Contrato de compraventa de vehículo, sin inscripción, pero con

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- En la ciudad de Trelew, a los 12
días de agosto del año dos mil trece, se reúne la
Sala “A” de la Cámara de Apelaciones, con la Presidencia del Dr. Marcelo J. López
Mesa y presencia del Sr. Juez del Cuerpo Dr. Carlos A. Velázquez para celebrar
acuerdo y dictar sentencia definitiva en los autos caratulados: “WILLIAMS, Eduardo
Tomás s/ Tercería de mejor derecho en autos: Banco SANTANDER RIO S.A. c/
CHIARO, Eloy Aníbal s/ Ejecutivo (EXP. Nº 530/2011) y Banco SANTANDER RIO
S.A. c/ CHIARO, Eloy Aníbal s/ Ejecutivo (EXP. Nº 532/2011)” (Expte. 167 - Año
2013 CAT) venidos en apelación. Los Sres. Magistrados resolvieron plantear las
siguientes cuestiones: PRIMERA: ¿corresponde declarar desierto el recurso de
apelación deducido a fs. 134 y sostenido con la expresión de agravios de fs. 151/153
vta.?, SEGUNDA: caso negativo de la anterior, ¿son sustancialmente procedentes los
agravios expresados en dicha pieza?, TERCERA: ¿son procedentes los agravios
expuestos a fs. 147/149 por el recurrente de fs. 135?, y CUARTA: ¿qué
pronunciamiento corresponde dictar? y expedirse en orden al sorteo practicado a fs.
161. ----------------------------------------------------------------------------------------------------------------- A LA PRIMERA CUESTIÓN el Dr. Velázquez expuso:
I.- La sentencia de primera instancia acogió la tercería de mejor derechos incoada y
ordenó el levantamiento de los embargos decretados en los procesos principales sobre
el automotor objeto mediato de la pretensión deducida y eximió de costas a los
codemandados.Para así decidirlo el “a quo” se fundó en cuatro argumentos dirimentes, a saber:
A) El boleto de compraventa de fecha cierta anterior al embargo, unido a la
posesión, resulta título suficiente para obtener el levantamiento de la medida.B) En la especie el deudor de los autos principales suscribió ante el Registro de la
Propiedad Automotor el formulario 08 el día 18/09/2009, mientras que la co-titular del
dominio denunció la venta del vehículo en enero de 2010, demostrando otro documento
y las declaraciones testificales rendidas las sucesivas transmisiones hasta llegar al
tercerista, quien suscribe un boleto en mayo de 2010. Así pues, ese boleto es de data
muy anterior a los embargos, trabados de modo provisorio el 28/6/11 y transformados
en definitivos el 20/3/12.C) Las pruebas aportadas al pleito demostraron que el rodado estaba bajo poder del
tercerista,
pues
fueron
acreditados
diversos
actos
posesorios
suyos.
D) No fue probada en autos la no presumible mala fe del tercerista, en el sentido que
la prevé el art. 3269 Cód. Civ., esto es que al recibir la cosa conociera la existencia de
otra obligación a cargo del deudor. Ese conocimiento por el aquí actor no pudo existir
tampoco, pues al momento de la tradición del automotor ni los embargos se hallaban
trabados, ni siquiera el deudor estaba constituido en mora de las obligaciones
reclamadas por el embargante.II.- Para impugnar tal decisorio el embargante en síntesis, expresó:
1) Que le causa agravio la conclusión de la sentenciante referida a la operación de
compraventa del móvil a favor del tercerista, que la juzgadora consideró acreditada con
el simple formulario 08, toda vez que ello no se compadece con el régimen de la
propiedad automotor vigente, en el que la inscripción registral es constitutiva. Añadió
que dicho formulario carece de fecha en relación a su suscripción por la condómina del
vehículo -no demandada- y que el boleto de compraventa a favor del tercerista carece
de
fecha.
2) Que en el régimen de la propiedad automotor aludido la tradición y posesión
consecuente carecen de relevancia, pues ese modo de adquisición ha sido sustituido
por la registración, sin la cual no nació el dominio del tercerista.
3) Que asimismo le agravia la conclusión sentencial tocante a la buena fe del actor,
sin atender a su negligencia en la inscripción del dominio del rodado, añadiendo que al
poseedor de éste sin inscripción debe considerárselo de mala fe, en tanto su creencia
está
fundada
en
la
ignorancia
o
el
error
de
derecho.
III.- Confrontados los argumentos conclusivos expuestos por el Señor Magistrado del
anterior grado con aquellos otros que el recurrente incluyera en su pieza de agravios, se
advierte que estos últimos no satisfacen los requisitos impuestos por el art. 268
C.P.C.C. como una carga que el apelante habrá de cumplir para la suficiencia técnica
del escrito de impugnación. En efecto, el quejoso no ha intentando rebatir las ideas
dirimentes que vertebraron la decisión de la precedente instancia que he resumido.La protesta vertida ha sido encaminada por el carril del alegado carácter constitutivo
de la inscripción registral para deducir de allí que el tercerista no adquirió la propiedad
del locomóvil, con olvido de que en el subexamen no estamos en presencia de una
tercería de dominio, sino que aquí se debatió el mejor derecho a ser pagado, con una
suma de dinero en el caso del embargante y con el cumplimiento de la obligación de
hacer de efectuar la transferencia de la propiedad del automotor en el del tercerista.
Precisamente, la juzgadora de origen concluyó la preferencia del último no porque fuera
propietario de la cosa, sino porque tenía mejor derecho a obtener su dominio por contar
con boleto anterior al embargo, posesión y buena fe. Argumentar entonces a base de la
falta de transferencia de la propiedad resulta inhacedero.Tocante a que el formulario 08 carece de data de suscripción por la condómina del
vehículo, es asimismo invocar una circunstancia irrelevante, visto que aquí los
embargos cuestionados fueron trabados exclusivamente sobre la porción indivisa del
codemandado Eloy Aníbal Chiaro y no sobre el 50 % correspondiente a la copropietaria,
de modo que la fecha en que ella firmara el formulario carece de significado y, en
relación a la venta de la porción indivisa de Chiaro, fue hasta un acto inútil, que,
entonces, no vicia la expresión de voluntad del último. Es que la presencia de una firma
innecesaria no tiene reflejo alguno en la validez del acto de enajenación de Chiaro,
pues, tal cual rezaba el aforismo latino, “utile per inutile non vitiatur”.La apostilla del apelante acerca de la supuesta falta de fecha del boleto suscripto por
el tercerista viene huérfana de asidero. De un lado, porque ese documento obrante a fs.
83 de la documental reservada en el proceso ejecutivo (expte. n° 530 año 2011 del
juzgado de origen) aparece fechado en su encabezamiento mismo; del otro, porque tal
escueto señalamiento del recurrente no importó una crítica concreta y razonada a la
argumentación incluida por la sentenciante a fs. 129 vta., párr. 1°, donde ella apreciara
que la autenticidad de dicho instrumento no fue desconocida por los codemandados y,
además, fue ratificada por las declaraciones testificales. El intento de destruir los
fundamentos expuestos y desenvueltos por el sentenciante de la anterior instancia es lo
que conforma la esencia del agravio y le confiere a la queja calidad de tal, de modo que
si la impugnación traída omite tal tentativa la misma resulta inatendible, provocando ello
la firmeza de lo merituado en el grado precedente (arts. 268, 269, 274 C.P.C.C., su
doc.; este tribunal, c. 18.305 S.D.C. 26/02, c. 22.542 S.D.C. 12/08, c. 325/11 S.D.C.
28/11).Tocante a la alegación del apelante relativa a la intrascendencia de la posesión en el
régimen de la propiedad automotor que nos rige -sustituida en tal sistema por el modo
inscripción-, forzado me veo a reiterar que aquí no fue debatida la adquisición del
dominio del rodado por el tercerista, sino su mejor derecho a obtenerla, de modo que la
posesión cuenta en el caso sólo como medio de publicidad. Es sabido que la publicidad
registral no eliminó totalmente la publicidad posesoria, pues no obstante la superioridad
técnica de la primera, la posesión puede constituir la exteriorización de una situación
jurídica real, de innegable trascendencia publicitaria, cuando es apreciada no desde el
punto de vista fugaz del acto de la tradición, sino desde el ejercicio de ella prolongado
en el tiempo durante un plazo razonable (confr.: Recomendación del Segundo
Encuentro de Abogados Civilistas, Santa Fé 1988, Comisión 4ta., transcripta y
comentada por Andorno, en “Vigencia de la publicidad posesoria en materia de
derechos reales”, Zeus 50-D-193; mi voto en “Curiche, B. s/ tercería de mejor derecho
en autos 'Campo, J. M. c/ Di Prospero, R. s/ cob. de hab. e indem. de ley' ”, causa de
esta
Cámara
n°
234/12,
S.D.L.
32/12).
A propósito de la buena fe del tercerista, la argución del apelante pasa por alto que
la Señora Magistrada “a quo” se refirió al particular sentido en que emplea el concepto
el art. 3269 Cód. Civ., es decir el desconocimiento por el tercerista al momento de
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recibir el automotor de la existencia de otra obligación a cargo del codemandado
Chiaro, conclusión que la juzgadora de otro grado sustento en que al instante de la
tradición del móvil los embargos no se hallaban trabados y ni siquiera el deudor estaba
constituido en mora de las obligaciones reclamadas por el embargante.En suma, las apuntadas deficiencias de la expresión de agravios de fs. 151/153 vta.
conducen a la frustración del recurso. Cual es bien sabido, por imperio del recordado
art. 268 C.P.C.C., la expresión de agravios debe contener una crítica concreta y
razonada de las partes del fallo que el apelante considera equivocadas y para que esa
carga quede adecuadamente satisfecha es menester que los fundamentos del
sentenciante sean objeto de efectivo ataque.La ley procesal requiere, a efectos de mantener el debate en un plano intelectual
antes que verbal, que la crítica dirigida a la sentencia sea concreta, lo que significa que
la parte debe seleccionar del discurso del juzgador aquel argumento que constituya
estrictamente la idea dirimente y que forme la base lógica de la decisión. Efectuada esa
labor de comprensión, incumbe luego al recurrente la tarea de señalar en cuál punto del
desarrollo argumental se ha incurrido en una errata, sea en las referencias fácticas o en
la interpretación jurídica, que conduce al desacierto ulterior. Cuando el litigante no
formula los agravios de esa manera, cae derrotado, antes que por la solidez de la
sentencia todavía no revisada, por la falta de instrumental lógico de crítica. Es que la
función esencial del órgano “ad quem” consiste en confrontar los argumentos del “a
quo” con aquellos otros que, de contrario, aduce el recurrente, de modo que ante la
ausencia de concretos y razonados agravios queda la Alzada desprovista del material
indispensable para el desarrollo de su labor (este Cuerpo, c. 16.416 S.D.C. 31/00, c.
18.086 S.D.C. 28/02, 19.003 S.D.C. 47/03, c. 20.9915 S.D.C. 3/06, entre otras).Considero por ello que debe declarase desierto el recurso (art. 269 C.P.C.C.).Por todo lo expuesto, finalizo expidiéndome en esta primera cuestión por la
AFIRMATIVA.--- A LA PRIMERA CUESTIÓN, el Señor Presidente de la Sala A, Doctor Marcelo
López Mesa, expresó: ---------------------------- Que las cuestiones fácticas han sido suficientemente referidas por el colega de
primer voto, motivo por el cual no abundaré en ellas, dando por reproducidos aquí los
desarrollos efectuados al respecto por el Dr. Velázquez. Me concretaré, para el sustento
individual de mi voto, a analizar los aspectos relevantes traídos a revisión de esta Sala.--- Que analizadas las críticas vertidas por el apelante en apoyo de sus agravios y
puestas en línea con los desarrollos del a quo, surge manifiesto que los primeros son
insuficientes e inadecuados para conmover los últimos. Ello, dado que el escrito de
sostenimiento del recurso, no cumple los recaudos exigidos por el art. 268 C.P.C.yC.
como carga técnica mínima de todo recurrente.-------------------------------------------------------- La apelante ha efectuado un sobrevuelo sobre la temática del pleito, dando
escuetamente una opinión suya sobre cómo debió haber sido resuelto éste, pero sin
hacerse cargo de las razones por las que el a quo no acogiera sus alegaciones.------------- Ni siquiera ha procurado la apelante conmover la totalidad de las vigas maestras que
sustentan la sentencia atacada, limitándose a efectuar un cuestionamiento parcializado
e insuficiente de la resolución en debate, por ejemplo, pretender hacerse fuerte en
aspectos que carecen de una entidad dirimente del pleito, sin poner en crisis a lo
expuesto en la sentencia bajo ataque.-------------------- ------------------------------------------------ El apelante ha centrado su embate en sostener el carácter constitutivo de la
inscripción registral para deducir de ello que el tercerista no habría adquirido la
propiedad del automotor. Se trata de un sensible error.- -------------------------------------------- Es que no cabe soslayar que en este caso nos hallamos no ante una tercería de
dominio, sino de mejor derecho, en la que el fallo de grado determinó la prioridad del
tercerista porque tenía mejor derecho a obtener su dominio, al tener un boleto de
compraventa anterior al embargo y no porque ya fuera propietario de la cosa. La
prioridad, en este caso, la confirió la posesión y buena fe demostrada por el tercerista,
con lo que no es procedente admitir argumentos que pretenden edificarse sobre la falta
de transferencia de la propiedad del vehículo, ya que en una tercería de mejor derecho
como la que aquí resolvemos, tal extremo no es dirimente. ---------------------------------------- Igualmente, para esclarecer el punto y con efectos docentes, obiter dicta he de
consignar que esta alegación es conceptualmente errónea, amén de ser violatoria de la
doctrina legal vigente. Es menester recordar que en un fallo de esta Sala de fecha 10 de
Febrero de 2010, in re “SAEZ, Tomás Alfredo c/ HILANDERÍA CHILAVERT,
COMERCIAL, INDUSTRIAL, FINANCIERA e INMOBILIARIA S.A. s/ ORDINARIO”
(Expte. 509 - Año 2009), según mi voto, se dejó sentado que la esencia constitutiva de
una inscripción registral es la excepción y no la regla en la materia.------- ---------------------- Se recordó allí que existen diversos tipos de sistemas registrales; básicamente tres:---- a) Los sistemas que atribuyen a la publicidad registral simple fuerza negativa,
preclusiva (oponibilidad de lo inscrito), en los que las mutaciones sobre la realidad
extraregistral se producen al margen del Registro, el cual se limita a publicarlas, sin
añadirles ninguna eficacia civil especial. Pertenece a este grupo el sistema inmobiliario
francés.------------------- ----------------------------------------------------------------------------------------- b) Los que atribuyen a la publicidad registral eficacia convalidante. En estos sistemas
también el derecho real nace fuera del Registro, pero los efectos de la publicidad no se
limitan él hacer oponibles los actos registrados frente a quienes puedan perjudicar, sino
que, en forma mucho má amplia, inciden sobre la sustancia misma del derecho real
dando lugar a una presunción de exactitud de lo publicado en el Registro; esta
presunción de exactitud puede actuar iuris tantum, esto es, mientras no se pruebe la
inexactitud del Registro (principio de legitimación registral) o puede funcionar iuris et de
iure en favor del tercero que adquiere de buena fe confiando en lo que el Registro
publica (principio de fe pública registral). Se encuadra dentro de este grupo el sistema
español y el sistema inmobiliario argentino.----------------------------------------------- -------------- c) Los que atribuyen a la publicidad registral efectos constitutivos. En éstos, la
inscripción registral forma parte del proceso de constitución del derecho real (inscripción
constitutiva). Dentro de este grupo, y en función de la mayor o menor eficacia
constitutiva que se dé a la publicidad registral, cabe distinguir, a su vez, entre: --------------- c.1) Aquellos como el sistema inmobiliario alemán o el suizo, en los que, si bien la
inscripción registral, acompañada de otros requisitos previos (consentimiento, título),
tiene valor constitutivo, los pronunciamientos registrales, salvo que se trate de un tercer
adquirente que reúna los requisitos legalmente exigidos para ello, están subordinados a
la validez de tales requisitos previos, de forma tal que, aún presumiéndose la exactitud
del Registro, si se demuestra su inexactitud, vence la realidad jurídica extrarregistral.------c.2) los sistemas en los que la publicidad registral tiene un valor constitutivo absoluto.
En éstos, no existe más derechos que los surgidos a través del Registro de manera tal
que, quien logre el acceso al mismo adquiere una situación jurídica inatacable, ya que
no hay, técnicamente, posibilidad de discordancia entre la realidad jurídica registral y la
extrarregistral. Pertenece a este grupo el sistema australiano (MARTÍN ALÍAS, José
Ignacio, en A.A.V.V., “Lecciones de derecho inmobiliario registral”, Edición de los
Registradores de Catalunya, Barcelona, 2008, pp. 24 y 25).--------------------------------------- Analizando en puridad la cuestión, solo este último sistema es propiamente un
registro constitutivo, ya que la inscripción sanea cualquier vicio que la información o
derecho registrado pudiera contener. En el sistema constitutivo registral, el registro
opera como una pila bautismal, que limpia cualquier pecado anterior de la realidad
extrarregistral, saneándola y confiriendo a la información registrada ya no una
presunción de exactitud, sino la exactitud misma (cfr. esta Sala, 10/2/2010, “SAEZ,
Tomás Alfredo c/ Hilandería Chilavert, Comercial, Industrial, Financiera E Inmobiliaria
S.A. s/ Ordinario” (Expte. 509 - Año 2009), según mi voto). ---------------------------------------- Debe también trazarse otra distinción entre los sistemas registrales de datos y los
sistemas registrales de derechos sobre cosas o bienes. Solo estos últimos pueden ser,
en propiedad, constitutivos, porque documentan una relación entre una persona y una
cosa o bien. En el sistema registral constitutivo, el título emitido por el Registro es una
especie de título abstracto que confiere un derecho incondicionado y pleno sobre el bien
o cosa, que pone a su titular a cubierto de cualquier inexactitud anterior. El derecho
conferido en este sistema (como el sistema Torrens australiano) es abstracto, porque se
corta la cadena de hierro con la realidad extrarregistral, la que a partir de la inscripción
deja de ser relevante, porque por ejemplo, aún descubierta una inexactitud o vicio
previo a la inscripción, ésta no es invocable contra el titular registral (cfr. esta Sala,
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10/2/2010, “SAEZ, Tomás Alfredo c/ Hilandería Chilavert, Comercial, Industrial,
Financiera E Inmobiliaria S.A. s/ Ordinario” (Expte. 509 - Año 2009), según mi voto).------- En cambio, en los sistemas registrales declarativos de derechos, el titular registral
recibe un título condicionado que tiene valor en la medida en que no se descubran
vicios o defectos previos a la inscripción o el incumplimiento de requisitos sustanciales o
formales relevantes. ------------------------------------------------------------------------------------------- Por eso, los registros de datos o de actos no son –no pueden conceptualmente serregistros constitutivos. Justamente porque la inexactitud del dato o la irregularidad del
acto registrado, una vez comprobada debe ser saneada, si es posible o anulada la
registración, si no lo es. En cualquier caso, no se trata de un registro constitutivo (cfr.
esta Sala, 10/2/2010, “SAEZ, Tomás Alfredo c/ Hilandería Chilavert, Comercial,
Industrial, Financiera E Inmobiliaria S.A. s/ Ordinario” (Expte. 509 - Año 2009), según mi
voto). --------------------------------------------------------------------------------------------------------------- En nuestro país es un convencionalismo, pero también una falacia, afirmar que el
Registro de la Propiedad Automotor aquí es constitutivo. No existe norma específica
que así lo establezca y este carácter constitutivo ha sido edificado interpretativamente
por la doctrina y jurisprudencia, a partir de inferencias libres del texto del art. 1 del Dec.
6582/58. La norma dice solamente que “La transmisión del dominio de los automotores
deberá formalizarse por instrumento público o privado y sólo producirá efectos entre las
partes y con relación a terceros desde la fecha de su inscripción en el Registro Nacional
de la Propiedad del Automotor”. No es base suficiente para sostener el carácter
constitutivo de la registracion automotor; ello, en especial, por el sistema establecido
por los arts. 3 y 4 del mismo texto vigente. -------------------------------------------------------------- Es cierto que doctrina y jurisprudencia mayoritaria han adherido explícitamente al
carácter constitutivo del registro automotor argentino (C. Nac. Com., sala A, 14/06/2000,
“Mazaira, Alfredo O. v. Empresa Tandilense SACIFI. y de Servicios”, JA 2001-I-69; C.
Nac. Civ., sala A, 09/05/1990, “Panza, Roque S. v. Vázquez, Manuel”, JA 1990-IV,
síntesis; ídem, sala B, 12/05/1988, “Nieto, Horacio D. v. Paniez, Fernando J.”, JA 1988IV-176; Trib. Sup. Just. Córdoba, sala Civ. Com. y Cont. Adm., 08/07/1988, “Semeraro
de Altamirano v. Balabanof, Alejandro y otra”, JA 1991-III-621; C. Civ. y Com. Bahía
Blanca, sala 2ª, 29/12/1982, “Zuntini, Guillermo C. v. Balzarotti, Roberto C.”, JA 1983-III,
síntesis; SC Mendoza, sala I, 26/05/2010, “Urieta De Foschi Angela y Ots. c. Di Chiara,
Fernando Adrián”, LLGran Cuyo 2010 (septiembre), p. 751). -------------------------------------- Pero, analizando los efectos de la registración y el sistema registral instrumentado,
antes que el texto solitario de una sola norma, que no es el colmo de la precisión
hermenéutica en ningún caso, la conclusión es que es solo un sistema
declamadamente constitutivo. ------------------------------------------------------------------------------- Es más, amén de la reforma introducida por ley 22.977, la última reforma que se le
realizara al decreto-ley 6582/58 por ley 25.232, le ha hecho perder otra nota esencial
de un verdadero registro constitutivo al registro automotor (en igual sentido, Cfr.
WOLKOWICZ, Ana Marcela, “Incidencia de la ley 25.232 respecto al carácter
constitutivo de la inscripción registral de los automotores”, en LL Litoral, 2000-679).
Ello, al punto que hoy produce grandes cavilaciones si se puede seguir llamando
constitutivo al actual régimen automotor. ---------------------------------------------------------------- Nosotros penamos que el sistema registral automotor argentino en verdad no es
constitutivo porque en él la inscripción no sanea cualquier vicio que la información o
derecho registrado pudiera contener antes de ser asentada. En el sistema registral
automotor argentino, la registración no opera como una pila bautismal, porque no limpia
cualquier pecado anterior de la realidad extrarregistral, saneándola y confiriendo a la
información registrada ya no una presunción de exactitud, sino la exactitud misma, que
es el carácter que esencialmente tipifica a un verdadero sistema registral constitutivo. ----- La falta de carácter constitutivo del registro automotor surge claramente de los arts. 3
y 4 primer párrafo del Decreto-Ley 6582/58, que edictan:-------------------------------------------- “Art. 3º- Si el automotor hubiese sido hurtado o robado, el propietario podrá
reivindicarlo contra quien lo tuviese inscripto a su nombre, debiendo resarcirlo de lo que
hubiese abonado si la inscripción fuera de buena fe y conforme a las normas
establecidas por este decreto-ley”. ------------------------------------------------------------------------ “Art. 4º- El que tuviese inscripto a su nombre un automotor hurtado o robado, podrá
repeler la acción reivindicatoria transcurridos DOS (2) años de la inscripción, siempre
que durante ese lapso lo hubiese poseído de buena fe y en forma continua....”. -------------- La pregunta lleva en sí misma la respuesta obvia ¿qué clase de registro puede ser
constitutivo si al descubrirse un vicio extrarregistral, como el hurto de un automóvil, el
asiento registral se revierte, deja de valer?. ¿qué clase de registro constitutivo requiere
de un plazo de prescripción, para sanear el vicio descubierto en el derecho asentado?.---- La respuesta es que ninguno que sea propiamente constitutivo, ya que en ellos el
título nace perfecto y desligado de la realidad extrarregistral previa. El régimen registral
automotor argentino, pese a que se le llame doctrinaria o jurisprudencialmente tal, no es
constitutivo, sino que acuerda limitados –aunque importantes- efectos a la registración.
Pero no sanea los vicios extrarregistrales del derecho asentado. Y sin ese saneamiento
no hay propiamente un registro constitutivo. ------------------------------------------------------------ Se trata, entonces, de un sistema registral constitutivo “a la argentina”. Es decir, aquí
se entiende que como está definido el registro automotor alcanza para ser constitutivo.
Pero en la realidad de los hechos, solo merece el nombre de sistema registral
constitutivo al sistema Torrens australiano, porque bien mirada la temática, el carácter
constitutivo está dado por la irrevocabilidad del asiento, que es consecuencia de que el
Registro “constituye” un título nuevo, que se abstrae de los antecedentes. Y así lo han
entendido prestigiosos autores europeos, con los que coincidimos (MARTÍN ALÍAS,
José Ignacio, en A.A.V.V., “Lecciones de derecho inmobiliario registral”, Edición de los
Registradores de Catalunya, Barcelona, 2008, pp. 24 y 25). --------------------------------------- Si el asiento no produce esta especie de novación del derecho extrarregistral, al
tornar inocuos respecto del asiento los vicios extrarregistrales del derecho, no hay
verdadero carácter constitutivo en la registración y llamarle de ese modo es un mero
convencionalismo. ---------------------------------------------------------------------------------------------- Por otra parte el argumento de que la inscripción en el registro es un elemento
esencial para la constitución o nacimiento del derecho, ello es tan así en el sistema
automotor como en el inmobiliario. Es que, en ambos casos hasta que no se asienta el
derecho en el registro, el mismo no es un derecho real, sino meramente personal. --------- La diferencia que los autores citados supra pretenden trazar, siguiendo a
generaciones de autores que han dicho más o menos lo mismo, también es un
convencionalismo. Tradicionalmente se dice que en el sistema registral inmobiliario, la
registración es requisito de “perfeccionamiento” del derecho real. Ello fue un argumento
que se buscó para no sensibilizar a la población con la precarización de los derechos
reales constituídos hasta entonces y en el interregno hasta que el sistema entró a regir
en plenitud. ------------------------------------------------------------------------------------------------------- Porque en realidad la inscripción es tan requisito de perfeccionamiento del derecho
real sobre inmuebles como sobre el automotor. Y hasta la registración del título no
existe derecho real ni en uno ni en otro caso. ---------------------------------------------------------- Sí cabría hacer una aclaración pertinente. El único argumento que podría dar razón a
quienes sostienen el carácter constitutivo del registro automotor debiera basarse en una
aguda sutileza que empleó la Cámara de Apelación de Morón en un viejo fallo. Se dijo
allí que si bien, en cuanto a los automotores, al disponerse la inscripción registral
constitutiva, ésta es suficiente para transmitir el dominio aunque no se haya hecho
tradición del vehículo, debe diferenciarse la entrega de la posesión de la propia
inscripción registral; en primer lugar, porque la transmisión del dominio sin entrega de la
posesión "no es congruente con las costumbres imperantes y pone en evidencia la
simulación de la venta"; en segundo lugar, debe advertirse que el pacto comisorio
funciona como condición resolutoria, lo cual supone la entrega de la cosa
independientemente de la consolidación del dominio por inscripción en algún registro, y
esa entrega basta para poner límite al funcionamiento del pacto comisorio en materia de
cosas muebles aún registrables, distinción obviamente ajena al CC. art. 1374 (C. Civ. y
Com. Morón, sala 1ª, 25/04/1985, “Cebreros, José v. Castro, Pedro L.”, JA 1986-II-362).
--- Llevando un paso más allá esta agudeza, podría decirse que la diferencia esencial
entre el régimen registral automotor y el inmobiliario es que en el régimen automotor es
indiferente si la tradición se ha operado o no, al momento de inscribirse el título. Desde
ese punto de vista –y a su manera- sí podría llamarse “constitutivo” al Registro
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automotor porque da nacimiento al derecho real aunque no haya entrega de la posesión
de la cosa. En cambio, en el caso de los inmuebles bien se ha dicho que si bien no es
menester la presentación de todas las escrituras de adquisición de dominio por parte de
los antecesores hasta llegar a una posesión "vacua", sí lo es que con la declaratoria de
herederos se acompañe la escritura pública -traslativa o declarativa- correspondiente a
la última inscripción de dominio. Ello, ya que la prueba del "título" requiere
ineludiblemente el acreditar el derecho suficiente a adquirir el dominio y el del causante
para transmitirlo, la capacidad de las partes intervinientes y la entrega y recepción
material del bien, de todo lo cual no da cuenta la mera inscripción registral (C. Civ. y
Com. San Nicolás, 06/12/1994, “Zapatella, Elida A. v. Silva, Teresa”, JA 1998-IIIsíntesis). ---------------------------------------------------------------------------------------------------------- Queda clara así esta diferencia: en los inmuebles el derecho real se adquiere por
una trilogía de requisitos: título (escritura pública), modo (tradición de la cosa) e
inscripción registral. Hasta que estos tres recaudos no se reúnan, no se configura el
derecho real de dominio. En cambio, en el caso de los automotores, puede no haberse
entregado la cosa, lo que resulta intrascendente pues la inscripción registral constituye
el derecho real igualmente. ---------------------------------------------------------------------------------- Pero, claramente, no es a esta aguda distinción a la que apuntan doctrina y
jurisprudencia cuando hablan de un registro automotor “constitutivo”. A nuestro juicio
marcar tales distinciones era útil, sobre todo porque no siempre se explican bien estas
temáticas, dándose por verdadero a veces lo que es ficcional. ------------------------------------ Como sea, igualmente el argumento del apelante no era aplicable al caso de autos,
ya que erró el mismo la categoría de tercería, planteando un argumento que no es
admisible en una tercería de mejor derecho y si, en todo caso, en una de dominio. --------- En lo concerniente al formulario 08, que carece de fecha de suscripción en cuanto a
la firma de la condómina del vehículo, ello es también no dirimente en autos, ya que los
embargos que en el recurso en trámite se cuestionan fueron trabados sobre la porción
indivisa del codemandado Eloy Aníbal Chiaro en exclusividad y no afectan el cincuenta
por ciento de la copropietaria. Por ende, la ausencia de fecha en que ella suscribiera el
documento mencionado es irrelevante, no afectando al acto de desprendimiento del
dominio de su condómino. ----------------------------------------------------------------------------------- Tampoco el argumento del recurrente de la falta de fecha del boleto esgrimido por el
tercerista es atendible, ya que el mismo (glosado a fs. 83 de la documental reservada
en el proceso ejecutivo apiolado, expte. n° 530 año 2011) está datado en su
encabezamiento con fecha 11 de mayo de 2010, no constando en el recurso una crítica
concreta y razonada a este punto de la sentencia de grado (cfr. fs. 129 vta.), en cuanto
tal fallo indica que la autenticidad de este documento no ha sido desconocida por los
codemandados, siendo incluso ratificada su validez en las declaraciones testimoniales
obrantes en la causa. ------------------------------------------------------------------------------------------ Respecto de la crítica de este punto del decisorio cabe aseverar que las diversas
alegaciones de la apelante resultan apodícticas, es decir, pretenden fundarse en sí
mismas, sin traer elementos de juicio objetivos y verificables que apoyen sus criterios
en esta materia, lo que resulta insuficiente para sustentar una crítica admisible contra
un decisorio o un aspecto de él. ---------------------------------------------------------------------------- En lo atinente a la alegada intrascendencia de la posesión en el régimen de la
propiedad automotor que nos rige, que conforme dijimos antes se trata de una
afirmación correcta, sin embargo ella es inaudible aquí, dado que no ha sido objeto de
debate en estos autos la adquisición del dominio del rodado por el tercerista, sino el
mejor derecho de éste a obtenerla. En una tercería de mejor derecho la posesión de un
bien nunca puede ser intrascendente, puesto que cumple la posesión una finalidad
publicitaria (cfr. esta Sala, voto del Dr. Velázquez y del suscripto in re "Curiche, B. s/
tercería de mejor derecho en autos 'Campo, J. M. c/ Di Prospero, R. s/ cob. de hab. E
indem. de ley' ", causa de esta Cámara n° 234/12, S.D.L. 32/12).- ------------------------------- Como sostuvimos en ese voto, en estos supuestos de tercería de mejor derecho,
debe resolverse una cuestión de prioridad o prevalencia de derechos. Y es dable
recordar que, como dice acertadamente DÍEZ PICAZO, “el principio de prioridad en
materia de derechos reales se articula de una manera especial en contacto con la
publicidad de los mismos ....” (DÍEZ-PICAZO, Luis – GULLÓN BALLESTEROS, Antonio,
Sistema de derecho civil, Edit. Tecnos, Madrid, 6ª edición, vol. III, p. 55) (cfr. esta Sala,
19/12/2012, “Curiche, Beatriz s/ Tercería de mejor derecho en autos caratulados:
“CAMPO, J. M. c/ DI PROSPERO R. s/ Cobro de haberes e Indemnización de Ley
(Expte. 145 Año 2006)”” (Expte. 234 – Año 2012 CAT), según mi voto). ------------------------ Aclaramos allí que sostener que los únicos derechos respetables sobre bienes
registrables son los inscriptos, implica en otro plano, afirmar dogmáticamente que la
publicidad de los derechos sobre inmuebles se realiza solo a través de documentación
pública inscripta registralmente, lo que es un dislate. Sostener lo contrario implicaría, de
rondón, dar una extensión e importancia desmedidas al sistema registral y, a la par,
pretender que la única forma de publicidad existente en materia de inmuebles, luego de
la reforma de 1968 en el derecho civil argentino, sería la publicidad registral, derivada
del asiento de un título en el folio real del Registro. Ello es un completo error. Un error
que se enlaza con la consideración generalmente errónea que se tiene de la inscripción
registral. Contrariamente a lo que vulgarmente se cree la inscripción registral no tiene
efectos mágicos o balsámicos, que produzcan un blindaje a los derechos inscriptos. Y,
en el otro extremo, la falta de inscripción registral tampoco fulmina ex ante los derechos
del poseedor. El criterio contrario constituye una indebida generalización, que va de la
mano de la insuficiente consideración de las normas en juego (cfr. esta Sala,
19/12/2012, “Curiche, Beatriz s/ Tercería de mejor derecho en autos caratulados:
“CAMPO, J. M. c/ DI PROSPERO R. s/ Cobro de haberes e Indemnización de Ley
(Expte. 145 Año 2006)”” (Expte. 234 – Año 2012 CAT), según mi voto). Ello, puesto que
la publicidad posesoria también entra a jugar en supuestos como el que nos ocupa. ------- En cuanto a la buena fe del tercerista, el recurrente confunde el principio general de
la buena fe con el concepto de buena fe, que algunas normas, como el art. 3269 CC
receptaban, incluso antes de que este principio general fuera acogido en el seno del
Código Civil, en 1968, a través de la reforma del art. 1198 CC. ----------------------------------- Es un sensible yerro. Ya ha dicho esta Sala que no cabe confundir el concepto de
buena fe con el principio general de la buena fe y pretende extraer de uno
consecuencias para otro; es que, la confusión conceptual entre el principio general de la
buena fe y el concepto de “buena fe” es absolutamente inconveniente, dado que el
concepto de buena fe a secas posee un alcance distinto –y menor- que el principio
general de la buena fe (cfr. sentencia del 09/11/2011, in re “HEREDEROS de JULIO
MANYAUIK. s/ Tercería de Mejor Derecho en Autos “PANDULLO, Rumana Antonia c/
SUPERTIENDAS EL SHEIK S.A. s/ COBRO DE PESOS” (180/87/1983/34699)” (Expte.
540 – Año 2010 CAT), según mi voto).------ ------------------------------------------------------------- La buena fe es ante todo un concepto jurídico indeterminado, al que se refieren todos
los ordenamientos jurídicos desde tiempos inmemoriales (MARTÍNEZ GALLEGO, Ma
Eva, El principio de la buena fe en los distintos métodos de resolución de conflictos
extrajudiciales, en “Tratado de la buena fe en el derecho”, Edit. La Ley, Bs. As., 2004,
T. II, p. 377). Así los Códigos del siglo XIX mentaron en diversas normas el concepto de
buena fe: la buena fe del tenedor, del poseedor, del depositario, del cónyuge putativo,
de quien contrata con alguien carente de legitimación no manifiestamente, etc.--------------- Esta buena fe –como concepto- consiste en la convicción de actuar conforme a
derecho (SCBA, 19/8/80, “Estauro, Luis c. La Milagrosa de Garmendia Hnos., Soc, en
Com. por Accs”, DJBA 119-706). Bien se ha expuesto que “en esta primera acepción,
la buena fe es una noción psicológica, intelectual. Es la ignorancia de un hecho o de
una circunstancia o, más exactamente, la creencia errónea que se tiene de ellos.
Expresa una actitud puramente pasiva, un "no conocimiento"...” (IVON LOUSSOUARN,
M., La buena fe, en “Tratado de la buena fe en el derecho”, cit, T. II, p. 9).-------------------- Este concepto de buena fe se relaciona inescindiblemente con las posibilidades de
conocimiento e información que tienen las partes de los hechos irregulares o ilícitos que
pudieran esconderse detrás de los pliegues del acto (DE TRAZEIGNES GRANDA,
Fernando, Desacralizando la buena fe en el derecho, en “Tratado de la buena fe en el
derecho”, cit, T. II, p. 34).------------------------------ ------------------------------------------------------- Por ejemplo, en materia de posesión “tiene buena fe la persona que cree en la
legitimidad de su derecho, por ignorancia o error de hecho o de derecho sobre el vicio
que invalida su título...La buena fe así entendida tiene la función de escudo protector: la
inocencia bloquea los daños que pudiera haber recibido normalmente la persona como
Provincia del Chubut
PODER JUDICIAL
consecuencia de una tal situación irregular” (DE TRAZEIGNES GRANDA, Fernando,
Desacralizando la buena fe en el derecho, en “Tratado de la buena fe en el derecho”,
cit, T. II, p. 34).----------------------- --------------------------------------------------------------------------- Obviamente, la buena fe no equivale a displicencia ni a confianza excesiva, ni a
ignorancia supina, ni a la precipitación de aquellos que obran sin ninguna prudencia y
sin tomar recaudos inexcusables.-------------------------------------------- ------------------------------ La buena fe supone la creencia o ignorancia de no dañar un interés ajeno tutelado
por el derecho, pero no es un principio dogmático ni producto de una creencia intuitiva,
pues la creencia generadora del convencimiento del sujeto debe estar fundada en
elementos exteriores que le proporcionen la información suficiente para creer (CNCiv.,
Sala I, 8/4/97, “Masri, Victoria S. c. Registro de la Propiedad Inmueble 306/96”, LL
1998-B, 19).----------- ------------------------------------------------------------------------------------------- Bien se ha expuesto que “la buena fe no puede consistir en la inocencia del ingenuo
o del negligente. Si esa persona que alega buena fe no conoció el hecho irregular que
se encontraba detrás de la situación a pesar de que cualquier persona razonable se
hubiera dado cuenta de que tras las cortinas existía gato encerrado que maullaba su
irregularidad, no estamos ante una situación de buena fe sino de necedad” (DE
TRAZEIGNES GRANDA, Fernando, Desacralizando la buena fe en el derecho, en op
cit, T. II, p. 34).---- ---------------------------------------------------------------------------------------------- El error definitorio de la buena fe debe ser excusable, revistiendo ese carácter
cuando hubiera podido evitarse con una diligencia normal y sensata. La duda sobre la
presentación del impedimento o en la apreciación de las circunstancias invalidantes es
índice de inexcusabilidad (CNCiv., Sala H, 16/7/97, “L., J. P. c. A. B., F.”, LL 1998-D, 14
y DJ 1998-2-1137).------------------------------------------------ --------------------------------------------- Es que “...los conceptos de "buena fe" o "mala fe", no son entidades extrañas entre
sí. Por el contrario, ambos aspectos pueden ser concebidos como las caras
antagónicas de un mismo fenómeno: Por un lado, la buena fe nos mostrará un rostro
lozano, sereno, invitando a compartir una misma y diáfana verdad. Por el otro, la mala
fe exhibirá un aspecto indefinido, vago, doble, por momentos cambiante, como lo son
las innumerables facetas de la astucia y la deslealtad. La mutua exclusión de "buena fe"
"mala fe" no hace más que confirmar la relación apuntada” (CAMPS, Carlos Enrique NOLFI, Luis María - NOLFI, Martín Miguel, La doctrina de los propios actos como
garantía de la solidaridad social, en LA LEY 1996-B, 781).----------------------------------------- Puede verse así que la buena fe es un concepto que el derecho ha edificado para
legitimar situaciones que serían ilegítimas si no estuvieran bonificadas por ella:por
ejemplo, la buena fe libera a quien la acredite de la responsabilidad que en otra
situación le cabría por determinado hecho: un periodista que expone hechos que no son
ciertos, pero que creía tales de buena fe no puede ser penado por ellos; un contratante
que ha suscripto un contrato nulo, carece de responsabilidad si acredita su buena fe; el
contrayente de buena fe no contrae responsabilidad ni civil ni penal derivada de un
matrimonio nulo; la buena fe legitima la posesión de un inmueble y permite la usucapión
breve, también llamada prescripción corta); la buena fe exime de restituir las cosas
fungibles que fueron consumidas en virtud de la declaración de nulidad de un acto
jurídico (cfr. sentencia del 09/11/2011, in re “HEREDEROS de JULIO MANYAUIK. s/
Tercería de Mejor Derecho en Autos “PANDULLO, Rumana Antonia c/
SUPERTIENDAS EL SHEIK S.A. s/ COBRO DE PESOS” (180/87/1983/34699)” (Expte.
540 – Año 2010 CAT), según mi voto).------- ------------------------------------------------------------ Hasta aquí venimos describiendo una dimensión cognoscitiva: la buena fe como
concepto radica en la creencia de actuación correcta. Pero además de un concepto
jurídico indeterminado, que el juez debe delimitar en su alcance y completar sus
elementos en cada caso, la buena fe es además, un principio general del derecho,
consistente en un imperativo de conducta honesta, diligente, correcta. Pero la reforma
de los Códigos del Siglo XIX, incorporó otra dimensión de la buena fe: el principio
general de la buena fe (art. 1198 del C.C. arg. y 7 del Código Civil español) (cfr.
sentencia del 09/11/2011, in re “HEREDEROS de JULIO MANYAUIK. s/ Tercería de
Mejor Derecho en Autos “PANDULLO, Rumana Antonia c/ SUPERTIENDAS EL SHEIK
S.A. s/ COBRO DE PESOS” (180/87/1983/34699)” (Expte. 540 – Año 2010 CAT), según
mi voto).------- ---------------------------------------------------------------------------------------------------- Esta es la buena fe que opera en autos, al conjuro del art. 3269 CC, que es la norma
aplicable al caso sub lite.---------------- --------------------------------------------------------------------- Pero la buena fe opera en la segunda dimensión expuesta como un principio jurídico
superior y general en todo ordenamiento social jurídicamente organizado, “valor
fundamental en la jerarquía de los valores jurídicos que rige por igual en el campo del
derecho privado y del derecho público, por lo que carece de sentido querer retacear su
vigencia en el campo de este último, sirviendo como dato de orientación general,
completando el ordenamiento jurídico y dotándolo de flexibilidad, impidiendo soluciones
que, de ser adoptadas, serían contrarias a la equidad” (REZZÓNICO, Juan Carlos,
Efecto expansivo de la buena fe, LL 1991-C, 516).--- ------------------------------------------------ En esta segunda acepción, la buena fe es una regla de conducta “que exige a las
personas de derecho una lealtad y una honestidad que excluya toda intención
maliciosa. Es una norma de comportamiento que debería ser apreciada in abstracto; es
una buena fe-lealtad que el derecho positivo impone en las relaciones contractuales y
extracontractuales” (IVON LOUSSOUARN, M., La buena fe, en “Tratado de la buena fe
en el derecho”, cit, T. II, p. 9).---------------------- -------------------------------------------------------- Así, el principio general de la buena fe –o deber de actuar de buena fe, como se
prefiera- es una exigencia insustituible, incanjeable e infungible de toda pretensión en
derecho. Nadie puede hacer valer pretensiones sin este recaudo. Ningún segmento ni
ningún plano del ordenamiento jurídico argentino escapa del principio general que
receptara el art. 1198 CC en su reforma de 1968 (cfr. sentencia del 09/11/2011, in re
“HEREDEROS de JULIO MANYAUIK. s/ Tercería de Mejor Derecho en Autos
“PANDULLO, Rumana Antonia c/ SUPERTIENDAS EL SHEIK S.A. s/ COBRO DE
PESOS” (180/87/1983/34699)” (Expte. 540 – Año 2010 CAT), según mi voto).------- -------- En otras palabras, la buena fe es la llave de corte que permite evitar la malicia en
ciertos casos de ejercicio disfuncional de derechos o de maquinaciones tendientes a
provocar daños a través del uso desviado de resortes legales, inicialmente legítimos. Es
decir que constituye un freno a las posibilidades de ejercer los derechos, un valladar
que no se puede traspasar en algunos casos o un sendero sin retorno, cuando se han
creado expectativas en terceros, o se ha creado una apariencia de que se actuará de tal
o cual manera en el futuro.-------- --------------------------------------------------------------------------- El principio de buena fe exige en los sujetos una positiva actitud de cooperación y
generación de confianza en las propias declaraciones, manteniendo la palabra
empeñada y operando como límite a los derechos subjetivos (Cám. Apel. Concordia,
Sala CC III, 8/4/99, “Alvarez, Carlos A. y otro c. Osengar, Jaime”, LL 2000-C, 929
(42.773-S) y LL Litoral, 2000-233).------------ ------------------------------------------------------------ No avanzaremos más sobre este principio al no ser él aplicable al caso, al serlo el
concepto de buena fe. Y es sabido que ambas elaboraciones no se superponen, porque
donde es aplicable el concepto de buena fe es porque el principio general homónimo ha
quedado de lado y viceversa. Se trata de exigencias sucesivas, en todo caso, pero no
coetáneas, por lo que no pueden ellas coexistir ni acumularse. ----------------------------------- Estos desarrollos conceptuales, algo áridos, son imprescindibles en el caso de autos
para clarificar la situación y evitar la aplicación mecánica de una serie de
generalizaciones excesivas que plantea el apelante y que resultan inaplicables al sub
lite.----------------------- ------------------------------------------------------------------------------------------- El apelante no ha tomado en cuenta que en la instancia inferior el fallo se basó en la
interpretación concreta que cabía dar al art. 3269 Cód. Civ., que finca sobre los efectos
del desconocimiento por parte del tercerista de la existencia de otra obligación a cargo
del codemandado Chiaro, lo que era apreciable al momento de recibir el automotor. Se
aprecia que se trata de una aplicación particular y concreta del concepto de buena fe,
acogido por una norma específica, que no cabe confundir con los efectos del principio
general de igual nombre. ------------------------------------------------------------------------------------- Pues bien los desarrollos que la a quo dirigió a sostener esta conclusión no fueron
idóneamente atacados, al ser confundida la inteligencia a dar a la buena fe en ese
decisorio que intentaba conmover. Lo que la a quo tuvo en cuenta es una cuestión
cognoscitiva, que atañe y corporiza al concepto de buena fe, el desconocimiento al
momento de la tradición del vehículo de embargos –que no se hallaban trabados a ese
momento-, no estando siquiera constituido en mora el deudor de las obligaciones
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PODER JUDICIAL
reclamadas por el embargante en ese instante. Esta tesitura no fue idóneamente
atacada por el apelante, con lo que ha adquirido firmeza por falta de crítica concreta,
pertinente y razonada. ---------------------------------------------------------------------------------------- Todo ello lleva a pensar que las notorias deficiencias del escrito de sostenimiento del
recurso glosado a fs. 151/153 vta. tornan procedente la declaración de deserción del
mismo.-------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Ocurre que el recurrente no ha llenado su deber, al plasmar una crítica superficial,
genérica, basada en subjetividades, y no tocar al discurrir del recurso los puntos
centrales o dirimentes del decisorio que se cuestiona y de la apreciación probatoria que
éste formula, lo que implicó quedarse a medio camino o errar el sendero, por parte del
recurrente.-- ------------------------------------------------------------------------------------------------------ La apelante no ha traído precisiones a sus cuestionamientos, lo que ha resultado
fatal para su suerte en la liza, como que no ha logrado –no ya prosperar con su embatesi no ni siquiera llenar las exigencias que el art. 268 CPCyC le ponía delante como
umbral de admisibilidad, previo y condicionante de la procedencia de su pretensión
revisora.---- ------------------------------------------------------------------------------------------------------- No se satisfacen en la pieza recursiva de fs. 151/153vta. los requisitos del art. 268
CPCyC. La consecuencia jurídica de tal omisión es la deserción del recurso, al
incumplirse con el imperativo legal y proceder la aplicación del art. 269 CPCyC.--- ---------- Por los fundamentos expuestos, a la primera cuestión VOTO por la AFIRMATIVA.------A LA SEGUNDA CUESTIÓN el Dr. Velázquez expresó: --------------------------------------Ante la deserción del recurso que hemos concluido precedentemente, no
corresponder el tratamiento de esta segunda cuestión propuesta. -------------------------------- A LA SEGUNDA CUESTIÓN, el Señor Presidente de la Sala A, Doctor Marcelo
López Mesa, expresó: ----------------------------------------------------------------------------------------- Dado que en la cuestión anterior se ha arribado unánimemente a la conclusión de
que el recurso en análisis no llena los requisitos técnicos exigidos por el art. 268
CPCyC, debiendo declararse su deserción, no corresponde el tratamiento de la
segunda cuestión. ---------------------------------------------------------------------------------------------- Ello, pues lo contrario implicaría ingresar al abordaje de una cuestión sustancial, que
implicaría saltar el valladar de la insuficiencia técnica del recurso interpuesto, lo que no
procede. Por tanto, no cabe el análisis de esta cuestión. -------------------------------------------A LA TERCERA CUESTIÓN el Dr. Velázquez manifestó: ------------------------------------El fallo de la previa instancia eximió de costas a los codemandados, valorando para
ello la negligencia del actor en realizar los trámites de transferencia ante el Registro de
la Propiedad Automotor y la buena fe del acreedor embargante, quien se limitó a trabar
la medida sobre una cosa que, de acuerdo a las constancias registrales, pertenecía a
su deudor.- ----------------------------------------------------------------------------------------------------El tercerista cuestionó tal decisión, sosteniendo que no medió buena fe por parte del
embargante, que contradijo constantemente a los derechos de aquél, a la hora de trabar
el embargo pese a conocer que existía una denuncia de venta ante el Registro y, luego,
oponiéndose al pedido de levantamiento de embargo sin tercería y a esta última una
vez deducida. Recordó este recurrente que el apartamiento del principio objetivo de la
derrota como base de la condena en costas es excepcional y requiere de razones muy
fundadas.- -----------------------------------------------------------------------------------------------------Nada cabe objetar a la eximición de costas al codemandado E. A. Chiaro, visto su
allanamiento expreso, incondicional, oportuno y total a la demanda, y ante lo dispuesto
por el art. 73 C.P.C.C.- -------------------------------------------------------------------------------------Cierto es que el relevar de la carga en costas al derrotado es solución excepcional
que sólo corresponde aplicar cuando existen razones muy fundadas y elementos de
juicio sólidos para separase de la regla sentada por el art. 69 párr. 1° C.P.C.C. (este
tribunal, c. 17.833 S.D.C. 31/01, c. 18.188 S.D.C. 33/02, entre otras), pero no es menos
exacto que entre esos supuestos de excepción han sido reconocidos los casos en que
medió por parte del vencido razón fundada para litigar, fórmula suficientemente elástica
como para aplicarla cuando, por las particularidades del litigio, cabe considerar que
quien cayera abatido obró sobre la base de una convicción razonable acerca del
derecho que defendiera en el pleito (confr.: Palacio, “Derecho procesal civil”, Abeledo Perrot 1970, III-373); cual advirtiera el maestro Alsina, en estos supuestos lo que ha de
ser tomado en cuenta es la buena fe del derrotado (“Tratado...”, Abeledo - Perrot 1961,
IV-547/548), la creencia honesta de la legitimidad de su derecho (confr.: C.N. Civ., Sala
“C”, E. D. 84-473). Particularmente en las tercerías, corresponde atender a si el
embargante ha tenido en cuenta elementos “prima facie” razonables para oponerse a la
pretensión, si tuvo él justa causa para reputar propietario de lo embargado al deudor
(confr.: Loutayf Ranea, “Condena en costas en el proceso civil”, Astrea 1998, pág. 466).
En la especie no columbro motivos para dudar de la buena fe del embargante a la
postre vencido. Repárese en que trabar el embargo no obstante conocer la existencia
de una denuncia de venta ante el Registro de la Propiedad del Automotor, no constituyó
ningún acto temerario, porque, cual lo acredita el documento de fs. 122 de la
documental reservada en el proceso ejecutivo (Expte. n° 530 año 2011 del Juzgado de
origen), tal denuncia de venta la formuló Lorena Elisa Rhys, titular del 50 % indiviso del
dominio, lo que permitía embargar el 50 % restante, en cabeza del condómino deudor
Eloy Aníbal Chiaro, como en efecto el acreedor hizo.- --------------------------------------------Atinente a la oposición del acreedor tanto al incidente de levantamiento de embargo
sin tercería cuanto a esta última, considero que ello no significó sino el ejercicio de su
derecho de defensa y en protección del crédito del cual es titular. La constancia registral
le permitía razonablemente reputar condómino del automotor al deudor. Súmese a ello
que la cadena de sucesivas enajenaciones que llevaron al vehículo a poder del
tercerista había de ser acertada en el proceso a través de la prueba a rendir y que el
boleto de compraventa obrante fs. 83/vta. de la documental reservada en el juicio
ejecutivo (Expte. n° 530 año 2011 del Juzgado de Primera Instancia) era un instrumento
privado que el embargante no tenía el deber de reconocer, pues se trataba de un
documento cuya autoría no le era atribuida a él, sino a otros (arg. “a contrario” de los
arts. 1031 Cód. Civ. y 360, inc. 1°, parte 1era. C.P.C.C.; confr.:Fenochietto - Arazi,
“Código Procesal...”, Astrea 1983, II-257, “b”), de modo que quien lo presentara tenía la
carga de probar su autenticidad (confr.: Falcón, “Código Procesal...”, Abeledo - Perrot
1984, III-81, n° 356.9.7; mi voto en autos “Dacuy, J. C. c/ Sales, C. M. s/ daños y
perjuicios”, c. 704/09 S.D.C. 6/10).- --------------------------------------------------------------------Pudo entonces el acreedor embargante formar la razonable convicción de la
legitimidad del derecho por el que litigaba y ello justifique se lo exima de costas a tenor
del art. 69 párr. 2° C.P.C.C.. ------------------------------------------------------------------------------Consecuentemente, me pronuncio en esta cuestión por la NEGATIVA. -------------------- A LA TERCERA CUESTIÓN, el Señor Presidente de la Sala, Doctor Marcelo López
Mesa, expresó: -------------------------------------------------------------------------------------------------- El decisorio de grado eximió de costas a los coaccionados, teniendo en cuenta al
efecto la negligencia del actor en lo tocante a efectivizar la transferencia del vehículo en
el Registro de la Propiedad Automotor, además de la buena fe del acreedor
embargante, que trabó una medida cautelar sobre una cosa que, de acuerdo a las
constancias registrales, todavía pertenecía a su deudor. -------------------------------------------- El cuestionamiento de esa decisión por el tercerista, se basó en que no había
existido buena fe del embargante y que el apartamiento del principio objetivo de la
derrota es excepcional y requiere de razones muy fundadas para eximir de costas a un
vencido. ----------------------------------------------------------------------------------------------------------- El caso es que la eximición de costas al codemandado Eloy Aníbal Chiaro es
inobjetable, dada la existencia de un allanamiento expreso, incondicional, oportuno y
total suyo a la demanda, y en vista de lo establecido por el art. 73 C.P.C.yC. ----------------- No es dudoso que la eximición de costas al vencido no constituye el principio general
sino la excepción, la que solamente cabe aplicar si existen razones muy fundadas,
como toda excepción que se precie. ---------------------------------------------------------------------- Claro que la sola creencia subjetiva del litigante acerca de su razón probable para
litigar no es por sí suficiente para eximirlo del pago de las costas del juicio en el cual
resulta perdidoso, porque es indudable que todo aquel que somete una cuestión a los
tribunales es porque cree tener razón (Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, sala
G, 19/02/2010, “Echavarría Coll, Jorge H. c. Dip, Martín Alejandro y otros”, La Ley
Online • AR/JUR/1398/2010). ------------------------------------------------------------------------------- Sin embargo, cuando la creencia del litigante vencido ha sido edificada sobre la
reticencia o el silencio de su contraria, que guardó una pasividad indebida en una
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situación que bien pudo levantar en su contraria una creencia razonable de que la razón
estaba de su parte, se justifica liberar a quien luego fuera vencido en costas de la carga
de éstas. ---------------------------------------------------------------------------------------------------------- Y en el caso que nos convoca no existen motivos para desnucar la presunción de
buena fe que todo litigante tiene en su favor, hasta que se acredite que su conducta es
pasible de reproche. ------------------------------------------------------------------------------------------- En esta línea hemos dicho que el derecho no está creado para la patología, para la
anormalidad, sino para la normalidad, para el sosiego. Por ende, el derecho no puede
presumir la mala fe, sino que presume la buena fe, de manera relativa o iuris tantum,
permitiendo que cuando la mala fe del agente quede demostrada objetivamente o
alguien la demuestre en juicio, tal presunción caiga. Hasta que ello ocurra, la
presunción de buena fe rige (López Mesa, Marcelo, “Sistema de jurisprudencia civil”,
Edit. AbeledoPerrot, Buenos Airs, 2012, T. IV, p. 5465). --------------------------------------------- Jurisprudencialmente se ha dicho al respecto que las personas obran con corrección
mientras no se demuestre lo contrario, por cuya razón esta presunción -pasible, desde
luego, de ser destruida por prueba en contrario- constituye un principio de carácter
general del que sólo son aplicaciones particulares los arts. 2362 y 4008 CC., en
materia de posesión y usucapión, respectivamente (C. Nac. Civ., sala G, 20/10/1985, JA
1986-IV-393). ---------------------------------------------------------------------------------------------------- Es que, es regla general de nuestro ordenamiento, que la buena fe se presume (C.
Nac. Civ., sala C, 26/3/1985, LL 1985-C-330), regla general que se ha edificado por
inducción desde una manda específica, el art. 4008 C.C.. ------------------------------------------ En esta línea se ha entendido que constituye un principio casi omnicomprensivo, en
el ámbito del derecho civil, que la buena fe se presume hasta que el contradictor
demuestre lo contrario, pues debe partirse del presupuesto de que toda persona guía su
conducta por las normas morales legales (arts. 2362 y 4008, CCiv.) (C. 2ª Civ. y Com.
La Plata, sala 1ª, 31/5/1994, “A., J. B.”, LL Online). --------------------------------------------------- En este caso puntual se dan circunstancias que robustecen esta presunción de
buena fe, como que en este caso la traba de un embargo sobre un bien que había sido
objeto de una denuncia de venta no significa un acto aventurado; ello pues la denuncia
de venta ante el Registro de la Propiedad del Automotor fue realizada por la condómina
Lorena Elisa Rhys, titular del 50 % indiviso del dominio, lo que constituye una situación
un tanto extraña y permitía, además, embargar el 50 % restante, que se mantenía en
cabeza del condómino deudor Eloy Aníbal Chiaro, lo que luego hizo su acreedor. ----------- En cuanto a la oposición del acreedor al incidente de levantamiento de embargo sin
tercería como a la propia tercería, ello no implicó otra cosa que el estricto ejercicio del
derecho de defensa en juicio de una acreencia suya. ------------------------------------------------ Sobre la base del asiento registral que mantenía condómino del bien embargado a
su deudor, no habiéndose anotado denuncia de venta respecto de esa parte, ello
autorizaba prudentemente a tener por condómino del automotor al deudor. No se
aprecia mala fe alguna en esa forma de ejercicio de un derecho propio. ------------------------ Por tales fundamentos, habré de acompañar la propuesta del Dr. Velázquez de
considerar que el acreedor embargante pudo tener la razonable convicción de la
legitimidad del derecho por el que litigaba, lo que justificara su eximición de costas en el
grado, de acuerdo al art. 69 párr. 2° C.P.C.yC..- ------------------------------------------------------- Por los fundamentos expuestos supra, a la primera cuestión, VOTO POR LA
NEGATIVA.------------------------------------------------------------------------------------------------------- A LA CUARTA CUESTIÓN el Dr. Velázquez respondió: -------------------------------------Visto el acuerdo alcanzado, corresponde: -------------------------------------------------------A) Declarar desierto el recurso de apelación deducido a fs. 134 y sostenido con la
expresión de agravios de fs. 151/153 vta. ------------------------------------------------------------B) Confirmar la sentencia apelada en cuento a la imposición de costas en ella
decidida.- ------------------------------------------------------------------------------------------------------C) Imponer las costas de segunda instancia a ambos apelantes vencidos en ella (art.
69 párr. 1° C.P.C.C.).- ---------------------------------------------------------------------------------------
D) Regular los honorarios del Dr. Christian M. Martínez por sus labores de alzada,
atendiendo a la extensión, calidad y resultado de ellas, en la suma equivalente al 2,75
% del monto del proceso que se determine en primera instancia (art. 5, 6,13, 33, 46 de
la Ley XIII n° 4), sin que corresponda en cambio fijar emolumentos en favor del Dr.
Fernando O. Valentín, dada la inoficiosidad de sus tareas consistentes en patrocinar
una pieza de agravios técnicamente insuficiente (art. 5 ley cit., su doc.; confr.: Sup. Trib.
Jus. del Chubut, c. 20.812-G-2007, Sent. nº 89-S.R.E.-07; esta sala, c. 19.352 S.D.L.
16/04, c. 101/08 S.D.L. 81/08, c. 429/09 S.D.L. 58/09, c. 326/09 S.D.C. 15/10, entre
muchas otras).- -----------------------------------------------------------------------------------------------ASÍ LO VOTO.- --------------------------------------------------------------------------------------------- A LA CUARTA CUESTIÓN, el Señor Presidente de la Sala A, Doctor Marcelo López
Mesa, expresó: -------------------------------------------------------------------------------------------------- En vista del acuerdo arribado precedentemente, el pronunciamiento que corresponde
dictar es el que propone el Dr. Velázquez en su voto a esta cuestión.---------------------------- Tal mi voto.---------------------------------------------------------------------------------------------------- Con lo que se dio por terminado el Acuerdo, dejándose constancia que la presente
se dicta por dos miembros del Tribunal, por haberse logrado la mayoría (art. 8 Ley V Nº 17).-------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Trelew, 12
de agosto de 2013.-------------------------------------------------------------------- En virtud de lo resuelto en el Acuerdo cuya copia antecede, la Sala “A” de la ciudad
de Trelew, pronuncia la siguiente:------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ S E N T E N C I A: ------------------------------------------- DECLARAR DESIERTO el recurso de apelación deducido a fs. 134 y sostenido con
la expresión de agravios de fs. 151/153 vta. ---------------------------------------------------------CONFIRMAR la sentencia apelada en cuento a la imposición de costas en ella
decidida.- ------------------------------------------------------------------------------------------------------IMPONER las costas de segunda instancia a ambos apelantes vencidos en ella.-------- REGULAR los honorarios del Dr. Christian M. Martínez por sus labores de alzada, en
la suma equivalente al 2,75 % del monto del proceso que se determine en primera
instancia, sin que corresponda en cambio fijar emolumentos en favor del Dr. Fernando
O. Valentín, dada la inoficiosidad de sus tareas.-------------------------------------------------------- Regístrese, notifíquese y devuélvase.-------------------------------------------------------------CARLOS A. VELAZQUEZ
JUEZ DE CAMARA
--- REGISTRADA BAJO EL Nº 01
--
MARCELO J. LOPEZ MESA
PRESIDENTE
DE 2.013 – SDE.- Conste.------------------------
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