UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SINALOA FACULTAD DE HISTORIA MAESTRÍA EN HISTORIA MOVIMIENTOS CAMPESINOS POR LA TIERRA EN EL NORTE DE SINALOA 1968-1976 (ESTUDIO DE CASO EJIDO CAMPO EL TAJITO) TESIS QUE PARA OBTENER EL GRADO DE MAESTRA EN HISTORIA PRESENTA PAULINA ARACELI SOTO CARBALLO DIRECTOR DE TESIS DR. GUSTAVO AGUILAR AGUILAR CULIACÁN ROSALES, SIN., JUNIO 2011. Índice Introducción 6 Capítulo I. Significado de los movimientos sociales 14 1. ¿Qué son los movimientos sociales? 14 2. ¿Qué son los movimientos campesinos? 20 Capítulo II. Los movimientos campesinos en México 1968-1976 25 1. Antecedentes de los movimientos campesinos 25 2. Manifestaciones de los movimientos campesinos 44 Capítulo III. Movimientos campesinos en Sinaloa 1968-1976 51 1. Condiciones sociopolítica y económica de Sinaloa 51 2. Antecedentes de los movimientos campesinos 56 3. Manifestaciones de los movimientos campesinos en Sinaloa 67 4. Los Movimientos campesinos en el norte de Sinaloa 95 Capítulo IV. Estudio de caso (ejido Campo El Tajito) 110 1. Gestiones y solicitudes agrarias 110 2. La radicalización y represión campesina 122 3. Soluciones agrarias 138 4. Protagonistas y nexos del ejido Campo El Tajito 144 Conclusiones 151 Anexos 157 Fuentes 194 Agradecimientos Repasar la frase de Cervantes "De gente bien nacida es agradecer los beneficios que recibe”, me inspira para expresar mi agradecimiento a todas aquellas personas e instituciones que directa e indirectamente hicieron posible la realización de mis estudios de maestría y la ejecución de la presente obra, sin su contribución difícil hubiera sido salir avante. De manera especial a mi esposo Luis Armando Becerra y a mis hijos Emanuel y Viridiana, a mi padre y hermanos y a toda mi familia, donde están incluidos los amigos, quienes al fin de cuentas son familiares que tuve que encontrar. En lo académico, primeramente agradezco a mi director de tesis, el Dr. Gustavo Aguilar Aguilar, quien con su filosofía y erudición supo guiarme al complejo mundo de la ciencia y sugerirme cómo plasmar las ideas en los diferentes capítulos de mi investigación. También a mis lectores, los doctores Arturo Rigoberto Román y Alonso Martínez Barreda, quienes dedicaron su valioso tiempo a leer las conjeturas de mi tesis y dar sus comentarios para el mejoramiento de la misma. Considero de elemental ética agradecer a todos mis profesores de la Maestría en Historia, a quienes para evitar susceptibilidades al omitir a alguno, sólo les digo gracias por ser mis maestros; siempre me serán útiles sus cátedras y sus consejos, estoy comprometida con sus enseñanzas. A mis compañeros, con quienes pude discutir las temáticas científicas y de amistad; Ana Julieta Rueda Morales, Cruz Armando González Izaguirre, Gerardo Jiménez Maldonado, Jesús Antonio Torres Medina, Josafath Sánchez López, Juan Antonio Fernández Velázquez, Nubia Gabriela Valenzuela Frías, Reyna Dolores Sánchez Pedroza, Talía Valdez Muñoz y Yesica Rosas Villa. También quiero agradecer el apoyo académico y económico de la Universidad Autónoma de Sinaloa, sin ella no hubiera sido posible realizar la Maestría en Historia, gracias por su noble causa: la educación. Así como al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) por el apoyo económico que me brindó, y al Programa de Becas de Movilidad Estudiantil de Santander Universidades para las Instituciones que Conforman la ANUIES, a través de la Universidad de Guadalajara. Agradeciendo a la vez al Dr. Sergio Manuel Valerio Ulloa, por aceptarme en su tutoría en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de dicha universidad. Y al Dr. Óscar Aguilar Soto, quien desde un primer momento me orientó en la metodología de la tesis y exhortó para su terminación. A la Facultad de Historia por aceptarme como estudiante en su décima tercera generación de la Maestría en Historia, al personal de apoyo tanto de la Dirección como de la Coordinación de la Maestría. Con cariño a Sandra Luz Gaxiola Valdovinos y Sara Velarde Sarabia, quienes amablemente nos auxiliaron en lo que estaba en sus manos. Así también al personal de la Biblioteca de Humanidades-UAS. Mi agradecimiento también al personal que incondicionalmente me apoyó proporcionándome material informativo, en las diferentes instituciones oficiales y privadas, sin el cual no hubiera sido posible escribir esta tesis: el Centro Regional de Documentación Histórica y Científica (CREDHyC), el Registro Agrario Nacional, (RAN) Delegación Sinaloa, al Instituto Nacional de Geografía e Informática (INEGI) Delegaziòn Sinaloa, al Archivo Histórico de Sinaloa, El Debate, de Los Mochis y a la Organización Editorial Mexicana (El Sol de Sinaloa), en Culiacán. A cada una de las personas que atinadamente me concedieron su tiempo al entrevistarlos, para enriquecer la información de El Tajito; para no omitir a ninguno remito a la lista de entrevistados en el apartado de fuentes. A Judit Ceniceros Villa y Cintia Guadalupe Contreras Moreno, quienes con su responsabilidad de estudiantes me auxiliaron mecanografiando las notas periodísticas y a Lic. Vicente Jaime Sánchez, quien hizo posible el hilo conductor para hacer amena la lectura de la investigación. Edgardo Inzunza Beltrán, Guadalupe Joel Madrigal Monarrez y Germán Miranda quienes con amabilidad me orientaron en la ubicación de El Tajito. Por último a mis compañeros de trabajo: de la Escuela de Filosofía y Letras y a los de la Unidad Académica Preparatoria Emiliano Zapata ambos de la Universidad Autónoma de Sinaloa. A todos reitero mi agradecimiento. Culiacán, Sin. Junio 2011. Introducción El presente estudio aborda los movimientos campesinos en la lucha por la tierra que se presentaron en el norte de Sinaloa, específicamente en el Municipio de Guasave durante el periodo 1968-1976, el cual se caracterizó por la lucha persistente y rotunda de los campesinos por obtener una porción de tierra donde vivir. Al hacer el Estado caso omiso de sus demandas solicitadas, optaron por tomar y en caso extremo invadir las tierras de los grandes latifundistas y productores agrícolas, quienes tenían acaparadas las mejores tierras cultivables en el estado, sobre todo en el centro y norte de la entidad. Con el deseo de aportar algo respecto a la temática y contribuir a que la sociedad sinaloense tenga en claro que la participación que tuvieron los campesinos fue significativa para los cambios originados en su desarrollo. Consideramos que dicho estudio es de interés, porque pone de manifiesto que los campesinos, a través de sus movimientos sociales fueron capaces de organizarse, demandar la tierra, exigir el cumplimiento del reparto agrario, y lograr una participación activa y efectiva en las acciones sociales y políticas, distante de alcanzar en años anteriores. La hipótesis que sustento es que el movimiento campesino en los años 1968-1976 en Sinaloa, tuvo como móvil principal la lucha por la tierra, siguiendo los cauces determinados por la Reforma Agraria, sin embargo hubo otros movimientos, que ante la incapacidad de obtener la tierra por los medios legales, utilizó medios ilícitos, para conseguirla, ante esto el Estado, el Gobierno Estatal y latifundistas reaccionaron de forma violenta en contra de quienes tomaron la tierra, aún así continuaron en la lucha logrando paulatinamente lo demandado, la tierra. Siendo el movimiento de El Tajito el más radical del momento. El objetivo en esta investigación es analizar y determinar cómo los actores, los campesinos sinaloenses, llevaron de forma radical el movimiento en su lucha por la tierra, a la vez reflexionar y profundizar en sus condiciones de vida, para ver de esta manera las razones que tenían para demandar posesión de tierras, como 6 también la acción política que desempeñaban, esas tácticas empleadas para mantenerse y resistir hasta lograr lo demandado; la tierra, de manera especial escudriñarlo con la experiencia que tuvo el poblado Campo El Tajito, al lograr a través de su persistente lucha constituirse como ejido colectivo. Estudio que pone de manifiesto que los campesinos a través de sus movimientos sociales a finales de 1960 y principio de 1970, fueron capaces de organizarse, para exigir el cumplimiento del reparto agrario, ya que las tierras estaban en manos de los latifundistas, y lograr con ello una participación activa y efectiva en las acciones sociales y políticas, distante de alcanzar en años anteriores. Lo que demuestra las razones que tenían para demandar posesión de tierras, como también la acción política que desempeñaron, esas tácticas empleadas para mantenerse y resistir hasta lograr lo demandado; la tierra, de manera especial analizo la experiencia que tuvo el poblado El Tajito, en el Municipio de Guasave, donde los campesinos a través de su persistente lucha radical hacia las formas implementadas por la clase pudiente, los grandes latifundistas logran constituirse como nuevo núcleo de población ejidal. Por lo que trato de dar respuesta a las siguientes interrogantes: ¿qué características asumió el movimiento campesino en la lucha por la tierra en Sinaloa durante el periodo de 1968 a 1976?, ¿qué razones tenían los campesinos para invadir las tierras de los latifundistas?, ¿qué medidas llevaron a cabo los campesinos para obtener sus objetivos?, ¿qué papel jugaron sus actores; el Estado, los campesinos, los latifundistas y los productores agrícolas en la movilización campesina?, ¿qué repercusiones tuvo este movimiento en la sociedad campesina y en la sociedad en general?, ¿cómo se dio en la región norte? y ¿qué expresiones tuvo el movimiento campesino en el ejido Campo El Tajito? Tomamos en cuenta también en la investigación el panorama nacional, donde se estaban llevando cambios drásticos en el ámbito económico, social y político, y donde las clases populares hicieron presencia por las políticas gubernamentales que habían provocado que la sociedad se rebelara. 7 Se refleja a la vez el escenario de Sinaloa, con la transformación de la infraestructura de la agricultura, desde la década de los cuarenta, cuando el sistema de riego era incorporado al cultivo, presentándose con esto gran despunte en la misma, sobre todo la agricultura que administraba la burguesía agrícola, permitiendo la concentración de las mejores tierras, convirtiéndose en latifundistas. Una de las razones por la que en Sinaloa los campesinos fueron capaces de organizarse y demandar tierra y el cumplimiento a las promesas del reparto agrario, de la dotación y restitución de ésta. Sobre todo en el Municipio de Culiacán y en el de Guasave, donde se manifestaron movimientos campesinos en la lucha por la tierra. Campesinos que al solicitar la tierra en dotación recibieron la menos productiva, difícil de lograr con ella más de lo necesario para subsistir, algunos al recibirla a través de mandato presidencial no les fue entregada, por lo que se vieron en la necesidad de invadirlas. Con estas manifestaciones de invasión, el Gobierno del Estado apoyó a los latifundistas por razones de conveniencia política y compadrazgo, y ambos de manera coordinada reaccionaron de forma violenta, manifestando su poder en contra del campesinado. Ordenando a las organizaciones policiacas y al Ejército desalojarlos de los predios que tenían irrumpidos, incendiándoles las improvisadas viviendas, acordonarlos con cercos policiacos, privándolos de la libertad, sin permitirles salir a abastecer sus víveres, amenazándolos, e inclusive, asesinarlos. Estas medidas aplicadas provocaron gran descontento en las clases populares quienes se organizaron en sus diferentes gremios y asociaciones y fueron apoyándose mutuamente. Para esto los campesinos realizaron tomas e invasiones de tierra, paros en las actividades agrícolas, demandas por los créditos bancarios para los insumos requeridos, etcétera. Los sustentos teóricos en los que apoyamos la investigación, son los de Alain Touraine, Sídney Tarrow, Alberto Melucci, Eric Hobsbawn, James C. Scott y Barrington Moore, entre otros. 8 Alain Touraine, en su obra Producción de la sociedad, considera que los movimientos sociales son la acción conflictiva de agentes de las clases sociales que luchan por el control de un sistema de acción histórica. El cual tiene que ver con una acción social entablada con un adversario social, por la gestión de los medios a través de los cuales una sociedad actúa sobre sí misma y sobre sus relaciones con su entorno. Sídney Tarrow define a los movimientos sociales en dos dimensiones: primero, como desafíos colectivos que comparten objetivos y solidaridades en una intención mantenida con las élites, los oponentes y las autoridades; y segundo, como respuestas a una serie de condiciones sociales y políticas adversas que adquieren forma cuando cuidadosamente se juntan a veces animados por los líderes. En general, cuando un grupo de hombres decide arriesgar su seguridad, sus bienes, su familia, por defender determinados objetivos es porque los creen realizables. Así lo consideraron los campesinos de El Tajito, inmersos en el olvido, la explotación, por lo que consideraron invadir las tierras. Melucci considera a los movimientos como una acción colectiva- conflictiva que implica la lucha de dos adversarios en la que cada uno se caracterizaba por una solidaridad especifica y se opone al otro por la apropiación y destino de los recursos y valores sociales. Definitivamente para él, el desempeño específico de roles del capital humano llevará a la realización segura de cada actividad propuesta para los objetivos de acción del movimiento. A pesar de que Barrington Moore y James C. Scott no hacen referencia a los movimientos sociales, sus aportaciones sobre las acciones o reacciones que desempeñan los actores sublevados, como son la resistencia y las fantasías de venganza que llevan cotidianamente los campesinos, quienes utilizan la haraganería, el incumplimiento pasivo, el engaño, los hurtos, la calumnia, el sabotaje, y el incendio premeditado, que está muy cerca del desafío colectivo declarado, por lo que veremos en nuestros campesinos la persistencia en lograr su objetivo; el de ser dotados de tierras, sin permitir que los grandes agricultores la prepararan o cultivaran. 9 Al analizar la información existente relacionada con el tema, encontré importantes escritos locales, como es el de Baldemar Rubio y Jaime F. Hirata, entre otros, quienes escriben la obra El movimiento campesino y las invasiones por la tierra en Sinaloa (1976); en ella describen las características y causas fundamentales de las invasiones de tierras ocasionadas en el campo sinaloense a mediados de la década de los setenta del siglo pasado, a la vez explican las acciones que llevaron a cabo los campesinos y gobierno, en esa demanda. Basándose en información periodística de la región. Nos fue de gran utilidad la tesis de Rosario Quevedo Castro, titulada La lucha por la tierra en Sinaloa: 1970-1976; en la cual profundiza el devenir histórico del movimiento campesino en México desde la colonia hasta finales de la década de los setenta y las manifestaciones de ascenso del movimiento popular del que emergió el movimiento campesino, y las diversas manifestaciones que antecedieron al movimiento en Sinaloa desde los años setentas, asimismo contiene las causas y efectos que tuvieron, las raíces económicas, políticas y sociales que mantuvieron la irrupción. Sin restarle importancia a la obra de José Torres Angulo, La lucha por la tenencia de la tierra en Sinaloa. La cual trata desde los inicios de la creación del primer ejido en Sinaloa; que fue Tepuche, en el Municipio de Culiacán, el mismo año que surgió la primera ley agraria en México, en 1915. Hasta la creación de nuevos ejidos surgidos con el advenimiento del desarrollo de la infraestructura hidráulica así como también de la problemática que se presentó por la tenencia de la tierra entre la década de los cincuenta a los setenta, en el norte del estado, a causa de la creación del primer sistema hidráulico. Igualmente, fue de gran ayuda tomar en cuenta la obra Los empresarios agrícolas y el Estado: Sinaloa 1893-1984, de Hubert Carton de Grammont; específicamente no habla de los movimientos campesinos, pero es precursora en la temática de la consolidación agrícola y las instituciones que le dan realce a este sector de la producción en Sinaloa, desde finales del siglo XIX al periodo que nos incumbe estudiar; 1968-1976. 10 A nivel nacional se encuentran las obras de Armando Bartra, Los herederos de Zapata (Movimientos campesinos posrevolucionarios en México 1920-1980); y la de David R. Mares, La irrupción del mercado internacional en México, consideraciones teóricas y un estudio de caso; las cuales describen la situación del campesinado y sobre todo los movimientos campesinos del noroeste del país en el periodo que compete a esta investigación. Proporcionan, además, los elementos descriptivos a través de investigación hemerográfica, sobre las disputas por la tierra, y el análisis estratégico de la élite rural, los campesinos y el Estado, y la heterogeneidad de cada grupo, así como las decisiones que toman. Otras obras que también fueron de gran apoyo son: Hoy luchamos por la tierra; de Beatriz Caníbal, y la de Estela Martínez, Organización de productores y Movimientos campesinos, pues describen en ellas la manera de la distribución de la tierra, y cómo los campesinos llevaron a cabo la organización para lograr hacer presencia. Para responder las preguntas referentes a los movimientos campesinos por la tierra en el norte de Sinaloa 1968-1976, requerí de un estudio concienzudo, mediante el análisis histórico y sociológico. Donde me apoyé de una razonable cantidad de bibliografía y material hemerográfico, sin dejar de lado la información archivística del Registro Agrario Nacional, Delegación Sinaloa y los informes de gobierno compilados por el Congreso del Estado. Dimos gran peso a la historia oral (sobre todo para realizar el último capítulo), entrevistando a veintidós personas, entre ellas a dieciocho campesinos que tuvieron contacto directo con el movimiento, dos estudiantes de aquel tiempo que también estuvieron contribuyendo a favor de la clase popular, tanto de campesinos como de colonos de la ciudad, maestros destacados de la universidad: Liberato Terán Olguín y Eduardo Salomón Hernández. Una de las entrevistas que dio partida a indagar más información con los entrevistados fue la del señor Miguel Domínguez Corrales, quien sobrevivió a la emboscada (traición) tramada por la Judicial al líder del movimiento de El Tajito, Marcelo Loya Ornelas. Quien no pudo librarse, el pasado 3 de noviembre de 2011, 11 del traidor cáncer de pulmón. Con paciencia y serenidad fue narrando, en las tres ocasiones que lo entrevistamos, cada detalle de lo que sucedía en la invasión y del mismo desalmado asesinato de los cuatro acaecidos aquel 6 de enero de 1973. Nos tocó conversar con Guillermo Loya Ornelas y Adrián Loya Rendón, hermano e hijo, respectivamente, de Marcelo. De gran utilidad también fueron las disertaciones de los señores Héctor Armenta, Rangel Espinoza y Carmen Domínguez, quienes describieron con lujo de detalle la toma de tierra del 30 de mayo de 1972 cada acción y actitud de los judiciales en los momentos más álgidos del movimiento, eran unos jóvenes dispuestos a defender las acciones de explotación de los latifundistas de la región. Como también el diálogo que tuvimos con las señoras Ramona Corrales Domínguez, María de los Ángeles Méndez Flores y Gloria Alicia Soto Cota, quienes me hablaron del suplicio que día a día vivían, por la preocupación por sus hijos y esposos, por lo que pudiera pasarles por las medidas de los judiciales, el Ejército y las guardias blancas que nunca dejaron de vigilarlos. La investigación está dividida en cuatro capítulos. El primero describe el significado de los movimientos sociales y campesinos desde varios puntos de vista, sin dejar de hablar de las características y manifestaciones de sus protagonistas, los campesinos, presentes en su acción cotidiana “acostumbrados” en recibir los agravios de la clase pudiente. En el segundo capítulo abordamos los movimientos campesinos en México durante 1968-1976, tomando en cuenta la coyuntura política, social y económica presente en dicho periodo. A la vez hacemos hincapié a groso modo de movimientos campesinos relacionados con la tenencia de la tierra, acontecidos en algunos países de América Latina (Paraguay, Bolivia, Chile, Argentina, Nicaragua, El Salvador, República Dominicana, Cuba y Perú) en el mismo periodo. El tercer capítulo desarrolla las características del Estado de Sinaloa, su situación política, socioeconómica, especialmente la situación del campesino y las manifestaciones e impactos sociales de los movimientos campesinos en el 12 Municipio de Guasave, específicamente en el valle de El Fuerte en el periodo 1968-1976. En el último capítulo se aborda un estudio de caso sobre el movimiento campesino controvertido que se presentó en el ejido El Tajito desde 1968, donde tratamos la acción violenta que se llevó por parte del gobierno hacia la resistencia que opusieron los campesinos, quienes después de diez años de constantes acciones legales e ilegales logran constituirse, en 1976, a través de resolución presidencial como un nuevo núcleo de población ejidal, siendo presidente de la República el Lic. Luis Echeverría Álvarez y gobernador de Sinaloa Alfonso G. Calderón. 13 Capítulo I. Significado de los movimientos sociales 1. ¿Qué son los movimientos sociales? En las últimas décadas, del siglo XX, en general, los estudiosos se dedicaron a las investigaciones vinculadas a la historia social;1 con mayor énfasis en temáticas relacionadas con actores emergentes, como son en esta investigación los movimientos sociales y las élites, surgiendo un interés renovado por ocuparse nuevamente de lo político y del análisis de las ideas, del pensamiento y de las instituciones de Estado. Analizar los patrones de protesta desde el punto de vista de la historia social, nos estaría revelando la cultura de los actores implicados en los movimientos campesinos, imprescindible para dicho objetivo; ya que los valores y las expectativas de la gente influyen en su manera de reaccionar a las condiciones objetivas, en las demandas que hacen, en la probabilidad de que presionen por un cambio y en el momento en que lo hacen. A la vez, nos remitiría a ver en conjunto la identidad colectiva2 de los campesinos de ese tiempo, y nos daría pauta para descubrir por qué algunos se conformaban con las condiciones que les desagradaban, mientras otros se manifestaron contra esa situación, entre otras características. 1 La historia social es una rama de la historia, que estudia los procesos y estructuras de los hechos sociales, de las desigualdades de las clases sociales. En el pasado se refería a las clases pobres o bajas y más concretamente al estudio de los movimientos de los pobres. Maneras costumbres, vida cotidiana. En si abarca todas las prácticas humanas, por tomar a la sociedad como objeto. Surgió como reacción frente a la historia tradicional, de tipo político militar. En ella la historia económica está muy ligada con la social. Aunque nos dice Febvre que "No hay historia económica y social. Hay la historia sin más, en su unidad. La historia que es por definición absolutamente social”. Por lo que esta historia se apoya en las diferentes disciplinas para realizar la investigación. Eric Hobsbawm, Sobre la Historia, Crítica, Barcelona, 1998, pp. 84-85, Jim Sharpe, “Historia desde abajo”, en Formas de hacer historia, de Peter Burke, Alianza, Madrid, 1983, pp. 38-58.Lucien Febvre, Combates por la historia, Ariel, Barcelona, 1970, p. 39. 2 La identidad colectiva la podemos considerar como el estado de conciencia implícitamente compartido de unos individuos que reconocen y expresan su pertenencia a una categoría de personas, a una comunidad que los acoge. En este caso la de los campesinos. 14 Alain Touraine3 considera que los movimientos sociales son la acción conflictiva de agentes de las clases sociales, que luchan por el control de un sistema de acción histórica. Tiene que ver con una acción social entablada con un adversario social, por la gestión de los medios a través de los cuales una sociedad actúa sobre sí misma y sobre sus relaciones con su entorno. Éstos pueden darse cuando en la sociedad existen agravios,4 marginación, explotación o está sometida a actos incorrectos de dignidad social, de actores que tienen en sus manos el poder irracionalmente. Esa manifestación la podemos percibir en los campesinos, al organizarse y estar en contra del incumplimiento del gobierno de no satisfacer las demandas de tierra Sídney Tarrow5 define a los movimientos sociales en dos dimensiones; primero: como desafíos colectivos que comparten objetivos y solidaridades en una intención mantenida con las élites, los oponentes y las autoridades; y segundo: como respuestas a una serie de condiciones sociales y políticas adversas que adquieren forma cuando cuidadosamente se juntan, a veces animados por los líderes. En general, cuando un grupo de hombres decide arriesgar su seguridad, sus bienes y su familia por defender determinados objetivos es porque los creen realizables. Así, el surgimiento y desarrollo de los movimientos depende en gran medida de las oportunidades políticas que ofrece el sistema institucional en el que se lleva a cabo la acción colectiva; por lo que las estructuras de oportunidades políticas resumen el conjunto de factores políticos que pueden favorecer u obstaculizar la acción de los movimientos. Así lo consideraron los campesinos de Sinaloa inmersos en el olvido o la explotación, por lo que consideraron invadir las tierras. 3 Alain Touraine, Producción de la sociedad, UNAM, IFACAL, IIS, México, 1995, p. 239. El agravio es toda manifestación del sistema que perjudica a individuos o grupos, es considerado un motor fundamental de la acción colectiva. Tanto los agravios y sus reacciones son resultados permanentes de las relaciones de poder, no pueden explicar la formación de movimiento, ésta depende más bien de cambios en los recursos con que cuentan los grupos, las organizaciones y las oportunidades para la acción colectiva, es decir, que dado un agravio se genera un movimiento social. http://redalyc.uaemex.mx/pdf/195/19500501.pdf. Marisa Revilla Blanco, “El concepto de movimiento social: acción, identidad y sentido”. Última Década, revista del Centro de Investigación y Difusión Poblacional de Achupallas, Viña del Mar, núm. 5, Chile, 1996, pp. 1-18. Consultada el 22 de febrero de 2009. 5 Sídney Tarrow, El poder en movimiento, los movimientos sociales acción colectiva y la política, Alianza, España, 1997, p. 201. 4 15 Melucci6 considera a los movimientos una acción colectiva-conflictiva que implica la lucha de dos adversarios, en la que cada uno se caracteriza por una solidaridad específica y se opone al otro por la apropiación y destino de los recursos y valores sociales. Definitivamente, para él, el desempeño específico de roles del capital humano llevará a la realización segura de cada actividad propuesta para los objetivos de acción del movimiento. En el ámbito de la sociedad civil y debido a las múltiples crisis de legitimidad y vacío de poder emergen, a partir de la década de los sesenta del pasado siglo, nuevos actores sociales y políticos, que cuestionan la legitimidad del Estado y plantean nuevas formas de lucha frente al mismo; pero, sobre todo, se convierten en redes de poder informal en busca de una identidad colectiva; de esta manera, hay quienes hablan del movimiento social como la transformación del Estado y la creación de un proyecto alternativo, donde no existe una contraposición entre clases sociales y movimientos populares, sino que se les ve en referencia con las clases sociales.7 Lo que sí podemos ver, es que los movimientos sociales rompen con las normas establecidas en la sociedad, reglas del poder político, con el fin de poder lograr los objetivos bien definidos que tienen al organizarse, adelantándose visionariamente a las consecuencias o riesgos que se presenten, sin perder de vista el objetivo planteado. Se generan en la sociedad civil, la cual se orienta intencionalmente a la defensa de objetivos específicos. Pueden presentarse inesperadamente, o bien surgir lentamente, al ser activados o movidos por condiciones de dominación que le ha tocado vivir a una parte de la sociedad.8 Dentro de los movimientos sociales entran los populares, los cuales integran a todos los movimientos de las clases subalternas, como los campesinos, mismos que desarrollaremos en esta investigación. Aunque también pueden ser 6 Alberto Melucci, Acción colectiva, vida cotidiana y democracia, El Colegio de México, México, 1999, pp. 55- 61. 7 Daniel Camacho y Rafael Menjivar, Movimientos populares en América Latina, Siglo XXI, México, 1989, p. 7. 8 Marisa Revilla B., op. cit., pp. 2- 6. 16 manifestados por las clases en el poder.9 Definitivamente, el desempeño específico de roles del capital humano llevará a la realización segura de cada actividad propuesta para los objetivos de acción del movimiento. La disponibilidad será una parte medular de la acción colectiva de los actores comprometidos.10 Un elemento común de los conflictos políticos es la crisis de legitimidad y de dominación, que suele generar un vacío de poder y una movilización social de distintos sectores policlasistas, y que finaliza en una recomposición o ruptura de bloque de poder.11 Anteriormente decíamos que dado un agravio se genera un movimiento social, pero no siempre sucede así, por lo que cabría preguntarse ¿por qué algunas personas al ser agraviadas se rebelan y otras no? Pudiéramos enlistar infinidad de ejemplos entre las sociedad, sobre todo entre los campesinos, quienes han vivido relegados, sin que ellos aparentemente se hayan dado cuenta o manifestado. Moore12 nos ejemplifica bien esto, diciéndonos que es evidente que la gente está inclinada a legitimar cualquier cosa que le parezca inevitable, sin importar lo dolorosa que pueda ser, pues de otra manera el dolor resultaría intolerable. La conquista de este sentimiento de inevitabilidad, resulta esencial para el desarrollo del desagravio moral que sea políticamente efectivo. Para que esto suceda la gente debe percibir y saber su situación como consecuencia de la injusticia humana: como una situación que no debe, no puede y no necesita soportar. Por supuesto, una percepción así, ya sea un nuevo despertar o el contenido de una tradición consagrada, no es garantía de que vendrán cambios políticos y/o sociales. Lo que sí es seguro, es que sin la agitación que produce el agravio moral, “tales cambios no ocurrirán”. Inclusive, Moore hace referencia a las fantasías de liberación y venganza; las cuales pueden ayudar a preservar la 9 Susan Eckstein (coordinadora), Poder y propuesta popular. Movimientos sociales latinoamericanos, Siglo XXI, México, 2001, p. 1. 10 Alberto Melucci, op. cit, pp. 25-32. 11 Marta Casaús Arzú, “Los préstamos metodológicos en la Historia y las Ciencias Sociales en América Latina en las últimas décadas”, en Revista de Historia, núm. 5, Universidad Nacional de Camahue, Argentina,1995, pp. 11- 38. 12 Barrington Moore, La injusticia: bases sociales de la obediencia y la rebelión, UNAM, México, 1996, p. 33. 17 dominación, al disparar la energía colectiva en una retórica y un ritual relativamente inofensivo. Para los grupos dominantes este fenómeno (de la fantasía de liberación y venganza) tiene la ventaja de justificar su alerta, y de mantener en buen funcionamiento las herramientas de la represión y en orden a sus partidarios. Entre los líderes de los opresores y de los oprimidos puede haber un entendimiento táctico de que esta es la forma en que se supone debe trabajar el sistema; o sea, que es también la forma que toma el control social. En el plano de la organización social es necesario vencer la dependencia, con base en nuevas formas de solidaridad y nuevas redes de cooperación, para realizar una resistencia efectiva. Scott,13 en su obra Los dominados y el arte de la resistencia, hace hincapié en la resistencia y las fantasías de venganza, donde para él los campesinos se dedican con frecuencia a formas de resistencia cotidiana como la haraganería, el incumplimiento pasivo, el engaño, los hurtos, la calumnia, el sabotaje y el incendio premeditado, que están muy cerca del desafío colectivo declarado. Si bien es cierto estas formas de resistencia raras veces provocan un cambio importante, pueden en ocasiones socavar la legitimidad del gobierno y la productividad, hasta el punto en que las élites políticas y económicas sientan la necesidad de instituir reformas o cambios importantes, como los que veremos más adelante que se dieron en Sinaloa, donde los campesinos mostraron muy bien la persistencia para lograr su objetivo: el de ser dotados de tierras. Por lo que invadieron tierras, sin permitir que los grandes agricultores la prepararan o cultivaran. De hecho, estas formas de resistencia también se manifiestan con un discurso de inconformidad y disidencia.14 13 James C. Scott, Los dominados y el arte de la resistencia, Era, México, 2004, pp. 21-24. A dicho discurso, Scott lo nombra de dos maneras: público y oculto. Al primero lo considera el autorretrato de las élites dominantes, donde éstas aparecen como quieren verse a sí mismas. El lenguaje de este discurso está definitivamente desequilibrado. Es una construcción discursiva muy partidaria y parcial, está hecha para impresionar, para afirmar y naturalizar el poder de las élites dominantes. El discurso oculto es el de los subordinados, se da fuera del escenario, donde éstos se reúnen lejos de las miradas del poder, es posible el surgimiento de una política claramente disidente. En él los subordinados utilizan su fantasía de venganza. Ibid., p. 42. 14 18 Así mismo, al hablar del sentir de los pobres o subordinados, Scott dice que éstos se dirigen de diferente manera cuando se encuentran en presencia de los ricos o poderosos que cuando se hallan entre personas de la misma condición; y al comparar el discurso de los débiles con el de los poderosos, y ambos con el discurso público de las relaciones de poder, se accede a una manera fundamentalmente distinta de entender las relaciones ante el poder. Con raras pero significativas excepciones el subordinado, ya sea por prudencia, por miedo o por el deseo de buscar favores, le dará a su comportamiento público una forma adecuada a las expectativas del acomodado, e inclusive del poderoso. Además, considera que “el silencio” no es una manifestación de callado, sino otra manera de manifestarse. Una de las destrezas críticas de supervivencia entre los grupos subordinados ha sido el manejo de las apariencias en la relación de poder, esa parte puramente actuada de conducta no se le ha escapado a los miembros más observadores de los grupos dominantes, “cuanto más grande sea la desigualdad de poder entre los dominantes y los dominados y cuanto más arbitrariamente se ejerza el poder, el discurso público de los dominados adquirirá una forma más estereotipada y ritualista”. Una evaluación de las relaciones de poder hecha a partir del discurso público entre los poderosos y los débiles puede manifestarse, por lo menos, mediante un respeto y una sumisión, que son probablemente una táctica. En segundo lugar, la sospecha de que el discurso público puede ser “sólo” una actuación que provocará que los dominadores dejen de creer en él. De ese escepticismo a la idea común entre muchos grupos dominados.15 “Con frecuencia los que protestan logran muy poco, y las élites pueden despedirlos, encarcelarlos, por no acatar las reglas y las expectativas.16Sin embargo, los campesinos qué más podían pelear, como dice Tarrow cuando un grupo de hombres se decide arriesgar todo lo que tiene es por 15 16 Ibid., p. 34. Susan Eckstein (coordinadora), op. cit., p. 11. 19 que lo cree realizable, aunque sea muy poco.17 Por lo que debido a los riesgos los grupos subordinados optan, a menudo, por aceptar las condiciones que les desagradan, o por desafiarlas de maneras sutiles. Cuando desafían públicamente el status quo, no es porque estén predispuestos a causar problemas. Es porque tienen medios alternos limitados para expresar sus opiniones y para hacer presión en pro de un cambio porque consideran que las condiciones son injustificables o intolerables”. 2. ¿Qué son los movimientos campesinos? Antes de hablar de los movimientos campesinos, es necesario describir quiénes son los campesinos y el rol que juegan en la sociedad. Como decíamos al abordar la temática sobre los movimientos sociales, era necesario apoyarnos en la historia social, con más razón hay que hacerlo al describir y analizar la acción de los campesinos y los movimientos en que se involucran, ya que no los podemos ver de manera aislada en la sociedad, sobre todo porque son los principales actores, inmersos en nuestro objeto de estudio. Aunque sus patrones de vida tengan muchas similitudes, sería difícil generalizar sus características, pues éstas dependen mucho de sus costumbres y el espacio donde se desenvuelven. Stavenhagen18 hace hincapié en la dicotomía entre ciudad y campo, la cual ayuda a colocar al campesino en un marco más amplio, ya que lo considera el agricultor tradicional, “arcaico”, a la vez que es necesario distinguirlo del agricultor moderno, del farmer; inclusive considera que el concepto de campesino queda limitado ya que se puede considerar al agricultor de subsistencia, el mediero el trabajador agrícola sin tierra, el agricultor empresario, etcétera. 17 Esto lo podemos ver con los campesinos de El Tajito, quienes arriesgaron todo (“realmente no tenían nada que perder”) para poder lograr sus objetivos. 18 Rodolfo Stavenhagen, Las clases sociales en las sociedades agrarias, Siglo XXI, México, 1969, p. 80. 20 Katz19 considera que como campesinos están incluidos todos los pobladores rurales económicamente desposeídos, incapaces de controlar el poder, dirigir una alianza de clases de la que eventualmente forman parte y de representarse políticamente por sí solos; ello es así por las peculiaridades del modo de producción en que se está inmerso. Inclusive también se les define como habitantes rurales, productores de agricultura de subsistencia; raras veces son completamente autosuficientes. La mayor parte se ocupa en la producción de autoconsumo. Sin embargo, las más de las veces reciben la influencia de los hacendados y los habitantes urbanos, cuya forma de vida es similar pero más “civilizada”.20 Por lo general, se encuentran en procesos comunes de explotación; dichos procesos contemplan una forma de realización apoyada en los medios de producción para satisfacer sus necesidades básicas, mientras que complementan sus propios productos con un trato mínimo con el mercado. Son normalmente unidades de producción pequeñas, asociadas al trabajo sin jornales y a la meta principal de garantizar subsistencia, en contraste con cualquier otra forma de acumulación. El antropólogo M. Foster afirma que los campesinos, generalmente, mantienen la noción de que todas las cosas buenas de la vida existen en cantidades fijas, y son muy escasas, por lo que su cantidad no se puede aumentar por ningún medio al alcance de ellos mismos. Existe, además, una dependencia y hostilidad hacia la autoridad gubernamental, donde la desconfianza interpersonal de los campesinos se transmite a sus actitudes hacia el gobierno.21 Para hablar de los campesinos, en esta investigación, tomaré en cuenta a Katz, Stavenhagen y Foster, quienes consideran que los campesinos son gente que vive en el campo en condiciones de subsistencia; inclusive, Stavenhagen los cataloga como desposeídos y sin tierra. Ya que precisamente los campesinos de El Tajito 19 Friedrich Katz, Revuelta, rebelión y revolución, la lucha rural en México del siglo XVI al siglo XX, tomo I, Era, México, 2004, p. 28. 20 Rogers Everett M y Svenning Lynne, La modernización entre los campesinos, FCE, México, 1979, p. 29. 21 Ibid., pp. 37-38. 21 carecían de tierra, era la principal demanda que hacían al gobierno. Aunque serán esos campesinos sin tierras, algunos alquilados con los productores agrícolas, esperando los diferentes ciclos agrícolas para ser empleados en ellos por un salario mínimo. Campesino que en tiempo de elecciones allí estaba, para apoyar al candidato; pero a la vez cansados de mantener una dependencia y hostilidad hacia la autoridad gubernamental, por lo que, en realidad, harán todo lo contrario, con tal de nombrar a sus representantes. Tiene razón Scott al decir que los campesinos son aparentemente pasivos, respetuosos y tranquilos, pueden desafiar las condiciones que les desagradan reteniendo la producción u ocultando información esencial a sus superiores. Estas formas sutiles de desafío contra la explotación y el abuso son, sin duda, más comunes que la rebelión declarada. Al analizar cómo se considera en la sociedad a los principales actores inmiscuidos en nuestra investigación, los campesinos, podemos ver que fueron capaces de luchar en las últimas décadas del siglo XX contra las bases impuestas por el sistema imperante del momento, formando movimientos campesinos a los cuales podemos considerar, coincidiendo con Warman,22como aquellos movimientos que se originan, reclutan y sustentan en el medio rural y establecen demandas implícitas o programáticas, orientadas a lograr la persistencia y crecimiento de los grupos de productores, que a partir de una base territorial tienen una autonomía relativa en la realización de los procesos productivos. En tanto que estos productores, los campesinos, se encuentran sometidos a procesos comunes de explotación y subordinación política, su lucha pretende la reproducción social de una clase específica. La demanda agraria constituye la principal reivindicación, el más poderoso elemento cohesivo y el más importante concepto ideológico en el surgimiento, organización y lucha de los movimientos campesinos contemporáneos. Es un proceso dinámico, que se ajusta a las condiciones objetivas de existencia y reproducción de las clases campesinas. 22 Arturo Warman, op. cit., p. 24. 22 Según Paige, los campesinos demandan y luchan por la tierra, por el salario, por la comunidad, por las condiciones de vida que son la base más general de las luchas nacionales, ya sea en defensa del territorio nacional frente al imperio, ya en la lucha de los trabajadores dentro de las distintas secuelas reformistas, laboristas y socialistas, o las de la sociedad civil contra el tirano; todo en combinación crucial con los obreros industriales, generalmente más atrasados en el radicalismo, pero necesarios para el triunfo y la consolidación de los triunfos generales. Las rebeliones en el medio rural han sido generalmente denominadas “campesinas”, lo que en realidad tiende a oscurecer su heterogeneidad cada vez más obvia con respecto a motivos, composición étnica, social y metas. Además, es necesario realizar una distinción entre causalidad estructura y factores causales; algo que a menudo se olvida va a ser la cuestión de la tierra y la lucha por ella, uno de los factores de más peso en la explicación de la transformación social de cada país, de su “modernización” o más estrictamente de su modalidad en el desarrollo del capitalismo.23 Es en esta conexión que las conceptualizaciones generales del historiador se vuelven especialmente importantes. Si bien es cierto que lo hicieron de diferente manera, por ese conjunto de actividades culturales, creencias y sentimientos de sus procesos cotidianos, de su imaginario, perspectiva de vida; desiguales en cada uno, así como también de las mismas diferencias regionales geográficas en que a cada campesino le ha tocado vivir. Aunque fue de distintas maneras, en el periodo que nos compete, podemos ver que lo hicieron por la tenencia de la tierra. Paige24 sostiene que los aparceros, los trabajadores migratorios, son la base principal de los movimientos campesinos; debido a las condiciones específicas basadas en sus relaciones con los que no son cultivadores; para él las rebeliones agrarias van desde las protestas reformistas sobre los precios de los productos básicos y las condiciones de trabajo a los movimientos revolucionarios nacionalistas y socialistas, dependiendo de las combinaciones particulares en la 23 Pablo González Casanova (coordinador), Historia política de los campesinos latinoamericanos, Siglo XXI, México, 1984, p. 15. 24 Susan Eckstein, op. cit., pp. 30-31. 23 organización de la tierra, el capital y los salarios. Inclusive, al basarse en estudios en experiencia campesina en todo el mundo, considera que cuando los ingresos de los cultivadores dependen de los salarios y los ingresos de los que no cultivan dependen de la tierra, es muy probable que ese conflicto produzca movimientos insurrectos. Así como también que los campesinos involucrados en el cambio apoyen dichos movimientos, que a los campesinos que permanecen seguros en posesión de la tierra o que los jornaleros rurales cuando el capitalismo agrario ha estado asentado durante algún tiempo. Los pequeños terratenientes que hacen trabajo suplementario por un jornal bajo pueden tolerar la explotación más que los trabajadores sin tierra. 24 Capítulo II. Los movimientos campesinos en México 1968-1976. 1. Antecedentes de los movimientos campesinos Este inciso se refiere a los antecedentes de los movimientos campesinos en México de 1968 a 1976; sin embargo, a grandes rasgos se hace hincapié en otros países de América Latina25 que también tuvieron movimientos campesinos en demanda por la tierra en el mismo periodo que se dieron en México; cabe señalar que Latinoamérica ha sido explicada en clave de conflicto, rupturas y revoluciones, debido a que los procesos de cambio político y social en general han sido bruscos y violentos. Las secuelas se han dejado sentir durante mucho tiempo, y las interpretaciones de esos cambios han sido diversas y contrapuestas. Independientemente del régimen que haya vivido América Latina, ya sea bajo la democracia, la dictadura, el liberalismo o bajo la sustitución de importaciones, las empresas y los gobiernos han subordinado los intereses de los sectores populares. Inclusive, se considera que la región tiene una de las peores distribuciones de riqueza en el mundo. Dichas reparticiones no han mejorado con la ganancia de la sociedad civil en materia de derecho político. La estructura de dominio ha continuado, en general, intacta, a pesar de la democratización y de los esfuerzos por fomentar el desarrollo económico mediante la eliminación de las “trabas” del mercado, a través de los años “los de abajo” han tolerado más injusticias que las que probablemente hubieran tenido que tolerar; injusticias que han dejado a muchos de ellos apenas subsistiendo, y abusos que han entrañado la falta de respeto hacia sus creencias, valores, usos, costumbres, etcétera. Pero el sector popular no siempre ha asentido; y la manera en que ha resistido a las condiciones que le desagradaban y que consideraba injustas, ha variado. 25 Paraguay, Bolivia, Chile, Argentina, Nicaragua, El Salvador, República Dominicana, Cuba y Perú. 25 En ocasiones su resistencia fue encubierta, otras veces corrió el riesgo de protestar abiertamente. Su desafío y las formas que ha asumido han estado equipados por patrones sociales. La dinámica de la protesta depende de condiciones objetivas y de la manera en que la gente percibe su situación y los riesgos que está dispuesta a asumir. Del papel de los dirigentes y de las respuestas de la gente en posiciones de autoridad. De igual manera, las políticas atroces no siempre producen las mismas respuestas en diferentes países y en momentos diferentes; los movimientos sociales deben comprenderse en el contexto en el cual se crean.26 Las reivindicaciones campesinas en América Latina han sido apoyadas por la mayoría de los partidos, organizaciones o grupos de izquierda revolucionarios y progresistas, que apoyan la reforma agraria, la abolición de las relaciones sociales de tipo feudal en el campo y la lucha contra la dominación extranjera, esencialmente la estadunidense, sobre las riquezas agrícolas existentes o potenciales de sus países.27 Gutelman califica a la reforma agraria, en sí misma, como el proceso de expropiación y de redistribución de la tierra, como reforma burguesa, aun en el caso de que se realice en el marco de una revolución proletaria violenta. Para él, la reforma agraria consiste en adaptar las relaciones sociales en el campo al nivel de desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas cuando surge y se desarrolla bruscamente el modo de producción capitalista; en realidad, se trata de alentar el desarrollo de un campesinado libre, capaz de dar un vigoroso impulso a las fuerzas productivas en la agricultura. Pero cualesquiera sean las formas que tomen las relaciones de propiedad, la lucha por la redistribución de la tierra y por la transformación de sus formas de apropiación, no pueden conducir a una transformación fundamental de las relaciones de producción. Redistribuir la tierra equivale a distribuir en forma nueva la renta agraria. En algunos países de América Latina, durante los últimos años las estructuras sociales en el campo se caracterizaban por la existencia de unidades de 26 27 Susan Eckstein, op. cit., p. 24. Michel Gutelman, Capitalismo y reforma agraria en México, Era, México, 1977, p. 13. 26 producción cuya administración interna se regía por relaciones bastante atrasadas. Es el caso de Perú, Bolivia, Ecuador, Guatemala y de México antes de la revolución de 1910, cuando existía en las haciendas un verdadero régimen de servidumbre. Se caracterizaba en particular por la obligación extraeconómica, para los productores directos, de prestar servicios no remunerados al propietario de la tierra. Las relaciones entre propietarios agrarios y trabajadores asalariados todavía no se habían desprendido de las formas coloniales y hasta precoloniales de explotación, inclusive las comunidades indígenas se encontraban degradadas, en las cuales la norma eran las relaciones sociales de tipo precapitalista.28 Es común que la expropiación forzada de los campesinos por los latifundistas, nacionales o extranjeros, constituye el tema esencial de las crónicas agrarias en América Latina. Con la extensión de los latifundios y su transformación progresiva, se desencadena un proceso de proletarización en masa que engendra la miseria rural. La mayoría de los países de América Latina han vivido dicho proceso, al menos desde la segunda mitad del siglo XIX.29 Referente a la reforma agraria que ha sido resultado de revolución en México y en Bolivia, no ha permitido llegar a transformaciones radicales. No han rebasado el nivel de la ideología natural de la pequeña burguesía. Para Quijano,30 entre los elementos que caracterizan el actual proceso de cambio de las sociedades latinoamericanas, uno de los más importantes, por sus repercusiones inmediatas y por sus implicaciones a más largo plazo, es la tendencia del campesinado de algunos países a diferenciarse y organizarse como un sector específico de intereses sociales, que se manifiesta en la emergencia de vigorosos movimientos político-sociales, varios de los cuales han logrado alcanzar un nivel considerable de desarrollo y han ejercido una profunda influencia sobre sus respectivas clases sociales. 28 Ibid., pp. 17-21. Ibid., p. 19. 30 www.4shared.com/minifolder/-.../Anbal_Quijano.html?...1, Aníbal Quijano, Los movimientos campesinos contemporáneos en América Latina. Consultada el 19 de noviembre de 2009. 29 27 También considera que en la medida en que en sus niveles desarrollados, estos movimientos campesinos se vinculan, en creciente amplitud, a movimientos políticos e ideológicos de carácter revolucionario, se va produciendo una aceleración violenta del ritmo del proceso de cambio global. América Latina ha experimentado enormes mutaciones desde la independencia, las cuales se han acelerado en los últimos tiempos; basta recordar que el periodo que se está analizando, la década de los sesenta y de los setenta, está inmerso en un proceso de integración económica y despertar de las clases oprimidas. A partir de la independencia, los Estados del subcontinente recorren grosso modo trayectorias paralelas en las cuales aparecen periodos claramente discernibles. La distribución desigual de la propiedad territorial es una característica común de los países de la región. Es independiente de la conciencia que de ella tienen los actores, y no siempre aparece como una fuente de tensiones sociales o debate político. No obstante, el predominio de la gran propiedad agraria tiene consecuencias evidentes sobre la creación de un sector industrial eficaz; afecta directamente la influencia social y por tanto el sistema político. El fenómeno de la gran propiedad va a la par con la proliferación de micropropiedades exiguas y antieconómicas; si bien esta tendencia se remonta a la época colonial, continúa como un elemento permanente a escala continental, a la cual sólo escapan las revoluciones agrarias radicales, como la que se dio en Cuba.31 Eckstein pretende ayudarnos a comprender mejor las persistencias de las injusticias en América Latina; cómo y por qué los políticamente débiles han sentido la necesidad de protestar para producir un cambio. Por lo que explica a la vez una serie de teorías de movimientos sociales, el cómo y el por qué los patrones de protesta pueden comprenderse mejor desde una perspectiva histórica-estructural, a la vez que analiza una muestra de los movimientos sociales de las civilizaciones del sector popular en América Latina, movilizaciones en respuesta a la política 31 Algunos indicadores evaluados en cifras permiten definir las ideas, a pesar del alcance necesariamente limitado de estadísticas que abarcan el conjunto subcontinental tomado como un todo indiferenciado: el 1.4% de las propiedades de más de 1, 000 hectáreas concentraban hacia 1960 el 65% de la superficie total, mientras el 72.6% de las unidades más pequeñas -menos de 20 hectáreas- sólo abarcaban el 3.7% de las superficies. Alain Rouquié, América Latina. Introducción al Extremo Occidente, Siglo XXI, México, 2004, p. 22. 28 impuesta por estratos privilegiados que fueron consideradas injustas e intolerables. A la vez, en el periodo referido se dieron una serie de guerrillas contra los regímenes totalitarios; algunos países vivían una imposición de dictaduras o gobiernos autoritarios, inclusive militares impuestos por la clase en el poder, en su mayoría apoyados por Estados Unidos, que impulsaba el modelo neoliberal, donde las clases populares se vieron en la necesidad de enfrentarse a dicha imposición, aunados todavía a la lucha de los movimientos étnicos, la cual registra en todos los casos una discusión en el nivel de legislación nacional en temas como la propiedad de la tierra, preservación de la comunidad y sus formas y estilos tradicionales de producción y organización y derechos a la ciudadanía.32 En el caso de los campesinos, desde la década de los cincuenta hasta la de los ochenta, demandaban posesión de tierras, posesión del mercado agrícola; a la vez, existía la demanda de organizaciones campesinas de ser incluidas en espacios nacionales y políticos más amplios; además, los procesos de degradación y discriminación que se daban en unas localidades, mismas que habían sido afectadas por las reformas agrarias radicales a través de las cuales sus tierras se convirtieron en mercancía, siendo excluidas de la producción de alimentos básicos para la contención salarial, convirtiéndose de nuevo en desterrados del sistema.33 Lo anterior fue una razón por la que en algunos países los campesinos tuvieron que impulsar una lucha permanente por la tierra, que les permitiera insertarse como productores de alimentos básicos, poseedores de parcelas y beneficiarios de las reformas agrarias de la región. La descripción de algunos países donde se manifestaron movimientos por la tierra, entre los años sesenta y setenta, nos ayuda a ilustrar las causas más específicas y la existencia de éstos en América: es el caso de Paraguay, donde surgen los 32 Fernando Calderón, Movimientos sociales y política. La década de los 80 en América Latina, Siglo XXI, México, 1995, p. 69. 33 Blanca Rubio, Explotados y Excluidos (los campesinos latinoamericanos en la fase agroexportadora neoliberal), Plaza y Valdés, México, 2001, p. 29. 29 Movimientos de Educación de Liberación Cristiana, quienes ayudaban a los campesinos para que de forma pacífica se les adjudicara la tierra, que en tiempos anteriores habían cultivado y se les había quitado desde generaciones atrás, siendo expulsados hacia zonas áridas de la montaña. El movimiento campesino boliviano tiene su expresión orgánica en la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), la cual tuvo que enfrentar una lucha larga de identidades autóctonas y de constitución de formas organizativas autónomas, que llevaron a cabo desde una posición contra comerciantes intermediarios y el Estado, y sobre todo contra una estructura sindical campesina paraestatal de los regímenes militares. Además, cerca de cuatro quintas partes de las tierras fueron expropiadas. En el caso de Chile, en los setenta la mitad de las familias campesinas no poseían ninguna porción de tierra, y de las que poseían la mitad, a su vez, la tenía en tan pequeña propiedad que no podían producir casi nada, ni para su sustento mínimo, por lo que se veían en la necesidad de vender su fuerza de trabajo en otras propiedades. A pesar de que el país había progresado desde el punto de vista social, económico y político en las zonas urbanas, en el campo seguía imperando el viejo sistema colonial. Por lo que en dicha década transformaron el viejo régimen. Organizando al campesinado, a través del gobierno demócrata cristiano, con el apoyo de los partidos políticos de izquierda; dándole el lugar de actor social por parte de la sociedad y el Estado. Aplicando las nuevas leyes de Reforma Agraria y de Sindicación Campesina de 1967. Ya que la Ley de 1966 prohibía la subdivisión y venta privada de los grandes predios de más de ochenta hectáreas sin autorización del Estado, fue aprobada una reforma constitucional que autorizó el pago diferido de las tierras afectadas por el proceso de Reforma Agraria. Logrando modernizar la agricultura, y desplazar a la agricultura latifundista.34 La República de Argentina, en el gobierno militar de 1973 enfrentó al movimiento campesino a una nueva encrucijada, viéndose así la influencia de la estructura económica agraria inmersa en una clase poderosa; pues los campesinos tuvieron 34 Jacques Chonchol, “La Reforma Agraria en Chile (1964-1973)”, en Desarrollo Agrario y la América Latina, tomo 41, de Antonio García, FCE, México, 1981, pp. 747- 755. 30 que entregar o devolver la tierra al gobierno, viéndose empujados a una situación de subproletarización. Produciendo cambios en la organización interna de los trabajadores del agro. Al igual que en Bolivia, también en Cuba cerca de cuatro quintas partes de la tierra fueron expropiadas; en Chile, Perú, Nicaragua y México (respecto a este último país, profundizaré más en los siguientes renglones), cerca de la mitad de sus tierras se les expropiaron. En el caso de Panamá, El Salvador y la República Dominicana fue entre el 14 y 22%. A través de la lucha que impulsaron, lograron convertirse en una clase constituyente del sistema.35 Podemos ver que los problemas por la tierra en cada país mencionado tienen sus discrepancias, aunque en general en cada uno de ellos se luchaba por la posesión de la tierra, o bien para que se les reconociera en la participación política, como sociedad. Pero, realmente, los campesinos y obreros del campo son una fuente esencial para la comprensión de las historias nacionales y del Estado nación en América Latina. En el caso de México, debo señalar que es uno de los países del mundo que cuenta con un artículo constitucional referente a la propiedad de la tierra, el artículo 27. Aun así, se ha visto inmiscuido en grandes movimientos campesinos que demandan el cumplimiento de éste. Principalmente, se han presentado por la necesidad de defender y obtener la tierra que ellos mismos trabajan. Históricamente las reivindicaciones de los campesinos han afectado, o bien han cuestionado las estructuras de poder político y económico del país, desde la etapa de lo que podría llamarse apropiación originaria de la tierra, data a partir de la Conquista, donde la merced real y la encomienda permitieron a los capitanes y a los soldados que participaron en la conquista de México adueñarse de importantes extensiones, hasta el dominio capitalista de la economía.36 35 Blanca Rubio, op. cit., p. 29. Beatriz Canabal Cristiani, Hoy luchamos por la tierra, Universidad Autónoma MetropolitanaXochimilco, México, 1984, p. 36. 36 31 Los estudios del sector rural mexicano encasillan a los grupos sociales, siguiendo los supuestos linderos marcados por los sistemas de tenencia de la tierra. Ejidatarios, pequeños propietarios37 (sin favorecer el latifundio)38 y comuneros son vistos como categorías excluyentes y generalmente enfrentados en una lucha por el control de la tierra, el agua y otros recursos escasos. Inclusive los núcleos de población que de hecho o por derecho guarden el estado comunal, tendrán capacidad para disfrutar en común las tierras, bosques y aguas que les pertenezcan o que se les hayan restituido o restituyeren. Y los núcleos de población que carezcan de ejido o que no puedan lograr su restitución por falta de títulos, por imposibilidad de identificarlos, o porque legalmente hubiere sido enajenado, serán dotados con tierras y aguas suficientes para constituirlos, conforme a las necesidades de su población, sin que al efecto se expropiará por cuenta del gobierno federal, el terreno que baste a ese fin, tomándolo del que se encuentre inmediato a los pueblos interesados.39 Nada comparable con lo paradójico de la característica central de la estructura agraria adoptada durante el Porfiriato, la cual era de desigualdad lacerante ya que de 15 millones 300 mil habitantes que sumaba México en 1910, once mil, junto con cincuenta compañías deslindadoras, tenían acceso al 54% del territorio nacional, otro 26% se repartía entre trece millones y el 20% restante era ocupado 37 El Artículo 27 de la Constitución a la letra dice: se considerará pequeña propiedad agrícola lo que no exceda de cien hectáreas de riego o humedad de primera o sus equivalentes en otras clases de tierras en explotación. También considera pequeñas propiedades las explotaciones inferiores a 200 hectáreas de tierra de temporal o de agostadero susceptible de cultivo; esta superficie se limitaba a 150 hectáreas para las tierras destinadas al cultivo de plátano, caña de azúcar, café, henequén, hule, cocotero, vid, olivo, quina, vainilla, cacao o árboles frutales. También se consideraban como pequeñas propiedades las tierras dedicadas a la ganadería, cuya capacidad de producción permitía criar 500 cabezas de ganado mayor o su equivalente en ganado menor. Ésta se debe de comprobar con un certificado de inafectabilidad ganadera o agrícola dependiendo el rublo. 38 El latifundio viene siendo extensa cantidad de hectáreas productivas, ya sea agrícolas o ganaderas, que pertenecen a un solo dueño. Razón por lo que las leyes mexicanas establecen que se deben repartirse los terrenos pertenecientes a los latifundistas y terratenientes. Concepción Cortina, La tenencia de la tierra, Leyes e instituciones que la respaldan, Árbol, México, 1988, p. 90. 39 Michel Gutelman, op. cit., pp. 78-79. 32 por más de un millón cien mil habitantes. El 46% de la población rural aún era acasillada, y el 51% vivía en pueblos libres.40 Sin embargo, será en la Revolución de 1910 cuando veremos que el sector rural campesino era el más empobrecido. Con la vista puesta en una porción de tierra, siendo estas exigencias agrarios el verdadero motor de la Revolución. Fueron las presiones agraristas, en diferentes partes del país, las que hicieron de la reforma agraria el problema primordial de la época. Sin embargo, las fuerzas triunfadoras sólo distribuyeron 167,936 hectáreas entre 46,398 campesinos en la década de 1910 a 1920. Zapata pugnaba por una reforma agraria al proclamar el Plan de Ayala.41 La primera Reforma Agraria en México se consigue en 1915, tras fuertes presiones de los campesinos. Sin embargo, dado el declive de las fuerzas campesinas revolucionarias, las conquistas agrarias son arremetidas por militares y políticos, terratenientes y burgueses, que son los que toman el poder en ese tiempo. Esta reforma fue lenta, obstaculizadora, sangrienta e inclusive se quita la tierra a campesinos que ya la poseían. El periodo 1920-1934 representó la fase en la cual el sistema económico quedó reconstruido y colocado en la ruta de un acelerado dinamismo; el Estado promovió la creación de empresas y organismos descentralizados, fundamentalmente instituciones financieras que apoyaron el intenso proceso de modernización de la economía.42 También se crearon leyes de interés social; referente a la propiedad de la tierra, con el fin de sustituir el sistema de explotación colectiva por un sistema de 40 La principal característica de la población durante esta época, era contar con un amplio segmento de la población, el 95% en 1895, constituida por la clase baja, que para 1910 aumentó al 96.9%. Modesto Aguilar Alvarado, Los grandes agricultores del valle de Culiacán, Once Ríos, México, 2003, p. 230. 41 Beatriz Canabal Cristiani, op. cit., p. 40. 42 Se fundaron el Banco de México (1925) y el Banco Nacional de Crédito Agrícola (1926), se crearon instituciones que coordinaron la construcción de obras de infraestructura, como la Comisión Nacional de Caminos (1925) y la Comisión Nacional de Irrigación (1925). Por otro lado, se promulgó un conjunto de leyes y códigos que ampliaron el poder de intervención del Estado, entre ellas la Ley sobre el Petróleo (1925), el primer Código Nacional Eléctrico (1926) y las reformas al aparato fiscal (1925), que conllevaron a la introducción del Impuesto Sobre la Renta. José Ayala Espino, Estado y desarrollo la formación de la economía mixta mexicana (1920-1982), FCE, México, 1988, pp. 30-31. 33 explotación individual, se creó la Ley Sobre Repartición de Tierras Ejidales y Constitución del Patrimonio Parcelario Ejidal (1925), cuyo propósito era el reparto agrario, el cual se realizó por medio de dos procedimientos, el de la restitución, que se llevaba a efecto en caso de que un pueblo presentara sus títulos de propiedad y demostrara haber sido despojado, y el de la dotación, donde se procedía cuando los títulos que presentaba un pueblo que había sido despojado de tierras tenían algún defecto que impidiera la restitución.43 El presidente Elías Calles (1924-1928) impulsó con mayor fuerza los trabajos legislativos para normar la reforma agraria, e inició un proceso de modernización administrativa que se manifestó en nuevas leyes agrarias que requirieron de nuevas instituciones para realizar algunos de los lineamientos marcados en su programa. En general, los estudiosos sostienen la presunción de que la legislación de su gobierno “consolidó tanto la propiedad privada de los terratenientes como la de los minifundistas, y eludió el desarrollo de la propiedad comunal. En el periodo del Maximato (1928-1934), en lo referente al reparto de la tierra, el presidente Pascual Ortiz Rubio (1928-1932) entregó 944,538 hectáreas, y Abelardo L. Rodríguez (1932-1934) 790,694 hectáreas más. Una característica notable de esta distribución era la mala calidad de las tierras, reduciéndose las posibilidades de ser dedicadas al cultivo de productos alimenticios indispensables para la población campesina, con lo que se indicaba que el reparto había llegado a un punto que señalaba sus límites.44 Al finalizar 1934, la Revolución había dotado de tierra a más de cuatro mil comunidades rurales, aunque en el otro extremo aguardaban todavía casi diez mil los beneficios de la reforma agraria. En la mayoría de los casos las reparticiones de tierras habían respetado el núcleo central de la hacienda, y en el ejido se comenzaba a notar cierto predominio de la tenencia individualista sobre la colectivista, al aparecer la parcelación de los ejidos bajo un principio de 43 http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/lac/morales_g_m/capitulo6.pdf. Mario Morales Gómez, Turismo y tenencia de la tierra en la costa de Oaxaca: Los casos de Mazunte y San Agustinillo, Capitulo VI “La tenencia de la tierra en el México post-revolucionario y neoliberal”, Consultada 20 de junio 2010. 44 Modesto Aguilar Alvarado, op. cit, pp. 238-240. 34 parcelación económica, cuyos antecedentes se remontaban a la Ley de Parcelamiento Ejidal de 1925. Podemos considerar que en el periodo del presidente Lázaro Cárdenas (19361940) la Reforma Agraria llegó a su máxima expresión, propiciándose un cambio en la política, donde el ejido fue el centro del desarrollo agrícola. El reparto en este periodo fue de 18’786,131 hectáreas beneficiando a 728,847 campesinos. A pesar de todo esto, existían no menos de mil quinientos predios privados de más de diez mil hectáreas cada uno; en sí, la superficie privada era del 55%. La mayoría de estas grandes propiedades se ubicaban en la zona norte del país.45 Debido a esto, a nivel nacional el gobierno de Lázaro Cárdenas se planteó como objetivo afectar a la vieja oligarquía que mantenía en sus manos inmensas extensiones de tierra (latifundios), cuyos derechos de tierra fueron reconocidos y ejecutados por el gobierno de México.46 Se amplía marcadamente la base de sustentación del régimen, los obreros y los campesinos adquieren un papel importante en la política a través de sus organizaciones de masas, cuya consolidación apoyó el Estado; ayudando esto, además, a que el ejército perdiera presencia política y la institución presidencial se consolidara. Con ese cambio en la política agraria del país, el Estado crea en 1935 una organización que aglutina al campesinado, la Confederación Nacional Campesina (CNC), donde solicitantes de tierra y ejidatarios integran las filas y plantean la continuación del reparto agrario. Una de sus funciones era la de tramitar las demandas campesinas oficiales y asegurar que los funcionarios no se interpusieran en la distribución de la tierra, convirtiéndose con el tiempo en una organización de control campesino.47 En los años setenta, será clave en los movimientos campesinos en la demanda de tierra. Dicha Confederación se integra al Partido de la Revolución Mexicana (PRM), bajo la política cardenista del reparto de tierras. 45 Ibid., p. 240. Armando Bartra, op. cit., p. 79. 47 Ibid., p. 68. 46 35 En el periodo 1940-1954, la economía mexicana entró a una fase de crecimiento rápido, con un alza de precios sustentada cada vez más en la dinámica del mercado interno; asimismo se modificó sustancialmente la estructura económica del país, sin que las instituciones políticas sufrieran cambios esenciales. El Estado, a partir de los poderes que adquirió en el periodo anterior (de la Presidencia de Lázaro Cárdenas), emprendió una política decidida a la industrialización urgido por las demandas de desarrollo en distintos grupos sociales, y en especial por la debilidad del “nuevo grupo” empresarial para dirigir el proceso.48 El Estado se hizo del apoyo de las masas, que habían sido incorporadas al pacto social en un esquema corporativo. Las nuevas directrices quedaron plasmadas en el Segundo Plan Sexenal, en donde se insistía en la necesidad de promover un crecimiento más equilibrado, con el fin de reducir la dependencia exterior para satisfacer la demanda interna, por lo cual proponía el fomento a la creación de industrias nuevas y la expansión de las existentes.49 Adicionalmente, subrayaba la necesidad de continuar con el apoyo al desarrollo y modernización de la agricultura como base de la industria; iniciándose lo que se llamaría “proceso de industrialización vía sustitución de importaciones”, que consistió esencialmente en apoyar más el crecimiento en el mercado interno. A partir de 1947, el gasto destinado al agro se canalizó por medio de dos dependencias: la Secretaría de Agricultura y Ganadería y la Secretaría de Recursos Hidráulicos, encargada de coordinar las acciones de riego.50 El sector agropecuario, por un lado, abasteció de fuerza de trabajo a la expansión del sector industrial, y por el otro fue capaz de convertirse en fuente segura y oportuna de alimentos para una población en crecimiento. Adicionalmente, la agricultura aumentó sus exportaciones a un ritmo acelerado, lo que amplió la capacidad de importación. 48 José Ayala Espino, op. cit., pp. 35-36. Ibid., p. 36. 50 Ibid., pp. 37-39. 49 36 Durante los años cincuenta se aceleró la sustitución de importaciones por producción interna de bienes intermedios, durables y de capital. A la vez que la industria manufacturera presentaba una elevada tasa de crecimiento, la agricultura continuó la tendencia ascendente que había iniciado durante la década de los cuarenta, disminuyendo asimismo su participación en el Producto Interno Bruto. En 1950, las actividades agrícolas sólo participaron con casi el 12% del PIB, en 1960 con el 9.8%, en 1970 con el 7.1%, y en 1975 con el 5.6 por ciento.51 Un año antes de concluido el mandato de Miguel Alemán (1946-1952), éste lleva a cabo modificaciones al artículo 27 constitucional; para los terratenientes será el mejor recurso para dar un aspecto legal a grandes latifundios y revitalizar la Reforma Agraria, donde los propietarios obtienen el derecho de amparo contra la expropiación.52 Ya para mediados de los cincuenta la situación social se torna difícil; empiezan a presentarse los primeros estallidos en el campo, tanto campesinos y jornaleros agrícolas se manifiestan, por ejemplo, en La Laguna, Coahuila, a causa del colapso algodonero que se inicia desde 1956; el problema del desempleo y la sequía, donde quedaban más de sesenta mil pizcadores desocupados. Esto obliga a miles de campesinos a manifestarse demandando un Plan de Emergencia. También a principios de 1958, en Torreón, más de doce mil jornaleros desfilan por sus calles exigiendo solución. Al mismo tiempo, peones de El Refugio, Santa Anita, Pastor Rouaix y otras fincas, toman las tierras intentando imponer contrataciones colectivas. Siendo éstos desalojados por el ejército y terminando algunos dirigentes en la cárcel. Si bien, la mayor parte de las tierras distribuidas entre los campesinos no eran laborables sino de montes, bosques y a veces pastos naturales; las tierras cultivables sólo se extendían a 5.75 hectáreas por campesino. En cambio, la “pequeña propiedad inalienable” contaba con alrededor de 150 hectáreas por cada propietario; mientras que los grandes propietarios seguían 51 Atlántida Coll Hurtado, ¿Es México un país agrícola? Un análisis geográfico, Siglo XXI, segunda edición, México, 1985, p. 14. 52 Armando Bartra, op. cit., p. 80. 37 manteniendo en sus manos el monto mayoritario de las tierras de riego.53 Existían familias de ejidatarios o comuneros con parcelas divididas en hectáreas, medias hectáreas o surcos, en espera de una ampliación de ejido para los hijos mayores de 16, de 20 y de 30 años.54 El Estado continuaba desempeñando un papel importante en la determinación de la dinámica económica; la idea de apoyar el crecimiento y la inversión privada por medio de la política fiscal condujo a las finanzas públicas a un déficit creciente, y cada vez más difícil de manejar bajo los principios que animaron la política del desarrollo estabilizador. El sector agropecuario fue el que mostró menor incremento dentro del PIB (3.3%), con una tendencia a rezagarse del resto de la economía y fuertes oscilaciones.55 A la represión local que ejercían las autoridades, muchas veces entre contradicciones de los funcionarios federales con los estatales y municipales, se agregaba la acción directa de las “guardias blancas” de latifundistas, caciques, ganaderos y otros agentes, así como la de los propios campesinos. Inclusive, esa reproducción social de la clase campesina implicaba fundamentalmente la lucha por la tierra como elemento central de sus movilizaciones; la violencia rural se expresó a través de las invasiones de tierras, huelgas reivindicativas y confrontaciones con las guardias blancas y con las fuerzas del gobierno. En la región noroeste del país (Sonora, Sinaloa y Baja California) se organizan grandes invasiones de latifundios propiedad de compañías ganaderas extranjeras, con ayuda de organizaciones como la Unión General de Obreros y Campesinos de México, (UGOCM),56 la Confederación Nacional Campesina (CNC) y la Central Campesina Independiente (CCI),57 entre otras. 53 Ibid., p. 110. Ibid., p. 105. 55 Ibid., pp. 40-42. 56 Esta organización fue creada desde 1949, como organización independiente del Estado, aunque poco después los obreros afiliados a ella serían obligados a abandonarla, tomando el Estado la dirección, llegando a una consolidación con los campesinos. 57 Ibid., pp. 41-54. David R. Mares, La irrupción del mercado internacional en México; consideraciones teóricas y un estudio de caso, El Colegio de México, México, 1987, pp. 149-183. 54 38 Era notoria la necesidad de los campesinos de evitar el maltrato, el burocratismo de los trámites en las demandas de tierras, el extravío de la documentación correspondiente, la corrupción de los líderes y demás vicios impuestos y practicados con amplitud por la CNC, que empezaron a provocar protestas aisladas y espontáneas, en ocasiones pacíficas y otras violentas, a veces al margen de la CNC y en otras en su contra; pero, en términos generales, se volvían cada vez más organizados y se hacían cada vez más frecuentes; que aunque aisladas y dispersas, débiles en la mayoría de sus casos, son, no obstante, indicios y antecedentes en la búsqueda de nuevas formas de organización y de unidad que pudieran canalizar el creciente descontento del campesinado. Corresponde al Frente Nacional de Liberación servir de catalizador y aglutinador de las distintas corrientes que, entre 1961-1962, coincidían en sus intentos por formar una nueva organización campesina, independiente del aparato oficial y sus organismos.58 Es perceptible la productividad del sector agrícola en el periodo mencionado, como también visible es que las condiciones de la tierra mexicana no habían sido agrícolas, como era creencia general; de hecho, en los años sesenta México contaba con una extensión territorial de 196.4 millones de hectáreas, de las cuales sólo eran susceptibles para aprovechamiento agrícola 23.5 millones, equivalentes al 12% del total. El resto de la superficie era: forestal 22.9%; pastos en llanuras y lomeríos 33.8%; pastos en terreno cerril 15.2% y una superficie desértica no adecuada para la agricultura, era el 16 por ciento.59 Con base en su población también se puede ver que México, en dicho periodo, era un país realmente rural más que desarrollado o industrial; su población rural en 1960 era del 49.3% y en 1970 del 41.3%. Por lo que la población dedicada a las labores del campo era del 65%. Allí podemos ver el carácter de subdesarrollo, por el predominio de la actividad agrícola; además, se justificaba por la población y no por la superficie dedicada a esa actividad. 58 Modesto Aguilar, op. cit., p. 241. El Diario de Culiacán, Culiacán, Sinaloa, México, 23 de febrero, 1958, p. 1. (En lo sucesivo a esta fuente no le citaré el lugar de edición porque será el mismo, sólo citaré su nombre y la fecha). 59 39 Esta población rural dependía de la tierra, y algunos campesinos carecían ella; además de las demandas económicas y otras abiertamente políticas que ponían en tela de juicio la democracia, de la cual se ufanaban los grupos dominantes. Si bien, la misma Secretaría de Gobernación,60 ya desde 1958 había prohibido los mítines y reuniones de partidos, con el objeto de que no tuvieran nada qué ver con las votaciones presidenciales que se realizarían ese año. Aun así, continuaron surgiendo nuevos movimientos de otros sindicatos, como el de los petroleros, incluso manifestaciones de creciente oposición por las masas no organizadas contra el alza de tarifas del transporte urbano.61 Marcado era ya el odio al líder sindical de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) Fidel Velázquez, pues se estaba a punto de provocarse un colapso entre líderes y dirigentes de centrales y principales sindicatos, a causa del desquicio de todo convenio, ya que las masas obreras se rebelaban contra toda dictadura obrera; los más de ocho mil emplazamientos a huelga lo decían todo.62 Colocando al proletariado y a los sectores urbanos en un indiscutible primer plano de lucha de clases. Estos hechos despertaron preocupación general, reflejando el agotamiento de las fórmulas políticas de negociación; se excluía explícitamente a campesinos, quienes por supuesto no aceptaban dicha supresión. Había quienes consideraban que esta situación creaba un clima desfavorable para México en el extranjero y en los proyectos de desarrollo; éstas eran la Confederación de Cámaras de Comercio, la Confederación Patronal y la Confederación de Cámaras Industriales, pues eran las que se sentían más perjudicadas directamente.63 La lógica de las fuerzas económicas y sociales, nacionales e internacionales, que impulsaban al Estado mexicano, establecía en términos cada vez más precisos un radical divorcio de los campesinos cuyas demandas eran incompatibles con el 60 Ibid., 1 de julio de 1958, p. 1. Carlos Maciel Sánchez, El movimiento de liberación nacional: vicisitudes y aspiraciones, Universidad Autónoma de Sinaloa, México, 1990, p. 33. 62 Víctor Manzanilla-Schaffer, El drama de la tierra en México del siglo XVI al XXI, Porrúa, México, 2004, p. 686. 63 El Diario de Culiacán, 9 y 28 de septiembre 1958, p. 3. 61 40 modelo de desarrollo adoptado; pero éste, al mismo tiempo, se mostraba incapaz de superar las dificultades de ese momento para librar el callejón sin salida en que había caído. Por las condiciones en que han vivido los campesinos en sus organizaciones, han tendido a reconstituir sus organismos de base en el plano local y regional, aprovechando sus tradiciones comunitarias y sus experiencias de lucha para dar un sentido político moderno a sus estructuras sociales basadas en la solidaridad. Se ha conformado, así, una mirada de organizaciones independientes, sumamente combativas, que avanzan desde los ejidos y los pueblos hacia su articulación. Muchas de ellas adoptan la forma de movimientos sociales políticamente orientados, más que de organizaciones políticas formales. Es frecuente que los campesinos que forman parte de ellas “imiten” a otras organizaciones campesinas, o partidos políticos, para la gestión concreta de los asuntos que les interesan. (Poco a poco estas organizaciones han ido concertando sus esfuerzos para articularse en movimientos más amplios).64 Los presidentes inmersos en esta situación del país, que les tocó gobernar en la diversidad de manifestaciones de la clase popular, y sobre todo implicados en los movimientos campesinos durante las décadas de los cincuenta hasta la de los setentas, cada uno tenía un objetivo en mente para frenar el problema y darle la mejor solución sin perjudicar a la clase en el poder, ellos eran Adolfo López Mateos (1958-1964), Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), y Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), quienes reconocían la necesidad política y económica de distribuir grandes cantidades de tierras cultivables, pero al mismo tiempo trataron de fortalecer las estructuras corporativistas para incrementar la capacidad que el Estado tenía de dominar los acontecimientos del campo y evitar el total descontento del sector agrícola privado. Con estos presidentes, el desarrollo económico en México era unilateral, donde la producción de los medios de producción se concentraba en unos pocos, el desarrollo de la industria de transformación era lento y la agricultura atrasada. Si 64 Gustavo Esteva, La batalla en el México rural, Siglo XXI, México, 1980, p. 90. 41 bien, ya desde los inicios de la década de los cincuentas habían aumentado las inversiones extranjeras en la industria y el comercio, también crecieron rápidamente los empréstitos extranjeros al Estado y a la iniciativa privada, por lo que la economía mexicana estaba ya inmersa en el sistema imperialista.65 Las acciones de las instituciones gubernamentales, la mayor de las veces favorecían las demandas de los productores agrícolas; además, las organizaciones campesinas oficialistas influían sin duda en los mismos movimientos, incluso en algunos casos habían acelerado los estallidos en un intento de controlarlos y encausarlos, aun cuando en la mayoría se combinaban los intentos de mediatización con la franca represión. Sin embargo, es necesario reconocer, en términos generales, que el movimiento campesino en México tenía la iniciativa, se había manifestado en tres aspectos: en la lucha por la tierra; en la lucha por el mejoramiento de las condiciones de producción y comercialización y en la lucha por los salarios y mejores condiciones de trabajo. En esta investigación desarrollaremos, como decíamos anteriormente, lo que respecta al primer aspecto: la lucha por la demanda de la tenencia de la tierra. El neolatifundiosmo se había convertido en una institución social en el ámbito de la producción, amparado y difundido por el régimen capitalista, el cual había demostrado su incapacidad para resolver el problema del campo precisamente por el carácter burgués que presentaba la estructura agraria de México, la cual condicionaba la supervivencia de éste. La propiedad de la tierra se encontraba de la siguiente manera: desde que se había iniciado la Reforma Agraria en 1915, hasta los años setenta, se habían entregado 42, 052 millones de hectáreas; la cifra de tierras privadas oscilaba entre 145 millones de hectáreas; de este total, 19,540 eran neolatifundios;66 con una 65 Carlos Maciel, op. cit., pp. 20-24. Dos tipos de latifundios podían observarse en el campo mexicano: el familiar y el simulado, se considera latifundio familiar aquél que se encuentra distribuido o fraccionado entre los miembros de una familia; y el simulado viene siendo el latifundio que se encuentra fraccionado y cedido a nombre de personas no familiares; sin embargo, recibe todas las utilidades que la producción agrícola genera. 66 42 superficie de 115’ 573, 611 hectáreas; siendo el noroeste de la República donde se notaba más esa concentración67 (por ser el pilar en el que se desarrolla la actividad económica). Lo que hacía más difícil que quisiera desaparecer. Éstas, por ejemplo, se encontraban (encuentran) en los valles de El Yaqui y Navojoa, en el Estado de Sonora, y en los valles de El Fuerte y de Culiacán, en Sinaloa. A partir de los años cuarenta del siglo pasado, había aumentado el número de los predios privados; 13, 263 propietarios poseían, en exagerada concentración 92’649,359 hectáreas; esto significaba que un reducido número de grandes propietarios capitalistas y terratenientes, que no llegaba al 1% de todos los propietarios del país, eran dueños del 52% de toda la tierra censada, aunque entre 1950 y 1960 disminuyeron nuevamente. De acuerdo al censo de 1960, 2’ 870, 238 predios censados, con 178’ 084, 207 hectáreas; se encontraban 3, 854 propiedades de más de cinco mil hectáreas, o sea el 0.2% de todas las propiedades que concentraron 70’ 626, 196 hectáreas, el 40% de todas las tierras censadas. Había más de 1.3 millones de predios privados, de los cuales las dos terceras partes tenían menos de cinco hectáreas, equivalentes al 1.3% de las ocupadas y el 10% de tierras de labor, quedando el 34% en los predios que poseían aún el 98% de la tierra de labor. Respecto a las tierras ejidales, en 1971 existían en el país diez y nueve mil ejidos, aunque se consideraba que el 18% de los propietarios ejidales eran también propietarios de lotes privados.68 Esa concentración de la tierra permitía que el campesino se convirtiera aún más en trabajador agrícola, y sin tierras, pero con la convicción de no desaparecer, y eso lo demostraban con la toma de tierras. Aunque también es cierto que al mismo tiempo luchaban por prestaciones establecidas en la Ley Federal del Trabajo. 67 Rosario Quevedo Castro, La lucha por la tierra en Sinaloa: 1970-1976, tesis de maestría en historia regional, Universidad Autónoma de Sinaloa, México, 1996, p. 40. 68 Ibid., p. 42. 43 2. Manifestaciones de los movimientos campesinos Los campesinos, considerados por Scott entes pasivos69 a expensas de las determinaciones tomadas por el Estado, facultado para solucionar todas sus demandas, se sintieron defraudados de éste desde años atrás, por el incumplimiento a sus solicitudes de tierras, por lo que en los años sesenta y setenta se vieron en la necesidad de organizarse y hacer acto de presencia, levantándose en un movimiento social campesino e invadiendo las tierras de terratenientes y latifundistas nacionales y extranjeros. La invasión de tierras por los campesinos, definitivamente, sería la acción gracias a la que el gobierno voltearía hacia el campo, pues ya no era viable seguir viviendo de esa manera. Dos vertientes eran muy notorias, además de contradictorias; por un lado, en el periodo poscardenista se había dado un crecimiento industrial y una agricultura con un alto potencial de desarrollo; sin embargo, en el noroeste del país la clase trabajadora vivía en deplorable situación, sin garantías individuales y con sueldos insatisfactorios. Los campesinos se encontraban en penosa situación, en espera del cumplimiento de los postulados de la Reforma Agraria y del artículo 27 constitucional, referentes de la implementación de la pequeña propiedad, a través de dotación o restitución de tierras necesarias para subsistir. Efectivamente, esa contradicción, por un lado de gran desarrollo y por la otra de deplorable situación en las clases trabajadoras, llevó a que éstas, desde finales de la década de los cincuenta del siglo veinte, se vieran obligadas a buscar salidas alternativas que les permitieran resolver sus problemas. Como se señala en capítulos anteriores, se manifestaron en movimientos populares diferentes agrupaciones sindicales: de telegrafistas, de telefonistas, electricistas, maestros y ferrocarrileros en el área urbana, y en el área rural los campesinos se manifestaron invadiendo las tierras de los latifundistas protegidos por mandatarios gubernamentales (en ocasiones estos últimos eran los mismos dueños de grandes 69 James C. Scott, op. cit., p. 24. 44 extensiones de tierras acaparadas después de la Revolución). Donde los campesinos lo arriesgaban todo, inclusive, hasta su vida, sobre todo los dirigentes, con la convicción de ayudar a sus pares, los mismos campesinos. El país entró en una profunda crisis agrícola, la cual se empezó a manifestar en 1965 con la caída de la producción; por lo que México a partir de ese año tuvo que importar productos básicos. La política de creación de grandes obras de infraestructura, el apoyo estatal casi en forma exclusiva a las zonas de riego, el privilegio de los productores privados y la gran transferencia de recursos del campo a la ciudad, daban el perfil de la crisis. Esa crisis colocó a los campesinos en el abandono, como fuerza de trabajo barata para la agricultura, y la industria privada los estacionó como productores de bienes básicos y materias primas a bajo costo. La crisis que estaba presente era, en realidad, la crisis de los agricultores pobres.70 A principios de los setenta, la mayoría de los investigadores del campo mexicano señalaban como principales problemas del sector la concentración de la producción agrícola y de los recursos de tierra, agua y bienes de capital, la pulverización de la propiedad, el subempleo y la desocupación, una amplia masa de jornaleros sin tierra o con tierra de muy mala calidad, y la migración creciente de la población del campo a la ciudad. Por lo que podemos ver, en ese proceso de cambio de la estructura agraria hubo un desempeño importante de los movimientos campesinos, donde sus objetivos hacia lo que en un principio se presentaba como transformación más o menos radical, al transcurrir el tiempo se convirtió en un verdadero cambio revolucionario encaminado a la implantación de un nuevo orden.71 Podemos constatar que durante el mandato de López Mateos la política para el campo tuvo gran énfasis en la reforma integral, cuya necesidad se había puesto en evidencia desde el sexenio anterior. El proyecto era sentar las bases para que 70 Víctor Manzanilla Schaffer, op. cit., p. 758. Iván Restrepo y José Sánchez Cortes, La Reforma Agraria en cuatro regiones, SepSetentas, México, 1972, p. 9. 71 45 se enfocara el problema básico de la tenencia de la tierra, promoviendo el desarrollo de los ejidos, que aparentemente había quedado a la zaga del crecimiento agrícola y procuraba la mejor distribución del ingreso nacional.72 Inclusive su idea era el reparto de la tierra, el cual no iba a agotar el contenido de la Reforma Agraria, sino que facilitaría la incorporación del campesino a la productividad general del país. En lo referente a la posesión de la tierra, este presidente contemplaba que se hiciera cumplir el artículo 27 constitucional y las leyes aplicables en materia agraria; reacomodar a la población ejidal excedente, con el objeto de resolver el grave problema que representan los campesinos sin tierra y con derecho a salvo. Además, destinar los terrenos nacionales baldíos a la satisfacción de las necesidades agrarias y volverlos productivos, así como también entregar las tierras de los sistemas de riego a auténticos campesinos mexicanos, evitando la especulación comercial e intensificando la colonización interior en beneficio de campesinos sin tierra; asimismo terminar con todas las formas de acaparamiento de tierras y latifundios y con las concesiones de inafectabilidad ganadera que se encuentran al margen de la ley.73 A lo anterior, se agregaba combatir el acaparamiento, abandono, la enajenación y el arrendamiento de las parcelas ejidales, para que no quedara ejidatario sin parcelas, ni parcela sin trabajar. Inclusive, lograr la legalización de la tenencia de la tierra, entregando a los ejidatarios certificados de derechos agrarios y a la pequeña propiedad darle certificados de inafectabilidad conforme a la ley. Sin embargo, no todo se cumplió debido a la rigidez de las partidas, del equilibrio presupuestal, la tradición de penuria y otros factores. Lo que sí se hizo fue entregar más de once millones de hectáreas a auténticos campesinos con derecho a tierra. Los principales cambios en política de colonización, consistieron en llevar a las regiones escogidas a campesinos con derechos a salvo, es decir, a aquéllos que no alcanzaron tierra en las dotaciones o ampliaciones dictadas. La demanda 72 73 Beatriz Canabal Cristiani, op. cit., pp. 41-54. Víctor Manzanilla-Schaffer, op. cit., pp. 690-694. 46 masiva y generalizada de tierras marcó el itinerario de las luchas campesinas fundamentales en los años setenta, pero también en esos años de significativa importancia ubicaron como su objetivo prioritario la apropiación del proceso productivo. Este último se convirtió en eje dominante de las movilizaciones rurales que se darán en la siguiente década.74 María Teresa Fernández y Fernando Rello,75 nos dicen que el esfuerzo organizativo de los campesinos mexicanos se centró, antes de 1970, en las organizaciones nucleares (ejidos, grupos solidarios sociales, locales, etcétera.) Además, el eje de la lucha campesina era principalmente el reparto de tierra y no la organización de la producción. En la primera mitad de los años setenta la movilidad campesina condujo al poder público y su política de concesiones limitadas a encausar muchas demandas campesinas y alentar sus expectativas de cambio. Incluso en algunos lugares, como Morelos, la represión provocó la organización guerrillera con bastante apoyo popular; se realizan secuestros, asaltos bancarios y ataques al Ejército.76 Sin embargo, en la segunda mitad se hizo necesario frustrar esas expectativas, y advertir que pronto se “concluiría” el reparto agrario. Un sinfín de campesinos hizo presencia, obligando a los gobiernos a voltear la atención hacia ellos; invadieron miles de hectáreas y a la vez se rebelaron y pactaron con los gobernantes de las diferentes entidades involucradas en los conflictos. En 1972, al menos doce estados de la República realizaron movilizaciones por obtener o recuperar la tierra concentrada en forma ilegal. Aunque fueron pocos los grupos campesinos que lograron una organización independiente que garantizara la continuidad y la coordinación de sus acciones, algunas impulsadas por la CCI, la UGOCEM o el CAM. 74 Sergio Zendejas, La disputa por el México rural, El Colegio de Michoacán, México, 1980, p. 291. Julio, Moguel, Carlota Botey, Autonomía y nuevos sujetos en el desarrollo rural, Siglo XXI, México, 1992, pp. 14-16. 76 Rosario Quevedo, op. cit., p. 29. 75 47 Sin embargo, en 1975 los movimientos campesinos surgían con otra estrategia, no sólo la de la toma de tierras sino esperar la cosecha de los agricultores, para una vez que la tierra estuviera desocupada introducirse en ella y exigir con esa acción, si bien ilegal, que inmediatamente los directivos del Estado y la propiedad privada voltearan hacia ellos, tratando de conciliar; sin embargo, en ocasiones se iban al extremo de la violencia privando la vida a los campesinos, como el lamentable crimen que se cometió en el Valle del Yaqui, Sonora, con el deceso de seis campesinos y más de una decena de heridos, al ser desalojados por soldados y policías del predio del agricultor Miguel Dengel Keul. Aunque los líderes campesinos acusaron a la Judicial del Estado de Sonora de haber sido la iniciadora de tal masacre, sin embargo, el gobernador del Estado, Lic. Carlos A. Biebrich, asumió toda la responsabilidad de los trágicos hechos, anunciando que se facilitaría todo lo necesario para la investigación y se castigaría a quienes resultaran responsables.77 Siendo destituido días después, a causa de los mismos acontecimientos. El régimen gubernamental de Echeverría se inicia con la herencia de una pérdida de legitimidad del Estado, que se evidencia con lo que el movimiento estudiantil popular de 1968, con su desenlace, y la insurgencia sindical de 1971, habían puesto de manifiesto. El aparato político del Estado había sufrido un deterioro, y aunado a eso se presentaba una crisis internacional, traduciéndose todo en una mayor profundización de los desequilibrios. En lo que respecta a la política agraria referente a los campesinos, se basó en dos puntos fundamentales: en la reorganización ejidal en unidades colectivas y el fortalecimiento de los organismos burocráticos y políticos de gestión y control del sector agropecuario. Aunque también aceptaba continuar con la distribución de la tierra, como medida para reducir la presión campesina y reencauzarla en el trámite legal a través de las organizaciones oficialistas.78 77 El Debate, Los Mochis, Sinaloa, México, 25 de octubre, 1975, p. 2. (En lo sucesivo a esta fuente no le citaré el lugar de edición porque será el mismo, sólo citaré su nombre y fecha). 78 La unidad de las centrales campesinas en torno al Pacto de Ocampo debe considerarse necesariamente como una medida fundamental de esa política, ya que el Estado pretendió controlar el movimiento campesino con la formación de dicho pacto en 1974, como una central 48 Es difícil saber cuántas tomas de tierra se presentaron en todo el periodo estudiado (1968-1976), pero era notorio que día a día los encabezados de los periódicos del país anunciaban una invasión más o el desalojo de campesinos invasores de tierra, donde tanto el gobierno como el ejército y los latifundistas afirmaban que no permitirían una más. Jorge Sánchez Mejorada, portavoz de grupos empresariales, afirmaba que entre 1972 y 1973 había habido seiscientas tomas de tierra en el país.79 Sin embargo, para la segunda mitad de los setenta la intensidad de las acciones campesinas disminuyó progresivamente. Por ejemplo, en el Estado de Colima se presentan movimientos donde los campesinos están en contra del gobernador Arturo Noriega (1974-1979), por representar a los terratenientes; en Chiapas se agudiza la lucha contra los finqueros, que en algunos casos llegan a estructurarse regionalmente, aunque en otros cobra un carácter seminsurreccional, donde miles de indígenas salen de la selva y asaltan fincas y asesinan hacendados, teniendo que intervenir el ejército. En Guanajuato se reconocen setenta y nueve invasiones, en Hidalgo hay ciento treinta tomas con sesenta y cinco mil hectáreas invadidas. En Sonora, Hidalgo, Sinaloa y Veracruz hubo derramamiento de sangre en enfrentamientos entre campesinos invasores y el ejército, la policía y los propietarios.80 Para 1975, Colima y Sinaloa eran los estados donde los problemas por la tenencia de la tierra habían sido más graves; los parvifundistas se encontraban dispuestos a llevar a cabo hasta el final la defensa de sus predios y de la supervivencia única. Planteaba la lucha contra el latifundio apegada a la política oficial y se manifestaba ésta contra las acciones de los campesinos independientes, este intento era efímero y cada central volvía a funcionar por separado, enfrentándose más con los campesinos independientes que con los latifundistas. Las concesiones del Estado a los campesinos fueron canalizadas por sus centrales, fundamentalmente la CNC, marginando de esa manera a casi todas las organizaciones independientes. Rosario Quevedo, op. cit., pp. 31-31. 79 http://www.cuadernos políticos.unam.mx/contenido/CP.14/CP.14.6eosaelenamontes.pdf. Rosa Elena Montes de Oca Luján, “La cuestión agraria y el movimiento campesino: 1970-1976” Consultada el 2 de febrero 2011. 80 Estela Martínez Borrego, Organización de productores y movimientos campesinos, Siglo XXIUNAM, México, 1991, pp. 32-34. 49 misma del parvifundio, amenazado por la ofensiva paracaidista desatada por las diversas centrales campesinas, quienes contaban con el indudable apoyo oficial.81 El grupo de parvifundistas del Estado de Colima, representado por el Lic. Roberto Calleja, denunciaba ante el presidente de la República la complicidad de la Reforma Agraria con grupos subversivos. Donde, según esto, grupos de “guerrilleros” habían invadido tierras que no tenían sombra de duda que eran pequeña propiedad, mucha de ella auténticos minifundios sembrados de frutales, habitados por sus propietarios, quienes habían sido desalojados de sus casas por la fuerza del terror, donde tras los invasores habían llegado los funcionarios de la SRA a querer legalizar tales invasiones. Los representantes del parvifundio de Sonora, Sinaloa y Veracruz habían denunciado que la ofensiva estaba creando la anarquía en el campo y desquiciando la producción,82 aunque sin duda el problema de la reconcentración de la tierra era resultado de una política sistemática que utilizaba el régimen, que el mismo desarrollo del capitalismo agrario le imponía. Los intereses políticos del país representaban los intereses de los latifundistas y terratenientes.83 La tierra, de nueva cuenta, tiende a concentrarse más en unas cuantas manos frente a las necesidades que el desarrollo capitalista en el campo le impone, trayendo como consecuencia más campesinos sin ella. 81 Los dirigentes parvifundistas se mantenían en sesión permanente con el dirigente nacional, diputado Gustavo Guerra Castaños, al mismo tiempo intercambiaban informaciones entre los diversos estados sobre la situación que privaba en cada uno, los problemas que se confrontaban, la actitud de las autoridades en cada lugar, la cual era muy similar en todos. De indiferencia, de pasividad, cuando no de franco apoyo a los invasores y de legalización de los actos ilegales ejecutados por líderes, funcionarios agrarios y la propia SRA. Por lo que habían llegado a una determinación drástica, para demandar de las autoridades que se llegara a la solución definitiva del problema, que se hiciera respetar el derecho constitucional de poseer un pedazo de tierra conforme a los límites que se fijan en la ley, o que el gobierno declarara que su verdadero propósito era acabar con la pequeña propiedad, dejando de promover la anarquía a través del estimulo de las invasiones. El Debate, 28 de noviembre, 1975, p. 2. 82 Ibid., 6 de diciembre, 1975, p. 3. 83 Rosario Quevedo, op. cit., p. 37. 50 Capítulo III. Movimientos campesinos en Sinaloa (1968-1976) 1. Condiciones sociopolíticas y económicas de Sinaloa Nuestra discusión, en esta investigación, es la razón de los movimientos campesinos en la lucha por la tierra en el norte de Sinaloa.84 Ya que la tierra es de gran interés para los campesinos, porque de ella dependen para su subsistencia, además que son ellos quienes la hacen producir, sin embargo, suena paradójico, carecían de ella. En capítulos anteriores decíamos que no toda la tierra en México era apta para la agricultura; tampoco toda lo era en Sinaloa. Aun así, se le ha considerado uno de los estados agrícolas más productivos del país; seguramente porque la tierra utilizada es trabajada con ímpetu tesonero por sus campesinos. Para abordar este capítulo, primero es necesario ver las condiciones sociopolíticas, económicas y la ubicación geográfica; conociendo esto, nos ahorramos bastante explicación en este análisis, sobre todo porque sabremos en manos de quién estaba la tierra, quién la trabajaba, en qué condiciones, y sobre todo saber por qué los campesinos la demandaban y cuáles tierras eran las más demandadas, etcétera. De esta manera, podemos decir que Sinaloa se encuentra ubicada en el noroeste de la República Mexicana, entre las coordenadas 26´56 y 22´31 de latitud norte y los paralelos 105´41´ y 109´27´ de longitud oeste; cuenta con una superficie de 58,092 km2, misma que representa el 3% del territorio nacional, lo que la hace ocupar el lugar diecisiete a nivel nacional en tamaño. Limita al norte con los estados de Sonora y Chihuahua, al sur con Nayarit, al este con Durango y al oeste con el Océano Pacífico. Su forma asemeja un trapecio alargado que corre de noroeste a sureste siguiendo la costa del Pacífico. Donde 84 De esos campesinos que no tenían lo indispensable para vivir, y en su mayoría se empleaban como jornaleros agrícolas con los grandes latifundistas. O bien, en ocasiones trabajaban en conjunto con sus familiares de quienes dependían, juntos además, con la familia que estaban formando. 51 están presentes las estribaciones de la Sierra Madre Occidental que atraviesan a lo largo del territorio del estado, formando un considerable número de serranías.85 A pesar de que Sinaloa se caracteriza por sus lluvias deficientes, las condiciones hidrográficas son sumamente favorables para la agricultura, que ha sido la actividad motriz del crecimiento económico; gracias a los factores combinables de la geografía natural y cultural, como la construcción de ciertos medios de producción socializados como carreteras, electrificación, presas, así como también las condiciones generales que explican la dinámica agrícola, etcétera. Las presas, en la actualidad, aprovechan el agua de sus once ríos, las cuales irrigan el 18% de las áreas bajo riego del país. Con lo anterior, puede decirse que todo el suelo sinaloense se considera idóneo para la agricultura; de hecho, en la década de los setenta tenía 1’ 548, 808 hectáreas de tierra de labor, encontrándose sus principales áreas de cultivo en los climas secos y semisecos, si bien es cierto para la más alta producción requerían del riego. En la región que presenta clima cálido subhúmedo, su cultivo era el jitomate, la sandía, el melón y hortalizas, siendo los municipios de Cosalá y Choix los menos aptos. El 48% del estado presenta clima cálido subhúmedo, localizado en una franja noreste-sureste que abarca desde Choix hasta los límites con Nayarit; el 40% es clima seco y semiseco presentes en una franja que va desde el municipio de El Fuerte hasta el de Mazatlán; el 10% es muy seco y se localiza en la zona de Los Mochis, el restante 2% es clima templado, subhúmedo, localizado en las partes altas de la Sierra Madre Occidental.86 La temperatura media anual del estado es de alrededor de 25°C, las temperaturas mínimas promedio son de alrededor de 10.5°C, en el mes de enero; y las máximas promedio pueden ser mayores a 36°C durante los mese s de mayo a julio. Las lluvias se presentan en el verano; durante los meses de julio a septiembre, la precipitación media del estado es de 790 milímetros anuales. 85 Gustavo Garza y Jaime Sobrino, Industrialización periférica en el sistema de ciudades en Sinaloa, El Colegio de México, México, 1989, pp. 13-15. 86 Ibid., p. 15. 52 De esas 1’ 548, 808 hectáreas de labor, se dividen en tierras laborables bajo cultivo 812, 019 hectáreas, mismas que se subdividen en 544, 185 hectáreas bajo riego y 267, 834 hectáreas de tierras de temporal. Las tierras de agostaderos y forestales cubren una superficie de 1’ 173, 722 y 501, 117 hectáreas, respectivamente. Existen 386, 993 hectáreas incultas improductivas y 2’ 198, 560 hectáreas de clase diferente a las anteriores; lo que viene dando una suma de 5´809,200 hectáreas, es decir, la superficie total del estado.87 Cabe señalar que la agricultura de riego se practicaba principalmente en la zona de los valles, quedando éstos en los diferentes distritos de riego, principalmente en los municipios de Guasave, Culiacán, Sinaloa, Ahome, Salvador Alvarado, Mocorito y Angostura. Aunque su tierra era buena para la agricultura, el mayor interés estaba en las regiones de temporal encausadas en la ganadería, y esta actividad se mantenía a la expectativa porque las plagas, las enfermedades y las periódicas sequías diezmaban el ganado. Sin embargo, su población en los años sesenta y setenta del siglo veinte era considerada rural, el crecimiento de una década a la otra había sido del 2.7%; pasando de 492,821 a 838,821 habitantes. Siendo los municipios de Guasave, Ahome y Culiacán los que presentaron índice más alto: 4.6, 4.2 y 4.0%, respectivamente. Donde el 62% estaba concentrada en zonas rurales, salvo Mazatlán y Culiacán, consideradas zonas urbanas, mayores de quince mil habitantes. Con una población económicamente activa de 257, 487 personas en 1960, donde el sector servicios, transporte, industria y comercio tuvieron crecimiento mayor al 4%, y la actividad agrícola continuó siendo el eje articulador del despegue económico regional y el factor que permitió su diversificación.88 Ya desde los años cuarenta, Sinaloa estaba en un proceso de modernización; que se había iniciado también a nivel nacional a partir de los años cuarenta, lo que representaba la concentración económica, por lo que podía verse un 50% de su población económica en zonas urbano-industriales. 87 Baldemar Rubio, et al., Las invasiones de tierra en Sinaloa 1976, Universidad Autónoma de Sinaloa, México, 1978, pp. 10-11. 88 Heriberto Meza Campusano, Monografía de Sinaloa, Ed. UAS, México, 1995, p. 17. 53 La creación de la Comisión Nacional de Caminos y la Comisión Nacional de Irrigación habían permitido un proceso de transformación en la carretera, el telégrafo, la radio, el ferrocarril y la energía eléctrica, reflejándose los primeros cambios sociales y sobre todo una inmigración masiva, interestatal y nacional, con el desmonte de los matorrales y con el paso del tractor y el vagón ferroviario para llevar el fruto agrícola hasta el extranjero.89 Dice Torres Angulo: “fue esa modernización de la introducción de nuevos sistemas de riego, que benefició a quienes contaban con tierras cerca de dichos sistemas. Donde la tierra era insignificante”, y continúa diciendo: “no tenía valor, tanto que, en 1920 se podían vender grandes extensiones de tierra: 500, 800 ó 1,000 hectáreas, a precios simbólicos, alrededor de unos $400.00 o $500.00, inclusive hasta las condiciones climáticas determinaban el precio, pues todas eran tierras de temporal. Siendo, además, Sinaloa un estado donde los extremos pluviales estaban presentes, en ocasiones inundaban gran parte del territorio y destruían sus siembras, en otras temporadas no llovía, presentándose exageradas sequías que no permitían la fertilidad de sus tierras”.90 En lo económico, el sector agroexportador se desarrolló esplendorosamente, la constante y rápida transformación se logró y consolidó en dos décadas. Pero no su población rural, los campesinos, quienes no lograban satisfacer sus principales necesidades de contar con un espacio donde vivir y poder producir lo necesario para su subsistencia; la concentración de la tierra de los latifundistas y prestanombres generó protestas de parte de dichos campesinos. La transformación económica fue más acelerada en el valle de El Fuerte, y más espectacular en la zona de Corerepe, donde por todos los medios se buscaba constituir nuevos ejidos, con objetivos no precisamente de satisfacer necesidades agrarias o al campesino, sino más bien con el interés dirigido de generar un estado de inquietud, para alcanzar fines económicos que beneficiaran a unos cuantos, casi todos ellos llegados de la Ciudad de México en comisión oficial. 89 90 José Angulo Torres, La lucha por la tenencia de la tierra en Sinaloa, México, 1975, pp. 30-33. Ibid., pp. 9-23. 54 Se tiene como base para esta aseveración la poca atención que la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos de Sinaloa concedía a los negocios de su incumbencia, lo que se reflejaba en la disparidad de sus estadísticas frente a las que en forma parcial daba a la publicidad la Delegación en Sinaloa del Departamento Agrario.91 Son los mismos latifundistas quienes dominan la vida política en el estado. Frente a una “invasión” movilizan todo su aparato de poder, utilizan todos sus cuerpos represivos para detener la enorme avalancha, que cada vez crece en mayor medida. El gobernador Alfredo Valdés Montoya reiteró su profunda determinación de llevar la Reforma Agraria en Sinaloa hasta sus últimas consecuencias, al firmar veintisiete mandamientos mediante los que entregó 208,490 hectáreas a más de dos mil familias campesinas de los municipios de Ahome, El Fuerte, Choix, Culiacán, San Ignacio, Concordia y El Rosario. De las cuales tres mil eran de temporal y el resto de agostadero. Al entregar los documentos, Valdés Montoya expresó:92 “La entrega de la tierra es sólo un primer paso que habremos de complementar con la organización económica del ejido, para hacer más efectivo el uso del crédito y la asistencia técnica y así mejorará la producción agropecuaria, que con la promoción del desarrollo de la comunidad rural contribuirá a elevar las condiciones de vida de la clase campesina”. Y agregó: “realizar la Reforma Agraria integral es y seguirá siendo objetivo primordial de los gobernantes emanados de la Revolución; seguimos dispuestos a llevar la Reforma Agraria hasta sus últimas consecuencias”. Los principales grupos que se beneficiaron; fueron: Carrizo Grande N° 2, de Ahome, con más de quince mil hectáreas, Los Ojitos, El Potrero de los Sotos N° 2, Lo de Vega, Las Cañas, Las Cabras N° 2, El Reparo, Boca de Arroyo, Tasajera II, 91 Ibid., p. 28. El Debate, 28 de noviembre, 1969, p. 3. 92 55 Mocorito y Los Molinos, del Municipio de Choix, con más de veintiséis mil hectáreas. En el Municipio de Culiacán se repartieron diez mil hectáreas en los núcleos de Amapán II, Los Ángeles II y Península de Villamoros; en Caballo de Arriba y Caballo de Abajo N° 2, de San Ignacio, fueron once mil hectáreas. En Concordia el reparto agrario benefició a ejidatarios de Chupadero II, La Petaca II y La Guayaba, con sesenta y dos mil hectáreas. En el caso de El Rosario, la concentración de la tierra que prevalecía fue considerablemente disminuida, al repartirse cuarenta y nueve mil hectáreas en Picachos, La Rastra Chilillos y Tablón Viejo. 2. Antecedentes de los movimientos campesinos Siendo Sinaloa un estado rural, con un campesinado dedicado a trabajar constantemente la tierra para ganar el sustento familiar, lejos de ver éste los beneficios que se reflejaban en la entidad con el reparto agrario que se había impulsado décadas atrás en todo el país, y el implemento de los sistemas de riego surgidos por la construcción de presas, se vio cada día más excluido y desesperanzado. Sinaloa es una entidad esencialmente agraria, que de manera muy clara evidencia una concentración casi total de la tierra en pocas manos, mientras que por la otra parte los más de mil ejidos son victimas de acaparamiento y la usura que se esfuerzan en mantener terratenientes e instituciones de crédito; miles de trabajadores son tratados de manera infame, y son incontables los grupos de solicitantes de tierras que no las reciben. En páginas anteriores decíamos que el objetivo, en materia agraria, de los presidentes de la República era ampliar el reparto de la tierra en el sistema ejidal, sin desproteger a la población con pequeña propiedad. Por ejemplo, el propósito 56 del presidente López Mateos93 era reacomodar a la población ejidal excedente, con el objeto de resolver el grave problema de los campesinos sin tierra y con derecho a salvo.94 Además, quería destinar los terrenos nacionales baldíos a la satisfacción de las necesidades agrarias y volverlos productivos, así como también entregar las tierras de los sistemas de riego a auténticos campesinos mexicanos, evitando la especulación comercial e intensificar la colonización interior en beneficio de campesinos sin tierra; asimismo terminar con todas las formas de acaparamiento de tierras y latifundios y con las concesiones de inafectabilidad ganadera que se encontraba al margen de la ley. Con este mismo antecedente de Reforma Agraria continuaría el presidente Díaz Ordaz,95 razón por la cual campesinos sin tierras de diferentes partes del país se organizaban a través de los comisariados ejidales, en ocasiones asesorados por el Departamento Agrario, y buscaban terrenos que fueran propiedad de la nación para solicitar la dotación y formar nuevos ejidos. Varios ejidos de Sinaloa se formaron con campesinos que venían de otras entidades del país, como de Sonora, Baja California, Jalisco, Chihuahua, entre otras, así como también de la misma entidad, donde la población de los diferentes ejidos crecía y aumentaba el número de campesinos con derecho a tierra. Aunado a esto, surge el descontento general de las masas populares a nivel nacional por la omisión e inclusión en la participación social y la solución a la atención de las diferentes demandas en cada uno de los sectores, en el caso de los campesinos sinaloenses el 90% de los problemas era la tenencia de la tierra. Patricio Robles, secretario General de la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos campesinos del Estado, señaló que de setenta gestiones que hacían los ejidatarios, cincuenta se refieren a problemas de tenencia de la tierra.96 93 Víctor Manzanilla Schaffer, El drama de la tierra en México, del siglo XVI al XXI, H. Cámara de Diputados, LIX Legislatura y la SRA, México, 2004. p. 690. 94 Campesinos con “derecho a salvo”, significa que son aquellos campesinos que no estaban en resolución presidencial pero habían permanecido en la lucha campesina, por supuesto que tenían derecho a repartírseles tierra porque cumplían el requisito para ser ejidatarios. 95 Ibid., p. 718. 96 El Debate, 16 de julio, 1972, p. 6. 57 Bien decíamos anteriormente, el estado se desarrollaba esplendorosamente, pero no su población rural, pues los campesinos no lograban satisfacer sus principales necesidades y la concentración de la tierra en los latifundistas y prestanombres era notoria, por lo que generó protestas de parte de los campesinos, dando como resultado movimientos campesinos contra terratenientes y latifundistas del estado. Estos movimientos se libraban en diversas direcciones y distintos contenidos y formas; así, empezó a hacerse común, pero no aceptable de parte de los poderosos latifundistas, la toma de tierras por parte de los campesinos a estos latifundistas que ocupan puestos importantes en la vida económica y política del estado; por otra parte, también se encontraban las luchas que los obreros agrícolas, o proletariado del campo, realizaban con el fin de mejorar sus condiciones de vida y lograr un aumento razonable en sus salarios. Sin embargo, lo que compete a esta investigación sobre los movimientos campesinos en Sinaloa serán las invasiones de tierras por los campesinos carentes de ésta, por lo que describiré los antecedentes y las manifestaciones que se llevaron a cabo en estos movimientos de 1968 a 1976. Y uno de los principales antecedentes será la crisis integral en el campo mexicano, que se había presentado a finales de la década de los sesenta, principalmente por problemas de producción y por el alzamiento de los campesinos en todo el país. Siendo Sinaloa uno de los estados donde se había puesto toda la esperanza en el desarrollo agrícola por el mejoramiento de las técnicas de irrigación que se habían implementado, dos décadas atrás había sido muy notorio el referente a la lucha por la tierra, pues el reparto y la calidad de tierras eran muy inequitativos, complicándose aún más por el reducido financiamiento de la agricultura ejidal.97 Habían sido tres los aspectos que llevaron al campesino a manifestarse: la lucha por la tierra, por el mejoramiento de las condiciones de producción y comercialización, y la lucha por los salarios y mejores condiciones de trabajo. 97 Lázaro Rubio Félix, Cuando tomamos la tierra, Federación mexicana de editores, México, 1976, p. 42. 58 Sin embargo, la tenencia de la tierra era el principal problema que enfrentaban los campesinos, en general los ejidos, aun cuando se había logrado un avance en la legalización de las posesiones de las unidades de dotación, la falta de resoluciones definitivas frenaba el desarrollo de muchas comunidades. El Ing. Patricio Robles, secretario General de la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos del Estado, manifestaba que de “70 gestiones que hacían los ejidatarios, precisamente 50 se referían a los problemas de ésta”; (la tenencia de la tierra).98 Los campesinos, incluso con el reparto de tierra que se había llevado a cabo desde tiempos del Gral. Cárdenas, veinte años después estaban de nuevo esos hijos de los primeros ejidatarios quienes habían crecido y obtenían la edad para formar su propia familia, y requerir dónde vivir, como también de dónde sacar para su sustento, se vieron en la penosa necesidad de no tener esto último, sobre todo los campesinos que vivían en los aledaños de los valles más productivos del estado, como los municipios de Culiacán, Guasave, Ahome, Sinaloa y Mocorito, veían que las tierras, las mejores, estaban en manos de latifundistas y terratenientes apoyados por el Estado, y ellos, si bien, podían llegar a ser simples peones de éstos. A estos campesinos los considera Katz99 pobladores rurales económicamente desposeídos; pero no incapaces de controlar el poder, dirigir una alianza de clases y de representarse políticamente por sí solos, como él dice. Sino que éstos buscaron la forma de cambiar esa situación y hacer voltear hacia ellos al gobierno y la clase en el poder; quien tuvo, después de constantes luchas, que darles su lugar. Precisamente, todo lo contrario a lo que dicen Everett y Lynne,100 no querían estos campesinos continuar recibiendo la influencia de los latifundistas y de los habitantes urbanos, especialmente de los latifundistas y políticos, por lo que se vieron en la necesidad de luchar para cambiar esa condición organizándose en diferentes agrupaciones formadas por ellos mismos, aunque en ocasiones 98 El Debate, 6 de marzo, 1972, p. 6. Friedrich Katz, Revuelta, rebelión y revolución, la lucha rural en México del siglo XVI al siglo XX, tomo I, Era, México, 2004, p. 28. 100 Rogers Everett M y Svenning Lynne, op. cit., p. 29. 99 59 dirigidas de manera oficial, como eran la Central Nacional Campesina (CNC) y la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM). Ese acaparamiento de las tierras por parte de los latifundistas se empezó a ver desde los años cuarenta; era notorio el acaparamiento de la tierra, por ejemplo, en el valle de Culiacán, donde con la construcción de la presa Sanalona y la apertura de los canales y drenes la tierra se fue fraccionando. Unos pocos propietarios fueron lotificando y vendiendo en promedio a cinco mil pesos el lote de cien hectáreas, con plazos para pagarlos hasta en cinco años, así como también se hicieron dotaciones ejidales y, así, en el mosaico de esta extensa superficie, se levantaron nuevos centros de población que mucho influyeron para que la tierra quedara aún más fraccionada. Esa concentración de la tierra fue el resultado de una política sistemática que utilizaba el régimen, misma que el desarrollo del capitalismo agrario imponía, y Sinaloa estaba en esa dimensión, más siendo una entidad donde su actividad fundamental era y sigue siendo la agricultura. En ese periodo (casi de los años cincuenta del siglo veinte), la transición de esa concentración de la tierra y el desarrollo agrícola de momento fue un movimiento natural, sin luchas ni oposiciones de mayor trascendencia. Los campesinos hacían valer sus derechos y los propietarios de la tierra, conscientes de su responsabilidad y de los beneficios que se derivaban de convertir una tierra de temporal en una tierra de riego, cedieron los excedentes para que otros mexicanos cumplieran su destino disponiendo de iguales medios e idénticas oportunidades a las que se ofrecían y estaban al alcance de quienes, años atrás, eran los dueños de la tierra. Se genera así una firme transformación, en la que con naturalidad ejidatarios y propietarios, prestándose mutuo auxilio, supieron aprovechar desde el primer momento las inversiones que el gobierno federal hizo al construir dicha presa.101 Empero, a finales de los cincuenta los campesinos empezaron a demandar las tierras de los latifundistas, pues muchas se encontraban en pocas manos, 101 José Angulo Torres, op. cit., p. 40. 60 manifestándose en luchas de parte de importantes sectores del campesinado sinaloense, mismas que podríamos ejemplificar con los movimientos campesinos que se suscitaron entre las autoridades gubernamentales y sus organizaciones del campo. Por ejemplo, a partir del 10 de febrero de 1958, en el estado, 3, 500 miembros de la UGOCM-Culiacán y de la Federación de Obreros y Campesinos del Valle de Culiacán (FOCVC), invadieron por cuatro días consecutivos veinte mil hectáreas de tierra para las hortalizas del valle.102 Casi de inmediato Lázaro Rubio Félix, militante en el Partido Popular Socialista (PPS), levantó en Mazatlán la misma bandera, secundada por el Ing. Manuel Marcué Pardiñas, agente en Culiacán del Banco Nacional de Crédito Ejidal, quien aceptó, ante el autor, que de la Agencia salía parte del dinero que se invertía en la movilización de estos campesinos. Esta primera fase del conflicto llegó a su fin con todas las partes aparentemente satisfechas. El presidente Ruiz Cortines envió un representante personal que negociara. El arreglo consistió en el compromiso de que los invasores recibirían tierras en una sección del Distrito de Riego 10, Municipio de Culiacán, que sería abierto pronto, y en crear una comisión que estudiaría la concentración ilegal de tierras. El gobierno había acabado con esa manifestación ilegal de descontento. La élite rural también parecía haber sido satisfecha, pues ninguna de las tierras dedicadas a las hortalizas que habían sido el foco de las ocupaciones había sido expropiada. A pesar de que los protagonistas locales sabían que los días por venir exigirían vigilancia constante para salvaguardar el cumplimiento del acuerdo, pues tenían que estar en guardia de que se cumpliera el acuerdo. Aunque aparentemente se había solucionado el conflicto, los movimientos campesinos continuarían en toda la región hasta los años ochenta, buscando los campesinos que se atendieran sus demandas tanto de tierras como de bienestar social. Sin embargo, sólo analizaremos a partir de 1968 a 1976, que es 102 David R. Mares, op. cit., p. 149. 61 precisamente el periodo referido al movimiento campesino del ejido Campo El Tajito, Municipio de Guasave, quien aun con resolución presidencial no lograba obtener la tierra.103 También, como antecedente, podemos ver que en 1958 el presidente Ruiz Cortines decretó congelar setenta mil hectáreas en los valles de Culiacán, Pericos y Angostura, superficie que habría de beneficiarse con las aguas de la presa del Varejonal, cuya construcción estaba en marcha; esto hizo que afloraran más los movimientos con los que se pretendía presionar tanto a la administración estatal como a la federal, para que esta superficie quedara exclusivamente en posesión de los ejidatarios; para ello, al mismo tiempo, se pedía una radical desaparición de la pequeña propiedad.104 De igual forma, el 13 de febrero del mismo 1958 la UGOCM había convocado a los estados de Nayarit, Sonora, Sinaloa y Baja California a realizar asamblea en Los Mochis; Sinaloa, los días 30 y 31 de marzo, con el fin de analizar la situación de la Reforma Agraria en el noroeste del país. Emplazándose al gobierno federal a dar respuestas concretas a los solicitantes de tierras.105 Eso marcó el comienzo de una lucha agraria encabezada por Jacinto López,106 quien formuló una estrategia a nivel nacional y regional uniendo diversas problemáticas que terminaron dándole un nuevo impulso a su organización, la UGOCM. Según sostienen algunos dirigentes, Jacinto López las promueve, con la ley en la mano, en los valles de El Carrizo, El Fuerte, de Angostura y de Culiacán, sus razones se sustentaban en la distribución y el uso de la tierra.107 103 En el último capítulo analizaré el movimiento campesino del ejido Campo El Tajito. Rosario Quevedo, op. cit., pp. 23-.26. 105 H. Humberto Ochoa Bustamante, Jacinto López Moreno, 1906-1971, El Líder, Geográfico, México, 2004, pp. 12-13. 106 Jacinto López Moreno, líder social, sonorense, se le considera una “figura universal” al no ser propiedad de un gremio en particular puesto que formó varías organizaciones obreras y campesinas; como la UGOCM en 1948. Tendía la mano a quien se lo pidiera, sin importarle el estrato social, partido u organización. No sólo dirige la invasión del más grande latifundio de Cananea, Sonora, de familias extranjeras; sino que también dirige la invasión del valle de Culiacán y desde la cárcel dirige la invasión del valle de Guadalupe, Baja California, las tres en el mismo año de 1958. Ibid., pp. 3, 7 y 15-22. 107 Heriberto Meza Campusano, op. cit., p. 2. 104 62 A mediados del mismo año de 1958, en Culiacán se vieron desfilar contingentes por las principales calles de la ciudad, entre quienes se identificara a pescadores de las zonas de La Reforma, Dautillos, Altata, Municipio de Culiacán108 y La Cruz, Municipio de Elota, a boleros que cumplían su actividad en Navolato, Guamúchil, Eldorado, la Plazuela Álvaro Obregón o la Plazuela Rosales; en la ciudad de Culiacán no sólo hombres, sino también mujeres de las colonias que por aquel entonces venían además invadiendo terrenos ejidales colindantes con el perímetro urbano de la ciudad, un filón que redituó utilidades económicas de cuantía imprecisa a los presidentes de los comisariados ejidales, que vendieron posesiones que llegaron a sumar casi el doble de la superficie marcada para la zona urbana del ejido.109 En esta marcha se pasearon más de cien mantas en las que al exigir la entrega de la tierra se apremiaba a la destrucción del latifundio familiar y del latifundio simulado, a los mismos ejidatarios “naylon”, atacándose de paso a las autoridades agrarias por su falta de energía para cumplir con las disposiciones contenidas en el Código Agrario, en el que los manifestantes confiaban para demandar que toda la tierra disponible se entregara de inmediato a los campesinos sin tierra. El jefe de Asuntos Agrarios y Colonización, Prof. Roberto Barrios, en diversas ocasiones se quejó de las fuertes presiones que de las mismas esferas oficiales se tenían que sortear para mantener, en la nueva zona de riego, la propiedad particular; ya que como institución de derecho consagrada por la Constitución, pugnaba por su desaparición, en forma oficial, y se trastocaría un orden jurídico que había sido base para el desarrollo económico del país, dado que se consideraba a la pequeña propiedad la principal fuente de abastecimiento de materia prima para la industria y para la alimentación humana. Porque su volumen, en forma ostensible, superaba la aportación proveniente del sector 108 Hasta 1980 Municipio de Culiacán, ya que a partir de esta fecha el municipio de Culiacán se dividiría para formarse el municipio de Navolato. 109 Diario de Culiacán, 4 de junio, 1958, p. 2. 63 agrario y no precisamente porque el ejidatario eludiera sus obligaciones y sus responsabilidades.110 El candidato del PRI a la Presidencia de la República, Adolfo López Mateos, estuvo en abril de 1958 en Culiacán, se relacionó con las diferentes clases sociales de la región y expresó en claras y precisas ideas sus deseos de resolver, en la parte medular, los problemas económicos y sociales del estado. Fue muy importante la reiteración de sus ideas sobre la propiedad de la tierra, donde sostenía que debía proseguir la Reforma Agraria. Además, consideraba que el ejido y la pequeña propiedad eran las dos formas constitucionales convenientes para construir una agricultura vigorosa tendiente a poner al alcance del mayor número de mexicanos los medios de trabajo y de producción.111 Desde los últimos años de la década de los sesenta e inicio de los setenta, inició un sinfín de invasiones en el norte y centro del estado, continuando hacia el sur. Pues una gran mayoría de solicitudes de dotaciones de tierras desde hacía más de diez o quince años seguían sin resolverse, razón por lo que las invasiones en Sinaloa continuaron; al principio podemos decir que fueron tomas de tierra que les habían sido otorgadas en resolución presidencial, pero el gobierno hacía caso omiso de entregarlas. Sin embargo, para mediados de la misma década brigadas armadas de campesinos y jornaleros tomarían fábricas, empacadoras y campos agrícolas del valle de Culiacán, del valle de Guasave y del valle de El Fuerte; se enfrentaron a capataces, a guardias blancas, a la judicial y finalmente al mismo ejército. Improvisaron movilizaciones de miles de jornaleros agrícolas en efímeras “huelgas económico-políticas”, con el fin de que se les mejorara su bienestar socialeconómico.112 En el último año de la Presidencia de Díaz Ordaz, en 1970, se decretaron cincuenta y siete resoluciones presidenciales, beneficiando a 6,083 campesinos por la vía de dotación, ampliación y nuevos centros de población agrícola, en los 110 Rosario Quevedo, op. cit., p. 27. Ibid., p. 30. 112 El Debate, 25 de octubre, 1975, p. 3. 111 64 municipios de Guasave, Culiacán, Escuinapa y Ahome, con 16, 13, 9 y 7 resoluciones, respectivamente. En sí, del 26 de mayo al 26 de diciembre de 1970 se habían manifestado noventa y seis grupos de solicitantes, promoviendo diversas acciones agrarias, donde participaron 9, 171 campesinos en lucha por la tierra.113 Y de enero a diciembre de 1971 se promovieron en Sinaloa treinta acciones agrarias por la vía de dotación, siendo los municipios de Guasave, Ahome y Culiacán donde hubo más gestiones; cuatro en Guasave, cinco en Ahome, cinco en Culiacán, tres en Sinaloa, dos en El Fuerte y dos en Mocorito. En 1972 rebasó el número de solicitudes, treinta y seis a nivel estatal, siendo también Guasave y Culiacán los de más solicitudes.114 Alfonso G. Calderón, gobernador del Estado de Sinaloa (1975-1980),115 afirmaba que: “existen tres tipos de invasores; los que llegan por la orilla del predio y ahí se quedan; como para manifestar que eso les pertenece. Aquéllos que construyen dentro de lo que dicen que será su nuevo centro de población, y los que entran directamente en los predios y se dedican a sembrar”. Agregaba, también, que era la SRA la culpable de que existieran las invasiones; pues “la dilación para resolver los expedientes agrarios, muchos de los cuales databan desde hacía 10 ó 15 años, habían impulsado a los campesinos a invadir predios y hacer presión para que se realizara las adjudicaciones". Aunque justificaba a la SRA, aduciendo que ésta carecía de recursos y de personal suficiente para resolver los problemas que habían sido heredados de anteriores administraciones. Notorias fueron las invasiones que se presentaron desde 1971-1972, y así se continuaría hasta 1975, pues durante diez meses surgieron más de setenta invasiones a los agricultores sinaloenses; también, en diferentes ocasiones más de cincuenta mil hectáreas estuvieron bajo el control de los campesinos invasores. 113 Rosario Quevedo, op. cit., pp. 80-81. Ibid., 80. 115 Segundo informe del gobernador Alfonso G Calderón, 1976, Héctor Carlos Leal Camacho, (et Al,), Informes de gobierno del Estado de Sinaloa 1916-2009, Gobierno del Estado, Universidad Autónoma de Sinaloa, Culiacán, México, 2010. 114 65 En todos los casos los campesinos se negaron a negociar con las autoridades locales y con los agricultores privados, e insistían reunirse con autoridades nacionales y desaparecer el latifundio simulado en manos de “la pequeña propiedad”.116 Por lo menos setenta resoluciones presidenciales de nueva dotación o ampliación de ejido, en 1972, estaban pendientes de ejecutarse; y otras ciento cincuenta solicitudes de dotación de tierras para nuevos centros de población estaban en estudio. Esto lo informaba Emilio Ibarra, delegado del DAAC. Inclusive setenta y cuatro peticiones de tierras habían sido resueltas favorablemente por la Comisión Agraria Mixta, en tanto que 219 solicitudes habían sido resueltas negativamente.117 Lo que se pretendía por parte del DAAC, a través del nuevo personal técnico y administrativo que se había destinado, era desahogar todas las diligencias, la verificación de los trabajos técnicos informativos y la atención de todos los problemas; que cumplieran los trámites agrarios. Pudiéramos considerar que uno de los factores principales por los que se presentó el problema de la tierra en este estado era la acción de la misma Reforma Agraria, por el proceso que se daba de la concentración de la tierra por los grandes productores agrícolas con sus respectivos programas de riego, donde los núcleos de campesinos emergieron reclamando lo que legalmente les correspondía desde el norte y centro del estado, principalmente en los municipios de Culiacán, Guasave, Choix y Sinaloa de Leyva.118 Frente a ello, el Estado impuso una política sistemática de represión, la que sin embargo no podía aplastar los intensos movimientos de los explotados del campo. Los gobiernos sinaloenses trataban de apegarse a los principios del reparto agrario y continuaban, en su medida, sobre todo haciendo proselitismo, dotando 116 Rosario Quevedo, op. cit., p. 62. Según informe sobre solicitud y dotaciones ejidales, para el periodo 1960-1975, la dinámica de tenencia de la tierra en Sinaloa se había desarrollado de la siguiente manera: se presentaron 1, 028 solicitudes de las cuales 388 tuvieron solución resuelta positiva y 266 quedaron pendientes, se puede decir que sólo el 38% fue resuelta a favor del campesino. Los municipios que quedaron con acción resuelta negativa fueron Ahome, Angostura, Salvador Alvarado, Culiacán y Escuinapa, y Guasave, puede considerarse el 63% sin resolverse. El Debate, 20 de febrero, 1972, p. 2. 118 Rosario Quevedo, op. cit., p. 62. 117 66 de tierra; por ejemplo, en 1970 el gobernador Alfredo Valdés Montoya confirmaría quince mandamientos agrarios para dotar de tierras (44,504 hectáreas) a campesinos de los municipios de Ahome, Rosario, Guasave, Choix, Sinaloa, San Ignacio, Mocorito y Cosalá, auxiliado por la Comisión Mixta Agraria.119 Sin embargo, no eran suficientes; además, la mayoría estaba en zonas de temporal. El 21 de noviembre de 1975 el presidente Echeverría expropió 2,500 hectáreas de la disputada región de Montelargo, en el valle de Culiacán,120 prometidas a los campesinos durante las invasiones de tierras que se dieron en 1958. El líder de los campesinos beneficiados con las expropiaciones de Montelargo proclamó “que este logro era sólo el principio”. 3. Manifestaciones de los movimientos campesinos en Sinaloa Desde hace décadas, Sinaloa se ha caracterizado por la creciente concentración de la tierra en manos no exclusivamente de la gente que vive en el campo, sino de grandes latifundistas; donde los campesinos por su condición de vida se han visto en la necesidad de emplearse con los dueños de ésta, o bien declararse en sendos movimientos contra quienes poseen más de la establecida. Aun cuando la represión era la política cotidiana del régimen, y los que tenían el poder en sus manos no se contuvieron para mantener grandes extensiones de tierra en su poder, hasta el extremo de la constante represión contra los campesinos que luchaban por la tierra, en Sinaloa la demanda de éstos se mantuvo, con la permanente invasión de tierras, en ocasiones ya perteneciente a ellos por mandato presidencial; continuando, invariablemente, con las gestiones legales hasta donde fuera posible. La burguesía, para contrarrestar esto, le formó a los grupos campesinos en la tomas de tierra121 otros grupos fantasmas, con el 119 El Debate, 14 de diciembre, 1970, p. 5. Baldemar Rubio, op. cit., p. 29. 121 Los campesinos diferenciaban “la toma de tierras” con “invasión de tierras” en que la toma de tierras estaba entre lo legal; porque les pertenecía ya sea por resolución presidencial o porque se 120 67 fin de crear enfrentamientos entre los mismos campesinos y de esta manera justificar su represión. ¿Por qué tanto el interés en el acaparamiento de la tierra, de qué manera justifican está acción, qué no se considera que la tierra es de quien la trabaja. De qué manera la demandaban los campesinos, qué tuvieron que hacer para que el gobierno tratara de cumplir los preceptos del reparto “equitativo” de ésta? En fin, muchas preguntas podemos hacernos al respecto. Primeramente, para poder entender los movimientos campesinos hay que aclarar que Sinaloa tenía (inclusive en la actualidad existen) tres tipos de regiones agrícolas: una que se encuentra en los valles, en ella se encuentra el alto grado de concentración de la mejor tierra y sistemas de irrigación, y se caracteriza por un alto grado de tecnificación, por lo que su agricultura se orienta hacia el mercado nacional o de exportación. Las otras dos son la de Los Altos y la región sureste; a diferencia de la de los valles, se caracterizan por su bajo nivel técnico, razón por la que la concentración de la tierra no se presente tan notoriamente en ellas.122 Principal circunstancia, de la primera, que ha generado protestas entre los campesinos y la burguesía agraria, en distintos momentos de su historia, tomando cada día matices más radicales, como los presentados en el Municipio de Guasave, en el centro del estado. La concentración de la tierra, el tortuguismo burocrático en la tramitación de los expedientes agrarios, más la existencia de miles de obreros agrícolas y de campesinos sin tierra y sin empleo, fueron los factores esenciales que motivaron la lucha campesina en el periodo investigado. Debió haber sido el campesinado sin tierras, como los obreros agrícolas, quienes más participaron y más rebeldía manifestaron contra las políticas oficiales. tenía ya un certificado de inafectabilidad. Y las invasiones era posesionarse a la fuerza sin nada que los respaldara, en sí no les pertenecían. 122 Rosario Quevedo, op. cit., p. 77. 68 Además, el movimiento campesino iba de la mano con el movimiento estudiantil, por las mismas condiciones de las masas populares; de hecho, los estudiantes pedían integrarse en el sistema educativo donde las universidades debían suplir la inclusión de toda la sociedad; popular, y no exclusivamente la de élite. Ya que los estudiantes eran hijos del campesino, que estaba siendo golpeado por los grandes latifundistas. Los problemas que enfrentaban los campesinos de las zonas invadidas en su generalidad eran similares, la toma de tierras era consecuencia directa de que las autoridades estatales y agrarias consecuentes con el proceso reversible que aplicaba la Reforma Agraria no aplicaban o no ejecutaban las resoluciones presidenciales que favorecían al campesinado, sino todo lo contrario. El movimiento campesino sinaloense también se caracterizó por la acción presentada de centrales campesinas como la CNC, la UGOCM, la CCI, la FIDACS y la UEIS, las cuales no buscaron ni mostraron en la práctica una vocación unitaria y solidaria, sino cada una por su lado, impidiendo una acción enérgica y contundente que posibilitara la fuerza y presión suficiente para lograr la consecución de sus objetivos. A principios de 1970, dirigentes de la Liga de Comunidades Agrarias gestionaron ante el Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización y la Comisión Agraria Mixta para que se diera un trámite más expedito a las solicitudes de más de treinta mil campesinos sinaloenses, quienes demandaban trescientas mil hectáreas laborables y en condiciones de explotar.123 Los campesinos, inclusive la misma sociedad, tenían el deber moral de denunciar la tierra que estaba en manos de latifundistas o prestanombres; podían hacerlo ante las dependencias oficiales tanto del DAAC y la misma Comisión Mixta Agraria, para que realizaran las investigaciones correspondientes y que la tierra fuera repartida entre los campesinos; por lo que constantemente se manifestaban denuncias de miles de campesinos, utilizando todos los medios a su alcance. Por ejemplo, el líder de la Liga de Comunidades Agrarias Lázaro Cárdenas, Miguel Valdez Quintero, expresó que en algunos distritos de riego del Municipio de 123 Ibid., p. 66. 69 Culiacán existían decenas de latifundios equivalentes a doscientas mil hectáreas, en poder de políticos y millonarios.124 O bien, los campesinos del ejido Rancho California y del ejido Campo El Tajito, Municipio de Guasave, ya con resoluciones en manos, no se les entregaba la tierra por estar en manos de grandes latifundistas, como era la familia Peña Farber con 1, 744-00-00 y Reynaldo Ramos con1, 100-00-00, aunque se consideraba que este último cultivaba unas cinco mil hectáreas en cada ciclo agrícola.125 Pues veían al mismo tiempo grupos de otros campesinos, de distintas organizaciones ejidales legalmente constituidas y reconocidas en el país, invadir extensas superficies ubicadas en el Valle del Carrizo, reclamadas precisamente por él.126 Sin embargo, voceros oficiales negaban que existieran, y mucho menos que llegaran al extremo de tan grandes latifundios en Sinaloa, alardeaban que la Reforma Agraria sí había cumplido al pie de la letra y que los problemas del campo “forman parte de un plan organizado para crear el caos y la anarquía”. Por lo que era notorio que el gobernador del estado, Valdés Montoya, defendía celosamente a la burguesía terrateniente, frente a las exigencias de las masas campesinas.127 A pesar del ambiente declarativo que se había dado a mediados de 1970, cuando en un acto agrario, en Sinaloa128 se habían ejecutado veinticuatro resoluciones agrarias del presidente Díaz Ordaz, y veintisiete mandamientos provisionales del gobernador del estado, Lic. Alfredo Valdés Montoya, por conducto del jefe del DAAC, Ing. Norberto Aguirre Palancares, con el fin de dotar a 3, 562 jefes de familia sinaloenses, con una superficie de 339,999 hectáreas. Al realizar este acto, el jefe del DAAC transmitió “que en Sinaloa aún quedaba por repartirse el 6% de la tierra afectable, es decir, 321, 946 hectáreas”.129 124 Ibid., 73 Entrevista realizada a Miguel Domínguez y Clemente Armenta, El Tajito, Guasave, Sinaloa, México, 26 y 27 de junio del 2010, respectivamente; y a Carmen Domínguez, Juan José Ríos, Guasave, Sinaloa, México, 19 de febrero del 2011, Rosario Quevedo, op. cit., p. 75. 126 El Debate, 17 de octubre, 1972, p. 5. 127 Ibid., 27 de mayo, 1972, p. 3. 128 Acto agrario en el ejido Culiacancito, Sinaloa, El Diario de Culiacán, 12 de julio, 1970, p. 2. 129 Ibid., 12 de julio, 1970, p. 2. 125 70 Días después de este acto agrario, un grupo de más de doscientos campesinos comandados por el ex líder del Partido Popular Socialista (PPS), Manuel Ibarra, invadieron 14, 035 hectáreas del predio Loma y Tecomate, Municipio de Culiacán, provocando a la violencia a los treinta y cinco colonos que legalmente desde 1952 poseían esas tierras. La invasión de esas tierras había sido denunciada por el asesor agrario, Ing. Enrique Sánchez Ortiz, de la Unión Ganadera Regional de Sinaloa, por los colonos Roberto Carballo Miranda y Francisco Meza, cuya influencia entre sus compañeros era decisiva para evitar un encuentro armado entre los “legítimos” propietarios de las 14, 035 hectáreas.130 Las autoridades agrarias desataron una ofensiva contra la pequeña propiedad en Sinaloa, al cursar el trámite de solicitud de tierras sin una investigación previa para saber si los peticionarios tienen derecho a parcela o se trata de supuestos campesinos; esta situación quedó de manifiesto con la amenaza de nuevas afectaciones, incluyendo terrenos en litigio. Como casos concretos señalaron la solicitud de dotación de terrenos en el ejido Ruiz Cortines, donde se ventilaba el problema del Rancho California con la solicitud presentada por el nuevo centro de población El Huitusi, Luis Echeverría y el llamado “General Teófilo Álvarez Borboa”, Municipio de Guasave. Los pequeños propietarios tuvieron que promover más de doscientos amparos para proteger sus pequeñas propiedades de afectaciones infundadas, y en el 90% de los casos se había logrado la protección de la justicia federal en forma definitiva. Muchas personas que integraban los censos de los nuevos centros de población eran ejidatarios con parcela en comunidades campesinas; sin embargo, estaban figurando como campesinos sin tierras. Sobre el particular se habían presentado casos concretos; sin embargo, las autoridades agrarias persistían en su actitud dando trámite a solicitudes de tierra, sin que la petición estuviera justificada. 130 Ibid., 17 de julio, 1970, El Sol de Sinaloa, Culiacán, Sinaloa, México, 17 de julio, 1970, p. 3. (En lo sucesivo a esta fuente no le citaré el lugar de edición porque será el mismo, sólo citaré su nombre y la fecha). 71 La situación era tal, según dijo el informante, que “en la actualidad se están presentando simultáneamente copias de escrituras, testimonios planos y certificados de inafectabilidad ganadera para integrar dos expedientes sobre un mismo terreno”.131 Pero para 1972 los conflictos de invasión a la propiedad legal particular se agudizaron a tal grado, que hubo un periodo de cuatro meses en el que más de diez mil hectáreas de tierras de riego estuvieron invadidas y totalmente paralizadas.132 Mientras que en el norte del estado imperaba un ambiente de tensión por los sucesos de Rancho California, la agitación se había extendido hasta el centro y sur de la entidad, pues grupos de campesinos invadían grandes superficies de terrenos y los latifundistas pedían una solución. El predio de Montelargo, Municipio de Culiacán; estaba presto para que se dieran los mismos resultados que los del predio Guayparime, del norte del estado, donde un choque entre parvifundistas y campesinos arrojaba saldo trágico de dos muertos y siete heridos.133 Situación similar imperaba en la zona de El Dorado, Municipio de Culiacán, donde el día 23 de mayo campesinos azuzados por líderes estudiantiles habían invadido doscientas hectáreas. Lo mismo sucedía en el Municipio de Escuinapa, donde otros grupos de campesinos dirigidos por agitadores estudiantiles y agrarios se lanzaban a invadir la tierra. En 1972, en su Cuarto Informe de Gobierno, Valdés Montoya, en lo referente a política agraria señalaba que: “con el firme propósito de proteger y estimular a la clase campesina y de lograr una mejor distribución de la tierra, se había continuado con el reparto agrario en Sinaloa”. Donde “se instauraron 42 expedientes de dotación y ampliación de ejidos, habiéndose censado 49 poblados, con un total de 2 mil 642 familiares campesinas y 4, 490 capacitados agrarios”. 131 El Debate, 7 de diciembre, 1971, p. 6. El Sol de Sinaloa, El Debate y El Diario de Culiacán, 26 de febrero 1973, pp. 6, 2 y 3, respectivamente. 133 El Diario de Culiacán, 29 de mayo, 1972, p. 2. 132 72 Se habían concluido setenta trabajos técnicos informativos, y se realizaron deslindes en una superficie de cincuenta mil hectáreas, habiéndose turnado a segunda instancia noventa y ocho expedientes para su resolución definitiva. Se promovieron 243 expedientes, de los cuales ciento cincuenta corresponden a conflictos sobre posesión y usufructo parcelario, ocho sobre nulidad de elecciones de autoridades ejidales y ciento dieciocho juicios privativos de derechos y depuración censal. Por lo que sumaban cuarenta y cinco mil hectáreas, el 65% de riego, 25% de temporal y 10% de agostadero, las cuales beneficiaban a 3, 200 familias campesinas. Añadió que era motivo de especial preocupación y de estudio, el hecho de que existieran 360 solicitudes en trámite de primera instancia y 170 de nuevos centros de población.134 Aun en esas condiciones, el gobernador Alfredo Valdez Montoya firmó mandamientos agrarios por medio de los cuales entregó 17, 034 hectáreas de tierras de riego y susceptibles al cultivo de riego y de temporal a 1, 370 jefes de familia sinaloenses; razón por la cual el secretario General de Gobierno, Lic. Francisco J. Álvarez Farber, informaba que esa dotación representaba un duro golpe a viejos y nuevos latifundios sinaloenses, pese a que algunos de ellos estaban encubiertos bajo las nuevas formas de acaparamiento que habían aparecido.135 Entre otros casos, agregó que “las afectaciones se produjeron porque las tierras estaban enmontadas y sin explotación de ninguna especie y previa la solicitud de campesinos deseosos de trabajarla”. En Bariometo Segundo se afectó un predio 134 Ibid., 16 de noviembre, 1972, p. 3. Entre las personas y familias afectadas figuraban: Aristeo Canelos Atula, Francisco Ritz Iturríos, Porfirio y Jesús Payán Castro, familia Henderson Virgen, familia Trigueros Caisman, Dr. Juan Domingo Anchondo Amezcua, Ana Irma Crisantes, familia Esquerra, familia Dávalos Padilla, Emma Guadalupe Izábal Cárdenas y Jorge Esquer Lugo, familias Peiro Gastélum y Escobar, el Banco Nacional de México, el Banco Nacional de Crédito Agrícola, el Banco de Sinaloa, el Banco del Noroeste de México, entre otros. Manifestaba también Álvarez Farber que los terrenos fueron afectados por rebasar los límites de la pequeña propiedad conforme lo marcaba el artículo 27 constitucional y la Ley Federal de Reforma Agraria. Ibid., 31 de mayo, 1972, p. 3. 135 73 de 1, 936 hectáreas, de las cuales 1, 246 pertenecían al agricultor Francisco Ritz Iturríos. Por los problemas de invasiones de tierras, el gobierno se vio en la necesidad de crear una organización que ayudara a resolverlos; es así como el 5 de abril de 1973 quedó formalmente instalada la Junta de Conciliación Agraria del Estado de Sinaloa (JCAES), organismo a través del cual se abrirían nuevas posibilidades para que la solución de los problemas derivados de la tenencia de la tierra se hiciera siempre por las vías legales y pacíficas. Donde en realidad se les entregara a los campesinos la tierra a que tenían derecho, respetando a la vez a la autentica pequeña propiedad. Esta Junta quedó instalada por el representante del DAAC en el Estado de Sinaloa, Lic. Marco Antonio Espinoza Pablos, por un representante del Gobierno del Estado de Sinaloa; Ing. Marco Antonio Inzunza Montoya, Secretario de la Comisión Agraria Mixta; de la Federación Estatal de la Pequeña Propiedad Agrícola Ganadera y Forestal de Sinaloa, Víctor Barrantes y de la Unión Regional Ganadera de Sinaloa; Canuto Ibarra Guerrero. Además de los representantes de la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos de Sinaloa; Felipe Armenta; de la UGOCM; Luis Gambino Heredia, del Consejo Agrario Mexicano; Francisco Castillo Salas, de la CCI; Gilberto Rodríguez, de la Liga Lázaro Cárdenas; Alejandro Nidome Cázares y de la Federación Regional de Obreros y Campesinos de la Alianza Nacional de Trabajadores; Martín Carrillo Olivas. “La integración de estas Juntas constituía, según Quiroz, el más serio intento que se haya realizado hasta la fecha en México para dar oportunidad a pequeños propietarios, campesinos y otros sectores interesados directamente en los asuntos del campo, de ayudar a resolver, en una forma efectiva, sus problemas, mediante la conciliación”. Continuó diciendo: “Los propósitos de esta Junta de Conciliación Agraria, fundamentalmente eran lograr que a los hombres del campo, llámense pequeños propietarios, ejidatarios o campesinos, se les hiciera plena justicia en sus derechos y lograra en el campo de México la tranquilidad”.136 Se pronunció 136 Rosario Quevedo op. cit., pp. 114-115. 74 porque jamás en los problemas del campo intervinieran para solucionar el Ejército ni ninguna otra fuerza pública, sino que siempre dicha solución fuera producto del entendimiento de la conciliación. Pese a lo anterior, más de mil hectáreas de tierras fueron invadidas, nuevamente dentro del predio Montelargo, por grupos de campesinos de otro ejido, el General Ángel Flores y Anexos, con el propósito de presionar a las autoridades agrarias a que les complemente con 750 hectáreas la resolución presidencial. La acción de los campesinos fue enérgica y terminante, en virtud de que tenían antecedentes de que dentro de ese predio un 60% de los terrenos estaba en manos de falsos pequeños propietarios; los campesinos expresaron que su acción obedecía a que las autoridades del DAAC les habían venido dando largas a su asunto, sin darles ninguna esperanza. Sin poder hacer nada el consejero del DAAC, Emilio Álvarez Ibarra, comisionado para atender los problemas en esa zona, los campesinos reincidían en su intento logrando posesionarse de más de dos mil hectáreas abiertas al cultivo. Ante el temor de que el problema fuera a recrudecerse en cualquier momento, se solicitó la intervención de la fuerza pública. Los elementos policiacos sólo se constriñeron a ejercer una estrecha vigilancia, sin permitir la entrada ni salida de campesinos. El delegado del DAAC, Lic. Marco Antonio Espinoza Pablos, explicaba a la prensa que él desconocía la situación prevaleciente en el norte.137 Otro problema más para la JCAES lo constituyó el desalojo con lujo de fuerza por parte de la familia Romero de más de cincuenta campesinos, dotados en primera instancia de una superficie de 1, 800 hectáreas, en el predio de Vizcaíno, Culiacán. Inclusive la intranquilidad regresaba a Lomas de Tecomate, al ser invadidos por un grupo de campesinos liderados por Gambino Heredia, líder de la UGOCM. Común era también que las organizaciones azuzaran a sus campesinos y los hicieran ponerse mal con otros campesinos, para presionar más al gobierno. El presidente de la CAADES, Manuel Tarriba Rojo, señalaba que el clima de intranquilidad e inseguridad que se vivía en el campo era consecuencia de un 137 Diario de Culiacán, 9 de mayo, 1973, p. 3. 75 odio, de una imagen negativa que se había creado hacia un sector, cuya única y mayor preocupación había sido encauzar sus esfuerzos hacia la creatividad y el trabajo, como resultado de la conciencia que existe de su responsabilidad como parte actuante en el desarrollo de México, “por ello hemos acordado pedir una inmediata protección y garantía a las autoridades”, decía. Martín Carrillo, líder estatal de la UGOCM, declaró que ni la entrega de las tierras ni la reducción de la pequeña propiedad se lograría por el camino de la violencia.138 Al referirse a los hechos registrados en el curso de octubre de 1973 con la destrucción parcial de varios campos agrícolas, por jóvenes que se decían estudiantes de la Escuela Superior de Agronomía-UAS, el líder agrario manifestó: “a juicio nuestro, con la actitud que asumen los muchachos al destruir los campos agrícolas, no están perjudicando realmente a quienes ellos consideran, sino que están dañando a quienes supuestamente pretenden defender.” El agente segundo del Ministerio Público, Lic. René Octavio Rodríguez, consignó al Juzgado Segundo del Ramo Penal de Culiacán a Macario Vizcarra García, Luis Cuén Higuera, José Luis López Duarte y Enrique Aboitia Aguilar, detenidos por su participación en los hechos suscitados en el campo agrícola La Florida, Progreso, El Porvenir y Tabeada, del valle de Culiacán, ocurrida el 24 de octubre; acusándoseles por el delito de asociación delictuosa, asalto, robo, daños en propiedad ajena, incendios y otros, solicitando al juez penal auto de formal prisión para los detenidos y orden de aprehensión para los prófugos. El gobernador del estado, Alfredo Valdés Montoya, ratificó el propósito de brindar una mayor y mejor atención a los problemas agrarios y ejidales de Sinaloa, en virtud de la importancia decisiva que éstos tenían en el desarrollo general de la entidad. Señaló también que durante su administración se había proporcionado toda la ayuda posible a la Delegación Agraria, con el fin exclusivo de que ésta pudiera ofrecer una atención más efectiva a los problemas agrarios y ejidales del 138 Ibid., 26 de octubre, 1973, p. 3. 76 estado, “pues éstos tienen una importancia decisiva en el desarrollo general de Sinaloa, ya que el 75% de la superficie agropecuaria de la entidad era ejidal”.139 Por la importancia de su superficie ejidal, dijo el mandatario que “Sinaloa ocupa el séptimo lugar en el país, entre las 32 entidades y el primero si su situación se compara con los estados agrícolas importantes de México; de ahí que se requería de mejores instalaciones para atender con mayor eficacia los problemas que surgen del sector”. En otro orden de ideas, pero relacionados con los movimientos campesinos, por la relación que implican las mismas redes sociales en los movimientos como actores sociales, grupos armados de estudiantes extremistas conocidos como “Los Enfermos”, realizaron el 16 de enero de 1974 numerosos actos de violencia, como son secuestros, incendios a camiones urbanos, asaltos, robos y otros más en perjuicio de numerosas personas y empresas agrícolas del valle, lo que motivó la intervención del Ejército y de la Policía Judicial del Estado, que hasta horas después lograron apaciguarlos. Como resultado de esta intervención se produjeron varios enfrentamientos entre diversos grupos y la policía del estado, lo que arrojó un sangriento saldo de cuatro muertos y varios heridos.140 Algo parecido sucedía en el Municipio de Guasave, en el Campo San José, donde se registraron enfrentamientos donde fue abatido Fausto Sánchez, quien al ser recogido aún portaba un arma. También en el Campo Nogalito cayó abatido otro joven no identificado, por el encuentro que hubo entre estudiantes y autoridades. Alfredo Valdés Montoya, gobernador del estado, condenó enérgicamente estos actos; en declaración hecha a la prensa calificó de cobardes los actos por los estudiantes, y ofreció que se agotarían todos los recursos de investigación para identificar a los responsables, a fin de que se les enjuiciara y fueran castigados con todo rigor que la ley permite. Condenaba el que hubieran pretendiendo sembrar el temor entre los trabajadores de los campos agrícolas, a fin de sabotear la producción de bienes de consumo necesario y de exportación, que tanto 139 140 El Sol de Sinaloa, 10 de enero, 1974, p. 5. El Debate, 17 de enero 1974, p. 4, El Diario de Culiacán, p. 5 y El Sol de Sinaloa, pp. 3-8. 77 requiere en estos momentos la economía de nuestro país.141 A la vez, denunciaba ante la opinión pública que personas ajenas a la universidad y al estado se inmiscuyeran en los problemas, ya que uno de los participantes decía ser miembro de la Liga Comunista 23 de Septiembre.142 La AARC señalaba al respecto, en desplegado de prensa, que la serie de hechos delictivos cometidos en el campo y ciudad de Culiacán, en donde además de ocasionar cuantiosos daños materiales contra la propiedad de agricultores, comerciantes, transportistas, instituciones oficiales y pueblo en general, lesionar y asesinar personas inocentes ha llegado al clímax de un ambiente que de un tiempo a la fecha ha sentado sus bases en la intranquilidad, propiciando un clima de anarquía y terror en todas las esferas sociales. Continuó diciendo: “grave fue su error, pues los hechos nos demuestran qué garantía parece existir para quienes pretenden ampararse con el pseudónimo de estudiantes universitarios. El rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Arturo Campos Román, en desplegado de prensa referente a los actos mencionados sostenía: “el nombre y la personalidad de la UAS se han visto irresponsablemente involucrados en publicaciones aparecidas en diversos diarios de la entidad. Por lo que rechazamos en forma categórica las tendenciosas afirmaciones que mencionan a la universidad como trinchera de la delincuencia, pues por lo contrario en ella se manifiesta una actividad académica, administrativa y política que otorga a nuestra Casa de Estudios una personalidad plenamente definida. La búsqueda del conocimiento científico, la participación colectiva de sus integrantes en todos los procesos universitarios y su decisión de incorporarse al pueblo para defender sus causas son una realidad. Por lo que la universidad no es responsable de los acontecimientos que el propio sistema social, injusto por naturaleza, genera.”143 Los campesinos, al menos los trabajadores de los distritos de riego, ganaron con estas acciones integrarse, a inicios de febrero del mismo 1974, a la Comisión 141 Ibid., 17 de enero 1974. 4, 5. La Liga Comunista 23 de Septiembre formaba parte de un plan nacional encaminado a destruir la paz, la tranquilidad y la evolución que por caminos legales puede lograrse. Rosario Quevedo, op. cit., p. 130. 143 El Sol de Sinaloa, 18 de enero, 1974, p. 4. 142 78 Estatal para la Defensa del Nivel de Vida de los Trabajadores de los Distritos de Riego. La situación de los trabajadores era precaria: sin servicio médico, vivienda indecorosa y su salario raquítico y sin gozar de trato justo, viviendo en realidad en condiciones deplorables.144 Por solidaridad social, dijo: “debemos contribuir a resolver esos problemas, mediante una acción coordinada entre todos los organismos oficiales, descentralizados y privados”. Dicha Comisión quedó precedida por el gobernador del estado, Valdés Montoya, como coordinador General el Lic. Pedro Valdés Ruiz y el Oficial Mayor de Gobierno. El DAAC, manifestó al secretario de Organización de la Liga, profesor Juan Manuel Inzunza, que no resuelve nada cuando se trata de problemas serios porque falta decisión, pues le resulta más cómodo “sacarle al bulto”.145 Esto salió a colación debido a que el Plan Agrícola de Emergencia adoptado presidencialmente para una mayor producción de alimentos para el pueblo, fracasó por los conflictos, ya que teniendo unos derechos a la tierra, otros son los alentados a invadir y crear mayores problemas, muchos de los cuales han ensangrentado el suelo sinaloense. Inzunza, quien así lo destacó, insistió en que “tenemos la certeza de que son más los problemas entre ejidatarios que los existentes entre ejidatarios y parvifundistas, prueba inequívoca de que la intranquilidad impera en el agro, propiciando enfrentamientos entre nuestros hombres”. Sin lugar a duda, los años de 1975-1976 son claves para comprender la fortaleza irruptiva que el movimiento campesino puede alcanzar en la lucha por sus reivindicaciones; Sinaloa en este mismo año será el escenario donde apareció con características sui géneris un destacamento que dará mucho de qué hablar en el futuro inmediato, el proletariado agrícola.146 A lo largo de 1975 se presentaron en Sinaloa, ante las autoridades agrarias correspondientes, una verdadera lluvia de solicitudes en materia agraria. Las cuales surgieron del seno de múltiples grupos campesinos que se organizaron en 144 Ibid., 2 de febrero, 1974, p. 4. Ibid., 12 de julio, 1974, p. 5. 146 Rosario Quevedo, op. cit., p 143. 145 79 la mayor parte de los municipios de la entidad. Del 17 de enero al 31 de diciembre de 1975, llegaron a las oficinas de la Delegación de la Reforma Agraria en Sinaloa 162 solicitudes de reconocimiento y titulación de bienes, dotación de ejidos, privación de derechos agrarios, nulidad de fraccionamientos simulados, ampliación de ejidos, nuevos centros de población ejidal, hasta solicitudes de reconocimientos de derechos agrarios.147 Las que fueron más recurrentes son las de dotación y nuevos centros de población, y tienen como procedencia a la zona norte del estado. Natural era que el número de campesinos sin tierra que se había movilizado durante el año de 1975, a lo largo del estado, variaba también de zona, como podía verse en la zona norte, donde se detectó una movilidad de 7,427 solicitantes, cuando en la zona centro era de 2,160 y en la zona sur de 1,514.148 En 1975 se responsabilizaba a la UGOCM de las invasiones en los campos agrícolas, el dirigente Sóstenes García Ceceña aceptaba dicha responsabilidad, argumentado que había sido el principal acuerdo del 6° Congreso General Ordinario, en el sentido que invadiría la tierra si no se les atendían las peticiones.149 Ceceña García aclaró que, precisamente, el plazo había vencido y el caso no se había resuelto, por lo que habían procedido con las invasiones. Precisó, a la vez: “en ningún momento llegaremos a la violencia, en nuestra organización no habrá mártires ni apóstoles”, ya que estaba reciente la masacre de seis campesinos, en el valle del Yaqui, Sonora, más otros quince heridos en el mismo lugar.150 Diciembre de 1975 fue un mes tenso en el campo, la problemática agraria aunada al terreno político, las decisiones de los llamados pequeños propietarios de Sinaloa de iniciar un paro indefinido de las actividades mecanizadas en los 147 Sería que ya los campesinos se habían dado cuenta de que el gobierno no los escuchaba y que ellos podían lograr mucho más si se organizaban. No hay que perder de vista que estaba en puertas el cambio de gobierno, a la vez los logros que habían obtenido los campesinos del Ejido Campo El Tajito habían servido de ejemplo. 148 Como lo hemos dicho en reiteradas ocasiones, precisamente en el norte y centro del estado se encontraban las tierras con el sistema de irrigación más avanzado de la entidad Por lo que eran más representativas las solicitudes. 149 El Debate, 26 de octubre, 1975, p. 3. 150 Ibid., 23 de octubre, 1975, p. 3. 80 campos agrícolas del valle de Culiacán, tendía a ser extensivo a todas las zonas del Estado.151 Diciendo que eran en protesta por las afectaciones ilegales, como el caso de Montelargo y la aplicación anticonstitucional de la Ley Federal de Aguas en el Distrito de Riego N° 63, como también los int entos legislativos de la Ley de Crédito Rural y Ley de Asociaciones Agrícolas, donde el agricultor perdía el derecho de libre asociación, y además su propiedad se limitaba a veinte hectáreas.152 Las federaciones de la Pequeña Propiedad de Sonora y Sinaloa y la CAADES se pronuncian en contra de la SRA, ya que ésta pretendía desaparecer por todos los medios a su alcance a la pequeña propiedad e involucrar al Gobierno del Estado de Sinaloa, como principal promotor de las invasiones que se habían generalizado en la entidad, ya que les proporcionaban a los invasores madera, clavos para la construcción de sus casas y despensas. La magnitud del paro es considerable, ya que el mismo día en que se inicia se generaliza por todas las zonas agrícolas del estado, calculándose que más de 1,300 tractores son concentrados en las orillas de la Carretera Internacional desde Escuinapa hasta el valle del Carrizo, Ahome. Mientras esto sucedía, el gobernador se encontraba reunido con una comisión de pequeños propietarios a quienes invitaba a no aliarse con pequeños propietarios de otros estados. Y afirmaba que tanto las acciones de invasiones de tierra de parte de los campesinos, como los paros de los agricultores, eran caminos equivocados. Sin embargo, los agricultores anunciaban que se reunirían con las autoridades federales para obtener una solución definitiva, a la vez que anunciaban a través de Lauro Díaz Castro, gerente de CAADES, que si no obtenían lo esperado con el paro agrícola tomarían las medidas de paralización de las industrias procesadoras 151 152 Ibid., 30 de noviembre, 1975, p. 3-6. El Sol de Sinaloa, 1 de diciembre, 1975, p. 6. 81 de productos agropecuarios, negarse a vender productos a la CONASUPO153 y el retiro de fondos de los bancos nacionales.154 Para el 4 de diciembre, el paro agrícola amenazaba con extenderse a otros sectores, ya que los 2,800 comerciantes, 1,500 pequeños comerciantes y 1,300 grandes estaban dispuestos a realizar paro de actividades en la ciudad de Culiacán. Lo mismo sucedía con 13,800 comerciantes de Los Mochis, Mazatlán y otras poblaciones importantes en la entidad.155 Fue hasta el 5 de diciembre cuando se llevó a cabo el paro de los comerciantes, pero el de los agricultores ya había finalizado. Los campesinos, afiliados a la UGOCM,156 encabezada por Jesús Ortega y Sóstenes García, eran los más activos opositores a los paros promovidos por los agricultores y comerciantes. Un día después de concluido el paro de agricultores y comerciantes, cuatro mil campesinos ugocemistas marchaban por las principales calles de la ciudad de Culiacán, en el mitin se exige la entrega de treinta mil hectáreas para tres mil campesinos y el traspaso de las industrias que procesan productores agrícolas a manos de los campesinos para manejarlas en plano colectivo. También dejan clara la posición de la UGOCM en a cuanto que reiteran su apoyo a la política agrarista del presidente Luis Echeverría y del gobernador Alfonso G. Calderón. El día 8 de diciembre, el gobernador afirma que la actitud de protesta de la UGOCM “es contra los latifundistas, contra esos simuladores que siguen explotando al pueblo igual que antes de 1910”.157 Por su parte, Felipe Armenta Gallardo, secretario General de la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos del Estado de Sinaloa, declaraba que “las investigaciones practicadas por la Secretaría de la Reforma Agraria han 153 Compañía Nacional de Subsistencias Populares, empresa paraestatal que se dedicaba a acciones relacionadas con el sistema de abasto y la seguridad alimentaria mexicana. Creada en 1962, con el fin de garantizar la compra y regulación de precios en productos de la canasta básica, particularmente el maíz. 154 El Debate, 3 de diciembre, 1975, p. 3. 155 El Sol de Sinaloa, 4 de diciembre, 1975, p. 3. 156 La UGOCM se había dividido, quedando una representada por Sostenes y la otra por Ortega al lado del gobierno. 157 Rosario Quevedo, op. cit., p. 157. 82 descubierto gente que radica en esta ciudad y tiene propiedades en Culiacán, Angostura, Ahome e incluso en Sonora y viceversa, y recomienda a todos los dirigentes campesinos a nivel regional, a raíz del paro agrícola, que actúen con mucha responsabilidad y firmeza en cada uno de los trámites que tengan que realizar para lograr el reparto de la tierra”.158 La CNC no realizó ninguna movilización de masas para contrarrestar la acción de los pequeños propietarios y de los comerciantes, sólo redujo su actividad a declaraciones políticas. Como la que a nombre de los firmantes del Pacto de Ocampo formalizó; ahí denunciaba sobre una posible intervención extranjera en el paro de los latifundistas de Sonora y Sinaloa. Celestino Salcedo Monteón, líder de la CNC, calificaba de reaccionaria la actitud de “campesinos” que “indudablemente” estaban en contra de México y a favor de los intereses de extraños. “Es mentira que sean pequeños propietarios los campesinos que están en paro, todos son latifundistas que no han entendido el proceso dialéctico de la Revolución Mexicana y aseguraba que se iba hacia el comunismo”. Aseguraba también “que no se llevaba ningún modelo extraño, más que los dictados por los postulados de la revolución en constante progreso”.159 Sin embargo, a los campesinos se les utilizaba, no se le ayudaba, el mismo ministro de Agricultura160 había dicho: “el campesino está organizado para votar y no para producir”, aparte se solidarizaron con esta opinión varios políticos oficiales. Se ha tratado por todos los medios, que son muchos, de “llevar el reparto agrario hasta sus últimos límites, pero no se ha hecho lo mismo para llevar al campesino a los niveles de productividad que necesitaba para redimirse y necesitaba el país para satisfacer sus necesidades de alimento. “Al campesino se le exalta, se le manosea en todos los niveles y bajo todos los tonos, como si fuera realmente el hijo consentido del medio oficial, pero a cuarenta años de exaltación campesina, desde el general Lázaro Cárdenas a la fecha, se han repartido 158 El Debate, 4 de diciembre 1975, p. 3. Ibid., 5 de diciembre, 1975, p. 3. 160 Ibid., 12 de diciembre, 1975, p. 4. 159 83 millones y millones de hectáreas de tierras, pero se sigue hablando de la miseria del hombre del campo”. La preocupación por las invasiones de tierra como presión de los campesinos para la resolución de sus planteamientos, tanto de la SRA como del gobierno, obligó que se creara el Departamento de Asesoría Agraria, dependiente de la Dirección de Gobernación, la cual había tenido una significativa labor junto con el personal de la Comisión Agraria Mixta y de la Procuraduría General de Justicia del Estado. Había trabajado en forma incansable en el diálogo permanente y el auxilio necesario a los campesinos para que éstos comprendieran lo irregular de su actuación, ya que consideraban que el camino de la legalidad era el único que les podía políticamente conducir a una definitiva resolución de sus problemas. De esa manera se había intervenido en más de cincuenta casos de invasiones, que ya eran conocidos por todos los sinaloenses con resultados positivos y actualmente se estaba interviniendo en otros más.161 Dicha comisión estatal para el desalojo de tierras se crearía con personal de la Secretaria de Gobernación, de la Comisión Agraria Mixta, del Ejército y de la Procuraduría. Donde el Gral. Gonzalo Castillo Ferrera, comandante de la XI Zona Militar con asiento en Culiacán, se encontraba presto para entrar en acción. Con un total de 1, 500 soldados, quienes procederían a ello en forma coordinada con la Policía Judicial y la Preventiva de los municipios, se iniciaría partiendo de los municipios de Rosario y Escuinapa. En sí, serían más de dos mil los agentes judiciales, municipales y militares que participarían en la operación de desalojo.162 El comandante Castillo indicó que sería una labor de cubrimiento la que elementos a su cargo realizarían, pero que no vacilarían en disparar cuando se fuera objeto de agresiones con armas de fuego. También se refería a que en las invasiones estaban coludidos alumnos de la Universidad Autónoma de Sinaloa de “ideas 161 Primer informe del gobernador Alfonso G. Calderón, 1975, Héctor Carlos Leal Camacho (et al,), Informes de Gobierno del Estado de Sinaloa 1916-2009, Gobierno del Estado, Universidad Autónoma de Sinaloa, Culiacán, Sinaloa, México, 2010. 162 El Debate, 15 de diciembre, 1975, p. 5. 84 izquierdistas, a quienes se les emplearía la misma fuerza en caso de que estuvieran presentes”. A fin de notificar a los dirigentes de las centrales campesinas lo relativo a la formación de la comisión especial para los desalojos, se efectuó en Palacio de Gobierno una reunión a puertas cerradas entre dichos dirigentes y las autoridades del estado. El principal argumento que utilizaron las autoridades para “convencer” a los campesinos, era que si no desalojaban pacíficamente serían sacados por la fuerza política. Los dirigentes de los pequeños propietarios consideraban que de los veintitrés mil afiliados en la Federación Estatal de Pequeños Propietarios de Sinaloa (FEPPS), seiscientos habían sido objeto de invasiones y de éstos sólo cuatrocientos habían reanudado sus cultivos en la próxima temporada. Aunque las actividades de los pequeños propietarios, ante la persistencia de la toma de tierra, no se reducía a meras declaraciones, sino que se organizaban en reuniones permanentes con la finalidad de presionar al gobierno para que tomara medidas más drásticas.163 El Estado respondió a las presiones de campesinos y propietarios creando, el 3 de mayo de 1976, la Comisión Nacional Tripartita Agraria (CNTA), la cual participaría en las negociaciones de las tres partes involucradas en el conflicto. También se crearon ramas locales. La CNC y la UGOCM estuvieron de acuerdo en expulsar a cualquier miembro que participara en las invasiones de tierras. El sector privado buscó una solución negociada, ofreciendo invertir ciento cincuenta millones de pesos para crear industrias pequeñas y medianas en áreas rurales; era el origen de las inversiones. El gobierno federal también contribuyó para crear un clima favorable para que se resolviera la crisis, al anunciar que el presidente Echeverría viajaría a Sinaloa para distribuir tres mil certificados de inmunidad entre pequeños propietarios. Por lo pronto, en esa reunión se acuerda el desalojo de los dieciocho grupos invasores en el valle de Culiacán. Los grupos de referencia eran, de la UGOCM; Marcelo Loya, 2 de Octubre, Campo Rebeca, Valle Agrícola, Convención de 163 Rosario Quevedo op. cit., p. 81. 85 Aguascalientes, etcétera. Y dos más de la CCI; un grupo al margen izquierdo del Río San Lorenzo; de la CNC; San Diego y Nicolás Bravo del CAM. Participaron más de dos mil elementos de diferentes agencias policiacas. También se tomaron medidas en contra del sector privado. El 24 de noviembre de 1975 fueron ocupadas cuatro mil hectáreas, al norte de Culiacán, sembradas con hortalizas para la exportación. Al día siguiente, ciento cincuenta campesinos tomaron más de quinientas hectáreas del valle de Culiacán. El secretario de la Reforma Agraria, Félix Barra García, llegó a Culiacán para entrevistarse con el gobernador Alfonso G. Calderón, pero se rehusó a entrevistarse con los representantes de la élite rural sinaloense y rechazó afirmaciones de que campesinos habían ocupado propiedades privadas. Los productores anunciaron un paro laboral para presionar que de inmediato se detuvieran las invasiones de tierras, querían demostrar su fuerza en un problema que debería ser resuelto con medidas políticas y no un litigio; reestructurar los canales de negociaciones clase-estado y unir a todos los productores privados en sus organizaciones.164 Para fines de 1975, faltando un año para que concluyera el periodo de Luis Echeverría, era ya claro para todos que la política de la llamada colectivización ejidal había fracasado rotundamente. Muchos campesinos aún seguían en las mismas condiciones, sin resolver sus problemas de tierra y mejores condiciones de vida; razón por la cual con gran apresuramiento se recurrió al expediente de reparto de tierras, para recuperar la fuerza popular perdida. Pues, precisamente, los campesinos ya no creían en el sistema. Y no se podía dejar así esta situación al nuevo candidato que tomara el poder, fuese del partido que fuese. Y mucho menos que el partido oficial, el PRI, quería aún continuar con el mandato, mismo que tenía desde casi cinco décadas atrás, 1929. Decíamos anteriormente, que las invasiones de tierras por parte de los campesinos eran una manera de que el gobierno volteara hacia ellos, y solucionara sus demandas. Si bien es cierto que estaban “usurpando propiedad 164 El Debate, 25 de noviembre, 1975, p. 4. 86 privada”, realmente se tenía que aclarar a quién pertenecía esa tierra que estaban invadiendo; por no querérseles reconocer sus derechos aún con resoluciones presidenciales en mano, y no tener quien abogara por ellos, a diferencia de los grandes latifundistas, quienes lo tenían todo. Por lo que fue necesario, de parte del presidente (quien estaba a punto de dejar el poder, pero en manos de su mismo partido, el PRI), crear la Comisión Tripartita en la cual el presidente Echeverría dijo que eran ilegales las invasiones de tierra, aun en el caso de que los campesinos contaran con resolución presidencial. Por lo que se les hizo un llamado a éstos para que dejaran de continuar con la invasiones, y que el campo regresara a la normalidad.165 En esta comisión formaban parte el Ing. Jaime Miranda, del Estado de Sonora, y Lauro Díaz Castro por Sinaloa. El Sr. Julio Hernández, presidente de la Asociación de Agricultores del Río Fuerte Sur, dijo que serían los abogados de la Pequeña Propiedad Agrícola Ganadera y Forestal y los representantes de la SRA los que fijarían los criterios y las bases para el funcionamiento de esta comisión. Los acuerdos serían por unanimidad y no por mayoría, para que los problemas se discutieran plenamente. En esa reunión participaron los estados de Sonora, Sinaloa, Tamaulipas, Veracruz, Colima, Tlaxcala, Chihuahua y Puebla. Después se integrarían comisiones tripartitas en las entidades, con representaciones idóneas. En esa misma reunión de la Ciudad de México participaron los gobernadores de Sonora y Sinaloa con la representación del Pacto de Ocampo, el diputado Celestino Salcedo Monteón, el diputado Gustavo Guerrero Castaños y el Lic. Félix Barragán, secretario de la Reforma Agraria. En la misma fecha mencionada se dieron los pasos para integrar la Unidad Nacional Empresarial, entre agricultores, industriales, comerciantes, profesionistas, ganaderos, etcétera del país. 165 Ibid., 6 de diciembre, 1975, p. 2. 87 Felipe Armenta Gallardo, secretario General de la Liga de Comunidades Agrarias, señaló166 que desde el inicio de campaña por la Presidencia de Echeverría se habían detectado grandes fallas que se venían arrastrando, errores y abusos que se venían cometiendo constantemente en el campo, en virtud de no haberse podido ejecutar muchas resoluciones presidenciales. Algunas de ellas databan desde 1950. Los agricultores del norte, Sonora y Sinaloa, abandonan la Confederación Nacional de la Pequeña Propiedad controlada por el PRI y fundan la Unión Agrícola Nacional. El proceso de expropiación de latifundios y de reparto de tierras fue detenido. Evidentemente, con la formación de dicha comisión especial los pequeños propietarios se mostraron complacidos; además, previendo los desalojos, en la misma fecha, en su asamblea permanente del 3 de mayo, acuerdan: No pagar los trabajos ejecutados por los invasores. No vender un solo centímetro de tierra para satisfacer problemas agrarios. Exigir que se permitiera la participación de los representantes de la pequeña propiedad en los análisis de los expedientes en posesión de la SRA; y llevar las denuncias de invasiones y de otras afectaciones hasta sus últimas consecuencias. En entrevista que le hacen reporteros de Excélsior al gobernador del estado Alfonso G. Calderón Velarde, se le preguntó: “¿qué se le promete a los campesinos a cambio de desalojar los predios invadidos?” A lo cual contesta con una promesa: “conseguirles una audiencia con el presidente Echeverría, porque ellos tienen derecho a ser escuchados, pero corresponde a la Secretaría de la Reforma Agraria detectar las acumulaciones ilegales de tierras que pueda haber en Sinaloa y luego proceder a su reparto entre los campesinos”.167 La burguesía agraria del norte, de los estados de Sinaloa y Sonora, la más moderna y poderosa del país, respondió a estas medidas con gran energía; el 166 167 El Debate, 6 de diciembre, 1975, p. 3. Ibid., 2 de diciembre, 1975, p. 4. 88 primero de diciembre decretó un paro agrícola de labores y de maquinaria,168 estacionando a lo largo de la Carretera Internacional los diferentes móviles,169 suspendiéndolo el 4 de diciembre. Lo que fue conminado al cumplimiento que hizo el director oficial para evitar las invasiones a los predios agrícolas, práctica demagógica de los líderes campesinos de diversas actividades. Entre los acuerdos que se tomaron con el presidente Echeverría y parvifundistas en presencia del licenciado Félix Barra García, están los siguientes: Que las acciones de los gobiernos local y federal fueran dentro del marco de la Constitución y de las leyes, tanto para la pequeña propiedad como para los ejidatarios y comuneros. Que dentro de este marco legal, se evitaran las invasiones de tierras de pequeños propietarios quienes constantemente amenazados principalmente por campesinos, que demagógicamente eran llevados por líderes irresponsables, a esas acciones violentas. Que los casos particulares, como eran el predio San Ignacio Río Muerto, en el valle del Yaqui, Sonora, y las tierras nacionales ubicadas en el mismo estado,170 se resolvieran con criterios de justicia indemnizándose a quienes les correspondieran y en general regularizar la tenencia y propiedad de estos grupos. Que se diera fin a los ataques de parte de los diferentes grupos políticos y campesinos en contra de los pequeños propietarios. La reiteración de apoyo a la política del señor presidente de la República y de la plena confianza que tienen en la solución a sus problemas. 168 Ibid., 5 de diciembre, 1975, p. 2. El Sol de Sinaloa, 2 de diciembre, 1975, p. 5. 170 Si bien este conflicto pertenece a Sonora, no hay que olvidar que los pequeños propietarios de Sinaloa y Sonora habían formado un frente común en contra de las invasiones, y en este caso podemos ver la cercanía, o bien que estos dos estados son colindantes entre sí. Sin embargo, Sonora uno de los que tenía más latifundios en manos de extranjeros, como también de viejos políticos revolucionarios. En esa misma fecha se integró la Unión Agrícola Nacional, siendo el sinaloense Ing. Lauro Díaz Castro, el Coordinador Nacional: integrada por los directivos de agrupaciones de agricultores de los estados de: Sonora, Sinaloa, Tamaulipas, Chihuahua, Guanajuato, Veracruz, Colima, Tlaxcala y Puebla. El Debate, 4 de diciembre, 1975, p. 4. 169 89 La ratificación de que los pequeños propietarios eran importantes en el desarrollo del país dentro del área rural que, como buenos mexicanos, estaban conscientes de que era necesaria su constante superación para aumentar día a día la producción de los artículos alimenticios en beneficio del país. Si el presidente no acataba estos acuerdos regresarían a las actividades “violentas de paros.” Respecto a las invasiones, se responsabilizó a la Secretaria de Gobernación para que en un plazo más o menos breve procediera a su desalojo. Esto mismo después lo dieron a conocer a la opinión pública, a través de los medios de comunicación, la prensa específicamente, quienes firmaban eran bastantes particulares.171 La influencia y relación que tenían las asociaciones de los pequeños propietarios era grande, estaba interrelacionada con las diferentes asociaciones de comerciantes e industriales del país; notorio fue el apoyo que le mostraron al presentarse las invasiones de tierras. Podemos ver ese apoyo “incondicional” que le mostraron los diferentes comerciantes cuando el problema agrícola se había encaminado a la solución, ellos habían determinado cerrar siempre sus negocios el 5 de diciembre en apoyo a los pequeñas propietarios, y en su acto de manifestación en demanda de garantías para la libertad de empresa. 171 Cámara Agrícola y Ganadera de Puebla y Tlaxcala. Unión de Pequeños Propietarios de la zona de Balsequillo, Puebla. Unión de Agricultores del Estado de Puebla. Confederación de Asociaciones Agrícolas del estado de Sinaloa y sus asociados afiliados. La Confederación de Nacional de productores de Planta de Nogal y Nuez de Chihuahua. Unión Agrícola Regional del Sur de Tamaulipas y sus 6 asociaciones firmantes. La Unión Agrícola Regional de Productores Diversos “Lic. Benito Juárez” del Estado de Colima. Asociación de Agricultores de Productores, A.C del estado de Colima. Asociación de Agricultores de Productores de Café del Soconusco Estado de Chiapas. Asociación de Cafeticultores de Chiapas. Asociación Agrícola de Productores de Cacao del Soconusco Asociación Agrícola de Productores de Cacao del Soconusco Asociación Agrícola del Centro de Chiapas (algodón) Asociación Agrícola de Productores de Algodón del Soconusco Asociación Agrícola de Productores de Plátano del Soconusco, Chiapas. Asociación Nacional de Productores de Manzana de Chihuahua. Federación de la Pequeña Propiedad del Estado de Sinaloa y sus organismos filiales. Federación de la Pequeña Propiedad del Estado de Sonora y sus organismos filiales. Unión de Asociaciones de Agricultores del Estado de Guanajuato. El Debate, El Diario de Culiacán, El Sol de Sinaloa, 4 de diciembre, 1975. 90 “No podemos dar marcha atrás en un movimiento que se programó debidamente”, comentaron los delegados y el presidente de la Canaco Roberto Arnold, durante asamblea un día antes. En estas condiciones, el día 5 permanecerían cerrados todos los establecimientos. Sin embargo, estudiantes de la UAS amenazaron al mismo tiempo que obligarían al comercio a que trabajara ese día 5; a través de Radio Universidad se estuvo invitando a los universitarios a evitar hasta donde fuera posible que las labores se suspendieran en los establecimientos comerciales. Tanto la LCA como la CCI y la UGOCM se comprometieron ante el director de Gobernación, Lic. José de Jesús Calderón Ojeda, a no ejercer acciones violentas durante el día 5 de diciembre. En un abierto reto al presidente Echeverría, que condenó enérgicamente todo acto de invasiones, campesinos ugocemistas amenazaron con tomar la tierra y desatar acciones de violencia en contra del comercio organizado si la SRA no atendía sus demandas de tierras y se cierra de nueva cuenta al comercio organizado.172 En un mitin celebrado en Zaragoza y Agustín Melgar, Municipio de Ahome, dirigentes de la UGOCM encabezados por Mauro Varela Bojórquez y Vicente Andrade, presidente de la Federación de Cañeros, lanzaron vitriólicos ataques a la SRA, al ex titular Augusto Villanueva, a la pequeña propiedad y a los comerciantes e industriales. Hay en trámite la afectación de sesenta y cinco mil hectáreas en los predios de Saratajoa, Corerepe, Tetameche, Guayparime, los que serán repartidos entre campesinos ugocemistas, dijo Leonardo Rodríguez. Inclusive, aseguró que no se había afectado con el paro agrícola en nada a la producción de alimentos, pero que se había pretendido intimidar al gobierno. El líder dijo: “seguiremos invadiendo las tierras si no se resuelven las solicitudes de dotación y exigiremos que se repartan los latifundios de esa bola de bárbaros que están acaparando la tierra en el valle de El Carrizo. 172 El Debate, 8 de diciembre, 1975, p. 6. 91 Domingo Páez Razo, otro dirigente ugocemista, dijo que se solicitaría la modificación al artículo 27 constitucional, para que la tierra que tienen acaparada gente como Los Parada, Camou, Labastida, Reynaldo Ramos y otros “se reparta entre los campesinos que hacen producir la tierra, para que esa bola de víboras coman”. Acusó al Lic. Augusto Gómez Villanueva, ex titular de la SRA, de haber demorado las resoluciones presidenciales de los expedientes agrarios. Dijo también que los campesinos “eran víctimas de coyotes” porque no contaban con recursos para industrializar los productos, teniéndolos que comprar después más caros. Advirtió que de volver a producirse otro paro comercial, los campesinos ugocemistas “abrirían las puertas a patadas”. Dijo que los comerciantes se solidarizan con los agricultores porque “son de la misma manada”. Luego se contradijo y señaló que no era cierto que los campesinos invadían tierras, sino que, no sólo “hacían señalamientos físicos en las superficies que deberían de afectarse”. Dijo también que “apoyaban al gobernador Calderón y al presidente municipal, Lic. Óscar Monzón Molina de quienes sólo habían recibido protección”. Terminó diciendo que “de no resolverse las peticiones moverían a unos diez mil campesinos para tomarlas”. Las causas principales por las que se dieron las invasiones en el año de 1976; por una parte, fueron porque seguían las grandes concentraciones de tierra simuladas en usufructo de unas cuantas familias de latifundistas, y por otro lado existían miles de proletarios agrícolas, hambrientos por un pedazo de tierra, para sacar el sustento de su familia. Las formas de lucha implementadas por los sectores explotados y oprimidos, que lograban transcender los marcos de la constitucionalidad y demás leyes y reglamentos, no obedecieron a una debilidad o sentimiento patológico intrínseco al 92 luchador social, político, como dice Sergio Ortega “la necesidad hace licito lo ilícito por la ley”.173 El 7 de octubre de 1976, el secretario de la Reforma Agraria, Félix Barra, dijo que “antes de que concluyera el gobierno del presidente Echeverría se repartirían todos los latifundios de Sonora y Sinaloa”, De inmediato comienzan las invasiones de tierras fomentadas por la CNC, con el evidente visto bueno del gobierno. La SRA afirmaba que en los estados de Sonora y Sinaloa, había ochenta mil hectáreas de riego y cincuenta mil hectáreas de agostadero en tierras afectables; los campesinos solicitantes de tierras, en consecuencia denunciaron a los latifundistas más importantes. Muchos de ellos descendientes de Calles, Obregón, Bórquez, Zazueta, Ramos, Bours, Esquer, Topete, Vargas, Ruiz, Clouthier, Creel, etcétera. A este respecto, el primer acto de defensa de los agricultores capitalistas consistió en recurrir al amparo agrario, en Sinaloa quinientas cincuenta demandas de amparos, con el fin de bloquear el proceso de expropiación hasta el primero de diciembre, día en que termina el mandato de Echeverría e inicia el del presidente José López Portillo. Durante la primera semana de noviembre se desarrollaron negociaciones entre agricultores y gobierno. Los furiosos agricultores capitalistas sinaloenses acusan directamente a Félix Barra y Augusto Gómez Villanueva de violar la Ley de Amparo. A la vez que aceptaron ceder diez mil hectáreas de riego y tres mil de agostadero, en lugar de treinta y nueve mil originalmente solicitadas; para este momento ya era gestión del gobierno de López Portillo, quien declaraba abiertamente que su principal objetivo era la organización de la producción. En diciembre, el propio presidente, en una reunión conciliadora con el gobernador Alfonso G. Calderón y el secretario de la Reforma Agraria, logra que los campesinos “acepten” desalojar las tierras invadidas y “esperen el trámite legal”. De esta manera se cierra uno de los capítulos más palpitantes y emotivos de la lucha por la tierra en Sinaloa. Pero, 173 Sergio Ortega, Un ensayo de historia regional, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1993, p. 124. 93 a la vez, se abren las perspectivas de uno de los destacamentos, el proletariado agrícola. También informó a los campesinos que cien mil hectáreas que en ese momento pertenecían a ciento treinta familias, serían distribuidas antes que terminara el mandato de Echeverría, unos tres meses después. El gobernador de Sinaloa Alfonso G. Calderón (1975-1980), se unió al grupo al declarar que cuarenta mil hectáreas de Sinaloa serían distribuidas, y que la SRA empezaría a investigar acerca de otras veinticinco mil. Después de varias semanas de incertidumbre, Echeverría hizo su jugada en el noroeste; en Sonora, el 18 y 19 de noviembre expropió cien mil hectáreas. Al ver esto, los agricultores sinaloenses tenían la esperanza de que en su estado actuara diferente. Por lo que el 23 del mismo mes 702 agricultores recibieron mandatos provisionales en contra de la expropiación.174 Tres días después, representantes de la élite rural se reunieron con el presidente en la Ciudad de México, donde los agricultores reiteraron su ofrecimiento de resolver la crisis mediante donaciones, ventas e incorporación de nuevas tierras. Una vez más el Estado rehusó a comprar tierras de los agricultores, pero el presidente aceptó la donación de diez mil hectáreas de riego y tres mil quinientas de temporal. Después de que el presidente y los agricultores llegaron a este acuerdo, los sindicatos campesinos fueron admitidos a la negociación y la CNC se retiró con la mayor parte de las tierras, tanto de venta como de dotación. Así, el 26 de noviembre la crisis de invasión de tierras era solucionada temporalmente. Las soluciones habían sido las mismas que la élite rural había ofrecido repetidamente. No obstante, era notorio que el presidente determinaba cuándo se hacía. Sin embargo, los campesinos no estaban complacidos con esa solución y durante las dos últimas semanas de noviembre ocuparon veinte mil hectáreas. Pero el contexto en que maniobraban los campesinos independientes cambió de manera significativa al finalizar el periodo de Echeverría. El presidente entrante José 174 El Debate, 24 de noviembre, 1976, p. 3. 94 López Portillo (1976-1982), con los líderes campesinos y el gobernador a su lado, adoptó una postura definitiva en contra de las invasiones de tierras, de manera que socavó cualquier ventaja que los campesinos independientes hubieran podido obtener de una política presidencial al respecto. 4. Movimientos campesinos en el norte de Sinaloa 1968-1976 En la región norte del Estado de Sinaloa, son históricas las tomas de tierras que a fines de los años sesenta y setenta del siglo pasado se dieron en los municipios de Sinaloa, Ahome, El Fuerte, Choix y Guasave. En este último se dieron con mayor intensidad, por contar con vasta extensión de las mejores tierras irrigables y de cultivo, la mayoría en manos de latifundistas y prestanombres, cuando los campesinos se encontraban en condiciones deplorables y sin tierras, algunos con años de haberlas solicitado. En el Municipio de Guasave fue donde los movimientos campesinos se dieron con mayor intensidad y radicalización; no es para menos, pues la mayoría de tierras son planas, con excepción de algunas estribaciones de la sierra de Navachiste.175 175 El Municipio de Guasave se encuentra ubicado entre los meridianos 108°11´ y 108°52´ de longitud oeste y los paralelos 25°15´ y 25°55´de la titud norte. Cuenta con una superficie de 3, 464 2 k , de la región norte de Sinaloa, ocupa el octavo lugar entre los demás municipios del estado. Limita al norte con los municipios de Ahome, El Fuerte y Sinaloa; al sur con las aguas del Golfo de California y con el municipio de Angostura, y al poniente con el municipio de Ahome y el Golfo de California. Cuenta con 153, 021 hectáreas susceptibles de explotación, de las cuales el 63.7% (97, 430) en los setentas eran de riego, el 21.4% (32, 829 has.) de temporal y el resto; el 14.9% (22, 762 has.) eran de agostadero. De esas 97, 430 hectáreas factibles de regarse el 72. 5% (70, 646 has.) eran de cultivo y el resto; el 27.5% (26 784 has.) se encontraban ya sea enmontadas o ensalitradas, de las 32, 829 de temporal el 20.9% (6 849 has.) eran de cultivo y el 79.1% (25 980 has.) estaban enmontadas. En 1973 contaba con 89 comunidades ejidales en las que se concentraban 12, 144 ejidatarios, lo cual daba un promedio de 136 ejidatarios por comunidad. A nivel estatal, junto con el municipio de Culiacán, era uno de los que más afluencia de trabajadores foráneos tenía, (como lo es en la actualidad) sobre todo en época de zafra agrícola, siendo una importante fuente de ocupación tanto para la población local como emigrante. En enero 1972 por ejemplo se ocuparon en el municipio 41, 889 personas, de los cuales 39, 262 eran originarios del mismo municipio. Esto representa el 22% de la tierra de cultivo a nivel estatal. Las corrientes de agua que pasan por el municipio son el Río Sinaloa, que desemboca en el Golfo de California, y los arroyos Ocoroni y Cabrera afluentes del Sinaloa, así también los arroyos de Norotillo, Capomos y Derramadero que se unen formando el arroyo de San Rafael, cuyo caudal desemboca en la laguna de Uyaquí o Batetecari. En el valle de Guasave, se encuentra el Distrito de Riego 64 abastecido 95 Cabe aclarar que el Municipio de Guasave cuenta con dos grandes valles: el valle de Guasave y el valle de El Fuerte, ubicados en los Distritos de Riego número 64 y el 75 respectivamente. En el valle de El Fuerte fue donde más se presentaron las invasiones de tierra, pues se había dado un desarrollo en la cuestión agrícola y agraria. En la agraria se siguieron los principios del artículo 27, donde la propiedad de la tierra estaba en manos de grandes latifundistas, quienes se excedían en miles de hectáreas, como eran las de Reynaldo Ramos Marcor, contra quien los campesinos tuvieron que realizar una serie de amparos para poder hacer que este artículo se aplicara en lo referente al reparto. Durante la década 1950-1960, la bonanza agrícola de la región determinó un cambio bastante satisfactorio en la población total, la cual pasó a ser de 91,024 habitantes, pues creció a un ritmo de 6.7% anual. Y siguió creciendo, aunque de 1960 a 1968 siguió creciendo pero a un ritmo menos dinámico, de 6.4%. En el periodo 1968-1973 se vio un crecimiento del 10.4% y un 0.7% en el área rural y urbana, respectivamente. En lo referente a la tenencia de la tierra en Guasave, entre 1960 a 1975 se habían presentado ciento cincuenta y siete solicitudes y dotaciones de ejidos, cincuenta y cuatro con acción resuelta negativa y sesenta y uno con acción resuelta positiva, sin embargo, aun con acción resuelta positiva varias de las tierras no se entregaron, por lo que los campesinos tuvieron que tomarlas. Necesitados los campesinos de tierras y en ocasiones con años de haberlas solicitado y tener en algunos casos resoluciones presidenciales a favor, pero sin hacerlas efectivas, deciden manifestarse; manifestación que no podemos entender con las aguas del Río Sinaloa, y el Valle de El Fuerte con las aguas de la Presa Miguel Hidalgo, abastecida por el Río Fuerte, aquí se encuentra el Distrito de riego 75. Este distrito ocupa un área de 240, 356 hectáreas, con superficies correspondientes a los municipio de Guasave, Sinaloa, Ahome y El Fuerte. En la actualidad podemos decir, de hecho, que es el único municipio que no cuenta con tierra de temporal en todo el estado. En e1974 tenía 259 localidades, de las cuales una era ciudad, 5 pueblos, 138 ranchos, 44 ejidos, 3 colonias agrícolas, 48 campos agrícolas, 16 rancherías y 3 congregaciones. Secretaria de Desarrollo Económico, Gobierno del Estado de Sinaloa, Monografía del municipio de Guasave, México, 1974, sin n/p. Baldemar Rubio, op. cit., pp. 10-22. 96 sin la participación de los otros sectores populares, sobre todo el gran apoyo estudiantil, cuando en realidad hacían conciencia de la situación.176 También los campesinos sabían manifestarse, como dice Scott;177 lo hicieron invadiendo las mejores tierras de riego, desdeñando las de temporal, precisamente en el Municipio de Guasave. Podemos demostrarlo con el número de solicitudes de dotación de tierras o de ampliaciones de ejidos que se presentaron en 1972; en Guasave se tramitaron cincuenta y ocho expedientes, le seguía el Municipio de Ahome con cuarenta y nueve; la mayoría estaban en el valle de El Carrizo. Sin embargo, difería mucho el número de solicitudes en los municipios de El Fuerte y Choix, donde solamente había cinco y cuatro expedientes en trámite, respectivamente.178 Es importante señalar que el 70% de los grupos solicitantes de tierra que participaron en la lucha campesina, provenía de los estados de Sonora, Chihuahua, Durango, Guanajuato y Michoacán; inclusive, fue esta misma gente quien llevó las acciones más radicales en contra del gobierno y sus aliados los latifundistas. A diferencia de Katz,179 quien considera a los campesinos incapaces de controlar el poder, dirigir una alianza de clases, de presentarse políticamente por sí solos; en este caso, al momento de darse cuenta que sus demandas seguían sin resolverse deciden manifestarse, invadiendo las tierras, y no cualquier predio sino las mejores, preferían las tierras de Guasave, sin tener ningún interés en que se les dotara en zona temporalera susceptible de riego, mediante sistema de bombeo, canales de llamada o pequeñas obras de irrigación, sino que deseaban integrarse a los sistemas de riego establecidos, donde ya se ha habían hecho cuantiosas inversiones.180 176 Entrevista realizada a Eduardo Salomón y Liberato Terán, en Culiacán, Sinaloa, México, 14 de abril, 2011. 177 James C. Scott, op. cit., p. 21-24. 178 Cabe aclarar que en estos dos municipios su tierra era de temporal, sobre todo apta para el ganado. El Debate, 14 de febrero, 1972, p. 3. 179 Friedrick Katz, op. cit., p28. 180 Quevedo sólo cita a Alhuey, Municipio de Angostura, El Tajito y El Gallo, de Guasave, y Montelargo de Culiacán, El Debate, 11 de febrero, 1972, p. 3. 97 De esas cincuenta y ocho dotaciones y ampliaciones de ejido que se estaban solicitando, la Asociación de la Pequeña Propiedad Agrícola Ganadera y Forestal del Municipio de Ahome, informaba que en el Municipio de Guasave los centros de población y comunidades rurales solicitados eran: La Cuestona, Marcolf, Buen Retiro, Cruz Blanca, Tamazula, Las Moras, Campo El Tajito, Los Pinitos, Rancho California, Campo 38, Bamoa 2°, San Pablo, Las Caña das, Batamote, El Progreso, El Tajito II, Pueblo Viejo, Corerepe, San Sebastián, El Gallo, El Burrión, El Retiro, Caimanero, Cuatro Caminos, Campo Padilla, Las Vacas 2, San Rafael, Campo Sinaloa, Las Parritas, Los Hornos y San José del Barrial. Igualmente, Rinconcito de Castro, Las golondrinas, El Burrioncito, Capomos, La Entrada, Margarito Quiñones, Pichihuila, El Tortugo, Guasavito, Gabriel Leyva Solano, Vicente Guerrero, Buena Vista, General Felipe Ángeles, Santa Martha, Santa Eduviges, El Carrizal, Lic. Javier Rojo Gómez, El Recreo y otros. En el Municipio de El Fuerte, los cinco expedientes en trámites eran: El Metate, San Blas, Cerro Pelón, Llano de los Soto y Agua de las Arenas. Y Los del municipio de Choix eran: Bajosori, San Javier, Buyubampo y Santa Ana. De acuerdo con el procedimiento establecido, los solicitantes de tierras señalaban como susceptibles de afectación los lotes comprendidos en un radio de acción de siete kilómetros a la redonda, amenazando principalmente a la pequeña propiedad. Un grupo de ugocemistas invadieron el ejido Las Aguamitas, Guasave, dotados en primera instancia por el gobernador, sin embargo, fueron desalojados por la Policía Judicial, esparcidos los campesinos por diferentes regiones del estado, se les dejó contiguo a Culiacán, cerca de campos donde pudieran encontrar trabajo. Se consideraba que era gente venida de los estados de Chihuahua y Durango, con la promesa de que aquí encontrarían un pedazo de tierra. Además, también eran comandados por personas contrarias a la política de Alfredo Valdés Montoya, igual que los de los predios de Ruiz Cortines, región de Corerepe.181 181 Ibid., 4 de marzo, 1969, p. 3. 98 Los miembros de la UGOCM en Sinaloa iniciaron un movimiento de deserción, ya que consideraban, en un comunicado, que desde 1962 los dirigentes nacionales habían tergiversando los fines de la organización, haciéndola no un fin de lucha, sino un medio para provecho personal y haciendo a un lado los problemas de los trabajadores. Inclusive, consideran que los dirigentes a los puestos de elección popular para negociar con empresas de maquinarias, financieras, etcétera. No para beneficiar a los afiliados, sino para provecho personal. A la vez que los dirigentes en Sinaloa hicieron un exhorto a los campesinos y obreros de Sinaloa y del país entero para la creación de una nueva central obrera y campesina que sirva con lealtad verdadera a sus afiliados.182 Los movimientos sangrientos y más radicales de invasión de tierra que se presentaron en Guasave, fueron los del ejido Rancho California y el de El Tajito, el primero había sido dotado con resolución presidencial del 16 de mayo de 1970, con una superficie de 1,282 hectáreas, al no dárseles la tierra empezaron a posesionarse en diferentes ocasiones de la tierra que venía en la resolución, al ser desalojados por la Judicial del Estado, o el Ejército, infinidad de veces, tan pronto podían volvían a invadir otros predios o en su defecto los mismos. Ocupan las tierras el 14 de junio de 1971, desalojándolos el mismo día, vuelven a invadirlas de nuevo el 22 de junio, les incendiaron los jacales a mediados del mes de julio del mismo año. Inclusive lo de Rancho California ya había sido anunciado por los mismos latifundistas. La prensa decía: “Los pequeños propietarios se preparan para repeler intentos de más invasiones”.183 La nota continuaba diciendo: “La violencia puede estallar en cualquier momento en el predio de Guayparime y Tetameche, toda vez que los pequeños propietarios desesperados por la pasividad de las autoridades estatales ante la oleada de agitación e invasiones desatadas por líderes aviesos y agitadores estudiantiles, están dispuestos a no tolerar más invasiones y se preparan para defender a sangre y fuego sus legítimas propiedades”. 182 183 Ibid., 28 de abril, 1969, p. 3. Ibid., 25 de mayo, 1972, p. 2. 99 Cuando un grupo de paracaidistas del grupo Rancho California, capitaneado por estudiantes de la UAS invadió el lote de cien hectáreas propiedad del señor Carlos Vega, estuvo a punto de suscitarse el primer choque armado. Al enterarse el dueño del terreno que estaban invadiendo, se armó dispuesto a defender a balazos los derechos que las autoridades “no querían proteger por la vía legal”. Sin embargo, amigos del agraviado, actuando con cordura, lo desarmaron y contuvieron hasta calmarle los ánimos. “En virtud de que las autoridades no intervienen en defensa de quien tiene la razón y el derecho, seremos nosotros mismos, con nuestras propias manos, quienes tengamos que defendernos”. El Sr. Alfonso Candiani Hernández, por órdenes del Lic. Víctor Manuel Torres, secretario General de Asuntos Agrarios, se constituyó en el predio citado, rectificó linderos y colocó estacas dando posesión a los campesinos. Siendo embestido a balazos por los hermanos Vega Farber, quienes se decían dueños del predio, Guayparime, asesinando en el momento a dos de ellos, uno era el líder del Comité Agrario del ejido, Ignacio Cebreros, y Francisco Domínguez; además, siete heridos, uno de ellos muy grave, muriendo a los días.184 Con los resultados de este hecho, con más intensidad aumentaron las invasiones, no sólo en el Municipio de Guasave sino también en los de Escuinapa y Culiacán, el apoyo de los estudiantes hacia los campesinos fue más notorio, al grado de que constantemente el Ejército tuvo que patrullar la Carretera Internacional y la misma ciudad de Guasave, porque el pueblo se había consternado y se manifestaba ante las diferentes instituciones públicas y privadas. En razón de esto, el líder del ejido El Tajito, Marcelo Loya, por recomendación de su abogado y el apoyo y asesoría de los estudiantes universitarios, decide tomar la tierra sin dar marcha atrás, hasta que el gobierno de Valdés Montoya reconociera y entregara lo que indicaba la resolución presidencial. El mismo día 184 Sin embargo, los terrenos en cuestión eran objeto de un litigio judicial, pues estaban bajo la protección de la Judicial Federal por amparo concedido por el juez segundo de Distrito en Materia Administrativa, de la Ciudad de México, incluso algunos lotes tenían certificados de inafectabilidad agraria. Ibid., 21 de julio, 1970, p. 4, y 26 y 27 de mayo, 1972, p. 4, Rosario Quevedo, op., cit., p. 78. 100 que inicia de nuevo la invasión, también al sur de Ruiz Cortines, otros grupos de campesinos, cansados de no ser atendidos y sin resolver sus problemas, invaden los campos denominados La Trácala, La Costeña y El Amapal, propiedad de Octavio Ontiveros; también un predio de Raúl Muñoz en el mismo Municipio de Guasave.185 Los estudiantes, a la vez, declararon que las invasiones se iban a intensificar si no se les atendía a los campesinos. Aquí se nota el papel clave que los estudiantes jugaban en las invasiones de tierras, como incondicionales solidarios por los momentos de represión que estaban viviendo las clases populares, y sobre todo la clase estudiantil; además, por ser ellos también del sector campesino. Por su lado, el parvifundio anunciaba que congelaría a la universidad las aportaciones económicas que hacían al sector campesino para el sostenimiento de la UAS. Pues consideraban que el dinero era utilizado para fines no académicos, más bien iban en contra, pues señalaron la participación que han tenido los estudiantes, quienes habían provocado un clima de agitación en el campo. “Actualmente, señor gobernador, dijo Ángulo (representante de los pequeños propietarios), hay tres vehículos de la universidad que recorren los campos agrícolas; los estudiantes han intervenido con los campesinos para que eleven el precio de pizca durante la temporada de cosecha de algodón, hasta setenta centavos por kilo de fibra recolectada; además, pretenden que aumente también el salario por recolección de tomate, agitando dentro del sector campesino para que se invadan más tierras”. El gobernador de Sinaloa, licenciado Valdez Montoya, exhortó a buscar las mejores soluciones al problema que se planteaban.186 De hecho, la Comisión Agraria Mixta crearía por disposición presidencial un departamento de controversias de parcelas, el cual tendría la responsabilidad de intervenir las disputas de tierras entre ejidatarios, actuaría como regularizador para 185 186 Ibid., 1 de junio, 1972, p. 3. Ibid., 21 de mayo, 1972. 101 que los problemas se resuelvan dentro de un ambiente de justicia, apegados a la Ley Federal de Reforma Agraria.187 El gobierno y los pequeños propietarios consideraban las invasiones una conjura de los campesinos para frenar la producción agrícola y hacer más agudo el problema de falta de alimentación para el pueblo, ¿quién agraviaba a quién?, sin embargo, para los campesinos también estaba en riesgo el no tener certidumbre de lo que habían logrado con las resoluciones presidenciales; la dotación de la tierra, por lo que ya para finalizar el año, y el sexenio del presidente Echeverría, se vieron en la necesidad de invadir las áreas agrícolas de cultivo o las que estaban siendo preparadas para lo mismo. En los valles de El Fuerte y El Carrizo, la sección de Barobampo, Carrizo y Cerro Prieto, también la zona de Guasave, los predios agrícolas de Roberto Ramos Bours, El Gallo, Rancho California y otros en los que participaron campesinos de El Tajito.188 Aunque es cierto que la toma de tierra la hacían de manera ordenada, pues se esperaban hasta que terminara la cosecha de lo sembrado. Entre los campesinos que participaron, algunos grupos eran ugocemistas y otros de filiación desconocida, que al calor de la agitación que prevalecía en el campo fueron haciendo más conflictivo el problema. En promedio fueron más de ocho mil hectáreas, aunado a las invasiones de tierras cultivables; tomaron también la Carretera Internacional para estar a la expectativa y auxiliar a los que ocupaban los terrenos. Aunque al enterarse el gobernador del estado dijo a los pequeños propietarios que “se agotarían todos los recursos del diálogo y se buscarían los caminos de la cordialidad para encontrar la solución a sus problemas de la tierra”. Y a los dirigentes ugocenistas ya les había advertido en ocasiones anteriores que no emprendieran acciones violentas, pues su gobierno decía “es revolucionario y está abierto al planteamiento de todos los problemas”, también había aclarado que se había intervenido con las autoridades agrarias para que aceleraran los trámites a las solicitudes de tierras, por lo que las peticiones de la SRA eran en el sentido de que se atendieran las solicitudes de los campesinos. Por lo tanto, las gestiones 187 188 Ibid., 23 de mayo, 1972. Ibid., 22 y 23 de octubre, 1975, p. 3. 102 tenían que hacerse al margen de la ley, de lo contrario se procedería a actuar con energía para volver la actividad del campo a la normalidad. De hecho, habían persistido las invasiones por más que se decían que estaban solucionados todos los problemas referentes a invasiones y tomas de tierra en los diferentes predios y ejidos. Sin embargo, en algunos ejidos la situación se ponía cada vez más tensa, los campesinos estaban dispuestos a defender sus derechos “inclusive con sus vidas”, imposible sería que se les moviera de donde estaban posesionados, como era el caso, por ejemplo, del ejido Francisco R. Serrano, en Guasave.189 Aunque por el lado de los parvifundistas el Ing. Javier Angulo Hernández, presidente de la Pequeña Propiedad Agrícola, Ganadera y Forestal de Ahome, denunciaba categóricamente que “las autoridades estatales y municipales no habían dado la atención que se merecía el problema agrario, que por lo contrario habían sido complacientes y provocadores a la vez de los parvifundistas. Indicaba también, que: “la mano de las autoridades está metida en la mayor parte de los problemas, alentando a los campesinos, para que sigan creando el caos en el campo”. Además, agregó que “la mayor parte de estos problemas, debían atacarse tal como eran, del orden delictivo; donde el diálogo no podía llegar más allá”. “Las autoridades habían tomado con indiferencia este grave problema otorgando además, garantías a los invasores”. Donde el mismo tesorero municipal de ese tiempo, Rosario Valencia, iba al frente de los grupos que integraban el censo de población denominado “Abelardo L. Rodríguez”, donde con todo lujo de descaro se exhibía al frente de los grupos solicitantes de tierra de ese municipio, Guasave.190 Lo mismo hacía el presidente municipal de El Fuerte, Ramón Moreno Villegas. Del 17 de enero al 31 de diciembre de 1975, en la zona norte se dieron cuatro reconocimientos y titulación de bienes, para cuando en el estado fueron cincuenta y cinco dotaciones, del norte fueron treinta, se presentaron quince privaciones de derechos agrarios, seis nulidades de fraccionamientos, doce ampliaciones de 189 190 Ibid., 8 de noviembre, 1975, p. 3. Ibid., 29 de noviembre, 1975, p. 3A 103 ejidos, treinta y dos centros de población, comparados con los dieciséis que se dieron en la zona centro y dos en la zona sur, y dos reconocimientos de derechos agrarios. En Guasave fueron 1,133 quienes solicitaron dotación de ejido. Para mediados de noviembre de 1975, invaden los campesinos tres mil hectáreas sembradas con tomate, flor y trigo, obligando a los agricultores a suspender el riego. Los grupos invasores de los ejidos El Campesino, el Abelardo L. Rodríguez y el Campo Figueroa, la ocupación la hicieron de la calle Cero hasta la 500, así como en terrenos de la Carretera Internacional; en el norte de la entidad. En el caso de los ejidatarios de Abelardo L. Rodríguez tenían dotación, con resolución presidencial, en el ejido Cobayme, pero los terrenos estaban empalmados, por lo que no había sido posible ejecutarse, y los campesinos exigían una pronta y favorable solución al problema. En los otros dos casos se trataba de nuevos centros de población ejidal, que apenas si tenían presentadas solicitudes en primera instancia. La SRA convocó a grupos campesinos a reunión el 26 de noviembre, para revisar la problemática agraria, aunque a los parvifundistas no se les invitó, asistirían representantes de la Asociación de la Pequeña Propiedad Agrícola Ganadera y Forestal del Municipio de Ahome y de la Asociación de Agricultores del Río Fuerte Sur.191 Quien sí estaba invitada era la Confederación Nacional de la Pequeña Propiedad Agrícola Ganadera y Forestal de la República Mexicana. Sin embargo, los grupos ugocemistas de Culiacán habían anunciado invasiones para el siguiente día. El mismo día quedaba solucionado problema de invasión a las pequeñas propiedades de Alhuey o Campo Siboney, del Municipio de Angostura. Tras de prolongadas y pacientes gestiones realizadas ante campesinos invasores por pequeños propietarios afiliados a la Asociación de Agricultores del Río Mocorito, Liga de Comunidades Agrarias y Comisión Agraria Mixta, el día de hoy quedó resuelto. La solución consistió en la entrega de las tierras ocupadas, que voluntariamente realizaron los campesinos del grupo denominado 22 de 191 Ibid., 24 de noviembre, 1975, p. 3. 104 Diciembre, quienes manifestaron su voluntad de continuar luchando por las vías legales, para obtener la dotación de su ejido. Solamente un grupo de ocho familias se negó a ser trasladado y, por consejo de algunos agitadores, fue traído a esta ciudad y ubicado a un costado de la Plazuela Antonio Rosales, de donde (según se tiene conocimiento) sería llevado a otro sitio. Este pequeño grupo era manejado por los estudiantes Octavio Millán Alarid, Reinaldo Lizárraga Urrea y otros.192 Previniendo que en cualquier momento la situación agraria que prevalecía en los ejidos Los Hornos y Anexos El Gallo y El Águila; en el predio Cobayme del valle de El Fuerte y en el ejido Chihuahuita en la sección Barobampo de El Valle de El Carrizo, se torne más conflictiva y se produjeran hechos violentos, los directivos de la Asociación de la Pequeña Propiedad Agrícola Ganadera y Forestal del Municipio de Ahome solicitaron la presencia de la Comisión Agraria del DAAC, mostrando que sus tierras son inafectables.193 Veinticinco campesinos miembros del ejido General Maximiano Gámez invadieron una superficie de setecientas diez hectáreas en el predio Nuestra Señora de Corobocha, del Valle del Carrizo, terrenos que eran reclamados por ejidatarios de los ejidos Nuevo Sinaloa N° 1 y Nuevo Sinaloa N° 2. En un momento hubo amenaza de enfrentamiento entre los campesinos invasores y los que se consideraron con derechos a estos terrenos. Una investigación realizada por el síndico de Díaz Ordaz, Ariel Robles, reveló que el grupo invasor pertenece al ejido General Maximiano Gámez, pero que, al parecer eran disidentes de su grupo y decidieron invadir las tierras por su cuenta y riesgo.194 Más de 25% de los campesinos que tienen en posesión superficiales ejidales tanto en el valle de El Fuerte como en El Carrizo, no solamente carecían de certificados de derechos agrarios, sino que ni siquiera podían ser considerados ejidatarios porque no estaban inscritos en el Registro Nacional Agrario. 192 Ibid., 8 de noviembre, 1972, p. 2. Ibid., 20 de enero, 1973, p. 3. 194 Ibid., 13 de marzo, 1973, p.3 193 105 En las comunidades campesinas los problemas agrarios, la lucha por las parcelas, la posesión de la tierra y los derechos agrarios son alarmantes. Se estima que el 60% de los campesinos ha tenido situaciones conflictivas. El presidente de los parvifundistas regionales expresó que por lo menos será necesaria la expedición de trescientos certificados de inafectabilidad para los pequeños propietarios de este municipio, pues la mayoría de los parvifundistas no cuentan con este documento. La presencia de las brigadas, dijo, será una garantía para la rápida tramitación de las certificaciones, pues se da el caso de que cuando se hacen estas gestiones ante las delegaciones agrarias, siempre se encuentran obstáculos y, por otra parte, los pequeños propietarios también se muestran apáticos para hacer la tramitación correspondiente. Sinaloa fue calificado como uno de los estados más conflictivos en materia agraria, aun cuando el primer lugar en este tipo de problemas lo tiene Veracruz. El juicio es del profesor Arturo Luna Lugo, consejero por las dos entidades ante el Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización.195 Señaló que el avance de los trabajos realizados en torno a la organización de ambas dependencias consiste en lo siguiente: A) faltan de sustanciar once solicitudes de inafectabilidad ganadera que comprenden una superficie de 1,634 hectáreas. B) existen 391 expedientes insaturados para adquirir sus certificados de inafectabilidad agrícola, cuya superficie equivale a treinta y ocho mil hectáreas y C) se dará tramitación y solución inmediata a expedientes insaturados desde 1964 a la fecha. Se tienen concentrados 441 expedientes pendientes de sustanciar que benefician a cinco mil campesinos y abarcan una superficie de setecientas mil hectáreas. Existen 101 resoluciones presidenciales, de las cuales cuarenta y una están pendientes de deslinde, tienen problemas de amparos, por lo que son imposibles de ejecutarse, incluyéndose en ellas diez casos en que los campesinos no aceptan las tierras. Añadió que cuarenta y seis resoluciones presidenciales que comprenden 391,625 hectáreas requieren de elaboración de los planos proyectos 195 Ibid., 26 de marzo, 1973, p. 3. 106 para que el Cuerpo Consultivo Agrario pueda resolver y ejecutarlo. Este mismo mes se regularizarán 1, 490 zonas urbanas ejidales comprendidas en el estado, investigándose al mismo tiempo los fraccionamientos simulados. En la actualidad existen cien ejidos con dotación definitiva que benefician a ciento veinte mil jefes de familia campesina, pero al mismo tiempo se investigará el usufructo parcelario y se procederá a efectuar depuraciones censales en los ejidos.196 Alfredo Valdés Montoya, gobernador del estado, dijo que la necesidad de que continúe la reforma integral, la organización económica del ejido para permitir al ejidatario mayores niveles de progreso y bienestar, reafirmo también la convicción de servir al campesino entregándole por la vía legal la tierra disponible y ayudándole a trabajar con los medios más convenientes. En su segundo informe, el gobernador dijo que durante 1970 se instauraron cuarenta y tres expedientes, se realizaron cuarenta y dos diligencias censales y sesenta y ocho trabajos técnicos e informativos, se deslindaron 96,400 hectáreas turnándose a segunda instancia cuarenta expedientes; se entregaron 230, 458 hectáreas a campesinos sinaloenses, en acciones agrarias del estado y la federación. Luego, dijo que una de las tareas que su gobierno ha estado impulsando con mayor decisión, a través de Desarrollo Agropecuario Ejidal de Sinaloa, es la de convertir al ejido sinaloense en unidad económica integrada, para que el campesino no esté esclavizado a la tierra, sujeto a técnicas rudimentarias, a insuficiencia de recursos y a explotar unidades pulverizadas y anti-económicas. “En esta forma, dijo, estamos llevando la reforma integral, convirtiendo a los ejidos en unidades económicas de producción, que se conviertan en polos de difusión de nuevas técnicas y de organización. Y que capacitan al campesino técnica y económicamente superando la etapa individualista e integrando grupos que están coadyuvando al desarrollo económico y social del estado”. 196 Ibid., 29 de abril, 1973, p. 3. 107 El burocratismo y la negligencia de funcionarios y empleados del DAAC, han impedido que se ejecuten soluciones presidenciales en cuarenta y siete ejidos simultáneamente, seis de las cuales corresponden al Municipio de Ahome. En declaraciones de José Herrera Mares, secretario de la Liga de Comunidades Agrarias, y Víctor Serrano García, secretario General del 5° Comité Regional Agrario, manifestaron que al no ejecutarse los mandamientos dictaminados se está frenando el desarrollo de las comunidades campesinas. En repetidas ocasiones se ha intervenido ante la delegación del DAAC para que se comisione al personal técnico para la ejecución de resoluciones dictadas, pero solo promesas se han logrado. En el Municipio de Ahome deberán ejecutarse mandamientos definitivos en los ejidos Rosendo G. Castro, Topolobampo 2, Morelos, Felipe Ángeles 2, Las Grullas y La Despensa (ampliación), No pueden gestionar tierras para los cultivos. Tanto Mares como Serrano García coincidieron en que debido a la falta de documentación, los ejidatarios de los citados núcleos campesinos no pueden solicitar habilitación para los cultivos, no se pueden constituir sociedades de crédito ejidal ni mucho menos empresas agropecuarias ejidales. También dijeron los informantes que setenta y tres expedientes más se están tramitando para igual número de resoluciones presidenciales, pero si no se ejecutan las que fueron acordadas menos esperanzas tienen las que se están firmando por el presidente de la República. Al referirse al problema que afecta a los ejidos de Choix, El Fuerte, Ahome, Guasave, Sinaloa, Angostura, San Ignacio, Mazatlán Concordia, Badiraguato, Rosario y Escuinapa, dirigentes campesinos manifestaron que sólo esperaban días, y en caso de no atenderse la petición se pedirá audiencia al gobernador del estado y al jefe del DAAC. 108 Herrera Mares atribuyó la demora a una sola irregularidad y negligencias del personal de la Delegación Sinaloa del Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización. 109 Capítulo IV. Estudio de caso: ejido Campo El Tajito 1. Gestiones y solicitudes agrarias El Tajito se localiza en el Municipio de Guasave, a la orilla de la Carretera Internacional México 15197 (México-Nogales); al lado derecho, de norte a sur del estado, aproximadamente a unos diez kilómetros del poblado Ruiz Cortines, entre la 9 y la 11. Espacio estratégico por la influencia que encierra ésta, al conectarlo geográficamente no sólo con las cabeceras municipales de Guasave y Ahome, polos de desarrollo agrícola e industrial de la región, sino con el país (ver mapa). Aún con sus casas similares, que el gobernador del estado Alfredo Valdés Montoya construyera a los campesinos en 1973, quienes por resolución presidencial (ver anexo 1) desde 1968 habían sido dotados de tierras; sin embargo, entre gestiones legales, cansados de esperar solución de parte de las instituciones oficiales, las cuales los mantenían a puras promesas, decidieron llevar ellos la directriz tomando la tierra que establecía la resolución presidencial, misma que nunca pudieron tener.198 El movimiento campesino de El Tajito,199 en los años setenta del siglo pasado, en Sinaloa es considerado el más radical de ese tiempo por sus manifestaciones en contra de los latifundistas y las políticas del sistema estatal. En sus inicios tuvo como móvil principal los causes legales determinados por la Reforma Agraria, pero 197 Aunque suene paradójica la comparación de la Carretera Internacional con El Mediterráneo, que conecta Europa, Asia y África, ésta, en Sinaloa conecta a todo el país, (de norte a sur) inclusive hasta a Los Estados Unidos, por lo que considero que establecerse a la orilla de la carretera, significa estar a la expectativa, tener mejor comunicación, mejor acceso a la transportación; para la comercialización, más en la década de los setenta, junto con el Ferrocarril eran los principales medios. Fernand Braudel, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, FCE, México, 1997. 198 Todavía se aprecia la gran extensión de terreno cultivable a nombre de Reynaldo Ramos, a orilla de la carretera enfrente del poblado de Ruiz Cortines N° 3, aproximadamente a seis kilómetros de distancia donde se constituye el actual poblado Campo El Tajito. 199 Este capítulo lo realizaré con base a entrevistas de actores y espectadores implicados en el movimiento, así como también de los diarios circulantes de la región en ese tiempo: El Debate, El Sol de Sinaloa y El Diario de Culiacán e información de los documentos oficiales del ejido Campo El Tajito, localizados en el archivo del Registro Agrario Nacional, (RAN) Delegación Sinaloa. 110 Ubicación de El Tajito200 El Tajito A Los Mochis Gabriel Leyva Solano Guasave A Culiacán Rosales Los Mochis Municipio de Guasave Culiacán Rosales 200 En la actualidad El Tajito está conurbado con las localidades Gabriel Leyva Solano y Batamote, en el Municipio de Guasave, INEGI. Delegación Sinaloa. 111 ante la incapacidad de ésta optaron por tomar y en caso extremo invadir las tierras de los grandes latifundistas y productores agrícolas, quienes tenían acaparadas las mejores tierras cultivables, utilizando vías radicales, por lo que el Estado y el gobierno reaccionaron de forma violenta en contra de los campesinos. De hecho, la posesión de la tierra no sólo en Sinaloa, sino a nivel nacional, se había vuelto crítica a favor del campesino, de las 1, 028 solicitudes de tierras presentadas de 1960 a 1975 en el estado, únicamente 374 habían logrado resolución positiva, aunque algunas aún seguían en manos de los latifundistas, y una de ésas era la de El Tajito. Situarnos en los inicios de la creación de El Tajito, es tomar en cuenta el notorio interés de los mandatarios nacionales, quienes desde los años cuarentas buscaban hacer cumplir el artículo 27 de la Constitución, y todo lo referente a las leyes aplicables en materia agraria, inclusive en una especie de competencia entre ellos de quién había entregado más tierras, razón por la que aún se continuaba en la misma postura en el periodo señalado, pero protegiendo a la vez a los grandes latifundios simulados. A la vez, el cambio demográfico de esos años reflejaba que la población se había duplicado, por lo que la demanda de espacio donde vivir y la necesidad de tierras que trabajar había aumentado y complicaba la situación nacional y estatal. También se hizo ver el interés de algunos hacendados en repartir parte de su tierra antes de que el gobierno en turno los afectara; uno de ellos había sido el señor Santiago Wilson, dueño del llamado Campo Wilson, en el Municipio de Sinaloa, quien donaría la tierra a la mayoría de sus mismos trabajadores,201 formando el ejido Ruiz Cortines N° 2, en el Municip io de Guasave. Al hablar de las primeras gestiones que se realizaron para formar dicho ejido, podemos decir que fue a partir de 1964 cuando noventa y tres hijos de los ejidatarios de Ruiz Cortines N° 2, en edad ya de ad quirir tierra, como también de 201 De la donación que hizo el señor Wilson a principios de los sesenta unos de los beneficiados fueron los papás de Marcelo; Don Juan Loya Armendariz y María Ornelas Pérez, y su hermano mayor; Fidencio. 112 algunos trabajadores del señor Wilson que no habían tocado en el reparto hicieron la solicitud. La Comisión Agraria Mixta había acordado con ellos la ampliación del ejido, el “Comité” lo representaba León Gámez, pero no se llegó a nada. “Después hubo un desacuerdo, nos sumaron otros tantos, hasta completar 273, tampoco tuvimos mucha suerte, se emplazó y archivó el expediente, se nos dijo que no habría terrenos”.202 Fue a partir de 1965 cuando esos 273 campesinos integraron la historia de la acción,203 hijos de los primeros ejidatarios que décadas o años antes habían sido beneficiados con el reparto de tierras de los ejidos Ruiz Cortines N° 2, La Cofradía;204 Miguel Alemán, Tetameche, Teresita, Juan José Ríos, Las Vacas, Corerepe, etcétera, formados a los alrededores de los municipios de Guasave y Sinaloa.205 Mismos que quedarían registrados en la primera resolución presidencial; apoyados por el C. Alberto Torres Loredo, representante de la Confederación Nacional Campesina (CNC) a nivel estatal, encabezando el Comité Ejecutivo Agrario Pablo García Valdés como presidente, Juan Lozano Marrufo tesorero y Marcelo Loya Ornelas206 (ver anexo 2) como secretario. Comité que hizo la petición al gobernador del estado, Leopoldo Sánchez Celis, quien al no atenderla, 202 Entrevista realizada a Guillermo Loya, Guasave, Sinaloa, México, 30 de abril, 2011. La historia de la acción: son los datos de cada uno de los campesinos que quieren formar parte del ejido, o bien cumplir con los requisitos que establezca cada ejido en su reglamento interno. El Artículo 44 del Código Agrario de 1939, estableció que tienen derecho a recibir parcela individual en un ejido quienes reunieran los siguientes requisitos: ser mexicano, varón mayor de 16 años si es soltero o de cualquier edad siendo casado, o mujer soltera o viuda si tiene familia a su cargo. Sin embargo, Marcelo Loya; luchaba para que tuvieran tierras las personas con mayoría de edad, (18 años), y quienes tuvieran familia que mantener, independientemente del sexo que fueran. Concepción Cortina, La tenencia de la tierra, leyes e instituciones que la respaldan, Árbol, México, 1988, p. 34. 204 Primer ejido del municipio de Guasave, en la Sindicatura de Tamazula. 205 Pero también por campesinos que fueron desalojados al construir la presa Miguel Hidalgo, en el municipio de El Fuerte, o de campesinos con derecho a salvo, carentes de tierra, en edad de responsabilizarse por si mismos, o iniciándose en la formación de una familia, muchos de ellos empleados como jornaleros agrícolas en las tierras de grandes terratenientes. 206 Necesario es en esta investigación hablar de Marcelo Loya Ornelas, figura central del movimiento de El Tajito, quien encabezó el Comité Agrario en los momentos más álgidos del movimiento. Por lo que en el anexo 2 describo a grandes rasgos su biografía. Pues, como dice Dosse, “El historiador escribe la biografía de un personaje con el fin de hablar de una época y del contexto de ésta. François Dosse, El arte de la biografía, Universidad Iberoamericana, México, 2008, pp. 71-76. 203 113 la pasan al Centro, ya sin ayuda de la CNC, apoyándolos en las gestiones el general y diputado Juan Barragán Rodríguez, presidente del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM).207 Al principio se reunían en la casa de Fidencio, hermano de Marcelo, o bien en la de sus padres Juan Loya y María Órnelas.208 Después, autorizados por el Comisariado Ejidal del poblado Ruiz Cortines N° 2, utilizarían la Escuela Miguel Hidalgo y Costilla, sitio que serviría a los campesinos como sede para continuar las asambleas campesinas, donde domingo tras domingo más de doscientos campesinos se reunían; capacitados, dirigidos y organizados por el Cuerpo Consultivo Agrario que se encargaba de recolectar, revisar y organizar la documentación requerida para las gestiones. Al lograr el grupo de campesinos contar con una completa historia de la acción, decide gestionar legalmente la dotación. Solicitud que constaba de una superficie de 2,382-00-00 hectáreas consideradas propiedad de la nación, con la cual formarían el ejido El Tajito, precisamente en el corazón agrícola de Sinaloa, el valle de El Fuerte. Así, el 14 de mayo de 1966 solicitaron en primera instancia al C. Gobernador del Estado, Leopoldo Sánchez Celis, dotación de tierras por carecer de las indispensables para satisfacer sus necesidades, quien turna la solicitud a la H. Comisión Agraria Mixta.209 207 Partido pregonero del lema “Justicia para gobernar y honradez para administrar”. Colindantes éstas una de la otra, como suele suceder en las comunidades campesinas, donde los familiares viven relativamente cerca uno del otro. 209 Organismo que el 1 junio 1966 asignó el expediente N° 1729 para iniciar todo lo relacionado a dicha petición. La cual a la letra decía: “C. Armando Córdova: Sírvase trasladarse al poblado El Tajito con el objetivo de llevar acabo levantamiento del Censo General Agropecuario, para recabar datos de fincas rusticas enclavadas en el predio (s) dentro del radio legal de afectación al poblado citado”. Era un buen indicio. Dicha solicitud fue publicada el 12 de julio del mismo año, (1966), en el Periódico Oficial del Gobierno del Estado. Al surtir efectos de notificación, la diligencia censal precedería a la ejecución de los trabajos técnicos de localización de predios afectables, para lo que se ordenaba practicar una minuciosa inspección sobre los terrenos de referencia, con objeto de conocer si estos se encontraban legalmente fraccionados, tomando en cuenta lo establecido en la fracción XV, artículo 27 constitucional, con el fin de substanciar el expediente de referencia, firmaba el Presidente de la Comisión Agraria Mixta, Ing. José M. Bracho, quien verificó con todas las formalidades el 24 de junio de 1966, un total de 789 habitantes, 175 jefes de familia y 273 individuos capacitados. Diario Oficial de la Federación, 30 de noviembre, 1968, pp. 14-18. 208 114 Llegándose al conocimiento de que según la diligencia censal efectuada el 24 de junio de 1966, eran 273 los capacitados que debían servir de base para la presente acción, y se comprobó que dentro del radio de siete kilómetros del núcleo gestor resultaban legalmente afectables 2, 582 hectáreas para sembrarse y para la formación de la zona urbana, que se podían tomar de terrenos propiedad de la nación, las cuales indebidamente venía usufructuando el señor Reynaldo Ramos Marcor,210 a quien se le debían respetar sólo cien hectáreas211 de riego que había adquirido por compra. Aunque la Comisión Agraria Mixta había emitido el dictamen, aprobado el 15 de marzo de 1968 y sometido a la consideración del C. Gobernador del Estado, éste no dictó su mandamiento dentro del término de la ley por lo que se consideró expuesto en sentido negativo, de acuerdo con lo dispuesto por el artículo 239 del Código Agrario en vigor. Sin embargo, los campesinos esperaban una solución favorable dentro de los términos establecidos, por lo que se dirigieron al delegado agrario del Estado de Sinaloa, manifestándole lo siguiente: “Me permito dirigirme a usted a nombre de 273 campesinos que hemos venido luchando durante el trámite de nuestro Expediente Agrario hasta ver conseguida la resolución presidencial de la cual ya tiene usted conocimiento. Por lo tanto deseamos saber los problemas que existen en nuestro trabajo, deseando Usted nos oriente cuál es el paso a seguir. En Usted guardamos la esperanza para que se ejecute nuestra resolución presidencial, en espera de su amable atención sobre el particular le estamos anticipando las gracias quedando como siempre a sus órdenes".212 210 Reynaldo Ramos era un latifundista “especial”, tenía tierras en diferentes partes, un promedio de 4 a 5 mil hectáreas, tanto en Sinaloa, como en Sonora, Veracruz y Los Estados Unidos. Además tenía una relación estrecha de compadrazgo con el gobernador Lic. Alfredo Valdés Montoya, y cuñado del sonorense diputado federal C. Javier Robinson Bours. Los campesinos lo nombraban “El Loco Ramos”. Entrevistas realizadas a Liberato Terán, Culiacán, Sinaloa, México, 14 de abril, 2011. Y a Guillermo Loya, Guasave, Sinaloa, México, 30 de abril, 2011. 211 Cantidad reconocida a la pequeña propiedad, en el artículo 27 constitucional. La compra de las 100 hectáreas la había realizado al señor Eduardo Rojina Villegas, según consta en la escritura inscrita el 30 de diciembre de 1965. Archivo del RAN, Sinaloa. 212 Oficio dirigido al delegado Agrario del Estado de Sinaloa, el 17 de marzo de 1969, firmado por Marcelo Loya, Presidente del Comité Ejecutivo Agrario. RAN, Delegación Sinaloa 115 Inclusive, el 31 de octubre de 1967 el Ing. José Bracho dirigía oficio al agente del Ministerio Público Federal Especial en Asuntos Agrarios y Forestales, en Mazatlán, Orencio Brambila, para que se dictaminara oportunamente una vez recabados todos los datos necesarios, y turnarlos posteriormente a segunda instancia para su conocimiento y efectos legales correspondientes. Posteriormente, por circunstancias especiales fue necesario ordenar una actualización del Censo Ganadero y Agrícola de Dotación de Ejido al poblado solicitante en cuestión, levantado el 24 de junio de 1968,213 obteniéndose los resultados siguientes: 850 habitantes, 197 jefes de familia, 78 individuos capacitados. Donde no hubo alegatos de censo y tampoco datos aclaratorios.214 Por lo que el secretario General de Asuntos Agrarios, comunicaba al delegado del DAAC se pidiera a la Comisión Agraria Mixta de Culiacán que le diera trámite al expediente de referencia, ya que tenía más de un año gestionado, y no se había resuelto ni en pro ni en contra, no obstante la Secretaría había mandado dar el trámite, así como tampoco por conducto de la Subprocuraduría de Asuntos Agrarios nada se había resuelto. Sin embargo, los campesinos empezaron a mostrar enfado y desespero, algunos hasta renunciaron a la esperanza de obtener lo solicitado al gobierno, la tierra, porque no había respuesta ni a favor ni en contra. Y no podían seguir esperando pues no tenían donde vivir, por lo que se fueron integrando a otros comités, o bien 213 Habiéndose comisionado para este trabajo al C. topógrafo Ernesto Cristina, en oficio 865, de 6 junio de 1966. Ibid. 214 La documentación que formó el expediente del Departamento de Ejidos, y tomando en cuenta principalmente datos e informes de planos informativos de conjunto en que aparecían los terrenos ubicados en el radio legal de afectación del poblado, se llegó a la conclusión de que todos los terrenos que se encontraban ubicados en dicho radio constituían pequeñas propiedades inafectables en explotación, de conformidad con el artículo 104 del Código Agrario en vigor, en función del Artículo 106 del mismo ordenamiento legal. Y ocupado el resto del mencionado radio legal de afectación, por la Colonia Adolfo Ruiz Cortines, San Sebastián, Lázaro Cárdenas, y el ejido provisional de Adolfo Ruiz Cortines N° 3; del municipio de Guasave por lo que como consecuencia de lo anterior se llegó a la conclusión que NO se concedería la dotación de ejido solicitante, por lo que el expediente debía resolverse en sentido negativo dejándose con derecho a salvo, los derechos de los solicitantes para que los hicieran valer en tiempo y forma conforme a la ley. Ibid. 116 regresaron con sus familias; entre otros empezó a haber desacuerdos,215 inclusive a los mismos presidente y tesorero del Comité algunos campesinos los veían con desconfianza y recelo. Por estos desacuerdos y falta de liderazgo en el Comité, surgirá la figura de Loya Ornelas como dirigente principal del Comité, a quien ya el gobernador del estado, desde el 20 de febrero de 1967, había nombrado secretario del Comité Ejecutivo Agrario de Dotación de Ejidos del Poblado. Así pues, el día 7 de junio del mismo año levantan votaciones manifestándose la mayoría de los campesinos para llevar a cabo las gestiones requeridas con Cipriano Espinoza Chavira como secretario y Rogelio Cisneros Munguía como tesorero, para una pronta solución.216 Loya Ornelas manifestaba, el 22 de julio de 1967, a noventa y ocho elementos del grupo, que “había dado muchas vueltas a la oficina de la Agraria Mixta, buscando la solución del problema de dotación y que no había encontrado el apoyo que necesitaba, y que como representante seguía haciendo el esfuerzo a su alcance, les revelaba que había proposiciones de que debían hacerse otras solicitudes, 215 Entre uno de los desacuerdos es que: es mal informado Marcelo ante el Oficial Mayor de Gobierno, Lic. Alejandro Ríos Espinoza, por parte del presidente y tesorero, del Comité Ejecutivo Agrario de El Tajito, de haberse autonombrado para denunciar ante el mismo Oficial Mayor de Gobierno, las anomalías que hacían los mismo dirigentes del Comité, de regalar constantemente algunas cantidades de dinero, recabado en las reuniones por los campesinos capacitados, quienes entregaban $5.00 cada domingo, si bien era cierto, era para que se pagaran los gastos de viajes y gestiones de los representantes, pero no para hacer mal uso de éste, (el de regalarlo a los empleados de la Comisión Mixta Agraria, con el propósito de alagar los trámites y que estos les permitieran incluir a más solicitantes, sin considerar documentación, o bien sin ser ejidatarios. 15 de mayo de 1967. RAN-Sinaloa. 216 Surgiendo (al principio) al mismo tiempo dos comités del grupo de campesinos. Al final se formaron tres el grupo de Pablo García Valdés (Alfredo V. Bonfil, en el municipio de Sinaloa y el grupo Profesor Graciano Sánchez (Santa Veneranda), quien se quedó en posesión de 290 hectáreas, en el predio Corerepe, serán apoyados por la Confederación Nacional Campesina, CNC, y el grupo de Marcelo desligado de toda organización oficial. De hecho aunque el grupo de Pablo salió beneficiado desde que el grupo de Marcelo, presionara para que se les entregara la tierra, había algunos campesinos incluidos en la resolución presidencia, sin embargo pertenecían a este de Pablo García. En asamblea de 24 de noviembre del mismo 1968, verificada en el Ejido Ruiz Cortines N° 1 de la comisión que se le había a signado al Sr. Víctor Huerta Lara para que fuera a la Ciudad de México, en representación de este Comité Ejecutivo Agrario. Quien les informó que todo se le negó, pero, con la proposición de anexar este grupo al del representado por el líder Marcelo Loya, para que se les parcelara por restitución presidencial, pero esto debería ser de inmediato porque ya venía el ingeniero a ejecutar dicha resolución la cual se denominaba “El Tajito” una parte del grupo, 38 compañeros, aceptó ingresar. Se levantó un acta de las treinta y ocho personas que aceptaban su traslado al grupo antes mencionado, firmaban el acta el presidente y secretario, Sr. Eugenio Padilla Rodríguez y Guadalupe Jiménez Gil, respectivamente, como también las 38 personas que ingresaban, la autoridad municipal se negó a firmar. 117 pero eso no era justo, debido a que la mayoría que abarcaba la solicitud estaban con él. Que no podían perder tiempo ni gastar más dinero, ya que esos eran los propósitos de algunos elementos que habían venido sembrando la desorientación en los mismos elementos que conocían el núcleo, además que debían tomarse una determinación para ese problema”. Que había suplicado que fuera resuelto lo más pronto posible, porque no tenían en donde vivir, mucho menos donde trabajar, además estaban generando gastos para enfrentarse al trámite, también pedía acelerara el procedimiento dentro del expediente de dotación promovido por él. Haciendo saber a la Dirección General de Inspección Procuración y Quejas, qué trámites eran los que detenían la remisión del expediente para el estudio en segunda instancia. Al no resolverse favorablemente la solicitud de dotación en primera instancia, el Cuerpo Consultivo Agrario seguía considerando el derecho del poblado peticionario para ser dotado de tierras; además, demostraban que no se encontraba en los casos de incapacidad a que se refería la Ley Agraria en vigor, y radicaban en él 273 capacitados en materia agraria. Por lo que deciden turnarlo a segunda instancia. Precisamente después de más de dos años de gestiones y vueltas a la capital del Estado de Sinaloa, Culiacán, y a la de el país, el 18 de septiembre de 1968 se dictamina la resolución presidencial, siendo el presidente en turno Gustavo Díaz Ordaz, a favor del Comité Ejecutivo Agrario del Campo El Tajito. Se ordenaba, también, que se observaran las prescripciones contenidas en los apartados 111 y 112 del Código Agrario en vigor y en el artículo 206 del citado ordenamiento y a los reglamentos sobre la materia, instruyéndose ampliamente a los ejidatarios sobre sus obligaciones y derechos a este respecto. Por último, ordenaba que se publicara en el Diario Oficial de la Federación y en el Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Sinaloa y se inscribiera en el Registro Agrario Nacional y en el Registro Público de la Propiedad correspondiente, para los efectos de ley. Inclusive, sonaba bastante imperativa la orden del presidente, ¡notifíquese y ejecútese! 118 Legalmente parecía que todo llegaba a feliz término, la resolución presidencial se publicó el 30 de noviembre de 1968.217 Sin embargo, dicha resolución presidencial siempre fue desacatada por los gobernadores del estado Leopoldo Sánchez Celis y Alfredo Valdés Montoya. Al llevar a efecto un minucioso estudio del expediente del poblado Campo El Tajito, se encontró que no era posible ejecutar el laudo presidencial en virtud de que existían una serie de juicios de amparo, promovidos por diversos propietarios, en lo que se señalaba como tercero perjudicado al poblado Campo El Tajito, y que comprendía la totalidad del terreno que señalaba el plano proyecto aprobado por el Cuerpo Consultivo Agrario. Los campesinos vieron que ni con la resolución en sus manos se les entregarían las tierras, y ya el gobernador Sánchez Celis estaba por terminar su mandato; y deciden tomar los terrenos que indicaba ésta. Haciéndolo por primera vez los días del 5 al 9 de diciembre de 1968, “nos habíamos posesionado por sugerencia del representante nacional de la CCI, quien aconsejó a Marcelo Loya que lo hiciera, nos ayudó a poner unos cartones con el siguiente mensaje: ‘Defenderemos la tierra a como dé lugar’; sin embargo, pronto nos desalojaron y nos tiraron todos los “tiliches”, los fueron esparciendo cerca de los pueblos, por ejemplo, en el de Ruiz Cortines y en Jesús María, para que la gente viera lo que nos hacían y se les quitaran las ganas de invadir. A nosotros también nos dejaron en diferentes lugares. Nos quemaron lo que habíamos levantado como casas”.218 Lo volvimos hacer en febrero de 1969 (ver anexo 3), ya amparada la resolución presidencial ante el Segundo Juzgado de Distrito del Distrito Federal, para evitar un nuevo desalojo. Tampoco corrimos con suerte, pronto fuimos desalojados por 217 La ejecución de la resolución presidencial otorga al ejido propietario el carácter de poseedor, artículo 51, sobre régimen de propiedad de los bienes ejidales y comunales. Ley Agraria de 1971. Diario Oficial de la Federación, 30 de noviembre, 1968. 218 Si bien el periódico El Debate, indicaba que eran más de cuatrocientos campesinos, posesionados de doscientas hectáreas, en realidad no superaban los 273, que eran los beneficiados por la resolución, y la superficie no pasaba de treinta hectáreas, localizadas en las inmediaciones de Ruiz Cortines, que aunque venían en la Resolución Presidencial, el C. Reynaldo Ramos y sus hijos, Raúl y Salvador Ramos Willis, Francisco Tiscareño y Alfredo Almada, presentaron denuncias de dicha invasión, ante las autoridades estatales y federales. El Debate, 11 de diciembre, 1968. Entrevista realizada a Guillermo Loya, Ornelas, Guasave, Sinaloa, México, 30 de abril, 2011. 119 unos cincuenta elementos bien armados de la Policía Judicial del Estado, reforzados con agentes de la Policía Municipal de Guasave al mando del teniente Juan Osuna, jefe de Investigación. De 1969 a 1972 no volvieron a tomar la tierra. Ese tiempo transcurrió entre gestiones en la Ciudad de México, promesas y esperas, amparos de parte de latifundistas y de los mismos campesinos; estos últimos buscaban cómo demostrar las grandes extensiones de tierra que usufructuaba Ramos Marcor. En este periodo, en 1970, el gobernador “ejecuta la resolución presidencial” sin entregar la tierra, pues Reynaldo Ramos la demandaba. En enero de 1971 se “acata” la ejecución, pero sólo entregaron de forma parcial 381 hectáreas porque el resto se encontraba protegida por amparos interpuestos; la superficie que se entregó quedaba completamente deslindada y amojonada. Se les dotaba aun con lo que estaba sembrado, dándoles plazo de treinta a noventa días a los dueños para fijar los terrenos, dependiendo de lo que tuvieran sembrado. Lo que no estaba sembrado, se daría en posesión en ese momento.219 Va a ser a partir del 30 de mayo de 1972,220 sin interrupción alguna durante los últimos siete meses de ese año, que los campesinos tomarán la tierra inscrita en la resolución. Toma que se tornaría fuera de control por las acciones radicales tanto de los campesinos como de la fuerza pública, implementada por el Estado. Meses después la prensa sostenía: 219 Acta de posesión y deslinde relativa a la dotación de ejido, de El Tajito, Enero 22, 1971 Foja 5965 Enero 22, 1971 Ruiz Cortines, foja 59-65 y 70-72, RAN-Sinaloa. 220 Laura Castellanos indica que fue el 30 de junio cuando se toma la tierra en El Tajito, es de entenderse el error, ya que lo sustenta solo en la entrevista realizada a Camilo Valenzuela, líder estudiantil de aquel tiempo, quien pudo confundir las fechas. Rosario Quevedo, señala que el problema de El Tajito se inició el 14 de mayo, más bien es la fecha en que el grupo solicita dotación de trieras, para el 18 de septiembre de 1966, es firmada la resolución presidencial, la cual es publicada en El Diario Oficial de la Federación hasta el 30 de noviembre de 1968. Realmente por notas y oficio encontrados en el RAN, Delegación Sinaloa, más información de campesinos entrevistados, no es que haya empezado la problemática, más bien las gestiones de solicitud de dotación eran las que habían iniciado. Las tierras las toman el 5 y son desalojados el 11 de diciembre, no el 30 de diciembre como lo dice Quevedo. Sin embargo campesinos entrevistados y los diferentes periódicos de la región citan el 30 de mayo 1972. Laura Castellanos, México Armado 1943-1981, Era, México, 2007, pp. 194-196. Rosario Quevedo, op. cit. p. 85. El Debate, El Sol de Sinaloa y El Diario de Culiacán, 1° de junio, 1972,entrevistas realizadas a Rangel Espinoza, Juan José Ríos, Guasave, Sinaloa, México, 4 de febrero, 2011, a Carmen Domínguez, Juan José Ríos, Guasave, Sinaloa, México, 19 de febrero, 2011, a Héctor Armenta, Batamote, Guasave, Sinaloa, México, 16 de abril, 2011. 120 “Más de 500 familias de El Tajito, Guasave, se encuentran armadas con rifles de alto poder y existe el temor de que lleguen a registrarse enfrentamientos violentos de un momento a otro, en virtud de que están dispuestos a no permitir la intervención de ninguna autoridad que pretenda desalojarlos de la zona que invadieron desde hace más de ocho meses dentro del predio Corerepe. Esta nueva actitud asumida por los campesinos que encabeza el dirigente Marcelo Loya, obedece a que tuvieron conocimiento de que serían desalojados con la intervención de la fuerza”.221 Al principio se manifestaron de forma pacífica y ordenada, con una actitud callada, negándose terminantemente a proporcionar sus nombres tratando de eludir responsabilidades, o bien respondiendo que eran Emiliano Zapata, Pancho Villa, entre otros héroes nacionales; estaban bastante aleccionados, era su manera de hacer presencia ante la clase dominante, como dice Scott al hablar del discurso de las clases dominadas.222 El gobernador del Estado de Sinaloa, Lic. Alfredo Valdez Montoya, en una estancia que tuvo en la Ciudad de México con el Lic. Alfredo V. Bonfil le planteó la urgente necesidad de acelerar la organización económica de los ejidos sinaloenses con el propósito de manejar la productividad y los ingresos disponibles para cada ejidatario; así mismo, que se solucionaran los casos conflictivos que habían surgido en materia de tenencia de las tierras, específicamente en el norte de la entidad, por el carácter radical que estaban tomando.223 En el caso del conflicto que había en El Tajito se tuvo un matiz de solución, el de dárseles de forma parcial quinientas hectáreas para que las produjeran por el momento de manera colectiva, más las veintidós hectáreas donde iniciaron a construir la zona urbana; sin embargo, en 1975 de nueva cuenta invaden terrenos de latifundistas para presionar que agilizaran la completa solución; va a ser hasta 1976 cuando se les entregó todo el complemento, no sin antes haberse firmado 221 El Diario de Culiacán, 18 de diciembre, 1972, pp. 1-2. James C. Scott, op. cit., p. 42. 223 El Debate, 5 de agosto, 1972, p. 2. 222 121 por el Lic. Luis Echeverría Álvarez una nueva resolución presidencial a favor del Comité Ejecutivo Agrario de Campo El Tajito, con otros campesinos diferentes a los que integraban la primera, pero con derecho a salvo, especialmente con quienes habían estado defendiendo la lucha. Creándolo como un nuevo centro de población ejidal. 2. La radicalización y represión campesina Analizar la represión que durante la década de los sesenta enfrentaron los campesinos de El Tajito en su lucha por la tierra, precisa, al menos, coincidir con una de las dimensiones que propone Sídney Tarrow224 al explicar los movimientos sociales como respuesta a una serie de condiciones sociales y políticas adversas, que adquieren forma cuando cuidadosamente se juntan; a veces animadas por los líderes: donde precisamente las acciones colectivas resultaron ser una reacción a la realidad que le estaba competiendo; en este caso, porque el gobierno estatal Aunque la radicalización del movimiento se inició desde el momento en que Marcelo Loya (quien había ya hecho una serie de gestiones legales para que el gobernador Valdés Montoya entregara las tierras autorizadas por mandato presidencial y no haber tenido respuesta favorable) toma definitivamente, el 30 de mayo de 1972, uno de los predios225 que tenía amparados, el latifundista Reynaldo Ramos Marcor, hasta que se les reconociera y entregara la tierra, en su totalidad las 2,583 hectáreas dotadas desde el 18 de septiembre de 1968 en resolución presidencial. Coincidiendo la toma de tierras de El Tajito con el infame y trágico asesinato de dos campesinos del Rancho California, entre ellos el líder Ignacio Cebreros,226 y más de media docena de heridos de gravedad, a quienes los latifundistas hermanos Peña Farber les habían formado una emboscada por tierra y aire, sin 224 Sídney Tarrow, op., cit. p. 201. Predio Corerepe, en el cruce de la calle N° 3 con Carretera Internacional México -Nogales. 226 Líder agrario con quien Marcelo infinidad de veces gestionara por la vía legal la entrega de las tierras. 225 122 permitirles defenderse.227 Con ese agravio, las clases campesinas y populares se habían consternado y solidarizado aún más. Si bien los comentarios de la prensa tendían a responsabilizar al campesino de una conjura contra el gobierno, se afirmaba también que parecería que el país entero se estuviera volcando a la anarquía, haciendo una revolución fratricida, pues también se habían cometido asesinatos de campesinos por estar organizándose, y remarcar al gobierno los atropellos contra las clases populares. La misma prensa agregaba: “Todo proviene de que no se aplican las leyes de México, de que las autoridades dejan hacer y dejan pasar sin pensar en que la anarquía propicie directamente a la violencia y que ésta a su vez ocasione derramamientos inútiles de sangre que sumen al país en el caos y en el dolor”.228 Donde notorio había sido el caso del Gobierno del Estado de Sinaloa, quien no había querido actuar al presentarse las invasiones de “la pequeña propiedad”.229 Se aseguraba que su inacción se debía a órdenes del gobierno federal, de quien se esperaba un diálogo inexistente, para resolver los múltiples problemas que asediaban ¿A quién iba a culparse de las muertes acaecidas en Guayparime? ¿A los campesinos invasores? ¿A los “pequeños propietarios”? “No había más que un culpable, continuaba diciendo la prensa, un gobierno, llámese federal o estatal, que no cumple con su cometido, que no otorga justicia ni garantías a quienes la 227 Para cuando la prensa anunciaba que era una conjura contra el gobierno y la pequeña propiedad, responsabilizando al campesino en una situación de ilegalidad. Sin embargo, lo que imperaba era una ausencia del uso de la ley y de las más fundamentales garantías de parte del Estado, ya que permitía que se hiciera lo demandado por la clase pudiente. El Debate, 27-28 de mayo, 1972, p. 3. Entrevistas realizadas a Miguel Domínguez Corrales, El Tajito Guasave, Sinaloa, México, 14 de febrero, 2010 y a Héctor Armenta Rodríguez, Batamote, Guasave, Sinaloa, México, 16 de abril, 2011. 228 Ibid., 28 de mayo, 1972, p. 4. 229 En ocasiones utilizo pequeña propiedad entre comillas, (“”), refiriéndome a los grandes latifundistas, quienes utilizaban familiares o prestanombres para seguir conservando la tierra. Entre uno de los ejemplos que ponían en evidencia este hecho, por ejemplo estaba que las gestiones para irrigar o solicitar los créditos para sembrar las diferentes propiedades, los tramites eran realizados por una misma persona. Entrevista a Eduardo Salomón, Culiacán, Sinaloa, México, 14 de abril 2011. 123 tienen, que permite que la ley sea letra muerta y que contempla y fomenta con su indiferencia e inacción la violencia entre mexicanos”.230 Idas y estancias en la capital del país permitieron el agotamiento de las gestiones, treinta y ocho amparos combatidos, “tumbados”, sólo el treinta y nueve no habían podido. El mismo secretario General de Asuntos Agrarios, Lic. Víctor Manuel Torres, aconsejó a Marcelo, “tú ya no tienes nada qué hacer por el lado de lo legal, sólo tomar la tierra”. Razón de peso. Marcelo Loya regresó a Sinaloa, formó una comisión para que le ayudara a convencer a la gente de la urgente necesidad de pelear la tierra, misma que les pertenecía.231 El agravio de los campesinos había trascendido, se veía en su acción colectiva, la “caja de Pandora se había abierto”, los mismos “pequeños propietarios” se dieron cuenta, al ver la reacción de los campesinos. Encabezados por Marcelo Loya, dispersándose desde el 29 de mayo por los diferentes campos invitando, a través de un magnavoz, a tomar las tierras que el gobierno no quería reconocer, con todas las armas que tuvieran.232 Hasta que se diera una solución definitiva a favor del Comité. ¿Qué estrategias llevaría a cabo Marcelo para demostrar que la tierra les pertenecía?, ¿Cuáles eran esas actividades tan radicales que aplicarían? ¿Por qué empeñarse el gobernador en no seguir el mandato del presidente? ¿Qué 230 Este comentario aparecía en la prensa, quien realmente tenía una tendencia a desaprobar toda acción del campesino, y favorecer a los latifundistas, quienes realmente en el caso de Rancho California habían anunciado que si los campesinos seguían insistiendo ellos no se detendrían hasta el grado de ver correr sangre, acción que cumplieron días después. El Debate, 23 y 27 de mayo, 1972, p. 4. 231 Entrevista realizada a Carmen Domínguez, Juan José Ríos, Guasave, Sinaloa, México, 19 de febrero, 2011. 232 Estas armas eran, desde luego las herramientas que el campesino utiliza: machetes, palas, azadones, etcétera, pero más bien las armas a las que se refería Marcelo lo podemos interpretar como el valor con que iban armados, en si todo aquello con lo que se pudiera contribuir a aguantar y defenderse de toda maniobra de los latifundistas y del apoyo del gobierno a éstos. Por lo que algunos aportaron desde sus camionetas “viejitas”, tanques para el agua, hasta algunas cabezas de ganado para mantener en acción el futuro poblado. Los “pequeños propietarios” sabían que los campesinos era gente pacífica y respetuosa, inclusive de las siembras las cuales no tocaban, pero ahora que acababan de cosecharla entrarían a la propiedad, sobre todo esa que estaba en la resolución presidencial. Entrevistas realizadas a Guillermo Loya Ornelas, Guasave, Sinaloa, México, 30 de abril, 2011. Miguel Domínguez Corrales, El Tajito, Guasave, México, 27 de junio, 2010, a Carmen Domínguez, Juan José Ríos, Guasave, Sinaloa, México, 19 de febrero, 2011. 124 compromiso había adquirido el gobernador con los latifundistas o “agricultores”?, infinidad de preguntas podemos hacernos; entre legales o no, las acciones que determinara hacer el Comité Ejecutivo Agrario de El Tajito, ¿acaso no eran también ilegales, las inhumanas acciones que el gobierno y los latifundistas realizaban para continuar con la cerrazón de que el campesino siguiera produciendo la tierra para que otros disfrutaran lo que producía? Marcelo Loya, como representante del Comité organizó a la gente, les habló de los riesgos que corrían, aclarándoles que no iba a ser fácil, aunque estaban dentro de la ley, les argumentó: “estas tierras nos pertenecen, quien quiera tener su propia parcela y no depender del rico terrateniente, puede quedarse, pero lucharemos juntos”. También comisionó a Zoilo Félix para que hiciera las gestiones necesarias, especialmente en el Departamento Agrario, en la Ciudad de México. Desde la primera toma de tierra que habían realizado, se habían dado cuenta que las acciones extremas a las que llegaban los latifundistas y los cuerpos policiacos les iban a ser muy difíciles de librar, pero estaban dispuestos a todo. En febrero de 1969, la segunda ocasión que tomaron la tierra, al estar los campesinos posesionados del predio llegan los elementos judiciales a las 2:30 de la tarde; en una rápida maniobra tendieron un cerco al pequeño caserío, cerco que dejó encerrados rápidamente a los campesinos, quienes inmediatamente se concentraron en el centro del lugar sentándose en el suelo, sin oponer resistencia. A la vez que se efectuaba el desalojo, un tractor buldozer destruía los rústicos “chinames” (ver anexo 4) que estaban levantando. Estaban dispuestos a defender a toda costa esos terrenos, y si era necesario harían frente a quienes trataran de sacarlos. Acción imposible era oponer resistencia, pues las acciones policiacas había que respetarlas, además, llevaban la autorización del gobernador. En otra escena, por parte de Reynaldo Ramos, “dueño del predio”, los agravios no se hicieron esperar; en su guayín embistió a los campesinos persiguiendo furiosamente a uno de ellos, salvándose milagrosamente de ser arrollado. Un 125 agravio más por parte de las fuerzas judiciales, quienes detuvieron al líder y otros compañeros trasladándolos a la ciudad de Culiacán.233 Una vez más se habían metido desprotegidos, sin embargo, las injusticias por parte del gobierno y los latifundistas, de abofetearlos y amenazarlos, creyeron que ya no iban a volver a intentarlo de nueva cuenta, por tamaño escarmiento, razón por la que milagrosamente los dejaron libres. Por lo que esa invitación del 29 mayo a tomar la tierra no se hizo esperar, después de una previa reunión con Marcelo algunos campesinos se trasladaron, inclusive caminando, de Cortines N° 2 a donde sería su campam ento durante siete meses, reunión en la cual Marcelo los exhortó, aclarándoles todas las consecuencias posibles no sólo referentes a la libertad, sino de la propia vida. Varios jóvenes enviados por sus padres a que apoyaran la lucha no dudaron en enlistarse, entre ellos estaba Rangel Espinoza, uno de los más jóvenes (dieciséis años), Carmen Domínguez, Raúl Soto y Héctor Armenta (de diecinueve años cada uno), entre otros, conscientes de la situación más no de las consecuencias. A partir del 30 de mayo de 1972, por la noche, aproximadamente cuatrocientos campesinos tomaron el predio denominado Campo Teresita, izando la Bandera Nacional,234 dentro de un predio “propiedad” de Reynaldo Ramos incluido en la resolución presidencial, enfrente de Ruiz Cortines N° 3, pegados a la carretera, donde días antes se encontraba sembrado de trigo, pero ahora todos unidos, pues la experiencia les había enseñado que la unión hace la fuerza.235 De hecho, el mismo 30 de mayo otros campesinos invadieron un lote propiedad del agricultor Raúl Muñoz. Campesinos de Juan José Ríos fueron llevados por los estudiantes al campo El Amapal, propiedad del Ing. Octavio Otero Monteverde. 233 El Debate, 8 de febrero, 1969, pp. 2-7. Común era por los campesinos, izar la Bandera dentro del predio que invadían en manifestación de pertenecer a la Nación y que nadie podía irrumpir, y eso representaba un ejido propiedad de la Nación, tan legitimo como el mismo Ejército. 235 En febrero de 1969 se habían dispersado en los campos: El Norteño, Las Pichihuilas, Teresita, Tetameche, La Trácala, La Cinco, donde había dividido también a más de 400 campesinos, en pequeños grupos, dependiendo del grupo o ejido al que pertenecieran, para abarcar todo lo más que se pudiera de lo incluido en la resolución. 234 126 Extraoficialmente se había sabido que otros terrenos habían sido tomados, más no se precisaba su ubicación ni propiedades. Primeramente entraron puros hombres, días después Marcelo vio la necesidad de llevarse a las familias para dar más legalidad a la posesión; delimitó el poblado con sus respectivas calles bien trazadas y un área para la escuela indispensable para los niños en edad de estudiar. Empezaron a construir casas con láminas de cartón, de tule o plásticos amarrados a postes. La Policía Judicial, las guardias blancas armadas por los latifundistas y a veces el Ejército, estuvieron rondando la carretera y los predios agrícolas para evitar más invasiones; no obstante, Marcelo Loya pronto organizó un grupo de defensa, compuesto por brigadas campesinas, buscando proteger al poblado las veinticuatro horas y, por cierto, para no permitir que la tierra de los diferentes campos incluidos en la resolución presidencial fuera sembrada por nadie, si ellos no podían hacerlo. “De forma voluntaria nos quedábamos en los fortines que habíamos construido (aproximadamente unos sesenta u ochenta hoyos) como trincheras, nos metíamos entre tres y cinco en cada uno, sobre todo los más entregados”.236 Marcelo estaba dispuesto a realizar toda acción que permitiera la resistencia para lograr la solución de dotación. Nunca estuvieron solos, la clase popular se había solidarizado; estudiantes y campesinos de otros ejidos los salvaguardaban con el hecho de estar vigilantes, a la expectativa de lo que pudiera pasar, vergüenza lacerante para los encargados del orden público. “La Judicial del Estado constantemente la teníamos ahí, nos echaban las guardias blancas” arriba en la carretera, estaba en el talud, pero también allí estaba nuestra garita, no permitíamos la entrada, “allí se la rifaron dos tres, gente que se decidía”. Aunque las noticias fluían de la siguiente manera: “Los invasores posesionados del Campo Teresita azuzados por líderes estudiantiles, se lanzaron en lo que parece ser una contra ofensiva a la acción emprendida por las 236 Entrevista realizada a Miguel Domínguez Corrales, El Tajito, Guasave, Sinaloa, México, 26 de junio, 2010. 127 autoridades judiciales”. Los campesinos, en realidad, tenían miedo: las guardias blancas inculcaban miedo.237 Las mujeres permanecían en casa o en las techumbres; preparaban comida no sólo para su esposo y sus niños, era para quien no había comido; cuidaban a los niños, y al ir a la escuela los acompañaban. El hijo de un solicitante de tierras impartía las clases, llamado Manuel Rojo. La intervención de centrales políticas en el problema agrario en el Municipio de Guasave provocó disputas entre los grupos campesinos invasores de terrenos privados. Sin embargo, ante la actitud de los campesinos de la CCI que estaban invadiendo al amparo de la agitación creada por el otro grupo y los estudiantes, se temía que los segundos se enfrentaran a aquéllos; pero las cosas no pasaron a mayores. Junto al descontrol provocado en la Judicial, por la toma de tierra perpetrada por los campesinos, se presentó el caso de la tercera víctima de los latifundistas en Rancho California; por lo que Guasave vivía en tensa calma; sin embargo, los campesinos y estudiantes hicieron una tregua, para reunirse en Ruiz Cortines, al velorio de Alejo Cebreros Pandora. Los líderes estudiantiles recorrían los núcleos campesinos del Municipio de Guasave, persuadiendo a los ejidatarios o solicitantes de tierras a que tomaran las tierras de particulares. Recorriendo también los poblados que concentraban a los pizcadores de algodón; arengándolos para que no fueran a la pizca, y que debían exigir que se les pagara a un peso el kilo de fibra cortada. Marcelo Loya fue declarado agitador oficial de todo. El encargado de agitar a los pizcadores para que además de asaltar mercados y “expropiar” víveres, formaran un grupo invasor de tierras. Pero, según los pizcadores, no habían seguido instrucciones de Loya, aunque estaban inquietos”.238 237 Entrevista realizada a Héctor Armenta Rodríguez, Batamote, Guasave, Sinaloa, México, 16 de abril, 2011. 238 El Debate, 5 de junio, 1972, p. 3. 128 El 20 de junio arribaron dos camiones con elementos del Ejército para vigilar la región de Ruiz Cortines, previniendo posibles brotes violentos de campesinos o pizcadores manipulados por agitadores; el centro de operación fue la escuela primaria de Ruiz Cortines. Pero como había grupos campesinos que se habían pacificado, negándose a continuar siguiendo a los estudiantes, esperando solución a sus problemas por vías legales, Marcelo Loya empezó a desconfiar de Gildardo Obeso239 porque le confundía a la gente que había decidido integrarse a su Comité.240 Pero, como habíamos dicho anteriormente, todo estaba supervisado por la Judicial; desde el asesinato de los campesinos de Rancho California la zona norte se mantenía vigilada. La Policía Judicial se concretó a rondar los lugares adyacentes, pues los campesinos no permitirían ser evacuados,241 sobre todo en el Municipio de Guasave, para que no se presentaran disturbios, mismos que habían provocado los latifundistas. De acuerdo con los planes de los estudiantes, dados a conocer públicamente, se preveían más invasiones de terrenos particulares, especialmente en dicho municipio. Los trabajadores de los campos invadidos atendieron las órdenes de campesinos y estudiantes de desalojar los lotes, sin provocar brotes de violencia. Mientras tanto, tropas del Ejército nacional continuaban patrullando la región sin tener oposición alguna; su presencia tenía el objeto de evitar nuevos brotes de violencia, como el registrado en Rancho California. Sólo se detectaban movimientos de grupos campesinos de un campo a otro, o hacia Ruiz Cortines: pero todos desarmados; al parecer, esos grupos pertenecían a la CCI. Por su lado, el secretario General de la CNC, Alfredo V. Bofill, en el pleno agrario efectuado en Culiacán el 12 de junio, señalaba categóricamente que para el Comité Nacional de la CNC no existía más organización campesina que la Liga de 239 Dirigente de la Liga 23 de Septiembre, con quien en un momento Marcelo había tomado algunas de sus sugerencias, pero precisamente por salirse de los límites legales no estaba de acuerdo, inclusive le agitaba a la gente, llegó Marcelo a considerarlo como traidor y dejó de confiar en él. Entrevista realizada a Miguel Domínguez Corrales, El tajito, Guasave, Sinaloa, México, 27 de junio, 2010. 240 Ibid., 7 de julio, 1972, p. 3. 241 Ibid., 7 de junio, 1972, p. 2. 129 Comunidades Agrarias que dirigía el Ingeniero Patricio Robles. Y en tono enérgico añadía “¡Vamos a decirle a Miguel Valdez Q., divisionista con quien no tenemos ninguna responsabilidad, que no vamos a permitir que dentro de la organización se rompan los estatutos!”.242 A la vez que criticaba al Partido Acción Nacional (PAN) por pretender capitalizar el movimiento surgido en Sinaloa con la invasión de terrenos en cultivo; sin embargo, el PAN declaraba que no era así, sino conocer el fondo del problema para estar en condiciones de emitir opiniones.243 El 10 de julio de 1972 se cumplía el primer aniversario de la masacre de estudiantes en la Ciudad de México; los estudiantes de Sinaloa, para celebrarlo, anunciaron sendos mítines en Culiacán, Guasave y Ruiz Cortines. También habían anticipado una ola de violencia; realizaron una manifestación por las calles de Culiacán, apedreando el edificio del Comité Municipal del PRI, rompiendo los cristales. Finalmente, al oscurecer, los líderes estudiantiles, con los campesinos, llegaron a Ruiz Cortines, donde celebraron otro mitin con ataques a autoridades y agricultores, incitando a los campesinos a luchar por las tierras.244 La represión y la vigilancia por parte de la Judicial nunca se suspendían; siempre estuvo a punto de darse una masacre. Cientos de policías y “guachos” mantenían sitiado el poblado. “El 27 de junio se presentaron unos tractores a trabajar en el campo El Norteño; Isidro, un amigo que pasaba por allí, nos avisó que habían entrado; Marcelo seleccionó, de inmediato, a quince para que fuéramos a detener esa actividad: “pues si nosotros”, decía Marcelo, “no podemos sembrarla, hasta que se resuelva la resolución presidencial, nadie va a hacerlo”. Por su parte, en ese momento, Reynaldo Ramos había ordenado lo contrario a sus trabajadores; puso a su gente y a los policías a vigilar en el borde del camino; nosotros, sin saber que estaban ocultos, nos fuimos en una camioneta con algunas armas: se sentía un silencio. Personas, trabajadoras de éste, quienes vivían en casitas en los campos, nos veían pasar con gran asombro, pues se imaginaban el resultado de cuando se empezara a disparar, nos enfrentamos a 242 Sólo había una Liga de Comunidades Agrarias en Sinaloa. Ibid., 13 de junio, 1972, p. 4. Ibid., 11 de junio, 1972, p. 2. 244 Ibid., 11 de junio, 1972, p. 2. 243 130 ellos, detuvimos los tractores, pero luego salió la Judicial y nos desarmaron a todos y nos llevaron a la Procuraduría, en Culiacán, enclaustrándonos como grandes delincuentes; aislados, sin comunicación externa”. “Más que 245 encarcelamiento, nos habían “desaparecido”. “Nosotros, continua diciendo Héctor, no sabíamos lo qué pasaba en El Tajito, allá mucho menos sabían de nosotros, pues nadie les dio razón, el mismo Marcelo estaba preocupado, sin saber dónde buscarnos. “Recuerdo”, continúa diciendo Héctor Armenta, que “mi padre Ruperto Armenta,246 en México, se entera de lo que pasaba acá en Sinaloa, que varios estábamos desaparecidos, por lo que habló con los senadores federales Gabriel Leyva Velázquez y Alfonso G. Calderón, quienes rápido mandaron a un agente de Gobernación, Juan Escutia, mismo que en una ocasión había estado en El Tajito y nos había recomendado que fuéramos cuidadosos, que nos portáramos bien, que no portáramos arma, porque eso complicaba la situación, prometió ayudarnos. “Una camioneta de la judicial nos llevó a Guasave, cuando en realidad la orden había sido que nos liberaran, pero no se dio así, en El Tajito, Marcelo tenía detenidos a dos ayudantes de Reynaldo, Abel Medina Yánez e Hilario Chacón Montejo, como protesta a la “desaparición” de nosotros, y a las exigencias de que se hiciera efectiva la resolución. Juan Escutia se había adelantado para informar al 245 Los campesinos eran: Guadalupe Puerta Flores, Manuel Garza Cervantes, Valente Valdez Mondaca, Fidencio Loya Ornelas, Arnoldo Mejía Atondo, Alfonzo López Águila, Arnoldo Leyva Carrillo, Absalón López Peláez, Jacinto Orosco Armenta, Lorenzo Domínguez Torres, Bernardino Loya Ornelas, Héctor Elenes Armenta, Isabel Cebreros Hernández, Everardo Espinoza Armenta y Héctor Armenta Bojórquez. El So de Sinaloa, El Debate, El Diario de Culiacán 26 junio y 11 y 19 julio, 1972. 246 Por ese tiempo lo habían comisionado a hacer unas gestiones del ejido Miguel Alemán, pues él había sido uno de los fundadores de ese ejido, era bien visto por las autoridades agrarias, entre los senadores federales de Sinaloa Gabriel Leyva Velázquez, a quien tildaban de izquierdoso, lo mismo al Senador Calderón, quien pronto pelearía la Gubernatura del estado, siendo los campesinos lo primero en apoyarlo. A causa de las gestiones que hicieron se presentaron una serie de contradicciones entre el gobierno, pues se notaba que no comulgaban con las ideas del régimen del gobernador en turno; Alfredo Valdés Montoya, quien por supuesto se había molestado que una orden viniera desde arriba. El Debate, 26 junio, 1972. Entrevista realizada a Héctor Armenta Rodríguez, Batamote, Guasave, Sinaloa, México, 16 de abril, 2011. 131 grupo dónde estábamos, y aconsejaba que liberara a los trabajadores de Ramos, para que no se complicara más la situación”.247 Pero el grupo, sin saber el motivo de la visita, y avisado además por los estudiantes de que llegaba algún enviado de Gobernación, “según para llegar a un arreglo”, no tardaban ni quince minutos, cuando ya se aplicaba toda la fuerza de los elementos policiacos y se les obligaba a desalojar. Eso los estudiantes lo habían visto en otras tomas; destruyéndoles y quemándoles todas sus pertenencias. Por lo que acordaron que cuando entrara Escutia lo amarrarían, sin dejarlo ir, y a cualquier movimiento de él o de la Judicial le volarían la cabeza. Así, sobre aviso, se le permitió pasar e inmediatamente lo ataron. Sin saber él que las órdenes de la Judicial eran aplicar la fuerza para desalojarlos, aunque fuera necesario disparar. Marcelo ya no escuchó, sino que en cuanto pasó lo aprisionaron, por más que él explicaba la razón de su visita: no le creían. Así es como el 29 de junio a las diez de la mañana, la Policía Judicial del Estado al mando del licenciado Tomás González V., tenía rodeado y encañonado el poblado,248 fue la primera vez que estuvo a punto de desatarse una masacre; estaban en sus actividades cotidianas, los niños se habían preparado para tomar sus clases, las mujeres hacían sus quehaceres, otras trataban de conseguir algo para hacer de comer, de lo que habían donado los campesinos y de lo que los estudiantes habían conseguido; ya se había hecho costumbre que algunos no salían a trabajar, por estar en guardia protegiendo el poblado, o bien ayudando a mantener las casitas en pie. 247 Entrevista a Héctor Armenta Rodríguez, Batamote, Guasave, Sinaloa, México, 16 de abril 2010. El Debate decía en su nota: “más de medio centenar de agentes de la Policía Judicial del Estado ha tendido un cerco para evitar que siga entrando más gente, víveres y agua. Y conminando a salir a los que se encuentran dentro, confirmándose que los invasores tiene un verdadero arsenal con armas de fuego de diversos calibres y decenas de “bombas Molotov”. Para cuando personas entrevistadas dijeron que eran más de cien; que si tenían bombas, pero solo una cuantas. Ibid., 30 de junio, 1972, p. 2. Entrevistas realizadas a Miguel Domínguez, El Tajito, Guasave, Sinaloa, México, 27 de junio, 2010, y a Héctor Armenta, Batamote, Guasave, Sinaloa, México, 16 de abril, 2011. 248 132 En la ramada que había en el centro del poblado continuamente convivían campesinos, ejidatarios de otros poblados, estudiantes y gente que quería ayudar o simplemente ver, que de hecho por esa confianza llegó a introducirse; “orejas” del gobierno. Los campesinos de otros ejidos iban y venían, algunos inclusive, habían retirado la ayuda por no gustarles las acciones de descalificación que se decían en contra del grupo, o bien porque aún no era tiempo de cosecha. A pesar de que se había dado una confusión por parte de los campesinos respecto a las intenciones de Escutia, “aunque razonada” por lo sucedido en otras tomas de tierras, razón por la que no se hicieron esperar, a pesar de que si, por un lado, la Judicial del Estado llegaba con órdenes desde arriba de desalojarlos a como diera lugar, por otro lado Juan Escutia, agente de Gobernación, “hoy estoy seguro” dice Héctor Armenta, “iba a comunicarles dónde estábamos” quienes habíamos sido detenidos días antes en la emboscada de los judiciales y cohechos del latifundista Reynaldo Ramos. A Escutia, en los primeros momentos se le había amordazado con un mecate, el Güero Viejo quería lastimarlo, pero Marcelo no lo permitió, quería confiar en él porque caía en cuenta que sus intenciones eran de ayuda, se los había hecho saber desde el primer momento, allí dentro menos podía gestionar. Había resistido las condiciones y atropellos de la Judicial, a quienes indignado les pedía que cesaran las acciones inhumanas en que los tenían, recibiendo respuesta negativa y grotesca; ya no se sentía como rehén de los campesinos, sino del mismo lado, quizás para los campesinos había sido el momento en que se habían sentido un poco seguros, a pesar que de cualquiera de las partes podía iniciar un polvorín. Escutia, aunque vigilado, entre los campesinos intercambiaba maneras de cómo llegar a un mejor arreglo, aunque la solución dependía de más arriba. Sin embargo, los judiciales no dejaban de hostigar a los campesinos, a quienes a través de un megáfono les exigían que desalojaran, y que quien no lo hiciera tendría veinte años de prisión; constantemente, esa frase amenazante provocó que varios se salieran, a lo cual Marcelo decía “el miedo yo no lo puedo controlar”, 133 por algunos vinieron sus familiares para llevárselos, otros para apoyarlos y decirles que permanecieran en la lucha; desde fuera les manifestaban el apoyo, más de setenta y dos horas vivieron ese suplicio, todas las noches, por parte de la Judicial, alumbrándoles con grandes reflectores no permitían que entrara nadie, salvo a mujeres que iban a sacar pertenencias o algún familiar. Escutia se solidarizó con el grupo, vio las injusticias que se cometían contra ellos, las condiciones en que vivían, niños enfermos de tosferina, sarna, desnutrición, inclusive la deshidratación se hizo presente en niños y adultos, la suspensión de agua y alimentos empeoraba la situación.249 La prensa alarmaba más; informaba que había sido capturado Lorenzo Briseño Flores,250 cuando trataba de entrar al campamento junto con su cómplice José García Hernández, quienes se consideraba que habían robado el dinero al pagador del campo algodonero de Arturo Gamboa, quien había confesado no sólo ese atraco sino el de tres campesinos de Constancia y de dos taxistas, así como el asesinato del policía auxiliar de Guasave, Jesús Ontiveros. Señalaba a Gildardo Obeso como el autor intelectual de los atracos, quien les había proporcionado armas y dado órdenes para que fueran a cometer asaltos y obtener así dinero para la causa, señalaba también a otros dos sujetos que se encontraban prófugos, 249 A Escutia le tocó ver cómo quedaron sin alimentos, sin agua, ¡imaginemos! el mes de junio en Sinaloa, en esas condiciones, casi a la intemperie, donde las temperaturas en pleno medio día llegan a más de 40C°, aunándole el que no haya agua . Él se mantenía sin camisa a causa del calor, le daban de beber lo mismo que a todos, una agua salada, turbia, la cual habían logrado extraer de los pozos que habían construido, los dientes les cambiaron de color, a causa de las sales, los alimentos escasearon, si bien algunos granos de maíz que se tostaba en las hornillas de las diferentes casas y en la misma que se mantenía encendida en el centro del poblado. Razón por la que más se solidarizó. Como consecuencia, después murieron dos niños. 250 Lorenzo Briseño era un desertor del Ejército en Cocula, Jalisco, se había venido a la pizca de algodón, al igual José García. Con esa confesión quedó aclarado el crimen, que si bien declaraba Briseño, que era Obeso el intelectual, pero lo “obtenido sería para la causa” también habían asaltado a los campesinos Maximice Solano López, José Ángel Ortega Rosas y Efraín Guerrero Ortega, robándose la camioneta de estos así como el asalto al pagador del Campo de Arturo Gamboa, a quien le quitaron cerca de diez mil pesos. Tenía planes de asaltar el Campo Labastida. La cantidad de dinero fue de $770.00, y la pistola Smith Weston calibre 38 que recibió de Gildardo Obeso, a través de José García; ellos, junto con Luis Encinas, también habían asaltado quince días antes a un taxista en Angostura, robándole el automóvil y a un chofer de Guasave. Ibid., 30 de junio, 1972, p. 2 134 como cómplices en los asaltos. Esto hacía sospechar que El Tajito era refugio de maleantes.251 Había mujeres muy valientes, decididas. Animaban con todo la lucha. Una de ellas fue la hermana de Marcelo Loya: Pomposa.252 Y también, llenas de valor, destacaron doña Porfiria Armenta Paz y doña Inés Barraza. Pero a pesar de eso muchos campesinos, amedrentados, decidieron huir. Los imprescindibles, obviamente, fueron los setenta u ochenta individuos que decidieron resistir: los que apostaron todo por el predio ése. Tendió un cordón de hombres armados con rifles. La prensa aseguraba que “agentes de la Policía Judicial del Estado pudieron identificar entre el grupo de sujetos armados a por lo menos tres delincuentes conocidos. Uno de esos sujetos, se aseguró, era de los que en junio pasado, se habían evadido del Centro de Readaptación Social del Estado. Y que “eran precisamente estos sujetos los que azuzaban a los campesinos a “defenderse”. Los ánimos comenzaron a caldearse y, siguiendo las instrucciones de los sujetos armados, entre los que se encontraba Marcelo Loya, y Zoilo Félix hablando con los jefes del contingente, fueron replegándose”. “Poco después empezaban a repartirse bombas “molotov” entre todos los campesinos, que fueron formando un círculo en torno a las fuerzas públicas. Un anciano corría de un lado a otro con una pistola en la mano, arengando a los campesinos a disparar”. “Zoilo Félix seguía hablando con el capitán Trejo García, condicionando la revisión de las casas a que se devolviera una pistola que se había recogido a uno de los campesinos y a que no se quitara ninguna de las armas que tenían porque las necesitaban para defenderse”. 251 El Debate, 1° y 2 de julio, 1972, p. 3. Pomposa, en 1985 encabezó un grupo de campesinos, nombrado “Marcelo Loya”, pero nada que ver con el liderazgo nato de su hermano, el cual no tenía. Doña Porfiria, quien venía desde un principio en la resolución presidencial siempre estuvo atenta a ayudar. Entrevista realizada a Carmen Domínguez, Juan José Ríos, Guasave, Sinaloa, México, 19 de febrero, 2011. 252 135 Los soldados fueron retirándose y los agentes judiciales y municipales se replegaron hacia el centro de la explanada, a las 13:15 horas los oficiales militares, el subjefe de la judicial y el inspector Valderraín, cambiaron impresiones y determinaron que lo más prudente era retirar sus fuerzas para evitar el enfrentamiento. Aunque dejaría una guardia vigilando el poblado desde la carretera.253 Otra nota de la prensa decía: “por lo menos 9 peligrosos delincuentes, entre los cuales se encentraban 8 evadidos de los penales de Culiacán y Mazatlán habían tomado como refugio el ejido El Tajito. La denuncia había sido hecha por campesinos del mencionado ejido, lo cual hicieron por estar en desacuerdo con los líderes por haber brindado “acogida a los delincuentes”. Inclusive aseguraban que “muchos de los delitos que se encontraban impunes, habían sido planeados allí, de donde salían los maleantes a cometerlos y regresaban después a ocultarse”. Las circunstancias se variaban, los rumores empezaron a culparlos de todo lo negativo que sucedía en el norte de la entidad: asaltos, secuestros, protección de narcotraficantes; decía la prensa que se había convertido en cuna de delincuentes.254 Como decíamos en páginas anteriores, como hubo mucha gente que apoyaba, no se supo en qué momento se introdujeron “orejas de gobierno”, o bien de los mismos latifundistas pagados para sembrar la discordia. Cuando recapacitaron era demasiado tarde: se habían confiado demasiado. Las autoridades y los funcionarios del DAAC y Terrenos Nacionales, tenían la misión de resolver el problema de los campesinos y trasladarlos a su nueva residencia. En esa dinámica estaban, pero El Tajito realmente se había involucrado en un gran problema. El hecho de haber caído en el juego, de haber autorizado lo que ellos mismos no comulgaban. Ahora, Marcelo debía salir del 253 Ibid., 18, 19 y 24 de diciembre, 1972, p. 2. Sí se le había dado entrada a José Luis Baca “El Güero Viejo” y a Juan Villalobos, “El Polacas”, quienes al principio aparentaban que ayudaban a la causa, efectivamente se dedicaban a asaltar, con el dinero que aportaban se hicieron mejor las casitas de los campesinos, en esa ocasión de la búsqueda de Roberto Valderraín aparentaron que estaban con los campesinos, parecía que se la rifaban, eran de Chihuahua, Marcelo se dio cuenta demasiado tarde. Entrevista realizada a Miguel Domínguez Corrales, El Tajito, Guasave, Sinaloa, México, 26 y 27 de junio, 2010. 254 136 grupo, más que para protegerse para apoyarlo, puesto que estaba en vísperas de lograr, por el momento, las quinientas hectáreas y trasladarse al predio que sería la zona urbana mientras se buscaban los caminos para lograr el complemento. Pero al salir del grupo, calló en lo verdaderamente ilícito; como él mismo dijo: “compañeros yo me tengo que ir, me tengo que retirar de aquí, pero yo quiero que sigan adelante”.255 Cometiendo al tercer día el secuestro de uno de los mayordomos del latifundista Reynaldo Marcos, junto con los seis compañeros que lo escoltaban el día de su salida del predio, al señor.256 A quien realmente nunca quiso que se le maltratara, pues era una manifestación más, en contra del latifundismo y a las políticas gubernamentales. El mismo afectado manifestó en entrevista con reporteros de El Debate, que uno de los plagiarios se ensañaba con él apretándole excesivamente las ataduras, pero Marcelo Loya había intercedido a favor de él.257 Para el último día del año, el Ejecutivo estatal aseguraba que los individuos ya habían abandonado el poblado ante la inminencia de una intervención decidida de las fuerzas públicas.258 Mientras los campesinos de El Tajito continuaban trasladándose y organizándose para establecerse en lo que sería la zona urbana, con la esperanza de que todo fuera mejor, el día 6 de enero, Día de Reyes, bastante lluvioso, para ellos, al igual que para la gente pueblerina, era un buen presagio; “las cabañuelas”259 en ese año de 1973 pronosticaban lo mejor, sin embargo, para los campesinos de El Tajito y de la región de Guasave sorprendía la espeluznante noticia de que Marcelo había sido asesinado, junto con otros tres, su hermano Bernardino, Alejandro Beltrán y Eulalio Marisca. Los campesinos quedaron enmudecidos, sin saber cómo actuar; por una parte habían logrado lo que tanto habían gestionado, y por la otra se encontraban desconsolados: sin dirigente. 255 Salió con seis compañeros más, era necesario que lo resguardaran, latifundistas y judiciales los perseguían. Entrevista realizada a Carmen Domínguez, Juan José Ríos, Guasave, Sinaloa, México, 19 de febrero, 2011. 256 El Debate, 7 de enero, 1973, p. 2. 257 En la choza estuvo sin vendas en los ojos. Ibid., 8 de enero, 1973, p. 2. 258 Ibid., 31 de diciembre, 1972, p. 3. 259 Conjunto de métodos tradicionales que, desde inicio de año, pretenden predecir el tiempo atmosférico a largo plazo. 137 3.- Soluciones agrarias Gracias a la tesonería de los campesinos de El Tajito en sus gestiones legales e ilegales por la tierra, en 1976 logran el reconocimiento de la tierra que el licenciado Gustavo Díaz Ordaz les había dotado desde 1968. No sin antes haber vivido un verdadero suplicio, arriesgándolo todo durante los últimos siete meses de 1972, donde tuvieron que enfrentarse a las inclemencias naturales y la constante acción de la fuerza represiva de la Judicial del Estado y los malos tratos traducidos en “cohechos de los latifundistas”. Si bien es cierto que las características en general de los campesinos de El Tajito coinciden con las de todo campesino, según Stavenhagen260 las de ser trabajadores de subsistencia del medio rural, con decisiones limitadas; sin embargo, éstos fueron capaces de luchar contra las bases impuestas por el sistema imperante del momento, al no querer entregarles la tierra autorizada en resolución presidencial. Realmente, para el gobernador Alfredo Valdés Montoya la situación que imperaba en el estado referente a las invasiones daba una mala imagen, inclusive el día de su IV informe, el mismo Lic. Augusto Gómez Villanueva, jefe del DAAC, quien lo acompañaba al importante acto, representando al presidente de la República, Lic. Luis Echeverría Álvarez, afirmaba que se estaba viviendo un momento de cambio en Sinaloa; el de establecer la seguridad jurídica en la tenencia de la tierra, y en el trabajo. Paradójico sonaba el discurso de Gómez Villanueva al decir “Venir a Sinaloa es asomarse al México del porvenir, a ese México en el que todos sus hijos hemos soñado muchas veces con un México de trabajo y producción, ahora mismo, nos hemos esforzado de tratar de hacerlo una realidad solida y perdurable, de la equidad y de la justicia social”.261 260 Rodolfo Stavenhagen, Las clases sociales en las sociedades agrarias, Siglo XXI, México, 1969, p. 80. 261 Ibid., 15 y 16 de noviembre, 1972, p. 2. 138 Parecía que había olvidado las sendas reuniones realizadas en el estado, celebradas entre los representantes de gobierno y los líderes de los campesinos, con el fin de replantear la situación y orientarlos hacia una terminación del problema,262 conciliando intereses. Ese interés era el que existía del presidente Echeverría, representado por los titulares del DAAC y de la Secretaría de Recursos Hidráulicos, de atender los problemas, por lo que la falta de presupuesto no era obstáculo. La idea de los funcionarios de las dos dependencias, era canalizar los recursos necesarios para que la ejecución de la obra no fuera motivo de problema para los campesinos que recibieran las tierras y pudieran incorporarse al cultivo dentro del menor tiempo posible.263 El Lic. Víctor Torres, secretario general del DAAC, al dirigirse a una comisión del Campo El Tajito integrada por Fidencio Loya Ornelas, hermano de Marcelo, Zoilo Félix Gutiérrez y Felipe Cisneros Hernández, los exhortaba para que de inmediato se integraran a la producción de la tierra.264 De hecho, no solamente los campesinos habían mostrado su disposición por encontrar un arreglo; también los pequeños propietarios, las autoridades de la Comisión del Río Fuerte y de las instituciones bancarias oficiales, estaban en la mejor disposición de aportar su colaboración en el presente problema agrario. La posición de la Asociación de la Pequeña Propiedad Agrícola Ganadera y Forestal del Municipio de Ahome, del gobierno federal a través del DAAC, y la CNC, era adquirir tierras a través de la compra a fin de entregarlas a los campesinos con derechos a éstas.265En una reunión que Marcelo tuvo en el mes de noviembre de 1972, en Los Mochis, le dijo Reynaldo: “Mira Marcelo, la tierra no 262 Ibid., 4 de noviembre, 1972, p. 3. Ibid., 6 de noviembre, 1972, p. 3. 264 Ibid., 7 de noviembre, 1972, p. 3. 265 Sujetos a la resolución presidencial, como medio de solucionar un problema social. Inclusive, los campesinos del grupo de Pablo García; ya contaban con una superficie de 1, 600 hectáreas en el predio Tetameche y los del grupo de Marcelo con 500 hectáreas en el Campo El Norteño, para dar solución al problema de los campesinos que tenían ocupados terrenos particulares, propiedad de los señores Robinson Bours y otros. Ibid., 17 de noviembre, 1972. 263 139 me la quitan, yo voy a regalar 500 hectáreas para el ejido, pero, no me las están quitando, yo las dono, y el resto no se las doy.266 A la vez, los pequeños propietarios desesperados porque los campesinos y las mismas instituciones oficiales demandaban y confirmaban las condiciones reflejadas de posesión de tierras, no como pequeños propietarios que se declaraban, sino como grandes latifundistas, ellos mismos solicitaron, para no verse más afectados de sus propiedades, apresurar el trámite y cumplirse lo dispuesto en las sentencias de los juicios de amparos, y resoluciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; inclusive consideraban que si las autoridades agrarias; tanto del DAAC como de Gobierno del Estado, no resolvían nada sobre los problemas que se confrontaban en El Tajito, y los otros ejidos con parecida problemática (Los Hornos, Rancho California, Cobayme y Abelardo L. Rodríguez), estaban dispuestos a ceder a los campesinos sin tierras una superficie de 1,400 hectáreas, pero que también fueran entregadas las 1,500 hectáreas por parte del gobierno del estado y cuatrocientas más que estregaría la Liga de Comunidades Agrarias, lo que sumaba un total aproximado de 3,500 hectáreas.267 Estaban conscientes también de que se trataba de un problema no solamente agrario, sino social, que afectaba a familias económicamente muy necesitadas. No dudaban de las carencias de los campesinos, sin embargo, no querían afectar sus intereses con los acuerdos llegados, les preocupaba perder más tierras y que los ciclos agrícolas de siembra quedaran sin dejarles ningún beneficio.268 El dirigente de la CNC, Alfredo V. Bonfil, consideraba que dicha central únicamente aceptaba las formas legales a los problemas de tierra, por lo que expresaba: “no hay otro camino que no sea la aplicación concreta de la ley”, a la vez indicaba: “hemos condenado las invasiones porque a la larga colocan a los 266 Entrevista realizada a Clemente Armenta Páez, El Tajito Guasave, Sinaloa, México, 27 de junio, 2010. 267 Ibid., 15 de octubre, 1972, p. 3. 268 Ibid., 15 de octubre, 1972, p. 3. 140 campesinos, en su desesperación, en una posición desventajosa frente a las autoridades y frente a los particulares acaparadores de tierras”. Pero reconocía que permanentemente debían revisarse el Registro Agrario Nacional, los Registros Públicos de la Propiedad, la clasificación de las tierras y fundamentalmente las opiniones de los campesinos que habían nacido y crecido y aún seguían trabajando en regiones o predios donde particulares con numerosas apariencias legales habían ocultado la concentración de tierras. “Es difícil concluir un reparto agrario porque todos los días se puede vender y comprar tierras”. Añadió también: “es perjudicial un quebranto a la unidad política de los propios campesinos, el surgimiento de los líderes profesionales que traen problemas políticos locales atrás, y que aspiren, en consecuencia, nada más a crear focos de agitación para un exhibicionista político para llamar la atención con vistas a concesiones futuras, así como la intervención de elementos ajenos al sector campesino, concretamente grupos estudiantiles que sin tener realmente una leal alianza con los campesinos, una verdadera emoción revolucionaria, ni conciencia de que es el procedimiento agrario y como puede conducirse a la base campesina hacia el éxito, se han dedicado a sembrar una ola demagógicamente de esperanzas que, después, dentro del marco de la ley no se podrán cumplir”. “Si el camino correcto fuera trasgredir la ley, es viable que las propias masas campesinas plantearan esta alternativa, pero somos los primeros conscientes de que fuera de la ley no podremos avanzar, que lo único que hacemos es provocar un juego favorable a toda la contra reforma agraria”. “Es evidente que los jóvenes que han recibido la oportunidad de asistir a centros de enseñanza superior constituyan un grupo minoritario que podríamos clasificar como de privilegio”.269 Las acciones persistentes de los campesinos, el apoyo solidario de los grupos externos de campesinos y estudiantes, permitió que funcionarios nacionales por fin, después de tanto gestionar, acudieran a proponer una salida favorable, reuniéndose con los campesinos en El Tajito, el 22 de octubre de 1972, 269 Ibid., 30 de julio, 1972, p. 2. 141 comandada por el Lic. Villanueva quien los exhortó a buscar cualquier arreglo por las vías legales. Ya que según él, era preocupación del presidente Echeverría solucionar los problemas del campo, pero desde luego la solución debía fundarse en el dialogo entre estos y los pequeños propietarios. A la vez hizo hincapié que depusiera cualquier actitud al margen de la ley “estamos aquí para buscar soluciones a los problemas agrarios que confrontan y tengan la seguridad que serán resueltos satisfactoriamente”. Reunión a la que también asistió el Lic. Víctor Manuel Torres, secretario general del DAAC, el Ing. Sergio Reyes Osorio, director de Organizaciones y Fomento Ejidal, el Ing. Norma López Cano, y el profesor Arturo Luna Lugo, consejeros, Lic. Ramiro Dávila Fuentes, subdirector de inafectabilidad de la misma, por supuesto el dirigente Marcelo Loya representante de los campesinos, en la cual acordaron garantizar la parcela, tal como lo establecía la resolución presidencial, abandonarían el lugar donde tenían instalado el caserío, tan luego que se les entregara una superficie de 22 hectáreas para instalar el poblado, siempre y cuando fuera a la vera de la carretera, y no colindante con ningún poblado.270 El Ing. Celestino Salcedo M., director de Terrenos Nacionales iniciaría la localización del predio donde pudiera construirse el poblado. El Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización con la colaboración de la Confederación de la Pequeña Propiedad Agrícola Ganadera y Forestal de la República Mexicana. Desalojarían los predios que tenían ocupados y en su lugar recibirían 500 hectáreas de terreno de riego en el Campo el Norteño, colindante de la superficie ocupada. Las cuales serían para atender las necesidades de los beneficiados en 270 Del ejido Alfredo V. Bonfil, quienes firmaron fueron el dirigente Pablo García Valdez, el secretario y el tesorero, Justo García e Isidro Castro. A la vez se les entregaron 1, 600 hectáreas en el predio Tetameche, demandaban la absoluta seguridad de que se ejecutaran las obras de riego. Ibid., 7 y 15 de noviembre, 1972, p. 3. 142 la resolución presidencial, pero se continuaría localizando terrenos para cubrir las demandas de tierras de los campesinos con derecho a salvo.271 El grupo de campesinos que no estaban incluidos en la resolución presidencial serían beneficiados con un lote en la zona urbana del ejido, luego que se localizara la superficie donde se creara el poblado. Se destinarían quince millones de pesos para el poblado por parte del gobierno federal, con el propósito de dotar al Campo El Tajito de todos los servicios públicos como energía eléctrica, agua potable, etcétera, incluso construirles una escuela. El Instituto Nacional para el Desarrollo de la Comunidad y la Vivienda Rural, (INDECO), se encargaría de la construcción de las casas. Se hizo constar que la entrega se hacía de forma parcial; dejando abierta la posibilidad por parte del gobierno federal de superar los obstáculos para el cumplimiento de la resolución presidencial, conforme al plano proyecto, con objeto de satisfacer las necesidades agrarias del grupo.272 La experiencia de El Tajito llevó a los funcionarios del Departamento Agrario a pensar en un cambio de sistemas que permitieran hacer dotaciones agrarias que posteriormente no generaran problemas a los mismos campesinos y a los pequeños propietarios.273 La Dirección de Terrenos Nacionales del Departamento de Asuntos Agrarios y colonización, haría una investigación exhaustiva en Sinaloa 271 Cabe señalar que en El Tajito aún se confrontaba un problema difícil, ya que había campesinos que no estaban incluidos en la resolución presidencial, pero que también reclamaba parcela. La situación de estos campesinos se consideraba difícil, porque no fueron incluidos en el expediente inicial cuando se promovió la afectación; en tales condiciones, no estaban señalados como beneficiarios para una unidad de dotación. Sin embargo, la Liga Comunidades Agrarias ofrecía iniciar una nueva acción agraria para buscarles acomodo y que pudieran ser dotadas de tierra mediante los procedimientos agrarios que señala la ley. El Debate, 23, 28, 30 y 31 de octubre, 1972, p. 3. 272 El acta de entrega fue firmada por el Lic. Torres, secretario general del DAAC y el resto de la comisión agraria y por el líder del grupo campesino, Marcelo Loya, presidente del comisariado ejidal, el secretario Rafael Bojórquez; el tesorero Clemente Armenta; y por el presidente del consejo de vigilancia, Enrique Rosas. Acta del 1° d e diciembre, 1972, RAN-Sinaloa. 273 Ibid., 17 y 23 de noviembre, 1972, p. 3. 143 para verificar la existencia de terrenos nacionales o baldíos con miras a efectuar nuevas dotaciones a campesinos sin tierra.274 Por lo que se creó el Departamento de Asesoría Agraria dependiente de la Dirección de Gobernación y a la vez significativa labor junto con el personal de la Comisión Agraria Mixta y de la Procuraduría General de Justicia del Estado, la cual trabajó en diálogo logrando en ocasiones soluciones favorables a los campesinos Inclusive el gobernador Calderón reconocía que los campesinos debían ser escuchados por el presidente de la República, Luis Echeverría Álvarez. 4. Protagonistas y nexos de El Tajito La persistencia y resistencia que los campesinos de El Tajito mostraron ante la fuerza pública, puede deberse al apoyo incondicional (moral y material) recibido de los campesinos de otros ejidos, de los grupos estudiantiles y de los docentes, quienes nunca los dejaron solos a pesar de tanta maniobra de los latifundistas y del gobierno estatal, apoyados desde la prensa por las organizaciones privadas, los pequeños comerciantes y los grandes empresarios. Constantemente el poblado estuvo rodeado de judiciales estatales, de la policía judicial local de Guasave por el Ejército, también había gente disfrazada de “cohechos“, gente que le pagaban para que fueran a sacarlos, “las dichitas guardias blancas”, pagadas por los latifundistas, con la orden de desalojarlos. En una ocasión llegó el Ejército, se estuvo a punto de que estallara un polvorín, de hecho los niños estaban presentes, no se logró replegarlos, todos los compañeros estaban en sus puestos, a la vanguardia, celosamente vigilantes. Presente estuvo el temor de que se registraran nuevos “atropellos” a personas y a los bienes. 274 La información fue proporcionada por el Ing. Celestino Salcedo Monteon, director de terrenos nacionales del Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización. Quien señalaba que en ese año de 1972 se habían declarado un millón 250 mil hectáreas de terrenos disponibles, la última declaratoria fue de 142 mil hectáreas, hecha en septiembre del mismo año. 144 Los agricultores y ganaderos señalaban que de no recibir la protección decidida del gobierno federal a través de sus órganos policiacos o del ejército, no concurrirían a sus labores en el campo, aunque de antemano sabían que sería en detrimento de sus negocios y de la producción agrícola, dijeron, que, de acuerdo con los hechos las regiones más peligrosas para los secuestros eran El Fuerte, Guasave y Sinaloa de Leyva. La zona de Ocoroni, donde merodeaban los plagiarios debe ser objeto de constantes incursiones del ejército. Para lo que el Ejecutivo del Estado otorgaba su apoyo a la Procuraduría General de Justicia de la Entidad para que iniciara las tareas de llevar paz y la tranquilidad en el estado. Donde el Procurador General de Justicia del Estado, el Lic. Arturo I. Cota Rivera, y los presidentes municipales de Ahome, Choix, El Fuerte, Sinaloa, Guasave, Mocorito y Angostura, juntamente con los respectivos inspectores de policía y el Lic. Tomas Gonzales V., Jefe de la Policía Judicial del Estado, representantes de las Asociaciones de Agricultores, como también el Comandante de la IX Zona Militar, Gral. Rosendo Flores Cital, estaba en constante contacto con la Secretaria de la Defensa Nacional, informando sobre el desarrollo de la campaña contra el problema criminal, (en si la ejecución de ordenes de aprehensión y la campaña de despistolizacion). En si la noticia periodística encabezaba “Se unifican autoridades, agricultores y ganaderos de 7 municipios norteños en campaña decisiva contra la delincuencia".275 Durante el tiempo que estuvieron secuestrados tanto Díaz Valderraín como el agricultor José Morales.276 Antes del doble secuestro se habían registrado los de don Guilebaldo Llanes el de un joven de Guasave, el secuestro de don Plácido Cota y los de Francisco Chavira y Antonio Fing. También el asesinato de don Agustín Saldaña y los incontables asaltos a los campos, a pagadores, a carros de bancos, etcétera. Todo se le responsabilizaba al El último día del año de 1972 los campesinos junto con sus familias eran trasladados en camionetas proporcionadas por el gobierno del estado, al predio 275 276 Ibid., 22 y 23, de diciembre, 1972, p. 2 y 3 Ibid., 17 de enero, 1973, p. 4. 145 donde se edificaría la nueva zona urbana del poblado Campo El Tajito, donde el mismo gobierno construiría sus casas, apoyados por ellos mismos. Ocho meses tardó la construcción de las casas, mientras ellos vivían a orillas de lo que sería el poblado, el mismo gobierno les pagaba por contribuir en la edificación de éstas, hubo cada artimaña de los dirigentes y la constructora para robar los diferentes materiales y dejar inconclusa la obra prometida, la cual consistía en una habitación con dos recámaras, baño, cocina y una pequeña estancia como sala, con decorosos acabados. Las calles bien trazadas, con sus banquetas de cemento y los servicios públicos requeridos, así como también bardear el poblado, cosa que nunca se hizo. El sector ejidal representado por la CNC a la cabeza de Patricio Robles y el Sindicato Campesino del Estado calificó como “deplorable” el sangriento cuádruple hecho, los miembros del Comité Ejecutivo y Dirigentes de los diecisiete Comités Regionales Agrarios, estaban sin convencerles la investigación hecha por la Policía Judicial.277 Asimismo el secretario de la Liga de Comunidades Agrarias afirmaba que los campesinos sinaloenses exigían a las autoridades del Estado una nueva investigación, no les convencía los estudios del peritaje, sorprendidos aún. Hasta las autoridades agrarias se mostraron preocupadas por este “revés” observado en el problema agrario de Sinaloa; donde Marcelo Loya había sido admirado por su postura como dirigente, por su afán tesonero, sin embargo con su muerte las autoridades querían ponerlo como el peor criminal exhibido a la luz del pueblo, a quien mostraron en los patios del H. Ayuntamiento del Municipio de Guasave, como a quien la hace la paga, con el fin de “escarmentar a quien movilizara a la gente”,278” tirados como reces en canal”, cubiertos sus cuerpos de lodo. 277 El Diario de Culiacán, 17 de enero, 1973, p.3. Entrevistas realizadas a Carmen Domínguez, Juan José Ríos, Guasave, Sinaloa, México, 19 de febrero, 2011, Guillermo Loya, Guasave, Sinaloa, México, 16 de abril, 2011. El Debate 7 de enero, 1973, p. 3. 278 146 ¿Acaso los campesinos se lo creyeron? ¿En qué momento?, efectivamente dice Mombela “teníamos mucho miedo”, sin embargo “nadie nos hacia daño”, “sabía el Gobierno lo que había hecho”. Con la construcción de las casas nos callaron. Con la muerte de Marcelo se pusieron de manifiesto las denuncias de los latifundistas y concentraciones ilegales de tierra; el gran número de resoluciones presidenciales sin ejecutar, que comprenden varios millones de hectáreas las numerosas solicitudes de tierras, algunas de las cuales databan desde hacía más de treinta años. El acaparamiento de parcelas ejidales departe de particulares y en algunos casos por ejidatarios.279 Manifestaban también que el problema en el campo seguía siendo el número uno en México. Inclusive reiteraban que en el país eran escasos en los recursos hidrológicos, donde el agua de los diferentes distritos de riego no estaba equitativa y justamente distribuida. Puntualizaban también, que si bien era cierto que el régimen del presidente Echeverría había elevado el porcentaje del presupuesto nacional hacía el campo, existían aún numerosas carencias en lo que respectaba a la construcción de escuelas y becas para hijos de campesinos, centros de salud, vivienda y caminos. El régimen de seguridad social aún no beneficiaba a un porcentaje mayor de la población rural. Zoilo Félix tomó la dirección del Campo El Tajito, al elegirse autoridades por primera vez después de la muerte de Marcelo el 11 de febrero de 1973,280 quedando Zoilo Félix Gutiérrez, Artemio Nieblas, Pedro García, como presidente, secretario y tesorero, respectivamente. Con una entrega parcial de quinientas hectáreas (ver anexo 9), mismas que trabajaron los campesinos del grupo de manera colectiva. Amenazó con ir a la Ciudad de México para dirigirse al presidente Echeverría, e informarle que el DAAC aún no les había resuelto nada sobre el problema de la 279 Durante el Congreso Agrario Nacional, organizado por la Central Campesina Independiente en la Ciudad de México, Ibid., 16 de enero, 1973, p. 4. 280 En el ejido Alfredo V. Bonfil, fue hasta el 16 de diciembre de 1974 que se realizaron. RANSinaloa. 147 tenencia de la tierra, de las viviendas y el servicio de riego.281 En la estancia en la Ciudad de México los campesinos acompañados de Zoilo Félix282 estuvieron en la Delegación del DAAC; Zoilo manifestaba que los representantes del DAAC encabezados por el Lic. Augusto Villanueva continuaba con promesas, engañando a la gente, diciéndoles que todo estaba arreglado. En ese ambiente de presiones campesinas, el Ing. Marco Antonio Inzunza Montoya, jefe de la Comisión Agraria Mixta declaraba que: “Todos los ejidos en primera instancia en el Estado serían a parcelados económicamente a reserva de la solución definitiva que diera el Consejo Consultivo del DAAC. El funcionario no sabía con precisión el número de ejidos dotados en primera instancia, pero aclaró que el aparcelamiento económico se haría mediante un sorteo de parcelas que los mismos ejidatarios realizarían en una asamblea. Campesinos que habían comprendido el problema de la tenencia de la tierra y que consideraban una necesidad el usufructo decidieron abandonar los sistemas de invasión y hacer sus trámites por las vías legales.283 En ese marco social, en el cual se manifestaban las declaraciones del Dr. José Guevara Calderón director de la Aseguradora Nacional Agrícola y Ganadera, expresaba que: durante los últimos veinte años se habían malgastado mil millones de pesos anuales en el campo. Una cadena de errores en la planeación carencia de asesoría técnica a los campesinos, corrupción de funcionarios y líderes agrarios, así como los subsidios paternalistas eran las causas de ese gran despilfarro. Señalaba otros vicios que incidían en el subdesarrollo institucional. Ya había pasado un año del asesinato de Marcelo, y los campesinos en cierta medida “conformes” con sus nuevas casas requerían ponerse a trabajar con el reconocimiento de las instituciones, por lo que el mismo gobernador por disposición del presidente de la República, veían que debían conciliarse intereses de ejidatarios y parvifundistas de El Tajito, por lo que el Secretario General de la 281 Rosario Quevedo op. cit., p.106. No hay que confundir a los campesinos del grupo representado por Pablo García Valdez del ejido Alfredo V. Bonfil, en Sinaloa, que se les resolvió al mismo tiempo e hicieron al último las gestiones al mismo tiempo, pero no exactamente juntos. 283 Ibid., p. 101. 282 148 CNC, Ing. Celestino Salcedo Monteón y el presidente de la Confederación Nacional de la Pequeña Propiedad, Lic. Gustavo Guerrero Castaños, realizarían una reunión el 13 de septiembre de 1974 en la Asociación de la Pequeña Propiedad Guasavense, tuvo el árbitro del delegado Agrario en Sinaloa Lic. Marco Antonio Espinoza Pablos, del presidente estatal de la pequeña propiedad. Javier Angulo Hernández y de dirigentes ejidales.284 Mientras las soluciones se llevaban a su fin, los campesinos para presionar la agilización y que el gobierno no diera marcha atrás a los acuerdos, invadieran por última vez el 18 de mayo de 1975 un predio de Rosalinda Gastélum y Elsa Gutiérrez Arvizo. Aunque los pequeños propietarios afectados solicitaron y obtuvieron la protección de la justicia federal, amparando las superficies afectadas, el DAAC en esta ocasión había favorecido a los campesinos de El Tajito. Aunque con esa experiencia los llevó a pensar en un cambio de sistemas que permitieran hacer dotaciones agrarias que posteriormente no generaran problemas a los mismos campesinos y a los pequeños propietarios, de eso estaban también El 3 de noviembre de 1975 los campesinos realizaron de manera formal una nueva solicitud, ya no dotatoria, sino de creación de un nuevo centro de población, el cual nombrarían Campo El Tajito,285 misma que fue ejecutada el 10 de mayo de 1976, (ver anexo 9), por el presidente Lic. Luis Echeverría Álvarez, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 14 de junio del mismo año, ejecutándose un mes después el 8 de julio, beneficiando a 273 campesinos con una superficie de 2,726, 86-73, hectáreas, ubicadas en el predio Corerepe, propiedad de la nación y 22-00- 284 Rosario Quevedo op. cit., p. 142, El Sol de Sinaloa 14 de septiembre, 1974, p. 3. Los entendidos y conocedores del conflicto, así como de la posesión predial en El Tajito sostuvieron en la sesión preliminar que: “con las 3 mil hectáreas, que tienen en su poder Zoilo Félix y Pablo García, puedan ejecutarse la resolución presidencial mediante la cual se dote de tierras a los 170 ejidatarios, motivo de este movimiento”. Oficio VIII/447, dirigido al Secretario de la Reforma Agraria, Dirección General de Autoridades Ejidales y Comunales, D F del Delegado de la SRA, Lic. Esteban Ángeles Cerón, con fecha 18 de junio 1977, Culiacán, Sinaloa, México. Ibid. 285 149 00 hectáreas ubicadas en el mismo predio, cedidas por el señor Alfredo Guillermo Alarcón Pinto.286 Entre el reconocimiento de los latifundistas, el gobiernos del estado, e inclusive de la misma sociedad los campesinos a partir de 1973 empiezan a sembrar las quinientas hectáreas de manera colectiva, esperando que tan pronto resolviera por parte del gobierno cómo entregarles el resto de la superficie faltante (2,283 hectáreas), para poseer las autorizadas en resolución presidencial, sin embargo habrían de pasar otros tres años para que se solucionaran de forma definitiva. No obstante en 1975 volvieron los campesinos a invadir (ver anexo 8), para presionar que el gobierno de Alfonso G. Calderón gestionara con el presidente Lic. Luis Echeverría para que de manera conjunta solucionaran, los campesinos por lo tanto había de nueva cuenta, de manera protocolaria solicitado al presidente, ya no la dotación de tierras, sino la creación de un nuevo centro de población ejidal, el cual nombrarían ejido Campo El Tajito, siendo 267 solicitantes; tanto de los que venían en la anterior resolución presidencial de 1968, como de aquellos campesinos que habían adquirido derecho a salvo por permanecer constantes en la lucha de demanda de tierra. 286 Aviso de posesión dirigido al Presidente municipal de Guasave, del Comisionado, Ing. Juan Ceceña Ascencio, Culiacán, Sinaloa, julio 2 1976. Ibid. 150 Conclusiones Escudriñar la experiencia sobre el movimiento campesino que se dio en El Tajito por la demanda de la tierra me ayudó a cumplir con el objetivo de la investigación, el cual consistía en analizar, determinar y reflexionar la forma radical en qué actuaron los campesinos sinaloenses, en el período de 1968 a 1976, al sentirse agraviados por los latifundistas quienes habían de manera simulada y a través del derecho de amparo, autorizado por Ley Agraria de 1971, concentrar las mejores tierras de cultivo, pasando por encima del mandato presidencial de dotación de la misma. Los campesinos se revelaron contra ese sistema desempeñando tácticas extremas para mantenerse y resistir hasta lograr lo demandado. A pesar de que los movimientos campesinos en la demanda por la tierra proliferaron en la mayoría de los estados del país, pero de distintas maneras; en algunos en forma de guerrillas, en otras, en marchas por las principales calles de las ciudades, tomas de oficinas públicas, suspensión de labores, en manifestaciones en contra de las políticas locales, sobre todo aquellas que apoyaban a los latifundistas, otras más en tomas e invasiones de tierras, muchas de las veces ya resueltas atrás de un escritorio por mandato presidencial. Afirmar que en Sinaloa en las década de los sesenta y setenta del siglo pasado se presentaron movimientos campesinos, es porque estuvieron presentes dos adversarios, entre ellos por un lado los campesinos quienes se empleaban con los grandes latifundistas, precisamente el otro adversario, para producir la tierra, sin la esperanza de realizar el lema de Zapata, “la tierra es de quien la trabaja. Donde los campesinos solicitaron dotación de tierras por carecer de la indispensable para vivir. Tesis que me llevó a darle sentido al concepto de movimientos sociales como lo describen Alan Touraine, Alberto Melluci y Sídney Tarrow. Donde Touraine ve una acción conflictiva de agentes, que tienen que ver con una acción social entablada con un adversario por la gestión de los medios a través de los cuales una sociedad actúa sobre si misma y sobre sus relaciones con su entorno. Melucci 151 aparte de considerarlo como una acción conflictiva, lo ve además como una acción colectiva, que implica la lucha de dos adversarios en la que cada uno se caracteriza por una solidaridad específica y se opone al otro por la apropiación y destino de los recursos y valores sociales. Para cuando Sídney Tarrow, los ve en dos dimensiones: primero; como desafíos colectivos que comparten objetivos y solidaridades en una intención mantenida con las élites, los oponentes y las autoridades, y segundo; como respuestas a una serie de condiciones sociales y políticas adversas que adquieren forma cuando cuidadosamente se juntan a veces animados por los líderes Con esas definiciones, efectivamente, puedo concluir que en el movimiento campesino de El Tajito están presentes los dos adversarios en conflicto, por un lado los campesinos, con sus respectivas redes, las clases populares, quienes luchan por tener un medio de subsistencia, haciendo alarde al lema de “la tierra es de quien la trabaja”, primero la demandaron de manera legal, al no tener éxito, por la fuerza que tiene el otro adversario, los latifundistas, se implican en la ilegalidad. Adversarios que también sintiéndose agraviados y temerosos de que les arrebaten la tierra acaparada, simulada entre sus mismos trabajadores, y familiares, que en algunos casos apenas empiezan a ser parte de la sociedad, por esa acción solicitan el apoyó de la clase en el poder, a quien en momentos de producción les era más fácil dotarlos de lo usufructuado de algún campo agrícola, que regresar la tierra a los campesinos, faltos de ésta. Primeramente los campesinos gestionaron de manera legal la solicitud de que se les dotara la tierra perteneciente a la nación, pero que usufructuaba Reynaldo Ramos, latifundista de la región, al darse cuenta de que no se podía proceder, si quisiéramos considerar que lo hacían de manera ilegal,287 diríamos que continúan invadiéndolas de forma pacífica, sin permitir que fueran sembradas por nadie. Lo que le dio más peso fue la radicalización que toma el movimiento. Donde constantemente en la toma de la tierra imperó un clima de tensión, donde podía 287 Digo si quisiéramos considerarlo de manera ilegal, porque ya era un mandato presidencial. 152 derramarse de nuevo la sangre entre campesinos y judiciales, lo cual para el gobierno hubiera sido lacerante que sucediera. Las condiciones de los campesinos sin tierra, no solo los de El Tajito, sino en general los del estado de Sinaloa, relegados, dependiendo de la propiedad de sus familiares, o bien emplearse como jornaleros de los latifundistas, a expensas de una paga que apenas les permitía la subsistencia. Sin ver que se hiciera efectivo el cumplimiento del reparto agrario, por las medidas de los mismos latifundistas quienes en base a todos los medios la defendían. No cabe duda como dice Touraine que para que se dé un movimiento se requiere de un agravio, y esos estaban presentes en la clase campesina. En ocasiones, agravio que constantemente allí está, pero no pasa nada, parece que a “nadie se le a ofendido”, Moore me orientó a dar respuesta a la pregunta ¿por qué algunas personas al ser agraviadas se revelan y otras no?, la cual responde en su libro La injusticia: bases sociales de la obediencia y la rebelión, en el caso de las condiciones en las que vivían los campesinos sin tierra en Sinaloa eran parecidas, pero solo algunos campesinos se manifestaron, sobre todo los del municipio de Culiacán y los de Guasave, que si bien es cierto allí se encontraban las mejores tierras de cultivo, y la notoria concentración de éstas, los campesinos de El Tajito fueron los que se revelaron de manera radical, hasta hacer que el gobierno volteara hacia ellos. Tenían acción resuelta positiva por mandato presidencial y los gobiernos locales (Leopoldo Sánchez Celis, y Alfredo Valdés Montoya), no ejecutaban la orden por no enemistarse con los propietarios de terrenos simulados en pequeñas propiedades, quienes habían adquirido lazos de amistad y compadrazgo. El Comité Agrario de El Tajito al buscar por más de cinco años de manera legal el acatamiento y no ver que se hiciera efectiva ésta, encabezado por su líder Marcelo Loya, y orientado por grupos de estudiantes recurren a acciones radicales, no empleadas en la región, hasta lograr sus objetivos. En esta acción de los campesinos es evidente según Moore que la gente está inclinada a legitimar cualquier cosa que le parezca inevitable, sin importar lo 153 dolorosa que pueda ser, pues de otra manera el dolor resultaría intolerable. La conquista de este sentimiento de inevitabilidad resulta esencial para el desarrollo del desagravio moral que sea políticamente efectivo. Para que esto suceda la gente debe percibir y saber su situación como consecuencia de la injusticia humana: como una situación que no debe, no puede y no necesita soportar. Por supuesto, una percepción así, ya sea un nuevo despertar o el contenido de una tradición consagrada, no es garantía de que vendrán cambios políticos y/o sociales. Lo que sí es seguro es que sin la agitación que produce el agravio moral, “tales cambios no ocurrirían”. Entre los líderes de los opresores y de los oprimidos, puede haber un entendimiento táctico de que ésta es la forma en que se supone que debe trabajar el sistema, o sea, que ésta es también la forma que toma el control social. Por un lado los latifundistas querían que se diera fin al problema, porque los campesinos no les permitían producir las tierras, pues la consigna del campesino era: si los ricos terratenientes no les permiten la tierra que por derecho en resolución presidencial les correspondía, tampoco ellos la aprovecharían. Al entrar los campesinos en la dinámica de radicalización; (de aportación de armas, asaltos, secuestros, robos,) fue necesario vencer la dependencia en base a nuevas formas de solidaridad y de nuevas redes de cooperación para llevar a cabo la resistencia. La solidaridad de la clase popular siempre les fue incondicional, tanto de apoyo intelectual, moral y material o quién justificaba los agravios recibidos de los latifundistas y fuerzas publicas, pagadas por los mismos necesario para hacer frente a la élite rural. Quien los mantuvo en un declarado hostigamiento, junto con la clase en el poder. Demostraban lo que afirma Tarrow; en su obra El poder en movimiento, los movimientos sociales acción colectiva y la política, “En general cuando un grupo de hombres decide arriesgar su seguridad, sus bienes, su familia, por defender determinados objetivos es porque los creen realizables”. Les fue muy útil a los campesinos, las destrezas críticas de supervivencia, donde manifestaban apariencias que los llevó al logro de los objetivos, el hecho de 154 aparentar tanta fortaleza en las acciones de protegerse y proteger el predio, cuando en realidad las armas “potentes”, que la prensa decía tenían, no eran tales, sino lo bien que simulaban c falsos personajes improvisados de palos con sombrero, los simulacros de tortura entre los mismos campesinos, o bien las actitudes de abstenerse de dar información cuando se los solicitaban los enviados de los latifundistas, o del mismo agrario. En los movimientos sociales, indispensable es la directriz del líder como soporte al estimulo de persistencia, delatándose visionariamente a las consecuencias o riesgos que se presenten, sin perder de vista el objetivo planteado en la lucha por lo demandado, pues romperán con las normas establecidas en la sociedad, reglas del poder político, con el fin de poder lograr los objetivos bien definidos que tienen al organizarse. Estos pueden ser manifestados por las clases subalternas, pero también por las clases en el poder. Donde definitivamente el desempeño específico de roles del capital humano lleva a la realización segura de cada actividad propuesta para los objetivos de acción del movimiento. Melluci nos dice que la disponibilidad, será una parte medular de la acción colectiva de los actores comprometidos. Efectivamente pudo verse en los campesinos de El Tajito, quienes durante siete meses soportaron condiciones infrahumanas, en constante vigilancia de la fuerza publica, asechándolos constantemente, sin tener compasión al suprimirles el líquido vital y víveres para su subsistencia, mientras duró una de las acciones, también radicales de los campesinos, la privación por más de 72 de la libertad de gestores y trabajadores de gobierno y latifundistas. Resistencia consecuente que llevó hasta la privación de la vida del líder y cuatro de sus compañeros, cuando ya habían traspasado los límites de la legalidad. Si bien, estas formas de resistencia lejos estaban de provocar un cambio importante, logró quebrantar la legitimidad del gobierno y la productividad de los latifundistas. Lo que llevó a los funcionarios del Departamento Agrario a pensar en una innovación de sistemas que permitieran hacer dotaciones agrarias, que no generaran problemas a los mismos campesinos y a los pequeños propietarios. 155 Pues esa había sido una de las causas principales al haber el Presidente firmado una resolución de dotación, sin haber existido el sustento claro de la Dirección de Terrenos Nacionales y del Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización, razón por lo que en lo sucesivo a través de este departamento se haría una investigación exhaustiva en Sinaloa para verificar la existencia de terrenos nacionales o baldíos con miras a efectuar nuevas dotaciones a campesinos sin tierra. Se creó también el Departamento de Asesoría Agraria dependiente de la Dirección de Gobernación y la labor del personal sería significativa junto con la del personal de la Comisión Agraria Mixta y de la Procuraduría General de Justicia del Estado, de las cuales se requería que trabajaran en constante dialogo, para lograr soluciones favorables a los campesinos. Inclusive, después de la radicalización del movimiento de El tajito el gobernador Alfonso G. Calderón reconocía que los campesinos debían ser escuchados por el Presidente de la República, Luis Echeverría Álvarez. En ese ambiente de presiones campesinas, el Ing. Marco Antonio Inzunza Montoya, Jefe de la Comisión Agraria Mixta declaraba que: “Todos los ejidos en primera instancia en el estado serían a parcelados económicamente a reserva de la solución definitiva que diera el Consejo Consultivo del DAAC. Si en la obra de Maquiavelo El príncipe, el fin justifica los medios. No podían acaso justificar las acciones de los campesinos, (asaltos, robos a pizca de algodón, aportación de armas, cuando el fin era presionar, para que se les reconocieran y dieran la tierra registrada en resolución presidencial, desde hacía más de cinco años, quién justificaba los agravios recibidos de los latifundistas y fuerzas publicas, pagadas por los mismos, esa era su forma de manifestarse. 156 Anexo 1 Primera Resolución Presidencial del Comité Agrario de El Tajito288 Periódico Oficial de la Federación, Sábado 30 de noviembre 1968. Resolución sobre dotación de ejido el poblado Campo El Tajito, en Guasave, Sin. Al margen un sello que dice: Poder Ejecutivo Federal.- Estados Unidos Mexicanos.- México.- DAAC. VISTO para resolver en definitiva el expediente relativo a la dotación de ejido solicitada por vecinos del poblado denominado Campo El Tajito, de municipio de Guasave, del Estado de Sinaloa; y RESULTADO PRIMERO.- Por Escrito de 14 de mayo de 1966 vecinos del poblado de que se trata solicitaron del C. Gobernador del Estado dotación de tierras por carecer de las indispensables para satisfacer sus necesidades. Turnada la solicitud a la Comisión Agraria Mixta, este Organismo inició el expediente respectivo, publicándose la solicitud en el Periódico Oficial del Gobierno del Estado de fecha 12 de julio del año citado surtiendo efectos de notificación, la diligencia censal se llevó a cabo con los requisitos de ley el 8 de agosto 1967 arrojando un total de 78 capacitados en materia agraria; procediéndose a la ejecución de los trabajos técnicos de localización de predios afectables. RESULTADO SEGUNDO.- Terminados los trabajos mencionados en el resultado anterior, la Comisión Agraria Mixta emitió su dictamen el que fue aprobado el 15 de marzo de 1968 y lo sometió a la consideración del C. Gobernador del Estado, quien no dictó su mandamiento dentro del término de la ley por lo que se considera emitido en sentido negativo de acuerdo con lo dispuesto por el Artículo 239 del Código Agrario en vigor. RESULTADO TERCERO.- Revisados los antecedente y analizadas las constancias que obran en el expediente respectivo, se llegó al conocimiento de lo siguiente: que según la diligencia censal efectuada el 24 de junio de 1966 son 273 288 Diario Oficial de la Federación, México, 30 de noviembre, 1968, pp. 14-18. 157 los capacitados que deben servir de base para la presente acción y no los 78 capacitados que se tomaron en cuenta en primera instancia; que practicado un nuevo estudio se comprobó que dentro del radio de 7 kilómetros del núcleo gestor resultan legalmente afectables 2,382 hectáreas de las que 2, 360 hectáreas son de riego y 22 hectáreas para la formación de la zona urbana, que se puede tomar de terreno propiedad de la Nación, que indebidamente viene usufructuando Reynaldo Ramos M., a quien se le deberá respetar 100 hectáreas de riego que adquirió por compra que hizo al señor Eduardo Rojina Villegas, según Escritura inscrita el 30 de diciembre de 1965. Los nombres de los 273 capacitados son los siguientes: 1.- León R. Gámez, 2.- Juan Lozano M., 3.- Pablo García, 4.- Tomás Diarte, 5.Octavio Armenta, 6.- Salvador Guerrero, 7.- Manuel Félix C., 8.- Isidro Castro, 9.Alfonso Castro, 10.- Jesús Alvarado, 11.- Guillermo Loya O., 12.- Rigoberto Baldenegro, 13.- Marcelo Loya Órnelas, 14.- Donaciano Aboytes, 15.- Olegario Félix, 16.- Juan Espinoza, 17.- Francisco Guerrero, 18.- Rubén Uriarte, 19.Luciano Sánchez, 20.- Guadalupe López S., 21.- Fidencio Loya O., 22.- Ramón Gutiérrez, 23.- Ramón Meza C., 24.- Mario Meza P., 25.- Francisco Gámez B., 26.Francisco Lugo M., 27.- J. Rodrigo Lozano, 28.- Cipriano Espinosa, 29.- Pilar Armenta, 30.- Epifanio Soto, 31.- Ramón Alvarado, 32.- Ramón F. Soto, 33.- Mario Armenta, 34.- Eulogio Aboytes, 35.- Arcadio Soto, 36.- Rubén Melendrez, 37.- Manuel R. Soto, 38.- Luis Cisneros, 39.- Jesús Pérez A., 40.- José M. Séptimo, 41.- José Delgado, 42.- Rosario Félix, 43.- Antonio Meza, 44.- Leonel Félix F., 45.- Fortunato Guerrero, 46.- Emilio Félix S., 47.- Ramón Pérez, 48.Fortunato Lugo, 49.- Ismael Valenzuela, 50.- Eusebio Guerrero, 51.- Ramón Sánchez, 52.- Rigoberto Melendrez, 53.- Guadalupe Valenzuela, 54.- Federico Bojórquez, 55.- Filiberto Acosta, 56.- Maximiliano Castro, 57.- Nicolás Plasencia, 58.- Romualdo Esperón, 59.- Luciano Acosta, 60.- Oscar Yáñez V. 61.- Zeferino Germán, 62.- Ricardo, 63.- Nieves Aguilar, 64.- Francisco Pérez, 65.- Rafael Bojórquez, 66.- Jesús Aguilera, 67.- Andrés Ontiveros, 68.- Octavio Loya O., 69.Aureliano Aro, 70.- Francisco Félix F., 71.- Rosario Álvarez, 72.- Ricardo Acosta, 158 73.- Francisco Cota A., 74.- Jesús Lugo B., 75.- Francisco Cota G., 76.- Santiago Tinajeras, 77.- Fortunato Bojórquez, 78.- Ernesto Navarro, 79.- Felipe Moreno, 80.Felipe Cisneros, 81.- Luis Cota L., 82.- Manuel Villegas, 83.- Guillermo Félix, 84.Manuel Espinoza, 85.- Rogelio Cisneros, 86.- Justo García, 87.- Fernando Durán, 88- Juan Valdés V., 89.- Ramón Espinosa, 90.- Feliciano Quiñones, 91.- Juan Rodríguez, 92.- Reynaldo Álvarez, 93.- Leocadio Olivas, 94.- Esteban Camacho, 95.- José D. Meza, 96.- Octavio Perea, 97.- Rodolfo Valenzuela, 98.- Tomás Guerrero, 99.- Emilio Durán C., 100.- Erasto Zavala P., 101.- Ramiro Sánchez, 102.- Dagoberto Sánchez, 103.- Carlos López L., 104.- Alfonso Sánchez F., 105.Alejandro Calderón, 106.- Gabriel Félix, 107.- Ramón Dueñas G., 108.- Rosario Beltrán, 109.- Ramón Barraza, 110.- Salmo O. Zavala, 111.- Jesús Lara, 112.Benjamín Barrera, 113.- Pablo Arrellano, 114.- Agustín Rocha, 115.-José M. Acosta, 116.- Macario Alvarado, 117.- María J. Rodríguez, 118.- Rafael Melendrez, 119.- Rosario Valle, 120.- Eduardo Quintero, 121.- Manuel Zavala, 122.- Enrique Sánchez, 123.- Jesús Cangas, 124.- Isidro Cangas, 125.- Julián Cota, 126.- Lope Velázquez, 127.- Cirilo Siqueiros, 128.- Enrique Rosas, 129.- Natividad Rosas, 130.- Víctor Velarde, 131.- Juan Beltrán, 132.- Rosario Pérez, 133.- José Pastor, 134.- Juan Damián, 135.- Valentín Damián, 136.- Vidal Villegas, 137.- Ramona Haro, 138.- Raúl Luna, 139.- José Rambau, 140.- Alberto Peñuelas, 141.- José Zavala, 142.- Arcadio Beltrán, 143.- Lorenzo Gámez, 144.- Antonio Barraza, 145.José Gámez, 146.- Emilia Beltrán, 147.- Toribio Sepúlveda, 148.- Ignacio R. Valle, 149.- Ramón Sepúlveda, 150.- Fernando Pérez, 151.- José M. Pérez, 152.Alfonso Bojórquez, 153.- Pedro Gutiérrez, 154.- José Sepúlveda 155.- Miguel A. Acosta, 156.- Bibiano Aguilar, 157.- Zeferino Sánchez, 158.- Clemente Armenta, 159.- Fabián Gámez, 160.- María Valenzuela, 161.- Manuel Villegas, 162.- Juan Castro, 163.- José L. González, 164.- José L. Bojórquez, 165.- Carlos Moreno, 166.- José Beltrán, 167.- Salvador Flores, 168.- Rosa M. Flores Viuda. 169.- Felipe Beltrán, 170.- José I. Soto, 171.- Ernesto Valdés, 172.- Juan Castro, 173.- Jesús Castro, 174.- Fructuoso Rodríguez, 175.- Sergio Solano, 176.- Santiago Rodríguez, 177.-Rafael Rubio, 178.- Alfredo Zavala, 179.- Manuel Galiano Lugo, 180.- Raúl Rascón, 181.- Guadalupe Esteves, 182.- Luciano Lugo, 183.- Ángel 159 Peñuelas, 184.- Aureliano Gámez, 185.- Jenaro Arredondo, 186.- Ramona Bojórquez, 187.- Guillermo Armenta, 188.- Manuel Castro, 189.- Rigoberto Castro, 190.- Abel López, 191.- Lorenzo Castro, 192.- Ismael Vázquez, 193.- Arturo Castro, 194.- Tranquilino Armenta, 195.- Ramón Beltrán, 196.- Francisco Reyes, 197.- Jesús Guerrero, 198.- León Magno, 199.- Rosario Acosta, 200.- José A. Sañudo, 201.- Francisco Castro, 202.- Manuel Félix, 203.- Domingo Castro, 204.Alfredo Castro, 205.- Arnoldo Castro, 206.- Augusto Beltrán, 207.- Ramón Duarte, 208.- Narciso Loya, 209.- Ramón Sinco, 210.- Adolfo Rubio, 211.- Jacinto Cota, 212.- Doroteo Aboytes, 213.- Juan J. Gámez, 214.- Vicente Rubio, 215.- Teódulo Rubio, 216.- Rodrigo Sánchez, 217.- Mario Barraza, 218.- Manuel de J. Esquivel, 219.- Luis Castro, 220.- Fernando Lara, 221.- Francisco Quiñones M, 222.Octavio Haro, 223.- Ireneo Cota, 224.-Guadalupe Arce, 225.- Manuel Esquivel, 226.- Alejandro Urías, 227.- Luis Hurtado, 228.- Héctor Retamoza, 229.- Silverio Urías, 230.- Manuel Mackay, 231.- Juan Mackay, 232.- Juan A. López, 233.Arnulfo Félix, 234.- Enrique Morales, 235.- Ernesto Gómez 236.- Ángel Lara, 237.Maximiliano Cota, 238.- Refugio Meza, 239.-Antonio Cenca, 240.- Manuel de J. Beltrán, 241.- Amado Cazares, 242.- Francisco Félix, 243.- Jesús Félix, 244.- Zoilo Félix, 245.- Oscar Castro, 246.- José Luis Rocha, 247.- Martha Ramírez, 248.Manuel Damián, 249.- Rigoberto Villalva, 250.- Rosendo Morales, 251.- Francisco Madero, 252.- Herlinda Pereda, 253.- Jesús Esquivel, 254.- Francisco Ortiz, 255.Bartolo Lugo, 256.- Matías Durán, 257.- Domingo Sánchez, 258.- José Peña, 259.Anastasio Pillado, 260.- José Nieblas, 261.- Raúl Lugo Mejía, 262.- Austraberto Cervantes, 263.- Rafaela R. Vda. De Esquer, 264.- Melchor Castro López, 265.Santos Sánchez B., 266.- Juan Antonio C., 267.- Ramón Camacho, 268.- José Francisco Soto A., 269.- Jesús Velázquez, 270.- L. Fernando Vázquez, 271.Manuel Villegas G 272.- Felipe Londey, y 273.- Manuel Gámez. Con los elementos anteriores el Cuerpo Consultivo Agrario emitió su dictamen en el sentido de esta Resolución y CONSIDERANDO PRIMERO.- el derecho del poblado peticionario para ser dotado de tierras ha quedado demostrado al comprobarse que existe con seis meses de anterioridad a las fecha de la solicitud respectiva, que no se encuentra dentro de 160 los casos de incapacidad a que se refiere la Ley Agraria en vigor y que en el mismo radican 273 capacitados en materia agraria que carecen de la indispensable para satisfacer sus necesidades. CONSIDERANDO SEGUNDO.- Atendiendo a que los terrenos legalmente afectables en este caso son los mencionados en el Resultado Tercero de esta Resolución; atendiendo asimismo a la extensión y calidad de sus tierras y a las demás circunstancias que en el presente caso concurren, procede fincar en dichos en dichos terrenos la dotación definitiva de ejido a favor de los vecinos del poblado deno0minado Campo El Tajito con una superficie de 2, 382 hectáreas de las que 2,360 hectáreas son de riego que se deberán destinar a la formación de 236 unidades de dotación de 10 hectáreas cada una, a fin de beneficiar a 235 capacitados y la correspondiente a la escuela del lugar de 22 hectáreas serán para la zona urbana del poblado, en Asamblea General de Ejidatarios se llevará a cabo la selección de los 235 capacitados beneficiados con esta Resolución con unidad de dotación de acuerdo con lo previsto en el Artículo 85 del Código Agrario en vigor, debiéndose dejar a salvo los derechos de los 38 capacitados restantes por lo que a tierras se refiere y revocarse el Mandamiento del Gobernador del Estado quien por no haberlo dictado dentro del término de Ley se consideró negativo de acuerdo con lo dispuestos por el Artículo 239 del Código Agrario en Vigor. Por lo expuesto y de acuerdo con el imperativo que el Ejecutivo a mi cargo impone la Fracción X del Artículo 27 Constitucional y con apoyo además en los Artículos 50 y 51 interpretado a contrario sensu 57, 58, 59, 61, 62, 76, 80, 81 y demás relativos del Código Agrario en vigor, se resuelve: PRIMERO.- se revoca el Mandamiento del gobernador del Estado quien por no haberlo dictado dentro del término de la Ley se considera negativo. SEGUNDO.- Se concede a los vecinos solicitantes del poblado denominado Campo El Tajito, Municipio de Guasave del Estado de Sinaloa, por concepto de dotación definitiva de ejido, una superficie de 2,382 hectáreas (dos mil trescientas ochenta y dos hectáreas) de las que 2, 360 hectáreas (dos mil trescientas sesenta 161 hectáreas), son de riego y 22 hectáreas (veintidós hectáreas) para la zona urbana del poblado, que se tomarán íntegramente de terreno propiedad de la Nación, quedando dicha superficie distribuida en la forma establecida en el Considerando Segundo de esta Resolución. La anterior superficie deberá ser localizada dependiendo con el plano aprobado por el DAAC y pasará a poder del poblado beneficiado con todas sus accesiones, usos costumbres y servidumbres. TERCERO.- En asamblea General de ejidatarios se llevará a cabo la selección de los 235 capacitados beneficiados con esta Resolución, con unidad de dotación en la forma prevista por el Artículo 85 del Código Agrario en vigor. CUARTO.- Expídanse a los 235 capacitados que resultaron beneficiados con esta Resolución, con unidad de dotación y para la escuela del lugar los Certificados de Derechos Agrarios correspondientes. QUINTO.- Se dejan a salvo los 38 capacitados restantes por lo que a tierra se refiere. SEXTO.- Al ejecutarse la presente Resolución deberán observarse las prescripciones contenidas en los apartados 111 y112 del Código Agrario en vigor y en el artículo 206 del citado Ordenamiento y a los reglamentos sobre la materia, instruyéndose ampliamente a los ejidatarios sobre sus obligaciones y derechos a este respecto. SÉPTIMO.- Publíquese la presente Resolución en el Diario Oficial de la Federación y en el Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Sinaloa e inscríbase en el Registro Agrario Nacional y en el Registro Público de la Propiedad correspondiente, para los efectos de ley; notifíquese y ejecútese. Dada en el Palacio del Poder Ejecutivo de la Unión, en México Distrito Federal, a los dieciocho días del mes de septiembre de mil novecientos sesenta y ochoGustavo Díaz Ordaz.- Rúbrica.- Presidentes Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.- Cúmplase Norberto Aguirre.- Rúbrica.- Jefe del DAAC. 162 Anexo 2 Reseña biográfica de Marcelo Loya Ornelas289 y vivencia en la invasión Marcelo Loya Ornelas, nace el 19 de marzo de 1939,290 en Tamborillo, Municipio de Guadalupe y Calvo, en el estado más grande de la República Mexicana, 289 Retrato/ pintura de Marcelo Loya, proporcionado por su hijo Adrián Loya Arredondo. 163 Chihuahua, enclavado en la Sierra Madre Chihuahuense. Cuando por órdenes del presidente Lázaro Cárdenas se permitió que el ejido dejara de verse como un complemento para convertirse en el centro del desarrollo agrícola, que los obreros y los campesinos adquirieran un papel importante en la política y que el Ejército perdiera presencia política, al compas de la Institución Presidencial consolidada. Aunque el campesinado todavía no cubría las necesidades básicas, de alimentación, ni donde poder producir lo necesario para su subsistencia, y su vivienda, ya que la concentración de la tierra seguía arraigada, en manos de hacendados, latifundistas y presta nombres, con quienes los campesinos tenían que alquilarse. Ya para los años sesentas, en Sinaloa el sector agroexportador se estaba desarrollando esplendorosamente, gracias a su constante y rápido crecimiento en la infraestructura hidráulica, inclusive en 1956 se había construido una de las presas más grandes, la Miguel Hidalgo, en el Municipio de El Fuerte, y estaban por construirse otras dos más. Muchos campesinos en tiempo de zafra se veían en la necesidad de seguir las diferentes cosechas, no solo en el estado de Sinaloa, sino también en Sonora, Baja California. El norte de Sinaloa era uno de los lugares de alta producción de algodón, donde año con año, recibía gente de los estados de Jalisco, Guanajuato, Chihuahua, Michoacana, y Zacatecas, con el fin de emplearse como peones. Así era como vivían los padres de Marcelo; don Juan Felipe Loya Armendáriz,291 de ocupación jornalero, su madre María Josefa Ornelas Pérez; dedicada a las ocupaciones del hogar. De condición humilde, acostumbrados a trabajar en las labores del campo, como sembrar maíz, trigo, frijol, hacer piquetes en la tierra. 290 El acta de matrimonio N°134 del registro Civil de Guasave en mayo 30 de 1964 indica que al casarse tenía 24 y las de defunción levantada una el día de su muerte, el 6 de enero de 1973, en el Registro Civil de Guasave N° 17, indica que tenía 3 2 años, y una segunda levantada el 7 de febrero del mismo año, en el Registro Civil de Ruiz Cortines N° 4, señala que tenía 35 años. Y un reporte del levantamiento censal, de los integrantes del ejido, en el año de 1965, marca que tenía 25 años. Aunque tomamos la fecha que indica su hermano Guillermo. 291 Nacidos en 1905 y 1910, respectivamente. Su padre era muy alto, medía 2.15 metros, por lo que lo nombraban “Don Juan y medio”, Guillermo Loya Ornelas, Guasave, Sinaloa, México 30 de abril 2011. 164 Habían migrado de Chihuahua a Ocoroni, Sinaloa, entre los años de 1948-1949, vivieron cuatro años allí, empleados en un aserradero. En 1960 se trasladaron a Campo Wilson, Guasave, actualmente Estación Bamoa. Marcelo era el quinto hijo de nueve292 que había procreado la familia Loya Ornelas, estudio hasta 4° de primaria, sabía el art e de albañilería y por supuesto el de campesino, desde temprana edad ayudaba a su padre en las labores del campo; a regar, sembrar, desmontar, cultivar, etcétera. Llegó a conocer lo referente a las Leyes Agrarias, manejando con sabiduría el Código Agrario, era reaccionario a las injusticias, “era muy “trucha” dice el Sr. Raimundo Mombela: Desde que personal de la Comisión Agraria Mixta a principios de los sesentas ofrece tierra para los hijos de campesinos del ejido Ruiz Cortines N° 2 y no la entregó, decidió junto con otros compañeros gestionar por la vía legal, que se les dotara de ellas. Consideró siempre que era una injusticia ver los grandes terrenos en posesión de unas cuantas personas y muchos campesinos sin tener donde vivir. Asimilaba muy bien la lógica de los derechos agraria, por lo que discutía con los del agrario, quienes, en el periodo que tomó las tierras que venían en resolución presidencial, lo objetaban por qué con las armas hacia la lucha, que no era un marco legal, a lo que él decía “es que ustedes me están obligando a que haga así la lucha, ustedes no me han a probado lo que hemos ganado, yo les voy a demostrar con amparos, ya ven tengo los planos y ustedes no quieren aprobármelo, ni reconocerlo”.293 Delgado, alto, aproximadamente un metro ochenta centímetros, ojos grandes, moreno y muy bien parecido, con un lunar en el cachete izquierdo, bigote largo, negro, el cual, constantemente se envolvía en sus dedos, para acomodárselo y dar la apariencia de un Zapata, preocupado por defender su gente de los malos manejos del latifundista y del gobierno. Aunque el se sentía más identificado con Pancho Villa, cuando le tocó estar en la invasión, a sus ayudantes les decía “mis 292 Cuatro mujeres: Rosario, Juana, Pomposa, Jesús, y cinco hombres: Fidencio, Marcelo, Guillermo Octavio y Bernardino 293 Entrevista realizada a Clemente, El Tajito, Guasave, Sinaloa, 27 de Junio, 2010. 165 Dorados”. Usaba sombrero grande, botas altas, casi hasta las rodillas, donde ocultaba las piernas del pantalón; color caqui, vestía camisa de manga larga para protegerse un poco del sol, sobre todo, de ese sol infernal de los meses de agosto y septiembre común en Sinaloa. No se dudaba de sus sentimientos nobles y fieles con los suyos, incapaz de traicionarlos. Y una tenacidad que lo hacía ponerse bien firme cuando otros desvanecían. Esa tenacidad le ayudó en 1972 lograr que más de 270 familias tuvieran una digna casa y tierras de riego que cosechar, para poder ser hombres de bien. Marcelo se casó a la edad de veinticuatro años, con Eustolia Arredondo Vega, hija también de familia humilde, al no poder hacer vida con Eustolia, él se responsabilizó de sus hijos, apoyado por sus padres, sobre todo por doña María. En el poblado que formó con los campesinos, vivieron siete meses dentro de él, en un constante suicidio, al lado de Zenaida, compartiendo responsabilidades paternas, tanto de sus hijos, como de los dos de ella, sin desatender, la defensa y protección de la tierra, que ya desde 1968 había aprobado el presidente Gustavo Díaz Ordaz, en la resolución presidencial, pero el gobierno se negaba a entregar. Clemente dice “conocí a Marcelo en Ruiz Cortines N° 2, en una ocasión me comentó que necesitaba quien le ayudara a dar vueltas al Agrario, y estar constantemente a favor de los campesinos. Que estaba arto de las falsedades, objetos de parte del anterior representante Pablo García, me decía “necesito alguien en quien confiar, que sea fiel compañero, nuestra solicitud se convertirá en realidad”. Los errores cometidos por irresponsabilidad, indolencia o mala fe de los enviados del Departamento Agrario, culminaron incluso con la ejecución de la resolución, firmada en 1968, por el presidente Lic. Gustavo Díaz Ordaz, procediéndose a dar posesión, mientras que por otra parte el más alto tribunal del país, dejaba sin efecto tales resoluciones presidenciales. El licenciado Luis F. Canudas Greza, Secretario General de Asuntos Jurídicos, en México D.F. me recibe para darme una orden que decía “sírvase ejecutarse la 166 resolución de El Tajito, sino hay impedimento” ¿cómo me daba eso? acaso ¿él no era lo suficientemente poderoso para dar la orden y que se ejecutara? Por lo que a Marcelo le dio mucho coraje, razón para visitar al Gobernador; quien le preguntó ¿qué se te ofrece Marcelo? A lo que le respondió -¿por qué cree qué no se ha ejecutado la resolución presidencial? -ha habido amparos interpuestos, -pero aquí traigo una orden de ejecución.294 La mayoría de las personas podemos decir, indica Carmen, que Marcelo, por las buenas era bueno, pero no le buscaran, porque también sabía cómo defenderse, él mismo había sido claro cuando el asesinato de Quiroz, a quien consideraba que había vendido la lucha, por $ 25, 000.00, no lo concebía. Todo lo que había hecho su amigo Ignacio Cebreros ¿dónde había quedado? No toleraba a la gente traidora, mucho menos a los de la misma clase campesina, expresaba que había que eliminarlos. Marcelo estuvo en la cárcel de Guasave por la misma toma, tomamos tantas tierras. Un día le dijo Reynaldo “Mira Marcelo esa tierra no te la doy déjate de &&”, a lo que éste le contestó “Primero muerto que perdamos el predio”. Bien sabía Marcelo que no era delito Todo el grupo, los 272, que lo integrábamos fuimos a México, con difíciles condiciones, pues no teníamos dinero, sin embargo lo conseguíamos. Como tres ocasiones estuvimos yendo. Aunque, de momento no se consiguió nada, solo eran puras promesas, pedíamos audiencia, y ordenaban que la resolución se ejecutara pero no se hacia, el gobernador, Alfredo Valdés Montoya, no quería, pues era compadre de Reynaldo y no quería perjudicarlo. Además en ocasiones todo lo que lograba cosechar en ese terreno así, integro se lo entregaba.295 Para noviembre de 1972, después de momentos decisivos, sucedidos durante los siete meses que permanecieron en la toma, varias veces se estuvo a punto de desembocar en tristes resultados, habían logrado que el DAAC les entregaran 500 hectáreas, de manera parcial, mientras el gobierno federal buscaba la manera de 294 Entrevista realizada a Guillermo Loya Ornelas, Guasave, Sinaloa, 30 de abril, 2011. Entrevista realizada a Clemente Armenta Páez, El Tajito Guasave, Sinaloa, México, 27 de junio, 2010. 295 167 cómo obtener terrenos, para completar lo restante de las 2, 382 hectáreas con el fin de comprarlos y entregárselos. A principios de diciembre de 1972, personal del DAAC, encabezado por Augusto Villanueva tuvo una reunión bastante acalorada, donde le argumentaba a Marcelo, que las tierras no se las podía entregar, pues demasiados eran los rumores de que El Tajito se había convertido en cuna de maleantes. Sin embargo en dicha reunión se acordó entregarles las 500 hectáreas y 22 más para formar la zona urbana, en otro lugar diferente al que estaban, donde se les construirían las viviendas, financiadas por el gobierno federal. Realmente, se había infiltrado gente pagada por Reynaldo Ramos, quienes aparentaban estar dispuestos a “apoyar” en todo; pero más bien el objetivo era el de enredar a Marcelo y al grupo en actos delictivos, para ahora si dar razón de que se halara mal de ellos. Inclusive el 17 de diciembre en un penetra la judicial y ejército al predio, con el fin de hacer un cateo, porque se decía que allí estaban escondidos unos 9 maleantes que se había fugado días antes del penal de Mazatlán. A lo que Marcelo y Zoilo Félix, no permitieron dicha acción, aunque la judicial nunca dejo de apuntarles con sus armas, los campesinos no manifestaron el miedo, también tomaron sus puestos, en los hoyos que había cavado, como reguardo a la seguridad del pueblo de parte de la fuerza pública. La judicial tuvo que dar marcha atrás por carecer de una orden, de la cual los campesinos exigían. “Hacía mucho frío”, argumenta Herminia.- continua diciendo “me acuerdo cuando la “tía Neta” (así le decíamos a esa viejita) y qué creen, sacó a todos los policías, era una viejita, quizás tendría como ochenta y tantos años, había gente más grande. Muchos niños, yo tenía 9. La mayoría de los niños se enfermaron de comezones, la brigada de salud dijo que era sarna, les dieron una pomada para que se las pusiéramos. También luchaban, había mucha gente que no tenía familia, allá en su casa, en lo que se llamaba casa para ella. Cuando hacía calor, hacía calor, o bien se dio una helada, como esta de hoy. Pasábamos calores, fríos, le echábamos aire a los niños, poníamos bracitas para sentir menos frio las poníamos retiradas de ellos. “Me daba mucho miedo, no dormía uno cuidaba a los 168 plebes, que no les picaran los moscos, los policías afuera, los hombres cuidando, con las armas que tenía.296 “Hacíamos cachimbas,297 de frasquitos, yo no me daba cuenta de los asaltos, decían que mandaba a asaltar, pero más bien mandaba a pedir despensa para todos, no teníamos nada, ni sillas, ni mesa, ni un banquito, ni en que dormir, muchos dormíamos en el suelo, algunos dormían en tarimas de cuero, otros en petate, lavábamos en el dren, era agua sucia, allí se bañaban todos, hasta los niños, de allí lavábamos la ropa, y seguramente tomábamos al bañarnos. Cocinábamos en hornillas, muy pocos tenían una estufita. Éramos católicos, rezábamos en nuestras casitas, Marcelo también lo era. Nunca salí, me daba miedo, aparte cuidaba a los niños, Inés salía, les daba de comer a muchas personas, a quienes no tenían familia, algunos pedían permiso para ir a trabajar, pues no tenían para darle de comer a la familia”.298 Cuando Marcelo se da cuenta que estaba metido en un problema, “me imagino que ha de haber dicho: -“hijuela chingada, caí como pendejo”.-La inteligencia que él tenía, y de repente le falla, se ve involucrado, está metido de cómplice, se da cuenta que lo están denunciando que él es un secuestrador, un ratero, porque desgraciadamente lo traicionaron, se lo comieron ahí él se fue por el lado bueno, lo convencieron, lo engañaron. Autorízanos, vamos y traemos dinero, en un momento de debilidad lo convencieron, pues era el intelectual, se involucró”.299 “Los que le han de haber dicho “continúa Carmen; “no es posible Marcelo ver tanto gente con hambre, enferma muriéndose de hambre autorízanos. Que fuéramos a hacer esas acciones, gente que se infiltró entre los buenos, gente pagada por el gobierno. Él era el líder, que cayó en la trampa. Les autorizó que fueran. En un momento de debilidad, como todo ser humano, les autorizó, ¡ay! ¡Cuando 296 Creo que desde 1972, no había vuelto haber otra helada como la de hoy, (3-4 febrero 2011), Entrevista realizada a Herminia López Ramos, El Tajito, Guasave, Sinaloa, México, 5 de febrero 2011. 297 De frasquitos, de papel le poníamos la mecha, y le poníamos diesel Era con lo que nos alumbrábamos 298 Entrevista realizada a Dora Alicia Soto Cota, El Tajito, Guasave, Sinaloa, México, 5 de junio, 2011. 299 Carmen Domínguez, Juan José Río, Guasave, Sinaloa, México, 19 de febrero, 2011. 169 autorizas algo!, eres cómplice, estás involucrado. Así se convirtió Marcelo.” “esa gente Alejandro Encinas “El Güero Viejo”, era un tipo muy corriente, muy creído y presumido, fue uno de los infiltrados, sí Marcelo se dio cuenta, pero ya era demasiado tarde, cierto era un tipo que se las rifaba, le valía madre todo, llegó a mostrar que estaba con nosotros. Pero cuando se estaba en lo más fuertes momentos él no estaba allí. Eulalio Mariscal, era un tipo, también de tamaños, decían que era un tipo que se la rifaba, era una gente muy centrada y seria que se la rifaba, en quien se podía confiar Los que sabemos de hecho, quien lo traicionó, consideramos que fue uno de los que hizo caer en actos a Marcelo, le jugaron un cuatro y cayó”. Descubre que lo han traicionado, porque los escucha hablar que eran gente del gobierno, del chingado latifundista”.300 Al no querérseles dar la tierra, Marcelo acuerda con el grupo el 19 de diciembre que él se saldría, pero que a los campesinos se les diera la tierra, “compañeros yo me tengo que ir, me tengo que retirar de aquí, pero yo quiero que sigan adelante”. No teníamos nada, y esa era la única esperanza”. “Lo acompañamos los más “pendejos”, éramos seis, no todos se animaban portar armas.301 Marcelo no quiso exponer al pueblo, y se salió, junto con hermano Bernardino y otros seis más. Marcelo cometió el grave error de haberse quedado en Bachoco, debió haberse ido, nunca debió haber salido del grupo, era su fortaleza”.302 Mientras los campesinos de El Tajito continuaban trasladándose y organizándose para estabilizarse donde sería la zona urbana, el 6 de enero, día de Reyes, les llega la triste noticia que su líder había sido acribillado en esa madrugada, aún con 300 Está mejor aquí que allá, aquí se pudo encontrar un buen pozo para el agua potable, estaba más cerca lo del servicio de electrificación, allá donde era la invasión se hubiera batallado, los campesinos salieron ganando no tenían nada y de pronto tienen la tierra y casa, cosas que nunca habían tenido, se luchó mucho, ahora con eso de la reforma al ejido de Salinas, (6 de enero 1992), no valoran lo que se luchó, quieren vender, parece que se les ha olvidado todo lo que Marcelo lucho y todo lo que arriesgamos. Mi parcela se la dieron a mi hermano “Trini”, pues se iba a perder el derecho, al caer yo en el bote. Entrevista realizadas a Miguel Domínguez Corrales, El Tajito, Guasave, Sinaloa 27 de junio, 2010, y a Carmen Domínguez, Juan José Río, Guasave, Sinaloa, México, 19 de febrero, 2011. 301 Ibid. 302 No quería que lo acompañara su hermano, era el más chico de la familia, sabía los riesgos que le esperaban. De hecho cuando sabe que debe de salirse, pide que solo lo acompañen aquellas personas que no tenían compromiso, que no estaban casadas. Carmen Domínguez, Juan José Río, Guasave, Sinaloa, México, 19 de febrero, 2011. 170 la rapidez de los medios de comunicación de aquellos tiempos, la noticia oral había circulado por los alrededores, antes de que la escrita apareciera. Los campesinos asustados y desquiciados enmudecieron, sin saber qué hacer.303 Quienes sabían de la lucha le recomendaban no se saliera, esa era la fortaleza, el grupo, la toma de tierra, al menos, los campesinos y la gente popular lo apoyaba, y el gobierno trataba de mejorar las cosa, pues los pudientes se lo pedían, tenían que estarse cuidando, vivían también en zozobra, por tanto asalto, robos, asesinatos, secuestros. Que si bien en momento de lucha, para exigir, había planeado alguno, e inclusive consumarlo, no era culpable por ello, en la lucha todo se vale. A José Morales Morales, prestanombres de Reynaldo Ramos, fue al único que secuestramos, pero se necesitaba dinero, no se iba a recibir un aguinaldo, con que comprar algún juguete para los niños, y las necesidades que había que suplirse esos días. Además era presión par Reynaldo.304 La comunidad de El Tajito desde la última semana de diciembre se había despedido de Marcelo y siete compañeros, con la esperanza de que todo fuera mejor, donde para ellos, al igual que para la gente pueblerina era un buen presagio que estuviera lloviendo, pues “las cabañuelas”305 pronosticaban lo mejor, para ese año. Miguel dice “desde un día antes había empezado a llover, en todo el estado, nos encontrábamos desde el medio día junto con otros siete compañeros en la espera del otro día, Zoilo Félix, junto con los del Agrario gestionaban la partida hacia la Ciudad de México, donde desempeñaría actividades en la misma dependencia Agraria, hastiado de la lucha contra el poderos, sin embargo en la madrugada, aún estaba obscuro y lloviendo, hacía mucho frío, somos emboscados por más de cien elementos de la Judicial”,306 al mando del teniente 303 El Debate, 7 de enero, 1973, p. 2. Entrevista realizada a Miguel Domínguez Corrales, El tajito, Guasave, Sinaloa, México, 27 de junio, 2010. 305 Conjunto de métodos tradicionales que, desde inicio de año, pretenden predecir el tiempo atmosférico a largo plazo. 306 La prensa indica que los elementos de la Judicial eran menos de medio centenar, quienes llamaba a “la banda” que salieran y sus vidas serian respetadas, la cual como respuesta habían tenido una ráfaga de ametralladora Thompson disparada por Marcelo Loya, a través de la pared de madera. A un tercer exhorto a la rendición hubo más disparos desde dentro de la casa, los que fueron contestados por los agentes. Todavía tratando de capturar vivos a los maleantes, la judicial disparó, una andada de granada de gases lacrimógenos. Transcurrieron minutos de silencio, por lo 304 171 Lic. Tomas González Verdugo, jefe de la Policía Judicial del Estado, Melesio León Arrieta, subjefe de la corporación y el teniente Juan Osuna, jefe de Investigaciones de la misma corporación, “sin dar tiempo a defenderse, pues primeramente fuimos bombardeados de gases lacrimógenos, descargando, a la vez toda la carga alrededor de la casa donde dormíamos. A pesar de que Julia Flores Zárate, esposa de Moisés Arregín, les gritara, a la Judicial, “¡no disparen!, hay niños adentro, hicieron caso omiso. Sin dejar de disparar, hasta que la prensa llegaba, seguramente pagada también por los latifundistas. No sin antes introducirse a lo que había sido la morada y dar el tiro de gracia a Marcelo, quien yacía muerto desde los primeros impactos”. Al lado de su hermano Bernardino y dos compañeros más; Alejandro Beltrán (a) “El Pelón”, Eulalio Mariscal (a) “El Polacas”, quedando dos sobrevivientes, a quien se les respetó la vida, considera Miguel; porque creían que todos estaban muertos, al grito de un oficial ¡ya no disparen!, ¡ya están muertos todos!, y en ese momento llegaba la prensa. Lo cual hacía suponer que quien los había delatado, seguramente, se le había obligado, pues poca gente sabía dónde estaban y ésta era de su confianza. También resultaron heridos levemente el subjefe de la judicial, Melesio León Arrieta y el jefe del grupo del Municipio de Sinaloa, Héctor Peña Meza. Confundidos entre los muertos y los estragos que habían ocasionado las balas se encontraban vivos, cubierto entre un colchón Juan Méndez Velazco de cuarenta y seis años y Miguel Domínguez Corrales, de veintisiete años de edad a quien le había caído encima Bernardino, los hicieron declarar no sin antes haberlos llevado al panteón y allá a lo lejos con los interrogantes más crueles de intimidación, obligarlos a confesar y aceptar cargos que no eran.307 que consideraron que estaban muertos. Juan Méndez dijo poco después a los agentes, que él estaba dormido cuando comenzaron los disparos y que el gas lo afectó. “Sino hubiera sido por eso no me agarran vivo y yo hubiera matado a varios de ustedes”, Lo mismo hubiera hecho Marcelo. El Debate, El Sol de Sinaloa y El Diario de Culiacán, 7 de enero, 1973. 307 Fue Juan Méndez quien dio toda la información, tuvo que aceptar todos los cargos delictivos que se enlistaban, para aminorar la tortura, de los judiciales. Donde también se me involucraba de los mismos, cuando en realidad los cargos eran de presos políticos, no de delincuentes”. Lo obligaron a declarar, con pistola a quemarropa a las orillas del panteón, después de que me 172 Juan Méndez Velazco, Miguel Domínguez Corral, Moisés Arregín Baltasar y Rogelio Arellano Fierro, fueron declarados formalmente presos y se les procesaba por los delitos de: asociación delictuosa, inhumación clandestina, homicidio, secuestro, asalto, robo de vehículo y amenaza, de los que fueron acusados por la Agencia del Ministerio Público del Fuero Común. Miguel Domínguez Corral escucho callado la resolución y firmó de notificado. Juan Méndez se negó a firmar. Moisés Arregín, disgustado, se negó a firmar y dijo que el “no tiene ninguna culpa”. Por la radio cada treinta y cinco minutos daban los nombres y cómo los habían agarrado, la gente estaba desconcertada, la noticia circulaba en los periódicos de la región “opacando” la figura de Marcelo; la cual decía: “Marcelo Loya Ornelas de aproximadamente 42 años de edad, que se hizo tristemente celebre por una cadena de asaltos, secuestros y otros actor delictivos, fue muerto ayer por una ráfaga de metralletas al tener un encuentro con agentes de la policía judicial cuando estos repelieron la agresión. “Loya pretendió entonces, pero la mayoría de la gente lo dejó. La banda de Loya se negó a rendirse y abrieron fuego primero, Marcelo Loya Ornelas, su hermano Bernardino y los otros dos sujetos que perecieron esta mañana en el encuentro a balazos con elementos de la Policía Judicial del Estado, tuvieron oportunidad de salir con vida, entregándose, pero desentendieron varios exhortos a la rendición, abrieron fuego sobre los elementos que rodeaban su refugio”.308 Comentarios en vísperas y después de la muerte de Marcelo: Un funcionario agrario dijo al reportero de El Debate “a Marcelo Loya lo van a matar los mismos encontraron allí entremedio de Bernardino y “El Polacas” bañado de sangre, no me podía mover, estuvimos cuatro años, en el bote el gobierno nos achacó más de siete delitos (rateros, porta armas, secuestradores, asaltantes, violadores, intromisión en propiedad privada, etcétera), cuando en realidad éramos presos políticos, lo que habíamos hecho era un medio para exigir al gobierno, instituciones publicas, privadas y al latifundista se nos habían entregado las tierras por mandato presidencial. En el mismo lugar fueron detenidos Moisés Arregín Baltazar, propietario de la choza que servía de refugio, Julia Flores, esposa de Moisés el hijo del dueño de la casa, Javier Arregín Sánchez y Gonzalo Álvarez Tamayo, quienes se encontraban cerca del refugio de la banda, Miguel y Juan.Entrevista realizadas a Miguel Domínguez Corrales, El Tajito, Guasave, Sinaloa, México, 27 de junio, 2010. 308 El Debate, 7 de enero, 1973, p. 2. 173 campesinos, tiene muchos enemigos y grandes compromisos”. Tal parece que esta consideración fue una sentencia para Marcelo; la suerte estaba echada. “Por otra parte, de diversos lugares del norte de Sinaloa la Policía Judicial del Estado había estado recibiendo felicitaciones por la labor desarrollada, con la que demostró la efectividad de su acción, al acabar con la banda de Marcelo Loya ya sumado una larga cadena de delitos, amparándose de auténticos campesinos para eludir la acción de la justicia”. ¿Quién asesinó a Marcelo?, ¿quien lo entregó?, ¿el gobierno?, ¿los poderosos latifundistas? La misma víspera de su muerte, horas de haber dejado libre a Morales, Marcelo y sus compañeros hicieron planes de cómo regresar al poblado, ¿qué harían en el grupo con las quinientas hectáreas?, ¿trabajarlas en cooperativa, mientras se les entregaba a cada quien las diez a que tenía derecho?, ¿cómo terminar las gestiones para que eso sucediera? Inclusive, Marcelo hasta un cambio y zapatos había pedido al único que se retiró esa tarde, y que otro día muy temprano regresaría por él para llevarlo al aeropuerto y salir los dos a la Ciudad de México, a continuar las gestiones. Miguel, dice “llegaron mucho más de treinta judiciales, ochenta, ¿tantos judiciales para quitarle la vida a cuatro personas dormidas? Si hubieran estado despiertos tampoco se hubieran defendido, el día anterior habían guardado las armas, precisamente porque “ya no las necesitarían” pues otro día Zoilo vendría por ellos, Marcelo confiaba en él. Con Tomás Verdugo, estábamos dormidos, no nos dieron tiempo a nada, nos bañaron con gas lacrimógeno, si hubiera estado despierto Marcelo por supuesto que no lo hubieran matado, no dieron tiempo a defendernos, la armas ya las habíamos enterrado desde un día antes, la intención era que Marcelo se fuera otro día, Zoilo iría muy temprano para llevarlo a tomar el avión. Otro de los que sabían dónde estaba Marcelo era el Ing. Celestino Salcedo Monteon, director de Terrenos Nacionales del DAAC, quien se encontraba en la región atendiendo las gestiones de El Tajito, con el fin de mejorar las condiciones de vida de los campesinos, en su nueva ubicación. 174 La consigna era matar a Marcelo a como diera lugar, si no iba a seguir haciendo estragos, a los ricos. Por cinco millones querían comprarlo. Ya que no pudieron convencerlo de que dejara la lucha, lo asesinaron. Una de las estrofas de su corrido, a la letra dice: “Yo no traiciono a los pobres, ni por el oro del mundo, que se repartan las tierras, las que son del latifundio”. Las acciones del grupo permitieron, ante los comprados medios de comunicación, que le formaran una imagen desviada de la causa, imagen que los compañeros campesinos nunca creyeron, pero callaron por miedo a las represalias y perder lo que nunca habían tenido y que en esos momentos estaban recibiendo. En el pueblo Marcelo es considerado un héroe, por él tenemos todo lo que poseemos, la escuela del pueblo lleva su nombre. Celebramos dos fiestas al año, una el 6 de enero, día en que lo asesinaron, se oficia una misa y un homenaje, la otra el 18 de octubre, día en que se entrega todo el complemento, 2,730 hectáreas, por el cual tuvieron que manifestar los campesinos, por última vez tomaron la tierra en presión por la misma, encabezados ahora por Zoilo Félix, primer representante del Comité Ejecutivo de El Tajito a partir de 1973.309 Los cadáveres fueron entregados a sus familiares, el padre de Marcelo y de Bernardino; Juan Loya iba encabezando a tres de sus hijos (Guillermo, Octavio y Fidencio) a reclamarlos, los cuales yacían destrozados, con sangre, todos enlodados y penetrados fétidamente de los gases lacrimógenos con que habían sido sedados para poder cobardemente eliminar a Marcelo. Sobre un templete, en las afueras del Ayuntamiento de Guasave (patio de la Inspección de Policía), como revelando a unos delincuentes, de adelante hacia atrás Eulalio Mariscal, 309 Presidentes/ comisarios ejidales del Comité Ejecutivo de El Tajito, quienes han continuado poniendo en alto el nombre de Marcelo a través de el ejido El Tajito, donde los gobernadores lo han tomado como ejemplo. Zoilo Félix (1973-1976), (1977-1980), (2004-2007), Rosario Rodríguez Armenta (1983-1986), (2007-2010), Ramón Miranda Molinares (1986-1989), Carlos Galindo (19891992), Sixto Félix Gutiérrez (1992-1995), Eugenio Beltrán Grijalva (1995-1998), Héctor Armenta (1998-2001), Pascual Armenta (2001-2004), Hipólito Miranda (2010), Entrevistas realizadas a Rosario Rodríguez, El Tajito, Guasave, Sinaloa, México, 26 de junio, 2010, Clemente Páez, El Tajito, Guasave, Sinaloa, México, 27 de junio, 2010, Eugenio Grijalva Juan José Ríos, Guasave, Sinaloa, México, y a Héctor Armenta, Batamote, Guasave, Sinaloa, México, 30 de abril, 2011. 175 Marcelo Loya, Alejandro Beltrán y Bernardino Loya.310 310 El Debate, 7 de enero, 1973, p. 3. 176 Monumento a Marcelo Loya, en el poblado El Tajito311 311 En la placa aparece el siguiente mensaje con letras mayúsculas “Al indomables espíritu revolucionario de Marcelo Loya Ornelas, que entregó su vida en aras del ideal campesino y la libertad de su pueblo. Su ejemplo seguirá iluminando el camino de las nuevas generaciones revolucionarias. Sacrificado el 6 de enero de 1973”, no aparece la fecha de la develación. Se considera que así como está en el monumento andaba vestido en el campamento, entrevista a Miguel Domínguez Corrales, El Tajito, Guasave, Sinaloa, el 26 de junio, 2010. 177 Anexo 3 Segunda invasión, febrero 1969312 312 El Debate, Los Mochis, Sinaloa, México, 10 de febrero, 1969, p. 3. 178 Anexo 4 Desalojando a campesinos de El Tajito, tan pronto como un tractor buldozer destruye “los chinames” que tenía construidos.313 313 Ibid., p. 1. 179 Anexo 5 Firma de aceptación, parcial de las primeras quinientas hectáreas entregadas a campesinos de El Tajito.314 314 De derecha a izquierda Lic. Augusto Gómez Villanueva, Zoilo Félix, Fidencio Loya, Octavio Loya y el Lic. Víctor Manuel Torres, representante de la Comisión Agraria, Fidencio Loya Ornelas y el Lic. Ramiro Dávila Fuentes, Subdirector de Inafectabilidad del DAAC, El Debate, 17 de noviembre, 1972. 180 Anexo 6 Plano de las quinientas hectáreas aceptadas de forma parcial, de El Tajito, Guasave, Sinaloa.315 315 RAN-Delegación Sinaloa. 181 Anexo 7 Plano de El Tajito, del grupo de Pablo García. 182 Anexo 8 Plano del área urbana316 316 Plano del área urbana lotificada para cada uno de los 273, donde se les construyó a cada quien su vivienda, con su respectiva delimitación para la escuela. RAN, Delegación Sinaloa. 183 Anexo 9 Segunda resolución presidencial317 Diario Oficial de la Federación, 14 de mayo 1976 Creación de un nuevo centro de población ejidal, Campo el Tajito, Guasave, Sinaloa. RESULTADO PRIMERO: 3 de noviembre de 1975, un grupo de campesinos sin parcela radicados en el poblado Campo el Tajito, Guasave del estado de Sinaloa. Solicitó del Titular de la S.R.A, la creación de un nuevo centro de población ejidal, que al constituirse se denominaría “Campo el Tajito”, la instancia se remitió a la Dirección General de Nuevos Centros de Población de la citada secretaría, la que inició el expediente # 4077 había publicado la solicitud en el Diario Oficial de la Federación el 30 de abril 1976 y en el Periódico Oficial del Gobierno del Estado, Sinaloa, el 7 mayo 1976, procediéndose a la ejecución de los trabajos técnicos e informativos. RESULTADO SEGUNDO: Terminado los trabajos mencionados, en el resultado anterior, se llegó al conocimiento de lo siguiente: Que el núcleo solicitante cuenta con 267 capacitados en materia agraria, los peticionarios manifestaron su conformidad en trasladarse y arraigar en el lugar donde designaron las autoridades agrarias, practicada la investigación correspondiente se comprobó que las necesidades agrícolas de los solicitantes no pudieron satisfacer por las vías de dotación, ampliación o restitución de tierras y no existe unidad de dotación vacante en los ejidos de la región donde pudieran ser acomodados y para poder ver el presente como resulta afectados 2, 742, 00 73 hectáreas de tierra que no pudieron tomar de los lotes del predio denominado Corerepe de la siguiente forma 2, 726, 80 73 de tierras, estas fueron adquiridas 317 Expediente de El Tajito, RAN, delegación Sinaloa. 184 por el gobierno federal a través de la SRA y que resultan afectados en los términos del artículo 204 de la Ley Federal de la Reforma Agraria, y que 22-00-00 hectáreas que fueron cedidas por su propietario Sr. Alfredo Guillermo Alarcón Pinto. Los predios antes descrito se les dieron en posesión a los campesinos en el año 1974 y 1975, momento desde el cual están trabajando en el colectivo, según constancias del Banco de Crédito Rural del Pacífico y de los propios campesinos por lo cual es de aplicarse el artículo 131 fracción I y II de la Ley Federal de la reforma agraria. En los términos de ley, se remitieron al C. Gobernador y al presidente de la Comisión Agraria Mixta en el Estado de Sinaloa los estudios y copias del proyecto del nuevo centro de población, de que se trata, para que emitieran su opinión, habiendo sido expresado en forma favorable a la creación del nuevo centro de población simultáneamente se notifico a los campesinos solicitantes para los efectos del artículo 332 de la Ley federal de Reforma Agraria, quienes emitieron su opinión en sentido favorable, y la opinión de la Dirección General del Nuevo centro de Población en el sentido que es procedente la acción intentada. Firma de los 267 solicitantes: 1.- Zoilo Félix Gutiérrez, 2.- Jesús Corrales Gastelum, 3.- Armando Valdez Bojórquez, 4.- Clemente Armenta Páez, 5.- Felipe Cisneros Hernández, 6.- Isidro Castro Beltrán, 7.- Francisco Pérez Velasco, 8.- Cipriano Espinoza Ch., 9.Francisco reyes Medina, 10.- Jesús Vargas Valdés,11.- Isidro Congas R.,12.Esteban Camacho Rentería,13.- Agustín Rocha A., 14.- Juan Espinoza Chavira, 15.- Arnulfo Félix Pérez,16.- Rogelio Cisneros Sánchez,17.- Guillermo Loya Ornelas,18.- Ramón Espinoza Chavira,19.- Enrique Rosas Angulo, 20.- Natividad Rosas Soto, 21.- Ricardo Quintero Rosas, 22.- Antonio Meza Cota, 23.- Margarito Camacho Rentería, 24.- Santos Campas Gerardo, 25.- José Fontes Torres, 28.Isidro Antonio Chávez, 29.- Wilfrido Molina González, 30.- José María Portillo Ch. 31.- Enrique Cisneros Chávez, 32.- Artemio Molina González, 33.- Alfonso Zavala Fuentes, 34.- Antonio Molina González, 35.- Guadalupe Puerta Flores, 36.185 Venancio Díaz Ortega, 37.- Jesús Armenta Espinoza, 38.- Alberto Miranda Serna, 39.- Félix Enríquez Pérez, 40.- Manuel García Castro, 41.- Crescencio Avalos Llanas, 42.- Raymundo Chaydez Montes, 43.- Rosendo Bojórquez P., 44.Esteban Téllez Murillo, 45.- Lauro Mendoza S., 46.- Natividad López castro, 47.Matías Ayala Blanco, 48.- Mario Berrelleza V. 49.- Rafael Ayala Blanco, 50.- Raúl Martínez Olivas, 51.- Ramón Orozco López, 52.- Emilio García Alrisoni, 53.Cuauhtémoc Montoya G., 54.- Miguel Flores Valdez, 55.- Pilar Aceves Armenta, 56.- Lorenzo Escalante Q.,57.- Plutarco Durán L., 58.- Ramón García Ledesma, 59.- Arnoldo Mejía Atondo, 60.- Roberto Lerma Castro, 61.- Daniel Aboyte Zavala, 62.- Pedro Urías Méndez, 63.- Humberto Castro Sañudo, 64.- Leopoldo Carrillo C., 65.- Ismael leal Armenta, 66.- Rangel Espinoza López, 67.- Jacobo Sotelo López, 68.- Crescencio Herrera Flores, 69.- Rogelio Soto Ayala, 70.- Celso Arredondo Machado, 71.- Fidel Crespón Rodríguez, 72.- Alberto Cisneros Sánchez, 73.Ramiro Armenta Armenta, 74.- Feliciano Eles Leal, 75.- José Cruz Armenta Espinoza, 76.- Héctor Cota Barrón, 77.- Miguel Espinoza Armenta, 78.- Rafael Martínez Olivas, 79.- Basilio Aldana Escalante, 80.- Andrés Ruiz Olguín, 81.Jerónimo Velázquez, 82.- Cirilo Castro Zavala, 83.- Aquiles Gámez Urías, 84.Remedios Domínguez Cota, 85.- Eloy Chávez Bojórquez, 86.- Guadalupe Gamboa Soto, 87.- Faustino Molina González, 88.- Rafael Bojórquez C., 89.- Rosendo Valdés Villegas, 90.- José Ayala Valdés, 91.- Guadalupe Cota Valdés, 92.- Vicente Molina González, 93.- Manuel Ignacio Corral S. 94.- Rogelio Molina González, 95.Mariano Meza Cota, 96.- Rosario Galindo Acosta, 97.- Agustín Cisneros Hernán, 98.- Cándido González Medina, 99.- Cenobio Arregín Sánchez,100.- Sindelfo Loera Chávez, 101.- Arnulfo Loera Chávez, 102.- Víctor Rocha Quintana, 103.Juan Domínguez Soto, 104.- Otilito Órnelas Pérez, 105.- Pedro García Ochoa, 106.-Hermelindo Cisneros Hdez., 107.- José García Sapién, 108.- Arnoldo Órnelas Carrillo, 109.- José Manuel García D., 110.- Rafael Félix Gutiérrez, 111.- Mónico Félix Gutiérrez, 112.- Héctor Armenta Bojórquez, 113.- Cecilio Moreno Astorga,114.- Cleofás Armenta Páez,115.- Víctor huerta Lara,116.- José María Ramos Peña,117.- Teodoro Atondo López,118.- Luis peinado Sandoval,119.Agapito Carrillo Ch.,120.- Pablo Peinado Carrillo,121.- Ismael Espinoza 186 Armenta,122.- Everardo Velázquez, A.,123.- Efrén Bojórquez Proaño,124.- Jacobo Meza Hernández,125.- Luciano Meza Hernández,126.- Rufino Navarrete Bojórquez,127.- Eugenio Beltrán Grijalva,128.- Ramón Cota Valdez, 129.- Pedro Inzunza Norzagaray, 130.- Gonzalo Lagarde Félix,131.- Camilo Sañudo Béjar,132.- Raúl Soto Ayala,133.- Raymundo Mombela Aragón,134.- Sixto Félix Gutiérrez,135.- Miguel López Rivera,136.- Isabel Cisneros Hernández,137.- José Guadalupe Corral S.,138.- Juan Rodríguez Espinoza,139.- Fernando Molina González,140.- Felipe Molina González,141.- Camilo Sañudo Cota,142.- Fidel Loera Javalera,143.- Antelmo Félix Pérez,144.- Eduviges Cota Valdez,145.Amador Lerma Castro,146.- Lorenzo Domínguez Torres,147.- Ismael Moreno López,148.- Ausencio Pérez Velazco149.- Francisco Aragón Montes,150.- Alfonso López Aguilar,151.- Guadalupe Cota Soto,152.- Pedro Félix Pérez,153.- Mario Valdez Valdez,154.- Cipriano Galaviz,155.- Fausto López Rosa,156.- Carmen Domínguez Valdez,157.- Miguel A. Valdez Mejía,158.- Basilio León Gastelum.159.- Carlos Gómez Juárez, 160.- Ignacio Corral Torres, 161.- Luciano Pérez Osorio, 162.- Rito García Sapien, 163.- Rafael Inzunza Norzagaray, 164.Felipe Padrón Moreno, 165.- Ismael Mendivil Burgos, 166.- Benjamín Rúelas Paniagua, 167.- Sixto Serrano Quintero, 168.- Jesús Ortiz Pérez, 169.- Rosario Ontiveros G., 170.-Hector Elenes Armenta, 171.- Glafiro López Avilés, 172.Rosendo Martínez Olivas, 173.- Santiago Bojórquez Ramírez, 174.- Enrique Machado Félix, 175.- Ramón Miranda Molinares, 176.- Antonio Ríos Núñez, 177.Rosario Rodríguez Armenta, 178.- Saturnino Verdugo, 179.- José Ángel Elenes Leal, 180.- Israel Gonzales Torres, 181.- José María Montoya Félix, 182.- Pedro Ramírez Camargo, 183.- Victoriano Soto Félix, 184.- Raúl Valdez Oláis, 185.Jacinto Orosco Armenta, 186.- Manuel Pérez Ruelas, 187.- José Luis Félix Mercado, 188.- José de la Luz Pacheco S., 189.- Gabriel Moreno Caderecha, 190.- Manuel Lerma Castro, 191.- Ignacio Negrete García, 192.- Bernardino Ayala Soto, 193.- Federico Ruiz Gateslum, 194.- Estanislao Moreno Ortega, 195.Mercedes Flores A., 196.- Miguel García Z., 197.- Bonifacio Ontiveros R., 198.Crispín Rodríguez Lugo, 199.- Raimundo García Arroyo, 200.- Ubaldo Ruelas Castro, 201.- Alfonzo Ramos Peña, 202.- Cipriano Valdez Mondaca, 203.187 Magdaleno Pacheco Palafox, 204.- Rodrigo Hernández, 205.- Manuel Bojórquez Proaño, 206.- Ignacio Yuriar R., 207.- Rubén Ríos López, 208.- Apolonio Ibarra Valenzuela, 209.- Artemio Robles López, 210.- Alonso Valdez Mejía, 211. Armando Herrera Flores, 212.- Julián Aragón Montiel, 213.- José Manuel Uribe Contreras, 214.- Jesús Arredondo Machado, 215.- Antonio Arzaga Enríquez, 216.Florentino Alarcón Millán, 217.- Juan Serrano Ramos, 218.- Florentino Santana G., 219.- Raúl Ríos Flores, 220.- Luis Vizcarra Acevedo,221.- Antonio Casillas,222.Rosario Verdugo Soberanes,223.- Isidro Martínez Corona,224.- Rogelio Arrellano Fierro,225.- Inocencio Chávez Bojórquez,226.- Ramón Pérez,227.- Samuel Madrid Gómez,228.- José Iribe Rocha,229.-Plutarco Cervantes Avilés,230.- Julián Arnoldo Corral C.,231.- Angelina Salazar Gerardo,232.- Senaida Molina Vda. de R.,233.Pomposa Loya Órnelas,234.- Porfiria Armenta Paz,235.- Catalina Aragón Montiel,236.- María Loreto Puentes,237.- Inés Barraza Vizcarra,238.- Rangel Félix Gil,239.-Estela Ayala Vda. de C.,240.- Antonia Gámez Vda. de C.,241.- Ernestina Soto Vda. de Baro, 242.- Ernestina Mariscal Soto,243.- ramón García Aragón,244.- Miguelito Miranda V.,245.- Rita Moreno López,246.- Inocente Navarrete Loya,247.- Herminia López Ramos,248.- Gloria Alicia Soto,249.- Oscar Gutiérrez Castro,250.- Roberto Ortega Armenta, 51.- Rubén Ortega Gerardo,252.Trinidad Domínguez C., 253.- Rosario Loya Órnelas, 254.- Adolfo Rodríguez López, 255.- Heberto Carrillo Domínguez, 256.- Eustolia Arredondo Vda. de L., 257.- Natalio Rodríguez Lugo, 258.- Isabel Iribe López, 259.- Diego Órnelas González, 260.- Jerónimo Gómez Pérez,261.- Roberto ortega Gerardo, 262.Palemón Velázquez A., 263.- Pompeyo Alejandro Gastélum, 264.- Everardo Espinoza Armenta, 265.- Graciano Loya Loya, 266.- Martín Armenta González y 267.- Ramón Félix Gámez. Con los elementos anteriores el Cuerpo Consultivo Agrario omitió su dictamen, en el sentido de esta resolución CONSIDERANDO PRIMERO: Que el derecho de núcleo solicitaba para sus dotados de tierras a fin de constituir el nuevo centro de población ejidal de referencia, ha quedado demostrado al 188 comprobarse que las necesidades de los solicitantes no pudieron satisfacerse por las vías de dotación, ampliación o restitución de tierras; que no existen unidades de dotación vacantes en los ejidos de la región donde pudieran ser acomodados y que el núcleo peticionario cuenta con 267 capacitados en materia agraria. CONSIDERANDO SEGUNDO: Que los terrenos afectables en este caso son los mencionados en el resultado segundo de esta resolución; que dada la extensión y calidad de tierras y las demás circunstancias que en el presente caso concurren precede financiar en dichos terrenos las afectaciones correspondientes a fin de constituir el nuevo centro de población ejidal que se denominará “Campo el Tajito” con una superficie total de 2, 748-86-73, de riego que se explotarán en forma colectiva de acuerdo con el artículo 131, fracción I y II, de la Ley Federal de la Reforma Agraria, en la cual reservarán una superficie de 10-00-00 hectáreas para la parcela escolar, 1000-00 hectáreas para la unidad agrícola industrial de la mujer y 22-00-00 hectáreas para la zona urbana del núcleo de población. CONSIDERANDO TERCERO: A efecto de crear la infraestructura económica y social indispensable para el sostenimiento y desarrollo del nuevo centro de población ejidal y de acuerdo con lo dispuesto por el artículo 248 de la Ley Federal de Reforma Agraria, deberán intervenir las siguientes dependencias oficiales; (SHCP) con las aplicaciones presupuestales a las partidas relativas a la creación de nuevos centros de población ejidal, (Secretaria de la Presidencia), con la coordinación y asesoramiento indispensable, (Secretaria de Recursos Hidráulicos, para los estudios geohidrológicos, obras necesarias para obtener agua, tanto para su uso domestico, como para en su caso, establecer unidades de riego. (SSA), para el establecimiento de hospitales, centros o casa de salud unidades de agua y red de agua potable. (SEP), a fin de que construya las escuelas con el número de aulas y proporciones a los maestros que sean necesarios. 189 (SAG) con el objetivo de que asesore el desarrollo agrícola y ganadero. (SCT), para que disponga las instalaciones de los servicios de correos y telégrafos. Instituto Nacional para el Desarrollo de la Comunidad Rural y de las Viviendas Populares, (INDECO) a fin de que asesore a la tecnificación de la vivienda de los ejidatarios beneficiados con esta dotación. CFE, para que introduzca la energía eléctrica a este nuevo poblado ejidal. CONASUPO, para que surta a las cooperativas ejidales de consumo y la compra de los productos agropecuarios ejidales a precios oficiales. Bancos Oficiales de Crédito, a fin de que los beneficiados con esta dotación ejidal queden organizados y se les proporcione los créditos indispensables para desmonte de tierras mecanización, etcétera. El Gobierno del estado en donde quedaría ubicado el nuevo centro, para coadyuvar dentro de sus posibilidades, en la tarea de crear el nuevo centro de población con la base social, económica, política y jurídica indispensable. Así como la intervención de cualquier otra secretaría de estado o institución oficial que resulte necesaria para llevar a cabo el establecimiento y funcionamiento de este nuevo centro de población ejidal. Por lo expuesto y de acuerdo con el imperativo que el ejecutivo de mi cargo se impone la fracción x por el Artículo 27 Constitucional. SE RESUELVE: PRIMERO: es procedente la solicitud formulada por un grupo de campesinos sin parcelas radicada en Campo el Tajito, Guasave. SEGUNDO: Se dota a los solicitantes de 2, 748-86-73 hectáreas, de riego que se tomarán de los lotes del predio denominado Corerepe, de la siguiente forma: 2 726, 86-73, propiedad de la Nación y 22-00-00 hectáreas cedidas por su propietario Sr. Guillermo Alarcón Pinto, superficie que distribuirá en la forma establecida en el consideramos segundo de esta resolución. 190 La anterior superficie deberá ser localizada de acuerdo con en el plano aprobado por la SRA y pasará a poder del núcleo beneficiado con todas sus acciones, usos, costumbres, servidumbres. TERCERO: en cumplimiento a lo dispuesto en los artículos 248 y 334 de la Ley Federal de la Reforma Agraria, para los efectos legales procedentes. CUARTO: -expídanse a los 267 capacitados, beneficiados con estas resoluciones a la escuela del lugar y a la unidad agrícola industrial para las mujeres los certificados de derechos agrarios correspondientes-. QUINTO: Los campesinos beneficiados que no se presenten a recibir las tierras en un plazo de 6 meses, perderán su derecho y únicamente las autoridades de la SRA podrá substituirlas por campesinos capacitados, por lo tanto el comisariado ejidal no podrá contravenir, o bien será sancionado. SEXTA: Al ejecutarse la presente en el Diario Oficial y en el Periódico, notifíquese y ejecútese. Mayo 10 de 1976. (Palacio del Poder ejecutivo). Luis Echeverría Álvarez, Presidente de la nación. Félix Barra García, Secretario de la SRA. Para cumplirse el punto resolutivo Séptimo se inscribe esta resolución en la 136 del Tomo 677, 15 de mayo 1976 en las páginas 136-138. 191 Anexo 10 Campesinos invadiendo terrenos como presión a que se les entregue el complemento; en pláticas con el gobernador Alfonso G. Calderón318 318 El Debate, 19 de mayo, 1975. 192 Anexo 11 Cuestionario aplicado a personas involucradas en el movimiento campesino de El Tajito. Nombre: Edad: Religión: ¿De dónde es originario? ¿Qué hacía? ¿Cómo se entero que (en Sinaloa) estaban repartiendo tierras? ¿Qué les ofrecían? ¿Quién los organizaba? ¿Cómo los organizaba? ¿Qué hacía la persona que los organizaba? ¿Quiénes o cuantas personas iniciaron aquí? ¿Qué era lo qué más le sorprendía de las otras personas? ¿Cuáles eran sus costumbres? ¿Qué poblados había cerca? ¿Cómo se habían formado? ¿Alguna organización que los haya apoyado? ¿De qué manera Usted les apoyó? ¿De qué manera el gobierno los atendió? ¿Cómo se comportaban las fuerzas policiacas con ustedes? ¿De qué manera reaccionaban ustedes a la fuerza pública? ¿Qué opinas de la muerte de Marcelo? ¿Qué significa Marcelo para usted y para el pueblo? 193 Fuentes Bibliografía Aguilar Alvarado, Modesto, Los grandes agricultores del valle de Culiacán, Ed. Once Ríos, México, 2003. Aguilar Soto, César Ramón, Política Agraria y empresarios agrícolas en Sinaloa, 1940-1958, tesis de maestría, en historia-UAS, México, 1998. 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