6 La Evaluación Formativa y Compartida en el Marco del Estilo

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des-encuentros, 2013,
Vol 10, P 6-17
La Evaluación Formativa y Compartida
en el Marco del Estilo Actitudinal
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La Evaluación Formativa y Compartida
en el Marco del Estilo Actitudinal
Ángel Pérez-Pueyo 1
Texto basado en la tesis doctoral defendida en noviembre de 2004, “Estudio del planteamiento actitudinal del área de educación
física de la educación secundaria obligatoria en la LOGSE: Una propuesta didáctica centrada en una metodología basada en actitudes”, y
desarrollo posterior de la investigación de la propuesta metodológica denominada “Estilo Actitudinal” en relación a la
evaluación formativa.
Resumen:
El presente artículo pretende aclarar algunos de los términos relacionados tanto con la participación del alumnado en los procesos de evaluación como con aquellos
afines al desarrollo de las unidades didácticas para llevarla a cabo. Todo ello se circunscribe al marco de una
propuesta metodológica basada en actitudes: el Estilo
Actitudinal. De éste se presentan los procedimientos e
instrumentos de evaluación y calificación utilizados y se
muestran dos ejemplos basados en actividades diarias de
autoevaluación y coevaluacion intragrupales y para el reparto de notas intragrupal.
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1 - Universidad de León. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte.
Campus de Vegazana s/n. León (España) 24071
Email: [email protected]
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Palabras claves: Estilo Actitudinal, Evaluación Formativa. Procedimientos e Instrumento de evaluación. Calificación.
Pérez-Pueyo, Á.
1.
Introducción
La evaluación en España, desde 1990 y en las
posteriores leyes educativas (LOGSE, 1990;
LOCE, 2002; LOE, 2006), se ha convertido en
uno de los elementos vertebradores de todo el
proceso de enseñanza y aprendizaje. Sin embargo, la dificultad de desarrollarla de manera
objetiva desde perspectivas cualitativas, y no
exclusivamente cuantitativas para su posterior
trasformación en calificación, ha demostrado
ser el ámbito de la práctica docente que más dificultades presenta (MEC, 1992; López-Pastor,
1999). En palabras de Perrenoud (1999), “la evaluación es un tema constante de preocupación de los docentes, de las autoridades escolares y de los investigadores
de la Educación”, proporcionando información
relevante sobre los progresos y dificultades de
los alumnos, convirtiéndose en un instrumento
al servicio del proceso de enseñanza y aprendizaje (Orden ECI/2572/2007); lo que implica
una alta carga afectiva e ideológica.
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López Pastor (1999), revisando los aportes de
autores especializados, recoge como características de la evaluación su fuerte potencial didáctico, pero a su vez ésta es considerada como el
aspecto menos motivador de la práctica pedagógica y el momento más temido por los alumnos.
8
Por ello, este artículo se centra en comentar aspectos, términos y requisitos relacionados con
la evaluación y la calificación1 del alumno desde
la participación de éste en el proceso (Tinning,
1996; López-Pastor, 1999; López, 1999; López,
Monjas y Pérez, 2003) y desde una propuesta
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metodológica denominada “Estilo Actitudinal” (Pérez-Pueyo, 2005, 2010). Pero quizás sea
necesario, antes de centrarnos en los aspectos
relativos a las evaluación, que comentemos su
origen.
1.1 Breve presentación
del Estilo Actitudinal
Incluido dentro del Discurso de la Participación, según los marcos de racionalidad basados en la
propuesta de Tinning en 1996 (López Pastor,
2008), surge en un momento, tras la aprobación de la LOGSE (1990), en el que se pretende
cambiar la concepción tradicional de la educación física. Ésta, basada en el rendimiento físico
de ejecución técnica fundamentada en el desarrollo y posterior evaluación (calificación) de los
contenidos de “condición física”, “habilidades
motrices” o “deportes” esencialmente (LópezPastor, et. al, 2006, 2007), genera una élite psicomotriz junto a una serie de aprendizajes implícitos de “ineptitud para” y “evitación de”
actividades físicas en un porcentaje muy alto de
población. Por ello, se requieren propuestas que
permitan desarrollar las capacidades de todos
los alumnos, sin generar las denominadas “bajas
en combate2” que nos impiden conseguirlo con
todos (Pérez-Pueyo, 2005).
En este sentido, múltiples investigaciones demostraron que el nivel de motivación hacia la
actividad física y las actitudes en la educación física disminuyen con la edad (Friedmann, 1983:
15-18; Earl y Stennett, 1987; Moreno, Rodríguez y Gutiérrez, 1997;…), y en la adolescencia
pueden llegar a ser insostenible.
1 - Aunque no entraremos a estas alturas a diferenciar entre ambos términos por razones obvias. En caso de querer profundizar, sin duda,
un magnífico referente es López Pastor (1999, 2006).
2 - “Bajas en combate” son aquellos alumnos que antes de comenzar el trabajo o nada más empezar ya se consideran o son considerados
incapaces de conseguirlo. Como en las guerras, que se aceptan las desapariciones como un mal menor e inevitable. Se les deja de
tener realmente en cuenta, aunque nos intentemos engañar con buenas intenciones.
La intención a desarrollar en “estilo actitudinal”
es conseguir una mayor motivación hacia la
educación física que garantice el mismo o mejor
nivel de resultado, entendido éste no sólo desde
la perspectiva motriz, sino desde el resto de las
capacidades que desarrollan al individuo (cognitivo-intelectuales, afectivo motivacionales,
de relación interpersonal y de inserción social)
(MEC, 1992). Pero, además, crear actitudes más
positivas de autoestima, satisfacción, pensamiento autónomo, socialización, de eliminación
de conflictos y/o de comportamiento solidario,
tanto en la propia área como en el resto.
Por ello, esta propuesta demuestra que “es posible
desarrollar una metodología basada en actitudes que permita trabajar atendiendo por igual a todos los alumnos
de un mismo grupo, ofreciéndoles experiencias positivas
y consiguiendo crear el grupo que siempre debieron ser”
(Pérez-Pueyo, 2005, 2010). Para ello, se propone variar el planteamiento tradicional de la enseñanza iniciada en los conceptos para que, a
través de los procedimientos, aparezcan las actitudes (C > P > A); por comenzar, creando unas
actitudes que, a través de unos procedimientos,
permitan llegar a los conceptos pretendidos; y
además dotarles de un significado real para los
alumnos (A > P > C). Y todo ello a través de
tres elementos clave: las Actividades Motrices Intencionadas, la Organización Secuencial hacia las Actitudes (Pérez-Pueyo, 2007) y los Montajes Finales
(Pérez-Pueyo, 2005, 2010).
Por último, y en relación al término, a estas alturas parece evidente la elección del vocablo
“actitudinal”. Sin embargo, la expresión “estilo”
surge de la ironía por dar una alternativa a los
denominados “estilos de enseñanza” de Delgado (1991) que se convirtieron en el referente
metodológico casi exclusivo en España y que en
mi caso no daban respuesta a la intención por
conseguir que todos los alumnos logren el éxito
deseado. Una década después, el propio Del-
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gado, junto a Sicilia (Sicilia y Delgado, 2002),
denomina “estilo ecológico” a aquella combinación que mejor responda a los objetivos que se
pretendan conseguir... Pero, aún así, no es suficiente.
2. Aclaración de conceptos
sobre participación del
alumnado en la evaluación
Al hablar de la participación del alumnado en la
evaluación parece necesario realizar una serie
de aclaraciones terminológicas de los conceptos más utilizados en la literatura especializada; Formativa, Evaluación, Evaluación Compartida,
Autoevaluación, Coevaluación, Autocalificación o Calificación Dialogada (López-Pastor, 1999, 2004;
López-Pastor, González-Pascual y Barba, 2005;
López-Pastor y otros; 2006; Pérez-Pueyo, López- Pastor y Julián, 2009; Pérez-Pueyo, 2010).
Analicémoslos someramente.
Por “Evaluación Formativa” entendemos
todo proceso de evaluación cuya finalidad principal es mejorar los procesos de enseñanza y
aprendizaje mientras éstos tienen lugar (Pérez
Pueyo, López Pastor y Julián Clemente, 2009).
Y en relación a éste, como ya planteaba López
Pastor en 1999, el término “Evaluación Compartida”, se refiere a los procesos de diálogo
entre el profesor y su alumnado sobre la evaluación de los aprendizajes y los procesos de enseñanza que se producen en su interacción. Éstos
pueden ser individuales o grupales, así como
paralelos o complementarios a otros procesos
que veremos a continuación (López-Pastor,
1999, 2006).
El término utilizado más asiduamente es el de
“Autoevaluación”, el cual suele referirse a la
evaluación que una persona realiza sobre sí misma o sobre un proceso y/o resultado personal;
ésta debe comenzarse a realizar a partir de la
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etapa infantil como establece la legislación española (RD 1630/2006).
3. Terminología del proceso
de evaluación y calificación
La “Coevaluación” se utiliza para referirse a la
evaluación entre iguales y ésta se limita a la realizada entre alumnos. Éste es otro de los conceptos asiduos en nuestro vocabulario y debe
comenzar a realizarse a partir de los 8-10 años,
por sus características psicopedagógicas (MEC,
1993).
Quizás, el mayor problema que tengamos los
docentes a la hora de diseñar nuestra asignatura a nivel formal, respecto a la evaluación y
calificación, radica en cuáles son los elementos
concretos de que consta. No tener una serie de
conceptos claros con los cuales trabajar implica
que empleemos términos con igual significante
y distinto significado y viceversa.
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Sin embargo, ambos conceptos suelen referirse
a tareas individuales, por lo que entendemos que
desde el momento en que se están desarrollando actividades de aprendizaje de carácter grupal
(mediante grupos más o menos numerosos), los
procesos de autoevaluación y coevaluación también deben ser grupales. Éstos se han convertido en un elemento fundamental en el Estilo
Actitudinal (Pérez-Pueyo, et al, 2010b, 2011).
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En el tránsito a la calificación, la “Autocalificación” es el proceso por el cual cada alumno fija
la calificación que cree merecer. En general, se
realiza tras un proceso en que el profesor acuerda con el alumnado los criterios de calificación,
pero existen también otras muchas formas de
llevar a cabo un proceso como éste. Este tipo
de diálogos y acuerdos previos con el alumnado
sobre los criterios de calificación suelen formar
parte de procesos más amplios de negociación
curricular (Pérez Pueyo, López Pastor y Julián
Clemente, 2009).y, en algunos casos, implica la
utilización de “contratos de aprendizaje” (Roger,
1991).
Finalmente, la “Calificación dialogada” es una
consecuencia lógica y coherente con un proceso de evaluación compartida. En cualquier caso
(y se haga o no) es necesario diferenciar ambos
conceptos ya que, a pesar de que en algún caso
pueden estar relacionados, es conveniente dejar
clara su separación (López-Pastor, 1999).
En nuestro caso, para poder llevar a cabo sistemas de evaluación formativa y compartida con
garantías, es conveniente saber diferenciar algunos conceptos por la relevancia que tienen y la
confusión terminológica que suele generar.
Para ello, vamos a definir algunos de los considerados imprescindibles, pudiendo convertirse
en un punto de partida común para el diseño de
la asignatura.
Se trata de conceptos complementarios, pero
no iguales ni equivalentes, y son los siguientes:
Requisitos, Criterios de Evaluación, Procedimientos e
Instrumentos de Evaluación, Instrumentos de Calificación, Criterios de Calificación o Porcentualización de los
Instrumentos de Calificación. (Pérez-Pueyo, 2010).
La aclaración de estos términos ofrece una visión homogeneizadora en cuanto a lo que un
docente puede utilizar en el planteamiento de su
materia; aunque, quizás, lo más importante sea
el conocimiento que genera y las posibilidades
que nos ofrece.
Requisitos para la evaluación continua
Son aquellos aspectos o condiciones cuyo cumplimiento dan derecho al alumnado a optar por
la vía de “evaluación formativa” que nos permite la evaluación continua3 y en otros casos a una
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calificación no negativa. Algunos de estos requisitos pueden ser: realización de las actividades
establecidas (proyectos, prácticas, búsquedas,
lecturas, trabajos en grupo, etc.), entrega de los
documentos o producciones establecidas en
tiempo y forma, corrección de lo indicado en
el plazo dado, utilización del material adecuado,
etc. Por ello, se trata de aspectos que no forman parte de la calificación ni deben suponer
un porcentaje de la misma, pero sí pueden proporcionar reflexión sobre la dinámica y consecuencias del trabajo desarrollado con “evaluación formativa”.
que cada instrumento tiene sus propios criterios
de calificación.
Procedimientos de evaluación
Los Procedimientos de evaluación son un conjunto de herramientas que permiten valorar el
grado de consecución de los objetivos didácticos planteados, su relación con los criterios de
evaluación y, en consecuencia, su contribución
a las competencias básicas, ofreciendo así información durante los distintos momentos del
proceso de enseñanza y aprendizaje. Éstos se
concretarán en instrumentos.
Otros términos relacionados
Si bien es cierto que existen otros muchos conceptos relacionados con la evaluación como el
plan de recuperación para los alumnos que promocionan
con el área suspensa, actividades, criterios de calificación
trimestrales, criterios de calificación anual, los conocimientos y aprendizajes imprescindibles para una evaluación positiva, pruebas extraordinarias, etc…, todos
ellos se encuentran relacionados con la Programación Didáctica y no son objeto de profundización en este momento4.
Instrumentos de calificación
Dentro del conjunto de herramientas utilizadas para valorar el aprendizaje del alumnado, y
en relación al salto a la calificación, podemos
definirlos como aquellos que forman parte del
proceso de calificación y llevan asociados una
serie de criterios, así como su correspondiente
porcentaje de la calificación total.
Criterios de calificación
Los criterios de calificación son las normas de
un instrumento de calificación concreto, que
determinan el valor de los resultados de los trabajos realizados por los alumnos; lo que implica
Porcentualización de los
instrumentos de calificación
La porcentualización de los instrumentos de calificación es el valor sobre 100 que se le otorga
a cada instrumento para obtener la calificación
final del alumno. El valor determina la importancia que el docente otorga a lo que se valora
con cada instrumento;sin embargo, no todos
los docentes necesitan de ésta para su valoración objetiva final.
4. Procedimientos e instrumentos
de evaluación y calificación
Aclarado que evaluación y calificación son términos complementarios pero no equivalentes y
recordado que su función depende de la finalidad que concedamos a la mismasegún cuándo la
realicemos (inicial, continua y final) o para qué
la utilicemos (diagnóstica, formativa y sumativa)
(López Pastor, 2006); es imprescindible matizar
que “se evalúa todo lo que se califica, pero no
se califica todo lo que se evalúa”, aún existiendo
gran coherencia entre los dos procesos. Además,
3 - No debemos olvidar que un determinado nº de faltas, que suele rondar el 30% según determina generalmente el plan de convivencia,
establece la pérdida de la evaluación continua y aboca al alumno a una evaluación global, final y sumativa.
4 - Pueden verse múltiples ejemplos para Educación Primaria y Educación Secundaria Obligatoria en las Programaciones Didácticas que
hemos publicado con la editorial CEP.
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es necesario romper con la tradición de calificar
según una porcentualización de los contenidos
(conceptos, procedimientos y actitudes), para
pasar a evaluar y calificar el grado de consecución de los objetivos por parte de los alumnos
(Pérez-Pueyo y López-Pastor, 2010).
hemos concretado y desarrollado en el Estilo
Actitudinal (Pérez-Pueyo, 2010), pudiendo ser
utilizados en todas las áreas.
Por ello, el siguiente cuadro (tabla 1) presenta
varios de los procedimientos e instrumentos
de evaluación y calificación existentes, propuestos por el Ministerio (MEC, 1992c) y que
La formulación clara y concreta de los indicadores de evaluación cobra especial relevancia en
aquellos instrumentos que implican procesos de
autoevaluación y coevaluación individual o gru-
4.1 Ejemplos de instrumentos
de evaluación
PROCEDIMIENTOS E INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN Y CALIFICACIÓN
PROCEDIMIENTOS E INSTRUMENTOS
DE EVALUACIÓN
INSTRUMENTOS
DE CALIFICACIÓN
Observación sistemática
Diario de profesor
Planillas de evaluación inicial
Registro de anécdotas
Análisis de las producciones de los alumnos
Cuaderno digital del alumno
Reflexiones escritas individuales
Preguntas inteligentes
Producciones motrices individuales
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Intercambios orales con los alumnos
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Entrevistas individuales
Reflexiones grupales al final de las sesiones,
asambleas y paradas en círculo
Autoevaluaciones y coevaluaciones intragrupales
Diario de seguimiento individual intragrupal
Pruebas específicas
Escritas (individuales o en grupo)
Resolución de ejercicios y problemas
Pruebas de capacidad motriz (No tests de aptitud
física para calificación)
Grabaciones en vídeo y fotos
pal, ya que será el referente y guía que utilizarán
los alumnos a la hora de valorar su propio trabajo y el de los compañeros.
A continuación se desarrollan dos instrumentos
de evaluación que podrían ser utilizados para la
calificación, que en nuestra propuesta de evaluación formativa y compartida son utilizadas
de manera habitual.
4.1.1 Aportaciones a las actividades
diarias. Autoevaluaciones y
coevaluaciones intragrupales
Probablemente todos hayamos sufrido alguna
vez la injusticia de recibir la misma nota que otro
miembro del grupo cuando el aporte de ambos
fue claramente distinto. El conocido efecto polizón “free rider effect” (Kerr y Bruun, 1983).
Generalmente, era el profesor el que acababa
estableciendo la diferenciación en la nota con
la correspondiente sensación de injusticia del
que se siente perjudicado por la bajada, pero sin
recibir la más mínima prueba de las razones de
ésta; aunque fuese evidente.
Los ejemplos que presentamos pretenden hacer conscientes a los alumnos del trabajo desarrollado por cada uno sobre los aspectos que
el profesor se ha fijado para establecer la nota
de la evaluación. No consiste en preguntar a los
alumnos qué nota creen que merecen, sino que
a través de una actividad buscaremos que comprendan qué han hecho y qué no, para así tener
una nota que sea justa por su trabajo. “Tan injusto es tener una nota más baja de la que merecen,
que una más alta” (y esto es lo verdaderamente
importante, que comprendan). Buscamos que
lleguen a evaluar su trabajo de manera justa, así
como el de los demás (Pérez-Pueyo, 2010).
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Diario de seguimiento individual intragrupal (Observación del trabajo diario):
Este diario nos permite conocer la valoración
que los miembros del grupo establecen a cada
uno de ellos durante su trabajo diario. Esta autoevaluación grupal o coevaluación intragrupal
ofrece a los miembros del grupo la posibilidad
de valorar el trabajo diario de cada participante para la posterior valoración final, tras la nota
ofrecida por el profesor.
En este caso, se han tomado como referencia
los comportamientos observables que previsiblemente se reproducirán con mayor frecuencia
en una unidad didáctica de “teatro de sombras”
(Pérez Pueyo, et al, 2010), identificado cada uno
de estos con una letra y un número, para facilitar su registro durante las sesiones (tabla 2).
Así, en los últimos cinco minutos de clase y con
una hoja de observación entregada por el profesor con las frases de la tabla 2. En una tabla con
los nombres de los miembros y la fecha del día
(y recogida al terminar “para que no se pierda”),
cada día, los grupos deberán ponerse de acuerdo para que una única frase sea la que mejor
identifica el trabajo realizado por cada miembro; aunque haya varias que lo pudieran reflejar.
Este párrafo no es claro, no sé lo que se quiere
decir
Esta información permanente, comparada con
el “registro de anécdotas” del profesor (PérezPueyo, 2010) y su diario, permitirá ofrecer una
evaluación formativa y ayudará a continuar o reorientar el trabajo en el caso de ser necesario.
Pese a que este instrumento alude exclusivamente a la evaluación del alumno y no índica
directamente sobre su calificación, por si fuera
necesario transferir las anotaciones a calificaciones reales (es decir, en caso de que el docente
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NADA
Molesta constantemente tanto a los de su grupo como al resto
No hace nada
A1
A2
- 0,5
- 0,5
IN
IN
MAL
Molesta constantemente, pero participa
Hace como que trabaja pero no es así
Se distrae con los de otros grupos
Molesta a veces
B1
B2
B3
B4
- 0,4
- 0,4
- 0,4
- 0,4
IN
IN
IN
IN
REGULAR
Podía haberse esforzado mucho más para mejorar sus elementos
Distraído a veces, pero con los del grupo
Ensaya, pero no lo suficiente
D1
D2
D3
- 0,25
- 0,25
- 0,25
SUF
SUF
SUF
NORMAL
Ha participado sin molestar
Suele ensayar sus elementos
E1
E2
+ 0,25
+ 0,25
BI
BI
BIEN
Ha propuesto nuevos elementos a partir de los dados
Ha propuesto formas alternativas de trabajar los elementos
Generalmente ha estado atento y participativo
Ensaya lo suyo y con los demás cuando se lo dicen los compañeros
F1
F2
F3
F4
+ 0,4
+ 0,4
+ 0,4
+ 0,4
NOT
NOT
NOT
NOT
MUY BIEN
Tabla 2 - Comportamientos observables durante las sesiones para la valoración individual intragrupal.
Las dos últimas columnas muestran una posible cuatificación en caso de ser necesarios
si no se ponen de acuerdo.
Siempre atento
Ensaya mucho sólo y con los demás de su grupo
Ha propuesto nuevos elementos sin basarse en otro dado
Se preocupa de que tanto él todos intercambien sus roles
Ha procurado que se trabaje cuando nos distraíamos
Ha llevado el peso del día
G1
G2
G3
G4
G5
G6
+ 0,5
+ 0,5
+ 0,5
+ 0,5
+ 0,5
+ 0,5
SB
SB
SB
SB
SB
SB
decidiera convertirlo en un instrumento de calificación o los miembros del grupo no se pusiesen de acuerdo para el reparto), se seguirán
las equivalencias para llevarla a cabo, o bien sumando y restando o transformándolas a notas
(últimas columnas de la tabla 2).
4.1.2 Sistemas de repartos de nota
Con el fin de que la nota posterior individual
de ese trabajo en grupo sea justa, y conseguir
que los chicos valoren y acepten su trabajo y el
de sus compañeros, hemos utilizado los siguientes sistemas: la nota grupal complementada y la
nota grupal a repartir.
En ambos casos, al trabajo final se le adjudicará una nota, la cual deberá ser lo más ajustada
posible a la realidad, explicándoles los motivos
de la misma para que sean, en todo momento,
conscientes de las razones de su valoración (Pérez Pueyo, et al, 2010, 2011)5.
La intención es implicar a los chicos en el proceso y nadie mejor que ellos conocela dificultad
de lo que realizan sus compañeros, el trabajo
desarrollado o las faltas de atención… Veamos
los dos ejemplos de coevaluación intragrupal
para el reparto de nota.
Nota grupal complementada
Una manera de introducir a los alumnos en
este proceso coevaluador es la de dar al grupo
su nota, por ejemplo un 6,5 (igual para todos
los miembros), y posteriormente complementar al grupo con una serie de puntos (entre 1
y 3, generalmente, en función del número de
miembros del grupo) para que los repartan. Los
miembros deberán consensuar el reparto de los
mismos entre las personas que consideran que
los merecen más por su trabajo, por su aporte al
resultado grupal.
Estos puntos pueden ser entregados a una sola
persona (tres puntos a sumar a los que ya tenía
de la nota grupal: 6,5 + 3 = 9,5). Otra opción
es dar dos puntos y medio para el que más han
valorado (6,5 + 2,5 = 9) y medio para otros dos
(6,5 + 0,5 = 7). O uno y medio para el más valorado (6,5 + 1,5 = 8), uno para otro (6,5 + 1 =
7,5) y medio para un tercero (6,5 + 0,5 = 7)…
Pero teniendo siempre en cuenta dos condiciones: Que no se pueden repartir equitativamente
entre todos los miembros del grupo para que
tengan finalmente todos la misma nuevamente;
y que no pueden repartirse notas de menos de
medio punto.
Los puntos que se ofrecen a un grupo para
complementar la nota dependerán siempre de
la opinión del profesor y los valorará basándose
La Evaluación Formativa y Compartida
en el Marco del Estilo Actitudinal
en las anotaciones del cuaderno del docente, registro de anécdotas, etc…
Esta propuesta tiene menor implicación emocional que la siguiente, puesto que permite al
alumno que haya trabajado menos valorar positivamente a los compañeros que hayan trabajado
más; pero esteno debe reconocer abiertamente
que él ha aportado menos.
Nota total a repartir
Sin embargo, la implicación emocional de esta
opción es mucho mayor, puesto que la nota que
ganan unos, sale de la perdida por otros.
La nota resultante de la media obtenida por cada
grupo la multiplicarán por el nº de miembros. El
nº resultante indicará los puntos que se deberán
repartir para decidir la nota de cada miembro,
en función de lo que consideren que han trabajado o aportado al mismo (cuando hablamos
de trabajos, no nos referimos únicamente a los
escritos).
Ejemplo: Grupo de 5 miembros. Nota = 6,5.
Puntos totales, 6,5 x 5 = 32,5 puntos. Estos
32,5 puntos se deben repartir adecuadamente
en función del trabajo realizado y aportado por
cada miembro, puesto que es evidente que no
todos han trabajado igual6.
En el momento que el grupo acepta que un
compañero merece un 9, uno o más miembros
del grupo ya no podrán mantener el 6,5 inicial.
Si otro tiene un 7,5, otro un 6,5, el otro un 6,
esto implica que otro merece un 3,5. Estas notas están sacadas de un caso real y la realidad era
que un alumno no trabajó y que eso impidió que
5 - Ésta se puede obtener de manera exclusiva de la heteroevaluación del profesor o utilizando además, tanto la valoración que cada grupo
(coevaluación), como la autoevaluación grupal.
6 - Por muy equilibrado que sea el trabajo de los miembros de un grupo, nunca se puede considerar igual; aunque sólo sea por el hecho
de que alguien asume la figura de líder. El hecho de ser líder, y coordinar a un grupo para que el resultado sea positivo, implica que
su labor ha permitido o favorecido el resultado final (no debemos absolutizar estas palabras, pero en generar suele ser una aportación
positiva, sin la cual, quizás no se hubiera producido el resultado).
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el resultado del trabajo del grupo fuera mejor.
Y otros dos, pero sobre todo uno, destacaron
positivamente como reflejaron en el reparto7.
Son muchas las ocasiones en las que somos
conscientes que algunos alumnos han trabajado
más, u otras en las que no sólo no han trabajado,
sino que además han perjudicado al mismo…
Pero siempre acaba siendo el profesor quien decide poner orden y justicia en la nota final... La
posibilidad educativa que ofrecen estos sistemas
es enorme. Sólo hay que intentar aprovecharla.
5. Conclusiones
El día a día del docente navega entre la sensación de euforia por los pequeños logros de
aquellos alumnos que se esfuerzan intentando
complacernos y las frustraciones generadas por
ese otro grupo de “insatisfechos”, que existe en
todas las clases, y que parece no motivarles nada
de lo que proponemos.
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En nuestro caso, pretendemos generar un ambiente de confianza y aprendizaje que permita
implicar a todos los alumnos de un grupo en el
proceso de evaluación, con el fin que sea satisfactoria y a la vez justa en su resultado y reconocimiento.
16
No debemos olvidar que nuestros alumnos son
igual de importantes; pero sus necesidades son
diferentes.
6. Bibliografía
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en el que pretendemos que los alumnos se hagan responsables de su trabajo… Y esto es un paso en ese camino.
del alumnado en la evaluación: la autoevaluación, la
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