Pensiones a parejas del mismo sexo Autores Vega, Lorena Anabel Vega, Gustavo Javier Publicado Revista Jurídica LA LEY, mayo-2012, 1249. Fallo Comentado Corte Suprema de Justicia de la Nación ~ 2011-06-28 ~ P., A. c. ANSeS s/pensiones Sumario I. Introducción.- II. Debate histórico.- III. Derecho comparado.- IV. Evolución jurisprudencial- Postura de la C.S.J.N.- IV. Conclusiones. Voces "No conforma impedimento alguno el hecho de la falta de convivencia en aparente matrimonio para la obtención del beneficio de pensión, ni siquiera si se encuentran excluidos del art. 53 de la ley 24241. Lo que se requiere es la carencia o escasez de un bien que hasta antes de la muerte del causante lo poseía indirectamente y a partir de allí, cesa o se reduce sustancialmente." I. Introducción "Conocer, aun someramente, la evolución que a través de la historia sufrió la organización de la familia, permite no sólo comprender el rol que el individuo desempeñó, en las distintas etapas históricas, en el ámbito de sus relaciones más íntimas, sino también revisar concepciones impregnadas, más que de fundamentos científicos, de preconceptos o motivaciones ideológicas" (1). Históricamene a quienes han tenido una orientación sexual diferente a la concebida por los grupos mayoritarios dentro de una sociedad se los consideró como enfermos psiquiátricos, además de perseguirlos, condenarlos y discriminarlos. La evolución en el pensamiento del ser humano sumado al esfuerzo incansable de asociaciones que luchan por el reconocimiento de derechos igualitarios hicieron posible superar etapas de intolerancia lamentables. A finales del siglo XX se acelera este gran cambio, fundamentalmente desde el punto de vista sociológico, produciendo una visión renovada en lo que atañe a las relaciones homosexuales, concibiéndola como "una manera de vivir la sexualidad. Al igual que la heterosexualidad, la homosexualidad no es una elección. Es decir, las personas no deciden ser homosexuales o heterosexuales. Tampoco es una enfermedad: hace ya muchos años que la medicina y la Organización Mundial de la Salud no la consideran así. Hay parejas formadas por una mujer o un varón, parejas formadas por dos mujeres y parejas formadas por dos varones, y eso no tiene nada de malo". El Derecho de la Seguridad Social no se mantuvo ajeno al tema, ya que la discusión sobre el otorgamiento de beneficios previsionales cuando se trataba de pensiones a parejas del mismo sexo, encontraba una reticencia absoluta por parte de legisladores y administradores. Asimismo, la jurisprudencia hasta el año 2010, (con fundamento en que las personas de elección homosexual no se encontraban expresamente contemplados como beneficiarios en ninguno de los incisos del art. 53 de la ley 24.241, rechazaba sistemáticamente todo tipo de impugnación contra resoluciones administrativas que denegaban esta clase de beneficios. Sin embargo, como hemos señalado anteriormente, la nueva concepción social tuvo su reflejo en diversos avances legislativos, administrativos y jurisprudenciales. En el presente artículo nos proponemos estudiar, por un lado, si la Seguridad Social brinda una verdadera contención a parejas del mismo sexo ante el fallecimiento de uno de ellos, y por el otro, en caso de que la respuesta al anterior interrogante sea afirmativa, si la misma se condice con la que se le otorga a las parejas heterosexuales, respetando el principio constitucional de igualdad ante la ley (art. 16 de nuestra Carta Magna). Por lo tanto, la pregunta a dilucidar podría quedar planteada de la siguiente manera: ¿es posible la obtención de un beneficio de pensión directa o derivada de la muerte de la persona con la que hasta ese entonces se encontraba conviviendo el solicitante en el caso de parejas homosexuales? A fin de arribar a la respuesta requerida, dividiremos el análisis del presente trabajo en cuatro etapas. La primera estará focalizada en la dimensión histórico - filosófica en torno al tema en cuestión. En una segunda etapa, analizaremos el derecho comparado. Posteriormente, nos centraremos en la evolución jurisprudencial local haciendo especial hincapié en la postura de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Finalmente, analizaremos si existe real contención en la República Argentina a parejas del mismo sexo y si la misma es acorde a los principios que inspiran, integran y permiten interpretar a la Seguridad Social. II. Debate histórico Primeramente, corresponde resaltar que el Código Civil de la República Argentina, (Ley 340 de septiembre de 1869, convierte el proyecto del Dr. Dalmacio Vélez Sarsfield, con vigencia a partir del 1º de enero de 1971), tiene una orientación ideológica marcada por la necesidad de fundamentación filosófica del Derecho Civil y de su instrumentación legislativa, (Irigoyen). Es decir, a parte de la fundamentación filosófica de las instituciones civiles básicas, se complementa con las corrientes ideológicas del racionalismo jurídico influenciado por el historicismo y el individualismo. Asimismo, sigue la orientación basada en el racionalismo jurídico, esto implica otorgar una supremacía básica a la razón. Con lo cual, la ley había quedado inspirada en una concepción filosófica racionalista del Derecho con transacciones parciales de la Escuela histórica del Derecho; y considerado desde el punto de vista de la filosofía social, el Código Civil Argentino sigue una tendencia individualista, otorgando el máximo de derechos posibles al individuo y reconociendo solo de forma excepcional y especialísima algunos derechos a la sociedad. Una de las consecuencias mas importantes de esta concepción, al considerar a la ley, en principio, como la única fuente de Derecho y que un código es un todo perfecto que soluciona cualquier tipo de conflicto es el escaso margen que deja al arbitrio judicial en todos los supuestos que considera. Se contrapone a esa corriente de pensamiento, la instaurada por la sociedad, de la cual surge la Ley 26.618, donde claramente se recepta un nuevo modo de entender la realidad y su transformación, a través de la agrupación mediante entes representativos de un colectivo mayor que peticionan en su nombre y consecuentemente, un nuevo modo de articular la relación de la sociedad con las autoridades. La aparición de este nuevo "sujeto popular" con legitimación suficiente obligaba a tomar una medida sin dubitar, esto es un nuevo fenómeno de articulación de políticas con la sociedad que se vio reflejado claramente en la sanción de la Ley de matrimonio igualitario en contraposición directa con la corriente del Código Civil de Dalmacio Vélez Sarsfield. La Seguridad Social ha sido el reflejo de esta evolución, toda vez que con anterioridad a la promulgación de la ley 26.618, modificatoria del art. 172 del Código Civil, que establecía que el matrimonio podía efectuarse únicamente entre personas de distinto sexo, se habían instaurado dos posturas bien marcadas. Por un lado, quienes opinaban que el art. 53 de la ley 24.241 establecía de manera taxativa a quienes debían tener el derecho a pensión derivado de la muerte del trabajador o del beneficiario (pensión directa o pensión derivada), y en contrapartida, aquellos que afirmaban que en ciertas situaciones se debía dejar de lado esa taxatividad aparente, sustentando su postura en los principios de la seguridad social, es decir habilitando su extensión a otras situaciones no contempladas en la norma. Quienes preferían inclinarse por una interpretación literal de la ley, entendían que la situación de las personas del mismo sexo que vivían en pareja con el causante y se presentaban a solicitar el beneficio previsional, en atención a que habían compartido sus últimos años bajo un mismo techo, no tenían derecho a la pensión, toda vez que no cabía asimiliarla a los incisos c y d del artículo mencionado (concubino/a). La distinción radicaba en que para que existiera convivencia que genere derecho a pensión debía existir la figura del "aparente matrimonio", y por lo tanto, responder al concepto fundamental del que se nutría nuestra legislación civil y que se basaba en la unión "monógama" de personas de distinto sexo. Aquí encontramos a los Dres. Jaime y Brito Peret, quienes afirmaban que: "A diferencia de lo establecido por el art. 38 de la ley 18.037 (t.o. 1976) y en el art. 26 de la ley 18.038 (t.o. 1980), el legislador del SIJP no ha indicado el carácter taxativo de la enumeración de causahabientes, no obstante lo cual pensamos que no resulta posible, ya sea por vía analógica u otra modalidad extensiva de interpretación, ampliar el número de beneficiarios"(2). El fundamento que tienen los autores para arribar a esta restricción lo encuentran en el hecho de que el legislador redujo la nómina de beneficiarios de pensión con respecto a la normativa anterior. En concordancia a ello, se encontraba el Dr. Fernando H. Payá cuando decía: "...cuando el art. 53, ley 24.241, permite la reducción a dos años del plazo de convivencia, cuando existe descendencia reconocida por ambos convivientes, no cabe duda de que las parejas homosexuales están excluidas"(3). Por el otro lado, estaban quienes encontraban una respuesta alternativa a la interpretación taxativa de la norma integrando el sentido de la misma con los principios que sustentan a la Seguridad Social. Afirmaban, que sin perjuicio de no estar expresamente contemplada la situación de parejas homosexuales, si se producía el fallecimiento de uno de sus integrantes, la sociedad no podría dejar desprotegido a quien convivía con él y se veía directamente beneficiado de los ingresos derivados de su salario o de sus haberes previsionales (pensión directa o derivada), estableciendo así una desigualdad en relación a las parejas heterosexuales. En síntesis, propiciaban que ante la muerte del causante la Seguridad Social debería dar una respuesta inmediata e integral para hacer frente a la reducción directamente proporcional de su economía personal. III. Derecho comparado "En un verdadero pluralismo no basta con aceptar y tolerar la unión convivencial pública entre dos personas de igual sexo, ya que esa tolerancia en verdad no acepta plurales formas de familia o no incluye dentro de plurales formas de familia a la familia homosexual, al negarle obtener ese status por el matrimonio"(4). La noción tradicional de la familia ha variado a lo largo de la historia de la humanidad y con ella las legislaciones de cada uno de los países que regulan la materia. Lógicamente, el derecho siempre sigue a la realidad, y la protege y regula a posteriori. Actualmente nos encontramos con una situación impensada hasta no hace mucho tiempo. Existen varios sistemas que contemplan y regulan, de manera expresa, las uniones de personas del mismo sexo que se dan dentro de su territorio y les conceden derechos en materia de Seguridad Social. Entre ellos encontramos a: * Dinamarca, año 1989 (registro de contratos de compañerismo); * Noruega, año 1993 (registro de Parejas); * Suecia, año 1995 (registro de parejas de hecho); * España, año 1998 (registro de parejas) * Francia, año 2000 (registro de parejas); * Vermont, EEUU, año 2000 (registro de parejas); * Alemania, año 2001 (registro de parejas); * Portugal, año 2001 (concubinato); * Suiza, año 2001 (registro de pareja en los cantones de Ginebra y Zurcí); * Finlandia, año 2002 (registro de parejas); * Nueva Zelanda, año 2002 (concubinato) y año 2005 (registro de parejas); * Croacia, año 2003 (concubinato); * Rio Grande do Sul, Brasil, año 2004 (registro de parejas); * Tasmania, Australia, año 2004 (registro de parejas); * Reino Unido, año 2005 (registro de parejas y uniones de hecho), etc. Especial referencia merece el avance normativo ocurrido en Países Bajos, debido a que, en el año 2001, se legisló directamente sobre el matrimonio entre dos personas del mismo sexo, convirtiéndose en precursor e inspirando reformas de legislaciones, entre las cuales se encuentra la de nuestro país. En un escalón por encima del resto, aparecen países como Ecuador, Nueva Zelanda, República de Fiji, Sudáfrica y Suiza contemplando de manera expresa en sus constituciones la protección a esta clase minoritaria. La situación a nivel interno se repite en varios documentos firmados por distintos bloques regionales. Es el caso de la la resolución 28 del Parlamento Europeo, aprobada el 8 de febrero de 1994, sobre igualdad de derechos de los homosexuales y de las lesbianas en la Unión Europea, donde establece:"...que los cambios sociales exigen en muchos estados miembros una correspondiente adaptación a las disposiciones civiles, penales y administrativas para poner fin a las discriminaciones por razones de orientación sexual... pide a los Estados miembros que se ponga fin al trato desigual de las personas de orientación homosexual en las disposiciones jurídicas y administrativas.." y que se ponga fin "... a la discriminación en el derecho penal, civil, contractual y comercial ... y a la prohibición de contraer unión civil o de acceder a regímenes jurídicos equivalentes a las parejas de lesbianas u homosexuales...". El sistema que en mayor medida recoge los parámetros establecidos por el documento enunciado en el párrafo precedentemente pareciera ser Alemania, ya que en el año 2000 dictó una ley que garantiza a las parejas de hecho heterosexuales y a las homosexuales, los mismos derechos que a las parejas casadas en cuanto a las herencias, pago de impuestos, derecho a los beneficios previsionales y al conjunto de las prestaciones sociales. Finalmente, en América además de los sistemas de Brasil y EEUU, encontramos a Canadá, donde el Servicio Público extiende licencia por fallecimiento, por responsabilidades de familia y por reubicación de pareja con el requisito de convivencia pública y continua de un año. IV. Evolución jurisprudencial. Postura de la C.S.J.N Conforme ha sido planteado hasta el momento, podemos visualizar que la obtención de beneficios previsionales a parejas del mismo sexo ha sido un tema históricamente relegado en nuestro país. Y tanto es así, que en sede administrativa, a través de la Gerencia de Asuntos Jurídicos de ANSeS, se había expedido mediante dict. 9565/1997, exponiendo que nuestro Código Civil cuando define y alude al matrimonio expresa y supone la unión de un hombre y una mujer. En idéntica postura se encontraban los pronunciamientos de los distintos Juzgados y Salas del fuero de la Seguridad Social. Por ejemplo, la Sala I de la Exma. Cámara Federal de la Seguridad Social había fallado en autos "Salgado, Enrique R. c/ANSeS s/Pensiones" (RDLSS 1003-813), donde estableció que: "...simula un matrimonio legal que en los hechos no se ha celebrado conforme las normas legales. La calidad de cónyuges aparentes debe hacer presumir o suponer a los terceros la existencia de un vínculo matrimonial entre las partes, presunción ésta que no resulta posible cuando se trata de convivientes del mismo sexo". De forma similar se había pronunciado la Sala II en autos "F., H. C/ANSeS S/pensiones" (S.I. 523.754 del 27-06-02). Sin embargo, la concepción social fue modificándose y con ella, en el año 2008, a raíz del dictado de la resolución 671/2008 ANSeS, se declaró "a los convivientes del mismo sexo incluidos en los alcances del art. 53 de la Ley 24.241, como parientes con derecho a la pensión por fallecimiento del jubilado, del beneficiario de retiro por invalidez o del afiliado en actividad del Régimen Previsional Público o del Régimen de Capitalización, que acrediten derecho a percibir el componente público". Asimismo, el 28 de junio de 2011, la Excma. Corte Suprema de Justicia de la Nación, se expidió en los autos "P., A. c/ANSeS s/Pensiones", p. 368. XLIV, donde se discutían los haberes anteriores al dictado de la resolución 671/2008, mediante la cual se le había concedido el beneficio previsional producto de la muerte de C, con quien convió desde 1955 hasta junio de 1996. Para arribar a la resolución del conflicto el Máximo Tribunal debía decidir si el artículo 53 de la ley 24.241, el cual establece quienes gozarán de pensión ante la muerte del jubilado, del beneficiario de retiro por invalidéz o del afiliado en actividad, es de carácter taxativo ó podrían incluírse situaciones como la que se planteaba. En referencia al tema, el Dr. Carlos Alberto Etala entendía que: "El mismo artículo 53 de la ley enumera, con carácter taxativo, los causahabientes con derecho a pensión. Son ellos: a) la viuda; b) el viudo; c) la conviviente; d) el conviviente; y e) los hijos solteros, las hijas solteras y las hijas viudas siempre que no gozaran de jubilación, pensión, retiro o prestación no contributiva, salvo que optaren por la pensión por fallecimiento, todos ellos hasta la edad de dieciocho años. La limitación de edad no rige para los hijos si se encontraren incapacitados para el trabajo a la fecha del fallecimiento del causante o incapacitados a la fecha en que cumplieran dieciocho años de edad"(5). Asimismo, en idéntico sentido se encontraba la Dra. Adriana Cammarata, manifestando que la ley es la que establece cuáles son las personas que constituyen derechohabientes (ello es beneficiarios del derecho a pensión) enumerándolos, y "a diferencia de los regímenes legales vigentes con anterioridad a su sanción, no dispone que la enumeración sea taxativa, pero ello se infiere de la norma por cuanto ni el juez ni la Administración pueden investir de categoría de derechohabiente a personas no previstas por el legislador"(6). Sin embargo, a raíz del fallo señalado, pareciera ponerse en duda el carácter restringido del art. 53 de la ley 24.241. Y está bien que así lo sea, si convenimos en asimilar a la Seguridad Social como política generadora de bienestar social y que su objeto es la creación en beneficio de las personas de un conjunto de garantías contra un cierto número de eventualidades susceptibles de producir una reducción o supresión de su actividad o de imponer cargas económicas suplementaria. No podría ser otra la solución que ante la supresión de ingresos de una persona derivada del fallecimiento de quien hasta ese entonces convivía con él, sea la Sociedad quien deba atender la necesidad que deriva de la misma, por más que no se encuentre contemplada de manera expresa en el ordenamiento legal. Mas aún, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ya se había pronunciado en idénticos términos ante situaciones que tampoco se encontraban contempladas por el ordenamiento legal como en fallos 224:453; 235:47; 296:326; 282:735; 240:55; 242:94, donde se admitían como beneficiarias a las hijas viudas o divorciadas y a las hermanas viudas. Allí encontramos el óbiter de la cuestión. No conforma impedimento alguno el hecho de la falta de convivencia en aparente matrimonio para la obtención del beneficio de pensión, ni siquiera si se encuentran excluidos del art. 53 de la ley 24.241. Lo que se requiere es la carencia o escasez de un bien que hasta antes de la muerte del causante lo poseía indirectamente y a partir de allí, cesa o se reduce sustancialmente. Por lo cual, producido el deceso del señor C, torna en situación desprotegida a P, quien ve mermado sus ingresos producto del mismo y es la Sociedad la que debe concurrir a proteger a quien se encuentra en situación de vulnerabilidad. Es así como en el considerando quinto del fallo el Alto Tribunal establece: "...el régimen legal de pensiones no puede, válidamente, dejar de comprender situaciones como la presente, vale decir, la de la persona sobreviviente que mantenía con la beneficiaria fallecida una relación que, por sus características, revelaba lazos concretos y continuos de dependencia económica, bien de la primera respecto de la segunda, bien de índole recíproca o mutua...". Con lo cual, probados los lazos de dependencia económica, se genera automáticamente el derecho a pensión, se encuentre o no expresamente en alguno de los incisos del art. 53 de la ley 24.241. IV. Conclusiones Producto del análisis realizado podemos comprender la real dimensión de lo que significa la obtención de un beneficio previsional, y que gracias a los avances legislativos, administrativos y jurisprudenciales, la materia ha podido sortear una etapa de restricción y discriminación, pasando a estar regulada e interpretada de manera acorde a los principios que inspiran, integran e interpretan a la Seguridad Social. En relación al fallo comentado, compartimos la idea de la Dra. Amanda Lucía Pawlowski de Pose al decir: "...las parejas de igual sexo —unidas o no en matrimonio civil— tendrán derecho a solicitar beneficios pensionarios al igual que sucede con las parejas de distinto sexo por lo que el fallo que nos ocupa no constituye un corolario de la sanción de la ley 26.168 sino una ampliación de la tutela de la familia de hecho que podría estar integrada por personas de igual o distinto sexo"(7). Más aún, el cambio jurisprudencial lo entendemos como parte de una corriente que no admite retroceso alguno en la concepción e interpretación no sólo de la interpretación del art. 53 de la ley 24.241 sino de toda normativa relativa a la Seguridad Social. Así lo establece nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación en autos "Arcuri Rojas, Elsa c/ANSeS" (CSJN, A.514, XL, 3/11/09), en su considerando 14, donde se pronuncia a favor de que sea desterrada definitivamente toda interpretación que conduzcan a resultados regresivos en la materia, fundado en los arts. 26 y 29 de la Convención Americana de Derechos Humanos y considerando 101 del voto del Dr. Maqueda en fallos: 328:1602. Por lo tanto, afirmamos la necesidad de una visión inspirada en los principios de la Seguridad Social para rechazar toda normativa de la cual derive la denegación de un beneficio previsional a quien se encuentre, producto de una eventualidad que provoca cargas económicas suplementarias (contingencia). En palabras del Dr. Walter Carnota: "La Seguridad Social está estructurada sobre la noción de que a cada contingencia social, el ordenamiento debe contestarle con una adecuada cobertura. Este dualismo "contingencia-cobertura" se da, por cierto, dentro de un escenario temporal, ya que la cobertura, para ser eficaz, debe ser oportuna, sobre todo, tratándose de la satisfacción de prestaciones que tienden a cubrir riesgos de subsistencia y ancianidad, como tiene tan dicho la Corte Suprema de Justicia de la Nación".. (8). Concluimos que es esta, y no otra, la postura de la Excma. Corte Suprema de Justicia de la Nación al momento de resolver con base en los principios de la seguridad social: solidaridad, obligatoriedad, universalidad, integralidad, subsidiariedad, igualdad, inmediatez, participación y progresividad. (1) Manual de Derecho de familia, Gustavo A. Bossert y Eduardo A. Zannoni, p. 1. (2) Régimen Previsional, Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones, revisado y comentado por los Dres. Raúl C. Jaime y José I. Brito Peret, p. 362. (3) Régimen de Jubilaciones y Pensiones, Fernando H. Payá (H.) y María Teresa Martín Yáñez, p. 978. (4) Graciela Medina, Los homosexuales y el derecho a contraer matrimonio, p. 240. (5) Carlos Alberto Etala, Derecho de la Seguridad Social, p. 134. (6) Adriana Cammarata, Protección Legal de las Contingencias de invalidez y muerte en la ley 24.241, p. 9. (7) Amanda Lucía Pawlowski de Pose, La Corte Suprema de Justicia de la Nación reconoce derechos pensionarios a las parejas de igual sexo, La ley, DT 2011 (agosto), 2137. (8) Walter F. Carnota, Doctrina Judicial, El tiempo progresivo de los derechos sociales: cuando las pensiones se rigen por nuevas leyes, p. 700.