> CULTURA PREVENTIVA FICHA TÉCNICA AUTOR: GARCÍA GONZÁLEZ, Guillermo. TÍTULO: La obligación de formación preventiva. FUENTE: Gestión Práctica de Riesgos Laborales, nº 66, pág. 44, diciembre 2009. RESUMEN: El artículo 19 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales regula la obligación de formación en materia preventiva, deber que tiene que proporcionar el empresario y que tiene que recibir y asimilar el trabajador. Anteriormente, la Directiva 89/391 y el Estatuto de los Trabajadores ya habían contemplado en su articulado esta disposición, que desde entonces se ha complementado gracias a las numerosas resoluciones judiciales al respecto. Tal es la importancia de esta materia en el ámbito laboral, que su incumplimiento es uno de los criterios que más se utilizan para la imputación de responsabilidad punitiva al empresario. Los convenios colectivos también han permitido acomodar esta instrucción en PRL a la realidad de cada sector, estableciendo para cada uno de ellos una duración y unos contenidos mínimos de las acciones formativas en materia preventiva. DESCRIPTORES: • Cultura preventiva • Formación • Ley de Prevención de Riesgos Laborales • Negociación colectiva • Sentencias judiciales La obligación de formación preventiva La formación en prevención de riesgos laborales es un deber que tienen que cumplir el empresario, disponiendo de todos los medios para impartirla, y el trabajador, implicándose en la materia. Una obligación que supone toda una garantía en las condiciones de seguridad y salud de los empleados, que adquieren de esta forma conocimientos y habilidades imprescindibles en materia de PRL, y que permite integrar la cultura preventiva en el propio sistema productivo de la empresa, mejorando sus resultados. Guillermo García González, profesor del Área de Derecho del Trabajo de la Universidad Autónoma de Barcelona y miembro de Grupo Adade 44 • Gestión Práctica de Riesgos Laborales Nº 66 • Diciembre de 2009 www.riesgos-laborales.com E ntre las obligaciones incluidas en el deber genérico de protección empresarial configurado en el artículo 14 de la Ley 31/1995, de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL), la obligación de formación ha sido considerada, tanto por la doctrina como por la jurisprudencia, como una de las más relevantes, constituyendo uno de los pilares sobre los que se ha querido asentar el modelo preventivo en España. Esta obligación fue recogida en el artículo 19 de la LPRL, transponiendo casi literalmente lo dispuesto en el artículo 12.1 de la Directiva 89/391, y ya había sido contemplada previamente en el ordenamiento jurídico nacional a través del artículo 19.4 del Estatuto de los Trabajadores (ET). La obligación de formación empresarial se presenta no sólo como una garantía de mejora de las condiciones de seguridad y salud de los trabajadores, al dotarlos de conocimientos, aptitudes y habilidades, sino que resulta un elemento indispensable para la efectiva integración de la PRL en la empresa, y para la implementación de la cultura preventiva en el sistema socio-económico y productivo, objetivo último de todo el ordenamiento jurídico-preventivo. Desde la promulgación de la LPRL se han producido numerosa casuística y pronunciamientos judiciales que han ido delimitando esta obligación preventiva, dotándola de una configuración característica. El incumplimiento o cumplimiento imperfecto de este deber ha sido empleado reiteradamente por jueces y tribunales como fundamento determinante de la existencia de responsabilidad empresarial en materia de preventiva. Todo ello, junto al papel relevante que en esta cuestión está adquiriendo la negociación colectiva, hace necesario realizar un análisis sobre el actual alcance y contenido de esta exigencia, en el marco del conjunto de obligaciones que integran el deber de protección empresarial. Características de la formación La LPRL configura el deber empresarial de formación como una obligación compleja, de tacto sucesivo y con un contenido predominantemente finalista, en el que prima más la consecución del fin perseguido (garantizar la seguridad y salud laboral de los trabajadores), que los medios utilizados para su consecución. La obligación de formación establecida en el artículo 19 de la LPRL, de Nº 66 • Diciembre de 2009 044_a_Cultura preventiva.indd 45 acuerdo a su configuración normativa, así como a la interpretación y aplicación que los órganos jurisdiccionales han venido realizando sobre la misma, tiene las siguientes notas características1: características personales y profesionales del trabajador. La obligación de formación debe acentuarse en el caso de empleados expuestos a un mayor nivel de riesgos o menos experimentados6. > Referida a PRL. Debe ser una formación que esté en consonancia con la prevención de riesgos laborales generales y específicos del sector para el que se trabaja y la actividad laboral que se desempeña. > Continua. Debe impartirse en el momento de la contratación del trabajador y cuando se produzcan cambios en las funciones que desempeñe o se introduzcan nuevas tecnologías o modificaciones de entidad en los equipos de trabajo. El cambio de tareas desempeñadas por el trabajador requerirá de una nueva acción formativa adaptada a la nueva actividad a desempeñar7. > Teórica y práctica. La mera formación en contenidos teóricos no supone un cumplimiento de la obligación empresarial, debiendo acompañarse de una formación que implique la puesta en práctica de los conocimientos y habilidades adquiridos2. Debe ser impartida a toda la plantilla, siendo irrelevante la duración o modalidad contractual que vincule al trabajador con la empresa. La antigüedad y experiencia profesional de un trabajador en un puesto de trabajo no actúa como motivo que exima al empresario de su obligación de formación preventiva3. > Suficiente. Debe tener la calidad formativa, la duración y la intensidad necesaria para el objetivo preventivo que se requiere. Resulta por ello insuficiente la mera entrega de fichas informativas al trabajador sobre los riesgos de su puesto de trabajo y las medidas preventivas a adoptar4. Tampoco se consideran suficientes las instrucciones recibidas por un empleado del empresario o de un encargado sobre las medidas necesarias para evitar los accidentes más comunes en el puesto de trabajo5. > Adecuada o personalizada. Tiene que ser en atención al tipo de riesgo y de trabajo y de las 1 Estas características resultan aplicables para la obligación de formación en relación con los trabajadores ordinarios, es decir, aquellos que están sujetos al régimen general de derechos y obligaciones generales, no teniendo un régimen de formación específico en atención al especial riesgo al que están sometidos, a su especial función, ni a su especial competencia preventiva. 2 Sentencia del Tribunal Superior de Justicia (STSJ) de Andalucía/Málaga, de 15 de mayo de 2008, y STJS de Andalucía/Sevilla, de 22 de enero de 2009. 3 STSJ de Madrid, de 21 de enero de 2001, y STSJ de Comunidad Valenciana, de 20 de enero de 2009. > Específica. Deberá estar centrada en el puesto de trabajo o función desarrollada por cada trabajador, partiendo de los resultados de la evaluación de riesgos. La formación genérica, abstracta e indiscriminada no supone dar cumplimiento a la obligación en materia preventiva8. > Periódica. La formación debe ser dinámica, adaptándose a la evolución de los riesgos y a la aparición de otros nuevos, y repitiéndose en caso de que resulte necesario. > Gratuita. Su coste no podrá recaer en ningún caso sobre los trabajadores. Esta gratuidad se extiende también, por analogía, a aquella formación complementaria que en materia de prevención de riesgos laborales exija el convenio colectivo de aplicación a los trabajadores incluidos en su ámbito9. Condiciones de cumplimiento La formación se podrá impartir por la empresa mediante medios propios o concertándola con servicios ajenos, debiendo contar todos ellos con las competencias y habilidades propias según el nivel de enseñanza a impartir en atención a lo dispuesto por el RD 39/1997, por el que se aprueba el Reglamento de los Servicios de Prevención. Ha de tenerse presente que, en todo caso, la 6 STSJ de Castilla-La Mancha, de 28 de mayo de 2004. 7 STSJ de Cantabria, de 21 de septiembre de 2001. 4 STSJ de País Vasco, de 6 de junio de 2006. 8 STSJ de Aragón, de 29 de junio de 2007, y STSJ de Andalucía/Sevilla, de 22 de enero de 2009. 5 STSJ de Cataluña, de 25 de enero de 2005. 9 STSJ de Cantabria, de 29 julio de 2002. Gestión Práctica de Riesgos Laborales • 45 24/11/2009 21:01:22 > CULTURA PREVENTIVA Las acciones formativas en PRL deben desarrollarse dentro de la jornada de trabajo y, si excepcionalmente ello no fuera posible, se podrán impartir en otras horas. En este caso, las horas empleadas en formación preventiva fuera de este horario deberán computarse como horas efectivamente trabajadas11. Y ello es así, porque es una enseñanza que no responde a la libre decisión del trabajador, siendo deber de la empresa garantizarla, y resultando ésta beneficiada de la misma, porque, aparte de cumplir con una obligación legal, le permite desarrollar su actividad con mayor seguridad y con un personal más capacitado12. En el caso de que la formación se imparta fuera de las instalaciones de la compañía, se computará como jornada de trabajo el tiempo destinado al desplazamiento al lugar de formación. En relación con la modalidad de impartición, la formación a distancia ha sido una de las formas más utilizadas por los empresarios para implementar su obligación preventiva. Nada se opone al empleo de esta modalidad de enseñanza, si bien la misma plantea problemas que conviene delimitar. En muchas ocasiones los organismos administrativos con competencias en PRL y los jueces y tribunales han mantenido que esta modalidad no cumple con los requisitos exigidos por el artículo 19 de la LPRL, ya que la misma resulta, en la mayoría de ocasiones, incompleta al no dar cabida a la formación práctica13. Por tanto, para poder entenderse como suficiente y adecuada, debe ser complementada con una actividad que suponga la puesta en práctica de los conocimientos adquiridos a través de la instrucción teórica. 10 STSJ de Comunidad Valenciana, de 20 de enero de 2009, y sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid, Sala 23ª, de 10 de octubre de 2007. 11 Sentencia del Tribunal Supremo, de 18 de abril de 2002. 12 Sentencia de la Audiencia Nacional (SAN), de 21 de noviembre de 2006. 13 STSJ deCastilla y León/Valladolid, de 31 de octubre de 2007. 46 • Gestión Práctica de Riesgos Laborales © Latin Stock obligación de seguridad y por tanto el deber de formación, recae en último término sobre el empresario. Por ello, la concertación de la actividad formativa con una entidad externa especializada no presupone el cumplimiento de la obligación de prevención empresarial10. Los tribunales recurren habitualmente al grado de cumplimiento de la obligación de formación para determinar la existencia de responsabilidad empresarial en materia preventiva. Otra de las cuestiones más controvertidas en relación con la formación a distancia ha consistido en determinar si la carga lectiva de la enseñanza no presencial debe considerarse como tiempo de trabajo efectivo, y por tanto, computar a efectos de jornada laboral. El asunto quedó definitivamente resuelto por la sentencia del Tribunal Supremo, de 12 de febrero de 2008, que establece que las horas invertidas en formación en PRL, siempre que resulte obligatoria conforme a lo dispuesto legal o convencionalmente o por exigencia del empresario, deben descontarse del tiempo de trabajo. Por ello, las horas de formación a distancia que dediquen los trabajadores deben ser computadas a todos los efectos dentro de la jornada laboral. Delimitación del art. 19 de la LPRL a través de la negociación colectiva La articulación en la práctica de la obligación de formación preventiva presenta numerosas indefiniciones y ambigüedades que pueden dar lugar a disfunciones aplicativas. Es la negociación colectiva la que está llamada a adaptar los preceptos normativos a su realidad sectorial, debiendo cumplir la misión de acomodar de un modo dinámico la PRL a las nuevas necesidades que se vayan generando por el constante cambio en las estructuras sociales, económicas y productivas. La obligación de formación establecida en la LPRL con carácter general para todos los ámbitos, ha sido concretada por medio de la negociación colectiva. A través de los convenios colectivos se han ido delimitando el concepto indeterminado de “formación suficiente y adecuada”, estableciendo para cada sector de actividad una duración y unos contenidos mínimos de las acciones formativas. Otros acuerdos colectivos han configurado una formación obligatoria, adicional y complementaria a la recogida en el art. 19 de la LPRL, para los trabajadores incluidos en su ámbito de aplicación. Con ello, se cumple la remisión que la Disposición Adicional 7ª del RD 39/1997 efectuaba a la negociación colectiva para la determinación de la enseñanza en PRL necesaria en función de los diferentes sectores productivos. A título de ejemplo, se puede señalar el III Convenio Colectivo estatal de la madera, que en su artículo 105 establece los contenidos mínimos que debe tener la formación en prevención de riesgos laborales para que se considere suficiente y adecuada en función de la tarea a desempeñar. La misma delimitación se efectúa en el artículo 132 del Convenio Colectivo de ámbito estatal para las industrias extractivas, del vidrio, cerámicas y de comercio exclusivista de los mismos materiales. Especial mención, por el complejo sistema formativo que implementa y por su extenso ámbito de aplicación, merece el IV Convenio general del sector de la construcción (CGSC). El plan formativo establecido en éste se estructura en dos niveles: el primer ciclo de formación o aula permanente (artículos 134 y 138), de aplicación general para todos los trabajadores; y, los itinerarios formativos Nº 66 • Diciembre de 2009 www.riesgos-laborales.com propios del segundo ciclo o formación en función del puesto de trabajo o por oficio. Este diseño se ajusta a los requerimientos formativos que en materia de PRL contemplan el artículo 10 de la Ley 32/2006, reguladora de la subcontratación en el sector de la construcción, y el artículo 12 del RD 1109/2007, por el que se desarrolla esta ley. La formación recogida por el CGSC es preceptiva en este sector, siendo adicional y complementaria a la que establece el artículo 19 de la LPRL, estando dirigidas ambas a mejorar la capacitación y formación de los trabajadores en su ámbito de aplicación. En definitiva, el convenio no hace sino remitirse a lo establecido en el artículo 2 de la LPRL, y, respetando el mínimo necesario del artículo 19 del mismo cuerpo legal, mejora la instrucción requerida para los trabajadores en el sector de la construcción. En clara correspondencia con este convenio, el acuerdo estatal del sector del metal establece un plan formativo análogo al exigible en el ramo de la construcción. La formación preventiva requerida por la negociación colectiva goza del mismo régimen legal que la configurada en el artículo 19 de la LPRL: debe ser realizada dentro de la jornada laboral y ser gratuita para el trabajador. De este modo, el régimen jurídico de la obligación de senseñanza de la LPRL se extiende también por analogía a la que resulte complementaria en esta materia por requerimiento del convenio colectivo14. Elemento relevante en la imputación de responsabilidades empresariales El incumplimiento de la obligación de formación en PRL constituye un tipo de ilícito administrativo de carácter grave o muy grave encuadrado en la Ley de Infracciones y Sanciones en el Orden Social. Más allá de la responsabilidad administrativa, el cumplimiento correcto de la obligación de formación empresarial es uno de los criterios más comúnmente utilizados para la imputación de responsabilidad al empresario, sirviendo como elemento para su concreción. Actualmente, jueces y tribunales recurren de manera habitual al grado de cumplimiento de la obligación de formación como elemento determinante de la existencia de responsabilidad empresarial en materia preventiva. Y ello, en el ámbito del recargo de prestaciones15, en el penal16 y en Nº 66 • Diciembre de 2009 044_a_Cultura preventiva.indd 47 el civil17. En ocasiones, el estricto cumplimiento de la obligación de formación ha fundamentado la exención de responsabilidad penal empresarial18. El grado y calidad de la formación proporcionada al trabajador delimitará la diligencia que le resulte exigible en el ejercicio de sus funciones y responsabilidades, conforme al art. 29 de la LPRL, elemento fundamental a la hora de concretar el alcance de la responsabilidad empresarial en materia preventiva. Así, la ausencia de formación preventiva suficiente y adecuada supone compensar la eventual imprudencia temeraria del trabajador en relación con un accidente de trabajo, siendo un factor de superior intensidad culpabilística que absorbe el desvalor que pudiera emanar de una hipotética negligencia del trabajador19. La obligación de formarse del trabajador La obligación empresarial de proporcionar formación sería ineficaz sin la existencia de un correlativo deber de los trabajadores de formarse. La implicación de los trabajadores en materia preventiva y la consecución de una auténtica integración de la prevención en las organizaciones productivas, difícilmente podrían ser conseguidas sin el establecimiento del deber de formación a los trabajadores. El art. 19.4 del ET configura la formación en PRL como una obligación de los trabajadores. El art. 29 de la LPRL, aunque no recoge este deber de modo expreso, lo contempla en su primer apartado cuando establece que corresponde a cada trabajador velar por su propia seguridad y salud en el trabajo y por la de aquellas otras personas a las que pueda afectar su actividad, de confor- 14 STSJ de Cantabria, de 29 julio de 2002, y SAN, de 21 de enero de 2006. 15 STSJ de Cantabria, de 29 de diciembre de 2007, y STSJ de la Comunidad Valenciana, de 20 de enero de 2009. 16 SAP de Burgos, Sala 1ª, de 8 de enero de 2008, y SAP de Palencia, Sala 1ª, de 4 de marzo de 2008. 17 STSJ de Extremadura, de 10 de enero de 2008, y STSJ de Andalucía/Sevilla, de 22 de enero de 2009. midad con su formación y las instrucciones del empresario. También se puede entender comprendida en la obligación genérica del art. 29.2.6 de la LPRL, que establece que el trabajador ha de cooperar con el empresario para que éste pueda garantizar unas condiciones de trabajo seguras. En atención a las normas referidas, resulta evidente que la obligación de formación no sólo se limita al deber empresarial de proporcionarla, sino que también se concreta en el compromiso de los trabajadores de recibirla y asimilarla. La obligación de los trabajadores no se cumple con la mera presencia pasiva en las acciones formativas preventivas, sino que requiere una conducta activa, la asimilación de los contenidos y la aplicación efectiva de los mismos en su actividad. Por medio de la negociación colectiva se ha ido reafirmando esta obligación, estableciendo el deber del trabajador de seguir los cursos de formación en prevención, tanto en su vertiente teórica como práctica. Así lo establecen, entre otros, el art. 26 del convenio colectivo laboral para las empresas del sector de harinas panificables y sémolas y el art. 17 del convenio colectivo para la industria de granjas avícolas y otros animales. La dejación de esta obligación por parte del trabajador debe comprender tanto los supuestos en que éstos se niegan a realizar los cursos, como los que, asistiendo a los mismos, no los aprovechan. Estos incumplimientos tendrán la consideración de laborales (art. 29.3 de la LPRL, en relación con el art. 58 del ET), pudiendo el empresario, en el ejercicio de su poder de dirección, sancionar a los trabajadores infractores de acuerdo a la graduación que resulte aplicable legal o convencionalmente, llegando incluso al despido disciplinario20. En este sentido, hay que concluir que en la actualidad muchos convenios colectivos han establecido en sus disposiciones un régimen disciplinario aplicable a los empleados que incumplan sus obligaciones preventivas, y que desplegaría su eficacia en el supuesto de que el trabajador no cumpliera con este deber. A título de ejemplo, basta con señalar que tanto el CGSC como el convenio colectivo estatal de la industria química recogen estas sanciones. 18 SAP de Zaragoza, Sala 6ª, de 26 de febrero de 2009. 19 STSJ de Aragón, de 29 de junio de 2007. 20 STSJ de País Vasco, de 10 de julio de 2007. Gestión Práctica de Riesgos Laborales • 47 24/11/2009 21:01:22