MÁS ALLÁ DEL OFICIO DE SOCIÓLOGO: NUEVAS PRÁCTICAS, COMPETENCIAS E IDENTIDADES EN EL CAMPO DE LA SOCIOLOGÍA Justino Gómez de Benito Mario Sandoval Manríquez Agosto 2004 1 I N D I C E INTRODUCCIÓN...................................................................................... 4 1.- RECOMPOSICIÓN DE LAS IDENTIDADES PROFESIONALES EN EL MARCO DE LA REDEFINICIÓN NEOLIBERAL DEL ESTADO Y SUS RELACIONES CON LA SOCIEDAD CIVIL..............................4 2.- IDENTIDAD, CONSTRUCCION HISTÓRICA Y FUTURO DE LAS CIENCIAS SOCIALES................................................................ 8 3.- EL DEBATE TEÓRICO SOBRE LAS IDENTIDADES PROFESIONALES....................................................................... 15 3.1.- La composición de las identidades y roles profesionales.. 16 3.2.- La sociología de los roles y de las identidades.................. 18 3. 3.- La intervención social como dimensión identitaria del ejercicio profesional en las ciencias sociales................ 20 4.- LA ACCIÓN SOCIAL EN LA TRADICIÓN TEÓRICA DE LAS CIENCIAS SOCIALES........................................................................ 24 4.1.- Max Weber: Economía y Sociedad...................................... 24 4.2.- Emilio Durkheim: La Sociología y Las Reglas del Método Sociológico............................................................... 28 4.3.- Carlos Marx y el Materialismo Histórico…………………….. 34 4.4.- Jürgën Habermas: La Teoría de la Acción Comunicativa.... 40 4.5.- Antonny Giddens: La Constitución de la Sociedad............ 45 4.6.- Pierre Bourdieu: Razones Prácticas sobre la Teoría de la Acción............................................................................ 48 2 4.7.- Alain Touraine: El Método de la Sociología de la Acción, La Intervención Sociológica.................................................. 52 5.- APORTES PARA LA COMPRENSION DE LA IDENTIDAD PROFESIONAL DE LA SOCIOLOGÍA……………………………….. 60 5.1.- La construcción de identidad y legitimidad (S. XIX y comienzos del S. XX)......................................................... 66 5.2.- El oficio de sociólogo, entre la cátedra y el terreno: (La experiencia de la Francia de postguerra).................... 71 6.- TRES GENERACIONES DE SOCIÓLOGOS: SUS CONTEXTOS, EXPERIENCIAS y DISCURSOS.................. 92 6.1.- Una exploración sociológica........................................ 92 6.2.- Grandes cambios en la sociología ............................... 94 6.3.- Identidad............................................................................... 98 6.4.- Nuevas competencias y desafíos en la Sociología de Hoy……………………………………………………………… 107 7.- MÁS ALLÁ DEL OFICIO DE SOCIÓLOGO......................................... 115 7.1.- Cambia el mundo y cambia el oficio................................. 115 7.2.- Nuevas identidades profesionales. .................................. 117 7.3.- Nuevos desafíos y tensiones............................................ 119 3 INTRODUCCIÓN Con un cierto sentido de indigencia respecto a los “vuelcos del mundo”1 que observamos a nuestro alrededor, compartimos esta reflexión y esta búsqueda. Nos sentimos experimentando, no comprendiendo suficientemente como cientistas sociales un conjunto de revoluciones o mutaciones profundas y simultáneas, cuyos efectos se suman y se refuerzan. La sociología, como parte de las ciencias sociales se ha comprendido desde su origen como una forma de autoconciencia científica de la realidad social y como fundamento de la organización y racionalización del cambio social y de las políticas orientadas hacia el progreso modernizador de las sociedades. Las formas que histórica y socialmente han presentado los procesos de desarrollo en América Latina, sus consecuencias en las personas, grupos y clases sociales, las propuestas de construcción de futuros deseables y las prácticas de intervención para hacerlos posibles a través del cambio, constituyó por décadas el principal esfuerzo y contribución de las disciplinas y prácticas profesionales de los cientistas sociales. En este marco se constituyó en 1995 en nuestra Universidad, la Facultad de Ciencias Sociales con una preocupación especial por las problemáticas de la pobreza y relacionadas con ella, y la formación de profesionales para intervenir en este campo. Hoy desde un nuevo espacio denominado “área” vemos cómo las transformaciones del país, de sus prioridades, las nuevas acentuaciones y reflexiones epistemológicas de las Ciencias Sociales, las orientaciones de los nuevos planes de formación en Trabajo Social y en Sociología, ofrecen la oportunidad de profundizar y/o actualizar los perfiles en los que se desea formar a nuestros estudiantes. Desde estos fundamentos, estas páginas, que son parte de un proceso de investigación, intentan comprender el proceso de transformación del campo, del rol, y de las identidades profesionales de los sociólogos como parte de un espacio más amplio llamado Ciencias Sociales, destacando la intencionalidad de intervención que las han identificado y las diferentes comprensiones y formas que históricamente han ido tomando dichas prácticas. 1 Cfr. M. Beaud: “Le Basculement du Monde”; Ed. La Découverte; París, 1997 4 1.- RECOMPOSICIÓN DE LAS IDENTIDADES PROFESIONALES El presente libro se sitúa en el marco de las transformaciones que el proceso de globalización2 está realizando en la fisonomía de las sociedades contemporáneas y sus componentes fundamentales, entre ellos. el de la producción de conocimiento. Nuestra búsqueda está orientada hacia la comprensión y el análisis de las transformaciones que experimenta el oficio de sociólogo, la recomposición de su identidad, del campo de trabajo, de las nuevas prácticas y competencias de intervención de sus profesionales. Este proceso de transformación, en el marco de las profundas mutaciones sociales y culturales de las sociedades actuales, está estrechamente vinculado con el proceso de redefinición neoliberal del Estado y de sus relaciones con la sociedad civil. Aunque el origen y desarrollo de la sociología está ligado a la comprensión del mundo y de sus cambios, se advierte, en la actualidad, una pérdida de vigencia explicativa y orientadora de los paradigmas más significativos que le entregaron a las ciencias sociales las claves para entender, explicar e intervenir la realidad en la segunda mitad del siglo XX. Martín Hopenhayn 3 define este problema como "crisis de inteligibilidad y de organicidad". Los cientistas sociales de América Latina han tenido como una de sus principales preocupaciones la comprensión del cambio social determinado por las condiciones de subdesarrollo de la región. En los paradigmas que predominaban en su producción, dicho cambio social apuntaba a la modernización de las estructuras políticas, productivas y culturales de los países de la región. Pero con las experiencias autoritarias, primero, y con el fortalecimiento del modelo neoliberal, después, que incluye la reducción y redefinición del Estado, las ciencias sociales latinoamericanas están experimentando en sus prácticas y en sus autocomprensiones un conjunto de transformaciones que es necesario analizar en profundidad. Ante este proceso de mutaciones profundas de las bases sobre las cuales se construyeron nuestras sociedades modernas y sus modelos de desarrollo, se puede hablar de un verdadero cambio de modelo cultural, es decir, de una transformación de los principios de sentido que fundamentan la legitimidad de la vida social 4 . A nivel político, la desaparición de la comprensión de un Estado « providencia », la redefinición del Estado en un marco económico y sociopolítico neoliberal y sus relaciones con la sociedad civil transforma profundamente las condiciones del ejercicio profesional de los cientistas sociales y con ello de su formación y actualización. Esta nueva concepción del Estado conlleva una nueva concepción del individuo y de su relación en y con la sociedad, lo cual determina necesariamente la transformación de las 2 Cfr. U. Beck, "¿Qué es la globalización?”. Falacias del globalismo, respuestas a la globalización (Segunda parte: ¿Qué significa la globalización? Dimensiones, controversias y definiciones). Barcelona: Paidos 1998). 3 Cfr. M. HOPENHAYN: “Ni apocalípticos ni Integrados”: FCE. Santiago , 1995 4 Cfr. BAJOIT, G.: “Todo cambia: Análisis sociológico del cambio social y cultural en las sociedades contemporáneas”. LOM, Santiago, 2003 5 competencias y las finalidades de los roles de los profesionales de las ciencias sociales. En el contexto de lo que R. Castel denomina « las metamorfosis de la cuestión social»5 estamos hoy ante un Estado que abandona su lugar entre el mercado y los individuos, que deja de utilizar su poder integrador, descarga su responsabilidad en la sociedad civil y en el individuo, que espera de él racionalidad, flexibilidad, autonomía, creatividad, que sea actor y sujeto. Se trata de la transformación de un Estado asistencial a otro liberal-social. Pero, esta nueva relación entre Estado y sociedad civil, implica también una nueva concepción de políticas sociales que va siendo evidente a través de los nuevos marcos de regulación de la salud, la seguridad social, el trabajo, la cesantía , la juventud, y en general en todos los aspectos de la sociedad. Pero lo que hay que destacar en nuestro caso es que esta nueva concepción del Estado lleva implícita la necesidad de nuevas concepciones sobre los profesionales de lo social que puedan hacer posible la configuración de nuevos tipos de individuo en la sociedad. Así, pues, la nueva autocomprensión del Estado tensiona a los profesionales de las ciencias sociales, marcando límites pero ofreciendo oportunidades. En todo caso, hace necesarias nuevas prácticas y nuevas competencias en las que formar a los nuevos profesionales de las ciencias sociales. Se trata, entonces, de repensar las nuevas versiones del oficio de sociólogo. Esta nueva comprensión del Estado es también una nueva comprensión de lo social y de la política social, entendida como una nueva forma de solidaridad del conjunto con los individuos, cuya finalidad es la equidad, no la justicia o la igualdad, como valores fundantes del nuevo orden. La solidaridad se transformó en una aspiración de la sociedad industrial moderna y el Estado social jugó en ello un rol activo. Actualmente el pacto de solidaridad está suprimido y vemos transformarse a la sociedad en un mercado en el que se cambia el foco de la producción por el de la competencia y el consumo. Justamente por la complejidad de los cambios actuales de nuestra sociedad, la vigencia de nuestra disciplina recobra nueva significación y amerita hacer el esfuerzo para dar claves de inteligibilidad al quehacer de nuestros profesionales. El antiguo rol tan centrado en la producción de conocimientos a ser usados por terceros, está cambiando. Hoy se espera que las mismas personas seamos capaces de producir, transportar, usar y aplicar conocimientos para la identificación, resolución y arbitraje de problemas, con la habilidad de manipular conocimientos para el cumplimiento de esas funciones, sea por sí mismas o mediante la identificación de otros analistas, equipos o redes que pueden disponer de tales conocimientos6. En este escenario de una sociedad en cambio y en un proceso de reconfiguración de los campos del ejercicio profesional de los cientistas sociales, tanto en los espacios públicos como privados, adquieren pertinencia las siguientes preguntas: 5 Cfr. CASTEL ROBERT: « Les métamorphoses de la question sociale ». Gallimard, Paris, 1995 6 Cfr. J. J. Brunner y G. Sunkel: “Conocimiento, sociedad y política”, FLACSO, Santiago, 1993 6 ¿Cuáles son las transformaciones que experimentan los campos de trabajo profesional y de intervención de la realidad macro y microsocial, de los sociólogos, en este contexto de una nueva sociedad en curso? ¿Cuáles son los desafíos que presentan las nuevas problemáticas sociales a los sociológos, en términos de recomposición de sus identidades, sus prácticas, las nuevas posibilidades que se perfilan y las nuevas competencias que se requieren a futuro? ¿Cuál es la experiencia que tienen los propios profesionales de este proceso de transformación de la comprensión de lo social y del campo de actividad profesional de las ciencias sociales? ¿Cómo construyen y definen hoy sus identidades los profesionales y qué relevancia tiene en ella la dimensión de intervención? Estas interrogantes nos llevan a plantearnos la necesidad de identificar las tensiones identitarias a las cuales están sometidos nuestros profesionales y las estrategias de acción puestas en práctica para su interpretación. Interesa, además, comprender y explicar los procesos de transformación de las identidades profesionales desde la propia experiencia y la de sus prácticas laborales en la realidad macro y micro social. Finalmente, es parte de nuestra pretensión servirnos de estos antecedentes para proyectar nuevas prioridades de la formación, redefinir las nuevas competencias que deben adquirir y desarrollar los jóvenes sociólogos en un contexto reiteradamente adjetivado como profundamente cambiante. 7 2.- IDENTIDAD, CONSTRUCCIÓN HISTÓRICA Y FUTURO DE LAS CIENCIAS SOCIALES7 Es pertinente citar en estas páginas unas palabras controvertidas de A. Touraine: “Yo no creo en la especificidad de lo que se llama “sociología”. Existe la ciencia social, pues desde un punto de vista intelectual no hay grandes diferencias entre las ciencias sociales”8. Decimos pertinente para dejar en claro nuestra convicción de que los que buscamos y lo que decimos sobre las ciencias sociales lo estamos diciendo de nuestra disciplina en particular. Hemos querido también otorgar a nuestra búsqueda un marco general que la contextualice y la otorgue sentido y pertinencia. Para ello nada mejor que situarnos en una línea de trayectoria del campo del saber sobre lo social que, partiendo desde la génesis recorra las grandes etapas de su construcción y desarrollo. Conscientes del valor que tiene recuperar la memoria histórica como condición previa a cualquier aprendizaje, queremos recorrer este camino de un siglo de conocimiento sobre lo social, para extraer de este recorrido los principales desafíos que están pendientes y agudizar nuestra capacidad de leer en la coyuntura de inicios de un nuevo siglo los grandes desafíos que se presentan a la sociología. Así pues, nos parece importante destacar uno de nuestros supuestos sobre la superación de la estructura actual de las disciplinas y la necesidad de moverse con mayor libertad en el plano del conocimiento de los hechos (sociales), de la metodología de obtención de información y de procedimientos para su análisis e interpretación. Reconocemos que la estructura actual de las disciplinas ha perdido vigencia esto es una gran oportunidad para mirar con libertad y apertura al futuro. Hemos querido situar nuestro marco en el conocimiento y presentación de las ideas fundamentales del trabajo dirigido por Immanuel Wallerstein «Abrir las ciencias sociales » y que formalmente se llamó « Comisión Gulbenkian para la reestructuración de las ciencias sociales»9. Tres cuestiones queremos hacer nuestras en el aporte de este trabajo: - Cómo se han elaborado históricamente las ciencias sociales en tanto formas de saber y las razones de su división en un conjunto específico de disciplinas relativamente estandarizadas. - Los caminos por los cuales los desarrollos del mundo en el período posterior a la 2ª. Guerra Mundial han hecho surgir cuestiones sobre la división intelectual del trabajo y los problemas de estructuración organizacional de las disciplinas. 7 Queremos dejar en claro que si bien nos referimos con libertad a las ciencias sociales, todo lo que se diga de ellas es pertinente para la sociología. No vamos a hacer precisiones que no son necesarias, tampoco es desmerecer otras disciplinas destacar que la ciencia de lo social es eminentemente la sociología. 8 TOURAINE. A. y KHOSROKHAVAR. F.: “A la búsqueda de sí mismo. Diálogo sobre el Sujeto”. Paidos Estado y Sociedad, Buenos Aires, 2002, Pág. 244 9 WALLERSTEIN, I.: « Ouvrir les Sciences sociales ». Descartes & Cie, Paris, 1996 8 - Algunas cuestiones de base sobre los cuales ha habido debates recientes y sugerencias para avanzar hacia el futuro Es motivo de orgullo saber que el conjunto de lo que hoy llamamos ciencias sociales es la herencia de las sabidurías antiguas. Sin embargo, en tanto hijas de la modernidad se han planteado como objetivo llegar a la verdad del conocimiento más allá de la sabiduría revelada o deducida de la experiencia. Esta ciencia moderna, clásica, dominante después de varios siglos reposó sobre el modelo newtoniano y el dualismo cartesiano como fundamento, apoyándose sobre la hipótesis de una distinción fundamental entre la naturaleza y los humanos, la materia y el espíritu, el mundo físico, el mundo social y espiritual. A comienzo del siglo XIX, la división del conocimiento en dos dominios había perdido ya el sentido de dos espacios « separados pero iguales » y había tomado una connotación jerárquica, al menos desde el punto de vista de los científicos: el saber verídico (la ciencia) contra el saber imaginado (la no ciencia). La lucha epistemológica se daba entonces sobre aquello que debía ser un saber legítimo sobre el mundo humano, no sólo sobre el control del saber sobre la naturaleza. En general, toda la historia intelectual, de ese siglo estuvo marcada por la articulación en disciplinas y por la profesionalización del saber, es decir, por la creación de instituciones permanentes destinadas a producir nuevos saberes y a reproducir los productores de estos saberes. En ese contexto de desarrollo de las ciencias naturales, la presión ejercida por las transformaciones políticas, sociales y culturales provocadas por la Revolución Francesa alcanzó un grado de urgencia y legitimidad, que no podía ser contenida sólo por teorías sobre el orden social natural. Si se quería organizar y racionalizar el cambio social había que estudiar y comprender las reglas y mecanismos. Además de un espacio intelectual había una profunda necesidad social por lo que hoy se llaman ciencias sociales. Y si se quería un orden social sobre una base estable, la ciencia más exacta o positiva era la mejor. En Francia y Gran Bretaña se utilizó el modelo de la física newtoniana. En otras partes se interesaron en la Historia real de los pueblos, basada en la investigación empírica. Fue en este contexto que Comte propuso una sociología como física de lo social. La creación de múltiples disciplinas de las ciencias sociales forma parte de la tentativa general del S. XIX de garantizar y desarrollar un conocimiento objetivo de la realidad sobre la base de descubrimientos empíricos 10. No se sabía en primer lugar si esa actividad debía estar o no dividida en varias disciplinas como efectivamente se hizo más tarde. Un elemento esencial en el proceso de institucionalización de las disciplinas fue el esfuerzo producido por cada una de ellas para definir lo que las distinguiría de sus semejantes11. 10 MUCHIELI, L.: “La découverte du social: naissance de la sociologie en France”. La découverte. París. 1998 11 Su interés en extraer leyes generales que rigen el comportamiento humano; su disposición a percibir los fenómenos como casos, no individuos; su necesidad de segmentar la realidad a fin de analizar; el carácter posible y deseable de métodos científicos rigurosos (teoría a 9 A mitad del S. XX, un conjunto de transformaciones afectaron profundamente la estructura de las ciencias sociales: el cambio de la estructura política mundial: la hegemonía norteamericana, la Guerra fría, el renacer de otras potencias no europeas; el crecimiento de la producción y la población, etc.. Todos estos factores, al que hay que añadir la expansión del sistema universitario cuantitativa y geográficamente, trajo consigo la multiplicación de los investigadores en ciencias sociales. Cada una de las transformaciones cuestionaron a las ciencias sociales tal como estaba construida su identidad hasta entonces12. La expansión económica reforzó la legitimación mundial de los paradigmas científicos que sustentaban los éxitos tecnológicos. Pero, al mismo tiempo, el fin de la dominación de la órbita occidental sobre el resto del mundo significaba que nuevas voces se iban a hacer escuchar no sólo sobre la escena política, sino también en las ciencias sociales. La principal consecuencia de estos cambios en el mundo a partir de tres problemas sucesivos fue la creación de estudios por áreas regionales, con su coherencia cultural, histórica, lingüística, etc.. En este nuevo escenario, con nuevas problemáticas que emergen en la segunda mitad del siglo XX, las múltiples interferencias entre las disciplinas tuvieron como consecuencia la tentativa de crear nuevos términos « interdisciplinarios ». Para muchos, el recurso a la pluridisciplinariedad ha sido la respuesta flexible que las ciencias daban a los problemas que plantean las estructuras disciplinarias. Esta tendencia ha dado como resultado la aparición de nuevos programas, nuevos Departamentos en las Universidades, nuevas asociaciones de investigación, nuevas Revistas, nuevas categorías de clasificación de libros, etc.. Ya entrando en el último tercio del S. XX, se plantearon dos dilemas a las ciencias sociales: su eurocentrismo, con su herencia provinciana, y la división del pensamiento moderno en « dos culturas » como modo pertinente de organización de la actividad intelectual. Sin embargo, a pesar de la complejidad de los problemas epistemológicos, metodológicos y teóricos, dado que muchos cientistas sociales habían sido formados en Occidente, en general, durante el período 1945-1970, las concepciones dominantes en Europa y Norteamérica se mantenían en el mundo no occidental. En 1978 un sabio africano escribía: « El Occidente está de acuerdo con nosotros en afirmar que el camino de la verdad pasa por innumerables senderos diferentes del de la lógica aristotélicotomista o de la dialéctica hegeliana. Las ciencias sociales mismas deben descolonizarse13 . El cuestionamiento del que fueron blanco los postulados newtonianos junto a los planteamientos de las ciencias naturales y las matemáticas incidieron de tal manera en las ciencias sociales, que muchos estiman hoy que el mundo comprobarse con procedimientos estrictos (cuantitativamente); La preferencia por pruebas producidas sistemáticamente (sondeos) y por observaciones controladas. 12 DROUARD, A.: « Le développement des sciences sociales en France de 1945 à 1968 ». Revue Française de Sociologie, XXIII, 55-85 13 Cfr. MVENG. E.: «Récents développements de la théologie africaine». Bulletin de theologie africaine, V.5, Nº 9, 1983 10 puede comprenderse de una manera muy diferente14. Hablan de un mundo más inestable, más complejo en el que las perturbaciones juegan un rol, en el que una de las claves es comprender tal complejidad. Se piensa que estos sistemas complejos se organizan y que la naturaleza no es pasiva. La importancia del análisis de los sistemas complejos para el análisis de la ciencia social tiene especial trascendencia hoy. El análisis científico fundado sobre las dinámicas del no equilibrio, con insistencia en los futuros múltiples, la bifurcación y la elección, la dependencia histórica y, para algunos, la incertidumbre inherente e intrínseca, corresponde bien a ciertas tradiciones importantes de las ciencias sociales. El segundo gran desafío a la división del saber proviene de « los estudios culturales ». Tres temas están implicados en este desafío: el carácter central de los estudios de género; la importancia del análisis histórico local, muy situado, asociado a una perspectiva hermenéutica; y la estimación de los valores asociados a los avances tecnológicos en relación a otros valores. Estos proyectos culturalistas han puesto en cuestionamiento todos los paradigmas teóricos existentes, incluso los que se daban por críticos ante la corriente nomotética dominante en las ciencias sociales. Puede ser pretencioso, pero parece ser cierto que la división tripartita entre las ciencias naturales, las ciencias sociales y las letras no está tan clara como pudo parecer en otros tiempos. En todo caso, parece que las ciencias sociales no son el pariente pobre, desgarradas de una manera u otra entre los dos clanes polarizados de las ciencias naturales y las humanidades (letras). Sin lugar a dudas, las ciencias sociales se han convertido en el punto de encuentro y reconciliación entre ellas. Hoy, en una sociedad globalizada, y en un marco de mutación cultural, lo primero que hay que indicar es que estos debates no coinciden con la estructura organizacional de las ciencias sociales que hemos heredado, lo que implica buscar una mejor forma de organizarlas. Las ciencias sociales han sido disciplinas marcadas por las orientaciones y divisiones de la formación universitaria. Sin embargo las competencias sobre los temas actuales y los aportes específicos a dichos temas no requieren como condición “sine qua non”, determinados diplomas o afiliaciones disciplinares. Tanto en el plano teórico como en el metodológico, es necesario construir nuevos consensos heurísticos para hacer avanzar el conocimiento en forma fructífera en el futuro. La investigación en las ciencias sociales y su organización en el espacio de la Universidad debe ser fruto de la interacción de especialistas de distintos horizontes, en una interacción real, en verdadereas redes de conocimiento, sin pretensiones de dominación de algún sector particular del mundo científico. Emergen hoy nuevos problemas que nos acercan a las ciencias de la naturaleza y la vida. Los descubrimientos en materia de genética comportamental exigen tomarse más en serio la complejidad y los límites de las dinámicas sociales. El acento se pone hoy en lo temporal, lo inestable, lo efímero, lo complejo, lo que nos desafía imperiosamente a potenciar el 14 ILYA PRIGOGINE. V.. « Les lois du chaos ». Flammarion, 1994 11 movimiento de transdisciplinariedad. No se trata de dejar la racionalidad sustantiva, sino de lograr la inteligibilidad del mundo “para formar un sistema de ideas generales que sea necesario, lógico, coherente y en función del cual todos los elementos de nuestra experiencia puedan ser interpretados”15. Las ciencias sociales están también interpeladas a abrirse al problema de los recursos naturales y a la toma de decisiones a nivel mundial en esta área. Se trata de decisiones sobre el futuro del mundo y de la humanidad. Se trata no sólo de decisiones políticas inmediatas sino de muy largo plazo. Se trata de un problema de saber superar los límites de lo contemporáneo para lograr interpretaciones de la realidad social más útiles y durables en el largo plazo. La responsabilidad de ir más allá de las presiones de interpretación de la realidad inmediata, las cuestiones que plantea una sociedad compleja no se resuelven descomponiéndola en pequeñas partes fáciles a manejar analíticamente, sino tratar estos problemas, los hombres y la naturaleza en su complejidad y sus interrelaciones. Las ciencias sociales han sido nacionalistas16 y estatocéntricas, en la medida que su paradigma clásico se fundamentó y desarrolló en referencia a las sociedades nacionales, su emergencia y su consolidación. Sobre esta base se elaboran los marcos teóricos que daban por supuesto que en su interior se analizaban los procesos y los hechos sociales producidos. El problema del desarrollo, por ejemplo, se refirió fundamentalmente al desarrollo de cada Estado-Nación, en forma particular. En cada Estado se esperaba que las ciencias sociales sostuvieran este proceso de mejoramiento gradual, racional, en el marco dado por ellos mismos. Los procesos de democratización, de consolidación, o de recuperación de la democracia incrementaron la presión de demanda hacia los Estados. Pero hoy «Pensar globalmente, actuar localmente» es un slogan que deja el Estado de lado y muestra la poca fe en él como instrumento de reforma. Las consecuencias del rechazo a considerar el Estado como generador de las únicas o principales fronteras al interior de las cuales la acción social se produce y debe ser analizada17 es uno de los mayores desafíos para nuestras disciplinas. Los efectos de la tensión entre lo singular y lo plural, lo universal y lo particular ha sido causa de debate en las ciencias sociales. Una consecuencia organizacional significativa de este debate ha sido el planteamiento de una ciencia social multicultural o intercultural. El esfuerzo por insertar nuevos postulados en los marcos teóricos de las ciencias sociales, que respondan a una demanda de una ciencia social multicultural, ha encontrado eco en algunos aspectos del darwinismo social. El planteamiento de la lucha social como factor de progreso se hace vincular con el determinismo genético. Este planteamiento ha dejado de lado valores de grupos sin poder o alternativos críticos de la vinculación entre industrialización, modernización y occidentalización. 15 WHITEHEAD A. N.: « Procès et réalité. Gallimard. París. 1995 Cfr. O. IANNI:”Teorías de la globalización”. Cap. 10 “Sociología de la globalización”; Siglo XXI, México, 1998 17 CASTEL, R.: « La métamorphoses de la question sociale social ». Gallimard, París, 1995 16 12 Otras críticas vinculadas con el provincialismo de las ciencias sociales plantean la no consideración de los grupos dominados en el análisis. El desafío es cómo explicarse que la incorporación de estos grupos es fundamental para un conocimiento acabado de los procesos sociales. Las ciencias sociales deberían adoptar una apertura más amplia de la investigación y de la enseñanza sobre todas las culturas, sociedades y pueblos, en una búsqueda de universalismo pluralista renovado, amplio y significativo. Tanto ayer como hoy la cuestión de la objetividad ha sido siempre central en los debates metodológicos de las ciencias sociales. El tipo de objetividad que puede reconocerse como plausible a la luz de los postulados de la ciencia en plena mutación es un tema ineludible. Lo opuesto a lo objetivo era lo subjetivo, como intromisión del investigador en la recolección e interpretación de los datos. Las búsquedas de objetividad en las ciencias sociales han sido de todo tipo. Por un lado, tratando que los datos fueran medibles y comparables (datos duros), los historiadores (más ideográficos) intentaban encontrar fuentes primeras, intocadas (sin distorsiones). Ahora bien, el reconocimiento de bases sociales del saber no es del todo contradictorio con el concepto de objetividad. Al contrario, planteamos que la reestructuración de las ciencias sociales puede desarrollar esta posibilidad tomando en cuenta las críticas de prácticas pasadas y construyendo estructuras que sean más realmente plurales y universales. En las pretensiones de objetividad se encuentra también una cierta opacidad en las clasificaciones de las ciencias sociales. Ha habido una trayectoria de división social del trabajo al interior de las ciencias sociales que otorga demasiada singularidad en sus objetos de estudio y en sus métodos a las diversas disciplinas. Estas cumplen, por supuesto, una función principal e ineludible: disciplinar los espíritus y canalizar la energía universitaria. Pero hay que llegar a un nivel de consenso sobre la verdadera legitimidad y validez de las líneas que las separan y la vigencia de éstas en el futuro. La clasificación de las ciencias sociales se ha construido en torno a diversas lógicas antagónicas: teoría – práctica, objetividad – subjetividad , el pasado y el presente, disciplinas ideográficas y nomotéticas, etc.. La mejor respuesta a las excesivas divisiones disciplinares está siendo la multiplicación de programas interdisciplinarios de formación y de investigación. Pero el problema es que ahora más que antes faltan recursos. Sobre el plano organizacional no se trata a futuro de unificar actividades sino de ampliar el número de programas de pre o de postgrado y de aventurar nuevas o cuasidisciplinas. Lo que se está buscando es intentar ampliar la organización de la actividad intelectual sin prestar atención exclusiva a las fronteras disciplinares tradicionales. En América Latina, ya conocemos la experiencia de FLACSO, ejemplo único en el mundo, como institución al margen de las Universidades. Esta experiencia y algunas de Africa dejan como aporte la búsqueda del conjunto del saber de las ciencias naturales y sociales, sin preocupación por las fronteras disciplinares. 13 Además, se han transformado en fuentes de inspiración de políticas públicas para las autoridades gubernamentales. En los países postcomunistas se está dando también esta situación. Esta tendencia a la autoorganización puede ser ejemplo para escapar de los caminos tradicionales del sistema universitario mundial. Coincidimos con los autores que conformaron la « Comisión Gulbenkian para la reestructuración de las ciencias sociales » cuando dicen que no creen que haya llegado todavía el momento de desarmar la estructura universitaria actual, pero que sí es el momento de discutir los problemas que subyacen a ella. El desafío queda abierto para todos, incluidos nosotros mismos y nuestra Universidad. 14 3.- EL DEBATE TEÓRICO SOBRE LAS IDENTIDADES PROFESIONALES El cumplimiento del objetivo de este pequeño libro requiere la construcción de un modelo general de análisis de las identidades profesionales experimentadas por los propios actores en el ejercicio de su oficio de sociólogo en un contexto repetidamente caracterizado por profundas mutaciones socioculturales y de mundialización. Concentraremos nuestro trabajo de reflexión en presentar y relacionar tres conceptos básicos que sustentan nuestro sistema teórico, en un marco que se sitúa entre la sociología del trabajo, de las profesiones y de las identidades sociales: roles sociales y profesionales, construcción de identidades profesionales e intervención en las ciencias sociales. Para iniciar la reflexión, recordemos que el trabajo ha sido siempre un tema de actualidad en las sociedades modernas, en tanto fuerza estructurante de la vida social. En la actualidad, en un contexto en el que no se logra asegurar el pleno empleo en nuestras sociedades, el trabajo aparece cada vez más como un valor central, componente básico de la definición del status de los individuos y fundamento de gran parte de sus interacciones. Sin embargo, como lo hace notar Touraine, la profesión no agota todas las significaciones que en la sociedad moderna tiene el trabajo comprendido como un instrumento de transformación del mundo y como una actividad de producción cultural 18. Pero más en general, el problema de las identidades está situado en el corazón mismo de las relaciones sociales. En una sociedad en la que cada uno se define habitualmente por su rol profesional, la definición de las identidades profesionales es un ámbito crucial en el que entran en juego las relaciones de fuerza y de poder, las estrategias de solidaridad y de conflicto entre los actores, sean estos individuales o colectivos. La definición de los diferentes roles profesionales y las identidades ligadas a ellas es también el resultado emergente y provisorio, más o menos estable, de las relaciones de cooperación conflictiva19 entre actores sociales que actúan a partir de sus contextos y sus recursos. A través de conductas individuales y colectivas, de manera explícita o informal, los actores están comprometidos en un proceso permanente de (re)-definición de sus roles y de validación de sus identidades. Así por ejemplo, las normas concretas que van a organizar la división del trabajo, la delimitación precisa de las zonas de competencia de cada uno, el status y la autoridad efectiva en el seno de la organización, son una construcción permanente que establecen los actores en sus relaciones. Esta definición conflictual de los roles y de las identidades remite, por una parte, al modelo cultural y a las ideologías de una sociedad, es decir, a los principios de legitimidad y a sus diferentes interpretaciones, en nombre de las 18 Cfr. TOURAINE. A.: «Preface » en DE COSTER, M. : «Traité de Sociologie du travail»; De Boek, Bruxelles, 1997 19 Se trata de cooperación, pues esta es necesaria en la realización de desafíos comunes (el más definitivo es el de vivir juntos), pero esta cooperación es conflictiva, incluso a veces antagónica, pues implican actores que tienen representaciones e intereses diferentes y cuyas relaciones son sostenidas por relaciones de fuerza y por un acceso desigual a los recursos. 15 cuales son justificadas las prácticas y las relaciones sociales, por otra parte, remite a la subjetividad y a la experiencia social de los individuos que son los sujetos y los actores de estos roles y de estas identidades. En el campo de las relaciones sociales, la cuestión de la identidad incluye también la relación del individuo consigo mismo. La identidad social no se reduce a una transacción social, sino que se juega igualmente en la relación reflexiva, en la manera en la que un individuo o un grupo social se identifica ante sus propios ojos. En un primer momento, definiremos con mayor precisión los conceptos de rol e identidad que estarán en el centro del análisis de los trabajos de integración, de sus desafíos y de sus evoluciones. Veremos después cómo estos conceptos han sido elaborados por la teoría sociológica, para proponer finalmente un modelo de análisis que permita dar cuenta de la manera como participan a la vez de la definición del modelo cultural de una sociedad y de la experiencia subjetiva y relacional de los individuos. 3.1.- La composición de las identidades y roles profesionales Utilizando el modelo teórico que nos proporciona el profesor Guy Bajoit, sociólogo de la Universidad Católica de Lovaina, con quien hemos compartido las preocupaciones y reflexiones de este trabajo, definiremos con él un «rol profesional » por la articulación de cuatro dimensiones esenciales20: - Una finalidad o finalidades que otorgan sentido cultural - Un conjunto de saberes que constituyen las competencias de los que las ejercen - Las retribuciones que confieren un status social a los que ejercen estas competencias - Una capacidad de imponer a otros las normas de su rol, es decir, una autoridad El ejercicio de un rol permite identificarse ante los otros y ante sí mismo. De esta manera, pone en práctica una identidad social o profesional. La identidad es la manera como un individuo o un grupo social se designa y responde a la cuestión de « quién soy yo ». Pero, esta elaboración no se produce en el vacío, sino a partir de múltiples asignaciones identitarias cuyo rol es el objeto y que significan « quién es ». A partir de aquí se puede definir la identidad como la relación subjetiva con el rol, es decir, una manera de elaborar sentido para sí en la multiplicidad de las relaciones sociales ligadas al rol. 20 Esta construcción teórica forma parte de la investigación « Les transformations des métiers du secteur non-marchand » realizada por los sociólogos, Guy Bajoit, Abraham Franssen y Pierre Walteéry, profesores de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), así como por Véronique Albert, del Institut Cardjin. 16 Al respecto, Claude Dubar 21 distingue dos dimensiones de la identidad: 1. Una objetiva: ocupar un puesto, tener una profesión confiere una identidad social oficial 2. Otra subjetiva: las identidades de los actores son el resultado del sistema de relaciones entre participantes en un mismo sistema de acción. Pero también la construcción de las identidades profesionales a través de la socialización puede ser comprendida, desde los escritos de P. Bourdieu22 como un proceso de incorporación activa de habitus, es decir, de disposiciones que se heredan. Los habitus identifican, permiten actuar y seguir las reglas de juego en el campo de acción profesional, pero no privan al individuo de su condición de sujeto libre. También puede entenderse la identidad como una construcción social. Al respecto, recordemos que fue Hughes el primer sociólogo en insistir en las relaciones esenciales entre trabajo e identidad personal o colectiva. Este autor norteamericano denomina «social drama of work» al reconocimiento de sí por los demás en el trabajo y que condiciona lo que Durkheim llamaba el «ser social». Como alternativa a las dos anteriores, Dubar plantea la construcción de identidad como una doble transacción biográfica y relacional en el ejercicio del rol. - Una transacción relacional, en las relaciones con los otros. Se trata entonces del rol esperado socialmente, o de identidad asignada. Cada uno, individual y colectivamente, dispone de márgenes de libertad en la interpretación de su rol y en la definición de su identidad. Influenciado y exigido, el individuo o la categoría social implicada es también sujeto de su identidad y actor de su rol. Las identidades profesionales se construyen a través del juego del reconocimiento y de la diferenciación, del prestigio y de la desvalorización, de las gratificaciones y las sanciones, que pueden ser materiales o simbólicas23. Este autor plantea también un modelo de análisis e interpretación de «formas identitarias», como un concepto construido para dar cuenta de tipos de lógicas de acción, de justificaciones de prácticas profesionales, de racionalidades prácticas, de buenas razones dadas por los individuos, para justificar sus acciones en el campo profesional. 21 DUBAR, CLAUDE: «La socialisation: paradigmes, méthodes et implications théoriques»; in FRANCK B. et MAROY C. (ed), «Formation et socialisation au travail» De Boeck Université, Bruxelles,1996. Págs. 25 a 40 22 Cfr: A. ACCARDO y P. CORCUFF: “La sociologie de Bourdieu”. Le Mascaret, Bordeaux, 1986 23 A propósito del concepto de identidad profesional, ver DUBAR CL «La socialisation. Construction des identités sociales et professionelles», Colin, Paris, 1991. También en FRANCFORT I., OSTY, F., SAINSAULIEU, R., et UHALDE, M. «Les mondes sociaux de l’entreprise»; Desclée de Brouwer, Paris, 1995 17 - Una transacción biográfica. En la vida cotidiana, en el ejercicio de sus roles sociales, y a lo largo de toda su trayectoria personal y profesional, cada uno realiza permanentemente una actividad significativa por la cual construye el sentido de su existencia personal y social a través de sus diferentes experiencias, apropiándose del universo social de posibilidades y construyendo su mundo singular24. La construcción de una identidad remite a la trayectoria del sujeto: el origen social, el sistema de valores familiares, la experiencia escolar, etc.. La diferencia entre lo prescrito y lo construido, entre lo proyectado y lo vivido es fuente de tensiones y de incertidumbre. Pero así las identidades y los roles pueden cambiar. El hecho de que los individuos no adhieran totalmente a su identidad y que ésta no coincida nunca con las expectativas sociales, hace que puedan ser sujetos y actores. El individuo es sujeto en tanto que gestiona permanentemente su identidad ante sí y ante los demás. Es actor en tanto se compromete con estrategias de acción ante los demás. Por ello, la definición identitaria es siempre un proceso social dinámico y un trabajo de sujeto-actor. Las identidades, sean personales o ligadas al ejercicio de un rol social particular, son difícilmente adquiridas de una vez y para siempre. Están también en permanente construcción en las relaciones con los demás y en función de la propia trayectoria personal y de las experiencias. La identidad social de un individuo, de un grupo social o de una categoría profesional está así siempre en búsqueda de sí misma; los individuos deberán desplegar permanentemente una actividad subjetiva y relacional para articular las tensiones y las contradicciones que amenazan el sentimiento de unidad y continuidad de sí25. Podría hablarse, entonces, de la identidad como un proceso narrativo, visualizado, pero que no logra llegar plenamente a una unidad. 3.2.- La sociología de los roles y de las identidades Para abordar la cuestión de los roles y de las identidades profesionales, las teorías sociológicas, según su paradigma de referencia, han privilegiado tanto una perspectiva en términos de condicionamiento social, como en términos de conductas estratégicas. La primera concepción de los roles y de las identidades profesionales como determinación social de las prácticas individuales conduce a definir la socialización como la asimilación de los individuos a grupos preexistentes26 (origen social, filiación y nivel de estudio y rol profesional, etc.). En esta perspectiva, el acento se pone sobre el peso del condicionamiento sociocultural y sobre los procesos de socialización a través de los cuales el individuo integra los diferentes roles sociales e interioriza las identidades que le son ligadas. 24 Cfr. CHARLOT BERNARD: «Du raport au savoir » Élements pour une théorie». Antropos. París, 1997 25 Cfr. DUBET, F; «Sociologie de l’expérience»; Seuil, París. 1994 26 DUBAR, 1997, Ibid. Pág. 27 18 El segundo acercamiento de los roles y de las identidades se centra en las estrategias puestas en práctica por los individuos para ser sujeto y actor de sus identidades y de sus roles. La teorización tratará de reconstituir las lógicas de acción y las trayectorias subjetivas de los individuos27. Si cada una de estas dos perspectivas tiene su pertinencia propia y persigue objetivos de investigación específicas, pensamos por nuestra parte que se trata de sobrepasar estas falsas oposiciones entre estructura y actor, lógica explicativa y lógica comprensiva, pero igualmente entre micro y macrosociología, considerando a la vez el peso del condicionamiento social y la dinámica identitaria de los sujetos, articulando una perspectiva explicativa - que se centra en los factores objetivos- y otra -comprensiva, que da cuenta de la mirada subjetiva de los actores- poniendo en relación lo que pasa a nivel de los individuos y los procesos sociales más globales. Así, pues, la identidad es el resultado interiorizado, es la marca internalizada de la práctica del rol. En términos de Bourdieu son prácticas incorporadas transformadas en habitus que permiten identificar y reconocer por qué se actúa de una determinada manera. Esa es la identidad de un rol, de una profesión y la forma de participar en una identidad colectiva. Ahora bien, si nos preguntamos cómo hace la gente para construirse una identidad social a través del ejercicio de un rol social, es posible encontrar diversas respuestas: F. Dubet dice que es una cuestión de experiencias, P. Bourdieu plantea que es una cuestión de habitus, y C. Dubar, como ya se indicó, lo comprende como una cuestión de transacción. Valorando el aporte teórico de estos autores, en nuestro caso seguiremos « la teoría de la gestión relacional de sí » propuesta por G. Bajoit y A. Franssen como modelo de análisis.28 La teoría de la gestión relacional de sí es una tentativa, entre otras, 29 para articular estos diferentes conceptos y paradigmas en vistas a pensar en conjunto la determinación de las prácticas individuales por las condiciones sociales pasadas y las presentes, asociando la idea de una construcción activa, indefinida y relativamente imprecisa de una identidad que sea aceptable para sí y reconocida por los otros y tomando muy en cuenta la necesidad de transigir este reconocimiento, en el seno de un sistema concreto de reglas, junto a otros compañeros dotados de diferente poder. En síntesis, el proceso es el siguiente: 1. En la definición de sus roles sociales, cada individuo está sometido al condicionamiento social que los otros ejercen sobre él y que reviste dos 27 Cfr. CROZIER M. FRIEDBERG E. : “L’acteur et le sistème”. París. Seuil, 1977 Ver Nota 5. De nuevo aceptamos el aporte teórico que nos hace nuestro profesor y amigo G. Bajoit. La teoría de la gestión relacional de sí fue elaborada inicialmente a propósito de la construcción de identidades personales de los jóvenes. Cfr. BAJOIT, G. y FRANSSEN, A.: « Les jeunes dans la compétition culturelle », P.U.F., Paris, 1995 29 Se puede pensar en la sociología de la experiencia propuesta por François Dubet o en el análisis de la socialización como doble transacción; propuesta por Claude Dubar 28 19 modalidades: las expectativas y las condiciones de ejercicio del rol, que varían en función del modelo cultural y que 30 van a definir el rol profesional que el individuo está llamado a cumplir. 2. En el curso de su experiencia relacional vivida en el ejercicio de sus roles sociales, el individuo experimenta incoherencias y contradicciones. Unas estarán ligadas a exigencias contradictorias que pesan sobre el rol, otras a conflictos entre el rol asignado por los otros y el rol proyectado por el individuo. 3. El individuo gestiona estas tensiones identitarias: Se esfuerza por defender, adaptar, y reconstruir constantemente su identidad social y personal. Este trabajo supone tres recursos: la acomodación, la distanciación y la proyección. 4. Además, el individuo se produce también como actor social de su rol. Para ejercer su identidad profesional y personal, elabora sus estrategias de identificación o de diferenciación social, en relación a los otros. 5. La manera como los individuos articulan este trabajo identitario y este trabajo relacional para manejar sus tensiones da lugar a diferentes modos de gestión relacional de sí. Se puede definir el modo de gestión relacional de sí (o modo de gestión identitaria) como: el conjunto de estrategias prácticas (el individuo comportándose en situación) y discursivas (lo que dice de sus prácticas), relacionales (en relación con los otros) y personales (en su relación a sí) conscientes o inconscientes, por las cuales los individuos intentan resolver las tensiones de su experiencia para responder, a la vez, a su necesidad de afirmación de sí y a la búsqueda de reconocimiento. 6. Por las necesidades de esta gestión, el individuo apela a recursos culturales: tiene necesidad de sentidos culturales para legitimar su trabajo sobre sí mismo y su acción sobre los otros. Este trabajo de gestión relacional de sí tiene una dimensión individual. Pero en la medida en que se aplica por una pluralidad de individuos que comparten una experiencia común del rol y de tensiones identitarias, toma también la forma de una elaboración colectiva por la cual una categoría social determinada (re)define su identidad profesional y pone en práctica estrategias de acción para hacerla reconocer. 3.3.- La intervención social como dimensión identitaria del ejercicio profesional en las ciencias sociales Considerando a nuestras ciencias sociales no como meras analizadoras de la realidad, sino reconociendo en ellas su rol de intervención social, nos parece 30 Cfr. TOURAINE. A. : «Production de la société», 1973, Pág. 29 20 pertinente hacernos cargo de algunas precisiones sobre el concepto de intervención. En términos muy generales el sentido que contiene el término intervención incluye la intención de un sujeto individual o colectivo de tomar parte en un asunto31, es decir, una actitud activa ante una realidad que no se considera ajena. En el campo de la intervención social, según J. Ardoino32, las connotaciones del término incluyen la idea de autoridad, en cuanto que la acción de intervenir se funda en la existencia de un derecho, en la consecuencia de un status, el ejercicio de una competencia o de una posición de poder, de una relación de fuerzas favorables al agente que interviene. Así pues, la intervención social la podemos entender como parte del ejercicio del rol de los profesionales de las ciencias sociales, relacionado con la dimensión de autoridad en la resolución de alguna problemática social. Desde los años ’50, psicólogos, sociólogos e ingenieros consultores en organizaciones han hablado de intervención para designar sus prácticas de consultorías en organizaciones. En este sentido, el concepto de intervención está comprendido desde su interpretación clásica como parte de un conjunto de propuestas teóricas y metodológicas orientadas a producir cambios en forma planificada, y corresponde a una situación en la que todos los protagonistas participan voluntariamente33. Puede afirmarse con certeza que las prácticas de intervención social y psicosociológica tienen su origen en el marco del desarrollo del capitalismo industrial y de los trabajos de racionalización de las organizaciones productivas y de la burocracia del Estado. Es este desarrollo de un nuevo modo de producción el que va requiriendo mayor grado de racionalización, organización y planificación. Las exigencias de la producción capitalista se van expresando en nuevas formas de autoridad y división del trabajo, fragmentando sectores y actividades y provocando el fin de formas tradicionales y artesanales de producción. Así pues, cabe destacar que la práctica de intervención, en general, y la intervención psicosociológica, en el sentido más amplio, ha formado parte de la llamada “cuestión social”, que para Moscovici34 constituye el interrogante esencial del S XIX. La demostración del carácter histórico de las sociedades, es decir, de la responsabilidad humana en los problemas que surgieron de la industrialización, llevó consigo la creación de nuevas doctrinas y ciencias sociales, en las que las prácticas de intervención se inspiraron y a las que han ido contribuyendo, desde entonces, tanto en el plano del conocimiento teórico como en la práctica (metodologías y técnicas). 31 Cfr. Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua ARDOINO: “L’intervenction dans les organisations et les institutions”; Protocoles 1 et 2, Paris; Gauthiers-Villars, 1974, y en “L’intervenction institutionelle”, Payot, Paris, 1980 33 Cfr.: ACSLF: Colloque 1981: «L’intervenction sociale»; Ed. cooperatives Albert Saint-Martin, Quebec, 1982 34 S MOSCOVICI.,:”Essai sur l’histoire de la Nature”, Flammarion, Paris, 1977 32 21 El desarrollo de los aparatos del Estado y de la planificación, a pesar de algunas corrientes que propusieron la estrategia del “laissez-faire” en el S. XIX, fue requiriendo de procesos y sistemas de intervención en el campo de la educación, el acondicionamiento de los espacios urbanos, las comunicaciones, la salud, los grupos y conductas marginales, etc.. Así pues, las transformaciones profundas y radicales que implicó la revolución industrial y el desarrollo del capitalismo y las prácticas y procesos de intervención están estrechamente relacionados. Las prácticas y procesos de intervención, a través de estudios experimentales o de terreno, surgieron y se desarrollaron como contribución al perfeccionamiento de las formas de organización y producción capitalista y como contribución a un desarrollo de la valoración del factor humano-social en las organizaciones y procesos productivos. Fue el proceso de separación de funciones y actividades de dirección (jerárquicas y funcionales), iniciado a finales del S. XIX y plenamente desarrollado ya en el período entre las dos guerras, el que creó las condiciones de desarrollo del rol de consejero, o la función de consultoría. Después de la Segunda Guerra Mundial, estas prácticas comenzaron a penetrar, dentro o fuera de las organizaciones productivas y de servicios, dentro de la vida cotidiana a nivel de familias, de individuos, a través de la evolución del trabajo social, de la educación, de la justicia, de la terapia o en otro plano entre intelectuales y los movimientos obreros y sociales. Sin embargo, la intervención no se limita a las relaciones sociales en las organizaciones productivas. En el campo de la educación, con las corrientes críticas de los modelos tradicionales de enseñanza 35 se desarrolla la experimentación, los planes piloto y los procesos de cambio de prácticas pedagógicas. En el campo de la salud se desarrollaron en este período nuevas formas de tratamiento, especialmente a nivel de la psiquiatría y de salud pública. En nuestro contexto, Teresa Matus propone resignificar el concepto en un horizonte de intervención que tenga como fundamento “una rigurosa y compleja comprensión social, recapturando la tensión existente en él entre teoría y praxis”. De este modo, busca poner en evidencia que toda intervención es capturada a partir de un lugar teórico, a partir de un modo de ver. Luego, no hay intervención sin interpretación social. Para intervenir es preciso comprender por qué y sobre qué se actúa. Esta comprensión es siempre histórica (pensar desde los procesos sociales en los que insertan, preguntándose por la constitución particular de los sujetos). La intervención social se ha entendido como un conjunto de “procesos de acción surgidos desde determinado lugar social, en este caso, desde un segmento profesional/vocacional calificado para el ejercicio de prácticas sociales; que se orientan a otro lugar social, reflejo de la vivencia de 35 El debate pedagógico se renueva con la generalización de la escuela pública y obligatoria y con la aparición de los aportes de Pestalozzi, Dewey, Montessori y otros, vinculados a los psicólogos del aprendizaje. 22 problemas sociales y de condiciones de vida deterioradas. Ello supone movimiento, en el entendido que coloca en relación no sólo a actores diversos, sino que también a significaciones diferentes acerca del otro, a factores y situaciones históricas, etc.”36. La intervención social es abordable desde la disciplina científica y desde el quehacer profesional, como dos ámbitos implicados y necesariamente complementarios entre sí. En el caso del Trabajo Social, se reconoce la intervención social como objeto de estudio y producción de conocimientos. Su carácter científico le es dado por su interés en la búsqueda del sentido de una experiencia, de un hecho o fenómeno; y por su esfuerzo en mantener una perspectiva crítica ante las constataciones que ha hecho de la realidad. Como profesión, el Trabajo Social considera la intervención social como un medio para su quehacer, en tanto ella implica el uso de una serie de procedimientos y de herramientas técnicas útiles a su propósito. Finalmente, desde un espacio pluridisciplinar, podemos comprender la intervención social como un ejercicio compartido de prácticas profesionales de los cientistas sociales. La intervención, como comprensión teórica, conceptual, metodológica y práctica, se sitúa en un espacio interdisciplinar. La pauta que hoy se manifiesta consiste en el paso de las antiguas disciplinas oficialmente reconocidas, a nuevas ciencias sociales, sin fronteras rígidas, más híbridas 37. Un ejemplo de trabajo en esta perspectiva fue el de Kurt Lewin, siempre interesado en un amplio abanico de cuestiones sobre el comportamiento, pero que “…se mantuvo adherido firmemente a un principio teórico esencial, el de que, para representar e interpretar fielmente la complejidad de las situaciones de la realidad concreta es menester traspasar continuamente las fronteras tradicionales de las ciencias sociales"38. 36 ALVARADO M., CHIANG H., y Otros: «Licenciatura en Trabajo Social: Fundamentos de una propuesta; en Perspectivas. Universidad Católica Blas Cañas, Santiago de Chile, 1995 37 “Hibridación” es un término utilizado por Mattei Dogan, director de investigaciones del “Centre National de la Recherche Scientifique”, París. Entre sus últimas obras destacan L'Innovation dans les sciences sociales (1991) y Creative Marginality: Innovation at the Intersections of Social Sciences, Boulder, Colorado, Westview Press. (1990) 38 LIPPITT, Ronald (1968), "Kurt Lewin", en International Encyclopedia of the Social Sciences, 9, Pág. 266 23 4.- LA ACCIÓN SOCIAL EN LA TRADICIÓN TEÓRICA DE LAS CIENCIAS SOCIALES Desde sus orígenes, el concepto de "acción" ha llenado el imaginario de la sociología; autores como Weber, Marx y otros le han dado un lugar privilegiado en sus análisis. A continuación, se presentan los aportes teóricos realizados por Max Weber, Emilio Durkheim, Jürgen Habermas, Anthony Giddens, Pierre Bourdieu y Alain Touraine, los que serán expuestos respetando el orden cronológico de su aparición en la disciplina. En primer lugar, se dará cuenta de los aportes de M. Weber y E. Durkheim, quienes sientan las bases para desarrollar la teoría de la acción social y entregan los cimientos necesarios para el desarrollo posterior de las nuevas visiones de los teóricos contemporáneos. Habermas, Giddens y Bourdieu, nos han permitido construir una visión acabada de los aportes recientes de la idea de acción social, culminando con los postulados de Touraine, quien desarrolla la concepción de método sociológico de la acción social. 4.1.- Max Weber: Economía y Sociedad Dentro del campo de las ciencias sociales que exploran la significación cultural de la estructura económica social de la vida colectiva humana, la sociología se hace cargo de la interpretación de la acción social. Específicamente, la sociología debe entenderse, según la definición dada por el propio Weber en el capítulo Nº 1 de "Economía y Sociedad", como una ciencia que pretende entender, interpretándola, la acción social, para de esa manera explicarla causalmente en su desarrollo y efectos. Por “acción” se entiende una conducta humana (ya sea que consista en un hacer externo o interno, ya sea en un omitir o en un permitir) siempre que el sujeto o los sujetos de la acción enlacen a ella un sentido subjetivo. Por lo tanto, la acción social es una acción en donde el sentido que el sujeto le confiere está referido a la conducta de otros, orientándose por ésta en su desarrollo. 4.1.1.- Los tipos de acción según su sentido: Aplicando el método de la construcción de tipos ideales al sentido de la acción, se llega a la caracterización de los distintos “tipos de acción"; estos son los siguientes: - Acción racional con arreglo a fines: Es la acción que está determinada por expectativas en el comportamiento, tanto de objetos del mundo exterior como de otros hombres, y utilizando estas expectativas como condiciones o medios para el logro de fines propios racionalmente sopesados y perseguidos. 24 - Acción racional con arreglo a valores: Corresponde a la acción determinada por la creencia consciente en el valor- ético, estético, religioso o de cualquier otra forma como se lo interprete- propio y absoluto de una determinada conducta, sin relación alguna con el resultado, o sea, puramente en méritos de ese valor. - Acción afectiva: Es la acción especialmente emotiva, determinada por afectos y estados sentimentales actuales. - Acción tradicional: Se refiere a la acción determinada por una costumbre arraigada que produce una habituación del comportamiento. La acción estrictamente tradicional, -señala Weber-, está en la frontera de lo que puede llamarse en pleno una acción con sentido, pues, a menudo, no es más que una oscura reacción a estímulos habituales, que se desliza en la dirección de una actitud arraigada. Esta acotación de Weber tiene una profunda implicación teórica, pues lo que allí se nos dice es que la acción que realizamos como respuesta puramente mecánica y rutinaria a un hábito de comportamiento, no es propiamente una acción social, pues carece de “sentido”, carece del nexo de pertenencia que la liga a un sujeto. Lo propio del sujeto es la imputación de sentido que él le da a su acción. La acción "afectiva" y la "racional con arreglo a valores" se distinguen entre sí por la elaboración consciente, en la segunda, de los propósitos últimos de la acción y por el planteamiento, consecuente con su tenor, de la misma. Por otra parte, tienen en común, que el sentido de la acción no se pone en el resultado, sino en la acción misma. Esta última observación constituye, en realidad, un germen de lo que posteriormente será elaborado como “acción comunicativa”. Actúa estrictamente de un modo racional con arreglo a valores quien, sin consideración de las consecuencias previsibles, obra en servicio de sus convicciones. La acción racional de acuerdo a valores, es siempre una acción que se orienta según “mandatos” o de acuerdo a “exigencias” que el agente cree dirigidos a él y frente a los cuales se siente obligado. Finalmente, actúa racionalmente "con arreglo a fines" quien orienta su acción por el fin, medios y consecuencias implicadas en ella y para lo cual sopesa racionalmente los medios con los fines, los fines con las consecuencias implicadas y los diferentes fines posibles entre sí. Por su parte, la decisión entre los distintos fines y consecuencias concurrentes y en conflicto puede ser racional "con arreglo a valores". Muy raras veces, la acción, especialmente la social, está exclusivamente orientada por uno u otro de estos tipos. Tampoco estas formas de orientación pueden considerarse en modo alguno como una clasificación exhaustiva, sino como puros tipos conceptuales, construidos para fines de la investigación sociológica, respecto a los cuales la acción real se aproxima más o menos o, lo que es más frecuente, de cuya mezcla se compone. Cada tipo de acción es ideal porque no existe como tal, pues, en la práctica, opera en combinación con los otros tipos. 25 En síntesis, los tipos weberianos se organizan en torno a dos formas de acción racional. La primera es la "acción racional de acuerdo a fines", cuna de la racionalidad instrumental representada por el cálculo económico que da origen a las instituciones de la economía, específicamente a la empresa. La segunda es la "acción racional de acuerdo a valores", cuna de la racionalidad sustantiva, que se expresa fundamentalmente en la vocación que es el llamado a actuar como un sujeto portador de valores y que da sustento a la religión, a la política y a la ciencia. En cierto sentido, puede decirse que gran parte del proyecto teórico de Weber está dirigido a analizar las formas en que se interrelacionan estos dos tipos de racionalidad, en el desarrollo de formas sociales históricamente ancladas. Retomando nuestra observación inicial, la relación entre ambos tipos de racionalidad, recorre la amplia trayectoria que se extiende entre el polo de los eventos extraordinarios que subvierten la regularidad y revolucionan el orden cotidiano. Esta trayectoria es siempre conflictiva y está plagada de tensiones. La acción no racional transcurre por la vertiente de la acción tradicional que está regida por el hábito y la costumbre, por la repetición del precedente y de la acción afectiva que está regida por la pasión. Puede observarse, otra vez, que estos dos tipos de acción también recorren la trayectoria que se ha señalado: la acción tradicional, tendiendo a ubicarse en el polo de la regularidad y cotidianeidad, y la acción afectiva, en el polo de la ruptura extraordinaria de lo regular y de lo cotidiano. El comportamiento interpretable racionalmente configura, respecto del análisis sociológico de conexiones comprensibles, el “tipo ideal” más apropiado. El objeto específico de la sociología comprensiva es la acción social en todas sus formas, incluidos el omitir y el admitir deliberadamente. Lo anterior significa un comportamiento comprensible en relación con “objetos” esto es, un comportamiento especificado por un sentido (subjetivo). La contemplación budista o el ascetismo cristiano de la conciencia íntima se relacionan, respecto del agente, de manera subjetivamente plena de sentido, con objetos “internos”, mientras que la disposición económica racional de un hombre, en cuanto a bienes materiales, se relaciona con objetos “externos”. Las “leyes”, como se acostumbra a llamar a muchas proposiciones de la sociología comprensiva, son determinadas probabilidades típicas, confirmadas por la observación de que, dadas determinadas situaciones de hecho, transcurran en la forma esperada ciertas acciones sociales que son comprensibles por sus motivos y sentidos típicos manifestados por los sujetos de la acción. No es posible establecer relaciones causales necesarias en el campo de la ciencia social en general y de la sociología en particular. M. Weber distingue dos tipos básicos de captación interpretativa de sentido, cada uno de los cuales puede subdividirse según se trate de la comprensión de acciones racionales o de acciones emotivas. El primer tipo es la “comprensión directa”. En ella comprendemos el sentido de una acción mediante la observación directa. Un ejemplo de esto es que nosotros comprendemos inmediatamente el sentido de la operación 2 x 2 = 4, al escucharla o verla 26 escrita. Por otra parte, la “comprensión directa” de un proceder irracional se ve, por ejemplo, cuando “entendemos un estallido de ira que se manifiesta por la expresión facial, exclamaciones o reacciones emotivas irracionales”. El segundo tipo de comprensión, la “comprensión explicativa”. difiere del primero por el hecho de que implica el poner en claro un vínculo de motivos que se interpone entre la actividad observada y su sentido para el agente. También esta segunda clase de comprensión se subdivide en dos formas. La forma racional consiste en la comprensión del proceder de un individuo empeñado en una actividad que supone el uso de determinados medios para realizar un objetivo concreto. Así, por ejemplo podemos comprender la actitud de una persona que rompe a llorar, si sabemos que acaba de sufrir una tragedia personal. En la comprensión explicativa, la acción concreta pertinente “se sitúa en una secuencia comprensible de motivaciones o conexiones de sentido, la comprensión de las cuales debe considerarse como una explicación del desarrollo real de la acción. Explicar significa, de esta manera, para la ciencia que se ocupa del sentido subjetivo de la acción, algo así como captar la conexión o complejo de sentido dentro del cual ocurre la acción”39 . Un cierto tipo de asociación fundamental para la acción social es la asociación de la dominación40. Para el autor, el poder41 es una fuerza estructurante primordial de la sociedad. El desarrollo de la teoría de la dominación en Weber gira en cuatro grandes ejes: relación inseparable entre poder y coerción, la noción de legitimidad y formas de dominación no-legítima y, por último, la distribución del poder y sus factores condicionantes. Esta asociación de dominación puede ser política o hierocrática (según sea si se basan en la coacción física o psíquica, esto según si se expresan en el Estado o en la Iglesia como ámbitos de dominación). En todo caso, la asociación de dominación política no se define nunca por los fines o contenidos, sino por el modo de dominación, esto es, la estructura de dominio que permite asegurar la dominación en forma continua y probable. Los modos de dominación legítima (autoridad) son comprensibles en términos de tipos ideales (racional, tradicional, carismático). Existen tres tipos puros de dominación legitima cuyo fundamento primario de su legitimidad puede ser: - De carácter racional: que descansa en la creencia en la legalidad de ordenaciones estatuidas y de los derechos de mando de los llamados por esas ordenaciones a ejercer la autoridad (autoridad legal). 39 Max Weber. Economía y Sociedad. Vol I. Pág. 9 Por dominación debe entenderse la probabilidad de encontrar obediencia a un mandato de determinado contenido entre personas dadas. 41 Poder significa la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aún contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad 40 27 - De carácter tradicional: que descansa en la creencia cotidiana en la santidad de las tradiciones que rigieron desde lejanos tiempos y en la legitimidad de los señalados por esa tradición para ejercer la autoridad (autoridad tradicional). - De carácter carismático: que descansa en la entrega extra-cotidiana a la santidad, heroísmo o ejemplaridad de una persona y a las ordenaciones por ellas creadas o reveladas (autoridad carismática). En el caso de la autoridad legal, se obedecen las ordenaciones impersonales y objetivas, legalmente estatuidas y las personas por ellas designadas, en mérito de la legalidad formal de sus disposiciones dentro del círculo de su competencia. En el caso de la autoridad tradicional, se obedece a la persona del “señor” llamado por la tradición y vinculado por ella (en su ámbito), por motivos de piedad, en el círculo de lo que es consuetudinario. En el caso de la autoridad carismática, se obedece al “caudillo” carismáticamente calificado por razones de confianza personal en la revelación, heroicidad o ejemplaridad, dentro del círculo en que la fe en su carisma tiene validez. Para finalizar, cabe mencionar que la teoría desarrollada por M. Weber es conocida como “comprensiva”, porque la sociología se hace cargo de la interpretación de la acción social, a diferencia de E. Durkheim, cuyo desarrollo teórico es más bien positivista o evolucionista, cuya problemática central es la identificación y estudio de los hechos sociales y luego el problema del orden social. Tales conceptos y el tratamiento que hace de ellos serán presentados a continuación. 4.2.- Emilio Durkheim: Sociológico La Sociología y las Reglas del Método Emilio Durkheim plantea las reglas y procedimientos a utilizar en el método de investigación sociológica, mediante los cuales se podría lograr un procedimiento efectivo que proporcione a la sociología de los medios adecuados para considerarla una ciencia verdadera, comenzando por hacer una distinción entre ésta y las demás ciencias, recalcando que la sociología no se basa ni en la psicología ni en la metafísica, sino que su campo y su rol la determinan como una ciencia específica. Pareciera ser que la preocupación fundamental del autor es la estructuración de la metodología de investigación sociológica, para lo cual centra su teoría en la identificación y estudio de los hechos sociales y, luego, el problema del orden social. 28 - LOS HECHOS SOCIALES: I.- Los hechos sociales pueden ser tomados como cosas: Durkheim considera a los hechos sociales como “cosas”; a su vez las "cosas" son todo objeto de conocimiento que no se autosatisface con un simple análisis mental para su comprensión, sino que requiere de la observación y la experimentación. Allí la "cosa" es vista desde su fuero externo para luego ahondar en sus características internas o profundas. Además de lo anterior, considera que todo objeto de ciencia es una "cosa", con la salvedad de las ciencias matemáticas. Considerar los hechos sociales como "cosas" supone un grado de objetividad irreductible. Al igual que en el mundo de la naturaleza, los hechos sociales no pueden ser alterados a nuestra voluntad. En todo hecho social se puede reportar un aspecto interior, aprehensible conceptualmente y uno exterior que es la dimensión observable de los hechos. De allí la tendencia a la operacionalización de los conceptos. II.- Dos propiedades básicas de los hechos sociales: exterioridad y coerción. Los hechos sociales son primeramente fenómenos que ocurren en el interior de una sociedad, maneras de obrar, pensar o sentir que provienen de una conciencia colectiva que ejerce una fuerza de coerción sobre las conciencias individuales. Por lo tanto, el hecho social es exterior al individuo. Sin embargo, para que el fenómeno sea colectivo, debe pertenecer a las conciencias comunes o por lo menos a la mayoría de ellas; cuando esto ocurre, el hecho social es general. La concordancia de conciencias no es espontánea o preestablecida, sino que la fuerza de coerción mueve a los individuos en un mismo sentido; cada uno es arrastrado por todos. La coerción puede ser indirecta, es decir, impuesta a las conciencias individuales. Cada ser interviene en una ínfima parte, ya que existe una multitud de colaboradores. Por lo tanto, lo que pasa en los demás nos es completamente desconocido. Es cierto que los fenómenos sociales se desarrollan bajo la influencia de una conciencia común, pero no podríamos aseverar que las relaciones individuales están completamente ajenas a las del resto de los individuos, puesto que el ser humano posee una intencionalidad en sus actos, se debe valorar esta capacidad de acción; así, la relación social resulta de la unión de dos o más conciencias más o menos comunes o cuyo accionar tenga un sentido común. En este contexto es donde se presenta el individuo. E. Durkheim clasifica los hechos sociales en dos tipos: los de orden fisiológico y los de orden morfológico; estos últimos son los de orden colectivo. Además, realiza una comparación entre otros autores: A. Comte, G. Spencer y S. Mill. Para el primero, los fenómenos sociales son hechos naturales, sometidos a leyes naturales, su principal materia es el estudio del progreso de la humanidad y el orden en esta evolución. Para Spencer considera el objeto de 29 ciencia es la sociedad y no la humanidad. Por último, Stuart Mill se basa en que los hechos sociales se producen en la adquisición de riqueza. E. Durkheim, en cambio, proclama que los hechos sociales son "cosas" y deben ser tratados como tales. Si tratamos los fenómenos como "cosas", entonces los estaremos tratando como datos, lo que constituye el punto de partida de la ciencia. En otras palabras, son los hechos, los que desde afuera determinan nuestra voluntad. III.- Las Reglas del Método Sociológico: Para realizar una ciencia más fiable, el autor propone las siguientes reglas: “Evitar las prenociones”. La sociedad debe evitar el empleo de conceptos formados a independencia de la ciencia y para necesidades no científicas “La regla precedente es completamente negativa” ya que no nos muestra coómo estudiar objetivamente los hechos. Para ello, debiera explicar propiedades inherentes al fenómeno. Sólo se ha de tomar como objeto de estudio un fenómeno cuyas características externas hayan sido previamente definidas. El conocimiento vulgar se sirve como punto de partida de la investigación, basado en la sensación, ya que es ésta la que nos pone en contacto con el exterior de las cosas. “La sensación es fácilmente subjetiva” en tanto que los hechos sociales deben ser estudiados bajo un cierto nivel de objetividad. Mientras más independiente se encuentre el hecho social del individuo, mayor grado de objetividad habrá en su representación Existen fenómenos normales y patológicos o morbosos. Los primeros se observan en forma general entre los individuos. Si esta generalidad se mantiene luego de haber sido estudiado el fenómeno, entonces éste es normal. Los segundos son aquellos que han experimentado un cambio y se extienden sólo a una especie dada. Un ejemplo de la normalidad del fenómeno al que el autor recurre es el crimen, y lo considera necesario para la sociedad, ya que está ligado a las condiciones fundamentales de toda vida social y, por eso mismo, es útil, pues las condiciones de que es solidario resultan indispensables para la evolución normal de la vida social, la moral y el derecho. El criminal es concebido entonces, como un agente regulador de la vida social. Existen concepciones que son contrarias a la vida colectiva, entre las que se destacan la visión histórica y la filosófica; según el historiador las sociedades se constituyen de individualidades heterogéneas e incomparables. Cada pueblo posee su idiosincrasia, por lo cual la generalización total es imposible. En tanto el realismo extremo de los filósofos indica que los agrupamientos particulares no son más que combinaciones sin realidad propia, en los cuales lo único efectivamente real es la humanidad y de sus atributos depende la evolución social, para el autor, estas visiones carecen de validez, ya que las considera 30 una filosofía abstracta o bien un conjunto de monografías descriptivas de la realidad social. Las sociedades aparecen descritas de acuerdo a su grado o situación evolutiva. De esta manera nos encontramos con la sociedad simple, definida como “toda sociedad que no encierra otra más sencilla que ella”. Un ejemplo es la horda. Las sociedades polisegmentarias simples son una repetición de las hordas o clanes. Las sociedades polisegmentarias simplemente compuestas son una reunión de sociedades polisegmentarias simples: fratias, curias. Y las sociedades polisegmentarias doblemente compuestas son el resultado de la unión de las anteriormente nombradas, por ejemplo, las ciudades. Existen dos métodos de observación de los fenómenos: Finalista: De acuerdo a los fines de los hechos; los fines son individuales pues emanan de las conciencias particulares. Psicológica: Permite comprobar la validez de las proposiciones establecidas inductivamente. Cuando se trata de explicar un fenómeno social, se debe buscar separadamente la causa eficiente que lo produce y la función que cumple. La determinación de esta función está dada por la causa que la origina, a un mismo efecto corresponde siempre una misma causa; este principio ha sido comprobado en los otros reinos de la naturaleza, por lo tanto, éste sería igualmente verdadero para la investigación social. La visión evolucionista de E. Durkheim lo lleva a coincidir con Maquiavelo y Rousseau al afirmar que la vida social es natural. No se refiere a que deriva de la naturaleza del individuo, sino que lo hace directamente del ser colectivo y resulta de aquella elaboración especial a que están sometidas las conciencias particulares. E. Durkheim intenta proporcionar los medios para la reivindicación de la ciencia sociológica, la búsqueda de su especialización, rechazando toda tendencia absolutista y considerando que la sociología es una ciencia independiente, cuyo campo y papel están definidos y sólo a ella le competen. De la división del trabajo social La división del trabajo es para E. Durkheim el medio que permite la organización y establecimiento de la vida social, a partir de una evolución histórica de los distintos grupos y su asociación, tomando como base de esta unidad hechos no materiales que radican en el establecimiento de una conciencia colectiva. La división del trabajo surge de la necesidad de perfección del ser humano; la perfección conlleva a ser capaz de cumplir una función. El ser humano no tiene ni la necesidad de cumplir una función ni la necesidad de resaltar sus 31 cualidades generales, sino aquellas que lo caracterizan individualmente; en este caso, las características profesionales. Sin embargo, la sociedad regula esta perfección, aunque, al promover la especialización humana parece temer una sobre-especialización. La función de la división del trabajo social responde a las diversas necesidades existentes. En primer lugar es un agente promovedor de la civilización, es el agente inicial de la especialización y, por ende, aumenta cualitativamente la habilidad del trabajador, al aumentar éstas, aumentan también las fuerzas productivas y con ello la productividad en sí. Por lo tanto, la división del trabajo, es condición fundamental para el desarrollo intelectual y material de la sociedad. Todo esto supone una nueva y preponderante función de esta división que es la de crear entre dos o más personas un sentimiento de solidaridad. La solidaridad social parte de la necesidad que posee el ser humano de complementarse. Allí radica el carácter moral de la división. El autor ejemplifica con la amistad de la siguiente manera “por más ricamente dotados que estemos, siempre nos falta algo. Por eso buscamos en nuestros amigos las cualidades que nos faltan, porque uniéndonos a ellos, participamos de alguna manera en su naturaleza y porque nos sentimos entonces menos incompletos”. Cuanto más solidarios son los miembros de una sociedad, más relaciones diversas se sostienen entre sí. En consecuencia, al hablar de solidaridad, hablamos necesariamente de una solidaridad colectiva, la que radica en una “conciencia colectiva”. La solidaridad, siendo social, depende de nuestro organismo individual para que exista. Es necesario que nuestra constitución física y psíquica la requiera; de tal forma es necesaria la presencia de una conciencia individual inserta dentro de esta conciencia social. La conciencia individual contiene estados personales de cada uno y que nos caracterizan. La conciencia común, en tanto, contiene estados comunes a todos. De aquí se desprende que, habiendo mayor autonomía, hay mayor dependencia social. Esto tiene relación con la teoría del egoísmo de Smith que indica que la cooperación que se produce automáticamente sólo por el hecho de que cada uno persigue sus propios intereses. Basta con que cada individuo se consagre a una función especial para encontrarse, por la fuerza de las cosas, solidario con los otros, es decir, el ser humano se interesa por las cosas más cercanas a él, en este caso por sí mismo, entonces el deseo de mejorar su condición le lleva a buscar formas inmediatas para satisfacer esas necesidades. Al hacerlo repercute en alguna medida en el bienestar del resto de los individuos, los cuales a su vez, buscan mejorar su condición, lo cual repercute en él y le es de provecho. Entonces, a mayor individualismo, mayor solidaridad social; de aquí se puede desprender también el concepto de propiedad individual. El número de las relaciones es necesariamente proporcional al de las reglas jurídicas que las determinan. La vida social, en todo lugar donde existe en una forma duradera, tiende inevitablemente a tomar una forma definida y 32 organizada y es el derecho de la representación de esta organización. Por lo tanto, la vida general está directamente ligada a la vida jurídica. Durkheim clasifica las sanciones de las normas jurídicas. Es así como nos encontramos con aquellas que el autor clasifica de represivas y restitutivas. Las primeras dicen relación con la sanción impuesta al individuo cuyo fin es afectarlo, ya sea en su honor, en su vida, su fortuna o su libertad; éste es el caso del derecho penal. Las restitutivas son aquellas cuya preocupación es el reestablecimiento de las relaciones perturbadas en su forma normal, como es el caso del derecho civil, comercial, procesal, administrativo y constitucional. El autor propone una clasificación de solidaridad en la cual distingue dos tipos. La solidaridad mecánica y la solidaridad orgánica. La primera se refiere a los sistemas homogéneos y parecidos entre sí; el derecho represivo se manifiesta, en especial, dentro de esta solidaridad. La solidaridad orgánica consiste en un sistema de órganos diferentes, teniendo cada uno un rol principal, estos órganos están formados a su vez por partes diferenciadas, coordinadas y subordinadas de un mismo órgano central que ejerce una acción reguladora. La solidaridad orgánica es la que predomina en nuestras sociedades, aunque no por ello la solidaridad mecánica se encuentre extinta. Las sociedades segmentarias (hordas y clanes) se caracterizaban por ser mecánicas, grandes conglomerados en los que generalmente el nexo entre individuos es su relación de consanguinidad. Volviendo a la división del trabajo, se desprende que a mayor división del mismo, los trabajadores se cohesionan en grupos profesionales, sindicatos y corporaciones que se manifiestan principalmente en un poder moral. Su solidaridad común tiene como fin impedir que la ley del más fuerte se aplique en las relaciones industriales dada la jerarquización que se produce de la especialización del trabajo. La mayor preocupación de E. Durkheim es el establecimiento del orden social. Para ello se crean organismos acordes que regulan la actividad social, basándose en las consideraciones que emanan de la conciencia colectiva. Ésta es la promotora de la solidaridad social, sin la cual no podría establecerse la armonía que tanto busca la conciencia común. Para finalizar la revisión entre los clásicos de la sociología, a continuación presentaremos los aportes teóricos de Karl Marx, cuya obra ha generado los más altos análisis y ha permitido la formación de una corriente de pensamiento que perdura hasta hoy día. Por lo mismo, el trabajo de Marx será presentado más extensamente, ya que resulta difícilmente sintético o resumible a voluntad. 33 4.3.- Carlos Marx y el Materialismo Histórico: Los escritos de Marx tienen por objeto el debate teórico, ideológico y en última instancia, el análisis político. Marx fue filósofo, sociólogo y economista y, al mismo tiempo, un hombre de acción. - Marx Filósofo: * Los Escritos de la Juventud: Los primeros escritos de Marx contienen un análisis y una crítica a la dialéctica y al idealismo de Hegel: Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel Los Manuscritos Tesis sobre Feurbach La Ideología Alemana (1843) (1844) (1845) (1845 - 46) * Los Principios Fundamentales: Materialismo dialéctico y materialismo histórico son herramientas de conocimientos construidas alrededor de algunos principios fundamentales que deben ser pensados como herramientas abiertas, nunca acabadas y siempre perfectibles. Los principios siguientes: del materialismo dialéctico se pueden resumir en los Materialismo e Idealismo: La historia de las ideas es aquella del conflicto entre dos concepciones irreductibles del mundo. Marx y Engels afirman la primacía del mundo material por sobre el mundo de las ideas Realidad y representación: La concepción materialista afirma que el mundo existe, independientemente de las representaciones que podamos tener de él. Lo real susbsiste independiente de la conciencia. Marx plantea lo siguiente: "No es la conciencia de los hombres la que determina su ser, inversamente, es su ser social el que determina su conciencia" La materia es movimiento: La materia no es una sustancia inerte, al contrario, el principio constitutivo de la materia es el movimiento El principio de la contradicción: La relación de los elementos o de los fenómenos entre ellos y el movimiento de la materia toma su plena coherencia en el principio de la contradicción. Según este principio, cada cosa, cada fenómeno, está constituido por la unidad de sus contrarios, es decir, que cada elemento debe ser visto como una contradicción entre dos componentes. 34 Praxis y Teoría: La práctica es el criterio de verdad de la teoría. En la relación tradicional teoría-práctica siempre ha habido una supremacía de la primera sobre la segunda. En el materialismo dialéctico esta jerarquía es radicalmente transformada. - Marx Economísta: Los conceptos centrales utilizados por Marx en su obra "Crítica de la Economía Política" son los siguientes: Plusvalía Explotación Relaciones de Producción, Fuerzas Productivas y Modo de Producción. Plusvalía La economía marxista parte de dos conceptos esenciales. Uno de ellos es "valor de uso" y, el segundo, "valor de cambio". Un valor de uso se define desde un carácter cualitativo, es decir, que algo puede ser útil o no, y se producen para satisfacer las necesidades propias. En el caso del valor de cambio, que se define desde lo cuantitativo, considerando la cantidad de trabajo requerida para la apropiación de cualidades útiles, produciéndose para cambiarlos por valores de otro uso. Por otra parte la producción de valores de uso conforma una manifestación natural de los seres humanos. En cambio la existencia de valores de cambio despliega un movimiento, un proceso, que conlleva la distorsión de la naturaleza humana. Por lo cual la estructura de la sociedad capitalista, incluidas las mercancías, el mercado, el dinero, etc., se levanta sobre las bases de los valores de cambio. Para Marx la fuente básica de todo tipo de valor es la cantidad de tiempo de trabajo socialmente necesario para producir un objeto en condiciones normales de producción y con un grado medio de cualificación e intensidad de tiempo. Lo anterior es la teoría del valor - trabajo. Es obvio que el trabajo está en la base del valor de uso, pero esto se dispersa cuando se mueve hacia el ámbito de los valores de cambio, las mercancías, el mercado, en fin el capitalismo. Al respecto, Marx dice "la determinación de la magnitud del valor mediante el tiempo de trabajo constituye, por lo tanto, un secreto que se oculta debajo de las supuestas fluctuaciones de los valores relativos de las mercancías". En otras palabras, el trabajo es una fuente de todo valor que conforma un secreto del capitalismo para explotar a los trabajadores. Los propietarios de los medios de producción pagan a los trabajadores una cantidad inferior al valor que producen y se apropian del resto. Para Marx, los trabajadores no son conscientes de esta situación, pero igual cosa ocurre en los capitalistas. 35 Estos últimos piensan y creen que este excedente deriva de su inteligencia, su inversión de capital, manipulación del mercado, entre otros elementos. Más aún, este autor expresa que los capitalistas no saben que la jornada laboral establecida incluye también una cantidad de trabajo no pagado, y que este trabajo gratuito constituye la fuente normal de sus ganancias, la categoría del excedente de trabajo gratuito constituye la fuente normal de sus ganancias; la categoría del excedente de trabajo no existe para él, puesto que la considera incluida en la jornada laboral que él cree pagar mediante el salario. De esta manera, los elementos anteriores permiten conocer el concepto de plusvalía en Marx, que se define como la diferencia entre el valor del producto y el de los elementos invertidos en la formación de ese producto. La fuente real de la plusvalía se encuentra en el trabajo, a pesar de que los medios de producción, cuyo valor proviene del trabajo invertido en su extracción, se inviertan en el proceso de producción. Por lo tanto, la cantidad de plusvalía es una manifestación del grado de explotación de la fuerza de trabajo por parte del capital. Explotación. En el punto anterior, en que se desarrolla el concepto de plusvalía, se dice que ella es la fuente de la explotación de los capitalistas sobre los trabajadores, ya que el capital se apodera del valor excedente que produce la fuerza de trabajo, situación que le permite acumular su capital. Marx expresa claramente esta situación de explotación para los trabajadores en la siguiente metáfora el capital es trabajo muerto que, como un vampiro, sólo puede vivir chupando trabajo, cuanto más chupa, más vive. Los capitalistas utilizan el excedente para cancelar una serie de gastos, como intereses bancarios, renta de terrenos, etc., pudiendo orientar este excedente hacia el consumo privado. Sin embargo, lo invierte en su empresa para la creación de más valor agregado. La idea de expansión de las ganancias y de plusvalía es denominada por Marx como ley general de la acumulación capitalista. En el desarrollo de esta acumulación los dueños de los medios de producción intentan y persiguen explotar a los trabajadores al máximo posible. Es decir estructural y culturalmente el capitalismo pretende cada vez más acumular capital, y al ser el trabajo la fuente de todo valor, los capitalistas incrementan la explotación del proletariado para obtener y alcanzar esta acumulación. No obstante, la explotación desplegada hasta las últimas consecuencias produce menos ganancias, ya que existe un límite para la explotación. Otra forma de incrementar las ganancias es la sustitución de las personas por máquinas, lo cual provoca reducir el trabajo de sus empleados a una simple operación para manejar éstas. Esta mecanización del trabajo genera el despido de los trabajadores y comienzan a formar parte del "ejército industrial de reserva". 36 Relaciones de producción, fuerzas productivas y modos de producción En la teoría de Marx los modos de producción corresponden una combinación históricamente determinada de fuerzas productivas, es decir, los medios de producción entendidos en sentido amplio, incluyen a la tierra, los conocimientos científicos, técnicos y prácticos necesarios para utilizarlos. Además de relaciones sociales legalmente sancionadas que regulan el modo y el empleo de los medios de producción, a partir de la tierra, como el reparto de lo que con ello produce entre los distintos sectores de la sociedad. Por otra parte, el conjunto de estas relaciones existentes entre los distintos grupos y clases de personas se llama relaciones de producción y se consideran las relaciones sociales más importantes en una sociedad y se utiliza para designar como la base económica de una formación económico-social a un sistema caracterizado por un determinado modo de producción. - Marx Sociólogo: En su relación con la sociología, los conceptos más importantes acuñados por Marx son los siguientes: Alienación Clase social Alienación El concepto de alienación fue utilizado por Hegel y luego por Feuerbach, Marx y Freud. Pero quien llega a acuñarlo como uno de sus conceptos clases es Carlos Marx. Este autor, en sus primeras obras, denominaba alienación a la serie de distorsiones que causa la estructura de la sociedad capitalista en la naturaleza humana. No obstante, a pesar de que los sujetos experimentan procesos de alienación, Marx centro su análisis en las estructuras del capitalismo, ofreciendo una teoría de la alienación, cuya base se encuentra en la estructura social. Es decir la estructura social rompe las interconexiones naturales que caracterizan la naturaleza humana. De lo anterior adquiere importancia el sistema de dos clases, sistema en que los capitalistas emplean a los trabajadores - apropiándose de su tiempo de trabajo - que son los propietarios de los medios de producción y de los productos que obtienen. En el caso de los trabajadores, para obtener los medios necesarios para su subsistencia, se encuentran obligados a vender lo único que tienen: su fuerza de trabajo. Por lo tanto, las interrelaciones naturales se encuentra rotas. 37 Por otra parte, para considerar el concepto de alineación, es necesario examinar algunos de sus componentes básicos. En primer lugar, los trabajadores en la sociedad capitalista se encuentran alienados, ya que en este tipo de sociedad no trabajan para sí mismos, es decir, para satisfacer sus necesidades básicas, sino que trabajan para los dueños de los medios de producción quienes les pagan un salario para sobrevivir, a cambio del derecho a utilizarlos en lo que deseen. De esta manera, tanto trabajadores como capitalistas creen que el pago de un salario significa que la actividad productividad pertenece al capitalista. El motivo se encuentra en que el capitalista decide qué se debe hacer en la actividad capitalista, por lo cual los trabajadores están alienados respecto a la actividad que realizan. En otras palabras, el trabajo, en lugar de ser un proceso satisfactorio en y por sí mismo, se limita, según palabras de Marx, a un proceso monótono e idiotizante que tiene sólo un propósito orientado a ganar dinero para sobrevivir. Un segundo componente se relaciona con que los trabajadores se encuentran alienados no sólo respecto de las actividades productivas. Además, se presenta una alienación del objeto de esas actividades, es decir el producto. Esto significa que el producto de su trabajo no pertenece a los trabajadores y, por otra parte, no pueden utilizarlo para satisfacer sus necesidades básicas. De esta manera el producto, como proceso de producción, pertenece a los propietarios de los medios de producción, que lo utilizan como ellos desean. Es decir, lo ofertan y venden para obtener beneficios. En el caso de los trabajadores, no pueden ejercer un control sobre los productos, pero tampoco tienen una percepción adecuada de lo que producen, ya que la división o especialización del trabajo no permite percibir realmente lo que realizan durante el proceso de producción. En otras palabras, se transforman en una mínima parte del proceso total. Por otra parte, los trabajadores, en la sociedad capitalista, se encuentran alienados con respecto a otros trabajadores. Marx expresa que las personas requieren y desean trabajar en cooperación y colaboración con otras personas para extraer de la naturaleza lo que necesitan para sobrevivir. No obstante, el capitalismo destruye la colaboración natural entre trabajadores y, por lo tanto, se ven obligados a trabajar de igual a igual con los propietarios de los medios de producción. Es decir, los trabajadores experimentan una situación de soledad. Esta situación obliga a los trabajadores a competir entre ellos para desarrollar la máxima productividad y así evitar el despliegue de la cooperación. En otras palabras, el capitalista promueve el enfrentamiento entre los trabajadores para trabajar y producir más y así agradar a los jefes, generándose una situación de hostilidad entre ellos. Finalmente, los trabajadores se encuentran alienados de su propio potencial humano, es decir, las personas se realizan escasamente, como seres humanos y están reducidos a cumplir un mero papel de maquinas en el sistema capitalista. Por lo tanto, el grado de conciencia se destruye y se rompen las 38 relaciones entre los seres humanos y la naturaleza. De esta manera, se genera una masa de individuos que no desarrollan plenamente sus capacidades humanas, es decir, trabajadores alienados. En síntesis, para Marx el trabajo en el capitalismo y las consecuencias de la alienación significan que el ser humano no se reafirma, sino que se niega; no se siente satisfecho, sino infeliz; no desarrolla libremente su energía mental y física, sino que mortifica su cuerpo y arruina su mente. Clase Social La teoría de Marx se ha transformado en el punto de referencia para determinar el uso del concepto de clase social. Para este autor, las clases son una expresión de los modos de producción de la sociedad, ya que éste define las relaciones que intervienen entre las clases sociales y a la vez estas relaciones dependen de la relación de las clases con los instrumentos o medios de producción. De esta manera, en una sociedad en que el modo de producción corresponde a la producción capitalista, domina una situación que hace que las clases sociales se limitan sólo a dos: la burguesía, propietarios de los medios de producción, y el proletariado, compuesto por aquellos que no disponen de medios de producción, sino que sólo venden su fuerza de trabajo en el mercado. Para Marx, la presencia simultánea de distintos modos de producción en una sociedad, ya que no siempre se presenta un modo puro, en una época histórica, recibe el nombre de formación social. Este concepto se encuentra a nivel de análisis histórico. En cambio el concepto de modo de producir corresponde a un nivel teórico de las grandes transformaciones sociales. En el primer caso, el análisis de las clases sociales en una sociedad capitalista se orienta hacia un modelo dicotómico que considera la existencia de dos clases sociales antagónicas, la burguesía y el proletariado. En el segundo tipo de análisis se presenta un multiplicidad de clases o agrupaciones dentro de las clases -burguesía financiera, comercial, industrial, un proletariado y subproletariado, campesinos, etc.. Es así que el antagonismo dominante se articulará en una serie de antagonismos específicos y por los cuales se abre un espacio a la formación de alianzas entre las diferentes clases. Marx habla, en algunas ocasiones de dos clases antagónicas, y, en otras, una pluralidad de clases, esto se debe a que el análisis se mueve en distintos niveles, pero en daca caso una de las clases se define de las relaciones que la vinculan con las otras clases. Estas relaciones dependen por las diversas posiciones que ocupan las clases en el proceso productivo. Por lo tanto, las clases conforman un sistema de relaciones en que cada una de ellas presupone la existencia de la otra. Las distintas ubicaciones en el proceso de producción provoca que los intereses entre las clases sean distintos y opuestos. Es decir, lo que es 39 ventajoso para la burguesía se transforma en desventajoso para los intereses del proletariado, y las ganancias no son otra cosa que una parte sustraída a los productores directos y que no se cancela justamente a los obreros. Aquí se encuentra la base económica del antagonismo entre las clases, que adquiere un carácter político cuando traspasa una dimensión individual y se sitúa en un conflicto generalizado que se expresa en el enfrentamiento entre estas dos clases sociales. Para Marx, el momento del enfrentamiento se asume a través de la organización política de los intereses de todos los que son colocados en una posición de subordinación en el proceso productivo. Este es el momento en que se constituye la clase. Para el autor, la identidad de los intereses no es suficiente para construir las bases de la existencia de una clase, sino que debe emerger una asociación u organización que constituya una conciencia de clase. Una clase con conciencia de clase es una conciencia para sí. Sin embargo, cuando está conciencia no se consolida continua siendo una conciencia en sí, que no tiene la capacidad de expresar sus aspiraciones políticas de carácter colectivo. Para Marx, la clase que domina los procesos productivos domina otras esferas de la sociedad. Domina a nivel político y genera las ideas culturales dominantes. Las clases dominantes presentan un marco de armonía y, cuando las clases dominadas o subalternas asimilan este conjunto de ideas culturales se produce una "falsa conciencia" de la situación de clase que detiene el curso de la historia. La burguesía, con un papel revolucionario en la destrucción del orden feudal y una vez consolidado su poder, ha abandonado su papel y se transforma en una barrera para el progreso de la humanidad. De esta manera, para Marx, las clases son los sujetos del devenir de la historia. Por último, para Marx, el concepto de clase posibilita el instrumental teórico para analizar las relaciones entre fenómenos económicos, políticos y culturales en el contexto de un modelo dialéctico del devenir de la sociedad y de una teoría del curso de la historia. 4.4.- Jürgen Habermas: La Teoría de la Acción Comunicativa Según Habermas, al elegir un determinado concepto sociológico de acción, nos comprometemos con determinadas presuposiciones ontológicas. El autor se sirve de la terminología de K. Popper y su teoría de los tres mundos para llevarlo a la teoría de la acción. En opinión de Popper, el tercer mundo se compone esencialmente de problemas, de teorías y de argumentos. En rigor, el tercer mundo es la totalidad de los pensamientos objetivos de Frege, sean verdaderos o falsos, estén encarnados o no: “Las teorías, las afirmaciones o los enunciados son los objetos lingüísticos más importantes del tercer mundo”42. Habermas critica esta 42 Habermas cita a Popper 40 concepción del tercer mundo de Popper al observar sus debilidades de construcción al transferir la teoría popperiana del tercer mundo de su contexto epistemológico a un contexto de teoría de la acción. Sin embargo, Habermas rescata la propuesta iluminadora por la interesante conexión que existe entre un concepto sociológico de acción y las relaciones actor/mundo que este concepto presupone. Esto significa que los miembros de la sociedad tienen que estar aprendiendo constantemente algo sobre ella; la sociedad, lo mismo que sus miembros, se encuentran en un proceso perpetuo de autodescubrimiento y autogeneración. Esta idea base recorre transversalmente la teoría de la acción de Habermas que aquí se expone. La multitud de conceptos de acción que se emplean en la teoría sociológica pueden reducirse, en lo esencial, a cuatro conceptos básicos que analíticamente es menester distinguir con cuidado. El concepto de “acción teleológica” ocupa desde Aristóteles el centro de la teoría filosófica de acción. El actor realiza un fin o hace que se produzca el estado de cosas deseado eligiendo, en una situación dada, los medios más congruentes y aplicándolos de una manera adecuada. El concepto central es el de una decisión entre alternativas de acción, orientada a la realización de un propósito, dirigida por máximas y apoyada en una interpretación de la situación. La acción teleológica se amplía y convierte en acción estratégica cuando en el cálculo que el agente hace de su éxito interviene la expectativa de decisiones de a lo menos otro agente que también actúa con vistas a la realización de sus propios propósitos. Este modelo de acción es interpretado a menudo en términos utilitaristas; entonces se supone que el actor elige y calcula medios y fines desde el punto de vista de la maximización de utilidad o de expectativas de utilidad. El concepto de “acción regulada por normas” se refiere no al comportamiento de un actor en principio solitario que se topa en su entorno con otros actores, sino a los miembros de un grupo social que orientan su acción por valores comunes. El actor particular observa una norma (o la viola) tan pronto como en una situación dada se dan las condiciones a que la norma se aplica. Las normas expresan un acuerdo existente en un grupo social. Todos los miembros de un grupo para los que rige una determinada norma tienen derecho a esperar unos de otros que en determinadas situaciones se ejecuten u omitan, respectivamente, las acciones obligatorias o prohibidas. El concepto central de observancia de una norma significa el cumplimiento de una expectativa generalizada de comportamiento. La expectativa de comportamiento no tiene sentido cognitivo de expectativa de un suceso pronosticable, sino el sentido normativo de que los integrantes del grupo tienen derecho a esperar un determinado comportamiento. Este modelo normativo de la acción es el que subyace a la teoría del rol social. El concepto de “acción dramatúrgica” no hace referencia primariamente ni a un actor solitario ni al miembro de un grupo social, sino a participantes en una interacción que constituyen los unos para los otros un público ante el cual se 41 ponen a sí mismo en escena. El actor suscita en su público una determinada imagen, una determinada impresión de sí mismos, al develar el propósito de su propia subjetividad. Todo agente puede controlar el acceso de los demás a la esfera, de sus propios sentimientos, pensamientos, actitudes, deseos, etc., a la que solo él tiene un acceso privilegiado. En la acción dramatúrgica, los implicados aprovechan esta circunstancia y gobiernan su interacción regulando el recíproco acceso a la propia subjetividad, la cual es siempre exclusiva de cada uno. En este caso, el concepto central es el de autoescinificación; significa, por tanto, no un comportamiento expresivo espontáneo, sino una estilización de la expresión de las propias vivencias, hecha con vista a los espectadores. Este modelo dramatúrgico de acción sirve principalmente a las descripciones de orientación fenomenológica de la acción. El concepto de "acción comunicativa" se refiere a la interacción de a lo menos dos sujetos capaces de lenguaje y de acción que (ya sea con medios verbales o con medios extra-verbales) entablan una relación interpersonal. Los actores buscan entenderse sobre una situación de acción para poder así coordinar de común acuerdo a sus planes de acción y con ellos sus acciones. Aquí el concepto central es el de interpretación; se refiere primordialmente a la negociación de definiciones de la situación susceptible de consenso. En este modelo de acción, el lenguaje ocupa un puesto prominente. El concepto teleológico de acción fue utilizado originalmente por los fundadores de la economía política neoclásica para desarrollar una teoría de la decisión económica, y por Neumann y Morgenstern para una teoría de los juegos estratégicos. El concepto de acción regulado por normas adquirió una significación paradigmática en el desarrollo de la teoría sociológica, a través de Durkheim y Parsons; el de acción dramatúrgica, a través de Goffman, y el de acción comunicativa, a través primero de Mead y, después, a través de Garfinkel. A primera vista, sólo el concepto teleológico de acción parece liberar un aspecto de la racionalidad de la acción; la acción representada como actividad teleológica puede considerarse bajo el aspecto de racionalidad con arreglo a fines. Los otros tres modelos de acción no parecen a primera vista poner la acción en el ángulo de mira de la racionalidad y de la racionalización posible. Pero esta apariencia engaña; basta tener en cuenta las presuposiciones ontológicas en sentido lato que de forma conceptualmente necesaria van asociadas a estos modelos de acción. En la secuencia que forman el modelo teleológico, el modelo normativo y el modelo dramatúrgico, cuando los consideramos por este orden, estos presupuestos no solamente se tornan cada vez más complejos, sino que, al mismo tiempo, revelan implicaciones cada vez más fuertes en lo que a racionalidad atañe. El concepto de acción teleológica presupone relaciones entre un actor y un mundo de estado de cosas existentes. En este caso, el actor puede contraer básicamente dos clases de relaciones racionales con el mundo. Habermas llama racionales a estas relaciones porque pueden ser objeto de un enjuiciamiento objetivo en una doble dirección de ajuste. En la primera 42 dirección, se plantea la cuestión de si el actor logra poner en concordancia sus percepciones y opiniones con aquello que es el caso en el mundo. En la segunda, se plantea la cuestión de si el actor logra poner en concordancia lo es el caso en el mundo con sus deseos e intenciones. Estas relaciones entre actor y mundo permiten, pues, manifestaciones que pueden enjuiciarse conforme a criterios de verdad y de eficacia. En lo que atañe a presupuestos ontológicos, podemos clasificar la acción teleológica como un concepto que presupone un solo mundo que, en este caso, es el mundo objetivo43. El concepto de acción regulada por normas presupone relaciones entre un actor y exactamente dos mundos. Junto al mundo objetivo de estados de cosas existentes aparece el mundo social a que pertenece lo mismo el actor en su calidad de sujeto portador de un rol que otros actores que pueden iniciar entre sí interacciones normativamente reguladas. El actuar de conformidad con normas presupone que el agente puede distinguir entre los componentes fácticos y los componentes normativos de su situación de acción, es decir, entre condiciones, medios y los valores. Desde el punto de vista de la acción dramatúrgica, entendemos una interacción social como un encuentro en que los participantes constituyen los unos para los otros un público visible y se representan mutuamente algo. Una representación vale para que el actor se presente ante los espectadores de un determinado modo; al dejar de mostrar algo de su subjetividad, el actor busca ser visto y aceptado por el público de una determinada manera. En la acción dramatúrgica, al presentar ante los demás un determinado lado de sí mismo, el actor tiene que relacionarse con su propio mundo subjetivo. El autor ha definido éste como la totalidad de vivencias subjetivas a las que el agente tiene frente a los demás un acceso privilegiado. Pero este ámbito de subjetividad sólo merece el nombre de mundo si el significado de mundo subjetivo puede ser explicitado de forma similar a como el autor ha aclarado el significado de mundo social por referencia a la vigencia de un sistema de normas, análoga a la existencia de estado de cosas. Quizá pueda decirse que lo subjetivo viene representado por oraciones de vivencia emitidas con veracidad, lo mismo que los estados de cosas existentes por enunciados verdaderos; y las normas válidas por oraciones de deber justificadas. Los deseos y sentimientos ocupan, en este contexto, un papel paradigmático. También en el caso de la acción dramatúrgica la relación entre actor y mundo resulta accesible a un enjuiciamiento objetivo. Pero, como a lo que el actor se aplica en presencia de su público, es a su propia subjetividad, sólo puede haber una sola dirección. Según el modelo dramatúrgico de acción, los participantes sólo pueden adoptar, en el papel de actor, una actitud frente a su propia subjetividad y, en el papel de público, una actitud sobre las manifestaciones de otro actor si tienen presente que el mundo interno del ego limita con un mundo externo. De ahí que el autor clasifica también la acción 43 Esta idea se refiere a la idea primeramente citada, en la cual Habermas se apoya en la teoría del tercer mundo de Popper (mundo objetivo, mundo social y mundo subjetivo) 43 dramatúrgica como un concepto que presupone dos mundos, un mundo interno y un mundo externo. Con el concepto de acción comunicativa empieza a operar un supuesto más: el de un medio lingüístico en que se reflejan como tales las relaciones del actor con el mundo. El concepto de acción comunicativa presupone el lenguaje como un medio de entendimiento sin más abreviaturas, en que hablantes y oyentes se refieren, desde el horizonte pre-interpretado, que su mundo de la vida representa, simultáneamente a algo en el mundo objetivo, en el mundo social y en el mundo subjetivo, para negociar definiciones de la situación que puedan ser compartidas por todos. Los hablantes integran en un sistema los tres conceptos de mundo que en los otros tres tipos de acción aparecen solos o en parejas; y presuponen este sistema como un marco de acción que todos comparten, dentro del cual pueden llegar a entenderse. No se refieren, sin más salvedades, a algo en el mundo objetivo, en el mundo social y en el mundo subjetivo, sino que relativizan sus manifestaciones o emisiones contando con la posibilidad de que la validez de éstas puedan ser puestas en tela de juicio por otros actores. El concepto de "acción comunicativa" presupone el lenguaje como un medio dentro del cual tiene lugar un tipo de procesos de entendimiento en cuyo transcurso los participantes, al relacionarse con un mundo, se presentan unos frente a otros con pretensiones de validez que pueden ser reconocidas o puestas en cuestión. El actor, que en el sentido indicado se oriente al entendimiento, tiene que plantear explícitamente con su manifestación tres pretensiones de validez, a saber: LA PRETENSIÓN - De que el enunciado que hace es verdadero. - De que el acto de habla es correcto en relación con el contexto normativo. - De que la intención expresada por el hablante coincide realmente con lo que este piensa. No es difícil reconocer aquí las tres relaciones actor/mundo que en los conceptos de acción analizadas hasta ahora eran supuestas por el cientista social y que con el concepto de acción comunicativa quedan adscritas a la perspectiva de los propios hablantes y oyentes. Son los propios actores los que buscan un consenso y lo someten a criterios de verdad, de rectitud y de veracidad, es decir, a criterios de ajuste o desajuste entre los actores de habla, por un lado, y los tres mundos con que el actor contrae relaciones con su manifestación, por el otro. Estas relaciones son las que se dan entre la manifestación y 44 - El mundo objetivo (como conjunto de todas las entidades sobre las que son posibles enunciados verdaderos). - El mundo social (como conjunto de todas las relaciones interpersonales legítimamente reguladas). - El mundo subjetivo (como totalidad de las vivencias del hablante, a la que éste tiene un acceso privilegiado). Después de revisar grosso modo la teoría de J. Habermas es posible observar la influencia que ha cobrado en él la teoría weberiana. Esto se hace evidente a partir de su distinción de cuatro tipos de acción que se asimilan a los distinguidos por Weber. A continuación, siguiendo con nuestra lógica analítica revisaremos la obra de A. Giddens, sociólogo inglés, que nos muestra otra visión de la acción social y las relaciones sociales. 4.5.- Antonny Giddens: La constitución de la sociedad Tal como el autor plantea, la teoría de la estructuración no encuentra su foco ni en la vivencia del actor individual ni en la existencia de alguna forma de totalidad social, sino en prácticas sociales ordenadas en un espacio y tiempo. Las actividades humanas se auto – reproducen, siendo más bien recursivas. En la conceptualización de A. Giddens, equivale a decir que “actores sociales no les dan nacimiento sino que las recrean de continuo a través de los mismos medios por los cuales ellos se expresan en tanto actores”44. Existen dos características que el autor reconoce como determinante en la práctica social del sujeto, por un lado se encuentra la inteligencia y por otro lado la intencionalidad; La racionalización de la acción remite a una intencionalidad como proceso. Para el autor, la acción va a estar dada por el obrar del agente social, constituyéndose como tal al momento de crear diferencias y modificar la realidad a partir de la intervención. “Obrar concierne a sucesos de los que un individuo es el autor, en el sentido de que el individuo pudo, en cada fase de una secuencia dada de conducta, haber actuado diferentemente” 45. Lo anterior alude al hecho de que lo ocurrido no habría sido posible sin la intervención del individuo. De ahí la especial atención en la particularidad de la acción del agente, el que conduce intencionadamente la acción, centrando mayor atención en lo que Giddens plantea al señalar que el obrar no denota intenciones que poseen las personas, sino su capacidad de hacer esas cosas; obrar denota un hacer para el autor. 44 Giddens A. “La Constitución de la Sociedad. Bases para la “Teoría de la Estructuración”. Amorrortu Editores. Buenos Aires. 1995. Pág. 40 45 Giddens. A. “La Constitución de la Sociedad”. Op. Cit. Pág. 46 45 La relación obrar v/s poder, se encuentra básicamente al considerar que el obrar significa ser capaz de intervenir en el mundo o de abstenerse de la intervención, con el fin de influir a través de ésta en una situación y/o condición. Para Giddens, el ser un agente es ser capaz de “desplegar poderes causales”. Una de las ideas centrales que propone al desarrollar un concepto de acción se encuentra basada en el hecho que la acción nace de la aptitud del individuo para “producir una diferencia”, mientras que el agente, autor de la diferencia, deja de ser tal al perder la aptitud de producirla. A partir de lo anterior, puede plantearse, citando al autor, que “la acción implica lógicamente poder en el sentido de aptitud transformadora”46. La acción humana tiene, como rasgo específico y distintivo, la capacidad de intervenir en el desarrollo de los eventos, de introducir alguna transformación en el estado de cosas. El poder se entiende, entonces, como la capacidad del agente para influir en la producción de determinados resultados, independiente de la intención de realizarlas. En tanto, la relación entre obrar y poder implica “ser capaz de obrar de otro modo, ser capaz de intervenir en el mundo o de abstenerse de esa intervención, con la consecuencia de influir sobre un proceso o un estado de conocimientos específicos”47. Esto presupone que ser un agente es ser capaz de desplegar poderes capaces de influir en los desplegados por otros. Una acción nace de la aptitud del individuo para producir una diferencia en un estado de cosas o curso de sucesos pre-existente. Esto significa que una unidad de conducta sólo se puede considerar acción si quien la cumple tiene la intención de obrar así, porque, de lo contrario, la conducta en cuestión sería una mera respuesta reactiva. El ser humano, es un agente intencional que posee razones para dar cuenta de sus actividades y que puede, si es exigido, elaborar un discurso sobre esas razones. La acción humana tiene una duración que es un flujo continuo de comportamiento, como la cognición. El modelo de estratificación del agente supone : - Reflexividad: es decir, la capacidad de hacer un registro de las acciones de los espacios y del escenario, permite que la acción pueda ser retroalimentada. En este sentido, el agente posee capacidad propia de corregir el curso de la acción. Reflexividad, entonces, no debe entenderse como mera “auto-conciencia”, un ser humano es un agente intencional cuyas actividades obedecen a razones. - Racionalización: todos los sujetos poseen una comprensión teórica de los fundamentos de la acción. La capacidad de justificar independiente de la validez de esa justificación. 46 47 Giddens. A. Op. Cit. Pág. 52 Giddens. A. Op. Cit. Pág. 46 46 - Motivación: se constituye en un potencial para la acción, no se hace presente en la acción misma, denota los deseos del sujeto. El actor giddensiano siempre posee motivos para la acción y es capaz de reconocerlos: se trata de un actor que está siempre en condiciones de ser consciente de sus motivos. El registro reflexivo de una acción supone una racionalización, entendida “como un proceso, más que como un estado, y como parte intrínseca de la competencia de unos agentes”48. Es, la forma específicamente reflexiva del entendimiento de agentes humanos la que interviene a mayor profundidad en el ordenamiento recursivo de prácticas sociales. “Una continuidad de prácticas presupone reflexividad, pero la reflexividad misma es posible en virtud de la continuidad de prácticas, que las define claramente como las mismas por un espacio y un tiempo”49. Según el autor, el registro reflexivo es un rasgo de la actividad cotidiana, que toma en cuenta la conducta del individuo, pero también la de los otros. Se distingue el registro reflexivo y la racionalización de la acción, de su motivación. Las razones denotan los fundamentos de la acción, los motivos denotan los deseos que la mueven. Una motivación no se une tan directamente a la continuidad de una acción como su reflexividad y su racionalización. La motivación “denota más un potencial de acción que el modo en que el agente lleva adelante una acción”50 El agente, por una parte, actúa en situaciones donde imperan condiciones que él es incapaz de reconocer y que por cierto, afectan las prácticas sociales que él produce y reproduce. Por otra parte, estas prácticas generan consecuencias reales que no son queridas ni anticipadas por el agente. El proceso de producción y reproducción de las prácticas sociales está enraizado en contextos donde operan fuerzas que el agente no reconoce o conduce a consecuencias no anticipadas de la acción. Giddens rescata al agente en cuanto a su capacidad reflexiva e intención en la acción social, la que sin duda se encuentra relacionada con el poder del mismo agente, es decir, con la capacidad de intervenir, transformar la realidad social. Sin duda que lo anteriormente señalado va a diferenciarse de cada agente en particular y de la capacidad de constituirse realmente en un agente social, capaz de obrar y desplegar acciones causales transformativas “intencionadamente”, ya que si bien el interés no se centra en este aspecto a partir del autor, de manera significativa se encuentra influyendo en la definición misma de la acción, ya que pueden producirse acciones no esperadas o inadvertidas de la acción del agente. Estas más bien son casuales y no sometidas a un proceso reflexivo y de racionalización que, a pesar de 48 Giddens. A. Op. Cit. Pág. 41 Giddens. A. Op. Cit. Pág. 41 50 Giddens. A. Op. Cit. Pág. 44 49 47 convertirse en acciones no esperadas con efectos tanto positivos como negativos, los aspectos centrales que el autor plantea desde el sujeto, que son la inteligencia y la reflexividad, no se encontrarían presentes. A partir de lo anterior, puede concluirse en el planteamiento del autor que la motivación y racionalización son elementos constitutivos de la acción humana, conducentes a la intervención y a la provocación de la diferencia. Como se dijo anteriormente, la acción transformadora, en su constitución social, presenta diversos elementos que se encuentran interviniendo (estructura, estructuración y sistemas), dentro de estos. Puede plantearse que el autor que a continuación es presentado otorga relevancia a los condicionantes de la acción, donde el capital, sea cultural, económico y/o simbólico, sin duda estaría interviniendo directamente en las acciones desplegadas por los sujetos y en la capacidad que poseen para llevarlas a cabo, así como también los movimientos y trayectorias realizados por estos a partir del capital y del campo en que se sitúen. A continuación, se presentan con mayor profundidad los postulados básicos que P. Bourdieu señala en tanto a la acción social y a la intervención del sujeto en la realidad. 4.6.- Pierre Bourdieu: Razones Prácticas sobre la Teoría de la Acción La sociología (desde P. Bourdieu) plantea que en la acción de los agentes se encuentra la razón de la transformación de una serie de comportamientos aparentemente incoherentes, arbitrarios, en comportamientos coherentes que puedan ser comprendidos; de ahí que el interés, como principio a partir del cual el agente social estructura su acción, permite rescatar al agente social de las prácticas sociales, constituyéndose en la razón de la acción. Previo al desarrollo del concepto de interés, es necesario rescatar como aspecto central, la noción de campo social propuesta por el autor, definido como aquel espacio constituido por instituciones y leyes de funcionamiento propias, que sólo logran ser comprendidas en relación a nociones de capital, interés, habitus, entre otras, aportando el marco en el cual el sujeto lleva a cabo sus prácticas sociales. Los campos se presentan como sistemas de posiciones y de relaciones, definidas a partir de su estructura, es decir, a partir de las relaciones que se establecen entre los agentes y/o instituciones comprometidas, sin olvidar que el estado del campo obedece a un momento histórico. El campo social como campo de lucha no debe hacer olvidar que los agentes comprometidos tienen en común un cierto número de intereses fundamentales, lo que el autor denomina como una suerte de complicidad básica. Para comprender la lógica y dinámica de las prácticas sociales llevadas a cabo por el agente, debe volverse al interés de la acción del sujeto, a partir de los dos tipos propuestos por el autor: 48 - Genéricos, asociados en la participación en el juego ligada a la existencia del campo. - Específicos, definidos en relación al campo de lucha ligado a las posiciones específicas al interior de éste. Se define otro tipo de interés, el interés objetivo, como aquel imputado por el investigador a los agentes sociales. El principio a partir del cual se distinguen los campos sociales es el tipo de capital que está en juego, ya que los agentes comprometidos en un “juego” pueden luchar para aumentar o conservar su capital, entendido éste como el conjunto de bienes acumulados que se producen, distribuyen, consumen, invierten y pierden, conforme a las reglas tácitas del juego, pero también para modificarlas total o parcialmente, a partir del cual los campos sociales pueden ser definidos como “mercado de capitales específicos”. A pesar de que puedan existir agentes que ocupen posiciones opuestas en un campo, existe sin duda un acuerdo tácito sobre el hecho de que vale la pena estar en el juego. La relación entre el capital y la necesidad de rescatar a quien produce las prácticas en cuanto agente socializado, en razón del lugar ocupado en el campo, determinaría las distintas relaciones. A partir de lo anterior, se entiende que la acción social es explicada en términos de estrategia, noción que no hace referencia a la persecución intencional y planificada de fines, sino al desarrollo activo de líneas orientadas a regularidades. Es el actor quien selecciona aquella alternativa que considera acorde a sus intereses ligado a su posición dentro del sistema. El enfoque que plantea P. Bourdieu considera como principio de estructuración de prácticas sociales no sólo la posición que ocupa el agente en el sistema de relaciones, sino también al habitus incorporado por el agente, en cuanto esquema de percepción, evaluación y de acción, entendido como las disposiciones a actuar, percibir, valorar, sentir y pensar de una cierta manera más que de otra, disposiciones interiorizadas por el individuo a lo largo de su historia, o más bien, tal como lo señala el autor, “el habitus es la historia hecha cuerpo”, a través de la interiorización de la exterioridad. De esta manera, hablar de habitus es recordar la historicidad del agente, plantear que lo individual, lo personal, es social, producto de la misma historia colectiva. El habitus permite articular lo individual y lo social, las estructuras internas de la subjetividad y las estructuras sociales externas y comprender que ambas son dos estados de la misma realidad, de la misma historia colectiva que se deposita y se inscribe a la vez e indisociablemente en los cuerpos y en las cosas. 49 Producto de la historia, el habitus es lo social incorporado, estructura estructurada, que se ha encarnado en el “cuerpo”; el habitus es el principio a partir del cual el agente define su acción. Además, esta acción está ligada a lo que el agente inmerso en el “juego” se ajusta, a lo que prevé, a lo que anticipa, toma decisiones en función de las probabilidades objetivas, es decir, es el agente quien elabora distintas estrategias de acción, de acuerdo al análisis que realiza de su realidad y de su propia experiencia. No debe olvidarse que la modificación del habitus conduce sin lugar a dudas a la modificación de las prácticas sociales. Es decir, en tanto estructura estructurada, el habitus se constituye en un esquema generador y organizador de las prácticas sociales como de las percepciones y apreciaciones de las propias prácticas y de los demás agentes. El espacio social puede describirse como un campo de fuerzas; es decir, como un conjunto de relaciones de fuerzas objetivas que se imponen a todos aquellos que entran en el campo y que son irreductibles a las intenciones que tienen los agentes individuales o las interacciones directas entre los agentes. El espacio social, en tanto espacio objetivo, estructura las relaciones objetivas y determina la forma que pueden tener los agentes, entonces, las posiciones sociales serán inseparables de las estrategias, de los “lugares” a defender o a conquistar en un campo de luchas determinado. El análisis realizado por el autor plantea estrategias de reconversión como uno de los aspectos centrales, entendidas como aquellas acciones que cada grupo social realiza para mantener o cambiar su posición en la estructura social. Con mayor exactitud, expresa: “en un estado de la evolución de las sociedades divididas en clases, en la que no es posible conservar si no es cambiando, cada grupo se esfuerza por cambiar para conservar”. 51 Tal como lo plantea el autor, las estrategias de reconversión, como mecanismo para modificar la posición que se ocupa en un determinado campo, nos entrega como elemento significativo para el análisis, el concepto de estrategias de reproducción, consideradas como aquellas prácticas, por medio de las cuales los individuos o las familias tienden, de manera consciente o inconsciente, a conservar o aumentar su patrimonio y a mantener o mejorar su posición en la estructura social y en las relaciones que establece, constituyéndose en elemento principal las opciones que los grupos tienen para implementar estrategias. La posición de un agente determinado en el espacio social puede ser definida, entonces, según la posición que ocupa en los diferentes campos, es decir, en la distribución de poderes actuantes en cada uno de ellos. Serán principalmente el capital económico, el capital cultural, el capital social y el capital simbólico; esta posición será la forma percibida y reconocida como legítima de las diferentes especies de capital. 51 Bourdieu P. “La Distinción: Criterios y Bases Sociales del Gusto”. Ediciones Taurus 1998. Madrid, España. Pág. 156 50 Al pensar en el agente individualizado, que si bien se construye a partir de las experiencias, pertenencia y posiciones determinadas al interior de un espacio social, no debe caerse en el determinismo, sino ser capaces de visualizar que no necesariamente la pertenencia al grupo condiciona absolutamente el habitus; también la particularidad del agente juega un rol central. En este sentido, la “trayectoria social” de cada agente, permite ver que los sistemas de disposiciones no son necesariamente iguales, sino más bien existe una serie de condiciones, características, experiencias particulares, que no son comparables con las de otras trayectorias. Este razonamiento, realizado desde el planteamiento del autor, permite la ruptura con el pensamiento lineal que solamente reconoce la estructura de orden como resultado de la determinación, permitiendo la reconstrucción de redes de relaciones presentes en cada uno de los factores. Esto permite ser capaces de no determinar la condición del sujeto a partir de su posición, recordemos que la posibilidad de reconstruir la red de relaciones para el autor se constituye en un aspecto central, reconociendo que la realidad social se construye a través de la acción de los individuos y de los grupos condicionados por la misma realidad preexistente. Todo agente o grupo constituye una unidad que se disimula bajo la diversidad y la multiplicidad del conjunto de prácticas llevadas a cabo en los diferentes campos dotados de diferentes lógicas, es decir, dotados de imponer formas de realización distintas bajo la formula: (HABITUS) (CAPITAL) + CAMPO = PRÁCTICA Resulta evidenciable la fórmula planteada, ya que sin duda la práctica social de un grupo de agentes como del otro, deviene a partir del capital que se posea, del campo de acción al que esté referido y sin duda al habitus de cada una de ellas. Pero, al hablar de capital, no nos referimos solamente al campo económico y cultural, ya que éstos se encuentran dotados de sentido a partir del capital simbólico que contribuye a construir el mundo, a dotarlo de sentido para quienes viven en él, lo que implicaría pensar que es posible, dentro de ciertos límites, transformar el mundo, transformando cualquier propiedad percibida por el o los agentes como un valor. A pesar de que para la teoría de P. Bourdieu el capital (cualquiera sea éste) es considerado como el principio de acción de los agentes, debe partirse de la base que las personas y grupos sociales tienen la capacidad de hacer su propia historia, de convertirse en actores protagónicos. En este sentido, resulta pertinente rescatar el concepto de socialización como factor condicionante en la acción del agente, al creer que se encuentra a la base de cualquier reflexión acerca de lo social, lo relacional, ya que desde que se nace se entra en el mundo de las relaciones sociales y, de esta manera, el ser humano comienza a ser socializado, a desarrollar comportamientos, conductas y actitudes que se 51 van haciendo “sociales” en la medida que van siendo modeladas, es decir, como plantea Bourdieu, el ser humano incorpora su habitus a través de la socialización La teoría de la acción que propone el autor a través de la noción de habitus plantea que la mayor parte de las acciones humanas tiene por principio algo totalmente distinto a la intención, es decir, disposiciones adquiridas que hacen que la acción pueda y deba ser interpretada como orientada al fin. Como hemos visto, Pierre Boudieu desarrolla como conceptos fundamentales: Campo, capital y habitus que condicionarían la acción social llevada a cabo por el sujeto que, si bien es individual responde a una historia colectiva. Lo anteriormente planteado es profundizado por A. Touraine al desarrollar el concepto de historicidad, que plantea la posibilidad a los sujetos de hacerse cargo de su historia, como dueños y directores de sus acciones, conducentes a la transformación de la realidad según las expectativas y anhelos que los sujetos persiguen; aspecto ampliamente desarrollado en relación a Pierre Bourdieu. 4.7.- Alain Touraine: El método de la Sociología de la Acción La Intervención Sociológica I.- Postulados de Touraine: Una de las ideas principales de Touraine radica en la propuesta de desarrollar una nueva forma de hacer sociología que él llama Sociología de la Acción. Esta sociología se opone a la sociología clásica donde la sociedad es concebida como un sistema social, comprendido como el paso de la tradición a la modernidad, de las creencias a la razón, de la reproducción a la producción y de la comunidad a la sociedad. A su vez, la sociedad es entendida como sinónimo de modernidad. Los actores son vistos desde dos perspectivas: como agentes del progreso o como obstáculos a la modernidad, ejemplo: capitalistas y movimiento obrero. El actor social es ante todo ciudadano, su desarrollo personal es inseparable del progreso social. La libertad del individuo y su participación en la vida colectiva aparecen como indisociables. La sociología clásica se fundamentó en las nociones complementarias de institución y socialización, reunidas alrededor del concepto central de rol, donde el actor es definido de acuerdo a su participación social. Como portador de atributos inherentes al puesto que ocupa en la sociedad. La sociología se definió espontáneamente como el estudio de la “sociedad” al aceptar que esta palabra se entiende como “sociedad moderna” en oposición a “comunidad”. Así, la sociología clásica llama sociedad a la confusión de actividad social, definible en términos generales, como la producción industrial o el mercado- 52 con Estado Nacional, entendido como la unidad de una sociedad que proporciona e impone el poder legítimo. Sus fronteras no son teóricas sino reales. En este contexto, sociedad es seudónimo de patria. Esta sociología no deja espacio para la idea de acción social. 4.6.1.- Sociología de la Acción: La idea de sociedad debe eliminarse del análisis de la vida social, se debe definir un nuevo tipo de análisis en cuyo centro se ubica la idea de acción social. En la Sociología de la Acción, la idea de vida social ya no proviene de la idea de sociedad. Ésta se denomina o considera, ahora, como un conjunto de reglas, costumbres y privilegios contra los cuales tienen que seguir luchando los esfuerzos creadores, individuales y colectivos. Así, los principios metasociales ( Religión, Estado) de unidad de la vida social se sustituyen por las realizaciones del trabajo humano y, también más abarcativamente, por la “libertad”. A. Touraine entiende por cultura al conjunto de recursos y modelos que los actores sociales tratan de dirigir, controlar y apropiarse, o negociar entre ellos su transformación en organización social. Las orientaciones culturales se reparten entre los actores sociales, pues el conflicto central de una comunidad es la división entre aquellos que se hacen agentes y dueños de estos modelos culturales y quienes participan en ellos sólo de manera dependiente y se esfuerzan por desprenderlos del poder social que los orienta. En la Sociología de la Acción, la relación entre actores es definida por sus orientaciones culturales y conflictos sociales, existe un cuestionamiento de la relación dominante que permite a un actor (clase dirigente) manejar los recursos culturales disponibles. La Sociología de la Acción y el Método de Intervención Sociológica (que es su aplicación específica) se oponen al globalismo (explicaciones historicistas que afirman la unidad histórica de los fenómenos) trabaja para separar distintas significaciones de las conductas, en especial de los conflictos, y para aislar elementos simples del análisis dentro de la complejidad del devenir histórico. La sociología de la acción es todo lo opuesto a la filosofía de la historia. El regreso del actor (que reaparece en la sociología de la acción) no es conquistador, sino defensivo; es anticolectivista, cree más en las libertades personales que en la libertad colectiva, al afirmar que la vida social no se rige por leyes naturales o históricas, sino por la acción de los que luchan y al negociar para brindar cierta forma social a las orientaciones culturales que se aprecian; ya no endiosa a la Sociedad ni al Estado. 53 El análisis sociológico tiene como unidad, más allá de los campos diversos de estudio, al sujeto que le confiere significado. Los conceptos centrales para comprender la sociología de la acción son los siguientes: HISTORICIDAD: Este concepto en la sociología clásica indicaba la naturaleza histórica de fenómenos sociales y su efecto práctico llevaba a un análisis de tipo histórico de los hechos sociales. Mientras, que para la sociología de la acción, el concepto de historicidad designa el conjunto de modelos culturales, cognoscitivos, económicos y éticos en los cuales una colectividad construyen sus relaciones en el medio produciendo un estado de naturaleza o cultura. MOVIMIENTOS SOCIALES: El autor entiende el Movimiento Social como “actores opuestos por relaciones de dominación y conflicto” que tienen las mismas orientaciones culturales y luchan precisamente por la gestión social de esta cultura y de las actividades que produce. Un movimiento histórico no se define únicamente a partir de las reivindicaciones de sus miembros. Como ya hemos dicho, no puede existir sin que en él se dé un principio de identidad en el que fundar sus reivindicaciones, un principio de oposición que señale al adversario y la naturaleza del conflicto y un principio de totalidad, una referencia al sujeto histórico que a menudo representa como la solución “justa” o “humana” al problema planteado. Sólo debemos considerar como movimientos sociales las acciones colectivas fuertemente organizadas, con unos fines bien explícitos, con una base definida por su pertenencia oficial, con un adversario que sea un grupo social claramente circunscrito. SISTEMA DE ACCIÓN HISTÓRICO: El sistema de acción histórico es la manera cultural y social que tiene la capacidad humana para transformar las condiciones de existencia. Tres nociones fundantes: - El trabajo creador - La acumulación - El modelo cultural Reconocer la existencia del sistema de acción histórico es reconocer que una sociedad no se define únicamente por lo que es, sino por la superación que la lleva más allá de sí misma y que, por lo tanto, la opone a sí misma. Esta 54 tensión fundamental no es otra que la oposición de la creación del trabajo y su reproducción. Esta tensión implica necesariamente una escisión entre los miembros de la sociedad. 1.- Clase Dirigente: Categoría que ejerce estas funciones al servicio del modelo cultural 1.1.- Expresión social del modelo cultural 1.2.- Ejerce una presión sobre el conjunto de la sociedad 1.3- Controla el aparato técnico y administrativo de desarrollo 2.- Clase Dirigida: 2.1.- Resiste a la influencia de una dominación y adopta una actitud defensiva 2.2.- Apela al modelo cultural contra la apropiación privada de que es objeto II.- Método de la Intervención Sociológica: Método: Un método consiste en un modo de aproximación a una representación de la vida social y, por consiguiente, a la elección que realiza el investigador al privilegiar determinado tipo de conductas. El antropólogo y el sociólogo se interesan en la naturaleza y funcionamiento de las normas culturales y sociales de determinada colectividad definida por su orden antes que por su cambio; así deben colocarse en el papel de observadores. El sociólogo que orienta sus intereses hacia las determinaciones sociales de las conductas, en particular hacia los niveles y formas de participación social, debe recurrir a la encuesta extensiva. Los interesados en los cambios en las decisiones, en las relaciones de influencia y poder, prefieren investigar mediante estudios de casos, en los que se esfuerzan por reconstruir la historia compleja y oculta de las decisiones. 55 Aquellos interesados en los movimientos sociales han utilizado un método directamente histórico. Interrogados sobre el estudio de fuerzas sociales y políticas capaces de transformar la sociedad y producir acontecimientos históricos, contestaron que convenía estudiar los acontecimientos mayores, aquellos en el transcurso de los cuales el antiguo orden social parece disolverse para instaurarse un nuevo orden (mediante revoluciones). Si bien la encuesta y el estudio de casos son métodos todavía muy utilizados, hoy se pone en duda el valor de la filosofía de la historia implícita en el método de recurrir a los grandes acontecimientos y en particular a las revoluciones. Ya no se cree en esa imagen de desgarro del orden social que deja aparecer las fuerzas creadoras de la historia. Los sociólogos interesados en el estudio de la acción histórica están prácticamente desprovistos de método y ya no pueden limitarse a un análisis histórico que hiciera aparecer por sí mismo su sentido.52 Pareciera que no disponemos de ningún método para estudiar la manera con la cual una sociedad produce sus modelos culturales, sus relaciones sociales y prácticas. El método que trata de llenar esa laguna es la intervención sociológica. Cuya intención es estar al servicio del estudio de la producción de la sociedad. Principios: El problema principal consiste en que el dominio de las relaciones sociales más fundamentales y sus apuestas culturales no se ofrece a la observación directa. ¿Cómo pasar del estudio de conductas como respuestas a normas, al estudio de conductas que cuestionan esas normas?. Al concentrar la atención sobre los actores mismos observados en sus condiciones concretas de existencia, podemos acercarnos mejor a los mecanismos que, más allá de las conductas de consumo social, nos permitan percibir las conductas de producción conflictivas de la sociedad La simple observación, sin embargo, no nos basta; hay que superarla. Es necesario crear lugares donde el peso de las situaciones cotidianas sea el menor posible, que permitan al actor expresar lo más intensamente que pueda su protesta frente a esa situación, sus objetivos y la conciencia que tenga de los conflictos en los cuales se ve comprometido para alcanzar esos objetivos El paso de la sociedad de consumo a la de producción no ocurre espontáneamente, aún en condiciones favorables creadas por los 52 Como lo pensaban los historiadores y sociólogos de principios del siglo XIX, desde Michelet a Weber. El primero veía en la historia moderna el nacimiento de la nación; el segundo, visualizaba ahí las etapas del desencanto mundano de la secularización y la racionalización. Esas visiones evolucionistas aparecen hoy como insuficientes y no explican ni los retrocesos hacia la barbarie, ni la multiplicidad de las vías de desarrollo. 56 investigadores. Éstos deben intervenir en forma directa. Sólo mediante esta intervención el actor puede elevarse de un nivel a otro de la realidad social y pasar de las conductas de respuesta y adaptación a las de proyecto y conflicto. Sólo si el investigador interviene activamente para llevar al actor hacia las relaciones más fundamentales en las cuales está comprometido, éste podrá definirse como algo más que respuesta al orden establecido. Procedimientos: El tamaño del grupo estudiado carece de importancia. Lo relevante es organizar grupos de intervención colocados en una situación artificial tal que sus miembros se perciban, más claramente que en su vida común, como productores de su historia. El punto de partida de la intervención sociológica consiste en constituir grupos formados con militantes, que no deben ubicarse nunca fuera de su acción, pero que se comprometan en un trabajo de análisis. En la práctica, la dificultad reside en la intención del actor de adueñarse de su sentido, cuando su ideología resiste al análisis, es decir, no es capaz de abstraerse de su ideología para realizar un análisis más objetivo de su acción. Además, se presupone por parte de los investigadores una actitud que no sea neutral; deben ser percibidos como ayudantes no del actor y de su ideología, sino de su posible sentido. Cualquiera sea el actor estudiado, el investigador debe buscar el más alto significado posible de su acción y de su rol de productor de la historia. Los grupos apenas formados deben confrontarse con los interlocutores, quienes son sus “partenaires” sociales53 en la vida real. De esta forma, se reemplaza la visión de una ideología por la experiencia de una relación social. La elección de los interlocutores se hace, en la medida de lo posible, por los grupos mismos. Los investigadores deben orientar la discusión. Los grupos deben constituirse de manera que estén presentes los principales componentes de la lucha o la acción consideradas. Luego se coordinarán sesiones cerradas en las cuales los grupos comentan los encuentros ocurridos anteriormente y empiezan así el análisis de su acción. Los investigadores no estudian tanto las conductas de los actores, sino su autoanálisis. El primer objetivo del investigador es desarrollar la conciencia del actor.54 53 Amigos o Adversarios Es inconcebible separar el rol de la conciencia del rol ni, en particular, la clase de la conciencia de clase. Aunque esa conciencia de clase se mezcle con la conciencia de otros roles, encubierta y sobretodo deformada por la ideología, está siempre presente. 54 57 Cuando los grupos empiezan a reunirse, actúan como grupos testigos; sus discusiones reproducen el debate desarrollado en el interior de la lucha o acción colectiva. Es necesario transformarlos a grupos figuras, con un vuelco consistente en tomar distancia con respecto a la práctica y en producir interpretaciones generales de la práctica. Este paso lleva a un análisis ideológico, ya que sigue ligado a la acción. La conversión del análisis ideológico a uno tendiente a reconocer al movimiento social presente en la acción. Sólo el investigador puede realizar ese paso. Su rol consiste en facilitar la percepción de bajo qué forma y con que fuerza están presentes las conductas de producción de la sociedad en conductas que pueden analizarse y percibirse en otros niveles de la vida social. Problemas La intervención sociológica en una acción colectiva no permite evaluar las posibilidades que tenga esa acción de adquirir cierta importancia histórica. La meta de la intervención sociológica no es prevenir acontecimientos, sino analizar los mecanismos mediante los cuales se forma la acción colectiva y, en un nivel superior, los movimientos sociales. El rol de los investigadores es necesariamente doble, ya que deben suscitar y acompañar el autoanálisis de los actores y además llevar al grupo hacia la conversión tomando la iniciativa de presentarle determinada imagen de sí mismo. Luego, deben conservar la distancia que va del conocimiento a la acción, pero al mismo tiempo quedarse cerca de los actores, de sus ideologías y objetivos concretos. De allí que se debe dividir los roles de la investigación entre dos personas: Intérprete: quien se sitúa cerca del autoanálisis del grupo y empuja a éste hacia delante. Analista: El investigador es quien realiza el análisis y se empeña en construir hipótesis a partir de las conductas del grupo durante la primera fase de la intervención. El investigador corre el riesgo de identificarse mucho con el grupo, allí anularía la distancia que debe existir cuando la conversión presupone que esa distancia sea la mayor posible y el investigador haga un esfuerzo considerable para arrastrar el grupo hacia el significado más elevado de su acción, del cual se hace el portavoz. La crítica a la intervención sociológica: Ésta perdería su valor demostrativo siendo más que un método una maniobra de sugestión. 58 La conversión no se juzga de acuerdo con la conformidad del grupo hacia una hipótesis presentada por el investigador. Lo que otorga validez es la capacidad del grupo para reinterpretar su experiencia en función de la hipótesis propuesta. La conversión no consiste en reconocer la presencia de conflictos superiores en todas las reivindicaciones, sino en ubicarlas en el nivel correspondiente de la acción social. Campo: No se debe limitar el Método de la Intervención Sociológica al estudio de movimientos populares o de oposición (es decir, con un enemigo claramente definido). También se deben incluir los círculos dirigentes. Es más urgente alejarse del terreno propio de los movimientos sociales y descender de ese nivel elevado hacia las conductas políticas y organizacionales para pasar luego a las conductas de orden, crisis o cambio, las cuales corresponden a las demás “áreas” del análisis sociológico y pueden estar impregnadas con la presencia deformada de conductas de historicidad y movimientos sociales. Finalmente, hay que tratar de alejarse de los movimientos sociales. Pueden analizarse algunas conductas de acción individualizada de un movimiento social y de una privación de acción histórica. El método de la intervención sociológica deberá adaptarse a esta extrema disociación entre el sentido de una acción y su forma de aparición social. Es imposible decidir a-priori si un tipo de conducta social tiene alguna relación con el campo de la historicidad y los movimientos sociales que los impulsan. Se pueden oponer dos especies de conductas: las de acción y las de orden. No hay sociedad moderna sin orden, sin Estado y sin guerra. El Método de Intervención Sociológica trata de ayudar a las personas a construir su historia en momentos que, sobre las ruinas de las ilusiones destruidas o traicionadas, retrocede la confianza en la capacidad de las sociedades para producirse por sí mismas. La intervención sociológica tiene un valor heurístico y reconoce, al mismo tiempo, que es el signo del deseo de originar el renacimiento de la conciencia de una acción posible, contribuyendo de tal manera a defender y fortalecer las posibilidades de la democracia. 59 5.- LA SOCIOLOGÍA PROFESIONAL Y SU LEGÍTIMA IDENTIDAD EN EL CAMPO DE LAS CIENCIAS SOCIALES: Si en alguna época no lejana se consideró ilegítima la dimensión profesional de la sociología y el saber del oficio de sociólogo no se quiso contaminar con las demandas sociales « de la gente », con otros profesionales « de terreno », con el sector privado de la economía o con los requerimientos del mercado, hoy no podemos dejar de reconocer que la transformación de los campos profesionales de los sociólogos, de sus prácticas y de sus competencias, nos están exigiendo, a quienes tenemos responsabilidades de formación de jóvenes sociólogos, buscar los legítimos fundamentos de un saber y de un saber hacer sociológico que se ha resignificado históricamente desde la realidad misma en la que se ha practicado, aplicado y ejercido. La identidad profesional de la sociología construida desde las múltiples modalidades del oficio de sociólogo, se ha ido construyendo como una doble transacción que desde su origen y trayectoria incluye sus propias tensiones internas, su pertenencia a contextos particulares, su relación con disciplinas hermanas o vecinas y su obsesión por dar cuenta de una sociedad que se reconfigura y se resignifica permanentemente. Las Ciencias Sociales nacen en un período (1815-1818) marcado por profundas transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales. La sociedad del "Ancien Régime" reposaba sobre los tres órdenes tradicionales: la nobleza, el clero y la realeza. La Revolución Francesa, seguida de las reformas del Primer Imperio dio lugar al estallido de nuevas concepciones de la sociedad en Europa y en el mundo occidental. En Francia, en Alemania y en Austria nacen y se extinguen los más diversos regímenes políticos. En Francia se suceden los regímenes más opuestos: un imperio, dos monarquías derrocadas por revoluciones, una república surgida por sufragio universal (1848), un nuevo imperio, y después una república que dura hasta la I Guerra Mundial. Ideologías antagónicas (conservadora, liberal, solidaria, revolucionaria) se enfrentan entre sí. Algunos pensadores de lo social (S.Simon 1760-1825) y los primeros sociólogos (Comte, Durkheim) partidarios de un orden social estable ven en esta situación los signos de la debilidad de las sociedades, de una patología del organismo social. Sobre las ruinas del derecho natural, tan querido de los racionalistas del Siglo de las Luces, se articulan las doctrinas más retrógradas promoviendo el retorno al antiguo régimen; pero también las más utópicas y audaces. Todas las propuestas de los sociólogos intentaban responder a la misma pregunta, ¿cómo poner término a la evidente crisis social que atraviesa Europa?. Las soluciones divergen: La filosofía social de Comte, el socialismo científico de Marx, el moralismo de Durkheim, etc. El desafío era cómo aplicar la nueva ciencia en pro de una reforma social. Por una parte los intervencionistas consideran que la sociología debe contribuir a sanar (o al menos a suavizar) los males que sufre la sociedad. El positivismo de S. Simón (La ciencia del hombre o fisiología social) y de Comte (Física 60 social o sociología) ocupan el lugar más extremo: darse como finalidad explícita reformar la sociedad a fin de llevar la sociedad hacia el espíritu industrial al espíritu positivo. Para Comte el trabajo del sociólogo es el conocimiento de las leyes de las sociedades, en función de su transformación hacia la sociedad positiva. Para Marx, si los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo y lo que importa es transformarlo, le cabe al cientista social asumir este compromiso. En todo caso, la preocupación por la práctica de las personas en orden a cambiar sus condiciones sociales de existencia, es una de las claves teóricas del materialismo histórico. Por otra parte, los neutralistas (M. Weber y W. Pareto), invocaban la imposibilidad que tiene la ciencia para justificar los valores de la acción. En medio de ambas posturas, E. Durkheim planteaba que la ciencia debe estar referida y desembocar en una acción práctica, aunque no sea de inmediato, sino que implique tiempo. Pero más allá de las grandes precisiones teóricas y epistemológicas que habrá que hacer, mirando en el conjunto de una trayectoria, nos atrevemos a afirmar que la historia de la intervención profesional en ciencias sociales es la misma historia de la Sociología y de cada una de las disciplinas próximas que componen este espacio del saber y del actuar.55 La historia de las desigualdades sociales y de la marginación es la historia de los intentos por intervenir y superar estos problemas. El supuesto básico de toda intervención social es la conceptualización del ser humano como ser social y responsable de su propio destino. En este sentido corresponde con una idea absolutamente moderna del hombre y de su quehacer en el mundo. Un quehacer que puede preverse, planificarse, programarse y ejecutarse, y que pretende no dejar nada en manos del azar. Podríamos relacionar esta comprensión con la referencia a la acción racional con arreglo a fines, de M. Weber y su comprensión del proceso de racionalización e intelectualización56 Según Cristina de Robertis57, una lectura profunda de la realidad histórica nos descubre al menos tres etapas en el proceso de comprensión y construcción teórica de la intervención. Desde comienzos del S. XX hasta 1920 se comprende la intervención como caridad y voluntariado, predominantemente, aunque se inicia un proceso de profesionalización. Entre los años ‘20 y ‘40 se inicia el desarrollo de una teoría con fundamentos en las fuentes norteamericanas. Con posterioridad a estas fechas se comienza a dejar de lado la teoría americana y se va introduciendo progresivamente una intervención en términos de tareas. En esta última fase, la autora citada, hace notar la valiosa contribución que la historia de la intervención latinoamericana ha aportado a la redefinición del Trabajo Social58. 55 Cfr. GORRI GOÑI, A.: “La intervención psicológica en Política Social y Servicios Sociales”, Ed. Libertarias/ Prodhufi, Navarra, 1995 56 Cfr: M.Weber: “El científico y el político”; Alianza Editorial, Madrid, 1979 57 DE ROBERTIS, C.: “Metodología de la Intervención en Trabajo Social”, Ateneo, Barcelona, 1992 58 “ “ (Idem, Págs. 28-35) 61 Hay que hacer notar que la Intervención social como concepto y como práctica es una construcción teórica realizada desde diversas teorías de las ciencias sociales y humanas. Metodológicamente se fue configurando también gracias al trabajo de psicólogos y sociólogos quienes supieron ofrecer respuestas profesionales a demandas de necesidades sociales y humanas producidas por las coyunturas socioeconómicas. Las teorías de las Ciencias Sociales que históricamente explican los distintos tipos de Intervención Social, son, según C. De Robertis, el funcionalismo, el estructuralismo, el culturalismo e interaccionismo simbólico, la teoría de sistemas y el marxismo. Estas teorías, ya aboradadas en páginas anteriores, entregan las claves explicativas a los modos de intervención. Establecemos como supuesto que una comprensión de la intervención social está fundamentada en alguna teorización sobre la acción social. Este supuesto no implica necesariamente su contrario. Es decir, que no necesariamente una comprensión de la acción social conlleva una comprensión sobre intervención. Sin embargo, sí sostenemos, que la comprensión de lo social como “cuestión social”, como problema social y de la acción sobre lo social (intervención) está mediatizado por los diferentes contextos sociopolíticos y económicos. Estos contextos o escenarios han sido parte de las formulaciones y reformulaciones de los capitalismos y socialismos reales, en sus diferentes versiones. Las diferentes versiones del capitalismo, desde el siglo XIX a la fecha ha implicado una comprensión de la realidad social expresada como “cuestión social” 59, una comprensión también del trabajo y del rol del Estado. Podríamos decir lo mismo de las diferentes versiones de los socialismos reales, pero no tenemos fundamentos teóricos para defender esta tesis. Sintetizando las diferentes teorías de las ciencias sociales se puede afirmar que además de aportar los elementos para el análisis de los procesos sociales, permiten comprender las situaciones específicas de los sujetos, sean individuos, grupos o comunidades. Obviamente, estos elementos de comprensión de la situación son los que determinan la orientación de la Intervención. La Intervención social tiene un primer marco teórico referencial en la denominada “intervención-acción” de K. Lewin (1946). Se trata de un procedimiento reflexivo donde no se hace distinción entre la práctica que se investiga y el proceso de investigación de esta práctica. Se intenta superar la dicotomía entre teoría y práctica profesional. Las teorías psicológicas también han aportado históricamente en la configuración de diversas formas de intervención. Al respecto hay que destacar el psicoanálisis, el comportamentalismo, el análisis transaccional y otras. La estrecha relación de trabajo teórico y profesional entre sociólogos y psicólogos ha dado origen a las teorías psicosociológicas con el fin de analizar 59 CASTEL, R.: “Les métamorphoses de la question sociale”, PUF, Paris, 1996 62 realidades y relaciones interpersonales. Las mas importantes teorías psicosociológicas son la Sociometría-psicodrama de Moreno, La psicología dinámica de K. Lewin, la no directividad de Rogers y el Análisis institucional, de Lapassade y Lourau. En esta dimensión psicosociológica y por su especial relevancia en la comprensión y valoración de la intervención de lo social tenemos que destacar el aporte teórico de las “sociologías clínicas”, cuyos principales exponentes son V. de Gaulejac, M. Pagés y Henríquez. Abordar el tema de la comprensión teórica de la intervención en el ejercicio profesional del sociólogo implica preguntarse por las dinámicas profesionales que la atraviesan desde sus orígenes: qué factores-fuerza han impulsado en una dirección o en otra. La preocupación por una comprensión científica de lo social a través de un trabajo en y sobre lo social implica necesariamente abordar el proceso que ha seguido el ejercicio práctico de la sociología, de su profesionalización, de sus problemas de legitimación y sus desafíos para el futuro. Este ejercicio intenta contribuir a la sociología de la sociología y a la sociología del conocimiento. La comprensión de los procesos de construcción de las identidades de la sociología en el transcurso de su historia y los aportes recíprocos entre práctica disciplinar y práctica profesional de los sociólogos al saber y al saber hacer de la sociología son hoy todavía caminos poco explorados. Estudiar este tema permitirá aclarar la diversidad de las nuevas demandas sociales a partir de las cuales se estructuran nuevas formas de identidad profesional. Los aportes teóricos de C. Dubar60 nos permiten transferir sus conceptos a nuestra propia disciplina: La identidad de la sociología se ha ido construyendo como una doble transacción. Una transacción biográfica referida a la comprensión de su propia trayectoria y tensiones internas y una transacción relacional en relación a contextos particulares y disciplinas hermanas o vecinas. Esta preocupación no es nueva. A comienzos del S. XX Durkheim y Weber quisieron delimitar un campo autónomo para la sociología. La lucha por la legitimidad entonces se daba en el espacio de la Universidad. La sociología de estos clásicos se situó en la Universidad, y se desarrolló como una sociología académica. Actualmente la sociología también está cruzada por tensiones de legitimidad, pero en otras direcciones que las de antaño. Por una parte ha habido desde mediados del Siglo XX una expansión (con grandes diferencias según continentes y países) de la oferta universitaria de la sociología. Por otra, las transformaciones del rol del Estado, los nuevos problemas y desafíos que plantean las sociedades en sus procesos de desarrollo, el resurgir de situaciones de exclusión o de acrecentamiento de las desigualdades sociales, han provocado demandas sociales de las más variadas formas que se van constituyendo en posibilidades nuevas de aplicación de un saber sociológico que ofrezca no sólo nuevos conocimientos sino también desarrollar 60 DUBAR, C.: Cfr. Nota 22 63 competencias fiables en el plano de la acción, alternativas de solución y caminos de construcción de futuros deseables. Pero el campo de la acción profesional de la sociología se ha ido progresivamente desarrollando tanto desde los poderes y servicios del Estado (cuando era Estado-Providencia), como desde los espacios universitarios, centros de investigación y equipos de consultoría y servicios profesionales. Este desarrollo, a juicio de algunos en forma anárquica, de formas profesionales de intervención social, que va desde los trabajadores sociales clásicos a los Ingenieros Sociales, pasando por los expertos y los consultores, corre el riesgo de crear una confusión peligrosa entre lo social y lo sociológico, entre acción social y trabajo sociológico. Es evidente que el campo de la Sociología se ha abierto y se ha diversificado 61. La mayor parte de los sociólogos que hoy se titulan no pueden ejercer funciones de docencia o investigación en Universidades o Instituciones de investigación de alto nivel como era el sueño de las generaciones de comienzos y mediados del Siglo XX. La masificación de las ofertas de acceso a la licenciatura en Sociología y de la obtención del título profesional de sociólogo está situando a jóvenes sociólogos en una pluralidad de lugares y situaciones, roles, tareas, funciones y servicios, que ejerce una presión de dinamización y diversificación del campo de la sociología profesional. Este ejercicio profesional del sociólogo, habitualmente puede hacerse sinónimo de intervención social62. Además de la ampliación del campo de trabajo se ha diversificado también el modo de hacer sociología, que además del ámbito clásico de la investigación, ha ido incluyendo el de la planificación, la intervención y la gestión. A partir de lo anterior se trata de comprender este proceso de transformación del campo profesional de la sociología, de sus identidades, sus prácticas, sus comprensiones y sus competencias. La multiplicidad de prácticas de intervención por los profesionales de la sociología permite afirmar que después de un siglo de desarrollo de la sociología, « el terreno » y la Universidad, la teoría y la práctica, el análisis y la intervención forman parte de la construcción de nuevas identidades de los sociólogos y por ello de la propia sociología (ciencia aplicada, disciplina y profesión). Nuestra posición es que la identidad de la sociología se construye desde la pluralidad y la interacción de las múltiples formas de ejercicio y de aplicación del saber sociológico que es disciplinar y profesional. Atomización sin comunicación conduce a la desintegración y pérdida de identidad. Si los marcos institucionales de legitimación de los sociólogos están situados en los espacios universitarios, las competencias profesionales que resultan de 61 Cfr. « Travaux sociologiques » N° 3, LSCI, 1987; También el N° especial de la Revue d l’Institut de Sociologie la Universidad Libre de Bruselas en 1988. En 1992 la Revue Suisse de Sociologie dedicó un número a la sociología en y de Suiza. En 1993 se realizó en Lieja (Bélgica) un coloquio sobre el tema, organizado por l’Association internationale de sociologie de Langue Française (AISLF). 62 ACSALF: Colloque 1981 « L’intervenction sociale »; Editions Coopératives Albert SaintMartin, Quebec, 1982 64 las prácticas de intervención social, en todo su espectro y rápida evolución, han creado una dinámica nueva en la sociología. El desafío es conocer cómo desde las nuevas prácticas los sociólogos experimentan la pertenencia a una disciplina que les aporta un saber del que ellos se sirven para su práctica de intervención social. Una profesión debe encontrar los medios para aportar competencias operativas ante las demandas sociales o del mercado laboral. Pero también las competencias profesionales y las competencias científicas (teóricas y metodológicas) requieren de reciprocidad y afirmación común. Es también nuestro interés contribuir a aclarar el problema de la construcción y transformación de las identidades profesiones de la sociología, desde las nuevas demandas que se han ido presentando y a partir de las cuales también se han ido estructurando nuevas formas de aplicación de nuestro saber sociológico. Preguntarse por la trayectoria de la dimensión de intervención en la práctica profesional de los sociólogos implica situar el problema en la identidad de la propia sociología. - ¿Qué es la sociología? ¿Qué ha sido y qué va a ser en el futuro? ¿Quiénes y dónde han hecho sociología ? ¿Qué tiene que ver la sociología con la intervención en la realidad social? ¿La sociología ha sido más disciplina que profesión? ¿Ha estado más centrada en la investigación fundamental que en la investigación aplicada? Pero además es imprescindible cuestionarse como orientación de la investigación, sobre cuáles son los fundamentos de legitimación que ha tenido la profesionalización de la sociología. Y sobre esta pregunta se incluye la siguiente sobre los fundamentos de legitimación de las prácticas profesionales de intervención de la realidad en vistas a su transformación a fin de procurar una situación mejor que la anterior, juzgada así por los responsables de la sociedad, por los investigadores o por los propios sujetos interesados. Las prácticas de intervención guardan relación con un conjunto de características de un modo de hacer sociología: 1) Una dimensión más profesionalizante (fuera de la Universidad) en vez de una dimensión más disciplinar (más presente en el espacio universitario). Esta práctica ha estado más centrada en la acción por el cambio que en la producción de conocimiento sobre él (analítica) 2) Una sociología interesada más en la investigación empírica que en la investigación fundamental. Esta investigación ha tenido relación con la acción y el cambio, comprometido con él. Aunque la investigación empírica no responde a una concepción de ciencia positivista. 65 3) Un trabajo de producción de conocimiento de la realidad social desde una posición de la ciencia comprometida con valores, y directamente con un modo de construir la sociedad (humanismo, democracia, socialismo, libertad, etc.) versus un tipo de ciencia neutra, al servicio (hipotéticamente) de sí misma. 4) Otras muchas tensiones están presentes en la dinámica del campo de ejercicio disciplinar y profesional de la sociología que consideramos importante destacar: teoría sociológica y metodología; objetividad y/o subjetividad en la investigación; implicación o lejanía del sociólogo respecto al objeto de estudio; investigación disciplinar o inter-pluri o trans disciplinar; investigación al servicio del bien público o en beneficio del sector privado, producción de conocimiento versus su aplicación y la gestión de su aplicación. etc. Estas tensiones muestran la pluralidad de manifestaciones como se expresan hoy las prácticas de la sociología: desde una expresión más disciplinar, pasando por múltiples formas y niveles del ejercicio profesional, para llegar al terreno de la complejidad de los saberes y competencias que se le demandan. Producir conocimiento sobre esta diversidad de componentes y expresiones de la identidad profesional de los sociólogos nos parece una significativa contribución a la comprensión del « oficio » de sociólogo y al esclarecimiento de la relación entre las dimensiones disciplinar y profesional de la sociología. Nuestra hipótesis es que existe una identidad compartida por la comunidad de sociólogos. Ahora bien, esta identidad está fragmentada y tensionada por todas las comprensiones que la propia sociología tiene de lo social como realidad y de las expectativas o de los estereotipos que los actores sociales, políticos y económicos se hacen de nuestro saber y de nuestras competencias. 5.1.- La construcción de identidad y legitimidad (S. XIX y comienzos del S. XX) La sociología, se ha comprendido a sí misma como ciencia para comprender el cambio social. Pero cabe la duda si efectivamente en el imaginario de los primeros sociólogos estuvo presente la idea de incluir en la identidad de rol de los sociólogos el trabajar profesionalmente implementando el cambio que teóricamente ellos consideraban como necesario. La necesidad de legitimar la sociología como ciencia y de definir sus límites como disciplina autónoma, hizo que todo el esfuerzo de Durkheim y de Weber en Europa se dirigiera a situar a la Sociología entre las demás ciencias humanas y junto a las ciencias naturales, sobrevalorando la ubicación de un saber científico dentro de la Universidad. Esta sociología académica, formaba parte de una cultura general y humanista, y estaba preocupada de construir la disciplina como ciencia capaz de transmitir teorías, métodos y resultados para afirmar su autonomía al lado de las otras ciencias humanas anteriores a ella, como la economía, la historia, el derecho, la psicología y la etnología. 66 Sin embargo, este esfuerzo por legitimar la disciplina en el espacio universitario no se quedó reducido a la construcción de teorías y ensayos. Los sociólogos de esta época supieron responder a las demandas y desafíos de su época, necesitada de saberes centrados en las condiciones de nacimiento y desarrollo de una sociedad industrial y republicana. Para F. Jonas63, el origen y el sentido de la creación de una ciencia sociológica; a la vez empírica y racional, acumulativa y objetiva, ha tenido como tarea resolver dos problemas de la sociedad moderna: 1) El de la emancipación de las sociedades. Las sociedades occidentales han estado guiadas por la voluntad de emancipación, de liberación en relación a los prejuicios, a las tradiciones, a los fanatismos, de emancipación de la razón lúcida y de la voluntad moral ilustrada. Apoyándose en Durkheim y Weber. La emancipación es la toma de conciencia por el hombre de la autonomía de la razón en la vida práctica y en el conocimiento. Es el gran tema kantiano 2) La integración de la sociedad. Para Jonas es lo que hace que una sociedad persista, que sea coherente y al menos que conserve una coherencia suficiente como para perdurar. La primera misión de una teoría sociológica es explicar la integración. Muchas soluciones son posibles: La naturalista que confía en que el hombre es un ser social por su naturaleza. En este caso la integración se debería explicar fácilmente ya que la condición fundamental está resuelta por la naturaleza psicológica original del hombre. Pero si el ser humano es un ser social por naturaleza, por qué tantos conflictos, guerras, revoluciones, miseria en una era de prosperidad?. Y si el ser humano es fundamentalmente individualista, cómo se comprenden los avatares de la historia, las violencias, las guerras, etc. Los sociólogos individualistas están obligados a explicar la integración a partir de una naturaleza humana hecha para rechazarla. En este caso, dónde se sitúa el fundamento de la vida social?. Las luchas y las guerras no son siempre constantes. Las sociedades perduran por siglos y milenios. Donde está el fundamento de los vínculos sociales? Se trata de un contrato, según Rousseau. Se trata de la religión, el derecho divino, según Bossuet y los sociólogos cristianos. Otras fórmulas son también posibles y han estado presentes a lo largo de la historia de la sociología. Uno de los méritos de la historia de la Sociología de Jonas es que la explicación de la integración se mantiene como centro de la investigación, por el camino de la elaboración de una ciencia experimental y racional auténtica. Comte había llamado a su sistema de estudio de la sociedad « física social ». El concepto de « sociología » lo introduce para diferenciarse de Quetelet, que también había intentado introducir una física social en 1835 (« Sur l’homme et le développement de ses facultés ou Essai de physique sociale »). Esta 63 JONAS, FRIEDRICH: « Histoire de la sociologie »; Larousse, Paris, 1991 67 expresión a la que Comte renuncia deliberadamente, es mucho más apropiada a la concepción positivista que el término sociología. Comte separa la teoría sociológica de la física social porque quiere formular la ley fundamental del desarrollo y del orden social, como marco para los análisis de sociedades particulares. Quetelet, sin embargo, se toma en serio el programa científico del positivismo, consistente en registrar las series de hechos como tales, como lo hacen las ciencias naturales. Para él los hechos no presentan ningún problema: hay que contarlos y medirlos. Los hechos no necesitan la teoría para su interpretación, como planteaba Comte (teoría de la estática y la dinámica). La teoría se reemplaza por la simple constatación de hechos. La constatación de los hechos sociales y de regularidades que se manifiestan en su sucesión debe poner fin a todas las especulaciones sobre la autonomía de las sociedades humanas. Nunca antes se había intentado explicar la integración de la sociedad a partir de los hechos, solamente. Cuando Quetelet muestra que las estadísticas han sido capaces de descubrir regularidades, manifiestamente independientes de los valores y las instituciones, ha podido describir la cohesión social, más allá de las instituciones y los valores. Los hechos deben hablar por sí mismos. Independientemente de la cuestión de saber si las teorías sociológicas son justas o falsas, la observación de las realidades sociales concretas gana importancia en la medida que los sistemas sociales se transforman. El conocimiento sobre el presente ya no puede ser garantizado por la tradición. Solamente la investigación puede asegurar el verdadero conocimiento. La investigación empírica ha encontrado su legitimidad en tanto ciencia auxiliar de la administración y la importancia de esta ciencia auxiliar se afirma cada vez más en la medida que las transformaciones sociales se han ido acelerando. El caso de Prusia e Inglaterra son dos casos típicos de la influencia de los cambios sociales en la investigación social. En Inglaterra, país en que el desarrollo industrial tuvo sus primeras manifestaciones, tuvieron también lugar las primeras investigaciones parlamentarias sobre la situación social desde el S. XVIII. Numerosos informes oficiales existían en esa época sobre cada uno de los aspectos de la vida social, hechos por especialistas y estadísticos. C. Marx utilizó mucho estos datos en El Capital. Pero además de estas investigaciones oficiales hay muchas monografías de gran valor. Esta tradición continuó durante el comienzo del S. XIX. En cambio en Francia, hasta mediados del Siglo XIX no aparecen estudios empíricos Villermé (1840) Buret (1840) Sin embargo estos trabajos no justificaron la ambición de Quetelet de realizar con la ayuda de la estadística una física social, y remplazar así la teoría sociológica64. El modo de hacer ciencia social para Le Play era a través del contacto con la gente, en terreno, encuestando y observando65. El método debe interpretarse como una ciencia auxiliar administrativa, no teórica. (las reformas sociales). Se deja de lado la idea de revolución para interesarse en las realidades de la 64 65 KOTHEN, R. : »Les ecoles sociologiques »; E.M. Warny, Louvain, 1944 KOTHEN, R. (idem); y JONAS, F. (idem, Pág. 194) 68 convivencia humana. Los gobiernos que se apoyaron sobre las investigaciones empíricas pudieron lograr verdaderos progresos, en vez de progresos ideológicos. La investigación empírica atacó de frente a la teoría especulativa considerada como culpable de intenciones revolucionarias. En Alemania la investigación empírica aplicada después de la segunda mitad del S. XIX fue heredera del interés de Dilthey « de comprender el universo espiritual y social a partir de lo vivido como puramente empírico ». Sin embargo, salvo por Weber, la investigación empírica estuvo separada de la teoría. El conocimiento científico para él concierne la realidad empírica y las posibilidades de acción técnica. El conflicto de Max Weber con Alfred Weber, Herkner y Smoller era la diferencia de intenciones. Para ellos la investigación tenía una intención política y social, a fin de mejorar la legislación en vigor, o facilitar la fundamentación de nuevas leyes. Para Weber la investigación tiene una finalidad puramente científica. La sociología en tanto ciencia empírica concierne una realidad histórica particular. Debe aclarar la significación cultural de los hechos sociales. Por ello Max Weber se distingue de aquellos que querían practicar una investigación empírica sin teoría y de aquellos que se interesaban en la sociología « pura »; (fue criticado por Parsons por no desarrollar una teoría general) La rentabilidad operacional del saber, el cálculo de suertes en el campo de la acción reposan sobre esta desmitificación. La distancia crítica y la separación entre la ciencia y la política que Max Weber ha postulado como fundamento de la metodología, son abandonados . La síntesis empírica y la certeza absoluta fundada sobre una concepción del mundo fueron el nuevo credo del conocimiento científico. Para Karl Manheim el deber de la sociología era realizar una síntesis, que los métodos empíricos de la investigación sociológica pueden servir para aportar un fundamento a los desarrollos constructivos, y no pueden constituir un fin en sí mismos. Estas síntesis son concebidas como culturales o como la expresión de una orientación política particular. Para Schelting el verdadero conocimiento consiste en « captar la verdadera estructura interna global de la vida histórica ». Son estos puntos de vista los que han predominado en la sociología de los años ‘20 y ‘30. El positivismo es superado por la fenomenología. La significación no es más, como lo pensaba Weber, una significación subjetivamente pensada o subjetivamente querida, sino una significación objetivamente dada u objetivamente querida. M. Weber, dice Shutz no ha llegado en sus análisis a esta profundidad. Y es esta profundidad la que se busca explorar, y es esta la tarea del sociólogo. No es la comprensión racional sobre la base de tipos ideales, sino la verdad mediatizada por experiencias vividas o de situaciones particulares lo que es ahora el objeto de la ciencia Como quería Weber, se va fortaleciendo a lo largo del S. XX una sociología lejos de la separación entre teoría y práctica. Aparece una voluntad apasionada de ejercer una influencia sobre la práctica. La voluntad de descubrir la verdad científica, fundada sobre la reflexión crítica es remplazada 69 por la voluntad de ejercer una acción personal, fundada sobre la creencia en una verdad. « La voluntad de actuar a nivel de la práctica es la condición del conocimiento sociológico » declara Freyer en 1930. G. Lukas plantea que «solo el que está llamado a realizar el futuro y que tiene la voluntad puede comprender la verdad concreta del tiempo presente »66. Para Neurath la sociología « es la ciencia de los hombres de Estado y de los organizadores, es decir, de los técnicos de la vida social ». Oppenheimer y Plenge declaran que ellos ofrecen una concepción del mundo útil a fines prácticos. Para Tönnies la sociología aplicada es la ciencia del hombre de Estado. Su fin es una política inspirada por la ciencia, como lo quería Comte. Sus categorías de comunidad y sociedad ejercieron más influencia como expresión de una voluntad de práctica política que como instrumentos de análisis teórico. Dividió el conocimiento en tres partes: la investigación empírica, la teoría pura y la sociología aplicada. Para Manheim la «motivación secreta de la sociología es la cuestión de cómo voy a satisfacer tal o cual necesidad »67 No se trata del mismo interés de las ciencias de la naturaleza (el conocimiento) , sino de necesidades concretas, y por ello en las luchas de los partidos por la primacía de tales o cuales exigencias. Este principio de la parcialidad es radicalizado en el principio de la vinculación al ser de todo conocimiento en el campo de las ciencias sociales. Para estos autores no es el trabajo crítico del sabio el que aporta la verdad, sino que la verdad es la que se ofrece a aquel que se compromete en las luchas de los partidos de su época y que por ello enriquece su conocimiento del ser. La escala de medida entre lo verdadero y lo falso no es más la crítica científica, sino la victoria en la lucha de los partidos, a propósito de « la interpretación del ser », una expresión que antes que de Mannheim venía de Heidegger. Dahrendorf habla de una culpabilidad de Weber debido a que nunca reconoció la responsabilidad moral de la sociología ante el humanismo por su insistente libertad sobre los juicios de valor. En este sentido König visualiza la sociología fundamentalmente como una investigación metodológicamente empírica, plantea los valores de un humanismo activo y realista como la condición primordial de su trabajo. Toma la posición de Tönnies. ”la sociedad podrá ser un día lo que nosotros queramos que sea; sólo debemos decidir quererlo de verdad”. Otros representantes de esta sociología comprometida son T. Adorno y T. Geiger. Para Adorno « lo real no se entrega más que a la mirada que lo contempla bajo el ángulo de un interés real, bajo el de una sociedad libre, de un Estado justo, de la emancipación del hombre. La teoría debe desembocar en la práctica, la sociedad debe asumirse, la racionalidad de los medios debe dar paso a la racionalidad de fines. Esta convicción presupone el rechazo a la validez de las ciencias positivas en general. Para quien mira las cosas desde el punto de vista de la redención, es 66 67 Citado por Jonas (Op. cit., Pág. 387) Citado por Jonas (Op. cit. Pág. 390) 70 decir, desde el fin de la historia, la ciencia no es el medio del conocimiento (que le es dado fuera de él), es un instrumento en vistas al cambio. 5.2.- El oficio de sociólogo, entre la cátedra y el terreno: (La experiencia de la Francia de postguerra) La sociología francesa contemporánea68 es impensable sin el aporte de la sociología comprensiva alemana y de los diversos paradigmas americanos. En este sentido es parte de una historia singular y de una historia colectiva. Singular por la fortaleza de su institucionalización, pero a la vez por lo precario de su desarrollo. Hubo que esperar al período de postguerra para hablar verdaderamente de desarrollo. Es también una historia singular en tensión permanente con el campo político, tensionado entre el compromiso y la protesta militante, por un lado y el «servicio al príncipe» a través de las peticiones de investigación, del otro. Después del esfuerzo de Durkheim de dejar una herencia unitaria de la sociología situada en la Universidad, la experiencia francesa de desarrollo de la sociología de la postguerra está marcada por dos contextos que han contribuido a conformar prácticas sociológicas diferentes: el contexto de crecimiento (rol protagónico del Estado) y el de la crisis y reconstrucción neoliberal de la economía. Aparece en esa época una nueva generación de jóvenes sociólogos que recoge la tendencia predominante en Estados Unidos: la investigación empírica y cuantitativa. Surge en este período el sociólogo investigador (académico y profesional, de cátedra y de terreno). El ejemplo de los sociólogos franceses es emblemático: R. Boudon, P. Bourdieu, M. Crozier, H. Mendras, A. Touraine, como figuras más destacadas, hasta hoy. Detrás de ellos viene otra generación : Sainsauliu, Dubet, Dubar, y otros. 5.2.1.- Una sociología en el marco del desarrollo industrial y de protagonismo estatal Apenas terminada la II Guerra Mundial, Gurvitch volvió de Estados Unidos donde se había refugiado y convenció al CNRS 69 de crear el Centre d’études sociologiques70. Del otro lado del Atlántico traía la idea de que la sociología debía desarrollarse en Francia por la investigación de terreno. Estaba convencido de que la sociología debía ser « hiperempírica y superrelativista ». Friedmann, comunista como Gurvitch, pero más sociólogo que partidario, estudió la realidad de las fábricas de Stalingrado, pero después estudió las de Detroit . Este ejemplo impulsó a Touraine, joven sociólogo, a dejar su familia e irse a trabajar a las minas del Norte. Friedmann fue el verdadero mentor de la 68 JEAN MICHEL BERTHELOT (sous la direction) : « La sociologie française contemporaine », PUF Fondamental, Paris, 2000 69 Centro Nacional de Investigación Científica 70 Centro de Estudios Sociológicos 71 generación de sociólogos de la postguerra en Francia. Cuenta H. Mendras «ayudando a cada uno de nosotros a descubrirnos a nosotros mismos, a situarnos en el mundo de la época; convenciéndonos que cambiaríamos el destino nos impulsó a ir a Estados Unidos»71 Otro maestro de la época fue Gabriel Le Brass. Elaboró un método de análisis de la religión cristiana que le permitió reconciliar a la Iglesia con la sociología. En Francia, en esos años la Iglesia fue uno de los grandes demandantes institucionales de investigaciones sociológicas, con poco dinero y con gente de buena voluntad. « preocupémonos bien de asegurar bien los hechos, antes de interesarnos en las causas. Así evitaremos el ridículo de encontrar causas sin hechos » era su principio metodológico. Stoetzel conoció a Gallup en Estados Unidos que le convenció de introducir en Francia los sondeos de opinión, a pesar de la opinión contraria de R. Aron « mon vieux, c ’est idiot ton truc » Fue el Director del segundo Centre d’etudes sociologiques en 1956. Los acontecimientos de Mayo ‘68 le superaron. El los criticaba de « sociolalia », perversión de la disciplina. Estos cuatro hombres hicieron posible la recuperación de la sociología en Francia, pero aún más, le otorgaron un rasgo de identidad propio: la investigación de lo que estaba pasando en Francia. Fue una sociología empírica. Sin embargo la Universidad no formaba en esta línea. La mayor parte de los estudiantes iban a terreno sin la más mínima experiencia de ubicación. Pero ¿por qué querían ser sociólogos?. Cada uno tenía sus razones, sin embargo para hacerse sociólogo es preciso tener una cierta insatisfacción ante la sociedad, y una inquietud sobre su posición personal en ella. Jóvenes y menos jóvenes, toda la generación de sociólogos en esos años estaba convencida de que su deber era hacer surgir a Francia de la ruina. La injusticia social era difícil de soportar. Había preguntas sin respuestas: ¿por qué la diferencia entre la vida de los Palacios y las de los campesinos? Los sociólogos de esos años eran burgueses escandalizados de la realidad francesa, de sus contrastes, de la miseria obrera y de las ruinas. Cada uno de estos sociólogos de postguerra había hecho una gran opción por la sociología. Era una opción política, pero por la política en su sentido más noble, como servicio público, servicio al Estado; sea como funcionario o como hombre político. Las ciencias sociales eran para esa generación una forma concreta de servicio público, en un sentido de servir al bien de todos y de la ciudad. Raymond Aron decía que hay tres tipos de sociólogos: el consejero de palacio, el médico del pueblo y el gran sacerdote de la ciencia. Para la mayor parte de esta nueva generación el mayor interés estaba en ser «médico del pueblo », de un país que salía de las ruinas. Algunos se tentaban con la invitación que se hacía de dar « un año de la vida por Europa ». Calmar la miseria del pueblo y construir una ciudad más justa, eran las preocupaciones 71 H; MENDRAS: « Comment dévenir Sociologue , Actes du Sud, Arles, 1995) 72 y las ambiciones de muchos de estos jóvenes sociólogos de postguerra. Las posturas políticas eran diferentes, desde los troskistas, estalinistas, socialistas, idealistas o socialcristianos, todos coincidían en un interés por dar repuesta a la cuestión social. Pero las formas también variaban: Unos entraban a la política, otros a las universidades, pero todos desde la investigación empírica. Aunque no todos fueron a Estados Unidos, esta generación de sociólogos de la guerra fría, aprendieron a hacer sociología a la americana, incluso entre los comunistas, que influenciados por Gurvitch hablaban de la « cuantofrenia americana ». Pero eran un poco marginales en el mundo intelectual y culto de París. Touraine escribe sobre Harvard criticando el ambiente refinado y falto de coraje « que no se atreve a mirar la sociedad de frente contentándose de recubrir sus falsos esplendores de teorías complacientes. El triunfo del funcionalismo en ese momento se comprende desde esa satisfacción de sí y esa ausencia de crítica ante la sociedad americana, que se explicaba por el formidable poder de ese país y de su fuerza de integración y de lucha contra los « desviados » en esa época de guerra fría. Sin embargo en Chicago, Mendras encontró otra realidad: la preocupación por « ir y ver », de sumergirse en el barro de lo social. En Estados Unidos Durkheim era considerado el fundador de toda la ciencia social empírica y rigurosa, mientras en París se le consideraba más bien un filósofo. Este aprendizaje americano se transformó en un rasgo de la sociología de postguerra, de su originalidad y de su extraordinario éxito, precisamente porque la disciplina era nueva y respondía a una demanda de la sociedad. Más que pedir a los campesinos que respondieran cuestionarios, los sociólogos fueron a terreno, a estar y a observar su vida con ellos, conocer la estructura de los pueblos y su relación con el progreso. Lo que Banfield, Hughes y Warner hacìan en Chicago se podía hacer en Francia. Unos años más tarde Hughes ha sido redescubierto por los sociólogos de tradición crítica. En el Centro de Estudios Sociales se constituían los equipos bajo la orientación de Fredmann: Touraine los obreros, Crozier la administración, Fdofny las poblaciones, Treanton la ciudad, Reynaud los sindicatos, Viviane Isambert la escuela, Madeleine Guilbert las mujeres, Roland Barthes la literatura, Edgard Morin el cine y Mendras los campesinos. H. Le Bras tenía su campo religioso bien delimitado con Desroche, E. Poulat, Fr. Isambert. Por su parte G. Balandier y Paul Mercier fundaban la sociología africana. Gurvitch iniciaba la sociología del conocimiento con Duvigneaud y Cazeneuve. Robert Pagés inventaba la psicosociología experimental. Naville se movía entre la psicología y la sociología del trabajo.72 En una voluntad de fortalecer la democracia en Europa y de ayudar a fortalecerla más allá de sus fronteras, los americanos favorecieron el desarrollo de las ciencias sociales, otorgándoles el poder de hacer reflexionar a la gente y hacerla más inteligente, y con ello mejores demócratas. Con ese fin apoyaron el Departamento de Ciencias Sociales del la UNESCO, desde donde se repartió la sociología a todo el mundo. Touraine, Reynaud y Brams fueron 72 LE BRAS, G, ARON, R., GURVITCH, ISAMBERT,F, FRIEDMAN, G. y Otros: « Aspects de la sociologie Française »; Les Editions ouvrières, Paris, 1967 73 enviados a Chile para crear la FLACSO, cuya presidencia fue confiada a Friedmann. Otros fueron a Grecia, Irán, Tunez, Togo convencidos de que la ayuda al Tercer Mundo era provechosa tanto para los expertos como para los estudiantes con los que se compartía el saber. La mejor manera de caracterizar esta época es decir que esa generación de sociólogos era como una banda de amigos, cada uno decidido a hacer sus trabajos, pero compartiendo las convicciones de que estábamos inventando una nueva ciencia y una nueva actitud ante la sociedad y los problemas sociales. Cada uno se situaba en su campo de investigación con su equipo dando a conocer lo que investigaba. Nada se dejaba de hacer para lograr una institucionalización fuera de la Universidad. Este grupo se sentía como pioneros descubriendo tierras intelectuales nuevas, con instrumentales nuevos. «No sabíamos hacia donde íbamos, pero sabíamos como queríamos ir. Además teníamos la voluntad de tener un papel y una influencia importante en el resurgir de nuestro país», indica H; Mendras73. Después de los acontecimientos de Mayo 68, las tensiones entre sociólogos se acrecientan en torno al tema del reconocimiento de la sociología crítica y la sociología aplicada y profesionalizante. La posición más puritana defendía en la comisión de sociología del CNRS la tesis de que la sociología debía rechazar toda tentativa de investigación por encargo, orientada por contratos públicos o peticiones privadas que desviaran a la sociología, en tanto ciencia, desviarse de sus objetivos primeros. Por otra parte, un grupo de sociólogos entre los que destaca M. Crozier, J.D. Reynaud, R. Boudon y F. Boudrillard crearon centros de investigación y acción profesional en las que formaban a los jóvenes sociólogos en procesos de intervención.74 Ese período, rico en desarrollo disciplinar fue también pródigo en tensiones y malentendidos. Además de las tensiones entre campos de especialización y sobreespecialización, la práctica de la sociología por el común de los sociólogos estuvo marcada por dos referentes difíciles de compatibilizar: el poder político y económico (público y privado), por un lado, y el poder de la ciencia y su autoridad, preocupado de construir teorías pertinentes para interpretar la modernidad, el desarrollo industrial y sus efectos en la cultura y la vida urbana. Hemos estado durante muchas décadas con la dificultad de articular dos dimensiones de una misma identidad: la producción de conocimiento científico y la construcción de una sociedad habitable para todos. Dos campos de actividad y dos caras de una misma disciplina se han tensionado. El de la Universidad (los académicos) y los de la multiplicidad de oportunidades del campo no universitario. Pero la tendencia de las dos últimas décadas, ha ido acrecentando la valoración de la sociología aplicada y de intervención, 73 MENDRAS, H. (Op.cit.) Desde 1970 existía l’Ecole Pratique de Recherche et Action en Sciences Sociales, (EPRAS) en l’EHESS. Y en 1975, los sociólogos mencionados crean en 1975 el ADSSA: Association pour le Developpement des Sciences Sociales Appliquées. 74 74 buscando todos (académicos y de intervención), nuevas formas de profesionalización ante demandas del sector empresarial, de la educación y la capacitación, del sector público a nivel regional o local. Sin embargo las diferencias no están resueltas. 5.2.2.- El período de la crisis del Estado Después de más de treinta años de construcción de un « oficio » de sociólogo centrado en la producción de un saber científico en el marco de un EstadoProvidencia, la crisis económica de los años ‘80, sufrida a veces con crudeza, no sólo por los pobres, sino también por las clases medias, las instituciones de base, cercanas a la gente, comienzan a requerir profesionales que además de su capacidad de comprensión de los problemas sociales, sean capaces de ofrecer respuestas eficaces que solucionen situaciones concretas. Se acrecentó la demanda por profesionales que supieran de desarrollo urbano y de animación sociocultural, de prevención de la delincuencia y de inserción de los excluidos. Los problemas de convivencia en los barrios y de conflictos familiares. En el contexto de las organizaciones productivas y de servicios se requirieran profesionales capaces de implementar procesos de modernización y rediseño de estructuras y procesos, además de la actualización de las relaciones sindicales. Nuevo contexto, nuevas demandas y nuevas competencias operativas que se deben incluir en el nuevo oficio de sociólogo, más plural y flexible que el planteado por Bourdieu75. Estas nuevas formas prácticas de acción profesional de los sociólogos se han ido situando en un eje de saber hacer, y se expresan en formas de intervención o de evaluación sociológica en campos muy precisos y por clientes institucionales que tienen más claros los problemas que las soluciones. Estas nuevas formas de intervención exigen a los nuevos sociólogos, no sólo encuestar, sino ubicarse en el terreno mismo de los hechos. Se le está pidiendo que actúen interviviendo sobre los actores y sus culturas, a través de dispositivos de análisis y de apertura a otros actores. También se le está pidiendo capacidad de innovación y creatividad, hacer uso no sólo de la razón sino también de la imaginación y los sentimientos. Se está requiriendo también que sepan acompañar procesos de aprendizaje de nuevas capacidades de acción, de representaciones diferentes de la realidad social, saber aprovechar la fuerza de aquellos que se interesan por cambiar. Todo ello les va a permitir comprender y actuar en las instituciones, los sistemas de actores y sus dinámicas de cambio y aprovechar las situaciones y las personas que faciliten su rol profesional. Pero también los sociólogos están siendo solicitados para explorar las consecuencias sociales y culturales de determinadas políticas y reformas en el 75 BOURDIEU P., y otros: « El oficio de sociólogo »; Siglo XXI, Madrid, 1972 75 sector público o en el privado. Saber observar resultados y medir impactos, saber comparar datos de resultados de situaciones diferentes o anteriores, construir bancos de datos etc.. 5.2.3.- Trayectoria de la sociología y diversificación del campo profesional en Chile76: La historia de la sociología en Chile se confunde con el surgimiento, a fines del siglo pasado, de una intelectualidad laica y positivista, que bajo el impulso de concepciones comtianas y spencerianas, intentó fundar la crítica del orden cultural oligárquico sobre bases racionalistas y científicas. Su figura más representativa, Valentín Letelier, no logró incorporar la nueva disciplina en el marco de las actividades universitarias de la época, proceso que recién se inicia hacia 1930 dando lugar al fenómeno conocido como sociología de cátedra. La sociología de cátedra consiste en la enseñanza de la disciplina a través de cursos universitarios de complementación cultural, así como la difusión de textos de enseñanza que buscan legitimarla dentro de la historia de las ideas. Se incluyen Ensayos de inspiración sociológica que se refieren a los hechos sociales como cosas. Alrededor de 1955, al momento de iniciarse la fase de recepción en Chile de la sociología profesional de inspiración norteamericana, existían alrededor de 50 cátedras de sociología, principalmente de sociología general. Había sólo tres cátedras de sociología especializada. Sociología Agraria, Sociología de la Educación y métodos de investigación sociológica. El plantel de profesores que servía estas cátedras, eran docentes con formación en Filosofía, Historia o Derecho. En suma, hasta mediados de los años ‘50 en Chile no existen Instituciones académicas dedicadas al cultivo de las ciencias sociales, entiéndase por ellas, Antropología, Ciencia Política y Sociología. La producción de discursos sobre la sociedad estaba monopolizada por abogados y ensayistas, por ideólogos y políticos. La CEPAL, desde su creación, dio un fuerte impulso al conocimiento social, a la discusión de los problemas del desarrollo y a la investigación de la realidad socio-económica de los países de la región, favoreciendo un clima propicio a las ciencias sociales en su acepción moderna o profesional. a) La sociología profesional: La historia de la instalación universitaria de la sociología moderna se confunde con un doble proceso: por una parte con la difusión internacional del paradigma de la "teoría empírica" en las ciencias sociales, que da lugar a la sociología profesional o "científica"; y por otro lado, con la emergencia de una generación académica que rompe con la sociología de cátedra e impulsa la recepción e institucionalización de la nueva sociología profesional. 76 76 GOMEZ, J. y SANDOVAL M.: « Proyecto de Licenciatura en Sociología »; Universidad Católica Raúl Silva Henríquez, (Documento interno) Santiago, 2000. 76 Es un hecho que a partir de fines de la II Guerra Mundial, en América Latina se produce un activo flujo de ideas, personas y recursos provenientes del norte; este fenómeno alienta una renovación de los modelos conceptuales y de las prácticas de investigación empleados para el estudio de la sociedad. Las ciencias sociales, provistas de una base científica, fueron desafiadas a producir conocimientos empíricos verificables y teorías explicativas, las que debían jugar en esa renovación un rol importante. Ellas aparecían revestidas de un significativo potencial de racionalización de la vida político-social de nuestras sociedades, mediante la producción de conocimientos, que servirían para operar eficazmente sobre la realidad y para dotar al debate de los asuntos públicos de un fundamento objetivo, universal y previsor. Este movimiento de renovación intelectual, que en Chile coincide con los primeros intentos de reforma universitaria, encontró eco en una generación de jóvenes intelectuales que estaban profesionalmente disponibles y que buscaban abrirse paso en la vida académica a partir de nuevas bases de legitimidad para sus posiciones en la estructura universitaria. Así se explica que en el breve plazo de dos a tres años, en la segunda mitad de la década del ‘50, se establecieran sucesivamente tres instituciones dedicadas al cultivo de la sociología: el Instituto de Sociología de la Universidad de Chile, con Eduardo Hamuy a la cabeza; la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) con un plantel internacional de docentes, cuyo directivos fueron, José Medina Echavarría y luego Peter Heinz, sociólogo suizo; y la Escuela de Sociología de la Universidad Católica de Chile, cuyo impulsor fue el Roger Vekemmans, (S.J). Estos tres proyectos comparten una estrategia de legitimación académica, un discurso relativo a su relevancia social, un programa de investigación con énfasis en estudios empíricos, y finalmente coinciden en un diseño docente que se ajusta al modelo académico norteamericano. Durante los 10 primeros años de su existencia, estas instituciones instalan la enseñanza de la sociología en Chile, y producen las primeras investigaciones de sociología empírica, centradas en los problemas de la educación, del sector rural y de la desintegración urbana. A partir de 1965 ingresan al mercado de trabajo los primeros sociólogos formados en Chile, que coincide con la instauración del Gobierno de la Democracia Cristiana que buscaba impulsar un proceso de modernización de vasto alcance, para lo cual resultan útiles dichos profesionales. b) El cambio de orientación ideológica: Entre 1967 y 1973 las ciencias sociales experimentaron un triple fenómeno de expansión de sus posiciones académicas, de transformación de su estructura conceptual, y de cambio de su función dentro del conjunto del campo intelectual. La reforma universitaria significó un movimiento al interior de las instituciones de educación que derivó, en general, en una permeabilidad de las universidades a la política y a las evoluciones del medio social. La sociología experimentó un rápido crecimiento de su base institucional, estableciéndose nuevas escuelas e institutos 77 en casi todas las universidades del país, multiplicándose con ello los cargos de investigadores, docentes y administradores superiores. Junto con esto surgió una incipiente jerarquía institucional en el campo de las ciencias sociales. Estas cambian, sobre todo después de 1970. Conceptualmente se produce la difusión del modelo del marxismo-ciencia. Al producirse una sustitución en el modelo conceptual dominante, se completa una redefinición de la propia disciplina. Unido a ello va el cambio en los ideales explicativos de la ciencia y la identidad profesional del científico social. De esta manera, la idea de la neutralidad valorativa de la ciencia se abandona, siendo reemplazada por la noción de compromiso valorativo, que opone ciencia académica (o burguesa) a ciencia comprometida o militante. La vocación del científico y del político tienden a fundirse en la imagen del sociólogo como crítico de la realidad, como intelectual revolucionario o como transformador de la sociedad. La sociología de la década del ‘60 fue percibida como una profesión útil para abordar eficazmente los problemas sociales. En cambio, a partir de los ‘70, el sociólogo se vuelve ideólogo. Las jerarquías académicas pasan a ser determinadas por reconocimientos políticos ajenas a los pares y, por tanto, a la comunidad académica. La sociología perdió autonomía, al no poder distinguir entre su especificidad y la política. En ese contexto las tareas propias de la sociología pasaron a ser definidas por audiencias no especializadas, como pueden ser los estudiantes, los compañeros de partido o las figuras relevantes del debate ideológico. c) Sociología y autoritarismo: La intervención militar de las Universidades chilenas ocurrida inmediatamente después del derrocamiento del Gobierno de la Unidad Popular en Septiembre de 1973, significó el desmantelamiento de la institucionalidad de las ciencias sociales que se había construido durante las dos décadas pasadas. En la época, la sociología no tuvo un modelo oficial de referencia que imponer en las unidades académicas que la cultivaban, imponiéndose la imagen oficial negativa que buscó congelar, reducir, controlar o eliminar el desarrollo de la disciplina. Hubo una alta "visibilidad" de la sociología como una disciplina ligada a la ideología marxista, de modo que desde el inicio de la Dictadura Militar, la sociología y los sociólogos quedaron marcados como elementos peligrosos de "subversión", "extremismo" o "infiltración ideológica marxista". Desde el punto de vista institucional y organizacional, los Institutos y Departamentos de sociología existentes en 1973 sufrieron, por una parte, la eliminación y reducción de personal, por un lado, y por otra, el control y la censura de sus actividades. Estas reducciones gravitaron en la calidad de la docencia al verse afectados por ellas personas de reconocido prestigio en sus especialidades. Desde la perspectiva de formación profesional, el principal efecto fue el cierre del ingreso a la carrera de Sociología. Ello ocurrió en la Pontificia Universidad 78 Católica el año 1976, y en la Universidad de Chile en 1981. Un segundo efecto importante fue el cambio radical de los Programas de estudio respecto de aquellos vigentes hasta 1973. Hay áreas de formación que desaparecieron o se minimizaron drásticamente, como sociología política, o las referidas a problemas estructurales del Desarrollo, de América Latina y de Chile. Las actividades de investigación se vieron afectadas desde el punto de vista financiero. Esto resintió la investigación de tipo estructural y la remitió a problemáticas y temas puntuales y parciales, quedando desprovistas de enfoques teóricos críticos como el de clases sociales o todo lo que pudiera considerarse cercano al marxismo. En relación a la salida ocupacional para sociólogos, hay al menos tres problemas que deben considerarse. El primero fue la dificultad de obtener su grado académico o título profesional, lo que alargó la culminación de la carrera. El segundo problema fue la ausencia de oportunidades de perfeccionamiento a través de la enseñanza de post-grado. El tercer problema fue el del mercado ocupacional propiamente tal, anteriormente provisto por las Universidades, el Estado y organizaciones sociales. Debe agregarse a ello que las empresas privadas nunca fueron más que un mercado ocupacional mínimo durante los años ’70 y ‘80. Por último, se verificó la ausencia de instancias o encuentros académicos organizados por las instituciones universitarias que congregaran a los sociólogos del país que permitieran un intercambio de trabajos y conocimiento. Ante el panorama descrito surgieron demandas para generar una institucionalidad alternativa para las ciencias sociales y, en general, para el pensamiento crítico de la intelectualidad no comprometida con el proyecto del régimen militar y que logró permanecer en el país. Se desarrolló así, una nueva red de Centros e Instituciones de ciencias sociales que inicialmente aprovechó la existencia de organismos académicos preexistentes, pero luego en los años siguientes, se enriqueció con la creación de nuevas instituciones privadas y con el traslado, desde las Universidades hacia fuera de ella, de programas académicos completos. El conjunto de estas instituciones formó, a partir de 1980, lo que se ha denominado en Chile un sector académico independiente o informal, que hacia fines de 1985 estaba integrado por alrededor de 40 Centros de investigación en ciencias sociales. Sólo unos pocos de estos Centros tenían una clara definición disciplinaria, ya sea en torno a la economía o a la sociología y disciplinas conexas. La mayoría operó como unidades interdisciplinarias dedicadas a la investigación de un determinado tema, problema o área temática. Los Centros Académicos independientes pueden clasificarse en: Centros propiamente académicos, dedicados a investigación y enseñanza; los centros de investigación y acción social, que se orientaron a la intervención en problemas sociales y, por último los de animación y acción social, que trabajaron por la organización y emancipación de los sectores populares a través de medios y programas educacionales. De cualquier modo, es en esos Centros donde se articuló el trabajo sociológico durante los años ‘80. El surgimiento de esta estructura institucional paralela a la Universidad significó : 79 - - Una separación institucional entre la investigación y la docencia en la medida que los Centros independientes no podían (tampoco hoy pueden) otorgar legalmente títulos o grados Una reorientación de la investigación en la medida que se funcionaba sobre la base de proyectos financiados - Una pluralización de las áreas de interés temático y aparente especialización de la sociología - Un elevamiento de los estándares de productividad en vista de la competencia por la obtención de recursos - Un desarrollo de las disciplinas involucradas con fuerte énfasis en los estudios empíricos y una tendencia generalizada al revisionismo teórico Por otro lado, la pugna por el mantenimiento de los recursos, condujo a un alejamiento de las preocupaciones teóricas de la disciplina y a una orientación localista hacia temas o problemas cuyo estudio puede evaluarse como útiles. Lo anterior significó, ampliar la base del conocimiento llamado usualmente "empírico" sobre la realidad nacional, pero restó proyección intelectual al esfuerzo de la sociología chilena durante los últimos años. d) Estado actual de la disciplina: Las ciencias sociales y la sociología en particular, deben hacer hincapié en la dimensión cultural, pues ellas son por encima de todo una reflexión de la sociedad sobre sí misma, un ejercicio sistemático y controlado de autorreflexión crítica sobre nuestra época, pero que sólo ve resultados en retrospectiva. En cambio, el proceso social está marcado por urgencias que exigen soluciones prácticas, por eso se pide a las ciencias sociales que sean útiles, es decir que sean aplicables y tengan impacto social. Ello puede dar lugar a un efecto paradójico: promover un enfoque instrumental que luego termine destruyendo su capacidad crítica e innovadora. Por un lado, se enfrenta la tensión entre actividad académica y servicios. En la cual se corre el peligro de presentar como trabajo académico lo que es una asesoría, sin distinguir los dos ámbitos. Por otro lado, existe tensión entre la investigación básica y la investigación aplicada. No son términos excluyentes, pero si privilegiamos la investigación aplicada, debemos estar conscientes de que ésta se nutre de una reflexión teórica. Considerando los ejes dicotómico y transversales entre los que se sitúa la comprensión del ejercicio de la disciplina y las prácticas del sociólogo, en los espacios público y privado, es posible construir una tipificación de las prácticas sociológicas a partir de lo que Gabriel Salazar denomina «paradigmas fragmentarios» como parte de la «pulverización del saber» . 80 CAMPO PERSPECTIVA DISCIPLINAR PERSPECTIVA PROFESIONAL DE PUBLICO Tipo 1 SOCIOLOGO INTELECTUAL Ubicación: UNIVERSIDAD Tarea: Investigación-Docencia Tipo 3 SOCIOLOGO POLITICO Ubicación : Esferas de gobierno y Adm. Pública/directivo/tecnopolítica/, política pública y política social Tarea: Cargos públicos: Asesoría y gestión en políticas públicas. Intervenciones/Estrategias ACCION PRIVADO Tipo 2 SOCIOLOGO DE LA ACCION Ubicación: Organizaciones de base Tarea: producir conocimiento con los actores y procesos socio-culturales Tipo 4 SOCIOLOGO CONSULTOR Ubicación: Empresas consultoras Tarea: Estudios e intervenciones orientadas a la toma de decisiones Primer Tipo: El Sociólogo Intelectual En lo que se refiere al sociólogo como intelectual y como político, como en muchas partes del mundo, la génesis del quehacer sociológico radica en la Universidad y los partidos políticos. Ya Weber desarrolló profusamente el tema en «El político y el científico», vaticinando la compleja relación que habría de entablarse entre ambos mundos y que atraviesa la producción sociológica durante décadas. En el caso chileno esta realidad caracteriza la sociología de los años ’50 - ‘70. La experiencia indica que la formación de sociólogos en Chile, iniciada a finales de la década del ‘50, se orientó al cambio social: hacia la filosofía social-política (la orientación del cambio) y hacia el diagnóstico e intervención de las transformaciones estructurales de la sociedad chilena (como evaluación y prospectiva de los cambios acaecidos). Esta orientación disciplinar que buscó generar conocimientos en «temas de actualidad» llevó a una prescindencia del sociólogo en el mercado laboral privado, en la medida que dichos conocimientos respondían a inquietudes futuristas, ideológicas (o al menos sospechosas de algún tipo de conspiración al interior del sistema) o, lo que es peor, carentes de significado desde el punto de vista de los requerimientos estructurantes de la sociedad en ese momento. Era una ciencia que incomodaba, en términos de Bourdieu. En ese sentido, cabría hablar de la marginación (o automarginación, con frecuencia) de la vida organizacional típica de la sociedad moderna, la empresa, y a un enclaustramiento en organizaciones productoras de sentido y/o discurso, tales como las Universidades, Centros autónomos de investigación y los partidos 81 políticos. Esta práctica intelectual de la sociología se sitúa hoy en alguna de las grandes universidades del país. Pero también la presencia intelectual de los sociólogos se hace notar desde pequeños espacios provenientes de algunas Universidades privadas de pocos años de vida. El auge de las universidades privadas ha hecho que exista una cantidad también considerable de sociólogos dedicados a la práctica docente, a la investigación y gestión en la educación superior. Aunque no son muchos los que tienen una dedicación exclusiva, el mundo académico es un espacio laboral abierto lleno de posibilidades para el ejercicio de la docencia, la reflexión, el análisis, la investigación teórica o aplicada, los servicios profesionales al Estado o al sector privado. Las Universidades están siendo espacios con amplias posibilidades laborales para los sociólogos, especialmente por las vinculaciones y la legitimidad que éstas tienen entre la comunidad nacional. Segundo Tipo : El sociólogo de la acción A mediados de los años ochenta, la concepción del trabajo sociológico siguió siendo el de realizar estudios; aunque también existía la visión más militante, que consideraba que, además de interpretar la realidad es inherente a la sociología contribuir a un «nuevo orden», que haga la convivencia más justa y humana. En dicha situación, los sociólogos junto a los trabajadores sociales dedicaron su saber práctico a formar parte o a liderar procesos de intervención social (promoción humana, capacitación, organización, etc.) incluyendo la contribución de un saber sobre lo social a través de modalidades de investigación-acción. El sociólogo de la acción se volcó hacia la problemática social desde el punto de vista de la base social, está presente en organizaciones sociales y colaborando con los actores protagonistas y conductores de movimientos sociales. Durante las últimas décadas tuvieron que experimentar la tensión entre las dificultades de la represión y las dificultades del diálogo con el mundo académico, debido al aislamiento entre ellos y la vida universitaria. Es posible concluir que la sociedad chilena, en un proceso de desarrollo acelerado, requiere que los sociólogos intervengan activamente en la elaboración, diseño, implementación, ejecución y evaluación de proyectos orientados a ese desarrollo. Es una demanda de la sociedad. Ya no es posible pensar que los sociólogos son un grupo privilegiado que mira la realidad desde las alturas de la criticidad absoluta y que sólo se comprometen con la realidad desde una óptica holística. La sociedad demanda una profesionalización creciente de la actividad sociológica, lo cual no quiere decir que lo otro (lo disciplinario) quede excluido, muy por el contrario, recibirá más demanda. Lejos de funcionalizarse con el status- quo, el perfil más genuino del sociólogo es el de interpretación y asesoría de los procesos de cambio, haciéndose presente como intelectual o como profesional en las instituciones sociales, sin renunciar, pero sin imponer la creencia decimonónica de que nuestra responsabilidad consiste en cambiar la sociedad. 82 Tercer Tipo: El sociólogo político El sociólogo profesional al servicio del Estado (burócrata en su más genuino sentido sociológico) ha demostrado históricamente que el sociólogo es organizacionalmente útil y que el campo de la gestión de las políticas públicas desde los diferentes niveles de las instituciones del Estado ha sido también un espacio profesional legítimamente ganado y aprovechado por los sociólogospolíticos. Concretamente, las transformaciones relevantes en el plano educacional y de la salud, están incluyendo la contratación de sociólogos con grados de especialización en tales áreas. A nivel del Estado, el tema de la modernización del sector público, la contingencia de la «modernización del Estado», ha ampliado las oportunidades profesionales para los sociólogos, como consecuencia de la profesionalización de un sinnúmero de tareas anteriormente colonizadas por prácticas tradicionales. De hecho, una cantidad importante de sociólogos han emigrado desde el mundo de las ONG´s al mundo del Estado. Es decir, si aceptamos que existe un proceso de desarrollo económico inédito, ese proceso estará asociado a una modernización social, que amerita una reflexión y una práctica sociológica también inédita. Así pues, en relación a las oportunidades laborales, podemos constatar que el mercado laboral habitual de los sociólogos en los últimos 20 años ha sido el Estado, las Universidades y el mundo de las organizaciones nogubernamentales (ONG´s), este último en franco retroceso. La sociología debería ser capaz de articular y coordinar sus competencias críticas sin dejar de participar en aquello que la sociedad le demanda: el ejercicio pluridisciplinar y de complementación técnica con otras disciplinas (en especial, la economía, la administración, la educación y las disciplinas del ámbito de la salud); y, mayores competencias técnicas que le permitan acceder meritocráticamente a los niveles decisionales del aparato estatal. Cuarto Tipo: El sociólogo consultor El ejercicio profesional del sociólogo consultor está condicionado por las demandas de los clientes. Estos pueden ser tanto del sector público como privado. Se trata de una sociología cuya contribución a la ciencia es el de un conocimiento práctico, desde y para la práctica. Se trata de un modo de ejercer la profesión que aunque no busca verdades respecto a las grandes interrogantes de la sociedad y la convivencia, aporta luz sobre problemas puntuales, de la sociedad o de las instituciones. Este paradigma no ofrece necesariamente una contribución a la acumulación del conocimiento, a menos que el profesional consultor lo haga en forma personal. En el ultimo tiempo, con modestia pero crecientemente, los sociólogos han logrado insertarse exitosamente en empresas privadas, preferentemente en el área de recursos humanos y el marketing, iniciándose ya un proceso de legitimación del oficio en ese campo laboral, produciéndose una creciente 83 demanda por titulados de esta disciplina, los que, por diversos motivos, son escasos. Esta demanda es marcadamente profesional, aunque con componentes intelectuales cuando se trata de aportar en los procesos de planificación estratégica o en los diseños organizacionales. Lo que los sociólogos tienen que ser en una organización es lo que en el mundo de la técnica son los «creativos»: Así como éstos últimos logran innovar en la tecnología posicionándose fuera de ella, los sociólogos consultores tienen que ser personas orientadas a la innovación en la gestión situándose fuera de ella. Ello implica una permanente actitud de interpretación de las relaciones sociales en los más diversos contextos sistémicos que permitan generar modelos adaptados para ser aplicados a la realidad de las instituciones. 5.2.4.- Debates y tensiones actuales Si bien se ha considerado necesario contextualizar este proceso en la trayectoria de las transformaciones que experimentan las ciencias sociales, la recomposición de sus identidades, del campo de trabajo, de las nuevas prácticas y competencias de intervención de sus profesionales, este proceso de transformación que experimentan las prácticas y las identidades profesionales de las ciencias sociales en el marco de las profundas mutaciones sociales y culturales de las sociedades actuales, está estrechamente vinculado con el proceso de redefinición neoliberal del Estado y de sus relaciones con la sociedad civil. Estamos hoy en presencia de una nueva fase de la historia de la Sociología. Por una parte, la masificación de la enseñanza universitaria de la sociología, durante los últimos cuarenta años, y por otra la diversificación de prácticas especializadas como demanda de servicios, tanto del sector público como del privado, hace que la práctica de la sociología se proyecte fuera de la Universidad, la experiencia francesa y el caso chileno así lo muestran. Hoy la sociología, en medio de las transformaciones que experimenta lo social y su comprensión, continúa interrogándose sobre las dinámicas y tensiones identitarias que le atraviesan. Sin embargo, nuevos elementos se incluyen en la reflexión. Nuestro interés es de encontrar cuales son las nuevas demandas de la sociedad actual sobre la sociología como saber disciplinar y como saber hacer profesional. Estos nuevos requerimientos van conformando nuevas formas de ejercicio del oficio de sociólogo y de sus aplicaciones prácticas. Es esta la razón de la necesidad de una búsqueda sobre las nuevas formas que construyen hoy la identidad de los sociólogos. Los cambios que afectan a los modelos político-económicos y su efecto en las instituciones sociales se han convertido en el principal factor de emergencia de demandas sociales y de desarrollo de nuevas prácticas profesionales de los sociólogos. Estas nuevas demandas no pueden satisfacerse desde las antiguas posiciones de un saber teórico o disciplinar. Los nuevos espacios se están abriendo en el campo empresarial, en la administración pública y privada, y las nuevas caras de la profesionalización de la sociología se han ido construyendo 84 desde tareas tales como consultores, formadores, administradores de recursos humanos, animadores culturales, educadores populares, planificadores, responsables de proyectos de acción social, etc.. Al desarrollo plural de las sociologías extrauniversitarias en Europa corresponde una pluralidad de espacios de ejercicio profesional de la sociología. En Francia, Bélgica, Alemania, en prácticamente toda la Unión Europea los sociólogos ejercen en campos extremadamente variados, que van desde la empresa clásica y alternativa a los colegios, las comunidades locales, la familia, el desarrollo rural, la ciudad, las instituciones de salud, la inserción y las diversas colectividades territoriales. Sin embargo esta pluralidad conlleva tensiones y peligros de dispersión. Sin embargo, una tensión permanece en la comprensión y el ejercicio de la sociología: una de naturaleza aplicada, orientada hacia las demandas del cliente. La otra de naturaleza científica, respondiendo a esquemas paradigmáticos de las ciencias sociales y a políticas de desarrollo académico y de la investigación en las Universidades. Para muchos sociólogos esta división sigue estando presente. Son dos mundos que no siempre se encuentran, en función de capitales y competencias específicas para responder a las demandas tan diferentes de cada campo. De los sociólogos académicos se espera siempre sus corpus de conocimiento para definir teorías que permitan interpretar los grandes temas que preocupan a la sociedad moderna y a su gente. Un gran aporte de la construcción teórica de la sociología ha sido la fundamentación de la construcción y de las transformaciones sociales de la modernidad a través de la comprensión de los propios actores, de los sistemas organizados, de los movimientos sociales, de la relación entre los individuos y sus aportes a la acción colectiva, etc. En otro espacio los consultores analizan las disfunciones organizacionales, han descrito tipologías de funcionarios y autoridades, han evaluado los efectos de cantidad enorme de proyectos y reformas sociales, han acompañado procesos de cambio social, cultural y tecnológico. Los estudios aplicados responden a peticiones de sondeos para que en el sector público o privado los altos mandos puedan decidir. Con el soporte del saber recibido en la Universidad, los profesionales desarrollan bancos de datos y efectúan prácticas de intervención que no se preocupan o no les interesa ni explicitar ni comunicar, porque el saber se va situando cada vez más en la esfera de lo privado. Hace ya veinte años que Jean Remy77 escribía sobre los dilemas del sociólogo: vocación u oficio, entre el conocimiento y la intervención. Se pregunta nuestro viejo profesor, si evocando a Max Weber, el sociólogo « debe implicarse en una ética de responsabilidad, preocupado primero de participar en la puesta en práctica de opciones sociales, o al contrario, debe situarse en una ética de la convicción donde lo esencial es el aporte a un plan de una visión del mundo a 77 Profesor emérito de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica 85 construir » y proponía una reorientación de la Sociología a condición de seguir formando parte de la nueva sociedad que se inventa78. La apertura interdisciplinaria debería suceder a los enclaustramientos. Más allá de las vinculaciones entre disciplinas capaces de explicar, podría intentarse una relación más estrecha en función de la intervención. Ello supone « el arte » de sanar, de construir, de regular. La apertura interdisciplinaria es tan importante a nivel de la comprensión de la realidad como en el de la acción por el cambio. El oficio de sociólogo ha estado durante mucho tiempo implicado en la constitución de una disciplina de sabios o intelectuales, de investigadores y profesores en contextos universitarios. Estamos en un momento nuevo en el que la profesión de sociólogo se encuentra con nuevas demandas sociales, diferentes y diversificadas, según los países, pero que desafían a la apertura y a la respuesta a las oportunidades, a trabajar junto a otros profesionales79. Esta sociología profesional, concebida como un sistema de acción colectiva, como una capacidad de actuar desde saberes, valores, prácticas y competencias singulares. En el futuro la práctica de una sociología extraunivesitaria no puede ser considerada como algo marginal. Esta tendencia a ejercer el oficio de sociólogo fuera de la Universidad es ya una realidad en Canadá80. Están en el sector público y en el privado, en los grandes y pequeños ministerios, en instituciones de nivel nacional y local, al servicio del Estado, al servicio de la empresa privada, grande o pequeña, y al servicio de grupos y movimientos sociales. Ante esta pluralidad de prácticas se hace necesario profundizar y distinguir entre oficio, profesión y disciplina. Hacer estas diferencias nos exige precisar los límites del objeto, integrar las prácticas en un sentido compartido. Puede ser que la disciplina sea el elemento integrador, desde la formación. Es necesario recuperar los genuinos significados del término profesión81 que se refieren al sentido de pertenencia a una comunidad. En nuestro caso la profesión puede tomar cuerpo en torno a una disciplina, principal fuente de integración. Y la formación disciplinar es tarea de la primera formación en la Universidad. Sin embargo en el plano de la formación hay que saber incluir también nuevos saberes especializados y competencias utilizables en las prácticas profesionales. La distancia entre Universidad y mercado de trabajo es imprescindible acortarla. 78 REMY J. « Les dilemmes du sociologue: vocation o metier? »; Revue de l’Institud de Sociologie, ULB, 1980, p. 21-28 79 CHENAL, O. GUERRITSEN, D. SAINSAULIEU, R., y otros: « L’exercise professionnel de la sociologie », CNRS-IRESCO, Paris, 1987 80 La Revista Sociologie et Sociétés, de Quebec, dedicò en 1988 un número a este tema. Jean Renaud en su presentaciòn titula el problema como « la sociología invisible o la sociología fuera de la Universidad ». Estos sociólogos forman el principal grupo de miembros de la Asociación canadiense de sociólogos y antropólogos de lengua francesa (Acslf), indica este autor. 81 DUBAR, C et TRIPIER, P: « Sociologie des professions » ; Armand Colin , 1998 86 Así se ha asumido en algunos planes de estudio donde directamente se aborda la sociología desde una perspectiva orientada al campo profesional.82 Continuando con nuestra búsqueda nos introduciremos en algunas propuestas actuales de la sociología profesional, desde un marco común que algunos llaman « sociología de la intervención ». 5.2.5.- Nuevas dimensiones del oficio de sociólogo: las sociologías que intervienen A estas alturas de nuestra reflexión provocada por las lecturas sobre la intervención de lo social no estamos intentando hacer sociología de la sociología que realiza intervención, sino algo más sencillo. Se trata simplemente de caracterizar este modo de hacer sociología y encontrar fundamentos epistemológicos, teóricos y metodológicos que puedan legitimarlo. Para precisar, desde el sentido etimológico del término « intervenir » encontramos la idea de « venir entre » o « ponerse entre ». Se puede decir que sociología de la intervención es un modo de hacer sociología que consiste en introducirse en una situación entre los actores que la componen. Ello implica realizar junto a los actores en una situación determinada una misión querida por ellos y por lo cual solicitan la ayuda. Los actores llaman a profesionales en los que confían (sociólogos incluidos) para que les aporten su saber y su saber hacer. Así pues, en tanto sociólogo el profesional utiliza los útiles propios de la disciplina83. Esta sociología, desarrollada desde los años sesenta por grandes sociólogos como Touraine, Crozier, Friedberg, y otros, ha ido incrementando su legitimidad y su cobertura. A través de la propuesta metodológica denominada “intervención sociológica” A. Touraine84 investigó los movimientos sociales en tanto portadores del sujeto. Dice el autor que “lo importante en este caso no es la técnica que se emplea sino saber qué problema se quiere resolver”. La originalidad de su propuesta es que el sociólogo contribuya a poner de manifiesto al grupo, puesto que no pertenece a él, lo que considera como el nivel más elevado posible de su acción. “Esta interpretación, que viene de fuera, se muestra verdadera o falsa dependiendo de si anima o no las conductas y los análisis efectivos del actor. El método consiste en introducir, en un momento absolutamente decisivo de la investigación, la hipótesis “fuerte” propuesta. Así pues la idea es centrarse en los actores mismos, pasar por el momento decisivo en el que el grupo es guiado por la hipótesis del investigador y después observar los efectos de la hipótesis en el grupo”85. En un contexto más actual el desafío está en facilitar el paso de « no actor » a « actor » o de la exclusión a la inclusión. 82 Bajo la dirección de M. Hirschorn, en la Universidad de Toulouse se inició en 1980 una « Maestría en Ciencias y técnicas de sociología aplicada » 83 Cfr: DUBOST, J. : » La psicosociologie de l’intervention »; PUF, Paris, 1987 84 TOURAINE, A. : « La voix et le regard »; Le Seuil, Paris, 1978; 85 A. TOURAINE Y F.KHOSROKHAVAR: (Op. Cit. pag. 238 87 Lo que F. Dubet plantea en «la sociologie de l’experience » es también una manera actual de mostrar una nueva manifestación del rol del sociólogo: facilitar las condiciones de producción de un « saber semejante » en el que los actores se reconocen y en cuya producción ellos han colaborado. Crozier y Friedberg son los fundadores de la sociología de las organizaciones en Francia 86. Junto a su propuesta teórica para el diagnóstico de la organización como construcción colectiva y sistema de acción de los actores y sus estrategias, estos autores muestran una larga trayectoria de procesos de intervención, con amplios fundamentos teóricos. En esos mismos años Lourau, Lapassade y Ardoino, inspirados en el psicoanálisis y bajo el concepto de análisis institucional, también estudiaron e intervinieron en la vida y procesos organizacionales. La trayectoria de estos autores y sus experiencias es ampliamente reconocida. En ellas el rol del sociólogo es claramente de intervención: de organizaciones y grupos, pasando por empresas, reparticiones de la administración pública, hospitales y colegios, hasta los barrios, sus instituciones y proyectos. El éxito de la demanda de servicios profesionales a los sociólogos ha sido notoria durante los últimos cuarenta años en los países desarrollados. Pero junto a este desarrollo han ido también apareciendo dudas, objeciones y reparos como los siguientes: - Desde la sociología crítica y académica se cuestiona el rol de « consejeros de los príncipes », al servicio de los que tienen el poder y el dinero. Se cuestiona que no es verdadera sociología, sino más bien una forma de ingeniería social - Que la propuesta teórica y metodológica de Touraine muy centrada en los movimientos sociales no tiene suficiente credibilidad - Que el análisis estratégico, por estar demasiado centrado en variables internas de las organizaciones, sin valorar el contexto cambiante, ha perdido pertinencia para los análisis organizacionales de hoy Estos planteamientos, aunque puedan provenir de connotados sociólogos, molestos con la autonomía que han logrado estas prácticas profesionales, e incómodos con la presión de hacer sociología en terreno, exigen a la sociología que interviene, una respuesta fundamentada y actualizada de sus fundamentos epistemológicos, teóricos y metodológicos. Vayan algunas consideraciones al respecto. El ejercicio profesional del sociólogo, la sociología profesional que interviene, la sociología de la intervención, u otras expresiones que se puedan utilizar para conceptuar las actualizaciones y los nuevos rostros del oficio de sociólogo, son formas genuinas de hacer sociología en la práctica. Ya hemos insistido en que no existe la sociología sin su utilización en el ejercicio profesional de intervención social. El proyecto de la sociología siempre incluyó una dimensión de intervención. Algunos padres fundadores de nuestra disciplina, preocupados de garantizar la cientificidad, presionados por la objetividad y la neutralidad axiológica, fueron haciendo olvidar la dimensión de 86 CROZIER M. Y FRIEDBERG E.: « l’Acteur et le sistème », Le Seuil, Paris, 1978 88 intervención. Así pues todas las sociologías y todos los sociólogos estamos implicados. Todos los discursos sociológicos serían susceptibles de ser llevados a la práctica a través de diferentes formas de intervención. Comte y Marx, además de comprometidos serían teóricos del compromiso. Para Comte, el Sistema de filosofía positiva era un proyecto de intervención sobre la sociedad. Marx intentó movilizar a los proletarios a través de una teoría científica para la instauración de un socialismo también científico. Pero también Montesquieu y Toqueville analizaron, enjuiciaron y evaluaron la sociedad de su tiempo. 87 Sin embargo, esta línea inicial se diluyó con Durkheim y con Weber. Durkheim mostró a menudo su preocupación por qué sus discípulos no se involucraran en las controversias del momento. 88 Weber reivindicó la neutralidad axiológica estableciendo la diferencia entre el rol del sabio y el del político. 89 Plantear que hacer sociología es intervenir implica entender que nuestra disciplina es hermenéutica, en un sentido doble: interpretación y acción sobre lo interpretado. Retomando a Dilthey, Paul Ricoeur por una parte y Guiddens por otra, se puede comprender esta connotación.90 Pero decir que toda sociología tiene un carácter de intervención plantea algunos problemas. Si toda sociología es intervención, lo que se está llamando sociología de la intervención no tiene especificidad. La sociología es una interpretación relativa a los compromisos de los que la practican. La referencia a la ciencia se hace difícil si los profesionales actúan siempre de acuerdo a sus valores morales o políticos. Este impasse obliga a determinar la especificidad de una sociología profesional que interviene. La sociología que incorpora como parte de su identidad disciplinar y profesional la intervención es además pragmática y humanista. Para realmente hacer sociología, el sociólogo debe explicitar, al menos ante sí mismo, sus compromisos y los efectos que ellos pueden tener en sus prácticas profesionales. En este sentido, como sociología práctica, pueden encontrarse fundamentos epistemológicos en el pragmatismo. Desde Dewey91 a Rorty las ideas y la verdad, son herramientas que sirven para consolidar la vida democrática. Es verdadero lo que es útil y la filosofía ayuda a crear un futuro mejor, en tanto es un instrumento del cambio, más que del statu-quo. El pragmatismo lo lleva al campo de la investigación. El fin de la investigación es la utilidad. Rorty es un demócrata y un humanista cuyo interés es construir un mundo humano bajo el respeto de los derechos inalienables de las personas y hacer posible la convivencia (blancos y negros, cristianos y musulmanes, etc.)92 Situada sobre una base pragmática, la sociología profesional que interviene en los procesos y en los actores sociales se sitúa al margen de la epistemología 87 Aron « las etapas del pensamiento sociológico » Cfr. Fournier (1996) 89 WEBER, M. « El científico y el político », Alianza, Madrid, 1977 90 RICOEUR, P.: « Du texte à l’action. Essai d’herméneutique II », Le Seuil, Paris, 1986; GIDDENS, A.: « Las consecuencias de la modernidad »; 91 G. H. MEAD, precursor de la corriente interaccionista de la 2a. Escuela de Chicago tuvo una gran influencia de este autor. 92 RORTY R.: « Les consequences du pragmatisme »; Le Seuil, Paris, 1993 88 89 clásica. Al sociólogo profesional le puede preocupar más resolver un problema que responder a cánones o contornos disciplinares, o incluso más que aportar al conocimiento. Recordemos que A. Touraine insistía que los mejores problemas de investigación provienen de las grandes indignaciones. Aquello que preocupa incita a solucionarse pasando por la producción de conocimiento. Así pues, nos encontramos con una sociología pragmática y humanista que bien puede situarse en el campo de la corriente en que se sitúan las sociologías clínicas 93. Una de las formas de sociología con propuesta de intervención, más actuales es la “sociología clínica”. En el verano de 1990 cuando en el Congreso de Sociología en Madrid se consolidaba este espacio “tout á fait original”94, Vincent de Gaulejac, uno de sus principales representantes explicaba que bajo este término se pretendían reunir investigadores que compartieran el interés por la articulación entre la teoría y la práctica, el rechazo a todos los dogmatismos epistemológicos, sensibilidad por la palabra de la gente y el dolor social, las interrogantes sobre las implicaciones del investigador en la sociedad y en relación a su objeto, el rechazo a las estrecheces y cerrazones disciplinares, y una coherencia entre exigencias teóricas, metodológicas y prácticas existenciales. Para algunos95, esta sociología se inscribe en una corriente que ha existido siempre y que tiene su raíz histórica en los trabajos de Tarde (la psicología social) y de Durkheim (los vínculos entre psiquismo individual y psiquismo colectivo). También sitúa sus bases en M. Mauss, quien considera que los fenómenos sociales no pueden ser aprehendidos « totalmente » a menos que uno se integre en la manera como los individuos los viven, se los representan, los integran y los realizan. La subjetividad es un elemento indisociable de lo que se llama « la realidad ». Alain Touraine, P. Bourdieu y otros sociólogos ya lo están comprendiendo así96. La sociología clínica tiene por objeto desenredar los nudos complejos entre determinismos sociales y síquicos en las conductas de los individuos y grupos, así como en las representaciones que construyen de sus conductas. Inscrita en el corazón de las tensiones entre objetividad y subjetividad, entre estructura y acción, entre individuo producto sociohistórico e individuo creador de historia, entre la reproducción y el cambio, entre las dinámicas inconscientes y las dinámicas sociales97. Desde una perspectiva clínica la intervención es considerada como una relación de ayuda. Al respecto tres ideas pueden vincularse al problema de la intervención: la crisis, el sentido y la organización. En el contexto de cambios permanentes, la crisis es un estado normal de cualquier sociedad moderna, sus personas y organizaciones. Es normal a 93 VINCENT DE GAULEJAC (Sous la direction) : « Sociologies cliniques »; Hommes et perspectives ; Paris, 1993 94 Totalmente original y sorprendente en los espacios legítimos de nuestra disciplina. 95 En particular ENRIQUEZ, E.: « L’approche clinique: genèse et développement en France et en Europe de l’Ouest », in V. DE GAULEJAC, (Op. cit) 96 Cfr. TOURAINE A.: « Crítica de la modernidad »; F.C.E., México, 1993; y BOURDIEU, P.: « La misère du monde »; Le Seuil, Paris, 1993 97 V. DE GAULEJAC, (Op. cit. Pág. 14) 90 condición que no se borren los mecanismos de producción de sentido, tanto en el plano macro como micro social. Sin ellos, la gente, la sociedad, las organizaciones y sus miembros son condenados a andar errantes, perdidos, sin objetivos, incluso a desaparecer por falta de creatividad y de vida. A diferencia de las sociedades tradicionales, en las sociedades modernas y democráticas, organizarse, cooperar y crear colectivamente es, sobre todo rechazar la idea de un « dueño y señor del sentido » que dicta los principios y las leyes. A nivel microsocial, cuando la gente se organiza, coopera y crea colectivamente no necesita ni acepta que le impongan un sentido. Ellos lo construyen 98. Con el auge del neoliberalismo y la redefinición del rol del Estado, lo social, entendido como solidaridad, como vínculo, está amenazado. Se hace necesario un proceso de búsqueda de nuevas formas de solidaridad social y de convivencia. (« ¿Podremos vivir juntos? se pregunta Touraine). Podríamos tipificarlo como crisis del sentido de lo social, crisis de las relaciones sociales. Desde este planteamiento nos parece que la pertinencia de la contribución de las sociologías clínicas son importantes. Las ciencias sociales tienen como objeto de estudio lo social, los hechos sociales su objetivo: comprenderlos, explicarlos, con los actores (esta es su dimensión disciplinar). Pero también lo social, desde una perspectiva profesional, de intervención y clínica es objeto de trabajo. El profesional de lo social trabaja sobre lo social. Su objeto de trabajo es lo social, No se trata de entregar un sentido de lo social (ideológico), sino más bien construirlo con los actores. La construcción de lo social, su reconstrucción, su sentido, su fortalecimiento, la construcción de nuevas formas de solidaridad social, de organización, de acción colectiva, de participación. Cuidar, sanar, reconstruir las relaciones sociales, las acciones colectivas son alternativas concretas por donde nos parece que puede orientarse también el aporte de estas sociologías. 98 LEVY A. : « Sciences cliniques et organisation sociale »; PUF, Paris, 1997 91 6.- TRES GENERACIONES DE SOCIÓLOGOS: tres contextos, tres experiencias, tres discursos sobre el oficio de sociólogo 6.1.- Una exploración sociológica Los métodos y técnicas cuantitativos y cualitativos hoy se encuentran en un proceso de convergencia y de reconocimiento mutuo. Es nuestra voluntad dar un paso más y contribuir así desde este proceso investigativo en la superación de dogmatismos paradigmáticos que las hacen incompatibles. En términos generales nuestra búsqueda constituye una propuesta de investigación-acción. Es una investigación sobre las prácticas profesionales, en el terreno donde se realizan, y con la finalidad de transformar no sólo las prácticas profesionales sino la formación de los futuros profesionales de las ciencias sociales. Es decir, es una investigación de la acción, en la acción y para la acción. Reconociendo los aportes y limitaciones que cualquiera de los métodos y técnicas que ofrece hoy el espectro de las ciencias sociales, consideramos necesario optar por una opción de complementariedad. El objeto de análisis son las experiencias de las prácticas profesionales de los sociólogos, como expresiones de las transformaciones que experimenta la sociedad toda en sus diferentes niveles y relaciones sociales que la componen. Sobre el plano heurístico, el proceso de análisis que se sigue consiste en vincular las experiencias identitarias vividas por los sujetos en el contexto de las relaciones sociales en las que desempeñan sus roles profesionales. Es así como el análisis de las identidades profesionales y en particular las experiencias identitarias ligadas al ejercicio de estos roles permitirá « remontar » a las relaciones sociales propias del campo en el que se trabaja. El análisis de las experiencias identitarias en el ejercicio profesional, incluidas sus tensiones, permitirá comprender las transformaciones y las mutaciones de los roles profesionales, de su comprensión, de sus identidades y sus competencias. Los grupos focales o de discusión99, desde Merton constituyen una forma de entrevista grupal, a partir de un grupo construido (« simulado »), con un objetivo de recolección de información que es pragmática y extra grupo (no es terapéutica). El grupo es un espacio construido para captar, en nuestro caso, las formaciones experienciales de sus integrantes, las representaciones de su realidad profesional, sus ideas y valores. La información recogida suele tener un carácter exploratorio. Es también nuestro caso. La posibilidad de una confrontación o « verificación » de la información recogida en estos grupos a través de la aplicación en una etapa posterior, de un cuestionario a una muestra representativa de profesionales nos permitirá otorgar mayor validez a nuestro trabajo. 99 Ibañez, J.: « Mas allá de la sociología: El grupo de discusión: técnica y crítica »; Siglo XXI, Madrid, 1979 92 Se trata de una técnica que pertenece a la familia de las entrevistas grupales y que encierra una notable diversidad técnica. A pesar de las diferencias, los manuales se refieren a: “los grupos de discusión” (Ibañez, 1979 y Krueger, 1991); “grupos focalizados” (Morgan, 1988); “Entrevista de grupo focalizada” (Stewart &Shamdasani, 1990). La investigación básica, la evaluación de programas, la investigación orientada al cambio y la investigación de políticas (policy research) son nuevos campos de utilización de los Grupos de discusión. Morgan (1993b) indica que los de mayor interés están siendo los que tienen como objetivo producir cambios, incluyendo el marketing social, la investigación-acción y la investigación participativa. Sobre el uso autosuficiente o el uso combinado, hay que decir que son los propósitos prioritarios de cada investigador, de acuerdo con los objetivos de los estudios concretos, los que marcan el tipo de uso combinado. Los grupos focales autocontenidos pueden formar parte también de programas de investigación más amplios señala Morgan (1988:25). Los usos autosuficientes en pequeña escala (una etapa) se convierten en usos combinados en la gran escala (el conjunto de las etapas). Se trabajó con tres grupos de discusión sobre la base del siguiente esquema de ejes temáticos: - La experiencia que tienen los propios profesionales del proceso de transformación del contexto sociopolítico y cultural en el mundo y Chile en las últimas décadas y de su impacto en el campo de actividad profesional propio y de su disciplina - Experiencia de los procesos de transformación de la identidad profesional : de las finalidades que otorgan sentido cultural a su ejercicio profesional, de los saberes y competencias propias, de las retribuciones que confieren un estatus social a los que ejercen estas competencias, de la capacidad de imponer a otros las normas de su rol, es decir, una autoridad En este sentido nos interesa saber cómo comprenden y explican estas transformaciones y detectar las tensiones y/o contradicciones que experimentan. 3.- Desafíos que le presentan las nuevas problemáticas sociales a los profesionales en términos de: recomposición de sus identidades, de sus prácticas, de las nuevas posibilidades que se perfilan y las nuevas competencias que se requieren a futuro, así como de las nuevas competencias, criterios y prioridades para de la formación. Definidos los ejes de búsqueda de la investigación el equipo se abocó a precisar los criterios de constitución de los grupos de discusión, según los criterios de cobertura de los tipos de profesionales sobre lo que interesa obtener información. Dos criterios se consideraron fundamentales: 93 - El logro en la cobertura de las diferencias generacionales, para lo cual se consultó a tres generaciones: profesionales egresados hasta el año 1973; profesionales egresados después de 1973 hasta 1990; profesionales egresados desde 1990 a la fecha. Estas diferencias permitieron distinguir las particularidades de percepción de los grandes cambios contextuales y de las diferencias de experiencias del impacto. - La representatividad (posible y relativa) de la diversidad de los campos profesionales. Al respecto se consideró la conveniencia de distinguir el campo académico, del campo profesional. Y al interior del campo profesional, el sector público y el sector privado. Ambos criterios debían respetar la distinción y representatividad de los sexos. Una vez realizados los grupos focales, se procedió a la fase de codificación e interpretación de la información, cuyos resultados se presentan a continuación. A continuación intentamos rescatar las hablas existentes y describir su discurso bajo la estructura de tres temáticas fundamentales: los cambios de la sociología, la identidad del sociólogo y las nuevas competencias y desafíos que el sociólogo requiere para desempeñarse en la actualidad. Logramos desentrañar de los propios discursos una estructura que se complementó con la propuesta de ejes de discusión. 6.2.- Grandes cambios en la sociología 1. Sociología como disciplina La sociología ha experimentado cambios que son definidos diferenciadamente por cada grupo a raíz de las distintas vivencias que cada generación tiene, en este sentido juega un factor crucial el elemento histórico, ya que cada uno manifiesta su percepción de los cambios de acuerdo a la época y situaciones históricas concretas que les ha correspondido vivir. Así en el caso del primer grupo de discusión la dictadura militar corresponde al gran hito histórico que marcó profundamente a la sociología y al quehacer sociológico. Este hito es también perceptible por el grupo de los ochenta, sin embargo se pierde en la discusión de los jóvenes, quienes apuntan más a cambios en términos de la profesión y el mercado y no a la sociología como disciplina o ciencia. Los cambios más notorios dicen relación con el paso de una sociología épica a una sociología que hemos llamado instrumental, cuyo énfasis recae en la preocupación profesionalizante y de inserción al mercado laboral. Sociología Épica: La sociología era concebida como una disciplina con un fuerte carácter épico, inserta en un movimiento de cambio social, con un dogmatismo y compromiso político muy arraigado, que les hacía percibirse a sí mismos como hacedores de historia y promotores del cambio. 94 "Yo marco como gran hito histórico los años ‘70, como de una sociología épica que estaba inserta en un movimiento social histórico que nos hacía sentirnos a los sociólogos como la sal de esta tierra." "Entonces yo tengo la experiencia de ese sociólogo épico, epopéyico ...que es más critica, llena de idealismo, de lucha por el cambio social". Sociología instrumental: La sociología que hoy se desarrolla ha perdido los ejes fundamentales que antes la constituían, elementos como el idealismo, el compromiso y el activismo, la visión de la sociología como ciencia y del sociólogo como intelectual, precursor del pensamiento social, pasa a convertirse en una profesión, cuya formación se va orientando cada vez más hacia el mercado de trabajo, y donde los sociólogos se ven así mismos cada vez más profesionales y menos intelectuales: "Igual percibo que hay una ruptura que tienen que ver con los cambios, también son situaciones muy distintas eso que se señaló acá, esta crisis de los metarrelatos del ideal ilustrado responde a los tiempos que nos tocó vivir a nosotros, de ahí para adelante no sé si les pediría consecuencia política, consecuencia ética no, o sea es un profesional y los chiquillos esperan por la profesión, estudiarla bien, aprenderla bien y ya, o sea, y eso se traduce que las expectativas laborales también cambian". 2. Profesionalización de la sociología El tema de la profesionalización de la sociología aparece como uno de los puntos centrales en el desarrollo de la disciplina, ya que nos demuestra un cambio significativo respecto de lo que fue la sociología en sus orígenes y lo que es hoy en día, tanto en la formación universitaria como en el desempeño laboral de los sociólogos. Para los sociólogos de la generación de los ‘70, la profesionalización no era parte de la sociología, más bien era vista con bastante desprecio, siendo la sociología una especie de quimera profesional más que una profesión estrechamente vinculada al mercado ocupacional como lo es hoy en día. "Cuando yo me formé como sociólogo, hablar de profesionalización no tenía sentido, ninguno de nosotros pasaba a ser profesional, entendido como el que va a producir un servicio que le va a permitir insertarse en el mercado laboral, de venta y compra de servicios (….)la parte 95 profesional era como prostituirse, no sé, una cosa ordinaria, se rebajaba tu dignidad de sociólogo." Luego con la imposición del régimen militar la sociología sufrió un giro crucial, es el paso de estar en vías de consolidación a la casi extinción y por ende la lucha por la sobrevivencia de la sociología en Chile. Aquí los sociólogos que quedaron en el país fueron rezagados a ocupar mudos nichos en alguna Universidad, ONG o Fundaciones, en tanto que otros tuvieron que flexibilizarse y abrirse paso en el mercado de trabajo, a fin de subsistir. "A nuestra generación le pasó esto de que teníamos que hacernos profesionales debido al golpe de estado, el que no, mantuvo su nicho en alguna universidad, o alguna ONG, pero sólo sobrevivía, los que no dejaron de ser sociólogos tuvieron que sobrevivir, producir algún servicio que le permitiera que alguien le dijera venga para acá, es decir yo soy su demanda por su servicio". Por estos días la profesionalización de la sociología está casi consolidada, es fácil distinguir este aspecto ya que en la conversación aparece reiteradamente la denominación de profesión al hablar de la sociología. Tanto para los sociólogos de los ‘80 como los de los ‘90, el ser profesional es una actitud natural. “Yo creo que el sociólogo en el campo que se desenvuelva, es un profesional que tiene una gran capacidad de hacer aportes, pero concretos, la sociología no es filosofía, y desde ese punto de vista yo creo que de alguna manera, efectivamente, ha habido cambios importantes en los últimos 20 años y esos cambios tienen que ver justamente con esta profesionalización que no siempre la sociología ha tenido, pasa un poco por esta diversidad de oficios, pero que a mi juicio tiene una cierta unidad" 3.- Campo laboral: El campo laboral ha variado desde los orígenes de la sociología hasta hoy. Para los sociólogos de ayer la sociología se desarrollaba en un espacio principalmente, que era, el espacio público o el Estado. Y en segundo lugar a la Academia, muchos fueron formados para practicar la docencia, pero en general la práctica de la sociología no era percibida como una inclusión directa al mercado del trabajo, en términos de ofrecer un servicio que deba tener una demanda específica. "Antes del golpe militar la sociología tenía un tremendo espacio en el Estado, era el principal cliente de los profesionales que egresaban de la disciplina, ese campo se cierra violentamente en la medida en que los sociólogos pasamos a ser estereotipados o estigmatizados en torno a la vinculación sociología y política" 96 Como ya habíamos dicho, a raíz del golpe de Estado fue necesario que los sociólogos buscaran nuevas formas de subsistir, ahora sin contar con su principal campo de trabajo. "Yo diría que hasta los ’90 los sociólogos sobrevivimos en Chile, y sobrevivimos en espacios bastante reducidos, unos en las ONG’s y algunas Universidades, algunos Centros, Fundaciones, con una actividad privada mínima." Debido a este esfuerzo y el fin de la Dictadura, la sociología se abre paso ampliando su radio desde los espacios públicos hacia la actividad privada. En relación al espacio público resienten la poca claridad de los procesos de inserción, en tanto les parece que trabajar en el espacio privado, principalmente compuesto por empresas de estudios de mercado, es más transparente el acceso y las normas están más claras. Espacio Público: "Yo no sé, yo también vengo un poco desilusionado del sector público, debo confesar, el sector público es un mercado laboral sumamente poco transparente, es un mercado que uno no accede fácilmente, si es que uno está en cuñas políticas" Espacio Privado: " Yo estoy básicamente en el sector privado haciendo estudios de mercado y sin culpa por lo demás, porque es más fácil acceder al sector privado que al sector público y eso yo creo que hace más transparente el mercado laboral del sector público" 4.- Cambios en las herramientas Los cambios también se identifican en las herramientas que utilizan los sociólogos hoy en día. 4.1 Público/Privado: Word/Power-Point Por medio de este gran cambio, vinculado a la profesionalización del sociólogo, se derivan otros fenómenos. Para sobrevivir el sociólogo se ve obligado a vender sus servicios, esto se da fundamentalmente en dos espacios: el público y el privado, existen percepciones de estos dos espacios. La discusión se deriva respecto de si el sociólogo es agente de cambio o no, y se descubre que actualmente al sociólogo le gustaría serlo pero en los campos laborales en que se desarrollan, en que habitualmente están ligados a Departamento de Estudios, descubren que no tienen ingerencias en la toma de decisiones y que generalmente que los estudios que realizan terminan siendo guardados en un cajón sin que los tomen en cuenta, si esto se diera en forma contraria el sociólogo seguiría siendo un agente de cambio social, pero actualmente que el sociólogo lo sea depende de la institución y del tomador de decisiones. 97 A partir de esta constatación es que se da la discusión en torno a los espacios laborales en que se desarrolla el sociólogo. No hay claridad al respecto ya que el discurso que emana depende directamente de las vivencias que ha tenido el sujeto en estos espacios, existen defensas, críticas y prejuicios. Estos espacios de trabajo en los que se desenvuelve el sociólogo en la actualidad son muy diversos e incluso cada uno de ellos marca pautas de conductas distintas e imprimen su propio sello según los fines que persigue cada uno. Es así como en el discurso aparece la idea simbólica que relaciona cada espacio con un tipo de presentación de ideas y de entregar resultados, que de alguna forma se da la relación actual entre lo viejo y lo nuevo. La presentación de un texto al estilo “word” es de la vieja usanza, en que los sociólogos muestran su trabajo a través de un discurso que consta de introducción, desarrollo y conclusiones, un discurso legible y con palabras llenas de términos sociológicos y que por lo tanto están sustentados por un sólido marco teórico, forma que se usa en el espacio público. Por lo tanto, el espacio público está relacionado simbólicamente el uso del programa computacional “word”. Por otro lado en el espacio privado y fundamentalmente en es sector de la investigación de mercado, el cliente necesita ideas sintéticas y mensajes cortos y directos, se necesita acortar el tiempo de preparación y de lectura, por lo tanto el sociólogo para mostrar su trabajo utiliza presentaciones con una fuerte propuesta visual que busca impactar al cliente y que todo se de en forma rápida. Para esto el sector privado usa el “power point”, con presentaciones de 2 0 3 páginas y con propuestas concretas y cortas. Así se relaciona el trabajo en espacio privado con el “power point”. Este es un cambio fundamental en el tema de las herramientas que usa el sociólogo para presentar su trabajo como se da en todo el discurso en general; lo nuevo se mezcla con lo antiguo, y se discute en torno a la validez de cada una de las herramientas. "Yo creo que hay una diferencia bastante sustancial entre la orientación profesional del sociólogo. Ahora son dos organizaciones bien distintas: en el sector público tiene la cultura de word, objetivos ,metodología, conclusiones así un informe no era menos de 40 o 50 páginas si es que no se agrandaba mucho más con los anexos" "Yo rescato los informes más clásicos" "Y en el sector privado yo no ocupo prácticamente word, ocupo power point....yo me liberé un poco de la lógica del texto y estoy trabajando mucho más con la lógica de lo audiovisual para tirar mensajes y tratar de persuadir por estrategias" 4.2. Metodología/Teoría 98 Este cambio de herramientas también se da en el énfasis que hoy requiere el sociólogo en el tema de herramientas metodológicas, en la actualidad y debido a su profesionalización y a la necesidad de requerimientos del mercado el sociólogo necesita de altos conocimientos en el área de las metodologías sobre todo cuantitativistas, es decir, conocimientos en estadística y técnicas de recolección de datos. Desde este punto de vista este énfasis es también un cambio provocado por la profesionalización del sociólogo. "La formación de metodología que en general es superior a cualquier otra disciplina o sea cualquier otro profesional" "Si bien es cierto la formación que uno tiene en la parte intelectual y teórica me permite estar un poquito más firme en la actividad" 5.- Formación v/s requerimientos del mercado Otra discusión que está pendiente en el tema de esta creciente profesionalización del sociólogo es cómo las Escuelas que forman sociólogos toman en cuenta esto. Actualmente las escuelas de sociología preparan sociólogos sin tener muy claro su rol profesional. Si bien el mercado actualmente demanda al sociólogo como un profesional más, este también necesita cumplir con requerimientos que el mercado le exige, y si esta formación no ayuda a afrontar el mundo laboral, sólo contribuye a agudizar la tensión que existe actualmente en el rol y la identidad del sociólogo. No hay sin embargo una opinión coincidente al respecto. "Cuando empecé a trabajar tuve la impresión de estar un poco en pelotas frente al mundo laboral ya que no tenía las herramientas no tenía los modelos apropiados como para poder cumplir los requerimientos del trabajo" "Yo diría que he podido aplicar todo lo que he aprendido en la Universida 6.3.- Identidad 1.- Identidad del sociólogo de ayer El conjunto de información que se presenta a continuación proviene del Primer Grupo de Discusión, por lo tanto, se trata de sociólogos que egresaron antes del Golpe de Estado de 1973 en Chile, ellos son los únicos que tienen una visión global sobre los cambios que ha sufrido la identidad del sociólogo en los últimos años. Como es de esperar los otros dos grupos no entregan esta visión del pasado sino solo la del presente que les ha tocado vivir. A grandes rasgos este ítem coincide con lo que más tarde se llama imaginarios sobre el sociólogo. La identidad del sociólogo de ayer coincide con la imagen del sociólogo que tiene 99 el común de la gente. Es la imagen de un sociólogo comprometido con el cambio social, un sociólogo intelectual que veía como una ofensa dedicarse profesionalmente a ejercer como sociólogo, un sociólogo comprometido con ideologías políticas y se creían la vanguardia del cambio social. Eso eran y así actuaban. Sentido Profético: La imagen del sociólogo es la de quien devela los grandes problemas societales, como quien muestra y explica los problemas de la sociedad en su globalidad, como sujeto consciente y crítico. “Por un lado está la declaración de intenciones en que el sociólogo puede ser una especie de conciencia crítica de la sociedad, parece posible, uno ve que quién le explica a uno los grandes problemas sociales” Compromiso Social y Político “El Instituto de Sociología trajo gente de Francia, Argentina, México, Guatemala, se nos dio otra perspectiva que se inscribe en esta posición mencionada como juventud más de compromiso y de lucha, encontrándose parte importante de los muchachos que después integraron el movimiento de izquierda revolucionaria del mundo” “A nosotros se nos inculcaba que había un solo mercado para el sociólogo y era el mercado político en que te insertabas con la convicción de tus ideas. De ahí el carácter épico, el compromiso, la fuerza, el sectarismo, tú te percibías a ti mismo como una especie de apóstol, de ir y sembrar la buena nueva y transformar el mundo” Las ideas aquí recogidas no se repiten en ninguna otra parte del discurso, solamente la encontraremos como remembranzas o imaginarios; en tanto para la generación de los ‘70 se presenta como acción, es decir, coincide o se acercan más las ideas entre lo proyectado y lo vivido en cuanto a identidad y roles profesionales se refiere. Ciertamente esto tiene que ver con el contexto histórico en que éste se desarrollaba que obviamente no se ha vuelto a repetir en la historia. Se trata de la imagen del sociólogo como transformador del mundo. Sin embargo, en las otras generaciones este rol es cuestionado y se discute la idea del sociólogo como agente del cambio social, en ese tiempo esto era indiscutible y eso se percibe como una de los grandes cambios que en materia de identidad se percibe. Quimera Profesional: La autoestima elevada es una de las constantes en la identidad del sociólogo. En las distintas generaciones se deja ver esta idea. Sobre todo en comparación con otras profesiones de las ciencias sociales los hace sentir superiores, imprimiendo un sello de autoridad en el trabajo, en los juicios sobre la realidad y sobre el futuro. 100 "Lo otro que había era que la misma sociología constituía una suerte de quimera profesional algo así como un logro, encima de otras carreras comparativamente” Antiprofesionalismo "Cuando yo me formé como sociólogo, hablar de profesionalización no tenía sentido, ninguno de nosotros pasaba a ser profesional, entendido como el que va a producir un servicio que le va a permitir insertarse en el mercado laboral, la parte profesional era como prostituirse, una cosa ordinaria, se rebajaba tu dignidad de sociólogo" Aquí se constituye la gran diferencia discursiva en relación a los tiempos y a la historia, el sociólogo como profesión no existía hace 40 o 30 años. Su rol de generador de los grandes cambios sociales no eran compatibles con la idea de ganarse la vida en calidad de profesional. Eso constituía una ofensa. Era venderse al mercado y renunciar a los ideales de lucha. Los años van cambiando esta concepción de hacer sociología hasta el punto que las nuevas generaciones no tienen ningún sentimiento de culpa en trabajar para empresas privadas, lo que sí queda en la duda es saber si efectivamente es posible ejercer laboralmente y mantener los ideales activos. Intelectualidad: Durante este periodo como hemos podido observar no se produce la tensión actual entre lo académico y lo profesional, porque no existía el rol profesional del sociólogo, de este modo el sociólogo se constituía en un intelectual que poseía un status definido, hoy este rol de intelectual es fuertemente cuestionado por esta tensión que apareció en los últimos años de la existencia y práctica de dos "tipos" de sociólogos, el académico propiamente tal y el profesional. Tensión que no es resuelta. "Nosotros mismos nos llamábamos los precursores del pensamiento social en Chile y el status viene a aparecer después como un aspecto histórico" 2.- Identidad del sociólogo de hoy Ya hemos podido observar que se han generado fuertes cambios en la identidad del sociólogo. En la actualidad la identidad del sociólogo no tiene un cuerpo definido. Esta idea está en discusión mezclándose en ellas viejas identidades con las que están apareciendo actualmente. Se produce una hibridación entre lo nuevo y lo "antiguo". En este tema los aportes provienen de todos los grupos de discusión, en ella se desarrollan varias posturas que van desde una deslegitimación identitaria a una fuerte defensa de ella. Si bien puede parecer repetitivo, es preciso señalar en este punto que los sujetos hablantes vienen de los más diversos espacios profesionales que de alguna forma garantizan la representatividad sectorial laboral lo que enriquece el discurso que se da a continuación. 101 2.1.- Deslegitimación Identitaria: "La sociología no existe". Si bien en el discurso esta idea no se dio con demasiada fuerza, sí fue nombrada y discutida. Por eso es interesante tomarla en cuenta. Es el discurso de sociólogos de los años ‘80. Da la idea que no existe una identidad en sociología porque la profesión como tal, no existe en forma definida. En este punto no es cuestionada la existencia de la disciplina sociológica. Sí es cuestionada la existencia de una matriz común en sociología. Esta idea ha sido definida como una deslegitimación identitaria y creemos que está en un contexto postmoderno de crisis de los metarrelatos. Esta postura responde a un momento histórico actual. Las primeras generaciones no se hubieran atrevido a afirmar la inexistencia de la sociología como tal. "La sociología en realidad no existe” "Yo creo que la gente que estudia sociología no tiene una matriz común" "Yo no creo que haya una especie de perfil social del sociólogo" 2.2.- Intelectual v/s Profesional "En el tema identitario lo que yo si tengo claro es que desde que estoy ejerciendo en el mundo laboral es que ya no me siento más un intelectual. Yo me sentía intelectual, yo me sentía muy vinculado al tema de los libros, al tema de la discusión en torno a las cosas globales, me sentía muy intelectual, sobretodo frente a la gente que estudiaba otras cosas, que no eran intelectuales, salvo los filósofos y los antropólogos" "Compartiendo lo que dices voy a hacer como abogado del diablo, si hablamos de profesión, tenemos que tomar en cuenta inmediatamente el mercado, es decir hablar de profesión, significa hablar de la ley de la oferta y de la demanda, tu tienes una oferta que tiene que encontrar demanda, porque si no tienes demanda ¿cómo sobrevives?. Y es ahí donde siento que las ideologías de nuestra juventud ya no son" Se observa lo que ya habíamos adelantado, la fuerte tensión que existe en la actualidad entre el sociólogo como profesional y el sociólogo que se identifica con el intelectual, es una discusión que se está dando actualmente, y se explica de alguna forma por el énfasis académico que tiene la formación de sociólogo en la universidad y que se condice con la actividad del sociólogo como profesional, en el mundo público y privado. Es la realidad que se está dando en la actualidad: un sociólogo que vende sus servicios y le pagan por eso. Se trata de un sociólogo más práctico que teórico que acepta las leyes del mercado. De este punto de vista se desprenden dos nuevos subpuntos que se relacionan con que el sociólogo se convierte en un sujeto que se adapta al mercado y que de alguna forma, fruto de esto, carece de compromisos sociales 102 y de ideales, lo que hace que el sociólogo pierde la idea de "lucha" que fue tan importante en otras épocas. Por este motivo se discute la identidad del sociólogo. Con esta nueva realidad laboral se mueven los cimientos de la identidad y ésta se está transformando, asumiendo características que unen lo antiguo y lo nuevo. Sin compromiso. "La actitud del sociólogo contemporáneo es más flexible, se abre a distintos puntos de vista, acepta la disidencia, pero tiene el contraste de que se compromete menos" "Me llama la atención de que los jóvenes estudiantes llegan con una convicción de cuestionamiento social pero el compromiso personal como sujeto que asume en términos de organización a grupos sociales en los que se podría implementar una actitud del sociólogo más de estilo clásico, o sea de ahí yo digo son medios posmodernos, por un lado su discurso se lo dejan para adentro como una cuestión identificatoria personal, pero abstrayéndose de las organizaciones, no tienen centros de alumnos, entre ellos forman relaciones bastante efímeras y son anticolectivos y eso me llama la atención porque además hay expectativas de salir de la Universidad y ponerse a trabajar en lugares de trabajo más o menos convenientes" Como se observa, estas ideas proviene del grupo de los años ‘70, que hacen notar las diferencias que existen entre dos periodos históricos, la de un sociólogo más flexible, más permeable y que para sobrevivir deben acatar las leyes de la oferta y demanda y un sociólogo que no es capaz de actuar y organizarse por sus ideales. La sobrevivencia es la primera prioridad, y por tanto es necesario insertarse en la dinámica del mercado, y una vez adentro, se duda si se puede levantar las banderas de lucha. Por lo tanto en la actualidad se está configurando un sociólogo no comprometido necesariamente con los cambios radicales de otras épocas, pero hay que hacer notar que quienes visualizan esto son las generaciones más antiguas, los de la generación de los '70, las otras generaciones no dan cuenta de este problema. 2.3.- Status Social Analizando el discurso es fácil observar que hay elementos que hacen pensar que el sociólogo mantiene una autoestima elevada en su rol e identidad, que llega a veces hasta a imprimir autoridad, al compararse con otros oficios se siente en superioridad a ellos, por lo tanto se trata de una constante. Alta autoestima: Se podría decir que este alto grado de autoestima tiene que ver con el hacerse reconocer, lo que constituye el rol e identidad para sí, donde el discurso marca reconocimiento y diferenciación, es la identidad que él mismo construye. 103 "Hay que rescatar que la sociología si bien en sus contenidos muchas de sus teorías sociológicas no las aplicó en el trabajo diario sí me sirve la orientación analítica que tiene sociología, que tiene una ventaja comparativa en relación a otras profesiones" "Creo que hay una autoestima que me parece que es relativamente elevada. Mi impresión es que los sociólogos se ven así mismos como gente que tiene una cierta competencia que le da grado de superioridad con respecto a los abogados, con respecto a psicólogos, con respecto a economistas y que tiene que ver con eso la sociología tiene un status, tiene que ver con la autoestima tiene que ver con la convicción de que la sociología te entrega algo que no entregan las otras disciplinas no es solamente una colección que tu aprendes o sea hay un cierto habitus disciplinario” 2.4.- Saberes y Competencias Los sociólogos saben muy bien que existen saberes y competencias que los distingue y diferencia de cualquier otra disciplina, características que los vuelve únicos. Estas son las herramientas que la formación entrega, ya sea metodológicas o teóricas. El sello es la investigación que es lo que nos diferencia de cualquier otro profesional y es parte de lo que se ha llamado la construcción de identidad para sí. El auge del metodólogo Es tanto la identidad que impone la metodología, que llega a confundir la identidad del sociólogo y por sobre todo porque el común de la gente todavía no tiene claro qué hace un sociólogo; entonces prefiere nombrarlo por lo que se entiende y por lo que distingue y da reconocimiento. Además porque actualmente es mas demandado el sociólogo en el campo profesional como metodólogo que como teórico. La sociología en el campo profesional se dedica a producir conocimiento con fines de aplicación y solucionar problemas concretos y no a hacer teoría. “A mi con respecto a la identidad me pasó algo en un momento en que me dí cuenta que no era socióloga, porque siempre me dicen la metodóloga y esa pasó a ser mi identidad y entonces yo dije : si ya no voy a ser más socióloga, yo soy metodóloga que para eso me llaman” La investigación marca la diferencia La cita anterior reafirma lo anteriormente descrito lo que da la diferencia es la aplicación de metodología y análisis de datos cuestión que ningún otro profesional posee una formación profunda de esto. 104 “Yo creo que en la investigación, la percepción que tengo yo y de cómo he tratado de ir ganando espacios con profesionales entre los cuales me ha tocado trabajar, es la investigación” “La formación de metodología que en general es superior a cualquier otra disciplina o sea cualquier otro profesional”. “Si bien es cierto la formación que uno tiene en la parte intelectual y teórica me permite pucha a lo mejor me permite con un poquito más firme en la actividad” Estas frases reafirman la alta autoestima que tiene el sociólogo y que le imprime superioridad y la construcción de su propia identidad que como ya dijimos se da de manera constante en las diversas generaciones. En resumen, se podría decir que los saberes propios del sociólogo son sus conocimientos en metodología y en menos nivel la teoría, por la escasa demanda en el ejercicio profesional. Por consiguiente el sello se da en el proceso investigativo del sociólogo, ya sea en la aplicación de metodología como en su análisis. 2.5.- Reconocimiento y Diferencia Este ítem se refiere a las capacidades específicas que tiene el sociólogo, y que se dan en forma única en ellos y no en otros. Es lo que muchos llamaron el valor agregado o el “plus” del sociólogo, que también proporciona diferencia y reconocimiento y de igual forma status. La existencia de una mirada global común: Uno de los elementos que le da vida a este “plus” es “esa” mirada global que no la tienen otras disciplinas. Esa mirada que es capaz de ver el mundo en su totalidad y de intentar aprehenderlo con las ideas. “Lo que si esperaría es, que quien lo hace, sea capaz de visualizar ciertos problemas, conceptualizar, problematizar, proponer soluciones y en esa mirada y en ese enfoque que haya efectivamente un plus, un valor agregado que uno tiene a un informe elaborado por otros profesionales" "Que lata es tener esta capacidad,... estas herramientas que me permiten de repente mirar un poco más allá" Mirada Crítica Esta mirada critica de la que hablan ha sido mencionada en todos los grupos, que se complementa con lo global, es la capacidad de cuestionarse lo que nuestros ojos ven, de ser capaces de pensar y analizar. Algo que ya mucha gente perdió, al no ejercitarse nunca. 105 “Es la capacidad de ser más críticos frente a los problemas una capacidad de desglosar los fenómenos, encontrar lineaciones, cosas que nos enseñan bastante sobre todo nos enseñan desde el punto de vista teórico, nos da una formación analítica mucho más poderosa que nos permite enfrentarnos de mejor forma a problema que son muy complejos y frente a los cuales no existen soluciones o modelos construidos hasta el momento” “Lo social” como lo propio Es pertinencia del sociólogo hacerse las preguntas sociales y no de otra disciplina, cuestionarse sobre lo social. "Tengo la impresión que la formación teórica sociológica permite entender de una manera bastante integral hacia donde van las cosas o hacerse las preguntas sociales” Entonces, ese “plus” del que se habla es la mirada crítica y global que hace el sociólogo y su pertinencia de preguntarse sobre “lo social”, todos estos elementos los entrega la formación universitaria, y esto de igual forma lo distingue de los demás, la capacidad de ver más allá, de observar y analizar nuestro mundo. 2.6.- Continuidad ’70 - ‘80 En cuanto al tema de las identidades profesionales y en el caso particular del sociólogo, el discurso da cuenta de un quiebre en la materia de tipo histórico. Este se da en las generaciones actuales y no por el Golpe de Estado como podría pensarse. El gran hito que marca este quiebre es la creciente profesionalización del oficio del sociólogo. Las generaciones mas antiguas comparten mucho la imagen tradicional e histórica de la sociología. "Yo creo que hay más continuidad que ruptura, yo creo que donde yo veo claramente como ruptura se refiere a la identidad profesional a la imagen, es con las generaciones que se están formando; ahí siento que hay una isla entre ellos y nosotros. De alguna manera…. no sé…. la generación de ustedes la de Magdalena la de Roberto y la de nosotros comparte de alguna manera no solo una cierta formación, una cierta imagen de la sociología y uno cierta imagen también de uno como sociólogo" 2.7.- Ruptura Actual Las nuevas generaciones están inmersas en este proceso de cambio y esto se hace evidente en las diferentes tensiones que están sufriendo, están en medio de la discusión y no hay nada claro. Todo se da en forma de hibridación de dos tiempos. Las nuevas generaciones están en búsqueda de una profesión y pareciera no interesarles ser un intelectual ni menos cambiar el mundo sino más bien ganarse la vida. 106 "En el caso de las generaciones más nuevas a mi me toca, yo hago clases a tercer año yo ahí percibo que los chiquillos lo que buscan ahora es estudiar una carrera que les permita luego desempeñarse bien, ganar mucha plata, estudiar mucho cálculo. No está la imagen de la sociología como enseñanza académica, como una posición crítica... quiero decir, la imagen del intelectual, del sociólogo intelectual, en términos generales por cierto que hay excepciones y por eso el auge de todos los ramos de metodología, estadística y evaluación de proyectos, programación, planificación" 3.- Imaginarios sobre el sociólogo o etiquetaje. La imagen que tiene la sociedad del sociólogo también es expresada en el discurso, a modo de imaginarios o de etiquetaje, o el rol e identidad para los otros. Este imaginario se arrastra del rol que cumplió el sociólogo en los ’60’70, impregnado de esta imagen es que estos roles se activan aún hoy en la actualidad. Imagen que los sociólogos la saben y la reconocen y que por lo menos hoy produce tensión entre la identidad proyectada y la vivida. Trabajo con lo humano Este tipo de imaginario se da por la ignorancia que existe en el tema de qué es lo que hace el sociólogo en realidad aún se concibe como una profesión desconocida y que se relaciona en forma ambigua con lo que llaman “lo humano”. "Cuando estaba en la Católica, en el campus San Joaquín, si tu estabas haciendo dedo fijo que eras de sociales, lo segundo la clásica pregunta ¿tu que estudias?, sociología, ah, tu ves la parte humana" Sociólogo Político Aquí aparecen las ideas del pasado, del sociólogo comprometido que ahora se reduce a simplemente conocimiento político y no compromiso, a pesar de eso aún se relaciona el sociólogo con el ideal político. "Incluso los más avanzados siguen pensando que somos altamente politizados. Si eres sociólogo tienes que saber mucho de política, tienes que saberte el nombre de todos los Ministros, entonces eres un tipo muy politizado" Sociólogo Bohemio Ya vinculado el sociólogo a lo humano, a lo político y ahora ligado al arte, la imagen de un sociólogo bohemio, vividor se une a ella que también es traída del rol del sociólogo en los años ’60 -’70. "Otra imagen como de sociólogo vinculado al arte , como artista, como bohemio." 107 Sociólogo invasor "Eso es curioso, a mi me pasó, como trabajé en el hospital clínico de la Chile, la gente sentía que el sociólogo era un poco invasivo, aunque era el único que había, es curioso, porque el sociólogo causa curiosidad por el sentido común, ... pero por otra parte en los fenómenos de organizaciones es complicado, porque cuando meten a un sociólogo se produce un poco de que las cosas se van a mover un poco, y todos los cambios generan incertidumbre, mucha gente sin conocerme decían ¿éste, qué viene a hacer acá?" Estas ideas reafirma el desconocimiento que se tiene del rol del sociólogo y que opera con imágenes del pasado. 6.4.- Nuevas competencias y desafíos en la sociología de hoy 1.- Competencias: Profesional flexible Se aprecia en el discurso de todas las generaciones la flexibilidad de los sociólogos en términos de su adaptabilidad al mercado laboral, su capacidad de posicionarse en distintos ámbitos que van desde el trabajo en espacios públicos, en las más diversas índoles, como en el espacio privado, empresas de estudios de mercado, la actividad académica y la sociología de investigación acción en el caso de ONGs y Fundaciones. Las siguientes frases lo grafican: "Los sociólogos pueden abarcar un gran campo, yo he visto muchachos que se desempeñan en distintas áreas, desde atender una cooperativa de extracción de centollas, como en una Gobernación, haciendo toda clase de calificación para el desarrollo de la comunidad, hablando con gran satisfacción de su capacidad para desenvolverse en los distintos espacios” “¿Qué buscan los empleadores de nosotros como profesionales?, y según la experiencia que he tenido ha sido un profesional muy práctico, ser un profesional adaptable” Si bien esta flexibilidad responde a los requerimientos del mercado, es entendida como una aptitud valiosa del sociólogo el poder adaptarse con cierta plasticidad a las distintas exigencias que el mercado laboral le impone, pudiendo incluso abrirse el propio mercado, convirtiéndose el mismo sociólogo en generador de demanda, y no en simple oferta: “En el mercado laboral la sociología ha tenido que ir abriéndolo. O sea, yo creo que las últimas generaciones hemos tenido que ir metiéndonos en el mercado laboral y donde no hemos encontrado lugar lo hemos hecho” 108 Visión global y crítica La visión global, la mirada más general, es una aptitud de la que los sociólogos se sienten orgullosos, ya que esa mirada les imprime de una cierta particularidad que es propia del sociólogo y los sitúa en una posición especial con respecto de otras profesiones, esa mirada general les permite generar un aporte que otro profesional no es capaz de entregar.: "Yo quiero rescatar dos competencias, primero esta cosa de la visión global, igual la destacaría, no es ser intelectual sino que es ser capaz de entender que una cosa no sucede aislada, sino que hay otros factores y yo creo que eso es algo bien sociológico, ser capaz de ver contextos y de ver conjuntos de factores, no entender los fenómenos aislados y yo creo que eso tiene que ver con tener una visión crítica, yo rescataría eso también, me estoy refiriendo no a la crítica social que también puede ser, me estoy refiriendo a siempre tener una cuota de escepticismo frente a lo que aparece, siempre tener como duda, buscar un poco más allá, no quedarse con la primera impresión" Asimismo se manifiesta la capacidad crítica del sociólogo como una competencia que lo posiciona en relación a otras profesiones y como una necesidad permanente del sociólogo. 2.- Desafíos: Necesidades de formación Con respecto a la formación universitaria de los sociólogos se proponen distintas áreas donde se deben incluir elementos ausentes en las mallas curriculares y en las orientaciones de las carreras de sociología de ayer y hoy, inquietud expresada a partir de las deficiencias o vacíos a los que se han enfrentado los entrevistados a lo largo de su desempeño laboral. Educación Flexible: “Yo creo que uno tiene que hacer una formación útil, dúctil y flexible” Talleres de aplicación Es amplia la queja en relación a la carencia de talleres de aplicación práctica de los conocimientos entregados, especialmente en las áreas de metodologías, ejemplos de ello son la necesidad de realizar simulaciones en clase de focus group o entrevistas o bien trabajar con datos de investigaciones recientes en casos de metodología cuantitativa. 109 "Si bien le dábamos duro a la estadística, me faltaron talleres donde aplicar, donde hacer investigación, donde hacer evaluación y donde hacer la cosa más práctica, sin perder la parte teórica y me faltaron algunos ramos complementarios de la profesión" El trabajo de talleres permitiría a los sociólogos lograr un mejor criterio metodológico, ya que esto es muy escaso de encontrar cuando se enfrentan a la necesidad de optar sobre una metodología u otra o una técnica u otra. La idea de criterio metodológico es también parte de los desafíos que se han planteado en la discusión, ya que resulta muy difícil encontrar un sociólogo que realmente conozca a cabalidad las técnicas y sepa cual es más apropiada para un caso determinado y cual no. "Desde mi experiencia lo más apropiado para un sociólogo que hace investigación es lo que llaman "criterio metodológico", para mi no es tan importante el que sepa manejar un paquete estadístico, el SPSS, haciendo análisis multifactorial, para eso también están los estadísticos, lo que me ha costado mucho encontrar y todavía no encuentro es alguna persona que tenga criterio metodológico, o sea que sepa que técnica es la más adecuada de acuerdo a determinado problema y determinado objetivo de investigación" La Ética Tanto en el primer grupo como en el tercero hay mención hacia la necesidad de ética, vinculada a la idea de ética profesional, como una forma de ética “social” o de compromiso, una ética frente a la imperiosa profesionalización de la sociología. "Me surgió ahora como la inquietud del tema ético, porque yo creo que debe haber formación frente a un problema ético, bueno, ¿qué hacemos si presentamos un resultado y después lo modificamos en función de los intereses?, ¿cómo respondemos frente a eso?. No hemos reflexionado al interior de la "U" sobre la ética profesional" "También me parece fundamental el tema de la ética, ya que me sorprende la importancia que tiene, es que en la medida en que nosotros le empezamos a buscar un sentido crítico, al sentido de la experiencia humana en los diferentes aspectos de sus prácticas sociales, nos aparece el tema de la ética como algo fundamental, hoy día la ética en cualquier aspecto de la vida humana, le da sentido a la vida" Necesidad del Sociólogo Aunque en el desarrollo del discurso se constata que los sociólogos se perciben necesarios, surgió en el “grupo de los ‘90” la remembranza de lo que fue para ellos enfrentarse a la sociedad una vez egresados de la carrera. Entonces se plantea la posibilidad de que en el pregrado se resuelva la pregunta: ¿somos necesarios? : 110 "Una pregunta muy relevante para la generación de nosotros, es sí efectivamente somos necesarios, porque uno entraba a estudiar porque le gustaba, pero yo no entré a estudiar sociología porque dije: esto es lo que le hace falta a la sociedad. No yo dije: esto es lo que me gusta a mi (…) yo tengo la impresión de que cuando uno sale al mercado laboral, uno poco a poco va respondiendo esa pregunta y llegué a la conclusión de que efectivamente uno sí es necesario. La idea sería que los estudiantes de sociología salieran al mercado con esa pregunta resuelta y se sintieran tan necesarios como se siente un ingeniero comercial, un médico o un trabajador social. Creo que esa pregunta no es respondida en la enseñanza de pre-grado, porque el pre-grado está muy desvinculado con lo real" Equilibrio teoría y metodología Otra inquietud en relación a la formación es la necesidad de equilibrio en el ámbito teoría y metodología como los pilares en los que se sostiene la sociología actual. Para enfrentarse al mercado laboral es necesario tener una formación sólida en ambos aspectos, pero sin sobreponer una sobre la otra. En general la idea de equilibrio supera las apreciaciones por separado: "Aquí el problema que hay para la inserción del mercado es que no sabemos compatibilizar las dos cosas, no sabemos compatibilizar nuestra formación metodológica y técnica con nuestra formación más académica. Porque los profesionales más técnicos te valoran porque tu tienes formación más académica y los académicos porque tienes formación más técnica. Entonces el saber compatibilizar las dos cosas te permite entrar en el mercado laboral" Pragmatismo: La idea de sociedad: orientar la sociología hacia problemáticas concretas de la "Yo creo que es fundamental que algún día el nivel de exigencia en el mundo laboral sea muy eficiente y obviamente desde mi experiencia es fundamental, yo creo que el sociólogo debe aprender a enfrentar problemas, a resolver problemas y con una formación de bastante buen nivel" Problemas emergentes Se propone encaminar la sociología hacia problemáticas emergentes a fin de prepararse para las nuevas exigencias que se presentarán mirando a futuro: “Yo creo que también hay que buscar algún elemento articulador con 111 respecto a problemas emergentes que tengan que ver necesidades de formación para el profesional que va a ser exigido en 10 años más” Reivindicación de compromisos En relación a los compromisos, este es un desafío que fue expresado por el primer grupo de discusión, apelando a aquella visión romántica de la sociología, enfatizan la necesidad de que los nuevos sociólogos adopten compromisos y actúen en consecuencia con ellos, sin necesidad de quedarse en los viejos dogmatismos que imperaron en la sociología de los ’60. "Yo voy un poco más a la actitud personal del sociólogo, actitud de compromiso. Por un lado esa cosa de la crítica, el compromiso y el planteamiento antagónico, de hecho creo que una de las cosas que se deben reivindicar en la actitud del sociólogo es la idea de tensión, porque me da la impresión de que el sociólogo debiera estar siempre poniendo en tensión lo que ve con lo que debiera ver o quiere ver" "En resumen, las cuestiones fundamentales de la sociología son: reivindicar la actitud clásica del sociólogo como crítica de la sociedad pero desprendiéndose de esquemas rígidos y asumiendo los cambios fundamentales del mundo" Avanzar a la cultura de la imagen Se ha planteado como necesidad adoptar una actitud más acorde con los requerimientos de la cultura de la imagen, adquiriendo habilidades que permitan desarrollar espacios que hasta ahora están copados por profesionales como los Periodistas y donde se requiere de un Sociólogo en su lugar. "En segundo lugar, lo que afecta a la experiencia del sociólogo es el paso de la cultura escrita a la cultura de la imagen, de la TV, y medios de comunicación en general. Uno de los aspectos que explican que los sociólogos hallamos perdido presencia pública es el hecho que seguimos aferrados al texto, pero el texto no llega. Es lo que explica porque los Periodistas han pasado a jugar un rol fundamental en la sociedad contemporánea, porque de cierta manera como manejan el audiovisiual pueden expresar temas sociales que nosotros antes expresábamos de otra manera" Visión global y crítica Aunque también es una competencia, es sentido por la generación de los setenta la necesidad de que el sociólogo no pierda su mirada global y crítica, ya que existe una necesidad de miradas globales y no se puede permitir el avance desmesurado de la parcialización del conocimiento social. Hay necesidad de mantener la mirada global frente a la excesiva focalización de los problemas sociales y la tendencia a explicar los fenómenos como hechos 112 aislados de un contexto general: "Primero porque nosotros funcionábamos en términos de la lucha de clase, clase obrera, etc, y el sociólogo era el boceto crítico de esos sectores sociales, hoy día con una estructura social tremendamente fragmentada en que han surgido esto que se llaman movimientos sociales, que son las mujeres, gays, ecologistas, sindicatos, etc Hay una cantidad enorme de grupos sociales que tienen reivindicaciones distintas y que están requiriendo de un ejercicio de pensamiento crítico permanentemente, entonces la reivindicación del sociólogo debe seguir siendo crítica, debe seguir poniendo el intento globalizante, pero esto está ahora puesta al servicio de una cantidad de grupos sociales que parten por reivindicaciones particulares" Docencia A partir de la discusión en el primer grupo se manifiesta la necesidad de los académicos en su rol de formadores adopten el compromiso de guiar honestamente a los alumnos hacia un camino que no será fácil, apelando a la marginalidad del sociólogo, en términos de no proponer una profesionalización exacerbada de la carrera de sociología: "Yo comparto que los sociólogos no estamos destinados ni al éxito ni al prestigio convencional, digamos, estamos más bien destinados a la marginalidad, ahora ahí, en la formación de sociólogo se me plantean dos problemas” (….) 1.- Al alumno decirle claramente lo que le espera para que pueda optar (…) quiere o no quiere ser marginal?, mostrando la sociología como un camino, azaroso, duro por decirlo así 2.- Que tu tienes que tener formadores, verdaderos maestros, es decir, en el sentido de que a partir de tu propia experiencia de marginalidad plena, pero gozosa, transmitas que vale la pena ser marginal, porque tienen que ser profesores con mucha pasión, convicción, acoger en su actividad laboral su propia experiencia (…) tiene que transmitir "soy marginal y feliz" Perfilar el campo Con respecto al campo laboral se manifiesta en todos los grupos la falta de un perfil laboral determinado, donde se conozca exactamente cuál es el rol que un sociólogo cumple en mercado de trabajo, dadas las ambigüedades y etiquetajes existentes en el medio en torno a él, de manera que sus empleadores puedan comprender la necesidad de este profesional. "Yo creo que eso nos cuesta y nos ha costado hasta el día de hoy porque estamos bastante desperfilados en términos profesionales, cuando un tipo contrata a un psicólogo sabe lo que está contratando, igual que a un ingeniero, el que contrata a un sociólogo no está tan claro que diablos está contratando!, y uno mismo no le puede aclarar: 113 bien señor yo hago esto, sirvo para esto. Entonces nuestro quehacer profesional ha sido tan ecléctico en este tema que profesionalizarnos en la vida misma en la práctica, que caímos a un eclecticismo total. Yo tuve que hacer desde estudios de mercado para una funeraria del hogar de cristo o un estudio sobre cuán democráticos somos los chilenos” Apertura al mundo Este punto es planteado como una necesidad de romper con los prejuicios que los propios sociólogos tenemos frente al mundo, en relación con la forma en que el sociólogo determina sobre lo bueno y lo malo de la sociedad, donde parece como un ser que de tanto analizar su entorno termina aislándose de él. Esta es una inquietud expresada por los sociólogos jóvenes, lo que les facilitará a los sociólogos insertarse al mundo laboral: "Una competencia que se me vino a la mente y tiene que ver con la realidad que vivimos nosotros en la Universidad, que es estar abiertos al mundo (...) y nosotros en sociología poco teníamos relación con lo que ocurría más allá de la Universidad, entonces lo que ocurre es que el sociólogo le hace abstracción al mundo; (....) también gasta mucho tiempo en evaluarlo y entonces uno sale con muchas pre concepciones de cómo son las cosas buenas y malas. Por eso que cuesta mucho insertarse en el mundo privado, hay una actitud que es uno de los rasgos que se puede entender como intelectual, que era el tipo que hacía fracción del mundo y además está en posición de evaluarlos en términos éticos. Sobre las cosas que están mal, creo que hay que abrir un poquito más los sentidos al mundo y ser un poquito más humildes y que uno puede aprender de otra gente y eso cuesta mucho formarlo en el pre-grado" Trabajo en equipo La capacidad de trabajar en equipo y conformar grupos interdisciplinarios es una necesidad que se hizo patente en las discusiones de todos los grupos, dada las características del sociólogo que tiene a tener posturas más herméticas y considerando los prejuicios e imaginarios que circulan en torno al sociólogo, vencer la barrera de la individualización es un requerimiento ineludible en la actualidad: “Yo creo que el enfoque interdisciplinario es fundamental, es necesario trabajar con gente y en lo posible trabajar con gente de otras profesiones. "Probablemente gran parte de las situaciones que tenemos hoy día en la sociedad moderna es que somos especialistas en campos particulares que no se comunican entre sí" 114 7.- Mas allá del oficio de sociólogo100: Si en alguna época no lejana se consideró ilegítima la dimensión profesional de la sociología y el saber del oficio de sociólogo no se quiso contaminar con las demandas sociales « de la gente », con otros profesionales « de terreno », con el sector privado de la economía o con los requerimientos del mercado, hoy no podemos dejar de reconocer que la transformación de los campos profesionales de los sociólogos, de sus prácticas y de sus competencias, nos están exigiendo, a quienes tenemos responsabilidades de formación de jóvenes sociólogos, buscar los legítimos fundamentos de un saber y de un saber hacer sociológico que se ha resignificado históricamente desde la realidad misma en la que se ha practicado, aplicado y ejercido. La identidad profesional de la sociología construída desde las múltiples modalidades del oficio de sociólogo, se ha ido construyendo como una doble transacción que desde su origen y trayectoria incluye sus propias tensiones internas, su pertenencia a contextos particulares, su relación con disciplinas hermanas o vecinas y su obsesión por dar cuenta de una sociedad que se reconfigura y se resignifica permanentemente. Hay que reconocer que la reflexión sobre la dimensión profesional y práctica de la sociología no es nueva. Desde los clásicos del siglo XIX hasta hoy, en el campo de las ciencias sociales, sus disciplinas han venido interrogándose sobre las dinámicas profesionales que las atraviesan. Hoy, ya en el S. XXI, hemos podido evidenciar cómo, en el caso concreto de la sociología, los discursos de los propios profesionales expresan que la comprensión de esta experiencia ha ido incorporando nuevos elementos, en estrecha relación con las grandes y profundas transformaciones del mundo y del país. Haber realizado este trabajo de investigación es la expresión de una voluntad de valoración y respeto por la pluralidad con que se construye y se ejerce el oficio de sociólogo. Dado que las ciencias sociales son plurales en su composición, en su comprensión y en su ejercicio, la perspectiva desde la que se intentan elaborar las conclusiones es también plural. Solo así se podrá dar cuenta de las transformaciones experimentadas, dejar en claro todas las tensiones identitarias que ello implica, hacerse cargo de los desafíos epistemológicos y de formación, y abrir nuevas posibilidades de estudio para nuestros equipos de investigación. Tenemos la certeza que lo que se concluye en el campo de la Sociología es un aporte para otras ciencias sociales, así como ilumina el oficio de sociólogo todo lo que afirmamos sobre las ciencias sociales.. 7.1.- Cambia el mundo y cambia el oficio Hemos podido constatar cómo las grandes transformaciones del mundo y del país han contribuído a la transformación de los campos, de las demandas 100 Hemos querido aprovechar el título que Pierre Bourdieu le dio a uno de sus textos más famosos para seguir homenajeándolo al recoger su herencia y hacerla chilena desde las problemáticas y tensiones que experimentamos quienes ejercemos y enseñamos a ejercer el oficio de sociólogo. 115 sociales, identidades y competencias de los sociólogos. Ha quedado ampliamente manifiesta la percepción de que los profesionales son cada vez más solicitados por nuevos y especializados requerimientos de intervención. Si nuestras sociedades son cada vez más complejas, sus problemas sociales también lo son. Esto implica que la diversificación de las demandas de trabajo profesional y prácticas de intervención social están siendo cada vez más especializadas. Nuevas problemáticas sociales conllevan nuevas variables que entran en la reconfiguración de los factores explicativos, en los análisis y posteriormente en los procesos de intervención. La novedad y complejidad de los problemas sociales hoy hacen imposible su abordaje y resolución unilateral por una sola disciplina-profesión. Una lectura transversal de los discursos de los sociólogos de tres generaciones nos permite llegar a un conjunto de conclusiones que desde la síntesis descriptiva de la relación y los impactos entre la realidad en cambio y las transformaciones de las identidades profesionales, nos permite abrir nuevas perspectivas para la formación de nuevas generaciones de profesionales con nuevas competencias y experticias que les permita hacerse cargo de las heterogéneas nuevas demandas de trabajo profesional. Desde el discurso de los propios profesionales, el golpe militar y la transformación del modelo económico-político y sociocultural que con él se inicia en Chile, y que posteriormente se consolida en un modelo económico neoliberal, aparece como el referente más significativo en lo que concierne a las transformaciones que han experimentado los campos laborales, las identidades y las nuevas competencias profesionales. El quiebre institucional y la nueva manera autoritaria de construir el orden social, autoritaria en el campo político y neoliberal en el campo económico, provocaron un cuestionamiento radical de la identidad de la sociología y del oficio de sociólogo. El carácter épico y mesiánico que se le otorgó a nuestra disciplina se diluyó en el fracaso político, en las consecuencias del exilio, en la simplificación del rol del Estado y el protagonismo del mercado en todos los ámbitos de la actividad. Los ejes fundamentales que antes constituían patrimonio de los cientistas sociales , elementos como el idealismo, el compromiso con las grandes causas e ideologías, el rol de intelectual ceden el espacio al profesional, cuya formación se va orientando cada vez más hacia el mercado de trabajo. Uno de los grandes efectos de estas profundas transformaciones de las ciencias sociales, en general, pero más precisamente de la sociología tiene que ver con el descubrimiento del sujeto, la vuelta al individuo, la caída de los metarrelatos y las visiones globalizantes. El discurso está influido por esta concepción postmoderna que se funde o yuxtapone con la visión de la modernidad, que marca ideales comunitarios y paradigmas globalizantes. De ser ciencias de los problemas sociales, centradas en los niveles macrosociales y en las hipótesis estructurales, nuestras disciplinas se están haciendo cargo de “la parte humana”, siendo profesionales del sujeto. 116 Los discursos de los profesionales muestran un cambio expresado como sicologización de las problemáticas sociales, que emanan de los procesos económicos y sociales inherentes a los procesos de modernización que los individuos afrontan y que han implicado un vuelco hacia lo subjetivo. Pero este problema implica incorporar nuevos conocimientos y desarrollar perspectivas pluridisciplinares. La preocupación por el sujeto no es casual en el contexto del discurso postmoderno. El retorno del sujeto en las teorías sociológicas actuales se complementa con una tradición congruente con los procesos de intervención en los espacios microsociales. 7.2.- Nuevas identidades profesionales El proceso de profesionalización creciente es experimentado por todos los profesionales, tanto como una oportunidad, como por una tensión que hay que saber manejar. Es parte de una estrategia para adaptarse no sólo a la nueva situación social del país, sino que también, adaptar sus prácticas y saberes a los requerimientos y ritmos del mercado laboral chileno. El discurso de la identidad está marcado por la ambigüedad y la incertidumbre. No existen límites que definan la identidad. La identidad de los profesionales se caracteriza por un cuestionamiento de sus finalidades, sus competencias, su status y el modo de ejercer su autoridad. Es su rol identitario, en todas sus dimensiones, el que se experimenta en una constante transformación y tensión. La dificultad que presentan los profesionales es reconocerse en una definición unívoca de su rol identitario. Entre el rol que se ha ido demandando y el rol que se asignó desde la trayectoria y la tradición sociológica, tanto en el campo académico como profesional los sociólogos han experimentado una tensión crónica pero con síntomas de diferente naturaleza, proximidad o lejanía entre los ejes de los espacios públicos y privados, el Estado y el mercado, las masas, los colectivos e individuos, las estructuras y los sujetos, los sistemas y los actores etc. Las tensiones propias de las prácticas y roles profesionales se experimentan de manera distinta según los contextos de tiempo y de espacio laboral de su ejercicio. Por ello se hizo hincapié en controlar los discursos generacionales: los de los años ‘60 y ‘70, los años de los ‘80 y el de los ‘90. Hemos tratado de sintetizar cómo los sociólogos comprenden los procesos de cambio que viene experimentando el mundo, el continente latinoamericano y Chile y cómo expresan su manejo de este impacto reconocido por ellos desde la tensión identitaria. Así como las ciencias sociales han vivido en una crisis de identidad permanente, en la medida que su objeto de estudio e intervención es vida, acción y movimiento de personas y colectivos en interacción, las incertidumbres y tensiones sobre la identidad propia de su rol social y profesional se han transformado en una constante. 117 La identificación de la sociología y de los propios sociólogos con una función crítica de las ciencias sociales101 se tensiona hoy más que ayer con las exigencias de un compromiso con la gestión y efectividad profesional, dentro de los espacios públicos como de los privados. Compromisos históricos de los profesionales de las ciencias sociales con los valores republicanos de la participación ciudadana, la justicia desde la comprensión de un Estado responsable de la integración y el bienestar social, se tensiona con el ejercicio liberal de la profesión, en que el mercado y el sector privado son fuente de nuevas oportunidades y espacios laborales para los nuevos y viejos titulados. No es impúdico expresar que la mayor parte de los profesionales de las ciencias sociales visualizaban su futuro desde algún escritorio o repartición del Estado en alguna de sus múltiples reparticiones públicas. El mercado nos hizo explotar la burbuja y trizó el campo y las posibilidades laborales de los sociólogos. Las tensiones identitarias experimentadas por los nuestros profesionales están en estrecha relación con las tensiones que vive la sociedad actual. Los fundamentos de estas no pueden estar ajenas a las tensiones de una sociedad como es la chilena, a su vez tensionada entre la flagrante y vergonzosa desigualdad social, la pobreza y la exclusión, por la brecha entre entre la modernidad que ostenta y la tradición que sufre, la democracia formal que no logra consolidarse con plenitud y los espacios y enclaves autoritarios que aún subsisten. Pero junto a las tensiones, los sociólogos expresan en sus discursos el orgullo de trabajar con personas, con sujetos, no con objetos. Esta experiencia es un rasgo connotativo del ejercicio profesional en el campo de lo social, en una sociedad y una cultura ya no comprendida desde las estructuras, sino que desde las subjetividades. Cada vez más los individuos cuentan. Aunque siempre en tensión, el proceso de profesionalización presenta también múltiples oportunidades. Si bien queda claro que las tensiones e incertidumbres se producen debido al contexto, es el contexto el que ha condicionando una dimensión fundamental de estas identidades profesionales. Al ser percibido el contexto en forma difusa, el propio rol identitario se percibe así. Los profesionales se sienten “en medio de un huracán” y en la yuxtaposición de dos sociedades que no terminan de armonizarse. Si bien la falta de sentido, de proyectos, marca la discusión sobre la identidad, la crisis de sentidos, al igual que cualquier crisis, significa también cambios que ofrecen la oportunidad de fortalecer la propia identidad para enfrentar de buena forma estos cambios. Cambian los sujetos y las problemáticas que los atraviesan van adquiriendo nuevos matices. Es esta la oportunidad para poder comprender esas preocupaciones que el sujeto porta, cómo las enfrentan y definir cómo aportar a la solución de esas problemáticas, tanto en el debate científico como en el ejercicio profesional. Esta relación de temporalidad con el conocimiento, si bien es compleja, presiona a buscar herramientas teóricas y metodológicas nuevas que permitan ir trabajando con él, cuando al mismo tiempo el sujeto y su 101 Cfr. P. Bourdieu: “Una ciencia que incomoda”, en Sociología y Cultura; Grijalbo, Barcelona, 1991 118 contexto va mutando y el conocimiento adquirido va también perdiendo vigencia. La flexibilidad está siendo uno de los rasgos más demandados para los sociólogos del siglo XXI. Se aprecia en el discurso de todas las generaciones la flexibilidad en términos de su adaptabilidad al mercado laboral, su capacidad de posicionarse en distintos ámbitos que van desde el trabajo en espacios públicos, en las más diversas índoles, como en los espacios privados, la actividad académica y de investigación acción en el caso de ONG’s y Fundaciones. El espacio público, en una sociedad tan global como nacional, no es suficiente ni es patrimonio, pero menos un refugio de los sociólogos. Abrir nuevos espacios en los sectores privados es tarea ineludible. Si bien esta flexibilidad responde a los requerimientos del mercado, es entendida como una actitud imprescindible para poder adaptarse con cierta plasticidad a las distintas exigencias que el mercado laboral le impone, pudiendo incluso abrirse el propio mercado. La apertura profesional a las nuevas oportunidades del mercado puede traer dificultades pero también ventajas. Una tendencia actual en todas las disciplinas es el trabajo en equipo y en multidisciplinariedad, donde se constata lo difuso que son los límites entre cada disciplina y donde se demuestra día a día que el resultado es más efectivo, gracias a la diversidad de miradas, la agudeza que se logra en la comprensión de la realidad y de los sujetos. Esta tendencia tampoco viene de la nada. Es una tendencia ya globalizada , parte también de una forma de trabajo que han impulsado las nuevas y complejas demandas del mercado laboral. Las competencias que hoy en día los sociólogos deben fomentar y hacer crecer son aquellas que le permiten adaptarse a los nuevos espacios laborales que permanentemente se abren. Se trata de valores positivos encauzados por esta sociedad globalizada: como la diversidad, el trabajo en equipo, la plasticidad, la flexibilidad, etc., valorados en todos los espacios, ya sean privados o públicos. 7.3.- Nuevos desafíos y tensiones 1.- Ciencia, profesión y sentido común. Una de las consecuencias de esta demanda creciente y mayor proximidad que cada vez tenemos los sociólogos con nuestros objetos de estudio (la gente y sus problemas cotidianos), es el encuentro de los dos lenguajes. Por una parte la gente incorpora las categorías del lenguaje de las ciencias sociales. Por otro lado los profesionales se abren a las categorías del sentido común. Se trata de un proceso de “va-y-vén” entre saber científico-social y vida cotidiana102. No podría mantenerse hoy la “ideología profesional de pretender que el saber científico y confiable sobre la realidad social se puede construir a través de la ruptura radical con el “terreno”. La sociología de cátedra y de terreno está necesariamente cada vez más cerca, pero siempre creativamente tensionadas. 102 Cfr. Giddens (1994) 119 2.- Construir una Identidad común desde la diversidad del oficio. Las ciencias sociales, en general y nuestra disciplina en particular, tal como han sido pensadas y ejercidas ya por más de un siglo, no pueden seguir construyendo su identidad sin ponderar el aporte de las múltiples formas que toman las intervenciones en el campo de lo social. Sin embargo, una experiencia de desarrollo anárquico de prácticas profesionales que van desde las intervenciones clásicas a los trabajos de ingeniería social, reingeniería de procesos en organizaciones, expertos y consultores, vendedores de saberes sobre el presente o el futuro de los grupos y las personas, sigue corriendo el riesgo de crear una peligrosa confusión entre saberes prácticos y conocimiento científico sobre lo social. En este sentido, este trabajo, que nos ha permitido comprender la diversidad de formas de ejercicio de los profesionales de la sociología y la comprensión que de ellas hacen sus propios actores, muestra también que diversidad no equivale a dispersión o atomización. Más bien, la diversificación de espacios laborales y las nuevas demandas por saberes y competencias, a veces inéditos conlleva una tensión que articula y a la vez desarticula los componentes propios de las ciencia sociales aplicadas: disciplina, oficio, profesión, saber y saber-hacer. Aunque se trata de una reflexión de sociólogos sobre nosotros mismos, nos planteamos la cuestión del aporte de nuestras disciplinas a la comprensión y solución de los procesos de transformación que experimentan nuestras sociedades. 3.- La hipótesis sobre las identidades compartidas queda abierta. Las nuevas problemáticas que presentan nuestras sociedades de comienzos de siglo y las nuevas demandas de intervención requieren de la doble competencia de la ciencia disciplinar y de su aplicación profesional. Se reconoce la necesidad imperiosa, para la permanencia de la legitimidad del aporte del sociólogo en nuestra sociedad, de la complementación entre quienes estén situados en el lado más operativo del campo profesional y quienes estén en el campo académico. De la valoración de las ciencias sociales aplicadas y de procesos y prácticas concretas de intervención acertadas y visionarias dependerá la imagen de utilidad social de cada una de nuestras ciencias sociales. 4.- Por una epistemología de saber profesional. Desde el supuesto que el trabajo profesional, que incluya o no la intervención social es un camino privilegiado de construcción de conocimiento sobre la realidad y sobre los sujetos en o con los que se interactúa, se hace necesaria, ahora más que antes, una epistemología que no establezca dicotomías entre disciplinas y profesiones, sino complementariedad en la construcción de conocimiento. Se encuentra entre los profesionales un riesgo de banalización del trabajo profesional, en la medida que la dispersión de campos y prácticas, además de los ritmos y a veces la sobredemanda de productos hace que el recurso al análisis teórico, si bien se considera imprescindible, se va obviando. En la 120 medida que se siga evitando o no se logre otorgar a los trabajos profesionales sus referencias teóricas pertinentes, se irá perdiendo progresivamente la vigencia y singularidad de nuestro aporte, de nuevas conceptualizaciones y teorías. Saber interpretar lo que ocurre, lo más cotidiano y lo más sorprendente es siempre parte de nuestro oficio de sociólogo. El día que necesitemos mirar las cartas para decir algo sobre el futuro es que se nos ha escapado la capacidad de interpretar el presente. Perder densidad teórica, ejercicios profesionales sin reflexión conceptual ha llevado históricamente a acentuar las distancias entre sociología de academia y de acción. ¿Podríamos plantear la alternativa del sociólogo que “acompaña”, pensando que nuestros profesionales, a través de los procesos de investigación, reflexión e intervención pueden participar de un proceso de coconstrucción de conocimiento y de saber en conjunto con los sujetos, clientes y/o pacientes?. 5.- La fecunda relación entre la micro y la macro-realidad. La vinculación de lo local con lo nacional y de lo nacional con lo global, es una de las principales necesidades de los nuevos proyectos alternativos. Las naciones son demasiado pequeñas para los grandes problemas del futuro, y demasiado grandes para los pequeños problemas de la vida cotidiana y del presente, comentan los pensadores del mundo de hoy103. La vinculación de la cotidianidad con el desarrollo futuro, exige una democracia participativa y consensual que supere las planificaciones centralistas y las imposiciones de las fuerzas del mercado. Lograr un equilibrio macro-micro, no alcanzado por las diversas corrientes del pensamiento en el pasado, se considera parte fundamental de nuestros desafíos. La experiencia vivida en estas décadas es parte de la perspectiva desde la que se ha querido situar este análisis y que conlleva la necesidad de buscar nuevos paradigmas para las ciencias sociales. Nuevos paradigmas que suponen una ruptura epistemológica, es decir, una forma de pensar, un horizonte, una visión de futuro y nuevos sujetos sociales. Hoy experimentamos una crisis de paradigmas. Estamos necesitando nuevos planteamientos epistemológicos y encontrar las nuevas mediaciones sociales, para enfrentarnos, a una profunda crisis de civilización en la que no es evidente cuáles son los sujetos históricos de esta nueva era. Tampoco tenemos certeza sobre el tipo de mediaciones para entender, analizar y enfrentar las rápidas y profundas transformaciones del cambio de siglo. ¿Cuáles son las propuestas alternativas frente a esta nueva y arrolladora realidad? Posiblemente el mayor desafío y la necesidad más urgente es saber preguntar, encontrar los nuevos sujetos transformadores de nuestra sociedad y las nuevas mediaciones analíticas y culturales para poder formular propuestas concretas de intervención que potencien el protagonismo de los sujetos en los procesos de transformación de sus realidades locales, nacionales, continentales y globales. 6.- Las Ciencias Sociales y la cuestión ética: De la neutralidad a la implicación. Las ciencias sociales, en tanto ciencias humanas necesitan 103 Cfr. O. IANNI: “Teorías de la globalización”; Siglo XXI, México, 1998 121 replantear su posición y su relación con los valores. Desde el dominio de las ideologías se cedió la neutralidad, cayendo en la ideologización de nuestras disciplinas. Para muchos sociólogos la perspectiva valórica, ideológica e incluso religiosa, compartió nuestros análisis sociológicos o personales y fue esa mediación la que acompañó las profundas transformaciones políticas, sociales y culturales de los ‘60 y ‘70. Si la cuestión de la libertad fue entonces definitiva, también lo sigue siendo hoy, en otro sentido. La libertad del hombre de ciencia social y la libertad de los sujetos y/o actores sociales con los que se trabaja debería tener el mismo peso en la construcción del futuro profesional de nuestras disciplinas. Es imprescindible destacar la autonomía de nuestras ciencias y la autonomía de los sujetos. Una sola de las partes no es suficiente. Pero además las transformaciones de los modelos político-económicos en el mundo y en Chile en las últimas décadas, las transformaciones del rol del Estado, los cambios que experimentan todas las instituciones sociales implica la aparición de situaciones de profunda inequidad o injusticia social, que requieren de nuevas, diversificadas y especializadas formas de ejercicio profesional, lo que conlleva nuevos conocimientos y competencias operativas confiables para su aplicación. La sociología debe hacerse cargo desde las teorías y las metodologías de investigación y de intervención social de aquello para lo cual nacieron: el proceso de transformación de las sociedades, las personas y las instituciones que las componen y les dan vida. Esto es, con la plena autorización de Bourdieu ir más allá del oficio de sociólogo. 122