La Política Exterior Argentina hacia los vecinos durante la

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Centro de Estudios Internacionales y de
Educación para la Globalización (CEIEG)
Universidad del CEMA
Documento de Trabajo Nº 1
Julio de 2004
http://www.cema.edu.ar/ceieg
LA POLÍTICA EXTERIOR ARGENTINA
HACIA LOS VECINOS DURANTE LOS ´90
Por Miryam Colacrai
Magíster y Licenciada en Relaciones Internacionales,
Investigadora y Profesora del CERIR (Universidad Nacional de Rosario),
Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET)
ABSTRACT
This paper examines the political dimension of the bilateral and multilateral relations
between Argentina and its more important contiguous neighbors during the 1990s. It
explores the qualitative change experienced in these relations, and attempts to explain
the process through which old animosities and misunderstandings were overcome.
RESUMEN
Este trabajo aborda la dimensión política de las relaciones bilaterales y multilaterales de
Argentina con sus principales vecinos contiguos durante los años noventa. Explora el
cambio cualitativo que éstas experimentaron e intenta explicar la superación de antiguas
fracturas y desentendimientos.
Advertencia - Disclaimer
La serie de Documentos de Trabajo del CEIEG se publica a los efectos de adelantar estudios e
investigaciones de la incumbencia de nuestro Centro. Todos los trabajos están firmados y expresan los
puntos de vista individuales de sus autores, sin reflejar necesariamente las opiniones de la Universidad del
CEMA, del mismo CEIEG ni de otras instituciones a las que dichos autores estén vinculados. La
UCEMA no asume responsabilidad alguna por el contenido de los Documentos, que son de la exclusiva
responsabilidad de quienes los firman.
1
La Política Exterior Argentina hacia los vecinos durante los ´90
Por Miryam Colacrai
Consideraciones de partida
Con el inicio de la década de los noventa, durante la cual se consolidaron los procesos
de democratización, las relaciones intrarregionales de América Latina experimentaron
también un cambio significativo que venía a superar antiguas fracturas,
desentendimientos e inestabilidad. También debe reconocerse que esta nueva etapa es
heredera, en alguna medida, de experiencias de acercamiento y concertación política
diseñadas desde una activa diplomacia presidencial encarada por los gobiernos
democráticos de Argentina, Brasil y Uruguay a partir de la segunda mitad de los
ochenta. Los aspectos claves de esa relación estuvieron dados por la coordinación de las
respectivas políticas exteriores en el tratamiento de algunos aspectos sensibles de la
agenda internacional y regional, como también en el despegue hacia la construcción de
una integración regional más dinámica.1
Como signo distintivo, los noventa inauguraron para la subregión una etapa que puede
ser connotada en términos de cooperación y paz interdemocrática 2. Ese contexto
favoreció el acercamiento y se ubicó como un factor esencial a la hora de conducir
negociaciones bilaterales sobre conflictos territoriales pendientes, cuya superación fue
complementada por el establecimiento de medidas de confianza mutua. También facilitó
el desarrollo de iniciativas de integración económica y formas diversas y novedosas de
cooperación internacional que incluyen la cooperación transgubernamental (por
ejemplo, entre agencias gubernamentales, ministerios, entre otros), la vinculación entre
actores subnacionales gubernamentales (provincias, regiones, estados) incorporando
también sectores específicos de la sociedad civil los que , de esta manera, construyeron
canales y redes de comunicación facilitadoras de dichas relaciones.
A partir de estas consideraciones generales introductorias, es necesario explicitar
algunos criterios ordenadores empleados con el propósito de sistematizar este
recorrido sobre las relaciones de Argentina con sus vecinos en la década de los noventa,
que apuntará más a la descripción que a la explicación.
En primer lugar tendré en cuenta que, dada la complejidad intrínseca que posee
la Política Exterior de un estado, para poder abordarla conviene dividirla en tres
dimensiones analíticamente separables, a saber a) político-diplomática, b)
económico-comercial, c) estratégico-militar 3. En este trabajo, el área de
concentración será la dimensión político-diplomática y, tomaré las otras dos en
la medida que hayan tenido intervención y resolución desde lo políticodiplomático o correspondan a una temática prácticamente inescindible de alguna
de las otras dos. En este sentido convendría aclarar que me refiero
fundamentalmente a las cuestiones económicas, en tanto algunas diferencias o
disputas generadas en lo comercial -en el ámbito del propio MERCOSURameritaron una negociación y resolución política donde estuvieron
comprometidos, en la mayoría de los casos, los respectivos presidentes. Las
cuestiones estratégico-militares, quedarán comprendidas en el primer grupo ya
2
que, dadas las características particulares que ellas tuvieron en la región como
“componentes de peso” en otras cuestiones, han sido abordadas como parte de la
agenda político-diplomática y han logrado resolución dentro de ese marco.
El segundo criterio es que tomaré en consideración sobre todo las macrorelaciones4, contemplando algunas micro-relaciones muy relevantes,
fundamentalmente en lo que respecta a actores subnacionales y otros agentes
transgubernamentales.(por ejemplo, Ministerios , Secretarías, etc.)
El tercer criterio sobre el que se sustenta el recorte realizado es que focalizaré
la atención en la Política Exterior de la Argentina hacia su área más cercana,
siendo el primer círculo de la misma Brasil y Chile con los cuales, además, se da
la mayor densidad de relaciones. La selección realizada tiene en cuenta,
metodológicamente, algunas de las consideraciones formuladas por Rosenau 5
relativas a los ámbitos en que define el entorno. Así toma en primer lugar a los
países “contiguos” y en un segundo círculo los del “espacio regional” (en este
caso Latinoamérica). Ello se combinará con los aportes conceptuales de Tulchin
6
, referidos a “densidad de las relaciones”.
Estas aclaraciones preliminares, permiten señalar que el acento de este trabajo estará
puesto en las relaciones políticas de Argentina con Brasil y Chile , centrando la
atención en lo bilateral y complementándolo con las acciones que se hayan dado en el
contexto del MERCOSUR y, en menor medida, en otros foros regionales,
particularmente Organización de Estados Americanos y Grupo de Río.
El nuevo rumbo de la Política Exterior Argentina durante los noventa
Producido el cambio de administración en julio de 1989, el presidente Menem fijó como
estrategia fundamental de su gobierno mejorar la inserción de la Argentina dentro de un
contexto internacional en cambio, estableciendo una fuerte vinculación de los objetivos
políticos y económicos internos con las “oportunidades” y constreñimientos
provenientes del marco externo. Desde su gobierno se asumió el escenario de un mundo
unipolar como eje estructurante de la dimensión estratégico-militar y los presupuestos
del consenso de Washington en el diseño de la nueva economía política argentina.
La Política Exterior tomó en cuenta estos supuestos y vino a formar parte del proceso de
reformas encarado por el nuevo gobierno. Conviene aquí hacer algunas reflexiones que
permiten hallar ciertas similitudes y diferencias con referencia a lo acontecido en la
región y, particularmente, la situación visualizada en el entorno más próximo o
contiguo, tal como lo definiera anteriormente. Puede decirse que la Argentina y, en gran
medida también Brasil, diseñaron su agenda política ajustándola, mediante una
pragmática adaptación, a la agenda económica. En tanto Chile, debió poner énfasis en
su reinserción internacional en la dimensión política ya que, heredaba del gobierno
anterior el rediseño de su posicionamiento en la economía globalizada.
Las definiciones acerca de la orientación que habría de tener la Política Exterior de la
Argentina fueron puestas de manifiesto por el canciller Di Tella al sostener, en
noviembre de 1991, que su gobierno había privilegiado cuatro grandes relaciones: con
Estados Unidos, con América Latina (haciendo énfasis en los países limítrofes), Europa
3
y Japón7. El rol asignado a la relación con Estados Unidos, significó que ella se
constituía en especial y privilegiadísmima en el cuadro de las prioridades argentinas.
Con referencia a las relaciones con América Latina, éstas se alejarían de cierta visión
“bolivariana” y pasarían a ser construidas en clave más pragmática. A ese respecto, las
manifestaciones del Canciller Di Tella habían sido muy claras, en ocasión de un
Discurso pronunciado en el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales
(CARI) cuando sostuvo “No nos interesa toda la región por igual. Nos interesan
enormemente nuestros países vecinos (...) Cuanto más lejos están de nuestra frontera
nos interesan menos porque tenemos menos relaciones”8 . Concretamente entre los
vínculos más destacados sobresalen, en tanto relaciones preferenciales, las desarrolladas
con Brasil y Chile, con quienes se viene a reforzar y profundizar el camino ya trazado
por gobiernos antecesores.
LAS RELACIONES CON BRASIL
Algunas consideraciones generales sobre las particularidades de esta relación
Como acertadamente ha señalado el embajador Marcos Castrioto de Azambuja
“argentinos y brasileños pasaron de enemigos a rivales, de rivales a aliados, en nuestros
días, de aliados a socios, completándose un extraordinario trayecto marcado por la
continua relevancia recíproca del relacionamiento bilateral”9. Esta secuencia deja
claramente expuesto, que la relación argentino-brasileña ha estado signada por la
“densidad” en los vínculos.
El lugar que ha ocupado la relación con Brasil en la Política Exterior Argentina ha sido
trabajada por Russell y Tokatlián10 quienes parten de cuatro hipótesis, a saber: “a) que
la visón argentina del Brasil nunca tuvo elementos propios de una cultura de enemistad
(hobbesiana); b) que esa visión fue constituida desde el origen de la nacionalidad
argentina y hasta principios de la década de los ochenta en el siglo XX por una cultura
de rivalidad (lockeana); c) que a partir de esa década, esta cultura de rivalidad ha
incorporado en forma creciente elementos característicos de una cultura de amistad
(kantiana); y d) que este cambio cultural es producto de un proceso en el que se
destacan tres factores: altas tasas diferenciales de crecimiento entre la Argentina y el
Brasil en beneficio de este último país (inviabilidad de las estrategias de restricción del
otro mediante el mecanismo de equilibrio de poder), la democratización de ambos
países (mayor convergencia transnacional de valores definidos en clave democrática) y
la mayor interdependencia económica (mayores intereses comunes). Estos tres factores
han favorecido el desarrollo de conductas e intereses que trascienden la cultura de
rivalidad así como la emergencia de una incipiente estructura social de amistad en la
que se aprecian signos de identificación positiva con el otro y en la que se cumple la
regla de la no violencia (las disputas entre los dos países serán resueltas sin guerra o
amenaza de guerra). Sin embargo, esta nueva cultura es frágil por dos motivos
principales: 1- el grado de internalización de sus normas es bajo, dado que la amistad es
más una estrategia interesada para obtener beneficios individuales que una
identificación legítima con los intereses y necesidades del otro y 2- que los dos países
todavía no conservan la regla de la mutua ayuda (actuar como un equipo si la seguridad
de uno de ellos es amenazada por un tercero).”
4
Por su parte, Escudé 11 ha explicado que la Argentina incorporó a Brasil en el esquema
da política exterior para equilibrar la relación con la gran potencia. “La política exterior
que la administración Menem ha estructurado en forma cuidadosa se fundamenta sobre
dos alianzas complementarias que se contraponen mutuamente, imponiéndole límites la
una a la otra, a la vez que consolida para la Argentina una situación de relativa
seguridad en el ámbito interestatal (ahorrándose los costos económicos y políticos del
armamentismo) y una optimización de su inserción comercial y financiera. Estas dos
alianzas estratégicas son las que Argentina ha establecido con los Estados Unidos y
Brasil A su vez la alianza con Brasil tiene también tres funciones principales: promover
una intensa integración económica subregional, esencial para el desarrollo económico
argentino; ponerle límites a la alianza con los Estados Unidos, dando una clara señal de
que no hemos de tolerar intentos norteamericanos de intervenir en los asuntos brasileños
(por ejemplo, con la excusa de defender el sistema ecológico del Amazonas); y
contribuir también para disuadir el potencial aventurerismo de algunos sectores
militares chilenos”.
Los principales signos de acercamiento en áreas diversas. La cuestión nuclear al
tope de la agenda positiva
Para poder entender la nueva dinámica que cobraron las relaciones argentino-brasileñas
en los noventa, es necesario recordar el camino ya emprendido por los presidentes
Alfonsín y Sarney a partir de la Declaración de Iguazú, el 30 de noviembre de 1985,
donde expresaban la intención de acelerar el proceso de integración bilateral y la
cooperación nuclear12. Al percibir un contexto externo que imponía similares
restricciones se mostraban decididos a cooperar en la defensa conjunta de sus intereses
nacionales en diversos foros internacionales, a la vez que consideraban necesario
promover la coordinación y cooperación en sectores claves. Aquel proyecto tenía un
fuerte contenido político y estratégico, el cual estaba destinado, como sostiene
Vizentini13, a “estimular la creación de una red recíproca de intereses concretos que
eliminase las hipótesis de conflicto bilateral”.
Así, en 1986 -por iniciativa argentina- se puso en marcha el Programa de Integración y
Cooperación Económica (PICE) que traería aparejado un aumento del volumen de
intercambio entre ambos en alrededor del 50% en sus etapas iniciales. Este acuerdo
bilateral fue reconocido entre los más exitosos de la época en el espacio latinoamericano
y, aunque entre 1988 y 1989 evidenció ciertos altibajos, había logrado generar un
espacio de convergencias importante. A partir de ese primer impulso, se confluiría más
adelante en la firma del Tratado de Asunción (1991) que incorporaba otros estados de la
subregión, como Uruguay y Paraguay.
También durante la segunda mitad de 1989 se produjeron avances significativos en la
relación bilateral, que acercaban a un gobierno ya saliente (el de Sarney , en Brasil ) con
la nueva administración argentina, encabezada por el Presidente Menem., quien visitaría
Brasil entre el 22 y 24 de agosto. En dicha reunión se llevó a cabo el intercambio de
ratificaciones del Tratado de Integración, Cooperación y Desarrollo, que había sido
firmado el 29 de noviembre de 1988 (éste fue aprobado luego por Ley Nº 23.695 del 15
de agosto de 1989, y entró en vigencia el 23 de agosto del mismo año) y quedaron
constituidas la Comisión de Ejecución del Tratado y la Comisión Parlamentaria
Binacional. También se selló en esta fecha la firma de la Declaración Conjunta sobre
Cooperación Bilateral en los Usos Pacíficos del Espacio Ultraterrestre, que preveía la
5
creación de un grupo de trabajo conjunto -bajo la responsabilidad de las dos
Cancillerías- el cual estaría integrado por representantes de las instituciones técnicas
encargadas de dichas actividades en cada país14 . Por su parte, la firma del Anexo al
protocolo Nº 17 sobre Cooperación Nuclear posibilitaría el intercambio recíproco de
bienes brasileños y argentinos para las centrales de los dos países.
Estas medidas adoptadas en áreas de “gran sensibilidad” para los estados, junto a otras
relativas a la facilitación del tránsito fronterizo y a la inauguración de Comités de
Fronteras, marcaban – como bien señaló Raúl Requena, en una editorial de La Nación –
la mutua decisión de dejar atrás las rivalidades geopolíticas del pasado y de cambiar la
tradicional concepción de la frontera (vinculada a las hipótesis de conflicto) por una
concepción moderna, que define a ésta como "factor de unión entre los pueblos y como
pasión cotidiana de constituir sin demoras un destino común"15. Por su parte, la visita de
Sarney a la Argentina, en noviembre de 1989, constituyó un gesto complementario de la
voluntad integracionista que se venía manifestando.
De esa manera, al reunirse el 11 de noviembre de 1989 en Buenos Aires, los presidentes
de Brasil, José Sarney, y de Uruguay, Julio María Sanguinetti, con el Presidente
Menem, se comprometieron en una declaración conjunta a intensificar "los contactos
trilaterales conducentes a la elaboración de proyectos, dando así pasos efectivos en el
proceso de integración". Además reiteraron sus recomendaciones para que se "agilice"
ese proceso. A ello debe sumarse que Menem y Sarney ratificaron en el documento la
invitación para que el Uruguay siga incorporándose progresivamente a los acuerdos
argentino-brasileños, conforme a las modalidades y en las condiciones específicas de su
asociación
Al producirse el cambio de gobierno en Brasil con la llegada de Collor de Mello a la
presidencia el 15 de marzo de 1990 16 y acorde con las señales ya dadas por el gobierno
de Menem en Argentina, ambas administraciones impondrían una mayor aceleración al
proceso integracionista y comenzaría a estructurarse una relación bilateral de tal
densidad que, puede ser caracterizada como interdependiente o, si se quiere de
“vinculación fusionada” 17
El nuevo impulso impreso a las relaciones argentino-brasileñas y, la decisión de
profundizar la tendencia integracionista, concentró la agenda de la visita del Canciller
brasileño Francisco Rezek los días 14 y 15 de junio de 1990, quien preparaba la de su
presidente para los primeros días de julio18. Esta visita de alto nivel fue seguida unas
semanas después por la del jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas del Brasil,
general Jonas de Moraes Correia Neto, quien se entrevistó con el ministro de Defensa
Humberto Romero, con los jefes del Estado Mayor de la Armada, Almirante Jorge
Ferrer, y de la Fuerza Aérea, Brigadier José Juliá, y con el subjefe del Ejército, General
Martín Balza.19
Al producirse los días 5 y 6 de julio la visita presidencial a la Argentina, ambos
mandatarios, a través del Acta de Buenos Aires, acordaron el establecimiento de un
ambicioso mercado común entre la Argentina y el Brasil, el cual, según se expresaba:
"deberá estar definitivamente conformado el 1º de enero de 1995" 20. En ese marco,
concertaron un importante número de acciones referidas a cuestiones comerciales,
financieras y tecnológicas, todo lo cual permite inferir el creciente perfil comercialista
6
que empieza a cobrar la relación bilateral y cómo ésta es enunciada en clave
predominantemente económica.
A la par de ello, los respectivos cancilleres Cavallo y Rezek acordaban la realización de
una reunión binacional con el fin de coordinar las posiciones de sus países respecto de
la Iniciativa para las Américas que había sido lanzada desde Estados Unidos por el
presidente George Bush y convinieron también en proponer a Washington un encuentro
tripartito para conversar sobre dicha Iniciativa21
Pero, donde la relación entre la Argentina y Brasil mostraría un verdadero giro
copernicano es en la cuestión nuclear. Así como 1985 había significado dar el primer
paso para la colaboración en un área estratégica y muy sensible –que había sido un
símbolo de competencia entre ambos-, en virtud de la Declaración sobre Política
Nuclear Común Argentino-Brasileña de Foz de Iguazú, firmada por los Presidentes
Carlos Menem y Fernando Collor de Mello el 28 de noviembre de 1990, se decidía
constituir un Sistema Común de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares22. En
esta nueva etapa, se apuntó a la consolidación de la política de transparencia nuclear con
Brasil, con lo cual puede entenderse que se ha arribado a una “política nuclear común”.
Esta Declaración deja sentados en sus considerandos dos principios fundamentales
alrededor de los cuales se estructura esta nueva política. Por un lado, la decisión de
profundizar el proceso de integración en marcha (es decir que a esta coordinación en
materia nuclear se la percibe como un elemento esencial y conexo con el proceso
integrador), por otro destaca la importancia de la utilización de la energía nuclear con
fines exclusivamente pacíficos para el desarrollo científico, económico y social de
ambos países. En su parte resolutiva establece:
1) la aprobación del Sistema Común de Contabilidad y Control (SCCC) aplicado a todas
las actividades nucleares de ambos países;
2) la puesta en marcha de las siguientes actividades en un plazo de 45 días -a)
intercambio de las respectivas listas descriptivas de todas las instalaciones nucleares
argentinas y brasileñas; b) intercambio de las declaraciones de los inventarios nucleares
existentes en cada país; c) primeras inspecciones recíprocas a los sistemas centralizados
de registros; y d) presentación al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA)
del informe de registros e informes que forma parte del SCCC con el objeto de
armonizarlo con los registros e informes que ambos países someterían al organismo de
continuidad con los acuerdos de salvaguardias vigentes;
3) el emprendimiento de negociaciones con el OIEA para la celebración de un acuerdo
conjunto de salvaguardias que tuviese como base el SCCC; y
4) adoptar, una vez concluido el acuerdo de salvaguardias con el OIEA, las iniciativas
conducentes para posibilitar la entrada en vigor pleno del Tratado para la Proscripción
de las Armas Nucleares en América Latina (Tratado de Tlatelolco) respecto de los dos
países, incluyendo las gestiones tendientes a la actualización y perfeccionamiento de su
texto.23
Este giro en la Política nuclear argentina también fue manejado coordinadamente
con otros países latinoamericanos. Como se ha sostenido anteriormente, primero se
avanzó con Brasil (el país con mayor desarrollo en esta “issue area” en la región) a fin
de adoptar una posición común. Paralelamente, se trabajó con Chile para acordar las
modificaciones al Tratado de Tlatelolco.
7
El siguiente paso lo constituyó la firma entre la Argentina y Brasil del Acuerdo para el
Uso Exclusivamente Pacífico de la Energía Nuclear , el 18 de julio de 1991. En
virtud de éste, también llamado Acuerdo de Guadalajara, se decidió la apertura de las
instalaciones nucleares de los firmantes a inspecciones de la otra parte y se creó la
Agencia Brasileño- Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares
(ABACC). Esta agencia binacional significaba un acuerdo de salvaguardas entre Brasil
y Argentina y la posibilidad de controles recíprocos. Por otro lado, en una segunda
instancia se concluyó el Acuerdo de Salvaguardias Omnicomprensivas entre la
Argentina, el Brasil, la Agencia Argentino-Brasileña de Contabilidad y Control de
Materiales Nucleares y el Organismo Internacional de Energía Atómica, firmado en
Viena por Menem, Collor y el titular de la OIEA Hans Blix el 13 de diciembre de 1991.
Este acuerdo, que significó someter a control internacional las instalaciones nucleares
existentes en Brasil y Argentina, ha sido ratificado por el congreso argentino el 5 de
agosto de 1992.
En lo que respecta a armas químicas, el 5 de setiembre de 1991 en Mendoza, los
cancilleres de Argentina, Brasil y Chile firmaron la Declaración sobre la Prohibición
Completa (uso, producción, adquisición y transferencia) de Armas Químicas y
biológicas. A dicha declaración, conocida como “Compromiso de Mendoza”,
adhirieron con posterioridad los otros miembros del MERCOSUR: Paraguay y
Uruguay, sumándose también Bolivia y Ecuador.
En este marco de concertaciones, Argentina, Brasil y Chile, a los cuales se agregó
México, promovieron una serie de enmiendas al Tratado del Tlatelolco con el objetivo
de actualizarlo y hacerlo efectivo para toda la región. En agosto de 1992 las enmiendas
fueron aprobadas y firmadas por los estados partes en México, durante la VIII Sesión
Extraordinaria de la Conferencia General del Organismo para la Proscripción de Armas
nucleares en América Latina (OPANAL). Una de las enmiendas prevé que la
información que den los miembros del Tratado para demostrar el uso pacífico de la
energía nuclear “no podrá ser divulgada o comunicada a terceros, total o parcialmente”.
La otra se refiere a la necesidad de evitar eventuales filtraciones a través de
inspecciones. A partir de ese momento quedaba establecido que sólo el Organismo
Internacional de Energía Atómica (OIEA) tendría la facultad de efectuar inspecciones
especiales a pedido consensuado de los signatarios24. Cabe señalar que las enmiendas
propuestas fueron aprobadas por aclamación por los Estados-Parte del Tratado el día 26
de agosto de 1992, en México, durante la IV Reunión de Signatarios del Tratado de
Tlatelolco. Por su parte, el Congreso argentino ratificó el tratado mediante ley
Nº.24.272, promulgada el 7 de diciembre de 1993. Finalmente, en diciembre de 1994, la
Argentina, Brasil y Chile ratificaron el Tratado de Tlatelolco, alcanzando plena
efectividad en el conjunto de la región un año después.
Otras señales positivas en esta área se relacionan con el cambio de posición y la
adhesión de Argentina y Brasil, en 1994, al Tratado de No Proliferación de Armas
Nucleares (TNP), aprobado en junio de 1968, en el cual ninguno de los dos países había
depositado su firma, alegando que el mismo profundizaba las diferencias y reafirmaba
el statu quo de las potencias nucleares. Argentina también fue invitada formalmente, en
agosto de 1993, a ser parte del MTCR (Régimen de Control sobre Tecnologías de
Misiles), siendo considerado como un claro reconocimiento de los pasos concretos de la
contribución argentina en el campo de la no proliferación de armas de destrucción
masiva.
8
Realizado un balance de las acciones desarrolladas por esos “socios especiales” en el
área de la cooperación nuclear, no cabe duda que es donde se ha evidenciado una
compatibilización mayor, la cual ha sido generadora de importantes cambios
significativos a nivel regional.
El MERCOSUR: ¿una alianza estratégica discursiva o real?
Vaivenes, marchas y contramarchas de este proceso. Los sucesos en su “agenda
política”
Un análisis de las relaciones bilaterales Argentina-Brasil debe incluir necesariamenteaún cuando no sea el “área de concentración” de este trabajo- menciones sobre la
evolución del proceso generador del MERCOSUR, su sostenimiento en el tiempo y los
diversos problemas y/o crisis por las que éste atravesó. Con ese propósito se desarrollan
a continuación algunos de los aspectos señalados, para desembocar finalmente en un
análisis más pormenorizado de la dimensión política del proceso de integración regional
la cual ha exhibido gran dinamismo y cuyo balance general, puede decirse, que arroja
saldos positivos.
Breve referencia al surgimiento del MERCOSUR
El 6 de julio de 1990 Carlos Menem y Fernando Collor de Mello, los nuevos
presidentes electos en Argentina y Brasil, le dieron una nueva dimensión al proceso de
cooperación mediante la firma del Acta de Buenos Aires, previendo la creación de un
mercado común para el 1º de enero de 1995. En esta instancia, ambos presidentes
instruyeron a sus Ministros de Relaciones Exteriores para llevar a cabo una reunión
binacional a nivel ministerial y dar así una respuesta conjunta a la estrategia presentada
por la administración Bush conocida como Iniciativa para la Américas. A esta reunión,
que fue realizada en Brasilia entre el 1º y 2 de agosto de 1990, se sumaron los Ministros
de Chile y Uruguay. El resultado más importante de ella es que, además de discutir
sobre los avances producidos en los esquemas existentes de integración económica
regional, se concluyó que Argentina, Brasil y Uruguay constituirían su propio proceso
de integración y a partir de éste, se desarrollarían futuras negociaciones comerciales con
Estados Unidos.
Con el crecimiento del intercambio comercial y la identificación de las políticas de
liberalización, el 26 de marzo de 1991 se firmó el Tratado de Asunción
constituyendo el MERCOSUR (Mercado Común del Sur), integrado por Argentina,
Brasil, Paraguay y Uruguay. Su objetivo último proyectado era la conformación de un
mercado común a través de un programa de liberalización comercial y libre circulación
de bienes, servicios y factores productivos.
Unos meses después de aquella reunión fundacional, se firmaría el 19 de junio de 1991,
el “Acuerdo relativo a un Consejo sobre Comercio e Inversión”, más conocido a partir
de la denominación “ Cuatro más Uno” entre los cancilleres de la Argentina, Guido Di
Tella; de Brasil, Francisco Rezek; del Paraguay, Alexis Frutos; y del Uruguay, Héctor
Gros Espiell, y la representante comercial del Departamento de Estado norteamericano,
Carla Hills. Dicho acuerdo debe verse en el marco de la Iniciativa para las Américas
que, incluía la posibilidad de negociar acuerdos de libre comercio con países o “grupos
de países”, como sería éste el caso que proponen los estados integrantes del
MERCOSUR.
9
Como parte de los acercamientos que se venían dando, tuvo lugar en Canela (RS,
Brasil) entre el 20 y 21 de febrero de 1992, la reunión de los presidentes de los países
del Cono Sur, con el propósito de examinar los temas de la Conferencia de Naciones
Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (UNCED o, más conocida como “Cumbre
de la Tierra”o ECO´92) que tendría lugar en Río de Janeiro en el mes de junio de dicho
año. La Declaración firmada, contenía algunos acuerdos básicos a los que habían
arribado los gobiernos participantes sobre una serie de definiciones y estrategias
ambientales. También coincidieron en señalar la “esterilidad de recriminaciones por los
daños ambientales causa- dos en el pasado”, aunque realizaban un especial llamamiento
a los países desarrollados para que las normas ambientales no se emplearan con criterios
discriminatorios o conformaran barreras encubiertas al comercio”25.
Como puede inferirse, se estaban dando los primeros pasos en dirección a la
conformación del bloque regional. Esta tarea requería acordar sobre ciertos “principios
y normas básicas” alrededor de las cuales se proyectaba hacer converger los objetivos
de los estados participantes.
Téngase en cuenta, además, que en su desarrollo posterior ha transitado momentos de
expansión y contracción, experimentando también la emergencia de importantes
diferencias que debían ser armonizadas. La “diplomacia presidencial” de los socios
mayores operó muchas veces para que esas divergencias, producidas sobre todo en la
arena comercial, pudieran ser zanjadas. No obstante, hubo ocasiones en que las
“desarticulaciones” surgieron desde las propias figuras gubernamentales. Por ello vale
la pena incorporar dichas situaciones a la dimensión política de la relación bilateral que
se está analizando.
Expansión, contracción, dificultades del MERCOSUR
¿Cuánto aportó a ello cada uno de los “socios mayores”?
Desde el inicio del proceso de integración, Argentina protagonizó algunas situaciones
que generaron ciertas dudas sobre la marcha que habría de tener el proceso de
integración. Entre los hechos más relevantes -los cuales ponían a prueba la voluntad
integracionista- deben destacarse la compra por parte de Brasil de trigo subsidiado a
Estados Unidos, la amenaza del retiro de Paraguay ante la medida unilateral de
Argentina de elevar la tasa de estadística para frenar las importaciones, ciertas
suspicacias sobre el inicio de una “guerra comercial” entre los dos principales socios y
la insistencia argentina de negociar el ingreso al NAFTA. Al respecto, no habría que
olvidar que la perspectiva de la Argentina con relación a los Estados Unidos era intentar
generar –dentro de un marco general de alineamiento- una sólida relación económica
que involucrase comercio, finanzas e inversiones.
Con relación a Brasil, Argentina percibía que enfrentaba en el ámbito comercial un
escenario complicado, cuyos signos más evidentes guardaban estrecha relación con el
ingreso de importantes cantidades de productos brasileños al mercado nacional. Frente a
ello establecieron medidas antidumping y de salvaguardia para limitar el ingreso de
diversos productos. Esto, a su vez, ocasionó una rápida y dura reacción de empresarios e
industriales brasileños, quienes amenazaron con aplicar sanciones comerciales contra el
país. Dentro de este complicado contexto, los Ministros de ambos países se reunieron
con el propósito de “descomprimir” estas divergencias y evitar así una secuencia de
acciones y reacciones que pudiesen fracturar el MERCOSUR. Desde la Cancillería
10
argentina se señaló en esos momentos: “Se trata de discusiones comerciales entre dos
países que detentan un nivel de intercambio sin precedentes. Es lógico, entonces, la
existencia de algunas divergencias en cuanto a la interpretación de ciertas normas,
especialmente, entre dos socios con una relación compleja e intensa. Hay que tener en
cuenta que hoy Brasil es el principal comprador de productos argentinos”26.
Algunas otras cuestiones que pusieron en evidencia la inexistencia de una “mirada única
y homogénea” por parte de la Argentina y Brasil, tiene que ver con las prioridades
asignadas al vínculo con los Estados Unidos. Dentro de la perspectiva ya señalada, la
Argentina logró establecer en la agenda de discusiones de la III Reunión de Presidentes
del MERCOSUR, celebrada a fines de 1992 en Montevideo, la cuestión relativa al
ingreso del bloque al proceso del norte, integrado por Estados Unidos, Canadá y
México.
Unos meses más tarde, este escenario parecía pronunciarse todavía más cuando el
presidente Menem manifestaba su intención de convertirse en el socio privilegiado de
Estados Unidos en la región, tomando en cuenta la posibilidad de que la Argentina y
Chile se incorporasen en forma conjunta al NAFTA27 . El clima generado por estas
declaraciones, tanto en círculos políticos como económicos del lado brasileño, no era
muy alentador para el establecimiento de una relación estable, sobre todo porque
parecían afectar un factor clave como es el de la “previsibilidad”. Esto, como ha
sostenido Félix Peña28: “se logra introduciendo una dimensión estratégica y de largo
plazo en el relacionamiento bilateral, que debería prevalecer en la administración de
situaciones conflictivas concretas”.
Más adelante, la llegada de Itamar Franco29 a la presidencia de Brasil y la visita
realizada a la Argentina, los días 25 y 26 de mayo de 1993, posibilitó la firma con el
presidente Menem de una declaración conjunta en la cual, ambas partes reafirmaban la
voluntad de participar en el MERCOSUR, aunque sin dejar de lado el objetivo de la
integración bilateral.
A partir de 1994, Argentina asignó una posición más importante en sus prioridades al
MERCOSUR, (teniendo en cuenta siempre el lugar reservado a EEUU) sobre todo
tomando en cuenta el fortalecimiento político del MERCOSUR y al incremento del
intercambio comercial que pasó en ese momento a ser favorable a la Argentina
(situación que se alteraría profundamente al producir Brasil la devaluación de su
moneda, en enero de 199930).
Un importante avance en el proceso de integración regional –que generó nuevas
expectativas para sus integrantes -se produciría con la firma del Protocolo de Ouro
Preto, de diciembre de 1994. Este instrumento modificó parcialmente el Tratado de
Asunción, incorporó un mayor nivel de institucionalización, aunque siempre con
predominio intergubernamental, y otorgó personalidad jurídica internacional al
MERCOSUR
A partir del 1º de enero de 1995 –coincidiendo con la asunción de Fernando Henrique
Cardoso a la presidencia de Brasil- entró en vigor la Unión Aduanera, aunque
mantuvieron su validez listas nacionales de exclusión para productos sensibles,
proyectándose su eliminación entre el 2001 y el 2006.
11
La llegada a la presidencia de Brasil de Fernando Henrique Cardoso (que se había
desempeñado como Ministro de Relaciones Exteriores y luego de Hacienda) y la
reelección de Carlos Menem en Argentina, dieron el marco gubernamental necesario
para que se ratificaran los compromisos adquiridos entre ambos países y en el seno del
MERCOSUR parecía afianzarse tanto la credibilidad interna del proceso como la
externa. Esa dimensión externa puede evidenciarse, al menos, en dos significativos
momentos: la firma entre los Jefes de Estado y de Gobierno del MERCOSUR y la
Unión Europea del Acuerdo Marco interregional, el 15 de diciembre de 1995. También,
el estrechamiento de vínculos a escala regional-contigua, se alcanzaría al firmarse en
junio de 1996 un Acuerdo de Libre Comercio entre el MERCOSUR y Chile, país que
pasó a ser miembro asociado.
Hacia 1999, las relaciones argentino-brasileñas, como así también las del resto del
bloque, sufrirían un shock muy grande como resultado de la crisis monetaria de Brasil,
y la devaluación anunciada el 13 de enero de ese año31. Este hecho constituye uno de
los capítulos que profundizó las divergencias en temas comerciales y es un signo
insoslayable de una relación compleja e intensa que se produce entre economías que
atraviesan importantes condicionamientos “externos” y debilidades en sus monedas. Por
otra parte, no era la primera vez que se producía una situación desestabilizante de este
tipo. Todo hacía rememorar aquel otro momento en que Brasil había modificado la
paridad cambiaria como consecuencia del llamado “Efecto Tequila”. Recuérdese que a
sólo unos meses de haberse constituido la Unión Aduanera, el 6 de marzo de 1995,
Brasil devaluó un 4,5 % el real. Su propósito había sido en aquellas circunstancias:
recuperar las exportaciones, atraer recursos externos por el camino de las
privatizaciones y frenar la pérdida de reservas provocada por la crisis financiera de
México. El impacto de esas medidas y sus consecuencias habían tenido interpretaciones
diversas por parte de sectores empresariales argentinos, en tanto, el gobierno había
salido a calmar un tanto lo ánimos32 que sostenían que mientras la economía de Brasil
creciera, se incrementarían las compras de productos argentinos, por lo que no habría de
temerse a la devaluación del real. Por otro lado, la devaluación permitía acercar los
valores del peso y el real, generando una mayor identificación al interior del
Mercosur33.
Otro hecho similar se produjo el 20 de enero de 1998, cuando en medio de la crisis
asiática, el Banco Central brasileño decidió ampliar la banda de flotación del real en
relación al dólar. La medida apuntaba a darle al real un horizonte de devaluación del 8,9
% para todo el año 1998. Ese retoque cambiario fue nuevamente recibido en la
Argentina con preocupación, temiéndose por su negativa repercusión, sobre todo, en las
exportaciones del sector avícola, lácteo y automotriz34.
Retomando, entonces, la decisión brasileña de devaluar en 1999 generó molestias en la
dirigencia argentina; ésta consideró que hubiese sido necesario que su principal socio le
anunciase con anterioridad las medidas a tomar para poder paliar los efectos que esto
generaría en su economía. La respuesta de Brasil fue que el país devaluó no porque
quiso, sino por una necesidad, por una imposición del mercado y por la imposibilidad de
seguir manteniendo la moneda.
Como las demás crisis suscitadas en el seno del MERCOSUR –principalmente entre
Argentina y Brasil- la instancia de reunión presidencial, en este caso, entre Menem y
Cardoso pudo poner “paños fríos” sobre esta situación e intentar que se recuperara la
confianza para seguir apostando al MERCOSUR. Al respecto de tan difícil situación, se
12
podría acordar con Paulo de Almeida cuando indica que “hasta mediados de 2000, por
lo menos, la crisis del MERCOSUR eran más crisis de políticas económicas de los
países miembros individualmente, que propiamente una crisis del sistema
integracionista del MERCOSUR”35.
Finalmente convendría no dejar de tener en cuenta que en la trayectoria del proceso
integrador aparecieron algunas otras diferencias de postura entre Brasil y la Argentina,
que muestran, por lo menos, una desarticulación con impactos retardatarios en la
consecución de metas más ambiciosas. En este sentido podrían recordarse, percepciones
diferentes con relación a la necesidad de “profundizar” la institucionalización del
MERCOSUR, como así también los anuncios formulados por el presidente Menem de
dolarizar la economía argentina.
Desde diferentes ángulos, aunque predominantemente desde la óptica económicocomercial, desde el lado argentino ha habido una insistencia mayor respecto de la
necesidad de un ajuste institucional, ya por la creación de nuevas estructuras o por el
reforzamiento de las existentes, con el propósito de eliminar “vacíos legales” que
constituyen, muchas veces un terreno fértil para que aparezcan controversias36.
En cuanto a la segunda de las “desarticulaciones” señaladas: la relativa a una posible
dolarización, anunciada por el Ejecutivo argentino hacia mediados de 1999, buscaba
contrarrestar los efectos de la crisis por la devaluación brasileña y reforzar la estabilidad
argentina, sobre todo con el propósito de mostrar firmeza con la continuidad del plan de
convertibilidad y la estabilidad de la economía del país37.
Una valoración hecha sobre la falta de coincidencia en estas cuestiones, aún cuando ésta
parezca una reflexión obvia, muestra claramente la necesidad de armonizar perspectivas
porque de ello depende la marcha futura del proceso de integración y, en estos casos,
puede advertirse la gran responsabilidad que les cabe a los “socios mayores”.
La exitosa agenda política del MERCOSUR
Desde la puesta en marcha del Tratado de Asunción en 1991, las llamadas “Cumbres
presidenciales” significaron una instancia de concertación al más alto nivel de decisión
y una modalidad intergubernamental de planificación y monitoreo de las metas del
proceso de integración. Con sus diferentes grados de impacto y relevancia, se han
llevado a cabo diecisiete Cumbres hasta finales de la década del noventa: I Brasilia
(noviembre de1991); II Las Leñas (Argentina, junio de 1992); III Montevideo
(diciembre de 1992); IV Asunción (julio de 1993); V Colonia (enero de 1994); VI
Buenos Aires (agosto de 1994); VII Ouro Preto (diciembre de 1994); VIII Asunción
(agosto de 1995); IX Punta del Este (diciembre de 1995); X Potrero de los Funes, San
Luis (junio de 1996); XI Fortaleza (diciembre de 1996); XII Asunción (junio de 1997);
XIII Montevideo (diciembre de 1997); XIV Ushuaia (julio de 1998); XV Río de Janeiro
(diciembre de 1998); XVI Asunción (junio de 1999); XVII Montevideo (diciembre de
1999)
La participación decidida de los Presidentes ha sido un elemento de fundamental
importancia. Como sostiene Félix Peña “un factor decisivo para el éxito relativo
alcanzado fue el interés personal que los respectivos Jefes de Estado demostraron en
impulsar el MERCOSUR. Su activa presencia en las Cumbres semestrales, permitió
13
inyectar contenido político a un proceso de decisión que quizás hubiera tenido un
resultado diferente, si hubiera quedado librado exclusivamente a criterios técnicos y
económicos. Además ha contribuido el contacto y la comunicación entre los respectivos
cancilleres y ministros de Economía”38.
Con el Protocolo de Ouro Preto que define la estructura institucional completa, se crea
la Comisión Parlamentaria Conjunta, (aunque no asimilable al Parlamento europeo,
parece ser un primer impulso en una dirección similar). Esta, que ha definido su
reglamento de funcionamiento el 28 de junio de 2000, prevé entre sus funciones más
importantes, las de: informar a los Congresos Nacionales sobre la marcha del
MERCOSUR, acelerar procedimientos para la rápida puesta en vigencia de las normas
emanadas de los órganos del MERCOSUR, promover la armonización de las
legislaciones nacionales vigentes y desarrollar acciones necesarias para facilitar la
puesta en marcha de un futuro “Parlamento”.
El esquema organizacional que exhibe el MERCOSUR, posee en su base una fuerte
estructura intergubernamental y refleja, en alguna medida el “presidencialismo”
prevaleciente en los estados que lo componen. La dinámica presidencial le ha impreso
características particulares al proceso de integración, sellando compromisos
importantes. Así, en la Cumbre de Asunción ( 4 y 5 de agosto de 1995) los Jefes de
Estado firmaron un documento clave, conocido bajo en nombre de “Mandato de
Asunción” en el cual se solicita al Grupo Mercado Común la elaboración del Programa
de Acción hasta el año 2000. Pero, sería en la Xº Reunión del Consejo del Mercado
Común, llevada a cabo entre el 24 y 25 de junio de 1996, cuya primera parte se
desarrolló en Buenos Aires y la segunda en la localidad de Potrero de los Funes (prov.
de San Luis, Argentina), la ocasión en que se firma la “Declaración Presidencial sobre
Compromiso Democrático en el MERCOSUR” el 25 de junio de 1996. En ella se
reitera que, como ya había sido expresado en la Declaración Presidencial de Las Leñas
(26 y 27 de junio de 1992) la plena vigencia de las instituciones democráticas es
condición indispensable para la existencia y desarrollo del MERCOSUR. Se pronuncian
decididamente a favor de realizar todos los esfuerzos necesarios para contribuir a su
consolidación puesto que consideran que toda alteración del orden democrático será un
obstáculo inaceptable para la continuación del proceso. Este compromiso democrático
se constituye, entonces en una cláusula y condición para los miembros del propio
“régimen” como para cualquier acuerdo con otros países o grupo de países39. (Todo lo
allí establecido resulta significativo, además, si se lo vincula con el Protocolo de
Adhesión de Bolivia y Chile, firmado en ese mismo momento) También en esta reunión
se crea, mediante la declaración presidencial respectiva un Mecanismo de Consulta y
Concertación Política, a través del cual se proponen ampliar y sistematizar la
cooperación política entre los Estados-Parte, examinar las cuestiones internacionales de
especial interés para ellos con el objetivo de concertar posiciones y también considerar
asuntos de interés político común relacionados con terceros países, grupos de países o
con organismos internacionales. Estas consultas serán realizadas al margen de las
reuniones del MERCOSUR, a nivel de Ministros de Relaciones Exteriores o de altos
funcionarios, y podrán darse en la instancia presidencial cuando las situaciones o la
naturaleza y alcance de los temas así lo requieran.
Esto representaba todo un logro en materia de conformación de un espacio regional que
deseaba construirse en torno de los principios de “Paz democrática” y desalentaba la
aparición de intentos de desestabilización institucional como el que había ocurrido en
14
diciembre de 1994 en Paraguay cuando se desataron fuertes rumores acerca de golpe de
estado contra el gobierno del presidente Juan Carlos Wasmosy. Otra crisis volvió a
irrumpir el 28 de marzo de 1999, cuando Raúl Cubas Grau renuncia a la presidencia –
luego de denuncias sobre su involucramiento en el asesinato del vice-presidente Luis
María Graña- y se hace cargo del gobierno Luis Gonzalez Machi. En esa ocasión la
acción conjunta de Brasil y Argentina volvió a impedir un golpe de estado en
Paraguay40.
La dimensión política del MERCOSUR y la progresiva incorporación de compromisos
y definiciones en este ámbito, quedan también expuestas en otras circunstancias
relevantes. Una de ellas corresponde a la firma por parte de los Presidentes del
MERCOSUR y los presidentes de Chile y Bolivia de la “Declaración sobre Malvinas”
(ésta fue dada en la reunión ya mencionada de Potrero de los Funes, el 25 de junio de
1996) Allí se reafirmó el “respaldo a los legítimos derechos de la República Argentina
en la disputa de soberanía referida a la cuestión de las Islas Malvinas”. Asimismo
recordaron el interés hemisférico en que la prolongada disputa de soberanía entre la
República Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte sobre dichos
territorios, alcance una pronta solución conforme a las resoluciones de las Naciones
Unidas y de la Organización de Estados Americanos41.
El segundo de los ejemplos que merece señalarse es el relativo a la suscripción por parte
de los países miembros del MERCOSUR y Bolivia, el 11 de diciembre de 1998, de un
documento en que se manifiestan de acuerdo con la aplicación del principio de la
“territorialidad” de la justicia (al anunciarse la decisión británica de extradición a
España de Augusto Pinochet). A la vez, apoyaron la creación de un Tribunal Penal
Internacional que pueda juzgar crímenes de lesa humanidad. La solicitud hecha por el
Presidente Frei mientras asistía a la XV Cumbre del MERCOSUR, también incluía en
sus fundamentos el respeto a la soberanía y a la “transición” chilena42.
En ambos casos hay definiciones importantes en materia de Política Exterior, desde una
perspectiva “regionalizada”, las cuales debe ser analizadas en forma inescindible con el
“ Protocolo sobre Compromiso Democrático” y la “Declaración Política del
MERCOSUR, Bolivia y Chile como Zona de Paz”, firmados en la reunión de Ushuaia ,
el 24 de julio de 1998. El establecimiento de esta zona de Paz ha comprometido a los
países firmantes a fortalecer los mecanismos de consulta y cooperación sobre temas de
seguridad y defensa ya existentes entre ellos, promover sus progresiva articulación y
realizar esfuerzos conjuntos en los foros pertinentes, apuntando al logro de acuerdos
internacionales que promuevan el desarme nuclear y la no proliferación en todos sus
aspectos.
Las medidas de cooperación bilateral entre Argentina y Brasil en el ámbito militar
y de seguridad.
Desde la segunda mitad de los ochenta, a la par del avance en ciertos aspectos de la
integración económica, la relación bilateral entre la Argentina y Brasil también
experimentó una modificación sustantiva en los modos en que ambos actores se
percibían, recíprocamente, como potenciales amenazas. Estos cambios comenzaron a
darse en sintonía con la necesidad que tanto uno como el otro requerían para dar
credibilidad y consolidar los procesos de democratización, evitando tensiones externas
que pudiesen afectar su estabilidad43. Uno de los acontecimientos más importantes
15
producidos en esa dirección fue la aprobación, el 27 de octubre de 1986 en el marco de
la ONU, del proyecto presentado por Brasil (y apoyado por la Argentina) relativo a la
creación de la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur (ZOPACAS). De esta
manera se consensuaba una medida de confianza intra y extraregional que cubría las
expectativas de ambos países, con un importante litoral marítimo sobre el Atlántico y
con motivaciones muy precisas acerca de la necesidad de mantener esa región alejada
de tensiones y conflictos44.
Nuevos acercamientos en el ámbito de la seguridad regional fueron posibles, en la
medida que comenzaron a ser modificados aquellos esquemas cognitivos que
descansaban en la percepción de “amenazas recíprocas” y donde, la formación del
pensamiento militar basado en la ejercitación de escenarios e hipótesis de conflicto, los
exacerbaba. Estas percepciones fueron progresivamente sustituidas por actividades
conjuntas, mecanismos de concertación y de consulta sobre defensa y seguridad.
Podrían señalarse, entre otros, la visita del jefe del Estado Mayor de las Fuerzas
Armadas del Brasil, general Jonas de Moraes Correia Neto, el 25 al 29 de junio de 1990,
quien se entrevistó, del lado argentino, con el ministro de Defensa, Humberto Romero,
y con los jefes del Estado Mayor General de la Armada, almirante Jorge Ferrer, y de la
Fuerza Aérea, brigadier José Juliá, y con el subjefe del Ejército, general Martín Balza.45.
En lo que respecta a acciones concretas, las operaciones conjuntas a nivel de las
respectivas armadas son representativas de este acercamiento. Dentro de este marco, el
16 de noviembre de 1992, llevaron a cabo el operativo conjunto “Fraterno XII” de
entrenamiento en aguas del Atlántico Sur46. A ello se suman ejercicios combinados de
adiestramiento como el Operativo Araex II, durante la segunda quincena de diciembre
de 1994 en el área de la Aviación Naval 47 y , a nivel de los ejércitos, se desarrolló
entre el 12 y el 18 de octubre de 1996 la denominada: "Operación Cruz del Sur"
integrándose mil militares argentinos y quinientos brasileños. Este operativo binacional
contó, además, con la participación de observadores de Paraguay y Uruguay48. Este
hecho reviste una particular importancia puesto que es la primera vez en la historia de
los ejércitos de los dos países realizan un ejercicio conjunto49.
En lo que respecta a la formulación de un pensamiento más homogéneo relativo a la
defensa y la seguridad, se han producido algunos encuentros auspiciosos. En
oportunidad de la reunión entre los Cancilleres Guido Di Tella y Luiz Felipe Lampreia,
en la Posada de los Pájaros (Tandil, Argentina), el 13 de setiembre de 1996, se
abordaron cuestiones vinculadas con la seguridad regional, la cooperación bilateral en
materia satelital y algunos aspectos de la agenda que tratarían los respectivos Ministros
de Defensa, haciendo especial hincapié en el compromiso por desalentar cualquier
esbozo de rearme en la región ( podría considerarse que esto se decía en elíptica alusión
a Chile)50. Además conviene tener en cuenta que a menos de un mes de esta reunión,
entre el 7 y 9 de octubre de 1996, tuvo lugar la Cumbre de Ministros de Defensa del
Continente en San Carlos de Bariloche (Argentina), donde Estados Unidos instaló la
propuesta de crear un organismo continental de defensa para combatir el narcotráfico.
Aquí también pueden observarse posiciones diferenciadas entre los países de la región,
ya que un grupo de ellos liderado por Chile, Brasil y México, se opuso a dicha
propuesta. Por su parte, la Argentina, representada por el Ministro Jorge Domínguez, se
mostró partidario de buscar mecanismos de cooperación en el área, pero a la vez
advirtió que había que preservar el respeto a la soberanía, a la integridad y a la
16
capacidad de autodeterminación. El documento final, llamado Declaración de
Bariloche, enfatizó como puntos esenciales la democracia como base fundamental de la
seguridad hemisférica, la cooperación interamericana para el mantenimiento de la paz y
la preservación de la soberanía de cada Estado51.
La otra circunstancia importante fue la Reunión de los jefes de las FFAA, los Ministros
de Defensa y los cancilleres de Argentina y Brasil, llevada a cabo en Río de Janeiro
entre el 31 de julio y 1º de agosto de 1997, con el objeto de definir nuevos mecanismos
de cooperación entre los militares de ambos países. De los dos lados hubo una total
negativa a la posibilidad que las FFAA intervengan en la lucha contra el narcotráfico ni
el terrorismo, como tampoco en la represión de conflictos sociales internos52.
En este mismo ámbito de cuestiones, es relevante recordar el documento conteniendo la
Política de Defensa brasileña, que fuera entregado al gobierno argentino por el
embajador Marcos de Azambuja a principios de noviembre de 1996, por expreso pedido
del presidente Fernando Henrique Cardoso. En él quedaban definitivamente desplazadas
las hipótesis de conflicto con la Argentina y se definía a la lucha contra el narcotráfico
como "un objetivo central de defensa y de seguridad". Otras hipótesis de conflicto
priorizadas por Brasil eran el narcoterrorismo y la presencia de grupos armados en la
frontera de Amazonia con otros países de la región53. Abonando estas afirmaciones,
podría sostenerse, entonces con Hirst54 que la cooperación con la Argentina ha
permitido a Brasil consolidar un clima pacífico en sus fronteras del sur de modo de
poder afrontar las amenazas a la seguridad que se presentan a lo largo de las fronteras
del norte del país. La problemática situación en la Amazonia, junto con las inquietudes
originadas por los nuevos enfoques globales sobre medio ambiente, han “desplazado
los intereses de los militares brasileños desde la frontera del Sur a la del Norte”.
En el marco de las convergencias en materia de seguridad, merecen mencionarse
también la firma del Acuerdo Marco de Cooperación en Aplicaciones Pacíficas de
Ciencia y Tecnología Espaciales, el 9 de abril de 1996, durante la visita del presidente
Cardoso a la Argentina. Con éste se promovía, no sólo la aproximación estratégica entre
los dos países, sino que se daban los primeros pasos en dirección a una asociación para
el desarrollo futuro de satélites.
Al año siguiente, en el marco de la visita presidencial de Menem a Brasil, el 27 abril de
1997, ambos presidentes acordaron el establecimiento de un Mecanismo de Consulta
Bilateral sobre Defensa y Seguridad, tendiente a institucionalizar la cooperación militar
y promover un mayor intercambio de información y consultas. En el espíritu de lo aquí
firmado prevalecía la intención de establecer una sólida coordinación en las materias
abordadas, la cual no siempre fue posible implementar en la práctica, como podrá
observarse más adelante.
Divergencias en materia de seguridad
Como expresara al principio del trabajo, la densidad de relaciones entre países denotan
una profundización de los vínculos, por lo tanto así como se incrementan las acciones
positivas y las convergencias, también conforman un campo fértil para el desarrollo de
divergencias o la aparición de temas en los que existen fricciones y falta de articulación.
Estas situaciones se han venido dando en la esfera comercial (sobre todo bilateral, aún
17
en el contexto del MERCOSUR) y han movilizado importantes acciones para corregir
las disfunciones presentadas.
En la dimensión estratégico-militar y en la político-diplomática –campos que, en este
caso, aparecen como particularmente interconectados- también se han dado durante los
noventa algunos ejemplos que exteriorizan diferencias bastante importantes entre
Argentina y Brasil. Subyace en ellas percepciones diferentes de la realidad internacional
de la posguerra fría y del propio lugar que cada uno de estos actores considera que
puede ocupar.
Un primer foco de divergencias fue el generado por la decisión del gobierno argentino
de enviar naves al Golfo Pérsico, con el propósito de acompañar a otros países de la
alianza occidental en el bloqueo contra Irak. El 17 de setiembre de 1990 el Poder
Ejecutivo Nacional anunciaba el envío de una fuerza naval y tropas a aquella región,
decisión con la que se abandonaba la tradición neutralista de la Argentina frente a
conflictos que no corresponden a su área próxima.
Esa acción, como signo de alineamiento político y militar con los Estados Unidos por
parte del gobierno de Menem, generó no pocas sensibilidades tanto en el plano interno
como en la relación de la Argentina con Brasil. Se suele afirmar en ese caso55, que el
apresuramiento, las afirmaciones sobre la existencia de un supuesto diálogo con Brasilia
y la falta de consulta al Congreso, trajeron aparejado dos problemas: la crítica de la
oposición política doméstica y el enfado de Brasil que ese mismo día estaba
negociando el retiro de 400 técnicos brasileños de territorio iraquí.
Los diferentes rumbos adoptados fueron evidentes a comienzos de 1991 ante las
divergentes posiciones adoptadas por el Palacio San Martín e Itamaraty durante la
Guerra del Golfo. De esa manera comenzó a perfilarse una estrategia de inserción
política diferenciada de ambos con respecto al sistema internacional, tornando más
pragmática la relación argentino-brasileña: ambos procuraron darse apoyo en los temas
internacionales siempre que no fuese en desmedro de intereses propios. Dentro de ese
esquema de pragmatismo, las relaciones comerciales vendrían a ocupar el lugar
prioritario.
La segunda de las divergencias más importantes guarda estrecha relación con la
designación de la Argentina como Aliado extra-OTAN por parte del gobierno de los
Estados Unidos, el 13 de agosto de 1997 y que fuera anunciada por la Secretaria de
Estado Madeleine Albright. De alguna manera la colaboración argentina en Fuerzas de
Paz y, muy probablemente, los acercamientos iniciados por el Canciller Di Tella en
1992, cuando por primera vez un canciller latinoamericano hablaba en el seno de la
OTAN56, pueden ser considerados parte de ese camino trazado.
Más adelante y a raíz de aquella designación comenzó a desarrollarse la idea de que
sería posible asociarse con la propia Alianza del Atlántico Norte. Así, el 8 de julio de
1999, el presidente Carlos Menem, en sendos mensajes dirigidos al presidente
norteamericano, Bill Clinton, y al Consejo Atlántico -máximo órgano de decisión de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)- formalizó el pedido para que la
Argentina fuese “miembro asociado” de la organización, en tanto se compartía la
necesidad de apuntar a un nuevo sistema de seguridad internacional y manifestaba el
deseo de la Argentina de profundizar e intensificar su compromiso con “la preservación
de la paz y de la seguridad internacional”. En este contexto se entendía que era posible
18
que desde el gobierno norteamericano se promoviera la incorporación argentina a la
OTAN en calidad de miembro asociado, “o una categoría similar por establecerse”.
Como fórmula de transición para acelerar ese ingreso, Menem también pidió al
presidente estadounidense que “considere la ampliación de la propuesta Asociación para
la Paz”.
Días después, el gobierno brasileño criticó la petición de la Argentina. Lo hizo por
medio de un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores, al expresar que no
fue consultado al respecto y que, en caso de que ésta fuese aceptada, “introduciría
elementos extraños en el contexto de la seguridad regional sudamericana”57. La molestia
que esto provocó en Brasil también quedó ampliamente de manifiesto en la prensa
argentina, donde aparecieron artículos publicados por el ex-presidente brasileño José
Sarney que se refería a esto como un “incidente” y consideraba incomprensible este tipo
de actitudes ya que entre Argentina y Brasil se había creado – citando a Kant- una
mentalidad de “paz perpetua”58.
En Brasil, la iniciativa, habría tomado por sorpresa tanto a Itamaraty como al presidente
Fernando Henrique Cardoso y a los militares brasileños. Considerada casi como una
amenaza,59 habría generado una sobreactuación por parte de Itamaraty explicable a
partir de la extrema sensibilidad que tiene Brasil en el tema seguridad. Si, como señala
Oscar Camilión (ex-Ministro de Defensa argentino) 60 "de manera instintiva, la idea
brasileña de la seguridad se asocia con la Argentina, es comprensible entonces que
esperen por parte de sus socios comportamientos previsibles”. También la cuestión 61
fue percibida por algunos analistas argentinos, una de las peores equivocaciones en la
relación con Brasil62.
Finalmente, el 6 de octubre de 1999, condicionado por la campaña electoral y obligado
a no alimentar una nueva crisis diplomática con el Brasil, el presidente argentino, Carlos
Menem decidió bajar de cartel la pretensión de incorporar a la Argentina en la OTAN
como miembro asociado o en “una nueva categoría por crearse”63.
Divergencias en temas político-diplomáticos: La disputa entre Argentina y Brasil
por un lugar en el Consejo de Seguridad de la ONU
Otra situación donde se pondría de manifiesto una desarticulación importante entre
Argentina y Brasil, está referida a la falta de respaldo a la candidatura brasileña a ocupar
un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ante la posible
reforma a la Carta y la consecuente ampliación del Consejo. Si bien estas divergencias
aparecen muy pronunciadas en 1997 y, de alguna manera se potencian a modo de
“reciprocidad negativa” con la designación de la Argentina como aliado extra-OTANes necesario desarrollar la trayectoria de estos hechos.
Conviene recordar que en la apertura del XLIXº Período de Sesiones de la Asamblea
General de las Naciones Unidas (1994) el entonces canciller del gobierno de Itamar
Franco, Celso Amorin formalizó la presentación de la candidatura brasileña para ocupar
un asiento permanente en el Consejo de Seguridad, vinculando dos cuestiones
fundamentales: la necesidad de aumentar la eficacia del Consejo y llegar a una
composición verdaderamente representativa del conjunto de las naciones. En ese
convencimiento, se mostraba dispuesto a asumir todas las responsabilidades inherentes
a quien ocupa asientos permanentes64.
19
Por su parte, del lado argentino la candidatura brasileña a un escaño permanente no era
percibida en términos similares, ya que se entendía que la presencia de Brasil en el
Consejo de Seguridad traería graves desequilibrios regionales. En esos términos se
pronunció el presidente Menen, en una entrevista publicada por el diario O Estado de
Sao Paulo, el 17 de agosto de 1997, lo cual generó no sólo algunos cruces de
declaraciones oficiales65 sino que tuvo un importante impacto doméstico en la
Argentina, concitando diversas manifestaciones por parte de políticos opositores al
gobierno. Al respecto pueden recordarse las críticas formuladas el 20 de agosto de 1997
por parte del ex- canciller del gobierno de Alfonsín, Dante Caputo (UCR-FREPASO),
Carlos "Chacho" Alvarez (FREPASO) y Rodolfo Terragno (UCR) en el sentido que la
actitud del gobierno no daba prioridad a Brasil y Chile, considerados "aliados
estratégicos naturales de la Argentina” e “instaban a salvar el Mercosur". De manera
específica, Caputo calificó como "inviable" la propuesta argentina de rotación, dado que
se trataba de asientos permanentes del Consejo de Seguridad. A su vez, y de manera
consistente por lo sostenido por Alvarez y Terragno, los diputados Federico Storani
(UCR) y Guillermo Estévez Boero (FREPASO) emitieron un comunicado conjunto en
el que expresaron que "el posible ingreso de Brasil como miembro permanente del
Consejo de Seguridad debe ser analizado desde la óptica de la alianza e integración
estratégica con el Mercosur y no desde una visión de confrontación por una supuesta
hegemonía regional"66.
Mientras tanto, el ex embajador ante la ONU Carlos Ortiz de Rozas expresó una opinión
diferente a las anteriormente citadas, cercana a la del Gobierno ya que consideraba "que
la actitud de la Argentina no está dirigida contra nuestro socio y aliado del Mercosur,
sino que por el contrario responde a una posición mantenida con notable coherencia y
continuidad a través de todos sus gobiernos desde su ingreso mismo a las UN. (…) Lo
que debe quedar claro es que nuestro país no objeta específicamente la candidatura de
Brasil, pero, siendo coherente con su tradicional posición, seguirá oponiéndose a la
concesión del veto a los nueve miembros permanentes, quienesquiera que ellos sean y
favoreciendo un procedimiento que suscite el apoyo de hermanos de la América
Latina."67
Las posiciones de Argentina y Brasil aparecían –al menos a nivel oficial– muy
claramente definidas: rotatividad del asiento en el Consejo de Seguridad, por un lado y
“candidato único” para ocupar ese rol, por el otro. El presidente Menem en un intento
por cambiar el eje de la discusión, y sosteniendo que la decisión “dependía” de todos los
países del área, promovió el tratamiento del tema en el marco de la Reunión del Grupo
de Río 68, aunque claramente Cardoso explicitó que “con rotatividad, la ampliación del
Consejo de Seguridad no sería una verdadera ampliación"69. Una fórmula elegante fue
la que apareció en la declaración emitida por el Grupo, el 27 de agosto de 1997, donde
se decía "La región deberá llenar los puestos que le asignen mediante un proceso que
otorgue una real y efectiva igualdad de posibilidad democrática de acceso a dichos
puestos". En la interpretación de la misma Brasil siguió considerándose un "candidato
natural" y la Argentina entendía que el sistema de rotación quedaba contemplado70.
Al año siguiente, el 28 de mayo de 1998, el Departamento de Comunicación de la
Cancillería brasileña ratificó y amplió la declaración del presidente Cardoso donde
expresaba que si se presentara una nueva disputa por el sillón en el Consejo de
Seguridad, Brasil preferiría quedar afuera o, incluso turnar el puesto, para no estropear
las relaciones con la Argentina”. Estas palabras fueron consignadas como la primera vez
20
que Brasil consideraba la posibilidad del sistema de rotación sostenido por Argentina71
En el año 1999 durante la reunión anual de la ONU, el presidente Menem ratificó la
posición relativa la rotación, tema que continuó también siendo de gran sensibilidad
para Brasil72.
Estas divergencias no han sido saldadas aún, y están pendientes en la medida que
tampoco han sido definidas éstas y otras cuestiones que tienen que ver con las reformas
de la Organización de las Naciones Unidas.
A modo de conclusión
Haciendo una rápida revisión de la relación Argentina-Brasil, cuyo impulso
fundamental se da desde mediados de los años ochenta y se profundiza –con todos sus
vaivenes- en la década de los noventa no hay dudas que además de favorecer el proceso
de intercambio comercial, los gobiernos de ambos países produjeron un salto cualitativo
en la relación recíproca aunque también decidieron que ella no se agotara en lo bilateral.
Como ejemplos más representativos de acciones que los tuvieron como protagonistas
relevantes deben recordarse, los acuerdos en materia nuclear; de coparticipación en el
proyecto de la hidrovía Paraguay-Paraná; el copatrocinio de la Resolución de la
Asamblea General de las Naciones Unidas declarando al Atlántico Sur Zona de Paz y
Cooperación Internacional, y dentro del Grupo de Río como así también en la órbita del
MERCOSUR, su contribución para que el nuevo modelo latinoamericano se sustentara
en “ideas claves” como democracia, el desarrollo, la integración y la solución pacífica
de los conflictos .
Dentro de un contexto de priorización de sus relaciones bilaterales, apuntaron al
objetivo integracionista que, mediante la incorporación de Uruguay y Paraguay, dio
origen a la creación del MERCOSUR (1991). Este constituye un novedoso “régimen
internacional” en el cual, la combinación de complejas relaciones entre actores
gubernamentales, transgubernamentales y no gubernamentales, ha vuelto a estos países
“organizacionalmente interdependientes”. Este proceso de integración regional ha
incorporado, con la modalidad de asociaciones especiales a Chile y Bolivia,y se
proyecta como un polo de atracción respecto de otros actores regionales, lo cual
posibilitaría la expansión de su influencia en toda América del Sur.
En el desarrollo de las relaciones comerciales de Argentina-Brasil es necesario
reconocer que el incremento de los volúmenes de los intercambios, la aparición de
algunos mecanismos defensivos y variedad de trabas al ingreso libre de productos, la
existencia de divergencias en cuanto a la interpretación de ciertas normas generaron no
pocas veces la sensación que se estaba sufriendo una “enfermedad terminal” en el
MERCOSUR. No obstante, ese tipo de discusiones hacen parte de cierta lógica
subyacente en una relación tan compleja e intensa.
El área de la seguridad regional también exhibió puntos de aproximación importantes,
sobre todo porque se cambiaron cuadros cognitivos que emplazaban siempre en “el
otro” la potencial amenaza. Estas percepciones de “oposición” fueron progresivamente
sustituidas, situación que favoreció la realización de actividades conjuntas y el
establecimiento de mecanismos de consulta y concertación sobre temas de defensa y
seguridad.
21
Fue posible, además, componer una Agenda Trilateral (Argentina, Brasil, Paraguay)
respecto de la región denominada “Triple Frontera” que comenzó a gestarse en 1996,
con el propósito de profundizar controles fronterizos y coordinar acciones tendientes a
mejorar la “seguridad” en un sentido integral 73.
También se vieron incrementadas las relaciones en áreas cooperación en Ciencia y
Tecnología y los contactos subnacionales (entre regiones y provincias-estados)
experimentaron un crecimiento y profundización significativos74.
Si en este ejercicio de balances, se evalúan todas las dimensiones de la relación bilateral
argentino-brasileña –aún con los diversos problemas suscitados en ciertas áreas- se
infiere que la que ha exhibido una mayor atención y aproximación ha sido el área
económico-comercial. Por su parte, la “política exterior” ha tenido premisas diferentes
considerada integralmente, por lo cual no puede sostenerse que exista una completa
adecuación en los diseños y en las acciones emprendidas por la Argentina y Brasil
durante los noventa. De allí que tienda a afirmarse que en esta relación no se pueda
identificar o asimilar en todos los casos la figura del socio con la de aliado75, aunque
sería muy beneficioso que pudiera trabajarse más profundamente en la búsqueda de ese
tipo de convergencias.
LAS RELACIONES CON CHILE
Algunas consideraciones generales
De acuerdo con lo sostenido al principio de este trabajo, donde he explicitado la
importancia que tienen las relaciones con el espacio contiguo y regional, puede
afirmarse que el Gobierno argentino otorgó, durante la década del noventa, una atención
significativa a la relación con los países limítrofes, por su contigüidad y proximidad
geográfica, y basándose en la existencia de problemáticas comunes y compartidas. En
este contexto, la integración política y económica latinoamericana ha constituido un
objetivo central, en el cual las relaciones con Chile ocupan un lugar muy destacado.
Las relaciones con Chile se tornaron más cooperativas en esos años, una vez que
coincidió en ambos países la presencia de gobiernos democráticos, con Patricio Aylwin,
en Chile76 y Carlos Menem, en Argentina. Como ha argumentado claramente el Director
del INTAL, Juan José Taccone, “las relaciones argentino-chilenas se convirtieron en un
caso emblemático de acercamiento estratégico de dos países sudamericanos que exhibe
acercamientos pragmáticos en áreas específicas en las que se registran logros concretos,
tales como la integración física, el incremento de intercambios comerciales y la
eliminación de la lógica del conflicto en una de las fronteras más extensas del
continente”77 Por su parte, la opinión del embajador de Chile en la Argentina, Jorge
Arrate, reforzó esa afirmación calificando como “espectacular” el proceso de
integración llevado adelante por ambos países en el último decenio78.
En un sentido similar, se ha pronunciado Francisco Rojas Aravena, al señalar que
Argentina y Chile muestran un camino de éxito en la cooperación y asociación bilateral
y concretamente, con respecto a la década de los noventa, considera que “esos años
marcaron hitos sustantivos en la relación bilateral: solución de todos los litigios
fronterizos, el establecimiento de un plan de integración física, aumento de las
inversiones recíprocas, el desarrollo de medidas de confianza mutua, ejercicios
22
militares, participación conjunta en operaciones de mantenimiento de la paz,
metodología para la homologación y transparencia del gasto militar, ampliación del
intercambio cultural y académico y una institucionalidad para la cooperación”. 79
La voluntad política puesta de manifiesto por ambos gobiernos -sobre todo propiciada
por la coincidencia temporal de gobiernos democráticos- con el propósito no sólo de
superar desentendimientos anteriores, sino con la idea de construir un marco adecuado
para la concertación y la cooperación en diversos niveles y áreas temáticas80, vendría a
producir un salto cualitativo en la relación bilateral. La firma de la declaración que
establecía los mecanismos de solución de las cuestiones limítrofes y que sentó las bases
para la superación de los litigios pendientes, en agosto de 1991, fue el puntapié inicial
para la consecución de los propósitos enunciados anteriormente.
Afirmación de la voluntad política para la solución de cuestiones territoriales
pendientes y los primeros signos de colaboración en áreas diversas
Con la llegada de Raúl Alfonsín, inaugurando un “novel” período de gobierno
constitucional en la Argentina, se estableció como uno de los objetivos prioritarios
modificar aquellas cuestiones y percepciones que habían contribuido a la mala imagen
internacional que tenía el país como consecuencia de los años de gobierno militar. Una
de estas cuestiones era el problema del Canal de Beagle que requería de un tratamiento
especial. Este conflicto había llevado en 1978 al límite de un enfrentamiento armado a
los gobiernos de facto de Argentina y Chile y se resolvió pacíficamente con la firma del
Tratado de Paz y Amistad de 1984, alcanzado por los buenos oficios de Su Santidad
Juan Pablo II. Ese tratado ya en su Preámbulo esbozaba, en alguna medida, la
proyección que tendría la nueva relación, en términos de intensificación de la
cooperación económica y la integración física entre ambos países. Además, se creaba
con carácter permanente, una “Comisión Binacional Argentino-Chilena de Cooperación
Económica e Integración Física”.
Así, la resolución de este conflicto fue el primer paso para una nueva relación entre
Chile y Argentina que comenzaría a afirmarse con la posterior resolución de los temas
limítrofes pendientes. Este capítulo de la Política Exterior Argentina es, quizá, uno de
los que pueda exhibirse como de mayor “continuidad” en la administración Menem
puesto que durante dicho gobierno se solucionaron los veinticuatro temas limítrofes que
requerían definición81.
La secuencia en que se desarrolló la marcha hacia la solución definitiva de las
cuestiones limítrofes pendientes tuvo como paso fundamental la visita realizada a Chile
por el Presidente Menem entre los días 27 y 29 de agosto de 1990, respondiendo a una
invitación formulada por el Presidente Patricio Aylwin de Chile. Acompañado por los
Ministros de Relaciones Exteriores y Culto, de Economía y de Educación y Justicia, la
ocasión fue propicia para reafirmar la voluntad política de intensificar la cooperación y
apuntar al mayor entendimiento entre los dos países.
Como resultado de dicho encuentro, el 29 de agosto de 1990, en la ciudad de Santiago,
fue firmada por ambos mandatarios una “Declaración Conjunta”, por la cual se instruía
a los Presidentes de la Comisión Mixta de Límites (COMIX) para que prepararan un
detallado informe conjunto sobre las cuestiones aún pendientes con relación a la
23
demarcación del límite internacional. El Informe, presentado en cumplimiento de ese
mandato, fue aprobado en la sesión extraordinaria de la Comisión Mixta de Límites
celebrada el 10 de setiembre de 199082. Se labró entonces el Acta Nº 132, Anexo 2,
donde se identificaron los 24 sectores pendientes.
Dentro del marco de esta incipiente colaboración argentino-chilena también merece
destacarse la firma de la “Declaración Conjunta sobre la Antártida”, del 29 de agosto de
1990 en la cual, además de reafirmar anteriores acercamientos y declaraciones sobre
esta cuestión, resolvían implementar una amplia gama de actividades científicas y de
coordinación entre ambos países. Proponían intensificar las consultas bilaterales para la
búsqueda de posiciones coordinadas en todos los ámbitos del Sistema Antártico,
particularmente en la conformación de un régimen para la Protección del Medio
Ambiente antártico- y reforzar la cooperación con los demás países latinoamericanos
miembros de dicho Sistema83. Otras áreas, a través de las cuales se anunciaba el trabajo
conjunto entre ambos países, fueron las relativas a la “Prevención del uso indebido y
represión del tráfico ilícito de estupefacientes y de sustancias psicotrópicas” y la
“Cooperación para el desarrollo en materia de telecomunicaciones”. En sendos
acuerdos, firmados el 29 de agosto de 1990, se precisaron objetivos y acciones a
desarrollar en forma cooperativa. En el primero de ellos, se acordó la creación de una
Comisión Mixta Argentino-Chilena como mecanismo de cooperación, de estudio y de
formulación de recomendaciones84. Estos primeros pasos dados daban cuenta de una
clara voluntad política dirigida al establecimiento de una relación madura, con
proyecciones hacia otras cuestiones que necesariamente debían ser negociadas para
integrar un marco de confianza mutua.
El año 1991 y la consagración de la tendencia a la cooperación bilateral en ascenso.
Los días 1, 2 y 3 de agosto de 1991, por invitación del presidente Menem se produjo la
visita del presidente chileno, Patricio Aylwin, a la Argentina, quien viajó acompañado
por una gran comitiva ministerial representada por los Ministros de Relaciones
Exteriores, Defensa, Economía, Educación, Obras Públicas, Planificación y
Cooperación y de la Comisión Nacional de Energía.
El mandatario trasandino habló en el Congreso ante la Asamblea Legislativa, donde se
le manifestó un especial reconocimiento. Fue recibido, además, por el presidente de la
Corte suprema de Justicia de la Nación y se reunió también con los gobernadores de las
provincias limítrofes con Chile a los que se sumaron los gobernadores de Córdoba y
Buenos Aires.
El Acta Fundacional del Grupo Binacional Parlamentario, que había sido suscripta en
Valparaíso, en noviembre de 1990, daba lugar el 1º de agosto de 1991 a que se
constituyese, en virtud del Acta respectiva, la Comisión Parlamentaria Conjunta
Argentino-Chilena. La labor parlamentaria, entendida como uno de los pilares del
sistema democrático, pasaba ahora a tener una dimensión cooperativa y se esperaba de
ella una eficaz contribución al fortalecimiento de los vínculos bilaterales. Por su parte,
los presidentes firmaron el 2 de agosto de 1991, la “Declaración Conjunta Presidencial
Argentino-Chilena” en la que explicitaron el propósito de consolidar una “frontera de
paz”, el compromiso de recorrer en común un camino democrático, pacífico y de
justicia social, además de la profundización de la cooperación y el comercio.
24
Concordaron también en la importancia de “proceder al estudio de las posibles formas y
la oportunidad de la vinculación de Chile con el MERCOSUR”.
El 2 de agosto, Menem y Aylwin firmaron nueve acuerdos que abarcaron una
multiplicidad de temas. Cada uno de ellos, aunque con diferente grado de relevancia y
“sensibilidad”, eran claves para encarar una relación bilateral como la que se perfilaba
acorde con la Declaración Presidencial, a saber:
1) Declaración Conjunta sobre Límites que establecía el acuerdo sobre 23 de esos
puntos en litigio. Veintidós de ellos se definieron siguiendo los trabajos ya realizados
por la COMIX y para el restante –correspondiente a la zona comprendida entre el Monte
Fitz Roy y el Cerro Daudet (conocida como Hielos Continentales para los argentinos y
Campos de Hielo, para los chilenos), estableció una línea poligonal85cuyo trazado fue
sometido a aprobación de los respectivos parlamentos. Respecto del litigio restante, el
de Lago del Desierto, ambas partes acordaron someterlo a arbitraje internacional;
2) Acuerdo de Complementación Económica (que incluía cuatro Protocolos sobre:
Normas que regulan la interconexión gasífera y suministro de gas natural entre la
cuenca neuquina y la República de Chile; Reglamento sobre tránsito y sanidad vegetal;
Cooperación minera para la exploración y explotación conjunta en zonas fronterizas; y
Desregulación del transporte terrestre, marítimo y aéreo)
3) Tratado sobre Medio Ambiente
4) Protocolo específico adicional sobre Protección del medio ambiente antártico
5) Protocolo específico adicional sobre Recursos Hídricos Compartidos
6) Acuerdo para la Cooperación entre la Gendarmería Nacional Argentina y
Carabineros de Chile
7) Notas reversales sobre la ampliación del Convenio de Pasajeros de 1947;
8) Convenio sobre garantía de inversiones recíprocas y eliminación del doble tributo; y
9) Memorándum de entendimiento sobre integración física y facilitación del tránsito
fronterizo.
La relevancia que tuvo esta visita presidencial de 1991 y el nivel de los acuerdos a los
que se arribó generaron grandes expectativas, lo cual fue registrado por los medios de
comunicación que le asignaron una atención especial86.
Como aparece señalado en la Declaración Presidencial mencionada, entre los
mecanismos para resolver las cuestiones litigiosas territoriales, se establecía recurrir a
arbitraje en la cuestión de Laguna del Desierto y a la conclusión de un Tratado, que
sería sometido a aprobación por los respectivos Parlamentos, en el caso de los Hielos
Continentales. Dada la relevancia de ambos, amerita que sean analizados en
profundidad.
La compleja resolución de las cuestiones pendientes de demarcación territorial
Avance, retrocesos y “percepciones diferentes” registradas en ámbitos políticos y
de la sociedad civil
Tras la visita del presidente Patricio Aylwin a Buenos Aires, la Cámara de Diputados
chilena avaló por amplia mayoría los acuerdos alcanzados por los gobiernos argentino y
chileno. El acuerdo fue adoptado luego de que los diputados escucharon las
exposiciones de los ministros de Relaciones Exteriores, Enrique Silva Cimma; de
Economía, Carlos Ominami; y de Agricultura, Juan Agustín Figueroa.
25
Simultáneamente, los legisladores rechazaron una moción opositora que pedía la
participación de diversos sectores en los protocolos a suscribir por Argentina y Chile87.
*La Cuestión de Laguna del Desierto
El 31 de octubre de 1991 los Cancilleres Guido Di Tella y Enrique Silva Cimma
firmaron en Santiago de Chile el compromiso arbitral sobre los límites en la zona de
Laguna del Desierto88. Para su cumplimiento, acordaron el establecimiento de un
tribunal compuesto por cinco miembros, todos reconocidos juristas latinoamericanos:
Rafael Nieto (Colombia), Reynaldo Gallindo (El Salvador), Pedro Nikken (Venezuela),
Julio Barberis (Argentina) y Santiago Bendava (Chile). Este tribunal tuvo su primera
reunión el 16 de diciembre de 1991, en Brasilia, siendo su sede el Comité Jurídico
Interamericano. De acuerdo con lo establecido, el Tribunal debería procurar dictar
sentencia antes del 1º de marzo de 199489. El seguimiento de este caso desde la
Cancillería argentina estuvo a cargo de la Embajadora Susana Ruiz Cerutti y los
Embajadores Federico Mirré y Horacio Basabe. Se ponderaron antecedentes jurídicos y
datos geográficos, a lo que se sumó una visita realizada por el Tribunal a la zona, en
febrero de 1993. Debe recordarse, además, que frente a cierta intranquilidad
manifestada por los habitantes de Santa Cruz, el Canciller Di Tella realizó una visita a
esa provincia y les aseguró a los pobladores que “nuestros derechos soberanos van a ser
reconocidos”. 90
Luego de haber transcurrido casi tres años de deliberaciones, la decisión sobre el Fallo
Arbitral fue anunciada el 21 de octubre de 1994, según la cual la traza entre el hito 62 y
el Monte Fitz Roy se ajustaba a la presentación argentina. Producido aquél, Chile
solicitó una revisión de interpretación91 , frente a la cual el Tribunal volvió a efectuar
una sentencia inapelable el día 13 de octubre de 1995 donde se reafirmaba el trazado
expresado. Seguidamente, la Cancillería argentina anunciaba que el Tribunal había
dispuesto que "la colocación material de los tres hitos en los lugares que ya fueron
señalizados en el terreno sería realizada por el perito geógrafo del Tribunal con apoyo
de la Comisión Mixta de Límites o de la Comisión Nacional de cualquiera de las partes,
en el próximo verano y antes del 31 de marzo de 1996."92 El 12 de marzo de 1996
quedaba concluida la colocación de los tres hitos previstos en la resolución del Tribunal
Arbitral.
Se superaba de esta manera, un diferendo más con Chile que había entorpecido durante
mucho tiempo las relaciones bilaterales93. Además, como podrá verse en otros temas de
este trabajo, continuaban avanzando las relaciones bilaterales de tipo político,
económico, cultural sin ser atravesadas por las cuestiones territoriales, como había sido
característico en otros momentos históricos.
** El proceso que derivó en la firma del Acuerdo sobre los Hielos
Continentales.
De acuerdo con lo que había establecido la Declaración Presidencial Conjunta sobre
Límites (1991), para arribar a una solución respecto de la zona comprendida entre el
Monte Fitz Roy y el Cerro Daudet (conocida como Hielos Continentales para los
argentinos y Campos de Hielo, para los chilenos), había sido diseñada una “línea
poligonal”94, sustento o resultado del tratado bilateral que debería ser aprobado por los
respectivos parlamentos. Las opiniones políticas opuestas a esta modalidad de solución
26
del diferendo en ambos países se sumaron a la diversidad de interpretaciones jurídicas
que se expresaban en medios académicos y de información pública. Tampoco eran
congruentes entre sí, las respuestas dadas a conocer por los especialistas y peritos.
Según expresa el entonces Vice-Canciller Cisneros95 “eran curiosamente coincidentes
con su respectiva nacionalidad”. También señalaba que “muchos sectores sostenían que
el Acuerdo antes mencionado debía ser dejado de lado, renegociado y, eventualmente,
el diferendo debía ser sometido a arbitraje” .
Desde la oposición, Federico Storani96 (en esos momentos, presidente del bloque de
Diputados radicales) remarcaba, por un lado, la “ voluntad inequívoca por parte de
todos los sectores políticos y sociales de la Argentina para solucionar por la vía
diplomática las cuestiones con Chile” y, por otro, que “no estaba en discusión la
profundización de la relación bilateral y regional con Chile, sino el trazado de la línea
poligonal en la zona de los Hielos Continentales”, que podría generar a futuro una
enorme confusión y ser una fuente de problemas.
Las divergencias sobre los criterios “políticos y/o jurídicos” que debían primar en la
superación de este diferendo, promovieron profundas discusiones por casi cuatro años.
En agosto de 1992, el gobierno argentino parecía tener asegurados los votos en la
Comisión de Defensa, en tanto existía una gran resistencia entre los justicialistas que
integraban la Comisión de Relaciones Exteriores. A la vez, el presidente Menem
aseguraba a sus senadores que “si se ratificaba el acuerdo, los chilenos reconocerían
formalmente la soberanía argentina en Malvinas”97.
La situación se complicó aún más, cuando por esos días salió a la luz una consulta que
el Ministerio de Relaciones Exteriores había realizado al reconocido internacionalista
uruguayo Jiménez de Aréchaga, solicitándole una opinión consultiva sobre la
conveniencia para Argentina de ratificar el Tratado suscripto por Argentina y Chile el 2
de agosto de 1991-por el que se fijaba el límite entre los dos países en la zona
comprendida entre el Monte Fitz Roy y el Cerro Daudet- o si sería más conveniente
rehusar el Tratado y someter el litigio a arbitraje. Este jurisconsulto concluyó que, en
caso de someter el litigio a un arbitraje se deberían tener en cuenta los criterios del
Acuerdo Moreno-Barros Arana (1902), si bien las Partes por mutuo acuerdo podrían
modificarlo, como se hace por el Acuerdo de 1991 lo que no podría ser realizado por un
Tribunal Arbitral. 98 Muchos consideraron el parecer emitido como “ un as en la manga
del gobierno” o “el argumento secreto del gobierno sobre los hielos”. 99
Del lado chileno, el Vicecanciller Vargas Carreño, afirmaba la conveniencia de arribar
al acuerdo en los términos planteados por los presidentes Aylwin y Menem y se
mostraba muy escéptico sobre la posibilidad de un arbitraje, sosteniendo al respecto que
“ningún árbitro diría algo distinto”100
El impacto de la resolución de Laguna del Desierto sobre la Negociación política de
los Hielos Continentales
Durante la visita del presidente chileno Eduardo Frei a Buenos Aires, ambos
mandatarios emitieron un comunicado conjunto, el 26 de abril de 1996, en el que
instaban a los respectivos Parlamentos a que ratificasen en breve el acuerdo para
delimitar la frontera en la zona de Hielos Continentales 101. Por su parte, en nuestro país
y desde el oficialismo comenzaba a trabajarse una propuesta de Protocolo Adicional (al
27
tratado Menem-Aylwin de 1991) con la cual el Gobierno esperaba obtener la
ratificación parlamentaria102.
En la primera semana julio de 1996 se produjo una importante visita de cuatro
parlamentarios chilenos: los diputados demócrata cristianos Ignacio Walker -presidente
de la Comisión de Defensa en el Congreso chileno- y Renán Fuentealba; el diputado
socialista José Viera Gallo y el senador socialista -y ex ministro de Economía en el
gobierno de Aylwin- Carlos Ominami., quienes se reunieron en el Congreso argentino
con los integra-ntes de la comisión biparlamentaria , presidida por el senador del PJ
Antonio Cafiero. En esa ocasión se trató un eventual Protocolo Adicional que
posibilitara vencer la resistencia a ratificar el Acuerdo de 1991, por parte de los
parlamentarios argentinos y encarar la posibilidad de “construir un consenso”, aunque
se optó por dejar de lado a los legisladores patagónicos, claramente opuestos al acuerdo
y que rápidamente hicieron conocer a los visitantes su disconformidad con el mismo.103
El 27 de noviembre de 1996 se concretó una reunión entre legisladores argentinos y
chilenos en Buenos Aires para avanzar en la aprobación del tratado de 1991, pero ésta
terminó sin acuerdo y sin que se produjera documento alguno.104 Pocos días después, el
6 de diciembre, los Vice-Cancilleres de la Argentina, Andrés Cisneros, y de Chile,
Mariano Fernández, llegaban a un acuerdo para la redacción del protocolo adicional105 .
De esta manera se preparaba lo que finalmente ocurrió el 10 de diciembre de 1996, en
Santiago de Chile, cuando Carlos Menem y Eduardo Frei firmaron el denominado
Protocolo Adicional al Acuerdo Menem-Aylwin de 1991 sobre los hielos continentales,
como un nuevo paso para tratar de obtener la ratificación parlamentaria en ambos
países. Los aspectos que este instrumento incorporaba, trataban de despejar argumentos
como el de resquebrajamiento del encuadre jurídico que ordenaba toda la frontera
argentino-chilena, efectos de esta cuestión sobre “delimitación” del sector antártico,
condominio de la cuenca del Río Santa Cruz, abrir nuevas cuestiones territoriales, entre
los más importantes 106.
No obstante vale aclarar que la poligonal no sentaba precedente para ningún otro tema
bilateral y que el Protocolo Adicional no contó con el respaldo de los Parlamentos de
ambos países. En el caso argentino, los argumentos del diputado bordonista Juan Carlos
Olima, impulsor de la poligonal, no convencieron a los legisladores de la UCR,
FREPASO y partidos provinciales107. También hubo protestas por parte del gobernador
de Santa Cruz, Néstor Kirchner y manifestaciones de repudio en la provincia. Unos días
después, los bloques de la UCR y el FREPASO impulsaron en la Cámara Baja la
convocatoria de una consulta popular vinculante para que fuese la ciudadanía quien
definiera la posición argentina en esta cuestión.108
En la sesión de diputados del 17 de diciembre de 1996, el oficialismo alcanzó los votos
necesarios para el dictamen favorable al acuerdo sobre Hielos Continentales (25 votos a
favor; tres de ellos en disidencia parcial y 22 en contra). Pero el Partido Justicialista
decidió no llevar la cuestión al recinto el 27 de diciembre -como deseaba el Gobiernosino que dejó el tratamiento para más adelante. Se preveía una difícil votación ya que,
además de la oposición, eran numerosos los legisladores del PJ que no estaban
dispuestos a convalidar el acuerdo. Por otro lado, debido a las críticas que se expresaban
a nivel de la opinión pública, el oficialismo prefirió que fuese la Cancillería quien
tomase a su cargo la explicación detallada del acuerdo para no asumir por sí sólo el
costo político de aprobar un proyecto tan controvertido.109
28
Las dificultades que entrañó arribar a algunos acuerdos mínimos para poder avanzar
hacia la ratificación del Tratado sobre Hielos Continentales, no se agotan en lo
expresado hasta aquí. Sí, al menos, permiten dar cuenta de las diversas posiciones
jurídicas y políticas que estaban en juego110. Queda claro que el gobierno argentino como lo habían expresado repetidamente tanto el Presidente Menem, como el Canciller
Di Tella y el Vice-canciller Cisneros- vinculaba la integración con Chile a la superación
de las cuestiones territoriales. A ello, considero que habría que sumar una cuestión
adicional, y que es precisamente la que ha motivado el título de este apartado. Luego de
la definición adoptada respecto de Laguna del Desierto, emergía claramente la
“necesidad” del gobierno chileno de poder lograr la ratificación del “Tratado de la
poligonal”. Como lo ha expresado Pérez Llana -en una obra editada antes de la solución
de la cuestión-111 “luego de la sentencia arbitral del Lago, para el gobierno del
presidente Frei significaba una derrota cualquier otro camino que no pasase por la
aprobación del Tratado”. Eran conocidas, también, las manifestaciones del presidente
chileno en el sentido que un resultado adverso produciría en Chile el fortalecimiento de
una corriente de opinión liderada por el ex presidente de facto Augusto Pinochet. A su
vez, el gobierno argentino no deseaba que el tema de los Hielos se transformara en una
bandera que pudiese agitar la oposición en un año electoral.
Tras el encuentro que mantuvieron, el día 8 de enero de 1997, el Presidente Menem, el
canciller Di Tella y varios legisladores, quedó claro que la posición oficial era la de
confiar que el Congreso ratificara el proyecto. Pero, como el Gobierno presumía que el
debate no se realizaría, puso una fecha tope: la última sesión de febrero o la primera de
marzo. Si las definiciones no prosperaban, se pensaba en las alternativas previstas por el
Tratado de Paz y Amistad de 1984: primero la conciliación y luego el arbitraje.112 Esto,
de ninguna manera, era bien visto por la dirigencia chilena, según lo había hecho
conocer su vice-canciller Mariano Fernández a la prensa, quien ante la pregunta sobre si
ir a una conciliación significaba patear el tablero, Fernández respondió: "(…) Creemos
que sí y no nos gustaría llegar a esa situación. Confiamos plenamente en que Menem y
Di Tella no patearán el tablero113.
Distintas velocidades en los trámites parlamentarios en Chile y Argentina y los
intentos por acompasarlos
El 12 de marzo de 1997 se anunciaba en Chile que la Comisión de Relaciones
Exteriores del Senado chileno había aprobado la ratificación del acuerdo sobre Hielos
Continentales114. Mientras tanto, el Canciller Guido Di Tella se reunía, el 17 de marzo,
con la conducción del bloque de diputados justicialistas para intentar que éstos le
garantizaran la ratificación del mismo.115 Por su parte, y casi simultáneamente, la
Convención Nacional de la UCR reiteraba su rechazo al acuerdo Menem-Aylwin de
1991, fundamentando su determinación en que el Gobierno no había tenido en cuenta
los antecedentes históricos y jurídicos existentes, como, entre otros, el Tratado de 1881
y el Protocolo de 1893 y que se “entregaban 1057 kilómetros cuadrados del territorio
argentino a la República de Chile, sobre la base de la curiosa poligonal, sin sustento
legal conocido. Tomaba en cuenta un estudio realizado por la Academia Nacional de la
Historia, que concluía que la poligonal "está trazada en una ubicación geográfica que no
se corresponde con la letra de los convenios firmados y vigentes con Chile" y agregaba
que vincular los límites a eventuales acuerdos de cooperación "es un grave error".116
29
Hacia mediados de abril, los Cancilleres Guido Di Tella, y José Miguel Insulza,
anunciaron una postergación de la ratificación del acuerdo por Hielos Continentales
hasta 1998, habida cuenta que el Canciller argentino había viajado a Santiago para
informar a su par chileno que, del lado argentino, el trámite parlamentario estaría
estancado hasta las elecciones legislativas del 26 de octubre.117
A pesar de los distintos intentos, y el disgusto manifestado por el Canciller al
parlamento argentino, sabía que contaba con un despacho favorable de la Comisión de
Relaciones Exteriores de Diputados y gran dilación por parte del Senado.
A diferencia de la Argentina, Chile confiaba en lograr la ratificación parlamentaria del
acuerdo, pero el problema radicaba precisamente en el mecanismo de simultaneidad
acordado entre los cancilleres Guido Di Tella y José Miguel Insulza, por el cual el
Congreso chileno sólo podía avanzar en la medida en que lo hiciera el argentino. Estas
gestiones fueron apuntaladas por la reunión mantenida por el presidente provisional del
Senado argentino, Eduardo Menem y su par chileno, Sergio Romero, en Santiago de
Chile, con el objetivo de destrabar el acuerdo por Hielos Continentales en ambos
Parlamentos.118
Nuevamente ambos cancilleres, decidieron abrir "un compás de espera" hasta marzo de
1998, para realizar otro intento en Diputados, con la conformación surgida de las
elecciones de octubre de 1997.119
Se sucedieron luego, una serie de febriles contactos del Canciller Di Tella con líderes de
la oposición, mientras un grupo de legisladores de la Alianza trabajaba junto con
funcionarios de la Cancillería, con la intención de redactar un nuevo Protocolo
Adicional al tratado, que subsanara los problemas que la oposición le encontraba al
Acuerdo.120 El clima bilateral argentino-chileno, a su vez, se enrarecía debido a la
designación de aliado extra-OTAN de la Argentina, como se verá en el apartado
respectivo.
Durante el encuentro de los Cancilleres Guido Di Tella, y José Miguel Insulza, en
Montevideo, el 14 de diciembre de 1997, en ocasión de la cumbre del MERCOSUR, el
primero anunció a su par chileno sobre el fracaso del tratado en el Congreso argentino.
Del lado chileno no había interés en trabajar sobre otras alternativas, y quedaba claro
que el presidente Frei descartaba el arbitraje porque el fallo de Laguna del Desierto,
favorable a la Argentina, había dejado a la opinión pública chilena muy sensibilizada.
Chile prefería dejar pasar el tiempo, hasta que el tratado pudiese ser aprobado en el
Parlamento argentino.
Los aportes “constructivos” del año 1998 en dirección a la solución definitiva
El año 1998 marca un punto de inflexión en la búsqueda de consensos sobre la
“Cuestión de los Hielos Continentales” ya que de ambos lados se trabajó acercando
posiciones y al interior de cada uno de los países, se intentó “construir” una Política de
Estado alrededor de este tema, a partir de un diálogo maduro entre los diversos sectores.
A principios de enero, los cancilleres Guido Di Tella y José Miguel Insulza, se
reunieron en Montevideo y emitieron un comunicado donde manifestaban su
30
predisposición a recibir propuestas alternativas, invitando –de alguna manera- a quienes
se oponían a la línea poligonal.
El 24 de junio de 1998, el diputado del PJ Fernando Maurette presentó ante la Comisión
de Relaciones Exteriores de la Cámara Baja un proyecto de declaración en el que se
instaba al Ejecutivo a que retirase del Congreso el proyecto de la controvertida línea
poligonal establecida por el acuerdo Menem-Aylwin de 1991. La Comisión lo aprobó
por unanimidad, incluyendo a Marcelo Stubrin (UCR), Fernando Maurette (PJ), Cristina
Fernández de Kirchner (PJ), Dante Caputo (Alianza) y Guillermo Estévez Boero
(FREPASO). A su vez, el diputado Marcelo Stubrin planteó (con la venia del ex
presidente Raúl Alfonsín) una nueva propuesta, producto del análisis conjunto que
habían realizado dicho legislador radical y sus pares Fernando Maurette (PJ) y
Guillermo Estévez Boero (FREPASO) con legisladores chilenos. Dicha propuesta
consistía en destrabar la cuestión mediante un nuevo análisis técnico que sólo tomara en
cuenta la divisoria de aguas121.
El 25 de junio de 1998, en el contexto de la decisión mencionada, el canciller chileno,
José Miguel Insulza, aceptó la posibilidad de renegociar el acuerdo Menem-Aylwin de
1991, declarando: “Queremos resolver el problema. Estamos dispuestos a analizar
nuevas alternativas si las consideramos convenientes”122.
La Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, el 15 de julio,
aprobó una propuesta acordada por consenso, por el diputado justicialista Fernando
Maurette (presidente de la Comisión), el radical Marcelo Stubrin y el frepasista
Guillermo Estévez Boero, que respondía fundamentalmente a los criterios históricos de
manera que, Chile no podía pretender punto alguno hacia el Atlántico, ni la Argentina
hacia el Pacífico.
Asimismo, se señalaba que para establecer la frontera entre el cerro Fitz Roy y el
paralelo 49° 12’, debería garantizarse el principio de que todas las aguas que fluyen
hacia el río Santa Cruz y desaguan en él, fuesen consideradas como recurso hídrico
propio de la República Argentina. Por su parte, se utilizaría un “principio similar” para
reafirmar “la no pretensión” argentina de acceder al Pacífico. Se agregó, además, a
instancias del diputado Dante Caputo (FREPASO-Capital), otro ítem al proyecto por el
cual se requería el asesoramiento y seguimiento de las tareas de demarcación por parte
de la Academia Nacional de Geografía.123
Finalmente, 15 de agosto de 1998 y de acuerdo con la solicitud efectuada por el
presidente Carlos Menem a su colega chileno Eduardo Frei en la cumbre del
MERCOSUR en Ushuaia, tuvieron un encuentro en Asunción del Paraguay, en ocasión
de la ceremonia de asunción del nuevo presidente paraguayo, Raúl Cubas Grau. A partir
de allí, ambos instruyeron a sus respectivos cancilleres para que buscaran una
alternativa a la línea poligonal. El canciller chileno, José Miguel Insulza, explicó que
“los dos presidentes deseaban dejar este asunto resuelto antes de la conclusión de sus
respectivos mandatos.”124
A los pocos días, dieron comienzo reuniones entre funcionarios de ambas cancillerías.
Así el 19 de agosto de 1998, con el encuentro entre la directora de Límites de la
Cancillería chilena, María Teresa Infante, y el encargado del tema Hielos en la
Argentina, Carlos Foradori, en Buenos Aires, se producía el primer contacto
31
diplomático bilateral para encontrar una alternativa a la poligonal que sirviera para
solucionar el diferendo. Las discusiones sobre sus respectivas posiciones siguieron las
pautas que habían sido establecidas por la Comisión de Relaciones Exteriores de la
Cámara de Diputados de la Argentina, como ya se detalló anteriormente.
La sumatoria de todos los aportes hacía que se concretara, entonces, un trabajo jurídico,
político y técnico.
El 3 de noviembre de 1998, el Canciller Di Tella acompañado por el vicecanciller,
Andrés Cisneros, y por los integrantes del grupo de trabajo de la Cancillería (el general
Luis María Miró, integrante de la Academia Nacional de Geografía; y Carlos Foradori,
encargado del tema Hielos en la Cancillería argentina), se presentó ante la cúpula del
bloque del PJ de la Cámara de Diputados y reconoció que “fue un error” el trazado de la
poligonal contenido en el acuerdo Menem-Aylwin de 1991. El canciller intentó limar
las diferencias que aún subsistían en esa bancada, especialmente por el lado de los
legisladores patagónicos, renuentes a aceptar lo que denominaron “una nueva
poligonal” en el área de Hielos Continentales.125
En la búsqueda de un nuevo avance, los cancilleres Di Tella e Insulza se reunieron el 24
de noviembre de 1998 en Santiago, aunque no lograron definir la fecha en que podría
firmarse el nuevo acuerdo, ya que se requería la decisión del Congreso chileno.126 Sí, en
cambio ésta pudo fijarse en la siguiente reunión, con lo cual se agendó la fecha y el
lugar para el nuevo acuerdo: entre el 15 y 17 de diciembre, en Buenos Aires, en ocasión
de la visita del presidente chileno Eduardo Frei a la Argentina.127 De esa manera, el 16
de diciembre de 1998, ambos cancilleres rubricaron en Buenos Aires el nuevo acuerdo
sobre Hielos Continentales. Por su parte, los presidentes Carlos Menem y Eduardo Frei,
sellaron una Declaración Conjunta y anunciaron el comienzo de una nueva etapa
bilateral. La ceremonia contó con la presencia y el aval del ex presidente Raúl Alfonsín
y del jefe del Gobierno porteño y candidato presidencial de la ALIANZA, el radical
Fernando de la Rúa.128
Seguía ahora la etapa de ratificación por parte de los respectivos Parlamentos, lo cual se
desarrolló con la siguiente secuencia: el 29 de diciembre de 1998, la Cámara de
Diputados argentina ratificó, por amplia mayoría (163 a favor, 8 en contra129 y 7
abstenciones130), el acuerdo sobre Hielos Continentales suscripto por Argentina y Chile
el día 16131. El senado chileno hizo lo propio, el 10 de marzo de 1999, por 34 votos a
favor y 12 en contra. A favor del acuerdo votaron los senadores de la gobernante
Concertación Democrática. En cambio, rechazaron el acuerdo representantes de la
derecha (UDI y Renovación Nacional) y los senadores designados por las Fuerzas
Armadas. El resultado de la votación, según el senador socialista –que había trabajado
arduamente en el consenso- demostraba que el tratado favorecía la posición del país, a
la vez que reconocía que se había logrado una solución “de estado” y se habían
resguardado los intereses de Chile. 132
Finalmente, el 2 de junio de 1999, los Parlamentos argentino y chileno cerraron el
último conflicto limítrofe pendiente, al ratificar en forma simultánea el Tratado por los
Hielos Continentales. En Argentina el Tratado fue convalidado por el Senado por 42
votos a favor y 5 en contra133 (dado que la Cámara de Diputados lo había aprobado en
diciembre de 1998). Por su parte en Chile, la Cámara de Diputados aprobó el convenio
por 58 votos a favor y 32 en contra134 (el senado ya lo había hecho en marzo de
32
1999).135 Aunque sobrevino una presentación ante el Tribunal Constitucional de Chile
por parte de Jueces y legisladores opositores al acuerdo, el recurso no prosperó. Así, con
la ratificación casi unánime por parte del Tribunal Constitucional, quedaba listo para ser
promulgado y convertirse en ley el tratado de límites por la zona de los Hielos, ya
aprobado por el Congreso.136
La “construcción” de este acuerdo final para la Cuestión de los Hielos Continentales,
dejó sentado un importante precedente respecto de los beneficios de trabajar en el
diseño de “Políticas de Estado”, lo cual quedó evidenciado tanto del lado argentino
como del lado chileno.
El salto cualitativo en las relaciones políticas de la Argentina y Chile en los
noventa.
Los importantes avances producidos durante los dos primeros años de la relación
“interdemocrática” entre la Argentina y Chile, de los cuales conviene recordar la
Reunión entre los presidentes Carlos Menem y Patricio Aylwin, en Santiago , entre los
días 27 y 29 de agosto de 1990 y la Declaración Conjunta Presidencial del 2 de agosto
de 1991, constituyeron el marco fundacional de la nueva relación que expresaba la
voluntad política de intensificar la cooperación y apuntar al mayor entendimiento entre
los dos países.
Así es como, la creación de la “Comisión Parlamentaria Conjunta Argentino-Chilena” el 1º de agosto de 1991- contribuyó a calificar el perfil político de la relación,
reconociendo la labor parlamentaria como eje del sistema democrático y como un factor
del fortalecimiento de los vínculos bilaterales. También el establecimiento del
Mecanismo Permanente de Consulta y Coordinación Política de Alto Nivel entre ambas
Cancillerías, creó un espacio para coordinar cuestiones tanto de la agenda bilateral
como del ámbito regional e internacional.
De igual modo, la facilitación fronteriza e integración física ocupó una buena parte de la
relación bilateral, promoviéndose la conformación de nuevos “Comités de Frontera”. A
los ya existentes del Cristo Redentor y de la Región Austral, venían a sumarse a partir
del 23 de agosto de 1991, los Comités NOA-Norte Grande (en Antofagasta) y Región
de los Lagos (en San Carlos de Bariloche), en el convencimiento que éstos constituyen
un instrumento eficiente para la integración subregional y fronteriza entre ambos
países137. En esta misma dirección, se produjeron otros avances, entre los que pueden
citarse la inauguración del tránsito operativo por el paso de Jama, que se concretó el 6
de diciembre de 1991, a partir del cual, los productos argentinos podrían acceder al
puerto chileno de Antofagasta y su consiguiente salida al Pacífico138. A medida que la
relación se fue profundizando, fueron concretadas nuevas acciones en esta dirección,
aún mientras se resolvían las cuestiones limítrofes pendientes con excepción del Tratado
sobre Integración y Complementación Minera (que sería suscripto en diciembre de
1997 y cuyo canje de instrumentos de ratificación recién fue posible en diciembre de
2000).
El cuadro de esta agenda positiva que empezaba a crearse se completa con los
importantes pasos dados en temas relativos a la Política Nuclear –que, como ya se vió
en este trabajo al tratar la relación con Brasil- fue manejado coordinadamente con otros
países latinoamericanos. Con Chile se trabajó para acordar las modificaciones al
33
Tratado de Tlatelolco, cuando, simultáneamente, se hacían avances en este área tan
sensible para la relación argentino-brasileña. La tarea concertada entre Argentina, Brasil
y Chile, a los cuales se agregó México, acercó propuestas de enmiendas, para hacer de
aquél un instrumento más actualizado y efectivizarlo en toda la región .Finalmente, en
diciembre de 1994, la Argentina, Brasil y Chile ratificaron el Tratado de Tlatelolco,
alcanzando plena vigencia en el conjunto de la región un año después.
También debe recordarse que, el 5 de setiembre de 1991 en Mendoza, los cancilleres de
Argentina, Brasil y Chile firmaron la Declaración sobre la Prohibición Completa (uso,
producción, adquisición y transferencia) de Armas Químicas y Biológicas, conocida
como “Compromiso de Mendoza”, la cual contó posteriormente con la adhesión de
Paraguay y Uruguay, sumándose también Bolivia y Ecuador.
La práctica de las visitas presidenciales y la firma de las “Declaraciones Presidenciales
Conjuntas” permitieron, por un lado, analizar y evaluar la marcha de las relaciones
bilaterales como así también instalar temas de tratamiento conjunto, plantear objetivos
hacia los cuales encaminar las acciones e impartir instrucciones para producir avances
sustantivos en cuestiones pendientes de resolución y/o concreción.
Una nueva instancia favorecedora del diálogo entre los Gobiernos -que venía a
complementarse con otras ya creadas como la Comisión Binacional Permanente, el
Consejo de Complementación Económica y la Comisión Parlamentaria Conjunta– fue
establecida por notas reversales entre los cancilleres Guido Di Tella y Carlos Figueroa
Serrano, el 26 de agosto de 1994. En virtud de ella se institucionalizaba este mecanismo
que se había desarrollado en diferentes niveles durante esos años y que, a partir de ese
momento, se constituía como Sistema de Información y Consulta Permanente entre las
Cancillerías139. A su vez, el fortalecimiento y la cooperación interinstitucional quedó
consagrado en el Acuerdo de Cooperación entre las Academias Diplomáticas de ambos
países, firmado en Buenos Aires, el 26 de abril de 1996.
La promoción de valores comunes, a través de la educación y la cultura, la
compatibilización de los contenidos en los textos educativos –que muchas veces han
exhibido diferencias muy significativas al abordar la historia y la geografía regional,
siendo fuentes potenciales de conflicto- también fueron reconocidos como un
componente necesario y efectivo, en dirección a incrementar la amistad e integración
argentino-chilena. En ese sentido, merecen destacarse la firma del Acta de Cultura para
la Integración, el 26 de abril de 1996 que se complementó con un acuerdo suscripto
entre los Rectores de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de Chile140.
Un entorno democrático para construir medidas de confianza mutua
Actores y agendas encaminados en esa dirección
El fortalecimiento de la democracia, la priorización por parte de los gobiernos de la
Argentina y Chile de superar sus diferendos territoriales pendientes por la vía de la
concertación y el aporte realizado desde los Parlamentos sumados a la existencia de
intereses económicos y la voluntad de concretar inversiones, fueron factores
contribuyentes en la gestación de un clima de confianza mutua. A lo anteriormente
expuesto hay que sumar, que en el marco de la asociación de Chile al MERCOSUR –
como fuera desarrollado en este trabajo) se reafirmaron los compromisos asumidos en el
fortalecimiento de la democracia, quedando claramente expuestos en la Declaración de
34
Potrero de los Funes, la Declaración de Ushuaia y se reforzaron con la participación de
Chile en los Mecanismos de Consulta y Concertación Política del MERCOSUR.
Todos los esfuerzos señalados, conformaron un ámbito propicio para el desarrollo de
relaciones maduras entre la Argentina y Chile. A ello también debe agregarse que, en la
agenda de seguridad internacional se hicieron avances muy importantes, entre los que
hemos destacado el perfeccionamiento y suscripción de Tlatelolco, la ratificación del
Tratado de No Proliferación Nuclear, el empuje puesto de manifiesto en favor de la
prohibición completa de ensayos nucleares, la Declaración de Mendoza y la
participación en el Tratado Internacional de Armas Químicas. Analizadas en conjunto,
son todas medidas que perfeccionan el marco de cooperación regional y consolidan la
confianza y la seguridad. Ahora bien, las referencias coincidentes de distintos analistas,
con relación al proceso de transición chilena141, tienden a enfatizar la persistencia de un
comportamiento que continúa privilegiando –al menos en una importante franja de la
década de los noventa- el lenguaje de las hipótesis de conflicto, la confusión entre
cooperación militar y diplomacia militar y donde aparece la interferencia de los sectores
más reacios a pensar en nuevos términos la seguridad regional.
Estas percepciones, sin duda han condicionado, en buena medida, avanzar en la
profundización de las relaciones argentino-chilenas en materia de seguridad y defensa,
sobre todo si se las compara con las que han podido establecerse con Brasil142. Con
vistas a producir un cambio importante en esa dimensión es que se ha buscado
promover contactos y medidas de cooperación en el ámbito militar y de seguridad,
como se verá a continuación.
Las medidas de cooperación bilateral en materia de defensa y seguridad entre
Argentina y Chile
La Declaración Presidencial, firmada el 26 de abril de 1996, por los presidentes Carlos
Menem y Eduardo Frei, en ocasión de la visita de éste a la Argentina, subrayaba la
importancia tanto de la Conferencia Regional sobre Medidas para el Fomento de la
Confianza- celebrada en Santiago, Chile, en noviembre de 1995, como la Conferencia
de Ministros de Ministros de defensa de todo el continente, que se anunciaba para
octubre de ese año, en la ciudad de Bariloche.
Estas constituyeron el prólogo más indicado para que pudiera desarrollarse el 26 de
noviembre de 1996 una reunión en Santiago entre el ministro argentino de Defensa,
Jorge Domínguez y su par chileno, Edmundo Pérez Yoma. En esta ocasión se trataron
temas de interés común de la agenda de seguridad hemisférica, la experiencia de
Argentina y de Chile en las operaciones para el mantenimiento de la paz realizadas bajo
mandato de la ONU y una evaluación conjunta de los resultados de la Conferencia de
ministros de Defensa realizada en Bariloche.143
El propósito de acercar a las Fuerzas Armadas para fomentar el mutuo conocimiento y
analizar las posibilidades de aunar criterios en torno del terrorismo, el narcoterrorismo,
la subversión, la defensa del sistema ecológico y otras amenaza a nivel regional ,
confluyeron en la reunión de los Altos Mandos de las Fuerzas respectivas. Ésta tuvo
lugar en Buenos Aires entre el 11 y 13 de junio de 1997 y, de acuerdo, con la palabras
inaugurales del Ministro de Defensa argentino, Jorge Domínguez, se buscaba proyectar
una acción militar combinada entre los dos países similar a la existente en Europa, pero,
35
sin dudas lo que más interesaba a la Argentina, era evitar toda carrera armamentista en
la región.144. (Sólo a título de ejemplo recordemos que mientras la Argentina había
iniciado el desarme unilateral con la desactivación del proyecto Cóndor II, Chile
anunciaba su Misil Rayo en mayo de 1991).
Por su parte, en la esfera civil, se produjeron reuniones entre los Ministros de
Relaciones Exteriores Guido Di Tella y José Miguel Insulza, el 16 de julio de 1997, en
la localidad de el Zapallar (Chile) incorporándose posteriormente los titulares de
Defensa de la Argentina y de Chile, Edmundo Pérez Yoma. Este encuentro, a pesar de
la informalidad en que se desarrolló, formuló una serie de principios y metas que
pretendían producir un cambio singular en cuestiones de defensa y seguridad bilateral.
Las partes acordaron allí adoptar una metodología estandarizada propuesta por la
Comisión Económica para América Latina (CEPAL) que posibilitaría medir los gastos
en defensa. Entre otros temas, también se reiteraba la voluntad de avanzar en tareas de
desminado aún pendientes (en áreas cordilleranas) y trabajar en un proyecto de
instalación científica conjunta en la Antártida.145 Los Ministros de Defensa anunciaron,
al día siguiente, que militares argentinos y chilenos realizarían maniobras conjuntas en
el primer semestre de 1998.146
Sin embargo, este clima de confianza vendría a enturbiarse cuando hacia fines de julio
el Ejército argentino anunció que no creía conveniente aún realizar ejercicios conjuntos
con su par de Chile, debido a la necesidad previa de llegar a un acuerdo político a nivel
gubernamental y de ampliar contactos militares graduales, algo que todavía en ese
momento no se había producido, como ocurría desde hacía tiempo con Brasil. Detrás de
estos argumentos, existían otros móviles como las declaraciones efectuadas por el
Ministro de Defensa chileno, que había manifestado que no se habían agotado las
hipótesis de conflicto con la Argentina (en clara referencia, como vimos, a las
dificultades del arreglo por los Hielos continentales) y las compras de armamentos
encaradas desde la conducción del ejército chileno.147 De todas maneras, hubo una
ratificación desde los respectivos Ministerios de Defensa, sobre la decisión política de
llevar a cabo los ejercicios militares conjuntos, tal como había sido previsto en la
reunión del Zapallar.148
Esta decisión fue reiterada una vez más, al más alto nivel político por parte de los
presidentes Menem y Frei, el 8 de agosto de 1997, quienes señalaron que se trataba de
una "una decisión política" cuya intención era la de demostrar que no existían más
recelos entre las FFAA de ambos países. A la salida del Palacio de la Moneda, Menem
aclaró que "Las únicas (hipótesis de conflicto) que tenemos (con Chile) son el
narcotráfico y el narcoterrorismo".149
De todas maneras, debe recordarse que por esos días, la designación de Aliado extraOTAN de la Argentina causó no pocas desconfianzas al punto que, el 27 de agosto, el
canciller chileno, José Miguel Insulza, concurrió especialmente al Senado –que además
discutía la Cuestión de los Hielos Continentales- para explicar que la condición de socio
estratégico que adquiría la Argentina "no constituía ninguna obligación de defensa
mutua, ni le otorgaba acceso automático para la adquisición de armamento." Manifestó
además Insulza que dicha condición, le otorgaría a la Argentina la prioridad para
acceder a armamento excedente, pero no a armas modernas. Asimismo, remarcó que ni
Chile ni Argentina estaban empeñados en llevar adelante una carrera armamentista, por
36
cuanto los dos países habían reducido su presupuesto de defensa con relación al
producto geográfico bruto.150
De acuerdo con los propósitos a los que se habían comprometido los presidentes y los
ministros de las carteras respectivas, se continuó con el acercamiento entre las Fuerzas
Armadas. Dentro de ese contexto, el 3 de septiembre de 1997, se celebró una reunión de
militares argentinos y chilenos en Santiago para analizar la posibilidad de realizar
ejercicios conjuntos, y cuyos análisis serían entregados al general Augusto Pinochet y al
general Martín Balza, quienes resolverían los alcances y profundidad de los
ejercicios.151. En agosto de 1998, se efectivizaron operativos combinados de las
Armadas en áreas del Mar Austral. 152
Los esfuerzos realizados en dirección al establecimiento de confianzas mutuas y el logro
de este propósito, quedaban sellados de manera simbólica cuando los presidentes
Menem y Frei se abrazaron en el Estrecho de Magallanes, el 15 de febrero de 1999,
anunciando también el final de los diferendos limítrofes entre ambos países.153
Más allá de lo simbólico del “Abrazo del Estrecho”, debe registrarse como fruto de este
encuentro, la Declaración Conjunta sobre Fomento de la Confianza y la Seguridad, que
ambos presidentes suscribieron en Ushuaia, el 16 de febrero de 1999. Ésta constituye
una pieza fundamental por cuanto tiende a fomentar “la confianza y seguridad” entre las
dos naciones, que históricamente mantuvieron una relación tensa, con no pocos
momentos de crisis y preparativos pre-bélicos. Asimismo, por este acuerdo de equilibrio
militar suscripto por los presidentes Menem y Frei, Chile y la Argentina se
comprometían a delegar en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL) el estudio de la situación militar de cada país y el respectivo seguimiento
comparativo de las inversiones en materia de defensa.154
Otros signos importantes de la continuidad en la tendencia inaugurada por las Armadas
en años anteriores, se ha manifestado en las restantes Fuerzas en el transcurso de 1999,
desarrollándose actividades que abarcaron tanto los contactos de Alto Nivel en los
Ejércitos con el objeto de delinear los primeros ejercicios conjuntos155, como las
reuniones periódicas de interconsulta entre las Fuerzas Armadas de los dos países156 y
también negociaciones encaminadas a realizar, a futuro, construcciones navales
compartidas.157
La Cooperación en la Antártida y la “relación bilateral especial”
El tema antártico cobró relevancia como “factor aglutinante” de coordinación
política entre los latinoamericanos durante los noventa, de manera muy particular
entre Argentina y Chile. Éste es otro de los temas “sensibles” de la relación, del
cual existen signos muy discontinuos de búsqueda de acuerdos bilaterales en
épocas previas a los gobiernos militares, que recién fueron retomados con el
advenimiento de la democracia en ambos. La cooperación así inaugurada produjo,
no sólo en los foros específicos que llevan adelante la cuestión antártica sino que
se ha reforzado constantemente con la adopción de diversos compromisos en el
marco de la relación bilateral.158 Dentro de ese contexto de entendimiento por el que
atravesaron las relaciones argentino-chilenas durante los noventa, pueden destacarse: la
continuidad en el apoyo chileno a la Argentina respecto de la Sede de la Secretaría del
Tratado Antártico, el trabajo concertado en el ámbito de la Convención para la
37
Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos y los avances en la elaboración
de un Programa Coordinado de trabajos científicos en la Antártida, incluida la
posibilidad de establecer una instalación científica conjunta.
Las ocasiones donde esta “nueva visión” se ha manifestado en toda su magnitud han
sido la Conmemoración del Abrazo del Estrecho (Ushuaia-Punta Arenas, 15 de febrero
de 1999) y la Declaración Presidencial Antártica como así también la última
Declaración Conjunta Argentino-Chilena entre los Presidentes Carlos Menem y
Eduardo Frei, firmada en Santiago de Chile, el 20 de agosto de 1999.
Es de remarcar que en el primer caso, los presidentes se trasladaron a la Antártida donde
“reafirmaron el compromiso de Argentina y Chile por la defensa de sus intereses
comunes en ese Continente, además de compartir una visión de futuro y fortalecer los
lineamientos de la cooperación bilateral en el ámbito del Sistema Antártico”. A ello
siguió la firma de la “Declaración Presidencial Antártica”159, donde formularon un
reconocimiento a la eficacia del Tratado Antártico y la participación activa de ambos
Estados en el mismo, como así también a la colaboración existente en el marco de las
Reuniones de Administradores de Programas Antárticos Latinoamericanos (RAPAL).
Además se sostuvo la conveniencia de implementar tares científicas comunes así como
el establecimiento de “Áreas Protegidas de designación conjunta” y de proyectar en
materia científica y logística, la manera de optimizar sus respectivos recursos destinados
a la actividad antártica. En cuestiones relativas a los recursos vivos marinos antárticos,
ratificaron su total compromiso con la Convención respectiva y su firme decisión de
enfrentar cualquier “imposición de regulaciones y gravámenes incompatibles con
aquélla” (esto en alusión a cuestiones de pesca con el Reino Unido, como señalo más
adelante en este trabajo). Renovaron asimismo su confianza en el pronto
establecimiento de una Secretaría Permanente y en la designación de Buenos Aires
como su sede. Por su parte, y en un contexto más amplio de cuestiones, en la
Declaración Conjunta correspondiente al 20 de agosto de ese mismo año se retomaron
los aspectos considerados anteriormente -sobre todo los que vinvulados con el apoyo
mutuo y la coordinación- y se fijaron algunas metas operativas, siendo relevante la
elaboración de un programa científico que contuviera, también, una instalación
conjunta.160
Los temas políticos - convergencia bilateral.
La relación bilateral argentino-chilena exhibió durante esta década su capacidad para
enfrentar una serie de problemas delicados y de gran sensibilidad que afectaban a la otra
parte en su relación con terceros estados. El hilo conductor de estos temas, puede
hallarse en el hecho que tanto para la Argentina como para Chile, los casos en que se
otorgaron apoyo mutuo, eran considerados de importancia para el propio interés
nacional. Me refiero aquí, particularmente a cuestiones como el apoyo de Chile a la
candidatura argentina para la Secretaría del Tratado Antártico, cuya discusión en la
ámbito propio del Sistema Antártico se inició en la Reunión Consultiva de Venecia
(1992) y el trabajo conjunto dentro del marco de la Convención para la Conservación de
los Recursos Marinos Antárticos donde la cooperación bilateral puedo hacer frente a
disputas pesqueras con el Reino Unido, particularmente complejas durante 1996. 161
La otra cuestión de extrema relevancia para la Argentina, fue el apoyo de Chile a los
legítimos derechos de soberanía de Argentina sobre las Islas Malvinas, situación
38
reconocida desde las primeras Declaraciones Presidenciales Conjuntas y afirmada luego
en el marco de la Agenda Política del MERCOSUR y Chile, al firmarse la “Declaración
sobre Malvinas” en Potrero de los Funes, el 25 de junio de 1996.
Desde el otro lado de la relación bilateral, Chile recibió el respaldo argentino en el
“Caso Pinochet” y el reconocimiento de la no injerencia en asuntos internos de los
estados haciendo valer el principio de la territorialidad, que sostenía el gobierno de Frei.
Recordemos brevemente que el ex -dictador Augusto Pinochet estaba detenido en
Londres a pedido de la justicia española bajo acusaciones de haber cometido crímenes
de lesa humanidad durante los 17 años de su gobierno. Con relación al pedido de
extradición que formulara España, al cual Chile se negaba, el presidente Menem
anunció, el 22 de octubre de 1998, que la Argentina compartía la posición chilena y
daba su respaldo inequívoco al presidente Frei. Asimismo, definió su apoyo al gobierno
chileno como “una cuestión de Estado”162 y sentó la posición argentina considerando
que debía hacerse valer el principio de la “territorialidad”163.
Unos días después, 9 de diciembre de 1998, en la XV Cumbre presidencial del
MERCOSUR en Río de Janeiro, el presidente Menem, impulsó el apoyo del bloque a la
petición del presidente Frei con relación al este caso. La declaración conjunta de apoyo
del MERCOSUR resolvió “rechazar la aplicación unilateral y extraterritorial de leyes
nacionales por constituir acciones que violan la igualdad jurídica de los Estados, los
principios de respeto y dignidad de la soberanía de los Estados y la no intervención de
los asuntos internos que amenazan la convivencia de los mismos”.164
Los avances en cuestiones económico-comerciales: su vinculación con las relaciones
políticas. Signos de integración bilateral.
En el caso de las relaciones comerciales entre Argentina y Chile, no hay dudas que el
mejoramiento de la relación política tuvo un impacto altamente positivo en aquéllas.
Sólo para dar un ejemplo ilustrativo de ello, puede recordarse que, según reconocieron
los Presidentes en la Declaración Presidencial de 1992, el intercambio comercial entre
1991-92 se había incrementado en 130% 165 (recuérdese que 1991 fue el año del
“despegue” del mejoramiento de la relación y fue firmado el “Acuerdo de
Complementación Económica”, ACE 16 166 ). Las Inversiones Externas Directas (IED),
enmarcadas en el Acuerdo sobre Promoción y Protección Recíprocas de Inversiones
(1991), son otro indicador de la intensificación del proceso de integración y
complementación económica. Por su parte, el Plan Maestro General de Pasos
Fronterizos, establecido el 15 de diciembre de 1992 –reafirmado en 1994167- y la
definición estratégica de diversos pasos fronterizos como integrantes de “corredores
bioceánicos” fueron beneficios que no sólo redundarían en la propia relación bilateral
sino que constituyeron un aporte al proceso de integración regional, al producirse el
acuerdo de adhesión de Chile al MERCOSUR en 1996.
Estos avances en la integración económica, dentro de un contexto de paulatina
convergencia política, también se vieron incrementados, en la medida que ambos
gobiernos ubicaron los temas económicos entre los primeros lugares de sus agendas de
política exterior. Pero, a la vez, la creación de un clima de confianza mutua también
posibilitó que las inversiones de uno y otro lado, pudieran hacerlo eligiendo sectores
39
que antes eran considerados estratégicos, para los cuales nunca hubiesen considerado al
“estado vecino” como un oferente potable. Dan cuenta de ello, entre otros, la
concreción en 1995 del Puente Encuentro (sobre el río homónimo, que une Palena
(Chile) con Carrenleufú (Argentina) y la inauguración en 1997 del gasoducto binacional
GasAndes, en una ceremonia en el Cerro de la Gloria, en Mendoza, y otra en San
Bernardo, Santiago de Chile. Menem y Frei abrieron simbólicamente la válvula de la
central La Mora, habilitando el paso del gas desde la cuenca neuquina hasta Santiago de
Chile.168
El 29 de diciembre de 1997, en sendos actos, que se realizaron en San Juan (Argentina)
y Antofagasta (Chile), los presidentes argentino y chileno, Carlos Menem y Eduardo
Frei, firmaron los acuerdos minero y de interconexión eléctrica. El acuerdo minero tenía
por objetivos el de facilitar la exploración de yacimientos a lo largo de 5000 kilómetros
de frontera común, atraer las inversiones extranjeras y facilitar a las empresas que
trabajen a ambos lados de la cordillera la salida en forma indistinta por cualquiera de los
dos países. Como dicho convenio minero quedaba supeditado a la ratificación
parlamentaria en Argentina y Chile, tuvo que transitar un camino lento de cuatro años
antes de que Menem y Frei lo firmaran. Por su parte, el convenio eléctrico buscaba
facilitar el acceso a los sistemas de transmisión de ambos países y garantizar la
participación del sector privado. En este caso, el acuerdo entraría en vigor recién en el
2001, dado que todavía se debían compatibilizar los sistemas eléctricos de ambos
países.169 Por la relevancia que tiene, como facilitador de la circulación y movilidad
recíproca, debe señalarse también el “Acuerdo sobre eliminación de trámites para el
tránsito fronterizo” firmado el 20 de agosto de 1999170 que permitiría a argentinos y
chilenos cruzar la frontera eximidos de realizar trámites aduaneros y migratorios.
Las micro-relaciones argentino-chilenas: entre la amistad y la discordia
Habida cuenta de la “densidad” de las relaciones que se produjeron a todo nivel durante
la década de los noventa entre Argentina y Chile, puede ser ilustrativo dar cuenta de
algunas de ellas, sobre todo porque los planos en los que se desarrollaron comprenden
tanto acciones positivas como negativas (cuestión que está implícita en la misma
definición de “densidad”) y dado que implicaron la participación, acción o gestión
desde la propia sociedad civil o sectores de la misma.
También en este caso, el acercamiento argentino-chileno entre las respectivas
sociedades civiles fue heredero del mejoramiento de la relación entre los dos países, una
vez que se hubo solucionado el diferendo por el Beagle (1984). Por otro lado, a medida
que Chile se acercaba a poner en marcha la transición democrática, emergía un contexto
más propicio para acercamientos privados y públicos y animaba a las “integracionistas”
de ambos lados de la cordillera. Un hecho destacado en ese sentido, se dio el 22 de
noviembre de 1989, en el marco del Segundo Encuentro Binacional argentino-chileno,
al quedar sellada la constitución de la Fundación Argentino-Chilena Andes Australes,
entidad que tiene por objeto promover, estimular, participar e intervenir en las
iniciativas para lograr la integración.171
Las diversas actividades académicas, reuniones empresariales, entre agencias de
promoción económica organizada desde el Consejo Argentino para las Relaciones
Internacionales (CARI), algunas de las cuales también fueron realizadas por su
homólogo chileno, contribuyeron a generar nuevas redes de contacto bilateral y
ayudaron a profundizar las ya existentes. 172 En el ámbito de las cuestiones de defensa y
40
seguridad también fueron fructíferas diferentes iniciativas para generar visiones
compartidas, llegándose a establecer, como refiere Rojas Aravena173, un Mecanismo de
Interlocución Académico chileno-argentino, organizado por FLACSO-Chile. También
en el ámbito de la Ciencia y la Tecnología, se suscribió, el 20 de agosto de 1999, un
Convenio de cooperación interinstitucional entre la Secretaría de Ciencia y Tecnología
de la Argentina y la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica de
Chile.
Desde algunos sectores de la Iglesia Católica, en este caso, encabezados por el
arzobispo de Paraná, monseñor Estanislao Karlic, y su colega de Santiago, Cardenal
Carlos Oviedo Cavada, se suscribieron mensajes dirigidos a ambos pueblos, el 12 de
diciembre de 1997, donde además de expresar su reconocimiento y gratitud por los
esfuerzos del Papa para solucionar el conflicto por el Beagle, expresaban la necesidad
de insistir en las soluciones negociadas, a pocos días de que el tratado Menem-Aylwin
de 1991 perdiese estado parlamentario en la Argentina.174
Las acciones por parte de la sociedad civil argentina donde se manifestaron
divergencias, generalmente estuvieron vinculadas a actos simbólicos referidos a las
cuestiones territoriales y tuvieron un carácter más bien excepcional. A veces el
escenario elegido fue el propio lugar del diferendo en negociación.175 Otras, fueron
manifestaciones callejeras en calles céntricas de la capital de grupos que reivindicaban
soberanía. 176
A modo de conclusión
La “nueva relación” planteada entre la Argentina y Chile en la década de los noventa, a
partir de la transición chilena y de un nuevo gobierno constitucional en la Argentina,
guarda estrecha relación con la existencia de temas compartidos como el compromiso
con la democracia, el respeto por los derechos humanos, el estado de derecho, el
pluralismo político y la solución pacífica de controversias. Dentro de ese marco se
realizaron importantes esfuerzos con el propósito de crear una agenda política positiva
que se proyectara en el tiempo
Entre los dos países fueron dándose pasos muy importantes para contribuir al
acercamiento bilateral , introduciéndose también un paulatino “cambio de percepciones”
respecto de la seguridad , particularmente aquella que es necesario armonizar sobre todo
entre vecinos , y completar así un clima de confianza mutua. En este sentido, el
perfeccionamiento y suscripción de Tlatelolco, la ratificación del Tratado de No
Proliferación Nuclear, los esfuerzos en dirección a la prohibición completa de ensayos
nucleares, la declaración de Mendoza y la participación en el tratado Internacional de
Armas Químicas , fueron pasos muy importantes para consolidar la confianza y la
seguridad regional, sirviendo , además, como marco facilitador del acercamiento
bilateral.
La resolución de los conflictos territoriales pendientes, aún con su compleja tramitación,
fue una pieza fundamental en la construcción de la nueva relación , sobre todo si se
tiene en cuenta que pesaba sobre ambos países una larga tradición de sensibilidades,
confrontaciones y hasta aprestos prebélicos. De manera significativa, el arribo a un
acuerdo final sobre la Cuestión de los Hielos Continentales, marcó un precedente para
41
nada despreciable respecto de los beneficios de trabajar en el diseño de “Políticas de
Estado”, lo cual quedó evidenciado tanto del lado argentino como del lado chileno.
La conclusión de esas cuestiones territoriales pendientes , además de simbolizar la
capacidad de las “relaciones interdemocráticas “ en la construcción de consensos,
impactó positivamente en el proceso de integración física de estos dos países que
comparten una frontera de 4500 km , favoreciendo también la integración económica.
Los avances en la integración económica, dentro de un contexto de paulatina
convergencia política, también se vieron incrementados, en la medida que ambos
gobiernos ubicaron los temas económicos entre los primeros lugares de sus agendas de
política exterior. A la vez, la creación de un clima de confianza mutua posibilitó que las
inversiones de uno y otro lado, pudieran hacerlo eligiendo sectores que antes eran
considerados estratégicos y que, muchas veces habían hecho parte de la “hipótesis de
conflicto” que se propiciaban en un clima de desconfianza mutua.
El volumen de las inversiones ha crecido notablemente a partir de la década de los
noventa, principalmente las provenientes de Chile. Por su parte, la integración física,
significó para la Argentina la posibilidad de trasladar su producción hacia los puertos
chilenos y de ahí hacia el Pacífico , para cuyo propósito se le ha asignado prioridad a la
concreción de los corredores bioceánicos sobre todo por el potencial que representan
para el desarrollo de la región mercosuriana en su conjunto.
Cuando se recorre este decenio de la relación argentino-chilena , se comprueba el salto
cualitativo que se ha producido en ella. Cuestiones como el establecimiento de un plan
de integración física, el aumento de las inversiones recíprocas, el desarrollo de medidas
de confianza mutua, el inicio de ejercicios militares, así como la aceptación de la
metodología para la homologación y transparencia del gasto militar así como también la
ampliación del intercambio cultural, académico y científico tecnológico, sin dignos
indicadores de esa “nueva relación”
DIMENSIÓN MULTILATERAL
LA ORGANIZACIÓN DE ESTADOS AMERICANOS Y EL GRUPO DE RÍO
Espacios regionales de coordinación política. La centralidad de la “cuestión
democrática” en la década de los noventa. Coincidencias en las posiciones de
Argentina, Brasil y Chile.
Consideraciones generales
El espacio interamericano y latinoamericano cuenta con algunos mecanismos de
consulta, concertación y coordinación política cuyos foros más destacados son la
Organización de Estados Americanos (OEA), como institución de carácter
interamericano y el Grupo de Río, en tanto foro exclusivamente latinoamericano.
La OEA, es una instancia en la que no podemos soslayar la presencia de EEUU,
potencia hegemónica regional, que ejerce un rol muy relevante en cuanto a su capacidad
para manejar y fijar los temas de agenda al mismo tiempo que procura que la
implementación de las decisiones políticas se alineen con sus propios intereses. Esto es
lo que Carlos Pérez Llana ha denominado la “agenda prestada”. Por su parte, el Grupo
de Río como foro político conforma un espacio intergubernamental dentro de cuyo
42
marco se trabaja en el establecimiento de una agenda latinoamericana, planteándose los
problemas y las demandas de la región. También vale la pena aclarar que, si bien
durante la década de los ’80 el Grupo de Río desempeñó un rol muy importante en
relación a la crisis centroamericana y su resolución pacífica, durante la década de los
’90, fue paulatinamente transformándose en un foro de debate, más que una instancia
articuladora de decisiones orientadas efectivamente hacia la acción.
Asimismo, cabe destacar que la década del noventa se caracterizó por un giro
democrático en la región, aunque hubo algunos intentos por alterar dicha
institucionalidad. A modo de ejemplos podemos mencionar el golpe de estado en Haití
(1991), en Venezuela (febrero y noviembre de 1992), en Perú (1992), y en Guatemala
(1993). El caso peruano reviste gran peculiaridad por la modalidad adquirida que
consistió en la supresión, por parte del presidente Fujimori, de la oposición
parlamentaria en el Congreso Nacional, lo que dio lugar al denominado “autogolpe”.
En función de la relevancia que el “tema democrático” adquirió durante la década de los
noventa, pretendo realizar en este apartado un recorrido general sobre su tratamiento
tanto en el marco de la OEA como del Grupo de Río, teniendo en cuenta que el
mecanismo institucional, a través del cual se expresan los países que participan en estos
foros, es el de las Cumbres Presidenciales y el sistema de reuniones periódicas,
instancias en las que se impulsa tanto la concertación de posiciones como la adopción
de decisiones. Además, dicho recorrido procurará detectar la adopción de decisiones o
“miradas” convergentes y divergentes entre Argentina, Brasil y Chile, dado que la
atención del trabajo ha estado puesta en ellos.
El tema de la democracia y las reformas a la Carta de la OEA.
Tomando como eje articulador el tema de la democracia en el marco de la OEA, los
acontecimientos más relevantes, a partir de los cuales es posible visualizar el esfuerzo
realizado a favor de su consolidación y fortalecimiento, son sin lugar a dudas la
Declaración de Asunción, la Declaración de Santiago y la posición asumida frente a los
casos de Haití y Perú. A la vez, estos también permiten observar posiciones
diferenciadas o matices importantes en el caso de los tres países sobre los que nuestra
atención está concentrada.
La firma de la “Declaración de Asunción”, el 4 de junio de 1990, por parte de los
presidentes de la Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay y Surinam –coincidiendo
con la celebración del primer centenario del Sistema Interamericano- llamaba a
consolidar la paz y la integración regional. 177
Dicha declaración, abierta a la firma del resto de los países de la región, contemplaba la
prioridad del proceso de integración regional con el objeto de generar mejores
condiciones económicas; el respeto de la soberanía y de la integridad territorial de los
estados, la observancia del principio de no intervención, la no utilización del uso o
amenaza del uso de la fuerza en las relaciones entre los estados, la solución pacífica de
controversias; la necesidad de adoptar las medidas adecuadas para solucionar la crisis
políticas y la cuestión de la deuda externa; la necesidad de concertar posiciones para
combatir el narcotráfico, el terrorismo y el tráfico de armas; así como la protección del
medio ambiente y la necesidad de fortalecer a la OEA para alcanzar los objetivos
propuestos.
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Es importante señalar que en el proceso de elaboración de la “Declaración de
Asunción”, se observaron algunas posiciones divergentes en relación a los Estados
Unidos, particularmente en el caso de los presidentes Menem (Argentina) y Lacalle
(Uruguay). El primero tuvo una posición más contemporizadora respecto de Estados
Unidos que la de su colega uruguayo. El mandatario argentino, se pronunció partidario
de la creación de una liga de presidentes americanos y no solamente latinoamericanos,
entendiendo que si se adoptaba una posición realista -ya que “sumar pobreza a la
pobreza no es viable para el crecimiento”- y se abogaba por conducirse por la senda del
crecimiento-, era fundamental integrar a los Estados Unidos. Pero, el mandatario
uruguayo, criticó a los Estados Unidos, y afirmó la necesidad de replantear la situación
económica latinoamericana y su vinculación con la potencia regional.
Al año siguiente, la reunión de los 34 Cancilleres de los países que forman parte de la
OEA, llevada a cabo entre el 2 y el 8 de junio de 1991, en Santiago de Chile, proponía
alcanzar un compromiso de carácter regional orientado a preservar y afianzar la
democracia a nivel continental. El resultado de ella fue el denominado “Compromiso de
Santiago con la democracia y la renovación del sistema interamericano”.
Las negociaciones giraron en torno a qué procedimiento sería más conveniente adoptar
frente a un eventual golpe de Estado y, allí precisamente, quedaron evidenciadas tres
posiciones. La primera, era la que promovían los países que forman parte del Pacto
Andino y postulaba la ruptura conjunta de relaciones diplomáticas con los países que
sufrieran alteraciones en sus procesos democráticos y la marginación de dichas naciones
de la OEA. La segunda, representada por países como México, se oponía a la primera,
ya que consideraba que la misma vulneraba algunos principios del derecho internacional
-tales como la libre determinación de los pueblos y la no intervención en asuntos
internos- y sostenía que, a través de la integración económica, era viable alcanzar la
estabilidad de la institucionalidad democrática. La tercera postura, encabezada por
Estados Unidos, alentaba la aplicación de sanciones de carácter económico en perjuicio
de los países en los que se interrumpiera el orden democrático. Finalmente, en la
Asamblea de la OEA, se resolvió otorgar la facultad al secretario general para que en un
plazo de diez días de registrada una alteración del sistema democrático, se convocara a
una reunión de los cancilleres de la región o a una reunión extraordinaria de la
Asamblea General. 178
La Declaración de Santiago establecía, también, el compromiso de los países miembros
de la OEA respecto de la promoción y protección de los derechos humanos y la
democracia representativa (Res.1080), como condiciones sine qua non para alcanzar la
estabilidad, la paz y el desarrollo de la región. Es importante destacar que en esta
ocasión, al igual que en la Declaración de Asunción, se manifestó la voluntad de
impulsar el proceso de renovación de la OEA (lo cual fue una constante en esta década)
con el propósito de aggiornarla y dotarla de un mayor nivel de eficacia.
Otro de los temas destacados en ocasión de la reunión de los cancilleres en Santiago, fue
la elaboración de un “plan de acción continental”, con el objetivo de articular los
consensos y de dar un nuevo impulso a la iniciativa lanzada en 1990 por el presidente
norteamericano George Bush (Iniciativa de las Américas, que proponía conformar una
zona hemisférica de libre comercio desde Alaska hasta Tierra del Fuego).
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Interesa aquí que remarquemos que los representantes de Argentina, Brasil y Chile, por
su parte, se unieron como copatrocinadores al proyecto de Canadá, con el objetivo de
limitar el armamentismo y promover un mayor grado de cooperación americana en el
área de la seguridad continental. Esta iniciativa se sumó al acuerdo alcanzado en el seno
de la reunión de la OEA en Santiago con el mismo fin.
En cuanto a las definiciones y acciones respecto de la ruptura del orden democrático en
algunos países de la región y la actuación que le cupo a la Organización de Estados
Americanos, tomaremos en cuenta, en primer lugar el golpe militar en Haití (1991).
En esa ocasión, el mandatario derrocado, Jean Bertrand Aristide, solicitó a la
organización el envío de una comisión internacional a la isla y manifestó su desacuerdo
respecto al uso de la fuerza. Por su parte la OEA convocó, para el 3 de octubre de 1991,
y con carácter de “urgente”, una reunión de cancilleres en la ciudad de Washington para
ocuparse del tema. De ella surgió la decisión de enviar una misión a cargo del secretario
general de dicha organización, Joao Baena Soares e integrada por los cancilleres Guido
Di Tella (Argentina) Carlos Iturralde (Bolivia); Barbara Mc Dougall (Canadá); Bernd
Niehaus (Costa Rica); David Coore, (Jamaica); Sahadeo Basdeo (Trinidad-Tobago) y
Armando Durán (Venezuela), y el secretario adjunto para Asuntos Interamericanos del
gobierno de los Estados Unidos, Bernard Aronson. Sin embargo, los resultados de la
misión fueron bastante magros y ésta regresó a Washington sin haber logrado
satisfactoriamente su cometido. Frente a esta situación, el canciller argentino reiteró la
necesidad de una reforma de la carta de la OEA, con el fin de que en los casos en que la
democracia se encontrara en peligro, existiera la posibilidad de constituir “fuerzas de
paz”. En esta misma dirección Di Tella contempló la posibilidad de que la OEA
solicitara al Consejo de Seguridad de la ONU y, en caso de ser necesario, el envío a
Haití de una fuerza integrada por países de la región.179
El otro caso para ser analizado, es el referido al “autogolpe” realizado por el presidente
Alberto Fujimori en Perú, situación bastante atípica que implicó la ruptura del orden
institucional democrático. Esa desestabilización del orden constitucional, trajo
aparejada, como en el caso anterior, una nueva intervención de la OEA.
Debe recordarse que, según la propuesta formulada por el Canciller Di Tella se
intentaría abordar la cuestión de Fujimori de manera conjunta y coordinada por la OEA
y el Grupo de Río. Esto se puso de manifiesto cuando la OEA de cara a la resolución
final tuvo en cuenta dos proyectos: uno, impulsado por los países que integran el Grupo
de Río y, el otro, promovido por los países centroamericanos y de la Cuenca del Caribe.
Finalmente, prevalecieron los lineamientos del proyecto presentado por el Grupo de
Río.180
Como en otras ocasiones, la OEA, convocó una urgente reunión de cancilleres quienes
aprobaron una declaración a través de la cual se repudió enérgicamente el golpe de
Estado en el Perú. Ahora bien, si comparamos el accionar de la OEA en el caso de Haití
y de Perú, podemos observar que en el segundo, a diferencia del primero la
organización no acordó la aplicación de sanciones de tipo económico. La OEA, se
limitó a instar a Fujimori a restablecer el orden institucional democrático y el respeto de
los derechos humanos. La similitud con el caso de Haití, se observa en el pedido de
envío de una misión, encabezada por el secretario general de la OEA, Joao Baena
Soares, -al igual que la situación anterior- que realizara las gestiones pertinentes ante las
45
autoridades peruanas con el propósito de que la democracia representativa en dicho país
fuera restaurada.
Los cancilleres interamericanos en la OEA manifestaron que la disolución del órgano
legislativo peruano, la detención de dirigentes políticos y el control de los medios de
comunicación “afectan gravemente la vigencia de los mecanismos constitucionales en el
Perú (así como en toda) la región.”181. Luego de diversos intentos –aunque no del todo
exitosos, por la dureza de la posición de Fujimori– se arribó a la denominada
“Declaración de Nassau”, que contempló como ejes principales el enérgico y
categórico rechazo ante cualquier actividad que atente contra el orden democrático y
constitucional. También se desprende del espíritu de la declaración, que los países de la
región no tolerarán los regímenes de fuerza que subviertan el orden institucional
vigente182.
La OEA aprobó por consenso una propuesta argentina para reformar la Carta del
organismo y excluir de su seno a los regímenes golpistas. La propuesta fue aprobada por
unanimidad, a pesar de la abstención del representante peruano. Dentro de los puntos
contenidos en la propuesta de reforma se destacaba que la OEA contase con “potestades
intrusivas” que le permitirían alcanzar una mejor performance en la defensa de la
democracia en la región. Desde el punto de vista del canciller Di Tella, dicha reforma
contribuiría en las negociaciones de la OEA con el presidente peruano que finalmente
conducirían a la restitución plena del régimen democrático en el país andino.183
En lo que respecta a otros temas que han sido abordados en el seno de la OEA, puede
señalarse lo acordado en la XXVI Asamblea General del organismo, realizada entre el
3 y 7 de junio de 1996, un renovado llamado a la lucha contra la corrupción, el
narcotráfico y el terrorismo en el hemisferio. En esa misma ocasión, la mayoría de los
representantes -Argentina incluida- coincidió también en criticar la efectividad de la ley
Helms-Burton contra Cuba.184
La evolución del compromiso democrático y la consolidación de éste como una cláusula
requerida por los diversos mecanismos regionales y subregionales, ha sido reconocido
entre los antecedentes fundamentales, como también lo han sido el Compromiso de
Santiago y la declaración de Nassau – entre otros- al momento de establecerse la “Carta
Democrática Interamericana”, el 11 de setiembre de 2001, en Lima (Perú) en ocasión
del Vigésimo Octavo Período Extraordinario de Sesiones de la OEA.185
Grupo de Río y la cooperación política regional
El Grupo de Río es el resultado de una iniciativa regional con el objetivo de encontrar
una vía pacífica y negociada de solución a estos conflictos. Esta iniciativa se materializó
en la creación del Grupo de Contadora (1983), integrado por Colombia, México,
Panamá y Venezuela y del Grupo de Apoyo a Contadora (1985) integrado por
Argentina, Brasil, Perú y Uruguay. Es importante señalar que estos dos Grupos en 1986
se fusionaron conformando un Mecanismo Permanente de Consulta y Concertación
conocido actualmente como Grupo Río.
El proceso de concertación atravesó diversas etapas. Una vez finalizado el periodo de
solución del conflicto centroamericano, el Grupo Río pasó a una etapa donde se
diluyeron los objetivos originales y se comenzó a pensar en una instancia más
46
abarcadora, con metas más ambiciosas, entre las que se destacan el problema de la
deuda, la consolidación democrática, y una participación más exitosa en la economía
mundial. Al igual que en el caso de la OEA, la atención aquí estará puesta en el rol que
éste ha desempeñado en la preservación y fortalecimiento de la democracia.
En octubre de 1990 se llevó a cabo la reunión de los presidentes del Grupo de Río en
Caracas de la que participaron los presidentes Carlos Menem (por Argentina); Luis
Alberto Lacalle (Uruguay); Fernando Collor de Mello (Brasil); César Gaviria
(Colombia); Patricio Aylwin (Chile); Rodrigo Borja (Ecuador); Carlos Salinas de
Gortari (México); y el anfitrión, Carlos Andrés Pérez (Venezuela) más el canciller del
Perú, Luis Marchand.
La agenda de esta reunión tenía en cuenta: la consideración de los problemas
latinoamericanos y la inserción de la región en el escenario internacional; debatir sobre
la posición de la región frente a la Iniciativa de las Américas; evaluar el efecto que la
crisis del Golfo Pérsico podría tener en América Latina; la pobreza crítica; la
posibilidad de que Cuba se reintegre en la OEA; el problema del narcotráfico; entre
otros.
Entre los problemas relevantes, el tratamiento de la problemática del tráfico de
estupefacientes y sustancias sicotrópicas, ameritó una propuesta por parte del presidente
argentino, Carlos Menem en el sentido conformar una junta cuya función consistiera en
realizar una revisión general de las legislaciones -en los países latinoamericanos- contra
el narcotráfico con el fin de tender hacia su unificación. Esta iniciativa se plasmó en el
encargo a un grupo de juristas especializados para que elaborase un símil de código
penal para combatir el narcotráfico, con posibilidades de ser aplicado a nivel
supranacional y, a la vez, promoverlo en el marco de las Naciones Unidas y otros foros.
Otra iniciativa surgida de la cumbre de Caracas fue el encargo, confiado al presidente
brasileño Collor, de preparar una posición colectiva sobre los problemas del medio
ambiente, destacando la responsabilidad de los países industrializados como principales
contaminantes.
Respecto de Cuba, el presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, manifestó su deseo
de que pudiese ponerse fin al enfrentamiento de treinta años entre Cuba y los Estados
Unidos” y que la isla “se reintegre al sistema interamericano”186.
A fines de 1991 se llevó a cabo la quinta reunión del Grupo de Río en la localidad
colombiana de Cartagena de Indias. Participaron los jefes de Estado de la Argentina,
Carlos Menem; de Brasil, Fernando Collor de Mello; de Bolivia, Jaime Paz Zamora; de
Colombia, César Gaviria; de Chile, Patricio Aylwin; de Ecuador, Rodrigo Borja; de
Perú, Alberto Fujimori; de Paraguay, Andrés Rodríguez; de Uruguay, Luis Lacalle; de
México, Carlos Salinas de Gortari; y de Venezuela, Carlos Andrés Pérez. El presidente
de Costa Rica, Rafael Calderón, asistió en representación de América Central y el
primer ministro de Jamaica, Michael Manley, en nombre de las islas del Caribe.
Los temas prioritarios en la agenda del Grupo fueron: el regreso de Cuba a la
comunidad de naciones latinoamericanos, advirtiendo la necesidad de que se lleve a
cabo un proceso de cambios democráticos internos en la isla, la restauración de la
democracia en Haití.
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Respecto del tema de Cuba se hicieron visibles serias divergencias. Por un lado,
Colombia, Venezuela y, sobre todo, México promovían una ofensiva para poner fin al
aislamiento del régimen cubano sin otras condiciones que “mayores reformas
democráticas y respeto de los derechos humanos”. Por otro lado, la Argentina se
manifestaba a favor de la necesidad de una mayor democratización en el régimen
político de la isla. En este sentido, es preciso señalar, que la posición argentina encontró
numerosas resistencias, entre las que se cuenta la de su principal socio en el
MERCOSUR. El canciller brasilero, sostuvo que era necesario integrar a Cuba sin
aislarla, sin presionarla, es decir por la vía del diálogo.187
En cuanto al caso de Haití, el presidente argentino planteó la necesidad de que la
comunidad latinoamericana actuara de manera ejemplar frente al golpismo, y en ese
marco, promovió la imposición de un embargo económico a Haití más severo aún que
el que estaba vigente. Esta posición despertó, nuevamente, sensibilidades por parte de
Brasil ya que este país dudaba de la efectividad del mismo.
Finalmente, en las conclusiones de la Cumbre prevalecieron las posiciones más
moderadas tanto respecto de Cuba como de Haití, lo cual significo que se declarara la
conveniencia del regreso de Cuba al sistema interamericano y se ratificó el accionar de
la OEA en Haití pero no propuso ninguna iniciativa
En marzo de 1992, se reunieron en Buenos Aires los Cancilleres del Grupo de Río.
Participaron los cancilleres Guido Di Tella (Argentina); Ronald Mac Lean (Bolivia);
Noemí Sanóin de Rubio (Colombia); Enrique Silva Cimma (Chile); Diego Cordovez
(Ecuador); Mario Carias (Honduras); Fernando Solana (México); Alexis Frutos
Vaesken (Paraguay); Augusto Balcker Miller (Perú); Héctor Gros Espiell (Uruguay); y
Humberto Calderón (Venezuela). Por su parte, Brasil y Jamaica no enviaron cancilleres,
sino a sus embajadores: Marcos Azambuja y Cherrie Orr, respectivamente.
El tema de Haití fue tratado nuevamente y se incorporó la cuestión de Venezuela
teniendo en cuenta los acontecimientos sucedidos ya que habían puesto en peligro la
estabilidad y continuidad democrática. Los cancilleres hicieron conocer su preocupación
por la preservación y la defensa de las instituciones como temas de importancia
permanente en la agenda de la región. El Grupo de Río se pronunció, también, respecto
del atentado en contra de la embajada de Israel en Argentina.188
En diciembre de 1992 tuvo lugar la VI Cumbre presidencial del Grupo de Río, reunida
en Buenos Aires. Participaron los presidentes Carlos Saúl Menem (Argentina), Percival
Noel Pattterson (Jamaica), Carlos Salinas de Gortari (México), Rafael Callejas
(Hinduras), César Gaviria (Colombia), Sixto Durán Ballén (Ecuador), Patricio Aylwin
(Chile), Jaime Paz Zamora (Bolivia), Itamar franco (Brasil), Andrés Rodríguez
(Paraguay), y Luis Alberto lacalle (Uruguay). Alberto Fujimori (Perú) y Guillermo
Endara (Panamá) no asistieron a al cumbre a causa de estar suspendidos por el grupo.
Por su parte, Carlos Andrés Pérez (Venezuela) no concurrió debido a los conflictos
internos que estaban ocurridos en su país. Los temas centrales debatidos fueron las
condiciones de pobreza crítica en la región y las situaciones políticas de Cuba y
Venezuela.
Los principales temas de la declaración de la VI Reunión Cumbre fueron:
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-el reconocimiento del “carácter positivo de la convocatoria a elecciones” en
Perú, ya que esto conduciría al restablecimiento de sus sistema democrático y el pleno
respeto de los derechos humanos,
- respecto de la Ley Torricelli, se manifestó la preocupación frente a los intentos
de dar carácter extraterritorial a la legislación de cualquier país, ya que esto atenta
contra el derecho internacional y la soberanía de los países,
-respecto del narcotráfico, se proponía la búsqueda de soluciones integrales que
contemple tanto el problema de la producción, del consumo y del tráfico189.
En octubre de 1994, los presidentes del Grupo de Río, por medio de una declaración
reiteraron el reclamo relativo al levantamiento del embargo norteamericano que pesaba
contra Cuba, al mismo tiempo que exhortaron al régimen militar de Haití a renunciar
para evitar una invasión. Vale aclarar que en esta ocasión también se desató una disputa
que entre los "duros" y los “blandos”. Los primeros, -Argentina, Chile, Venezuela,
Uruguay, Paraguay, Ecuador, Panamá y la representación de América Central-, que
reclamaban enérgicamente la democratización del régimen cubano; y los segundos Brasil y México-, que querían diluir el reclamo partiendo de la idea de que el Grupo no
debía inmiscuirse en los asuntos internos de los Estados.190
En octubre de 1996 se desarrolló la X Cumbre del Grupo de Río en Cochabamba
(Bolivia). El eje central de la "Declaración de Cochabamba" fue la identificación de la
pobreza, el narcotráfico y la corrupción como peligrosos enemigos de la democracia en
la región. Asimismo, en el documento se promocionaba la democracia representativa
como forma de gobierno viable (recuérdese la resolución 1080 de OEA, Santiago de
Chile, 1991) En esta reunión, el presidente Juan Carlos Wasmosy, de Paraguay, se
refirió al aporte del Grupo de Río y ponderó el valor de la solidaridad en los difíciles
momentos para la institucionalidad democrática 191.
En el mes de agosto de 1997 se celebró la Cumbre de presidentes del Grupo de Río en
Asunción. En esta ocasión, Chile bregó por la inclusión como tema de la agenda de la
reunión, la cuestión de Argentina como aliado extra-OTAN. Pero no fue esta la única
instancia que generó tensiones, también fueron explícitas las divergencias entre
Argentina y Brasil por el tema del asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas.192
En septiembre de 1998, a la XII reunión Cumbre del Grupo de Río en Panamá, no
concurrieron los primeros mandatarios de varios países. No participaron de esta reunión
ni el presidente argentino, Carlos Menem, ni el brasileño, Fernando Henrique Cardoso.
Menem fue representado por el canciller Guido Di Tella, mientras que en nombre de
Cardoso concurrieron el vicepresidente brasileño, Marco Maciel, y el titular de
Itamaraty, Luiz Felipe Lampreia. De esta reunión emanó, la Declaración de Panamá,
donde se manifestó con un tono más crítico que en otras oportunidades, la política
norteamericana de mantener el embargo sobre la isla, así como también la
implementación de la ley Helms-Burton y los mecanismos de certificación unilateral
aplicados por Washington para calificar a los países latinoamericanos en su lucha contra
la producción y el tráfico de drogas.
Las delegaciones de Argentina, Brasil y Uruguay lograron instalar como temas
prioritarios de agenda, las relaciones de la región con la Unión Europea, la
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consolidación democrática ante el desafío del terrorismo y el narcotráfico y la crisis
financiera global.193
El fin de la década quedó sellado a través de la firma del “Acta de Veracruz”194, el 18
de marzo de 1999. En ella se reconoció que preservación de los valores democráticos en
la región, la promoción de la democracia como sistema de gobierno y la firme oposición
a toda agresión que la pusiera en peligro, constituían lo que se definió como el
“patrimonio histórico consolidado de los consensos básicos del Grupo de Río”
REFLEXIONES FINALES
El contexto democrático dentro del cual se manejaron las relaciones de Argentina con
sus vecinos contiguos: Brasil y Chile durante los noventa, contribuyó de manera notoria
al cambio cualitativo que éstas experimentaron y operó como facilitador para la
superación tanto de antiguas fracturas y desentendimientos, como frente a los nuevos
problemas que emergían debido a la “densidad e interdependencia creciente” en sus
vinculaciones.
La sintonía que pudo hallarse para coordinar los discursos y las acciones de Política
Exterior en algunas temas sensibles de la agenda regional e internacional , fue una de las
claves para que emergiera un espacio de “paz interdemocrática” y proyectar la
construcción de una integración pragmática y dinámica, aún reconociendo la existencia
matices diferenciadores en la elección de los modos de insertarse internacionalmente.
El dinámico impulso que dio a este proceso la acción de los Ejecutivos, merece ser
destacada entre las claves de esta nueva etapa. Esto pudo observarse tanto a la hora de
conducir negociaciones bilaterales sobre conflictos territoriales pendientes ( en la
relación con Chile) cuanto a las iniciativas de integración económica y la superación de
rispideces de diferente magnitud, que se producían conforme el proceso se tornaba más
intederdependiente y fusionado (en la relación con Brasil). A ello se sumó el
protagonismo que comenzaron a adquirir las novedosas modalidades de cooperación
transgubernamental desplegada entre agencias gubernamentales y los nuevos canales de
vinculación entre actores subnacionales, como provincias, regiones y estados.
En lo que respecta al área de seguridad y defensa, tanto en su perspectiva regional como
bilateral , emergieron algunos puntos de aproximación y consensos importantes, sobre
todo porque se cambiaron cuadros cognitivos que emplazaban siempre en “el otro” la
potencial amenaza. Estas percepciones de “oposición” fueron progresivamente
sustituidas, situación que favoreció la realización de actividades conjuntas y el
establecimiento de mecanismos de consulta y concertación.
50
NOTAS
* La autora agradece la colaboración prestada por las Licenciadas : Julieta Cortés y María Elena
Lorenzini, que contribuyeron con la selección y búsqueda de información referidas a Brasil, en el primer
caso, y a Chile en el segundo.
1
Recuérdese, por ejemplo, la convergencia sobre la crisis centroamericana, la desmilitarización del
Atlántico Sur, posiciones frente a la crisis de la deuda externa y los temas de la agenda de la Ronda
Uruguay del GATT, el Programa de Integración y Cooperación Económica (PICE) entre Argentina y
Brasil, la reactivación del CAUCE entre Uruguay y Argentina y el PEC entre Brasil y Uruguay. También
merece recordarse el impulso que dio a la resolución futura de otras cuestiones fronterizas con Chile , el
Tratado de Paz y Amistad de 1984 entre Argentina y Chile que resolvía la larga y conflictiva cuestión en
el Canal de Beagle.
2
El inicio de la Posguerra Fría y los importantes cambios en la estructuración del orden mundial
impactaron de manera significativa sobre los asuntos internacionales de América Latina . Sus efectos,
aunque de manera diferenciada, se hicieron sentir tanto en lo político como en la agenda económica en
toda la región. Los constreñimientos como así también las oportunidades que ofrecía el nuevo escenario
internacional no fueron percibidos de una manera unívoca por los países latinoamericanos, lo cual
también ocasionó interpretaciones diversas con relación a los criterios que orientarían la inserción
internacional de los respectivos países. A la vez los costos y beneficios ocasionados por la elección de un
tipo de integración al mundo globalizado, tampoco tuvieron una perspectiva única. De todas maneras, el
tránsito de la sociedad internacional hacia una etapa de “Paz democrática” se convirtió en un marco
propicio para alentar la consolidación de relaciones pacíficas entre las naciones latinoamericanas.
3
Ver al respecto RUSSELL, Roberto, “Política Exterior y toma de decisiones en América Latina:
aspectos comparativos y consideraciones teóricas”, en edición preparada por Roberto RUSSELL,
Política Exterior y toma de decisiones en América Latina, GEL, Buenos Aires, 1990.
4
Según Escudé, las relaciones bilaterales entre los países pueden ser consideradas desde una perspectiva
macro y/o micro. La macro-relación bilateral implica tener en cuenta la totalidad de los vínculos, lo que
incluye también las micro-relaciones bilaterales. Debe señalarse que las micro-relaciones bilaterales se
articulan en torno de una cantidad de problemas puntuales a cargo de múltiples actores públicos y/o
privados. Para un desarrollo en profundidad, ver: ESCUDE, Carlos, Realismo periférico. Fundamentos
para la nueva política exterior argentina, Editorial Planeta,Buenos Aires, 1992. También
ESCUDE,Carlos. “La política exterior de Menem y su sustento teórico implícito”. Carta América
Latina Internacional, vol.8, nº 27. Buenos Aires, enero-marzo de 1991. Págs 405-406.
5
Tomo aquí las ideas de “contexto contiguo” y “contexto regional” siguiendo a James Rosenau, en el
desarrollo de su “teoría de la vinculación”, sobre todo teniendo en cuenta que los sistemas políticos son
crecientemente dependientes de su contexto e interdependientes entre sí por lo que se producen procesos
reactivos, emulativos y también es posible hallar vinculaciones fusionadas. El autor considera que estos
contextos, entre otros, deben ser considerados cuando se analizan las políticas exteriores; el “contiguo”
está referido a cualquier agrupamiento de sistemas políticos que limita geográficamente con un sistema
político dado, y se presta a la consideración de fenómenos tales como disputas de límites, rivalidades
históricas , amistades tradicionales y diferentes características propias de las relaciones entre vecinos
inmediatos. Por su parte, el contexto regional ( aunque la definición de región es flexible) tiende a incluir
toda la región o subregión donde está situado el sistema político que se estudia. Puede ser tomado a partir
de variables geográficas, culturales, históricas y también comprende federaciones, confederaciones y
mercados comunes.
( Puede profundizarse esta interesante propuesta metodológica en ROSENAU, James “Hacia el estudio de
las vinculaciones nacionales-internacionales” en David Singer y James Rosenau, Sistema global,
subsistemas y vinculaciones nacionales-internacionales, Ed, Nueva Visión, Colección fichas 18,
Buenos Aires, 1973, pp.65-73 y 99-101.
6
Esta expresión empleada por Tulchin , aunque la utilizara específicamente para su análisis sobre la
relación Argentina-Estados Unidos, constituye una herramienta útil para caracterizar las relaciones que
abordaré. La “densidad de relaciones” es definida como la frecuencia y la variedad de las interacciones.
Entonces, sostener que las relaciones entre dos naciones son más densas significa que son muy frecuentes
y están compuestas por diferentes tipos de interacciones lo cual hace que puedan serlo tanto en los
aspectos positivos como en los negativos. ( ver TULCHIN, Joseph, “La nueva política exterior argentina
hacia los EEUU” en la obra de ABRA, El empleo en la nueva economía. Las relaciones de la
Argentina con los Estados Unidos , Avellaneda, 1996)
7
DI TELLA, Guido “La República Argentina en el nuevo contexto internacional” en Revista del
Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, año 1, nº1, Buenos Aires, 1992, p.9.
51
8
Discurso pronunciado por el señor canciller Di Tella en el Consejo Argentino para las Relaciones
Interna-cionales (CARI), Buenos Aires, 18 de abril de 1991, p.6
9
AZAMBUJA, Marcos Castrioto de. “O relacionamento Brasil-Argentina: de Rivais a Sócios.”. En
FONSECA Junior, Gelson y CASTRO, Sergio Henrique Nabuco de (organizadores) Temas de Política
Externa Brasileira II, Volume 2. IPRI, Paz e Terra. San Pablo, Brasil. 1994, Pág. 65. Tómese también
en consideración que la obra de FERRER, Aldo y JAGUARIBE, Helio, Argentina y Brasil en la
globalización ¿MERCOSUR o ALCA?, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2001, se
desarrolla alrededor del supuesto fuerte referido a la necesidad de una irrenunciable asociación argentino
brasileña. En el Prefacio de la misma los autores afirman. “Desde hace muchos años, tenemos el
convencimiento profundo de que la convergencia de la Argentina y Brasil es un instrumento insustituible
para alcanzar nuestros respectivos objetivos nacionales y mejorar la calidad de nuestras respuestas a los
desafíos y oportunidades de la globalización”
10
RUSSELL, Roberto y TOKATLIAN, Juan Gabriel. El lugar de Brasil en la política exterior de la
Argentina: La visión del otro. MIMEO 2002. p. 2..Es importante tener en cuenta que los autores
realizan la distinción entre formas hobbesiana, lockeana y kantiana de vincularse y ver al “otro” en las
relaciones interestatales, sobre la base de lo sostenido por WENDT, Alexander , Social Theory of
International Politics , Cambridge University Press, Cambridge, 2000, pp.259-312
11
ESCUDE, Carlos. “ La Argentina y sus alianzas estratégicas.”, en Archivos del Presente. Buenos
Aires, 1998. Interpreta, además, que la relación con Estados Unidos vendría a cumplir las siguientes
funciones: 1- eliminar los escollos para el desarrollo argentino generados por décadas de innecesarias
confrontaciones políticas;2- disuadir el potencial aventurerismo de algunos sectores militares chilenos sin
gastar dinero en armas; 3- ponerle límites a las expectativas brasileñas, en tanto la alianza argentinonorteamericana es una clara señal de que no estamos dispuestos a confrontar con los Estados Unidos por
utopías tercermundistas que no estén relacionadas con los intereses directos de los países del
MERCOSUR
12
Como sostiene Perez Llana, “con la Declaración Conjunta sobre Política Nuclear y las visitas conjuntas
de los presidentes Alfonsín y Sarney a los centros atómicos de Aramar y Pilcaniyeu, quedó atrás un
pasado de contrastes , con sus buenos y malos momentos diplomáticos, y se abrieron las puertas a una
etapa de integración y cooperación que indudablemente cambió la política regional. (ver al respecto
PEREZ LLANA, Carlos, El regreso de la Historia. La política internacional durante la posguerra
fría 1989-1997, Edit. Sudamericana, Universidad de San Andrés, Buenos Aires, 1998, Pág.277. También
resulta interesante cómo caracteriza Grandi esta situación, a la cual llama “disuasión desarmada”, es
decir, la realización de actividades conjuntas en materia nuclear que quitaran espacio a las especulaciones
sobre fabricación de bombas en Argentina y Brasil (GRANDI,Jorge, “La integración, la cooperación
argentino-brasileña y la disuasión nuclear desarmada”, América Latina / Internacional, volumen 3, Nº
10, octubre-diciembre de 1986, pp. 72-74.
13
VIZENTINI, Paulo G.F., Relaçoes internacionais do Brasil. De Vargas a Lula, Editora Fundaçao
Perseu Abramo, Sao Paulo, 2003, p.95.
14
Ver al respecto los editoriales "Los aspectos que analizarán ambos mandatarios", La Nación 22 de
agosto de 1989, p. 5 y "Los objetivos del Presidente al Brasil. Menem y Sarney propiciarán el desarrollo
nuclear y espacial", La Nación, 23 de agosto de 1989, p. 8; "Acuerdo espacial y nuclear con Brasil", La
Nación, 24 de agosto de 1989, p. 1; "Entre los anexos firmados se destacan los de cooperación en los
campos nuclear y espacial y los acuerdos para reducir el déficit comercial. Los documentos para vigorizar
la integración", La Nación, 24 de agosto de 1989, p. 5. Cabe recordar que, previamente a este acuerdo, el
proyecto de construcción del CBA-123 había pasado por una etapa de parálisis provocada tanto por
restricciones presupuestarias -especialmente del lado de la Fuerza Aérea Argentina-, como por la
expectativa argentina en el convenio firmado con una empresa norteamericana para el proyecto IA-63
PAMPA que, además de permitir el acceso al mercado norteamericano era un emprendimiento de tipo
militar y no para uso civil como el CBA-123. A pesar de estos obstáculos, el CBA-123 tuvo su vuelo
inaugural en julio de 1990 con la presencia de los presidentes de Argentina y Brasil. Ver al respecto los
trabajos de Mónica Hirst, "El Programa de Integración Argentina-Brasil: de la formulación a la
implementación", FLACSO, Serie de Documentos e Informes de Investigación, Nº 67, Buenos Aires,
julio de 1988, pp. 13-14 y 40; y "Continuidad y cambio del programa de integración Argentina-Brasil",
FLACSO, Serie de Documentos e Informes de Investigación, Nº 108, Buenos Aires, diciembre de 1990,
pp. 45-46.
15
Recuérdese la firma de los protocolos 14 y 23 (de transportes y regional fronterizo). Asimismo, ambos
mandatarios inauguraron los comités de frontera Uruguayana-Paso de los Libres y Puerto Iguazú-Foz de
Iguazú.."La visita del presidente Menem al Brasil. En procura de consolidar el proceso de integración",
por Jorge Raúl Requena, La Nación, 23 de agosto de 1989, p. 4; y editorial de opinión "La visita
52
presidencial al Brasil", La Nación, 31 de agosto de 1989, p. 6. Ver también el trabajo de Mónica Hirst,
"El programa de Integración Argentina-Brasil: balance y perspectivas", FLACSO, Serie de Documentos e
Informes de Investigación, Nº 94, Buenos Aires, mayo de 1990, op.cit., p. 43.
16
El presidente electo de Brasil visitó la Argentina los días 20 y 21 de enero de 1990, invitado por el
presidente Menem. Durante su visita, Collor de Mello aseguró que en marzo, fecha de su asunción en el
gobierno, intensificaría las gestiones para "consolidar" la integración. Por su parte, Menem señaló, en
tono coincidente con el visitante, que "Todas las cuestiones de la integración van a tener una respuesta en
los hechos ( Ver "Llega hoy el presidente electo del Brasil, Fernando Collor de Mello", La Nación, 20
de enero de 1990, p. 3; "La integración con el Brasil. Menem y Collor de Mello ratificaron la voluntad
común de agilizar el proceso", La Nación, 22 de enero de 1990, p. 1.
17
James Rosenau denomina de esta manera a la “vinculación” que se da entre Estados cuyas políticas se
van encadenando de manera tal que las acciones de una de ella repercuten inmediatamente en la otra,
dándose un grado de interconexión y de acciones y reacciones , lo cual hace que no se las pueda analizar
significativamente por separado ( Ver ROSENAU, James, op.cit.,p.76)
18
"Por la visita de Collor de Mello llega hoy el canciller brasileño", La Nación, 14 de junio de 1990, p. 6;
"Procuran acelerar los acuerdos con el Brasil", La Nación, 15 de junio de 1990, p. 1
19
"Llega hoy un jefe militar del Brasil", La Nación, 25 de junio de 1990, p. 4.
20
Asimismo, como señalan Bouzas y O' Connell, a través del Acta ambos gobiernos resolvieron
reemplazar las negociaciones producto por producto por reducciones tarifarias lineales, generales y
automáticas, que procuraban llegar a la eliminación total de los respectivos derechos a la importación
hacia fines de 1994. Simultáneamente, existieron listas de excepciones de productos a las que no se aplica
esta reducción lineal pero que deben irse reduciendo a una tasa del 20 % anual. Ver al respecto los
trabajos de Roberto Bouzas, "Un acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos / Mercosur: una
evaluación preliminar", en Roberto Bouzas y Nora Lustig (eds.), Liberalización comercial e integración
regional. De NAFTA a MERCOSUR, FLACSO / GEL,1992, p. 168 y Arturo O' Connell, "La Iniciativa
para las Américas y el Cono Sur de América Latina: un punto de vista argentino", en Francisco Rojas
Aravena y William C. Smith (editores), El Cono Sur y las transformaciones globales, FLACSO/
NORTH SOUTH CENTER / CLADDE, Santiago de Chile, 1994, p. 217. Según refiere Mónica Hirst, a
partir del Acta de Buenos Aires, el diálogo argentino-brasileño se vio estimulado por las líneas de
identificación entre las líneas de acción económica de los gobiernos de Collor de Mello y Menem, en el
marco de la apertura y la liberalización, y por la necesidad mutua de desarrollar una estrategia conjunta
frente a las tendencias de regionalización del comercio mundial. Mientras que durante la vigencia del
PICE las negociaciones de Brasil con Argentina fueron motivadas por razones primariamente políticas, a
partir de la asunción de Collor de Mello primaron los motivos económicos. Pero, también a diferencia del
proceso de integración iniciado a mediados de la década del ochenta, esta segunda etapa de la integración
argentino-brasileña no contó con el conjunto de convergencias en política exterior observados en la
primer etapa: mientras que la diplomacia argentina se acercó más estrechamente a Estados Unidos, Brasil
mantuvo un bajo perfil en sus relaciones políticas con Washington. Una prueba contundente de los
diferentes rumbos adoptados fue precisamente las respectivas posiciones adoptadas por el Palacio San
Martín e Itamaraty en la Guerra del Golfo. Mónica Hirst, "La participación de Brasil en el MERCOSUR:
evaluando costos y beneficios", en Rojas Aravena y Smith (editores), Ibídem., pp. 319-320.
21
Sobre la importancia asignada asignada al encuentro entre los presidentes Menem y Collor de Mello,
como así también las conversaciones entre sus Ministros, pueden consultarse los siguientes editoriales
"Llega mañana en visita de dos días el presidente del Brasil", La Nación, 4 de julio de 1990, p. 5; "Teoría
y práctica de la integración", por Fernando Lascano, La Nación, 4 de julio de 1990, p. 13; "Se firman hoy
nuevos acuerdos con Brasil", La Nación, 6 de julio de 1990, p. 1; "Menem: Brasil es el socio natural de
la Argentina", La Nación, 6 de julio de 1990, p. 4; "Mercado común con Brasil en 1994", La Nación, 7
de julio de 1990, pp. 1 y 4; "Collor exhortó a la integración ante la Asamblea Legislativa", La Nación, 7
de julio de 1990, p. 4; "Puntos salientes de los acuerdos firmados", La Nación, 7 de julio de 1990, p. 4; y
"Apertura e integración con el Brasil", La Nación, 13 de julio de 1990, p. 6.
22
“Declaración sobre Política Nuclear Común Argentino-brasileña”, firmada en Foz de Iguazú, 28 de
noviembre de 1990”. Documento completo consultado en Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio
Internacional y Culto , Argentina.
23
Ver al respecto "Acuerdo de salvaguardias nucleares. Lo firman hoy Menem y Collor de Mello en Foz
do Iguazú", La Nación, 28 de noviembre de 1990, p. 1; análisis del texto de la parte resolutiva del
acuerdo en "Puntos comunes", La Nación, 29 de noviembre de 1990, p. 1; "Compromiso en materia
nuclear con el Brasil. Se firmó un convenio para asegurar el uso pacífico de la energía atómica", por
Diego Pérez Andrade, La Nación, 29 de noviembre de 1990, pp. 1 y 16; y el editorial de opinión "El
acuerdo nuclear con Brasil", La Nación, 21 de diciembre de 1990, p. 6.
53
24
Ver al respecto La Nación, Buenos Aires, 23 de agosto de 1993.
Para mayores detalles de la “Cuestión ambiental” en América Latina y en el MERCOSUR, me remito a
un trabajo de mi autoría , “Medio Ambiente y Relaciones Internacionales”, Parte II, en Cuadernos de
Política Exterior Argentina, CERIR, Rosario, octubre de 1995, pp.51 y ss. También puede consultarse
COLACRAI, Miryam “La búsqueda de armonización ambiental en el MERCOSUR” en CERIR,obra de
varios autores, La Política Exterior Argentina 1994-1997, ediciones CERIR, Rosario,1998, pp.303-318
26
“Brasil contragolpea: aplica a la Argentina sanciones comerciales”, en Clarin. Buenos Aires, 1º de
diciembre de 1993.
27
El presidente Menem anunciaba : “en los próximos meses vamos a tener novedades en lo que hace a la
posibilidad de que en forma conjunta, Chile y Argentina, se incorporen al NAFTA”, aunque aclaró que “
seguimos por otra parte, en el proceso de integración del MERCOSUR” ( ver al respecto: “Bloques
comerciales. Menem: La Argentina ingresaría al NAFTA en 1993”, en Clarín. Buenos Aires, 11 de
marzo de 1993)
28
PEÑA, Félix. “ Las relaciones argentino- brasileñas: desafíos y oportunidades ”, en As políticas
Exteriores da Argentina e do Brasil frente a um mundo em transiçao: diversidade, convergencia e
complementariedade. Documento sobre el Seminario realizado en el Palacio San Martin, Buenos Aires,
Argentina, 3 a 5 de septiembre de 1993, editado por la Fundaçao Alexandre de Gusmao FUNAG, p.98.
29
Era vice-presidente de Collor y debió hacerse cargo de la presidencia luego de la renuncia de aquél
(recuérdese las denuncias de corrupción y vínculos con el narcotráfico, que obligaron a su alejamiento
para evitar la casación o impeachment): Itamar Franco asumió para finalizar el período presidencia, en el
lapso que duró su gobierno tuvo como Ministro de Relaciones Exteriores a Fernando Henrique Cardoso.
“Este gobierno propuso una Agenda de Desarrollo ligada a una Agenda de Paz, resolvió cuestiones
pendientes económicos-comerciales que Collor habia dejado en impresionante desorden, y desarrolló
“parcerias”con los países vecinos y también con los de lengua portuguesa En el plano regional, la
integración platina y sudame-ricana fue prioridad del gobierno (Ver al respecto, VIZENTINI, Paulo G. F.,
op.cit., pp.85-86
30
Sintéticamente esta situación puede describirse de la siguiente manera: .la devaluación del real a
principios de 1999 y el mantenimiento de la convertibilidad en Argentina trajo aparejado que el volumen
de los negocios bilaterales sufriera una pérdida del 25 % en el primer semestre de 1999. La devaluación
brasileña colocó en evidencia la cuestión de la competitividad relativa de algunos sectores de la economía
argentina provocando la reducción del superávit comercial argentino por el aumento de la competitividad
de la exportaciones brasileñas y un retraimiento del mercado doméstico amenazando la supervivencia de
importantes sectores industriales argentinos, principalmente los sectores calzado, textil, automóviles y
autopartes, papel y celulosa y la producción siderúrgica.
31
”La devaluación del real. Crisis de confianza en Brasil. Menem prometió a los inversores que la
Argentina no devaluará”, por Ana Gerschenson, Clarín, 14 de enero de 1999, pp. 3-4 y “Dudas en el
mercado. Brasil devaluó 9 % y perdió divisas por 2000 millones”, por Eleonora Gosman, Clarín, 14 de
enero de 1999, p. 4. A decir verdad, el ministro de Economía argentino, Roque Fernández, quedó
descolocado cuando el gobierno de Brasil anunció el primer corrimiento de la banda cambiaria, dado que
había recibido promesas de no devaluación por parte de las autoridades brasileñas. Incluso, poco antes de
recibir la noticia de la devaluación brasileña, Fernández había destacado en una entrevista radial la
firmeza del socio del bloque. Ver al respecto editorial “Guidotti arremete contra los que criticaron la
convertibilidad. “arreglen lo suyo antes de opinar”, por David Cufré, Página / 12, 29 de enero de 1999, p.
5. Puede seguirse la cuestión de la devaluación del real y sus efectos en: Ver al respecto ”La devaluación
del real. Fuerte baja en todos los mercados del mundo. Ayer, la Bolsa de Buenos Aires fue la que más
sufrió la crisis” y “Todos quieren vender. Los bonos de la deuda bajaron 10 %”, Clarín, 14 de enero de
1999, p. 6. También “Se desplomaron las bolsas. Devaluó Brasil; alarma mundial”, La Nación, 14 de
enero de 1999, p. 1. Vale acotar que ya durante ese mismo mes de enero, dos acontecimientos ocurridos
antes del día 13 demuestran claramente el alto grado de sensibilidad -y de vulnerabilidad- de la Bolsa de
Buenos Aires a lo que ocurre en Brasil. Así, el 6 de enero, el estado brasileño de Minas Gerais declaró la
moratoria de la deuda de 15.000 millones de dólares que reclama el Banco Central de Brasil. Esta noticia
impactó negativamente en la Bolsa argentina: el índice Merval -promedio de papeles líderes- abandonó la
suba del 3 % -que había sido provocada por factores como la suba de papeles de YPF, el récord del
mercado de Nueva York y la escalada de las bolsas europeas y asiáticas- para terminar sólo un 1,4 %
arriba. Asimismo, como reflejo de lo ocurrido con Minas Gerais, los bonos argentinos perdieron 2 dólares
en pocos minutos. El llamado “lunes negro” del día 11 de enero, la Bolsa de San Pablo cayó 5,6 % y
arrastró a la de Buenos Aires, cuyos papeles perdieron un 3,7 %. En cuanto a los títulos de la deuda
externa, los bonos brasileños cedieron 4 % y los argentinos (los Par y los FRB) cayeron casi 2 %,
elevando la tasa de riesgo país, factor que encarece las fuentes de financiamiento para el Gobierno y las
25
54
empresas privadas argentinas. Ver al respecto “Las acciones subían 3 % y terminaron 1,4 % arriba. YPF
empujaba a la Bolsa, pero al final Brasil aguó la fiesta” y “Brasil: un estado no pagará su deuda”, por
Eleonora Gosman, Clarín, 7 de enero de 1999, p. 20; “Brasil peor: Itamar no paga deuda de u$s 15.000
millones”, Ambito Financiero, 7 de enero de 1999, p. 6; “Inquietud por Minas Gerais”, La Nación,
Sección 2da.: Economía & Negocios, 11 de enero de 1999, p. 1; “El efecto Itamar rebotó en la Bolsa de
Buenos Aires. Revolución financiera en Brasil”, por Claudio Zlotnik, Página / 12, 12 de enero de 1999,
p. 11; “Complicaciones por la crisis de la deuda brasileña. Bolsas. Cae San Pablo y arrastra a Buenos
Aires”, Clarín, 12 de enero de 1999, p. 16; “Franco hace peligrar los esfuerzos de Brasil por ordenar sus
finanzas”, por Peter Fritsch (redactor de The Wall Street Journal), La Nación, Sección 2da.: Economía &
Negocios, 13 de enero de 1999, p. 6; “Dieciocho gobernadores oficialistas reclamaron que cualquier
refinanciación de deudas sea negociada. Estados critican a Itamar, pero exigen baja de tasas”, Ambito
Financiero, 13 de enero de 1999, p. 8; y “El riesgo país ataca de nuevo”, por Gustavo Bazzan, Clarín, 15
de enero de 1999, p. 8.
32
El presidente Carlos Menem, el ministro de Economía Domingo Cavallo, el secretario de Industria
Carlos Magariños y el secretario de Relaciones Económicas Internacionales Jorge Campbell fueron los
encargados de calmar los ánimos, negando posibles efectos de la devaluación brasileña en las
exportaciones argentinas.
33
Ver estas diferentes ópticas respecto de la devaluación del real y sus efectos en la relación entre
Argentina y Brasil en los siguientes artículos: ”Brasil devaluó 4,5 %, baja el gasto público y sale a
privatizar” y “Una luz amarilla para Argentina”, Clarín, 7 de marzo de 1995, pp. 10-11; “Opinión
empresaria. No todas las exportaciones sufrirán igual”, por Georgina Gómez, El Cronista, 7 de marzo de
1995, p. 6; “Magariños relativiza el impacto. Caerán pedidos de autos”, El Cronista, 7 de marzo de 1995,
p. 6; “Se resiente la entrada de dólares. Una salida menos para la Argentina”, por Walter Graziano, El
Cronista, 7 de marzo de 1997, p. 6; “Una “Brasil devalúa y baja el gasto público”, por Claudia Safatle,
Gazeta Mercantil exclusivo para El Cronista, El Cronista, 7 de marzo de 1995, pp. 6-7.
34
Ver al respecto declaraciones del titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), Claudio Sebastiani, del
vicepresidente de la UIA y titular de la COPAL, Alberto Alvarez Gaiani y del especialista en el sector
automotriz argentino Jorge Todesca, citadas en el artículo ”Trabas a ventas argentinas”, Clarín, 22 de
enero de 1998, p. 17. Ver también: "Brasil amplía la banda cambiaria para el dólar”; “El efecto en la
Argentina”; e “Informe de la Embajada en Brasilia. Impacto en el comercio”, todos en Clarín, 21 de
enero de 1998, p. 16. También “Calma en Brasil después de la movida cambiaria”, Clarín, 22 de enero de
1998, p. 16.
35
Ver ALMEIDA, Paulo Roberto de. “O Brasil e as crises financeiras internacionais. 1929-2001”, en
Cena Internacional Ano 3, nº 2, Dezembro 2001, p. 16.
36
A partir de una revisión acerca de las posiciones que sustentan los Países- miembro con relación al
tema de una mayor institucionalización , se pueden inferir algunas características salientes. Aunque no se
deberían tomar estas posturas como “oficiales” sino como la conjunción de manifestaciones en foros tanto por parte de políticos y funcionarios- como así también en medios académicos , parece existir una
relación directa entre mayor peso político y económico y mayor distancia respecto de la profundización
del Mercosur y los compromisos supranacionales que cada país está dispuesto a asumir. Ha sido frecuente
la demanda de instancias “más de tipo comunitario” por parte de Uruguay y Paraguay por entender que
éstas los pondrían a resguardo de los peligros de políticas unilaterales que pueden adoptar los socios
mayores y además porque permiten manejar mejor la interdependencia dentro del bloque y su calidad de
“socios”. Sobre este tema , incursionando en la visión constructivista de las Relaciones Internacionales,
he analizado la dimensión de la institucionalización del MERCOSUR. Ver al respecto COLACRAI,
Miryam , “ El efecto de las Ideas sobre las Políticas. Su contribución para refundar el MERCOSUR” ,
paper presentado en el Seminario “Capital Social, Identidade e Integraçao na América do Sul” ,
organizado por CEPPAC , Universidade de Brasilia, Brasilia, 8 a 11 octubre de 2002. Para ampliar
aspectos relativos a la gestación de instituciones que acompañen el proceso integrador ver : REDRADO,
Martín, “De la institucionalidad a la convergencia” en Felipe De La Balze,( compil.) El futuro del
Mercosur. Entre la retórica y el realismo. Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales,
Buenos Aires, 2001, pp.200-201. NOFAL, María Beatriz, “Las grandes asignaturas pendientes en
MERCOSUR” en Boletín Informativo Techint nro.292, octubre-diciembre,1997 ,pp-78-79 y
“Obstáculos institucionales y económicos para la consolidación y profundización del MERCOSUR:
propuestas” en Boletín Informativo Techint, nro.294,abril-junio, 1998, p.48
37
El mensaje del presidente Menem buscaba demostrar la firmeza del compromiso del gobierno argentino
con el plan económico adoptado y desterrar cualquier sospecha de medidas alternativas, como una
devaluación. Declaraciones como la de Javier Murcio, del banco CS First Boston y de Fernando Lozada,
del ING Baring, fueron coincidentes en interpretar el plan para dolarizar la economía como un mensaje de
55
certidumbre, que dejaba sentado que Argentina no seguiría el camino brasileño de dejar flotar la moneda
ni modificaría el esquema de convertibilidad. Ver respecto del plan de dolarización los artículos ”Planteo
a Roque Fernández en la reunión de gabinete. Menem pide que estudie cómo dolarizar la región”, Clarín,
15 de enero de 1999, p. 5; “Menem quiere dolarizar la economía para esquivar la corrida. Si vienen por el
peso, digan que se fue”, por David Cufré, Página / 12, 16 de enero de 1999, p. 5; “La idea de dolarizar
remarca el riesgo de la convertibilidad. Menem ya no sueña con un peso poderoso”, por Eduardo L.
Curia, El Cronista, 19 de enero de 1999, p. 7; “Diferenciaciones con el real. Dolarización: para Wall
Street es señal positiva”, por Marina Aizen, Clarín, 23 de enero de 1999, p. 4; “Una fuga hacia adelante”,
por Julio Sevares, Clarín, 23 de enero de 1999, p. 4 y “Dolarización: de nuevo Menem se adelantó a
todos”, por José Octavio Bordón (ex-gobernador de Mendoza (PJ)), Ambito Financiero, 3 de febrero de
1999, p. 14.
38
PEñA, Félix , “La construcción del MERCOSUR .Lecciones de una experiencia”, en Archivos del
Presente , nro. 4, otoño austral, 1996,p.125
39
Los aspectos que se acuerdan en la “Declaración Presidencial sobre Compromiso Democrático en el
MERCOSUR”, son los siguientes : 1. La plena vigencia de las instituciones democráticas es condición
esencial para la cooperación en el ámbito del Tratado de Asunción , sus protocolos y demás actos
subsidiarios 2. Toda alteración del orden democrático constituye un obstáculo inaceptable para la
continuidad del proceso de integración en curso respecto al Estado miembro afectado. 3. Las Partes
consultarán inmediatamente entre sí, en la forma que estimen apropiada, en caso de ruptura o amenaza de
ruptura del orden democrático en un estado miembro las partes procederán igualmente, de forma
coordinada, a efectuar consultas con el referido estado miembro. 4. En caso que las consultas previstas en
el parágrafo anterior resulten infructuosas, las Partes considerarán la aplicación de las medidas
pertinentes. Las medidas podrán abarcar desde la suspensión del derecho de participación en los foros del
MERCOSUR hasta la suspensión de los derechos y obligaciones emergentes de las normas del
MERCOSUR y de acuerdos celebrados entre cada una de las Partes y el estado donde haya ocurrido la
ruptura del orden democrático. 5. Las Partes deberán incluir una cláusula de afirmación del compromiso
con los principios democráticos en los acuerdos del MERCOSUR con otros países o grupos de países.
40
Ver RAPOPORT, Mario; CERVO, Amado L.(compil)., El Cono Sur. Una Historia común. Ed.
Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2002. pp.318-19.
41
CISNEROS, Andrés “Con Malvinas actuamos como bloque”, en Clarín, Buenos Aires, 3 de abril de
1996. Cabe recordar que en esa misma fecha, en el seno de las sesiones del Comité de Descolonización de
las Naciones Unidas, Chile y Brasil manifestaron su apoyo al reclamo argentino.
42
“El presidente chileno gana el apoyo de MERCOSUR a la territorialidad de la justicia”, por Carmen
Jiménez, Diario El Pais , Madrid, 11 de diciembre de 1998.
43
En este sentido, los protocolos procuraron neutralizar las históricas hipótesis de conflicto bilateral y, al
incluir expresamente los acuerdos nucleares, dieron lugar a lo que Jorge Grandi llama “disuasión
desarmada”, es decir, la realización de actividades conjuntas en materia nuclear que quitaran espacio a las
especulaciones sobre fabricación de bombas en Argentina y Brasil ( GRANDI, Jorge, , “La integración, la
cooperación argentino-brasileña y la disuasión nuclear desarmada”, América Latina / Internacional,
volumen 3, Nº 10, octubre-diciembre de 1986, pp. 72-74).
44
Respecto de esta iniciativa, la motivación principal de las autoridades de Buenos Aires fue la de
contrarrestar la militarización del área por parte del gobierno del Reino Unido, mientras que el gobierno
brasileño impulsó esta iniciativa como un medio para fortalecer la credibilidad política de su política
exterior de proyección africana. (Mónica Hirst y Miguel Lengyel, “Integración argentino-brasileña: un
paso histórico”, Cono Sur, octubre-diciembre de 1986, p. 2)
45
"Llega hoy un jefe militar del Brasil", La Nación, 25 de junio de 1990, p. 4.
46
La Armada argentina estuvo representada por el destructor Heroína, las corbetas Rosales y Guerrico y
el submarino Santa Cruz; por Brasil intervinieron las fragatas Constitución e Independencia; el
contratorpedero Martín Barros y el submarino Riachuelo. Las tareas incluyeron la participación de
helicópteros y aviones de reconocimiento y de combate y de escuadrillas antisubmarinas.( Ver al
respecto: ”Maniobras navales con Brasil“, La Nación, 6 de noviembre de 1992, p. 10).
47
Este ejercicio combinado con Brasil fue realizado para satisfacer la necesidad de adiestramiento de la
Aviación Naval Argentina."Operación aeronaval combinada con Brasil", por Alfredo Vega, La Nación,
18 de diciembre de 1994, p. 16.
48
Este tuvo lugar en el campo de adiestramiento General Avalos en Corrientes, a unos 15 km,de la
localidad de Monte Caseros. Al mando de las tropas argentinas estuvo el coronel Hernán Olmos, y de las
brasileñas, su par Da Rocha. Ver “Soldados argentinos y de Brasil, de nuevo juntos", La Nación, 28 de
agosto de 1996, p. 9.
56
49
ESCUDÉ, Carlos; FONTANA, Andrés, “Las políticas de seguridad de Argentina: sus fundamentos y
contexto regional”, en DOMÍNGUEZ, Jorge (Editor), Seguridad internacional, paz y democracia en el
Cono Sur, Ed. FLACSO-Chile, Santiago, 1998, p.99. También los autores destacan otras operaciones
realizadas por las Armadas en el Atlántico Sur (CAMAS), el operativo aeronaval (ATLASUR) y señalan
que la cooperación ha sido menos intensa en el caso de las fuerzas aéreas que se han limitado a
intercambiar oficiales y cursantes de la escuela de guerra. Respecto de los operativos Atlas del Sur, puede
agregarse, que surgieron primeramente entre Argentina y Sudáfrica, e incorporaron en 1995 a Brasil y
Uruguay. Con relación a la ZOPACAS, debe tenerse en cuenta que fue revitalizada por Brasil en 1992,
situación que Argentina también acompañó como lo había hecho con el proyecto de su creación ( Ver
LECHINI, Gladys, “Argentina y Africa durante la Segunda Administración Menem”, en CERIR, obra de
varios autores, La Política Exterior Argentina 1994-1997, op.cit., pp.185-186)
50
"Di Tella y Lampreia, contra el rearme", por Oscar Balmaceda, La Nación, 14 de septiembre de 1996,
p. 12.
51
Algunos interpretaron que esto fue una respuesta a la pretendida injerencia norteamericana en las
decisiones de la región sobre la lucha contra el narcotráfico. Si bien todos coincidieron que el tráfico de
drogas era una de las amenazas más importantes a la seguridad continental, no hubo coincidencias con
Washington respecto de que todas las amenazas deban ser desactivadas desde una perspectiva
necesariamente militar. La propuesta norteamericana que tuvo buena acogida en el resto de los
representantes de los países de la región fue la de formar profesionales civiles expertos en temas de
defensa, pero no hubo resolución sobre la iniciativa de Washington de crear un centro de estudios
interamericano. Ver "El narcotráfico, prioridad regional", por Alfredo Vega, La Nación, 7 de octubre de
1996, p. 5; "Presión de EE.UU. por el narcotráfico", La Nación, 8 de octubre de 1996, p. 5; "Domínguez
defendió la autodeterminación", por Alfredo Vega, La Nación, 8 de octubre de 1996, p. 5; "Nuevas
estrategias contra el narcotráfico", por Alfredo Vega, La Nación, 9 de octubre de 1996, p. 5; "Los seis
puntos del mensaje de Perry", La Nación, 9 de octubre de 1996, p. 5; y "Las amenazas a la seguridad",
La Nación, 10 de octubre de 1996, p. 7.
52
"La Argentina y Brasil buscan la cooperación militar", por María O' Donnell, La Nación, 1º de agosto
de 1997, p. 9. Puede agregarse que el Ministro Lampreia dijo “esto no va a ocurrir porque esa no es su
función y este tipo de intervenciones no está contemplada por la legislación de ninguno de los dos países.
Di Tella acotó “Eso ni siquiera se debate..... Las fuerzas Armadas sólo pueden prestar apoyo logístico (en
la lucha contra el narcotráfico” Ver al respecto "Las FF.AA. no actuarán en conflictos sociales", por
María O' Donnell, La Nación, 2 de agosto de 1997, pp. 1 y 6.
53
"Brasil, sin hipótesis de conflicto", La Nación, 8 de noviembre de 1996, p. 12.
54
HIRST, Mónica “Políticas de seguridad, democratización e integración regional en el Cono Sur.”, en
Domínguez, Jorge (editor), Seguridad Internacional, Paz y Democracia en el Cono Sur.
FLACSO/Chile. Santiago, 1998, p.182. Ver también GUEDES da COSTA, “Bases de la postura
estratégica de los países sudamericanos en la década del noventa”, en Cambios globales y América
Latina, Santiago, CLADDE/
FLACSO, 1993, p.81
55
Ver al respecto BUSSO, Anabella; BOLOGNA, Alfredo B., “La Política Exterior Argentina a partir del
gobierno de Menem: una presentación” en CERIR, obra de varios autores, La Política Exterior del
gobierno de Menem, Seguimiento y reflexiones al promediar su mandato, Ediciones CERIR, Rosario,
1994, p.36.
56
El canciler, Guido Di Tella, habló en Bruselas el 29 de setiembre de 1992, habló ante los embajadores
de las 16 naciones que integran la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) siguiendo tres
vertientes esenciales:
a) la índole democrática institucional de la Argentina;
b) la cooperación de la Argentina en el ámbito internacional (como por ejemplo la Guerra del Golfo; las
coincidencias en materia de no proliferación nuclear, con la consecuente anulación del proyecto Cóndor;
y la presencia de tropas argentinas en las fuerzas de paz de las Naciones Unidas); y
c) la inexistencia de mecanismos de seguridad colectiva dentro de la OEA, especialmente en los casos de
interrupción de los regímenes democráticos.
Antes de la sesión, el titular del Palacio San Martín conversó con el secretario general de la NATO,
Manfred Woerner. Se trató de un acercamiento previo al discurso que pronunció por primera vez un
ministro latinoamericano de Relaciones Exteriores ante el Consejo Atlántico. Di Tella comentó que
“Quedó en el aire (...) una eventual visita del secretario general de la NATO a nuestro país y un viaje, con
la misma intención, del ministro de Defensa, Antonio Erman González, a Bruselas.” ( Ver al respecto
“Primeros pasos informales de la Argentina en la NATO”, por Rolando Rivière, La Nación, 30 de
setiembre de 1992, p.5
57
57
“Críticas del Brasil”, La Nación, 10 de julio de 1999, p. 5.
El ex Presidente del Brasil, Sarney, escribía en una nota periodística: "Otra cosa inexplicable fue ese
incidente de la OTAN. Somos el continente más pacífico de la Tierra. La rivalidad militar entre Brasil y
la Argentina se acabó. Las hipótesis de conflicto se acabaron, creamos una mentalidad de "paz perpetua",
para citar a Kant. Cuando el gobierno argentino pide quedar bajo el paraguas nuclear de los Estados
Unidos e ingresar en la OTAN, como aliada militar del Reino Unido, que mató a centenas de jóvenes
argentinos en la Guerra de las Malvinas, no es posible comprenderlo. ¿Para defenderse de quién? ¿Qué
amenaza ronda a la Argentina? Eso fue grave, porque mostró que en la doctrina Di Tella, el Mercosur no
es nada más que una aventura económica." (Ver “Tropiezos del MERCOSUR” . Por José Sarney, La
Nación, 12 de noviembre de 1999).
59
La respuesta brasileña fue expresada por el portavoz de Itamaraty el 9 de julio en términos que, en la
diplomacia, pueden ser considerados como "duros": si bien se preservan las prerrogativas de la soberanía
argentina al respecto, se manifiestan las dudas sobre el apoyo por parte de la sociedad argentina a la
propuesta y a la aceptación por parte de la OTAN de la solicitud argentina, así como la unilateralidad de
la decisión, sin consulta previa con Brasil. En forma adicional, se manifestó que la propuesta de
vinculación con la OTAN "introduciría elementos extraños en el contexto de seguridad regional
latinoamericana" y "tendría consecuencias palpables para Brasil que estarán siendo analizadas en todos
sus aspectos de naturaleza política y militar". ("Brasil y la Argentina, hoy" Por Jorge Hugo Herrera
Vegas, La Nación, 30 de julio de 1999).
60
"Los intereses comunes." Por Oscar Camilión La Nación, 30 de julio de 1999.
61
Aparentemente la idea habría surgido del secretario de Planeamiento, Jorge Castro, quien no sólo no
habría hecho las consultas previas y secretas con la OTAN (para cuidar que su presidente no quedara
desairado, como finalmente quedó) si no que tampoco habría comunicado la decisión a Brasil. (Morales
Solá, La Nación, 1 de agosto de 1999).
62
Tal sería el caso de Roberto Lavagna para quien la Argentina debiera acercarse más a Brasil en la
definición de su política exterior.. "No digo que debe haber un alineamiento automático, pero sí tomar
consciencia de que deberíamos compartir la política exterior" ( en "La opinión de los especialistas. El
bloque regional se debate entre retroceder o avanzar. Ante los incumplimientos reiterados de los
acuerdos, los países tienen pocas opciones" , La Nación 25 de julio de 1999). El periodista Morales Solá,
también señaló: "El pedido de ingreso de la Argentina como miembro pleno de la OTAN fue, después, el
error político y diplomático más inexplicable que haya germinado en la cabeza de los seguidores de
Menem" ("La semana política II. El Mercosur y una gestión desesperada" Por Joaquín Morales Solá, La
Nación, 1 de agosto de 1999)
63
“Menem optó por no insistir sobre la OTAN”, por Juan Castro Olivera, La Nación, 7 de octubre de
1999, p. 6.
64
En su exposición, el Canciller Amorín sostuvo que Brasil reunía las condiciones básicas para dar
consistencia a la candidatura, basadas tanto en argumentos que relacionan al país con su presencia en la
Organización como también por sus condiciones geográficas y económicas. En referencia al primer
conjunto de argumentos, Amorin sostuvo que Brasil fue miembro fundador de Naciones Unidas, que
reconoce los principios de la Carta y que diseña su política exterior en base a esos ejes, promoviendo la
solución pacífica de las controversias y la cooperación internacional. A esto agregó que Brasil tuvo una
importante tradición de participación en el Consejo de Seguridad como miembro no permanente, en los
períodos 1946-47; 1951-52; 1954-55; 1963-64; 1967-68; 1988-89, ocupando nuevamente un asiento en el
período 1993-94.
En el marco de Naciones Unidas, el Canciller remarcó que Brasil participó activamente de todos los foros
de la Organización y fue miembro organizador y sede de la ECO 92. A estas justificaciones sumó que, en
ese momento, Brasil era el décimo primer contribuyente para el presupuesto regular da la Organización y
el primero entre los países en desarrollo. Además de su vinculación con Naciones Unidas, agregó otros
argumentos como que “Brasil es un ejemplo de convivencia armoniosa multiétnica, multicultural y
multiconfesional. (...)...es uno de los países que menos gasta en defensa en todo el mundo. (...) la sociedad
brasileña construyó un sistema de gobierno plenamente democrático y una economía de mercado de
pujanza importante. Brasil contribuye por todo ello a un orden internacional mas pacífico y equilibrado.”
También basó su candidatura en sus propias ventajas geográficas y económicas, haciendo referencia a su
condición de quinto mayor país en el mundo tanto territorio como en población y en ser la novena
economía mundial. En cuanto a su posición geográfica se enfatizó que Brasil mantiene una relación
pacífica a lo largo de sus fronteras que incluye a 10 países y que firmó tratados de cooperación con los
vecinos mas próximos (Tratado de la Cuenca del Plata, Tratado de Cooperación Amazónica, Mercosur).
A ello agregó, que Brasil es un país que se proyectó hacia otros continentes afirmando los principios de
paz y seguridad, estableciendo la Zona de Paz y Cooperación en el Atlántico Sur (ZOPCAS) y buscó
58
58
afianzar lazos culturales con otros países, por ejemplo concentrando esfuerzos en la conformación de la
Comunidad de Países de Lengua Portuguesa. (Ver al respecto “ Discurso do Ministro Celso Amorin por
ocasião da abertura da XLIX Sessão da Assembléia Geral das Nações Unidas” en Política Externa.
Democracia Desenvolvimento. Gestão do Ministro Celso Amorin no Itamaraty. Agosto 93 a
dezembro 94. FUNAG. Brasilia, 1995. Pág. 100; también AMORIN, Celso. “Brasil e o Conselho de
Segurança da ONU”, en Política Externa, Vol.3, Nº 4. Paz e Terra. São Paulo, Março-Abril 1995. Pág.
11-12.) Sólo con un propósito comparativo, puede recordarse que la Argentina integró el Consejo de
Seguridad como miembro no permanente, siete veces desde 1946: en los períodos 1948-49; 1959-60;
1966-67; 1971-72; 1987-88; 1994-95 y 1999-2000 ( ver ZAWELS, Estanislao “El protagonismo
argentino en la diplomacia multilateral a partir de la década de los noventa” en CERIR, Obra de varios
autores, La Política Exterior Argentina 1998-2001. El cambio de gobierno ¿Impacto o irrelevancia?,
Ediciones CERIR, Rosario,2001, p.333).
65
El 18 de agosto, llegó la respuesta del gobierno brasileño a través del canciller Luiz Felipe Lampreia,
quien sostuvo que "Las declaraciones de Menem son un verdadero reto a la candidatura brasileña y no
son compatibles con la alianza estratégica que existe entre Argentina y Brasil." Por su parte, el vocero del
presidente Fernando Henrique Cardoso, Sergio Amaral, declaró que el primer mandatario brasileño estaba
"sorprendido" por la posición del presidente Menem. (ver al respecto "Malestar en Brasil y aclaración de
Di Tella por la UN", La Nación, 19 de agosto de 1997, p. 1; también "Dura reacción del presidente de
Brasil", por María O' Donnell, La Nación, 19 de agosto de 1997, p. 5, "El Gobierno minimizó la
controversia", por Jorge Monti, La Nación, 19 de agosto de 1997, p. 5; "Di Tella: "No es un tema de vida
o muerte"", La Nación, 19 de agosto de 1997, p. 5; y "El debate regional. Chile y Brasil esperan un
gesto", por Germán Sopeña, La Nación, 20 de agosto de 1997, p. 1)
66
"Sigue el debate regional. Aumentó el tono de las críticas en Brasil y en Chile", La Nación, 21 de
agosto de 1997, p. 1; y "La Alianza privilegiaría al Mercosur", La Nación, 21 de agosto de 1997, p. 8.
67
Ver al respecto el editorial de opinión "La Argentina y su posición por las candidaturas al Consejo de
Seguridad", por el ex embajador argentino ante la ONU Carlos Ortiz de Rozas, La Nación, 21 de agosto
de 1997, p. 8.
68
"El debate regional cambió la agenda del Grupo Río. Menem busca calmar a Frei y a Cardoso", La
Nación, 22 de agosto de 1997, p. 1.
69
"Cardoso se distanció de Menem", por María O' Donnell, La Nación, 23 de agosto de 1997, p. 8.
70
En Asunción, Menem y Cardoso procuraron resolver la cuestión señalando que pedirán en la UN más
lugares para América Latina, aunque ambos presidentes sabían que la propuesta tenía pocas
oportunidades de prosperar, pues el embajador norteamericano ante el organismo, Bill Richardson,
adelantó que como máximo podrían ingresar otros cinco miembros permanentes al Consejo (es decir:
Japón, Alemania, uno por Africa, uno por Asia y otro por América Latina)"El debate con Brasil. En voz
baja, sigue la pelea por el Consejo. Menem y Cardoso relativizaron la fricción, pero la divergencia
continúa", por María O' Donnell; y "Un embajador que recibió tratao VIP", por Adriana La Rotta, ambos
en La Nación, 28 de agosto de 1997, p. 8.
71
“Ratifica Brasil que está dispuesto a ceder una banca en la UN. Es para evitar conflictos con la
Argentina; la rotación como alternativa”, por Luis Esnal, La Nación, 27 de mayo de 1998, p. 7.
72
“En la ONU, Menem volvió a desafiar a Brasil”, por María O’ Donnell, La Nación, 22 de septiembre
de 1999, p. 7.
73
Cabe mencionar, al respecto: el Comunicado Conjunto sobre Seguridad Fronteriza Tripartita, firmado
en San Carlos de Bariloche, el 16 de octubre de 1995, el Acuerdo Operativo de los Ministros del Interior
de Argentina , Paraguay y de Justicia de Brasil sobre la Zona de la Triple Frontera y la Comisión de
Estudios sobre Control de la Zona, firmado en Puerto Iguazú el 18 de marzo de 1996. ( Ver: "Preocupa la
seguridad fronteriza", La Nación, 7 de febrero de 1996, p. 5; y "El riesgo de espiar en Ciudad del Este",
por Alfredo Vega, La Nación, 7 de febrero de 1996, p. 5;."Acuerdo por la triple frontera", La Nación, 19
de marzo de 1996, p. 13) . También debe recordarse que el Presidente Menem, durante la Cumbre del
MERCOSUR en Montevideo, el 16 de diciembre de 1997, admitía su preocupación por “ el contrabando,
tráfico de armas, tráfico de drogas y eventual radicación de células terroristas” (ver: “Fronteras: presión
de Clinton al Mercosur", por María O' Donnell, La Nación, 16 de diciembre de 1997, pp. 1 y 6;
"Anunciaron medidas inmediatas para controlar la triple frontera", La Nación, 17 de diciembre de 1997,
p. 9; "Nuevos controles en la triple frontera", por César S. Bonifato, La Nación, 18 de diciembre de 1997,
p. 15.
74
Aquí conviene recordar, aunque sin detallar específicamente su contenido, importantes avances en las
áreas de ciencia, tecnología, educación y cultura que completan un cuadro significativo de acuerdos
bilaterales entre la Argentina y Brasil. Entre ellos se puede mencionar: Convenio de Cooperación
Académica, Científica y Cultural entre el Ministerio de Cultura y Educación de la República Argentina y
59
la Universidad Estadual de Campinas, firmado el 20 de agosto de 1991; el Protocolo de Intenciones entre
el Estado do Rio Grande do Sul y el Ministerio de Cultura y Educación de la República Argentina ,
firmado el 10 de agosto de 1995; la aprobación por Ley nº24507 del 14 de junio de 1995 el Acuerdo de
Coproducción Cinematográfica que había sido firmado en 1998; Acuerdo sobre cooperación en materia
ambiental, firmado el 9 de abril de 1996; Convenio de Integración Cultural ,firmado el 10 de noviembre
de 1997, Convenio sobre Cooperación Educativa, firmado el 10 de noviembre de 1997. Pueden citarse
también algunos significativos acuerdos establecidos a nivel interinstitucional , entre ellos: el Acuerdo
Complementario del Acuerdo de Cooperación Científica y Tecnológica sobre Actividades de
Cooperación entre la Secretaría de Ciencia y Tecnología de Presidencia de la Nación y el Estado do Río
Grande do Sul firmado el 9 de abril de 1996 y el Acta de Coordinación entre Cancillerías sobre el
proceso de Integración Cultural del MERCOSUR firmado el 6 de junio de 1996. En el ámbito del
MERCOSUR los Rectores de las Universidades Públicas firmaron el 9 de agosto de 1991 el Acta de
Intención Fundacional de la Asociación de Universidades del Grupo Montevideo (AUGM) que comenzó
a funcionar al año siguiente y cuenta actualmente con 16 Universidades de la región , incluido Chile ( 13
totalizan entre Argentina y Brasil)– Ha generado Núcleos Disciplinarios y Comités Académicos para
fortalecer el intercambio, la circulación de profesores y alumnos, realización de proyectos de
investigación . Desde 1999 se estableció un Programa Piloto de Movilidad de Estudiantes de grado entre
sus Universidades Miembros, conocido bajo la denominación Programa Escala de Intercambio
Estudiantil, el cual propicia que los alumnos cursen, con reconocimiento de créditos, un semestre en otra
Universidad con la que se ha combinado el acuerdo. Este contó con el apoyo de la Organización de
Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura y comenzó a hacerse efectivo en el
año 2001. Con referencia a relaciones interprovinciales y regionales sobresalen las reuniones de
gobernadores y contactos empresariales en el marco de CRECENEA-CODESUL, aunque también deben
tenerse en cuenta que algunos “regímenes de promoción especiales” ocasionaron divergencias y reclamos
en el marco de la relación bilateral .Recuérdese, por ejemplo, las tensiones creadas a fines de 1996
cuando el gobierno brasileño anunció su decisión de ofrecer incentivos fiscales y franquicias arancelarias
a terminales automotrices e industrias conexas que tramitasen su radicación en las regiones norte,
nordeste y centro oeste antes del 31 de marzo de 1997. Aunque durante su visita a Buenos Aires en
marzo de 1997, el ministro de Hacienda del Brasil, Pedro Malán, se comprometió en nombre del
gobierno de su país a poner límites a la política de otorgamiento de subsidios , remarcó que la autonomía
que la Constitución brasileña otorga a sus Estados federados, les permite hacer alguna competencia
predatoria de busca de inversiones directas para sus territorios. Esas situaciones también eran rechazadas,
en el propio país, por otros gobernadores contrarios a la "guerra fiscal" . Los efectos que esto tenía en
algunas provincias argentinas provocó una crisis hacia fines de 1999 en el ámbito industrial y en el
gobierno de Córdoba donde crecían los temores por un éxodo masivo de autopartistas cordobesas a
Brasil, y en Santa Fe surgieron algunos reclamos similares desde el sector de los productores de
maquinaria agrícola.
75
Se refieren a ello : GOMES SARAIVA, Mirian “Brasil e Argentina nos Anos 90: dez anos de política
externa” en CERIR, La Política Exterior Argentina 1998-2001. El cambio de gobierno¿impacto o
irrelevancia? ,Ediciones CERIR, Rosario, 2001, p.94. También PARADISO, José , “Brasil-Argentina:
las complejas vías de la convergencia”, paper presentado en Seminario Brasil-Argentina, organizado por
IPRI/Funag de Rio de Janeiro, 1997 (mimeo) . En un sentido similar se ha manifestado Roberto Lavagna
para quien la Argentina debiera acercarse más a Brasil en la definición de su política exterior. "No digo
que debe haber un alineamiento automático, pero sí tomar conciencia de que deberíamos compartir la
política exterior" ( en "La opinión de los especialistas. El bloque regional se debate entre retroceder o
avanzar.”, La Nación, 25 de julio de 1999).
76
Al asumir la presidencia Patricio Aylwin , el 11 de marzo de 1990, señaló las orientaciones generales
de su gobierno en materia de Política Exterior, dándole primordial importancia al estrechamiento y
perfeccionamiento de las relaciones con los países vecinos. Se mencionaban, prioritariamente Argentina,
Bolivia y Perú ( pueden verse más detalladamente estos lineamientos en MINISTERIO DE
RELACIONES EXTERIORES DE CHILE, “Política Exterior Vecinal del gobierno del presidente
Aylwin” 1990-1994)
77
Estos conceptos fueron vertidos en el Seminario realizado en conmemoración de los 10 años del
Acuerdo de Complementación Económica (ACE), organizado por el INTAL, el Consejo Argentino para
las Relaciones Internacionales (CARI) y el Centro Latinoamericano para las Relaciones con Europa
(CELARE, Chile), Buenos Aires los días 6 y 7 de diciembre de 2001.
78
Ibídem
79
Ver al respecto, LUZZANI, Telma, “El nuevo gobierno hace pensar en América Latina” en Clarín,
Buenos Aires, 1º de junio de 2003. Suplemento Zona, pp.4-5.
60
80
Según un interesante artículo de Fernando Bustamente, “ dentro de los partidos de la Concertación
(Chile) existe mucho interés en incrementar la integración con Argentina. Este autor marca algunas
diferencias con la “oposición” particularmente en cuestiones como la “Soberanía Nacional” ya que
mientras para la “derecha” ésta es irrestricta y absoluta, para la Concertación es “condicionada y relativa”.
Con relación a las respectivas visiones sobre la Cuestión de la Antártida agrega: “Mientras la oposición
subraya la necesidad de defender la soberanía territorial del país en dicho continente , la Concertación
enfatiza la necesidad de una gestión multilateral y prefiere una visión funcional de dicho tema y no
centrada en el “concepto de la soberanía territorial” ( Ver al respecto BUSTAMANTE, Fernando, “La
Política Exterior Chilena y los Partidos Políticos” , en Cono Sur, Vol.X,nª1, 1991, pp. 36)
81
Como señala el entonces Vicecanciller Andrés Cisneros “ la voluntad política de Menem implicó que
se cerraran definitivamente cuestiones limítrofes para que se ingresara en una etapa intensa de
cooperación, integración física y crecientes vínculos económicos para que nuestros países no fueran
“sólo vecinos” sino para ser “aliados con Chile.” Además reconoció que la piedra basal fue el Tratado de
1984, bajo la presidencia del doctor Raúl Alfonsín, y “este gobierno dio continuidad a ese notable
instrumento de cooperación” (Ver al respecto, CISNEROS, Andrés,“La lógica jurídica y la lógica de la
integración” en Archivos del Presente, nº6, octubre-diciembre de 1996, p.143.
82
CARI-.Comité de Estudios de Asuntos Latinoamericanos, Las relaciones argentino-chilenas.
Política Económica, Exterior y de Defensa ( trabajo de investigación, Informe de base), Ed. Fraterna,
Buenos Aires, 1995, p.73
83
El texto completo de la “Declaración Conjunta sobre la Antártida” del 29 de agosto de 1990, puede
consultarse en , CARI- Comité de Estudios de Asuntos Latinoamericanos, Las relaciones argentinochilenas... op.cit., pp.218-219.
84
Los textos completos pueden consultarse en CARI- Comité de Estudios de Asuntos Latinoamericanos,
Las relaciones argentino-chilenas...op.cit. , pp.210-217.
85
Además del canciller Guido Di Tella y del vicecanciller Juan Carlos Olima, un defensor del trazado de
la poligonal fue el ex embajador y académico Enrique Peltzer, quien en un artículo de La Nación del 19
de diciembre de 1991 titulado “Defensa de la poligonal”, p. 9, procuró refutar cada una de las objeciones
a la poligonal con los siguientes argumentos:
1) la sustitución, en el acuerdo Menem-Aylwin de 1991, del criterio de altas cumbres que dividen aguas
establecida por el tratado de 1881 por una línea geométrica (la llamada poligonal) apoyada en puntos bien
determinados no es objetable, pues las líneas artificiales son más convenientes que las definidas por
accidentes naturales (estas últimas se prestan a diferentes inerpretaciones y pueden sufrir cambios
geológicos); además, el abandono del concepto altas cumbres que dividen aguas no necesariamente
conmueve la solidez del tratado de 1881: ya en él se adoptaron criterios diferentes según eran distintas las
condiciones geográficas de algunas partes de la frontera. La delimitación natural, utilizada “de Norte a
Sur, hasta el paralelo 52” fue seguida por líneas artificiales desde allí hasta Punta Dungeness y en la Isla
Grande de Tierra del Fuego. El tratado de 1881 aplicó otro límite natural en la zona del Beagle, y de ello
se derivaron graves inconvenientes;
2) la línea poligonal corta las hipotéticas nacientes del río Santa Cruz y lo convertiría, de concretarse el
deshielo de la masa helada, en un río binacional. Peltzer se pregunta eneste punto “si es lógico y prudente
que la Argentina sostenga ahora el derecho al dominio integral de laas cuencas de los ríos que
desembocan en el Atlántico cuando gracias al arbitraje británico de 1902 se benefició con la adjudicación
de muchos valles cordilleranos cuyas aguas desembocan en el Pacifico. (…) No se ve cuál pueda ser el
perjuicio de compartir con Chile, en grado mínimo, una cuenca fluvial, cuando compartimos la cuenca del
Plata con Bolivia, Paraguay, Uruguay y Brasil, en cuyos territorios nacen y corren por centenares de
kilómetros ríos mucho más importantes que el Santa Cruz”; y
3) De acuerdo con Peltzer, el argumento de los opositores a la poligonal de que el conflicto era
jurídicamente inexistente se basaba en las actas suscriptas por el perito Moreno y Barros Arana el 29 de
agosto, el 3 de septiembre y el 1° de octubre de 1898: En ellas, ambos peritos expusieron los criterios
para la delimitación de la zona de los Hielos y constataron que eran coincidentes, razón por la cual
resolvieron aceptar la que así resultaría única línea. Pero no la volcaron en ningún mapa. Peltzer agrega y
concluye que “Este argumento se debilita sustancialmente y se puede volver en contra de los intereses
argentinos debido a un mapa presentado por la Argentina en la Réplica a la Memoria Chilena elevada al
tribunal arbitral de 1902. Ese mapa señala las dos líneas pretendidas por las partes entre los paralelos 41 y
52. Ambas líneas se hacen una sola en la región de los Hielos, pero ésta se acerca más a la pretensión
chilena que a la poligonal.
Si se insiste en la no existencia del conflicto habría que hacer la demarcación sobre bases discutible y se
iría a un arbitraje en cuyo fallo podría pesar el mapa mencionado, no obstante el relativo valor de mapas
hechos cuando eran desconocidos los territorios representados. La poligonal es un menoscabo respecto de
61
los últimos mapas hechos por la Argentina, pero implica una mejora respecto de los mapas argentinos en
los que se registró lo que en 1902 el gobierno de Buenos Aires consideraba la línea resultante del acuerdo
de peritos de 1898.”
86
Ver al respecto: ”El presidente de Chile llega hoy. Aylwin y Menem firmarán nueve convenios
económicos y anunciarán el arbitraje”, La Nación, 1º de agosto de 1991, p. 1; “Los nueve acuerdos”, La
Nación, 1º de agosto de 1991, p. 1; “La vinculación con Chile. Olima: la demarcación y el arbitraje
(reportaje al vicecanciller Juan Carlos Olima), por Ovidio Bellando, La Nación, 1º de agosto de 1991, p.
6; “Aylwin: las fronteras no deben separarnos”, La Nación, 2 de agosto de 1991, p. 1; “La vinculación
con Chile. Aylwin habló ante la Asamblea Legislativa reunida en su honor”, La Nación, 2 de agosto de
1991, p. 3; “Acuerdo de Menem y Aylwin”, La Nación, 3 de agosto de 1991, p. 1; “La vinculación con
Chile. Beneficios de los acuerdos”, La Nación, 3 de agosto de 1991, p.5; “Alywin: superar las diferencias
limítrofes de manera definitiva”, La Nación, 3 de agosto de 1991, p. 5; “Dijo que los acuerdos eliminaron
eliminaron motivos de conflicto y desconfianza. Patricio Aylwin finalizó ayer su visita a nuestro país”,
La Nación, 4 de agosto de 1991, p. 4; y editoriales de opinión “La semana internacional. Apostando a
Chile”, por Mariano Grondona, La Nación, 4 de agosto de 1991, p. 10 y “La visita del presidente de
Chile”, La Nación, 8 de agosto de 1991, p. 6.
87
“Diputados chilenos avalaron los acuerdos”, La Nación, 15 de agosto de 1991, p. 5.
88
Lago o Laguna del Desierto han sido las denominaciones que, según distintas variantes, se han
empleado históricamente. Pero, sobre todo la segunda, ha sido la más popularmente utilizada. Para el
diputado santacruceño Barnard Kraemer la forma de denominación es indistinta y en la cartografía oficial
ha aparecido como “Laguna del Desierto” . La otra variante, es la que utilizan quines sostienen que esas
aguas mantienen las características de los lagos con salida a los océanos o a ríos-afluentes , como es este
caso , en que el río de Las Vueltas, que recibe masa líquida del “Lago del Desierto”, desemboca en el río
Santa Cruz, el cual a su vez, concluye su curso en el Atlántico Sur ( Ver “¿ Laguna o Lago del
Desierto?” en La Prensa, Buenos Aires, 1 de agosto de 1991.)
89
Puede verse: “Firman el compromiso arbitral sobre Laguna del Desierto”, La Nación, 31 de octubre de
1991, p. 12; y “Acuerdo con Chile para el arbitraje”, La Nación, 1º de noviembre de 1991, p. 6. ”El
último diferendo limítrofe con Chile” y “Los jueces del tribunal arbitral”, La Nación, 14 de diciembre de
1991, p. 7; y “Se constituyó ayer en Río de Janeiro. Delibera el tribunal de límites con Chile”, La Nación,
17 de diciembre de 1991, p. 7.
90
Ver Página 12, 13 de febrero de 1994, p.11
91
Al respecto Francisco Rojas Aravena recuerda : “ La decisión del tribunal había causado gran “debate y
revuelo” en la opinión pública chilena. Las reacciones abarcaron todo el espectro desde la aceptación al
rechazo. La oposición al gobierno señaló que debía ser denunciado y rechazado. La política adoptada por
el gobierno fue la aceptación de la sentencia, pero a la vez hizo uso de los recursos legales para obtener
un fallo distinto. Fue así como se solicitó la revisión y la aclaración. ( ver ROJAS ARAVENA, Francisco.
“Transición y relaciones civil-militares en Chile: aportes en un nuevo marco internacional”, en
DOMÍNGUEZ, Jorge (Editor), Seguridad Internacional... op.cit., p.140)
92
Ver al respecto: "Rechazo del reclamo chileno por Laguna del Desierto", La Nación, 14 de octubre de
1995, p. 1; "Laguna del Desierto: alegría por varias razones", por Germán Sopeña, La Nación, 14 de
octubre de 1995, p. 14; y "Laguna del Desierto: fin del litigio", La Nación, 15 de octubre de 1995, p. 8.
93
En el caso de Laguna del Desierto muchos recuerdan que en noviembre de 1965, al tiempo que se
reunían los entonces presidentes de Argentina Arturo Illia y de Chile Eduardo Frei (padre) se producía el
incidente en esa zona limítrofe , en el cual patrullas de gendarmes argentinos y carabineros chilenos
intercambiaron disparos y que culminó con la muerte del Carabinero Hernán Merino Correa. La relación
personal entre los mandatarios, permitió minimizar el incidente aunque este hecho era una evidencia de
que había puntos difusos en la demarcación fronteriza. Luego se anunció que se reuniría la XXIV
Comisión Mixta de Límites en Balmaceda para encontrar alternativas de solución ante la situación
planteada ( Ver al respecto FRAGA, Rosendo, “Argentina y Chile: un siglo de encuentros presidenciales”
en La Nación, 22 de abril de 1996,p.9)
94
Establecida en virtud del trazado de líneas rectas que vinculan puntos, afloraciones rocosas y otros
accidentes y diseñada por el entonces Secretario de Relaciones Exteriores de la Argentina Embajador
Juan Carlos Olima , seguía una línea media entre la máxima pretendida por la Argentina y la máxima
pretendida por Chile. De ello resultaba que se otorgaban 1057 km2 a Chile y 1238 km2. a la Argentina.
95
CISNEROS, Andrés, “La lógica jurídica y la lógica política” en Archivos del Presente, octubrediciembre de 1996, nº 6, p.144 y ss. En ese artículo, se recorrían antecedentes de la cuestión y, entre otros
temas, se recordaba que había sido la iniciativa de argentina de incorporar en Parque Nacional los
Glaciares al patrimonio mundial cultural y natural de la UNESCO, lo que mereció la presentación de una
reserva por parte de Chile (1981). Que había sido como consecuencia de los desacuerdos preexistentes
62
respecto de la demarcación , que las partes decidieron adoptar el método de demarcación por líneas
rectas apoyadas en los accidentes geográficos o afloraciones rocosas que sobresalen del hielo o bien el
uso de las coordenadas geográficas. A ese respecto los gobiernos acordaron el trazado de una línea
poligonal que une los 19 puntos comprendidos entre el monte Fitz Roy y el Cerro Daudet, lo cual se había
inspirado en precedentes internacionales regionales de similares características. Sobre un área de
2295km2, se reconoce como territorio argentino 1238km2 y 1057km2 como territorio chileno”.
96
STORANI, Federico , “Hielos continentales y la línea poligonal”, en Archivos del Presente, octubrediciembre de 1996, nº 6,pp.157 y sigs.. Dicha línea, en su opinión, y” después de haber consultado
especialistas en geografía, glaciares y en DI, no reconoce relación alguna con los antecedentes jurídicos,
históricos y geográficos del límite fijado en 1881 a perpetuidad.” Agregaba que “ la zona del Monte Fitz
Roy y Stokes nunca estuvo en discusión con Chile”. Sostiene que “las partes se habían puesto de acuerdo
que el criterio era el de las más altas cumbres y el de la divisoria de aguas, que en esa región coincidían, y
que dicha zona no fue sometida al laudo británico”. Además, e “ independientemente de la posible
voluntad de Chile de abrir una discusión novedosa, en un tema ya superado, seguimos creyendo en
nuestro derecho y en la contundencia de los antecedentes que permiten alcanzar una delimitación precisa
de acuerdo con el tratado de 1881”. Evaluaba dicha decisión gubernamental como apresurada,
equivocada e improvisada y por lo tanto, deberá ser rectificada por el Poder Ejecutivo., retirando el
Acuerdo del Congreso o rechazándolo el propio Congreso en ejercicio de sus facultades indelegables.
Además sostiene que el trazado de la poligonal genera a futuro una enorme confusión que podría ser
fuente de problemas.
Habría que evitar entonces: fijar un nuevo límite, abrir una discusión que nunca existió, internacionalizar
cuencas que son exclusivamente argentinas. Por lo tanto, sería necesario encara una nueva negociación
directa y construir medidas de confianza mutua. Además propone que por la vía legislativa, ambos países
introdujeran una especie de reserva Ecológica dentro de nuestros respectivos territorios (libre de
armamentos, de presencia militar, impedir la alteración física y química del agua líquida y sólida). Dicha
reserva no crea un territorio compartido ni bajo una administración común, se trataría de un territorio
exclusivamente nacional”.
97
Ver al respecto “El PJ postergaría la votación en la Comisión de Relaciones Exteriores”, Clarín, 20 de
agosto de 1992; “Intensa gestión del Canciller Di Tella ante los diputados”, La Nación, 5 de agosto de
1992,p.12; “La votación viene peleada”, en La Nación , 6 de agosto de 1992, p.14
98
En el documento de 10 páginas del 23 de julio de 1992 ( como respuesta a la consulta), Eduardo
Jiménez de Aréchaga, hace sus consideraciones tomando en cuenta : En primer lugar, el Art. 1 del tratado
de 1881 que dice “El límite entre la Argentina y Chile es, de norte a sur, hasta el paralelo 52º de latitud, la
Cordillera de los Andes. La línea fronteriza correrá por las Cumbres más elevadas de dichas cordilleras
que dividen las aguas y pasará por entre las vertientes que se desprenden a un lado y a otro.” -El artículo
1, también contempla que en caso de suscitarse dificultades cuando no sea clara la línea divisoria de
aguas, dichos inconvenientes serán resueltos amistosamente por dos peritos, uno por cada parte. En la
zona comprendida entre el Monte Fitz Roy y el Cerro Stokes se suscitaron dificultades del orden de las
previstas en la segunda cláusula del Art. 1 del tratado de 1881, dada la existencia de hielos permanentes y
glaciares que impedían el acceso, en la época en que se efectuó la demarcación. - También manifiesta
que “Surge de los antecedentes, que en la zona los dos peritos designados –Moreno por Argentina y
Barros Arana, por Chile-, coincidieron en el trazado de una línea determinada, entre los Cerros Fitz Roy y
Stokes. Esa línea fue trazada por el perito Moreno en los mapas 10 y 11 presentados por Argentina al
árbitro inglés en 1902, mencionándose en dicha Memoria las más altas Cumbres y las respectivas alturas
de los cerros donde correría la línea: Cerros Campana, Agassiz, Mayo, Heim y Stokes.
De lo anterior, Jiménez de Aréchaga sostiene que en caso de recurrir a un arbitraje, resulta indudable que
el árbitro fijaría el límite corriendo por los Cerros Fitz Roy, Campana, Agassiz, Heim, Mayo y Stokes
como hitos naturales tal como lo presentó el perito Moreno en la memoria de 1902. Es así que lo hecho
por el perito Moreno obliga a la Argentina ya que el país hizo suyo la descripción y el trazado del mapa al
presentarlos en su Memoria. Es en esta forma y con esta trayectoria que el acta de 1º de octubre de 1898,
suscrita por Moreno y barros Arana, ha de producir “pleno efecto” y será considerada “firme y valedera
sin necesidad de otras formalidades y trámites.” El jurisconsulto acude también a la Jurisprudencia
Internacional , con varios ejemplos,y manifiesta que “ si se recurriera” a un arbitraje entre Argentina y
Chile sobre este segmento de la frontera, el tribunal consideraría como concluyente y definitivo el
acuerdo entre los peritos Moreno y Barros Arana. Consideraba también que “ Si bien las Partes pueden
modificarlo por acuerdo mutuo. como es el caso del Acuerdo de 1991, esto no podría hacerlo un tribunal
arbitral”.
99
Ver SANTORO, Daniel “ Un as en la manga” El argumento secreto del gobierno sobre los Hielos, en
Clarín, 5 de agosto de 1992; “El dictamen secreto”, en Clarín, 20 de agosto de 1992.
63
100
“ Ningún árbitro dirá algo distinto”, Reportaje al Vicecanciller de Chile, Página 12, 4 de agosto de
1992.
101
Puede verse:"Hielos: Menem y Frei confían en los Congresos", La Nación, 27 de abril de 1996, p. 11
y editorial de opinión "Frei en la Argentina", La Nación, 29 de abril de 1996, p. 8.
102
Ver al respecto."Hielos. El Gobierno propone algo más", por Germán Sopeña, La Nación, 11 de
mayo de 1996, p. 1; "Hielos: una propuesta adicional", por Germán Sopeña, La Nación, 11 de mayo de
1996, p. 10.
103
"Buscan consenso sobre los hielos", La Nación, 7 de julio de 1996, p. 5.
104
Puede verse: "Hielos: se reúnen legisladores argentinos y chilenos", La Nación, 26 de noviembre de
1996, p. 9; "Estrategia del PJ por los hielos", La Nación, 27 de noviembre de 1996, p. 7; y "Hielos: hubo
diferencias con los parlamentarios chilenos", por Graciela Guadalupe, La Nación, 28 de noviembre de
1996, p. 6.
105
"Acuerdo por el protocolo adicional sobre los hielos", La Nación, 7 de diciembre de 1996, p. 12.
106
Una visión comparativa de las principales divergencias sostenidas por los opositores, tanto del lado
argentino como chileno, puede consultarse en : FUENTES, Claudio, “Chile-Argentina: el proceso de
construir confianza”, Nueva Serie FLACSO, 1997.
107
Ver al respecto: "Menem y Frei firman el protocolo de los Hielos", La Nación, 10 de diciembre de
1996, p. 1; "Menem presionó al Congreso por el protocolo", La Nación, 10 de diciembre de 1996, p. 11;
"Moderado optimismo", por Federico Quilodrán, La Nación, 10 de diciembre de 1996, p. 11; "El análisis
de la noticia. Buen propósito, mala solución", por Germán Sopeña, La Nación, 10 de diciembre de 1996,
p. 11; "Día amargo para los patagónicos", por Alfredo Tresguerres, La Nación, 10 de diciembre de 1996,
p. 12. "Protestas en Santa Cruz, La Nación, 10 de diciembre de 1996, p. 12; "Hielos: presión de Menem
y de Frei a sus legisladores", por Martín Di Natale, La Nación, 11 de diciembre de 1996, p. 1; "Los nueve
puntos que se suman al acuerdo", La Nación, 11 de diciembre de 1996, p. 10; "El epílogo de largas
disputas", por Federico Quilodrán, La Nación, 11 de diciembre de 1996, p. 11; "Duro debate interno en el
PJ por los hielos", La Nación, 12 de diciembre de 1996, p. 1; "El arbitraje, un fantasma que sobrevuela
los Hielos", La Nación, 12 de diciembre de 1996, p. 6; "Rechazo de técnicos y abogados", La Nación, 12
de diciembre de 1996, p. 6; editorial de opinión "Los hielos continentales", La Nación, 12 de diciembre
de 1996, p. 8; "Hielos: Menem no descartó un arbitraje", La Nación, 14 de diciembre de 1996, p. 6; "La
Academia de la Historia, en contra de la poligonal", La Nación, 14 de diciembre de 1996, p. 6; "En la
calle hay opiniones dispares sobre el protocolo", La Nación, 14 de diciembre de 1996, p. 6; "De pronto
irrumpió la opinión pública", por Germán Sopeña, La Nación, 15 de diciembre de 1996, p. 7; "La
ausencia de un consenso", por Atilio Cadorín, La Nación, 17 de diciembre de 1996, p. 7; "Veteranos de
guerra, con fervor patriótico", por Santiago O' Donnell, La Nación, 18 de diciembre de 1996, p. 7;
"Nuevas repercusiones negativas", La Nación, 18 de diciembre de 1996, p. 7; "Protestas por el acuerdo
con Chile" y "UCR: Del Beagle a los hielos del Sur", por Hugo Caligaris, La Nación, 21 de diciembre de
1996, p. 14.
108
"Impulsan en el Congreso un plebiscito por los Hielos", La Nación, 13 de diciembre de 1996, p. 1;
"Kirchner apuesta al plebiscito como instancia decisiva", La Nación, 13 de diciembre de 1996, p. 7; y
"La oposición pide consulta popular", La Nación, 13 de diciembre de 1996, p. 7.
109
Puede verse: "Hielos: día clave en Diputados. El oficialismo intentará producir el dictamen favorable
al acuerdo con Chile", La Nación, 17 de diciembre de 1996, p. 1; "Hielos. Hubo dictamen, pero el PJ
postergará el debate", La Nación, 18 de diciembre de 1996, p. 1; "El PJ tuvo su dictamen, aunque no
puede avanzar en el recinto", La Nación, 18 de diciembre de 1996, p. 6; "La ilógica poligonal", La
Nación, 18 de diciembre de 1996, p. 6.
110
Merecen ser tenidos en cuenta, dos exámenes muy medulosos sobre la cuestión de referencia: Uno de
ellos, que tomó en cuenta opiniones jurídicas, políticas, argentinas y chilenas, fue producido por los
Senadores Antonio Cafiero, Carlos L. De la Rosa, José Luis Gioja y Osvaldo Salade , titulado “Hielos
Continentales. ¿Aprobación , rechazo o superación? (mimeo) , l997, 48 págs. El otro, corresponde al
Dr.Raúl Luis Cardón “ Contribución al estudio del problema de los Hielos Continentales Patagónicos
desde un punto de vista jurídico.(mimeo), Salta, 15 de marzo de 1997 , 32 págs. . De este último,
conviene tener en cuenta las palabras preliminares con las que el autor enmarca su trabajo: “Antes de
abordar específicamente nuestro tema nos parece oportuno señalar que algunos de los participantes en la
polémica sobre los Hielos Continentales Patagónicos y la actitud de asumir por nuestro país en dicha
cuestión, han intentado disminuir la importancia del Derecho y la relevancia de los tratados vigentes entre
la Argentina y Chile como bases para el logro de una resolución correcta y duradera, privilegiando, en
cambio, los factores políticos, económicos y, en cierta forma, sociológicos.”
111
PEREZ LLANA, Carlos, El regreso .... op.cit., 274. Al dar su posición sobre la cuestión de los Hielos
Continentales – que ya había hecho pública en 1996 a través de los medios- sostiene que pretendió ser
64
solucionada por un acuerdo presidencial que mediante una caprichosa línea poligonal buscó marcar los
límites sin aplicar el criterio de las más latas cumbres que dividen aguas, que es el previsto en estos casos.
Agravó esta situación el argumento esgrimido por la Cancillería argentina para no apelar al mencionado
criterio: imposibilidad técnica de encontrar la línea divisoria tratándose de hielos eternos, más tarde
también se dijo que los métodos a los que se podía apelar eran muy costosos. Sin duda, al demostrarse
que la técnica permite arribar a la divisoria de aguas y que los costos son bajísimos, la legitimidad
precaria que sustentaba el acuerdo alcanzado se licuó y condujo al actual impasse : un Tratado que no se
aprueba , entre otras razones porque en el seno del justicialismo no alcanza total consenso”. Y continúa su
argumentación diciendo “Hubiera correspondido enviar la cuestión de los Hielos a arbitraje como se hizo
con el Lago del Desierto”.
112
"Hielos: existe un tratado secreto entre Menem y Frei", por Sergio Levit, La Nación, 9 de enero de
1997, pp. 1 y 4; e "Hielos continentales: por la demora del Congreso. La conciliación con Chile sería en
marzo. Menem no quiere que la controversia sea usada en la campaña electoral. Chile se resiste a poner
un tribunal especial", La Nación, 9 de enero de 1997, p. 4.
113
"Hielos: Chile dice que habrá tensión si se llega al arbitraje", por Martín Dinatale, La Nación, 16 de
enero de 1997, pp. 1 y 6.
114
"Hielos: voto favorable a Chile", por Federico Quilodrán, La Nación, 13 de marzo de 1997, p. 10.
115
"Presión de Di Tella por los hielos", La Nación, 18 de marzo de 1997, p. 7.
116
"La UCR rechaza el acuerdo con Chile", La Nación, 22 de marzo de 1997, p. 10.
117
"Hielos: postergaron la ratificación hasta 1998", por María O' Donnell, La Nación, 17 de abril de 1997,
pp. 1 y 11; y "En 1998, un escenario distinto", La Nación, 17 de abril de 1997, p. 11.
118
"Gestiones para descongelar los Hielos", La Nación, 1 de julio de 1997, p. 9.
119
"Di Tella busca que los Hielos no se estanquen", por María O' Donnell, La Nación, 17 de julio de
1997, p. 9 y "Tras una definición por los Hielos", La Nación, 18 de julio de 1997, p. 8.
120
"Hielos: Di Tella busca acordar con la Alianza", La Nación, 31 de octubre de 1997, p. 9.
121
La nueva propuesta tenía la ventaja de contar con la coincidencia de sectores del PJ y de la Alianza, de
un experto como el ingeniero Bruno Ferrari Bono –uno de los diseñadores de la nueva traza- e incluso
con el aval del propio presidente Carlos Menem. Las gestiones legislativas para la aprobación del nuevo
dibujo de la línea estuvieron protagonizadas por tres legisladores: el radical Marcelo Stubrin, el peronista
Fernando Maurette y el frepasista Guillermo Estévez Boero. De acuerdo con la información suministrada
por artículos en el diario La Nación, el nuevo dibujo de la línea era menos grosero que el de la poligonal
porque tenía en cuenta la geografía del lugar (corregía las mutilaciones del glaciar Perito Moreno y del
fondo del glaciar Viedma, haciendo pasar la frontera por el cordón cordillerano Mariano Moreno –como
siempre lo estableció el mapa argentino, que coincide con la geografía). No obstante esta diferencia, el
nuevo trazado no representaba un gran cambio respecto de la vieja poligonal en lo referente a la
distribución de kilómetros cuadrados para cada parte, razón que motivó los reparos de los legisladores de
Santa Cruz Cristina Fernández de Kirchner (PJ) y Rafael Flores (FREPASO). Los dos diputados, que en
su momento criticaron a la poligonal, manifestaron su rechazo a la nueva propuesta con idénticos
argumentos, señalando que “se negocia en secreto y se reparte el territorio de la provincia con
irresponsabilidad”. Ver al respecto los siguientes editoriales: “Niegan avances en el acuerdo sobre los
Hielos. Las cancillerías admiten que hay negociaciones sólo entre legisladores”, La Nación, 23 de junio
de 1998, p. 6; “Hielos: pedirán hoy el retiro de la poligonal”, por Germán Sopeña, La Nación, 24 de junio
de 1998, p. 6; “Hielos: pidieron el retiro de la poligonal”, La Nación, 25 de junio de 1998, p. 1; “Di Tella
tiene un optimismo moderado”, por María Elena Polack, La Nación, 25 de junio de 1998, p. 7; “Un paso
adelante hacia la discusión técnica real. Se trata de demarcar la frontera según la geografía”, por Germán
Sopeña, La Nación, 26 de junio de 1998, p. 7; “Hielos: el Gobierno apoya la nueva línea”, por Germán
Sopeña, La Nación, 4 de julio de 1998, pp. 1 y 10.
122
Ver al respecto: “Hielos: Chile está dispuesto a negociar”, La Nación, 26 de junio de 1998, p. 1;
“Insulza: el arbitraje está muy lejos. El canciller chileno niega que se haya congelado el acuerdo de 1991,
aunque espera la nueva propuesta argentina”, por Federico Quilodrán, La Nación, 26 de junio de 1998, p.
6.
123
Puede verse: “Hielos: proponen una alternativa a la línea poligonal”, por María O’ Donnell, La
Nación, 15 de julio de 1998, p. 9; e “Hielos: en el Congreso piden un nuevo acuerdo”, La Nación, 16 de
julio de 1998, p. 8.
124
Ver: “Frei busca aclarar dudas con Menem”, por Federico Quilodrán, La Nación, 14 de agosto de
1998, p. 8; “Diálogo clave con Frei por los Hielos”, por Federico Quilodrán, La Nación, 15 de agosto de
1998, pp. 1 y 6; y “Diálogo en la asunción de Cubas en Paraguay. Hielos: Chile acepta estudiar una
alternativa”, por María O’ Donnell, La Nación, 16 de agosto de 1998, pp. 1 y 9.
65
125
En realidad, en relación con el retiro del acuerdo Menem-Aylwin no existían diferencias de criterio
entre los miembros de la bancada justicialista. La controversia se planteaba a la hora de discutir el
proyecto que preveía tres lineamientos básicos para el nuevo acuerdo de límites entre los 200 kilómetros
que separan a los cerros Fitz Roy y Daudet: a) el establecimiento de la línea fronteriza por las cumbres
más elevadas de la cordillera que dividan aguas; b) la garantía de que la cuenca del río Santa Cruz fuese
considerada como recurso hídrico de la Argentina; c) el establecimiento de una cláusula que asegurara
que la Argentina no pretendía acercamiento alguno a los fiordos ubicados en el Océano Pacífico. La
inclusión de los puntos b) y c) como temas de discusión suscitó la oposición de los diputados Cristina de
Kirchner, Sergio Acevedo y Lidia Mondelo ( del PJ-Santa Cruz), y de sus colegas de Chubut José Manuel
Corchuelo Blasco y Mario Das Neves, quienes argumentaban que 1) la soberanía del río Santa Cruz
estaba fuera de discusión; y 2) los límites de la zona sur del glaciar cercana a los fiordos no debían ser
modificados. Ver “Di Tella buscó apoyo por los Hielos entre los diputados del PJ”, La Nación, 4 de
noviembre de 1998, p. 9.
126
“Hielos: sigue sin fecha la firma del acuerdo”, La Nación, 25 de noviembre de 1998, p. 12.
127
“Hielos: se firmará en Buenos Aires”, por Andrea Centeno, La Nación, 5 de diciembre de 1998, p. 6.
128
Ver al respecto “El acuerdo por los Hielos: “Un gran triunfo”, por Guido Di Tella, La Nación, 15 de
diciembre de 1998, p. 7; “Hielos: se suscribe hoy el acuerdo”, La Nación, 16 de diciembre de 1998, p.
10; “Cinco negociadores por una frontera sin conflictos”, La Nación, 16 de diciembre de 1998, p. 10 (allí
se identificaba como negociadores que lograron el nuevo acuerdo del lado argentino a los legisladores
Fernando Maurette –PJ, presidente de la Comisión de RREE de la Cámara Baja- y el diputado radical
Marcelo Stubrin, quienes negociaron el nuevo acuerdo en el ámbito parlamentario. Por su parte, el
diplomático Carlos Foradori fue el portavoz del Palacio San Martín. Del lado chileno, los dos
negociadores claves mencionados por el editorial fueron el presidente de la Comisión de RREE del
Senado y dirigente del Partido Socialista Jaime Gazmuri y la directora de Fronteras de la Cancillería de
Chile María Teresa Infante) ; “Solución al último conflicto con Chile”, por La Nación, 17 de diciembre
de 1998, p. 10; “El análisis de la noticia. Nuevo clima de confianza”, por Germán Sopeña, La Nación, 17
de diciembre de 1998, p. 10.
129
Votaron en contra del acuerdo los diputados Ramón Torres Molina (FREPASO- Buenos Aires); Nancy
Avelin (Cruzada Renovadora de San Juan); Juan Zacarías (PJ, Entre Ríos); Orlando Aguirre (PJ,
Formosa); Lidia Montelo, Sergio Acevedo, Rita Drisaldi y Cristina Kirchner (del PJ, Santa Cruz). Ver al
respecto “Hielos Continentales. Diputados ratificó el acuerdo”, por Martín Dinatale, La Nación, 30 de
diciembre de 1998, p. 9.
130
Se abstuvieron Eduardo Mondino (PJ, Córdoba); Catalina Méndez de Medina (FRENAPU,
Corrientes); Carmen Draguicevic y Erminda Gudiño (PJ, Tierra del Fuego); Mariano Viaña y Ernesto
Loffler (Mo.Po.Fu, Tierra del Fuego) y Carlos Balter (Demócrata de Mendoza). Ver Idem nota anterior.
131
“Diputados ratificó el acuerdo de los Hielos”, La Nación, 30 de diciembre de 1998, p. 1; “Hielos
Continentales. Diputados ratificó el acuerdo”, por Martín Dinatale, La Nación, 30 de diciembre de 1998,
p. 9; y “El análisis de la noticia. Un símbolo de confianza política, aunque falte el mapa definitivo”, por
Germán Sopeña, La Nación, 30 de diciembre de 1998, p. 9.
132
“Ultimo momento. Hielos: el Senado de Chile aprobó el acuerdo”, La Nación, 11 de marzo de 1999, p.
1.
133
Los votos en contra en el Senado argentino fueron los de Alfredo Avelín (Cruzada Renovadora-San
Juan); José Antonio Romero Feris (Autonomista-Corrientes); Luis León (UCR-Chaco); y los peronistas
santa-cruceños Daniel Varizat y Eduardo Arnold.
134
Los votos en contra en la Cámara de Diputados chilena fueron los de los legisladores de la derecha
chilena, Renovación Nacional (RN) y Unión Democrática Independiente (UDI). No obstante, cinco
diputados de RN y uno de la UDI, Cristina Leay, acompañaron el voto favorable de la Concertación
(oficialismo)
135
Puede verse: “Era el último litigio fronterizo entre ambos países. Hielos: ratificaron el tratado aquí y
en Chile”, La Nación, 3 de junio de 1999, p. 1; “El acuerdo por los hielos continentales: prevaleció una
posición mayoritaria. Punto final al conflicto limítrofe”, por María Fernanda Villosio, La Nación, 3 de
junio de 1999, p. 8; “En Chile, con el voto de la Concertación”, por Alejandra Conti, La Nación, 3 de
junio de 1999, p. 8; y “Un enfrentamiento que ya es historia”, por Andrea Centeno, , La Nación, 3 de
junio de 1999, p. 9.
136
“Hielos: ratifican el tratado”, La Nación, 26 de junio de 1999, p. 8.
137
“Menem y Aylwin constituyeron los comités de frontera” y “Punto de partida de acciones concretas”,
por Ovidio Bellando, La Nación, 24 de agosto de 1991, p. 5.
138
El canciller argentino, Guido Di Tella, y el embajador de Chile en la Argentina, Carlos Figueroa
Serrano, dejaron oficialmente inaugurado el tránsito operativo por el paso de Jama, durante una
66
ceremonia que se desarrolló en el histórico pueblo jujeño de Purmamarca. Se ha citado que para que esto
pudiera concretarse, tuvieron un papel protagónico los empresarios privados argentinos y chilenos,
quienes aportaron un millón de dólares en maquinarias, materiales, combustibles y gastos de personal así
como para mejorar el camino hacia éste y además poner en condiciones un tramo de 30 km. dentro de
Chile. Ver al respecto “Inauguran el tránsito por Jama”, La Nación, 7 de diciembre de 1991, p. 1 y
“Habilitaron el paso de Jama”, La Nación, 7 de diciembre de 1991, p. 14.
139
Los textos completos pueden consultarse en : CARI- Comité de Estudios de Asuntos
Latinoamericanos, Las relaciones argentino-chilenas... op.cit., pp.351-355.
140
Se han dado algunos pasos concretos al respecto, véase por ejemplo “Seminario de difusión y
discusión de resultados” Documento de Trabajo. Proyecto Visión Argentino-Chilena en el Sistema
Educativo, dirigido por Luis Alberto Romero. Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 23 de
octubre de 1998. (Estos informes han sido ingresados a la Dirección General de Asuntos Culturales y la
Dirección de América del Sur del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto,
en junio de 1999)
141
VARAS, Augusto y FUENTES, Claudio, Defensa Nacional, Chile 1990-1994, FLACSO, Santiago,
Chile, 1994; VARAS, Augusto, “Las relaciones cívico-militares en la democracia” en América Latina,
militares y sociedad, FLACSO, San José de Costa Rica,1991; ROJAS ARAVENA, Francisco,
“Transición y relaciones civil- militares en Chile: aportes en un nuevo marco internacional” en
DOMÍNGUEZ, Jorge (Editor), Seguridad internacional ...,op.cit. pp.143-146.
142
Ver al respecto ESCUDE, Carlos; FONTANA, Andrés , “Las políticas de seguridad ... op.cit., p.99
143
"Domínguez se reunió con Pérez Yoma", La Nación, 27 de noviembre de 1996, p. 7.
144
"Cumbre militar argentino-chilena", por Francisco J. Papini, La Nación, 2 de junio de 1997, p. 7;
"Comienza la cumbre militar con Chile", La Nación, 10 de junio de 1997, p. 8; y "Se busca una alianza
militar con Chile", La Nación, 12 de junio de 1997, p. 10.
145
“Avances en la integración militar”, La Nación, 30 de junio de 1999, p. 6.
146
"Inéditas maniobras militares con Chile. Anunciaron que se harán en el primer semestre de 1998", por
María O' Donnell, La Nación, 18 de julio de 1997, p. 8.
147
"El Ejército no quiere ejercicios con Chile", La Nación, 28 de julio de 1997, p.1 ; y "Cuestionan los
ejercicios con Chile", por Alfredo Vega, La Nación, 28 de julio de 1997, p. 5.
148
"Controversia por los ejercicios militares conjuntos. Ratifican las maniobras con Chile", La Nación, 29
de julio de 1997, p. 6; y "Según la defensa chilena, existe un compromiso político", por Federico
Quilodrán, La Nación, 29 de julio de 1997, p. 6.
149
"Nuevo avance en la relación con Chile", por María O' Donnell, La Nación, 9 de agosto de 1997, pp. 1
y 10; y "El único conflicto es con el narcotráfico", La Nación, 9 de agosto de 1997, p. 10.
150
"Insulza baja el tono por la alianza extra-NATO", por Federico Quilodrán, La Nación, 28 de agosto de
1997, p. 8.
151
"Preparan los ejercicios militares con Chile. En Santiago, se reunieron ayer altos mandos del Ejército",
por Federico Quilodrán, La Nación, 4 de septiembre de 1997, p. 11.
152
Asimismo, las FFAA de ambos países habían planificado, para la segunda semana de septiembre de
1998, ejercicios aeronáuticos conjuntos, que se centraron en la búsqueda y rescate de un avión de
pasajeros caído en una zona montañosa de difícil acceso, en una zona del sur cordillerano, del lado
chileno y cerca de la ciudad de Puerto Montt; y, en una fecha que en ese momento no estaba todavía
definida, maniobras conjuntas de los Ejércitos argentino y chileno. Ver al respecto “Iniciarán la
Argentina y Chile ejercicios conjuntos” y “Los operativos”, La Nación, 4 de agosto de 1998, p. 10;
“Comenzaron los ejercicios con Chile”, por María Elena Polack, La Nación, 11 de agosto de 1998, p. 9;
“En un hecho histórico y en la zona que estuvo en litigio. Ejercicio naval con Chile en el Sur”, por Silvia
Pisani, La Nación, 12 de agosto de 1998, pp. 1 y 8; y “Marinos argentinos y chilenos unidos en el Sur”,
por Silvia Pisani, La Nación, 14 de agosto de 1998, p. 8.
“Histórico paso entre Chile y la Argentina. Comienza hoy una práctica naval conjunta en el Mar Austral”,
por Silvia Pisani, La Nación, 17 de agosto de 1998, p. 8; “Desmienten diferencias en los ejercicios
navales con Chile”, La Nación, 19 de agosto de 1998, p. 8; y “Se hundió un buque argentino”, por Silvia
Pisani, La Nación, 20 de agosto de 1998, pp. 1 y 10.
153
“Cien años después del encuentro Roca-Errázuriz. Otro gesto simbólico entre Menem y Frei”, por Juan
Castro Olivera, La Nación, 16 de febrero de 1999, pp. 1 y 6.
154
Además, los gobiernos de Argentina y Chile se comprometían , luego que la CEPAL finalizara el
estudio indicado, realizar una publicación internacional con los resultados del examen. (Ver al
respecto,“Acuerdan con Chile un equilibrio militar”, La Nación, 17 de febrero de 1999, p. 1; “se afianza
la relación argentino-chilena. Menem y Frei, tras el equilibrio militar”, por Juan Castro Olivera, La
67
Nación, 17 de febrero de 1999, p. 4; y “Estudio comparativo para reforzar la confianza mutua”, por María
Elena Polack, La Nación, 17 de febrero de 1999, p.4)
155
“Militares argentinos y chilenos preparan los futuros ejercicios”, La Nación, 22 de febrero de 1999, p.
5.
156
“Avances en la integración militar”, La Nación, 30 de junio de 1999, p. 6.
157
“Avances en la relación bilateral argentino-chilena. Construirán buques las dos armadas”, por María
Elena Polack, La Nación, 2 de abril de 1999, p. 6; y “La relación militar bilateral con Chile. Confirman el
proyecto para construir naves”, La Nación, 6 de abril de 1999, p. 9.
158
De manera muy somera, pueden citarse los siguientes antecedentes: Declaración Conjunta entre el
Presidente Patricio Aylwin y el Presidente Carlos Menem del 29 de agosto de 1990 que reafirma las
anteriores declaraciones conjuntas de 1941, 1947,1948, 1971 y 1974. Tratado sobre Medio Ambiente
firmado el 22 de agosto de 1991 que incluye entre sus protocolos adicionales una particular referencia a
cuestiones antárticas. Declaración Conjunta del 28 de agosto de 1992 donde se acuerda el apoyo a la
candidatura argentina por la Sede del Tratado Antártico. Declaración Conjunta Presidentes Menem y Frei,
del 26 de agosto de 1994, que incluye nuevamente el apoyo de Chile a la candidatura argentina para la
Sede del Tratado Antártico y la necesidad de fortalecer las negociaciones en el “marco”de la CCRVMA.
Declaración Conjunta del 15 de diciembre de 1998 donde se manifiesta la complacencia de ambos
gobiernos por la entrada en vigor del Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección el Medio Ambiente
y se reafirma el compromiso de contribuir con la concreción de sus principios.
159
Declaración Presidencial Conjunta sobre Fomento de la Confianza y la Seguridad, suscripta en
Ushuaia, 16 de febrero de 1999; Declaración Presidencial Antártica, Ushuaia, 16 de febrero de 1999.
160
Ambos mandatarios suscribieron en ese momento diversos instrumentos bilaterales. Entre ellos, el
“Acuerdo de Cooperación en Ciencia y Tecnología”, ofrece un marco propicio dentro del cual insertar la
cooperación científica en la Antártida. Aunque en un escenario diferente pero como otro ejemplo de estas
inmejorables relaciones, puede señalarse que por tercer año consecutivo, se concretó en enero de 2001 la
patrulla naval conjunta de verano en la Antártida, durante la cual se cumplieron ejercicios de búsqueda,
rescate y salvamentos marítimos, combate contra la contaminación y control de derrames de
hidrocarburos. (“Patrullaje conjunto de las armadas argentina y chilena” en Diario La Nación, Buenos
Aires, 29 de enero de 2001).
161
Para mayores detalles me remito a un trabajo de mi autoría donde se detalla la complicada cuestión
pesquera en aguas comprendidas por la Convergencia Antártica y de aplicación de la Convención para la
Ccnservación de los Recuros Vivos Marinos Antárticos. ( Ver COLACRAI, Miryam, “Consensos
multilaterales y Disensos Bilaterales en el Régimen Antártico”, en CERIR, Obra de Varios autores, La
Política Exterior Argentina 1994-1997, ediciones CERIR, Rosario,1998, pp. 209-214.
162
“Caso Pinochet: la Argentina respalda a Frei”, La Nación, 23 de octubre de 1998, p. 1 y “Rotundo
respaldo de la Argentina a Chile”, La Nación, 23 de octubre de 1998, p. 3.
163
“Agradeció Frei el apoyo argentino”, La Nación, 24 de octubre de 1998, p. 1; “Agradeció Frei el
apoyo de Menem”, La Nación, 24 de octubre de 1998, p. 4.
164
“Menem se juega por Chile en el Mercosur”, por Andrea Centeno, La Nación, 9 de diciembre de
1998, pp. 1 y 12; “Respaldo del Mercosur a Chile, por Andrea Centeno, La Nación, 10 de diciembre de
1998, pp. 1 y 4)
165
Estas cifras aparecen consignadas en la “Declaración Conjunta Presidencial Chile-Argentina, firmada
el 28 de agosto de 1992, cuyo texto completo puede consultarse en CARI- Comité de Estudios de Asuntos
Latinoamericanos, Las relaciones argentino-chilenas...op.cit ,pp.330.
166
El ACE Nº16 tenía como objetivo la creación de un mercado ampliado entre ambos países. Luego, es
reemplazado con la firma del ACE Nº35 en 1996, entre Chile y el MERCOSUR con el propósito de
conformar una zona de libre comercio , dado que Chile había firmado su acuerdo de asociación con el
bloque.
167
En ocasión del viaje del presidente Menem a Santiago, donde se entrevistó con su par chileno,
Eduardo Frei, el 25 de agosto, reafirmaron el plan maestro para reacondicionar o reconstruir 12 pasos
fronterizos, con la consecuente aceleración de los proyectos, y la posibilidad de cerrar un acuerdo
complementario sobre el gasoducto Neuquén-Concepción. (Ver "Menem llegó a Chile con un nuevo
juguete", por Mauricio Carini, La Nación, 26 de agosto de 1994, p. 14) Además, el 26 de abril de 1996,
durante la visita del presidente chileno Eduardo Frei a la Argentina, éste y su colega argentino Carlos
Menem emitieron un comunicado conjunto en el que se destacaba el compromiso chileno de invertir en el
mercado argentino "a partir de un umbral de 300 millones en los próximos 5 años para optimizar los 13
pasos fronterizos considerados prioritarios (Jama, Sico, San Francisco, Agua Negra, Cristo Redentor,
Pehuenche, Pino Hachado, Cardenal Samoré, Coihique, Huemula, Integración Austral, Pircas Negros y
68
San Sebastián). Asimismo, el documento también mencionaba como objetivo común el de la unificación
de los sistemas aduaneros de ambos países.
168
Este proyecto fue concretado por un consorcio encabezado por la empresa canadiense Nova Gas
Internacional, que tenía un 56,5 % de participación; la argentina Compañía General de Combustibles
contaba con un 13, 5 %; Metrogas de Chile participaba con un 15 % y Chilgener, de Chile, otro 15 %. La
inversión fue de 350 millones de dólares. Ver al respecto los editoriales "Comenzó el envío de gas a
Chile", La Nación, 8 de agosto de 1997, p. 1; "Menem y Frei inauguran el gasoducto binacional", por
Romina D' Eramo, La Nación, 8 de agosto de 1997, Sección 2ª: Economía & Negocios, p. 2; y "Comenzó
a fluir el gas entre Mendoza y Santiago de Chile" ambos en La Nación, 8 de agosto de 1997, Sección 2ª:
Economía & Negocios, p. 2.
169
"Se firma el acuerdo de minería con Chile", La Nación, 29 de diciembre de 1997, p. 1; "A la búsqueda
de atraer inversiones extranjeras. Integración minera con Chile", por Romina D'Eramo, La Nación, 29 de
diciembre de 1997, Sección 2ª: Economía & Negocios, p. 1; "Un avance difícil en el Congreso
trasandino", por Federico Quilodrán, La Nación, 29 de diciembre de 1997, Sección 2ª: Economía &
Negocios, p. 1; "Sistemas eléctricos conectados", La Nación, 29 de diciembre de 1997, Sección 2ª:
Economía & Negocios, p. 1; y editorial de opinión "El acuerdo minero con Chile", La Nación, 2 de
enero de 1998, p. 14.
170
“Avances en la relación bilateral argentino-chilena. Construirán buques las dos armadas”, por María
Elena Polack, La Nación, 2 de abril de 1999, p. 6; y “La relación militar bilateral con Chile. Confirman el
proyecto para construir naves”, La Nación, 6 de abril de 1999, p. 9.
171
Recuérdese que la idea de crear la Fundación Argentina Chilena Andes Australes ya había sido
planteada en el Primer Encuentro Binacional del Cono Sur, que tuvo lugar en 1988 en San Martín de los
Andes (Argentina), por el empresario argentino Hernando Campos Menéndez, miembro del Consejo
Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) y con familiares en Chile. Entre los iniciadores de
la fundación se encontraban Francisco Orrego Vicuña, María Teresa Infante y Raymundo Barros Charlin,
de Chile, y Hernando Campos Menéndez, Elvio Baldinelli, José Luis de Imaz y Ana Zaefferrer de la
Argentina. Sobre este encuentro ver los editoriales “Esfuerzos para la integración de la Argentina y
Chile”, por Carlos Reymundo Roberts, La Nación, 23 de noviembre de 1989, p. 7; y “Tras la integración
con Chile”, La Nación, 25 de noviembre de 1989, p. 8.
172
Se indican nómina de entidades y eventos desarrollados ( Ver al respecto CARI- Comité de Estudios
de Asuntos Latinoamericanos, Las relaciones argentino-chilenas...op.cit , pp.107-172)
173
ROJAS ARAVENA, Francisco, “El diálogo argentino-chileno en temas de seguridad y defensa” en
Fuerzas Armadas y Sociedad, nº12,abril-junio de 1997, pp.5-6.
174
"Hielos: piden por la paz obispos de Chile y de la Argentina", por José Ignacio López, La Nación, 13
de diciembre de 1997, p. 13.
175
El 14 de agosto de 1991: Once estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad del Salvador,
junto con pobladores de la localidad de El Chaltén, izaron la bandera argentina en Laguna del Desierto,
Santa Cruz, reivindicando la soberanía argentina en esa región. ”Diputados chilenos avalaron los
acuerdos”; “Laguna del Desierto”, La Nación, 15 de agosto de 1991, p. 5. Pobladores de caleta Olivia
(ciudad santacruceña) cortaron la ruta 3 en señal de protesta por el tratamiento en el Congreso Nacional
del tema de los Hielos continentales (ver “Más opositores”, La Nación, 23 de enero de 1997, p. 5)
176
En la esquina de Corientes y Florida en la Capital Federal, un denominado “Grupo Cóndor” solicitaba
a los transeúntes adhesión contra el acuerdo sobre los hielos continentales "Más opositores", La Nación,
23 de enero de 1997, p. 5.
177
“Seis presidentes llaman a la integración continental” y “Consolidar la paz”, La Nación, 5 de junio de
1990, p. 3.
178
“Compromiso de Santiago con la democracia y la renovación del sistema interamericano”, Santiago
de Chile, 1991 (mimeo). “OEA: apoyo al plan continental de Bush. El organismo también recomendó
negociar el caso Malvinas hasta resolverlo”, La Nación, 7 de junio de 1991, p. 3.
179
“Una misión de cancilleres de la OEA viajará a Haití”, La Nación, 3 de octubre de 1991, p. 2; “La
OEA exigió que Aristide sea repuesto”, La Nación, 4 de octubre de 1991, p. 1; “Di Tella viajó a EE.UU.
La Argentina podría intervenir militarmente”, La Nación, 4 de octubre de 1991, p. 3; “Bush congeló los
bienes de Haití”, La Nación, 5 de octubre de 1991, p. 1; y “Aumenta la presión sobre Haití”, La Nación,
5 de octubre de 1991, p. 3.
180
“Habría consenso en la OEA para no sancionar al gobierno de Fujimori”, La Nación, 11 de abril de
1992, p. 3; “OEA: trata hoy el caso del Perú”, La Nación, 13 de abril de 1992, p. 1; “La OEA deploró el
golpe en Perú”, La Nación, 14 de abril de 1992, p. 1; y las editoriales de opinión “De entre dos
propuestas, la más atenuada”, por Julio Crespo, La Nación, 14 de abril de 1992, p. 2 y “Fujimori volvió
la hoja”, por Roberto Solans, La Nación, 15 de abril de 1992, p. 2, que señalan, entre otros, dos puntos
69
relevantes: 1) que triunfó la posición más moderada dentro de la OEA respecto del autogolpe en Perú; y
2) que Fujimori pasó el temido examen de la OEA “sin un ultimátum perentorio, sin sanciones
concertadas y con un veredicto que “deplora profundamente” la violación constitucional pero no la
“rechaza” ni la “condena”; “Los enviados de la OEA viajarían a Lima mañana”, La Nación, 15 de abril
de 1992, p. 2.
181
“La OEA podría suspender a los países donde triunfe un golpe” y “Quedó aprobada la Declaración de
Nassau”, La Nación, 21 de mayo de 1992, p. 2.
182
Ibídem
183
Documento OEA, “Declaración de Nassau”, ver http://www.oas,org/charter/doc_es También
http://www.nacion.co/cr/In_ee/ESPECIALES/Informes/OEA/asamblea/html.
184
"Concluyó la asamblea en Panamá. La OEA llamó a luchar contra la corrupción" y "Di Tella y la ley
Helms", por Flavia Alemann, La Nación, 8 de junio de 1996, p. 5.
185
Texto completo de la Carta Democrática Interamericana , puede consultarse en
http;//www.comunidad.derecho.org/pantin/cdemocratica.html
;
ver
también
http://www.rree.gob.pe/cdioca/
186
“El Grupo de Río analizará la Iniciativa para las Américas y el reingreso de Cuba a la OEA. Menem
viaja mañana a Venezuela”, La Nación, 10 de octubre de 1990, p. 5; “Positiva, pero insuficiente, la
proposición de Bush. Declaración del Grupo de Río en la cumbre de Caracas”, La Nación, 13 de octubre
de 1990, p.1; “Cuatro países fueron invitados a incorporarse al concluir ayer la reunión en Caracas. El
Grupo de Río resolvió intensificar la concertación política y económica”, La Nación, 13 de octubre de
1990, p. 3; y “Regreso de Cuba a la OEA”, La Nación, 13 de octubre de 1990, p. 3.
187
Ver al respecto “Grupo de Río: sin consenso para la posición argentina sobre Cuba y Haití”, por
Roberto Solans, La Nación, 3 de diciembre de 1991, p. 6; y “Menem, satisfecho sólo a medias por la
reunión del Grupo de Río”, por Roberto Solans, La Nación, 4 de diciembre de 1991, p. 10.
188
“Los cancilleres del Grupo de Río en búsqueda del consenso regional”, por Ovidio Bellando, La
Nación, 24 de marzo de 1992, p. 10; “Menem inaugura la reunión de cancilleres del Grupo de Río”, La
Nación, 26 de marzo de 1992, p. 5; “La reunión de cancilleres”, La Nación, 27 de marzo de 1992, p. 6;
“Acción conjunta antiterrorista”, La Nación, 28 de marzo de 1992, p. 1; “Los cancilleres del Grupo de
Río en Buenos Aires. Bolivia quiere formar un bloque exportador junto con la Argentina”, por Germán
Sopeña y “Acuerdo con Colombia para combatir el terrorismo y el narcotráfico”, por Patricio Bernabé,
La Nación, 28 de marzo de 1992, p. 4.
189
“La VII Cumbre del Grupo de Río con dos ausencias: Argentina y Jamaica”, por Amílcar Antognoni,
La Nación, 15 de octubre de 1993, p. 15.
190
"Pidió el Grupo de Río que se levante el embargo a Cuba", La Nación, 11 de septiembre de 1994, p.
1; y "La clausura de la cumbre del Grupo de Río. Mucho más que la foto de celebridades", por Carlos
Reymundo Roberts, La Nación, 11 de septiembre de 1994, p. 3.
191
Recuérdese el intento de golpe de Estrada del general Lino Oviedo, en abril de 1996 . (Ver al respecto,
BOLOGNA, Alfredo Bruno, “ La Agenda de América Latina” en Cuadernos de Política Exterior,
CERIR. Serie Docencia, nº35, octubre de 1996,p.65.
192
"El Grupo de Río condenará la ley Helms-Burton", por Florencia Carbone, La Nación, 2 de
septiembre de 1996, p. 10; "Leve actitud crítica del Grupo de Río a EE.UU.", por Florencia Carbone, La
Nación, 5 de septiembre de 1996, p. 10.
193
“Terrorismo y crisis financiera, temas del Grupo de Río”, por Henry Raymont, La Nación, 5 de
septiembre de 1998, p. 10; y “El Grupo de Río criticó medidas de los EE.UU.”, La Nación, 6 de
septiembre de 1998, p. 11.
194
Ver al respecto VAN KLAVEREN, Alberto, “EL Grupo de Río. Quince años de Cooperación Política
Regional” en Seminario “El papel de las organizaciones regionales y las multilaterales en la defensa y
promoción de las democracias” , organizado por Unidad para la Promoción de la Democracia de la OEA,
WashingtonD.C., 20 de febrero de 2001, p.3 (mimeo).
70
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