Obra completa en verso - Jose Antonio Munoz Rojas

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La importancia de la presente
edición
es
su
carácter
eminentemente testimonial. Ésta es
la poesía completa autorizada y
revisada, verso a verso, por el
propio autor, tras años de trabajo
conjunto en sus archivos.
Hoy ya es una realidad que Muñoz
Rojas es generalmente considerado
uno
de
nuestros
«clásicos
modernos», como diría Dámaso
Alonso desde que lo leyó por
primera vez. Y si ha permanecido en
ese rincón discreto, si «huye del
mundanal ruido y sigue la escondida
senda», ha sido porque allí es
donde estaba su centro, donde ha
podido mantener su aventura
poética, su verdadera vocación, la
llamada
de
su
corazón
(contemplador innato) en lugar
sereno, a donde hoy acude ya
nuestra admiración con la certeza de
que todo está en su sitio. En
realidad, nuestro autor no ha
cambiado nunca de lugar. Quizá por
eso su principio y su fin, como para
Eliot, coinciden.
Clara Martínez Mesa
José Antonio Muñoz Rojas
Obra completa en
verso
La alacena olvidada
ePub r1.0
AlNoah 06.02.14
José Antonio Muñoz Rojas, 2008
Edición de Clara Martínez Mesa
Retoque de portada: AlNoah
Editor digital: AlNoah
Escaneo y ePub original: Blok
ePub base r1.0
PRÓLOGO
[…] escribir, que es el
andar del alma; no lo dejes,
escribe y guarda y vuelve
sobre lo escrito. Y rompe o
no lo escrito según te lo
pida al releerlo, y eso sí,
comunícate, viértete en el
papel o en el momento con
el amigo o con la tarde que
te invite al diálogo. Lo que
se guarda se pierde, lo que
no se da no se tiene. La
intimidad es personal, el
secreto es de la vida y del
mundo; somos parte de ese
secreto, un rompimiento de
poesía que surge, lo
desvela. Pero del secreto,
del misterio vivimos, en él
están nuestras raíces.
(CARTA DEL AUTOR A
CLARA MARTÍNEZ MESA,
17 DE JUNIO DE 1994)
NUESTRA EDICIÓN
La importancia de la edición que nos
ocupa es su carácter eminentemente
testimonial. Ésta es la poesía completa
autorizada y revisada, verso a verso, por
el propio autor, tras años de trabajo
conjunto en sus archivos. El proceso de
edición ha nacido de la amistad y la
cercanía lectora, una vez abierta la
puerta de una alacena olvidada que el
olvido roía.
José Antonio Muñoz Rojas es poeta
magistral, artesano del verso, transmisor
de un léxico profundamente arraigado en
su cotidianeidad y casi extinguido, y
creador “de unas pocas palabras
verdaderas” que cree no haber hallado
todavía. Amante de la vida por encima
de la poesía, como dijo Vicente
Aleixandre de sí mismo, pero consciente
y amante del don cultivado. Desde mi
infancia y adolescencia, la obra de
Muñoz Rojas ha sido mi norte, y la
amistad con el escritor, un privilegio.
Durante mis estudios universitarios
comencé a visitarle con asiduidad, y al
cabo de poco tiempo, surgió de forma
casual el ayudarle a revisar y ordenar su
archivo literario personal. Hubo que
empezar por reunir ingentes carpetas y
documentos desordenados, guardados
durante casi un siglo, donde se
mezclaban manuscritos y autógrafos
propios, recortes de revistas con fuentes
primarias
y
secundarias,
correspondencia literaria, folletos,
libritos
y
demás
documentos
aparentemente azarosos que, como en un
enorme rompecabezas, fueron tomando
forma y conformando el testimonio
documental de todo su mundo literario.
Pasados los años, cada vez iban
creciendo más mis responsabilidades
sobre el cuidado y catalogación de su
archivo de autor. Comenzó entonces la
tarea de dictarme uno a uno sus poemas
y textos recientes, previamente a su
edición, y de revisar además todos los
textos
que
iban
apareciendo
abandonados, inéditos o relegados a
publicaciones en revistas antiguas, tarea
que surgió a partir de mis sucesivos
hallazgos de los textos según los iba
clasificando. A través de la revisión de
los cuadernos manuscritos originales
donde aparecían los distintos poemas y
libros, nos fuimos dando cuenta de que
las versiones definitivas de los textos
(las publicadas), distaban mucho de
unos cuadernos a otros, ya que el autor
había reescrito sus poemas varias veces
a lo largo de los años, volviendo una y
otra vez al sentido y variando la forma
de muchos textos, hasta la última
versión, que fue la que se publicó para
cada libro. Esta tarea nos ha servido
para fijar aquellos textos que
presentaban alguna variante entre
distintas publicaciones y, sobre todo,
para la revisión final de los inéditos
incluidos en nuestra edición.
Todo este trabajo mutuo ha
delimitado la constitutio textus en
nuestro trabajo. El privilegio de
aprender del poeta de forma natural,
simultáneamente al trabajo con su
archivo literario, ha aportado la mayoría
de las razones de ser de la edición que
nos ocupa. Todas las fases descritas por
Alberto Blecua (1990) han sido llevadas
a cabo mayoritariamente en el taller del
autor, en el taller del autor, y han sido
contrastadas con él continuamente. No
puedo ocultar que fue el autor quien un
día me pidió que realizara “el estudio
definitivo” de su obra poética y quien ha
dejado a mi criterio su producción
íntegra. La personal forma de escribir de
Muñoz Rojas y mi conocimiento directo
de ella, ha llevado necesariamente a una
adopción de su criterio en la
transcripción de los poemas, por lo que
nos hemos dado cuenta de que la
puntuación de anteriores ediciones de
sus poemas no ha sido la adecuada en
algunos casos: durante la revisión
conjunta de sus manuscritos y el dictado
inmediato desde sus borradores, al
contrario que su amigo y maestro Pedro
Salinas, nunca estaba pendiente de los
signos de puntuación, sólo del
contenido, del mensaje, y era mi forma
de entender su dicción y sentido lo que
llevó a comprender la forma idónea de
su discurso. No es que las demás
ediciones estuvieran mal planteadas,
sino que el autor entregó, por ejemplo a
Cristóbal Cuevas, los manuscritos o
textos mecanografiados apenas sin
puntuación, ya que suele escribir sin
atender a ella, y cada editor hizo
después el arreglo a su modo de
entender. Además faltaban siempre
manuscritos o autógrafos inéditos que
con el tiempo hemos revisado e incluido
en el texto de nuestra edición, como
iremos explicando. El poeta necesita un
transcriptor in situ, por sus continuos
hipérbaton, encabalgamientos, ausencia
de puntuación en muchas ocasiones y
otros rasgos propios, y surgió la
complicidad natural, brindada por el
tiempo y la paciencia, en su manera de
encadenar o truncar los versos. Había
que variar o, en la mayoría de los casos,
eliminar muchas comas que andaban
retardando innecesariamente una lectura
fluida y profunda.
Es importante destacar que Muñoz
Rojas adoptó a partir de 1990,
aproximadamente, un rasgo de estilo
propio que hemos respetado en sus
últimos libros, sólo en aquellos casos en
que la edición ya incluía dicho rasgo: al
modo inglés, en los enunciados
interrogativos y exclamativos sólo
escribe el signo final de interrogación o
exclamación. Esto se debe a que gran
parte de sus lecturas de siempre han
sido las anglosajonas (Shakespeare,
John Donne, T. S. Eliot, Dylan
Thomas…) y ha hecho suya esta forma
al escribir. Es el caso de la puntuación
en Objetos perdidos, Entre otros
olvidos y La voz que me llama. Estos
contienen enunciados cortos, llenos de
dubitaciones, perífrasis, etiologías y
comunicaciones y, tratándose además
generalmente de poemas muy breves, la
adopción de este rasgo no entorpece la
comprensión de lectura; sin embargo, en
anteriores libros, hallamos enunciados
interrogativos y exclamativos muy
extensos, como es el caso de Abril del
alma u Oscuridad adentro, y la
supresión de los signos iniciales hubiera
obstaculizado el inicio de enunciados de
este tipo y su diferenciación con el resto
del discurso. Por tanto, hemos decidido
mantener dicho rasgo únicamente en
esos tres libros, de modo que
respetamos de paso todas las ediciones
que se han hecho, antiguas y recientes,
considerando este rasgo como distintivo
de dichos libros y en ningún caso de los
anteriores.
Su negativa a publicar de forma
inmediata
sus
creaciones,
permaneciendo sus libros inéditos en
muchos casos hasta décadas después,
planteaba además la tarea de revisar lo
ya publicado, contrastándolo todo con
los manuscritos u originales. Por tanto,
cada poema de esta edición ha sido
contrastado con el original a través de
borradores, originales o autógrafos, ya
que abundan los distintos escritos de
este tipo en sus archivos y cuadernos.
Esto sucedió con los libros que editó
Cuevas (1989)[1], además de los
poemarios Consolaciones y Rayo sin
llama, con las octavas que insertamos en
el Cancionero de la Casería y con los
poemas sueltos que hemos añadido a los
libros principales. En las notas finales
se ofrecen todos los datos sobre los
poemas
que
fueron
publicados
aisladamente en revistas, aparte de
cuantos datos documentales que hemos
considerado útiles y necesarios para la
comprensión de su trayectoria creativa.
En cuanto a la ordenación de los
textos, el criterio ha sido cronológico,
con algunas salvedades justificadas
desde el criterio temático o semántico.
Todos los libros se suceden en el
tiempo, de forma que pueda descubrirse
su evolución creativa, observarse sus
relaciones intratextuales y entenderse su
testimonio vital como poeta. Pero
cuando no se suceden en alguna ocasión
los libros linealmente y se solapan, ya
que su composición ha sido paralela
tratándose de libros distintos, el criterio
supera al puramente cronológico por una
razón muy sencilla: por ejemplo,
Canciones se escribió entre 1933 y
1940, y Al dulce son de Dios, entre
1936 y 1945. Nuestra sucesión se debe a
la separación temática que existe entre
ellos, y a que ningún poema del segundo
pertenece al libro original del primero,
aun cuando no se publicaran como libros
independientes hasta su inclusión en la
edición de Cuevas. Por eso, aunque a
veces se solapen las fechas de
composición, consideramos acertado el
orden finalmente
adoptado,
por
superponerse
de
ambas
formas
correctamente. Se toma, pues, como
partida el primer año del periodo de
composición, y le sigue el siguiente
desde este criterio, suponiendo cada
libro un conjunto temático coherente,
que es lo que en el fondo debíamos
respetar, dada la redacción paralela de
varios libros que a veces ha llevado a
cabo el autor.
Sólo
existe
una
excepción
propiamente dicha a este criterio,
incluidas las salvedades explicadas: el
libro Cantos a Rosa contiene los
poemas de la primera edición, más los
dos libros con que amplió éste en los
años noventa (Novísimos a Rosa y
Postumos a Rosa). No considerábamos
lógico para la lectura de toda su obra
seguida el hecho de que estos dos
poemarios, que nunca se publicaron
como libro aparte, se incluyeran por
separado en nuestra edición, ya que
pertenecen a los Cantos a Rosa,
constituyen su prolongación, su discurso
de madurez sobre el símbolo original de
su rosa. Realmente sólo se antepondrían,
sin seguir la línea cronológica, a
Oscuridad adentro, ya que su
composición fue entre este libro y los
que aparecen después. Por tanto,
concluimos dejarlos como un todo y no
truncados entre sí.
La composición de algunos libros
como tales ha sido posterior a su
escritura, ya que algunos se componen
de las producciones del autor en un
periodo determinado, no publicándose
el conjunto de poemas como libro hasta
el de Cuevas —en lo sucesivo CC— o
hasta nuestra edición. Es el caso de
Poemas de juventud, Al dulce son de
Dios, Dedicatorias y divertimientos y
Oscuridad adentro. El autor nos
recuerda sus inicios poéticos:
Mis primeros versos son del
colegio en los años veinte. Salvo
los Versos de retorno, unos
impacientes principiantes del 29
cuando la Imprenta Sur rompía
genialmente en Litoral, aprendí
la lección de dejar dormir algún
tiempo lo que escribía para que
madurara y hasta los Sonetos de
amor de los 40. La verdad es
que no he sido un poeta
abundante sino más bien tardío y
escaso.[2]
Poemas de juventud contiene la
selección definitiva de los primeros
poemas del autor, como muestra de su
producción inicial. En un principio, el
autor deseaba que no se incluyera nada
anterior a Ardiente jinete en nuestra
edición (dijo literalmente: “Una poesía
completa es eso, poesía y completa; y
esos versos no son poesía ni completan
nada”), pero finalmente accedió a
incluirlos por tratarse de un capítulo
testimonial. Contiene a su vez la
selección definitiva del librito Versos de
retorno, que sí se publicó como tal.
Pero el conjunto del capítulo no se
publicó más que, en una pequeña parte,
como primero de la edición de CC.
Al dulce son de Dios se compone de
todos los poemas de temática religiosa
pertenecientes al periodo de 1936 a
1945. Está a caballo entre dos libros de
temática totalmente distinta: Canciones
y Sonetos de amor por un autor
indiferente, todo sonetos de amor y
publicado como libro independiente.
Por tratarse de poemas de esa época,
todos de temática religiosa, los
reunimos bajo el mismo título que les
dio el autor para CC.
Dedicatorias
y
divertimientos
incluye todos aquellos poemas de entre
1940 y 1970 que fueron escritos a
personas concretas (es el caso de las
Dedicatorias) o por entretenimiento del
autor, sin más propósito que el disfrute
de su composición (caso de los
divertimientos). No podíamos de
ninguna forma, a pesar de que muchos
poemas superaban cronológicamente a
los del siguiente libro, Cancionero de la
Casería, incluirlos aparte, ya que
pertenecen temáticamente al título que se
les da, y agrupan en un solo capítulo, ya
de por sí doble, todos los textos de
dicha índole.
Oscuridad adentro consta de todas
aquellas composiciones de 1950 a 1980
que poseen una temática exclusivamente
metafísica y metapoética —el poeta
desgrana los motivos y dilemas de su
vida y de su propia escritura— y que,
por tanto, merecen un capítulo aparte. Se
adopta el título del poemario
“Oscuridad adentro” dedicado a
Aranguren, por compendiar el sentido
total del conjunto de poemas. Por
razones temáticas no pueden separarse
del conjunto textos de este apartado por
meras razones cronológicas, que en
casos como éste pesan menos.
Ante las notas finales, ofrecemos un
glosario del mundo del campo, que
consideramos imprescindible para la
comprensión de su poesía, ya que es
característico de su obra el empleo de
un léxico particularmente inusual y
exclusivo, no existiendo otras voces de
difícil interpretación más que las
pertenecientes al mundo rural y su
naturaleza. Las acepciones aportadas
para cada vocablo están tomadas en su
mayoría de María Moliner.
En nuestra tesis doctoral se estudian
y comentan en profundidad los capítulos
necesarios para una mayor comprensión
de la trayectoria poética y vital de
Muñoz Rojas, de su retórica, de la
crítica existente sobre su obra, de las
perspectivas generacionales y, en fin, de
todo aquello que conforma el
comentario completo de su poesía[3].
Allí ofrecemos además una exhaustiva
bibliografía de la obra completa del
autor.
No existen en la obra de Muñoz
Rojas apenas variantes significativas
entre las distintas ediciones de su
poesía, ya que el poeta siempre ha
mantenido el criterio de que, una vez
publicados, los textos no deben cambiar;
a no ser que se publicara algún poema
suelto en revistas durante su juventud y
fueran revisados hasta su versión
definitiva para la publicación del libro
al que pertenecían (para la edición de
CC, casi siempre). Por esta razón han
permanecido inéditos numerosos libros
y poemas sueltos tanto tiempo, debido a
su constante revisión y corrección de
manuscritos y copias, hasta que por fin,
décadas después, en muchos casos, ha
decidido publicarlos. Dichas variantes
quedan descritas en las notas finales.
Los textos inéditos que se aportan en
nuestra edición son, por orden
cronológico: de Consolaciones: todos
los poemas en alejandrinos excepto el
último (“Sueño adentro”), que ya
rescatamos en 2005. De Cancionero de
la Casería las diez octavas reales (“A ti
que en esta tierra consentida…”). De
Lugares del corazón: “Era para los
años que cumplía…”. Pero la mayor
aportación de esta edición es la de
numerosos textos que permanecían
aislados y olvidados. Los publicados
únicamente en revistas antiguas o
ediciones de difícil acceso, minoritarias
y/o agotadas son: De Poemas de
juventud: “Caminemos, caminemos…”,
“Noche de San Juan”, “Romance (Los
ecos de la verbena…)”, “Madre, por la
calle pasan…”, “Domingo (Ahora ya
fina seda…)”, “Pastor dulce de
recuerdos…”, “Muriendo ya, clavel…”,
“Dingle Lañe, 1932”, “Dover, 30 de
octubre de 1933”, “Amor de todas las
cosas”. De Canciones: “Poema a lo
divino”, “Sáficos”, “El quicio”. De Al
dulce son de Dios: “Dios en el campo”.
De Cancionero de la Casería: “Olivos
de mis gentes, yo quisiera…” De Cantos
a Rosa: “Rosa tardía” (Novísimos a
Rosa). De Lugares del corazón: “Ahora
que cielo, vega, mar, collado…” De
Dedicatorias y divertimientos: “Verano
de 1928. Antonio Machado”, “Un
hombre cabal”, “Hace ya mucho tiempo
que Carmeta…” “Quiero, Carmen
amiga, en la blancura…”, “A este
Febrero, que se equivocó y se vistió de
Abril en 1966”, “Cuarenta de Abril”.
Rayo sin llama (libro íntegro). De La
voz que me llama: “Si me preguntas qué
es sentir…”.
En 2005 realicé junto a Antonio
Carvajal una selección de textos
inéditos o ilocalizables (Rescoldos),
que han sido ubicados en la presente
edición cada uno en su correspondiente
libro; los textos escogidos en verso
fueron: “Sueño adentro” (último poema
de la primera parte de Consolaciones,
hasta ahora inédita); “A Jesús Martínez
Labrador, amigo” [Dedicatorias y
divertimientos], que allí aparecía bajo
el título “Como tu barro”; los cinco
poemas que en Oscuridad adentro
aparecen bajo el título “Calma y espera”
(parte 9.ª).
Por último, existe un brevísimo
corpus de inéditos o textos en
publicaciones sueltas (la mayoría en la
revista malagueña Caracola) que, tras
haber sido revisados por el autor, se han
omitido en nuestra edición. Respetamos
completamente su suprema decisión a
este respecto. Ofrecemos por tanto la
totalidad de la poesía en verso
actualmente autorizada por el autor y
que consideramos definitiva.
Sin desestimar las metodologías
seguidas de hecho en este trabajo, no he
encontrado ningún método académico
que haya resultado más empírico que el
de la conversación permanente, el del
acercamiento real desde mi infancia a la
persona que escribe, surgido de la
contemplación de la tierra, de las
estaciones, del instante pleno y fugaz a
su lado. Ese método, sin pedirnos
permiso ni a él ni a mí, ha desembocado
irremediablemente en una consecuencia
testimonial. Nada ha sido impuesto a una
complicidad latente y creciente. Los
primeros y últimos cauces de estudio
sobre su poesía han sido la amistad y el
tiempo detenido. De su silencio he
aprendido a veces más que de sus
palabras. A su poética, a su dolorido
sentir, se llega andando por el campo,
recogiendo nardos, rosas y fresas de su
huerto. A Rosa se la encuentra uno en el
aire tras unas pocas impresiones
compartidas sobre la hermosura del
olivar y las herrizas, en el rosal mismo o
en su mano, que coge la nuestra con
ternura. Su Abril se comprende
paseando en abril por la sierra de la
Camorra, oliendo la tierra mojada,
contemplando el prodigio de la
primavera en los trigales cercanos,
sorprendiendo el canto del ruiseñor y
celebrando la llegada de los vencejos.
Infinitas son las posibilidades de
expresar todo lo aprendido desde este
prisma, y sin embargo, la simple forma
de un jirón de nube sobre el horizonte
del eterno trigal, lo resume todo sin voz
alguna. Lo entraña todo un paseo con el
poeta, en la última hora de luz del
verano, y “a beberse la tarde”, como él
llama a dejarse caer por el angosto
caminillo entre almendros y cipreses,
con las sierras azules de Rute y el
Torcal de fondo, alma y mirada
deslizadas en la serenidad que nos aísla
del mundo y a la vez nos conciba con su
vertiente dichosa. Nada hay ajeno al
instante, y hasta las incontables horas y
años de trabajo entre estanterías y
archivos, hasta el agotamiento innegable
de
la
investigación
subyacente,
descansan bajo la sombra del árbol de
Judas, se vuelven eco del chorro de agua
sobre la alberca, obedecen de continuo
al canto de las aves que retornan al
oscuro silencio que se siente en aquel
campo tras los grillos.
Cuando la soledad de dos almas se
entrelaza y habla el mismo idioma, y ríe
el corazón por el mismo costado, es
posible entenderse y admirarse por
encima de todo. Los desencuentros son
nimios, los avatares son velados, el
miedo porque nos falte el amigo a la
culminación de nuestro trabajo sobre su
vida y poesía, se tiñe de una fe ciega en
que no nos faltará nunca. Y es joven el
amigo, tenga la edad que tenga, aunque
diga que cada día va muriendo un poco
más, aunque asegure que lo único que
hace desde que Marilu se fue es ir
muriendo, y que sólo unas pocas
ilusiones, como ésta, le mantienen vivo.
Precisamente por su inconsciente
insistencia en vivir el presente, nunca he
conseguido plasmar en un diario tantos y
tantos momentos que me han marcado
como persona y que quizá vayan
perdiéndoseme sembradas en la
memoria. Porque lo necesario y real ha
sido vivirlos, no escribirlos. Porque, al
igual que su poesía, han nacido de la
vida y vuelven a ella en continuo
movimiento, en vuelo inasible.
El cuidado de la obra de Muñoz
Rojas
es
ya
para
siempre
responsabilidad que asumo desde la
ética del amor. Ojalá, al menos, quede
cumplida en esta edición, la primera
parte de mi labor, por él encomendada.
BIOGRAFÍA
ESENCIAL DE JOSÉ
ANTONIO MUÑOZ
ROJAS
José Antonio Muñoz Rojas nace el 9 de
octubre de 1909 en Antequera, Málaga,
quinto hijo de Carmen Rojas ArreseRojas y Juan Muñoz Gozálvez. A los
dieciséis meses queda huérfano de
madre, siendo criado por su abuela
materna, Teresa Arrese. Sus años de
colegial transcurrieron entre Málaga
(Colegio Jesuita San Estanislao de
Kostka, Miraflores del Palo) y Madrid
(Colegio de Nuestra Señora del
Recuerdo en Chamartín de la Rosa),
adonde deben trasladarlo por razones de
clima, ya que enfermó de pleuresía.
Conoce allí a José Luis López
Aranguren, amigo en su madurez.
Comienza la carrera de Derecho en
Madrid, donde don José Castillejo
anima su vocación jurídica. En las
vacaciones de 1927 lee por primera vez
a Antonio Machado: impresionado por
el verso del que sería ya su poeta para
siempre, escribe su primer libro de
poemas, Versos de retorno, que sale de
los talleres de Sur en 1929, gracias a lo
cual conoce a Prados, Altolaguirre,
Hinojosa y José Luis Cano. Después, en
Madrid, conoce a los poetas profesores,
a Juan Ramón y a los demás del 27, cuyo
seno de vida literaria, en la que
participó como joven discípulo, le
traerá a tres de sus amigos y maestros:
José Moreno Villa, Dámaso Alonso y
Vicente Aleixandre. Poco después
conoce a Ridruejo, Leopoldo Panero y
los de la llamada generación del 36, con
los que funda Nueva Revista y junto a
los cuales aparecerá en las páginas de
Cruz y Raya años más tarde. Antes y
después de la guerra publica textos
poéticos, narrativos y ensayísticos en
revistas de talante tan variado como
ínsula, Cántico, Escorial, Revista de
Occidente o Papeles de Son Armadans.
En 1934 termina la redacción de
Ardiente jinete, que no se publicará
hasta 1984 y cuya mayor parte arderá en
los archivos de Cruz y Raya, sólo
salvado Este amor. Con este librito de
poesía gana uno de los premios del
Concurso Nacional de Literatura, junto a
Aleixandre, Cernuda, Altolaguirre y
otros. Ese mismo año participa con los
del 27 en el homenaje dedicado a Pablo
Neruda y comienza su contacto personal
con
Miguel
Hernández
y,
ocasionalmente, con García Lorca. En
1933 muere el padre del autor.
Atraído desde siempre por la poesía
de John Donne y de T. S. Eliot, y no por
el oficio de abogado, en 1936 marcha a
Cambridge, donde estudia las relaciones
de la poesía metafísica inglesa con el
Siglo de Oro español y traduce con éxito
a Eliot, Hopkins, Dylan Thomas,
Crashaw… Allí conoce a Unamuno y al
propio T. S. Eliot. De vuelta a España
estalla la guerra civil y su hermano
Javier es asesinado por miembros del
bando republicano. Tras ser refugiado
por el cónsul de Holanda, unos amigos
de la familia consiguen trasladarle a
Cambridge como lector de español,
donde continuará sus investigaciones,
sumido en la nostalgia y el dolor por lo
que deja atrás.
En 1939, tras la muerte de su abuela,
vuelve a España y conoce a Mª Lourdes
Bayo Alessandrí, su futura esposa, con
la que contraerá matrimonio cinco años
más tarde; tendrán siete hijos: Teresa,
Rafael, Lucas, Eduardo, Gracia, Pablo y
Pedro. Hasta 1951 vive entre Málaga y
Antequera, época en la que inicia junto a
Alfonso Canales la colección malagueña
“A quien conmigo va”. En La Casería
del Conde (cortijo cercano a Alameda,
comarca de Antequera), su residencia
desde entonces, lee a Fray Luis y, como
él, disfruta de la contemplación del
campo y de la experiencia de una vida
rural que le viene dada tras la
regeneración de las extensas tierras
familiares y su cultivo. Además de dar
trabajo en el campo a muchas familias
durante la posguerra, funda y patrocina
las Escuelas San Francisco Javier (hoy
Virlecha/La Salle), para transformar en
bien la pérdida de su hermano. Sigue
viajando a Madrid, donde continúa su
vida literaria. En 1942 publica en
Málaga los Sonetos de amor por un
autor indiferente (Ediciones Meridiano)
y un año después, en Adonais, Abril del
alma, ambos entonces aclamados por un
público selecto. En 1945 publica
Historias de familia en la Revista de
Occidente, obra que tuvo un éxito
considerable entre la narrativa de los
cuarenta, y que Gerardo Diego
consideró “narrativo a su manera, entre
realista, biográfico y fantástico”.
En 1951 se publica en la colección
malagueña El Arroyo de los Ángeles su
libro más conocido, comentado y
editado, Las cosas del campo, que
escribió únicamente para dar rienda
suelta a sus vivencias con las gentes en
un diario del campo; la segunda parte
del libro, Las musarañas, de
ensoñadora recreación de la infancia, se
edita en Revista de Occidente en 1957.
Impulsa, desde su consejo directivo
inicial, la revista malagueña Caracola.
Un año después, de la mano de Juan
Lladó, se hace cargo de la Sociedad de
Estudios y Publicaciones del Banco
Urquijo, donde dirige una admirable
labor de mecenazgo cultural durante un
período de verdadero humanismo en la
España de entonces. En 1954 publica en
Adonais Cantos a Rosa, su gran libro de
poesía amorosa, que aumentará en su
vejez con Postumos a Rosa y Novísimos
a Rosa, obras en un tono muy diferente
al de los sonetos y alejandrinos de los
cuarenta, engarzado en endecasílabos
blancos, más cercano a la naturalidad de
Ardiente jinete y de Objetos perdidos.
Entre 1954 y 1980 escribe dos
grandes poemarios, Consolaciones y
Oscuridad adentro, y otros libritos
como Lugares del corazón…, Coplillas
y Cancionero de la Casería, todos ellos
recogidos por primera vez en 1989, en
cuidadísima edición de la poesía casi
completa del autor hasta 1980 por
Cristóbal Cuevas, cuyo buen hacer, por
la exhaustividad de su ensayo
introductorio y por la presentación de
toda su trayectoria poética, marcó un
hito en la justa valoración de la calidad
literaria y humana de Muñoz Rojas. Uno
de los poemas de Oscuridad adentro,
“Salmo”, refleja con rotundidad la
actitud vital del autor durante su
madurez. En 1976 se reedita Las cosas
del campo en Destino, momento en que
aparece por primera vez el texto de Las
sombras; un año después aparece
Antequera, norte de mi pluma, dedicado
a su tierra natal. En 1979 se publican
por fin sus Cuentos surrealistas, que
fueron redactados en los años treinta.
Antes de la referida edición de Cuevas,
fue realmente el poeta Antonio Carvajal
quien dio el primer impulso a la
consolidación de su obra, cuando en
1984 reeditó en Granada sus Sonetos de
amor por un autor indiferente.
En 1992 comienza una nueva etapa
de edición definitiva de su obra, de
manos de Manuel Borrás y la editorial
Pre-Textos, recuperadores primordiales
de su legado; ese año aparece Amigos y
maestros, como homenaje a todos los
escritores y pensadores del siglo XX a
los que Muñoz Rojas trató y de quienes
se considera admirado discípulo. En La
gran musaraña, publicada en 1994,
plasmará, tras su jubilación, sus
memorias en una prosa poética
impecable y reveladora, similar a la que
hallamos en 1995 en Dejado ir. Los
Ensayos anglo-andaluces de 1996
suponen un tributo a las letras inglesas
desde el prisma de su propia tradición.
En 1999 se reedita Las cosas del campo
y en 2000, Historias de familia.
En cuanto a sus últimos libros de
poesía, en 1997 nos sorprende con un
nuevo tono lírico, entre lo coloquial y
humorístico, lo metafísico y lo religioso,
con sus Objetos perdidos, que le traen el
Premio Nacional al año siguiente. Este
tono ha culminado en la amargura y la
clarividencia de Entre otros olvidos
(2001), poemario de lo más profundo
del alma humana y del misterio de la
palabra poética. En 2002 se reedita Las
musarañas.
Entre 1992 y 2006 recibe diversos
premios que reclaman su olvidado e
indudable
valor
literario:
Hijo
Predilecto de Andalucía en 1992,
Medalla de Oro de la ciudad de
Antequera en 1992, Hijo Predilecto de
Málaga en 1998 (junto a sus
desaparecidos Altolaguirre, Prados,
Hinojosa y Moreno Villa), Medalla de
la Real Academia de Bellas Artes de
San Telmo 1995, Premio de Ensayo y
Humanidades José Ortega y Gasset 1997
(por Ensayos anglo-andaluces), el ya
citado Premio Nacional de Poesía 1998
(por Objetos perdidos), Premio Luis de
Góngora y Argote 1998, Medalla de la
Fundación Menéndez Pelayo 2004 y
Premio Andalucía de la Crítica 2007 en
Narrativa (por El Comendador). La
concesión en 2002 del Premio Reina
Sofía de Poesía Iberoamericana supone
el eslabón fundamental del tardío y
merecido reconocimiento público a su
trayectoria creativa. La elegancia, la
extraordinaria humildad y el humanismo
que definen a Muñoz Rojas (y que la
crítica, desde Fernando Ortiz, ha
reconocido unánimemente) han hecho
que, entre otros factores, su obra haya
permanecido en un plano discretísimo
con respecto a generaciones y grupos
literarios, antologías y estudios de
historia literaria española; sirva como
complemento a esta hipótesis el hecho
de que el autor rechazase en su día la
posibilidad de un asiento en la Real
Academia Española de la Lengua.
Además, su labor creativa presenta, por
sus
características
originales
e
individuales, un difícil encasillamiento
dentro de este tipo de estudios.
En 2005 se publica La voz que me
llama, su última obra en verso, y en
2006 El Comendador, narración con
tintes líricos que permanecía inédita
desde los años sesenta. Se reeditan Las
sombras,
y
surgen
importantes
antologías de su obra poética.
Hoy ya es una realidad que Muñoz
Rojas es generalmente considerado uno
de nuestros “clásicos modernos”, como
diría Dámaso Alonso desde que lo leyó
por primera vez. Y si ha permanecido en
ese rincón discreto, si “huye el
mundanal ruido y sigue la escondida
senda”, ha sido porque allí es donde
estaba su centro, donde ha podido
mantener su aventura poética, su
verdadera vocación, la llamada de su
corazón (contemplador innato) en lugar
sereno, a donde hoy acude ya nuestra
admiración con la certeza de que todo
está en su sitio. En realidad, nuestro
autor no ha cambiado nunca de lugar.
Quizá por eso su principio y su fin,
como para Eliot, coinciden.
I
POEMAS DE
JUVENTUD[1]
[1929-1935]
DE VERSOS DE
RETORNO[2]
[1929]
I
NEMOS, caminemos
mente hacia la aldea
paz puesta en la boca
el alma serena.
os ojos los cristales
da enturbian, que llenan
aisaje de otoño
talgia y de tristeza.
mos de los hogares,
, sobre la tierra;
hogares templados
de al fuego se sueña,
ras llamas más hondas
consumen y queman.
ñas de ojos azules
ente de quimera
llos en el aire,
castillos que encierran
ro de los cuentos
nca Nieve, la buena.
ñas que aguardan siempre,
an a quien no llega,
tristes de los pueblos,
re al amor de la reja!
mos todo lo bueno
to de la aldea,
paz puesta en la boca
el alma serena.
II
NOCHE DE SAN
JUAN
emanso de la tarde
posado un recuerdo
ulce sombra triste,
os negros.
sta de San Juan
en el pueblo.
ros en la seda del silencio
bamos mirándonos
os pensamientos.
una en lo alto
scubrió el secreto.
mundo, nosotros,
y el silencio.
III
ROMANCE
os de la verbena
lleva la alborada
sus caderas finas
gre, de oro y de nácar.
a noche borrosa.
tocando campanas.
s domingo, niñas, hoy;
a misa de alba.
n los golpes de pecho
la roja mirada
el clavel incendiado
orazón de plata.
s: “Señor, perdón”
vocecita clara
e dijiste: “Te quiero”
o la luna alumbraba.
sarás: “¡Oh! Dios mío,
eñor y yo la esclava”,
pensaste en la noche:
l amado y yo la amada!”.
IV
SALMO
Levavi oculos meos in montes.
SALMO CXX, 1.
montes altos
é mis ojos.
n en mí, desenfrenados,
los instintos.
montes altos
é mis ojos
tos de llanto.
tos de llanto.
ué al Señor Dios
Santos:
arás auxilio?
ontes, callados.
an quebrados,
altas cimas,
los pecados;
ros subían.
montes altos
é mis ojos
tos de llanto.
V
ROMANCE DE LA
LUNA SOLA
na es rueda de un carro
nía cuatro ruedas.
pregunté a la luna:
e están tus compañeras?
de oro? Ésa se fue,
que te rueda, rueda,
rse con su hermana
da sobre las trenzas
ovia.
diamante
n se fue hacia la tierra,
ncontró allí un hermano
corazón de piedra.
cristal se rompió
to de la tierra;
e después que fue
e los hombres no vieran
a negra turbiedad
creían transparencia.
ú, Luna?
me tienes,
que te rueda, rueda,
mpañeras ni carro,
ndo que me quieras.
VI
, por la calle pasan
de Caballería,
cargados de paja.
en sabor de era,
e tarde romántica
des de agosto,
s aún no mojadas!—,
to de la era
r de mies trillada
mos ponerse verde,
és, y luego crujir
erse paja.
s de agosto! ¡Caminos
osos de la Infancia!
VII
e dice el Señor
rá en vano
tarse al alba,
és de amanecer me he levantado
er el pan
s puso la vida.
He llorado
ndo que algún día
partir mi pan con otros labios.
VIII
DOMINGO
RA ya fina seda
azón latiendo
zadura amarga,
ulce la subida
lta de la tarde!
rata la bajada
o sobre el césped!
mporta que sea
gasolina;
s colores sean
lo canario
es inmorales:
cima de todo
sigue siendo
. Hay vencejos
la boca al oído
vista al recuerdo
en la silueta
torre de pueblo.
IX
dulce de recuerdos,
o triste de ausencias,
ontes de soledades
ndo las tardes muertas.
ontes de soledades
rando que otras vengan;
o débil de lágrimas
o balar estrellas.
anados son tan mansos
ntan lienzos de aquellas
s, de no sé dónde,
das con presencias
ún cuando reclinado
ejos, o allá cerca.
os y dondes ausentes
eran, cuando eran,
muertos os mecéis
era, vera, vera.
X
era el pastor único
manada de estrellas.
as que el pastor dormía
aparon las estrellas
eron a clavar
zul de una moneda.
n pastor indignado
sca y no las encuentra,
ue te arde —día—.
han ido las estrellas
osas a clavarse
zul de la moneda.
y día, día y noche,
cruz de una moneda.
XI
es viejos
estantes,
me vuestros secretos.
escrito
tinte amarillento
uma de ave vieja,
mpo.
ros,
me vuestro saber
viejo.
viejo.
es de mis estantes,
antes de la casa
pueblo,
me lo que en vosotros
ió el tiempo.
nuevo,
los papeles nuevos.
XII
… a ver si con partirlo y con
sembrarlo
la primavera le mostraba al
mundo
el árbol del amor puro y eterno.
ndo ya, clavel,
ejor aroma derramando.
el aire más dulce
corazón ahora—
J-R-J.[3]
corazón ahora—
ré sepultura.
ás si se mezcla
tuyo mi aroma,
boles de amor
rarán la tierra.
us ramas qué pájaros
án qué canciones
zura y de aroma.
án los olores,
ntos se olerán,
ará al amor
e solo árbol.
XIII
COPLAS
y al cabo vereda,
eces por el llano
veces por la sierra.
itos del vivir,
eros al bajar
ardos al subir.
ano polvorientos
minos[4] de la vida,
arcados en invierno.
arcados en invierno.
o que andando vas,
i el mar es tu fin
tierra es tu mar.
sierra es tu mar,
ué, arroyo de mi vida,
é tan despacio vas?
reda al empezar,
rde se hizo camino,
camino real.
camino real,
se quedó en camino,
ereda al acabar.
orta o a la larga,
or que menos vale,
or de las palabras.
os seres de mi yo
e son hombres distintos
sólo un corazón.
azón da consejos
enos como una madre,
bios como los viejos.
a la muerte la vida,
la luz el misterio;
vinan las paredes blanqueadas
ertos cipresales del cementerio.
os odres distintos
os odres distintos
mos el vino añejo,
res hacen el vino.
e importa únicamente[5]
ante,
minar.
ar siempre de frente,
rar
tuvimos delante
ue está por andar.
os pobres ojos míos,
dra son, aunque abiertos;
ar sin ver, cansados;
rarse y ver, sedientos.
de mi corazón,
stemplado tus cuerdas
ado tu canción!
POEMAS
TEMPRANOS
[años treinta]
DEL AIRE [6]
a, negro copo definido,
do leve y ágil la nevada.
la nerviosa mano helada,
opo del aire retenido.
batalla empieza. Artillería
e, derribando torreones,
s porque triunfen tus cañones
lanca victoria de este día.
e del Sol encima de las nubes.
entierro. Mañana, funerales.
entierro. Mañana, funerales.
el Sol si hasta las nubes subes,
o Sol si bebe en tus cristales.
boles sus sombras han perdido
ja se queda en pensamiento.
urgentes al Otoño han ido.
sello un caballo vence al viento).
endrá hoja. Suspende tu viaje”.
Otoño, escribiendo sus memorias.
a la Luna. Lo que llevo traje
ar como nuevas mis historias.
iento por el hilo desatado:
hará, Viento, sin hoja, tu lamento?
su tumba el Aire arrodillado,
endando está el alma del Viento.
na bella forma que se va.
ve dulcemente retenida.
s iniciada, yerta huida.
mi corazón la nieve está.
DE PAR EN PAR[7]
Mirador 1
ÓNDE la saeta?
o está presto,
cruzado la calle
or ni recuerdo.
que tú no sabes,
de misterio;
que no sabrás.
uerte de lo incierto!
a acera a la otra,
de movimiento;
ahora, que no es,
ahora, que no es,
sido, ¿cuándo? Luego.
recta en potencia.
nto: no me acuerdo
nto que me sigue,
del que procedo.
uidad, no hay nada,
uidad, concreto.
Mirador 13
Acacia
que mueren todos,
an los ruidos
ierra, no abres
sus heridas
s lanzas de aroma.
rmanas, arriba,
n de luz lo hieren.
eridas placenteras,
do luz, si aroma
anza; qué finas
aroma, si es
lanza brillante.
a, tú compendias
as, mundo, seno.
abrirá mi flor
que sea de noche.
CUATRO POEMAS[8]
A Vicente Aleixandre
1
quisiera decir
za de las arañas,
racoles al sol,
co letras mayúsculas.
l alto muro intacto,
eldía de las horas,
rimas que han hundido
moplatos serenos.
tendrás epitafio,
rá un hombre mañana,
de humedad las manos,
scribirte con humo.
2
ero de los vientos
á mi desventura.
o sabrá como yo
blor y la palabra,
ohada y el espejo,
o y la pena antigua.
redor que se pierde
uarto de las lágrimas.
mar contenido y suelto,
yas ni corazones.
3
erecha del pecho,
termina el latido
eza el descubrimiento.
tu hermana encontró
ija y el secreto
modas conciencias,
ón de las huidas
mpestades y tórtolas,
stremecimientos
es y enredaderas.
o las noches de invierno,
nudez de las sábanas.
4
n. Todos se iban
lá de tus dos manos.
as y emperadores
espejo se iban
ar tardes y lagos,
citar los muertos
urieron sin pedir
rtad de tus senos.
abalgar luna adentro
as y tentaciones!
ejamiento llorando
incón su belleza).
e que no vendrán
oche a tus espaldas
eros y rebaños.
DINGLE LANE, 1932[9]
ste campo verde, estas encinas
rosas, llévalas contigo siempre,
vidar que el día nunca acaba
o cada reloj, en cada alma,
e golpes lentos al silencio.
ste campo verde, las encinas
n en la niebla, la niebla
paz y paz sobre los campos.
pudiera perderse en esta niebla,
pudiera perderse sin sentirse.
nca olvidaré que tu palabra,
bra, mi amor, vino a buscarme
a encinas también, frente a rosales,
s secos y sin lluvia,
ndo mi mano me condujo.
eraré, mi amor, pero la lluvia,
ia sobre el campo, sobre el alma.
DOVER, 30 DE
OCTUBRE DE 1933[10]
edan las rocas blancas, las aves blancas y
la espuma.
s cuanto tenía que decir la rosa.
eros, no llorad por un decir tan breve.
o y libertad tienen el mar para contarla,
ará diciendo que octubre y alejarse,
saben barco y lágrima y orilla.
AMOR DE TODAS
LAS COSAS [1935]
de tantas cosas bajo el sol como existen,
ncos y de cuellos, de hombros y de playas,
ue sólo amor dicen mar y destino.
de cuántos ríos y cuántos horizontes,
ellos de niño y cuerpos que descansan,
mos de animales, y de huellas recientes,
oles y nubes que a los ponientes hablan
a voz de fuego en las aguas tranquilas.
de tanto amor como no tiene nombre
residencia en estancias o pechos,
abras y labios que se buscan sin suerte,
os y de cantos que el aire no recoge,
a mano inútil como el amor ignora.
de tanta frente que se reclinaría
peña dijera: ahí está mi ternura,
nta mejilla como la muerte siega
e un signo de amor lleve sobre sus
pétalos.
de tantos ojos que se abren a esperar,
a rosa inútil que esperando se cierra,
luvia y el alba que aparecen reunidas
o el invierno muestra el dedo sobre el
labio.
de tanta herida y tanta dulce frente,
o vuelo libre y tanto surco abierto,
de la firmeza con que los miembros aman,
brisa que viene y el pájaro que vuelca
brisa que viene y el pájaro que vuelca
oyo de amor cada vez que enmudece.
¡a cuánta cosa y tiempo donde ir!
os juegos en ti en que tocar la vida!
ntas mudas aguas en que ver la muerte!
II
ARDIENTE JINETE
[1931]
En ardiente jinete que apresura
GARCILASO
PRÓLOGO[11]
Aquí está este Ardiente jinete[12],
descabalgado desde mediados los
treinta, y vuelto a cabalgar. Veremos si
puede, porque los años pesan y más bien
pienso que aquellas piruetas juveniles
no tienen ahora la mínima vigencia que
en su día pudieran haber tenido. Mucho
desde entonces han cambiado los
terrenos de aquellas cabalgaduras. Del
primitivo Ardiente jinete, anunciado en
las páginas de todos los colores de Cruz
y Raya, sólo ha sobrevivido la parte
primera, Este amor, que hoy,
tardíamente, aparece. El resto del libro
pereció en los archivos de Cruz y Raya
y en las ruinas de mi casa. Sólo se salvó
Este amor, al cuidado de un grandísimo
amigo de los tiempos de Nueva Revista,
Amalio
Gimeno,
recientemente
fallecido, a quien desde aquí rindo el
tributo de mi gratitud y mi cariño.
De lo que no estoy seguro es de si no
hubiera sido mejor la desaparición total
del libro, porque así cabría, al menos,
pensar que se habría perdido algo más
importante. No recuerdo las otras partes
que acompañaban a este Jinete, sí que
eran ciertamente posteriores a 1931,
fecha de su composición, y en mi
memoria, harto vaga, bien distintas. El
libro se presentó a los premios
nacionales de 1934 y le cayó uno de la
pedrea, si bien es verdad que tuvo la
competencia de palabras mayores de la
poesía española en los demás
participantes, entre los que contaban
Vicente
Aleixandre,
Manolo
Altolaguirre y creo que Luis Cernuda.
Se me ha ocurrido completar esta
edición con otros poemas amorosos, ya
publicados y agotados desde hace
tiempo, para que el jinete no vaya tan
solo. Abarcan desde 1931 a 1954 —con
la excepción de la coda—, y constituyen
jalones de un solo amor verdadero. Creo
que el tono ligero, y hasta ingenuamente
cínico, de Este amor tiene una
contrapartida
en
la
intentada
profundidad melancólica de los Cantos a
Rosa, aparecidos veintitrés años
después, no sin un puente intermedio que
incluye la sonetería[13] de los años
cuarenta, en los Sonetos de amor, y que
responde a situaciones personales y
generales de aquellos momentos.
Suelto este Jinete con sus aparejos
gracias a la invitación de Ángel
Caffarena, con el deseo de que, a sus
años, no le mate esta cabalgada
póstuma.
ESTE AMOR
I
quieres, amor mío[14],
rde no cabe en nuestros ojos
a con el agua cogida en nuestras manos
a sed del cielo?
mío, ¿qué quieres?;
o te lleve al colegio,
diga que sí,
vida contigo es una lámina de plata
una moneda de cobre;
o un suspiro,
ue un suspiro,
ue un suspiro,
que un suspiro,
tanto como un suspiro?
te ahí sentado.
tás bien,
s los borreguitos pasar,
a quieta, quietísima,
ablemente la primavera,
a y el viejo,
ito del niño con su buey y su mula,
o buzos explorando el puente del buque
hundido,
ticinco grajos sobre los cadáveres
ellas tres horas que pasamos juntos
no cupieron después en tu frente.
II
alegre amor del que no se hablaba,
nreía todos los domingos
señalado un día del año
onvidar a los amigos.
or sin baile ni música,
a qué tal,
do comiste la última vez,
rfiles ni bahías,
s amor que el amor
m ontaña al pino,
pino a la lluvia,
pino a la lluvia,
s cuidado
roparlo bien todas las noches
arlo por la mañana a la hora en punto,
le una taza de júbilo o de pena,
su voluntad, en la mesita de noche.
or sin rodillas
entarme en ellas y clamar:
o despierten los muertos, amada,
entonces,
a boca muy grande
ue vengan a recrearse
cos de las águilas
ñas diminutas de los hipopótamos.
III
as, amor
berme dedicado el libro de tus aventuras,
to de tus desvelos
uadernos de viaje.
bré cuándo y dónde naciste,
s fueron tus padres,
encontraste el primer amor de tu vida.
minaré sin perderme,
taciones mansas como los ojos de los
bueyes,
as como los picos de las sierras,
as como los picos de las sierras,
o de tu mano
s miedo que tu mano misma,
s ventura que tu misma mano.
eres más alto que yo,
aré los ojos para preguntarte
é canta el estornino
anta la zumaya,
é se desliza la serpiente,
insectos están encargados
nsportar las almas al otro mundo.
mor, me contestarás dulcemente,
entre dulces preguntas y respuestas,
verte y amarte,
sando, amor, mi vida.
IV
or es una incógnita
puede resolverse en los bancos verdes,
la fuente verde,
os árboles verdes,
ados ni andando,
hacían los antiguos,
sin duda resolverán las futuras
generaciones
lillas,
o pájaros desconocidos
mirlo y el ruiseñor sintiendo
s desconocidos
uiseñor y el mirlo—.
or queda algo al Este de las cordilleras
e encuentra ya en las márgenes de los ríos,
llas que sean,
o al mar o la luna.
instalado en el aire
se pasea con su bastón y su hongo,
deteniéndose para
ar flores hermosas
cerlas a la primera desconocida.
ue es difícil que baje
no bajen todas las alturas,
ya no es un mito,
rama,
ájaro,
telaraña miedosa a las escobas,
mplemente una jovencita
pera cada tarde
en con saetas
idadosamente guarda en su armario
nseñarla luego a las amigas.
V
es que el miserable quiso robarte
ser porque mis petañas fueron fuertes,
era arrebatado a mi desvelo
as horas habrías dormido bajo el techo de
su cámara,
ías peinado tus preciosos cabellos
espejo de su cuarto,
brías sentado en su misma silla,
uiero pensar, amor,
, cuando canta el búho
lencia la estrella,
sido de tu cuerpo leve,
eve sonrisa,
nmenso secreto,
dedos finísimos,
u lengua.
iero pensarlo porque te tengo
echándote, están de más
, la montaña,
uera en medio del bosque,
mparas y las estrellas
ya luz, amor, el amor es amor también.
VI
nsado, amor, que nos vayamos a una aldea
ue te acostumbres a salir a la calle sin
corbata
lo que nunca has visto:
las ovejas;
s lo que no has sabido:
ce son del caramillo;
ben tus zapatos
do y la pradera,
es las piedras
ortezas de los árboles
ntas veces viste en el cine sin tocarlas.
e ignoro, amor, si tienes pie,
e sé bien que tienes cintura;
si puedes encaramarte como una cabra,
sirves para estar sentado.
s muchas cosas
preciso ignorar,
s por otra parte demasiadas.
amente oíste hablar de la aurora
repúsculo;
ien, existen crepúsculos y auroras,
osible madrugar,
osible tener la nieve en las manos,
l caramillo,
r las piedras,
r las piedras,
uardarse del sol bajo los árboles,
os rayos hender las encinas;
amor, amar no es imposible.
VII
amor, que debes afeitarte,
e ¿qué dirá ella
o te vea con semejantes barbas?
or ha de ser limpio,
ivo y alegre
una mañana de junio.
saber bien el decálogo,
lvidar que el origen de todos los males
e en las comisuras de los labios
ierta como la muerte
o menos se espera.
VIII
or no bajará a las profundidades del mar,
peligro que supone desnudarlo
gar su cuerpo, tanto tiempo cubierto,
y al agua.
constiparse
ue es más grave, ser reñido por sus
padres
soluta prohibición de salir de casa,
con la nurse
un amigo prudente
le enseñe lo que hay dentro de las
le enseñe lo que hay dentro de las
almejas
de van a parar los ríos,
e precisamente cuando el amor conozca
adero de los ríos
emos alquilar una habitación
lquier planeta barato
s allí, amiga,
r a las chinas,
r a la comba
a sonrisa de Dios.
IX
te tengo abandonado y no lo mereces,
reces que los hombres no te saluden
cuando pasas,
en una limosna cuando la pides.
eres un pordiosero,
eras ser un rey.
enas, amor mío, llevas pintadas
ara bellísima!
o debes haber sufrido!
ente mi vida ha sido un calvario
a cruz de miradas.
sieras, podrías refrescarte en mis lágrimas
e, aunque mis lágrimas son ardientes,
as para tu cuerpo moreno,
para tu lengua fina
la de las víboras,
u ferviente sed
istorias conmovedoras.
sentémonos junto a la chimenea,
cuento que nunca oíste.
ido del tren era un anuncio.
no te conmueve, amor?
silbido del tren entre las peñas?
leve penumbra de tu ceja?
rubor,
rubor,
oja,
roce último que no se siente
mbargo es la carne?
ces, ¿eres de hielo?
es de este mundo?
aquí,
lo que hay entre las manos
o se estrechan fuertemente?
X
as las que están ausentes
la que no te alejas.
como mi pecho es tan grande y está vacío,
des inevitablemente.
tiempo y espacio para todo,
añarte y dormir,
l bridge y el baile.
erdas que te dije un día:
e que mi amor no es una casa,
na modesta cabaña
apenas hay confort,
apenas hay confort,
alimento que pan, vino y aceite”?
¿dices que es bastante,
n aceite, pan y vino
comer el amor?
y la sal? ¿y el azúcar?
a cabaña faltan la sal y el azúcar,
sola entre los bosques,
llegan a ella
anos silbidos del tren,
s días claros se ven sus humos,
los días oscuros
e contentarse con tus ojos.
XI
emprano has venido hoy, amor! —le dije,
e efectivamente anocheció antes.
por lo que sea;
averigüen los enanos.
lo puedo decir. Será que lo he soñado
erté pensando:
se alegrará cuando lo sepa!
egro muchísimo,
e yo tenía también mi sueño,
un labrador creyendo
un labrador creyendo
s caderas eran enjambres
faltabas tú solamente.
abejas y pecados,
es y martirios,
altabas tú
e corriera la sangre.
ando el amor, ya lo sabéis,
uralgias,
esías,
amor, naturalmente,
ida no se pueden tomar a las cinco
otas de amargura
nen todas las tazas de té.
XII
e quieres que huyamos, amor,
erra es redonda,
manzanas sabemos que son redondas,
quiere decir que es imposible alejarse,
do en el mundo tiene polos y ecuador,
do menos veredas
nde se deslicen los pensamientos,
nde puedan subir las cabras,
nde vengan los sueños
rnos su verdad sabida,
ñarnos su cuerpo mordido
ntas bocas?
¿cómo han creído morderte
o simplemente mordían
ranja o un coral durísimo?
XIII
acordarás,
te acuerdas mejor que si lo olvidas.
ería ofrecernos la tarde
linas o sus prados
escansar en ellos.
a una gran dama
traje rojo
uitasol lila.
ella tarde
marse!, le dije.
ezamos a amarnos.
ya tiene otro sentido;
pasear entre los árboles
us verdes copas húmedas,
medad en los ojos
nerse a la entrada del puente.
amantes no se besan
ue al regreso de los grandes viajes,
carreritas ligeras,
sconden tras los biombos,
echan un universo
o estrechan simplemente una cintura.
n, amor, sin duda me he excedido
cintura en vez de sonrisa.
mente se confunden
as y guitarras,
as y monedas,
as y dulcísimas naranjas.
XIV
engo aquí y no quiero más.
más puede querer
tiene la boca llena,
nos llenas,
os llenos,
e tenga vacío el estante de los libros,
a, cuando quiera leer sobre el amor,
ntre que no figura en los diccionarios de
las nubes?
extrañe;
e reino tan dilatado,
e reino tan dilatado,
sta nubecilla nadie,
uiera tú,
scribir la palabra amor.
alabra, cuando joven,
yó ligera
debida autorización de sus padres,
para países lejanos,
ha emblanquecido su cabeza,
cuando habla,
eza si anda,
uede saltar limpiamente,
stir otra temperatura más alta
más alta cima de tu pecho.
XV
es necesario desear algo,
e sea la lluvia o la escarcha;
no puede ser
manecer ante las montañas
igirles palabras cariñosas,
s ríos viajar continuamente
searles buen viaje.
ue ser complaciente con todas las cosas,
e existen y las que no existen.
vidar cuando salgamos
sabemos cuándo será el retorno,
sabemos cuándo será el retorno,
puede presentarse la ocasión
vidar a migajas de pan a los gorriones,
y sal a los borregos,
demos ir a parar a la Arabia,
los camellos se mueren de sed,
alvaríamos la vida
la cartera y el portamonedas
amos puesto en nuestro bolsillo
o,
agua ya se encargarán los cielos
no falte.
XVI
autoridad van a tener, amor, tus palabras
hablas con los labios pintados,
y cómo voy a entrar en ti
cierras todas las puertas
e me enseñó a fabricar llaves,
troducirme por las chimeneas?[15]
e esperaba encontrarte con los brazos
abiertos
mbral para recibirme!
digas que lo tendré todo,
digas que lo tendré todo,
y nevadas lentas,
n fuego y un sillón cómodo.
hay otros países más allá de la pena y la
alegría;
o se reduce a vivir con los ojos abiertos,
con los ojos cerrados.
otras cosas notables
n los espejos,
n los muertos y las madrugadas,
s, amor, tú mismo.
esto lo suelen ignorar los vecinos,
contentan con arrancar una hoja del
almanaque
arle al santo del día.
los santos existen,
ebo existir cuando te hablo,
moriré hasta que tu mano,
ma mano que me dio la vida,
iga una mañana o una tarde,
diodía o una medianoche,
una amiga buena y desconocida,
un torrente y un suspiro,
rte con quien partes pan y lecho.
XVII
ero que seas todas las cosas,
nfundo frecuentemente con los recuerdos.
¿cómo vas a alejarte,
ienes dónde ir?
s que todos compartirán contigo un lecho
odos te esperan a cenar?
¡no seas inocente!
s que te quieren es como quieren a las
aves,
que te recuerdan es como a los
recuerdos.
has hecho, amor, qué has hecho?
otra vez te has ido?
rdes! ¡Ven!
XVIII
veo pasar tu entierro todas las noches,
a mañana me despiertan las campanas
stejan tu nacimiento.
convendría más
da ordenada,
posa modelo,
sa confortable?
rás enflaqueciendo;
qué más da, amor,
acen más hermosos tus ojos cuando
acen más hermosos tus ojos cuando
palideces!
importa
alto o bajo,
o chico,
de duermes,
comes;
uiero que vengas sin dilación cuando te
llame,
como unas castañuelas,
dome lo que te pida
dirme retribución por tus servicios.
aré con amor,
amor se me escurre, porque suele
escurrirse,
é algo que sabe a lo mismo
é algo que sabe a lo mismo
ra en las encrucijadas a los tímidos
viajeros,
los ladrones.
XIX
hora de levantarse, amor, le dije.
uelen pegar las sábanas,
o pasas el día entre bostezos.
entes cansado?
cuentras viejo?
azón hace tiempo
lo sirve para inundarnos el pecho,
asar la lista de la lotería,
frir un examen.
ene reservarlo
ene reservarlo
ue no se estropee. Tenerlo engrasado y
limpio,
do de nosotros cuando amemos,
o al sol de vez en cuando,
rrarlo bien de noche para que no se
escape.
mal bicho este bichito de nuestro pecho,
hay que educar desde pequeño
bias y prudentes máximas,
le demasiado dinero,
ñarlo a mirar con modestia.
mujeres las saludará
a leve inclinación de cabeza,
rarlas de frente,
peligro que supone
peligro que supone
rase al volver a casa
s en vez de algarrobos,
de gayombas pitas,
vez de pájaros cantan dulces serpientes
en los árboles.
XX
a dar nuestra lección diaria.
grafía la estudiaremos en tu cuerpo,
ometría en tus palabras.
pero no sé dónde estudiaremos
aritmética,
que te oí decir que dos y dos eran cuatro,
atro y cuatro eran ocho,
ucesivamente.
do aprendiste semejantes pamplinas?
da te castigaste a ti mismo
ar ordenadamente,
ar ordenadamente,
berte roto las piernas.
hables con números o palabras,
on gestos o brincos;
ver y no oír,
vivir y no recordar.
rompámosle a este buen viejo
sus plumas,
ma verde,
ma pajiza.
las plumas volara o se reclinara,
ríamos nuestras escopetas,
ólo le sirven para morderlas.
ección de astronomía?
ronomía es imposible estudiarla de noche;
emos más observatorio que tu espalda,
es difícil instalar los telescopios,
e es resbaladiza como una pendiente de
hielo,
a como un mapa,
a de ríos,
pada de montañas,
mejor con enormes océanos no
descubiertos
ados como todo tu cuerpo.
XXI
vez empezar?
argo aprendizaje!
atinar indefinidamente!
ya no recuerdas el principio?
uedes repetirlo?
mbargo, es más fácil
merse ese melocotón,
enar esa copa de vino.
zaba:
s y la pradera.
s y la pradera.
s el pecho liso?
ces, ¿cómo olvidas fácilmente?
o los cencerros, los ladridos.
claro, un rebaño.
sierras, colinas, ni montañas;
amente, amor, por donde sabes.
XXII
acaso tú que recorres mi sangre
dónde nace este arroyo,
te hayas sentado en su orilla
o copiarse los árboles y el crepúsculo.
te hayas entristecido
o los violines,
s deseado que este arroyo
iquiera un río modesto,
hogarte tranquilamente
aguas espesas y saladísimas.
cil que puedas suicidarte,
e ninguna profundidad
a al hombro
ún cuchillo es más afilado que tu cuello.
¿dónde acomodaremos esta tarde
pega de tal modo a nuestro cuerpo?
enes un rincón en tus ojos?
tu pelo?
guno de tus valles?
adezcámosla,
la sí que no sabe por qué vino a este
mundo,
quién derrama su sangre.
ros sabemos
tamos para amarnos,
mos para lo que sirven las heridas
lo que no sirven.
ella la cogieron diciéndole:
nate en el hombro”.
béis lo que he de hacer?
miga nuestra, serénate!
ía sobra una piedra
ue tú te sientes;
ántaro está lleno de ternura.
, mejora tu cara,
aen esos malvas enfermizos.
destino?
enses en los elefantes.
destino?
l balanceo de esa rama,
da de esa fruta.
quién te arrancó los ojos,
o puedes llorar sin ellos?
que está lloviendo
damos imprudentemente nuestro paraguas.
que nos mojamos,
ya tarde,
peran la cena y el brasero.
has dormido
ad de estos campos.
¿pero te has muerto?
XXIII
de ti y dijeron: “¡Pamemas y pamplinas!”
entristezcas si te lo cuento todo,
stoy seguro que no sabían lo que decían,
e las pamemas son raras flores de los
bosques
amplinas aves exóticas
s ignorados.
oman té todos los días
ran que ahorcarse es hacerse el nudo de la
corbata.
ros jugamos simplemente al escondite
acemos más tonterías
s estrictas para no morir.
cado jugar al escondite?
mi jeroglífico,
scondas dentro de ti,
í no vale.
po y te veo, y digo: Aquí está,
eces saludándome en la otra orilla.
inútil.
e ser tú el que te refugies en mi cuerpo,
í nadie dará contigo.
des asomar a mis ojos como a la ventana
des asomar a mis ojos como a la ventana
de una fortaleza
os paisajes de tu infancia
molino y los álamos,
inera y su marido,
s y el campanario.
basta con esta felicidad encaramada,
ta soltura de mirarlo todo
e nadie te vea?
fieres acaso
quemos nuestros pañuelos de despedida
parezcamos del globo terráqueo?
cuándo?
bemos hasta cuándo.
nunca quizá, ¡ay!, amor.
nunca quizá, ¡ay!, amor.
XXIV
que te están esperando los de siempre.
vides que prometiste bajar todas las tardes
a las siete.
que el amor ha salido?
do de tarde o de noche?
udo?
or no se viste nunca.
tuvieron tras largas pesquisas?
acusa de asesinato?
mor! ¿Tú asesino?
nó a dos horas que se sentaron,
r del reloj,
banco del parque;
rrompió primero
sesinó después.
ondenado a muerte.
nto principalmente por los árboles
ocomotoras.
qué servirán las hojas
n tiene que viajar
aparecen penínsulas e islas,
iélagos y tiernas yemas de los árboles?
acuerdas
í nadie dará contigo?
XXV
tienen un cuarto pequeño tras sus ojos
llaman cuarto de los huéspedes,
que te han destinado
e siempre dormiste en el césped,
ros en la mesita de noche,
e tu luz se va con el crepúsculo.
mejor paseando dirás:
han levantado una estatua!,
as que salir corriendo en busca de un
estanque
econocer tu cuerpo.
econocer tu cuerpo.
o vas a ser de piedra o de bronce?
calor bronces o piedras?
vantan y se acuestan?
aro, amor, qué raro que el bronce y las
piedras respiren![16]
III
CANCIONES[1]
[1933-1940]
LA MADRE
madre soñaba oscuramente:
ubio, tendrá estos ojos mismos.
arán las muchachas. Una tarde,
nto, llorará junto a una rosa.
cerá la angustia sin saberlo,
nuevo umbral será una herida.
ará al traspasarlos, hijo mío,
una paloma, acaso nada.
nto por la frente, las caídas
que se acumulan, los rumores
que se acumulan, los rumores
razón callados. Nadie sabe
mas repentinas de la dicha.
siento aquí hondo en mis entrañas
de tus años que me deja
stalgia antigua, una dulzura
en mi corazón como la sangre.
ce toda ribera, toda muro,
lamen las aguas de tu vida.
otra vez a ser niña jugando,
ndo como niña entre las rosas.
eño en mis entrañas! ¡Oh alto río,
ndo de siempre en mis entrañas!
CANCIÓN[18]
o eran ellas?
Rápidas
los arroyos que de las colinas venían.
n de las colinas y volaban
arroyos llenos de canciones.
de, dónde vais? ¡Quién os siguiera!
n tras las manos se fuera, tras las huellas!
nto apresurado en los cabellos,
nto, sin moverse, en vuestros miembros.
de, dónde, jóvenes arroyos?
de, dónde, jóvenes arroyos?
itamos a volar, al vuelo
ento por las copas, por las olas;
unáis vuestras manos a las nuestras.
s nos aguardan, promontorios.
de, dónde vais? ¡Si nos dijerais
e vuestra prisa va a llevaros,
orillas se extienden las espaldas,
es aguas vuestros pies esperan!
os y las manos, los cabellos,
mbros al igual que los collados,
slos incesantes, las colinas
mbraremos senos, invenciones;
turas, los brazos, las espaldas,
dientes cabellos como nubes,
rnas cuyo oficio el aire adora,
esos con ternura, con dureza.
lleza del cuerpo siempre en vuelo!
das como vamos, como somos,
ariencia de secreto, claras,
reto escondemos que al tocarnos
derá vuestras manos, rosas.
amor se queja en esas arpas!
anciones inventa, qué suspiros!
e la libertad de vuestros miembros
n ella, seguro, aprisionarse.
estros brazos, sobre vuestros hombros,
s, dondequiera que vayáis,
s, dondequiera que vayáis,
raréis orillas y misterios.
able la dicha se os extiende.
ELEGÍA
edo negar amor a estos cabellos
perecederos,
e los sepa detenidos un punto en el oro
camino hacia las nieves eternas.
stos perfiles al sol, con el sol acabando,
tos cuellos o tallos pendientes de un
estío.
voluntad
peso de mi amor sobre tallos, cabellos,
r de la brevedad de la flor de la aurora,
osa o paloma que en las manos me dejas,
arroyos o cabellos que desencadenas en
mis brazos;
r de lo negra y lo honda
hace la noche sin ti;
r de los espejos extraños
nde quiera se forman al dejarte;
r de lo eterno,
ez porque lo eterno es tu fuga.
A UNA CICLISTA[19]
Por la calle se desliza
La pérfida bicicleta.
Jorge Guillén
autobuses, entre corazones,
os olmos, entre los vallados,
lmas atónitas, por puentes,
da tu firme bicicleta.
ue el río de la carretera,
su duro arbitrio conmovido,
ndiendo a tu llanta con lamentos:
rdes. No te pierdes. Te persigo.
úbilo sin prisa en lo que es llano!
alto en los collados repentinos!
ejarse caer por las cañadas,
da tras ti, la carretera!
ndote va, helada, cuando tuerces,
lento suspiro cuando un valle
a, qué alto grito
o una loma justa te devuelve!
ciclista, tu ave de pedales
ces por un aire de jardines,
dos, aguardando entre los troncos
estalle final la primavera.
nto en tus oídos te proclama
emperatriz de los ciclistas.
sigue, te pide los cabellos;
os das y te los va peinando.
e me espera, nadie me despide;
bellos y el viento, los pedales,
ncos y los ríos so los puentes;
rtida o llegada, siempre voy.”
re va, siempre va, aunque suspiren
s melancólicos, y lloren
os de los puentes ríos de llanto.
sa el corazón de los veloces.
DULCE JUVENTUD
bre los campos. Era alegre.
o de mis días! Como arroyos
el de mis días. ¿Quién recoge
haces de amor? ¡Oh tarde! ¡Oh tarde!
e va alejando, pero a veces
ramos morir menos aprisa,
jarnos por siempre en estas cosas,
uelo, lo bello que se escapa.
ulce juventud! Largos los días
zoso el paso iba. Torno
zoso el paso iba. Torno
a y miro. Sois vosotras. Sois
smas. ¡Y viniendo! Yo esperaba.
a pesa un poco. Pero es dulce.
MAYO
arillo las bellas velloritas,
dos los colores cantan las primaveras.
minus vobiscum murmuran los narcisos,
n sangre los pétalos de sus palmas
abiertas.
m spiritu tuo, dicen los asfódelos,
el son y olor de sus trompetas.
olvides, no me olvides, los nomeolvides
piden,
ro de los árboles: “¡Ay, ya estamos
dispuestas
vias a la boda!”.
en las señoritas golondrinas,
s en bandadas con los pájaros llegan.
ta el cielo nubes, y vestidos azules
ngeles pide. (El río murmura y no
contesta.)
EPITALAMIO
enamorado y le decía:
iero. Te olvidare, y muriera”.
le respondía con la mano
hando la suya y lo miraba,
elevada, como transformada
gría que la hacía sin peso,
llevaba por el aire. Casi
por decirle: “Adiós, me voy”.
emió y calló. Sólo le dijo:
iero yo también. Si te olvidare,
iero yo también. Si te olvidare,
e olviden los ojos que te miran”.
uedó sin verlo. ¿No nevaba?
era dulce, y él tan joven
enas si la tierra los sentía.
aron un jueves a las cinco.
un dedoble de jazmines. Era
un jazmín el sí: los labios de ella.
s caminos de la dicha iban
ca de su hora. Nunca aguarda.
PRESENCIA TUYA
me esta palabra,
Ella te abra
azón. La labra
ho que te amo,
con que te llamo,
con que te clamo.
z tú la tienes.
de donde vienes,
ngo mis bienes.
ue tú respiras,
ngo mis miras.
ad que retiras
acercas, presencia
or toda ciencia,
n y mi querencia.
nura, mi fuente;
abras, mi gente;
po, mi presente.
bol, mi aposento,
contentamiento.
donde me siento
dicha, la vida,
mosura, la herida,
mosura, la herida,
o, la medida.
ntarte no sé.
decirte lluvia,
a, o desazón, olivo
ndo su raíz
mi aire
s ramas.
decirte era
tus pensamientos trillan,
ja y almiar,
, fuélliga.
dentro de mí
caminas.
o agua,
alcaraván,
a, tilo.
o sé nombrarte
labras que dicen
que amo y que conozco:
o, labio
mismo que te nombra;
nde no te caes—
más tiene nombre.
e y se nos pierde.
más tiene extensión.
ulta y se consume.
más tiene peso.
y nos abandona.
o no se nombra[20].
AMOR, ¡OH PLUMA!
[21]
el amor que sabe,
el amor que viene,
el amor que rasga
uestros dedos cede,
mo que el amor,
ura o la nieve,
mo que el volar,
ere o no se quiere.
¡oh pluma!, ¡oh vilo!
en!, ¡oh, si no vienes!
rco! y ¡oh ventura!:
o vengas me encuentres.
amos! ¡Oh torres!
as cosas presentes!
moria y el río
el que gracia viertes.
stás tú y él está,
vayas y quede,
n venir te vayas,
n irte te acerques.
ya qué te diga
hueso se queje
ué lágrimas, ojos
nvertir me resten.
qué rosales, manos,
ué llanuras, vientres,
ué plumas, cabellos,
ué dedos, torrentes.
qué lomas, qué lomas,
hombros de nieve,
ue en ellos duerman
os indolentes.
dónde me llevas
ónde tenerte
o como ocupas,
o que apareces.
a ríos mis brazos
a ríos mis brazos
jos dos puentes
e tú navegaras
ue yo te viere.
o te hicieras agua,
n la orilla, leve
que tú al pasar
ra estremeciéndose!
o fuera, no fuera
ier cosa que fuere…!
untad se ha muerto
edo de perderte.
brazos, tus brazos,
lo que viniere,
razos el mar,
razos el mar,
brazos la muerte.
tu espalda van
ndo cien jinetes;
os de los míos,
no los conociere!
alen como flechas
o flores mueren
cascos clavados
nuras de nieve.
y huida de ti,
do lo presente
es resumido,
sques y los peces.
da queda en mí,
a o la corriente,
do ha sido, todo,
te o no quererte.
POEMA A LO
DIVINO[22]
e el mar no es bastante,
o o la paloma.
o siendo tu espejo,
spejo del cielo
pejo del agua.
espejo sería
mina helada
ndiendo con muerte
ra del alba.)
o siendo tu aire,
lomo, qué ceguera
an los pulmones!
o siendo tu luz,
os no hallan otra.
que siempre tú,
oca y la planta.
la estrella y la ola,
spiga y la ceja.
o de tu manto,
e azul o de nube,
arme caer
ada o tu mano.
ingulares manos,
piel o la pluma,
ntaña y el río.)
porta que se acabe
s mundos el mundo;
tiempo no halle puente
nte su sino.
se tronchen albas
entes, lo mismo
los cuando aún
un hombro dispuesto.
pesa tu peso
todas las cosas.
viento, tu aliento.
cada mañana.
vida la tuya,
noche! ¡Qué exacta
encia en las horas!
lor das a la noche
stársela al mundo!
SÁFICOS[23]
reposo de mi sien cansada:
aya alegre en que mis miembros gozan,
y casa, umbral y mi collado,
simplísima!
s ojos de mirar cansados,
s brazos de estrechar sedientos,
s labios que la sed aflige,
ventura.
o la noche con su mano oprime
ho, y duro el corazón nos late,
ho, y duro el corazón nos late,
o los dedos de lo oscuro aprietan
as gargantas;
los ríos que su paso alargan
campiña, con su gozo llevan,
que brisa que la mar refresca,
samiento.
ño fino que mi sien rodea!
mbra alegre que mi paso acoge!
osque entero a mi delicia abierto!
leznable!
A UNAS AZUCENAS
EN MI ALMOHADA
é lámpara viva! ¡Qué candela
dor y frescura en mi almohada!
ué mano en mi frente desusada!
ué ala del tiempo que no vuela!
o me duermo, voy bajo la vela
stro olor, derecho al alborada:
pierto, al cuidado hallo montada
dulzura vuestra, centinela.
as, fuera, llegados de los cielos
as, fuera, llegados de los cielos
s últimos cantos aprendidos
amas del chopo, ruiseñores
nden a desvelos con desvelos,
sus quejas dan a los oídos
al alma vosotras con olores.
A UNAS MANOS
res de marfil, blancas señoras
l aire ordenáis el movimiento!
ndelabros, cuyo encendimiento
ez de luz avispas, digo auroras!
ricias del tiempo, que a las horas
sura prestáis y sentimiento!
as, cuyos gustos hace el viento
es que obedece voladoras!
argaritas de los cinco dedos,
í tenéis a mi esperanza en vilo,
í tenéis a mi esperanza en vilo,
amor al umbral del alborozo!
mi frente vuestros pasos quedos
n a la esperanza el claro hilo,
zón al viento, de mi gozo.
A UNA ESPALDA
tensión de extensiones dilatada!
anura sin lindes, primavera
alo al sentido, donde espera
a indeclinable a la mirada!
nue loma, donde agazapada
cia se esconde, a la ladera!
ar! ¡Oh mundo mío! ¡Oh verdadera
en fuegos serenos reposada!
o gozo concentrado, a tanto
sin confín, hoy, peregrina,
sin confín, hoy, peregrina,
no entre alborozos adelanto.
da que ellas hallan! ¡Oh colina
la dejo reposar! ¡Oh, cuánto
a recostada aquí adivina!
ha roto el cristal, no la figura[24],
el reverberar que siempre crece
ntro de mi amor y que estremece
eva y ahonda mi ventura.
s y más serena la locura
spertar aquel, en que se mece
uerdo y se ahonda y enternece
mor en que amar no tiene hartura.
puede romperse. Dicho todo,
ivir contigo siempremía,
ra y mi labor. Paso no doy
i no lleve de uno u otro modo.
darle otro nombre a compañía
ue a la tuya a donde siempre voy.
EL QUICIO[25]
azón seguro se sabía
moria el lugar del pan y el beso,
su busca con latido, preso
, encadenado a su porfía.
ón y latido tuyos. Mía
ción gozosa, el bien ileso,
en resplandor, la hora sin peso
asar, eterno el todavía.
vía a la vuelta encuentro eso
n tu nombre el labio si quería
n tu nombre el labio si quería
nciándolo sólo iluminaba:
dero a la paz, el quicio al beso,
to a la hermosura; tu porfía
n sobre la mesa que aguardaba.
DULCÍSIMOS NAVÍOS
an los dulcísimos navíos
spiros cargados, con amantes
as en las barandas, señoritas,
do el aire fresco, se mecían.
boles al viento sus follajes,
mantes sus ojos a otros ojos,
layas las olas sus espumas,
mines al aire su silencio.
smo que una novia, descendía
cielo sin límite la noche.
cielo sin límite la noche.
ndidos, los ríos aguardaban
al de la brisa para amarse.
ndo era una isla rodeada
dos sus costados de dulzura.
sas no sabían de marchitarse.
silencio sin temor de herida.
arse eran aguas, era fuente
fluía la vida sin quebranto.
aire sin prisa por las copas,
el agua sin roce en las riberas.
orrarse de límites, tersura
en silencio el tiempo deslizado
ugar a música, a misterios
ros que los ojos no creían!
que había llegado a las alturas
tiempo y espacio se realizan
estaba bebiendo los espejos
la vida entera tiene suma.
que me perdía por los bosques,
daba por los mares y riberas,
mi paso, mansísimas, las bestias
lzura acudían, con caricias.
que me asomaba sin saberlo
erios hondísimos, guardados,
gar de la sangre, me latía
ica en las venas ordenada.
que entre viejísimos deseos
an mis más tiernas esperanzas
an mis más tiernas esperanzas
por fin los ojos trasponían
ce juego del azul ceñido.
que los sentidos se me fueran,
me sumergido en la delicia;
gustia lentísima avanzaba:
estaba a un paso solamente.
me ha sucedido muchas veces
inando y encontrarme
nto una palabra que había dicho
antos amores a estas horas,
antos latidos y amarguras,
o la adolescencia. Ella tenía
madamente dieciocho
y unos cabellos que las brisas
ban, diciéndole al oído:
ban, diciéndole al oído:
los tuve iguales en mis dedos.
no se medía, se gozaba
do a un pretil de donde el mundo
suelo extendido de hermosura
deaba el júbilo, y el gozo
maba José como me llamo,
con los latidos de aquí dentro
lón de esperanzas por minuto.
me ha sucedido muchas veces
rarme con sombras y decirles:
as mismas, acaso conocéis
ejo aposento, y verlas irse
un poco de humo, como un poco
mosura. La vida es eso, sombra.
me ha sucedido muchas veces
me inútilmente, no encontrarme
e estaba citado en la esperanza
ernura fija, y ver pudrirse
as que llevaba entre las manos.
ar que la palabra no servía,
a inútil el canto, derrotada
abra en los labios, miel sin nadie,
ca de su labio. Duramente
azón aprende sus congojas
aber un poco. No es alegre
a esta certeza del vocablo
casi siempre, casi nunca.
que no son sólo estas orillas.
y sin amargura, aunque se acaban
y sin amargura, aunque se acaban
riencia, pero no se acaban
e se miden con la sangre. Tienen
es que apenas tienen nombre. Dicen
azón dulzura, nos derraman
sos al mundo, nos reviven.
me ha sucedido muchas veces
inando y olvidarme
o en la esperanza. Dios sin duda
ge de la mano. ¿No es su mano?
ced de las horas, sin derecho
ue a un poco de aire, de hermosura,
os, y es bastante. A veces sobra.
en fin es amor. Me ha sucedido
rarme a menudo que no peso,
to que llaman por llamar no tiene
ue un nombre, querencia. Va a lo alto
ue un nombre, querencia. Va a lo alto
ablemente. Va a lo alto
el chopo y el bien. Sigue a lo alto.
IV
AL DULCE SON DE
DIOS
[1936-1945]
Al dulce son de Dios, del alma
oído.
F. DE ALDANA
hermoso nacer para esto que nacemos![26]
ntregarle cada día al sol nuestros cuerpos,
abellos al mensaje que la lluvia les trae;
scuchar alternativamente a la esperanza y
los pájaros.
ermoso nacer entre praderas,
e collados que nos dicen: “Recuéstate”;
el indolente pie dudando
de la oferta de sombra que la nube y el
árbol,
con su belleza, nos brindan!
e los ríos que sólo tienen palabras de
dulzura.
ermoso nacer para entregarse a los
hermosos cabellos
xtendidos, son ríos que de pronto se
callan,
o ardiendo los deseos renovados del
aire,
ombros, remansos del cuerpo,
la pasión se reclina y refresca,
inturas y las piernas como saetas!
ermoso nacer y darse al gran amor de la
tierra,
cerle materia y lugar de expresarse;
rmoso escucharlo cuando el sol se nos
pierde,
r que sólo se trata de un viaje pasajero,
ntinuamos y continuamos, que somos
expresiones,
agua está entendiendo lo que digo
n como tú a quien mi canción se dirige!
ermoso pensar que el mar es
dondequiera,
ión dondequiera, de aguas convocadas,
azul o que en verde le contestan al cielo,
tus ojos, que responden con color a los
míos!
go “Tierra”, pienso lo que piensas,
todos sentimos, compañía
ada donde el amor tuvo nombre,
que nunca rehusó asilo
mbros humanos por cansados que fueran.
e tantas cosas que de amor son motivo,
sitio[27] para nada que el amor no
proclame;
do lo que se nombra tiene belleza en
nombrarlo,
o esta canción que a ti va como un ave.
oso, por la virtud que confiere a las cosas,
mbre, con sólo rozarlas,
ca a la vida donde no hay resquicio
ada sin nombre o belleza.
ermoso nacer y sacarle a los pechos de
nuestras
s esa leche de tan blanca hermosura,
la, y a las cosas, e irse diciendo:
es la lengua del amor, y no hay otra;
n no hable de amor no ha nacido,
lo al amor se nos dio nacimiento”.
amor y perderme es lo mismo,
amor y perderme es lo mismo,
o decirlo es peor que la muerte:
un instante abre el sentido a todas las
hermosuras.
ermoso nacer para morir,
ntinamente ver la claridad que el agua y la
llama llevan en sí mismas,
a contenida hermandad de muerte y
belleza,
a de Dios entre las obras!
ué gran rosa en las manos la muerte!
mbra que aclara las sombras!
ran rosa, la muerte, nos fue dada
e entre tanta hermosura vamos a ciegas,
e los ojos son chicos y el mar inmenso,
empo de ver reducido sin tino,
empo de ver reducido sin tino,
osas con un revés que no alcanzamos.
on esta rosa, Señor, ya no hay duda,
ermosura doquier, que es tu nombre.
LIBERTAD
AS las cosas trabajan”.
en los actos perversos,
e dejan abandonados a los que tienen sed
junto a las fuentes,
ldicientes y los amargos;
os cuyos pechos son sepulcro, cuyas
lenguas
nenosas, cuya amargura
ne rubor, y cuyas plantas
donde hay ocasión de sangre,
n de donde asienta la paz sus plantas;
e creyeron falso el grito de la madre y las
lágrimas del hijo;
e dieron para recibir;
e se preguntaron en el secreto de su
corazón si algo valía la pena.
ando digo que oí:
s las cosas trabajan”.
máquina se me apareció inmensa y
perfecta:
un universo con astros y cometas,
un rincón en el bosque en el que cada
insecto atendía a su tarea,
ncón en el mar en el que iban y venían,
ocupados, los peces.
istante grupo de hombres en la tierra que
no tenían la mirada limpia.
o yo fuera a oír la causa de su aflicción,
Voz:
s las cosas trabajan para el bien”.
rito inmenso:
mos a la libertad que prosiga su tarea;
al rencor que no tiene freno da Dios
bordes;
herida mortal en este mundo;
mporta, porque tan claro como el agua
corre el verso:
las cosas trabajan para el bien, hermano".
QUAERE INTUS
oz, y la Voz más fuerte es la que nos dice:
mismo”.
ar sobre mí mismo es encontrarme
to que quieren conocer los que me aman
onocer los que me aborrecen y que sólo
tú conoces.
Señor, es grito lo que quiero darte,
lanto como mejor te oigo,
anto tienen las palabras claridad de
diamantes,
anto tu luz es transparente:
es contigo con quien yo quiero estar.
dónde te hallas, Señor?
no respira con placer en la Naturaleza,
o andamos por el campo en una dulce
tarde de otoño,
tan lueñemente se desarrollan las encinas
frente a las sierras hondas,
sentimos que la paz y el temblor que
están fuera,
a la pared que los separa, los tenemos
dentro;
salimos de la angustia del latido,
batalla sin cesar del corazón,
allarnos en un reino sin miedos?
arece el peso y triunfa el ala.
uspende un pensamiento de alegría.
ce: “¡Qué hermoso cielo tienes dentro!
¡Qué luz!”
ndonos: “No hay diferencia entre ese bello
exterior
masa de arterias que apenas conocemos,
eras cuya misma idea nos espanta,
do es lo mismo, porque las paredes no
existen,
nica fórmula es el aire, la dicha”.
SOLEDAD
ad de las horas,
d fabricada con compañías deshechas
es que quisimos, cuya presencia es viva,
mbargo nos acompañan.
edad es clamor que se endereza a todo,
a de hacer hombros de los simples
collados,
as de la brisa,
uaje del cielo el caer de la lluvia,
s de esperanza las de cada lucero.
ad entre las cosas
entiendan la lengua que nosotros
hablamos:
gamos “la roca” y la roca no oiga,
a luz y el agua no siempre se
comprendan,
gua la mirada que perdí y ya no encuentro.
e le falte seno al árbol y esté errante
ritu por todo, sin encontrar refugio
yo te supiera y corriera a buscarte
o sintiera débiles mis hombros para el
peso
tardes, o graves mis miembros cuando el
alba
con sus nudillos las puertas de la tierra.
ad de las noches, soledad de los lechos.
tos son los lechos sin orillas que besen
bios de las olas, desiertos son los lechos.
edad no tiene trato con la esperanza,
e ha caminado nunca cerca de ella.
l hombre en la tierra;
ra sola sigue.
a voz del hombre y el rodar de la tierra.
que una promesa, la mujer fue anunciada,
la soledad arrastrando a los hombres.
AL DULCE SON DE
DIOS
ucha, Señor, es porque un día
eltes a tu paz y eternidades,
n sus aguas los resecos labios,
n sus lechos los rendidos miembros,
visiones los cegados ojos;
e en tu luz las aguas se desnuden,
an ofrecerte sus espejos,
y en ellas tu infinito veas;
e, Señor, de libertad las vistas,
e las sueltes libres al espacio,
de mirarte y remirarte,
derse en ti mismo contemplándote,
marse, Señor, a esos oteros
pierden los límites el nombre;
e les des tu vuelo y su figura,
scanso de la luz sin mengua,
hoso sosiego de tus llamas,
de hacer tu voluntad que es todo.
ramente; que distancia, huida,
mura del tiempo que nos urge,
ros aletazos de los sueños,
tarse y partir pierdan sentido,
iempos y espacios yazgan juntos
misma almohada del olvido[28].
erte, Señor, que nos absorbas;
des de tu gozo sean lo nuestro,
ir, navegar los océanos
ya, de tu paz, Señor, ni fondo;
ndo lo suyo a la belleza,
a de los trajes con que siguen
mortales sendas sus desvelos:
enda de la palabra, aurora,
u hojas que a la tarde cantan,
cabellos que la luz escoge,
ros, collados que los ojos quieren,
as de las horas en ventura
das al ala irrefutable
mpo, que en volar gasta su vida.
bertad de Dios! ¡Oh vasta vida!
oluntad de paz que de ella mana!
EL CRISTO DE
VELÁZQUEZ
il y perfecto, estás clavado.
a mortal angustia se estremece
o ni sombra de dolor parece
todo el dolor se ha consumado.
Señor. Retuércete. ¿El costado
avesó una lanza? ¿No te mece
or en su cuna? ¿Qué flor crece
rente, que así te ha coronado?
s tu sangre de hombre la que vierte
s tu sangre de hombre la que vierte
rpo, ni sudor el que derramas,
o humano el que te tiene inerte?
ué, entonces, Señor, hombre, no clamas?
que te tiene en pie frente a la muerte
za de lo mucho que nos amas?
CORPUS CHRISTI
ondra al vuelo y la campana al vuelo!
la abeja cera en sus panales,
el arroyo sol en sus cristales,
el aire su flor, su luz el suelo.
la vid su gozo, y su revuelo
campiñas traigan los trigales,
son nuestros panes celestiales
tros vinos son sangre del cielo.
azucena y la gayomba cante[29],
fano, el tambor y la campana,
fano, el tambor y la campana,
en flor o sonido se pronuncia,
e viene, dulcísimo y vibrante,
or de la era y la mañana
camino de romero y juncia.
A SANTA MARÍA DE
LA VICTORIA,
PATRONA DE
MÁLAGA
de la Victoria, monte, faro,
o sol sin noche, y luego día,
o siempre fuente y alegría,
o libertad, y luego raro
e flor y fruto, y siempre claro
y romero y compañía,
pre amiga voz y siempre guía,
pre justa paz y siempre amparo.
s, Madre, sé cómo cantarte,
tu alabanza toda se desnuda
ra de rumor, aroma y verso,
seguro y pobre todo arte,
acilante, toda lengua muda,
comparación nada es diverso.
ORACIÓN
con nada que darte
como pedirte
ojos para mirarte
as voz para decirte.
¡qué caña al viento,
anción! ¡Qué desolado
, sin más que lamento
l ardor de lo creado!
e que aquí me tienes
ir que hay una guija
ir que hay una guija
orillas que pisar, si vienes.
e que te espero es cantar
us cielos lo que todo canta:
rar y esperar y esperar”.
stá seca la garganta.
s cinco llagas, Señor,
us clavos, chorros de vida,
dejes de tu amor,
érdanos como a una herida.
PASO DE DIOS[30]
¡cómo has venido azul sobre la tierra,
ntos días oculto tras tu lluvia y tu viento!
como un monte, Señor, te vela a veces
pio poderío. Y vamos ciegos, lentos,
mo que un camino borrado por las yuntas.
oy tu sol, tu azul, el aire de tu paso,
blor que decía, Señor, que te acercabas,
odo vibrante, el tronco y el renuevo,
las veredas con la flor, la esperanza,
alor que venía de lo hondo de tus hornos
aba la tierra. ¡Qué vaso rebosante
e, derramándote, Señor, en su dulzura
tus mismas cosas! Mi corazón estaba,
siempre, al acecho, y temblaba en la
espera,
re espía de tus pasos.
s largo y oscuro.
abra no sirve. La palabra se quiebra.
es te balbuce la lengua, y queda todo
ncio y tiniebla. A veces, la mirada
niño te recoge: una luz repentina
mata los árboles; la hierba que suspende
ta que tiembla: haces de nuestra carne
de un instante, y luego todo sigue.
nte tu ruido, tu terror, tu belleza.
EL CALVARIO[31]
ristes están los cielos!,
uros son los collados!
van agua los ríos,
van las voces cantos,
van los mares olas,
van los cielos astros.
voz gime, qué voz llora?
én llevan caminando?
lén, llora, llora,
lén, tu pecado.
o en forma de lirio,
o en forma de lirio,
a en forma de llanto,
as calles las penas
dolor un paso
paso una muerte
muerte un pecado.
lirio de Judea
cruz sobre los brazos!
erzas, que tiene pocas,
den con lo cargado.
a cruz, pesa el mundo
unos hombros tan flacos.
n es aquel caballero
n le mandan recado?
en el Cirineo,
en que le eche mano;
e que va de prisa,
esperan hoy temprano.
en que no lo esperen,
e ayude a llevarlo
ero aquel al monte
aman Monte Calvario.
o un lirio, cómo un lirio
llevar peso tanto,
pena, mundo a mundo,
a muerte, paso a paso,
pétalos y hombros,
dero tan pesado?
[32]
son aquellas mujeres
enen a consolarlo,
n consuela a las rosas
o las han deshojado,
n consuela a las piedras
o se quiebran en llanto?
de Jerusalén
alido el lirio hablando—,
éis por mí, llorad
que tenéis cercano.
os vendrán en que digan:
res bienaventurados
e nunca concibieron,
s que no amamantaron”.
o dirán a los cielos
n a los collados:
e nosotros caed,
nosotros volcaos,
cortado el leño verde,
arán con el leño árido?”
n, suben, suben, llegan.
ontecillo nombrado
cuya cumbre rala
boles han plantado!,
no creció la aulaga,
zas ni jaramagos,
de nunca sin fuente,
de siempre sin pájaros;
ué bosques y qué fuentes!:
res, venid a quedaros;
hombres, a beber
os arroyuelos claros.
cogen, ya le arrancan
stidos a pedazos;
ogen, ya lo tienden
echo preparado.
echo preparado.
gimen los martillos!
se adentran los clavos!
antan el madero,
me del peso el palo,
desgarra el pellejo,
dillas se doblaron.
ñas, mares, abismos:
d, moveos, alzaos;
a ola y la madera,
l ciervo en esos campos,
da se pare, quede
el surco el arado.
dos facinerosos
lo han crucificado,
una voz y clama;
iendo: “¡Perdonadlos!”
vestidos se juegan
la tierra a los dados;
le toca, los vende
enos de cuatro cuartos.
eprenden y dicen:
se salve el que ha salvado!
gros, y no por casa?
asa quiero milagros!”
uen Rey de los Judíos!,
des salvarte, hazlo,
ego es tarde —le dice
del siniestro lado—;
e a ti si eres Cristo,
nosotros de paso”.
tro le respondía:
e sin culpa han colgado,
tros, mal que hicimos,
al aquí lo pagamos.
que tienes un reino,
ate de mí, entrando".
voz de lejos viene,
z viene, un halago
e diciendo: "Hoy
arás a mi lado".
V
SONETOS DE AMOR
POR UN AUTOR
INDIFERENTE[33]
[1942]
En uno de mis muchos y melancólicos
vagabundajes por las ruinas de nuestra
casa vine a encontrar, medio oculto entre
escombros, un manojo de papeles
requemados y señalados por la lluvia,
que hube de recoger llevado de no sé
qué secreto instinto[34]. Tan pronto como
me puse a descifrarlos, me di cuenta de
que se trataba de los Sonetos de amor
por un autor indiferente, cuya noticia me
era conocida sin que, en vida de la casa,
hubiera conseguido verlos. En diversas
cartas y documentos familiares se aludía
a ellos, con exclusión discretísima del
autor, y siento que la destrucción
completa del archivo me impida traer a
colación eruditamente las citas. Con los
versos ante los ojos, y a mano dichos
documentos, hubiera sido más fácil
identificar tanto el autor como la musa.
Desde luego, he desechado por
inaprovechables las tesis obvias: las
que lo atribuían a los poetas familiares
conocidos. Hay que desechar la
atribución más inmediata, la de D. T.[35],
poeta romántico de los de perilla y
serrallo, versificador afortunado de
distintas leyendas antequeranas, autor de
un poema filosófico en cuartetos, Ignoto,
y de una inacabada Historia de
Antequera, porque las diferencias de
estilo son tan acusadas que no vale la
pena recalcarlas. Tampoco cabe la de D.
J.[36], hermano del anterior y, como él,
cantor legendario y su compañero en las
lides del tiempo, porque sus obras nos
son conocidas merced a los repetidos y
fehacientes testimonios que él mismo se
encargó de transmitirnos. ¿Entonces? Yo
siempre sospeché que tío Ramiro,
alguna de cuyas dichas y desdichas tuve
ocasión de referir en otro lugar, hubiera
dejado tras sí algo más que epístolas y
primores genealógicos, y siempre
mantuve viva la esperanza de
encontrarme de manos a boca, en el
rincón menos esperado, con el fruto de
su corazón. Creo que estos sonetos no
son, ni más ni menos, que eso. Razones
de estilo, aparte de estas meramente
corazonales, me inclinan a sostener la
tesis. En medio de su siglo XIX, mantuvo
tío Ramiro una dignidad clásica en su
manera, que conviene con la parte
formal de sus sonetos. Si atendemos
únicamente a ésta, habría que suponerlo
alejado de la época en que los escribió,
como bebiendo en fuentes que llevaban
más de dos siglos de correr, aunque el
fuego por debajo, la domeñada pasión,
se manifiesten de un modo sordo y
constante.
Y sobre todo, más importante que el
estilo mismo, la musa se identifica a
través de estos sonetos con una claridad
que excluye las confesiones. A nadie
más que a Beatriz de Vibraye[37] se pudo
cantar de esta manera, y nadie mejor que
tío Ramiro pudo hacerlo. No haremos
hincapié en detalles insignificantes,
como el que se refiere al color de los
cabellos (la condesa de Suzenet los
tenía castaños, “tus hermosas crenchas
castañas que adoro”, dice tío Ramiro en
una carta, y la musa aquí parece tenerlos
rubios), porque los poetas han
precedido a las mujeres en el arte de
falsificarlos; ni en aguas o flores de aquí
y allá aparecen, y que sabemos que ella
gustaba. Se muestra aquí mejor pintada
que ella misma lo hiciera en el pastel
con que cerraba el álbum, que regalara a
tío Ramiro lleno de las hazañas de sus
ascendientes, los Barnuevos, la mirada
perdida y dulce, la frente alta y grande,
los labios finos, el pelo caudalosamente
partido en mitad de la cabeza, y aquellos
trajes blancos que a tío Ramiro
enamoraban.
En cuanto a la fecha de composición,
los hay evidentemente compuestos a su
lado, con toda probabilidad en el
castillo de Sauvigny-le-Bois, en 1856, y
otros en su ausencia pocos años
después.
Me veo obligado a respetar el título
bien contra mi voluntad, por ser aquel
con que “su autor quiere que se
designe”,
según
un
documento
contemporáneo. Inexactitud manifiesta,
porque los sonetos muestran que el autor
no era, por fortuna, un indiferente en
materia tan capital, ni a nosotros nos es
indiferente quién el autor fuera.
Sospecho que compuso muchos más. A
las
llamas
piadosas
hay que
agradecerles éstos, que el poeta nunca
pensó ni quiso ver publicados. Yo tomo
como mandamiento esta aparición suya
entre ruinas, la recojo como una prueba
más de la victoria del amor sobre la
destrucción y la muerte, y los publico
para su gloria que por siempre viva[38].
José Antonio Muñoz Rojas
Ipsas aquas uri consuevit
a siempre flor, la siempre viva
a siempre voz de mi desvelo;
siempre luz, el siempre cielo
o a dura piedra y verde oliva.
a siempre sangre fugitiva
nto en ti no halló razón y celo;
siempre verso, el siempre vuelo
pe corazón y ala cautiva.
is pensamientos, aguardando
de amanecer a que amanezca
montar su guardia a tu memoria;
s dulces sueños, entornando
s al alba, porque no amanezca
erda en la luz tu tierna historia.
o aquí, contigo y la alegría
erte, y la luz que se derrama
o por el mundo, y con la llama
mi corazón hace un espía
nto a forma bella se confía;
to tiembla en agua, fuego o rama
o aquí lo tengo, y cuanto ama
con amor, en noche o día.
o aquí, ¡qué dulces y presentes
as cosas todas en que deja
o de silencio la hermosura!
a libertad sus largas fuentes,
las quietamente se refleja
blor de la dicha y su figura.
amo azucena, si te llamo,
jardín del mundo no le obligo?
igo romero, si te digo,
monte del mundo no reclamo
nga tu color y olor? Te amo
romero en ti, porque te sigo
a jardín del alma que te digo,
monte del alma que te llamo.
tanto nombrarte y renombrarte
riar de nombre, a cada cosa
a voy llamando con mi acento
jo morir al silenciarte,
go azucena y digo rosa,
mbro a ellas, pero a ti te siento.
uiera el celindo, si siquiera
reselva aquella que se vía
n natural, que parecía
una flor de más que en ti creciera.
ella jarablanca prisionera
ento, que a llevársela venía,
lla jarastepa que lucía
or, por decirte compañera.
erra asperísima y hermosa
ndose al valle, donde al río
dad lentamente rodeaba
a libertad tan amorosa
n ella perdía su albedrío
aguas entera se entregaba.
ate al recinto, que te tengo
uatro arbolillos bien plantados,
tes que riegan mis cuidados,
en que mis brazos entretengo.
a ti, de ti a él, me voy y vengo,
y venir ya señalados
nderos están, y los sembrados
o que ni alargo ni contengo.
á mi corazón a la costumbre
venir a ti tan guarnecido
n esa costumbre no existiera.
choso recinto y certidumbre
ontrarte, y hallarte en el latido
razón, con ansia y sin espera!
ue dicha, que paz, te llamaría
oncentración de mi albedrío,
que va, por ser tuyo y ser mío,
uanto de mí ve luz del día
ridad de noche, cuanto cría,
mblor o ternura, playa o río,
d que te doy, y dulce brío
speranza viva, que confía
ontrarte sólo su existencia
er alto fuego, ser deseo,
o siempre ser, por siempre y puro.
zón de mi vida y mi creencia!
r quien canto y ojos por quien veo
dio de lo hondo y de lo oscuro.
divinación de tu figura[39],
mpresión del alma que enternece
tal[40], esta sombra que parece
uerdo que sale en la espesura
están los recuerdos y apresura
o el corazón, y que estremece
do en una luz que crece y crece,
donde el temblor no tiene altura,
ración no admite con aquella
n que yo llevo dibujada
del corazón en que te siento,
nde va mi sangre va su huella,
e van mis ojos su mirada,
e va mi voz, pone su acento.
alto el corazón! ¡Oh pecho, oh muro
í lo tiene preso y no lo deja
al mundo, donde tanta vieja
amigo lo llama! Duro, duro,
y más golpea y más seguro
ro es carcelero y él no ceja[41],
lores, lo mismo que la abeja
olmena, oliendo está en lo oscuro.
ecreto adivina la hermosura
mada en el mundo, y le responde
tido a latido poderoso!
os está viendo y sin figura,
es de la dicha, que le esconde
tino de ciego y generoso.
daría, amor, yo te daría
a y el almendro y el olivo,
a que le sirve de recibo
madreselva y lozanía.
o con mis brazos le daría
nso a tanto pensamiento esquivo,
o con mis ojos, a lo vivo
lma, hiriendo en gozo, llegaría.
e en la tarde tengo tan contenta
isa que sabe lo que quiere
bla al hueso con ternura tanta,
puro hueso en dicha se acrecienta,
abe si vive ya, si muere
o la delicia en la garganta.
a clara tarde, en cuyo quicio
ado y cantando está el sosiego,
ido a tocarme con su fuego
ntonces me tiene a su servicio.
razón, sin más ansia ni oficio
tir en lo oscuro para luego
r en lo oscuro, y en lo ciego
rar la razón de tu ejercicio!
que el mar contra la costa quiebra
z y otra vez, tú contra el muro
cho tu pujanza vas quebrando;
ismo la costa lo celebra
a blanca espuma, que en lo oscuro
empre secreta resonando.
la siempre tú, la siempre espía
cuidados y la siempre rosa,
mpre recogida y rumorosa
d, siempre libre compañía!
mpre sed y siempre fuente fría
o presta, y siempre venturosa
azón, y por decirte hermosa
mo libertad y digo mía.
siempre me encuentro en el instante
ventura; la que siempre espera,
a en el umbral de mi deseo
siempre ternura vigilante;
mpre paz que llamo en mi ribera,
mpre luz por la que vivo y creo.
VI
ABRIL DEL ALMA[42]
[1942-1943]
And you and love are still my
argument
SHAKESPEARE
POEMA
I
amor has llamado a mis puertas
cerradas:
oche han venido tus nudillos tenaces
r en mi fuego un lugar a tus manos.
voz encendida en los labios temblando
nido a ofrecerme tu riqueza sin arcas,
ejo en que ver la hermosura del mundo,
en que perderme y un cielo en que
vigilen
rellas tranquilas de tu dulce desvelo.
tío con sus fuentes!, ¿cómo negarte asilo
tío con sus fuentes!, ¿cómo negarte asilo
o me traes repletas las noches de
esperanza
ornadas ricas de hermosura y descanso,
a siempre sombra de tu mirada ardiente?
tío sin descanso con riberas a mares
lo por contar tu hermosura persisten
garse a mojar las playas de la tierra!
tío con albercas de paz donde extenderse
gar a su sueño de libertad los miembros,
mpos de sosiego donde horas y espigas
el mismo son de música abundante,
e los recuerdos nos lamen los costados
adelantadas las sueltas esperanzas
mo que lebreles tras la presa segura!
tubre que a mi paso me ofreces tus
laderas
bullen los pámpanos, y la dulzura
advierte
nombre de tus manos es reposo y
silencio!
ulcísimo otoño, que con lengua de luces
n quietas se extienden[43], nos dices que la
tierra
uarda y recibe lo mismo que a semilla
uego tornarnos en gloria nueva alzados!
oño que disfrazas la muerte de belleza
brazos la muerte ¡qué puente de ventura!)
as deslumbrante la hoja que no aguarda
ue un signo de viento para hacer el viaje!
deras de octubre tus dorados cabellos!
el otoño doras la ausencia de alegría,
edonda alegría no tenerte y sentirte,
ocerte en cosas lejanas que no has visto,
altar en otras hermanas en belleza,
simas cosas que de lejos te siguen!
imavera joven, con ternuras, con brisas
a por febrero[44], que llegan a la sangre
cando delicias secretas que el invierno
lento sellado con su pie y aspereza,
do frescos gozos de lo hondo de la
entraña,
eciendo puentes entre júbilos varios,
nuestra voz a la voz de las aves
tra sangre ansiosa de la sangre que sube
tros pies amantes de la tierra que pisan,
mo que el cabello del rapaz vientecillo
ojas primeras de la luz del crepúsculo!
vierno de violetas y de tardes desnudas
ja a la belleza dos ramas afiladas
e pueda expresarse y dar su norma al
mundo,
tos de retorno entre luces dudosas
o la luz se sale riente a recibirnos,
amas alegres en las noches oscuras,
n su lengua abren un camino al misterio!
vierno a mediodía, la paz de tu presencia!
tación de mi vida y lugar de mis gozos,
as como ríos y amores como mares,
s como llamas y llanos de sosiego,
a la ventura dondequiera trazadas,
donde los céspedes a las espaldas urgen,
arroyos limpísimos a los miembros
invitan,
sura sombra los árboles nos prestan!
uerto seguro, a tu soto de bienes
ino mis firmes pensamientos amantes:
ean como mieses con susurro de mayos,
orozo que el viento le arranca a las
espigas.
e te tengo, tengo la riqueza del mundo,
ejo sin mancha en que ver la belleza,
ve en que embarque mis ansias, y mis
ojos
gan su hambre de infinito en hartura,
mpás que me apunte los derroteros fijos
la eternidad con su mugido clama.
ra de lo eterno, tu medida acompasa
os y universos, lo mismo que un deseo
e en un galope la curva de la tierra.
ble y tenaz, por tu propio milagro
s los distintos confines, y estremeces
ntes alejados, si por ellos suspiras,
britas los ríos soberbios, si sencillo
un puente, les tiendes tus miradas serenas.
sión de la tierra y lengua de lo bello,
o lo creado como un perro te ronda
esta a las formas que resalten tu gracia.
ado a las aguas sin rizo de tus ojos,
os peces de dicha he visto discurriendo
lma a mi alma, sin que traspongan linde!
os vuelos de júbilo he visto dibujados
duro cimiento al amor le he sentido!
y tempestades, suspiros y cadenas,
vienten los mares y los vientos se cuajen
stren a las sierras en vilo los arroyos,
uro cimiento, como un cabello fino,
á su mensaje de amor a lo creado,
mándose eterno, hermano de lo eterno.
II
resuena el mundo en tus horas de
ausencia!
pierden sentido la flor y la pisada!
ía el universo de estrellas y de nubes
a espacio solo y espacio tras espacio
idez resuelta de la huella y el ojo.
ifícil sacarte a las cosas, a darles
or y esperanza! ¡Qué barrera cuajada
l pecho y el mundo, la brisa y el anhelo!
olos van andando entre las vivas cosas,
poso ni prisa, los pensamientos míos!
poso ni prisa, los pensamientos míos!
elvo a tu esperanza y se ilumina el mundo;
no a tu recuerdo y me cercan los sueños
el mar a las barcas, o a las rosas el aire:
la luz al árbol, y a las sienes la brisa.
smo que una madre sobre la frente dulce
aer la mano, y se levanta lenta
dada de nubes, así tu pensamiento,
mano de madre, sobre esta frente mía,
a de su sueño de estupor a las cosas
elve misión a la brisa y al río
entenderse al mar con la amorosa playa.
III
la luz al mundo: los arroyos la esperan.
u corazón a tu puerta sentado,
puerta del mundo está nuestra aliada.
zo y esperanza tienen un nombre solo,
nguaje los lentos sisones que en su vuelo
cribiendo paz sobre el campo tendido,
pera de júbilo, con una pluma lenta.
n las avefrías, y las aves guiadoras
tórtolas dulces harán susurro el campo,
as la jarastepa con sus cinco palabras
ncia a la belleza su himno silencioso
or de la encina se enciende suavemente
ondra, del hilo de su canto, remonta
onta y remonta el azul sin resquicio.
ué dulce la tierra a la reja y la planta!
ados a la dicha por los ríos del mundo!
utilmente el aire enternece las sierras
a las paredes entre el pecho y la dicha
mienda a los ojos su misión de ternura
ndo las formas de lo bello por todo,
giendo las almas en las aguas eternas
belleza y ser se sienten hermanados!
amor en mi alma, qué siembra de ventura!
or los pegujales que a ti sola se deben
a mi andar revelan su júbilo en murmullos
os y oscilantes, listos a la delicia.
n mi corazón asomado a las cosas
si fuera andando por el mar sin saberlo,
cuentro en las cosas prolongada en
dulzura,
mas de tu gracia resonando en lo oscuro.
no a los olores del romero o la rosa
o es simplemente tu llamada en mi
hombro.
elvo a los murmullos de la ola o la espiga
o es simplemente tu voz que me persigue.
la libertad es vivir en tus muros;
e es apretar los pies contra la tierra
e, donde arraigo todos mis pensamientos:
es simplemente soñar que voy contigo
iendo los gozos que siembras a mi paso.
IV
con el silencio. Tengo mi amor en vilo.
instante se vaya sin que te lleve entera.
co en el silencio que se hace en mi alma,
o en ti estoy pensando y tu voz no lo
rompe;
iento en mi mano tu mano, y en mi dicha
z sólo tuya. Dejadme en mi silencio
lleve a las cosas. Yo no quiero un minuto
vaya derecho, como raíz al agua,
ca de su esencia. El mundo se me rompe,
e va la brisa cuando la siento irse,
uedo temblando, sin dulzura en las cosas.
el silencio tuyo, la próxima ternura
n firme me yergue, aire de mi esperanza,
extienda la copa de este amor poderoso
e vengan aves a proclamar que existo.
mor!, ni un instante que tú no me lo llenes,
gota de olvido, o paso que no tenga
able memoria de que por ti la selva
cha y la rosa, el agua o la esperanza,
razón sentida y nombre entre las cosas.
V
al cabo ya de la esperanza mía.
la esperanza fue tan larga y tan lenta
do fue esperanza aquel abril del alma.
a pensamientos, y yo no sé qué viento
y los llevaba, como si fueran humo,
elo constante. Soltaba una palabra,
o sé qué cauce se la llevaba a ella.
mino seguían mi espíritu y mis ojos.
é bosques las casas y en qué ríos las
calles
ué orillas de gozo trocósenos el mundo!
razón temblaba, y a veces la delicia
aba a sus umbrales de miedo de perderlo.
contraba a mi alma temblando entre las
cosas
inexpresable me asomaba a los ojos
lzura de lágrimas, y existir era un puro
der a regiones donde no había frontera
rtiese en dos mundos realidad y
esperanza.
VI
vez que te alejas, más firme te recojo.
vedan los sueños libertad que no sea
ensueño mismo! Tú piensas que te
pierdes,
ólo son tus miembros; tus sueños van
quedando
amente asidos, como humo sin viento,
o donde encuentran su existencia
ordenada.
siento venir y anidar aquí dentro.
njambre el corazón, y qué rumor de
sueños
az a su puerta! ¡Qué claro enjambre mío
rumor al mundo y a los labios las justas
as y dulzuras para sentir las horas
tan blandamente e irse de puntillas!
tísima morada, la de este amor en donde
ncentrado vegas de sentimiento, y ríos
cen de la ternura sus orillas perennes!
VII
a la luz y dame la esperanza perdida.
de has caminado, que traes los cabellos
eve de otras ansias? ¡Ay, esperanza mía!
o, en los primores de aquella primavera,
mis sueños irse cantando por el mundo.
rácil resonaba tu voz en las umbrías,
s noches qué fresco venía tu recuerdo
ar mi almohada y soltar su hilo claro,
mo que un arroyo de delicia resuelta!
agrandaba el mundo pensar que te tenía!
a de la luz, soltabas las bandadas
elas, de dichas por los sotos sin nadie.
a me guiabas por los duros secretos
ni el ojo ve, ni la lengua pregunta,
salvadora, la planta del que ama
endero fijo y luz a la ventura.
VIII
mor he traído esta sien espinosa;
razo he soltado con mi frente las ansias
e quiebran el pecho, y van desembocando
ojos los turbios ríos de mis pensamientos.
igero tu brazo y qué claros tus ojos!
nsamientos van cambiándose en ventura,
peranza en flor que tengo entre las manos,
ores presentes los recuerdos, y en lenta
a de delicia mis pasos por el mundo.
IX
orosa delicia hacerte en las ausencias!
rte por parte pidiéndote a las cosas,
as cosas vengan a ofrecerte en su gozo.
engan los olores de las rosas del mundo,
ngan las alondras y las jaras sencillas,
apresure el río y el aire, figurando
n cabellos tuyos y ligereza tuya;
ngan los habares, que de tal modo fingen
s andado por ellos, cuando su olor
exhalan;
os y gayombas que a la dulzura abren
erta por donde se nos entran los sueños!
e apresure el mundo a traerte a mis
ansias,
aiga su mejor tributo a recrearte;
esito darle a lo mejor del mundo
azón, y entonces soñará que te tiene!
ué acoso de olivos ofreciendo sus ramas,
oso de alcaceles ofreciendo sus tallos,
ncilla le llega al corazón la rosa
s cosas le ofrecen porque moras en ellas!
adas a veces me han hallado las tardes;
ma de hermosura que junto a mí veían
simplemente, descendida a mis sueños.
rasplante de mundos con entornar los ojos
e recogida simplemente en mi alma,
me aguas eternas por donde tú transitas,
ada por vientos que van a la belleza!
X
ate a mis ansias y sécalas de espinas.
es ansia sola, la existencia se pierde
ocas de ansia, en donde el pie no acierta
r rastros de gozo, ni la cabeza sitio
e vengan alas de sueños a aliviarla,
nces, blandamente, lo mismo que una
mano,
ada resuelve, sencilla como un niño,
es de sosiego los retoños pendientes,
ra el pie el camino, y la mirada el cielo,
a la alegría y responde la vida,
que una gacela, al rumor en el bosque.
XI
endaval de sueños te arroja a mis playas!
y a tus despojos de puntillas, con miedo
yentar la hermosura que a ti viene a
acogerse
o al sueño abandonas tus miembros sin
cuidado.
erca competencia de mi anhelo y las olas,
os rondando tu abandono a la gracia!
equeña en la playa concentras la
hermosura
ma del mar y la arena remota!
equeña en mi alma te miro, y cómo suena
toda insondable, clamándote a lo eterno!
absorbes, pequeña, los ríos sin orillas
sueños que en ti seguros desembocan!
isterio de espacios concentrados y
audaces
el tiempo se acoge y desecha las alas,
mares y montes amantes se reclinan,
la rosa puede desnudarse en su gracia!
XII
el viento en los trigos por abril, tu
recuerdo
moviendo olas de dulzura en mi frente.
ierno se hace el mundo, y qué razón
recobra!
esonancia clara sale de las cavernas
tienen su fuente los sueños más remotos,
dulce se extiende por miembros y
campiñas!
me a mi ternura, que, rey de mi ternura,
frontera en el mundo ni mar que no
frontera en el mundo ni mar que no
traspase.
tú abril, o abril es este espejo hondísimo
forma en mi alma cuando me asomo a
ella?
n más abril que tú, que eres la primavera
ma con la sola razón de haber vivido,
les como abril del campo sin trabajo,
mo que la alondra de los trigos recientes,
íces tan fuertes como troncos de encinas
flores tan frágiles como flores de encinas;
co a poco vas quitando a la esperanza
imos rincones y se los das al gozo,
trance tal de júbilo colocas al espíritu
erde la razón del tiempo en su existencia?
[45]
SONETOS[46]
… which can say more
than this rich praise that you
alone are you?
SHAKESPEARE
I
re y a un tiempo cierta e ilusoria.
voz, así la paz de llena;
como este trigo de morena,
stos mismos chopos la memoria
os mismos ojos, y la gloria
ento en los cabellos, y en la vena
mor de sangre y de colmena,
miel y de flores esta historia.
re te estoy mirando y esperando,
r algo los mares tienen olas
r algo los mares tienen olas
z amanece cada día;
re te estoy buscando y encontrando
eso estoy solo y nunca a solas
o soledad mi compañía.
II
sé desear más que la vida,
e entre las victorias de la muerte
tendrá la grande de tenerte
una de las suyas merecida.
que, más que a venda y más que a herida,
i carne viva con quererte
l mi corazón que un peso inerte,
u gravedad en tu medida.
emblor no tenerlo en ningún lado,
l pecho, la vena o la palabra,
l pecho, la vena o la palabra,
mejor en valle, fuente o roca!
zón prisionero y emigrado
n cada latido el hierro labra
convierte en sueño cuanto toca!
III
partí de ti, ya me he quedado
nte, claridad, mano ni sueño,
a dice cuanto de risueño
encina, lirio, arroyo y prado.
el corazón acostumbrado
lla libertad de un solo dueño,
o tengo perdido en el empeño
a un tiempo libre y olvidado.
nero, tan claro en los caminos,
con flores los almendros salen
con flores los almendros salen
paz se despiertan las mañanas!
guroso enero en mis destinos,
flores de almendro no me valen,
xtendida paz de estas besanas!
IV
uiero los ojos para verte
s cierro es sólo por mirarte;
ive mi alma de formarte,
azón palpita con quererte.
untad la tengo ya de suerte
la llevo nunca de mi parte;
o libertad es por buscarte,
mo perderla es por perderte.
bién si te busco es porque, avara,
s mi libertad siempre contigo.
s mi libertad siempre contigo.
éjame ir a ti como una ola,
l que cae en el campo el agua clara,
o sigue en mayo al aire el trigo!
, mi sola tú, mi sola sola!
V
ne todo el mar la sal precisa
eza en la tierra el instrumento
ica celeste el movimiento
s lirios por enero, herriza;
o temblor en pájaro o en brisa
ío, ni en caballo, ni en acento,
erano o espalda se halló el viento
a más sabrosa y menos prisa
encerrada tienes, sin saberla,
eja al cabello una ternura
eja al cabello una ternura
vanta al arroyo y al collado.
éjame morir de no tenerla,
de la dicha y hermosura,
o en tu memoria y olvidado!
VI
ra, tan mi dueña y preferida
ento, por cabello y aventura,
nte, tan romero, tan locura
nta flor a valle abril convida.
rriza en enero florecida,
nto y gozo ciertos y hermosura,
siego y tan río, tan ventura,
ertad, tan soledad, tan vida.
¿qué decirte que decirte pueda,
o cualquier flor y me responde
o cualquier flor y me responde
mo color tuyo que yo amaba
carla, en la mano se me queda
mo olor aquel, y se me esconde
a claridad que me lo daba?
VII
ienes, amor, tu antiguo huerto,
doblada hilera de granados
ril dejó de verde coronados
o con sus flores ha cubierto.
de en flor segura y fruto incierto
estran los olivos blanqueados,
al amarillo los sembrados
lor las gayombas se han abierto.
e espero, amor, por las veredas
vienen ni van a parte alguna
vienen ni van a parte alguna
aquel corazón en donde habitan,
e aun sin venir siempre te quedas,
s mi soledad tan oportuna
paz y el silencio la visitan.
VIII
pera y tan dulce! ¡Oh prisionera
ieres de ese muro desatarte,
re, que es lo tuyo, quieres darte,
erte en el fuego que te espera!
luz, que es lo nuestro, verdadera
ión en que puedas dilatarte,
sed y al silencio, aquella parte
sica y de aguas sin ribera.
iento los cabellos, y a la ansiosa
y a la planta y a los mares
y a la planta y a los mares
l que en tu cuerpo se proclama;
ombre de flor a lirio y rosa,
rnidad a sierras y olivares,
y libertad a quien te ama.
IX
l florido almendro donde asoma
brero la hoja primeriza,
rse en la piedra de la herriza
in fruto a olivo sin aroma.
anto que, preñado, se desploma
o, en cubrial y en albariza,
mavera con temblor avisa
canía por cañada y loma.
a el pegujal esperanzado,
uto con el peso ennoblecido,
uto con el peso ennoblecido,
de su vientre generoso.
a el corazón ya sin cuidado
ella claridad que lo ha tenido,
e como un mar a campo y gozo.
X
e olivarillo de la loma
enas tiene sombra, apenas flores
ustren su pobreza con colores
ren su silencio con aroma,
devuelve en fruto cuanto toma
ierra, y nos da con sus sudores
que en dorados resplandores
a oscuridad reduce y doma;
e olivarillo, mi consuelo
no, sin saber cómo ni cuándo,
no, sin saber cómo ni cuándo,
as iba por él entretenido;
si es de la tierra o es del cielo;
é que lo siento aquí alentando
razón lo tiene por latido.
XI
uel resplandor de aquella frente
nes de ternura rodeada,
e encuentran juntos su posada
serena y el candor ardiente;
temblor aquel de aquella fuente[47]
de bebe siempre mi mirada
iene mi sed acostumbrada
a de tus ojos transparente;
gacela en ti, por la paloma,
dulzura en ti, por la aspereza,
dulzura en ti, por la aspereza,
miel y la sal, porque te amo,
z donde la paz halla su loma
tensión encuentra su belleza
cio esta voz con que te llamo!
XII
a que te digo y que te quiero
arral en flor, de donde llueve
z y una música que embebe
eseo alerta y siempre entero!
escor de la tarde en el albero
orna el jaramago mucho y leve!
entecillo que el sembrado mueve,
r y libertad en que te espero!
qué fuera, qué fuera del collado
a la tarde vengo a reclinarme,
a la tarde vengo a reclinarme,
e toda flor está diciendo
mbre, con tu nombre equivocado,
u olor, con tu olor, vienen a darme
s de tu mejilla que yo entiendo?
XIII
eres que te quiera, que te quiera,
ue como pueda te lo diga,
e flor y te proclame espiga
sque en el mar y en la ribera.
eres que me calle y que me muera
rañes que esta sombra te persiga
as donde fueras, siempre siga,
s donde vayas, siempre fuera.
eres que este cuerpo habite un hombre,
ngan estos ojos luz que miren,
ngan estos ojos luz que miren,
nga el corazón sangre y alientos,
a soledad y amor y nombre
as cosas, deja que respiren
tus hombros estos pensamientos.
XIV
cabello un pétalo de jaras.
aroma de tomillo de ti crece,
tando junto a ti no me parece
ue ando aquel monte en donde avaras
las horas, donde fueron claras
des? Y que ahora se embellece
ndo recordándote, y parece
que estás en él. ¡Ay, si asomaras
o, cuánta flor y cuánta ave,
ta flor de nombre no aprendido
ta flor de nombre no aprendido
maría del tuyo, si te viera!
o sabe si vive, que no sabe,
e te vio una vez y echó en olvido
ser y ser flor que en ti aprendiera.
XV
e prisa y eres de ternura,
del metal mismo de las flores,
a por todos los primores
stación, raíz de la hermosura.
n y vayan, digan tu finura
es por ti todas ruiseñores,
des contigo las mejores,
yas que se mueren de ventura
ndo que tu planta, que la huella
uerpo la hará por el estío
uerpo la hará por el estío
on sólo echarte reclinada.
or de azucenas que te sella!
dulce, mi bien, y aquel navio
mi dicha viene y va embarcada!
XVI
me, ¡ay!, cantártelo al oído,
gil!, ¡oh preciosa!, ¡oh azucena
en olor y en la color morena,
ás miel en lo dulce y más olvido
neroso olor, y más latido
gre caudalosa por la vena,
anada y más mía y más serena,
me tienes más y más rendido!
rendido, y mira la esperanza
z tan sencilla y tan derecha
z tan sencilla y tan derecha
y tanta luz como amanece
libertad como se alcanza
a soledad que nos rececha,
edio de este amor que crece y crece.
XVII
as, Señor, por lumbre, por ribera,
moroso muro y por semilla,
mar que se postra y por la quilla,
olino y besana, troje y era.
ngre, por mirada, por ladera
vid ennoblece, y donde brilla
piedras el sol, por faz sencilla,
en zanja y mariposa en vera.
rme y por no darme, por tenerme
o sueño el corazón colmado,
o sueño el corazón colmado,
nta esperanza de ternura
idos los huesos, por haberme
chos con tu paz tan bien cargado,
men ya las vigas de ventura.
VII
CONSOLACIONES
[1947-1950][48]
I
sé que la tierra es cielo que pisamos,
oco a poco vamos quedándonos en ella.
o acordamos nada va quedando en
nosotros
de no haya puesto su dulzura la tierra.
as tu hombro me ofrece mar tranquilo,
as tengo en tus ojos árboles donde vengan
aves continuas que de los míos se
escapan,
as esa ternura que tienes, esa tierra
te de tu carne donde crecen varones,
los ríos de amor caminan sin riberas,
as te tengo, al canto la voz entrego, digo
voz, con el alma, dónde tengo mi tierra.
recho entre mares, brazo de río, cañada
mosura, mi herriza por la tarde, tremenda
mosura, mi herriza por la tarde, tremenda
a entre olivares, verdor entre barbechos,
veranos fuente, entre labios, ribera.
ti parto a todo, a ti vuelvo de todo,
me lo encuentro y todo me lo cuentan
uas infinitas, los granillos menudos,
o hacerse dulce el calor de la sierra
tarde. ¿No sigue? ¿Acaso existe amante
pejo? ¿La muerte? Por el río tan ligera,
que es su misma andadura, que el agua
do sin sentirla, en el correr la lleva.
an dulce sentirla, la caricia, la mano,
ano! Nada tengo sin ti. Si tú supieras
nda en nuestra sangre es su planta que
crece,
estra sangre misma al correr alimenta.
l mar. En tus brazos he recordado el mar.
desde tus brazos siempre estuvo tan
cerca!
antas memorias como me trae el río,
stos viejos muros y estos olivos viejos,
levado lo mismo que una bandera joven,
or, que en lo más hondo de mi sangre te
siento.
los ojos, ¿cómo? ya tanto te han mirado
enas te conocen. Ahora empiezan de
nuevo.
evo el pie en los mismos pasos casi
olvidados,
vo el corazón en los mismos senderos.
mientras torna la sombra en la ladera
dulce que nos llenen el alma, los
recuerdos?
evo a descubrirte, de nuevo a recordarte:
el hombro, amor, y este amor es el viento
el hombro, amor, y este amor es el viento
de aquella tarde, tarde. Las palabras
usadas:
r por los arroyos, mientras tu pie ligero
aba chinas blancas, las aguas
salpicaban…”
babuena olía y bajaban los cerros
alto de la tarde a echarse por la noche
rebaños grandes de tiniebla y misterio.
ma se tendía sobre su dicha. Olía
babuena abajo. Los árboles y el viento,
a negra. ¿Cómo serán de noche las aguas?
noche le sale al agua su misterio.
labras sonaban como agua por la noche.
las siento claras, brillan como peces.
Huelo
este boj y fuente, igual que las magnolias
o sé. Te sigo por tu olor desde lejos,
años te sigo. Aquel jardín lo habían
para tu paso, todo sin forma y tierno,
que una esperanza, que sólo cuando crece
rando su forma y comienza a mordernos.
que tantas cosas. Se llenaban tus ojos
nto. Me decías: “Lo que en mis ojos tengo
aré algún día.” Y yo: “Cuando las aguas
a noche repasen las orillas del tiempo.”
do de esperarte me eché a la mar. Brillaba
con el sol fuerte. Los remos le rompían
s, o iba alegre. Cantaba el corazón.
mbra entre las venas me pulsaba cautiva.
azón lo mismo que un potro. ¡Qué ancha
era
, el mundo! Daba contra la luz, la cara.
Hería
mis ojos. Era hermosa la mar y vivir por
la mar,
mer e ir entrándole a la vida
un río sin miedo, con árboles, tranquilo,
do poco a poco perderse las orillas.
ué sueño! Sonaban los bosques interiores
l espejos raros. Tocaba maravillas.
es siempre dispuestos y las manos a
es siempre dispuestos y las manos a
alzarse
mbra sin peso, sin sombra perseguida[49].
SUEÑO ADENTRO
a que sólo queda la sombra y el recuerdo,
mbra de los árboles saliendo entre la brisa
el jardín en donde las horas iban lentas,
un cielo de noche, sin noche y sin orillas.
a que sólo llevo tantos pozos a donde
asomo, contemplo las cosas que me miran,
o vieja, el tacto, la estancia grande y
clara,
ncio y la voz cantándome tranquila
as me voy perdiendo sueño adentro. En la
calle
ido, unos pasos, un vuelo. No se olvida
escriben los sueños en la sangre. Revive
noche y a veces nos hace por el día
la cara. Llaman. Ay qué sombra, tu
sombra
paredes blancas, tu falda fugitiva,
ando postigos, dejándome embarcado
s de los sueños, aguas del sueño arriba.
ue todo se hace transparente y tranquilo
el mar cuando está muy cerca de la orilla,
o a latido el corazón devuelve
ura hecha sangre que parecía perdida.
orna a lo mismo. ¿No son las sombras
sabias
ndo los espejos, donde se vio algún día
a cara joven, aquella forma dulce,
calor de ave en la mano? Prendida
o y para siempre clavado, para siempre
do aquel instante. En lo hondo, a lo lejos
uarto, este instante tus ojos no veían?
II
o, muchas veces[50]
ompañabas. Tenías
cones, tus tiempos.
era hermoso. Íbamos
r. Otros niños
, y eran gritos
ardín, colgados
las flores; era
un festón de júbilo
la casa. Luego,
nto, sin saberlo,
gía la garganta
recía el patio
que ahora. Aún
rté con el nombre
í con las manos,
í con las manos,
en la garganta.
tonces sencillo
esaba el aire.
deras, cargadas
rbas olorosas
e ríos de cielo,
s como nubes,
idas, flotando[51].
a que el mundo
el gozo flotaba
empre, como un ángel.
estar sin sentirse
cosas. Estar
nsancio en las cosas.
eranza, ventura.
oblada la casa![52]
n llenaba sus cuartos,
colmaba su aire,
migos de siempre,
ores de siempre?
a hermosa nave
a por memorias
mpre. Crujían
uros con el peso
os de recuerdos.
endían dulcemente
maveras. Iba
do por el tiempo,
de la hermosura,
mismo recuerdo.
ros, nosotros.
ros, nosotros.
mo he de decirte
ho que te he amado,
ho que te amo?
ndome a las cosas
mano, contigo,
loria a las cosas
rse contigo.
ron estas manos
ora escriben, las mismas
ecto y la yerba?
ojos los mismos
noche y el miedo?
caso estas aguas
e refrescan dentro
de mi Alhajuela?[53]
mpo tan hermoso,
o solo, el agua
arroyo, entre
bares, veranos
rados por siempre
entro, alhajuela
ma, para siempre.
es siempre hermoso.
decir, cantar.
por jardines
mavera y luego
a primavera
ntrar aquel niño
aso fuimos. Irnos
irle contando
fuimos. Oírle:
que yo, lo mismo.
le hervía. La calle
drid, con acacias
y un aire tibio.
an a lo lejos
ciles, que iban
lor andando
acacias. Luego,
olor las llevaba.
n de los olivos.
la mano dura
bajar la tierra.
el pecho tierno
s hijos. La casa
ande. De día
daba sin nadie.
che se llenaba
or y de hijos.
ra, agradecida,
dando lo suyo.
ellos fue la tierra
y, blanda, les abriga.
ío a la tarde
clara. Era.
sentí armonía
e el verso puro,
rtad en mano,
ma de ternura,
como aquélla.
decirle: Espera.
lla no se nombra
shacerla. Vive
r y nos salva.
a aquellas nubes
llos campos verdes
olinas y los setos
rboles altos,
llas rocas blancas
el mar se estrellaba.
panas y pájaros
sobre los olmos,
paz y una luz
cegaba, echada
en sobre los campos,
el verde y las vacas
es.
Por febrero,
ados de alazores
s murallas nobles
s murallas nobles
n junto al río.
lo todo, hoy
ha vuelto campanas
imas dentro,
do entre cenizas,
s verdes, olmos
la paz se echaba,
que el verde, mansa.
e que no cabe
echo. Tan grande,
moso, que el pecho
co. Y nada importa.
uién serán los árboles,
én los ríos, los cielos
e aquel que ama?
le los caminos,
ente, la luz
la frente, el paso
las aguas sin roce,
abra purísima,
go limpio. Tiemble
miga. Dejadlos
dicha. Se hicieron
boles, las nubes,
boles, las nubes,
uas, los senderos
cos, los céspedes
a sombra, el irse
az, para ellos.
los, los amantes.
an los almendros
ñadas. Venían
con la dulzura
lor, ¡tan cargados
igeros! ¡Oh, ingrávido
sobre la tierra
ta con los pétalos
En las piedras
ada la flor.
muy hermoso
mpo, y un río
do de belleza
a.
Posible,
la flor ingrávida
la flor ingrávida
mendro, la dicha.
VIII
CANCIONERO DE LA
CASERÍA[54]
[1938-1951]
A las gentes de la Casería
ALTOS MAYOS
I
s, las horas? ¿Vilanos?
sir tanta hermosura,
diera a estos ojos manos!
prisa, dame altura
er, para que labren,
abejas, aquí dentro
ermosura que abren
a para el encuentro
o bello quehacer
hay, de tanto hermoso
r, de tanto olivo
nto desear
vivo.
uella grave señal,
ión vegetal
ue el tiempo no rinde,
mano con hacha
Encina, déjame ir
u sombra a morir
o floreces, que suelo
u sombra en el cielo
me. A tus ramas
á la primavera
s mieles. Un momento
tu falda dormido.
o
as ramas y el viento.
II
enta
lomas la mañana.
e cuenta
ondra a la besana,
tiene recogida
misma? ¡Cuánto espejo,
herida,
dejo
ermosura!
III
ir! ¡A vivir! ¡Cantar! ¡Cantar!
las crines soltar
ndas, que en los cercados
bril y hay que cantar!
do vino, lo esperaba;
o llegó, entre los ríos
e mis brazos— estaba.”
eran los brazos míos
as altas campanas
llamaban?
los ríos, las mañanas
mosura.
nuevo y vieja lid:
cia y la premura.
tropel!
abierta,
alto.
espierta
A los umbrales
egando. ¿No sientes
ios en tus brocales
uentes
hondas,
lentas?
s tientas
temblor?
ondas
amiendo? ¿El compás
do no es
mo de dentro? ¿Ves
zura, cómo mana
pina florecida,
arse la mañana
us manos vencida?
IV
da
l sin flor ni rama,
sin alameda,
cho a quien nadie llama.
sin sol. Desconsuelo.
nado sin amor,
oja o roja flor.
n vuelo en el suelo.
ón, en los laureles,
aces?
n altas
osas.
sueles
nsar.
ué bien saltas,
n, entre las cosas,
si no fuera un río
se entre las manos
mpo! ¡Duros vilanos!
angre, desvarío
s venas. O ese fuego
enciende,
siego
huye. Ese caballo
arrebata ¿hacia dónde?
to mayo?
V
avaja de hermosura
os chopos, ata
ereza a la dulzura
omero? ¿La plata
en las hojas?
vera, costurera
ja a tallo, a ramo flor
iendo.
abril
reta y la derrama
cerca y por la rama.
bra
el aire?
n libra
ermosura paloma?
ma
o azul un momento
? ¿Qué río?
acaso, sólo mío?
o en el chopo el viento?
VI
tándote pudiera
rme! ¡Si siquiera
a contigo ir
muerte a recordarme
contigo sería
o puedo. Me pesa
rer.
poder no querer
arse.
poder no beber
arse.
poder no esperar
ir.
poder no morir.
poder no poder.
tuviera la voz
la tengo, perdida!
tuviera la vida
la tengo!
de la luz primera,
a rama y la rama.
abra se derrama,
uego. La caricia
mano. La delicia
labios la sembré,
VII
o nació. Se hizo
alto, muerte, rizo.
n suspiro, con una
(no digas pena,
e mordía). La luna
visto otra. Caballo
moso cuello, los remos
ntes, listos. ¿No subes
la grupa? Iremos
riba de las nubes,
os ojos, por esa
a, no digas frente,
os que llaman ternura,
de prisa y dulzura,
cio, deprisa, aprisa.
sola y de repente!
VIII
udiera guardarte!
mis manos, tus llamas!
rte y no olvidarte
as floridas ramas
barillo. Ya vamos,
as aguas mecidos.
n el agua. Perdidos.
os, nos encontramos.
IX
do temblando al filo
hoja.
e todo. Tu paso.
ube,
o el humo? ¿No sube
meda?
or del terrón dormido
tando con ternura.
quedo
oca de hermosura,
or, de terror, de miedo.
de hierba en la boca
bestia. ¡Oh, preñada
mientes! Quien la espera
spera, nada… ¿Nada
era?
stro es lo amargo
e.
o lo leve.
mbra breve
muro!
X
e queda
es río,
meda,
r?
epara
steza y albedrío
rosa y agua clara?
XI
o vengas
orazón, no olvides
ubes y a las hojas.
qué mides?
atidos?
nzados, concluidos.
XII
XIII
os llenas
manos? De estos sueños,
bosan tus colmenas?
emenda
dedo, delicada,
amarga, dulce almendra!
én
ré la amargura
o seco, mano dura—,
bien
so, o de la palabra
abra?
XIV
en el muro su sombra
en el campo su pie.
el aire, si era acaso
mpo al pasar. ¡Oh raso
alto donde estabas,
iría!
, la dulce y la mía,
llamo
nombre. La que espero
hora.
amo
estío. ¡Oh señora
sed!
EL TIEMPO EN LAS
HERRIZAS
mpo en las herrizas
lo pasaba
lirio y la piedra
ra.
me cantar, cantar,
voz ya no la tengo
a,
ro cantar, cantar.
la agua
abello, la hoja
rujada. Se fragua
e pronto, y ya está.
mano en el surco arroja
azón? Ya vendrá
er,
blar y el florecer.
dentro la sombra.
ombra dentro aparece
el agua? No se nombra
abra. Se estremece
a.
morir
s venido! ¡Ya, qué darse
iempre!
los brazos no tienes
a darme el calor
o? ¿No vienes
amo?
¡Ay, amor
vivo!
¡Y yo sin él!
ba tremendo y bello.
ba yerba y flor
uello.
riza entera estallaba
mosura y de terror.
ra se echaba, mansa,
ies de un solo lirio.
isa. Y la esperanza.
COPLAS
I
A María Pepa Estrada,
amiga desde que era niño
ribera del río[56]
í decir al agua:
o como lo mío.
pares a pensar
mar o si la fuente,
uente o si la mar.
as que son puñales:
e libre, corazón,
e libre, corazón,
ida que no te sangre.
s la pena y la vida,
que van y que vienen,
n playas perdidas.
s malo de este mundo
arse a andar por dentro
ncontrarse con uno.
na y lo que no es pena
ue tengo y no tengo
o te vas de mi vera.
o te vas de mi vera
quedo otra vez solo,
e quedo con mi pena.
la forma de andar
sito y tan ligero
o de recordar.
la que yo quería
a tarde esperando
a tarde venía.
la que yo esperaba,
a tarde esperando
nudo en la garganta.
a noche en lo oscuro
do en la calle pasos
ra ninguno el suyo.
que la soledad,
que la compañía.
es uno y nada más.
no, paloma, dame,
do dentro de mí,
o sin encontrarme.
cosa de la edad,
ando trompicones
a en perplejidad.
II
A Ángel Caffarena
a en perplejidad.
as del alma mía,
e arrancaban el alma
ncaros sentía.
ntes dentro del alma,
de julio encendidas,
a siempre apagadas.
eguís estando ardiendo
uestras sombras perdidas,
corazón adentro.
las nostalgias, sombras,
r mucho que me escondo,
me dejan a solas.
pe lo que decía
pe lo que decía
o tuve la ocurrencia
ir que te quería.
sabe las palabras
ben en un silencio.
io: lengua del alma.
ólo estarte mirando
y diciendo las cosas
r sabidas me callo.
as, voces del alma,
lo mirarte digo
no dicen palabras.
que van y que vienen
ojos a los tuyos,
tuyos nunca vuelven.
sierra, por el llano,
Dios, cuando estén cerca
ua, sed a mis labios.
a cuando tengan sed,
s ojos déles muerte
e vuelven a ver.
entana se asoma
espejo se mira
bestia y la paloma.
todo y nada pasa:
a en el aire es,
io a oído, palabra.
a pasa volando:
a en el aire es
a de labio en labio.
a viva en el aire,
III
a viva en el aire,
io en labio volando;
la escucha es quien la sabe.
aballo le suelto
ndas sobre las crines
n tu busca derecho.
añera de compaña,
d de soledad,
no te lleva en el alma?
oledad de mi vida,
a como debiera
o me casaría!
e busquen si me pierdo
s caminos que van
tu sien a tu pelo.
e vuelvo a perder,
s caminos que van
tu pelo a tu sien.
lo digas a nadie:
r llamo quererte,
pena llamo sangre.
ro de recordar
o que me decía
rir sin libertad.
e coja la mañana
s caminos que van
oca a mi palabra.
la noche me coja
dote bien cerquita,
u nombre en la boca.
ómo baja
il de la sierra
ve y agua!
a campiña
lquivir le dice:
a Sevilla
ar. ¡Oh muerte,
ba mía,
sin verte!
NANAS[57]
ue no se duerme
a!
rzales vienen.
en en el pico,
ue se duerma,
mas de olivo
es aceitunas
se han comido.
ue se duerma,
rzales cantan
iña sueña.
lo digas a nadie;
o porque lo he visto;
üeña en el alambre.
la abubilla,
a zumaya,
erme mi niña.
ogujada
a temprano
la ventana.
caraván,
ngas o vayas
mo le da.
rme mi niña.
aballo blanco
la otra orilla!
mar, la mar
el hombro mío
ando va.
ando viene
o el despertar.
a en el barco,
del sueño
navegando.
ballo blanco,
re que se duerme
re que se duerme
era ensillado.
aro verde
en un barco.
CANCIONES DE LA
CASERÍA[58]
I
COPLAS DE LA CASERÍA
primavera,
en el aire,
en la sierra,
arablanca,
arastepa,
a la blanca,
a se lleva.
nazarenos
apaticos[59] del Niño[60] Dios,
airecillo
lan a un son.
mirlo tan negro
ar el día,
n el albero.
as del olivar,
lloro todavía
paro a recordar.
a talar,
ngo una niña moza
e quiere casar
do de la aceituna,
a la Candelaria,
novio ya la importuna.
campo,
yunta en la besana,
opla retumbando,
yunta y el olivo,
pudieras quererme,
as lo que te digo!
de piedra y sin agua,
matagallos secos,
encinas destrozadas.
os olivos,
entre lo verde,
quel cortijo.
ndo llega febrero,
ocesión de lirios
tumba floreciendo.
ivar, olivar!,
mismo que vas, vienes;
mo vienes que vas.
ramón quemado,
ramón quemado,
cuerpecito arrecido
n tenerte al lado.
rcos de los cortijos
os en estos mares
os de los olivos!
íos son verdes mares
dos en tierra firme
gando sin aire.
II
OLIVOS
os sin olor, duros olivos,
bol no llamaré, que diré hermanos,
orosos, aunque tan sin manos,
erenos, aunque tan esquivos;
jáis las cañadas fugitivos
náis en paz los altozanos,
os, cuya flor os vuelve canos,
jemplo nos torna pensativos;
os, cuyo tronco es lumbre luego
fruto aceite que acompaña
mbre por su muerte y por su vida:
on bendición mi justo ruego,
amad sobre la vasta España
a flor, toda en fruto convertida.
s de mis gentes, yo quisiera[62]
vosotros ser. Al fin no llevo
ma sangre de la tierra. Pruebo
vosotros sed y primavera.
vimos los dos en esta espera
ierra, la madre y este cebo
scasa caricia y el relevo
a misma tierra verdadera?
raíz me fundo, en la esperanza
ver a la tierra y al molino
ma florecida, el fruto incierto,
de mi sangre y mi labranza,
ado al secano y a tu sino
ártelo todo a cielo abierto.
III
me sola,
enta mis propios pasos
entre las coscojas
onte aquel que no olvido
quella tarde en que
o lo que me dijo:
a aceituna negree
l verde del olivo,
erás si es mentira,
erdad lo que te digo;
s zorzales la lleven
y brillante en el pico
encen a afilarse
as de los hocinos;
brazos y este cuerpo,
o que tengo mío,
ndo la aceituna,
eras del olivo”.
IV
ANA JURADO
MOSCOSO[63]
urado Moscoso,
jaca y su retaco
s olivos arriba,
s olivos abajo.
avisado que vienen
ia Civil y notario
mbargarle sus tierras
mañana temprano.
o pasen de la linde
rtijo, me los cargo,
n dos si vienen dos,
n tres o vengan cuatro.
e tengo es porque es mío
en sudores labrado,
padre que esté en gloria,
uan Antonio Jurado.”
V
A LA ATREVIDA[64]
go, en mi piel brillante prisionero!
ardiendo y el ollar hinchado,
sa el anca sobre el bien plantado
y la crin lo mismo que el acero.
aeta en qué arco, ni qué arquero
blanco distante te ha lanzado?
ardiente nube, qué soliviantado
igual a tu arrebato fiero?
do prados, en tu vientre hermoso
do prados, en tu vientre hermoso
ro llevas, del que el viento espera
hijo sin razones las hazañas.
s de aquel caballo que amoroso
algó al llegar la primavera
jó encendidas las entrañas.
VI
a como una hoz
estrellas en el cielo.
a noche segando,
viene amaneciendo.
los filos del alba,
avillas de luceros
ue, al salir el sol,
rcinen sus carreros!
egando el mediodía,
ra estén crujiendo
de yeguas doradas,
de rayos y fuego.
VII
levó
Pascua por la tarde.
o que iba a La Roda
edir a su madre.
con abril se paga,
a sangre con sangre.
me llama y me queman
as que son mi carne.
as tengo que dicen,
que cantan, que canten,
que ramas se tornan
o cinturas aires.
VIII
casa tan bella!
o vengo de lejos
llo, entre olivos,
rece a lo lejos
co en estos mares
vos[65], empujado
as de olivares,
do aquello que
mo. Al fondo, ¿sierras,
? ¿Qué pueblos
s sierras prendidos,
de las lomas?
os y olivares
ares y más
es…
, por febrero,
e tierno el campo.
edo de rozarlo.
y con el caballo,
o. Me parece
tán viendo este campo
s ojos, los ojos
y duermen. Me parece
tán viendo este campo
s ojos, los ojos
abiertos. Está
mpo como el ojo
niño, reflejando
elleza sin
o. Temblamos,
ompa el espejo,
so temblador
mpo, por febrero.
re me asomo al viso
donde columbro
mpiña a lo lejos.
es y olivos
jos de nombres
n estado, de siempre,
do en mis oídos:
leitosa, El Duende…
a tierra arada,
ce tierra uncida
mbre, haciendo yunta
empre.
despacio. Dejo
ndas sueltas. Siempre
casa hermosa,
ora entre olivos.
ro de la casa
e amo.
o,
cuelgan, lo mismo
collar de dulzura
sa alegremente.
IX
CHOPOS DE
SANTILLÁN
ñana. La sierra.
s de Santillán.
ga. ¿Qué es aquello,
la vega? El mar
olivos viene
s lomas, y va
s hondones. Sube
¿Soledad?
a sierra (¿en el sueño?)
e, la ciudad
la sierra o sobre
moria. Se van
os en su busca
o espero, ya
¿Dónde estoy?
me con mi paz.
l tomillo. Allí
eranza. ¡Oh pasar
cosas! ¡Oh dura
mí realidad!
los por las calles
ue espero. Y ya
de los espero.
no vendrán
e espero. ¿Y estoy
n esperar
n esperar
e?
copeta. El tomillo.
erá
millo luego.
s libarán
e tomillo. Luego,
do, al colmenar
carga. Y yo aquí
ndo? Mi ciudad,
s en la sierra.
os de Santillán!
erra y la vega,
el olivar,
añana, y esta
a. El retamal
ndo. Gritan
eadores. ¡Va!
ronto, ¡qué raudo
cima, metal!
o. Y la mañana
rida mortal—
en el campo.
quí. Y la ciudad
sierra. ¿En el sueño?
a realidad.
X
RIMAS
1
SEGADORA
ul y blanco, blanco y colorado,
rte nos acecha
tras, las hijas del arado,
cemos la cosecha.
l y mil espigas en que el viento
se complacía
o —“¡A jugar al mar con movimiento,
s!”, nos decía.
olas, las olas, a las olas,
olas, las olas, a las olas,
la es la brisa,
as horas de la dicha solas:
arlas deprisa!”
so las lluvias, las heladas,
o recogido,
orrer las horas desatadas
pe tendido,
o el verde de la vida dura,
que el amarillo
e vuestra carne mies madura[66]
tregue al cuchillo.
án las lonas listas, y las aspas
ndo el momento:
nuestros tallos finos, nuestras raspas
se echaba el viento!”
se echaba el viento!”
llaman a los filos y a los dientes,
os, de brisa a brisa!
te en las gargantas obedientes:
rte tiene prisa.
a en una las aspas traicioneras,
os, nuestras cabezas,
s de las brisas volanderas,
las lonas tiesas!
2
EPITAFIO A UNA
JOVEN PASTORA
QUE AMANECIÓ
AHORCADA[67]
nto
nesperada,
olivo sediento
a más morada.
ngan los zorzales
r de este fruto. El estornino
r de este fruto. El estornino
te tus honras funerales
nte tu sino.
amargura larga
en el hueco de estos ojos cabe,
sed amarga
este labio sin color ya sabe…
ú!, la convertida
til badajo, la campana
o, mas sin vida,
rimer romper de esta mañana.
3
ELEGIA
A Nicolás, cochero e historiador,
que murió un día de febrero[68]
dazo de espíritu y pellejo
dos piernecillas. Le llamaban
no los olivos porque era
como ellos. Le escuchaban
o iba contándoles su historia.
ía el año y la ocasión
azón y memoria;
de memoria que de corazón.
cordaba el día
s plantaron, los nombres
nijero y talador. Sabía
ción de tierras y de hombres
os contornos. Era la voz viva
ro, chaparral, zanja y oliva.
a, en esta tarde de febrero,
con lluvia, medio con dulzura,
ará a la tierra su voz muerta,
aíz oscura
no tronco para rama cierta.
dará este campo sin historia,
alladamente,
a tierra oscura,
omo un arroyo su memoria
l aquel y aquel relente,
el atardecer y aquella gente,
a tierra dura.
4
GEÓRGICA[69]
on el caballo a los barbechos,
, con el corazón henchido, y cantaba.
ba sobre la tierra como un jardín.
corazón como un caballo,
do dulcemente por la hermosura.
a gana de cantar, de saltar
a adelante, los arroyos,
derme[70] al galope de los caballos,
becerros lucientes y de las nubes,
ncaramaba a la alegría como a un caballo
sobre los montes, como una cabra,
ido y feliz como una alberca,
como un hermoso tilo derramado en el
aire.
onte lleno, alegría! Desbordado
o a galope, hermosura adelante
s surcos tiernos con la lluvia, entre
olivos!
lidos amigos, a quien es la tormenta
visita,
os hinche el corazón como una vela de
gozo!
alondra y alondra la vida no pesa.
gre, saltando de arroyo en arroyo,
do, se va cantando y se apresura.
ción se cernía como una primilla,
ba el corazón como un prado de alegre.
os pequeñísimos, aves que vuelan altas,
memorias, tantos deseos como se han ido,
do surco a surco, la esperanza
último, tú, sobre los montes,
divina, la gracia resuma
o, la voz. Ya no eres,
or el campo, con el corazón
como el campo en la tarde mojada,
la canción o el palomo gozoso,
go regado y alegre que espera,
tozo del sembrado. Entero se echa
azón por los campos, se pierde,
a la antigua, la sonrisa perdida a los
labios.
o, siempre a caballo sobre la alegría,
o, siempre a caballo sobre la alegría,
la ternura, sobre la tierra,
todo lo hermoso que tiembla —labio,
canción—,
sas por las que los hombres han muerto,
s que los hombres han subido: el arado y
el gozo.
a surco se va haciendo la alegría,
yo sin fin entre riberas de corazones
humanos.
o de sangre, tan hermoso en el mundo!
a del mundo y el hombre. A caballo
s campos mojados se hunden los cascos.
éndonos vamos en el gozo. Tú sabes,
n, lo que es abrirse, cantar, dejar abajo
erca gozosa. Tú sabes lo que es
hermosura,
erse, estrechar, ir creyendo y saber.
as las cosas van, y los prados,
erra húmeda, y los relinchos, y las yerbas
mente tronchadas, los azadones; y en la
sierra,
flor toda aspereza, las vacas
locas, husmeando el amor que se acerca;
aballos, vencidos, noblemente
n al establo sin relincho.
parece que sube. El campo
s ramones nuevos, con las primeras
cañas,
ras. Lo único sumiso es el agua
rre, porque el aire levanta en vilo de
gozo
erra, y la deja ingrávida, dulcemente
ceñida,
mo que otro cielo sobre los ojos. En esa
ima elevación, existencia sin peso,
e masa de alegría, temblor, ya las
choperas,
llados humeantes, como hogueras de
dicha,
ueblo de moradores alegres de las nubes
baja.
uz tiene alas, tan finas que se confunden
s primeras flores caídas del albarillo
brisa, viniendo, derribó sin sentirlas,
o en el suelo su pie leve, soñado.
e gozo sin vacío, la madre tiende los ojos
mente cargados, y el brazo cae sobre el
seno,
seno,
mbre deja la mirada perderse,
ente crecer en la dulzura, los ramones al
gozo.
erca gozosa. Tú sabes lo que es
hermosura,
erse, estrechar, ir creyendo y saber.
5
ue en esta tierra consentida[71]
sudor de tanta noble frente,
a vieja mano endurecida,
o surco fiel y diligente,
angre gastada y tanta vida
en ella ha dejado nuestra gente,
egas a lo hermoso y a lo eterno
abor del campo y su gobierno,
mi verso en el amor nacido
aire del campo descuidado,
a, lluvia y sol agradecido
a, lluvia y sol agradecido
a la piedra viva el lirio alado,
mendro en febrero florecido
la oscura encina del vallado,
oco del temblor de la hermosura
rte quisiera, en tu ventura.
or abril ya esté la flor menuda
dole al olivo gris y leve,
ningún mal viento la sacuda
o hielo te la merme aleve;
osto la rama venza ruda
uto convertido te lo lleve:
el troje y reviente en el molino
o empieza a cantar el estornino.
en los granados con su fruto
a en par la risa de su boca,
a en par la risa de su boca,
legado mayo para el bruto
la yerba de tus campos poca;
a liebre a tu lebrel astuto,
para ti mieles la roca,
mental al vientre de tus yeguas
a primavera no dé treguas.
zureen a coro las palomas
enen de paz tus palomares;
ndida viña de tus lomas
orrer el vino en tus lagares;
el aire llenen los aromas
lor que se cuaja en tus habares.
a la viga en el granero el grano
atar la era en el verano.
se tus herrizas de hermosura
se tus herrizas de hermosura
ble de chaparros y coscojas;
imavera la corteza dura,
majes, los troncos y las hojas;
lee la aulaga de ternura:
s azules y campiñas rojas
ejen piaras y rebaños
mero y ventura con tus años.
da la ronda de las eras
le al campo tu braván los pechos,
e las sequizas rastrojeras
gos surcos, hondos y derechos.
coronado en sementeras,
ntes, olivares y barbechos
a delicado y silencioso
el aire y en la luz reposo.
cie la espiga los estribos
o rompan las mieses como mares
bles pechos y los cascos vivos
egua y le laman los ijares.
re la dura paz de los olivos
enda a barbechos y encinares,
la que se abre de alegría
ire ladrando, tu jauría.
dispuesta en forma la abundancia
a del corazón, no peso sea,
vierno los muros de tu estancia
el fuego de tu chimenea,
bien que se guarda y no se enrancia
a el alma y que tu ojo vea
el árbol que plantó tu mano,
ombra te guarde en el verano.
ste temblor de sierras en el fondo
tarde, entre azules y moradas,
rcan maternales en redondo
olivos, tierras coloradas
legan al alma en lo más hondo,
re tengan tus ojos reflejadas,
az que se acrece y no se posa
n tu corazón como una rosa.
IX
CANTOS A ROSA[72]
[1954]
¡Oh Rosa, de ti misma semejanza!
LOPE DE VEGA
ROSA DE SIEMPRE
verdad, y para ti mi vida.
de siempre, lo mortal te sabe
moria y amor. ¿Qué en ti no cabe?
rso para ti. Tú, su medida.
o de mi tiempo, de mi herida,
vas y te llevo, mar y nave;
sa!, ¿qué hará el labio que te alabe
ue alabarte? Lo fugaz se olvida,
unca la luz. El viejo río
á su camino al mar, la nada.
s aires de Dios la primavera
á proclamando el poderío
que pasa, ¡oh Rosa! condenada
ntro a florecer, morir por fuera.
I
encontré de pronto. Dije: ¡Rosa![73],
ste corazón tú nuevamente?
Rosa de siempre inesperada,
orosa Rosa por quien vivo
do la hermosura, por si en ella
norada, vas como las nubes
elleza por la noche, mientras
os en el sueño. Así, de pronto.
o esperar de pronto que en setiembre
do en las cosas de setiembre,
erar la lluvia, arar el campo
ar el monte, tú vinieras
gre diciendo: José mío,
ras qué hermosura de viaje!?
II
staba en el campo. Y era alegre.
unos hoyuelos. Daba gloria
eírse. Daba risa, daba
erla pesar como en las manos
a deliciosamente fresca
z. Le dije: Oh Rosa, espera.
o: ¿Yo esperar? ¡Quién fuera Rosa
perara! Dime que me quieres.
morir es pronto todavía.
III
la dulce, la temprana, ¡salta!
te que el agua te recoge.
los ojos. ¿Cuántas son? Las formas
dicha nacieron en los montes
ron al llano con los ríos,
a mar segura con las aguas.
IV
s, Rosa, que están a estas alturas
y andando aquellos que algún día
rán los huecos que dejemos?
empezamos a andar con los que un día
ron los huecos que ocupamos?
uenan otras voces y parece
aire se nos vuelve extrañamente
, y como habitado de otros seres
tos diarios, y nos hablan cerca
as que quisimos? Con dulzura
mos lejos. ¿Cuánto de nosotros
dando en las horas, cuánto sigue
do con nosotros?
dice:
e bien los ojos. Mira en torno.
ste brazo, ¿no es el de tu Rosa?
V
Rosa, que nunca dije nada
zara el amor y, sin embargo,
o expresa nada si no expresa,
que estoy calado hasta los huesos
mor; que sin ti, Rosa, no veo,
o, Rosa. Te digo mis oídos,
o mis entrañas, mi aposento,
o mis latidos; si algo puedo
que tú me ofreces una senda
e asoma a la dicha; si algo mío
que merezca una ternura,
ga saltar un corazón hermano,
ir a la puerta apresurada
alma al leerme, y quiera abrirme.
o saca color a la alegría
ubre algún agua en el secano
o corazón como latimos,
amente, Rosa, porque puedo
Rosa, te quiero, y tú me escuchas.
VI
n pie en el estribo siempre Rosa.
esta tarde, si quizá mañana.
depende, acaso, no sabemos.
depende de los vientos. Nunca
seguro. Siempre puede, cuando
se espera, presentarse. Dice:
enes, Rosa, el equipaje listo?
e va ya mismo. Nada espera.
re se queda atrás la mayor parte.
engo una pena. Me la callo.
ón que me aguarde, será el mío.
VII
osa, que existir es indudabletriste. Por eso a ti me acojo,
ndo que a tu sombra será menos,
sepa vivir de otra manera.
co otra manera, que es librarse,
e un poco y caminar un trecho;
en ti. ¿Acaso no soñamos?
Rosa, contigo es esperarse
nidamente, ver la angustia
como una sombra. Tu voz suena;
nsa. Tiembla un poco. No respires.
VIII
sa, mi cadena!; con suspiros
nes amarrado. Tú no sabes
peso de las cosas corresponde
oder de gozo, y en tus brazos
nto aire. Déjame que suba.
osa, tan pequeña desde arriba,
ada, tan bien, tan dulce! Estoy
ote en el jardín saltar. No toques
e lo justo el corazón, que puede
e añicos. No suspires. Deja,
tiempo llevará lo suyo. Deja,
tiempo te traerá lo suyo. Eso
se nombra es muerte. ¿Acaso dulce?
IX
ue algunas veces, Rosa, beba
cientemente justo para
idar que soy hombre y eres Rosa.
ngo un corazón que necesita
ima embriaguez para ir tirando
rtir la angustia que se aburre
o verse el rostro. Bebe, Rosa.
de es una copa que el poniente
mando hasta el borde, este poniente
vuelve hacia ti, que es una rosa
a inmensamente sobre el mundo,
en mi corazón, Rosa, te abres.
ebamos, vivamos, nada pesa.
e cifra la angustia en el fracaso
ar sin poder? ¿No es alejarse
o de esto poco que nos cerca
de todo? Deja, Rosa, irse
do levemente, tras la copa.
X
grama sólo me decía:
garé esta tarde. Abrazos, Rosa.
rde me dijo: ¿Qué me hago
las cinco hasta las ocho y media?
uerta me dijo: ¿Dónde cuelgo
os y membrillos? Y las viñas
livos y los romerales
bejas y las siempre hermosas
las colgaron vagamente.
llamaban: Corazón, ¿qué hacemos?
orazón les dijo: Rosa falta.
XI
maras acaso Rosa, y fuera
opio. Quizás prisa, quizás irse,
lemente huir entre mis brazos,
ás simplemente. Pero Rosa
darse; tus hombros, son tus brazos
zuelos, tu cara y tus mejillas
dos rosas, y que son dos puentes
la dicha llevan a la dicha.
XII
mi corazón, mi latifundio[74],
mpo de amapolas, mi arroyuelo,
reón de mirlos, mi rodo,
he de verano, mi proyecto
co de la tarde, mi ola, ¡salta,
mis brazos! Deja que revuelva
o tu cabello, mientras pienso
olmena oscura, con las mieles
madas de agosto, y el murmullo
abejas. Corazón, mi Rosa,
ro simplemente. ¿Te lo he dicho?
XIII
ienes que ver con la poesía.
osa es poesía y otra rosa,
e, al nombrar los pétalos, las gentes
n que los poetas no andan lejos.
o es verdad, y sí que tras los pétalos
los muladares, los canteros,
rtelanos, las fecundaciones,
nos indudablemente bellas
s recogen un momento, dudan,
ntregan a las aguas mansas.
XIV
qué pobre hombre! Lo sé, Rosa.
¡qué dulce Rosa! ¿Tú lo sabes?
no sabes nunca lo que quieres,
de vas, ni lo que piensas. Dilo.
que dices o qué esperas. Dime,
e una Rosa como yo pasarse
a junto a ti? Rosa no fuera
quedara siempre. Adiós, me voy.
uirá mi verso donde vayas,
ontrarás bajo el embozo, bajo
villeta. No podrás moverte
cir este verso, Rosa mía.
XV
por el jardín, por los paseos.
me suenas dentro si te llamo
por los paseos. No contestas.
ntesta la Rosa que pasea
ntro sin cesar. José, me dice.
sa alegre del paseo se calla,
a dulce del jardín se muere,
na Rosa del florero canta
ir con aroma. Los sillones
ón blandamente agradecidos:
osa, no te vayas! Y ella dice
con un perfume que se queda
o largamente por la noche.
XVI
sólo decirte fuera verso;
e temo a la poesía; me mata.
ro declinarte: Rosa, ¿Rosae?
eguida: mi Rosa, de mi Rosa.
miro. Me miras. Se deshace
de alegría. Brincas, saltas.
¡qué hermosas tienes las mejillas!
me, tengo hambre. Tú figúrate
n membrillos, eres árbol, eres
mbrillo en el huerto. Yo paseo
huerto. Me paro en los membrillos,
argo la mano y lo recojo.
XVII
e: Ven aquí. Te quiero, Rosa.
os tilos, mira las gayombas
ndose en el aire. Tú no sabes
se siente cuando se derrama
en las espaldas. Quien no tenga
ano al alcance cuando cae,
y lenta, la lluvia de los tilos,
rá. Entonces ella dijo:
abes tú de muerte ni dulzura?
XVIII
entre todas, nunca ausente, dije.
duermo, te abres. Por lo hondo
oscuro me llevas, por la noche
o de tu olor. ¿De dónde vienes?
o te tengo al cabo, cuando grito,
in de la Rosa, rompe el grito
ño y tan tranquila en tu florero
oliendo clara y al alcance.
XIX
o te dije: Espera, Rosa, un poco,
iste: ¿Esperar? ¡No fuera Rosa!
o sin ser José tú respiraras
ción asignada de tu aire?
o, sin ver tus ojos, me amarías?
no que no, Rosa, le dije,
e mis ojos ciegos te ven, Rosa,
en el mar cuando te bañas, Rosa,
o devoras delicadamente,
o contemplas las estrellas, subes
ansar, o por lo oscuro siento
mar y es olor, y digo: Rosa.
XX
te digo. Dices: José mío.
s rosas hablan cuando hablan.
ferrocarril, tarde, quedarse;
raso, ternura, paz, amiga,
se, tu hombro y lentamente.
entamente! Fuera lentamente
s del color, de la hermosura,
basuras, hacia estercoleros,
decirlo brevemente muerte,
decirlo humanamente irse,
arse perdido en la memoria,
rse mustio por la piedra fría.
XXI
bello cantarte! Yo estaría
dote y cantándote. Llamaras:
, que la mesa está ya puesta,
a: ¿Acabar lo que no tiene
nzo? Deja que comience y diga:
una rosa que me amaba. Era
mente como tú. Tenía
iempre. Se iba a los arroyos
guir el ejemplo de sus aguas.
a prisa perpetua de hermosura,
esuramiento de belleza
do a unos pétalos. Soñando
enerla se me fue la vida.
XXII
mi Rosa, te dijera ausente
s veces sin haberte ido.
n con paso se queda? ¿Qué se queda?
se queda, Rosa, estos hermosos
ntes de setiembre? Huele a gloria
mpo con la lluvia. Sabe a vida
con el fresco en el silencio
ce la tarde mientras pasa lenta,
as pasa la tarde y los palomos
evuelo raudo se recogen.
XXIII
amente dulce y bien plantada
lorero, en las habitaciones,
que tienes tierra en las honduras
razón cantor, de la honda pena
nacen las rosas de este mundo,
ustia que estercola la belleza,
blor que te presta los colores,
ar a que pides suavidades,
peranza que te lleva leve[75],
bre las cosas, tan sin peso,
n suspiro, prisa, tan diciendo:
bien? Tengo prisa. ¿Soy hermosa?
XXIV
y comprometerse nunca fueron
tibles. Mi Rosa siempre dijo:
cites, por Dios, para mañana.
na, tierra, nadie, son iguales
as rosas. No sabemos nada
s del leve instante. Somos
rdaderamente de él como es el ala
e en que se apoya. Sin embargo,
udiera hacerse amando un poco,
r el mañana de ternura
tarlo, diciendo simplemente:
las ocho en punto, donde sabes.
XXV
del alma, a veces son los días
y secos. Rosa, son las horas
y largas. Dentro, son los pasos
mpo cortos, secos. Es la muerte
ndo cada hora. Son las noches
mo que desiertos, que miradas
ciego junto a ti, que los oídos
sordo junto al mar, o tu palabra
o, medio susurro, José —dices—,
osa, ¿no me miras? Toca. Es sangre.
XXVI
lo, luego existes, Rosa, Rosa.
to, luego existes. José, ¿existes?[76]
puedo cantarte, no tocarte,
uiera decirte que te amo,
es verdad. Te amo y todavía
és de tantos años de ir partiendo
o pena y sal y sueño y pena,
erme al dedillo los rincones
razón, de ver cómo te asedian
mbras poco a poco, con los años,
a sombra misteriosamente…
¿por dónde iba? ¿No te acercas?
XXVII
, Rosa, te he esperado tanto
ngo, de esperarte, las raíces
perar tan secas que da miedo.
, Rosa, no existiese nunca.
irlo es morirme poco a poco,
as lo voy diciendo.)
Rosa, Rosa.
o sólo por saberme vivo,
casa propia y bien templada,
que muerte y que quedarse solo
enen que ver.
Dios de las rosas,
ermosura de nombres derramaste
onsuelo de los pobres hombres,
or la virtud tuya capaces
ir: esta Rosa. Y sean jardines!
XXVIII
rirá la rosa marchitada[77].
rirá? Se trata sólo de eso.
do continuo y la esperanza
s sirve de sombra y esa angustia
gue como un muro largo, largo,
gue como un pozo, como un perro,
claman aleves. Sin embargo,
azón te seguirá en memoria,
z que marchita ya no huelas.
azón te seguirá llamando
rteza de ti, seguirá oliendo
ro hasta decir leve: mi Rosa.
XXIX
oco de sangre recogido
grande belleza y tanta prisa
n nombraron Rosa y le dijeron:
on ese olor. Pon la mañana
te con tenerte. Vuela en dicha
ba hasta la tarde. No detengas
uto tu paso. Pasa, Rosa[78],
r donde pasaste decir puedan:
e mismo tallo ayer estaba,
aire se atreve. Quede el hueco
ermosura resonando. Quede
un verso en el aire el de tu paso,
emoria de tu olor, camino
s siga llevando a tu hermosura.
XXX
te muevas, Rosa! Queda siempre,
re tranquila en tallo y en belleza,
te veo, olor y sentimiento.
uila en transcurrir, mas sin moverse;
ila en respirar sin perder vida;
ila en apariencia, mas creciendo
er mismo de belleza y gracia,
e eternamente y sin arribo,
zura en aumento y sin llegada,
eranza subiente y sin cansancio,
nura voraz y con sosiego,
sa eterna en corazón crecida.
XXXI
as llueve, me acuerdo de la huerta,
fuera, tan cercana dentro,
de los granados y las vides
sus bocas y derraman ricas
cimos. Recorro las veredas
nde me llevabas de la mano,
l tronco final donde dejabas
po reclinar, mientras las hojas,
as al otoño y a la tarde,
enían en ti, pensando acaso
as un árbol más de la hermosura
salía a la tierra sin sentirlo.
rmuraba: Rosa. Y no sabía.
stabas: José. Mas sin mirarme.
XXXII
bes pasan. Rosa, ¿no aparecen
ertos diminutos desde arriba,
dero y el mío? ¿No nos vemos
a la dicha como plumas
pájaro soltara por el aire
uelo ignorado a su destino?
XXXIII
el sueño y la muerte vamos, Rosa,
do en medio de tiniebla, espanto,
furias perdidas, necios ríos
upidez humana, quicios duros
os a lo hermoso y a lo eterno;
s voz, apenas canto. A veces,
de una música a este sordo
arse de pasos en la tierra.
XXXIV
José. Mi Rosa, ¿adiós? Acaso,
callar. Adiós no es siempre irse,
as sigan creciendo primaveras,
s cauces más secos adelfares,
memoria nombres que son rosas,
tu nombre mismo. Llega un punto
vocablos, hombros, rosas, irse,
arse da igual. Los hombres somos
a sólo de un amor. El resto
es morir, adiós, lo no existente.
XXXV
que nunca más esta hermosura,
que ya mañana estos vocablos,
que estos colores, estas nubes…!
pensar? Las rosas no pensamos;
as al instante, lo seguimos
a muerte. Nuestra vida canta
or, suavidades, la dulzura
istir aprisa o lentamente.
más tiene nombre sin historia.
e siempre de las cosas claras,
ancias de luz, las aguas donde
ancias de luz, las aguas donde
halla aposento, el tiempo tiene
o, mas temblor. El temblor queda.
cumple lo torpe. Todo sale
o al existir. No hay esperanza,
e la dicha existe, la tenemos
sear ni desazón. Se mide
rmosura todo. La hermosura
el comienzo. Su fluir no cesa.
PÓSTUMOS A ROSA
[1990]
Y juntas al no ser el ser que fuiste
LOPE DE VEGA
I
A José Hernández[79] por su rosa
segundas partes fueron, Rosa.
embargo, Rosa, lo que pasa
no hay segundas ni primeras.
nta al corazón. Di qué [80] te dice.
s acaso la sangre y el latido
ida del tiempo? El Tiempo, Rosa,
ignoras, tan bella, que te sigue
un perro tenaz, que sólo espanta
ma difundido. Y es bastante.
II
o contarte cosas que me pasan.
o digo me pasan tiemblo, Rosa,
e me pasan[81] dice muchas cosas.
e las palabras, Rosa, siempre
a confusión. Hablo, tropiezo,
me repongo, vuelvo a caer.
r, Rosa, es darse trompicones
abra en palabra. La lengua dice
que no quisiera, a tientas anda.
es, Rosa, que hablando, como hablo,
en lo mismo y a lo mismo vuelvo?
que pasan. Te diré que anoche
on los rastrojos, una hermosura
go que en festones se corría
o dando saltos, crepitando,
ma daba brincos, le ponía
tro diferente a los contornos,
ndida la noche en sus silencios
herida que abría en sus costados
aja de las llamas alegres.
a fiesta de purificación[82].
III
taré, mi Rosa, las congojas,
stos y los saltos que aquí dentro
azón mantiene, las batallas
el muro del pecho. El pobre pájaro
as alas rotas de estrellarlas
esos barrotes invisibles
eales. Y en lo oscuro siempre.
IV
me dices muchas veces:
¿qué haces ya por estos predios
te pertenecen? ¿Vives? ¿Sientes?
te siento a ti y eso me basta.
stan pocas cosas. Tú. Y quedarse.
ar.
V
Rosa te digo y nunca alcanzo
dura de tu nombre y sus reservas.
egunda que ahora te me abres,
e tú el secreto, que yo vuelva
char tu palabra, que yo pueda
e, Rosa amiga.
a la postre, vuelvo a hallarte.
a misma y yo lo mismo. Sólo
paso tiembla y tu misterio
e más hondo. ¿Qué hacer, Rosa,
o me lo descifras?
NOVÍSIMOS A
ROSA[83]
[1998]
Púrpura enciende y vana desafía
cuantas lluvioso Abril le debe a
Flora.
LOPE DE VEGA
I
mi Rosa, ¿por qué[84] de pronto
uevo me llamas? ¿Me llamas
ondes? ¿Dónde has andado
entonces? Decirte que aquí sigo
mo, el mismo. Nadie sabe
e eso, de lo mismo que siempre
iempre, ni ese todavía colgando
a. Sólo tú, Rosa, tienes
duría de las ignorancias
n al fin y al cabo, por acabar,
bidurías supremas, esas
las tuyas que lo saben todo.
II
s sólo deseo de ti, de tanta herida
de ti como he sufrido, como sigo
ndo con sólo decir Rosa.
ué me dueles tanto? Tus ocasiones
si vivo o muerto me tienen,
e quererte es morir y vivir,
se sabe, a un tiempo.
III
como antes y siempre
antes. Son los lugares mismos,
o misma que te escribe. ¿El agua misma
corría entonces? Estas luces
ales de mayo, son las del mayo aquel,
o entre los granados me dijiste:
ero como nunca. Yo te dije:
hables de nuncas que no existen
e siempres nuestros para siempre,
á todavías que nos aguardan.
IV
Rosa, casi todo me da lo mismo.
sólo de una Rosa que me dio la vida,
r eso respiro, y mientras siga
fragancia pronunciar su nombre
rme de amor cuando la miro,
or Dios, mejor es que no sigas.
V
ha, ¿qué es la dicha? (La palabra
hace feliz, dicho de paso.) Yo diría
sencillamente ir contigo de la mano,
rse un momento porque un olor nos llama,
z nos recorre, algo que nos calienta
ntro, que nos hace pensar que no es la
vida
nos lleva, sino que nosotros somos
a, que vivir es eso, sencillamente eso.
VI
e te quiero, Rosa, no es para dicho,
dicho fuera destrozaría lo que te quiero.
so que no es nada, la mirada o el silencio
se siente cuando pasa y se confunde
mirada, pudieran quizás, Rosa,
ni ellos, decir cómo te quiero.
VII
é obstinadamente vuelves, Rosa,
otra vez? La misma
s mismas, ese misterio
acabar y ser la misma y otra,
e tu aroma cuenta siempre
as de fragancias repentinas
r alacenas interiores.
el secreto de tu Rosa sabrás:
e eso y morir sería lo mismo.
eso, Rosa, siempre es tarde.
VIII
os me dicen: ¿Y esa Rosa tuya
verdad? Yo les contesto:
y verdad son sólo una.
es el nombre de lo eterno
la, eterna, si pronunciara
ía Rosa.
este corazón que vive de eso.
IX
A José Estrada
ará José Estrada todavía
o el agua aquella en la Alhajuela,
uamente oyendo el agua. (Esto, Rosa,
es de tu tiempo, si tiempo
vez tuviste. ¡Oh Rosa y tiempo!)
y memoria, ¿no son, Rosa, lo mismo,
ndo siempre en la memoria
é Estrada en su Alhajuela?
yo lo estoy viendo en este instante,
moria no es también agua corriendo.
X
n me dice: Ten cuidado
osa, que la matas;
as, no tocarlas mejor,
e quede el corazón sin Rosa.
XI
á este latido
e llamas Rosa? Anoche
marme al patio
ebató un olor.
mi Rosa. Mas no era.
XII
Rosa, no sabes,
eda lo que aguarda;
die más que tú si digo Rosa,
esponde simplemente.
XIII
e que no tienes en el mundo
ue Rosa y Abril[85], cuando[86]
ería de Abril, pongo por caso,
celindos, como del estío
iluminación de los jazmines
compañamiento? Y de la misma Rosa,
uera por ti, que no eres nada.
XIV
so: pisar, sentir la tierra[87]
mañana con la fresca; que el rastrojo
bajo tus pies cuando lo andas;
perro te busque la caricia
lfo de tu potro el verde tierno.
penumbra de la estancia luego,
rse quieto sin pensar, sintiendo
l pasar del tiempo sin sentirlo.
de, ya la promesa del jazmín cumplida,
derse un instante de su gozo.
l corazón Rosa latiendo.
ra esto lo sumo. O demasiado.
ROSA TARDÍA[88]
o te fuiste me quedé diciendo:
sa ya lo mismo da la vida,
olví a la casa. Con tu ida
a no encontraba, pero oliendo
s todavía. Y yo sintiendo
tabas y no estabas, la perdida
cia acaricié. Oh la medida
nada tu ausencia, mas creciendo.
e sin ti ya nada vale, todo
da en esperar, en aire, en pena,
tar para nadie, en aire, en nada.
me en mi desdicha y a mi modo,
no puedo más. Me siento ajena
a y sola. Nadie en la morada.
X
LUGARES DEL
CORAZÓN
[1960-1965][89]
ncio, por dentro. Yo llamaba[90].
eguntaban: “¿Quién?” Yo respondía.
la misma paz[91] la que me abría
rta aquella que la paz guardaba.
a recibirme cuando entraba
olor que yo tan bien sabía,
voz, que estoy oyendo todavía,
mbre como ahora pronunciaba.
ba todo dicho con el nombre
o con la voz, y pronunciado
ulce costumbre de la casa.
e a llamar el niño, y es el hombre
n la paz le dice su recado,
voz para siempre dice: “Pasa”.
el recuerdo aquí. La luz aquella
dín por la tarde en el estío,
encejos en el ancho río
arde tranquilamente bella.
eñor, oh terror!, tu amor lo sella
stante no pasa. En el sombrío
el agua, el tiempo, siguen[92]. Mío
el instante aquel, sigue la huella
paso en el alma. La memoria
ribiendo la tarde y el relente
escor del jardín recién mojado.
n se acerca. Y es la misma historia.
n que llega. Tú. Precisamente
amos de ti cuando has llegado.
a aquella, alhaja, mi Alhajuela[93],
to (el agua corre) de granados,
a (el agua loca) de ganados,
de mi nostalgia se consuela,
memoria (¡oh agua!) centinela.
tierra la tuya. Los arados
pen pobremente. Los sembrados
estérilmente. Pero vuela
corazón. ¡Oh distraídas
ncias del tiempo contra el vuelo
razón, derecho a sus moradas
un toro de muerte a sus heridas,
y la sombra, el agua, el suelo
erto, con su sombra y sus pisadas!
verán los niños. Los oiremos[94]
cuando se acerquen. ¿Quién espera
ive? ¿Quién vive y no es ribera
mpo que le lame? Contendremos
el corazón. Tal vez dejemos
azón salirse. ¡Quién pudiera
erar y vivir! O ¡quién viviera
sobre las horas!
Nos iremos
sombra en la sombra. ¿No los sientes
smos pasos en la sombra, lejos
mano su mano? ¡Oh mano aquella
e llevó de niño! ¡Oh accidentes
vir cada paso, muros viejos
razón, jardín y tarde bella!
d en flor, en flor y primavera[95],
ervor en la calle y un latido
mavera dentro y un sentido
mavera fuera y dondequiera.
esperanza. ¿Viene? ¡Si viniera
iempre esperada! No ha venido.
ate, que viene. Y ya se ha ido.
atadamente primavera
ntro y de sazón. Temblor. ¿En dónde
ue ya la tengo y no la toco,
a la noche y no la encuentro,
razón la palpa y me la esconde
cada mañana, poco a poco?
imavera fuera, no por dentro!
querido cantar. Yo te he querido
mas no podía) este arroyuelo
rso (¡fuera claro!) por tu suelo,
e algún frescor, ¡oh tú, crecido
mpre por mi sangre, no en olvido
mas en amor y en el desvelo
re de tu querer, olivo, vuelo
món bronco en el secano ardido!
ñor de este campo que te quiere
i se desnuda y se despoja
uriosa hierba y flor bravía!
ngre de mi sangre que se muere
raíz y tronco, flor y hoja!
mpo de olivar, oh Andalucía!
A Juana Mordó
uchachas. La vida se aligera
palabra, el son. De labio a oído,
a es la palabra, y el latido
a de la sangre verdadera.
a de la sangre prisionera,
n la oscuridad de su gemido.
a de la sangre es el sentido
ndo a la hermosura que está fuera.
esde la bestia a la paloma,
oñar y ser va la jornada,
del corazón hacia su altura.
cha a la ventana, que se asoma
s, y ya siente la llamada,
s en los labios la dulzura.
The Backs at Cambridge are
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a number of old elms which have
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(THE TIMES, 3 de diciembre.)
os, viejos olmos. No pasaba
(¡oh tiempo!), e iba manso y dulce era,
vosotros yo, por la ribera,
oos en la corriente que os dejaba
mecidos, mientras plateaba,
as en el fondo. ¿Quién dijera
endo en este tren, ahora leyera
están derribando?
El tiempo lava
ar, y la vida limpia sale,
cuerdo más claro. Aquellos días
perar cantando. ¡Oh verdes prados
ella juventud! ¿Ya nada vale?
bada quizás? ¡Oh ramas mías
olmos aquellos derribados!
or que esperaba. ¿No era aquello
vivir? ¿No siento todavía
o de frescor? Era en la fría
gada. La brisa en el cabello,
bello rondándole en el cuello,
iéndola apenas. ¿No era mía
a de su plenitud que se encendía,
da en la mano?
¡Oh corcel bello,
tadamente bello y duro,
robaste de mis brazos!: deja
ce pesadumbre del recuerdo,
ce recordar entre lo oscuro,
uro sentir, mientras se aleja
o, ¡ay!, que para nunca pierdo.
BREZO
llamaba Brezo? Brezo blanco,
locura, brezo todavía
a hermosa tarde. Sola y mía
e aquella. A la ventura y manco,
monte sin nadie y el barranco
de brezo, fresco de aquel día,
razón el mismo que solía,
nojo de brezo en flor arranco.
evo en el alma recogido
mil novecientos treinta y tantos,
mil novecientos treinta y tantos,
de de junio, ¡tan presente!
a (¿por qué romeros?) me ha venido
en la tarde aquella. ¡Ay brezo, cuántos
es o recuerdos, de repente!
RAÍZ DE MI SER
a la paz el bien, como a la altura
que se cierne, como al trigo
a por febrero, y al amigo
o del amigo, y la hermosura
(a ti) te viene, y la ternura
ne a mí, y a ti, cuando contigo
ntura silencio o te la digo
mente y a ti, tú, mi ventura.
go en la memoria y la presencia,
lá del comienzo y el olvido,
lá del comienzo y el olvido,
cá de la rosa y certidumbre,
z de mi ser y mi querencia!,
nda de mi paso a su sabido
del alma, bien de su costumbre!
EL TIEMPO DEL
CANTAR[96]
canción, el agua, la ribera,
mpo del cantar, la voz no tiene
ue la sostenga, y se entretiene
a diciéndote que fuera
ada es ya nada. Ni siquiera
ste verso que a la voz se viene,
luz que en la tarde se mantiene,
ala de la tarde, y la aligera.
mpo del cantar. La voz perdida.
mpo del cantar. La voz perdida.
uerdo colgando. La amargura
un filo encendido del poniente.
resa del tiempo, va la vida,
as resuena dentro la hermosura,
razón está con lo que siente.
ra los años que cumplía[97]
iada ternura, demasiada
a en poco tiempo, derramada
umbre de amor que la tenía.
ndonos de siempre, madre mía,
ca y desde siempre tu pisada,
do de nosotros, entregada
alto a nosotros, cada día.
con tu mirada me he alumbrado,
al andar, tu mano me ha tenido,
n tu calor por esta vida.
a con ser, sintiéndote a mi lado,
n, con tu sangre este latido,
ta que te dice a ti debida.
ERES LA MISMA
s la misma. Cuando considero
da pasa y todo, y es mentira
ejo del tiempo en que se mira
a, encuentro que lo verdadero
rote interior, aquel venero
el hombre se halla y se retira
o y con su luz. En torno gira
do, pero el hombre sigue entero.
go aquí. Las cosas no han cambiado.
la misma desazón gustosa,
la misma desazón gustosa,
erar de pronto inesperado.
ertas son las mismas. Presurosa
i llamo. Llamo. Te he llamado.
misma. Y lo mismo. Y más hermosa.
que cielo, vega, mar, collado[98]
nubes y viento han dividido
ueyes, el cuello al ubio uncido,
mpo van abriéndole el costado;
ca de paz fija y sueño usado,
or cierta y de común latido,
azón del pecho se me ha ido
o tengo aquí, sino a tu lado.
tu corazón le respondiera
rdadera sed al agua suya
a tu sed la mía fuera clara!
uieto en tu memoria me estuviera,
alir de la esperanza tuya,
rtad qué lejos me llevara!
XI
DEDICATORIAS Y
DIVERTIMIENTOS[99]
[1940-1970]
I
DEDICATORIAS
A VICENTE
ALEIXANDRE[100]
en este mundo,
ontigo y con tu sombra espesa,
ontigo y con tu arcángel claro,
ontigo y tus raíces negras,
ontigo y con tu cielo dentro,
ontigo, sólo por la tierra
as, con espumas, entre rosas,
erros y con gritos, entre penas.
en este mundo,
a al aire de la vida abierta,
azón a la llamada dócil
oz a la luz siempre dispuesta.
en este mundo, con los ríos
do del costado sangre vieja,
ca de los tiempos
tenían ribera,
o el trébol bailaba con el lirio
dulces los hombres y las bestias.
ar haces claros los misterios
n tus pisadas transparencias
rada excava lo insondable
s la roca y la esperanza tiernas
ozos más hondos, y los mares
ces breves, viva la presencia,
s la sed y cuajas la ventura,
al vuelo antílopes y estrellas.
campo a los sueños, determinas
de eternidad a la existencia,
donde se escuchan los crujidos
dar de los mundos, te contemplan
a soledad en la que cantas,
a libertad por la que alientas.
A UN POETA
AUSENTE
moria conmigo en esta tierra
nto amaste, Emilio[101], me acompaña.
este mismo mar de tanto azul
ha dejado un día de tu ausencia
guntar por ti con ola y ola,
ste mismo cielo que ni un día
tu recuerdo sin amparo,
te mismo aire que no encuentra
a soledad como la tuya,
azón que mueva por sus altos
semejante.
s guijas
playas, perfiles de tus montes
cen puro temblor el sol poniente,
ñadas hondísimas sin agua,
s de adelfares donde late
bajo lo seco un filo eterno
e las altas sierras a los mares,
les pobrísimos, pizarras,
de viñedos y lagares,
drales fantasmas que le prestan
leve nieve a estos inviernos,
stas sierras puras que rodean
ad maternales, entre estas
que no se van, que van por dentro,
eguras, entre lo que pasa,
ueda por siempre: la memoria.
ueda por siempre: la memoria.
mos que el instante se nos queda
il con aquellos que se quiere,
iedra en la sierra, agua perdida,
ardiendo perenne, mar inmóvil,
de un espejo conmovido
sola visión de la belleza,
nstante de amar que a los humanos
ce eternos, ángeles acaso
os en el aire de las horas.
nto el aire vivo con nombrarte,
azón caliente con sentirte,
ello este paisaje que aquí sigue
ledad de ti, con su hermosura
a a tu llamada. ¿No lo sientes?
RETRATO DE DON
ANTONIO[102]
ombre que se sienta con las manos
el bastón, el bastón entre las piernas,
mbrero calado, este hombre
s ojuelos medio entornados,
do más allá, más acá, no mirando, este
hombre.
ombre que no tuvo tiempo o gusto
acerse el nudo de la corbata,
s grandes manos sobre el bastón,
mesa del café,
a, de qué año, en qué ciudad española,
traje de un paño más bien grueso, y los
labios,
os labios de este hombre que se cierran,
dicen
la palabra que no dicen,
una vida que se encierra en una palabra,
s vidas que se encierran en una palabra.
ombre que ha llegado
ólo un ratito
asa la vida esperando en la mesa del café
a que alguien llegue,
se pasa todo el mundo la vida esperando.
ndrá nadie a sentarse al otro lado del
tablero de mármol
manos seguirán sobre el bastón, y el
hombre
rá inútilmente sin despegar los labios.
o que sabe y lo que no sabe,
rtidumbres: la una en los labios,
os ven la otra, el corazón la siente.
ada a los labios la sed que no calmará
agua ninguna.
z el aire que viene de un recuerdo
z;
los ojos han visto algo
z;
o ha sentido otra mano
z;
pado en la sombra
z;
moria!, una vez
moria!, una vez
on en su mano la llave;
brir la cancela;
esde unos brazos
z.
uedó quieto.
VERANO DE 1928.
ANTONIO MACHADO
esde aquel día,
el estío aquel sonando hondo
so; igual de claro que aquel día,
de ancho que un estío,
ndo de temblor con su palabra
temblor nuestro sin palabra.
pocas palabras verdaderas
siendo temblor, parte por siempre
creado y único camino
varnos un poco cada día,
nombre a los mundos que en nosotros
n por su palabra verdadera.
EN EL PRIMER
ANIVERSARIO DE LA
MUERTE DE MI
AMIGO LEOPOLDO
PANERO
I
re por este tiempo,
tuyo, tu Astorga leonesa,
ba plenitud a tu acento
nada desnudez a tu canto.
mío yo,
ampo de olivar y olivar
ampo de olivar y olivar
rroyo que lo quiebra con gayombas y
adelfares,
ón que platea la matalahúga
ean los garbanzales.
os unidos por los barros y polvos
labradores,
hielo de las altas noches
hicharreras del verano.
os secos del corazón
el agua
ca y se cuida como a la cosecha,
el hilo del agua va hilvanando
cia a la tierra
chopo y el sauce.
os mutuos campos, pedazos de la ardida
España
y creciente en el corazón,
rada en la ternura y el terrón sequísimo,
ernura y el verde,
y ofrecida,
cable y amada,
a morir.
II
un paso que se acerca por el oscuro
callejón,
dio de la noche,
osamente,
egarse agosto a las noches refrescadas,
egarse los rastrojos a agosto,
egarse los rastrojos a agosto,
go y al brabán,
o se tienden más los vuelos de las tórtolas
ordos bajan sobre las uvas al madurar
igos primeros,
r el campo un olor que yerra y dice,
entro una pena: que tal día hace un año,
o andaba eligiendo hermosamente
illa para su otoño,
u propia tierra,
propia tierra,
do por su tierra,
obre su tierra como una planta a la que
vuelca la reja,
ue el surco llama a su fecundidad;
ermosamente con el canto en la voz,
do lo más hermoso de su tierra,
dad de su tierra y su ternura,
iedad de su tierra y su ternura.
amor puesto en la canción,
o agosto se despide sobre los campos,
al brabán sobre el surco,
canto y la esperanza
s en el corazón como una siembra,
ierra
morir.
MIGUEL[103]
ejor que nadie, a tus alturas,
que no, Miguel, sabes que no.
as mordiste el ajo vivo
mendra amarga y las collejas
arraste a la esteva, y fue el silbido
bra; mientras bañaste
ojos la luz del campo, y no cubriste
on cáñamo tus pies, y acariciaste
rtad para ti mismo.
as mordiste los ásperos limones
rro, Miguel, que era tu nombre, fue tu
tierra,
aste con silbidos los diálogos
ierra, la madre, fue en tus labios
avel de la tierra, la palabra.
A DON ALFONSO
QUEREJAZU.
EN LAS ALTURAS DE
GREDOS[104]
alturas de Gredos
ornos encendidos;
mavera con ellos.
viva en la Palabra
alturas de Gredos,
vera de la llama.
no de la humildad,
bra-lazarillo
vaba a la verdad.
no de la Palabra,
alturas de Gredos,
os de la Esperanza.
A DÁMASO, EN SUS
ALTURAS[105]
so amigo, el tiempo nos depara
as ocasiones, varias gentes,
va entre moradas y accidentes,
eces la cruz, otras la cara.
es gozo todo, la vía clara,
a bien por estos continentes.
es negro todo. Diferentes
ce cada instante. Nunca para
deja parados. Pesadumbre
deja parados. Pesadumbre
eza al par. Nada sabemos
us motivos, si los hay, contamos,
s a su medida y su costumbre.
as de la luz, como podemos,
la paz, como podemos, vamos.
A JORGE, ESTOS
VERSOS AHORA SÍ
QUE DE RETORNO, A
LOS TANTOS AÑOS
DE AQUELLOS[106]
entonces cadena ininterrumpida
este último eslabón muriendo.
sobre polvo. Vida sobre vida.
sgo, tal lugar, tal manera
de ver las cosas. Por los siglos
o estos lugares, de siempre
uyos encadenados; el trajinar labriego,
uyos encadenados; el trajinar labriego,
rrear, los hijos, las llamadas;
do a lo sabio cada año,
cones sabidos, los deseos surgiendo,
sos a lo mismo, los temblores
do el colmo y la sazón de la esperanza.
as año uncidos.
que preparar
ño, el grano para la siembra,
ra para el grano, el apero
a siembra, las bestias del apero.
nubecillas sobre las crestas
lencio en los árboles advierten
a. Habrá que prepararlo
Así año tras año, generación
neración. Habrá que reparar
ros, tantos temporales como llevan
os y las grietas comienzan.
que ir preparando la casa
os hijos.
a lamparilla
en su temblor constante, en su romper
la oscuridad, el seguro
uar, el hilo que año tras año,
a gente, los va atando, urdiendo
or en cañamazos de tiempo.
que lo dices creo
evas razón. Las cosas no son tal y como
en. Hay muchos recovecos
rtidos. Estos pobres juicios
ciegas, tentando como un ciego
culo la oscuridad. Por dentro
mo una iluminación. Si remueves,
s cenizas quedan ascuas vivas.
CARTA A ALFONSO
CANALES SOBRE EL
LIBRO EL PUERTO
[1979]
ribo, Alfonso para decirte
libro llegó. ¿Llegar un puerto?
este tren donde viajo, el navajazo del
poniente
ece los visos de las lomas
enderse, haciendo su juego
gre, el de la vida, por el cielo.
ra de tu libro, entreleído
a noche y el desvelo, llevado
mano, de lo que quería escribirte.
o, sabes muchas cosas, dices
s de ellas. Para leerte a estas alturas
, claro, de alturas de los años,
descendimientos), hemos
ar con los dardos dispuestos,
breles alerta, no se nos vaya
a, la esperada. Muchas son
bidurías. Tu verso
a la voz viva; así se me ha entregado,
egado alguno de sus sentidos. Vienen
mente los sentidos de la poesía.
esía (leo ahora) es una encarnación
da cuerpo a lo anterior, invisible
dible, súbitamente revelado.
ica? Sin retórica, la palabra
ere, ni hay letra que nos salve.
desenvaina el sol un rayo
ejar al seis de marzo caer sobre los
campos,
Andújar y Córdoba, donde el río
u espejo, que es el morir, una tarde
iera. Decía que tu verso
a dicho en alta y viva voz.
mañana me amaneció escuchándolo.
os años descubro (nunca es tarde)
ra leer tu verso
es necesaria. Amanecí
ote. Tardó tu libro
gar, ¡oh, la pereza de los envíos!
a punto a la cita del goce,
añana misma, seis de marzo.
Ah, se me olvidaba! ¿Cómo
curre eso de las distancias?
si dentro del corazón existen.
aprender, sólo una cosa podría
arte: perplejidad, que es donde habito.
quiera.
EN MEMORIA DE A.
JAMESON
ngton es un pueblecito de Sussex,
do, como es sabido, del sur de Inglaterra.
calle del Oeste hay una casa pequeña
age dicen allí—, Twitten Cottage es su
nombre,
ernal y ladrillo como es uso en el país,
de salitas abajo y otro par de dormitorios
arriba,
s servicios y un jardincillo trasero que, a
la primavera,
bellece con unos anémones temblorosos.
ngton es un pueblecito de no sé cuántas
casas,
do por no sé cuántas gentes.
ahora Storrington no tenía para mí más
que una casa,
a, un habitante,
azón, un amigo.
z en cuando el corazón se me iba a
Storrington,
ba a la puerta,
a ternura de unos ojos,
bía una voz amiga.
muchas veces, cansado de esto y de lo
otro,
do de mi corazón,
a mi corazón a volar, camino de
a mi corazón a volar, camino de
Storrington,
ba que su latido golpease la puerta amiga.
n portazo grande ha cerrado esa puerta,
tengo a mi corazón para siempre en la
calle
e Storrington para siempre deshabitado,
e levantar dentro de mí la casita de
pedernal y ladrillo,
pedernal, ladrillo a pena,
nder en mis ojos la llamita de aquellos,
estar con mi voz a su voz.
no nos dejes tan solos con los que se nos
van,
áñanos con ellos, que vengan y nos
sostengan.
páñate de ellos para acompañarnos.
rompe la soledad sin ellos.
eja solos la soledad sin ellos.
ejas solos de ti sin ellos.
los amigos, son tu camino,
ora me cierras llevándote al amigo.
Señor, contigo. Tráenoslo contigo a esta
soledad.
A JESÚS MARTÍNEZ
LABRADOR,
AMIGO[107]
ro es tu palabra,
o se hace carne en tu palabra.
arro hablas, dices, cantas
a de tus dedos en el barro,
dole su son a cada uno,
o, su dolor, su miedo o pasmo,
dolos mirada, gesto, oído,
ote tu alma en cada uno.
de canta el barro,
so responde, generoso,
ue apenas leve,
on que tu mano le dice:
nde, mira, escucha.
io de lo inerte, de lo inerme,
nerte ni inerme
soplo de amor.
íritu en vilo el amor lleva
do tal que le da vida
ue muerte parecía.
o mueve algo
no ser amor, no sería nada.
dos van diciendo, susurrándole
o: Mira, escucha, tiembla.
ete a compasión.
sin compasión es barro inerte.
s amor aquello que mueve la materia?
que si nombre no tiene siempre queda,
struido sigue si una vez existió.
e en el principio, algo
me, vibra o canta; nunca muere.
tu barro, que canta, gime, vibra.
muere; si no el viento de qué?
e en el principio, un algo
crear te hace suyo,
de ser de amor,
a la materia éxtasis en tus manos.
A RAFAEL, MI
HERMANO[108]
fael, el tiempo nos condena
en el ansia y en el viento;
or y peor son un momento
pre es pronto si la vida es buena.
s seguro nada, y la cadena
a a la hermosura, sí al aliento;
ene su música y su cuento
a va la vida mientras suena.
más, esperar. No de los hombres.
más, esperar. No de los hombres.
a de esperanza no procuran
e hechos estén de su sustancia.
sas como son[109]. Sus varios nombres
estan su apariencia mientras duran.
ria de un olor es su fragancia.
A MI HERMANO
JUAN
do Juan, el tiempo que nos tiene
os en sus horas, que nos lima
sión de gozar, la breve cima
el vivir se colma y se entretiene
ilo la sangre y se nos viene
abra mejor, y nos anima
ueno del mundo, el alto clima
os que nos calienta y nos mantiene;
os días de la gente, el tedio,
os días de la gente, el tedio,
inación oscura donde quiera,
n huido, el mal necio y sin tino.
ios nos tenga, Juan, de medio a medio,
la paz de dentro y la de fuera,
cia de ver claro en el camino.
A ALFONSO
URQUIJO, EN SU
NAVA EL SACH
a jara, Alfonso, y la coscoja
aparro, ya sabes dónde digo,
es el mundo si lo alivia amigo
ien partir el pan y la congoja.
es a la vera quien recoja
cansada y corazón contigo
mor necesario, y sea testigo
vida diaria que deshoja
ras raudamente y de su huella
eja el regusto de lo bueno,
o bien logrado la memoria.
so de buen vino sin querella,
nte de solaz y caza lleno,
r: Aquí paz y después gloria.
A MAURICIA Y JUAN
LLADÓ[110]
ios sobre vosotros flor y trigo,
to bueno cría, y todo aumento
bueno que cría, sin descuento
y troja os llene. Y sean testigo
stro bien alegre, sol amigo,
en sazón y en su sazón el viento;
eño sin romper y largo aliento,
cia, sean contigo, Juan contigo.
uanmauricia, con el mismo verso
uanmauricia, con el mismo verso
e un nombre de un par de corazones,
Dios de dos sangres hace una.
Señor de lo uno y lo diverso
otros derrame bendiciones
gría, de paz y de fortuna.
UN HOMBRE
CABAL[111]
árbol extraño. No tenía
el bosque. Se entregaba
da de modo que dejaba
quiera su huella. Poseía
ud de crear, sin la porfía
briega, y donde transitaba
al bien en su quehacer, dejaba
ras de bien que sin sentirlo hacía.
sazón, un hombre si los hubo,
sazón, un hombre si los hubo,
al rencor, maestro de su ira,
o generosa de lo bueno.
los demás cuanto de bueno tuvo,
de bien lo que dejó en su gira,
umano en la vida le fue ajeno.
II
DIVERTIMENTOS
A JANE CLEMENS,
MALAGUEÑA
Para Carlos Rodríguez-Spiteri
enamorado de ti, Jane Clemens,
diablemente enamorado de tu nombre
isa que al nombrarte se levanta
l que al nombrarte nos alegra.
Clemens, natural de Málaga,
un abril para su gloria,
da entre los estefanotes[112] y las
buganvillas,
a menos en caudal
ramada para siempre a la belleza,
mada en las orillas todas de la hermosura,
a como una nave de preciosos
cargamentos.
siempre, Jane Clemens, como siempre.
o siempre? Al abrir este libro, leo:
ya gris en tus cabellos, y los jóvenes
tienen súbitos el aliento cuando pasas…”
a por mi recuerdo pasas
re de mucha ternura te rodea
que la delicia por abril,
que por el latido la esperanza,
mo que el olor por esas tardes
laga que tanto amaste, Jane,
nto, Jane, amo.
A CARMELA OLIVER
I
na voz presente que me pide lo escriba,
a voz lejana que sabido lo tiene.
e el poeta dice de lo hondo le viene,
e la lejana, lo dice la voz viva.
o está el mensaje. ¿Habrá quien lo reciba?
re habrá quien reciba lo que en lo hondo
suene.
z oye el poeta. La mano lo detiene.
ha. Suena dentro. Palabra es fugitiva.
a es fugitiva, por eso siempre queda
ica en el aire y la canción al viento.
, el tiempo es agua, y el poeta es un río.
que me escuchas mientras el verso rueda,
verso sin oído, palabra sin aliento;
miga, va el verso, no sé si tuyo o mío.
II
ya mucho tiempo que Carmeta[113],
a tanto tiempo, le pedía
so que esperando todavía
ay!, ¿desde cuándo?) a su poeta.
l poeta a mano la receta
rso, el tiempo, a mano no tenía.
na dijo que será otro día.
día su verso, si le peta.
, Carmela amiga, ya no sabe
ta si un año son, o ciento
n pide es Carmeta o es Carmela.
mpo, el verso, amiga, cosa es grave,
se pierde cuando va en aumento,
y pesa más cuando más vuela.
III
o, Carmen amiga, en la blancura[114]
a esperada página el traspaso
de algún temblor, apenas paso,
angre caliente a la escritura.
en la escritura la hermosura,
si pudiera, a cielo raso,
el verso el corazón escaso
ecesidad de tanta altura.
ntregado y cierto. Nadie sabe
o que por dentro le resuena
ngre traduce en su latido.
n amiga, el tiempo es cosa grave,
osle correr sin otra pena
rlo por gozado y no perdido.
A ESTE FEBRERO,
QUE SE EQUIVOCÓ Y
SE VISTIÓ DE ABRIL
EN 1966[115]
sparate, Abril se ha equivocado,
ndo la posta de febrero
éndose flor para qué os quiero,
zo a la torera se ha saltado.
lboroto por el campo ha armado
mas sin sazón, tramas sin fuero,
eta diciéndose me muero,
s el color recién morado.
abrilees Febrero a estas alturas,
ego viene Marzo con su yelo
hace la pascua antes de fecha.
n las tuyas y él con sus diabluras.
de dice vega pone duelo
deja a dos palmos de cosecha.
CUARENTA DE
ABRIL[116]
cuarenta veces ha venido,
ta veces mil y más viniera,
vez es más la vez primera,
ez más abril, loco perdido.
de cada día, mantenido
l año, contigo primavera
idichas de la vida entera.
cuarenta abriles ha cumplido.
¿quién te conoce, así parado
¿quién te conoce, así parado
iendo en vez de más años de menos,
más bella cuanto más cumplida?
conozco, Abril, nunca cansado
erme de ti los brazos llenos,
arme de ti llena la vida.
EN ESTOCOLMO,
UNA TARDE
ueca como la vida que digo,
como la golondrina, y da gusto;
a veces azul, y no te sigo;
mpo salta que es un susto.
razón espiga que digamos
ello por no decir mentira,
te de la tarde nos amamos;
es tarde mientras se respira.
me vagar por esas vegas;
me vagar por esas vegas;
menos el nombre; lo de más
que pasas, que no llegas;
da mía! ¿dónde vas?
ele la vida, ese recuerdo
que nunca fue, y la ocasión
an verde; si me pierdo
quéis el corazón.
e la música, antojos;
azos, las colinas, ¡zas!;
circulan por esos ojos;
rdas, si lo pierdes, el compás.
, bella sueca de las siete,
re las manos bajo los pies,
s conjugación lo que promete,
suéltame, sale al revés.
uchas clases de irse
descansos, es un decir;
decir el desdecirse,
edarse no poderse ir.
mpo, el tiempo, el avión;
ha hecho tarde, y para colmo,
e atrás el corazón
las siete en Estocolmo.
A MI SOBRINA PEPA
sobrina Pepa,
a de verdad de las espigas!,
o que yo sepa
e a lo que obligas
sa y a lucero,
a y a cantar y compostura,
e tarde, y fiero
tar, y relente y calentura—,
z sin abandono
dote estará sin desperdicio;
dote estará sin desperdicio;
so irá en tu abono
ndo y destrenzando su ejercicio;
azón parado,
so sin candela ni instrumento;
pa!, tú has llegado,
re se ha quedado sin aliento,
u paso el río
, y sin verdad y sin mentira
do, ni albedrío;
untad sin ira.
epa, mi sobrina,
do por las cosas!
epa, saltarina
azones y de rosas!
te sigue, Pepa,
so. Lo has cansado. Más alada
palabra vas. ¡Oh, que no quepa
ya nada!
ROMANCE DE DON
SEBASTIÁN, REY DE
BASTOS[117]
1
ebastián, Rey de Bastos,
r el olivar,
os grandes y tristes,
rba de azafrán
u cabellera, el aire
medido galán;
to, de piel y pluma
rona real—,
su jaca burrera
deja el viento atrás,
si la noche es negra,
s ancas un lunar,
las crines de estopa
la de alquitrán,
chos que se quedan
dos por donde va.
milla suspendida
ida de avizorar,
tolas no se mueven
o lo sienten pasar,
as perdices pican
con su metal
erarse de nada
uererse enterar.
os por donde voy,
que tenéis me dais,
para el cabello
unas para el pan,
a para mis pesares
para quemar;
a ni fuego os pido
as no me deis la paz”.
ivos siguen serios
lver la cara atrás,
s lomas están pinas
tienen que llegar.
le pesa la pena
sto a Don Sebastián,
apea de la jaca
enta a descansar
o de un grande olivo,
or del olivar.
ona pone a un lado
la cabeza atrás.
mas duras de azogue
s mejillas le caen,
os como pavesas
boca se le van:
amantes sin orillas
nde lanzarse al mar!
tes de tierra adentro,
r y nada más!
omo la que tengo
ha sufrido mortal”.
ya sobre la mano
mosa testa real;
bellos se la cubren
, de miel y azafrán.
s bello rey de todos
na pena mortal:
ores se está muriendo
dio del olivar.
en Sota de Oros
antó peripuesta,
2
antó peripuesta,
o el jubón pajizo
isó la melena,
ó un bonete raso
nturillas de perlas,
ó luego al espejo
ió satisfecha,
e el espejo le dijo
lisa y blanca lengua
la baraja de sotas
ía sota como ella;
los gregüescos verdes
redondas caderas,
e los lisos muslos
ajustando las medias,
i tienen que serlo,
as ligas no encuentra.
ce su mala suerte,
elo todo de hogueras
e a sus pies, sin descanso
quiera que los sienta.
ré tarde a la cita
Sebastián no espera”,
blanco pecho se abre
s uñas roja puerta
que la sangre brota
er la nieve en cuenta.
lanza a la ventana
a de sus doncellas:
adla, amigas, miradla
en el pico las lleva!,
miga de mi dicha
r los aires se vuela”.
3
o del desengaño
do cuerno le ha metido
, cuya sangre suelta
riendo como un río
olivar abajo,
o a su paso lirios.
ndra de la esperanza
las barbas tenía nido
monta y se remonta
azul encendido.
azul encendido.
stes ojos del Rey
en en su camino
orejas escuchan
se el lejano trino:
speranza que tuve
rse de mí miro!”.
ndra tiene sus alas
ro dos cuernos fijos,
ndra una voz de ángel,
su negro hocico.
le habla desde el aire,
con el cuerno hundido;
a alondra le llega
gada como un hilo:
gada como un hilo:
tras se espera se vive;
no espera no está vivo”.
e y ronco, desde dentro,
engaño le ha dicho:
rar sin esperanza,
ebastián, es perdido.
vale estarte muerto
tar de la muerte al filo;
eranza sólo juega
o los deseos son niños.
te, Don Sebastián,
rte sólo es lo fijo”.
ebastián la cabeza
a sobre el olivo.
a lo ve morirse
a lo ve morirse
ama con relinchos.
erte, tan complacida,
e por el viso;
presente de rey
el último suspiro:
do en los labios lo tenga,
ebastián será mío”.
la Sota de Oros
palacio y de sí,
campo daba gritos:
4
Sebastián, alhelí
amor y de mi culpa,
estás vivo y sin mí?
en Sota se muere
e no te tiene a ti”.
o llegó al olivar
a figura gentil,
ra de albayalde
manos de jazmín.
ella, donde usted vaya,
usted quiero ir.”
o soy yo; soy mi pena,
lo que queda de mí.”
ella, para su pena
yo un remedio aquí.”
faltriquera saca
n tarro de elixir.
ar no puedo, señora,
dolor me traga a mí.”
ora entonces saca
egazo un cojín
do con aves verdes
un fondo carmesí.
ella, bajo este olivo
ño vais a dormir,
do las aceitunas
chando el colibrí.
rmiréis de doncella;
taréis querubín.”
en Sota reclina
eza y, sin sentir,
rme y sueña que duerme
ño que no halla fin.
y de Bastos ha muerto
o olivos de allí.
XII
OSCURIDAD
ADENTRO
[1950-1980] [118]
I
RAÍCES EN LO
OSCURO
1
íces que labran en lo oscuro
acan al aire tronco u hoja,
perdidos en lo oscuro, dentro,
oídas en lo oscuro, sordas,
que tientan y no alcanzan, ojos
os en las sombras.
dad adentro, ¡cómo huelen
talgia y recuerdo aquellas rosas!
2
s largo y oscuro. Nadie viene.
azón espera y siempre espera.
e viene. El corazón no sabe
ue esperar junto a las aguas negras,
pasan las sombras de las nubes
ñalarse apenas.
azón está con lo que sabe,
ndo y sin entrada en las tinieblas.
3
que habitas en lo hondo y llega
un rumor de ti, como una brisa
niera de lejos, como una
a lucecilla.
azón se alegra. La mirada
ca. El pie vacila.
4
SOBRE ESTE POLVO
E el polvo,
esta angustia me deshago,
este tener que usar los nombres,
este gran temor de usar los nombres.
este polvo
be a ti, que tú saboreaste,
petimiento de congojas,
re continuo de congojas,
amino de congoja y polvo.
este polvo,
que respiraste, que respiro.
que la tormenta
ierra lejana, que la piara
ndo aterrada en la llanura,
que por la noche el temblor de que vengas.
este polvo
e enorme la angustia,
uerce la angustia.
shago.
II
SONETOS
1
lo era la gloria. Se llamaba
a, paso de ángel. No tenía
oce, ni una arruga. Se veía
mano de Dios que lo formaba.
el ojo de un niño, como acaba
ta su verso y todavía
n el aire errando la armonía,
azón en su delicia estaba.
mo rumor del paraíso
las entrañas maternales suena;
las entrañas maternales suena;
de Dios en nuestra carne inerte.
y espuela en nuestro ijar sumiso,
de Dios que nuestro sueño ordena,
e Dios que en nuestros ojos duerme.
2
nozco de siempre. Ése es su paso.
se escuchan pasos conocidos,
razón le dicen los oídos:
ue esperas se acerca”. Y está acaso
blor al acecho del abrazo,
el corredor, como latidos,
nado sus pasos conocidos
i puerta, después, su aldabonazo.
orazón le ha abierto: no esperaba.
prisa de entrar: nunca se iría.
prisa de entrar: nunca se iría.
el mejor lugar del aposento.
orazón, se empieza y no se acaba!
os y derecha te venía
mi sangre, suelta, yo la siento.
3
ntre la hermosura. No se siente.
mosura la lleva aparejada.
e más hermosa estar dañada
r su temblor tan brevemente.
ra de roer. Oscuramente
las dulces venas, engañada,
do al corazón la bocanada
gará la vida de repente.
to pequeñísimo, enemigo
o en las entrañas de la vida,
o en las entrañas de la vida,
oscuro y cruel en la belleza.
o pertinaz, viejo testigo
rta nuestra hora a su medida,
no acaba nunca cuando empieza.
4
uros tus retornos! No esperaba,
que así vinieras, que así fuera
i sin saberlo, de manera
querer acordar, ya me asediaba
u corazón, ya me llagaba
r, terco y ardiente con la espera,
oderte ver, claro te viera,
como tu vista me dejaba.
verano, Dios, déjame echado
s de tu paz descansaderos,
s de tu paz descansaderos,
de tu luz por siempre aurora,
me de mí, por ti, olvidado,
uas a mi sed abrevaderos,
gre de mis[119] culpas redentora.
5
TIEMPO Y HOMBRE
ndo ya para la voz cansada
so el recordar, loca la hora,
do más deprisa y más señora
e río sin tregua. Encadenada
ón al desear, y la mirada
mper en lo oscuro, y sin demora
ando la mano destructora
ién y para quién?, ¿hacia qué nada?
empo!, Dios te suelta con el aire,
empo!, Dios te suelta con el aire,
ación, latido, pobres gentes
n de labrar con tiempo sus asuntos.
inútil, hombre, tú donaire
mpo, entre las manos inclementes
mpo, tiempo y hombre siempre juntos.
6
GOLPEAR NUESTRA
CARNE
os!, si para tiempo o para muerte
ste a estos huesos tantos sueños,
ste corazón tantos diseños
de ti mismo; si por verte
u y dolor a común suerte
ste y lanzaste a tus empeños,
diste la gloria de ser dueños
rror de tenerte y de perderte;
i mana el bien y corre el llanto,
ngua que canta y la que aúlla
ras ambas mismas de tu diestra,
ué tanto, Señor, y tanto y tanto
r nuestra carne que es tan tuya,
matar tu imagen que es tan nuestra?
7
DIOS DEL ESTÍO
A Manuel Alvar, en recuerdo de
su visita veraniega hace tantos
roces tus veranos! ¡Cuánto estío,
argo a tan breve primavera
sta parva humana que en tu era
as al sabor de tu albedrío!
e calor tremendo, el ancho río
ne tierra y cielo por ribera,
secano en que se hunde entera
de tu amor, el pecho mío!
nador celeste te imagino,
s enormes horcas barcinando
as de sudor y de despojos.
stos duros campos adivino
ellas que los pies me van quemando,
uía a mi sed en los rastrojos.
III
RETORNOS
1
OLOR A JAZMINES
rado en la casa deshabitada de todo
de un olor a jazmines
llenaba. Me he quedado
vestido de su olor, como penetrado
mundo, fuera de mí, parte de él,
ntas sombras que participan de este olor,
oy sólo animado por el aroma de los
jazmines,
n setiembre saca su blanco más profundo,
a una vieja arpa su mejor sonido
ano antigua, o a unos huesos cansados
jido, el amor.
undo por la vieja casa me he perdido
ndome a mí mismo
i por fin me encuentro. El errabundo
e los jazmines me persigue.
2
ESPEJO INTERIOR
e siempre vuelvo desde siempre:
ano primera y a la casa,
o de celindos y gayombas,
uedas del tiempo en los umbrales
paz albergada, a aquellos ojos
nura conmigo, a los silencios
dos.
redor de losas relucientes,
alera subiendo a la ventura
bido calor, y los serones
Alhajuela[120] rebosando frutos.
o mayo, loco en la Ribera,
señores locos en el huerto
ea, cantando locos mientras, lentas,
das del trabajo y de la lana
uas de la sierra iban moviendo
murallas nobles.
os, aves locas, se escapaban
los de miradas, al prodigio
ua y de la rueda, a los olores
omba y culantro, a los colores
vas y amapolas, a los vencejos
ndo en el azul blancos retazos.
te espejo interior, donde aparece
hoy, el de ayer, el siempre niño!
3
DIOS TORRENCIAL
ariamente al comenzar las tardes a
alargarse,
riamente
las sombras alargándose,
muy antiguo,
venida de muy antiguo,
sesperanza,
muy antiguo, y necesariamente
s primeros largos días del verano,
primer calor estival, sobrevenía.
es tú, Dios mío, el pan, la sal de la
tierra?
es la roca, el arroyo, el belfo ansioso?
es la espera?
e mi desesperanza,
ernísimo, carne hecho;
desde chico
o, Dios, te escucho;
Dios, fuera Dios,
or todo, pared mía, aire, espacio mío,
n aquí dentro,
sobresalto,
ermosura, terror tuyo,
xtendido o puñado de tierra,
queña, antena del insecto indeciso,
esta línea, vocablo, este vocablo.
para nadie; derrámate,
para nadie; derrámate,
te, Dios torrencial.
4
TU OFICIO, POETA
ue algo quede de este latir,
ue, si alguien quiere mirarse, pueda;
almar quizá alguna sed, y que alguien diga
me pasó algo semejante”.
oetas estamos para eso:
frecerles tránsito a los demás,
ue se encaramen sobre nuestros latidos, y
que divisen
o más allá, en medio
a oscuridad como nos circunda.
es nada tiene sentido, ni siquiera
e des la mano o ese
redondo tan bello en la vereda.
es lo que tiene sentido no tiene sangre,
co de sangre por la cual se muere.
es ganas de morir de otra manera,
de imitar a los ríos y que la tierra vea
y otras aguas y otras penas, y los cielos
mplen misericordiosamente
as peregrinaciones.
cio, poeta, es contemplar,
do se te escriba dentro; luego,
eer allí mismo, quizás decir a los otros
allí mismo, escrito, tú lees.
5
ME DICEN QUE OS
DIGA
n poeta que tiene
temblorosa, y no sabe
ase de luz se le viene a las manos,
o disponerla, y decirles
emás la clase de luz
le viene de pronto, sin saberlo, a las
manos.
bría deciros, si alguien
uviera por dentro diciendo:
ora: La luz tenía esta forma,
vez comenzado sigue siempre”.
muy bien qué luz sea ésta;
ría deciros de la voz.
n poeta a quien se le dice.
ho. Os hablo. Acaso me entendáis.
o que digo apenas sé la forma.
una resonancia, pego el oído.
ne la palabra como un agua.
esto. No digas otra cosa.”
triste ni alegre. No es triste
gre un poco de ceniza.
poco de ceniza. Si lo vemos,
os: Es sólo un poco de ceniza.
que no digo lo que tengo pensado,
e tampoco lo sé muy bien. Me dicen
diga. Nunca dicen:
algo que entiendan”. Simplemente:
”, y a veces solamente
mo un poco de ceniza.
una chispa de luz que la ceniza
olvidada, y otras veces
derramarse de algo como la tristeza
egría.
llagáis responsable.
ale que paséis sin parar.
s un poeta que ve de pronto una rendija
a a una luz indudable.
6
TRANQUILO
DESCANSARÍA
uilo descansaría, si fuera esto
te. Si la cancela al abrirse
tregara el mundo de la fuente
al ansia nosotros por las tardes
as que se abrían sobre nosotros
samente, y en melancolía
mergían, o igual que a la azucena
e mayo en sus mañanas,
ego del rastrojo se da al viento.
ga, ahora entregada a los calores
o, se silencia. Girasoles
nan lentamente obedecidos
alor que les urge. Todo pasa[121]
mente. Descansa el campo
as año, los mismos y distintos;
terioso rodar nos llama
raleza. Los mismos y distintos
res, llenando de colores
hos agostados. Todo llama
ra. A esto nos han hecho.
amada persiste. Se nos pierde
esquina la sombra. La figura,
ma, el mismo acezar. ¿No es ella?
n todo lo nuestro estuvo presente.
añía resumida en el brillar
ojos pequeños, compasivos;
ojos pequeños, compasivos;
uir ligera a las colinas,
echos rojizos y la entrega
rmosura. Los brezales
ban la entrega y la hermosura.
n nos toca en el hombro. Alguien
murmura, alguien presente
ce algo al oído. Ya nadie espera.
ente y las estrellas
n a dejar sola la noche.
7
LA VISTA SE VUELVE
ablemente la vista se vuelve
y no quiere soltarse
amarras del pasado,
de la inocencia, los pasos
calle, la premura
go que esperaba denso
mesas y de alcance.
o todo —sólo
rgar la mano— y al alcance.
os espléndidos rompían,
bellísimas colgaban,
os locos nos reclamaban a sus vuelos;
el agua en delicia, desbordaba
o, y andar por el gozo a la delicia
ermosuras libres, corredoras,
asis invitaban, alargándonos la mano.
lles iban anchas a la esperanza
eúnte la alegría por ellas.
mpanas con su son al aire
caban a más dicha.
e, ahora que siguen los vencejos y las
aguas
ubes se cuelgan, está el hilo
ue las ataba a tanta dicha?
cuerpo sigue, y su presencia;
los ojos, en la forma
tocar aquello que al alcance estaba.
tocar aquello que al alcance estaba.
8
LA ESPERA
rto con la ventana en flor.
amados
oledad, con anchos caminos
escapar, nos invitaba
ejábamos en busca
a pretendida
n. ¡Había tantas
as, puertas, avenidas…!
o todo era, y los pies ansias
stas, incansables. ¿Por qué vuelven
continuamente a suscitarse
as ocasiones? Déjame tranquilo
mi soledad sin avenidas.
ue el agua sin más su son repita.
quiero. Dejar los ojos a cuanto
entregárseles. No ir a las cosas;
as penetrar hasta lo hondo,
e quietas en lo hondo. Esperar.
hora lo suyo. Esperar es misterio,
isterio uncido va a la espera.
re está algo por venir.
esperanza, cosa de otros dioses.
era, que es vivir mientras se muere.
9
CALMA Y ESPERA[122]
o de mí estás, pueblo mío,
omo sobre los cerros en que te asientas,
van tus calles pinas hacia los siglos
ndidas hacia la vega
trae la labor y el pan de cada día.
o de mí suenan repiques de campanas,
o la vista y tendida,
extendida estás,
a al solano, edificada sobre el yeso.
es sonaban,
iosas tenerías,
os y aguas corredoras,
trales y hortelanos,
ores con el trajín y el afán,
o lento de la yunta y la rueda
paron un día.
z propia los amaneceres
nuda enterneciendo la sierra
vuelve con las primeras sombras
ueños de tus viejas piedras
recuerdos de tus romances.
amados, polvo de mis gentes,
ascuas a mis días,
scoldo cuando atardece.
Calma y espera
a bastante tranquilo
nsaría. Si la cancela al cerrarse
undo de la fuente se entregara,
el ansia a nosotros por las tardes,
as que se abrían inmensamente
elancolía nos sumergían,
que a la azucena la tiene
en sus mañanas
ego del rastrojo tiene al viento.
ga, ahora entregada a las calores
o, se silencia. Girasoles
nan lentamente obedecidos
or que les urge. Todo pasa
mente. Descansa el campo
bajo invernal. Año tras año
smos y distintos, al misterioso
llamando la naturaleza.
ismos y distintos adelfares,
do susurrosos de colores
mblas agostadas. Todo calma y espera.
estamos hechos. Y la llamada
te. Se nos pierde
esquina la sombra, la figura,
ma, el mismo acezar. Ella?
o lo nuestro estuvo siempre,
da en el brillar de los ojos
sivos, en la huida
a las colinas, los helechos
s, la entrega a la hermosura.
ezales erguidos ocultaban
ega y la hermosura.
n dentro susurra. Alguien presente
n dentro susurra. Alguien presente
lgo que túneles abre
res al misterio. Ya nadie espera.
ente y las estrellas asomando
n a dejar sola la noche
estra soledad la desconsuelan.
Algunas veces
o se tiene la palabra dentro
se encarnan aire y significado,
entro es hervir confuso,
uelto temblor que bulle dentro,
rescoldos que no rompen en llama,
rotos cristales hirientes dentro,
lo la palabra resuelve en libertad,
s veces.
dentro pide
y pronunciarse. Una cadena
y pronunciarse. Una cadena
a y nos dispone así a la angustia
ibertad. Uncidos vamos
mpo, nuestra yunta,
rtad y el tiempo uncidos.
IV
VOLANDO AL JAPÓN
[123]
1
cen que estamos incomunicados
e ocurre qué quieren significar con eso,
o resuena la soledad
dentro algo que le responde.
un vacío resonante por dentro,
derse por dentro;
á oscuro
en sentido lo oscuro o la luz,
cosa,
sía debe de ser así,
onar en lo interior,
buceo que cuando se traduce en palabras
el milagro
ultiplican el pan y los peces,
algo por dentro.
2
ta a uno la hermosura del campo,
or ejemplo, con unos rompientes
es y sombras por los olivares,
a luz que se colaba de pronto entre las
nubes
ba el mundo.
s se paseaba por la tarde
eía que Dios andaba por la tarde
nido en ella,
ándola y oscureciéndola.
unas flores, muy pocas, en los
albaricoqueros
ego de sombras y luces.
á bien solo, se camina por dentro,
e uno del brazo y se habla
as cosas como con la gente.
s dejan decirnos.
leza anda suelta, desnuda y descalza.
imos anda, ven, y no viene. O viene.
V
EL BREZO Y LAS
SOMBRAS [124]
1
a ciudad tranquila, donde el viento
mor de las olas y las[125] gaviotas
nea del horizonte y las colinas
os días tan hermosos e inesperados),
samiento como un ave, y los sentidos
visos de cerros que, lejanos,
aran países de esperanza.
o hay mucho tiempo, porque el día
re tan aprisa como hermoso,
e es dulce temer que esto se acabe
entir el peso del latido.
entir el peso del latido.
l amor es fuerte y sigue siempre,
peranza dulce y sube siempre,
e no estar aquí ni en parte alguna
dición del hombre, carne propia.
2
eis de setiembre, una tormenta
tras nosotros en Escocia
rreteras estrechas, bordeando
bellísimos que las lluvias
ban como cabellos del cielo.
por Escocia con la lluvia,
por la vida, rodeados
mosuras no vistas, con el alma
las y sin tiempo, cuando nada
e hacer al llegar, sino decir:
tras la hermosura, sin lograrla.
unos cuantos hombres venidos
mas de árboles distintos
diciendo cada día a las ocho
morning, mientras echan
o de café sobre su taza.
morning para cada uno significa
sa distinta, aunque pretendan
escribe lo mismo.
ir es morir, si alguien no espera
abra, y la entiende y la hace suya.
paloma aunque vuele, es puro aire
mado en amor por unos labios.
3
no es otra cosa que un discurso,
ición de sombras incesantes
perplejidades por minuto,
nuras de pronto, de congojas
mpre, de esperanzas de nunca,
or que se nos va, una pena
nos viene.
4
onto, una bandada por la noche
s que habitaron estas ramas
ornado rauda, y he vivido
rias de otro tiempo, en estas nubes.
rde de agosto en que batía,
checido, el mar de las rocas, fuimos
s murallas.
imos después campos y pueblos,
con lo encontrado de nosotros,
s de helecho y brezo y hermosura,
donde los cielos se asomaban,
ndo como amor.
5
a el agua fresca del arroyo
eranos se quedaban en lo hondo
vega, y arriba, por la sierra,
airecillos venían
ntos olores, cuyos nombres
a nos refrescan el alma.
a, inevitablemente,
ente, indiferentemente,
o es sólo niebla en la memoria,
ra la araña del recuerdo,
a por un hilo que se afina
diablemente.
6
abes tú de lo que te viene,
nde te viene, por qué te viene?
abes tú de esta voz que sientes,
a luz que no ves, de este camino
ntro, de estos pasos por dentro?
n te llama?
co que tienes es la pregunta.
ué me tienen aquí? ¿Para qué sirve
hispilla de alegría que se enciende,
omo de esperanza que no sigue,
amino que se acorta y no sigue?
co que puedes es preguntar,
r de nuevo tus perplejidades.
rar a que alguien conteste tu pregunta?
7
de comienza a alargarse, y el camino
rde un tanto en la noche, y nuestro paso
na indeciso y busca. Espera.
violeta no ha venido, y la hermosura
lga de tantas cosas que decirte,
ocecilla por dentro sigue diciendo:
Espera.
mpo de liar los bártulos. No llames.
Nadie.
mbras que se fueron continúan
u voz se pierde a veces, y su consuelo
rca más despacio que solía. En el bosque
uchas señales de silencio. Las muchachas
más hermosamente. Los deseos,
muchachas cansadas, reposan. Y ella
e hablando interiormente. Espera.
VI
OSCURIDAD
ADENTRO
1
OSCURIDAD
ADENTRO
A José Luis L. Aranguren[126]
labras tienen sentido
enen sentido.
í, como el reflujo de algo
teriormente
y vuelve a llamar,
ncia y queda en silencio.
ela no tiene más que nombre,
fundidad no se ve a sí misma,
or no cesa, y excava,
lgaza la esperanza por la que vivimos.
no toques más, deja.
azón teme mucho;
stros de los hombres cada vez
an más largos caminos
dolientes, y recorrerlos
ar por la decepción y la angustia.
lo que te quiero decir
te quiero decir.
o caso temo no tener
tengo.
no saber
sé.
no morir
ciente, o morir
ciente, o morir
iado.
o caso las formas
prestarse al engaño,
ansar no viene mal
largo camino.
o caso al andar
que quedan atrás cosas
otras cosas se presentan delante
blar parece que los mundos
de nuestra boca
127] las pompas las pincha un niño
distraído.
es lo que quiero decir,
avas en la esperanza y murmuras,
fin ves la hermosura clamada,
fin ves la hermosura clamada,
es carne de esta esperanza,
a de este aliento,
sura de esta esperanza,
rmano, hermano!, deja que vayamos
juntos.
a decepción y la esperanza,
a hermosura y la realidad,
a carne y el deseo,
a hoja y la tierra,
l aire de la hermosura y la esperanza
orceles del corazón
ludes del corazón, corazón abajo,
ándolo todo,
l recuerdo y sus testimonios,
a donde se sentaba, las dulces prendas que
sabes,
l vivir y el no vivir
misma muerte, pero el hombre
bién decepción.
do que los hombres
el hacha pero no el árbol,
la mano pero no el fruto,
or pero no la gloria,
ar pero no el llegar,
comienzo, ni el fin,
escanso, ni la nada.
l empujón y el aire
el fruto y el temor y la gloria.
ir demasiado lejos
o no acabo de empezar a moverme.
entrar aquí dentro
o de aquí dentro no he comenzado a salir.
o manejar estas herramientas
o manejar estas herramientas
o no me dieron herramientas ningunas.
cen que haga esto o aquello,
nte el arroyo o la tarde,
ga primavera o mejilla o temblor,
ra los ojos y contemple,
s cierre y vuelva a contemplar,
e eche al mundo y sus regocijos,
encuentro de lo que dicen
ue un humo en las manos,
ro de lo que dicen
as suena sin parar un eco,
as tiembla sin temblar la rama,
as espera sin esperanza el temblor.
go: Vámonos de todo esto, y me voy
vamente, adiós, me voy,
de ansias lejos,
de temores lejos,
de ausencias lejos
ecir por fin y cerrar los ojos
los ojos y encontrar
hay miles
ias, ni de temores, ni de números
estoy donde estaba,
i esto se mueve, como dicen
go se mueve.
es digo: Ya está,
que quiero significar sosiego,
n su sitio todo, el rumor
nte de la hoja, la hoja
nte del aire, el arroyo
pendiente, el cantar
labio, la alegría
agua, la ternura
carne, la esperanza
cielo, la hermosura
alma, la limpieza
s lustres, la libertad
s comienzos.
o la vista, y nada
me vuelvo a decir:
ce un momento estaba
tenía que estar, y lo llamaba
espondía lo que me tenía que responder,
aba lo que tenía que cantar!;
do iba a decirle una palabra
que inventar porque no la encontraba;
o tuve a punto la palabra
una cierva en un arroyo,
saltado como una cierva de mi vista;
saltado como una cierva de mi vista;
quiera me quedé solo para poder decir
recordaba, porque seguía allí
ho mismo, pero de otra manera, y dolía
una espina secreta que no se puede sacar,
un remordimiento que se mete corazón
adentro,
ve de nosotros y es nuestro dolor mismo.
2
SALMO[128]
é no has de sangrar, piedra?
es ya de que sangres, piedra.
es de que te arranques los varios aparejos
que te ocultan
ñes la sangre de la piedra.
tre crecidas tumbas y desiguales
apariciones,
ote enterrar y arrebatar los dones que se
te dieron.
as por rescate tu respeto
ías por monedas de menosprecio,
mosura a los traficantes de las esquinas
z que te fue dada a sus ventoleras.
es ya de que entregues,
nte de la noche, la luz a quien sepa
llevarla.
uánto amor has dejado en las piedras.
canto ni agua vendrán a tus labios.
enciendes la verdad,
quieres que la tiniebla no se alargue?
e los huesos y dile al pájaro
elva a tus labios y cante.
nto no hay silencio donde crecer.
mblo, y le digo a la encina florecida:
ónde sacas la esperanza?
queda la alegría entre los cambrones
mpasión no crece como debiera
iedad usa mi corazón para derramarse.
do de mí por los caminos,
bitación para el decoro, ¿qué ángel
á este aire para su vuelo?
cardo para crecer,
a compasión para las raíces
aire aparecen señales
ella a la que sólo una vez se conoce?
ersidad de escarchas es grande
mantos de la noche cobertores de miedos
antiguos.
usa lenguas diferentes, y lo que late
silencios varios.
pájaro canta sobre la rama eterna,
o que las violetas no asoman, un hueco en
o que las violetas no asoman, un hueco en
el aire advierte su ausencia
quedamos en el jardín esperando.
mpo de la consumación se presenta bajo
especies diversas
amada pide al corazón que se entregue.
o a los locos pájaros de la noche;
citud turba los caminos de mi sueño,
batada vuelta al calor no tiene límites
rontitud con que los fantasmas nos cercan
da forma de perversión, y su
deslizamiento
la conciencia nos deja sin
contemplaciones.
contemplación no hay soledad que nos
salve.
mbres claman. Los nombres de la piedra
y la esperanza
vo se aúnan para consumar una
continuación
que el pájaro se pregunta:
ué? Si lo único es el canto y no suena,
uelo está en el aire y no se advierte,
uma de la tristeza es piedra, y piedra el
canto.
o lo que se llama esperanza
ponde a las posibilidades de la piedra
mbre de la misericordia se reserva para
la piedra
proximaciones de la paz se rodean de
murallas.
entre tantos pájaros como presiente la
primavera.
ónde vienes? ¿Por dónde pasas y
penetras?
nes en los entresijos de tu dulzura
bil para los oficios que me corresponden,
que me desates y me entregues a tus
ministerios.
terio, al que me unes y en el que me
acoges,
entro de mí que las posibilidades de la
piedra
ernura y la extensión de la paz y las
profundidades
misericordia, unidos a tanta hermosura
crece en el monte y se lleva el río,
países olvidados sino ofrecidos.
or adopta a veces forma de rescoldo;
soplo de la noche nos enciende,
nde en su tristeza. Desde el principio
encio su ministerio y transcurrió por el
misterio
r señales de revelación más que cuando
maron ciertos pájaros,
cos que en el mundo ha habido,
usieron de manifiesto con su canto.
arena lo que me pesa en las manos
falta de esperanza.
hesas de la misericordia no agostan sus
pastos.
innumerablemente la misericordia en las
dehesas del mundo
enta la esperanza la mina secreta de la
seguridad.
e sabe y espera. El corazón está como un
latido
disposición continua clama por el postigo
el pájaro hallará su huida a la luz.
alo. Tú no sabes nada.
o más te tocan en el hombro.
ue esperas no está,
de que te hablan no la entiendes,
que llamas no responde,
de que la tierra no olvida,
de que la voz es cierta.
tima que te cierres.
gría tiene ser de hierba
oculta y crece
oculta y crece
uvia está ligada a la esperanza.
dra existe.
que no entiendes lo llamas pena
que te sacude lo llamas dolor
abes nada de sementera,
l modos de escuchar,
de decir.
z tiene una palabra
uena si no está transida por el misterio.
a bruma estás, más querida entre la
bruma.
o al cabo de la separación
retornar entre la bruma
me una palabra que habías
hace cuánto, dónde,
ue has dicho pensando
ue has dicho pensando
ahora y aquí iba a oírte[129]
rder un ápice de su dulzura,
dome, como el viento a la primavera,
l señales de tu ternura antigua,
a mirada donde yo veía los cielos más
azules
ricia de una mano donde yo compendiaba
la delicia de
, cuando la luz comienza a caer
mino se entrevera de melancolía,
penetran y nos abren los entresijos
ces del querer que no muere,
as del recuerdo que abren el surco a la
esperanza,
ájaros llenan el aire de una canción
mos esperado toda la vida
ahora, a la postre, suena como nunca y nos
calienta!
3
DIOS DE LO ALTO
e lo alto,
hermoso,
nsaciable,
da puerta,
da noche,
da latido,
cariciada cadera,
noche,
speranza que no muere,
esperanza en que reclinarse.
e la inmensidad circundante,
rseguidor latido,
ida esperanza,
cara seguida,
nudez imposible,
rer total.
acá y más allá,
mi duro Dios,
entro latido,
mundo terror,
carencia
a dulcísima,
do de los días primaverales, riberas
preciosas
cha que nos esperaba,
gíamos con el corazón en la boca,
o en el temblor,
o en el temblor,
en los ojos,
cia en la nube.
llí
más oscuro,
or nocturno…
4
osas que me aburren:
párragos y las fábricas,
uniones y la política,
o donde el hombre aparece y no se
encuentra.
ternecen la libertad y la tierra recién
arada,
ada y la tierra,
entera y la tierra,
ón y la tierra,
osa en su sazón y en su sitio.
la suerte de tener labranza y amigos,
abiertos, es decir, familia,
de los míos, es decir, pasado.
, pues, que dejarse de historias que se
venden,
scaras que se compran,
rias no del corazón,
oros sin cotización celestial[130],
e vivir sea equivocarse
oesía oficio de tartamudos,
se encuentran a veces y en la oscuridad
es de buena voluntad
scan a Dios entre las sombras[131]
perplejidad lo encuentran,
temblor, la luz,
peranza de un refrigerio orillas suyas,
agua suya para más sed,
agua suya para más sed,
a sin tasa,
o deseado y aliviado.
5
he está preciosa.
na luna rielando sobre el ala del avión
o nubes como algodoncillos de Dios
ro unos recuerdos y esperanzas como
nubes, como algodoncillos,
el mar y la vida los recuerdos flotando.
las nubes, entre lo oscuro y lo inmenso,
cecita roja intermitente recuerda.
quedan la libertad y sus consecuencias,
ncipalidades y sus concomitancias,
nuras y sus sucesos.
en la solemnidad de la noche, donde reina
lo oscuro,
la desnudez no resplandece,
cecita que se enciende advierte
el mundo todo es vano y para siempre;
el reino de la esperanza el temor tiene su
lugar,
iste una correspondencia con los dones
más distantes
concomitancia con las suciedades más
resplandecientes.
en el mundo es vano, y no valen
plandor y sus consecuencias,
eso y sus concomitancias,
mplicidad y sus compensaciones,
uridad y sus adormecimientos.
dio del torbellino, sólo hace falta
o de soledad para que se haga visible,
o de pena para que luzca,
ura a la que sube cualquier avión
moderno para que proclame
da vale en el mundo más que ese poco de
temblor
bre la compasión se levanta,
ue esa dulzura que sube
o la carne se hace puente hacia la
plenitud,
o Dios se refleja en la pupila del niño,
o se abre la rosa y se advierte su huella.
la inmensidad de la noche y su ámbito,
que vemos a treinta y tantos mil pies de
altura,
lentes a los metros que nadie sabe,
lentes a los metros que nadie sabe,
rción de corazones,
no tras su latido,
poeta nacido en una ciudad del Sur,
abar nunca de salir de ella y los años
primeros,
rdió su oficio, o no supo encontrarlo,
eyó oír[132] la voz lejana
uedó con la palabra a medio balbucir
muo nomore a quien se le uio la paiaora y
le rano su vuero,
o de Dios siempre en la esperanza,
do entre las varias razones que a una
cierta edad nos acechan,
ado sobre un espejo y perplejo,
oroso hacia una luz que apenas se le
alcanza,
labra entreoída y sin posible enunciación,
or en cuya creación se gasta la vida,
nto gastado en busca de la verdad, de la
luz,
ndicación al país de la ventura,
giones donde continúa el amanecer
ediodía se resuelve en aurora,
elador encendimiento,
usada senda donde el pie no cesa en la
ventura,
azón en un latido que se confunde con la
belleza,
da en la noche dura y dulce,
ternura como un can y una cierva
erba como la carne
perderse, selva por la que irse,
o el aliento y la dicha.
o el aliento y la dicha.
nzada la imagen soñada, la perfección y la
libertad.
mío, aquí, ahora que me llevas, ala de
todo,
de la nada, linde de terror, anunciación y
consolación,
ia y perplejidad,
ta de luz y querida venilla,
ara más sed,
de hermosuras,
e mi libertad, que me la cercas,
e mi esperanza, que me la enterneces,
e mi terror, con el que me muerdes,
e mi remordimiento, con el que me amas,
e mis hijos, en que te miras,
el latido de mi corazón, por el que te
el latido de mi corazón, por el que te
pronuncias.
6
roto las nubes, y abajo
na seca, arrugada y pobre masa de tierras
erizadas
hondos vallecillos huyen de la aridez de
los altos
divinan veredas de cabras,
o de muchas gentes, muchos años, que
usan esta lengua,
chos corazones latidos por sangre como
ésta.
ejanía se pierde la pobre tierra erizada
e la altura se vislumbra
río difícil que empuja sus aguas,
montoncillo de agrupados tejados a sus
veras
s quebradas con las distintas coyunturas,
leando cereales y, erguidas,
que se acerca el tiempo de la trilla,
ecidas ya las primaverales siembras.
de esta sangre y esta palabra
da por mi corazón por todas partes,
da expresión terrenal donde circula
nostalgia y hermosura
nrosa servidumbre de la humana
grandeza,
ino hacia la semejanza para la que se nos
designó en un principio.
ble y extraña,
y fecunda,
y entregada,
de trashumancias en busca de la hierba,
de pan candeal, de la granada y la
aceituna:
antarte se me ha dado esta palabra que te
expresa,
nguaje que resuena como un río empujado
a la altura.
XIII
RAYO SIN LLAMA
[1993][133]
Piafa escarbando, gozoso de su
fuerza,
y se lanza al encuentro de las
armas;
no se asusta, se ríe del miedo,
no se vuelve ante la espalda,
sobre él vibra la aljaba,
la llama de la lanza y de la
jabalina;
JOB, 39, 21-23
Tan repentinamente suelto y libre.
F. DE ALDANA
The wild, the free,
like waves that follow o 'er the sea,
came thundering on.
BYRON
I
o decir caballo,
pujan olas blancas,
se empujan?
rines, digo y corren,
os crines olas con espumas,
ando.
, espinas lamen ijares
s haciendo surcos sin arado,
lamen los ijares espigas,
ndo.
e amor,
enardecidos curvado el seno de la loma,
os extendidos.
me amanecer.
uelve, vuelve
rno del molino y la oveja,
n la ola y el galope,
nto en la sien,
ndo
nunca en las lomas,
a en el galope
rriba, gozaba
allo loma arriba.
es galopar, mientras el viento.
oso como nada, como nadie,
e lo veloz,
no, lejos espuelas,
s, baticolas, crines y viento,
mosura.
ar es morir mientras se vive.
sombra, polvareda siguiente.
miso,
ura y arrebato.
tonces la gloria.
maba con nombre de éxtasis
maba y venía a la mano
uedaba.
que no vuelve
ando.
luz y la nube
luz y la nube
ando,
uego y el hierro,
ando.
II
el ojo y el ollar fuego,
ollar el campo entero,
ndo,
mpo tan tendido,
a, vibra, se encarama,
ada la cañada al galope,
el campo entero
a viento y el relincho al viento.
sabe de éxtasis, de irse,
es ser viento sobre el viento,
en la muerte de la huida.
que no haya galopado al viento.
l aire enardecida cola,
upedantem,
que no haya sido acariciado
ventura del galope
po tendido,
er en la dicha de la huida.
o al hombre siempre,
y escudo,
za y transporte,
y vestido era.
elincho su palabra,
ador de muerte o vida.
siempre a tu lado
averna, la yegua maternal,
edó su huella,
a viviste, leche y sangre.
óse el arco.
e de morir para dar vida.
III
a está la Historia por tus cascos,
mo de los tiempos, tu galope.
era si no fuera aquel milagro
lo casco, aquella que dijo el poeta,
ia golpeante y reluciente,
do a Félix Randall, Herrador,
n bien conocía su oficio.
asteis el Bering,
contra los hielos galopando,
s infinitas aguardaban
o galopar, para él se hicieron,
o galopar, para él se hicieron,
das a vuestro galopar
s se extendían, ansiosas
mor de vuestros cascos
erida batiente.
s infinitas, hierro y fuego,
crujir de sillas, las estepas
aban ante ellos, las empujaban
chos, los relinchos. Seguían
ían las estepas, ¿hasta dónde
ombre era infinito,
nfinito se llamaba estepa?
el turbión de vuestro galope,
e, el alarido.
in fin, empujada sin fin
estros pechos.
anchas praderas que os dieron vida,
guiros ahora. Mudas quedaron.
tino tiene quiebros extraños,
os del destino, siglos, siglos,
ndo vuestro retorno las praderas.
cidente volviendo, fue su ruta
; sus jinetes, navios de Tartesos,
arlas de nuevo y prestarle
a Gary Cooper.
e ellos, Morcillo se llamaba,
o hicieron los indios.
Dios lo adoraban.
IV
is, trece y pico siglos antes de Cristo,
ro Picador de Sepululiamas,
e los Hititas, en cuneiforme y barro
ió cuanto de pienso y prado,
ba y almohaza,
go y caricia cada día.
ita, Maestro Picador,
s pocas tabletas lo dejó escrito
quien bien lo sabía:
xto día bañarlo cinco veces,
mañana, a mediodía
o pastar,
o una vez más cuando la tarde”.
is el primero, cuantos fueron
os en el arte
ma y trato, pienso y mano,
Don Juan Valero, también Maestro
Picador,
s sacaba mañanas de verano,
o niños, a enseñarnos lo mismo,
nos siglos después:
boca del animal
tra mano, está el secreto”,
vecientos veinte de Cristo.
V
mos corcel, tu cuello arco
sparas huyendo,
ar ¿tras qué corcel?
ste ser en la belleza,
de la belleza de tus formas.
orados de tus formas cuantos
dad de amor tuvieron
lleza de las formas vuestras
moverse, en el reposo,
miento hecho gracia, hecho
a el ser. ¿Dónde sin vosotros,
de la caverna,
seda, mármol o bronce,
a, poesía, hallaron
, cincel, palabra, nota,
tino cabal, mano, ejercicio
esión en que plasmarse,
n vuestras formas de belleza?
e corcel el nombre,
que es criatura el aire? ¿Ni dónde
lianza de lo que vuela y queda?
e sin vosotros los maestros
cavernas, los ignorados y nombrados,
dias, los Uccellos, los Leonardos,
Don Diego Majestades,
Stubbs pastando prados del siglo
dieciocho?
Entre los ojos, los tesoros del
mundo.
EL CORÁN
Volarás sin alas, vencerás sin
espada.
EL CORÁN
Death on a pale horse
W. BLAKE
¿Dónde rayo sin llama?
CALDERÓN
XIV
OBJETOS PERDIDOS
[1997][134]
I
que me has perdido las gafas,
é no me las encuentras?[135]
so la vida buscándomelas
empre perdiéndomelas.
s traído al mundo para esto,
asarme la vida buscando unas gafas
tán siempre perdiéndoseme?
ue aparezca este tonto
tá siempre perdiendo sus gafas,
e tú eres, Señor, el que me las pierde[136]
aces ir por la vida a trompicones,
das unos ojos y nos pierdes las gafas,
amos por el mundo con unas gafas
s pierdes y unos ojos que nos das,
trompicones, buscando unas gafas
s pierdes y unos ojos que no nos sirven.
emos, Señor, no vemos,
mos, Señor.
II
como ésta me pasan muchas cosas,
o por algo al cuarto y se me olvida
ue vuelvo al cuarto, y me quedo pensando,
habré venido al cuarto, Dios mío.
cosas como me estoy dejando que no
encuentro,
vo al cuarto y no las encuentro,
vo buscando algo que está allí
ncuentro, perdiendo y no encontrando,
ontrándome.
Dónde andas?
bas que tenías que hacer esto y lo otro,
ro y lo de más allá. De más allá?
s allá, hay más allá? me pregunto.
esponde un silencio y colijo
jo, colijes, colijamos, colijen—,
ectivamente hay más allá,
[137] —ay, este porqué!—
ubiera más allá no habría silencio.
colijo, colijamos, el silencio
más allá por el que me pregunto.
III
se pierde dentro, todo queda.
r, quedar? El verso aquel
por dentro. Era de Yeats?
ena a Yeats, pero no era.
os jardines, donde los sauces.”
n mimbreras? Apuros del traductor.
s? Mimbreras? Pero lo que busco
cosa, un verso perdido dentro.
o tengo ya. Era? Acababa?
of my heart acababa. De pronto:
ronging your image that blossoms a rose
in the deep of my heart[138].
IV
que tantas cosas están perdiéndoseme,
que tantas cosas están olvidándoseme,
que tantas cosas aparecen en rincones
perdidos,
uelo olvidado, la flor aquella,
r, el nombre de este rostro. El nombre?
os, dónde está el nombre?
mbre, el nombre. Tiene barba y mujer.
bla cariñosamente, pero sin nombre.
o que es el mismo, con barba y sin
nombre,
rada dulce y sin ponerle nombre.
lo no es que se nos pierdan,
ue no sabemos dónde se nos pierden
objetos perdidos como se nos pierden;
ntón de objetos perdidos es la vida.
memoria trabajando en lo oscuro,
ndo incesante, escarbando en lo oscuro,
malillo escarbando por dentro,
ndo por dentro. Y nada, nada.
irada dulce con barba y sin nombre.
fin y de pronto: se llama “Montaña”.
V
A Cecilia y Pepa[139]
tanto buscar las llaves
tán siempre perdiéndoseme?
a, Pepa, mis llaves, las habéis visto?
ara qué guardar unas llaves
voy a encontrar y que cuando las
encuentre,
n mis llaves, no guardan nada dentro,
expresiones, “con tanto como te he
querido”.
de aquello poco, nada queda,
un tonto escribiendo esto poco,
, para qué? De un armario cuyas llaves
uentro, como un tonto escribiendo.
VI
A Carmen
vor, mándamelo, me dijo.
fue? Me la encontré en la calle.
por Dios, dame su nombre
mandarle el libro, no me gusta
que sí, que sí, que se lo mando
uego resulte que no, que no,
ha llegado. Pero dame,
su nombre y la ocasión.
la calle y ayer. Antesdeayer?
s otra cuestión porque los días,
[140]
winged Charriot hurrying near[140];
pierden que no hay manera
marlos por su nombre. Aguarda,
la calle y ayer. Era morena
a. Dios misericordioso, dame
mbre, sin el nombre nadie es nada.
? Nada? Y no podré mandarle
o. Y eso que era morena y guapa.
encontré en la calle. Estoy seguro.
VII
que lo pienso bien
me pasa es lo que no me pasa.
s lo que me pasa, Dios mío?
o me pasa nada. Por eso
edo así, sin hacer nada.
lo que haces, o lo que dices
o dices, sin hacer nada?
no hacerse nada? Sería
o que tú haces, Dios mío?
y nada. Es eso todo?
VIII
s lo que se me ha perdido,
e algo indudablemente se me ha perdido
o encuentro, buscando siempre
erdido (o seré yo el perdido?)
fas? Las llaves? Las gentes?
mbres de las gentes o sus caras?
arbas o sin barbas? Como ahora
gentes las llevan y no saben[141]
nombre a las barbas que llevan.
algo se me ha perdido y no sé qué es ese
algo.
s algo. Algo? O resulta
go y nada es lo mismo en este caso,
ir, nada, y yo he hecho el tonto de siempre
ca de nada sin saberlo.
IX
es otra cuestión: saberlo o no saberlo.
que ando tras tantas cosas que no
encuentro,
do, como decía, perdona que me repita,
decía, desgraciado el que no se repite,
do a trompicones, buscando y
repitiéndome,
pierdo el hilo, y vuelvo al principio,
o o no saberlo; espera un poco,
uestión, cuestiones todo. Déjame
ar un poco, un algo, un nada.
X
tocó al paraguas.
que te lo lleves, por si acaso,
ue si sí, que si no, de todos modos
estorba un paraguas por si llueve.
vor, señorita, soy señora,
vor, alguien ha visto, olvidado
aguas en estas mesas? Eso
dad lo sabe. Quién es Seguridad?
ho Seguridad, Seguridad he dicho.
se encuentra? En cualquier parte,
e Seguridad está por todas partes.
sco un paraguas simplemente
ta mañana se me escapó.
un paraguas escaparse y perderse
utobuses, entre corazones?[142]
ne, pero ese verso es mío y lo tenía
n perdido no sé dónde.
los días andaba sin paraguas,
utobuses, entre corazones,
e lo que llueve en Inglaterra,
a irse cantando so la lluvia,
utobuses, entre corazones.
XI
que ayer tarde en este mismo banco
dejé. Está seguro? Dice en este banco?
uve en este banco. Cómo era?
o me lo dejé. Tarde me di[143] cuenta
go me faltaba. Volví otra vez al banco.
dejé algo olvidado aquí? Usted delira.
sten bancos ni parques para
nes olvidados. Sí una sección
bjetos perdidos. Allí tal vez, quizá,
encontrarlo.
XII
or es que pase lo que me pasa ahora
, que tenía un poema a punto y se me ha
ido.
traspapelado en mis papeles, el desastre
que soy.
o es que yo estaba tan contento con mi
poema.
ocurrió, como se ocurren estas cosas, así,
de pronto,
cualquier hora en busca tuya como
siempre,
ronto un remusguillo y allí estaba el
poema.
uego, al ponerme a escribirlo ya no
estaba,
pelado sin duda en la memoria, perdido
en la memoria.
estoy, tratando de inventarlo malamente.
XIII
puede dejarse el alma, dónde?
dejarse el alma si no hay dónde.
lugar de un momento cualquiera
vamos caminando; en un verso guardada;
lquier tarde de éstas caminando;
tal vez mirada que nos mira;
lquier labio, en una calle cualquiera
lquier parte, sin saberlo.
XIV
a de las cosas que decimos
ber muy bien lo que decimos,
perder el tiempo. No es tan sencillo.
pronto habría que hallar la alacena
guardarlo y cerciorarnos
gue. No está claro eso
el tiempo se pierde, ni dónde
e pierde el tiempo. Se pierde
o la noche? Dónde se pierde
mpo que dicen que se pierde?
tanto tiempo perdiendo el tiempo,
ber cómo lo pierdo, ni dónde
no sea en tu regazo. Me gustaría
rlo para necesidades urgentes,
ésta de tu regazo donde
para siempre y nunca el tiempo
cen que se pierde.
XV
jes que me pierda, Señor, que soy
ue todo lo va perdiendo, pero esto
tan bien conoces, la tua volontate
ra pace[144], no me dejes perderla porque
muero.
que antes con llamar hallaba.
car la campanilla y pronunciar
abra que era bastante para entrar.
allí siempre y a la espera.
s otra de las cosas que no encuentro.
dó para siempre en la casa
ave perdí. O era sólo palabra
ave está dentro?
ella no vivo, más bien muero.
la tua volontate palabra sólo?
XVI
tocó al audífono, una
varias prótesis, dejado u olvidado,
que me hubiera gustado no perderme
los sabios dijeron. Eran varios
uno decía lo que decía.
perdiéndomelo por el maldito audífono
do, que debía ser mucho, todo,
y yo perdiéndomelo, por culpa
vidado audífono, lo que decían los sabios.
XVII
alabras que se unen y crean.
ón siempre es fecunda. Quien las tenga
spedes en el alma será salvo.
as es perderlas. Viven dentro.
mbres son Silencio y Soledad.
uto la paz. A veces nuestra.
XVIII
re. No digas siempre,
dices, dilo con un beso
siempre para siempre.
ando y perdiéndome
ca siempre de ese siempre,
ando llego ya se ha ido.
quedo sin siempre para siempre.
XIX
á nunca, si me entiendes,
nto vive en mí y es para nunca,
r de que vivo y respiro y te deseo.
todo, tú, nunca para siempre?
r, Dios mío. Tú nunca para siempre.
XX
? Puede ser dónde en todas partes
o no ser dónde en parte alguna.
o lo olvidé, no sé seguro dónde.
ardín quizá, bajo el toronjo,
rincón de los celindos?
a ando loco buscando el dónde,
sentarme y descansar un poco,
co aquel del corazón perdido.
usco y lo busco sin hallarlo.
quizá dentro y en lo oscuro.
XXI
, siempre, cuándo, cómo,
bios que son alas, que son vida
speranza. En un lugar cualquiera,
e jardín mismo. En lo eterno de un beso,
ra cualquiera, noche y día.
mo, dejárselo al momento:
os que sea nunca y es mi pena.
XXII
eso. Qué es eso que no es eso?
parado a pensar?
s eso de pararse
ar? (Las cosas a que la lengua obliga).
e cuántas cosas se sueltan y se encierran
ir sólo eso. Eso puede ser uno mismo,
ás más bien ése o éste, o aquél, o el
tá escribiendo esto o eso, o lo de más
allá.
evo y siempre lo de más allá. Eso, lo de
más allá?
XXXIII
ez más, Señor, me condenas perdiéndome
as; una vez más me pones en trance
dición y pecado. Por favor,
devuélvemelas.
Señor, que me las pierdas, es que me las
escondes
ejas sin ver. Es que nos quieres ciegos?
Que no veamos
or que nos rodea, tantas cosas terribles
hay que ver cada día? Es una muestra de
tu misericordia
os sin ver? Por qué no te llevas
ada, ese ave? De todo nos priva nuestra
peración de ciegos, hasta de ese olor
zmín vespertino, de la escapada de
puntillas
arde, de aquellos que tú bien sabes
mbre, porque tú eres su invención,
usiste nombre, amor,
ando las veinticuatro horas del morir de
cada día
r, hasta donde lleguen los hastas,
que un toque en el hombro y una voz diga:
usques más lo que tienes delante”.
XXIV
la cabeza. Dónde, cuándo, cómo?
esto anuncio? “Cabeza perdida, no sabe
”. Por una tontería se pierde la cabeza.
en cualquier parte donde el amor habite,
antas cabezas perdidas. Hay cabeza
se pierda si el amor anda cerca?
ué sino para perderse está la cabeza?'
o son inútiles identificaciones,
ible generosa gratificación.
jor es dejarla perdida, que se pierda.
XXV
OCASIONES
PERDIDAS[145]
1
antos objetos perdidos, los hay
sos, lo siguen siendo,
ecuperables. Aquel encuentro
nca fue. Tan a mano como lo tuve,
rseguido luego, cualquier tarde
lquier cuarto de cualquier colegio,
ndo una cerveza en cualquier pub.
idge en sus glorias, aunque no hubiera
o la primavera, ni apuntado (o sí?)
mer crocus todavía y el tiempo fuera
al como suele, y Mrs. Thatchford
era, oh el Reverend Cárter
ja Joyce y John, su novio, que luego
moró perdidamente en Málaga
mujer, menos mal que fue a parar
Bahamas.
tuve a punto de encontrar,
lquier lugar del Cambridge aquel,
e lo impidió la habitual difidencia
amigo Theo Redpath.
r. (o Professor!)
nstein, la persona que lo acompañaba
día, en aquella calle de Cambridge?
fessor Wittgenstein, no sabes?
sta no fue la única
n perdida para el encuentro,
e años después, muchos años,
en Cambridge, sino aquí
drid, y en un libro, donde tienen
re lugar los verdaderos encuentros,
o que también puede ser una calle
lleva en cualquier momento
cubrimiento y la verdad,
asión perdida y encontrada.
su palabra
encontré definitivamente
o Professor? Wittgenstein.
2
as veces ahora[146]
ne a la memoria
ante perdido para siempre.
plica tu palabra en el quicio?
eguera o sordera o muerte
n el aire la súplica
iempre?[147]
XXVI
o sé escribir esto
e no sé hacer otra cosa,
rdido como siempre he andado,
e no sé más que andar perdido,
e no sé hacer otra cosa,
entas, golpeando el muro,
golpeando el muro llego a alguna parte,
do el muro. No sé hacer otra cosa.
os, por Dios, no sé decir otra cosa.
Dios me enseña otra cosa,
os. Que estás en los cielos.
XXVII[148]
ero no objetos,
se pierden nunca, aunque se pierdan.
n reapareciendo
con nombre, Gabriel, Algie,
emás sin nombre, no olvido,
para siempre,
en nosotros mismos, en ellos y con ellos
vivimos.
XV
ENTRE OTROS
OLVIDOS
[2001][149]
I
CUESTIONES[150]
1
mañana amanecí con un poema
abeza. O dónde estaba que a poco
antarme estaba en el papel.
dio alegría encontrármelo
mo quien no quiere la cosa,
ma alegría que a veces
pasado, que es andar la tierra
Chozas (de eso hace tiempo)
ntrarme una piedra rara y
un puntapié y resultar que era
ha prehistórica, del paleolítico creo
ía con frecuencia en aquella tierra).
que el poema tuviera el valor
hacha prehistórica, pero encontrarse
ma una mañana cualquiera,
taba allí, en la tierra, en el alma,
al darle un punta con qué pie
a… Estaba esperando
mo que un hacha prehistórica:
tapié.
2
odría ser la primera de Cuestiones[151],
ue muchas veces pensamos
libros que nos gustaría escribir,
abemos, como siempre, lo que decimos,
e ninguno de esos libros es verdadero
xistirá nunca, porque el verdadero
a toda la vida en lo hondo esperando
cabará nunca de salir de[152] lo hondo.
3
HOMENAJE
é me gustará tanto andar la tierra
sentir la tierra tanto.
andar, aunque sea torpeay Fray Luis![153], cómo me gusta
r el verso y dividir adverbios,
tan magistralhacías tú, tantas cosas
te caían de las manos
ntirlas, eso sí que es difícil,
e si alguien ha sentido el verso
ha caído de la mano sintiéndolo,
do tú entre los pocos, Fray Luis.
4
cómo ahora estoy escribiendo,
me gusta, lo que no había imaginado.
s esto? reguerillo, rescoldo,
las palabras, el otro día andaba
pronunciando, por el solo gusto,
o de sentirlas, sosiego, soledad;
o de paladearlas en el alma,
ra eso se hicieron.
5
mpes los sesos pensando
ero o no la quiero;
se quiere siempre, lo que pasa
a veces querer es otra cosa
lo que sabemos es otra cosa,
e no sabemos nada, y ya es bastante
er nada y seguir con la tarde
mosa y andar la tierra arada
cía, y cansarse un poquito.
6
ompañías perfectas,
e no hablan y dicen
cosas sin hablar,
decimos y se entienden
e no se hablen porque
mano de la verdad.
a en los labios,
os que amé tanto.
bios que tú sabes
lvido.
7
ntillas ha entrado en mi alma
ntirlo, ni si el alma tiene puertas,
e he sentido pasos, y calor,
ilencio que sucede.
y silencio como el de la soledad,
es tan fácil como se dice
estar solo (pero eso es otra cosa,
re todo es otra cosa). Pero vuelvo
ledad que tan bien se lleva,
e silencio que se hace
oledad, y desvanece las compañías
son soledad, y nos hace
por dentro, sintiendo las resonancias
encio en la soledad, las olas
oledad en el silencio.
8
n me ha hablado[155]
isla desierta y yo le he dicho:
xiste una isla desierta?
que en el mundo existen
s islas desiertas, es decir,
os rodeados de almas
das partes que son las aguas,
e desierto e isla son términos
ibles, sobre todo si se piensa
amor no tiene refugio
ue en lo hondo de cada uno,
lo que le dije cuando me dijo
o de la isla desierta.
abido que cada uno
dentro su isla desierta
do llegas a verla, no está,
cuentras que la llevas contigo
vayas, esa isla desierta
mos cada uno de nosotros,
da de nosotros por todas partes,
nera que no hay manera de llegar.
9
ez vuelve vuestro pensamiento
olas continuas y suaves
resaca infinita,
si de verdad existierais
de las lindes del corazón.
es la cuestión,
mente vuestra existencia
de las lindes del corazón.
10
re está lo inexpresable
pugna con la palabra
da inútilmente,
de ola insistiendo
rilla. Como quiera
que es, es, lo dejamos
acaso quedara
mano alguna vez
ano de sal
eva oculto.
11
es inesperadafiel, otras rebelde,
más precisa
naz su ausencia.
el verso que escondido
en sus abismos,
e sus abismos.
12
ndo pienso en la isla desierta
uviera pensando en mí mismo,
ndo me siento en una piedra en lo alto
uviera pensando en mí mismo,
ndo me visto, me desnudo o me afeito
uviera pensando en mí mismo,
uviera ahuyentando fantasmas
mismo,
chos fantasmas del yomismo
y,
desenterrara y me rayera
e yomismo que soy,
sería un hombre libre.
13
, seguir a qué? a dónde? y la palabra
ormenta
imos, seguimos. Y de pronto una cosa,
sa, cómo se llama?
no es memoria en este mundo
tiene remedio, como no sea
no del Espíritu ese Santo,
lama, y lo imploramos,
ancti Spiritu
nsolación que sigue,
rio dulcísimo,
ed del alma.
14
na, adivinanza, que quizá
o acabe (o empiece)
quizá entonces
nombre la vida
ue sea tenga su nombre
libertad de este yo mismo.
15
ará ése en medio del campo,
iendo en medio del campo,
parado su coche
a puesto a escribir.
ue a lo mejor soy yo,
ejor trataba
tar el sentimiento
a tarde tan bella.
se sabe, inútilmente.
II
CUÁNTO ABRIL [156]
1
oh cuánto abril yéndoseme
manos, de los ojos[157],
a luz de Abril, que tú tan bien te sabes,
de la aprendiste?
nde la sacas y me dejas temblando,
mplando esta luz?
é, Abril,
no la guardas un poco, que podamos,
o vienen los que sabes, por dentro,
recernos?
torna como sueles, como sabes,
donos, diciéndose aquí me tienes,
a nube rosa de la tarde
e trae embobado en su hermosura.
2
o no era eso todo lo que escribir quería,
uejarme de esta inanidad que me
acompaña
, cómo lo diría, lo digo,
los años, los peligros
ar a tientas como siempre andamos
mando la pared, el suelo, el muro
apoyarnos para seguir andando,
e, a qué? Tú no lo sabes.
mejor, mejor es no saberlo.
3
ras esperarlo de pronto,
con lo gris y lo oscuro te me muestras,
e sea veintitrés de ti mismo
eras estar saltando,
do al sol con tus colores,
o que las nubes un momento
un delantal de azul
yo de calor nos temple el alma.
4
s invitaciones a quedarse,
e fácilmente eso de quedarse
so está todo lo que merece
si no fuera por nuestros
alcances, quizá lo retuviéramos.
ndo tanta sed viene a los labios,
a sola gota de la tuya bastaría.
5
es pienso, Abril, que algo te falta
o veo que no ves lo que está a ojos vista,
mí todavía me prende el alma
ma me he dicho, por si acaso),
ada, instante de fulgor que nos penetra,
si fueras tú.
6
r dentro siempre, no porque sea
del uno al treinta de tus días,
orque luce mi abril aunque se nuble
nubes mejor, cualquiera sabe,
Rosa sin ropa muchas veces.
os tápate, Rosa,
erte mejor.
7
o yo querría que hoy a solas me dejaran
s cosas, las cosas de José
s manías, entretenerse con sus cosas,
Rosa es tan bella como dice,
la y tan fugaz, fugaz es nada,
Abril anda ya con botas nuevas,
leta en celindo,
si el jaramago no estuviera
s incontinencias
es de amarillos,
mando aquí estoy, tenedme en cuenta,
Abril se olvidara,
e Rosa y Abril son sólo uno[158].
8
y Rosa se casaron[159]
se sabe, un jueves a las cinco,
o mismo. No llegaron
ucenas a tiempo.
lindos en punto.
9
urge a partir, Rosa, tan pronto,
r cortado el verso igual que una
sada dejada en el camino?
10
ya de abriles y de rosas,
os a lo nuestro, tú que sabes
nuestro es lo nuestro
e deje de serlo por mucho
mbiemos de piel y de sonrisa;
es, quien tú sabes,
do es uno y lo mismo,
emás, y los demases.
mpre Ése.
11
oh cuánto Abril, pero Abril cuándo?
nto abril del alma entonces claro,
l alma y de lo otro y lo demás!
más? Qué es eso que el alma
n vilo, eso, lo otro y lo de más allá?
12
DABLEMENTE el verso,
n las hondas cavernas,
atado viene con iluminaciones
cen temblar las hondas
nas del sentido, por supuesto
de incoherencias,
uras semejantes a infausta Grecia,
itura, un camino que no lleva
e alguna, sino al[160] gusto
a letra siga letra,
a a palabra,
o mismo y eso
otro y lo mismo
esta sangre se entretiene
do, como si fuera algo
critura, y su decir para nadie, para nada.
13
nte fuera y tan contento,
unca bastante es lo que basta,
e queda eso que queda, y otra vez eso
cuece cuando andas por el sueño
e de pronto, déjame le digo,
nada que tengo, que es bastante.
14
uría tu brevedad,
fueras y morirías,
ima y por siempre.
a música?
sas como son, como tú eres,
Abril es Abril y no lo sabe.
15
nas este poco de agua fresca,
s este algo si es que es algo,
ste manar, este secreto,
belde corazón latiendo.
un beso o vivir que es todo uno
to necesito para morir un poco.
16
llá?
cá,
cia y nombre,
mpre entre nosotros,
nca idos
empre me acompañan;
nto necesito para morir un algo
siga esta sed sin la cual muero.
17
e lo invisible y lo impalpable
en forma de tacto, con son y gozo,
os inunda el alma y podemos respirar,
e hacemos sin sentirlo, sin saberlo,
lo hacemos todo, lo milagro.
18
edo desprenderme de vosotros,
os amantes, dueños del alma mía,
so (eso, eso, eso) que me queda,
davía, al no tener otra ternura
dé nombre, llamo con el nombre
iene) de alma, algo
ando me sacude, de pronto
ber de dónde viene,
on toda el alma.
III
OLVIDOS
1
é de nuevo este
decirlo? chorro de vida
le de pronto
o al sinsentido.
hacía que aguardaba,
o de saltar alguna vez,
ándose, aguardaba este
novecientos para siempre.
n años, sino vidas,
dades lo que miden.
2
lvo los rescoldos, quedan
as cenizas restos
el hermoso crecimiento
ncina en la linde
tantas aves anidaron,
anto oculto en vano
su momento. Y ahora,
iendo las cenizas,
abios viene la palabra
cendieron los tuyos.
3
as espero
vuelven voraces los recuerdos
ocasión del gozo
cendimiento, y el rescoldo
lta en la ceniza, leve,
a a morir. Espera,
l menos que me consuma
o del recuerdo.
4
viene mayo, trae
nados celindos, azahares
s, enreda luces
hojas recientes,
deteniendo, desplegando
, color, luz.
u colmo faltan
ios que lo enciendan.
5
más no digas que es vida
rmosa que haya sido la primavera,
ya llenado los cielos con una luz
asemeja, hecho temblor
mosura este campo cuando,
terido y seco, se moría,
leve, como nunca delicado,
ndo a la resurrección.
6
n día: La infinita
ión de tu cuerpo. Los poetas
os a veces verdades
cimos sin saber.
7
es me pregunto,
o sobreviene tanta
sura cualquier tarde de éstas
e aprieta y deshace el corazón,
no estás aquí,
tan parte de la tarde
mí, disuelto como estoy
ermosura que me cerca.
8
go en lo que de mí queda
con vida. Tantos galopes
os en la llanura. Tantos
s que estaban ahí
que los despertaste
a son corceles
esperanzas de mi memoria.
9
Janeiro nao e mes para
morrer[161]
E. DE ANDRADE
para morir? Cuando volví
entró a chorros,
a sentirme agua,
calor, que tenía sitio
ire, que acudía
al lugar de tus sueños,
blabas los míos con tus cielos.
10
briles te cunden,
s primaveras te engalanan,
ue el jazmín te cite
sto. Entonces
mirán las aguas
lberca como a cosa suya,
comodará el verde
infinitas extensiones.
11
e me llevará
nfín que a la menor[162] indicación
millo o la rosa
senta y es como si estuvieras
ar. Y sé que es inútil,
tarde para que traspase
erta a cuyo umbral te espero.
12
n las hondas raíces del tiempo
las plantas eternas del amor.
s veces pasamos de largo y no vemos,
somos a la queja del amor.
os a un paso como si no estuviera
ciéndose. Y está allí y pasamos
go para siempre.
13
e cabe de vida en una mano
rieta la tuya y te lleva.
sabe lo que de pronto se te viene
o resucita el pálpito.
la mañana, andando por dentro,
sas las prímulas, andaba por dentro
mano, no iba solo y nadie
apercibirse, cuando estalló
mavera. No me dejes. Tengo
azón a medio romper.
14
como cuando la casa se queda sola
para nosotros. Qué repentina
ación de sombras, seres, ecos,
as, resonancias, tiempos que parecían
os, presencias, invocaciones,
ciones de invisibles criaturas, de formas
recer, conocerse, sus pronunciaciones
no del jazmín y su olor, de mano
lquier pájaro y su canto, cualquier
olor. Maravillosa plenitud
nto ha llenado nuestro mundo
a invasión de pronto, cuando
a se queda sola y nosotros a solas,
ella vagamos con nosotros.
15
esperanza de una lluvia
llega. Ni pisar el otoño
as hojas caídas, ni la
a risa de la granada
ndose, ni tu andar aquí dentro
mente.
16
que la explosión de los nardos
aña y hace temblar la noche
olor, y los jazmines
y dentro recrean las horas
e ellas vivir quién sabe cuándo
mo ni dónde, ni por qué. Y sin embargo
por siempre volviendo estoy.
17
mo sea, en la luz
mañana, en el primer vuelo
lquier pájaro de los que ahora
cruzan el cielo, o se levantan
ierra. Ven como sea,
ta hermosura de tarde
esita para su eternidad.
XVI
LA VOZ QUE ME
LLAMA
[2004][163]
ado a qué estoy sino a mí mismo.
es, dulce amarra, me sostiene
o o la caricia y es mi vida
e se llame amarra y lo parezca.
do con palabras siempre estoy
ber dónde terminan por llevarme,
do que son nada y en nada quedan
que la verdad, que es suya, las pronuncie.
me pasa muchas veces
me quieto y en lo hondo,
ondos de Dios que Dios se sabe,
uerillo que apenas si se siente,
ronto oír la voz llamando
tra. O se pierde irremisibleo Dios sabe dónde vaya
e no hay llave que se pierda
abra perdida. Muchas veces,
vueltas a estas cosas
taban y no están y siguen,
ves y las penas y algo siempre.
me tienes llevado de esto
es esto, en la música
zart, sintiendo en el alma
teraciones, sus invitaciones
menos que morir.
cosas sin decir, a punto
abra, hierven por dentro
voz que rompa
se nos queda dentro
ndo, por romper.
que me gustaría
me a la orilla de este pequeño río
siquiera arroyo
rumor interior que se produce ahora
mismo
ace decir cuánta hermosura
lquier cosa que se mueve
ber adónde.
mita,
insignificantes florecillas,
anera de devolvernos
evedad de un olor,
nsignificancia de algo
ugares, instantes,
ano que te lleva,
redor reluciente.
al árbol de la nieve,
o aquel, el patio, aquella sombra,
o aquella todavía.
preguntas qué es sentir [164]
a: compadecer. Si me apuras,
mplemente estar, porque estar
vivir, y si me apuras
ompadeciendo vivimos.
más es jugar con el aire
s es dado.
bría decir las cosas que se tienen
ber que se tienen.
e no es otra cosa que compasión.
a apenas se respira.
andamos por este mundo
ntándonos muchas veces
lo que nos hace vivir
es el aire, que respiramos
si tal cosa, sino algo
spiramos sin que el aire lo sepa.
dad, que hay más que eso:
isten clavos que se te clavan
oscuro y destrozan
era sentirse claro,
oras golpeando duramente
que llamabas Paz contestando
oz que te preguntaba Quién?[165]
sigue preguntando todavía
uedes contestarlo porque a estas alturas
abes, ni lo sabrás nunca.
so en lo oscuro te dirá su secreto.
as tanto, tratas de no replicar
untas sin respuesta.
a de temblor
ala. Lo que es la ternura
lo sabe, quizá alilla
o de volar y llevarnos
sólo ella sabe
nos.
as en que uno es éste y el otro,
ne más remedio que dar suelta
como lo llena y pide lengua
lo que se dice ser.
osa sería puro estallido
ada, para todo, una mano que pide
rar dónde encontrarse. La otra mano?
es algo echamos de menos
abemos dónde está ni cómo
lo. Sentimos algo
guramente eso,
esaria compasión,
de una mirada suelta,
abra que se queda
onunciar.
mismo que éste muchos otros,
xpresión de amor, me faltan nombres.
o mucho de eso que por dentro
siempre me ha tenido, no digamos
os, los caballos del tiempo
ién, tú mejor que yo lo sabes,
es sentir, de manera que te quedas
tú mismo.
re espero que se abra la ventana,
si abriéndose se abriera
lgor completo, como si
tana no lo[166] fuera sólo,
uminación total
xplosión de la esperanza
evamos dentro y que por fin
unda, la inundamos,
mos de ser lo que somos para ser
es y por siempre será dentro.
se fueron de la estancia.
a tarde, como suele este junio
es lejanas de poniente
colaban alma adentro
aían, la lejana de siempre,
nunca. O quizá no fuera
isma sino yo el milagro
stir sin latido.
o, dejado, cuando queda
o que te llevaste. Nada pudiste
e. Lo que eras tú estaba en mí,
dejado, llevado siempre
que no hay lugar que no te encuentre.
edes irte de este corazón
tuyo y mío.
u presencia
ve huella. Se queda
pasando, como sin estar,
si siguiera estando sin estar,
si no dejara de oprimir
o, como si la mirada
ra mirando.
bes cómo te siento
que me has dejado.
sa siempre cuando
as. Más honda
das cuando te vas.
nes lejanía posible.
or que eres no sabe irse,
siempre cuando se va,
ndose.
o una cosa sólo:
e saques de mí
rmosura que me rodea
días de abril.
me la ventana
s tironazos de abril
mpen mis cadenas
acan a la libertad
a hermosura. Dime
lo mismo libertad
mosura.
oblación de resonancias,
sencias, al quedarnos solos.
esperadas compañías
n al abrirse los silencios,
nciones de amor
re sonando.
ne nombre. Tiene latido.
o no hay manera de llamarlo
a qué. Se parece
atente eternidad.
tar y tantos nuncas,
siempres como nos trae
mismo el tacto de la albahaca
mediados de julio, nos salen
uentro para decirnos:
ese tú mismo que te estás sintiendo.
s prodigioso es tu invento de cada día,
enes este vacío que es vivir sin ti, contigo,
n lo mismo latido y tu paso en mis
adentros,
hay soledad que tú no puebles,
nera que eso que llamo mi soledad
, como eres mi libertad.
mor y todavía
res estoy donde bien sabes
pero. No pido. Sólo
bes donde estoy. En ese vasto
rio que sabes en que espero.
dad que muchas veces me digo
si ya pasó para mí la hora.
ndo resta todo
ay manera de que no estés,
quiera que vayas ahora andando
un paso fuera de mí,
hay pasos tuyos fuera de este latido,
edad sin ti.
entre la invención y el sentimiento
ber dónde el uno acaba y empieza el otro,
todo es puro juego, sino algo
duele o consuela,
entre inventar y sentir
a vida, sin sentirla.
me con mi soledad, que me hace falta,
e que me pueble de ella, que si quiere
me me hable con su silencio,
muda la soledad. Aquella que quien tanto
ía la llamó sonora. La soledad no habla,
e siente cuando nos lleva
s caminos sin camino.
ano es el decir y sin embargo
a estoy sintiendo, la siento
r. Es eso acaso, sonando dentro,
ntir no dicho, la soledad sonora?
o las anchas tardes
starme contigo.
o estarme contigo simplemente,
es que estar contigo significa
rse como no estando,
sintiendo esos chorros de vida
lo tuyo y llámalo
quieras y déjalo estar,
o contigo.
ELEGÍA DE LA
ALHAJUELA [167]
ntón de escombros es lo que queda
ella entrada, de aquella reguerilla
corría el agua, eternamente el agua,
capillita de mis lecturas al fondo.
la entrada y no está y la estoy viendo
der entrar aunque estemos viéndola
endo el agua cantando, el agua correr.
o puedo entrar en la estancia
e la estancia no existe aunque la vea,
uiera la reguerilla donde el agua
eternamente, ahora corazón abajo,
anados llegando al abrevadero,
rga tropa de mugidos balidos cencerros
do, dentro de mí, al abrevadero,
iseñor en la breña, y el culantro
ele todavía en el agua corriendo.
ETEREIDAD[168]
ueda uno con la esperanza
do de su delgado hilo,
as cosas colgando,
as esperanzas deshaciéndose,
nto temor oculto,
ntos olvidos como caben
nstante, tantos olvidos
s y padecidos.
mujer que llegó hoy con su misterio,
etereidad, que lo hace posible,
define y la sostiene
ejado la casa llena de su misterio.
GLOSARIO DEL
MUNDO DEL
CAMPO
abubilla (del sup. lat. “upupella”, dim. de
“upupa”): Pájaro coraciforme que tiene
un penacho de plumas eréctiles sobre la
cabeza,
adelfa (del ár. and. “addífla” del el. “diflá”, y
éste del gr. “dáphne”): Arbusto
apocináceo de hojas lanceoladas
coriáceas y flores grandes en racimos,
de diversos colores. Baladre, laurel
rosa, rosa francesa, ahijadera: Prado
reservado a las ovejas que crían,
alacena (del ár. and. “alhazána”): Pequeño
armario empotrado en la pared, donde
generalmente se guardan cosas de
comer. Alhacena, alhanía, lacena.
alazor
(del ár. and. “al’asfúr”): Plantas
compuestas cuyas flores, de color
azafrán, se emplean para teñir de
amarillo, y cuyas semillas se dan de
comer a las aves. Azafrán bastardo,
azafrán romí.
albarillo (de “albar”): Variedad de albaricoques
de carne muy blanca.
albariza (de “albar”): Terreno de secano
blanquecino, en una loma,
albayalde (del ár. and. “albayád”, blancura):
Blanco de plomo,
alberca (del ár. and. “albírka”): Depósito
artificial de agua, piscina,
albero (del lat. “albarius”, de “albus”, blanco):
Terreno albarizo; tierra amarillenta;
paño para secar,
alcacel (del ár. and. “alqasíl”): Cebada todavía
verde,
alcacer, alcaraván (del ár. and. “alkarawán”, el.
“karawán” de or. persa): Ave
caradriforme esteparia de plumaje
pardo rayado de blanco. Árdea, dorniel.
alforja (del ár. and. “alhúrg”): Tira de tela fuerte
con las puntas dobladas de modo que
forman dos bolsas, que llevan los
campesinos colgada al hombro o se
pone sobre las caballerías, para
transportar cosas.
algarrobo: Árbol leguminoso, propio de
regiones marítimas templadas, de copa
extendida y ramas bajas y que alcanza
gran corpulencia,
algodoncillo: Planta asclepiadácea de América,
cuyas semillas tienen una borra parecida
al algodón, alhelí (del ár. and. “alhayrí”):
Planta crucifera de jardín, de hojas
alargadas de color verde blanquecino y
flores en espiga, de diversos colores y
olor muy agradable. Viola,
almiar (del lat. “metalis”, de “meta”, meda):
Montón que se hace con la paja para
guardarla, apretándola alrededor de un
palo. Baraño, borguil, henazo, meda,
montonera, nial, niara, niazo,
almohaza (del ár. and. “almuhássa”):
Instrumento formado por una plancha de
hierro que lleva insertas unas
sierrecillas, que se utiliza para limpiar a
las caballerías. Rascadera, rasqueta.
alondra (del lat. “alaudula”, dim. de “alauda”):
Pájaro insectívoro, de 15 a 20 cm. de
largo, de color pardo con un collar
negro, que anida en las mieses. Alauda,
alaude, alhoja, aloa, aloeta, aloya,
capada, carabinera, copetuda, jaracalla,
sordilla, subigüela, sucinda, terrera,
zurriaga.
alto: Elevación del terreno en el campo.
altozano: Elevación de poca extensión y altura
sobre el terreno llano,
anca (del occit. ant. “anca”, cadera): Cada una
de las dos mitades de la parte posterior
del cuerpo de las caballerías y otros
animales. Grupa, cuadril.
arnés (del fr. “harnais”, del sup. escandinavo
“herrnest”): Conjunto de cosas que se
les
ponen
a
las
caballerías,
especialmente a las de montar.
Aparejos, guarnición,
arriate (del ár. and. “arriyád”, huerto): Recuadro
acotado en un jardín o patio, donde hay
flores plantadas. Bancal, era, terraza,
asfódelo (del lat. “asphodelus”, del gr.
“asphódelos”): Planta liliácea silvestre,
muy abundante, con flores blancas a lo
largo de un tallo erguido y hojas
radicales,
aulaga (del ár. y rom. and. “alyiláqa): Planta
leguminosa de hojas de forma de púa y
flores amarillas como las de la retama.
Abolaga, aliaga, ardeviejas, argoma,
gáraba, otaca, tojo, cádava, gromo,
avefría: Ave caradriforme de color blanco y
verde, con un moño eréctil de dos o tres
plumas encorvadas. Frailecillo, judía,
quincineta,
báculo (del lat. “baculum”): Bastón que se
emplea para apoyarse. Cayado.
barbecho (del lat. “vervactum” de “vervagere”,
arar): Campo que se deja sin cultivar
durante un año o más, para que
descanse. Añada, añojal, aramio, hoja,
huebra, sabático. Campo ya labrado para
sembrar en él.
barcinar: Recoger las gavillas, cargarlas en el
carro y transportarlas a la era. Cosechar.
batán (¿del sup. ár. and. “batán”?): Instalación
movida por fuerza hidráulica, provista
de unos mazos con los que se golpean
los paños que se fabrican para
desengrasarlos, apretar el tejido,
etcétera,
baticola: Correa con un ojal por donde pasa la
cola de la caballería, que sirve para
evitar que la montura se corra hacia
delante. Grupera, tiracol.
belfo (del sup. lat. “bidifus”, metátesis de
“bífidus”, partido en dos): Labio del
caballo o de otros animales que los
tienen de forma parecida. Befo.
besana (del lat. “versare”, dar vueltas): Primer
surco que se hace cuando se empieza a
arar un campo. Labor de la tierra en
surcos paralelos.
boj (del cat. y arag. “boix”, del lat. “buxus”):
Arbusto buxáceo de hojas persistentes
que se emplea para setos y cuya madera,
muy dura y blanca, se emplea para
mangos de herramienta y trabajos de
tornería. Boje, bujo.
brasero: Recipiente redondo de metal, donde
se pone un carbón menudo especial que
se va quemando lentamente debajo de la
ceniza; se coloca debajo de las mesas
como calefacción,
brabán (en el Cancionero de la Casería
aparece “braván”, homófonas halladas
simultáneamente
en
diccionarios
especializados): Antiguo arado de
hierro con dos ruedas, para tiro animal,
breña: Tierra quebrada y llena de
maleza. Aspereza, fraga,
brezo, brezal (del sup. célt. “vroiceus”):
Arbusto ericáceo de madera muy dura
de la que se hacen, por ejemplo, pipas y
carboncillo de dibujo. Bermejuela,
berozo, gabuzo, urce,
briega: Brega, acción de bregar. Bregar (del
gót. “brikan”, golpear): Trabajar mucho
(en el campo),
brocal (del lat. “bucculáre”, taza): Pequeña
pared que rodea la boca de un pozo.
buganvilla (de “Bouganville”, navegante francés
que trajo esta planta a Europa): Planta
nictaginácea muy decorativa por sus
brácteas moradas o rojas que,
semejando
flores,
cubren
casi
totalmente la planta,
cambrón (del lat. “crabro, onis”, abejorro, por
comparación del aspecto de la planta
con el aguijón y las alas de este
insecto): Arbusto solanáceo de ramas
retorcidas y espinosas. Espino cerval,
escambrón, zarza, espina santa,
campanilla: Nombre de diversas plantas, en
especial convolvuláceas, cuyas flores
tienen forma de pequeñas campanas,
cancela: Verja baja que cierra el paso en
algunas entradas cuando están abiertas
las puertas, por ejemplo, las que suele
haber a la entrada de los patios
andaluces,
cañada (del lat. “canna”, caño): Pequeño valle o
paso entre dos alturas de poca
importancia.
Camino
natural
frecuentado
por
los
ganados
trashumantes. Cabañal, cabañera, cajón,
cordel, galiana,
cañamazo (del sup. lat. “cannabaceus”, de
“cannabum”, cáñamo): Nombre aplicado
a
distintas
plantas
herbáceas,
generalmente gramíneas, que se cultivan
para el forraje y para el pasto de los
animales. Estopa de cáñamo, arpillera,
caracola: Planta leguminosa, trepadora, de
flores vistosas reunidas en racimos,
cultivada como planta de jardín por la
belleza de sus flores.
caramillo (del lat. “calamellus”, cañita): Planta
quenopodiácea del mismo género y
usos que la barrilla, con hojas agudas de
color verde claro. Carambillo, jijallo,
salado, sisallo, tarrico.
carrero: Conductor de un carro, carretero.
casco: Parte córnea del pie de las caballerías
en donde se clava la herradura. Pezuña,
uña.
cayado (del sup. hispanolat. “caiatus”, del lat.
“caía”, porra): Bastón tosco, curvo por
la parte por donde se agarra, usado
particularmente por los pastores.
celindo: Arbusto saxifragáceo que da en
primavera flores blancas o algo
amarillentas, muy olorosas, de un
tamaño algo mayor que el de una
violeta, en grupos abundantes,
cendal (del occit. “sendal”, del lat. “sindon, onis”): Barbas de la pluma,
chaparro (del vasc. “txaparro”): Chaparra
(planta de encina o roble): Se aplica en
Andalucía a las encinas jóvenes,
chicharrera: Calor sofocante,
clavo: Capullo seco de la flor del clavero.
cogujada (del sup. lat. “cuculliata”): Pájaro
granívoro, parecido a la alondra, de
plumaje pardo rojizo, con un penacho
en la cabeza. Alondra moñuda,
carabinera, cochevís, copada, cotovía,
cugujada, galerita, totovía, tova, vejeta,
colleja
(del lat. “cauliculus”): Planta
cariofilácea silvestre que, en algunos
sitios, se come como verdura. Tiratiros,
verdezuela.
coscoja: Árbol o arbusto fagáceo, semejante a
la carrasca o la encina, sobre el que vive
preferentemente la cochinilla. Chaparra,
maraña, matarrubia.
crocus: Cultismo (lat. “crocus”, del gr.
“krókos”) para designar el “croco”:
Azafrán, planta iridácea.
cubrial: Terreno cobrizo o rico en cobre
(vocablo inventado por el autor).
culantro: Planta umbelífera, aromática, de
hojas filiformes y flores rojizas.
Cilantro, coriandro.
dehesa (del lat. “defensa”, protegida): Campo
acotado, generalmente de prados y
dedicado a pastos. Acampo, ahijadero,
alijar, boalaje, boalar, defesa, redonda,
redondo, rodeo,
derrotero: Camino.
descansadero: Sitio donde se descansa o
apropiado para descansar,
despojo: Vientre, asadura, cabeza y manos de
las reses despedazadas para carne.
espuela: Arco de metal, con una espiga que
lleva en su extremo una estrella o
ruedecilla con dientes, que se ajusta al
talón para picar a la cabalgadura.
Esporón, espuera, lloronas, roncadora,
acicate, aguijón.
estepa (del hispanolat. “stippa”): Llanura
extensa sin vegetación arbórea. Pampa,
tundra.
esteva (del sup. lat. “steva”, del lat. “stiva”):
Pieza que lleva el arado en su parte
trasera, sobre la que se apoya la mano
del que ara. Mancera, mangorrillo,
estiaje: Sequía.
estopa (del lat. “stuppa”): Parte basta del lino o
del cáñamo que queda al peinarlos y que
se utiliza para cuerdas, telas bastas y
otros usos. Alrota, aresta, arlota,
carrasca, escaba, malacuenda, sedeña,
tasco, tomento, arpillera, cerrón,
estornino (dim. del lat. “sturnus”): Pájaro
cantor de cabeza pequeña, plumaje
negro con reflejos metálicos y pintas
blancas. Tordancha, tordo.
fuélliga [sólo hemos encontrado esta acepción
en “fuelle”]: En los carruajes, cubierta
de piel o de tejido impermeable que,
mediante unas varillas de hierro puestas
a trechos y unidas por la parte inferior,
se extiende para resguardo del sol o de
la lluvia, y se pliega hacia la parte de
atrás cuando se quiere,
gavilla: Haz de cañas o ramas, o de mies.
gayomba (¿de or. prerromano?): Arbusto
leguminoso de flores amarillas y muy
olorosas, en grandes ramos. Piorno,
retama de olor,
grupa (del fr. “croupe”): Parte trasera de una
caballería. Ancas, cuadra, gurupa.
guija (el lat. vulg. “petra aquilea”, piedra
aguzada): Guijarro, haz (del lat.
“fascis”): Conjunto atado de cosas
largas, tales como mies, leña o hierba,
colocadas paralelamente y atadas,
haza (del lat. “fascia”, faja): Porción de tierra
de cultivo, herriza: Terreno pedregoso,
por lo general en la cumbre de un cerro,
que permanece inculto por su
resistencia a la reja y escasa
productividad.
hocino (de “hoz”): Utensilio usado por los
hortelanos para trasplantar. Paso de un
río entre dos montañas. Faja de terreno
que queda entre el río y la montaña.
Huertecillo cultivado en ella, hondón:
Parte del estribo donde se apoya el pie.
Valle profundo,
horca (del lat. “furca”): Utensilio en forma de
tenedor de dos o más púas, que se
utiliza para aventar, amontonar las
mieses y otras operaciones agrícolas.
Bieldo, horcón, horqueta,
ijar: Cada uno de los dos espacios situados
entre las falsas costillas y los huesos de
la cadera; se emplea especialmente
hablando de animales. Ijada, vacío,
hipocondrio,
jara (del ár. and. “sá’ra”): Arbusto cistáceo muy
abundante en los montes del centro y
mediodía de España, de hojas muy
viscosas, con el envés velloso y flores
blancas. Ládano, coihue, estepilla,
jarablanca: Estepilla.
jaramago: Planta crucifera, de flores amarillas
en espiga, común entre los escombros.
Balsamita, raqueta, ruqueta, sisimbrio,
yuyo.
jarastepa (jara estepa): Arbusto cistáceo
semejante a la jara, pero mucho más
pequeño, de hojas también vellosas,
pero pecioladas y cenicientas por el
envés, y flores con largos pedúnculos,
abundante en España.
juncia (del lat. “iuncea”, f. de “iunceus”,
semejante al junco): Planta ciperácea
propia de sitios húmedos, de tallo
triangular, aromática y medicinal. Junza.
lagar (de “lago”): Trozo de tierra de poca
extensión, plantada de olivar, en la cual
hay edificio y artefactos para extraer el
aceite,
lámina (del lat. “lamina”): Parte ensanchada de
las hojas, pétalos y sépalos.
lecho (del lat. “lectum”): Fondo de un río, lago,
mar, etcétera. Si se trata de un río o
canal, también todo el cauce,
lenguaza: Lengua de buey, planta borraginácea.
linde (del lat. “limes, itis”): Límite entre
campos, fincas, casas, etcétera,
manijero (del fr. ant. “maisnagier”): Capataz de
una cuadrilla de trabajadores del campo,
matagallos: Aguavientos, planta labiada.
matalahúga (o matalahúva, del ár. and. “habbat
hulúwwa”, grano dulce): Anís, planta
umbilífera, y su semilla,
menestral (del lat. “ministerialis”, funcionario
imperial, empleado): Persona que
trabaja en un oficio manual. Artesano,
mies (del lat. “messis”): Nombre aplicado a las
plantas de cereales ya maduras. Se usa
también en plural, refiriéndose a más de
un campo o a más de una especie de
cereales: “Las mieses están ya
maduras”. Campos, sembrados. Cereal,
grano, mese, panes,
mimbrera: Arbusto silicáceo cuyas ramas son
los mimbres. Mimbrón, vimbrera, zuma.
misión (del lat. “missio, -onis”, encomendar,
llevar): Ración de pan, carne y vino
señalada a los segadores por una
cantidad determinada de trabajo.
morena (de or. prerromano): Montón de mies
de los que se hace según se va segando.
muladar: Estercolero. También se refiere al
establo de las mulas, aunque esta
acepción no la hemos hallado en ningún
diccionario,
nazarenos (del lat. “Nazarenus”): Hierba
bulbosa de flores de color violeta.
nomeolvides: Miosotis, planta borraginácea.
ojeador: Hombre que ojea la caza. Ojear:
Ahuyentar la caza con voces, tiros,
etcétera, para que vaya al sitio en que
están preparados los cazadores o las
redes para cazarla,
ollar (del gall. o port. “olio”, ojo): Orificio de
la nariz de las caballerías.
pámpano (del lat. pampinus): Brote tierno de la
vid, cuando las hojas están todavía
acogolladas. Zarcillo de la vid, pámpana,
parva (¿del lat. “parva”?): Montón de mies
extendida en la era para trillarla, o ya
trillada,
pavesa (del sup. lat. “pulvisia”, de “pulvis, eris”, polvo): Porción ya carbonizada o
convertida en ceniza de una materia
combustible ligera, como papel o paja,
que puede ser llevada por el viento.
Bolisa, cardeña, favila, monjas,
pegujal (del lat. “peculiaris”): Porción de
terreno que el dueño de una finca cede
al guarda o encargado de ella para que la
cultive por su cuenta, como parte de su
remuneración,
piafar (del ff. “piafer”): Dar patadas o rascar el
suelo con las manos el caballo cuando
está parado e inquieto,
pina (del lat. “pinna”, almena, pluma): Mojón
terminado en punta,
piorno (¿del sup. “viorno”, del lat: “viburnum”
con influencia de “pino”?): Gayomba,
arbusto leguminoso. Codeso (otro
arbusto leguminoso),
pitas: Planta agavácea de hojas radicales
carnosas, acabadas en un fuerte aguijón,
y flores amarillas en un alto y grueso
bohordo o tallo central; sus fibras se
emplean como textiles, para cuerdas,
etcétera. Agave, cabuya, caraguatá,
cardón,
posta (del it. “posta”): Cierto número de
caballerías que estaban apostadas de
trecho en trecho en las carreteras o
caminos para renovar las del correo, el
tiro o las diligencias. Distancia entre
una posta y otra.
predio (del lat. “praedio”): Finca o propiedad,
particularmente rústica.
primilla: Ave falconiforme parecida al
cernícalo, de menor tamaño y color
rojizo uniforme, que vive en colonias
próximas a asentamientos humanos.
prímula (del lat. “prímula”): Nombre científico
de la planta primulácea primavera.
promontorio: Elevación del terreno, o monte
de poca altura. Peñasco,
rambla (del ár. and. “rámla”): Cauce formado en
el terreno por las aguas que corren por
él cuando llueve,
ramón: Conjunto de ramas cortadas para darlas
al ganado, por ejemplo en tiempo de
muchas nieves o sequía. Pienso,
ramulla,
raspa: Filamento áspero del cascabillo del trigo
y otros cereales. Tallo y pedúnculos que
quedan después de quitar los granos, las
flores, etcétera. Escobajo, escoyo,
rampojo,
raspajo: Envoltura tierna que recubre la cáscara
de algunos frutos, como la almendra o
la nuez,
rastrojera: Conjunto de tierras en rastrojo.
Temporada en que pastan en ellas los
ganados, hasta que se vuelven a labrar.
rastrojo: Partes bajas de los tallos de la mies,
que quedan al ser segada ésta. Campo o
tierra en que quedan, antes de ser
labrado de nuevo. Restrojo, rispión,
riza, pajonal, correntía,
reguerilla (reguera): Cauce pequeño por el que
se lleva el agua de riego desde el canal
o acequia hasta los bancales,
reguerillo (reguero): Hilo de cualquier líquido
que corre sobre una superficie.
reja (del it. “reggia”, del lat. “porta regia”):
Cancela, celosía,
relente (del fr. “relent”, de “rele”, del lat.
“regelare”, helar): Humedad que se nota
en la atmósfera al refrescarse ésta en
las noches serenas. Cencío.
remanso (del lat. “remansus”, supino de
“remanere”, detenerse): Lugar de una
corriente donde se hace más lenta o
donde el agua queda quieta o casi quieta.
Lugar o situación tranquilos en un
entorno que no lo es.
remusguillo (remusgo): Viento tenue, pero frío
y penetrante, remo (del lat. “remus”):
Brazo o pata de un animal. Ala de un
ave.
resabio (del sup. lat. “resapidus”, de “resapere”,
tener sabor a): Vicio o mala costumbre
que alguien tiene o que le queda; se
emplea frecuentemente con referencia
a los caballos,
rescoldo: Fuego de brasa que se conserva bajo
la ceniza. Borrajo, calibo, escoldo,
rescaldo.
retama (del ár. and. “ratáma”): Arbusto
leguminoso de hasta 2 m de altura, muy
ramificado, con ramas delgadas y
flexibles, hojas simples y pequeñas,
flores amarillas y fruto ovoide; es
propia de los matorrales que crecen en
las zonas de tala o pérdida de encinares.
Escobera, ginesta, genesta, genista,
hiniesta, iniesta, retamo,
revuelo: Segundo vuelo que da un ave. Vuelo
hecho dando vueltas,
ribera (del sup. lat. “riparia”, de “ripa”): Faja de
tierra que está al lado de un río o del
mar. Borde, margen, orilla. El terreno
que se riega con el agua de un río.
Huerta, vega,
saeta (del lat. “sagitta”): Resto del sarmiento
que queda en la cepa cuando se poda.
sementera: Siembra para la cosecha.
Temporada en que se hace. Tierra
sembrada.
serón: Especie de sera alargada que se coloca
sobre las caballerías para llevar carga.
siempre viva: Perpetua
compuesta,
amarilla,
planta
silla: Aparejo para montar a caballo donde se
sienta el jinete,
sisón: Ave gruiforme común en España, de
color leonado con listas negras en la
espalda y en la cabeza, y blanco por el
vientre y en el borde de las alas; las
patas son amarillas y el pico gris con la
punta negra. Es de vuelo tardo, pero, en
cambio, corre mucho. Avutarda menor,
gallarón, sisa, sisonte, sinsón.
solano (del lat. “solanus”): Viento del Este.
Viento cálido, cualquiera que sea su
procedencia. Rabiazorras,
solaz (del occit. “solatz”): Descanso o recreo
del cuerpo o espíritu. Solacio.
tajón: Vena de piedra caliza que se hace cal.
tenería (del fr. “tannerie”): Taller donde se
curten las pieles. Curtiduría.
tordo (del lat. “turdus”): Pájaro, muy común en
España, de cuerpo grueso, pico negro
delgado y plumaje de distintos colores,
pero siempre moteado. Chirlomirlo,
furaré, torda,
toronjo: Pomelo (árbol rutáceo).
trama (del lat. “trama”): Floración del olivo.
trashumancia (de “tras” y el lat. “humus”,
tierra): Acción de pasar el ganado y los
pastores de las dehesas de verano a las
de invierno, y viceversa.
trilla (del lat. “tribulare”): Operación de triturar
la mies y hacer que el grano se suelte de
las espigas, con el trillo o con una
máquina trilladora.
troje (troj) (¿del sup. gót. “thraúsh”, arca?):
Lugar rodeado de paredes, donde se
almacenan
frutos,
especialmente
cereales. Granero. Algorín de los
molinos de aceite. Alhorín, troja, trox,
trompetas (de amor): Girasol (planta
compuesta). También se aplica a las
flores cuyos pétalos hacen forma de
trompeta,
turbión: Aguacero violento y con viento,
ubio: Yugo de uncir las muías o bueyes.
umbría: Lugar, por ejemplo en un valle, que,
por su orientación, está siempre en
sombra,
vado (del lat. “vadus”): Lugar de un río o curso
de agua por donde se puede atravesar sin
barco o puente. Esguazo, pasil, vadera,
velloritas (¿del lat. “bellis”?): Primavera (planta
primulácea).
vena (del lat. “vena”): Conducto subterráneo
natural por donde corre agua.
vencejo (de “oncejo”): Pájaro apodiforme
insectívoro, semejante a la golondrina,
con la cola partida. Arrejaco, arrejaque,
oncejo,
venero: Manantial de agua.
vera (del celtolat. “viria” anillo, círculo): Borde
u orilla de un río.
vilano (de “milano”). Milano (ave rapaz):
Corona de filamentos largos y finos que
rodea las semillas de muchas plantas
compuestas y les sirve para ser
transportadas por el viento,
viso (del lat. “visus”): Sitio alto desde donde se
ve un panorama extenso o hermoso.
Mirador, vistillas, vuelo: Arbolado de un
monte.
zapaticos del Niño Dios: Flor cuyo significado
no
hemos
hallado
en ningún
diccionario, cuyo nombre es utilizado
popularmente en Andalucía para
designar flores menudas, generalmente
de color blanco. En “Las yerbas
ignoradas”, de Las cosas del campo, el
autor escribe: “Los que llaman
nazarenos, la que dicen lechitrezna, los
zapaticos del Niño Dios (que son el
prodigio de finura con que Dios pisa la
tierra), los jaramagos…”
zorzal (del ár. and. “zurzál”): Nombre común de
diversas aves paseriformes del género
turdus, de color grisáceo o marrón, que
habitan en la Península Ibérica durante
el invierno,
zumaya:
Aldorta
Chotacabras,
(ave
ciconiforme).
zurrador: El que tiene por oficio zurrar, golpear
las pieles.
Claves polisémicas
Dentro de este amplísimo campo
semántico, existen voces polisémicas,
que bien pueden significar algo fuera de
este área, o bien dentro de ella. Al tener
dos o más significados, y siempre dentro
de contexto, la lectura en ocasiones
suscita una preciosa ambigüedad, y si
estamos en un poema cuyo contexto es el
campo y a la vez el amor, Dios o la
belleza, se une el significado de lo que
sería el sustantivo concreto con el del
abstracto, y es doblemente enriquecedor.
O hallamos dos acepciones de
sustantivos
concretos.
Ejemplo:
“aspereza” (vid. infra), “derroteros”,
etcétera. Y el siempre juego verbal del
autor con aquellos sustantivos que en el
campo son una cosa y, fuera de él, otra,
como los casos de “siempreviva” (la
amada y la flor), “trompetas” (las flores
—o forma de algunas flores— y la
música), “seno”, “entraña”, etcétera.
Muchas de las dobles acepciones
provienen, por supuesto, de fenómenos
metonímicos, pero lo que importa aquí
es la aportación semántica en un
contexto concreto de seres, objetos y
abstracciones a que nos lleva la palabra
poética. Enumeramos algunos de estos
ejemplos, ofreciendo sus posibles
significados, a sabiendas de que José
Antonio Muñoz Rojas los conoce todos.
Las definiciones están tomadas de Julio
Casares (1994) y de María Moliner
(1994):
aspereza: Calidad de áspero; desigualdad del
terreno, escabrosidad,
brizna: Filamento o partícula larga y delgada de
una cosa; Hebra que tiene en la sutura la
vaina de la judía y de otras legumbres,
candela: Vela para el alumbrado; Flor del
castaño;
candelera; unidad de medida para la luz; lumbre;
claro que deja el fiel de la balanza
cuando se inclina a la cosa que se pesa,
celo: Cuidado y diligencia con que se procura
el cumplimiento de los deberes; Amor a
la gloria de Dios y al bien de las almas;
Recelo o envidia; pl., Sospecha de que
la persona amada ponga su cariño en
otra; Apetito
venéreo
en los
irracionales.
clavo: Barrita de hierro con cabeza y punta, que
sirve para fijarla en alguna parte, o para
asegurar una cosa a otra; Capullo seco
de la flor del clavero; Daño que uno
recibe; Dolor agudo, o grave aflicción;
Tumor que sale a las caballerías en la
cuartilla,
copa: Vaso con pie para beber; Todo el líquido
que cabe en una copa; Conjunto de
ramas que forman la parte superior de
un árbol; Parte hueca y superior del
sombrero; pl., Cabezas del bocado del
freno.
entraña: Cada uno de los órganos importantes
conocidos en las principales cavidades
del cuerpo; Lo más íntimo o importante
de una cosa; Lo más oculto o
escondido; El centro, lo que está en
medio; índole o carácter de una
persona; etcétera,
hierro: Se trata de un uso metonímico que no
siempre se refiere al mundo de la
agricultura, aunque en algunos casos el
poeta emplea este sustantivo para
referirse al arado (aquí el fenómeno
metonímico), como ocurre en el soneto
II de Abril del alma (en Rayo sin llama
se refiere, sin embargo, a la herradura
del caballo: «¡Corazón prisionero y
emigrado, que con cada latido el hierro
labra, y que convierte en sueño cuanto
toca!»).
hocino: Instrumento cortante, compuesto de un
hierro corvo con mango, que se usa para
podar y cortar leña; El que usan los
hortelanos para trasplantar; Terreno que
dejan las angosturas de las faldas de las
montañas o los valles estrechos, cerca
de los ríos o arroyos; pl., Huertecillos
que se forman en dichos parajes;
Angostura de los ríos entre dos
montañas,
lecho: Cama para descansar y dormir; Cama
para el ganado; Cama de los carros;
Madre de río, cauce,
lozanía: Fuerza, verdor y frondosidad en las
plantas; En los hombres y animales,
viveza y gallardía; Orgullo, altivez,
mayo: Quinto mes del año; Árbol o palo alto,
convenientemente adornado que se
pone en un lugar público en que han de
celebrarse fiestas, danzas, etcétera;
Ramos que ponen los novios a las
puertas de sus novias; pl., Músicas y
cantos con que obsequian los mozos a
las solteras.
misión: Poder que se da a una persona para
desempeñar algún cometido; Porción de
víveres que se da a los segadores como
remuneración.
orilla: Ribera, límite de la tierra, que la separa
del mar, lago, río, etcétera; Vientecillo
fresco,
palma: Palmera; Cualquiera de las plantas
monocotiledóneas, siempre verdes, de
tallo leñoso, sin ramas, coronado de
grandes hojas que se parten en lacinias;
Parte interior y algo cóncava de la
mano, desde la muñeca hasta los dedos;
Gloria, fama, triunfo,
remanso: Detención o suspensión de la
corriente del agua u otro líquido;
Pachorra, lentitud,
remo: Instrumento de madera, en forma de pala
larga y estrecha, que sirve para mover
las embarcaciones haciendo fuerza en el
agua; Brazo o pierna, en el hombre y en
los cuadrúpedos; pl., En las aves, cada
una de las alas,
renuevo: Renovación; Vástago que echa el
árbol después de podado o cortado.
saeta: Asta delgada y ligera, con punta de hierro
que, disparada con el arco, sirve de arma
arrojadiza; Punta del sarmiento que
queda en la cepa cuando se poda; Copla
breve y fervorosa que se canta al paso
de las imágenes en algunas procesiones
religiosas,
seno: Concavidad o hueco; Pecho (cuerpo
humano);
Cualquiera
de
las
concavidades interiores del cuerpo del
animal; Regazo,
trasplantar: Mudar un vegetal del sitio donde
está plantado a otro,
trompeta: Instrumento músico de viento;
(trompeta) de amor: Girasol.
vado: Paraje de un río con fondo firme y poco
profundo, por donde se puede pasar
andando, cabalgando o en carruaje;
Solución, curso, remedio o alivio de
algún mal o dificultad; Tregua,
interrupción,
vena: También este sustantivo plantea una doble
lectura en el caso de Muñoz Rojas: en
el soneto I de Abril del alma leemos:
“…y la gloria / del viento en los
cabellos, y en la vena / este rumor de
sangre y de colmena…”. Esa vena que el
poeta escoge para este verso, acoge dos
significados que se funden y
complementan: por una parte, el
significado del campo semántico de la
agricultura, que según María Moliner
sería doble (“Filamento de tejido
conjuntivo de los que surcan las hojas
vegetales formando un reticulado” y
“Conducto subterráneo natural por
donde corre agua”; de este último
tenemos
un derivado
precioso,
“venero”); por otra, el significado del
campo semántico del cuerpo humano
(en María Moliner, “Cada uno de los
vasos por donde vuelve la sangre al
corazón después de haber bañado los
tejidos”).
Notas al prólogo
[1]
Incluye Cuevas los libros casi
completos (o a veces selecciones de
poemas por periodos cronológicos o
temáticos) Poemas de juventud,
Ardiente jinete, Canciones, Al dulce son
de Dios, Sonetos de amor por un autor
indiferente,
Abril
del
alma,
Dedicatorias
y
divertimientos,
Cancionero de la Casería, Cantos a
Rosa, Consolaciones y Lugares del
corazón y Oscuridad adentro. Muchos
de estos títulos han sido modificados en
cuanto al número de textos, el orden o su
contenido en nuestra edición. <<
[2]
Del discurso pronunciado en el
Colegio de Abogados de Málaga
(febrero de 2003). <<
[3]
“La alacena olvidada: Estudio y
edición de la Obra Completa en verso
de José Antonio Muñoz Rojas.
Universidad de Granada. Departamento
de Teoría de la Literatura, 2008.
Dirigida por Antonio Chicharro
Chamorro, el tribunal estuvo constituido
por Antonio Carvajal, Antonio Sánchez
Trigueros, Enrique Baena Peña, José C.
Paulino Ayuso y Álvaro García, quienes
revisaron el texto íntegro de la poesía
completa del autor que aquí ofrecemos.”
<<
Notas
[1]
Los poemas I, II, III, V, VI, VII, VIII y
IX han sido rescatados de su sola
publicación en la revista Verbum
[Versos de retorno y otros versos,
Buenos Aires, Verbum (Revista del
Centro de Estudiantes de Filosofía y
Letras), 75, 1930, pp. 449-459]; aquí se
incluían trece poemas de Versos de
retorno (“próximo a aparecer”), con
nota de Ángel J. Battistessa. El poema
“Muriendo ya, clavel…”, sólo lo hemos
localizado en la revista Síntesis [Versos,
Buenos Aires, Síntesis (Artes, Ciencias
y Letras), 38, julio de 1930, pp. 105107]: aparecen los poemas de Versos de
retorno “Muriendo ya, clavel…”,
“Mirador, 3: Margarita en la Gran Vía /
Aire”. El último poema (“Amor de todas
las cosas”) estuvo inédito hasta que
Rafael Inglada hizo su edición [La
rebusca, Martita Wiessing (il.), Málaga,
“Poesía Circulante”, 14, Imprenta Sur,
Unicaja, 1998].
El resto de poemas —IV, X, XI, XII y el
V (en Verbum también)— más los dos
primeros de “Poemas tempranos”,
fueron los seleccionados por Cristóbal
Cuevas en José Antonio Muñoz Rojas:
Poesía (1929-1980), Cristóbal Cuevas
(ed., sel. y pr.), Excelentísimo
Ayuntamiento de Málaga (“Ciudad del
Paraíso”, I), 1989. No hemos publicado
aquí más que la selección definitiva del
autor de los poemas pertenecientes a
esta época.
El autor ha desechado los siguientes
poemas: “Desolado” y “Miedos”, en
Sevilla, Revista de Filosofía y Letras,
1, diciembre de 1928, p. 10, y “Adrina”,
en Manuel Altolaguirre y Concha
Méndez (imp.), Madrid, 1932. En cuanto
al libro Versos de retorno, éste era más
extenso, pero el autor se niega a
publicarlo íntegramente. Realmente no
tienen el resto de poemas más que un
valor testimonial. <<
[2]
Málaga, Imprenta Sur, 1929. La
redacción de este libro pertenece a los
veranos de 1928 y 1929, cuando el autor
pasa sus vacaciones en Antequera
leyendo a Machado y a Juan Ramón
(“¡Oh esos libros, guías de la primera
juventud, en la que somos como la tierra
dispuesta a la semilla (…) y en cuyo
verso amigo hallará su aire propio la
ensoñación salvadora, la musaraña
eterna!”). Versos de retorno es el
resultado del descubrimiento de la
poesía de manos de Machado, el vuelco
de sus primeras y propias ensoñaciones
poéticas. El manuscrito lo recibiría
Jorge Guillén, quien dijo en carta al
poeta: “Usted va, usted sale: ¿por qué, y
de qué, retorno!”. Ernesto Giménez
Caballero dice en la Gaceta Literaria
que más que de retorno, son del entorno
literario, aludiendo a sus claros ecos de
Machado, Juan Ramón y los poetas
románticos de sus lecturas infantiles.
Pero la publicación del librito en la
Imprenta Sur de Málaga le trae el trato
con Emilio Prados, Manuel Altolaguirre,
José Mª Hinojosa y José Luis Cano. La
influencia de la lectura de los poetas
románticos se palpa en estos versos, ya
que su primer contacto infantil con la
literatura le vino de su abuela (cfr. 48):
“Mi abuela sabía muchos versos de
Espronceda, de Zorrilla, de Bécquer.
Gustaba recitarlos las noches de luna…”
{La gran musaraña). <<
[3]
Una de sus primeras lecturas poéticas
fue la Segunda Antolojía Poética de
Juan Ramón. <<
[4]
Sustituimos
“caminitos”
por
“caminos” a CC para mantener el
octosílabo. <<
[5]
Reminiscencias clarísimas de su
maestro Antonio Machado, cuya lectura
por aquellos veranos fue una revelación
para el poeta. <<
[6]
Madrid, Nueva Revista, 6, 14 de
marzo de 1930, p. 3. <<
[7]
Madrid, Nueva Revista, 4, 31 de
enero de 1930, p. 1. <<
[8]
[Revista] Poesía, coordinada por
Manuel Altolaguirre y Concha Méndez,
París, [ca. 1931]. Según el testimonio de
Muñoz Rojas, en el n° 4, en edición de
lujo, se publica un poema del autor junto
con los de otros poetas, entre los que
estaba Gerardo Diego. <<
[9]
Manuel Altolaguirre (imp.), Madrid,
Ediciones Héroe, 1933. El autor sólo
conserva el original mecanografiado,
fechado en 1932. Los datos de la
edición los tomamos de Enrique Baena
Peña, “Estudio y edición crítica de las
obras de José A. Muñoz Rojas”, en
Literatura española contemporánea, II,
Universidad de Málaga, 1988 [se trata
del guión de un proyecto inédito]. Este
original se reproduce en facsímil en
Galeote, Revista de Poesía, 8
{Homenaje a José Antonio Muñoz
Rojas), Excmo. Ayuntamiento de
Antequera, 1991; contiene textos
dedicados a la obra y figura del autor,
por un gran número de escritores, como
Dámaso Alonso, Manuel Alvar,
Fernando Ortiz…, y poemas escritos al
autor por Mª Victoria Atencia, José Luis
Cano, Carmen Conde, Elena Martín
Vivaldi, Pablo Gª Baena, Vicente Núñez,
etcétera. <<
[10]
“Dover 30 de octubre”, Antequera,
1933. Del original sólo se conserva la
portada, vista, con estos datos, y una
prueba de imprenta, guardada por el
autor (dedicada a Pedro Salinas). Se da
noticia de esta publicación, con
reproducción de la portada original, en
Galeote, 8 (Homenaje a José Antonio
Muñoz Rojas) —cfr. 9. <<
[11]
[Palabras preliminares a] Ardiente
jinete,
Ángel
Caffarena
(ed.),
Diputación Provincial de Málaga
(“Puerta del Mar”, I), 1984. <<
[12]
Ardiente jinete, Ángel Caffarena
(ed.), Diputación Provincial de Málaga
(“Puerta del Mar”, I), 1984. El subtítulo
del libro es Poemas de amor (19311954). En esta publicación se incluyen
los libros Este amor (vid. infra),
Sonetos de amor por un autor
indiferente (cfr. 33), una selección de
sonetos, titulada Sonetos de Amor de
“Abril del alma” y de “Lugares del
corazón” y, por último, Cantos a Rosa,
con los 37 poemas de la 1.ª ed. (cfr. 72).
La composición de Ardiente jinete
abarcó desde 1931 a 1934, año en que
Muñoz Rojas lo presentó al Concurso
Nacional, obteniendo un tercer premio,
compartido con José Mª Morón y
Alfonso Marqueríe (el primero fue para
Aleixandre y el segundo, para Cernuda y
Altolaguirre); gracias a ese concurso
conocerá a muchos de sus amigos y
maestros futuros. Sin embargo, el
original ardió en los Archivos de Cruz y
Raya, donde se estaba preparando su
edición, y sólo se ha salvado una parte,
el poemario Este amor —guardado por
Amalio Gimeno—, que es el publicado
con el título del libro original, cincuenta
años después, en la edición de Ángel
Caffarena.
Para
más
detalles,
recomendamos consultar el Ensayo
introductorio de Cristóbal Cuevas y las
Palabras preliminares de Muñoz Rojas
al libro, que se incluyen en ambas
ediciones (Caffarena y CC). Omitimos
el subtítulo de Este amor, que era
“Amor corriente” y encabezaba los
poemas. <<
[13]
El autor siempre se ha referido a sus
sonetos con este término, por no haberse
considerado a sí mismo nunca versado
en dicho arte. <<
[14]
El tú o receptor lírico de algunos
poemas del autor, como los de Este
amor, el “Salmo” de Oscuridad adentro
o Entre otros olvidos, suscita
ambigüedad. En este poemario es
predominantemente el Amor (“Como
eres más alto que yo”, “Amor, te tengo
abandonado y no lo mereces”), aunque
otras veces es la amada (“e irnos allí,
amiga”, “De todas las que están ausentes
/ tú eres la que no te alejas.”); incluso se
refiere al amor en tercera persona (“El
amor es una incógnita”) y hallamos
combinaciones de este tipo que sugieren
a la vez extrañeza y complicidad,
posiblemente heredadas de la poesía
amorosa de John Donne. <<
[15]
Frases
interrogativas
sorprendentemente extensas para el
verso contemporáneo (El“Salmo” de
Oscuridad adentro o los alejandrinos de
Abril del alma ofrecen bastantes
ejemplos), posible influencia de la
apasionada lectura en su juventud de los
místicos españoles e ingleses y, sobre
todo, de las largas frases en la poesía de
T. S. Eliot. El encabalgamiento en sus
versos sirve de hilo conductor de una
poesía estilísticamente cercana en
ocasiones al enunciado de los filósofos
clásicos latinos y del humanismo
renacentista. <<
[16]
Omitimos el último poema que
aparecía en CC [XVI, “Final de amor:
(Coda de los años sesenta)”], que
comenzaba “Amor, te me vas, te me has
ido…”, por voluntad del autor; no
pertenecía al libro original. <<
[17]
El texto original de Canciones es el
que aparece en CC, el mismo texto
escogido en Canciones: (1933-1940),
Francisco Torres (ed.), Jesús M.
Labrador (il.), Benalmádena, Ediciones
de aquí (“Seguro Azar. Poesía” I), 2003.
Los poemas que hemos añadido al libro
para terminar de completarlo se
especifican en notas 22, 23, 24 y 25. La
puntuación ha sido modificada en esta
edición bajo el beneplácito del autor. <<
[18]
La mayoría de los poemas de este
libro pertenecen, según fechas de los
cuadernos manuscritos originales, al
invierno de 1936. <<
[19]
Poema escrito en Cambridge el 24
de febrero de 1936, al contemplar a una
ciclista en un parque. <<
[20]
El polisíndeton, reforzado con la
extensión de
diferentes
tiempos
verbales, será marca fiel de sus últimos
libros de poemas (Novísimos a Rosa,
Objetos perdidos, Entre otros olvidos y
La voz que me llama), que introduce
series de especificaciones a una misma
realidad o bien enumeraciones. Pero
pocos rasgos estilísticos en la obra de
Muñoz Rojas son tópicos absolutos; en
este libro hallamos multitud de casos de
amplio encabalgamiento. <<
[21]
“Amor, oh pluma…”, Córdoba,
Zubia [3.ª época], 14, septiembre de
1986. <<
[22]
Recogido de La rebusca, Rafael
Inglada (ed.), 1998 (cfr. 1). No
perteneciente al libro original, lo
incluimos aquí por su tono similar al de
Canciones y su idéntica cronología. <<
[23]
Id., 22. <<
[24]
Id., 22. El poema está escrito tras
contemplar el cristal roto del marco que
contenía la foto de su esposa, Mª
Lourdes Bayo Alessandrí. <<
[25]
Id., 22. <<
[26]
La métrica en este libro es
variadísima. Los cinco poemas iniciales
en versículo, su complicada sintaxis, así
como la abundancia de extensas
coordinadas y subordinadas para la
descripción de la naturaleza, hicieron
que dudáramos sobre su inclusión en un
libro aparte, bajo este título. Hasta CC,
sólo conocemos la publicación del
poema “Paso de Dios” en Córdoba,
Cántico, 4, abril de 1948. <<
[27]
Unimos dos versos que aparecían
separados en CC. <<
[28]
Hallamos en este libro claros
ejemplos del hipérbaton y del largo
encabalgamiento estrófico que aparecen
en toda su obra (Ardiente jinete, primera
parte en alejandrinos de Abril del alma
u Oscuridad adentro). <<
[29]
Error de concordancia que no puede
ser corregido pues fallaría la rima (“que
la azucena y la gayomba canten”). <<
[30]
Cfr. 26. <<
[31]
La descripción del calvario de Jesús
recuerda en su tono, entre el naturalismo
y la ternura, a las descripciones del
Comendador Ruy Díaz de Rojas de su
novela El Comendador, Clara Martínez
Mesa (ed.), Valencia, Pre-Textos, 2006;
tanto a las inspiradas en testimonios
populares, como a las líricas que
conforman el relato del autor, que enlaza
emoción y fantasía con datos históricos.
Lo mismo ocurre en este romance.
Hallamos además fórmulas típicas del
romance medieval, como el dativo
afectivo, la anáfora, las interrogaciones
retóricas o las citas interiores en estilo
directo. Vid. “Romance de Don
Sebastián, Rey de Bastos” en
Dedicatorias y divertimientos. <<
[32]
Aparente error de concordancia
(debería decir “quiénes”), trasladado
sin embargo del habla popular local. <<
[33]
Sonetos de amor por un autor
indiferente,
Málaga,
Ediciones
Meridiano, 1942; Sonetos enamorados,
Madrid, Ediciones Escorial, 1943, pp.
411-415 (consta de 8 sonetos escogidos
de Sonetos de amor por un autor
indiferente)', Sonetos de amor por un
autor indiferente: (los publica José
Antonio Muñoz Rojas), Antonio
Carvajal (ed.), Universidad de Granada,
Aula de Poesía del Secretariado de
Extensión Cultural/Vicerrectorado de
Extensión Universitaria, 1984; también
en CC. <<
[34]
El autor continúa la tradición
literaria del manuscrito encontrado, al
modo de Cervantes o Unamuno. <<
[35]
Se trata de Don Trinidad de Rojas,
su antepasado decimonónico. En La
gran musaraña: (memorias), Valencia,
Pre-Textos, 1994, leemos “En la familia
hubo un poeta, tío Trinidad, vaya
nombre, llamarse Trinidad, hermano de
mi abuelo, malísimo para los negocios,
tenía una gran biblioteca, aquí vivió, ser
poeta, se podía ser muchas cosas…” <<
[36]
Don Juan de Rojas, hermano del
anterior. <<
[37]
Beatriz de Vibraye fue Condesa de
Suzenet; el autor cree fidedigna la
referida relación amorosa con su tío
Ramiro. <<
[38]
[Palabras preliminares a] Sonetos de
amor por un autor indiferente, 1942
(cfr. 33). La cita inicial del poemario
debe de pertenecer a Eros y Psique, de
Apuleyo, aunque en las versiones
consultadas aparece “ipsas aquas urere
consuevit”. <<
[39]
Este soneto fue el escogido por el
autor para el díptico que se imprimió en
recuerdo de su esposa, durante su misa
funeral en noviembre de 2003. <<
[40]
El poema surgió de la contemplación
de una fotografía de Marilu. <<
[41]
Reminiscencias de las metáforas del
amor cortés de los cancioneros
medievales
castellanos,
también
asimiladas de la poesía amorosa de John
Donne. <<
[42]
Abril del alma, Madrid, Adonais, IV,
1943. El poema XI (“Qué vendaval de
sueños te arrojan a mis playas…”)
aparece en Málaga, Litoral, 231-232
(La poesía del mar), 2001, p. 153. <<
[43]
Sustituimos “entienden” por
“extienden” a CC, y en el poema X,
“sácalas” por “sécalas”. <<
[44]
Abril del alma fue escrito en febrero
de 1942; se trata de un epitalamio que
contrasta con la nostalgia de la
primavera durante los primeros meses
invernales en la Casería del Conde,
recientemente habitada (cfr. 54). <<
[45]
Cfr. 15. <<
[46]
Encontramos en este libro amplias
similitudes retóricas con la poesía del
Siglo de Oro, especialmente con
Garcilaso, Aldana y Fray Luis de León,
con quien el poeta se hermana desde
siempre (recuérdese que su tesis
inacabada trataba sobre la relación de la
poesía española del Siglo de Oro con la
inglesa): “Y en tanto que, preñado, se
desploma / el cielo”, “Y al viento los
cabellos”; véase el parecido con los
comienzos de Garcilaso: “y en tanto que
el cabello, que en la vena / del oro se
escogió, con vuelo presto, / por el
hermoso cuello blanco, enhiesto,/ el
viento mueve, esparce y desordena”
(Soneto XXIII). También el hipérbaton y
el encabalgamiento adornando flores y
frutos, los epítetos bucólicos (“florido
almendro”, “el agua clara”, “redonda
alegría”, “primavera joven”), las
metáforas comunes del locus amoenus
(“altísima morada”, “¡Oh laderas de
octubre tus dorados cabellos!”) y la
fusión del alma enamorada con la
naturaleza cómplice (“atando nuestra
voz a la voz de las aves”, “cuando la luz
sale riente a recibirnos”, / “Rocas y
tempestades, suspiros y cadenas”, “¡Oh
estación de mi vida y lugar de mis
gozos”). <<
[47]
Sustituimos “frente” (CC)
“fuente”. <<
por
[48]
La parte inicial de este poemario
había permanecido inédita, y sólo se
publicó el último poema (“Sueño
adentro”) en Rescoldos, Antonio
Carvajal (pr.), Clara Martínez Mesa (ed.
y not.), Sevilla, Point de Lunettes
(“Cáliz verde”, 5), 2005, antología de
inéditos y otros textos de difícil acceso
hasta ese momento, bajo la temática
común de la creación poética. El
original, manuscrito y mecanografiado,
apareció durante nuestro proceso de
catalogación del archivo de Muñoz
Rojas, guardado junto a los manuscritos
de Abril del alma. El poemario,
dedicado implícitamente a su abuela
Teresa (cfr. 49), pertenece según el autor
casi a la misma época de composición
que aquél (finales de los cuarenta y
principios de los cincuenta). Insistí en
que los revisara y de ello resultó esta
versión definitiva con algunos cambios
sobre el original encontrado, por lo que
se trata de una composición de aquella
época con modificaciones de 2003. Se
publicó únicamente uno de los poemas
de la segunda parte (“Bajaban los
almendros…”) en Málaga, Caracola, 2,
diciembre de 1952. El título del libro
sigue la corriente de las diversas
Consolaciones de Séneca y Ovidio.
En CC sólo se incluyó el siguiente
fragmento del primer poema, con
numerosas variantes con respecto al
original:
as tus ojos sean árboles de mis pájaros,
as esa ternura que tienes, esa tierra
te de tu carne, donde crecen varones,
verso te digo dónde tengo mi tierra.
trecho entre mares, brazo de río, cañada
mosura, mi herriza por la tarde, tremenda
a entre olivares, verdor entre barbechos,
veranos fuente, en secanos ribera!
la sombra, la muerte? ¿Acaso existe
amante
pejo, sin noche? Por el río tan ligera,
que es su misma andadura, que el agua
do, sin sentirla, entre el correr la lleva.
o acordamos, nada va quedando en
nosotros
de no haya puesto su dulzura la tierra.
<<
[49]
Las sombras simbolizan en toda su
obra
personas
fallecidas
que
pertenecieron a una época feliz en su
vida,
o
simplemente
imágenes
nostálgicas de la infancia. En este caso
se trata de una evocación de su abuela
materna, Dª Teresa Arrese Rojas, quien
lo crió tras la muerte prematura de la
madre del autor, Dª Carmen Rojas
Arrese-Rojas, en febrero de 1911,
cuando éste contaba sólo dieciséis
meses. Las sombras, una de sus
reeditadas obras en prosa poética,
contiene la mayoría de estos
melancólicos recuerdos, mientras que en
Las musarañas se muestra la vertiente
más dichosa de su infancia. <<
[50]
Desde este poema hasta el final del
libro se encuentran los poemas que
aparecían en CC bajo el título conjunto
Consolaciones y Lugares del corazón;
se trata de la segunda parte hallada
originalmente. Se ha omitido el último
poema, “Los niños”, por considerarlo el
autor poco valioso desde el punto de
vista formal y por no guardar relación
con el conjunto del libro. <<
[51]
Se trata en este caso de la residencia
veraniega de su familia, de su casa más
añorada de la infancia, el cortijo La
Alhajuela, hoy en ruinas, situado en la
ladera de la sierra del Torcal de
Antequera. Hay diversas descripciones
de este lugar en Las Musarañas
[Madrid, Revista de Occidente, 1957;
Cet âge lointain. Las musarañas,
François Pechère (tr.), Bruxelles, 1977;
Las musarañas, Valencia, Pre-Textos,
2002] y en La gran musaraña (cfr. 35).
De este último: “Lo que a nosotros nos
hubiera gustado de verdad era pasarnos
la vida en La Alhajuela, meter las manos
en sus aguas corrientes, subir a la sierra,
estar con los borreguillos o los chivos,
porque ésos sí que eran lo que eran, y no
los animalitos que nos pintaban en los
libros”. <<
[52]
Evocada frecuentemente en sus
versos, se trata de la casa de su abuela
Teresa (cfr. 48 y 49), ubicada frente a la
natal del poeta, y donde transcurre su
infancia; estaba situada en la calle
Carrera de Antequera, entre dos
conventos, el de las DescalzasCarmelitas —templo de culto para la
familia del autor— y el de la Victoria
(franciscanas). En Las Musarañas (vid.
supra) aparece descrita al detalle. <<
[53]
Cfr. 51. <<
[54]
Publicado como conjunto en CC, se
trata de una selección de poemas
escritos en verso sobre el campo y sus
gentes, escritos todos ellos durante este
periodo. Véanse los textos que han sido
añadidos para nuestra edición, con los
cuales se cierra el libro, incluidos los
inéditos que habían quedado atrás —cfr.
62 y 71—, La Casería del Conde es
residencia del autor con su esposa desde
mediados de los años 40. Después se
trasladaron a Madrid por motivos
laborales: Muñoz Rojas comienza a
dirigir la Sociedad de Estudios y
Publicaciones del Banco Urquijo, de la
mano de Juan Lladó (cfr. 110). Tras la
jubilación del autor en 1983, la Casería
se convierte en su residencia habitual
hasta la actualidad. El cultivo de las
extensas tierras de labranza anejas llevó
a que Muñoz Rojas se familiarizara con
los oficios del campo, e hiciera de ellos
vastísimo terreno léxico para su obra
entera.
Aparecieron
en
Caracola,
11,
septiembre de 1953, tres poemas de la
serie “Altos Mayos”, y en el n° 18 (abril
de 1954), otros tres, todos ellos con
variantes iniciales. <<
[55]
Suprimimos el artículo “el” delante
de “estío” a CC. <<
[56]
En Coplillas, Málaga, El
Guadalhorce (“Cuadernos de María
José”, IX), 1966, aparecieron algunas de
estas coplas. Son evidentes en ellas los
ecos de Machado, que ya encontramos
en sus poemas tempranos. Otras
aparecieron en “Coplas”, Homenaje a
Ángel Caffarena, Diputación Provincial
de Málaga, 1986, pp. 58-59. La que
comienza “Y agua cuando tengan sed…”
presenta aquí una variante a CC: se
sustituye “suerte” por “muerte”, que es
lo correcto según el autor. <<
[57]
Escritas a su hija mayor, Teresa. El
autor gustaba de escribirles a sus hijos
poemas a modo de romancillos, cuentos
y villancicos que se han quedado en su
mayoría en el ámbito familiar, por falta
de intención editorial. <<
[58]
Publicado en su mayor parte en
Cancionerillo de la Casería: (19401945), Ángel Caffarena (ed.), Málaga,
El Guadalhorce (“Ángel”, 5), 1987. <<
[59]
Suprimimos las mayúsculas para
nombrar estas flores a CC. <<
[60]
Suprimimos “de” a CC. <<
[61]
Sustituimos “ni” por “mi” a CC. <<
[62]
Rescatamos este soneto que sólo
apareció en una publicación no venal de
47 ejemplares: José Antonio Muñoz
Rojas,
Dos
sonetos,
Ediciones
Imperfectas (“Selección de poesía
española”, Amina y Salvador López
Becerra (imp.), Jesús Martínez Labrador
(il.), 2006. <<
[63]
Inspirado en un caso real: Ana
Jurado Moscoso merodeaba por la
Casería durante la juventud del poeta.
<<
[64]
Yegua muy querida por Muñoz
Rojas. La adoración del autor por los
caballos ha sido constante durante toda
su vida —a esta afición dedica el
poemario Rayo sin llama. <<
[65]
Referencia a los vastos olivares que
rodean la Casería. <<
[66]
Evidente carpe diem, eco sobre todo
de sus lecturas de Garcilaso y Aldana
(“Coged de vuestra alegre primavera /
el dulce fruto antes que el tiempo airado
/ cubra de nieve la hermosa cumbre”,
Soneto XXIII de Garcilaso). <<
[67]
Caso real que sucedió en las
inmediaciones de su casa. El manuscrito
de este poema, fechado en 1938, es uno
de los primeros del Cancionero. <<
[68]
Nicolás era un jornalero de la
Casería que sabía y contaba la historia
de los olivos como si fuera la ciencia
más importante del mundo; le dedicó el
capítulo “Nicolás el historiador” en Las
cosas del campo, Madrid, Ínsula, XIII,
1952; Barcelona, Destino (“Áncora y
Delfín”, 474), 1976; Barcelona, Orbis
(“Grandes autores españoles del siglo
XX”, 94), 1985; Martita Wiessing
Oropesa (il.), Valencia, Pre-Textos,
1999; Manuel Borrás (sel.), Martín
Chirino (il.), Fundación Caja Madrid,
noviembre de 2006 [edición antológica
de lujo de 91 ejemplares]. <<
[69]
Madrid, Correo Literario (“Arte y
letras hispanoamericanas”, 7), 1 de
septiembre de 1950, p. 3. Incluido
después en José Luis Cano, Antología
de la nueva poesía española, Madrid,
Gredos, 1978, pp. 330-338. Siempre
quiso revisar este poema pero no lo
hizo; lo considera inacabado. El título es
homenaje a Virgilio. <<
[70]
Sustituimos
“tenderse”
“tenderme” a CC. <<
por
[71]
Añadimos al Cancionero estas
octavas, compuestas en la misma época,
que quedaron inéditas. En ellas se
transmite el más hondo homenaje a los
trabajadores del campo a la vez que se
labra la estrofa de Bocaccio, con
Boscán y Góngora. <<
[72]
Cantos a Rosa, Madrid, Rialp
(“Adonais”, CXIV), 1954; en esta 1.ª
edición se incluye, además de los 37
poemas de Cantos a Rosa, el libro
inédito
Canciones
(incluido
independientemente por CC), en el que
aparecen poemas como “La madre” y
“Epitalamio”. “Rosa” [poema II],
aparece en Breviario de Poesía
malagueña contemporánea: (18811965), Mª Victoria Atencia y Juvenal
Soto (ed.), Málaga, El Guadalhorce,
noviembre de 1975; de esta edición
acogemos las variantes al texto con
respecto a CC y a Pre-Textos, 1999;
sustituimos “pasar,” por “pesar” y
suprimimos los signos de admiración
ante “Oh Rosa, espera”. En CC no
aparecen los poemarios “Póstumos a
Rosa” ni “Novísimos a Rosa”, que sí se
recogerán en 1999 y ahora. <<
[73]
Se han eliminado las comillas para
reproducir las palabras de Rosa o de
José, ya que resultan innecesarias y
entorpecen la lectura encadenada de los
versos. <<
[74]
Existe una grabación de este poema
en la voz de Muñoz Rojas en
www.cervantesvirtual.com. <<
[75]
Sustituimos “aleve” (en CC) por
“leve” (comprobado el original
autógrafo). <<
[76]
Traslación del cogito ergosum
cartesiano a la filosofía propia del autor,
que asevera y después pone en duda. <<
[77]
“No morirá la Rosa marchitada.”:
Véase la semejanza estructural y
acentual, con el verso de Garcilaso (cfr.
66) “Marchitará la rosa el viento
helado”. Volviendo al tópico del carpe
diem, estos cantos reflejan un
romanticismo que va más allá del paso
del tiempo y de la fugacidad de lo
material. <<
[78]
Suprimimos “y” para que resulte el
endecasílabo a CC. <<
[79]
José Hernández es pintor y grabador,
amigo del poeta; el poema se refiere a
un grabado que le regaló éste recreando
la Rosa de sus poemas (vid. 109). <<
[80]
Sustituimos “que” por “qué” a
Cantos a Rosa, 1999. <<
[81]
Suprimimos las comillas a Cantos a
Rosa, 1999. <<
[82]
El tema de la quema de los rastrojos
aparece de forma muy similar en el texto
“Arden los rastrojos” de Las cosas del
campo (cfr. 68). <<
[83]
Libro inédito hasta la edición de
Cantos a Rosa, 1999. <<
[84]
Sustituimos “porqué” por “por qué”
a Cantos a Rosa 1999. <<
[85]
En esta nota intratextual el poeta
descubre sus dos mayores símbolos
literarios, rosa y abril, referidos a una
primavera ideal del corazón, a un estado
de dicha plena que la poesía intenta
reflejar en su búsqueda de la belleza. <<
[86]
En Cantos a Rosa 1999 aparece“…
mas que Rosa y Abril, ¿cuándo / qué
sería de Abril…”. Compensamos esta
errónea puntuación. <<
[87]
Cfr. 4 y 153. <<
[88]
Recogido de La rebusca, 1998 (cfr.
1). Se publicó la primera versión en
Caracola, 46, agosto de 1956,
presentando variantes que el autor
revisó y corrigió definitivamente para
aquella edición. <<
[89]
En CC y Lugares del corazón, en
nueve sonetos que los celebran, Ángel
Caffarena (ed.), Málaga, Dardo [Antigua
Imprenta Sur] (“Cuadernos de María
Cristina”), 1962. <<
[90]
Cfr. 52. <<
[91]
Suprimimos la mayúscula al nombre
“paz” a CC. <<
[92]
Sustituimos “sigue” por “siguen” a
CC. <<
[93]
Cfr. 51. <<
[94]
El poeta y Marilu tienen siete hijos:
Teresa, Rafael, Juan Lucas, Eduardo,
Gracia, Pablo y Pedro. <<
[95]
[Varios textos: “La ciudad”, “Plaza
Mayor”, “Madrid en flor, en flor y
primavera…”], ABC, 14 de octubre de
1971. <<
[96]
Publicado en el n° 42 de la revista
Caracola (tomo la referencia del
cuaderno donde se encuentra el original
manuscrito del autor). <<
[97]
Soneto inédito de los años 60 que
incluimos en este libro por similitudes
cronológicas y temáticas, que sólo se
imprimió en un pliego de felicitación
familiar, la Navidad de 1987. Se trata
del
único
poema
dedicado
explícitamente a su madre. <<
[98]
Escrito también en los años 60, no
perteneciente al poemario original y
sólo publicado en Dos sonetos inéditos,
1999 (cfr. 62). <<
[99]
Selección de poemas dedicados y
otros joviales, sólo aparecidos en CC.
<<
[100]
A su gran amigo Vicente
Aleixandre, dedicaría varios textos: “A
cielo raso. Vicente Aleixandre: La
destrucción o el amor”, Madrid, Cruz y
Raya, 25, 1935, pp. 135-147; “Sombra
del Paraíso, por Vicente Aleixandre”,
Madrid, Escorial, 43, 1944, pp. 458463; “Vicente Aleixandre a treinta años
vista”, Madrid-Palma de Mallorca,
Papeles de Son Armadans, 22-23,
noviembre-diciembre de 1958, pp. 322323, después incluido en Amigos y
maestros, 1992; “Carta a Vicente
Aleixandre sobre amistad y poesía”,
Madrid, Ínsula, 374-375, enero-febrero
de 1978, después incluido en Amigos y
maestros, 1992; “Testimonio”, en
Vicente Aleixandre: Primeros poemas,
Madrid, Revista de Occidente [Anexo al
n° 44, XII, extraordinario, edición
facsímil], 1985. <<
[101]
“A un poeta ausente: (Emilio
Prados)”, Ángel Caffarena (ed.),
Málaga, Dardo, 1964. También le
dedicaría las semblanzas “Memoria de
Emilio Prados”, en Cita sin límites:
Homenaje a Emilio Prados en el
centenario de su nacimiento, Mª José
Jiménez Tomé (coord.), Universidad de
Málaga, 2001 y “A Emilio Prados en su
libertad”, Málaga, Puertaoscura, 6,
1988, p. 46. Ambos incluidos en Amigos
y maestros, 1992. <<
[102]
Poema dedicado a Antonio
Machado. En prosa escribió la
semblanza “Encuentro con Antonio
Machado”, Madrid, Ínsula, 58, octubre
de 1950, p. 8; después incluido en
Amigos y maestros, 1992. El siguiente
poema (“Verano de 1928”), lo
rescatamos de su sola publicación en
Antología de la poesía malagueña
contemporánea, Ángel Caffarena (ed.),
Málaga, El Guadalhorce, 1960, p. 142.
<<
[103]
Poema escrito inmediatamente tras
la muerte de Miguel Hernández. Este
poema apareció en Homenaje a Miguel
Hernández, Barcelona, Plaza & Janés,
1975, p. 174. También, bajo el título
“Encuentro con Miguel”, en Barcelona,
Pliego de Poesía [suplem. de El
Ciervo], 70 (“Homenaje a Miguel
Hernández”), 1992. Acerca de la lucha
de Muñoz Rojas, Vicente Aleixandre y
otros amigos por la vida del poeta,
recomendamos la lectura de Cartas de
Vicente Aleixandre a José Antonio
Muñoz Rojas (1937-1984), Irma
Emilozzi (ed.), Mª Carmen Martínez
Pereira (col.), 2005. <<
[104]
El poeta realizó una ponencia en
Gredos bajo la tutoría de Alfonso
Querejazu, para lo cual escribió Verso y
prosa de Gredos, Madrid, Gráficas
Valera, 1963, pp. 27-44. El ensayo,
titulado “Carta al Padre Alfonso
Querejazu
sobre
la
perfección
cristiana”, conforma uno de sus
manifiestos poéticos fundamentales.
Apareció después en Rescoldos (cfr. 1).
<<
[105]
“A Dámaso Alonso en sus alturas”,
en Homenaje universitario a Dámaso
Alonso, Madrid, Gredos, 1970, p. 33.
<<
[106]
“Homenaje a Jorge Guillén”,
Excmo. Ayuntamiento de Málaga, 1983.
Se refiere el autor en el poema al
momento en que entregó a Guillén su
primer libro, Versos de retorno, de cuyo
título se avergonzaría años después,
debido a la temprana edad con que lo
compuso. Jorge Guillén le escribió:
“Usted va, usted sale: ¿por qué, y de
qué, retorno?”. <<
[107]
El escultor Jesús Martínez Labrador
es autor de tres retratos escultóricos
testimoniales del autor. Éste es el único
poema que incluimos en la sección
“Dedicatorias” que no aparecía en CC.
<<
[108]
Aparece otro poema (“Como no
había labios que acudieran a las
aguas…”), también dedicado a su
hermano Rafael, en Madrid, La
tentativa poética, 1935. No está
incluido en nuestra edición por
considerarlo el autor mediocre en su
forma. <<
[109]
“Las rosas como son” es el lema
del ex-libris del autor, realizado por su
amigo José Hernández (cfr. 79). <<
[110]
Juan Lladó fue su amigo primordial,
presidente del Banco Urquijo, quien le
puso al frente de la Sociedad de
Estudios y Publicaciones del banco,
desde donde Muñoz Rojas realizó una
admirable labor de mecenazgo cultural
durante la posguerra y hasta 1983. <<
[111]
Poema dedicado a Juan Lladó (vid.
supra), recogido de La rebusca (cfr. 1).
<<
[112]
Sustituimos
el
latinismo
“stephanotis” por “estefanotes”, nombre
popular malagueño para esta planta, a
CC. <<
[113]
Id., 22. <<
[114]
Id., 22. <<
[115]
Id., 22. <<
[116]
Id., 22. Marilu nació el 8 de Abril
de 1919; con la expresión “cuarenta de
abril”
celebra
su cuadragésimo
cumpleaños. <<
[117]
“Romance de don Sebastián, rey de
bastos”, Ángel Caffarena (ed.), Málaga,
El Guadalhorce (“Cuadernos de María
José”, LXVIII), 1984. <<
[118]
Debido a que no publicó el autor
libro alguno de poesía durante estos
años y, sin embargo, sí escribió con
fecundidad, bajo este título se recoge su
producción poética completa de este
periodo. El título pertenece al de los
tres poemas dedicados a J. L. L.
Aranguren. <<
[119]
<<
Sustituimos “mil” por “mis” a CC.
[120]
Cfr. 47. <<
[121]
Sustituimos “posa” por “pasa” a
CC. <<
[122]
Los cinco poemas, que permanecían
inéditos, pertenecen a mayo de 1970 y
los rescatamos en Rescoldos (cfr. 1).
Los incluimos como la parte novena de
esta serie de Oscuridad adentro, por
coincidencias cronológicas, temáticas y
formales; los autógrafos originales
aparecieron junto a los de los poemas
que en el libro aparece justamente antes.
<<
[123]
No incluido en CC, sólo aparece,
como texto inédito, en Textos poéticos
(1929-2005), Rafael Ballesteros, Julio
Neira y Francisco Ruiz Noguera (ed.),
Madrid, Cátedra (“Letras Hispánicas”,
583), 2006 (antología de textos poéticos
en verso y prosa). <<
[124]
“El brezo y las sombras”,
Antequera, Galeote, [“A Pablo García
Baena”, edición especial de los nn.] 5-6,
enero de 1990. <<
[125]
Sustituimos “la” por “las” a CC
(cfr. 1). <<
[126]
“Oscuridad adentro (a José L.
López Aranguren)”, Madrid-Palma de
Mallorca, Papeles de Son Armadans,
XVI, julio de 1957, pp. 71-75. <<
[127]
En CC: “y las pompas las
pincha…” (añadimos “que”). <<
[128]
En cuaderno manuscrito del autor,
fechado en 28 de febrero de 1968;
reescrito tres veces, se trata de uno de
los poemas más extensos de su
producción, de temática profundamente
metafísica. Se publicó en Ángel
Caffarena (ed.), Málaga, El Guadalhorce
(“Cuadernos de María Isabel”, X),
1970, y su versión definitiva, con
nuestra corrección, en Rescoldos (cit.
1). <<
[129]
Sustituimos “oirte” por “oírte” a
CC. <<
[130]
Vocablo que al autor le resulta
familiar debido a su oficio bancario. <<
[131]
Reminiscencias de
Machado, cfr. 4 y 153. <<
Antonio
[132]
<<
Sustituimos “oir” por “oír” a CC.
[133]
José Hernández (grab.), Real
Maestranza de Caballería de Ronda,
Julio Soto (imp.), Ana Jessen (ene.),
marzo de 1993; se trata de una edición
de lujo de 95 ejemplares, con grabados
de José Hernández y poemas de Muñoz
Rojas sobre la temática ecuestre. <<
[134]
Valencia, Pre-Textos, 1997; íd.,
1998 (2.ª edición, corregida y
aumentada); después se han realizado
dos reimpresiones: en septiembre de
2000 y en julio de 2002. <<
[135]
El modo gráfico para los signos de
interrogación del autor es, en muchas
ocasiones, el inglés, sólo al final del
enunciado; en los libros Objetos
perdidos, Entre otros olvidos y La voz
que me llama hemos respetado esta
peculiaridad, por haberse hecho así en
las ediciones de Pre-Textos. <<
[136]
Sustituimos “pierdes” por “pierde”
a Objetos perdidos, 1997 (cfr. 134), por
tratarse de un error de concordancia. <<
[137]
Sustituimos “por qué” por “porque”
a Objetos perdidos, 1997 (id.), por
tratarse de una ultracorrección. <<
[138]
Referencia al poema de William
Yeats “The lover tells of the rose in his
heart”, cuyo primer cuarteto dice:
All things uncomely and broken,
all things worn out and old,/The
cry of a child by the roadway, the
creak of a lumbering cart, /The
heavy steps of the ploughman,
splashing the wintry mould,/Are
wronging your image that
blossoms a rose in the deeps of
my heart.
<<
[139]
Mujeres que se encargan de cuidar
la Casería y de atender al autor y a su
familia. <<
[140]
Cita del poema “To his Coy
Mistress”, de Andrew Marvell. <<
[141]
Sustituimos “saber” por “saben” a
Objetos perdidos, 1997 y 1998 (cfr.
134). <<
[142]
Referencia intratextual al primer
verso de su poema “La ciclista”, de
Canciones. <<
[143]
Sustituimos “di” por “di” a Objetos
perdidos, 1998 (cfr. 134). <<
[144]
Dante, Divina Comedia: “En la sua
volontate é nostra pace”. <<
[145]
En la 1.ª edición se titulaba “La
ocasión perdida”. <<
[146]
as veces ahora
ne a la memoria
ante perdido para siempre,
recuperado.
plica en el quicio
bra? Qué sordera o ceguera
ó en el aire morir,
omo una rama seca,
para siempre,
ante perdido.
Ésta era la versión que existía
inicialmente en La voz que me llama,
pero finalmente se añade aquella
versión en la ed. ampliada de Objetos
Perdidos (cfr. 134). Aparece en la
antología Yo sólo sé nombrarte como
texto inédito por entonces. <<
[147]
Sustituimos el signo de exclamación
por el de interrogación a Objetos
perdidos 1997 y 1998 (cfr. 134). <<
[148]
Texto añadido en la edición
aumentada (cfr. 134). <<
[149]
Valencia, Pre-Textos (“La Cruz del
Sur”, 542), 2001. <<
[150]
Éste iba a ser el título del libro,
pero finalmente, por consejo editorial,
se optó por Entre otros olvidos. <<
[151]
Cfr. 150. <<
[152]
Sustituimos “en” por “de” a Entre
otros olvidos, 2001 (cfr. 149). <<
[153]
La pasión por caminar es
compartida con sus dos maestros
primordiales, Machado y Fray Luis (vid.
4 y 102). <<
[154]
Suprimimos el signo de admiración
a Entre otros olvidos, 2001 (cfr. 149).
<<
[155]
“Alguien me ha hablado …” Estepa,
Los papeles mojados de Río Seco, 4 (No
cabe soledad donde la aurora:
Homenaje a Antonio Carvajal),
primavera-verano de 2001, p. 25. El
autor recitó este poema en homenaje al
poeta granadino, en el acto de
presentación de dicho homenaje. <<
[156]
Cfr. 85 y 86. <<
[157]
Suprimimos
el
signo
de
exclamación a Entre otros olvidos, 2001
(cfr. 149). <<
[158]
Cfr. 85 y 86. <<
[159]
Cfr. 85 y 86. En este libro, ambos
símbolos se juntan e intercalan en un
guiño intratextual al final de su
producción poética. <<
[160]
Sustituimos “el” por “al” a Entre
otros olvidos, 2001 (cfr. 149). <<
[161]
Referencia al poema “Nao sei” de
Eugenio de Andrade, lectura del autor en
el momento de creación de este
poemario: “Nao sei porque diabo
escolheste/ janeiro para morrer: a térra/
está táo fria”. <<
[162]
Única variante de Entre otros
olvidos: en la reimpresión de 2001 se
sustituye “mayor” por “menor”. <<
[163]
Valencia, Pre-Textos (“La Cruz del
Sur”, 722), 2005. El título original del
poemario era Versos, palabra sola con
que el autor pretendía cerrar el ciclo de
su producción poética, iniciada con
Versos de retorno en 1929. <<
[164]
“Compasión”, en Madrid, Once de
Marzo: (Poemas para el recuerdo),
Eduardo Jordá y José Mateos (ed.),
Valencia, Pre-Textos/Librería Rafael
Alberti (“Poesía”, 698), 2004, p. 122.
Pertenecía al borrador de La voz que me
llama pero no se incluyó en su edición
(cfr. 163) por tratarse de un poema
escrito después de la entrega de
originales. <<
[165]
Referencia a la casa de su infancia
(cfr. 52). <<
[166]
Añadimos el pronombre original
(“lo”); fue ultracorrección en La voz que
me llama, 2004 (cfr. 163). <<
[167]
“Dos poemas inéditos [“Eternidad”
y “Elegía de la Alhajuela”], El País
(“Babelia”), 2 de febrero de 2002, p. 3
[en el monográfico sobre el autor “José
Antonio Muñoz Rojas: La memoria y el
olvido”]. <<
[168]
Id. 167. <<
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