Servicio Cántabro de Salud Hospital Universitario Marqués de Valdecilla Servicio de Farmacología Clínica Avda. de Valdecilla s/n, 39008 Santander Tfno: 942 – 20 33 70 BOLETÍN DE TERAPÉUTICA Boletín 25 : Octubre 2006 Vol. 3– N º 9 SUMARIO 1. “Productos naturales” NO exentos de riesgos. A propósito de dos consultas. 2. Notas breves: Vacunación de la gripe en el personal sanitario. Una cuestión ética. “PRODUCTOS NATURALES” NO EXENTOS DE RIESGOS. A propósito de dos consultas. Desde los tiempos más remotos, las plantas medicinales tienen aplicación en medicina, perfumería y alimentación. En la actualidad se comercializan tanto en fresco o en seco (en forma de condimento y productos de herboristería), como transformados en aceites esenciales, extractos o esencias o suplementos dietéticos. Su destino principal es la industria farmacéutica, cosmética o alimentaria [1]. Estos productos no se identifican como fármacos y los pacientes rara vez mencionan espontáneamente durante las entrevistas médicas que reciben fitoterapia [2]. Aunque las plantas medicinales y las especialidades farmacéuticas comparten principios activos, su regulación en el marco legal no es igual y las garantías no son las mismas. I. SEGURIDAD Y EFICACIA Es frecuente que los consumidores asuman que los productos ”naturales” son inocuos, es decir, sin efectos secundarios, y eficaces. Sin embargo, esta asunción se deriva en general del uso tradicional de estos productos y no de estudios sistemáticos que evalúen su eficacia y seguridad. Esto se debe a que la mayoría de estos productos no están regulados como fármacos, por lo que sus fabricantes no están obligados a probar que son seguros y eficaces. Con la creación del Committe on Herbal Medicinal Products en el seno de la Agencia Europea del Medicamento y siguiendo las directivas 2001/83/EC Y 2004/24/EC, se ha comenzado a preparar una lista de sustancias vegetales, preparaciones con las mismas y sus combinaciones [3,4]. Este comité preparará también unas monografías estandarizadas cuyo propósito es realizar un resumen científico de todos los datos disponibles de seguridad y eficacia de las plantas medicinales y / o de las preparaciones realizadas con ellas con intención de uso medicinal. Las monografías seguirán un esquema similar al de las fichas técnicas de los medicamentos autorizados por las agencias reguladoras, recogiendo las indicaciones terapéuticas, la posología, las contraindicaciones, etc, en condiciones de uso bien establecido y en condiciones de uso tradicional [3,4]. A nivel nacional, está la O.M. de 3 de octubre de 1973, aún vigente, con una lista de especies vegetales exentas de registro y de venta libre. Dicha O.M. establece que el resto de preparados con especies vegetales medicinales deberán inscribirse en un registro especial en la Agencia Española del Medicamento y cumplir con unos requisitos mínimos como la notificación de las instalaciones donde se elabora el producto y su sometimiento a actividades de inspección [5]. Una segunda O.M. del 6 de febrero de 2004 prohíbe la venta al público de una lista de plantas por razón de su toxicidad [6]. La cantidad y calidad de la evidencia que apoya la eficacia de las plantas medicinales es muy variable. Para algunos, la evidencia disponible es convincente. Sin embargo, para la mayoría, los estudios científicos no se han diseñado lo suficientemente bien como para conseguir la información deseada. En ocasiones la información obtenida en cuanto a eficacia proviene de casos individuales o de estudios en animales. La notificación espontánea de las sospechas de reacciones adversas derivadas del consumo de estos productos sigue siendo en nuestro país la vía de alerta más directa y una buena forma de aumentar el conocimiento sobre su seguridad. En diciembre de 2001 se retiraron los productos que contenían kava-kava (piper methysticum) como consecuencia de notificaciones de hepatotoxicidad en Alemania y en abril de 2003 se suspendió la comercialización de una especialidad farmacéutica con extracto etanólico de Camelia sinensis (té verde) también por notificaciones de hepatotoxicidad en España y Francia. En julio de 2006 se recomendó precaución en el uso de los productos que contienen el extracto de la raiz de cimicifuga racemosa por el riesgo de hepatotoxicidad (ver alertas del centro de Farmacovigilancia de Cantabria). La importancia de estas interacciones hace necesario que, igual que se vigilan las interacciones entre fármacos, se tengan en cuenta las interacciones entre fármaco y plantas medicinales en la práctica clínica, incluso aunque la mayoría de las veces no se sea responsable directo de la administración de estas plantas medicinales (autoprescripción, prescripción de terceros). II. INTERACCIÓN CON FÁRMACOS a) Paciente varón de 70 años de edad anticoagulado con acenocumarol por una fibrilación auricular crónica con controles periódicos de INR mantenidos entre 2 y 3. En dos controles rutinarios de coagulación consecutivos se objetivan INR en torno a 4-5, sin cambios clínicos aparentes que lo justifiquen. El paciente es reinterrogado por posibles cambios en su medicación concomitante (tratamientos antibióticos coincidentes, etc.). Tras insistir, el paciente admite tomar infusiones de Boldo, alrededor de litro y medio al día, con el único fin de aumentar la ingesta de líquidos. Las interacciones “productos naturalesfármacos” pueden ser importantes. Aunque su mecanismo suele ser desconocido puede deberse a interacciones en la absorción o en al eliminación. Muchas plantas inhiben o inducen el metabolismo intestinal y hepático de los fármacos, alterando las concentraciones plasmáticas de los mismos. Está bien demostrado mediante ensayos clínicos que la Hierba de San Juan reduce las concentraciones plasmáticas de ciclosporina, amitriptilina, digoxina, indinavir, anticonceptivos orales, teofilina, y simvastatina y que los suplementos de ajo disminuyen las concentraciones plasmáticas de algunos antirretrovirales [7]. Por otra parte, algunos constituyentes de las plantas, pueden actuar en las mismas moléculas diana de los fármacos dando lugar a efectos antagónicos o sinérgicos. Los efectos antagónicos pueden reducir la eficacia y producir un fallo terapéutico. Los efectos aditivos y sinérgicos pueden producir toxicidad indeseable y complican la dosificación en los tratamientos crónicos. Un ejemplo son los casos de confusión severa, agitación, hiperrreflexia, falta de coordinación, fiebre y coma, descritas al asociar Hierba de San Juan con inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. La Hierba de San Juan inhibe la captación de monoaminas (como serotonina, dopamina y noradrenalina) por las neuronas [1]. La importancia clínica de estas interacciones depende de factores relacionados con los fármacos administrados (dosis, régimen de dosificación, vía de administración), de las plantas (especie, dosis, régimen de dosificación, vía de administración), y de los pacientes (variaciones genéticas, edad, sexo y condiciones patológicas). Generalmente, un aumento de la concentración plasmática del fármaco al doble o más tiene potencial para producir efectos adversos. Cambios de concentración menos marcados pueden tener relevancia clínica en fármacos con estrecho margen terapéutico [7]. En estos casos, deberían monitorizarse las concentraciones plasmáticas del fármaco y/o vigilar la posible aparición de toxicidad. A continuación se presentan dos consultados a nuestro Servicio en este mes. III. casos CASOS CLÍNICOS Las infusiones de Boldo, parecen tener cierta acción colagoga/colerética y se han utilizado en algunas afecciones hepáticas en la Medicina tradicional, como protector hepático [8]. Sin embargo no existen ensayos clínicos en humanos que demuestren tal efecto. Entre los ingredientes activos presentes en las infusiones de boldo destacan los alcaloides isoquinoléicos, flavonoides, taninos, lípidos y cumarinas. Estas últimas pueden ser las responsables de la sumación de efectos que puede observarse en pacientes tratados con acenocumarol o con warfarina [8]. En 2001, se publicó un caso similar al que presentamos. La paciente, en tratamiento con warfarina por una fibrilación, experimentó un incremento del INR que se normalizó una semana después de retirar las infusiones de boldo. El efecto volvió a observarse cuando se produjo una reexposición unas semanas después. En ambos casos, el aumento del INR no se acompañó de sangrado a ningún nivel. El algoritmo de Naranjo imputó con alta probabilidad el aumento del INR a la asociación del boldo y los anticoagulantes orales [9]. El sistema de farmacovigilancia australiano había recogido también otros casos previamente. b) Paciente de 50 años, con hipotiroidismo primario tratado con 100 µg/día de levotiroxina. Tras varios años de control adecuado, los requerimientos de hormona exógena comienzan a aumentar. Al interrogar a la paciente sobre posibles cambios de tratamiento, sólo refiere que lleva unos meses tomando un preparado enriquecido con isoflavonas derivadas de la soja. Se consulta la posible relación entre la ingesta de isoflavonas y el aumento en los requerimientos de la hormona tiroidea exógena. • • • Las isoflavonas derivadas de la soja: Inhiben la peroxidasa tiroidea que cataliza la biosíntesis de las hormonas tiroideas. Algunas inhiben de forma no competitiva la yodación de la tirosina, lo que se traduce en efectos antitiroideos en individuos que consumen dietas ricas en flavonoides [10]. Además en situaciones de administración exógena de hormona tiroidea sintética, las isoflavonas pueden interferir su absorción, aumentando los requerimientos de dicha hormona [10,11]. En Marzo de 2006, se publicó una revisión de la literatura sobre la influencia de la ingesta de soja y de isoflavonas derivadas de la soja sobre la función tiroidea en pacientes adultos sanos y en pacientes hipotiroideos. Se revisaron 14 ensayos clínicos, (todos en sujetos presumiblemente sanos y eutiroideos) encontrando cambios significativos en la función tiroidea tan sólo en uno de los ensayos; en el resto no se encontraron cambios o fueron muy leves. Los autores concluyeron que, en individuos eutiroideos y con ingestas suficientes de yodo, las isoflavonas no afectan de manera adversa a la función tiroidea[12]. En un estudio previo de 2003, en mujeres postmenopáusicas con los depósitos adecuados de yodo, no se encontraron alteraciones de la función tiroidea cuando tomaron suplementos de isoflavonas derivadas de la soja [13]. En cuanto a los pacientes hipotiroideos, la revisión no considera que la soja o las isoflavonas derivadas de ella estén contraindicadas, pero advierte que en estos pacientes: • Pueden aumentar los requerimientos de hormona tiroidea exógena, por lo que deberán controlarse más estrechamente y • Es necesario asegurar en estos pacientes una ingesta de yodo adecuada (no deficitaria) [12]. IV. CONCLUSIONES PRÁCTICAS El aumento en el consumo de plantas medicinales y la falta de conocimiento riguroso sobre su eficacia y seguridad, así como en el campo de las interacciones con los fármacos habituales, hace recomendable: • Preguntar de forma directa al paciente no sólo por su tratamiento farmacológico convencional sino también por el consumo de otro tipo de preparados (parafarmacia, herbostería, suplementos dietéticos, etc) • Registrar de manera más estricta el consumo de estos productos en la historia clínica de los pacientes. • Considerar estos productos como fuentes potenciales de reacciones adversos y/o interacciones. Bibliografía 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. Serrano Ruiz A, Cabrera García L, Saldaña Valderas M, et al. Riesgos de las plantas medicinales en uso concomitante con medicamentos. Inf Ter Sist Nac Salud 2003; 27: 161-.7. Martin-Facklan M, et al. 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Personas con enfermedades crónicas Personas que viven con o cuidan a personas de riesgo, lo cual incluye al persona sanitario [1]. Una proporción no desdeñable de los casos de gripe son de origen nosocomial, y existen casos bien documentados de brotes de gripe intrahospitalaria como el sucedido en el año 2001 en el Servicio de Enfermedades Infecciosas de un hospital de Barcelona, con una tasa de ataque del 31% entre los pacientes y del 51% en el personal sanitario. En este brote una paciente con infección por el VIH falleció por una neumonía grave por virus influenzae A. Sólo estaba vacunado el 7% del personal sanitario del área [2]. Sorprendentemente, a pesar de la importancia del tema hay pocos estudios que analicen los efectos de la vacunación del personal sanitario en la salud de los pacientes. La Cochrane en una revisión sistemática publicada en mayo de este año sólo encuentra dos ensayos aleatorizados y un estudio de cohortes que analicen la eficacia de la vacuna en el personal sanitario que trabaja con ancianos. La revisión concluyó que la vacunación del personal sanitario sólo es eficaz para prevenir la gripe si los pacientes también están vacunados (eficacia absoluta de la vacuna 86%, IC95% 40%-97%). Aunque el número de casos estudiados fue pequeño, los datos obtenidos indican que la vacunación del personal sanitario no fue eficaz contra la gripe (OR: 0,86 e IC95%: 0,44-1,68) o infecciones respiratorias bajas (OR: 0,70 e IC95%: 0,41-1,20), pero fue eficaz para prevenir muertes por neumonía (Eficacia: 39% e IC95%: 2%-62%) y muertes de cualquier causa (eficacia: 40% e IC95%: 27%-50%). A la vista de estos resultados no se pueden establecer conclusiones sólidas. Los autores indican que se necesitan más estudios y que con las evidencias actuales se debe promover la vacunación en el personal sanitario [3]. Por la facilidad para ser vacunados, por nuestros conocimientos y por las consecuencias de la transmisión de la gripe a los pacientes que cuidamos, el personal sanitario debería estar especialmente motivado para vacunarse contra la gripe. A pesar de ello, es frecuente que las tasas de vacunación no lleguen al 20% [1,2,4]. Las razones se recogen en un estudio reciente de la revista Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica [5] que se acompañó de una editorial. El estudio incluyó más de 1.000 encuestas al personal sanitario del Hospital Universitario de Alicante que no se vacunaron en el año 2003. Las principales razones para no vacunarse fueron: evitar medicación (17,9%), confiar en las propias defensas (17%) y temor a los efectos secundarios (16,8%). Otras razones no infrecuentes (> 5%) fueron: temor a que la vacuna produjera gripe, falta de tiempo, no haber tenido nunca la gripe, no le gustan las vacunas, no estar en grupo de riesgo, haber tenido gripe estando vacunado o tener poca probabilidad de enfermar. Algunas estrategias pueden mejorar las tasas de vacunación contra la gripe del personal sanitario. Una de ellas es la información que podemos transmitir los médicos al personal con el que trabajamos. Otra es el establecimiento de equipos móviles de vacunación en los hospitales que también ha demostrado su eficacia [4]. En nuestro entorno se puede mejorar las tasas de vacunación en el personal sanitario como ha quedado demostrado en la última campaña, en la que se incrementó muy notablemente la tasa de vacunación en los hospitales de Cantabria debido al anuncio de una posible pandemia de gripe aviar. A la vista de los datos actuales podemos decir que existe un escaso cumplimiento de las recomendaciones sobre la vacunación de la gripe en el personal sanitario. Una de las principales causas es la falta de información sobre la vacuna de la gripe, una vacuna que es segura y eficaz y que salva vidas. Los trabajadores sanitarios tenemos una importante responsabilidad con la vacunación antigripal. Tratamos con multitud de pacientes muchos de ellos debilitados e inmunosuprimidos a los que podemos trasmitir la gripe, una enfermedad prevenible que puede ser mortal. Bibliografía 1. 2. 3. 4. 5. Prevention and Control of Influenza: recommendations of the Advisory Committee on Immunization Practices (ACIP). Advisory Committee on Immunization Practices; Smith NM, Bresee JS, Shay DK, Uyeki TM, Cox NJ, Strikas RA. MMWR Recomm Rep 2006; 28; 55:1-42. Horcajada JP, Pumarola T, Martínez JA, Bayas JM, De la Prada M, García F, et al. 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Blanca Sánchez (Tel: 73 373, e-mail: [email protected]) Comité de Redacción del Boletín: Dr. Javier Adín, Dr. Juan A. Armijo, Dra. Mª Angeles de Cos, Dra. Africa Mediavilla y Dra. Blanca Sánchez del Servicio de Farmacología Clínica. En este número ha colaborado el Dr. Galo Peralta, Médico Adjunto del Servicio de Medicina Interna del Hospital Sierrallana