Teoría de la comunicación: 1898, la guerra de Cuba

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1898 LA GUERRA DE CUBA
La guerra de Cuba que más tarde desembocó en la guerra hispano−americana, no fue sólo una confrontación
entre un viejo imperio en decadencia; España y uno nuevo y floreciente; Estados Unidos. Fue un momento
decisivo en la historia, ya que a partir de este momento, las guerras se tornaron más sangrientas y
especialmente violentas.
La guerra hispano−americana fue una guerra por intereses económicos y la primera en la que los
corresponsales adquirieron un valor inimaginable. Los periodistas no solo informaban del conflicto sino que
muchas veces actuaban de exploradores o espías. Surgió durante esta guerra la prensa amarilla, que no
dudaba en mentir, exagerar o alterar la verdad.
BREVE HISTORIA DE LA GUERRA.
Cuba era colonia española desde su conquista a principios del siglo XVI. Tenía alrededor de un millón y
medio de habitantes generalmente esclavos negros, ya que la población precolombina había ido
desapareciendo poco a poco a causa de las epidemias que traían los colonos. La administración colonial y la
justicia de la isla estaban profundamente corrompidas.
Los intereses estadounidenses en Cuba se remontaban a varias décadas antes, pero fue en 1890 cuando las
tarifas aduaneras provocaron un primer enfrentamiento con España. Estados Unidos tenía importantes
inversiones en Cuba que ascendían a unos 50 millones de dólares y amenazó con boicotear el azúcar cubano,
principal fuente de ingresos, lo que habría supuesto el desastre económico de la isla. Finalmente en1891
España y Estados Unidos firmaron un tratado de reciprocidad aduanera que dos años más tarde fue rechazado
por Estados Unidos. Este rechazo provocó la desmesurada caída del precio del azúcar y el
abandono de las cosechas. El clima era idóneo para un enfrentamiento.
La guerra empezó mal para los revolucionarios cubanos que en poco tiempo muchos de sus líderes perdieron
la vida. En el bando español, Weyler sustituyó en el poder a Martínez Campos. Sus estrategias le valieron una
merecida fama de crueldad y un elevado número de victorias. Finalmente Weyler fue sustituido por Ramón
Blanco. Estados Unidos sin motivo aparente quiso intervenir en la guerra mandando su acorazado de segunda
clase Maine al puerto de la Habana si previo aviso, lo que era contrario a las practicas diplomáticas de la
época. Este viaje era más bien una maniobra intimidatoria y de provocación hacia España que se mantenía
firme en el rechazo de la propuesta de compra realizada por los Estados Unidos sobre Cuba y Puerto Rico.
Unas tres semanas después, a las 21:40 horas del día 15 de febrero de 1898,una explosión hizo que el
acorazado Maine saltara por los aires. Murieron 254 hombres y dos oficiales. Es curioso que el resto de la
tripulación estuviera en un baile dado en su honor por las autoridades españolas. La comisión estadounidense
determinó que la explosión había sido provocada y externa y la comisión española aseguró que fue debida a
causas internas, ya que si hubiese sido una mina como pretendían los norteamericanos se hubiese visto una
columna de agua en el puerto.
Crucero acorazado Maine
Tras un siglo de mentiras se sabe ya que la explosión del acorazado fue fortuita y no provocada por los
españoles como se hizo creer a los estadounidenses para que apoyasen la guerra que se iba a producir. El
gobierno estadounidense rompió toda relación diplomática con España y así comenzó la guerra declarada
oficialmente hispano−norteamericana.
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El 1 de Mayo España es derrotada en la batalla de Cavite y toda su flota de oriente desaparece dejando
Filipinas indefensa para la conquista estadounidense.
La flota española era tan antigua como la de Estados Unidos, pero los blindajes estadounidenses eran más
gruesos y la flota española, mucho peor mantenida, no podía enfrentarse a ellos.
Los norteamericanos desembarcaron en Daiquiri y tomaron Siboney. Su avance hacia Santiago de Cuba
comenzó el 24 de junio, pero fueron vigorosamente retenidos por las tropas españolas. España ahora en tierra
poseía la superioridad técnica con los fusiles Mauser.
El 3 de julio de 1898 tras la batalla de Santiago de Cuba concluyó definitivamente el Imperio español. Se
estableció en 332 el número de muertos y en 197 el de heridos. Los prisioneros fueron tratados con dignidad y
el valor demostrado por los vencidos fue alabado igualmente por los oficiales españoles que por los
norteamericanos. En el Imperio español ahora si se pone el sol.
El 10 de diciembre, el Tratado de Paris estableció unas condiciones vergonzosas para España, pero
indiscutibles: Estados Unidos tomó posesión de las propiedades españolas en las Antillas, las Filipinas y la
isla de Guam.
La perdida de las últimas colonias españolas provocó una profunda reflexión sobre la naturaleza de España,
una crisis de conciencia tanto en el ámbito intelectual como político y social. España se encontraba en crisis
pero no económica sino ideológica. Teóricos como Joaquín Costa, máximo representante del
regeneracionismo, persiguieron con empeño la modernización y europeización del país, buscando la reducción
de la miseria, el avance en la educación de la población y la modernización de la estructura social del trabajo.
EL PERIODISMO ANTES Y DURANTE LA GUERRA.
El fenómeno de la prensa amarilla nació en Estados Unidos donde el gusto por el escándalo llega a nuestros
días. Al frente del nacimiento de la presa amarilla hay que colocar a dos personajes peculiares: Joseph Pulitzer
y William Randolph Hearts.
−Pulitzer nació en Hungría y su vocación era ser soldado pero fue rechazado por los ejércitos
Austro−Húngaro, Francés e Inglés. Cuando estalló la guerra civil en Estados Unidos quiso alistarse en el
ejército de la Unión pero fue rechazado. En San Luis fue el propietario de un periódico local que le hizo ganar
bastante dinero y, en 1883, compró el New York World convirtiéndolo en un año en un periódico de éxito por
sus titulares escandalosos y sus dibujos. Pero pronto le llegó la competencia con Hearts.
−Hearts era hijo único de un dado a meterse en problemas. Fue expulsado de la Universidad de Harvard.
Intentó que su padre le permitiera dirigir un periódico de San Francisco que el Senador había comprado para
apoyar su carrera política. Durante un año trabajo en el World de Pulitzer y, a su vuelta a California, convirtió
el San Francisco Examiner en el periódico de más tirada de la ciudad a base de sus escandalosos titulares. En
1895 compró el New York Journal con la idea de competir con Pulitzer. Ambos se enzarzaron en una carrera
de titulares escandalosos, noticias falsas, etc.
.
La técnica de Hearts era la de comprar a los periodistas de Pulitzer. Entre estos figuraba un dibujante que
publicaba los domingos una tira de comics llamada "El Chico Amarillo". Hearts logró llevarlo al Journal.
Pulitzer reaccionó contratando otro dibujante que continuó haciendo la tira del "Chico Amarillo ". Ahora
había un comic de este personaje en cada uno de los periódicos. Por eso, para definir ese tipo de prensa, el
serio y sesudo periódico New York Times, les denominó prensa amarilla, apelativo con el que hoy es
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conocida la prensa sensacionalista.
Hearts y Pulitzer pusieron sus periódicos a disposición de éste en su campaña para la intervención en Cuba.
Como en Cuba faltaban los escándalos, era necesario crearlos y la segunda insurrección cubana en 1895 fue el
pretexto para ello.
La mayoría de los corresponsales en Cuba enviaban falsos relatos suministrados por la Junta Cubana en
Estados Unidos o producto de su fértil imaginación. Pronto los lectores de los Estados Unidos supieron de
fantásticas batallas que nunca habían sucedido y exageradas crueldades españolas. Pero nunca supieron de las
crueldades de los cubanos, de los civiles y soldados degollados con machetes ni de las haciendas quemadas
por los insurrectos.
Sólo algunos corresponsales estuvieron de verdad en el campo de batalla pero generalmente apoyando a los
rebeldes como espías, mensajeros o contrabandistas. Algunos fueron detenidos por las autoridades españolas.
De éstos, la mayoría fueron expulsados de Cuba y otros, detenidos.
Como anécdotas curiosas que reflejan esta desinformación hay que citar dos ejemplos:
1−El "New York Journal" titulaba así: ¿Es nuestra bandera un escudo para las mujeres? Indignas prácticas
de oficiales españoles a bordo de buques americanos. Distinguida Señorita desnudada y cacheada por
brutales españoles bajo nuestra bandera a bordo del "Ollivette ", un artículo en el que el periodista Richard
Davis describía con todo lujo de detalles cómo varios policías españoles desnudaban y cacheaban, a bordo del
Ollivette, a una cubana sospechosa de colaborar con los rebeldes. El escándalo en Estados Unidos fue enorme.
Sin embargo, pronto la historia se reveló como era. La propia Señorita Arango desmintió la historia a su
llegada a Nueva York. No fue desnudada por ningún oficial español. Sólo había sido cacheada por las
matronas de la policía sin cometer sobre ella ningún acto de violencia.
2−Días más tarde, el 16 de agosto de 1897, el Journal publicaba la noticia de que una bella cubana,
Evangelina Cisneros, había sido condenada a 20 años por haberse resistido a tener relaciones sexuales con
el jefe de la guarnición española en la Isla de Pinos. Miles de mujeres enviaron cartas a la Reina Regente de
España solicitando la liberación de la "joven mártir cubana ". El escándalo se avivó cuando el 8 de octubre
el Journal de Hearts publica que Evangelina se había evadido de la Isla y que se encontraba de viaje hacia
Nueva York. También publicó que la evasión había sido organizada por los corresponsales del Journal. Pero
eso sí, muy vigilada no debía estar Evangelina Cisneros cuando salió de Cuba sin grandes problemas. Sin
embargo la verdadera historia es que la señorita Cisneros intentó asesinar con otros cuatro cubanos al
gobernador militar de la Isla de Pinos.
La sociedad estadounidense se creía todas estas mentiras que la prensa les facilitaba y el libro Facts and Fakes
about Cuba de George Rea, donde se desvelaba toda esta manipulación, pasó desapercibido.
Otro ejemplo de esta manipulación consciente de la prensa es la respuesta dada por Hearts a su dibujante
Remigton que en un telegrama desde la Habana le decía:Todo está en calma. No hay problemas. No habrá
guerra. Quiero volver. La respuesta de Hearts fue: Por favor, permanezca allí. Usted suministre los
dibujos que yo pondré la guerra
Y así fue, seis días antes de la explosión del Maine, la prensa americana publicó una carta confidencial del
embajador español en Washington dirigida al ministro español Canalejas. En esta carta se acusaba al
Presidente Mac Kinley de débil y populachero y de querer contentar a los halcones de su partido. Los ánimos
en los Estados Unidos se encrespan y muchos piden la intervención en Cuba.
"Habrá un día de estos, en Cuba, una explosión que nos arreglará muchas cosas" escribía el primer
Henry Cabot Lodge a un embajador americano el 5 de enero de 1898. Sus palabras fueron proféticas. Veinte
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días más tarde zarpaba el Maine hacia la Habana y tres semanas después explotaba. Comenzaba así la guerra
hispano−americana y con ella la guerra de titulares.
La voladura del Maine sirvió de pretexto a la prensa amarilla para atizar el fuego antiespañol y llamar a la
guerra. El mismo día de la voladura del Maine, el capitán Sigsbee solicitaba que se calmara a la prensa hasta
que se hiciera una investigación de lo sucedido. Sin embargo, al día siguiente, el Journal de Hearts publica
una devastador titular: "El Maine partido en dos en La Habana por un infernal artefacto del enemigo ".
La historia de este titular es curiosa. Nada más saber Hearts la explosión del Maine llamó al director del
Journal preguntándole cómo tenía preparada la primera página. El director contestó que iban a destacarse otras
noticias. La respuesta de Hearts fue clara: "no hay ninguna otra gran noticia. Publica lo del Maine a toda
plana. ¡Esto significa guerra!"
Otros periódicos además del Journal se unen a la guerra de titulares. El diario "The World" proclama: "La
destrucción del Maine es razón suficiente para dar orden de zarpar a nuestra flota hacia La Habana y
exigir una indemnización en el plazo de 24 horas bajo amenaza de bombardeo ". El "New York Journal"
pide la intervención militar. En España el periódico "El País" replica: "El problema cubano no tendrá
solución mientras no enviemos un ejército a los Estados Unidos ". Los demás periódicos españoles, como
"El Correo Español ", piden la guerra.
En medio de la locura de las masas agitadas por los titulares, Woodford (embajador estadounidense en
España) comenta al Ministro español Moret: "No creo que la autonomía pueda dar la paz a Cuba, ni
tampoco creo que los insurgentes puedan asegurar la paz con un gobierno libre e independiente. Sólo
hay un poder y una Bandera capaces de asegurar la paz. Los Estados Unidos tienen ese poder y la
bandera americana es esa bandera." El Senador del Estado Nebraska Thurston al mismo tiempo declaró
"La guerra con España aumentará el volumen de negocios y ganancias de los ferrocarriles
norteamericanos, aumentará las ventas de todas las fábricas norteamericanas, estimulará cada rama de
la .industria y el comercio interior".Y los propósitos del Comandante General de Voluntarios, J.C.
Breckenbridge se resumían en: "Resumiendo, nuestra política deberá ser en todo momento la de ayudar
al débil frente al fuerte hasta que hayamos conseguido la exterminación de ambos, para así poder
anexionarnos la Perla de las Antillas.La postura estadounidense había ya quedado clara. Buscarán la guerra
para alcanzar la paz bajo su bandera, ayudarán al débil con el único propósito de apoderarse la isla de Cuba y
de mejorar tambien su economía.
Es hora de que el presidente Mc Kinley intervenga. El 11 de abril lee su mensaje al congreso: "La situación
actual de Cuba es una amenaza constante para nuestra paz interior e impone al gobierno de los Estados
Unidos gastos enormes ... y corren constante peligro la vida y la libertad de nuestros conciudadanos,
mientras se destruyen las haciendas y los caudales de éstos y están expuestos a ser apresados, y lo son,
en efecto, nuestros buques mercantes por la marina de un gobierno extranjero. Su discurso terminaba
con la petición de que el Congreso le autorizara a tomar medidas para imponer un gobierno estable capaz de
mantener el orden en Cuba empleando, si fuera necesario, el ejército y la marina de los Estados Unidos.
El 18 de abril, el Congreso de los Estados Unidos aprueba una resolución conjunta dando plenos poderes a
McKinley. Desde este día España sabe que la guerra es inevitable. En la noche de 20 al 21 de abril, Woodford,
recibe por telegrama el texto de la resolución de las Cámaras americanas, con órdenes de entregarlo en forma
de ultimátum exigiendo la renuncia española a Cuba en el plazo de tres días. Woodford decide entregarlo en la
mañana del día 21. Lo que no sabe es que el telegrama ha sido descifrado por los servicios del Ministerio
español de Estado y se ha anticipado ordenando al embajador español en Washington que abandone los
Estados Unidos. El día 25 de abril el congreso de los Estados Unidos vota la declaración de guerra a España
con efectos retroactivos desde el día 21, para justificar así el apresamiento de los mercantes fuera del periodo
de guerra.
El ultimátum en España se recibió con una postura pesimista, prueba de ello es este artículo publicado en la
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Vanguardia titulado:La opinión pública ante la guerra, que dice así: No queda ya esperanza. A la hora en
que nuestros lectores pasen los ojos por estas líneas, la agresión legal que mister MacKinley ha formulado en
un ultimátum a España, se habrá consumado. La agresión material de la fuerza bruta no tardará en
consumarse. El gobierno español ha hecho para evitar la guerra cuanto humanamente es posible. Ni ante Dios
ni ante los hombres tiene responsabilidad de la sangre que esta nueva guerra derramará .Hace pocas horas,
cuando la reina, emocionada, daba cuenta en el mensaje de las Cortes, de la gravedad del pleito que la maldad
norteamericana pone a España, aún se aludía al conflicto armado en sentido hipotético; todavía, aunque
debilitada, se traslucía la posibilidad de que no cayera sobre la Antilla española la mano miserable que se
levantaba contra ella al otro lado del Atlántico.
La conciencia pública, sin embargo; no se engañaba. En el acto trascendental de la apertura de las Cortes que
hoy hemos presenciado, en el recinto en que se han reunido las representaciones más altas de la nación, el eco
de las palabras del mensaje, que llamaban la atención del auditorio sobre la villanía yanqui, viva, brutal, sobre
España, compendiaba todos los sentimientos. Esta es la bandera con que vamos a la lucha provocada por los
norteamericanos; ésta es la bandera que tremola la monarquía y que a su nombre y al de la patria sostendrá
imparcial su gobierno; ésa es la síntesis del mensaje de las Cortes .Las emociones de este día no se pueden
explanar en breves líneas.
No bien deshecho el cuadro de la apertura de las Cortes, los ministros se reúnen sin despojarse de sus
uniformes para cambiar impresiones. Por todas partes circula el rumor de que la reunión se debe a que se ha
recibido ya el ultimatum y el rumor parece confirmarse algunas horas después .En la calle; en el seno de las
familias, en todas partes no se habla mientras tanto m s que de la guerra, de la guerra ya inevitable. La síntesis
de todas estas conversaciones se hace con gran facilidad, porque el juicio es unánime y el sentimiento también
.No se recuerda en la historia una agresión tan brutal a la razón y al derecho como el ultimátum de mister
MacKinley exigiendo a España que desaloje su casa, que renuncie a lo que es suyo. Este, como hecho punible;
es el caso del ladrón y asesino que exige la bolsa amenazando con la muerte. En cuanto al sentimiento público
que en Madrid hemos podido compulsar, no hay discrepancias. En pasados días podían hacerse cálculos
respecto del poder material de los Estados Unidos, hoy el cálculo cede ante el sentimiento y se sacrifica la
razón ante las circunstancias. En esta agitación de los espíritus no faltan políticos que forman cábalas y están
al acecho de cuanto pudiera ocurrir. No hay que envidiarle su labor poco grata. Han hecho circular rumores de
crisis; fundados en que, puesto que se va a la guerra, los señores Moret y Gullón; ejecutores de la política de
paz, se consideran fracasados.
Verdad será , pero ésta nos parece una verdad secundaria que cede a la gravedad de los actuales momentos.
Una crisis ahora, en los instantes en que se van a comenzar las hostilidades, debilitaría a España. De todos
modos, dejando a un lado las conveniencias, toda noticia de crisis nos parece prematura.
Las publicaciones periódicas de Madrid, en general se mantuvieron en una cerrada postura de patriotismo
barato en torno a las guerras de Cuba, siguiendo las doctrinas defendidas por los dos Presidentes de los
Consejos de Ministros, Cánovas del Castillo y Práxedes Mateo Sagasta.
Las publicaciones españolas que sí se atrevieron a mostrar su postura fueron: El Socialista, órgano del
Partido Socialista, y los diarios El Imparcial y Heraldo de Madrid. Como ejemplo del más radical
ultrarreaccionarismo se pueden poner a El Motín, republicano, y Blanco y Negro, primera de las publicaciones
de la empresa de los Luca de Tena y que desde su primer día defendieron a la monarquía. Blanco y Negro no
tuvo inconveniente en publicar párrafos como estos:
El tristemente celebrado José Martí, jefe civil de la actual insurrección y titulado presidente de la
República, quedó muerto en dicho combate, sostenido entre los ríos Cauto y Contramaestre. Y aunque
no resulte cierta la noticia de haber muerto en dicho encuentro los cabecillas Estrada y Máximo Gómez,
basta con el cadáver de Martí para que la insurrección quede descabezada y nuestras tropas sostengan
el vigoroso espíritu y valiente entusiasmo de que tantas muestras van dando en esta campaña
(1−VI−1895).
La más negra es que no se busca por los enemigos de España ni las autonomías, ni la anexión, ni la total
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independencias de la isla de Cuba sino el exterminio de los blancos, sean españoles, sean criollos.
(14−XII−1895).
Miguel de Unamuno publicó un artículo titulado "Paz y trabajo" en El Socialista, del que son estas líneas, en
consonancia con lo que esta publicación venía ofreciendo a sus lectores: Al celebrar la fiesta del 1º de mayo
los obreros españoles conscientes de su dignidad y de su posición social, impone como primer deber el
de protestar de la guerra que lleva a Cuba a morir y a matar a tantos trabajadores, cuyo progreso
moral y material en nada dificultan los insurrectos y sí los que contra ellos los envían. (1−V−1896).
La postura de El Imparcial queda reflejada en este párrafo: Cada bohío es una estación telegráfica y cada
campesino, un servidor de la insurrección. Como consecuencia, los soldados españoles ni siquiera
pueden dormir en las casas de los pueblos, por que les robaron incluso las armas y municiones. Los
movimientos de las columnas peninsulares son inmediatamente reseñados por los "pacíficos" con toda
suerte de detalles, mientras las informaciones alternativas están plagadas de errores. De este modo, el
juego de marchas y contramarchas se revela agotador y estéril. Los soldados se mueren literalmente de
hambre, mientras experimentan las enfermedades e infecciones propias de un país tropical. Tal es el
balance de " tantas idas y venidas inútiles como hacen nuestras columnas". (12−VII−1896).
Y así se manifestaba Heraldo de Madrid en un artículo titulado "Para los heridos de Cuba": ...a medida que
avanza el tiempo es mayor el número de soldados que regresan de Cuba imposibilitados para seguir
prestando los duros servicios de la guerra (...). No pocos regresan inutilizados por completo; sus lesiones
los han dejado sin medios de acción para ningún oficio. Muchos vuelven consumidos por las fiebres,
destruidos por el vómito, víctimas de la anemia, extenuados y demacradísimos. La piel pegada a los
huesos, los ojos hundidos en las órbitas, sin fuerza para andar, perdido el apetito, en la mayor miseria
fisiológica, causa lástima infinita verlos. Estos últimos constituyen la mayoría de las bajas del glorioso
ejército. (23−X−1896). Y en otro firmado por Gonzalo de Reparaz: Aquellos 200.000 muchachos que la
Patria mandó a la manigua para defender la integridad del territorio han muerto o enfermado casi
todos víctimas de tres causas que, habiéndose podido remediar no se han remediado. La primera, el
hambre. El soldado ha comido poco y malo, y en ocasiones no ha comido nada. A veces su único
alimento ha sido un pedazo de galleta agusanada (...). Las medidas higiénicas aconsejadas por la
subinspección de Sanidad Militar en las instrucciones impresas en 1º de abril de 1896, no se han
cumplido. El cansancio, esa era la segunda causa de mortalidad (...). Al soldado no se le daba cama ni
abrigo, ni tiempo siquiera para dormir. (6−XI−1897).
1898 LA GUERRA DE CUBA:
La prensa amarilla.
TEORÍA DE LA COMUNICACIÓN.
Periodismo 2.1
9 de febrero de 2001.
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