• BLOQUE 1: SER HUMANO Teoría de la Evolución: Esencialismo aristotélico. Creacionismo cristiano. Linneo. El evolucionismo: Lamarck, Darwin y Neodarwinismo. Darwinismo social. El proceso de hominización: rasgos diferenciadores del hombre Programación Filosofía • Ayala: La teoría de la evolución. Ed. Temas de Hoy. Madrid, 1994. pp 25−34 DARWIN Y SUS CRÍTICOS: HISTORIA DE LAS IDEAS EVOLUGONISTAS MITOS PRIMITIVOS Todas las culturas humanas tienen mitos sobre el origen del mundo, del hombre y de las demás criaturas. La tradición judeocristiona atribuye el origen de los seres vivos a su creación por un Dios omnipotente, quien proveyó a los pájaros con alas para que pudieran volar, a los peces con agallas y aletas para vivir en el agua, y al hombre con inteligencia para dar culto a su Creador. Los filósofos de la Grecia clásica propusieron mitos sobre la creación, algunos de los cuales tienen reminiscencias evolucionistas. Anaximandro propuso que los animales pueden ser transformados de un tipo en otro. Empédocles especula con que los animales se forman como un rompecabezas, poniendo juntas partes preexistentes que se ajustan unas con otras en combinaciones funcionales: una cabeza con un cuerpo y cuatro patas y otras posibilidades por el estilo. Más cercanas a las ideas evolutivas modernas son las nociones propuestas por la Iglesia cristiana primitiva por parte de algunos padres de la misma. San Gregorioo Nacianceno (c. 330−390) y San Agustín (354−430), por ejemplo, sostienen que no todas las especies de plantas y animales fueron creadas desde el principio por Dios, sino que algunas se han desarrollado en tiempos más recientes a partir de especies o semillas creadas por él. La motivación de estos autores religiosos no es proponer una teoría científica, sino avanzar una explicación posible de un hecho religioso. La Biblia describe el diluvio universal y que Noé incluyó en el arca una pareja de cada una de las especies vivientes. No hubiera sido posible en aquellos tiempos construir una embarcación suficientemente grande para contener y mantener a todas las especies conocidas. San Gregorio y San Agustín concluyeron, pues, en sus comentarios bíblicos con que no todas las especies existían ya en la época del arca de Noé; muchas de ellas aparecieron después del diluvio universal. LA EDAD MEDIA Y EL SIGLO DE LAS LUCES El interés en materias científicas durante la Edad Media era virtualmente nulo. La posibilidad de que los organismos pueden cambiar por procesos naturales aparece de forma incidental en los escritos de los dos grandes teólogos cristianos de la época, los dominicos San Alberto Magno (1200−1280) y su discípulo Santo Tomás de Aquino (1224−1274). Aquino, en particular, se plantea la cuestión de si es posible que larvas y moscas surjan de forma espontánea en la carne putrefacta y otras materias en descomposición, tal como se creía generalmente en su época. Enumera los argumentos filosóficos y teológicos a favor y en contra de tal creencia popular y llega a la conclusión de que no existen objeciones ni racionales ni teológicas en contra de la proposición de que ciertos animalitos puedan aparecer por generación espontánea a partir de materia muerta. Con un sentido común característico, Santo Tomás comenta al final de la discusión que él ni propone ni niega que tal cosa ocurra de hecho, pues éste es un asunto que no han de decidir ni teólogos ni filósofos, sino los científicos. 1 La idea de progreso, en particular la creencia en el progreso humano ilimitado, es central en el pensamiento iluminista del siglo XVIII, sobre todo en Francia entre filósofos como el marqués de Condorcet (Jean Antoine Caritat. 1743−1794) y Denis Diderot (1713−1784) y científicos tales como Buffon. Pero su fe en el progreso no les llevó a concebir o defender una teoría de la evolución. El matemático Pierre Louis Moreau de Maupertius (1698−1759) admite la generación espontánea y la extinción de especies, pero tampoco propone una teoría de evolución; esto es, la transformación de una especie en otra por medio de causas naturales. Georges Louis Leclerc, conde de Buffon (1 707−1788), uno de los grandes naturalistas de su tiempo, propone una teoría del origen de las especies por procesos naturales. Los organismos, según Buffon, aparecen por generación espontánea como consecuencia de la asociación de moléculas orgánicas, de manera que puede haber tantos tipos de animales y plantas como combinaciones viables de moléculas orgánicas. Pero esta teoría tiene poco en común con la de la evolución, tal como se entiende en sentido moderno. De hecho, Buffon plantea explícitamente, y rechaza, la posibilidad de que especies diversas puedan descender de un ancestro común. En lnglaterra el médica Erasmus Darwin (1713−1802), abuelo de Charles Darwin, en su libro Zoonomia especula sobre la transmutación de las especies vivientes, pero no desarrolla en detalle una teoría evolutiva. Sus ideas no tuvieron ninguna influencia real en las teorías evolutivas posteriores. Mucho más importante es la influencia del botánico sueco Carolus Linnaeus (1707 −1778) autor del sistema jerárquico para la clasificación de plantas y animales que, aun cuando modernizado, está todavía en uso. Linneus mantiene la fijeza de las especies, que es una idea central de su sistema de clasificación; pero la organización jerárquica diseñada por él eventualmente contribuyó de manera importante en la aceptación de los conceptos de descendencia común y divergencia gradual, ya que éstos implican relaciones jerárquicas de parentesco y de diferenciación LAMARCK El gran naturalista francés Jean−Baptiste de Monet, caballero de Lamarck (1744−1829) aceptaba la perspectiva iluminista de su tiempo, es decir, que los organismos vivientes representan una progresión creciente de avance, con los humanos en la cumbre del proceso. A partir de esta idea, Lamarck propone en los primeros años del siglo XIX una teoría de la evolución biológica, la primera que es detallada, extensa y consistente, aunque tiempo después se demostrara que era errónea. Según Lamarck los organismos evolucionan necesariamente a través del tiempo en un proceso que pasa de manera continua de formas más simples a otras más complejas. El proceso se repite sin cesar, de manera que los gusanos de hoy tendrán en eras posteriores como descendientes a seres humanos, igual que los humanos de hoy descienden de gusanos del pasado. Lamarck propone que, superpuestas al proceso necesario de evolución gradual ascendente, se dan modificaciones en los organismos en tanto que éstos se adaptan a su ambiente debido al cambio de sus hábitos. El uso de un miembro o un órgano lo refuerza y el desuso de los mismos conduce a su eliminación gradual. Las características adquiridas por uso y desuso, de acuerdo con esta teoría, son heredadas. Esta idea, posteriormente llamada herencia de caraceres adquiridos, fue rechazada en el siglo xx, Aunque la teoría lamarckiana no resistió el avance de nuevos conocimientos, contribuyó de manera importante a la gradual aceptación de la evolución biológica. DARWIN El fundador de la teoría moderna de la evolución es Charles Darwín (1809−1882). Hijo y nieto de médicos se inscribió como estudiante de medicina en la Universidad de Edimburgo. Después de tres años, abandonó estos estudios y se marchó a la Universidad de Cambridge con el fin de prepararse para ser clérigo. No fue un estudiante excepcional, pero estaba profundamente interesado en la historia natural. El 27 de diciembre de 2 1831 unos meses después de su graduación en la Universidad de Cambridge, como naturalista a bordo del HMS Bmgle para realizar un viaje alrededor del mundo que duró hasta octubre de 1835. Pasó gran parte del tiempo en las costas de Sudamérica y visitó también Australia y muchos archipiélagos del Pacífico, desembarcando con frecuencia para llevar a cabo viajes al interior con el fin de reunir especímenes de plantas y animales. El descubrimiento en Argentina de huesos fósiles de grandes mamíferos extintos y la observación de numerosas especies de pinzones en las islas de los Galápagos se incluyen entre los sucesos que llevaron a Darwin a interesarse en cómo se originan las especies. En 1859 publicó The Origin of Species (El origen de las especies), un tratado que expone la teoría de la evolución y, aún más importante, el papel de la selección natural en determinar su curso y explicar el diseño de los organismos. Publicó muchos otros libros en los años siguientes, entre ellos La descendencia humana y la selección en relación al sexo (1871), que extiende la teoría de la selección natural a la evolución humana. Darwin es considerado como un gran científico, pero debe serle además como un revolucionario intelectual que inaugura una nueva era en la historia cultural de la humanidad. Darwin completa la revolución copernicana que empezó en los siglos XVI y XVII con los descubrimientos de Copérnico, Galileo y Newton que marcan los principios de la ciencia moderna. Los descubrimientos en astronomía y física de estos grandes científicos trastocaron las concepciones tradicionales sobre el universo. La Tierra deja de ser el centro del universo, como la concebían los griegos o los filósofos cristianos, y pasa a convertirse en un pequeño planeta que gira alrededor del Sol, una más de las miríadas de estrellas que existen en el universo. Las estaciones, las lluvias y mas particularidades del clima se convierten en procesos con causas naturales. Las rotaciones de los planetas son explicadas también por leyes naturales, las mismas que dan cuenta del movimiento de proyectiles y otros cuerpos en la Tierra. El significado global de estos descubrimientos no es simplemente que cambian ciertas concepciones particulares, tales como ta noción de que la Tierra es el centro del universo. Más importante es que estos descubrimientos llevan a la concepción de que el universo es un sistema de materia en movimiento, gobernado por leyes inminentes. El funcionamiento del universo deja de ser atribuido a la inefable voluntad del Creador y pasa al dominio de la ciencia, que es una actividad intelectual que trata de explicar los fenómenos del universo por medio de causas naturales. Fenómenos como las marcas, los eclipses y la posición de los planetas pueden, pues, ser comprendidos como resultado de causas naturales y predecirse siempre que las causas sean conocidas de forma adecuada. La revolución copernicana consiste en la sustitución de una concepción animista del universoso por una concepción causal, en el reemplazo de las explicaciones teológicas de los fenómenos naturales por las explicaciones científicas. LA REVOLUCIÓN DARWINIANA Darwin demOstró que los organismos evolucionan; que los seres vivientes, incluyendo al hombre descienden de antepasados muy diferentes de ellos; que las especies están re− lacionadas entre sí porque tienen antepasados comunes. Quien desee hacer el eefuerzo de estudiar la evidencia y de juzgarla sin prejuicios no puede dudar de que, por ejemplo, el hombre y los simios antropoides descienden de antepasados comunes que vivían hace unos 10 millones de años, o que los mamíferos del hombre al ratón y a la ballena, des− cienden de reptiles que vivían hace más de 200 millones de años. Pero más importante que la evidencia de la evolución es el hecho de que Darwin proporcionara una explicación causal del origen de los organismos que constituye la teoría de la selección natural. Con ella Darwin extiende al mundo orgánico el concepto de naturaleza derivado de la astronomía, la física y la geología: la noción de que los fenómenos naturales pueden ser explicados como consecuencia de leyes inmanentes, sin necesidad de postular agentes sobrenaturales. La revolución copernicana había dejado fuera de su alcance el origen de los seres vivos con sus adaptaciones 3 maravillosas: el ojo exquisitamente diseñado para ver, la mano para asir, los riñones para regular la composición de la sangre. Darwin completa la revolución cepernicana, y con ello el hombre occidental logra su madurez intelectual. Todos los fenómenos del mundo de la experiencia externa están ahora al alcance de las explicaciones científicas, que dependen exclusivamente de causas naturales. Las dificultades conceptuales superadas por Darwin no deben menospreciarse. Es de sentido común que los organismos proporcionan evidencia de diseño, y donde hay diseño, hay disecador, que el ojo del hombre está constituido para ver y el ala del pájaro para volar parece significar de manera irrefutable que alguien los ha diseñado específicamente para tales propósitos. Antes de Darwin, las adaptaciones y la diversidad de los organismos se aceptaban como hechos sin explicación científica, eran atribuidas a la sabiduría omnisciente del Creador: Dios creó las aves, los peces, las plantas, los planetas y, sobre todo, creó al hombre a su imagen y semejanza. A él le dio ojos para que pudiera ver, y a los peces agallas para que pudieran respirar en el agua. De hecho, los teólogos del medievo y los posteriores argüían que el diseño funcional de los organismos manifiesta la existencia de un Creador sabio. En el siglo XIII Santo Tomás de Aquino había formulado tal argumento en su «quinta vía» para demostrar la existencia de Dios. En el mundo anglosajón del siglo XIX el teólogo inglés Wilham Paley había argüido en su Nalutal Theology que es absurdo suponer que la organización compleja y precisa del ojo humano es un resultado del azar. Darwin acepta la siguiente premisa:− los organismos están adaptados para vivir en sus ambientes −el pez en el agua, la cebra en la pradera y la lombriz en el intestino− y tienen órganos específicamente diseñados para llevar a cabo ciertas funciones −las agallas para respirar en el agua, las patas para correr y las alas para volar−. Darwin acepta la organización funcional de los seres vivos pero pasa a dar una expncación natural de tal organización. Con ello reduce al dominio de la ciencia los únicos fenómenos naturales que todavía quedaban fuera de ella: la existencia y la orzganización de los seres vivos. LA SELECCIÓN NATURAL Darwin resume el argumento central de la teoría de la evolución por medio de la selección natural de la manera siguiente. Dado que se producen más individuos que los que pueden sobrevivir, tiene que haber en cada caso una lucha por la existencia, ya sea de un individuo con otro de su misma especie o con individuos de especies distintas, ya sea con las condiciones físicas de la vida. Viendo que indudablemente se han presentado variaciones útiles al hombre. ¿puede acaso dudarse de que de la misma manera aparezcan otras que sean útiles a los organismos mismos en su grande y compleja batalla por la vida, en el transcurso de las generaciones? Si esto ocurre, ¿podemos dudar −recordando que nacen muchos más individuos de los que acaso pueden sobrevivir− que los individuos que tienen ventaja, por ligera que sea, sobre otros tendrán más probabilidades de sobrevivir y reproducir su especie? Y al contrario, podemos estar seguros de que toda variación perjudicial por poco que lo sea, será rigurosamente eliminada. Esta conservación de las diferencias y variaciones favorables de los individuos y la destrucción de las que son perjudiciales es lo que yo he llamado selección natural La explicación darwinista de la evolución de los organismos por medio de la selección natural es, como tantas otras proezas de la mente humana. extremadamente simple, al mismo tiempo que poderosa. El punto de partida es la existencia de variaciones hereditarias, una observación que Darwin consideraba incontrovertible, aun cuando ignoraba los mecanismos de mutación que dan origen a la variación hereditaria. Otra observación es que sólo una fracción de los organismos sobrevive hasta su madurez y se reproduce, y la mayoría muere antes de dejar descendencia. Basándose en parte en la experiencia adquirida por los ganaderos y los agricultores que practican la selección artificial Darwin arguye que ciertas variantes hereditarias deben ser más ventajosas que otras para los organismos que las poseen; es decir, los que tienen variantes favorables tendrán una probabilidad mayor de sobrevivir y de reproducirse que los organismos carentes de ellas. Así 4 pues, el proceso de la reproducción a través de las generaciones llevará al aumento gradual de las variantes hereditarias beneficiosas y a la eliminación de las desfavorables Filosofía 6 5