sangre de los 09paüoles.
Tengo fé en la Divina PrOTÍdencia, en la roctitod
y patriotismo de Jos españoles y en la fuerza de l&s
circunstancias.
No deseo asccnder a l trono encontrando v ic tim u
en sus gradas. Deseo ascondorJo ayudado por Ja con­
ciencia genoral, que con la legalidad, ol úrden se
restablecerá, y cou él e l país prosperará on la Tía
<áel progreso, de acuerdo con la ilostracioa del
siglo.
Dirijo este maniñesto á las Córtos para que así lo
eepa la Nación.
L6ndres 3 de Junio do 1860.
/ m r d i Borbon.»
El, PRmEft HANirSSTO
4»
E l Gobiorao tole^5 ia cironlacion de este docu­
mento, los presidentes del Congreso y del Senado
lo dejaron eobro la mesa p ara que los senadores y
dipntados pudiesen tomar conocimiento de él.
En el Senado so produjo un incidente: el m ar­
qués de Miraflores, D. Facundo Infante y otros, pre­
sentaron una proposicion proponiendo u n roto de
gracias á la mesa por no babcr dado lectura del es­
crito de Ü. Juan de Borbon; laproposicion produjo
una di&cusion y votacion, y a l siguiente dia, 15 de
Junio, los Sros. D. Francisco Tames Ilévia, D. Josó
Joaquin Casaus, D- Valentín Ferraz, D- Pedro Saina:
do Andino y D. Guillermo Moreno, pidioron que
ccost^sc su adhesión á la votacion dol día anterior,
ocíno si se tratase de un asunto ífrave y trascen­
dental.
La mayor parte do la sesión del 15 de Junio, se
empleó en ol nombramicnCo de una eomision para
que diera su informe sobre la proposicíon, y para ella
fueran nombrados:
El marqués de Mirañores.
El general Mata y Alos.
El general Infante,
D, Antonio Alcalá Galiano.
El conde do Qrá.
D. Pascual Fernandez Baeza, y
El marqués de Valgornera.
En 18 de Junio, con u n ligerísicno debato, posó
y fué aprobada nominalmente laproposicion. El sofiorHuelves calificó do im pertinente la comunicación
deD. Juan, haciendo cargo á los firmantes de la pre­
posición de haber puesto a l Senado en e l caso de
fallar sobre un documento desconc^oido de la Cáma­
ra. EL Sr. Alcalá Galiano en nombre de la comision
dijo: que ésta se ba’b ia abstenido de tra ta r eL fondo
â e una cuestión ton peligrosa, que no era posible to­
carla sin quemarse las manos; ciñéndosd únicamen­
te ¿d ecir lo necesario p ara que se aprobase la con­
ducta del señor presidente y se tuTiese la comuni­
cación por no recibida.
Reseñando esta sesión, decia ¿ a /WtVi: <*Ya ha
»conseg^uído la prudencia senatorial, que tie lo q u e
*no querían que se traiasc, se haya hocho asunto de
«discusión por tres días. ¿Qué m ás hubiera durado
■si hubieran querido ocuparse de eso papel? ¡Ahora
»dicen que no se archivará! ¿Y los Diariot de Sesit>nei
•no acusarán con su existencia la nulidad del acuer•do? Todos los dias vemos cosas maravillosas, pero
•como estas pocas.
E n aquella discusión ol Sr. fíuclves combatien­
do la conducta de los firmantes de la propcmcion
dijo;
•Perm ítame el señor marqués da Mirañores que
"diga no h a tenido presente que no hace mucho,
•criticó S. S. con muchísima am argura una discu­
ssion análoga de otra legislatiija; y cuenta que
-aquella discusión ora inevitable é imprescindible
-por el estado del país, habiendo sido promovido
*por eminentísimos varones de los quo algunos ocu>pan hoy los puestos de más confianza en una mo«narqnla constitucional. Vea pues, el señor mar>qués, como no siempre se debe criticar en otros
*aquello en que uno mismo puede incurrir.Sin duda e l Sr. Huelves debia referirse á la céle-
EL P[UMEB MAMriBSTO
4»
bre dbousioQ de la m onarqoía en las Cdrtes Constituyentes.
Por más <^ue cL manifiesto no mereciese a l Sena«
do más considera eion que la q u e hemos expuesto,
era una prueba de que e l representante de una cau­
sa, que había tenido bastante fuerza para desolar al
país durante siete años de g u erra, que tenía Tivas
sus esperanzas en poder em prender otra campaña,
; la experiencia ha probado que sus esperanzas no
eran qnimériCAs; se había convertido á las ideas
modernas j dirigiéndose á la s Oórtes, acataba su
autoridad, y si éstas hubieran contestado al Principo
proscripto quo rcconociondo la autoridad do !as Cor­
tes debia someterse IncondJcionalmentc á la lega­
lidad existente, no es dudoso que D, Ju an lo hubiera
hecho; pero el patriotismo de los hombres que for­
maba las Córtes se ofuscó pop engreimiento, y en
un país donde tantos sacrificios so habian hecho para
obtener la paz comprada con n n a s(;rie de traiciones,
que amenguan la nobleza del carácter español, se
prefirió desdeñar a l Príncipe proscripto, en vez de
aprovecharse de su ilustración y patriotismo.
RETRACTACION DE MONTEMOLIN.
Los hombres do ideas exagreradas que dirigían el
partido carlista comprendieron lo poco que podríao
esperar de D. Juau, y aun cuando no aprobaran la
retractación do la renuucia de D. Cárlos, creyeron
Uegado el momento de hacer un esfuerzo supremo y
no titubearon e n doeidir a l débil conde de Montemo­
lin i que 6acri£cara su honra y d i^ id a d exigiéndo­
lo retractase la renuncia del 23 de Abñl. porque ésta
era la única esperanza que les quedaba, y entonces
D. Cárlos Luis firmó la asenderada retractación que
Kinitió á su hermano con la sigaiente carta :
C o lo n ÍA J t u j i o l o d e
1860.
o Mi muy querido Ju au : no sé si habrás recibido
la mia del 6 en contestación á la tu y a del 2. Hoy te
íBcribo para onviarto copia de mi rotractacion y de
la do Fernando, á nuestras actas do Tortosa de 23
do AbrQ último. Mucho hubiera deseado (sobro to ­
do después del paso precipitado é inconsiderado
4R
RETRACTACION DE MONTEMOUN
quo h &5 dado sin esporar mí indispensable ratifica^
cion), haber podido hacer otra cosa para que a l me005 quedases bio n , pero en conciencia no h e pO'
dido menos de retractarm e siguiendo el parecer de
jurisconsultos y hombres políticos, nacionales y ex­
tranjeros y tambicn e l de la ^ a n mayoría del par­
tido, tanto en la emigración como en España, que
on considerabilísimo número m© han escrito y he­
cho saber qne no reconocían la renuncia; y que me
renoTaban su juram ento de fidelidad; siento m uchisimo no poderte dejar bien, pu es te quiere entraña­
blemente tu afectísimo hermano,
Cdrlós Luis.*
•Yo Don Cárlos Luis de Borbon y Bra^anza, con­
de de Montcmolíu:
*
Considerando que e l acto de Tortosa de veinte y
tres de Abril del presente año de mil ochocientos se­
senta es el resultado de circunstancias excepciona­
les y extraordinarias; que meditado en u n a prisión y
firmado on completa incomunicación, carece de todas
las condiciones legales quo so requieren para ser vá­
lido; que por este hecho es n u lo , ilegal é irratificable; quo los derechos á que se refiore no pueden re­
caer sino en Jos que los tienen por la ley fundamen­
ta l de donde emanan, y que por lo mismo son lla­
mados á ejercerlos en s a lu g ar y dia; atendiendo al
parecer de jurisconsultos idóneos que he consulta­
do, y 4 la reprobación reiterada que me han mani­
festado mifl mejores servidores,vengo en retra ctarla
dicha acta de Tortosa de veinte y tres de Abril del
presente año de mi! ochociontos seeenta^ j U doclA*
TOnula 0n to d is sus partos y como no aTezüda.
»Dado en Colooía á qui&ce de Juoio de mil ochocientos sesenta. — Cdrlos L u is de Borhon y B ra­
s a i ^ , conde de Montemolin, >
Nada podía contestar an hermano doepncs de
cuanto le habla dicho; tenia el sentimiento de verle
lansíodo en una posicion indigna de un caballero 7
más de un príncipe, 7 si peasó escribirle, desistió de
tal pensamiento, considerando que era tiempo per>
dido despoes d e i a retractación. Don Cárlos á los
pocos dias volvió á escribirle insistiondo en sus pro­
pósitos en la carta siguiente:
(L e ip z ig 5 d e ^aU o d o 1860.
«Mi muy querido Jo an : Me ta llo con ©1 senti­
miento de verme privado de carta tuya, y la he es­
perado con tanta m ás ansia cuanto que deseo s a b ^
tu modo de pensar sobre lo que te escribí en mi ú l­
tima.
•Si no deseare conservar contigo la s relaciones
de cariño que debían reinar entre buenos hermanos,
no tentaría este paso de dirigirm e otra vez á tí, pe­
ro mi corazon no puedo desentenderse de lam entar
^ estado á que hemos llegado, y creo no deber per­
donar medio alguno de que a l fin nos entendamos.
>No creo hayas dejado de conocer que tu posicion
t ^ coai se presenta en e l dia de hoy, no es honrosa
^ para t i ni para tu familia. Continuar en este estaw no es posiblo, considerando e l extremo desespera­
do á qu© puedes sor oooducido írremisiblemento. Es
iO
RETRACTAaon DE NONTENOLm
absolutamente preciso procurar abrirte los ojos y
detenerte til borde dol abismo eu que te hallas.
>Tú te h a s adelantado sin detenerte i reflexionar,
¿ publicar u n maniflesto, creyendo ^ue mi renuntía
era T á l i d a . Pero d o habiéndola yo ratificado, in te«
bien habiéndola anulado, no puedes fundarte en el
derecho, y por io tanto, cualquiera pretensión do tu
parte entrarla en una categoría que no he croido
nunca te hay a pasado por la im aginación. Ahora
bien, tú podrías q-aedar perfectamente si hicieses
una declaración en que m inifestases que lo hablas
hecho creyendo que era válida mi renuncia, pero
que habiendo visto que yo la habia anulado, haces
saher á todos que estás perfectamente conmigo y
eres el primero en recoBOcer mi anulación. Te lo di­
go, porque te conozco capaz de una resolución no­
ble en bien de n uestra familia, del principio qiie de­
fendemos, del partido, y también por la memoria de
sn estro padre.
•Contéstame bajo segundo sobre á Mr. JeanG ol
e t fiis.=FracfoTt-8ur-Mein.
T u afectísimo hermano,
Cérlos LtiU- •
E l conde de Montemolin creyó de su deber dis­
culparse de su retractación ante e l jefe do su fami­
lia. E n la larga carta que cscñbió a l conde de Ohambord le aseguraba que la renuncia del 23 de Abril le
fdé im puesta por la fuerza, y que la retractación fué
el resultado de los consejos que le dieron los princi­
pales legitim istas de Francia y los más eminentes
teólogos y juriaconflultos- El conde do Chambord le
coDtestó que considoraba e l acto original como cul­
pable de debilidad, pero qae un caballero riempw
ha de cumplir su palabra. E n cuanto á la retracta­
ción, dijo qae se dispensaba calificarla como mere­
cía, y que sentía quo hubiera en ei partido legitimieta nn sconlar ó eclesiástico capaz de haberle da­
do tal coDeqo, induciéndole á cometer un acto de
tan dudosa moralidad.
(
—
N''. *
.•~
•
• '•. •./ -.-r
PBOTESTA DE LA LEY DE 1834.
DoQ Juan no pudo menos de hacer caso omiso de
estas cartas, <^iid de ooQtestarlas, le obligaban á oscribír con una d u i ^ a que a l afecto de bersiano le
repugnaba.
E n 16 de Jimio, casi e l mismo día en que suiiermano firmaba su retractación, D. Jo an se dirigía de
DuftvQ á U s Córte® protestando contra la le y de 1834.
El Gobierno no permitió la drculaolon de la pro>
testa; algunos periódicos de Madrid que h insertaron fueron recogeos; los periódicos extranjeros que
ia publicaron y llegaron á Espafia por el correo fue­
ron también recogidos, j a l mismo tiem po se enTía*
ba en 21 de Junio ú una agencia telegráfica de Pa­
rís este despacho:
moMfesté dé D. Jw sn de BorU m adre$sé att¿D
eofteg « stp v h lk d a m Us
q u i s'en tmU’
teni.
este rnotÍTo decían Z a s Novedades del 29 de
J qqío:
«No queremos buscar el oríg^en de este síDgnlai
tclégram a; bástenos decir que alcan as v©c«e nos
han chocado otros de la misma procedencia ta n in­
exactos como el que acabamos de reproducir.
>Cosa para, en verdad es, que a l paso que ee pro­
híbe la publicación del manifiesto de D. Jnan, se di­
g a i los extranjeros, no solo que se ha publicado,
sino que h a servido para divertimiento de perio­
distas.
»No creemos que ese sea el efecto que debe pro­
ducir y h a producido y con razón sn loctura en mu­
chos círculos. Y a por la persona d© quien em ana, ya
por su contenido, merece ese docum©nto m ás consi­
deración de la que se supone habérsele atribuido. No
h a causado ciertam ente risa, sino efectos m uy dife­
rentes de ese, y no sin justicia.
-E l Gabinete de la unión liberal qo ha concedido
el pase i la protesta de D. Juan, y á uuestro juicio
a becho mal. muy mal.*
Al hablar d© aquel documento no puedo menos
do reproducir u n párrafo de u n folleto que publiqué
en 1863 con ©l títu lo de Observaciones á la ru e ñ a
hisiórico eriUea de la participación de los partido*
4% los sucesos pcHUicos de E spaña en el siglo JSTpor
e l fAarqué^ dé Mirajlores.
«Veo con sentimiento que de una frase d© la pro*
■testa del príncipe ¿ la s 06rt©s, documento c u y a re•daocion m© encargó S . A., acog© los comentarios
-que se entretuvieron en hacer, sin duda, los repug»nantes romanceros de San Ildefonso ó los redactores
>de S I AiurciéUfffo, puea veo que con m ás buen de»660 que tacto la suprime on vez de haberla expli»cado coa el tenor y e l sentido del mismo documenito y disipar e l m al efecto quo una torpe calumnia
ipretoadíó darle.
»La caJumnia no eetá en las palabras, donde está
wes en el torcido sentido que algunos han querido
»darle: no cabía en la h i d a l g a del Príncipe otra
ointcncion quo la de defender los derechos que pre*
oteudia.»
La protesta me sirríó de raotivo para entrar en
relaciones con todo e l Cuerpo diplomático de Lóndres
qne más tardo intimé y sirvieron a l Príncipe. Si os
cierto que alejó á los carlistas del Príncipe, en cam­
bio algunas personas de ideas liberales fueron acor«
oáodoseá ól.
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MANIFIESTO SOBRE CRÉDITO PtfBLICO.
Como la n e g a tíra de conde dei MontdmoliD &
Lord Palmorston p ara reconocer les fiá is accampHs
eBtaba en la conciencia del público in ^ é s , que ere*
yd áem prc que el partido carlista deseaba e l repu»
dio de la deuda. D. Ju an dió en 4 de Julio de 186Ó
un manifiesto dirigido á los interesados en e l extran­
jero en los valores españoles, y se limitaba á prome^
ter el reconocimiento de la deuda pública y pagar
en 3 por 100 consolidado los certificados decupocea
del comité.
E l reconocimiento de los cortiñcados de cupones
del comité hizo poner 'ol grito en el c id o á algunos
p tm t^ o s. olvidando que en política m uchas veces
bay que ceder, y en éste caso se halló D. Juan. Por
lo dem¿8 nadie conocía mejor que D. Juan y yo
mismo la injusticia de la reclam ación, á ta l punto,
qne más ta rte en 1866 escribí un foUeto manifestan­
do U injusticia ó ilegalidad do los certificados y trabajé cerca del Gobierno p ara que se adoptase mi
pensamiento de perseguir aute los tribunales ingle­
ses la emisicn y circulación de loe talea certitìcados.
corno ilegal j basada en hechos falsos. No consegui
entonces mi patriótico objeto por razones que no eon
do este lo g a r el apreciar. Los que censuraron e \ re­
conocimiento tenían razó n , dol momento, que no se
fijaban e n isa razone« que D. J u a n tenia para obrar
en una oueetion de poca monta contra sus propias
opiniones. Pero e l hecho es que al fin y al cabo
Jos asendereados certificados se han pagado acaso
por los que más agriam ente censuraban á D. Juan
por s a maniltesto de 4 de Julio.
Todos estos escritos iban produciendo do dia en
dia aus resultados; allegar hombres del partido
liberal á D. Juan; exasperar á los carlistas fanáticos
y hacer perder el tino á los periódicos ministeriales
que todos los diaa lanzaban alg u n a invuctiva contra
D. Ju an y m ás frecuentemente contra mi humilde
persona.
Este era el medio con que el Gobierno combatió
las opiniones del Principe, y preciso es confesar, que
en aquella campaña F l D iario Espùhoì mereció la
palma por una biografía que de m í publicó debida i
la sugestión de cierto personaje y á la colaboracion
dd otros que no hace a l caso citar, y á cuya biografía
contestó aunque brevemente en las columziaa do ¿ a
Diíevsion (véase apéndice núm. 2.)
LA VENTA DB CUBA.
No era posible, m olestar la prensa con reclificaciones diarias, por más que en justicia & la verdad,
doba decir, que casi siempre que me d irig í 4 los pe­
riódicos hallé galantem ento eud columnas abiertas
para contestar, fui parco en esta clase de trabajos j*
solo do vez e a cuando loe molesté : por aquellos
mismos dias qae contestaba mi biografía publicada
por E l Diario
tu v e quo rectificar la inven­
ción del corresponsal de Z a Epoca ^ que suponía que
el Principe se hallaba en golfado en una negoclacion
de empréstito bajo la base de la venta de Caba(véa5«
apéndice núm. 3.)
Padezco una equivocación a l decir qae era una
inventíon, era lisa y llanamente el
de una
aotigna calumnia contra m í fraguada en 1$54, y
que naoió de u n hecho en sí verdadero.
Estaba en aquella época en Madrid como ministro
plenipotenciario de los Estados*Ucidos U r. Pierre
Sotilé, qnien había venido acreditado coa e l osteo'
sible propósito de propondr al Gobierno español un
arreg^lo sobro l a isla de Cuba; en u d o de los días que
vino á verme á la prisión á que en aqnella época estaba reducido, me habló do su tem a favorito, la
emancipación ó la anexión de Cuba, j le dije:
Ni el Gobierno actual ni ningún partido poJítico
quo ilegne a l poder, querrá aceptar la idea de vender
]a isla de Cuba; es preciso en esta cuestión • ante
todo, saber guardar la susceptibilidad española; de
nada aquí sirve citar ejemplos de otras ventas de
colonias; si quiere Vd. adelantar algo es preciso, an­
te to d o , salvaguardar e l honor nacional ta l como
todos los hombres de todos los partidos lo entende­
mos. Siempre he creído que la conquisU de América
ha sido la m in a de este país, j qne habiendo perdido
sin provecho alguno todo el continente americano,
tardo ó temprano tenemos que ver á Cuba emanci­
parse. Aquella conversación concluyó por rogarme
ÜT. SonJé viera si encontraba una aoluoion qae le
perm itiera hacer u n a proposidon qne el Gobierno
pudiere oir salvaguardando toda susceptibilidad y
que tuviese por objetivo, ó la emancipación de Cu*
ba, ó la anci:ion i los Estodos^Unidos.
No se me oscurecieron las dificultades que semo^
ja n te pensamiento encontraria, no digo con las persenas que entonces formaban e l Gobierno, cnyas
ideas eran bien conocidas y notorias, sino que ¿un
suponiendo qne u n grupo de hombres politicoa, los
m ás adelantados, que indudablemenlc abrigasen la
cooviocion de la emancipación de Cuba, colectiva­
m ente, si llegaban a l poder, no tendrían valor para
LA VECTTADKCUBA
61
presentar ima propoeicion que envolviera la segrega­
ción do Cuba.
Deseoso por otra parte de ser agradable al señor
Soulé, puae manos á la obra, bien persuadido que mi
trabajo eería inútil.
La proposicion que sugerí a l diplomático ameri­
cano, fué para que la propusiera a l Gobierno, y era:
1
La convocacíon de una representacioo oacio'
nal en Cuba por un sufragio de todos los cubanos
y españoles establecidos legalm ente en la Isla,
<!0D cai’a abierta ó de notorio arraigo en el paisr que
esta asamblea resolviera la convenlcncia do emanci­
parse ó no de la madre patria.
2.^ Que en el c&so afirmativo, reconociese en fa­
vor de España una deuda equivalente al capital de
las rontas que producía C u b aá la Peninsula.
3.* Que ai se pensaba que Cuba entrase en la
Union, los Estadot^Unídos garantizasen ia deuda de
Cuba.
4.^ Que en todo caso la deuda de Cuba se apli­
case á la amortización de la deuda española, con lo
quo ésta quedarla muy reducida, sobre todo en aque­
lla épQCA en que no había llegado i las proporciones
colosales que los aconteclmieutos ulteriores le han
dado.
Esta es la única vez que me be ocupado de loa
asuntos de Cuba, y como sev é, era únicamente un
proyecto que estaba calculado p ara someter al Go­
bierno; pero no me libertó de acusaciones absurdas
on 1854 y reproducidas en I860 contra e l príncipe
D. Juan,
m .
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ev^yw*3t'au a¿ ? v a ^ j» »^" tíi>A 'AÍ4ri u>
Las cartas do fclicitacionee j de adhesión dé per­
sonas rosidontes en E sp aü a. aumentaban de dia en
dia. Personas notables per su posición entre loa libe­
rales, me indicaren la conveniencia de que el P rín­
cipe manifestase de u n a m anera precisa sus opinio­
nes en las cuestiones interiores del país, y cediendo
á esta^^ indicaciones dl6 lo qne pudde llamarse sn
Manifiesto político que íntegro reproduzco:
»Españoles;
•Al dirigirme á las Córtes en el mea de Junio úl­
timo, haciendo uso del derecho de petición y expo­
niendo clara y sencillamente las razones en que con­
sideraba basados m is derechos, no logré ser oido■ El Congreso actual, producto de u n a elección
de todos conocida, habia de ser dócil á la s indicacio­
nes de los ministros. E l Senado, sajeto más directa­
mente por BU origen á la persona qne hoy ocnpa el
trono, siguió naturalm ente e l mismo camino. Se
«4
NANIPIESTO POUTICO
evitó, pues, toda discueíoQ, se impidió también la
circulación do m is oacritos. demOBtrándose de est«
modo que 66 bien á£bi\ un trono quo tanto teme el
debate y quo procura ocultar con especial cuidado
las manifostacioues de un pretendiente. E n la situa­
ción en que hoy Die encuentro colocado, no me que­
da piás medio que apelar al pueblo español, deseaodo
que conozca ruis sentimientos p ara que pueda for­
m ar una opinion ex acta sobre mis intenciones.
»No insistiré en la cuestión do derecho, porque
me os doloroso hablar de u n herm ano querido, vién­
dole sujeto i nn partido quo so empeña e n descono­
cer ei espíritu de progreso de nuestro siglo. Tampo­
co quiero ocuparme de sn última icaolucion,bas&da,
según se h a dicho, en el dictamen de hábiles conse­
jeros» que desgraciadamente tuvieron más en cuenta
su propio interés que la honra de mi hermano. La
cuestión de derecho es p ara m i inseparable de la
sanción del pueblo al cual deseo apelar.
»Deploro los terribles hechos que por e ^ a c ío de
muchos afios, y aun despues de term inada la gnarra civil, vienen sosteniendo on Espaila los hombres
de ideas liberales, para ver consolidado el sistema
constitucional; poro osta lucha no tiene on realidad
otro o r i g ^ que el de no haber sido aceptadas franca
y lealmente por la corona las instituciones repre­
sentativas. De aquí, el triste es|>ectáculo de esos
□únisterios que se suceden en España en ta n cortos
períodos; no elegidos despues de conocida la opinion
de los pueblos, sino nombrados para hacer olecciones, coQ un carácter determinado, y paraíbrm arse
una mayoría quo dócilmente los siga; de aquí e l diS’
MASltHiSm t>OLiTICO
il
gusto general, y como coiisocucncia, la caclavitud
de la Prensa y el poco respeto á la libertad indivi­
dual; siendo e l último resultado esa série no iuternimpida do sublevaciones y pronunciamicntos, sofo­
cados unas T eces, despues de derramarso sangre
prcelosa, y triunfantes otras, para coger escaso fruto
y volver de nuevo á la reacción,
»Kn esta lu c ta estéril y angustiosa, g a sta hoy el
pueblo español sus fu<;rzas; estéril, porque no es la
lucha tranquila y pacífica de las ideas; es solamente
el continuo batallar para destruir loa obstáculos que
constantemente le crca la misma mano que debiera
ser solo juez del campo» dejando espedíto el palen*
QU6, y procurando por todos los medios posibles, que
se conozca y manifteste la voluntad de los pueblos.
Esto hacen hoy los monarcas sinceramente constitu-eionales; y donde esto sucede, n o h a y sablcvaeionos,
no hay derramamiento de sangre; existe, por el con­
trario, un estrecho la^o de union entre el monarca y
«1 pueblo.
•El que de e«te modo reconoce las ventajas de un
sistema ámpliamente liberal, n atu ral es que desee
para su país el respeto sagrado á la libertad indivi­
dual; la Jíbertad más la ta para la pronsa, que es el
correctivo más fiiorto para todo género de abusos; la
verdadera igualdad ante la ley, y sin m ás fuero que
el común; completa libertad c u la s elecciones, único
tnedio de que sea una verdad el sistema representa­
tivo; y en el orden económico, la abo lición do aque­
llas contribucionoB que m ás gravan a l pueblo, como
la de consumos y puertas; el desestanco del tabaco
y d é la sal, por la protección que en ello recibiráu
C6
MANIFIESTO POmiCO.
tan tas industrias, 7 la amortización más ám plii, sis
exceptuar ios btenes llamados del
Patrimonio:
porque creo qno á u n Rey le basta la asignación que
los pueblos le señalan; porque no dcbc fundarse el
p re s tid o y la fuerza de u n m onarca, en la ostenta­
ción en que t í va, sino e n el cariño y en ol rcspoto áe
gu£ súbditos.
nY si todo esto qne para m i patria deseo, no fuese
bastante ¿ í^atisfacer las aspiraciones del pueblo, no
seré yo el que ponga un veto á la soberanía nacio­
nal. de la cual lo espero todo.
•P op esta razan, no he dudado un momento en
daros á conocer mis deseos, entrando en detalle« y
consideraciones; porque en una época en quQ el su*
Cragío u n iT c rs a l decide de la suerte de los monarcas,
el que aspira á serlo, el que conoce bien los male#
quo aquejan al pueblo español, el qae desea tan ar­
dientemente contribuir à su felicidad, debe proceder
con noble franqueza, debe manifestar, á la faz de la
la nación, sus sentimientos y sus profundas coqtícciones.
•Comprendo perfectamente que mi aptitud, fran­
cam ente liberal, h a do causar sorpresa en unos, pro­
fundo disgusto ^n algunos de los scrvidores de mi
Padre, que no quisieran xerme separado jam ás de
sosp rin cijio s: y duda, cuando ménoe, en los que te­
niendo en cuenta el apellido que llevo, creen difícQ
que pueda romper abiertam ente con la tradición de*
femiHa. Respeto la memoria de mi Padre, completa­
m ente ligado á unas idea?, que eran las do su épo­
ca, y que sos^tuvo hasta eshalar e l último alienta
honradam ente y con toda la fé hija de la más ín ti-
ma convicción; pero si injusto es, en cualquiera esedla de la sociedad, e l hacer responsable a l hijo de
loe errores de su padro, mayor ÍDju«ticia seria hace^
rae participar de igual reponsabíUdad, tratándose de
opiniones políticas qne no he tenido ocas ion <3e ma­
nifestar autes, y haRta que la cxperieoeia, las lec­
ciones de la bialoria y e l ejemplo práctico de lo
que á cada momento observo eo eete país clásico de
la libertad, han arraigado en mí la convicción de
que es una locura oponerse a l espirita de progreso
de Ducatra época, y que de nada significa el derecho
divino de los reyes, sin el asentimiento y am or de
sos pueblos.
•Seria, pues, injizsto negarm e la facultad de
apreciar en su verdadero valor el siglo en que vivi­
mos, cuando por mi posicion especial de emigrado
desdo mis más tiernos años, he tenido ocasiones más
frecuentes de apreciar muy dec(*rcalas funestas con­
secuencias del absolutismo, y ol prestigio y la fuerza
que dan á un monarca la práctica sincera do nn sis­
tema líbyral.
•Yo he visto en 184ft, huir, á impulsos del huracan revolucionario, á monarcas apegados á las an­
tiguas i d e ^ , y sordoe á lodo pensamiento quo
pudiera obligarles è transigir con 1as j«fitas aspiranes de sus súbditos: los he visto luego v o h e r á sus
tronos» ayudados por las bayonetas extranjeras y
derramando arroyos de sangre; pero también he vis­
to cd 184« levantarse u n pueblo, proclamar la república, y pajtir sus más ardientes defensores á llevar
la propaganda armada á otro pueblo hermano, á
cayo frente se encontraba un R ey querido y respeta-
MAMnESTi) rOLIUCO
do: la Bèlgica Piichiiz6 á los propagandistas, y I^n poldo recibió entonces esta prueba polcmne del cari­
ño de BUS súbditos.
•He visto luego caer uno á Uüo eu Italia los tronos
soBlenidos é iuspiradoa por las antiguas ideas, y,
por último, el de Nápoles, cuyo Bey no quiso evitar
8u propia ruiua, cuando tan tas ocasíonea tuvo para
ttUo, cuando tan útiles y de«ntereaados consejos le
dieron; en cambio he visto un reino pequeño ayer,
grande hoy, gobernado por n n Rey sinceramente
oonatitucienal. cuyas altas prendas conozco, porqa«
ha sido su compañero de arma a, p<»rque he tenido la
honra de aorvir á bus órdenes en la distinguida bri­
gada de Saboya; un Bey que es el ídolo, no y a del
Piamonte. sino d« tüdo el pueblo italiano que vé en
él al campeen de bu libertad y ds au independencia.
•Veo, por último, en este paia grande y hospita­
lario, una lieina virtuosa; modelo de madrea do fa­
milia, que no atenta á laa instituciones, que no
conspira contra sus m inistrefl, completamente sepa­
rada de toda influencia que no aoa lo natural y legí­
tim a de RUS consí^ei^s tesponsableR, llamados ¿ este
puesto por la voluntad nacional; una Reina que tie­
ne bu más firme apoyo en e«e mismo sistema liberal,
que tan to tem en los partidarios de la s antiguas
ideas.
•N aturales, qne el que tantas lecciones ha reci­
bido en la esc^uela del infortunio, el que h a presen­
ciado de cerca tantos y ta n graves sucesos, el que
h a podido comparar las consecuencias de los doB
sisteman que se disputan e l dominio del mundo,
te n g a ya formada su convicción íntim a, y que aspi-
MAMUfcSiv 1*01 incü
m
re á realizar e n el pueblo que lo vió nacer, lo que
coQstituye la prosperidad y grandeza de otras a a rionet: m ásafurtunadas. >
la'iadro«
de Sfitíombre de 1S60.
Juan de SoTlxyn.
El maniñosto político de D. Juan, no tuvo ea E«paüa mejjor suerte que sus escritoa outerlores.
Zfl/¿íf*¿?del 26 de Setiembre, decía:
-El ex-infanto D. Joan de Borbou ba remitido
de Lgndres i todos lofl periódicos de Madrid un nue­
vo manifiesto, que no publicamos por coasidccaciiv
UG9 aJ Sr. Alvares (Oscal de impronta), que con tanto
carifio trata á la im preuta en geaeral, y ú aoscrtros
en paitieulap. E n cambio, publicamos ú ccntinnacioa la opinión que sobre este docnmento han emi­
tido nuestros cologas, empCiiando por E l Pueblo^ COü
cuya f)pinion estamos conformes;
•Vop el corroo de ayer hemos recibido un nuevo
manifiosto de D. Ju an do Borbou, fechado en Londres
el ‘¿O drtl actual. Es u n documouto m uy curioso,
por más que La Correspondencia lo eucuentra neciamenie ridiculo. Probaríamos á publicarlo, pero
esperamos lo h a^ a antes alg ú n periódico miníete*
^ial, y a que la publicidad ea el mojor castigo para
las ridiculeces.
M Pensamii:ntú Español: «Es un papelito aca­
bado en el gcuero <le lo despreciable. *
E ¡D iario Español: -Lástim a nos inspira las mil
y mil humillacioaes porque pasa este podre P retenque por lo visto se ha propuesto servir do
befa á toda Eofopa. j para conseguir su propósito
no Tacila eo menoscabar la honra de su Padre j d©
su hermano, que debiera mirar como la propia. Por
lo decnás, excusamos decir c^ue e l nuevo mauifíesto.
política y literariam ente considerado, es tao perfec­
tam ente ridiculo como los dem ás que ¡e han prece­
dido.«
£ a JCspetanza\ «■Insistimos en que lo que convie­
ne, así á D. Joan como á todos los principes que to­
m an 6U rumbo, es ir á una casa de locos. Si la hu­
biese especial para los bobo?, aún nos parcceria
mejor.»
L a Regfmeracion\ «Con profundo pesar hemos leí­
do ayer el nuevo m aniñesto qne ha publicado en Lon­
dres, renegando de su nombre y de las tradiciones
de su familia, e l desdichado infante D. Ju an de
Bnrbon.
Eü osto documento, y con estilo que descubre la
mano do persona avezada i m anejar la plum a en
nuestras discusiones políticas, el desdichado prínci­
pe presenta como suyo el absurdo program a de la
democracia.
La Jí'poca: "Ko c« posible llevar á más deplora*
ble extremo la extravagancia, ó mejor dicho, la dcmoueia política. •
Ixis Nor^eiades: «El manifiesto de D. Juan no ha
podido circular en los diarios que lo insertaron. Sin
em baído, lo m ás peregrino de todo es que la pransa
ministerial se ha dedicado ¿ combatirlo, apelando á
todo género de epítetos, por supuesto sin publi­
carse.
L a Verdad'. »Atribuyese la redacción del último
M A N f F I C r j P O L fn O >
71
manificsto de D, Juan de B ortou á uu antiguo progi^esista du muchas campanilLas que anda viajando
por Europa.»
La%Novedades, & proposito de esta opinion de ¿ a
Verdad, docia el 28 de Setiembre: -Ayerdecían que el
niaaifiesto era absurdo y estaba m al escrito; hoy sejlalaa oomo autor á u n hombre que piensa y escribe
l>iezi; putid la alusión es ta n clara, quo fácilmente se
comprende á qaiéu se dirige; ¿en qué quedamos?
Quedamos en que todo lo creen bueno, con ta l de
quo sirva á su ñ a , y ciertamente, conseguirán que
sirva á su fin y á s a ruina todo lo que están hacien>
do.—¿Por qué, y a qu© se abandonan á osas suposi­
ciones, DO publican ese doc cune uto, y se buscaria el
autor por el estilo? ¿No diccn que su lectura solo
puede iospirar el desden? ►
Como so
la prensa española libera], so presen­
taba dispuesta á discutir e l maniSesto de D. Juan, y
por el clamoreo de la m inisterial se puede apreciar
en lo que valia. £1 manifiesto, sin embargo, circuló
con profusion, porque no perdoné medio p ara conse­
guirlo, y produjo u n movimiento o n la opinion. por
más que lo contrario asegurara la prensa ministe­
rial. Nuevas adhesiones de hombres polílicoí^ y militares llegaban cada dia à Lóndres.
La prensa extranjera á porfía habia publicado el
manifiüsto. F l lim e s dedicò un laig o urtioulo de
fondo ol 1¿4 de Setiembre» para esam inarlo faYora^
blomente y £¿ D aily
y ICl Standardáe\ 23,
hicieron lo mismo; así como E l Journal d€S D tlais.
Sitcle^ Ze Cúurrier del'E%iropt, E l Suiurday
E l P r e s t. Lloyds Weekly. E l S u n . etc.;
MANIKIESXO POLITICO
los periódicos italianos 7 portugaeses siguieron en
dar publicación a l manifiesto, y los que notuvioro»
elogios para el manifieRto, lo discutieron cou dignidad y decoroR1 Príncipe creyó de su deber contestar a l artícu­
lo que E t Timei le había dedicado a l publicar su ma­
nifiesto del 20 de Sctiembfo, y así lo hizo c a carta de
l.* d e Octubre de 1860, que public 4^ aqnel periódico
c u su número del dia Ü, procedido de otro largo y
bien escrito artículo y de cu y a carta, la siguiente
es fiel traducción :
AL EDITOU DRL TIUBS.
»Muy seíior mió; He leído con la mayor atencioa
el artículo referente á mi manifiesto á los españoles.
Doy iV d . las gracias por la justicia qne mo dispensa,
por la elevación con que tra ta Vd. la cuestión y por
la manera franca y leal con que aprecia Vd. mi condncta, y espero de en bondad me permita algunas
observaciones.
•Rechazo una tcz, por todas, la intención de
promover una guerra civil en España, Creo firme­
mente qae el país está Igos de ocupar la posicion
que debiera. Su progreso es efecto de los adelantos
del siglo y de los esfuer^^os de un g ran pueblo, que
quiere su regeneración á despecho de los que lo
oprimen, porque nadie puede oprimir la expansión
de las ideas progresivas. Las mejoras en España no
son lo que debieran ser si existiera u n sistem a libe-
M .L M K I E S r o I V U T I C O
rftl franeaniCDte aceptado y fiolmcuto observado.
Para coaoecr la libertad dc quo bc g o zacn España,
basta consultar los pepí6dicos qoc no están asalaria­
dos por el CJobierno; los 100.000 hombres alistados
en el ejército contra su voluntad; de sa crédito,
las Bolsas de Lóndres y Amsterdam; en materia r e ­
ligiosa, los judíos y todos los extranjeros disidentes
de la Iglesia católica; de su prosperidad, las ticr>
ras incultas y lus mil empresas que mueren faltas
de crédito. De la bondad del sistema colonial, los
habitan (es de Cuba ^ b ero ad o s por las leyes de Tn*
dias, del tiempo de F«Upe II y de la bondad del sistoma económico, pueden d w ir mucho los opplmido«^
contribuyentes.
«Todos ios partidos políticos se preocupan del mal
estado de España. Exceptuando los que están en
el poder; está en la eoncícneia de todos los aspañoles la necesidad de u n cambio. Cualquiera sistema
seria preferible al actual, y si las reformas quo el país
requiere no se hacen por un Gobierno legítimamen­
te constituido tarde ó temprano se harán, despues de
n a período de anarquía y a l través de torrentes do
sangre.
•Mi ambición se limito á contribuir al bien estar
de mi patria. Para m i la corona no tiene otro atracti­
vo. En mi niñez fui juzgado y expulsado de mi pa­
tria; contra la sentencia de todo tribunal hay una
apelación. Yo no promuevo la revolución, apelo al
pueblo español. Si despues de haberme oído me re­
chaza, la Tida privada no me será menos grata con
la conciencia de haber cumplido mi deber.
nllated cree que hay alguna contradicción entro
mis derechos legítimos que Vd. rcconooe y el hecho
de apelar a l pueblo. E sta no es mi opioiou, á tc*do
candidato se le exigen condicione?. Si para ser di«
putado, general, presidente de una república y hasta
para ser elector con el siitraifio u ni verija 1, s© requiere
algún titulo aunqno no »ea m ás que el de simple
ciudadano, cre^i que alg u n a condicion se requiere al
que aspire á ser el Bey de los Españoles. Napo­
león III a l solicitar Jos votos del pueblo francés no BC
olvidó, n i tampoco s« olvidaron los electores, de los
ankeedcntes gloriosos j trddiciones de su familia;
estos oran sus tltnlos para presentarse candidato. En
la conveniencia de Italia y o n la posicion personal de
V íctor Manuel estaban sus títu lo s p ara aspirar á la
soberanía do su país. Yo fnndo mis títu lo s on los de­
rechos que represento y en la s necesidades na<!ÍonalüB. S in o se me oye, la ravelación os lumínente. Es
por u n sentimiento de deber que llevo adelante mis
pretensiones y las someto a l pueblo. Cumplo con
mi ohlig'acion y mi concíoncia, y creo ser consecuen­
te en mi conducta.
«Puedo equivocarme en mi modo de pn>cedcr,
pero puedo asegurar que no tengo más móvil que el
bien público, y repito que no me g u ia otra ambición
y no seró yo quien promueva una guerra civil.
■Cróamc Vd. con todo sentimiento de estima, de
usted afectísimo.—
Borlan.
Lóndres, Octubre l.*
LA PENA DE MUERTE.
Ya fuetea las simpatías que D. Juau iba adqui­
riendo en la opinion pública» y a que el (»obierno se
apercibiese que & nada conducía el sistema de ínsul>
tos por medio d© sus periódicos, el hecho es que cam­
bió de rumbo, y cuando nada haeía pi'ever un m o li­
miento en armas, el Gobierno decretó qu© si D. Ju an
de Borbon ó mi humilde individualidad fuésemos
habidos, identificadas que fueren nuestras pcreonaR
se noB pasase por las arm as. El Gobierno tuvo la
atenciou de hacernos saber este firman, y el señor
Istupjz encargfó á la duquesa de Invem ess el ponerlo
en conocí miento de S . A ., y e l vi ce-cónsul D, En­
rique San dova), fué el encarf^do de hacerme igual
notificación. Por otra parte, la legación en Lí'mdres
nombró espia á u n barón de MascareCias quo yo re­
cibía en mi casa con alguna intimidad por haberle
«onecido desde 1840; leales amigos me avisaron para
que lo despachara de mi casa, pero aparentó no dar
ascenso á la noticia, y antes bien demostré a l barón
mayor amistad y ccDÍiaQ^a, calculando que andando
el tiempo podría servirme d© muciio y así fué.
Al mismo tiempo me pasó el señor cónsul u n oñ*
eio reclamándome mi pasaporte (apéndice núm, 4)
a l que contesté negándome á a« devolueiooYa se habian por aquel entonces presentado -va­
rios carlistas á ofrec erme Sü adhesión a l Príncipe,
cuando u n día vino nn antiguo oficial carlista, don
Marcelino Lafiguera. ofreciendo su cooperacion para
mover partidas en A ragón, sin que se le ayudara con
fondos que docia e l tener dispuestos enti‘e sus amigos
para e l objeto.
No me sorprendió Latiguera y desde lue^fo le
consideré un echadizo que venia á indagar, y por
fin conseguí me confesase qne efectivamente vimia
encargado por el ministro de la (iobernaeion para
saber cuanto pudiera, me dió detalles de toda la ne­
gociación que habia mudiado y creí que debia aprovecliarmc de él como p<'nsaha aprovechar los servi­
cios del barón de Mascareñas; disponia pues de dos
agentes del Gobierno, nno ú sabiendas y otro inconsciontc.
La Real órden mandando fnsiU r al Príncipe y á
mí, con la sola indentificdcion de la persona, era un
acto incalificable, que lejos de amodrentar al P rín­
cipe le montó en ira al ver como en España se presüindia de la ley y h asta qué punto se llevaba la ar­
bitrariedad.
Las simpatías aum entaban en E spaña en favor
de D. Ju an , y a no eran modestas individualidades
las que venian 4 agruparse en tom o suyo, habia
bombres políticos de talla, jefes y generales del ejér-
cito eepaSrtI; cada correo le traia una adhesion. Eu
e l extranjero personajes in flu y e n te le felicitabau
por 8Q mai*cliay lo que mà-s me sorprendió fué reciWp la visita del represeutante do una g7an naciou
para qufì testim oniara al Principe la Ratisfaccion
con <iu6 nu su país se Toia la conducta que eviden­
temente le eeudueiria ¿ un rebultado patisfactorìo.
Aquella vìsita no esperada, me hizo creer no era el
particular el que hablaba, sino e l Gobierno del país
que representaba que estaba dispuesto á dam os 1h
mano en una eventualidad dada.
Sin que nosotroB trabajáram os en sentido revo­
lucionario, se ib a formando en España atmósfera en
favor de un movimiento« y Rin que el Príncipe se­
cundase el pensamiento» tampoco creyó deber con1parlarlo.
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CUESTION DE ITALIA.
CuaDdo e l Gobierno Español consideró deber in­
tervenir diplomáticamente en los asunte» de Jas Dos
Sidlias, T). Juan aprovechó la ocasion de intervenir
también, pues la cuestión de derechos erentiiales al
trono dü aquel país reeaia en é l incontestablemen­
te, y entonces me maudó pasar al señor m arqués do
Azeíflio la nota que á continuación copio y que Za
Iberia, E l Cl/mor y algain otro periódico teprodujeron, siendo da estrañar qne e l Uscal de imprenta
les coneodíese el pase.
“Señor ministro: Ki príncipe I). Juan de Borbon,
mi señor, h a TÍsto con pena qne el Gobierno Espa­
ñol se haya creído en el deber de intervenir e n los
asuntos de Italia, dando un estiaS o g iio á la cues­
tión de los derechos eventuales de los Borbones de
España al trono de las Dos Siciiias.
nEsos derechos, que datan d« la separafdou de
los dos paisos, en tiempo de Cárlos UI, tenia por ba­
se el modo de suceder «stablecido por Felipe V, y
aunque el Gobierno de Ñápeles reconoció á la reina
Isabel, no se bu alterado en nada el órden fundado
jiara la Kiicosion de la corona de NápoUs, por el cual
se efectuó la eeparacioü de las dos naciones.
'A u n cuando faltasen todos los Borbonee do Ñá­
peles, loa derechos á la Corona serian reversible«
e n la persona del príncipe D, Juan, y nunca en la
reina Isabel.
«S. A, me ordena os diga que no quiero mezclarae én las cuestiones de Italia, y que estando los
derechos do los Borhones de España t la corona de
Nápolos ta n distantes como los eventuales que ol
vtíj Víctor Manuel tiono á la corona de España,
solo Re tomau como pretexto para llevar ia pertur­
bación en los dos países. S. A., además, está hoy de­
cidido á hacer 8a renuncia, sí conviene así a l órden
y á la tranquilidad de Europa.
»El Príncipe desea que tengáis la bondad de ele­
var su resol ücion á cono ei enlento d<?l (Sobierno del
Itcy.
uTongo la honra, etc.—II. de Lazeu.
"L«mdres í¿9 de Junio de 1860. •
E l Diplomático italiano no solo ra& acusó recep<áon de mi carta, sino que pcrsonalm^jnte vino á ex*
presarme e l deseo de que Informara á S. A. que mí
escrito seria acogido con el mayor interés por parte
del Gobierno de 8- M.
Cuando la Oaceta de Hamburgo publicó la pro­
te sta del Gobierno español á la entrada de la s tropas
sardas en Nápoles (apéndice núm . 5 ), se produjo
e n toda la Europa liberal la más desfavorable impre­
sión contra el Gabinete presidido por e l duque de Totu an . Todos los hombres políticc« do Europa, más ó
ClETlüW PE ITAI.IA
Ni
ménoa liberales, extrañaroü y no comprcndicroa c6mo ol Gabinete del duqao de Totuan podia* en i860
laDzar un d<>cuaiento apoyado en los tratados do 1750
para revindicar on favor de los Rorbones de España,
losdoreclioa ovontaales a l Trono de Nápole«.
Como en Nápolos la ley de sucesión á la Corona
excluid las hcmViras, y como los mismos tratados de
1759 se oponen á la reunion de la s coronas do Esp aü ay Néipoles sobre una mism a cal>eza, claro es
que la protesta del GoblerDO español tendía solo á
conservarlos derechos eventuales de los hijos de don
Curios.
DüBpues de la nota que S. A. me habia mandado
pasar a l Gobierno italiano en 29 de Jnnio, creyó de su
deber para ser consceuontö, cscribir directam ente al
rdy Víctor Manuel la siguiente carta;
»Señor: Sé que e l Gobierno español acaba de di­
rigir una nueva protesta, con motivo d élo s sucesos
de Xápoles, y con la idßa ostensible de sostener los
deruchos eventuales de los Borboncs de España al
Trono do las Dos-Siciüas.
»Cuando recibí la primera noticiado semejantes
pasos, mandó á mi secretario se dirig ieraá vues­
tro ministro on esta córte, i fin de que por su me­
diación conociese V. M. cuáles eran m is opiniones
6obro la cuestión de le« derechos eventuales que
yo, y solamente yo, podria reclam ar llegado e l caso.
»Veo también confirmada la noticia de que e l üoIñemo español tra ta do apoyar ol poder tem poral del
Papa.
''Esta conducta me demuestra que ese Gvbiemo,
auuque do orí>?en revolucionario, tieae la prctónsion
de traspasar e l espirita de pcaccion del Gk^biorno de
Su Santidad y e l del mismo R ey de Nápoles»Uno y otro hao reoonocido á la Reina de Espafia
con desprecio de los derechos de mi familia, que hoy
represento, y por la faerza de los hechos consutnado6, reconociendo así lo que creyeron ecr la voluntad
nacioüal•Sí e l Gohiemo Español no se hallara lanzado en
la pcüdieüte reaccionaria , en la cu al parece euorguUeoerse, no so hubiera inmiscuido en un asunto
que »0 le interesaba de n iuguna m anera, porque le­
galm ente no se puede dudar de mis derechos even­
tuales, y á nadie he dado encargo de sacarlos ú sal­
vo; y políticamente, no es é l cieitamonte e l intér­
prete del espíritu nacional. Semejante conducta hu­
biera estado en su lugar, hallándose en ol poder ol
antiguo partido absolutista.
*Yo que acepto como principio que e l derecho de
Ifls Principes no tiene valor alguno sin el asenti­
miento y el amor de los pueblos, no puedo ménos de
respetar lioy las decisiones del pueblo italiano, como
respetaría m añana las decisiones del pueblo E spa­
ñol. No pretendo reclam ar dereclios que no tienen
m ás importancia que manifestar simpatías políticas
e n desacuerdo con n uestra ópoca.
»Ck)mo jefe de la familia de los Borbones de Es­
paña, renuncio á todos los derechos eventuales, á la
soberanía de una parte cualquiera de la Italia.
•Y como español, e n la posicion excepcional que
ocupo, seguro de ser ñel intérprete de los deseos de
la Nación, protesto contra todos los actos del Gobier-
uf> que pueden comprometer la sim patías de dos puoblos hermanos.
•Vengo, pues, Señor, á poner en vuestras mano»
la renuncia do esos derechos y la protesta que hago
CQ nombre del pueblo español. No dudo V. M. reco­
nozca que cumplo con un deber, y tengo la certeza
■de que los aspañole» me verán con placer revindicar
las simpatías qnü merecen a l pucWo italiano.
■ Felicito á V. M. por la alta posicion que ba sa ­
bido crearse como regenerador de la raza italiana, y
si un dia me fuese dado ser su ig u al en España, ase­
guro á V, M- que seré siempre su leal y coDseouente
Amigo.
»Londres 24 de Octubre de 1860.
Juan de liorhon. ■
1.a renuncia deD . Ju au fuó publicada por el con*
<le de Cavour y reproducida por todos los periódicos
4e Europa, mereciendo la aprobación de todos los líberafos; en España tambieu fué reproducida por los
periódicos de todos los matices, meieciendo «taques
do loa ministeriales y exasperando á los absolutislas.
Con jjüsterinridad ol Gobierno Español ha dado la
razón á D. Juan, aceptando las fa i ts accntnjjlis y el
pnneipio de la soberanía nacional, reconociendo al
R“y de Italia: más digno hubiera sido no protestar,
^ m o lo hizo por conducto de eu ministro en Turin en
9 de Octubre do 1860, y no tra ta r de ridiculizarla
coDducta de Ü .Juan en esta cuestión, que más tardo
tenia que aceptar como propia.
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PRÍMKH EMPRÉSTITO.
Todos los que se han ocupado, no diré en ravolu*
tienes sino en política, saben por experiencia pro­
pia, cuántos son loa ^dstos im previstos, cuántas las
nocosidades j cuanto más se adelanta eu la eetida que
se propoBGu máa imperiosas son las necesidades de
reciiíBoa; por esto en Octubre de 1860 e l Príncipe se
vió obligado á pensar en u n empréstito, y me encargá formara u u proyecto, que sustanckdm eate fuó
éste:
Emisión de 30.000 títulos de 1.000 reales cada
uao, con interés de 3 por 100 y g aran tía de los bieliee del Patrimonio; durante el prim er año los 30.000
títulos debian co n cn rrirá una lotería on la que d u ­
rante las 16 primeras extracciones, g u a r ía n
rr*TICOS.
1 premio de....................
«
.......................
2e
ao
e
...............
10.000
B.OOO
&00
«6
PniM EA IM PnESTlTO
E n la ultim a extracción do Diciembre, los premíos dobian per
F ttn c M .
1 de................................ 1.000.000
scgumliÄ. . . .
.
5.000
60 tcreoros......................
2.500
80 cuarto«........................
2.000
60 quintus.......................
1.000
El número que obtuviera el premio grande en ca­
da sorteo en las lote pías ordíuurias de Madrid, obten­
dría el prim er premio dtsl empréstito, el mismo núme­
ro en cada millar g anaría lös segundos premios, y
loa números anteriores y posteriores los torceros, y
por ol mismo sistema de aproximación los cuartos y
quintos del último sorteo.
Los números no premiados quedaban con ol caractor de denda al 3 por 100 amortlzable, con la T e n ­
ta de Jos bienes del Patrimonio, la que debía hacerse
en pública subasta y pagaderos únicamente con el
3 por 100 creado.
N atural era que la crítica atacase la ¡dea del em­
préstito, sobre todo el pensamiento de enagenar
los bienes del Patrimonio, por m ás que al poco tiem­
po se aplaudiese este mismo pensamiento cuando fuó*
planteado por S. M. la Ecina.
El empréstito no s<ì colocó como se esperaba por
la forma que rcTCStia do lotería» ¿ lo quo tienen g ra n ­
de aversión los ingleses; pero se babla aceptado
por las promesas que me hicieron unos banqueros
franceses que en é l se interesaron y que cumplieron.
Su producto nos aumentó Jos medios de acción, y
realm ente produjo buenos resultados.
UUKRTB DE MONTEMOLIN.
RI 13 Enero de 1861, espiraba en Trieste dou
Càrica Luis, conde de Montemolin, (véase apéndice
número 6).
Su muerte dejaba al partido carlista sin jefe, y
tan luego como la noticia llc^ó á Madrid, lo prensa
al>solüt¡Rta presenté como horedero do D. Carlos al
hijo de i). Juan; para hombres sin principios, la re­
belión del hijo contra e l Padre era u n aclo m<TÍtorio.
La calumnia no desperdició la ocasion, y se e x ­
tendió, no quiero recordar por quién, lo cobarde ba­
jeza de indicar que I>. Ju an habia hecho envenenar
á sas hermanos.
E l Clamor PúUico se e n c a r ^ noblemente de
coatestar en un artículo quo publicó en 28 <5 29 de
Kaero, y que reproduzco en el apéndice número 7.
La muerto de D. Cárlos removió profundamente
al partido carlista, y despues de abandonar momenl^neamoote de la idea de proclamar al hijo do D. Juan.
86 pCQsó en formar una regencia compuesta del gene­
ra l Cabrera, de la Archiduqnesa Bc&triz, esposa de
D. Juan y da la Princesa de la Boira, viuda de D. Car­
los, María Isidro de Borbon. Esta últim a au g u sta se­
ñora aceptó con j ú bilo la idea, pov más que D. Ronm aldo Mon lahubiesG y a escrito previoléndola de lo« grayes ineonvenientés que tenia ta n descabellado pen­
samiento. La Archiduquesa so negó rotundamente á
oir las proposiciones y el plan fracasó, volviendo ios
carlistas k ¡a esperanza de tener por jefe al hijo de
D. Ju an : esperaron.
Los carlistas que habían querido presentar 4 don
Juan como dem ente, porque en su concepto solo un
príncipe demente podía aceptar las ideas del progre­
so y de la libertad, esperaban que habióndole Dios
llamado á per el heredero de su padre, la ra^on le ha­
bría vuelto, y en un minuto so retractaría de sus ideas
y rendí pía culto á las ideas que e l partido carlista
sostenía desde 38^7.
Don Ju an creyó también que dcbia dirigir la voz
á los antiguos partidarios de su Padre, y efectivamen­
te dirigió el siguiente maniñesto:
AL PARTIDO CABLI8TA-
«La dolorosa pérdida de mis queridos hermanos,
me obliga á dirigirme á los que seguisteis fielmente
la s banderas de mi Padre.
.Bien sabéis que aun cuando no he estado de
acuerdo en diferentes épocas con ia conducta segui­
da por el partido carlista, aunque he 'desaprobado la
toflacidad con que R0«tenia ciertas ideas, poco couformefl con el espíritu del siglo, he procurado no
contrapiarle, tduto por respeto á mi difunto hermano,
<5omo p o rla convicción de que consecuente con la
doctrina de ia Monarquía pura que sostenía, correnponde al Principe e l iniciar la politica qua cree con­
veniente a l paíí?, y el haber emitido una idea contra­
ria se hubiera interpretado en u n mai sentido, ó hu­
biera cuando menos sido origen de disidencias do fa­
milia.
‘ Despues de la renun cía do Tortosa. m e corres pen­
día tomar una actitud clara y despiojada, y hacer co­
nocer cuáles eran mis ideas y mis intenciones.
uInútil es <)t2e 06 recueinio las opiniones consig­
nadas en mis manifiestos, ellas non la verdadera e x ­
presión de mi convencimiento.
*No mo apartaré en nada, do cuanto tengo ofreci­
do, ni jam ás me retj^actaré do lo quo una vez haya
suícrito. Así cumplo con un deher qne el honor me
impone, y en este punto harán ju sticia i mis senti­
mientos, aun aquellos quo no estén conformes con
los ideas que flost^ugo.
'Ckimprendo bien que al reflexionar sobre vuestra
actual situación, lucharéis entre ol principio d<' la
legitimidad (¿ue os lig a é mi persona y las ideas que
sostengo quo no son lus que sirvieron de bandera al
partido carlista.
-Poro no olvidéis que ni la ilustración, n i los ade­
lantos. ni el espíritu del Big’.o, ni ia más la ta liber­
tad están reñidos con la legitimidad do los derechos
^no represento, que aprecio en mucho, poro qne de­
seo ver consagrados por el principio de la soberanía
Uücional, y á ella apelaré ea m om eD to oportuno y
cDando las círcunstaDcia-s sean favorables.
•Recordad vueslra propia Listoria desde la muer­
te dcl tte y Fem ando VII y veréis que la exageración
política ba sido laoou^a de todas vuestras desgra­
cias; «lia produjo la prim era emigración en 1833, «1
tratado de Vergara y cuantas calamidades han su­
frido los defcDsores de la legitimidad; á ellas han
sido arrastrados por los hombre«^ que rodearon á mi
Padre y á mi Hermauo, no por los derechos que re­
presentaban. sino porque á su sombra servían sus
propios intereí^es mezquinos, y desleales.
»Dejad á ese bando en la d e s e ^ r a c io n de su im­
potencia que concluya su carrera, refundiéndose ta r ­
do ó temprano con uua fracción del partido de la
Reyna; entre los hombres que la componen hallará
muchos punios de analogía con lo que h a defendido
sieinprü, 6 ««perunza» al menos de ver realizado el
régim en que h a sido su bello ideal.
*Y vosotros que habéis combatido siempre, su­
friendo con heroica resi í? da cion tantas i)eDaliílades y
estáis hgados ¿ m i suerte, porque respetáis en mí al
heredero legítim o de vuestros Monarcas, alzados
Keyes por la voluntad del pueblo, unios á m:.
aceptíindo fran{!amente mis opiniones políticas,
]>orquc son la s do la mayoría de la Nación y con ellaR
labraréüios la felicidad y prosp<ír¡dad d é la Patria."
•Lóndrea, 16 Febrero 1861.— Ju a n de Ifwbon.'E l manifiesto no agradó 4 los carlistas especula­
dores, es decir, i aquellos que habian seguido k
causa de D. Cárlos y del conde de Montemolia eu
tanto que servia á sus miras políHeas ó particuiuMs; pero los ciiriistas netos y quo lealmento habían
seguido á D. Cárlos por los derechos quo represen­
taba, BC apresuraron á someterse é D. Ju an . Los
prohombres del carlismo siguierou su tradicional
conducta, buscando un prineipe que l<;s sirviera de
instrumento; la musa carlista» los verdaderos realis­
tas, reconocieron en D. Juan al heredero de su padre.
Los ponódieos m inisteriales de Madrid trataron
de halagar en aqoel entonces a l partido carlista para
atraerlo i su sumisión á la Boina, pew la oposicion de la prensa absolutista hizo estéril ol pensa­
miento de la pr«nsa m inisterial, que no s6 si obraría
inspirada por sus patronos, ó si fué efecto de frojf
d e z é le .
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cnJESTION RELIGIOSA.
Don Juau, en mntepla religiosa, habia manifestado
sus ideas de tolerancia, consecuente con sus ideas
geüopal#»fl; esto le valió y a en 25 de Noviembre una
manifi^Rtacion de sim patía por parte de algunos es­
pañolea. (Véase apéndice núm. 8 .)
La preu^a carlista 7 ministerial le habia atacado
en tóte tí^rreno en diversas ocasiones, j esto le indu­
jo h dirigir el comuni<íado siguiente:
Á
lA
PRE^íSA PBRJÓDICA d e ESPAfjA
•Al dar á conocor mis aspiraciones y las ideas
políticas que profese, sabia de antemano qne mi
conducta podia ser objeto de los ataques más ó me­
nos apasionudos de los que sostienen opuestas doctfinas, j que mi posicion especial de hoy, habia do
pnvanno a l mismo ti¿‘mpo del juicio favorable do los
que nomo yo piensan.
•He le ido detíínidameatc los escritos do m is ad­
versarios, doHCando encoutrap en sus ceosuras alffo
<jue pudiera, au^ptar como útil consejo, y que me hieiera inodiñcap la opinion que tengo formada sobro
ül estado de los asuntos políticos de mi pais. Solo he
visto ataques ¡mnotívados, frases más ó menos in­
convenientes, y últim am ente, roticeneias am argas
q a e desgarran e l corazón de un hombre honrado,
lanzadas en el momento de mayor aflicción para mi
alma por la pérdida de mis dos queridos hermanos;
fetlcencías que deshonran a l que impunemente se
atreve á hacerlas y que es m uy fácil dir¡f?Ir a l que
de ellas no pu&de pedir cuenta, al que e^tá emigrado
y sufre los rigores de una le y do expatriación, que
dada contra su padre, alcanzó también a l hijo en
sus más Hemos años.
»Para honra de mi pais, Memejautes ataques no
han sido dirigidos por la prensa independionte; han
partido solo de alguno que otro diario ministerial,
y debo en este punto hacer justicia a l (íobierno a c ­
tu a l de España; no son ataqu<;s inspirados por él, son
u n efecto inmediato do ese exagerado afan de inte­
resar m ás a! poder dominante, sin reparar en los
medios, sin consideración a l apellido que llevo, qiie
algo düboria de detenerles, y sin las que merece tam hicn cualquiera ciudadano. Vei*dad es que yo tampo­
co podría verme líbre de sus lisonjas si fuera otra mi
posicion.
»Paso á ocuparme de otro g^incro de ataques, do
aquíillosquc reconocen por causa una razón políti­
ca, y en esto se han dado la mano los diarios minis­
teriales y abftolutifitas. Ni sus injustas recriminacio­
nes, ni sus frasee destempladas han de obligarme
à usar otro Irtogriaje q u e o l q u e convleD e á homì>p«R
q u e tienen fó e n ana convicciones, á hombres s m m tfis d e l a m á » Jibre d is e u R io n , y finalm ente, el que
más conviene á u n p r í n c i p e , cuya a R p i r a c i o n n o de­
bo 5CP seí?uramento l a de sembrar Odios y rencores,
no imitar la conducta de los qua le atacan, sino v a ­
lerse délas armas de lap<<rsu3sIon y del raciocinio,
para poner do manítícsto ia injusticia d e sus pocos
adversarioR.
•Pefo en üsta misma linea de conducta que m«
iio trazado, encontrarán probablemente los partida­
rios de la s ideas absolutistas nuBva ocasion para
repetir sus ataquua, X’n Principe que discute y que
está dispuesto ¿co n testar á los qne U combaten,
aparecerá quizás rebajado á sus ojos, siu ten er pre­
sente que en e l siglo en que vivimos no Lay más re­
medio qus pa^ar un j usto tributo á la libre discu­
sión. Este tributo se p a^ a irremisiblemente; y lo pa­
gan en primer lugar los que, siendo partidarios de
las ideas absolutistas, acnden á la prensa pai*a soste­
ner sus doctrinas; lo paga todo ciudadano que so va­
ie de la prensa para defender su hnnra; lo pagan
también los mismos Monarcas bajo otra forma y por
medio de sus m inistros responsable», pero sirvién­
dose siempre délos medios de publicidad, recurrien­
do á la prensa que está á su dcvocion para dar á co­
nocer sus desesos y para disipar prevenciones que
^ ^ id e r a n inmotivadas y que pueden estraviar la
op'i^íon. El que no ha tenido iocou ven lente en dis­
entir con la prensa de In g laterra, lo hará con ma­
yor gusto coQ la prensa de su pais»Cada una de mis manifestaciones ha sido dura-
ram ente oom lùtidâ por la prensa ministerial y abaolu tisîa, ßin que mis escntns hayan podido circular
litrem ento. Esto dice lo bastante contra los que tan
apasionadamentc rae combaten. Lesim biera dispen­
sado, sin e m b a ^ , este rasg o que no quiero califi­
car corno se merece, pero no reveía grande lealtad,
fli BC hubieran limitado á discutir sobre mis palabras;
poro fiados en que m is escritos no podian ser leidos
ni defendidos, han procurado desfií?aparlús, me han
atribuido calificaciones que no he hecho y censuras
que no ho dirigido.
■Mi manifiesto do 20 de Setiembre h a sido prin­
cipalmente el blanco do sus iras. Alguu aprecio hi­
cieron de aquel documento, cuando ántes de com­
batirle atribuyeron su redacción á dos hombres im­
portantes del partido liberaí; pí>r más que esta su ­
posición me lisonjease, apreciando como debo fus
altas cnalidades políticas, deseo, sin embargo, hacher
co n stir que mis escritos sou exclusivamente pro­
ducto de las ideas que profeso, de mi firme volun­
tad , del vinsim o interés con que sigo la lucha de
los partidos en España, observando sus mauifestaciones por medio de sus órganos en la prensa; tarea
á que me consagro con gusto diaríameüte con la llr*
me resolución dei quo se cree llamado ú cumplir un
alto deber político.
-Yo comprendo las censura« de los diarios abso­
lu tistas contrariados en sus tendencias y proyectos,
al ver á un individuo de la familia real proscripta,
proclamar la bondad de las doctrinas liberales; pero
í»s incomprensible la actitud de la pren?a ministe­
rial, que disfrutando siempre con tan to interés el tí-
CUESTIOn KüLÍCIOSa
91
tu lo de libera}, debiera felicit&rse de <^ue esas ideas
hayan encontrado eco eü una familia que eircia e i dusÍTomcntc consagrada á la dcfunsa del principio
absolutista,
• Voy, pues, á contestar á todos loe ataques de
i^ue he 8ido objeto:
• Que he te n s a d o de n i P adre y del apellido que
BevQ. Esta es la primera calumnia lanzada contra mí,
valiendo!«© de la circunstancia de haberse prohibido
la circulación de mi maniñosto de 20 de Setiembre y
■CQla inteligencia de que se podría refalar arbitra­
riamente.
"Debo reproducir el pánafo objeto de talca ca­
lumnias, para que aparezca mejor ia ¡Djustlcia dcl
ataque.
•Esto dccia; —«Comprendo perfectamente que mi
•actitud francamente liberal, ha de causar sorpresa
-en unos, profundo disgusto en algunos de los eer«vidoree de mi padre que no quisieran verme separa­
ndo jamás de sus principios; y duda cuando ménos
•en loe que teolendo en cuenta el apelifio que llevo,
■creen difícil que pueda romper abiertamente con la
«tradición de familia. Respeto la memoria de mi pa»dre, completamente ligado á una« ideas que eran
-las de su época, y que sostuvo hasta exalar el últi»Eno aliento, honradamente y con toda la fó, hija d©
»la más íntima convicción; pero si injusto es en cnal-quiera escala do la sociedad hacer responsable al
-hijo de loe errores de su padre, mayor injusticia se•ria hacerme participar de ig u al responsabilidad,
•tratándose de opiniones políticas que no h© tenido
“Cicasion de manifestar antes, y hasta qu© la expe1
•riencm. las lecciones do la historia y e l ej era pía
»práctico de lo qae á cada momento dhsétvo en este
*paí8 clásico de la libertad, han arraigado en m í la
"OODTiocion de que es una locura oponerse al espiri»tu de progreso de nuestra época y do que nada sig•nifica el derecho divino de los reyes sin e l asentiomiento y e l amor do ens pueblos *
•Esto ea lo que yo deoia en 20 de Setiembre. /Tls
esto renegar ds su padre y <le su nombre?
•Yo no hico más que explicar mi posicion, que
advertir á aquellos á quienos me dirigia quo e l re­
cuerdo de mi apellido tratándose de ideas políticas
no debía alcanzarme; que no debia participar de la
prevención con que podian ser leídas mia palabras
porque no participaba tampoco de las ideas flostenidaa por mi familia. ¿Tiene acapo no liijo el deber de
seguir fielmente en materias políticas las doctrinas
defendidas por su padre?
-Ctin u n solo argum ento contestaré por último á
ta n extraño ataque. Preguntad á todos los que boy
deÜenden «n España los principios liberales si fueron
estos loa mismos principios que sus padres defendie­
ren; digan ellos si c r « n quo por esto han renegado
de sus padres.
Que joy partidario de la libertad de ctdtos. Aun­
que en realidad no sea esto u n ataque >como tanto s©
h a hablado de esta cuestión sin halarm e ocupado de
ella en mis manifiestos, croo conveniente abordarla
por lo mismo que se h a convertido en u n nuevo ar­
gum ento de ataque contra mi.
•
Soy partidario de la libertad de conciencia como
Jo son muchos en España, y de ello hay pruebas bien
tU K äTlO S RELtClOSA
99
públicas que pccordaré. He nacido y vivo en la reli­
gión católica, pero no qnifiro la perecoucion para los
que DO piensan como yo; deseo el mayor brillo para
la religión do mis padres, pero no quiero llev ar el
llanto y la desolación á los que practiquen otro
culto.
■Deseo quo mi país abra sus puertas y tra te como
hermanos á los que profesan distinta religión; que
oncaentrcn en é l acogida los descendientes de aque^
lias deagrTieiadas familias que fueron lanzadas de la
Peoínsula Ibérica itace tres siglos por inspiraciones
de un tribunal quo ta n sangrienta huella ha dejado
on nuestra patria: deseo por último que no sea obs­
táculo á su grandeza y prosperidad esa funesta in­
tolerancia quo condenan todas las naciones cultas.
»Poro este deseo no es excluflivamento mío; lo es
tambion do una parto m uy importante del pueblo
Espfuiol. Esta noble aspiración so h a manifestado
ya por medio de sus legitim es represen tantos.
•A mi visla tengo las interesantes discusiones de
las Curtes Constituyontes de 1854, de aquellas Córtee ta n calumniadas, y cuyo patriotismo nadie pue­
do ponor en duda. Hoy recoge la Nación e l fruto de
todas aquellas leyes que pudieron plantearse.
■Refiriéndome á la discusión de la base 2.*. debo
recordar las ocho enmienda« presentadas al proyecto
de la comision, que, á pesar de su tolerancia, no sa­
tisfacía sin embargo ¿ aquella Asamblea. Estas son
las enmiendas.
•1 .* L a ley garantiza la libertad de conciencia y
de cultos.
•2 .' Que los extranjeros tuviesen para el ejerd-
100
Cl'ESTIOK RELIGIOSA
cío de 8U culto en Kspaüa las mismas garantías quo
en su respertivo país tuTiesen para e l culto catóUco
Los españoles.
* 3 / Que en las poblaciones de más de 30.000
alm as se tolerara el que en forma decorosa se rindie­
se» culto á cualquiera otra poligion.
• 4. * Que e n l a s c a p ita le s d e prOT inei a d e p rim e ra
c la se y p u o rto s h a b ilita d o s se to le r a r a e l ejerc icio de
c u a lq u ie r a o tr a re lig ió n .
»5.* Qüe se tolerase y respetase el caito que se
rindiera á, otra religión en que nadie fue«© pcpsegiiido n i molestado, siempre que respetara la religión
de los dem ás y no ofendiera la moral pública.
■6-‘ Quo cin g a n español fuese perseguido civil
ni criminalmente por sos creoneiaa n i por sus actos
religiosos, siompre que por ellos no profanare el cul­
to del Estado.
‘7.* Permitiendo à los extranjeros que se establezan en España el ejercicio de sn culto, b ajó la
condicion de ostabi&cerlo á sus expensas.
*8.* Que respecto á la libertad de cultos se adop­
tasen los principies qae rigen en la capital del Orbe
católico.
>En las votaciones de estas enmiendas aparecie­
ron easi siempro los nombres de los siguientes di­
putados :
Calvo Asensio. —Calatrava.—Busto.—Romeo.—
Gil Virseda,—González (D. Ambrosio).—Herrero.—
ís avarro. — Zaraorano. — Zafra.—Seoeno.— Nicol a u .
—Suances.—Otero.—Poyan, —Acha. —Patiño.—Ordáx.—Climent.—Degollad a .—Bibot.—Galvez Caiie ro .—C o rra d i.-A guiiar.—Alonso (D. Juan Bautista).
CIE8110X HEUOIOSa
jOI
— Carballo. — Forgas. — Sandoval. — Egozeue. —
ligarte.—Gome? de la Mata. —Llanos.—Salmoron. —
Figuerola- — Arias Uria.
Laveron.— Alcalá Za*
m o r a .- Bug cieiro. V argas.—Alonso Cordero. —MoP6D0 Barrera.— Arriaza.—Foster A rnaldo.—Collantos —Masadas.—GodiDCz de P az.—Montemar— Bayarri {Ü. Pascual ).—Ceutnriou M artin.—Somoza (don
RamoD). —V illar.—Ruiz G om ez.—Lozano. — Ruiz
Pons. — Suarez. — Gunman j Manrique. — Navarro
(D- Fulgencio).—A lfo n so .-Codina.—Francisco Fer­
rer y Garcés. —Ferriol. —P ita ,—Batilee, —C a lre t. —
Labrador. - Bueno.— Moncaai, — Suria, — Gaminde.
—LloreDs.—M arru g an .-T o rre (D. Juan).—Garrido.
—Avecilla.—Sanchez S ii v a.—Perez (I). Ramon).—
Vioent, — G urrea.—Falcon. — Herraiz. — Amado. —
Cbao. — Mascaré». —Bertemati. — C aruana.—Salva,
—Jim enez.-P ereira. —(rutierrez Solana. —Portilla.
—Rivero. —Fernandez Cid. —G arcía E oiz.—UlJoa.__
Marques del Beino.—M onares.—M artínez (D. Ju an
do la C r o a ) .- N avarro (D. Aionsoj.—R osique.—Ve­
ra. - M u ñ o z D iaz.— E scalante.—SorDi. —D o tr e s .Torre (D. Cárlos ¿o la ) ,—Madoz <D. F e r n a n d o ) .Oreusc.—G assül.—Pom és.—M artell. —G atelL —Gar­
c ía Lopez.—F ig u e ra s.—MoDtea ino.
•Cienio quince diputados que contra ciento irein~
y dos ae manifestaron partidarios de la s anterio­
res enmieüdas, que daban mayor ensanche a l pro­
yecto de la eomision.
»Hubo además otra enmienda, que debo recordar,
redactada o d e l sentido d e la intolerancia, porqne
los pareció á sns autores demasiado liberal el pro­
yecto de la eomision.
'L a Nación, docia, se obliga á p r o te s e y m autoner con decoro y puntualidad e l ealto y los mi­
nistros d® la religión católica, apostólica, romana,
que es la verdadera del Estado y la única que profe­
san los españoles.«
•Pues bien, esta enmienda faó desechada por 159.
Solo tuvo en su favor 56 diputados. Estos son los
nombres de loe que la desecharon:
•Gonzalez de la V ega,—Duque de la Victoria.—
O'Donnell.—A guirre.—Madoz (D. Pascual).— Santa
Cruz (D. Francisco).—L u ia n .—Luzuriaga.—Moreuo
Barrera.—Saocbo,—Héros. —Prim.—Olózaga {D. Salustiano)
Lafuente-— S agasti.— Codomiu.—Gon­
zalez (D. Antonio).—Roa Figueroa.— Muchada.—
Fernandez Llamazares.—Nicolau.—Velo. —Letnery.
—Maestre (J. Antonio).— Oliver.—Mollinedo.—Escosura —Serrano Bedoya.—Bayarri (D. Pascual).—
Lara.— Zafra. — Lloi*ente-—P ita.—Marugan. —Vaz­
quez.— Buguoiro.—Casal. - Guzman y Manrique.—
Vargas- — Cuervo.— Bertemati. — Figucras.— .Taen
(D. Mariano).—Lallana.—C arballo.-M artinez {don
Juan de la Cruz).— Suarez.—L afsala.-A guilar.—
Serrano Domínguez.—Vicente. — Corradi. —Ruiz .—
Campos.— Orti«. — U garte. — Rexis.— Egozcue.—
Montero.—Montesino.—Hivero y Cídraque.—Líanos,
—San Miguel. —Salmerón.—Sandoval-— Fíguerola.
—Suris.— Arias Uria. — Seoane.— Forgág,— Payau.
—Acha-—Alonso Cordero.—Alonso (D. Ju an Bautis­
ta)-—Otero.—Rodríguez (D- Vicente)-—Colmenaros—Fernandez Maratin.—Perez (D. Ramón)-—Uzupiag a .—Masadas. —Codína.— Degollada. — Campaner.
—MaiÜQ, — Climent — Ovejero.— Ríbot.— Sanchez
<Jel Afco,—Presa.—A ngulo.—Olea.—(íodmez de Paz
Montemar. — Medrano.— Mascaróa.—Ciurrea.—CentiirioD.—Villar-—Jimeaoz.—Herrero.—-Navarfo Zamorano.—M iranda,—Portilla. —GKnjzaiex (D. Ambroaio),—Calvet,—Norato. - Alvarez Accvodo.—Or^
dáx.—Goroe?^ de la S em a.—Fuente Andi*és.— Pérez
Zamora.—Sacchez Silva.—FuBter.— Tamariz,—Me­
cía. —Valen zuel a, —Ruiz Pons,—Gómez.—Iriarte,—
Tterpai z .— Pardo QsopÍo,— Carruana.— Falere.—Fer­
nandez del Castillo.—Bay arri (D. Pedro). —Moncaai.
—Baeno. — GU Sanz.—Novoa. — Maeía Cáetelo.—
Somoza (D. Ramón).—Lobít.—Alonso Martinoz.—
Coilantes.—A real.—Franco Concba {D. Antonio.)—
Marqués del Beino.—Moya A ngeler.—Dotrée,— Botllés.—Gutiérrez Solano.—Rivero.—Sorni .—Navar­
ro (D, Alonso).—Vera.—Muñoz Diaz.—Escalante.
—Itosflique.—Torre (D. Cárlos de la).—Madoz (don
Fem ando).—Orense.— Al fonso.— Falcon.—Ruiz GoluGz.—Gatelle.—Sr. Presidente.
•Se v é. pues, votaron contra la enmienda de into­
lerancia, el Gobierno, algunos de Los actnaleA miQis<
tros, que también Lo eran entonces, y muchos de
\oé tom bres de la situación que figuran hoy en am­
bos cuerpos oolegisladores,
•Me he detenido bastante a l tra ta r esta cuestión,
menos por interés de mi |versona, que por eL deseo
de destruir juicios equivocados,con respecto al estado
de La opinion en España.
•Tengo una verdadera satisfacción en consignar­
lo a sí, porque la prensa europea que mo h a lionrado
aiempre con la publicación do mia manifiestos, me
ofrece también hoy una ocasion de dar á conocer los
m
€ U B S n O !4 r e u g i o s a
verdiideros sentimientos de la Naeic« E spañola. tan
m al juzgados por algUDOS escritores extranjeros; po­
dré así demostrar que las ideas de tolcraocia Teligio^
5d, serán comljatiáds en España con más ó menos
acritud, por un partido apegado a l antiguo régimen <
que este partido habrá encontrado más apoyo que el
({uc debiera esperarse en los gobiernos que se han
sucedido; pero que despues do (odo, esa tolerancia
liáoia las ideas religiosas» existe en la mayoría del
país; que el ejemplo de lo quo hoy sucedo en otras
naciones católicas, de lo que sucedo en la miema ca­
pital del orbe cristiano uo puedo sor olvidado; qne
ol mismo ¿efe del Gabinete español, al encontrarse al
frente dcl ejército de Africa, pagó u n tributo de res­
peto á CS08 sentimientos de tolerancia on una de
sus proclamas al pisar el territorio africano; qoe
todos los partidos liberales acogieron satisfactoria­
mente esta manifestación, y que aquel documento
fué bien recibido p<‘r la opinion pública y favorable­
mente comentado por toda la prensa liberal. Rocuópdftsc también lo qu© hizo en Africa el bravo Ejército
Español, cuando equivocadamente se creyó en el e x ­
tranjero que iba solo inspirado por n n sentimiento
de odio hicia los que profesaban distinta religión.
Loe hechos h a n demostrado cómo so condujeron
nuestros bravos soldados, respetando y custodiando
las mezquitas y las sinagogas, compartiendo su ali>
mentó con el enemigo pasado el ardor del com­
bate.
•
Las consideraciones que dejo expuestas, de­
m uestran palpablem ente que m is aspiraciones en
m aterias religiosas, están perfectamente ajustadas i
CltESTIOS RTLICIOSA
ir«
lo qa« dtìiean en España los tom bres liberales é
ilustrados.
• Que sostengo ideas anArqnicas y devíagógicas.
Egte 69 u n ataque sin íuudamento; do él han sidf>
objeto loe hombres de ideas progresistas por parte
do loa moderados, y los moderados, á su vez, por
parto do los absolutistas.
• ¿Huy enm ism auifiestosaJgo quo dé lu g ar á e?e
inmotivado ataque?
•Véase el que publiqué en 20 de Setiembre, quo
reasumo todas mis manifiestos anteriores. E n el úni­
co párrafo que deboi^onslderarse como mi p ro ^ a m a
político, dospue« do recordar que los monarcas cons­
titucionales deben sor únicamente jueces del campo,
en medio do los diferentes partidos, dejando quo se
manifieste la verdadera voluntad do los pueblos,
aúadía lo siguiente:
•El que do este modo reconoce Jas ventajas de un
• sistema am pliam ente liberal» natural es que desee
•para su país ei respeto sa^frado ¿ la libertad indiv!■dual; la libertad más lata para la prensa, que es el
•correctivo más fuerte para todo género do abuso?;
•la verdadera igualdad ant« la ley, y sin más fuero
•que el corauu; completa libertad en las elecciones,
•único medio de que so au n a verdad e l sistema re>presentativo; y en el órden económico, laabolicion
•de aquellas contribuciones que más gravan a l pne•blo. como la de consumos y puertas: el desestanco
-del tabaco y de la sal, por la protección que en ello
>recibirán tantas industrias, y la desamortización
«más ámplia; sin exceptuar los bienes llamados del
•Real Patrimonio, porque creo que 4 u n Rey le basta
. k asignación que los pueblos le señalan; porque
«no debft fundarse e l prestigio y la fuerza de uu mo^
-enarca en la ostóntaciou con que Tiva, sino en el ca»riño y e n el respeto de sus súbditos.»
«Esto es le que yo decía; esto os cnanto he mani­
festado e n materia do opiniones. ¿Bs esto anarquico?
¿Es esto demagógico?
»Esto mismo han sostenido cu España los modera­
dos y los progresistas; unos y etpos lian planteado
reformas,
se lian llamado anárquicas por los
partidarios del absolutismo; con todas esas reformas
en sentido iiboral. están tam bién conformas los demiViratas; y si éstos van mucho más allá en sus a s­
piraciones, fian e l éxito de ellas a l principio de la
soberanía nacional que los progresistas sostienen.
.Véase, pues, con cuáota injusticia se me atri­
buyen ideas disolventes, que no es posiblo que yo
sostenga.
•¿Y por qué extrañan mis adversarios que yo re­
m ita e l éxito de mi causa a l principio de la sobera­
nía nacional, por medio del sufragio universal?
«¿Es acaso una quimera lo que yo pretendo?
vEse sagrado principio áocide hoy de la suerte
de los >fonaroas; ese principio está y a sancionado
por la Europa, y á él mo someto.
^Tampoco deben extrañar mis adversarios, que en
repetidas ocasionos hay a apelado á la prensa, para
quo mis opiniones sean conocidas. Mi posicion espe­
cial lo Gxige; necesito fijarla claramcnle, y ain re ­
servas <le ningún género. Los que están consagra­
dos á la hoDrosa tarca dcl periodismo, no deben ser
los que se admiren de que pague yo el debido tributo
CtJESTtOW REUÜIOSA
101
i la libre discuBÍon. Su conciencia les dirá también
ni es justo atacarme, sin dar lu g ar ¿ l a defeima.
>Hd tenido ne<*csidad de cxtxjndcrme más de lo
quo quisiera, porque contesto à la s recriminaciones
lanzadas contra m i dosdo 2 de Junio, no por la pren­
sa liberal é independiente, que no pnede en justicia
atacarme por defondor doctrinas que son las suyas,
sino por la prensa reaccionaria, on cuya conducta
influyen otras ctonsideraciones.
*No formen cálculos, no ee pierdan en conjeturas
los qne me combaten deseando presentarme unido è
determínateos hombres.
>Yo deí^o el apoyo de todos los que sean since­
ramente liboralos, llámense demócratas, progresislas ó moderados. Yo no pretendo declarar fuera do
la ley á niu^un partiilo; deseo por el contrario que
todos gocen do ig u al libertad para defender sus doctrioas, y quo todos se sometan al principio de la so­
beranía nacional, único medio de evitar las revoluc iones, porque nadie tendrá entonces pretesto para
revolarse contra la voluntad de la Nación libremente
manifestada.I^ndrés 30 de Marzo de 1861.—
áe liorbon.
Don Juan h a profesado siempre la religión cató­
lica, apostólica, romana, sin separarse u a ápiea de lo
que m andala Ig lesia,y sin e m b a i^ , sus enemigos le
ban querido promjntar como un libre cultif»ta y disidontc de la Iglesia católica y en m ás de una ocasion
se ha querido hacer comparaeionos presentándole
como cat^Heo tibio cuando ménos, haciendo resaltar
la pureza do algunos de quien rte quiero ocuparme.
que han faltado á los principios de nuestra Santa
Religión, y en prueba de ello citaré al mismo condc
de Montámolio: en la carta de instrucciones
«w ribió á eu esposa en 10 de Marzo de 1860 p ara el
arreglo de sus intorcaoa y á la que algunos le ban
dado el título de testam ento, hay un postcriptum que
dice:
■El año 1847 fui padrino do una hija de Mitcholl,
"antiguo redactor del M o rnin g -P o st So bautizó
•protestante, no fué culpa mía. Te encurgo trates
-de c o n s e ^ r que se h ag a católica, y para elio con*
• aalta con e l Padre Ruiz con quien y a se ha hablado
-de ello, ■
Por eatc documento se ^e pnes que D- Cérlos en­
tró en una Iglesia protestante» no como el que va á
visitai’la por curiosidad, sino tomando parte en una
cereraonia religiosa protestante; p e r la representa­
ción de sua consejeros hemos visto que el protestantism o de au adorado bien no era obstáculo pensara
en el santo matrimonio que so hubiera consumado
sin el buen talento de aquella señorita, y esto que
había ta n poco que ei Sr. J}. Cárlos había recibido
una lección de catolicismo de Lord Palmorston ff)
Qué no ee diría ei fuere D. Juan el quo so hubiese
olvidado ¿ ta l punto de sue deberes como católico!
Pero era D. Cárloa, nada se ba dicho y habrán los
más fanáticos explicado aquel acto de necesidad
política y p a a chrisii.
Pero el tiempo andando, hemos visto que lae ideas
de tolerancia religiosa de D. Ju an han sido a l
í»ancionada8 por la Constitución del Estado en su
artículo 1 1 .
VIAJE A ESPA5ÍA.
lo s partidarios de D. Joan eran y a tantos, tanta
era la impacieneia de algunos para lanzarse á proba?
fortuna, que resolvió en Marzo de 1861 hacer un viaj©
para ver por rí mismo lo que hahta, evitar deagraeias
8Í los elementos no eran bastantes» y aprovechar, si
como se suponía, podia darso un golpe do mano.
Poco favorable era el Principo i osle último estremo,
porquo croia debia esperarlo todo de la fueraa do las
circunataneias y de los desaciertos de Madrid; del
hecho grave que se presentara en la opinion pública
ádofia Isabel TI►
Reina constitucional, como causante
y responsable de los desaciertos de sus ministros,
argúia D. Juan que la Monarquía pordia el preetigio,
7 la na id a Je la Reina era inevitable.
Entre los preparativos de m archa, sabiendo que
instábamos espiados de censa, lo primero era estrala atención del Gh^biemo; así ea que cerca de un
ni es antes quo emprendiéramos la m archa, apro-
l io
VIA JE Á E8VAÑA
vechaDdo m i viaje que D. Ju an hizo y «n g ra n se­
creto y confianza dije al harón de Mascarefias
que saJíamos de la n d re s para ten tar fortuna en
España. Lañguera escribió ol Sr. Mon, embaja­
dor e n P arís, con quien estaba sn corresponden­
cia, y los dos diplomáticos de Londres y de
BC encargaron de avisar al Gobiémo n uestra próxima
llegada á España, y la prensa ministerial se encargó
de patentizar la confueiou del üobíem o buscándonos
por todas partes sin hallam os on parte algona; y se
prendió 4 varios viajeros pacífioos , tomándolos y a
porO, Juan, ya por su secretario. Cuando realmente
nos preparábamos á emprender la m archa, llegam os
á Lóndres para que e l buen barón se encargara
de hacer telegrafiar a l Sr. Istúriz que habíamos re ­
gresado en buena salud y que salíamos para Escocia.
Efectivamente, envié á Escocia u n español de mi
confianza para que echara a l correo algunas cartas
mías para el barón, y le remitiese algunos pequeños
regalos y algunos billetes de cinco libras, con lo que
el barón continuó dando, ó mejor dicho, haciendo
dar noticias oficiales casi diarias del buen estado de
nuestra salud y estancia en Escocía: asi conseguí
que el Gobierno estuviese desapercibido, y D. Juan
realizó su desembarco sin m ás séquito quo mi com­
p añ ía. y recorrimos casi toda la Península, estando
dos veces en Madrid sin que nadie nos molestase ni
fie sospechase n uestra existencia aquende el PirineoBespnas de haber visto y hablado con casi todas
las personas de alguna importancia q u e. tan to libe­
rales como carlistas, habian ofrecido su cooperaciou,
D. Ju an tuvo u n a reunión de las principales en.......
VUJ£ Á E.SPAÑA
III
ABtstíeroD á cstB juDta varios ufíoiales jeco rales, aiganos con mando, y varios jefes do cuerpos: se trató
d« las probabilidades do éxito de du golpe de mano,
y se entró on disousien sobre ol plan que debia se­
guirse, Unos opinaron que debia darse el grito en
Madrid y secundarlo en las provincias, mientras otros
eran de opinion que debía empezarse en distintos
puntos extremos en las provincias y m archar sobre
Madrid. D. Juan les manifestó que croia debían pro­
ceder á escogor entre olios un jefe que tomase la di­
rección y responsabilidad del movimiento, y quo así
podria mejor fijarse e l p lan , teniendo en cuenta la
opinion del que dcbia llevarlo á cabo. Un teniente g e ­
neral dijo que D, Juan debía nombrar ©1 jefe del mo­
vimiento, ateniéndose, no á la graduación del que
nombrase, sino i su idoneidad y circunstancias par­
ticulares, para que todos los elementos concurrieran;
de la obediencia de las fuer2a 8 militares, ol y sus
compañeros respondían: era preciso que el que doa
Juan escogiese pudiese inspirar confianza á los que,
procedentes del campo liberal ó carlista, entrasen en
la empresa, sin olvidar el elemento financiero, que
era preciso tenor presente. La reunion terminó apla­
cando e] movimiento para cuando S- A. resniTÍese, y
emprendimos e l camino do Francia sin param os has­
ta lleg ar a Burdeos.
Allí D. Juan me dijo que creía que yo era la per­
sona designada p ara el mando, y que consirfarándo2ie e l general en jete, qucria le diera mi opinion, ya
que tan poco habia hablado e n la reunion.
En primer lu g a r le dije que no teniendo más g ra ­
duación que la de coronol no podia presumir que
112
VIAJE A ESPAÑA
hombres que ileTabaa la faja bacía &úos on el ejér­
cito, pudieron cometerse i mis órdcnos por alUt que
se me diese la nueva graduación. Que en cua&to á
loa dos proyectos de empezar el movimiento e a M&'
drid ó en lai) provincià.s. hallaba que ante todo tenía­
mos que apreciar las dificultades; e l Gobierno estaba
en manos dcl general O'DoQQell, contando con pode­
rosos elementos y d o t^ o personalmerite de grandes
cualidades; nuestrus elementos en Madrid eran dos
batallones con <^uíen p o d ía o s contar, otro bataUon
y alguna caballería dudosos, porque coutábamos so­
lo con capitanes, poro no con los jefes. E l elemento
popular nos prometia m ucha resistencia, pero no te­
nia organización y debíamos descansar poco en él,
sí como era de esperar el Gobierno nos atacaba con
energía. Si empezábamos ol movimiento en las pro­
vincias teníamos las fuerzas m uy diseminadas y no
podríamos resistir las del Gc^bíerno ; adem ás, es
preciso tener en cuenta que en esta clase de em*
presas hay qne contar que muchos que prometen
lanzarse e l dia del peligro so retraen ; y esto es
constante; así le sucedió á liicgo e l año 20, y por
eso tuvo que andar errante por Sierra-Morena espe­
ra odo ios acontecimientos; así le sucedió a l general
Turrijos que contaba con promesas que le faltaron y
cayó en una celada; así lu sucedió á Ortega que al
salir de la s Baleares contaba con compañeros que no
se movieron, y esto en mayor ó menor escala h a su­
cedido á todos los jefes de revoluciou; lo prudente es
contar que otro tan to nos sucedería. Mi opinion era
que no teníamos elementos bastantes para b atir al
(iobierao como hizo el general Narvaez en 1843, y lo
VUJE
i
ESPAÑA
113
más ppiident« era esperar; veamos de alleg ar Duevos
elemeotos j esperemos que la marclia política del
GobierDO dism inuya la fuerza y prestigio de que go*
za boy el general O’DonncUDün Juan tomó en cnenta m is observaciones y re­
solvió escribir á todos los generales comprometidos
diciándoles que pení?aba nombrarm e jefe del movi­
miento, pero qae deseaba conocer flu opinion antes do
resolvor, temiendo que mi poca graduación pndiere
desagradar h los que llevasen la faja. E stas cartas
las envió D, Juan por dos corroos de toda con£4mza
qne volvieron á lo s pocos días con e l asontimienlo de
todos, «obedeceremos a l que nombre V. A.» Uno de
los generales le escribió más extensam ente desde
Madrid.
«Creo quo V. A- lia escogido bien; la poca g ra ­
duación de Lazeu no debe ser on obstáculo, V. A.
puedo darlo la que q u i^ a . No olvide V. A. que en
España muchos generales han empezado la carrera
con cuto reliados y no han sido los peores; dígalo
Palafóx, Mina y muchos otros; no olvide V. A. que
cuando el Gobierno de Madrid encargó a l general
Córdova que le designara sucesor y que le entrega­
ra e l mando qae no quoria conservar, nombró a l ge­
neral Espartero, el m ariscal decam po m ás moderno,
mientras que había en el ejército de Córdova tenien­
tes generales de brillante carrera. »
Don Joan qaedó satisfecho y me dijo que viera có­
mo me hacia digno de la confianza que en mí depo­
sitaban los que y a debia considerar mis compafterosS
„4
VIAJE i ESPAÑA
«SeaoT, le dije, w> atribuyti V. A. la aprobación
de 1.1 propuesta d© V. A. á m i mérito sino a l senti­
miento de respeto y subordinación de los hombres
que «iguen la causa de V. A .; en este concepto me
felicitf) dol éxito, poraue esto me prueba la leal ad­
hesión de los generales consultados.»
NEGOCIACIONES EN FRANCIA.
Bien persuadido de quo nos faltaban elemontoa
para el éxito, pensé teu tar fortuaa con el Gobierno
francés, lo propuse á D. Ju an , ^uion despues de oí­
do mi plan lo aprobé y yo me quedé en París mien­
tras D, Juan regresaba á Lóndres.
Kn 1840 liabia conocido en Londres a l príncipe
Luís NapoleoD, eu casa do su tío Josó Bonapartc,
conde de Sqrvilliors, m erecí las sim patías del P rin­
cipo á tul punto, que me invitó á acompaftai'le on su
empresa de Boulogne, poro la aversión que bo teni­
do siempre á mezclarme do política en país extran­
jero fué la caQsa que üo le acompañase en aquella
éxp'üdiciun. Adversa le fué la fortuna a l Príncipe on
aqneUaompresa, por más quo acaso h ay a sido la
b ^ do 8u exaltación: prisionero, juzgado y senten­
ciado, fué encerrado en Ham, donde fui ¿ verle varias
veces, y cuando recobró su libertad y volvió á Lóndfcs, mis roJaciones con ól tomaron ol carácter de
«Da franca amUtad. Siendo e l Príncipe presidente de
la RopúblL*a francesa, habiendo mucho tiempo que
le había perdido de vista, pasó por París y titulieé si
iría ó no á verle, temiendo qae su engrandecimiento
pudiese entibiar mi recepción; por fin me decidí k
verle y no pude m énos de reppochajme por mí duda;
le halló como si hubiese continuado à su lado, rae
hizo un reproche de no haberle viste antes y me dijo
que é l era para sus am igos siempre el mismo, invi­
tándome à quo le viera siempre que pasase por París.
Elevado a l Imperio creí deber abstenerme de moles­
ta rle con visitas ociosas y por u n sentimiento de res­
peto ¿ su a lta posicíoü no volví á verle ; mas a l de­
jarm e D. Juan, fui à verle y le encontró ©1 mismo
era Presidente, el mismo que conocí en 1840, que vi
preso en Ham y que tra té do 1845 á 47; ni la fortuna
n i la adversidad cambiaron jam ás el carácter del
Emperador; -¿Qué es de Vd - qnehucc tantos años que
no le he visto? L a últim a vez que le t í era yo todavía
Presidente do la Eepúbliea; ¿y Vd. es hoy Presidenta
dealgunaR opública americana?—No, señor, soy Ge­
neral en Jefo de un ejórcito que espero cambie la faz
do Europa; sí V, M- se d ig n a prote-ger al Príncipe
que sirvo, cuyo propósito es regenerar el pueblo es­
pañol y ser de V. M. e l má^ leal aliado y p o d ri
servirle de mucho en ol porvenir.« El Emperador con
la penetración que tan to le distinguió siempre, com­
prendió en e l acto que venia á hablarle d© algo im­
portante y llamó p ara dar órden que no le interrum ­
pieran hasta quo avisara,
CoDOcia las ideas del Emperador sobre varias
cuestiones por la s conversaciones intim as que habia
tenido con él en épocas anteriores, así es que des­
pues do haberle puesto a i corriente de los elementos
con que contÁbaraos, entré en los planes que sabi%
WEGC^tUaO^Efi EN FRAWCIA
117
debían interesarle. Desde Luis XIV, dije, todos los
gobiernos quo so han sueedido aa Francia han pro­
curado allanar los Pirineos, pero desgraciadamente
en todas las épocas, los monarcas franceses han
llevado adelante ésta idea con e l espíritu de e n ^ a n decimiento personal y no en tavor de le s principios.
Si D. Juan llega a l poder por e l sufragio universal,
tendremos los tres pueblos latinos aceptando al
nuevo derecho público y los tres Principes reinando
en virtud de ud tnisnio der&clio, nada sería más
fecil que unir las tres unidades latinaa por una
alianza ofensiva y defensiva, y p ara quo ésta unión
se ostondicre á todas las clases, los súbditos de los
IreRKstados deberían ser en cadauno de ellos tratados
como nacionales é imitando el ZoUvorin aleman,
hacer desaparecer las adnanas entre la s tres nacio­
nes é igualar la bandera marítima de los tres países.
Y si sobre la orilla derecha del Rhin vemos boy
ondear las á ^ i l a ^ de Prusia y A ustria ju n to con los
pabellones de los pequeños Estados alemanes, ¿por
no podríamos ver i ^ a lm c n tc unidas las bande­
ras de Francia con la s de E spaña é Italia? La cutfstioii
«8 apreciar la conveniencia y la posibilidad. La
primera está bastante arraigada en e l ánimo de
V. M. para que y e deba esforzarme mucho en en­
comiarla, la segunda está en mano de V. M. ayudan­
do á D. Juan. E n vano los eternos enemigos de la raza
latina nos verían reaparec^e^, recordando los buenos
tiempos de Roma, y la s cnestiones territoriales que
las tres unidades tendrán que resolver para comple­
mentarse, de fijo nc h allarían más oposicion qae la
do protocolos.
Sobre c«te f«ma se extendió la ooDTergacion más
de rfos horas, y el Emperador que tomó en ella c l máe
TÍ70 interés concluyó por decirme r t Véaso Vd. coa
Morny y se entísuderá Vd. con él, do con viene que me
Tea Vd.; y o le hablaré hoy y m aüana á la s auevo le
esperará á Vd- en su ca^a.»
No faltó á la cito, y e l conde de Moroy, que era
un dechado de hombres de buena socitd.ad y declaro
y paro talento, me recibió, dándome desde l u e ^ á
conocer el interóa con g n e tte tní le habia hablado
cl Emperador. Aqnel día casi lo pasamos ju n to s, to­
cando todas las cuestionfls que tenian tendencia a lo
que nos ocupaba, y cuando me retiró me dió cita
para e l dia siguiente: cuando t o I v í á verle me dijo:
«El emperador, p ara poderle prometer au coopera-ciOD, necesita que xea Vd. si puede Vd. atraer á au
»plan á la Italia; es p e c iso quo v ay a Vd- á Turin, y
«sin hablar del Emperador, vea Vd. por sí solo lo que
»puede Vd. adelantar; sobretodo, obreVd- conreser•va en lo que atañe al Kmperador, y sí consigue us•ted que el conde de C aro u r entre en su plan, esté
•Vd. seguro del apoyo del Em perador y de la Francia
»entera.* Le contesté que a sí lo baria. «¿Cuándo se
m archará Vd.? me p r o ^ n t o :—M añana á la noche. —
Pue« bien, maCana le espero á alm orzar para decir­
le á Vd. adiós, no íxiie Vd.;» asistí á la cita, y al
despedirme me dijo: e l Emperador me h a encargado
le entregue á Vd. esta carta de crédito de 200.000
ií ^ c o s para ayuda de gastos.»
Escribí á T>. Juan, y sin aguardar su contesta­
ción, tomé el camino de Turin.
NEGOCIACIONES
OÜÍf
EL
CONDE
DE
CAVOüft.
Antes <le T6P a l conde do CavouT hable con Tin
am igo suyo con quien habia estado en relaciones
Con raotÍTO de la carta de D. Ju an a l rey Víctor Ma­
nuel, con el oLjeto do ^ue me preparara el terreno.
«Viene Vd. tarde, me dijo; e n la cuestión d© España
wtionc ol Gobierno italiano compromisos contraídos;
»además, D, Ju a n es Borbon, y aq u í no se quiere
«nada con loe BorboBes; perderá Vd, el tiempo.»
Creí qne era la exaltación lo que así lo hacia hablar,
y busqué e l apoyo do otro hombre influyente do
ideas m ás adelantadas, y con gran sorpresa oí que
su contestación faé la misma. «El Gobierno italiano
>tiene compromisos contraidos en la cuestión do Es>paüa, y jam ás tratará con u n Borbon.» Decidí, pues,
ver a l conde de C arour y no perder m ás tiempo; le
TI en e l despacho del ministerio y me dijo en la entieTíata, que faé corta. «No conTieneque me vea ns*
ted en el despacho, Tenga Vd. á mi casa cuando us-
t»
SEÜOaAClUNÍS CON EL CONDE DE Ca VOL'H
ted gusto por la m añana temprano,» E n s a casa le
hallé mág expansÍTo, se informó de personas cuyos
nombres casi no comprendía cómo podía eenocer. De
Olózaga, Prim y S a^asta me habló coq mucho inte­
rés, haciéndome muchas preguntas, como si que to­
m a grande interés. L a cuestión principal siempre la
esquivaba, pero de un modo que no padiera ofender­
me; doade luego v í que algo podía haber de verdad
eu lo quo se mo habia dieho «el Gobierno italiano en
• la encstion do E spaña tiene compromisos.» Creí,
pues, deber seguir adelante á ver qué conseguía,
sí no mi objeto de atraer a l condc, ¿ lo menos saher
qué habia. Kl conde por otra parte cada día se mos­
traba m ás deferente conmigo, invitándome con frocucncia, llevándome á sus paseos m atutinos; y nues­
tra s relaciones tom aban u n carácter amistoso qae
no podia explicar con el retraimiento del condo,
siempre que de D. Juan le hablaba. Recuerdo que uu
dia <iue salimos do su casa j untos, pasó un caballe­
ro y saludó — “Sabe Vd. dónde va este, me dijo.—
No, señor, le contestó, ni sé quien es.—Este es Duro,
el secretario encargado de negocios de España, y ee
va al telégrafo á particijjar á su Gobierno que acaba
de encontramos juntos.» Yo no dejaba mi toma siem­
pre que la ocasion se me presentaba favorable. Un
dia que el conde me preguntaba sí creía posible la
República en España, le contesté: croo p « íb le en
España una república transitoria, tu rb u len ta y des­
ordenada, porque no conozco entre los republicanos
hombres de Estado capaces de reg ir el país; sí la re volucion engendra un hombre de talla, entonce« seria
posible,ptírohoyporhoy, no veo posible más que loe
KEGOCIACIOKES CON BI. CONDE DE CAVOUR
Itl
Bordonea» porque en bu faTor se reúnen laetradicíonea monárquicas del pueblo enpañol, el derecho y la
simpatía do claaes elevadas, y fuera dolos Berbenes
no hay para la España más solucion quo una Tepúblíca transitoria 7 no viable.—Croo que so engaña usted.
Deapues de loa Borbonon, hay otra solucion monárquica que reúne la tradición y e l derecho herma­
nados con la libertad y el progreso.—No lo veo. se­
ñor conde, le dije.—Pues ahí lo tiene Vd., me con­
testó, indicándome un coche que pasó delante de
nosotros que con la librea real y la escarapela azul
de Saboya, llevaba dos jóvenes que reconocí ser loa
príncipes Humberto y Amadeo, hijes dcl B e y .-¿ L a
casa do Saboya? le p re g u n té .-¿ H a olvidado Vd. ol
tratado de irtrech? me contestó.» A esto se reunió
una tercera persona con nosotros, y cesó la conversacrfon, Mas a l dia siguiente volví á verle y reanudar
la conversación del dia anterior, pero me pareció qae
el conde conocia que habia cometido una indiscre­
ción, y no quería hablar del asunto; no insistí.
Fui reuniendo datos, y me expliqué que las relacio­
nes é interés que e l conde habia manifestado hablan­
do de Olózaga, Prim, S ag astay otros, podia bien re­
portarse á proyectos que hubieran podido tratarse; re­
cordé tam bién que cuando hablé al General Prim para
atraerlo a l partido de !>. Juan, me dijo: -No me ha­
ble Vd, do Borbones;* jam ás conseguí nada cerca de
Sagasta, ni que me 1‘ecíbiera, sin embargo de haber
empleado aus mejores am igos (l). A esto creía podía
<1) v is eiuayos p ura atr&o r 6 eecoe doe liombroB poUHeos,
7 « 1 ajagiin éxito qu« obtuve, sta embargo de dlsUnguirme
^ e^uerftl coo su amistad persoosl y en poUtlca estar coq-
la
WBÜOCIACIOBES CO V E l, CON0E DE CAVÜt'R
referirse la idea de las dos personas cuyo apoyo h a ­
bia buscado. «Llega usted tarde; e l Gobierno, en la
cuestión de España, tiene compromisos, v Vi, pues,
que nada adelantaría, y regresé á París. Conté a l con­
de de Momy lo qne habia pasado, y me dijo: -lacasa
deSaboya seria bien una Rolucion como descendiente
de Felipe TI; tendría, 4 no dudarlo, la s simpatías do
la nobleza, cuyos títu lo s fueron, en la mayor parte,
creados por la casa de A ustria, y los liberales le se­
rian favorables.* No conseguí top a l F.mp^ador, y
hallé al conde do Morny m ás tibio, de lo que deduje
que acaso en m i viaje á Turin fui solo un instrum ento
que servia alg ú n proyecto del Emperador, y que éste
no era ioaso ageno a l pensamionto de u n cambio de
dinastía en EspañaBegresé, pnes, i Londres, <lí cuenta do todo á
D. Juan, y le manifesté que después de lo que aca­
baba de exponerte, no era dudoso p ara mí que se
pensaba en cambiar la dinastía en E s p a ^ ; le reeord d lo de los obstáculos tradicionales, los antftcodentes de algunos, la s discusiones eobre el trono duran­
te la s constituyentes, y todo esto, reunido á los nue­
vos datos, la indiscreción del conde de Cavour y el
cambio y palabras dol conde de Momy; e l no haber
podido ver al Emperador, produjeron en m í la con­
vicción que S. A. debió cam biar de rumbo, y que
desde e l momento que dentro y fuera de España se
pcnsal)aen atacar la dinastía, su deber como prín­
cipe de la casa de Borbon era servir á la Itoina emformo con amDo«, me h a liecho creer que cuanto asegura don
Kcailiode Ariona en bu libre: «PÄglnü de la hlrtorla caritaU> wlMe ««toe do» hombre« poUtICM «8 nna pura iaTendon,
JiEi;OCUCJONES CON E L CONDE M
CAVOUR
l»
pozando por cosar toda pretemaion, toda hcetilidad,
j haciendo franca y lealmente eu sumisión.
Don Juan» que antee quo todo es Borbon, aoo^d
mi pensamiento y resolria ajustar eu conducta des­
de aqnel momento á la idea de eomoterse á la Eeins
y no debilitar la dinastia con eetériles protensionei
qno siempre redundan en desprestigio.
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SEGUNDO EUPRftSTITO-
Desgraciadamente antes de mí viaje á Italia, ha­
bia tenido qae reoomendar á D. Juan e lh a e c ru n
nuevo empréstito para ayudar los trabajoa que te niarnos preparados en España, y éste i^e habia lan­
zado en estos términos:
«Atendiendo á las circunstancias políticas on que
se encuentra la Nación c*pañola, á la urgente nece­
sidad de atenderlas y i la difícil situación financiera
en guo me ha colocado !a conüscacion de todas mis
rentas y bienes heredados de mi padre, contra todo
sentimiento de justicia, cootratoda considtjracion de
equidad y de conveniencia pública, y contra todo
principio de derecho coiistitucional;
•Tenieodo en consideración que la mayor parte de
los bienes del E eal Patrimonio que usufructúa hoy
doña Isabel do Borbon, constituyeD un mayorazgo
do rigorosa agnación;
•Atendiendo á que este mayorazgo debe consí-
d erarse sajóte al principio de desaraortízaciOQ eetablecido en la ley de 1837, y que en TÍrtud de dieha
ley el expresado m a y o ra z ^ en ral poder es de libre
disposición;
»Deseando hacer» por mi parte, cuantos sacriñoios
sean necesarios para obtener» por medios pacíficos y
sin apelar nunca á la suerte de k s arm as, ol triunfo
de U s ideas liberales que hoy son objeto de menos­
precio por parte del ííobiemo que de hecho rige la
Espaüa;
I Considerando que las ideas liberales necesitan te ­
ner un centro de acción, y que crecido número de
espaüoles notables por supatríotismo, por su talento,
en posicion so han dirigido á m í expresándome el
desee de que asum a la actitud reTOlucionaria que
las circunstancias exigen, analogía á la de anterio­
res Gobiernos en España.
vEn nombre del pueblo español» y usando de mis
derechos leg ales a l patrimonio de la Corona,
I) d e c r e t o :
»Art. 1.' Autorizo la emisión de un empréstito de
20.000.000 pesos fuertes de capital co n elin téres de
3 por lOO anual á contar desde el 1." de Julio pr«5ximo.
* Art. 2.* E l capital é intereses de este emprésti­
to queda garantizado con los bienes del Koal Pa­
trimonio, que serán puestos eo TOnta cuando el
Toto de la Nación m e llam e á ocupar el trono de mis
mayores.
»Art. 3.^ La venta de los expresados bienes se
verlñcará en pública subasta y los títulos de este em­
préstito con sus ÍDterc£«B veneidosy acumulados se­
rán recibidos por todo su valor nominal en pago ox*
elusivo de U s compras.
»Art. 4." La emisíoQ de este empréstito se b a ri
parcialmente i medida que las circanstanclas lo
exijan.
Arfc. 5.* Don Heurique de Laaeu queda autoriaado para Uc^'ar á cabo ©sta operacion. nombrando a l
ofc<^to loR comisarios, banqueros j agentes, y acor­
dando caantas disposiciones reglam entarias sean
necesarias al cumplimiento y realización de este de«
creto. del cual en su dia dará debida cuenta i las
Córtfts.
Jnan de Borbon.
uLündros 25 de Junio de 1S61.*
r^- /, '.'
PON JtJAN TRATA DE fTACKIl S ü SI'MrSION,
Sin embar/?ü d<5 que el empréetito «e lanzo y de
que D. Juau juzgó debia continuar tanto la corres­
pondencia con España como Jas negociaciorfes em­
pozada« con el Emperador y con Italia no dejando
cenoeor nuestras sespcchaa, me autorizó á que viese
cómo podría hacer su sumieioQ á la Beina. Usando
de esta facultad envié á Madrid á mi am igo J). An­
tonio V idal, abogado, hombre de recto carácter y
el aro talento, dándole mis instrucciones p ara que se
presentara al marqués de***, persona adicta á la si­
tuación política que reg ia entonces, y a l parecer
acérrimo defensor do la Reina y cumplido caballero,
y Ic presentaso el estado de las cosas ta l cual eran y
lo manifestase la rosolucion de S, A. de prestar su
incondicional sumÍRÍon á la Reina, p ara poner térmi­
no á todo disgusto quo pudiese orearse á ]a sombra
de su nombre.
Vidal fné bien recibido por el marqués, le hizo
varias preguntas de cíiyas contestaciones tomé notas
oecritas. Le preguntó cu ál era mi graduación y cuág
ISO
w \
iUAfs THATA DE liACEft SU &IM1S10K
les mis pretensiones, á cu y a últim a parte ie contes­
tó que ni S. A- n i yo tttiíam os ni exigencias ni pre­
tcnsiones de ningún góncpo. Le encargó volviera al
día siguiente, y cnando l l e ^ le dijo: «he pensado y
'•consultudo sobro cuanto mo dijo ayer, y le hablai*6
• á Vd. con fi'anqueza; no hay que habiai* de D. Juan
»para nada, es preciso que Lazeu sírva a l Gobierno y
»esto basta; La^eu tiene toda la contíanza de don
vTuan, esto Lace de é l loque quiere; es preciso qne le
*,mate por el ridículo; y á Lazcu se le revalidará la
"faja, 60 le devolverán sus títulos y honores, y se lo
-dará uua cantidad de diucro que síitisfag'a su am»bicícn».—Señor marqués, le contestó Vidal» m al co­
noce Vd. á Lazeu; por el Príncipe y por la dinas­
tía h ará todos los sacrilicios im aginables, pero esta
proposicíon os in ú til hacerla, la desecharía li&a y lla ­
namente eon indignación.—¿Pniís qué quiere La­
zeu?—El bien y [«1 lustre de la dinastía, y sobre
todo la honra de su amo.—Pues con D. Ju a n no se
quiero nada.—Entonces, sefiormarqués, permitaine
usted pctirarm ep y me telegrafió: f'regreso y á la
vista le daré detaJíesj»; á los pocos dias llegó y me
dijo: «he fracasado, equivocó Vd. el hombro á quien
debí hablar > y no le pudo sacar más ezplíc^iclonce.
Di cuenta á S. A. do lo que me habia dicho Vidal,
lo llamó exigiendo le diera explicaciones sobre lo
ocurrido en Madrid; Vidal lo refiríó lo que habia pa­
sado y cuando v í á D. Juan resolvió no transigir.—
-E s preciso, me dijo, ochar el resto, tenemos elemenvtos en España y venceremos 6 pereceremos en la
odoman da; n e m e hables m ás de sumisión, ya ves
>Io que se puede esperar do hombrea que hacen ta n
DON JUA^ TRATA DE UAGEft bL* SÜMISIÜ»,
15l
»'baja® proposiciones».—Calmé la irritación de don
Juan manifestándole que do todos los hombres polí­
ticos adictos á la ReÍDa eraD iguales, y que entre
<sUoB los había de grandes ideas y elevado patriotis­
mo, que ísabriaD apreciar mejor la importancia de los
Lechos.—«Desengáñate. Ja villanía que el marqués
*^ha propuesto, no es la exprosiOD de su opinion, es
•evidente que es la del Gobierno á quien indudable HtQCDte ha consultado y nada h a y quo esperar; es
•preciso ver de do desaprovechar lo que hemos ade•lantado para ten tar fortuna; n uestra idea de somc•ternos i la Bcina para salvar la dinastía de Borhon
-es inútil ante la conducta del Gobierno. Los enemi»gos de los Borbones t i e n C D en é l un poderoso auxi■líar, él aum entará ol desprestigio de la Eeina y más
»tarde <5 máa temprano, cacr4 para ceder el trono a
*mn extranjero. Hagamos u n esfuerzo, cuanto antes
»mqor.*
•ti
N U E V A S G E S T IO N E S E N FAVOK
£>B L A SÜ U l& lO N .
Bicii comprendía yo la razón que asistía á D. Joan
ení?einejante irritación, pero creí de mi deber insis­
tir en que empezáramos nuevas negociaciones, no
creyendo que la idea emitida por e l marqués fuese
la suya propia, n i ménoa ia del Gobierno, y que éste,
a l dar el marqués ¡a contestación que dió, obedecía
á alguoa iüflnencia extraña qne se desvancccpía, pa­
ra Jo que me ppoponia empezar las negociaciones di­
rectamente con S. M. Ai cabo de algunos dios, por fin
obtuve que S, A. consintiore en que de nuevo empe­
zara negi)onacioneB con el fin de que la Rumision se
aceptase.
Ya no pensé ir á buscar franca y noblemente la
oooperacion desinteresada de u n hombre político de
talla, en que supusiese amor á la dinastía; ten ia que
lanzarme en el terreno de la intriga, que tan to abun^ en Madrid, y buscar quien pudiese por ínter<Ss per­
sonal liacer presión cerca de alg u n a persona de in­
fluencia con la Reina.
JW SU EV AS GESTIONES EN FAVOR DK L A SUMISION
Escogítíindo este medio, tu v e qno buscar un »(Ten­
te fid hoc j lo hallé en u n antiguo banquero de París,
hombre á propósito; le di los recursos, relaciones é
instrucciones necesarias para que vinieso á Madrid
y hallase indirectamente una persona cuy o apoyo fue­
se valioso y pudiese hacer entender ¿ laK eina la im­
portancia del servicio, que noble y desinteresada­
mente venia á ofrecerla D- Juan.
A los pocos dias de la llagada do mi agente en Ma­
drid. y a v i quo habia bien escogido, y seguimos una
nutrida correspondencia, en la qnem econtaba los mús
pequeños detalles, y le contestaba con g ra n minucio­
sidad dándole instrucciones, previniéndolo que no se
separase de ellas sin consultarme.
MANIOBRAS CARLISTAS.
El partido cartista siempre teoaz, no perdió nun­
ca la esperanza de atraerse áD . Ju a n y tentó u n es(acrzo; recopilando todas la s ideas absurdas de sus
principios, y reuniéndolas con todas lae caliimnias é
injurias que contra D. Ju an habian íitTentado y cir­
culado, poniéndolas en forma de carta i D. Ju a n , con­
siguieron hacerla firmar por la princesa de la Boira,
siempre dispuesta á intrigar, y cnyo menguado ju i­
cio la hacia ser ju g u ete del primer venido. Bou
Juan creyó que viniendo la carta autógrafa y firmafia por la viuda de su Padre, la debia u n a contesta­
ción, y se la did cumplida, rebatiendo párrafo p o rp árrafo la s ideas que los carlistas habian obligado á
la señora anciana á em itir y firm ar á quien cuando
menos debían el respeto y consideración que sn edad
y posicion exigían.
líC
MANIOBRAS CARLISTAS
IñfiCrto am bas cartas eu e l apéndice porque las
considero interesantes, por con tenor la im a el cuerpo
de cargos contra D. Ju an y la otra la fi*anca y leal
ezplicacion de sus ideas y modo do ponsar (uúmero 9).
LA CUESTION 1>K MEJICO.
A principios do I ^ I , vinieron i Loadros y fue­
ron presentados á D. Ju an tres personajes mejica­
nos que venian en busea de un Emperador, y le
ofrecieron aquella corona. D. Ju a n les contostó que
QO conocía nada de la s cosas de Méjico, y quo no
creia bajo ningún pretexto deberse ocupar do seme­
jante cuestión, aun cuando el o&ecíjnionto lo fueso
hecho pop la representación nacional.
Ya on años anteriores se habia solicitado à don
Carlos, conde de Montemolin, con el mismo ot^eto,
y tuvo igualm ente e l buen juicio de desentenderse
de semejante ppoposielon.
La idea había hecho su camino entre algunos in ­
novadores absolutistas, sobre todo desdo quo el 2H~
mes la ech6 á volar. La E sp sra n ta halló en la ascen­
sion de D. Juan al trono de Mójíco, el medio de sim­
plificar la cueslion carlista y reponerla en su estado
normal; deshaciéndose da D. Juan, les quedaba su
hijo D. Cárlos; asi es que patrocinó la idoa on varios
artículos; algim periódico ministerial taralíen apoj ó la candidatura, y y a parecía esta idea tom ar cuer­
po, cníndo D. Jaan , considorando quo debía cortar
esta nueva esperanza á los carlista?, escribió una
carta al Times, que había sido e l prim er periódico quo
habió de la candidatura do D. Juan, en cnya carta,
fecha 16 de Setiembre de 18(51, que fué publicada
e l I&, decia en su primera parte;
•
Hace tiempo que t \ Times, en su city article,
“tratando la cuesUoüde Méjico y sobro ia interferen• cía probable de las dos grandes potencias de Euro• pa para contrarrestar la anarquía y confu gioì) f^ue
ircÍQ aen aquel desgraciado país, tu ro por conve*DÍente sugerir mi nombre como un candidato conaTenientepara aqueltrono. No pudo menos do ser*me líQsojero semejante pensamiento, pero como ha
»inducido á equivocados supuestos, espero me peremitiré Vd- corregir la impresión que causó.
■Aquel pensamiento halló eco en los periódico
•del continente, y mis enemigos, siempre alerta para
•aprovechar una oportiioúlad que les permitiera in“juriarm c en la estima pública, han aprovechado es-ta ocasioü p ara presentarme como un ambicioso
»proyectista, buscando solo engraudccimiento. y
•completamente indiferente á consideración alguna
•con ta l que alcance su iin .
•Ko pudíendo contostar por conducto de los pe•riódicos que han extendido la noticia, que me están
•c e m d o í, permítame Vd. qne en sus columnas pú»blicamento rechace la honra y le ase^^u^e que
»jaimás lie peoeado, ni deseado semejante iionra.
»Heredero del trono o?pauo! por m i naciroiento» cs' pero ?©p Rey de EspaSa por Is cloccioa del pue •hlo, pero p ara m i e l trono de Mójico no tiene
“atractivo alunno. No me considero parte en cl
*Pìan de IgU(iì<t, en el qne so dijo que un Principe
■Espafiol recibiría e l poder que la roadre patria per­
odia. Soy desconocido en Méjico, no ten g o allí adhe•rentes y solo cnento con alg ú n amigo personal en­
tire los partidos en que &e divide aquel atribulado
•pais; de modo que eolo podia esperar ocnpar e l tro•no protegido por lae bayonetas extranjerae, y se»mejdQtc conducta os demasiado repugnante á mis
»ideas, y nada podria inducirme á subirai poder vioi)lando la libertad dui soíragío que yo invoco y sobre
•la que cuento para pretender la corona do E s•paña.
•Mi opinion es, qne la bai^e de la grandeza de un
"príncipe, e« el afecto del pneblo, y u u mandatario
' dél extranjero solo podia ser mirado en Méjico como
Dun opresor. ^
Concluyó con este escrito el artifìcio carlista y
y no se habló más del trono de Méjico.
Entrando yo en Trieste, á principios do 1863, re­
cibí u n dia la v i^ ta de un oficial de m arina que vino
à hacerme saber, que S- A. el archiduque Maximi­
liano deseaba ve^me; fui aquel mismo dia á ponerme
á la s órdenes de S. A., y me dijrt: -H e deseado ver á
■usted, porque se h a me dichoque Vd. faé quien acon»eejó a l infante D. Ju a n qne no se ocupara dei ofre"cimiento qne ee le habia hecho del trono de Méjico,
•y si no hay inconveniente en ello, desearía m e di*
"jera quó razooe» I uto Vd. para obrar a s í, disna•dieudo a l Infante de seguir una m archa que le daba
-un trono, y hubiera asegurado la trnuquilidad de
•aupáis.»
*
•Nin^fun inconveniente hay, señor, con (^ue ex­
plique AV. A. las razones qae mo indujeron á aconse­
ja r di iVíncipe D. Ju an que siguiera en lo que fuó su
propia resolución, es decir, en rechazar toda propoeicion que tendiera á presentarle como candidato a l
imaginario trono de Méjico. E n otro tiempo huho en
aquel país un g ran elemento monárquico>y á su
emancipación de la madre patria, pidieron los meji­
canos con insistencia u n Príncipe Español como mo­
narca; la política de Fernando Vli no le permitió
aceptar, y nació la República á cu y a sombra se ha
desarrollado aquel país; la tradición monárquica ha
desaparecido, y u u p a ís que cuenta medio siglo de
Gobierno republicano, no es fácil que se sometíi a l
régim en monárquico. La Monarquía podrá ser im­
puesta por las bayonetas extranj^J^a8, pero de un
modo transitorio. Los Estados-L’nidos ñ o la verán
con buen ojo, y tarde 6 temprano, e l Rey ó Emporador que sea de Méjico, acabará eomo Itúrbide.—-No
»participo de bqs ideas, me dijo, y yo he aceptado el
•trono de Méjico, donde espero ser recibido con cari«ño y afecto. — Seilor, le contesté, me alegraré y de­
seo quo así Boa.v —«Si, así será, me dijo y espero
■venga Vd. á hacerme u u a visita cuando yo reine,
•como deseo, rodeado del cariño de los mejicanos, á
r>quienee espero abrir una era de progreso y proa>peridad. Me retiré de Míramar afectado, porque creí ver
eu el Archiííuqu© u n Príncipe de corazon y lleno de
buen d&960, engolfado cü u n mal caoinu.
Ld casualidad quiao q u d eali6 rad e Trieste pars
Venecia en el mismo tren que el Archiduque, y en
una de la s estaciones, me ví6 y me dijo: -¿Qué tal,
»general, h a modificado Vd. bus ideas sohrcol por*
•venir del trono en Méjico. •—«Señor, G«pcro equivo*
carme, le contesté, y deseo que los mejicanos sean
fieles y leales á V. A. como moreco un Principa de
tan relevantes prendas como V. A.» Pronunció estas
palabras, qne la galantería cortesana exigían, con
gran pena: la voz se me ahogaba; solo respiré libre­
mente caando el Archiduque me dejó; no pude ménos
de preveercon dolor el desgraciado fin que tuvo: era
y a para m í una certeza, y lo sentía, poi'que en lo
poeo que v i a l Archiduque creí h allar en é l el recnerdo de Cárlos V, y toe pareció ser u n Principe de
grandes y bellas cualidades, y que hubiera hecho un
g ra n monarca en Méjico si en vez de estar e n 1»6^
hubiera sido posible retroceder á 1810.
I
I
i
LA FAMILIA DK D. JUAN.
En Enero de 18^1. por mandato de D. Juan, tave
una eutrevista con el conde de Appony, embajador
de Austria cn Inglaterra, para r o e r l e se informara
si S. M. 1. ee dignaría intervenir con su esposa para
que se reuniera con 61, à ie entregase süs hijos. El
embajador me prometió hacerlo asi en 22 de Enero,
y en 14 de Febrero me avisó que deseaba vormo, y
me dijo que S. M. I. estaba satisfecho, que los hijos
do D. Juau recibían una educación católica, en
todo conforme á su alto nacimionto. y que por consi­
guiente» creia a o deber intervenir para sepáralos
del lado de su madre.
E n vista de esta negati va, D, J u a n , con fe­
cha 9 de Marzo, escribió a l Emperador osta caria;
-Señor: He sabido cou e l mayor eentimicuto la
•negativa de V. M. á intervenir de uua m anera aml•gablo para que mi familia venga á unirse coumígo;
“J lo siento lan ío m ás, cuanto que V. M- se n ieg a k
Ui
LA FAMILtA DE t). JUaN
»prestar s a Íntervencioo, porque cree conocer los
»motivos de U separación, y porque V. M. cree quA
-m is hijos reciben una educación religioso, en todo
»conforme con su oacimiento.
»Permítame, Señor, que d ig a á V. M. que los mo■tivos de la separación de mi esposa no tienen otro
»origen que la malquerencia de mi cuñado el duque
-de Módena, y de ello tengo la prueba ontre manos,
*en una carta escrita por el; c a rta , que rae seria m uy
•doloroso tener qac h acer valer.
•Cuaodo u n partido que h a TiTido á la sombra
•de Dii Padre, y que h a sido la causa de su ruina,
"proyecta proclamar ú mi hijo e l legítim o represen*tan te de m is dcreclios; quo ese partido tiene gran>de ioíluencia ecrca de mi esposíi, y que ésta nt>
-perm ite ú m is hijos ni cs<íribirme. debo creer que Ja
'oducaciou que reciben está lejos de s(»r religiosa,
■>porque no so oducan en el amor y respeto que de«’ben á su Padre, ni conveniente a su nacimiento,
»porque deberían respetar en mí. no solo e l Padre,
»pero también el Príncipe.
»Comprendo, Señor, que la lín e a p c lítira que siijgo, sea una razón de creciente en<;místad con mi
»cuñado; pero ruego a V. M. no olvide que yo no
>-tengo debere? políticos con persona alg u n a fuc»ra deEspafia. Cuando todos los soberanos d e E u »ropa iian aceptado eomo hechos consumados lo»
• principios revolucionarios en España, reconocien‘ do á la Beina, y que han abandonado á su suerte
*l08 derechos que hoy represento, roe lian dejado
»también en libertad de seguir la línea do conducta
»que crea m ás conveDientc. Los monarcas que no se
*han cteido solidarios p ara sostener mie derecbos,
•me lian Ubertâdo de toda solidaridad con âne prin>
•cipios.
»Pero la polices, señor, no puedû jam ás soparar
• d«l padre á sus hijos. Mo dirijo á V. M., lleno de
-confianza, y s ^ u r o de que no podrá ménos de
•aceptar la intervención en este asunto, y decidir á
• mi esposa a (pie Tenga con nuestros Lijos á mi
•lado.
«Ctiento. señor, con la bondad de V. M., y dán*dole anticipadas gracias á V. M. por cuanto so dig»*De hacer en favor de la union de mi familia, m ogo
»4 V. M. me crea su más humilde y afecto servidor
JwiH de £orlon.»
N iogun resultado esperaba D. Juan de esta carta,
y así sucedió, S. M. no contestó.
Como tanto se h a hablado de la separación de
D, Jnan de su esposa, y como e n la contestación
del Emperador que e l conde de Appony verbalmento
me trasmitió, S. M. habla de los motivos de la sepa­
ración, creo conveniente decir algo sobre el estado
de las relaciones dólos esposos. D. Ju an se Casó, no
como generalm ente so casan los príncipes por razón
de estado, sino impulsado de u n verdadero amor
para su esposa, jóven que reunía la herm osura à la
■virtud y dotada de brillantes cualidades.
Pero casi desde e l mismo instante del matrimo­
nió y a pudo ver D. Ju an que e l por^'enir de Is union
nO se presentaba m u y lisonjero. AI salir de la igle­
sia, y ta n lueg^ como estuvieron en olcoeho, don
Jiian dirigió á bjx esposa alg ú n cumplido galante, al
10
que «lia contcstó; •«¿Tií no sabes por qué yo me he• caaado?» D. Juan poseído de am or y poesía le con­
testó como debía: «Nó. le dijo*—«Yo me he casado•para poder con más libertad hacer mis devociones,
•sin la intervención de mi herm ane.! No quedópocc^
mohíno D. Ju an con sem ejante idea, pero la atribuyó
á nna exaltación pasajera y procuró olvidar e l inei**
dente; vinieron los hijos y la señora suscitó frecuen­
tes cuestiones sobre ol modo como serian educados.
D. Ju an la dijo n n dia, que creia que ios curas y
frailes d o eran las pereonaa más 4 propósito p ara la.
educación de u n Principo que debia vivir, no en el
claustro sino en el mundo. De aquí »urgieron mil
discusiones que cada dia ihan en aumento, por más
qoo D. Ju a n procurase evitarlas. En el órden econó­
mico c l enlace no era m ás feliz, Doña Beatriz g a s­
taba lodo eu obras de devocion, e n conventos, misas
y sufragios, y las necesidades se hacían sentir; don
Ju a n tuvo que poner órdcn, y ta l era e l descuido de
las cosas mundanas por parte de la señora, que don
Juan debió ocuparse hanta de la toilette de su esposa
para que se presentara con el decoro conveniente i
Ru elevada cla?e; todo esto iba aum entando e l di5gueto y laa discusiones. Un dia viviendo en e l Pala­
cio de Módena» D. Ju an salió de mañana; a l lleg ar á
la calle so encontró olvidado cl pañuelo y subió p ara
tomar uno de la cómoda cn el cuarto on que estaba su
esposa aún o n la cama. D. Ju an apercibió el pié de un
hombre escondido» y dirigi<:ndosoá él descubrió al confesop de doiía Beatriz, que se extendió eu justiricacioDes.temiendo que D. Juan sospechase de la fideli­
dad de eu señora. °No se moleste Vd, en justificacio-
i.A Familia i»e d. jiíah
ht
*nfts innecesarias j que ofenden á Beatriz, de quien
»ni puedo n i debo tener sospecha algunaj de qnien
»tengo sospechas es del juicio do Vd., si lo tnviere
•usted cabal do obraría con ta l lígoreí^a, esponiéndo>se a quo si alguien conociera esta escena formase
*un equivocado concepto. Siendo Vd. como es el
•confesor de mi esposa, es dobur de Vd. CTitar que
>ise coloque pd una situación dndosa, y no ha debido
»usted consentir oiría en confesion á esta hora y en
»esto sitio. - T). Ju an torm inó despachando a l padro
cura y hubo un altercado, del que tuTo conocimien­
to el Duque, quien sospcch(5 que si habia sido sor­
prendida FU hermano, ora porque D. Juan estaría en
connivcmíia con las doncellas de doña Beatriz, para
saber cuándo el confesor Tenía.
E sta idea comentada y explicada trajo la ca­
lumnia d© que D. Juan estaba en relaciones con la®
dos doncellas de su esposa, y el ventieello de la ca­
lumnia cundió y creció y basto p ara p resen ta rá don
Juan como u n libertino y mal eepnso.
Cada d ia las relaciones eran más tirantes, h asta
que uu incidente Tino á producir la crisis. D. Jnan
estaba en nna T e n ta n a del segundo piso del palacio
do Mddena, donde viTÍa. cuando oyó la voz del Duque, que desde e l balcón del primer piso llamó á
uno. a l paroccr jefe de policía, y 1« dijo: —«¿Has
visto al que acaba de doblar esa esquina?— Sí, seüor.
—Pues bien; síguelo, préndelo y ha?4e dar veinti­
cinco palos, y luego ven á v(;rmc.» A l poco rato
avisaron la hora de comer; en la mesa, el Buque pre­
guntó á D. Juan quó tenia, si estaba indispuesto:
ie contestó que no; mas insistiendo ol Duque en
que &lgO tQDÍa. le dijo quo habia tenido un d csag n i'
do que despues se lo ozplíoaria; &1 coucluir,
TÍúel Duque á insistir, y cntoocCB D. J u a n le refirió
ÍD que habia oido, dicióndole c u Ú D t o sentía quo uq
soberano hermano suyo diera semejante órdcn on
público.— «F.l quo liG hecho apalear es u a c«icbOLiario.—Si es crim inal, ponlo en m anos de los tribunalos, pero no te rebajes hasta presentarte como un
tirano.» De aq u í, gran altercado 3' acusacione«
del Duqno sobre la m ala vida que daba á su her­
mana.
Al dia siguiente, D. Juan recibió la visita do u n
ministro del Duque, anunciándole íjue debía salir do
Módeua.— •Mientras ol Duque no desvanezca la ca*
lum nía de m is relaciones con tas doncellas de mi es­
posa. no saldré de aq u í sin quo so dú un escándalo. •
D. Juan entró en negociaciones, y e l resultado fué,
que el Duque le escribió la carta á que alude en la
escrita al Emperador, y eu la quo e l Duque se reco­
noce autor de la historia de las doncellas, y diciendo
que ni él ni su hermana tienen n i ban tenido queja
alg u n a de D. Juan; entonces, D. Jo an se marchó de
Módena, expulsado por su hermano político.
Cuando la separación llegó á oídos del señor
D. Cárlos, él, que fué siempre modelo do padres do
familia, se afectó profundamente y escribió á don
Jiian y á doña Beatriz, exhortándoles á que so uníeran: así se convino; poro doña Beatpii5 exigió e l no
vivir en país protestante. D. Juan la escribió, que
deseoso de complacerla la dejaba escoger e l punto
donde ñjarian su residencia, con ta l qne no fuere, ui
en el ducado de Módena n i en Austria. Doña Beatriz
lA FA?rítUA O t O, J t A S
ti»
le contestó, qufí olla no quería ^ivir bÍdo en Módeoa
ó wi Víeaa, y este es cl contrato de separaciMi;
dosde eritoDces no se ha xnelto á hablar de reunión.
Con motivo de la m uerte del Infante D. Femando»
cl conde de Appony me oscribíó ofreciéndome en
nombre del (/ran MarÍGcal. sii íntervenci<iii para el
aiTCglo de la sncesion del difunto D. Fernando, en­
cargándome robara i D. Jaan , que en ta l caso, nom­
brara «n PGprcscntauto en Víena. Con CBte motivo,
S. A. resolvió enviarme á Víena para vor al Empe­
rador, y ensayar qaé podia conseguirse d eS . M, para
que se le entreg;orau sus hijos.
Al darme las cartas para S, M. y los poderes n e ­
cesarios me dijo: <iPasa por P raga y procura ver á
a mis hijos y escóbeme cómo están, si son altos ó p cnqiicñOB, ñacos ()gordos, qu(^ instrucción tienen, etc.,
»^etcétera.* »Bien, sefior, en esto caso será preciso
■^ue V. A. me dé una carta p ara la Señora, pues
-no eé 6i me recordará despues de tanto sanos comohíi
•que no me h a visto. - "Qué niño eres, La^eu; si te doy
‘■nna carta 6 te presentas con tu nombre, no verás i
•mis íiijos y le cspondrds cuando menos á \m ¡nsul»to; ni te doy carta, ni debes presentarte con tu ro m »bre; inventa algo para ver si con u n nombre eupuos»to y conalguD pre testo puedes verlOs. Es preciso qne
‘los veas por sorpresa.»
Salí de Londres, y aprovechando cuanto mo ha­
bia dicho S. A. me echó al bolsillo c l espediente
de u n carlista que se habia sometido y había creído
deber remitirme todos stis despachos originales, y lo
que más valioso era en las circunstancias, u n as cer­
tificaciones del obispo de Leou y del padre Cirilo.
Âl dia siguiente de llegur á P raga subí a l pala*
cio que habitaba la archidaqncsa Beatriz, y v i al ayo
de los hijoe de Ü. Juan, que era e l marqués de Molsa, le expliqué quo era u n antiguo jefe carlista, de­
dicado al comercio, y que habiendo ido á P raga para
realizar una»> compras, deseaba besar la s manos de
los nietos de mi Rey, exliibí los despachos y sobro to­
do lüs certificados del padre Cirilo y del obispo de
León y me dijo; quo tenia orden de S. A. de no dejai*
comuincat á los jóvenes infantes con espaüol alguuo;
que por consiguiente teuia que pedir permiso a S. A.,
que a l dia siguiente podia volver y me daria la con­
testación.
Al otro dia me dijo que S. A. le había dielio qu<¿
no quería separarse de la liuoa de conducto que so ha­
bia trazado y que no lo tom are á mal, porque había
pocos días que dos grandes de España habían hecho
ig u a l solicitud y se les había negado. Tuve pues
que rclirapme sin Terlo.*i, pero hablé largam ente en
italiano con el marqués, de la familia real de Ná*
polas y le interesé alg o ; siatio me dijo la resolu­
ción do S. A., pero mo dio al menos datos sobre la sa­
lud ó iustruccion de los Principias. Preguntándole quo
espaüolos habia en e l s^rTÍcio me dijo, uno solo que
es palafrenero, los demás poco à poco los ha despa­
chado S. A. Mo retiré esperando ver á los hijos de
D. Ju an cuando salían de paseo por la moúaua y
tarde, acompaüados del marqués de Molsa; me infor­
mé por qué partes solian ir, y -vi que con precisión
atravesaban e l puente que uue las dos partes de la
ciudad divididas por e l rÍoj tres dias roe llové de
planton sobre el puente, sin ver à los jóvenes que es-
pcraba conocer por su único acompañ ao (e el mangues;
mi constancia fné en vano, no salieron; fintonces
« n am igo me dijo, que si solo deseaba verlos no Wnitt m ás que ir á oír la misa que todos los días reza­
ba e l cardenal areobispo de ocho á nuove, y que los
hijos de n . Ju an le Berriaiide monaguillos. Así lo
hice y conseguí mi objeto, escribiendo en seguida una
relación a l Príncipe D. Jnan, que la esperaba con im­
paciencia.
Llegué á Viena y fui recibido con deferencia por el
Gran Mariscal, á qnien dije traia cartas de S. A.
para S. M. I. y ie reg u é soliciUra para mí una
audiencia; al dia siguiente me dijo: que S. M. me re­
cibiría gustoso, pero que esperaba que nada lo baWaria de los hijos de D. Juan. • Señor Maiiscal, e l pri­
mordial objeto de mí TÍajc es precisamente hablar a
S. M. de los hijos de D. Ju aa, que están prisioneros
en P rag a sirviendo de monaguillos a l cardenal arzo­
bispo; si no puedo hablar de esta cuestión á S. M. es
inútil que Je moleste, d No t í pues a l Emperador y
<íonsideró inútil todo gestión.
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LA SUCESION ABIMTESTATO
LE LOB HBBMAHOS DB Z>QN JUAN*
Don Fernando habia m ocrto abintest&to, pero en
Tista de la comunic&ciou d d Gran Mariscalato ooelsÌ'
deré qne habría u n a sucosion abierta 7 <[Ud eata de^
bia ser im portante, porquo era conocida la fortuna de
T). Femando »
siempre habia 6Ìdo m uy econòmico,
neaultó de mis averiguaciones que D. Fernando al
morir no tenia nad a más qne ozi reloj <lo g ra n mépito
artistico que verbalmente legó al Emperador, é«ta fué
la informacioQ cñcial que tuve. M&s se^un iuformn*
ciones que adquírí pude quedar satisfecho qud a 3cesdia la fortuna de D. Fernando de ciiatro ^ cinco
millones de francos y se babia apoderado de ella \ t
Princesa de la Beira.
E l abintestato del Sr. Oondo de Montemolin se
hizo inventariando sus alhajas, muebles y libros y
se tomó como baso para distribuir su producto una
carta que con fecha en Trieste 4 10 do Mayo de 1860
escribió el conde á su esposa, dándole instrucciones
sobre U s deudas que tenia; entre ellas ñguraba el
nombre de su hermano T). Ju an como debióndo*
« í
SÜCKSJÜN ABINTEST.VrO
le 16.000 francos y en otro párrafo decia: -á la de
-Cabrera le debo varias cantidades, pero creo no
querrá que so lo pagueo. - E l Sr. D. <*árlos en w to
se equivocó, como en muclias otras cosas; á 1). Juan
le debía llü.oOO francos y la Bra. de Cabrei*» fué oí
prim er acreedor quo so prusentó y el que salió mojor
librado.
Mientras yo hacia mi viaje ú Viena continuaba
mi agente trabajando en Madrid envuelto en las sombfds dol misterio y de la intriga.
De los informas que habia recogido ten ia la cer­
teza que los cuatro O cinco millones de francos que
habia dejado D. Fernando estaban en poder de la
Princesa de la Beira, Decidí pues ir i Trieste y vor
qué conseguia de aquella Señora, Ilalié en su casa
m antenida, aunque groteseamente. la tradición de la
m ás severa etiqueta y también la de los Braganzas
de apoderarse de lo ageno. Mis esfuerzos fueron en
vano, n i conseguí los archivos, ni la herencia de
D. Fernando. Los principios políticos y religiosos de
la au g u sta viuda de D. Cárlos no le permitían dar á
D. Ju an lo que le pertenecía; consideraba queidla
emplearía más cristianam ente el dinevo de D. Fer­
nando.
Mr VUELTA A ITAUA.
De Trieste fui i Turio, donde la m uerte del cou■de de CaTour podía haber modificado algo las circuBstaucias, j siguiendo las iostruocioDoa del Prin­
cipe de ip adülaale para descubrir terreno cuando
méDos.
Raiazzi habia sucedido á OaTOur en e l míDisterio; entivS en relacionos cou 61 y con e l S r. Depretís,
jjue formabci parte do su ministerio; éste repr&seuta­
b a on ol (Jabinete el paiüdo más osado c u el Bontido
reTOlucionariü, era el más acérrimo partidario de la
coDcluBÍOQ de la unidad italian a, no desdeñando
conspirar con Garibaldi para empezar una campaña
en el Tirol, cu y a conspiración terminó en Sarnico,
por la impetuosidad del carácter de GaribaldiTavc la suerte do entrar pronto en buenas 6 Inti­
m as relaciones cun Eatazzi y Dopretis, y me fué fá­
cil descubrir que, en cuanto á Espuüa, seguían la
politica y los planes de Cavour. Creí prudente que<iarme en Turin, aguardando por un lado e l resulta-
J5 6
M l V U E IT A A
ìt a l i
A
do d e lo s trabajos de mi agente en Madrid, que me
decía esperaba de xin dia à otro ud buen éxito, y se­
g u ir en lo quo pudiese las maniobras de ios enemi­
gos de los Borboncs en Turin,
El Seniineila delle A lpi publicó u n artíenlo sobre
ftl tem a les Bcfurhons onf fa it Jeur temps, y aprove­
ché la ocasion para contestar en el comunicado que
v a inserto en el apéndice núm. 10 .
Mi contestación fué replicada ccm gíLlantería y
deferencia por el Seniin^Ha, y varios otros periódicos
italianos se ocuparon de ella.
También L a Epoca, de Madrid, se ocupó de mi
escrito, y produjo una contestación del periMico
NAdonaiaés, que reproduzco eu el apéndice, porque
hace ver cómo m i escrito fuó apreciado hasta por los
mismcfi enemigos d élo s Berbenes (núm. 10).
Bwos dias despues de publicado mi comunicado,
recibí u n despacho de mi agente en Madrid, en que
me anunciaba quo todo iba bien, que su m iaon había
terminado con éxito y marchaba p ara Londres, don­
de esperaba hallarme; en su vista abandonó Turin.
SUMBION DE DON JÜAN-
Mi agento se atrasó en QÌ eamino, y el dia ante»
quo él llogasa á Lóndres. c l Principe recibió l a t ì s ì ta de no enviado de Madrid qu© le entregó l a adjun­
ta carta :
-Mi querido primo Juan: e l 20 de Mayo último
remití á Mr. de Serre, persona de tu confianza, una
carta, con encargo especial de pemítirtola cuanto
autos: este ecñor debió salir inmediatamente pw a
Lóndres; pero ce e l c ^ o que desde outonces no
hd sabido nada de ti ni do ól, y como me temo le
liaya sucedido algo en el camino, me apresuro on
enviarte en b u lu g ar Mr. G .... quien te entregará
en persona la presento, y to d iri verbalmente lo que
Reria demasiado prolijo e l escribirte; es decir, las ad­
mirables disposiciones de la R&na contigo y con tus
hijos. Te suplico Otra vez, p ara tu propia felicidad y
para que todo se concluya pronto, mo enviee un
despacho telegràfico al momento que te h ay as en te-
IM
SüPítSÍOS DB D. JÜAR
radn de la carta remitida ¿ Mr. de Serre, que de­
cid así
•Tan pronto como Mr, de Serro y el general
)>Lara mo han manifestado tu s deseos de tgcodo»cer e l trono de nuestra augusta y querida prima la
' Reina Doña Isabel II, me apresuré en pedir una an•diencia á SS. MM. quo me concedieron al instante,
•con su acostum brada bondad. E n esta conferencia
• so mostraron m uy satisfechos de tus cxc!elentes <1íb•postciones y por consiguiente dispuestos «n faTore•cerlas; te lo aseguro, y que ee olvide todo lo pasa­
ndo. Por cottsiífuionte convendria que sin influencia
«de nadie me escribas aígunos renglones, rcmitién»dome además, para qne á mi v e z la entregue á la
»Reina, una carta tu y a en la cual la asegurarás que
•renuncias para siempre en nombre tu y o y en el de
•tu s hijos á los derechos que creias tener anterior• mento. E n cnanto á lo quo pudieras añadir en dicha
"Carta tu cora:íon, qne es bueno, te inspirará d ig n a»mente y de esto modo esa cuestión podrá arreglar»se. Despues de haber recibido tu carta la Reina da•rá las órdenes eonsignieotes y puedes pr#*sentarte
»en la embajada de Espaüa en Lóndres para que
«consto en un documento oficial la renuncia y a cita*da y que de esta manera desaparezca culesquiera
• dificultad, Al concluir, no puedo monos, mi querido
- primo, de decirte cuán g ra ta ha sido para m i la mi•sion que se rae ha encargado y que tiene por objeto
• d contribuir á la unión y A la fi'ltcidad de nuestra
»augusta familia.
más por ahora créeme tu afecta prima. Ma-
SUklSJON PE 1> JUAN
l&O
i)drrd 9 da Junio de ÌH6Ì.—Luisa Teresa de Boròon.
■P. D. Un motivo más para que m© contestes en
■»seguida es que dentro de m u y poco, pienso marecharme á Suiza, donde estudian mis dos hijos j
■donde permaneccró dos ó tres meses.»
La Infanta doña Luisa Teresa escnbicndo la pri­
mera carta, oasi en nombre de la Reina, parocia quo
todo debia llev ar u n buen giro, pues el Sr. Serro no
hizo más que seguir mis instrucciones b u s c a d o una
influencia cerca de S. A. para qxie ésia hablase i S. M.
51 general Lara solo interreoia p ara dar autoridad à
las gestiones cuando éstas hubieren salido del terre­
no en que babian empezado.
Todo hizo creer que esta carta era el principio do
una reconciliación, que es lo qne deseaba D. Juan,
por más que y a se buscabaia división.
E n esta primera carta y a se indicó e l deseo que
don Juan escribiera la sumisión 9Ín influencia de
nadie.
Solo reproduciendo casi íntegra la corresponden­
cia que medió entre D. Ju an y su prim a áoftA Luisa
Teresa, pueden apreciarse las peripecias de las ne­
gociaciones sobre la sumisión de S. A.
A \ix carta anterior contestó T>. Juan:
•Mi querida prima Luisa: Tus estimadas del 20
de Mayo y 9 dal aetual obran en mi poder; la prime­
ra con tal atraso, quo sólo ayer h a llegado á mis
manos, debido á circunstancias imprevistas.
»No m ees fácil dccirte con cuánta g ratitud Las
he recibido, pues veo por ellas todo cl cariño con
SUMlâON DE D. jrTAn
que me d ie tin ç u » y c l afecto con quo mo bonraa loe
Eeyes-Deepaes clôcerca deiroiuta afîos de expatriación,
dô deaideuciôB de familia y digtupbioa políticos, desoft hacer por mi p arte cuanto esté à m i alcance,
para poner term ino à toda diferencia entre los miemîjîsjB de nuestra familia; quiero evitar que mi nom­
bre paeda ser un día causa do trastomoa y derramamtentos de sangre, quiero recuperar mis hijos para
edac^'irlos como ol interés dcl pais exige, y evitar el
que n n día m ia ó ménos lejano puedan, m al aconsojadoB, hacer revivir un partido político que no debe
tener existencia leg al en España, y acaso reprodu­
cir días aciagos de nuestras guerras civiles. Mi am •
bícion Be limita á hacer lo que pueda en bien de mi
pais y de n uestra familia, y creo que no puedo dar
mejor prueba da mis sentimientos, que reconociendo
la Reina, y aleándom e de la ¡jolítica, dedicarme & la
educación de mia hijos, fomentar en ellos ol cariño
para b u familia y e l respeto á las instituciones na­
cionales.
»No h e hoclio armas contra la Reina, no be com­
prometido 4 nadiu por mi causa, no he contraído
compromisos con nadie y puedo reconocer á l a Reina
sin faltar á nadlo, n i á jiada, ántea bieu croo cumplir
con un triple deber; eatoy, pues, pronto 4 escribir á
S . M., pero desearía al hacerlo obrar con todo tino;
deseo que la union d e l a familia s e a real y Terdadera, y que de la s discordias pasadas no quede ni una
sombra; así, pucss, creo im portante que la envié á la
Reina por couducto de mi secretario, quien podrá dar
ámplias explicaciones aobr© todo cuanto la Hoina
SU.MiSlOX DE D. JI)A>
i6l
tluicro, porque depositario de mi confianza, es la
única persona que ostá al corriente de todas mis CO'
sas, 7 á qaicn puedo coDíiar esta delicoda misión.
Kufiga, pues, á la Reina que conceda ú mi secretario
D. Hcjuriqtie d(; Lazeu u n salvo conducho p ara ir 4
esa portador de mi carta.
»Espero UagaR cnanto puedas p ara quo no haya
obsUiculos ni se hag a aguardar el permiso p ara en­
viar á Lazeii; seria largo expUcarto por corrcapondcacia lo que é l podrá decirte de palabra.
»Agradeciendo la invitación, etc.—Lóndres, 17
de Juuío de 1 >^62 .
Juan (U Borlfon.
•Mi querido primo Ja a u :
.T u carta del 17 del corriente roe ba llenado de
la más viva satisfjccion, a l ver los ?entiuiientos l<¿aIcR y las noblei% aí^piraclones que manifiestas en ella.
ERte lenguaje elevado, no hn podido menos do ag ra­
dar áS S . MM,. qae como te he dicho y a cn mi carta
anterior, ebtán auimados de lo« mejores deseos y se
mnestrnn tanto más dispuestos y resueltos á olvidar
todas disidoniúas pasadas, pues ven por tu p r t c una
verdadera «xpoataneií^ad de corazou y a n a franque­
za que te honra mucho. Por mi parte, mi querido
primo, aplaudo tu resolución decidida de reconocer
los derechos do nuestra querida Reina Isabel, y de
poner término á tí^da disidencia entre los miembros
de nuestra familia. Debes conocer, querido Juan,
que si dás este paso ea la felicidad para tí y tu s hi­
jos, que tanto amas y quo tanto deseas teüer á t u
lado y darles una cdueacion íí’g n a. y on bien de nues­
tra familia y de nucjstra patria. Como lo dices, tú no
has contraído compromiso con nadie y puedes reco­
nocerla siu faltar anadio ni ¿ nada. Lo que no com­
prendo, es el quo no me hayas enviado directamente
y sin pérdida de tiempo, la carta que a ^ a r d a b a
p a ra la Reina. Ko conozco persona)mente á t u secre­
tario: su talento y sus dolos podran m u y bien ju sti­
ficar tu coníionza, pero como se trata de un asunto
de familia, este señor de n ioguna manera ostaria re­
cibido en Palacio Kso me consta, y si perseveras en
esta idüa, desdo lu e ^ o , mi querido Juan, debo mirar
mi misión do reconciliación y do paz como termina­
da. ¿No vale mejor obedecer á las circunstancias, hac!er la difereiiela de los tiempos y mirar la opinion
pública que ta n pocas veces se equivoca?
-Estando en ñste (ístado las cosas, tu secretario
rio del>e m 'rar sino tu propio interés, haciendo al*straccion de su individualidad, por ahora, y confiando
en U justicia, los cspaüoles sus conciudadanos ca­
brán apreciar como se merece **us virtudes.
•Medítalo bien, mi querido Juan, y rÍ rscuehas
mi consejo, pronto tendrá lu g ar larceonciliauion de­
seada. Yo me marcho de aquí el 25 para Marsella,
donde pftrinaneceré unos doce dias y despues iré á
Suiza. Pero antos do mi salida de Madrid, suplicaré
a laK ein a que te n g a la bondad de dar las órdenes
necesarias p ara quo puedas, si así son tu s deseos,
presentarte á la embajada española en Lóndres, para
las formalidades que sabes. Al efecto, podrías antes
<lc i r y e x p O D e rle á caalesíjuiera feo, enviar 4 al­
guien que ? e informase cuáado p o d r ía s íp.
•Ya vea con quó coDñanza te hablo, eto., ote.—
Madrid 23 de Junio do
Luisa 2'crssa.*
La opinionpilhlica. que tan pocas teccs se equi­
voca. ePiU un pensamiento libt¿ral cd principio, pero
dostÍDaüo aquí á dar var.on á la prensa mimsU rial y
carlista en los denuestos contra m i persona, durante
los dos últimos ailos.
•Mi q u m d a prim a Luisa: Con fecha 29 del paaado to acii«c recepción de la tu y a del 23, y hoy paso
ú contestarla deten iJ amen te »Veo cuanto me diccs do grato con respecto á tu
afecto» del que no dudo, y del interés con que sus
magestadüs mo distinguen, pero siento que se liaya
dado á la idea de enviar mi secretario á Madrid nna
intnrpretcicion que no está de acuerdo cou mi peosamiento; a l pi*oponcrlo fuó deseando activar, no en­
torpecer fas ne;?ocjaciones; civ íq u eS . M.. que aca­
so el Gobierno mismo podria desear cx¡)lÍca<úones,
qufí deseo dar, y satisfacer toda exigencia plausible;
y natural era que pensara en onviur á un hombre de
mi conlianza, impuesto a l mismo ticEnpi) cu los hcchos; jam ás pensó que Lazeu tuviera otra rcpresontacion que la do mi encargado, para satisfacer los
deseos de la Ileiua, no la de negociador que se interpusie-e eu m á sd e lo queSS. MM. tuvieran por con­
veniente. J3¿sde el momento q u e S M. no considera
que debo enviar á Lazeu, no insisto; sin embargo,
creo hubiura sido mejor.
•
Al pensar en reeonoeer á ía Reina y prostar mí
eumisicn, ha sido sin im aginar poner condiciones de
ningún género; comprendo quo ia Eoiua no debería
aceptarlas, pero al mismo tiempo esporo que S. M, no
permitirá qne Re la bagan exigoDCias humillantes
para mí, 7 digo esto, porque en tu s cnrtas me dices
qne en mí propio interés debo hacer abstracción do
I^zeu , por ahora. Esto implica la id ead o sopnmrlo
de mi lado. SI tul Mcíero, Lazeu aparec^fria como
castigado y como responsable de mi conducta polí­
tica, y yo como inconsecuento con un criado fiel, 6
iograto á ios servicios quem e ha prestado con toda
abnegación.
•Si la Keina echa u n verdadero olvido sobre las
disidencias do treinta anos, no debe hacerse una ex­
cepción contra el línico criado que tongo.
»Además, es m enester, mí querida prima, que so
aprecien los hechos en su verdadero punto de xista;
Lazeu t ‘ene enemigos que debeá la lealtad con que
h a servido á mi l ’adre, á mi liermano y á m í mismo;
las persecuciones que b a sufrido no tienen otro ori­
gen. El caconodc las pasiones políticas huceii aprc{^iar m al á los hombres; á Lazeu hc lo su p in e hoy un
hombre atraviliarlo; alguuos periódicos le represen­
tan ocupado únicamente en calum niar 7 hacer mal.
poro puedo asoguraitc que de su plum a no ha salido
una ofcnsaco n tran ad iey que jam ás me ha hablado
d o la Reina y de toda mi familia sino cou el mayor
respeto, contrastando m ucho su conducta con la do
personas que son deudoras á la Betna de distinguidas
posleioocs; Lazeu me h a animado Riempie a l a unión
m ientras ellos han procurado alejarme de mí familia-
S ià ic ù lambieu que « sta perseguido por ìor tribu­
nales y tampoco ea cierto, se le han formado dos
causas es Tcrtlafl, pero ambas han concluido favora­
blemente gracias á la roctitud de los jueces, i?ín em­
bargo de no haberse defendido; nada puos le impide
su ivígresoá Eftpaüa, mas <¡ue el estar á xnl servicio,
por esto pedia un salvo conducto para ¿ 1, saWeudo
que existia uua Real orden m u y í^cvera.
■Lazcu ha procurado con coQstaate desvelo evi­
ta r todo compromiso p ara mí, quo hlciesc imposible
la rcconoiUaci<m con mi familia: tcmieudo fíer un
embarazo, me ha pedido alejarse de m i, y expatriar­
se á Ultramar.
•Así, pues, mi querida prim a, debe>í comprender
que no me es posible abandonarle, y como deseo que
délas disensiones de £dmilia no quede rastro , d o
quiero elevar dificultades, pidleudo para <Ujurados y
empleos ; procura p u e s , emplear tii ínfltijo corca
de S. M ., que debe darte su cariño, no debilitado
como ül que e n r u boüdad ¡juede tenerme por las
disideDcias patáoda^. para quo sia que sea una condiebn por mi parte, pueda a l ir á Madrid llevarme á
Lazeu y guardarlo á tni servicio. Yo respondo que
él será un súbdito leal y afecto á la lieina,.y única­
mente así conservará mí confianza.
•De acuerdo cea lo que me decías en tu carta. Ie
envié ú ia legación y el ministro no tuvo por conve­
niente recibirle.
•
Mucho es ol deseo que tengo de verte, etc.—
Lóndres, 3 de Julio, 1862. •
Juan de £orbon.
■Mi queriíla prima.*—Te envió dos cartas para
S- M„ eu lasq u e va mi sumisión. Espero continuarás
tu mediación, y te deberé así la reconcíIlación con
mi ñimilia, el poücr tener á mis queridos hijos y tdIv e r á mi querida patria.
•Ya sabes e l aprecio en quo tengo á Lazftn; la
confianza que me merece, no puedo enviarte á nadie
que mejor pueda ser el intérprete de Jos sentim ieutos de afecto y reconoelmleuto que te profeso.
•Créeme siempre, mi querida prima Luisa, tu afec­
tísimo primo.—Londres iiO de Julio de 1806.
Ju a n de Borbon. *
•SFÍsOEA: Cuando los tristes acontecimientos do
San Carlos de la Rápita produjeron la renuncia do
m is hermanos, mi primera intención fué reconocer
á V . M. y desvanecer así los recuerdos de pasadas
dlscnsinnes* de la guerra elvil.
•Aguardaba que Cárlos y Femando la ratíHcaraa
en plena h U rtad . E n ifayo de IRGO tuvo eon Cárlos
una entrevista, la que me decidió á dar el prim er pa­
so de mí vida política en 2 de Junio, acepta»do la
posicion que me creaba la renuncia do mi hermano
mayor: al dar este píiso. Señora, no obraba ni por
ambiciou personal ni por encono; no mo guiaba m ás
quo u n pensamiento, e l de quitar la bandera á un
partido intolerante) para quien ni el tiempo corre, ni
conoce otros principios que bus propias mira?, que
son incompatlble^con las Instiíueiones nacionales.
Su iQisma conducta lo h a probado: los derechos que
reconocía en mi padre y en m i hermano los h a des­
conocido en mí, porque no comparto con ellos las
mismas ideas. La contrarenuncia de mis hermanos
prueba lo acertado de mi resolución; mi sumisión en
aquella época hubiera «do estéril.
»Desde entonces. Señora, no me ha guiado mús
que nn pensamiento en todos m is actos políticos, el
bien del país y el añaDzamsonto de la s instituciones
liborales-Podré haber obrado con mas 6 ménos acier­
to, pero puí>do asegurar á V. M. qne mis intenciones
no han podido ser más rectas ni más patrióticas. Eq
los dofl aüos que llevo <lc vida política no he pensa­
do jam ás en alterar la tranquilidad del país. Qfuoro
evitar que mi nombre pueda ser un dia eausa do
trastornos y derramamientos de sangro.
».\lejado de mis hijos por fuerza, R e e d u c a n contra
mi voluntad en u n órden de ideas que no os el mío:
llegarán i una edad en que es difícil cambiar los
efectos de nna primera cducaeíon, y fácilmente po­
drá dar nuevas esperanzas t u n partido que no debe
tener existcocia l e ^ l en España. Cuantos esfuerzos
he hecho cerca de mí esposa y cerCA del Emperador
de A ustria para recuperar mis hijos han sido inútiles;
los derucho.^ paternales han sido desconocidos. Mí
anhelo es poder edueai* á mis hijos como el ínterós
del país exige; es, pues, deber mío impetrar el apo­
yo de V. M, para obtenerlos.
•Protesto de nuevo. Señera, que no me h a guiado
«n mi vida política más que el bien del país, y como
reconociendo á V . M. doy una prueba incontcsUble
de mi buena fé, presto, Sonora, mi sumisión á V. il.
i»
SL'HIStON DE I), JC A 5
renunciando de la manera m ás solemne, en mi nom­
bre 7 e n ei de t.ofia mi descendencia á cuantos dorechos pueda darme la interpreíüeiün cnalqaicrs de antiguafi lejo s. Eucon05500 ó V. M, por mi K ein ay ju ro
ñííclidad y obediencia ú V. M. y á )a Coiístiludon.
»Robando á V, M. se digne aceptar cim benCTOlencia mi sumisión, créame, Señara, de V. M. sii
afecto primo y RÚbdito sumiso Q. S. 1*. B .—Londres,
yfi de Julio, 1862.
Juan, de Barbón. •
Mi querido primo Juan: He recibido con el
mayor plaecr tu m uy fina carta dul
dcl ecrrieale,
la cual me ha sido remitida por tu eeürctario señor
de I^zeu. Tamljicn he Jeide con una inmensa sutisfacción la carta que diriges á la H einay el acto de
sumisión que la acompaña, estos dos documeiitoa
me han parecido m uy bien redactados y d o dudo q«o
sean mirados dei mismo modu por SS. MM, y por los
niluistros de la Corona. T u noble abnegación, tus
sentimientos j>atrió}.icos y tus aspiraciones ta u cje^a(iüs relativamente á ta s amados hijos, te lioran
sobre manera y de seguro te granjearán e l cariño do
toda nuestra familia, i;?ualmunte de todo el mundo.
“Como puedes pensar, no he perdido tiempo para
mandar ú la Reina los docamcutns ya citados; esta
reoiision tuvo lu g a r la misma nochc que salió dfl
aquí tu secretario (30 de Julio 1862.)
“Durante la corta estancia en estaposesion del
se&or de I.azcu me corri placía ínünlfo e l iiabìar do tí
y todo ctíanto me decía atimiintaba mi alegría y mi
satisfacción do poderle servir en el asunto que nos
ocupa. Fíe eBcvito una carta m uy Jarga á la üeina.
haciendo valer como es justo, las eminentes cualidade:^ que le adornan y pidiéndola que ííeRaparczca
toda dificultad i'OP part© de sus ministros 6 de las
pcrROnas que puedan aconsejarla p aia la v u elta ¿
Kspuíia contigo del sefior Lazou, quü me ba parecido
persona da muclio talento y m uy inocunte de las
acusaciones absurdas que le reprochaban susenem i'
go.«; me consta í^ue en este mundo toda persono que
se ba elevado por sus méritos pt'rsouales es el blan­
co de toda pnrsenu envidiosa, lo que cip lic a bas­
tante las <'nerajstades quo pueda ten#‘r tu secretario.
»Poro confio que lodo se arreglnrá bicU; si no
fu^ise asi no dejarías de quedar persuadido y el
mismo iiitereeado, que uo bu dependido de mí.n etc.
Luisa Teresa.
(La Ligüíerc, 2 de Agosto de ly7ti.)
'<Mi m uy querida prima Luisa: Con la mayor
«atisfaccion he recibido la g ra ta carta del 2 del Cor­
riente ol pi'opio tiempo quc^ Luísea b.^ venido á expli­
carme de viva voz todo e l afecto y todo e l cariño con
que me dúítingucs, tanto tu como tu esposo; b a sido
prolijo en daiTDC detalles du su estancia en esa,
durante la cual tanto le habéis honrado; siento
muchísimo, querida prima, no aprovecharme de tu
amable invitación de ir á verte ó Ligüére. pero creo
deber privarme por ahora de esta RatísfaecioTi por ia
razón qu© te dijo Lozeu•No sabes con cuánto mtcrú?, con cuánta alegría
b© oído todos los detalles minuciosos de cuaitto me
h a dicho Lazeur ere©, querida prima, que jam ás so
borrarán de mi memoria y<^uo la reconciliación con
mi familia empieza por tí; i tí debemos todos, cl
olvido do tantos d ie ^ s to s y c l haber puesto fin 4
los trastorDOs quo estas disensiones han cansado al
paí^.
»No mo es íaell decirto la dicha con que he es­
cachado la relación del cuadro de ventura que preseuta tu familia; viéndut© rodeada de tu esposo que
tan to te aprecia y ta n digno es de tu cariño, de tu
qnerída hija, de quien tan halagüeña descripción ho
oído, de su hermosura y do sus gracias, así como de
la alegría é inteligencia <íuü respiran tu s hijos, y
puedes comprcudcr cuáato me ha afectado el considenir ©ItriFte contraste con mi propia familia, cuan­
do n i la mús leve noticia tengo de mis hijos, sin «iqniera saber cu ál es su estado de salud n i sn educa­
ción; espero qno tú habrás sido mi áu g cl bueno, que
Ui deberé cl inefable placer de quo la Reina me ob­
te n g a mis hijos.
•Dcade el momento que tú me escribiste la pri­
m era carta, no dudé nunca de tu s buenos deseos, y
cualquiera que sea c l resultado ó el cui'so de esta
negociación, puedes estar persuadida quo cn nada
disminuirá el agradecimiento que te debo; pei‘0 ten­
g o la mayor confianza que con tu mediación y la
bondatl y buenos sentimientos hácla ú mí de losKeycs.
veré mis deseos colmados; así, pnes, mcí reeta eolo
aguardando la ro lu n tad de la Reina c l manifestarte
de nuuvo mi agradecimiento tanto á ti como á tu es­
poso, mi querida prima, á quien desee vivamente co­
nocer; dalü mil afectos de mi parte, y sin olvidar el
dar en mí nombre un abrazo a María y á cada uno
de ta s hijos, créeme, mi querida Luisa,
Tu afectísimo primo,
Ju a n de Jiorhon. •
Londres, 9 de Agosto do 1862.
El Príncipe mo mandó en 17 de Agosto escribir
al miniatro de España en Londres, lo que hice en es­
tos términos :
• Excmo. Señor;
•E! Príncipe D. JuandcBorbonesperabaque V. E.
reeibiria instrucciones p ara recibir su juram ento de
lidolíclad á S. M. la Reina (q. D.
y como 3- A. de­
sea no demorar por su parte esto acto, me manda 1©
escriba á V. E. para hacerle saber las señas de su casa
17, Alfred Place W est, Thurloe Sqnope, rogando á
V. E. que tan luego como le sea posible te n g a la
bondad de hacerle aaber cuándo podrá S. A. presen­
tarse en la legación de E spaña y prestar en manos
de V. K. cl indicadojuram ento.
>Soy, Excelentísimo Señor, con el más profundo
respeto de V. E ., su m ás atento y seguro servidor,
Q. S. M. Ti,
H en ñ q u e de Latsu.*
"Mi qnerido primo Juan; A ctcs cie contestar i tü
m uy fiua y i^rala carta fie i) dcl (iorricnlo, desea­
ba a r í i í e n t c i D f i n t e tenor rotlcií^s interesantes de Mudpjd jiara comunicártelas al pi*npÍo tiempo. A l fin,
antes do ayer, he sabiJo por conducto dn Bailen y do
Altamira qua la Reina, despues de haber recibido
mis captus, en las cuales iba adjunta la tuya, habia
llamado ÍDmediatameote á la Gsanja, donde actual­
mente reside, al Pi-osídoctc dcl Consejo de Ministros,
para qne síu pérdida do tiempo so ocupo do tü vuelta
á Madrid. Sejíuii era do presum ir, el general Ü’Donnell habiù fjuerido consultar á sus compaücros, no
sobre tu vuelta, pero, según t-jias las probabilida­
des, sobre las cuestiones referentes á tu situación
como Infante de Ksjiofia y á tu s bienes. Tú conoces
porfectamento, mí querido Juan, cuáles son la s exig^eucius dol cf>nsíiitucionaIÍsmo ó del sistema r»^proscntativo, y cx>mprendo muy bien que la Reina, coa
la mayor vo)untad del mundo, no habrá podido pres­
cindir de sus ministros on esta cuestión, y á mi
modo de ver os un bien, pues de este modo tu vuelta
á Madrid se hará con todo e l decoro que tu raugo
requiere. Me hubiera alegrado Inllnito el haber reci­
bido y a carta de lu IJeina diciéndome algo sobre el
particular, pero no dudo lo boga ta o pronto como
e^té de acuerdo cou sus ministros; de todos modos,
puedo anunciarte quo la Reina ha contestado ver­
balm ente que el asunto seguia su curso; por consí|?uiente, nos vemos tú y yo en la imprescindible n e ­
cesidad de toner paciencia durante unos dias, y tan
pronto como sepa la menor cosa me apresuraré á doCírteio: no he sabido absolutam ente nada en cuanto
a l Sr. do Lazsu, pero es proba bl è que y a no habr»
mcoQvenicnte ninguno para su vuelta
á Ma­
drid. Lo que parece confirmar este pan“i;cr es que los
diarios de Madrid, qi;e tan to lialjlji'on antes de tu pe
cretario, y a han concluido <;ou b u s cuentos y m enti­
ras, y dicho silencio indica bastante lo qne a llí pasa
en la s altas rogioacs del pixior.
ftPara volver á tu carta, etc.
^>Lvisa Teresa.’
La Ligniere. :2I de Agosto do 1862.
Por osta carta veo con satisfacción propia que si
algunos periódicos so cocnpljxclan cn ultrajarm e no
ara. motii projño, sino p w lo que pasaba cn las altas
regiones del poder.
L a lA gro ICfC 2 7 d o A g i> iio d e 1S 62.
aMi m uy querido primo Juan: Como me lo figu­
raba, era imposible que no recibiese al poco tierapo
de haberte escrito ultimaraenfe nuevas noticias so­
bre tu asunto- Estas, te lo confieso con mi franqueza
natural, no son tales como deseaba, y Iiusta p u d o
dvH:ir que i as lic recibido con u n verdadero pesar.
Loa Reyes creian antes de mi salida de Madrid quo
este asunto era puram ente de familia, pero desgra­
ciadamente no ha sucedido asi. Cuando e l CSobíevno
ha tenido eonocimiento de tu renuneia, se^uu parece lio la l i a encontrado satisfactoria en cuanto ¿ los
principios y leyes que hoy rigen en España, dondir
l a Reina misma, á su entender, debe obedecer la pri-
tner& á dich£.s leyes. Segno he podido comprender
de la carta qac se me h a remitido, este documento
cstaha demasiado motivado, es decir, que en él h a ­
blas do rCQundar à uaos dcrcûbos que ol Oobiorno
de la Reina no puede reconocerte sin violar complotam ente la misma Constitución jurada por la Reina
y por los mii^mos ministros. Be aquí toda la diñeulta d p a ra tu pronta vuelta ¿M adrid. Sin embargo de
este contratiempo, que segurameDtc no dependo de
mí, encuentro sucuamentc delicado el proceder de
los Reyes y bondadoso contigo, pues no han queri^
do que la carta quo has dirigido á S. M. y tu renun­
cia se quedasen on manos de los mioistros, ni que
los diarios tuTÍesen ol monor eonocimicnto do dicho
documento. Tanto el uno como cl otro de estos pa­
peles ta n importantes me ban sido devueltos, ala­
bando mucho mi conducta en este negocio, y dán<lomo a entender además quo lo más scnciüo y cons­
titucional para abroviar este asunto seria que vieses
a l ministro español en Lúndre^, del mismo modo que
lo hiM D. Sebastian, manifestándole tu s deseos de
reconocer á la R sin a y de volver á la patria. Des­
pues de haber datio este paso, el ministro so apresu­
rará en comunicarlo al Gobierno pidiéndolo sus ò r­
de oes, y entonces no hay la menor duda qae la res­
puesta sea ta l como todos lo deseamos. Como lo com­
prenderás m uy bien, mi querido Ju an , los Heyos,
con la mejor voluntad del mundo, no pueden evitar­
te e l que des esto paso, y espero no titubearás un
momento en adoptar esta marcha que. como y a te
lo he dicho, parece la única posible. Por mi parto,
desoo ta n ardientemente tu vuelta á España y la ro-
8 U U I S I 0 P DK D. JÜ A H
t7 5
conciliación de toda n uestra familia, que te suplico
en tu propio interés no te parea eu codei* ante esta
oiigencia. Si. por cl contrario, te negabas á ello, lo
que deploraría inñnito, siempre serla p ara tí. lo mis­
ino qne m i marido 7 mis hijos, uuos sincci-os parien­
tes con qaienes puedes contar en todos tiempos.
Quiero muclio á la Rciua y á mi hermano, pero no
me impedirá c l am arte también como primo 7 como
cabjliero leal y simpático.
■No entiendo nada de política; jam ás tendré la
pretcnsión de ocuparme de olla, y ev ho tomado tu
asunto con calor y energía, no he sido movida sino
por la trist<;za que me causaba tu aislamiento y lo
que mil vcc;cs me han contado da las dolos quo te
adornan 7 de las nobles aspiraciones de tu corazon.
•No atreviéndome á confiar al correo tu carta y
renuncia, me dirás cómo tengo que enviártelas, si
dírectam cute ó al Sr. Lazeu, ó bien si aguardo hasta
que ten^^a u ü u ocasion propicia p ara q u o t e sean re ­
mitidas en cl mismo Lóndres por persona de mí ahsDluta confianza. [Cuánto mejor pería que yo misma
tu las hubiese entregado cn Madrid, doudo creeía quo
liegarias antes c^ue yo!
«Se me olvidaba cl decirte qne en la carta que
he recibido, no se mo dice si se han dado órdenes al
ombojador de España en Lóndres para que te reci­
biese. Si quieres lo voy á preg u n tar antes que des eso
paso, annque no me parece m uy necesario. Si tú
mismo escribías dos renglones al Em bajador, mo
parece imposible que no se presente inmodiatamc*nte cn tu casa, y que en esta amistosa entrevista no
conven s a is e i modo de satisfacer á la vez las leyes
estaWecííias y tu s de«<»s. Tu secretario, quo es
también liombro do mucho talento y de ideas muy
rectas, te dará, aai lo creo, los mejores consejos en
la situación presente de las cosas.
•Concluyo, mi querido J u a n , maQdáüdoto mi
saludos afectuosos de mi marido y do mis Lijos. E s­
poro qno antes d© salir de la Lignibre, recibiré con­
testación tu y a. Cualquiera que sea, mo repito tu
tnuy afecta prima, quo desea muy do veras t a cocnplota felicidad
/ A lis a Teresa.»
P. D. Hazmo el favor <ie dai- un recuerdo de
nuestra parto á Laj?eu.
S- A. 8C equivocaba a l decir. d«l mismo mo­
do qno lo hizo 1). Sel>astían; D- Sebastian, ni fuó á
ver al ministro ni le escribió ; fué el ministro quien
fué á ver á D. Sebastian, y fu6 on su casa, y no en
ia Legación, don do prestó el juram ento; pero verdad
es f|ue D. Sebastian tenia en su favor el apoyo de
personas que odiaban de todo corazon á D. Juan.
La sumisión de D. Seiiastian fu6 un acto de con­
veniencia personal, sin que tavioso influencia de
ningún gcnoit), n i bajo el punto de vista poKtico ni
eu cuanto á la cuestión dinástica. D. Sebastian liabia jurado á la Princesa de A sturias; luego se fu 6
con D. Cárlos à Portugal; volvió á Madrid y juró fidelid.iíi i la Reina; regresó al lado de D. Cárlos, y
le sirvió, si no con grande acierto con buena vüluQ-
SUMISION DE D. JUAN
in
ta d ; cansado de estar emigrado indicô que deseaba
T e g r û s a r , y se dioron órdenes al ministro ec Nápoles
que fuese á presentarse a l Infante, y todo se arregló
á medida de 6us dásdos.
Don Ju a n habia salido de Kspaüa i la edad de
once años: ni habia jurado à la Princesa de Asturias
n i i la Reina; no habia hecho armas cen tra la Rei­
na; en política, se habia, por convencimiento, veni­
do al partido liberal que habia sostenido el trono do
la Reina. Sometiéndose á S. M. coneluiala cuestión
dinàstica. Todo esto le hizo creer que seria á lo mè­
nes tan bien recibido eomo D. Sebastian; pero vió
que se habia equiToeado. cuando se devoWia su sumÍBÍon porque no estaba saíis/acfoH a en cnanto d los
principios. Ya comprendió e l Príncipe que nada te ­
nia que esperar en el terreno de la conciliación, y que
e l Gobierno español, por falta de tacto, daría vue­
los al carlismo no aceptando que é l y sus hijos
vinieran ú Madrid, quitando a los ab?olutistas su
razón de ser; al contrarío, sometido D. Ju an por su
palabra y escritos á la Heiua, no era dudoso que los
carHstú« tom arían bríos, y se encontraban con ol jóven D- Cárlos apoyado por eu madre, por la princeea de Beira y las simpatías de lo r absolutistas; debian
hailar recursos para desolar de nuevo a i país. Con
todo, D- Juan creyó no deber abandonar su cmpreRa
y continuar en e l principio de la sumiRÍon, esperan­
do que algún ministro, más tarde ó máa temprano,
sabría apreciar su intento.
A bí es que me mandó v ü h iera á dirigirmo a l mi­
nistro de EspaSIa, lo que hice con fecha 31 de A gesto
en la earta siguiente;
lí
•Excmo. S r .: Cu ando tu v e la honra de escribir
á V. E . eu 17 de este mes, S . A. croía que V, E. recibiria instrucciones para recibir su juram ento de
fidelidad i ]a Reina (q. D. ^ .), pero como según una
carta quo acaba de recibir S . A-, se le indica que el
curso que dobe seguir para prestar su sumisión es
presentarse á V. B., S. A- me manda dirigirm e á
V. R. p ara saber cuándo podrá xer i V. E. con
el objeto de sabor en qué forma debe hacer su sumi­
sión á S - M. la Reina (q. D. g .)
»Con este motivo tengo la honra, etc.
Jíenrique de l.ttzeu. »
LooárM 1)1 de A^slo
1^ 2 .
Y además creí deberle escribir otra particular,
por si aquella la recibía con la mism a falta de aten­
ción que la anterior.
«Escmo. Sr. D. Antonio Gonzalez.—Muy señor
mió: Vengo recordando á Vd. ia bondadosa acogida
con que durante veinte años me h a honrado Vd,, á pe­
dirle me conceda el poderle ver, rí no como secretario
del Príncipe D, Jn a n de Borbon en mi car<íctcr
oficial, porque á ello se oponga cualquiera razón,
como particular a l antiguo redactor del Espectador^
y a l q u een tantas ocasiones ha distinguido Vd. con
su estima.
Créame Vd., etc.
H en riq u t de Zazsf'.»
Lúnclrt« I! á« A|oe (0 de 1SC3.
Ni á la una qí i la otra S. E. tu v o la d il a c ió n
d eo o D teF rtar.
<iMi querida Prima Luisa: Bebidamentó recibí tus
g ratas del 21 y ^7 del pasado Agosto; por la prime­
ra v í que estabas UeDa de esperanzas do nn pronto
arreglo, pero por tu J^egunda voo quo se presentan
Duevüs di£cultíides.
»Tan laogo como rccibi la tu y a on lo que me de­
cías de dirigirm e a l M inistro, porque creías que así
lo deseaba S . M., lo h ic e ; hasta ahora no he tenido
contestación y esta es la causa del atraso eu contestarte, porque deseaba decirte cuál habia sido el re­
sultado de raí entrevista con e l Ministro. No deja de
cxtraRarme que no haya contestado lo más mínimo.
»Creo que habióndomo sometido á la Reina, ha­
biéndola raconocido por mí Soberana y habiéndola
jurado fidelidad, no me queda más que acatar su vo­
luntad; por mi parte creo que he hecho cuanto he
podido hacer.
•
•He cumplido con el deber que me imponían los
intereses de nuestra familia y del país, nú concien­
cia está tranquila.
«Agradezco, etc,
Ju a n de Jfori/M “
2¿ndre» 10
^«ripmhrc de 1^2.
m
s i ’MisiOTí n e d . j u a n
L a L lg u e r e , l â d e S e tie m b re d e
«Mi qudndo primo Juan.
»En ôste momento, recibo tu m uy cariñosa cafta
del 10 del corriente» en ia quem e dices te has dirigido
a l ministro de España, y qu© no tienes aún contesta­
ción aíg n n a; no puedo menes de cxtraftarlo mucho
y hago mil conjeturas sobro este particular, teeordando la s excelentes disposiciones de SS. MM. á tu fa­
vor, y partie alármente despues de la carta que la
*Beiua me h a mandado con fecha 25 del pasado Ag;os*
to, on la quo me dice despues de otras muchas cosas :
■En cuanto à la cuestión de nuestro primo Juan,
«no tenido nada qae decirte, despues de la caita que
»tu hermano el Rey te lia escrito; es decir, que se
»haheclio necesario que por conducto de nuestro Em*
»bajador en Lóndres, se den los'pasos que exige el
)'Gobierno; tú ya »abes mi modo de pensar ou este
■asunto, tú conoces m uy bien el corazon de tu pri>ma y herm ano, que te abrazan y felicitan a sí como
• tu hijo por el dia de vuestro santo.» E ste lenguaje á
mi modo de ver no puede ser más claro y está confor­
me con tofio lo que me dijeron verhalmente SS. MM.
Por consiguiente, me fig^uro que e l no haber dado el
Gobierno aún las órdenes a l Sr. D. Antonio Gonza­
lez, será por razón del viaje de SS. MM. á Andalu­
cía, o bien este último Imbrá pedido instrucciones y
no le habrán contestado aún ; una de estas dos ver­
siones debe ser, pues no puedo creer qne habiéndose
presentado el señor de Lazcu en tu nombre soa el
motivo de que el Embajador no te h ay a contes-
tado; sin embargo, p ara saber la verdad, lo mejor w ria qne tú raietao le escribieses dos lineas a! señor
D. Antonio GonzaleíS pidiéndole una entrevista ó con­
ferencia, para saber á qué atenerse; tú ves, mi quepido Juan, qno no pu&do ser máa franca y que mis de­
seos eon de que este negocio se aclare, pues tampo­
co me ífustaria e l representar u n papel poco digno;
todo lo que me dices en tu carta relativam ente á
SS. MU- me h a gustado m ucho, no puedes hacer
más, pnes hablas como e l mejor de los padres que de­
sean TÍTir a l lado de sus hijos, y estás dispuesto á pa*
sar por encima de to d a cuestión de forma, jurando
obediencia 4 la Reina y á la Constitución de la Mo­
narquía Española.
•E n el caso, etc.
Lxiisa Teresá.*
No queriendo D. Juan diferir u n instante e l seguir
la indicación, tomó en e l acto la plucna y escribió la
siguiente carta.
»Señor Ministro.
•Con í^cha 31 de A gosto, mandé i m i secreta­
rio escribiera ü V, B. para saber cuándo podria pre­
sentarme en esa Legación con el objeto de prestar el
juram ento i S. M. la Eeina (q. D- g .). no habiendo
tenido contestación alguna todavía, espero merecer
de su atención ten g a V. R. la bondad de decirme si se
halla ó no autorizado para recibirme.
l’is
Sl'MISJOWDE D, JUAN
>Oréame, scùop Ministro, con la mayor codside­
ración y estima, su ¡afectísimo
Ju a n de Soròon. ■
«Londres, 20 Setiembre, 1862.
■Excmo. S p , Ministro do S. M. C. cerca de S. il . tí.
“Mi m uy querido primo Juan:
«He recibido tu carta de!23 de Setiembre... que
ha aumentado mi tristeza porque t&o hayperso*
ñas que se complacen cn contrarrestar los deseos
de la Reina y de m i hermano hácia tí. Es impoaiblo que en ta n poco tiompo hayan cambiado de
modo fie pensar; yo que les otdo tantas veccs, y
Viltiraa mente felicitándome por m is dias me {tan
escrito frases tan satisfactorias relativam ente á tu
asunto. Lo que c re o , y no se me puede quitar
do la im aginación, os que (Wbe haber algún m al
eHíéiidido ODtro ol Ministerio y e l representante
de la Reina on Lóndres, ¡nal entendido que tie­
ne que cesar ta n pronto como vuelva á Madrid y
que haya hablado con SS. MM. A m í me g u s ta , so­
bre todo, las situaciones claras, y no los misterios
n i palabras sin fundamento; alJí sabré positivamente
quién tiene la culpa de lo que sucede en el dia, y te
prometo, mi querido J u a n , decírtelo con la mayor
t ^ q u e z a como acostumbro. Además, mo oncargo de
a rre g la r defiaitivam ente este asunto, y cree lo to­
m aré coa e l mayor empeño... Ue encontrado la carta
que has eflcrito al S p. D. Antonio ííouzalez eomameutc digna, y estoy sumamente disgustada a l pensar que te se bay a Altado hasta el punto de do coatestarte por escrito... Los mimétpos no se portan co­
mo debían hacerlo con u n miembro de Questra fem illa.
»Voy 4 escribir otra Tez á la Reina, y no cesaré de
hacorlo ó de hablarla porsonahnectc h asta que lle ­
n e m o s á una solucion £avor<iblo; y te digo más,
q u e tondró la mayor satisfiiccion on que tu secretario
salga airoso de los ataques ta n estúpidos de que l^a
•sido víctim a. E s persona m uy estimable bajo todos
conceptos, y no comprendería nada si su suerte fuera
•diferente de la tu y a; ea decir, que no te n g a también
la dicha de volver i España.
•Te agradezco infinito tn s feUcitaciones por e l dia
ú e mi santo; y a me hacia cargo que si no me los ha­
bías fchcitad o ¿tiem po fué por olvido... Has^me el
favor do dar expresiones de mi parte á Lazeu y de­
cirlo que aquí no se le olvida, etc.
l u i s a Teresa •
La Lignere 8 de Octubre de 1$6!2.
oMi querida prima Luisa:
*
Recibí tu afectísima de 8 del corriente... No debe
extrañarte que haya personas que se complazcan en
contrarrestarlos buenos deseos de SS. MM. hácía mi.
Pero espero que la fioina sabrá apreciar en lo que
vale la oposicion quo se me hace.
SVBUSICN DS D . JU A N
•Nada puedo añadir á cuanto U ten g o dicfao; aca­
ta ré siempre con el más profunde respeto cnanto
em ane de mi Reina.
•
Tengo razones p ara creer que los carlistas viejos,
jun to s con mi tía, traían de no darse por vencidos»
hadendo valer e l nombre de m is hijos. Podrán así
despertar en ellos ambiciones que no convienen, pues
deben acatar á la Reina. Mi tia mo ha escrito pidién­
dome le d ig a si h© reconocido ó no é Ja Reina.
»El objeto do su carta no es otro que e l deem pszar á hacer valor ©1 nombro de mis hijos ta n luego
como conozcan de u n modo positivo mi samision á
la Reina, fiien sabes que si esto sucede no seré yo el
responsabio d© que cobre nueva vida u n partido que
no debíora existir. No dejes de decirlo á SS. MM.
cuando U s veas, qu© según tu carta, espero será
pronto,.»No puedo dejar también de darte las gracias por
e l interés que tomas en la suerte de Lazeu y que ta n ­
to lo honra.
•D ám is afectuosos recuerdos, etc.
Jvíín de S&rbón.»
Lóndres 23 Octubre 1869.
i m u y qnerido primo Juan:
•Hace seis diaa que h e Uegado con mi familia i
esta córte, despues de un víaj© Heno de inciden»
t«s......durante dos ó tres dias he tenido que desean-
•M
SIH¡SI0N DE D. JUAI9
ISS
ear a n te s de ver á nad ie; j sin embargo» anhelaba ei
T er i SiS. MM. para h a b la rle s d e t a asunto.
-Dicha entrevista la he tenido anteanoche, j me
apresuro en decirte que he salido m uy satisfecha de
ella.
•E l Rey y la Heina, so g n n h e -visto, han esta­
do engefiadoa, pues creian que todo estaba y a ar­
reglado 6 en punto de arreglarse con c l embajador
español en la n d re s; tanto má?, que ee Íes habia dicho que no so aguardaba otra coaa sino e l que te
presentares en la embajada, para jn ra r y reconocer
á la Reina y ia s leyes actuales que rigen en nuestro
país. SS. MM. no pueden creer lo qne le¿ consta de
ios pasos que habías dado, y hasta me iian manifes­
tado su profundo disgusto de que no te se hay a con­
testado. Al propio tiempo me han asegurado quo hoy
mismo verán á los m inistros y tom arán sus medidas
para que todo se arregle pronto. Me h a n dicho, ade­
m ás. qne debías estar tranquilo y quieto b asta que
te se pase u n aviso de La em bajada mencionada;
como lo puedes pensar no he echado en olvido en
dicha conferencia á tu secretario, y te diré que han
montado un poco á SS. MM. con u n a iniinidad de
historias; pero esporo que todos estos chismes so
acabarán» y qne Lazen volverá como tú i su patria,
si no es a l mismo tiempo que tu , será, n n poco des­
pues; en este caso tú mismo podrás desvanecer en el
ánimo de SS. UM. ciertos rumores estúpidos de que
ha sido blanco u n hombre que no merece ta n viles
ataques.
»Dentro de algunos dias volveré á ver á SS. MM,,
y si me dicen alg u n a cosa interesante me apre«
T
suparé en escribirlo; m ientras tanto, debeí» creer que
no dejaré este asunte de la mano, y que haré todo lo
quo dependa de mí p ara que se termine y salga Ijien,
dándote da este modo la m ayor prueba do mi since­
ro cariño. Ten la bondad de dar memorias d© nues­
tra parte á Lazeu, y decirle que también p ara él
haré todo lo que pueda para que salg^ triunfante de
sus enemigos.
•Mi marido y mi hija María me encargau, etc.
“T u afectísima
/.u iía
Madrid 8 de Noviembre 1862.
P . D. Se me habia olvidado decirte que h e reci­
bido tu carta de 23 del mes último, y como tu s an­
teriores, me h a causado j?ran satisfacción. Relativa­
mente á los datos sobre los pasos últimos de nues­
tra tia. no hay que preocuparse do ellos, y puedes
considerarlos con indiferencia... *
5 . M. habia sido eng^añada, pero S. A. no dice á
su primo por quién lo fué. Viendo D. Ju an quo po<^o
ó nada habia de esperarse de la correspondencia, re ­
solvió enviarme á Madrid para que viese a l frenerai
O’D onndl y le expusiese las razones que le habian
decidido á hacer su sumisión, y ver si podia conse­
g u ir una solucion.
Me erabarqaé en Southompton ol IO deNoviombro para Lisboa, donde me detuve pocos diaa.
El estar todavía en fuerza y vigor el firman m an­
dando fusilarme, me Wzo tom ar algunas precanciooes: la primera faé comuoioar a l barón qua salla
para Madrid, pasando por París y Bayona, y que
aun cuando iba para tratar do la sumisión de
S- A,, Toia algunos amigos eu San Sebastian que
me babian pedido u n a entrevista ; así estaba cierto
quo e l camino de P ortugal quedaba espedito. y si
queriau fastidiarme eu alg ú n sentido, ol parte del
barón de Mascareñas, comunicado telegráficam ente
por el Sr. Isturiz, haria d irig ir la atención por San
Sebastian.
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MI VIAJE A MADEID.
Poco me detuve en Lisboa, y
mi camiDO á
Badajoz, donde tom¿ la l>erlina de una diligencia;
llevaba en mi compañía u n hombre qne m ás tarde
mo fué traidor.
No hubo n in g ú n incídent« en ol camioo hasta
que a l amaoocor llegamos á Almaraz y con gran
sorpresa mia y no poco cuidado, v í parados esperan­
do el coche u n coronel, un subalterno y dos números
de la Guardia civil.
La presencia da un coronel de la Guardia civil en
aquel sitio y hora me convenció de que me estaría
aguardando y dado e l poco favor de que gozaba en
España no creí dudoso que me esperaba un m al rato.
E sta convicción aum entó cuando a l pararse a l coche
para cam biar e l ganado el coronel se acercó a l ma­
yoral , que estaba ocupado on desenganchar y le ha­
bló, pero e l raido de los cascabeles no me permitió oír
lo que dijo, pero sí lo q u e aquel l& contesto, «sí, se■ñor, pero para estar seguro pase Vd. a l despacho.»
Mi imp&oieQcia c re d a por momenfoa y decidi ir
dolante de lo quc pudiera ocurrir, así es qne salté del
cocho y fui directamente á trab ar ccnversaciort con
el coronel empezando por pedirle candela.
—Mucho fm> habrán pasado Vds esta noche, me
dijo:
^ S í , señor, bastante; el coche es un ceseajo y el
viento helado h a circulado libremente.
Tampoco habrá Vd. tenido mucho calor si recor­
re Vd. la línea á caballo,
—N ó. no estoy de servicio, soy de este país y líe
estado en m i casa con liccncia y veng ‘0 á ver si hay
un asiento p ara Madrid,
—Si> eeñor, tiene Vd- n n asiento en la berlina.
—E l m ayoral me ha dicho que hay uno en la
rotonda.
“ Sí, pero para Vd. hay otro en la berlina dondo
estará Vd. mónos mal.
A osto entramos en la posada á tomar el chocola­
te y el coronel supo que yo ocupaba la berlina y no
quería aceptar un puesto que yo necesitaba y habia
tomado para mayor comodidad; insistí en qne lo
aceptara y tuvo (jue decirle : Señor coronel, habien­
do u n puesto vacante en la berlina no puedo permi­
tir que vay a Vd. en la rotonda con la gente que he
visto en ella; si no me dispensa Vd, el favor de acep­
ta r e l puesto, yo y mi compailero nos apeamos aquí y
así quedará todo ol departamento libre; entonces el
coronel aceptó á mi ^ a n satisfacción, porque dijo
para mi capote: Si alguien roe conoce viéndome al
lado de un coronel de la Guardia civil me considera­
rá preso, y no oa probable que nadie h asta Madrid me
n a d a ; efectiTaznent«, püsamos e l canuco agra^
dablemente, y como ms pregontara el venia de lejos
le contesté que venía de Lóndree, donde residía ba­
bia años; me bizo varios preguntas y poco á pooo la
conversación recayó sobre personajes políticos. Cono­
ce Vd. ¿C abrera, me p re g u n tó ; hablamos largo so­
bre este Reüor y en seguida me preguntó si habla
conocido á D. Juan; como le contestara afirmativa­
mente, me hizo varias preguntas sol)re el Príncipe y
despues de haberle hecho un ligero y merecido elogio
do S. A. me contestó. S í, parece hombre de buenas
ideas, sobre todo si esa noticia de la sumisión es
cierto, pero es lástim a que te n g a á s u lado i ese
Lazeu que a l decir do la prensa es u n malvado.—No
crea Vd. lo que dice la prensa do colores determina­
dos , Lazftu es una persona m uy digna y cuanto se
dice de é l es por espíritu de partido; ¿le conoce
usted?—¿No, me contestó, y Vd. le conoce/—¿Sí, se­
ñor bastante y puedo asegurarle que si le conociera
modificaría Vd. su opinion. Me hizo varios pregun­
ta s de pura curiosidad, que contesté siu M ta r un
ápice á la verdad.
Traia u n ja e g o de ajedrez de viaje y lo ofrecí
hacer nna partida y no fné una sino muchas las que
jugam os, el coronel era un buen jugador y casi siem­
pre me ganó; el viaje fué breve para m í porque ver­
daderamente la compañía del coronel era amena y
agradable.
Llegamos por fin á la calle de Alcalá y on e l des­
pacho el coronel ee despidió de mi dándome su nom­
bre y señas; no pude yo hacer otro tan to y como
ia mentira me e s repugnante aun en lo más leve
preferí, antes de darle otro nombre, escabulUrme bus­
cando e l equipaje^ prefiriendo pasar por u n grosero ó
por u n atolondrado quo salir del pa^o aita n d o á
!a Terdàd.
Ya on Madrid decidi ir al ministerio, á presen­
tarm e a l general O'Donnell ; entregué mi tarjeta á
u n affid an te, y con sorpresa el ayudante me dijo
ilue saliendo la persona con quien estaba ocupado,
entraria, T ie n d o por esto q u e quedarían ©n la ante­
sala dos generales y T a r io s jefes.
Poco tu v e que esperar; pasé á su despacho y el
(Seneral que estaba on pió con tono severo y seco
me dijo:
—¿Cómo se atreve Vd. á prescntarF?e en Madrid?
“ Mi general, vengo por mandato de mi Señor, á
presentarme á V. E. para exponerle...
—¿Usted no sabe que lia y , hace tiempo, una Bcal
órdcn, mandándole Tasilar identificada que sea su
persona?
—Sí. señor, lo sé; poro sin cuidado mo tiene esa
Real órden; fusQar á u n hombre sin motivo ni Cíiusa es u n asesinato, y V. E. no ea capaz de mandar­
me asesinar; temerlo seria hacer á V. E. una ofensa.
—¿Y 5Í le mando prender y se le forma causa?
— Mi general, tampoco temo que V. B, me mande
prender, porque p ara formarme causa habría que
acusarm e de a lg ú n delito, y como éste solo podría
ser mis trabajos políticos, que han dado por resulta­
do la sumisión de D. Ju an de Borbon para e T ita r quo
u n dia renazca la guerra c ít í I en España, no creo
que V. E. tomase por motÍTO de acusación esta ra ­
zón ; adem ás, mi g e n e ra l, recuerdo con ifratitud
MI Vía JK a MAÜHIO
163
que V. E. faé cl qne e a l«r)4 ayadd a l Sp. Pacheco
á term m ar una causa que sin razón se me habia for­
mado de Real orden. Mi general» estoy tranquilo,
ni V. E. me fusilará ni me formará causa; Tengo
con e l m ás profundo respeto á presentar á V. E , he^
chos do importancia, que en su lealtad y patriotismo
apreciará cn mucho, estoy cierto de ello, si V. E . me
permite hablar.
H asta aquí la conrersacion había sido en pié, y
elg^enecal habia consorvado su ceüo; entonces se
sentó y dijo, siéntese Vd. y déjese do tratamientos.
Mi general, dos son las razones que han decidido
á S. A. prestar sn sumisión á la Reina; u n í la cons­
piración que üxiste entro personajes políticos espa­
ñoles en<!mi^s de la dinastía y gobiernes extraujerofl, con ol ostensible pensamiento de sustituir
la casa de Saboya á los Borbones. de lo que podré
darlo bastantes detalles para que aprecio Vd. la
exactitud de los temores do S, A. L a otra es el tomor,diré ia certeza, do que el partido carlista, si don
J u a a no puede recuperar sus hfjos, se am pare de
ellos y empiece una campaña. Yo conozco, mi
neral, los elementáis con que cuenta el partido car­
lista, y puede hacer m ucho, sobro todo si lleg an ­
do á emprender una campana surge alg ú n hom­
bro de valer qne hoy no tiene.
Aderada, teng o c l encargo especial do S. A, do
decir á Vd. que no os su deseo crear dificultades al
(iobierno, si S , M. acepta bu sumisión, con reclama­
ciones de intereses n i títu lo s. Si se le devuelve ol
carácter de Infante lo aceptará gustoso, pero si tto
se le concede, le basta ser Príncipe do Borbon como
la
descendiente de Enrique IV y Dieto de Cárlos IV.
Sobre la cuestión de dnTolueion de bienes, tampoco
molestará al Oobierao- Tía visto los disgustos que
la s exigencias de su primo T>. Sebastian ban causa­
do, y no está eo el deseo de reproduciilos; quiere dar
fuerza á Ja dinastía, no quiere enagcnarla el ánimo
de nn solo español,
<^Ciertamente, me dijo, lo último prueba en favor
de I). Juau: pero sus temores de que la ca<>a de Saboya intente sustituir á los Borbones, será algún
pensamiento de algún loco: pero no patrocinará este
pensamiento Vietor Maumd ui sus hombres poUticoa.
Do esto no hablemos más. Del temor de uu movi­
miento carlista tampoco hay para qué ocuparse: es
un partido m uerto y no podrá hacer nada.
I.a sumisión de U. Juan á S. M. es u n a cuestión
que se La tratado y que por ahora no se puedcj resol­
ver; cuanto máfl in^jísta Vd. peor; y si quiere Vd. ha­
cer algo en favor de D. Juan, es preciso que ee mar­
che Vd. sin m eter ruido y cnanto untes mejor.
—Asi lo haré, mi general, en cuanto me sea po­
sible.
— í,Cuántos riias ha estado Vd. en San Sebastian?
—Estuve dos dias á principios del año pasado. No
h e pasado por San Sebastian: he TCnido por Lisboa
y Dadajaz, de donde he llegado hoy mismo á Madrid,
y tenia de compañero de viaje a l coronel de la Guar­
dia civil.
—B ier. márchese V d.. y sobro todo no mota Vd.
ruido.
Me despedí del general dándole las gracias por
la deferencia con gue me había recibido y diciendo-
MI V IA JB A MADRID
lOó
le qoe sentía no haber podido íljar su atcncion sobro
Jos peligros de la diaastía j la tranquiüdatl dol paí?.
—No crea V d., Lazeu. en tem ores; ni la dinastía
n i la tranquilidad corren peligro.
—Mi general, e l tiem po dirá si D uestros tem ores
s o n ó n o fundados.
Me acompañó hasta la puerta del despacho y me
dió amístosameate la mano, que estreché lleno d^
Taoas esperanzas.
Como lo dijo a l general quo me iría en cuanto mo
fuese posible, no mo croí obligado i marcharme sin
cum plir con el encargo de S. A. da ver á ia Infanta
d oña Luí sa Teres a : fu í á veri a, y 8. A . no se d ig^ió recibírüio: su marido e l Duque de Sosa me recibió y me
dijo que S, M. tenia todo arreglado, y que mi pre­
sencia desbaratarla todo; que era preciso que m©
marchasc sin pérdida de tiem po; que sí me qw^daba
en Madrid, yo seria e l responsable del fracaso de la
negociación, poro qne sí me m archaba, todo estarla
corriente: en vista do oste lenguaje, por má^ que no
me convenciese, resolví retirarme y le g re s a r ¿ Lón­
dres.
Al llegar á Lóndres di caenta á S. A. de mi viaje
y oftcribíó ea seguida á Madrid.
«Mi m uy querida prima Luisa: Si di el paso de
onviar á Lazeu 4 Madrid, fué por una indicación del
flecrotario de la legación y para convencer a l Go­
bierno de quo mi pensamiento no es otro que cl de
sometermo lisa y llanam ente dn todo ¿ l a T o l a n t a d
de 9, M., y que no aüró yo ©i qué p r o m u o T a dificul­
tades por Guostiones dd intereses. Mi ambición y id i
anh&lo se lim ita á obtener el agorado de la Bcina, y
que mtí dovnelvan mis hijos. No puedo fácilmente
espl icapte coánto padezco en verme privado h a sta
de BUS noticias. T ú eres madro y no ncccsito exten­
derme mucho para que comprendas cuánto sufro.
•Siento quo hayas desaprobado cl viaje de La­
zeu, poro me complaco que to bay a dado una prueba
de Ift conlianza que tengo en tí, retirándose tan lue­
go como conoció tu modo de pensar.
■Estoy tranquilo esperando la resolución de S. M.
y que me puedas avisar pronto alg u n a determina­
ción favorable.
•Te ruego, querida Luisa, etc,
Juan de Borden. •
L jo d rc s 22 ic Di«icmbrc d e 1902.
íMi qiierídf) primo Ju an : Con el mayor senti­
miento no mo b a sido pORÍblo liasta hoy darte una
noticia satisfactoria sobro íu asu n to , y «so no por
falta de pasos dados en Palacio y do cartas á mis
queridos hermanos e l Rey y Ja Reina, i quienes en­
contraba siempre con la s mejores disposiciones, pero
no podían hacer nada sin contar antes con los Mi­
nistros. Ya puedes figurarte quo semejante situación
estaba m u j lejos do sorme satisfaotoría ; mucho mé210S cuando para salir airosa oon mi empresa, tuve
otro d is s e to para uo comppomotop t a asunto, y os
el de uo podar rccíbir eu mi casa á tu secretario. Lu
presencia do <’« te último e n talos circunstancias pc<lia desvirtuar mis planes, y por lo tan to m oíie vistn
privada de uu verdadero placer en hablar de t i con
U D a persona <^ue t« es ta n adieta. Lo quo prueba
que tenia razón en obrar de este m odo, es que hoy
,al ñn puedo darte la mejor de las noticias. E sta m is­
ma tarde, estando yo un poco indispuesta, Pepe bu
ido á Palacio en m i lu g a r. H a tenido I n ^ r u n a con­
ferencia con SS. MM., quienes se han apresurado
con su acostumbrada bondad, en decirle quo todo
estaba arreglado con los Ministros, y que era preciso
que sin demora n inguna a v u elta de correo si os po­
sible, me mandos á m í directamente la sumisión á
la Reina y i las institucionOB que rig en actualm en­
te en nuestro país. E sta sumisión debe ser muy sen­
cilla sin ninganos comentarios, y sin que en ello se
baga la mas mínima alusión á los derechos de tu
Padre. E sta mism a sumisión se entregará por medio
de SS. ^fM, al general O’Donnell, y no dudo que
inmediatamente se darán las úrdcne« convenientes
a l embajador español en Lóndres y á todas las au­
toridades en España, p ara que tu vuelta ten g a lu­
g a r sin más difìcuHades, y con todo e l decoro á que
eres acreedor por tu rango.
>Antes do co n clu irte suplico con el mayor cari­
ño, que confies completamente en m í, y que mien­
tras duren aquí las formalidadee definitivas de tu
regreso, no baya la menor Imprudencia de palabra
n i por escrito, pue< Je ello dependo el buon éxito do
miecnpr&sa. Lo mi seno pido hag a t a secretario.
»Sin más por abora, etc.
Luisa Tfrega.*
M a d rid 3 d e F fto ro d o IM ? .
•Querida prima;
»Con inefable gozo rocibo tu carta del 3, y me
apresuro à contestarla enviándote adjnnta la nucTa
sumisión, qne es la tercera, conteodo cou la carta
que escribí al Sr. Gonzalez.
•Te doy las gracias por tu celoincansablo; deseo
•vivamente poderte ver para decirte de viva voz cuán
agradecido estoy á todo lo que haces por mí; espero
püderto ver pronto, poro b;mo que la exigencia del
(jobiemo de una nueva sumisión cause entorpeci­
mientos.
»Despues do la hcclia, lo m ás sencillo era que el
«eñoc Gonzalez hubiese recibido úrdenos precisas, á
las que por mi parte me hubiera sujotudo.
■No dejes de continuar en tu s buenos oficio.«, etc,
Juan de Borbon.*
lió n d r c » S d e E n e n » d e 1SU >
•Seiiora:
•L a magnanimidad de V. M. me anima á prestar
m i sumisión y reconocer á V. M. por mi Reina y Se­
ñora, acatando las instituciones nacionales.
I
MI V IA JE A MADRID
lOO
•Suplico, Señora, á V, M. se digne acoger con be­
nevolencia mi 8amisión, y cicam e, con cl más pro­
fundo respeto, 9rt subdito y afecto primo Q. 3. P. B.
Juan de £oróo>t. *
L ú n d m S d e E n e ro d e 1863,
hMÍ
muy queiido primo Juan:
>Me apresuro á decirte que ta n pronto como recibí
tu carta y tu sumisión á la Reina, mo apresuró á en­
tre g a r esta últim a a l general O'Donnell, quien sin
la menor duda, se entenderá pronto con SS. M ií. y
sus compañeros pora ta pronta vuelta á la patria.
Pero como puede suceder, en contra de m is deseos»
que se tarde un poco en ultim ar ó que so levante
cualquiera dificultad que mi mente no alcanza, te
suplico más y más te quedes quieto y tranquilo hasta
que pueda darte noticias ciertas de lo que paso. Ten
en mí la mayor c(müanza. y puedes estur persuadido
así como tu secretario, que haré todo lo que dependa
de m í para que todo se arregle bien y pronto.
•Sin m ás por ahora, recibe, etc.
Luisa Teresa.'
>P. D. Hace dos días que d u ra la crisis ministe­
rial» que concluirá por el cambio de la mayor parte
de los ministros, á excepción de ü'DonneH, Salaver*
ría y Vega Armijo; por consiguiente, me figuro que
dicha crisis no podrá alterar en lo m ás mínimo el
buen estddo de la cuestión que tanto nos interesa.
No olvitìes de dar memorias de mi parte i tu secre­
tan o . etcLui'sa Téreta.'»
M a d r id 11^ d(< E n e ro d e 1S63.
D espica de mi viaje á Madrid y la entrevista ^ue
b ü tia tenido coa e l general O'DoQnelI, mi opinion
era que D. Ju an debia ir á Madrid y crear a l Gobier­
no un conflicto con su presencia, ne*?ándose á salir.
Yo h a lia visto que el General O’Donnell quiso atemo­
rizarme, y que ante mi sangre fría cambió, y conocí
lo que me babia sospechado, que no venian del dig­
no General la s diñcultadoB p ara que se aceptara la
aumisiou de S. A. La diflculíad venia do otra parte,
traia sin duda e l mismo origen que la proposicion
del M aquós de... algunos meses antes: -queL azcu
mate á D. Ju an con el ridículo y se lo dará todo lo
que quiera.* Así es que despues do m uy meditado
todo, S. A. resolvió la m archa y tomó e l camino do
Madrid.
A 8u llegada, ru prima la dnquesa de Sessa le
dijo que todo estaba arreglado, salvo algim a peque­
ña formalidad quo dependía del ministerio, y que
S . M. le rogaba se marchase, y que ta n luogo como
hubiese pasado la frontera se darían las órdenes y
todo se arreglaría, que así so habia convenido con el
ministerio; y tan to le dijo su prima quo resolvió
m archarse y no oponerse á lo que era ol deseo de
S . M. do acuerdo con e l Gobierno: regresó á Lón-
dres. dondo proveí que el oorroo le traería u n nue­
vo doBOngaúo, U Q a p ro r u & s a m ás; le trajo l a si­
guiente :
«Mi m n j querido primo Juan:
•Despues de t a salida de aquí liemos estaáf)
aguardando con impaciencia tu folíz llegada l>ieii
fuflsc á M arsella, si te hubieres embarcado, bien
desde Perpiñaa, si hubieses tomado la vía de tierra.
Pero como no llegó á nuestras manos n i despacho
telegráfico n i carta ninguna, pasamos los días más
tristes j penosos que te puedes figurar. E n príoier
lugar sentíamos por tu salud, pues si hubieses caldo
malo habrías tenido que quedarte en Valencia ó en
otro punto, j l o quo más miedo mo daba era e l pensar
que te hubiesen conocido y fastidiado. E sta impa­
ciencia, tan legitim a j ta n sincora, la han partici­
pado los Huyes, pues todos los dias, con u n interés
sumamente laudable, enviaban á saber si hablas lle­
gado bueno á Francia. Lo quo to h ará comprender
más y más nuestra ansiedad es que el mismo dia de
tu salida de aq u í el duque de Sesto, quien la víspe­
ra ó dos dias antes habia hablado á la Reina, como
te lo dijimos, de u n viajero sospechoso, la dijo esta
vez que no sólo sabía que habías llegado ¿M adrid,
sino que sabía también la fonda doude to hospeda­
bas. A psta revelación la Reina se sonrió contestánle: “Pues bien, to prohíbo absolutamente que se mo­
leste á mi primo en lo más mínimo,* y así so hizo.
E l dia siguiente los miuistros también dijeron a la
Reina las sospechas que tenisn de tu venida á Es-
903
U ( V I A J B A U A D R irt
paüa, y la Reina no hizo caso de esta noticia, porque
ella 8e proponía tom ar la ioiciativa ta n pronto como
recibiéramos u n despacho tuyo.
"Según se Té, y 8¡n que yo pueda comprender cl
cómo, se h a extraviado el despacho que nos has diri­
gido desde Perpiñan. Puede ser que esta lín ea haya
sido interrumpida por los faertfsímos vendavales que
han reinado por cs'e lado desde que salistes de aquí',
y quo han ocasionado muchos desastres, ó bien que
la policía, aunque es difícil creerlo, se hay a apode­
rado de dicho despacho. De todos modos veré de
averiguar en la administración de aquí ó cu la de
Perpiüan el motivo de semejante extravío que nos
ha bocho sufrir tanto. Siecto mucho el que se haya
perdido tan to tiempo, y lamento esta contrariodad.
Te diré que tan pronto como Mr. P au l recibió lacar^
ta de tu secretario, mi marido se fué i Palacio para
aouLciar á S3. MU. tu vuelta á Lóndres. Los Reyes
se mostraron sumamento contento?, y sin pérdida de
tiempo han llamado a l Presidente del Consejo de
ministros, el marqués de Miraflorcs; le contaron todo
cuanto habla pasado, y le enseñaron la carta que escribistes aquí á la Reina, insistiendo m uy enérg^icamente para que todo so arregle cn ol plazo más bre­
ve para que vuelvas á Madrid.
-Se^un las mismas palabras de la Reina ol m ar­
qués de MíraSorcs se ha mostrado en ta n buenas dis­
posiciones para ayudar ú ia Reina en sus deseos,
que m añana mismo mártes habrá Consejo de m inis­
tros para tratar de t a asunto (24 Marzo). Dios quiera
que e?ta vez no haya ningún otro impedimento, y
que cuanto aDtos pueda volverte á ver y felicitarte
M I V IA J R A H A O B IO
de viva Toz por e l día de tu natalicio, que es el me»
de Marzo.
•Tal es, mí qaepido Juao, la situacioo de tu asimto, y tan pronto como sf^pa la menor cosa, te promoto avisarte a l instante.
•Ni) concluyo esta carta sin encardarte me ha­
gas el faxür do dur memorias de m¡ paríe, de la de
Pepo y María á tu secretaiio, quien también h a de­
bido pasar m u y malos rutos no teniendo durante bas­
tantes dias noticias tuyas.
»Todos los de la familia te diccn mil cosas, etc.
•Tu m uy afecta prima.
•L w .ia Ter^Sfi *
U idrid 33 de Mareu do
«Querida P rim a:
»Ko puedo decirte con el sentimíeulo que mar­
ché de Madrid; mi salud lia sufrido do olio g rav e­
mente y liegué ac^uí unfeimo; te envió U T ) a caita
para la Eeina, y te ruego hajjas todo lo posible para
resolver la cuestión de un m odo^ de otro; la incertidumbre es la peor de la s posicioneB; y a hace ocho
meses (^ue hice mt sumisión y sabes hasta los desai­
res q»ie he tenido qno sufrir de ese Sr. González. Si
la Reina no quiere aceptar mi snmision deseo al
menos saberlo. Mi sumisión, mi juram ento de fedelidad hecho queda, y sabré respetarlo y acatar á
S. M. siempre, acepte ó no m i sumisión, pero si so
me diee claram ente que so rechaza, á lo menos sa­
bré qne debo resignarm e 4 vivir lejos de mi patria.
3M
M( V M J £ A MADRID
y dirigiré m is esfuerzos por otro lado p ara ver de
rccuporar m is queridos hijos.
•Procura, pue«, baoer un csfuor>^o para salir de
dudas y dando mis afectos á Pepo y á María, créeíne siempre tu afectísimo primo
Juan de £orlon. “
24 d« Marzo de 1 ! ^ .
<Señora:
>Cumplicndo con e l m andato de V. M., me retiré
d e Madrid sin haber tenido la satisfacción i^ue espe*
raba de Terme reconciliado con m i familia, y si algo
-en parte pudo compensar mi sentim iento, fué el
pensar que marchándome obedecía 4V . M.
•Ocho meseR h&cc, Señora, que hice mi sumisión
á V. M ., y espero no dejará de considerar cnán tris­
t e ea hoy mi posicion continuando separado de mis
hijos. V, M. sabe que no he omitido nada de cuanto
n uestra prima Luisa me h a indicado, y siempre me
h a alentado la seguridad quo me h a dado de que
V. M. está dispuesta en favor mió.
•
Creo, Señora, que despues del esquisito tacto
con que V, m . h a resuelto la crisis ministerial, la
ocasion es íavorable para quo se cumplan los deseos
de V. M. aceptando benévola mi sumisión. El mar­
qués de Miraflores ha sido siempre uno de los más
fieles servidores de V. M.; uo tiene antipatías en loa
<liferentce partidos y os e l que puode más desemba­
razadamente obrar en mi favor. Por eeta ra¿on su­
plico á V. M. fije su atención en estos momentos que
son los más favorables para resolver mi cucstioD■ Créame, Señora, coq el mayor afecto y respeto
su súbdito y afectísimo primo Q. S. P . B,
Juan deBorhon^*
»dcMArto deIB63.
-Mi m uy querido primo Juan:
•Has debido extrafjar que desde tu marclia no le
haya cserito, y sin embargo, ta puedo aaegnrar que
no por eso me be quedado ociosa n i indiferente.
Como te lo babía prometido, he hecho todo cuanto
m ofué posible para adelantar tu asunto y hacer que
Uegaso a l óxito m ás favorable. Desgraciadamente
la s circunstancias políticas no nos bau servido bien.
Al mioisterio O'Bünnell h a sucedido e l del marqués
deMiraflores, el cual, si so puedo decir así, no está
ta n bien dispuesto á tu favor como e l miDÍsterio an­
terior. E n cfecto, la Reina, qne nunca h a variado de
sentimiento hácla tí, y qne desea mucho toAe de lo
quü puedes figurarte tu vuelta á Madrid, ha emplea­
do, como me consta, bus mayores esfuerzos p ara ar­
reglar definitivamente tu asunto, y se h a encontra­
do constantemente con la negativa, disfrazada con
esas p 4\labras aduladoras y de miel que acostumbran
á tener ciertas gentes, ta n Salsas como desprecia­
bles. Lo que también h a producido m uy m al efecto
e n el ánimo de los nuevos consejeros de la R íina, ha
sido la carta que tu secretiirio h a dirigido a l presi­
dente del Consejo y la otra a l director de E l Diario
JiRpañíÁ. (1). Esas dos com»m¡cacioocB no han pro­
ducido sino lo qne tan tas reces prexeia, cuando te
maní restaba, así cotno a l Sr. de Lazeu, la absoluta
neocsidad de no escribir nada y do callar basta que
os aconscjaíje otra cosa. Estoy bien lejos de conde­
n a r a l Sr. U izen, quien sin duda ninguna, siguien­
do tu s propias inspiraciones, ha escrito d lc h ^ car­
tas, A no ser que 61 lo hay a hccho impnlsado por la
profanda adliesion que te tiene, pero os habéis olvi­
dado rte mis consejo«, y <*i resultado ha sido mucho
más funesto C|ue proreelioso. Ahora verás por qu 6
te decía «iempre quo en estas negociaciones creía so
debía dejar un poco ¿ u n lado á tu secretario, sobre
quien la opinion pública descargaba un poco ia res­
ponsabilidad do ciertos escritos tuyos anteriores, y
al mismo tii^mpo se hablaba va en Madrid de tu
vuelta siu que te acompañase Lazeu qne se m archa­
ba á Mévíco. E n cuanto tu secretario ha mandado
la« dos cartas arriba mencionadas, todo h a catnbiado
y esto lo siento mucho; en prim er lugar, porque se
me haco un feo, y e n segundo lugar, porque veo á
DOdudar quo estos pasos no han gustado á nadie,
absolutamente é nadie.
•Para volver á la cuestión y viendo al fin que
SS, MM. no podían realizar sus deseos con sus ac­
tuales consejeros, he llamado á mi ca«a ciertos hoai bres políticos do gran importancia y que merecon
la m ás completa cooñanza, les expuse iodo cuanto
habia ocurrido, es decir, los pasos quo distes en
la embajada española eu Lóndres: tu permanencia
(Ij Vé»s«
nu03. It f 13,
e a Madrid, y tu carta á la Reina preguntándoles qué
es lo que BCdebia hacer en tales circunstancias. La
contGRtttcion bien meditada ha sido cuasi nn ànime y
es que sin pérdida de tiempo y antes que se ciorren
las Córtea, dirijas una exposición á las Córtes re­
dactada on los términos más s&ncillos y cortos co­
mo la que te incluyo, y que te aconsejo copies tes­
tualm ente sin omitir ni añadir níng^una palabra. Se­
gún la opinion de estos amigos mies, habrá siempre
en las Curtes quien deüenda la exposición, la q u e
pasará luego al Consejo de Estado donde nos será
más fácil hacer Rervir las iufluoocias de ciertas perflonas que sabes.
preciso decirte que los diarios de Madrid y
de Cafa la ña te han tra ta d ) bastante m al y aún
peor á Lazeu, cuando eupicrüU tu estancia en Ma­
drid; muclias alusiones se han hecho también á mi
propia individualidad sin que por eso me b ay a ofen­
dido en lo más mínimo; puede ser quo esta polvare­
d a que se ha levantado haya hecho á los actuales
miuks(:ros no tom ar una resoluüion favorable para
tu asunto. H asta ee me ha dicho quo el gobierno de
0'l>>nnell habia dispuesto on pleno Consejo de mi­
nistros que 8C te devolviesen desdo luego tus bie­
nes 6 una alocacion suñciente ¡>ara ta rango, hasta
que las circunstancias políticas fuesen más fiavorablcfl y pudieses regrosar aquí sin el m ás mínimo im­
pedimento y con las personas que fuesen de tu
agrado.
»En todo lo que antecede, no verás más, mi que­
rido Jaan , sino el profundo deseo de scrrirto y do
darte pruebas de mi sincero cariño. Todo cuanto de­
pendía de mi, tengo la satis^ccion de haberlo he­
cho y oontinuaró coa el mismo ardor cualquiera que
«ea ol resüJtado de mis gestiones, y te suplico solo
de aquí cn adelante no hagas nada por tu parle ni
tampoco tu secretario quo puede hacer in ú til los pa­
sos que damos aquí.
»Espero que cuanto an tes remitas la esposicion adjunta, ciu© escribirás de tu p u n o y letra, y tan
pronto como la reciba, bajo nn sobre con tu sello y
dirigida a l presidente de las Córtes la haró en treg ar
inmedialarnente.
•Sin más por ahora, mí m uy querido Ju an , recibe
ios abrazos de mi marido, de mi hija y m ies, conian­
do siompre con mi más profundo cariño.
Z u isa 'l'fTesa.*
«P- ]). Ten la bondad de decir mil eoias afectuosaa
de nuestra parte á tu secretario. «
A LAS CÓBTE8 ;
“Persuadido con la má'» espontánea y firme con­
vicción de la Uígitimidad con que S. U. ia Reina mi
augtisfa prima, quo Dios guárale, ocupa trono de
España, hacoya tiempo que mi constante anhelo y
m is vivas instancias se dirigen 4 prestar ol juram en­
to de sumisión y fidelidad que exigen las layes, y
quedar de este modo eu aptitud de volver a l tiirriterio español para dedicarme sin reserva como un bu«n
(ñudadano a l servicio de S- M, la Boina n uestra se­
ñora y de la patria.
MI VIAJE A Madrid
•Mas no habiendo producido resultado alguno
ia instancia quo con aquel objeto presenté en...
d e... al embajador de S- M. en Londres, como tam ­
poco la que en ... do... rem ití al Gobierno, los senme he creído en e l deber de manifestar i los Córten
timieutos que abriga m i corazon y los deseos que le
animan.
• Confiado, pues, en la benevolencia conque siem­
pre oyen a l que se acoge á su protección, y on la rec­
titud y justicia que brilla on todoe sus acuerdes.
•A las Córtes rendidamente suplico se sirvan to ­
m ar una resolución, que romoviendo cualeequier obs­
táculo que hasta ahora hay a podido oponerse, me
permita prestar como deseo el juram ento de sumisión
y fidelidad á S. M. la Reina y á la Constitución de la
M onarquía, por cuya gracia quedaré eternamento
reeoiiocidi). (Fecha y firm a .J
«Mi querida prima L uisa: He recibido COn atraso
á causa de estar ausente de Lóndres, á donde vengo
de tarde en tarde p ara evitar conversaciones sobre
el estado anómalo on que ahora me encuentro, no ha­
biendo ninguna resolución deEnítiva sobre mL
»Veo con viva gratitud el interés quo siempre por
mí te tom as, querida Luisa, y te repito mis mús ex­
presivas gracias.
»Deseo antes de contestarte, reflexionar bien so­
bre tu c a rta , y lo haré detenidamente á la mayor
brevedad.
dé Borhon.*
L ó n d r c « 'M d « A b r i l d e 1 9 C 2 .
«Mí m ny querida prima Luisa: Despues d 6 ma­
dura rcñoxíOD, y temiendo <iue acaso pudiese des­
agradar á S. M. si se promoviese u n debate eo la&
Cortes, no mcatrcTO á dirigirme 4 ellas. 4 no ser que
S. H. me 16 maode.
•Con cortas variantes dirijo la eiposicion qae me
enviaste al Gobierno, y éste har4 lo que te n g a por
c o n T e n ie n te .
»Egcribo también á S. M ., y te ruego le entre­
gues la carta ad ju n ta, y asegúrala con toda vehe­
mencia de mi acendrada liialtad y de mí profundo
^eseo de complacerla en un todo.
»Con m is afectos, etc,
Juan de £orion^»
L ó n d r ^ a 7 tic M a j o d o 1 ^ 2 .
«Esctno. Señor:
*Iíace y a tiempo que mi constante anbelo y mis
vivas instancias se dirigen á prestar ol juram ento
de sumisión y ñdelidad, que exigen las leyes 4 S. M.
la Reina (q. D. g .), y quedar de este modo en apti­
tu d de volver s i territorio español para dedicarme
sin reserva, como u u buen ciudadano, a l scrvicit>
de S. M. la Beina nuestra Señora y de la Patria.
»Mas no habiendo producido resultado algnno
la comunicación que dirigí á S. M. con fecba i¿C> de
Julio de 18ñ2, n i la carta que con el misoi') objeto di­
rig í al Sr. Ministro de S. M. en Lóndres en 20 de Diciembre, como taojpoco )a sumisión que en la forma
que se me iDdicó, remití con fecha S de Enero último,
j habiendo visto cuanto ha dicho V. E . en el Con­
greso de los Diputados cn 1.° dcl corriente, he creí­
do do mi deber manifestar á V, E. los sentimientos
que abriga mi ooraw n y los deseos quo mo animan.
»Confiado, pues, en la benevolencia, cn la rec­
titud y en la jnsticia de V. E. suplico á V. E. se sir­
v a tom ar la rnaolucion que crea m ás conveníento
p ara que remoTicíndo cualesquiera obstáculo que
ha?ta ahora haya podido oponerse me permíta ratifi­
carme solemnemente en el juram ento de sumisión y
fidelidad ú S- M. la Tleína y á la Constitución de la
M onarquía, por cuya gracia quedaré á V . E . m ny
pai tic alármente agradecido.
VOréame V. E, con la m ayor consideración y es­
tim a so afectísimo
Ju a n de £ o rlo n .»
Lóndres 7 de Mayo de 1863.
Exemo, Sr. Marqués deM iraflores,Presidente del
Consejo de Ministros.
S e SoiU :
uBesííe el instante que pensé en hacer mi sumi­
sión á V. M, no tengo otro deseo que h allar ocasion
en quo cumplir con la voluntad de V. M. y ver á
mis hijos en Madrid bajo la protectora salvaguardia
d eV . M.
>»Veo, Señora, con dolor todas las dilaciones que
encuentro para que el magminimo corazon do V. M.
pueda concederme flu Keal graoia, pero confio oa
que V- M. decidirá á su Gobierno á qoc tom e una
resolución en ^ v o r mÍo.
-Con eata fccha dirijo por conducta de la Lega­
ción de V. M. una solicitud dirigida al Gobierno y
de la que adjunto copia, esperando. Señora, que V.M.
aprobará este pase.
•Euego* Seftora, á V. M. crea que mi más ardiente
deseo es poder obtener su Eeal gracia y hacerme
digno de ella cumpliendo en u n todo con cuanto
V. M. se digne indicarme.
►\* rogando á Dios guarde la preciosa vida
de V- M., la del Príncipe de A sturias y de su angusto
esposo mi querido primo, créame, Señora, su m uy
sumiso súbdito y afectísimo primo. Q- S. P. B.
Ju a n de Bwhon.»
Lóndres 7 de Mayo du 1B63.
Kn
de Marzo, e l secretario de la Legación
fu 6 á dar verbalmcnte contestación ú S. A. á la
exposición que e n 7 dol mismo mes babia dirigido al
Presidente del Consejo do Ministros, y a l dia sis:uiente ia remitió escrita y cuyo tenor era e l siguiente:
•L aL egacieu de S-M. en Lóndres ha recibido ór­
dcn de liacer saber al Sr. D. Ju a n de Borbon, e n res­
puesta á la exposición que dirigió con fecha 7 de
Mayo do 1863 a l Excmo. S r. Presidente del Censejo de Mmistros, que en vista de la ley solemne hocha
on Córtes, cuyo artículo primero esclu y e a l difunto
don Cárlos y á sa Unoade la sucesión á la Corona de
E spaña, prohibiendo por cl artículo s e s u d o que
puedan residip en el teiritorio español, el Gobierno
de S. M. la Reina considera á E>. Ju an de Borbon
fuera dei derecho común en cuanto se refiera al ju ­
ramento j sumisioQ i S. M., m ientras otra loy hecha
e a Córtes, de conformidad con los preceptos y prác­
ticas constitucionales no derogane la anteriormente
citada, no estando, por ta n to , en sus facultades ad­
m itir. ni ménOB deliberar sobre solicitud alg u n a de
don Joaa de Borbon.»
El Piincipe D. Ju an contestó á este escrito; pero
habiéndose neg:ado la Legación de S. M. en Lóndres
á adm itir la comunicación, S . A. se tíó forzado &
darlo publicidad por medio de la prensa para que no
pudiese ponerse e a duda su recepción.
•Excmo. Señor :
-L a r.egacion de S. M. en esta córte, me h a en­
terado de la órden que h a recibido de V. E., previ­
niendo que se me hiciera saber, que en vista de la
ley de 1«34, y hasta que esta ley no esté derogada
de conformidad con los preceptos y prácticas consti­
tucionales, me considera V. E- fuera del derecho co­
m ú n , en cuanto se refiera a l juram ento y sumisión
á S. M., y a o se crce V. K. facultado p ara admitir a i
ménos deliberar sobre solicitud alguna mia.
«Si el talento y el patriotismo ta n acreditados
de V. E. en su la rg a carrera, no formasen en raí la
conTÍccion íntim a de que S. E . h a procedido con
error en este asu n to ; de que so h a dejado llevar de
impresiones m al meditadas, y de que al calificar la
citada ley de solemne do podía caber ©n el Doblc áuimo de V. E. e l intencionado propósito de exagorar
dificultades, no ctrnsideraria la contestación do V. E.
á mi exposicion de 7 del corrientii Mayo, digna de ré­
plica. Mas toda v e z que V. E. la ha provocado en un
terreno y órden de ideas del cual he procurado yo es­
tudiadamente alojarm e, no puodo menos de elevar á
su ilustración U s consideraciones naturales quo la
contestación deV . E. me sugiere.
*
No dejaré y o d e calificar de solemne la ley d©
1834, siguiendo e l ejemplo de V. E-; no porque sea
máa ju sta que otras leyes, como ha tolerado V. E.
que se dijera en la sesión de 1.” do Mayo en el Con­
greso de los señores diputados, sino porque yo las
oreo todas solemnes emanando de los altos Cuerpos
colegisíadores y habiendo sido sancionadas por la
Corona. Sin embargo, V. E . no podrá mónos de reco­
nocer que esa ley fuó una le y política de circuns­
tancias, comprensible y si se quiere conveniente, en
medio de los horrores de la g u erra civil; mas term i­
nadas aquellas eireunstancias. y sometiéndome yo 4
la magnanimidad de mí Beina, no tiene ni razón ni
objeto do eiistcncia.
-L’n a ley prom ulgada contra mí cuando tenia
apenas once años de edad, sin haber sido defendido
n i oido, y contra m is hijos que no habian nacido to­
davía, pudo ser una ley conveniente y aun necesa­
ria, pero jam ás ju sta. Los principios de justicia son
eternos é inmutables, y cuando la justicia es sola­
mente relativa la ley es también relativa ó de cir­
cunstancias. Para sostener lo contrario, forzoso seria
n e g a r la libertad rt&l pensamiento y la independen­
cia del indÍTÍduo, desconocer la influencia de la ciTilizacion y poner en duda la verdad de los glande?
principios constitucionales. Siu dejar de soDieterme
el primero i la ley de 1834. no puedo consentir que
se infiera á m i patria la injuria de caliñcarla abstrac­
tam ente de juste- Un dia se ju zgarán los aucesofl de
la g u erra civil sin la in Agencia do las pasiones polí­
ticas, y (m ese dia se pensará y se dirá de esta ley
lo que se piensa y sií dice hoy del sistem a de repre­
salias. que haciendo erizar los cabellos no quiere
n in g ú n hombre político u i ningún partido axieptar la
responsabilidad. ¿De qnó m anera caJiñcaria V. E ., li­
b eral como yo por estudio y por convencimiento, la
oxigénela de hacerle responsable dolos actos, erro­
res y creencias políticas de su señor padre ó abue­
los, si es que no eran conformes con la s idoas do la
presente época? V. R. mismo calificaiia esa exigen­
cia no sólo de injustísimo, sino de opuesta á la rc c ta
razón y a l buen sentido común .
-S i yo me he abstenido de en trar en esta cuestión,
e s porque la derogación de la le y de 1834 envolvía
la devolucioQ de los bienes de mi familia que fueron
-confiscados ó incorporados a l Estado. ¿Cree V .E. que
si esa discusión se hubiese suscitado en las Córtes h u ­
biera faltado u a Senador ó Diputado que elevándose
Á una altu ra de verdadera Independencia y sobrepo­
niendo e l sentimiento de justicia á consideraciones
transitorias, calificase de ante-liberal la confiscación
d e mis bienes, reprobada por e l espirita do la época
y en oposicion con e l principio do confiscación con­
signado en todas las constituciones del Estado? ¿Cree
216
Mi
VTaJE a «ADKID
V, E. que hubiera faltado un orador parlam entario,
que hiciera notar que yo soy cl údíco español que
teng^ loe bieneB confiscados, y que las razones qne
hay p&ra ello eon únicamente las idea^ políticas quo
tuvo mi padre? Si setas razón ee debían valer contra
m í que soy y he sido siempre liberal, la lógica e iig iria que se coníiscaran con mayor razón los bienes de
la mitad de los españoles, cuyos padree y algunos d&
ellos mismos han profesado ideas ta n absolutistas co­
mo las de mi Padro y la s de su hermano D. fe m a n ­
do v n .
-Yo podia haber entablado tre s reclamacionc«;
primera, la devolución de los bien es de mi familia; se­
gunda, mi categoría de Infante de España, y tercora,
la libertad de regrosar á mi patria. No pedí la dero­
gación de la ley de
porque no es la devolución
<le los bienes, n i la categoría de Infante lo que me
preocupa- Pedí solamente el levantamiento do la pe­
n a de destierro porque desee aote todo restituirm e á
m i patria como simple ciudadano español, y deseo re­
cuperar m is hijos, que quiero educar conforme con
m is ideas.
•A sí conviene ú la dinastía y a l país.
-Comprenderá V .E .que si la s Córtes derogasen la
le y de 1831, no tendría y o noccsida4 de implorar la
clemencia de la Reina fq. Dios g .) ni de molestar pa­
r a nad a á V .K .
•E n la corona reside sin lim itación,la prerogativa
de g racia sin distinción de si la pena h a sido impues­
ta por una ley ó decreto ó por senteDcia do los tribu­
nales. A ella he apelado en laroagoanimidad deS. M.
y en los precedentes que hay de casos análogos in-
;
M r V r A J E A M A D R ID
217
Útiles de recordar, así como en la diferencia de cir­
cunstanciaos de algunos agraciados.
»Si 70 me dirigí á V . E ., os porque so me h a infor­
mado que V. E. ea la única dificultad qtic se opone á
que S. M., seg ú n las inspiraciones de su corazon.
haga U 8 0 d© ia rógía prerogativa, j teniendo en
cuenta la larg a carrera de V. E. en defensa de S. M-,
creí que no hubiera dejado de aprovechar la ocasion
de hacer desaparecer enemigos del tronr) do doña
Isabel II y de
instituciones liberales.
'S iento qne V. E. no opíne del mismo modo, y
para su conocimiento y confirmación de cuanto dejo
ligeram ente expuesto, remito á V. E. copia de ias
exposiciones que he hecho y en las que me ratifico.
«Obrará V. K. como te n g a por más conveniente.
E n cuanto á m í, me queda la sati& ^cion do haber
hccho cuanto ha estado en mí poder para obtener ta n
plansible resultado.
"Mis convicciones liberales, consideraciones poli­
t i c e , cl cariño que profeso i mi augusta familia y el
deseo do ver consolidado en España ti treno consti­
tucional de doña Isabel D, me han impuesto e l deber
de obrar de esto modo.
•Créame V. E. con la mayor consideración y es*
tima su afectísimo
Juan de Borbon
L o n d r e s d O <!« M a y o c)e I M 3 .
E sta carta no produjo más efecto que alg ú n ar­
ticulo hostil a l Príncipe por parte de los periódicos
ministeriales.
La duquesa de Sesa escribió de nuovo a l P rínci­
p e con fecha 17 do Junio lo siguicütd:
“Mi m uy querido Juati:
(Siento eu el alma e l haber dejado pa&af tanto
tiem po sin contestar á t a m uy afecta y lina earta,
pero per no haber seguido mis consejos se h a atra*
sado lo que tanto deseábamos. La carta que has es­
crito á la ttoina ha gustado mucho, pero me han re­
petido que debos hacer lo que te habia indicado haco
unos meses. Querido Ju an , ¿por qué no has seguido
mis consejos y los de una prima que te quiero de
corazon?
•Dentro de unos dias pienso ir 4 Sui^a para abra­
z a r á m is hijos; to pido, si es de tu agrado, me man­
des sin pérdida de tiempo la exposición tal como es­
tá el borrador, autos quo so cierren las Córtes.
»Pepe, María y yo, te felicitamos por el dia de tu
santo.
L u isa Teresa.*
Como se vé, se repetía el consejo de dirigirse 4
las Ctírtes. No dudo que la duquesa de Sesa eu toda
esta negociación estuvo inspirada por el más cariñoso afecto háoia su primo, poro en este último conaejo particularm ente, era e l ju g u e te de los eoemigos
del Príncipe, cuya conducta desde los primeros pa­
sos en favor de la sumisión, pueden reasumirse de
eflta manera:
El prim er personaje consultado dijo: «qne Lazen.
abusando de D. Juan, le mate por el ridículo y se le
dará lo que quiera. • E sta villana idea no era del no­
ble marqués, no era dol geucral 0 ‘DoniielI, á quion
t
7
\
sin duda habia consultado, tenia otro origen. L lamómosla, X.
Cuando se consiguió que la duquesa de Sesa ha­
blase á S . M, e a favor de la sumisión, se vé la in­
fluencia de X, on toda la negociación, despresti­
g ia r a l Príncipe haciéodole hacer sumisión sobre
sumisión, sin qne n in g au a se aceptase; so le hace
escribir á D. Antonio <?on¡?alez para qne e l ilustre
diplomático de toda la altu ra de su elevada talla,
desprecio groseram ente étS. A,
Es evidente que es la influencia de X. U que
produjo loa ataques caai diarios en la prensa contra
D. Jüan y contra mi humilde persona, es X. quien
sugirió la biografía que de mí publicó E l Diariú
Í'spaíiol; es á X. á quien equivocadamente atribuia e l S r. Olózaga la sumieion de D. Juan y la
do D, Sebastian, SÍ X. pudo traer á Ü. Sebastian
os evidente que impidió la venida de I>. Juan. (1)
Sin 1a iDfluencia de X. la Reina hubiera acogido
la sumisión de ü . Juan, y con olíase hubiera impedi­
do la guerra civil y los inmensos sacrificios que han
traído la bancarrota del crédito español. Con la sa ­
mision de B. Juan se hubiera podido probablemente
contrarestar las tendencias antíborbónicas y evitar
que u n Príncipe de xSaboya ascendiera a l trono de
San Femando; y si la ProTidencia ha permitido la
restauración de su legííiaia dinastía, atribuyase a l
recto juicio y ninguna ambición de Amadeo do S a^oya, y que se encontró privado de los consejos de
u n conde de Cavour y del apoyo dol genera! Prim.
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MOttALlüAÜ EORTUCxUESA.
E q distintas ocasiortos 1). Cárlos habia hecbo
gestioues para cobrar « l dote de su esposa; pero
siempre fueron infructuosas. E n 1829 el Rey T). Mígruel le propuso ol pago á razón de 50 contos cada
semestre; aceptó 1). Cárlos, pero solo se pagó e l pri­
mer aemestre. Vinioron los acontecimientos políti­
cos, y estos sirvieron de pretexto para que P ortugal
se desentendiese dol pago.
No fué m ás feliz e u sus gestiones cl conde de
Montemolin.
Tocó á D. Juan reclam arci dote de su señora ma­
dre, y me encargó esta ardua tarea : conociendo que
ora on la cuestión política en lo que P ortugal habia
fondado el pretexto de la negativa del pago, traté
de desvanecer toda rajzon de queja que sirviera de
base ¿pretextos. Una de la s razones era que D. Car­
los padre é hijo, consideraban y trataban ¿ D, Mi­
g u e l eomo Bey de Portugal. Aproveché pues, de la
muerte de D. Pedro V para aconsejar á ’l). Ju an es­
cribiera una carta de pésame a l Rey D. Luis y otra
fclicitáiidolú por suasconcioii a l trono; estas cartas
las entregue^ a l conde de Labradío, para quu la s biciora Uogar á manos de S. M. El conde quiso infor­
m arse y me preguntó sí D. Ju an entretímia relacio­
nes políticas con I). M iguel.=Los maniñostos qn&
S. A. h a dado, y que Vd. conoce, le dirán d(5nde pue­
den hallarse las relacioues entre D- Ju an con su soü& rtioD . Miguel.
E n otra entroTista hablé al conde sobre la reelamaciou del doto y mo dijo: -habiéndose 1), Juan
»separado de la marcha política de su tio, no es pa•ra m í dudoso que s«rá atendido en su reclama•cion.i
Cuando vino á Madrid á principios de 1863, á mi
paso por Lisboa v í al duque de Loule, Presidente
del Consejo de Ministros, lo habló de la reclamación
mauifosiándole que toda razón política habia dcsapareeido, no solo por la m archa política del Prínci­
pe, pero m ás cñeazmento por la samision que S. A.
babia hecho á S. M. la Ileína dona Isabel II. El
Duque opiné que no había razou*alguna para opo­
nerse a l pago, pero puesto que la sumisiou de S. A.
¿ la Reina era y a u u hecho, y que sí iba á Ma­
drid, Jo mejor era a ^ a r d a r á i^uc la sumisión luese
oficialmente aceptada» y que la reclamacif)u se hícicra por el Gobierno español, teniendo en cuenta
que el dote liabia sido estipulado por u n tratado in­
ternacional- Creí no deber insistir y seguí mi > iajc
á Madrid.
Despues d s haberse conrenddo S . A. que de la
Bumision y a nada tenia quo esperar, me mandó de
M O R A llD A D P O R T U G U E S A
J23
nneTo á Lisboa, para que gestionara con energía la
reclamación del dot<^. E q 'Novíembro de 1863 r e c e s é
á Lisboa y de nuevo v í a l Daquo, á quien manifeRtó
que S- A, no habiendo conseguido que su sumisión
fueso acaptada, como so lo habia pi'omotido antoa de
hacerla, no podia esperar que el Gobiomo Españoí
interviniera, y que por conaigafente esperaba quo de
conformidad con las palabras textuales del mismo
contrato, se m e p ag ara el dolé en virtud do los po­
deres que tenia de S. A. a l efecto.
Le hablé no sólo de la jaiatioia de la reclamación
pero hasta de la convcniftncia para ol decoro de la fa­
m ilia real; por el a rt. 5.* del tratado matrimonial de
14 de Febrero de 1866 se estipuló quolaeefiora Infan­
t a doila María Francisca, Madre de D. Juan, on con­
sideración al pago al contado dol doto, renunciaba
¿ la parte de la herencia de sus padres que pudiera
correspondería; á la m uerte del R ey Ju an VI y de la
Koina dona Carlota de Borbon, su esposa, se Rupuso
subsistente aquella renuncia que sólo era condicio­
n a l, de modo que de hecho la familia Rí^al so appopiá
de 400 contos de reis que pertenecían á Ja infanta
doña María Francisca, bajo un pretexto falso. El Du­
que mo dijo quo efectivamente á la m uerte de los
Koyes se excluyó do las particiones á doña María
F rancisca, y que de esto estaba cierto por haber
intervenido en aquellos testam entarios como es­
poso de la Infanta Jesús, deduciendo que no era
posible que la familia Real hubiese invocado aque­
lla renuncia condicional si e l dote no se hubiese pa­
gado; qne sin recordar cuándo ni cómo se pagó, po­
día asegurarm e que el dote se habia pagado.—Croo
quií esté
bajo una impresión equivocada, señor
Duque, y para que yo mo retire de toda roclamacion.
)i6 de mereccr do su bondad Topifiquo ¿ quién y cuán­
do sd pa^ó cl doto. Mo a s e r r ó que así lo haría, l^a
contabilidad tin P o rtu g al no estará m uy al corri('nte,
porque el señor duque de I<oulé neceaitó m t s de tres
meses paracontestarm e, queefectiyam ente, como yo
suponía, no se habían pagado á cuenta del dote más
que 50 contos en 1829, y me aseg’uró que atendería
ia reclamación do S. A., para lo que tenia que tratar
ia cue»jtion en Consejo de M inistros, y me e n c a r ^
cstendicra u n memorándum y se io remitiera cuanto
antes posible. Si yo me di prisa en oscribir el memo­
rándum y remitírselo. S. E. no se díó mucha en con­
testar; por ñn, pasados dos m eses, me dijo de ir á
ver á a i Sr. Lobo de Avila, Ministro do Hacienda, y
que me entendiese con él para el arreglo.- F ui á TCr
á este caballero, á quien encontré completamente ig ­
norante de cuanto habia pasado con el Duque, y ni
siquiera mi nombre conocía. Como le m anifestara la
estrañeza qus me oausalia el quo el Duquo me cu>
viaso ¿ verle sin haberle hablado, conoció quo deja­
ba a l Presidente en mal lugrar, y me dijo que sin du­
da le habría hablado y quH en e l cúmulo de negocios
so le habría olvidado; pero que aquel mísmo <lia le
veri a, le hablarla y que volviera a l dia siguiente
paia reanudar ia cou versación sobre c l asunto. Efec­
tivam ente, al dia siguiente me dijo que habia habla*
do con e l Duque, que éste le había dicho que si la
reclamación era ju sta habia que atenderla; que no
resultaba que jam ás el dote se hubiese pagado; pero
que siendo uua deuda que fechaba do IKIS, ol Go-
horauoai) portuguesa
a»
biemo se vcia oü la imprcsciudible necesidad de in­
vocar la pre&oripcion. Sin embargo que no iba pre­
parado para contestarlo, lo manifesté mi estrañeza
de que se quisiera invocar la prescripción en un caso
on que ésta era inapUcablo; lo Lieo algunas obsorvaciones, y me contesto: «Para satisfacción de Vd. f e ­
m aré u n espediente de todos los antoccdcntes.y io
Laro estudiar p ara ver si hay In g ar ó ho á invo­
ca rla * Efectivam ente, e l Sr. Lobo rie Avila for­
mó el expediente con toda rapidez y exactitud, y
i los poc508 dias lo pasó en consulta a l consejero Gruimaraens. procurador general de la Corona, y este
digno magistrado» sin levantar mano, estudió el ex­
pediente y dio su informe a l Gobierno, siendo de opi­
nion que éste no podia invocar en e l cüso prosento
la proscripción; que c l dote se debia y que la deuda
tenia todos los caracteres de legítim a y legal, y e l
Gobierno debia pagarla. El Sr. Lobo de A vila me co­
municó lealm tate la opiuíon dcl procurador de la
Corona, y me prometió llevar el expediente a l Con­
sejo do Ministros, encargándome viese a l duqne de
L oqIó.
DespTios de algunas entrevistas con el duqne,
rae dijo un día: .E s llegado cl momento quo le hable
¿ Vd. con frant^ucza. E l crédito quo Vd. rcelauja se
debe, el Gobierno ni puede invocar la prescripción
n i oponer ninguna razón p ara su pago, pero la ra7.on de estado mo obliga á negarm e a l pago, y le
esplicare á Vd. esta negativa. La sumisión de don
Ju a n no h a sido admitida. S. A- pues, so encuentra
libro de continuar en ella ó de considerarla nula,
puesto que la hizo á la demanda d é la Reina, y S. M.
1C
laeg o no la ha admitido. Si et Gobierno portugué»
p ag a OKto crédito i D. Juan, hien puede S . A. pen«ar e n alg o n moTimiento acaso contando con tropas
áe laB eína como en S an Cárlos de la Bápita. Si sa«
ten Vds. bien, corriente, quedaremos buenos amigos,
pero si les sale m al la em presa 7 son Vds. derrotados,
es pofiiblo que el Gobierno Espat^ol caiga en la ouenta quo si fueron Vds. adelante se debió a l dinero que
D. Ju au recibió de Portagal« j de estose puede tem ar
pié p ara una nota« 7 de la s notas vengan la s C4>sas á
mayores 7 con u n Gobierno que se b a metido en la
guerra da Cochinchina« en la do Africa, en la aven­
tu ra de Santo Domingo y en la de Méjico» lo mejor
es no darle pretexlo para que nos inquieto; lo más
prudente pues para P ortugal es no pagar. El dia que
el Infante pueda hacerse apoyar por e l Gobierno Es­
pañol ,estv Vd. seguro que P ortugal pagará sea y o
ó sea quien quiera e l Ministro. • E n vano le recordé
qne habia poco tiempo que su Ministerio en e l dis>
ourso de apertura do las Cértcs, había puesto e n boc a del Rey que la /verga áe derecho valia m ás que
el derecho de la fu erza ^ y que eu este caso veia con
sentimiento que sí el Gobierno portugués quería inTOcar \&fHerz<i deldetechoQnziiAo la Francia pisoteó
el pabellón p ortugnés, cuando ee trataba do pagar
n n a deuda á q u ien no tenia n i ñotas ni ejércitos.
Portugal se v a lia del derecho áe la fu e lla .
Todos mis argum entos fueron en vano ante el
miedo ó la mala fé del Gobierno portugr^és; seguí
pn es m i viaje á Madrid, donde no me disimulaba
que mo esperaba una m ala acogida.
LA KEINA ACEPTA
LA SUMiSION OB DON JUAN.
Don Jnan continuó en Lóndres, viTiendo dedica­
do a estudio en que h&Ua bus goces, hasta qnc en
Setiembre d® 1865 volvió á Madrid resuelto i v o r
i S. U. 7 conseguir que su sumisión se acepta­
ra. Efectivamente, vió á la Beina. y S. M. ie dijo
qne podia considerarse g raciad o , y que solo era
preciso contara con elMÍQÍstcrÍo. D. Ju an , satisfecho
de la entrevista con S. M-, y despues de haborla
protestado de su adhesión y lealtad, fué ¿ casa del
general O'Donnell: no estaba en eu casa, ie aguardó
e n la antesala, y a l poco vino. «Mi General, le dijo,
*soy D. Joan de Borbon: vengo de la Granja, donde
-he tonido la honra de que 9. M. me dijera que por
*BU parte debia considerarme graciado, y qne solo
■falta para que yo pueda permanecer en España que
•m e entienda con e l Ministerio. «—E stá bien, le con­
testó; yo veré á S. M., pero en el ínterin es preciso
que se marche Vd. del otro lado de la froutera y
espere Vd. allí el resultado. O. Ju an quiso replicar.
2M La RRJNA ACEPTA LA SUMISIüS DE T)OV /ÜAS
pero el ^ n e r a l le volvió á decir; «es preciso que ae
marche Vd-, j que me dó Vd. palabra de hacerlo
en veinticuatro horas, 8i no quiere Vd. crear emba­
razos á BUS propios deseos.» D. Ju an le contestó que
así lo haria. E l general O’Donnell recibió de pió á
don Juan, en la antcsal.i, sin darle tratam iento (1) y
sin. coDsideracieu ni m Iramiento aJgnno; y el Prínci­
pe se retiró, con la impresión que el gr^neral era la
causa de las eontÍDuaá dificultades que surglaii, Pero
la casualidad mo hizo m ás tarde entrar en relaciones
am istosas coii una persona de la familia del d u ­
que do Tetuan, y me contó de un modo que no me
dejó la menor duda lo que pasó e l dia que D. Ju an
fué á ver al duqu<j de Tetuau: <Era poco antes de
»comer, me dijo; do modo quo cuando D. Ju an Se
-marchó fuimos á la mesa. E l general se sonto, pa»reciendo preocupado á ta l punto, que la duquesa íc“
■preguntó con insistenciaquá tenia.^N ada» le dijo;'
»ua disgusto que acabo de tener.—;Q ae acabas cío
■tcn<!r:’ ¿dónde y con quién?—E n casa y conmigo
•mismo. Coofusa la duquesa insistió m ás y más,
-hasta que el general la dijo:—Tie tenido u n disgns"to antes de sen tarm o ála mesa, porque he recibido
»la visita del Infante ?>. Juan, y n a tk n íd o qi:e maI
•BBCiDiRi.fi, y lo siento poi*que me ha inspirado sim-patia, m e parece excelente persona.- El general
O’Donnell, a l recibir mal á D. Juan, obedecia á la
maléfica influencia de X ... No era e l noble guerrero
(1) El (foocrAl T>u1c« y todas I:\9 autoridades q*io trataron
iau« buriDeooa, pasioneros oa Turcpu, )c9 djeroQ coosOídtemcQlo el t/aUmicnto üc Allcza. ¡Qué contraste!
quten recibía m al a l Príncipe digno 7 patriótico quo
lo sufría todo p ro Patria ei Regina. Kra el liombr«
político <jue ten ia que sucumbir.
Un incideDto máa m© conTenció que el egregio
duque de Tetuan no podia ser iiostíl con ánimo de­
liberado contra D. Juan. Al día siguioute recibí un
recado del duque de*** quo fuese á verle sin pér­
dida do momento. El duque ora íntimo amigo del de
Totuan. F ui en seguida, y me dijo: «Deseo ver A
•don Juan de Borbou; es preciso que le le a ; dígalo
nusted que deseo verle y le con viene que me vea.
■Señor duqne. le contesté, no me es posible satijfa-ccp á Vd.. porqne coosiderando que mi persona podía
‘^peijudícar á mí SeQor: desde quo me despedí de su
•lado, son raras las veecs que lo h o escrito; esta es
• la primera noticia que tengo de su llegada á Ma*drid, y no sé dónde buscarle.»
c<No importa, Vd. le conoce y le será fácQ encon‘’trarle, büsquele V d., tengo empeño en -verle y tio>iDcVd. mi palabra que os por su bien. - La posieion dcl
duque de*** su carácter persooal digno y elevado y
sus relaciones amistosas y políticas con el de Tetuan
me hicieron creer que éste le habia encargado e l ver
i D. Jnan y que acaso la ínñuencía hostil habla pei'dido terreno aun en e l ánimo dcl hombro político,
?^ome fué posible encontrar áB . Juan; rojjrosó á
Londres y fué su última ilusión perdida; se resignó
á ver derrumbarse el trono de los Borbones y pi'oclam ar la revolución tríunfaiite, la dinastía de Saboya,
y sus hijos juguetes del oscurantismo aniquilar su
país coa una nueva guerra civil. Tristes vaticinios
que todos so han cumplido.
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La ferolucion tardó poco y viao traída por hombreB colmados de honores y favores do la Beina, no
fué la exprosion de un gentiraiento nacional; no fué
tampoco la expresión de los hombres de ideas avan­
zadas deseosos d« plantear sus teorías; ta Bepúhlica
hubiera sido en este caso proclamada, pero no se
peneó e a ella. ¿De dónde salía la rerolueioD? ¿quíéa
la había realizado? ¿qué la motivaba? ¿Uabta la Rei­
na dado algUTi golpe do estado? K ada de esto; la
revolucioa destronaba á la Reina haciéndola respon­
sable de los desaciertos de nna serie de sns ministerios
responsables. ¿Do dónde salieron los recursos para
destronar i la Reina? El vulg:o designó como e l
banquero do la revolución á u n Príncipe, que se
suponía pretendía la corona, pero n in g ú n hecho ha
venido á justificar ta l suposición; lo que sí es
cierto quo la revolücion venia lentaciento prepara­
d a y así como en Ñ ipóles y Sicilia todo estaba listo
cuando llegó üaribaldí, e l héroe aparente de aque­
lla revolución, en España sucedió lo mismo.
RENUNCIA DK D. JITAN EN FAVOK DE S ü HIJO.
Consumada la revolución, destronada la Reina
sin
hubiese aceptado la sumisión pedida á, don
Juan, burlado éste en toda aquella larg a y trabajosa
negociación, instado por eu familia y resuelto á no
ocuparse más de política, rcnunció en su hijo ans
derechos á la corona.
E n e l ínterin, el Gobierno Provisional preparaba
a 1 camino á la K e ^ n c ía , y constituida ésta empezó
á buscflr Rey; pero en esto, aunque en la apariencia
QO hubo habilidad, acaso la hubo en el fondo para
disim ular el artificio que de lejos venia trabajándo­
se. Cuando más so hablaba de la candldatui'a de
D. Vcrnando de Cobnrgo, ol general Prim me escri­
bía en 10 de K nerode 1870: «Respeto á D. Fernando
»de P ortugal, y precisaraeuto por la cuestión del ca»samiento, se h a hccho casi iraposible su candidatu­
rra en este país, donde se ha estraviado y a la opinion
»por más que yo ten g a á esta señora las consideraucionsB que sn posicion y circnnstancía« merecen.*
2d4
RENUnOA DE Ü. JUAN
Para a l que como 70 estuviere &1 corriente de U s
ideas de Napoleon sobre U cuestión del B hia no se­
ria muy difícil creer que la candidatura do HoonzoUem fué uo pretexto buscado para tra e r la guerra
quo tan triste resultado dió á la Francia, p<» roas que
Pueblo y Soberano compartieron una misma idea.
¿Entraba todo esto en oL plan maquiavélico de
loe enemigos de los Borl>oncs? No lo puedo aseg u ­
rar, pero lo creo; e l resultado es quo como yo habia
previsto, 6 con m ás exactitud, como el conde de Ca­
vo iur me dijo: después de los Borbones habia otra s<^
Incionm onárqnica. recordando el tratado de Utrech, la
casa de Saboya; y Amadeo de Saboya fuó proclama­
do por unos cuantos diputados Bey de Espa&a, h a ­
ciendo creer a l vulgo que Amadeo salla de la elec­
ción cuando solo era cl froto de nna larg a y bien
fraguada conspiración.
Pero el Principo ita lia n o fie apercibió pronto que
en E spaña no tenia sim patías, que estaba a l frente
de un país dividido y fraccionado en pequeñas ban­
derías d e mezquinos intereses personales, que entre
los hombres quo rebullían en la política uo había
un estadista de ta lla capaz de iniciar una política
que respondiendo á la s neces idades de! país, gana­
r a a l u u ero monarca c l afecto de los españoles, y
fuó bastante grande para abandonar una corona que
tan pocos atractivo» le ofrecía.
La Bepública vino p ara probar solo la nulidad
de los hombres que aparecían en las ñlas democrá­
ticas como jefes, y tras la República La dictadura que
al peco tiempo cedió el puesto á la restauración de
la Dinastía nacional.
I
E L FO LLETO
LA L E Q n itfIT B S N B 8 P A Q S E .
Firme siempre en mí deseo de impedir que la
guerra civil tomase increm ento, publiqué, estando
en Berna on 1870, u a folleto cou el titu lo ¿ a ¿egttím ité en Espagne, demostraudo el ningún derecho do
T). Cárlos á la corona, y si pasó casi desapercibido
por la prensa monárquica de Madrid y por los adu­
ladores de la Reina, no dejó de producir alg ú n efec­
to entre los iegitim istas franceses, á quienes iba directamoute dirigido.
E l Príncipe D. Ju a n consccaente con su resolu­
ción de no mezclarse m ás en política, ha vivido
completamente ageno á cuanto se h a hecho, y si en
Abril de 1875 fué á las Provincias Vascongadas y
aceptó el cargo de ingeniero g en eral, tenía aquel
paso una explicación m u y n atu ral e n e l deseo de ver
á eu hijo y sobre lo que pudiese ten er de particular
aquel viaje, la carta que yo escribí en 15 de Abril
lo explicaba bion term inantemente.
La restauración fué saludada como Iris de paz
230
IL FOLLITÜ «LA T-EG(TJMITE EK KSr*A(j^e»
y ventura, despues dcl aciago periodo transcuprido
desde el dia cn quo la Eeina dejó el suelo patno.
I.a terminación de la gnerra no se obtuvo cou tan­
ta rapidez corno era de ' esperar, y los hombre que
DO evitaron la g u erra, aceptando la uoble y leal
cooperacion del Principe D. Ju an ac;eptando su su ­
misión, no desdefiaron c l en trar eu tratos p ara con­
seguir pequeñas traiciones que por üq trajeron la
paz deseada.
L a guerra carlista desde 1833 á 1875, h a sido la
gu erra de principios, tan to ó más que la cuestión
dederechos. D. Ju an procuró durante años enteros,
convencer á la nación de sus ideas liberales, y un
hecho que los partidarios de la líoina dcbierou ver
con satisfacción, pues quitaba á lacu cstio n de dere­
cho e l apoyo de ideas políticas dada», sirvió solo para
exaltar la s ideas c^cagoradas dcl carlismo.
Bon Juan procuró, no en beneficio propio. síd«>
en favor de la Beina y su dinastía. desbaratar la
conspiración anti-borbónica, y los hombros de la
fteina dejaron m archar los acontecimientos y Ama­
deo de Saboya se seutó en el trono do los Reyes Ca>
túlicos.
Don Juan hizo au sumisión, para impedir la
g u erra civil en nn plazo más ó menos lejano, resuel­
to i que sus hijos no continuaran lejos de su lado,
educados en ideas con las que no oslaba conforme,
y los cortesanos y aduladores de Ja Keina contra^
ícstaron los trabajos del Principe, y la g u erra nació,
devastó el país y h a arruinado su crédito.
RIVISTA DE ALGUNAS OBRAS
DUirÚli)Cl> COATBIirOllAKlAS.
<>on e l titolo de Pàrjiiuts de ìa hìsloria carìigta,
i'óflos V I l j D. liam on Cabrera, publicó D. Emilio
<le Ajjona u n libro qne, mejor pndo nom brar mise­
rias del partido carlista: no me ocuparé del fondo de
asta obra, pero si de algunos errores históricos que
contiene. Errores en que e l au to r no sé sí h a incur­
rido porque a sí le conviniese á su propósito ó por
simple equivocación, efecto de no estar a l corriente
do los h&e}L06 aeonteoídos.
E l objeto principal d© esta obra es atacar a l g e ­
neral Cabrera á diestro y s in is tro , y a l efoeto quie­
re exam inar la historia del general en el pasado, el
presente y cl porvenir. E l pasado lo estima la epo­
peya do n n guerrero quo desde oscuro estudiante
pasó á glorioso goneraJ a fuerza de lieridas y de for­
tuna.
Por mucho que Rfi quiera e n sa b a r \o i m éritcs dcl
general Cabrera, qne e l mismo Sr. de Aijena en la
p ig i na fifi titu la é l fivei'rinero de Toríosa, u o eu-
contrdmos nad a de épieo cn su historia. Las horidaa
ducI*SD pero no dan gloría; sabido es qod militares
m oy cobardes están acribillados de herídas, 7 otros
m a y valientes jam ás ban tenido n n rasguQon. La
fortuna puede ser buena 6 mala, pero los golpes de
fortazia jam ás imprimen ia gloría del méríto, qne es
la única á que aspira nn generaL E l presente del
general, el Sr. de Arjoua lo aprecia como & su pro­
pósito conviene. E l porvenir no pertenece á la bistoria, 7 Dios sólo sabe e l que le e s ti reservado a l
general.
Dtce e] Sr. Aijona que e l In& nte D. Jn a n no
acompañó ¿ sus hermanos en la prisión de Tortosa;
en estos apastef; podrá ver las razones que tuvo para
no ir^ 7 debió saberlo, a l hablar de esta cuestión en
tono que paroce indicar como una falta: yo creo que
e l Sr. de Aijoua hubiera servido mejor la causa de su
amo si hablando de S . A. hubiese recordado qne era
Padre de D. Cárlos, 7 que m al sienta á los servidores
del hijo no hablar siempre del Padre con profundo
respeto 7 consideración,
Si e l Sr. de Aijona lee estos apuntes, verá que
B. Jo a n no se dió priesa en cosa alguna, 7 cuando
BC dirigió á las Córtes e n 2 de Junio do IS60, era
despues de haber oido de su hermano que nadie le
violentó e u Tortosa, pues antes por e l contrarío, só­
lo tuvo elogios que hacer del modo que fué tratado
por el general Dulce,
E l augusto Padre de D, Cárlos no h a necesitado
jam ás de m entor, pnes conocido es de todos su ta ­
lento, sn profunda instruccioa 7 recto juicio, a l de­
cir que »la opinion pública sefialaba como mentor
HISTORICO GONTEVPORÁ5E&8
239
de D. Juan á f l . Ramón Cabrera (pág. 9). y esta supoaiciort solo es una ofensa que cl secretano do Carlos VII d í r i ^ a l Principe D. Ju an . No recuerdo que
en aquella úpoca nadie asig n ara ta l honra a l ge­
neral.
E l Sr. de Aijona, p ara acinar cargos contra su
enemigo, quiere presentarle como consejero é ins­
pirador del liberalismo de D. Ju an , y si conociese la
historia so convencería que el general Cabrera ni fué
consejopo n i inspirador del Padre de su amo y sefior. £1 liberalism o de D. Ju an fué, como lo tiene
bastantem ente dicho, e l resultado de sus estudios y
de los ejemplos que la historia contemporánea io ba
procurado; D. Juan ea liberal por convencimiento
propio. El general Cabrera jam ás !:a sido consulta-'
do por D- J u a n , y si trató de aconsejarle que acep­
tase el trono de Méjico, que acompañase á su her­
m ano en la expedición que terminó en San Cárlos de
la Eápita, que á. raiz del fracaso de ésta y ta n luego
como e l telégrafo anunció la lonuücia del conde de
Montemolin diese n n manifiesto; sabido es que nada
de esto hizo, por consiguiente, se ve que la acusa­
ción de ser e l consejero de D. Ju an es completamen­
te imaginaria.
Lo de los temores dol rapto de sus hijos por parte
del Padre legítim o, es una peregrina idea, cuando
debia sal>eT que lo que hacia D. Ju an era, para obte­
ner sus hijos, d iri^ rs e a l Emperador, qne ora la úni­
c a conducta con^enionte que pudo seguir.
Si la Arcbiduqnesa Beatriz no recibió á Cabrera,
deberla saber las razones que para ello ten ia S. A. 1.
Ni cl rapto n i los manifiestos tenían nada que ver
con la oegativa da la S«aòra 6 recibir a i generai.
Las 1‘eLaoioDes del Principe D. Juan con el gene>
ra l Cabrera casi cesaron desdo mediados de 1860, t
a sí se conHrraa ou la p ág in a «¿1 , donde dice el mis­
mo señor de Arjona «que en 21 de Setiembre partici»paba Cabrera á D, Cárlos quo la carta fué entrega>da á Pozo, criado de don Juan, por haber resultado
xinútllcseiiauiaK pesquisas se habian intentado para
■averiguarla residencia de ést43« (bien pudo afiadir
de este augusto señor, do S. A., ó servirse deaTgunti
forma más atenta y conforme con e l respeto que i
realistas conviene hablando de personas de la familiareal).
Este párrafo aólo prueba que el general no quiso
6 consideró que no debia ver á S, A., y so limitó ó.
entregar la carta al ayuda de cámara Pozo, quo siem­
pre h a vivido en casa de S A.
Con cl título Z a U yitiitiidai sfigun A ahsol^tistno.
pnblicó cl Sr. M arqués de Moutcaa u n a obra notable
por su er adición y doctrina jurídica, obra de grande
intcr<ÍB para cuantos se interesan en las cuestiones
carlistas.
1.a obra del Sr. Marqués de Montosa es á la vez
una contestación a l libn) de D. Emilio do Arjona, y
en este concepto en tra on algunas apreciaciones so­
bre la sq u e ine perm itiré algunas observaciones.
Cabrera es un genio (dice pág, 14), y en calili• e a rlo a s ín o hay adulación n i hipérbole,* Conozco
en el Pistado mayor del Ejército Español generales de
grandes merecimientos, notables unos por su claro
talento» otros por sus conoeimicntos especiales, casi
todos por sn patriotismo y valor; pero hasta ahora no
conocí un genio: felicito á la digna olaee de genera­
les, que al honrarse con su nuevo compañero, osten­
ta n e n e i u n gonio.
El Sr. Mapquós de Montosa, ciorto e s que refi­
riéndose a l libro dei señor dd Arjona, atribuye las
ideas liberales y la sumisión de D. Ja a n ¿ la Heina
á los conscjos del general Cabrera: despaes de lo que
llevo dicho» creo que ol Sr. Marqués se convencerá
del error cn que está sobre este particular.
E l libro dol Marqués es notable tam bién por los
mnchoR documentos que publica, auténticos todos y
e:cactameute reproducidos.
Ln cuestión Cabrera, por D. Indalecio Caso, es la
contcstaeion á la obra de D. Emilio de Aijona, escri­
ta en defensa dcl general Cabrera. Si e l secretario
do D. Cárlos ataca a l general con T Í o l e n c i a , l o es
menos la energía dcl Sr. Caso volviendo á D. Cárlos
los ataques.
El Sr. Caso con acierto hace notar quo no era
grande la armonía entre D. Ja a n y Cabrera; pero
siento que a l liacerlo padezca una equlvocaclon.
Dice en la pág. 59: «Bien publica fué por cierto
-la salida de aquel w leb rc secretario, que dofenndicndo á D. Ju an contra u n a reclamación del conde
•de Morella, alegó que los préstam os heobos por
•éste al hijo segundo de Cárlos V, eran políticos, y
•por lo tanto sin carácter forzoso de pago; Jo que
»prueba en qué buona armonía estaban estos dos per*
• sonajes. Como S, A, en aquella época no tuvo más serTÍdumbre que m i humilde persona, acumulando to­
das }as fancíones con e l títu lo de secretario, supon*
16
gQ qne à mí aluda, y debo ase^^urar a l señor Caso,
q-ae h a ?ido inducido en error, suponiendo que yo ha­
ya tenido que defender a l Principo contra reclamacio­
nes n i del conde de Morella » n i de nadie ; en todo el
tiempo que lie tenido la alta honra de estar á au lado,
jam ás S. A. lia sido objeto de reclamación a l g ^ a ,
como más de una vez he tenido que comunicarlo á
la prensil enemiga, que no se contentaba con suponer
reclamaciones, sino autos de prisión por denda?. Una
sola trausacion de dinero h a habido entre S. A. y cl
conde de Morella y fue la siguiente: mucho antes que
yo fuese secretario del Principe, S. A, recibió una
carta de su apoderado cn Viena e l seltor Svoboda,
anunciándole que con motivo de una crisis moneta­
ria y arreglos de hacienda, no podia remitirle dinero
en la fecha acostum brada, y sí solo en otra que indi­
caba. Como í). Ju an entre las m uchas buenas condi>
cíone» que heredó do su a u ^ s t o Padre, tiene la del
drden y de la economía bien entendida, sintió el atra­
so qne perturbaba b u s arreglos y como lo que m ás
pcHaria en su ánimo fuese el pago de pensiones ¿ antiguos y leales servidores de su señor Padre, se vió
en la necesidad de acudir al crédito, y contando
con la amistad del gen eral, le pidió 300 libras esterlinas que este le did en el acto en billetes de Banco; al
recibirlas S. A. indicò a l general la época en que le
pagaría y así lo hizo; esta es la única transacción de
dinero que h a mediado entre el Príncipe y e l general;
respondo de la estricta exactitud y seguro estoy quo
no será el general Cabrera n i nadie on su representa­
ción el qne me contradíga.
E n diferentes párrafos de la obra del señor Caso
*1
y*
!
Ffl presenta al general como haciendo sacrilicios de
dinero para loe Hoibones proscriptos, y en esto hoy
maní tiesto error.
Al Infante D-Cárlos María Isidro nada le daría, por­
que en aquella época c l gruñera! era pobre. Al conde
de Montemolin tampoco, por la misma raj!on y si en
1860 le prestó 4.000 libras esterlinas p ara pa^ar el
floto de losTaporüs para la eRpedicion de las Balcaiv.a, estas le fueron pagadas. A D. Ju an le presté las
300 libras esterlinas de que he hecho mención, y estas
son las dos únicas transaclones de dinero que cl Geücral Cahre^a ha tenido con loa Príncipes, por con­
siguiente si algo h a perdido e l general Cabrera con
los Borbones, será con e l duque de Madrid, no c^jn
D.Cárlus ni con sus hijos. No conozco las cuentas del
general Cabrera con Cárlos VH. pero á jan g ar por la
obra del Sf- de Arjona y la del Sr. Caso, no se y ó
en qné consisten los sacrificios dol Cíeucral.
L a obra del Sr. Caso es de grande interés pero
bien podria como la del señor de Ajjona titularse Mi­
serias del partido carlista.
^ï:xiU
EL PLmJRO.
¿La pa« se h a obtenido? Los ejércitos del Rey ban
triunrado de las huestes carlistas, ¿pero te n d ri esta
rietoria mejores resultados que las obtenidas por la
lealtad, pericia y valor del goneral conde de España
c a 1827? ¿Dará mejor resultados que la s victorias
del afortunado E spartero, debidas i los desaciertos
carlistas que produjeron la defcsporacion de Maroto?¿Dar4 mejores resultados que la s victorias de Con­
cba en 1849 y de Dulce en 18607 No e s de creer; la
causa carlista subsiste hoy porque los Gobiernos mo:iárquicos quo se han sucedido desdo 1862, no han
querido quitarle su razón de ser, aceptando la sumisioQ de D. Juan.
Los carlistas tarde ó temprano levantarán su
bandera una vez más, segaros de hallar cn el extran­
jero recursos entro los legitim istas franco sos y en­
tre los ultramontanos do toda Europa, como siempro
los han encontrado.
E l partido carlista tiene al frente un Príncipe jó*
S4IÍ
E L l ’UTLRO
ven, osado y audaz, que podrá am aestrarse en la po­
lítica; las traiciones y defecciones do algunos de sus
antiguos partidarios le ha aumentado las simpatías
de m uchos y le ba libertado de róm orsgy eotorpecimientos.
E u Europa pueden s a r ^ r grandes acontecimien­
tos y alguno puede ser favorable a l partido carlista.
E n España mísmo os posible que surjan trastornes de
los que el carlismo pueda aprovecharse.
APENDICES
i
r.
\
!
N l^Z E L . X,
E d 1 8 4 6 re s o lv í h a c a r u n y ia jc á O rie n te , y cô tam lo e n
P a r i s , f u i á l a le g a c ió n á s a lu d a r a l s e ñ o r e n c a rg a d o d e n e ­
g o c io s , q u e « n D . G&»|)âr d e A g u ile ra , y p e d ir le u n v is to
p a r a R o m a y O rie n te ; e l S r . A g u ile ra m e recèbl«i c o n a ia b ilid a d , rcco rd au ílk í e l c o m p a ù e ris iû o d c l A te n e o «le i i a d r i d ,
p e r o m e n e g ó c l v istii p o r h a b e r p a sa d o ! a h o r a «le o fic in a ;
e n v a n o le m a n ife s te q u e te n ia b ille te p u ra l a ^ a l a q u e »alia
a q u e l d ia p a r a M arsella; lo d o fu é i n ú t il d e la a te d e lo c u e s ­
tió n b u ro c r á tic a d e l a h o r a . E n la d ifie u lto d e n < ju e m e h a ­
lla b a , p u e s e n a q u e l tie m p o lo s a s ie n to s d e l c o rr e o só lo s«^
o b to n ia n to m á n d o lo s c o n n iu c b a a n tie ip a e io n , re s o lv í a c u d ir
á M r. G u iiu t. e o ío n e e s M ín lalro d e N e g o c io s e x tr a n je r o s , y
íi q u ie n h a b ía c o n o c id o y tratA d o e n L d n d rc a c u a n d o e l e r a
E m b a ja d o r d e F r a u d a . M r. liu i^ o t m a n d ó p o n a r e u m i p a ­
s a p o r te n i v is to n e c e s a r io , y s in ¡H ídírs^las, m e d ió v a ría s
c a rta s d e re c o m e n d a e io D , e n tr e e lla s u n u p a r a e l c a rd e n a l
G k z i, M in is tro d e S u S anli< iad, e n lu q u e le d c c ia : n M r, d e
«>Lazeu ñ st u n m ilita ire e l d ip ló m a te t r e s d is tín g iié , t r e s
»>au c o u r r o n t d e s a R ju re s d e s e n p a y s e t je n e d o u te q u e d a n s
'>le« a c tu e lle s c ir c o n s ta n c e s s a c o n n in is s a n c e v o u s s o it agréa*
n b le . i‘ E l C a rd e n a l m e re c ib ió e o m o e r a d e e s p e r a r , y à lo s
p o c o s d ía s m e «lijo q u e lia b ia h a b la d o d e m í á S . S ., y q u e
e l S u m o P o n tiíic e «leseaba c o iio e e rm e ; m e d ió h o r a p a r a e l
d ia « ¡g u ie o le , y s u s o c u p a c io n e s n o p e rm itié n d o le p r e s e n -
2óO
AI'KPWCK Nt‘M (.
birme A S. S., dlò cl encargo de hacerlo á Mgr. Estuila,
Miiilrilro de las Armas. S. S. me hizo sio Dùmero òo prc>
ju n ta s sobie los asuato» de Espdfia y sobre la C ó r \6 , y despiics de una conf^^ruTicìu quu durò niùs de b(»ra y media,
ruo despidió di eie Qdoroe de voWcr a] dìa si^uieut«! así lo
hlcii, y contJuur^ el iotem igalorio u n par de
que*
daitdoS. S., al psreci^r, satisfecho de las contestacioDes
quc biibia dadu ù &ua mùlliple» pr^gunias.
A los pucos diad de haber teintio la hoora de haber sido
llamado por S. S.» u n secretario de la le^acbn c^^paiiola vi­
no á verme dldéndome que su jefe et Sr. CastlUo y Ayen2 s
deseaba ver á todos los e&paùoles que Tcoían á Rorua. fueecii
ciríutr&lancias polilicas (as quefa&seD, y m edió que­
ja de <^ue no hubiese ido ú vorle. Kn aquel misiQodia fui á
ver al S r. Castillo y Aycnza, que lo hallé muy deferente, y
no me despedí sin quedar convidado a comer para el día
gii¡«'i)tc. Cuando volví A la legación ya]>iide descubrir (pie ei
Uinistro deseaba saber alfro de >ni; llego la hera de comer,
y al concluir, la esposa dcl Ministro y el Secretario se IcvanUroD con a l ^ n pretesto y nos dejaron solos. Entonces el
Sr. Caslillo Tolviú ¿ preguntarm e qué me había traído á
Roma,—Esioy complolament^ de paso, y si lue he deteold«
en itom a, ha sido para admirar aus raonii meatos > belle­
zas.—Los <pic TÍODen ^ fíoiua á Tisiiar la capital del Cristia­
nismo, no frecuentan las casas de los diplouiáiicos, y «obre
todo, uo tj'etieo couteiencias repeüdas de horas enteras eco
Su Suutída^i; compre nthi que si su míslon ¿ Uoma tieoc alíjun cará( ler {>oUtÍco use >'d, de reserva; no tome Vd- á indiscreeíoo mis p re ^ n ta s ;
las hice p<»r<|ue me dijo u%ted
n o Iraer aquí objeto alguno y quo estaba Vd. completamen­
te sejiai ado do la política,— V así es, Sr. Ministro; enlonee«
le explique por «^ué ra ra eoincídcnc^ia Jiabía teoído que ver
á M r . üulzot, y cdtuo me díó las rccomendaciooes para
monseùorGiizI y para cl Embajador do Fraoeía sin haberb » »<olÍcit¿ulo; le relacioné todas las preguntas d e S. S., no­
tando el gran conocí iniculo que S. S. tenia do las cuestio­
nes personales en España y el conocimiento de todas las ha­
blillas y chismes de Madrid; lo rc}»ctí miicoút«9tacion&8, en
ima palabra, le relacioné las dos cftufercndas con S.
lo
más niiüudosa y csoctainñaie posible. Despucs ile haberme
oído cun la m^jor QtíDcion, me dijo cl Si, Castillo yAyenza:
lo que acaba V<1. de decirme me eiplic;i el íambio fevoral»lc que he notado «(líiuaiueale, y conaíilero que en las enircTístia que le Ija dispensado ú Vd. S. S. ha prestado uslcd
un relerante servicio i la Reina y á la Nación.
E n c u a n t o á l o q u e h l w e n B a T Í e r a . c o p i a r a l o q u e sob r c o s l e p a r i i c u l a r e s c r i b i ó c l S r . D. E . M . d c l l^ io e n m í
b i o g r a f í a q u n p u b l í í i ó e u I f iC S .
» E n K e b r e i o ilo lí^ 48. L a z c u , d*- P a r i s s e f u ó
i i i a y e a lu \ o e n B a v ie r a á p a g a r u n a
ò M « o ia -
v is ila á su a m ig o e l
P r í n c i p y d e C E i ü g e u - W a l l e n s t e í n , q u e « l a n d o r e ( ir o s c n tan d o e n P a r s
al
in fo r tu n a d o r e y L u is , h a b ia
L a z c u y f u é l l a m a d o p o r s u s id e a a lil> e r a le s á
c ia
d c l C o n s e jo d e
M in i s i r c a d e
aqu»!
ir a la d o
á
la p r e s id e n ­
E s ia d o .
A r .lc s d e
u iiir c b a r s c d e T a r is h a b ía s e s u s f ii a d o d ife r e n t e s v e c í s con*
v c r s a i ' i o n c o n c l l* r i i i c i p e s o b r e e l e s t a d o d e l a s r e l a c l o A c s
d ip lo m á tic a s e n t r e la G a v ie r a y l a K > p a ñ a . A t r ib u ía e l P r ín ­
c i p e l a IQ lla d e r p c o n o c i m i e n t o d e l a R e i n a D a ñ a I s a b e l p o r
a q e i r l E s t a d o , m á s á s u s is W m a p o l í t i c o y á l a i t i f l a e n c i a d e
o t r a s p o i 42n e Í a s s e p t e n t r i o u a i e s , q u e h a s t * « u lo n c i s s
se h a ­
b l a n m a i i l e o i d o c n UTO e :itr Íc L a r e s e r v a , q n e á l a h o s t i l d i s ­
p o s ic ió n d e s u b u e n K e y . E Ì lla m a m ie n to d e l P r in c ip e á l a
¡ i r e s i d o n e i a < lel C o n s o j o d e M í u i s l r o s i m p r i m í a á l a i w l i d c a
d e B a v ie r a
«iti r a r á c t ó r d e
tc n d e o c ia s lib e r a le s - L o s s c n ü -
m l c n t o a e x p a n s i v o s d e l P r í n e j p c , l o s w r a p a t í a s < iu e c n r e ­
p e l i d a s o c a s i o n e s b a l « i a e x p r e s a d o e n fa vr^ r d e l o s e « p a íio ie s , y e l g ir o q u e to m a b a o to d o s lo s K s ta d o s a le m a n e s e n s u
p o l i l l c a e n v i s t a d e l o s i m i > o n e u le s s u c e s o s q u e a g i t a b a n á
l a F ra iH ^ la , h i c i e r o n
r o m p r e n d e r á L a z e u < iu e e r a l a o jM ir-
i u n id a d d c t e n l a r y e x p lo r a r p r u d o u ie m e n te , m « r i a
b le o b t ó n e r e l
c io n a l s in
r c < 5 o n o c im íe n lo d e D o ñ a I s a b e l
II
p o s i­
c o n s lítu -
c o m p r o m e le v n i e s p o n e r l a d ig n id a d d e l a
E.^*
paña.
II L o s p r i m e r o s p a s o s q u e i n l e n t ó p o r m e d i a c i ó n d e l P r i n ­
c ip o , T n o p o r m e d ía c io o
d e n in g u n a o lr a ic illu e n c ia d e g í-
t l m a , 'd ie r o n e l r e s u l t a d o < iue e r a d e e s p e r a r d e l c a m i n o q u e
se ibu veriQcazidu e a Aquel Estado ^ d ^ l e la caitJa ù è la Ta»
ToriU Lola Montos y de la uMícacÍon del Rey PaJro, que
Iiabía ^le^ido lo ciudad de Roma como ponto de residencia
y retiro. Escribió Lazeu coa este motivo al Duque de Sotornayor ¿ la sasoii Ministro (te Estado en Kspaña. Lazcu ini*
ció, promovió y encamim> <lel luodo niás digno y dcsínie'
re«ado, las negoclacioiics diplomóticas. negociaciones que
acaso pesamn en el ánimo do otros Gabiiv^les para df^cidir^os á hac^r el recoiNjcitiiieuto «jue acababa de )iaccr cl Go*
fciemo de Baviera.
» L a P ru s ia re c o n o c ió in m c d ÍR ta m c n tc d e s p u e s á l a R e i­
n a . K n su c a lid a d d e sim p le p a r tic u la r o b tu v o L a z e u l o <|ue
b a s l a e n to n c e s n o b a b ia ii p o d id o o b te n e r m in is tro s a u to r i­
z ad o s p o i lo s ^ o b ic ro o s d e S . M. E l p r o v c c h o fu e p a r a lo s
q u e b e sa n d o c l p o lT o d e la » a lf o m b ra s , s ie m b ra n a d u k c io n c s e n lo s P a la c io s p e r a c o g e r a l t o s e m p le o s. N i u c a so la r e ­
c o m p e n s a , n i la s g ra c ia s s iq u ie ra s e d ie r o n á L azeu p o r tat^
im portantiTS s e r v id o s . E n e i M io ls te rio dclH*u e s t.ir a rc h iv a ­
d a s s u s c o m u n ic a c io n e s ; p u b U q u e n s c y s e v e rá q u é e s lo
q u e e n 184H b is o L a z e u e n A Je m a n ia e n b ie n d e s u p a tria
V s i l i r e c o u ip e n s a fu é p o r p a r t e d e l Cobif^rno ú n ir a m e o te
u n d ^ i^ n ^ a ñ o y u n a in g r a titu d .
IX.
Lá/idret,
Ju/io, IftiO.
S r. D ire c to r d e 1.a D U cusiou.
M uy s e ñ o r o iio : c o n io ul d a r l u b iil'i a l lib e lo d e E i D ia ­
r ia E sp a ñ o l tie n e V d . l a b o n d a d d e a b r ir m e l a s c o lu m n a s
<ie s u a p re c ia d o y p o p u la r p e rió d ic o , p a r a q n e e n e llas
p u e d a T in d ic a rm e , cootcstaii^ á lo s a ta q u e s d o E l D ia rio .
y d e a lg tin o s o tr o s p eríix lico s^ s in q u e o n ti e o d a p o r e s o re*
A P E S m C R NUM,
II.
2«
b a ja r iu e h a s ta e l p u n ió d e c 0 » lc 8 ta r p á r r a fo p o r p á r r a fo (an
ta r g o y c a lu r a ni o s o e s tr ilo .
E n cuanto á \<y> auíusde prisión dictados por d o ' scñoref^jiit^cee de líadriü. cl rc8¡)cto •\üf. debo á l a ley no me
perniile habiur, |>ero Ir>s que han sacado urguoientns de es
tosati tos, pueden publicar las <7 Uo]¿s y los con^derauüos
quo los ¡n ecedan y entonces pcxlré contestárlcs. Do« son las
causas que se me siguen, una es por baber bedio un RiTor
cniiüaDdo en iinu s^riora, cuya alta poi»ieioo en Palacio no
me piHtoilia tí^raor <3c M parle una tÍllam a; la otra es un
asunto piirarneute d ? il, el pago do una cueniu i^ue cou
raás ó monos razón se mo redam aba. Nadie duda de la fa­
cilidad con que se prodigan cn Espaua los autos d a prisión
T la facilidad con que se sorprende ú un juez sobrecargado
de ncgociirt, y no podrá menos de fijar la atención de cual­
quiera, que se haya a ^ a rd a d o á enlabiar acciones coutra
mi tan largo tiempo despues de haberme marchado, sícn*
do público y notorio que iba á rnareliarme muchos meses
ant«s de emprender loi viaje. Tengo n u convenciraíeclo y
es, quo los mismos señores jueces en su rectitud, repon­
drán los autos, sin más escitaciones que I q s de s u propria
concifiDcia (1).
De mis antecedeotes rriminales ya he dÍ<^ho a ules, que
Sé me TRErrió y encausó de Real órden y de K«al órden se
me puso cn libertad, si» que uadie durante ealitrce meses
que duró m i prisiou reclamase eo ningún sentido contra
mi. La persecución de u n Ministro dictó la primera página
de m i causa, la libertad la debo y la agradezco á la i) uslracion
y rectitud del Ministerio Espartero—O Don nell—l'achftco.
Eli 1851 m e eslableei en Santander usaixlo üel apellido
de rai madre para alejar persecuciones qim pudiera acar­
rearme el ser conocido eorao coronel carlista y sabiendo
que existía ya la Heat órden mandándome prender; pero
tan tramiuilaestaba raí conciencia, que con.^ldsíiá aienipre la
tal causa como cosa insignificante y k> prueba muy convin­
centemente ol hecho de babcr empicado u n capital propio.
(t) Y «(frcSivaioofilc a&í «ueedi6.
VA
A l 'I N D l ü E
M
II,
fie algunos millones, para comprar cinco vapores, «le los
que solo cedí una cuarta parle en dos de ellos, y con los que
planteó UD serricío con sujeción á las leyes, pagando lo*
derechos y salríendo lo« innii^nsos gastos que trac consigo
ci aband^^ramíentú de buques, y cuando esperaba recoger el
fruto de mi'* dcscnibolsos y traliajus, e) Ministerio tuTO poi'
conveniente eonccder u n privilegio á una Compañia Ingle­
sa para que pusiera vapores c o (*0 [npeiencia con los mios,
concedicndülps el a b a n d e r a m k n lo lil*rc de gasios, iraba.H.
diíleultadcs y rolcrándolos dcl dcrccho sobre los carbones.
I.a p a l r i ó í iC 'i conducta do aquel Gobierno lu^o el resultado
consiguiente de arrulnariiie; pero ui eu concepto de cointe­
resado ni cn otro alguno, hay uu esj);ifiol <|ue perdiera uu
solo maravedi; la «ísa do D. I^cIíjh^ i>taz, do Santander,
pagd por m i cuenla todo lo quo por cualesquiera c-inceplo se acr»'díialia eu España conira mi casa. Yo perdí
m i (audal graelas al Ministerio, y cl nrt’<>oio oonduy<f- Esta
es U verdad, seguro estoy quciiadie la eonlradiga.
?'n mi jusliri(*acii^a solo diré á loi que b o j parecen ene­
migos míos, para adular ú sus patronos y que acaso pronto
serán serviles «iduladores <)e oíros objetos, que les autorizo
á que publiquen loque qui‘‘ran de mí vida ¡»úbllca o pri­
vada; solo les pido que lo bagan du nna manera dura, pre­
cisa. íertninariie y sio reticencias si quiei^en ([n e les contes*
te. De cuentos, elnsmcs y falseé arles no quit,To ocuparmc;
publiquen cuantas les dé la gann.
Mi conciencia cstA muy tranquila; en uvkís los actos de
m¡ ví<ju he «ibrailo con rectitud y como cumplido caballero,
y tengo el oi'gullo<|ue muchos de los qur; me aLacan no
tcndrj'm, de poder decir que tii mi «spaiU ni mí pluma cn lo
poco que valgan, no se han vendido nunca, ni lian hccho
traición h ningún Principe ni i ningún partido; ;y cuánto»
hay que no podrán decir otro tantol
Mucha importancia deben darme itiís enemigos, haeici>*
do lautas esfuerzos para desprestigiarme, usando armas de
tan mala ley; desgraciadamente este sistema no es nuevo;
«n cl frenesí de las pasiones es muy común entre nosotros,
o i r apellidar á I q s m á s dignas per&onas con los gro^eic« epí-
lítos de ladrón, aw^sjno y oíros por el estilo; pero el difa­
marme á {Ui es atacar hoy al PríCH^ne, y me complacc vor
loescaví q n e estará de inuiücioncs su enenjigo, cuando
cchn mano de tan me£<|ujtK>s rccarsos; Unlo vale como recoiKicorque a l Priacipc J). Joan de Borbun no h ay por
doiidea{jic;irlc, y ello es la verdad.
I,a coiKÍuclf» del Príocípe
dipfna en u n lodo; píico im­
portan la^ vociferación «a contra cl secretórío. D.ínicsc como
quiera, y venga de donde venga. El hecho iiuportanle es
que el únicu acto por ol que algunos ataran al Principe es
por habür oscojido mal eu sefir^itario; yo mísuno soy el pri­
mero on re conocer que al hoiintrmo S. A. con su conljan*
2a pu(h> haher escogido ¡jcrsona de mayores lucc», pero no
m ás leal y electa, ni que más sincerameoti^, marche en la
senda política dt? Ü , A, que tiene par Irnia l^bsaxAU.
Agradíícleiido á Vd. ladererencia conque me honra, me
repito con la m s)or consideración de Vd. su alecií^imo
S. S. 0. S. M. Jj.—E isridcb
de
I.azld.
Mi buen aougn I). K. ií. dcl Rio oo creyó ¡bástanle mi
contestado D á la Biografía publicada poi E l IH c rio E sp a ñ o l,
y eécrihió «n castellano y publicó en Lóndres en 18fi5 con
el título de »Biogba>ía-dec- (íinrRAi. La^mi» u m cabal y
cumplida caniostacion á las c«l)ardcs calumnias dcí llhelo
que K l Diario E s p a ñ o l se vió obligado á p u h lírjr.
El periódico
Kspüfw de 28 de J udío de Í8C5, en
i»na corres|W míen cía de lan d res de lecha á2 deeia:
«En esto.s días h a circulado on Londres una comuninacion dfrigidfi por el Prím ipc D. Juan de Borbon al señor
marques do Mirallores, en lo que menciona haber tioehe su
sumisión ú la Kelna Isabel II d c ^ e ^ de Julio del aOo
pasado, y rotuta las razones que da el seáor marqués de no
haberla aceptado.
»Tamhien h a circulado la biografía de su antiguo secre­
tario el Sr. Lazeu, escrita jior cl Sr. Martii>ez <lel Uio. Dicen
aqui que no ha entrado es(e lihro en E«qana, sin embargo
de qac el escrito nada contuviera que pudiera h erir ni las
susc4)plihilidadeí^ de nailcc ru Espai^a y mucho ménos de la
%hh
A P E W P IC E N IIM . 11.
autoridad. Nosotros to hemos b id o , y no eucontracDos eo él
nadiidc (‘j'imína]: esU escrito en buenas formas. I<a obra
tícnc aiiem is uu grsit interés histórico eo lo que resp>ccta
a l ultimo pencxli) del partido carlista."
L(U iSocedades al dia si guíente reprodujeron estos pár*
r a f o s del correspoosal do La Espaìia peí o l u Bic^grafia d o
fuó reproducida p^»r ningún perii^clico.
Los períódleos dcl iìohìcmo guardaron siloiicío sobre la
biografía j únicamente La Oorre^pomUneia decia en 30 de
A^sto;
oUno do nuostix>s colegas dice lo siguiente: uEii Londres
se ba impreso con sumo esinero una biografía, que os uti
iosuito á l a respetable d ase de gcnenilea españoles, á la
que supone cl bÍ<^grafo pertenece el A ercvqucla motiva.
E^eber es del Gobierno de S. M, impedir, por medio de sus
ugeotrisenel eitranjcro, y particularmente eo Lóndres y
París, que circulen escritos como el qucae loHica, sin qua
se publiquen en la prensa de ambos países eipUeadonc^
que aclaren y revelen la verdad.
A mi regreso á Madrid en 1864, el periadico La y^rdad
^ I s o publicar mi biografía, pero el fiscal de Im prenta ot^
jecionó que el peii6dÍco no podia publicarla &ia m i autorí>
zacioQ, requisito que no se eiigjó al l>iizrÍL» Español y al jiiln
núm ero de j>erl(^cns que en Mudi Id y eu las proTÍneÍas
publicaron en 1 ^ 0 la biografia dol baodido lUa¿ Tellez ó
Lazeu. Tan luego como tuve conocimiento de la bondad
del seüor riscal no permitiendo que se publicara mi biogptñ a siti m i auturlzacioo, me apresuré ¿ cacrlblr á j.a Vtrúad'ciSr. D. José de ATlIa.—Muyse&or mio: on contestación
á su bondadoso ofredmienio de publicar m i biografía y de
la oece^dad de m i autorización, v«ngo à darle las más
expresivas gracias y la Hotorisaclon que neecsita Vd. para
publicarla. Deseo, sin em bargo, que conste quo no acepto
la responsabilidad politica de toda¿ la apreciaciones que se
hacen en ella.
APENDICE SIIMS. II, III Y IV
S6T
»Queda do Vd. COQ la mayor gratitud su afectísimo
S. S. Q . S. M. B.—H. de Lazeu.—Madrid
de Agosto
Esta carta fue presentada ^ scoor H&cal do im prenta con
u n ejemplar de la obra de D. E. M. del Rio, y cn la misma
carta sé aátampd e ü forma de decreto la d o u »fluiente;
riLo bio^raña del Sr. Lazeu no puede publicarle s^gun
el dictamen de la fiscalía.
»Manden á recogerla ma&aoa miércoles; poique la ileoe
el fiscal en su ca&a y está enfermo.*)
XI X.
Hemos creído conveniente siiprlinlr este documento por
DO coQàìderarlo ncccsario.
X 'V ’.
CUESTION DEL PASAPORTE.
I^ o á re s
ü e J o n í o d e t^ 6 0 .
El Cuaibertand Siml.
Hj<t<?-l*arl£
Sr. Cónsul generai de España *
llered b id o ol átenlo recado por cl que V. S. me recla­
ma ol pasaporte.
Estafido este d o cu m o D to Icjíalmentc e a m i poder y sien­
d o m i títu lo d e e s p a ñ o l el que m e a u to riz a á v ia ja r y i*ecla-
n
APÉWDICE Nt’M IV.
m aro l
V. S.
a jjo y o d e W
r c p n í s é 'n t a n t e s d e
m¡
p a ís , c w o
que
t u o t r a a u t o r í d A d , í i o n o c l d o r c c i i o <le p r Í T a r in f t d e é l ,
p u e sto q u e e q u iv a le
d tó n t o e o m o p r iv a r m e d e m i c a lid a d
d ft t '& p a ñ o l, y D 5 C0ITO2C0 q u i é n , s i o ra7,<»ü f u u d a d a e n
la
l e v , t K i i ^ a u t o r i d a d (>jira e l l o .
K l (n ib lu r iio
in c d e h u
su
p r a tM ^ ío n
co m o esp añ ol ;
c o m o c o n t r i b u y e n t e , y n o o r c o q u e ftl sfip S e e r e t o r i o d e l S & r e o i^ m o S r . D . J u a o d e B o r b o o , soa lu r a t ó n q u e
c id id o á V , S . á p e d ir m e e l p a s a p o r to . S .
h aya de­
m i S eü or, n n
(« m s}> ira o Í h a c o n s p i r a d o ; r e s p e t a c o m o y o m i s m o l a s a n *
l o r i d a d e * c o n s t i l u i d ü s y l a s i i i s t i L u c ió n o s , y s i h o y e5tá< l»'C Í“
d id o 7 r e iu c llo ¿ s i « le n c r c o n fir m e z a s o s d e r o c h o s a l
no,
lo c ls b l a s
Tro­
g e s ü o u e s q u e b a e e , e s lá n e n e l c ír c u lo le g a l,
y u o p u e d o s e r c t> ü s ic !e r a d o y o e n u u a p o s i c i o n e x c e p c i o n a l
p o r a s is tir le ¿ e llo .
M í l * r í o c ¡ p e ........ « sL á p r iv a d lo d e
s u s d e r e c h o '' p o r n n a s
C d r i e s m c ^ ím p c le n t e ? ; p e r o a q u e l l a s C d r i e » n o U e v a r a o s u
i n t o l e r a n e i f t h a s l a p e r s e g u i r á l a s p e r s o i> a s q u o t u v i e r a n l a
h o n r a d e s e r > ir á la n d ig u o P r iu e íp e ,
n o h a y n in g u n a le y
q a e s ie iile t a l p r in c ip íu . y p o r c o n s ig u ie n te , r o ic n tr a s b s
q u e g e s tio n e m o s e n fa v o r d e m i S e fio r e s te m o s d e n t r o d e l a
le y , e r e o te n g o el d e r e c h o
d e s e r c o n s id e r a d o y
a ¡> o y fid o
c o m o e s p a ü o l.
S ie n to , p u e s , d e c ir á V , S . . q u e n o s o lo n o d e b o
e iitr c -
g a i ’ m í p a & a p o r U ', hÍih> q u e m i; o i m i d c r o c o n e l d t^ re c h o d e
T Í a ja r c r > n é l , y
á V, S.
c o n la
c o r r e s jK in d le n te p r o te s ta , s ie m p r e q u o V . S . tc n ^ a
q n e s ó lo p o d r é d e r o lv c r lo
la h o it*
d a d <íe p e d í r m o l o p o r e s c r i l o y
se
f u o d a p a r a i c t lr ^ r n ^ e lo ,
ó si
m a n ife s tá n d o m e e n q u é le y
e s p o r u n a c to d e a r b itr a -
p it ^ la d , c o n v i e n e s a b e r d e d o n d e p a r l e .
E s p e r a n d o V . S . se s ir v a r a a n itó s ta r m e lo q u 9 te n g a p o r
c o n v e n ie n te ,
te n g o
la
h o n r a d e o fr e c e r m e
con
la
m ayor
c o n iu d e r a c ju n i ! e V . S . a te o t o y s e g u r o s e r v id o r
Q . S .M . B .
llefirique d$ Laieu,
El pasaporte ijueel Cóns^ul rcclairialw dado por 61 mis­
mo. üccu;
(iCoocedo líbre ; seguro pasaporte
i
D. Henrlque de La-
2£u. natural de Pamplona, casado y del comercio, f^u^ pasa
Bélgica á asuntos propios. Queda abonado p<»r oim del
Sr, Cfíii^ul geiu^ral de S. M. eu Lisboa, üúiti. iCfi3, ilc 2H
de 0< tul>reda 18S9.'j
i
Al lomar este pasaporte, qnc lloraba cl nóm. 585 y pop
el qiid pagué los correspoiidieules derechos, oumpUa con
el deber de su renovadon.
No tanló el S i. Cdiisul eu cou(H»tarme lo siguieule:
C O N SU LA D O
(ÍE N S B :V L
EN
D K
E SP A Ñ A
L 0 N & B .B 8 .
19 do Junio do 1800.
5*r. X). Wi*f?rigwf d e
l/ize u .
Muy se&or mió; Habiéndosele espedido ¿ Vd. por equi­
vocación eu este consulado general u n pasaporte para la
Bcigica con fctiba 6 del corriente, ruego á Vd. se dr^'a deyolTcrraclo á so primera comodíciad.
Es de Vd. atonto soguro serTÍdor
ü . S. M. n.
Sr.
(ia va rro n .
»0
APENDICE HUM, V .
V
.
LEQA.CION DE ESPAÑA BN TUEIN.
A l E x c ro o . S r . M in istro d o R c la c io n o e E x te r io r e s d e
S . K , e l R ey d e C e rd e n s .
7>írm V de Oduirt de lfi60.
E x c m o . S r.! E l G o b ie rn o d o S . M . l a R e in a d e E s p ^ a
m e m a n d a p ro U ^ ta r c o n tr a U e n tr a d a d c t e jé r c ito sai^do e n
e l r e i n o d e l a s D o s S ic ílía s y c o n tr a l a p ro y e c ta d a a n e x ió n
d e lu s E s ta d o s d e S . M . F ra n e is e o I I é la M o n a rq u ía d e S u
M ajestad d i R e y d e G e rd e ñ a .
M ie n tra s lo s d o lo ro so » s u c e s o s d e q u e la I ta lia Tnorídio>
n a l T ie n e s ie n d o te a tro b a n p o d id o a p a r e c e r c u a l l a o b r a e x ­
c lu s iv a d e la r e v o l u d o n , l a EspaCia, d a n d o c o m p le to crédi*
l e ¿ la á re ite r a d a s p r o te s ta s d e l G a b in e te s a r d o s o b r e su
n in g u n a p a rtic ip a c ió n e n a c to s c o n tr a iío s i u»do d e re c h o
in te rn a c io n a l; h a d e b id o lim ita rs e á c o n d e n a r , e n u u io n d e
to d a s l a s p o te n c ia s e u ro p e a s , a q u e llo s a le n ta d o « , ñ pc<lir a l
G o b ie rn o d e B, K . e l R ey d e C e n le n a p u s ie s e re m e d io á u n
e s ta d o d e c o sa s q u e ó l m ism o r e p r o b a b a , y á s e ú a la rle la s
fu n e s ta s c o n s e c u e n c ia s q u e n o p o d ía n lo e n o s d e a c a r r e s r
h e c h o s d e e s t i ím io le á l a c a u s a d e la Ita lia y á la p a z d e la
E u r o p a , tio o e s ta c o n d u c ta m e s u ra d a , e l G o b ie rn o e s p a ñ o l
d a b a iin a n u e v a p r u e b a d e s u s tív o 9 d e s e o s p o r c o n ^ r r a r
la s c o rd ia le s re la c io n e s q u e m a n tie n e c o n e l d e S . M . e l R e y
d e C e rtie ñ a , y te n d ía ¿ ro rlilic a r l a a c c ió n m o d e ra ilo n i d e
lo s M in istro s d e S . M. S a rd a a n te e l d e s b o rd a m ie n to rcT olu c io n a rio .
P e r o d e s p u e s ele lo s n e c h o s o tic ía le s y p ú b lic o s q u e c o n
d o lo n is a s o r p r e s a c o n te m p la l a E u r o p a , e l sílen elo p o r p a r ­
te d e la E s p a ñ a c q u ÍT a id ría á u n a a b d ic a c ió n ; a b d ic a c ió n
d e l d e b e r e n q u o e s tá d e d e r c u d e r lo s f u e r o s le g itia V H d e u n a
d ia a s ^ u é n la z a d s á U d e S , I f . la R e ÍD a E > o n a Is a b e l I I p o r lo ?
m á s sa g ra d o s v in c u lo » , y d e m a u la o»* á la v e ¿ lo s d e re c h o s
«jue l o s Ira la d o s d e 1 7 5 9 , re c o n o c id o s p o r la C erd eB a y la
E u i'o p a to d a , g a ra o tid c « y ra iltrc a ilo s p o r f t s ti p u la c í o D a s
p o stev io reg . o o n f ie r o D á S , M . c s td líc a re s p e c io d « l r e i o o ríe
l a s D os S icilías. E s to s tra ta ilo á , q u e o o n s t i l u y o n e l dm^^cbo
p ú b L c o , s o b re c u y a o b s e r r a n c J a d e s c a n s a n la p a z y e l cqfiíH brio o u ro p e o , d o p u e d e n aei' ra s g a d o s p o p e l s u f t a ^ o iin¡*
v e r s a l, p ra riíc a c io e o la s ítu a e io n y n i la fo rm a q u e v a i
s e r lo e n c l Meilío<)ia d e Ita lia . L i E u ro p a n o a d m itir á n u n ­
c a e n s u s rc la e ío n c s re c íp ro c a s u n e r ite r ía p o lilíc o q u e
c d ia r ja p o r t i e r r a to d o d e re c h o l€ ^ ltim o y lo d o p a c to in te r ­
n a c io n a l.
P a r a c o n d e n a r l a sé rio d e a c lo s q u e h a n tr a íd o a l reiiu>
d e l a s D o s S ic ília s á la s itu a c ió n e n q u e h o y s e e n c u e n tra ,
e l q u e su s c rib o n<> o c c e sita a p e la r d laü m á s s e n c illa s nocio*
n c d <le d e r e c h o , á l a o p in io n d e l a E u r o p a , á io s p rin c ip io s
d e la m á s e le v a d a m o r a lid a d ; b ú s la le c o n re p r o d u c ir e l j u i ­
c i o se v e ro p e r o j u sto q u e d e la s in v a s io n e s a rm a d a s c u n lr a
S ic ilia y J í á p o lc s h a b e c b o e l G o b ie rn o s a r d o , y r e c o r d a r la
T c p ro b acio n e sp U e ító y so le m n e q u e d o c u m e n to s o ñ e la lc s
h a n in llig id o e n n o m b r e d e S . M. e lR f ^ ' V íc to r M a n u e l, so­
b r e lo» q u e v io la b a n e l te r r ito r io d© u n a p o te n c ia a m ig a ,
lle v a n d o *U g u e r r a á i m a n a d o n q u e e s ta b a e n p lc tia p a z
c o n la C c rd e ñ a .
E n v a n o s e p rí-te n d la ju s tlfic e r e s ta In te rv e n c ió n h o s til
a l R ey d e U s D o s S lcJlias c o n e l d ese o d e p o n e r té r m in o á
u n a a n a r q u ía n a c id a d o v o h m la ria s a g re s io n e s y p o r c i pro*
p ó sito d e im p e d ir q u o l a r c v g lu c ío n d e m a g ó g ic a se e n s e ­
ñ o re e d e la I ta lia m e r id io n a l, l.o s e s p i r it e s re e fo s y lo s Go­
b ie rn o s sin c e ia L n e iite c o n s e r v a d o re s , so*>tendrán c o n fu n d a m e n l o q o e l a v ic ia c ió n d e lo d o s lo s p rin c ip io s i n t í m a c io n a ie a y e l o s tra e is ra o d e d in a s tía s le g itim a s , n o p a c d e s e r
ja m á s u n m ed io eQ caz p a r a (lo m b a lir e l d e se n v o lv im ie n to
d e lo s e le in e n lo s i*evoluc40Darios e n lla lla y e n E u r o p a .
E l G o b e m o d e S , M . l a R e in a d e E s p a ñ a , q u e n o h a
p e rd o n a d o escu erzo a lg u n o e n l a ó r b ita d e e u lu ñ u e n d a p a ­
r a c o n s e g u ir u n a c s tre c lía ellajiza e n tr e lo s tío* p rin d p a le a .
E s t a b lo s ( )e l a P o n i n s i i l a i U U c a y q u » h a s e c u n d a d o s i e m p r e
loda
I c n iic o c ia
P r in c ip e s
eoo
e n c a u iim d a á
lu a
o i h z a r lo s Ì D te r ^ s e s d c lo s
s t is p u e b lo s , c o n le m p la e o a p ju tu r ìd o
d o l o r l a s è r i e d e u c o n t o c i m i e n l o s q u e , a ir a u c a u r t c » d u i a t a 4 ) u e c o n t r a l o s b g í t í m o s d ere ^ cb o s d e l ¡a i^ c e u tt; d u q u e R o *
l* e r to l, y
u g u lc n d o p o r l a íu v u s lo n d o lo s E s ta d o s d é l a
S a n t a S e d r , t e r m i n a c o a l a c o n q u i s t a d c l r e m o d é l a s Dc>s
S i c i l i a s y l a u n o x i u c d u l a { t a l la i n o r j d i o n a l é l a s p o s e s i o n e '
b c r c d l l a r i a s d o S . .M, e l K c y d o C o r d o n a . E a s u v i v o d e s e o
d fi v e r c o n s o l i d a d a l a p a z d c l c o o t m e Q t e , a l e j a d a t o d a ca u *
s a 4 c c o o t l i o l o s lU t u r o s y c c r r a d a e n I l a l i a l a e r a dp. la s c o d v u l s i o a e s q u e t a n p v o f u n d a m e n t e i a b a o p e r iu r b a < Í o , e l G o ­
b i e r n o d e S . >T. l a R e i n a d e E s f> a ù a , a l i n í s t i i o t i e m p o q u e
m a a tie u c
d e s tr u ir
que
la
in c ó lu m e s d e r e c h o s
la v ío le a c ia n í la
le g ítiu io s
ju e r g a ,
C c r d e ü s s e d e lñ n ilr á e n
que
n o p u ^ il^ a
q u ie r e e s p e r a r u x la v ía
u n u p e n d ie n te lu n o s ta , y
< juK a p la z ó ) D d o s o lu c ii m u s q u o n u n c a p o d r á n s e r d e J l n i ü v a s ,
d e ja r á á l a E u r o p a lu a lt a m U lo n d e p o n e r té r n iíiií) , r m is u lta n d o la s v e r d a d e r a s a s p ir a c io n e s d e lu s p u e b lo s ila lía n o s y
te n ip m io e n c u e n t a
d e i 'e c h o s d i g u o s d e r e s p e t o , á l a s lu »
c h a » <!e U I t a l i a y á I s p r o f u n d a i n q u i e t u d
d e la s n a d o u p s
eu ro p eas.
A | ) r í» v c íh o e s ta
r e ite r a r á V . S ,
o c a s io n , n u n q u e p a r a
l o s H c n t lin ie n t o s
! F ír m a < lo )
m í ppnoaa, do
d e m i a ltíi c o n s id e r e d o n .
Dkgo Cocth de Porlu^al.
'k
IP Z K D L C B R C M , V f,
RAPPO RT
M K D IC A L
203
S U C C IN C T
8 J R I .* MALAHIB E T «U R I,A MOR'l* b t S M UKCES E S rA G 'iO W .
L e a P r in c e s e s p a g n o ls D . C a r lo s L o u is d e B o r b o n t t d e
B r a j i a o z a , c o m t c d n M o n t e i u o l i a , M û 'l a m « l a P r i n c e s s e M a ­
p le C a r o l i n e d o B o u r b o n e t d e B r a g a n z » , q u i t t a i e n t T r i e s t e
l e m a t i n d u j o u r 2 7 D e c c n a b r e d iÆ u ie r , p a r t a n t p u r l e c h o m l n d £ f e r r e r s B r u n n à é c i S t y r i c ) o i i go t r o u T O l e p a l a i s d e
l e u r a iiifu s te p a r e n te M a ia r a e l a U u c L e s a « d e B c r r y .
L '6 la t d e s a n t« d e s P f in c c a é t a it e n a p p a r e n c e s a t is fa i­
s a n t , ^ u o lq n c
iiu e lq u e a j o u r s a r a n t le u r d e p a r t i l s a v a ie n t
€0 u u c o r y z a a v e c c a t a ir e , q u i a v a it d is p a r u c b e z M o n a ie u i
o t M adam e
d e A f o n t c n k o li o , s u o b f a i r e d e s r e m è d e s e t q u i
c o n t i u u a i t cîioî^ l o P r i n c e
F e r d in a n d , le q u e l n y
d o n n a it
a u c u a e im p o r ta n c e .
A r r iv é s ^ B ru D ^ éc p a r n n e jo u r n é e
de
g r a n d fr o id se c
( \ 7 d e g r é s R e a u m u r a n d e s s o u s d e z ô r o ) I ls n ’a y i u e n t e u à ae
p l a i n d r e p o o d a n t l a r o u t e , q u e d e l a r i g o e a r d e l a s a is o n .
L e le n d e m a in 2 8 , le s
C o m te s d e M o n te m o lln s o t r o n -
T a i e n t b i e ü , m a i s 1 p P r l o e c F e r d i n a n d s e n t a i t p lu f l C b r to D j c n l l e s e f f e t s d e B on r h u m e , q u i u o r c o i p < < h è r e n t p a s
« p e n d a n t d e r e a to r d o b o u t , j u s q u ’i
m ôdoeJn d u c h â te a u , D r.
p o u r \ is lte r
le
s i x h e u r e s d a s o ir . L e
P it n e r , a y a u t é t é a p p e lé a lo r s ,
m a la d e , i l r o s u l t e d e s a
r e la tio n
é c r ite e u
d a t a d u 1 0 c o u r a n t , q u 'i l t r o u v a V ln f a n t e n c o m p a g n ie d e
* o n £ rè re e t d e s a b e l l e s œ u r , q u i
s e p la i g n a i t d e d o u lo u r
g r a v a t i v e à lo .t ^ t e , q n i l e to u r m e n ta it d e p n is p lu s ie u r s
j o u r s , a c c o m p a g n é d o q u e l t j u e a r e r l i g e s ; i l S i 'n t a i t a u e fii d o
l a r d e u r à l a g o r g o , d e l 'o p p r e s s i o n à l a p o i t r l o o . u n e d u u -
] e iir à l a o u q u Q q u i p a r r n ís s a lt r h u m a t is m a l, ! a p o ñ u fr o id e
e t d e« f n & s o n s fé b r ile s , l a n n i 6 in q u iè t e e t s s d s s o m n e il.
D a n s l a m a t in é e d u 2 9 (to u jo u r » d ’a p r è s l e r a p p o r t d u
D r . P ita e r )
1» f i è v r e
ô t a i t v io le n t e » l 'o p p r c s a l o u d a n s l a r e s ­
p ir a t io n . l a t o u x e t T a r d e u r à l a g o r g ;c p e r s is t e n t e s , l a la s «
ç u e e n d u ite
d 'u n o m u c o s i t é t e o a c c , I 0 v e n t r e u u p e u t i m -
jia o itic ju o . a v e c q u e lq u e s t a c h e s s u r l e fr o n t e t l e c o u , p a ­
r d illo s
h la
m o rcn ro
« o u s l a p r e s s io n
des p u ces, q u i n e
d u d o ig t. A p r è s
d is p a r a ls s a le u t p a s
i
q u o lo D r , P itn e r a v a it
o b s e r v ó c e s s jr o p t o m e s e t q u e lq u e s a u t r e s q a 'o n p a s s e s o n s
s ile n c e p a r
b r i e v e t ó , 11 a j o u t e : « A v e c d o s p a r e i l s p h é n o ­
m è n e s, j e n e p o u v a is p lu s d o u te r d e la p r e s e n c e d ’ u n e p u r­
p u r e a ty p h o s a s u r l e d a n g e r d e la q u e lle j e p r e v iu s d e
s u ite
T a n g u s t e f r è r e , e n l 'a v e r t i s s a n t , e n m ô m e t e m p s d o r is q u e
d e l a C o n t a r o n .*
M a lf fr e to u te s le s r c s s o n r c o s d e l ’a r t , T é t a t d o
P r in c e
e o n t i n a a à s ’ a g g r a v e r e t à s e c o m p l i q u e r d 'u n e t o r p e u r c é ­
r é b r a le , d e s o m o o lc n c e e C d ’ u n e d if f ic u lt ô d e p a r le r .
L e p r e m ie r J a n v ie r à s i x I ie u r e s d u m a t in , le D r - P it n e t
tr o u v a l e m a la d e d a n s u n e s u e u r a h o n d a n te e t a v e c T e x a n *
th è m e q u i
s 'é t a l t p r e s e n t é
a u p a ra v a n t s u r lo
fr o n t e t le
c o u , r é p a n d u s o r t o u t l e c o r p s , e t a o u s la p r e s s io n d e à d ’ a u ­
tre s s jm p tô m e s ,
q u i a lla ie n t t o u jo u r s e n s ’a g g r a v a n t , s o r -
t o u t c e u x d e l ’e n c é p h a l e , l o
sa n s a je n íe
h s ix
P r in c e ce ssa d e v iv r e p re s q u e
h e u r e s d u s o ir d e la m ê m e jo u r o t e .
M o n s e ig n e u r e t H á d a m e d e M o n te m o h n r e to u r n è r e n t
T r ie s te le 5 a u
j
'
h
s o ir , tr è s é fr a y é s e t u n p e u m a la d e s , s o it
p a r l a d o u le u r , t o i t p a r l e t e r r i b le e t r a p id e m a lh e u r a r r i v é
<
» r i n f a o t , p rô e d u q u e l i l s é ta le n t r e s té s p e n d a n t le te m p s
^
d e l à m a la d ie . L e le n d e m a in q u o iq u e l e v é s i l s ñ r e n t a p p e ­
le r l e m ô d é c lL d e l a f a m il le , q u i t r o u v a U r . l e C o m te a v e c
l e p o u ls u n
p e u n e rv e n x e t la la n g u e m u q u e se à sa b a se,
r / é t a t d e l a P r in c e s s e , n e p r é s e n ta it r ie o
d ’a u t r e q u e le s
t r a c e s d e s é m o tio n s s o u f& r t e s . M o n s e ig n e u r to m b a m a la d e
a v e c l a fiè v r e
a sse z fo r te , q u i
d a n s l 'a p r è s - m i d i , e t
l ’o b li g e a a u l i t , l e lu n d i 7
M a d a m e l a G o m b esse s’a l i t à , a u s s i
a v e c la fiè v r e , lo le n d e m a in , jo u m é o d a n s la q u e lle , a p r è e
d in e r , s e m a n ife s ta
c h e z l e P r in c e u n e é r u p tio n s e m b la b le
h r e ile
d o n t p a r ie le D r . P ìt o e r c h e a l e fr è r e . D « o s h
n a a tì-
D ée d u 9 à Croi« h o u r o s d u r a a t ì o , c o m p a r a i s s a i t à i a P r ì c t c c s s e le « m ft m o s
j^ T r a p tA m e s . q u i a v R l c n t 6 c é p r é c é d é s , c h e z
to u â le s d e u x ;
C o a ite ,
arec
d 'a t t e
t o u s d C ch e p la s p o r tio a c c
ch ez
le
c u i s s o n a u ^ l e r . L a fîÔ T ? e e t l 'c T a n t h è m e
e u r e n t c h e z J câ d e u x
c h c ^ lc P r ia c o
m a la d e s u n
ju s q u e
co u r» r é g u lie r o t b c n io ;
d a n s la r a a tin é e d u s e p tiè m e jo u r .
A lo r s la s u e u r a y a n t t o u t ^ c o u p c c s s c c s a n s c a u â e m a n if o ^ o e t l ' e f i j p l i o u é t a n t d e v e n u e p l u s p & le , l a t ^ t c e t l a p o i­
t r in e c o m m e n c è r e n t
i
s ’a g g r a v e r , e t l e s c h o s e s m a r c h è r e n t
a r e c n n e t e lle r a p id it é , q u e t o n s le s s y m p t ô m e s d ’o n t y p h u s
t r i s a ig :u si^ d é v e l o p p è r e n t t o u t à c o u p e u p a r a l y s a n t s u b i ­
t e m e n i le s fo r c c s d e i a n a t u r o , a u p o in t d e r e n d r e I n o tile â
l e s r e s s o u r c e « th e r a p e u t lc ^ u e a e t d o t r a n c h e r l a v i e d u P r i n ­
c e . ù c in q h e u r e s e t d e m ie d u s o ir d u 1 3 .
C h e z l a P r in c e s s e » q u i é t a i t d a n s l e
m a la d ie , a p r è s la s c à n e h o r r ib le d e
s lz lé m e jo u r d e là
l ’a g o n lc
et l a
m o rt
de
s o n é p o u x b i e n a i 016, q n ' e l l e n ' a v a i t p a s v o n l a q u i t t e r d a n s
Ht T O ls ln .
s c m a n ife s te r o n t t r o is h e u r e s p lu s t a r d p r é c i-
p ita m e n t l e s
m ô m e s s y m p tA m e s t y p h o id é s , e n c é p h a liq u e s
lo
e t to r a c lq u e s a v e c
p c p e r c u s s lo n
I n s t a n t a n é e d e l ’é r u p t io n
q u i m i r e c t f l u à s o n e x i s t e n c e d ’u n e m a n iè r o l a p l u s r a p id e
v e r s m in u it.
l) u m o m en t q u e le s sy m p tô m e s d e la
c o i u t n e n c é à s 'a g ^ r a T e r c h e z l e P r i n c e ,
s u lta tio n
m & la d lc a v a i e n t
o n a p p e la e n c o n ­
m e s s ie u r s l e s d o c te u r s L o r e n i u t t i,
C a p p e ile ltl,
O o r a c u c h i , F e r r a r i e t <îo ^ u ) i o , l e q u o l s f u r e n t u n a u i m e e
s u r lo f a t a l p r o j ^ s t i c d 'u o e s i t e r r ib le m a la d ie .
L e c o u r s q u ’a v a i t s u i v i l a m a la d ie a in s i ^ u e l e s p h é n o ­
m è n e s p r e s q u e id e n t iq u e s q u e lle a v a it p r é s e n te s ch e ^ to u «
le s tr o ia P r iu c e s , in d iq u a ie n t d W e m a n iè r o b ie n é v id e n t e
l a p r e s e n c e d ’u u e a f e c t lo n t y p h o id e c o ü t û g ie n s e , tr a n e m U c
p a r le p r e m ie r d é f a u t a u f r è r e c t ù l a b o llo s œ u r q u i l'a v a le n t
a s s is té à B ru n s é e .
A in s i f n u l
d o u t e p o u r l e s n i é d é e i n s s o u a s ig T î ô s q u e l a
m a la d ie à é t é u n e
rougeola anomale lypUoide
(r u b e o la m a ­
l i g n e d e c e r t a in s a u t e u r s ) d 'u n c a r a c t è r e l e p l u s p e r n i c i e u ï ,
la q u e lle p e u t ê tr e a v a it d é g é n é r é
h n n te l
d e g r é p o u r a v o ir
M
A P E .N W C E N U M
VIT.
tP o o T é t h e z le s a u g u s t e s lû û U iie ? u n e ç r o n ile p r é d is p o s it io n
O JigO D d rô c p o r
lo.s p r o f o u d e s
s o û f f r a n c o s c n o r a lc fl a u x q u e l s
i b é tA ic n C c n b o t s u r t o u t d e p u i s q u o i q u e t e m p i .
L a n a t u r e c e n U i g i o u s e e t p e r n i c i e u s e de» l a c i û l a d l c ) u n e
fü la é t a b l i e e t c o n s t A t c c , i l ^ t a i t d u d e v o i r d e s m M é c m s d e
fa ir e t r a u s p o r t e r l e p lu 0 p r o m p t e œ e u t p o s s ib le
\aa c a d a v r e »
d a n a u n e n d r o it ia o lé , e t d e p r a t iq u e r l a d e s in fe c tio B d a to n s
le s a p a rte m e n ts o ccu p é « p a r la fa m ille r o y a le e t a a s u lle .
C e t t e m e s u r e s e t r o u v a i t d ’ a u t a n t p l u s j u s t i f i é e q u e le «
c a d a v r e s , p e u d ’h e u r e s a p r è s l a m o r t e t m a lg r é u n fr o id d e
p l u s r i g i d e s , p r e s c n t n i c D t d é j à Ifts t r a c e s d * u n e d e c o m p o s i ­
tio n a v a u c é e .
T r ie s te le 1 9 J a ü v ie r 18 6 1.
Siÿ«« :
l>r. J C a n to n a , m é ü ú e iu o td iita ic c d e l a f a m ille r o y a le .
D r.
D r.
I>r
D r,
A,
G.
A.
J.
L o r^ z fltü .
C a p p e ilc lU .
d « GvrQCiiCbt.
F r tc a fi.
l> r. A . à e M o û llti.
V II.
A ltT lC U L O D E
EL CZAifOfi Pl'H¿!C0,29
DSEKRBO
ui 1061.
C a r ta s d e T r ie s te
fe r m e d a d y m u e rt«
ir a e a e x te n so s
d el Conde
(>08â . D e u llo » r e ^ u U a , s e g u o
p o rm e n o re s d e la en ­
d e M o a t f^ m o lin y d e s u c s -
b a b ia r n o s p m s u (u id a , q u e h a
s i d o t u r p e m e n l e a b r t u n lu l a s u j K j s I c io n d e q u e I m b ia o m u e r ­
t o v íc L Í íu a 5 H e u n e J iv c n c n a iiit ó iJ t o .
D iu a iiic su c iitc r m o d a d o s lu v íe r o n ro d e a d o » ü e su fa m i­
lia ,
fu e ro n
a s is tid a s p o r
lo s
m é d ic o s m á s a U iu a d o s d o
T r i c s t 0 y v i s i t a d o s c o n s ta iit e ir if^ u t c p o r t o d a s l a s a u t o r i d a d e s
e iT ílc s ,
e c le s iá s tic a s y
iD ilíia r e s .
s u m a d r e po1iti« t;i, n o bq s e p a r ó u n
I .a
C o jid e s a d e U o lio a ,
s o lo m o m e n t o d e e llo s
h a s t a q u e e x h a la r o n «1 ü U im o s u s p ir o ;
h u b ie r a e x i s t i d o e l e n v e a e i i a m i e i i t o
b e r a s c im p w s io tia b le s s u p u s ie r o n
Sfi h a b r i a d * 4 c u b í e r l o
d e m a n ttra q u e s i
q u e Im a g iD a c io D e s li­
cn
e l p r i m e r in s ia u t« ;,
in ^ lib k m e n te ; p o rq u «
u se h o r r ib le
c r i n i e n j> r c s c n t a s i e m p r e c a r a e t ó r e s t a n t n a r c n d o .', v e s t i g i o s
t a n p a lp a b le s , q u e
nu
p uedeu
e s c a ju r s c á l a
o b !« rv a c Ío n
c i c o l i t i c a d e l o s m á s v u lg a r« ^ ? p r o le s * » r t's d o m e d i c i n a .
P o r o tra
p a jti^ ,
si
a lg u n a
duda
h u b ie r a
e x is tid o , la
m u e r le d e lo s O u m fe s , m u y le jo s d e im p e d ir Ik c ilita b a e l
fid ú r e c iu iie ijío d e b i v erd a d ;
y lo d a v e s q u y n o s e h a p r o -
< u iiiid o ú p r a c t i c a r l a a u t o p s i a , e b p iu t^ b u d e q u e ta lle e ié ^ ro u
d e m u o r t o n a l u « ! , r jü e l o s
a & is lie r o n e s t a b a n b i v n
p r o f e s o r e s d e m e d i c i n a qu*-, l o s
segu ro s d e
la
c a u s a q u e l a h u b ia
p t'O c J u d d o , y m u y á g e n o s d e s o s p e c h a r l a
e ii& tr n c ia d e u n
r r ic n c n im a g in a r io .
N os
h o n ra
c o m p la c e m o s e n
h a c í 'r
u sta
n ia o ifc s ta c io D
por
la b u m a o id a d .
rsj-C »m . V I I I .
SEH M O ,
Sft.
D . J tA N D E BORDON.
1.0 8 i n f r a s c r i t o s e s p a ü o l e s , t o d o s r e s i d e n t e s e n l a P e n í n ­
s u l a , p u e s t o » á l o s p ie $ d e V . A . c o n
y
la d e b id a v e n e r a c ió n
r e s p e t/ i, t i e n e u l a h o n r a d e e x p o n e i ;
Q u e s i la s v ic ls itu -
26$
APENDICE NUM. Vili,
d e s p o iitìc a s p u d ie r o o h a c e r u n d i a q u e T iic s tr o d ifu n to p a ­
d re fu e s e d e s te rra d o d e s u
púLrIa» n o p u e d e n l a J u s l i c i a , 7u
b u e n s e n t id o , liu c e r o s ¡le r s o iia lm e n ld r e s p o n s a b le d ^ lo s
iT Q V Íos p o l í t i c o s d e T u c s t r o s m a y o r e s - V u e s t r o t í o , e l s e ñ o r
d o n F e r n a n d o V U n o d í d m e n o s p i 'u e b a s q u e v u e s t r o P a d r e
d e a d h e s i ó n p e r s o n a l á s i s t e m a s q u e c o n c l u y e r o n p a r a s ie m ]>re¿ y s i n e m b a r g o ,
c i r c u n s t a n c i a s ¡> o liíÍ< ys h a n p u e s t o
s u h ija d o ñ a Isa b e l II e n la
k
ñ e c o s ! d a d d e p r R s la r s e ó r e p r e ­
s e n t a r e n e l tr o n o d e E s p a ñ a lo s p r in c ip io s lib e r a le s q u e la
N a c ió n p r o c la m ò
en
u so d e au p o d ero sa
o t r o s m is m o s d e s c e n d e m o s
a b u e lo s iju e p r o l i s a r o n
la s
ta r u b íe n
S o b e r a n ía . N o s ­
to d o s
de
p ad res
y
m is m a s c r e e n c ia s y d o c tr in a s
q u e l o s v u e s t r o s ; y m i e n t r a s v e r tí^ tn o s u n a l á g r i m a d s d o l o r
V r e s p e t o s< ib re s u s t u m b a s , j u r j n i o s c o n l u d e p e n d e n c i a p o r
s u a m o r y s u r e c u e r d o p e r e c e r e n d e f e n s a d*t l a p a t r i a y d e
la s id e a s lib r e s d e iiu e s t r a é p o c a .
N o s a b ie n d o d e q u é a c u s a r o s lo s r e a lis ta s d e
b e l d e B c ír b o u , c a s a d a t a m b ié n c o a u a B o r b o n ,
p orqu e
d oñ a Isa­
o s acu san
l l c r a í s e l m is m o a p e llid o . ) In s e n s a ta e o n tr a d ic io a !
V o s n o s o i s v u e s t r o a p e l l i d o , n i v u e s t r o a ¡ * e lh d o o s e s c l a y i 2a á u n s i s t e i ü a d e t e r m i n a d o d e i d e a s . í . e j o s d e
Q O B O tros d e e s a p r e o c u p a c i ó n v u l g a r , c r « r D o s
p a r tic ip a r
p o r el con ­
t r a r i o . q it o e s e e s e l m á á b r i l l a n t e t i m b r o d e T u c s t i a g l o r i a .
V o s s íiv e l p r im e r o d e lo s lio r b o o e s ,
<fue s o b r e p o n i é n d o s e
c o n h e r o is m o á e r r o r e s y á t r a d ic io n e s d e fa o tilia , l i a
n o c id o s in e c r a y
reco ­
e x p o n tá n c a m e n te h i S o b e r a n ía n a c io n a l
c o m o fu e n te d e to d o p o d u r y b a s e fu n d a m e íila l d e to d o (Ío h ie r n o .
ü s fe lic i ta m o s p o r e llo d e to d o c o r a jo n . V o s q u e c o n o ­
c e s e l c a r á c te r s o b e r b io y c a b a lle r o s o
c o m p r e n d e r e is q u e e a
d e l p u e b l o e & p a ñ o l,
n o s o tr o s n o c a b e la a d u la c ió n . L o s
q u e Q r m a m o s e s t a íe líc íta c io n n o v iv im o s d e e a ü p le c s n i d e
in t r ig a s p a la c ie g a s . V iv im o s ín d c p e t id ie n le m e n le d e u u e s>
i r o t i- a b a jo , d e n u e s t r o c o m e r c i o
6
d e n u e s tr a io d u s tr iQ , T o ­
d o s s o m o s c o n tr ib u y e n te s ; y la ú n ic a r « o m p e n $ a q u e e s p e ­
r a
de
T t is ,
es
la
lib e r ta d y l a p r o s p e r id a d d e
p a t r i a . T e n e d (o b i e n p r e s e n t e , P r i n c i p e ,
p orqu e
d ia lo s a c o n te d m ie n to s o s tr a je r a n á v e g ir lo s
n u e s tr a
s i a lg ú n
d e s tin o s d e
c s t i i NQcl<>n, p c t d iia «1 m u n d o o f i c i a l l i a c c r o s c r e e r l a m i n e n
q u e le o e l f t á v u c s i m
fa v o r
Itn
g w a r o s m iw r a b le m c n le ! V o6
v o lo s d e lo s p u e b lo s , y e n lo s ic n d r e is s in c c r o s s in d u ­
d a , s i v u e s tr a c o n d u c ta p ú b lic a ) p r iv o d a
w ro
i 's d i g n a d e l d e -
d e l p a ís , y c o r r e s p o n d e c o iu o e s p e r a m o s á la s p r o m e ­
s a s q u e DOS h a b é i s h c c b o a n l c l a R u r o p a e n t e r a .
M as e l m o tiv o q u e n o s m u e v e h o y
b u ta r o s u n b o n ie n a je d e r e s p e to , e s la
e s p e c ia lm e n te á tr i­
p r o c la m a c ió n d e
la
l í l ) c r i a d d e c u l t o » . L a l e y d e llb e r la < l d e c u l t o s e s u n m o n u ­
m e n t o ( le 1‘e s p e t o q u e l a r a z ó n e « g e
á l a le y n a t u r a l d e la
i i b r e c o n c i e n c i a . P o r e s o « l a l e y h a á d o t a n f Q c ilm p n íe a d n illíd a y a d o p ta d a e n to d a s la s n a c io n e s c iv iliz a d e s , io c lu s a
l a m in in a R o m a .
S o l a m e n t e e n E s p a ñ a b a d e j a d o d e a c e p t a r s e . Y fil p a s o
q u e lo s c u lto s s e p r a c tic a n lib r e m e n te e n
le r a B c ia
se
im p o n e p o r la
T e tu a n , y s u to -
fu e rz a b a s ta e n F e z y e n
Co-
o b in c b in ü . s e o r g a n iz a n e n l a P e n ín s u la , b ^ jo l a p r o te o c ío a
d e l a R e in a d o ñ a I s a b e l, m u ltip lic a d a s a s o c ia c io n e s d e r e li­
g io s a s ,
con
su
I n flu e n c ia e ti l a
e d u c a c ió n
d e l b e llo
s e t o , p r e te n d e !) m a ñ o s a m e n te c o n d u c ir n o s á la s m á s h o r ­
r i b l e s é p o c a s d e l f a n a t i s m o in q u i s U o r i a L
n o s e v ita r a e sa s n u e v a s
U n a m e d id a
c a la m id a d e s e n e l ó r d e n
que
p o lític o ,
a t r n e r i a e n e l s e n t i d o e c o n ó m i c o g r n n d e s N e n e s á l a ))ro » p c r id a d y á la l i q u c í a d e l p a is . M u c h o s o p u le n to s e x tr a n j« r o s d e to d a s la s n a c io n e s y p a ís e s v e n d r ía n á e n r iq u e c e r e l
n u e s tro c o n s u s id e a s , su s c o n o d m ie n to s y s u s c a p ita le s , y
n ^ z a r d e n u e s tr o s u e lo y d e n u e s tr o c íe lo , « i la s p r e o c u p a ­
c io n e s r e lig io s a s n o lo s a le ja r a n d e l a b e lla E s p a ñ a .
P o d e m o s a s e g u r a r o s , P r in c ip e i
qu e en
ta n to s o n e sta s
la s í t le a s y la s a s p ir a c io n e s d e l p u e b lo e s p a ñ o l,
c o n tr a r ia ­
d a s s o la m e n te p o r la s in Q u e n d a s je s u ític a s q u e r o d e a n el
t r o n o d e d o 7 i6 I s a b e l I I , cu an t« » q u e m i l l a r e s <le p e r s o n a s d e
t o d a s l a s e la fw s y c o n d i c i o n e s n o s h a n m a n i f e s t a d o s u a d h e ­
s ió n , y m illa r e s d e fir m a s v e n d r ia n á u n ir s e á la s q u e su sc r ib e a e s ta o x p o s ie io n ,
s t c o n s id e r a c io n e s fá c ile s d e c o m
p r e n d e r , n o l e s a c o n s e j a r a n a b s t e n e r s e i> o r a h o r a d e
<xn >
t r a e r c o m p r o m is o s , q u e la s d r c u o s la n c ía s n o l e s p e r r a íle a
a rro stra r.
Que el cielo y ios hombres os <lisfi su proiecdoD, y os
foiliTiqueu anicnosaoieQt« cn las generosas ídcus qu<^ liabeis
prodatnaclo. Ha<bíU 2B <1p <1p Noviembre da 1860.
í^igven las ^rma».)
IS J O w i. I 3 C ,
CORKESIMINDENCIA
i K i i B lA s c ^ i^ iu c o K ri^ A &R xof.ii«<i 1 f.L pfuríC irs )>. Jii&n u i
lO K B o :« , s o e i t e i a asT nA C T A C iO N d b m s r k m c i P i o s r o i í T i r o s
t
iimncjA Ep&us buc¿,i»e sr& tucuchos a i.« coko^a ir, cspama.
t
Badén, 15 de Setiembre de 1861.
M í m u y q u e r id o b ijo d e m í
q iie
s ie m p r e lo
co razo n ; d
lio r n a
c a r iñ o
lie ¡iro fi'sa d » ) a i m o á t u s d o s in o lv id a b le s
h e r m a n o » C á i ’l o s V J y
F erD o n d o iQ . K . O . K . i , t5S|>eci»lnjen-
l 0 d < £ d o q u e b u f^ r tio n A d e " v u e s lr a q u e r i d a m a d n ; , q U R tía st e í s á m i c u i d a d o , y iiiá ^ q u e
e sto e l
deber
sagrad o
que
c o n lr a g e c a s á n d o iu e c o n v u e s ir o q u e r id o P a d r e , d o m ir a r o s
c o m o á p r o p io :«
ü ijo s m Ío s ,
m e p o n e u e n la n e c e s id a d d e
e s c r í b í r ic u lio r a . E s io h a g o » m ir a n d o p o r t u b le n \ e r d a d e r o
N e l d e n u e s i r s i r a m lK a , y p a r a s e l v a g u a r d i a d e l o s d e r e c h o s
¿ c l 'I V n tio d e S & n V c T T ia tn io . y
d e l b ie n
n n e s ir a a m a d a E s p a ñ a . K s tc h ie n q o
g e u t* ra l d e
lo d a
s e p u ^ d e c o n s e g u ir
s i n o p o r m e d i o d e l a u n i o t i d e t íid o s i o s a m a n t e s d o In
lid a
y do
la
v e r ja d fis fu n d a m o n tilc s d c l ó r d e n y
jus-
d e la
9c>ci<edad, L a u n i o t t s o l a p u e d e c a l v a r o s , l a d e s u n i ó n p o n o e l
tr iu n fo
en
m a n o s d e n u e s t n i s e o r in ig o c t .
A h o ra b íe ú , n o
h a y <lu<la d e q u e n o e x i s t e y a d i c h a u n i ó n o n i r c l í y e i g r a n
p a r t i d o iD O D á r tju ic o re li^ ir)^ » e s f i a ñ o l , ¿ H a
de
s e r p e r p ^ ln a
e s t i d iv is io D ? C r a > e s 8cr>iitoTH:ÍMÚ,>ntos aTneD&ZAU; l a sfícic^
d a d p s t á d e s q tn ’ c ifK ia , y t o d o n o s h a c c p r e s e n l i r u i i h o r r o r o ­
s o c a k t c lis r ü o s o c i a l , y o s u r g e n t e q u e c a d a u n o c o n o z c a s u
a q u í p o r q u é },c> d e s p u e s
b u b u r esp erad o
tíeoipo, y e f> r p e » p o a d i- !u tlo á la s e o n l ü i i j a s ia s liit i
c i a s q u e se.
h a n h e c h o , nic5 lio d e c ld ic i o e n f i n á e s í T l b l r -
p o s ic ió n . H e
m uch o
t e , r a a n ili^ s lá n r to ifi
C o n o c id o
l o q u e m e d i c e n m u c l iO a e s p a ñ o l e s d e
y
p a tr ío tis iQ O
o t r o s r e s id e n te s
T o d os,
do
in flu e n c ia ,
uuos
e m ig r a d o s ,
ea E s p a ñ a .
apoyados e n
d is tin ta s y
s d líd a s r e z o n e s e s tá n
a c o r d e s e n q u e u i p u e d e n n i d eb < ;n r e c o n o e e r e u l i p1 d e r c *
c h o á l a p o s e s i o n d e l T ro n < í d e tu « m a y o r e s , á j t c s u r d o q u e
ft r e a Ih ir r u id o
do
d ic h o
ñ o c u jia r J f\
d e iv c h o .
Los
p o r h a b e r t e de& fH ijuH o á t í m i s m o
p r itr c ip io s d c m o e r é t íc o s q u e
lia s
p r o c l a m a r l o , d i c « n , < Íe slr U T c ti j » r í^n f u n d a m e n t o t o d a I c ^ t i m i i i a d , y c i n i í - l h e r b ó di^ p i* o c Ia rD a rlo 3 h a s r o n u n e í a d o á
t u s d r t r e c h o » á l a C o r o n a , h a s a b d i c a d o d e b i> r lio c o n f e s a n d o
e n u n o d e t u s n i a n i f í e s t o s q u e l o e s p o r a s t o d o d e lo S o b t ir a o la
> * a ( io o a l.
A ñaden
m ás y
d ie o n
que
h a s a p e la d o
al
s u f r a g i o u D Í T o r s u l, y q u e é s t e t e c o n d e n a , ¡ m e s d e t o d o e l
g r a n p a r t i d o m o n á r q u i c o e s p a ñ o l u } * c n a s b n y u n s o lo
v í d u o q u e s e b a y a a d h e r id o á t i y á tu s p r in c i p io s . T t¡ d e s ­
hecha
e stá s
ig u a lm e n te
en g u erra ,
q u ie n e s
io d o e l p a r ü d o
s o lo
a c e p ta n ilo t u s
d e s c o n o c e r t u p i^ r s o n a ,
de
un
queda
in s tr u u ie n t o
i$ o b e lin o , e o n
<in p u ñ a d o d o
j)n n < ip » < is d e l i o n
ó
s o r v ir s o d e e lla
e l cual
d e n iú c r a u s
n e c e s a r ia u ic n to
s o la m e n t e c o rn o
p a r a s u s p la n e a s u l t e r i o r e s . A e s ti)
se
j u n t a q u e c n l a M o T ia r q u ia K s p a ñ e l a s o g u n s u s v e n o r a n d n s
é im p r c ft c ^ r ip tib le s t r a d i c i o o e s . e l R e y n o p u e d e l o q u o q u i e ­
r e , ( l o b i é o d o s e a t e n e r á l o q u o <1k é l i* x ija u , a n t p » d o e n t r a r
en
l a p o s e s io n d c l
T r o n o , la s
le y «
fu n d a m e n ta le s d e la
N o r ia r q u ia . L a ñ e l o b s e r v a n c ia d e la s v e n e r a n d a s c o s tin n W c s , fu e r o s , u s o s y p r iv ile g io s d e lo s d ife r e n te s p u e b lo s d o
l a 3 f o n a r q u í d l u c r o n s io T n p r c o b j e t o
d e a l t o s c o m f> r u m Í s o s
r e a le s y n a c io n a le s >ju r a d o s r c d p r o c a t n c n t c p o r lo s R e y e s
y I»or l a s a l i a s r * - p r e s € D fa c io n e s d c l p u e b l o y a o n C d r t e s p o r
e s ta m e n to s y a
e n ju n ta s
r t ^ p r e s ^ n t a t ir a s ó
e x p líc ita m e n te
c o n t e n i d o s e a li>s n u e v o s c ó d i g o s ¡ n c lu i d o » t o d o s e x p l í c i t a
ó
im p U c í t a m e n t ó e n c l c ó d i g o n n iv O M a l v i g e a t e d o l a N o T Í s ír a a
R e c o p ila c io Q . A h o r a b u le n , t n s p r l ü c l p i o s p o lític o s s u b T Í e r to n a q u e lla s lo y e s , a q u e llo s fu e r o s ,
a q u e lla s Ir a d ic io n e s y
c o s t u m b r e s . Y s in c ju b a r g o , l a o b s e r r a c ic n fie l d e to d o a q u e ­
ll o fu é a e m p f e u o a c ín id ie io n
s íw qua non p a r a io to a r p o se-
¡ú o n d e l a C o ri> D 8 . P o r « [ u e e l M o n a r c a e o
« le r e c b o ¿ m a n d a r s in o
E s p a ñ a n o tie n e
w ^ u n R e lig ió n . L e y y
c o n s e c u e n c ia c u a n d o e l q u e e s lla m a d o
i
F u ero , E n
la C o ro n a n o pu ed e
ó n o q u i e r c s u j e t a r « » e s ta s c o m líe lo a e s , n o p u e d e sc F p u e a 10 e n |)0 5 e sl0 n d e l T r o n o , d e b i e n i l o p a s a r l a C o r o n a q1 m á s
ia m e d ia io s u c e s o r q u e p u o d a y q u ie r a r e g ir e l R e in o s c g u u
la iie N C s y s e g ú n la s c lá u s u la s d c l jn r á m e n lo . A h o r a b ie n ,
tu s
p r i n c i p i o s p o l i t i c o s e s t iíQ e n o p o s i c i í i n
le v e s d e la
M o n a r q u ía E s p a ñ o la , lu e g o
¿ tu s p r in c ip io s ó
d e ja r
to d a
c s p c r a n ia
d i r e c t a c o n la s
debes
r e n u n c ia r
d e r e ía a r e n
E s*
{ ta ñ a .
H a y m á s , l a s l e y e s f u n d a a w n i a l e s d o }lii M o n a r q u í a E s ­
p a ñ o la o b lig a n a l R e y á ju r a r q u e p r o fe s a r á y o b s e r v a r é , y
h a r á q u e s c p r o fe s e y s e o b se rv e l a ll e l i g i o a C a tó lic a A p o s
id lie a R o m a n a e o to d a U
o tr o c u lto ó
M o n a r q u ía c o n e x c lu s io n d e to d o
d e c u a lq u i* ^ r a o t r a d c c t r i a a . A s í s e h a
v e r ifi­
c a d o d e * < le l a m e m o r a b l e a s a m b l e a n a e i o n a l ó t e r c e r e o n
c i l i o d e T ü le < lo e n 5 8 9 . E l R o y R e c a r e d o e o n t o d a s u g r a n ­
d e za c iv il
y m ilita r ,
se ii^ n ta y
r e p r c s e n la a tc s d ul c le r o
p re se n ta d o
por
aus
oebo
O b i s p o s , l o s » lo m á s
w « u la r y r e b l a r y e l
Condes y
p u e b lo r e ­
M a g n a te s , ju r a r o n
p r o p io n o m b r e y e a e l d e s is s u c e s o r e s d e
en
su
ob servar y d e
h a c e r o b s e r r a r p a r a s íe m p r s e n e l R e in o , l a R e lig io n C a tó ­
l i c a A p o s t í U i e a R o i a a n a . H a n t r a s c u r r i d o y a d e s » le e n t o a c e s
c a to lic e s ig lo s , y n o o b s ta n te l a d o tu in a e io n d e b » á r a b e s y
l a s d i v e r s a s d i n a s t í a s q u e l u e g o r e i n a r o n e a E s p : u i a , e l lo e
l a i i r a b l e c o m p r o m i s o d e l a a s a m b l e a y c o n c i b o d e T o l e d o se
h a s e g u i d o c u m p l i e n d o h a s U i n u e s t r o s d i;is , M ;is t ú q u i e r e s
d e u a a p l u m a d a r o m p e r a q u e l s a g r a d o v í a c u l o d e l a H « l ig ío n
e n E s p a f i a , p r o c l a m a n d o l a l i b e i ta<l d e c u l t o s é i n t r o d u c i r
p o r e s te m e d io e n l a N a c ió n m á s u n id a d e l a
tie r r a , u n se ­
m ille r o d o p e r p é tu a s d is c o r d ia s y a c a s o d e g u e r r a s s a n g r i« * -
A P E N D IC E N Ü M . I X .
tA s . L a lib e r ta d
de g iiI u m <¡n u n a
273
n a d o o éD d o n d e h a y d e
be
c b o m i U o n c s < ju c p r o f e s e n c u l l u i llC e r e u i e p u e c ie » e r c o D T C n i e a l e ó Q e c e s ú r ía , rcta& e n ib ls p a n a , e n d u n d o t ío )<ay t a l d ¡T e r s i O u d , e,n d o t i t l e l o d o s h a e e n p r o f e e io n
d o n d e t o d c « c o u r i e s a i ) i^ u e U
verd ad era,
la l i b e r t a d
d e C a tó lic o « , e n
( l e l i g i o n C st4^ U ea e s l a ú n i c a
d e c u lto s e s » o
s o la in o a te in m o r a l,
s in o s u m a m e n t e d e s a s t r o s a c n p o lit íe a , p n o s ñ U s d iv is io o e s
c a u s a d a s \ a p o r » I fu n e s to lib e r a lis m o m o d e r n o , & e j u n i a '
r i a u o t r a s m i ) d iv i^ iio n e s e n U e l l g l o n
q u e c o n v e r ü r ia n á la
E s p a ñ a o n n n a D a b ilo n ia . L a R e l i g i ó n C a t ó lic a b i ¿ o q u o l a
E s p a ñ a lu e s e c n o lm
E lk i b fz o q u e
t i e m p o l a p r i a t e i a u a c ü o iid r t l i n u n d o .
t o J o s l o s e s p a ñ o l e s fu e st^ n
com o u n
s o lo
h o m b r e , t o d o s c s t a U i o u n i d o s c u l o s ini^^m os p r i n c i p i o s <le
v e r d a d e s d o g m á t ic a s m o r^ ü es y s e d a l e s ; q u e to d o s f u e s e n
c o n i o n n &0I0 e o r a z o ü
lic a . E a io m ia in o
v u e lv a
ce^ en
á
la
su r
p o r q u e lo s u n ia l a c a r iila d E v a n g é *
e s lo
li> q n e
e m u la c ió n
que
fu é ,
y
puede
y
lo
b a c e r q u e la
s e iá
l;i e n v i d i a , e l
q u in íc io n e s d e e x tr a n je r o s .
E sp añ a
ta n p r o n to
eguU m o y
com o
la ^ in a *
A b o r u b i o n , l ú c o n t u lib e r t a d
d e c u l t o s n o s o lo q u e b r a n t a s u n a L e y f u n d a m e n t a l , y e s i;n c la lía iin a d e la M o r u a r q u ía , n o s o la m e n te n o p r o c u r a s c o m o
d e b ie r a s l a u it io o , s iu o c}u e s ie m b r a s d e b e c b o l a d is c o iijia
y a e a s o s i o s a b e r l o s i r v e s d e i n s t i u n j e n l o á l o s u n c n ii|^ o s d e
m ie s tJ ’a pro«ijH ,*nd ad y d e n u e s i r a g l o r i a . P o r c a t o d i< 4u i q u e
h a s p e r d i d o to< lo cL^rec^io á l a C o r o n a d e E s p a ñ a . L a R e l i ­
g ió n C a tó lic a e s s u v id a n a c io n a l, y
t ú p r e t e n d e s m a ta r la .
iiijó m ió , c u á n ta p e n a m e d á e l v o r te im b u id o e n ta le s
p r io e ip io s ,
Xo es
eso
lo
que
tu
P a ilr u
y
e n se ñ a d o . E n v erd a d q u e n o sé q u é p e n s a r d e
yo
te h e m o s
t u c a lte s a y
(Ir tu c o r a s e n .
S i n « m b a r g o , d e b o r e c o r d a r le lo q u fl l u b u e n
P a d r e te
e s c r ib ió ta n ta s v e c e s s o b r e t u d iv o r c io , y so b ro la s fu n e s ta s
c o n s e c u e n c ia s q u e p o d ía y d e b ía a c a r r e a r le á ti y á t u fa m i­
l i a , s i n o v o lv ía s á r e u n ir te c o n lu e x c e le n te y p ia d o s a e s p o ­
s a B e a t r iz y c o n t u s h ijo s . Y o m is m a t e h e a m o n e s t a d o m u *
d J B s y e c p s d e e sto c n
n ils c a rta s ; p u ro b jd o fiié e n v a n o .
A h o r a b jfin , lo s e s p a ñ o le s d ic e n , y d e s g r a c ia d a m e n te c o n
ra&oo, q u e
tu d iv o r d o e s u n e s c á n d a lo p ú b lic o , q u u d u r a y a
18
274
ákt
APENDICE NUM. IX.
a n o s . E s t e e s c á n d a l o e s s i e m p r e u n m a l gP8TC p a r a U
I g le s ia y p a r a la
s o c lw i a r t . j * c r o p a r a u n o q u e s o p r e s e n l a
c o m o c a n .lÍ< ia to á l a C o r o n a d e H s j^ ft a f , i u d m a l g r a v í s i m o .
Ysi
á o s l e e s c á n d a l o s o j u n l a l a l i b e r t a d d ft p u l f o s q u e pp> *
m e i e s , lo s e s p a ñ o le s lo m e n q u e p u d ie s e s u d d ia , r a y e n d o d e
á
Q b ííiin o e n
“
que
a b is m o , ?cn » r
V II I fu é
p ara
Ir
á
s e f e n E sp a ñ a lo
q u o E u r i-
I n g ln t f t r r a , s e iK ir ó o d o la á f u e r z a d e
T Í o l e n c i a s y » u a i’ ü r i o s d e l a l i 'l u s t a C a t ó l i c a . ¿ C ó m e q u i e f f t s ,
p u e s , q u e 6C a d l i i e r a D á ti? i W r a o p r e f í^ r " le s q u e l e r c c o -
n o je iu i p o r s u R e y l« 5 g itim o 7 E s o o s im p o ^ b le . E l escáD dalo
q u e p a r t e d e ta n a l t o , c a u s a h o r r ib le s e s tr a g o s e n .l a s eos*
l u m b r e s y e n l a so c íe d a < ) U>iía e n l e r a , Y
u n a n a c ió n c o m o
l a t i p a ñ a n o p n d r ia s u r tir p o r la r g o U e m p o u n R o y sem e*
j a n t e a u n e u a n d o oí^u p a s e s e l T r o t í o ,
io n
¿tU>n c u á n t a
m á s ra*
DO d e s r c h a r i a á q u ie n e n m e d io d o t a l R scáixlalo l o p r e -
t e n d e í ¿N*<* h a r á s a l Irn q u o c e s e n t a n t o s m a le s ? l^ if t s e n t o n € « s y a p i n ! íle s r e n u n c i a r p a v a s i e m p r e á l u s p r e t e n s i o n e s
á
U C o ro n a d e K sp au a.
1. 0S e s p a ñ o lf iíi
m
p o d ía n m e n o s d e
r e c o n o c e r q u « lo s
6
p r i n c i p í i * p o litÍc « s q u e t ü p r o fe s a s e s tá n y a m á s
m en os
e x p l i c t t a m e n t e c o T M le n a d o e p o r l a I g l e s i a C a t ó l i c a c o r o o s u I >
v e r s i v o s d e t o d a K *^ lÍK Ío n , d e t o d o d n l e n , d e t n d a s o c ie d a d .
Y a s í d ic e u : q u e n o s o lo lo s c o n d e n a
la I g le s ia ( ^ t d lic a , s in o
ta c n U e u l a r a i a o y l a c o n c ío n c ia ju t it o c o n l a e x p e r ie n c ia
w s i u ü s ig lo d e r e v o lu c io n e « y tr a s lo r r io s q u e h a n
e n E u r o p a . E l e s p í r i t u d*5Í s i g l o y
cansado
c le l p r o g w s o d e q u o t ú
h a l> la s t a n t o e n n n o d e t u » m a n í ñ e s t o s , fis l o q u e e x p r c s a m e iiiR c o n d e n a P ío I X e a s u a lo c u e l o n d e
e s te a & a ; y en e lla T a e a u iu e r a n d o U s
1 8 d e M arzo d e
r a z o íifls
q u e t i e n e p a r a c o u t ie n a r h » ; c o m o a n t íc a t ó lir - o y
y
m o tiv o s
a a iis o c ia l.
P o r c iiü s ig u ie n te l a N a c ió n C a tó lic a , p o r e x c e le n c ia , n o p u e ­
d e m e n o s d e re p r o b a r lo q u e é l r e p r u c lw . n o p u e d e m en o s
d e c o n d e n a r lo q u e c l S a n w P o n tític c c o n d e n a , ¿ fx im o , p u e s ,
p o d r í a l a C a t ó l i c a E s p a ñ a a c e p t a r p o r H e y á u n l ‘ iin « :ip ft
q t io p r o f e s a p r i n c i p i o s q u u l a U e l i g i o n C a t ó l i c a e o n c lc n a , q u 9
¿
c o n c ie n c ia re p ru r-b a , q u e
la e x p e r ie n c ia d e m u e s tr a s e r
d e s a stro so s? E s o s e r ia q u e r e r d ir c c U m e n te l o s m a le s q u o
c a u s a n y c o o p c r a r á l a r u iu a e n te r a d e l a N a c ió n ; s e r ia s im -
APTODICi; SUM. !X.
275
pU 'CQ finlft s e r p a n l c i d a s . P u e d e h a l w T l i c i u b r ^ s m & Io s q u e
^ a n ta n e o e tin g o s d e su p a tr ia , p n rq u ñ e n n in g ú n tir m p o
fa tta r O Q í r a l t í o r c s , i> c r o q u e l o q u i e r a c) g r a n p a r l i « b
m o­
n á r q u i c o B e Ü g i o s o E & p & ñ o ], q u e a l f m e s l a g r a o d e t o a y o r f a
d e l a N a c í o o , e s io it p o a ib le . T ú o x d i á s e o
imo d e
lu s o is u i-
t ie ^ t o s á l o s c a r l i s t a s á < iu e s e u d i i i e r a i i á l u s p r i n c i p i o s , p e r o
¿ c u a n t o s l o b a n l i e c h o ? S e g n i i m i s noticia.*« s o í a m ^ n t e u n o
ó
doí^ d e t a n p o c a b u r n a f a i n a C4)m o t u s c c i r t a t i o L a z e u . N i
p o d í a s e s p e r a r o l r a c o s ii d e h o m b r e s q u o s u j u c r o i i s a c r l l i c a r
to d o p o r s u s p r in c ip io s . P e r o j a t ú le s b a b ia s p r e p a r a d o el
c a m i n o p a r a e s i a r e p u l s a q u e l e h a c e p o q u ls lo ic ^ f a v o r . Pue.<
d i c e n e llr i s , ¿ c ó t i i o h e i u o s <1r r e c o n o c e r p o r n u e s t r o R e y lo g íllm o á u n F r ín d p c q u e r e n e g ó d e s u ilu s tr e P a d r e e l R e y
D o n C á r lo s V , d e to d a su
f a m i l i a y d e lo * lo
ai
p a r i l d o lu ct-
n á r q u i e o ? E s v e r d a iJ r ju e c o n r o s p c c l o a l r e n e g u r d e t u P a ­
d r e h a s h e c b o n a tu o ai to d is c u lp a s e s , p e r o
lu d e fe n s a h a
s i d a p i ^ o r q u e i a a c u & a c i a o (|U e d i r i g i s t e c o n l r a é l . ¿ S n n a c a ­
s o l u s p r i n c i p i o s l o s m is in o » q u e
« ie te n d ló c o ú U n í a f i r ­
m e z a y c o n s l a n e i a ? ¿ N o s o o d i a m e t r a l m e n t e o [ iu o 8 t o s ? T u a u g tis io P u d r e y l o i q u e r id o e s p o s o , d e fe n d ió s u s d e r e c h o s d e
l e g i t i m i d a d , y t ú lo » { le ^ t r u y e s c o n t u s o b e r a n í a n a c i o n a l ; t u
P a d r e e o m lia tíó c o n tr a la r e v o lu c ió n p o r e s p i d o
de
^ e te
a i o s ; t ú t í l i a s e c h a d o e n lir a i o s d e lu r e x o l u c í o n ; t u P a d r e
p e l e ó p o r l a c o n s e r v a c i ó n d e l o s ¡ p r in c i p io s s o r i a l e s , t ú p r o ­
c la m a s
id e a s q u e
s o c ia lis m o ;
c o n d u c e n d ir c c tu n ie n U í a l c o m u n is m o
l u P a d r e q u is O í n t c ^ j
y
d e a u to r id a d , s iii e l n u a l n o e s p o s ib le la s o d c d a d ,
e ls m a s e l e s p ír itu
fm
do llb c rlad
y
rcs¡J cta d a e l p r in c ip ió
tú p r o .
c iiide|> en den < ^ ¡a q u e a c a b a a l
c o n t m la a u t o r i d a d ; l u P & d r e d e f e n d í a l a K e lí ^ i o n
C uló-
l í c a a t a c a d a p o r lu r e v c ilu c t o n , t ú p r o c l a m s s l a li b ^ r l a d ( i t
c u lto s q u e a l li n c o n d u c e a l in d ifc r e n lis fn o
\
a l a te ís m o .
Di m e, ¿no es eslo re n e g a r d e i u P ad re y de sus principios?
X re u e ^ a n d o d e t u Padi*« y a l m ism o tienij)0 d e lu s h erm a­
n o s y de SUR príiieipios, ¿cóm o (>odias e s p e ra r q u e t e síí,'uiese el g ra n p artid o m o n á rq u ico K elígíoso V^pafiol, q u e Uizo
p o r ¿I y p o r sn e a u ^ ¡o m im erables sacrlfidos? P e ro tie n e n
a u n o tra raz ó n pocícrosa p u ra n o ad h e rirse á lí; p u e s e n tu s
p ro c la m a s h a s tra ta d o ul p a rtid o m o n iU q u Ic o se p u e d e d e c ir
á l a U f 'a s o s . Y c n ft .« h a s m o 8 ir a « lo n o s o l o t a l u H o l a c t o p o liiic o , « n o s u m a in g r a tltm l.
S i a l g ú n H íh p o i l i a s h a b e r
»
lla­
g a d o a ! T r o n o , s o lo p o d íu s o r a p o y á n d o l o c n e l p a r t i d o m o ­
n á r q u ic o ; t ú n c i- e s iia lia s d e c l m á s q u e é l d o
tí.
Y fu é su m a
i i n p i i i d e r t c í a p o l i t f c a t r a l a r l e c o n í g t i o m i ü i a . y st^ iia r a rte d e
c ! . A d e m á s , s a c r it ir á iu lo s '^ p o r l u P a d r e y p o r s u c a n s a , e i
p a r t i d o m o íiH i* q u ¡c o s e s .'íc t íI jc ü l a r a b i o n p ' ) r t í y p o r t u s ro#*
p e c llv o s t le r p c h o s .iQ u c R o j
c u E u r o p a tu v o ja m á s h o m ­
b r e s s o r r e j a n t e s «i l o s d e l g r a n parii<j<> m o n á r q u i c o
¿ K n e o n ir a r á s tú
c rtrc
i
(^ spafiol?
lo » d e m ó c r a t a s d e t o d a E u r o p a u n
ejcrcitiT ) d e c u a r e n t a l u i l h o m b r e s q u e s ir T s m c o m o a r v l e r o a
n u e s tr o s v o lu n t a r io s e n m e d io
de
¡ > r iv a c io n e s y d e m is e r ia s »
c o n te n tá n d o s e c o n m a l u n ifo r m e y o s c a s a r a c ió n y c s ío n o
o b s ta n te , s ie m p r e d is p u e s lo s á p e le a r ? Y s in e m b a r g o , á c s to A h o m b r o s l o s h a s l í a i n a d o r u c z q u l o o s y d e s l e a l e s . S a c r i f i ­
caro n
u n o s s u b i e n e M a r y e l d e s u s r a m illa s » s u { k is íc Í o u y
g U p o r v e n i r ; o í r o s c s t i n c u l) lc r t i) ft d e h o n r o s a s d c a l r i e c s , y
( o d o s d e « d e h a c e 2 7 a ñ o s v i v e n «5 e u l a e m i g r a c i ó n ó e n
cl
m á s iiin ie i^ e c id o o s t r n c i s n i o k > Io p o i s e r H e le s á s u s p r i n c i ­
p io s ; y n o o b s la o lá . ta lo s h u m ü w s n o m e r e r J e ro n d e ti m á s
q u o I n i p r o p e i'i o s ,
d e s p u e s d e e sto p r e te n d e s q u e t e s ig a n !
N o , e s o o s im p u s lb lp .
E s l o y o t r a s n i u t l i a s c o s a s m e d l c o T i l o s u s ¡> a ñ o le s c n s u s
( á r l a s y c n su% e x p o s i c i o n e s , u n : u ñ a c ie n , q u e p a r a o l i o s o s
do gra n p eso, y
e a í( u e m i q u e r i d o é i n o l v i d a b l e b » jo C a r ­
l o s V I t i l h e r m a n o ( Q . K . G . E . ) l o d c c la r r t i n c a p a z d e r e i n a r
p o r c l b c ííh o d e n o r a t ific a r la r e n u n c ia d e T o r to s a , p u e s c l
l o o l l v o p r i n c i p a l y c a s i ú n i c o d f t n o r a t i f i c a r l a y d e n n « la r le
l a f o r m a l e g a l q u o l e f a l t a b a f u é t u c o n d u c t a p i b t l c a . f u R iim
tu » p r in c ip io s a n á r q u ic o s y « u b r c r s iv o s . c o m o c o o s t a d e su
m a n ih e a lo d e l m e s d e D ic ie m b r e , d e su r e t r a c la c io n , y d e la
c a r i a q u e c d d e s t a m a u t f ó á I s a b e l . S I h u b ie r t t s s i d o s e m e ­
j a n t e ú C á r lo s V I e n p o l i ü r a , c ié r lis lm á m e n t e n i é l h u b ie r a
p e n s a d o e n re tr a c ta r s e n i n in g n n m o n á r q u ic o h u b ie r a h o o h o
p a r a e l l o l a m e n o r í n s t a n d a . Ksl^> h e c h o , c r o e n d o l e s q u e d a
o t r o r e m e d io p a r a s a lir J e l p a s o , s in o r o c o i io c e r p o r s u P e y
le g it im e a l s u c e s o r in m c ilia t o , q u e e s t u h ijo C á r lo s , y y o m u y
i
p e s a r m ió » q u e r i d o b i j o m í o , n o p u e d o m e n o s d o c o n f e s a r
.1
q u e c l p R P iid o m o n á r q u i c o e s p a ñ o l ü e n e r o z ó n , s u s p r í n d p í o s , l ú l o s a b e s , s o n m i s p r m c í j n o a y l a c o D S C C u c n c ú ( p ie
s o c a n ( ]e lo d o l o d i c h o e s m u y j u s t a y I c g i ü m a . D e m a n e r a
q u e á m i p a r e c e r l ú l e lla lla s e u la im p r e s c in d ib le n e c e s id a d
ó
d e iT in u iic ia r á
tu » p r in c ip io s p o litic íis c o n u n a ir tlr a c la -
c io n fr a n c a , s in c e r a y
p ú b lic a ,
6
d e h a c e r u n a a J x lic iic io ú
p o s (d > a y p ú b íie a d o lu s d e r e c h o s c n t u s h ijo s . L o p r iiu c r u
t e c íjs ta ift u n s a c r ific io , p e r o s e r la u n s a c r ific io d« u n o o re 2im n o b l e < iu e s a b e T c n e c r s c á s i m i s m o , l o c u a l e s l a m á s
iio})lüd<5 l a s v i c t ó r i a s y d c l t o d o c o n f o r m e s á l a K e l i g i o n s a n t a
q u e p r o fe s a m o s . S a c r ific a r c l a m o r p r o p io , la v a n iila d , L a c e r s c sn p e rí< k r á l o d o r e s p e t o h u m a n o , p u e d o n o s e r c o n f o r ­
m e á l a s f a l s a s m á x i m a s d e u n m u n d o c o r r o m p i d o , s in e m b a r g o , h a y m o m e n to s e n la v id a d c l h o m b ro e n q u e s u s d eh c r e s p a r a c o a D io s , p a r a
m a y o r e s s a c r ific io s .
Y
con
la
p a lr ia , e x ig e n
esos y
e l n o h a c e r lo s c u a n d o lo s p r o s c r ib o
e l d e b e r , o s t a l l a dr* g e n e r o s i d a d y d o g r a n d e ¿ a d e á n i m o , e s
m o stra r
6
te rq u e d a d
e n e l e r r o r ú c ih s t í a a c in n e n e l m a l .
¿ N o q u ie r e s h a c o r t a l s a c r ific io q u e y e
te
p i d o « u ic a r e c id a *
m e n l o p o r t u v e r d a i^ e r o i n t e r é s , p o r a m o r d e t u s h i j o s , p o r
a m o r d e n u e s lr a a m a d a p a tr ia , a m e n a z a d a d e u o a s u h v e r s i o u t o l a l , p o l i U c a y r e l i g i o s a ? 4N 0 q u i e r e s v o l v e r , e a ú n . á
lo s s a n o s p r io c lp io s ? P u e s e n t o n c e s c n m ( ile lo s e g u n d o , ab*
d i e a n d o ele u n a m ^ iu e r a le - g a l y p ú b l i c a e n f a v o r d e t u s h l j o s .
Y a q u e a d o p t a s l o s p r i n c i p i o s d e m o c r á t i c o s < le h e s s e r f r a n c o .
L o s e s } > a ñ o le s n o a m a n h o o i i b r e s d e d e s c a r a s . S i q u i e r e s
l l e v a r e l g o r r o r e p u b l i c a n o , d♦»bes d e j a r l a s i n s i g n i a s r e a l e s .
S i p ie n s a s lle g a r a l T r o n o
por
cl
lu c d io d c a n ic tr a lm e n te
o p u e s t o t ic l a d e m o c r a c i a , d e b e s d e j a r c l « ra m in o e x ] K > l i l e á
t u C á r l o s p a r a q u e l e a l c a n c e s i p u e d e p o r s u s d e r c c h e s le g ü im o s .
Ed e s t e
c a s o , t ú s e r ia s s ic a ip r e P a d r e p a r a é l, p e r o
c l s e r ia ju s t a y le g it im a m e n t e t u R e y y e l m ió . S i , e n fin , e l
T r o n o s«i h a h e c h o m o r a l m e n t e i m p o n i b le p a r a t í , n o d e b e s
s e r u n o b s t á c u l o p a r a t u h i j o e n c a s o d e q u e l o s a c o n l e u im ie n lo s l e lla m e n á o c u p a r le . S i p e r s is te s e n e l fa ta l s e n d e ro
q iiB t e h i c i e r o n t o m a r e o it ^ p je r o s ,
ó p é r fid o s , 6
n e c io s , tú
s e r á s r c » p o T is a b le a n t e E K o s y a u i e l u s h o m b r e a d e l o s m a l e s
q u e h u b ie r a s p o d id o y d e b id o e v ita r .
R e O e x I o J ia , {> u c s , q u e r i d o h i j o ü j í o , s o b r e lo d o l o d i c h o ,
n i c d í t i i lu a n t e D i o s , R e y d e l o s H .^ y cs, q u o n o s h a d e j u z g a r , y
o c a s o p r o D t o , p u e s l a v i d a e s u n s o p l o , y d e s p u é s <íe h a b e r l o
m e d ila ilü , J f td d c t e s n re s p e to s h u i n ; m o s e l r e m e d io á tu s
¡•r o p io s m a le s y á
ioi
u u ^ -stro s, o B iá e n t u c o r a z o n iK ) b I e y
g e n e r o s o , s a b e r r ^ o o e r lo r ia s lu s d i l l e u l la c io s.
E s p e r o n o m e n ie g u e s l u r e s jíu e s ta .
T ú m e c o n o c e s y s a b e s q u e o m la g r a c i a d e D i o s h e s id o
s i e m p r e f i r m e e n m ¡& prii)<^Í[>los r e l i g i o s o s y p o l í t i c o s
purog
y lo
y q u e c o d e lla l o s o y . d p e s a r d e to d a s m i* d e s g r a c ia s ,
s e r é h k s ia la
m u e r t e . T o n g o u n veiN U tlt?i*o c o n s u e l o e a r e -
p e U r l e l ú e u e s t a o c a ^ io Q . D i o s ij u p s lr « w v ñ o r p o r l a p o r ic r o s a
i o l^ r u e s i u n d o l a S n iii i» ic iia V í r i ' c n l e i l u m i n e y l e c o n c e d a
8 u O r a d a p a ra h a c e r lo q u e s e a
Su S a n l i s í i i i u
v o lu n ta d ,
A s í so lü p id e y d e s e a , a b r a ú n d o t u t je r n a m e n le
Tu Oiuy uníante Madre,
T. MAHIA.
tn u i/
querida « ¡a d r e :
l i o le íd o c o n
l a m a y o r a lO D c io n l a cjirt;» q u e e o n f e c h a
d e l l o d p S ft t iñ in b r e h a t o n l U o V d .
A h ic n
e s c r i b i r m e ; < « r la
q u e s e g u Q r a e d i c e V d , e s l a e x p r e s i ó n d e l?»s i d e a s <le l o s
h o m b r e s q u e s u p o i u ’.n r e p i 'o s c n l i i r a l p a r t i d o
yes
m o o á r q u i( u ,
á in s t a n c ia s d e cU o s m is m o s q u o V d . m e e s c r ib e . N o
es, pu es,
u n a c a r t a p r iv a d a , sfn o
n n d o c u m e a to
p a r e l c u a l s e m o p í d e u n a r e ir a c i a c iO D d e m i s
ó
p u b lic o
(> rÍü cÍp Ío s,
u o n a b d i c a c i ó n d e m i s d e r e c h o s , y h a n b u & e a d o e l rae>IÍo
<]iid s a b i a n s e r i a p a r a m i e l n ía » ^ e ^ p c ta b lc y c l q u e o i ú s i n f lu e o c ia le n d r iu ,
p u e s h a s t a m i» e n u m r g o s r e c o n o c e n t o d o
e l c a r i ñ o q u e l e p r « ífc s o ú V d .
C o n te sta ré , se ñ o ra ,
d e te n id a m e n te , p o r q u e d e s e o d is i*
{ la r t o d a c U s e d e d u d a s
c la r j» .
y
s o y a m a n te d e la s ¿ ilu a c io n d s
c
A D E S M C f N U M . )X ,
r í
E ] p a r tid o m o n á r q u ic o c n » p a n u u d p r o te s a l a s id e a s
« ju e V il.
le a tr ib u y e ; c n l o s c a m p o s 4 e V i H a la r m u r i e i o o
la s lib e r U id e s d c l p u e b lo e s p a ñ o l
y con e l l a s
io s ju r a to e n lo s
<lc l o s B e y e s , h s C ó r t e s y c u a n t o d e l i b e r a l t e n i a t i l o s
< Ü le *
r e o t e s E s t a d o s q u e f o r m á r o n l a M o n a rq u ía d e C á rlo s I. D u ­
r a n t e l o s I A in a d o s J e l a c a g a d e A u s t r i a y d e l a d e B o r b o n .
Ui íey era la votuntad del hey, y
d o c e t e ¡ » rc n r iiilo n a c i ó e l
]> a rü d o » b s o lu iis ta , q u e a p r o v e c h á n d o s e d o la d e b illü a ü d e
a l g u n o s m o n a r c a s , g o b e r i t ú d r s p ó il c & m e n L e h a s t a s u t n i r á
E s p a ñ a e n e l e s ta d u a c tu a l.
T a m p o c o j u z ^ V d . c o n c x a c ü t u d a i p a r lid o lib e r a l y a l
d e m o c r á tic o ; e l tm o y e l o tr o a s p ir a n á o b te n e r p a r a E sp a ­
ñ a l a m a y u r s u m a d e b ie n e s t a r , m e jo r a n d o l a s le y e s y
io s L i t u c i o n c s a l I g t i a l d o
Us
í e s E s t a d o s q u e d ir i^ 'e u l o s d c s t í -
DOS d e E u r o p a , E l p r i n c i p i o d e l i b e r t a d q u e p r o l e s í i i i n i e ?
n u e v o e n E s p a ñ a , n i t i e n d e á l o s e x c e s o s < iel s o c ia l! » m o n i
< le l c o m u n i s m o c o m o V d .
m a s ia d o c a b a lle r o s
c r e e ; y c o m o e s p a ñ o le a s o n d e ­
p a ra lú te o ta r s e r v ir le d e
mi cn
o tro
s e n t i d o q u e o n c l q u s d e b e n e s j > e r a r d e u n P r i n c i p e q u e ]>ro*
T esa c o n Té y c o D v i c c I o n s u s i n i s i a a s o p l o í o u e s .
N a d ie e n E s p a ñ a n i e n e l e x t r a n je r o h a d u d iu b ija m is d e
lo s d e r e c h o s le g ítim o s d e m i P a d r e ; la g u e r r a q u e s o s tu v o ,
m á s q u e d io á s tíc a r u é g u e r r a d e p r in c ip io s ; s e a c o g ie r o n á
s u s b a n d e r a s e l p a r t id o m e n á r q u le o p r o p ia m c íitf! d ic h o y e l
u lt r a a lts o lu lis ta ,
iju e
fútt
c o n s u s e ia g e r a c io n c «
su
m ás
c r u e l e n e m ig o .
L o s h o m b r o s q u e f ju ía d o s p o r u n s e n tim ie n to d e a fe c to
á s u R e v , y lo s a m a n te s d e l p r in c ip io d e le g a lid a d , l e d e f e n c ile r o D c o n u n v a l o r y h c r u l s t n o <}Uf^ d e s p u e s d e a p a c i ­
g u a d a s las^ p a '» ío n e s l o d o s r e c o n o c e n , f u h a n l o s d e s t lr io s d e
l a j> a tr ia e t j m a n o s d e s u P r i n c i p e c o n a b s t r a c c i ó n d e p r i n ­
c ip io s p o lític o s ; p o t lr á n a lg u n o s la c h a r lo s d e s o b ra d a m e n te
eonáados,
p ero
to d o s lo s p a r tid o s le s h a r á n l a ju s t ic ia de
r e c o n o c e r q u e f u e r o n u io < {e lo s d e b u e n a f e , d a n b « le g a c ió n
y d e le a lt a d , y q u e d ie r o n p r u e b a s in e q u ív o c a s
d e q u e lu ­
c h a b a n p o r u n p r l o c l p i e q u e c i^ e la n j u s t o , n o p o r i n i e r c s n i
p o r m ir a s d e e n g r a n d e c im ie n to p e r s o n a l; e s to s h o m b r e s e s­
t á n c o n m i g o y a c e ]> ta n s i n c e r a m e n t e U s r e f o r m a s q u e e l e s -
iw
APENDJCE NUM. TX.
p i r i l u d c l s fg lo e x ig ft y q u c \*o p r o f e s o p a * coD V O D cim íeD lo
p r o p i o . E d m í r e s ( ) e ln n c l d e r e c b o y a c c p t a n m is prio o Íp Í< is
p o r q u e re c o iv ie íin q u e c o a e llo s s e o b t e n d r á n la a v e n l a j «
d e
l a s id e a s o i ix i o m a s , s i n p o s a r |» o r lo s e s c o llo s d e la «
re *
T o íu c io fifts p r o v o c a d a s p o r U l u d i a d e i p u iíb lo c o n l r a cl
pod»»r, n i jto p e l c a i a c l ís ti i o q u o V d . p r u ? r c ; r l p a r tÍ ( f o lib e ­
r a l lo » a c o g e r á c o m o h e r m a n o s , p n r< ju c lo s h o m b r e s d e h o D o r q u c D u n c a f a lt a r o n á s u s c o iu |> ro m ís o s , s a b r á n c u m ­
p l i r lo s q u e D u e v a m c n le c o u tr a /g a n .
E l p a r t i d o ! j li r a * a b s o I i i lí s t a , l o s q u e c n n o m b r e d e l a b s o l u l j s m t ) d e l R e y l i e o d e n á c n i p o n f a a r s u « le s p o lis m o , d o
e sta rá n c ic m m e n t e
c o a t a i g o , p o r q u e p a r a e llo ^ l a r e l i g i ó n
y e l H e y s o d m f i r o s p r e i c s l o s p a r a l o g r a r s u s f i n o s ; m e f e li ­
c ito m o c h o d e q u e e s to s h o m b r e s d o fig u r e n e n m i p a r tid o ;
a c e p t o g u s t o s o l a c o o p e r a c i o n d e to < lu s l o s e s p a ñ o l e s , s e a n
r e a lis ta s , s e u n m o d e r a d o s , p r o g r c s lta s
q u e su s a s p ir a c ió n os l i e n d a u
á
ia
ó d e m ú c ra ta s , c o n
ta l
g lo r ia y e l b ie n e s ta r d o
D u e s t r a p a tr ia ; lo s q u e c o n m ir a s d e e g o is m o p o rso n n l p r o ­
c l a m a n e l a b s o l u ! Í s t a o ( la r a t i r a D i z a r e l p a i s , e s t á n h lo D d o D *
d e q n i í T a n c o n l a l < ju o n o s e a e n t r e m i s a m i g o s .
E s to s s o n lo s h o m b r e s q u e p r e t e f t le a q u e n o h a y le g it i­
m i d a d d o n d e n o e s t á n e l l o s ; c o m p r e n d í» b i e n q u e p e r s u a d i ­
d o s < ju e d e m í n o p u e d e n s c r r i r s e c o m o d e u n d ó c i l i n s t r u ­
m e n t o , n o s e a y o ]> ara e l l o s e l r e p r e s e n t a n t e d e l a l e g i i i m i *
d a d , y h 3 C Íen < lo u n a p a r o d i a d e l p r i n c i p i o d e l a soL N ?ran ia
p o p u la r q u e c a u d c n a n , m e d u d a r e n p o r s u fr a g io p e r s o n a l
d c s p o s e id o d e m is d e r e c h o s : h á g a n lo
cn
h o ra
b u e n a , asi
p o n d r á n m á s e n c r í d e n c i a s u s p i^ e o c u p a e ío n e s y s u r i d i c u l a
m a n e r a d e d is c u r r ir .
E llo s iü v o e a n
p ara
in s p ir a r á
s a c r ile g a m e n te e l n o m b r e d e l a r e lig ió n
m is h ijo s s c n tím íe m o s h o s tile s c o n t r a su
p a d r e , y m e ta c h a n d e a n ti- c a tó lic o , p o r q u e á im it a c ió n do
K o IX ,
c r e o q u e la to le r a n c ia e n m a te r ia d e
in d is p e n s a b le e n io d o p a is c i vi U s a d o , y
r e lig ió n , e s
s ig u ie n d o e l e je m -
[^0 d e S . S . q u e ( o le r a e n h o m a l o s d is í< le n t c s d e l a I g l e s i a
c a tó lic a , e s t o y
e n e l h u e n r - a m in o , y a ú n
c u a n d o v iv o en
UQ p a is d o n d e h a y m u c h o s p r o te s ta n te s , p u e d o a s e g u r a r
i V d . q u e n i lO e Jio s e p a r a d o n i m e s e p a r a r é d c l s o a o d e U
APENDICE NTTM. TX.
»1
r e l i g i o n c a t ó l i c a , c o m o n o s c 8 c p < ir a r á ii t a r o p o c o d e o l í a l o s
e s p a ñ o l e s , a ú n c u a n d o p u e d a n r e s i d i r e n K < *pafia, c o m o c i i
n o m .i , lo s p r o te s ta d le s
y
lo s ju d ío s ,
» e n m a t e r ia » r e l i g i o s a s & ¡g o c o n f é c u a n t o d i s p o n e
c l i c f c v is ib le d e n u e s tr a I g le s ia , y e n p o lític a s ig o ta m b ié n
l a m a rch ? » q u o S , S . i n i c i ó c u e l p r i n c i p i o d e s u P o n t i f i c a d o ,
n o l e ím ítA T é
sumaúos,
y o o lv i­
ios hechos f t w -
e n Ib q u e d e s p u é s h a q n e r id o s e g u ir ,
d e V d - q u e P í o I X . a t a c a n d o c l p r i n c i p i o <le
ó lo q u e s e l e h a f ig u m d o , l a S o b e r a n ía N a c io n a l,
h a r e c o n o c i d o l a l e g i t i m i d a d d o m t ] u im u I s a b e l ; d e m o d o ,
<fue s i e n p o l i t i c a l o r m a r a a u t o r i d a d e l c o n c e p t o d e S . S.>
m e s i r i a foi*2úM^ m c i u í o c e r q u e
n o re p re se n to d e r e c h o a l­
g u n o . N o c r » 'o s e r m e a o s c a t ó l i c o q u e C a r l o s I , q u e r d i p e I I y C i r i o s U l , b ie n p ü « d o c o m o e llo s n o s e r e n lo d o d o
l a o p in io n
S . !>:>s q u e e n |> o U tica s i g u e n l a s o p i n i o n e s
d c l P a p a , d e íw n
re co n o ce r
á Isab el c o m o
so b era n a le g í­
tim a .
S o s t e n g o l o s d o r c c h o s d e m i ita n im íe n to , y B o m c tic n d o lo s a l
s u lr a g io
a n i v e r s a l, le j o s d e r le b iU ia r lo s l o s ro b u s»
t« zco .
M i m a n ifie s to a l p a r tid o
c a r lis ta c r u c V d , q u e
b a p r o c n r a t io l a a d h e s i ó n d c * r n u
6 d o s h o m b res
s ó lo m e
d e ta n p o c o
b n e n a t a m a c o m o m í s e c r e t a r i o . P c n n í l a m e V d . q u o l e a se *
g u r e (^ u e l a h a n
n io n á r t| u le o ,
y
a d b ‘ cr»^ á m i ,
ran
in fo r m a d o m a l; l a p a r t e
ta n to e n
s a n a d e l p a r tid o
la e m ig r a c ió n c o m o e u
to d o s lo s q u e se h a n
E spsm a,
a d h e r id o y se a d h ie ­
d e b u e n a fá , d e s e o so s d e l b ie n d c l p a ís , s o n y
será n
b ie n a c o g id o s .
En
cu a n to a l
g ^ e r a l l.a z e u , n o
d e b e l a fa ls e d a d y
la
v i o l e n c i a d e l o s a t a q u e s q u e m i» e n e m i g o s l e d i r i g e n , s i o o
á s u r a é r ilo y á s u a b n e g a c ió n , y e s m u y s e n s ib le q u e h a y a
e s p a ñ o le s á
q u ie n e s e l
e s p ír itu
d e p a r tid o o fu s q u e á ta l
p u n t o q u e n o lo s p e r m ita a p r e c ia r e l
ü ü en to y e l v a lo r d e
u ií h o m b r e p o lític o , q u e n o tie n e o tr o m ó v il q u e e l h ie n d e
s u p a tr ia
y e l m á s p u r o s e n tim ie n to d e a fe c to
á
m i p er­
son a.
8i
h u b ie r a V d , d ig n a d o
c o n s u lta r m is
m a n ifie s to s ,
h u b i e r a V d . v i s t o < [u e l e j o s d e r e n e g a r d e m i 1 ‘ a d r e , v e n e r o
'»TT
SU C Q em o ria» s ù o c u a n d o d o c o r u p a i 'U s u s o p ii iiu n € « , y m e
p re c io d e IiDilaiiK e n l a l i r iu c s a c u n q u e siODipre c u m p lió
p r u c u e la n , y a s i c o o i o s u s t u v o c o n f é u d o s p rin c ip io s
q u e c ro T O b u e n o s , h a $ U e l ù l U o i o á l t e n l o
s u v id a , c o n
&US
la m is m a
Té s o s t ô a d r « y o lo » l u i o s ,
p orqu e en n u
c o d tÍc -
c io n s o D i o s ú n ic o s c p iu h o y i:u D v Í e iie n á m i p a tr ia .
S irn U » m u c l i o q u o b a y a V d . a c o g i d o l a i d e a d e q ü e b e
Ira la d o
á
I e s ,» á
u la t i g iiz o s ,» y l i o l l a m a d o u m e z q u i n o s y d e d e a -
lo s h o m b r e s q u e s ir v ie r o n
c o n le a lla r i la
m i P iid r e . A p r e c i o c o m o e l q u e m á s l a s v ir lu « I u s
c a u sa de
j
la a b n e ­
g a c i ó n d e s ú s (le fe n so rR » ^ y Iih
ao > gÍd n c o n a fe c t o c u a n to s
p e r s o n a ln j K i it « <5 p u r e s c r i t o »
h a n d ir ig id o á m í. L e s q u e
r K c h a z a i'6 y r u n s i d o r a r c c o m o t r a i d o r e s , » n l o s q u o d t r u ^
< }ue c íe d a r c a m p o
to rp e c e r o n
i
s u s t e n c t e n c ia s d e s p ó t i c a s p r o c u r e n e n ­
E ^ 'i ü a i a o ia r c h a
p r o g r e s i v a d s l a s i d e a s Ii>
IxsrAlcs.
Ya
hace
t i e m p o q u e m i s e n e i u ij^ o s , p o r m e d i o
de
ta
p r e n s a a b s o lu iis u i d e M a d r id , in c h a n a ta c a d o c o n m o tiv o
d e l a s e p a r a c ió n d e m i q u e r id a e s p o s a y d e m is h ijo s , y r e o
quo
h a < ^ T id a d o V d .
c o m p le t a m e n t e Io h h c c l) o s . U i b u e n
P a d r e m e e s c r ib ió , e o e fe c to , p a r a q u e m o r e u n ie r a c o n m i
e s p o s a , m a s n o d e jó ig u a lm e iiie
S é r e tJ u lR r a á l u i ; p e r o s u
a m o n e s ta r le á e lla
á
que
c a i i i i o s a i u t e i 'v e n c i ó n , U e u a d o
a f e c t o y d o d u l z u r a , t ío s ó ! o n o p r o d u j o e l e f e c t o q u e e r a d e
e s p e r a r , u ar> < j u e l e v a l i ó u n a a g r i a é i o m o ü v a d a
r e p u ls a
d e m i c u ñ a d o e l d u q u K d o U fód^ n a» e u I s q u e l e d e c i a q u e
n a d iR l e h u b i a i i o m b r u d o
c o n s e je r o d e s u
h e r m a n a . D ic h a
c a i 'l a a i o a r g ó l u u c h o l o s ú l t i m o s d ia ^ d e m i P a d r e ; V d , t a is *
lu u m e h a e s c r it o y m e
h a h a b la d o d c p lo r a iK io l a
sep ara­
c ió n , p e r o h a s t a u h o r a n o m e h a b la v is to a o u s a d o p o r u s te d
d e h a b e r f id la d o ií m is d e b e r e s .
S i la
p ie n s a a b s o lu tis ta d e M a d rid c o n o c ie ra l a a l t a m i>
s i o n d i d p e r io r lis ta ^ h u b i e r a > :e s p e U d o e l s a g r a d o d e l a v ir ia
si l o s h o m b r e s q u e lia u d e c id id o á V d . á e s c r i­
h u b ie r a n l o c a d o e s t e a s u n t o , n o s e r í a y o o l q u e
t r a e r í a á l a p ublicidad! e l i n t e r i o r d e dc^aTencneÍa-«> d o m é s ­
ticas q u e d e p l o r o , p e r o d e l a s q u e u o h e s i d o r e s p o n s a b l e .
p r iv a d a ; y
b ir m e n o
L e r e c o r d a r é á V d . l a s c a u s a s «le l a s e p a r a c i o i ) d e m i fa -
n i i l i a ; DO d e l d i v o r c i o , p o r q u e á l s l e i t r e m o a t o r t u ñ a d a m e n t e
n o h e m o s l l e g a d o . V i e n e u n u e s t r a s d e s a v e n e n c i a s <le h a b e r
. y o e m itid o e n e l s e n o d e
mí
r a m i l i a l a o p i n i o n d e q u e niÍH
h i j o s n o d e b i a n s e r e d u c a d o s p o r j e ^ u i i a s . f ir o d á D d o m o e n
q u d l o s q u d h a b ía D e s t a d o e n c a r g a d o s d e m i e d u c a c i ó n y
d e l a ele m i s h e r m a n o s , n o u o & h a b l a n d a d o l a i n s t r u c c i ó n
q u e e c m í o p i n i o n d e b i e r o n d a m o s , i>orqiH ! c r e o q u e n o le
I ia s ta n i á u n I ’r ío c i p o q Í á u o
p a r tic u la r , im a io s t r u c c io n
{ i m i t a d a a l c u n o c i m l e n ti:» d e n u e s t r a r e l i g i ó n y
liitL in 'a d e Io > e h i s í c o s . K s t n ,
y
u n a d é b il
a lg u n a s o b s e r v a e io o e s q u e
e u p o lít ic a m o p e r m it í, m e p n » d u jc r o u i a a n im o s id a d d e ia
f a m i l i a d e n i i e s p o s a , h a s t a e l punti:» d o v e r m e e x p u l s a d o d e
lo s E sta d o s d e m i cu & a d o . A u t« lo s a rg u m e n to s d e l a fu e rz a ,
n o t u v e o t r o r e m e d i o q u e s e p a r a r m e d e m i t a m ü ia .
S ie m p r e q u u
se
m e
se
h a tr a ta d o d e l a r o u n io o d e m í e sp o s a ,
b a e x i g id o l a c o n d ic io n d e q u e d e b ia tija r m i
d c n c ia e n
A u s tr ia y
e n M ddcna; y
so b re e sta
re si*
c u e s tió n la
a v e n e n c ia n o h a s id o p o s ib le , p o r q u e se m e q u e r ia d ic t a r el
p u n to
p r e d s a in n u te d o n d e n i
m i s i n t e r e s e s n i m i s sim p a ^
t i a ¿ ü i e p < ? r m il¡a n v i r i r , y s í l i i i h i e r a c c d í i b , h u b i e r a tla d o
g r a n p n e b a d o d e b ilid a d , q u e n o lia n a p o r e ic r t o c l e lo g io
d e m i e a r á e ie r ; p o r g r a n d e q u e s e a e l c a r iñ o y e l a fe c to q u e
p r o fe s o á m i e s p o s a , n o m e e s d a i) le o lv id a r e l r e s p e t o q u e
m e debo
á
m í m is m o .
I h ; h e c h o c u a u ta s g e s tio n e s
v i n i e r a á m i la c lo . N o h a c e
b e p o d id o , r o g á n d o la q u e
m u c h o tie m p o q u e h e a c u d id o
h a s t a a l m is m o K in jic i a d o r d e A u s t r ia p id ié n d o le q u e in te r ­
p u s i e r a s u io J lu e n c ia » p e r o t o d o h a s i d o c n v a n o . N o e s t o i
c u lp a f| a e m i q u e r id a e s p o s a p r e f ie r a la s id e a s a b s o lu tis ta s
d e s u h e r m a t i u á h i s i< le a s l i b u r a le »
de
s u esp o so . A b r ig o
sÍr
e n ib a r ( ^ , la e s p e r a n z a d e q u e t a n le ú te m p r a n o s a b r á c o m ­
p a r tir c o n m ig o m i m a la
ómí
b u e n a te rtu u a .
M u c h o e s e l c a r i Q o q u e l a p r o f e s o d V d .^ q u e r i d a m a d r e ,
y
g r a n d e e l d e s e o d e c o m p la c e r la ,
¡> ero s i n
duda no
ha
m e d ita d o V d . to d a l a e x t e o s i o u d e l » e r i l t c i o q u e m e p id e ,
á sa b e r la
r e t r a c t a c i« in d e m i s p r i n c i p i o s , d
l a a b < IÍe a c Ío u
d e m is d e r e c h o s c n m is h ijo « .
M is p r i n c i p i o s p o l i t i e o s n a c e a d e l a
c o n r íc e io n
y
del
284
APENDICE NUM. IX.
e s l u d if í <1q l o q u e c o n v i e n e á c n i p a í s ; d o m o o s p o s i b l e re *
t r a c i a r m e d e e llo s s i n fa lta r á m i c o n c ie n c ia .
R c i n i t i c l a r c u r o is l i i j o s f ^ r i u i:iu i
q u e m i e s t¡*
m n c lo n p o r $ o n a l r c c h a z a ; q u e c l b ie n d e m i p a ís i n c im p i­
d o b a o o r . L o s o n o n i i ^ s d e la s lib e r ta d e s p ú b lic a s n o q u i^ c *
ra D o t r a s a rD ia s p a r a p o d e r e n n o m b r e d o u n n iñ o T o tv e r á
c o r r e r f o r i u u a y e c tc e n d e r d e q u o o l a h o g u e r a d e l a g u e r>
ra d v il.
N o s e r é y o e l q u e m e r e tr á e te n í c l q u e s y u d e a l b a ix lo
a b s o lu tis ta c o n
aú
re n u u c ia .
C o n s e r v a r e lo l s o p ín ío u n s c o n l a fé d e l q u e c u m p le n n
d e b e r sa gra d o
rn
en
bien d e
el c a s o
lib e r t a d
j con l a
c o n c i c n c í u d e l l^ rin cIp K < ]u e t r a b a j a
* u p a t r i a . N o m e d e s p o j a r é <ic m i s d ^ m c h o s s Í d o
d e a & e g i ir a r
haciéDdolo
a s i,
k
t r a n q u ilid a d , la
y e l b ie u e s t A r d e l p & i s , ó a n t e Í6 v o l u n t a d
de U
N a c ió n .
O r e o h u b e r c o n t e s l a t l o á l o d o s )o»< p u n t o s d e l a c a r t a d e
Vd.
Me í í i l t a
ú n ic o
y
s o lo r o g a r
á
V d ., q u e r e c o n o c io n d u e n n ú e l
le g it im o h e r e d e r o d e lo s d e r o e h o s d e
mi
P u d re,
p r o c u r o q u e s u s a n i l g u o s y l e a l e s d e lC n s o r o s T e n g a n
m e n ta r
d e b u e o a fé
m i p a r tid o , a c o p la n d o T ran ca
m e n t e m U o p in io n e s q u e s o a l a s
d e lo s e s p a ñ o le s
y la s
U
á
au­
y I c a l-
o u m e ro s a m a y o r ía
q u e tin u Y ie o e o a o ix e s ir a p a t r ia , y e o
f i i t , q u e e m p l e e s u s s e n t i i u i e n t u s reÍlgÍosi> ís y s u s u f e c t J i s d e
m ad re p a ra q u e n i i esp osa
y m is
h ijo s , c u m p lie n d o
ccm l o s
p r e c e p t o s d e n u e s tr a r e lig io o , s e r e ú n a n ó m í y ju n te n su s
r u e g o s á l o s o i i o s p a r a qu<^ e l c í e l o l e c o n c e d a á V d . t o d a s
la s g r u c ia a
j
p r o s p e r id a d e s q u e le d e s e a s u a fc c lis ím o h i j o ,
Juan de Borbon.
IxndrM TU d« Oclabr« de 18C1.
A PEPPIC E NUM. X .
255
LES NAtlONALITKS.
1 8 MAI L 8C 2.
Le général do Lazcu nous prlo le donner place dans nos
Colonnes à une lettre qu'il adresse à la ScuiineHa dclU Â l’
pi en réponse ù uno attaque coütre la dynastie espaguole,
Koos nous empressons de répondre h son désir; car nous
coDsIdèrons l’6critduff 6oéral comme tont-à-fait dtgno de
fixer TattenHon sous plue d’un rapport.
Monsieur lo directeur do la ¿JeníwWa deU e  l p i .
Jo Tûis dan« un de vos dernlera num éros, qu’à propos
de la fftte nationale en £j¡)agne du 2 mal, tou» ditef :
«L'Kspnj?ne rq&sI doit renoîtrc à la ^érltóblo liberté, et
*Il ne se passera pas longtinajis, sens q u elle brise les chai*
lies »dont un guuTerrement tjra n p iq u e l’acliargde.
»Voltaire disait:
a f a i t son t e m p s , aujourd’hui,
>on peut appropier ce mot à la derûière djnaatlo des Rour*bona règnauts.»
Bc oc qui conceroe le premier paragraphe, j e suis d*accord aTcc tous ; la liberté ne tardera pas longtemps à bril­
ler au de là des Pyrècées.
81 en parlant doa Bourbons tous disiez: la bronche fé­
minine, je ne relèverais pas votre assertion ; ce soin appar­
tiendrait à une autre pcraonoe; mais coiuoae cebto person­
n e laisse toujonra passer saae la muindre observation tou­
tes les attaques de la presse Italienne, qu’elles soleüt contre
le içonTemement, contre la reine où même contre 1a dynas­
tie ; elle gw de dans cette occasion, comme toujours le ailence lo plus absolu.
Moi qui ai l’honneur d'être lo eecrétaire du prince Don
Juftn, le chef de la Îamlllo des Bourbous d’Eapag:ne. e t qui
TolBcn Italie s’égarer l'opinion publique aussi bien fiue la
presse qui croil à une croisade contse Ica Bonrbons, je ne
puis pas garder le silence; Je dois répondre a u i attaques
portées coptre la dynastie espaguole.
SS6
A P E A D ÍC E N U M . X .
S’ i l e s)? to
cTi I t a l i e
on
s e n tim e n t
a n ti- L o u r b o n o fe n ,
g r â c e a u x i d i c s p o l it i c ] n « s d o s d e r o i e r a r o i s d e s D e u x - S i d ­
l e s , e t s a r t o u t p a r c e q u o l e u r e x i s t e n c e é t a i t u a o b s tiu ^ le à
l a g r a n d e o t p o l i t í q u o id é e d e l ’a n i l é
I to lic m c , Il n ' j a p a s
d e p a r ité e n E s p a g n e .
L ft g u e r r e d e V in d é p e o d a D c c . c c tto
a u b liœ o o x p r e s e lo n
d n p a t r i o t i s m e , u * e u t d 'a o t r o m o t i f q u e l a d é fe n a n d e l a d y ­
n a s tie . ¿ u c u a
e s p a g n o l n e d o u te
que
Joseph
a e u t é té u n b ie n m e ille u r r o i q u e K e r d in a n d
m o! q o i ai e u
Thoaneur de
B o n a p a rte
V II. Q uant
tr a ite r le c e m io
de
il
S u r v il-
lle r e , j 'a i ! a c o n v i c t i o n q u ’i l a u r a i t f a i t l e b o n h o a r d o T E s p a g ^ e . e t c e p c a d a a t u n lu i f it n n e g u o rre 4 o n trsn ce .
C e rte s si
u n e h a o c c n a c a t é t a i t p o s s ib le e o
E sp agn e e t
s u r t o u t c o n v e n a b le p o u r l e p a y s , c ’ é t a it b lo o e n 1 8 0 7 lo r s ­
q u e Uv f a m i l l e r o y a l e p r é s e o t a i t l e p l u s t r i s t e t a b l e a u ^ l a
d é p r a v a tlo u d e s n œ u r s » u n f il s c o n s p ir a n t p o u r a s s a s s in e r
s o n p è r e , la p e r fid ie
d e t o u s le «
e t l a tr a h is o n , e n fin
r a b d ie a t io a in fin e d e
c<^tés, p a r t o u t l a l â c h e t é
la c o u ro n n e en
f a v e u r d e l a f a m i l l e d n g r a n d c a ¡ ú t a i n e d u e l ô c l c . D o sem ~
b la b le s m o tifs s u flls û le n t b ie n
p o u r lé g itim e r e e c h a n g e ­
m e n t e t c e p e n d a n t l'E s p a g n e s e s o n le v a e n m a s s e p o u f d é ­
fe n d r e e t c o n s e r v e r c e tte d y n a s tie q u i a v a it c lle - m 4 m e p ré ­
p a r é , c o n s e n ti, e t a p p la u d i à s a c h u t« .
L ’h ia t o ir e j u s t i f i e r a
a s s e o ir u n
des
u n j o u r N a p o lé o n I d ’a v o î r
v o u lu
f r è r e s s u r l e t r ô n e d 'E s p a g n e , e o m i u e e l l e
r e n d r a ju s t le e a u s b o n n e s in te n tio n s d e J o s e p h B o n a p a r ­
t e (1).
L ’ K flp a g n è q n i
d é fe n d it
dans
la
p erso n n e d e
F e r d i­
n a n d V t f s o u in d é p e n d a n c e e t « on p r o fo n d e s i) r it d e n a tio ­
n a l i t é , n ’a c c e p t e r a i t j o m a i s p o n r r o i u n é t r a n g e r .
L&
s e n te d y n a s t ie p o s s ib le e n
E sp agn e, e ^
c e lle d es
B o u r b e a s c i s i on n e p u t l a c h a n g e r d e 18 0 7 à 1 8 1 4
m
lo
( I ) J ’» v a is corn m tn « é u d t r è v ê i l g u r k l lo i s e t
p rn j« t» d # J o iw fh
B < ^ p a r iv « iu m i a n t u n
d^R r u e « d p c # p r in c e i u r l< ïS f^ 9 T fn (ÿ
q u 'il p ro je ta it d 'i n m d u l r * « n E s p a g n e , ]n r« Q ue tn u n d é p a r i d e M ftfrid ,
U { 6 o c to b re 18&9.
l e fit a tw u iio n n c r . J 'c « o è r a o n j>>ar p o n v o ir lc r m i n e r e e tr n v a il « t p a y e r k io iu u n tr i b u t d ’eeti m e « i d o ju is lie c a la n ii'm M re d * u n ^ r io e e d i g n e e t v e r l u e u ï .
.
p o u r r a i t m o iD S e n c o K m s I n t e n a D t ; l e ?
p o Q T c le n t a lo r s
j o a t i f i e r I s c b a b g e m e u t . a u j o u r d ’ h r n D u lle r r ic n t .
D e p u is lo m o r t d u d e r n ie r r o i, l e p s j 8 a é t é r e g í p o r u n
a y e tè m e p in s o u
iq o I d b c o n s C I t u t lo o Q d , m a is t o u jo u r s pAP
d e s m in iG t r e B r e s p o o s a b l e s . S i l e ¡^ ay s n ' a p& a p r o g r e s s é , s i
la lib e r té a é t é é to u ffé , s i l a c o r r u p tio n e t le
fftjifit t s r o e o n t
r c g a ^ u é d u t e r r a i n , l a r e s p o n s a h i l i t c n ’ e n c^oU p ft8 r e t o in *
b e r s n r l a R e in o : c ’c s t a u s h o m m e s à q u i f u r e n t c o u â é s so n
é d u c a tio n ,
BA p e r s o n n e ,
e t son
g o u v o m e m e n t q n l l fa u t
C a ire r e m o n t e r t a s o u r c e d u m a l .
S i û u jo u id ’ h n i l a T o lo o t é d 'I a s b e l I I
p o id s o t d a n s u n s e n s e n tiè r e m e n t
pè«o d ’ u n g r a n d
ré tro g ra d e d a n s le s a f­
f a i r e s d a p a y s , à q o l d o î t - e n s 'o n p r e n d r e ? A l a R e l o e ir r e s ­
p o n s a b le ? o u à c e m iu is t ô r e c o n s t it u t io n n e l q u i p lie d t o u t,
q u i n ’a p a s l a d i g n i t é d e s a p o s itio n e t q u i c è d e t o n jo u r s e t
q u a n d m ô m e , p o u r v u q u ’i l r e s t e a u
p o u v o ir ^ f , a R e i n e e t
m o i n s e n c o r e i a d y n a s t i e n e s o n t p a s r e s p o n s a b l o s d o s e r*
rea r?« e t d e « f a u t e « d e s g o u y e r n c i n o n t s .
L e r 6 ^ n e d 'I s a b e lle I I n e p e u t j a m a i s 6 t r e u n g r i e f c o n ­
tre la d y n a s tie
d e s B o u r b o n s d ’E s p a g n e ;
i l n ’e s t q u ’u n o
p r e u v e d e l a su jy e a s e a v e c l a q u e l l e P h i l i p p e V é t a b l i l o c n o -
d e d e l à S u c c e s s io n ù l a c o u r o n n e , p o j r é v i t e r e t le a ri^ g n o s
d e fe m m es e t le s c b a n ^ m e n t s d e d y n a s t ie s . I ls o n t co A té s
t r o p c h e r à l ’i i s p a g n e .
L e s d y n a s t ie s n e s e s o n t ja m a is im p r o v is é e s fa c ile m e n t.
E l l e s s ’im p r o v is e n t m o in s e n c o r e a u j o u r d 'h u i q u e l a s o u ▼ e ra ln cC é d o s n a t i o n s r é s i d e e s s e n t i e l l e m e n t d a n s l e s p e n *
p i e s , e t q u e o e o X 'C l n o s o n t p l u s l e p a t r i m o i n o d e p e r s o n n e .
L e m a r ia g e d e l a r e in e J e a n n e
n o u s a p p o rta k
dynsa-
t i e a u t r i c b e n n e q u i n o u s e n l e v a n o s I n s t i t u t i o n s o t n o s U*
b c r té s m u n ic ip a le s , d o n t le s
anohéQ aU > m bo à
s o ld a t s d e ( 'b a r íe s V
la b a ta ille d e V U a la r . S r a v o
fir e n t
P a d illa e t
M a ld o n a d o s u f l'é c h a f a u d , f u r e n t le s d e r n ie r s s o u p ir a
de
n o tr e lib e r t é . L a J u s tic e p é r it a u s s i s u r T é c h a fa u d d a n s la
p e r s o n n e d u / tw lic ia
¡tíayor d’Aragon.
E n é c h a n g e , l e p a y s s ’a p p a u v r it e t f u t g r a t if ié
d e l ’i n -
q u ls lt lo n , d e â g u e r r e s c o r it ln n e lle s e t d ’u n e a r m é e p e r m a ­
n e n te d o F la m a n d s e t d e T a d e s q n e s .
S i p a r m i l o s U o o r b o n s d 'R s p a g Q e s e t n u v o u u m a c v a i f l
r o i , > 'c r d i n n o d V I I , t j p o
d ’in g r a t it u d e e t d e p e r f i d i e ,
ili
p e U T cn t l u i op p o arp P h ilip p e V , F e r d in a n d V I e t C h a r '
le s I I I ,
a u x q u e l s l'E s p n g c o d o it b e a u c o u p d e p a g e s d e
sa
g l o r i e u s e h i s t o i r e , b e a u c o u p d e s a g e s l o i s e t d n g r a n d e s rô*
fo r m o a ; e t s i k
R e in e o u b lie p a r l a fa u te d e s e s c a o s e ille r s ,
lâ r e c o a u a i» s a o c e q u e lle
r ls e
d o it a u p a rti lib é r a l, s i e lle
(û^ o-
d e s i d é e s p lu if o u m o i a s e n d é « a c c u r d a T c n l u m a r c h e
p r o g r e s s iv e d u s i è c le , l a d y n a s t ie a d a n s s o n c h e f , le P r in *
c e D e a J o a n , u n h o m m e lib é r a l, a c c e p ta n t p a r c o n v ic tio n
le a g r a n d e s id é e s e o n s tltu tlT e e d u
n o u v e a u d r o it p u b lic
en ro p ó en .
L e p r in c e e n
com m e
a g i s s a s t a i D s i , n 'u s e p a s d ’ u n e x p é d l e D t ,
e n n e m is o o t v o u l u l e fa ir e c r o ir e ; s a v i e e o tlè r e
a t o u j o u r s é t â d 'a c c o r d
a v e c lo B i d é e s q u ' i l é m e t a u j o u r ^
b u i. F i l s e t f r è r e c a d e t d o d e n x p r in c e s q u i p ro fe s ^ n ie n t d e s
i d é e s a b s o l u t i s t e s , i l c o m p r i t q u ’i l d e v a i t s ’a b s t e n i r d o t o a t e
io ltla tiv e p o litiq u e ,
a u s s i j u s q u ’ft l a r o n o Q C l a tl o n q u e â t
s o n f r è r e d e s e s d r o i t s e t p r é t e n t i o n s à l a c o a r o n o e , n 'é m it *
i l p D lo t p u b l i q u e m e n t s c s o p i n i o n s .
D e p u is c e t t e é p o q u e l e P r io c e a p r o fit é d e to u te le s o c c o s io u s p o u r d o n n e r d e s p r e u v e s d e s c â c e a v ic t io it s p o liti­
q u e s . s u it p a r
siis m ^ n if c a t o s ,
s o it p a r s e s le t t r e s a u x jo u r *
n a u x , s o it m ^ m c , a u ta n t q u e c e la lu i a é t é p o s s ib le , s u r le
t e r r a in d e s fa ite .
L o r s q u e l e g o u v e r n e m e n t e s p a ñ o l p r o t e s t a c o n t r e l 'a n *
n e x ic n d e P a rm e
e t d e K a p le s ,
s o u s p r é t e x t e d e s d r o its
é v e n t u e l s d u P r i c c o , i l s ’e m p r e s s a d ’é c r i r c a u r o i d 'i b i l i e
ren o n çan t
à ses
que ceux quo
d r o its ,
to u t a u s s i a lé a to ir e s , i l e s t v r a i,
V ic to p - K m r a a n u c l p o u r r a it é ta b lir à la c o n -
r o n n o d '£ > i p a g n e ,
d aD t d o P h ilip p e
c o m m e lé g it im e e t p lu s p r o c h e d e s e e n -
I I p a r s a û U e r i c i C u i t e O a t h c r li k e , m a i s s t
C e tt e r e n u o c i a t i a n n ' é t a i t p a s u n s a c r i f i c e , ^11^ n ’ e n é t a i t
p a s m o in s u n
h o m m a g e r é a l re n d u a u p r in c ip e
d e la sou ­
v e r a in e t é d u p e u p le .
A d iv e r s e s
r e p r ic e s , d e s e fr r o s o n t é t é fa ite s a u P r I o c e
p o u r l e v e r e u E s p a g n e l 'é t e n d a r d
g o u v e r u e m e u t d e fa it,
de
la r é v o lte
c o n tr e le
e t to u jo u r s il a r e lu s é s o n c o n s e n te -
A re N ^ lC E NÜM . X .
2»
2 je n t- Bon tm b lt io o u ’e i t p%9 i e trô ü ft, c’o s t la llb o rtc o t i a
i)ie a “ è l r e d o la p a lr ic . 11 D 'a tto n d rlc n d e s d é s o rd re s o t do la
g u c rp « c iv ile , ÎÎ a tl c u d t g u t d e Ih v o lo n té d u p o u p lo c s p a g u o l. I l u 'a s p ir o p a s à O tre B o i d 'I^ s p a ^ n e p a r ia i o r c o
b a io u e tle s , i l v e u t t t m B o l d e s c sp ag Q o Is p s r la T o lo u té d ii
p c u p lf .
L o r s q u ’i l
< ju 'o n p a r l u
fu t q u e s tio n d o I V x p é d ilio u a u
d 'j
p r o d itc r n o m
é ta b lir
M e x iq u e , e t
uD g o u v e r n o m c û t m o n o r c b iq u e , ie
q u i fu t p o r té e u a v a n t c o m m e
c a u d td a t u u
tr ô n e f u t c e lu i d u P r in c e , c a r s a n a is s a n c e , q u i lé g a le m e n t
l u i d o u o e d e s d r o i t s à c e t r ô n e , s ' i l e i l & l a i t . o t sc ^ o p i n i o n s
l i b t w l e s , d e ? e l o n t n a t u r e l l e m e n t p o r t e r l a peD SÔ c s u r l u i ;
m a is lo P r in c e
c o tu p r i t b i e n
flïa m p a r ie
que sa
im tr o n é e p a r
c a n d id a tu r e m is e
on
q u d q u c s jo u r n a u x da
M a d r i d , p o u r r a i t l e f a i r e c r o i r o a m b i t i e u x d ’ u n t r ô n e < iu e lc o n q iio ,
a u s ? l s ’ e m p r c s f« i* t * il d ’ é c r l r o a u
T hnefi p o u r l a d é ­
sa vo u er.
« Je c r o is iô c r lT û it ? o n
» q u e lu v é r it a b le
A lte s s e le
1 6 S e p t e m b r e 18C1)
b u a e d e 1a g r a û d e u r d 'u o
> s o r l ’a f f e c lio n d e s o n p e u p le . C o m m e l 'é l u
P r in c e
rep o se
d e s é tra u g o rs,
» jô s o M ls tO Q jo u r a r e g a r d é c o m m e u u o p p r e s s e u r .
• J e u e s u is p a s
» a m b itio n
u u ¡)ré !e n d a n t
p c r e o n u e lle , j e
n u t r û u e d'l^spcM ^ne p a r
l e s u is p n r l a fe rm o c o n v ic tio n
« q u 'o n i a s a n t m e s e f f o r t s à c e u x d u p a r t i h l i e r a i , m o n p a y a
‘ ¡) O u r r a o c c u p e r l a p o s i t i o n q u ' i l
d e v r a it a v o ir
p a r m i le s
» n a t io n s l i b r e s d e l ’ E u r o p e . *
S i p o u r d c fiin d r e T a u t o n o m ic
k s p r in c ip e s
m c x ic a iu e e t h a r m o n is e r
l i b é r a u x a v e c l'o r d r e , l e p r in c e n v a i t é t é a p -
j* e le p a r )e s M e x ic a in s ù la p r é s id e n c e d e l à R é p u b liq u e , je
u e p o n & o p a s q u ’i l o a t r e f u s é , j i a n ; e q u ’ i l a c c e p t e l a
r ite d e s g r a n d s p r in c ip e s d e l a lib e r té ,
s o li d a *
e t p o u im p o r te
où
o n le s s e r t , la c a n s e e s t to u jo u r s l a m ^ m c.
L e s a m i s e t I p s e u u e m is d 'u o
h o tu m c
a o û t le m e ille u r
t b e r m o m A t r e p o u r c o n n a î t eo s e s o p i n i o n s .
J e u e p a r l e r a i p a s d e s b u i Is d u p r i n c e , c e s e r a i t o n E s *
p a g n e le u r reu d re
UQ m a u v a i s
s e r v ic e ; m o is j e p o u r r a is
n o m m e r s a n s e r a i u i e s o s e n n e m lQ .
L a B ea ejte> '< u h n ,
P fn .v n n ic u l»
. e ii 'E » p e -
25«
APEKW CE M M . X.
tam a.
jo u p < ift u s q u i o u t t o u j o u r s i^ é fe n d o î e s d r o i t s i u t d l é -
n iib ie a e t io ip e e s c r ip t ib le » d e s R o is p a r l e d r o it d e u a is a a n c o , n ie n t c « d r o its s u i M n c c , p a r c e q u e p o u r e u x l e d r o il
d e o a lâ s a n c c e s i g p c o m m e c o n d itio n * i « í
nud n o n ,
d es o p i-
r iio n s a b s o lu t is t e s .
L e s p o r tis a u g d e
m êm e la tc u tc
e c a id e e s s o u t tc Q s se e c n a o in is , T o ir e
d e so u a u g u s te l’ è re .
i.
Ü Q A u t r i c b o r i à m j w r e i i r l a l r e f u s e s r g « ^uftiuts. q u i d e ­
m e u r e n t û P r a g u e c o n t r e a a r o l o u t 6 e t s o n é p o u s e iD d u e ii*
c t ie p a r s j r i
fr è r e , le d u c d o
M o d iq u e , i e p r iT O
lu é m o dt*8
iQ o ia d r e j r a p p o r ts a v e c e u x .
K o f ia l e g o u T f r n e m e û t e s p a g n o l d o n s s e s jo u r n a u i: m i­
n is t é r ie l 9, a t t a q u e le p r io c c p a r d e g r o s s iè r e s i n v e c t i v e s e t
d e a c a lo m n ie s f 'r a l'i l t c s T c l s s o n t l e s c ir t m e n t « c^ui s ’ o p p o s e o t a u P r i u c o .
L e s l i b é r s u x e s p a g ü o ls ,
le s d é m o c r a te s q u i
p l u s a u f o u d <îo-s p r i u c i p e s q u ' à l a
tie u tie n t
fu rtn c , le s r r a i s lè g iti*
m is t e â . e n tÎ Q t o u s le s h o a it u e s q u i a im e n t l ’a v o Q tr d e l à p a ­
t r i e , t e l s s o n t Bes a m is .
L a pF M S C l i b é r a l e
c s p a g T iü le à
a p p a r t ie u u e . a p p u ie l e p r ÎJ ic e p a r
q u î l g u e n ü a u c c q u ’e li f f
son sU o u ce,
s e u l u io y e t v
q u e l u i c-> n o cd en t le s l o i s q u i b a i l l o u u c e t l a lib r « r m ia s iu û
d e là
peosée,
c a r to u te s le s fo ls q u ’ u n jo u r n a l r e p r o d u it
q u c l< j u é c r i t d u ] ) r i u c e , o u s e p e r m e t l a m o i n d r e lu d lc a t io r v
à e o n s u j e t , i l e s t d e s u l t o l ' o b j e t d e i» o u r s u U e s d e l a p a r t
d u g o u v e ru c m o b t (I).
A v e c fie t e l s é l é m e n t p o u r
c t c o o t r e , a v e c lo s a n té cé *
d e n te d u P r i n c e . 1 e s u c c è s d e s e s p r c tc n t io u à n ’e s t p a s d o u ^
l e u x ; e t s i l e s B -^ u rb o û s d ’i i s p a g o o o f f r e n t l o
|i )
l ’a n u i î c » j o n r o t t u x p f T M Î t u l c s i c a u i «
t r i s t e rr*gii©
t l t D u n J u ^ n . i k o u s o U '*
lufj» c n f f 'a n t r e ^ ï , 4 ¡ h e r i t , p u u r i n i v i p y u r « T o ir im p n tu u Ifi le ltc c d u
n rin c B s u T i * « i |»t»>p«s rtos « Î r tir e « ü u Mvx»qn<?, O iioirfue l e jiH irU l t i i k s a ) il c l n e c ir c iiiû l
lo TiiC ût ^'tm p ieH Ia ^ ingCu»C«i rtd
to i . b a r - i ' ' 11' p o u c u iiv T P Ift p r « * * , d c jn a ii'ia it q n » U Iberia Tut
« > n ü » m n * ' i ui*« n n i^ tid c dc^fCf.vOO f ra n e s, fUAj». k k i b n u a ', tfa o s s»
n»airnatii«M iB, D n U ta jA tn c D d c a4».0C K l i w u , 8**ii 10 W ü fr a o c » , lO us
l o i f r a i i . O h r o in p t o n d fao í!« u iP H l
on s c m b la lif
U
p r e „ f l i b t r . l t ÜC p u iM ^ u t: n r r e u ^ lt c l a i l i l i a i ) « « p«w i l e |«r»H>e.
(
fr'ef de I f r<‘dtKl¡*n. )
F e r d in a n d V l l c t c e lu i p e u
h e u r e u x d e I s a b e lle I I , D u t
ôout«^ q u e D o n J u a n o c r e a d e à l a d j u a s t t c , V e s t iin o g é u é *
r u lo d o n t e l l e j o u l s a i t s o u s C h a r l o s l Ü q u i a h i s s é u n o m é l a o i r e q a e l e s i t a l i e n s d o l v e u t T é n é r e r a u t a o t q u o l e s o s*
}ia^nolj.
L a d y t i a s t i e d e a B ^ iir b o n g d ' K s p t R o e n e p é r i r a p a s , c a r
e l l e s o r a to u jo u r s
d éfe n d u e ä t s c
u n o a r d e u r s e m b la b le à
c e ll« q u o d é p lo y a I b é r u iq u o n a t io n p « p a g n o le d a n s le a s ix
a n n é e s d e g u e r r o q u ’e llo e u t à B o n te n lr c o n t r e
U
F ra n ce.
I .o s B o u r b u u s fo r m e n t p a r t ie i n t é g r a n t e d e l ’a u to n o r a ie
de TE epagne.
Q u e l ’ I t a l i e s o i t a u s s i f i d è l e m c n l a t t & c li é e à s o n R u i> c o
g P û u d g u e r r i e r , m o d è l e d e l o y a u t é , f| n e l'E a p a g e i R T é U i t à
F e r d in a n d V I I m a lg r é t o u t , c ’ e s t c e q u o j o e o u b a ite l e p lu s
p lu s p o u r l a c a u s u ita lie n n e .
A g r é e z , e tc .
T ^ ir ii i, 1 5 m a l 1 8 6 2 .
H. Di: L azev.
LES
K A T IO K A L IT É ^ .
,3 1
La Epoca
MAC 1 8 6 2 .
s u p p o s e q a o n o u s a t u i q u o n s s o u p r o p n O t a ir o
d a n s u n a r lle le p u b lié p a r n o u s le 7 c o u r o n t , e t d a n s le q u e l
n o u s n o u s d é fe n d io n s
e iin p lo n ïe n t d e s a t t a q u e s c e r ta in e *
m e u t p e u d ig u e s q u e c e j o u r n a l s 'é t a l t p e r m is e s , o u b lia n t
s a n s d o u to
d a n s s a p a j 8 io ) i j w l l t j q u e , q u e r a m e r t u m e d u
l a n g a g e , l e s p lip fis e a
W o le n t e a e t l e s i u s u l t e € n o s o n t p a s
< le e a r g u m e n s c o n v a i n c a n t s d a n s l a d lf lc o a s io u .
N o u s r e g r e tto n s v lr c c n e n t q u e lo r s q u e le s jo u r n a u x m i*
n i a t c r i e l » e s p a g n o l s n o u s fo Q t r i i o o Q c u r d o n o u s c o i a b « t t r c
c e HOit t o u j o a r e e a a l t é r a n t I r
d e n o s p a r o le s . C ’e s t c e
q u e f a i t e u c o r p a u j o u r d ’ h u i 7 - a A'prttia.
] ) a Q 8 l ’ a r t i c I c a u q a c l n o u s r é ^ io u d o D S ,
ttfñ rra o q u o
Les i\oveftade* àü
LaEpoea
nouR
2 ¿ o u t r e p r o d u it ) a d é fe n s e
â o l a d y n a s t ie d o e B o o r b o r is p a b lié d a n s u o s c o lo n u e s p a r
U gén éra! do L a so u ;
of,
c o m c n e n o u s n e ) a t r o u 7009 p a s
d R c a c e j o u r n a l , l a c o n s é q u e n c e n o n s p a n t U a s 3c e
Lai JVovedatfes o n t
d e -é d itio n , e n
s im p le .
é t é s a is ie s e t o b lig è o e d o fa ir e u u e s e c o n -
T h o o n o u r c i p o u r t â m o l f f o c r d e l a lil> e r t â
( lo D t j o u i t V E s p a c e . I . a d è f c n s o d o l a d ^ 'D a e tio c s p o g n o l o ,
d ig n o o t a d r n ito m o o t é c r i t e , n 'a » u r a p a s o b t e n u
tur d u
Vcxequa-
m a r é c h a l 0 ’D o n n d ) , p a r c « q u 'o n o n o f a i s a i t p a s 16 1o *
g 6 d e s o n a d c n in is tr a tio n .
S i le g é n é ra l
do
L a z o u s’ e s t p e r m is a o o
a l l u s i o n à )a
n o n o b a l& u o e d o c h a r g é d o s a f r a l r c s d o T a n c i o n n o l é g a t i o n
d F ^ p a g n o p r é s i e D o l d e S a r d a lg :a e ,
é to n n e r le jo u r n a l m in ie té r ic l d o
qnc
a.
<e la n e d e v r a it p a s
M a d r id ; i l d o T ra tt
sa Y O lr
C a l d e r ó n ( ^ I l a n t « s s ' o s t d éj:& p l a i c t d o c e q u ' i l l a i a *
s a i t p a s s e r d o s a r t ! c ie &
sa n s le u r o p p o ser u u e ré p o n s e .
A
n o tr e p o io t d e v u e , d u r e s te , c e tte c o n d u ite d u c h a r g é d e s
aCfuire-s p r o u v e
beaacoupon
sa fa v e u r. U n
h o m m e lo y a l
n 'a im e p a s ê t r e o n d é s a c c o r d a v e c s a c o n s c ie n c e . N o u s n o u s
p l a i s o n s h c r o i r e c j u 'i l r e c o n n a î t t r o p
b ie n l a J u s te s s e
a tto q u o s d o la prosao Ita K o n o o c o n tr e so n
p o u r v o u lo ir s e r is q u e r à l e d éfo n d ro .
p a g n o l n e le
des
g o u r o r n o in e n t
l/O g o u v e r n e m e n t e s *
l a i s s a i t * i l p a s d 'a i l l e u r s l u i * m è i n e d a n s n n o
p o s itio n t o u t - à * f it it fa u s s e , e n v o u la n t l e c o n s id é r e r c o m m e
c h a r g e d e s e ffo ir e s d 'E s p a g n o À T u r i n ,
e n d r o it l e
lo r s q u o e n f a it e t
r e p r é s e n t a n t d o l 'R s p a g n e n * a p lu s a u c n n c a ­
ra c tè re ic i,
D . D u ro a le
d o u te
il
b o n g o û t d e n e p a s d é ifo n d r o c e q u e s a n s
n 'a p p r o u v e p a s d a n s s a c o n s c i e n c e ; n o u s d e v o n s
l u i s a v o ir g r é d e so d s lie n c e .
La Epoca { ir é t e n d
b llé p a r
q n e d a n s l a d é f e n s e d e l a d y o a e t l e pu *
g én éral de
L azeu,
c e lu i- c i
n n rn m c, seco n d e
b r a n it h e d e l a f a m i l l e , l e s f i l l e s d e F e r l i n e n d V l l , c ’ c » t u n o
e r r e u r , il le s a p p e lle b r a n c h e fé m in in e , o l u o u s u e p e n s o n s
p a x q u o Ia l i g u e q u i a p o u r c h c f u n e f e m m e p Q i i e e è t r e & p T^elôo a u t r e m e n t
La Epcca n o a s
d é c la r e , to u jo u rs s u r u n to n s a rd o n lq u e ,
q i i 'e i l e n o s o s e r a i t p a s o c c u p é e d « l a p u l i U o û t l o u d u p é o é *
r a i , s i c o n ' é t a i t à c a u s o d o c o t t e s i n g u l a r i t é q u 'o n j
e t q u i p e u t fa ire d o u to r s i T é c riT a in
tr o u 7C
a p p a r t i e n t à T é c o le
(lé m o c ra tiq n o o u à T é c o le o b s o lu lls to . O e j o u r n a l f a it e n c o ­
r e q u c l q u û d o b e e r y a t l o n g d o l a m<^LDe f o r c e , m a i s i l « t f o r t
d lf tìc lle d o
BuivTO u n
a d v e r s a ir e q u i se p U l t h. aU 6r o r le
s e n s d e s p h m s e a , o t à p r ê t e r a u x a u t r e s d e s I d é e s q u e ja *
in u i» i l s i i 'o n t e u e s .
8l
La EpocA é t a i t
au ssi
m o n a r c h i q u e q o 'o l l o T c u t
blOQ
l e d ir e a r r e tiu e c e r U d u c o s t e n t a tio n , o l l c s c s e r a it e m jir e s *
R ée d o r e p r o d u i r e T a r l i r l o d u g ’é n é r a l d e
ré m o n t to u s le s
m o a ib r e s
d e la
I .a z e a , d o n t a s s u -
f a m i l l e r o j a l c c sp a g ^ ^ o lo
d o i v e n t l u i s a v o i r g r é , p a r c o q u ’j l e s t f a i t , n o n p a s a u p o in t
d o T o e d 'u n h o m m e d o p a r t i, m Q ls o u p o l n t d e t q o n a t io n a l.
N o u a n o s o m m e s p o u r tn n i, n o u s ,
p a s to u t à fa it d a c c o r i
a v e c lo g :é u é r a l; n o u s tr o u v o n s d a n s S a le t t r e tr o p d e d ô fe r e n c e p o u r tu R c ln c
q u i e s t tro p le r e fle t d e son p é ro - P lu s
a d ro ito i* o g t-ô lr e q u e
l u i , o lte n o I r i s e p a a l e s m in is tr e s ,
o lio n e le s e n v o ie p a s a u x g a lè r ^ e , m a is e lle a lo t a c t d o le s
u sor e t
d e tr o u v e r che?: o u x d e c o m p la is a n t s é d it e u r s re s*
p o n s o b l e s q u i j i l o i e n t à t o u t » s c s v o lo n t é s .
L e g é b t 'r a l d o
L n z e u p ré to n d q u e la r è g n e
I s a b e lle
II
n e p e u t ja m a is ó tre u n g r i e f c o n tre la d y n a s tie ; n o u s n e
p a r t a g e o n s p a s s o n o p i n i o n , n o u s n e .p o Q T o n a v o i r d a n s d o >
iia I s a b e lle
II q u ' u n e
té n éb ro a so
c o n t i n u a t i o n d e l ’ a b d u lu *
r is m e s o n s l a fo r m e e o n s tib u tiu u n e lle .
l i a i s d u re ste
p r e s tr ié e s , a i n s i
La E\toca
p a r ta g e b ie n
q u e lo s r é d a c te u rs du
a u fo n d n o s p r o ­
M u r c W la g o r a n c i c o
j o u r n a l o f f i c i e l d e M , 0 'J > o n n e ll , l o r s q u ' i l c o n s p i r a i t
CD f a ­
v e u r d e n o u s n o a a y o n s q u e lle d y n a s tie e t p r o t é j^ jiit le s a u ­
te u r s d o s fa m e u s e s
p o ésie s q u i c d
c ir c u la ie n t c n K g*
pagD e.
La Epocfi r e g r e t t e
q u o le P r ln e c D o n J u a n s o it s i m a i
• O D s e illé ; i l e s t fA c b e u x T r a tc n e u t p o u r lo s h o m m e s d e l 'é C ftle d e c e j o u r n a l , q u o l ’ i l l u s t r e e x i l é d e B r o m p t o n n e s o i t
p a s e o t o ú r é d 'a n
p a â t« C ir ilo , c e tte
Doble
u a l a t c s p o R n o l, c o b o u p r é l a t q u i la ja s a it U
d u c a rd ic r o s s e a r c lu -
é p t s o o p a l e {K )u r d é f e n d r e l ’ a b s o l u t i « m e s u r l e s c h a m p s d «
b a t a i l l e , e t d ’u n g é n é r a l C a b r e r a , q u o s o n h is t o ir e s a n g u i­
n e I k re n d o d ie u x
t
lu u t h o m tu e d o u e d e s e n tim e u ts d ‘ h u -
E n a n i té ,
> *ou s c o m p r e n o n s q u e
La E¡ma v o u d r a i t v o i r D o n J u A n
tutU quanti. C e l a l u i p l a i r a i t
e n t o u r é d o B u r j’ e s , T r i e t a n e t
p l u s , q u e d â T o ir l e p r i n c e n e p r e n d r e c o n s c i l c^uc d o s g ^ a n d s
id é e s d u s iè c le .
La JCpoca c o n e i d é r o
c o n ^ m e u u e c u lo t D u ie c e q u e d i t t e
g é n é r a ! à p r o p o e d e l a p r e s s e lib é r a lo r é d u ite à a p p u y e r la
c a u s e d e D o n J u a n p a r s o n s ile n c e . S i l o fa it n ’e a t p a s e x a c t ,
La Epoca
fe r a it b ie n d e n o u s d ir e q u e ls so n t le s jo u r n a u x
d éc D O C ra to s o u p r o g r e s s i s t e s q u i s o n t c o n t r e l e P r i u c e .
M a U n o u s e s p é ro n s b ie n q j o
« rrco rs «
nous no
ù t Epoca r e c o u n a l t m ae^
d é s e s p c ro u s p a s d e la T o ir u n jo u r o u
l a u t r e , d 'u n d e s j o u r n a u x r a in is t é r I c U d o K . d e r .a s e u , lo s
te m p s c h a n ^ o t e t
La E¡K>ca p o u r r a
b ie n a p p o rte r d e s m o -
d i f í c e t f o u s à s a m a n ii^ ro d o v o i r . N o u s T e s p é r o o s , e t * e o a t t e u d a n t n o u s la p r io n s d e n e d é n a tu r e r d i lo s f a l t a , n i lo s
p a r o le s , si
e lle
veu t quo
nous
d is c u tio n s
s é r ie u s e m e n t
a y c c e lle .
E x e m o . S eñ o r.
E l n o t o r i o c c l o q u e V . E . h a m a o l f e s t a d o s ir iin p r e
{ a r g n c jir r e r a p o lític a e u í í v o r d e S . M .
U
su
R o in a n u ® tra
a e í i o r a y d e t o d a s u K«mI r m n lh it. la p a r t e i m p o r l a n i o q u e h a
c tth íd o
áV.
F .. e n t o d o s l o s n c o n te cim le rito » « q u i* h a n t e n d J -
'i'EKmcE m: h , XI,
d o ai
?»
a tia ik Z d R iie riln d d l T m n o C r j n s U lu d o D n l d e I s a b e l I I ,
s o n a n le c p ilK tiU 'S s E x c in r > , S e ñ o r , q t i c m e c o n v e n c e n d e q u o
V , £ . s e lla r á
l a a r m o Q Í a ( fe l a A e s l ra c iji[f& a c o n s e j a n d o
á S , M . a c e p t e ) a s u m i s i ó n I r c h a p o r o l P r in c í|K 5 I ) . J u a n
00 3 6 d e J u l i o ú l t i m o y r a t í l i c a d a p o s t e i ’í*n’m c » r o i> o r S . A .
e n d i s i i n ü i s fié r r a o s y o c a » Í o u e s .
D esp ues d e
do S , A .
Iiab < ír s i d o i l u r a i i l o t r o s a & o s e l S e c r o í a r i o
y d e h u ü c i* í? o z a ü o d o s u
íllm U a d a c o t ilja fjz a , d e
h a b e r l e s e i r i d o d l o r n e j o r d e r a i I n a l s a b e r y e n lf^ iv ic i* , d e b o
l'o y , s ig u ie n d o e l e j e m p l o d e S . A . , a c a ia r á S . M . la R e liia ,
y m ego á V , K
s o d í g n e h a o e r p r^ » sc n tí d S . M . e l s c n l i “
n u e n ü i p r o f u n d o c o n q u e b a g o n ú su tn i& iu D .
T a l h a s i d o . E s c r a o . S íít in r , lu c o n t U o t ó
con
q iic S
A,
m e h a hr>Drjd<», qu^'/sl e n r d g u n o s d e 1(U a c t o ^ d e S . A . h a v
q u e d c lK i r c e h a z a r s e d e b e a U ih n l r A c á m í v n o á S . A . ,
qoo
l l e v a d o <lfll )iu{>ii]6o d e
c o lo c a d o h a
d c s i ’-in & 'id o c q
l a p o s i c i o n e n qu i> « c h a b i«
la co n ú an zn q u e
h » l> ia p u e s u »
e n ü i i y á l a q u e a e a s o n o ^ io m p r u h u y a c o r r e s p o n d ú l o ,
C o o s i d e r o [>ue'i q u e s i a l g u n a t a i t a s e l i a c o m e t i d o <JelK>
s e r q u i e t i s u f r a > u s c o n s e c u e n c i a s , y |n>r i j n t o n o s o l i c i t a r e
n in g u iia g r s c iu d e S . M .
p u ra re g ro sa r á
E sp aü a»
b o in e io á c l o s tr o c is r a o , d a n d o a s i l a m á s h ís p e lu o s u y
v i u c c n t o p r u e b a d i; s u tn i « io n á
S.
M.
E x c m o . S e / io r ... r te .
7/. de
L-V/jár**«, A b ril, lKfi3
y
mo
con-
A 1 '£ K 1 i I( ;E N ÍIM X (I
XZZ.
S r . D ir u c lo iM lfi
Í-'¡ Diaruy
M u y S t . m í o ; d c í d « »*1 in .s ta iiU j •;n í i u e p I I*rifK 'íj»fi < ioii
J u a n p e n s 4 iiu c v r
m e iit« ! / c t í f a d o y
s u c i t i j i o n á S . M . I n v i v i d o c o iD p le E a d c J i c a d o ¡í s u s e a l u d io » p ic » iile f:u > s . y n o
l l a m a r i u y o b o y I t a t e n c i ó n d c l p ú b l i c i ) c o n c a t a c u r t a 8Í n a
d iíb le r a c o n k 's U r *u a r t í c u lo d e l 2 7 d e M a r z o , l a n s o r p r e n ­
d e n t e e i i « l f n n d o c o m o e n i a f u r n ia .
C o n t e s t o q u e e s l a U o q u e S . A . l i u y a s ir io n i p i< js o , n i
a rrc » tu d o e n 1 3
E iie m , lú a o te » n i d c ip u c « , n i q u e ja m á s
l i a v a s i d o p í i 's f i g u í d o ; y c u a i i t o jiio b re S .
A .
ú'ice V d .
e a sn
cítsid '» a r t i c u l o e s c o m p l e l a m e n l o a g e rv > ú l a r c n l a c l .
N o e s i n é u o s l'a lso
S . A . I t u y j id o á M á d d d e iib u ^ iC ti
d e d in e r o , n i q u ^ h a y a
s o l ic ita d o , m in d ic a d o s iq u ie r a , U
jT iá s V ’ v e p p e t e n s i í m
e s l e s e n l í d o ; e l d e s e o «W v e r s e r e -
c o n c ilia ilo
con
su fu iiü lla y e l b ie n
q u e d o e sto
r e s u lta r á
p a r a , l a I r a n q u ilid a c ) d c l p a l . ' y p a r a t ^ l a H a u z a m ii^ n to d o la «
in s t it iH i o n e s y c l v e l i p r n e n t o d e s e o t)c r c e u p c r a r s u s * b Í]o» .
s o n lo s ú n ic o s m ó v ile s q u e b u c e m u c h o s m e s e s h a c e n o b m v
ú S . A . e n u n s c f i t l d o q u e t i e n d e a e s t o s f i o f » y iI s a q u í e l
j u s t i f i c a d o v i n j e d e S . A . á M a d r id ,
N i a u n e n c l c a s o d e í{ u e S . M . s c d iu rn o p o n e r lk !rm ie )0
a l O ft ir u c is m o d e l P j í n c i p c , t i j o l p s l a r i a S
p e d id o s , a c o s tu m b r a d o d e s d e l a
n iñ e z
h
A . c o n s ú p llc A S y
u n a v i d a t r o tk b lu
V d e d ic a d o a l e s tu d io ; s ¡n c o n o c e r la s n e c e s id a d e s d c l lu jo ,
tío n la n d o c o n r e c u r s o s p r o p io s , a u n q u e
lim ita d o s , n o s e r á
S . A - <)uit-n r e b a j a r á s u d i g n i d a d e u s u s c i t a r c x i e s i i o n c s d e
d in e r o .
E u cu a n to á
l a i d e a d e i n v a l i d a r b u s u m i s i ó n s i o & ta c '
a lffu n d ia a c o g id a p o r S . M ., d e b o o b s e r v a r d V d . q u e S . A .
n u n c a lia
f a lt a i l o á n l n g i m
ju r a m e n to y b a o b n u l o
y
fhvd
c o n lo r m e c o n s u s s e n t im ie n lo s y c o n s« ^ u e n te s ie m p r e c o n
s u s p r in c ip io s . L u u iiiio n d o S . A . e s la c o n s e c u e n c ia n a t u -
m i d o l a s m i » « n 8 o p i n i o n e s q u e c x jm á r t e o 1 8 6 0
e l o O f j T e i i c í m i e o lo drt q u e
d e b ia s o m c le r s c
y Oi y de
in o ifid ic io n a l-
m e n l e á S - M . , » " q u e r ic D d o ¡ > o < lc r s f r p r e l e a t o p a r a c a u s a r
in q u ie tu d
n iiiffu n g é n e r o , y p e r c l v iv o d e s R o d e r e c ii-
p fir a r s u s I iíjo s Y
p o d c i le a
e d o c a p o n l o s s e n t j u i í t 'o l o s d e
a m o r ú «u V á i r í a , ú i a s i n s l i I l i c i o n e s y á l a R e i o a .
D e l a l e a l l a f i y r e c t l l u t l d e S . A . n a d i e lle D O e l d « r c c b o
« le d u d a r ,
y e s t e V < i, a^^ruro q u e
s a b r á c u m p lir e l
ú i i Íc íi
ju r a m e n to q u e h a y a b e ch o .
A fr a d e c r r » ^ á V d . l e h g a l a b o u t f a il <)e i n s e r t a r o s l a c a r i a
e n i> n p tv > i.itiio n ú m e r o .
Q u i’ d a l i e V i l . s u m u y a l e n i o s e r v i d o r .
0 . S . H . R.
H m ique de Lazeu.
9&TXX.
L o s p c i íó d ic o s d e i í a d r i t l e u fin e s d o A ljr il y
p r im e r o s
d e H a v o , p u b lic a r o n u n a c fir ía q u e h a b ía d ir ig id o
i
don
J u e n c n « lato s Ic rm in o i» :
« S e r e n i s i lU íi s e ñ o r :
» E l p e r io d o
fia n z a , h a
s id o
e n q u e m o h a h o n rad o V . A . c o u su co n ­
d e s fc T u c ia d a m o n le l a c o u l i o u a e i o n <ie u n a
p p íio a d e d i s c n s i n u y d c » a c u e r ilo e n l r c l o s l u i e m b r o s d e s u
a u g u s t a r e a l r a m illa .
» D o sp u tó
d o la
s u m is ió n d e V .
( q . D . g . ) , n i í | > e r e n a n e n c ia a l s é r v i e i o
á S.
M.
Ia R e in a
d e V . A . a iT Í a u n
r o c iie p lo d e a q u e lla é p o c a q u e c o n v i e o e o lv id a r .
» E n e ste c o o c e p to ,
s u p lic o á V . A .
« H ig o e
d i m i t e n q u e l i a ^ o d e l c a r g o d e s u S e i r e t a r io .
a c e p ta r la
»
APB.SDICE K W , XIII,
'»Kuego, serenísimo suüor. ú V. A.,
crea ccn d má»
l>rofurulores()eío su muy humilde y adicto scrvi^Ior
0. S. P. B.
Henríque de Lctsu,
»Lóndres 15 ile Abril «lu <8^5.
uSerecisimo &4>fior Pn'iicipc D. iuan dcnorl»OD.*>
E s t a c a r t a p r o d u j o e l q u e D . S a l u s t i a o o O l ó z a g a h ic íc T u
« lú a i n t e r p e l t f c i o o
<íc
u l G o b i e n m c n l a ¡»ttüíOQ iI r I 5 d a M a v o
s o b r e s i c l F r í o c i p e h a b l a <5 n o h c c h o s u s u m í ^ u n
á l a R c i o a , y s i e l G o b i e r n a f a l t a n d o á l a l e y d o 1 8 3 1 l a Iia >
b t a ü c e p ia d o ,'
con
señ or
< iP c r o t e D g c
O id z a g a
m u liv o
d o e sta
que
» )M ÍD istcrlo a o t £ r í o r v i u o á E s p a ñ a
in lñ rp ^ ’ l a c i o n ,
a fia d ír
q iio
dij<> o l
d u ra n te ol
e l e o lo n o e s e x -in r a o te
>'J), S u l u s t j a n , y t o s u n s T u o s q u u t r u j u r o u a l K X *iu ld n tu d o n
) ) S e b a s lÍ a o , q u i e r e n t r a e r a l e x - in lá n to D . iu a n .»
E l M an |u éb d e la V e g a d e A r m íjo c o n te s tó , q u e n u n c a
j a m á s e l M in i s t e r io 0 'D o n n c U h a p e n s a d o t r a e r á K s p j i ñ a a l
c x - i n lf i Q l e D . J u a n .
K 1 S r . O l ó í a g a : « H e d i c h o e x u c la n J o T ito l o c o n t r a r í o d o l o
q u e m e a tr ib u y e e l S r . M a r q u é s d o la V e g a d e A r tn ijo ; h e
d i c h o q u ñ l o s m is m o s q u e t r a je r o n á u n e x - in r a n te q u e r ia n
t r a e r a l o t r o ,«
S ó l o p u e d o d e c i r q u e e l S r . O ló z n g a se e q u iv o c a b a ; lo s
í^ u c t r u j e r o i i o l I n f a n t e D . S d w i s l í a n e r a n l o s q u e i t u p t d i u ro n
que
la r e g ia p r e r r o g a t iv a s e e je r c ie s e d u ja v o r d e d o n
Juan,
Con
e ste
m o tiv o
D , J u a n o .s c r lh Í ó
a l S r . O J Ó za g a c o n
fe c h a
i< L ó n d r e s 5 0 d o M a y o d e lí< 6 3 .
« M i m u y n p r c c i a d o S r . d e 0 !< > zag a : C o n s u m o s e n t i m i e n ­
to l e í l a io le r p r la c ín n q u e liiz o V d . a l G o b ie r n o c n 1 .* d el
c o r r ie n te c o n
m o t iv o d e la c a r t a q u o m i d ig n o S e c r e ta r lo
.^9041
is .
APENDICE Xt'H. XIH.
p u b lic ó
r e lir á iiü u s ^
r íe m i l a d o . L o s e n t í p u r t a
autoi i d a d
q u e t í c n c ü l a s p a l a b r a s d e V d . , q u e p o r s i i s r e l c v a u ü « d o íe ^
o r a t o r i a s , s u h o n r a d e z a c r e d i t a d a y s u c ^ > n « e c u e n c ia p o t í t i o i e s ju s ta m e n te c o iis id e r a d o c o u io j^ te d e l p a r lid o lib e r a l.
T e o g o , a i ti e m b a r g o , l a e s p e r a n z a d o q u e c u a n d o s e f ije u s ­
t e d s o b r o m i p o s i c i o n , l«\|o& d e s e r m e h o s t i l m e a c o r d a r á s u
a p o y o , p u e s a i m i s u z n ¡B Ío n n o t í a ^ id o e a s e g u i d a a c e p t a d a ,
e s ü n í c a n i e n t e iK > n ju e s e t e m e q u e s i e n d o l i b e r a l , m i o p i ­
n io n c e r c a d e S . M . l a l i e ln a
s e r i a s i e m p r e c n f a r o r d e lo s
p r in c ip io s lib e r a le s .
» R e i n l t o á V d . c o f J a d s l a c a r i a y d o c u m e n t o q u e p le n s - i
p u b lic a r d e n tro d e a lg u u o s d ia s s i n o c o n s ig o s a b e r q u e e l
o r i ^ n R l b a l l o g a d o á niaiH >s d e l G o b i e r n o .
» S u fr ir é r e s ig n a d o l a s u e r te d e lo s p o s te r g a d o s m ie n tr a s
n o ven í,» ;i u u I tfin ÍA te r lo
v e r d a d e r a m e n t e lib < íra l <(U0 n o se
o p o n g a a q u e S . M . e s t le n d s i ó m i p e r s o n a
su
I n a g o t a b li*
bundad.
» C r é a m e V d . su a fe c tís íitio
Juan de fhrbon.^
INDICE.
X.
1627...................................................................................
GncTTA do \(í9 Bícte a&oB........................................... .
Montemolin.....................................................................
Lord PnlmeretOQ.............................................................
Amores de UoutemoUu......................... ................... .
Abdicacíou del Coude do MontcmoWn cd fatordo D.
J u a n ................................... ................................ .........
9&n Cárlos do U K&pita ...............................................
1
5
11
1&
'Z-i
21
II.
Primer mnuifieato do D. jQao dirigido 4 las CórEcs...
Retracíftciou de Monte tnoUn........... ..........................
VrotesU d« la ley á c
..............................................
Maniñesto sobre crcdíto público...................................
I.ft rentn de C u b a ....................... ..............................
Manifiesto político...........................................................
1.a peua de muerta..................................... ..
.
CiiestiOQ do llalla...........................................................
Primer c aipHaUto......................... ................................
tauerlo do MontomoUn (manifiesto de B. Jixea ol
partiflo carlistaj............. ............................................
CuP'itioa reli^i^Ba.................................. .............
Viajt? á España................................................................
NegCKJaclODc? on Kr&ncla.............................................
NeuoctacjoncB con ol Conde dft Cavour......................
ScgTindo cm prcsti».......................................................
li
H
58
57
95
7»
^
W
107
H5
llí>
125
X X I,
Dou Juau baco s a sumlBlon..........................................
Nue?tfs g^fitioucacn fiiTor do la sumisión.................. * KU
Maui obras oarlletss.......................................................
1ÜT>
Caoetíon do Mcxíco.........................................................
lin
I^a bm ilia de D. Juiui.................................................... 14^
La Bucesiou ab'lnteauto <Se \o s bermaQOS d« D. Juau l.íS
SumÍe»lou de D. Jaan v su cc^rrcspoQdeiicla con la
Daquesta de S o s a .....................................................
107
MI Yi^e á »ftdnd(elO eueralO 'D ouaell.oorrespondeocia do T>. Juau i^ou la Duquesa do ^esa)...........
IR^
Moralidad p o r t u í j e « ...................................... .............
221
] A Holna acepta la sumlalOQ do D. Juan.. ............. Z í í
l.n revolución.......................................................... .
KeDuncia de 1). Juaft en hTor do su hijo....................
El folleto ¿ 0 L e ^ n ü é en
...............................
2UT>
Eovítia de alg'uuas obris coa(«mporáoeas................
2^7
Kl aturo.........................................................................
346
A péodlw i......................................................... ...........
84“
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