12 La narrativa hispanoamericana de la segunda mitad del siglo XX

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IES A Pobra do Caramiñal
Lingua Castelá e Literatura II
LA NARRATIVA HISPANOAMERICANA1 DE LA SEGUNDA
MITAD DEL SIGLO XX
El proceso de colonización social, política y cultural de América llevada
a cabo a lo largo de los siglos XVI y XVII implicó en el terreno de la
literatura que las producciones de los escritores de la colonia siguiesen
los dictados estéticos de la literatura generada en la Península Ibérica.
Esta dependencia cultural siguió hasta finales del siglo XIX, a pesar de
que la mayoría de los territorios americanos habían ido alcanzado su
independencia política desde principios del siglo. El acontecimiento
que supuso un punto de inflexión en este proceso fue el Modernismo,
cuando por primera vez América se adelantó en el terreno de la
literatura a España. Desde esa fecha la proyección literaria de
Hispanoamérica no dejó de anticiparse y distanciarse de la literatura
peninsular. Así, Hispanomérica fue más receptiva a las propuestas
vanguardistas de principios de siglo XX y, en el terreno de la narrativa,
ese auge tuvo su punto culminante en la segunda mitad del siglo XX,
cuando la novela hispanoamericana alcanzará una enorme proyección
mundial. No obstante, esa eclosión de la narrativa hispanoamericana
(mal llamado “Boom”) fue un proceso que, si bien se materializa en la
década de 1960, tiene su punto de partida dos décadas antes.
Como rasgos generalmente compartidos por los autores de la nueva
narrativa hispanoamericana se pueden señalar los siguientes:
- Liquidada la herencia del realismo del siglo XIX, la novela hace
suyos algunos postulados vanguardistas y es notable el
influjo del surrealismo.
1
Aunque el temario de 2º de Bachillerato habla de Literatura Hispanoamericana, más
preciso sería hablar de Literaturas Hispanoamericanas, dado que bajo ese término se
aglutinan 19 países con sus respectivas tradiciones literarias nacionales: Argentina,
Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Panamá,
Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, México, Cuba, República
Dominicana y Puerto Rico.
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– En sus diversas manifestaciones esta nueva narrativa revela una
serie de transformaciones de la realidad hispanoamericana: la
llegada de un importante núcleo de exiliados españoles; el
subsiguiente desarrollo del mundo editorial; el auge urbanístico;
el impacto de las estructuras capitalistas; la perpetuación de
regímenes dictatoriales; las transformaciones en el mundo rural;
la marginalidad de las grandes urbes, etc.
– Se hace perceptible el influjo de los grandes narradores
europeos y norteamericanos (Virginia Woolf, William Faulkner,
Ernest Hemingway, Franz Kafka, André Breton, John dos
Passos, James Joyce, Marcel Proust y otros), cuyos modelos
narrativas impulsan a los narradores hispanoamericanos a
experimentar en lo referente a las técnicas narrativas.
Entre los precursores de esta nueva etapa figuran Horacio Quiroga,
con su asedio a lo fantástico, y Roberto Arlt, impulsor de la novela
urbana y de problemas como la alienación, la angustia metafísica y la
marginación social.
1.- NARRATIVA ENTRE 1940 Y 1960
Las características temáticas de la narrativa que se publica entre
1940 y 1960 son, a grandes rasgos:
– Ruptura con el realismo tradicional, al incluir elementos míticos,
legendarios, mágicos, fantásticos..., que forman parte de lo real desde el
momento en que una colectividad cree en ellos y, por tanto, operan y
funcionan habitualmente en la vida cotidiana de las gentes.
Es la línea marcada por el realismo mágico o, como prefiere Alejo
Carpentier, lo real maravilloso. América se identifica con una realidad
mágica, maravillosa, muy distinta a la agotada realidad europea, siendo,
incluso, el paraíso perdido de los occidentales. El realismo mágico
pretende mostrar lo irreal o extraño como algo cotidiano y común. En
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sus novelas, los elementos mágicos/ficticios, son percibidos por los
personajes como parte de la "normalidad".
– Planteamiento de los grandes problemas existenciales del ser
humano, como la búsqueda de la propia identidad (símbolo del viaje),
la soledad...En general, con una visión desolada y pesimista.
– Presencia de la metaliteratura. La preocupación por problemas
relacionados con la creación literaria, la experimentación formal, la
literatura como juego, los nuevos planteamientos en la relación autorlector-obra (creación de un lector activo) son abordados en algunas de
los libros de, por ejemplo, Cortázar o Borges.
– Inclusión de lo humorístico en sus distintas manifestaciones: la
sátira (García Márquez, Vargas Llosa), la burla (Cabrera Infante), el
humor bajo el que se cobija lo existencial y trágico (Borges, Cortázar).
– Valoración del erotismo como parte de la esencia humana, por lo
que aparece relacionado con las circunstancias sociales y culturales de
los personajes (Isabel Allende, Cortázar).
En cuanto a las características formales:
– El narrador omnisciente, aunque no se abandona definitivamente,
deja paso al narrador protagonista, personaje o testigo, al narrador que
adopta una perspectiva múltiple (pluriperspectivismo) o a la utilización
del “monólogo interior del fluir de la conciencia”;
– la linealidad temporal se rompe mediante recursos como “la
inversión temporal”, la intercalación de historias paralelas al mismo
tiempo (contrapunto), los saltos temporales o el caos temporal;
– el lenguaje también es objeto de manipulación y experimentación.
Les preocupa la elaboración sintáctica, el ritmo de la prosa, el poder de
sugerencia de las imágenes..., llegando en muchos casos a un
barroquismo de la frase (patente, por ejemplo, en El siglo de las luces de
Alejo Carpentier).
Entre las obras más destacadas en este periodo son:
- Ficciones (1944) y El Aleph (1949), de Jorge Luis Borges;
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- El reino de este mundo (1949) de Alejo Carpentier, en cuyo prólogo
explica su teoría de lo real maravilloso (el escritor no tiene necesidad de crear
mundos mágicos, ya que la propia realidad hispanoamericana es mágica,
maravillosa, llena de excesos y contrastes);
- Señor Presidente (1946), de Miguel Ángel Asturias, que es uno de los
principales ejemplos de la llamada novela de dictador;
- Pedro Páramo (1955) de Juan Rulfo, obra que representa la
culminación de la llamada novela de la revolución mexicana;
- El túnel (1948) de Ernesto Sábato.
2.- LA NARRATIVA A PARTIR DE 1960: EL 'BOOM'
Desde 1962 (año de publicación de El siglo de las luces de A. Carpentier,
La ciudad y los perros de Vargas Llosa y La muerte de Artemio Cruz de C.
Fuentes) se asiste tanto en España como en el resto de Europa al
desarrollo sorprendente de la novela hispanoamericana, hasta entonces
marginada y desconocida, pese a su importancia y a su desarrollo. Se
trataba en realidad:
– de un conocimiento repentino de una novelística que se había
desarrollado en su propio aislamiento americano durante años y que
daba la sensación de un "boom", de un surgimiento repentino.
– de un fenómeno editorial en el que tienen responsabilidad editores
y editoriales como Carlos Barral y Seix-Barral en Barcelona; Gallimard, a
través de la colección Croix du Sud en París y también de editoriales
americanas, como Sudamericana y Losada (Buenos Aires), Monte Ávila
(Caracas), Siglo XXI, Fondo de Cultura Económica, Joaquín Mortiz y Era
(México)...
El "boom" no tiene carácter generacional. Abarca escritores de
diversas edades y países, y frecuentemente con escasa relación entre
ellos. No obstante, en lo temático:
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– se continúa el desarrollo de temas señalado por la generación
anterior, sobre todo el gusto por la novela de paisaje urbano y los
temas existenciales (la soledad, la incomunicación, la muerte...);
– se desarrolla una nueva novela rural;
– se consolida la integración de lo fantástico y lo real;
– se introduce la propia creación literaria como tema;
– cobra importancia lo histórico-social;
– se produce un rechazo de la moral burguesa.
Formalmente, el boom se caracteriza por:
– la renovación de técnicas novelescas a través de la incorporación de
técnicas de la novela experimental; – estructuras narrativas complejas;
– ruptura de la linealidad temporal;
– experimentación lingüística;
– tendencia a unir diferentes géneros literarios bajo la forma de la
novela y
– uso de gran variedad de fórmulas narrativas (el uso de técnicas de
contrapunto; la combinación o superposición de personas narrativas y
puntos de vista; el empleo del monólogo interior, el uso de la segunda
persona narrativa...).
Todo este proceso de renovación formal se pone al servicio de una
literatura revolucionaria, muy comprometida con la realidad de una
tierra sometida a violentos y traumáticos procesos históricos.
Los nombres más significativos del “boom” de la narrativa
hispanoamericana son:
– Gabriel García Márquez es el más influyente de los autores del
"boom". Sus primeras novelas cortas tanteaban ya en la búsqueda de la
unión de lo real y lo fantástico (el mundo imaginario de Macondo). Cien
años de soledad fue la novela que marcó el surgimiento del "boom" y
supuso todo un fenómeno en las literaturas hispánicas (y tal vez en la
literatura mundial). Otras obras destacables son Crónica de una muerte
anunciada, una magistral novela corta o El amor en los tiempos del cólera.
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– Carlos Fuentes critica la burguesía y el sistema político de su país,
México, a la vez que se propone un proceso de renovación del lenguaje
narrativo (La región más transparente; La muerte de Artemio Cruz, la vida de
un cacique rural mexicano; la novela corta Aura, relato en segunda
persona).
– Mario Vargas Llosa. Su primera novela, La ciudad y los perros, le llevó
a la fama. Merecen destacarse La Casa verde; Conversación en La Catedral,
larguísimo diálogo muy complejo técnicamente; Pantaleón y las
visitadoras, hilarante crónica de la adscripción al ejército peruano de un
grupo de prostitutas o La Guerra del fin del mundo, una recreación
alucinada de las guerras internas latinoamericanas.
– Julio Cortázar, en sus cuentos, el elemento fantástico surge con
absoluta naturalidad y se mezcla impasiblemente con la vida cotidiana.
Su máxima novela es Rayuela, obra de estilo variado, de trama
intrincada y novedosa en la que lo más relevante es el vasto universo
sicológico de los personajes y la relación que estos establecen con el
amor, la muerte, los celos o el arte.
3.- ÚLTIMAS TENDENCIAS DE LA NOVELA
El boom dejó en años posteriores un terreno favorable en editoriales y
público para la multiplicación, muchas veces indiscriminada, de autores
y títulos. Las editoriales aprovecharon el filón y acudían al constante
lanzamiento de novelas. Fue la resaca del boom.
Por lo demás, dos corrientes simplifican el complejo panorama de la
novela de los años setenta y ochenta:
– la novela y los mass media. El autor asume su papel de
comunicador en una sociedad regida por los mass media, desplaza su
producto estético (la novela) de un punto central y privilegiado y lo
sitúa al mismo nivel que otras comunicaciones, como el cine, la
televisión, el cómic, el pop, lo camp o el kitsch, de cuyos lenguajes y
técnicas se aprovecha. En esta corriente se inscriben la narrativa del
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argentino Manuel Puig (El beso de la mujer araña), o las del peruano
Alfredo Bryce Echenique (Un mundo para Julius
– la narrativa hermética o metanovela. Otros novelistas, en
trayectoria opuesta, sacralizan el arte y sitúan la novela en un lugar
privilegiado, sólo accesible a los iniciados; su elitismo les lleva a una
escritura hermética, para minorías. En esta tendencia podrían ubicarse
las obras del cubano Severo Sarduy (De donde son los cantantes, Cobra), del
mexicano Salvador Elizondo (El grafógrafo, El hipogeo secreto) representan
la religión de la estética frente a la estética de la mercancía de los
anteriores o del chileno Roberto Bolaño (Los detectives salvajes).
4.- EL CUENTO
Los narradores de los años cuarenta y cincuenta han sido grandes
cultivadores del cuento literario. Destaca la aportación extraordinaria
de Jorge Luis Borges. Destacan sus libros de cuentos como El Aleph,
Historia Universal de la Infamia, Ficciones, o más tarde, El informe de Brodie y
El libro de arena. Todas sus narraciones repiten una serie de temas
obsesivos: el mundo caótico y sin sentido, el destino y la fatalidad, el
mundo como laberinto, el paso inexorable del tiempo, el tiempo
cíclico, la imposibilidad de conocer el mundo, el carácter artificial e
ilusorio de la realidad... Se caracterizan, asimismo, por una gran
originalidad estructural.
También son importantes las narraciones de Juan Rulfo, autor de
quince cuentos que componen el volumen El llano en llamas (1953), en
los que trata la dureza de la vida rural mexicana en su primitivismo y su
pobreza física y moral. Además, sobresalen los tres relatos de Alejo
Carpentier recogidos en Guerra del tiempo, donde trata el problema de la
imposibilidad de definir y dividir el tiempo. Por su parte, Juan Carlos
Onetti continúa en sus relatos los temas básicos de sus novelas
(personajes angustiados y desesperanzados que deambulan en un
mundo sórdido): Tiempo de abrazar, Tan triste como ella y otros cuentos.
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Los relatos cortos de los narradores del boom ha pasado en algunos
casos inadvertidos debido a la importancia de sus novelas. Además de
García Márquez (La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su
abuela desalmada), otros autores han cultivado el género. Julio Cortázar
muestra en sus cuentos - a veces bajo la influencia del surrealismo- una
realidad compleja que suele aparecer parodiada. Destacan los relatos
recogidos en Bestiario, El perseguidor, Todos los fuegos, el fuego, Las armas
secretas, Historias de cronopios y famas, donde revela el absurdo de lo
cotidiano con un gran sentido del humor.
El uruguayo Mario Benedetti refleja en Montevideanos, La muerte y otras
sorpresas y Con y sin nostalgia la vida diaria y las circunstancias políticas de
su país desde una postura comprometida con un lenguaje sencillo y
coloquial.
Mención aparte merece el cuentista Augusto Monterroso. Sus
cuentos, muchos de ellos auténticos microrrelatos, tienden a la máxima
condensación: Obras completas (y otros cuentos), La oveja negra y demás
fábulas...
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TEXTOS
I.- Rayuela, Julio Cortázar
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola
como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se
entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y
recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi
mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con
soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara,
y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con
tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces
jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se
agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran,
respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente,
mordiéndose los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes,
jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un
perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en
tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos
besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de
movimientos vivos, de fragancia oscura.
II.- Cien años de soledad, Gabriel García Márquez
Cuando José Arcadio Buendía se dio cuenta de que la peste había
invadido el pueblo, reunió a los jefes de familia para explicarles lo que
sabía sobre la enfermedad del insomnio, y se acordaron medidas para
impedir que el flagelo se propagara a otras poblaciones de la ciénaga.
Fue así como se quitaron a los chivos las campanitas que los árabes
cambiaban por guacamayas, y se pusieron a la entrada del pueblo a
disposición de quienes desatendían los consejos y súplicas de los
centinelas e insistían en visitar la población. Todos los forasteros que
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por aquel tiempo recorrían las calles de Macondo tenían que hacer
sonar su campanita para que los enfermos supieran que estaba sano.
No se les permitía comer ni beber nada durante su estancia, pues no
había duda de que la enfermedad solo se transmitía por la boca, y todas
las cosas de comer y de beber estaban contaminadas de insomnio. En
esa forma se mantuvo la peste circunscrita al perímetro de la población.
Tan eficaz fue la cuarentena, que llegó el día en que la situación de
emergencia se tuvo por cosa natural y se organizó la vida de tal modo
que el trabajo recobró su ritmo y nadie volvió a preocuparse por la
inútil costumbre de dormir.
III.- Pedro Páramo, Juan Rulfo
Pedro Páramo […] pensaba más en Susana San Juan, metida siempre
en su cuarto, durmiendo, y cuando no, como si durmiera.
La noche anterior se la había pasado en pie, recostado en la pared,
observando a través de la pálida luz de la veladora el cuerpo en
movimiento de Susana; la cara sudorosa, las manos agitando las
sábanas, estrujando la almohada hasta el desmorecimiento.
Desde que la había traído a vivir aquí no sabía de otras noches pasadas
a su lado, sino de estas noches doloridas, de interminable inquietud. Y
se preguntaba hasta cuándo terminaría aquello.
Esperaba que alguna vez. Nada puede durar tanto, no existe ningún
recuerdo por intenso que sea que no se apague.
Si al menos hubiera sabido qué era aquello que la maltrataba por
dentro, que la hacía revolcarse en el desvelo, como si la despedazara
hasta inutilizarla.
Él creía conocerla. Y aun cuando no hubiera sido así, ¿acaso no era
suficiente saber que era la criatura más querida por él sobre la tierra? Y
que además, y esto era lo más importante, le serviría para irse de la vida
alumbrándose con esa imagen que borraría todos los demás recuerdos.
¿Pero cuál era el mundo de Susana San Juan? Esa fue una de las cosas
que Pedro Páramo nunca llegó a saber.
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IV.- La muerte de Artemio Cruz, Carlos Fuentes
YO sé que me atraviesan la piel del antebrazo con esa aguja; grito antes
de sentir dolor alguno, el anuncio de ese dolor viaja a mi cerebro antes
de que la piel lo sienta...ah...a prevenirme del dolor que sentiré...[...]
grito que me dejen...me dejen morir en paz...no me toquen...no tolero
que me toquen...[...] no sé quiénes son...”Cruzamos el río...a caballo”...
[…]
TÚ te sentirás satisfecho de imponerte a ellos; confiésalo: te impusiste
para que te admiraran como su par: pocas veces te has sentido tan feliz,
porque desde que empezaste a ser lo que eres, desde que aprendiste a
apreciar el tacto de las buenas telas, el gusto de los buenos licores, el
olfato de las buenas lociones, todo eso que en los últimos años ha sido
tu placer aislado y único, desde entonces clavaste la mirada allá arriba,
en el norte, y desde entonces has vivido con nostalgia del error
geográfico que no te permitió ser en todo parte de ellos: admiras su
eficacia, sus comodidades, su higiene, su poder, su voluntad y miras a
tu alrededor y te parecen intolerables la incompetencia, la miseria, la
suciedad, la abulia, la desnudez de este pobre país que nada tiene; y más
te duele saber que por más que lo intentes, no puedes ser como ellos,
puedes solo ser una calca, una aproximación, porque después de todo,
di: ¿tu visión de las cosas, en tus peores o en tus mejores momentos, ha
sido tan simplista como la de ellos? Nunca. Nunca has podido pensar
en blanco y negro, en bueno y en malos, en Dios y Diablo: admite que
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siempre, aun cuando parecía lo contrario, has encontrado en lo negro el
germen, el reflejo de su opuesto: tu propia crueldad, cuando has sido
cruel, ¿no estaba teñida de cierta ternura?
[…]
ÉL sintió el hueco de la rodilla de la mujer, húmedo, junto a su cintura.
[…]
-Te seguiré.
-¿En dónde vivirás?
-Me colaré a cada pueblo antes de que lo tomen. Y allí te esperaré.
-¿Lo dejas todo?
-Me llevaré unos cuantos vestidos. Tú me darás para comprar fruta y
comida y yo te esperaré. Cuando entres al pueblo, ya estaré allí. Con un
vestido tengo.
V.- La oveja negra, Augusto Monterroso
En un lejano país existió hace muchos años una Oveja Negra.
Fue fusilada.
Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre
que quedó muy bien en el parque.
Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran
rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de
ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la
escultura.
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